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asume el enfoque “cientficistz” de la “evolucién histérica” que data ya de los textos de Riva Palacio. Y se sujeta a ese canon para distinguir entre pasado y presente, entre unas épocas histéricas y otras, Diego sc inspira en las obras de Chavero y Justo Sierra. Ya lectura de Forjando patria de Gamio lo acerca a esa interpretaci6n cultural del mundo indigena que marce al “paradigma antropo- égico”:fijar la persistencia cultural del pasado en los érdenes del presente, “La soledad de Cuesta’, el texto que concluye el expediente, ‘quiere ser una exploracién de las visiones sobre el mundo politico {que el autor elabora durante los aos treinta. Su tema es esa pecu- liar y excéntrica postura que ve, al igual que Carl Schmiee, un inevitable ingrediente metafisico en la politica moderna. El fascis- mo y el stalinismo hacen de este sesgo el factor dominante de sus formas de legitimacién. Cuesta entrevé, ya en los afios previos ala Segunda Guerra Mundial, la nocién de totalitatismo, que acabaré mponiéndose en los afios setenta como horizonte de andlisis de 505 regimenes. Ilan Semo 16 / lin Semo La historia intelectual después del linguistic turn Francos Dosse* Inseiuse Universitaire de Formation des Maitres de Créteil ResuMEN En este ensayo se refieren las actuales discusiones metodolégicas y cpistemolégicas sobre la historia inceleccual. El debate se articula a par- tir de tres ejes: al primero, de orden histérico, lo constituye el surgi- siento, en la década de los sesenta, del Hnguistc turm anglosajén. El * Hisotiador y académico universitatio, Profesor ene Institut Universitaire de Formation des Maitre de Coe, en el Iuttu Eudes Politiques de Pars. t- vestigndor adsrito al Iiue d’Hisoie du Temps Préenty al Centre d Histoire Culearelle ds Socisés Contempordines dela universidad de Saint-Quentin-en- ‘Yelines. Miembro del comité editorial de la revista BpacesTemps. Autor de LHfisove en iets, La Découverte, 1987 (La historia en migajs, Valencia, Edicions Alfons el Magninim, 1989); Histoire di sracturalome, Le champ di signe, como 1, La Découverte, 1991 y Le chant du ge, tomo 2, La Découverte, 1992; LThatantélaté, Auber, 1994, LExmpie du sens, La Décowverte, 1995; Paul Riceur, lessens d'une vie, La Découverte, 1997; Liste, Hates, 1999: Les couvantshistoriques en France aus 19% e 20° sitls, en colaboracién con ‘Christian Delacroix Patrick Garcia, Armand Colin, col. “U", 19995 Loire, ‘Armand Colin, col. "Cursus’, 2000; Mickel de Cerean,chemins dire, en colaboracién con Christian Delacroix, Patrick Garcia, Michel Tebisch, Com- plex, 2002; Michel de Certeau, fe marcheur blew, La Découvere, 2002 (Michel ide Cerca, el caminante herido, Universidad Tberoamericana/Ecole de Hautes Etudes en Scicnces Sociales, 2003); La marche des ids, hire des intellects, Wicoire intllecuell, La Découvere, 2003. srr y Graf, UA im. 23,2004 segundo se expresa como una interrogante que guia el propio ensayo de ‘Dosse:ze6mo superas en la historia intelectual, la dicotomia incernalismo (formalismo)-externalismo (sociologismo)? El dhkimo es eepresentado por luna tradicién de hacer [a historia intelectual: la francesa, Por medio del entrecruzamiento de estos tres regstros de andlisis se exponen las escuc- las més imporcantes de la historia intelectual: la anglosajona, en sus er tientes estadounidense e inglesa ~ambas enmarcadas en las exigencias dll linguistic urns Ja alemana, representada por la historia de los co. ceptos, y la francesa, surgida gracias a la renovacién de la historia de lo politico, Ivrececroat Hesroer arren rie Linguistic Tory This esay prerentes che recent methodalogical and epistemological discus- sions perteining intelectual histor. This discussion i bared on three axes: she first one ofa historical nature: hiss, she emergence during the sstes ofthe canglosaxon linguistic turm; the second is expresed as a question that guides Doss the esxay: How to overcome, inthe Ineletual Histor, the dichotomy internalism (formalism) —externalirm (sciologitm)?And atlas, the french biseoriographie tradition of making Intelectual History. Through the interwining ofthese three analytical registers che mast important school: of Inteecsual Usury are presensed: the angiosason trough its two forms the ‘american and the english —boch marked by the demands ofthe linguitc suns the german, represented by the history of concepts and, the french, wich arose due to she renewal palitcal history abido es que la historia de las ideas no goza de muy buena fa- fia en Francia; en cambio, es practicada a cara descubierca allende sus fronteras, donde ser historiador de las ideas no impli- ala indignidad nacional. Resulta impactante el contraste entreel estado de la investigacién en ese émbito en Alemania y el mundo anglo-norteameticano, porn lado y, por el otro la situacién fran- cesa, donde apenas se viven los prolegémenos de reconocimiento den drea de investigacidn vista como algo novedoso. Varias razo- nes permiten explicar el cardcter excepcional del caso francés. Por 18 J Francois Dose tuna parte, ¢ preciso mencionar el imporcante sitio que ocupa la jnstruccién propiamente filosdfica en la formacién de todo el pti blico escolarizado, que ha estabilizado un terriorio del filbsofo bien plantado en un corpus y su correspondiente historia. Por ‘otra patte, el desarrollo especifico que han tenido en Francia las ciencias sociales, asi como el éxito arrollador de la historia de las mentalidades durante los afios setenta, impidieron el surgimiento del érea especifica de investigacién que constituirla una historia de las ideas 0 una historia intelectual propia. Desde luego, una historia de los intelectuales ha podido erigirse como drea auténo- ma de investigaci6n, gracias al cambio brusco e irreversible de paradiga ocurrido durante los afios ochenta; dicho cambio pet- mitié levantar la prohibicién que pesaba sobre las espaldas de una dire del pensamiento, en el marco de una historia tendiente a privilegiar las l6gicas masificantes y repetitivas. Esta historia de Jos inteleceuaes tiene ya en su haber diversos trabajos. Ha logrado imponerse gracias a la fecundidad de muchos de sus conecrores, tales como los “medios de sociablidad” y la “generacién’, as{ como al hecho de tomar en cuenta todos los soportes culturales. Mi in~ tencién aqui, imitada, no consiste en poner en tela de juicio la legitimidad de esa historia de los intelectuales ni en cuestionar sus logros, sino en mover de sitio el cursor para hacer vale la fecundi- dad aiin embrionaria y ampliamente comprobada en el extranjero de una historia propiamente intelectual delos intelectual. Retomo asi una pteocupacién expresada recientemente por Vincent Du- clere, cuando escribe: “Aunque los requerimientos externos han sido estudiados por historiadores interesados en conocer la im- plicacién de los intelectuales en la politica, la sociedad o la moral, nila labor del pensamiento propia de los intelectuales ni las for- mas de su relacién con los saberes intelecuales consttuyen aiin un objeto central de su historia.”" "5; sltions extrieres on edits par de ls hisrins seis de connaire implication des ntlectucs dala politique, la soit o la morale La historia intelectual despugs del Ingustic turn / 19 I. UNA RENOVACION LLEGADA DEL OTRO LADO DEL ATLANTICO La verdadera mutacién de la historia intelectual en los Estados Unidos data del llamado linguistic turn, que conmocioné profun- damente ese dmbito de estudio, al desplazar las interrogantes, al modificar los enfoques, al proporcionar un mayor rigor. Aquel gito lingtstico cristaliza bastante pronto y se expresa de diversas ‘maneras desde 1967, por ejemplo, mediante la publicacién de tuna antologia de 28 textos-manifestos bajo la direccién del flé- sofo Richard Rorty,inticulada The Linguistic Tarn? Ello dio como resultado uns historia intelectual renovada y fortalecida por nue- vas ambiciones. Los anglosajones Haman linguistic turn a la im- portacién hacia tierras norteamericanas de la boga del paradigma cstructuralista que dominé la escena francesa durante los aos e- senta y que se expandié con relativa rapidez hacia las universida des norteameticanas, desde los afos setenta, bajo la denominacién de “posestructuralismo”. A esta influencia netamente exterior de Barthes, de Foucault, de Derrida, se aade una influencia endégena, la de la flosofia analitica anglosajona, del narrarivisma de Arthur Danto, de Louis O. Mink, y del pragmatismo acento a los actos de habla segtin las teorias de Austin y de Searle. La historia ince- lectual, cuyo objeto es esencialmente discussivo, se vio profunda mente modificada; més atin, la historia social sufrié tambien la influencia del Linguistic urn a doble crisis de la historia intelectual clisica y de la histocia social, asf como sti comiin apertura hacia cuestiones relacionacas 1 esol dels pene propre ae intellects tle formes de leur relation avec es sacoisntlecuels ne constiuen pas encore sn ober central de eur hiwire” Vincent Ducler, "Les itelleetsels. Un probltme pour histoire cultuelle”, Cabiers di Conve de Recherches Hitorigues, isn, 31, absil de 2003, p. 26. 2 Richard Rorey (dz), The Lingus Term Recent Euays in Philosophical Method, Chicago, The University of Chicago Press, 1967. 3 Geoff Bley, "De histoire sociale au stournant linguistiques dans Uhistoro sraphie anglo-américaine des années 1980", Gentes, nim. 7, marzo de 1992, pp. 163-93, 20 / Frangois Dosse con la discursividad y la lingiistica en general, favorecen un acer- ‘camiento y tun auténtico dilogo entre la historia social y la histo- ria intelectual. La intervencién que tuvo mayor resonancia fe la inicativa precoz de Hayden White, con la publicacién de su fa- ‘mosa obra Metahistory (1973),4 misma que sigue siendo amplia- mente ignorada en Francia y que no ha sido traducida atin all francés. Hayden White enuncia una inflexin decisiva respecto de las orientaciones propuestas por Lovejoy, al asimilar el paradigma estructuralista post-saussuriano. White define un nuevo programa de investigacién en lo que atafie a la historia intelectual, dandose por objetivo partir de “la estructura profunda de la imaginacién historic”, a la que sina dentro de las prefiguraciones lingisticas y potticas del Ambito histérico. Tales prefiguraciones se hallan corganizadas en torno a cuatro tropos clisicos de la postica, a sa- ber, la metéfora, la metonimia, la sinécdoque y la ironia: “En re- sumen, mi punto de vista es que el modo tropolégico dominante asi como su protocolo lingiistico consticuyen el irreductible fun- damento emetahistérico» de cada obra histrica.”> La retrica y el anilisis del diseurzo se convierten gracias a Hayden White en las puertas de encrada privilegiadas del historiador, borrando la fron- tera entre lo que rige la ficcién y lo que rige la historia, Esta indeterminacién de las fronteras entre ambos campos pro voca de hecho un acalorado debate. En Temps et récit (1983).6 Paul Ricoeur ha sefialado ya el interés dela tesis de Hayden White. Saluda en ella los logros de los narrativistas anglosajones: William Dray, Georg Henrik Von Wright, Arthur Danto, Louis O. Mink y Hayden White, cuyo mérito comiin consistié en mostrar cémo narrates ya explicar. Todos ellos hicieron hincapié en la riqueza de los recursos explicativos internos a la narracién. Sus trabajos su- ‘Hayden White, Metabitorz The HiaricalInginaton in Century Ere, Bakimor, The Joha Hopkins University Pres, 1973. > Vest ibid, px § Peal Rice, Tempe eric, como 1, Pai, Sul, 1983 La historia intelectual después del guistc tur /21 brayan con justa razén el hecho de que la historia es antes que nada escritura, historio-grafia. No obstante, Ricceur no comparte las tesis mas radicales de Hayden White, cuando éste postula, op- tando por una fccionalizacién de la historia, la indistincidn entre historia y ficciSn, Bl afin veritativo del discurso historiador con- vierte a este tiltimo en algo distinto del artificio literario. Desde esta perspectiva, Ricoeur propone el neologismo de “represencancia” para destacar el doble estatus de realidad y de ficcién del discurso historiador, que tiene la intencién de apegarse lo mds posible al referente para convertise en su “fancién vicaria de lugartenencia’” Alla reserva expresada por Ricceur se han afiadido desde 1983 hhasta la fecha las eriticas més despiadadas de historiadores como Amaldo Momigliano,® Carlo Ginzburg? o Rusell Jacoby.” ast como las interrogantes eriticas de Roger Chartier! Todos ellos han advertido las derivas posibles de un formalismo tendiente al relativismo que, al equiparar todos los discursos, corna imposible toda discriminacién entre lo verdadero y lo falso y, por ende, im: pide denunciar a los falsificadores, como en el caso del discurso negacionista Para responder tales criticas, Hayden White admite que es po- sible establecer entre las “narraciones en competencia” criterios de evaluacién relativos a “su fidelidad a los datos ficticos, su completud y la coherencia de su argumentacién, sea cual fue- 7 Vease Paul Riceeu, “Histoire ec thécorique”, Diogine, oct, de 1994, p. 25. * Aenaldo Momigliano, "The Rhecoric of History and the History of Rethori (On Hayden White’ Tropes", Seteima contribueo all oi degli sud lai del mando antic, Roma, Edigioni di Stora e Literatura, 1984, pp. 49-59. ° Carlo Ginzburg, “Just One Witness", en Sail Friedlander (ie), Probing she Limia of Repreesation. Nasion and the "Final Solution”, Cambridge, Haeverd University res, 1992, pp. 82-96. ® Russell Jacoby, "A New Intelleccual History", American Hliorial Review, nim. 97, abril de 1992, pp. 405-24 " Roger Charter, “Figures rhétorques et représentatons hstorques", toda della Storiografa, nim. 24, 1993, pp. 133-142; publicado nuevamente en Aa bord del feluise, Pars, Albin Michel, 1998, pp. 108-25. 22.J Frangols Dosse re’.!? En respuesta al historiador Arthur Marwick, uno de sus iis polémicos detractores, Hayden White replica que de ningu- nna manera pretende eliminar del discurso historiador el vinculo con los acontecimientos concretos; simplemente, busca subrayar la ambigiiedad de la nocién de “hecho” respecto a la nocién de La nocién de hecho {fc es obviamente ambigua en la medida en aque significa ant el sentido del acontecimiento [ven (porlo que un examen pertinente de la euestin remit al estas de una realidad” ode o simaginario» de un acontecimiento) como el sen- sido de la formulacin del acontecimiento (por lo que un examen pertinente remitirfa la “verdad” o al “eros” de un enunciado).!? Hayden White no invita a eliminar los acontecimientos de la historia en nombre de un relativismo absoluco absurdo; senclla- ‘mente preconiza la distincién entre las nociones de event y de fact, considerando que, contrarios a los acontecimientos, los hechos son construccioncs historiadoras sujetas a revisién, abiereas hacia tun fururo que habré de reconfigurarlas cada vez de manera distin ‘a Ala afirmacién de Barthes segsin la cual “el hecho histérico no tiene més existencia que la existencia lingiiistica (como término den discurso), y no obstante pareciera que dicha existencia no ¢s sino mera «copia» de otra existencia, ubicada dentro de un campo extraestructural, lo ereals”,"4 Hayden White afiade que los he- "2 Hayden White, “Historical Emplotment and che Problems of Truth’, en Friedlander (dt), Probing the Limit of. op. cits p38. "8 Vease Hayden Whit, "Response Arthur Marwick’ ounal of Contomporary Hisory, wo. 30, nim. 2, abril de 1995, p. 238. "Sle fie bitarigue ne jamais qu'une enone lingusique (comme terme dian dicons), 9 copendans tou e passe comm scene existence nai que la acopien ree simple dune ante exitnce, sade dans wn champ exrasrucara, lear”, Roland Barthes, "Le Discours de histoire", Le bruemene dela langue, Pais Seuil, 1984 (1967), p. 164 La historia intelectual después del linguistic turn J 23 chos, contrariamente alos acontecimientos, son entidades lingiis- ticas,"y por ello quisiera dar a entender que, tal como el fléscfo Arthur Danto lo ha establecido, los ehechos» son cacontecimien- tos» bajo una descripcién.”" Por su parte, la relacién entre he- chos y acontecimientos debe ser retomada sin cesar; es la matesia misma de la comunidad historiadora y permanece abierta a nue- ‘vas conceptualizaciones, no porque los acontecimientos del pa- sado cambien, sino porque nuestra manera de conceptualizarlos difiee. Tales modificaciones son perceptibles ante todo en lo rela- tivo a acontecimientos trauméticos como el genocidio de los ju- dios, cuya realidad como acontecimiento histérico Hayden White ‘nunca niega ni relativiza ni banaliza, por supuesto. El afin por articular la historia social con los aportes del lngs- tie turn escuvo marcado por un gran acontecimiento, que puede ser atribuido a dos historiadores norteamericanos de la universi- dad de Cornell, Steven Kaplan y Dominick LaCapra, cuando és- tos tomaron la iniciativa de organizar un coloquio sobre el tema. El encuentro se llevé a cabo en abril de 1980, en la universidad de Cornell (Nueva York), y dio lugar ala publicacién de las ponen- cias centradas en torno a la manera de concebir la historia intelec- tual.!6 Dominick LaCapra ha asumido la defensa del linguistic turn, al que considera como algo sumamente positivo para el his- toriador de la historia intelectual” Se inscribe en un intento por superar la dicotom{a clésica entre el punto de vista internalista yl cenfoque externalista, gracias a una rearticulacién de ambas dimen- siones. Siguiendo el modelo de la distincién postulada por Austin centre el registro constatativo y el registro performativo, LaCapra establece dos niveles de estudio de una obra. Por un lado, es posi- "9 White, “Response to Arthur Marwick’, op. ct, p. 239, "6 Sreven Kaplan y Dominick LaCapra (eds), Modern Exropeen Inelletual Hisar, Khaca, Cornell University Press, 1982 "7 Dominick LsCapra, “Rethinking Inellecual History and Reading Tex’ ca Kaplan y LaCapra (eds), Modern European Intellectual History, op. et, pp. 47485, 24 J Frangols Dosse ble interesarse por el plano documental, que remite aa literalidad, alo fictico, aquello de lo que da cuenta el observador cuando hhabla de una realidad empirica pasada y reconstruida. Mas tarde, es posible abordar otro plano, al que LaCapra califica de “work- like?,!* y que remite a la parte interpretativa, de imaginacién y de compromiso de una historia intelectual que establece un didlogo con el pasado a partir de las interrogantes del presente. Obvia- mente, ambos niveles se hallan en interaccién constante y deben, set estudiados desde una perspectiva de historiografia critica. La lectura documental de los textos habfa predominado ampliamen- re hasta entonces, y LaCapra insist en los aportes que brinda a la historia intelectual el nuevo interés hacia los diversos usos e in- terpretaciones de las formaciones discursivas estudiadas segiin su dindmica temporal. Ese predominio total de la concepcién do- cumental condujo a excluir la ficcién del ambito de estudio del historiador y LaCapra reconoce el mérito de Hayden White al haber vuelto a introducir la dimensién literaria como fuente de significado. Para renovar la historia intelectual, LaCapra propone redefinir seis marcos problemiticos. El primero de ellos araie ala relacién entre las intenciones del autor y su texto, Sin negar la importancia de la parte intencional, LaCapra pone en guardia contra la tenta- ‘ign de considerar el texto como si derivara tan sélo de las inten- ciones de su autor, como ocurre en el caso de Quentin Skinner. ‘Ademés de que las intenciones son inciertas las més de las veces, ‘cuando no ambivalentes, también puede tratarse de reconstruc- ciones 4 posteriori El segundo nivel que debe ser reconsiderado es el de larelacién que debe ser establecida entre la vida del autor y su obra. Segiin LaCapra, la idea segiin la cual la vida influye directamente en la cobra presenta dificultades semejantes a las que plantea la inten- cionalidad. Una vez mas, sin negar ciertas interacciones, conviene Bid, p52 La historia intelectual después del linguistic turn / 25 evitar ver en la obra el mero sintoma de itineratios biogedfices; por el contratio, es preciso tomar en cuenta cudn complejo es el vinculo entre ambas dimensiones. El cercer nivel es el de la relacién que mantienen las obras con la sociedad de la que emanan. Tradicionalmente, esta cuestidn es concebida a partir de la bisqueda de la génesis de una obra y desu impacto ulterior. LaCapra sugiere retomar la nocién foucaultiana de préctica discussiva, que expresa la interaccién en juego enue las insttuciones y ls formas del discurso. La bisqueda de los efectos debe ceder el lugar a la restitucién de los diversos usos y lecturas {que las obras han suscitado y suscitan atin entre nosotros. El cuarto plano por reconfigurar es el de las relaciones entre las, ‘obras y los diversos niveles culcurales. LaCapra invita a tomar en cuenta la diferencia entre un enfoque histérico documental y un cenfoque més dialégico. A este respecto, resulta legitimo limitar la indagacién histrica a una estricta ambicién historicista y doca- mental, con el fin de restituir el contexto de los actores en un momento pasado preciso, excluyendo las interpretaciones més tar- dias, con la condicién de no postular un scudo-objetivismo del historiador que dz cuenta de ello. Por lo demds, no basta designar la existencia de una influencia o de un paradigma comiin, sino ‘que se requiere elucidar lo mas detalladamente posible la manera cen que las obras en cuestién procedieron a tales préstamos. Para ello, la manera en que Mijail Bajin'® estudis la relacién que max tienen las culturas eruditas y populares en la obra de Rabelais con el concepto de dialogismo puede servir de ejemplo. LaCapra define una quinta interrogante, relativa a los nexos de la obra con el corpus de textos utilizados por el escritor. Esta~ mos aqui en el meollo del contexto textual, que plantea el proble- ma de la unidad o de la identidad de dicho corpus. En general, la '® Mikhail Bakhine, "Cuore de Rabelais, Pars, Gallimard, 1970 (1965). Ve se en espaio! Mijal Bain, La obra de Frans Rabelais en elcontexca decutora popular medieval, Madrid, Alionaa, 1994 26 | Frangois Dosse rr relaci6n con cl corpus existente suele ser definida, bien en térmi- ros de continuidad, siguiendo un desarrollo lineal, bien como tuna discontinuidad fundamental, como un cambio epistemolégico {que separa dos etapas, o bien en términos de una dialética sinté- tica. Sin embargo, LaCapra hace notar que “el corpus de un escri- tor puede ser desmembrado, al menos en parte”2? El sexto y tiltimo plano que debe ser reconsiderado en aras de construir una historia intelectual, segin LaCapra, es la relacién jnstituida entre las obras y las modalidades del discurso en su cali dad de estruccuras formales, estructuras interpretativas, conven- ciones y reglas especificas. Hayden White hizo a este respecto una aportacién esencial, al poner en evidencia un mimero limitado de ‘topos constitutivos del campo lingiistico de toda transforma- cién en intriga, eropos que son comunesa la ficcién y ala historia En definitiva, las relaciones que mantienen los textos con st. contexto son relaciones complejas de précticas significances, mis- mas que deben ser vistas como formas singulares de incertextua- lidad. Bl historiador debe pues evitar la tentacién de proceder a tuna veduccién del rexto como mera represcntacién de un contex to exterior. A diferencia de la corriente objetivista, segiin la cual basta redefinirel contexto y restituirel pasado tal cual fue, LaCapra sugiere una nocién mas performativa de lectura y de interpre- tacién, que escapa a la alternativa entre una lectura meramente documental del pasado, por un lado y, por el otro, una lectura “presentista” cuya perspectiva consistiria en quitarse de encima el peso del pasado, tl como lo proponta Nietzsche: “Resulta necesa tio insistir en que el estatus de interpretacién es una actividad que no puede ser reducida a una simple subjetividad.”2! Desde luego, debemos aceptar una fractura que nos separa de un pasado que ha quedado atrés y que nos habla con una voz que no es la nuestra, una vor desvanecida para siempre; de allf que LaCapra nos invite 2 LaCapra, “Rethinking 2» thi p80 celleceual History and." op. et, p-73. Lahistoria intelectual después del linguistic urn / 27 a respetar la alteridad de las voces del pasado, “sobre todo cuando oponen resistencia 0 califican las inerpretaciones que quisiéra- mos darles’ 22 Elhistoriador, que debe ser un buen lector, requiere permare- cer a la escucha de esas voces para recobrar la pluralidad de los posibles del pasado, evitando tanto el monologismo propio a un enfoque exclusivamente documental como aquel que caracteriza alorro extremo, el del ‘presentismo”, Asi pues, la tarea de la histo ria intelectual definida por LaCapra dista mucho de verse simpli- ficada, pero presenta la ventaja de prever desde un punto de vista metodolégico todas las trampas posibles dentro de un area no determinada y especialmente compleja. El Ambito probleméti ircunscrito por LaCapra “define la historia intelectual mas términos de procesos de indagacién que en términos de reglas metodolégicas 0 de fuentes de informacién acerca del pasado”.?> Esta boga propicia a la historia intelectual dio asimismo ori- gen a toda una corriente de renovacién de la historia liveratia, surgida a principios de los afios ochenta en los Estados Unidos. Se pondera ast cl Linguistic turn, dfiniendo un programa abierto, calificado de New Historiciom —segiin la férmula acufiada por uno de los representantes de dicha corriente, Stephen Greenblatt—. El proyecto intelectual consiste en restablecer un intercambio vivo centre literatura € historia, basindose en una préctica pluridisci- plinaria: “El Nuevo Historicismo brind6 a los investigadores nve- vas oportunidades para salvar las fronteras que separan historia, antropologis, arte, politica, liceratura, economia.” Se trata de sentar las bases de una “poética cultural” que ya ha modificado de manera sensible los estudios de historia literaria. Por regla general, sus iniciadores vivieron el perfodo de efervescencia teérica de los ™ Idem. 2 bid, p. 81 % Vease H, Aram Veeser (ed), The New Hlizoriiom, Nueva York, Routledge, 1989, p.m 28 J Frangols Dosse rr afios sesenta y serenta, dejindose cautivar por el clima estructu- ralista —principalmente parisino, mas no de manera exclusiva—, empetidndose por adaprar los modelos althusserianos o lacanianos alos estudios literarios. Empero, se sintieron répidamente insatis- fechos por los resultados de talesinjertos y, conscientes de las aporias ppropias de los enfoques en exceso sisteméticos y formales, decidie- ron organizar encuentros con regularidad, ademas de publicar una revista 2 la que dieron por titulo Representations, Esta cortiente, que prvilegia un campo de estudio sieuado a medio camino entre ciencia y ficcidn, entre historia y creacién literaria, considera que “no puede alcanzarse ninggin avance en el plano metodolégico sin una inmersi6n total en la prictica” 2 Semejante orientacién coin- cide con la postura de Michel de Certeau, cuando elige por hori- zonte de investigacién una articulacién entre el decir y el hacer. Resulta de hecho significativo que la obra de Certeau se haya con- vertido en una referencia de importancia reciente para la corrien- tedel New Historiciom, que incluso le dedicé un nimero especial de su revista La dificultad principal a la que se enfrenta esta corriente consisre en trarar de rebasar la separacién tradicional centre el texto literario y su contexto histérico, reflexionando en torno a la tensién propia a ambas dimensiones: “El Nuevo Historicismo renegocia las relaciones entre los textos y las demés pricticas significances, yendo lo ms lejos posible para disolver la literatura en su complejo histérico de surgimiento.”2” Los parti- darios del New Historicism, como Stephen Greenblatt, Louis Montrose, Joél Fineman, Richard Terdiman, entre otros, insisten cn las capacidades configurantes de la retdrica asf como en su modalidad de recepcién y de apropiacién. Al mismo tiempo, den- 25 Catherine Gallagher y Stephen Greenblae (eds), Practicing New Hisoriciom, Chicago, The Universiy of Chicago Press, 2000, p. 18, % "Special Issue: The New World Essays in Memory of Michel de Certeau’, Repretentaion,Beskeley, Univescy of California, nim, 33, invierno de 1991. ” Veeser, The New Hlitovcim, op. cit, pI La historia intelectual después del linguistic turn 129 tro de la fiiacién certaliana, el pasado sigue siendo el ausente, el otro al que no hay que confundir con las categorfas del presente. Ello exige ubicarse en un espacio intermedi, incierto, a partir del cual conviene, scgin dice Greenblatt, “hablar con los muertos”, respetando su alteridad.”* El significado brota pues de una doble construccién: por un lado, de los juegos temporales puestos en accién una y otra vez entre pasado y presente, entte presente y pasado; por el otro, de los efectos que produce la historia sobre las légicas textuales y de aquellos que producen estas tiltimas sobre la historia: Segiin una expresién en quiasmo, muy al gusto de los “Nuevos Historicstas”, Louis Montrose puntualizaba la postura paradig- midtica de los critics adepros de la nueva férmula, diciendo que su tarea, tal como él la concebla, consistia en examinar “la ais toticidad de los texcos y la textualidad de la Histor 11, EL CONTEXTUALISMO DE LA ESCUELA DE CAMBRIDGE La escuela conocida como escuela de Cambridge, ubicada en la interseccién de la ilosofla de la historia, dela ciencia politicay de la lingtistica, trastocé las falsas evidencias y abrié un campo de reflexién a una historia intelectual hondamente contextualizeda, 2 Stephen Greenblae, Shakespearean Negotiations: The Cirelaton of Sci Energy in Renaissance England, Berkeley/Los Angeles, The Universy of California Press, 1988, "Dans une formule ehiasmatique chi aus «Nouveau: Histories, Louis ssait la position paradigmaique des evsigues nowwel-formaie en ie quil la conceai, eat examiner el hitoict des weses Montroe brane gues te tt la testualié de UHiire”. Pasal Briost, “Literature et Histoire: deux approches camplémentites des pratique culcureles et politiques du premier AIF sigele", en Frédérique Lachaud, lbelle Lecent-Giles y FrangoisJoxeph Raggi (eds), Histoire d'Outre-Manche. Tendancerrcenes de Uisoiographie britannique, Pars, Presses de TUniversté de la Sorbonne, 2001, p. 86. 30 / Frangots Dosse atenta ala singularidad de las situaciones hist6ricas ya la ver preo- ‘cupada por renovar el cuestionamiento a partir del legado del linguistic turn, insceibiéndose en el linaje de los aportes del Wite genstein de las Investigaciones flosficar. Los miembros de dicha escuela, as{ como sus trabajos, empiezan a ser mejor conocidos del otro lado dela Mancha: se trata de John Dunn, John Pocock (pro- fesor de historia en la universidad Johns Hopkins de Baltimore), ‘Quentin Skinner (profesor de la universidad de Cambridge). Sus cobras han sido traducidas al francés y sus tsis son objeto de viru- lentas discusiones. La fuente principal de inspiracién de esta co- rriente se arraiga en la reflexién lingistica llevada a cabo por los filésofos de Cambridge en los afios cincuenta, as{ como en la re- Alexién acerca de los actos de habla (speech acti) desarrollada en quella misma época en Oxford, entre otros lugares, que privile- giaba una lingiistica de la enunciacién intimamente tributaria de las variaciones contextuales. Ambos mundos, el de los historiado- res y el de los fildsofos del lenguaje, suelen permanecer ajenos entre sf; de allf que la excepcién que representa esta escuela de Cambridge sea atin més noable.2? El principal desplazamienco efectuado consiste en privilegiar tun enfoque contextual, gracias alos aportes de a semsntica histé- rica, rompiendo asi con la biisqueda gencalégica realizada exclusi- vamente a partir del presente por parte de los iniciadores del Pensamiento politico moderno. Esta escuela de Cambridge tiene por ambicién dar cuenta del surgimiento de la concepcién mo- derna del Estado, rastreando “la matriz sociale inceleccual general de la que provienen” los trabajos de los principales teéricos de 2" Existe un balance reciente de los trabajos realzados por Stefan Collin, Richard Whatmore y Brian Young (eds), Economy, Polity and Sie British elena star 1750-1950, Cambidge, Cambridge Universcy Press, 2000, y Scefan Collin, Richard Whatmore y Brian Young (eds), Hisory Religion, and Culture. British Intellectual Hisory 1750-1950, Cambridge, Cambridge Universiy Pes, 2000, a escuela. Véanse Ls historia intelectual despuds del guste ten 31 dicha concepcién2? Su intencién es restituir con la mayor escru- pulosidad posible el contexto intelectual en cuyo seno algunos te6ricos de lo politico elaboraron sus tesis. Partidarios de un enfo- que historiador, los aurores de la escuela de Cambridge se empe- fian en partir de ls categorfas de pensamiento de la época estudiada y del lenguaje que estaba en uso en aquel momento, tomando distancia de toda forma de proyeccién a partir de su propio pre- sente, Su aporte esencial obedece a su capacidad para someter a los textos a la prueba de los contextos, sorteando las trampas de un enfoque meramente internalista dela historia de las ideas, pero tomando en serio al mismo tiempo lo que dicen los textos, sin referirlos por a fuerza a datos externos. Al partir de a exterioridad de los textos, estos estudios contribuyen a arrojar sobre ellos nue- vas luces, sin invalidar el enfoque inverso, que va de la interiori- dad de los textos hacia su exterioridad. Simple y llanamente, a la manera de las escalas de andlisi, ponen en evidencia dimensicnes no perceptibles desde una lectura diferente Herederos del Hnguéstc turn en su versi6n pragmética, buscan restituit lo que significa escribir, ubicando “el acto que comesian sus autores al escribir”.>? Semejante perspectiva implica poner es- pecial atencién a los datos filolégicos de la época estudiada, ast como a las categorias mentales y culturales del momento, sin por cllo limiarse a tales elementos, pues los partidatios de la escuela ‘de Cambridge estin plenamente conscientes de que llevan a cabo una labor de interpretacién: “Al intentar situar de esa manere un texto dentro del contexto que le corresponde, no sélo se propone tun escenario para la interpretacién: se inicia el acto mismo de in- terpretaci6n.”® Asi, la escuela de Cambri losofia politica a la prueba de la historia, sin dejar de respetar la ze logra someter I f- 3 Quentin Skinner, Le fomdements de le pense politique moderne, Pats, Albin Michel, 2001 (1978), p. 9. 2 fbid, p12. 2 Mid. p13, 32 | Frangois Dosse ar singularidad de un pensamiento politico no reductible a su con- jexto de enunciacién, Paralelamente a este aporte metadolégico mediante el cual escapan al falso dilema entre internalismo y ‘externalismo, dichos historiadores se muestran receptivos a pro- puestas heurstcas que modifican profundamente nuestra percep- ‘cin de la ruptura moderna, al mostrar que la autonomizacién del pensamiento de lo politico en Occidente se encuentra arraigado ‘en lo que John Pocock ha llamado el momento maguiavéico, Esta cexpresién va mucho més alli de la persona y la obra de Maquiavelo, ya que designa todo el perfodo de surgimiento del humanismo ‘ivico en la repiiblica de Florencia, a principios del siglo xv1. Se- ‘grin esta escuela, el surgimiento del sujero politico data de aquella ruptura, caracterizada por una oposicin creciente entre la accién de los hombres y la de la providencia (la Fortuna); sujero politico cuyas figuras innovadoras son el retérico y el legislador profera, que pugnan por alcanzar una “ciencia de la accién deliberada’. De alli resulta un nuevo régimen de historicidads éste basa su modo de ser en una experimentacién politica que permite romper con el ritmo ciclicn « implacable de la Fortuna. Al evidenciar la fuerza de ilocucién de los conceptos y al de- ‘mostrar el valor performativo de las argumentaciones tebricas ins- critas en las convenciones y en los desafios propios de un contexto preciso, la escucla de Cambridge marca su diferencia respecto de la historia clisica de las ideas. Jean-Fabien Spitz define la ambi- «in que se ha fijado Pocock en E/ momento maguiavélico como la doble resultante de una insatisfaccién epistemolégica y politica.» En efecto, Pocock esté inconforme con un enfoque centrado cn tomo a la nocién del contrato, que concede excesivo valor a la dimensin juridicaen el nacimiento de las formas modernas de lo politico, Hasta entonces, se solfa remontar hasta los padres funda- 3.6. A. Pocock, Le moment machiaelien, Pais, PUR, 1997 (1975), con un prcfacio de Jean-Fabien Spit. Véase en espaol El momento maguivdie, Teens, Madrid, 2002, La historia intelectual después del ngustic urn | 33 ores del iberalismo, por ejémplo John Locke, para ver en suobra yen la de los demas promotores del contrato moderno el adveni- ‘miento de un poder juridico-politico que se asigna el objetivo de dar rienda suelta al juego exclusivo de las légicas individuales:?> “Escribir la historia del advenimiento de la libertad de los modes- nos consiste pues necesariamente en buscar aquello que anuncia la filosofia de Locke en la época que lo antecede.”» En opinién de Pocock, esta intencidn es deformante, pues parte de nuestra con- cepcién contemporinea de los derechos individuales y no de las tensiones propias a la ruptura de la modernidad del siglo Xvitl, cuyas cuestiones fundamentales son de un orden totalmente dis ‘into, y se hallan marcadas més por la ética que por la dimersién juridica. Cabe entonces preguntas si el hombre puede confor- ‘arse con una ampliacién de la esfera de intercambio de las mer- cancfas: si es posible prescindir de una implicacién politica sin por ello perder su identidad; o bien sies posible delegar la resson- sabilidad de hacerse cargo de su propia defensa. Tales interrogantes, que giran en torno a la virtud y su articulacién con la divisién social del trabajo, asf como con el desarralla de las intercamios, hallan fuentes de inspiracién en el Maquiavelo de los Discersas, ‘cuando éste teflexiona en torno a la corrupcién de la institucio- nes y al efecto de las costumbres sobre el adecuado funcionamien- to dela reptiblica. Pocock sigue los lineamientos de un pensamicnto politico ampliamente marcado por su dimensién moral y metafi- sica, atin hondamente impregnada por la filosofia politica clasica Esta nueva lectura del momento maguiavéizo balla cambién una fuente, como lo explica el mismo Pocock, en lasituacién de crisis por la que atravesaron los Estados Unidos durante los aios sesen- tay setenta. En plena guerra de Vietnam, Norteamérica se inte- ‘toga en torno alos fundamentos de su estar-juntos, en un mundo %J.G.A. Pocock, "The Myth ofJohn Locke and the Obsesion with Liberals, enJ.G.A. Pocock y R.Asherais Joln Locke, Los Angeles, 1980. 56 Jean-Fabien Spice, prefaio Pocock, Le moment machiavélion, op cits p 1% 34 1 Francois Dosse social que se reduce cada vex més a la yuxtaposicién de deseos individuales. Este estado de duda propicié un reromno a los orfge- nes de las bases constitutivas de la nacién norteamericana y de sus principios fundadores: “Indiscutiblemente, E! momento maguia- télco se sama al deseo de encontrar nuevamente, en los origenes de una repiiblica norteamericana, algo con qué alimentat la idea de que el compromiso de la vireud formaba parte del pacto fundador dela nacién.”” La demostracién de Pocock busca poner en eviden- cia el vinculo siempre existente en el pensamiento liberal moder- zo entre las aspiraciones de los individuos a la libertad yal derecho privado y una tradicién republicana civica y humanista, cuyo pun- to de otigen data de la época del Renacimiento italiano, momento en el cual se interpreté desde una éptica diferente el pensamien- to politico de la Antigtiedad romana. Por consiguiente, el pensamiento politico modermno de los si- glos xvi y XV se halla en tensién constante entre dos vertientes que pueden parecer contradictorias; empero, intenta conciliarlas al proponer un sistema de poder hibrido, para tomar en cuenta tanto los nuevos imperativos del desarrollo econdmico y social como la preservacién de la humanidad del hombre la que aspira- ba el Renacimiento. Este pensamiento politico moderno ya no es visto pues como un pensamiento seguro de sf mismo, que avanza decididamente hacia el progreso sino, muy por el contrario, como tun pensamiento portador de inquictudes crecientes ante sus pro- pias tensiones, generadas por su afin de preservar la virtud en ol corazén mismo de un mundo cada ver mds sustentado en el inter- cambio, y que intenta evitar ls formas de instrumentalizacién de lo humano para que éste conserve el control de su destino. La otra gran figura de la escucla de Cambridge, Quentin Skin- ner —nombrado profesor de ciencias politicas en la universidad de Cambridge a los 37 afos de edad, en 1978—, ditige una colec- cién llamada /deas in Context, que incluye mds de cuarenta titu- > tid, pa La historia intelectual después del linguistic turn / 35 los; asimismo, estd a cargo de un amplio programa de investiga cién colectiva acerca del pensamiento politico moderno, que se empefia en traducir al plano histérico las tesis propuescas por la filosofia del lenguaje del Wittgenstein de la iltima época y de ‘Austin, En una entrevista concedida en fechas recientes, Quentin Skinner echa un vistazo retrospectivo hacia sus afios de formacién. universitaria y hacia el momento de surgimiento de su programa de investigaci6n.% Semtala c6mo, en los afios cincuenta, se vic e- pecialmente marcado por el libro de Collingwood, The Ides of History, ast como por el de Bertrand Russell, History of Western Philosophy: “Russell siempre ha seguido siendo un modelo para mi." Quentin Skinner concluye su formacién en 1962 en ‘Cambridge; en aquel entonces, dominan tanto la corriente estric- tamente positiva y empirica como una corriente de amplia inspi- zacién marxista; priva asimismo la influencia del paradigma de la escucla hist6rica francesa, representada en aquel entonces por Fernand Braudel y, por ende, marcada por un determinismo cau- sal de orden geogrifico, Esta itima influencia dejaba poco espa- cio para la historia de ls ideas, relegacla al rango de epifenémeno insignificante, yruvo “un efecto catastréfico tanto sobre el estatus como sobreel método utilizado en la historia intelectual”. Skinner lige como objeto de estudio a Hobbes y se disocia de las modsli- dades de lectura dominantes, espiritualistas o marxistas, para ha- cer valer la necesidad absoluta de resituar la obra de Hobbes en las categorfas mentales de su época. Ast, a principios de los afios se- senta, discute en torno a tales problemas de interpretacién con su colega y amigo John Dunn, que ve en el trabajo de Skinner sobre Hobbes un complemento al realizado anteriormente sobre Locke % Quentin Skinnes, “Quentin Skinner on Encountering che Past”, Finish Yearbook of Political Thought, vol. 6, 2002, pp, 34-63. Entrevista ralizada por Peti Koikkalainen y Sami Sysjimaki el 4 de octubre de 2001 ibid. p36. © Bid, p. 38. 36 / Frangois Dosse yunn mismo y Peter Lasslett. En 1965, Quentin Skinner toma a tinct en Cambridge accra de los albores del pensa faiento politico moderno; a partir de esa experiencia, descubre la jmportancia del pensamiento de Maquiavelo. A finales de los afios sesenta, sus orientaciones se ven confirmadas por la lectura de la obra de Michel Foucault. Sin embargo, como en el caso de toda su generacién en Cambridge desde sus afios de formacién, su prin- cipal influcncia es el Wittgenstein de las Investigaciones filsificas. sce interés lo conduce a ororgar una importancia primordial al Jenguaje desde una perspectiva pragmética influenciada por lo que anglosajona. Se inspira en- se conoce como Ja filosofia anal ronces en los trabajos de Austin, en los que ve una prolongacién de las tesis de Wittgenstein. Skinner afirma asimismo el papel en verdad determinante de Pocock en sus primeros trabajos: “Bjercié una influencia capital sobre mi propia teorfa y sobre mi préctica cuando is vestigaciones’ *! Si bien opina que la orientacién de Pocock es en cexceso estructuralista, demasiado dada a insistiren el cardcter apre- riante de las extructuras del lenguaje, alas que él prefiere consi- derar como otros tantos recursos para el pensamiento, reconoce ‘que sus enfoques convergen en lo esencial. Skinner defiende por lo demas una postura anti-fandacionalista, nutrida tanto por los trabajos de Thomas Kuhn a los que tuvo acceso desde 1962 como por los de Richard Rorty. Este anti-fundacionalismo se vio refor- zado cuando Skinner ingres6 al Instituto de investigacién de Princeton, en el que trabajé de 1974 1979 en contacto con Rorty, ‘atedritico por aquel entonces del departamento de filosofia: “Me ayudé mucho, leyendo y discutiendo conmigo los trabajos teéri- os que intentaba realizar en aquel momento.”*? Skinner compar- tia ademés cubiculo con Kuhn y Clifford Geertz, con quienes ‘mantiene intercambios sumamente fructiferos. * Bid, p48 * tid, p. 92. La historia intelectual después del linguistic turn / 37 Rechazando el determinismo sociologizante para dat cuenta de las teorias politicas, Skinner desea privilegiar lo que el texto significa en el momento en que se enuncia; el historiador debe pues trasladarse al interior del universo de construccién del sig- nificado del autor estudiado para redescubrir aquello que tenia sentido para él: confrontado, cuando se estudia un texto, es la siguiente: zqué cra lo que podia tener la intencién de comunicar el autor, enun- ciando lo que enunciaba, al escribir en la época en la que escribfa y dado el puiblico al que deseaba ditigirse?”® Para captar la fuerza de ilocucién del texto, Skinner decide recurir a larestitucién his- t6rica del contexto, que ha de permitir comprender los conflictos que el enunciado pone en juego, a partir de las convenciones en uso, definiendo asf la intencionalidad y la estraregia de escricura del autor He alli la tarea emprendida por Quentin Skinner en su gran suma acerca de los fundamentos del pensamiento politico moder- no. En ella, specifica su proyecto, distanciindose de lo que él ‘La interrogante esencial a la que uno se halla lama “textualismo”, en nombre de la necesaria restitucién de las categorias mentales de la época estudiada. Més alld de los autores y sus obras, intenta despeja segtin lo mencionamos ya, la matriz sociale intelectual general de la que provienen tales obras, acer- ccindose asi en su proceder al de Lucien Febvre con su nocién de usillaje mental. Sin embargo, dicho universo matricial no coas- tituye en opinién de Skinner el resultado exclusivo del trabajo de erudicién, que intentaria acumular la mayor cantidad posible de datos para restituir su etiologia; lo que importa es “incencar pene- traren el pensamiento del autor”. Esta ambicién, un tanto des- © Quentin Skinnes, “Meaning and Understanding in the History of leas’, en James Tally (ed.), Meaning and Comtese: Quentin Skinner and his Cris, Cambridge, Polity Press, 1988, p63. Skinner, Le fondements del... op. cit © Bid, p.9, 6 tid, p12. 38 J Frangols Dosse smesurada, expresa el deseo de Skinner de superar la alternativa nere el incernalismo cextual y el externalismo contextual, gracias Alsitio medular otorgado a la dimensién interpretativa en si Tal Jectura conduce a Skinner a valorar la rfas mentales del pasado en la enunciacién della novedad. Ast pues, al estudiar el pensamiento politico del Renacimiento, distingue en dl las huellas del estoicismo romano; de la misma manera, al portancia de las carego- estudiar el pensamiento politico que acompafia la labor de a Re- forma, percibe en él la impronta del derecho romano y de la filo- sofia moral escoléstica, Su demostracién lo lleva entonces aatenuar Jas rupturas comiinmente postuladas entre perfodos y entre ad- versarios politicos, al demostrar que sus divisiones, por reales que sean, remiten 2 un mismo universo mental y argumentative atin ampliamente compartido: “Los revolucionarios de los albores de a Europa moderna eran sin duda alguna mayoritariamente calvi- nistas declarados, pero’atin no se ha subrayado lo suficiente que sus teorias estaban impregnadas del lenguaje juridico y moral de sus adversatios catdlicos."” Estas tesis de la escuela de Cambridge han suscitado frecuentes controversias, durante las cuales se han manifestado objeciones mis 0 menos radicales. En Francia, el fildsofo Yves Charles Zatka, director del Cento de historia de la filosofia moderna, que tiene también por objeto el pensamiento politico, se ha erigido en su crtico mis severo, méxim~ cuando preconiza un enfoque total- mente distinto del mismo corpus textual. Director del Centro ‘Thomas Hobbes del Centre National de la Recherche Scientifique, Zarka es un especialista reconocido del pensamiento de Hobbes.*® Ahora bien, este investigador desestima el proceder de Skinner, al considerar que peca de estrechamente historicista y que ejerceefe tos reduccionistas sobre la historia de la filosofia politica. Su pri ® tid p16. * Yes Charles Zak, La dvicon métaphyigu, Pai, Vin, 1987; Hobbes ele emt politique maderne, Pars, PU, 1995. La historia intelectual después del linguistic turn / 39 cipal critica atatie a la utilizacién por parte de Skinner de elemen- {0s exégenos alos textos estudiados, que acaban por diluir la parte propiamente filosdfica de dichos textos. Zarka reconoce que el carécter histérico de tales obras del pasado requiere ajustarse es- crupulosamente a los datos que consticuyen el contexto de una época singular, pero considera que ello no debe hacer olvidar el hhecho de que se trata de textos cuyo caricter es ante todo filossfi- co: “Todo intento por reducir a una dimensién meramente hists- rica el estudio de la filosoffa poli menos directa, de manera mds o menos habil, a negar la especifi- «idad (filoséfica) del objeto estudiado.”? En efecto, Zarka brinda una lectura de Hobbes que pone un énfasis mayor en la moderni- dad de su pensamiento, definida a partir de un vuelco que trans- forma una filosofia del cuerpo en una filosofia del espititu. ‘Mas alld de estas diferencias entre un enfoque que da la priori- dad al substrato contextual y otro que valora los puntos de ruptu- 1a, la oposicién entre el proceder de Skinner y el de Zarka radica principalmente en la relacién que ambos instituyen entre pasado ¥ presente. A este respecto, el filésof pone en guardia al his- a equivale, de manera mis 0 toriador contra las tentaciones del historicismo, que niegan la densidad de significado que vincula nuestra actualidad —y sus interrogantes especificas— con el pasado. A este nivel, cabe recor- dar el aporte del enfoque hermentutico, que postula una amplia- cién del significado proporcional ala distancia temporal. Zarka se ‘pone a un historicismo cuyo programa se limite a una mera tes- titucién del tenor exacto de los textos mediante la restitucién del contexto de su contenido, Denuncia el efecto relativista de seme- jante enfoque, al término del cual ya no serfa posible distinguir “una obra de filosofia politica tan considerable como el Leviatén * “Toute tentative de réduive& une dimentian purement bisorique Vtude de la hileophie peltigue revens, plus ou mains directement, plus ou moins habilement, ner la spice (philosophique) de ober que Von adie." Yves Chatles Zak, “Comment lite Hobbes ", Le Débat, nim. 96, sepe-oct. de 1997, p. 93 40 J Francois Dosse Fr de un simple libelo o de un texto circunstancial."5° Zarka aboga sin embargo en pro de un estudio de la filosofia a través de su historia, y postula la permanencia de un significado filos6fico de las filosofias del pasado. En su opinién, dicho significado debe ser buscado en el presente del acto de filosofus, y no sélo en la inda- xcidn erudita destinada a contextualizar el pensamiento, “pues cuil ese significado filoséfico de una filosofia fuera del acto mis- ‘mo de filosofar, cuando éste se ejerce en el presente como biisque- dade una verdad de las cosas?”®" Zarka admite la ausencia de privilegios del pensamiento filo- séfico pues éste, al igual que otras producciones intelectuales, no escapa 2 su tiempo. Sin embargo, impone una condicién: obser- var los dos principios que subyacen en todo enfoque hist6rico de Ia filosofia, tal como los definié Léo Serauss. Por una parte, el historiador debe demoscrar una comprensién del autor estudiado similar a la atencién que brinda a la clucidacién de sus propias pensamientos; ello implica una valorizacién del contexto. Por la otra, y este segundo principio inclina nuevamente la balanza en favor de la especificidad del contenido floséfico del texto, dicho texto debe ser considerado como algo més que el mero reflejo de ‘un momento particular: “Importa pues, en un segundo momen- to, decir que existe una especificidad del texto filosdfico que lo convierte en tal, es decir, en algo filosdfico.”*? El argumento de Zarka en torno ala necesidad de adoprar una doble exigencia—la de la exactitud hist6rica y aquella propia a la especulacién filos6- fica— resulta obviamente vélido, sobre todo cuando cierta histo- 5 “une ere de philosophic politique anti comsdérle que le Leviathan d'un simple belle on d'un tee circontancie.” Ibid, p. 111 car quae que lren philoaphique d'une philmphie en debor de Fact méme 4 pilesopher logue celuc sexerc dans le présen comme recherche dune wie echoes”. Yves Chasls Zatka, Commence Uicoire dela philesophie?, Pa Hs, PUR, 2001, p. 23. > 1timporte dan, en un dese temps de die qui ane spcifciet dete hilcophique qu le rnd tel cesvi-direphilowphigue® Ibid, p. 27 La historia intelectual después del linguistic turn | 41 via de los conceptos consideraba tener por proyecto substitu ala historia dela filosofia. Sin embargo, también resulta legitimo pensar aquellos términos de esta controversia deben ser replanteados, orien téndolos hacia la necesaria distincién entre dos tipos de enfoque, desde luego conexos y para nada incompatibles, cada uno de los ccuales tiene su propia legitimidad y su propio aporte especifico: la modalidad de lectura propiamente filoséfica de una historia dela filosofia, por un lado y, por el otro, una historia intelectual que valora las formaciones discursivas en sus relaciones con un marco sociopolitice y mental, en un afin por ubicar con la mayor preci- sién posible todo pensamiento como acto de enunciacién solida- rio de un contexto, it, UNA HISTORIA CONCEPTUAL DE LO POLETICO EN FRANCIA El desarrollo de la reflexién sobre el pensamiento politico se nutre cen Francia de la critica del fenémeno totalitario, acerca del cual Marcel Gaucher subraya que “no es en cierto sentide més que vn retorno de la parte reprimida de lo politica” *? Una historia inte- lectual del pensamiento politico se esboza alrededor de los afios ‘ochenta con la revista Libre, creada en 1977; con la coleccién Cri- tique du politique fundada por Miguel Abensour en 1975 en la editorial Payot y, posteriormente, con la creacién de un seminario mensual que habré de llevarse a cabo durante ocho afios, de 1977 21985, en el que participan Claude Leforr, Pierre Manent, Marcel Gauchet, Frangois Furet, Bernard Manin, Pierre Nora, Jacques Julliacd, Kreysztof Pomian, Pierre Rosanvallon, y luego otros més. Esta reflexién colectiva permite aunar distintos enfoques discipi- narios y devolver una perspectiva globalizante a un enfoque hist5- rico desde cuya dprica lo politico es visto como un tema transversal 95 (il een wn seme gn retour da refoud poltigue”, Mascel Gauche, Epi, jul-ago. de 1976, 42./ Frangois Dosse r y global de as investigaciones. La historia intelectual de o pot- fico pretende colocarse en la interseecién de lo histérico y de lo filosfico; dicha posicién intermedia de observaci6n le brinda la posbilidad de superar las tadicionales xcisiones entre historia po- Iitca, cencia politica e historia de las ideas politicas. Pierre Rosanvallon define ese proyecto como un proyecto de laboracién de una historia conceptual de lo politico. Su objetivo consiste en “comprender la formacién y la evolucién de las racio- palidades politicas, es decir, los sistemas de representacién que rigen la manera en que una época, un pais o ciertos grupos socia- les dados conducen su accién y consideran su porvenir.”55 Se- rmejante manera de proceder presupone cuestionar la separacién efectuada hasta entonces entre un velo exterior de representacién, tzas el cual habria que identificar las motivaciones reales de los acto- res, y las conductas verficables de estos tiltimos. De hecho,.esta historia intcleceual intenta restituir la labor permanente de refle- xividad que realiza la sociedad sobre s{ misma, su construcci6n co- smo experimentacién, Se halla pues efectivamente inscrita en una pempectiva hermenéutica, que da prioridad ala comprensién, y rom- pe con la ilusién de una visién “desde arriba’, sustituyéndola por algo que Rosanvallon llama la “empatfa controlad’.°° Aunque esta historia intelectual de lo politico privilegia los concepcos, viendo en llos especies de nudos por desenredar para captar lo que po- nen en juego y yendo asia contrapelo de la historia tradicional de las ideas polticas, no por ello se limita al corpus de las grandes obras canénicas. Desde mediados de los afios ochenta, Pierre Rosanvallon define en apuntes de trabajo lo que él entiende por «5c campo de investigacién recién abierto, que presenta de mane- > VeasePiere Rosavallon, “Le Poltque”, en Jacques Revel y Nathan Wachtel (Bits), One cle pour le sciences scales, Pais, CERF-EHESS, 1996, p. 305. °° *comprendre la formation e olution des rationals poitigs cex-idire les ‘sttnes de reprtietaton gui commandent la fgon don une dpoque, un pay on se groupes ce condnzens eur action evenviegnt eu ave” Ii p. 307 5 Veas ibid. p. 309. La historia intelectual después del linguistic turn / 43 1a programética.>” Segiin Rosanvallon, la unidad de las muy diver- sas publicaciones —que dan fe dela renovacidn de la historia delas ideas, de la del enfoque filos6fico de la historia politica y de la dela filosofia del acontecimiento, as{ como del desarrollo de una antro- pologia politica 0 de la reactivacién de la filosoffa del derecho— obedece al hecho de que “lo politico no consituye para ellos una snstanciay 0 un «imbito» entre otros de la realidad: es el sitio don- dese articulan lo social y su representacidn, la mattiz simbélicaen Ia cual la experiencia colectiva halla arraigo y reflexién a la veo'5® Rosanvallon pasa revista las aporfas de la historia tradicional de las ideas para hacer valer més cabalmente, mediante un efecto de contraste, las ambiciones posibles de la historia conceptual de lo politico. Distingue cinco tentaciones que conllevan flaquecas ‘metodolégicas: la del diccionario, que es desde luego un valioso instrumento, pero que no tiene nada de histérico;® la de la histo- ria de las doctrinas, que presupone erréneamente un universo re- plegado sobre si mismo, coherente y estable, del que habria cue redescubrir los precursores desde una perspectiva teleolégica; la del comparatismo textual, que sélo hace existir los textos en su exterioridad y disimula a menudo una auseneia total de capaciéad para interrogar los textos en cuestién;® la del reconstructivismo, que mira desde la distancia la obra con el fin de brindarle una coherencia supuestamente mejor que la que le asigné su autor, ys finalmente, la del tipologismo, que se limita a yuxtaponer, a cata- logar las escuelas de pensamiento. A diferencia de estas diversas formas que ha asumido la historia de las ideas, la historia concep- tual de lo politico, segtin Rosanvallon, tiene como objetivo “1) ha- ° Pierre Rosanmllon, “Pour une histoire conceptucle du politique (note de ravi", Remue de synths, ene-jun, de 1986, nim. 1-2, pp. 93-105, 31 politigue nt pa pour ex ne instances ou un adomaine» pari d'utra de de vil: ie lew ob Zarticadent social esa representation, la marie symbol que dans laquelle espérience collective eacine ets fit & la fs. Ibid, p96. > Véase iid, p97. © ibid, p. 98 44 Frangois Dosse lr cer la historia de la manera en que una época, un pais 0 ciertos grupos sociales dados intentan construr respuestas alo que perci- ben de modo mas 0 menos confuso como un problema y 2) hacer la historia del mabajo efectuado mediante la interaccién perma- nente entre la realidad y su representacién, definiendo campos his- sérico-problemdticos."® Recurriendo a los aportes de la historia de Jas mentalidades, a historia conceptual de lo politico halla tam- bign fuentes reflexivas en una atencién vigorosa puesta en el dis- ‘curso, la lengua, el campo Iéxico. Esta atencién hacia el contexto discursivo podria hacer pensar que dicha historia conceptual, tl como la define Rosanvallon, se asemeja ala orientacién esbozada porla escuela de Cambridge, asf como a los trabajos de Skinner y Pocock. Desde luego, Rosanvallon reconoce estar en deuda con dicha corriente, cuyo aporte es ineludible; empero, se disocia de las tesis de la corriente de historia contextualista de las ideas: “En efecto, los términos en los que el debate metodolégico ha sido planteado en Estados Unidos y en Inglaterra en torno a la manera de hacer historia de las ideas han conducido de manera demasia- do sistemstica a Skinner a poner bajo sospecha de «philosophiia erennis» a todo aquello que tiende intelectualmente a articular la lectura de las cuestiones del presente con la leccura del pasado."© Por su parte, Lucien Jaume, otro especialista del pensamiento politico moderno,%? mantiene cierta distancia critica respecto del © °1) de fir Piswire del manite done une dpoge, un pao des groupes serine cherchent csr des rome ce gui pegivee pl on moins confistent comme un probleme et 2) de faire Uisare da eval opt par Lnzerction permanente eee elt esa preetion endian de champs storico-problématiques.” lid, . 100, "Les termes dans esque dba modo ula fon de fire de Visire esis dé ent a: tat Unis een Angleterre on, eff conde Sinner “pone fp sttigaemet de sophia pri i ge nda (Gilnconn sea leew rao prance ep © "ane fase piste «le mécomprébemion beri dela pilephie Lucien Jaume, Hebe eta reprentatfmadere, Pat, PU, 1986, La historia incelecual despues del linguistic turn 45, contextualismo de la escuela de Cambridge. Dicha orientacién constituye, a su manera de ver, “una pista falsa: la deficience com. prensién historicista de la filosofia." Si bien Lucien Jaume per- manece muy atento al orden del discurso de los actores, asi como al hecho de que el discurso que manejan no carece de efectos so- bre lo que hacen, también puntualiza que no se trata de dejar hablar interminablemente ese corpusde textos, sino de reordenarlo, sometiéndolo a diversas interrogantes: asimismo, preconiza el recurso problemiticas o modelos. Asf pues, refisiéndose a Hobbes, interpreta su obra interrogéndola desde el punto de vista de la representacién: “El gran interés de Hobbes, por afiadidura, siste en haber sido el primer tebrico que definié un concepto de la representacién.” La representacién no es concebida por Hobbes ‘como un mero resultado de fuerzas exteriores ni como una resul- tante capaz de subsumir una tensién. De ningiin modo estitica, la representacién preserva su dindmica endégena: es “creacién con- tinuada’®” y por ende la conversién que realiza siempre es pro- visional, permanece inacabada, en incesante construccién: “La representacién no refleja, opera." De all la ruprura que la nocién de Hobbes establece respecto de las concepciones medievales. Pues- to que la interrogance por resolver en el plano politico se enuncia como la mejor manera de conciliar lo uno y lo miiltiple, la res- puesta que propone Hobbes para su siglo sigue interpelindonos “Pare- 69 1 distancia, claro esté— en nuestra contemporancid ceria dificil sostener que el Leviatén slo nos habla del siglo xv © Lucien Jaume, "Philosophie en Science politique", Le Débar, nim. 72,n0¥-- dic. de 1992, p. 140. © Vase ibid, p. 138, ("Le grand intr de Hobbes de curve, cere le premier shdoriien gui ait fn un concept dela repréentation” Lucien Jaume, Hobbes etl Etat eprsntatif modern, p.7. © Vease ibid p. 185. “La rprtsenation ne rele par, elle pre.” Hem. © I paaioie dificil derutenir que le Leviathan ne wons parle que da XVIE sitele* Ibid, p. 227. 46 | Frangois Dosse ‘Aceste respecto, coincidimos con Lucien Jaume cuando hace pre- yalecer el tipo de cuestionamiento propio de nuestra contem- jporaneidad, en la medida en que ésta interroga la tradicién, presuponiendo una fractura pero también una inclusién del pasa- doen el presente; la densidad temporal de este futuro del pasado requiere una lectura hermenéutica, cuyo cuestionamiento siem- pre renovado permite relecturas siempre creadoras. La historia de los concepros politicos, segin Lucien Jaume, cxige distinguir dos planos de cuestionamiento: es preciso, por ‘una parte, interrogarse en torno a la produccién de los conceptos yalas diversas modulaciones de sentido que suften en el transcur- ‘0 del tiempos por la otra, es necesario hacer visible el proceder del analista mismo. Jaume privlegia los contextos de surgimiento en su singularidad y, al mismo tiempo, su método de andlisis recurte a los textos mismos para hacer patentes los efectos propiamente politicos de estos iltimos. A esta dimensién pragmética que apunta 4 articular pensamiento y accién, Lucien Jaume sugiere definitla ‘mediante un neologismo: la “ideopraxia” (ideopraxie) que signifi- «a “la pucsta en préctica un pesssantiento politico que no debe set separado de sus condiciones coneretas de formulacién”.7° Hacer prevalecer el plano de la préctica y de los usos implica ya no limi- tarse, como en el caso de la historia clisica de las ideas, a una genealogia de los grandes autores canonizados, sino ampliar cl corpus de los textos de referencia, Los textos seleccionados por su capacidad de vehicular una accién son percibidos entonces como sdirigidos a un puiblico particular, portadores de una cultu- ¥ politica que permite la comunicacién entre el autor y su desti- natario, Semejante enfoque remite a la vez a la pragmitica y a la hhermenéutica: “El meollo de esta manera de proceder consist en la mise en enor d'une penske poltigue qui ef pas stparerdesesconditions concrtes de formulation”. Lucien Jaume, La pensée en action‘ pout une acre Histoire des idées politiques’, ponencia presentada durante el coloquio inter ‘acional Per une storia dei cones giuridic e plitci europe, Népoles, Institut ‘Suor Orsola Benincasa, 20-22 de febrero de 2003. La historia intelectual después del linguistic wm / 47 efecto en determinar mediante la interpretacién el «efecto de sig- nificado» del texto de intervencién politica.””' El historiador no parte pues de un invariante del significado del concepto, de una tunivocidad de su significacién; por el contrario, reintegra el con- cepto dentro del movimiento mismo del actuar politico, toman- do en serio a los actores, ya que la interrogante planteada busca saber emo dicen los actores aquello que hacen, Semejante orientacién coincide con la preocupacién expresa- da por Paul Ricceur cuando afirma la necesidad de una “reins- cripcidn progresiva de la teorfa del texto en la teorfa de la accién’ 7 El ctiterio de los usos leva a poner entre paréntesis la cuestién de la verdad, que estaré en cambio en el meollo de la interpretacién propiamente filoséfica. La perspectiva de la historia intelectual halla aqui su carécrer operativo, invirtiendo el enfoque clisico de la historia de las ideas. Esta tiltima indaga en general la influercia cjercida por tal o cual pensador sobre los actores; pero también. conduce al investigador a incursionar por sendas donde toda deci- sidn resulta imposible, a falta de poder obtener pruebas a partir de nociones teéricas sacadas de concexto, por ejemplo: “:Acaso Rousseau cjerce influencia sobre los jacobinos?” Muy por el can- ‘ratio, labistoriainteleceual vaa parti del contexto mismo, de aque- Ilo que el contexto pone en juego, para preguntarse: “Por qué ciertos jacobinos citan a Rousseau” Esta interrogante acerca del significado propio de la referencia textual, tomada en el fusgo del actuas, contribuye a proporcionar especificidad al tipo de cuestionamiento de la historia intelectual respecto del cucstio- rnamientofios6fico. Lucien Jaume sitia ese nivel a distancias iguales de la hermenéutica tal como la define Gadamer y del contextualis- mo de Skinner. "Le crur dela démarche conti en fer dterminer par vie dinerprsation effes de tonends teste intervention politique” Idem. 7 inecrpton progressive de la shéorie dese dans ashore de ation” Pach Ricceur, Di txte@Vacton, Pats, Sell, 1986, p. 8 48 | Frangois Dose -Esea rercera via resulta en mi opinién especialmente fecunda, pues toma en cuenta el carter hbrido de esta senda de investiga- Gin, que se interna tanto en el mundo ideal como en el mundo féc- tico. Enel horizonte de esta opcin se divisaclaramente la perspectiva abierta por Ricceur con su nocién de “refiguracién”, que remite tanto al significado que otorga el actor a su decir como al signifi- cado que adviene para nosotros en nuestra contemporaneidad al leetlo a posteriori. Ello no da por resultado una comprensién su- perior, desde arriba, enunciada en nombre de la ciencia sino, més modestamente, una manera de comprender a los actores “de otto modo”,”? distinta de su manera de comprenderse ellos mismos. 1V. LA SEMANTICA HISTORICA ALEMANA En Alemania, lz historia intelectual consticuye también un 4mbi- to sugestivo, hasta el punto de servir cada vez més a menudo de modelo allende las fronteras germanas, sobre todo gracias al pro- grama de semintica histdrica definide por Reinhart Koselleck (la Begrifigeschichte). Durante los afios cincuenta, la historia culcural sc hallaba especialmente desacreditada en Alemania y era incluso utilizada a manera de mala palabras fue pues justamente para to- ‘mar distancia de ellaque seafirmé un programa difercnte, que con- sistfa en realizar una historia intelectual. Dicha corriente, que en lo esencial emana dela Begriffisiology, inspira en un principio los ‘trabajos de sociologia del derecho, primeros en contemplar el pro- yeeto de una sociologia de los concepros. A través de una reflexién acerca de las discontinuidades propias al contenido juridico, el historiador Koselleck va a emprender su tematizaci6n de una am- biciosa historia de los conceptos. En efecto, rompe con el conti- rnuismo de las ideas para anclar socialmente el concepto en su «spacio-tiempo, partiendo del principio segin el cual cl concepro 7 Veas Jaume, “La penée en ation." 0p. et. La historia intelectual daspués del linguistic turn / 49 tegista el hecho social que esté produciéndose. Al mismo tiempo, empero, el concepto es en si un factor del hecho social y no sdiosu reflejo, por lo que el primero ejerce una retroaccién sobre el se- gundo, Koselleck se niega a separarla atencién puesta en las ttans- formaciones de aquella puesta en las formaciones discursivas de la historia social, y define un programa de historia intelectual con miras a conservar la historicidad propia de cualquier nocién 0 controversia Koselleck recuerda la sentencia de Epicteto segin la cual “no son las acciones las que estremecen a los hombres, sino Jo que se dice acerca de tales acciones’”*; ésta nos ensefia que la fuerza inhe- renre de las palabras no sélo flota en la superficie de las cosas. De ello resulta una obligacién merodolégica en historia, que consiste en restitui los conflictos sociales y politicos del pasado utilizando aquello que Lucien Febvre llamaba ya el utile mental y que Koselleck llama “las fronteras conceptuales dela época’,” eligien- do asi una postura muy cercana a la de la escuela de Cambridge. Semejance atencién ha i las vatiaciones diacrénicas y sinerénicas de significado de las nociones, en fancidn del sitio que ocupan dentro del sistema, apunta a comprender mas cabalmente la his- toria social en su carécter concreto, escapando al flso cftculo vi- cioso que conduce de la palabra ala cosa y viceversa Koselleck ve en el émbito del derecho un conector prvilegiado para pensat simulténeamente las transformaciones de los concep- tos y las del universo social, pues el derecho le sirve de indicador de la modernidad creciente. Tras el aspecto innovador del progra ma de Koselleck, es posible devectar su insatisfuccién ante ana histotiografia como la que representan aquellos historiadores que, sin haberse comprometido con el nazismo, permanecieron en Ale- ‘mania, fieles a las esis cisicas del historicismo, entre ellos Gethard Yeas Reinhart Kosch, Le fur past. Coribution & le smantiqu des temps hisriqus, Pars EES, 1990 (1979), . 99 * Tid, 106 50 / Frangols Dosse piwer, Hane Hercfeld, Gerd Tellenbach, Alfred Grundmann y Friedrich Meinecke. Este timo es el mas representative influ- yente de su generacién (1862-1954) y explora la historia de las Jeas segiin una modalidad de continuidades, de filiaciones capa- ces de atar nuevamente los cabos de la tradicién y de la moderni- dad, prvilegiando la singularidad del Sonderweg alemén. Para toda una generacién de historiadores alemanes de la pos- guerra, semejante visién dejé de ser aceptable. Antes que buscar simplemente la compasién hacia s{ misma, esta generacién inquiere ‘ausas positivas capaces de elucidar el porqué del desastrealemn, aquello que pudo suscitar ese abandono ante la barbarie, y exige responsables, culpables. Basindose en ese rechazo y en esa actitud crtica hacia la generacién anterior, varios historiadores alemanes trabajaron en pro de una critica de la practica historiadora domi- ante, buscando otras sendas de exploracién mds fecundas, Tal fue el caso, entre muchos otros, de Reinhart Koselleck, cuyo pro- yecto nacié en el Instituto de historia social creado en Heidelberg, por Alfred Weber, hermano de Max Weber. Koselleck, al igual aque la mayoria de los historiadores de su generacién, se vin hon- damente marcado por esa experiencia de la guerra, por esa dis- tancia méxima en Alemania entre la barbarie en la obra de lo cotidiano y el mundo del discurso. La posicién defendida por Koselleck corresponde a una historicizacién sin historismo. Se convierte as{en uno de los art{- fices de una gigantesca empresa editorial, al realizar una gran en- ‘iclopedia en ocho voliimenes de los conceptos bésicos de la historia, en colaboracién con el historiador Wemer Conze y el medievalista Otto Brunner. Este tiltimo habia ya suscitado am- plios debates en tomno a su tesis segin la cual el Estado no existe en la Edad media. Dicho diccionario se ha convertido en el mo- umento més representativo de los aportes de la historia de los conceptos, la Begrifigeschichte,”6 retine no menos de 7,000 pégi- 7 Onto Brunner, Werner Conse y Reinhart Koselleck (eds), Gesichlche La histori intelectual desputs del inguistc tum / 51 ‘nas; su realizacién duré veinte afios y 10% del conjunto fue te dactado por Koselleck. a labor de conceptualizacién efectuada por Koselleck perm ti6 ponderar hasta qué punto el pasado tiene un fueuro.”” Cuando, Ricoeur pone punto final en 1985 a su trilogia dedicada a sus re- flexiones acerca de la relacidn entre tiempo y narracién, ve en la hermentutica dela conciencia histrica definida por Koselleck un ‘medio para escapar a la doble aporética del tiempo: la del tiempo {ntimo, estrictamente psicol6gico, tal como aparece en la tndi- un rpporespéifique a langage a partir daguel il nfluntsurchague situation ‘1 énduemen ony réagizent”. Koslleck, Le sur pas, op. cit, p. 264, © *Chstire ne cofnide jamais parftement avec a fagon dont le langage la sast «et Vesprience la formule” Ibid. p. 195. " "seprétentance onde letenance,sgnfiant par ln que ler comsrusions de Ubistoire one Cambition dre der reconstructions répondant a la rpudte din viv" Ricseur, Temps er cin, 3 op city ps 228. La historia intelectual después del linguistic turn / 53 expresa de esa manera que la paseidad de una observacién no es, observable en s{ misma, sino solamente memorable. La narracién constituye la mediacién indispensable para hacer labor histérica y vincular el espacio de experiencia y el horizonte de expectativas mencionados por Koselleck: “Nuestra hipétesis de trabajo equi- vale asta ver en la narracién el guardién del tempo, en la medida en que el tinico tiempo pensado seria el tiempo narrado,”® La configuracién del tiempo pasa por la narracién del historiador. La configuracién historiadora considerada se mueve entre un espa- cio de experiencia que evoca la multiplicidad de los recoztidos posiblesy un horizonte de expectativas que define un futuro-vuel- to-presente, no reductiblea una mera derivacién de la experiencia presente: “Asi, espacio de experiencia y horizonte de expectativas ‘no se oponen polarmente, atin mejor, se condicionan mutuamen- te."® La construccién de esta hermenéutica del tiempo histér brinda un horizonte cuya trama ya no esté basada en la mera fina- lidad cientfic, sino que tiende hacia un hacer humano, un didlo- go por instituir entre las generaciones, un actuar sobre el presente. Desde esta perspectiva, la historia intelectual puede fijarse la eta de volver a abrir el pasado, interpretar desde una éptica diferente sus potencialidadesy us devenires no verficados. El presente vuelve tomar posesién del pasado a partir de un horizonte histérico desprendido de él. Transforma la distancia temporal muerta en “cransmi narraci6n relativiza la capacidad que tiene la historia de encasillar su discurso en una explicacién entrampada en mecanismos de causalidad. #8 in generadora de significado”.* El sitio central de la © “Nowe yporse de ravi revit ast nile di pour le garden ds temps, dans la mesure obit ne serait de temps pensé gue raconté” Ibid, p. 435, © “ini expace experience et horizon datzene font mieux que de Soppuer polaivement, ie se conditionnent mutuellement.” Ibi, p. 377 \“tronomision géuértrice deen. Ibid, p. 399. 54 / Frangois Dosse Ambicién sin limite. La intelectualidad mexicana del siglo xx Feanando Cone: Dezosst ce-UNA Resumen Este ensayo examina las inttincadasrelaciones enere el inclecrual y el poltico a partir del Ateneo de la Juventud, grupo que, a diferencia del aque lo precedié, el del modernismo, habitante de la Torre de Marfil, rmostté de inmediato una vocacién social en vérminos de propagacién de los saberes civilidad (independientemente de proclividades indivi- duales hacia el poder politico, como en los casos de Alberto Pani, Martin Luis Guzman, Isidro Fabela, Alfonso Cravioto, ercétera), A través de diversas fuentes, se eeconsteuye la paulatina aunque rovunda transfor- smacin del discurso critica (ya veces el ceativo) en alegato politico de coyuncur, a tl extremo que, a pati de los sesentas, se abandonan los grandes proyectos educativos y culeurales en aras del sistema democréti- ce electoral, sin que a la fecha se advierta un eambio en la ditecciém, politizacién, dominante Avarne wrrnour uns. Mesacan iTeccecruatrry iy Tie 20" Cevrey This say proposes so examine the intricate relations between the intellec- ‘ual and the politician through acase study ofthe Ateneo de la Juventud ‘group that, unlike the preceding modernist group, inbabitant of the Ivory Tower, immediately showed its social vocation in terms ofthe propagation of Abnowledge and civility (independently of individual inclinations roward political power, as was theca of Albert Pani, Martin Luis Gucmén,bidvo scr y Gea IA im, 23, 2004

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