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2018
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última puede ser la causante de los efectos, diferentes a los que se producen al
consumir otras sustancias derivadas de la hoja de coca.
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En la crisis de 2002 en Uruguay, en definitiva, se rompía la esperanza de
muchas personas en sus perspectivas y planes de vida a futuro, al
profundizarse la pobreza e indigencia en gran parte de la población, lo que
generaba incertidumbre, miedo e inestabilidad económica, social, emocional,
etc. En este contexto se da el ingreso al “mercado”, y el consumo, de una
sustancia nueva, de bajo costo, con márgenes de ganancia y baja inversión
(Romani, 2006).
Factores de riesgo
Becoña (2002) define factor de riesgo como: “un atributo y/o característica
individual, condición situacional y/o contexto ambiental que incrementa la
probabilidad del uso y/o abuso de drogas (en el inicio) o una transición en el
nivel de implicación con las mismas (mantenimiento)”. (p.117).
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En el caso del consumo de PBC, tampoco las conductas de dependencia
tienen una sola causa, sino que los factores implicados en su génesis son
sumamente heterogéneos (Duschatzky y Corea, 2002), en un complejo
proceso que involucra varios factores: neurobiológicos, psicopatológicos y
socio-culturales.
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otros. En cuanto al consumo ininterrumpido es un patrón de consumo para
evitar la etapa de disforia.
Triaca, Silva, Diogo y Aprile (2007) destacan como característica del consumo
de PBC, la pérdida de filiación y la desesperanza como producto de fuerzas
que propenden a la exclusión social y en virtud de una permeacion familiar
impotente de brindar un modelo alternativo mediante una trama ligadora.
Asimismo, consideran relevantes los trabajos realizados de un dispositivo
grupal ubicado en la frontera de una institución de Tratamiento de Consumos
Problemáticos de Drogas, y se interroga acerca de cómo sostener una clínica
en las fronteras que permita el tránsito desde un afuera sin palabras y actos sin
conexión de sentido, hacia una interioridad que vehiculice una travesía vincular.
En este sentido, estos seres van quedando relegados a la precariedad, que los
determina y se produce un encasillamiento y procesos de desafiliación social
(Castel, 1997), en el que el individuo o bien vive o aprende a vivir, en ausencia
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de estructuras que le den sentido a él y a su vida. Son subjetividades que el
Estado ha invisibilizado, desprotegido y suplantado por políticas de mercado (al
parecer más importantes que las políticas sociales en implicancia con los
sujetos que lo componen.
Es así como son “fieles” a los patrones de consumo y al placer inmediato antes
mencionado, como decía una canción de Luca Prodán: “No sé lo que quiero
pero lo quiero ya”. En este proceso, la sustancia cobra especial relevancia en la
vida del sujeto, se vuelve central, y va de la mano del desenfrenado deseo de
consumir. Para Triaca et al. (2007), para el sujeto, la figura del otro se vuelve
difusa y la trama vincular, utilitaria: “el otro como espejo, como límite, como
lugar de deseo, se desvanece”.
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En este escenario es fundamental que la persona tenga una red de apoyo
(familia, amigos, afectos), que no son fáciles de conformar o re – conformar,
debido a la ruptura de vínculos a partir del consumo problemático de PBC, y los
cambios que esto ha provocado en sus tramas familiares.
Pero para dicho trabajo, primero necesitamos comprender que todos estamos
involucrados en mayor o menor medida en la problemática del consumo de
sustancias, para así formar parte de la gran red social necesaria, que
trascienda el individualismo, y se transforme en potencia transformadora.
Pregunta abierta:
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Referencias bibliográficas
Triaca, J., Silva, M., Diogo, S., Aprile, M. (2008). Exclusión – Inclusión. II
Coloquio Emergencia Social. Asociación Psicoanalítica del Uruguay. Biblioteca
Uruguaya de Psicoanálisis. Vol. VIII. Montevideo, 2008.
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