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Bircione Bennassar, el gran historiador de los Siglos de Oro, nos oftece en este libro una visién «distinta» de la historia espa- fnola de los siglos xvi y xv, dela época del apogeo y la decadencia del imperio de los Austrias. La suya es una visi6n en profundidad que no se contenta con hablarnos de los reyes, las guerras y el estado, sino que se ocupa del conjunto dela sociedad: de los aris- técratas y el cero, de los aventureros que conquistaron un nuevo ‘mundo, del pueblo comtin de los campos y ciudades con sus modos de vivir, trabajar y divertirse, sus casas, vestido y comida, sus con- ductas y sus creencias. Un capitulo especial se dedica a los disi- dentes y los frustrados: los rebeldes comuneros y agermanados, los ‘moriscos y judaizantes, los picaros, los bandoleros y los galeotes, los pobres y los esclavos. Tenemos, ast, una imagen global de unos tiempos de grandes descubrimientos y conquistas, pero también La ESPANA DE LOS de miseria y violencia. AUSTRIAS (1516-1700) Eta de prestigio y profesor durante més de tres déca. das en la Universidad de Toulouse, Bartolomé Bennassar (1929) es ‘uno de los grandes especialistas en el Siglo de Oro, Entre sus tilti- ‘mos titulos publicados cabe destacar Valladolid au Siecle d'or (1999), Don Juan de Austria: un héroe para un Imperio (2000), en colabo: racién con Bernard Vincent, Espafa, los siglos de Oro (Critica, 2000) y La Espana del Siglo de Oro (Critica, 2001). ‘6540-2 INA Wresese. 322214 Critica Libros de Historia i Critica BARTOLOME BENNASSAR La ESPANA DE LOS AUSTRIAS Traduccidn castellana de BERNAT HERVAS CRITICA Banceions (Queda Higurosameate probs, sinh strain ect de os alas del copyright, bajo Tas sancioncsesblecids en Ins eyes, a repaint pial de est obta pa malin o procedimient,comprendides la eepoprtia ye amet infrmdico,y I istb ifn de ejemplares de ella mediante sir presto pions. Coie: Joan Batali © 1985 y 2000: Armand Colin Eta Pants (© 2001 de a tradoceiéneastellna para Espa y Ami: boom Cate’, SL, Proven, 26 8008 Bachna al editorial es ices upalwew ederteses ISBN: E8832-221-) Depesito egal: B. 22499 2001 Impresn en Espa 2001, AGM Gili, SL, Sans Papas be Mogoda (arctan) INTRODUCCION En 1989 la Editorial Critica publics ta Historia de los espanoles en wna eal in muy cuidada, provista de un aparato iconografice relativamente importa te, El texto eva la traduccién fiel del mismo testo de la edictén francesa que fa editorial parisiense Armand Colin difundié en 1985, En ciesto iodo, esta obra equiva «una visidn francesa de la historia de fos esparoles, ya que las siete ‘autores evan profesores univesitarias franceses y fa mayorta (cinco) procedia de le Universidad dle Toulouse, ciudad que, por razones obvias, habla manifes: tado siempre, por to menos desde época visigada, ef méximo interés por tas ‘acontecimientos de la peninsula vecina. Li organizacién dle ta obra dio pie a un largo y animado debate, Koa pre iso determina las fechas de principio y de fin de esa Historia, Penseias que 1a catia del Imperiv Romano y el estableciniento en Iberia del dominio de un pueblo «burbaro» (Ios visigodos), serataban et advenimiento de wa historia ‘auténomer de a Peninsula (ya independiente de Roma} y la invasién musulme: na de principios del siglo vit na contradecia esta idea, pues el Califaao de Cér doba se afirms como un estado poderoso, euyu politica se decidia en la misnna Cérdoba. En cuanto al fin la fecka de 1982 se impuso a todas, porque corres ponalia al fin de la stransicidn democrdtica», proceso inielado con la muerte de Franco y consagradlo por la constiucién de 1978, luego por la vievoria so cialista en las elecciones de 1982. Creemos que la historia reciente reaificd esta opeién. Por otra parte, la editorial Armand Colin y los autores habian elegido una perspectiva ratificada por Critica, Se traé de sustitur el concepto mds 0 menos ‘absiracio de Historia de Espatia (que leva con él la nocién de Estado) por el de tuna historia de las gentes. Esta opcidn legitimaba el titulo Historia de los espa ‘oles, Asl se explican la importancia ororgada a las distintas eapas sociales (no solamente estamentos o clases, sino categorias inuy precisas: campesinos, mer: cacleres, marineros y descubridores, clero, aristocratas e hidalgos, bandoleros, ete.) lo atencién al desarrollo de ciertas cludades en épocas deserminadas (ast Céidiz en el siglo xvi o Barcelona en los sighs xvut-x1), la preocupacin por las especificidades de sotros espaitoles» {con lo que se atendta, ast a Catala, Pats Vasco 0 Pirinea aragonés) o el énfasis dedicada a la sucesidn de generaciones con diferencias, si no abismates, por lo menos marcadas. BI conacirniente de to dos estos aspectos es to que hace mds ineligible la époce que vivimas: 8 1A ESPARA DE Los ausTaias (1516-1700) Lanueva edicion ofrece al puiblico el mismo testo de la de 1989 con una pre sentacidn distinc, ala que se aitade una novedad importante; la division en tes voliimenes en lugar de dos, de modo que cada uno constituye una obra en si con una singularidad! mds eviddente, sobre todo desde el punto de vista universitavic Asi, ef tomo primero (Las Espans medievales) corvesponde a ta Edad Media empieza en el sigh ¥ y acaba con el reinaddo de los Reyes Catélicas. El tomo se gundo contempla la historia de tos sighos xvi y xvu, la de los Austrias, mavcada por un tiempo de apogeo, el Siglo de Oro, seeuide por sma decadencia innega: ble, Finalmente, ef tomo tercero (1700-1833) estd dedicado al siglo de la Hus tracién y a los tres primeros decenias del Ochocientos, en las que se visluabra el desmantelamiento del Aniiguo Réginen. De este modo, et priblico puede dis- poner de tres libros relativament breves, de facil manejo. Este nuevo diseho rescinde, en cambio, de la atencidin al periodo 1833-1982, estudio en a edi- cion original: desde hace quince aos, la historiografia del sigho NX y de la pri- mera mitad del siglo xx (por no decir de tos tltimos veinte aiios) ha logrado aadelontos muy notables, de modo que los capitulos correspondientes a esta éo- a resultehan en paste eaducados Este segundo volumen tiene por tinico autor a Bartolomé Bennassat, quien hha consagrado gran parte de sus trabajos historicos a ta Espaia del Siglo de Oro (enure ellos, la obra publicada recientemente por Critica, que escribid jun ‘0 con Bernard Vincem: Espaita, los siglos de Oro). El mismo Bennassar, ast como cada uno de tos autores de estos voliimenes, ha divigido varias tess y t= sinas consagradas a esta época. BaRroLOME BENNASSAR Paris, noviembre de 2000 Capitulo | UNA ESPANA A LA DIMENSION DEL MUNDO El advenimiento de un principe nacido en Flancles (Carlos nacié en Gante, el ‘ano 1500) a la cabeza de los reinos de Espaia se produjo una veintena de aos después del final de la Reconquista y del deseubrimiento de América, pero ape: nas precedié al alumbramiento de la Reforma luterana (1517), a la fabulosa con: uista de México y a Ia realizacion de Ia primera vuelta al mundo, levada a cabo por marineros ibéricos. ,Acaww vl uo 1519 nu est tan cargado de significado ‘como 1492? ,Acaso el afto en que Carlos fue elegide como emperador no fue el ‘mismo en que partieron las naves de Magallanes y Elcano, en que Cortés se lanz6 desde su trampolin cubano a la conquista del continente o en que Lutero constt- 1m6 su ruptura con Roma? Todo sucede como si se produjese una extraordinarla lilstacién del espacio ofrecido a la ambicidn espanola, que a partir de entonces ‘asumié una dimension planetaria, y, al mismo tiempo, como si se mulliplicasen Jas misiones encomendadas a los espafioles, que de repente se ven investidos de la responsabilidad de asumir el papel de cantrapeso de los otomanos en el Medi= terrineo, de apéstoles-soldados de la Contrarreforma en Europa, de eanquistado- tes del Nuevo Mundo y de descubridores de océanos. Lo mis exizailo de todo tho es que al cabo de un esfuerzo de més de un siglo ncabasen por fracasar en al menos tna de esas misiones, sino que estuviesen durante tanto tiempo a la altura de aquel'miltiple desafio, de que fuesen capnees, en definitiva, de mantenerse en fa cabeza de todos los cometides esenciales del mundo. Y todo ello era mucho ims sorprendente en euanto que los hombres y mujeres que encaraaban a Espaiia ‘cara al mundo etan, en resumidas euentas, poco espanoles. [LA INTERNACIONAL DEL TRONO, DEL PODER Y DE LA GUERRA Un carruselconsanguineo Concedamos a Carlos V un $0 por 100 de sangre espaola: era hijo de Juana 1a Loca, hija @ su vez de fos Reyes Catslicos, Fernando de Aragén e Tsabel de Castilla. Pero por fas venas del emperador corrfa um cuarto de sangre borgofiona y otro cuarto de sangre Habsburgo, pues su padte, el arquiduque Felipe el Her ‘oso, era hijo del emperador Maximiliano de Habsburgo y de Maria de Borgona, la heredera del Temerario, Con Felipe UI la mezcla se enriqueci6, por decitio de algin modo, con algunas pintas de sangre portuguesa: su maclre, Ia emperatsi2 Isabel, era hija del rey Manuel de Portugal y de... Maria de Castilla, ota hija de Jos Reyes Catslicos, hermana de Juana, lo que significa que Carlos V se habla casado con su prima hermana Estos matrimonios entre primos hermanos © entre tos y sobrinas moldean realmente a toda la dinastia de los Habsburgo espaioles, implicéndose también en ello los Habsburgo de Viena, los Borbones de Francia y Ia familia real portu- guesa, entre ols. Felipe U1, por ejemplo, se cas6 cuatro veces. El primer y cua {fo matrimonios se hicieron con una prima hermana y una sobrina: primero, Marta Manuela de Portugal, hija de la hermana de Carlos V, Catalina, y de! hermano se Isabel, Juan IIL, Doble parentesco en grado de primos hermanos, por lo tanto, ‘También se eas6 con Ana de Austria, hija de Maria, la propia hermana de Felipe y del emperador Maximiliano IT de Habsburgo, sobrino a su vez de Carlos V. De este matrimonio procedia el futuro Felipe HIT, que como hemos visto recibié| una dosissuplementaria de genes Habsburgo. Entretanto, Felipe TI se habia casa do con Ia estéril Marfa Tudor y luego con Isabel (0 Elisubeth) de Valois, hija de Enrique Il y de Catalina de Médicis. De este tercer matrimonio nacieron dos hi jas: Tsabel Clara Bugenia, que no tendré descendencia de sv unién con el arc ‘duque Alberto, hijo de Maximiliano II y, por tanto, primo hermano de la propia Isabel Clara Eugenie. ¥ Catalina Micnsla quicn, por cl contrario, tuvo ua mo: t6n de hijos con su esposo, el duque Carlos Emanuel de Saboya Felipe III se cas6 una sola vez. Pero que nadie crea que falt6 a Ja tradicion: su matrimonio no transgrédié el cfrculo familiar, pues su esposa, a archiduquesa Margarita de Austria, era Ia nieta de Feraando I, hermano y sucesor de Catlos V enel trono, ;Milagfol Margarita solo era prima de Felipe Ill en segundo grado y aportaba un toque exétien: la sangre bavara de su madre, Maria de Baviera En cuanto a Felipe IV, primero se cas6 con Isabel (0 Elisabeth) le Borbon hija de Enrique 1V y Maria de Medicis—, de quien nacio tardiamente Maria ‘Teresa, futura reina de Francia, discreta y olvidada esposa del Rey Sol, su primo hermano, pues Ana de Austria, esposa de Luis XIII y madre de Luis XIV, era 2 su ver hija de Felipe ITI de Fspata. Para acabar de redondear la cuestion, Fe- lipe TV acab6 con su sobrina, Mariana de Austria, hija de su hermana Marta, que se habia casado con el rey Fernando de Hungria, ‘Los matrimonios que acabamos de resetiar, todas ellos en los Kites del inces- to, no Goliman la lista de uniones familiares de la dinastia de los Habsburgo espa- ‘oles. Juana, hija de Carlos V, se eas6 con su primo hermano, Juan de Portugal [La infanta Margarita Maria, hija de Felipe IV y Mariana de Austria, $e uni6 con su primo, el empezador Leopoldo, Y Carlos Ui, wltimo de la dinastia, se cas6 en, primeras mupeias con Maria Luisa de Orleans, nieta de la infanta espanola y,reina de Francia Ana de Austria, Como hemos visto, eyes y reinas de Espaia, principes ¢ infantas son los pro- tagonistas de esta Internacional del trono en quc Ia cama de reinas y princesas cera el lugar de reunién obligado, Extrano y casi mérbido torbellino de abrazos label Clara Eugenia, hija de Felipe IT y de Isabel de Vaots, gobernadona de los Pates Bajos como to fueron Margarita de Parma y Marla de Hungria. Espa confié a menudo cl gobiorna de ios Palace Bajo a mujra, que por otra part futon eacelents gobernante. ‘Rerato de Rubens (1577-1640). Madd, Museo del Prado concertados y controlados, de genes surgidos con excesiva frecuencia del mismo tronco. Y, a excepcidn de algunas aventuras felices, verdaderos regalos del dest no (como el apasionado amor de Carlos V e Isabel de Portugal, o el de Felipe Tre Isabel de Valois), privaron los tristes amores entre aquellos primos y primas, tios y sobrinas, todos ellos (especialmente las mujeres) sacrificados a las estrate gias matrimoniales de las eortes europens, a los intereses cle Espaiia, Austr, Portugal, Francia, Florencia o Baviera, La repetida mezcla, a lo largo de las ge" neraciones, de la sangre de tres familias reales (Ia castellana, la portuguesa y la austriaca, @ pesar de la irrupcion circunstancial de algunos gldbulos franceses © forentines, pues las reinas llegadas de Francia eran hijas de Médicis) solo podia condveit al desastre En efecto, jedmo sorprenderse de aquellos naufragios biolégicos que, en ‘quel Siglo de Oro, nos muestra Ja historia de la dinastia? Uno de ellos fue el lamentable don Carlos, coneebido por dos jévenes (el futuro Felipe II y Maria ‘Manuela de Portugal), ambos paberes pero inmaduros, que todavie no habfan ceumplido los 17 afios, por afiadidura dos veees primos hermanos tanto por linea patcrna como matema. Fste don Carlos, que empez6 en la vida acabando con su madre, muerta cuatro dias después del parto, fue un ser desgraciado, sin duda pperverso, que fue sacrificado a Ia raz6n de Estado en 1568, a la edad de 23 afos. ‘Otro ejemplo notable, también Tamado Catlos, fue el del ocaso de la dinasta Algunos mawrimontos enive parientes prévinns en la dimastia de los Habsbugo Gas V, hijo de Felipe e) Hermoso 1526 Isabel de Portagel, Primos hermanos y Juana ta Loca hija de Manuel dle Portugal yy Maria de Casita Felipe i hijo de Carlos V 1543 Marfa Manuela Primos hefmanes por e Inabel de Portugal de Portugal. amos laos hija de Juan Ht de Portugal y de Catalina ue Espa Felipe tt 1570 Ana de Austria, hija To y sabrina tte Maximitiano I y Maria de Castilla Archidugue Albert? hijo de Maxiiliano it 1598 Isabel Clara Eugenia, Primos hermanos y Maria de Cesila Inja de Felipe IE ce lsabel de Valois Felipe I, hijo de Felipe 1599 Margarita de Austria, Primos en segundo grado y Ana de Avstria hijo del archiduque Custos y Maria de Baviers Felipe 1V, hijo de Petpet 1649 Mosiana de Avstria, ‘To y sobrig y Margarita de Austeia hija de Fernando I y Maria de Casa! Lis XIV, hijo de Leis X01 160 Moria Teresa, Primos heemanos y Ana de Aust’ hija de Felipe 1V e Isabel de Borbon ~~, Juan IIT de Portugal era el hermano de Imbel, le emperairi, mientras que Cat cera lt herman do Carlos V.. 2, Maximilano TT exa el sobrino de Cartas V y Mavia de Casi e ¥, hermana de Felipe I 3. Lo mismo que en la nots 2, ya que el archidugue Alber era hermano de Ana de Austria, “4 Esta Maria de Casilla era ta propia hermana de Fel 5, Esta Ana de Austria I era la hermona de Felipe TV. a hija de Carlos WV, el rey Carlos TI, nacido de un viejo monarea que haba frecuentado mil alcobas, hijo predilecto de Venus, y de su joven sobrina, ambos fruto de In letania de tuniones entve parientes muy proxinies, vebiculo en wlrima instancia de aquel la: mentable «lin de raza» que, entre otros, ol pincel de Claudio Coetlo nos legs con luna imagen cruel. Un principe intelectualmente muy limicado, eserofuloso, pro- bablemente impotente, rodeado hasta su muerte de una nube de cuervos que se disputaban una corona ya vacante, _ aiseeeee reese eee aeeeeeE seen eeEEE LUNA ESPANA A LA DIMENSION DEL MUNBO 3 {Como sorprenderse por Ia clevadisima mortalidad infantil de esus families reales? Contrariamente a lo que cabe esperar por el tone social, era una morta fidad superior a la del patriciada urbano, de los artesanos © de los trabajadores. Y todo ello a pesar de las precauciones y protecciones, a pesar de las selecciona. clas bien alimentadas nodrizas, a pesar —a por causa de los médias, siempr presestes. Ya hemos presentado nuestras cuentas en un libro precedente: 1527, ano del nacimiento de Felipe Hl, a 1661, aio en que Mariana de Austria ‘La eina Mariana de Austia, que se eaxd eon su Ho Felipe IV en 1649 y dio a uz Carlos TH, tim rey de lz dinasti. El rerain de Veldzquet (1599-1660) ros muestra aa reina en tun verdugada de extaordinariaampliud, como fos que levaban odes las reinas © ines ‘expariolas en aquela epoca. Diego Velécquer, pintor y amigo de Felipe LV, dio wna meray Mose magen de lve de los principes madilos, del eudado de tas costumbres 9 de las fiestas. Sus reais, Henas de huranidad, individuilzaban al modelo y em ocaionesrevela ban fa secrete melancotia de personajes aplaiados por sus responsebildades, Parts, Museo ‘tt Lowvre “ LUA BSPARA DE LOS AUSTRIAS (16-17) Don Carlos, por Alonso Sanchez Coello. EL infore, (que cast la vide a 3 madre, Ie princesa ‘Merle’ Manuele de Pornigat, desequilbrade, Ineseble e incluso perverso, ‘muni en 1566 en oseuras ee cunstancias, quia victma de razones de Estado. Museo de Versales ‘dio a luz al futuro Carlos 11, las yeinas 0 futuras reinas de Fspafa dieron al munclo 34 infentes o infantas... 17 de ellos, exactamente fa mitad, no aleanzaron el décimo aio de vida». También se podria procisar que 10 de esos 34 pequesios principes o princesas fallecieron antes de alcanzar el primer afto de vida, lo que representa mis de un 29 por 100. En aquella época, la mortalidad infantil se sitia cenire el 19 y el 22 por 100 en los pueblos de Mocején (Toledo) y Chiloeches (Guadalajara), o en la ciudad de Caceres; hagamos constar que el efleulo se ha hecho considerando todas las clases sociales, incluso las més pobres. Conste tamm= biga que no consideramos los abortos. La pintara de Ia €poca no hace trampas. Es ciesto que celebra la belloza 0 la fuerza cuando la encuentra en una persona real. Tiziano inmortaliza Is altiva be- llcza de Ia emperatriz Isabel de Portugal. Felipe Il respira fuerza en sus retratos juveniles, debidos a Antonio Moro, ¥ conserva un aite orgulloso en el retrato ecuestre de Rubens. Sin embargo, el propio Tiziano produjo al desencantado Carlos V, ansioso a pesar de la victoria de la batalla de Mublberg. Y, aunque Margarita de Parma 0 Isabel Clara Fugenia presentaban uns. imagen lozana, a partir de Felipe II se afirma la decadencia biolGgica de Ia dinastia, Los retratos {de Velézquez son de una sinceridad desprovista de concesiones: pint6 al delicioso Baltasar Carlos, fallecido en 1646 antes de eumplir Ios 17 anos, y a Maria, la bella hermana de Felipe IV; pero los retratos de Felipe III y Felipe IV acusan la palidez del semblante, el decaimiento del rostro, el progaatismo, el belfo de los Habsburgo, aquel Iabio inferior de un geotropismo ineluctable. Hay us relzato de In infanta Margavita Maria que se Salva por el frégil encanto de la primera infancia, pero las infantas embutidas en aquellos rigidos vestidos, basquifias 0 vertugndos, marcados por los aras, muestran unos rostros de los que ha escapado Ja vida. La reina Mariana, una Habsburgo ya agotada, s6lo sabe ofrecer a Veli quez una expresion huraila, destrozada por el aburtimiento, Barthélemy Joly, un francés que lleg6 a la corte de Felipe TIT en Valladolid 1 afio 1604 0 1605, vio castellanos de pequefia estatura, tez morena, piel seca, ‘eabello oscuro y con una bazba corta. No son esos los rasgos somiticos de aues tos principes y princesas. ;Por qué sorprenderse, si no se trata de las mismas gentes? (Es necesatio repetitle? Aquellos hombres y mujeres eran muy poco es pafioles, @ pesar de st progresivo enraizamiento en el medio castellano. 1Qné sabemos de su modo de vivir y concsbir el mundo? Eran conscientes, de que estaban representando un papel, de que ocupaban un lugar excepcional ‘en Ta sociedad de su tiempo; un lugar del que, sin Ainguna duda, ellos mismnos ‘exageraban la importancia, Ya he hablado en otro libro de la gran parada mapeial ‘que offecian a sus pueblos con motivo de sus esponsorios, cuyo sentido politico ‘era evidente. Segiin si In novia real procedin de Portugal, Francia o el Imperio, si legaba a Espafla por terra o por mar, as regiones que recorria —atravesadas con una calculada lentitud por el impresionante cortejo real— eran distntas Cuando el matrimonio era portugués, eran las tierras de Salamanca, Pxiremadura ¥y Andalucia; las dos Castilla, cuando se trataba de alianzas francesas; Valencia y Catalusia cuando las desposadas eran austriacas. Entonces habia alegees entra- ‘das en las cludades visitadas, que se acompafaban de ceremonias religiosas, baa ‘quetes y fuentes de vino, comedias y mascaradas, justas, torneos y corridas de toros, tad ello en el mareo de aquellas insolitas visitas, recordadas en las cluda des y pueblos de generacién en generacion Carlos V y Felipe It No es necesario recordar que reyes, reinas y principes no pasaban toda su vida celebrando bodas y haciendo hijos. Sin entbargo, el modo de vida de los soberanos se modificé profundamente a la muerte de Felipe Hl, acaecida en 1598, Pues, fueren cuales fuesen las diferencias entre Carlos V y Felipe I, ambos sobe- anos tuvieron un destino semejante, Fueron hombres que lograron ser reyes, Lo ‘enol no es poca cose, : Hombres a la coma medida de lo huniano. Tentin grandes apetitos de mesa yy de cama. Fl embajador veneciano Badoaro nos dice de Carlos V: ‘Tenia por costumbee comer por las mananas, al despertare, una eseudila de aldo de gallina, eniquecida con leche, azlcae y especias, Tras Jo cual, wol¥ia s ‘lormit. Al medio dia, coma una gran vatiedad de plato; netendaa ag despues def hora de las visperasy la una de la madrugada, cenaba; en todas estas com das, consumia cosas que engendraban humores espesos y vioosos .. Come todo tipo de fratas en gran cantidad y, tas las comidas, muchas comfturas, Salo bebe wes veces, pero mucho cada ver 16 LA ESPANA DF LOS AUSTRIAS (1516-170) (Como Francisco [, vaciaba su vaso de una sola vez. EY mismo Badoaro atirma que Felipe Il hacta también uso inmoderado de ciertos platos, sobre todo de ‘és, pero no parece haber estado sujeto al hambre insaciable de su padre. Sea como fuere, mientras Ja mesa de fos Reyes Catoicos se habia distinguido por una sobriedad perfectamente castollana, en la hora de los Habsburgos habia adoptado Ia profusion ce las kermesses lameness. Catlos V y Felipe IT amaron mucho a las mujeres; ya los observadores de su tiempo resaltaron su gusto por los placeres del sexo, Badoaro no duda en escribir e Carlos: «Alli donde ha ido, se le ha visto dedicarse a los placeres del amor ‘con mujeres de toda condicién>, Es justo matizar que esto es cierto antes de sa matrimonio y después de su viudedad, pues no cabe dda de que Isabel siempre ‘supo colmar los deseos de su marido, Antes de este matrimonio, Carlos tuo, centte otras, una relacién con Margarita Vangost, perteneciente @ una noble fami- lia flamenca, con quien tuvo una hija Hamada también Margarita, de quien seré necesario hablar mis adelante. Tras la muerte de Isabel, la aventura mas notable Carlos V en 1 juventue Ya se puede observar el mem interminable y el labio inferior coracterit= co de los Habsburg. Chaniily, Museo Condé LUNA ESPANA A-LA DIMENSION DEL, MUNDO Exe retro fue pintada por Alon 59 Sénchez Coello (1352-1588) ‘cuando Felipe IT contaba $5 aos: ‘ez pile, barba eanase, en abso- uo la mage tipien de un espa: Aol. EL rsito dana idea de fr meta que puede Megar ta diveza Yala obstnacidn. Madrid, Museo ‘el Prado el emperador fue su relacién con la alemana Bérbara de Blomberg, de ln que nacio Juan de Austria en Ia ciudad de Ratisbona, en 1545. La sensualidad de Felipe no fue menor que la de su padte y la zepresentacion del crey-monje de E} Escorial», la imagen que tsiunta en la opinién més difundida Sobre su persona, slo corresponde a fa tltima época de Ia vida del rey, superpo: nigndose a otras imégenes igualmente veridicas de los tiempos de su juventud y ‘madurez. Podrfamos rechazar los testimonios de sus enemigos més encarnizados Guillermo de Orange, Antonio Pérez, etc.), pero no hay por qué dudar de las opiniones de los embajadores venecinnos, espectadores mucho mas objetivos. Bax doaro afirma que el joven Felipe se veia muy atcaido por las mujeres, Tiépolo {que eran su divertimento preferido, Soranzo que gustaba aislarse con una mujer fen una de Jas casas de campo que pertenecian a Ia Corona.,. Por ende, conoce- mos bien alguna de esas relaciones: la que tuvo con Isabel Osorio, noble castell 1a det ilustte fina de los Rojas, dama de honor de la emperatriz y ego de 8 hijas, cuando apenas contaba diecistis aos, o la que le uni a Eufrasia de Gu. ‘min, El periodo de gran actividad amorosa de Felipe II corresponde a los afios 1545-1554, tras Ia muerte de Maria Manuela, y los primeros tiempos de su matri- monio con Isabel de Valois tampoco estuvieron exentos de aventuras extraconyu ales, No hay contradiccién alguna entre este gusto por los placeres de In carne y la extrema piedacl que igualmente testifiean los ebservadores extranjeros, Los hom 8 [LA ESPARA DE LOS AUSTRIAS (1516 10) bres de aguel tiempo se sabfan pecadores y se aceptaba con naturalidad que ef ideal de castidad, el tiunfo sobre las pulsiones de la carme, estaba reservado a ‘unos paces. La vocacidn de los santos era encarnar este ideal, demostrar que era posible: pero los santos eran, por definieién, muy eseasos. Por otra part, la opi nin corriente juzgaba con mucha indulgencia los actos de simple fornicacion, el comercio sexual entre personas que no estaban casadas, caso habitual en las tla ciones de Carlos Vy Felipe Hl (muy al eontrario que Felipe IV}. Habia muchos «que ereian incluso que no habia en ello materia de pecado. Fue necesaria una verdadera camparia de propaganda por parte de le Enquisicién y los clérigos entre 1560 y 1620 para modificar lentamente el sentimiento general. Afiadamos una brizna de complacencia para con Jos reyes a quienes perdona. ban algin distanciamiento suplementasio. En resumidas cuentas, no habia ai el ‘mis minimo rastro de hipocresia en el comportamiento de aquellos soberanos: ‘inicamente Ia moral puritana de los siglos siguientes pudo alimentar una eierta sospecha de ello. Al contrario, Ia conciencia del pecado estimulaba el sentimiento religioso, el reeurso a los sacraments, la busqueda de obras, El embajador vene- iano Marino Cavalli asegura que el Carlos V quincuagenario ofa dos misas dia ras, asistia Tas visperas y escuchabs Tos sermones los domingos y diss festives; rezaba mucho y se confesaba y comulgaba cuatro veces al aiio, lo que no era nada habitual antes de que se impusiese Ia doctrina de Ja comunién frecuente. Badoaro nos dice de Felipe, antes ce que éste subiese al trono: Es religioso, Oye misa todos los as y asiste al ser y la vaperas eon oct sin de ls grandes fostas. Hace distur regularmente limosnas, sn conta ies que docu lis ontivuce eatsuilinatin Se dive en a ovis ue uaoua eon 98 wile Sor para saber si alo cual cosa puede cargar su concioneiay que, s se teria, puede tomar dessiones dstintas de las que le han aconsejdo. Tigpolo ovoca «una exttema piedad, Ja frecuentacién de los offcios y de los sseramentos, que recibe al menos cuatro veees al aio». En 1577, Donato precisa ‘que hace una eonfesién general y, unos anos més tarde, Tomés Contarini opina {que siente un gran eelo religioso, Es fécil pestibir en la correspondencia de ambos prineipes la manifestacién de sentimientos normales entre los hombres, como el sentimiento paternal que aflo- ra_en las cartas de Felipe LJ a sus hija, 0 la necesidad de diversin para escapar 2 ls riguresa, casi sofocante ctiqueta procedente de Ia corte de Borgofia. La caza cera una pasidn de Carlos V y pervive una conocida anéedota que la ilustra, segan In cual la emperatriz Isabel, a punto de dar a tur, retuvo a viva ligrima al empe= rador cuando éste ya estaba dispuesto a partir de eaza. Lo hacia a menudo, escol tado por ocho o diez caballeros, y regresaba con los despojos de los ciervos y jbalies cazados. A falta de mejores presas, tampoco desdedaba disparar a los cconejos. Felipe II relata a sus hijas sus partidas de pesca y de caza del zorro cuan- ddo se encuentra en Portugal; en sus retitos en el campo, gustaba escuchar el canto del ruisedor. Pero ambos hombres tuvieron que gobernar un gran imperio, «sobre el que zo se ponfa el soln. Y la razsn de Estado interfiere constantemente en sus vides, anulando los deseos personales. Juego implacable del ejercicio del poder, tramas jneluctables del gobierno, de li misién divina de que se eretan investidos, LUNA ESPARA A LA DIMENSION DEL MUNDO. 0 os Y recorre Europa y el Mediterréneo para reafirmar la primacta del Im- perio y salvaguardar bajo su direccién In unidtad religiosa y politica del Oceidente cristiano, Cabalgadas y navegaciones interminables. El borgoaidn Jean de Vande nesse escribié un Jounal des voyages de Charles Quint, cuya consulta resulta muy instructiva: «emancipada» en 1515, 0 los 15 afios de evlad, fue de una ciudad a otra de los Paises Bajos para tomar posesién de sus estados. En esa época es Unicamente archiduque; en 1516 se convierte en rey de Espafia junto a su madre Juana. Se embarea en Flessinguié ¥ llega al pequeno puerto asturiano de Villavi= ciosa el 20 de septiembre de 1517. Pasa por Tordesilas y Valladolid, donde per- Imaneve por espacio de cinco meses, y luego visita Zaragoza y Barcelona. La dua- lidad, Castilla y Aragén, se mantiene y subraya en este primer viaje, en el que {el nuevo soberano se muestra a sus sibltos. Elegido emperador.a.la edad de 19 alos, se desplaza de Barcelona a La Corufia pasando por Burgos y Valladolid, vuelve a embarcarse, hace escala en Douvres, pasa por Bruselas, luego por Aquisersn y se presenta en la dieta de Worms, que debe juzgar el caso Lutero, ‘Al regreso, paso un mes en Londres con Enrique VIII. De nuevo en Castilla preside la pacficacion del pats, salido del eonflicto de las Comunidades. Dosem barca en Santander y atraviesa Castilla Ia Vieja, haciendo paradas politicas en Palencia y Valladolid, donde se proclama el perdén de las Comunidades. Hace cortas excursiones # Tordesillas y Medina det Campo y viajes al Pais Vaseo y Navarra. Regresa por etapas a Valladolid y luego sigue hacia el sur: Segovia, Ma drid, Talavera, rtiro en el monasterio de Guadalupe y regreso a Madrid, a don de acaba de Hlegar Francisco I, hecko prisionero en Pavia. Cuatro meses en Tole dlo y el viaje andaluc, por Extiemsaduss, Desing a Seville, donde deben eelebrar- se las bodas con Isabel de Portugal. Luna de miel en Granada. La Alhambra, Poco después, otro gran viaje. Barcefona, Villefranche-sur-Mer, Génova, Bo- Jona, donde se reconcitia con el pupa (jas topes imperiales haben saqueado Roma en 1527), y la solemne coronavién en 1530, Visita a su hermano Fernando en el Tirol, dieta de Augsburgo, un afio en los Paises Bajos, tierra natal. Pero 1 tarda en volver a la migracién: Alemania, los Alpes, Genova, Barcelona el 25 de abel de 1533. Durante dos afios se dedica a pasear incansablemente a tra vés de las Expaias, cuyo itinerario resultarfa fastidioso enumerar. Nuevamente Jn uta de Barcelona: Carlos ha decidido eonducir personalmente la expedicion destinada 1 liquidar el poder de Barbarroja en Tine, Aprovecka para visitar ss reino de Mallorea, donde se prepara la flota, Verdadera partida de Mahén, en Menorca, escala en Cerdena, donde esperan los refuerzos. salto y toma de TU: rez. Paso por Népoles. Campaa de Provenza en 1526: Carlos cabalga hasta Aix y Marsella, luogo regresa 8 Génova, El.6 de diciembre de 1536, ya esté de regres ‘en Barcelona, Durante 20 atios més, hasta su abdicacién, se repetiré el mismo guién: en- cuentro con Francisco T en Aigues Martes para firmar la paz; nuevo encuentro con el rey de Francia en Loches y viaje de amistad hasta Parts cuando el rey de Francia concede al emperador el paso a través de su territorio para que Carlos pueda ir mas deprisa « Gante a sofocar le rebelidn (1540); al aio siguiente, desas- tosa expedicin a Argel, en la que Catlos participa personalmente; 1547, en Austria, batalla de Mublberg, huida de Innsbruck; en 1582, sitio de Merz | | | | | 20 LA ESPANA DE LOS AUSTRIAS (1516-178) San Lorenzo de Bl Escorial: su santidad en la actividad misionera: san Francisca Javier, uno de los cofundadores de Ia Compania de Jests, martiizado corea de Cantén; san Pedro Bautista, un franciscano también martir, ejecutado en el Japon en 1595; son Pedro Claver, el jesuita que vivid entre los esciavos de Cartagena de Indias, en Colombia; san Toribio de Mogrovejo, arzobispo de Lima, y, con reservas, el pintoreseo Sebastian de Aparicio, el santo acharror de México. UNA ESPARA A LA DIMENSION DEL MUNDO ot Los santos Segiin parece, e} rasgo més earacteristien de los santos espafioles de los siglos Xvt y XVII fue su" anotmalidad, que por otra parte compartieron cou los més br liantes misioneros de Ins Américas. La tesis defendida por san Francisco de Sales fon su Introduccién a ta vida devora, publicada en. 1608, segtin la eual era posible alcanzar In perfeccién eristiana y la santidad desde cualquier condicién, como el ‘matrimonio, a vida mundana, la vida militar o una profesién artesanal o agricola, no arraigé en la Espaiie de la época, a pesar del éxito casi universal de Ia obra, Observemos previamente que figuran pocas mujeres en esta relacién: santa ‘Teresa de Avila, por supuesio, y su eompantora Ana de San Bartolomé, que fue beatificada, Josefa Maria de Santa Inés, de Beniginim, Mariana de Jess y sama Sen Rodrigo. Murillo consagré san parte de su obra a reratos de santo, fo que le reports una gran ‘popularidad. Museo de Dreste o LA ESPARA BE LOS AUSTRIAS (1516-170) Catalina Toms, la pastorcilla de Mallorca. Ademds, estas mujeres fueron telig ss, por Io que se ajustan al modelo general de Jos santos espatoles, Ia gran ma- Yyoria pertenesientes a Grdenes regulares: jesutas, como Fgnacio de Loyola, Fran- ‘seo Javier, Francisco de Borja, Pedro Claver y Alfonso Rodriguez (que ‘nica mente fue Hermano lego); franciscanos, como Pedro de Aledntara, Pascual Bai- lon, Gaspar de Bono, Salvador de Orta y Pedro Bautista; carmelitas, como Tere- sa de Avila, Juan de la Cruz y Tomés Rodriguez; agustinos, como Toms de Vi lanueva y Josefa Maria de Santa Ines; tvinitarios, como Miguel de los Santos, 0 mereedarios como Mariona de Jesis, Uno de ellos, san Juan de Dios, fund in- cluso una orden hospitalaria, Por el conttatio, muy pocos sacerdotes seculares accedieron a la santidad: Juan de Avila, Tosé de Calasanz y José Oriol. También son eseasos los prelados eanonizados; ademas de Toribio de Mogrovcjo, los dos arzobispos de Valencia, Tomés de Villanueva, monje agustino, y san Juan Ribe ra, que también fue virrey. No hubo ningun hombre ni ningune mujer que fuese elevade a la santidad habiendo vivido toda su vida en estado Iaico. Giertamente, muchos de los futuros eanonizados tomaton los habitos tras una larga experiencia laien: Pascual Bailon fue pastor 17 afios; Gaspar de Bono sitvid 10 afios en los tercios de Italia antes de entrar, tras ser herido, en la orden de los minimos de san Francisco de Paula, en Valencia; Juan de Dios fue igualmente soldado, pastor y buhoncra; Ignacio de Loyola no se convirtié hasta que results gravemente herido en Pamplona; en cuanto a Francisco de Borja, cuarto duque ‘de Gandia y virrey de Catalusa, conocié una satisfactoria vida conyugal con Leo: hor de Castro, dama de honor de la emperatriz Isabel, con quien tuvo ocho hijos; al enviudar, a los 36 aftos de edad (1546), ingres6 en la Compafia de Jess. Re- sulla evidente que en In Espafia de los siglos xvi y xvi el camino de ls santidad pasaba por la institucién eclesiésties. Como en la Italia de la misma époea, no hay duda que la Iglesia tridentina uliliz a canonizacién como un instrumento de exaltacisn del sacramento del orden sacerdoval ante la contestacidu de la Re- forma, ‘Cabe afiadir que una buena parte de los santos y las santas espalioles pertenc- cian a la nobleza: los dos vasco-navarros, Ignacio de Loyola y Francisco Javier, ‘asi por definiciGn; pero también Pedro de Aleintara, José de Calssanz, Tuan Ribera, Gaspar de Bono, Teresa de Avila o Juan de la Cruz, En eusnto a Pran- cisco de Borja, era uno de los més grandes sefiores de los reinos de Espaiia. Con- ‘luyendo, aproximadamente Ia mitad de los santos espaftoles pertenecta le no: bieza, Io que no guarda proporcién con el peso demogréfico de la nobleza en Is sociedad espaol Sin embargo, no hi que sacar conclusiones excesivamente precipitadas sobre esta doble constatacién, alcumnin y vocacin eclesfstica, que podria sugerir la identifieacin entre sentidad y perienencia a érdenes privlegiadas. Como iremos viendo, los santos espafiales de Ia épaca alcanzaron Ia sancin de la canonizacion romana porque actuaron en la desmesura, el exceso y, en ocasiones, en ana for ma de inversién social, No hay duda que la mayoria de aquellos santos renuncia~ ban radicalmente no slo a fas riquezas sino también a los honores y al poder. Sabemos que Francisco de Borja, a pesar de [a insistencia de Carlos V y del papa rehus6 en varias ocasiones el nombramiento de cardenal; menos conocido es el caso de san osé de Calasanz, que también rechaz6 un obispado, el de Brindisi Poros parte, muchos hombres y mujeres process dela nabers esogian lo pobser absolute: Pedro de Alara, més que clguir oto, 9 Ian dela Cr Ths de Beniganim el propo Francisco de Borja, El arrbisp de Valencia, To tris de Villanova, dstibula segulrmente ene los pobres ta mayor parte de sus ress, Ta rerunea Tos atributos babituales de los ordenes privlegdes Sites una eleesion de otro stern de valores eh qi Ie esenia ea epi Ir A postr de too, stbiste una Gert tbe en estoy come los de Te tuo de Loyola y Francisco de Bora, que rechazaron ls disinlonesenlacarte- ya eskesidticatraicioal pero que, ambos, eercieron como generals de a Com. palin de Tests, Io que suponia una nueva forma de poder Inteniemos descubric en qué consis la ongnaidad de ests personajes y qué era lo que suscltaba I adiracgn de las mules y que, adem, 1s convo tn primeras guras. Como ya he sugerido, era el exces, Muchos de musts Sanlosysanascastigaron duramente ss curpos: e lrataba de veneer a carne Ge expt al unio on rencimientoextaoniaro, de Neg os mies ox tremor de la reasteniafsca, om el propato de concede al esprit todo el espacio de Ia vida. En el mismo aiomento en que ef con de Trento ratios aula sanded se akanzaba por In prictieasheroic» de las vinudes cristina desspareievon fen expaoles que més adelante serfancanonizadosy ue poco tates habia levado cao logics dle de superar eincao de iealars Fran Gico lavier, Ignacio de Loyola y Petro de. Algantari,flesgo en 1562, antes de la clausura del concilio. a Pedro de Aledotaa era delinaje noble. Su padre gozaba de alla posicion en Ia erga social yl mos ut incnaion prec hai a tras, formndose en in univesidad Inds prestigiosa desu tempo, la de Sslamanca, Sin embargo, alos 16 aos, el muchucho escoge a humildad y pobreza sbsolitay toma los bits de los miximos de san Fratcieo, ene convento de Lo» Majrees, Sen ss biogrfon,extablci un pata con so cuerpo tea dela proms de te poso etemo, a orizacién de maltrato has Ta muerte. Reelin dtl 5 perar ls casigos que le ialgis, pues diicainente se alimentaba una vez cada tres ios y de un modo muy fuga! pan y algunas verdes, sinboicamente mez" Cladas con ceniva y agua, No probaba nila eae nl vino y de cuando en cua do ayunabe lerganinte, ms 0 menos Una semana, Se agelaba dos veces al dla con una diciplina do hiro yllevaba un lio proviso deafldes punas, que Censlantemente aba sus herdas, Dora de unaa dos hors dirs en ana caida Gala que era posible scosare, leva los pis desealos en initia y verano Y pasiba argos pero de oledad, que slo interrampin para conti con tno dura ala reforma de los convenion de su orden. Redat6 un libro consagre do fa oniidny Ia medtacin, que conocis numerosas ediciones, Su personal dad ae proyectéenteramente hacia la vida espa Ta inluenca de Pedto de Aleéntara fue considerable, aunque gentes como Ignacio de Loyola y Teresa de Avila no tuvleran una gran aecesida de ejemplos pata inventa? su propio camino, En todo caso, enconiramos de nuevo [a précticn Ae soveros ays, de la disiplina y del ei, de ta acta y de ln medtacion solitaria en las biografias de Pascual Bailén, de Teresa de Avila, de Ignacio de Loyola (en gra de Montser), de Francisco de Borja (a gulen misno Tgnneio scons qe modease sus Inceraionesy que no legase «best a san 64 LA ESPABA DE-LOS AUSTRIAS (516-1700 Deulte de ta célebre excultura de Bernini Pl éxtass cle Santa Teresa. La reputacin dela risen eformadora del Caymelo atravesd rdpidamente ls fronteras de su prs. Roma, Igle- ‘ia de Santa Maria delta Vitoria gre»), de Juan de la Cruz, de Alfonso Rodriguez y de José Oriol. A propésito de este tltimo, llamado «doctor paniagua», aseguran (pero no se sabe si es bio- ¢graffa o hagiogratia) que durante veinticinco afos se aliment6 vnicamente de pan ¥ de agua, ‘Los éxtasis podrian ser producto de los malos tratos, asf los de Juan de la Cruze Ignacio de Loyola o el éxtasis de tres dias y Jos estados de muerte aparen- te de Teresa de Avila y también el éxtasis de veintiin dias de Catalina Tomis, la santa de Mallorea, a quien las gentes rinéieron un culto espontineo desde sv muerte, ocurrida en 1571, pero que no seria canonizada hasta 1930, La humildad nis absolut distngue Ins vidas de Santa Inés de Benigénim, de Matiana de Je Sis, de Alfonso Rodriguez, de Salvador de Orta y de Pascual Bailén, y esta es In explicacion de que exista tan poca informacion sobre ellos. Sabemos ahora que Pedro Claverllevé Ins cadenas de Ios eselavos negros de Cartagena de Indias para compartir resimente su desgraca. ara seguir hasta e final cl camino de la santdad, todas ests personas tuvie ron que superar muchos obstéeulos, Por efemplo, Ia oposiién falar en cl caso de Teresa de Avila y de José de Calasanz, que tuvieroa que veneer la desaproba tiga de sus padres, la ronuncia @ Ia viqueza, Ia teatacin de las evanidades~ del ‘mundo que justfica el empleo de la palabra «eonversién» aplicada os que las rechazan o se libran de ellas, como Francisco de Borja, cayo camino de Damasco fue In contemplacisn del eaiiver y de In cara on descoraposicisn de la emperatiz Isabel, mujer que habia sido bellsima. A propésito de la «conversién» de Fra cisco de Borja acude inevitablemente a la memoria la temética de Juan de Valdes Leal, que, un siglo después, pintaré para el Hospital de Ia Caridad de Sevilla las telas de las «postrimerias, ‘Resulta bastante sorprendente que, entre las teataciones del mundo, los pla «eres cel amor no acapen un lugar importante. Certamente encontramos un mie )- en el despacho del importante notario Alonso Cerda, por cjemplo, s6lo se registran tres contratos de 1586 a 1589. Y ‘ichos eontratos conceden condiciones muy favorables a las nodtizas, que obvia- ‘mente ofecfan a aquellos niios tan remuneraclores los mejores cuidados. Catorce ducados por un afo de nutricién # una aifia en 1586; 30 reales por mes en el e230 de olza ia en 1588, lo que representa 32 ducados por afio. jImpresionante! Gertamente, ambos lactantes fueron con buenas familias de labradores, pero ‘unas tarifas como aquells limitaban estrictamente el fendmeno, "Ademés, hubo varios autores de la época que se promunciaron en favor de la lactancia materna, como el padre Pineda: «La leche de la madre es la mejor para todos». 0 ineluso un escritor tan eélebre como fray Luis de Le6n, que en st tra- tado La perfecta casada averpilenza a las madres que durante dos alls se desen tienden de los cuidados de su bebé, al que abandonan en manos de una nodtiza, cuando ellas lo han llevado durante nueve meses. Este limitado recurso a las no- drizas podria ayudar a explicar los intervalos intergenésicos, mis largos que en 1105 CASTELLANOS EN SU APOGEO 15 Brasero de cobre-0 de Bronce, elemento esencal de la eslefacién dométia en las casas ‘xparioles hasia e sig x. Obsérvese el emoroso gesta hacia elnino, Detalle de fa Native ad do san Eley (hacia 1623), de Pedvo Nunes, Barcelona, Museo de Arte de Cataluia Francia: 34 meses en Caceres en la segunds mitad del siglo xv1, 33 en el pueblo de Villabiez, cerea de Valladolid, 32 en los pueblos valencianes de Ondara, Do- mono y Pedraiba a principios del siglo Xvi, Pero este intervalo es ainieamente de 27,7 meses en las siete parroquias de Trasmiera estudiadas por Annie Molinié y de 24 en Murcia (aunque un poco més tarde), Sea como fuere, esta baja: mortalidad infantil no dio lugar a un crecimiento demogrifico més acentuado de Castilla, Segin parece, se vio compensada por ‘una fuerte mortalidad juvenit; los intentos de evaluaciGn de los supervivientes a Jos 7-10 afios que se han hecho en Palencia y numerosos puoblos de los alrededo- es de Valladolid (Cigales, Cabezdn, ete,), gracias a los libros de confirmacién, sugieren un déficit considerable La inmensa mayor de los nifios castellanos nacfan en el seno de fa sagradas por el sactamento del matrimonio, aunque Ia tasa de ilegitimidad fuese ns elevada que en la Francia del siglo xvit. Pero es necesario distinguir las po: sroguias rurales, donde los nacimientos ilegtimos eran menos numeroses, incluso ‘muy raros en algunas ocasiones, de las ciudades, donde consttuian un porcentaje ‘8 veces notable: 4,6 por 100 Valladolid, en 14 parroquias de la 16 existentes, de 597 a 1597, a los que se deben afadir un buen nimero de nifios abandonados, de modo que la tasa real debié alcanzar el 10 por 100. Manuel Fernandez Alvarez hha observado tasas muy clevadas en Salamanca: 12,3 por 100 de 1534 a 1580, y 25,3 por 100 de 1580 a 1600. En una parroquia cercana a la universidad, el 60 {por 1D0 de los nitios bautizados en 1558 eran ilegitimos. Este record se explica, lagieamente, por la elevada poblacién estudiantil (y masculina) de Salamanca, «que aleanz6 st apogeo entre 1580 y 1600; en esa época, habia mis de 6.000 estu: dliantes, Las familias nobles eran las que toleraban con mayor faclidad los nacimientos ilegitimos, con frecuencia fruto de los amores anciliates de los sefores de sis. En Caceres, por ejemplo, la tasa de ilegitimidad en la segunda mitad del siglo xvi se fin en 2.83 y en 3,01 por 100 en Santiago y San Juan, parroguias ccarreteras, mientras que en las parroquias hidalgas de Santa Maria y San Mateo se elevan a 4,78 e incluso a 8,14 por 100. En San Mateo, 25 de estos nacimientos cconciemen a hijos de madres esclavas y de padre tedricamente desconocido; este ‘desconocide podria ser, en muchos casos, el propietario de la esclava, Pero no empre se disimula Ia paternidad del nifo: en Sun Vicente de la Barguera, el bachiller Antonio del Carro, personalidad de un prestigio tan elevado que fue celegido 24 veees para apadrinar ninos de sus vecinos, tuvo en 1567 una hija natw ral con su sirvienta Elvira de Palacio; luego tuvo ott hija con su esposs legitima, ofa Blena, en 1569, antes de engendrar otra hija natural con su nueva sirvienta, Marina la Hertada, en 1572, Estos hastardos se educaban con frecuencia en Ia casa de su padte, sin que ello supusiera un grave problema. A pesar del esfuerzo el concilio de Trento y del primer clero coneilinr, el pecado de Ia carne todavia rio se tomaba 4 ln tremenda 2Qué nombres se les daba a estos nifios? Los espafioles segufan en estos mo- ents las tradiciones del Occidente cristiano y sus nombres se parecian mucho os de Francia, por ejemplo. La época de los nombres espectficamente espaiio Jes, Jess para [os nfios y todos los eompuestos de Marfa para las nttas (de fos ‘Angeles, del Pilar, del Consuclo, de la Concepeidn, de las Nieves, del Rosario, de la Purificacién, del Camino, etc.) todavia no habia llegade. Juan y Maria do” ‘minaban de lejos, ejerciendo una preponderancia extraordinaria, ‘Ast he analizado los nombres del indice de personajes que he distinguido en Ia historia de Valladolid durante el siglo xvt: S77 hombres llevaban 77 nombres diferentes. Juan es el mas uside con ventaja, aleanzando 95 menciones (16,45 por 100) y precediendo a Pedro (0 Pero} y Francisco, que totalizan 60 y 56 men iones (10,39 y 9,70 por 100). Los otros nombres masculinos muy extendidos eran Alonso y Diego, con SI y 42 casos (8,83 y 7,27 por 100). Antonio © Antén y Fernando o Hernan logran mas de 20 puntos; Luis, Cristobal, Andrés, Miguel y Rodrigo obtienen de 18 a 10 menciones. El resto de nombres no Hlegan a la ‘decena: ast, Felipe y Carlos, nombres de los reyes de aquel siglo, sélo aparecen tun par de veces cada uno; lo mismo sucede coa Benito, Gabriel, Pablo, Mateo © Manuel, Por lo demés, 34 nombres ls lleva un solo individu, como Fadrique, ‘Tomas 0 Clemente, y los compuestos Pedro Juan, Juan Luis 0 Tuan Tomds, Entre los 90 personajes femeninos censados, Maria, con 24 menciones, repre- senta el 26,6 por 100 del total, mientras que Catalina ¢ Isabel, que comparten la segunda plaza con 10 menciones, legan al L1,1 por 100. Les siguen Ans (9 casos), Juana (8) ¢ Inés, Beatriz, Luisa y Francisca, con 4 puntos cada una. En total, las [LDS CASTELLANOS BN SU APOGEO n 90 mujeres llevan 18 nombres diferentes, Magdalena, Casilla, Uzeda y Teresa s6lo aparecen en una ocasign [La encuesta de Annie Molinié dedicada a la merindad de Trasmiera (en la que, junto a pequenas ciudades como Castro Undiales, Laredo 0 San Vicente de J Barquera, aparecen pueblos y aldeas} ha estudiado 8.000 actas de bautisme, Confirma 1a muestra de Valladolid, reforzando si eabe la primaeia de Maria y Juan, incluso cuando, a pesar de una cantidad mayor de sujetos, la lista de nom- bros empleados ex més reducida: 50 en Castto Urdiales y San Vicente y winiea- mente 39 en Laredo; ademés, menos de 40 nombres femeninos. Maria represer ta, segtin las localidades, del 39,6 al 45,1 por 100 de los casos: casi la mitad de Ins nifas de fa Trasmiera se llamaban Maria, Catalina ocupaa la segunda po cion, como en Valladolid, aunque seguida de Francisca, mientras que Isabel oc pa In cuarta plaza, Estos tres nombres reunides no aleanzan, ni con mucho, la ppuntuacién de Marfa, Luego encontramos a Ana, Juana, Inés y Magdalena, y continuzcién, con distancia, Marina, Toribia y Teresa. ‘También la encuesta de In Trasmiera consolida y amplia e} avance de Juan respecto al resto de nombres masculinos: en todos Jados Juan rebasn el 20 por 100 y, en los pueblos, llega a ser el nombre del 30 por 100 de los nidios. También parece que, cuanto mis importante es In locafided, tanto més amplia es In lista de nombres, aunque sin remitir por ello la primacfa de Juan, Tanto en la Tras: miera como en Valladolid, los otros dos nombres masculinos més usados son Pe- ro y Francisco, que rebasan el umbral del 10 por 100 y se alternan en Ia segunda y tercera posici6n. Diego también esté bien representado, pero Alonso no tiene fpenas predicamento, al contrario de lo que sucede en Castilla la Necwa y Anda lucfa. En la Trasmieta, Antonio ocupa el cuarto lugar (sexto on Valladolid) y hombres como Toribio, Santiago, Bartolomé, Léraro y Fernando son selativa mente frecuentes; a pesar del prestigio real, los Felipe y Carlos son escasos. Como en Valladolid, lo mis sorprendente es la ausencia cast total del nombre José. En el siglo xvi! sera muy distin. ‘Un ejemplo tomado en una gran ciudad del sur, en la porroquia de San Ceci lio de Granada (partoguia de «cristianos viejos»), confirma las tendencias que luemos apuntado. Por una parte, el nimero total de nombres es niés elevado, al tratarse de una gran ciudad: 132 en conjunto. Por otra parte, Jos nombres triun fiadores son los mismos: Maria para las nifas (29,79 por 100), luego Isabel (16,78 por 100), Catalina, Ana y Francisca; Tuan para los nits (16,78 por 100), seguide de Peciro, Francisco, Alonso y Diego. Los nombres compuestos son muy eseasos y los derivados de Maria, incxistentes Es cierto que necesitarfamos mas estudios para autorizar canelusiones defi tivas, y Iamento no liber podido consultar el que se ha hecho sobre Talavera, Sin embargo, parece innegable que el casi exclusive dominio de aombres del Nuevo Testamento responde a la influencia cristiana. La cantidad de Franciscos y Catalinas son prucha de la influencia franciscana, mientras Domingo apenas se usa. El éxito de Isabel en Castilla se debe probablemente al prestgio de Ia Reina Catolica, aunque esto no es mas que una hipétesis. Antonio (con Nareis en Cat laf) es el nico recuerdo de la romanidad. Ademas, los mismos aombzes se usan de manera indiferente por gentes de toda condicién, aunque esta afirmacic ‘esita un mayor apoyo documenta, 78 LA ESPAWA DE LOS AUSTRIAS (1516.17 La Sagrada Familia del patito, de Murillo (1618-1682), slo es una tansposicién de la vida domes coudlana. Madrid, Museo det Prado Casi no sabemos nada sobre los afios de Ia primera infancia: los documentos que hubiesen podido informarnos (correspondencias privadas 0 tratacos de poe cultura) han desaparecido. Ignoramos de qué modo se alimentaba a Ios nifos tas Ia lactancia, e6mo jugaban, la naturaleza de sus relaciones con los padres, la edad en que éstos empezaban 2 exigirles una forma cualquiera de trabajo. ‘Las informaciones de que disponemos conciernen tinicamente a dos categoria de niftos: ante todo, aquellos a quienes sus padres quieren dar una instruccion, ‘en razin de sus medios econémicos y de In disposicion del nino: Estos tenfan de 71a 8 aflos; los conteates que se firmaban con los «maestros de nifios» preven que les ensefardn a leer, escribir (las cuatro formas de eseritura: redonda, cortesana, de cancilerfa y tirada) y a efectuar las cuatro operaciones aritméticas 0, al menos, tres. Lo mismo sucedia con los nifios recogidos por ciertas insttuciones de axis: tencia, como el colegio de los Ninos de la Doctrina, en Valladolid, consagrado a los pobres, que daba a los nifios una formacién do las eprimeras Tetras» a partir de los 7 w 8 aft; los més dotados recibian luego una s6lida instruecién a base de latin, mientras el resto se colocaba con artesanos, a partir de los 11 ados. Tenemos ejemplos mucho més mumerosos de nifios que se descubren ante no- soiros « ta edad en que empiezan a trabajar, colocados como aprendices por sus padtes con un artesano, teadero, labrador © incluso con barberos, cirajanos u LOS CASTELL ANOS EN SU APOGEO » hombres de leyes. La edad modal de Jos niios se situaba entre los 12 y los 14 aos. Se prevé que el muchacho tenxira hospedaje, alimentacisn, higiene y vest do, que servird al maestro «en cualquier cosa honesta» y que recibird una forma cidn profesional. Las condiciones econémicas variaban septa el oficio, la dura cidn del contrato, ete. Eneontramas machos casos de aprendices de mayor © me nor edad, siempre a partir de fos 10 afos, pero no podeios conocer exactamente teufles eran Ins condiciones de vida de estos nifios en aprendizaje o en servicio. Pero las nifias entraban a menudo al mundo del trabajo a una edad més ter: prana, sobre todo las huérfanas, de quienes los tutores parectan querer desemba razarse lo antes posible, aunque también se daba la precacidad en otras nifias con familia propia: la pequetia Ans no contaba con mas de 6 aos cuando si padre, Luis de Roales, habitante de Ledn, In colocé en 1564 por un periodo de WP aos con Gespar de Rueda, en Valladolid. Gaspar no debja pagarle salario alguno durante les euatro primeros afios, pues era «ina nila». Unicamente debi educarla, alimentarla y hacer lavar su ropa. Dursate los §aftos siguientes fe pags 1,000 maravedies anuales de salario (menos de tres dueados por aio), Orras nifias eran colocadas a los 8 6 9 afos, como Catalina de Zarzosa, que entid por 10 afios con un pastelero que debia pagarle un peculio de 6.000 maravedies anwales y en= sefiale el oficio, 0 Ana de Barreda, a quien su tutor, un procurador, puso al servicio de una viuda, «desnuda y sin camisan, por 6 ais y un peculio de 6 du- cados. Podemos encontrar una gran cantidad de nifias de 10 y 11 afos colocadas cen condiciones parecidas. No debemos creer que los padres que colocaban de este modo a sus hijas manifestaban por ello una falta de aleeto: se trataba gene: ralmente de gente pobre, que de este modo crefa resolver el faturo de ss hos, la casa, la comida y una pequesia suma que en la edad de! matrimonio eonsticueta su dove, ademés de un oficio honesto. Veamos el caso de Diego Albarn, un la brador ton una hija ciega, Catalina, de 11 alos: la puso al servicio de un ciego, Juan Sinchez, por 3 aftos, no dud en pagarle 10 ducados (en 1535, 10 dueatos rho era poco dinero: representaba el sueldo de un mes y medio de trabajo) para ue enseflase a Catalina «todas las plegarias que conocéis y que es necesario que tn efego sepa, sin ocultarle nada». Patético esfueren para garantiza a la nia los rmedios con que sobrevivir de ln caridad pablica ‘Todlos esios documentos nos hacen pensar que los nifios de las eategorias so: ciales menos favorecidas empezaban a trabajar muy temprano, hacia los I asios, como méximo; unos en el campo, otros en una tienda y otros en el servicio do. méstico. A esa edad, los otros asistian a las clases de gramética antes de ira las tuniversidades. Hacia’ 1580 se ha podido evaluar en 20,000 estucliantes la pobla- cidn universitaria de Castilla, de los cuales 6,000 acudian a Ja Universidad de Jamanea, Richard Kagan ha ealeulade que el 5,3 por 100 de los jévenes de 18 allos entraban en Ia universidad, lo que representa un poreentaje muy elevado para aque! tiempo, AL conirario de lo que afirma una opinién muy difundida, In mayor parte de estos niflos no vivian en el seno de familias muy numerosas, Fs cierto que 1as familias «completase, aquellas que no se rompian por la muerte de uno de los ‘cOnyuges antes del final del periodo dle fecundidad de Ia esposa, tenian bastantes hijos, de cinco a siete por repla general, ¢ incluso mas. Pero de vada tres parejas ‘que se unian en matrimonio, apenas una legaba a formar una «familia comple- 80 LA ESPANA DELOS AUSTRIAS Usi6-170) ta», Ademés, teniendo en cuenta la mortalidad infantil y juvenil, muchos nifos fallecian en los primeros afios de vida, Finalmente, muchos se colocaban como aprendices o servidores, como acabamos de ver, de modo que los nifos no siem pre vivian en el marco de una estructura familiar homogénea ¢ idéntica 2 si mis: ma de un modo duradero. La frecuencia de nuevos matrimonios después de la viudedad hacfa cobabitar 4 hermanastros y hermanastras. En las casas seforiales, Ia presencia de j6venes servidores e hijos de esclavos se ailadia a la complejidad del tide familia. Matrimonio y familias En aquella época, los castellanos se easaon jévenes. No hay duda de que la edad del matrimonio era més precoz que en Francia o Inglaterra, por ejemplo. ‘Todos los estudios conocidos revelan que las muchachas se easaban alrededor de los 20 aftos, tanto en Ia regién de Valladolid como en Caceres, donde la edad modal se establecié en 20 aiios de 1570 a 1589, y apenas varia respecto a la edad media (21 aries) de los pueblos valencianos o incluso de las ciudades de Ia costa cantéhrien (Laredo, Castro Urdiales o San Vicente de la Barquera), donde Ia edad femenina para ei matrimonio era inferior a los 22 ailos, La de los hom bres, aunque algo mayor, también era precoz, cercana a los 24 af, tanto en Extremadura como en Valladolid, En esta época se fiié progresivamente, y para los cuatro siglos siguientes, el ritual det matrimonio cristiano, surgido de las decisiones del concilio do Trento ¥ dol es{uerzo del clero coneiliar. En 1564, una cedula de Felipe Il, levantando acta de las decisiones del coneilio, hizo obligatoria la presencia del sacerdote en Ia boda, después de que a partir de 1505 las leyes de Toro intentasen reacciona contra los matrimonios clandestinos. EI matrimonio castellano se colebraba entonces en tres etapas, bien distingui ‘das por Annie Molinié. La primera era el compromiso o «bodas por palabras de futuro», acuerdo entre el novio y los padres de la novia, que se acostumbraba establecer a edad muy temprana, sobre todo entre Is nobleza. Asi en Laredo, el 3 de mayo de 1592, Maris de Marron, de 9 afios de edad, y Francisco de Quitar, de 16, intercambiaron uns mutua promesa de matrimonio en presencia del cura de la parroquia. Los novios se tomaban la mano derecha y se compromettan a desposarse cuando llegase el momento. No se trataba de un compromiso sin in portancia: en caso de ruptura de hecho del novio, la familia debia compensar a la novia. Es probable que la seriedad de este contrato fuese una de las razones [por las que los noviazgos se retrasasen cada vez mas hasta avordarse dos o tres dtas ances de las bodas o incluso la misma mafana de la ceremonia, La segunda etapa correspond al sacramento del matrimonio, a las «bodas por palabras de presente» que el sacerdote consignaba en el registro de matrimo- nio en los siguionies términos: «Despasé [o cass] por palabras de presente...» En esta ovasion, el sacerdote recibie el consentimiento mutuo de los esposos, en presencia de testigos, La tercera y dltima etapa ea la bendicién nupeial o «velaciones», palabra de- rivada del velo blanco que eubria Ia eabeza de la esposa y los hombros del esposo, ee LOS CASTELLANOS EN St) APOGEO st aque simbolizaba la unién, fa alianza nupcial y conferfa solemnidad al matrimonio, En Ja Trasmiera del siglo xv1 esta ceremonia tenia lugar unos dias 0 incluso unas semanas después del sacramento, lo que no impedia a los esposos vivir juntos y tener relaciones sexuales, a pesar de las recomendaciones o advertencias de fa Iglesia, que insisifa en la necesidad de la velacin con un éxito relative: en Castro Urdiales, las dos ceremonias, casamiento y velaciones, se huefan conjuntamente fen una cuarta parte de los casos; en un 44 por 100 de los cxsos, las velaciones se hnacian por separado, un tiempo después; y un 30 por 100 de los casos realizaba Sinicamente cl casamiento. En Laredo constatamos que sacramento del matrimo- slo y bendicién nupefal se asocian en el mismo dia tinicamente en el 14,2 por 100, ie Ios cas0s, y slo en un 5 por 1M de las ocasiones las velaciones constituyen uuna ceremonia particular. En la misma época (el dltimo tercio del siglo xv1), en la regign de Valladolid, casamiento y velaciones se haeian el mismo dia ex la mayor parte de los casos, lo que evidencia una mayor aceptacién de las doctrinas conciliares. Fn los libros de registros matrimonials se Jeen estas anotaciones de Tos sacerdotes: «Este dia... easé y velé 8... Es indudable que los matrimonios constitufan un evento muy importante en 1a vida de aquel tiempo, fa literatura da buen testimonio de ello. Basta recordar el banquete de bodas de Don Quijote o las comedias anisticas» de Lope de Vega para apreciar el poder festivo del matrimonio de entonees. Pero tambicn consti- "uia un hecho capital que date lugar a largas negociaciones entre representantes dle las familias interesadas, a fortior’ si se trataba de familias bien situadas en la jerarquia social. Se requirieron varios meses de negociaviones entre el secretario de Catlos V, Francisco de los Cobos, y el conde y Ia condesa de Rivadavia para conciuir el mattimonio de Cobos, de 45 aiios de edad, y lt hija de los condes, Maria de Mendoza, que sélo contaba 15 ais. Una vez firmado, el contrat tuvo ‘que ser revisado de nuevo. Mis de la mitad de los matsimonios se acompaflaban de un contrato ante no- tario, de modo que muchos contratos concernian a contrayentes de condicién mo- desta; la dote de la hija y su ajuar se describfan eon precisidn en el contrato, ast ‘como las modalidades cc pago de la dote y de las arras nupales que debfa apor tar el novio y que, segin el derecho heredado de la época visigstiea, correspon: «lian tebricamente a un décimo de sus bienes. La personalidad juridiea de la espo- sa era, en este sentido, igual n la del marido y cuando la pareja no tenfa descen- dencia Ia dote revertia a Ia familia de la espasa; ademas, n Io fargo de su vida ‘matrimonial, ni el hombre ni la mujer podian firmar contrato alguno sin la auto- rizacién de su cényuge. El carécter negociado del matrimonio no significaba que los j6venes no tavie sen ninguna posibilidad de eleccion de sus patejas y que el amor estuviese total- mente ausente del matrimonio, Un gran hombre de negocios vallisoletano, Pero Herninde de Ponillo, previd en su testament que sus hijas podtan casurse Kibre- mente, incluso en contra de Ia voluntad de su hermano, titular del mayorazgo; cn tal caso, su dote se verfa reducida Gnieamente a 4,000 ducados, que segula siendo una suma muy considerable, Por otra parte encontramos anotaciones in suales en los registros notariales, que manifestaban una emocion o un sentimien- to: Peto Gomez de Porras, regidor de Segovia, designd en su tesiamento a st cesposa, Elvira de Mencheca, como su «mujer querida y amada>, El escultor de 2 LA ESPARA DE LOS AUSTRIAS (1516-1700 Valladolid Esteban Jordén fund6 un mayorazgo para su hija Magdalena en re- cuetdo «del gran amor que él habia tenido por su madres. Un joven hortelano, Juan Guetto, que en 1561 se despos6 con la hija de un labrador, Marfa de Trigue- tos, confiesa que «1 mis instancias y plegatias se me ha concedido como esposi fla llamada Maria de Tvigueros, a quien amor, También debemos resaltar constantes referencias que hay en los contratos al honor de la joven, demostrado por su virginidad y. en el caso de las viudas, al honor de su linaje, La eleocién de pareja se vets limitada por la debilidad numérica del grupo de edad en los pueblos, donde se practicaba una fuerte endogamia geogrifica. To: ‘memos el ejemplo de dos pueblos cercanos a Valladolid, Geria y Villabaiez, y lune muestra de 378 matrimanios colebrados entre 1570 y 1600: solo en 22 casos: uno de los contrayentes, normalmente el muchacho, era sforsineon, y casi siem pre procedia de un pueblo vecino. ‘Tambign es cierto que la endogamia era menor en las ciudades y gue las po- sibilidaces de eleccién eran mucho mayores, sobre todo entre Ia nobleza, que Iantenia relaciones con las grandes familias de otras ciudades: en Caceres, de 1570 a 1589, e1 68,46 por 100 de los casados de ambos sexos habian nacido en la ciudad, pero también habia un 31,54 por 100 de «extranjeros», casi un tercio; y cl examen de su origen rovela una muyor movilidad, pues algunos de los jOvenes ‘esposados venta de lugares lejanos: Burgos, Avila, Aranda de Duero, la «mon- tafe (22 individios), Salamanca o Valladolid, sin hablar de los mis eercanos: Plasencia, Trujillo, Mérida y Portugal (un centenar de individuos). En Palencia se daba una tendencia exogimica todavia mis mareada: de los 610 matrimonios celebrados de 1632 a 1664 en In catedral de San Antolin, s6lo 264 unieson a pa tejas de la ciudad; en 238 habfa un(a) palentino(a) y un(a) extranjero(a): y 108 festaban integrados por parcjas en que ninguno de los eontrayentes era aut6etono, En total, un 37,21 por 100 de «extranjeros "Ya he sugerido que las familias, formadas como acabamos de describ, temian menos hijos de lo que se acostumbea a creer. El poreentaje de nacimientos-matri tmonios cafculado por distintos autores era de s6lo 3.8 en Laredo el afio 1591 y ide 4,2 en Villabaiiez en el periodo 1570-1600; de 4,19 en Céceres de 1570 a 1589, Son tosas bajas comparadas con las del resto de Europa en aquellos misinos aiios, que oscilan generalmente entre 5 y 6, Pero estos datos se relieren a una época de crisis demogréficas muy fuertes, con sucesivas mortandades y un aumento con- siderable de los matrimonias, pues muchos viudos se casaban en segundas mup- cas. Resulla significative que los efleulos efectuados por Francisco Chacén res- ecto a un periodo ligeramente anterior (1566-1586) dan unas tasas més elevadas’ 4,93 en Murcia ciudad y 4,96 en los pueblos de Ia huerta En cualquier caso, lo cierlo es que las familias muy numerosas (més de diez hijos) eran totalmente excepcionales: el noble Finaje de los Quintanos, cuyas dis- tintas ramas vivieron en Castilla la Vieja (provincia de Burgos) y Extremadura, no tuvo a lo Targo de dos siglos ninguna familia «completar de mas de diez hijos, incluso cuando todas esas familias wompletas» eontaban entre seis y diez hijos; log intervalos incergenésicos medios nunca bajan de los 22 meses y se sitian por regla general alrededor de los 25 meses. En Villabstiez, de 149 uniones estucia. das, todas ellas del perfodo 1570-1589, ninguna dio més de once hijos. Annie Mo. Tinié ha descubierto en la zoxa cantabrica y en la misma época una familia de 13, LOS CASTELLANOS EN SU APOGEO 83 hijos, otra de 11 y tres de 10, Los intervalos intergenésicos més prolongados que ‘en otros lugares, quizs debidos a una dominacién casi exclusiva de lactancia na tera, expliean que por el momento no se hayan encontrado familias extraorina- riamente prolifcas. Morir Sabemos que la esperanza de vida en el momento del nacimiento era corta durante los siglos x0 y xvii: entre ‘inte y treinta ailos. Sin embargo, tina vez en Ta edad adulta tanto hombres como mujeres podian pensar que Hlegarian a la vejez, a pesar de las brutales ofensivas de le peste, del tifus o-de la disenteria, Pero también sabfan que morirfan un dia y, en su mayor patte, se preocupaban por llegar al momento de la muerte en rogla con Dios y can los hombres; ast pues, dictaban su testamento con esta ides, tomando las disposiciones que ya he- ‘mos analizado anteriormente, Para acceder con mayor facilidad al reino de los cielos pedian Ia escolta de su eofradia, de reigiosos de distintos convents y, so- bre todo, de doce pobres a los que aseguraban buenos mesiis. Y, si podian, se Jhucfan enterrar en su iglesia parroquial 6 bajo las fosas de una iglesia conventtal Ast. el 72 por 100 de los habitantes de Ia parroguia de San Mateo de Céceres, casi todos nobles, estaban enterrados en iglesias. En total, el 22,38 por 100 de los hidalgos de Caceres lograron sepultura en ol interior de una iglesia de 1379 3 1599, mates gue solamente un 9,36 por 100 de fos agscltoresseanzaba el mismo objetivo, Como es natural, estos hombres y mujeres indicaban de un modo explicite ‘que esperaban su redencidn por el sacrificio a que se habia entregado Cristo por ellos y por toda la humanidad, y en este sentido fundaban» numerosas misas, Inpresionante imagen de la muerte: Finis gloria mudi (deta), de la sri lax epostine- ras» de Juan de Valdés Leal (1622-1690). Los cadaveres de un obispo y de un eaailero se uedren en sus azaides. Sevilla, Hospital dela Caridad 84 [LA ESPANA DE LOS AUSTRIAS (4516470), que se celebraban en sw parroquia © en otras iglesias y conventos de Ia ciudad pata su salvacica eterna y' la de sus parientes. Simples labradores 0 artesanos no dadaban en apartar los fondos necesarios para un servicio treintenal o incluso pata cien 0 doscientas misas, Los grandes ricos hacian celebrar centenares © basta mnillares de misas con esta intencion: Pero Gémez de Porras, ragidor de Segovia, funds 1,150 para sus propios difuntos: Antonio Ferndndez de Cérdoba, «vein cuatro» de Cérdoba aungue practicemente arruinado, funds 3.000. Pero Hernsn ez de Portillo, gran mereader de Valladolid, 1.800. Un simple soldado, Pedro de Soria, habitante de Pamplona, fue muy explicito en su testamento, redactado fen 1554, donde expresa perfectamente los sentimiientos, las ereencias, Ias aspira ciones y las esperanzas de sus contemporéneos: Primeramente encomicndlo ci ania a Nuestra Sefora Jesus Christe y le supico ‘qe pnes por su Sanisima pasion aos quiso rode que por su miserlcordia me qu ‘a perdonar mils poeadce recibir mi anima en su santa gions. ya la Virgen Maria st made ya todos los santos y santas de a Corte celestial asi bie les pied ‘que sean intereesores a Nuestra Sefor Jess Christo por salvacion de mi ania Tiem mando que mi cuerpo sea sepultad ex i Iglesia prrocbial de San Cemn de esta cad de Pamplona en la sepultura donde esta sepals Masia Peter de LLobaya mi muger defunta y que me han hecho mis entero novena cabo de af y las otras hontas como se acortimbran hazer en es ciudad. ¥ quiero que sean Thamados los clerigos de ls quatro parrocias a dar las obsequias al tempo que Yo fallesiote y asi bien que se me dian y celebren en Indica yalesia de San Ce seis frettenas sueltas Is cinco por mi anima la oles por las waimas de mis padres Y migeres que e tenia € his y por los otros que soy en caro EL BIENESTAR CIUDADANO DURANTE EL StaLo DE ORO Durante aproximadamente un siglo, hasta 1620, la ciudad castellane o andalt za aseguraba on un ato normal las condiciones de un posible bienestar a sus ba bitantes, Lo que ofrecta no era poca cosa: notables garantias de alimentaci6n, y abundancia y diversidad de placeres festivos, de los toros hasta el teatro, de os ‘autos sneramentales alas danzas, mascaradas o celebraciones de faustos aconte ‘mientos; la convivencia en el seno de cofradias de distinta vocacién, de Ia profe- sin a Ia parroquia; mayores posibilidades de acceder al conocimiento por la via de la alfabetiaacién y del libros o las fundaciones earitativas que ofrecian a los ‘més pobres la posibilidad de sobrevivir aprovechando el espectaculo urbano. Por ‘timo, también ofrecian posibilidades mulriplicads de la salvacion eterna en mu merosis ¥ fastuosas iglesias, servides por un superabundante clero, El sistema de eseguridad alimemarias En la mayor parte de Jas ciudades se organizé lo que he crefdo conveniente llamar un sistema de «seguridad alimentaria». Bn los tiempos ordinarios, lus mu: jetes se aprovisionaban en los mereados, donde encontraban los productos de LOS CASTELLANOS EN stu APOGEO consumo corriente: granos o pan cotido, legumbres verdes 0 seeas, fruta, mil cera, aceite de oliva, grasas, huevos y aves, quesos, ete. Sabian que la reventa «que hacia subir los precios slo era autorizada a partir de una hora determinada, rormalmeate al mediodia, y, por lo tanto, que les interesaba acudir temprano & J plaza. También sabfan que encontrarian carne y pescado (y en ocasiones tan bign aceite, chareuterfa y velas) en los mostradores de los «obligados», particula- res 0 companias que habfan finmado un contrato con la municipalidad segin el cual, a cambio del monopolio del aprovisionamieato, se comprometian a vender ciertas categorfas de came o de pescado a precios fijos. Y también sabian que aquellos mereados, sobre todo los mostradores de came y pescado, estaban vigi laos por empleados municipales, los sficles» que debian impedir que los mejores pedazos se reservasen a clientes prsilegiados o que se vendiesen productos esto peados y que controlaban el respeto de los precios. El sistema funcionsbo relativamente bien: en las ciudades det norte, el cons smo de carne correspondia en un 60 a un 65 por 100 a la care llamada «le vaca rity barata y menos apreciada que ef cordero. Asi era en Burgos, Valladolid Salamanca y, mas ain, en Asturias, Ledn y Galicia (en Oviedo, por ejemplo, la came de bovino representaba més del 80 por 100 del consumo cémnico), En Cas: tila 1a Nueva, en una gran parte de Andalucia y en el reino de Murcia, la situa- cin era la inversa: asi, en una carnicerfa de Murcia habla cuatro estamterias de cordero y clos de earme bovina. Y en el hospital de Guadix solo se consumia cor dere. Las ciudades més alejadas del mat (Valladolid, Segovia, Madtid, Toledo, etc.) tenfan asegurado el aprovisionamiento regular de pescada por importantes cat vanas de muleros, que partian de Galicia, Asturias y de la costa gaditana, gran proveedora de attin, pescado seco (bacalao y sardina, por ejemplo), en sakmuera y en bartil (sardina, atin), abundantemente salndo y que se remojaba antes de consumir (congrio, pescadilla, rape, ctc.). As, fos toledanos, que vivian a 408) kil6metros del Mediterréneo y a casi 500 del Aildatico, encontraban regularmen- te en el mostrador del eobligado» de la pescaderfa, entre 1384 y 1604, congrios. Jenguados, doradas, atua, salmén salado, sardinas de Galicia y de Portugal, 0 pulpos, y de un modo més esporddico merluza, anguilas y lampreas, También es cierto que los toledanos, como los madiilefios 0 los valisoletanos, formaban una clientela muy considerable con categorias de alto poder adguisitive, merecedores ‘de atenciones. Por esta l6gica se entiende que los murcianos, mucho més cerca hos al mar pero menos ricos, tenfan un mereado de pescado peor abastecido y menos diversificado que los toledanos; sardina, bacalao, atin y salmén, por este crden, eran las especies de este mercado, Touias las ciudades importantes y muchas otras poblaciones habfan desarroll do una especie de seguro contra el accidente metcorol6gico; la alhGndiga 0 psi fo, granero publico en que la municipalidad almacenaba los granos a partir del momento en que se empezaba a adivinar una mala eosecha, con el propésito de cevitar, sino It penuria, al menos el hambre, ademas de contencr ef alaa del pre- cio del pan, tan pesada para los desheredados. El granero pitblico, gestionado Por un consejo de administracién en et que figuraban numerosos notables (a me- hnudo el corregidor, representante del rey, y siempre un tepidor o un jurado, en ‘ocasiones un canénigo de la catedtal), praciicaba una especie de politica antic 86 LA ESPARA DE LOS AUSTRIAS AS16700) Veldequez no fue inicamente ef pimor de los grandes: en ls cuadros de sus iicios sevillanos represents escnas populares, andes personajes y nanuraecas mueras. La Vel triendo Innewos (1618) Hama i atencin sobre ef importance papel que jgaron los huevos et ai ‘mentacisn espaiola, Edinbrga, National Gallery ca, vendiendo e} grano en e} mercado 0 a los panaderos a moderado previo en Jos momentos de alza, con la intencién de cortar la especulacién y evita las famo- sus y muy temnidas «cmociones» urbanas. Hoy en dia eonocemos bien el funciona- miemto de las alhéndigas de cindades como Burgos, Valladolid, Toledo, Murcia © Sevilla, Sabemos que hasta 1575, aproximadamente, se financiaron con Las plus valias fiscales (las aleabalas, el impuesto principal, rendia sumas superiores a las {que se debsian al isco real), lo que autorizaba un cierto deficit de funcionamiento. Subemos emo los gerentes vigilaban las evaluaciones do las cosechas, el movi iento de los precios y la evolucion de sus stocks. Podemos seguir las giras de ‘compras de los comisarios de aquellos organismos, Inrgas y lejanas en Tos afios ifciles. Una ciudad como Burgos, que jamdis rebas6, ni en sus mejores afi, fos 26,000 habitontes, se aprovisionaba en una zona relativamente cereana, el Cande- ‘uno y los piramos de"Villadiego y de Castrojeriz, en un radio de 30 a 35 kil metros a partir de la ciudad. De 1594 a 1604, period de erisis aguda y de deficit LOS CASTELLANOS EN SU APOGEO. 3 En exo otra tela de Velicquez, Cristo en casa de Marta y Marfa, volvenas @ encontar ‘motes ealisarios. Londres, National Gallery cerealero, los comisarios de Burgos sélo tuvieron que salir de esa zona una vez, en 1598, ditigiéndose a las tierras de Soria y de Almazan, CCiudades como Valladolid y, sobre todo, Toledo, mucho més populosas, te- fan que plantearse las compras en lugares mucho ms Iejanos. Los toledanos, que en affos normales compraban su trigo en la Sagra veeina y en Tas Hlanaras de a Mancha, tuvieron que avanzar hasta la Tierra de Campos, en Castilla fa Vieja, donde entraban en competencia con los enviados de Madrid y Valladolid Sevilla y Murcia, esta tltima especialmente, debian contar con el ctrigo del mar, que provenia de Sicilia o del Norte de Africa, El asunto era (an importante que en Valladolid, por ejemplo, el encargado de ir a efectuar las compras era siempre un regidor; en 1556, fue el regidor Diego de la Haya; en mayo de 1558, el repidor Hernando de Figueroa; en 1559, el regidor Jerénimo de la Bastida, luego su eo- lega Juan Lépez de Calatayud y, como desists, el mayordomo de los comunales, Francisco de Pradanos. En agosto de 1577, el regidar Francisca de Paredes fue el enviado a Tierra de Campos; en marzo de 1582 ya no habia trigo en Tierra de Campos y fue necesario Megar hasta las cercanias de Burgos; en 1594, aio desas- traso, Alonso de Argdello recorrié durante meses malos earinos y estuvo & pun- to de morir en su empresa. En estas operaciones vemos aparecer un buen ntimero de poquetios vendeciores que no pueden ofzecer ai diez fanegas (menos de 5 hec~ {olitros), consejos municipales que venden el producto de sus bienes comunales (Ge-30 a 100 fanegas) y también grandes vendedores; en Burgos, por ejemplo, el onde de Salinas, el marqués de Aguilar o el conde de Castzo, que disponia de 1,500 fanegas, 0 también canGnigos de la catedral © de monasterios. 88 LA ESPARA DE LOS AUSTRIAS 1516178 Sin embargo, regiones enteras como Galicia estaban desprovistas de esta pro- tecci6n; Galivia dependto para su subsistencia del «trigo del mars, al menos hasta 1620, pues despues de esta fecha, gracias al malz, se hizo excedentaria en gran. Por otra parte, ol sistema tenia sus defectos: cuando se sueedian las malas cose- chas de cereale, la poltica de prevision de la municipalidad fracasaba y la cares: tin e incluso el hambre hacian estragos en la poblacidn: los pobres morfan de hambre y muchos nifes, debilitados por In malaotricién, desaparecian. Este caso se dio de 1504 a 1506, de 1528 a 1530, de 1546 a 1547, en los afios 1356-1558 y 1575-1577, a lo largo de la dtima década del siglo, en’ 1615-1616, alrededor de 1630-1631 y en los tertibles aflos 1648-1652. En estas ocasiones, los grancros pil biicos solo pudieron limitar Ios estragos. En ocasiones, por el contratio la itrup- iG de fa abundancia tras una gran casecha provocaba el naviragio de las eotiza- ciones y el granero piblico se encontraba con grandes difieultades para vendor su trigo, ya demasiado viejo y agorgofado. También podia suceder que una mani 0 inspectores. elegidos periodicamente, controlaban el respeto a los regla- ‘mentos, iniciaban los procesos en casos de litigio con otros oficios en competencia impontan multas s quienes ignoraban las normas. Ademés, los repartidores de Ja aleabala, impuesto que satisfacia el conjunto de la profesién (lsmada «miem- bro de renia»), establecian Ia contribucién de cada uno de ellos en funcién de su cifta de negocios. De este modo, se vein instivucionalizeda, animada y estimulada toda una vida colectiva, Giertos oficios estatan casi siempre organizados como gremio en Ins ciudades sportantes: los sastres, roperos, roperos de viejo, cordoneres, caleeteros, som brereros, curtidores y zurradores, zapateros y chapineros, plateros, escultores 100 ess Con of fujo de meales precios vansportades de América por los galeoneseapatoes, la onfebvertaconveis em ef silo XV1 tna ps plaza, fabricoda en Toledo. Madrid, Museo ‘dorado, Mumia prodigiose. Ala izquierd, jar de agua de ro Galdiano. la derecho, Heras de cabre “Museo Nacional Bévaro centalladores, olleros o alfareros, carpinteros, ete. En las ciudades pequefins, por el contrario, las profesiones que guardaban alguna relacion entre st se agrupuban conjuntamente. ‘Segan parece, mi los artessnos ni los obreros trabajaban desmesuradamentes tun alcalde madrileno del siglo Xvi se quejaba de que los obreros de la construc idn s6lo trbajaban siete horas darias durante el invierno. En verano trabajgan rueve horas, lo que da un promedio de ocho horas, con cadencias muy tolerables segiin los observadores, teniendo en cuenta que el descanso dominical se zespeta- ba en las ciudades (aunque no en las zonas rurales) y que habia més de un con- tenar de dias feriados a lo largo del aio. Por otra parte, el trabajo se hacia habi tualmente en Ia tienda 0 el taller, en la misma calle, sin necesidad de largos y penosos desplazamientos. 10S CASTELLANOS EN SU APOGEO. Deaale (el devanado} de Las blanderas, de Velésques. Esa pinurs, reatzada hacia 165 ‘nuestra ef interior del taller de tapiceras de Santa Trobe, en Madrid, Madrid, Museo de Prado Otto aspecto digno de menci6n es que estos trabyjadores apenas pagaban im puestos. Los ciudadanos no pagaban précticamente ninggin impucsto directo, Cuando, a fines del siglo xv, una monarquis acorralada instaura el impuesta de Jos «millones», que s6lo pagaban los pecheros, Ia suma que debia pagar eada ex beza de familia era muy ascquibie; pagaban anualmente un promedio de 170 ma ravedies en Sevilla y 165 en Cordoba, Io que venia a representar un miximo de dos sueldos de trabajo de un oficial. ¥, ademas, se trata de los niveles mas eleva: os. El impuesto se reduce 2 150 maravedies por hogar en Madrid y Segovia, 145 en Valladolid y Palencia, 140 en Soria, 130 en Salamanca, 120 en Burgos, 100 en Oviedo... Es cierto que los impuestos de Casilla se basaban esenciolmente en las toe LA ESPANA DE LOS AUSERIAS (516170 Fachata de ta Universidad de Alcalde Henares. Su colegio de San Mdefonso forms parte del grupo de lor ses colegios mayores mas importantes de Castila, con las eutro mayares ‘de Salamanca y ede Santa Cruz de Valladolid. Formaba, en especial, aia élite dela Iglesia. espatole, Su apoged comesponde al siglo X¥1 ‘oxneciones sobre Ias transacciones, como era el caso de la acaba y los impues- tos que recaudaban las advanas de los puertos (walmojaritazgos), diezmos det mat, Pero, en la épaca de Ia prosperidad, al menos relativa, hasta 1575, el movi miento de los negocios era tan euférico que las retenciones de las aleabalas apli- aban niveles superiores a los tijndos por la corona y las Cortes. De manera que ciudades como Valladolid o Toledo financiaban con el excedente de las aleabalas el aprovisionamiento de los graneros piblicos, las corridas de foros y Ja organiza- cin de las fiestas. Los cludadanos slo pagabsn impuestos indirectos, muy mode- rados, como las sisas (exacciones sobre el vino y la came) y no eran objeto de ‘una recaudacién directa, a diferencia de lo que ocurtfa en el campo. ‘Las ciudades también ofrecian la posbilidad del aprendizaje, permitiendo un acceso remunerador 4 Ia cultura eserita que en el campo era muy remoto. Las cescuelas de primeras letras, los maestros de nifios y las clases de gramética acre: centnbsn considerablemente las posiilidades de alfabetizacion de los nifios y n= LOS CASTELLANOS EN SU APOGEO vos js de Ja ciudad, sobre todo de los primeros. En Santiago de Compostela, por ejemplo, las esevelas piblicas y los maestros «que viven de sus letras» se estable tieron cerca de Ia cated. De modo que, a principios del siglo XVM, en las ci ‘dades, fa mitad de la poblacién masculina sabia Teer y escribir, como era el caso {de Santiago de Compostela en 1635 (52,5 por 100), en Madtid en 1650 0 en An ddsjar en 1633. Las mujeres, por ef contrario, eran masivamente analfabetas. Mas adelante volvéremos a hablar sobre ese tema ‘Debemos afladie que, en aquella época y en razén de la riqueza y el desarrollo de la Andalucia del Guadalquivir, dicha rogién parece Ia mis adelantada en el proceso de alfabetizacién; Claude Larquié ha constatado que los iamigrantes Tle fgados a Madrid descle el sur estaban més alfabetizados que los del norte y que, fen Tos puertos cantabrieos de Santander y Son Vicente de la Barquera, las tasas de alfabetizaci6n de los cabezas de familia (casi todos hombres) slo Hegabsa al 30-45 por 100. Naturalmente, Ja condicién social y el oficio eran determinantes: tanto en Compostela como en Anciijar o Ubeda, todes los eaballeros, miembros del cleo titulares de oficios sabgan leer y escribir, lo que no debe sorprender- nos. En Andiijar encontramos, en una muestra de 27 artesanos, 15 que saben firmar, sin embargo, sélo habia 4 de 13 labradores en las mismas condiciones y 2 criados de 19, uno de ellos esclavo, EL estudlanie manesta era aguel que no se habia podido integrar en sin colegio mayor Su curren era entonces mds kil, pera muchar mantestas Megaran al Consejo de Casa, Dibujo de Manuel de ta Cr Paris, Biblioteca de fas Artes Decorativas eae eee 104 [EA ESPARA DE LOS AUSTRIAS (1516-17), Ruchada det palocio de Ortega. May cea de este ppalacio, pertenecente a fina de tas fares ds notables de Ubeda, 30 co- met uno de los erimenes Inds espantosar del Siglo de Oro, abra de wn joven sgentombre de lo fais Ortega Cabrio ‘Como es légico, fos libros se encontraban en las ciudades. Sélo ellas tenian librerias, biblioteeas y, en ocasiones, impresores. Ademés, en la ciudad se podian comprar libros en las «almonedas», las subastas piblicas. En la prdctica los habi ‘antes de las ciudades eran casi los Univos que podian leer las novelas de eabulle- rias 0, en general, evalquier lectura de las que se apreciaban en aquel tiempo: los manuales de espiitualidad, los libros de historia, las crOnieas americanas, los clsicos latinos y 10s Exitos de fa época, de La Cefestina al Lazarilio 0 el Quijote, pasando por los bestsellers de Antonio de Guevara o de Alejo de Venegas. Tamm- bign eran los Ginicos en tener acceso a la alta cultura, a los libros de ciencias na- turales, boténica y mineralogia, a los manuales de derecho y a las obras de medi La casa y el vestido Los habitantes de las ciudades vivian en cases individuals, La regla era una casa por familia, aunque sdmitia numeroses excepciones: el censo de 1561, leva {do a cabo calle'a calle y casa por casa, es Un testimonio irrebatible de euanto acabamos de devir. Al estudiar ef caso de Sevilla, la ciudad que contaba con el LOS CASTELLANOS EN SU APOGEO. 1 ‘mayor nimero de edificios de grandes dimensiones, Vieente Pérez Escolano eon cluye un censo ce 11.521 casas para 19.213 hogares, lo que da un coeficiente de 4,66; y en 1588, encuentra 14.381 casas pars 25.986 hiogares, lo que da un coef ciente de 1,80, En esta gran metropolis andaluza habia incluso 9 purroquias de las 21 existentes en que se censaron m4s de 2 familias por casa y en la parroquis de Santa Lucia 657 familias habitaban 124 cxsas, lo que constitu una situacién totalmente atipica. Estudiando el caso con mayor detenimiento, encontramos que en Sevilla habia 1,993 casas habitadas por dos familias, 788 por ts 0 cuatro, 331 por cinco o seis, SL por siete, ocho © mieve y 64 por diez familias o més, No dbstante, debemos considerar que en Sevilla habia 56 corrales, especie de peque- fas cindades en que las viviendas se abrian 0 un patio central que podia tener la forma de un simple pasillo, mais © menos amplios por fo tanto, no debemos con siderar que estas inmmebles eolectivos fuesen de construccion vertical, andloga los modernos edificios de viviends. Sea como sea, repito que el caso sevillano es excepcional. En Valladolid, por cjemplo, habia on 1561 cerca del 90 por 100 de las easns ocupadas por una soln familia, y la relaciin familiascasas se establecia en 1,15: 6.644 fuegos y casas ocupadas. De hecho, las tres cuartas partes de las familias habitaban cosas individuales y s6lo 427 casas alberguban a dos familias, 172 4 tres o cuntro, 13 facogian de cinco a nueve familias y Gnicamente tres eran ocupadas por diez 0 ads familias, siendo estas Gitimas casas corrales de pobres. En la vecina ciudad de Medina del Campo, la situacién era similar: el 75,9 por 100 de las femmilias hhabitaban casas individuales. Pero tanto en Sevilla como en las ciudades castella- jas, los edificios que albergaban a sumerosas familias se encontraban en las pa sroquias centrales Los materiales constructivos dependian en buena parte del entorno; ea las ciu- dades proximas a una cantera habla muchas casas de piedra tallada, como el gra nito de Segovia, Avila y Santiago de Compostela y la arenisea o la pieda calearea de Salamanca. En las ciudades situadas en una llanura arcillosa, por el contrario, el material dominante era el adobe, como sucedia en Sevilla © Valladolid, y la lejania de las canteras convertia en «moradas Tujosas las constzucciones de pie- dra». En ambas ciudades, como en cualquier otro lugar, lus «casas principales» eran de piedra tallada, pero no habia mis que algunos centenares de ellas. En Valladolid, casi todas las cases de las parroquias de San Juan, San Pedro, San Andrés, San Nicolis y Ia Magdalena eran de color terraso, hechas eon lachrillos crudos de azilla y paja; Gnicamente las ealles centrales se permitian casas de pie- ra, como la eélebre Plateria, reconstruida tras el incendio de 1561 siguiendo las estrictas normativas de sus construcciones de tres pisos, con baleones y rejas de hictro forjado. De un modo més gencral, las casas dc fos notables conservaron cn Castilla Ia huella mudéjar, con sus fachadas asimétrieas eompuestas por una puerts en un extremo y la entrada de carruajes en el otro, muy pocas ventanas Yum patio interior en que las columnas de madera sostenian un mirador. Sélo las nuevas construcciones adoptaron las disposiciones simétricas del gusto renacentista, con una puerta monumental en el centro que se prolongaba por un vestfbulo que conducta 2 un patio triangular o rectangular, eon pilares de piedra La gran mayoria de las easus se contentaban con mucho menos, ocupando una porcela reducida y asociando la madera y el adobe. La mayor parte de las casas | 106 {UA ESPARA DE LOS AUSTRIAS (t6.179 de Sevilla séia se abrian a la calle por Ja puerta, aunque también en esta ciudad cl contagio renacentista abrio las fachadas a base de ventanas adornadas con rejas ¥y manteniendo el patio como corazén de In casa Las casas del Albaicin de Granada, deseritas por Bernard Vincent, pertene- ian un tipo distito. No es necesario hablar de las ecasas movedizas», grupos de barracas construidas con materiales muy rudimentarios, de las que habia varias decenas, Las casas del Albaicin constituian, en el siglo XML, una tupida red que ‘apenas permits la existencia de algunas plazas y alguns carmenes, casas sehoria= les provistas de jardin, La casa morisea dominaba ampliamente este barrio antes de la revuelta de 1969 y, segin Vincent, «es de talla generalmente modesta», Constaba de dos pisos, en Ia parte inferior habia una puerta de entrada al edific cio, que desemboeaba en el patio. A ambos lados de esta puerta y enfrente suyo se encontraban las habitaciones més frescas de la casa, llamadas «palacios», A. un lado habia los servicios domésticos. En Ia planta superior el espacio equivalen te 0 algo inferior a la entrada y los palacios se dividia en numerosas cdmaras, Normaimente y salvo escasas excepciones, is piezas como los patios eran de re= ducidas dimensiones, pues «muchas casas ro cubren una superficie superior a los treinta y cinco o cuarenta metros cuadradoss. Los exstianos del Albaicin estaban frecuentemente agrupades en dos familias por easa, pues vivian con el modelo 6e In «familia amplia», al eontrario que los moriscos: tal era el caso de Tos Agreda y sus veintitrés integrantes, a saber: Leonor de Vargas, dos de sus hijas y sus respectivos maridos, seis hermanos y hermanas, cusiados y cunadas, cuatro cvia dos domésticos, dos pajes, dos negios, etc. Lo mismo sueedia con los Alareén, ‘ve eran nieve personas o ignalmente in hen ejempla ae farsa ammplia, iene «tas que los moriscos vivian casi siempre en el seno de la familia nuclear. Al me: ‘nos es0 es lo que parece. En el mabilasio de esas ensas resaltaba poderosamente la presencia — asi po Arfamos decir la omnipresencia— de alfombras, apices, antepuertas, reposteros, cortinas y cojines. Muchas de las alforbras eran historiadas. Tambien habia una extondida aficion por los guadamects, cueros repnjados rojos, dorndos ¥ hasta azules para los doseles, al estilo cordobés, No es extralo que Antonio Fernéndez de Cordoba, «veinticuatro» de Cérdoba, tuviese al morir, en 1605, casi tres doce- nas de ellos, © que el notario Alonso Ruiz, también cordobés, tuviera igual unos cuantos, ademas ce haber enmarcado algunas de sus telas (una Verdnica y ‘una pintura de Ia Virgen) con guadamect. En Madrid, Toledo y las ciudades de Castilla 1a Vieja 1a moda de los guadamects también estaba muy vigente. En cuanto a los cojines y alfombras, revelaban el hibito de sentarse por el suelo, Era frecuente, ademés, que hubiese pocas sills o bancos, incluso en casas muy notables. En Cordoba, por ejemplo, s6lo habia diez asientos en la casa del notario Alonso Ruiz, algunos en la de Francisca de Cordoba Monzalve y parece ‘que, a pesar de la riqueza de su mobiliatio, el «veinticuatro» Antonio Ferninder de Cordoba y la viuda Antonia de Portocarrero no tenian ninguno, pues les bas taban unos iaburetes, En Castilla Ja Vieja era frecuente que las sillas, cuando ‘paresieron, recibiesen el nombre de esilias de Flandes o francesas», Habfa, en compensacign, muchos cofres para guardar Ia ropa de la casa, aparadores, cre- ddenzas, vtrinas (para exhibir la platerfa, las poreelanas de Alemania y Bohemia imiea de Talavera), veladores, escrtories, mesas y eamas con baldaquino: y lace LOS CASTELLANOS EN SU APOGEO or yy abundantes lechos, desde eolehones de lana y paiio hasta mantas, cortinas y oscles. Los mobilirios distinguides eran de madera de nogal. El lijo se basaba tn [a plateria, que podia legar a una gran profusion, las servilletas a la alemana, Jos pafelos ¥ los cojines de Holanda, bordlados con seca negra, azul o amar, Jos patios de Holanda, los espejas de Venecia, Ios eandelabros de plata, los ador nos de oro y diamantes, las colecciones de armas y las de pintura, algunas de las cuales eran un verdadero suefo. En Las casas comunes, Ia madera de pino reemplazaba a la de nogal y el mo- biliario consistia en una mesa, bancos, camas risticas, uno o dos cofres, algunos tntensilios de cobre 0 hiesro y, bien es cierto, una dotacién de lechos bastante completa (aungue de colehones de estopa); por lo dems, la ropa de la casa y el adoro de una imagen devota o una pequefa estatua, Un simple sastre como Gaspar Hernandez, do Valladolid, que no posefa tierras ni rentas, decors su casa con guadamects de gran tomato y alfombras figurativas; posefa, ademés, una va- jilla de plata y numerosas joyas. En lis casas de los notables reparamos en caballos y carrusjes. Antonio Fer- nindez de Cérdoba tenia tres caballos y numerosas sills de montar, ademas de tun earmuaje perfectamente equipado, tapizado de cuero y proviste de cortinas. Diego de Cordoba y Mendoza, canénigo de la catedral de Cérdoba, también 1e- fa tres caballos, un potro y un carrusje en buen estado de {uncionamiento. Los Todas los wens: line de cocina del Siglo de Orar co bre y estato. Pir ‘ra espaol del siglo xv. Castes, Museo Goya 108 LA ESPANA DELOS ISTRIAS (15161700) forge Manuel Theotoes Duly, hijo de El Greco y fe Jerénima de ln Cueva, {queen ocasiones srvié de Imodelo al celebre pinor Tambien forge fue pintor vy arguitecto. evil, Mie eo de Bell Arter ‘carruajes hicieron furor a partir de fines del siglo x¥t, sobre todo 2 To largo del Xvi: en Madrid, en el afio 1684, Fanine Fayard cont6 1.120 carruajes, lo que re- presenta més de uno por cada cien personas La piatura, los inventarios y los ajuares de los matrimonios nos informan so- be Ta moda. Los aprendices y los oficiales levaban una eamisa de tela, un jubon de fustén o de tela, unos pantalones abombados o unos ealzones de hilo giueso, ‘una siniea de pao ligero, un einturdn de tela, una capa o abrigo corto, un eapu- chén 0 una gorra y zapatos de cuero. No estuban obligados a usar el color negro: fs zapatos acostumbraban ser blancos, como la camisa, y el cinturén y fa gorra can rojos o de eualguier otro color vivo. Pero, a partir de [a mitad de! siglo v1, Jos notables desderiaron los colores vivos, reemplazéndolos por el negro y et blan- 0, aunque con una clara preeminencia del negro; el blanco se reservaba para los ‘uellos, las eamisas (ae las que sélo se veian los pusios de puntilla) y para los ‘cortes en las mangas, El estricto jubon de terciopelo negro o de seda, 0 la ropilla, prenda més amplia que el jubén, la eapa o el ferreruclo, abrigo de cuellos alto, se llsvaban generulmente en negro, Los «zaraglelles», 0 pantalones bomba- LOS CASTELLANOS EN SU AFOGEG 9 Casula del siglo xv de tereiopelo bordado. ‘Lyon, Museo Histérica de los Teidae chos, que eran verdes, amarillos o escarlatas en la época de Carlos V, dan lugar 8 unos ealzones mis ceaidos. El ealzado habitual eran los borceguies 0 las hotas de cuero, La moda femenina conservé mayor diversidad y colorido y no se eifé al ne- {gro, como sucedié con la moda masculina a partir de 1580. Enoontramos abun- lantes alusiones a los colores de fos tejidos mucho después de la eitada Fecha amarillo, verde, azul, rojo, blanco, malva, ete. Las campesinas, en general, ves- tian casteas sobre corpifios ajustados, ligeros y sin mangas, y faldas o sayas de hilo grueso o de pafo fino con enaguas debajo; en invierno solian llevar varias faldas superpuestas. A menudo se acoraaban con pendientes y modallones. En lus grandes solemnidades, las mujeres de condicion modesta vestian camisa de fina tela de Rouen y faldas de pario de Segovia o de Cuenca y, encima, una tinica {el miismo tejido, wn abrigo llamado «de Coutrain riboteada de terciopelo y cil aaban botines de cuero. Los dias de diario llevaban tnieas 0 corpifios de tela corrienle y, si hacia frio, se envolvian en una capa de pailo y se ponian calzas de Tan, Las dlemés, esposas o hijas de artesanos acomodados, de ricos mereaderes © de noble condlicion, podian elegir entre Ia «ropa», que era un vestido largo y ree- o que cafa sin pliegues, el corpito con mangas abullonaclas de diferente color 0 LA ESPANA DE LOS AUSIRIAS (151617 ve podian animar con una gargantilla y Ja «basquiia», una falda que asomaba por debajo del corpifio, marcaba una punta y cafa en lorzas redondeadas, Este tipo de falda, muy adornada de colores brillantes, se vio desbancada a partir de 1510 por el evertugado», falda anche y abultada en la cadera; pero esta moda se limit inicamente a las mujeres ricas pues, generalmente, estos trajes se confec= cionaban con telas muy caras: terciopelo de seda, brocade y damasquinado, El éxito de la citada moda Hleg6 a tal punto que incluso la vistieron las mujeres de los artesanos y de los mercaderes, a pesar de su precio y de las invectivas de los tedlogs Naturalmente, sobre estos trajes elaros las mujeres lucfan joyas: collares de ‘oro y perlas,pulseras de oro y plata y pendientes montados con piedras preciosas, 2s decir, siempre que podian completaban su atuendo con joyus de precio EL. CLERO EN UN PEDESTAL Cuando visité Toledo en 1525, el embajador y humanista veneeiano Andrea Navagero escribié a su amigo Ramisio: El arvobispadbo tiene unos ingresos de 80,000 dacadosy la catedral otra tanto Los canénigos, que som muchos, tienen unos ingresos entre 60 y SM caeados; extn dems los eapllanes, que tenen 200 ducades, de tal manera que los duetiosy se ores de Toledo, especialmente de ls mujeres, om ls ers, que disponen de casae muy bonitas y que eonsumen yIeuntin, Nevando una va seyalada sn que nadie Tres cuartos de siglo més tarde, el francés Barthélen jada @ la corte de Espaft, seals su ver Joly, que iba en emba- Fl clo vive lf una vida moy admoda y el hombre de Iglesia se hace esperar, no slo pr Ia tonsura y por ln aeeracién de gravedad cn la presencia en el con tinente «sing tambien por el acompafiamiento de wn erado y unt mula. Em ‘euano Tos religioss, estan muy por encima de los euras la mayorta van en carro ‘2a, excepto los francseanos descalzos los jesllas y los capuchinos .. En este pais Jos monjes estin en su elemento .. En todas parte les Taman padres y son hone sds, respetades, bien robidos y bien vstos por todo el mundo en todas pares EL primero de los dos testigos sélo hace referencia a Toledo, pero insiste sobre Ia riqueza y el poder del alto cleo y les atribuye costumbres poco edifieantes, EL segundo pone el acento en la influencia de que distrutaban los miembros del cle= ro, especialmente en Castilla, Ambos tenfan razén. El mimero de clévigos Era considerable, aunque resulta dificil de precisar, a causa de las Ingunas de Jos consos. Segtin el de 1591, Felipe Ruiz Martin llega a contar 74,000 en el reino dle Castilla, seculares y regulares, mientras que Annie Molinié no ha podido con- 1L0S CASTELLANOS EN SU APOGEO 1 tabiligar mis de 63.400, Sepin el caso, esto representa el 1,29 0 el 1,11 por 100 Ia poblacion, stricto sensu, sin tencr en cuenta Ia parentela y Ia servidumbre aque vivia bajo la dependencia del elero, Los seculares eran alrededor de 30,000 personas y Felipe Ruiz Martin ha establecido que habia 20.697 religiosos y 20.369 religinsas. Entze los regolares, los franciseanos eran los indiscutibles ganadores y Jos iniembros de las Srdenes mencicantes eonstituian por si solos mas de la mitad db los efectivos, pues hubo cerca de 7.000 franciscanos y alrededor de 2,500 do- ‘inicos, comtanda Gnicamente Tos hombres. Los jesuitas eran algo mas de mil cantidad apreciable, teniendo en cuenta la novedad de la orden. La rigueza Incluso admitiendo que el poreentaje del clero sobre la poblacién se ineremen: 16 hasta aleanzar ef 1,5 por 100 hacia 1640, ya que la entrada en religién continud sumentando a pesar del estancamiento de Ta poblacién, basta comparar el por contaje con la renta eclesidstica para tener conciencia Ue la riqueza de la Iglesia, Antonio Dominguez Ortiz eval la citada riqueza en diez millones de ducados a finales del siglo xv1, es decir, una sexta o una séptima parte de Ia renta total del pals (por lo menos un 14 0 un 14,5 por 100). El dato se refiere al conjunco de las Espatas. Sin embargo, la renta eclesistica se hallaba muy desigualmente repartida, de tal manera que Fesalta la rigueza del alto clero, En 1597, los ingresos de los 48 sezobispadas y obiepadas espatioles (sin contar las recién ereadas sedes de Orihuela, Valladolid, Teruel, Solsona y Barbastzo), se elevaban a 1.204.500 duca dos, de los cuales 250.000 correspondian enteramente al arzobispado de Toledo y 100,000 al de Sevilla. En ef seno del alto clero las diferencias eran considera bles, ya que los obispados modestos de Tuy, Lugo, Orense (en Galicia), Vie, Elna, Gerona, Urgell, Lérida (en Catalutia) y Guadix (en Andalucta) dispontan dde menos de 10,000 dueados (para un territorio ciertamente reducido), mientras que Cordoba, Plasencia, Cuenca y Sigienza pasaban de los 40,000. Pero el alto clero también estabs compuesto por los casi siete mil candnigos de las catedrales y eolegiatas, cuyos ingresos personales podian elevarse hasta los mil dueados. Las rentas de estos canénigos y curas estaban basicamente constituidas por los diez- mos y los propiedades inmobiliarias, que luego hactun fructiicar mediante venta josas inversiones. Examinemos, por ejemplo, el patrimonio inmobiliario de la Iglesia en Sevilla Desile el afio 1500 tena en propiedad 1.838 casas, es decir, un 20 por 100 de ka totalidad de los inmuebles de Ia ciudad. La catedral posefa por si sola 631, de las que 444 pertenccian al eabildo, FI resto de parroquias tenian 206 casas, los mo- nasterios 547 y los hospitales 454, En 1561, las propiedades haban aumentado de tal manera que entre la catedral y la parroquin de El Salvador poseian el 23.9 por 100 de las casas de Ia ciudad. ‘Como decia muy bien Not] Selomon, «el diczmo constitufa uno de los pilares econsimicos esencisles del poder de Ia Iglesia castellana». El pago del diezmo ccomprendia los cereales: trigo, eebada, centeno y avena; el vino, el aceite de oli- vva, el ganado y sus productos y, en definitiva, «todo lo demas». La mayor parte 12 [LA ESPANA DE LOS AUSTRIAS (1526.70 lero secular: papa, obispos, ardenales, dominicos y el més ire de entre ellos, santo ‘Tomés de Aquino, La apotecsi de santo Tome de Aquino, de Zurbarin. Sevila, Museo Provincial de Bellas Artes el diezmo iba a parar a manos de los grandes propietarios, es deci, el arzobispo, cl obispo, fos cabildos y los monasterios. Las iglesias parroquiales debian conten: tarse en muchos casos con une novena parte del diezmo, como era el caso de Alcabén, cerca de Toledo. ‘Muchos candnigos se convirtieron en verdaderos capitaistas a base de los c ados ingresos y acrecentaron sus fortunas mediante remuneradoras inversiones desprovistas de espiritu evangélico. Hay numerosos ejemplos de curas del estilo dde Diego de Cordoba y Mendoza, candnigo de la catedral de Cérdoba e inquisi- LOS CASTELLANOS EN SU APOGEO Clevo regular. Una de las pintaras de a serie de tos cars de Zurbard, quien realics rnumerosas series mondsicas a pein de las grandes drdenes. Seva, Busco Provincial de ellos Ares dior, fallecido en 1601. El candnigo era propietario de vatias casas y su morada se hallabs bien amueblada con alfombras y tapices, mesas, sills, bancos, escrito rios, una considerable cantidad de piezas de plata (jarras,jarrones, platos, sale- ros, bomboneras, copas y palas de reposterfa), algunas incluso cinecladas con la armas de Cénobs, candelabros, una eoleccién de euadros: algunas pinturas rel siosas (la Pietd, los apéstoles, la Natividad y San Jeréaime), aunque predomina- ban os retratos (Felipe Il, Felipe III, Carlos V, los Reyes Catdlicos, Hemén Cor- ‘és, Maria Estuardo, el Gran Capitén, la princesa Margarita, la prineesa Juana, la emperatriz Isabel, etc.), El candnigo tena un coche bien equipado, tres eaba’ los, un potro y una mula. Tenia también tres esclavos, entre los que se contaban un cocinero judfo y una mulata de 24 afos, gran abundancia de ropa de casa, tna bater‘a de cocina bien equipada y una impresionante cartera de rentas, que especifieaba las inversiones: tres rentas sobre el diezmo del vino por valor de 236.000 maravedies (630 ducados) y numerosas rentas en especies (trigo y cente: no) a satisfacer por los campesinos cordobeses de los puebios de Castro del Rio, Pedro Abad, Montoro y Baena, por valor de 2.800 fanegas de trigo y centeno ee Ww [LA ESPANA DE LOS AUSTIIAS (1516170) aanuales (que representaban mas de 2.500 ducados). Por lo tanto, las rentas asegn aban 9 nuestro candnigo unos ingresos de més de 3,000 ducados al ao, bene ios aparte Bl poder {La tiqueza se conjugaba con el poder. Los miembros del alto lero, especial. mente los canSnigos, podfan llegar a inguisidores, y tal fue el caso de aquel Don Diego. Los inquisidores detentaban un inmenso y temible poder, propio de aque Nos que imponen opiniones, creencias y costumbres, Podfan Legar a sentar plaza 20 algunos consejos del reino, el de la Inguisivién, naturalmente, y también los de Ia Cruzada, de Castilla y de Indias (este tlkimo, eon mayor participacién de regulares que seoulares). Podtan presi Iss cancillerias de Valladolid y de Gra: nda, ya que con frecuencia fueron los obispos los llamados 1 desompefiar estas functones. Tenfan una inmensa clientela de pobres, puesto que sus grandes ingre- Las meninas, sna de las obras més comendaday de le pnture universal. El propio Veequet se represents asi mismo, vestido de negro con la cre de la orden de Samiggo. Natese ala derecha une de fas enanas que, con fos bufones, ccupaban un importante lugar er la far Viaridad de oe infanesy lax infants. Madvid, Museo del Prado LOS CASTELLANOS EW SU APOGEO ls sos los convertian en los mayores limosneros. Debemos contesar en justicia que algunos prelados invertion fortunas en la asistencia del pueblo, contribuyende de esta forma al welfare state imperante en las ciudades. En defiitiva, controlaban y orientaban con sus encargos la produccisn artstica de la época: sillerias de co- tos, retablos, capillas, tumbas y pinturas religiosas se financiaban en gran medida con su propio dinero ‘Une de los motives que podian conducit a tomar los habitos era la tentacién de Ia riqueza y de la vida fécil, por 1o menos en To que respecta a los seculares, pues las Himitaciones eran pocas. Muchos sacerdotes no residian en su curato @ pagaban un suplente y, por otra parte, no se recataban de vivir en concubinato © incluso con mujeres casadas; esta afirmacién es valida para curas, canénigos © inquisidores. A prineipios del silo xvi, en Santiago de Compostela, el inguisidor Ochoa instal6 en sus aposentos a su amante Quiteria Rodriguez, tras hacer del marido complaciente un familiar del Santo Oficio, y Hegé incluso a hacer presiir Jas sesiones del tribunal por Ia bella Quiteria. En la misma época, su colega Mu oz Cuesta seducia a una adolescents tras otra, Otros sacerdotes, en vex de bus car el equilibrio afectivo en una relacién duradera, prefertan las aventuras pasa joras y frecuentes, cosa fécil, pues se aprovechaban de la confesin para seducir ‘as penitentes, Las conduetas Dobemos afadir que muchas sacerdotes ta dedieaban al comercio, peactien ban la usura, Hevaban armas —que desenvainaban con faciidad— y jugaban a cartas y a dados en las tabernas. La formacién para el sacerdocio no les ocupaba mucho tiempo pues, a finales del siglo x¥1, eran minoria los que pasaban por el seminario. A pesar de las recomendaciones del coneilio de ‘Trento y de las peti ciones de las cortes de Castilla, costé bastante consolidar In existencia de los se- rminatios, Hacia el aio 1600, solamente habla unos vente (los primeros se eres ron hacia 1564-1565 en Granada, Burgos y Mondofiedo), cuyo funcionamiento no conocemos bien y no se hallaban en situncién de acoger & todos fos futures sacerdotes. No hay que confundir el acta de fundacién de un seminario con el funcionamiento reat del mismo, pues los cabildos no mostraron un excesive inte- 163 en Tacilitarles el capital neeesario para su puesta en marcha y mantenimiento En Extremadura, por ejemplo, el primer seminario diocesano, creado en Caceres en 1603, funcion6 con graves dificultades, y el segundo, ereado en 1628 en Cori ‘no funcioné con normalidad hasta 1819. Parece que muchos prelados hicieron secretas indagaciones para conocer el comportamiento del clero; sin embargo, esta documentacién no ha sido estudiada sistematicamente, salvo raras excepciones. Sabemos que el abispo de Coria, Gar cla de Galarza, realizé una de estas investigaciones en 1591, pero no conocemes el resultado obtenido. Por el contrario, la investigacién secreta de Cérdoba, en: cargada por e] obispo Domingo Pimentel en 1638, ha sido analizada por José Co- bos de Adana y ha puesto de relieve que de los 400 cleriges existentes en Cérdo- 'ba, sdlo 266 habian recibide Srdenes mayores. Entre ellos 124 no tenfan capaci cades «sificiontes», lo que significa que no sabfan decir misa corvectamente, 57 6 LA ESPANA DF LOS AUSTRIAS USI6-700 105 CASTELLANOS EN SU APOGED nT (un 14,5 por 100) no practicaban la castidad y vivian generatmente en concubiea to, incluidos algunos candnigos (el dedn del cabildo, el prior, que teafa cuate hijos: Franciseo de Cardenas y Luis de Saavedra, que be iucido 2 mujeres casadas con Tas que convivian, ete.). Otros curas no llevabon habito, doce tenian casas de juego, seis eran conocides usureros ¥ ocho Hevaban armas, ‘Aunque un balance de este tipo pudiera parecer alarmante, no hay que olvi: dar que algunos eclesisticos eometian infracciones de varias clases, como un tal Matias Ramirez, que vivid en concubinato con Maria Cortés durante 26 ais, twvo dos hijas, no decia minea misa y no sabfa las oracfones. Con todo, mas de la mitad de los saverdotes se conduefan de una manera irreprochable. Por otra parte, el seminario de San Pelagio, tras un largo petiodo de fundacisa, funciond ‘on normalidad desde 1598 y, de todos los sacerdotes que se formaron en él, tin camente cuatro incurtieron en delitos menores, segin la investigacin de 1638, lo que constituye una prucba indirecta del éxito del citado seminar. El clevo secular contaba, pues, con auténticas pastores piadosos, competentes y abnegados, que gozaban de la confianza de sus parroquianos, quienes les desig- fnaban como albaceas testamentarios para la gestién de fondaciones piadosas © de earidad. No obstante, debemos admitir que los seculares salian perdiendo en la comparacign con fos Fegulares, Como ya hemos visto, fueron las érdenes veli= siosas las que aportaron él contingente mas considerable de misioneros, heatos Y santos, con diferencia respecto a los seculares. Los mejores trabajos de teologia Se deben a Ins drdenes religiosas, asi como los tratados de patristica y los mamva- les de espiritualidad mas meritorins; los mejores trabajos, en definitva, de Ia lite ratura religiosa de Ia época, eon autores como: Domingo de Soto, Melchor Cano, Franciseo de Vitoria, ray Luis de Le6n, fray Luis de Granada, Juan de Robles y el mismo Tirso de Molina, aunque en un género diferente, Las iglesias se dirigian casi siempre a los religiosos para que predicaran los sermones en los dias solemnes. El cabildlo de la Colegiata de Valladolid tenia un convenio firmado con los grandes monasterios de la ciudad que contenia una cliusula que obligala a los ctados monasterios « enviarles los predicadores que \ solicitaran y les reservaha la exclusiva «el sermén para los dias de Navidad, Do- ‘mingo de Ramos y la Asuncién; en la misma ciudad, la cofradia de Ia Ouinta ‘Angustia tenia asegurado el servicio de un buen predicadat de los dominicos de San Pablo, y lo mismo haefa la cofradia de la Cruz, con los franeiseanos de San Francisco, y Ja de la Pasién con los trinitarios, Los religiosos mantenian su prestigio al precio de Ia autoinmolacion en ci cunstancias trdgicas, En la gran peste de finales del siglo xv1, pongamos por caso, dos dominicos , seguin escrbié el corregidor de Burgos, se instalaron en el hospital el 28 de abril de 1599 para confesar alos enfermos, da les de comer y hacerles la cama. En Segovia, siguicndo el ejemplo det obispo ‘Andrés Pacheco, gran nimero de religiosos acudieron en auxlio de fos hospita les. En Colmenares, donde habia 10 franciscanos, 6 jesuitas, 6 carmelitas desc 205 y 3 mercedarios, murieron 8 de estos religiosos por conlagio, y en Valls dlolid Ia cifra so clevé a 12, en fecha 7 do agosto de 1599, entre los que cuids: ban enfermos en los hospitales de apestados. La citada aelitud contrasta con la de muchos curas de parroquia que hufan dejando abandonada a su grey. El fend ‘meno deserito se produciré de nuevo a mediados del siglo xvut, con la segunda Fl convento de San Pablo de Valladolid fue uno de los més importante deta orden de los Thermanos predicadores. La parte superior de a fchada es de etl plteresco us 1LA ESPANA DELOS AUSTRIAS (1516-76) gran peste, coesistiendo la més admirable abneyacién eon el panico més lamenta- ble, por ejemplo ea Sevilla y en Murcia ‘Lo que mis nos sorprende, como ciudadanas de fines del siglo %%, es la liber tad con que se comportaban los clérigos en telacién con Jo sagrado. A imagen de los sacerdotes de Caceres (que no ersn ignorantes ya que todos ellos sabian leer y escribir), el elevo no dudaba en jurar y blasfemar, en comportarse en las iglesias como en un teatzo y en concelebrar misas bufas disfrazados 0 enmascara- dos, como hicieron los sacerdates de Torre de Don Miguel, en 1606, 0 los fran: ciscanos del convento de Trujillo en 1604; eelebrantes y Teles se retorefan de risa durante estas ceremonias buriescas. Se hallaban lejos de Ios gestos acompasacios ue acompatian Tos oficios religiosas del siglo xx. LAS SUCESIVAS EXISTENCIAS DEL CAMPESINO FULANO DE TAL ‘A decir verdad, los campesinos pagaron en gran medica el bienestar de las hududes y la riqueca del cero. Los habitantes de las ciudades, como hemos visto, solamente pagaban un impuesto direeto muy bajo, incluso cuando se aitadis el rvicio extraordinario de los «millones». Adem, el coste de la alcabala qued- diluido en el precio de las mercancits y no se debe exagerar su importancia pues, como he probado, ain después de 1575, no representaba més que un 3 9 tun 4'por 100 del importe de las transacciones. En el campo, las cosas eran muy diferentes. Los campesinos también pagaban 1 servicia, FI diezmo representaba una presisn fiscal muy fuerte ya que consisifa fen un 10 por 100 efectiva sobre casi todos los productos agricolas, Ademas, en. los pueblos, el importe de Ia alcabala no podia cubsise con Ia venta directa, pues s6lo se podia aplicar en la taberna, de modo que se convirtié en ua impuesto directo, En 1561, en cuatro pueblos situados en el corazin de Castilla de Vieja (Tudela de Duero, Herrera de Duero, Renedo y Geria), de 765 eabezas de fami- Jia solamente 216 pagaban de 20 a 100 maravedtes y 259 de 100 a 540, es decir, de 3 a 14 reales solo a titulo de aleabala; por lo tanto, representaba mucho més ue el impuesto de fos millones. Aunque en Castilla los derechos sefioriales ya se hallaban casi redueidos a la nada, la mayor parte de Jos campesinos no eran propietarios de sus tierras 0, en ‘caso, los rendimientos obtenidos no les bastaban para vivir. El precio del arrendainiento de la tierra era muy elevado. Por todo ello los eampesinos se vefan desprovistos de dinero una ver efectuados todas los pagos debidos, lo que con Frecuencia les Hevaba a la pobreza e incluso a ta miseria Un campesinado desiquat El campesinado castellano no era homogéneo, sino que variaba segtin Ia épo- cca el lugar, y el panorama social presentaba extraordinatias diferencias a pocas leguas de distancia. ‘Simplficanda mucho, se podria decir que abundaban més los campesinos pro- pietarios en el norte que en el sur del reino. A finales del siglo Xv, en los pue- LOS CASTELLANOS EN SU AFOGEO ny nas campesinas prepara la comida de ls pescadores, que cargan sna ve lea de tunes. La costa de fa provincia de Cais er el sector mejor euipado de almadrabas para fo pesca de estos peces. Muchas de esta alorarabas perteneian al de de Medina-Sidonia ef is rico seror de Espana a principio del siglo V1 blecitos cereanos a Compostela, Juan Eloy Gelabert s6lo contabitiza un 12 0 un 13 por 100 de campesinos totalmente desprovistos de tierras. La mayor parte de los habitantes de los valles cantabricos (Camargo, Piélagos, Penagos, Cayon y Cabuéraiga) posefan una pequeria porcin de tierra y, ademas, una partcipacion en los pastos comunales. En la Bureba, comarca de Burgos, segin el estudio de Francis Brumont, el 50 por 100 de Ia tierra pertenecia a los campesinos, pero ol citado porcentaje se reparts irregularmente, legindo al 80 por 100 en los pue blos de Salas y Galbarro y descendicndo al 200 25 por 10K) en Salduengo o en Movilla. Angel Garcia Sanz ha llegado a establecer que, en tierras de Segovia, ls mayor parte del suelo pertenecia a pequetios y medianos propietarias y en ef pueblo de Horehe (cerca de Guadalajara) legaba casi ala totaidad. En Mojados, entre Valladolid y Segovia, en 1567, habia 259 cabezas de familia, de los cuales 17 exan ricos, 153 pequeiios propietarios que posefan, por lo menos, una easa y dos o tres parcelas de vifledos, a veces un campo, una huerta o una pineda: 45 Vivian Ginieamente de su trabajo, algunos hidalgos ineluides, y 35 eran ealificados de pobres, En los pueblos cercanos a Ins ciudades importantes, la propiedad del suelo ps6 a menudo a manos de los nobles, de los burgueses y de los monasterios. Por ejemplo, en Caber6n, cerca de Valladolid, habia 45 labradores propietarios frente a 143 campesinos que vivian de un jornal y la situacién ers la misma en Boecillo y en Santobenia, donde la proporcion era de 4 a 40, Pero existian pue 20 [LA PSPANA DE LOS AUSTRIAS (156-1700, blos proximos entre si que presentaban estructuras diferentes, Tomemos tres mo- ‘estos pucblos de los alrededores de Toro y comparemos: en Peleagonzéler, de 89 cabezas de familia solamente habia 9 labradores que dispusieran de una a tres rmulas, una pareja de bucyes o una pareja de jumentos 0 caballos. El resto se repartia entre 34 jornaleros, 19 vines (11 de ellas pobres), 6 pastores, tin moti nero y un sastre, Pozoantiguo, con 170 cabezas de familia, tenia Gnieameate 25 labradores. En cambio, el tercer pueblo, Villardondiego, presentaba una estruc- tura social de 40 labriegos frente a 27 jornaleros, 3 pastores, unos euantos artes ‘nos, 11 viudss y 14 pobres de solemnidad, ‘A medida que descendemos hacia el sur la impresiéa de empobrecimiento del campesinado se confirma con los ejemplos de Monle6n (cerca de Salamanca), Plasenzuela (no lejos de Caceres) y Navalmoral (en la regién de Toledo). En Monleén, en 1558, encontramos 36 labradores propietarios, 21 campesinos des- provistos de ticrras de secano aunque propieiarios de un vifledo, de un huerto © 4e un jardin, y 31 artesanos de diferentes especialidades. En Plasenzvela, de 110 cabezas de familia se cuentan 41 labradores y 16 campesinos propietarios de un vitiedo, de un jardin o de una pequetia parcela de tierra. Por iltimo, en Navalmo- ral, en 1583, de 243 cahezas de familia, 108 eran lubradores propictarios. Pero cabrfa analizat si la condicién de propietatio bastaba para ser econdmi camente independiente; para ello, se debe tener en cuenta la extensidn y el valor de las tierras. Segin los datos de David Vassherg, In condlicién se cumplia en Monleén para los 16 campesinos propietarios de mis de 20 fanegas de tierra (20 fanegas equivalen a 13 hectireas aproximadamente), pero resulta dusdoso que ios demas gozasen de independencia econémica a base de los pastes comunales don- Ge pactan sus rebaiios y de sus viledos y olivares. La obra eldsica de Nos! Salomon sobre el campo de Castilla In Nueva ha de- smostrado gue, en la zona que actualmente eorresponde 2 las provincias de Toledo y Ciudad Real, el nimero de jornaleros sin tierras cra mayor que el de labradores propietarios, naturalmente eon excepeiones y diversidad de porcentajes, pero de todos modes la consecuencia de este estado de cosas era la pobreza generalizada, Segin la relacién topogrética, en Hontanar «la mayoria de los vecinos son pobres porque todos son jornaleros», y en Manzaneque la mayorfa eran jomnaleros por- gue los ciudedanes de Toledo habian comprado las cinco sextas partes. Por lo tanto, en los siglos XV y Xvi, ls jornaleros y fos trabajadores constitufan el grue: so del campesinado de Castilla la Nueva Una parte de los campesinos trabajaba tierras ajenas en répimen de arrenda- riento 0 de aparcerfa. Utiizando informacién dispersa en las «Relaciones Topo- erficas» relativa a los rendimientos y a las rentas de los bienes inmuebles (por ejemplo, en Cabeza de tn Sagra, Cabatas de la Sagra, Ajalvi, Villamiel, ec.) Nod! Salomon ha ealculado que dicha renta se elevaba a un tercio 0 a un euarto de Te cosecha e incluso més, de tal manera que la renta més el diezmo represen taba ceren de la mitad de la cosecha en aftos normales y més atin en aos males, En estas condiciones, se enticnde muy bien la Irecuenciay Ia acidez de Tas quejas 6e los campesinos contra el pago de Ins rentas y la importancia de poscer algun pedazo de tierra en propiedad solve el que no pesara fa terrible renta, En consecuencia, la situaciéa del campesinado del sur del reino, compuesto bisicamente por jornaleros, ern obligatoriamente procaria. Veamos el pueblo de Supueso rerrato de la madre del pinor, atribuido a Antonio Puga (1602-1648). Madrid, ‘Museo de Prado EL Campillo de Arenas, cerca de Jaén, en 1561, que estaba habitado por 136 fa- milias, Naturalmente, habfa un «villano rico», Franciseo de Higueras, que poseta 150 fanegas de tierra, 0 sea, casi 100 hectéreas, dos parejas de bueyes, unos 30 cerdos y 50 ovejas, aién de una casa con cubierta de tejas ¢ incluso un esclave negro. Junto al eacigue, habia en el pueblo 38 labradores, que posefun tierras en artendamiento y eran propietarios de wna o varias parejas de bueyes, de un reba- fio de cabras © eerdos y de algunas vaeas. Pero todos los demés, 54 cabezas de eee ra LA ESPANA DE LOS AUSTRIAS [st6-1700 familias (59,7 por 100), eran obreros agricolas que no posefan ni casa propia, por Jo que no debe extrafiar que tuvieran la consideracién de apobress. Sin embargo, cen Ia provincia de Sevilla, por ejemplo, junto a los inmensos dominios de los du: {ques de Medina-Sidonia y de Arcos, muchos campesinos lograban sobrevivir a pesar de tener que pagar por el artiendo de Werras de secano, gracias a ss pro- piedades de vifedos y olivares que representaban de dos torcios a nueve décimas partes de este tipo de tierras de eultivo. En el sur no habia muchos labradores hidalgos; en cambio en el norte, por cjemplo en Monledn, uno de cada cinco hidalgos se autocalifiaba de labrador. Un hidalgo labrador posefa 60 fanegas de tierra, algo més de 38 beetéreas, un pastizal, tres porciones de tierra cerrada, una pareja de bueyes de labranza y una ocena de vacas, Asimismo tenia dos casas de propiedad, una para vivir y otra para alquilar, e incluso un par de trabajadores asalariados pero, con todo, no era el mis rico del pucblo, pues algunos plebeyos poseian mis tierra y mas ganado. En La Zarza (cerca de Céieeres) la proporcién era de diez cabezas de familia hi- dalgos sobre 108 y de ellos cinco se consideraban pobres y tnicamente tres ricos, teniendo en cuenta ademas que algunos plebeyos vivian mucho mejor que los hie dlalgos ricos. Por tanto, la condicion juridica no era determinante del bienestar 0 Ia pobreza de Jos campesinos. 'No faltaban los vllanos ricos al estilo de Francisco de Higueras e incluso mux cho mis tieos. Nog! Salomon ha podide documentar Ia existencia de labradores con un capital de 2.000 a 6,000 ducados, que podian legar a 10,000 0 15.000, 0 aque era sindnimo de verdadera riquoza. Un ejemplo seria el de Catalina Carrera, Viuda de Bartolomé de Cordoba, que posefa en Armamasilla de Alba propieda- des, ganado y bienes diversos por valor de 10.000 dueados. En Castilla la Vieja las situaciones de este tipo eran eseasas, pero se podian encontrar algunas mues> tras como la del burge de El Portillo, en 1542, donde seis familias poseian més de 500,000 maravedies, aproximadamente 1,500 ducads, y, una de ellas, 800.000 rmaravedies, més de 2,010 ducados. En el pueblo de Cigales, en 1549, Sebastian de Balboa dej6 a su muerte 31 hectireas de campo de trigo con dos eras, 11.000 pies de vifledos de buena calidad, tres mulas de labranza bien hetradss, cuatro ‘arados con reja metélica, un rebao de 50 ovejas y 20 corderos, dos casas, aperos de labranza y grandes reservas de granos y de vino. Dejé a su viuda y a sus hijos legitimos gran cantidad de ropa de casa, eamas confortables, colchones de lana, ssibanas, mantas, almohadas de lana y de pluma y colchas. Resolta dftcl valorar sv fortuna, pero una vez mas nos encontramos ante tn campesino rico. "El niimero de pobres y de miserables era mucho mayor. En el pueblo de Vi lanubla, la viuda Maria Alonso, a pesar de ser propietaria de Ia casa en que vivia, de algunas cabozas de ganado, unas cuantas aves de corral, una parcela de tierra de dos heetéreas y 880 pies de vinedos, no poseia mss que una mesa vieja, ‘un banco, algsn plato, recipientes y cazos, una cama, sébanas gastadas, una man: ta, dos almohadas y un patio fnebre. En Castilla la Nueva, aun sin tomar al pie dle Ia letra la distincion entre los que tienen algo que comer y los dems, conoce- sos declaraciones inguietantes como, por ejemplo: en Dosbarrios de Oeata, de 740 familias, habix més de «doscientos veeinos tan pobres que reciben limosnas por amor de Dios [...] cuando encuentran quien se las dé», En Marjaliza, cerca de Toledo, la mayoria de los veinos eran trabajadores que vivian de ls obtenci6n de carbén de Tefia en Jos Montes de Toledo. En el reino de Murcia, Ia situacin fra mejor en apariencia debido a que la presién sobre las terras era limitada 1 causa del bajo nivel demografico, y disponian de recursos complementarios obte nidos a tavés de la artesania, como en Lietor, donde todas las mujeres fabrics ban alfombras. Diversidad de situaciones Las diferencias se daban en un mismo pueblo o entre regiones, pero sobre todo segin In época. El campesinado castellano sufrié importantes mutaciones & Jo largo de un siglo y medio, Me inclinaria a pensar que & dos generaciones fel ces, hasta los aios 1575 a 1580, sucedieron generaciones marcadas por un destino adverso, primero las de la crisis y, luego, las de los afios de miseria, Los dos primeros tercios del siglo xvi ofrecieron una coyuntura favorable a los eampesi nos, sobre fodo a aquellos que gustaban del riesgo y emprendan nuevas activica des! Cuando los precios de los viveres empezaron aumientar, el mercado ameri- ano proporcions ripidamente grandes ganancias a través del comercio de aceite de oliva y de vino. Aparecieron entonces eriles susceptibles de ser recuperados mediante el cultivo, como los baldes, que podian ser roturados sin oposicion del dduefio durante largo tiempo. He puesto de relieve esta situacién en lo que respec: ta a Tierra de Campos, donde més de mil heetéreas de baldios fueron acupadas por los campesinos durante la primera mitad del siglo XV" y hasta 1584 la adminis tracion de Felipe IL no tom6 cartas en el asunto. Por su parte, David Vassbere. ha establecido que el duque de Alcald y el consejo de Espera (cn Ia provincia de Cidiz) adjudicaron tierras baldias a los lugareiios en 1530. El mismo autor ha expuesto otros ejemplos referentes a Andalucia sobre adjudicaciones de baldios tas habitantes de Estepa (cerca de Sevilla), de Castro del Réo (en la provincia de Cérdoba) y de Segura de la Sierra, cexca de Jaén, Se produjeron incluso repar tos de pastizales, como por ejemplo en Sabiote, en Ia provincia de Jaén. Los grandes propietarios de yermos (sefiores, burgueses y monasteries) nece- sitaban mano de obra para poner en condiciones de explotacin los terrenes bal datos y convertrios en vinedas y olivares. En algunos casos, para procurarse la mano de obra, hicieron concesiones como los eontratos Tlamdos «a medias». He ejado establecidia la utilizacion de este tipo de contrato para el desarrollo de los Vinedos de Tudela de] Duero en 1580. Otros autores, especialmente Vassberg, han detectado casos similares en Castafiar de Ibor (en la provincia de Céceres) ‘0 Morales de Toro (cerca de Zamora). Sin embargo, la figura juriica wsada con ms frecuencia fue la enfiteusis, De esta forma, los campesinos sin tirras, duran te la primera mitad de! siglo xv1, consiguieron viiedos, huertos y olivares. Simul tineamente, los monasterios de Galicia otorgaron contratos de foro muy ventajo- s06, por ejemplo; el monasterio de San Marifa Pinario, de Compostela, conchnys 2,500 contratos de foro ene los aaos 1500 y 1640, més de la mited de ellos antes de 1550, Para realizar ls inversiones necesarias, muchos campesinos que dispontan de bienes recurrieron al préstamo hipotecario, obteniendo asi eréditos al 71d por 169, interés muy aceplable en época de inaci6n. De esta forma, el alza de pro- 4 S i 124 [LA ESPANA DE LOS AUSTRIAS (1516-70) cios combinada con e1ineremento de fa procneién permits la promocin de fa molascampesinas que obtuvievon beneiioe nada desprecnbles, Gracias a los re. fistros notaries podemos obserre proceses de ensiqucimiento entre un primer $i segundo matrimonio o entre el matrimonio la muerte de algunos campes hos, y poems constatar como redondearon sus poseiones, mejoravon S18 pe fos, sus rebanos incluso su nivel de via. Ciertomentee)enriquesimiento ob hido por el campesinado era limitado y no presentaba sigos externos de ijo Urbano, como joyes, alfombrs us opjetos de plata. Unicamente Ios agriculores {= parroguiassuburbanas sguieron'nweces el modelo unbano 9, atin as timid Propietarios o no, la inmensa mayoria de ls caupesinos castllanos eran hombres ites. El vesallaje haba desoparecid, sies que siguna ver exists. Mas dea mitad de ls babitantes no tenn mas efor que el te). La juriicin veal Se extendia al 5S 0 al 60 por 100 de los pacblon,segin las provincia yon 1585, €l promodio era de 589 por 100, En Aula, el poreentaje superaba ct 60 por 106 Y si tenemos ep cuenta que el rey se habia convertdo en gan macsire de ls Sedenes militares, tambien fo uperaba en fa provincia de Salamanca y en lar fin de Extremadura. Sin embargo, en Castla ln Necva no representaba mas G1 55.5 por 100 y descendia hasta in 32,8 por 100 en la provinla de Soria. En onsccacnei, la muayoria de los pucbios prosticaba tn expec de selfgoverne ‘ment. Los vecinos elegfan anvalmente a Sus alcaldes, quienes e encargaban de hacer respetar ls ordenanzas monicipale, regladoras de Tos paston, 108 US0SY las eostumbres a venciia, la recog de bellotas, In reeopida dl madera las tales esporiieas en los pueblos de mont, Asinismo reglaban la reeaudacion {eos impuestos reales, sobre todo de la aleabaln. a asambea de vecinos desem- pefaba un papel muy importante, y més an cuando Tos pueblos eran peauenos, por lo tanto Fevesti mus importancin en cl porte qve en eh sit del teino. En samba decdia si habia que contatar an maestro para slfabetizsr& Tos nto, Concerta un trato con un medio, incar obras pabics (caminos, peentes, ste) ¥ prever Ia financiacion, ya fuera base del producto de fos biones comunale, $a fuera através dot préstamo, Ta comunidad adminsraba los ejidos © pasos Somunaes,determinaba las cehesas comunes, cs decir, los terreno reservados & ins bestas de Inbranen, por ejemplo (dehesss boyales), dima Ios eotes que podian sr integramente ealtivados , sel treitrio era insfiiente, fabs el ni- fero méxino de cabezas de ganado qe pola poscer ada vecina en el pueblo Ten logares dande Tos bosques eran abundants, como Pilacis dela Siem, crea de Burgos, la asamblea decid el nimero de robles que cada vecino pods cortar fwalmente, ya que ol pueblo era una de Is parades de posta de To asociaion general de careteros, Ta comunidad compen constituta también el eiteuto so aly fomentado por la misa dminial. La eampona de la ilesia parrogual de- Sempena un papel may importants: ania el inicio de ta vena, despues {J lempo de la rebusca, la aperture de la sieg, la ajudicacon de tieras com nals alos particlaresy convocaba alos vecines als asamblea general (coneso aber}, a in que debian sist neldiblement, suliendo pena de mula en caso de ausencn et algunos pueblos En los pcblos que se enconraban bajo juriscicién sori, lia 0 eclesis, tice, In beread de hs habitates era algo menor ya que el sor administraba LOS CASTELLANDS EN SU APOGEO bas Justia ycontoaba el goer oc, desde Iueg de manera my desigual. Sin Gas, sumgue sn Aragon y Vnenen as eonascambiaron partir de 1575, por lo menos en Casilla qua lao ing tarde ena Andslect dl Cuadalgitr dbido es muy aves, hs de 1575-1577, 1582, 1591, 159, 1597-2, 1605-1607 y 16-1616, que se suceieron com excesvarapidez para perm a reperaion, 0 deo que ls les co sechas se complicaron con wletasepidemis, como la gran peste aalca de 15971602. Resale proponsr na nterpriain enerameate stots, zero es cero que por lo mehoe un parte dels eras patos en expotaien eran irre de prmeraeaidady gue, alcabo de varios deveion.queaton atetads pol ley de rendimietos decrectente, Ho gentes qu tempat: ton dello, come lov veenas ds terior cordobes de Los Pedtoches que, paride 1580, deploraban Tas wines eansadasm, ex des, ef agotamieno del pleas de langost, somo In de 158, que se abatio sore los campos covdobeses {especialmente sobre Bujlance) yep hasta el Tao, cruinda a administra to spate de responsabligad ya queym parr de 1575 increments Ie pest fica, lo qe empeon ins condiciones de ida de fs etn pesins. Adem al vender ssematiamente fn ballon, parti de 1580, i a. Iinstacon dspoteys ales campesinos que fs elvan deve hata tiempo, tungue sin deretho; tod elo desencaen el Exado del campesinad sn ea Ge stiznbs ls alos come terra sommes, Eta simaion se apavo cuanto itadministcin ret os peste a empexinado "Tambiga ex poble qe el sontinuo aumento de a poblaion que se prod hast el ao 1580, sprosimadamert, o se ese sconpanado port increment Carro de 1572, Po is, Biblioteca Ne clonal 126 LA ESPANA DE LOS AUSTRIAS (1516-170) similar de la prosuecidin eras 1a década 1560-1570, Es decir, se produjo un blo- queo malthusiano que engendré desnutricidn, Con toda seguridad, durante tos fos de la gran peste, Ia enfermedad utacé a los pobres mal alimentados en pri- ‘mer lugar. Los testimonios se repiten como un leit motiv: «Ruines alimentos, hambre, falta de mantenimientoss. En Santo Tomé del Puerto, cerea cle Segovia, s6lo cineo de los 218 muertos en 1599 tenfan algo de comer: en Sepilveda, el ‘corregidor escuibfa el 26 de abril de 1599: «Todas las personas que en esta dicha vylla an muerto y las que al presente estan enfermas en ella y su tierra son pau perrimas y que ao an tendo ny tienen con que se sustentar ..». En todo caso lo Gierto es que la epidemia diezms tanto las zonas rurales como las eiudades. En ‘Tierra de Campos, por ejemplo, hubo pueblos como Pornar, Vllarén de Valdivia, Sasaimén y Sandoval de la Reina, que perdieron de un 20 a un 35 por 100 de su poblaciGn, Mas al norte, Ona y los pucblos de la Trasmiera padecieron trégica mente la epidemia; lo mismo sueedié en Gutierre Munoz, cerea de Avila, Santo Tomé del Puerto, Lavajos, Nieva, las tierras de Sepalveda, las de Aranda de Duero y taatos otros pucbios de Asturias, Galicia, Castilla le Vieja (provincias de Valladolid y Avila), Leon (alrededor de Toro) y Extreniadura, El campesinado intent6 adaptarse a la situacion adversa y, en esta Tinea, se hha podido constatar que existfa una tendeneia mny marcada a reemplazar los bue- ‘yes por las mulas para la labranza, sustitucion eostosa ya que las mulas consumian bran cantidad de cebada y no se reproducian. Sin embargo, Ia mula, a causa de I rapidex en el desplazamionto en la labranza, se adaptaba mejor a la extraordi- naria fragmentacidn de] suelo que caracterizaba a Castilla ta Vieja. Ea la Bureba, por ejemplo, el tamano medio de las parcelas oscilaba entre 25 dreas y algo mAs fe una heetétea. En los pueblos de los alrededoves de Valladolid el promedio cra de media hectévea aproximadamente. David Vassberg cita aun vecino de Me- nasalbas, cerca de Toledo, que posefa en un mismo lugar 15 parcelas de dimen: siones muy distintas, de 60 Sreas a cesca de 10 hectireas. En estas condiciones, incluso en La Mancha, donde Ia media de las parcelas era superior, la utilizacign dde mulas era un medio para paliar la consiguiente pérdida de cempo. ero a partir de 15%, y por las rezones que fueran, se puede formar una larga lista de despoblados. Annie Molinié ha encontrado, en esa fecha, més de 140 despoblados, 91 en Ia provincia de Salamanca y 17 en la de Segovia. Eran tierras frias, donde regfa el wafo al tercio» mas que la zotacién bienal El proceso de abandono de Ins tierras, fomentado por la serie de malas case- chas de finales del siglo xvi y el endeudamiento, se aceleré en el siglo xvt, esti rmulado por nuevas crisis graves, Ia de 1605-1607 y la de 1615-1616. FI flujo mi- eratorio hacia cludades como Madrid y Sevilla pareve indiscutible. El crecimiento {de Madrid en los primeros aios del siglo Xvitsleanz6 un ritmo tal que hizo per- der Ia calma a los habitantes de fa época. La poblacién de la capital se triplicé fentre 1590 y 1630, pasando de 50,040 a 150.000 habitantes, aproximadamente De todas formas resulta verosimil pensar que el éxodo rural castellano redund6, cen provecho de las tierras andaluzas y murcianas, relativamente menos pobladas ¥y menos afectadas por las crisis citadas, excepto por la de 1605-1607, durante Is ‘cual el precio de los cezeales alcanz6 el récord del primer cuarto del siglo Xvi Vicente Pérez Moreda ha podido constatar que In emigracién y la alta tasa de mortalidad provocaron la pérdida de una tercera parte de la poblacién en mume- a bis LOS CASTELLANOS EX st APOGEO nD rotos pueblos eel interior (en ls segiones de Segovia, Av compliad a veces con epiemias (lf de 1605 41607), snlayo en est proce se ¥ en el pueblo de El Mozoncllo, por ejemplo, las puntas de mortlidad de 1615-1616, 1651-1632 y 1646-1649 «fueron acoinpaadas por La seducién anterior y simulta dela prodcion de alimentos. AKora bien el éxode fe tan inpor fante que ela prodoccion agraria en el siglo XV" no descend tanto como la po bincion rural, por fo menos en algunas zones, yen consecvenca el produto agra. vio per eapte podo aummentar, salva en ls periodos mi ritios» #1 citado autor explicn as a aventura de las dos primerasgeneraciones del silo xvi ia y Soria), El hambre, ‘Con motivo de tas mis graves crisis de mortlidad come la peste Je 1596-1602, 4 de otos factors tonto 0 mas importantes que aetuaran slo largo del Seiscientos, fntre Tos que la emigracintuve que ser de les as decisive, a poblociin rural del Interior descend ostensiblemente, af menos durante un lrg periodo de la primera parte del siglo. Los fendmenos dela moralidad eatatrfieny dela erniracion po Arian haber provocado, como se ha canstatado en otras muchas osasiones, mecatis ‘mos de redisribuciin de los medios de produecién, en coereto de fa itt, entre los supervvients de cada localidad. En conseeuebela, la producisn no descenderla al mismo ritmo ni en fa misma proporeién que lx poblstén por ia dedicicion al ‘ultivo de Tos mejores terenes, una vez tedstibuida Ta propiedad, @ al mienos el uso de In tierra, por el juego de las horencasy ls nuevas adqusiciones comecues tes a una répida despoblacén. La poblacion rural ~es deci la mayor parte de le Poblacion disinssa ai en un primer momento mis que Ia produccién tercole Yor tanto preset arco per copia Ia prods Ge ajo aries Esta hipstesi pace confimada por los trabajos de Gonzalo Anes y de Angel Gavein Sanz, y ofece in gran interes, pes expla la genesis Ca lento remace mento aleror. CONDUCTAS ¥ CREENCIAS Penetramos ahora en un terreno dificil, un auténtico yacimiento histérico en el que efectué una timida incursién hace cerca de veinte aiios. Actualmente po- seemos algunas certezas y podemos aventurar ciertas hipétesis sobre el comport miento y las ereencias de los eastellanos en su €poca de gloria Inctinacién ala violencia -Habia muchos hombres cuya vida se confundia con la préctica cotidiana de la violencia; mis adelante volveromos a hablar de este grupo social ciertamente nu meraso, como lo prucba la frecuencia de las rilas —sobre todo los dias festivos, dedicados al juego y la bebida—. Bastaba con muy poco, un insulto («palabras de cniojo>, «palabras feas»), para que dos desconoeidos o incluso dos amigos lle~ gasen a Ias manos. Si un grupo de estudiantes se encontraba con tin grupo de fe LA ESPANA DE LOS AUSTRIAS (516-17 artesanos y habfan bebido se cruzaban desafios y se pegaban. Lo que era més grave era la facilidad con que socaban el cuchillo 0 desenvainaban la espada por ‘una naderia, causando heridas o incluso la muerte de hombres y mujeres, pues stas tampoco se hallaban a salvo. ‘Debemos aclarar que la violencia no era patrimonio de las gentes de condicién modesta y desprovistas de cultura. La violencia universitaria era tal que acabo por dar mala reputaciOn a las universidades. Segiin Richarel Kagan, «lt compe: tencia y Ia rivalidad combinadas en las elecciones del profesorado por parte de los estudiantes constituyeron una herida abierta durante decenios, fuentes de vio- lencia y de constantes desordenes, hasta que intervino el Consejo Real en 1623». Pero en 1632-1636 resurgieron los conilictos con fuerza renovada, de tal manera que bandas amenszadoras de estudiantes recorrian de noche las calles de Sala- anca 0 de Valladolid armadas de mazas, bastones y hasta pistolas. Resulta ex plicable que los padres intentasen retcasar el ingrese de los hijos en la universidad para protegerios, Ninguna categoria socfal estaba exceptuada de ta inclinacién a la violencia, Los caballeros de las ciudades andaluzas se batfan en duelo con los pretextos mas fotiles. En Andgjer, en el afo 1614, Martin de Benavides se eruz6 con Martin de Piedrola, que no le gustaba, y que le mirsba con insistencia: «,Qué miras té, villano?», djo Benavides: «mientes», contest6 Piedrola, desenvainando inmedia- tamente, Y se batieron en duclo, En 1618, en Ubeda, uno de los asuntos mas espectaculares del siglo finalize con un asesinato durante una misa solemne de jubileo, en el momento de la comunisa de los fieles, en fos peldafios del altar de ta capilla de los reyes; Juan de Cazorla muri a manos de Andrés de Ortega Ca brio, y eran dos eabulleros, ‘Tampoco se salvan algunos miembros del elero, por ejemplo, en Iznatoraf, Sancho Roman, sscerdote y comisario de Ia Inguisicién, ‘Quien amenazaba, maitrataba, apaleaba y abofeteaba, Otro sacerdote, Sebastian Cabrera Navarro, de Carmona, apufialé a uno de sus enemigos en su propia sa rst, Sebastian Lépe2 Clemente, irascible eclesisstico de 65 aflos, también co- risario del Santo Oficio en Castillo de las Guardias, golpe6 e hitié a cinco o seis personas, una de ellas sacerdate como ¢l, y leg6 9 matar a la hija de uno de sus criados, Elisabeth Balancy ha estudiado unas treinta causas criminales andalzas que tuvieron lugar entre 1580 y 1680 y ha podido constatar que, en si mayoria, se prodyjeton entre personas que se conocfan muy bien, miembros de la misma far nila incluso esposos © amantes, compaiteros ce trabajo o vecinos. Con gran frecuencia se asociaban los protagonistas principales amigos y cOmplices, sin hablar de fas batallas organizadas que enfrentaban a bandas rvales, como sucedi en Anteguera en L647 donde las de San Juan y San Jaime, con veinte personas por bando, que acabaron eon numerosos heridlos y dos nifids muertos. Los desa- fios se cruzaban con la méxima publicidad y, por Jo tanto, se producian en la calle, en las plazas piblicase incluso en Jos recintos sagrados de las iglesias. Las bbofetadas se daban con la mano bien abierta para evidenciar la intencion-ofensiva 4 ls insultos se proferian casi siempre en publico para obligar al ofendido a reac- Cionar, so pena de maneillar su honor, La violencia se generaba por eausas muy diversas, tales como litigios comerciales, problemas de lindes, rivalidades amoro= sas, pasiones sexuales y agresiones contra el honor. Ni siquiera los nifos hallaban, EI Redentor, de Bl Gre 0, Catedral de Toledo sgracia ante ta brutalidad de los adultos. No escaseaban los hidalgos violadores, como Andrés Gomez de Vera, gobernador de la fortaleza de Villamartin, alcalde de Ia Hermandad y familiar del Santo Oficio, quien en 1584 fue acusado de haber ‘deshonrado una joven sevillana después de haberle prometide. matrimonio, embarazado a una muchacha honorable de Villamavta, raptado a una muchacha de Areos para abusar de ella, y desflorado a otra» Resulta fécil adivinar que la violencia invadia también el lenguaje y las muje- res no se quedaban atrés a la hora de aportar connotaciones sexuales: «Vieja puts, te cortaré el euello ... Ten cuidado, perray. Sancho Romén, el temible ecle= Sifstico de Izatoraf, no se contentaba con llamar a sus enemigos jurades, 10s Vaca, «grandisimos trukanes», sino que insultaba a los paseantes con palabras tales como: ecornucles, bribones, pleatos y Indrones». En Baeza, Juan de Barrio- nuevo increpé piblicamente a Ponce de Molina y Cabrera, «veinticuatra» de la ciudad, lamindole «judio, hijo de quemada en la hoguers, ven conmigo a la igle= Sia y te ensefiaré el sambenito de Gomez Garcia de Molina», Juan Lucero LOS CASTELLANOS EN SU APOGEO 9 | 130 {Un ESPANA DE LOS AUSTREAS (516-1700 ba contra Diego Quintero expresiones tales como: «perro judo, tu sambenito esté colgaco en Ia iglesia de Santa Marfa. Los nifos tenfan también la lengua muy lnrga, como la pequedia Rafaela, que trat6 a Bartolomé Suérez de «viejo de rmierda y pags cl insulto con su vin, pues éste la mat6 a patadas, Tia caza, verdndera pasién nacional, constitula para la mayor parte de la po- blacidn una derivacion de Ia violencia, ya que no ora tnicamente lo diversi6n pre- ferida de los monarcas, Las incontables ordenanzas municipales de que dispone~ ‘mos, que se aplieaban en todo el territorio, muestran en primer logar que la eaza\ estaba permitida a todos los vecinos del municipio. Los plebeyos ostentaban, pues, el derecho de eaza y lo usaban ampliamente, Y esto sucedia no sélo en Ios pueblos bajo jursdiccién real, sino también en los estados sometidos a un sefior Por lo que respecta a la caza menor (iebres, conejos, faisanes, perdices, codorni- ces, tordos, ete,), [as dinicaslimitaciones existentes eran las reservas reales 0 se- Aoriales (cotos y. eventualmente, Is reserva comunal, dehesas) y el tiempo de vveda se establecfa desde el martes lardero hasta finales de mayo o hasta San Juan, segdin los casos. La caza mayor estaba mds reglamentada pero, a menudo, queda: ba abierta para todos cuando este tipo de eaza (lobos, 050s, ciervos, jabalfes y ceabras monteses) daaaba gravemente las cosechas. Sin embargo, Ia caza era prix vativa de los vecinos de cada municipio y, por tanto, estaba probibida a los foras teros, salvo acuerdo entre las comunidades vecinas Los poderes pablicos veian en la caza un provechoso entrenamiento en el ma- nejo de las armas. La considerable abundancia de piezas de caza en un tertitorio, mayor que Ia Francia de entonces, aunque con la mitad de poblacion, ast como ta consideraci6n antes citada, explican la frecuencia con que se levantaba la veda, exceptuando algunas reservss. Las ordenanzas de Losca, por ejemplo, autora ban a todos los veeinos a eazar con ballesta ciervos y jabalies (fuera de las reser vas) «ya que la préctica en el manejo de Ia ballesta es muy necesaria en esta ci dag, con mas de doce leguas de costa, a donde Heyan los moros para capturar ctistianos®. Poco a poco, las autoridades descubrieron tambign que la caza pro- porcionaba la oportunidad de entrenarse en el manejo de las armas de fuego y Is Pragmaticn de 1617 que autoria$ «su uso para In eaza» no hizo més que sancio ‘Debemos afadir ademss que la caza procuraba tun complemento en alimentos ‘cétnicos y que las ordenanzes municipales se cuidaron muy bien de reglamentar sat venta en los mezcados coa el fin de controlar los precios, En algunos muni pios, como Carmona, cerca de Sevilla, se Hegaron u nombrar eazadores oficiales, La violencin no perdonaba lo sagrado, victims de los excesos del lenguaje. Castellanos, vascos, gallegos y andaluces blasfemabsn a més y mejor. Jaime Con- ‘reras, al estudiar las blasfemias galleyas. ha descubierto que son parecidas a las del resto de tus regiones, Solian ser antropomérficas y aludian a Ia cabeza, al vientre ¢ incluso al trasero de Dios. También se metfan con las entrafias de Maris Y los senos de santa Agueda. A. los santos se les dab el tratamiento de cormudos Y un hidalgo de Compostela aventur6 incluso un «Cristo, briboa y cormuda». El Soldado César Olimpo, que acababa de perder cuatro libras, exclamé: «Virgen, mala mujer, Dios bribén y cornudo, mal aflo hayas ty tus santos». Sin embargo dominaban las blasfemias simples, como «reniego de Dios» 0 ano creo en Dios» y e [os 276 blasfemos eondenados por el tribunal de Santiago (Galicia) entre Bsa esculura de Eva, obra de Alonso. Berrie, hace juscia especial preterdida horror at ‘erpo que sention Tor exparioes ‘el Siglo de Oro. Bajorretieve del coro de la eatedral de Toledo 1530-1548 Divs (54,3 por 100), 29 con los santos, 24 con Ia Vitgen, 23 con Cristo y 16 con | Eucaristia. En ott0s sitios, por ejemplo en Toledo o en Andaluefa, en el mar quesado de Comares, se explotaban los mismos temas. Ademés fa blasfemia casi siempre constitufa una reaccién humoritica tras un contratiempo, una pérdida en el juego 0 una decepeidn evalquiera vou Resistencia al sentimiento de eulpa por los placeres del sexo En diversas ocasiones he expresado mi escepticismo, y no puedo dejar de insis- tir en él, sobre el pretendido «horror del cuerpo» gue experimentaban los espao: les de la €poea, Disponemos de muchos testimonios que ponen en evidencia wna sierta relajacin sexual y una resistencia real ala rigidez de Ia moral tridentina. Si ‘ | | bien es irto que los Grganos sexual reciban en los textos el elifcativo de | i partes vergonzosas», habria que analizar el sentido exacta de evergonzosor y Ia ‘causa de que se sustituyera por Los labradores del Ung, capo canal seresents In produtvidad de Ia ona, se comtaron ents los princpais proveedores de prano de Barclonnyse cmp: ron en mejorar ls vis Je comuaicaion ene la capital y el Urgell en 1839, 1559 Y ISSI. Se fmazon muchos auevos cotratos para la explotacion de baldos, con foumas poco gravosas, como la enfiteusis el reparto de fritos en proporciones Yatiables, sega la naturatees de los products” tio, vito, ciao, et. Los grandes senoes,especisnente el duque de Cardona, que tenia 2.000 hoses Ls LA ESPANA DE LOS AUISTRIAS (151678 Ueda (Joen), wna ciudad de crea de 5.000 fugos (20.000 a 22.000 habitants, de Lor que ‘cerca dela mtd se dedcaban a actividades agricole y ganaderas vasallos, se aprovecharon de este crecimiento, aunque en una medida modesta y soportable, La primera mitad del siglo xvi conslituy6 una fase de prosperidad para los agricultores catalanes, ya que Ia atraccién de los mercados exteriores mantuvo los precios de los cereales, la fruta, los aceites y los vinos. Abunda en los textos las referencias a la riqueza agricola del Campo de Tarragona y a la fertilided del Urgell, excepcién hecha de los aos 1627 a 1631, en los que Ia sequia provoed ppenalidades e incluso e hambre en el Campo de Tarragona y la Ribera d’Ebre, Con todo, ef panorama era seductor: los campesinos ampurdaneses producian sds arvoa del que consumian, los de las zonas costeras se convirtieron en produc: tores de citricos y exportaban a Francia naranjas y imones y, en el valle del Sepre y de Ia Ribera d'Ebre, plantaron moreras para Ia eria de gusanos de seda, que ‘se produoian en Ia reién de Tortosa. Como el.camnpo eataliin eseapé a la presién. Fiscal a que era sometido el castellano, el campesinado catalan distrut6 de una coyuntura favorable hasta mediados de Ia década de 1630, logrindose un ereci mento demogrifico real, aunque luego se haya exagerado. Los OTROS EsPAROLES 9 En Aragén y en el reino de Valencia, por el concrario, muchos eampesines y habitantes de pucblos y pequetias ciudades estaban sometidos al régimen sefo- fal. Por desgracia, no contamos con estudies sobre el régimen senorial aragonés, ni tan s6lo con un ntimero de monograifas lo suficientemente representativo, ya {que tnicamente arzojan luz sobre la euestin los estudios realizados en el conda do de Ribagorza, Caspe y La Almunia Indiscutiblemente, los hombres libres del campo o la ciudad de dominio real sisfrataban de mejor suerte que los que se encontraban baja jursdiecién sefrial Se hallaban sometides al derecho comin de los fuetos, es decir, que ostentaban tun sinus realmente prvilegiado; el rey no les podia exigit el pago de nuevos im- paestos sin el consentimiento de las Cortes del Reino; nadie les podia imponer €l alojamionto de soldados en sus eases; los detenidos debian ser conducidos de inmediato a las ciceles pablicas, ningin jucz podia proceder secretamente contra cellos y tenian la garantia de no sult torturas, a no ser que fueran monederos falsos. Todos los miembros del tercer estado que no dependisn de un settor dis- frutaban de los derechos mencionados y no debian pagar ningiin impuesto sobre cl producto de sus tierras, de tal manera que los labradores sin amo, los artesa ‘os, Tos mercaderes ¥ los profesionales liberales de las ciudades bajo jurisdic real eonstitufan una sociedad libre, como habia pocas en Europa, Desgraciada mente no conocemos la geogratia exacta de los pueblos de realengo y de seftorio, ‘que por otra parte era de una gran complejidad, El condado de Ribagorza, por ejemplo, comprendia 352 pueblos y 4,600 fuegos, pero tinieamente dependian del senior 165 localidades y un centenar dependin de la jursdiccién de los senores intermediatios, ‘Sin embanyo, la situacién de las gentes sujetas a un sefior eva muy incémoda y la soportaban con difcultad. En Caspe los vasallos,divididos en crstianos vie~ js y moriseos, tenfan la obligacién de entregar al sefior una parte importante de la cosecha: en” 1612, los cristianos viejos debian aportar una cuarta parte de los cereales y del azafrin y la octava parte del vino y de las aceitunss, salvo en algu- ras zonas en que la coniribuciGn se Hmitaba a la décima parte de la cosecha; en ‘cuanto @ los moriscos, debian entregar la cuarta parte de todas sus cosechas, ex ‘cepto en las nuevas tierras itvigadas de La Herradura, donde silo regia la séptima parte, En Novillas, que dependia de la orden de San Juan de Jerusalén, los cam- pesinos hablan de entregar algo mis de la octava parte de sus cosechis (cuatro partes de treinta y una y media). Incluso en las cartas de repoblacién convenidas con Ios inmigrantes tras la expulsién de los moriscos, las exacciones sobre las co sechas de grano y vino eran bastante importantes y, naturalmente, se aftadian al diezmo; tal era el caso de Lumpiague, en las tierras del conde de Aranda, en 1627. Ademas, los campesinos se veian obligados a hacer moler su grano y pren: sor su iva y sus aceitunas en los molinas y lagares seforales, sin poder por dere cho construir los propios; en Caspe, sin embargo, la comunidad logro apoderarse de la propiedad del molino en 1602, Las mismas gentes de Caspe o de Novillas tenfan que usar Ias barcas del senor para atravesar el Ebro, y pagar un peaje ‘anval para poder hacerlo, Las exacciones seforales también aleanzaban al gann- do: los ganaderos de Lumpingue pagnban e) uso de los pastas del conde de Aran: dda entregindole un cordero o un cabrito de cada ocho. 130 LA ESPASA DE LOS AUSTRIAS (1516-1704 Lo que es més, algunos seiores ejercfan con extremo rigor su derecho de jus- ticia, En 1556 el sefior de Ariza, Tuan de Palatox, hizo ejecutar por garroie a cuatro de sus vasallos; en 1560, Juan de Bardaxi, sedtor de Ob6n y de Aleaine, hizo colgar a un vasallo porque queria apelar a la corona. Diego de Heredia, seflor de Barboles, hizo ejecutar a dos siervos por graves acusaciones, aunque sin jnicio previo, En 1602, ef duque de Hijar, sin proceso alguno, hizo azotar y marie cen el garrote a cuatro de sus vasallos de Belchite: «La vida de los vasallos estaba ten manos de los sefores», Es cierto que las ejecuciones capitales en los dominios sefioriales fueron eseasas, pero Ia existencia de un privilegio como aquél, derecho ibsoluto de vida o muerte, da la medida del poder senorial, que controlaba total- mente la vida econémica ¥ la administracion de Ins comunidades, reduciendo a los sibditos a su simple fuerza de trabajo. Tal cosa es lo que significaban, por poner un ejemplo, las normas redactadas en 1598 por el conde de Séstago para sus vasallos de Pina. La situacién era similar en el reino de Valencia, donde ls tres cuartas partes del tesrtorio se encontraban bajo jurisdiceiGn seforial, easi totalmente Iaica (80 por 100, contando los seforios eclesidsticos). En 1609 habia en Valencia 186 tit lares de feudos, de los que 157 eran nobles, y § de ellos magnates: los duques de Segorbe, Gandia, del Infantado, Lerma y Mendas; el marqués de Guadalest yeel conde de Cocentaina. Los otros sefiores eran los eomendadores de las ode nes militares (19, 13 de los cuales de Ia orden de Montesa), 9 obispos 0 monaste- tos y la propia ciudad de Valencia, James Casey hia ealeulado que la quinta parte de la renta agricola revertia en los seiores y que Ia mayor parte de esta renta estaba constituida por Jos derechos feudales. Era una proporcién sensiblemente ‘mas alta que en el conjunto de Espafa y 10s vasallos de e80s senores, cristianos viejos o moriscos, se encontraban en situacidn de gran dependencia con respecto Bsta explotacién maximizadora, que slo daba a los campesinos la posibilidad dle In subsistencia, puede explicar el largo inmovilismo de los campos valencianos. Todavia de 1600 a 1680 In mayor parte do la proxtuceidn agricola estaba constitu da por granos, precisamente con el objeto de garantizar la subsistencia, como Io demuestran numerosas serie de diezmos: representan casi las tres cuarias partes de la produccién agricola, el 59,4 por 100 en el caso del trigo, el 5.8 por 100 la cezbada y sélo el 3,7 por 100 el arsoz. Sorprende constatar que la produccién de seda era importante tinicamente en el valle del Jicar, la regién de Orihuela y, sobre todo, en la zona de Algemes(-Carcaizent. Fl valor de la produecién vinieola igualabe aproximadamente a la de seda. Los campesinos de las colinas estaban casi completamente dedicados a In monocultura: en Morella, el 90 por 100 de la produccin era grano, ‘A pesar de su gran fuerza y cohesin, los grandes seniores valencianos vieron cémo se debilitaba su situacién al producirse Ia expulsiin de los moriseos, que siempre aban intentado evitar. La brutal reduccién de la mano de obra disponi- ble s partir de 1609 produjo un alza imparable de los salarios agricola, y el ani- car valenciano perdio competitividad. Los seftores se vieron obligados a conceder los repobladores condiciones algo menos draconianas; asf, en el valle de Ux6, al redactar Ia scarta pucblay o contrato de establecimiento, el duque de Segorbe exigia Ta cuaria parte de In cosecha y los eampesinas sélo ofteesan un doceavo, EL acuerdo se fijé en un sexto. nn: Las o7nos esPaRouEs, 1st Es cierto que los campesinos erstianas vigjos sacaron purtido de la expulsién de los moriscos. La repoblacién de las tierras abandonadas se hizo en su mayor pate a partir de fos pueblos valencianos de cristianos viejos, cuyos habitantes, reducidos a pequenas parosins o desprovistos de tierras, pudieron, por medio de Js cartas pueblas, obrener posesiones mas vastas. Para reemplazar a las 130 fam lias moriseas del pueblo de Catadau, Negaron 46 familias eristianas, de Ins cuales sélo siote eran extranas al reino (tres de Aragon, tres de Galicia y una de Ibiza} De las 46 familias que fueron a instalarse a Pedralba y Bugatra, la mayor paste Ulegaban de los alrededores més inmediatos y sélo 14 procedian del exterior (seis ide Aragén, cuatro de Casilla, uaa del Pais Vasco y «res del Languedoc). Pero, alo largo de toda la primera mitad del siglo xvi, la reduecion de la fuerza de trabajo produjo el estancamienta agricola Un carpinero. Detale del Expo- io, oreparo dela tinica de Cris to, ona de Tas mis elebres tla de Bi Greco, com el precio de la eval ‘et cabildo de la Catedral de Toledo no extuvo de acuerdo, Catedral de Toledo LA ESPARA DE LOS AUSTRIAS (5167) Origen geosrafio de los eaballeros de la orden de Santiago. Segdn Martine Lambert Gor 03, Les Basco-Na is dans Vordce militaire de Santiago (1580-1620), tomo I, p. Ejemplar mecanografiado, Pas, 1979 La negativa influencia del régimen sefiorial en el dinamistno ereador de la po- blacién sometida queda demostrada por fa contraprueba de Ia ciudad de Caste- Won de la Plana y su tierra, que era de jurisdicei6n real y de la que los contempo- rineos han resaitado la prosperidad. Castella era una ciudad agricola; en 1680, 1 60 por 100 de la poblacién vivia de Ia agricultura e incluso podeia decirse, ana lizando biea ta fuente, que era del 75 al $0 por 100, Los habitantes de la ciudad eran propietarios de la mayor parte de Ia tierra y habia una categoria de slabra dores ricoss. La impronia feudal se habfa relajado lentemente. Solo una euarte parte de Is huerta, la zona més fet, estaba gravada por rentas sefioriales y «el ‘peso sobre la tierra era minimo», el 1,59 por 100 del valor. de la tiezra en 1608, Resultado: espiritu de iniciativa, dinamismo evidente, Aunque el trigo seguta slendo el producto esencial, no cjercia una verdadera tirania. La superficie de los cultivos, especialmente de irigacién, aumento en gran medida. Entre finales del siglo xv (1398) y 1608 se dobl6 practicamente la supertice irigada: 20.968. fane- 4gadas ante 11.501. La diversificacién de los cultives era real, pues las habas y el ‘alamo competian con el trigo por la huerta. El hecho de que los vinedos dismi= nuyesen no era una mala sefl, pues los campesinos preferian importar el vino 1 bajo precio de otras zonas del Pals Valenciano y asi poderse dedicar a otros caltivos més apropindos, como el céiiamo y Iss moreras. La gran expansion de los algarrobos se debié al reemplazo que se hiza de los bueyes por mulas y cabs llgs (que consumen muchas algarrobas) para el laboreo. En. 1608 los algarrobos ‘ocupahan el 20 por 100 de Is superficie culivada y las algarrobas evalians el 18, por 100 de la production agricola. VALENCIA, BARCELONA, ZARAGOZA ¥ LAS DEMAS, {REPUBLICAS URBANAS? Los habitantes de las ciudades de la Corona de Arag6a vivéan en un mundo profundamente distinto, cuya pacieate elaboracisn ya hemos expucsio en anterio- res capttuls, in medida, lograron una relativa independencia respecto a los grandes sefiores y el soberano. Es cierto que tampoco se puede mantener Ia tesis de una democracia urbana: en Zaragoza, Barcelona o Valencia residia un vierey que enearnaba el poder mo- uico, y su influencia era grande. Ademis, en cada una de las eapitales habia sna Audiencia, tribunal de gran prostigio y poder, euyos juoces expresaban la voluntad del rey ¢ intentaban hacerla respetar, entrando a veces en coatradievién con las fueros de los reinos de la Corona de Aragon También habia en cada una dde esas ciudades un tribunal de la Inquisiciéa que dependta directamente del Consejo de la Suprema, que respondia ante el rey, quien a menudo aprovechaba, estos tribunales como agentes del poder central, con el objeto ce someter a sus stibatos de Aragon a Ja ley comin, marginando los fueros propios. Asf sucedis en el oélebre asunto de Antonio Pérez, en 1591 (véase el capitulo siguiente) El control real se ejercié en gran parte por una mediatizacién del sistema de la insaculacié que regia el funcionamiento de la vida municipal. Las magistraturas ¥ cargos municipales se cubrian a partir de listas de gente apta para ejercezlos, los insaculars. La corona se aseguraba el control revisunddo meticulosamente aque las listas segin el parecer de sus agentes (los vireyes, el gobernador de Aragén, Jos auditores, ete.) y, eventualmente, modificindolas. Asi, en 1628 los enviados de la munieipalidad de Zaragoza ante el Consejo de Aragén en Maudrd propusie= ron una insaculacié de 268 nombres, La lista real aumnents sensiblemente, hasta Jos 370, gracias sobre todo a la apinin det pobernador, El objetivo de la manio= bra era introducir en el gobierno de la capital de Aragon a elementos favorables, 1a politica inspirada por Olivares, Por cia parte, resulta evideate que las categorfas dominantes (nobleza local © estament militar, patriciado de los ciwiadans honrats, metcaderes y artesanos rieos) detentaban tn lugar preponderante en el gobierno de In ciudad. Las insti- tuciones municipales, a pesur de estas limitaciones, tenfan un cartcter més repre sentativo que en las ciudades de Castilla 0 Andalucia, pues suponfan la pagticipa cidn de muchos elementos en la gestién de la ciudad. Ademés, las magistraturas eran anuales, de modo que nadie podia perpetuarse en el poder. {Cul era la composicion de la asamblea de Valencia? Fstaba compuesta por 65 miembros de corporuciones de artesanos y mercaderes, dos por corporacién, elegidos por los jurados del ano anterior de los cuatro que proponta cada corpo: racién, aunque Ios jurados habfan adquirido el derecho designar a su antojo Be 154 LA ESPANA DE LOS AUSTRIAS (1516-17) diez de los 66 miembros. Luego segufan los 48 miembros que representaban a las trece parroguias de ln ciudad; ésias propontan ocho nombres y los jurados acep- taban cuatro de ellos. No sabemos exaclamente céuo efectuaban sus designacio- nes las parroquias, dnicamente hemos podida constatar que en el siglo XvIt se enconttabsn en las parraquias muchos mereaderas y artestinos que reforzaban ef papel de los oficos, cuatro nobles, cuatro sjuristas» y treee nobles que completa: ban los efectivos, en compania de los magistrados del ao anterior. Esta asamblea designaba a los jurados al azar y los dos primeros afortunados eran Tos juraus en cap. De este modo se lograba una representacion amplia y diversiicada, aunque menos de lo que parece a primera vista, pues los propios cabecillas populares representaban a la pequetia burguesla de los oficis. Por otra parte, las coaccio- res que se daban en Ie eleccisn de los cuatzo jurats (dos nobles y dos eliadans hhonrars) hacian que on la propia Valencia hubiese apenas noventa o cien familias que estuviesen en condiciones de competir por los altos cargos. El sistema barcelonés no era muy distin, Los IM miembros del Consell de Cent se repartian ast: 64 representantes de las corporaciones (32 «artistas», es cit, miembros de las profesiones intelectuales o juridicas y 32 menestrales, miembros de los medios industriales), 32 mercaderes inseritos en Ia Llosja y 49 nobles y eluadans honrats. La originalidad de Barcelona consista en que los no- bles propiamente dichos, miembros del estament militar, no gozaron durante mu cho tiempo de la cantianza popular y sélo fueron admitidos en el Consell a partie de 1621. Este gobietno municipal, que a pesar de algunas reservas podemos eonsiderar representativo, no estaba en absoluto limitado a Barcelona y Valencia. Con alga nas variantes funcionaba en Gerona, Castellon o Zaragoza, por ejemplo. Y las diferencias que se pueden observar entre estas ciudades correspondian a su parti cular personalidad, “Tomemos el ejemplo de Gerona, Ia tercera ciudad de Catalufa después de Barcelona y Pexpindn, Era una ciudad eetcana a la frontera francesa, de mode ‘que se preocupaba en estar bien defendida. Los habitantes vivian al abrigo de una resistente muralls, coronada de torres, como la torre Gironella la torre eua- ‘érada del Llamp y otra torre redonda, muy sélica, Habia una multitud de puentes y pasarelas sobre el rio Odar, por donde tambien llegaba el peligro, pues las cre~ idas de este rio son temibles, A mediados del siglo Xv1, como cien aos mas tarde, los gerundenses eran ante tode artesanos textiles y de la confeccién (carda- ores y teledores sobre todo, aunque también sastres), del cuero y, accesoriamen- te, dei metal, mercaderes y comerciantes; tanto en 1558 como en 1651, mis de Ja mitad de los cabezas de familia (rabajaban en estas profesiones. El sector agrh cola, por el contratio, era casi inexistente, Gaicamente habia algunos hortelanos, pastores y carboneros. Por otra parle, Gerona también era, como por ejemplo Orihuela, una ciudad clerical, sede de un obispado y dotada de uns catedral mo- snumental. En 1631 tenia unos 200 sacerdotes, entre los que habla 36 cansnigos de Ia catedraly los 9 eandnigos de Samt Feliu. Ademds, habfa también alrededor dde 340 regulates: los diez conventos 0 monasterios de 1553 se conviriieron en catoree en 1631 con el establecimiento de los capuchinos, carmelitas y jesuitas En tolal, una poblacién eclesistica de 540 personas para unos 6.000 habitantes, proporcién realmente insoita, peo cn sea ey El palacio real de Barcelona, obra meesira de a arguieciura civil de ta capital cxtalana. En 1, los Reyes Cations retbleron a Cristal Collin su primer rgresa de América 1a vida municipal de Gerona reflejaba esta realidad social, El consejo muni cipal agrupaba a los elegidos en cuatro colegios: Ia nobleza de capa y espada, llamada estament mitizar, poco numerosa pero que habia conservado el rango; los hombres del patriciado 0 cittadans honrats (ma major); los mercaderes (ma mit Jana); y Tos artesanos (ma menor). Fl consistorio o ejecutivo estaba formado por cuatro jurados, uno por cada colegio. Sin embargo, se respetaba la jerarguta so: cial, pues el jurat en cap pertenecia de modo alternative a uno de los dos pritne- ros colegios. Al ser el primeso de ellos muy Timitada en niimero, a lo largo del 56 Li ESAS DE LOS AUSTRIAS (1516-1705 siglo xv! s5lo habia ocho familias nobles que pudiesen proporcionar un jurado; la base social de los otros tres colegios eta, por el contrario, muy amplia, sobre todo la ma menor, de modo que, entre los artesanos, una misma persona no apa- revi6 mds de dos veees a lo largo del siglo xv. Pero, en la préctica, el consistorio compattia el poder con el cabildo de ta catedcal. Personalidades como Bernat de Cardona, areipreste, o Francesc Pipi, vieario general, que mas tarde serian obispos de Gerona, representaron en mume- rosas ocasiones a la ciudad en las embajadas a Barcelona, acompanades de ua Jiurat, Debemos reconocer que este reparto del poder se acompafaba de una di- visién equivalente de las responsabifidades. Cuando se trataba de defender Ia chs «dad, el eabildo se ssociaba al consistorio; durante la peste de 1650 euatro eandni- 0s y cuatro comisarios de la ciudad organizaron en comin la lucha contra la epidemia; en 1630, cuando la ciudad estaba sitiada, el cabildo aportd una fuerte | cantidad de dinero, Del clero dependian instituciones tan variadas como el Hes: Pital de la Misericordia, donde se hospedaban 127 pobres en 1637, y la casa de Prostitucion, que hasta 162 fae propiedad de moséa Bartomeu Oliva, sacerdote yy beneficiario de la catedral. A instancias de un nuevo obispo se cedis el estable- fimienta a la municipaligad 'No siempre sabemos cual era la partcipacién de ta Iglesia en la direccién de los asuntos muniipales de otras ciudades donde ella era muy numerosa, mnque podemos suponer que era bastaace importante. Tengamos en cuenta que en 1617 habia en Valencia més de 600 sacerdotes y beneficiados de las parroquias, sin contar el cleto del arzobispado; y més de 1,060 monies y 938 religiosas, entre los {ue se contaban 454 franciseanos de ambos sexos, 300 dominices, 257 carmelitas, fle, Bir total, un 3 por 100 de la poblacion, Castellén de la Plana nos ofrece un ejemplo totalmente distinto, Como ya he- mos visto, se trataba de una ciudad agraria. El sistema do gobierno municipal se ‘basaba en los mismos principios: custro colegios o «bolsas», cuya composicién se revisaba cada diez. anos por un voto de Ia asamblea o se modificaba por mandate real, Las cuaizo bolsas eran: los nobles y caballeros; fos ciutadans, abogados 0 doctores en medicina; los eattstas», es decir, los notaris, farmacéutieos, pinto- res, comerciantes y cirujanos; y, finalmente, los labradores. Cada uno de estos colegios presentaba, cligiéndolo al azar, un jurado. Finalmente, un sjusticiay ‘el ejecutivo, se elegia igualmente a suertes entre los miembros de los ‘res primeros colegios. Pero cada dos anos los nobles y caballeros cedian su lugar 4 los labradores, que entonces tenian dos de los cuatro jurats. De este modo se ‘monifestaba la fuerza de la tierra en la organizaci6n municipal de Castell6n, sobre todo desde ef momento en que los nobles y cubulleros eran, ante todo, propieta- os urales El sistema era realmente representativo, aunque de cardecter elitist, pues los labradores que podian formar parte de la belsa no eran cualquiera, sino que todo ‘aquel que pretendiera acceder a cargos pablicos dela poseer bienes por un valor de al menos 20,000 sueldos hasta 1590, y 10.000 después de esta fecha. Por otta Parte constatamos que los artesanos, a pesar de sus reivindicaciones, no tenia epresentacién alguna, No eran lo shficientemente importantes en Castellon, Ob- tuvieron una sentencia en su favor de la Audioncia de Valencia, pero fue anulada por el Consejo de Aragon, que confirmé todos los escaiios de Ia ma menor para los fabradores, presiden Zoragasn, copitel de Avagér sede de wn virainato y de sna audiancia © sublewd en 1591 undo Felipe I tena contra sus fuer. Sin embargo, la defonsa dela ciudad quedo rip Adarente reducida, Piura de Velizquey luon Bewtsta Martine: del Mazo. Madrid, Museo ‘el Prado El caso de Zaragoza, estudiado por Guillermo Redondo, por su complejidad revela la preocupacién por dosificar surilmente los poderes. En las distintas bolsas se escogian a suertes los 35 consejeros y los 5 jurados, uno por bolsa. Pero alei= nos cargos municipales, como el «zalmedina», jez civil y criainal, eran de desig- nacidn real. En resumidss cuentas, los mecanismos de ascensién en cl seno del gobierno municipal muestran una fendencia a cerrarse progresivamente, una ne= duccion a la oigarquia. Ademis, la normativa de Felipe IL de 1561 prohibia & los que habjan tenido una tienda o practicado un oficio «mecinico> convertise cn jurados. Unicamente se les podia elegir consejeros, Las diftcultades financieras de la monarquia, agravadas después de 1620, pet= nitieron obtener a ciertas personas, con finanaas de por medio, la insaeulacté en las bolsas mis altas. La historia municipal de Zaragoza muestra el progresivo paso de un sistema representativo a un sistema oligéirquico, sin relacién orgénica con la vida de Ia ciudad, Pero, a pesar de tal evelucién, la vida municipal en los patses de la Corona de Aragén siguio al ritmo de la vida y las preocupaciones de sus habitantes, {La institucién municipal era lo sufcientemente viva como para acarrear el it tervencionismo militante. Los magistrados de esas ciudades se acupaban de todo, 138 [LA ESPARA DE LOS AUSTRIAS (1564170 incluso de la univers que conoss na gran expan en Barcelona, Vaten- ay Zaragora dunt e sgt Xv. En Valencia, por ejemplo, fs univers so ons en una insitacionperetameat integrads a acd Js jars ene Catgabon de prepara y modi los reglameatos, odenaban i provision de tedtasytjavon el solar de los meestos,deiberaban sabre el contenido de as fnsehunaay vipa et comportimiento de lox extantes, cada vez mss name {sos y de prosedencis més varindas medida que se entra e ig, Tr pateipacion del tere estado (ax dor buss inteiores) en cl goberao municipal condujo a que Tos expo dgentes desarolaren eh los tempos prosperdod (a potr de pinipios del sigio Mv, una espect de precedente del Wale sire Esta tacion ve fue desmoronando lentamente a lo Tago dl siglo ‘ov. Los representantes populares eel Cassio Valenlana eran mis gees = Ia pequetaburguesio que jetes populates Le Peliparia era un hombre de dere- che} Pere Tomer, que se presentaba como corto, habia sido ee de aoa Gel seinn en 16%. Quran impuesos poco elerads, ef grano 4 ajo precio y protein de lo eds locals frente alos frances. Pero tien fx cles fa mass, que se levanaban peibdsmente (106, 1619.) y.aongge pataban con in aigaraua,presionabar también para conseguir presupuestor muniipales {ue coneeiesen una gran pares sayads soi, tanto em Valencia como em Srinacta,Alcnte 0 Castelion. Las cstibsconcs de pan, etre o dincro entre fen inizentes, Tos gastos de senda ola lucha conra la prostucion mediante 2a Tas majeresjovenes que se eneontraban sols fepresentas un porcentaje muy elerado de los prsupesstos, Los gastos stnnario corida de tos, Pa Gusts, energon attics.) contin entre e17 ye 15 por 100, yl esc finals y secundaria ocapaba el tga de In Cesena: th Caselli, la mone Falidad papaba dos pofesoresssecundatios» y uno sprimarow para 1.165 fam Ts, La politica de sbesecmientos et exencil: ca gestin del abastecimiento de pan fue, quid, a fncon sen de las mnicipaliades valencianes a prinpiog Ext siglo tosh eat mes Casey. Lor ereitesnecessios pera comprar fo provocnron ct eresente endearment de las minichaldades, Br dinamismo econdmico del siglo ¥¥, resaltado por Enilin Salvador, hizo penile ents pot, EI billsate comers marino de Valencia 8 nis de siglo Sv, us fe aleanzido por la Gepresion medindos de siglo, voles dsparare Soma una flchn Geypues de 150, Las ventas de teda 9 de eid desea, de Tanascastllanas, del acar valenciano de areuoe dversos como Tos his, eauiibaban Ta balanea exterior, may maltrecha debio a las grandes inportaio- te de prano. Asuna sociedad de comereo como Vicente Jann>obtv0 gran cs henefico de 1571 01577 om lx vents desea, lan, ery gonad oro le vleneianos gue se hablanscostmbrado ala mentaldad de Ia a- tence adaptaron mal silts de sg el azar del Nuevo Mun Go presenta una dil competenia al azar local lay exportacones de eda desendioron después de ns trblsexeidas del Hcar que, en 15609 en 1627, sellewo numeroisplntacones de mhreras. Ls teedores dese, 4.000 en Va Tenn ee anode 158, eran ssl 400 en 1620, A partir de entonces, ne ness press prosper, o cs eran it que te dedicaban ala gestion de ns rentes Seroriats, como la compania Miquel Vaquero y Jun Bautnta Bandra, adminis tadores de fas rentas del dugue de Segorbe a partt de 1590, o Ia familia Sanz, que gestionabs Ios diezmos de Peniseola. Las valencianos fueron perdiendo pro- gresivamente su dinamismo econémico, mientras que los catalanes lo recupera ban Tentamente UN FIN DEL MUNDO: LA PESTE DE LOS ANOS 1647-1654 Niel Pais Vasco, ni Navarra, Aragén, Catalufa, Valencia o Murcia se vieron resguardados de los violentos adcesos epidémicos que devastaron Europa en los siglos xV1 y vil. Ya hemos sefalado el terrible episodio de Ia peste que diezms el noroeste cantabrico, las dos Castillas y la Andalucia del Guadalquivir de 1597 4 1602. Jordi Nadal ha elaborado un cuadro de las pestes que afectaron a Barce- Jona de 1457 » 1589-1590: ha contabilizado trece episodios pesiiferos, eada uno responsable de més de 1.000 vietimas a excepeidn del de 1494, siendo los sis violentos los de marzo-jlio de 1530 (6.274 muertos) y el de julio de 1589 a enero fe 1590 (11.752 fallecimicntos). Esta dltima epidemia Hews a la umba a una exar ta parte de la poblacién barceloness, Era, ni més ni menos, un ambiente de fin el mundo. Evidentemente, Barcelona no fue la tiniea que sufrié. Hubo un importante iclo de pestes de 1529 a 1533. Los allos 1629-1631 conocieron un ofensivo regre so de la enfermedad, especialmente en Catalufia, Sin embargo, ninguno de esos episodios puede compararse con la tragedia de los ailos 1647-1654, que arrasé toda la fachada mediterrinea de la peninsula, la cuenca del Ebro y el valle cet Guadalguivir, aunque no leg6 a invadir la Meseta —que, segtin parece, se vio protegida por una rigurosa aplicaciin del método del cordén sanitario—. Pero la extension de los territorios afectados, el némero impresionante de vietimas, los «dramas individuates y colectivos provocados por Ia peste, las reacciones de terror, pénico y herofmo que motivé; y, en definiiva, los duraderas efectos de la epide ‘min que arruiné una buena parte det pais durante una generacidn, merecen que el paiético ciclo de los afios 1687-1654 se considere aparte La gran peste de 1597-1603 desol6 el mundo atkintico; Ia epidemin de 16 1654 fue, en cambio, una tragedia mediterrinea. Desembarcé en Walencia en ju nio de 1647, procedente de Argel. Ya de entrada se revel6 de una excepcional virulencia y, en pocos meses, provocs 16.789 vietimas en la ciudad, més de un ‘euarto de la poblacién. En términos generales, esta fue la proporcidn que se re sist en fodas las tierras afectadas por la enfermedad, oon ligeras variaciones en Inds o en menos. Aunque en el conjunto del reino de Valencia los 46,800 fallec ddos censados vienen a representar un porcentaje algo menor, las brechas que abrié la epicemia en la poblacion de algunas eiudades o pueblos fueron enormes. En Orihuela, a partir del 23 de abril, en pocas semanas se contabilizaron 1.300 muertos y, a 15 de julio, e] balance era desgerrador: 5.000 muertos, al menos el 440 por 100. Murcia y Lorea parecen haber seguido una suerte similar. Antonio Dominguez Ortiz nos ha revelado un porcentaje similar, pero que resulta mucho mds espectacular, pues se trata de la ciudad mas poblade de las Esparias, Sevilla 460.000 muertos, el 40 por 100 de la poblacién, Hacia el sur, la peste invadid Ia ccuenca del Gusdalquivi, de In que también dio buene euenta, 160 1A ESPANA DE LOS AUSTRIAS USt6 Peto también se difundis hacia el norte estallando en algunos lugares, langu Adeciendo en otros, siguiendo itinerarios complicados, 1 menudo aberrantes, que Xdesconciertan a los historiadores de las pestes. La progresién hacia el norte pare te haber sido lenta, balbuciente: legé a Alcaz en 1649, pero hasta el atio si- guiente no atraves6 el Ebzo, por la regidn de Tortosa. Se declaré en Gerona ea Abril de 1650, cuando murié un enfermero del hospital de Santa Catalina que ‘debid comprar unas ropas infectadas @ un soldado procedente de Tortosa. Ea. ‘cualquier caso en Gerona, donde Josep Clara ha hecho un anilisis ertico muy riguroso, la eantidad de victimas lleg6 ul menos al millar, lo que representa entre tun 18 y am 20 por 100 de la poblacién, de julio a noviembre de 1650. En Zaragoza las evaluaciones son muy dispates, de 2,500 (10 por 100) a 7.000 (30 por 100), En euanto a Huesea, poscemas documentaciin mAs fable: sufti estragos en 1651 y 1654 perdiendo entre el 20 y el 25 por 100 de sus habitantes; también conoce- mos bien el caso de Jaca, que sufrié un verdadero cataclismo: recibi6 la primera gresin en 1652 y luego, en 1654, una segunda oleada acabé con el 42,5 por 100, {de Los supervivientes, En cuanto & la capital catalana, Boreelona, su situacién se hizo extraordinariamente dramética, dando al trate con muchos afios de recupe- riciga demogrifica, social y econémica; en 1652 perdid a la mited de su pobla- cidn, de 20,000 a 30.000 muertos, Es necesatio hacer un esfucrzo y comprender lo que pudieron ser aquellos meses y aquellos afios para las poblaciones amenazadas. Un terremoto , El inquisidor aftadi6 que el poder de las facciones era tal que eorrom- plan o aterrorizaban @ los testigos y volvian ineficaz la accién de la justicia, A pesar de las frecuentes y solemnes temtativas de reconelliacién (1622, 1648, con |a organizacién del torneo del Born en 1646), las luchas civles de Palma se pro- longaron hasta el afo 1656, En aquellos tiempos, las Baleares parecfan abandonadas de la mano de Dios, De 1519 a 1561 los habitantes no vieron a sus obispos, pues el prelado Sanchez de Mercado abandond Mallorca en 1519 y no regresé nunca mis; los prelados italianos que le sucedieron, entre los que se hallaba Juan Bautista Campeggio, ro fueron jamas a la isla, Fue necesario esperar hasta 1561 para que un aleve obispo, Diogo de Amnedo, un aragonés enérgico y rudo, originario de Huesca, dispuesto a aplicar las reformas tridentinas, Volviese a residir en la sede. A st egada, el estado de la didcesis era lamentable. Muchos sacerdotes, a imitacion del obispo, no residfan en sus parroquias, tanto més cuanto los titulares de los bbeneficios eran en muchas ocasiones catdenalesitalianos o eclesisticos eastella- ‘nos, como si Mallorea y el archipiglago fuesen dominios coloniales. El curato de almas estaba totalmenie abandonado, lo que explica que los jurados de Palma reivindicasen en numerosas ocasiones que los beneficios eclessticos de las islas 166, La ANA DE LOS AUSTRIAS (151670 revitiesen en fos nativos. Para colmo, aquellos beneficiados se negaban a cont buir financieramente en la defensa de las islas contia los corsarios y los que Tesi- dian en la ists vivian en una verdadera opulencia y mantenfan atractivas aman- tes, Hablan olvidado la ciudad de Dios y las visitas pustorales organizadas y Nle~ vadas a cabo por Diego de Arnedo de 1562 a 1572 (cinco completas, de las que el obispo asumié totalmente la primera) revelaron el mal profundo que afectaba 4 la Iglesia balear, a pesar de la vivavidad que conservé la fe popular. Sin embar- 0 la relaciin entre aquel obispo, fervoroso y activo aunque tajante y brutal, y los jurats mallorquines, que lo acusaron de nepotismo e intransigencia en la per cepcida de los diezmos, fue realmente dificil, ‘Como si todo lo dicho no fuera sufciente, In peste de mediados del sigho xvi castigo duramente las islas. No hubo Siglo de Oro para los hombres y mujeres ie las Baleares. Las Canarias: tna nueva sociedad EI siglo x¥1 fue una época de gran importancia para las Canarias, pues enton- es se constituyé una nueva sociedad, profundamente original, resultado de una abundante mezcls de razas; a los aborigenes —llamados guanches por extensién generalizada de un término que tinicamente concernia a la isia de Tenerife— se aiadieron los conguistadores castellanos (entre los que abundaban los andaluces, cextremeiios, gallegos y vascvs) y otros europeos como italianos, flamencos y, 50 bre todo, portugueses, especialmente portugueses de Madeira. ‘También era eon. siderable la impostancia del elemento afticano, moros y, enda ver mids, negtos, casi todos esciavos. También hbo en Canarias algunos indios americanos que Iegaron al archipiélago durante Iss primeras décadas del siglo, antes de que se aplicase seriamente 1a prohibicién de reducirlos a Ia eselavitud La integracién social de todos estos grupos se hizo progresivamente, aunque las diferencias no desaparecieron. Se dieron muchos matrimonios entre los ind enas (poco niuimerosos, por otra parte) y los castellanos, que también se unian com fas exclavas moriscas y negras en forma de amores pasajeros, de modo que Fentamente aument6 el ndmero de mestizos; los propios eastellanos contratabat igualmente alianzas matrimoniales con genoveses, florentinos y nizardos estable- sidos en Iss islas y, con el tiempo, con familias judias que se hablan relugiado en aqueliasistas a partir de 1492, De este modo se constituyé una sociedad joven, dingmica y emprendedora, ‘aunque también marcada profundamente por el sello de la desigualded social y juridica. Entre los indigenas, los que acordaron la paz con el adelantado Fernén- dz. de Lugo (como los clanes Anaya, Adeja, Gimar y Abona en Tenerife) y la mayor parte de los habitantes de la Gran Canaria, lograron preservar st libertad ' pesar de que hubo algunos intentos de cercenarla, En La Palma, por el contra: vio, el adelantado redujo 8 la esclavitud a la mayor parte de la poblaci6a, y 10 mismo sucedi6 en las islas que de entrada se concedieron a seftores Iaicos: Fucr- ‘eventura, Hierro y Lanzarote, sobre todo cuando los clanes indigenas quisieron resistir militatmente, como fue el caso de Taoro, La isla de la Gomera parece haber sido conquistada pacificamente. Los o7R Ss ESPAROLES 6 Los indjgenas que conservaron su libertad hicieron grandes esfuerzos de c a obtener Ia lberacion de sus hermanos, apelanclo por ello s la Corona, Muchas ‘mujeres jugaron un papel de primer orden en esta lucha: Francisca de Gazmita en La Palma, Leonor de Morales, en Tenerite; Inés la Canaria en Gran Canaria Ellos (0 ellas) recibieson el apoyo de algunos casiellanos, juistas corto el aboga- do Rodrigo de Betanzos, Guillen Castellano y, sobre todo, el obispo Frias, que fue el gran defensor de los aborigenes. Pera la poblacidn esclava recibi6 grandes aportaciones exteriores. A las Canarias legaron muchos negros y motos proce: ddentes de un intereembio con los traficantes masulmanes de la costa de Maurita: nia de distintas mercanefas (era el «rescate»), © capturados durante las expedicio- nies de caza de esclavos que se lanzaban hacia las costas ce Altice a partir de las islas orientales (Gran Canatia, Fuerteventura y Lanzarote), lamadas «cabalga- day». Manuel Lobo Cabrera ha eensado de 1513 2 1600 ochenta ¥ euatro expedi ciones, una media de una anual, mds 0 menos. Hasta los afos 1560, la mayor parte se dirigian hacia la Berberfa (nuestro autor solo senala cuatio hacia el cabo Verde o hacia Guinea). A partir de 1561, por el eantrurio, acastumbraban a di rigirse hacia la costa negra (21 contra 15): la zona de Cabo Verde, las ras de Senegal y Gambia, la Mozarabomba, y la actual Sierra Leona eran tos objetivos de aquellas expediciones organizadas por los sefiores de Fuerteventura y Lanzaro- te, sobre todo de Agustin do Herrera y Rojas, margués de Lanzarote, que org ni26 14, y los Saavedra, ademés de Jos notables de Gran Canatia, como el auditor Zurbardn, Ios regidores Diogo Narviez.y Mateo Cairasco (de otigen italiano), los notarios Rodrigo de Ocaia y Jeronimo Baulista, etc., hasta eclesisticos coma Juan de Alaredn, dedn de lo eitedral de Las Palmas. Los provechos de estas ex- pediciones parecen haber sido muy considerable. En cada quinquenio de los comprendidos entre 1560 y 1594 entraron ea el mercado canario mis de cien negros, y podemos calcular que en todo el sigio Xvi llegaron unos diez mil negros o las isas. Una parte de ellos se fueron inmediata- mente hacia Europa o América, pero la poblacién esclava de la Gran Canaria (0.000 habitantes en 1587) podia representar de un 10 a un 12 por 100 del total, orcentaje que sument6 a lo largo del siglo Xvi, pues en 1667 habia 6.478 negros y mulatos en Gran Canaria, muchos de ellos libres. La importancia de ls poblacién esclava se debe en gran parte a la introdueci6n de In cata de azicar en las islas, obra del gobernador Pedro de Vera, Lo cierto ‘es que el azicar y los esclavos introdujeron por primera vez a las Canarias en los ireuitos del gran comercio imternacional, de los que a partir de entonces y por medio de sucesivas especulaciones ya no Volvieron a salir. En las islas de jurisdic- ci6n real —Tencrife, Gran Cenaria y La Palma— el poblamiento se llev6 a cabo ‘con mayor libertad y el flujo de portugueses procedentes de Madeira, expertos cen el cultivo de la cafia de azscar, dio un gran empuje a esta actividad. Los ita lianes, sobre todo los genoveses,’no tardaron en darse cuenta del pastide que podian sacatle a aquella circunstancia; los Ponte y Vifia en Tenerife, y los Ribe- roles, Palomares y Cairasco en Gran Canaria, que habian patticipado en distinta ‘medida en la propia conquista (como Mateo Vitas), constituyeron grandes pro- piedades y monopolizaron el comercio del azar. El personal de los molinos azu- careros era en un 80 por 100 de color. Uinicamente en la Gran Canaria fenciona- ron en el siglo xvr de doce a quince molinos en Arucas, Firgas, Agacte, Teide, Las Palmas, ... unos cincuenta en todo el archipiclago, 168 LA ESPARA DE LOs AUSTRIAS (516-1709 Los demas grupos se repartieron de un modo u otro las actividades, pero las especializaciones se fueron atenuando 9 medida que se cousumaba la integracién Sinica. Algunos de los indigenas se asimilaron a la nobleza cnstellana, por ser escendientes o parientes de los antiguos «reyes» de Jas islas: Enrique de Anaga, Diego de Adeja, Fernando Guanarteme, Mencia de Abona, Margarita Fernéndez de Guanarteme... Algunos de ellos aleanzaron un rango importante, como el ea- rnbnigo Saivago, hijo de un guanche de Tenerife. ‘La mayor parte de los indigenas se dedicaron a la erfa de cabras y cerdos en el interior, usando como habitat las grutas de Candelaria, Abona y Tenerife. Al gunos, sin embargo, lograron integrarse a la nueva sociedad y vivir en Ia ciudad. Los castellanos Se reservaron la mayor parte de os cargos administrative y edlesiésticos. Muchos de los recign Tlegados que tuvieran acveso a Ta propiedad de tierras se dedicaron al cullive de los cereales, del cifiamo (necesario para los accerorios de marina), de los viedos, de una pianta tintérea (la orchilla) y @ la ‘ria de ovinas y bovinos. El resto pasé a formar parte del artesanado de les isa tejedores, herreros, carpinteros.... Burgaleses y sevillanos compusieron la socie- dad comercial con los italianos, lamencos y portugueses. Algunos flamencos ha- bian participade en 1a conquista, como Jorge Grimon de Namur y Tristan Borges <1 Borgondn, Establecieron un fructifero comercio con Flandes, que intercambia ba anicar eanario por telas y tapices de Ruin y Holanda, cofres de Flandes e incluso retablos, como el de San Juan de Teide y el de Agacte: este sitimo fue tun encargo de los propictarios genoveses del molino de azsear local. Hubo gran- es familias flamencas que se establecieron en Ins islas, como los Van Dale y Ja ‘cob Groenemborch, que constituyd un gran dominio azucarero en Tazacorte ‘Los portugueses, por su parte, proporcionaton grandes contingentes a 108 of ios de la construccion de edificios, a la construccion naval y a la pesca. Los ju ‘ios que se rofugiaron en las islas huyendo de las persecuciones espafolas, 2 me- nado do origen modesto, consiguieron mantener una fidelidad clandestina a su religion, mientras se elevaban socialmente; primero fueron sastres, zapateros 0 ‘earniceros, luego notarios, cirujanos ¢ inchiso eandniges. Las islas eontaron en aquella época con un gran numero de lefiadores. Tenfan tuna gran densidad de bosques y se necesitaba mucha madera para los molinos azncareros, fos talleres de construccién y reparncién de navies y para los ecificios. Estos Iefladores se reelutaron entre los portugueses y los esciavos, aunque tam biga se contaban algunos castellanos. Asi las Canarias, todavia poco pobladss relativamente (tres 0 cuatro decenas de miles de habitantes) a pesar del crecimiento que registraron durante el siglo XV, constituian una sociedad fluida, ampliamente abierta al mundo, y etapa casi obligatoria de las flotas que se diriglan hacia América y eargaban en el archipié lago pescado salado, vino, eselaves y agua dulce, El crecimiento favorecié un fuerte proceso de intogracién, de modo que los moriscos de las Canarias escapa ron a la expulsién de 1609, Capitulo 4 DISIDENTES Y FRUSTRADOS Ciento cincuenta afios separan el advenimieato de Carlos V de la muerte de Felipe IV. Al ritmo de la renovacion de las generaciones, esto representa de treinta a treinta y cinco millones de vidas de espanoles, eontando gnicamente a aquellos que llegaron a Ia edad adulta, Algunos millones de ellos no compartie- ron el destino comtin que hemos descrito en lot capitulos precedantes, puesto que no se adherian a los valores dominantes en las Espatas de Tos siglos xv1 y Xvit (polticos, sociales y religiosos) 0 porque la condicién de que disfrutaban, ormalmente como consecuencia del nacimiento, rara vez por eleccién personal, les condujo a la rebelién o a la marginacién. Tuvieran un peso demasiado impor: tante en la Espana de su tiempo como para que este libro los olvide: rebeldes, disidentes, leterodoxos, hombres al margen de la ley, miserables, todas Ins cate gorfas de los exeluidos, tanto si fueron vietimas de un rechazo eolectivo como si tomaron el partido de desafiar a una sociedad y sus leyes. Ciertamente, las demés naciones tenfan también a sus pobres, bandidos y reclusos. Pero la situacian espa- fiola de aquellos tiempos no deja de ser muy original, pues fue entonces cuando alcanzaron toda su amplitud las persecuciones —Uevadas hasta las soluciones f= nales de la exclusion 0 la eliminacién— de dos minorias de origen religioso a Ins gue, no obstante, no se les puede negar la condicién de espatioles: los converses 9 judios que se habian convertido al cristianismo, y los moriscos © musulmanes convertidos, En ambos casos, las conversiones fueron forzosas y, por lo tanto, todos ellos eran sespechosos de mantener précticas clandestinas, Ademds las per- secuciones, que como ya hemos visto se iniciaron eon los Reyes Catdlicos, eran dirigidas por una institucién de eficacia temible, fa Inquisicion, creada en los aos 1478-1482, pero cuya organizaci6n no qued6 establecida de un modo mas © me= ‘nos defintivo hasta Carlos V; a partir de entonces, 14 tribunles (dos de ellos insulares, en las Baleares y en las Canarias) extenderda su empresa por todas las Espafas y perseguirin, ademds de los conversos y los moriscos, a otros disiden- tes, como simples blasfemadores, Iuteranas @ incluso... contrabandistas. 10 A ESPARA DE LOS AUSTRIAS (1516-120) Los Rewer oes En primer plano, evidentemente, se encuentran aquellos que se identificaron com la Yevuelta hasta tal punto que hicieron de ella Ia eseneia de su propia vida en ocasiones, In razén de su trégica muerte, Ante todo, aquellos que en Tos tiempos de las Comunidades y las Germanias sofiaron, unos con otra Espaiia, otros con otra sociedad. Comuneras y agermanados Se tate de algunas decenas de millaes de hombres y mujeres cuya suerte se decide entre junio de 1520 y e) dia de Todos los Santos de 1522. Las amnistas de 1525 y 1527 s6lo normalizaron la situacion de algunos individuos. Aunque r furosamente contempordacos, comuncros ¥ agermandos actuaron por separado, Sin siquiera imaginar uno aecin concertada a pesar de tener objetivos a menudo comparables y sélo en ocasiones cistitos Toseph Pérez y José Antonio Maravall han estudiado la sociologia de Ios co ‘muneros. Ambos han resaltado el papel esencil que jugacon en ln rebelion de Jas mases urbanas, Primero fue Toledo, y hiego Segovia, Valladolid, Zamora, Medina del Campo... Enize lus mosas, Tos lerados y os artesanoslievaban Ta batuta, em compalia de algunos sacerdotes y monjes; las lases medias urbanas, cn suma, fueron la punta de lanza de la rebelidn. No nos confundamos por la presencia de algunos eaballeos,jefes militares de la Comunidad: Juan de Padilla, Suan Bravo y Franeiseo Maldonado, ejecutados e 24 de abil de 152] tras su cap tura en el campo de batalla de Villalr, eran auténticos representantes de la n= bleza, de es0 no eabe la menor duda, Més ain, Juan de Padilla se habia despo- sado con Maria de Pacheco, hija del segundo conde de TTendill, una inconteste- ble aristécrata que, tas la muerte de su mardo, anime la resistencia de Toledo {se nos aparece como la musa de la Revolucién, inéomable, nunca perdonada, ‘emesiado oxgullosa como pata solisitar el indulio, Murié exilada en Portugel, fen Broga conerctamente, tr33 la vide modesta que le permitieron los subsidios el arzobispo. ‘Tambien es certo que entre ls 293 personas que no se benefiiaron del per «isn de 1522 habia 63 nobles; entre ellos, Pedro Girsn, Ramiro Niviez de Guz- ran y el conde de Salvatierra, tres miembros de Ia arisioeracia, ademtis de dona Maria. El resto eran caballeros, en ocasiones miembros de érdenes militares, pero generalmente integrantes de oligarqaias urbana ea muchos casos regido: Fes, sobre todo de Toledo, Segovia, Salamanca, Valladolid, Avila y Guadalajara; michos de ellos habian ejercido cargos de eorregidor. Pero todos esios nobles tuvieron una partiipacion politica secundaria en la revelucin, pues por real ge eral s6lo asunieron los mandos militares. Ademds, su alineamiento con a Co rmunidad se debié més a motivos personsles que a convencimientos pois; en general se tataba de resentidos, como fue el easo de Pedro Gitén, comunero por encar, decepcionado por Carlos V, de quien esperar quo favoreciese sus pre- tensiones al rico ducado de Medina-Sidonia; 0 el conde de Salvatiorra, que no soportaba que en su provincia, Alava, un funcionario seal contestase su poder DISIDENTES ¥ FRUSTRADOS m ‘Muchos otros caballeras se sumaron a la Comunidad también por resentimiento, sobro todo los antiguos corregidores excluides dle la administracion real por el lobby flamenco de Carlos V: Hernando de Avalos, Juan Gaitin, Pedro de Tovar, Francisco de Mercado, ete. Pero estos easos individuales no impiden que la alta nobleza fuese la ulinda devisiva de In corona en aquella pruebs tan importante EL sentimiento antiflamenco gui6 a muchos otros comuneros, y de un modo especial a miembros del clero (veintiuno de los cuales no fueron ammistiados en 1522) como el prior de Valladolid, Alonso de Enriquer, personaje de primer or: den, seis candnigos y, naturalmente, el obispo de Zamora, Antonio de Acaia; a ‘mumerosos letradas, miembros de la audiencia de Valladolid o profesores de ta Universidad de Salamanca; «industriales», como los Esquina y Luis Cusllar de Segovia; grandes comesciantes, como Pero Gonzslez de Salamanca, el mismo Luis Cuéllar y Antonio Suarez de Segovia y Pero Lépe2 de Calatayud, de Valla dolid, todos ellos gentes que habian visto Gon muy malos ojos la abusiva eonee- sion que se habja hecho @ los flamencos de cargos administratives, incentivos co. imerciales y beneficios eclesisticos prestigiosos. La defensa de los interoses eco nomicos nacionales, en una época de crisis, levant a un buen mimero de comer- ciantes, artesanos y hasta labradores ricos, todas ellos, ademis, exasperados por a demanda real de excepcionales prestaciones fscales: el fumoso servicio votado en las Cortes de La Coruila. A estos rebeldes de las ciudades, que formaban los dos tercios de los excluidos de In amnistia, que se exaltaron al grito de «(Liber {ad!», que soiaron con el modelo italiano de la republica urbana y esperaban, al ‘menos, una monarguia atemperada por unas Cortes en Ta que los diputados de las ciudades tendrfan un lugar preponderante, haciendo valer sus intezeses ¥ sus Iuces, debemos afladir aquellos que aproveclaron la gcasion para atacar el podet sefiorial y que asaltaron los castillos de los grandes en Tierra de Campos: el A+ mirante, el conde de Benavente, el conde de Buendfa y el marqués de Denia pagaron los platos rotos de aquel movimiento antisedoria, lo que explica su ro- funda oposicién a Ia revolucién. Muchos rebeldes musieron en combate, en las batallas de Tordesllas, Torre- lobatéa, en Villalar de un modo especial, o en la batalla por Toledo, el 3 y 4 de febrero de 1522: otros fueron ejecutados én Villslar yds en Burgos, por decision, de tribunales de excepeién, como el del doctor Zusiel en Toledo, 0 con justcias setioriales, como Ia det Candestable, Ia del conde Chinchsn o la del conde de Buendia. Tras el regreso del emperador, se ejecuté a otros detenids después de jurgerlos en Simaneas y Medina del Campo: 13 en total. Asi, fueron 21 las vi ‘mas ejecutadas por orden do la justicia real, nunque ignoramos et balance de Ins justicias seftoriales, Los condenados a muerte en contumacia, unos 50, obtuvieron el perdén tras algunos afios de exilio: sin embargo, perdieron definitivamente el len del poder y los honores. Las sanciones financieras fueron bastante gravo- sas. Pero no impidieron a hombres como Pero Lopez de Calatayud rehacer su fortuna Los agermanados se ocuparon muclio menos de la gran politica, Su movimien- to antifiscal y antiseforial roza la lucha de clases pero no se limita a ella, pues el componente antimoriseo del movimiento es ambiguo. Casi no hay nobles en Jos agermansdos. Los poderosos magnates valencianos en su mayoria residian fuera de la capital, como los duques de Gandia y de Segorbe 0 el conde de Gua- t r ‘ nm Ls PARA DEL.OS AUSTRIAS (15161700) dalest; ademas, durante Ia peste de 1519, el patrciado se fue de Ia ciudad, aba donando al pueblo a su suerte: la epidemia y cf peligro del mar, pues sabemos {ue era la epoca en Ta cual los corsarios berberscos ataeaban con mayor crudeza Este pucblo absndonado prendié la mecha de la sevoluciéa, que, de la ciudad, avan26 hacia el campo. No hay que liar lo esis In eapital. Todo el reino de Valencia quedé afectado por ella; pequefias ciudades como Cullera y Sueca abra zaron con ardor la causa de las Germanias, y cudades mayores como Aleira y Sétiva ressticron hasta septiembre de 1522, mientras que Valencia capitulé ea noviembre de 1521, Pacblos como Algemesi, Carcaixent o Guadastuar seco tuyeron en ciudadelasagermanadas y apoyaron a Alera en su resistencia al eer sito de Tos nobles Entre os agermanados habia muchos artesanes y, en cambio, slo dos nobles Bemat de Born y Gaspar Joan. Ricardo Garefa Céseel ha podido identifica. a: cios a las lectures de todas las erGnieas que hablan de [as Germantas, a 640 ind Viduos, de los cuales 385 aparccen como maestros artesanos en estado fiscal de 1513. Adem, era caoctristio que los lideres del movimiento fuesen maes- tuos, artesanos de una cierla repulacioa y de una cieta eapacidad econdmica Por ejemplo, de los 45 tejedores de seda que se han identifcado, hay 32 maestros Y 2 oficiales; el resto son dudosos, Junto a los tejedores de sda, las dems cor Doraciones mejor representadas soa los eardadoresy tejedores de lana, Eneonta- mos a muchas de las principales fignras punteras del movimiento en estos tees gremios! Vicente Peri, Notre, Poque, Luis Taffio, ete, entre os sederos; Tos Lorens, padre hijo, Juan Alfonso, Jeroni Coll, Bartomeu Chuitart, et, entre los cardadores; y Sorolla, Lazart y Sadorni onre fos tejedares de lana. Pero tam: bign muchas otras corporaciones fuvieron una figura representaliva, como 10s cal dereros eon Teroni Beamon, los eurtidores con Pere Barga, los fabrcantes de azi- ‘ar con Bartomen de Cas, ete. Si Alera y Kétiva tuvieron an papel tan importante ena rebel se debi sin duds a que, al estar situadas en el corazén de la regién productora de seda, desarvolaban una intense activided aferial. Volvemas @ en contrat a los artesanos en el primer plano de la Germania Ue Palma de Mallorca, aun evando ef componente Fura del movimiento fue todavia més poderoso que en Valencia {La coyuntura de princpios de los ufos 1520 era dif en el Mediterréneo; el lea de los precios de los alimentos y la depresion comercial crearon tensiones provocaran la cdspacién de Iss actiades gremiales y una muy viva sensibildad antifseal. Conocemos el contenido de Ins arengas de los cabecillas populares, pri mero moderadas a pesar de ls diatribas antinbilirias, como las de Llorens 0 Soroll, y luego radicaizadas, como las de Vicente Peri duraate el enfrentamien to con el ejéeito real. Aungue ef modelo de la repsblica italiana era mas ope tivo en Valencia que en Castilla, Ios jefes populores se preocupaban a menudo en afrmar su fdelidnd a Is monarguia de Carlos; denuneiaban la mala admins traci, los cargos pablics que se enriquecian con el sudor del pueblo gracias a unos impuestos y unas tasasinsoportales,y se enearnizan con 1s abusos nobilia Fios, con aquellos «caballeros cos y ociosos que nos tratan y nos subyugen como a eautivoss. Cuando la revolucion cimpea vetorioss, no modifies las instuciones pero reemplnza los funcionarios de turno por partidarios de Ia Germania, tanto én los mis altos nivees (los jurades de la ciudad, los juecescriminaistas, el lugar- teniente de Ia justia, el sindico, el administrador de la Lonja de comercio) como en el nivel técnico (pesadores de harina, abogado de los pobres) o cultursl (pro- visién de eftedras de In universidad). En estos cargos podemos encontrar a nom: bres bien conveidos de la revolucidn, como Sorolla, Bartomeu Monfort, Notre, Caro, ete, Los agermanados intentaron imponer la libertad de comercio de los produetos de los oficios ante el control del capital comercial y ¢rataron tambien de asegurar una regulacion del aprovisionamiento de granos y carne para poder controlar el precio de aquellas productos basicos. En cuanto a so actitud frente a fos mudéjares, ha dado lugar a diversas interpretaciones: el bautismo o la muer te, alternativa sin matices, podria ser la reaccién de una poblacién que temia la competencia de los musulmanes en el mercado de trabajo, como cree Joan Fus- ter, pues los grandes sefiores, a cambio de la tolerancia religiosa que les conee: den, presionan su fuerza de trabajo, haciendo @ los ctistianos menos competi vos. Miguel Barcelé, sin embargo, cree que expresa el miedo de los cristianos. ante un crecimiento demogrético mas rapido y una capacidad de acumulacién ea Pitalista de Ia que los musulmanes ya daban pruebas En circunstancias tales, surgen en ocasiones personalidades sorprendentes. Ua ejemplo de ello es «El Encubert», misterioso persoaaje aparecido en Jativa, sin duda judio, que se hacia pasar por un principe fraudulentamente privado de su hheredad, pues era hijo del principe Juan y su esposa, Margarita de Flandes, por lo tanto, nieto de los Reyes Catolicos. Espiritu agido y habil orador, El En- eubert platicaba en la plaza Mayor de Jitiva, relataba su historia de forma eon- Vincente y hablaba un castellano depurado que daba crédito a sus palabras, En la mesifinica atmésfera de la revolucién, por la que pasan los rapidos vuelos de Jos rumores, FI Encubert se convitié para In masa revohucionaria en eun hombre enviado por Dios para la redencisn del reino». El cronista Alonso de Saata Cruz pone en boca de El Encubert estas palabras reveladoras: « que sélo duré seis dias (del 17 al de enero de 1641). Pues a partir del 23 de enero de 1641 comprendié que el caste de la guerra hacfa indispensable Ia alianza con el rey de Francia: Luis XIIT se convirtié en conde de Barcelona ese mismo dia Claris y su clan, Tamarit, Quintana, los miembros del Consell de Cent, los canGnigos de Barcelona, éstos fueron los jefes de una revolucién en la que Bar celona tuvo una funcién motor. La victoria de Montjuie sobre los castellnnos, el 26 de enero de 1641, parecié asegurar el triunfo de los reboldes y el triunfo per sonal de Paut Claris, que apenas pudo distrutarlo, pues cay6 enfermo y fallecis ol 27 de febrero de 1641. Su muerte prematura deja en el aire la pregunta sobre cual hubiese sido el papel que habria podido desempertar en los tiempos tes. La experiencia francesa acabo mal. Las tropas francesasinstaladas en Catal fia no se comportaron mejor que las castllanas. La politica francesa estuvo tea ral dirigids que hizo pensar s los catalanes que su destino se insribfa en el seno de las Espatis. El 11 de octubre de 1652, Barcelona eapitulaba ante el segundo don Juan de Austria, sin que Catalufia perdiese por ello su alma. cin | | 4 x ae t t 180) LA ESPANA DE LOS AUSTRIAS (516-170 LOS DISIDENTES DE LA FE: MORISCOS ¥ JUDALZANTES De la disidencia larvada a la disidenela abiera: las mariscas En los tiempos desu expulsién (608) habia unos 400,000 moriscos, aproxima lament representaban, pues, més © menos el 5 por 100 de la poblacisn total de las Espafas, y es listo suponer un porcentaje semejante para cl siglo piece dente. Pero este porcentaje es una abstraccién ya que la ditibucign de fos mo- vscos por la peninsula ert muy desigual: formaban alrededor del 40 por 100 de Ja poblacién de Valencia y casi el 20 por 100 de lade Aragon, pero estaban pric: ticamente ausentes en Catalsi, donde su nica comunidad importante era la de Tertosa,en el Ebro. En el reino de Casilla eran por regla general poco numero ses, y normalmente se concentraban en ls ciudades donde ejercin oficios muy determinadas: hortelanos, albatiles y encargados de fuentes, yeseros, earpinte- 10s, trabajadores de Ia eda, alfareros.. Habia muchos de ellos en ciudades eomo Cordoba, Toledo, Plasencia, Badajoz, Cuenca, Valladolid, Segovia Salamanca, Eran mayoritatios en cudades pequefias como Agreda, Aguilar u Homachos. Y, naturalmente, antes de Ja gran revuelta de Ins Navidades de 1568 y de la guerra que sigui6, formaban la mayor parte de Ia poblacién del reino de Granada. No Jos habla practicamente en Galicia, en todo el noroeste eantbrico hasta el Pas Vasto, en el norte de Castilla la Vieja, en Navarra (salvo Tudela), ai tampoco en La Maneha, Pero estas precsiones son insuficentes. En Valencia, por ejemplo, los moris cos de la capital eran eseasos Io mismo sucedia en ciudades como Castelli, Gandia y Atieante, donde sélo sparecen en Tos suburbios, en las husras de Ali cante © Elche y ef la plana de Castellon. Nada més eran numerosos en dos de Jas zonas irigadas, elrededor de Jétiva_y Gandia, En las montanas, sin embargo, ddominaba la poblacién morisca, al sur de sfo Mijares e incluso en regiones de colinas como las de Chiva y Bua, al ceste de Valencia. No resulta, pues, sor- prendente, que las principles ebeliones se diesen en las montana, como en Ia sierra de Espadén en 1526. Los trabajos publicasos por Henri Lapeyre muestran 4que bastanteslocaldades estaban integramente pobladas por moriscs. “También en Arag6n el poblamieato morisco se concentraba en las orilas del Ebro y en los valles de a ora desecha: Quilts, Jalon, Huerva, Guadalope, a excepeidn de sus cuencas superiores. Existan otto islotes moriscos en la 2008 de Teruel y Albazraciny alrededor de Huesca, pero generalmente en el seo de pucblos mixtos, Ciudades como Zaragoza, Teruel y Calatayud tenfan morris, peto desaparecieron ripidamente, coma la de Zaragoza en los tiempos de Carlos V. Algunas localidades florecentes, como Brea (dedicada al trabajo del cuero), xan totalmente moriscas. En el pucblo de Muel solo habia tes cistianos vejos beara, el notario y el tabernero Por otra parle, hay que tener en cuenta los profandos cambios que se produ- joron en el reparto de los moriscos después de Ia guerra de Granada (1568-1570) ¥ la gran deportaciin que le sigui6. Al termino de aquella guerra inexpiable, mar- ada por algunos episodios atroces, Ia administracion de Felipe Il deccis dispes sar 0 la poblacin morisca del antiguo Estado musulmdn por todo el rein de Casilla, con el objetivo de hacer més fil se asimilacin por el permanente com DISIDENTES ¥ FRUSTRADOS Is 0 con los eristianos viejas y los mattimonios mixtas. Durante ef invierno de 1570-1571 los moriscos de Granada fueron «sembrados» por (odos Iadas, eon Ia voluntad de instalar cantidades limitadas en las grandes ciudades: 647 on Sevilla, 22 en Toledo, 208 en Valladolid, Estos contingentes eran mis qumerosos en Castilla la Nueva, Extremadura y Andalucfa que en Castilla la Vieja, por rxzones de distancia, Sin embargo, los moriscos instalados en los pueblos no permanecie ron alli durante mucho tiempo y, a pesar de Ia burocracia de Felipe Il, se reagru paron en las ciudades, como se vio diez aftos mis tarde gracias al censo de 1581; entonces se contaron 4.628 en Cérdoba, 2.100 en Jaén, L116 en Baeza, 821 en Salamanca, 407 en Segovia Pero la gran pregunta ex gedmo vivian los moriscos? {Triunfé Ia aculturaciéa cristiana? La expulsion general de 1609-1610 sugiete, evidentemente, una res puesta negativa a la segunda pregunta. No obstante, Jos trabajos que se han pu- biicado en Ios Ultimos veinte afi sobre los moriseos permiten describir su modo de vida con una cierta veraeidad y preeisin, No debemos fiurnos de las apariencias. En teorie, las moriseos bautizados «ran cristianos. Veamos como cambiaron sus nombres de pila. Antes de la forza da conversiGn, los moros de Tudela, en la baja Navarra, llevaban nombres musul- anes: de 1490 a 1520, de los 180 hombres que se han encontrado en las actas notariales, s6lo aparecen nombre musulmanes, a excepcion de Lope: 61 Maho- ma, 21 Juce (Jeformacién de Yusef), 16 Audalla (por Abdallah) y 16 Axamet o Amet (por Ahmed); 15 Muza, 11 Ibrabim, 10 Ali, etc. De las 32 mujeres, 13 Fatima, 4 Aibeti, 3 Xenci, nungue también habia 6 Marien... En la misma época, cen el Albaicin de Granada —donde los musulmanes se vieron obligados a conver tirse— se impusieron los nombres cristianas por fa fuerza de un bautismo obliga- torio: cerca de 70 por 100 de los 439 hombres censados se Hamabsin Francisco, Juan, Alonso o Hernando, mientras que el 87 por 100 de las 585 mujeres del Albaicin levaban nombres como Leonor, Maria, Isabel y Catalina. Pocas diferen- ias respecto a los cristianos. Cineuenta 0 sesenta afios mas tarde apenas hay mo: dificaciones: Maria se ha impuesto en todos lados, excepto en una ocasion (en beneficio de Esperanza) y Leonor ha retrocedido mucho, mientras que la prima cia de Juan se ve més contestada que entre los crstianos viejos, Pero lo més im- portante, como ha demostrada Bernard Vincent, es que el nombre cristiano es Uinicamente una mascara; muchos de los moriscos interrogados sobre el nombre de sus hijos dudaban o sencillamente ignoraban el nombre cristiano: «Decenas y decenas ... han perdido completamente el recuerdo de] nombre cristiano y eso fen caso de que alguna vez haya existida», escribe este autor, y luego afiade: Tengo Ia conviccén de que ef uso del nombre musulmén quedo bien fijado en 1a comunidad morisca dele hucrtavalencian, como en el resto de Expaia, Todor aquellos qe parecen estar en gran part acufturads pero guardan una ela cous ‘éenca de su perteneocia al Islam, eoncedea un valor especial al nombre musulmsn Las autoridades no se engatan. Saben por distinus fuentes quo el empleo del hombre musilmn sigue siendo la norma y'son consclentes de que deben descarai- 2a si guiaven imponer el nombre estan, Profundicemos mis en Ia cuestién. Utilizando Ia descripcion de las casas del Albaicia y las correspondencias entre los topénimos gentiicios y las deseripeiones Pea Eee ee ae ee eee ee de pueblos, el mismo autor eree poder Hegar a la estructura de los linajes de las familias moriseas que se agrupaban por el parentesco, y que en ocasiones eran rivales como, en Valor el Alto y Valor el Bajo, en Ia Andalucia oriental, Si las casas son demasiado pequetias para albergar a todo un clan, a menudo se eom- nican por puettas interiores: «Si en el interior de una casa vivfan solamente nna pareja con sus hijos, los ascendentes y los colaterales se encontraban en las casas vecinas que dabsn & Ia misma calle © a una calle puralela. La circulacion entre unas casas y otras podia haverse sin necesidad de pisar la calle», Tambiga sucedia «que el jefe del clan viviese en la casa situada mas hacia el este, en direccion a La Meca, Debemos afiadir que el sobrenombre sigui6 siendo muy importante entte los moriscos, que ef matrimonio endogsmivo trudieional resistié sin ser mayoritario, que Ia poligamia sesisia igualmente, como lo constat6 el arzobispo de Granada, ‘Ee dibujo de 1572 corresponde de hecka a una situa anterior, pues task terible gue= ra de Granade (1560-1571), la ciudad quedé practicamente vaca de poblacton marissa, de- Portada @ Castils con la esperanca, luego frusoad, de une asinilaién, Notese el vestido ‘aracteistco de las mujeres monseas (velos y annplios pantalones) DISIDENTES ¥ FRUSTRADOS 183 Gispar de Avalos, tas 4 visita fos pueblos morscos hacia 1530, tanto mds eainto que ello pera Is alianzas entre numenosos clones Es cierlo que muchos canes, como los Zagr, se aallararon profundamente x adoptaron In eutna erations: Franca de Zagt participa en ln expeiion de Jriner de 1555 y fie seintonatro> do Granada de 15% hasta ot muerte, en 1578 Pero era muy ditnto en la mayor parte de fs casos y cada Ye la solidariad famiiar em total; todo el clan abservaba la misma actitad, como los Vari, que on 1568 eligieon la rebelién a pesay dela importantes mogitraturas que o&upa ban en In sociedad cristina, as condiciones del hibitat y In coherenca familiar explican muy bien cémo tos moriscos pudieron practicarlargamente el islamismo en 1a clandestnidad Gracias a la gran cantidad de trabajon que existen sobre el toma —que an este indo profusamente los interrogators ingiitocnles~ sabemos quo ls morisoos seguian los precepios islimicos: cumplian el guadoc, las abluciones rtuales que precedianlareitacin de la gala y, sera necesaro, se levaban un pequeto cin taro al eampo con este objeto. Celebraban el ryuno del Ramada y las contro grandes fists anaes: cl Alaghar Asgaghar af final del Ramadén, ol Ahetelgti- viro fiesta del stercio de los coréros: In Lalaagora que rclamaba la mx Bbstinenci, y la Atheuci., Observaban los rites del vetoes, se cambiaban ropa interior ese diay acababaa la jomnada con aleges reuniones acompanadas Se mmixca, danza y tn buen euseds. Se abstenian de comer cerda,respetaban tos its del nacimiento (alo I circuncisién de los nos, demasiado comprome tera), los 6 la poifiesién en el momento del metrimionio, los de os funerals y se esforzaban por sustaer a fs nos del bautsmo, cuando ls circunstanca Io peemitian, Sse vlan oblgados 4 assir a mise adoptaban premeditadamen sina acttudiereverome, amagand incluso estos obscene, no observaban mi ta Caaresma ni el reposo dominical, Las comunidades moriscas mis coherentes se distinguian por s fdeidnd al habito tradicional y por ef empleo de Ia lengua tigarabia,drabe castllniendo 0 viceversa, En su vida coidiana y por cualquier ra26n (interjeciones, cambios de hemor, ele.) invocaban al Profts, Las meres tivieron on papel capital en le fanamision del prtrimonio islamico: no es extra- fo, pues, que fuesen perseguides por la Inquisiion en la misma medida que los tombces. ‘No resultrin coherente pretender que los reyes y sus consejos no hubiesen nado asimilata los morscos. Ya en 1526, caund Carlos V reso en Grama dia, unos nobles moriscos pudieron obtencr una midiencia con cl emperador, en In que se queisron de Tes maiostratos de que eran objeto, Cartas V nombre en tonces wna comision para lewar a abo una encuestay uno de los encuestadores, el doctor Lorenza ilinder de Carvajal, presents agi mismo ano un pan com pleto de integricion, Pero quel plan, como todos los demés que se presentaron Tuego, pasabs por un rechazo de la toleranci y del bre ejrciio del culto muse min, que no obstante habia sido prometido en Ins capitulaciones de 1492 a los tmusulmanes de aquel reino —aungue ya sabemos que fue aboido en 1501. El plan de Carvajal manifestaba caramente In intencion de borrr le identi exl- tural (y no nicamente rligiosa) de los moriscos, proseribiendo la algorabla, los tatrimonios consanguineos, los vestidostradcionales, los bao, la cieuncision Y numerosts costumbres alimentarias. Es cierto que el doctor Carvajal matizaba t ‘ : £ % es LA ESPARA DE LOS AUSTRIAS (516-710) Un gram ingusidor: Fernando. Nino dle Guevara, obispe de Toledo, carde- realy luego arzobipo de Sevilla, en tna epoca en que se rej kn active dad inquistoral, salvo en To concer rier ata caza de los merisco, my ‘evn de 1380 @ 1610 en los eibunates de Granada, Zarogora y Valencia. Retro pintado por Bl Greco, hacia 1660. Nueva York, Mevopolir Su seur of Art su severidad con buenas intenciones: aunque pedia el establecimiento del tribunal dle la Inquisicién en Granada (no estaba todavia presente en aquella épaca), pre tendia reservar sus mayores rigores, #l menos en wna primera fase, a Tos eistanos viejos, con el fin de hacerlos parever ejemplares a ojos de los moristos. Pues con- sideraba a éstos como nifos a Ios que se debia conducir progresivamente hacia el conocimiento de ta verdaders religidn, También es cierto que Carvajal afiadia que Jt fucrza def Evangetio no se impondria més que por el ejemplo y que el arzobispo y su clero debieran ser los primeros en ofrecerio, mientras que si se comportaban «viciosamente», robando, matando 9 fornicande, no se podia espe rar de ninggin modo la conversion de los moriscos, {A pesar de aquellos buenos consejos se comprende que fos moriscos rechara ran la asimilacion y que el método suave (el utilizade por fray Bartolomé de los Angeles, cuanclo misions por el Pais Valenciano) no lograse mejores resultados que el terror y sobre todo el uso de la tortura, eservado casi exclusivamente por la Inquisiciga a Jos moriscos, judaizantes y sospechosos de herejia. Si, teniendo en cuenta su gran mimero, gnieamente el 1 0 el 1,5 por 100 de los moriseas ce Valencia y Aragon fueron perseguidos por el Santo Oficio, una buena parte de estos iltimos ua tereio aproximadamente— fueron torturados, como lo ha de- mostrado Rafael Carraseo. Muchos moriseos se comportaron como Bartolomé Vizeaino, de Mislata: «Se le dieron diez yucltas de cuerda en el potro, se le some: ti6 por dos veces al garrote y, ala segunda jarra de agua, confesé. Fra el recha- zo a conlesar su identidad y su derecho al honor, acompafiado por mil molesias cotidianas, o que les Tev6 1 ta rebelisa o ala disidencia. Tanto mis cuanto esta- Dan instruidos con el ejemplo del Imperio otomano, en que el sultin autorizaba 2 sus sibditos cristianos a conservar su religion mediante el pago de un impuesto. A veces exasperatios, los moriscos se Tanzaron a Ia revuelta, como sucedi6 en DISIDENTES Y FRUSTRADOS X La Inquisicin espanola. Este grabado alemdn del siglo xv1 vesatia el aspeto teatral de la ‘sta det lc Granada por las Navidades de 1568 (ya en 1504 y en 1526 fo habian hecho en Ia Sierra de Espadsn); en Aragon, el enfrentamiento entre cristianos y moriscos a partir de 1586 reviste sobre todo el sentido de un conflicto entre pastores monta- fheses y campesinos de 1os valles, pero coneluye en acontecimientos muy graves ‘como la destruccién del pueblo de Codo, la airoe matanza de Tos moriseos de Pina, Ia réplica de los «Moros de fa venganza», que mataron a 16 personas en el camino de Zaragoza a Calatayod, y Ia impia represion que se abatis sabre los moriseos: 29 ejecuciones sin julcio previo. No obstante, muchos moriscos se sentian profundamente espafioles. Tras ls cexpulsidn de Tos aitos 1609-1610, un cierto nimero de ellos no pudieron soportar el exilio; se registraron bastantes regresos clandestinos y algunos millares de mo- riscos lograron fundirse en el erisol hispsinico. Una disidencia clandestina: los conversos judaizantes El caso de los judaizantes es, sezin parece, bastante distinto, y no sdlo porque ellos no constituyeron jams grupos tan masivos como los moriscos. Hacia 1520 su problema parecia arreglado tras el uso de métodos radicales: por una part, tuvieron que escoger en 1492 entre el exlio © la conversin; por otra, la Ingui cién habia suprimido fisicamente a la mayor parte de aquellos que, tras sn eo versida, habian practicado ua criptojudaismo mas o menos notorio, En realidas los judaizantes perseguidos por el Santo Oficio de 1560 a 1614 fueron exactamen- le 1.558, casi todos ellos en Casilla (1.411). En el mismo periodo pasaron 9.391 ‘moriscos por el temible tribunal Sin embargo, hubo dos citeunstancias que renovaron Ia cuestion judia en 1a paca que nos ocupa, Ante todo, los estatutos de pureza de sangre, ditigidos mu 186 1A ESPANA DE LOS AUSTRIAS (16-1700) cho mis contta los descendien Inmigracién de judfos portogueses, especialmente a Extremadura y Andalucta Los estatutos de pureza de sangre se promulgaron a iniciativa de un grupo 9 ‘cuerpo constituido: orden religioso, cabildo eatedralici, colegio universitario, eo fradia, corporacién y, naturalmente, slo concernian a la colectvidad en cues. tién, Pero, si ésta era prestgiosa, los estatutos creaban escuela. Esios estatutoy prevefan exeluir a los candidates que no pudiesen probar que su linaje estaba puro de sangre judia 0 mora, por linea paterna y materna, desde al menos dos eneraciones, Ivego tres, cuatro o incluso més. Los estatutos aparecieron en ef siglo xv, pero sélo implicaban a casos excepcionales. Algunos cabildos catedr cios daban un mal ejemplo, pero el do de pecho Jo dio el estatuto de la catedral de Toledo en 1547, el més oélebre de Fspafa. El arzobispo de entonees, Tuan, Martinez Silfceo, persona de varicter poco evangélico, en malas relaciones con ccanénigos de gran cultura pero de ascendencia conversa, se dedics 4 la tarea fer: vientemente. El ejemplo de Toledo fue seguido por uns buena cantidad de con ventos, colegios, coxporaciones, cofradias, ete ‘A partir de entonces, muchas familias converses que por conviceién 0 por frie céleulo habian escogido practicar realmente el cristianismo, se sintieron en una fencerrona... 0 bien obligados a fabricarse fraudulentamente un linaje inmacula do, La industria de In folsifcacién se vio vivamente estimulada en Ia Espaita de quel tiempo. Algunas familias se pasaron indudablemente de la raya, como unos Herrera, letrados que legaron a la cima de la jerarquia social de Jagn, que logra- ‘on hacer condenar a muerte a uno de sus delatores, pero que vieron deseubierta su impostura gracias a otro. En el tribunal de Llerena se escuchs a una mujer ‘afirmar que su hijo habia nacido de un adulterio éon un eristiano viejo, para nho- rrarle la tara de ascendencia judia, pues su marido era un converso. Por otra part, Ia instalacion en Castilla de numerosos judies portugueses que hoian de las durisimas persecuciones de In Inquisicién de su pats desperts la vigh: Jancia de los inguisidores espafioles, de tal modo que, de 1614 a 1700, las perse- ‘cuciones de judaizantes se reemprendieron con mayor vigor: 3.171 fueron proce- ssados en este periodo, lo que representaba mas del 20 por 100 de los acusndos, ‘contra menos del 10 por 100 en el periodo 1560-1614. ‘Las documentos inguisitoriales descubren la persistencia en plena siglo xvi de Viejas hogares judios. Ast, de 1559 2 1601, el tribunal de Logrono desmantelé pacientemente la comunidad conversa de Genevilla: 47 acusados, mas cinco tras este poriodo. Hubo das familias que sufrieron profundamente: los Ruiz, con M4 vietimas, y los Medrano, que totalizaron 11 procesos, No resulta verosimil que Ja Inquisicién ignorase duvante tanto tiempo a los eriptojudaizantes de Genevilla, pues estas famifias estaban instaladas en aquel pueblo desde el siglo xut 0 XIV. (Quizé la humildad de su condicion (se trataba bisicamente de cardadores y teje dores) pueda explicar el carécter tardio de la represién, Pero, en 1599, dos Ruiz y dos Medrano murieson en la hoguera. De 1566 2 1575 se eliminé otto micieo judaizante, el de Albuquerque, en Ex- ‘wemadura, cerea de la Frontera portuguesa: 196 personas de esta pequefia ciudad fueron perseguidas, habiendo entre ellas representantes de la mayor parte de los scetores socioecondmicas. También en esta ocasion hubo familias que sufrieron especialmente: los acusados de Albuquerque procedtan en su mayor parte de 26 le udios que contra los moriscos. Luego, ta Supervivenca y resistencia de los judaizanes espaoles: lugares de residencta de tos jude: antes condenados por el auto de fe de Lleena, el 23 de abrt de 1602 (ndiacsin ddan £99 por 109 de fos casos). Segin Jean-Philippe Sportouch, Inquision,eryprojudasme et autres causes de foi en Estrémadure la fn dh reane de Philippe 1V, efemplar mecanogra- fiado, Toulouse, 1983, p. 70 familias. En la misma 6poca, la Inquisicién destruy6 dos grandes familias conver: sas de Badajoz, ademés aliadas por matrimonio, los Rol y los Angel. En 1624, estall6 en Alba de Tormes el asunto Enriquez. El médico del duque de Alba, Jorge Enriquez, habia muerto en 1622 y Hegaron numerosas acusaciones al Santo Oficio de Valladolid, que afirmaban que el médico habia sido enterrado segin Jos titos funerarios judaicos, Detuvieron a numerosos miembros de Ia familia: Isa bel Enriquez, de 28 afios, hija del difunto, y su marido, Andrés Lopez de Fonse: ca; Blanca Gémez, viuda dol médico, de quien habfa sido Ia segunda esposa, y su hija Violante, de 19 aflos; e1 matido de ésta, Diego Gomez de Fonseca, de 24 aos, también médico; Diego Enriquez, hijo del primer matrimonio del médico, monje franciscano; Ana Enriquez e Isabel Paredes, amiga de la familia. Muchos acusados negaron formalmente las acusaciones y fueron liberados: el franciscano, Ana Enriquez ¢ Isabel Paredes, quienes afitmaron que Ia mortaja del difunto te- fa tnicamente fines higignicos. Pero Andrés Lépez de Fonseca, que ya en dos ccasiones precedentes habia sido requerido bajo sospecha de participar en cere monias judias, en 1601 y 1604, y a pesar de ser corsegidor de Alba de Tormes, fue torturado junto a su esposa Isabel. Confesaron y sufrieron una condena de 188 LFESPANA DF LDS AUSTRIAS (1516-170 encareslamiento « perpetuided. La realidad de ls rts judicos parece cert y onsitye un testnnon de sw rxistncin. Sin embargo isla cakla de Olivares y bajo el magintero del temible ingu- sidor general Arce y Reinoso (1683-1665) se desenendenaron las mis temibles Gfensias contra los converses, como las que se Inzaron entra los cues ma Torquines a fines de siglo, en 1679 1691. En L649, las revelaciones de un farma- cevico converso, Juan del Cerro, lisiea figura de main (asidor),levaron a Sescubrimiento de una , con un ligero toque estético, ‘qDénde estaban? En los barrios ealientes de las grandes ciudades. En Sevilla se reunian en el Patio de los Nuranjos, cerea de [a catedral, protegidos por el foro celesidstico y desde allf controlaban el Arenal, a lo largo del Guadalquivir, el corral de Olmos y distintos albergues, como la venta de la Barqueta, que fue arrasada en 1595; en Sanlicar de Barrameda, sitimo puerto antes de la travesia atlintica; en Valencia; en Toledo, detsds del Zocodover; en Valladolid, en tos alrededores de In Puerta del Campo, lugar de reunidn de la buena sociedad 0 fen Madrid, donde se muliplicaron con el crecimiento de la ciudad, por las calles ‘que rodean Ia Puerta del Sol. ‘Los picaros trataban de vivir a expensas de los demés, lo mejor posible y sin trabajar, Eran a la vez el doble y el negativo de los priviegiados que también vivian del trabajo de otzos. Su originalidad justifica el gran nimero de interpreta- ciones que se han desorrollado sobre ellos, Gateores ‘A voces, los delineuentes eran atrapados, al igual que Jos bigamos, Ios falsos testigos y los sodomitas. A aquellas gentes no se es reclufa durante largo tiempo cen Ia carcel, solucidn costasa y poco segura. Cuando el delito era importante y se trataba de hombres en la plenitud de la edad, se les hacia galeotes, nuevos emeros al servicio del rey. En 1566, la edad minima para ser condenado a las galeras era de 17 afos. Los condenados encontraban en las galeras a esclavos, muchos de cllos negros y ctistianos, a pesar de las leyes. De un modo general, la condena a las galeras tra de cuatro a seis anos Ruth Pike considera que la condicion de galeote era menos intolerable de Io que se ha dicho; los condenados a las minas de Almadén pedfan el traslado a tas galeras, pues éstas daban mayores esperanzas de supervivencia. La temporada ‘maritima se limitaba a siete u ocho meses, lo que aseguraba largos reposos y en- tretenimientos en los puertos, y aunque la comida era mediocre, al menos estaba ‘asegurada, La racién habitual estaba compuesta por un potaje de atroz hecho ‘con agua, aceite y 26 onzas de bizcocho. Hasta 1540 se daban cuatro libras de ‘came al mes, pero a partir de esa fecha Ta carne fue dando paso a las judfes. El vino era algo excepcional. Evidentemente, Ia carencia de alimentos frescos (le~ gumbres y frutas) favorecia las enfermedades como el escorbuto, el beri-berly la pelagra, ero estas garantlas de entretenimientos y alimentacién no deben hacernos olvidar la dureza de la vida de aquellos millares de galeotes espafioles (en 1612 DISIDENTES ¥ #RUSTRADOS 95 lan exocto de la balla de Lepanto. Las galeras, que se empleaban basicamente on ef Me- dluersine, tnfon veintvtis remon por sade bonda y de vole triangular, Nomads lat ‘nar. Sus tripulacionesesaban compuesias por eondenades 0 esclavas, y por caulvos ers- tienes en las galevas de lo patas 9 los turcos. Parks, Biblioteca Nacional Ja escundra de Espafia, la més importante de las cinco, contabs con 2.432 galeo- 1s), El earécter tanto pablico como colectivo del es{uerzo que se debfa aportar ‘apenas permitia economizar fuerzas. Los galeotes tenfan asistencia médica, pero préctieamente no frecuentaron los dos hospitales que se crearon pata ellos, Habia tun servicio religioso a bordo y cofradias de galeotes erstianos que se ocupaban de los eventuales funerales y de encargar misas por la salvacin del alma de los ifuntos. Los motines eran ¢5¢280s, pues los castigos eran implacables: la muerte ‘en caso de rebelién; por delitos menos graves, una prolongacién de la pena o la ablacién de la nari2 © de una oreja, en el caso de los eselavos... Pero quedaba la esperanza de llegar con vida al final de la pena Los FRustRapos Los pobres ‘oddos fos censos Hlevados 2 cabo a lo largo del Siglo de Oro demuestran que la proporcidn de pobres eestructurales» oscilaba, segtin las cudades, entre un 10 yun 20 por 100. Estos son los poreentajes que enconiramos en Burgos, Medina 196 LA ESPANA DE LOS AUSTRIAS (116-17) det Campo, Valladolid y Segovia, donde en 1561 se inseribian entre el 9 y el 15 por 100. La situaciin era igual en pueblos como Mojados (13,5 por 100) y Tudela {de Duero (14,8 por 100). Podemos citar otros ejemplos de 1591: 9,9 por 100 de pobres en Alcalé de Henares; 162 por 100 eu Ciudad Real; y 19,4 por 100 en Teen, Cuando los porcentajes son rid(eulamente bajos (menos del 5 por 100) 0 exee- sivamente altos es mejor descontiar, aunque debemos admitr ls tasas excepeio- rales de Extremadura, Pero los elevados porcentajes de Toledo, en 1546 y 1558, aque rozan el 20 por 100 (19.7 por 100 en 1358) cortesponden a eensos de pobres especialmente realizados en funcin de la coyuntura: 1546 y 1558 son dos de los alos de mayor penuria y encarecimiento de los precios de todo el siglo XVI, Tam- bién Is indicacion segdn la cual en 1594 més de la mitad de la poblacién de Aré- valo cra pobre coincide con la mayor hambre del siglo. En estos casos citados, los pobres scoyunturales» se afiadieron a los «estructurales», Los autores de la época distinguen netameate los pobres evergonzantess, los que intentaban disimular su condicién y eran, por regla geneva, trabajadores (é& tos formaban fa mayor parte de los pobres ce Segovin en 1561), de los pobres «de solemnidad», los que mostraban abiestamente su miseria y pretendian vivir de Ia earidad pablica o privada, mendigando. Los censos de mendigos llevados a ‘cabo et algunas ocasiones y que dan siempre electivos inferiores al 10 por 100, © incluso al $ por 100, conciernen vinicamente a esta Ultima categoria, Conviene preguntarse silos pobres de solemnidad eran verdaderamente unos frustrados». Los pobres vergonzantes silo eran, evidentemente, pero en el pri= mer caso la pregunta no es en absoluto retérica; por otra parte, fue objeto de un largo y apasionalo debate durante el sigio XVI. Es necesatio admitiy que en aque= lia época exists en Espasa una oferta de trabajo que no se satisfacia enteramente Por la mano de obra local, puesto que el pais debia recurrir a los «trabaindores Inmigrados», sobre todo franceses, féciles de atraer debide al alto nivel de los salarios espasoles de aquellos tiempos. En consccuencia, los espaioles que lo de- searan tenn Ia posibilidad de rechazar el trabajo y sobrevivir gracias « una densa ¥¥ multiforme red de asistencia, sobre todo en las cludades: distribueién de racio- nes alimenticias, hospitales, casas de caridad para los nifios abandonados, ete. Domingo de Soto reivindicaba precisamente e] derecho de los pobres a disponer de ellos mismos y a rechazar el trabajo, lo que en suma venfa a consttuit el man- tenimicnto del sistema, Juzgaba, ademés, necesario el espectaculo de la pobreza com el fin de estimular la caridad, Unico medio de salvacién para aquellos que no tran pobres. A Domingo de Soto se oponia sobre todo Juan de Robles, alias Juan de Medina, que querfa obliger n trabajar a los pobres capacitados, con ef lin de ayudar mejor a los otros. Los partidarios de Robles, y mas tarde Tos de Cristdbal Pérez de Herrera, consideraban a los mendigos vslidos como imposto- res y, en cierto modo, no admitian Is eelecci6n de la pobreza. Para sostener su tesis multiplicabam las anéedotas y los ejemplos, con Ia intencidn de demostrar el asitismo de los falsos pobres y su indiferencia respecto a Ia dactrina cristian, EI propio Soto no negaba que hubies parislos y smulacaes, pero wo queria preocuparse por ello y asi salvaguardar Ia libertad de los otros. Teniendo en cuenta la coyuntura, parece dificil negar que hubiese muchas selecciones de pobreza. Pero saber si ésta se habla suscitado por la palabra DISIDENTES V FRUSTRABOS Wor Exe tela de Murtlo evoea tos muitiples aspectos deta asistencia a os invades, javenes, viejos y mujeres sltaias y a veces cargadat de nifos abandonadot. Pero tanto en Espafa ‘como en cualquier oir sito, las easas que recogian a los nas expdsts se nansformabart fe lugares mortuorio, espectatmente en Sevilla. Segn cies fuentes, el personae que se encuentra en et exremo derecho seria un noble empobrecdo, En ta olla hay palais, que ‘ntonces aparecen en la alinentacion cotdana. Alimentat& Jes pobres. Medd, Academia ‘de Hellas Artes de San Fernando cevangélica que prometfa a los pobres un mejor acceso all reino de Tos cielos o. por el contrario, se debia a un simple deseo de sobrevivir sin trabajar, ya es otro tema, Por ofra parte, los trabajadores manuales no gozaban de una gran eonside- racién. Resultaria sorprendente que todos los pobres hubiesen actuado mediante Ia misma motivecion. Pero, en cualquier caso, una sociedad pudo dar esa oportu- nidad y, en ese sentido, los pobres fueron el primero de sus lujos. ‘Toda lo dicho no signifies que los pobres tuviesen una vies fécil. Normalmen- te vivian agtupados, espontineamente o no, en barrios miserables, en wn «carral> , Los esclavos adomésticos» acostumbraban a tener una suerte ceptable, sobre todo cuando se podian casar y Hevar una vida de familia, Tene- ‘mos ejemplos de buenas relaciones con Jos amos, que asistian a las bodas y bau ti2os de los hijos, hacian curar a los esclavos enfermos y encargaban misas por Ia salvacion de los difuntos, Pero tambign habfa eselavos que sufrian duros eastigos ‘corporales y, en ciertas ocasiones, los habia que morian azotados, DISIDENTES ¥ FRUSTRADOS 199 ‘Saccrdoe, nit y eslave negro. Grabado de 1572, Paris, Biblioteca Nacional La situaci6n de Jos que trabajaban en el campo © en un taller para un amo acostumbraba a ser la menos envidiable. En ocasiones debian trabajar desde el alba hasta el anochecer, llevar cargas aplastantes y soportar castigos corporals, Pero todo ello no era, sin embargo, comparable a la suerte de los esclavos de las plantaciores de Améticn, que no «duraan> mas que de cinco & siete altos por término medio, Los esclavos espatioles vivian hasta edades normales y con fe ‘cuencia obtenian la liberacién a la muerte de sus amos, como recompensa por sus buenos y leales servicios, El caso de Jos esclavos valencianos estudiado por Vicenta Cortés es bastante istinto; a menudo eran el produeto de la piraterfa y, en esta categoria, los blan~ cos de religion musalmana dominaban claramente, Pero la trata de negros fue precoz en esta zona, probablemente gracias al cardcter «colonial» de la regién, ‘donde prevalecia la mano de obra morisca. Valencia y Alicante eran las dos prin- cipales plazas de trata, peto los mercaderes de Elche, Denia, Alcira y Cartagena lambige participaban en el tréfico. A Cartagena llegaban los esclavos de orien saranadino. Parece que alli los eselavos se consideraron come una mano de obra sobreexplotable, pues los artesanos y los labradores ricos se contaban entre los principales compradores, La animosidad religiosa para con los musulmanes y un enosprecio demasiado evidente respecto a los negros dificultaron as relacio- nes entre amos y esclavos, En cualquier caso, en esta regién como en las otras, la integracin racial produjo Ia asimilaciOn y Ta psogresiva desapariciin de los esclaves, ' | Capitulo 5 UNA GENERACION PERDIDA? (1665-1700) Nareis Feliu de la Penya, «Fenix de Catalutian, un hombre que jueé un papel estacado on la renovacidn del Prineipado a fines del siglo xvit, no dud6 en alir- ‘mar que Carlos Hl (1665-1700) era el mejor rey que hubiese tenido Espafia. Mas allé de Ia paradoja, debertamos interrogarnos sobre las razones de un juicio tan sorprendente, pues ningiin contempordneo albergaba dudas al respecio: durante Jos altimos afios del reinado de Felipe IV y a lo largo del de Carlos Il, Espafia toeé fonda. Los diplomsticos extranjeros evocaban un pueblo decadente: «El an tiguo valor de los espatioles ha desaparccido», o: «Corsumidos por la ociosidad, viven en el placers. O incluso: «Ya no hay navios en el mar, ni ejércitos en tierra, Js fortalezus estén desmanteladas y sin defensa; todo est en peligro, no hay ‘ada protegido. Es incomprensible que esta movarquia sobreviva. Y también: ‘La totalidad del actual reinado ha sido una serie ininterrumpida de desastres. Ast se expresaban los embajadores venecianos Zeno, Cornaro y Ruzzini en 1678, 1682 y 1695. Y el embajador francés Rebenac escribia en 1689: «Las gentes pre- claras estn de acuerdo en que el gabiemno de la casa de Austria los arrastra ieze- mediablemente hacia la ruine total. Y la persona del rey era Jo que menos podia cengafar a nadie DESAPARICION DE LOS MODELOS EL gran drama de la sitima generacién del siglo xvn fue que no le quedaban ‘modelos a los que admirat y las nuevas figuras preeminentes que prodyjo alecta- ban tinicamente a circulos muy restringidos. El propie seberano s6lo podia inspi- rar piedad a su pueblo, Un rey lamentable Felipe IIT habfa sido un personaje insustancial, sin imaginacion ni el mas mi nimo earisma, Al menos haba tenido la suerte de vivir en un tiempo en que Es i pafia era una gran nacién. A pesar de sus defectos, Felipe IV habia sabido favo- recer Ia floracién literaria y artistica del Siglo de Oro, viviendo ademés con ple nitud su vida de hombre. El pobre Carlos II era un suténtico «fin de raza», inca paz por aiadidura de transmitir In vida, a pesar de sus dos mattimonios. El his foriador Antonio Dominguez Ortiz lo calific6 sin ambages de retrasado mental y. en oeasién del proyecto de matrimonio con Marfa Luisa de Orleans, que luego S¢ reali, el embajador francés Villars escribi6 a Pomponne, secretario de Esta do de Asuntos Exteriores: «EI rey catoico es tan feo que hasta ca miedo, y ade~ mds tiene mal carécter». A pesar de Ia carta, Maria Luisa fue sacrlieada en aras de la razén de Estado, Pues Villars no exageraba cn absoluto, Basta observar los femibles retrates que te Carlos Ht hizo Claudio Coello, verdadero testimonio de Ja admirable honestidad artistca del pintor. En cllos se muestra todo el desampa- ro de una existencin miserable, que se urrastré interminablemente hasta 1700, La salud del rey era tan precaria que tanto la opiniéa nacional como Ia inter: nacional esperd durante mds de veinte afios una muerte que siemapre se creia in inente. Para cuidarle se le ahorraba todo esfuerzo o viaje. Su padre y su abuelo abjan sido grandes euzadores y hablan efectuado algunos viajes largos por sus reinos; en 1677 Carlos, que coniaba 16 afos de edad, no habia rebasado Aranjuez y B] Escorial; y el mas largo de sus viajes, dividido en numerosas etapas, s6lo ileg6 a Zaragoza. Dependia totalmente de st madre, la reina Mariana de Austria, y los esfuerzos de su hermanastro don Tuan José pars hacer de él un verdadero rey fracasaron, El ultimo de os valides, Feraando Valenzuela, nacido en 1636 en Népoles, hijo de modesta nobleza andaluza, no fue tanto valido del rey como de su madre, dofla Mariana. En cuanto al dugue de Medinaceli al conde de Cropesa, quicnes gobemaron Espasa de 1679 4 1691, no haban side eseogidos por el rey sino impuestos por la aristocracia Gobernantes incompetentes 0 desafortunados {Grandes ministros a falta de un sey? El primer heredeto del poder, el jesuita aaustritoa Nithard —confesor de la reina madre, a quien acompattaba cuando te: g6 a Espafa en 1649 se hizo odiar cordialmente por toda Espana, Fernando Valenzuela no era més que un arribista entrado en palacio gracias su: matrimo: tio con una dama de honor de la reina, y debié su carrera, segin se dice, a su capacidad para mancjar los secretos de la corte. Pero no ten‘a ningin talento po- Iitico y s6lo intent6 mantenerse favoreciende al pueblo de Madrid: productos de primera nevesidad y precios moderados (a expensas del resto de pais), versiones Y fiestas, especialmente corridas, y embellecimiento de la capital eon la recons- ‘uccion de [a Plaza Mayor y la tradla del puente de Toledo sobre cl Manzanares Nunca lleg6 a remontar la resuelta hostiidad de la aristoeracia hacia él, Flevado la grandeza y hecho «primer ministro>, titulo que no habia ostentado ningin valido anterior, Valenzuela eliminé la Tunta de Gobierno, una especie de consejo de regencia. De repente los grandes dejaron de asisir al servicio de la capilla real y el duque de Osuna, presidente del Consejo de Tilia, y el conde de Peftaranda, presidente del Consejo de las drdenes, manifestaron abiertamente su desacuerdo. ‘Todos ellos se alinearon masivamente con don Tuan José de Austrin y provooaroa In cafda de Valenzuela en 1677. nos reyes lastmosos. Retrato poco favorecedor de Felipe IV, pintado por Ve ‘rad, Museo del Prado. Un auttnaco ofsal de racas, Carlos I, lamado vel Hechizado>, et limo momarca de ta dinastia de los Habsburgo, por Claudio Coello, 1642. Madrid, Museo del Prado Los dos primezos ministros que gobernaron Espatia de 1679 a 1691, el duque de Medinaceli (1680-1685) y el conde de Oropesa (1685-1691), eran miembros de la ms alta aristocracia castellana. Juan Tomds de la Cerda, octavo duque de Me- dinaceli, era en aquella época el mas rico y poderose sefiar del reine, No le Fak taban cualidades, conocia bien las asuntos de la mar y de las Indias; encars con valentia Ia direoeién de Ia reforma monctaria, asumiendo Ia responsabilidad de la drdstica devaluacién de 1680, dolorosa aunque finalmente positiva. El afo te rrible de 1685 acab6 con él. El conde de Oropesa, joven (34 arios cuando accedié al poder), elegante, hébil y bien auniliado por su jefe de gabinete, Manuel do Lira, y por el marqués de Los Velez, acabe fa reforma monetaria y el saneamien- to financiero, disminuyendo los gastos pliblicos, El segundo matsimonio de Cae: los II con Muriana de Neuburgo le resulté fatal; la nueva reina habla reeibido instrucciones de la case de Austria para operar cambios en el gobierno, destina- {dos a preparar Ia sneesién. Cuando Oropesa pidié a Carlos Il explicaciones sobre la invitaciéa a dimitie que éste acababa de mandarle, el rey respondis: «Ellos lo deseaban y yo debo conformarme>. Lo més soxprendente es que este fantoche pretendiera gobernar solo & partir de entonees. ‘Queda atin el caso de don Juan José de Austria, que ejercié el poder de 1677 18 1679, zAcaso este shijo del amor» (fruto de una relacién de Felipe TV con una célebre actriz, Iu Calderona) no era més que un ambicioso, sediento de poder personal? BI historiador briténico Henry Kamen, uno de los pocos que conocen bien este periodo, no lo cree en absoluto. Utilizando los despachos ¥ las relacio- nes de los embajadores ingleses y Tos eseritos del médico personal del principe, italiano Juan Bautista Juanini, Kamen resslta Ja vasta cultura de Jan José, sus aptitudes cientifieas (un conocimiento real de las tesis de Galileo y Copéraivn ¥y buena disposicidu para las matemticas), su gusto por Io historia y lo pincura, ¥ la calidad de su estilo. Sabemos efectivamente que el principe, nacide en 1629 ¥ reconocido por Felipe TV en 1642, habia recibido una educaciGn muy esmerada, tera bien parecide y dotado para el ejerccio fisico. Henry Kamen llega a cons torle como «la mis poderosa personalidad del reino y una de las figuras més sig nificativas de la historia de fos Hobsburgo en Espana». Fl aspecto mAs intezesante de su demostracin es el modo en que el principe llevaba sus eampatias de opi rion. En 1669, por ejemplo, escribie desde Barcelona, donde fue acogido favors blemente, una gran cantidad de cartas a la reina madge, a los ministras, a los conscjeros, a los virreyes de los reinos de Aragén y Valencia, a los arzobispos, los cabildos catedralicos y a los eoncejos municipates de las ciudades de Casti- lla. Tras lo cual, regres6 poco a poco a Madd, y recibié triunfales acogidas en Létida, Praga y' Zaragoza. De este moda provocs la precipitada huida de Ni thard, realizando probablemente el «primer promunciamiento de la historia de Es- paar. Don Juan José no se benefici6 directamente en aquella ocasién de su em Presa, pero su hora son6 en 1677, cuando la alta nobleza impuso a la reina madre y al rey la destitueidn de Valenzuela y la designacion de don Juan José como primer ministro. Fue un verdadero golpe de Estado, el primer nombramiento de tun jefe de gobiemo contra la voluntad de un rey, observa Francisco Tomds y Valiente No se pede dndar aide In populsridad de don Suan José, ni de su carisma personal ni, segin parece, de la votuntad que atesoraba de salvar a Espana del declive. Trat6 de ltacer del rey un adulto y trabajé mucho en el gobierno, aunque fen una pésima coyuntura: en 1677 hubo una cosecha desastrosa, luego se desat la liima de las grandes epidemias de peste, que duraria hasta 1684; en la paz de Nimega, Espana sufrié nuevas perdidas (eritoriales; y, finalmente, los grandes ‘no quisieron conceder a} estadista un edonativo» que solictabs... Don Juan Jose cay6 enfermo y murié en 1679, de modo que no se aclaré la ineégnita, {Era un verdadero hombre de Estado? Debemos resignarnos 2 ignorarl, Aristécratas topoderoses, pero sin iniciativa Carlos V y Felipe II supieron hacer de los aristéeratas «hombres del rey». La situacién era muy distinta a fines del siglo vu. Espafia estuvo a partir de enton- ces totalmente controlada por la arisiocracia. ¥ no s6lo porque Medinaceli y Oro- psa fuesen fos primeros ministros; lo importante es que fueron sucesivamente elegidos por sus pares y que éstos se aliaron a don Juan José para, primezo, im poner la salida de Nithard y, luego, la caida de Valenzuela, En el reinado de Carlos'Il se doblé el mimero de titulos, pues en 35 afos cred 236 marquesados y 89 condados. Estos nuevos ttulos sancionaban Ins ascen- slones sociales, pera no modificaban la jerarquia nobiliaria. Los mismos linajes seguian reinando sobre la sociedad, tanto mas cuanto los grandes personajes aca paraban numerosos titulos; Gregorio de Silva y Mendoza, que fallecis en 1693, rnoveno dugue del Iafantado, era también el quinto duque de Pastrana y marqués de Cenete; su renta oscilaba entre os 80.000 y los 120,000 ducados, ejercia su jurisdiecidn sobre unos ochocientos pueblos y eiudades, entre Is que se encontra- bba Guadalajara, y controlaba unos quinientos eargos pablicos. Gaspar Téllez Gi- on (1656-1694), quinto cuque de Osuna, marques de Peiafiel y conde dle Ureta, tran propietario absentisia pero que vigilaba de cerea la gestién de sus dominios, era seilor de 26 localidades de Andalucia y S4 en Castilla; sus rentas aleanzaban los 150,000 dueados. Fi duque de Cardons, principal sefior de Cataluda, tenia jurisdiecion sobre 157 pueblos y ciudades en 1682, Juan Tomas Enriquez de Ca brera (1646-1705), almirante de Castilla, dugue de Rioseco y conde de Melgar, era, por su parte, sefor de 97 ciudades y pueblos, entre las que se contaba Me- dina de Rioseco, donde nombraba al corregidor, a seis regidores, tres jueces, al notario municipal y los catorce notarios publicos de Ia ciudad. En apariencia estos grandes ejercian todavia las funciones de sus antepasados. Eran virreyes en Barcelona, Valencia, Mila, Mexico o Lima, También presiian los consejos de gobierno. De hecho, confisearon el Pstado pera, en lugar de ser Virlo, como habia sido en el pasado, se servian de él. Un ejemplo: Diogo Felipe de Guzmn, tercer marques de Leganés, tenis una renta anual de 29.268 ducados fen 1691, Peto sus dominios séilo le procuraban un 14,7 por 100 de aquella renta El resto ~es devi, lo esencial de sus ingresos— provedia de los juros asignados sobre la acunacién de moneda en Sevilla, sobre el producto de las aleabalas y del ‘impuesto de los millones de Madrid; dicho de otro modo, de los recursos fscales dle] Estado que fueron enajenados por ef maryués. Un examen de varias eontabi- lidades senoriales revela que este c3s0 estaba muy extendido Efectivamente, a pesar de su enorme renta y do sus riquezas, los aristeratas estaban muy endeudados. {Cémo se puede entender eso? La institueida del ma- {yorazgo permitia conservar Ia mayor parto del patrimonio concentrada en el jefe ‘el lingje, peto impedta obtener dinero liguido mediante la venta de tierras y sefiorias, Sin embargo, debian conceder a sus hijas dotes colosales cuando se ea saban en su mismo rango; 50.000 ducados 1 Cetalina, hija del daque de Arcos, cuando se cas6 en 1659 con el marqués de Frémista y Caracena; Diego Zapata, conde de Barajas, reconocis en 1684 que una de las dos razones principales de su endeudamiento procedia de las dotes concedidas a sus hijas. Lo mismo podria ‘mos decir del conde de Benavente, del dugue de Béjar y de tanios otros. Ade- igs, a fines del siglo xvi, una dote de 100.000 ducados se habia convertide en algo absolutamente habitual entre los miembros de la alta aristocracia ‘Ademés, [os grandes cafan fécilmente en la ostentacién, que resultaba muy cara: en 1663, el Almirante de Castilla invirtié 20.000 dueatos en la ceremonia de boda de su hijo; y el conde de Oropesa, cuando era presidente del Consejo de Castilla, mantenia 24 eriados Gnicamente cn su residencia madtilesia. Muchos titulos se contentaban alquilande —a precios muy elevados— el indispensable do- micilio de paso madsilefo para poder aparecer en la corte, lo que cargaba atin ms sus gastos. También es cierto que dedicaban fuertes sumas a honrar su padri= argo de iglesias y monasterios, y también es justo decir que el patemalismo aris tocritico para con los vasellos pobres era un deber realmente costoso. A este respecto, se ha podido calcular que el duque de Gandia dedicé en 1963 la suma dle 6,700 dueados a raciones alimenticias que se servian a los pobres de su ciudad. 2UNA GENERACION PERDIDA? 203 Para procurarse dinero liquido era necesario vender eensos, es decir, rentas que el prestatorio se comprometia a servir a cambio de un capital. El peso de aquellas rentas acurmuladas a la larga se hizo insostenible: el duque del Tnfantado debia pagar en 1637 censos por valor de 44.886 ducados, lo que Venia a represen tar la mitad de sus rentas, Linajes como los Alvarez de Toledo (duques de Alba y condes de Oropesa), Enriquez. (Almirantes de Castilla), Pimentel (condes de Benavente) también estaban muy endendados por el mismo sistema. A partir de entonces se impuso la tentacion de uprovecharse del control ejercide sobre el Es- tado para obtener o bien una moratoria en el pago de sus rentas o bien una rebaja en Tas tasas de interés: 0, mejor atin, Ia concesién de juros por los servicios pres tadas. ‘Ya hacia tiempo que la aristocracia no cfereia el mando militar, Su influencia politien sobre el Estado no manifesta ya grandes ambiciones ni aporta nuevas ideas. Ocupados en mantener su rango, pereibfan rigurosamente sus rentus pero no invertian para obtener mayores beneficios de sus verras. A menudo ofrecian resistencia antes de aceptor los agotadores virreinatos americanos, a donde el mo narea ya enviaba a nobles de menor rango que antafo. Es cierto gue en ocasiones tenfan razones por las que quejarse; ef duque de Osuna alegaba que sus cargos de virrey de Catalufa, primero, y luego de Mildn, le habfan eostado 160.000 ch cados, y que habia sacrificado 200.000 més levantando y equipando un ejército fen Andahuefa, en 1680, codo ello servicio de la corona. El duque de Hijar hizo valer en 1683 que su tratamiento de visrey de Aragén (6,000 ducados anuales) no le habia sido pagado durante dos aiios. Ademés, muchas de las deudas prove- nian de 1a ayuda offecida 2 la corona en el reinado precedente. Pero los grandes olvidaban que estaban exenios de impuesios. Y cuando el ray 9 el primer ministro les solicitaban un donative para poner a flote un Estado dlescapitalizado, daban largas al asunto con sespuestas dilatorias. Asé lo hicieron en 1667, o en 1671, en el reino de Aragén. El poder de la aristocracia no se resquebraj6, pero la’ mayor parte de ellos se convirtieron en purdsitas. Por lo tan: lo, no es de extrafiar que se desarrollase un sentimiento antinobilirio, en ocasio- nes muy vigoroso, en aquella Espana del siglo xvtl. De ello fue testimonio la obra de José Cortés Osorio y, quias mas todavia, el Teatro mondrguico de Pedro Portocaztero, publicado en 1700 Herederos y supervisientes El letrado habia sido un modelo social en tiempos de Felipe II y su sucesor inmedinto. Su ciencia juridica y su conocimiento de ls letras le abrian las puertas dol poder y la riquera, ¢ incluso lo ennablecian en el caso de que todavia no faese noble, A fines del reinado de Felipe IV y durante la época de Carlos Il el control que ejereis Ia aristoeracia sobre el Esiado debilité considerablemente In pposiciGn de los letrados, apartandoles de los mas altos caminos. Es cierto que todavia ocupaban cargos cavidiables: oidores y iscales de las audiencias, profeso- ros de las universidades (bastante decaidas, por cierto) y miembros de fos conse Jos de gobierno. Los letrados habfan hecho s6lidos estudios; cou Carlos IL, entre el B® y el 90 por 100 de los comsejeros de Castilla habian pasado por los més 206 [LA ESPARA DE LOS AUSTRIAS (1516-1700 prestigiosos colegios mayores: los euatro de Salamanca, el de Santa Cruz en Va lladolid y el de San Ildefonso en Alcald. Las letras seguian siendo una carrera atractiva para fa media y peque'ia nobleza del norte, que aportaba la mayor parte de los letrados, a pesar de que en los tiempos de Carlos IT aumenté considerable- rmeate el aimero de madrilenios. También encontramos muy presentes en el Ser- vicio pblico a familias asturianas como los Queipo de Llano y los Waldés; vascas yy navarras como los Ursa, Aguirre y Larveategui; y castellanas, como los Arce, Otalora, Ronquillo, Cércel ‘Todos estos letrados desemperlaban vortectamente 84 oficio, pero no patectan trabajar con un gran entusiasmo, Se esté lejos de Ia euforia del siglo precedente. De hecho, « pesar del estatuto de nobleza de aquellas gentes, adeinistraban bur _guesamente sus fortunas; desconfiaban de los censos, que antes habfan eonstitul do una de sus inversiones preferidas (y podemos entenderlo perfectamente, pues ya hemos visto eémo la aristocracia se as ingeniaba para obtener rebajas en los intereses 0 aplazamientos en los pagos). Los letrados de altos wuelos, como fos, consejeros de Castilla, trataban pues de obtener jugosas encomiendas de las Grde- nes militares, compraban buenos cortjos con olivares,vifledos, rebaios, bodeges y prensas, y estaban al quite de las licencias que en ocasiones concedia el rey a los grandes excesivamente endeudados, para que pudiesen vender una parte de su mayerazgo. ¥ consumian, si no con frenest, sf al menos con largueza. Cuando uu inventario de bienes tras un fallecimiento permite valorar esos bienes, pode- ‘mos constatar que entre los consejeras de Castilla ls bienes muebles represent ban una media del 33 al 43 por 100 del total: placer, alfornbras, cuadros. joyas, libros, vehicalos... Esos bienes valian més que las casas. Muchos de ellos adqui rleron pintoras de artisths célebres: el Greco, Valdes Leal, Velazquez, el Tunto- retto, o el Veronés, La coleccisn de Tuan Gonzdlez de Urqueta contaba con 750 telas Los letrados —earrera obliga tenfan importantes biblioteeas, en las que pre ddominaban as obras de derecho. En 1666, Diego de Arce Reinoso, consejero de Felipe IV, tenia 3.880 vollimenes. Pedro Nunez de Guzmtin, noble con tule (marqués de Montealegre) y presidente del Consejo de Castilla, tenfa 3.406 en 1683, ndemés de 349 manuseritos. Muchos consejeros poseian més de 1.000 volt: ‘menes: derecho, historia, ldsicos latinos y griegos, obras de moral; pero, em una ceuarta parte de las bibliotecas, las principales obras de la literatura espatiola del Siglo de Oro estaban ausentes, fo que no habla de una gran curiosidad. Estos consejeros, que representaban la flor y aata de Jos letrados, no eran sin embargo grandes ereadores; s6lo el 15 por 100 de ellos dejaron una 0 varias obras im- resas. Los creadores, por fo dems, habian desaparesido en todos Jos géneros. La Espatia de Carlos It ya no tenia grandes esctitores, ni tedlogos (sdlo Molinos, si se quiere), ni artistas; Calderon de la Barca y Juan de Valdés Leal eran unos supervivientes que se habjan formado en otto clima intelectual y artistico. No tuvieron sucesores, Aquella Espafia ya no tenfa tampoco grandes Santos. Fl pue bio cristiano pudo celebrar Ia gran oleada de eanonizaciones que sanciond el es- plendor de la Espaita catélica. En 1669 la de san Pedro de Aledntara y de santa Magglalena de la Paz; en 1671, las del rey san Fernando y de san Franciseo de Borja, de san Luis Beltrén y santa Rosa de Lima (una eriolia); en 1674, san Pedro PSS AV TOS | SACRAMENTALES, DEDICADOS. TRIARCA IVAN DE Dios. oe eal comevestos PEDRO CALGESSN. dc hBiencinles de Oren Stn ‘Coplnde Honor de fa Bella elo. eres Rees Nase de Se alongs Flo. BS) 5: SHES Recopilacion de autos sacramente les servos por Calderin de lo Barca, ef animaturgo oftcial de la cone de Felipe TV. Se vata de pe ‘queas pezas alegéricas de temas Ieligiotoe ques» mpreconiahon oe Mia de fiesta san la ideotogta de ta Conirareforma, soa Wl | i a ‘tite eee Josue Pascual; en 1679, san Juan de Dios; en 1691, san Pascual Bail6n y san Tuan de Sahagin. Pero todos aquellos santos hablan de un tiempo pasado. La Espana de Carlos II apenas puede presentat a san José Oriol, aquel santo eatalén de quien hemos visto, en un capitulo precedente, Ia sorprendente carrera, Pero en cual- quier caso, y a posar de su importancia, no es comparable con ua Pedro de Al cantara, con una Teresa de Avila © con ua Ignacio de Loyola, Y, por otra parte, {esmo celebraroa en Valencia Ia canonizacién de san Francisco de Borja? Con guirnaldas en las calles, carrozas, fuegos de artificio y dos dias de corridas de toros. Una forma barroca de festejar a un gran sertor que habia abandonado el ‘mundo por la mortificacin, A falta de modelos prestigiosos de su tiempo, fos eatéloos expafioles se infla- ‘maban con el culto maziano y la Iamaculada Concepcion. Veamos los testamen- {05 do los consejeros de Castilla. Los magistrados encomendaban primpro su alma ala Virgen «rzina de los angeles», «reina del cielo», «abogada de los pecadores», intercesora privilegiaca y siempre mente dedicado al comestio, capitalista hasta In médula. Trafieaba con Marsella, Portugal, Londres, Amsterdam y Hamburgo, y se dedicaba tanto al tabaco y el azicar brasilefio como a las telas segovianas. Carecia de vida privada, contaba, calculaba, invertia, compraba, vendia y viajaba. “Tampoco la Tunéa de Madrid se qued6 inactiva. Impuls6 numerosas manvfac- turas, entre ellas una de sarga en Noves (cerca de Toledo), que 2 partir de 1692 empleé a 900 trabajadores entze los que haba casi $00 mujeres, y que se mantuyo 24 LLESPABA DE LOS ALISTRIAS (15161799 ‘durante bastante tiempo, La junta favoreci6 a otras empresas en Sigilenza (otra smanufactura de sarga), Plasencia, Burgos y Segovia, Se llevaron a cabo repetidos esfuerzos para relanzar las industras sederas de Cérdoba y, con més éxito, Gra nada, Pero hay que reconocer que, a partir de entonces, el impulso procedta de Jas Espatias periéricas. GLOSARIO. rad de nb zoe eteeas(aenice trpaads Ameen acexnats: peso telungu en pei gab oss stants: iment repre imir fs dls y fox pleitos recon co I danshuan aaa endo a ace sh debe pccodo de dite oe aise. salsa sn propcurs proba sis ees corals en ae se rece de io! cl far pre oie (Corns de Ci esha pre came ings pa ee ie Oke safer cee oad div, coin oe tn aes or ba te ppl anc cami fete be camceNos acer ones dela, pol por corn, ug cama Gara Cala canteen rain cae en Cah min emp caso CONTAC contac eg de eri y rl ler ame aS BE Maen: yond teens pina clades krona eng OF

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