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Murray Stein EI mapa del alma segtin C. G, Jung Traduccién de Danila Crespi Ediciones Luciérnaga ‘Titulo original inglés: Jung's Map of the Soul. An Introduction © 1998 by Carus Publishing Company Primera edicin julio de 2004 © de esta edicin: Grup Editorial 62, §.1.11, 2004 Ediciones Luciérnaga Pu dela Creu, 4 (08001 Barcelona (Espafs) © dela weaduccién: Danila Crespi, 2004 ef. 93 443 71.00 Fax 93.443 71.29, WER: www.grup62.com E-Mail: luciernaga@grup62.com ISBN: 84-89957-64-9 Depéito legal: B. 26.873-2004 Fotocomposicién: Vitor Igual SL. Impresion: Limpergraf, S.. Impreso en Espafa Printed in Spain Reservatos todos los derechos. 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ENERGIA PS{QUICA (TEORIA DE LA LIBIDO) Sexualidad y libido La transformacién de la energia psiquica La fisica como modelo Lafuente de energia La medicin de la energéa psiquica Launidad del cuerpo y la mente Energia, movimiento y direccidn Transformaciones y simbolos 4. LAS FRONTERAS DE LA PSIQUE (INSTINTOS, ARQUE- TIPOS E INCONSCIENTE COLECTIVO) Arquetipos (universales psfquicos) El inconsciente Instintos La relacién entre arquetipos e instintos 86 88 3 100 108 110 12 15 19 104 129 133 140 5. LO REVELADO Y LO OGUETO EN LAS RELACIONES CON (OTROS (PERSONA ¥ SOMBRA) La . La descripcién y el relato detallado de los arquetipos y del inconsciente colectivo se convertirfan en su sello distintivo, colocando su mapa en un lugar particular que lo separa de los mapas de todos los de~ mas exploradores de la psique profunda, el inconsciente El aiio 1930 divide la vida profesional de Jung casi exac~ tamente por la mitad: en 1900 comenz6 su formacién y sus estudios de psiquiatria en la Clinica Burghélzli, y en 1961 muri6 siendo un viejo sabio en su hogar en Kiisnacht a orillas 3. Jung, Collected Works, vol. 3, pp. 1-152. 7 del lago de Zurich, Retrospectivamente podemos ver que los primeros teint aos de activided profesional de Jang fue- ron profundamente cveativos: Durante e808 afos fue genes vando los elementos bésicos de una monumental teoria psi- SSlogica & la vez que Te prest6 atenciOn a los principales problemas colectivos dela época. Los segundos trent, afios Freron tal vez menos innovadores en cuanto a nuevos plan sa jentos tedricos, pero la produecién de libros y aticulos fac ain mayor de lo que habia sido anteriormente, Es0s fue: rie los anos de profundizaci6n y validacion de las hipGtesis Thnoiciones iniciales, Extendié ain mis sus teorias para in- “huis eatudios de historia, cultura y religidn y para crear un culo clave con la fisica moderna. El trabajo clinico de Jung. on pacientes psiqudtrios y con analizandos (personas ¢f fue la figura de Philemon, quien se le apareci6 por primera vez en un sueiio y al que luego convocé durante afios en su proceso de imaginacin activa.” La experiencia directa del alma es la fuen te fundamental de la teor‘a de Jung y esto nos da razén de su profunda unidad interior y de su coherencia intrinseca. Sin embargo, Jung también fue un cientifico dedicado y es0 coloca su trabajo en un sitial aparte de los poetas y los mifs- ticos. Trabajé con el método cientifco, lo que significa que) consideré que su trabajo habia de ser explicable ante la comu- nidad cientifica y por ello lo someti6 a pruebas empiricas. Sus} visiones, invuiciones y sus percepciones internas no permane- cian adosadas a sus propios méritos, eran constantemente con- frontadas y cotejadas con la evidencia de la experiencia huma- na en general. La imperiosa necesidad de Jung de ser cientifico da raz6n de todas esas aristas 0 aspectos no redondeados de su 5. Jung, Memories, Dreams, Reflections, pp. 182-183 (hay trad. cast. Recuerdos, nevis, pensamientot, Barcelona, Editorial Six Barra, 2002”), 2 teoria, de todas esas asperezas que hubieran podido ser pulidas por el puro intelecto y la imaginaci6n. Por el mero hecho de ‘que Jung fuera a la vez un pensador visionario intuitive y un cientifico empirico, su mapa de la psique humana es a la vez coherente y solo vagamentesistemitiea y rigurosa. Una de las razones por las cuales no he dejado de apre- Ih obra eserita de Jung y 18 he leido con constancia du- rante mas de veinticinco afios es que Jung no es compulsiv 1ente consistente. Toda vez.que he estudiado los escritos de pensadores realmente sistematicos tales como Tillich o He- gel siempre he sentido que me retorcia entre las fauces de acero de sus mentes inflexibles. Sus pensamientos me resul- tan rigidamente organizados. ;Dénde quedan el desorden y Ja suculenta imperfeccién de la vida? Esto me ha llevado a buscar entre artistas y poctas para encontrar sabidurfa en lu- gar de limitarme a los fildsofos y tedlogos, Siento una gran suspicacia ante los sistemas tigidos, los considero paranoides, Los escritos de Jung nunca me han afectado de esa manera, ‘Al leer a Jung siempre he percibido el profundo respeto por los misterios de la psique humana, y esta actitud ¢s lo que permite que el horizonte se siga expandiendo. Su mapa amplia vistas en lugar de apartarlas. Espero poder comuni- carle esta misma impresién a usted, lector, Este ¢s un trabajo introductorio. Aun cuando espero que los estudiantes avanzados de la teoria junguiana puedan benefi- ciarse de su lectura, mi verdadero piiblico esta compuesto pot aquellas personas que desearian saber qué dijo Jung pero ain no han encontrado la entrada adecuada a sus masivos escritos ya su complejo pensamiento. Cada capitulo de este libro se concentra en un tema de su teoria, Hago ali referencia a pase- jes especificos de su Obra completa que exponen esa porcidn de su mapa. El lector especialmente motivado y diligente po- dé consultar esas referencias més adelante, cmodamente y sin prisa. Espero que mi presentacién centrada en los textos 1 mismos de Jung pueda ofrecer una invitacién amistosa a su- amergirse en los documentos fundamentales y a aceptar el reto de desmenuzar el significado, a veces oscuro, de lo que eseri- be Jung y 2 reflexionar sobre sus implicaciones. La eleccin de estas lecturas es el resultado de mi propia seleccién personal. Otros textos también valiosos podrian ser citados y utilizados por igual. He tratado de escoger los ensayos y los pasajes mis claros y mds representativos del trabajo de Jung para demostrar la coherencia esencial de su vision, El mapa del alma trazado por Jung es una hazaia monumental del intelecto, Ja observacién y la intuicién crea- tiva. Pocos pensadores contempordneos se han acercado si- quiera a equiparar su imponente obra, albergada hoy en dia en los dieciocho voltimenes de su Obra completa, los tres vohimenes de Letters («Correspondencia»), las diversas co- lecciones de entrevistas y escritos ocasionales y su autobio- graffa (escrita en colaboracién con Aniela Jaffe). A partir de esta montaiia de material, he seleccionado los temas que per- tenecen de manera esencial a su teorfa y he dejado fuera aquellos que tienen que ver con la préctica analitica y Ja in- terpretacién de la cultura, la historia y la religi6n. ‘Vuelvo ahora a la pregunta que hice antes: gexiste real- ‘mente un sistema en la obra de Jung? gEs un pensador siste- mitico? La respuesta probablemente seria un cauteloso si La teorfa es coherente, de la misma manera que Suiza es un pais coherente aunque su poblacién hable cuatro idiomas diferentes. El todo se mantiene unido aunque las partes pa- rezcan sostenerse por si mismas y funcionar independiente- mente, Jung no pensaba sisteméticamente a la manera de un. filésofo que construye apoyindose en premisas bisicas y asegurandose que las partes encajan unas con otras sin con- radiceién alguna, Jung afirmaba ser un cientifico empirico y por lo tanto su manera de teorizar se adecua al desorden del mundo empirico. Pensador intuitivo, Jung expone grandes conceptos, los elabora hasta cierto grado de detalle y luego procede hacia otros grandes conceptos. Con frecuencia re- 2 trocede, se repite, completa lagunas a medida que avanza, caracteristica esta que no facilita su lectura. Se tiene que co- nocer toda su obra para poder ver el cuadro. Si se leen sus escritos més 0 menos al azar por un cierto tiempo, se co- mienza a sospechar que las piezas encajan de alguna manera en la mente de Jung, pero solamente después de haber leido toda su obra y haberla considerado y reflexionado durante un largo tiempo se logra corroborar que realmente es asi. ienso que Jung, habiéndose percatado de la profundidad y del aleance de la psique humana a través de su trabajo clini- <0 y de sus propias vivencias, sintié que no le quedaba més remedio que trabajar pacientemente y durante un tiempo considerable para lograr formular de forma responsable esta sublime visién del alma humana, No habrfa de apresurarse, y a menudo pospuso por afios una publicacién mientras traba- jaba en la elaboracién de las estructuras que pudieran sostener su pensamiento ante la comunidad intelectual. A medida que incentamos aprehender esta visibn en toda su magnivud, debe- ‘mos tener presente que Jung la fue elaborando durante un pe- iodo de unos sesenta aiios. No debemos pues dejarnos obse- sionar por la busqueda de consistencia exacta en una obra de tales dimensiones y tan conectada con la realidad empitica. Una anéedota sobre Jung, narrada por sus estudiantes en. Zatich, cuenta que wna vez. cuando se le criticaba por ser in- consistente en algiin punto de su teorfa, él respondié de esta manera: «Tengo el ojo puesto en el fuego central y estoy tra- tando de colocar unos espejos para mostrarselo a otros. A veces los bordes de esos espejos dejan espacios vacios y no encajan unos con otros de manera exacta. Yo no lo puedo itar. Vean ustedes lo que trato de mostratles». “Asumo como mi tarea describir con la mayor precisién posible lo que Jung muestra en esos espejos. Se trata de una vvisién que ha sostenido a muchos de nuestra generacién y puede ser una visidn que nos guie en tiempos venideros. Por encima de todo, sus escritos nos dotan de imagenes de ese gran misterio que es la psique humana, 26 1 La superficie (Yo y consciencia) Comenzaré a desplegar el mapa dela psique tazado por Jung tomando su descripcién de la consciencia humana y de su més. céntrica caracteristica, el yo. «Yo» es un término récnico cuyo origen es la palabra latina «ego>. La consciencia es el estado de alerta o de estar despiertos y en su centro se encuentra un «yo». Es un punto de partida bastante obvio, se trata de Ia en- trada al vasto espacio interior que llamamos psique. Sin em- argo, es una caracteristica compleja de la psique, que atin abarca numerosos enigmas y preguntas sin respuesta. ‘Aunque Jung estuviera més interesado en descubrir lo que yacia debajo de la consciencia en las regiones més remo- tas de la psique, no dej6 de abocarse a la tarea de describir y cexplicar la consciencia humana. Deseaba crear un mapa com- pleto de la psique y, por lo tanto, esto resultaba inevitable: la consciencia del yo es un aspecto primordial del territorio que estaba explorando. Realmente no podemos llamar a Jung psicdlogo del yo, sin embargo, él le dio un valor social al yo. Elaboré una descripcién de las funciones del yo y re- conocié la importancia crucial de una mayor consciencia para el futuro de la vida humana y de la cultura. Por otra parte, percibié con agudeza que la conscieneia del yo esen si misma el requisito previo para toda investigaci6n psicol6gi- ca, Como seres humanos, nuestro conocimiento esta condi- | 2 cionado por las capacidades y las limitaciones de nuestra consciencia. Estudiar la consciencia es, por lo tanto, dirigir la atencién al instrumento que se esté utilizando para la in- vestigacién y la exploracién psicolégica. @Por qué resulta tan importante, particularmente en psi- cologia, comprender la naturaleza de la consciencia del yo? Porque es necesario efectuar ajustes en la distorsién. Jung dijo que toda psicologia es una confesién personal.' Todo psicdlogo creativo esta limitado por sus sesgos y prejuicios personales y sus conjeturas no cuestionadas. No todo lo que parece cierto, hasta para la consciencia del més serio y since- ro investigador, resulta ser un conocimiento exacto. Mucho de Jo que pasa por ser conocimiento entre los seres huma- nos, al ser sometido a un escrutinio mas acucioso y eritico, termina siendo puro prejuicio o mera creencia basados en la distorsi6n, el sesgo, el rumor, la especulacién o la pura fan- tasia. Las creencias pasan por conocimiento y se erigen como certezas fidedignas, «Creo para poder entender», una conocida aseveracién de san Agustin, puede que hoy en dia suene extraiia a nuestros modernos ofdos, sin embargo este sigue siendo el caso cuando la gente empieza a hablar de la realidad psicolégica. Jung se dedicd seriamente a examinar las fundaciones de su propio pensamiento al escudrifar eri- ticamente el instrumento que estaba utilizando para efectuar sus descubrimientos. Argument6 enfiticamente que una comprensién critica de la consciencia es indispensable para Ia ciencia, al igual que lo ha sido para la filosofia, Una com- prensién precisa de la psique o de cualquier otra cosa, si al caso vamos, depende.del estado de la propia consciencia. Jung quiso ofrecer una comprensién critica de la conscien- ‘ia, Este era su objetivo fundamental cuando escribié una de sus obras clave, Tipos psicolégicos, que describe ocho estilos ccognitivos que diferencian a consciencia humana y proce- san informacién y experiencia de vida de manera diferente. 1, Jung, Collected Works, vo. 4, pat. 772. 28 LA RELACION ENTRE EL YO Y LA CONSCIENCIA Jang escribié mucho sobre la consciencia del yo allo largo de toda su obra publicada, Para los fines de este trabajo, me voy a referir basicamente al primer capitulo de una publicacién tardia, Aion: contribucién a los simbolismos del si mismo, que lleva por titulo «The Egor («El yo»), asi como a algunos tex- tos asociados, ya que resumen adecuadamente su posicién y representan su pensamiento maduro sobre este tema. Al fi- nal de este capitulo incluiré también algunas referencias a su obra Tipos psicolégicos. ‘Aion puede ser leido en varios y diferentes niveles. Es un escrito de los afios tardios y refleja el profundo com- promiso de Jung con la historia cultural y religiosa de Oc- cidente, asf como también sus pensamientos més detalla- dos sobre el arquetipo del si mismo. Los primeros cuatro capitulos del libro se aiadieron posteriormente para ofré~ cer al nuevo lector una introduccién a su teoria psicolégica general y una somera explicacién del vocabulario de la psi- cologia analitica. Si bien estas paginas introductorias no son muy detalladas ni particularmente técnicas, contienen, sin embargo, una buena sintesis del concepto de las estruc- turas psiquicas Hamadas yo, sombra, anima, animus y si mismo. En esas paginas, Jung define el yo de la siguiente manera: «Constituye, en cierto modo, el centro del campo de cons- cienciasy, en la medida en que abarca la personalidad empi- rica, el yo es el sujeto de todos los actos personales de cons- ciencia»? La consciencia es un «campo», y lo que Jung llama aqui la «personalidad empirica» es nuestra personalidad tal como la conocemios y la experimentamos directamente. El yo, como «el sujeto de todos los actos personales de cons- ciencia», ocupa el centro de ese campo. El término yo hace referencia a la experiencia que se tiene de uno mismo como 2, Jung, Collected Works, vo. 9, par. 29 centro de tin disponer, un desear, un reflexionar y un actuar, Esta definicidn del yo como centro de la consciencia persis tealo largo de todos los escritos de jung. El texto continéa con un comentario sobre la funcién del yo en la psique: «La relacién entre un contenido psiqui- coy el yo constituye el eriterio deo consciente, ya que, para que un contenido sea consciente, es necesario que un sujeto se lo representen.’ El yo es el «sujeto» en el que se . Si bien el yo podria ser considerado el centro del egoismo, en si es tam~ bién el centro del altruismo. Por si mismo, el yo, el ego, tal como Jung lo comprendié y lo describié, es moralmente nicutro, no es «algo malo» como se escucha a veces decir en lenguaje comin («jOh, es que tiene un ego tan grande!») sino una parte necesaria dela vida psicolégica humana. El yo es lo que diferencia y aparta a los humanos de las otras cria- turas de la naturaleza que poseen consciencia; también dife- rencia y aparta al ser humano individual de los otros seres hhumanos. Es el agente individualizante en la consciencia hu- El yo le da foco a la consciencia humana y le dadireccién. y propésito a nuestra conducta consciente. Es porque tene- ‘mos un yo que poseemos la libertad de hacer elecciones que desafian nuestros instintos de conscrvacién, de propagacién y de creatividad. Bl yo contiene nuestra capacidad de domi- nar grandes cantidades de material dentro de la consciencia y asu vez manipular dicho material. Es un poderoso imén de asociaciones y un agente organizador. El hecho de tener semejante fuerza en el centro de su consciencia le da a los se- res humanos la capacidad de integrar y manejar grandes can- tidades de datos. Un yo fuerte es un yo capaz de obtener y movilizar deliberadamente una gran cantidad de contenido consciente. Un yo débil no puede llevar a cabo mucho tra- bajo de este tipo y sucumbe més répidamente a los impulsos y a las reacciones emocionales. Un yo débil se distrae fécil- mente y esto trae como consecuencia que la consciencia ca- rezca de foco y de motivacién consistente. Es posible para los humanos estar conscientes mientras se suspende una buena parte del funcionamiento normal del yo. Mediante un acto de voluntad podemos obligarnos a 35 permanecer pasivos ¢ inactivos, simplemente observando el mundo de fuera 0 de dentro, como lo har‘a una cémara. Sin embargo, normalmente, es casi imposible mantener inten- cionalmente una consciencia observadora durante un perio- do largo, ya que el yo y mas ampliamente la psique se dejan llevar répidamente por lo que estn observando. Cuando ve- ‘mos una pelicula, por ejemplo, puede que comencemos sim- plemente por observar y asimilar los personajes y paisajes. Pero muy répidamente comenzamos a identificarnos con al- gin personaje y nuestras emociones se activan. El yo se pre- para entonces a actuar y si uno tiene dificultades para dif renciar ls imagenes de la pelicula y la realidad (otra funcién del yo) es probable que se sienta tentado de emprender al- guna accién fisica. El cuerpo se siente movilizado y el yo apunta e intenta un curso de accién especifico. No cabe duda de que las peliculas estan estructuradas de tal manera que lo- gran que los espectadores tomen partido emocionalmente y respalden lo que hace o siente el personaje en cuestién, Cau- tivado de esta manera, el yo se activa como centro del deseo, de la esperanza y, tal vez, también de la intencionalidad. Re- sulta concebible que alguien pueda tomat una decisidn vital mientras esté viendo una pelicula, como consecuencia de las emociones y los pensamientos que suscitan en la consciencia esas imagenes. Sabemos de personas que al salir del cine se han entregado a la violencia o la lujuria como resultado di- recto del impacto de la pelicula que han visto. El yo en esos casos ha quedado atrapado por la emocién, la identificacién y el deseo, y desde allf procede a utilizar su funcién dicecti- va y su energfa para actuar, Como se va haciendo evidente, la libertad del yo es imi- tada. Con facilidad se verd influenciado por estimulos que pueden ser tanto psiquicos internos como ambientales ex- ternos. El yo puede llegar a responder a un estfmulo amena- zador tomando un arma para defenderse; también puede ser activado y estimulado por un impulso interior que lo lleva a crear, amar o vengarse. Es posible también que responda a 36 w ppulso del mismo yo, es decir, de manera narcisista. De tal forma puede, por ejemplo, ser poseido por una necesidad de obtener venganza, El estado de consciencia alerta, entonces, obtiene su en- foque mediante el registro por parte del yo de los estimu- los y fenémenos tanto internos como externos ademés de la puesta en movimiento del cuerpo. Recordemos que los ori- genes del yo se remontan a los tiempos de la primera infan- cia. Ain un bebé muy pequeiio advierte formas en su entor- no, algunas de las cuales le parecen placenteras, y estira los brazos para alcanzarlas. Estas sefiales tempranas dela inten- cionalidad de un organismo son la evidencia de las raices primordiales del yo, de la propia «yoicidad>. Reflexionar sobre la naturaleza y la esencia de este ),"* Jung esta- blece una diferencia entre el yo y lo que James llamé «el flu- jo de la consciencia». El yo es un pequeiio punto que se st- merge en esa corriente pudiendo separarse del flujo de la consciencia y percatarse de esta como algo diferente a si mis- ‘mo. La consciencia no esté plenamente bajo el control del yo aun cuando este adquiera la suficiente distancia como para observar y estudiar su flujo. El.yo se mueve dentro del cam- po de la consciencia, observando, seleccionando, dirigiendo la actividad motora hasta cierto punto, pero también ignoran- do una considerable cantidad de material que la consciencia estd atendiendo. Si uno conduce un coche por una carretera conocida, la atencidn del yo se desviara con frecuencia y se cocupard de asuntos que nada tienen que ver con la conduc~ cin, Uno Ilega sano y salvo a su destino, habiendo lidiado con semaforos y con numerosas y azarosas situaciones en el tréfico, y uno ni se pregunta cémo lo logré. El foco de la atencidn estaba en otra parte, el yo se ausenté y le dejé la ta- rea de conducir a una consciencia «no yoica». La conscien- cia mientras tanto, dejando el yo de lado, constantemente se ocupa de hacer seguimiento, recibir, procesar y reaccionar a la informacién. En caso de que ocurra una crisis el yo regre- say se encarga. El yo con frecuencia se enfoca en recuerdos, 15, Jung, op. ct, pat 5. 16. William James, Principles of Psychology, vol 1, pp.291-400. 46 pensamientos, sentimientos o planes que ha sacado del flujo de la consciencia mientras le deja las operaciones de rutina a una consciencia habituada, Esta facultad de separarse el yo de la consciencia es una forma ligera y no patoldgica de di- sociacién. El yo puede disociarse de la consciencia hasta cierto grado. ‘Aun cuando un yo primitive o rudimentario parece es- tar presente desde los primeros momentos de consciencia como una especie de centro virtual 0 punto focal, l yo cre- ce y se desarrolla en aspectos importantes durante las fases tempranas de la infancia y de la niez. Jung escribe: «El yo, no obstante el carcter relativamente desconocido e incons- ciente de sus bases tanto psiquicas como somaticas, es un factor consciente por excelencia. Es incluso una adquisicién empirica de la existencia individual. Surge primeramente, al parecer, de la colisién de los factores sométicos con el am- biente y, una vez puesto como sujeto, se desarrolla por me- dio de nuevas colisiones con el entorno y con el mundo in- terno».” Lo que hace crecer el yo, segiin Jung, es lo que él llama «colisién». En otras palabras, conflictos, dificulta- des, angustias, tristezas, sufrimientos, son los que condu- cen al yo hacia su desarrollo. Las exigencias que recaen en ‘una persona para que se adapte a su entorno fisico y psi- quico se nutren de un centro potencial en la consciencia y refuerzan su capacidad de funcionas, para poder enfocar ia consciencia y movilizar el organismo en una determinada direccién. Como centro virtual de la consciencia, el yo es innato, pero como centro real y efectivo le debe su condi~ cid a esas colisiones entre el cuerpo psico-fisico y un en- toro ambiental que exige respuesta y adaptaci6n. Una cantidad moderada de conflicto con el ambiente y cierta frustracién son por consiguiente segiin Jung, las mejores condiciones para el crecimiento del yo. Sin embargo, semejantes colisiones pueden ser catastré~ i | 17, Jung, op. cit par 6 7 ficas y ocasionar daiios graves en la psique. En esos casos el yo incipiente no se refuerza sino que se lesiona y se trauma- tiza con tal gravedad que su ulterior funcionamiento queda radicalmente alterado. B] abuso infantil y los traumas sexua- les en la infancia son un ejemplo de esas catistrofes psiqui- cas, Es frecuente que a partir de all el yo resulte permanen- temente deteriorado en sus registros psiquicos inferiores. Es probable que pueda funcionar normalmente desde el punto de vista cognitivo, pero en sus partes menos conscientes el torbellino emocional y la ausencia de una estructura cohesi- vva crean trastornos graves del carécter y tendencias a la sociacién. Un yo asi no es solamente vulnerable de una ma- nera normal —todos los egos son vulnerables— este sera un yo fragil y defensivo en exceso, un yo que se fragmenta bajo condiciones de presidn y por consiguiente tendré tendencia a recurrir a defensas primitivas, muy poderosas, para aislar~ se del mundo y protegerse contra intrusiones y posibles da- fios. Individuos asi no pueden confiar en otros. Paradéjica- mente, también los demés y la vida misma con frecuencia les abandonan y decepcionan profundamente. Paulatinamente, estas personas se van aislando de su ambiente, al que perci- ben como una abrumadora amenaza y viven sus vidas en un retraimiento defensivo. El yo naciente podria ser descrito como el Ilanto de an- gustia de un nifio que sefiala una diserepancia entre necesi- dad y satisfaccin. A partir de ahi comienza a desarrollarse y paulatinamente se hace més complejo. Para el momento en que el yo de un nilio de dos aftos le esta diciendo «no» a to- dos, no solamente esti lidiando con los desafios de su entor- no sino que ya esté tratando de cambiar o controlar muchos aspectos de ese entorno, El yo de ese pequetio individuo esti muy ocupado haciendo lo posible por reforzarse por medio de numerosas colisiones, y ese « en el cual se han basado tantas teorfas econémicas es, en el mejor de los casos, solo una descripcién parcial del verdadero funciona- tniento del ser humano. Los humanos son conducidos por fuerzas psiquicas, son motivados por pensamientos que no se basan en procesos racionales y estan sujetos 2 imagenes ¢ in fluencias que se encuentran més allé de lo que puede medirse en elambiente observable. En pocas palabras, somos criaturas gobernadas por emociones ¢ imigenes y ala vez somos seres facionales, adaprados’a nuestro ambiente, Sofiamos tanto como reflexionamos y probablemente, sentimos mucho més de lo que pensamos. Gran parte de nuestros pensamientos e5- tin coloreados y moldeados por nuestras emociones, y mur tchos de nuestros calculos racionales estan al servicio de nues- tras pasiones y nuestros temores. Fue el deseo de comprender este ado menos racional de a naturaleza humana lo que llevé a Jung aasirse de las herramientas del método cientifico y de- ddicar gu vida a la investigacién de aquello que da forma y mo~ tiva las emociones, fantasfas y conductas humanas. El mundo interior era terra incognita en aquellos dias y Jung descubrié que se trataba de un territorio poblado. ALCANZAR EL INCONSCIENTE Tmaginen por un instante que la psique es un objeto tridi- mensional como el Sistema Solar. La consciencia del yo es la ‘Tierra, el lugar en el que vivimos, al menos durante las horas en que estamos despiertos. Bl espacio que rodea la Tierra esté lleno de satélites y meteoritos, unos grandes y otros pe- quefios. Ese espacio seria lo que Jung llam6 el inconsciente, y los primeros objetos con que nos encontramos al aventu- rarnos por este espacio son los que él denomind complejos. El inconsciente est4 poblado por complejos, y es ese el te- rritorio que Jung exploré al comienzo de su carrera como psiquiatra. Mis tarde habia de llamarlo el inconsciente per- sonal. ‘Como psiquiatra comenz6 a trazar el mapa de esta érea de la psique antes de dedicarse a observar de cerca el com- plejo del yo o la naturaleza de la consciencia. Emprendid esta exploracién inicial mediante el uso de una herramienta cientifica muy respetada a comienzos de siglo: el Experi- mento de la Asociacién de Palabras.' Mas adelante, también hizo uso de lo que habia podido encontrar en sus lecturas de los primeros escritos de Freud. Provisto de la nocién de la determinacién inconsciente de los procesos mentales y del proceso de Asociacién de Palabras, Jung di de investigadores cientificos para llevar a cabo una serie de experimentos en laboratorio, meticulosamente controlados, con el fin de determinar si dichos factores psicolégicos inconscientes podian ser verificados empiricamente. Los resultados de este proyecto se reunieron en el libro Diagnostische Assoziationstudien («Estudios sobre la Aso- ciacién de Palabras»), editado por Jung.-Dichos estudios se realizaron en la Clinica Psiquitrica de la Universidad de 1. El Experimento dela Asociacién de Palabras fue una prueba inven- sda por Galton y revisada por el psic6logo alemén Wilhelm Wundh, quien To introdujo en la psicologia experimental del continente a finales del siglo xix. Antes de ser adoptada por Jung y Bleuler, habia sido utilizada princi- ppalmente pata estudios teéricos sobre cémo las palabras e ideas son aso- ciadas por l mente (véase Collected Works, vol.2, par. 730). Orientado por Bleuler e inspirado por los tabajos de Freud sobre la importancia de los factoresinconscientes en a vide mental, Jung wat6 de darle un uso pricti- jercg, sin dejar de utilizar los resultados ‘obtenidos para teorizar sobre la estructura dela psique. co 8 la prueba en la einica psi 38 Zurich con el apoyo y estimulo de su profesor, Eugen Bleu- lec? El proyecto, concebido en 1902, continué durante los cinco aiios que siguieron, Los resultados se publicaron por separado entre 1904 y 1910 en la revista Journal fiir Psycho- logie und Neurologie. Fue durante el transcurso de esos es- tudios experimentales cuando Jung comenzé a utilizar el término «complejo», tomado en un principio del psicélogo alemén Ziehen y luego enriquecido y ampliado con el pro- ducto de su propia investigacién y teorizacién. Poco des- pués este término fue adoptado también por Freud, y su uso se extendié en los circulos psicoanaliticos? hasta el momen- to en que Freud y Jung pusieron fina su relacidn, después de lo eval se eliminé casi por completo del léxico freudiano junto con todo lo que pudiera ser «junguiano». La teoria de los complejos fue la primera contribucién importante de Jung a la comprensién del inconsciente y su estructura, En parte, fue la manera de Jung de conceptuali- zat lo que Freud habia escrito hasta ese momento sobre los resultados psicolégicos de la represién, sobre la perdurable importancia de la infancia para la estructura del carécter y sobre el enigma de la resistencia en el curso del anélisis. Y atin hoy sigue siendo un concepto muy itil en la practica analitica. Cémo egé Jung a descubrir y explicar este as- pecto del inconsciente? La pregunta que se formulaba en aquel momento era cémo penetrar en la mente salvando las barreras de la consciencia, Para investigar la consciencia basta con hacer preguntas y anotar las respuestas, o recurrir ala introspecci6n. Pero gcémo lograr llegar més a fondo en el mundo subjetivo y estudiar sus estructuras y su funcionamiento? Pata lidiar con ese proble- 2, Para obtener mvs detalles sobre esta investigaci6n, véaseEllember- 2% The Discovery of the Unconscious, p. 692 ss 3, Se podrs encontrar una discusin fascinante del uso que le dio Freud a los términos «complejo» y «complejo nuclear» en Kers, A Most Dangerous Method p.247 9 55 9 sma, Jung y un equipo de colegas de psiquiatria prepararon tuna serie de experimentos con sujetos humanos para tratar de ver si, al bombardear la psique con estimulos verbales y ob- servar las respuestas en la consciencia las «huellas», por de- cirlo asi, de sutiles reacciones emocionales—, podian encon- trar pruebas de la existencia de estructuras subyacentes, ‘Trabajando estrechamente con sus colegas Bleuler, Wehtlin, Ruerst, Binswanger, Nunberg, y sobre todo Riklin, Jung co- ‘menz6 por afinar el Experimento de la Asociacién de Pala~ bras para adecuarlo a sus propésitos y se basé en cuatrocien- tas palabras estimulo neutras, palabras comunes y cotidianas como «mesa», «cabeza», «tinta>, «agujan, «pan y «limparan Distribuidas entre estas palabras se encontraban palabras mas provocativas, como «guerra», «golpear» y «acariciar». El mi- ‘eto de palabras se redujo posteriormente a cien., Estas pala- bras estimulo, lefdas una por una a un sujeto previamente ins- truido para que respondiera con la primera palabra que le vviniera a la mente, daban lugar a una amplia variedad de reac- ciones. Se producian largas pausas, respuestas sin sentido, ri- ‘mas, y respuestas sonoras, incluso reacciones fisiol6gicas que podfan medirse mediante un dispositivo llamado psicogalva- németro. La pregunta interesante para Jung entonces era: «Qué estd sucediendo en la psique del sujeto de la prueba cuando se emite la palabra estimulo?». Buscé la emocién y, particu- larmente, buse6 seitales de estimulo de la ansiedad y sus efectos sobre la consciencia, Para ello se comenzaba por me- dir y anotar los tiempos de respuesta junto con su transerip- cidn exacta. A continuacién se reperian las palabras estimu- lo por segunda vez y se le pedia al sujeto que repitiera las respuestas anteriores. Nuevamente se anotaban los resulta~ dos. Se analizaba entonces la prueba, en primer lugar se cal- culaba el tiempo promedio de respuesta del sujeto, prome- 4. Jung, Collected Works, vo. 2, par. 8. 5. [ide par. 1.015 y ss, 60 dio con el que se comparaban los tiempos de cada respuesta. Algunas palabras tardan un segundo en producir una res- puesta, otras en cambio diez segundos; algunas no producen respuesta alguna, quedando el sujeto completamente blo- queado. Luego se anotaban también otros tipos de respues- tas. Algunas palabras producian respuestas singulares como rimas, palabras sin sentido 0 asociaciones poco comunes. Jung consideré que estas respuestas eran indicadores de complejo: sefiales de ansiedad y evidencia de reacciones de- fensivas ante algtin conflicto inconsciente. ¢Qué podian in- icarle sobre la naturaleza del inconsciente? LOS COMPLEJOS Jung supuso que las perturbaciones de la consciencia que se registraban y median como respuestas aestos estimulos ver~ bales podian ser el resultado de asociaciones inconscientes evocadas por las palabras enunciadas. En esto su pensamien- to era acorde a lo que Freud expresa en La interpretacin de tos suerios, libro en el que Freud argumenté que las imagenes de los sueios podian vincularse con pensamientos y senti- mientos del dia anterior (o de afios anteriores, llegando in- clusive hasta los afios de infancia). Sin embargo, dichas aso- ciaciones resultan oscuras y ocultas. Las asociaciones existen, pens6 Jung, no tanto entre las palabras estimulo y las res- puestas, como entre las palabras estimulo y ciertos conteni- dos ocultos, inconscientes. Algunas palabras estimalo acti- van contenidos inconscientes que a su vez. son asociados a otros contenidos. Al ser estimulada esta red de material aso- ciado —compuesta de recuerdos, fantasias, imigenes y pen- samientos reprimidos— provoca una perturbacién en la consciencia. Las sefiales de estas perturbaciones son los indi- cadores de la presencia de los complejos. Lo que causaba la perturbacién atin debia ser descubierto y para ello se inte- rrogaba al sujeto y, luego, si era necesario, se extendia el and- 6 lisis. Pero las perturbaciones registradas por este experimen- to suministraron Ja clave para continuar la exploracion y presentaron evidencia de que Jas estructuras inconscientes estaban localizadas, de hecho, por debajo del nivel de la cons- ciencia. Con frecuencia los sujetos al comienzo no tenian idea de por qué ciertas palabras provocaban esas reacciones. Jung observé que las perturbaciones que se registraban en el flujo de la consciencia, a veces se relacionaban con palabras aparentemente inocuas como «mesa» 0 «establo». Analizando los patrones de respuesta, encontré que las pa- labras que causan percurbacién pueden ser agrupadas temé- ticamente. Estos grupos apuntan hacia un contenido comtin, Cuando se les pedia alos sujetos que hablaran de sus asocia- ciones con estos grupos de palabras estimulo, paulatinamen- te lograban hablar de momentos pasados cargados de emo- cin, a menudo asociados a un trauma. Resulté ser que las palabras estimulo despertaban asociaciones dolorosas que habian sido sepultadas en el inconsciente y eran esas asocia~ ciones inquietantes las que perturbaban la consciencia. A los contenidos inconscientes responsables de las perturbaciones de la consciencia Jung los llamé «complejos». Una vex establecido que los complejos existen en el in- consciente, Jung sintié interés por explorarlos con més dete- nimiento. Utilizando herramientas como el Experimento de Ia Asociacién de Palabras podia medirlos con bastante pre- cision, La medicién exacta podia transformar intuiciones vagas y teorias especulativas en datos cientficos, un hecho satisfactorio para el temperamento cientifico de Jung. Jung cree que puede medir la carga emocional sujeta aun deter- minado complejo sumando el ntimero de indicadores que genera el complejo y la gravedad de las perturbaciones. Esto Ie indicaba la cantidad relativa de energia psiquica atrapada en ese complejo. La investigaci6n del inconsciente podia en- tonces ser cuantificada, Esta informacién se convertiria en importante para la terapia, en una guia hacia el lugar en que se localizaban los problemas emacionales més graves del pa- 6 ciente y qué tipo de trabajo debia levarse a cabo durante el tratamiento. Esto es algo que resulta particularmente itil para la psicoterapia a corto plazo. Los resultados de sus experiments convencieron a Jung. de que indudablemente existen entidades psiquicas fuera del campo de la consciencia, que son como satélites en relacién ala consciencia del yo y pueden causarle al yo perturbacio- nes sorprendentes y a veces abrumadoras. Son esos duende- cillos traviesos o esos demonios internos que pueden tomar por sorpresa a un individuo. Las perturbaciones causadas por Jos complejos han de ser diferenciadas de aquellas perturba- ciones provocadas por factores apremiantes originados en el ambiente externo, aun cuando ambas pueden y suclen estar intimamente relacionadas. Cuando Jung envid su Diagnostischen Assoziationste- dion a Freud en abril de 1906, Freud inmediatamente reco- nocié en Jung un intelecto afin y le contests con una célida carta de agradecimiento. Los dos hombres se reunieron un alio después y, a partir de ese momento hasta que finaliza- ron su correspondencia a comienzos de 1913, su relacién estuvo intelectual y emocionalmente cargada de intenciona- lidad e intensidad. Podriamos decir que entre ellos lograron estimular los complejos basicos del uno y el otro. No cabe duda de que estaban profandamente conectados por su in- terés por el inconsciente. Para Jung, la conexidn personal con Freud tuvo considerables implicaciones para su carrera como psiquiatra asi como para el posterior desarrollo de su propia teoria psicoldgica. Tanto su carrera como su teoria comenzaron a adquirir forma a la sombra de la ereciente presencia cultural de Freud. Sin embargo, a pesar de todo es0, el mapa del mundo interior trazado por Jung a fin de cuentas es algo notablemente independiente de toda in~ fluencia freudiana. La mente de Jung era fundamentalmen- te no-freudiana, de modo que su mapa de la psique resulta considerablemente diferente del mapa de Freud. Para aque- Ilos lectores que estin familiarizados con la obra de Freud, a ello se ira haciendo evidente a lo largo de este libro. Ambos hombres vivieron en distintos universos intelectuales. Para 1910, el trabajo te6rico de Jung sobre los complejos estaba en buena parte concluido. En afios posteriores conti- ‘nué trabajando un poco sobre el tema, de hecho no aiiadié mucho material nuevo y tampoco cambié de opinién en cuanto al concepto bésico de complejo a no ser pata afiadir que todo complejo contiene un componente arquetipico (es decir innato, primigenio), Su articulo «A Review of the Complex Theory» («Una revisién de la teoria de los com- plejos»),* publicado en 1934, constituye un excelente resu- men de su trabajo. Escrito tiempo después de su ruptura con Freud, Jung hace referencia, de forma elogiosa, a su maestro ¥ colega asf como al psicoanilisis reconociendo el significa- tivo aporte de Freud a su trabajo sobre la teoria de los com- plejos. $i existe un lugar en el cual se ha de hallar la influen- cia de Freud de manera importante en las teorias de Jung, es precisamente alli Vale la pena mencionar que Jung presenté «A Review of the Complex Theory» en mayo de 1934 en Bad Neuheim, Alemania, durante el 7° Congreso de Psicoterapia. Para aquel entonces Jung era presidente de la Sociedad Médica Interna- cional de Psicoterapia, que patrocinaba el congreso. La situa- clén politica en Alemania en aquel momento estaba cargada de conflictos y confusién. Los nazis acababan de tomar el po- der y atacaban a Freud, un judio cuya venenosa influencia de- bia ser erradicada de Alemania, Los libros de Freud eran que- mados y sus ideas eran violentamente rechazadas, Jung habia sido vicepresidente de la organizacién y habia aceptado la presidencia en 1933, ahora tenia que enfrentatse a una serie de opciones politicas complicadas y peligrosas. Por un lado, se ‘tataba de un pésimo momento para ser el dirigente de cual- quier tipo de organizacién en paises de habla alemana, en «efecto los nazis vigilaban como halcones para detectar el mas 6. Jung, Collected Works, vol 8, pars. 194-219, 6 minima indicio de alejamiento de sus doctrinas racistas. La sociedad médica no era una excepci6n, Jung se veia tremenda~ mente presionado para decir lo que los oficiales alemanes querian escuchar y para cumplir con su programa, Por otro lado, se trataba de un momento en el cual un psiquiatra no alemén podia marcar la diferencia en esta asociacién interna~ cional. La intencidn de Jung era la de mantener la organiza~ cién como sociedad médica internacional. Una de sus pri- meras acciones como presidente consistié en modificar los estatutos para que los médicos alemanes judios pudieran per- manecer como miembros individuales aun cuando hubieran sido expulsados de todas las sociedades médicas alemanas. En 1933 era imposible saber cual seria el desenlace provocado por el impulso funesto de los dirigentes nazi Sin embargo, también se trataba de un momento de opor~ tunidad profesional para Jung, Freud habia sido un personaje prominente entre los psiquiatras y psicélogos de Alemania durante la década anterior y ahora las ideas de Jung tenjan una oportunidad de aparecer en primer plano. La moral de Jung caminaba sobre una cuerda floja. El mundo estaba observan- do y cada movimiento hecho por é afectaba a la opinién pa- blica, La aceptacién de la presidencia de esta organizacién médica por paste de Jung en 1933 y su papel en ella hasta 1940 hhan sido causa de muchas discusiones acaloradas tanto enton- ces como ahora, Las acusaciones de que Jung fue simpatizan- tede las politicas de Hitler y del programa nazi de «purifica- cidn» de la estitpe alemana tienen una fuente importante en Jas cosas que Jung hizo y dijo, tal vez.inadvertidamente y bajo grave presién politica, durante sus primeros afios como presi- dente’ 7, Las variodas opiniones expresadas en es discus han sido publi- cadas en Lingering Shadows, Estos argumentes han sido revisados por “Anthony Stevens en s8 libro jung, en el cual toma marcadamente posi- cin afiemando que Jung no fue culpable de antisemtismo ai de condue- tas pronazs, La posicisn contaria ha sdo presemada en varios ariculos, por Andrew Samuel 6 Un elemento a favor de Jung es el hecho de que presen- tara la conferencia «A Review of the Complex Theory», en Bad Neuheim en 1934, en su discurso inaugural como presi dente, En ella no escatima en darle importancia a Freud. De hecho, le acredita toda la influencia que se puede razonable- mente esperar de un mentor de antafio con el cual habia roto relaciones y con quien no habia hablado desde hacfa veinte alios, En 1934 era un acto de valentia hablar en tono positi- vo, por suave que este fuera, de Freud en Alemania. Cuando menos, Jung estaba protegiendo la reputacin internacional de Freud al darle tanto crédito en su conferencia, El articulo comienza con una presentacién del Experi- mento de la Asociacién de Palabras patrocinado y llevado a cabo por Jung durante los primeros afios de su carrera. Ha- biendo aprendido mucho en el interin sobre eémo reaccionan los seres humanos entre ellos tanto en el encuadre clinico como en otros ambientes igualmente préximos o intimos,ini- cia su reflexién enfocando las dimensiones psicolégicas de la situacién experimental, Sefiala que la situacién experimental por si misma conduce ala constelaci6n de complejos. Las per- sonalidades afectan unas en otras y cuando entran en interac- cidn se crea un campo psiquico que estirmula los complejos. El término“, aparece con frecuencia en los escritos de Jung y ¢s un término importante en el léxico jun- guiano. Es una palabra que suele desconcertar al lector al principio. Usualmente, se refiere a.la creacién de un mo- mento cargado psicolégicamente, un momento en el cual la consciencia esté siendo perturbada por un complejo oa pun- to de serlo, «Este término simplemente expresa el hecho de que la situacién externa precipita un proceso psiquico en el cual ciertos contenidos se agrupan y se preparan para la ac- cién, Cuando decimos que una persona esté “constelada” queremos decir que ha adoptado una posicién desde la cual es de esperarse que reaccione de una manera determinada».? 8, Jung, op. ct, par 198, 66 Las reacciones a un complejo son bastante predecibles una vez que se conocen los complejos especificos de un indivi- duo. Coloquialmente, hacemos referencia a las areas de la psique que estan cargadas por un complejo como «teclas», como cuando alguien dice: «jElla sabe darme en la tecla apropiada!». Cuando uno toca esa tecla, se obtiene una reac~ cién emocional, En otras palabras, un complejo ha sido constelado, Cuando hace tiempo que se conoce a una perso- na, uno sabe cusles son algunas de esas teclas y suele evitar- las o bien hacer lo posible por tocarlas. ‘Todo el mundo ha tenido fa experiencia de una constela- cidn, Esto ocurre a lo largo de un espectro que va desde en- contrarse ligeramente ansioso hasta perder el control y caer en la locura. Cuando se constela un complejo, existe la ame- naza de una pérdida de control de las propias emociones y, en cierta medida, de la propia conducta. Uno reacciona irra cionalmente y a menudo se arrepiente de ello después. Para aquellos que ven las cosas psicolgicamente, es deprimente saber que uno ha pasado por eso muchas veces, que ha reac- cionado de la misma manera en muchas ocasiones y que, sin embargo, nada le garantiza que no va a repetirlo una vez mis, Cuando ocurre la constelacién de un complejo es como si se estuviera poseido por un demonio, por una fuerza que supera la propia voluntad. Esto provoca una sensacién de desamparo. Aun cuando uno se observa a si mismo trans- formarse en victima insensata de una compulsién interna que obliga a decir o hacer algo que se sabe seria preferible no decir o no hacer, el guidn se desarrolla segiin lo previsto y se pronuncian las palabras, se efecttian los actos. Una fuerza intrapsiquica ha sido convocada por una situacién que pro- voca la constelacién. Los arquitectos de estas constelaciones «son determina dos complejos que poseen su propia energia».? Al decir «cenergia» (este término serd considerado detalladamente en 9, Ibid. & el préximo capitulo) del complejo nos estamos refiriendo a la cantidad precisa de potencial para la acci6n y al sent miento que esta adherido al nticleo del complejo, como si este fuera un imén, Los complejos poseen energia y mani- fiestan una suerte de «rotacién» electrénica, algo parecido a Jos electrones que rodean el niicleo de un stomo. Cuando ‘una situacién o un acontecimiento estimula un complejo, este provoca un estallido de energia que irrumpe en la cons- ciencia, Su energfa penetra la barrera dela consciencia del yo yllo inunda, haciendo que gire en la misma direccién y des- cargando asi parte de Ia energia emocional que ha sido libe- rada por esta colisién. Al ocurrir esto, el yo deja de estar en pleno control de la consciencia 0 inclusive del cuerpo. La persona esté sujeta a descargas energéticas que no estén bajo el control del yo, Lo que el yo puede hacer, sies lo suficien- temente fuerte, ¢s contener parte de la energia del complejo en si mismo, minimizando asi la explosién emocional y fisi- ca. Encierta medida, ninguno de nosotros es totalmente res ponsable de lo que dice y hace cuando cae en las garras deun complejo. No hace falta decir que esto no constituye un ar- gumento de defensa ance un tribunal de justicia. A veces, la sociedad humana exige normas de un nivel superior al que permite la psique. Lacomplejidad (disculpen el juego de palabras) de la psi gue comienza a hacerse manifiesta. De hecho, la teoria de Jung eza Iamada a veces psicologia de los complejos (antes que la usual denominacién de psicologia analitica): tanto la complejidad como el concepto de complejo son elementos fundamentales de la visidn que tuvo Jung de la psique, Esta estaria constituida por muchos centros, cada uno con su pro- pia energia asf como cierta consciencia y propésito propios. En esta manera de concebir la personalidad, el yo es un, complejo entre muchos. Cada uno tiene su propio quantum especifico de energfa. Cuando hablamos de la energfa del yo, la llamamos «libre albedrio». Si queremos referinos a la cantidad de energia atada a un complejo, podemos hablar 68 del poder de nuestros demonios internos. Estos serfan las compulsiones irracionales que se apoderan de nosotros y hacen con nosotros mis o menos lo que se les antoja. Por lo general un complejo crea sus efectos dentro del Ambito de la consciencia, pero no siempre es asf. A veces; las perturbacio- nes ocurren absolutamente fuera de la psique. Jung observ6 que un complejo puede afectar a objetos o a otras personas encl entorno, Puede actuar como un espiritu burlén 0 como una sutil influencia en otras personas. Jung hizo otra interesante observacién con respecto a los, complejos. A veces un individuo puede bloquear los efectos de un estimulo y detener la constelacién de un complejo: «Algunos sujetos con gran fuerza de voluntad, mediante una destreza verbal-motora, pueden bloquear el significado de una palabra estimulo con tiempos de reaccién muy cortos de tal manera que el estimulo nog les llega, pero esto solo cocurre cuando se tienen que resguardar secretos personales realmente importantes». Esto significa que la gente puede controlar sus reacciones inconscientes bloqueando inten- cionalmente los estimulos. Para superar este obstéculo en la situaciGn experimental, Jung ide6 el precursor del detector cde mentiras, Fue una ingeniosa extensién del Experimento de Ia Agociacién de Palabras. ‘Al medir la conductividad de la piel con un psicogalva- németro, Jung demostr6 que los cambios en Ia conductivi- dad se correlacionan con Jos indicadores de un complejo. En otras palabras, cuando una persona miente o trata de ocultar Ja evidencia de una reaccién cargada por un complejo, el yo puede ser capaz de encubrir algunos de los indicadores, pero Te resulta mucho mis dificil suprimir las més sutiles reaccio- nes fisiolgicas. En respuesta a una palabra o pregunta deto- nante de un complejo un individuo puede presentar manos sudorosas, escalofrfos o sequedad de boca. Con la medicién de la conductividad de la piel Jung inteodujo un método més 10, Ibid. 6 registrar indicadores de complejo. Utilizando ivo, Jung pudo resolver un caso de robo en su hospital psiquitrico.'" Por supuesto este método no es infa- lible Normalmente, el yo de la mayoria de las personas es ca pazen cierta medida de neutralizar los efectos de los comple- jos. Esta eapacidad estd al servicio de la necesidad de adapta- cin y de supervivencia. Esto es similar (0 tal vez idéntico) a la capacidad de disociarse. Si uno no pudiese hacerlo, el yo dejaria de funcionar precisamente en los momentos de ma- yor peligro, cuando mantener la mente despejada resulta in- dispensable. En la vida profesional, es esencial poder dejar de lado los complejos personales en pro de un buen desempefio en el trabajo. Los psicoterapeutas deben saber poner entre paréntesis sus propias emociones y sus conflictos personales mientras estan atendiendo a sus pacientes, Para poder estar alli para un paciente cuya vida esta hecha pedazos, el te- rapeuta debe permanecer calmado aun cuando pueda estar atravesando un momento de caos en su propia vida. Todas la profesiones exigen que el trabajo se haga a pesar de lo que su- ceda en la vida personal. Como dicen en el teatro, el espee~ téculo debe continuar. Esto requiere la habilidad de anular los efectos de los complejos en la consciencia del yo, al me- nos en cierta medida. Al tratar el tema de la habilidad para contener las angustias personales y las reaceiones a los com: plejos, Jung hace referencia a un destacado maestro en este arte, cl diplomético francés Talleyrand. Los diplomiticos bran segiin las instrucciones de sus jefes de Estado y utili zan un vocabulario que revela muy poco de sus propios sen- timientos 0 preferencias. Ellos valoran sobremanera el arte de hablar con términos que disimulan las emociones y no re- vvelan los indicadores de complejo. Ademis tienen la ventaja de no estar conectados a un psicogalvanémetro. 11, Jung, «New Aspects of Criminal Peyehotogy» («Nuevos aspectos de psicologia delicsivar) en Collected Works, vol. 2, pats. 1316-1.347, 70 LOS NIVELES DEL INCONSCIENTE Usualmente se considera que los complejos son «persona~ les», y es cierto que la mayoria de los complejos se generan en la vida particular y en la historia de una persona y que pertenecen estrictamente al indi complejos familiares y sociales. Dichos complejos pertene~ cen a un individuo de la misma manera que le puede perte- necer una enfermedad. La enfermedad esta en un colectivo yal individuo «se le pega». Esto quiere decir que en una so- ciedad, psicolégicamente hablando, muchas personas estin sintonizadas de manera similar. Aquellas personas que cre- cen en las mismas familias, en grupos afines o bien en cultu- ras tradicionales comparten una gran parte de esta estructu- ta inconsciente comin. Aun en una sociedad amplia y variada como la norteamericana, muchas experiencias tipi- cas son compartidas por toda la poblacién. Précticamente todos los niios comienzan a ir a la escuela ala edad de ci 0 0 seis aiios, pasan por las mismas experiencias de exime- nes y temores de fracaso con sus eventuales humillaciones, luego pasan por la ansiedad de saber si seran aceptados 0 no en alguna universidad o en algtin trabajo. Todas estas expe- riencias comunes en manos de personas en similares estruc~ turas de autoridad crean patrones psicolégicos basados en Jo social mediante una especie de sutil programacién del in- consciente personal. Los traumas compartidos producen complejos compartidos. Algunas veces estos complejos son generacionales. En una época se habl6 de la «mentalidad de Ia depresidn» como algo caracteristico de aquellos que en- traron a la vida adulta en los aos treinta y compartieron el trauma de la Gran Depresién. Hoy en dia hablamos de los seveteranos de Vietnam» y suponemos que todos aquellos Gque participaron en esa guerra comparten més o menos el tnismo tipo de complejo basado en los traumas provocados por los combates. Es posible pensar en la existencia de un estrato culeural iduo. Pero también existen nm del inconsciente, una suerte de inconsciente cultural.” Es personal porque se adquiere durante la vida del individuo, pero es colectivo en la medida en que se comparte con un grupo. El inconsciente, a este nivel, esté estructurado por patrones y actitudes culturales mas amplios y estos terminan influenciando las actitudes conscientes del individuo y sus complejos més particulares en un conjunto de premisas cul- turales inconscientes. (El inconsciente cultural difiere del consciente colectivo, que analizaré en el eapiculo 4), Esto nos plantea la interesante pregunta de cémo se forman los complejos. La respuesta habitual es a través del trauma, pero es necesario ubicar esta respuesta dentro de un contexto social ms amplio. En algunos de sus estudio sobre asociacidn de palabras, Jung se dedicé a observar el efecto de las influencias familiares en la formacién de contenidos in- conscientes en los nifios. A través del Experimento de la Asociacién de Palabras ericontré evidencias significativas de patrones de formacién de complejos sorprendentemente si- milares entre miembros de una misma familia; entre madres € hija, padres e hijos y madres e hijos, por ejemplo. De estas combinaciones, las més cercanas eran las de madres e hijas. Sus respuestas alas palabras estimulo revelaban ansiedadesy conflictos casi idémticos. A partir de eso, Jung concluyé que el inconsciente ests significativamente moldeado por las rela- ciones cercanas en el entorno familiar. Sus escritos no dejan claro cémo ocurre esto. gSeré algin tipo de transmisisn? @Serd por la repeticién de traumas similares traspasados de generacidn en generacién? Esto no ha recibido respuesta Mis adelante durante el desarrollo del niio, estas estruc- turas psiquicas tempranas se modifican considerablemente 3 causa dela exposicén a un entorno cultural més amplio. La 12, Joseph Henderson ha sido el mis fuerte ponente de este punto de vista en términos junguianos. Para una discusién detallada sobre el consciente cultural y sus varios aspectas, véase el aticulo «Cultural Aut tudes and the Cultural Unconscious» («Actisudes culturalesy el incons- siente cultural») en Shedow aned Self, pp. 103-126, n constante exposiciéa de la psique a los estimulos sociales y culturales, desde la televisidn hasta la escuela, se convierte en un factor en las etapas tardias de la infancia y esto reduce la influencia psicolégieca de la cultura étnica y familiar, al me- nos en una sociedad pluralista como Ja norteamericana Cuando el grupo de pares se vuelve central, genera nuevos ¢ importantes elementos estructurales, muchos de ellos basa~ dos en los patrones culturales existentes en ese momento. Sin embargo, los complejos iniciales inducidos por la familia no desaparecen de la psique. El complejo materno y el com- plejo paterno no dejan de dominar la escena en el incons- ciente personal.” Ellos son los gigantes. IMAGENES PSfQuicas Para aproximarse a la estructura basica del complejo, es ne- cesatio analizar sus partes. «{Qué es entonces, cientifica- mente hablando, ua “complejo con tonalidad afectiva”?», se pregunta Jung. «Es la imagen de una determinada situaci6n psiquica que tiene un fuerte acento emocional y, ademés, es incompatible con la actitud habitual de la consciencia»."* La palabra «imagen» es clave en este contexto. Es un término sumamente importante para Jung. La imagen define la esen~ cia de la psique. A veces Jung utiliza la palabra en latin ima~ go en lugar de .” Esta pieza es arquetipica. En el caso de los complejos materno 0 paterno, por ejemplo, se trata de una imagen arquetipica de Madre o de Padre, una imagen que no deriva dela experiencia personal sino del inconsciente colec- tivo, Los elementos arquetipicos de la personalidad son dis- posiciones innatas a reaccionar, comportarse ¢ interaccionar en ciertas maneras tipicas y previsibles, Son parecidos a los ‘mecanismos de respuesta innatos de los animales. Son here- dados, no son adquiridos y le pertenecen a todo ser humano en virtud de su condicién de humano. Son lo que nos hace caracteristica y singularmente humanos. No solo el cuerpo sino también el alma —la psique—es especificamente huma- na y juntos crean la condicién previa para toda experiencia, 20, Ibid. 80 desarrollo y educacién posteriores, Desarrollaré la teorfa de los arquetipos de Jung en los siguientes capitulos, por ahora, basta con reconocer que los elementos arquetipicos de la psique se viven y se padecen en la vida cotidiana a través de |a experiencia de los complejos. Hablando en términos generales, los complejos son creados por traumas. Con anterioridad al trauma, la pieza arquetipica existe como imagen y fuerza que motiva pero no posee las cualidades perturbadoras y causantes de angustia que tiene el complejo, El trauma crea en Ja memoria una imagen que esté cargada emocionalmente y que se asocia con una imagen arquetipica al juntatse estas dos se congelan en una estructura mas o menos permanente, Esta estructura contiene una cantidad especifica de energia con la cual pue- de atar otras imagenes asociadas y creat asi una red. De esta manera un complejo se extiende y se entiquece con ulterio- res experiencias de tipo similar, Pero no todos los traumas son de naturaleza externa 0 provocados por choques hirien- icon el medio ambiente, Hay traumas que ocurren como eventos internos en la psique individual. Jung nos sefiala que Jos complejos también pueden ser ereados 0 complementa- dos por un «conflicto moral, que en iilima instancia deriva de la aparente imposibilidad de afirmar la toralidad de la propia naturalezav.”" Las actitudes morales cambiantes de rmuestras sociedades hacen que sea imposible manifestar com pletamente nuestra totalidad en numerosas situaciones. Te- hemos que negar nuestros verdaderos sentimientos o abste- nernos en nuestra expresién de los mismos para poder set aceptados y, a veces, hasta para sobrevivir. Esos ajustes so- ciales efectuados para lograr la adaptacién van ereando una iniscata social, una epersona», que excluye partes esenciales de uno mismo. Por lo general, la gente prefiere ser incluida en sus grupos sociales y aquellos que siempre dicen ruda- mente todo lo que les pasa por la eabeza 0 que no acatan las 21, Ibid, par, 204, 8 normas del grupo suelen ser marginados 0 excluidos. Seme- jante dilema social coloca al individuo en Io que Jung llama un conflicto moral. En los niveles més profundos impera la necesidad de ser una totalidad. La naturaleza humana se re- bla contra las censuras de la sociedad y la cultura cuando estas inhiben en demasia este impulso hacia la totalidad, y €s0 es una fuente ulterior de complejos. Este fue el asunto sacado a la luz. por Freud en Viena, una sociedad que oficialmente decia ser sexualmente inhibi- da y ala ver era flagrantemente hipdctita en cuanto a sus usos y costumbres sexuales. Freud demostré en qué manera los conflictos alrededor de la sexualidad se arraigan en pa- trones psicolégicos y producen la neurosis. La sexualidad, parte constituyente de la naturaleza humana, se vuelve so- cialmente incompatible y como consecuencia se reprime y se separa de la consciencia. Esto crea un complejo sexual al- rededor del cual se acumulan las experiencias trauméticas relacionadas con ese tema. Fundamentalmente, lo que hace de la represién de la sexualidad una fuente de patologia es el imperativo persistente del organismo humano por lograr su innata totalidad y esta incluye una sexualidad no inhibida ‘No es el conflicto entre el individuo y la sociedad en si mis mo Io que causa el problema neurético, como argumenté Freud, sino el conflicto moral que surge en una psique que por un lado quiere negarse a si misma y por otro lado se ve obligada a alirmarse a si misma, LA IRRUPCION DE LOS COMPLEJOS Los complejos tienen la facultad de irrumpir subita y espon- téneamente en la consciencia y tomar posesién de las fun- ciones del yo. Lo que en un primer momento parece ser pura espontaneidad, puede que no sea tan pura. A menudo existe un sutil estimulo que la precipita, y puede ser detecta- do si se indaga con suficiente minuciosidad en el pasado re- 8 ciente. Una depresién neurética, por ejemplo, puede parecer endégena hasta que uno da con el pequeio insulto que la dispard. Cuando el yo esta poseido de esta manera se asimi la.al complejo y sus propésitos, el resultado es lo que llama- mos un acting out. En esa accién que toma el lugar de la pa- labra, el individuo por lo general no tiene consciencia de lo que estd sucediendo. Simplemente siente que esta de un cier- to «estado de anime» y su conducta le parece congruente con el yo, Pero esa es precisamente la naturaleza de la pose- sién: el yo esta siendo engatiado y sigue creyendo que se esti expresando libremente. Solo retrospectivamente se da uno cuenta de que «algo se apoderé de mi y me hizo hacerlo. {No sabfa fo que estaba haciendo!». $i otra persona trata de seitalarle que esté actuando fuera de sj la respuesta habitual ¢s defensiva y rabiosa. El individuo que esté poseido no r acciona amablemente. Jung dice que en la Edad Media seme- jante identificacién con un complejo «recibia otro nombre; se le llamaba posesién, Probablemente nadie imagina tal es- tado como algo particularmente inocuo, y no hay en él dife- rencia alguna en principio entre un lapsus causado por un complejo y las peores blasfemiass.”* La diferencia es una cuestién de grado, Existen grados de posesién, desde los mds ligeros y momentaneos hasta los psicdticos y crénicos. Lo que se observa en la posesién es que ciertos rasgos de personalidad que usualmente no forman parte del cardcter y estilo habituales del yo se manifiestan de forma flagrante. Estas caracteristicas desconocidas se han ido estructurando ei el inconsciente durante un cierto tiempo y, repentin: mente, el yo es avasallado por su opuesto interior. El indi duo esta poseido por el diablo y maldice aquellas cosas que previamente la consciencia mantenfa como sagradas. Las personas que padecen el sindrome de Tourette se comportan asi de manera abierta y continua. En un indivi- duo que disfruta de una «psicologia normal», as personali- 22. Ibid. 83 dades aisladas se manifiestan en una multitad de formas més sutiles, algunas tan discretas que apenas se detectan: lapsus, ol- vidos... En el transcurso de una hora uno puede pasar por vatios estados de consciencia, humores, subpersonalidades, y escasamente notar los cambios. Esta sutileza se va volvien- do mis burda a medida que se aproxima el nivel de la verda- dera posesién. La posesién tiene una cualidad més extrema y diferente. Es dificil obviarla y, a menudo, adquiere los rasgos de un tipo de caticter especifico. Un complejo de Redentor, por ejemplo, suele desarrollarse a partir de experiencias do- orosas de abandono vividas en Ia infancia y luego se mani- fiesta en una conducta que pasa por amabilidad y disposi: cién a ayudar alos demés. Sin embargo, estas caracteristicas no estan integradas en el yo, tienden més bien a aparecer y desaparecer porque estan arraigadas en un complejo auté- noto sobre el cual el yo tiene poco control. Son las perso- nas que no pueden evitar ser serviciales y permisivas sin que importe lo destructivo que eso pueda resultar para ellas 0 para los demés. En esos casos, la conducta esté controlada por el complejo y por lo tanto escapa al control del yo. ‘También tiene tendencia a fluctuar de manera mas 0 menos arbitraria. Existen subitas inconsistencias que son imposi- bles de anticipar o explicar. A veces una persona asi puede ser excesivamente atenta y considerada, otras veces en cam- bio puede ser indiferente, despiadada y hasta abusiva. Otros fragmentos de psique (complejos) compiten por el patroc rio del yo. Cuando un yo con tendencia a la posesién deja de identificarse con un complejo, se moviliza hacia otro. Este otro, en la mayoria de los casos, es una suerte de her- mano de sombra del primero. Un complejo Cristiano con sus rasgos espiritales, altruistas, generosos y orientados ha- cia Io superior, rivaliza con un complejo Diabélico exhi- biendo una actitud materialista y egoista. Ambos pueden al- ternarse para tomar posesiGn del yo, como en Ia historia del Dr. Jekill y el Sz. Hyde. Uno de ellos funcionaré como el personaje oficial en muchas situaciones piblicas sociales 84 mientras el otro dominars a la personalidad consciente en la vida privada e intima, Semejante yo es vulnerable a lo que Jung llamé Ja «enantiodromia», es decir, una iaversién a lo opueste. Los complejos son los objetos del mundo interior. «De ellos dependen los altibajos de la vida personal. Ellos son los lares y penates (los dioses domésticos) que nos aguardan en nuestro hogar y cuya apacibilidad es peligroso exaltar».”” Dichas deidades no deben ser tomadas ala ligera. 23. Ibid. 85, = Energia psiquica (Teorfa de la libido) Hasta ahora he descrito dos estructuras bisicas de la psique —la consciencia del yo y los complejos— tal como Jung las concibid y escribié sobre ellas. Ahora voy a tomar en consi- deracién la fuerza que anima a estas estructuras dndoles vida, es decir la libido, Bs el deseo y la emoci6n, es la savia de la psique. Jung llameé la libido energéa psiquica. En los dos capitulos anteriores, utilieé varias veces el término «ener- iam, y es esa la caracteristica dinamica de la psique. La teo- ria de la libido de Jung conceptualiza, de manera abstracta, Jas relaciones entre las diversas partes de la psique. Volvien: do ala metifora de la psique como Sistema Solar, este capi tulo trata de lafisica y de las fuerzas que afectan a los diver sos objetos que se encuentran en este universo, En un sentido filosofico general, el tema de la energia psiquica ha sido investigado por los pensadores de todos los Fiempos. No es algo nuevo y moderno reflexionar sobre las cuestiones de la fuerza vital, fa voluntad, la pasidn y la emo- cién, lr y venir del interés y del deseo. Los fil6sofos occi- dentales se han ocupado de esos interrogantes desde Eréclito y Platén, y en Oriente, desde Lao-tsé y Confucio, En siglos mis recientes, fildsofos como Schopenhauer, Bergson y Nietzsche colocaron esos temas en el centro de su atenci6n. ‘También fisicos como Anton Mesmer, con su teorfa del flui- 86 do psiquico en el cuerpo, comenzaron a interesarse por el tema del movimiento psicol6gico y Ja motivacién en formas mds empiricas y casi cientficas. El famoso fisico-filésofo ale- man del siglo x1x C, G. Carus, especulé extensivamente y en profundidad sobre el inconsciente como fuente de energia y observé la extensién de influencia sobre la mente consciente. Jung cita a figuras como esas, asi como también a Von Hart- ‘man, Wundr, Schiller y Goethe, como precursores de su pro- pio pensamiento. Si bien Freud fue quien le dio origen psico- légico al término «libido» y fue la figura ante quien Jung se inclina en sus discusiones psicoanaliticas de la teoria dela li- bido, no fue el nico que influenci6 a Jung y tampoco fue el tinico a quien Jung respondia en sus cuantiosos escritos so- bre libido y energia psiquica. Una toma de posicién en cuanto ala naturaleza y el flu- jo de energia psiquica es, de hecho, fundamental para toda filosofia de la naturaleza humana y del alma, puesto que alli se encontraré la visién del autor sobre la motivacién y los elementos dindmicos de la vida que establecen Ja distincién entre los seres vivos y los muertos. La diferenciacién entre movimiento y estasis eonstivuye una categoria basica del pen- samiento humano y conduce esponténeamente a preguntar- se qué es lo que marca la diferencia entre estos dos estados del ser. gPor qué se mueven los cuerpos fisicos en el espacio y por qué se mueven en una direccién y no en otra? En la ciencia fisica, estas preguntas llevan a la elaboracién de te0- rias de la causa y la formulaci6n de las leyes del movimiento como, por ejemplo, la ley de la gravedad. Lo mismo ocurre en filosofia y psicologia, donde las preguntas sobre la causa, a motivacién y las leyes que rigen los cuerpos psiquicos ti nen igual importancia. En psicologia, esto se vuelve un astin- to del alma y su movimiento y su poder de mover otros ob- jetos. Aristéreles ponders mucho sobre esto, La energia psiquica esta presente en un cuerpo vivo y no lo esta en un cadaver; esté presente en la vida despierta y en Ia vida del suefio; es lo que marca la diferencia entre estar «encendido» 87 y estar «apagado» para usar una metéfora eléctrica, Pero equé es eso? SEXUALIDAD Y LIBIDO, Lo que Schopenhauer llamé «voluntad> y definié como el principal motivador de la actividad y el pensamiento huma- nos, Freud decidié denominarlo libido. Con esta terminolo- ga se define el elemento sensual de la naturaleza humana, que busca el placer. Para Freud, lo que califica esencialmen- teal alma es la energfa sexual. La palabra latina libido se ade- cuaba particularmente bien a sus propésitos debido a su conviccién de que el impulso sexual se encuentra en la base misma de la vida psfquica y es la fuente principal del movi- miento de la psique. La teoria de la libido de Freud se con~ vietié, por una parte, en una manera elegante de hablar de la sexvalidad, dndole al sexo un nombre en latin y haciendo que la conversacién tuviese un matiz médico; por otra parte, fue una manera de emprender und discusién casi cientifica y abstracta sobre cémo la sexualidad mueve y motiva a un in- dividuo llevindolo a una gran variedad de actividades dife- rentes y cémo, en algunos casos, termina por causar actitu- des y comportamientos neurdticos. Freud sostenia que la sexvalidad es el principal elemento de motivacién de casi todos los procesos mentales y con- ductas, sino de todos. La libido es la sustancia que enciende Ja maquinaria humana y Ja hace funcionar, aun cuando las actividades especificas que una persona puede estar llevando a cabo, como tocar el violin 0 contar dinero, no parezcan particularmente sexuales, La sexualidad es el principal moti- vador incluso de esas actividades humanas, asf como la causa principal de los conflictos psicolégicos que terminan por en- redar a un individuo en la marafia de la neurosis y de las enfermedades mentales graves como la paranoia y Ia esqui- zofrenia. En tltima instancia, Freud querfa demostrar que 88 todas las manifestaciones de la energia psiquica en la vida in- dividual y colectiva podian ser atribuidas, al menos en una proporcisn significativa, al impulso sexual y a sus sublima~ ciones 0 represiones. Freud se esforzé especialmente en pro- bar que en la base de todo trastorno, neurético 0 psicético, hay un conflicto sexual, Ya en sus primeras discusiones con Freud sobre teoria psicolégica y préctica clinica, Jung mostr6 grandes reservas con respecto a la primacia de la sexualidad ¢ hizo la sugeren- cia obvia de que también podian existir otros impulsos que motivaran la vida humana. Por ejemplo, hay un impulso ba- sico llamado hambre: Como debe usted de haber notado, es posible que mis reservas ante su visién de largo aleance obedezean a mi falta de experiencia. Sin embargo, ¢no cree usted que unos cuantos fendmenos limitro- fes puedan ser considerados més adecuadamente en funcién del ‘otro impulso basico, el hambre: por ejemplo, comer, mamar (pre- dominantemente hambre), besar (predominantemente sexualidad)? Dos complejos simulténeos siempre terminan por fusionar- se psicolégicamente, de manera tal que uno de ellos contie- ne aspectos del otro," Esta nota de desacuerdo aparece en la segunda carta de Jung a Freud, fechada el 23 de octubre de 1906. Desde el co- mienzo mismo de esta colaboracién es evidente que Jung te- nia dudas y reservas sobre Ia insistencia de Freud en cuanto ala posicién central del conflicto sexual en psicopatologis. Durante los afios que siguieron hubo muchas més cartas € intercambios publicados sobre el tema de los impulsos y las fuentes de la energfa psiquica, y Jung se mostraba vacilante ensu adhesin ala doctrina freudiana. «Bajo la influencia de la personalidad de Freud —escribiria Jung muchos afios més, tarde en su autobiografia— habja hecho caso omiso en lo 1. William McGuire (e.), The Freud-fung Letters, pp. 67. 89 posible de mi propio juicio y reprimido mi sentido eritico, Esto constituia la condicién previa para poder colaborar con él».? A veces, en sus primeros eseritos, Jung parecia reducit- lo todo al modelo freudiano. Sin embargo, resulta claro por la evidencia escrita que nunca llegé a ser discipulo acritico de Freud, aun cuando haya podido contenerse en su desa- cuerdo para poder atenuar las diferencias y las potenciales contrariedades en la relacién. A fin de cuentas, el debate sobre cémo teorizar el con- cepto «energia psiquica» y qué nombre darle result6 ser cho mas que un simple detalle téenico. Mientras la visién temprana y divergente de Jung pudo parecer algo trivial y vaga, 0 tal vez basada en malentendidos de lo que Freud que- ria decis, las implicaciones fueron profundas y con el tiempo provocaron vastos desacuerdos tanto filoséficos, como ted- ricos y clinicos, De hecho, sus diferencias sobre el tema de la libido resultaron ser lo que definié el punto central de divi sin te6rica entre ellos. Lo que estaba en juego eta la concep- cién de la naturaleza humana y el significado de la conscien- cia humana. En los primeros afios, esto era imposible de prever con la claridad lograda a posteriori. Jung estaba aprendiendo a medida que avanzaba; aprendia de Freud y también de sus pacientes ademas de numerosas otras fuentes. En el magistral ensayo ) y al cual habré de referirme a lo largo de este libro—, habia sido escrito con premura, por 4o cual delata un pensamiento innovador y febril que atin no ha logrado afirmarse, En esa obra temprana, elaborada mien- tas atin se hallaba en estrecha comunicacidn con Freud y se- guia siendo el delfin y posible heredero como presidente de Ja Asociacion Psicoanalitica Internacional, Jung traté la teo- tia de la libido como una suerte de problema lateral, pero esta se convirtié en el elemento central antes de concluirla, ‘Tomaté brevemente en consideracién esa obra como funda- mento histérico, antes de pasar a describir el ensayo poste- rior de Jung sobre la energia psiquica. En una carta a Freud con fecha del 14 de noviembre de 1911, Jung escribid: En mi segunda parte [de Psychology of the Unconscious] he llega- do a una discusién fundamental de la teoria dela libido. Ese pasa- je en su andlisis de Schreber en el cual usted confronta el problema de la libido (pérdida de libido = pérdida de realidad) es uno de los puntos en que nuestros recorridos mentales se cruzan, A mi ma- era de vei, el concepto de libido tal como fue presentado en Three Essays necesita ser complementado por el factor genético para poder aplicarlo ala Demfentia] pracefox].* Jung se esté refiriendo aqui a su segundo capitulo en la par- te II de Psychology of the Unconscious, «The Conception and the Genetic Theory of Libido» («La concepeién y la teo- ria genética de la libido»). En dicho capitulo discute el pro- blema, sefialado en la carta arriba citada, de la relacion entre Ja libido (tal como la define Freud sexualmente en «Three Essays on the Theory of Sexuality» [] en 1905) y la fonction du réel (un término utilizado por el psiquiatra francés Pierre Janet para 4, McGuire op. ct, p. 461 ou indicar la consciencia del yo). ¢Deriva esta titima de la ante- tiot? Si la consciencia del yo es un derivado de los apegos a objetos sexualmente determinados, se deduce que los tras- tornos de la sexualidad causarian trastornos en el yo, ¥ por supuesto los trastorr10s del yo se considerarian arraigados en Los trastornos sexuiales. Lo que Freud (y el psicoanalista de Berlin Karl Abraham) querfan argumentar era que los trastornos graves del yo, en la psicosis y la esquizofrenia, debian ser atribuidos a la pérdida de interés sexual en el mundo de los objetos» Ya que la funcién de realidad y el ape- go a los objetos era cx eado principalmente por el interés se- xual, Sin embargo, est€ es Un argumento circular, y Jung asi lo sefiala asertivamentte.’ En su lugar ofrece otra explicacién para la esquizofrenia Y la psicosis, pero esta otra explica- cién habria de conducirle a una revisi6n bésica de la teoria, de la libido. Jung establece lo que él lama una posicién genética en hi- gar de una posicién descriptiva. Comienza con una concep- cién amplia de la libido como energia psiquica, segiin Ia con- cepcién de voluntad enunciada por Schopenhauer. «Como usted sabe —Ie escribe a Freud en tono de disculpa—, yo siempre tengo que proceder desde fuera hacia dentro y desde cl todo bacia la parte»-* Ampliando el punto de vista, a do sexual no es mas que tna rama de una voluntad o fuerza vital mds general, Ese torrente general de energfa psiquica tiene varios ramales yen la historia de la evolucién humana algunos de estos ramales resultan mas prominentes que otros en ciertos puntos. En algunas etapas del desarrollo humano, tanto colectivo como individual, la libido sexual es més pro- minente y fundamental que en otras etapas. Por otra parte, escribe Jung, se puede argumentar que las actividades que una vez estuvieron estrechamente relaciona- das con la sexualidad y podian sin duda ser vistas como de- 5, Jung, Pychology of the Unconscious, pp. 142-143, 6. McGuire, op. cit p- 460. 92 rivadas del instinto sexual, a Io largo de la evolucién de la consciencia y de la cultura humanas se han separado del ém- bito sexual hasta tal punto que han perdido toda relacién con la sexualidad: Asi descubrimos los primeros instintos de arte en los animales uti- Jizados al servicio del impulso de creacién, y limitados a la tempo- rada del celo, El cardcter sexual original de estas instituciones bio Jégicas se fue perdiendo en su fijacién orginica y su independencia fancional. Aun cuando no puede haber duda en cuanto al origen sexual de la mtisica, no dejaria de ser una generalizacién mediocre y antiestétca si se hubiere de incluir la miisica en la categoria de la sexualidad, Semejante nomenclatura nos llevaria a clasificar a ca- tedral de Colonia como mineralogia puesto que fue construida’ | con piedeas.” i A Jung le resultaba obvio que no todas Jas expresiones de la actividad psiquica tienen un origen o un propésito sexual, aun cuando puede ser que alguna vez. hayan tenido tales co- nexiones en la historia primordial de la especie humana. Adoptando un punto de vista evolucionista, Jung siguié es- peculando sobre cémo aquellas actividades que habian sido sexuales en su significado e intencién se transformaron, pos- teriormente en actividades no sexuales tales como la mmisica y clarte LA TRANSFORMACION DE LA ENERGIA PSIQUICA {Cémo se transforma la energia psiquica de una expresién simple del instinto, de una descarga de un impulso podero- s0 (por ejemplo, comer porque se tiene hambre 0 copular porque se esta excitado) en una expresi6n cultural (por ejemplo, la hate cuisine o la composicién musical)? gEn qué momento dichas actividades dejan de ser «instintivas» 7. Jung, Psychology of the Unconscious, pp. 4-145. 3 en un sentido significative de la palabra y se vuelven otra cosa con un significado y una intencién notablemente dife- rentes? En Psychology of the Unconscious, Jung argumenta que esa transformacidn de energia puede ocurrit en virtud de la capacidad innata de la mente humana de crear analogias. Los humanos tenemos la habilidad, y la necesidad, de pensar en metéforas y esto puede ser lo que se encuentra en la base de este proceso de transformacién. Asf, por ejemplo, cazar es como (gleich evie) encontrar una pareja sexual, de modo que esta analogia puede ser aplicada y utilizada para generar en- tusiasmo y excitacién con respecto a la caceria. Con el paso del tiempo la actividad de la cacerfa desarrolla su propio sig- nificado culvural y sus propias motivaciones y asf desatrolla tuna vida propia. Ya no necesita la metafora sexual, de modo gue la sexualidad deja de ser tan coneretamente adecuada. Sin embargo siempre permanecen residuos de una fuerte ana~ logfa y estos residuos dejan abierta la posibilidad de hacer interpretaciones sexuales reductivas de las actividades cultu- rales contemporineas. Debido a la tendencia a crear analogfas, el mundo huma- no de la consciencia y la cultura se va expandiendo con el tiempo: atecfa como si, por medio de esta fantastica creacién de analogias, cada vez més libido se fuera desexualizando gradualmente, porque se colocan cada vez mis correlatos de fantasia en el lugar de la pri- mnitiva consecucién de la libido sexual. Con esto se desarroll6 pau- latinamente una inmensa expansion dejfa idea del mundo porque ‘nuevos objetos se asimilaron como simbolos sexuales.* EI mundo arcaico de la actividad y consciencia humanas se sexualiz6 a lo largo de los milenios pero también simulté- neamente se «desexualiz6»: se sexualiz6 porque constante- ‘mente se creaban més analogfas ala sexualidad, pero se dese- 8. Ibid, p. 156. 94 xualizé porque dichas analogias se alejaron cada vez més de su fuente originaria, La comprensién de Jung fue que los motivos y pensa- mientos sexuales son lentamente reemplazados por metéfo- ras, analogias y simbolos en la vida consciente ¢ inconsciente del ser humano. No obstante, el motivo sexual reapareceré intensamente durante las regresiones de la vida mental del paciente, en esto se basan las concepciones de Freud. Hasta aqui en la argumentacién Jung aporta y afiade argumentos de apoyo al argumento de que mucho de la vida mental del adulto humano moderno deriva de origenes sexuales aun cuando esta alejado de la sexualidad propiamente dicha. Se- mejantes diferencias con respecto a la ortodoxia freudiana no hubieran constituido una herejia. La parte més critica ha~ bria de llegar més adelante, en el capitulo final de Psychology of the Unconscious llamado «The Sacrifice» («El sacrificio»), donde trataba el tema del incesto. En su autobiografia, Jung recuerda: Cuando en mi trabajo sobre la libido llegué al final del eapieulo so- bre el sacrificio, sabia de antemano que ello me costarfa la amistad con Freud. Tenia que exponer alli mi propia nocién del incesto, la transformacién decisiva del concepto de la libido... Para mi el in- cesto significaha solo en muy rar0s casos una complicacién perso- nal. En la mayoria de casos representaba algo de naturaleza alta mente raligiosa, razén por la cual desempeiia en casi todas bas cosmogonias y en numerosos mitos un papel decisivo. Pero Freud persistia en la interpretacién textual y no podia captar el significa- do espiritual del incesto como simbolo. Yo sabfa que él nunca po- drfa aceptar mis ideas sobre este tema.” ePor qué fue la concepeién del incesto de Jung lo que cons- Tituy6 ."° Sorpren- dentemente, esta referencia a una libido dividida y un de- seo de mucrte precede a la teoria de Freud del deseo de muerte en aproximadamente una década y probablemente esta teoria esti inspirada y se debe a la colaboracién entre Jung y Sabina Spielrein, una de sus estudiantes en aquellos dias. Vale sefialar que al revisarlo en 1952, fung elimin6 esas ineas del texto en la obra titulada Simbolos de transform: cidn." Para entonces habia eliminado a Spielrein de su teoria y ya no abrazaba la nocién de un instinto de muerte. El tema del sacrificio sobre el cual Jung se extiende am- pliamente en Psychology of the Unconscious es una pieza me- dular en su pensamiento sobre el crecimiento de la conscien- cia y la necesidad de la personalidad humana de desarrollar la madurez, Silos seres humanos permanecieran cautivos del deseo incestuoso y su conducta, simbélicamente hablando, no existiria movimiento psiquico para salir de Ja infancia. El paraiso seria el hogar. Al mismo tiempo, la especie humana dejarfa de prosperar porque no podria producirse la adapta- cidn a ambientes rigurosos y exigentes. El deseo incestuoso de una infancia eterna tuvo que ser sacrificado colectivamen- te en tiempos primordiales, y tiene que ser sacrificado de forma individual por cada persona contemporanea para , poder promover el cambio en la consciencia hacia una cons- ciencia mayor. Y para Jung este movimiento hacia la madu- rez psicolégica se produce naturalmente mediante dinmi- cas y mecanismos internos. No tiene que ser inducido por amenazas externas. El gran sacrificio del incesto se hace vo- Juntariamente, no (como ensefia Ia teoria freudiana) debido a las amenazas de castraci6n. La teorfa de Freud del parvici- ode la expiacién de la culpa como base de la conscien- 10, Jung, Psychology of the Unconscious, p. 480, 11, Jung, Collected Works, vol. 5. 7 cia era algo ajeno al pensamiento de Jung. Los humanos desarrollan 1a consciencia, la moral y la cultura de forma natural, como parte de su naturaleza, En otras palabras, la cculvura es parte de la naturaleza de la especie humana. En Psychology of the Unconscious, Jung expone el argu- mento de que la transformacién de la libido no ocurre por medio de un conflicto entre el impulso sexual y la realidad externa sino més bien por medio de la intervencién de un mecanismo intrinseco de la naturaleza humana. Dicho me- canisino produce el sacrificio del incesto en pro del desarro- Ilo. Podemos observarlo operar en muchas religiones, en particular el mitraismo y el cristianismo, dos religiones que Jung compara en esta obra, En ese momento de su carrera, Jung atin no habia elabo- rado el concepto del arquetipo como fuerza que le da es- tructura a la psique y a la energia psiquica, Esto lo desarro- arfa més tarde logrando alcanzar una especificidad mucho mayor en la exploracién de las diversas transformaciones que se originan en la base instintiva, Cuando levé a cabo la extensa revisidn del texto de 1912-1913, que publicd en 1952 con el titulo Simbolos de transformacién, introdujo en mu- chos lugares la teoria de los arquetipos con el fin de lograr «ese tipo de especificacién. Sin embargo, en 1913 Jung estaba limitado teéricamente y solo pudo expresar vagamente la nocién dela presencia de un movimiento natural hacia el sa- crificio de satisfacer el instinto, innato en el sistema psiquico humano y sin el cual la cultura y la consciencia humanas tal como las conocemos no serian posibles. El sactificio es lo que explica la transformacién de la energia de una forma de expresion y actividad hacia otra, pero en aquellos dias no quedaba claro cual era la motivacién que conduce al ser hu- mano realizar semejantes sacrificios."? Ademés, est la pre- 12, Resulta interesante conocet el punto de vista de Jung eon respec toal trabajo, En su opini6n, la ética del trabajo es emancipadorade as ata- dras del desea incestuoso, «La abolicién dela exclavtud fue la condiciSn necesaria para esa sublimacién (de la sexualidad incestuosa}, puesto que 98 gunta de saber qué es lo que dirige la energia a lo largo de iertos caminos hacia determinadas ocupaciones y esfuer- 05. Una clave esclarecedora podria ser la capacidad que tie~ nen los simbolos de transformar y dirigir la libido. ‘Tomando esta posicién sobre el instinto y la ibido, Jung, sabia que sus dias como heredero de Freud estaban conta~ dos. Freud no era alguien que tolerara grandes diferencias de opinign entre sus seguidores. La autoridad estaba en juego y Freud exigiria una reverencia intelectual. Jung se resisti6 y ese fue el guid psicol6gico de la amarga separacién de esos dos grandes hombres.” Efectivamente, sucedié que la relacién con Freud termi 16 pocos meses después de la publicacién de la segunda par- te de Psychology of the Unconscious. La fecha de publicacion cn la Antighiedad no se habfa reconocido el deber del wabajo y el trabajo como un deber, como una necesidad social de fundamental importancia El trabajo del esclavo era trabajo compulsive, a contraparte de la igual> mente desastrosa compulsi6n dela libido del privilegiado. Fue slo la obli- gacién de trabajar lo que hizo posible a largo plazo en el individuo ese sdrenaje» continuo del inconsciente, inundado por le constanteregresi6n de la libido, La indolencia es el comienzo de todos los vcios, porque en tuna condicign de ensoftacin perezosala libido tine haras oportunidades Ge hundirse en si misma, ereando ast obligaciones compulsivas mediante vincules incestuosos reanimados por la regress. La mejor liberacién se daa través dl erbajo constane. Sin embargo, cl abajo es la salvacién Shicamente cuando es un acto libre y no contiene nada de la compulsion jafanti. En ese sentido, la ceremonia religios se presenta en tn alto gra- do como una inactividad organizada, yal mismo tiempo como la precur- sora del trabajo moderno» (Psychology of the Unconscious, p. 455) Esta ss tuna versin de la nociGn Arbeit macht frei («El trabajo os hard libres»), tan detestablemente uilizada por lo nazis en sus campos de concentra- cin, en los cuales precisamente se insttucionalizaba la esclavitud. Es teuando el abajo se escogey se acepr libremente como un deber hacia a vida cuando puede ocurri la transformacin dea ibido. Cuando uno es- ‘ope libremente una vocacién y sacrfic voluntariamente mucho placer y Giatcacién sensoalen pro del aprendizajey realzacién de esa vocacién, Ja transformacién del libido ha sido lograda 13. George Hoganson discute ampliamente esta cuestién de la auto- sidad en su ibro Jungs Straggle with Frend. 99 fue septiembre de 1912, cuando aparecié el texto en el sexto volumen del Jahrbuch fiir psychoanalystische und psychopa~ thologische Forschungen, del cual Jung era editor en jefe. Para Jung, el propésito de diferir de Freud sobre la definicién y concepcién de libido era el de evitar su grave reduccionis- ‘mo, que considera que toda manifestacién de vida conscien- tey actividad cultural puede ser asignable a la sexualidad en uno u otro de sus variados sabores, Para Freud, el propésito de insistir en la funcién central de la sexualidad era el de mantener el dngulo de la visi6n psicoanalitica enfocado en la manera en que el ser humano civilizado evita la verdad y su- fre por tener que lidiar tan tortuosamente con la sexualidad. ‘Ademés, Jung estaba apuntando hacia la creacién de una teorfa general de la energia y una psicologia general, mien- tras Freud estaba empefiado en escarbar cada vez més a fon- do en las distorsiones y los subterfugios de la vida psicolgica cen lo que se refiere a la sexvalidad y (més tarde) a la destruc- tividad y el deseo de muerte. Em 1928, cuando publicd «On Psychic Energy, Jung ha- bfa pasado més de veinte afios reflexionando acerca de este tema, Su detallada argumentacién y sus referencias a varias autoridades atin reflejan en este ensayo su desacuerdo con Freud y el psicoandlisis, pero también representan su deseo de presentar un razonamiento sélido para una consideracion general de la libido como energfa psfquica. La FISICA COMO MODELO La fisica, con la cual Jung no estaba particularmente familia- rizado pero que estaba muy presente en Zurich a comienzos rciond un modelo para reflexionar so- bre la energfa psiquica. Para Jung constitua una metéfora que le ofrecia la posibilidad de formular un conjunto similar de correspondencias para la energia psiquica. La fisica habia claborado una detallada teoria de la energia, con leyes de 100 causalidad, entropia, conservacién de la energia, transforma- cin, etcétera. Tomando en consideracién estas leyes de la f- sica y dejando de lado las formulas y ecuaciones matemiti «as, Jung se dedieé a claborar una aproximacién conceptual de la psique en una manera que nos recnerda sus primeros trabajos de psicologfa experimental con el Experimento de la Asociacién de Palabras. Jung sefiala que cuando tratamos con la energfa nos orientamos hacia la cuantificacién.”* La energia es una abstraccién a partir del mundo de los objetos, dice Jung. Uno no la puede ver, tocar, ni probar, Hablar de energia es ocuparse de la'relacién entre los obje- tos en lugar de ocuparse de los objetos mismos. Por ejem- plo, la gravedad describe la manera en que un objeto afecta a ‘otro pero no dice nada, especificamente, sobre la cualidad de Jos objetos en cuestién. De manera similar, nos dice Jung, una teoria de la energia psiquica, o libido, deberfa explicar cémo se afectan entre si los objetos del mundo psiquico. Jung argumenta que la energia es finalista y tiene que ver con la transferencia de movimiento 0 momention entre ob- jetos (psiquicos) a medida que estos se desplazan irreversi- blemente alo largo de un gradiente hasta alcanzar un estado de equilibrio. Esto se asemeja a la descripcién de una cadena fisica de acontecimientos: cuando un objeto choca con otro, el primero pierde velocidad mientras aumenta el momentum del segundo. Aqui se aplica la Jey de la conservacion de la energia que dice que la energia no se crea ni se destruye, por Jo tanto, la eantidad de energia que abandona al primer ob- jeto es recibida por el segundo. Esto se puede medir con pre~ cisién. Entonces, si bien la energia es abstracta e intangible, sus efectos son observables, como puede confirmarlo cual- quiera que juegue al billar. Jung aplicé este modelo a la psi- que y su ensayo trata sobre la medicién de la energia psiqui- cay el pensar la vida psiquica en términos de movimientos y | transferencias de energia. 14, Jung, Collected Works, vol 8 par. 6y ss. 101 «La empatia conduce hacia el punto de vista mecanicista, Ja abstraecién conduce hacia el punto de vista energético»,"* eseribe Jung, y contintia contrastando esas dos maneras de aprehender la realidad fisica y psiquica. Las perspectivas son incompatibles y sin embargo ambas son ciertas. «La aproxi- maci6n causal-mecanicista describe la secuencia de hechos, a-b-e-d, dela siguiente manera: a es la causa de b, bes la cau- ‘sa de gy asf sucesivamenter, su punto de enfoque se ubica ‘en [o caudal: Bsta bola le pega a una segunda que le pega a la tercera, El primer choque causa un efecto, que a su vez cau sa otro efecto, y asi sucesivamente. Se rastrean entonces los efectos hasta dar con la causa inicial. «Aqui el concepto de efecto se presenta como la indicacién de una cualidad, como una “virrud” de Ia causa, en otras palabras, como un dia sismos.!” Al aplicar esta perspectiva ala vida psicol&gica, el {complejo es visto como causado por un trauma, La fuerza ddl trauma penetra en el sistema psiquico, eausando una se- rie de efectos que se siguen manifestando durante muchos atios en forma de sintomas. Desde una perspectiva mecani- cista, el trauma es considerado como el origen causal del complejo. El comprender esto Heva a uno a la empatfa con el traumatizado. oe «La perspectiva finalista-energética por otra parte —es- cribe jung—, describe la misma secuencia de la siguiente ma- d son medios hacia la transformacién de la ener- neta: a ga, que fluye sin causa alguna desde a, el estado improbable, entvépicamente hacia b-c y asi hasta el estado probable d. ‘Aqui se hace caso omiso del efecto causal, dado que sola~ mente se toman en cuenta las intensidades del efecto. En la medida en que las intensidades son las mismas, se podria co- locar w-x-y-2 en lugar de a-b-e-d>."" AL aplicar esta perspec- 15, Ibid, par 5. 16. Ibid, pat 58. 17. Ibid 18, Ibid, 102 tiva a la vida psicolégica —y aqui podemos entender por qué la calificé de abstracta y no empética— sea cual sea el punto alcanzado en la vida, psicolégica o emocionalmente hablando, ese es el punto al cual ha conducido la intensidad de los gra- dientes para poder lograr un estado de equilibrio. El equil brio es el objetivo y, en ese sentido, es la causa, una causa final |< ‘que atrae hacia sf toda una cadena de eventos. Es una historia de «sucedi6 asfo. Lo causal parece ser el destino personal.” S da hacia una meta en el futuro— Ia energia se mueve, Segtin la ley fisica de la entropia, la energia fluye de niveles mas altos a niveles mas bajos hacia estados mas probables de intensidad; Or otra parte, segin Ia ley de la negaentropfa, se mueve hacia estados de mayor complejidad. La perspectiva energética con- sidera él estado final como el hecho mas importante, en cam- bio la perspectiva mecanicista-causal se centra en el impulso inicial que introdujo la energia en el sistema en el primer mo- mento. Ninguna de las dos perspectivas encuentra que los re~ cual sea la taz6n —ya sea impulsada desde atris 0 atrai- 19. Un psicoterapeuta que adoptara esta perspectiva fnalista-energé- ‘ica poi ser visto como alguien impersonal y no empético. Poca aten- in se le dara alos factores causales como los traumas infantiles yas re- Taciones confictivas y de abuso en el pasado, E}foco de atencién estariaen e «instintos». En su opi- rion, no existe nada individual o tinico en este nivel de la na- turaleza humana. Todos tenemos los mismos arquetipos y Jos mismos instintos. En cuanto a la unicidad, hay que bu carla en otro lugar de la personalidad. La verdadera indi dualidad, planteaba Jung en Tipos psicoldgicos y en Two Essays in Analytical Psychology («Dos escritos sobre psicologia analitica»), ¢s el resultado de un esfuerzo por hacer cons- iencia al que denominé «proceso de individuacidn» (véase capitulo 8). La individuacién es la flor del compromiso consciente de una persona con la paradoja de la psique du- ante un periodo de tiempo. Los instintos y los arquetipos, por otra parte, son el legado de la natutaleza para cada uno de nosotros. Se dan igualmente a todos, y todos los compar- * timos seamos ricos © pobres, blancos 6 negros, antiguos 0 4. Ibid. p.30. 5. Ibid, p.29. Ry modernos. Este tema de la universalidad es una caracteristi- ca bsica de la comprensién junguiana de la psique. En la re- visi6n tardia de una obra llamada «The Father in the Destiny of the Individual» («EI padre en el destino del individuo») encontramos una expresién sucinta de este tema: El hombre «posee» muchas cosas que nunca adquirié sino que las ha heredado de sus antepasados. No nace como tabula rasa, st plemente nace inconsciente, pero ta consigo sistemas que est organizados y listos para funcionar de una manera espeeificamente_ hhumana, Estos sistemas se deben a millones de aftos de desarrollo, hhumano. Al igual que los instintos migratorios y de construccién del nido de los psjaros que nunca fueron aprendidos 0 adquiridos individualmente, el hombre tae consigo desde su nacimiento el trazado basico de su naturaleza, no solo su naturaleza individual sino su naturaleza colectiva. Estos sistemas heredados correspon- den a las sitaciones humanas que han existido desde los tiempos primordiales: la infancia y la vejez, el nacimiento y la muerte, hijos ¢ hijas, padres y madres, el acoplamiento y ast sucesivamente. Es solo la consciencia individual la que experimenta estas realidades Pe 2:vez, no asi el sistema corporal ni el inconsciente. Para estos iltimos se trata simplemente del funcionamiento habitual de los instintos que se formaron hace mucho tiempo® ARQUETIPOS (UNIVERSALES F5{QUICOS) Elorigen dela nocién de Jung de los arquetipos se puede en- contrar en sus escritos en el perfodo entre 1909 y 1912 cuan- do, ain en colaboracién con Freud, investigaba en mitologia y escribia Psychology of the Unconscious. En esa obra estu- 4i6 las fantasias de la sefiorita Frank Miller, que habian sido publicadas en un libro escrito por su amigo y colega de Gi- nebra, Gustav Flournoy. Jung deseaba explorar el significa- do de esas fantasias a partir de su recién descubierto punto 6, Jang, Collected Works, vol-4, par. 728 14 de vista, que habia estado incubando desde los tiempos del estudio psiquidtrico que hizo de su prima, la médium Hele- ne Preiswerk. El trabajo con el material de fantasias de Frank Miller fue para Jung una ocasién para comenzar a dis- ‘anciarse explicitamente de la teoria de la libido de Freud y Para comenzar a reflexionar sobre los patrones generales ue aparecian en lo que més tarde habria de llamar el «in- consciente colectivo» Segtin lo que escribe en su autobiografia, Jung obtuvo su Primera impresién de la existencia de estratos impersonales en el inconsciente a partir de un sueito que tuvo durante el viaje a Estados Unidos que hizo con Freud, en 1909. Sofé con una casa (llamada «mi casa» en el contexto del suefio) que tenfa muchos niveles. En el suetio él explora los pisos de la casa desde la planta superior (la era actual) hacia el sétano (el pasado histérico reciente) y mas al fondo hacia una boveda y ‘nego una gruta (el pasado hist6rico mas antiguo, los griegos, los romanos y,finalmente, el pasado prehistérico y paleoliti 0). Este suefio le dio la respuesta a unas preguntas que se ha bia estado haciendo durante el viaje, a saber: «Sobre qué pre- tmisas se apoya la psicologia de Freud? gA qué categoria del Pensamiento humano pertenece?».’ Jung nos dice: «El suefio Se convirtid para mi en una imagen directriz», «algo asi como tun diagrama estructural del alma sentimiento de una psique colee ‘Al abordar la obra de Flour: sabia muy poco de la sefforita Mi vida, -]. Me dio el primer pre- aa priori de la personal>.* ‘0 por primera vez, Jung liller y de la historia de su Esto podia ser una ventaja para la teoria, pensd, pues su pensamiento no estaria contaminado por asociaciones y proyecciones personales, Al no estar distraido con los arbo- les podrfa realmente observar el bosque como un todo. Es- taria libre para especular sobre patrones psicolégicos més generales. ¥ realmente eapeculé con gran entrega y deleite 7, Jung, Memories, Dreams, Reflections, p.161 8, Ibid, ns A medida que estudiaba las fantasfas de la sefforita Miller, imaginaba su tealidad a partir de los pocos hechos incluidos en el relato: una joven soltera viajando sola por Europa, atraida por un marinero italiano pero incapaz. de darle ca- bida a su interés erético, fue reprimiendo libido sexual y cayendo en una profunda regresién. Haciendo uso de lo que sabia para aque! momento sobre dinamicas psicol6gicas —aprendido en gran medida con Freud y otros colegas psico- analistas— Jung se atrevié a extender esa visién hasta el pun- to de sugerir que la libido, la sexualidad misma, posee una naturaleza dual, Por una parte, busca satisfacerse con el pla- cer y el gozo sexual por otra parte, inhibe dicha satisfaccién Ilegando hasta la bisqueda de su opuesto, la muerte misma. Jung se aventurd a proponer la existencia de un deseo de muerte, equivalente al deseo de vivir, que se vuelve més pro- minente en la segunda mitad de la vida cuando uno se pre- para para mori. Es decir, que existe una tendencia innata en la psique humana a sacrificar la satisfacci6n, ya sea esta se- xual o de otra indole, y a inclinarse hacia tendencias y deseos no sexuales y que ninguna actividad sexual podria satisfacer. Fue un extrafio curso en el pensamiento de Jung refle- xionar sobre la situacién psicolégica de esa joven mujer. Por una parte, era obvio que ella estaba buscando una salida para Ia er6tica en su vida y no habia logrado encontrarla. De ahi sus regresiones y sus intentos de sublimacién: las visiones, la poesia las ensofiaciones, todo lo cual, en opinién de Jung, era evidencia de una premorbilidad que podia desembocar en una enfermedad mental. Por otra parte, tal vez las inhibi- ciones sexuales de la sefiorita Miller reflejaran un contlicto més profundo en su psique, un contlicto que podia ser visto como fundamentalmente humano y seguramente arquetipi- co. Alli se encontraba la cuestién mucho mas amplia del curso de la evolucién humana y Jung estaba elaborando la teoria de que la libido sexual, en el transcurso de cones de” _ desarrollo de la especie, habia sido canalizada por los cauces de la cultura mediante metaforas y similitudes al principio, 136 hasta alcanzar transformaciones mis profundas, Estas ya no podian ser adecuadamente definidas como sewuales. Jung se acercaba a toda una nueva teoria de la cultura a medida que rastreaba las fluctuaciones de la libido de la seftorita Miller. No ha de sorprendernos que muchos lectores se hayan sen- tido confundidos por este libro. En su exploracién de la evolucién humana, trazando pa- ralelos entre lo que sucedia de manera algo mérbida en la se- Frorita Miller y aquello que habia sucedido en el pasado, cien= tos ¥ miles, inclusive cientos de miles de afios antes, Jung comenzé a delinear la constelacién del mito del héroe y le asigné al héroe el papel del creador de consciencia. EI héroe es uh patrén bésicamente humano —caracteristico de hom- bres y mujeres por igual— que exige el sacrificio de la «ma- dre», refiriéndose con esto a Ja actitud infantil pasiva, y la aceptacién de las responsabilidades de la vida aftontando la realidad de manera adulta. El arquetipo del héroe exige que se abandone el pensamiento fantasioso de la infancia e insiste fen que se participe activamente de la realidad. De no haber capaces de responder a semejante reto, los humanos ha- brian sido condenados a la desaparicin miles de afios atr Sin embargo, para poder afrontar la realidad consistentemen- te, es indispensable realizar un twremendo sactificio del deseo y.del nostilgico anhelo por el bienestar de la infancia, Ese era eldilema de la sefiorita Miller: se encontraba ante el compro- miso de crecer y responder a sus deberes de adulta en la vida ¢ intentaba eludir el reto. No estaba dejando atras el pensa- miento fantasioso y se estaba perdiendo en un mundo mér- bido ¢ irreal que poco tenia que ver con su realidad. Habia caido en una regresin masiva hacia la «madre» y Jung se ha- cia la pregunta: zse quedaré atascada alli al igual que Teseo en el Hades, sin poder regresar jams? No estaba muy seguro de Ja respuesta y temia una posible psicosis Mientras estudiaba las fantasias de Frank Miller y para interpretar esas imagenes, Jung recopilé y relacioné una gran cantidad de mitos, cuentos de hadas y motivos religiosos ny provenientes de los més remotos rincones del mundo. Tal fue su asombro ante el extraordinatio paralelismo que en- contré que, atin a tientas, su mente se lanz6 a buscar una ex- plicacién al porqué esta mujer habia producido espontinea- mente temas ¢ imgenes que se parecian a las imagenes de la mitologia egipcia, de las tribus aborigenes de Australia y de Jos pueblos nativos de América. gPor qué ocurren semejan- tes paralelos en la mente humana sin ningiin esfuerzo apa- rente? 2Qué quiere decir esto? Jung relacioné estos hechos con su suetio de la casa en la que descendia por los diferen- tes s6tanos y asi comenz6 a darse cuenta de que estaba des- cubriendo Ia evidencia de la existencia de un estrato colecti- vo del inconsciente. Esto tal vez queria decir que existe en el inconsciente un material que no ha sido puesto alli por me~ dio de la represién de lo consciente, Se encuentra alli desde elcomienzo, Hay que sefialar que esa misma bisqueda de universales psiquicos intrigé a Freud, pero de una manera diferente. Freud estaba buscando un tinico deseo inconsciente —un complejo central— que explicara todo conflicto psfquico, y cxey6 haberlo encontrado en la historia de la horda primiti- va, Mientras Jung estaba escribiendo Psychology of the Un- conscious, Freud estaba trabajando en Totem y tabs. Con material clinico en una mano y Golden Bough («El arco de oro») de Frazer en la otra, Freud persegu‘a un proyecto milar al de Jung y la carrera parecia consistir en quién serfa el primero en realizar el Gran Descubrimiento, Bien sea que se prefiera la versién de Freud o la de Jung, el denominador comntin sigue siendo el hecho de que la mente humana tiene estructuras universales, al igual que el cuerpo humano, y es- tas pueden ser descubiertas por medio de un método inter- pretativo y comparativo, En cierto sentido, Freud, al igual que Jung, elaboré una teorfa de los arquetipos. Su nocién de los residuos arcaicos reconoce la existencia de patrones ancestrales, Si bien la ac~ titud de Freud hacia este material difiere mucho de las refle- xiones de Jung alrededor de la mitologia y su relacién con la psique, ambos hombres siguieron lineas de pensamiento si- milares y apuntaron hacia una conclusién similar. DNCONSCIENTE Los paralelismos encontrados entre las imagenes y los mitos de individuos y grupos humanos pertenecientes a perfodos histéricos y lugares no relacionados entre si intensificaron en Jung el deseo de encontrar una explicacién. ;Acaso ext tia un punto de origen comtin para las imagenes psicéticas, Jas imagenes oniicas y las fantasias personales por una par te, y las imagenes y pensamientos miticos y religiosos eolec- tivos porla otra? Jung querfa estudiar las concurrencias en el pensamiento y la imaginacién humanos. Para poder llevar adelante esta investigaci6n, tenia que lograr que sus pacien- tes revelaran sus fantasias y pensamientos inconscientes. En su articulo «On the Nature of the Psyche>, natra ‘c6mo logré activar Ia fantasia en sus pacientes: «A menudo habia observado pacientes cuyos sueiios indicaban la exis- tencia de una cuantiosa reserva de material de fantasia. Asi mismo, tenfa Ja impresin de que estaban abarrotados de fantasfas, pero que no eran capaces de decirme dénde se en- contraba el punto de presién interna. ‘Tomé entonces una imagen onirica o una asociacién del paciente y, uilizindola ‘como punto de partida, le propuse latarea de elaborar 0 des- arrollar ese tema déndole rienda suelta a su fantasia».’ La téenica de la asociacién libre de Freud era similar, pero Jung dejaba que la imaginacién fuera més lejos y mas librement ‘Alentaba a sus pacientes para que desarvollaran el mat de sus fantasfas: «Esto, segsin el talento y el gusto del indivi- duo, podia hacerse de muchas maners tico, dialéctico, visual, aciistico o recurriendo a la danza, la 9. Jung, Collected Works, vol. 8, pa. 400 29 pintura, el dibujo o el moldeado, El resultado de esta técni- ca fue una enorme cantidad de complicados disefios cuya di- versidad me desconcerté durante muchos afios, hasta que pude reconocer que con ese método estaba presenciando la manifestacién espontanea de un proceso inconsciente al que la habilidad técnica del paciente no hacia sino asistir, y que mis tarde denominaria «proceso de individuacién».” Este proceso de dar una imagen a los contenidos inconscientes los eleva a una forma consciente. El caético surtido de imagenes con el que al principio me vi con- frontado se fue veduciendo en el transcurso del trabajo para llegar a ciertos temas y elementos formales bien definidos, que se repe- ‘fan de manera idéntica o andloga en los individuos mas variados. Menciono, como caracterfsticas que més destacan, la multiplicidad caética y el orden; la dualidad, oposicién de luz y oscuridad, alto Y bajo, derecha e izquierdas la unién de los opuestos en un terce- +05 a figuca cuaternaria (cuadrado, cruz); la rotacién (citclo, es- fera), y finalmente el proceso centrado y una disposicién radial ‘que suele responder a algin sistema cuaternatio[..). Segiin mi ex- periencia, el proceso de centealizacion es el climax de todo el de- satrollo, y ello se hace evidente porque trae consigo el més pro- fundo efecto terapéutico."” En el articulo, Jung contintia haciendo mencién de los «prin- cipios formativos {que] son inconscientes»."? El material fantéstico producido por sus pacientes psicéticos, asi como su experiencia con pacientes neuréticos, lo llevaron a pensar que los principales elementos formativos se encuentran en el inconsciente. Dado que este proceso no lo determina la consciencia del yo, la fuente de las formas que aparecen debe hallarse en alguna otre parte, Algunas formas pueden ser de- terminadas por los complejos, pero hay otras més primor- 10. 1bid, 11, Tbid,, par. 401 12, Ibid, par. 402 130 diales e impersonales que no pueden explicarse por la expe- viencia de vida individual. El ensayo fue presentado por Jung en 1946 en Ja Confe- rencia de Eranos, en Ascona, Suiza, en Ja que present6 mu- chos de sus mas importantes trabajos y ala que asistié desde sus comienzos en 1933 hasta 1960, un afio antes de su muer- te. Alli se reunfan personas provenientes de todo ef mundo, Su interés principal era a psicologia y la religi6n, particular- mente las religiones orientales. Su fundadora, Olga Froebe- Kapetyn, cuyo profundo interés por el pensamiento de Orien- © tey todo tipo de ocultismos habia motivado la organizacion de estas conferencias, logré reunir a expertos de renombre para debatir sobre varios temas. Este publico parece haber estimulado a Jung a esforzarse al maximo. Se trataba de per- sonas que eran miembros de una comunidad de cientificos y estudiosos del mis alto nivel en el mundo, por lo cual exi- gian presentaciones de la més alta calidad. «On the Nature of the Psyche» es una madura recapin Jacién de la teoria psicolégica de Jung. Las secciones histé cas del ensayo hacen referencia al inconsciente en la filosofia yen la psicologfa académica, Es alli donde Jung establece los Fundamentos para sus propias definiciones del inconsciente y st particular comprensién de la relacién entre inconscien- te y consciencia, asimismo la dindmica interna de la psique. La nocién de que existe un inconsciente es fundamental en toda psicologia profunda y establece la diferencia con res- pecto a otros modelos psicolégicos. Como evidencia de la existencia del inconsciente, Jung sefiala Ia disociabilidad de Iz psique. En ciertos estados alterados de consciencia, por ejemplo, nos topamos con un sujeto subliminal, una figura interna que no es el yo, sin embargo, da pruebas de tener vo- Juntad e intencionalidad. El yo puede inclusive entablar un didlogo con esa otra subpersonalidad. Semejante al fenéme- no «Dr. Jekyll y Mr: Elyde» que indica la presencia de dos centros de consciencia distintos en el seno de una misma personalidad, Y esto, dice Jung, existe también en lo que lla- Br ‘mamos personalidad normal, aun cuando la gente no se dé cuenta de esta realidad. ‘Una vez. planteada la existencia de una psique incons- ciente, como pueden definirse sus limites? ¢Es posible defi- nirlos? gO acaso se trata de algo tan indefinido que ha de ser considerado mas 0 menos ilimitado? Como cientifico y pen- sador, Jung requeria algunas definiciones claras y en su ensa- yo propone unas cuantas. Una de las més importantes es el concepto teérico denominado aspecto’psicoide de la psique que constituye un umbral: {Las freeuencias de sonido perceptibles por el ofdo humano se ubi- can entre las 20 y las 20.000 vibraciones por segundo; la longitud de onda de la luz visible por el ojo humano varfa entre 7-700 y 3.900 unidades angstrém. Esta analogia permite ideat la posibilidad de ue exista un umbral tanto inferior como superior para los eventos ppsiquicos y que la consciencia, el sistema de percepcién por exce- Jenicia, pueda compararse con la escala de perceptbilidad de! soni- do o dela luz y pueda tener, al igual que estos, un limite inferior y «un limite superior. Tal vez esta comparacién pueda extenderse ala psique en general, lo que no seria imposible si existiera un proceso ~ apsicoide> en ambos extremos de la escala de lo psiquico.” La visién que tiene Jung de Ia psique propone que esta se mueve alo largo de una escala cuyos limites externos desapa~ recen gradualmente entrando en un Area psicoide (es decir si- cconoce que el adjetivo «psicoide» lo estat quien definis das Psycboide como «la suma total de todas las Fanciones intencionales, mnemé- nicas y preservadoras del cuerpo y del sistema nervioso cen- tral, a excepcién de aquellas funciones corticales que acos- tumbramos considerar como psiquicas»."" De modo que Bleuler propuso una distincién entre a) las funciones psiqui- cas, dentro de las cuales Jung, incluye la consciencia del yo y 13, Ibid, par 367 14, Ibid, par. 368, citando a Bleuler 132 elinconsciente (tanto personal como colectivo) y b) las otras funciones de preservacién de la vida del cuerpo y del sistema nervioso central, algunas de las cuales parecen ser cuasi psi- quicas. El cuerpo en sf mismo es capaz de recordar y de apren- der. Por ejemplo, una vez que alguien aprende a montar en icicleta no necesita recordar esa inform: mente: el cuerpo conserva el recuerdo de cémo hacerlo. El cuerpo también funciona con intencionalidad y se orienta ha- cia la conservacién de la vida, luchando por la supervivencia su manera, fuera del rango de la psique. En el desarrollo de su teoria, Jung distingue de este conjunto de definiciones re- ferente a la psique, lo cuasi psiquico y lo no psiquico: Jung utiliza el término «psicoide» de Bleuler en varios de sus escritos, no sin alguna reserva. En efecto, Jung critica a Bleuler por vincular indebidamente lo psicoide con ciertos Srganos corporales especificos y estimular una suerte de pan-psiquismo que encontraria psique en todo aquello que tiene vida. Para Jung, es un término que describe procesos que son como psiquicos o cuasi psfquicos pero no propiamente psfquicos. El término se utiliza para distinguir Jas funciones psiquicas de aquellas que son vitales. Los pro- cesos psicoides se encuentran entre la energia vital somatica y los procesos corporales por un lado, y los procesos pro- piamente psiquicos por el otro lado. ANSTINTOS Llegado a este punto de su teorfa, Jung aborda el tema de los instintos humanos, Los instintos estan arraigados en lo fisi- co y penetran en la psique en forma de impulso, pensamien- 10, recuerdo, fantasia y emocién. No cabe duda de que el tema del instinto propiamente dicho es un problema cuando se refiere al ser humano, debido a que los humanos tienen a) habilidad de escoges, reflexionas, actuar 0 no actuar sobre lo qué llamamos impulsos instintvos de un modo que otros | 33 animales no pueden hacerlo, cuestionando en qué medida Jos instintos desempefian un rol en la conducta humana, Jung reconocié que para los humanos el lado instintive condueta es mucho menos determinante que para otros a ‘ales. Sin embargo, hasta cierto punto, el humano esta ir fluenciado por necesidades y procesos fisioldgicos dist delas necesidades y procesos psiquicos. Utilizando el térmi- no acufiado por Janet, Jung lo designa como la partie infé- rieure de la existencia humana, Esta parte esta controlada por las hormonas y posee una caracteristica compulsiva que ha llevado a algunos a hablar de «pulsiones»."* En la medida © que las hormonas dictaminan lo que hacemos o sentimos, estamos sujetos a las pulsiones y alos instintos. La partie in~ férieure, es decir, el nivel somatico de la psique, esta fuerte- ‘mente influenciada por los procesos corporales. Habiendo reconocido este substrato somatico, Jung en- tonces afirma: A partir de estas reflexiones pareciera que la psique es una eman- cipacién de la funcién desde su forma instintiva y por ende una emancipacién de la compulsividad que, como tinico determinante de la funcién, da rigidez. a la funcién convirtigndola en un meca- nismo, La condieién o eualidad psiquice comienza cuando la fun- ci pierde au dsterinismo tanto externo como intemo y logra una aplicacin mas extensa y mis libre..! Cuando la informacién se moviliza desde el soma hacia la psique, pasa por la regién psicoide, y como resultado se produce una considerable reduecidn del determinismo bio- ligico, lo cual a su vez permite una «aplicacién més extensa y mas ibre 1 y comienza a mostrarse accesible a una vo- _ luntad motivada por otras fuentes.” La presencia de la vo- " Jantad es decisiva para que una funcién se establezca como 15, Ibid, pa 376. 16, Tbid, pa 377 47, Ibid 134 psiquica, El hambre y la sexualidad, por ejemplo, son pul- SiomeS con una base somética que implica la liberacin de hormonas. Ambas son instintos: uno tiene que comer o el cuerpo exige desahogo sexual. Pero la voluntad interviene en ese panorama en la medida en que existe la posibilidad de escoger‘lo que uno come o la manera de satisfacer el propio impulso sexual. La voluntad puede intervenir hasta cierto unto, si bien no puede controlar de manera absoluta y en todo aspecto la conducta definitiva de una persona. Si existe un limite para la psique en el extremo somatico del espectro (la partie infériewre), también existe un limite en la partie supérienre de la consciencia: «Con un aumento progresivo de la libertad con respecto al puro instinto, la Partie supérienre [la consciencia] en tiltima instancia llegar un punto en el cual la energia intrinseca de la funcién deja Por completo de ser guiada por el instinto en el sentido ori- ginal y adquiere una forma que podrfamos llamar “espiri- tual”».!" El instinto pierde control sobre la psique a partir de un cierto punto, ¢ intervienen otros factores que la con- trolan y Ia orientan. A estos factores Juang los llama «espiri- tuales» pero aqui la traduccién del término alemén geistlich presenta un problema: también podria utilizarse el adjetivo «mental», Estos factores de control son mentales —perte- necen a la mente, en el sentido de la palabra griega nous—y ya no tienen base orgénica. Pueden operar como instintos, en el sentido de que activan la voluntad y hasta puede que causen la secrecién de hormonas en el cuerpo. Jung quiso reunir todo el sistema de soma, psique y espiritu sin dejar de mantener las diferencias entre sus diversos aspectos, El yo'es motivado en parte por los instintos y en parte por formas e imagenes mentales. ¥ posee cierta libertad de clegir entre sus diversas opciones. Es decir, disfruta de una cierta cantidad de «libido disponible»,” ya sea que sus moti- 18, Tid, 19, Ibid, par. 379. Bs | vaciones estén arraigadas en el instinto o gobernadas por el | espiritu. Jung, bidlogo y psicélogo médico, se negé a apar- | tarse demasiado de los impulsos e instintos. Inclusive la vo- Juntad, la esencia misma que define a la psique, es motivada por pulsiones biolégicas: .** Lo que estoy tratando de aclarar es el extraordinario hecho de que Ja voluntad no puede transgredir las fronteras de la esfera psiqui- cai no puede ejercer coerci6n sobre el instinto y tampoco tiene po- der sobre el espiritu, en la medida en que con esto entendemos algo mas que el intelecto. Espiritu e instinto son auténomos por naturaleza y ambos limitan en igual medida el campo de aplicacién de la volunted.” La frontera psicoide define esa érea gris que se encuentra en- tre lo que es potencialmente conocible y lo incognoscible —lo potencialmente controlable y lo totalmente incontrola- ble—en el funcionamiento humano. No se trata de una fron- tera precisa sino mas bien un drea de transformacién. Los umbrales psicoides parecen mostrar un efecto sefialado por Jung como «psiquizaciéns: la informacién no psiquica es psiquizada al pasar de lo incognoscible a lo no conocido (la psique inconsciente), para luego seguir hacia lo cognoscible (la consciencia del yo). En pocas palabras, podemos decir 20. Ibid, 21. Ibid 22. Ibid, 36 que el aparato psiquico humano presenta una capacidad Pata psiquizar material perteneciente a los polos somstico y espiritual de la realidad no psiquica. Si uno observa la vida psiquica desde una perspectiva concreta y clinica, nunca se da el caso en que los datos basa dos en el instinto estén completamente libres de formas € imagenes basadas en lo mental. De hecho, los datos se pre- sentan de una manera mixta, esto se debe a que el instinto «lleva en si mismo un patron de su situacidn. Siempre con- lleva una imagen y la imagen posee cualidades fijas».” Los instintos funcionan de manera muy precisa porque son guiados por imagenes y definides por patrones, lo cual constituye el significado del instinto, En este punto de su ensayo, Jung conecta los arquetipos, esos patrones mentales basicos, con los instintos. Los instintos son guiados y orien- tados por imégenes arquetipicas. Sin embargo, los arqueti- pos pueden comportarse como instintos: En la medida en que los arquetipos intervienen para darle forma a los contenidos conscientes al regularlos, modificatlos y motivarlos, se comportan como los instintos. Resulta por la tanto muy natu- ral suponer que estos factores (los arquetipos] estén conectados con los instintos, asi como querer averiguar silos patrones de si- tuaciones colectivas tipicamente humanas que estos principios aparentemente representan son en iltima instancia idénticos a los patcones instintivos, es decir, a los patrones de conducta.”* Los patrones arquetipicos y las pulsiones instintivas estin tan estrechamente conectados que podria verse tentado a re- ducir los unos a los otros, afirmando que alguno de los dos tiene prioridad. Existia la opcin freudiana, pero Jung la re- chaz6 considerando que era una forma de reduccionismo biolégico. Freud sostenia que los arquetipos (aunque él no utiliz6 ese término) no eran més que la representaci6n ima- 23. Ibid, par. 398, 24, Ibid. par. 404, 37 ginal de los dos instintos bésicos, Eros y Thanatos. Esta op- ci6n plantea que los arquetipos son imagenes del instinto y se derivan del mismo. Jung admite que el argumento es for- midable: «Debo admitir que hasta el presente no he logrado encontrar ningtin argumento que pueda refutar definitiva- ‘mente esta posibilidad».2* Dado que Jung no pudo probar de manera inequivoca que los arquetipos y los instintos no son_ idénticos, el reduccionismo biolégico siguié siendo una po- sibilidad. Sin embargo, Jung también supo que Jos arquetipos, cuando aparecen, tienen una caracteristica clara- ‘mente numinosa que solo puede calificarse como «espiritual, sies ."* Jung traza el mapa de la psique como si fuera un espec- t1o, colocando el arquetipo en el extremo ultravioleta y el instinto en el extremo infrarrojo. «Debido a que el arqueti po es un principio formativo con el poder del instinto, su azul esta contaminado con rojo; parece ser violeta, 0 tam- bign podriamos interpretar el sfmil como una apocatéstasis del instinto elevado a una frecuencia més alta, asi como po- driamos facilmente derivar el instinto de un arquetipo laten- te (es decir, trascendente) que se manifiesta en una longitud de onda mis larga». En la prictica y en la experiencia real, los instintos y los arquetipos siempre se encuentran de for- ma mezclada y nunca en forma pura. El extremo del arque- tipo y el extremo del instinto en el espectro psiquico se unen en la inconsciencia y all batallan uno con otro, se mezelan y se unen para formar unidades de energia y motivacién que aparecen entonces en Ia consciencia como impulsos, anhe~ los, ideas e imagenes. Lo que experimentamos en la psique 32, Tbid., par 408. 33. Pbid., pas 415. 34. Thid, 35. Ibid. par 416. 4 ha sido previamente psiquizado y luego empaquetado en el inconsciente. Imaginamos una linea que corre a través de la psique y conecta el instinco y el espfritu en sus dos extremos. Esta li- tnea est conectada con el arquetipo en un extremo y con el instinto en el otro extremo, pasando informacién y datos a través del area psicoide hacia el inconsciente colectivo y hue- g0 hacia el inconsciente personal. A partir de alli estos con- tenidos se abren camino hacia la consciencia. Las percepeio- nes instintivas y las representaciones arquetipicas son los datos de la experiencia psiquica real, no los instintos y ar- quetipos en si mismos. Ninguno de los dos extremos del es- pectro puede ser experimentado directamente puesto que aiinguno de los dos es psiquico. En los extremos, a psique se desvanece en la materia y en el espiritu. ¥ lo que se experi- menta como imagenes arquetipicas «son estructuras muy variadas que apuntan todas hacia una dnica forma basica y esencialmente “no representable”s. Todos los patrones ar- quetipicos de informacién provienen de una tinica fuente, una entidad que se encuentra mas allé de todo alcance hu. ‘mano, para la cual Jung reserva el término «si mismo». Esta forma basica «se caracteriza por ciertos elementos formales y clertos significados fundamentales, aun cuando estos solo pueden ser aprchendidos en aproximaciones».” Es el térmi_ no «Dios» para Jung. (El sf mismo sera tema detallado en el capitulo 7), Las imagenes arquetipicas que unen el si mismo y laconsciencia del yo forman un reino intermedio, llamado por Jung anima y animus}el reino del alma (tratado en el ea. pitulo 6). En la vision de Jung, las religiones politefstas emergen y representan el reino del anima y animus, mien. tras las religiones monoteistas se basan y apuntan hacia el ar- quetipo del si mismo. \ En el mapa de Jung, la psique es una regién ubicada en el 36. Ibid. 37. Ibid. 142 espacio entre la pura materia y el puro espititu, entre el cuer- po humano y la mente trascendente, entre el instinto y el ar-| quetipo. Jung lo ilustra como wna exterisién entre los dos) textremos de un espectro que tiene aperturas de ambos lados por las cuales se recibe informacién hacia la psique. En los textremos de la psique se encuentran las areas psicoides, que producen efectos casi psfquicos, tales como los sintomas psicosomiticos y los fendmenos parapsicolégicos. A med da que la informacién pasa a través del érea psicoide, esta se psiquiza y se transforma en psique. En ]a psique, se encuen= tran la materia y el espiritu, En un primer momento estos paquetes de informacién pasan al inconsciente colectivo, en cl cual entran en contacto y se contaminan con otros conte nidos que ya se encontraban alli y, eventualmente, podran penetzar en la consciencia en forma de intaiciones, visiones, guefos, percepciones de pulsiones instintivas, imagenes, emociones e ideas. El yo debers lidiar con los contenidos in- conscientes que emerjan elaborando juicios sobre su valor y, ‘a veces, tomando decisiones en cuanto a la eventualidad de actuat 6 no actuar sobre los mismos. La carga de la eleccién testi puesta sobre la consciencia del yo que habra de lidiar éticamente con estas invasiones provenientes del espacio in- terior 13 5 Lo revelado y lo oculto en las relaciones con otros ~ (Persona y sombra) Una de las observaciones tempranas de Jung —desarrollada mas adelante como propuesta teérica— fue que la psique est compuesta por muchas partes y centros de consciencia. En este universo interior no existe.un planeta tnico sino todo un Sistema Solar y mas atin. Podemos decir que la gen- te tiene una personalidad, pero en realidad la misma esta compuesta por un conjunto de subpersonalidades. Jung clabors esta observacién. Existe el complejo del yo; luego existe una multitud de complejos personales menores, entre los cuales el complejo materna y el complejo paterno'se presentan como los més importantes y poderosos; finalmente se encuentran numerosas imagenes y constelaciones arqueti- picas. En cierto sentido, somos seres compuestas por muchas actitudes y orientaciones potenciales y divergentes que pue- den hallarse en oposicién entre ellas y crear contflietos que conducen hacia estlos de personalidad neurdtica. En este ca- pitulo, describiré un par de esas subpersonalidades divergen- tes, la sombra y lapersona. Se trata de estructuras complemen tarias que existen en toda psique humana desarrollada, Ambas fueron designadas con nombres de objetos concretos de la ex- petiencia perceptible. La «sombra» es la imagen de nosotros mismos que se desliza detras de nosotros cuando caminamos 44 hacia la luz, La «persona», su opuesto, lleva el nombre que se le daba en la Antigiiedad a la méscara del actor. Es el rostro con el cual nos presentamos al mundo social que nos rodea. Al comenzar la vida, la personalidad es una simple unidad indiferenciada, Atin no tiene fortna y es més potencial que real. Es una totalidad. A medida que ocurre el desarrollo, esta totalidad comienza a diferenciarse y se separa en partes. La consciencia del yo se va formando y amedida que crece va de- jando atrés una gran porcién de esa totalidad en el «incons- ciente». El inconsciente, a su vez, se va estructurando a medi- da que el material se agrupa alrededor de imagos, ideas y ‘emociones internalizadas y experiencias traumdticas, forman- do asf las subpersonalidades, los complejos. Los complejos (como mencioné en el capitulo 2) son auténomos y exhiben tuna consciencia propia. También revinen una cierta cantidad de energia psiquica y poseen una voluntad que les pertenece. LA «SOMBRA® DEL YO Uno de los factores psiquicos inconsciemtes que el yo no pue- de controlar es la «sombra>. De hecho, por lo general el yo ni siquiera se percata de que proyecta una «sombra>. Jung utili- 26 el término «sombra» para designar una realidad psicol6gi- ca bastante fécil de captar a nivel de imagen, pero mucho mis dificil de tratar a nivel practico y te ner de manifiesto la flagrante inconsciencia que se evidencia en la mayoria de las personas. Sin embargo, al referirse a la «sombra», en lugar de verla como una cosa, conviene més pensar en términos de caracteristicas © rasgos psicolégicos que estan «en la «sombra»» (es decir ocultos, a nuestras espal- das, en la oscuridad) 0 que son «sombrios». Todas aquellas partes de la personalidad que normalmente conformarian el yo, de estar integradas, pero que han sido suprimidas debido a una disonancia bien sea cognitiva o emocional, tienden a caer «en la sombra>. Los contenidos especificos de la sombra ico. Su intencién fue po- 145 pueden cambiar segtin las actitudes del yo y su grado de de- fensa. Por lo general, la sombra tiene una cualidad inmoral 0 al menos despreciable, que contiene las caracteristicas de la naturaleza de un individuo que son contratias @ las costum- bres y convenciones morales de la sociedad. La sombra es el Jado inconsciente de as operaciones del yo en cuanto a jnten- in, voluntad y defensa. Es el otro lado del yo por asi Todo yo tiene su sombra. Esto e5 algo inevitable. Al adaptarse al mundo y lidiar con él, el yo inadvertidamente hhace uso de la sombra para realizar aquellas operaciones deshonrosas e imposibles de llevar 2 cabo sin caer en un con- flicto moral. Sin ef conocimiento del yo, estas actividades protectoras y autoindulgentes son llevadas a cabo en la os- curidad. La sombra opera de manera similar al servicio de espionaje de una nacign: sin el conocimiento explicito del jefe de Estado, el cual puede entonces negar toda culpabili- dad. Aun cuando la introspeccién puede hasta cierto punto acercar estas operaciones sombrias del yo a su consciencia, las defensas propias del yo que le impiden percatarse de la sombra son tan eficaces que es muy poco lo que logra ven- cerlas. Preguntarle a los viejos amigos o a un eényuge de muchos afios que revelen con honestidad sus percepciones suele ser un método més eficaz para obtener inform: sobre la sombra del yo que la propia introspeccién, ‘Si se rastrean con suficiente profundidad las intenciones, preferencias y disposiciones del yo, se llega a los espacios os- curos y frios en los cuales se hace evidente la eapacidad del yo, ensu sombra, de er extremadamente egoista, voluntarioso, in- sensible y controlador. Desde alli un individuo puede ser pura- mente egocéntrico y dedicarse tinicamente a la satisfacci6n de sus deseos personales de poder y placer al coste que sea. Este ricleo de oscuridad en el yo es la definicién misma del mal! 1 Para una diseusién mis completa de la perspectiva de Jung sobre el tema del mal, véase Jung on Evi, bajo la curadurfa y con una extensa in- tuoduccién de Murray Stein, 46 en la humanidad tal como lo narran mitos y cuentos. El per- sonaje de Yago en el Ozelo de Shakespeare es un ejemplo el: sico. En la sombra residen todos los pecados capitales. Jung identificé la sombra con la nocién del id propuesta por Freud. Si las caracteristicas de la sombra se hacen conscientes y se integran de alguna manera, ese alguien seré muy diferente del individuo promedio. La mayoria de la gente ignora ser tan egofsta y centrada en si misma y quiere aparecer como desinteresada, altruista y capaz de controlar sus apetitos y placeres. Lo mis usual es que se oculten esos rasgos, tanto de Jos demas como de uno mismo, manteniéndolos escondidos detrés de una fachada que se muestra considerada, empatica, atenta, reflexiva y afable. Las excepciones a esta norma so- cial serian aquellos que se han creado una «identidad negati- var —las ovejas negras que se sienten orgullosas de su codi- cia y su agresividad y van haciendo gala de esas cualidades en piblico, mientras en su sombra oculta son seres sensibles y sentimentales—. Otra excepcién serfan aquellos que no tie- nen nada que perder, los criminales y psicdpatas. Algunos individuos faniosos como Hitler o Stalin, por ejemplo, lo- gran adquirir tanto poder que pueden darse el lujo de entre- garse a la satisfaccién de sus pasiones malvadas en su maxi- ma expresi6n. Sin embargo, la mayoria de las personas se consideran decentes y se comportan adecuadamente segain las reglas de buena conducta que imperan en su entorno so- cial y solo accidentalmente se revelarsn elementos sombrios, ya sea en sus suefios o en situaciones extremas. Para estas personas el lado sombrio del yo sigue operando pero desde linconsciente, manipulando al entorno y ala psique de ma- nera tal que ciettas intenciones y necesidades logran su satis- faccién de una forma socialmente aceptable. Lo que el yo quiere en la sombra no es necesariamente malo de por sf y, con frecuencia, una vez que se confronta la sombra esta no resulta ser tan mala como se imaginaba. El yo no experimenta la sombra directamente. Siendo inconsciente, esta es proyectada sobre otros. Cuando al- 17 guien se siente terriblementeirritado por un individuo real- mente egoista, por ejemplo, esa reaccién suele ser una sefial de que un clemento inconsciente de la sombra esté siendo proyectado. Por supuesto que el individuo en euestién debe proporcionar un «gancho» para esa proyeccién de sombra, de modo que siempre existe una cierta mezcla de percepeién y proyeccién cuando ocurren reacciones emocionales tan intensas. Cuando alguien es psicolégicamente ingenuo o de- fensivamente resistente solo enfoca y discute lo que percibe y sencillamente ignora el aspecto de la proyeccidn. Esta es- trategia defensiva, claro est, impide toda posibilidad de ha- cer uso de la experiencia para adquirit consciencia de las ca- racteristicas de la sombra y eventualmente poder integratlas, En cambio, el yo defensivo insiste en sentirse como un san- turrén y se coloca en el papel de victima inocente o de sim- ple observador. El otro es el monstruo malvado, mientras el yo se siente como un inocente cordero. Esta es la dinémica con la que se crean los chivos expiatorios, LA ELABORACION DE LA «SOMBRA® Los contenidos y cualidades especificos que pasan a confor- ‘mar esta estructura interna llamada sombra, son selecciona- dos durante el proceso de desarrollo del yo. Aquello que la consciencia del yo rechaza se convierte en sombra; aquello ‘que acepta positivamente y con lo cual se identifica se con- verte en parte integrante del yo y de la persona. La sombra se caracteriza por los rasgos y cualidades que resultan is compatibles con el yo consciente y con la persona. La som- bra y la persona son ambas «figuras» ajenas al yo, que habi- tan la psique junto con la personalidad consciente en la cual nos reconocemos a nosotros mismos. Existe ese «individuo pablico» y oficial al que Jung llamé «persona», que més 0 menos se iguala a la consciencia del yo y que forma la iden- tidad psicosocial de cada quien. Sin embargo, la persona, al 148 igual que la sombra, es ajena al yo aun cuando el yo suele sentirse mas cémodo con la persona porque esta es mas compatible con las normas y costumbres sociales. La perso- nalidad sombra permanece escondida, fuera de la vista, y se asoma tinicamente en ocasiones especiales. El mundo exter no se percata poco de esta personalidad. La persona ¢s mu- cho mas evidente, es la que desempefia el papel oficial, coti- diano, de adaptacién al mundo social. Sombra y persona son como dos hermanos (en el hombre) o dos hermanas (en la mujer): uno estd fuera a la vista publica y el otro esta escon~ dido y recluido, Son como un estudio de contrastes. Si el uno es rubjo el otro es moreno; si el unto es racional el otro es emotivo. Narciso y Goldmund; el Dr. Jekyll y el Mr. Hyde; Cain y Abel; Eva y Lilibeth; Afrodita y Hera —estas figuras representan a es0s pares contrastados. E] uno complementa —o con mis frecuencia se opone—al otro. Persona y sombra usualmente son como opuestos exactos el uno del otro y, sin embargo, son tan allegados como dos gemelos. La persona es ese personaje en el que nos convertimos como resultado de la aculturacién, a educacién y la adap- tacién a nuestras circunstancias fisicas y sociales. Como mencioné anteriormente, Jung tomé prestado este término del teatro romano en el cual «persona» se referia a la masca- adel actor. Al colocarse una mascara, el actor desempefiaba un papel determinado, una identidad dentro del drama, y su voz emanaba de una apertura tallada al nivel de la boca en el rostro de la mascara. Si tomamos esto psicolégicamente, la «persona» resulta ser un complejo funcional cuya tarea es Ja de ocultar, asi como revelar, los pensamientos y sentimien- tos conscientes de un individuo con respecto a los demis. ‘Como complejo, la persona posee una considerable autono- mia y no esta totalmente bajo el control del yo. Una vez asu- mido un papel, el actor se lanza a declamar sus parlamentos sin querer queriendo y a menudo sin percatarse mucho de lo que dice. «<:Cémo esti usted?>, pregunta alguien durante una mafiana lluviosa, y sin pensarlo dos veces, sin vacilar, us- 49 ted responde: «Estupendamente, y gusted qué tal?». La per~ sona permite que la interaccién social casual fluya més fécil- mente y suaviza las asperezas que podrfan ser motivo de toxpezas o malestar social. La sombra, un complejo funcional complementario, es una suerte de «antipersona», Podriames pensar en la sombra en términos de una subpersonalidad que quiere lo que la persona no va a permitir. Mefistéfeles en el Fausto de Goe- the es un ejemplo elasico de una figura de sombra, Fausto es un intelectual aburrido que lo ha visto todo, ha leido todos los libros importantes y ha aprendido todo lo que queria sa- ber, ahora se siente vacio y sin ganas de vivir. Esta deprimi- do y contemplando la posibilidad del suicidio cuando un pe- queiio perro de lanas se cruza en su camino y se transforma en Mefist6feles. Este inmediatamente lo incita a abandonar su estudio y a irse por el mundo junto a él, para explorar su otro Jado, su sensualidad. Mefist6feles introduce a Fausto en sus funciones inferiores, la sensacién y el sentimiento, junto con Ia emocién y el entusiasmo de su vida sexual no vivida. Se trata de un aspecto de su vida para el cual st persona de profesor ¢ intelectual no habia dado permiso. Guiado por Mefistéfeles, Fausto pasa por lo que Jung llamé enantiodro- fa, una oscilaci6n de la personalidad hacia su tipo opuesto. ‘Asi, se une a la sombra y durante un tiempo se identifica con sus cualidades y energias. Para un yo que se ha identificado con la persona y sus va~ lores implicitos, la sombra apesta a podrido y amaldad. Mefis- téfeles encarna el mal —la destructividad pura, intencional y ‘obstinada—. Pero el encuentro con la sombra tiene un efecto twansformador sobre Fausto. El encuentra allf una nueva ener- gia, desaparece su aburrimiento, y todas las aventuras en las cuales se embarca le proporcionan una experiencia mucho mas completa de la vida. El problema de la integracién de la som- bra es un problema moral y psicolgico de los mas espinosos. Si alguien evita sistemati decente, pero seré también terriblemente incompleta. Al -amente la sombra, su vida seré 150 abrirse a la experiencia de la sombra, el individuo se tite de inmoralidad, pero aleanza con ello un mayér grado de int gridad, Se trata realmente de un pacto con el diablo, Es el Jema del Fausto y es un problema fundamental dela existen- cia humana. En el caso de Fausto, gu alma se salva al final, pero solo por la gracia de Dios. LA «PERSONA» En sus escritos oficiales, Jung no se extendié con detalle so- bre la sombra, sin embargo escribié de manera bastante par- ticulatizada e interesante sobre la persona. De alli podemos obtener cierta informacién acerca de la sombra y su cons- telacién dentro de la personalidad, Ahora voy a considerar desde més cerca lo que escribe Jung sobre la persona, su po- sicion y formacién dentro de la psique. El término aparece definido en la importante obra Tipos psicolégicos publicada en 1921. El libro termina con un largo capitulo que lleva por titulo «Definitions» («Definiciones»), en el cual Jung intenta ser lo més claro posible con respecto a la terminologia que adapts del psicoanslisis y de la psicologia general, asi como en relacién a los términos ereados por él para su psicologfa analitica. En lo referente a la psicologfa y al psicoanilisis, el término es propiedad intelectual de Jung. La seccién 48, una de las mas largas de dicho capitu- lo, esti dedicada al término «alma» y alli trata la nocién de persona. Jung reflexiona sobre dos estructuras complementa- tias, la «persona» y el anima, Sobre esta tiltima hablaré en el proximo capitulo. Hoy en dia, cuando menos en la lengua inglesa, el térmi- no «persona» ha sido aceptado en el vocabulario general de la psicologia y de a cultura contempordnea. Es frecuente su uso en el lenguaje popular, en la prensa y en la literatura. Significa «el individuo tal como se presenta», no el individuo tal como eso. La epersona» es un constructo psicol6gico y social, adop- ast tado con un propésito especifco. Jung lo escogié para su teo- ria psicoldgica porque desempefia un papel en la sociedad. Le interesaba la manera en que la gente llega a desempenar roles especificos, adoptar actitudes convencionales y representar estereotipos sociales y culturales en lugar de asumir y vivir su propia unicidad. No cabe duda de que esta es una caracteris- tica humana bien conocida, una suerte de mimesis. Jung le puso nombre y la integré a su teoria de la psique. Jung comienza su definicién de la persona sefialando que los estudios psiquidtricos y psicolégicos han demostrado que la personalidad humana no es simple sino compleja, que puede disociarse e incluso fragmentarse bajo ciertas con ciones y que existen numerosas subpersonalidades dentro de la psique humana. Sin embargo, «resulta inmediatamente evidente que semejante pluralidad de personalidades no puede aparecer en un individuo normal>.? En otras palabras, sibien no todos poseemos «personalidades miiltiples» en un sentido clinico, todos manifestamos «rasgos de disociacién del caracter».’ El individuo normal no es més que una ver- sién menos exagerada de lo que se observa en la patologia. «Basta con observar atentamente a alguien en distintas cir- cunstancias para descubrir c6mo su personalidad, al pasar de un ambiente a otro, se modifica de un modo sorprendente [..] “angel en la calle, diablo en casa”>.‘ Un individuo asi se comporta en pablico con gran amabilidad y simpatia, siem- pre sonriente, chistoso; en su casa, en cambio, es amargado y refunfuiién, no habla con nadie y se pasa el tiempo escondi- do detris de su periédico, puede llegar a ser agresivo ya sea verbal o fisicamemte. El carécter esta ligado alla situaci6n, La historia de Dr. Jekyll y Mr. Hyde representaria una forma extrema de esto. Otra novela que tiene ese mismo tema es El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde, en la cual el perso- 2. Jung, Collected Works, vol. 6, par 799, 3. Ibid. 4. Ibid. 152 naje principal mantiene un retrato de s{ mismo en el desvan. ‘A medida que el personaje avanza en edad, el retrato enveje~ ce mostrando su verdadera naturaleza y cardcter mientras él sigue apareciendo en publico sin arrugas, fresco, juvenil y jovial. En su definicién, Jung prosigue tratando el fascinante tema de la sensibilidad humana al entorno, a los ambientes sociales, La gente suele ser sensible a las expectativas de los demas, Jung sefiala que ciertos ambientes en particular, como la familia, la escuela o el Iugar de trabajo, requieven asumir clertas actitudes. Cuando usa la palabra «actitud> Jung se re- fiere a «una orientacién a priori hacia algo determinado, sin importar &i ese algo esta o no representado en la conscien- cia» Una actitud puede ser latente e inconsciente, y estar constantemente operando para orientar al individuo en una situacién o ambiente. Es més, una actitud es «una combina~ cin de factores 0 contenidos psiquicos que [..] determinara Ia accién en una u otra direccién precisa».* Por consiguien- te, una actitud es un rasgo del carfcter,jCuanto mas tiempo perdure una actitud, mas ser4 solicitada para responder a las exigencias del medio y, por ende, mas habitual se volver. Tal como lo expresaria la teorfa del conductismo, cuanto més se refuerza una conducta o una actitud en el ambien- te, mas se arraiga y se impone. Es posible entrenar a alguien para que desarrolle determinadas actitudes en determinados ambientes, dando respuestas especificas como reaccién a ciertas sefiales o indicadores con los cuales ha sido entrena~ do, Una vez que se ha desarrollado plenamente una actitud, solo se necesita la sefial adecuada para activar la conducta. Jung hizo esta observacién en 1920, época en que el conduc tismo estaba ganando terreno en Estados Unidos bajo Ia di- reccién de John Broadus Watson, cuya primera publicacién + importante aparecié en 1913. 5. Ibid, par. 687. 6. Ibid. 153 A diferencia de aquellos que viven y twabajan en zonas rurales o naturales, en las cuales los ambientes se mantienen relativamente unificados, muchos habitantes urbanos se mue~ ven entre dos ambientes totalmente diferentes: el circule do- méstico y el mundo pablico. Esto era més cierto para los hombres que para las mujeres en Europa en la época en que vivi6 Jung. Los hombres que pertenecfan a la cultura y ala época de Jung trabajaban en un ambiente y vi Ambito diferente, tenian entonces que responder a dos am- bientes distintos que provefan seiiales diferentes. «Esos dos. ambientes totalmente distintos exigen dos actitudes disimi- les, las cuales, segiin el grado de identificacién del yo con la actitud adoptada en cada caso, producen un desdoblamiento del caricter>,” Un amigo mio tiene un cargo ejecutivo de nivel medio en una agencia gubernamental y por ello tiene que dar la pauta para los empleados de su grupo en cuanto se refiere a valores y patrones de conducta en el sector piblico. La agencia es un ambiente y él averigua a partir de otras fuentes cuales son los valores correctos para luego informar a los. abajadores subalternos, pautas que estos deben adoptar, por ejemplo ser sensibles ante cuestiones como la no diseri- ‘minaci6n, el sexismo y la accién positiva, Mi amigo me con- 16 que desempefa ese papel con facilidad en su trabajo, pero que cuando ve la televisién en la privacidad de su hogar sus reacciones personales son muy diferentes. En ese ambiente es un ultra conservador. En el trabajo es un hombre moder- no, liberal y tolerante. Sin embargo, su yo no esta fuerte- ‘mente identificado con la actitud de ese ambiente. Mi amigo tiene una «persona» funcional: una mascara que se pone y se quita con facilidad sin identificacién, él tiene muy claro en su mente que no se identifica con la persona de su ambiente laboral, Es frecuente, sin embargo, que el yo sf se identifique con 7, Ibid, pat 798 154 |a persona. El término psicolégico «identificacién» apunta hacia Ia habilidad que tiene el yo de absorber y unitse a obje- tos, actitudes y personajes externos, Se trata de un proceso mds o menos inconsciente. Simplemente uno se pone a imitar inconscientemente a otro. Es probable que uno ni siquiera se dE cuenta de ello, pero los otros notan el mimetismo. En Principio, se puede decir que el yo esta bastante separado de !a persona, pero en la vida real suele no ser asi, porque el yo tiene tendencia aidentificarse con los papeles que desempeiia en su vida, «El cargcter doméstico se moldea conforme a las exigencias emocionales, y a las necesidades de comodidad y bienestar del sujero; ello explica que una persona que en la vida publica es extremadamente enérgica, decidida, obstina- da, terca y desconsiderada, en casa y con la familia apatezca como agradable, dulce, condescendiente y débil. ¢Cual es, pues, el verdadero cardcter, la auténtica personalidad? A me- nnudo es imposible responder a esa pregunta>.! No obstante, el yo siempre es mas que la identificacion con la persona. A lo sumo, la persona formar un sdlido re- cubrimiento sobre Ja superficie del yo que da la cara hacia afuera, hacia el mundo social. Pero por lo general siempre se veconoce una diferencia entre un papel que se desempefia y {a verdadera identidad interior. El nticleo del yo es arquet pico a la vez que es individual y personal. Es ese pequefio Punto fijo de reflexidn, el centro del «Yo>. El lado arqueti- pico del mticleo del yo es puro «Soy>, una manifestacién del si mismo (véase capitulo 1). Sin embargo, el lado personal del yo es permeable ala in- fluencia de fuerzas externas. Dicha influencia se abre cami- no hacia el yo y deja a un lado ese puro «ser uno mismo» a medida que el yo se identifica con el nuevo contenido. Este seria el «aprendizaje» del yo. Uno aprende su nombre y des- pués de eso se convierte en su nombre, se identifica con el sonido de ese nombre, Cuando el yo se identifica con la per- 8. Ibid, 155 sona se siente idémtico a esta. Entonces yo soy mi nombre; soy el hijo de mi padre y mi madre, soy el het mano de mi hhermana. Una vez que se produce la identificaci6n, ya no ; Soy simplemente «soy el que yo soy», sino més bien, que pueda funcionar independientemente. Al mis- mo tiempo, otra parte del yo, que es aquella en la cual se arraiga la persona, se est moviendo en sentido opuesto, ha: cia el relacionarse y el adaprarse al mundo de los objetos. Se trata de dos tendencias contrarias dentro del yo —una nece- sidad de separacién e independencia por un lado y una ne cesidad de relacién y de pertenencia por el otro. El deseo ra- dical del yo de una separacién/individuacién suele estar arraigado en fa sombra porque resulta amenazador tanto para la vida de grupo como para el bienestar del individuo, Objetivamente, todos necesitamos de otros para sobrevivir 158 fisica y psicolégicamente. El movimiento del yo hacia la re- lacién y Ia adaptacién al ambiente presente, con lo cual se busca la supervivencia, es lo que provee @ la persona la opor- tunidad de afianzarse, Y esto ha de convertirse en la auto- presentacidn al mundo de un individuo. DESARROLLO DE LA «PERSONA» El conflicto en el interior del yo entre Ia individuacién/sepa- racién y la conformidad social genera gran cantidad de la an- siedad primordial que siente el yo. Como puede uno ser li- bre, tinico e individual y al mismo tiempo ser aceptado y apreciado por los demas y amoldarse a sus necesidades y de- seos? No cabe duda de que existe una fuente de conflicto fun- damental entre el yo y el desarrollo de la persona. Llegada fa edad adulta se espera haber realizado un desarrollo suficiente tanto en el yo como en la persona para que esa necesidad dual del yo de independencia y de relacibn haya sido satisfecha y, al mismo tiempo, la persona haya logrado wna adaptacién lo suficientemente adecuada para que el yo pueda vivir en el mundo real. Algunos genios famosos como Wagner, Beetho- ven y Picasso parecen ser excepciones a esta regla por cuanto sus dotes naturales y su talento les otorgaron licencia para ser ellos mismos como individuos de manera extraordinaria. Se les ha perdonado sus excesos debido a lo que ellos, con su cobra, le han ofrecido al mundo en compensacién. EI yo no escoge deliberadamente identificarse con una persona en particular. La gente se encuentra en ambientes en los que debe sobrevivir y la mayoria hace todo lo posible para abrirse camino, El orden de nacimiento, al igual que el sexo, son factores importantes. Una nifia o un nifio observan lo que hacen los otros pequefios y los imitan. Las nifias ex- perimentan las actitudes de sus madres al probarse los ves- tidos de @stas. A veces los nifios también se prueban los | vestidos de sus madres y los padres se preocupan. La ropa 159 representa la «persona». Es mis frecuente que los nifios imi- ten a sus padres o hermanos, poniéndose sombteros como | los, faifarronéando y escupiendo si eso es lo que los otros hacen. El género es sin duda una de las maneras en que nos encontramos y nos diferenciamos desde temprana edad es- tas caracteristicas se absorben en la persona. Un pequetio se da cuenta de que es tratado de cierta manera sisu conducta es correcta y si responde de manera adecuada a su género, Esto puede darse mas o menos individual y naturalmente en cada nifio. A veces la persona se ajusta y otras no. Al cabo de cier- to tiempo se forma una actitud que, sino enaltece, por lo me- nos se adecua en términos de la atraccién relativa al sexo. (Los aspectos mas profundos relacionados con el género y la iden- tificacién de género seran tratados en el préximo capitulo.) El desarrollo de la persona tiene dos peligros potencia~ les, Uno és la sobreidentificacién con la persona. El indivi- duo se preocupa en exceso por agradar y adaptarse al mundo social egando a convencerse de que esa imagen construida constituye la totalidad de la personalidad, El oto problema consiste en no prestarle suficiente atencién al mundo exter- no y ocuparse exclusivamente del mundo interior (una si- tuacidn que Jung habria de llamar posesiGn por el anima o el animus). Un individuo asi se dedica a sus impulsos, deseos y fantasias y esté tan metido en ese mundo identificéndose con AL que no presta suficiente atencién a las demas personas, En consecuencia, semejante individuo tiende a ser desconside~ tado, ciego y desconectado de los demés y solo renunciaré a «estas caracteristicas cuando se vea forzado a hacerlo por los duros golpes del destino. E] desarrollo de la persona'es un problema tipico de la adolescencia y la temprana edad adulta, cuando se esta pro- duciendo tanta actividad en el mundo interior, cuando hay tantos impulsos, fantasias, suefios, deseos, ideologias ¢ idea lismos por un lado y por el otro hay tanta presiSn hacia el conformismo proveniente del grupo paritario, La estrecha “Telaci6n con el mundo social més amplio puede parecer pri- 160 mitiva y colectiva, desequilibrada por una suerte de ment. dad de horda, por una identificacién con el grupo y sus va~ lores colectivos. Semejante identificacién con el grupo pari- tario asiste al adolescente en su separacién de los padres, un paso necesario hacia la madurez. Al mismo tiempo, el ado- lescente se muestra ciego y desconsiderado, podriamos decir que ni se percata del mundo real que lo rodea, y se dedica a vivir en una fantasia de omnipotencia. Los adultos suelen aplicar términos como cribir esta combinacién de lacién> y «grandiosidads para des- rtrofia del mundo interior y mala adaptacién a la realidad externa. Por otra parte, hay adolescentes que prestan demasiada atencién a los valores y expectativas de los adultos. Se visten con traje y corbata lle~ van maletin de ejecutivo y a los quince aiios hablan de su decisién de llegar a ser abogados de una gran corporacién. Estén tan adaptados a las expectativas de la familia y de la cultura que no queda espacio para el desarrollo de una iden- tidad personal. Estin encaminades a convertirse en meros estereotipos de formas culturales, victimas de una adapta- cién prematura de la epersona>. Los extravertidos al igual que los introvertidos desarro- lan una persona, puesto que ambos tipos de actitud deben relacionarse con el mundo objetivo. Sin embargo, para los extravertidos dicho desarrollo es un proceso que resulta mis facil que a los introvertidos. La libido extravertida se dirige al objeto y alli se queda, de modo que el individuo extraver- tido percibe y se relaciona con los objetos sin demasiada complicacién. Para los introvertidos, la atenci6n y la energia psiquica se dirigen hacia el objeto para luego regresar al su- jeto, esto acarrea una mayor complicacién en la relacién con los objetos. Un objeto no es solamente algo fuera de la psi- que, para cl introvertido es también algo que esta profunda- mente dentro de la psique. El apego se hace mas dificil. Para los extravertidos, entonces, es més facil encontrar una per- sona adecuada puesto que se sienten mas eémodos con el mundo objetivo en la medida en que éste no constituye una 161 amenaza para la intimidad, La persona del introvertido es mas ambigua, desconfiada o insegura, y puede variar de un contexto a otro Para todos, la persona debe relacionarse con los objetos, y proteger al sujeto, Es esta su doble funcién. Los introver- tidos pueden ser muy abiertos y expansivos cuando estin con poca gente, en cambio, parecen encogerse y desaparecer cuando se encuentran en un grupo mayor, su persona sucle sentirse inadecuada, en particular con gente extrafia y en si- tuiaciones en las cuales el introvertido no desempefia un pa- pel claramente definido. Los eécteles pueden ser una tortu- ra, en cambio, desempefiar un papel sobre el escenario de un teatto puede ser un deleite y fuente de gran alegria. Muchos actores y actrices famosos son profundamente introverti- dos. Es posible que sean timidos en su vida privada, pero una vez asignado un papel se sienten seguros y protegidos, pudiendo pasar por grandes extravertidos. La persona, cuando se utiliza de manera creativa en el contexto de un sélido desarrollo psicolégico, funciona para expresar y también ocultar aspectos de la personalidad. Una persona adecuads es lo suficientemente amplia para expresar no solamente los aspectos de la personalidad que resultan socialmente apropiados, sino también para poder ser genui- no y plausible. El individuo puede idemtficarse con la per- s _mayores dafios, en la medida en que ésta es una expresién auténtica de la personalidad. Por supuesto, esto puede cambiar con la edad y nuevas personas pueden apare- Ger a medida que el individuo entra en nuevas fases de su vida. Los extravertidos sociales, por ejemplo, pueden volver- se mis introvertidos cuando Hlegan a los cincuenta o sesenta aiios. Al avanzar en edad, uno también se va dando cuenta de la diferencia que existe entre sentir por un lado que la perso- nna ¢s auténtica, honesta y gemuina y por otro, lo que es estar plena e inconscientemente identificado con la persona. Esencialmente, la «persona», esa piel psiquica entre el yo y el mundo, no es el mero producto de la interaccién con los 162 objetos sino que incluye aquello que el individuo proyecta sobre esos objetos, Solemos adaptarnos a lo que percibimos que los ottos son y quieren sex. Esto puede ser muy diferen- te de lo que los otros perciben o de como estos se ven a si mismos. En la trama y la urdimbre de la persona se entrecru- zan proyecciones que se originan en los complejos —por sjemplo en los complejos familiares— y luego retornanal su- jeto por la via de la introyeccidn y se tejen en la persona, Por 20, la primera infancia tiene un efecto tan profundo en la Persona del individuo adulto. Aun después de que padre y madre han sido dejados atrés, éstos no dejan de afectar a la persona puesto que son proyeetados hacia el mundo externo desde el complejo paterno 6 materno haciendo que la perso- na del individuo se adapte constantemente a ellos. Seguimos siendo buenos nifios o niftas por mucho tiempo después de ue nos ha tocado serlo. Llevar ala persona de un contexto a otro tiene sus problemas ya que, en ese esfuerzo permanente de adaprarse, el contexto de origen se proyecta sobre situa- Giones nuevas y muy diferentes,[Esta fue la observacién que hizo Freud con respecto ala «transferencia». El viejo contex- to de la infancia se transfiere al nuevo contexto de la relacién terapeuta-paciente, Mientras uno no se percata de la diferen- cia entre un ambiente y otro, persevera en las conductas de antafio, respondiendo al nuevo ambiente como si fuera el ambiente familiar de la infancia. LAS TRANSFORMACIONES DE LA «PERSONA» El micleo arquetipico del yo no cambia alo largo del tiempo, péro la persona puede ser y es modificada una y otra vez. lo largo de una vida, dependiendo de la percepcidn que tiene el yo del entorno cambiante y de la habilidad de ese yo para interaccionar con el mismo. Un cambio importante ocurre en la transicién de la infancia a la adolescencia; otro cambio se produce al pasar de la adolescencia a la edad adulta; otro en 163 la mitad de la vidas y se da atin otro cambio en la transicién hacia la vejez. El yo competente responde a cada uno de es- tos retos de adaptacién con adecuacas alteraciones del con- cepto que tiene de si mismo y de la presentaci6n de la perso- na, La gente piensa de si misma en forma diferente, se viste de maneras diferentes, se corta el pelo de forma diferente, se compra vehiculos y casas diferentes segin su edad, su estado civil, su clase social y segin las preferencias de su grupo pari- tario, Todo esto se refleja en los cambios de la persona. Los diversos roles que se desempeiian a lo largo de una vida tienen, por supuesto, una base colectiva y hasta cierto punto arquetipica. La persona, como todo complejo funcio- nal, tiene un mticleo arquetipico, Existen roles o funciones que son tipicos y predecibles en todo grupo humano. Por «ejemplo, tenemos al hijo mayor que es el Pequefio Adulto, el tremendo Niiio Travieso que sigue haciendo jugarretas aun- que ya esté bien entrado en afios, asi como la seductora Femme Fatale que coquetea y seduce toda la vida, habiendo comenzado cuando era una nif Las familias tienden aasig- narle roles 2 los hijos asi como a los miembros adultos de ‘una manera tipica. Bl orden de nacimiento de los hijos suele tener una considerable influencia en la persona que habrin dé adoptar. El mayor es un pequeio grande y responsable, el segundo es un mediador y el tlkimo es el pequefio original y creativo. El papel de la oveja negra se encuentra en. todas partes y en todos los tiempos, al igual que el del chivo expia~ torio. Semejantes roles son asignados por dindmicas incons- cientes en el seno de las familias 0 grupos y, cuando son aceptados desde la infancia, alguna versién de ese rol suele arrastrarse a lo largo de toda la vida. 2Quées lo que hace que la persona se quede tan tenaz- mente adherida? En parte es Ja identificacién y la pura fa- miliaridad, La persona termina por ser identificada con la personalidad puesto que nos provee de una identidad psico- social. Pero la vergiienza también resulta ser un motivador fundamental, La persona nos protege de la vergiienza y evi- 164, tar la vergtienza es probablemente el motivo més poderoso para desarrollar y mantener una persona. Los escritos de Ruth Benedict sobre las culturas de la vergiienza y de la cul- a, mostraron que los paises occidentales suelen ser caracte- risticamente culturas dé culpa, mientras las sociedades orien tales son culturas de vergiienza. Las culturas de vergiienza ponen mayor énfasis en Ja persona que las culturas de la cul- pa, en el sentido de que si alguien pierde prestigio es prefe- rible que muera. El descrédito constituye la crisis maxima La situacién es muy diferente en las culturas de esta culpa en las que la culpa puede ser desagraviada o enmendada: el culpable puede pagar su culpa y ser reintegrado a su comu- nidad. La culpa implica una discreta accién, mientras la ver- giienza arrasa el propio sentimiento de valor personal. La vergiienza es una emocién més primitiva y potencialmente mis destructiva. Tendemos a sentimnos culpables 0 profun- damente avergonzados de las cosas que hacemos que no son acordes con la «persona» que hemos adoptado. Esto corres- ponde al darse cuenta de Ia existencia de la «sombra» en la personalidad. La sombra induce vergiienza, un sentido de indignidad, de falta de valor, un sentimiento de impureza, de estar manchado y de ser indeseable. Ser bien educado pro- duce orgullo; mancillarse es vergonzoso. La naturaleza ha sido dominada por un yo que ha aprendido el control del es- finter. Semejantes experiencias de vergiienza incluyen todo aquello que no se adecua a la manera en que fuimos educa- dos: ser como se debe ser; encajar; ser aceptados. En una cul- tura puritana como la nuestra, ciertos tipos de fantasias y conductas sexuales que no son adecuadas para la «persona» de una «buena persona» conducen facilmente a sentimien- tos de vergtienza. Ora caracteristica de la sombra es la agre- sividad. Sentirse agresivo, lleno de odio o envidioso son emo- ciones vergonzosas. Estas reacciones humanas normales tienden a esconder- se; nos sentimos avergonzados de la misma manera en que 165 nos avergonzamos por ciertos defectos fisicos o del carécter que notamos en nosotros mismos. La persona es la careta que nos colocamos para encontramos con otras catas, para ser parecidos a ellas y para gustarles. No queremos ser dema- siado diferentes porque nuestros puntos de diferencia, aque- llos donde termina la persona y comienza la sombra, son motivo de vergiienza. INTEGRAR «PERSONA» y «SOMBRA® La sombra y la persona son un clésico par de opuestos en- contrados en la psique como polaridades del yo. Dado que la tiréa general del desarrollo psicol6gico (la «individua- GiGi, comentada en el capitulo 8) es la integracién, donde la totalidad es el valor supremo, es necesario preguntarse aqui, aunque sea de manera preliminar. ¢Qué significa integrar «persona» y «Sombra»? En el contexto del tema de este ca- pifilo, la integracién depende de la aceptacién de uno mi mo, es decir, del aceptar plenamente aquellas partes de nos- otros mismos que no pertenecen a la imagen de la persona, que suele ser la imagen de un ideal o al menos de una norma colectiva. Los aspectos personales de los cuales uno se aver- gitenza suelen ser percibidos como fundamentalmente ma- Jos. Si bien algunas cosas son realmente malignas y destruc- tivas, con frecuencia el material de la sombra no es malo. Solo es percibido como tal debido a la vergtienza que se le asocia a causa de stu no conformidad con la persona, {Como se siente alguien que ha logcado una cierta inte- gracién entre «persona» y «sombra»? Jung cita una carta de una paciente, eseita algiin tiempo después de haber termi- nado su andlisis: ‘A partir del mal mucho es el bien que me ha Ilegado. Al permane- cer tranquil, sin reprimir nada, poniendo atenciéa y aceptando la realidad —tomando las cosas tal como son ¥ no como yo queria 166 que fuesen—, haciendo esto me ha llegado un conocimiento inv- sual, asi como también un poder insélito que nunce antes hubiera imaginado. Siempre habia pensado que cuando uno aceptabe las cosas éstas terminaban por abrumarnos o subyugarnos de una u otra manera. Resulra que no es asi, y que solo al aceptarlas puede ‘uno adoptar una actitud consciente con respecto alles. De modo que ahora estoy decidida a jugar al juego de la vida, siendo recep- tivaa todo Jo que me llegue, sea bueno 0 sea malo, sol y sombraal- terndndose para siempre, y de esta manera aceptar también mi propia naturaleza con sus lados positives y sus lados negativos. ‘As{ todo se me hace mas vivo, mis lleno de vide. ;Qué tonta fuil ;Cuanto traté de forzarlo todo para que fuera como yo creia que ddebia ser!” Esta mujer se distancié de la persona y de esa escisi6n que hace de persona y sombra un par de opuestos. Ahora simplemente observa, teflexiona y acepta su psique tal como se le presents, Tuego separa, ordena, averigua de qué se trata y seleeciona. Ella hha ereado una distancia psicol6gica entre el complejo del yo y Ja persona, y también entre el yo y la sombra. Ya no esté posei- 4a por ninguno de los dos extremos del espectro. Jung, sostiene que los opuestos se unen por la interven- ciénde una «tercera cosa». Un conflicto entre opuestos la persona y la sombra, por ejemplo— puede ser visto como tuna crisis de individuacién, una oportunidad de crecer por medio de la integracién. Lo que entra en conflicto son los valores colectivos por el lado de la persona, y los aspectos de sombra del yo que pertenecen al bagaje instintivo del indivi- duo (el id de Freud) y algunos que se derivan de los arqueti pos y complejos inconscientes. Debido a lo inaceptable del contenido de la sombra para la persona, el conflicto puede ser feroz, Jung sostuvo que si los dos polos se mantienen en j tensién, apatecerd una solucién si el yo es capaz de soltar | sinbos lados y efear unr vacio‘jnterior en el cual el incons~/ ciente pueda ofrecer una solucisi creativa en forma de un 10, Jung, Collected Works, wo. 13, par. 70. 167 nuevo simbolo, Este simbolo presenter una opcién para gue se produzca un movimiento hacia adelante que incluye una parte de cada opuesto —no simplemente una solucién de compromiso, sino una amalgama que produciré una nue- va actitud por parte del yo y una nueva cualidad de relacién con el mundo—. Este proceso puede ser observado cuando alguien crece, tanto en terapia como a través de la experien- cia de la vida; a medida que supera sus conflictos, asume nuevas personas, e integra partes del si mismo que anterior mente resultaban inaceptables. La gente cambia durante una terapia y a lo largo del de~ sarrollo de una vida. La persona, como herramienta de adap- tacién, posee un gran potencial para el cambio. Esta puede volverse més y més flexible cuando él yo esta dispucsto a modificar viejos patrones. Las historias como la del Dr. Je- kyll y Mr. Hyde describen una separacién tajante entre la persona y la sombra. En esas historias no hay ninguna inte- gracidn, solo existe una fluctuacién constante de un opuesto a.otro. Los roles y los impulsos de la sombra son literaliza~ dos, actuados sin que aparezca una funcién trascendente que traiga consigo la integracién de esos opuestos. Uno sé ptiede preguntar cémo son esas personas en la vida real que no lo- gran integrar semejantes opuestos. En algunos casos, el lado ‘oscuro puede ser tan extremo y estar tan cargado de energfa gue su integracidn a cualquier tipo de persona socialmente aceptable resulta imposible. Hoy en dia la tinica solucién a ese problema reside en la medicacién psicotrépica que logra amortiguar considerablemente el inconsciente e inhibir Jas fuentes de poder de la sombra. En otros casos, el yo es d masiado inestable y débil como para moderar su impulsiv dad y permitir la constelacién de la funcién trascendente. 168 6 El camino hacia la profunda interioridad (Anima y animus) En su autobiograffa Jung relata una historia sobre el des- cubrimiento del anima.’ Escribe que durante sus afios de intenso trabajo interior, después de su ruptura con Freud en 1913, hubo un periodo durante el cual se cuestionaba a ) si mismo sobre la naturaleza y el valor de lo que estaba ha ciendo. «¢Es esto ciencia?» se preguntaba, co es arte? Ano- taba sus suetios, los interpretaba, a veces los pintaba e in- tentaba entender el significado de sus fantasfas espontine En una ocasién escuiché una «voz» femenina que deci «Es arte». Sorprendido, comenz6 a dialogar con ella y pau- latinamente fue reconociendo que se parecia a una pacien- te suya, Era por tanto una suerte de figura internalizada que también daba voz.a ciertos pensamientos y valores in- conscientes de Jung. En su propio yo y en st «personas Jung se identificaba con un cientifico, no con un artista, Peto esta voz expresaba otro punto de vista, Sin dejar de lado la posicién consciente de su yo, comenzé un didlogo con esta figura al mismo tiempo que la estudiaba. Era mis que la simple imagen internalizada de su paciente. Paula- tinamente, a través del dialogo, fue asumiendo forma y adquirié una personalidad mis completa. «Sentia timidez 1, Jung, Memories, Dreams, Reflections, pp. 185-188, 169 ante ella, como ante una presencia invisible»,? nos dice Jung. Para Jung esta fue una inolvidable experien del anima y se ha convertido en un punto de referencia cla- ve para las manifestaciones del anima en la memoria colectiva de la psicologta analitica. Después de Jung, muchas personas que han entrado en imaginacién activa han descubierto figu- ras internas similares. Convencionalmente, para los hom- bres el anima es una figura femeninas para las mujeres la fi- gura interna equivalente —llamada animus— es masculina. Elanimia y el animus son personalidades subjetivas qu re presentan un nivel mas profundo del inconsciente que la sombra, Para bien 0 para mal, estas revelan rasgos del alma y “conducen hacia el émbito del inconsciente colectivo. A lo largo de este capitulo haré referencia a esta estruc- tura interna como el anima/us. Esta, al igual que la sombra, es una personalidad dentro de la psique que no coincide con a auto presentacién y Ia identidad personal reflejada por la persona. Sin embargo] difiere de la sombra en la medida en ‘que no pertenece al yo de la misma manera: es més «ajenay de lo que puede ser la sombra,|si Ia distincién entre persona ¥ sombra es «bueno frente a malo» —aspectos de més y de menos, positivos y negativos del yo la distincién entre «yo» y animals esta marcada por Ja polaridad femenino/ masculino. No se trata de la diferencia entre Cain y Abel sino entre Salomén y la reina de Saba. interna DEFINIR «ANIMA» Y Entre todos los aspectos de la teor‘a de Jung, el tema de este capitulo se ha convertido en uno de los més polémicos por- que suscita profundos desacuerdos con respecto a los sexos al sugerir diferencias fundamentales en la psicologia de hom- 2. Ibid, p. 193. 79 bres y mujeres. Si bien este tema puede haber parecido tran- Guilo y arraigado en los tiempos de Jung, hoy en dia «albo- rota el gallinero» e abre considerables heridas. Para algunos contemporaneos, Jung parece haber sido un hombre que se adelanté a sus tiempos anunciando y abogando por un cier- to «protofeminismo». Otros, en cambio, Io consideran un vocero de puntos de vista tradicionales y estereotipados so- brelas diferencias entre hombres y mujeres. De hecho pien- so que tuvo un poco de ambos. En sus obras tatdias, Jung se refiere a anima y animus como figuras arquetipicas de la psique. Es decir, que yacen fundamentalmente allende toda influencia de las fuerzas que moldean y dan forma a la consciencia del individuo tales como la familia, la sociedad, la cultura y la tradicién, Los ar- qetipos no derivan de la cultura; son més bien las formas cculturales (en la teoria de Jung) las que derivan de los arque- tipos. Esta definicién del anima/us como arquetipo coloca su esencia més profunda fuera de la psique misma, en el ambito de las formas y fuerzas espirivuales impersonales. Anima y animus son formas de vida bdsicas y son parte de la horma de todo individuo humano asi como de sus sociedades. El ar- quetipo, segiin lo vimos en el capitulo 4, es un Ding ar sich (Kant: «la cosa en si misma), y por ende yace més all del rango de la percepcién humana, Solamente podemos perci- birlo de manera indirecta al observar sus manifestaciones. El animals, esttictamente hablando, es una hipétesis cientifica sobre «algo» que existe pero no puede ser observa~ do directamente, como una estrella desconocida cuya posi- cién y tamaio se conocen solo por medio de las medidas de las fulerzas gravitacionales en sus alrededores. Y, sin embar- . puesto que las manifestaciones del ania y el ania, tal smo las observé y describié Jung, con frecuencia se aseme- 7 las imagenes culturales que son reconocidas ¢ incorpo- tadas en hombres y mujeres tradicionales, se plantea la pre- gqunta: gser‘a Jung victima de sus cegueras culturales y sin darse cuenta se convirtié en un exponente de los estereoti- 17 pos culturales? En otras palabras, los «arquetipos» zserfan en realidad construcciones sociales? © bien, gestaria Jung investigando estructuras mis profundas que tal vez estén arraigadas en estos patrones culturales que los trascienden y son en efecto formas universales de comportamiento y ca- racteristicas psicol6gicas humanas? No responderé a estas preguntas de forma definitiva en este capitulo, pero espero lograr una argumentacién que pruebe que el problema es mis complicado y que el pensamiento de Jung es més com- plejo de lo que muchos de sus criticos han querido admitir entras tanto, trataré de presentar su pensamiento con la mayor claridad posible, Hemos de penetrar este territorio con suma cautela, tra- tando de aprehender paso a paso los significados que le da Jang a estos términos elusivos, Si los lugares del mapa de la psique que hemos explorado hasta ahora parecen relativa- mente claros y bien definidos, el tersitorio del anima y el animus se nos presenta a veces como una selva profunda y cenmaraiiada, Tal vez asi es como debe ser, porque aqui esta- ‘mos entrando en los estratos mis profundos del inconscien- te, el inconsciente colectivo, el territorio de las imagenes ar- quetipicas en el que las fronteras se vuelven borrosas. ‘Antes de abordar el tema del género masculino/femeni- no con respecto a estos términos, quisiera sefialar que es po- sible hacer una presentacién de anima y animus sin hacer mencién al asunto del género. Se puede ver el género como luna caracteristica secundaria del anima/us, de la misma ma- néra que sabemos que la esencia de un objeto no esta deter- minada por el color azul o rosado, Hay una manera abstracta, estructural, de comprender el anima/us. Debido a la posibi lidad de hablar de esta caracteristica de la psique como es- tructura abstracta, a fo largo del capitulo utilizaré la forma anima/us. Esto indica que se trata de una estructura psiqui- cacomiin ahombres y mujeres. La terminacién diferenciada en-ay -us seré utilizada cuando quiera hacer referencia a los rasgos de género de este objeto interno de la psique. En tér- 7 minos abstractos, el anima/us es una estructura psiquica que 4) Complementatia de la persona y b) conecta al yo con el estrato mas profundo de la psique, es decir con Ia imagen y Ja experiencia del si mismo. Como sefialamos en el capitulo anterior, la «persona» es Ja actitud habitual que un yo adopta para encontrarse con el mundo exterior, Es una personalidad publica y facilita la adaptacion a las exigencias de Ia realidad fisica, principal mente la realidad social. Es un «complejo funcional», para decirlo con las palabras que utiliza Jung en su definicion de 1921 en su libro Tipos psicoldgicos. Funciona como la piel so~ bre el cuerpo, aportando una barrera protectora entre el yo y elexterior, De manera similar, el anima/us es un complejo funcional, pero en este caso tiene que ver con Ia adaptacion al mundo interior. «La funci6n natural del animus (asi como también del arima) consiste en procurar un vinculo ent consciencia individual y el inconsciente colectivo; de la mi ‘ma manera que la «persona» representa una suerte de estra- to entre la consciencia del yo y los objetos del mundo exter~ no. Elanimus y el anima deberian actuar como un puente 0 puerta para las imagenes del inconsciente colectivo, al igual que la persona representa una especie de puente hacia el mundo». En otras palabras, el anima/us le permite al yo en- ‘war y experimentar en las profundidades de la psique. En 1921, libre desu dependencia de Freud y dispuesto a lanzat sus propias perspectivas sobre la psicologia profunda, Jung publicé Tipos psicoldgicos, obra en Ja cual resume su nueva teoria para ese momento. En esa obra aparecieron muchos términos nuevos que fueron utilizados para definir su visiGn revisada de la naturaleza y la estructura de la psi- que. Tanto fue asi que (como sefialé en el capitulo 5) sinti6 la necesidad de incluir todo un capitulo de definiciones al final del libro, Estas son definiciones detalladas y pueden leerse « 3. Tomade del «Visions Seminar» («Seminario acerca de las visiones») de Jung, citado en Memories, Dreams, Reflections, p. 392. mm manera de texto inicial sobre psicologta analitica. Jung le da amplia cobertura a los conceptos de anima y animus en las entradas sobre «alma» ¢ «imagen de alma», Estas definicio- znes, aunque algo mecénicas y simplistas, aytudan a establecer limites y dar forma a sus términos, euando menos de la ma- nera que los utilizaba para aquel momento. Al abordar la definicién del anima/us, Jung confronta esta nocién con la de persona: «La “persona” tiene qu exclusivamente con la relacién con los objetos»,' mientras el animals tiene que ver con las relaciones del yo con el suje- to. «Por “sujeto” entiendo ante todo aquellos vagos y vela~ dos sentimientos, pensamientos, sensaciones y desasosiegos que fluyen en nosotros sin provenir de ninguna continuidad de la experiencia consciente demostrable del objeto sino que emanan como una influencia perturbadora, inhibidora, 0 a veces colaboradora, proveniente de las oscuras profundida- des internas».° Aqui, el «sujeto» es principalmente el mundo } del inconsciente, no el yo. Este es el ado subjetivo de la psi- que, su base, su espacio interior. Contiene «objetos inter- nos», por decirlo de alguna manera, llamados a veces iiigos por Jung o simplemente «imégenes» 0 «contenidos», Dado que el érmino «sujeto», en este contexto especifico, se refie- re al inconsciente, podemos deducir légicamente que «asi como existe una relacién con el objeto externo, una actitud externa [es decir, la personal, existe también una relacién con el objeto interno, una actitud interna». Jung conviene que «es comprensible que esta actitud in- terna, por st naturaleza extremadamente intima e inaccesi~ ble, sea mucho mis dificil de discernir que la actitud externa tan ininediatamente perceptible por todo el mundo».? A uno le resulta fécil observar el trato de un individuo con los de~ 4. Jong, Collected Works, vo. 6, pat. B01 5, Ibid, 6, [bid 7, [bid par. 80. 174 iis, pero hace falta una mayor sutileza para poder ver cémo Jas personas se tratan a si mismas. Cuél es su actitud hacia el mundo interno? gEs receptiva y célida (tal como puede serlo la persona), o es severa e hipercritica? Muchos indivi- duos generosos hacia el mundo externo son sus peores ene- migos consigo mismos —sus jueces més crueles y sus mas intransigentes criticos— pero esto permanece velado detris de una persona encantadora y altruista. O bien, puede darse que un individuo sea extremadamente juzgador de los de- mas mientras trata su propia vida interior con una condes- cendencia Hena de sentimentalismo. Es necesario conocer biena la gente antes de lograr saber cmo se trata en realidad misma. @Se toma en serio? gSe trata como si fuera un nifio? La manera en que alguien se siente con respecto a su propio y profundo ser interior es Jo que caracteriza su acti- tud animalus. Mas adelante en el mismo parrafo, Jung dice: «Un hom- bre no se dejard alterar en Jo mas minimo por sus procesos internos (..] otro en cambio estar a su total merced [...] una sensacién vagamente desagradable le mete la idea en la cabe~ zade que estd padeciendo una secreta enfermedad, un suefio fo lena de higubres presentimientos (...J. Un hombre podra tomarlos como algo fisiol6gico, otro los atribuye al compor- tamiento de sus vecinos, otro en cambio encontraré en ellos tuna revelacién religiosa» «Asi pues —concluye Jung— la actitud interna [...] se correlaciona con un complejo funcio- nal tan especifico como la actitud externa. Aquellos que apa- yentan pasar completamente por alto sus procesos psiquicos jnternos no dejan de tener una actitud interna tipica, asi como aquellos que constantemente descuidan el objeto ex- terno y Ia realidad de los hechos no por ello dejan de tener una tipica actitud externa».’ ‘Lo anterior resume la definicién estructural del animalus 8, Ibid. 9, Ibid. par. 802 175 ; menino/masculino de esta estructura. La defini presentada por Jung en 1921, en Tipos psicoldgicos. El ani- ‘mals es una actitud que rige la propia relacién con el min~ do interno del inconsciente: la imaginacién, las impresiones, ideas, estados de dnimo y emociones subjetivas. Hasta ahora estono nos dice nada sobre el contenido 0 sobre el enero fe- mn esque- mitica habitual consiste en decir que el anima es lo femenino interno en un hombre y el animus es lo masculino interno en ‘una mujer. Pero también se puede hablar simplemente de es. tos como estructuras funcionales que obedecen a un propé- sito especifico con respecto al yo. Como estructura psiquice, el anima/us es el instrumento mediante el cual hombtes y :muyjeres penetran y se adaptan a los niveles més profundos de su naturaleza psicoldgica. Al igual que la persomia da la cara hacia el mundo social y colabora con las necesarias adapta ciones externas, el anima/us da la cara hacia el mundo interno dela psique y ayuda al individuo a adaptarse alas exigencias y requisitos de los pensamientos intuitivos, sentimientos, imagenes y emociones que confrontan al yo, Por ejemplo, se dice de un hombre que frecuentemente se encuentra malhumorado que tiene un «problema de animar , el mundo interior in- istuptiva que la convierten en todo menos en ese "7 consciente no esta suficientemente refrenado, contenido, y la hnecesidad emocional e irracional irrumpe perturbando las re- laciones normales con los otros y con la vida en general. La posesin por el anima/s abre de par en par las puertas del inconsciente y deja pasar todo aquello que tiene suficiente energia para cruzar el umbral. Animosidad y caprichos irrum- pen y se llevan todo por delante. El control de los impul: se reduce a su minima expresi6n. Deja de haber contencién de los pensamientos o de las emociones. Claro esta que esto es también un problema del yo. Es sintoma de un yo insuli- cientemente desarrollado que no puede cargar y contener los contenidos que normalmente emergen a la superficie de la consciencia y requieren de reflexidn y digestién antes de ser expresados verbal o fisicamente. Sin embargo, también exis- te el problema de un desarrollo insuficiente de la estructura’ aiiimalus. Esta falta de desarrollo puede compararse con la de un misculo «atrofiado»: no tiene resistencia y no es ade- cuado para llevar a cabo el trabajo que le corresponde. Es ti- pico entonces que los hombres busquen a una mujer para Giié les ayude a lidiar con sus emociones, y las mujeres gene~ ralmente buscarén a un hombre que pueda recibir sus pensa~ mientos inspirados y pueda hacer algo con ellos. Asi es como otros entran al ruedo de las relaciones yo-anima/us, ~~" En aras de nutrir el debate, permitanme describir un de- sarrollo psicolégico ideal (por teérico e improbable que pueda ser): Las partes consciente e inconsciente del sistema psiquico trabajan juntas en iuna interaccién equilibrada y ar- ménica, y esto ocurre en parte entre el anima/us y la perso- na, En este caso el yo no se ve inundado por material de fuera o de dentro sino més bien recibe ayuda y se siente pro- tegid6 por estas estructuras. Asi, la energia vital —libido— fluye en an movimiento progresivo hacia la adaptacién a las tareas y exigencias de la vida. Este es el cuadro de una perso- nalidad sana y con buen funcionamiento, que tiene acceso a ‘sus recursos internos y posee destrezas para ajustarse al mundo externo, La actitud hacia el mundo externo es equili- 178 brada y esté complementada por una actitud hacia el mundo interne. Ninguna de las dos esta confusa 0 inadecuadamente desarrollada, La persona es capaz de adaptarse a las deman- das que le hace la vida y mantener relaciones estables con el mundo social y nacural que le rodean. Internamente existe un acceso constante y bien manejado a la fuente de energia e ins~ piracién creadora. La adaptacién interna y la adaptacidn ex- terna son adecuadas para las exigencias de la vida. {Por qué la vida noes masa menudo asi? De hecho, mu- cchas personas experimentan algo parecido de vez en cuando durante sus vidas. Esos serfan los buenos momentos en el trabajo y en el amor, Pero frecuentemente éstos son s6lo in- tervalos de corta duracién en un cuadro més bien marcado por los conflictos. Una raz6n de peso para esto es que nos desarrollamos de manera desigual y que en nuestra cultura contemporinea se le presta muy poca atencién al verdadero desarrollo interior —aquello que Jung Hamd «la cultura indi vidual» por oposicién ala cultura colectiva (basada en la per- sona). En nuestro fuero interno, la mayor parte de nosotros somos extremadamente primitivos. Sélo cuando nos des- prendemos de la persona y el axsima/us abre las puertas ha- cia los estratos mas profundos del inconsciente —cuando, por ejemplo en la mitad de la vida, el yo se siente desgarrado por el conflicto entre persona y anima/us— es cuando la ne- cesidad de desarrollo interior se vuelve imperante y uno co- mienza a tomarla en serio. Si bien esto puede parecer un brote de neurosis, también puede ser una llamada a reanudar la individuacién, y un desaffo para llevar el viaje més pro- fundamente hacia los caminos del desarrollo individual. EL GENERO DEL “ANIMA> ¥ EL «ANIMUS® Volviendo ahora al género del anima y el animus, vale la pena notar que estos son términos tomados del latin. Al igual que la mayoria de los europeos cultos de su época, 179 Jung conocia con fluidez las lenguas clésicas y le resultaba natural y conveniente utilizar esas fuentes para nombrat las figuras y estructuras de la psique. Anima significa «alma» en latin y animus significa «espiritu». (En alemin correspon- den a Seele y Geist). No existe gran diferencia de significado entre estos dos términos en latin, Si pensamos en el «alma» (anima) que abandona el cuerpo en el momento de la muer- te, tal como crefan los griegos y los romanos, eso equivale a hablar de la partida del «espiritu> (animus). Con frecuencia se asocia «espiritu» con aliento o aire, y vo, duro, penctrante, ldgico, asertivo, dominante; lo femeni- no ha sido ampliamente definido como receptivo, suave, dador, nutricio, emocional, propenso ala relacién y a laem patia, Ya se encuentren en un cuerpo de varén o de mujer, estas categorias de atributos suelen permanecer estables, La { polémica gira alrededor de asociar esas categorias con el gé- nero. Algunas mujeres son mas masculinas que femeninas en su persona, algunos hombres son més femeninos que mas- calinos, pero esto biolégicamente no cambia sus géneros \, como varones o mujeres. Los términos chinos «yins y «yangs | som propuestas més adecuadas y neutras pata estos grupos 184 de atributos y pueden utilizarse en lugar de los términos «masculino» y «femenino». En cualquier caso estamos ha- | blando de las mismas cualidades. A partir de esto, Jung divia que fe actitud interna muestra las cualidades que permane- cen fuera de la'persona’ si un individuo es yang en la perso- na, él o ella serd yin en la estructura anima/us, Sin embargo la actitud interna, como es inconsciente, esti menos sujeta al control por parte del yo y es menos refinada y diferenciada que la persona. De tal manera que es un yang inferior lo que aparece en un individuo cuya persona esti dominada por Yin, y es un Yin inferior Jo que emerge en los momentos de distraccién de una consciencia dominada por el yang, ‘Asi pues, una mujer muy femenina tiene un alma mascu- Jina pero no del todo refinada. En su relacién con el mundo tiene una actitud marcadamente femenina que podemos re- conocer y describir como receptiva, edlida, nutricia y acoge- dora. Dentro de esa mujer existe una actitud interna muy diferente: es dura, critica, agresiva, dominante, El rostro in= terior de esa mujer de aspecto tan femenino revela una per- sonalidad de acero. En forma similar, el hombre de aspecto muy masculino que se muestra directo, asertivo, desapegado ¥ agresivo, leva en sf mismo una personalidad interna senti- mental, sensible, vulnerable y facil de ofender. El hombre macho ama a su madre, ama a su hija, ama a su caballo, pero no se permite admitirlo (ai siquiera a si mismo), y en publi- co desdefiard esos sentimientos aun cuando en privado pue- de que a veces se delate loriqueando frente a un vaso de whisky. «Este contraste se debe al hecho de que un hombre no ¢s en todas sus cosas totalmente masculino, sino que po- see ciertos rasgos femeninos. Cuanto més masculina sea su actitud externa, més obturados estaran sus rasgos femeninos que se hari entonces presentes en su inconsciente. Esto ex- plica por qué son justamente aquellos hombres tan viriles | los que més caen presa de una debilidad caracteristica; su ac- | titud femenina inconsciente tiene una debilidad y una im- | presionabilidad que no concuerda con lo que se espera de lo | we masculino. Del mismo modo, suele suceder con las mujeres més femeninas que en su vida privada despliegan una obsti- nacién, una intolerancia y una voluntariedad que solo se en- cuentra con la misma intensidad en la actitud externa de un hombre. Se trata de rasgos masculinos que, al haber sido ex- cluidos de la actitud externa esperada de una mujer, se han convertido en cualidades de su alma». Es obvio que Jung no se refiere aqui a lo masculino y lo femenino internos en sus formas més clevadas y desarrolladas, sino més bien a ca- ricativras, a versiones inferiores de la masculinidad y femini- dad basadas en los aspectos no desarrollados de la persona- lidad individual, EL DESARROLLO DEL «ANIMA/US» Es precisamente debido a esa inferioridad y a esa falta de d sarrollo que el anima y animus reciben tanto potencial para el ulterior desarrollo en la psique. Dado el hecho de que la persona esta basada en caracteristicas y valores colectivos —aquello que es bien visto en la manera de comportarse de vvarones y mujeres en un determinado momento de una cul- tura— el potencial para llegar a ser tinico como individuo no reside en la persona sino en otro lugar de la psique. Mientras la consciencia del yo de un individuo permanezea identifica- da con la persona y se sienta una con ella, no habré lugar para la expresidn de Ia individualidad y para las cualidedes de la personalidad ajenas a las imagenes y expectativas colectivas. El impulso para ser un individuo esta suprimido (0 reprimi- do) en aras de la adaptaci6n, para poder «pertenecer». Lo que las caracteristicas individuales pueden legar a ser en un caso especifico, no puede ser determinado examinando la perso- na. Puede que estén en parte incluidas en la presentacién de la persona o puede que estén completamente excluidas. «Esta 4, Ibid 186 una regla bisica que en mi experiencia se ha confirmado tuna y otra ver [..] en lo que se refiere a las cualidades indivi duales, nada se puede deducir {a partir de la personal [..J. Lo nico cierto es que, si alguien es idéntico a su persona, sus cualidades individuales estarén asociadas al anima»."* Ese es el hombre con el traje gris, que toma el tren todas Jas maiianas para ir al trabajo y esté tan estrechamente iden- tificado con su papel colectivo que no posee personalidad al- guna fuera de ese marco. Su unicidad inherente se mostrar en el anima: es posible que (tal vez en secreto) se sienta atrai do por mujeres nada convencionales porque son portadoras de su proyeccién de anima, ellas son el retrato de su alma, son las que captan su espiritu de aventura y su osadia. Y pre- cisamente Ja misma regla se aplica a las mujeres: cuando son colectivas y convencionales en su presentacién a través de su persona, albergan un amante secreto en su interior (a menu- do inconsciente para ellas) que es cualquier cosa menos el retrato de su compafiero convencional. Cuando esa figura aparece, quedan como hechizadas queriendo entregarse sin reparo alguno, No es dificil observar esta regla fundamental de la psique en el vivir de cada quien, asi como aparece en in- numerables novelas, éperas y peliculas. El resultado de un encuentro real con alguien que es portador de una proyec- cién de anima o animus «con frecuencia provoca la aparicién en suefios de simbolos de prefiez psiquica, un simbolo que apunca hacia la imagen primordial del nacimiento del hérce. El nifio que est por nacer significa Ja individualidad que, si bien esté presente, atin no es consciente».*El verdadero pro- pésito psiquico de la aventura del hombre convencional con encional mujer anima» estriba en producir un ico, que representa una unién de opuestos en su personalidad y por ende un simbolo del si mismo. El encuentro del yo con el anima o animus fue conside- 15, Ibid. 16, Ibid. iy rado por Jung como de gran riqueza potencial para el de- sarrollo psicol6gico. El encuentro con el anima/us represen- ta una conexién con el inconsciente incluso a nivel atin més profundo que el de la sombra. En el caso de la sombra, se trata de un encuentro con aquellas porciones de la psiqque to- tal que han sido desdeiiadas y rechazadas, esas cualidades in- feriores e indeseables. En el encuentro con el animals, se produce un contacto con niveles de Ta psique que tienen el potencial de condueir al yo hasta los confines mas remotos y profundos que se pueden alcanzar, si 1180, para poder darle curso a esa intuicién, Jung tuvo que cambiar el rumbo y reemprender Ia definicién de la naturaleza del anima/us. Por lo general, la sombra no con- duce mucho més alli de los aspectos de la psique que han sido rechazados por la persona, a menos que ella sea la via para un encuentro con la maldad absoluta. La estructura del animals, por otto lado, tiene el potencial de establecer un puente hacia el si mismo, un aleance mucho mayor. El ani- ‘ma/us no puede ser simplemente lo opuesto de la persona, una suerte de reflejo en negativo de las actitudes colectivas del momento. Debe estar més profundamente anclado en el inconsciente colectivo y en las estructuras del arquetipo y de Ia imagen arquetipica. Sus raices deben extenderse mas hacia afuera y hundirse més hacia las profandidades que la som- bra. En 1921, Jung apenas comenzaba a seguirle la pista a los tertitorios més lejanos del inconsciente colectivo y nos vis- Jumbra parte de lo que viene al decir: «De igual modo que la persona, en cuanto expresién de la adaptacién al ambiente esté por lo general influida y conformada por este, asf tam- bién el anima esté fuertemente determinada por el incons- ciente y sus cualidades»."” En este pasaje el concepto de ani ‘ma cambia escasamente pero de manera muy significativa, En lugar de ser simplemente el complemento de la persona, y por ende estar considerablemente moldeada y coloreada 17. Ibid 188 Por lo que se encuentra en la persona, el ania ahora apare- ce moldeada por el inconsciente y sus cualidades. Mas ade- lante, cuando Jung pasa concebir el animus y el ania como imagenes arquetipicas que adquieren su forma a partir del extremo espiritual del espectro psiquico (véase el capitulo 4), llega entonces a la conclusion, de que el animaus esté con- formado mas por el arquetipo que por el consenso colectivo momento. El anima y el artimus habran de devenir for~ mas perdurables de la psique, fuerzas que dan forma a la psi- que a la vez que la psique les da forma aellas, elementos di- nmicos que pueden quebrar las formas culturales e imponer sus propios proyectos a un yo soxprendido y a veces poco dispuesto a aceptarlos. «Todo hombre lleva consigo la imagen eterna de la mu- jer; no la imagen de ests 0 aquella mujer en particular, sino Ua imagen femenina definitiva»," escribe Jung en 1925, en un ensayo sobre el matrimonio. Esa es la definicién de ani- ‘ma que se ha vuelto més menos la norma de referencia en psicologia analitica. En esa frase Jung esté apuntando ala na- turaleza arquetipica del anima/us,y ha dejado de lado la for- ‘ma en que esta actitud interna resulta complementaria de la | persona, En el texto contintia diciendo que se trata de «un! factor hereditario de origen primordial» y propone una ima- gen de la mujer tal como se le aparece al hombre y no tal como es en si misma. Asimismo, el animus es la imagen inte- rior que tiene la mujer de Ja personalidad masculina. Las rigenes, pensamientos y consideraciones generadas por é- {5 estructuras internas se encuentran en la base de todas las confusiones y ofuscaciones entre hombres y mujeres. No se | entienden los unos con las otras porque con demasiada fre- cuencia se relacionan con imagenes del otro sexo y no con gente real. Resulta evidente cémo estas estructuras internas ' pueden distorsionar la realidad provocando malentendidos entre individuos que pueden ser bastante racionales y de 18, Jang, Collected Works, vol. 17, pat 338 189 buenas intenciones. Las imagenes masculinas y femeninas, \albergadas en el inconsciente de cada género (sexo) son pri- mordiales y relativamente inalterables por las circunstancias { histéricas y culturales. Se acercan a imagenes permanente mente estables que repiten sus retratos en las psiques huma- nas individuales de generacin en generacién. Lo que con- fundié a Plat6n y a Sécrates con respecto a las mujeres es la misma imagen de anima que constituye un peligro latente para los hombres de hoy en dia. Asimismo, las expectativas y afioranzas que llenaban el coraz6n de Maria Magdalena si- guen infiltrandose en la consciencia de las mujeres modernas a pesar de las enormes distancias culturales y sociales que las separan. El animals es la gran creadora de ilusién que pro- duce risas entre dientes para los aburridos y corazones rotos para los ingenuos. «EL factor de proyeccién por excelencia es el anima, o el inconsciente representado por ella»,” escribe Jung en 1950 desde la perspectiva de su avanzada edad en Aion, obra en la cual trata una ver més de ofrecer una definicién de este elusi- vo factor interno, Jung siempre planted que las proyecciones eran creadas por el inconsciente y no por el yo. No somos responsables de nuestras proyecciones, pero si somos res- ponsables de tomar consciencia de ellas, retirarlas y analizar- Jas, Las proyecciones ocurren espontineamente y crean una visién del mundo y de la realidad que esté basada en image- nes y estructuras inconscientes en lugar de estar basadas en percepciones comprobadas de la realidad. Ahora Jung ubica el origen de todas las proyecciones en el anima/us, resaltan- do asi la naturaleza dinémica de este factor psiquico. Todos estamos constantemente proyectando, y nuestra visin del mundo, de la vida, de otras personas y de la ma- nera en que se construye el mundo esta en gran parte cons- tituida por contenidos inconscientes que son proyectados al entorno y luego tomados por verdades absolutas. El ani- 19, Jung, Collected Works, vol 9/th pat. 26. 190 mals, dice Jung en este pasaje, ¢s como Maya, la diosa de la India que crea mundos ilusorios, y el yo termina habitando en un mundo constieuido en gran parte por proyecciones. Jung aprendié esto en un primer momento, no a través del estudio de las religiones orientales, sino por su experiencia personal y directa como psiquiatra y analista. Es sorpren- dente darse cuenta de cudn distorsionado puede ser el punto de vista de algunas personas, Y es igualmente asombroso ver cémo todos nosotros creemos plenamente en nuestra visién de las cosas aun cuando encontremos en ella serios fallos. No es frecuente que cuestionemos los postulados bésicos. ELEVAR LA CONSCIENCIA CON EL «ANIMA/US> Laimagen del anima/us, basada en las estructuras arquetipi- cas subyacentes en la psique, adquiere una forma particular al ser filtrada por el sistema psiquico y percibida por la cons- ciencia del yo. Sila imagen de la sombra infunde miedo y es- panto, la imagen del anima/us suele traer consigo excitacién yeestimula el deseo de unin: genera atraccién. Alli donde se encuentra el animals es donde queremes estar, queremos ser parte de eso, queremos incluirnos, si no somos demasia- do timidos o temerosos de la aventura, La carga carismatica que electriza a un pablico cuando cae bajo el encanto de un gran orador, convoca al anima/us y constela su presencia. El puiblico quiere creer y los individuos responden al toque de clarin que llama a la accién. Se crea una cierta percepeién de la vealidad y se responde con conviccién al poderoso co- mando emocional del anima/us. El anima/us es, por tanto, un elemento transformador, Para los fines del desarrollo psicolégico y el aumento de la consciencia, sin embargo, la accién esencial del yo consi teen entablarun proceso dialéctico con el animals y no en- gancharse de inmediato con una Hamada a la accidn, Este proceso de didlogo y confrontacién Jung lo llamé Auseinan- 191 dersetzung, una palabra alemana que significa literalmente «separar algo en pedazos» y que hace referencia al proceso que se desarrolla cuando dos personas entablan con firmeza un dislogo © una negociacién, sin que ninguno de los dos huya ante la confrontacién. Cuando se enfrentan cara a cara y sacan lo que tienen que sacar, ya sea fisica 0 verbalmente, las discrepancias entre ambos, que en un principio se pre- sentaban de manera burda y poco articulada, comienzan a diferenciarse. Se trazan lineas, se hacen distinciones y, even tualmente, se logra la claridad. Lo que comenz6 como una | confrontacién altamente emocional se va transformando en una relaci6n consciente entre dos personalidades muy dife- rentes, Tal vez se aleance un acuerdo, se defina y se firme un contrato. Lo mismo ocurre en el encuentro entre el yo y el ani- malus, Bse es el trabajo de hacer consciencia, de percatarse de las proyecciones, de desafiar nuestras mas romanticas y resguardadas ilusiones, Emprender un Auseinandersetzung con el anima/us equivale a desarmar el mundo ilusorio de la fantasia inconsciente. Es también darse permiso de experi- mentar mas profundamente los altibajos del propio univer- 0 mental, las suposiciones inconscientes que nos mantienen hambrientos cuando ya estamos sobrealimentados, que nos mantienen deseosos cuando ya deberiamos estar satisfechos, que nos llevan a repetir una y otra vez aquellos patrones emocionalmente sobrecargados y sometidos a las férreas cadenas de las secuencias estimulo/respuesta. Torres y dra- gones, mitos y cuentos de hadas, exceso roméntico y recri- minaciones sarcisticas, todos forman parte del mundo cons- teuido en nuestras interioridades psiquicas por el anima/us. Lo més que podemos hacer es fingir una renuncia mientras nos aferramos con tenacidad a nuestros mds preciados auto- engafios y a nuestras ilusiones. «Lo que de ellos {el anima y el animus] podemos descubrir desde Ia consciencia es tan sutil que apenas alcanza el limite de la perceptibilidad, Solo cuando iluminamos la profundidad oscura y exploramos psi- 192 colégicamente las intrincadas y extrafias vias del destino hu- ‘mano, se va tornando cada vez més elaro.cuin grande es el influjo de esos dos factores que complementan nuestra vida consciente».” Es probable que esta sea una respuesta a Freud, quien sostenfa que el cardcter era el destino del hombre. A la manera de ver de Jung, el hado es el anima/us. Somos con- ducidos hacia nuesizo destino por imagenes de poderes ar- quetipicos que en buen grado superan nuestro conocimien- to consciente o nuestra voluntad, En Aion, que puede ser considerado como el texto fun- damental sobre el anima/us en la obra de Jung, también re- conoce la cualidad central de la relacién en el proceso de traer a la consciencia ese territorio oculto de nuestra psique. «Quisiera destacar —escribe—, que la [.. sombra solo pue- de ser asequible por medio de una relacidn de enfrentamien- to con otro} y el animus 0 el anima solo pueden serlo en re- | Jacién con una pareja del sexo opuesto, pues solo entonces | operan sus proyecciones».” Como dije antes, puede ser ne- cesario revisar este punto a la luz de los desarrollos contem- potineos de la identidad sexual, donde hemos visto que al- gunas vecés las imagenes del anima/us recaen sobre personas del mismo séxo. Sin embargo, el asunto es que estos des- arrollos de la consciencia se hacen. posibles en las relaciones emocionales. Ef hacer consciencia’tio es un proyecto que se leva a cabo en eV aislamiento, aun cuando requiera de mucha introspeccién para que alcance su pleno florecimiento, Pero la experiencia debe preceder el discernimiento. La sombra se jenta mediante la proyecciGn sobre alguien que cap- .quellas caracteristicas del inconsciente personal. De manera similar el anima/us es capturada por una proyéc: ‘Gdn sobre una persona que posee en buena medida sus ca- racteristicas y rasgos, una persona que puede evocar la res- puesta de este sector del inconsciente. Cuando esto ocurre, 20, hid, pac 1 21. Mid, pa. 42. 193 continia diciendo Jung, la cohstelacion psiquica es ral que tres figuras se tornan relevantes: «Con el reconocimiento del anima, surge en el varén una triada en las que uno es tras- cendentes a saber: el sujeto masculino, el opuesto sujeto fe~ menino, y el arsima teascendente. En la mujer ocurre de modo analogo con las correspondencias invertidas».” Esto implica un considerable nivel de consciencia ya que por lo general el portador de la proyeccidn y la proyeccién estén amalgama~ dos, es decir, que el anima/us y el otro sujeto parecen ser uno. En estas lineas Jung introduce un cierto grado de sepa racidn, hasta tal punto que se da 1) un yo consciente con su propia subjetividad personal, 2) otra persona, la pareja, con su propio yo y subjetividad personal, y 3) la imagen arque- tipica del anima/us, Esta triada, nos dice Jung, se completa con una cuaita figura, el Viejo Sabio en el caso del hombre y la Madre Cténica en la mujer. El anima/usy las figuras de la sabidurfa son trascendentes, en el sentido de que pertenecen esencialmente al inconsciente y se originan en el émbito del espiritu, mientras el yo y la pareja son las personas cons- cientes involucradas en la relacién emocional que ha estimu- lado esta constelacién, En presencia de este cuaternario, en- contramos la experiencia numinosa del sf mismo, como una relaci6n. A condiciér’ de que haya suficiente consciencia como para ver la diferencia entre las caracterfsticas humanas y las arquetipicas de la situacién de amor y atracci6n, la opor- tunidad esté dada para que ocurra una vivencia plena del si mismo (véase el capitulo 7). Lo que complica las cosas es que esta experiencia del ani- malus —en proyeccién— sucede en diversas etapas de ma- duracién psicolégica de los individuos. Si de fascinacién y enamoramiento se tata, esto puede ocurrir en la infancia entre padres € hijos; luego ocurre de nuevo (clasica ¢ intensamen- te)enla adolescencia; , afortunadamente, sigue ocurriendo a medida que las personas avanzan hacia la edad adulta. Inclu- 22, id 194 sive continiia en la vejez (se dice que Goethe, ya avanzado en ‘sus setenta afios, susurré una oracién de agradecimiento por haber podido enamorarse de una mujer joven). El animalus es algo eternamente activo en la vida psicolégica y su ausen- cia define la naturaleza de la depresién. Mas allé de Ia sexua- Tidad del cuerpo, se trata de la sexualidad de la psique. Co- mienza antes de que el organismo fisico esté preparado para la experiencia sexual y sigue estando vibrantemente activo mis alli de la capacidad del cuerpo fisico de llevar 2 cabo los rigores del acto sexual. Sin embargo, para obtener el pleno beneficio psicol6gico de la experiencia del anima/us, un indi- viduo debe haber alcanzado un nivel poco usual de conscien- cia, La capacidad de diferenciar entre la proyeccién y el que carga la proyeccién, entre fantasia y realidad, es de hecho bastante inusual. De modo que la realizacién de lo que dice Jung —ese cuaternario que constituye la constelacién y larea- Tizacion de los rasgos trascendentes de la experiencia— esta reservada a unos pocos individuos que poseen el sutil discer- himiento psicol6gico atribuido a los maestros del Kundalini yy a otros por el mismo estilo, Para los demas, el anima/us es Maya, la ereadora de ilusiones, la mistificadora, tramposa y siempre evasiva imagen de la amada inmortal. Vera través del juego de ilusiones del anima/us sin reconocer ls figuras tras- tendentes que estan obrando conduce al cinismo y a la deses- peracién. El anima es realmente la belle dame sans merci (la hella dama despiadada»). SEXUALIDAD ¥ RELACIONES No sin razén muchas personas se mantienen alejadas de los escollos de la experiencia del anima/us, Las defensas del yo antienen a raya semejante tentacién. Los nifios escapan de Jas nifias que son demasiado poderosas y atractivas, intuyen- do la propia incapacidad de dar Ia alla en el reto. Los hom- bres adultos a veces son lo suficientemente sabios como para 195 || hacer lo mismo, puesto que el anima es una desbaratadora de || matrimonios y carreras convencionales. Las mujeres también se resistena la llamada del animus dionisiaco que las atrae ha- cia el éxtasis y promesas de plenitud al abandonarse al amor, puesto que alli también yacen los peligros de desmembra- iento y locura. No deja de haber motivos para que muchos, hayan rezado para que se les liberara de las tentaciones que superan su capacidad de sobrepasarla. Una de las ilustracio- nes preferidas por Jung acerca del poder del anima era la no- vvela Ella de Rider Haggard, una obra de segunda desde el punto de vista literario pero que describe a una inmortal fem- ‘me fatale que vive oculta en la selva africana y cuyas drdenes, deben ser obedecidas. («Ella a quien hay que obedecer> no es solamente un apelativo humoristico para la esposa mandona del Sefior Pérez; la frase en realidad proviene de la novela de | Haggard). Ella es una diosa que eternamente muere y resuci- tay guia a los hombres hasta las llamas de la pasién y final- mente hacia su destruccién. Pero Jung también sintié que si ‘uno es capaz de soportar el fuego de la emocidn y la pasion puede salir transformado. La experiencia del arquetipo, del inconsciente colectivo y sus poderes, puede Ilevarlo a uno a un nuevo estado de consciencia en el cual la realidad de la psique se hace tan convincente para el yo como la realidad del mundo material pata los sentidos. Bl antima/us, una vez. expe~ rimentado como trascendente y reconocido como Maya, se convierte en el puente hacia una comprensién del mundo to- talmente nueva, La experiencia del anima/us es la Via Regia hacia el si mismo. La teoria del anima/us de Jung parece ser en parte una variante muy imaginativa del viejo tema de Freud de la se- xualidad como fuente central de la libido. Pero en la sexuali- j dad humana Jung ve mucho més que animales en celo tratan- {do de aliviar su vensin u obtener placer: Existen elementos psiquicos de atraccién en la sexualidad y cuando estos se di- ferencian de la actividad biol6gica acompafiante, emerge una imagen. Dicha imagen es un hecho psiquico que se origina 196 enel extremo arquetipico del espectro psiquico y que est li- gada al instinto sexual. Es esta combinacién lo que le da al animalus su poder de impulso fisico. La sexualidad humana esta guiada por la imagen arqueti~ pica, pero la imagen no puede ser reducida al impulso, Nos sentimos atraidos hacia ciertas personas. .” zPor qué ser que las mujeres dificiles atraen tanto a los hombres y con tanta facilidad? ;Porqué sera que las mujeres fuertes suelen.no atraer a los hombres? Jung su- giere que esa predileccién por las mujeres débiles y desampa- radas esta basada en una proyeccién del anima, puesto que en el inconsciente de un individuo con una fuerte identificacién ; masculina el anima es indiferenciada e inferior. La vieja sabi-/ duria le dice a las mujeres, para atraer aun hombre «mu trate desamparadals. El anima representa el lado no desarro- llado de un hombre, ese lado inconsciente en el que se siente desamparado, sin agarras, oscuro y equivoco. Y es0 ¢s lo que Teatrae. De manera similar, las mujeres fuertes a menudo se sentirdn atraidas por hombres débiles, a veces fatidicamente, y se llenaran de fantasias de que los vana salvar de su aleoholis- mo o alguna otra decrepitud. Nuevamente, van en buisqueda de una parte extraviada de ellas mismas, el animus, quien se hace presente como un varén débil por medio de una proyec- | cin. En cambio, si se trata de una mujer débil y desamparada, ¢s probable que su inconsciente compense mediante imagenes de competencia masculina, y ella se ver desesperadamente | atraida por el portador de una proyeccién de animus heroico. 23. Jung, Collected Works, vol 16, par. 521 197 ‘Una vez que dos personas se juntan y pasan algtin tiem- po en compaiiia la una de la otra, en la medida que progresa la relacién comienzan a mostrar otras caracteristicas tipicas del anima/us. En una relacién intima, no solamente los «yo» de las parejas entran en la mezcolanza de psiques; las partes inconscientes del uno y del otro también intervienen y en esto el anima y el animus juegan un papel importante, Han estado alli todo el tiempo, suministrando los elementos de atraccién para ambos ena pareja, Pero ahora puede que apa- rezcan bajo una luz totalmente nueva y distinta a lo que se veia durante la etapa del enamoramiento. Leamos Jung, el psicélogo realista, que describe esa situacion: «Ningiin va- 16n puede entrar en conversacién, aunque sea solo por cin- co minutos, con un animus sin caer victima de su propia ani- ma. Quien entonces tuviese bastante humor para escuchar el dislogo con objetividad, quedaria estupefacto ante la abru- madora cantidad de lugares comunes, perogrulladas, torci- damence esgrimidas, frases de periédico o novela, trivialida- des invendibles de todo tipo junto con ordinarios insultos y una estremecedora falta de légica. Este es un didlogo, que in- dependientemente de sus participantes, es repetido millones y millones de veces en todos los idiomas del mundo y siem- pte permanece esencialmente igual>.”" Por parte del hombre, el anima se vuelve quisquillosa, hipersensible y emotiva; por la de la mujer, el animus se vuelve abusador, inflado de poder y testarudo en sus opiniones. No es un cuadro muy bonito que digamos y sin duda presenta un fuerte contraste con la versidn mis romantica del mysterium coniunctionis («uni6n njstica») de fos cuentos y canciones. Un miembro de la pa~ feja esta poseido por el animus —una coleccién indiferen- ciada de opiniones motivadas por un complejo de poder— y lotro se retira dentro de un estado de énimo igualmente in- diferenciado y gobernado por la necesidad de amor. Uno es dogmitico y el otro se vuelve retraido 0 emotivo y comien- 24, Jung, Collected Works, vol. 9/1, pat. 29. 198 zaa lanzar cosas al aire. Es una tipica pelea entre el perro y el gato; anima enfrentada con animus. Si la emotividad y las calumnias, las altas temperaturas y los fuegos artificiales logran calmarse un poco, existe la po- sibilidad de que se hayan dicho cosas que pueden resultar importantes para la pareja. Una vez. que los egos retoman su lugar normal, puede que se den cuenta de que ha sucedido algtin evento trascendental. Puede que lo que se dijo no fue~ se muy personal. Se trataba mas bien de algo colectivo, tal vez. algo arquetipico y universal. Puede que exista una semi- lla de sabidutia escondida en la oscuira masa de material que Fizo ‘erupeién en cada miembro de la pareja. Es probable que algunas aclaratorias y reflexiones profundas emerjan de Ja tormenta que acaba de pasar. Este seria el trabajo de hacer consciencia, pasando a un nivel que est por encima de la emotividad y aleanzar asi el discernimiento y la empatia Cuando menos, se habra logrado vislumbrar las profundi- \ dades de uno mismo y del otro con un breve vistazo a esas emociones distantes que usualmente permanecen escondi- das por la «persona» socialmente bien adaptada. Por supuesto que tendria sentido dar una mirada por la vida del mismo Jung para amplificar un poco mis el signi cado que tenia para él la figura del anima, Pero eso va mas allé del aleance de este estudio. Yo utilicé algunos fragmen- tos de su autobiografia y, por otra parte, estin por publicar~ se nuevos trabajos biogrificos que describen més plenamen- te sus profundas relaciones con las mujeres. En una ocasién Jung afirmé que toda teoria psicolgica es a la vez una con- fesiGn personal, y esto resulta particularmente cierto en es- tas reas que atafien a las personalidades y figuras internas de la psique tales como la sombra, el anima/us y el si mismo. Estos conceptos y teorfas abstractas se basaron en experien- clas psicol6gicas concretas, muchas de las cuales fueron in- terpersonales y no solo privadas y solitarias. Con respecto al «anima, esta fue para Jung a la vez una realidad interna viva, verdadera figura interior de primer rango y una poderosa 199 experiencia mediada la proyeccién y las relaciones. Comen: zando en edad temprana con su nana y prolongindose a lo largo de su cortejo y matrimonio con Emma Rauschenbach y de su profunda y duradera relacién con Toni Wolff, el ani- ‘ma fue una compaiiera constante en la vida interior y exterior de Jung. Fue segin él a guia de su destino. Y la experiencia mis profunda del s{ mismo, un concepto que describiré en el préximo capitulo, sucedié para Jung en la conjuncién entre hombre y mujer, cuando el anima y el animus fueron las fi- guras guias de la unién. 7 El centro trascendente de la psique (EI si mismo) En un principio tuve la tentacién de comenzar este libro con un capitulo sobre el si mismo porque es la caracteristica fun- damental de toda la perspectiva de Jung. Es la clave de toda su teoria psicolégica y en algunos aspectos ¢s la pieza teéri- ca. gue més lo aparta de todas las demés figuras representati- vas de la psicologta profunda y del psicoanilisis. Cabe ob- servar que la teoria psicoanalitica se ha movido de manera significativa en la direccién de Jung durante la tlkima mitad del siglo xx, sin embargo, son pacos, si es que existen, los ted ricos del psicoanilisis que se han aventurado tan lejos en su teor‘a como lo hizo Jung con la nocién del si mismo. Si bien muchos eseritores hoy en dia utilizan el término si mismo en sus estudios clinicos y sus afirmaciones tedricas, ninguno de ellos tiene en mente el mismo ambito que Jung traté de abar- car con su concepto. Pero comenzar el libro con la teoria del si mismo de Jung podia tener el efecto de extraviar al lec- tor, tanto histérica como conceptualmente, El concepto no cs solamente la caracteristica més fundamental de su teo- ria, es también su coronamiento. Resulta entonces necesaria tuna cierta preparacién para llegar a aprehender su alcance y su importancia. Para Jung el s{ mismo es trascendente, lo cual significa que no esté definido ni contenido por el émbito psfquico. Mas 201 bien yace mas allé de este y, en un sentido importante, lo de- + fine. Es este punto sobre la trascendencia del sf mi hace que la teoria de Jung sea diferente de aqué tedricos del si mismo como Kohut, por ejemplo. Paradéjica- ‘mente, para Jung el simismo 10 es uno mismo. Es més que la propia subjetividad y su esencia se encuentra més allé del &m- bito de lo subjetivo, El simismo establece el terreno que man- comuna al sujeto con el mundo, con las estructuras del Ser. } Enel si mismo, el sujeto y el objeto, el yo y el otro, estén uni- dos en un campo de estructura y energia comiin. Espero po- der poner de manifiesto que ese es el punto mas prominente con lo que a continuacién presento en este capitulo. EL Sf MISMO EN LA EXPERIENCIA DE JUNG Antes de comenzar la discusién sobre Aion, el texto central de Jung sobre la teoria del si mismo, me parece que seria sil que el lector tuviera una impresién de lo que fue la expe- riencia original de Jung que habria de llevarlo a postular la existencia del si mismo. Su teoria emergié y fluyé a paitir de esa experiencia. Elselato del propio Jung sobre su primera y gran expe- riencia del sf mismo la ubica en el periodo entre 1916 y 1918, Durante esos tiempos dificiles de su vida hizo el gran des- cubrimiento de que en el fondo, la psique yace sobre una estructura fundamental y que dicha estructura es eapaz de soportar los impactos del abandono y de la traicién que amenazan con destruir la estabilidad mental y el equilibrio emocional de un individuo, Jung descubrié un patzén pro- fundo, y en su mayor parte inconsciente, de unidad e inte- gridad psicolégica. Para Jung, la experiencia del si mismo —el més imperso- nal de todos los arquetipos— tivo un caracter de gran dra matismo. Una experiencia que se abrié camino a través de su agitaciéa y sus luchas internas y puso fin a un periodo de su vida durante el eual se pregunt6 con frecuencia si estaba a punto de extraviarse en una selva psiquica. Jung no disponia de mapa alguno para orientarse mientras avanzaba a tientas por una jungla de enredadas emociones, ideas, recuerdos ¢ imagenes, En su autobiografia se refiere a ese periodo como el de la «confrontacién con el inconsciente>.' Para el mo- mento de este gran descubrimiento, Jung estaba bien embar~ cado en lo que hoy en dia Ilamamos crisis de la mitad de la vida. Tenia alrededor de cuarenta y un aos, habia termi- nado su relacién con Freud unos cinco afios atris padecien- do momentos de desorientacién emocional ¢ incertidumbre profesional de los cuales comenzaba a recuperarse paulati- namente. Refitiéndose a la primera parte de ese periodo de mitad de la vida (1913-1916) lo describe como el momento en que descubris el mundo interior, el anima, a pluralidad de las imagenes y fantasias inconscientes. A lo largo de esos afios de exploracién interios, llev6 un registro de sus suetios, fantasias y otras experiencias importantes en un documento muy detallado ¢ ilustrado que lleg6 a ser conocido como «Red Book» (Libro Rojo). Mientras, luchaba por dilucidar las imagenes y las emociones que se le venian encima desde el inconsciente, comprender cémo estas podian encajar y {qué sentido podian tener. Recurrié a pricticas como la res- piracién yoga para lograr mantener su equilibrio emocional. Gaando sus emociones amenazaban con destruir su equili- brio y su salud psiquica, recurria ala meditacién, ala terapia de grupo, a la imaginacién activa y al dibujo para poder cal- riiarse. Como terapeuta de si mismo, desarroll6 técnicas (que luego habria de utilizar con sus pacientes) para mante- ner estable su consciencia del yo en medio de esta avalancha dee material proveniente del inconsciente. ‘Ahora, a medida que continuaba su observacién, escu- chando y registrando sus experiencias internas, se abria mas hacia el extremo arquetipico del continuo pséquico y hacia el 1, Jung, Memories, Dreams, Reflections, pp. 170-199, 203 mundo del espfritu con el cual se funde. Después de haber pasado varios afios en el enivel del anima», comenz6 a en- trar en un territorio que le revelé el arquetipo del si mismo, el gran arquitecto de la totalidad y del orden psiquico. Este descubrimiento del sf mismo, narrado en su autobiografia, se produjo a lo largo de un periodo de varios aitos. Primero ocurrié el peculiar incidente del tintineo del tim- bre, Jung relata que un domingo por la tarde en 1916, mien- tras se encontraba sentado en la sala de su casa en Kiisnacht, comenz6 a percibir una atmésfera cargada de emociones. Los miembros de su hogar parecfan estar tensos e irascibles. El no entendia por qué, pero el aire parecia estar cargado. con la presencia de figuras invisibles. De repente, soné el timbre. Jung fue a abrir la puerta y se encontré con que no habia nadie alli. Sin embargo, la campanilla del timbre se es- taba moviendo visiblemente. E] jura que la vio moverse. jMotu proprio! Cuando la empleada pregunté quién habia tocado el timbre, Jung le dijo que no sabia, puesto que no habfa nadie en la puerta. El timbre volvié a sonar. Esta vez a empleada también vio que la campanilla se movia. Jung no estaba alucinando. Entonces escuché las siguientes pala- bras que se le insinuaban: Los muertos regresaron de Jerusalén, donde no hallaron lo que buscaban. Me pidieron permiso para entrar y solicitaron la ense- anza de miy asi yo les enseiié..? Jung decid escribir esas palabras. Y Megaron mis: id: yo comienzo en la Nada. La Nada es lo mismo que la Pleni- cud, En a infinitud hay tanco leno como vacto, La Nada esta vacfa ylllena, Vosotros podriais igualmente decir otra cosa de la nada, por ejemplo, que es blanca o negra, o que no existe o que existe. A la Nada o lo Pleno los llamamos PLEROMA,> 2, Ibid, p.378. 3. Ibid, p.379. 204 Durante los dias que siguieron Jung fue escribiendo, como por dictado, un texto gndstico que hoy lleva por titulo «Sep- tem Sermones ad Mortuos». Estas ensefianzas, entregadas en las palabras y bajo la identidad del antiguo maestro gnés- tico Basilides, son un mensaje que llegé a Jung desde el ém- bito arquetipico de la psique.t De hecho sabemos que ya antes de esta visita Jung se in teresaba mucho por el gnosticismo y que habia lefdo canti- dad de fragmentos de antiguos textos gnésticos, de modo que sin duda alguna existian muchas conexiones con esta ex- periencia visionaria en su propia biblioteca. Sin embargo, esta era una obra nueva, altamente creativa e imaginativa a pesar de su estilo ampuloso de texto religioso, que surgié de manera espontanea desde las profundidades mismas de su propia psique. No se trataba de una cita de memoria; ni si- quiera se puede mencionar la criptomnesia puesto que no ha podido ser encontrada entre los textos clisicos de la gnosis Tampoco habia tratado de escribir intencionalmente en el estilo de los gndsticos. Esta escritura no fue intencional. En retrospectiva es posible ver que este texto, que fue escrito en. ‘unos tres dias, contiene las semillas de muchas ideas que Jung habria de desarrollar en términos mas racionales, inte- lectuales y cientificos durante las décadas proximas, Esa fue una entre muchas otras experiencias psfquicas in~ sélitas que ocurrieron durante esos afios de confrontacién con el inconsciente. En un nivel més mundano, Jung siguié llevando su vida cotidiana y su practica profesional. Ese perio- do coincidié casi exactamente con la Primera Guerra Mun- dial durante la cual Suiza, como pais neutral, se vio aislada de Europa y del resto del mundo. Resultaba imposible via- | jar. Como todos los hombres suizos adultos, Jung formaba parte del ejército —era oficial médico— y le fue asignado el | cargo de comandante en ua campo de prisioneros de guerra 4. El relato de este singular incidence se encuentra en Memories, Dreams, Reflections, pp. 189-191. 205 en Chateau d’Oex, en la parte francéfona del pais. Debia de ser un trabajo administrative més bien tedioso y Jung comen- 26 de manera rutinaria cada mafiana a pasar un fato dibujan- do circulos y elaboréndolos segiin lo que esponténeamente se le ocurria. Después de ese ejercicio se sentia refrescado y dispuesto para el resto del dia. Aquella actividad lo centraba, nos dice en su autobiografia.> Algunos de esos dibujos se convirtieron en pinturas muy claboradas. Tiempo después Jung las comparé ao que los bu- distastibetanos llaman mandalas, imégenes que representan el cosmos, el universo espiritual del practicante budista. (Unos veinte afios més tarde durante su viaje ala India, Jung obser- 6 con gran interés cémo la gente pinta estas imagenes tradi- cionales en las paredes de sus hogares o en los templos, con la finalidad de permanecer en conexi6n con los podetes césmi- cos espirituales o mantener alejadas las influencias nefastas y las fuerzas malignas.) Jung se dio cuenta de que estaba repro- duciendo un patrén arquetipico subyacente que tiene que ver con poner orden en las cosas. Paulatinamente, esa experiencia Jo Mev6 a la conclusién de que sia un proceso psiquico que se despliega de forma espontinea se le da seguimiento hasta su fin l6gico y se le permite expresarse plenamente, se logra en- tonces alcanzar la meta del proceso, a saber: la manifestacién de imagenes universales de orden y de unidad. El mandala es un simbolo universal que expresa la intuicién de una totalidad ordenada. Para dar nombre al factor arquetipico que opera en la psique a fin de producir esa meta y ese patrén, Jung escogié el término «si mismo, basandose en los upanisad de la India y su designacién de la personalidad més alta, el atman. Bsa experiencia de dibujar y elaborar mandalas permaneceria para Jung como la experiencia central del si mismo, que emergia lenta, vivencial y esponténeamente en la consciencia. Finalmente, en 1927, Jung dejé registro de un sueiio que representé para él la culminacién de su comprensién del sf 5. Op. cit, pp. 195-197, 206 mismo. (Aun cuando la intensidad de su crisis habfa finali- zado en 1920, las secuelas se prolongaron hasta 1928 cuando Jung tenia cincuenta y dos afios.) Durante toda la década de ‘sus Cuarenta afios, Jung vivid en una suerte de limbo psico- légico, muy intenso y profundo al principio y luego cada vez menos. Al final cavo un sueiio en el cual se encontraba , en la ciudad inglesa de Liverpool. Caminaba por las calles con un grupo de amigos suizos durante una noche de lluvia, cuando de pronto Iegaban a una interseccién que tenia la forma de una rueda. Varias calles desembocaban alli en for- ma radial y en el centro de la interseccién se hallaba una pla- za. Mientras todo estaba oscuro alrededor, la pequefia isla central resplandecfa con mucha luz. Alli habia un arbol so- litario, un magnolio cubierto de flores rojas. Al parecer sus compafieros no veian el hermoso 4rbol, pero Jung estaba maravillado por su belleza. Afios mas tarde interpreté este suefio reconociendo que le habia sido ofrecida una visién del centro, del si mismo, una imagen de suprema belleza que se encuentra en Ia «fuente de la vida» (Liverpool). A partir de esta experiencia del suefio, eseribe, esurgid en mun primer atisbo de mi mito personal>.* En este pasaje clave, Jung de- clara que el si mismo es el centro de su mito personal. Mis tarde en su vida lo concibié como el arquetipo primordial (el Uno) del cual derivan todos los demés arquetipos e image- nes arquetipicas. El si mismo es el centro magnético de todo el universo psicolégico de Jung. Su presencia mueve la agu ja de la brijula del yo hacia el verdadero Norte. LA DEFINICION DEL. Sf MISMO ELABORADA POR JUNG Pasando ahora de la experiencia personal del si mismo vivida por Junga su teorfa, algunos comentarios podrén preparar el camino para la discusién del texto clave sobre este tema, Aion. 6. Tid, p. 199. 207 Los escritos de Jung sobre el si mismo se encuentran espar- cidos a lo largo de su Obra completa, en los volimenes y en- sayos publicados después de 1925 (ei affo en que Jung cum- plié cincuenta aiios), y entre todos ellos el que mas enfoca el tema es Aion. Este ensayo fue publicado en 1951 y, segin el parecer de los editores del volumen, es «una larga monografia sobre el arquetipo del si mismo». El subtitulo que lleva, Con- sribucién a los simbolismos del si mismo, refierelo mismo. El titulo del libro fue tomado de la antigua religion mitrdica, en Ja cual Aion es el nombre de un dios que gobierna por encima del calendario astrol6gico y por ende por encima de te mismo. El titulo, entonees, sugiere un factor que rasciende ef continusom espacio-tiempo que rige la consciencia del yo, Los cuatro primeros capitulos de Aion funcionan como breve introduccidn general ala psicologia de Jung, cubriendo Jos conceptos de yo, sombra y anna y animus, con un pri- ‘mer pase relativo a la teorfa del si mismo. A partir de alli pasa a discutir muchas representaciones simbdlicas del si mismo, principalmente en la tradicién biblica y en las «herejias» rele vantes como el gnosticismo y la alquimia. La obra concluye con una gran recapitulacién te6rica en el capitulo final lama- do ,’ En este lugar del texto, Jung introduce ela coxalidads, un término equivalente al si mismo, Hablando en términos pricticos la totalidad es el resultado cuando el si mismo se realiza en la consciencia. De hecho, esto no es del todo posible de lograr, debido a que las polaridades y los opuestos que residen en el si mismo estén constantemente ge- nerando nuevo material que ha de ser integrado. Sin embar- g0, la practica de la totalidad de manera constante y regular es el eamino hacia el si mismo, la versin de Jung de lo que seria vivir en tao. «Aunque “la totalidad” no parece ser, en prime- rainstancia, sino un concepto abstracto (lo mismo que el ani- mus y el anima), tiene carécter empfrico en cuanto se halla an- ticipada en la psique por simbolos esponténeos 0 auténomos. Estos son los simbolos de la cuatermidad y del mandala, que aparecen no solo en los suefios de hombres modernos, caren- tes de toda nocién acerca de ellos, sino también en monu- ‘mentos hist6ricos de muchos pueblos y épocas».* Los simbolos del si mismo determinan el enfoque de Aion. En la perspectiva de Jung son ubicuos y autéctonos (es decir, innatos y esponténeos) y son entregados a la psique através de la regién arquetipica psicoide, desde el arquetipo per se. El si mismo, una entidad trascendente, no psicoldgi- ca, actiia sobre el sistema psiquico para producir simbolos de totalidad, a menudo una cuaternidad o imagenes de man- dala (cuadrados y circulos). «Su significacién como simbo- los de la unidad y la totalidad esta suficientemente corrobo- rada tanto por la historia como por la psicologia empirica 7. Jung, Collected Works, vol 9/3 pars. 57-58. 8. Tbid, par. 59 209 Lo que empieza a aparecérsenos como un concepto abstrac- to representa en realidad algo empiricamente existente, que anuncia de modo espontineo su presencia 4 priori. Por lo tanto, la totalidad consticuye un factor objetivo, que se pre~ senta al sujeto de manera auténoma».? En este pasaje, Jung continia describiendo una jerarquia de entidades en la psique. Asi como el anima o animus «tie ne una posici6n jerarquica més alta que la sombra, asi la to- talidad asume una posicién y un valor superiores a los de la Sicigia»."" En el nivel més inmediato se encuentra la sombra, por encima de esta, el anima 0 animus —Ia Sicigia— se exi- ge como una autoridad y poder supetior. Como regente de todo el gobierno psiquico se encuentra el si mismo, la auto- ridad suprema y el mis alto valor: «Unidad y totalidad se si- tian en el nivel més alto de la escala objetiva de valores, pues sus simbolos ya no se pueden diferenciar de la imago Dei».!* Jung sostiene que cada uno de nosotros lleva dentro de sila imagen de Dios: la marca del si mismo. Llevamos la marca del arquetipo: typos significa «sello acuiiado en una mone- da» y arche significa «la copia original o maestra>. Cada in- dividuo humano es portador de una impresién del arquetipo del si mismo. Este es un hecho dado e innato. Puesto que cada uno de nosotros esta sellado con la imaa~ 0 Dei en virtud de nuestra condicién de humanos, estamos también en contacto con la «unidad y totalidad (quel se si- tian en el nivel mas alto de la eseala objetiva de valores». Cuando es necesatio, este conocimiento intuitive puede acu- dir en nuestra ayuda: «La experiencia ensefia que los manda- las individuales son simbolos de orden, los cuales, por eso, aparecen en pacientes principalmente en periodos de des- orientaci6n o de reorientacién psiquica».'? Cuando la gente 9, Ibid 10, (bid, UL, Ibid, par. 60. 12, Ibid 210 dibuja 0 suefia esponténeamente con manda, esto sugiere al terapeuta que existe una crisis psicolégiea en la conscien- cia. La apavicién del simbolo del sf mismo indica que la psi- que necesita ser unficads, Esa fue la experiencia personal de Jung, Durante sus momentos de mayor desorientaci6n co- menz6 esponténeamente a dibujar mandalas. Cuando el sis- tema psiquico corre el peligro de fragmentarse, el si mismo genera simbolos compensatorios de totalidad. Es este el pun- to en el cual el arquetipo del sf mismo interviene en un es- fuerzo por unificar la psique. La emergencia de simbolos de unidad y de movimientos de integracién en el sistema psiquico suele ser una marca de la accién del arquetipo del si mismo. La tarea del si mismo parece ser la de mantener la integridad del sistema psiquico y mantener su equilibrio, La meta es la unidad. Esta unidad no ¢s estitica sino dindmica, como tendremos oportunidad de observar en el préximo capitulo sobre individuacién. El sistema psiquico se unifica al aleanzar mayor equilibrio, interaccién e integracién, La influencia de si mismo sobre la psique como un todo se reflejaen la influencia del yo sobre Ia consciencia, Al igual que el sf mismo, el yo también tiene como funcién el centrar, ordenar y unificar, y su meta es la de equilibrar e integrar funciones en la medida de lo posible, dada la existencia de los complejos y las defensas. En el ea- pitulo 1 hablé del yo como el centro de la consciencia y el lugar de la voluntad. El yo tiene la capacidad de decir «yo» y «yo sy» 0 «yo pienso» o «yo quiero». En otra etapa, se ‘vuelve una entidad psiquica consciente de s{ misma capaz de decir no solamente «yo soy» sino también «yo sé que soy>. Puede darse el easo, aunque uno no puede saber con certeza que el sf mismo también sepa que es. Acaso el arquetipo posee una consciencia de sf mismo? gAcaso sabe que es? Jung. deseubrié lo que él considers ser una suerte de cons- cin en fos arquetpos. Cuando ls imdgenesarquetpes| invaden el yo, por ejemplo, y se apoderan de él, poseen una ‘yor, una identidad, un punto de vista, un conjunto de valo- | res. Pero acaso existe un percatarse de sf en la unidad ar~ quetipica misma? Existe un mito que apunta enféticamente hacia algo semejante, Cuando Moisés confronté a Dios en la zarza ardiente y le pregunté: «¢Quién eres?», la voz arque- tipica le respondié: «Yo soy el que soy». Sea cual sea el signi- ficado teoldgico de esto, parece demostrar la existencia en el arquetipo de una consciencia que reflexiona sobre sf misma. Jung postulé la existencia de una relacién privilegiada en- treel yo y el si mismo, Puede ser que el s{ mismo tenga la for- ‘ma mis alta de consciencia de sy la comparta con el yo, que a ‘su vez. muestra esta propiedad con mayor fuerza en las regio- nes mas familiares del mundo psiquico. Debido a esta cone xién intima entre el yo y el s{ mismo, es posible postular que, de hecho, el s{ mismo es una imagen del yo, una especie de su- pra yo o ideal del yo. Sin embargo, Jung quiso hacer hincapié en que habia descubierto algo psicoide —semejante a lo psf quico pero no estrictamente solo psiquico— que existe en un mbito que se encuentra més allé de la psique misma, algo que afecta al sistema psiquico por medio de sus imagenes, sus con- tenidos mentales, sus ideas mitolégicas y a través de experien- cias reveladoras tales como la de Moisés en la zarza ardiente 0 al recibir los Mandamientos en el monte Sinai, pero ese algo no es un producto del yo ni de las construcciones sociales. siMBOLOs DEL sf MISMO Si bien el libro entero esta dedicado al si mismo, Aion tiene dos capitulos que tratan especificamente este tema. El prime- 10 de estos, el capitulo 4, que acabamos de tratar, es intro- ductorio. Por otra parte, el capitulo final del libro constituye tal vez la declaracién mds Sofisticada y més completa de Jung, sobre el Smisfto. Elabora allf un comentario entrelazado de l6s'Simbolos del gnosticismo, la astrologia y la alquimia que se han hilado a través de las manifestaciones de la cultura oc~ cidental a lo largo de los dos iltimos milenios. Dicho capitulo comienza con una referencia al si mismo como arquetipo subyacente a la consciencia del yo. La cons- ciencia del yo es el punto de la voluntad individual, del per- catarse y de la autodeterminacién. Su funcidn es la de cuidar al individuo y mantenerlo en vida. El yo —segiin lo describ en el capitulo 1 de este libro— es un complejo que se orga- niza alrededor de un centro dual, un trauma y un arquetipo (el si mismo). Para hablar del si mismo, Jung pasa a enume- rar una gran cantidad de imagenes posibles del mismo.” Al- gunas son imagenes que se manifiestan en sueiios o fantasias, otras aparecen en las relaciones e interacciones con el mun- do. Estructuras geométricas, tales como el circulo, el cua~ drado y la estrella, son ubicuas y frecuentes. Estas pueden aparecer en suefios sin lamar particularmente la atenci6n: personas sentadas a una mesa redonda, cuatro objetos distri- buidos en un espacio cusdrado, el mapa de una ciudad, un hogar. Los ntimeros, en particular el mimero cuatro y los iiltiplos de cuatro, indican estructuras cuaternas. (A Jung no le gustaba mucho el mimero tres, al que veia como una expresidn solo parcial del si mismot el tres «debe entenderse Como una cuaterna defectuosa 0 como un estado de transi- in a la cuaternidad»." En otros pasajes se muestra més po- sitivo con respecto al tres y a la trinidad, pero fundamental- mente los considera como una mera aproximacién teérica 2 Ja totalidad que omite el elemento concreto y terrenal re- querido por la totalidad.) Otras imagenes del si mismo son las piedras preciosas, como los diamantes y los zafiros, piedras que representan un valor alto y raro. Sin embargo, otras representaciones del si mismo incluyen castllos, iglesias, vasijas y contenedores ys Por supuesto, la rueda, que tiene un centro y Fayos que irradian hacia fuera y terminan en un borde circular. Las fi- guras humanas que son superiores a la personalidad del yo, 13, Ibid, pars, 351-357. 14, Ibid. pa. 351. 213 como pueden ser los padres, tos, reyes, reinas, principes y princesas, también son posibles representaciones del sf mi mo. También existen imagenes de animales que simbolizan el si mismos el elefante, el caballo, el toro, el 050, el pez y la serpiente. Son animales totémicos que representan el propio clan o pueblo. El colectivo es més grande que la personali- dad del yo. El simismo también puede representarse mediante imige- nes organicas, tales como Arboles y flores, ¢ imagenes inorgé- rnicas como las montafias y Tos lagos. Jung menciona también elfalo como un simbolo del si mismo. «En casos en que se re- gistra una subvaloracién de la sexualidad el si mismo se sim- boliza como un falo, Tal subvaloracién puede consistir en una represién comin 0 en una desvalorizacién abietta. Esta thti- ima puede aparece, en ciertas personas diferenciadas, como una concepcién y apreciacién puramente bioldgica de la sexuali- dado." Jung critica la actimad excesivamente racional de Freud que hace demasiado énfasis en la sexualidad. Esto condujo a Jung a adoptar una actitud mistica hacia ese instinto. El si mismo contiene opuestos y «tiene carécter para- déjico, antinémico [amoral]. Es varén y hembra, anciano y nifio, poderoso ¢ indefenso, grande y pequefio. [También , hubiera podido afiadir bueno y malo.) Es igualmente posible | que la aparente paradoja no sea sino un reflejo de los cam- | bios enantiodrémicos de activud de la consciencia, tan pron- to favorable como desfavorable a la totalidads.* En otras palabras, la forma en Ja cual se representa el sf mismo esta influenciada por la actitud consciente del individuo que la toma en consideracién. Los cambios de actitud de la cons- ciencia podrian acarrear cambios en las catacteristicas del simbolo del si mismo. ‘A medida que avanza hacia su declaracién sumaria, Jung comienza a dibujar diagramas del si mismo con los cuales 15, Ibid par 387. 16, Tid, par 355, 214 espera poder aclarar su punto de vista. Los diagramas en los parrafos 390 y 391 de Aion son tentativas de resumir una gran cantidad de material. Es algo poco usual en Jung el he- cho de expresar su pensamiento en diagramas, pero en este «caso esta intentando aleanzar un nivel de complefidad e inte- ligibilidad que puede estar mas allé de la capacidad de com- prensién humana. El primer diagrama muestra lo que podria Hamarse un corte transversal de los niveles del si mismo. Anchropos Chrintes yp Disbolas Rotondaoe Cada nivel esté edificado por un cuaternario y cada uno de estos representa la complejidad y la totalidad en ese nivel. La imagen de los cuatro cuaternarios, que estan apilados en un orden que asciende de polos materiales hacia polos espiritua- les en un continuo, expresa la integridad y la totalidad Lo que desde un punto de vista aparece como un cuater- nario, desde otro Angulo resultan ser figuras tridimensiona- les de seis puntas que se anexan unas a las otras por los ex- tremos. “Antheopos (Adén elevade) ram postivs Jethro superior Zipporah prudente Moises elevido ‘Hombre (Adin iaferon) A) El cuaternario del Anthropos Sombra Miri negativa Jethro inferior Mujer eiope Moisés, hombre carnal Serpiente B) El cuaternario de la Sombra Cada una de estas pirémides dobles y tridimensionales com- parte un punto en comtin con Ia que se encuentra encima y debajo. Tal como estén ordenadas en una columna de cua- tro, hay una linea que las divide por la mitad —la linea Christus-Diabolus por encima de la cual se encuentran los cuaternatios del Homo y el Anthropos y por debajo de la 216 cual quedan los cuaternarios del Lapis y del Rotundum. EL cfrculo en Ja posicién del Homo permite ubicar la posicién de la consciencia del yo, Directamente encima de esta se eri 8¢ el cuaternario del Anthropos, una expresién de totalidad ideal en el nivel espiritual, simbolizada por el Anthropos BnOstico © Adin elevado, una figura ideal. Jung afirma que a era histérica actual, es decit los tltimos dos mil afios, co- menz6 con un énfasis en este cuaternario espiritual. El Hoi bre era considerado un ser espiritual a imagen del ideal es ritual cristiano proyectado sobre una figura histérica, Jesis de Nazaret, La metamorfosis de Jestis en el Cristo fue el re- sultado de la proyeceién sobre esta figura, por parte de todo un conjunto de personas, del propio ser espiricual superior (Anthropos) en cada uno de ellos. Por debajo del circulo de Homo (consciencia del yo) se en- ‘Cuentra un cuaternario que representa la sombra del que esta Por encima, Este reposa sobre el circulo de la Serpiente. Este «simismo inferior» refleja oscuramente el «si mismo superior» que esté arriba. Hay figuras de sombra que ocupan cada uno de los cuatro puntos del cuaternario (el Jethro inferior en opo- sicién al Jethro superior, etcétera). Jung lo llama el cuaternario dela Sombra, Corresponde punto por punto al cuaternario del Anthropos ubicado por encima y representa una expresién menos idealizada de la misma totalidad, Después dela Sombra Ja trayectoria continda hacia abajo: del espivitu al instinto y atin mas abajo hacia la materia misma. El punto de la Serpien- te significa la base de la Sombra y la conecta al mundo material. La «sombram es la personalidad inferior, cuyos niveles més bajos son imposibles de distinguir de la caracteristica instinti- va de los animales. Esto conecta nuestra totalidad espiritual ‘deal con nuestra naturaleza animal biol6gica. Un individuo que no esté conectado conscientemente con este custernario es alguien que vive en Ia cabeza, en un Ambito de ideales inte- lectuales y espirituales que tiene poco que ver con la realidad dela vida cotidiana o con el estrato biolégico de la existencia, Por otra parte, en un individuo que se identifica y vive princi- ay palmente desde el cuaternatio de la Sombra, la consciencia es- tard limitada al nivel de la existencia animal: la supervivencia del individuo (alimentacién) y de la especie (sexualidad), un estado de subdesarrollo espiritual y moral. La serpiente simboliza el s{ mismo en su més fuerte y evidente paradoja. Por un lado, representa todo aquello que es «viperino> en Ja naturaleza humana: la sangre fria de instintos basicos de supervivencia, laterritorialidad, lo fisico is bisico. Por otro lado, simboliza la sabiduria del cuerpo y de los instinios: consciencia somética, intuiciones viscera les, conocimiento instintivo, La serpiente ha sido tradicio- nalmente un simbolo paradéjico, que hace referencia tanto a Ja sabiduria como al mal (0 a la tentacién de hacer el mal). Por consiguiente, la serpiente simboliza la més extrema ten- sién entre los opuestos dentro del si mismo. Sexpiente Hiddeket Eufrates Lapis C) Bl cuaternario del Paraiso Continuando hacia abajo, el cuaternario del Paraiso repre- senta un descenso hacia el nivel de los procesos materiales orgénicos. Los seres humanos compartimos este nivel no so- lamente con los animales sino también con las plantas, Esto se refiere al hecho fisico de que la vida orginica esté organi- 218 zada alrededor de la naturaleza del étomo de carbén y sus propiedades. La quimica orginica es la disciplina cientifica que estudia de manera sistematica este nivel de la existencia humana. Por debajo de este se encuentra el cuaternario del Lapis, que seria la base fisica absoluta del ser. En ese nivel, los elementos quimicos y las particulas atémicas deben lo- grar una suerte de unidad y de organizacién, interaccionan- do de tal forma que se produce una criatura estable capaz de mantener un equilibrio fisico suficiente para la vida en los niveles orgénico, psiquico y espiritual. Lapis Agua Aire Terra Fuego Rorandum D) El cuaternario del Lapis Este nivel, que subyace a la psique y al cuerpo orgénico, pasa hacia el reino de lo inorginico llegando hasta el nivel mole- cular. Cuando la estructura del si mismo llega al nivel del Rotundum, esta ha aleanzado el nivel de la pura energia, que pasa a través del nivel atémico al nivel subatémico y més alli, El Rotundum, dice Jung, es una idea trascendental abs- tracta: la idea de la energia. La psique propiamente dicha ha quedado atrés en la Kinea Christus-Diabolus, es decir en el cuaternario de la Serpiente. Dicha linea es equivalente a la frontera psicoide en la cual la 219 psique se funde con la materia. Aun cuando la serpiente es algo psiquica, 0 casi psiquica, por ser de sangre fra representa una ‘energia que dista mucho de la consciencia del yo y dela volun- tad personal. Muestra movimiento y un cierto tipo de cons- ciencia, pero muy alejada de la consciencia humana del yo, La serpiente representa el sistema nervioso aut6nomo. Existe una sabidurfa en el cuerpo, sin embargo, la consciencia del cuerpo solo puede alcanzar ser eida e interpretada por el yo, através de meras chispas de la misma, Por otra parte, el cuerpo puede ser responsable de algunos suefios. La ambigiiedad de la ser- piente como simbolo deriva ya sea de la ambivalencia del yo ante la serpiente —porque estamos apegados al nivel superior del Anthropos, 2 nuestros ideales, y por ello estamos en con- flicto con los instintos de nuestro cuerpo— ya sea dela capaci- dad que tiene ese simbolo de despertar el miedo de perder con- tacto con los niveles més altos de la consciencia, lo cual podria ser destructivo. El nivel de la serpiente es creador de conscien- cia y en eso se representa el proceso de psiquizacién. La penetracién a través del nivel inorgénico conduce ha- cia el nivel de la energia pura, algo que ha sido descubierto también por la fisica moderna. Esto ocurre cuando el movi- miento contintia a través de la materia hasta llegar finalmente al punto en que se disuelve en pura energia. Pero la energia es intangible. De hecho, es una idea, una abstraccién, un con- cepto utilizado para describir algo que no puede ser observa- do directamente, aunque puede ser medido por sus efectos. La energia psiquica, como vimos en el capitulo 3, es para Jung la fuerza vital, la vitalidad que invertimos en nuestros proyec- tos, el interés que sentimos por la vida y por los demas, Se tra- ta de una fuerza con la que hay que contar, como bien sabe aquel que ha padecido su ausencia durante una depresién cli- nica. Es una fuerza que mueve montafias, pero también es fie- bulosa e insondable. Vemos entonces que el descenso a través, de los estratos de psique desde los mis altos niveles de las ideas, los ideales y las imagenes a través de lo concreto de la existencia del yo y de la realidad del cuerpo, para pasar a la 220 composici6n quimica y molecular de nuestro st fisico, con- uve Finalmente a la energia pura y nuevamen’s al reino de Jas ideas, que es el mundo del nows, de Ja mente, del espiritu. ‘Ash, Jos cuaternarios se tocan en sus cextremos de espiritu Y materia. Jung dibujé esto como una circulacién dindmica: “Anthropos-Retundum Lapis Homo Serpens Las flechas se mueven en un circulo ys eventualment®r dl anthropos y el Rotandum se vuelven 2 wn en lacima. gx sf MIswo COMO MISTERIO CENTRAL PETA PSIQUE ‘Al eer Ia obra de Jung, resulta evidente que la unidad y la Fr —r———_—C“ ® tora au mito persona. Pero es un mito que Jong traté de arraigar en la evidencia concreta y en 18 teorfa, Dicho més aevectanente, ia eeoria del sf mismo —el concep de que soererram ented erascendente que gobienna la psigie desde Se T——— fue un vacdig utlizado por Jung para dar fe de fenémenos psicold- ices bésicos tales como el aparecer esponténeo delos circu~ aan Jos o mandalas, el funcionamiento autorregulador de la psique en lo que dl llamé «compensaciéne, el progresivo desarrollo de la consciencia a lo largo de una vida en lo que él llamé sindividuacién», y la existencia de numerosas polaridades evidentes en toda vida psicolégica que forman estructuras coherentes y generan energfa. Jung ha sido criticado por al- gunos tedlogos conservadores, quienes le reprochan haber transformado al si mismo en un concepto de Dios y luego haber adorado el altar que él mismo ered. Jung responderia a semejante acusacién aduciendo que, como cientifico empi- rico, él no hacia mas que observar hechos y tratar de expli- car su existencia y sus relaciones. Para Jung, el concepto del si mismo ofrecia la mejor explicacién que él podia prover para uno de los misterios centrales de la psique: su creativi- dad aparentemente milagrosa, sus dinémicas centradoras, y sus profundas estructuras de orden y coherencia El sistema psiquico como un todo est constituido por suchas partes. Los pensamientos ¢ ideas arquetipicas se en- cuentran en un extremo del espectro, las representaciones de Jos impulsos e instintos se encuentran en el otro extremo y, entre ambos, descansa una inmensa cantidad de material personal tal como los recuerdos olvidados y luego rememo- rados y todos los complejos. El factor que reordena todo ese sistema y que lo vincula en su totalidad es un agente invisi- ble llamado el «sf mismo». Es lo que crea el equilibrio entre Jos diversos factores reuniéndolos en una unidad funcional. El si mismo es el centro y reine las partes. Pero esto lo hace desde una distancia considerable, como el sol que influye en 1a 6rbita de los planetas. Su esencia yace mas alld de las fron- teras de la psique. Es psicoide y se extiende hacia regiones que superan la experiencia y el conocimiento humano. En ese sentido, Jung diria que el si mismo es infinito. Al me- nos, en base ala evidencia empitica, no podemos decir dén- de se encuentran sus confines. Hasta alli habria de llegar Jung ¥ asi nos lo dice en su autobiografia, pero no cabe duda de {que recorvi6 una tremenda distancia 2a 8 La emergencia del si mismo (Individuacién) = [Ahora que hemos desplegado ef mapa del alma trazado por Jone, estamos preparades para eeflexionar sobs" Ja travesia psicolégica emprendida por ese versitovio en el transeurso rae cide individual, Mis de una vez, he hecho mencin al se deseroll psicolégico en los diferentes capieos de pe be sips asec 00 enc are ™”-——— aan ersajoudaacisn, Las personas se desserollan de muchas 2 ee ey larg de sus vides y pasen pot muchos cambios tn mndltiples niveles. La experiencia total de integridad que aaaicnetia una vida —la emergencia del sf mismo ea lsc euctura psicoldgicay en a consciencia— fue ‘conceptualiza- da por Jung y la denomine individuaci6n rel conczpto de individuacin que elabor6 Jung et4 par sialmente becado en la observacion comin de que Is gente rece y se desarrolla en el transcurso de los secanta cochenta rrr” sociedades sree nals, isicamence, e nave como infantes, e alean74 Ieinfaneia, para entrar en la adolescencia y en la primera edad ries El pice del desarrollo fisico sue llegar en el periodo ve nrddolescencia tarda y la primera edad adults, y el creci- see fisien se completa mas 0 menos alrededor de [ose soiree. Un cuerpo sano, para ese momentos esté vibeante Y a en plena capacidad de reproducirse biologicamente y de en- frentar las tareas heroicas de esfuerzos y de resistencia que se requieren para lidiar con el mundo fisico. Fisicamente se ha egado a la plenitud en este momento, aunque los mifsculos puedan ser ulteriormente desarrollados y las habilidades fisi- cas puedan perfeccionarse y pulirse. Después de la mitad de la treintena el declive y el deterioro de la funcidn corporal se convierten en un factor importante. Uno tiene que conservar y proteger el propio cuerpo y tener euidado de no someter- Jo a demasiado esfuerzo porque se corre el riesgo de dafarlo més alld de toda posibilidad de reparacién. A medida que se entra en la mitad de la vida, los cambios y desarrollos fisicos gue van ocurriendo no suelen ser bienvenidos y pueden ser causa de una considerable ansiedad, Las arrugas, los vientres y senos caidos, los achaques y dolores en las articulaciones se convierten en cotidianos recordatorios de nuestra condicién de mortales. A la edad adulta y la mediana edad le sigue in- cevitablemente la vejez que puede durar mucho o poco. En nuestros dias se considera que la vejez comienza a los seten- ta afios. En este siglo es muy probable que llegue a ser nor- mal vivir hasta los cien o ciento veinte afios. El deterioro sico se acelera durante ese periodo tardio. El cuerpo crece, madura, envejece y se deteriora en el transcurso de toda una vida, El crecimiento y el deterioro fisicos estén fun- damentalmente regidos por programas genéticos que, en la teoria psicolégica de Jung, se encuentran en interfaz con pa- rones arquetipicos. Cada estadio de la vida esté sostenido y apuntalado por un conjunto de imagenes arquetipicas que le dan forma alas actitudes, conductas y motivaciones psicol6- gicas. El recién nacido, por ejemplo, llega al mundo prepara do para desempeiiar su papel, constelizando actitudes y con- ductas maternas adecuadas en la persona que lo atiendé, al sonrefs, arvullar, chupar y en general hacerse querer. Al mis- mo tiempo (si todo marcha bien) la madre esté preparada para asumir su responsabilidad y su papel de cuidar y nutri asu bebé. El par madre-infante describe un patrén arquetipi- 0 224 co de fantasia y de interaccién humanas que es primordial y ‘que tiene un gran valor para la supervivencia. Para cada etapa de la vida existen semejantes constelaciones de instinto y ar~ quetipo, que se manifiestan en patrones de Ja conducta, del sentir y de la ideacién, BL ARCO DE VIDA PSICOLOGICA Jung fue el primero de los que llegaron a ser lamados tedricos del arco de vida psicolégica. En contraste con aquellos que suponen que las caracteristicas més importantes del desarro- lo psicolégico y del caracter se forman durante la infancia y !a nifiez y que no hay nada de mayor importancia que pueda cocurrir después de esa etapa, Jung vio el desarrollo como algo continuo y consideré las oportunidades de desarrollo psico- légico ulterior como una opcién para todo ser humano en cualquier edad, incluyendo la mediana edad y Ia vejez. Esto no quiere decir que Jung haya minimizado el desarrollo tem- prano y no cabe duda de que presté gran atencién alos rasgos heredados y a las tendencias de la personalidad. Sin embargo, Ja expresién y manifestacién plena de la personalidad se toma toda una vida para desplegarse. El sf mismo emerge poco a poco a través de las muchas etapas del desarrollo descritas por Jung y por otros tedricos tales como Erik Erikson, Para Jung, el desarrollo psicolégico sigue el ca desarrollo fisico hasta un cierto punto. Se puede dividir en una primera y una segunda mitad de la vida. En un articulo corto pero de gran influencia en la evolucién de nuevas ideas y que lleva por titulo «The Stages of Life» («Las etapas de la vida»), describe esta trayectoria del desarrollo utilizando la imagen del sol que nace por la mafiana, alcanza el zénit al me- diodia ¥ desciende durante la tarde para llegar al ocaso al fi- dia.’ Esto corresponde mas 0 menos al patrén de lo ino del 1. Jung, Collected Works, vol. 8, par. 778. fisico, pero Jung afiade que existen diferencias importantes muy particularmente en cuanto se refiere a la segunda mitad dela vida, Al comienzo, surge la consciencia como el amane- cer a medida que el yo del infante sale de las aguas del in- consciente y su crecimiento, su expansién as{ como su com- plejidad y fuerza crecientes coinciden con el crecimiento y desarrollo del cuerpo fisico que lo alberga. A medida que el ‘cuerpo crece, el cerebro madura y la capacidad de aprendiza- je se desarrolla y se expande, el yo también desarrolla su fuerza y su capacidad, Un primer paso consiste en estable- cer la diferencia entre el cuerpo individual y los objetos del mundo circundante, Esto ocusre en paralelo a la separacién de la mattiz inconsciente interior. El mundo se vuelve mas concreto y real y deja de ser simplemente el receptor de bur- das proyecciones. Comienzan a hacerse y a observarse las distinciones. El individuo comienza a moverse répidamente hacia la adquisicién de una capacidad de funcionar como ente separado, con capacidad de controlarse y controlar su ambiente en medida razonable, y de contener los afectos y el flujo de pensamientos segtin lo exige la norma social de con- ducta, El yo aprende, de manera natural y esponténea, a ma~ nipular su entorno para asegurar su supervivencia en la cul- ura dominante y lograr beneficios personales. Comienza a desatrollarse una persona. El yo del nifio y del joven sanos esti muy ocupado elaborando su propio mundo al desarro- lar su confianza en si mismo y su capacidad de contar consi- 50 mismo en los términos que le ofrecen las circunstancias de su nacimiento. La adaptacién basada en imagenes arquetipi- cas tales como la unidad madre-infante y el ulterior patrén de separacién y conquista por el héroe, se produce en rela- | cidn con las circunstancias, cualesquiera que estas sean. Even- tualmente, si todo sale bien, os individuos lograrsn liberarse de la dependencia de sus familias de origen; serin capaces de reproducirse y de criar a sus hijos en un ambiente célido y protector creado por los individuos mismos; y podran des- empeiiar un papel en el mundo adulto de la sociedad en la 226 cual existen, Internamente formaran una estructura de yo y tuna persona que estardn basadas en el potencial arquetipico y en las tendencias tipolégicas, El principal proyecto de des- arrollo de la primera mitad de la vida es el desarrollo del yo y de la persona hasta legar al punto de viabilidad individual, adaptacién cultural y responsabilidad adulta en la crianza de los hijos. Como se logra esto y qué aspecto concreto adquiere de- penden en gran medida de la familia, del nivel de extraccién social, dela cultura y del momento histérico en que el indivi- duo nace. Estos factores habran de influenciar y dar forma a muchos de los detalles en las diferencias de desarrollo entre varones y mujeres, ricos y pobres, orientales y occidentales. Esos mismos factores también habran de dictaminar de algu- 1na manera los tiempos para la asuncidn de roles y responsa- bilidades. Sin embargo, lo que es universal y por ende arque- tipico es que toda cultura espera y exige del joven individuo la adaptacion y el desarrollo del yo. En todas las culturas Ja imagen del héroe y de la heroina son elevados y mostrados como ideales, El héroe es una imagen ideal de alguien que lo- gran desarrollo del yo tal que los hombres han de emularle y adh patrén en las mujeres, En algunas sociedades, se considera que el desarrollo del yo y de la persona han sido completa- dos, para fines précticos, en el momento en que se llega a la plenitud de la adolescencia, en otras sociedades (como las s0- ciedades modernas que parecen tener requisitos de instruc- cidn interminables) puede que este desarrollo no se alcance hasta casi entrada la mediana edad. rarle; a herofna es una imagen que provee el mismo INpivipuaci6N Jung utiliz6 el término . Jung observ con elaridad cémo ocurria eso.en una larga serie de sueios: «Estos actos de pensacin aparentemente separados se ordenan a si mismos en.una especie de plan. Parecen andar juntos y en el semtido mis profundo estar subordinados a una meta comiin [..J a este proceso inconsciente que se expresa esponténeamente en l simbolismo de una larga serie de suefios le he dado el nom- bre de “proceso de individuacién”»? También podriamos aplicar esta misma regla al desarrollo psicolégico en general. ET inconsciente compensa la consciencia del yo durante todo elarco de vida y de muchas maneras: mediante los lapsus, los olvidos o revelaciones milagrosas; provocando accidentes, desastres, amores apasionados y golpes de suerte inespera- dos; generando ideas inspiradas y nociones sin fundamento que conducen al desastre. En ese despliegue de una vida que Jung llama individuaci6n, la fuerza motriz es el sf mismo, y por medio del cual surge en la vida consci iduo es la compensaci6n. Esto es igualmente ci tanto en la primera como en la segunda mitad de la vida. 1La segunda mitad de la vida implica un movimiento di- ferente a aquel que se observa en la primera mitad. En esta segunda fase de la individuacién, el acento del patron no re- cae en la necesidad del yo de separarse de sus origenes y dé sus identificaciones con el ambiente, sino mas bien en la uni- ficacién de la personalidad en un todo. En alguna ocasién, Jung habl6 del «retorno a las madres» como metéfora para decir que cuando el desarrollo del yo llega a su climax en la mitad de la vida ya no tiene sentido continuar en la buisque- da de las mismas viejas metas. De hecho, algunas metas que ya han sido alcanzadas comienzan a ser cuestionadas en cuanto a su valor y esto conduce a una re-evaluacién de lo que ha sido logrado y a cuestionarse dénde yace el significa- do ulterior de la vida.’ La vida es mas que ese abrirse camino 2. Tbid, par. 550. 3 Jung, op. cits pa. 769, 230 en el mundo con un yo y una persona sélidos y bien estruc- turados. «Ya he pasado por eso, ya se cémo es» son expre- siones que resumen el estado de snimo del que ha llegado a la mitad de la vida. ¢¥ ahora qué? El sentido yace en otra par- tey la energia psiquica cambia su curso. Ahora la tarea con- siste en unificar el yo con el inconsciente que contiene la vida no vivida del individuo y su potencial no realizado. Este desarrollo en Ia segunda mitad de la vida seria el signi- ficado junguiano clasico de la individuaci6n: convertirse en lo que uno potencialmente ya es, pero ahora més profunda y ms conscientemente. Esto requiere de la fuerza facilitadora de los simbolos que revelan contenidos del inconsciente que descansaban en la oscuridad haciéndolos accequibles para la consciencia. El yo. cin, mayor de la personalidad por sus propios esfuerzos. Necesita un angel que lo ampare. EI mismo Jung no dedied mucho tiempo a considerar los asuntos de la primera mitad de la vida después de su ruptura con Freud, él sentia mucho més interés por personas como Ja mujer de ciitcuenta y tres afios que describe en «A Study in the Process of Individuation» («Un estudio del proceso de individuacién»).* La gran mayorfa de sus pacientes eran adultos de ese tipo. Sin padecer de enfermedades mentales graves, sin necesidad de tratamiento médico u hospitalario, habiendo dejado atras ya las ctapas tempranas de sus vidas, estas personas se acercaban a Jung en biisqueda de sabidur y direccién para llevar adelante su desarrollo interior. Esto no quiere decir que algunos pacientes no fueran neurdticos 0 necesitados de ayuda psicolégica, pero no eran los 65 pacientes psiquidtricos. En efecto, Jung preferia trabajar con individuos cuya estructuracién del yo y cuyos afios de crianza ya hubieran pasado y cuyos desarrollos de la prime-| ri'thitad de la vida ya hubieran tenido lugar. Ahora se pre- sentaba la oportunidad de dedicarse a la segunda gran fase 4, Jung, Collected Works, vol 9/1, pp. 290-354 a del proceso de individuacién, al emerger més explicito del si mismo en la COnseiéneia, £1 método utilizado por Jung para ayudarlos en ese complejo proyecto es lo que se ha llamado anilisis junguiano. : Elcambio y el desarrollo psicol6gico son en cierta medi- da mis sutiles en la edad adulta y en la vejez que el desarro- llo durante la primera mitad de la vida. Uno debe observar muy cuidadosamente y a niveles muy profundos para poder percibir este proceso en la gente. Por ejemplo, el padre de mi mejor amigo de la infancia, a la edad de ochenta y nueve afios habia envejecido considerablemente desde la tltima vez que yo Jo habia visto treinta afios antes. Obviamente es- taba llegando al final de su vida, Sin embargo, a pesar de los considerables cambios visibles en su cuerpo, su «persona», su sentido del humor y su personalidad no parecian haber cambiado mucho asi que, desde esa perspectiva, me result6 tan familiar y tan reconocible como siempre. Cuando lo vol- via ver después de tantos afios, inmediatamente senti que lo conocia, Para mi, su personalidad, tal como podia yo verla y experimentarla, permanecfa intacta e idéntica. Mientras su energia probablemente habia disminuido con respecto a lo que fue, todavia tenia suficiente para poder compartir una conversacién animada sobre los tltimos modelos de sus au- toméviles preferidos. Seguia siendo mas o menos la misma persona que siempre fue aun cuando su cuerpo se habia en- cogido y estaba més débil ¢Habia habido algin desarrollo en su psique durante sus atios adultos después de los cincuenta? ¢Hlabian cambiado sus actitudes? ¢Realmente lo conocia yo bien? Lo conoci siendo un nifio y luego no lo vi mas, de modo que solo tenfa de él la visién de un nifio. Conocfa su persona, pero eso era todo, En toda apariencia, su persona habia permanecido intacta. Pero como bien sabemos, hay mucho més en la psique que la per sona, Sin embargo, atinque la persona no cambie zse produce un cambio més profundo? zAcaso es un cambio tan sutil que no lo podemos ver sin efectuar entrevistas exploratorias e in- 232 terpretativas? Tal vez su consciencia se hubiera desarrollado tremendamente y mucho més allé de donde se hallaba cuando yo lo conoci hace tanto tiempo, pero yo no lo podia ver. Jung se resistia a aceptar la nocién de que la trayectoria psicoldgica es idéntica a la fisica, que parece mostrar solo deterioro du- rante la vejez. ¢Acaso existen compensaciones psicolégicas que sobrepasan el deterioro fisico y dan fe de un patrén dile- rente? LAS CINCO ETAPAS DE LA CONSCIENCIA Para asir mejor esta cuestién del desarrollo de la consciencia durante la segunda mitad de la vida, podemos aplicar algu- ‘nos parametros generales de medicién. Jung describié cinco etapas de desarrollo de la consciencia;* que voy a resumir y comentar un poco. Podemos utilizarlas para medir y evaluar el desarrollo de la consciencia en los nifios y también en los adultos de edad avanzada, La primeta'etapa esté caracterizada por la participation ‘mystique, un téemino tomado por Jung del antropdlogo francés Lucien Lévy-Bruhl. La participation mystique se re- fiere a una identificacidn entre la consciencia del individuo y el mundo que lo rodea, sin percatarse de que se encuentraen ese estado; la consciencia y el objeto con el cual uno se iden- tifica son misteriosamente una sola y la misma cosa. En ese momento no hay consciencia de la diferencia que existe en tre uno mismo con sus percepciones por un lado y el objeto ién por el otro lado. En cierta medida, la gente per- manece en este estado de participation mystique durante toda su vida. Por ejemplo, algunos se identifican de esa ma- nera con sus automéviles. Cuando el automévil presenta un problema, su propietario se siente enfermo, se resfria 0 le duele el estémago. Estamos inconscientemente unidos al 5. Jung, Collected Works, vol 13, pp. 199-201, | | mundo que nos rodea. Eso es lo que Jung llamé participa tion mystique. La mayoria de la gente esta conectada con su familia, por lo menos al comienzo de la vida, por una participation mys- tigue que esta basada en la identficacin, la introyeccién y la proyeccién, Estos términos describen la misma cosa: un entremezclarse de contenidos internos y externos. EI nifio es literalmente incapaz de distinguir el punto en que deja de ser aly comienza a ser su madre. El mundo del infante esté alta- mente unificado. En ese sentido, la primera etapa anuncia la etapa final: la definitiva unificacién de las partes en un tod Sin embargo, al comienzo se trata de un todo inconsciente mientras que al final el sentido de totalidad es una realidad consciente, ~ En la’ segunda etapa de la consciencia las proyeccioi se hacen mis localizadas, Después de las proyecciones ma- sivas de la primera etapa, comienzan a aparecer en la cons- ciencia ciertas distinciones entre uno y otro. El nifio se per- cata de ciertos lugares en los que su propio ser fisico choca con objetos externos y comienza a observar cosas y a reco- nocer diferencias entre él mismo y otros y entre él mismo y los abjetos que estan en el mundo que lo rodea. Paulatina~ mente, esta diferenciacién entre uno mismo y el otro, entre Jo interno y lo externo, aumenta y se afina. Cuando existe tuna buena diferenciacién sujeto/objeto y cuando uno mis- mo y elotro resultan claramente distintos, la proyeccién y la participation mystique cambian. Esto no quiere decir que la proyeccién haya sido superads, sino solo que se ha vuelto mas localizada, enfocada en unos pocos objetos y yano en el mundo entero. Algunos objetos del mundo resultan ahora claramente ms importantes e interesantes que otros porque son los que reciben la proyeccién y la inversién de libido. Mami, el juguete preferido, los objetos brillantes en mo- vimiento, las mascotas, pap, otras personas se vuelven es- peciales, elegidas y distintas. Asf, a medida que procede el desarrollo consciente, se produce Ja diferenciacién y la 234. proyeccién se fija en figuras especificas. Considerando que las proyecciones caen en lo desconocide, el mundo ofrece multitud de oportunidades para continuar el proceso de proyectar a lo largo de toda una vida Los padres son los primeros portadores de proyecci6n y Jos nifios inconscientemente proyectan sobre ellos la omni- potencia y la omnisciencia. Estas son lo que Jung llamé pro- yecciones arquetfpicas. Los padres se vuelven dioses, investi- dos con poderes que se suelen atribuir a lo divino. «jMi papé puede hacer cualquier cosa! jEs el hombre més fuerte del mundo!», «Mi mamé lo sabe todo y puede hacer milagros. jAdemds me ama incondicionalmente!», El impacto del dar- se cuenta de que los padres no lo saben todo y estén lejos de ser dioses suele ocurrir en los afios de la adolescencia y, en- tonces, durante un tiempo los padres no saben nada de nada (otro tipo de proyeccién). También se lanzan proyecciones | sobre los hermanos; esta es la raiz de la rivalidad entre her- manos y dela dinémica competitiva y a veces enredada que se observa en las familias. Los maestros y la escuela misma tam- bién son receptores de muchas proyecciones. Son muchas las figuras de nuestro entorno que se vuelven portadoras de pro- yecciones en la segunda etapa de la consciencia. Esto le otor- g2.alas instituciones y a algunas personas el poder de formar y moldear nuestra consciencia, llendndola con sus conoci- tientos y opiniones y, asi, van paulatinamente reemplazando nuestra experiencia personal con opiniones, visiones y valo- res colectivos. Este es el proceso de aculturacién y de adapta- cidn que ocurre durante la infancia y la adolescencia. Enamorarse y contraer matrimonio son instancias que se basan tipicamente en proyecciones masivas del anima y el animus, que a su vez conducen directamente a tener hijos Y criarlos, una etapa durante la cual los nifios se hacen por- tadores de una proyeccién del nifio divino. Al igual que la) primera etapa, la segunda etapa nunca se deja atrés comple- tamente. Mientras uno siga siendo capaz de sentirse encan- tado, de sentir la ilusién de la aventura y el romance, con la as disposicién a arriesgarlo todo por una profunda conviccién, ‘uno contintia operando desde la proyeccién sobre objetos coneretos en el mundo. ¥ para muchos, el desarrollo de la consciencia se detiene en esta etapa, Semejantes individuos continéan haciendo proyecciones masivas de caracteristicas positivas y negativas de la psique en el mundo que les rodea y siguen respondiendo a las imagenes y fuerzas de la psique como si estas se encontraran en los abjetos externos y en las dems personas. Si el desarrollo de la consciencia sigue su curso —lo cual puede ocurrir cuando una ntiéva fase de desarrollo cogniti- vo conduce a la capacidad de alcanzar un nivel de abstrac- cidn relativamente libre de concrecién— uno se percata de que ciertos portadores de proyeccién no son idénticos a las proyecciones que han sido depositadas en ellos. Puede darse que los individuos que han cargado con las proyecciones apa- rezcan y se dejen ver fuera de la proyeccién con el resultado de que se les «desidealiza», En esta etapa el mundo pierde gran parte de su ingenuo encanto. Los contenidos psiquicos proyectados se vuelven abstractos y comienzan a manifes- tarse como simbolos y como ideologias. La omnisciencia y la omnipotencia dejan de ser atribuidas a seres humanos y esas Gualidades se proyectan sobre entidades abstractas tales como Dios, el Destino y la Verdad. La filosofia y la teologia se hacen posibles. Los valores supremos adquieren la fuerza muminosa que fuera una vez atribuida a los padres y a los maestros. La Ley o la Revelacién o las Ensefianzas son in- vestidas con proyecciones arquetipicas y el mundo cotidia~ no concreto se vuelve relativamente libre de proyecciones dando lugar a una interaccién neutral. En la medida en que se alcanza esta etapa de consciencia, el individuo se vuelve menos vulnerable al miedo ante enemigos y fuerzas malig ras, Uno deja de temerle a las represalias por parte de los enemigos humanos porque Dios tiene el control. © bien se considera que uno puede manipular y tomar control del mundo de forma racional porque este obedece a las leyes de 236 Ja naturaleza y esté libre de espiritus y demonios que po- dsfan disgustarse con una autopista por aqui o una edifica- cién por alld, Parece que uno deja de chocar con uno mismo y deja de sentir tan directamente el dolor de lo que le esté haciendo al objeto. La respuesta espontinea y empitica al sufrimiento entre las criaturas del mundo y a la destruccién del mundo navural se reduce considerablemente cuando la dicotomia «uno mis- ‘mo/objeto ha llegado a este punto. Para muchos esto no pa- rece ser un adelanto sino més bien una disminucién de la consciencia. Pero hay que reconocer que las reacciones emo- cionales de empatia manifestadas en las anteriores etapas del desarrollo estin fundamentalmente basadas en la proyeccién y tienen poco que ver con una evaluacién objetiva de lo que le sucede al objeto. Cuando se retiran las proyecciones que han sido colocadas en el mundo de los objetos concretos, los lide- res politicos y los idedlogos carisméticos pueden crear abs- tracciones en forma de ideas, valores o ideologias al proyectar en ciertos conceptos el valor mas alto y el bien supremo. En base a estos valores, uno puede desarrollar un conjunto deim- perativos y deberes que ocuparin el lugar de las relaciones emocionales naturales y espontaneas que las personas menos conscientes suelen tener con el mundo. En lugar de empatia inconsciente basada en Ia participation mystique 0 en la pro- yeecién, se adoptan reglas que dictaminan cudles son nuestros deberes. Por ejemplo, uno hace lo que es correcto ecolégica- mente, no desde el sentimiento sino desde el deber, no porque tuno se desgarre de dolor por la destruccién del mundo natu- ral sino debido a un imperative moral que ordena que hay que clasificar a basura o quemar menos carburantes. ‘En esta tercera etapa de la consciencia —que a mi modo de ver es la que alcanz6 el padre de mi amigo, dado que era ‘un hombre religioso en el sentido tradicional— sigue habien- do proyecciones de material inconsciente, Pero estas proyec- ciones dejan de efectuarse fundamentalmente en personas y casas para ser colocadas en principios, simbolos y ensefian- 237 zas. Por supuesto, estas proyecciones siguen siendo conside- radas como «reales» en un sentido casi concreto. Dios real- mente existe en alguna parte. El 0 Ella es una personalidad precisa e indudable y asi sucesivamente, Mientras uno siga creyendo que un Dios real nos castigara 0 nos recompensaré cen el mas als, esto indica un nivel de consciencia de la terce- sa etapa, Simplemente se ha trasladado la proyeccién del pro- genitor humano a una figura mis abstracta, mitolégica. La cuarta etapa representa la extincién fadical de las pro- yeeciones, inclusive en forma de abstracciones teolégicas ¢ ideol6gicas. Esta extincién conduce ala creacién de un «cen- tro vacio» que Jung identifica con la modernidad. Es el xhom- bre moderno en biisqueda de su alma>.* El sentido de alma —de gran significado y propésito en la vida, de inmostali- dad, de un origen divino, un «Dios interior»— es sustitui- do por valores utilitarios y pragmiticos. ;Funciona? Esa és Ja pregunta fundamental. Los humanos llegan a verse a si mismos como piezas de una gigantesca maquinaria socio- econémica y sus expectativas y deseos de encontrar senti- , do y significado se reducen a migajas. Uno se conforma con | momentos de placer y con la satisfaccién de deseos maneja- "les. ;O uno se deprime! Los dioses ya no habitan los ciclos /y los demonios se han convertido en sintomas psicol6gicos ¥ desequilibrios de la quimica cerebral. El mundo ha sido despojado de contenidos proyectados. Ya no quedan héroes, ya no hay villanos; los humanos se vuelven realistas. Los principios solo son relativamente vélidos y los valores son vistos como derivados de normas y expectativas culturales. Todo lo cultural parece haber sido manufacturado y carecer de todo sentido inherente. La naturaleza y Ia historia son vis- tas como el producto del azar y el juego aleatorio de fuerzas impersonales. Aqui se llega a la actitud y a la tonalidad afec- tivadel individuo moderno: laico, ateo, tl vez levemente hu- 6. Modern Man in Search of «Soul ( es el término maestro que describe la meta del proceso de individuacién, y es la ex- presién del arquetipo del si mismo en la vida psicolégica. Jung sefiala que la via hacia el inconsciente se encuentra inicialmente en las emociones y los afectos. Un complejo ac- tivo se da a conocer al perturbar el yo con un estado emocio~ 9, Jung, Collected Works, vol 13, pars. 248-249, 10. Jung, Collected Works, vol 10, pp. 437-455, AL, Jung, Collected Works, vol. 9/1, pp. 275-289. 12, Ibid, pp. 290-354. 244 nal, Esta es una compensacién proveniente del inconsciente y oftece un potencial para el crecimiento, Eventualmente,si- gue diciendo Jung, esos trastornos afectivos pueden ser ras- treados hasta sus raices primordiales en el instinto, pero tam bién pueden conducir hacia imagenes que anticipan el futuro. Jung plantea un punto de vista finalista, un movimiento ha- cia una meta, Para poder acercarse ala totalidad, los sistemas conscientefinconsciente deben ser puestos en relacién uno con otro: «l.a psique esta constieuida por dos mitades incon- gruentes que al unirse forman un todo». Mas adelante pre- senta un método prictico que la gente puede utilizar para proceder a unir las mitades dispares de la psique. Jung se refiere a lo que antes describi como los occiden- tales en la cuarta etapa, quienes «creen en Ia consciencia del yo y en lo que llamamos realidad. Las realidades del clima del norte son tan convincentes que nos sentimos mucho me- jor ctiando no las olvidamos, Para nosotros tiene sentido preocuparse por la realidad. Por ende nuestra consciencia ° yoica europea se inclina a tragarse el inconsciente y, si esto no resulta factible, tratamos entonces de suprimirlo. Pero si comprendemos algo del inconsciente, sabemos que este no puede ser tragado. También sabemos que es peligroso supri- mirlo, porque el inconsciente es vida y esta vida se vuelve en contra de nosotros si la suprimimos, tal como ocurte en la neurosis»."* La neurosis esta basada en un conflicto interior que garantiza la unilateralidad: se reprime el inconsciente y un individuo termina en un atolladero, energético. Cuando Ia energfa se utiliza para un arco de actividades tan estrecho ¥ para activar las defensas contra el inconsciente que ha sido excluido, muichas de las posibilidades que tiene la vida para Ja totalidad y la satisfaccién quedan negadas. A menudo un inidividuo se siente extremadamente aislado, su vida se vuel- ve estéril e incluso puede Hegar a detenerse. «Consciente ¢ 413, Ibid. pas. 520. 14, [bid par. 221 inconsciente no forman un todo cuando uno de ellos ha sido suprimido y dafado por el otro. Si han de enfrentarse, per- mitamos al menos que sea una pelea justa con iguales dere- chos por parte y parte. Ambos son aspectos de la vida: La onsciencia deberia defender su razén y protegerse, y ala vida cadtica del inconsciente deberia dérsele una oportunidad de salirse con la suya también —hasta donde podamos tolerar- lo—. Eso significa a la vez-un conflicto abierto y una cola- boracién abierta. Esa, evidentemente, es la manera en que deberfa ser la vida humana. Es el viejo juego de estar entre el yunque y el martllo: entre estos el paciente hierro se va for- jando en un todo indestructible, en un “individuo”»."* {Forjar un todo indestructible entre el yunque y el marti- Ilo! Esta viva imagen nos habla de la naturaleza del proceso de individuacién tal como lo concebfa Jung. Fundamentalmente no se trata de un apacible proceso de incubacin y erecimien- 10, 6 més bien un vigoroso conflicto entre opuestos.'Lo que ‘uno gana al asumir la tarea de enfrentar el conflicto entre persona» y «sombra», por ejemplo, o entre el «yo» y el an ‘ma, es el «temple», ese conocimiento que se adquiere a través de la experiencia del encuentro (Auseinandersetzung, como lo llam6 Jung) entre consciente e inconsciente. «Esto es a gran- des rasgos lo que yo entiendo por proceso de individuacién. Tal como su nombre indica, es un proceso} un curso de des- arrollo que surge del conflicto entre dos hechos psfquicos fundamentales [lo consciente y lo inconsciente)>."* ESTUDIO DE UN CASO DE INDIVIDUACION Enel segundo ensayo, «A Study in the Process of Individua- tion», Jung nos ofrece mis detalles coneretos acerca del pro- ceso de individuacién, cuando menos en sus primeras fases 15, Ibid. par 522. 16. Ibid, par. 523 246 durante la segunda mitad de la vida. En este estudio, describe ‘una paciente de cineuenta y cinco afios de edad que llega a trabajar con él en andlisis tras haber regresado a Europa pro- veniente del extranjero, Blla es una «hija de papa, muy cul- tay con una excelente educacién, No est casada, «pero vivi6 con el equivalente inconsciente de un compafiero humano, en otvas palabras el animus [..] en ese vineulo caracteristico que a menudo se observa en las mujeres con una formacié académica».” Jung esté hablando aqui de una mujer moder~ na, Obviamente este era para él un caso fascinante y a la vez didéctico. No se trataba de una madre tradicional y ama de casa que necesitaba desarrollar su intelecto y st lado espiti- tual (desarrollo del amines) en la segunda mitad de su vida, lo cual era la manera en que habitualmente Jung concebfa la in- dividuacién de la mujer. Esta mujer, en cambio, tenfa un con- siderable desarrollo intelectual y una carrera, Pero estaba identificada con lo masculino y se hallaba en una bisqueda para descubrir algo acerca de su madre escandinava y su ma- dre tierra. Esta mujer queria contactar con el lado femenino de su personalidad que, para ella, permanecia inconsciente. De hecho, en los afios subsiguientes muchas mujeres de ese tipo habrian de acudir a Jung para ser tratadas. Esta pa- ciente se asemeja a muchas mujeres de hoy en dia, quienes, habiendo colocado la formacién académica por delante de la fundacién de una familia y la erianza de los hijos, terminan persiguiendo sus carreras hasta el punto en que tener hijos se convierte en un espejismo en vias de desaparecer. Sin embar- g0, para 1928, esta era una mujer bastante inusual. La paciente comenz6 a dibujar y a pintar. No era una ar- tista entrenada, lo cual constitufa una ventaja para el anilisis porque asi se le permitia al inconsciente expresarse de wna manera més directa y espontanea. Esta paciente comentaba que sus ojos querian hacer una cosa pero su cabeza queria hacer otra y que ella permitié que sus ojos levaran la batu- 17, Ibid, par. 525. 1a, indicando asi que el nuevo centro de consciencia que es- taba emergiendo poseia una voluntad propia. Asi queria que fuera y no de otra manera, y ella podia dejar que sucediera, Geschenlassen («dejar que suceda») es la maneta de capturar al inconsciente en accidn. Jung no interpret6 activamente el significado psicolégico de sus dibujos y pinturas, sino que as bien participé en el proceso al estimular ala mujer para que «dejara que sucediera» segiin lo deseara su inconsciente. ‘A menudo ni siquiera entendia lo que los dibujos querfan decir més allé de su contenido manifiesto. El selimitaba aes- timularla para que se quedara con eso, Paulatinamente, se empez6 a ver una historia que se desplegaba, un desarrollo que se sucedia, y a su debido tiempo mostré su propésito. El cuadro 1"* muestra a la paciente en su situaci6n inicial: ilustra la condicién de encontrarse psicol6gica y evolutiva- mente atascados. El cuerpo de una mujer engastado en una roca est obviamente intentando liberarse. Esta es la condi- cidn de la paciente para el momento en que comienza su an: isis. El cuadro 2 muestra un rayo que golpea la roca y separa tuna piedra redonda de entre las otras, Esta piedra representa el nticleo central de la mujer (el si mismo). Jung comenta que este cuadro representa al si mismo desprendiéndose del in- cconsciente: «El reldmpago ha liberado de la roca la forma es- férica y de esa manera ha provocado una suerte de libera- cidn».” La paciente asocié el relémpago con su analista. La ttansferencia ha comenzado a tener ese efecto profundo en su personalidad. En el drama, Jung esta representado por el re- lampago que es ala vez el elemento masculino en la persona lidad de la paciente que hace impacto y fertliza Més adelante en el texto, Jung habla de sf mismo como un portador de proyeccién para la funcién inferior de la pa- ciente, [a intuicién. «La funcién “inferior” [..J [tiene] el sig- nificado de una funcién liberadora o “redentora”. Sabemos 18. Las hermosas reproducciones 2 color de esta sere se encuentran en Collected Works, vol. 9/t partir de lap. 292 19, Ibid, pac 538. 248 por experiencia que la funcién inferior siempre compensa, complementa y equilibra la funcién “superior”. Mi peculia- ridad psiquica hace de mi un adecuado portador de proyec- cin en este aspecto».2® Como portador de las proyecciones de la paciente, las palabras y la presencia de Jung se vuelven compensatorias de su consciencia ala vez que aparecen muy exageradas en su poder y eficacia. Ella lo veria como un ge- niio de la intuicién, alguien que todo lo sabe y todo lo en- tiende. Cuando existe una fuerte transferencia, este es el tipo de cosas que le sugiere al paciente. Fue, entonces, la intui cién de Jung la que tava el impacto de un relimpago sobre la paciente y provocé un efecto tan profundo. Debido a que esaes también la funcién inferior de la paciente, «entia ines- peradamente en la consciencia, como uti reKimpago, y oca~ sionalmente con consecuencias devastadoras. Empuja al yo de un lado y abre espacio para un factor supraordinado, la totalidad del individuo».” Ese cuadro representa entonces al yo que esti siendo apartado y al si mismo haciendo su aparicién. La roca que se desprende no representa el yo de esa mujer sino mas bien a su «si mismo». E] relimpago libera el potencial para la totali- dad que hasta ese momento habia permanecido encerrado en clinconsciente. «Este si mismo siempre estuvo presente, pero dormido».” El considerable desarrollo del yo de esta mujer habia dejado atrés el si mismo y ella se habfa quedado atasca~ daen las adaptaciones de la «persona» y en una identificacién con el complejo del padre y con el animus, las «rocas» de su ciadro, Era necesario que se liberara de esas identificaciones. La posibilidad de contactar y de estar més conectados con el si mismo, el meollo del proceso de individuacién, debe ser li- berada del inconsciente y, en este caso, esto sucede por la ac~ cin del relampago terapéutico. Con razén Jung dijo que la transferencia es crucial para el buen resultado de la terapia. 20, Pid. 24, Ibid. 22. Ibid. Antes de comenzar sus comentarios sobre el tercer cua deo, que es decisive en la serie, Jung dice al pasar que «el ter- cer cuadro [...] aporta un motivo que apunta sin lugar a dudas hacia la alquimia y de hecho fue para mi el estimulo definiti- vo que me llevé a efectuar un estudio meticuloso de los tra- bajos de los antiguos adeptos».» Esta es una declaracién ex- traordinaria vista a la luz del hecho de que Jung pasara buena parte del resto de su vida estudiando alquimia con pasion y en profundidad. El cuadro 3 ilustra «e] momento de un naci- miento —no de la que suefia sino del si mismo—». Es la imagen de una oscura esfera azul que flota libremente en el espacio, un «planeta en el hacerser.”* Es esta Ia aparicién de lo que la paciente llamé su «verdadera personalidad», y en el momento de pintar ese cuadro sintié que habia aleanzado el punto culminante de su vida, un momento de gran libe- racién.» Jung asocia esto con el nacimiento del sf mismo” € indica que la paciente se encuentra aqui en el punto de rea- lizacién consciente del si mismo cuando «la liberacion se convierte en un hecho que se integra a la consciencia.»®* En el cuadro 4 hay un cambio significativo en la esfera. Ahora aparece cierta diferenciacién: est dividida en . El secreto de la existen- cia, es decir de la existencia del stomo y sus componentes, bien puede consistir en un proceso constantemente repetido de rejuve- nnecimientos ya semejantes suposiciones se llega cuando se trata de explicar la numinosidad de los arquetipos.* Anticipando el préximo capitulo, podemos pensar en el si mismo como una entidad césmica que emerge en Ja vida hu- ‘mana y se renueva finitamente durante sus rotaciones a tra- vés de la psique. Probablemente cuenta con los individuos hhumanos para hacerse consciente de s{ mismo, para encarnar en el mundo tridimensional de tiempo y espacio y también para rejuvenecetse y extender su existencia. Subsiste en el uni- verso més alli de la psique. Utiliza nuestras psiques y_el mundo material, incluidos nuestros cuerpos, para sus pro- pios fines y contintia después de que envejecemos y mori- ‘mos. Somos para él un hogar en el que puede emerger y re~ sidit, sin embargo, por nuestro orgullo y por la inflacién de nuestro yo, nos atribuimos demasiado crédito por su genio ysu belleza. 32. Ibid, par. 411 256 e Del tiempo y la eternidad (Sincronicidad) Desde que comenzé a explorar el alma humana y a trazar un mapa de su territorio, Jung se sintié fascinado por lo que ocurria en las fronteras dé la psique. Tal era su temperamento; {e gustaba avanzar mis allé de los confines de lo ya conocido, Su primer estudio importante fue una disertacién sobre los trances de los médium y los prodigiosos relatos de personajes fallecidos narrados por su joven prima Helene Preiswerk. Se trataba de una investigacién psicolégica de la relacidn entre los estados normales y paranormales de la consciencia.’ Los trabajos posteriores sobre asociacién de palabras y la teorfa de Jos complejos estudiaron las fronteras entre las partes cons- cientes ¢ inconscientes de la psique. Penetrando atin més en el territorio del inconsciente, Jung encontr6 otra frontera. Esta se hallaba entre los contenidos personales e impersonales del inconsciente, entre el territorio de los complejos y el de las combinaciones de imagen arquetipica e instinto. En sus ulte- 1 A Jung también le interesaba la evidencta dela existencia de fantas- ‘mas y poltergeists,fendmenos fronterizos sin lugar a dudas.¥ luego se dio sa relacién particular notada por él entre psique (interna) y objeto (ex- terno) como en el «fendmeno de exteriorizacién catalitica» que ocuriié en presencia de Freud cuando escuchacon un fuerte erujido proveniente | de un armario de madera que se encontraba en la biblioteca de su casa Jung relata esto en Memories, Dreams, Reflections, p, 164 257 riores investigaciones sobre el sf mismo, encontré un punto de transgresién en la frontera entre psique y no psique. Pues- to que el arquetipo per se es psicoide y no pertenece estricta~ mente al lado interno de los confines de la psique, hace de puente entre el mundo interno y el mundo externo rompien- do asi la dicotomia sujeto/objeto. En tiltima instancia, esta curiosidad por los confines llev6 a Jung a elaborar una tearfa que intenta articular un sistema particular y unificado que abarca tanto la materia como el es- piritu y constituye un puente entre el tiempo y la eternidad. Esa es la teorfa de la sincronicidad. Como una extensi6n de la teoria del si mismo hacia la cosmologfa, la sincronicidad habla, del orden profundo y oculto y de la unidad de todo aquello que existe. Esta teorfa también revela a Jung el metafisico, una identidad que fue frecuentemente negada por él PATRONES EN EL CAOS Los escasos escritos de Jung sobre sincronicidad exploran el orden significativo en acontecimientos aparentemente alea- torios. Al igual que lo han hecho muchos otros, Jung obser- va que las imagenes psiquicas y los sucesos objetivos estan a veces ordenados en patrones definidos y que esta ordena- in ocurre al azar y no en virtud de una cadena causal de sucesos previos. En otras palabras, no existe una razén cau- sal para que aparezca el patrén. Este ocurre por pura casuali- dad. Surge entonces Ja pregunta: este acontecimiento casual que produce un determinado patron o forma caracteristica ges completamente aleatorio o posee un significado? Las ar- tes adivinatorias se basan en esta idea de que ciertos eventos casuales tienen significado. Un pajaro vuela sobre el lugar en que se encuentran y el adivino le dice al rey que el momento és oportuno para la batalla, O bien tenemos el caso mas complicado del antiguo orsculo chino llamado I Ching, ef libro de las mutaciones. Este oriculo se consulta lanzando 258 unas monedas 6 tallos para determinar un patrén numérico que posteriormente se relaciona con uno. dé sus sesenta y cuatro hexagramas. Al estudiar ese hexagrama, se puede de- terminar un patr6n de significado en los acontecimientos del presente, asi como un patron emergente que ird tomando forma en el futuro. En esto uno puede encontrar un conse jo. Este oréculo esti basado en el principio de la sincronici- dad. Lo que se postula es que existe un orden significativo que subyace al conjunto formado por el resultado casual ob- tenido al lanzar las monedas, una cuesti6n candente y cier~ tos sucesos en el mundo exterior. Aquellos que han probado el J Ching han quedado a menudo sorprendidos por la mis~ teriosa precisién de sus respuestas. :Cémo explicar ese or- den y esos patrones significativos que no han sido creados por causas conocidas? En un 4mbito atin més cercano a la préctica analitica y a 1a teoria psicolégica de Jung encontramos un fendmeno que 41 observé con fascinacién, a saber, que la compensacién psicolégica no ocurre solamente en Ios suefios sino también en ciertos sucesos que no se controlan psicolégicamente. A veces la compensacién proviene del mundo exterior. Un paciente de Jung sofé una vez con un escarabajo dorado. Mientras discurrian en el consultorio sobre ese simbolo oni- rico, escucharon un sonido en la ventana y se dieron cuenta de que una versién local suiza del escarabajo (Cetonia aura te) trataba de entrar a Ja habitacién.? A partir de hechos como este, es posible inferir que la aparicién de imagenes ar~ quetipicas en los suefios puede coincidir con otros aconteci- riitos. Los fendmenos compensatorios cruzan las fronteras comitinmente aceptadas entre sujeto y objeto y se manifies- tan en el mundo objetivo. Una vez mas, lo que constituia un rompecabezas para Jung era lograr explicar esto en su teoria. Estrictamente hablando, semejantes sucesos no son psicol6~ gicos y, sin embargo, tienen una profunda conexién con la 2, Jung, Collected Works, vol. 8, pp. 419-519. 299 vida psicolégica. Los arquetipos, concluye Jung, son «trans- gresores»? es decir que no estin limitados al ambito psiqui- co. Dada esa cualidad de transgresi6n, pueden emerger en la consciencia ya sea desde la matriz psiquica o desde el mun- do cireundante o desde ambos a la vez. Cuando ocurren am- bos al mismo tiempo, se habla de un evento sincronistico. Las referencias al nus mundus (el «cosmos unificado») y.ala nocién (aunque no sea el término exacto) de sincroni- cidad se encuentran esparcidas a lo largo de la Obra comple- 14 asi como en otros escritos menos formales tales como sus cartas, pero Jung no expresé plenamente su pensamiento so- bre este tema hasta muy adentrado en el curso de su propia vida, En 1952, él y el fisico ganador del Premio Nobel, Wolfgang Pauli, publicaron conjuntamente La interpreta- cién de la naturaleza y la psique, que fue un intento de elu- cidacién de las posibles relaciones entre la naturaleza y la psique. Fue algo significative el que Jung publicara su ensa- yo con un cientifico ganador del Premio Nobel y no con un filésofo, un te6logo 0 un mitdlogo. De toda la obra teérica de Jung, esta pieza sobre la sincronicidad esté expuesta a las mas burdas distorsiones. Jung queria evitar ser visto como tun mistico o un chiflado y no eabe duda de que le preocupa- ba particularmente la presentacién de esta parte de su pensa- miento ante el piblico cientifico moderno. El ensayo de Pauli «The Influence of Archetypal Ideas on the Expression of Scientific Theories of Kepler» («La influencia de las ideas arquetipicas en la expresi6n de las teorias cientificas de Ke- pler>), investiga los patrones arquetipicos en el pensamiento cientifico de Kepler y en cierto sentido prepara el camino para la contribucién algo mas audaz. de Jung, el ensayo «Synchronicity: An Acausal Connecting Principle» («Sin- cronicidad como principio de conexiones acausales»).' Este trabajo sobre sincronicidad suma a la teoria psicolégica de 3. Ibid pat 515. 4. Este ensayo'se encuentra en Collected Works, vo. 8, pp. 419-519. 260 Jung la nocién de que existe un alto grado de conexién entre la psique y el mundo, hasta tal punto que las imagenes psi- quicas (que incluyen las semillas de pensamientos cientificos abstractos, como los de Kepler) pueden también revelar ver dades acerca de la realidad en el espejo reflector de la cons- ciencia humana. La psique no es algo que se despliega sola- mente en los seres humanos en forma aislada en el cosmos. Existe una dimensién en la cual la psique y el mundo se en- cuentran en intima interaccién y se reflejan la una al otro. Esa es la tesis de Jung, DESARROLLAR LA IDEA DE SINCRONICIDAD En una carta dirigida a Carl Seelig, periodista suizo y autor de una biografia de Albert Einstein, Jung escribe sobre los primeros indicios de la sineronicidad: El profesor Einstein fue convidado a cenar en mi casa en varias ‘oportunidades [..J. Eran los dias en que comenzaba a desarrollar su primera teorfa de la relatividad. Tratabs, sin mucho éxito, de instilarnos las bases de su teoria. No siendo matemiticos, nosotros, los psiquiatras tenfamos dificultad en darle seguimiento a sus ar- sgumentos. Aun asf, pude entender lo suficiente para quedar fuer~ temente marcado por él. Fue ante todo la simplicidad y lo directo de su genio como pensador lo que me impresioné poderosamente y tuvo una perdurable influencia en mi propio trabajo intelectual sual que del espacio y en su condicionalidad 3. Mas de treinta afios después, ese estimulo me Hlevé a re- lacionarme con el fisico, profesor W. Pauli y a elaborar mi tesis so- bre sineronicidad? La teoria de la relatividad de Einstein debié de cautivar la imaginacién de Jung aun cuando no hubiese logrado com- 5, Jung, Letters, vol 2, pp. 108-109, 264 prender Jos detalles ni Ja comprobacién matematica de la misma. También ¢s interesante resaltar que fueron fisicos fa- mosos los que desempefiaron un papel en la formulacién de esta teoria tanto al comjenzo como al final. Esta asociacién con la fisica moderna le da el contexto adecuado a la teoria ' de Jung de la sincronicidad. La relacién de Jung con las luminarias de la fisica mo- dena es una historia que ain esté por ser narrada en su to- /talidad. Ademis de Einstein y Pauli, también hubo muchas figuras significativas en el campo de la fisica moderna que vivieron en Zurich durante la primera mitad del siglo xx y dieron conferencias o ensefiaron en el Instituto Politécnica de la Universidad, donde Jung fue profesor en la década de 1930, Zurich era un verdadero semillero dela fisica moderna durante esa primera mitad del siglo y hubiese sido préctica- mente imposible ignorar el estimulante fermento creado por semejantes intelectos. Se estaba fomentando la impresién de que la naturaleza de la realidad fisica estaba siendo funda- mentalmente repensada y, muy tempranamente —tal como indica en su carta sobre Finstein—, Jung comenz6 a pensar acerca de las similitudes entre la fisica moderna y la psicolo- gia analitica. El ensayo de Jung sobre sinconicidad fue sin lugar a dudas el resultado de innumerables discusiones con «esa gente durante los treinta afios o més que precedieron su formulacién final y su publicaci6n. Hay que reconocer que la teoria de los arquetipos y del si mismo y la toria de la sincronicidad se combinaron para hilar un mismo tejido de pensamiento. Esta es la visibn uni- ficada de Jung a la cual hicimos referencia en la «Introduc- cién» de este libro. Para caprar todo el alcance de la teorfa del si mismo, esta debe ser considerada dentro del contéx- to del pensamiento de Jung sobre la sincronicidads para comprender su teorfa de la sineronicidad uno debe conocer también su teorfa de los arquetipos, ya que es una razén por la cual pocos psicélogos han seguido la direccién de Jung hacia la teoria de los arquetipos, ya que se vuelve metapsico- 262 légica al punto de la metafisica y son pocos los psicdlogos que se sienten cémodos en todas las areas requeridas para abarcar esta teoria cabal —psicologia, lisica y metafisica— Es de una extensién intelectual que pocos pensadores mo- dernos pueden igualar. Los académicos son particularmente timidos a fa hora de apartarse de los confines de su especia- lidad. La teoria de la sineronicidad aporta a la visibn del si mismo que nos presenta Jung una caracteristica de radical trascendencia més alld del campo de la consciencia y de la las fronteras comiinmente traza- psique;a la vez que des das para separar los ambitos de la psicologia, la fisica, la bio- logia, la filosofia y la espiritualidad. Tradicionalmente, se su- pone que la psicologfa se ha de limitar a lo que ocurre en la ‘mente humana; pero con su teoria del si mismo y de la sin- cronicidad, la psicologia analitica de Jung constituye un reto para esta segmentaci6n arbitraria. Cuando en una ocasién sus estudiantes preguntaron a Jung dénde termina el si mis- mo y cudles son sus fronteras, se dice que su respuesta fue que no tiene fin, que es ilimitado. Para comprender lo que quiso decir con esta observacién es preciso reconocer que él estaba considerando las implicaciones de la sincronicidad en su teoria del si mismo. Jung se sentia comprensiblemente ambivalente con res- pecto aa presentacién de una idea de la magnitud que conlle- va la nocién de sineronicidad, Siempre precavido y conserva- dos, el suizo Jung, por lo general, trat6 de apoyar sus tesis sobre una argumentacién puramente psicol6gica, su area de indiscutible experiencia. Sin embargo, con la teoria de la sin- cronicidad se expuso a la critica. En este caso la psique misma no podia apoyarlo, No obstante, a la edad de setenta y cinco aiios debié de considerar que se habfa ganado el derecho de permitirse este tipo de especulacién cosmol6gica. Bstaba listo para pasar a imprenta una de sus més atrevidas nociones, la unidad del si mismo y del Ser. caso esto dista mucho de de- cit que el si mismo y Dios son uno? Jung se arriesgé a ser vis- to como un profeta 0, peor atin, como un chiflado, 264 SINCRONICIDAD ¥ CAUSALIDAD El ensayo en s{ mismo es dificil y esta ciertamente plagado por un esfuerzo poco acertadoide analizar estadisticamente una investigacién llevada a cabo por un colega con parejas casa- das. En a revisién de la obra me limitaré a las seeciones teéri- «as, Jung comienza comentando la nocién de causalidad y las leyes de probabilidad y al hacerlo observa la endencia huma- na universal de proyectar la causalidad, De manera casi inevi table la gente se pregunta: «Por qué sucedi6?». Uno supone que todo acontecimiento es causado por algo que lo precedi ‘A menudo existe una relacién de ese tipo; sin embargo, oca~ sionalmente puede que no sea asi. En psicologia, por ejemplo, 6s sumamente dificil cerciorarse de la causalidad puesto que nadie puede saber con seguridad qué es lo que causa lo que pensamos, lo que sentimos o lo que hacemos. Existe la moti- vvacién consciente y existe la motivacién inconsciente que proviene de los contenidos e impulsos psiquicos. Existen nu- ‘merosas teorias que intentan explicar causalmente la emo- ci6n y la conducta, pero nuestras proyecciones nos conducen sin lugar a dudas a encontrar més causalidad en el ambito de Jos fendmenos psiquicos de la que realmente existe. También cs posible que atribuyamos a los sucesos causas erréneas y averigtiemos solo mas tarde que nos hemos equivacado. Podemos saltar directamente a la conclusién de que un hombre golpea a su esposa porque de niio él fue golpeado 0 porque con frecuencia presencié la escena de su padre gol- peando a su madre. Se comporta de tal manera debido a sus cexperiencias infantiles, 0 porque sus padres le influenciaron cen ese sentido. «Se parece a su padre» o «Eso se debe a su complejo materno» son afirmaciones que hacemos con gran seguridad en nuestra agudeza psicolégica. Es probable que esta sea una primera aproximacién acertada, pero no cabe duda de que semejante reduccionismo en el anilisis no ago- ta la vasta gama de causas y significados posibles. Existe también una causa final, por ejemplo, que conduce a las per- 264 sonas a hacer algo para aleanzar una meta o pata logear una cierta medida de adaptacién a la vida. Podria ser que ese hombre trate de obtener poder y control sobre su esposa, con la intencidn de lograr mayor dominio sobre su propio futuro. La causalidad psicolégica puede Hevar hacia atrés en la historia o bien hacia adelante, hacia el futuro. Y luego existen los sucesos casuales, como hallarse en el lugar opor- ‘uno en el momento oportuno, Es dificil explicar por qué al- ggunas personas son tan afortunadas o tan desafortunadas y con frecuencia terminamos alabsndolas por cosas que no hi- cieron o culpandolas por cosas que no pudieron evitar. Es casi infinito el espacio pata la proyeccién y la especulacién. Pensamos en términos de causa y efecto porque somos humanos, no porque vivimos en una era cientfica, En cada periodo y en cada cultura, los seres humanos han mostrado tener un pensamiento causal, aunque las causas que se atribu- yen a los sucesos puedan estar en contradiccién con lo que demuestra el conocimiento cientifico. Hoy en dia es probable que se diga que un individuo es un monstruo psicopitico por~ que se abusé gravemente de él cuando era nifio, mientras en la Edad Media se consideraba que fue el Diablo quien lo hizo obrar asi, Las razones que se exponen son diferentes, pero el pensamiento es el mismo. Jung reconoce que desafiar el pen~ samiento causal es ir en contra del sentido comin, entonces epor que habria de hacerlo? Porque existen sucesos que todas las teorias de la caus: len esclarecer. ~ ‘causa-efecto hasta su iilti- ma instancia, Jung descubri6 que la fisica moderna resultaba ser una aliada, puesto que habia descubierto ciertos sucesos y procesos para los cuales no existen explicaciones causales sino tinicamente probabilidades estadisticas. Jung mencio- na, por ejemplo, la descomposicién de los elementos radio- activos. No existe explicacién causal de por qué uno u otro iicleo atémico especifico se descompone en el momento en gue lo hace. Es posible predecir y medir estadisticamente la descomposicién de los elementos radioactivos, y la tasa de 266 descomposicién se muestra constante 216 largo del tiempo, pero no se ha encontrado una explicacién para saber por qué cocurre en el momento y en la manera en que efectivamente ocurre. Simplemente ocurte. Es una de esas cosas que «suce- den asi». El descubrimiento de un suceso que no ha sido | causado abri6 una brecha en el universo causal. No se trata solamente de que la ciencia atin no haya logrado entender cémo funciona la causalidad en este caso, sino mas bien de que en principio la regla de la causalidad no resulta proce- dente. Si existen sucesos que no son creados por una causa {que los precede, zc6mo podemos remontarnos a sus orige- nes? zPor qué ocurren? Qué es lo que da fe de su aconte- cer? ;Se trata de sucesos puramente casuales y accidentales? Jung reconoce que la probabilidad es un factor impor- tantea la hora de explicar muchos acontecimientos. Pero exis- te una serie de sucesos aparentemente casuales en los que se observa un patrén que va mas alld del célculo de probabili- dades, tales como las series de niimeros u otras coineidenci extraordinarias. Los jugadores viven y ruegan por estas ta- chas de suerte que no se explican. Jung prefirié mantenerse apartado de esos conceptos altamente intuitivos u ocultos, ‘como pueden ser las afinidades clectivas o las corresponden- cias, que han sido propuestos por algunos fil6sofos visiona- tios como Schopenhauer, Prefirid, en cambio, abordar este tema dificil de manera cientifica, empirica y racional, tal como habia hecho muchos afios antes al lidiar con el misterio de lo coculto en las experiencias de médium en su tesis doctoral. Jung estaba profundamente comprometido con una aproxi- imacién cientifica al conocimiento. Resulta tentador, sin embargo, leer el ensayo de Jung so- bre sincronicidad en términos més biogrificos. Al referisse a Ia individuacién en la segunda mitad de la vida, Jung sostie- nie que la gente (al menos en el mundo occidental) deberia tratar de acercar la consciencia racional del yo al inconscien- te colectivo no racional sin sacrificar la posicién racional del yo al hacer ese contacto. Jung crefa también que la tarea psi- 266 coldgica fundamental en la segunda mitad de la vida es la de formular una Weltanschaunng o visién del mundo, es decir, una filosofia personal de la vide, Esto deberia incluir ele- menitos tanto racionales como irracionales. En el ensayo so- bre sincronicidaé’podemos observar a Jung utilizando su yo cientifico racional occidental para explorar el mundo de la magia y de los raros e inexplicables fenémenos que ocurren en el inconsciente colectivo. Esté tratando de formular un simbolo, en la forma de un concepto, que pueda mantener unidos estos dos reinos en una lucha de opuestos. Si bien las cuestiones que aborda son similares @ aquellas que plantean la religion y a filosofia, Jung esta tratando de aportar su mé- todo ccientifico racional y su propia visi6n del mundo a la observacién de fenémenos cuya naturaleza mistica, religio~ say casi mégica suele excluirlos de toda discusién cientifica. Por motivos muy personales, pero también para nuestra cul- tura cientifica como un todo, trata de crear un vinculo entre los dos focos culturales dominantes en Oceidente, la ciencia ylavel ‘manera unilateral a ninguno de los dos elementos. Su teorfa de la sincronicidad es el simbolo que intentard contener este par de opuestos. Fs esta la pieza personal de este ensayo. Jung se sintié fascinado por los experimentos sobre per- cepcién extrasensorial (PES) llevados a cabo por J. B. Rhine en la Universidad de Duke. Lo que le impresioné fue que, ha- ciendo uso dela teoria de la probabilidad, estos experimentos demostraban que la PES no puede ser explicada causalmente. Se comprobaba que los humanos pueden eruzar las barreras aparentemente absolutas que nos limitan a un solo continism espacio-tiempo. Esto le record6 a Jung la teoria de la relativi- dad de Einstein y también ciertos suefios que habia notado en los que se presenciaban acontecimientos ya sea durante 0 an- tes de que ocurrieran en la realidad del mundo objetivo. Los experimentos de Rhine proporcionaban una nueva evidencia cempirica para aquello que Jung ya habia inferido, a saber, que sn, Intenta mantener esta tension sin favorecer de Ja psique no esté limitada de manera absoluta por las fronteras | 267 del tiempo y el espacio, La causalidad, que abarca un conti- uum de tiempo y espacio absolutamente sellado, no puede explicar es0s eventos, jung sefiala que en los experimentos so- bre PES de Rhine no se transmite ninguna energ(a; solo se produce una en nuestra consciencia 6, Op. ce, par 849, 268, (en alemén, Einfall significa literalmente algo que «cae en» pero también significa «inspiracién»). Para Jung, las intuiciones y pensamientos que hacen su aparicién desde el inconsciente y que no son el producto de un esfuer- 20 deliberado de pensar, son objetos internos, trozos de in- consciente que ocasionalmente aterrizan en la superficie del yo. (Jung a veces decfa que los pensamientos son como paja~ ros: vienen, anidan en los arboles de la consciencia por un tiempo y luego vuelan y se alejan. Se olvidan y desaparecen.) Cuanto mas a fondo se penetra en la psique abjetiva, més objetiva se vuelve porque est4 cada vez menos relacionada con la subjetividad del yo: «Es, a la vez, absoluta subjetivi- dad y verdad universal, porque en principio es posible de- mostrar que estd presente en todas partes, algo que sin lugar a dudas no se puede decir de los contenidos conscientes de naturaleza personal. Lo clusivo, caprichoso, impreciso y tinico que la mente del lego siempre asocia con la idea de psi- que se aplica solo a la consciencia y no al inconsciente abso- luto».” A diferencia de Ia consciencia, el inconsciente es re- gular, predecible y colectivo. «Las unidades que se pueden definir cualitativamente més que cuantitativamente con las cuales opera el inconsciente, en otras palabras, los arqueti- pos, poseen una naturaleza que no puede ser calificada con certeza como psiquica» (La cursiva es de Jung.) En capitulos anteriores sefialé que los arquetipos han de ser considerados como psicoides mas que puramente psfqui- cos. En este pasaje Jung lo afirma explicitamente: «Aun cuan- do consideraciones de indole puramente psicol6gica me han llevado a dudar de la naturaleza exclusivamente psiquica de Jos arquetipos, la psicologfa misma también se ve obligada a revisar sus postulados “solo psiquicos” a la luz de los ha- Iazgos de la fisica [... La identidad relativa o parcial entre la psique y el continuum fisico es algo que reviste una gran im- 7, Lid, par. 439. 8. Ibid. 269 portancia te6rica, porque trae consigo una tremenda simpli- ficacién al tender un puente sobre la apatente inconmensu- rabilidad entre el mundo fisico y el mundo psiquico, no de una manera concreta, claro est, pero desde el lado de lo fi- sico mediante ecuaciones matematicas y désde el lado psico- logico por medio de postulados empiricamente dérivados —que son los arquetipos— cuyo contenido, de haberlo, no puede ser representado en la mente». En otras palabras, Jung observa grandes reas de identidad entre los patro- nes més profundos de la psique (las imagenes arquetipicas) y los procesos y patrones que se evidencian en el mundo ma: terial y que son estudiados por la fisica. Entonces, irénica- mente, resulta que la participation mystique de !a primera etapa, la psicologia primitiva, a final de cuentas no esti tan alejada de la realidad. La psique, definida por Jung como to- dos aquellos contenidos percepeiones que tienen en prin- cipio la capacidad de hacerse conscientes y de ser afectados por la voluntad, incluye la consciencia del yo, los complejos, las imagenes arquetfpicas y las representaciones de los ins- tintos. Pero arquetipo e instinto por si mismos dejan de ser psiquicos. Estos yacen sobre un continuum junto con el mundo fisico que, en sus profundidades (segtin las explora- ciones de la fisica moderna) es tan misterioso y tan «espir tual» como la psique, Ambos se disuelven en pura energia. Este punto es importante porque sugiere una forma de con- cebir cémo se relaciona la psique con el soma y con el mun- do fisico. Los dos reinos, el de la psique y el de la materia, pueden ser conectados por ecuaciones matemiticas y por « | lado y sucesos materiales por otro lado. Ambos ocurren aproximadamente al mismo tiempo y el vinculo entre ellos no es causal. Adelantandose a sus criticos, Jung escribe: «El escepticismo debersa limitarse al nivel de teorfas incorrectas y no alos hechos que existen por derecho propio. Ningiin observador imparcial puede negar esos hechos. La resisten- ia al reconocimiento de tales hechos se basa principalmen- teen la repugnancia que siente la gente ante una facultad su- puestamente sobrenatural que se le atribuye a la psique, como la “clarividencia”. Los aspectos tan diversos y confu~ sos de estos fenémenos, hasta donde puedo ver por el mo- mento, son totalmente explicables segtin el postulado de un continuum espacio-tiempo psiquicamente relativo. En cuan- to un contenido psiquico cruza el umbral de la conseiencia, desaparecen los fenémenos sineronisticos marginales, el tiempo y el espacio recobran su acostumbrado predominio y la consciencia queda nuevamente aislada en su subjetivi- dad>.” Los fenémenos de sincronicidad suelen aparecer cuando la psique esté operando en un nivel menos consciente, como enel sueiio o la meditacién, El estado de ensoviacisn es ideal, En el momento en que uno se percata de lo que sucede y se concentra en el evento de sincronicidad, las categorias de tiempo y espacio recobran su predominio. Jung llegé ala conclusién de que los sujetos de los experimentos de Rhine debieron de amortiguar su nivel de consciencia a medida que se interesaban més y se involucraban con el proyecto, De haber intentado hacer uso de su yo racional para calcular probabilidades, sus resultados de PES habsian caido, porque en cuanto la funcién cognitiva asume el control, se cierta la puerta para los fenémenos de sincronicidad. Asimismo, Jung seftala que la sincronicidad parece depender en gran medida 12, Ibid. an dela presencia de la afectividad, es decir, la sensibilidad a los estimulos emocionales. En sus escritos Jung propone una definicién amplia y tuna mas restringida de la sincronicidad. La definicién res- tringida es «el suceder simulténeo de un cierto estado quico y uno 0 més sucesos externos que aparecen como pa- ralelos significativos al estado subjetivo momentneo».”” Al decir «simulténeo> quiere decir un acontecer que se produ- cemis 0 menos dentro del mismo marco temporal, de horas © dias, pero no necesariamente en el mismo momento exac- to. Simplemente ocurre un .”* Existen, claro est, vi siones antiguas que postulan que las estructuras césmicas del ser se basan en los mimeros y en las relaciones de los ntimeros entre sf, Las doctrinas pitagéricas son un ejemplo de ensefian- 15. Ibid, par. 870. 278 za de esos postulados. Jung adopta una posicién similar, solo que lo hace con nociones mis modernas de las mate como estructuras fundamentales de la psique y del mundo. Cuando esas estructuras basicas del ser adquieren imagen en la psique, se presentan tipicamente como circulos (mandalas) y euadrados (cuaternarios) alos cuales se asocian los ntimeros ‘uno y cuatro, El movimiento del uno (el comienzo),a través de los mimeros subsiguiéntes dos y tes, hasta el mimero cua- two (acabado, totalidad) simboliza un pasar de la unidad pri- maria (atin potencial) a un estado de totalidad real. Los ni- meros simbolizan la estructura de la individuacién en la psique y también simbolizan la creacién de orden en el musi- do no psiquico. De esta manera, el conocimiento humano de los niimeros se convierte en conocimiento de la estructura césmica, En la medida en que la gente posee un conocimiento 4 priori de los néimeros, en virtud de sus facultades cognitivas y de su imteligencia, también posee un conocimiento a priori el cosmos. (Es interesante notar que los antiguos griegos como Empédocles crefan que los dioses pensaban en términos matemiticos y que los humanos que fueran genios de las ma- tematicas eran como dioses. Con esta convicci6n, Empédo- cles se lanzé desde la cima del Etna al crater activo del volcan.) Si bien el nsimero representa el arquetipo del orden que se ha hecho consciente, esto no responde a la pregunta qué es responsable en iiltima instancia de este estado de orden? £Qué subyace al mimero y a las imagenes de orden? ¢Qué es el arquetipo del orden per se? Debe existir una fuerza diné- mica que opera entre bastidores y crea el orden que aparece en los fendmenos de sincronicidad revelindose en el niimero y en Ia imagen, Jung se esté abriendo paso hacia una nueva cosmologia, una declaracién sobre el principio de orden no solo para la psique sino también para el mundo, Se trata de una declaracién que no ha de ser principalmente mitolégica en el sentido religioso o imaginal, sino més bien basada en la vyisidn cientifica del mundo en los tiempos modernos. Esto lo conduce a Ia definiciGn més amplia de la sineronicidad. 276 UN NUEVO PARADIGMA Hacia el final del ensayo, Jung introduce la idea con muy largo aleance de incluir la sincronicidad —junto con el espa~ cio, el tiempo y Ia causalidad— en un paradigma que pueda ofcecer una descripcién completa de la realidad segiin la ex- perimentan los humanos y la miden los cientificos. En cier~ to sentido, lo que hace Jung aqui es insertar Iz psique dentro de la descripci6n total de la realidad al decir que «la coinci- dencia significativa de un evento psiquico y un suceso obje- tivor'* debe ser tomada en consideracién. Esto afiade el ele- mento del sentido o significado, al paradigma cientifico que, de otro modo, seguia sin ninguna referencia a la consciencia humana 0 al valor del significado. Jung esti proponiendo que una descripcién completa de la realidad debe incluir la presencia de la psique humana —el observador— y el ele- mento del sentido. ‘Ya hemos tenido la oportunidad en capitulos anteriores de notar la tremenda importancia que le asignaba Jung a la consciencia humana. De hecho, consideraba que el sentido inismo de la vida humana en este planeta esté vinculado a nuestra capacidad de hacer consciencia, de agregarle al mun- do una consciencia que a modo de espejo refleja las cosas y los significados, pues de no ser asi estos se perpetuarian du- rante cones de tiempo sin ser vistos, ni pensados, ni recono- cidos. Para Jung, el ascenso en la consciencia de patrones € imagenes provenientes de las profundidades del inconscien- te colectivo psicoide le da su propésito en el universo a la humanidad, puesto que solo nosotros (hasta donde sabe- mos) somos capaces de realizar esos patrones y darle expre- sién a aquello que realizamos, Para decirlo de otra manera, Dios nos necesita para ser contenido en consciencia. Los hu- ‘manos estamos en la posicién de percatarnos de que el cos- ‘mos posee un principio de orden. Podemos observar y re- 16, Ibid, par. 850. gistrar el sentido que allf se encuentra, Pero Jung también desea profundamente enfatizar que no esté simplemente tra- tando de filosofar especulativamente, Eso seria tradicional y pasado de moda y perteneceria a un nivel de consciencia premoderno. Ei] se esté esforzando por alcanzar la quinta etapa e incluso la sexta etapa de la consciencia (véase el capi tulo 8) de modo que esta procediendo empirica y cientifica~ mente, La siricronicidad no es prineipalmente un punto de vista filos6fico, argumenta Jung, sino un concepto basado en observaciones y hechos empiricos. Puede ser comprobada en laboratorio.” Solamente una cosmologia de este tipo re- sultaré aceptable en el mundo contemporneo. La nostalgia por los sistemas de creencias tradicionales atin se encuentra en muchos rincones del mundo de hoy, pero para el presen- tey el futuro, para los niveles mis altos de consciencia, el pa- radigma no puede ser mitolégico. Debe ser cientifico. ‘Como fundamento para una nueva visién del mundo, el concepto de sincronicidad y sus implicaciones funcionan porque son stificientemente féciles de entender intuitivamen- te y de incorporar a nuestra vida cotidiana. Todos nos per catamos de que ocurren cosas afortunadas y de otros dias que corren sin suerte en los que nada parece salir bien. Exis~ ten grupos de sucesos que se relacionan entre si por su sig- nificado y sus imagenes pero que carecen de una conexién causal, y estos pueden ser experimentados y verificados por todos y cada uno de nosotros. Pero, tomar seriamente este concepto como principio cientifico no resulta para nada fé- cil. Es revolucionario. Para comenzar, requiere de una nue- va manera de pensar sobre la naturaleza y sobre la historia. Si hemos de encontrar sentido en los sucesos histéricos, por ejemplo, eso implica que el subyacente arquetipo del orden esté ordenando la historia de tal manera que se pueda pro- ducir un avance ulterior de la consciencia. Esto no quiere decir progreso tal como a los humanos les gustaria concebir, 17, Ibid, par 90. 278 sino un avance en la comprensién de la realidad. La com- prensién puede llegar a ser un reconocimiento del lado terri- ble de la realidad a la vez que de su belleza y su gloria. Con esa nocién rectora, Jung escribié Aion. La historia religiosa y cultural de Occidente durante los tiltimos dos mil aiios puede ser vista como el patrdn de una consciencia que se despliega, la consciencia de una estructura arquetipica subyacente. No hay accidentes en los meandros y vicisitu- des del proceso histético. Este tiene una direccién y produ- ce una imagen especifica que tiene que ser reflejada y refle- xionada en la consciencia humana, Esta imagen tiene un lado luminoso y un lado oscuro. Ese mismo modo de reflexién puede ser aplicado a Ia historia de vida de un individuo al igual que a la historia colectiva y no cabe duda de que ambas pueden (y deberian) ser vistas en relacién una con otra y ser unidas de manera significativa, Cada uno de nosotros es portador de un pedazo de consciencia que el momento ne- cesita para el avance de la consciencia de los motives subya- centes que se despliegan a lo largo de la historia. Los suefios individuales de naturaleza arquetipica, por ejemplo, pueden, estar al servicio del momento histérico al compensar la acti-, tud unilateral de la cultura y no solamente la de la conscien- dividuo. En este sentido, el individuo es un «co- creador» de la reflexidn de la realidad revelada por la historia como un todo. Son agigantados los pasos que la mente ha de dar para pensar la cultura y la historia en términos que inchayan la sineronicidad, en particular para los occidentales rigidamen- , te racionalistas y comprometidos con el principio de causa- lidad, La Era de Ja Hustracién nos dejé un legado factico despojado de significado. El cosmos y la historia, se supone, estén dispuestos por el azar y por las leyes causales que go- biernan la materia. Jung reconoce el desafio. Alin y al cabo él mismo estaba profundamente arraigado en la visién cien- tifica del mundo occidental. «La idea de la sincronicidad con su inherente cualidad de sentido produce una representa~ 279 4 cién del mundo tan irrepresentable que resulta totalmente desconcertante. Sin embargo, la ventaja de agregar este con- cepto es que hace posible una visidn que incluye un factor psicoide en nuestra descripcién y conocimiento de la natu- raleza—es decis, un sentido o “equivalencia” « priori>.** Jung presenta un diagrama que fue elaborado conjuntamente por Ay el fisico Wolfgang Pauli. En el eje vertical esté el continuum espacio-tiempo y en leje horizontal esté el continseam entre causalidad y sincro- nicidad. Con esto se estipula que la descripcién més com- peta de la realidad incluye la comprensién de un fendmeno ‘mediante la toma en consideracién de cuatro factores: dén- | de y euindo ccurrié el suceso (continuum espacio-tiempo), |_| quélllevs a que sucediera y qué significa (continunm causali- | dad-sincronicidad). En la medida en que se pueda responder a estas preguntas, el suceso seré comprendido en su totali- dad, Puede haber un debate en cualquiera de estos puntos; sin duda en la cuestion del significado de un suceso serén Espacio Causalidad Sinovonicidad Tiempo inevitables grandes diferencias y disputas. Se generan inter- pretaciones sin fin, en particular cuando se refieren a sucesos tan significativos como la explosién de la primera bomba at6mica, por ejemplo, por no mencionar sucesos mucho mis personales como el nacimiento o la muerte de alguien en una familia, Aqui hay cabida para opiniones ampliamente diver 18, Ibid, par. 962. 280 gentes. Por supuesto, también existe una gran variedad de opiniones sobre la causalidad, E] argumento de Jung es que la respuesta a la pregunta sobre el significado exige mas que Ia simple descripcién de la secuencia causal de sucesos que condujo al suceso en cuestidn. Segiin él, es necesario to- mar en cuenta la sincronicidad al abordar la cuestidn del significado. Por el lado psicolégico y psicoide, debemos in- vestigar los patrones arquetfpicos que se evidencian en la constelacién de una situacién, porque estos proveerén los pardmetros necesarios para abordar la cuestidn de la sincro- idad y del profundo significado estructural. Con respec- to al aparecer de la bomba atémica en el escenario histérico mundial, por ejemplo, la exploraci6n del significado habria de incluir el factor constelizante de la Segunda Guerra Mun- dial y la polarizacién de opuestos generada tan violentamen- te por la guerra, También habrian de incluirse en el ans los suefios que la humanidad contemporanea ha tenido con labomba atémica. :Qué le aiiade la bomba atmica ala acti- tud unilateral de lz consciencia humana en cuanto a las es- tructuras del Ser? Para poder traer a colacidn la teoria de los arquetipos y ponerla en relacién con los sucesos sincronisticos que trans~ greden las fronteras del mundo psiquico, Jung se vio forza- do a extender su nocién de la navuraleza no psiquica del ar- quetipo. Por un lado, el arquetipo ¢s psiquico y psicolégico, puesto que se experimenta dentro de la psique en forma de imagenes ¢ ideas. Por otro lado, es imposible de representar en si mismo y su esencia yace fuera de la psique. En este en- sayo sobre sineronicidad, Jung introduce la idea de la trans- gresividad del arquetipo. «A pesar de que se asocian a los procesos causales, 0 son “Ilevados” por ellos, los arquetipos incesantemente desbordan su marco de referencia, una in- fraccién a la que yo daria el nombte de “transgresividad”, porque los arquetipos no se encuentran exclusivamente en la esfera de la psique y pueden igualmente ocurrir en circuns~ tancias que no son psiquicas (equivalencia de un proceso ma- terial y uno psfquico)»."" El arquetipo transgrede tanto las barreras de la psique como las della causalidad, a pesar de que ¢s «llevado» por ambas. Jung plantea que la transgresividad © significa que los patrones que ocurren en la psique estén re- lacionados con patrones y sucesos que se encuentran fuera dela psique, La caracteristica comtin aambos es el arquetipo. © En el caso dela bomba atémica, el arquetipo del si mismo se revela en Ia historia dentro y fuera de la psique mediante el suceso de su explosién, en y a través del contexto histbrico ‘mundial en el cual aparecis y en los millones (una suposicién Personal, aunque ha habido investigaciones sobre esto) de sueios en los que ha aparecido la bomba, Laiidea de la transgresividad del arquetipo apunta en dos direcciones. Primero, como he venido argumentando, afr. ma que existe un significado objetivo subyacente en las coincidencias entre lo psiquico y lo material que intuitive, ‘mente reconocemos como significativas. Por otra parte, esta idea crea la posibilidad de que haya significado donde no lo encontramos de forma intuitiva, cuando por ejemplo oe zen aecidentes que nos impresionan y parecen ser el puro Producto del azar, En ambos casos, este tipo de significado va més alld dela cadena lineal dela causalidad, la transgrede, gAcaso nuestro nacimiento en el seno de una determinady familia se debe solo al azar y ala casualidad, o puede haber >; fambinen elloun significado? O supongamos que lapsique estd organizada y estructurada no solo causalmente, come lo postula la psicologia del desarrollo, sino también sineconis. ticamente, Esto significaria que el desatrollo de la persona- tidad se produce tanto por momentos de coincidencia signi. ficativa (sincronicidad) como por una secuencia de etapas epigenéticamente preestablecidas. Esto implicarfa tambien gue los grupos de instinos y los arquetipos se unen y se activan tanto causalmente como sineronfsticamente (signifi. ‘cmivamente) Un instinto como la sexwalidad, por gemplo, 19, Ibid, pas. 964, 282 puede activarse no solamente debido a una cadena causal de eventos secuenciales (factores genéticos, fijaciones psicolé- gicas 0 experiencias tempranas en la infancia), sino también porque se produce la constelacién de un campo arquetipico en un momento particular y un encuentro casual con una persona se convierte en una relacin que dura toda una vida En ese momento, algo del mundo psicoide se hace visible y consciente (la Sicigia, la pareja de almas gemelas). La conste- lacién de la imagen del arquetipo no erea el suceso, pero la correspondencia entre la prepatacién psicolégica interna (que puede ser totalmente inconsciente en el momento) y la apa~ rici6n externa de una persona, inexplicable e impredecible, €s sincronistica. Por qué ocurren semejantes conexiones pa- rece ser un misterio si pensamos solamente en la causalidad, pero si se introduce el factor de la sincronicidad y la dimen- sién del significado, nos podemos acercar a una respuesta mis completa y més satisfactoria. Esta coincidencia de ne- cesidad y oportunidad, o de deseo y satisfaccién, seria im- posible en un universo aleatorio, o cuando menos seria esta- disticamente improbable. Esos misterios inolvidables que se incorporan en los sucesos sineronisticos transforman a las personas. Sus vidas adquieren un nuevo rumbo y la contem- placién de lo que esta detris de los eventos sincronisticos lleva a la consciencia hacia los niveles més profundos, y tal vez esenciales, de la realidad. Cuando se da la constelacién de un campo arquetipico y, sincronisticamente, el patrén emerge en la psique y en el mundo objetivo no psiquico, uno vive la experiencia de estar en tao. Lo que se hace entonces asequible para la consciencia es la mas profunda visién de la esencia de lo real que como seres humanos somos capaces de lograr. La caida en el mundo arquetipico de los sucesos sin- cxonisticos se vive como un estar en la voluntad de Dios. 283 cosmoLocia El ensayo sobre sincronicidad comienza y se focaliza funda- mentalmente en lo que Jung llama la «definicidn restringida> de la sincronicidad, es decir, la coincidencia significativa de lun evento psfquico, como un suefio © un pensamiento, y de un suceso en el mundo no psiquico. Sin embargo, Jung también toma en consideracién la definicién més amplia. Esta tiene que ver con la ordenaciGn acausal en el mundo si una referencia especifica a la psique humana. Se trata de una «concepcién més amplia de la sincronicidad como “una or- denacién acausal”»” en el mundo. Esta se convierte en el lo cosmolégico de Jung. La sincronicidad o la . 288 psicosis Un estado de posesin en ef cual la consciencia del yo se ve inundada por el inconsciente y trata de defenderse median- tela identificacién con una imagen arquetipica. psique Un término inclusivo que abarca las areas de la consciencia, del inconseiente personal y del inconsciente colectivo. El in- consciente colectivo es a veces denominado psique objetiva porque no es i personal ni individ smo El centro, la fuente de toda imagen arquetipica y de las tendencias psiquicas innatas hacia el orden, la estructura y la integracién, sineronicidad La coincidencia significativa de dos sucesos, uno interno y psiquico, otro externo y material sombra Los aspectos rechazados y no aceptados de la personali- dad que son reprimidos y forman una estructura compensato- ria del yo ideal y de la «persona tipo psicoldgico La combinacién de una de dos actitudes (extra versiGn e introversién) con una de cuatro funciones (pen- samiento, sentimiento, sensacién, intuicién) para formar una orientacién habitual de la consciencia del yo. totalidad El sentido emergente de complejidad e integridad pst- ‘quica que se desarrolla alo largo de toda una vida yo El centro de la consciencia 289 Bibliografia Burnham, J. S. y W. 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