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(©8 libros se parecen a su autor, 4.como los hijos a su padre: los de Metin, Colina Geel cendran que pre- jeentateanorn'a decarar por ei, "an- Hee"te juste eperemos que su ot }monio contribuya a salvarla, Son va- Mow les ‘extraios destigen a par 10> bucates §" mudos, 7. todos ‘evan In fam. shal de sere apar teria devia 0 ex: ovthaen, ‘por We menos fuvva de lava covrente 5 fon un ee que, a primers Sista, inguicta” algo sine fulet que, emplna en Roxpicabteseudonimo. de ie sertora, ese nombre complet elato, Tejano, evpereserguido en eve, 'venide de unow re: Inotss hilos gon astra, 9 Prebeblemente nade sabe por ave firma. asl Serk Precko' averiguatio, Lor Proceso tienen eso’ de tersble: todo Te°ctcan ‘mimiciomente ais. ¥ Jo fEntilan, cin putor,saexdieadoto. Ya Tv emperad fe orroros taten en’! Miugprecera, ante ‘Ta opinion ave. 10s Slane “injjons algunos "con exalo: inte auer de chactl, Honande en Ja sangre, Pero los explotadores del Sedsdals io airan, sin dud To_ que seat) alma misterios. de ‘Matin Sovolina, Geel sino, eam siempre, To Gi ellos. eer, nds blen, ocular Dolemoctes pasar, como aia era rahe ce sabes ae se sabré To ge Abas lesa tarde, "a Ins cinco en mace ia tarde"? Postlemente. ela Pia Setyertn ‘en grandes afieultas Gee para explcaio. ani estan shi bros ai novelas, No son nada. la- Pos pe personajes aparecen entveltos Sh une atmoxtera-de penumbra, mitad Soandos milad reales y seve gue ia Sominan, Bp tode escalor tay, desde luego, un desdoblamiento que puede ser muiltiple; existen los estados se- gundos, durante los cuales alguien in- frae'Ta plaza, toma el sito. da orde- ae come sesoactones. He meaio fio eta misma observacion exagereds, Seine una ceovn ae fue rapidamen: ve lemgyelitandose. ‘Todos tos genion Festllaban depencraday,enfermon, a Fados, semllocos. como it tn ae ree huestro, desconformados.cerebra- fee equitbrdndose con dftultad Junto ie foeura: Pero oun rebajeda de xbastante para poner a lay menta- Fiaades superiores, como st dgeramos, tn‘ observacon, bajo sospecha. Los Sos naperabundan brown. donde me- nos series agunrd, 86 eotclbe seri tor man lato, ms fitme, mis a= ttago de ven sentido, mas penetran- te sehaminoso_ gue e Maupassant. ae te primora epoes de los prenevos cu tos? Es la expresion de la Tne Ga ex ia roeon ielocinante que 1 fe ifente y habla sin vactcion. ‘ene Su exocleein'y" su alla poraue ae ie ve demusingo, se abarean us limie tes’ curece de medias tntes asia fetigar, como un eta pintad de blanc al or del mediogia, sin ene barge ya hatftaban ‘en-au cerebro. toca ea Hora" yas’ aluctnaco= Melaradas aff Tampoce, fo man un Higa que se pueda enalat CoN eae explosiones sbltas y vuelven a apa- garse. ‘Todos evamos dentro tantos seres desconoeidos, En las novelas de Maria Carolina Geel, novelas brotadas de una necesidad interior evidente, sin retoriea, sin ar- te, a menudo sin gramética, pero con bon \ @BLUMAS_NACIONALES ) MARIA CAROLINA GEEL \ POR ALONE ¢ bo un temblor intimo poderoso, esos. se~ res se presentan encubiertos, sin dar Ja cara, Estén ahi, ella los mira, po- demos verlos; pero inunen se sabe exne- tamente qué son y conservan su enig- Recordamos una, particularmente ex- trafia, inolvidabie por clerta partieu- laridad tiniea, en las letras, y que a su tiempo —1947— hicimos notar: nadie tiene alll nombre propio. ¥ no son dos © tres personajes, sino tina, docena. Van, vienen, aman, dudany"#ecorren Ja playa, entran en el hhotelseambien andnimes-- y acabamos por fpraliart- zarnos con ellos; pero nunca, sabemos como. se aman, quedauios siempre iimnorando ese detalle que, enyitelve Jo: demas los absotbe, hasta “suprimir. los, Por un curioso instinto, Maria Ca rolina Geel acert6 alli con un proce- dimiento muy simple, de vastas con~ secuenclas, El nombre personal con- ereta al tipo y le quita toda su aura Motante, hasta despojarlo de interés, Purece que ya lo conociéramos, lo en- contramos igual a todos, emparejado ton el vulgo en 1a misma carrera mo- hotona, El efecto del anonimato es Alueinante; uno es 1; otro, ella; el marido, Ia cufiada, el galén’rubio, et sacerdote, el joven buen mozo, Ia avis tgerata habitante del castillejo, el mé- dico laboratorista, el eaballero vestido blanco, un manco, la ayudante del marido, toda una familia, todo un clan. Es, probablemente, el miedo a ta de- finieidn, un quitarie el rostro a la rea- lidad como a un peligro. Maria Carolina Geel sentiria dentro AL enemigo, Se eseribe para. librarse de 1, para expulsarlo, "Todos los ps tas han hablado de est protiferacion Manina que. se produce en los sétanos Ja y no son de ahora los fan- “asmagiyue ol psicoandlisis procura eli- nas, Mediante e] “barrido de la con clencia, 0 confesién médica. Recuér- dese ef prélogo de las Rimas de Béc~ quer, antieipacién de Freud, y tambien las primeras Rimas, que préludian con tanta precision las audacias vanguar- distas y surrealistas: “ideas sin pala- bras, palabras. sin sentido” Durante una larga conversacion entre amigos de la escritora, todos los cuales, Ja absolvian, se habl6 de su indefinible personalidad, se hablé un poco fine- bremente, como si ya no existiera, con falta total de eufemismos y en preté- rito, Era una mujercita baja, menuda, agradable, muy inteligente, de una conversacién aguda, que interesaba, ‘Todos estaban consternados. Uno ha- bia comido con ella, y “el otro”, la noche anterior. Nada observé de raro. ‘Un joven argentino que regresaba a Su patria debia haber he- cho el viaje con ella ese dia. Bl suceso ocurrio un viernes. Ella queria partir el jueves: ellos trataban de disuadirla, le decfan que para qué se apuraba, que partiera pad, Nadie, ni ella ni ellos, sospecha- ban Jo que significaba el viernes, lo que se prepa- raba el din viernes, a las cinco de la tarde. La ha- bian notado deprimida, pero muy Intcida. Cierta obsesin de la muerte la rondaba, Carecia de vanidad, no tenia esa coraza protectora que defiende a Jos escritores contra el desaliento, con- tra la indiferencia de los criticos y el silencio de los editores; se erefa tra- easada, se apresuraba a condenar sus propias obras y habia que alentarla para que siguiera eseribiendo. Se dijo que hubo en su dramatica resolucién moviles de exhibicfonismo, No: son en- gaiios del sitio y de la hora: Maria Carolina Geel no tenia —siempre el pretérito mortuorio— ningun rasgo de arribista, Mas bien se inelinaba, a ocul- tarse. s @Qué Je sucedié esa tarde, qué paso por ella, quién se apoderd, para disparar’ Habré que releer sus libt En esa serie de pequefi inguietantes, indecisos, hiabil podra’ descubrir el meeanismno, fatal como el del arma, que desenca- den6 la accién, Ciertas ‘imagenes aso- cindas a sentimientos se vuelven tira- nicas, operan imperiosamente, esca- pan al control de la conciencia. La re- accién inmediata de la escritora, con- sumado el hecho, ese arrepentimiento sabito y delirante que la hace arro- jarse sobre su. victima en un impulso ‘de Inmolacion desesperada —escena que perlodistas sin decencia traduje- ron miserablemente—, abre una puer- ta hacia el interior de la que, sin que- rerlo, aeaso sin saberlo, mato. Ella fué la primera sorprendida, la que prime~ ro experimenté el desconcertado asom- bro con que stis amigos consideran el sueeso, dandose una y otra vez de bru- ces contra el secreto, Se tiene Ia sen- sacion neta de una intervencidn ex- tania, Parece Imposible conectar la personalidad de Maria Carolina Geel, Ia auténtica, 1a de todos los dias, con esa que, en un momento, como so- nambula, abre el maletin, saca el re- volver, dispara. Supénganse detras to- dos los méviles pasiénales. Pero, ¢al- guien quedaria vivo si éstos debieran siempre actuar asi? Es que la men- talidad de los eseritores se acerca mas que las otras al peligroso limite donde In realidad y el sueho se confunden su eguilibrio resulta menos estable, Una vex més: seré preciso que decla- ren los libros de Maria Carolina Geel, y escucharlos con suma atencidn. Ellos Ia salvaran, ALONE,

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