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EL Pequeno Arquitecto, novela, por Maria Carolina Geel (Babel) AS novelas de Maria Carolina Geel, ‘su construccién, su estilo, la serie de impresiones confusas que van pro dueiendo, gradualmente, parecen cal- culadas, escritas para confundir a tos criticos y desconcertar al lector. Uno y otros ven pasar méritos evi- dentes, clerta misteriosa superioridad, una atmésfera original creada con re- cursos sencillos, cast ingenuos, pero efi- eacisimos, todo un mundo extrafio en el cual penetra desde el primer momen- to y que lo envuelve, al mismo tiempo que resaltan vacios tan graves, defectos de tal modo elementales que se pre- gunta si no serdn voluntarios, si Ia au- tora, habil y refinada alla, ha podido ach tropezar en tan burdos tropiezos. Los autores modernos tienen esas malicias, Disimulan su arte, fingen can- dideces infantiles y, cuando alguien se atreve a enrostrarselo, le dan una mirada de supremo desdén y le vuelven Ja espalda. Es preciso tener cuidado. Leamos un poco. Las primeras Ii- neas: “El arquitecto Joseh, hombre esbelto, atin joven, de cabellera siempre un tanto en desorden, hallabase tendido en el enorme soff del estudio de su pertenencia y empezaba a entreabrir tos parpados, emergiendo de 10 pro- fundo del suefio de Ia siesta” Diriase que la arquitectura, tan pre- sentada en la segunda palabra y adhe- rida al personaje principal, desempena en el libro un papel muy importante. Pues, no. El terremoto que conmueve Ja obra antera y forma su argumento, Preocupa, naturalmente, a Joseh y le obliga a ‘clertas reflexiones; pero ha- bbria sucedido igual con otro, por ejem- plo, con un abogado o un médico; 1 trabazén tan ostentada entre el néroe y su titulo parece levar otro objeto que no se percibe sino a medias. Con la obra misma siempre sucede asi: hay con- tinuamente’ una mitad sumergida en la sombra, que se entrevé. Joseh, casado con Amina, espera la legada de su suegra, Marga. La suegra, ghay algo més odioso que 1a suegra, algo mas antipatico y agua-fiestas, al go que estorbe y perturbe tanto? El nombre de ésta anuncia, aparentemen- ie, UNA super-suegra: Marga, amarga, ‘Asi parece. Pero aguardemos. La suegra se presenta y el yerno, inmediatamente, sin transici6n, de un modo irresistible, pero tranquilo, como fatal e irresisti- bie, 1a ama, Bien. Se han visto casos. De todo hay en Ia vifia del Seflor y la casa de mi padre tiene muchas habitaciones Pero ocurre que aqui falta del todo €l proceso amoroso, el paso acelerado © paulatino, pero visible, comprensible, de la indiferencia inicial a la pasion siguiente. Y esto choca como si en un organismo faltara un hueso importan- te, digamos una vértebra del espinazo. Hay un eslabon de menos, un hiato, un calderon. En vez de mirar y detenerse, "ZIG-ZAG" Libros ALONE la autora cerré los ojos y salté. Ya esti Joseh enamorado de Marga. EI hecho 10 precipita el terremoto, que no s6lo derriba murallas materia- Ies. Donde no cabe dudar de que la auto- ra ha buscado Ia indecisién es en la actitud de Amina, Y en la de cada luno de los otros dos. Herida, pero no muerta, como, un instante, lo esperé el marido, advierte Amina que entre Joseh y Marga suce- dié algo. Ignoramos con exactitud sus reacciones intimas. Y no sabemos en absoluto las de su madre, aunque po- demos presumirlas por su terminante resolucién de irse inmediatamente a Europa. ¢¥ el pequefio, por qué pe- quefio? arquitecto? Otro secreto. La verdad es que estos tres seres for- man tres mundos desconocidos, tres astros incégnitos que gravitan dentro je un orbe también arcano 0 esotérico. YY, sin embargo, real. Porque en esa atmésfera rara, Maria Carolina Geel consigue, mediante pe- quefios detalles extremadamente agudos y acertados, producir de cuando en cuando una chispa que slumina e] con- torno y da Ia sensacién de la verdad, sentando pie en tierra firme, aunque no sin fantasia, Véase. Ha legado Mar- ga a la casa de Amina y Joseh. El yer- no se ha sorprendido ante la juventud, Ia belleza, el encanto de su suegra y sobre los tres opera el sortilegio que Uevard al drama amoroso. Habla unos visitantes que permitfan moverse libre- mente, Se van, “...cuando el dltimo visitante se despldié, quedaron los tres de pie en 1a sala, atacados por un st- bito silencio, sin que hallaran qué de- cirse. Fue un instante raro, vacio y a Ja ve suspendido por una leve corrien- te nerviosa; todo lo cual lo hizo por algunos segundos sentirse ridiculo, co- mo un personaje de teatro. La madre reaccioné primero..." Es una notita breve, al pasar, una impresién fina, fu. gaz; pero, jqué certera, qué exacta! Y¥ original. Hse sibito silencio que ataca a los tres y los paraliza, todos lo han sentido en algin momento, esa corrien- te nerviosa que los suspende tampoco es desconocida; pero pocos lo han cap- tado tan bien y ninguno lo ha dicho de — 4 esa manera, Son rasgos fellces de ese tipo los-que sostienen realmente la n rracién. Durante una conversacién di- ffcil entre Joseh y Marga, un episodio fen que 61 quiere insinuarse y no se atre- ve, las palabras se le embrollan en los labios y no halla como desenredarse. “Para disimularlo —pég. 38—, se alisé Jos cabellos y luego encendié el eterno cigarrillo defensivo.” El cigarrillo de- Jensivo, el pequefio acto iniitil y salva- dor, la impalpable barrera de humo entre los seres confusos y desalenta- dos... Mas lejos, cuando ya la pasién desatada posee a Joseh, en un mo- mento —pag. 86—, “empezd a imagi- arse que tenia de cierto los labios hinchados con el nombre de Marga”. Se podrfan anotar muchos pequefios detalles asi, gréficos, decisivos, Pero lo que mejor caracteriza a Ma- ria Carolina Geel, lo que sintetiza sus cualidades y defectos, virtudes y va- cios, es, como siempre, el estilo. Extra fio, muy extrafio estilo, Un estilo nico. No-correcto. La correceién gramatical Ja inventaron los profesores para ator- mentar a los alumnos; pero los alum- nos pueden tranquilizarse: fuera del examen, nadie les toma cuenta de sus ecados contra la lengua. Ni atin cuan- do sean de la gravedad de éste: “Se separaron y supo bien uno y otro que J amistad no serfa entre ellos”, frase enteramente “gringa”, casi jocosa 0 humoristica, No importa. En forma agu- da, caricaturesca, ofrece un ejemplo del idioma que 1a autora emples, no se sabe si consciente o inconsciente- mente, un idioma que se dirla parece traduecién de originales hermosfsimos, poéticos, lejanos, con clerta poesia ger- mfnica 0 nérdica, y que no anda, na- turalmente, con agilidad. La soltura le haria perder toda su gracia, disiparia probablemente la atmésfera seductora que lo envuelve y romperfa la irisada cuticula, Porque, aunque se haya dicho tantas veces, nunca esté de més repetir que el idioma artistico no es un idioma Iogico sino... artistico; que los escri- tores méximos, los genios, las autori- dades supremas ¢ inapelables, cuando lun pedante se pone a examinarlos inva- riablemente les descubre una cantidad increible de errores y faltas de toda especie; 1o cual no obsta para que con- tintien slendo venerados y célebres, co- ‘mo tampoco se opone a que los suso- ichos pedantes continiian sepultados en la sombra, A todos ellos les contes- {6 Baroja cuando, hebiéndole alguien preguntado por qué cometia tantos delitos contra 1a Gramética, repust Porque puedo. ‘También Maria Carolina puede, aun- que no convendria, sin embargo, que se dejara llevar demasiado y abusara, ‘Todo extremo es viclo. ¥ si existe el de 1a correccion, el otro también cons- tituye una amenaza, ALONE

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