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Vega » Mana TTosd . |rgeres de pe ofa pata Baroloua : Cxticg, 2002. lutrodwecal a la. il Nisam dion 1 INTRODUCCION A LA Cl POSTCOLONIAL ICA Les objet de nas enor ne se riven fellement que dans le eapport obeermtion of un obeerateus les st {Changer Ie protocole observation, objet se mode. JeB, Penna on Michel Foucoult, Mat Per Rie EL IMPERIO COMO PRACTICA TEXTUAL EI dominio imperial es, en primera instancia, de naturaleza politica, ccconémica y military se earacteriza por los desplazamientos de po- Dlacién, la instauracién o sustitucién de regimenes de poder y el con- trol del territorio, Es también objeto de representacién en una gran ccantidad de textos y de Rcciones Hterarias y constituye un elemento imprescindible del marco epistémico en el que se producen las re- presentaciones culturales metropolitanas, incluidas aquellas que no vetsan directa o aparentemente sobre él. El imperio produce textos (telaciones adininistrativas cractos geogrificos, estudios lingtifsticos y etnograficos, leyes, decretos, libros de Viajes, ficciones) y, a su ver, ta- les textos pueden juzgarse como vehfculos de la autoridad imperial, 1 como soportes de Ia inscripcién de antoridad. Esta consideracion ro se refiere tinicamente al plano mas obvio y literal (esto es, ala apa- ricién de temas 0 de imagineria colonial en la novela de aventuras, en Jos relatos exéticos o de exploracién, en los diarios de viajes, en, pon- ‘gamos por caso, las obras de Verne, Kipling o Haggard), sino también al plano simbélico y al silenciario, a los presupuestos y a las compli- cidades del texto, a las premisas que, por interiorizadas, no es nece- sario explicitar, En este sentido, podria decirse que la cultura occi- dental presupone y entrafia el imperio como hecho fimdante de occidente —desde ef Renacimiento hasta la actualidad— y que suis productos ltevarios 0 estéticos participan de este hecho fundante y lo incorporan, aunque no traten abiertimente de él 5 aiden de la textual del inperio permite quizi comprender mas cabalmente el concepto de disuse colonial como el conjunto de con venciones y de practicas miméticas y simb6licas (discursivas, textua- les, esiétcas) que Europa cesplioga en su expansin teritorial. O, st se prefiere, como el canjunto de representaciones y —lo que ¢s importante— de reglas de representecién que permiten pensar, concep- twalirar 0 administrar eulearalmente las relaciones coloniales. La ex- presién discurso colonial toma la palabra discurso de Ja flosofia de la cultura y dela arqueologia del saber de Michel Foucault I funds Edvard W, Said 2 finales de los setenta en Ovientatsm, la monogratia que funda el «andlisis del discurso colonial» e inaugura el estudio de las relaciones de la cultura y el imperio o, en otros términos, de la ‘mplicacién del conocimiento y de las précticas textules y atistica, inctuida Ia literatura, en las relaciones de poder. La idea de la texts. lidad del imperio ha de entenderse, como construecién conceptual, dentro de este contexto cultural y epistemologico. ‘Ahora bien, no s6lo interesa el imperio como préctica textual, sino también otras pricticas asociadas con el colonialismo y a desco- lonizacién. También la resistencia al imperio se ejerce en el Ambito textual y simbélieo, al igual que la construccién de las nuevas nacio- rics (que, por lo general, cojueiden con las divsiones internas de la sudminisuacion Imperial) se cjecuua lierara y eocepuuatintence ea el plano de ls representaciones. Podria decirse, por tanto, que no sélo ‘el imporio es una préctica textual: también lo serian la resistencia al imperio y el proceso de nacionalizacién de los nuevos estados inde pendientes. Asi pues, si el andlisis det discuso colonial se centra en la textualidad del imperio y estudia las précticas culturales a él ssocia- das, la ortca postcolonial aborda prioritariamente el proceso de con- testaciGn y resistencia, Ia subversin del legado culeutal y literario de la metrépoll y el surginiento de préctieas texmales que se definen por la experiencia de la colonizacién y la independencia. En este sen- tido, l andlisis del diseurso colonial y la teorfa y la etica postcolo niales son inseparables, ya que estudian procesos complementarios: no pueden desligarse la experiencia de dominar y Ia de ser dominados, Ja textualizacién del imperio y la dimension simbélica de la resisten ia, el colonialism y la descolonizacion, la nueva nacion ¢ la antigua administracién colonial, la hereneia cultural metropolitana y Ia aft- macién nativsta¢ identitaria en el nuevo estado. La distincion entre andlisis del discurso colonial y teoria yeritica posteoloniales es, pues, ydesde este punto de vista, s6lo una cuestin de énfs 16 INTRODUCGION A 1A GRETICA POSTCOLONIAL. Es dificil ponderar en exceso hasta qué punto el estudio de las representaciones textuales del imperio y de las nuevas naciones sur- sidas de la descolonizacin es pertinente para la cabal comprensién del pensaamiento y de la Iteratura europeas: la historia intelectual de Europa, desde el Renacimiento, es impensable sin la expansi6n tert torial, sin el impacto intelectual de los deseubrimientos y sin fa po Iitica de la coldnizacién. Al igual que la historia del mundo no puede: narrarse sin dar cuenta de los efectos de Ia europelzacién, el hecho colonial no puede segregarse o purgarse de la historia y del pen- samiento occidental, de la constitueién de sus disciplinas y de sus ‘conocimientos. Tampoco, por supuesto, pueden purgarse el antico- lonialismo y la resistencia como elementos politicos y éticos especifi- camente europeos, ya que la simpatia por el colonizado y el pensa- miento politico que se construye en torno al hecho colonial son tan antiguos como el colonialismo.' LA CONDICION POSTCOLONIAL En la teorfaliteraria contemporanea se urilizan los adjetivos past-ola- nial y postcolonial —con y sin guién— para designar las literaturas tscritas en Ienguas europeas y metropolitanas en los territorios con quistados o dominados por los imperios europeos modernos. La pre- sencia 0 ausencia de guidn quiere. distinguir dos acepciones de In osi()eolonialidad. KA primer término, past-colonial, establece una dis- tincién cronologica: se refiere al perfodo de tiempo que sigue ‘mediatamente a la colonizacién o a la independencia de uma colonia de la autoridad imperial y del control mettopolitano. En cambio, el adjetivo fistcolonial caracteriza formal y tematicamente 108 textos y quiere referirse a un conjunto literario con rasgos comumes e identi- ficables: de este modo, la literatura postcolonial no es ‘inieamente la que viene después de la descolonizacién o del desmembramiento de los imperios; es la que examina eriticamente el hecho imperial y Ix 1. Vease slo Meslé [x98] cuya historia el antcolonialsno alsin aeranen| ‘es Cats; Hulne (1930): Tadoser [198]. El estudio mi eevelaor, x rifle, tobe la presencia de hee colonial (del primer imperialiano) en I flowin europen san el de Landuce {ug78) agent Garin [3971] tambien bain spantad against Uivecciones metodoigicas que, nmentablemente, no continu. En cuanto al pact tulad del inpesialino moderno, wid Sd [CRI] y snerenio$ De PAPEL relacién colonial o bien Ia que intenta resistiro subvertir activamen- te la perspectiva colonizadora.” Se entiende, en esta ditima acepeién, que Ia colonizacién no ha sido Gnicamente una transferencia de poder, sino que lia exigido una transformacién simbolica y eulwural y una profunda reordenacion epistémica ¢ intelectual. La literatura serfa un elemento muy rele- vante de ese proceso de reestrueturacion, ya que puede convertirse en vehiculo de la experiencia imperial y colonial (tanto del colono como del colonizado), en instruiento para resistir los mitos de la su- petioridad ¢ inferioridad racial, religiosa o politica, 0 tdpos de ta sumision necesaria, en Iugar de contestacién de las imagencs, temas y formas del discurso que sostienen y legitiman la cotonizacion y eb dominio metropolitano. En este sentido, lo postcolonial designa, en primera instancia, una préctica discursiva. En estas paginas, sin embargo, no respetaré esta distincién entre post-cloniaty postcolonial, comvin en Ia exitica norteamericana y sajona, esto es, no distinguiré con un gui6n el sentido temporal y el sent Go politico del término, Entiendo que esa distincién no tiene funda- mento lexicografico, pues el prefijo post indica siempre posterioridad (con o sin guidn),y la palabra puede roferiree a ambas cosas si tineainemte, ya que, en determinados contextos, denota la primera acepcién y connota Ia segunda. En las lenguas romances, la expresion lteratura colonial ha sido comtin desde el periodo de entreguersas 0, cen cl caso de Espaia, desde la guerra civil. La extension del término ¢s variable. A menudo, se utiliza para designar los textos literarios producidos en las colonias mientras son colonias, pero también, tema ticamente, para nombrar el conjunto de textos que versa sobre la experiencia colonial o que ha sido escrito por autores criollos (0, uy secundariamente, por autores metropolitanos que abordan la cucstibn colonial). No ha arraigado, en los estudios lterarios, ningtin término especifico para designar el conjunto de las literaturas de las ‘x colonias ras la independencia de la metr6poliy la constitucién de Tas ntievas naciones, salvo las denominaciones continentales con un indice de nacionalizacién muy débil (literatura africana, literatura ‘2. Sobre la cistineion portolntal/povelonia, vid Misha y Hodges [ogg: 2841; Lionnet (1995: ali Moura [1097 62] y Chevrce [1998]. Vid. quan [EWB ¥69); Tin {iggt]y Riese (1983), Sobte ls impicaciones hicortogrificas ee fa poscolonalad, es relevante el anlisis de MeClinock [1992: 292 4). Acerca de In posteolonalided como scondiciéne, wi Moura [1992 12-13], y Boelimer {1995 3] 28 INTRODUCCIGN A LA CRETICA POSTCOLONEAL francéfona, ete.). La palabra postcolonial, para designar ya sea la lite= ratura posterior a la independencia ya sea la literatura que, ademnés, tematiza la resistencia al imperio, es un calco del inglés, en el que postcolonial se generaliza ripidamente en los estudios literarios a fina les de la década de los ochenta. Los tedricos franceses reconocen que la critica postcolonial —la critique pastcoloniale— es una aproximacién anglosajona adaptable al estudio de las literaturas francbfonas, que se habia iniciado timidamente en los aiios sesenta.” En Portugal, tam- bién se encuentra la expresin de critica pos-coloniat o la referencia al pos-colonialismo.' La utilizacién del término en castellano ¢s atin infre- ‘cuente: ha comenzado a asentarse entre algunos —pocos— estudio sos de las literaturas de América Latina y en el émbito de la traduc- cin y de la literatura comparada.* Para referirse 2 la vastisima produccién literaria de las antiguas co- Ionias y de los territorios que estuvieron bajo dominio imperial uti lizaré, pues, literatura postcolonial (cuya frecuencia en los estudios lite- rarios la ha hecho casi indispensable para el intercambio critico y académico), literature neonarional, 0, a pesar de la inelegancia de la petifrasis,lteraturas de las nuevas naciones." En principio, salvo cuando ‘eetas expresioner alternen en el texto como variatioret6rica, su utile zacién responde a cuestiones de matiz. La expresi6n lieratura posteo lonial enfatiza la presencia de Ia experiencia colonial (o anticolonial) y de huellas metropolitanas de toda condici6n (lingiisticas, gené: 8. Vid blo Moura (2997: go]. La fuencafonia término del geogeafo Onésime ects, no tenia un sentida primariamente iteraro y designals slgo més que una ‘unde agian. Loe recelos politicos que suscita st ubliracioa especialmente on fl Magre’~y mie connotaciones imperises y similalonistas han immpedido s1 uso ‘general ‘kV. slo Venfncio 1996: 119 88) 1B Ch s6lo Mignolo [996° 27-40) y Alfonso del Toro [1997: pas]. Aparecetam- ign en ol Smbito de he raduecin (wid Ovid Carbonell [2997]) y mel de la liters tra comparads (id: Vega y Carbonell [1998:1¥)) 6. La expresion Bisative dl caver mundo es una acufiacién reciente, que no s lfunde hasta os aos ochenta, En esta piginas evitaré at wtlizacion, salvo para ref ‘irme a la ese de lo eis que susan esa formula. El crm neeooniationa, que puede encontraree con creciente frecuencia en los studios iteraries,procede de la teoria econémics se refere, en primera instanca, alt persstencia del control eco- nnomico o poltco de la metpolt sobre las antiguas colonias, a pes de que se haya producidolaindependenci oficial de Ets, Es freeuente que fa formula erature ne. flonalconstituya una declaracin poten cel critica que I uli, que india af Conviceon de que la palabra pastolonal es optimista , cuando menos, premature Sobre el post el neocolonistiemo, vi. Huggan [1997 19-24) 19 IMPERIOS DE PAPEL. cas, tematicas, de tradici6n literaria y formacién, tanto como admi- nistrativas y politicas), asf como los rastros subjetivos y simbélicos det dominio imperial tras la independencia. La expresién literatura neo- nacional, o de las nuevas naciones, trae a primer plano, en cambio, no tanto el pasado colonial cuanto el presente tras la independencia, esto es, el hecho de gue los textos literarios se producen y enmarcan en el contexto de una instituci6n de reciente creacién, de sus expec- tativas y restricciones, y también, frecuentemente, en un medio inte- Tectual en el que se procede a Ia afirmacién de un nuevo nacionalis- ‘mo cultural frente a la influencia o a la presencia metropolitan. Es posible que el éxito critico de la expresi6n literatura postcolonial se deba, en gran medida, a su mayor neutralidad: el post, entendi- do en términos cronolégicos, compromete poco a los usuarios del término. Por otra parte, todas las alternativas estan. marcadas por un uso lingitstico restringido, o por determinaciones politicas, © por ‘connotaciones indeseables’ la francophonie, por ejemplo, arrastra una idea territorial hegeménica (del antiguo imperio francés en Africa, pero también aplicable a América y a algunos pafses de Europa) y encierra en si los ideales asimilativos de Ia administracién colonial francesa: las itiraturesfronuoplumes asumen, por tanto, él mismo peco de connotaciones. La Commonwealth, yla formula Commonaseath Lite ratur, esti demasiado ligada al concepto de imperio, al que sustituye como forina de relacién neocolonial, desigual y asimétrica, entre Ja antigua metr6poli y las antiguas colonias, Los dominios portugueses en Africa no han generado una denominacién propia: Ia formula anacr6nica del império portuguds, asociada a Ia exaltacién nacional salazarista, no es apenas til para designar a partir de ella las litera: turas producidas en las colonias. Durante la dictadura, se gencraliz6 1 literatura ultramarina o literatura do alén-man. después de 1975 se prefiere poscolonial o el nombre de la naci6n.” Bl caso italia- no es quiz el més singular, ya que la historiografia literaria tiende a negar y borrar la existencia misma del imperio colonial, quiz4 por sus indeseables asociaciones con el fascismo mussoliniano. En el caso del dominio espaiiol, con la excepcién de Guinea, cel Sahara Occidental y de los mandatos norteafricanos, la independencia de las colonias 17. lestuio de la Uterataraforcalnia! ws6fona ha sido muy rlevante a pari de gy, con la ead del ngimen salacaristay el finde fa censua: wid Ferreira y Moser (igs: 95:88), BNTRODUCCION A LA CRITICA POSTCOLONIAL, fue un proceso culminado en el siglo x1x, por lo que las naciones su gidas de 61 no pueden ser calificadas, en sentido estricto, de nuevas 4 EL MOMENTO POSTCOLONIAL En la critica francétona y angléfona, ol alcance temporal de la post- colonialidad es materia de una singular logomaquia, que no hacc’ més que revelar la insuficiencia y vaguedad del término, Una posi cin extendida considera que i postcolonialidad comienza realmen- teen el momento mismo de la agresién territorial, de la ocupacién o ta conquista, eto es, en lo quie stele conocerse como periodo colo- nial, The Empire Wits Back (1989), un roanual de extraordinario éxi- to que, segiin reza el subtitulo, s¢ proponta estudiar «la teoria y la préctica de ls literaturas postcoloniales, se abrfa con esta precision, {que posteriormente se ha repetido ad nausea «.usarnos el término postcolonial para referirnos a toda la cultura afetada por el proceso impe- rial desde el momento d la colonizacion hasta el presente .. (ya gue) hay una continuidad de preocupaciones inquietudes en todo el proce- to hietérico que ee inicia con Ia agcesién imperial europeans? Fata {gran extensidn temporal, en combinacién con las acepciones pol fas y opositivas del término, acaba por convertir Io postcolonial en ima denominacién de conveniencia, aplicable a cualquier texto escr- to en una colonia y del que pueda afirmarse —con cualquier grado de fandamento— que desmantcla o denuncia las relaciones de poder preexistentes, Elaleance cronolbgico concedide a lo postcolonial en testa acepcion es desmedido, y tiene en contra la logica del prefijo 8. Los historiadores conceden el nombre de nuewesnaconssalasconsticuidas con posterlorided af segunda guerra mundial, aunque fa denominacion puede ampliase [pa incluira las surgidisen los af yeintey teint, ya que Eas, por lo general i= on una independencta s6lo nominal, con an régimen inanrado por el colonizador, sin contol de los recursos propice, de Ia moneda, de la pole, del eército 0 de la polities exterior (es, por ejemplo, el caso de la monarquia tere de Iraq, en 1992, ‘Gels independencis de Egipo, procamadaoflclalmente en 1922, pero que no cal ‘na hasta ls pacts de Naster com Gran Bretafa,en 194 el fin dela guerra de Suez, fe 1936). De este modo, lat ex coloniasespagclas de Arnérica no son murwat nae, Tigual que nolo son los Estados Unidos. El caso de Guines Ecuatoral es exeepelonal La produccign posta y novelistien de autores goineanos em lengua castellana apenas ‘ebido la atenein de los hispaniias (a pesit de la publicacion de algunas anto- ‘como la de Ndongo — Bidyogo, 1984). (9 William Asheroft ot at. (EWE 4] Mas precisa, por ello, es la posicin que entiende lo postcolonial como el periodo que sigue a la época imperial maderna, tras el fin del co lonialismo contemporaneo. Los imperios coloniales europeos (el portugués, el espaiol, et ho- landés, el britanico, el francés, el belga, el italiano, et aleman) se han sucedido —con solapamientos— desde el sigio xvt hasta el presente. La primera era imperial europea, la del llamado inperiatismo dindsti- coo prenacional, comienza en el Renacimiento. Sus vastos territorios coloniales alcanzaron la independencia a finales del siglo xvm y, sobre todo, durante el siglo xrx. La segunda era imperial, la del impe- rialismo moderna, comienza hacia la segunda mitad del siglo x1x, se acelera con el reparto de Africa en la Conferencia de Berlin en 1884, se extiende hasta la segunda guerra mundial y, posteriormente, hasta €l inicio de la década de los sezenta, Entre 1875 y 1914, las grandes potencias europeas alcanzaron su maxima extension territorial. No menos fulminante fue el desmantelamiento de esos mismos imperios entre 1945 y Ia actualidad."” En los inmensos territorios descolonizados en los siltimos cin: cuenta afios, las nuevas nacionesestado sustituyeron a la antigua ad- ministracién imperial. En términos politicos, pues, el colonialisme dio paso a un movimiento generalizado de nacionalismos, entendidos, inicialmente, como una prictica 0 una ideologia liberatoria y antiim- crial, a pesar de que mimaban la organizacién politica de sus an- tiguos amos y asentaban sus fronteras sobre las demarcaciones de la administracién metropolitana, Por ello, la investigacién cabal de las consecuencias del imperio y de la descolonizacion conduce, necesaria- mente, al estudio del neonacionalismo, ahora si, postcolonial, de su dimensién intelectual y simbélica, y del complejo de précticas que sucle denominarse nacianalismo cultural" Estos hechos explican que, en estas paginas, la fSrmula literaturas neonacionales sustituya, con frecuen- ia, a literaturas posteoloniates, a pesar de que esta ‘itima ha suscitado ‘un mayor consenso de la critica. Alreferirse a la era moderna del imp Jos estudios literarios dejan a un lado tanto el lismo europeo, en suma, 10. Sobre la eronologia de Ia descolonizacién en el siglo XX, vi Chamberlain {1g85: 19981, que contin linea iniclada por Charnay [4985] para Franca, ¥ Gri taal (1985) para Belgica. CE. quoque Biemingham [1993]; Carreras 11993, 1904] ¥ Ageron (2994) 11, Sobre el nacionalismo eulural, vid. Hutchinson [1987] INTRODUCCION A LA CRETICA POSTCOLONIAL que se inicia con el Renacimiento, cuanto Ia consideracién de la postsoloniatidad como fenémeno transhistorico, ya gute la conquista imperial podria entenderse como un fendmeno continuo de Ia histo- ria del mundo desde la antigiiedad, y no solamente como un acto de agresién curopea, 0 como un episodio reciente. Sise adoptara la acep- transhistSrica més amplia (pero también li més légica) de la, postcolonialidad, ésta se convertiria en un proceso que sienypre habria estado.en marcha, de tal modo que todos jo terrtorios del mundo (es0 i, juzgando anacrénicamente desde la idea nacional det presente) hhabrfan tenido, en algin momento, la condicién de centro imperial y de colonia: Espaiia, por ejemplo, seria centro imperial respecto de ‘América en el siglo xvi, pero habrfa sido, anteriormente, una colonia dl imperio romano, El término postcolonial designaria, en este caso, cl fin de cualquier agresin territorial y perderia utilidad y eficacia ‘como instrumento de periodizacién. Sea como fuere, el término post colonial se utiliza dinicamente en la critica liveraria'contemporanea para referrse a las ex colonias del segundo imperialism y a los pro- cesos de descolonizacién y de formacién nacional estrictamente con- temporéncos. Todo instr umentu de periodizaciGu es una herramtenta que el In- vestigador superpone a su materia y que, por tanto, no se sigue nece- sariamente de ella. La historiografia literaria ha heredado de la toria general (politica, social y cultural) una serie de denominaciones cspecifcas que siguen criterios dinisticos (por ejemplo, literatura isa {lina}, se refieren a formas de gobierno (literatura republiana), a sis- temas econémicos (dieratura industrial), movimientos religiosos (lite ratura dela contrarreforma), a stuaciones politicas (literatura colonial). La FSrmula de literatura postcolonial alude a una situacién politica, pero €l prefijo introduce una suerte de indeterminacién cronoligica, a de apertura temporal. Fsti quiza més emparentada, por ello mismo, con tras expresiones como posimodernidad o postesructuraisna, que 00 \dican un momento de cierre cronolégico, y que parecen dofinirse inicamenie por «venir después» de otra cosa. Con ellas compartiria la indeterminacién temporal o Ja suspensién histérica, ya que el post, segin la l6gica del prefijo, nunca concluye."” Se ha sugerido, no 12, Sobre las relaciones entre postolonialidad y postmodernidad, cf Adam y TE fin [aggris Appiah [19915 1992/9951; During’ [1985; 1987/1995]; Hutcheon {1980/1991: 167-190); Titin (1988: 169-181) 23 obstante, que un sentido posible de lo pasteolonial se derivaria preci- samente de las counotaciones que ha adquirido el pust-en pestesirue turalismo y postmodernidad, donde no s6lo indicaria posterioridad, sino, sobre todo, el hecho de que se han superado, trascendido o integrado en un proceso mas amplio y comprehensivo los principios, criterios y parametros de los movimientos a los que acompaiia el prefijo, Desde este punto de vista, Ios textos, la teoria o el comparatismo fasteolonia- les habrian ido «més allé» de la ideologia colonial. Esta observacion no obsta para reconocer que, al menos en el ambito anglosajén, el past se ha utilizado a menudo y se utiliza ain para indicar no un movi- miento de superacién, siio de oposicién o resistencia, esto es, como tun sustituto enfemistico de anti- La implicacin politica mas conspicua del término postofonial es un corolario de su indeterminacién temporal. Al decie postcolonial pa- rece enfatizarse que In experiencia distintiva de los asi ealificados —una sociedad, un individno, una lteratura—es la presencia curopea Se los identifica, en sums, en virtud de eva experiencia colonial se ‘amite toda consideracién de mu hietoria anterior (eto e0, de otro for mas de dominaci6n, de otras intervenciones sanguinarias, de otras imposiciones eulturales). Esto es especialmente notorio en el caso de Jn critica de las literaturas africanas, que ha borrado absolutamente de su horizonte intelectual las huellas de imperios no curopeos y especialmente, las de la expansién tervtorial del ihn: y no dja de ser sorprendente en el caso de pueblos con una larga y milenaria his toriaescrita, como la India, en la que la reduecién a In postcolonial dad concede una centralidad abusiva al hecho de la colonizacién europea. De este modo, cuando la critica metropolitana habla de postcolonialidad convierte lz dominacién europea en la experiencia fandante de la historia de los terstorios colonizados, respecto de la cual esa misma historia se periodiza y se nombra. Todas las culturas sometidas por una potencia occidental quedarian asi acomunadas por su distancia respecto de esa dorainacion colonial y compartirian una relaci6n, por asf decir, preposicional, con Buropa, ya que su his- coria estaria mareada por —y subordinada a— el inico y la conctu- sin de la presencia europea, por un fre-y por un post. Otros term nos, en cambio, como colonalismo 0 colonial alucen a la experiencia innegable del imperio desde un punto de vista politico, pero no le conceden un valor fundacional, Tampocs la palabra neonacionc, al re- 4 ITRODUGCION 4 LA CRITICA POSTCOLONIAL ferirse aun fenémeno nuevo en todo el mundo, el de la constitucién de nuevas naciones, prejurgs la centralidad de la experiencia de la do- miffaci6n europea. Se ha sugerido que postcolonialisno o postcolonialidad tienen, ade- mis, un efecto perverso, porque desplazan la atencign de la relacién de poder y de su inscripeién textual (que es la relevante ria y laerftica y la que verdaderamente interesa en el anzlisis del dis- so) a la sucesin temporal (pre-/post-), y, por tanto, enfatizan la dimensién historiografica del fendmeno a costa de la dimensién po- litica.'® A pesar de todo ello, las literaturas, Ia critica, la teoria litera- via y Ja literatura comparada postcoloniales se han abierto paso en los medios académicos del mundo, al igual que formulas tales como «la condicién postcolonial», «el intclectual postcolonial», wa situacién post colonials, etcévera (0, mas frecuentemente atin, a! o'10, 0 ta alteridad postcolonial). Quizé la postcolonialidad, por el postismo generalizado Ge una parte de fa critica, disfruta vicariamente de Ia Fortuna de la posimodernidad o de otras formas prestigiosas del post. Es evidente, en cualquier caso, que el término ha tenido un éxito rotundo en las Aisciplina’ humanisticas, desde ta historia y la teorfa politica a la teo- ria de las artes y de Ia Titeratusay y que w bien sadsface ast una ne cesidad del mercado académico general.o satisface una necesidad del mercado académico angloamericano que ha sido exportada a todo el mundo. LITERATURA Y NEONACIONALISMO. Este libro quiere ser también una primera aproximacién al estudio de las relaciones entre la literatura y los nacionalismos y, en particular, 4 los usos identitarios de la literatura y a las categorias eriticas y princi- Pios politicos que los sustentan, Un estudio de esa naturaleza no sélo deberia considerar el proceso de formacién de las literatucas nacio- nales en Europa —desde la Ilustracién, pero, sobre todo, desde el Ro. manticismo—, sino también Ia utilizacién identitaria de la literatura cn las naciones sin estado. Las literaturas postcoloniales 0 neonacio- nales constituyen un laboratorio inmejorable para proceder después a Ia indagacién de las teorfas, categorias e instrumentos criticos con 1g, Véave sélo MeCliniock [1992: 3) 25 los que se construye el discurso de la nacionalidad literaria."* En prit ‘mer lugar, por tratarse de naciones de reciente creacién, surgidas en los times sesenta afios de un'proceso de descolonizacién 0 de una guerra de independencia; en segundo lugar, porque las nuevas nacio- nes no se asientan —en la mayoria de los easos— sobre naciones pre- coloniales, sino que se construyen a partir de las divisiones adminis- wwativas del colonizador y se delimitan segiin el reparto metropolitano de areas de poder ¢ influencia; en tercer lugar, porque la idea de que Taliteratura debe ser expresién nacional o vebiculo de una identidad, dde uma conciencia o de usa experiencid nacionales,y, sobre todo ello, manifestacion de autoctonia, puede sorprenderse, o casi presenciar- se, en su surgimiento y elaboracién. En el caso de las nuevas naciones, que son producto de ta des membracién de los imperios modernos, puede asistirse iteralmente y estudiarse de manera ejemplar cémo se produce la construecién sim- bolica de la nacién y cémo Ia Kiteratura contribuye y participa de ese conjunto de representaciones y adquiere una relevante funci6n y efi cacia politicas.” EI estadio de la elaboracién literaria del pasado deseable de la nueva nacién y, sobre todo, de la construecién de un 14 Edward W. Sad, en um breve estutio de 1990, Yes and Duclonizaton, supo relcionar ejmplarmente el modelo ilandés con el de las nuevas naciones postcolo piss, alguna dela eves tomaron el macionaigno eltural de Yeats de sus erealoe Terarioe como patrn hdsico para constric una literatura nacional, La relaciOn entre os nacionalismos europeosy os neonaclonalismos colonials es materia de candente ‘scusin: Alter (2985/2989! 144-1471, por elemplo,enfatza ls semejanzas de ambos {en cuanto alos mecanismos de consruccién de una uaci6n) l igual que Hala ) {iogo: 165.164), quien también, no obstante,sefala las diferencias historias y cco. nomicas que operan en I conformacién de In ientidad nacional 15, Sobre los nuevos nacionalismos y la construccién de naciones nucrasy wd Gelines [ag8g/19B8: 81 a6}; Alter (1985/1989: 143-1521; Anderson (1983/2090 104-128]; Hobsbawem [1ogo: 163-183]; Holehinson y Smith [1994 195-240). 21 his torlador Louis Snyder [198] generals Ia expeesidn mua nacenaiswe (nae nations sm) para refersse 2 todos las nacionalismos no europeos de Ts segunda mitad del siglo 4; Gellner (1983/1988: 81] prefere la denominacion de sadenaisne tori (dais nationatin) 0 nacionalismo contra-entropico(coulereirptc, esto 65, basado en Ja exclusidn) para designar los nuevos nactonalismos postcoloniles del siglo Xx, si bien su ipologia de las nacionesy de los nacionalismos no depen de lo reciente que sea la constucign del exiado, sino del acceso dferencial a Ia educopion de las dis fintas-capas de poblacion. Alter, en cambio, utiiza snacionaismo del texcer mundo» (Whird rtd naionaios)y s6l0 oeasionalmente naconalismo anticolonal Anderson usa a menudo snacionalismo colonlals (clei nationalism) pata designar el mismo fen: ‘meno; Hutchinson y Smith, por ultimo, preferen et menos especifico de nacional ‘siraourpi. Aqui se wiles mionacionaiime y, ecumdariamente,macioalim ted, 26 INTRODUGCION A LA CRITICA POSTCOLONIAL pasado puro, comunal, ancestral ¢ incontaminado al que volverse para ctlficar el presente, tiene mucho que ensciiar sobre las represen tacionés literarias del pasado nacional de los estados y de los mo- vimientos nacionalistas de Europa. Asi, por ejemplo. idilismo de la literatura postcolonial es earacteristica que también puede recono- cerse en los movimientos nacionalistas éuropeos, que, generalmente, desconffan de los medios urbanos y acuden a modelos rurales y po- pulares, herderianos, a la biisqueda de una imagen de la identidad nacional 0 de sus rasgos més genutinos; por otva parte, también fa constitucién y la invencién de la continuidad historica postcolonial tiene paralelos evidentes en los nacionalismos de Europa, que conoce Ia creacién y exaltacin de un pasado antigo y heroico, semificticio. y de proto-patriotas (Boadicea, Vercingétorix, Arminio, Viriato), 0 totalmente ficticio, como sucede con las fasifieaciones de Ossian o.con In invencién de la literatura medieval checa."® Las relaciones entre la literatura, la nacién y los nacionalismos, y la cuestién de los usos identitarios de la literatura forman un campo de studios extraordinariamente politizado, que requiere, por ello mis ‘mo, uh cuidado y un rigor extremos. No menos espinoso se revela el campo de Ta evitica y la teorfa literarias sobre ea sin de las ideas de identidad o autoctonia y de sus manifestaciones y representaciones en la ficcion rara vez.es neutra: mas delicada es ain la hipétesis de que la nacién, como constructo conceptual y discursi- vo, deba ser asediada en las representaciones literarias y artisticas que edifican el mito de Ia icentidad, Eric Hobsbawm, en The Invention of ‘Tradition, echaba en falta estudios interdisciplinares y, especialmente, de critica literaria, sobre la construccién y reelaboracién de los pass. dos nacionales deseables y sobre la invencién de instrumentos de identidad instituidos como stradiciones». Edward W. Said, en tn ense- yo sobre ei nacionalismo literario de Yeats, los nacionalismos eolo- niales y el revivalisne folklorista, dijo también echar de menos, en el panorama actual, estudios detenidos y rigurosos sobre las relaciones ‘entre la literatura y los nacionalismos. Este libro no pretende —no materia Ta dieeu para designar los nacionalismos surgidos con pesterioridad la segunda guerearmun- Sila sabiendas de que e primer ermino ha sido yflizado ocaionelmente (pot Neira) para designar Ios nacionaismos de las regions elropeas (es decir, Jo que Sayer Is ‘a winninc) 1, Vid. Hobsbswm y Ranger [1983/1988 7] 5, ms recientemente, jars (2000). (fe guage Bxen-Zohar [1994/1996]; Gallen [1998 299-367] 7 puede pretender— colmar esa laguna cumplir ese proyecto inte- ectual: se propone Gnicamente establecer unas bases previas y mis modestas que puedan conducir, en el futuro, a un estudio mas cauto ¢ informado de la relacién de la literatura y los nacionalismos de Europa. El camino aqui emprendido es, pues, un camino ablicue o, si se prefiere, un largo rodeo, que inicia su recorrido con la indagacién de los estudios literarios sobre la postcolonialidad y las nuevas litera turas nacionales y con el escrutinio de las categorias fundantes del discurso critico que las describe y analiza. PRECISIONES METODOLOGICAS La inspiracién metodologica de este trabajo es doble. Por una parte, cn lo que concierne a la aproximacién al neonacionalismo, ha con- traido una deuda intelectual con Ios estudios de Eric Hobsbawm y Elie Kedourie. De Hobsbawm sefialaré tan s6lo el agudisimo —y brevisi- mo— estudio sobre la nacién y los nacionalismos (Nations and Natio- natism since 1780. Programme, Myth, Reality, .ggo) y la direccién inte- Iectual en los trabajos reunidas bajo el titulo La inuencién de la tradiién (The Invention of Tradition, 1983); y de Elie Kedourie, la metodologia que inspiré la monografia Nationalism. (1960, pero corregida en 1993) ‘Acsios trabajos han de sumarse, secundariamente, la reflexi6n de Be- nedict Anderson sobre la nacién como comunidad imaginaria (Ina: _gined Communities. Reflections on the Origin and Spread of Nationalism, 1983/1990), y las de Leon Poliakov sobre la construccién del pasado sgetmanista en la historiografia y Ia literatura europeas (Le mythe aryen Essai sur ls sources du racione et des nationalisms, 1973/1087)."" La presencia de estos textos es mayor de la que dejan adivinar las ci referencias en el cuerpo de este trabajo, e inspiran la aproxim: general a los fenémenos neonacionales, a su tratamiento del pasado Ya su uso de ficciones legitimadoras."® 117. No esté del todo Ielano a esta Tinea de trabajo que aqui detallo el primer ioe Jurist, Binge d Ato La fnvenein de lo padicin vase [2987]. Igualinente destacabie ex el estudio sobre el revival galico y el nacionalismo Terao irlandés de Hiatchinson [1987]. Vid. quoque Dennis [1997] sobre Ia fune'n de la novela histrica en el naclonaligmo escocese rian, 18. Esto no implica pretcrr las monografias cliscas de Ater [1985/1980]; Gell ner {3983/1988; 1994]: 0 Seton: Waton [1977]. He tomado tambign en considers 8 SNTRODUCCION A LA CRETICA POSTCOLONIAL Los investigadores del nacionalismo suelen dividirse en dos gran- “des grupos (aunque esto, claro estd, ¢s una simplificacién) a Tos que Anthony Smith, en su investigacién sobre la identidad nacional (Na- tional Identity, 1991), llamé primerdialistas y modernistas. Los moder nistas, como Benedict Anderson 6 Eric Hobsbawm, entienden que la nacién es un concepto reciente. Anthony Smith, que es quizé'cl primordialista mas prolifico, reitera en cambio cn todas sus obras sti convicci6n de la longevidad historica de! nacionalismo y de la «etnici- dad»: aunque por una parte conceda, como Anderson 0 Hobsbawin, 4que el nacionalismo es un fendmeno contemporaneo, con no mas de doscientos aiios de antigitedad, cree que la «identidad émica» ha exis- tido durante milenios, y que la naci6n (j, por tanto, de algin modo, el nacionalismo) no es ms que una de sus articulaciones o, si se prefiere, J mas moderna de sus concreciones. B! primordialismo, putes, con- ibe la nacién como una realidad esencial,y, generalmente, con bases raciales. En cambio, los que Smith llama «modernistas» entienden el nacionalismo como un epifendmeno moderno de algunos mecanis- ‘mos sociales, o, alternativamente, como un constructo discursivo, ‘La definicién andersoniana —y modernista— de Ia nacién como comunidad politica imaginaria ha sido citada ad nausoan, a peaar de 31s limitaciones, o de que no dé cuenta de la realidad de muchos fend- menos asociados a la nacién, a sus manifestaciones politicas 0 a su vinculacién con el estado. Puede ser ttil, sin embargo, como con- trapunto de las tendencias esencialistas de muchos historiadores, Imente en el caso ce las nuevas naciones surgidas de la desco- icin, cuyos ciucladanos apenas si comparten vinculos de otra naturaleza que no sea el de la nacionalidad. No deja de ser sugestivo, por sui simplicidad extrema, lo que, a falta de definicién, Eric Hobs- bawm preficre lamar una «hip6tesis de partida», a saber: merece ser considerado como nacién cualquier conjunto de personas que se per- ciban a si mismas como miembros de esa nacién."” Esta aproximacién s extraordinariamente vaga, pero tiene la ventaja de situar la idea de nacién en el dominio de la subjetividad de quienes la comparten y, por tanto, en un Ambito simbdlico, intelectual y nocional, y no en el dominio de la raza, la lengua, el régimen politico o la religion. Se cin Htehon y Smit ig94, pero hei au ad, en cambio, por mzones que lg dtl ag! peso sobre la que volver en el ur, weasel propia Seah 7 ae 8 98:0) "9. Bota (0% 8) 29 IMPERIOS DP PATEL pone frontalmente, por tanto, a concepciones nacionalistas como Jas de Sabino Arana, de vinculos miiliples (esto es, las busadas en Ta vunién de lengua y raza, de forma primaria, y en la religién de forma secundaria), 0 las de Fichte o Herder. En lo que concierne a los principios y a la impostaci6n de estas paginas, la inspiracién metodol6gica fundamental proviene (parcial- mente y no sin variaciones) de la epistemologia de Foucault y de su presencia en los estudios literarios. Los instrumentos con los que Foucault se aproxima a las ciencias humanas —tanto a la filologia y a Ja critica literaria como a las llamadas ciencias inmaduras—, a la bits queda de las condiciones discursivas que atribuyen valor de verdad y a las inscripciones de poder en las disciplinas (esto es, a la im- bricacién del poder y el conocimiento) fran sido determinantes en la concepeién de este trabajo, que estudia, en primera instancia, la con- formaci6n y la naturaleza de un discurso critico. De nuevo, las refe- rencias expresas no hacen justicia a la magnitud de las deudas. El caso de Ia nacién como constructo y como institucién se presta parti cularmente a la aplicaciOn de las genealogias foucaultianas,”” y la lea de nacién como formacién discursiva permite asediar fructifera- mente Ia funcién de las representaciones literarias que participan de lla 0 que contribuyen a su establecimiento, No cs inoportuno precisar, por tiltimo, que este libro se propone abordar los estudios crticos que versan sobre las huellas textuales de Jos imperios y sobre las literaturas de aquellas naciones surgidas de los procesos de descolonizacién, esto es, de las iteraturas lamadas post ‘oloniales © neonacionales. No se dedica, por tanto, al estudio primario de todas y cada una de esas literaturas (tarea infinita) ni de la mi riada de obras que las componen, sino al de las calgorias rticas que se han dispucsto para dar cuenta de su naturaleza y, por tanto, al de los puntos de vista desde las que han sido consideradas, ya sean psi- colégicos, politicos, formales, o genéricos. Kstudia también, por tan- to, el estatuto que les concede la teoria literaria contemporanea y el Tugar conceptual que les otorga el comparatismo de los tiltimos aiios, los problemas tedricos que han incorporado a la discusién critica y, Por tiltimo, los usos nacionalistas de las literaturas y el proceso mis 20, A esta genealogia del concepto de naclén parece aproxintase la propuesta de ‘Timothy Brennan, cuando excrbe que ola naciéa 6s preeisnmente le que Foucault ha \amado una "Tormacign dlacursva” —no una mera alegoria © una vision imaginative, sino una estructura pola prodictivae [Brenna 4990! 46) go IVTRODUCCION A LA CRITICS POSTCOLONIAL, amo de su nacionatizacién, Esto es, este libro estudta mo se habla de un fenémeno (y, en primer lugar, por cllo,/cémo ese fenémeno lle ga aoncebirse como tal de modo unitario) y cémo se teoriza sobre 41, c6mo se lo nombra y desesit, emo se conceptualizay califica, s sobre la postcolonialidad en la politica y poética de la negritud y, so- bre todo, en las obras elinicas y politicas de Frantz Fanon, en sus tesis, sobre la alienacién colonial (y, en particular, sobre la participacién de Ja literatura en los procesos de alienacién ¢ inferiorizacién) y en nt proyecto —o, més bien, descripcién programdtica— de as. nuevas literaturas nacionales de las ex colonias (II. «Literatura y alienacién colonial»). A continuacion, se propone el examen del andliss det di curse colonial y, en particular, de la obra de Kdward W. Said y del libro que mas influencia ha tenido en la critica contemporanea, Ia mono: grafia Orientalism, Western Conceptions of the Orient (1978), de la que importa primariamente destacar su inspiracién metodol6gica en la obra del filésofo francés Michel Foucault y su constitucién. como una arqueologéa del saber, uno de cuyos modelos es el analisis foucaultiano de Jos sistemas penales. Al examen de Orientalism, que suele recono- cerse como obra de referencia del anilisis del discurso colonial, le 1¢ la consideracién de las relaciones entre la cultura y el imperia- 10 en la obra posterior de Edward W. Said (III. «El anilisis det dis- curso colonial»). Los capitulos segundo y tercero abordan, pues, Ia constitucién de la subjetividad del colonizado y la eficacia de la Tise- ratura en la alienacién colonial, el andlisis del discurso y de la textucli- dad del imperio, la politica de la representaci6n literaria y la partic pacién y funcién de la literatura en la empresa colonial. Los capitulos ‘cuarto y quinto tratan acerca de la extensi6n, difusién y'consolidacién, cen colonias, de dos tipos de comparteras del imperi, la lengua, por una parte y, por ota, las convenciones, tipos, ternas y moldes genéricos te la tradicién literaria metropolitana. El capitulo cuarto estudia Ia nau- raleza de la exografia colonial y las implicaciones politicas de Ia elee- ion de la lengua literaria en las situaciones de diglosia y poliglovia ry INTRODUGCIGN A LA CRITICA POSTCOLONIAL. roducidas por el imperio, esto es, eh Jas que conviven las lenguas rativas con las lenguas europeas impuestas durante la colonizacién comno vehiculo de cultura y,como instrumento unificador de la admi- nistracion. Es éste, pues, uh gstudio de politica lingulsticorliteraria y de los problemas suscitados por la exografia en las nuevas naciones independientes, y también de los mecanismos de apropiaciOn y trans- formaciOn que los usos literarios de las ex colonias ejercen sobre las lenguas metropolitanas (IV. «Bxografias y exofonias: la cuestién de Ia lengua»), El quinto eapftulo versa sobre los géneros, los tipos narrativos y la tradiciOn literaria europea cuando —en virtud de la dominacion im- perial— se imponen o difunden en las colonias, en Tas que suelen pervivir —aunque, a menudo, transformados— tras la independen- cia formal. He considerado, en primer lugar, el concepto critico de género aculturado y reviso, para ello, algunos casos cjemplares, que permiten una aproximacién a Ia ideologia que subyace en el estudio de los géneros de las literaturas postcoloniales. En segundo lugar, he examinado la relacién de los géneros y tipos literarias con el nacio- nalismo identitario, con Ia idea de autoctonia y con los usos politicos de la literatura en la construccién de Ias nuevas naciones y en Ta in- vencién de un pasado idilico en el que fundar Ia identidad presente. Pog ello, he atendido especialmente a la aparicion, en el discurso eri tico, de los términos de identidad, autenticidad y autoctonia y a las teorfas en torno a las autobiografias simbélicas y colectivas. Por di rio, he considerado las formas de resistencia cultural contra la metr6- poli que se expresan mediante Ia reescritura de las obras maestras de Ta tradici6n literaria europea y las hip6tesis de lectura y los desplaza- rmientos de la representacién que son, respectivamente, causa y con secuencia de la contriescritura (V.

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