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Nombre de la carrera: Profesorado de Educación Secundaria en Lengua y

Literatura.
Nombre de la asignatura: Historia y Política de la Educación Argentina.
Nombre del docente a cargo: Gustavo Artunduaga.
Título del trabajo: Educación y Anarquismo en la Argentina de principios del S.
XX.
Apellido y nombre del autor: Godoy, Alejo Nahuel.
Fecha de entrega: 19 de mayo de 2019.

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Educación y Anarquismo en la Argentina de principios del S. XX

Introducción

El anarquismo, una corriente de pensamiento que se opone a los sistemas de


orden jerárquico dentro de la sociedad. Muchas veces rezagada dentro de la
memoria de la cultura occidental en favor de otras doctrinas políticas que, aún
hoy, poseen un peso incuestionable a la hora de pensar en la conformación de
una comunidad.

Son varias las cuestiones que surgen a la hora de pensar en el anarquismo:


¿Cuáles son sus postulados fundamentales? ¿Cómo se relaciona con la
educación?

Estas cuestiones estrechas de manera intrínseca entre sí suscitan interés hoy


en día donde las sociedades atraviesan periodos convulsos de manera casi
permanente. Argentina no está exenta a tales situaciones y en este breve análisis
nos encontraremos que existen relación con el anarquismo en un proceso clave
para la conformación de la ciudadanía argentina: La inmigración.

Asimismo, echaremos un vistazo sobre las ideas propuestas por el anarquismo


en torno a la educación, la pedagogía y la niñez, y cuál fue la posición de los
pedagogos argentinos a la hora de estructurar el sistema educativo nacional de
principios del S. XX. Para ello destacaremos ciertos aspectos que permitan
contextualizar estas ideas y reflexionar en torno a ellas y en su carácter
innovador dentro del campo de la educación.

El Estado Nacional, su conformación

La conformación del Estado nacional, tras la batalla de Pavón en 1861 que


terminó por unir la Confederación Argentina con el victorioso Gobierno de
Buenos Aires, devino necesariamente en la creación y establecimiento de
nuevas instituciones que fuesen capaces de darle un sostén estable en el ámbito
interno y una imagen positiva ante el Mercado Internacional.

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Sin embargo, las posturas hegemónicas que se encontraban en pugna (el
liberalismo y la oligarquía terrateniente) debían adoptar un sistema organizativo
para imponer a los pobladores: las clases subalternas sin poder político y
económico. “Orden y Progreso” fueron las proclamas de los liberales como
Alberdi, quienes defendían la idea de un Estado con una extensión territorial
mayor y la necesidad de construir una población adepta a los ideales de la
nación.

Así fue como, entre convulsas posturas por parte de los actores de peso, se
erigieron políticas liberales tales como la creación de la institución educativa:
garante de la creación del ciudadano y defendida por el estado a través de leyes
como la Ley Nacional 1420 (creando un marco establecido a nivel nacional, de
carácter laica, pública y obligatoria). Sin embargo, el sector más conservador
puso en marchas medidas de exterminio y expansión con obvias intenciones
económicas, como lo fueron la Guerra con el Paraguay y la “Campaña del
'Desierto'” llevada adelante por Julio A. Roca. Estas fueron avaladas por el sector
liberal quien veía necesario una repoblación mediante las corrientes migratorias
europeas y, al mismo tiempo, se verían favorecidos a nivel económico.

Como menciona Andrea Alliaud “[...]para el caso argentino, la intervención del


Estado en la conformación y desarrollo de las instituciones de la sociedad civil,
no fue consecuencia del desarrollo capitalista, sino más bien uno de los motores
para que este sistema pudiera desarrollarse” (Alliaud 2007:43). Las necesidades
de los sectores que ejercían el poder debían responder al sistema capitalista
propio del Mercado Internacional. El reconocimiento de la soberanía del Estado
Argentino por parte de las grandes potencias era la meta a alcanzar.

Luego de obtener la extensión territorial y la aprobación por parte del Mercado,


Argentina optó por desarrollar la industria agropecuaria y volcarse de lleno en un
modelo agro-exportador al que se le sumaría la ganadería como un mercado
innovador para la nación, pero impulsado en primera instancia por frigoríficos
ingleses. No obstante, este lugar dado por la división internacional del trabajo
como proveedor de materia prima obligó rápidamente al gobierno conservador a
asumir deuda externa con otras potencias (como la citada Inglaterra), para
generar una industria precaria y ser, necesariamente, compradora de

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manufactura. No fue hasta 1880 que Argentina manifestó un verdadero progreso
instalando algunas industrias nacionales (Puiggrós 2015:80).

En este periodo convulso, donde el gobierno conservador buscaba sentar las


bases del Estado Argentino, se iniciaron políticas migratorias y gracias a estas
llegó la primera oleada de inmigrantes. Los ideadores del Estado, los pensadores
como Sarmiento y Alberdi, apostaban a la conformación de un ciudadano
argentino a partir del migrante europeo; suponían un hombre respetuoso de la
ley y con un espíritu trabajador, distinto (según su percepción) de la figura del
paisano y el gaucho que carecía de una voluntad laboriosa y no respondía a la
moral impulsada por el poder hegemónico. Los mismos apuntaban a un sector
demográfico específico: anglosajones, germanos, habitantes de Europa
septentrional. No obstante, la migración trajo consigo mayor afluencia de la casta
española e italiana, la rama latina que no era vista con buenos ojos: una clase
desplazada por los conflictos internos y las guerras de final de s. XIX, donde se
originaron estallidos sociales influenciadas por ideologías muy contrarias a las
de corte liberal y capitalista.

Ideólogos de nuevos sistemas

Europa de S. XIX atravesaba un nuevo periodo turbulento. Se desataron algunas


guerras entre países potencias colonizadoras y conflictos internos sumían a
algunos estados en guerras civiles internas. El sistema liberal había bregado por
la instauración del modelo capitalista y las clases subalternas, obreros y
proletarios, habían sido desplazadas. Conformaban parte de un sistema que no
los representaba ni le otorgaba derechos ante sus empleadores, la ferviente
clase burguesa, ni amparo por parte de los Estados modernos.

Asimismo, surgieron diversos pensadores que cuestionaron el modelo capitalista


pensado por Adam Smith y las doctrinas liberales que fomentaban una visión
egoísta del hombre moderno, y sin tener en cuenta la desigualdad ya existente
arrastrada durante siglos por sistemas desiguales como el feudalismo en
beneficio de las clases aristocráticas y la nobleza.

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Si bien el liberalismo proponía una visión del hombre libre con derechos
inalienables, el desarrollo de este, su progreso, estaba dictaminado por su lugar
en el mercado y su capacidad para crecer. Familias enteras que vivieron bajo el
yugo del feudalismo medieval carecían de las capacidades necesarias para
competir dentro de ese mercado con hombres liberales que poseían bienes y
capitales propios, privados. Las familias desposeídas solo podían configurar el
sector demográfico obrero y proletario, renunciando muchas veces a los
derechos que se adjudicaba el liberalismo para poder sobrevivir dentro de un
sistema injusto.

Estos nuevos pensadores, opositores al sistema existente, reflexionaban en la


iniquidad que padecía la clase obrera y buscaban conformar un nuevo sistema
donde todos los hombres tuviesen igualdad de derechos y oportunidades, sin
ventajas injustas dadas por su posición social histórica ni por el mercado. Así
surgieron corrientes de pensamiento que descartaban plenamente el capitalismo
como modelo económico.

Entre esas nuevas corrientes surgieron el comunismo, que tiene por bases las
ideas de Karl Marx y Friederich Engels, con una visión de un Estado totalmente
intervencionista que garantice la igualdad a los ciudadanos que lo conformaban,
y donde no existiera la propiedad privada. Al final, surgen diferentes corrientes
filosóficas-políticas que se denominaban “socialismos”.

Una breve idea acerca del Anarquismo

El anarquismo se presenta como una de estas corrientes que rechazaban de


forma absoluta el capitalismo. No obstante, se diferenciaba bastante de las antes
mencionadas ya que buscaban abolir aquellas instituciones dogmáticas que
producían un modelo de hombre desigual que respondiese a un orden
incuestionable. Entre las más cuestionadas por los anarquistas se encontraban
la Iglesia (sin distinción de credo religioso), la familia y el Estado.

Hay varios pensadores que adhirieron a las ideas anarquistas y realizaron


grandes aportes. Aunque no se reconoce a una figura “creadora”, si existen
iniciadores y adeptos entre los que podemos nombrar a Pierre Joseph

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Proudhon (1809-1865) y a Mijaíl Alexándrovich Bakunin (1814-1876). El
anarquismo como filosofía política aplicada en los ámbitos de la vida diaria se
centra en un ideario bien definido:

 La idea de libertad: “Se entiende la libertad como el bien máximo, que


no puede estar condicionado a ninguna situación restrictiva. Se entiende,
asimismo, que la libertad es la condición esencial del ser humano.”
(Cuevas Noa 2003:22). Es opuesta a la visión “contradictoria” planteada
desde el liberalismo: ambas se centran en el concepto de libertad, porque
esta descuida los aspectos comunitarios.
 La idea de naturaleza: “Reconocer la necesidad de aceptar las leyes
naturales, aunque esta aceptación no supone sumisión ni rigidez, puesto
que […] la característica esencial del ser humano es la de ser libre.”
(Cuevas Noa 2003:26). El ser humano es parte de la naturaleza y está
sujeto a sus leyes. No obstante, es gracias a su condición humana que su
adaptabilidad se basa en construcciones culturales y no en bases
instintivas. Cabe destacar que el anarquismo contiene a los valores como
la solidaridad y la actividad comunitaria como parte de las características
evolutivas del ser humano.
 La moral anarquista: “La opción moral anarquista empieza por criticar la
insolidaridad, el lucro y el espíritu de competición, y propone los valores
de la solidaridad, la igualdad y la libertad como supremos.” (Cuevas Noa
2003:27). Surge como una postura antagónica a la moral burguesa y a la
religiosa, que son consideradas hipócritas por los intelectuales
anarquistas.

Las ideas profesadas por el anarquismo fueron rápidamente tomadas por las
clases subalternas europeas -los obreros y el proletariado- quienes se
organizaban creando asociaciones sindicalistas y realizando movilizaciones en
distintos puntos de Europa. Esto generó un rechazo dentro de los Estados
europeos que terminaron por perseguir y expulsar a aquellos que adhiriesen a
las causas anarquistas y acabaron exiliados, emigrando a distintos países
durante el S. XIX. Entre estos países que recibían abiertamente las corrientes

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migratorias se encontraba Argentina, destino de muchos obreros, proletarios y
pensadores adeptos al anarquismo, al socialismo y al comunismo.

El anarquismo en Argentina

Contraria a las expectativas de los líderes argentinos, los inmigrantes que


llegaron al país provenían de España, Francia e Italia en su mayoría. Asimismo,
engrosaban sus filas aquellos exiliados por sus ideologías de corte socialista,
como se mencionó anteriormente.

Estos inmigrantes llegaron con la promesa del Estado argentino de que


obtendrían oportunidades de trabajo con condiciones dignas y una calidad de
vida mejor. Sin embargo, solo aquellos que contaban con ciertas cantidades de
capital pudieron hacerse con terrenos. Los inmigrantes más pudientes lograron
obtener parte del reparto de tierras, manejado de manera corrupta por los
políticos de diferentes esferas. Estas prácticas fueron muy comunes durante el
periodo de gobierno conservador: no existía un real estado de derecho para los
habitantes. Existía una ley y los gobernantes tenían mandatos limitados a
sexenios que se cumplían de manera regular, no obstante, los fraudes
electorales, la imposición de un partido único de corte conservador (el Partido
Autonomista Nacional, siglas PAN) y las escasas regulaciones en torno a
derechos civiles fundamentales generaban descontento en los sectores más
desposeídos.

Con la inclusión de la mayoría inmigrante al polo obrero, las clases subalternas


comenzaron a organizarse nutridos por aquellas ideologías socialistas venidas
de Europa. Los trabajadores formaban los primeros sindicatos, y las huelgas y
planes de lucha comenzaban a resonar dentro del poder conservador que, sin
dudarlo, contestaba con represiones violentas. El sector trabajador no dudó en
defenderse, por lo que pergeñaron atentados contra la clase política opresora al
mismo tiempo que continuaban con las huelgas y los reclamos. No obstante, el
gobierno optó por descabezar a los grupos sindicales anarquistas con la
promulgación de la “Ley de Residencia” –que permitía de manera arbitraria
deportar a los inmigrantes acusados de alterar el orden público- y la “Ley de

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Defensa Social” –que avalaba la censura y permitía actuar de manera
‘anticipada’ ante supuestos actos que atentasen contra el poder público-.

El desarrollo del Anarquismo en Argentina tuvo su punto más alto durante este
periodo (primeras décadas del S.XX), luego se fue dilucidando dado al nivel de
represión y las políticas de deportación de los líderes de los movimientos
anarquistas. No obstante, cabe destacar que:

“Su inveterada confianza en la ciencia y la educación racional hizo que


su actividad nunca se redujera a la acción directa o a la batalla sindical;
sus exponentes ofrecieron una alternativa general que se pretendía
moderna, científica y emancipadora” (Fernández Cordero 2017:35)

A continuación, ahondaremos acerca de las propuestas y aportes del


pensamiento libertario dentro de los campos de la educación y la pedagogía, y
cuáles fueron las críticas que suscitaron por parte de las corrientes hegemónicas
del sistema educativo nacional durante este periodo.

Anarquismo y Educación: la Pedagogía Libertaria

Cuando se habla de las teorías educativas propuestas desde el anarquismo, se


está trabajando desde una construcción de un paradigma, dado que no existe
unanimidad a la hora de hablar de la doctrina filosófica libertaria, sino que
responde a un amplio compendio de ideas. Asimismo, la pedagogía libertaria
responde a “diferentes formas de interpretar la realidad de acuerdo con el
momento y las condiciones históricas.” (Cuevas Noa 2003:81).

Existen ideas fundamentales o principios en los cuales se basa la pedagogía


libertaria. La principal, como ya se ha mencionado con anterioridad, es la que
responde a la idea de libertad como cualidad máxima de todos los individuos
(Tomasi 1988:10): la libertad es la meta y el camino para llegar a la misma.

He aquí que surge el concepto denominado antiautoritarismo. El anarquismo


promueve el rechazo a las figuras de autoridad negativas que imponen las
instituciones dogmáticas. El desarrollo pleno de la personalidad depende de que
el individuo rechace la idea de sumisión y se acepte como un ser autónomo que

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es miembro de una comunidad. No obstante, cabe aclarar que existen
autoridades positivas, de tipo moral, que componen una figura digna de
admiración quienes contribuyen al desarrollo autónomo. (Cuevas Noa 2003:82-
83). En consonancia con lo anterior, se define que “los educadores, padres y
maestros, deben dejar a un lado órdenes y consejos y cualquier tipo de sugestión
para servirse solamente de la persuasión razonada y de la fuerza del ejemplo.”
(Tomasi 1988:11).

Asimismo, tenemos la educación integral como otro concepto importante para


la pedagogía libertaria. Devenida de ideas iluministas, la educación integral
refiere a una multiplicidad de características que hacen al ser humano un ser
pleno. Las sociedades capitalistas tienden a la división de tareas, otorgando
mayor valor a algunas (intelectuales) sobre otras (manuales). Es aquí donde el
pensamiento libertario propone su superación donde ninguna tarea tenga mayor
valor dentro de una comunidad. Dos intelectuales libertarios, Proudhon y
Bakunin, “proponen la idea anarquista de educación integral como camino para
la superación de [la] alienación”. (Cuevas Noa 2003:84).

Como tercera idea fundamental tenemos la autogestión pedagógica. A través


de esta se entiende que la educación debe ser responsabilidad de las mismas
comunidades educativas. Son los individuos que construyen la escuela (alumnos
y docentes) quienes deben determinar su auto-organización en materia
educativa y espacial. El autodidactismo resulta una propuesta superadora en pos
del desarrollo de individuos autónomos que conforman una comunidad libre.
(Cuevas Noa 2003:85-86). Entre los impulsores de la pedagogía libertaria que
han tenido mayor reconocimiento mundial tenemos a Francisco Ferrer y
Guardia (1859-1909), al ya citado Mijail Bakunin y León Tolstoi de quién
hablaremos a continuación.

Con las bases de la pedagogía libertaria expuestas, cabe mencionar la que se


conoce como la experiencia de Tolstoi, la cual sería criticada por pedagogos y
expertos argentinos de principios del S. XX y miembros activos de la
conformación del sistema educativo nacional.

La experiencia de Tolstoi y las críticas de Víctor Mercante

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León Tolstoi (1828-1910), reconocido literato de nacionalidad rusa, provenía de
la clase aristocrática (poseía el título nobiliario de Conde). En su adultez abrazo
las ideas anarquistas de corte cristiano y fundado en la no-violencia.
Consideraba a la libertad como un derecho indispensable para el hombre y que
la vida cercana a la naturaleza traía mejoras para el desarrollo de la conciencia
libre (inspirado claramente en las ideas del ilustrado J.J. Rousseau). Utilizando
su fortuna crea una escuela en su pueblo natal, Yasnaia Poliana, y decide
repartir el resto con los campesinos que habitan sus tierras, llevando una vida
humilde en comunidad. La experiencia de Tolstoi se lleva a cabo en la escuela
fundada por él donde no existían figuras autoritarias ni elementos
disciplinadores. Asimismo, acogió tanto a los hijos de campesinos como a
adultos, ya que este establecimiento era público, gratuito y apto para todas
aquellas personas interesadas en formarse. Tras la muerte del escritor, la
escuela no proliferó. Sin embargo, sus ideas y metodología innovadoras calaron
en la formación del paidocentrismo, pues le dio una importancia central a la
construcción identitaria del niño infante como ser libre, y la conformación de la
Escuela Nueva. (Cuevas Noa 2003:92-94,112-114) (Tomasi 1988:129-142).

En Argentina, otras corrientes de pensamiento hacían sus aportes al


normalismo y a sus postulados hegemónicos para el sistema educativo
nacional. Entre estas encontramos al positivismo (de ideología cientificista), el
kraussismo (de ideología espiritualista) y el kraussopositivismo, que se
postulaba como una visión superadora de ambas corrientes. Entre sus
exponentes encontramos a Carlos Vergara y Víctor Mercante. Este último,
acérrimo defensor del positivismo, criticaría y, en cierto punto, desacreditaría las
ideas de Tolstoi en el campo educativo.

Víctor Mercante (1870-1934), reconocido pedagogo de pensamiento positivista,


consideraba al niño como una forma homóloga del ser humano prehistórico, que
poseía “maldad” por naturaleza y seria gracias a una estricta formación escolar
lo que convertiría a ese niño “salvaje” en un ser humano respetuoso de las leyes
y pensador. Esta visión positivista rompía con la idea kraussista del niño, quién
es visto como la manifestación divina de la naturaleza. Por otra parte, la
pedagogía libertaria sostiene al niño como un individuo libre, que debe formarse

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en autonomía y sin imposiciones autoritarias. Se aprecia entonces las diferencias
notorias entre estas posturas en torno a la visión de la figura del niño.

Resulta razonable que Mercante rechazara las ideas pedagógicas de Tolstoi


pues sostenía, como menciona Sandra Carli, que:

“El rechazo de la libertad infantil basado en el argumento de la maldad


del niño, autorizaba la intervención adulta sobre el universo infantil. La
producción de diferencias no debía partir de manifestaciones libres de
los alumnos, sino que debía ser el resultado de la construcción científica
de tipologías” (Carli 2012:102).

Asimismo, para Mercante -como para la clase política preponderante- la idea de


una escuela o estado anarquizado eran totalmente repudiables. Consideraba
que las libertades de los niños eran conductas que se debían corregir para que
no se formen hombres con “maldad” por naturaleza. También profesaba a los
maestros que descreían de la disciplina autoritaria como “maestros aventureros”
de manera despectiva y que los “maestros de verdad” eran aquellos “debían
sostener el principio de autoridad [de manera dogmática]” (Carli 2012:101). Para
la visión de Mercante y el positivismo, el niño solo era un mero objeto de estudio
científico.

Conclusión

Las ideas propuestas por el anarquismo y la pedagogía libertaria resultan


atractivas por lo innovadoras que fueron para su tiempo. Tras este recorrido
histórico, podemos entender como dichas ideas repercutieron en distintas
dimensiones, no solo en el amplio espectro político argentino de principios del
S. XX, sino en el mismo campo de la educación a nivel mundial -como lo fueron
sus aportes a la Escuela Nueva-. La pedagogía libertaria ha nutrido a otros
grandes pedagogos y pensadores como Paulo Freire y Noam Chomsky. En
sus ideas puede rastrearse la influencia de los principios fundamentales de la
libertad y la comunidad autónoma. Así pues, podemos concluir que estudiar las
distintas corrientes de pensamiento tanto hegemónicas como contra-
hegemónicas nos permiten comprender como fue configurándose, a lo largo de
la historia argentina, nuestro sistema educativo.

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Bibliografía
Alliaud, Andrea. Los maestros y su historia: los orígenes del magisterio
argentino. Buenos Aires, Argentina: Granica, 2007.
Carli, Sandra. Niñez, pedagogía y política – Transformaciones de los discursos
acerca de la infancia en la historia de la educación argentina (1880-1955).
Buenos Aires, Argentina: Miño y Dávila, 2012.
Cuevas Noa, Francisco. Anarquismo y educación – La propuesta sociopolítica
de la pedagogía libertaria. Madrid, España: Fundación de Estudios Libertarios
Anselmo Lorenzo, 2003.
Fernández Cordero, Laura. Amor y anarquismo – Experiencias pioneras que
pensaron y ejercieron la libertad sexual. Buenos Aires, Argentina: Siglo XXI
Editores, 2017.
Puiggrós, Adriana. Qué pasó en la educación argentina - Breve historia desde
la conquista hasta el presente. Buenos Aires, Argentina: Galerna, 2015.
Tomasi, Tina. Brevario del pensamiento educativo libertario. Cali, Colombia:
Carvajal & Cía., 1988.
Anarquismo. Microsoft® Encarta® 2009 [DVD]. Microsoft Corporation, 2008.

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