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5. Jusi
5. Jusi
En la Alegoria del buen y el mal gobierno de Lorenzetti
no hay lugar para la figura de ln Libertad, por razones
que acabamos de ver en el capitulo precedente, pero la
rece no una sino dos veces. Es una de las fi-
guras virtuosas colocadas junto al buen gobernante,
pero también aparece aislada, en el centro mismo del
fresco, como una majestuosa efigie sentada en solitario
entre los dos grupos de figuras que representan, res-
pectivamente, al buen y el mal gobierno.
@Por qué Lorenzetti pinté a la Justicia dos veces?
Creo que intentaba transmitir la idea de que la justicia
es algo mas que simplemente una virtud que los gober-
nantes deben poseer: es, antes que nada, esencial para
las instituciones que convierten a una masa de indivi
duos en una comunidad politica. En esta representacién
de Lorenzetti, Ja figura central aparece sujetando una ba-
lanza, de cada uno de cuyos platillos des.
10
da hasta la figura de la Concordia, quien las trenza en un
cordén mis grueso que a su vez roden a la larga fila de
iudadanos y sube hasta ln mano del gobernante, Loten-
zetti da a entender que la justicia une reciprocamente 2
Jos ciudadanos, y después une a todos ellos con el go-
bierno. En este punto, estaba siguiendo una muy larg:
tradicién segin la cual la justicia es un elemento funda
mental de la justificacién de la autoridad politica: Sar
Agustin habia preguntado ya, casi mil afios antes, «si se
climina la justicia, qué son los reinos sino grandes ban:
das de ladrones?>.
Decir que la justicia tiene una importancia capital
el buen gobierno es una cosa; decir en qué consiste la
justicia es otra cosa muy distinta, y ésa es la cuestién que
va a ocuparnos a lo largo de todo este capftulo, De una
cosa podemos estar ya seguros: no va a ser una respuesta
sencilla. Nos obra de Lorenzetti. Uno
de los plaillos de la balanza esta sosteniendo a un Angel
que representa ala Justicia Distributiva, y este angel es
|| mismo tiempo cortando con una espada la cabe
de un malhechor y poniendo una corona en la cabeza de
tuna persona que se la merece. El otro platillo sostiene a
la Justicia Conmutativa, y ésta parece estar supervisando
un intercambio entre dos comerciantes, aseguriindose
supuestamente de que la lanza del herrero y el fardo de
tela del tejedor sean del mismo valor
La justicia, por tanto, tiene algo que ver con castigos y
premios, y tiene algo que ver con la igualdad, pero
acémo definirla? Una definicién muy antigua, del empe:
rador romano Justiniano, dice: «justicia es la voluntad
constante y perpetua de dar a cada uno lo suyo». Por simisma, esta definici6n no parece darnos mucha inform
ci6n, pero al menos nos orienta en la direccién correct
iene que ver con
que cada persona individual reciba el trato correcto; no
tiene que ver con si la sociedad en general es préspera o
pobre, culturalmente rica 0 culturalmente estéri
Esto no significa que debamos ignorar por completo la
idea de justicia para «grupos» -de hecho nos ocupare-
‘mos més detenidamente de esta cuesti6n en el capitulo
siguiente-, pero si que el elemento primatio de
es cémo son tratados los individuos. En segundo lugar,
Ja expresién «voluntad constante y perpetua» en la defi
nicién nos recuetda que otro aspecto fundamental de la
a2
>)
no
del tiempo debe ser uniforme, y también debe haber uni-
formidad en el traro que se depara a «distintas» persons,
cde manera que si mi amigo y yo tenemos |
lidades, o nos hemos comporiado de la mis
entonces deberfamos recibir los mismos beneficios, 0
mismo castigo, dependiendo de les circunstan
El hecho de que lajustcia implique uniformidad expli-
‘ca por qué actuar con justicia cs tan 2 menudo une cues-
ti6n de seguir «ceglas» o aplicar «eyes»: las reglas y las le-
yes garantizan la uniformidad al establecer que dadas
ciertas circunstancias especificadas, debe hacerse tal cosa.
Pero a uniformidad por si sola no basta paca que haya jus-
ia, como es facil ver considerando una regla que dijese:
«codas las personas pelitrojas deben ser ejecutadas», w
otra regla que dijese: «todas las personas cuyo apellido co-
rience por in el doble del sueldo normal».
Lo que estos ejemplos ponen de manifiesto es quelle jus-
ticia exige «televanciay; si distintos individuos van areci-
bir tratos diferentes, debe ser en virtud de diferencias que
sean relevantes para la,cuestién. Y ello también significa
que si no hay diferencias relevantes que puedan funda-
rmentar una discriminacin, la justicia implica igualdad:
todo el mundo deberia ser tratado de la misma manera
Todavia estd por ver hasta qué punto un trato igual es ne
cesatio en la prictica, pero ahora tenemos ya un segundo
elemento de la justicia que debemos colocar junto a la
justicia exige que todo el mundo sea
tratado de manera similar a no ser que haya razones rele
vantes para tratarlo de manera diferente
mismas cua-
n3Fl odiueion
Podemos aftadir todavia un tercer elemento central
idea de proporcionalidad. Esta idea nos dice que cuand
alguien recibe un trato diferente en virtud de razones te-
levantes, ese trato debe ser proporcional a la razén que
justifica la desigualdad, ya sea algo que ha hecho o algén
rasgo que posee. Mucha gente considera, por ejemplo,
que la dedicacién intensa en el trabajo es una razéa rele.
vante para recibir un sueldo més alto. Ahora bien,
ue haya justicia tiene que haber también proporcional
dad: si Smith trabaja de manera dos veces mas producti
va que Jones, debe recibir un sueldo dos veces mayor
ue el de Jones, pero no diez veces mayor.
Exprimiendo la f6rmula justiniana hemos conseguide
extraer una considerable cantidad de informacién sobre
la justicia, pero todavia no hemos sido capaces de decir
exactamente a qué tiene derecho la gente en cuestién de
ni qué razones (si es que las hay) justifican el tra-
to desigual. Y de hecho no hay respuestas ficiles para es-
tas preguntas. En parte, esto se debe a que la gente no
suele ponerse de acuerdo sobre qué es Jo que exige la
justicia en términos concretos, pero también porque
toda respuesta depended, en gran medida, de quién esti
actuando, del tipo de trato recibido y de las circunstan-
cias en las que ello se produce. En una medida muy gran.
de, nuestras ideas de justicia son «contextuales»: antes
de poder decidir si una regla 0 ley es justa tenemos que
saber un montén de cosas sobre la si
Imaginemos que me han dado 100 euros para que los
reparta entre las cinco personas que tengo enfrente de
que si hago dis-
tinciones debe ser por razones relevantes, y que la distri-
bucién que haga debe estar proporcionada, Complete-
mos ahora el contexto de maneras diferentes, y veamos
qué tipo de distribuciones se presentan como candida
tas. Pudiera ser que las cinco persones fuesen mis em-
pleados, y los 100 euros fuesea la prima que han ganado
esta semana; en tal caso, deberia considerar cuanto ha
contribuido cada uno de ellos a nuestro objetivo comin,
y recompensarles proporcionalmente. Pudiera ser tam-
bién que yo fuese un trabajador social y que el dinero es-
tuviese ditigido a que la gente sin recursos pueda com-
prar comida; en tal caso, deberfa tratar de estimar las
necesidades relativas de cada uno de los cinco, y dar mas
a quien tiene mayor necesidad. O quizis los 100 euros
sean el premio de una pequeiia loterfa, y as cinco perso-
nas y yo seamos miembros de una agrupacién, en cuyo
‘identemente, deberiamos compartir el dinero de
caso,
manera equitativa.
Supongo que para la mayoria de los lectores estas ma-
neras de distribucién sqn mas o menos evidentes, dadas
de cada caso, Ello demuestra que, aun-
ja, todos
las circunstanc
aque ejercer la justicia es una tarea muy com;
tenemos de antemano una buena comprensién
delo que ello implica en la prética. La justicia se parece
més a una caja de herramientas que a una vara de medir:
frente a uma tarea concreta ~como tomat una decision 0
una regla~ la mayoria de las veces sabemos qué he-
rtamienta debemos sacar y utilizar. Lo que resulta mas
¢s expresat ese conocimiento en forma de princi-
nsintrodueciin
porque habraicesos
nes entren en conflicto, 0
donen completamente.
Esto sucede especialmente cuando hablamos de justi
ia no solamente entre detetminados
ino en el conjunto de la sociedad-, De ests
controvertida idea me ocuparé un poco més adelante en
este capitulo, pero primero tenemos que indagar en el
principio general de justicia que aplicamos en casos sim-
ples como el de nuestro ejemplo anterior
Para empezar, conviene fijarse en gue en muchos casos
|a justicia no sélo tiene que ver con el trato que recibe la
gente, sino también con el procedimiento que se ha se-
ssuido para llegar a ese resultado, Pensemos en la just
penal. Por supuesto, es importante que las personas «
pables sean castigadas en proporcién a su delito y que las
personas inocentes queden en libertad ~es0 es lo que
exige un resultado justo-, pero también importa que se
sigan los procedimientos adecuados para llegar al vere.
dicto, por ejemplo, que las dos partes puedan exponer
su caso, que el juez no tenga intereses personales que le
hagan inclinarse en un sentido 0 en otto, etc. La impor-
tancia de estos procedimientos se debe en parte a que
tienden a garantizat el veredicto correcto, pero antes que
eso y sobre todo, se debe a que muestran el adecuado
respeto por las personas sometidas a juicio, las cuales
quieren tener la oportunidad de exponer su caso, contat
con las mismas reglas que se aplican a otros acusados,
ete. Supén que hay un juez arbitrario que decide todos
que nue.
cluso 108 aban
16
a? Los acusados pens
lo pensarfamos (de hecho, hay estudios que demuestran
que en este tipo de circunstancies ln gente se preocupe
ms por que se les apliquen procedimientos justos que
por el resultado real de su caso)
En algunos casos, la justicia depend «enteramente»
del procedimiento utilizado pata llegera la decision ~no
tenemos ningiin criterio independiente con el que pu-
digramos evaluar el resultado-, Si, por ejemplo, hay que
hacer un trabajo desagradable o peligroso y no hay nin-
guna razén por la que alguien en particular tuviese que
hacerlo (por, digamos, tener especiales habilidades), en-
tonces podemos deciditlo en funcién de quién saque el
palito mas corto, y sera un procedimiento justo, porque
todo el mundo tiene las mismas posibilidades de que le
toque. O quizis un equipo tiene que clegir a su capitin,
ylo hace votando -una vez mis, un procedimiento justo
porque alas preferencias de todos se les da el mismo va
Jor-. En algunas ocasiones se han utilizado procedimien-
tos de este tipo para decidir cuestiones mis importantes
se han utilizado, por ejemplo, métodos aleatorios para
decidir quién debe ser reclutado para el ejército, 0 quién
debe desempeiiar determinados cargos politicos-. Pero
nosotros estamos buscando procedimientos que produz-
can resultados no simplemente aleatorios, sino resulta-
dos justos en un sentido mis fuerte.
Qué principios aplicamos, entonces, para decidir
cuindo un resultado es justo? A la luz de lo que dij
antes sobre el nicleo del concepto de justicia, uno de los
nycandidatos evidentes es Ja igualdad -todo el mundo
debe recibir la misma cantidad de lo que sea que se esté
distribuyendo-. Este ¢s el principio que aplicamos en e
caso del premio de loteria,y se puede aplicar, en general,
cuando se trata de repartiralgtin beneficio, algiin cos.
te, y no hay ninguna razén relevante que nos permita dis-
tinguir entre dos posibles zeceptores
En estas circunstancias, la igualdad tiene dos argumen-
tos de su parte: en primer lugar, cualquier otro modo de
distribucién de los beneficios o costes est condenado a
la arbitrariedad, puesto que no hay razones relevantes
para la discriminaci6n; en segundo lugar, es mais prob;
ble que produzeamos un mayor bien global si comparti-
‘mos tanto los beneficios como los costes de manera equi
tativa,
Volviendo a nuestro ejemplo inicial, supongamos que
yo no sé absolutamente nada de las cinco personas
due reclaman los 100 euros, y que tengo que elegir entre
darle todo el dinero a una persona seleccionada al azar y
repattirlo equitativamente entre las cinco. Desde el pun-
to de vista de los procedimientos, ambas decisiones son
justas, pero el segundo resultado es probablemente mejor
porque, si todas las demés citcunstancias permanecen
jguales, para una persona los primeros 20 euros tienen
ms valor que los inerementos subsiguientes. Suponga-
‘mos, pot ejemplo, que las cinco personas resultan estar
muriéndose de bambre: entonces, si le doy a una sola
persona los 100 euros, las otras cuatro pueden morir.
Por supuesto, hay circunstancias en las que sucede pre-
cisamente lo conttario ~necesitas 100 euros para seguir
vivo, y 20 euros no sirven para nada~. Si supiese que
8
cocurre tal cosa, entonces deberia elegir une persona al
azar y darle el dinero, puesto que as al menos todas ellas
tienen una oportunidad entre cinco de sobrevivir. Pero
este tipo de casos son la excepcidn. Por lo general, es
mejor compartir los beneficios en partes iguales, y fo
mismo vale para los costes: al extenderlos tanto como
sea posible, reducimos las probabilidades de que a al:
guien le toque soportar una carga muy pesada.
Un principio de distribucion justa es, por lo tanto, la
igtialdad, Algunos filésofos de la politica han sostenido
{que ¢s el «tinico» principio -que toda justicia es una for
ma de igualdad-, pero creo con ello se confunde el prin-
cipio formal contenido en la definicién misma de justicia
—que todo el mundo debe ser tratado de la misma mane-
aa menos que haya diferencias relevantes entre ellos
con el principio sustantivo segtin e! cual todo el mundo
debe recibir realmente la misma cantidad de beneficios o
la misma cantidad de costes. Y es que muchas veces
«chay» diferencias relevantes entre la gente, Esto es muy
claro en el caso de los castigos, por ejemplo: nunca nadie
ha defendido que todo el mundo, independientemente
de si es inocente o culpable, de si ha aparcado en un sitio
prohibido 0 es un asesino en setie, tenga que recibir en
todos los casos el mismo castigo. Y lo mismo sucede
cuando se trata de asignar beneficios.
‘Una buena raz6n para no tratar de igual manera a toda
la gente es que tienen diferentes «necesidades». Nadie
pondré ninguna objecién a que la gente enferma o con
hambre reciba mis recursos que quienes estdn sanos y
bien alimentados, al menos mientras sus necesidades no
sean resultado de una conducta irresponsable, Sin em-
ngFi
bargo, no todo el e éste
ser und exigencia de a justci, Segdn ung tradicién muy
asentada, ayudar alos necesitados es una cuestin de
Fidad, y ello quiere decir gue debe ser fomentada, pero
no impuesta. Casi con total seguridad, Lorenzetti hab
adoptado este punto de vista. Ninguna de sus dos figu
de ia Justicia muestra entusiasmo alguno por dar li
nas a los pobres. Esa ‘Magn
nimidad, que esti sentada con una bandeja de monedas
de oro en su regazo para repartirlas cuando aparezea
gente necesitada, Sin embarg el estado
ha ido asumiendo respor idades anteriormente re-
servadas a comunidades de menor tamafio —comunida-
des religiosas, gremios de artesanos y similares-, la nece
sidad se ha ido com
las verdaderas nece-
sidades de otras cosas que la gente puede demandat en
nombre de la justicia? Algunos pensadores criticos con
este planteamiento consideran que las necesidades son
como una especie de agujero negro en el que se precipi-
tari todos los recursos de la sociedad en el momento en
que afirmemos que la justicia cxige satisfacerlas, ¢Qué
significa, por tanto, encontrarse en estado de necesidad?
Significa carecer de algo esencial, donde lo que es «esen-
ial» se define en parte a través de los criterios imperantes
en la sociedad a la que se pertenece. Algunas necesidades
son universales porque atafien a funciones corporales que
son vitales para el ser humano en cualquier lugar —toda
320
a determinado mimero de ce
persona necesi geri
Jofas al diz pare estar correctamente nutri, necesite
tener acceso a agua limpiz pera no coatraer enfermede,
des, etc. Otras necesidades, sin embargo, son més va-
riables, porque dependen de las expectativas propias de
Ia sociedad en la que se vive. Todo el mundo necesits
w ada, pero qué es lo que se coi
za evestimenta adecuada» varia de unos lugares # otros
TTodo el mundo necesita cieria moviidad ~cierta capaci
dad para desplazarse de unos sitios a otros-, pero el gra-
do de movilidad considerado necesario y Iz forma que
ella adopta varian igualmente.
Las necesidades, por tanto, son el conjunto de requ
tos que deben cumplirse para que una persona pueda
llevar una vida digna en la sociedad a la que pertenece
Hasta cierto punto, son rel que
se consideran, pero no son puramente subjetivos, como
sostienen los crticos. En las sociedades econémicamen-
te mas desarrolladas se pueden satisfacer las necesidades
sgenuinas de todos los cindadanos con relativa sencille,
y aun asi quedan holgados recursos para dedicar a otros
propésitos; de hecho, en estas sociedades hay suficientes
recursos como para satisfacer las necesidades definidas
de forma local en todos los sitios, si hubiese la voluntad
politica de hacerlo
Sil tener necesidades distintas es una raz6n relevante
para alejarnos de la igualdad en una direcci6n, el dife
rente merecimiento o mérito nos aparta de la igualdad
en otra direccién. Una vee més tenemos que preguntar-
nos: gqué significa metecer algo? Significa que se ha ac-
tuado de una manera que exige un determinado modo
aade trato como respuesta a esa accién, Une persone es
merecedora de un trato favorable —una recompensé, un
dinero, un premio, etc. cuando actiia de un modo ue
os dems consideran admirable en algin sentido (por
ejemplo, dedicarle tiempo y esfuerzo a un proyecto que
produce beneficios para otros); es merecedora de un tra-
to desfavorable ~culpa o castigo cuando actia de modo
deplorable (haciendo algo que dafie a ottas personas,
or ejemplo). Los fundamentos del mérito varian de
unos casos a otras, por lo que no podemos deci nacka
mis espectico acerca de qué hay que hacer para conver
tirse en merecedor de cosas
Conviene, no obstante, subrayar la relacién entre el
maérito y la responsabilidad, Todo lo que merecemos de-
pende de aeciones 0 actuaciones de las que somos res.
onsables, yuna persona puede librarse, por ejemplo, de
tun castigo demostrando que ella no fue responsable
de la conducta que produjo el mal -sino que estaba sien-
do obligada a actuar asi, o que estaba trastornada, diga-
mos-, De la misma manera, por el lado postivo, tampo-
co podemos reclamar reconocimiento por los resultados
de acciones que no nos hemos propuesto y que no po
driamos haber anticipado, Si salvo la vida de un extra,
metezco desde luego alguna recompensa ~al menos unas
sinceras gracas-, pero si le empujo bruscamente fuera
de mi camino mientras me apresuro por la calle, de ma-
neta que al hacerlo evito pot casualidad que la bala de
un asesino alcance su objetivo, entonces no merezco nin-
iin tipo de recompensa. Dentro de mis intenciones no
estaba cl slvarle la vida, y no puedo atribuitme la res-
ponsabilidad de haberlo hecho,
12
5. Justicia
La ides de merecimiento desempedia un papel central
en la comprensién que la mayoria de la gente tiene de le
justicia pero, al igual que el principio de necesidad,
sido objeto de criticas desde vatios frentes. Los
suelen denunciar que el mérito se convierte muy fc
mente en un instrumento de justificacién de grandes
desigualdades salariales y econémicas, y desde luego es
cierto que las personas con salarios més alts estin desean:
do defender que sus sueldos no son més que la adecuada
recompensa a su especial contribucién ala sociedad. Pero
gut quizis el problema no sca tanto la idea de mérito en
si misma como la busqueda de un sistema exacto para
medir las contribuciones a la sociedad.
ira objecién de mayor peso floséfico consiste en se-
falar que, en realidad, la gente nunca es responsable de
sus acciones en el sentido fuerte que hace falta para jus-
tificar cuestiones de merecimicnto. Miremos detris de la
conducta de una persona y encontraremos una cadena
de causas que se remontan mucho mis allé de ella mis
ima, Esa persona nacié ya con determinadas capacidades
y propensiones (incluida la propensién a optar por un
tipo de conducta en vez de por otz0),y ain otras muchas
propensiones fueron inculcadas en ella por su familia, de
modo que cualquier «feconocimiento» por una buena
conducta o «culpa» por una mala conducta deberie dit
girse en realidad a sus genes 0 a sus padres. Esta obje-
cién a la idea de merecimiento plantea cuestiones funda-
mentales sobte la responsabilidad personal que no
puedo abordar aqui, pero creo que merece la pena que
nos fiemos en las graves consecuencias que se derivarian
de la renuncia total a esta idea. Si tuviésemos que dejar
133por completo de alaber y culpar, de recompen:
stigar a otras persones, nuestra interaccién social cam-
biatia radicalmente ~de hecho, casi no les estarfamos
tando como «personas», Una vez que se entiende esto,
se entiende que la verdadera cuestién no es si la idea de
mérito tiene 0 no que formar parte de nuestro mode
de comprender la justicia, sino qué parte le corresponde
dentro de esa comprensién, Concretamente, chasta qué
punto debe permitirse que el métito gobierne la distri.
bucién de recursos materizles como los salatios y la ti
queza?
Necesidad y mérito son, pues, dos razones muy bésicas
por las que quiais tengamos que tratar a la gente de
nea diferente pata ser justos. Al margen de éstas, hay
también otras razones menos fundamentales. Por ejem-
plo: la gente se forms a menudo expectativas legitimas
sobre el tipo de trato que va a recibir (expectativas que
no tienen nada que ver con la necesidad ni con el méti-
to), ya veces la justicia nos exige corresponder a esas ex-
pectativas. Hacer promesas y firmar contratos son ejem-
plos evidentes de elo.
Volviendo a nuestro caso original, es posible que yo le
hubiese prometido 100 euros a una de las cinco personas
que tengo delante, y en ese caso puedo tener una raz6n
suficientemente buena para darle a esa persona todo el
dinero, Otro tipo de razones que pueden justificar un
{rato especial son las que tienen que ver con la restitu-
cin de algo o la compensacién por algo. Si alguien he
sido injustamente privado de un beneficio al que tenia
derecho, puede legitimamente reclamar la restitucién de
dicho beneficio, y en caso de no conseguirlo, puede exi-
124
a otto bien d
lor equivalente (he considerade estas razones come
menos fundamentales porque presuponen que las ex.
pectativas se han formado en un contexto que era ya sus
tancialmente justo). Una vez mas, comprobamos que ie-
cer justicia es un
corresponde a cada cual se dete
la luz del contexto,
Hasta ahorz he considerado la justicia en tén
nerales, sin prestar especial atencién al papel que los go-
biemos desempefian en su promocién. En lo que queda
de capitulo me centraré en la idea de justicia «social» es
decir, la idea de que es posible esteblecer un grupo de
instituciones sociales y politicas que garanticen una justa
distribucién de beneficios y costes en el conjunto de la
sociedad-. Esta idea surgié a finales del siglo x0x, y ha
estado en el corazén de los debates politicos alo largo de
todo el siglo xx. Exige un nivel de implicacién del estado
en cvestiones de distribucién mucho mayor de lo que
ra posible para los estados de épocas anteriores, aun
cuando sus miembros lo hubiesen deseado. Y es tam-
ign una idea muy controvertida: mientras que la idea de
justicia en sf misma sélo ha sido atacada por un pufiado
de escépticos radicales, a idea de justicia social ha sido
puesta en la picote muchas veces, fandamentalmente
por criticos de derecha anarcoliberal, quienes conside-
ran que corroe la libertad personal y que sabre todo co-
roe la libertad econémica necesaria en toda economia
de mercado.
Examinemos mas de cerca estos ataques a la justicia
social. Algunos criticos ~como el economista y filésofo
en gran medide «
inos ge:
135austriaco Friedrich Hayek han sostenido que el meso
hecho de hablar de justicia social supone ya un ero
fundamental. Segiin Hayek, la justicia es esencialment
tuna propiedad de las acciones individual i
¢s injusta cuando viola wi
dad los recursos ~dinero, propiedad, oportunidades de
empleo, etc. , no podemos decir que esa distribucién
usta, puesto que no es el resultado de las
acciones o decisiones de un agente individual, sino de
las acciones y decisiones de millones de personas inde-
pendientes, ninguna de las cuales tenia como propésito
crear esta o cualquier otra distribuci6n en particular,
Hayek tiene razén en que la «distribucidn social» no
puede atribuirse a una sola instancia de distribucién,
dada la complejidad de las sociedades contemporineas,
Pero Jo que no ve Hayek es que el sistema de disttibu-
cin que tenemos a nuestro alrededor sf depende, en li
as generales, de instituciones que hemos creado, de-
eradamente o no -por ejemplo, las normas que rigen
la propiedad y los contratos, el sistema fiscal, l nivel de
2asto piiblico en sanidad, educacién y vivienda, las poli
ticas de empleo, etc.-, Todas estas cosas son institucio.
nes que pueden transformarse mediante decisiones p
ticas, de manera que dejar las cosas como estén es lo
mismo que decidir aceptar la distribuci6n actual de re-
cursos. Ademés podemos entender, aunque sea otra vez
cn lineas generales, y no en los detalles concretos, lo que
126
supondria introducir los cemb acioneles que se
proponen,
En este sei la distribucién de recursos dentro del
conjunto de la sociedad -quién percibe qué prestaciones,
ue limite se establece al disparidad de ingresos, ete est
en las democtacias bajo el control colectivo dela poblucién.
Resulta por tanto perfectamente razonable preguniarse qué
aparienciatendria una distribuci6n justa de los recursos ~es
decs, qué exige de nosotrs la jstica soc
Lo cual no significa, sin embargo, que la justicia social
sea algo que debemos perseguit. La segunda afirmacién
de Hayek es que, si intentamos hacer que la distribucién
real de recursos se corresponda con nuestro principio de
justicia distributiva, destruiremos la libertad econémica
y por tanto la gallina de los huevos de oro. Supongamos
con Hayek que la economia de mercado es la manera
eficiente de organizar la produccién y el intercam:
bio,y que cualquier altemativa a ella supondria una re-
duccién intolerable del nivel de vida en las sociedades
econémicamente desarrolladas. La cues
queda de la justicia social supone dar la espalda a la eco-
nomfa de mercado 0 si es posible lograr ese objetivo «a
través» de una economia de mercado (la cual estarfa
configurada de la manera adecuada, y trabajar jt
con otras insttuciones).
En este punto debemos considerar las distintas mane-
ras de interpretar la idea de justicia social. Su versién
mis radical, ~defendida por los marsistas y por algunos
de los anarquistes comunitaristas que ya vimos en el ca-
pitulo 2-, reduce la I Jos principios de
igualdad y necesidad. Segiin este punto de vista, una so
137pal
ciedad justa es una sociedad en la que c:
buye en la medi
cual cont
acidades, yen la que los re-
cursos estén distribuidos segiin la necesidad de cade
cual (y todo superévit es compartido equitativamente).
La idea de que la gente necesita incentivos para contti-
buir ala sociedad o se merece una recompensa por he
cerlo, no tiene cabida aqui. ¢Podria existir una sociedad
(? A pequefia escala, desde Iuego que si, Flay muchos
ejemplos de comunidades cuyos miembros practicaron
entre sila justicia social de este modo tan radical. La 1
yoria de ellas tenfan una base religiosa, y una autoridad
religiosa sostenia el ethos segiin el cual cada miembro
ajaba por el bien comiin de la comunidad sin esperar
ninguna recompensa personal, pero también hay casos
de comunidades seculares que alcanzaron ese mismo fin
~el mis notable de ellos, los dibutz de Israel-. Estas co-
munidades prescindian del mercado, al menos interne.
mente. Confiaban en Jo que a veces se denominan «in-
centivos morales»: la gente contribuye sencillamente
porque cree que es lo que debe hacer 0 porque siente la
mirada de sus vecinos sobre ella
La pregunta es si una sociedad grande puede ejercer
justicia social de esta manera, Parece que la coordina
ci6n informal de conductas que se produce en las comu:
nidades pequefias no puede tener lugar aqui -la econo-
mia tiene que set o bien de mercado, y ofrecer incentivos
ala gente para que produzca lo que otros quieren const:
mis, o bien estar dirigida por el estado, en cuyo caso una
autoridad central planifica lo que hay que producir y di-
rige a los individuos de acuerdo con ese plan-. Aunque
en teorfa se puede pensar en economias tanto de merca-
128
yo hia demostrado ser imposi
del siglo xx, los regimenes comunistas de China y Cuba
intentaron sustituir los incentivos materiales por incenti-
os morales, pero ninguno de los dos experimentos tuvo
xito). En definitiva, parece que la consecucién de la ju
ticia social, en su forma mis radical, si exige dejar de
lado el mercado y reconstruir la sociedad sobre una
comunitaria muy distinta
Existe, no obstante, una concepcién menos radical de
Ja justicia social que ha sido defendida por muchos so-
cialdemécratas y también por muchos liberales contem
{neos, Segtin esta concepeidn, la justicia social exige
gue se distribuyan de manera equitaiva algunos bene
cios sociales ~en especial los derechos de ciudadanfa,
como son el derecho al voto y a libertad de expresin—
Exige también que otros beneficios se distribuyan de
acuerdo con el principio de necesidad, de modo que
todo el mundo tenga garantizado un salario adecuado, el
ema de salud, etc. Pero tam-
acceso a la vivienda y al
bién permite que otros.recursos se dstribuyan de mane-
ra desigual,en la medida en que todo el mundo tenga las
rismas oportunidades para tratar de conseguir una cuo-
ta mayor de dicho recurso. Para justficar estas desigual-
dades se recutre al mérito 0 ala idea de que, si se oftecen
a gente incentivos materiales para la produccién ef-
ciente de bienes y servicios demandados por otras perso-
nas, toda la sociedad saldra beneficiad
Probablemente la interpretacién de la justicia social
que mayor influencia ha tenido en este sentido sea la de
129130
segundo lugar, todo el mundo debe tener acceso en con-
diciones de igualdad de oportunidades a las posiciones
sociales mas ventajosas como por ejemplo, empleos me-
jor remunerados-. Tercero, las desigualdades de ingre-
sos y de riqueza estarin justficadas si redundan en ei
mayor beneficio de los miembros menos aventajados de
la sociedad; en otras palabras, si proporcionan incenti-
vos que elevan la productividad total de la sociedad, y
yor némero de recursos
se canalicen hacia los que ocupan la parte
pinimide.
La teoria de la justicia s
compatible con una economia de mercado, Su tercer prin-
ipio esti formulado de manera que la gente pueda con-
servar al menos parte de las ganancias que ha obtenido
produciendo bienes y Servicios para el mercado, siempre
y cuando estén suficientemente motivados hacia el trabajo
duro y utilicen su talento de la manera mas productiva
Esto pone en entredicho la tesis de Hayek de que la justi-
cia social y la libertad de mercado son objetivos contra-
puestos, Pero, por otro lado, una economia de mercado
gobemnada por principios rawlsianos tendria una aparien-
cia muy distinta a los sistemas econémicos que existen en
la mayoria de las democracias liberales actuales.
a3lesa breve
Para empezar, In idea de igualdad de oportunidades
que utiliza Rawls es bastante radical, No basta con que
las posiciones ventajosas se den a quienes, en el momen-
to de Ia seleccién, demuestren estar mis cudlificados
para el puesto. Los candidates tienen que haber tenido
también las mismas oportunidades de eualificarse, lo
cual significa que, desde el momento de su nacimiento,
dos personas con el mismo talento y la misma motiva.
cién tienen que haber tenido las mismas oportunidades,
tanto en Ia escucla como en cualquier otto sitio. Desde
luego, esta condicién esta muy lejos de cumplisse en nin-
guna sociedad existent
Ademés, el tercer principio de Rawls, llamado usual-
mente el «principio de la diferencia», permite las des-
igualdades sélo en el caso de que demuestren beneficiar
Jos que peor estin. En la prictica, esto quiere decir que
Jos gobiernos deberian establecer un sistema fiscal por el
cual los beneficiosfluyeran continuamente de ticos a po-
bres hasta que la productividad de los mas privlegiados
empezase a decacr y por tanto también se redujese la re-
caudacién obtenida de los impuestos, Aunque la mayor
parte de los estados democriticos tienen sistemas fisca-
les en cierta medicla redistributivos, ninguno de ellos lle
8a a cumplir este requisito. Los impuestos se fijan de
modo que todos los ciudadanos puedan disponer de una
cantidad adecuada de servicios sociales, pero ningin go-
bierno intenta «exprimir alos rcos hasta la iltima gota»,
como supuestamente afitmé Denis Healey, un antiguo
ministro laborista de Hacienda
En mi opini6n, una teoria adecuada de lajusticia social
deberia conservar los dos primeros principios de Rawls
132
nimo social, entendido en términos del conjunto de ne-
cesidades sin cuya satisfaccién no es posible Hlewar une
ciedades 2 otras y de unas épocas a otras. El segundo se-
rfa un principio de métito: las diferencias econémices y
salaries que existan deberian ser proporcionales a |
diferencias relativas en las con!
hace a la sociedad (donde estas diferencias relativas se
medirian por el éxito en la produccién de bienes y servi
cios que otras personas quieren y necesitan).
Al igual que en la teoria de Rawls, estos principios no
implican que tengamos que deshacemnos de la economia
de mercado, pero si exigen que el estado sostenga un
amplio sistema de bienestar; también exigen reajustar el
marco legal en el que funciona el mercado, de manera
que el vinculo entre nivel de contribucién econémica y
nivel de ingresos sea lo mis estrecho posible. Esto su
pondtia introducir algunas modificaciones importantes
en el modo de funcionamiento del capitalismo act
puesto que las leyes de propiedad y ls leyes de herenci
Vigentes hoy en dia permiten obtener grandes beneficios
sracias a la suerte, la tiqueza heredada, la propiedad de
acciones de empresas, etc. -factores que no estin rela-
cionados con su contribucién a la sociedad-. De hecho,
es posible que la biisqueda de la justicia social nos lleve
hacia una forma de socialismo de mercado en el que las
empresas sean propiedad y responsabilidad de quienes
13310s, de maners
¢ los verdaderos
cracias liberales,
Al igual que la democracia, la justicia social es un pro-
yecto inacabado, La area del flésofo dela politica es de-
citnos, de manera esquemitica, c6mo seria une sociedad
justicia social se ha visto frenada por las dinmicas glo-
bales que reducen la capacidad de los gobiemnos de regu-
Ja economia de mercado segiin las exigencias de la
toa la comprensién tradicional de la justicia: el desafio
planteado por feministas y multiculturalistas
134
occidentales de hoy, los debates sobre
ugar de ls mujeres y de les grupos culkuralmentemi-
identidad personal, sobre la po
ni lo piblico y o privado, sobre el respeto alas diferen-
cias culturales- hart desplazado del escenatio politico
asuntos como la autoridad, la democracia, la
justicia, de los que me he estado ocupando en los cay
los anteriores. De hecho, sostienen, la naturaleza mis
dela politica ha cambiado: ya no tiene que ver tanto con lo
blancos y negros, cristianos y musulmanes~en sus interac-
ciones cotidianas. La filosofia politica, por lo tanto tiene
que ser reesctita desde un enfoque completamente nuevo.
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