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LO PUBLICO Y LO PRIVADO EN EL DERECHO ESTUDIOS EN HOMENAJE AL PROFESOR ENRIQUE BARROS BOURIE ADRIAN SCHOPF OLEA F JUAN CARLOS MARIN GONZALEZ Eprrores ns 3} THOMSON REUTERS LA NATURALEZA RECIPROCA DEL PROBLEMA: A PROPOSITO DE LA EXCUSABILIDAD DEL ERROR isco pe LA Maza Gazmurr’ Si el contrato cs un acuerdo de voluntades y una de las voluntades se encuentra aquejada por una representacién inexacta de la realidad, {no flu- ye, casi axiomaticamente, que la eficacia del acuerdo debe ser derrotable? La respuesta, desde el derecho romano hasta nuestros dias es no; no fluye axiomdticamente. Y no sucede asi porque, bien pensadas las cosas, se descubre que la disciplina del error no mantiene un compromiso, digamos, monégamo con la tutela de la libertad contractual entendida en un sentido negativo.! Mas bien, la disciplina del error constituye un sofisticado dispositivo para adjudicar el riesgo de esa inexacta representacién de la realidad que aqueja a una o mds partes al convenir un contrato. Intento mostrar esto sugiriendo que, al considerar el error, debemos sepa- rar dos preguntas. La primera es si la inexacta representacién de Ia realidad cuenta como error en términos de poder subsumirse en las descripciones de los articulos 1453 a 1455 del Cédigo Civil. La segunda pregunta es ,quién debe soportar el riesgo del error? Sélo si la respuesta es la contraparte de quien lo padecié nos encontramos frente a un error vicio del consentimiento, * Profesor de Derecho Civil, Universidad Diego Portales. Doctor en Derecho, Universidad Auténoma de Madrid. * Bs decir, como libertad de no quedar vinculado por un contraté cuyos términos no se desean, 490 fico De La Maza Gazmurt Este trabajo se refiere mayormente a la segunda pregunta, y esa pregunta ha de contestarse reflexionando acerca de la excusabilidad del error. Mi tesis es que as{ como el error no es exactamente un dispositivo de tutela de la voluntad contractual, sino un dispositivo mas complejo para distribuir los riesgos de la ignorancia, la excusabilidad del error no es un requisito que procure sancionar a quien se comporta negligentemente al negociar un contrato, sino un requisito que exige adjudicar el riesgo del error a aquel de los contratantes que no merece tutela. Y, para hacerlo, resulta necesario considerar comparativamente la conducta de las partes. IL. Dos PREGUNTAS La problematica del error en cuanto vicio del consentimiento puede desenyolverse en toro a dos preguntas. La primera de ellas se refiere a la subsuncién, La segunda se conecta con lo que voy a denominar “imputacién”. La pregunta respecto a la subsuncién consiste en determinar qué repre- sentaciones inexactis acerca del estado de las cosas cuentan como error en el sentido de corresponder a las descripciones de los articulos 1453 a 1455 del Cédigo Civil. La pregunta respecto de Ja imputacién asume que Ja representacién inexacta corresponde a alguna de dichas descripciones y procura indagar acerca de quién, en definitiva, debe soportar los costos que ha generado el error? Algunos ejemplos servirdn para ilustrar la diferencia entre ambas pre- guntas y, espero, la importancia de formular la distincién. El primero de ellos corresponde a Leasco v. Taussig, un caso estadou- nidense de 1972. Se traté de la venta de las acciones de una empresa en la 2 BI lenguaje aqui es un poco metaforico, en términos més propios de la civilistica, Ia cuestién seria si el contrato puede anularse 0 no. Sin embargo, creo que no es inexacto decir «que, si el contrato se anula, es la contraparte o destinatario de la declaracién quien soporta el costo; si, en cambio, el contrato no se anula, es el errans quien lo soporta. > Leasco Corp. v. Taussig, 473 F. 24777, 781-82 (2d Cir. 1972). : ie ptt eit Fg: At cei eet nate LA NATURALEZA RECIPROCA DEL PROBLEMA: A PROPOSITO DE LA 491 EXCUSABILIDAD DEL ERROR que el comprador buscé la nulidad del contrato alegando un error compar- tido por las partes respecto a la estimacién de las ganancias que obtendria ese afio la empresa, El tribunal consideré que esa representacién inexacta acerca del futuro no entraba en el Ambito operativo del error, sino en el de los riesgos que asumen las partes al celebrar esa especie de contratos. El segundo ejemplo es uno de Puffendorf, segiin el cual alguien compra caballos creyendo que los suyos han muerto, cuando, en realidad, estén vivos. La pregunta es si el vendedor puede pedir la nulidad del contrato. La respuesta de Puffendof fue que si. La de Pothier ~y la que parece haber seguido la doctrina nacional- es que no; se trataria de un simple error en los motivos.* El tercer ejemplo corresponde a una sentencia del Tribunal Supremo espafiol de 1978. Se trata de la venta de un terreno que adolecia de severas restricciones respecto de su edificabilidad. El comprador, de profesion constructor, demandé la nulidad por error. Bl tribunal deseché la peticion sefialando que el error padecido por el constructor resultaba inexcusable.‘ El cuarto ejemplo corresponde también a un caso resuelto por el Tribunal Supremo espafiol, esta vez en'1973, y se refiere a la venta de una maquina cuyo rendimiento resultaba inferior al que, gracias a las afirmaciones del vendedor, se habia representado el vendedor. EI tribunal declaré la nulidad del contrato por error.® Una primera cuestién que conviene advertir a propésito de estos cuatro ejemplos es que en ninguno de ellos parece haberse discutido que existiera una inexacta representacién de la realidad por parte de quien alegaba el error. {Qué fue entonces lo que se discuti6? En los dos primeros Jo determinante parece haber sido lo que he denominado subsuncién, Es decir, la pregunta + Ver Cano Soar, Luis, Explicaciones de Derecho Civil chileno y comparado, t. X1, De las Obligaciones, t. II, Santiago de Chile, Editorial Juridica, 2013 (reimpresién), p. 164. 5 Morates Moreno, Antonio, EI error en los contratos, Madrid, Editorial Montecorvo, 1988, p. 220. © Moraes, cit. (n. 5), pp. 306-307. 492 finugo De LA Maza Gazmunt relevante es si esas representaciones inexactas de la realidad podian acomodarse en el supuesto de hecho del error. En ambos casos la respuesta fue que no. En Leasco porque el error no comprende hechos futuros, y en el ejemplo de Puffendorf, porque las motivaciones subjetivas de cada una de las partes para celebrar un contrato no ingresan, digamos naturalmente, dentro del campo operativo del error.” En el tercer ejemplo, lo discutido no es si la equivocacién configura un error, sino quién debe soportar sus consecuencias econémicas; es decir, a quien se le imputan y, en ese caso, fuc a quicn habia padecido el error, el errans. Soporta el riesgo del contrato pues sigue vinculado a él aunque no haya deseado sus términos. En el cuarto ejemplo, en cambio, las consecuen- cias se imputan a la contraparte, el destinatario de la declaracién. Queda desvineulado del contrato aun cuando deseaba sus términos. Los cuatro ejemplos que he presentado pueden contribuir, ademas, a esclarecer una importante ambigiiedad en el uso de la expresién “error” que, de otra manera, terminara impregnando este trabajo. Ante todo podemos denominar error a cualquier representaci6n inexacta de la realidad; sin embargo, a este primer uso lo denominaré “representacién inexacta de la realidad”. En segundo lugar, podemos denominar “error” a aquellas representaciones inexactas de la realidad que son susceptibles de _ Subsumirse en los supuestos de hecho de los articulos 1453, 1454 y 1455. A este segundé uso lo voy a denominar, simplemente, “error”. En tercer lugar, podemos denominar “error” a aquellas representaciones inexactas de Ja realidad susceptibles de subsumirse en las descripciones de los articulos 1453, 1454 y 1455, cuya ocurrencia puede determinar la nulidad de un contrato. A este tercer uso lo denominaré “error vicio”. El transito desde la representacién inexacta de la realidad al error es un problema de subsuncién. El transito desde el error al error vicio es un problema de imputacion. 7 Sin perjuicio de que las partes, a través de un acto de autonomia privada, puedan in- corporarlas al contrato. LA NATURALEZA RECIPROCA DEL PROBLEMA: A PROPOSITO DE LA 493, EXCUSABILIDAD DEL ERROR Podemos pensar las cosas, ahora, al abrigo de los articulos 1452 a 1455 del Cédigo Civil. La primera pregunta que debemos formulamos es si la representacién inexacta de la realidad resulta susceptible de subsumirse en el denominado error obstaculo, en el error sustancial, en el error accidental 0 en el error en la persona. Esta primera pregunta queda bien ilustrada por dos casos nacionales. En el primero de ellos, la Corte Suprema entendié que la inexacta representacién de la realidad respecto de la fecha de fabricacién de un par de camiones configuraba el supuesto de hecho del error sustancial.* En el segundo caso, esta vez fallado por la Corte de Apelaciones de Santiago, se determiné que el hecho de que la vivienda no se encontrara en un condominio cerrado, como lo crefa el comprador, no resultaba susceptible de subsumirse en el error sustancial. En palabras de la Corte: “(...) Ja circunstancia de ubicarse una casa habitacién en un condominio cerrado innegablemente es una cualidad de ésta, como lo es el hecho que se ubique cercana a un supermercado, a una calle por donde circule locomocién colectiva, a un recinto deportivo donde se efectiten especticulos masivos o a un colegio. Todas estas circunstancias pueden influir en la decisién de adquirir la vivienda y en la fijacién del precio, pero no le dan una fisonomia propia, esto es, no constituyen sus atributos esenciales. Lo anterior no importa afirmar que esta calidad —Ia de encontrarse la vivienda en un condominio cerrado- no sea importante o relevante a la hora de tomar la decisién de celebrar 0 no el contrato, como lo puede ser también la cercania al supermercado, a la gran avenida, al estadio al colegio, sino tinicamente que no es una calidad esencial”. Todo lo dicho en el parrafo que antecede conduce a concluir indefecti- blemente que el error que afirman los demandantes haber experimentado no tiene la aptitud de viciar el consentimiento, pues no constituye error sobre la sustancia o calidad esencial del objeto sobre el que versaron los contratos, en los términos que exige el inciso primero del articulo 1454 del Cédigo Civil, de manera tal que la decisién de rechazar las acciones de nulidad relativa impetradas resulta ser juridicamente acertada> © Corte Suprema, 19 de enero de 2010, rol N° 1908-2008, LegalPublishing N° 43283. ° Corte de Apelaciones de Santiago, 10 de julio de 2014, rol N° 1187-2013, en Westlaw Chile, CL/TUR/4384/2014. 494 iisico De LA Maza Gazmurt De manera que, siguiendo la terminologia que he propuesto, en el se- gundo caso lo ‘inico que habria es una representacién inexacta de la reali- dad. En cambio, en el primero habria un error vicio. Sin embargo, lo que resulta importante advertir es que ~sirviéndome de la terminologia que he propuesto— no todo error es un error vicio. Resulta importante distinguir las dos preguntas que he formulado y no asumir que todo error es un error vicio. El trénsito entre el error y el error vicio se encuentra intermediado por la excusabilidad. Es este dispositivo el que nos permite responder a la cuestién de la imputacién. Es decir a la pregunta acerca de quién, en definitiva, debe soportar el error. En lo que sigue de este trabajo no consideraré la pregunta acerca de la subsuncién" y, en cambio, dedicaré mi atencién a la cuestién de la impu- tacién. TI. La NATURALEZA RECIPROCA DEL PROBLEMA, Creo que, hasta cierto punto, la idea de que el trénsito entre el error y el error vicio se encuentra intermediada por la excusabilidad resulta obvia. Para compartir esta afirmacién basta formularla de otra manera: para que un error vicie el consentimiento debe ser excusable. __ Pero es.obvia s6lo hasta cierto punto, por dos razones. La primera de ellas es que la cuestién de 1a excusabilidad del error no ocupa, en general, un lugar importante en la discusién del error en los tribunales nacionales. La segunda es que, si se consulta la doctrina, se advierte que un impor- tante sector considera que se trata de un requisito del error vicio, pero su comprensién de la excusabilidad es, en mi opinién al menos, incompleta. Antes de entrar directamente en la cuestién de la excusabilidad del error, quisiera, en lo inmediato, presentar dos formas de aproximarse al error vicio y explicar por qué una de ellas resulta més adecuada. "© Un buen desarrollo de esta cuestion en Morates, cit. (n. 5), pp. 149-212. LA WATURALEZA RECIPROCA DEL PROBLEMA! A PROPOSITO DE LA 495 EXCUSABILIOAD DEL ERROR La primera de estas dos aproximaciones corresponde a lo que Luis Diez-Picazo ha denominado la concepeién voluntarista del contrato." En sus palabras: “BI punto de vista tradicional considera el contrato como un acuerdo de volun- tades y, por consiguiente, como algo que es una obra libre y esponténea de sus autores. Para que exista contrato, debe existir un consentimiento, que ha de ser serio, espontineo y libre. Cuando alguna de estas cualidades o condiciones del consentimiento no se da, se dice que el consentimiento se encuentra viciado, de suerte que en el contrato existe una irregularidad que ha de determinar, 0 al menos permitir, su invalidacién”. Desde luego, se trata de una teorfa tentadora, después de todo, como ha sugerido Margaret Jane Radin, en la narrativa liberal del derecho de contratos concebimos a éstos como un acuerdo." Sin embargo, tiene un problema particularmente conspicuo en lo que se refiere a la diseiplina del error vicio: no logra explicarla adecuadamente. Asi, por ejemplo, si lo determinante es que la voluntad sea completamente libre, ,por qué el error de derecho no vicia el consentimiento?, zpor qué no se acepta el denominado error en los motivos?, en fin -y solo a titulo enunciativo-, jpor qué no cualquiera de los denominados “errores accidentales” vicia el consentimiento? Desde mi punto de vista, el principal problema que determina que, en lo que respecta al error vicio, la teoria voluntarista resulte inadecuada es, por asi decirlo, su enfoque atomistico, que tinicamente presta atencién a Ia situacién del errans y no a la del otro contratante, cuando, en verdad, el problema tiene una naturaleza reciproca. © Diez-Picazo, Luis, Fundamentos del derecho civil patrimonial, t. 1, Cizix Menor (Na~ ‘varra), Thomson-Civitas, 6° ed., 2007, p. 186. ” Thidem. © RapIN, Margaret Jane, Boilerplate, The Fine Print, Vanishing Rights, and the Rule of Law, Nueva Jersey, Princeton University Press, 2013, p. 143. Con esto, desde luego, no quiero decit que, necesariamente, la base normativa para justificar la obligatoriedad del contrato sea exclusivamente el hecho de que las partes han alcanzado un acuerdo. La discusién filoséfica al respecto es més compleja que eso (ver, por ejemplo, BENSON, Peter [ed.], The Theory of Contract Law, Cambridge, University Press, 2001). Lo que quiero afirmar, en cambio, es que Ia nocién de acuerdo es clave en nuestra comprensién del contrato, aunque, como explico en a nota siguiente, tenga un sabor algo metaforico. 496, fico pe LA Maza Gazmurt Para explicar esto resultard util una pequefia digresién. Discutiendo los impuestos pigouvianos, Ronald Coase se refiere a la naturaleza reciproca del problema en los siguientes términos: “BI enfoque tradicional ha tendido a oscurecer la naturaleza de la eleccién que encierra, El problema se formula cominmente como uno en el que A ocasiona dafio a B y lo que tiene que decidirse es: ,c6mo se puede restringir aA? Pero esto es erréneo. Estamos tratando un caso de naturaleza reciproca. Evitar dafio a B infligirfa un perjuicio a A. La cuestién real que debe decidirse es: ,debe permitirse que A dafie a B 0 que B dafie a A? La cuestién es evitar el dafio mayor”."* Ahora, intentemos mutatis mutandis llevar esta idea al terreno del error vicio: El enfoque tradicional es que A ha padecido un error en el contrato que ha celebrado con B y lo que debe decidirse es cémo se protege a A. Pero esto es erréneo. Estamos tratando un caso de naturaleza reciproca. Evitar el dafio de A infligirfa un perjuicio a B. La cuestién real que debe decidirse es: gdebe permitirse el dafio de A o el dafio de B? La cuestién es evitar el dafio mayor. La naturaleza reciproca del problema nos permite avanzar hacia la segunda aproximacién al tratamiento del error vicio. Sirvamonos una vez mis de las palabras de Diez-Picazo respecto de la forma en que considera os vicios del consentimiento: mas que una monolitica categoria de dogmitica de vicios del consen- timiento contractual, que tenga que ser entendida desde un punto de vista logico, existe lo que puede lamarse un casuismo dogmitico o, si se prefiere, una tipificacién legal de casos de justicia o injusticia de la vinculacién con- tractual (...)”." La diferencia relevante de esta aproximacién con la voluntarista es el caricter mas pluralista de la primera. Considera, como un objetivo Coase, Ronald, “El problema del costo social”, Estudios Ptiblicos, N° 42, 1992, pp. 82-83. +5 Disz-Picazo, cit. (n. 11), p. 186. LA NATURALEZA RECIPROCA DEL PROBLEMA: A PROPOSITO DE LA 497 EXCUSADILIDAD DEL ERROR importante la tutela de la voluntad, pero, desde Inego, no asume que sea el tinico objetivo ni, necesariamente, el més importante. En este sentido, esta aproximacién asume lo que Melvin A. Eisenberg ha denominado una “teoria multivalérica del derecho de contratos”* (aunque, desde luego, no necesariamente asume la teoria multivalérica que propone Eisenberg). Es decir, una teoria que postula que al disefio del derecho de contratos subya- cen miltiples valores, que eventualmente colisionan entre ellos y que es funcién de esta rama del derecho acomodarlos. Si se acepta esta segunda aproximacién al error vicio se entiende —al menos intuitivamente—la enorme importancia de la excusabilidad y —aunque luego explicaré esto con mas detalle— se comprende, ademas, que la excu- sabilidad no corresponde exactamente a un determinado grado de cuidado que ha debido observar quien padece un error, sino, mucho més amplia~ mente, corresponde a una forma de responder a las dos preguntas con que, de manera muy brillante, Federico de Castro resumié esta problematica del error vicio del consentimiento: “;Quién merece proteccién, respecto de su propio error? ;A quién le estara permitido aprovecharse del error ajeno?”” TIL. La EXCUSABILIDAD EN LA DOCTRINA NACIONAL Podemos comenzar por Claro Solar.'* Por alguna razén que no aparece explicitada en el texto, este autor limita cl tratamiento de la excusabilidad al error obstativo y nada dice de ella tratindose del sustancial, del accidental 0 del error en la persona. Sefiala: Para que el error obstativo sea juridicamente eficaz, en cuanto a produ- cir el disenso, es necesario que sea excusable, esto es, que no provenga de culpa del que Jo alega o de supina ignorancia suya."” © Bisenaera, Melvin A., “The Theory of Contracts”, en BENSON, Peter (ed.), The Theory of Contract Law, Cambridge, University Press, 2001, pp. 240-264. "” De Castro y Bravo, Federico, “De nuevo sobre el error en el consentimiento", ADC, 41-2, 1988, p. 413. "® Caro Soar, cit. (n. 4), p. 141. " Tbidem, 498 ‘fmico pe La Maza Gazmuri Por su parte, Alessandri Besa practicamente no se refiere a ella, salvo de manera oblicua e incorrecta respecto al error en la persona.” Cree este autor que la racionalidad de la regla ~el inciso segundo del articulo 1455-, que ordena indemnizar a la persona con quien se contraté, obedece a que quien padecié el error se comporté negligentemente. No es asi, se trata de una regla de distribucién de riesgos que no requiere reproche. En tercer lugar, podemos detenernos en Leén Hurtado, quien se refiere brevemente a la cuestién, indicando que: “Para que el error vicie el consentimiento, se requiere siempre que se trate de un error excusable (...). Que sea excusable significa en opinién de la doctrina, que el error no provenga de culpa, imprudencia o supina ignorancia de quien lo sufre”2! Encontramos un tratamiento mucho mas valioso de la cuestién en Do- minguez Aguila.” Comienza este autor indicando que la excusabilidad del error seria un precipitado de la maxima nemo auditur y sefiala: “Esta norma de moral (...) tiene también aplicacién en materia de error. En efecto, por todos se exige, para que el error Ilegue a viciar el consentimiento, en todas las hipétesis vistas un elemento fundamental: que sea ‘excusable’, esto es que no provenga de culpa del que lo alega, o de imprudencia o supina ignorancia suya. Pues si el error se debe a quien lo alega y no tomé la mas minima precaucién para asegurarse de lo que estaba haciendo, no puede pedir proteccién y ampararse en su falta para exigir la nulidad del negocio”. Mas adelante indica que: “(...) esta exigencia de excusabilidad del error no puede sujetarse a normas objetivas y debe apreciarse en cada caso, teniendo en cuenta la calidad y con- * Acessanor! Besa, Arturo, La nulidad y la rescisién en el derecho civil chileno, t. UL, Santiago de Chile, Ediar Editores, 2" ed., sin fecha, p. 708. 2! Leon Hurtavo, Avelino, La voluntad y la capacidad en los actos juridicos, Santiago de Chile, Editorial Juridica, 1979, p. 166. Domincuez Aautta, Ramén., Teoria general del negocio juridico, Santiago de Chile, Editorial Juridica, 2* ed., 2012, pp. 80-82. ® Ibidem, p. 80. LA NATORALEZA RECIPROCA DEL PROBLEMA: A PROPOSITO DE LA 499 EXCUSABILIDAD DEL FRROR dicién del que alega el error, su capacidad personal de apreciar condiciones diel acto, su caticter profesional 0 no, su experiencia y capacidad personal, Por ello, sera més exigente el deber impuesto a la parte de informarse, si es profesional respecto de la materia a que el negocio se refiere”.* Luego, a diferencia de Jos otros autores citados, presta atencién a la naturaleza reciproca del problema en los siguientes términos: 4...) Ia exigencia de la excusabilidad del error permite abordar el problema de la justa distribucién del riesgo en la contratacién, usando el eriterio ético {que implica juzgar si el error es 0 no excusable. En efecto, si solo hubiera ave vrenerse ala consideracién de la recta formacién de la voluntad, en verdad todo error, desde que determina la formacién de la voluntad, deberia incidit en si validez (...) pero en los negocios bilaterales esa sola consideracién conduciria no solamente a la extrema inseguridad comercial, sino ademds a injusticias, porque también ha de considerarse el interés de la contraparte que, en los més Fe los casos, ninguna influencia ha tenido en aquel error y que ha confiado en Ta celebracion del negocio. La nulidad por error ha de balancear entonces los intereses en presencia y distribuir los riesgos en que incurren ambas partes y luno de los medios de decidir a favor de uno u otro de estos intereses es, justa- mente, el principio nemo auditur aplicado a la doctrina del error”. En quinto lugar, se han ocupado de 1a excusabilidad del error Martinic Galetovie y Reveco Urzua,* quienes indican que la exeusabilidad del error puede ~como requisito de su trascendencia anulatoria— desprenderse en el Cédigo Civil del articulo 706, segtin el cual: “Un justo error de hecho no se opone a la buena fe”. Sefialan, ademas, que el criterio para determinarla se encontraria en la diligencia con que baya actuado el errans, y agregan que: “Esta diligencia debiese ser la estandar o del ciudadano comin y corriente y debe analizarse en base a un juicio de responsabilidad donde se valorara la af ghee eel state ae LE 2 Thidem, p. 81. 2 Tbidem, p. 82. > Marmuc GateTovic, Mariay Reveco Uszia, Ricardo, “Acerea del error, su excusabilidad yy otros tépicos”, en Ad. VV, Estudios de derecho privado. Libro homenaje al ‘profesor Gonzalo Figueroa Yanez, Santiago de Chile, Editorial Jurfdiea, 2008, pp. 139-142, 500 inico pe LA Maza Gazmurt previsiGn del sujeto y la conducta hipotética esperada a partir de dicha previsin, confrontandose con la conducta finalmente. desplegada en la realidad material”2” Finalmente, en un comentario de sentencia’ y en un par de articulos, yo mismo me he referido a la cuestién de la excusabilidad en el derecho chileno. La idea que he expuesto de manera mas bien incidental alli y que pretendo desarrollar mas sistematicamente aqui~ es que la cuestion de la excusabilidad no consiste, exclusivamente, en determinar si es 0 no un requisito del error vicio. Sobre esto, como ya se ha visto, existe bastante acuerdo en Ia doctrina nacional. El problema mas acuciante consiste en precisar cémo se determina la excusabilidad del error. Mi opinidn es que debe considerarse comparativamente la conducta de ambas partes y no centrarse exclusivamente en la del errans, como pareciere desprenderse de la opinion de algunos autores nacionales. Antes de desarrollar con mayor extensién esa idea, me interesa presentar algunos casos en los que se ha suscitado de diversas maneras la cuestién de la excusabilidad, ya sea porque alguna parte la alegé, porque algin tribu- nal reparé en clla o, derechamente, porque el tribunal decidié la cuestién sirviéndose, precisamente, de la excusabilidad del error. IV. ALGUNAS SENTENCIAS La primera de ellas, de fecha 30 de mayo de 2001, corresponde a un caso de error obstéculo. Se trata de la venta en publica subasta de lo que, tanto en las bases del remate como en las publicaciones respectivas, aparecia ® Ibidem, pp. 14 2 De ta Maza Gazmuni, Ifigo, “Comentario de jurisprudencia”, Revista Chilena de De- recho Privado, N° 15, 2010, pp. 211-223. ® De La Maza Gazuri, Iitigo, “Libertad y seguridad: el tratamiento del error en los Principios de Derecho Contractual Europeo”, Revista Chilena de Derecho, Vol. 34, N° 3, pp. 495-515, y DLA Maza Gazmuni, Ifigo, “El error vicio del consentimiento: Entre la proteccién y el aprovechamiento”, en AA. VV.., Estudios de derecho civil VIL, Santiago de Chile, Editorial Abeledo Perrot, 2012, pp. 511-524. * Corte Suprema, 30 de mayo de 2001, rol N° 4497-1999, en Westlaw Chile, CL/JUR/1504/2001. 1-141 i ai esata LA NATURALEZA RECIPROCA DEL. PROBLEMA: A PROPOSITO DE LA S01 EXCUSABILIDAD DEL ERROR como un inmueble y que, en verdad, se trataba de una cuota equivalente al 50% de dicho inmueble. En lo que interesa de la discusién, los compradores demandaron la nulidad absoluta del contrato de venta por error esencial. El tribunal de primera instancia declaré la nulidad absoluta de la venta por error esencial, aunque limité sus considerandos ~en lo que al error refiere~ a cuestiones de subsuncién, sin prestar atencién a las de imputacién.2! Conociendo del recurso de apelacién, la Corte de Apelaciones de Temuco revocé el fallo. Este segundo tribunal se preocupé de.cuestiones propias de la subsuncién (estimé que no habia error esencial, sino una venta de cosa ajena) y, obiter dicta, se refirié a la imputacién de los efectos del error, en los siguientes términos: “Que tan cierto es que los subastadores conocieron las bases de la subasta y que por tanto supieron o al menos estuvieron en posibilidad de conocer que el ejecutado no era exclusivo duefio del inmueble, sino conjuntamente y en comunidad con su hermano que en la demanda expresan que el error esencial consistié en que en las publicaciones correspondientes (...) se sefialaba a los interesados que se vendia una propiedad como especie 0 cuerpo cierto (.. Jo cual no se indicaba en las publicaciones, sino precisamente en las bases”. Este razonamiento no convencié a la Corte Suprema, que, conociendo de un recurso de casacién en el fondo, estimé la existencia de un error esencial y, especificamente en el tema de la excusabilidad, estimé lo siguiente: “Que en la especie, de acuerdo con los presupuestos facticos resumidos en el considerando segundo, los demandantes, fundadamente creyeron adquirir el dominio pleno sobre el inmueble ubicado en Portales N° 361 de Temuco, en circunstancias que se trataba de la venta de una cuota equivalente al 50% de dicho derecho de dominio, desde que en las bases de remate se indicé que se vendia el inmueble e igual cosa sucedié en las publicaciones de los avisos respectivos. Si bien es efectivo que se sefialaba en las bases la inscripcién conservatoria del inmueble, donde facilmente los demandantes pudieron ave~ riguar exactamente lo que se enajenaba, no lo es menos el que esta venta se * Tribunal de Letras, 11 de marzo de 1998, rol N° 28593, en Westlaw Chile, CL/TUR/1093/1998 3502, fico De La Maza Gazmurt realiz6 a través de un procedimiento judicial de cumplimiento forzado de tina obligacién, donde la oferta de venta, materializada en las bases de remate y en la publicacién de los avisos, esta avalada por el érgano jurisdiccional, de suerte que si se dice vender el bien raiz referido, los demandantes, racional y fundadamente, creyeron estar comprando la propiedad plena de la cosa y no una cuota de aquélla”. La segunda sentencia es de 13 de junio de 2005. En ella la Corte Su- prema conoce, nuevamente, de un caso de error esencial, pero, esta vez, a propésito de un contrato de donacién a través del cual la Municipalidad de Calama transfirié a titulo gratuito un inmueble. El detalle es que lo que se pretendia donar era un sitio de 56,58 metros cuadrados y lo que se individualizé en el contrato correspondia a un sitio de 1.343,41 metros cuadrados que comprendia un recinto deportive completo del cual la do- nataria era cuidadora. La municipalidad demand6 la nulidad del contrato por error esencial.En lo que resulta de interés aqui, la demandada sefialé que el demandante no podia alegar error, pues se encontraba en situacién de saber el vicio que invalidaba la convencién y que era injusto que se le hiciera responsable de actuaciones que se habian escapado absolutamente de su control y que deben asumir los responsables al interior de la munici- palidad. El tribunal de instancia no acogié la demanda, pues estimé que la municipalidad, al tener todos los antecedentes a su disposicién se “encon- traba en una posicidn de inexcusabilidad del yerro alegado” 8 Conociendo del recurso de apelacién, la Corte de Apelaciones de Antofagasta revocé la sentencia de primera instancia. En lo que se refiere a la inexcusabilidad del error se manifesté en los siguientes término: “La errOnea transferencia hecha s6lo pudo consumarse por una falta de cuidado y celo funcionario, que como tal no es posible que produzca consecuencias sin duda mucho més perjudiciales que el beneficio que se pretendié lograr, causando perjuicios socialmente muy trascendentes y dando lugar a un debate que la buena voluntad de las partes, con un minimo sentido de equidad, nunca pudo originar”.* ® Corte Suprema, 13 de junio de 2005, rol N° 4751-2003, en Westlaw Chile, (CL/TUR/422.1/2005. * Tribunal de Letras, 30 de julio de 1999, rol N° 22391, en Westlaw Chile, CL/SUR/1404/1999, * Corte de Apelaciones de Antofagasta, 30 de septiembre de 2003, rol N° 15831, en Westlaw Chile, CL/TUR/2607/2003. LA NATURALEZA RECIPROCA DEL PROBLEMA: A PROPOSITO DE LA 503 EXCUSABILIDAD DAL ERROR Finalmente, y conociendo de un recurso de casacién en el fondo, la Corte Suprema estima que existié error esencial, pero nada dice respecto de la cuestién de la excusabilidad.*> La tercera sentencia, de 10 de enero de 2008," corresponde a dos con- tratos de arrendamiento. La arrendataria solicita que se declare la mulidad absoluta de ambos, pues los locales que le habfan entregado no cumplian con los requisitos necesarios para la finalidad comercial que habian sido arrendados. Especificamente, uno de ellos no estaba conectado a la red de agua potable y alcantarillado de EMOS y carecia de servicio higiénico independiente para hombres y mujeres y para quienes manipularan alimen- tos, lo que motivé que el Sesma negara la autorizacién de funcionamiento ~ y cursara multas por operar sin permiso. Respecto del otro inmueble, al arrendatario se le impidié utilizar una mAquina asadora de pollos por la exclusividad que el arrendador tenia con la cadena Kentucky Fried Chic- ken. Finalmente, agrega, ambos locales no eran susceptibles de darse en arrendamiento por carecer de recepcién definitiva. En su contestacién de la demanda, entre otras cosas, sefialé que la actora carecia de legitimidad en virtud del articulo 1683. El tribunal de instancia acogié la demanda. Conociendo del recurso de apelacién, la Corte de Apelaciones de Santiago fue de una opinion distinta y revocé la sentencia. En lo que interesa al error, la Corte estimé que no habia error esencial, sefialando que no existiria error obstdculo, sino que, eventualmente, sustancial y que la demanda debia rechazarse, pues lo que se habia solicitado era la declaracién de nulidad absoluta. Como sea que fuere, obiter dicta, se pronuncia sobre la inexcusabilidad del error en los siguientes términos: “Que, por iltimo, para descartar la existencia de un error esencial u obsticulo que revele que falté el consentimiento entre los contratantes derivado del hecho de no haber coincidido éstos en la identidad de la cosa especifica arrendada, * Corte Suprema, 13 de junio de 2005, rol N° 4751-2003, en Westlaw Chile, CLITUR/4221/2005. * Corte de Apelaciones de Santiago, 10 de enero de 2008, rol N° 7125-2005, en Westlaw Chile, CLJUR/7096/2008. 504 fiico pe La Maza Gazmurt debe tonerse presente que Casa Do Brasil es una empresa con trayectoria en el rubro, una comerciante avezada, de experiencia y, naturalmente conocedo- ra de una prictica 0 costumbre mercantil de que en los centros comerciales, denominados mail, sus ocupantes no celebran meros contratos de arriendos, ya que cl atractivo de éstos esta en el conjunto que se ofrece con su variedad de locales y la organizacién o know how, y que en ellos el propietario entrega un local en obra bruta, y es el arrendatario, justamente, a quien corresponde adecuarlo a sus necesidades, por lo que no es creible que no se percatara de los defectos que ahora les atribuyc”. La cuarta sentencia, esta vez de 19 de enero de 2010, y que ya ha sido mencionada,” trata sobre una venta de camiones. El comprador demanda la nulidad del contrato alegando su error respecto del afio de fabricacién de los camiones. Aun cuando la mayoria de la discusién de esta importante sentencia se refiere a cuestiones relacionadas con el tipo de error del que se trataba,* existe una arista que puede ser relevante para el objeto de este trabajo. En la discusién acerca de si se trataba de un error accidental © sustancial, la sentencia de la Corte Suprema, refiriéndose al fallo de la Corte de Apelaciones, sefiala: “Del analisis de los contratos, expresan los jueces de la instancia, no se observa nada de lo anterior, pues aparte de individualizarse los camiones con las mencio- nes que exige el reglamento, no aparece alli que la actora haya manifestado a su vendedor que el afio de fabricacién de los vehiculos que compraba cra esencial y que sin tal caracteristica no contrataria. Por el contrario, agregan, en dichos contratos se déja expresa constancia que la demandante revisé ‘detenidamente -y a su enteta satisfaccion’ los vehiculos en cuestién y los encontré conforme con lo que esperaba de ellos, librando incluso al vendedor de Ia obligacién de saneamiento, manifestacién de voluntad que es demostrativa que la compra- dora, luego de revisar los camiones a conciencia, determind que los mismos » Ver nota 8. 5 Asi se desprende con toda claridad del considerando segundo de la sentencia, cuyo tenor es el siguiente: “Que el fallo objeto del recurso establece que el guid del asunto sometido a la decisién del tribunal consiste en dilucidar si acaso los afios de fabricacién de los dos eamiones consignados en los respectivos contratos de compraventa son distintos de los reales y, estable- cido lo anterior, si dichas caracterfsticas fueron elevadas por la demandante a la categoria de elementos esenciales de las sefialadas convenciones, sin los cuales no las habria celebrado. Sélo probado lo anterior, afirman los jueces, se puede concluir que Ia actora ha incurrido en error de hecho sustancial y, por ende, que tales actos juridicos son relativamente nulos”. LA NATURALEZA RECIPROCA DEL PROBLEMA: A PROPOSITO DE LA 505 EXCUSABILIDAD DEL ERROR eran los que cumplian con sus requerimientos y Menaban las exigencias que determinaba el empleo que de ellos haria en cl futuro, uso del que han derivado no despreciables ingresos”. La conclusién anterior, en opinién de los magistrados, se ve reforzada por el hecho probado que la demandante tuvo todas las facilidades para revisar los camiones que compré, pudiendo Ilevarlos al lugar que le pareciera para su inspeccién, y esa posibilidad se acredita, ademas, por el hecho de que la actora obtuvo de la empresa Kaufmann las certificaciones agregadas al proceso, bastando para obtener esos datos los mimeros de motor y chasis de cada uno de los vehiculos. F En esta sentencia no existe pronunciamiento —ni siquiera obiter dic- ta~ acerca de la excusabilidad del error; como ya ha quedado dicho, se limita a establecer la subsuncién. EI interés que tiene es, por asi decitlo, contrafictico, en el sentido de que nos permite pensar hipotéticamente si las consideraciones expuestas en la transcripcién podian considerarse como constitutivas de la inexcusabilidad del error. En fin, las dos ultimas sentencias que quiero considerar corresponden a un caso de error relativo a un contrato de depésito.” Los hechos son basicamente los mismos. El Banco de Chile ofrece, a través de su pagina web, una inversién en depésitos a plazo por 30 dias con una tasa de interés mensual del 30,91%, Una persona toma el depésito bajo esas condiciones Tres dias después de tomar el depésito, el banco se pone en contacto con el inversor, informéndole que, a consecuencia de un error computacional, la tasa de interés publicitada del 30,91% no era correcta. El interés que deseaba ofrecer el banco ascendia a 0,31%. Al vencimiento del plazo del depésito, el inversor cobra el depésito, pagdndole el banco con la tasa de interés de 30,91%. Tres meses mas tarde, el banco demanda la nulidad del contrato de de- pésito, justificando su pretensién en la existencia de un error consistente en haber ofertado el interés de 30,91% cuando lo que en verdad deseaba era * Corte Suprema, 10 de enero de 2011, rol N° 9347-2010, LegalPublishing N° 47633, y Corte Suprema, 17 de marzo de 2011, rol N° 7797-2009, LegalPublishing N° 48726. 506 frco DE LA Maza Gazmurt oftecerlo al 0,31%, El demandante sefiala que existirfa falta de consenti- miento y solicita se declare la nulidad absoluta, en subsidio la inexistencia y, en subsidio, la nulidad relativa. En ambos casos, el tribunal de instancia, la Corte de Apelaciones de Santiago y la Corte Suprema rechazaron la pretensién del demandante. La raz6n fue que estimaron que el error habia sido ratificado por el pago efectuado por el demandante. Por lo tanto, una vez més, la excusabilidad del error se presenta de manera tangencial, en la sentencia de la jueza de primera instancia: “(...) la discrepancia entre la tasa de interés consignada al momento de cele- brarse el contrato, esto es, de 30,9% y no de 0,3% se debe a no haberse com- portado el banco demandante con la suficiente diligencia 0 cuidado, debiendo asumir los errores por sus propios hechos o de sus dependientes, no pudiendo en base a ello, alegar Ia supuesta falta de voluntad”. Si este argumento de la jueza hubiera tenido més peso en la sentencia, todo hubiera cambiado, pues, de estimarse que el error es inexcusable, resulta bien evidente que no pudo haber sido ratificado.” Pues bien gqué puede concluirse a propésito de estas sentencias? Acaso lo mas evidente es lo que se discute principalmente en ellas, que es una cuestién de subsuncién, De lo que se trata es de decidir si la inexacta representacién de la realidad que alega una de las partes califica o no como error; ésa es la parte mas importante en la discusién de los casos que, si no me equivoco, constituyen una muestra suficientemente representativa de las sentencias sobre error en las tiltimas décadas en Chile. Lo segundo que, por lo tanto, puede concluirse es que la discusion acerca de la imputacién tiende a ser mas bien marginal. En tercer lugar, al considerar las discusiones respecto a la imputaci6n, es posible advertir que, ya sean las partes o los tribunales, la atencién se centra en la conducta del errans y se relaciona, de alguna manera, con el grado de cuidado que exigia su participacién en el negocio. Por otra parte, ® He tratado este punto on De Lx Maza, cit. (n. 28). LLA NATURALEZA RECIPROCA DEL PROBLEMA: A PROPOSITO DE LA 507 EXCUSABILIDAD DEL ERROR prestando atencién al caso del contrato de arrendamiento, se advierte que el tribunal sugicre aunque obiter dicta que para determinar el grado de cuidado exigido debe prestarse atencién a la calidad de profesional que tenia la parte que alegaba el error. Sin embargo, de manera mds marginal, es posible detectar otras con- sideraciones. Asi, por ejemplo, en el caso de la subasta, si bien es cierto que la cuestién consiste en determinar el grado de diligencia que debian emplear los compradores, para hacerlo, la Corte Suprema pone atencién en la conducta del banco responsable de la subasta, sugiriendo que, con su conducta, habria inducido el error de los compradores. Por otra parte, si se recuerda el caso de la donacién y, especificamente, la sentencia de la Corte de Apelaciones de Antofagasta, es posible percibir que existe una preocupacion del tribunal respecto a los efectos que tendria anular ¢l contrato y también se considera que la donataria tenfa conoci- miento de aquello que la municipalidad estaba en condiciones de donarle. V. MAs ALLA DE LA PARQUEDAD Al considerar ahora en conjunto la opinién de la doctrina y los casos presentados més arriba queda una cierta sensacién de parquedad respecto de la cuestién de la excusabilidad del error. Por una parte, la doctrina, en general, ha aceptado la excusabilidad como un requisito del error vicio, pero su anilisis de este requisito tiende a ser extremadamente breve y centrado en la conducta de quien alega el error. Por otra parte, si se presta atencidn a los casos, aparece que quienes alegan el error no suelen poner demasiado énfasis en su excusabilidad y quienes son demandados tampoco parecen preocuparse demasiado de su inexcusa- bilidad. Finalmente, la cuestién de la excusabilidad suele estar pobremente representada ~al menos explicitamente~en las decisiones de los tribunales. El hecho de que la doctrina considere que la excusabilidad constituye un requisito del error vicio y el hecho de que en los juicios, generalmente, no desempefie un papel muy relevante invita a intentar superar —al menos en términos doctrinarios— la parquedad de su tratamiento. 508 fruco pe La Maza Gazmuri Mi estrategia en esta tarea consiste en servirme de la idea de naturaleza reciproca del problema para pensar la excusabilidad “qua” requisito del error vicio. Las preguntas que, entonces, deben responderse son las formuladas por de Castro, “,Quién merece proteccién, respecto de su propio error? ¢A quicn le estar permitido aprovecharse del error ajeno?™! Responder a estas preguntas nos Ileva a considerar la excusabilidad no exactamente como un dispositivo de valoracién de la conducta del errans, sino como un dispositive que nos permite comparar las conductas de las partes para determinar quién merece proteccién y a quién se le imputard el costo del error. Si es un error vicio, el costo sera asumido por el des- tinatario de Ja declaracion del errans, en el sentido de que el contrato se ver privado de efectos; si no es un error vicio, el costo sera asumido por el errans, quien seguiré vinculado por los términos de un contrato que, en definitiva, no desea. VI. CoMPARANDO LAS CONDUCTAS Comencemos por una pregunta referida a un caso de error vicio, ya men- cionado, en el que ni siquiera se discutié la cuestién de Ia excusabilidad.? Se trataba del arrendamiento de un inmueble con el objeto de darle un fin comercial." En el proceso quedé demostrado que dicho local no contaba con permiso de edificacién y que, ademas, estaba afecto en un 70% de su superficie a expropiacién, no siendo posible la obtencién de la respectiva patente comercial, El arrendatario hizo trabajos en el inmueble desde fines de 2005 hasta fines de 2006, iniciando s6lo a mediados de ese ultimo afio los trémites para obtener la patente comercial. La pregunta que me interesa -y dejando de lado las cuestiones que pueda suscitar la subsuncién— es la siguiente: era excusable el error? ;No * De Castro y Bravo, cit. (n. 17). @ Ver nota 9. * En la cldusula primera del contrato se estipulaba que el arrendatario tinicamente podia destinar el inmueble arrendado a “local comercial, fuente de soda, etc.”. LLA NATURALEZA RECIPROCA DEL, PROBLEMA: A PROPOSITO DE LA 509) EXCUSABILIDAD DEL ERROR debi6, acaso, el arrendatario, al menos, haber acudido a la municipalidad y averiguar si el local podia dedicarse a ese uso? Esta pregunta puede ser también planteada en los casos del contrato de donacién y de depésito presentados mis arriba: jresulta excusable que la municipalidad se equivoque al identificar el bien en el contrato teniendo todos los antecedentes a su disposicién? {No constituye una negligencia inaceptable que un banco se equivoque al publicar Ia tasa de interés que va a pagar por un depésito a plazo? Al margen de las respuestas exactas a esas preguntas, lo que me interesa ahora es ilustrar la forma en que voy a considerarlas. Creo que la respuesta a la que lleguemos va a depender, en parte importante al menos, de si sdlo consideramos la posicién del errans o si, en cambio, consideramos ademas ~y comparativamente- la posicién de quien recibié la declaracién motivada por una inexacta representacién de la realidad. Si tnicamente consideramos la conducta del errans, creo que la tendencia en los tres casos seria a considerar que los errores no fueron éxcusables. Pero, si afiadimos la conducta de la otra parte, quizs nuestra apreciacién del problema cambie. VII. La SIruaciOn DEL ERRANS Una primera distincién que puede contribuir a determinar cémo calibrar la situacién del errans respecto a la excusabilidad de su error es si asumid —o debié asumir— el riesgo de su acaecimiento.* Resulta perfectamente posible que quien padece un error tenga —o deba tener—conocimiento acerca de su ignorancia respecto de aspectos relevantes del negocio en el que esta participando. En estos casos, todo parece indicar que la prudencia -o, si se quiere, cl principio de autorresponsabilidad—exige asesorarse para evitar el acaecimiento del riesgo. Si esto no sucede, entonces * Respecto de este punto sigo de cerca De La Maza Gazmuri, Ifigo, Los limites del deber 1, Ciztir Menor (Navarra), Thomson Reuters, 2010, pp. 329-330. 510 fruco be LA Maza Gazmuri habra que aceptar que quien padecié el error no puede ahora alegatlo, pues ya habia asumido el riesgo de su ocurrencia. La asuncién del riesgo puede manifestarse de tres maneras: expresa- mente, como ignorancia consciente, o bien por el contexto en el que se realiza el negocio. Por lo que toca a la asuncién expresa, se trata del caso en el que, en el contrato, se adjudica explicitamente el riesgo de una circunstancia desco- nocida a una de las partes.** Con respecto a la ignorancia consciente, un caso estadounidense lo ilus- tra perfectamente, Se trata de Nelson v. Rice.“* Un tribunal de apelaciones conocié de la venta en publica subasta de los bienes de una mujer muerta, realizada por sus albaceas. Dichos albaceas contrataron a un tasador para que evaluara los bienes que conformaban el patrimonio de la mujer, entre dichos bienes habia dos cuadros respecto de los cuales el tasador les advirtié que no era experto en arte y que no podia valorar adecuadamente los cuadros. No obstante esto, sin contratar un nuevo tasador, los bienes fueron subastados segun la tasacién inicial. Los dos cuadros eran de autoria de Martin Jonson Heade, un famoso pintor del siglo XIX, y fueron adquiridos por un precio de 60 délares por una persona que detecté la similitud de la firma de ellos con Ja firma del famoso pintor y luego los revendié por 1.072.000 délares. La Corte de Apelaciones de Arizona no dio lugar al error invocado por los vendedores, toda vez que consideré que ellos habian asumido el riesgo de su ignorancia al no contratar a otro tasador experto en arte. En lo que se refiere al contexto en que se realiza el negocio, un ejemplo suficientemente ilustrativo de esto se encuentra en la busqueda de “gan- gas” en mercados callejeros o en ferias de libros usados.” El contexto en que se desarrollan este tipo de operaciones determina que posean un “ Bjemplos en Farnsworrn, Allan, Contracts, Nueva York, Aspen Law & Business, 3° ed., pp. 628-629. “ Nelson v, Rice, 12 P. 34.238 (Ariz, Ct. App. 2000). “” Asi, por ejemplo, De Castro ¥ Bravo, Federico, El negocio juridico, Madrid, Instituto Nacional de Estudios Jurfdicos, 1971, p. 113. ‘LA NATURALEZA RECIPROCA DEL PROBLEMA: A PROPOSITO DE LA sil EXCUSABILIDAD DEL ERROR cardcter marcadamente especulativo, por este motivo quienes participan en ellas deben asumir los riesgos que, eventualmente, entrafie su igno- rancia, vendiendo, por ejemplo, un incunable o una famosa antigiiedad a precio de ganga.** {Qué sucede, ahora, con la posicién del errans si no ha asumido —ni debié asumir— el riesgo del error? {Qué es lo que debe considerarse para determinar si era excusable 0 no? ‘La respuesta a esta pregunta puede intentarse en dos pasos. El primero de ellos que no resulta demasiado discutible— es que debe compararse el grado de diligencia que debié haber observado con la conducta que, en los hechos, despleg6. Si la conducta esta mas alla del umbral de cuidado establecido, entonces el error es excusable, de otra manera, no. Como no resulta dificil advertirlo, la conducta del errans se compara con un estindar, por lo tanto, el segundo paso consiste aunque sin pretensio- nes de exhaustividad—en dotar de concrecién a ese estandar, identificando algunas circunstancias que faciliten su aplicacién. En este segundo paso han de prestar utilidad las sentencias que se han presentado mas arriba, que, desde luego, no agotan el elenco de circuns- tancias a considerar.” Sin embargo, ése no es el objetivo directo de este “ Aceptando la importancia del contexto social en este tipo de supuestos, Eisenberg su- giere que la explicacién de que en este tipo de situaciones se permita no revelar informacién radica en que, en conjunto, dicha solucién beneficia incluso a Ia parte que vende una obra de arte a precio de ganga. Este autor realiza su andlisis a propésito de la venta de libros usados. Sefiala que, aun cuando algin librero venda una obra de gran valor como una ganga, ese tipo de contratos beneficia, en general, a quienes se dedican a la venta de libros usados, toda vez que alienta a potenciales compradores a entrar a las tiendas de libros usados en busca de una ganga, no obstante, Ia mayoria de las veces no la encontrarén, aun asf, adquiririn otros pro- ductos. Por otra parte, una regla que permita al comprador mantenerse en silencio establece incentivos a los vendedores de libros para especializarse y ser mAs cuidadosos en la venta de sus productos (Bisensero, Melvin A., “Disclosure in Contract Law”, California Law Review, vol. 91, 2003, pp. 1686-1687). Conspicuamente, faltan las circunstancias personales de las partés. Sobre esto puede consultarse De La Maza, Inigo, cit. (n. 44), pp. 333-336. 512 fico pe La Maza Gazmuri trabajo. De lo que se trata, més bien, es de mostrar que el examen de la excusabilidad exige prestar atencién a las conductas del errans y del des- tinatario de la declaracién. En linea con la doctrina nacional, una de estas circunstancias que es posible desprender de las sentencias es lo que podria denominarse la “pro- fesionalidad” del errans. Asi, por ejemplo, tratandose del caso de los arrendamientos de locales en un mall, la sentencia, convendra recordarlo, sefiala: “G..) debe tenerse presente que Casa Do Brasil es una empresa con trayectoria ex el rubro, una comerciante avezada, de experiencia y, naturalmente conoce- dora de una practica o costumbre mercantil de que en los centros comerciales, denominados mall, sus ocupantes no celebran meros contratos de arriendos, ya que el atractivo de estos esté en el conjunto que se ofrece con su variedad de locales y la organizacién o know how , y que en ellos el propietario entrega un local en obra bruta, y es el arrendatario, justamente, a quien corresponde adecuarlo a sus necesidades, por lo que no es creible que no se percatara de los defectos que ahora les atribuye” 5! Probablemente, algo semejante, consideré la jueza que considers inex- cusable el error del banco respecto de la tasa de interés de los depésitos, después de todo, si los bancos comerciales no son profesionales en esto, convendria preguntarse quién lo seria. Un segundo criterio que puede deslindarse es el referido a la asesoria de expertos. A este respecto podemos recordar la sentencia de la Corte de Apelaciones respecto del caso de los camiones: “La conelusién anterior, en opiniGn de los magistrados, se ve reforzada por el hecho probado que la demandante tuvo todas las facilidades para revisar os camiones que compr6, pudiendo levarlos al lugar que le pareciera para su inspeccién, y esa posibilidad se acredita, ademas, por el hecho que la actora * Ver Dominauez, cit. (n. 22). 5! Ver nota 31. LA NATURALEZA RECIPROCA DEI. PROBLEMA: A PROPOSITO DE LA 313 EXCUSABILIDAD DEL ERROR obtuvo de la empresa Kaufmann las certificaciones agregadas al proceso, bastando para obtener esos datos los miimeros de motor y chasis de cada uno de los vehiculos”.? La lectura que puede desprenderse de aqui —como se ha hecho, por ejemplo, en ocasiones por el Tribunal Supremo espafiol—* es que no puede alegar su error quien se ha hecho asesorar por expertos. Con todo, habré que advertir que una lectura distinta—y contradictoria— también es posible: quien, consciente de su ignorancia, contrata expertos para que lo asesoren se comporta diligentemente. En tercer lugar, puede considerarse el acceso a la informacién. De esta . manera puede recordarse el caso de la subasta y el de la donacién. En el primero de ellos, como se recordar, la Corte de Apelaciones de Temuco se refirié al hecho de que la informacién que el comprador ignoraba se encontraba en las bases del remate.** De esta manera hubiera bastado que el demandante concurriera al tribunal y consultara el expediente. Se trata de un esfuerzo mas bien modesto si de lo que se trata es de comprar un inmueble. Tratndose de la donacién, la accesibilidad a la informacién por parte del errans parece ser atin més radical, la tenia toda a su disposicién. No en vano la Corte de Apelaciones de Antofagasta sefiala en su sentencia que: “La errénea transferencia hecha sélo pudo consumarse por una falta de cuidado y celo funcionario”.* En cierta manera, ambas sentencias tienen un sabor, a primera vista al menos, paradéjico. En Ja primera de ellas la informacién era perfectamente accesible para el errans. En la segunda, la mejor explicacién del error era juna falta de cuidado y celo funcionario! Sin embargo, en ambos casos los. contratos fueron anulados por error. ;Cémo puede explicarse eso? = Ver nota 8. Ver De La Maza, cit. (n. 44), p. 332. * Ver nota 30. 5 Ver nota 34. si4 ‘isco pe LA Maza Gazwuat Probablemente, la paradoja se disuelva ~o, al menos, se suavice- si se recuerda la naturaleza reciproca del problema. La excusabilidad no es un requisito destinado a sancionar a quien se comporia sin el cuidado debido, sino més bien a tutelar Ja situacién de quien merezca proteccién. Las cosas deben resultar mds claras si ahora se examina la situacién del destinatario de la declaracién. ‘VIL. La siTuaciON DEL DESTINATARIO DE LA DECLARACION Convendré seguir prestando atencién a los casos considerados, particu- Jarmente a tres sobre los cuales arroja luz la consideracién del destinatario de la declaracién. Se trata del caso de los camiones, del de la subasta y del de la donacién. Creo que, en los tres, la consideracién de la conducta del destinatario de la declaracién nos ayuda a comprender mejor el funciona- miento de la excusabilidad del error. ‘Tratandose de los camiones, se podria sefialar que la fecha de fabrica- cién de los vehiculos resultaba sencillamente detectable en una inspeccién, particularmente si se contaba con la asesoria de expertos. Sin embargo, al considerar la situacién del destinatario de la declaracién -el vendedor— las cosas pueden cambiar. Al abrigo de los hechos relatados ena sentencia, todo parece indicar que también se trataba de un profesional =no.s6lo se-le compraron los camiones-, se Ie encargé que los importara desde Holanda. Por otra parte, en la documentacién de los camiones apa- recian fechas de fabricacién que no correspondian a la realidad, sino a las asumidas por el errans. En estas circunstancias puede asumirse que se trataba de un error bila- teral, ambas partes incurrieron en él. Esta circunstancia parece indicar que no se trataba de un error facilmente derrotable. Ahora bien, dos comentarios ayudaran a precisar esta circunstancia. El primero de ellos se refiere a qué debe entenderse por un error bilateral. El segundo a, digamoslo asi, su peso. En lo que se refiere a qué haya de entenderse por error bilateral, se trata de que ambas partes se representen LA NATURALEZA RECIPROCA DEL PROBLEMA: A PROPOSITO DE LA sis EXCUSABILIDAD DEL ERROR inexactamente la realidad en el mismo sentido. En el caso de los camiones, esto significa que ambas partes creyeran que los camiones habjan sido fabricados en un afio distinto al que lo fueron, El segundo comentario es que del hecho de que ambas partes hayan padecido el error puede asumirse, en principio, que no era derrotable. Sin embargo, esta asuncién puede ser vaciada de contenido, por ejemplo, si se acredita que para el destinatario de la declaracién era muy complejo advertir su error y, en cambio, el errans lo hubiera podido superar sencillamente. Una segunda circunstancia a la que debe prestarse atencién tratindose de la posicién del destinatario de la declaracién es si, de alguna manera, puede considerarse aunque no se trate de dolo~ que indujo al error de la otra parte. ‘Traténdose del ambito espafiol -en particular de las decisiones del Tri- bunal Supremo-, Morales Moreno ha sugerido lo siguiente: “Reiteradamente el TS utiliza como razén para justificar la relevancia del error, que el mismo no es espontaneo, sino que se ha producido como consecuencia de la influencia del otro contratante. Esto sucede cuando hay dolo. Pero el TS no se limita a tomar en cuenta la influencia ejercida en los casos de dolo y, no obstante, apoya sus razonamientos de apreciacién del error en la conducta influyente; en la confianza suscitada (quizés sin mala fe) en la victima del error por el otro contratante”.** Se trata, es cierto, de palabras sobre la practica del Tribunal Supremo Espafiol. Sin embargo, me parece que el valor juridico de la confianza que suscita una persona en otra que acttia determinado por esa confianza es algo que se encuentra firmemente anclado en nuestro ordenamiento juridico y que, extraiiamente, no habia sido advertido por 1a doctrina a propésito del error. Por lo pronto, la confianza suscitada por la conducta de otra persona es una pieza clave de una de las concreciones de la buena fe mas empleadas % Morates, cit. (n. 6), pp. 221-222. 516 fico be LA Maza Gazmurt por nuestros tribunales superiores de justicia: la doctrina de los actos pro- pios.*” En segundo lugar, parece tratarse —la proteccién de la confianza-- de un valor que concurre a perfilar lo que podria denominarse la “légica del derecho privado”, en palabras de Barros Bourie: “La l6gica del derecho privado hace atender a lo que una parte puede esperar de la otra en una situacién contractual tipica; no por eso, aun’ si el juez carece de elementos de integracién a partir del propio sistema, su atencién no se dirigiré a lo que puede ser tenido por aceptable por una comunidad universal de personas, sino a lo que cada parte puede esperar de la otra en este tipo de circunstancias y en el negocio que han convenido”.** El punto deberia ser claro. La confianza que, con su conducta, una parte suscita en otra debe ser protegida. Esta sencilla idea contribuye a explicar el razonamiento de la Corte Suprema en el caso de la subasta. Convendra recordarlo: “Si bien es efectivo que se sefialaba en las bases la inscripcién conserva- toria del inmueble, donde fécilmente los demandantes pudieron averiguar exactamente Jo que se enajenaba, no lo es menos el que esta venta se realizd a través de un procedimiento judicial de cumplimiento forzado de una obli- gacién, donde la oferta de venta, materializada en las bases de remate y en la publicacién de los a visos, esta avalada por el drgano jurisdiccional, de suerte que si se dice vender el bien raiz referido, los demandantes, racional y fundadamente, creyeron estar comprando la propiedad plena de la cosa y no una cuota’de aquélla”. * Unamirada sobre sentencias recientes de nuestros tribunales superiores en Paoitia PARor, Ricardo, “Por una correcta aplicacién de ia doctrina de los actos propios”, Revista Chilena de Derecho Privado, N° 20, 2013, pp. 135-183. * Banos Bourte, Enrique, “Conceptualismo y vulgarismo en el derecho civil patrimonial”, en Ficueron Yanez, Gonzalo et al. (eds.), Estudios de Derecho Civil VI, Santiago de Chile, Abeledo Perrot, 2011, p. 33, nota 24. © Estos, por ejemplo, lo que explica la doctrina de la misrepresentation en el derecho inglés. Sobre esto puede consultarse Carrwaicur, John, Misrepresentation, Mistake and Non-Disclosure, Londres, Sweet and Maxwell, 2007, pp. 237-287, En el ambito nacional puede consultarse BaRRos Bourie, Enrique; Rovas Covarrunias, Nicolis, Responsabilidad por declaraciones y garantias contractuales, en Departamento de Derecho Privado Universidad de Concepeién (eds.), Estudios de Derecho Civil ¥; Santiago de Chile, Abeledo Perrot, 2010, pp. 511-526. LA NATURALEZA RECIPROCA DEL PROBLEMA: A PROPOSITO DE LA si7 EXCUSABILIDAD DEL ERROR En primer lugar, conviene advertir que la Corte sefiala que los com- pradores pudieron “fécilmente” averiguar lo que, en realidad, se estaba subastando. Sin embargo, el hecho de que no lo hayan averiguado parece explicarse por la confianza que les habia infundido la declaracién realizada por la otra parte -y avalada por el tribunal~ de que aquello que se remataba era el inmueble y no derechos sobre él. O, para decirlo de otra manera, el error del comprador se explica por la confianza que le habia inducido una conducta de la otra parte. Por eso es que, como sefiala la Corte, “los deman- dantes, racional y fundadamente, creyeron estar comprando la propiedad plena de la cosa y no una cuota de aquélla”. Esta es una primera manera en que la proteccién de la confianza con- tribuye a pensar, en mi opinién al menos, de mejor manera la cuestién de la excusabilidad, Pero no es la tnica. La confianza que debe protegerse no es sdlo la del errans, sino también la del destinatario de la declaracién. Para comprender esto resultaré titil recordar algunas palabras del profesor Ramén Dominguez Aguila al respecto: “(...) también ha de considerarse el interés de la contraparte que, en los mas de los casos, ninguna influencia ha tenido en aquel error'y que ha confiado en la celebracién del negocio”. La idea que, segiin me parece, subyace a estas palabras es que la operativa del error debe considerar la tutela de quien ha confiado en la declaracién del errans, la contraparte. Pero debe considerar esa tutela tinicamente en la medida en que el destinatario de 1a declaracién haya confiado en dicha declaracién en términos de ignorar que la otra parte padecfa un error. Lo que quiero mostrar a continuacién es que esta idea permite com- prender por qué es correcta la decisién de la Corte de Apelaciones de An- tofagasta —confirmada por la Corte Suprema— de declarar nulo el contrato © Ver nota 22. 518 fico pe La Maza Gazmurt de donacién.*! La declaracién de la Corte de Apelaciones fue, como ya ha quedado dicho, la siguiente: “La errénea transferencia hecha s6lo pudo consumarse por una falta de cuidado y celo funcionario, que como tal no es posible que produzca consecuencias sin duda mucho més perjudiciales que el beneficio que se pretendi6 lograr, causando perjuicios socialmente muy trascendentes y dando lugar a un debate que la buena voluntad de las partes, con un minimo sentido de equidad, nunca pudo originar”.® Probablemente, la alusién a los “perjuicios socialmente muy trascen- dentes” resulte un poco perturbadora, una discusién acerca del error es una discusién acerca de las partes, no de la sociedad en su conjunto.® Mas tranquilizador resulta lo siguiente, se trataba de “un debate que la buena voluntad de las partes, con un minimo sentido de equidad, nunca pudo originar”. El debate no debié originarse porque el error de la municipalidad no sus- cité una confianza digna de proteccién en la destinataria de la declaraci6n, lo que parece haber quedado perfectamente acreditado en cl juicio es que la demandante tenia un exacto conocimiento de aquello que la municipalidad debia donarle y que, simplemente, se aproveché del error. Para comprender esto parece necesario recordar que la excusabilidad no es un requisito establecido para sancionar a quien se comporta descui- dadamente aqui no hay duda de que los funcionarios de la municipalidad se comportaron de manera negligente-, sino mds bien para adjudicar los riesgos del error a quien merezca tutela, Sin embargo, la reconstruccién mis plausible de los hechos indica que la demandante creyé convertirse en la donataria de un inmueble distinto al que, en definitiva se le adjudic6, por © Ver nota 32. © Ver nota 34, © La idea de que el derecho de contratos se refiere a la composicién de los intereses de las partes involucradas y no a cuestiones propias del colectivo social ha sido expuesta con una elegancia digna de envidia por Wenvan, Emest, The Idea of Private Law, Cambridge, Harvard University Press, 1995, pp. 1-21 ‘LA NATURALEZA RECIPROCA DEL PROBLEMA: A PROPOSITO DE LA 519) [EXCUSABILIDAD DEL ERROR lo mismo, la confianza que le infundia el contrato era tinicamente respecto del primer inmueble, Cuestién distinta es que nego, advirtiendo el error de la municipalidad, busque beneficiarse a costa de él. En fin, sin duda un estudio exhaustivo de 1a excusabilidad del error aconseja distinguir més situaciones respecto de las posiciones del errans y del destinatario de la declaracién, pero el objeto de éste no es perfilar con la mayor extensién posible ese inventario de conductas, sino mostrar Ja importancia de considerar comparativamente las conductas de ambos y advertir que ésa es la mejor comprensién del requisito de la excusabilidad del error. Y, de manera persuasiva o no, ese punto ya esta hecho.

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