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LOS INVASORES

JOSÉ
EGON WOLFF

LOS INVASORES
© Pehuén Editores, 1986
María Luisa Santander 537
Providencia, Santiago, Chile
Fono: (56-2) 225 62 64 - 204 93 99
editorial@pehuen.cl

Inscripción N° 38.027
ISBN 978-956-16-0208-3

Primera edición, abril de 1990


Quinta edición, mayo de 2007

Diseño y diagramación
Pehuén Editores

Más información, actividades sobre este libro y otras lecturas recomendadas por
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Se prohíbe la reproducción o emisión total o parcial de este libro, ya sea a través de


sistemas eléctricos, electrónicos, mecánicos, químicos, ópticos, de grabación, fotográ-
ficos o de fotocopia, sin la autorización previa del editor.

Impreso en los talleres de


Imprenta Salesianos S.A.

IMPRESO EN CHILE / PRINTED IN CHILE


LOS INVASORES

Esta obra fue estrenada en 1963, en el teatro Antonio Varas, por


el Instituto de la Universidad de Chile, de acuerdo al siguiente
reparto:

PIETÁ, esposa de Meyer María Cánepa


LUCAS MEYER Héctor Maglio
CHINA Tennyson Ferrada
TOLETOLE Bélgica Castro
MARCELA; hija de Meyer Ximena Gallardo
BOBBY, hijo de Meyer Lucho Barahona
EL COJO Alfredo Mariño
ALÍ BABÁ Gonzalo Palta

Dirección: Víctor Jara


Toletole (Bélgica Castro) y China (Tennyson Ferrada).
ACTO PRIMERO
Cuadro Primero

Un living de alta burguesía. Cualquiera: son todos iguales.


Lo importante es que nada de lo que ahí se ve sea barato. A la
izquierda, un porche a mayor nivel, con la puerta de entrada
de la calle. Alfonso, la escala de subida al segundo piso. A
la derecha, una puerta que da a la cocina y una ventana que
mira al parque. Cuando se alza el telón, el escenario está en
penumbra. Es de noche. Después de un rato, ruido de voces
en el exterior, llaves en la cerradura, y luego, una mano que
prende las luces.
Entran Lucas Meyer y PIETÁ, su mujer. Visten de etiqueta,
con sobria elegancia. En cuanto se prenden las luces, PIETÁ
se lanza al medio de la habitación. Abre los brazos. Gira sobre
China (Bélgica Castro) y Lucas Meyer (Héctor Maglio) sí misma.
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PIETÁ (Radiante): ¡Oh, Lucas, es maravilloso... es maravillo- y te pones grave, tal vez, pero de noche, eres eterno. Soy
so! (Gira). ¡La vida es un sueño... un sueño! (Se lleva las yo quien te lo aseguro... (Lo chasconea levemente). Vein-
manos a las sienes y mira hacia el cielo). ¡Ven! (Meyer tidós años casada contigo, Lucas, y no me has aburrido...
se acerca a ella y la abraza por detrás; ella, sin mirarlo, ¡Gracias!
siempre con los ojos en el cielo). Alguna vez, ¿algún... MEYER: Te compraría el mundo, si eso te entretuviera...
“ruido” entre nosotros? Uno de esos ruidos terribles, sor- PIETÁ: Lo sé... y eso me asusta un poco.
dos..., ¿como entre los otros? (Meyer niega mudo). ¿Sólo MEYER: ¿Te asusta?
pequeños ruidos? (Meyer afirma. Pietá gira y lo besa con PIETÁ (Alejándose un poco de él): Susto o temor, no sé. En
fuerza). ¿Por qué? ¿Porque somos ricos? todo este aire de cosas resueltas con que me rodeas, esa
MEYER: Puede ser. sombra de tu... invulnerabilidad...
PIETÁ: Ricos, ricos, ricos, ricos, ricos... ¿Qué significa? ¡Ricos! MEYER: Invulnerable... ¿yo?
(Ambos ríen). ¿Qué significa? PIETÁ: Nunca una duda, nunca un fracaso... Pones tus ojos en
MEYER: Felicidad. algo y vas y te lo consigues. Simplemente te lo consigues.
PIETÁ: Si... Libres como pájaros... Doce horas para llenarse Nunca has dejado de hacerlo... Tal vez hasta me conseguiste
la piel de sol, en la noche, perfumes... Pero, ¿es sólido a mí, de esa manera.
todo eso? MEYER (La abraza): ¡Oh, vamos!
MEYER: ¿Sólido? ¿Y por qué no? PIETÁ: Es verdad... Te temo... Para qué lo voy a negar; o temo
PIETÁ: No sé... Me asusta... Cuando todo sale bien, me asusto. por ti, no sé... Cuando nos casamos, tuve que preocupar-
MEYER: He gozado la noche, mirándote... Irradias. (La me del porvenir como cualquier mujer; partimos con tan
besa). poco... Pero muy pronto, poco a poco, cada inversión, la
PIETÁ: Sí. Me siento hermosa. Eres tú, Lucas... Todo lo que justa; cada disposición, la precisa; y, al fin, esta mansión:
pones a mi alrededor, me embellece. “la mansión de los Meyer”, y tu posición de ahora, in-
MEYER (Oprime su talle): El talle fino. (Toca sus caderas. violable...
Besa su cuello). Eres mujer, Pietá. Mujer, con mayúsculas. MEYER: No todo me ha resultado tan fácil, como suena dicho
Mi Mujer. Me haces olvidar que envejezco. Eso no está por ti.
bien; es contranatura. PIETÁ: ¿Y por qué tengo, entonces, esa sensación de... vértigo?;
PIETÁ (Con sensual coquetería): ¿Me lo reprochas? ¿de peligroso desequilibrio? Creo en la justicia divina... Sí,
MEYER: Sabes que no, pero... son cincuenta años, mujer. sí, tal vez sea una supersticiosa, una primitiva, pero no todo
PIETÁ (Toca la punta de su nariz con su dedo enguantado): les puede resultar bien siempre a los mismos.
Durante el día en tu fábrica, cuando le dictas a tu secretaria MEYER (Riendo): Les llegó el turno a los otros, ¿eh?
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PIETÁ: No... te rías. MEYER (Lentamente, midiendo las palabras): Ayer en


MEYER: ¿No es ése el pánico del día? ¿También llegó a ti la la tarde estuvieron unas monjas de la caridad en mi
cháchara idiota? oficina y les hice un cheque por una suma desmesura-
PIETÁ: No es eso... da; por poco hipoteco la fábrica a su favor. He estado
MEYER: ¿Por qué mencionas todo esto, entonces? Nunca pensando mucho en eso, desde ayer... ¿Qué me impulsó
hablamos de estas cosas. a ello? Lo curioso es que ni siquiera abogaron mucho
PIETÁ: No sé... Tal vez, la gente de esta noche. Al verlos a por mi ayuda... Simplemente se colaron en mi oficina
todos tan... desfachatados. ¡Insolentes, sí! (Como recolec- como salidas del muro y se plantaron ante mí con las
tando recuerdos). De repente, pensé que era el fin. Risas manos extendidas, y yo les hice el cheque... como si
que celebraban el fin. Una perfección corrupta. (Se vuelve estuviera previsto que no me iba a negar. Después se
hacia él). Tengo miedo, Lucas. retiraron haciendo pequeñas reverencias y sonriendo
MEYER: ¿Miedo...? Pero, ¿de qué? irónicamente, casi con mofa..., como si toda la escena
PIETÁ: No sé... Miedo, simplemente. Un miedo animal. Esta hubiera estado prevista.
noche donde los Andreani, rodeada como estaba de toda PIETÁ: ¿Fue miedo lo que sentiste?
esa gente, sentí de pronto un escalofrío. Una sensación MEYER: No... Lo hice simplemente, como si fuera lo natural.
de vacío, como si me hundiera en un lago helado..., en un En el fondo, sentí que si no lo hacía, esas monjas se habrían
panorama de niebla y chillidos de pájaros. puesto a llorar por mí.
MEYER: ¡Absurdo! PIETÁ: ¿Llorar por ti?
PIETÁ: Sí, absurdo, pero ¿qué es ese miedo? Existe. Es como MEYER: Sí. Creo que quise evitarles ese trance... penoso.
un presagio. Extraño...
MEYER (Cortante, de pronto): No sé de qué estás hablando. PIETÁ: Paralización... Como lo que le sucedió a Bobby el otro
Deben ser tus insomnios. día; el día helado y húmedo de la semana pasada, ¿recuer-
PIETÁ (Alarmada): No sufro de insomnios, Lucas. das? (Lucas asiente). Ese día le quemaron su casaca de
MEYER: ¡Niebla y chillidos de pájaros! ¿Cómo puedo inter- cuero a Bobby en el patio de la universidad.
pretar tamaña tontería? MEYER: ¿Quemaron?... ¿Su casaca de cuero?
PIETÁ: Tú sabes. ¿Has sentido lo mismo? ¿Qué es? PIETÁ: Sí, no te lo quise contar, entonces, para evitarte mo-
MEYER: Te digo que no sé de qué estás hablando. lestias. Sucedió cuando los muchachos salieron de clases
PIETÁ: Sí, si sabes... Esta noche estabas insolente, lo mismo por la tarde y pasaron por el guardarropía a recoger sus
que ellos, la misma rudeza, la misma risa dolorosa. ¿Qué abrigos... No había abrigos en ese guardarropía.
va a pasar, Lucas? MEYER: ¿Qué habían hecho con ellos?
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PIETÁ: Gran Jefe Blanco, el viejo portero albino, del que hacen PIETÁ: Tu fábrica, esta casa, no las hemos robado, ¿no es
burla los muchachos, porque con el frío del invierno se le verdad?
hinchan las articulaciones de los dedos y gime de dolor tras MEYER: Todo ganado honestamente, en libre competencia.
su puerta, había hecho una pira en el patio con los abrigos PIETÁ: ¿Qué, entonces?
y se calentaba las manos sobre la lumbre... MEYER: Te digo que es estúpido. Nadie puede perturbar el
MEYER (Ultrajado): ¡Pero, eso no es posible! ¿Qué hacían orden establecido, porque todos están interesados en man-
las autoridades de esa universidad para impedir ese atro- tenerlo... Es el premio de los más capaces.
pello? PIETÁ: Por otra parte, Lucas..., nuestros hijos. Al verlos, ¿a
PIETÁ: Nada. Estaban todos, el rector y el Consejo, mirando quién le cabrían dudas de que son hijos perfectos de una
el espectáculo desde las galerías. Algunos hasta aplau- vida perfecta, no crees?
dían... MEYER: Evidentemente, Marcela crece como una bella mujer;
MEYER: Imposible. Bobby, un poco loco de ideas, pero... está bien... No más
PIETÁ: Así fue... amenazas entonces, ¿eh?
MEYER: ¿Dónde vamos a parar, si no paramos esas insolen- PIETÁ: Pobre niño... Me ha prometido ayudarme en mi jardín...
cias? ¿Por qué no echaron a patadas a ese insolente? Odia podar las rosas, el pobre. ¿Has visto cómo cubren ya
PIETÁ: Por la misma razón que hiciste tu cheque. mi glorieta?
MEYER: ¡Pero si es idiota! ¿Dónde vamos a parar, repito? MEYER (Besa sus manos): Sí... Tus manos milagrosas.
Echarlos a patadas... ¡Eso es lo que voy a hacer con esas PIETÁ: Es un hermoso jardín... Estoy orgullosa.
monjas, si se vuelven a colar en mi oficina! MEYER: Y yo de ti. (La besa). Vamos, es tarde. Mañana es un
PIETÁ: Fue absolutamente de mal gusto de parte de la Renée día de mucho trabajo... (Se encaminan hacía la escalera,
salir a bailar con el garzón, hoy, durante la fiesta, ¿no te pa- abrazados).
rece? Se veía que lo hacía con repugnancia... Su condición PIETÁ (Deteniéndolo al pie de la escalera): Dime, ¿tú viste
de dueña de casa no la obligaba a ello, ¿no crees? también a esa gente extraña que andaba por las calles,
MEYER: La gente ha perdido sus nervios... Ha habido tanto mientras veníamos a casa?
palabreo, últimamente, de la plebe alborotada, que todos MEYER: ¿Gente extraña?
hemos perdido un poco el juicio. El mundo está perfecta- PIETÁ: Sí. Como sombras, moviéndose a saltos entre los
mente bien en sus casillas. arbustos.
PIETÁ: Sí... Flota un espanto fácil, como el de los culpables. MEYER: ¡Ah!, ¿quieres decir los harapientos de los basurales
No somos culpables de nada, ¿no es cierto? del otro lado del río?
MEYER: Ya lo creo que no. PIETÁ: ¿Eran ellos?
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MEYER: Esos cruzan periódicamente para venir a hurgar en (Se prende la luz y asoma Meyer en lo alto de la escala.
nuestros tarros de basura. La policía ha sido incapaz de Desciende cautelosamente. Ve a China y corre hacia la
evitar que crucen a esta parte, de noche... consola, de la cual saca un revólver que apunta sobre el
PIETÁ: Podría jurar que vi a dos de ellos trepando al balcón intruso).
de los Andreani, como ladrones en la noche. MEYER: ¿Y usted? ¿Qué hace aquí? ¿Qué hace dentro de mi
MEYER (Algo impaciente, al fin): ¡Oh, vamos, Pietá! Esa gente casa?
es inofensiva; ninguno se atrevería a cruzar una verja y CHINA (Lastimero): Un pan... un pedazo de pan.
menos a trepar a un balcón. ¿Para qué crees que les deja- MEYER: ¿Qué?
mos nuestros tarros en las aceras? Mientras tengan donde CHINA: Un pedazo de pan, ¡por amor de Dios!
hozar, estarán tranquilos. ¿Vamos? MEYER: ¿Qué te pasa? ¿Estás loco? ¡Entrar en mi casa,
PIETÁ: Esta noche me dejarás dormir contigo, ¿quieres? rompiendo las ventanas! ¡Fuera de esta casa! ¡Fuera de
MEYER: ¡Oh, vamos! Creo que exageras un poco. Si alguno esta casa, inmediatamente! (Ante la impasividad del otro).
de esos infelices se atreviera a entrar en esta casa, Nerón ¡Fuera te digo! ¿No me oyes? ¿O quieres que llame a la
daría buena cuenta de él, con sus dientes afilados. policía? (Pausa penosa). ¿Qué te pasa, hombre? ¿Eres
PIETÁ: Sí, pero... me dejarás dormir contigo, ¿no es verdad? sordo?
(Se cobija en él, mientras desaparecen ascendiendo es- CHINA: Un pedazo de pan.
calera arriba. De pasada, Meyer apaga las luces y la MEYER: Te descerrajo un tiro, si no sales de inmediato.
habitación queda a oscuras; sólo una débil luz ilumina la (Apunta).
ventana que da al jardín. Después de un rato, se proyectan CHINA: Era inevitable...
unas sombras a través de ella y luego una mano manipula MEYER: ¿Qué dices?
torpemente la ventana, por fuera. Un golpe y cae un vidrio CHINA: Que era inevitable que dijera “te descerrajo un tiro”,
quebrado. La mano abre el picaporte y por la ventana cae y que tuviera uno de ésos (indica el revólver) escondido
China dentro de la habitación. Viste harapos. Forra sus en alguna parte por ahí... Se lo dije al Mariscal.
pies con arpillera y de sombrero luce un colero sucio, con MEYER: ¡Te doy diez segundos! Cuento. Uno... dos... tres...
un clavel en la cinta desteñida. Contradice sus andrajos CHINA: ¿Todo por un pedazo de pan?
un cuello blanco y tieso, inmaculadamente limpio. Desde MEYER: Cuatro... cinco...
el suelo observa la habitación con detenimiento. Arriba se CHINA: Una bala de eso cuesta más que el pan que le pido.
oyen pasos). El Mariscal discutió que era seguro que tendría “eso” (el
VOZ DE MEYER: ¿Qué hay? ¿Quién anda?... ¿Quién anda revólver) en casa, pero que seria práctico... y lógico. Aun-
ahí? que fuera tan sólo pan duro; no me quejo.
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MEYER: Está bien; te doy el pan, pero te vas de inmediato, por el nombre. Parece que con saber el nombre de nuestros
donde entraste, ¿entiendes? (Sale hacia la cocina y vuelve enemigos se nos hace más fácil dar en el blanco... Me
con un pan que lanza al otro). Y ahora, ¡fuera! llaman China, y usted es Lucas Meyer, el industrial... (Se
CHINA: ¿Ve?... El Mariscal tenía razón. (Sonriendo candorosa- acomoda en el suelo). Y ahora que hemos cumplido con
mente). Total... un harapiento. Nadie cambia un harapiento esta primera formalidad, puede irse a la cama, si quiere...
por una conciencia culpable. (Masca el pan). La culpa Comprendo que es suficiente para usted para ser el primer
de todo la tiene su empleada. No había más que papeles encuentro. Que Dios acompañe a usted y a su bella esposa,
sucios y restos de sardina en el tarro... No como sardinas; en su sueño. Buenas noches.
me producen urticaria. (Lanza un eructo fuerte). MEYER (Ultrajado): ¿Qué se ha imaginado? ¡Salga de esta
MEYER: Seis... siete... ocho... casa de inmediato! ¿Me oye? (China duerme impasible).
CHINA: Es inútil; no se exponga al ridículo. ¿Me oye?... ¡Fuera de mi casa! (Con ira impotente). ¡Fuera,
MEYER: ¿Qué es lo que es inútil? digo! (Pausa). Está bien; puede dormir aquí esta noche,
CHINA: Que pretenda contar hasta diez. pero mañana, al alba, antes que nadie mueva un dedo en
MEYER: ¿Por qué? esta casa, usted sale por el mismo lugar que se coló, ¿en-
CHINA (Sonriendo ampliamente): Todos sabemos que sabe tiende? ¡Que no lo encuentre dentro de la casa! (Se dirige
contar hasta diez y más de eso... hacia la escala).
MEYER (Rugiendo): ¡Nueve! CHINA (Sin levantar la cabeza): Ya le decía yo al Mariscal
CHINA: ¡No siga! ¡No va a disparar! Es mejor que no siga... que usted era un buen hombre. Un hombre que da trabajo
Evitemos la vergüenza... a tanta gente en su fábrica no puede ser otra cosa que un
MEYER: ¡Diez! (El revólver tirita en su mano apuntando a buen hombre... ¿Cómo iba a permitir que un harapiento
China; no dispara). muriera de frío, durmiendo bajo el rocío helado? ¡Gracias,
CHINA: ¿Ve? Es una lástima... Ahora nos será más difícil buen hombre!
entendernos. Ahora usted ya me odia... (Con fingida (Meyer va a apagar las luces, cuando se oyen pasos arri-
desazón). Yo sabía que no dispararía. En cuanto dijo “te ba).
descerrajaré un tiro”, lo supe. Los que saben matar no le VOZ DE PIETÁ: Lucas, ¿por qué te demoras tanto? ¿Qué
ponen nombre al acto. Simplemente aprietan el gatillo, y pasa?
alguien muere. Uno le pone nombre a las cosas para ganar MEYER: ¡Nada, mujer! ¡Un gato que entró por la ventana! ¡Ya
tiempo. (Saborea el pan). lo eché a la calle!
MEYER (Algo perplejo): ¿Quién es usted? CHINA (Ante los gestos de Meyer, que lo conminan a hablar
CHINA: Sí, eso “es” lo que se hace acto seguido: averiguar más bajo): ¡Eso fue inteligente! ¡Muy inteligente! ¡Nadie
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habría sabido encontrar salida más honorable a la situación! TOLETOLE (Después de permanecer un rato yerta y como
¡Estupendo! expectativa, respirando ruidosamente y tiritando): ¿Cómo
VOZ DE PIETÁ: ¿Qué pasa, Lucas? lo tomó, China?
MEYER: Voy, mujer, voy. CHINA: Duerme...
(Sube y apaga la luz. La escena sigue un rato a oscuras. TOLETOLE (Después de un rato): ¿Sacó revólver y te amenazó
Luego se ve otra mano que asoma por fuera, en medio con la autoridad, China?
del haz de luz. Palpa el cerrojo. Tamborilea contra los CHINA: Mmh... Es práctico; mostró misericordia.
vidrios). TOLETOLE: El primer día es fácil; vamos a ver mañana, ¿no
VOZ DE TOLETOLE: ¡China! ¡Abre, China! (China muge). es cierto?
¡China, sé bueno! ¡Hace frío! (Sigue tamborileando los CHINA: ¡Cierra la jeta! ¡Duerme!
vidrios, débil e intermitentemente). ¡Ay, ay! ¡Chinita! TOLETOLE (Tras pausa): ¿Cómo es la casa?... ¿Bonita?
CHINA (Levantándose, al fin, trabajosamente. Abre la ventana. Está tan oscuro; no se ve nada. (Al no recibir respuesta).
Gruñe): Te dije que no entraras hasta mañana... Tengo salame..., ¿quieres? (Saca de un bolsillo un trozo
TOLETOLE (Sólo su cara asoma afuera; plañidera): Hace de salame, junto a dos girasoles de paño atados a tallos
frío afuera, China. de alambre, unas herramientas nuevas de carpintería,
CHINA: Con dos, de repente, se va a asustar. escofina, etcétera; unas matracas multicolores y un ca-
TOLETOLE (Tirita): ¡Ay! ¡Ay! ¡Por Diosito! lendario doblado en cuatro que representa un desnudo
CHINA: Está bien, entra... ¡Rápido! de mujer. Amontona todo cuidadosamente junto a sí. El
TOLETOLE (Entrando torpemente): Dos no caben en la casu- desnudo lo cuelga sobre un cuadro del muro. Mientras,
cha del perro. (Casi llorando). Alí Babá se coló primero... observa cada objeto con interés infantil). Para cuando te
Traté de meterme, pero me patió la cara. ¡China! ¡Mira! instales..., te arranches... Flores para mi pieza. Una mona
CHINA: ¡Ssht! ¡Cállate! ¿Quieres que nos oiga, estúpida? No desnuda para Alí Babá.
quiero que se nos asuste... Con uno bastaba para la primera Se la quise dar en la casucha del perro, pero me patió la
noche. Tiéndete ahí (indica) y calla la boca. cara. (Toma las matracas). Y esto, para los críos, si alguna
(Toletole se acurruca donde le indican. Es joven. Fue vez quieres que te los dé... (Hace girar las matracas, que
rubia y hermosa. Viste harapos. Luce una rosa encarnada suenan con gran algazara).
de raso en el pelo desgreñado. Se cubre con un enorme CHINA (Incorporándose de un salto, se las arrebata): ¿Qué
vestón de hombre deshilachado. Los bolsillos abolsados estás haciendo, estúpida? ¿No te dije que no hicieras ruido?
están llenos de cosas. Se hace un atado animal junto a ¡Ahora se va a asustar! (Mira las matracas), ¿Y esto? ¿De
China). dónde las sacaste?
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TOLETOLE (Aterrada): De los Almacenes Generales de Plaza una niñita educada, con una genuflexión hasta el suelo;
Victoria. asustada).
CHINA: Saqueo... ¿No te dije que no saquearas? MEYER: ¿No pensará que además deberé soportar esto?
TOLETOLE: Estaba abierto, China... Habían arrancado las (Toletole comienza a vagar por la habitación, mirando
puertas. Todos se metían... arrobada los objetos. Los toca con la punta de los dedos
CHINA: ¡Imbéciles! y lanza pequeñas exclamaciones de estupor y encanto).
TOLETOLE: Yo no quise, pero me arrastraron dentro... Y CHINA (En sordina): Claro que no. ¿Por qué iba usted a tener
entonces, era llegar y agarrar. Trenes eléctricos, China. que soportarlo? Es demasiado.
Así, un montón... Y batas... batas de todos colores... Y MEYER: ¿Entonces?
muñecas, ¡así de grandes! Me amarré las manos, pero no CHINA: Se lo advertí a ella, pero dijo que tenía frío afuera...
pude, China, agarré. así que, si usted lo desea, la echamos afuera, con o sin
CHINA: Ahora tendrán ellos la última palabra. frío, ¿eh?
TOLETOLE: Pero todo el mundo estaba feliz; eso también es MEYER: Bueno, es decir...
bueno. Había gente en todas partes..., sentados en los me- CHINA (Confidencialmente): Así, confidencialmente, le ase-
sones, resbalando por las escaleras. Riendo y riendo, con guro que no tiene nada puesto debajo del vestido, la sin-
la boca así de grande. ¿Sabes lo que hizo el Tísico? Salió vergüenza. Nada. Sólo la mitad de un traje de baño que se
a la calle, bailando abrazado de un maniquí desnudo. Todo “levantó” por ahí. (Más confidencial aún). Eso le pone la
el mundo le hizo rueda, mientras bailaba mordiéndole los carne azul, sobre todo en noches heladas como ésta. No es
pechos de palo. (Ríe). muy estimulante, pero, ¿qué quiere usted? Uno tiene que
CHINA (Se ablanda; sonríe): Lo malo es que ahora serán ellos los conformarse con lo que le toca, ¿no le parece?
ultrajados... Saqueo, dirán, e invocarán la legitimidad del or- MEYER (Sin saber qué decir): Así me parece.
den. (Como para sí, sabiendo que ella no entiende). Quisiera CHINA (En tono de broma): A veces uno llega a creer que está
que al final todo se hubiera hecho como envuelto en sábanas acostado con un cadáver. (Se ríe). ¿La echamos fuera?
blancas... limpio como el corazón de uno de nuestros muertos, MEYER: Usted sabe muy bien que no puedo hacerlo.
pero, tal vez no es justo. (Se oyen pasos en la escalera. Es CHINA: ¿Por qué no? Después de todo, ésta es su casa, ca-
Meyer, que se ha puesto bata. Se prende la luz). ballero.
MEYER (Perplejo): Y esto... ¿qué significa? (En sordina). MEYER: Y después ustedes pueden decir que somos unos
¿Quién es esta mujer? desalmados, ¿eh? No le daré ese gusto. Usted se queda
CHINA (Imitándole, también en sordina): Toletole... (A To- con ella esta noche, y de madrugada salen por ahí, ¿en-
letole). Saluda al señor. (Toletole se alza y saluda, como tiende?

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