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COLECCION ‘© JURISTAS PERENNES : LEON DUGUIT LAS TRANSFORMACIONES GENERALES DEL DERECHO PRIVADO DESDE EL CODIGO DE NAPOLEON 8 Disigen esta coleccién los profesores ‘MANUEL DE Rivacona ¥ RIVACOBA vy, Acusrin Squetta Narpucct 1, De la socacién de nuestro siglo para la legislacién y la ciencia del Derecho, por Friedrich Katl von Savigny. 1978, &~"Diteurto preliminar del proyecto de Cédigo civil francés, por ‘Jean-Etienne-Marie Portalis, 1978. | En esta misma coleccién: | | | | 5. Teoria tridimensional del Derecho, pot Miguel Reale, 1978 F. Cémo se bace un proceso, por Frases Cameluti, 1979 4 wniversiterios, por Andrés Bello “ . ' EDEVAL 6, Ditéursos, por Jean-Jacques Roussetu. 1979) | — 3. Eseritoe,j 7. La idea de fin en el Derecho penal, por Franz von Lisat. 1984 CL ER ERT ea aL UL PRIMERA CONFERENCIA EL DERECHO SUBJETIVO Y LA FUNCION SOCIAL Sefiores: Deseo que mis primeras palabras expresen un cimiento profundo a la Facultad de Derecho de vuestra gran ciudad, por haberme querido asociar, durante algunas sema. ‘as, a sus trabajos. Este serd el gran honor de mi vida de prov fesor. Gracias también desde el fondo de mi corazén al sefior Rector por su acogida tan agradable y tan cordial. Gracias al sefior Decano por las palabras tan lisonjeras con que ha tenido a bien presentarme, EL objeto de estas conferencias es estudiar las transfor. maciones generales del Derecho y en particular del derecho ptivado en las sociedades americanas y europeas desde los comienzos del siglo XIX, y particularmente después de dos actos célebres que sefalan una etapa importance y oexpan vun lugar eminente en la historia de las sociedades das: Ja Declaraciéa de los dezechos del hombte y del ciu- dadano de 1789 y el Cédigo de Napotesa. Este estudio lo haré desde un punto de vista exclusi- vameate cientifico, No traigo ninguna opiniéa preconcebida; no perenezco a ningin partido; no soy miembro de nin- guna iglesia; teago un profundo respeto por todes ins creen- ersonalmente no admico dogaa de ninguna especie; cia y slo ciencia, fundada sobre la observacién im- parcial de Jos fiechos. ea el cual tengo el honor de hablar, al piblico sabio que viene a es- cucharme y a mf mismo, debo penetrar desde luego en el corazén de mi asuato y tratazlo cientificamente. 1 Ance todo, gedmo debe entenderse el sentido y el al- cance def asunto que he escogido? Mi intenciéa no es, ya lo comprenderéis, indicar las transformaciones que el legislador positivo ha lo en los principales pases de Europa y de América. Eso serfa dificil y no ofreceria interés, Por otra parte, soy de aquellos que piensan que el De- recho es mucho menos la obra del legislador que el producto constante y espontineo de Jos hechos. Las leyes positivas, Jas Cédigos, pueden permanecer intactos en su texto: poco importa; por Ja fuerza de les cosas, bajo la presién de los hechos, de las necesidades pricticas, se forman constan- remente inscituciones juridicas nuevas, El texto esti siempre 20 alli; pero ha quedado sin fuerza y sin vida; 0 bien por una exégesis sabia y sutil, se le da ua sentido y un alcance en los caaies-no habia: sodado-el legislador-cusado lo-redactaba Puedo, pues, hablar de las transformaciones del Dere- cho, y en particular del derecho privado, sin entrar en el de- talle de las leyes positivas nuevas, desde la Declaracién de log derechos del hombre y el Cédigo de Napolesa, en los, paises cuya legislacién positiva se compone todavia de tex- tos que se inspiran en principios formulados en estos 0s actos; ¥ creo poder decir que, 2 pesar de las diferencias de detalle y de las divergencias de tedaecién, todos tos pi americanos y europeos han llegado al mismo grado d zaciéa, y en todo caso, codos los paises de origen latino. I Pero, si dl derecho esti en un estado completo de trans- formaciéa, si continuamente las institucion vas escin en via de elaborarse, gpor qué I de observaciéa? Por qué tomar la Declaracién de derechos de 1789 y el Cédigo de Napoleén como punto de partida? Seguramente, en la realidad de las cosas hay una trans- formaciéa continua y pespetua de Jas ideas y de Jas instica- clones. Peto es preciso, para facilitar fa exposiciGa, crear cua- dros, distingnie periodos. Distinciéa tal vez indispensable. Por otra parte, estimo que hay realmeite, en Ja evoluciéa general de Jos pueblos, ciertos perfodos cuyo comienzo y fin estén sefalados por grandes hechos, que n0 pueden ocultarse 2 la atenciéa del observador; que seria un grave error sociol6gico desconocerlo; y que es preciso, en fin, sefialar esos diferentes perfodos y determinar las grandes co- rrientes que se manifiestan en cada uno de ellos, 2 Ahora bie, me parece imposible discutis que en las sociedades de cultura ameticano-europea, el Cédigo de Napo- Je6n-y a Declaraciéa francesa de los derechos del hombre de 1789, sefialan el término de una large evolucién en el orden juridico, el coronamiento de una construccit ‘idica, ‘no desprovista, por otra parte, de grandeza y de fuerza. Los hombres de 1789 y los autores del ‘Cédigo de Napoleéa, y también, preciso es decirlo, Ia gran mayoria de los jatiscon- sultos franceses y extranjeros de la primera mitad del siglo XIX, salvo Ja escuela de Savigay, estimaban que habia alli tun sistema de derecho definitivo, que se imponia con el rigor 'y la evidencia de un sistema de geomessis, y asi como Ia Beometrfa, moderna descanse codavia sobre los. principios formulados por Euclides, del mismo modo ea todos los tiem- ‘Bos, en rods los paises, el derecho de todos los pueblos civi- lizados n0 podria ser mis que el deseavolvimiento normal y racional de los principios inmortales y definitivos formulados en e505 textos. Pues bien, se ha encontrado que, apenas Ja construcciéa hha sido terminads, las grietas han aparecido. Hi siglo XIX hha sido un perfodo particularmente fecundo en todos los Srdenes de Ja actividad humana. Un movimiento considera- ble se ha realizado en ef dominio social. Pero este movi- miento, en lugar de ser, como pensaban los hombres de la revolucién francesa y la primera generacién dei siglo diltimo, 1 desenvolvimiento normal de los principios formulados en 1789, ha sido una reaccién formidable contra ellos, Dhrante los cien vltimos afios se ha realizado Ja obra descructore. Contiatia todavia, Pero con el siglo XX recen con entera clarided fos elementos de la construc jurfdica oueva, que, por lo dems, tampoco sera defi 2 ‘Nada hay definitive en ef mundo: todo pass, todo cambia; y porvenir habrin de dererminar. Esta desapaticién de las concepciones juridicas consegrt- das por la Declaracién de los derechos 7 e! Cédigo de Na- poleda, esta elaboracién de concepciones nuevas 10 son espe- iales de Francia. @Estin acaso alli mas adelantadas que en ‘eras partes? Los elementos del sistema juridico auevo, zaps- ecen quizé alli més formados que en otros paises? Pero In transformacién es general. Se manifiesta en todos los pueblos Megados a un mismo grado de cultura, en Europa como en. América, Esti mis menos adelantada; es mis 0 menos com pleta; aqui se manifiesta en un punto dado; alli en otro, Pe- x0 €s general y presenta los mismas caracteres en todas las sociedades americano-europeas. Se hace seatir ett todos los dominios det derecho, ea el derecho piiblico y en el privado. ‘Me propongo estudiarla, més especialmente en el derecho pri- vado. Il 1* La Declaracién de los derechos del hombre, el Cédi- g0 de Napoledn y todos los cédigos moderaos que proceden mis © menos de esos dos actos, descansan en una concepcién puramente individualista del derecho. Hoy dia se elabora ua 23 10 fundado sobre la idea del derecho individuo y el fundado sobre la idea de una ne al individuo, echo subjetivo. El sistema juridico jende a establecerse sobre Ia com- Iv Me explicaré. tal que sirve de base todas las legislaciones es la del derecho subj rema de 1789 y de 1804 y de que en él se han inspirado, derecho subjetivo del Estado i, el derecho subjetivo del viduo. Disé que esta nociéa es de orden puramente meta sico, lo que esté en contradiccién indudable con las tenden- taphysique idique, Duguit, Le droit Jean. (Véase en castellano, Duguit, La sransforma Madrid, Belerin). 24 geod mahi met a A a an tena cias de las sociedades modernas, j' con el rezlismo; digamos : con el positivism de nuestra época. suscitan sobre la verdadera naruraleza del de- son la prueba mejor de todo lo que tiene de precaria esta conc: No terminarla nunca solameate de citar los de todo lo que se escrito en Alemania, en Francia, en Italia y también en vvuestso pais, sobre Ia narursleza del derecho subjetivo. Em definitiva, todas estas controversias conducen 2 esta defini- ciéa: es el poder que corresponde a una voluntad de impo- nerse como tal a una o varias voluntades, cuando quiere una cosa que no esti prohibida por Ia ley. Los alemanes, princi- ppalmente el profesor Jellinek, dicen: el derecho subjetivo es ‘un poder de querer, 0 el poder de imponer a los demés el espero de su voluorad ! : haya derecho, es pre- ta, Definiremos, pues, el dere cho subjetivo: interés de un hombre © de-un grupo de hombres, jusidicamente protegido por medio del poder reconocido @ una vo" luntad de representarlo y de defenderlo”. (Pigina 105). Pero de 25 Tomad lo que se ha convenido en lamer derechos, los que nos son mas femniliares; veréis ficilmence que se traducen siempre de hecho en ¢] poder que tengo de imponer, incluso por la fuerza, a otros individuos mi propia voluntad. La li- eread es un derecho: cengo el poder de imponer a otro el sespeto a la voluntad que tengo de desenvolver libremenre mi actividad fisica, intelectual y moral. Tengo ef derecho de propiedad: cengo el poder de imponer 2 otro el respeto a mi voluntad, de usar como me parezca de las cosas que posea a cualquier modo que sea, M. Michoud acsbe, necesariamente, por ver cho a0 apérece realmente més que cuando el interés se afizma en el exterior por usa manifesacién voluncasia del cralar del derecho 0 de otra persons. Aqui también, el deregho subjetivo no es, finalmente, querer. Ademés, M, Michoud reconoce que es lar del derecho, quien hace valer su interts, En el pataje citado dice que no es necesario ‘ma de la persona juridice es quien pone en acciéa yel derecho no es, por tanto, més gue mn inverés puesto en accién por la voluntad de! ticular de este interés 0 el poder de querer del titular. ‘Mis’ adelante se veri (Apéadice I) que M. Michoud se defiende enérgicamente de hacer me (Puede pretenderlo, cuando ea los pasajes citados declara ‘ necesstio que esta voluntad Pertenezca metafisicamente como propia al ticular del derecho", y que "a organizacién juridica de Ia que es producto pertenece a la srenaia de Ia perso moral"? ¢No son éstas, ence todo, sfirmaciones de 26 titulo de propietario, Tengo un derecho de crédito: tengo el poder de imponer a mi deudor el respeto a la voluatad que tengo de que ejecute Ja prestacién. ‘De tal manera que Ja nociéa del derecho subjecivo —y esto 5 esencial aozerlo y setenerlo— implica siempre dos vo- Juntades una frente de ota: una voluntad que puede im- ponerse a otca voluntad; una voluntad que ¢s superior a ot yoluntad. Esto implica una jerarquia de las ‘voluncades, y en cierta manera una medida de las voluntades y una afirmaciée sobre la naruraleza y la fuerza de la substancia votantad. "Ahora bien, ésea es, precisimence, ante todo, una afic- macién de orden metafisico, Podemos sefialar las manifesta ciones exteriores de las voluntades humanas. {Peto cufl es Ja naturaleza de Ja voluntad humana? (Cuil es su fuerza? Una voluntad puede ser en sf superior a otra voluntad? He aqui unas‘ cuantas cuestiones cuya solucién es imposible en ciencia positive, Por esto mismo, la nocién de derecho subjetivo se en- cuentra totalmente arruinada y con raz6a puedo afirmar que es una nocida de orden metafisico, que no puede sostenerse en una época de realismo y de positivismo como Is anesira. Esto es lo que Augusco Comte, el gran pensador, habia afiemado, hace ya mis de medio siglo, en términos muy enés- sgicos, que me permitiré recordaros: "La palabra derecho de- be ser tan desterrada del verdadero lenguaje politico, como la palabra causa del verdadero lenguaje filosdfico. De estas dos nociones teolégico-metafisicas, Ja una (la del derecho) es desde Juego inmoral y anérqaica, como la otra (la de causa) cs izracional y sofistica ... No puede existir verdadero de- recho sino en tanto que los poderes regulares emanen de vo- luntades sobrenaturales. Para luchar contra esas aucoridades 27 que no encrafiaban més que-una-funcién-negativa-Guundo se-he farentado dar- les un destino verdaderamente orginico, pronto han revela- siempre a consagrar , que no admice ain- blemente, Cada cual tiene deberes y para con todos, pero ‘adie tiene derecho alguno propiamente dicho... En otros rérminos, nadie posee ms derecho que el de cumplit siem- re con su debec” !. ;¥, sin embargo, sobre esa concepeiéa artificial y caduea de derecho subjetivo, es sobre la que a Declataciéa de 1789, el Cédigo de Napoleén y la mayor arte de las legislaciones modernas ban establecido todo el sistema juridico!, Los textos son bien conocidos: “Los hombres nacea y se ‘icnen libres ¢ iguales en derechos. Estos derechos son la propiedad ..."" (Declaragién de derechos de 1789, ¥ 2°). En el Cédigo de Napolesn, ef articulo 544 “La propiedad es el derecho de gozar de una cosa de la manera més absoluta”. sislac tomo los textos de vuestra le- el capieulo I de vuestra Constituciéa tiene por tf Declaraciones, derechos y garanttas. En el articulo 14 “Todos fos habitantes de la nacién gozan de los derechos siguiences conforme a las leyes que reglamentan su ejetcicio”” 1 Augusto Comte, Syutéme de politique positive pig. 361. 28 2.506 del Cédigo civil! define la propiedad: “EL virmd del cual una cosa se etic de la sociedad y ‘echo impoaiéndose co- ividuos y a le colectivided mg segla de conducta a los personificads, al Estado. Este individualismo ducto de una large evolu e ‘estoica; habis encontrado su formula en el Derecho romano clisico, habiendo Megado en el siglo XVI y en el siglo XVII a une férmula completa y definitive que puede resumisse asf. ‘ lar de derechos individuales ina! de derechos lamados naturale su cualidad de hombre. Las soci mado por la aproximaciéa voluntaria y cor 1 El Codigo civil argentino ha sido sedactado durante los sfios 0 por el eminente jurisconsulto argentino ‘Dalmecio y promulgado como ley civil oca ha sufrido mes 0 cuatro mx han sido propuestas y preparadas (Nota comuaicada por el doctor Dellepi de Derecho de Buenos Aires). 29 individuos, que se han reunido con el fin de asegurar Ja pro- teccién de sus derechos individuales naturales, Sin duda, por efecto de esta asociacién, se han impuesto restricciones a los desechos de cada uno, pero sélo en la medida en que esto es necesario para asegurar el libre icio de los derechos de todos. La coleccividad organizada, et Estado, n0 tiene otro fin que proteger y sancionar los derechos individuales de, cada uno. La regla de derecho, 0 el derecho objetivi por fundamento el derecho subjetivo del individuo, Impone al Estado la obligacién de proteger y de garantizar los dere- chos del individuo; le prohfbe hacer leyes o realizar actos que azeaten contra ellos. Impone a cada cual la obligaciéa de respetar los derechos de los demés. El limite de la acti- vided de cada cual tiene por fundamento y por medida la proteccién de los derechos de todos, En el articulo 4° de la Declaracién de los derechos del hombre se lee: "La libertad consiste en poder hacer todo lo que no dafie a ot de Jos derechos naturales de cada hombre no tiene ies que los que aseguren a los demés miembros de Ja sociedad €l goce de estos mismos derechos. Estos limis sdlo pueden ser determinados por la ley”. El artfculo 5° di “La ley no tiene el derecho de prohibis més que las accio- iciales para Ja sociedad”. Y en el titulo I, parrafo 3°, de la Constituciéa de 1791 se lee: “El poder legislativo n0 podré hacer ninguna ley que at sea obstécalo al ejercicio de los derechos naturales y Esa concepciéa puramente individualista del derecho fs tan artificial como Ja concepcién metafisics del derecho subjetivo. Como ésta, es un producto histérico; ha tenido su valor de hecho en un momento dado; pero no puede sub- sistir, Ea primer lugac, estd intimamente ligada a Ja nocién 30 arses ‘03 y si, como yo creo haber demostrado, de orden metafisico que no puede ser sostenida en nuestras sociedades modernss, denominadas por i realismo y el po: 6a individualista debe, tambita, desaparecer. Por otra parte, tomada en si misma, la concepciéa in¢ vidualista es insostenible, Esa ‘idea del hombre natural, Jado, independiente, que tiene en su calidad de hombre de- rechos anteriores a la sociedad y que aporta estos derechos ala sociedad, es una idea extrafia por completo a Ia realidad. EI hombre aislado e independiente es una pura ficciéa; no ha existido jamés, El hombre es un ser social; no puede vivir més que en sociedad; ha vivido siempre en sociedad, Jos derechos del hombre natural aisla- spacago de sus semejantes, es hacer cdo derecho por defi (0s. Si se imagina un hombre aislado y absolutamente separado de sus semejantes, no tiene, no puede tener derechos. Robinson en su isla no tiene derechos; no puede renerlos en tanto no esté en rela- ciéa con otos hombres. El individuo no puede, pues, tener derechos més que cuando vive en sociedad y porque vive en sociedad. Hablar de derechos anteriores 1 la sociedad es hablar de la nada, Y como, por otro lado, kemos visto que ea realidad el hombre social no puede tener derechos subje- tivos, todo el sistema jusidico fundado en Ia nocién del de- echo subjetivo y sobre la concepcién individualist, se de- rumba, arruinado por su misma base. vi Pero al mismo tiempo se elabora sobre ouras bases, un sauevo sistema en todas lis sociedades americanas y europeas, BL presida de los hechos, viene a remplazar al antiguo sistema; y esto fuera de la intervencién del legislador, a pesar de su silencio y, podria decirse, a pesar, algunas veces, de su in- tervencién en sentido contrario, Descansa en una concepcién exch que elimina poco a poco Ja concepciéa met que cumpliz, una cierta carea que ejecutar. Y ése es preci- samente el fundamento de la regla de derecho que se impo- ne a rodos, grandes y pequefios, gobernantes y gobernados. Es ésta tambiéa, propiamente, una concepcién de or- den realista y socialista, que transforma profundamente to- das las concepciones jurfdicas anteriores; tal es lo que me ropongo demostrar en las conferencias siguientes. Pero des- de luego voy a tomar dos ejemplos para sedalar de una ma- era concreta cémo Ia transformacién s consiste. Son éstos la libertad y la propied: Hiblemos primero de la libertad: se la define en el sis tema individualista como el derecho de hacer todo lo que no dafia a otro y, por Jo tanto, a fortiori el derecho de n0 hacer nada, Ea Ia concepcién modera: hombre tiene una funcién social lenas, y por consecuencia tiene el deber social de deseshpefiarla; tiene el deber de desea- volver, ran completamente como le sea posible, su individuali- dad fisica, intelectual y moral para cumplir esa funcién de la mejor manera y nadie puede entorpecer ese libre desenvol- 32 vimiento, Pero el hombre no tiene el poder de permanecer inactivo, de encorpecer €l Y i i ‘vidualidad; no tiene derecho a la rividad, a Ia pereza. ‘Los gobernantes pueden intervenir para imponerle el crabe- jo. Pueden incluso reglamentirselo; porque ios gobernantes no ihacen enconces ms que imponerle la obligacién de reali- zat Ja funcién social que le incumbe. .d, no es ya en el derecho mo- le, absoluro, que el hombre que po- see riqueza tiene sobre ella, Ella es y ella debe ser; es le condicida indispensable de la prosperidad y la grandeza de cumple esta. misiéa, sus sgidos. Si no la cumple o la splo, no culsiva su tierra o deja la incervencién de los gobernantes €s le- gitima para Je a cumplir su funcién social de propie- tario, que consiste en asegurar €] empleo de fas riquezas que s fundamentales que domi- rales son los puntos priaci- pales que me propongo estudiar en ellas. Fécilmente com- preaderéis que se relacionan con todos los grandes pro- Fblemes que se agitan en las sociedades modernas: I liberead, Ja propiedad, Ja asociacién, 1a responsabilidad, Estas cuestio- nes las escudiasemos por el mécodo de observaci6n, proce- dieado al examen imparcial de los hechos, y yo sé que ten- dré en vosotros oyences que serdn para mi verdaderos colabo- adores. SEGUNDA CONFERENCIA LA NUEVA CONCEPCION DE LA LIBERTAD factor eseacial de Ja solidaridad social. Principales coasecuencias de esta definicién— Sus aplicaciones en las leyes modernas relaei- vas al trabajo y a la previsién. Sefiores: En Ja primera conferencia me he limitado a mostrar cémo el sistema juridico civilista debe forzosemente desapa- recer de auesttas sociedades modernas, He afadido que la nocién de derecho subjerivo es una nociéa de orden meta- fisico que a0 puede subsistir en auestra époce, que 1a con- cepciéa jualista contiene una conttadiccién en si, que el siscema juridico establecido sobre este doble faadamento ha sido ua producto coacingeate y momeatéaeo de Ia histo- sia que ea cierta época ha respondido a uia necesidad social, 35 pero que hoy dia ss reino he serminado. También he dicho que en todos los pases modemnos se elabora un nuevo sis- ema juridico fundado en uta nociéa de ordea_puramente realista y verdaderamente socialiste: la funciéa social ‘Esce iltimo punto es el que voy a desarroltar hoy, mor twando especialmente las transformaciones que de esto nece- satiamente resulran en el régimea de la libertad individusl, I Ea qué consiste, pues, esta aociéa de funcién social? Se reduce 2 lo siguiente: el hombre no viene derechos, la colectividad tampoco los tiene. Hablar de derechos del indi- viduo, de derechos de Ja sociedad, decir que es preciso coaci- liar los derechos del individoo con les de la col hablar de cosas que no existea. Pero todo indi tiene en Ja sociedad una cierta funcién que Wenar, una cierta ta- rea que ejecutar. No puede dejar de cumplir esca funciéa, de ejecutar esta trea, porque de su abstencién resultaria un desorden 0 cuando menos ua pesjuicio social. Por otra patte, todos Jos actos que realizase contrarios 2 la funciéa que le incumbe, serin socislmente septimidos. Pero, por el coatra- si0, todos los actos que realice para cumplir la misiéa aque- Ile que le corresponde en sez6n del Iugar que ocupa en le sociedad, serin socialmente protegidos y garansidos. YY aguf aparece muy claro el fundamento social de la segla de derecho, del derecho objetivo. (Es a la vez tealista y socielista: sealista, porque descan- sen el hecho de la funciéa social cbservado y compro- ado directamente; socialists, porque descansa en las coa- diciones mismas de la vida social. Le cegla jusfdica, que se jimpone a los hombres, no tiene por fundamento el respeto 36 y Je proteccién de derechos una manifestaciéa de voluat no puede producir ningtia efecto damemo, de Ja estructura social, In necesidad de mantener fe concepciéa indi- 3s elementos consticutives de Ta cohesiéa ‘eile parce que Han sido determinados de una manera por diversos socidlogos, y particularmente por mi colega y amigo M. Durkheim. No insistiré en esto. Esos elementos residen en lo que se lama la solidacidad social. Pero esa palabra tha dado lugar a muchos abusos y confusiones. Los politicos se han apoderado de ella y han cambiado su verdadero sentido, Por eso prefiero decir inter- dependencia Social Ta solidarided social, o més bien la inteedependencia social tal como yo la comprendo, tl como yo cxeo que debe Es un hecho de orden real susceptible de recta: €3 el hecho de Ia estructura social imerdependencia social esti constituida por dos elementos que se encuentran siempre en gredos diversos, con formas vasinbles, entesezcldos woos cos oto, pro que presen pos y en todos los pueblos. Esos dos elemmeatos son: las se- mejanzas de las necesidades de los hombres que pertene- 37 a “ = ee cen a ua mismo grupo social; y en segundo lugar, la diver- sidad de las necesidades y de las aptitudes de los hombres que pertenecen a ese mismo grupo. ‘Los hombres de una misma sociedad estén uaidos unos con otros, primeto porque tienen necesidades comunes, cu- va satisfacciéa no puede asegures més que por la vida co- tia unidos unos a otros al mismo tiempo ap- rudarse ea mutuos necesidades diver- © la interdependencia i6n del trabajo: he aqui el elemento fundamental de la cohesién social en nuestras mo- demnas naciones civilizadas. La civilizacién en sf misma se caracreriza ademas por la mulkiplicidad de las necesidades y de los medios de satisfacerlas en un tiempo muy breve. Es ‘0 implica, por consiguienre, una gran divisién del trabajo social y tambiéa una gran de las funciones, y de abi ademds una gran desigualdad eatze Jos hombres mo- dernos. La divisién del trabejo social: he abi el gran hecho moderno, he abi el eje central, en cierto.modo, sobre el cual evoluciona hoy el derecho, Cada hombre, cada grupo ‘ial (1893), 2¢ edic, 1903 Est, Le droit objectif y la loi por 38 de hombres, ya sea el dictador supremo de un pais o el mis modesto de los sibditos, ya sea un gobietao o un Parlamenco omnipoteate 0 una modesta asociacién, tiene una ciera tarea que cumplir en el vasto taller que forma el cuerpo social, Esta funcién esti dererminada por 1a situa- una abstracciéa sin realidad. Pero por lo mismo que es miembro de usa sociedad tiene la obligicién de hecho de complir una cierta fancién social, y los actos que realiza para este fin tienen un valor social y seria socialmente pro- regidos. Esto es lo que queria decir Augusto Comte cuando escribfa en el pesaje citado en lz primera conferencia: “Ea sesumen, nadie poste orzo derecho que el de cumpl - pre con su deber”. Ast a0 hay dezechos de los is 10 shay derechos de los gobernantes, no hay derechos de is grupos sociales, cualesquiera que ellos sean; no hay sino uns funciéa social que cumpliz y la proceccién asegurada para todos los actos realizdos en vista de esta funcién, y sélo para éstos y en la medida en que se realizan en vista de tal funciéa, om Gis ffcilmente I i en el sistema individualisea y metafisico, de la Declaraciéa de derechos, del Cédigo de Napoleén y de la mayoria de las legislaciones modernas. Todos los elementos constitutivos de este sistema van a transformarse, Los nom- bres que designan las diversas ii sistifia por mucho tiempo todas funda wansformacién que 39 nan cosa$ absolutamente diferentes de las que designaban antes. Esto €s lo que ahora debemos moserse, Guiles son-les.piezas esenciales del-sistema Civilista? ieren las trensformaciones en sentido realista que debemos di ' jamos a un Indo la orgeaizacién de la familia, que mereveria un estudio especial, pero que 20 voy a hacer aqui Por muchas razones, y principalmente porque su evolucién revista un caricter especial en cada pueblo, si dejamos a un ‘ado, digo, la organizaciéa de la familia, los elementos esen- i ivos del sistema civilisea son los cuatro si- 1") La libermad individusl— Bl principio esth formu- Jado en Los arriculos 2° y 49, ya citados, de la Declaracién de derechos de 1789, y en el articulo 14 de la Constituciéa argentina. Ya libertad implica, como mis adelante demos- twaré, la auronomis de Ja voluatad individual consagrada por igo de Napoleéa y por los igo civil argentino (sobre los cuales volveré con alguoa extensiéa en [a préxima confe. reacia). Tz auronomia de la voluntad individual es el dere. cho de querer juridicamente, el dezecho de poder por un acto de volunrad y bajo ciertas condiciones crear una situa ciéa juridica, 2" El principio de la inviolabilidad del derecho de pro- Piedad, comprendido como el derecho absoluto de usar, de gozar y de disponer de uas cose. Esti consagrado por el + aecicalo 17 de la Declarac la propiedad un des set privado de ella. de derechos francesa: “Siendo iolable y sagrado nadie puede " El articulo 17 de lk Constirucién 40 idéatico a ese argentina es absoluramente c nin hel de fa ns edad es inviolable, y ningiin hebitance c ‘er privedode- elle sioo-eo-visad- de-uss-sentancia. fodde recho, es el elemento fundamental de todo a ivilista; y se ha podido decir, ‘a0 sin raz6n, que ¢ igo I edad y que es preciso substieuitlo poz el cbdigo del tr 3° El contrato— En el si coasieaye el acto jusidico por exceleacia. En principio, en las relaciones i a menos de excepcita fe jn juridica no puede nac ridica de dos personas, una modificacién ea mis para el su- jero activo y una modificaciéa ea menos para el sujezo pe- sivo. Ahora bieo, Je esfera juridica de ceda persona tiene por sostén y por medida Ja propia volutad de esta persona. No puede, pues, ea volunted de ésta. Por ni ye es une celaciéa encre tncer sng por el cued de as oases de eats dos suje- 105, Luego veremos lo que hoy queda, de esa concepcién que, como todas las concepciones civilistas, se transforma pro- fundamente. 4 Finalmente, el cuarto elemento eseicial del sisteme una siewsciéa 4a civilista es el principio‘de la responsabilidad individual por sulpa, Todo acto realizado sin desecho por una persona y ue ocasiona un perjuicio a oma, entraéa {a obligaciéa para ¢l autor de este acto de zeparar el perjuicio causado. Es pre- ciso que el acto exceda del derecho de aquel que es su autor; 6 preciso, en una palabra, que haya culpa Es el principio de la responsabilidad por culpa 0 responsabilidad subjetiva, Es capital en el sistema civilista; y ¢ vo, sen. tleulo del Cédigo de Napolesn, de 1.382: “Todo hecho del hombre que cause un dafio a oto, obliga a aquél, por culpa de quien se ta producide, 2 repararlo”. Texto complecado Por los articulos que siguen, y con los cuales relaciono el articulo 1,109 del Cédigo civil ar, culpa s¢ organiza una responssbilidad objetiva por riesgo, que sc reflec direcamence a Te concepcién socilista del dere Iv ¥ ante todo, digo: el primer elemento del siscema ci- vilista, y al mismo tiempo af ads general, es el derecho de berm. La palabra tiene por lo demés ua sentido muy comprensivo, Designs 4 la vez lo que laman la fibertad po- Iisica, @s decis, 1 derecho reconocido a todo ciudadano de un pais de participar en uoa cierta medida en el gobierno, De la libertad as{ comprendida no he de ocuparme. No con. sideraré mis que la libertad civil, cuya definiciéa nos esté 2 ‘culo 4°, ya citado, de la Declaracién de dere- hacer todo lo que n0 da- "yeh el articuly 14 de dt Constitucién argen- tina. Asi Je libertad se concibe como un derecho subjetivo del hombre que vive en sociedad. Es el derecho de obras; es el derecho a deseavolver su actividad fisica, inrelectual y querer juridicimente;, es el derecho de poder, pot un scto de voluntad y bajo ciertas condiciones, crear una sievaciéa juridica, Esto es Jo que Mamaremos la autonom{a de la vo- luncad, y su estudio seré el objeto de Ja cia, Hoy 00 205 ocuparemos mis que de la libertad propia- mente dicha. Concebida la libertad como un derecho subjetivo del individuo y s6lo como ua dered cuencias que de ello re de desenvolver libre moral. El Estado, el atente contra este de: Pero en Ja concepcién subjetiva el Esudo no puede ic més allé. No puede imponer ninguna restticcidp al ejercicio de Ja libertad individual en un interés que no sea el inte- és colectivo, por ejemplo, en interés del individuo mismo de'quien se sestriage la libertad. Por otra parte, el Estado no puede imponer ‘obligaciones actives al individuo, fuera de 43 Jos impuestos que esablece para las necesidades coltctivas, impuestos en dinero, impuescos en especies, impuesto de sangre. El Estado no puede, segia i vvas, imponer al individuo le gacion de 1a ensefianca, la obli _, Alors bies, sabemos cémo numeroses leyes modernas ‘estin en, contradicciéa formal con esas soluciones. Ea todos Jos palses civilizados, en Europa y en Amética, ea grados dliversos, hy leyes que restringen ea iacerés mismo del in- dividuo, sa actividad; otras que imponen Is obl Ja ensefianza, la oblignciéa de la previsién. Eseas en contradiccién absoluta con la concepcin individualista Y¥ subjetivista de ln liberead, Los representames de la doctri- ‘a individualisea, Uamada también liberal, se desconsvelan, rotestan, pretenden que esto es contrario a todos los prin~ cipios. Protestas, Jamentaciones supérfluas: hey una evolu- ci6n, una ereasformacién que se impone con la fuerza de un fenémeno natural, que se podré quizé suspender, contraciat dureate algin tiempo, pero que necesriameme se cumpli- #4 Bs la consecuencia natura! y necesaria de la transforma ida general que he explicado, y de la nueva concepcién de Ia libertad, la cual o0 €s un derecho subj i preci secuencia inmediata.del he- cho de la solidatidad por Ia divisién del trabajo, elemento Por excelencis de la cohesiéa social, satisfaccién de las ne- cry | | | cesidades diversas de Jos hombres asegurada por las activi- dades diversas descada uno. Cada. individuo. esti, pues, obli- ~ gud x desemy cGerta tarea, y para 50 a deseavolver Jo ms posible su acti- vidad, sus facultades en Jes érdenes. EI hombre 0 tiene el derecho de ser iene el deber social de obrar, de deseavolver su indivi y de cumplir su misién so- Gial, Nadie puede oponerse a fos actos que ejecuta con este propésito, a condiciéa, bien entendido, de que esos actos no teagan por resultado atentar a Ja libertad de oto. El Estado no puede hacer nada que limice Ja actividad del hom- bre ejercida en vista de ese fia; debe proceger todos los actos que tiendan a este fin y reprimir y castigar todos aque- Ios que le sean contrarios, Hascz aqut ef nuevo sistema conduce, sobre poco mis ‘© menos, a fis mismas consecuencias que el siscema indivi- dualisa; pero veamos ahora donde se manifiesta Ja profun. da diferencia, Si el hombre no es libre mis que para desen- volver su individualidad y solamente en la medida en que obra en vista de ese fin, n0 puede hacer nada que conduzce 2 restringit 0 suprimir este deseavolvimiento; y el Estado, intérprere del derecho objetivo, puede y debe intervenir para probibitselo. No bay entonces ateatado a um pretendido derecho, sino simplemente 14 aplicacién de la ley de soli daridad social, que es ta ley fundamental de codes ins socie- dades modernas He aqaf, pues, una primera consecuencia evidente, so- bre Ja cual por lo demas yo 20 insisto. Serfa perfectamente legitima toda ley que castigese y prohibiese el suicidio. No se trata, bien entendido, de restaurar los procesos de otros ‘tiempos a los cadiveres y la privacién de sepultura para los 45° fiuencia del por el contrario, Io dividian co relacién a la aplicacién igo, pero siem- pre intervenia la represiéa; sé dirigia no solamente contra el que sobrevivia a Ja tentativa de sui que debe quedar fuera de nes modernas han acep- Hoy dia ninguna de ellas castiga la tearativa de suicidio!, ‘ Pero algunas castigan Ia complicidad. En Inglaterra, Por ejemplo, al que ayuda al suicida se le considera como homicida, El Brasil, los Paises Bajos, Espatia y Hungria cas- igaban con prisiéa al cémplice del suicidio, Realmence hay 1 Parece que el Cédigo penal austriaco de 1803 es el unico Cé- digo eurapeo que en el sigh ha castigado el suicidi, Distingue ecotativa suspendida voluntariamente y aquella Posiciones ha pasado al Cédigo penal austria cen vigor. (Cons. Garraud, Traité de droit pés ig. 630 y siguientes). en esto una contradiccién, puesto que si hhecho licito, el acto de un tercero que en él participa no puede ser considerado como una infraccida: Pero esta repre sida dirigida contra el cémplice prepara la mo, que la conciencia cada dia més clara de social impondré, en un porvenir préximo, 2 todas Iaciones civiles } De Ia propia suerte Ja ley deberé castigar el duelo, ‘Muchas legislaciones lo prohiben y Jo castigan, y esta prohi- biciéa tiende ciertamente a generalizarse. No debe estar per- mitido al hombre exponerse initilmente a la muerte, El duelo es una supervivencia de Ja époct bérbara, en Ia que ninguna justicia estaba organizada. Es ademés un recuerdo de la creencia supersticiosa ea el juicio de Dios?. 1 En el sistema del Cédigo penal, francés, no suponiendo una infraccién el suicidio, al cémplice no se le puede castigar; tan- sentimiento, 0 por su orden o a su rucgo. M. Garraud, la persona muerta, aunque heya sol no ha desempefado més que un papel purament de Ia accién, el agente principal. es el que hz dado cho cometide cae por consecuen de 2 La mayor parte de las legislaciones modeenas castigan el duelo como infraccién especial determinada por los elementos siguientes un combate concertado con srmas homicidas entre dos o mis per a7 La ley debe prohibie todos Jos juegos peligrosos en los ‘que sin provecho social el hombre expone su vide. La vide —del_individuo-es-un xalor-social y-a0 puede petmitirse-st cexposiciéa més que en vista de ws fin que implique un ia- rerés social. Esta es ta razéa por la cual las eyes, por ¢ plo, tienden a prohibir, con raza, las corridas de « Sohas en separscién del honor ultrajedo, combate precedido de un el legisador 20 puede castigar el duct, puesto que es mente como los duelstas se exponen a la muerte ¥ el legislador no tiene derecho a irmpodir al indviduo darse le meets o exponerse a ‘a rn evisu den ecu el proce Depin ah ebunl decane mostnte 0 fuchsia 7 ilo" it depnicons den are 2997 296 oe Coan peut! (niin 7 trig del brits) vn tls 7 S0 2 que son una vergiienza "para Espa, Desde bace algunos Gs ban pasado, desgraciadamence, de Espdiia al Mediodia — Ge Francia; yo lo-deploro. En e}-Parlamento francés. se ta presentado un proyecro de ley que tras de probibisls sb- Prcameate, Seri muy probablemente aprobado. Provoct Teclamaciones; es, dicen, un asentado contra la libertad. Te Sbjeciéa n0 tiene valor y no merece Ia pena derenerse en le. Ciertos tsebajos son peligrosos, pero absolutamente in- ispensables, Aqui el legislador invervend:i para imponer todas las medidas necesarias con el fin de reducir el pe- ligeo al minimum, Que 90 se iovoque shor tampoco el pretendido derecho del individuo de hacer Jo que quie- re, Al imponer estas medidas de seguridad, el Jegislador ‘no hace mis que proteger el valor social que supone la Vida bumana, Muchos paises cienep en este respecto ua Jegislaciéa muy comple, En Francia poseemos toda una ‘lee ninguna excepcioa. {98 caatiga el dvelo propiamente dicho, 7 Cv scompafan ese ao, ninguna dispsicién les Cocunstncias ene las que hacen excustl fidae y os. golpes--» que e una méxime Derecho publica Ia de que nadie puede hacer Tas conciesiones del pro- mo..." Véase el texto de la % esponsables como cémplices. Se aplica para y simplemente los axicilos 295 y siguientes de ues tro Cédigo penal. Este sistema presenta de heche muy graves incon Venientes. Hay evidentemente en nuestra legislacién una ‘aguas que cs de desear se colme. 49 \ | | } serie de leyes y de decretos, principalmente la ley de 12 de 8 de julio de 1890, de 25 de marzo de 1901, de 9 de mayo de 1905, de 23 de julio de 1907 y de 12 de maszo de 1910 sobre Ia seguridad de los obreros miaeros. Estas Jeyes han organizedo una forma de sancién interesante: soa Jos mismos obreros mineros quienes nombran fos delegados encargados de vigilar ‘a exacta aplicacién de le ley: “Los delegados para vigilar Ia seguridad de los obzeros minesos, se inscirayen.... para visitar los trabajos subterrineos de Iss minas..., con el fin exclusivo de examinar las condiciones de seguridad del personal en ellas ocupedo; y, por otra patte, en caso de accideate, las condiciones en las cuales este acci- ‘hasta debe limirar la duracién maxima del trabajo probable que en un porvenir no lejano, aes de los paises civilizados contengan disposi lares sobre este punto. Ia ra26a esth siempre en a. sul cién de la concepcién de la libertad-derecho por la « cién de Ja libermad-funciéa. Conoctis las controversias sin fin que se han suscitado, sobre este asunto y que existen rolavia en la mayoria de dos paises. En mi sentir, le razén principal de esas contro- versias estriba en que en casi todss partes, 3 debo decirlo, particularmente en Francia, la cuestiéa tha sido mal planea- da, Todo un partido ha reclamado leyes sobre Ja limiraciéa 50 de la jornada de tabajo en nombre de la lucha de ‘clases, Ha prerendido que el legislador debe intervenir para pro- reger al ttabajador contra el capitalists que te explom. Y ‘se ha sespondido, y 20 sin. raza, entze el obrero y el patto- no, entre el capitalista y el trabajador, media un contrato que debe sex libre; el legislador no puede interveair ea ol Contrato de trabajo, como no puede intervenis en los demas contrstos. ‘Se planteaba as{ mal el problems. No es ésta una cuestiéa de libertad de concratos, Lo tinico que hay que seber ¢s si trabajando cada dia mis de un cierto compromete su salud, su vida, su persor moral. Si esto resulta demostrado, el fegislador debe inter- venir para que esa dursciéa mixima a0 hace eatonces més que proteger el valor s ta Ia vida humana, Debe intervenis, no silo cuzndo , sino también cuando trabaja para si de la ley no es tanto proreget al obre- ro contra el empresario, como proteger al crzbajador contra si mismo y o pesar suyo. He aqui la prueba clara de que no se trata de una cuestién de cotato, En Francia renemos una legislacién muy complej sin embargo, todavia muy incompleta, sobre la dt méxima de Is jornada de abajo. Una zarigua ley del 9 de septiembre de 1848 limita la duracién del trabajo diatio a doce horas en las f&bricas y manufacruras. Y segia la ley Millerand del 30 de maszo de 1900, la dotaciéa del trabajo no puede exceder de diez horas ea los establecimientos que ‘emplean en ios mismos locales hombres adultos, menores y mujeres, Finalmente, una ley especial de 29 de junio de 1905, fija en ocho horas Ja jornada méxime del trabajo en las mi- 51 nas, La Comisiéa del Trabajo de nuestra Camara de Dipu- tados esti actualmente examinando una proposiciéa de ley —pare fijar-uniformemente; en-un-maximum-de Jeena de tzbajo diario en todos los esublect lustriales __ To que acabo de decir sobre la jomnada de trabajo mé- xima es aplicable al descanso semanal, Sé muy bien que toco, aora una cuestién en este momento muy candente en esta. ciudad, y 0 insisio, Pero impora, sin embargo, advertitlo para evitar una confusién frecuente. El legislador no puede ‘ciém de libertad-derecho. Eo la préxima conferencia escudiaremos otro elemento | se eealiza una transformacién se de la Jiberad, en el cual se es jante, pero que aparece bajo Un aspecto aoa ree surooomia de la volund ‘edad normal ‘fis; sin embargo. 55

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