You are on page 1of 34
REVISTA DE SOCIOLOGIA RIMIANAL DIRECTOR JO SE ANGEL CENICEROS Wwe a marihuana. ante la Psiquiatria y el Cédigo ‘al. —De. Gregorio Oneto Barenque. Diciembre 1938 5 a (CRiwi Revista Mensual, Registrada el 14 de octubre de 1936 Afio V Director: LIC. JOSE ANGEL CENICEROS Redactores: ARGUELLES Francisco CARRANCA Y TRUJILLO Rail FRANCO SODI Carlos GARRIDO Luis CONZALEZ DE LA VEGA Francisco PARDO ASPE Emilio PISA PALACIOS Javier TEJA ZABRE Alfonso Publicada por: EDICIONES BOTAS 1s. Bolivar N° 9 Apartado 941 México, D. F. CRIMINALIA abre sus puertas a todos los estudiosos de la Criminologia CRIMINALIA aparece el dia primero de cada mes. Precio de la suseripeién anual: $5.00, moneda nacional, para la Reptblica Mexicana y Dils. 1.50 para el extranjero. Nu- mero suelto: $0.50 en la Repiblica Mexicana y Dills. 0.15 en el extranjero, Atrasados, doble precio. Para toda clase de correspondencia, dirigir- se a EDICIONES BOTAS, Bolivar Nim. 9, © al Lic. José Angel Ceniceros, Av. Judrez 56. México, D. F. México, Diciembre 1° de 1938 “ELMITO DE LA MARIHUANA’? Que no esté probada la psicosis por ma- rihuana, que no es posible comprobar tras- tornos mentales de forma delirante o alu- cinatoria en fumadores habituales o cir- cunstanciales, es la conclusién a la que Mega el doctor Leopoldo Salazar Viniegra en el trabajo que presenté recientemente a la consideracién de la Academia Nacio- nal de Medicina. Nos ha dicho el citado profesionista, al facilitarnos el-texto de su conferencia para ser publicadaen CRIMI- NALIA, que todavia quedan investigacio- nes por hacer, principalmente para am- pliar el estudio, pero que en cuanto a la tesis misma, se siente firme en su convic- cién que lo lleva a pensar en la necesidad de modificar los métodos seguidos hasta hoy en la lucha contra las toxicomanias. Juntamente con este trabajo publicamos otros mas sobre la marihuana, inclusive el del doctor Gregorio Oneto-Barenque, for- mulado desde el afio de 1931, pero cuyas conclusiones sigue sosteniendo en trabajos de refutacién al trabajo del doctor Sala- zar Viniegra. Dada la trascendencia del tema, espe- ramos que seré del agrado de los lectores de CRIMINALIA la publicacién de estos trabajos, en la inteligencia de que en el siguiente nimero publicaremos algunos mas de autores mexicanos y extranjeros. Frecuentemente se ha suscitado la con- veniencia y hasta la obligacién de que la ciencia y sus cultores, salgan del gabine- te para Hegar, en forma eficaz, hasta las clases populares, sirviendo asi a la colec- tividad mas que a los particulares intere- ses © aficiones del hombre de ciencia. Al conjuro de esta invocacién, nues- tra maltrecha Universidad, en las ocasio- nes que ha sido necesario 0 conveniente por diversos apremios, se ha echado a la calle tratando, en forma desordenada, de realizar aquellas demandas, con resultado generalmente negativo, mientras que al- gunos universitarios, sustrayéndose esfor- zadamente a las turbulencias estériles, lo- gran, en la recéndita austeridad del ga- binete y la biblioteca, importantes contri- buciones cientificas llamadas a mayor be- neficio colectivo que los interesados alar- des. Quiero citar, como ejemplo en nues- tro medio médico, los trakajos del Dr. J. J. Izquierdo, que no son Gnicos, por for- tuna. En esta ocasién y para mi trabajo de turno, quiero exponer los resultados del estudio de uno de esos grandes problemas populares Ievado al gabinete y al labo- ratorio, donde, sometido a pruebas rigu- rosas, depurandole de todo lo que la fan- tasia ha venido urdiendo en su rededor con mengua de la verdad cientifica y con Perjuicio de los intereses sociales, ha po- dido derivarse un concepto mas firme y més exacto en lo que al uso de la mari- huana y sus consecuencias se refiere. Es- tas consecuencias han ido mucho mas alla de las meramente individuales, trascen- diendo al Cédigo Sanitario y al Cédigo Por el Dr. Leopoldo Salvador Viniegra Penal sobre todo, en la forma deplorabl que més adelante pondré de manifiesto. ANTECEDENTES Numerosos estudios existen hechos so- bre la’ marihuana, tanto en nuestro pais como en el extranjero, mas en este ilti- mo, pues contra lo que suele creerse, no somos los mexicanos, ni los primeros ni tampoco los mas avezados consumidores de marihuana. La mayor parte de esos trabajos con- tienen, a mi juicio, intercaladas inexacti- tudes y errores importantes, junto con no- ciones veridicas, lo cual atribuyo a que ‘sus autores, alcanzados de una curiosa su- gestién colectiva, pasan por alto determi- nados hechos y aceptan otros con critica notoriamente insuficiente que muchas ve- ces son de ostensible falsedad. Catorce afios de practica continuada en el Manicomio, me han permitido afron- tar en numerosas ocasiones este problema, tanto desde el punto de vista médico-psi- colégico como legal y social, y mas re- cientemente propicia contingencia de amis- tad con el Dr. Andreu Almazan, puso en mis manos la Direccién de Toxicomanias y el Hospital de Toxicémanos, anexo al Manicomio, con cuyos valiosos recursos he podido hacer consistentes y documen- tadas mis observaciones. Ya en el Hospital de Toxicémanos, al- gunos de sus médicos habian venido acu- mulando experiencia, muy particularmente el Dr. Francisco Elizarraras; el Dr. Fer- CRIMINALIA nando Rosales, que aplicé también los elementos del Instituto de Psicopedagogia ‘a su cargo y, por tiltimo, mi alumno, el pasante de medicina Jorge Segura Millan, que con laboriosidad e¢ inteligencia viene acumulando los importantes datos y pro- tocolos de este estudio, que en extenso se contendran en su Tesis recepcional. Lo QUE SE ATRIBUYE A LA MARIHUANA No pocas veces me sorprendié en mi practica manicomial, que, dada la difusin en el uso de la marihuana, especialmente entre las clases pobres que son la cliente- la habitual de ese sanitario, nunca hubie- ra podido encontrar un solo caso en el que con toda seguridad se pudiera atribuir la psicosis al uso de la marihuana, contra lo que suelen proclamar crénicas triviales y, sobre todo, en contraste con los numerosi- simos casos de psicosis originadas por el alcoholismo. Tampoco he podido conocer sujetos con trastornos mentales de origen marihuanico que mis colegas alienistas del Manicomio-y fuera de él, todos ellos ave- zados en menesteres psiquiatricos, hubie- sen diagnosticado. Igualmente, en todos aquellos pacientes a quienes familiares o médicos no especia~ listas consideraban afectados mentalmen- te por el uso de la marihuana, una obser- vacién cuidadosa logré, en todos los casos, identificar algiin padecimiento bien carac- terizado y que no permitia sostener la pri- mera hipotesis. Todas estas circunstancias han venido a ser el incentivo para emprender de ma- nera formal el estudio de esta toxicoma~ nia, procurando averiguar, entre otros ex- tremos, el de si las condiciones de Ja plan- tao de los sujetos que la fuman, en otros Paises (orientales y africanos), ofrecian diferencias sensibles a las de nuestro me- dio, que justificaran los efectos que, obser- vadores extranjeros, le atribuyen. Ya se 207 vera que esas posibilidades no han tenido confirmacién. Esrupio pe Nieto y RAMIREZ En todo caso, para referirme primor- dialmente a lo que se pretende haber ob- servado en nuestro pais, hago una breve referencia a los trabajos mas documenta- dos que han recibido publicacién y en los que a su vez, se citan otros de mexicanos. En el VI Congreso Médico Nacional reunido en Toluca, en abril de 1920,.en- tre otros importantes trabajos se present6 por los sefiores médicos militares Adolfo M. Nieto y Eliseo Ramirez, el titulado Notas acerca del uso de la Marihuana en el Ejército. Comienzan afirmando que “existen dos clases de yerba de la “Cannabis Indica” usada por nuestros marihuanos con mayor frecuencia: una de color amarillo palido y otra obscura como el orégano,” sin mayor explicacién respecto a lo-que determina esa diferencia, es decir, si son diversas partes de la planta, o de diversos climas, © variedades, o en diferente estado de des- arrollo o conservaci6n, etc. Describen después, la forma ritual de su uso y admiten dos formas de la em- briaguez marihuénica: SILENCIOSA y AGITADA; en esta tltima, el sujeto se mostraria violento, con risas, locuacidad, agresividad, “acabando por ser conducido al calabozo por dos homibres“quie con pe- na logran vencer la energia muscular des- plegada.” Digamos desde luego, que no hemos podido comprobar la existencia de tal for- ma por las investigaciones siguientes: Testimonio de fumadores de marihuana. Sujetos que fuman marihuana por pri- mera vez, consintiendo. Psicépatas diversos a quienes se hace fumar, consintiendo. " Sujetos de diversa condicién social y 208 sexo, a quienes se hace fumar sin que lo adviertan (mezcla con tabaco). Psicépatas que fuman, sin saberlo, en igual forma. Describen después los autores, los fe- némenos psiquicos que enumeran asi: PENSAMIENTOS: Exaltacién del YO; superioridad intelectual, interpretaciones delirantes de persecucién; ansiedad, an- gustia; tristeza. Citan a Richet y Moreau sin consignar si a estos autores corres- ponde la observacién o si ha sido directa. IDEACION: Exhuberancia y rapidez de ideas que hacen el lenguaje torpe y deforman Ia nocién del tiempo, “los se- gundos parecen afios, los minutos siglos. Excitaci6n desenfrenada de la actividad sensorial, que determina modificacién de representaciones por las impresiones exte- riores “todopoderosa: asociaci6n de ideas. En esto, ya los autores citan abier- tamente a Richet, entrecomillando los p: rrafos, lo cual confirma que no correspon- de a observaciones personales, Sefialamos, de todos modos, la notoria contradiccién entre “persistencia de asociacién de ideas” y “exuberancia y rapidez de ideas que modifican Jas representaciones.” Sefialan después —parece que por cuenta de Re- gis~, que hay disminucién de la atencién y predominio del automatismo mental. No queremos seguir adelante sin sub- rayar que se cita a Richet, por si se tra- ta del anciano fisiblogo francés que, ya claudicante, se dej6 timar conmovedora- mente por los fraudes del Spite y de la metapsiquica. PERCEPCIONES.~ Existen —prosi- guen los dottores Nieto y Ramirez— alu- Cinaciones e ilusiones; como ejemplo de las Primeras citan el caso de un soldado en el Hospital de Juan Casiano, que presa de terror gritaba porque veia el cuadro. que CRIMINALIA iba a fusilarle. Como ejemplo de ilusiones citan el de otro soldado en el Hospital de Guadalajara, que, tomando “por rio cau- daloso un hilo de agua, se arrojé de cla- vado desde Io alto del muro, muriendo a consecuencia de las lesiones.” No osariamos interpelar a los estima- bles médicos sobre si estos hechos les constan. Nosotros digamos por nuestra parte, que en ningtn caso hemos podido comprobar semejantes fenémenos en nues- tras investigaciones. Citemos como impor- tante, la discreta prevencién que el Dr. Castillo Najera hizo a los doctores Nieto y Ramirez a propésito de esto, afirman- doles que “Estos trastornos de las per- cepciones son menos frecuentes de lo que se cree. Nosotros afirmamos que estos relatos suelen corresponder: 0 a casos de padeci- miento mental no identificado, 0 a intoxi- caciones alcohélicas, 0 a relatos que se deforman cuando se van trasladando, Ile gando a verdaderos mitos 0; por dltimo, a “vaciladas”. Véase, a propésito de esto, de que Jos marihuanos se arrojen al espa- cio, un posible origen del cuentecillo: en la reciente visita que a esta Capital hicie- ron los Delegados de la Liga de Naciones, el sefior Ekstrand, comisionado en la Sec- cién de Opio y Asuntos Sociales, intere- sado por las observaciones que le hice so- bre Ja marihuana que a juicio de la Liga constituye un terrible problema, me de- cia, tratando de justificar esta importancia, gue médicos habaneros le habian relatado cémo un sujeto marihuano, ‘‘sintiéndose pajaro” se habia arrojado desde un Arbol del Parque Central, muriendo en la cai- a.” Yo le dije que esto era un viejo cuen- to, y el Dr. Izaguirre, que asistia en unién del Dr. Almazan a la entrevista, fué mas explicito y aclaré que esa era una histo- ria a cuyo origen él habia asistido: que hace mas de 20 afios, un periodista muy CRIMINALIA conocido, y entonces 4gil y fuerte, quiso “vacilar” a sus amigos y fingiéndose ma- rihuano se subié a-un Arbol de la Alame- da; se negaba a bajar adoptando los mo- vimientos de un péjaro, pero que cuando alguien le mostré alpiste, did el salto co- mo si volara. El Dr. Izaguirre cit6 el nom- bre del periodista, que yo no quiero repe- tir, para no acabar de dar fama de menti- rosos a estos buenos muchachos. No deseo hacer mas paréntesis y prosi- go sefialando las alteraciones que sefialan los doctores Nieto y Ramirez. Trastornos del raciocinio, la conciencia y la memoria. De los sentimientos. (Hi- peremotividad euférica o melancélica). Citando nuevamente a Richet, dicen que “como las histéricas, tienen tendencia a dramatizar la vida y hacer teatrales los hechos mas vulgares.” Observaci6n, ésta si, importante y a la que después aludi- remos. Trastornos de la voluntad y de la ac- tividad (no puede impedir la emisién de palabras. Agitacién que puede Iegar has- ta la mania aguda y ansiosa.) Dela sensibilidad.—Afirman que se em- botan Ia general y muscular mientras que se exalta “el sentido muscular y la tac- til; que hay exaltacién de la vista con fo- topsia; hiperacusia; y en la interna hay: sensaciones de ligereza, “‘aislamiento cés- _ ico, ansiedad o terror” que, a su vez, determinan, segtin ellos, trastornos de conciencia, Y aqui repiten por su cuenta Ja historieta de los pajaros: Que un enfer- mo del Dr. Castillo Najera y otro asilado en el Hospital Militar, creyéndose capa- ees de volar se lesionaron al tratar de eje- futarlo. Refiramos esto a lo anterior y Consagremos también un recuerdo al re- fiente caso del “nifio telequinésico” a 4uien numerosas personas “‘vieron que a St paso caian los objetos.” * Aumento de fuerza muscular. Exalta- Gisintin—2 209 cién de reflejos. Trastornos vasomotores (congestién), Taquipnea. Taquisfigmia. Hipertensisn arterial, Apetito o Anorexia y excitacién genital. Mas adelante. dire- mos cuales de estos fenémenos en realidad ocurren y son dignos de atencién. Respecto a las consecuencias, conside- ran que puede ocurrir: anorexia, cefalal- gia, tristeza y muerte por desfallecimien- to cardiaco; parecia de los miembros infe- riores; hemiplegia y afasia (que el Dr. Fe- lipe Lopez observé en la carcel de Belén). Concluyen que hay sensibilizacién a la yerba y que la embriaguez aparece cada vez con dosis mas pequefias. Que la in- toxicacién crénica se traduce en suefio eu- forico y decaimiento fisico-intelectual. Y sistematizacién de los delirios con aluci- naciones 0 mania aguda que termina con Ja muerte. Subrayemos no haber observado nunca ni los trastornos neurolégicos ni los men- tales. Mas adelante detallaremos algunas historias clinicas del Manicomio en las que se desmenuza la presuncién de que la marihuana causara los trastornos menta- les que se le atribuian. Los doctores Nieto y Ramirez, por su parte, para corroborar la existencia de ta~ les psicosis, mencionan: Un enfermo exa- minado por el Dr. Ramirez en el Hospi- tal Militar que tenia: disminucién de la atencién, amnesia, paramnesia, ilusiones, alucinaciones, delirio. tranquilo y. crisis de excitacién generalmente nocturna. Falta saber tnicamente la justificacién de atri- buir ese cuadro a la marihuana. Citan, ademas, que en el Manicomio, de 1910 a 1919, s6lo se habian asilado cinco pacien- tes por causa de marihuana. De estos cin- <0, uno joven, sin historia clinica, murid de congestién visceral generalizada (!). Tres alcohélicos y marihuanos con diag- nésticos de: demencia precoz, demencia alcohélica y alcoholismo, presentaron: el primero, “delirio agudo anotado como lo~ L 210 cura t6xica,” terminando por la muerte; el segundo, “huraiio, pero no agresivo, con alucinaciones que desaparecieron a los nueve meses, pasé al departamento de Tranquilos y ahi murié de enterocolitis, EI quinto, “alcohélico, marihuano y fuma- dor de opio, sin historia clinica, curé a los 14 meses.” Que actualmente s6lo existen tres enfer- mos .marihuanos en el Manicomio: uno, enfermo de demencia precoz: otro, alcoh6- lico y eterémano con estigmas degenera- tivos y agresivo, y el tercero, morfinéma- no. y s6lo accidentalmente fumador de marihuana y a quien once cigarrillos sélo producen hambre y sed. Y concluyen ingenuamente, que de lo anterior se pone de relieve “el corto mime- ro de marihuanos asilados en el Manico- mio.” ;¥ TAN CORTOI, decimos nos- otros, COMO QUE DE TODOS LOS ENUMERADOS, NI UNO SOLO TE- NIA PSICOSIS ATRIBUIBLE A LA MARIHUANA Y, POR EL CONTRA- RIO, TODOS CON PADECIMIEN- TO BIEN CARACTERISTICO Y DE OTRO ORIGEN. Disculpemos, en gracia a que no se tra- ta de alienistas, los enormes errores en la apreciacién de estos pacientes invocados para demostrar la existencia de “psicosis por marihuana, pero rechacemos terminan- temente las conclusiones notoriamente fal- sas. Para terminar la cita del trabajo de los doctores Nieto y Ramirez, tomemos nota de que ellos copian al final la explicacién que se ha dado de por qué en los mani- comios hay pocos marihuanos asilados, al decir de Meunier, “porque el hashismo Produce menos trastornos que el alcoho- “lismo, por lo que en Oriente ha sido pro- Puesto tolerarlo.” Verdad esta importante, a que también -aludiremos en nueStras conclusiones. CRIMINALIA Trasajo vet Dr. ONETO BaRENQUE Que presenté al III Congreso Paname- ricano en julio de 1931. En forma menos sistematizada, descri- be las diversas alteraciones que al sujeto ocurren; hace hincapié, primero, en que las disposiciones individuales juegan impor- tante papel y que asi, por ejemplo, los sol- dados refiiran por ser de natural penden- ciero; un poeta, fumando marihuana, “tu- vo durante nuestro estudio —dice el Dr. Oneto—, arranques liricos entre los cua- les dejé escapar hermosas rimas apologé- ticas de la yerba.” De los versos que aquel poeta compuso, el Dr. Oneto consigna es- tos renglones: “Pasan los dias y murmurando a solas miran en mi alma su dolor eterno, vienen las noches y sus largas horas se me hacen siglos porque estoy enfermo.” Y los comenta, diciendo que en ellos se advierten las nociones de lo largo, de Io -interminable, de Jo infinito. Opinién de la que nos permitimos diferir, considerando la cuarteta_desprovista de dimensiones poéticas y, por lo demas, en la forma de habitual lamentacién dramatica que carac- teriza al toxicémano. Alude después, a un “aficionado a lec- turas filos6ficas,” que durante la intoxica- cién expres6 sus concepciones en forma singular, creyéndose en esos momentos el centro de un sistema y declarando ser su- perior a los yoguis. De qué no sera capaz un “aficionado a la lectura filoséfica,” co- mentamos nosotros. Describe después los sintomas de la fa- se aguda: resequedad de mucosas, hormi- gueo de extremidades, y, entre los fend- menos mentales, relata lo que ocurrié en cRIMINALIA as experiencias verificadas sobre un mé- dico-psiquiatra, en la siguiente forma: “yubo desdoblamiento de la personalidad de tal manera, que“ sabia presa de las ideas delirantes producidas por la mari- huana, pero al mismo tiempo exaltando su malidad cientifica, seguia en sus mas nimios detalles las impresiones que le su- geria su yo médico y*su yo marihuano, dando la idea de ser consciente el prime- ro ¢ inconsciente el segundo. Mi YO mé- dico vigila; mi YO intoxicado, habla; oigo su voz, pero la voz que oigo tiene un tono distinto de la mia; la diferencio y expreso en paréntesis un comentario; al interrum- pir el discurso hago notar que este YO intoxicado est gozando deleites inefables, paraisos de artificio no sofiados; tales ideas asocian a mi mente el exaltado pa- negirico de Tomas de Quincey para el opio y parodiandolo, ensalzo las virtudes de la marihuana con una facilidad y una fluidez de ideas muy superior a la habi- tual mis Detengamos la glosa, puesto que ya te- nemos la clave de todas estas ingenuas fantasias; el psiquiatra desdoblado acaba de mencionar a Tomas de Quincey, el Viejo mentiroso, poeta del siglo xix, toma- dor desenfrenado de léudano, cuyas des- orbitadas loas al opio han sido causantes en gran parte, de las mentiras ulteriores a las que poetas, literatos y periodistas se fatregan, dando la pauta de los dramati- 0s relatos a los que, por razones psicol6- gicas que mas adelante puntualizaremos, St entregan con deleite hasta los mas vul- Sares toxicémanos. El malhadado psiquia- tra de la experiencia conocia el relato de Quincey y se creyé obligado a parodiar- 40 aplicandolo a la marihuana. Sigue el Dr. Oneto relatando las ma- Rifestaciones mentales de la intoxicacién *guda, y repite que hay exaltacién senso- Fal, evocaciones de recuerdos lejanos, “sitacién durante la cual el sujeto canta, un tie, baila, salta, manotea como si estuvie- ra en periodo de mania destructiva: se creen asistir a juegos pirotécnicos o que “su sombra proyectada sobre el mundo, lo obscurece.” Ya tendremos oportunidad de aludir a los lujuriosos cuadros que ocu- rrian cuando el gran Charcot habia hecho de la Salpetriére un almacigo de histéricos, relacionandolos con estos relatos sobre efectos de la marihuana, todos ellos tan semejantes y a veces coincidentes, que dan lugar a sospechar si no estaran copia- dos unos a los otros. EI Dr. Oneto admite también como tér- mino del uso de la marihuana, la enajena- cién mental, atribuyéndole la forma de “monomania con alucinaciones;” mas afor- tunado que todos los médicos del Manico- mio de 10 afios a Ja fecha, él pudo, sien- do estudiante y alumno del Dr. Mesa Gu- tigerez, estudiar varios casos establecien- do un cuadro diferencial entre la “Aluci- nosis alcohélica y la marihuanic: Para corroborarlo probablemente, rela- ta: dos casos observados jpor Villard en el Cairo!, y que tienen el cuadro de la Es- quizofrenia; y luego, otros. tres en Méxi- co, en el antiguo Manicomio de San Hi- Pélito, referidos jpor el Lic. José Lozano!, y que corresponden, también, dos a la Es- quizofrenia y otro a la lamada por Cle- rambault “Demencia precoz ética.” Véase, pues, que aqui, como en el trabajo ante- riormente citado, se recurre a observacio- nes indirectas, remotas y pésimamente es- tudiadas, siendo imposible, por escaso ri- gor clinico que se aplique, afirmar que la marihuana haya jugado papel ninguno. El Dr. Oneto relata atin los efectos de Ja asociacién de la marihuana con el al- cohol, pretendiendo que cuando se fuma después de beber, los efectos se agigan- tan; mientras que, si se bebe después de fumar, los efectos no ocurren; los de la asociacién de la marihuana con la cocai- na a la que atribuye peores efectos; de la 212 de Ja heroina con marihuana que determi- na, segin él, “eretismo sexual acompafia- do de orgasmo y deseo de coito abore o masturbaci6n.” El capitulo de terapéutica consigna un dato habitualmente admitido y pintoresco en grado sumo: los tremendos trastornos de la intoxicacién aguda, desaparecen icon varios vasos de agua y una inyeccién de cafeina! Existe la creencia, en efecto, de que beber un vaso de agua “corta ins- tantaneamente los efectos de la intoxica- cién,” creencia sustentada por la genera- lidad de los marihuanos. Por tiltimo, y después de una larga dis- quisicion sobre el Cédigo Sanitario y el Cédigo Penal, llega el Dr. Oneto a las siguientes conclusiones: 1—La marihuana es un enervante del espiritu que enloquece, degenera la raza y mata. I.—Como todas las ponzofias que en- venenan el espiritu, necesita de tratamien- to especial. III.—El tratamiento de la marihuana, como el de todos los toxicémanos y alco- hélicos, debe hacerse en frenocomios es- peciales, IV.—El tréfico, suministro y uso de la marihuana, constituye un delito contra la salud. V.—Los delitos contra la salud deben equipararse al homicidio calificado 0 deli- to proditorio. Los trasajos pe J. Bouquer. M. Bouquet es Inspector de las Farma- cias de Tunez y experto en la subcomi- sién de la marihuana en la Liga de Na- ciones. Tiene hechos importantes estudios acerca del uso de la marihuana en Téanez y algunas otras localidades del Norte de Africa, . Sus apreciaciones, en cuanto a los efec- _ tos de la yerba, son mas circunspectas y CRIMINALIA Producto de observacién mas préxima: sin embargo, no tratandose de un médico ni de persona avezada en fendmenos psico- patolégicos, incurre también en defectuo- Sas conclusiones. Segtin Bouquet, los fenémenos de la ebriedad por el hachich (que segiin vere- mos después, no difiere sensiblemente de la marihuana), comprenderian: un primer periodo durante el cual el intoxicado ex- Perimenta bienestar, poderio, beatitud; existen alucinaciones cenestésicas: calor, frio, impresién de alargamiento o aumento del volumen en los miembros; defectos en la apreciacién del espacio y del tiempo: tisas espasmédicas. Después sobrevendria un periodo de confusién mental con ilusiones y alucina- ciones; horror del ruido; visiones colorea- das kaleidoscépicas o bien liliputienses. Después, el periodo de éxtasis onirico, durante el cual los suefios se oriertan siempre en el sentido de las tendencias sub-conscientes del sujeto; rapidez des- ordenada en la sucesién de las ideas y desenfreno imaginativo. Por iiltimo, el cuarto periodo de depre- sién_y suefio, precedido frecuentemente de desdoblamiento psicolégico, habiendo un “YO" que obra y otro “YO” que ob- serva, critica y se burla, segtin las propias palabras de Bouquet. Después de esta sistematizacién de fe- némenos —tan falsa como todas las que se han hecho y seguramente copiandose todas de relatos fantasticos—, describe la decadencia ulterior del fumador, su pérdi- da de aptitudes sexuales y los trastornos mentales por irritabilidad patolégica; ex- plica que esto ultimo ocurre cuando el fu- mador lo hace en exceso, por ejemplo, 50 pipas en 24 horas. Sin embargo, segin él mismo, todos los fenémenos de perturba- cién mental desaparecen a los pocos dias sin otro recurso que la privacién de la yerba; afiadiendo que esas perturbaciones CRIMINALIA asumen siempre, YA SE TRATE DE MANIA HACHISIANA O DE CON- FUSION MENTAL CRONICA, EL CUADRO DE LA DEMENCIA PRE- COZ HEBEFRENO CATATONICA; afirmacién ésta que nos obliga a sospe- char de la competencia del autor en cues- tiones psiquiatricas, pues la mania, la con- fusién mental crénica y la hebefreno-ca- taténica no solamente no son equivalentes en su contenido y forma, sino que en mu- chos. aspectos son contradictorias. Exis- ten, por tanto, motivos para sospechar si no se tratara en realidad de verdaderas psicosis esquizofrénicas con el cuadro hebefreno-cataténico, uno de los mas fre- cuentes y que se presenta por episodios, los cuales darian la impresién de curacin; estos pacientes, siendo al mismo tiempo fumadores de marihuana (chira o takrou- ri, como se Ilaman en Africa), sin otra re- lacién que de coincidencia, facilmente pue- de ser atribuido su padecimiento, sin ra~ 26n, a la marihuana. Mas adelante relata~ remos nosotros algunos casos de pacien- tes internados al Manicomio, cuyo pade- cimiento se habia venido atribuyendo al uso de Ja marihuana y en los cuales se ha comprobado que se trataba muy frecuen- temente de Esquizofrenia, lo cual no es de extrafiar, siendo como es el padecimiento mental mas frecuente en todos los manico- nios del mundo, o bien de alguno otro, como la Pardlisis General, de lineamientos inequivocos:“Con Ia circunstancia de que €n todos los casos, el uso de la marihua- na habia sido contingente, a plazo lejano del momento en que se inicié el padeci- miento, todo lo cual no es compatible con el hecho de observacion de que los tras- tormos que pudieran ocurrir debidos a la ihuana, serian estrechamente relacio- nados con la época de usarse y también Con su exceso. El mismo Bouquet sefiala Que solian ocurrir en los consumidores de 50 pipas en 24 horas y particularmente 213 en los consumidores de “‘chira", que es la Preparacién mas rica en resina de Canna- bis. Entre nuestros habituados, raros son Jos que se fuman mas de tres cigarrillos y muchas veces —hay que decirlo para vergiienza suya— de marihuana tan esca- sa en resina, que solamente por sugestion puede darles el beneficio 0 placer que de ella esperan. Et esrupio pe Yawcer EN E. U. Quiero citar, en fin, el trabajo de este autor norteamericano, publicado en el AMERICAN JOURNAL OF THE ME- DICAL SCIENCES, de marzo de este afio, por aludir principalmente a lo que se ha observado recientemente en la in- vasién del pais del Norte por la mari- huana. “Reefers” denomina el “slang” yankee a los cigarros de marihuana, que se pre- paran como aqui, con papel de estraza y se fuman con semejante ritual, aspirando profundamente el humo. Lo mas ostensible, dice el autor, que ocurre en los fumadores, es la disminu- cién de su poder para controlar pensa- mientos y actos; se muestran distraidos, interrumpiendo el hilo de su discusso, le- gando hasta la inconsciencia; existe, ade- més, un sentimiento de exaltacién y eu- foria con sensacién de energia; cierto es- fuerzo de voluntad puede arrancarle de ‘sus ensofiaciones, salvo cuando la canti- dad ingerida ha sido muy grande; sufren ilusiones, apareciéndoles las caras gro- tescas; la imaginacién puede exaltarse hasta el delirio y aparicién de fantasias alucinatorias agradables, lujuriosas y sen- suales. Siendo disminuido el poder de in- hibicién, Jas tendencias emotivas se exal- tan segiin el temperamento del sujeto. La exageraci6n sensorial es la regla, de modo que los alimentos parecen mas sabrosos y Jos sonidos Hegan a ser molestos; se per- 214 turba Ia percepcién del tiempo y el espa- cio, LOS MINUTOS PARECEN HO- RAS Y LAS HORAS, DIAS. La excita- ién motriz suele ocurrir. No deja moles- tias ulteriores y produce hambre, SE DI- CE QUE ES FUENTE DE INSPIRA- CION PARA ALGUNOS ESCRITO- RES, PINTORES Y ARTISTAS. Hay expresiones delatoras en el relato del autor norteamericano, de que ha cai- do en el sefiuelo de la literatura engafia- dora, “los minutos parecen horas y las horas dias,” que es el estribillo de la fan- tasia. Después menciona también a Bau- delaire, “‘miembro de la Sociedad de fu- madores de Hachish en Paris,” y que mu- rié, segiin parece, de pardlisis general. Después relata los fendmenos descritos por Lewin, autoridad alemana en narcéti- cos, quien admite, igualmente, la experien- cia de su maestro, “el viejo Wood," que experimenté, tomando extracto de Canna- bis, la sensacién de que “los minutos pa- recian horas,” alegria desbordante y cier- ta inconsciencia con antagonismo entre él y su voluntad, o sensaci6n de que era otro al mismo tiempo. Al dia siguiente, sola- mente le qued6é marcada anestesia de la piel. No asistimos a la experiencia del viejo Wood, pero los términos de su relato co- rresponden tan cabalmente a todo lo que la literatura fantastica viene atribuyendo a la marihuana, que no dudamos en que fuera una victima mas de la sugestién. Nosotros hemos hecho ingerir dosis enor- mes de extracto de marihuana activisimo, sin que nada de eso ocurriera, como ade- lante se especificara. Yawger hace algunas pertinentes ob- servaciones respecto a que en la Peniten- ciaria del Este interrogé a muchos delin- cuentes que habjan sido fumadores de ma- tihuana, sin poder comprobar en uno solo que ésta hubiera influido para el delito. Uno de los reclusos, que habia sido fu- CRIMINALIA mador de Cannabis durante 17 afios, le asegur6é que la usaba como tabaco. Otro habia sido propietario de un fumadero de marihuana que describia asi: “habitacién cerrada con capacidad para doce docenas de fumadores ataviados con pijamas de seda y recostados sobre almohadones en el suelo; de los muros pendian cuadros de contenido sensual; la atmésfera cargada, la luz tenue y el fonégrafo lanzando las notas de la cancién “That Funny Reefer Man” (“EI chistoso marihuano"), del fa- moso: Cab. Calloway. Y en ese ambiente unos se exaltan, rien, cantan o bailan mientras otros duermen o suefian evocan- do antiguos recuerdos. Unos cuantos va- sos de agua, un bafio y el aire libre dan término a los hechizos. Alude Yawger a los crimenes que se achacan a marihuanos: El joven de Flo- rida que creyendo que le iban a cortar brazos y piernas, empufié un hacha y ma- t6 a su padre, su madre, dos hermanos y una hermana; otro, cuando volvié en si, supo que habia decapitado a su mejor amigo; otro mas, enfurecido contra su mu- jer, la mato en la calle; y, por ultimo, una colegiala, habiendo escuchado insinuacio- nes sobre las delicias de la yerba, bailé largo tiempo sin fatiga, estuvo alegre, des- cuidé més tarde los estudios y para re- solver su problema escolar, se arrojé a la muerte por una ventana, Estos casos—con- cluye discretamente el autor~, han sido muy incompletamente relatados y no sa- bemos, por tanto, QUE OTROS FAC- TORES PUEDAN HABER ENTRA- DO PARA SU REALIZACION. Lo QUE PRODUCE Y LO QUE NO PRODUCE LA MARIHUANA, Observacién y experimentacién. La observacién reiterada entre los asi- Jados del Manicomio de que en ningén CRIMINALIA caso se podia comprobar que una psico- sis fuese causada por la marihuana, aun cuando se le atribuyese, en contraste for- imidable con el niimero tan grande en quienes el alcohol trastornd sus faculta- des mentales y el notorio aspecto de nor- malidad que presentaban los marihuanos recluidos por coercién policiaca en el Hos- pital de Toxicémanos, me hicieron pensar hace mucho tiempo en que algin factor de orden sugestivo debia de influir en la aparicién y en la apreciacién de los fen6- menos que a la marihuana se atribuyen. Con tal propésito realicé las siguientes pruebas: 1.—Hacer fumar marihuana a gentes que nunca lo hubiesen hecho, sin saber que la estaban fumando (por medio de cigarros especiales que contienen la mitad de tabaco y la mitad de marihuana). 2.~A personas no habituadas, hacerlas fumar marihuana con su consentimiento. 3.—Hacer fumar marihuana, sin saber- lo, por medio de los cigarros especiales, a sujetos con diversos padecimientos men- tales. 4.~A personas no habituadas hacerlas fumar sin saberlo, después de la ingestion de alcohol. 5.~A las mismas, después de la inges- tién de alcohol, hacerlas fumar con su co- nocimiento. 6.—A marihuanos habituados hacerles fumar en mi presencia para observar los efectos. Ademas de las anteriores, se han rea- lizado pruebas complementarias adminis- trando la marihuana, no ya fumada, si- no tomada, en forma de vino de mari- huana o de extracto blando, en capsulas. Para ambos se utilizaron los extractos re- mitidos por la Casa Merck, de Alemania. Y, por diltimo, pruebas sobre perros, so- metiéndoles a la aspiracién del humo de marihuana en cajas ad hoc, e inyectando- 25 les el extracto fliido por via muscular e in- travenosa. La marihuana que para estas diversas experiencias ha sido usada, era de reco- nocida actividad, es decir, las inflorescen- cias femeninas con el color, consistencia y olor que indican su fuerte contenido en resina, pues hay que advertir que nues- tros pobres marihuanos, demostrando has- ta en eso su ignorancia, frecuentemente recurren a partes inactivas 0 poco activas de la planta, como las hojas, tallos o in- florescencias internas antes de fructificar. EI sefior doctor Oneto, con amable inge- nuidad, me confes6 que para todas sus pruebas, habia usado hojas de marihuana, desprovistas, como dije, casi absolutamen- te de resina y, por tanto, de actividad, creyéndolas él suficientemente eficaces. No solamente atendi a la actividad de la planta, sino que hice los preparados en la forma que usan en el norte de Africa y en Oriente, o sea el Hachish, mas co- minmente lamado Takrouri y Ia Chira. Uno y otro, en realidad, no son mas que modos de utilizar las partes activas de la planta, despojandola de partes imitiles. Sin detalles excesivos para no ser tildado de proselitista, diré que el takrouri, de co- mercio tolerado en los mercados tuneci- nos, resulta de pasar las inflorescencias por tamices diversos; la chira, que es la més activa, es precedida del desprendi- miento de la resina, flagelando la plan- ta sobre telas y mezclada después al pro- ducto de Ja tamizacién, se la encierra en bolsitas que dentro de hornos especiales por medio de vapor se les hace ‘compac- tas, presentandolas inmediatamente. Respecto al uso de Ios cigarrillos, una vez preparados con las maquinas que ha- bitualmente emplean las fabricas, utilizan- do buen tabaco y buena marihuana y ba~ jo la presentacién comin, puedo decir que ofrecidos a numerosas personas, todas ellas, con rarisima excepcién, los fuma- 216 ron sin sospechar nada, Asi quedaba eli- minado el factor sugestivo, fundamental en estos casos, pucs cuando mas tarde, aun a las mismas personas que los habian fumado sin saberlo, les invitaba a hacer- Jo, 0 se rehusaban por temor de que algo Tes ocurriera, 0 aceptaban y frecuentemen- te aquejaban alguna molestia, generalmen- te palpitaciones y resequedad de las mu- cosas. Gente de todas clases y en condiciones las ms variables, han prestado su invo- luntario contingente, que yo agradezco, pidiéndoles al mismo tiempo excusas y ofreciéndoles la seguridad de que la expe- riencia era totalmente innocua. Altos fun- cionarios, diplomaticos, médicos, aboga- dos, ingenieros, estudiantes, damas muy distinguidas, maestras de escuela, perio- distas, cabareteras y hasta nifios han as- pirado, sin saberlo, el pecaminoso vapor- cillo, Las circunstancias han sido también del todo variables, procurando més bien que fuesen las propicias para que los efectos, si habian de ocurrir, pudieran manifestar- se, por ejemplo, en reuniones sociales o cientificas, donde los sujetos habian de te- ner alguna actuacién que podia revelar la naturaleza de dichos efectos. La experiencia entre nifios fué acciden- tal y en la siguiente forma: un sobrino mio, rapaz de nueve afios, sustrajo a hur- tadillas una de las cajetillas que yo ha- bia preparado y se mostré prédigo invi- tando a sus amiguitos, todos entre los nue- ve y los catorce afios; no era la primera vez que fumaban, pero en esta ocasién su- cedié que se les provocaron mareos tan intensos que hubo que advertirse su esta- do y ellos mismos, por el susto, se delata- ron; ademas del mareo acusaban taqui- cardia y cierta impresién de angustia. Los resultados de esta prueba, no buscada por mi, dieron la medida de actividad de los

You might also like