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Li/sa 5 W773 f LA HISTORIOGRAFIA ACADEMICA Y LA HISTORIOGRAFIA MILITANTE en Argentina y Uruguay seamen, Fernando Devoto | Nora Pagano (editores) LA HISTORIOGRAFIA ACADEMICA Y LA HISTORIOGRAFIA MILITANTE en Argentina y Uruguay vse spt 2D ram cra ‘Omar Acha Alex Borucki Fermando J. Devoto Eduardo Hourcade Cecilia N. Lesgart Nora C, Pagano Laura Reali Cecilia Robilotti Martha Rodriguez Julio Stortini Carlos Zubillaga Editorial Biblos La construceién politica de la sociedad en Revolucion y guerra Eduardo Hourcade Discutir con Halperin Donghi [No seria novedad decir que ei hay un autor clisico on la historiografia argen- tina reciente, ese autor os Tulio Halperin Donghi. Como se sabe, Halperin Donghi tn éiferentes intervenciones a le largo de casi cincuenta atios la explorado casi todos los periodos de Ia historfografia argentina, en un extenso trabajo que inclur ye une veintena de libres y mas de un contenar de ertfculos y capitulos de libros. &j, como en goneral so acepta, Halperin os una figura inoludible, resulta en cam- bie més diffel evaluar el impacto de sus apartacianes y sobre todo el modo en que son efectivamente recibides por una corporacién profesional que en los aitimos veinte afi 80 ha configurade considerdndolo a la vex como un meestzo, como ua ‘humen, como figura emblemética concentratiora de homenajes y hasta como wn padre al que go respeta y se ama tanto como se teme. ‘Recién en los aiios 00 parece haber tomado forma un movimiento deseoso de “diseutir con Halperin’. A partir de algunas actividades ~diré “pericurricalares"— dosarrolladas en el Departementa de Historia de a Facultad de Filosofta y Letras dela Universidad de Buenos Aires. Mas allé de larigurosidad que caracteriza sus primeroe resultados," no sorprande que fuera un grupo de lectares forzados de Halperin (si es que aafce puede llamar a alums de la carrera de Historia en esa tniversidad en euyos curses de Historia Argentina y Americana deben rocorror Fragmentos extensos de la obra del autor que nos ocupa) el que hizo pablica una nnecosidad de hablar do otro modo del autor de Revolucién y guerre. 'No obstante, fuo otro libro de Halperin, La larga agonta de lx Argentina pero- isto, el que permitié la oxposicién de ua debate més franco y si puote decirse, en pie de igualdad eon el autor, por la estatura de los otros participantes on ol deba- te, y que tuvo su sede en la revista Punto de Vista adoms de otras repercusiones. El libro, como dejaba entender su titulo, no era simplemente un libro de historia, sino una intervencién en la experiencia contempersnea, signada por las transfor- 1. Vénse Oximoron, La historia desqutcida, Tullo Halpea Donghi'yel inden problematica rasionalista de ln Rstria, BuenesAiees, 1394 2.7, Halperin Doaghi, La large agoata dela Argentina pronists, Buenos Aires, Ariel, 1004, si 6 Bduarde Houreade aciones del peronismo en menomisme, Jo que también quiere decir que eu tono nas ensayista que erudito daba pie a un tipo de intereambios que el propio Halpe- qin, nos parece, se encargaba jovialmente de provocar. ¥ detimos esto porque en ton texto que retina entrevistas 2 historiadores, compilado por Roy Hora y Jsvier ‘eimboli se le preguntaba a Halperin si notada algan cambio en oémo ge lea su obra, y respondia: ‘Un cembio es que see lee més, Otro cambio es que no a toda los que ls loon les gusta leerla, A mi me produce emociones mezelades ‘Rie sea do lectura obligatoria en algunos cursos de Is universidad, ero creo que eso va a provocar alguna reaccién dentro de algunos [Rhos por parte de los que han sufrido leyendo algo que no tenfan ga nas de Teer ‘Tiempo més adelante varias de las contribueiones eseritas en diversas ov ras fueron reunidas por Javier Trimboli y Roy Hera, con el titale Discutin Halpe- Fin# volomen que puede ser eonsiderado una buena sintesis de las preguntas que fan grapo de intelectuales argentinos, j6venes y no tan jovenes, ha sido capax de ‘dingite a Halperin Donghi. Aparocen all Carlos Altamirano, Emilio de fpola, Rad Frackin, Horacio Gonzalez, [gnacio Lewckowiez (antes Oximoron), Jorge Myers ¥ Luis Rovsi. Como se aabe, aunque algunos de ellos son historindoree, casi todos Jovenes, otros ea precentan allf come socidlognso como critcas del cultura. Subra Yo esta croanstancie porque entiendo que tal ver ella padiera ser un indice de I Manera en que los historiadores lo considoran. Hay una especie de instinto de pre tervaciin entre los historiadores que aconseja mantenerse lejos del alcance de le oma Aalperiniana, Entre esos textos existe sin embargo una excopcidn, y es el qiticulo de Rati Fradkin, Con el titulo “Tulio Halperin Donghi y la formaciéa de la Sines torratenionte porteda"® intanta hacer un balance de la manera en que Hialp Gin prevent6 alos terratenicntes y oSmo estos mismos son anslizados por 1a histo- Hlogratia rural contempordnea. Si bien Fradkin parece est4 ms interesado en ex poner una suerte detess de a “nueva heterodoxia” entre los historiadores rura- Jeo do fines del XVitty prineipios del X2r, en eu artioulo tenomos 1a posibilidad de aprociar un comentario ertico muy reflexivo acerca de algunas de las hipétesis de JRoslucisn y guerra, especialmente en cuanto al moment politice como clave esen- ‘ial de la cotaposicion de la clase social dominante que preoeupa a Fradkin. ‘Como veremos, Halperin Donghi se piensa como un historiador politico y él mismo eubraya esta instancia en el encaberamiento de Revolucién y guerra. Con In perapectiva del tiempo tranacurrido, haciendo un balance de sas escritos de nds de-veinte afios antes, Halperin afirma: "Me parect6 que el problema bésicode ‘5.8, Horny J. Trimbol (compe), Pens la Argentina. Las historiadores hablen de historia y otitian, Buenos Ares Bl Cela por Aalto, 1996, p. 54, Desconaze la feche precisa de esta Entrevista, que se ealaa entre 1998 y 1096, {LR Heray J Tribal (comps) Diseutr Holzer, Buenos Airs, El Cielo por Aalto, 1897 5 R Fradn, “Tuli Halperfa Donghi ya foreaclin dl clase terraterients porteta’ en R. Hore yd Trlmbel (compe), Diseatir Helper, pp a coostrucsn politica de la sociedad en Revoluen ygeara y ja etapa revolucionaria era Jo que en el lenguaje que ahora se ha hecho trivial 1a ftunos decir la invencin de ta plies, es docs la creacién de wn nuove Epo noiividad”# Lo que intento explorar en las lineas que siguen son algunas de las detas en las quo Halperin concebfa la vida politica y a sus protagonistas en 18 orgpdad rioplatense de las primeras décadas del siglo 21%, con la eoaviecién de sii algunas de sus preguntas pueden todavia bey cansidorarse adecuadss y per as At me parece posible también mestrar cémo Revolucién y guerra esta cons edo con ua Tipo do preocupaciones que no son idéaticas alas ectuales. No hay Hjplementa un nuevo Lenguaje que circula entre ke historiadores que hace que $itfbadmenos sean, por aei deci, rcbautizados sinoque también podemos vince ie In abra a un "eliina de épaca" y a unas preocupaciones que tal vez han hecho {ue au lectura pueda ser mds interesante (aparte co obligataria)en Tos tiempos fue corran. Los lectores de Halperin Donghi Como aije antes, Revolucién y guerra empieza disiendo que.es un libro do“his- toria politica”. Son ésas las primeras palabras del rrélogo, quo deben sumuarse al (holo al subtitulo “Formacién de una alite dirigente en le Argentina criolle" ‘que por supuesto aluden a le “historia polities” entendia como género. demas Halperin se encarga de subrayar la continuidad entro esta obra, escrita en buens tarde durante los afios 60, y laa sfntess intciales co a historiografia argentina Peomparienta, nos dice, con Bartclomé Mitre y Vieente Fidel Lopez el hecho de aque eu tema no soa diferente: El surgimiente do un centro de poder politico auténome, contrale- do por an cierto grupo de hombres, on un area on que hasta la nociéa {isina de acivided polities habfa permanecido desconocida por east ‘tados hasta poco antes. “El compacto volumen aparece por primera vez en espafiol on 1972 bajo ol sello ditorial de Siglo Veintinuo y est4 dividido en dos partes, seguidas de una concli- én, La primera parte lieya al titulo “EI marco Gel proceso” y ocupa alrededor de fin tercio del texto, La segunda, denom:nada “Del Virveinato a Tas Provincias Unidas det Rio de la Plata’, se Iieva la mayor parte del libro, que se cierra con ‘unas conclusiones relativamente breves tituladas ‘Los legados de la revolucion y Inguerray el erden politi de Ia Argentina Independiente”, Acasi treinta afos de suaparicién el ibro quarda una freeeura que por ua lado es lade los elésicos, pero por otro es tazbicn la que se desprende dea inventiva de Halperin y de laagude- zade au visién. ‘Un primor comentario debe raferirse a los interlocutores que Halperin cons truye por medio de su etcritura, Come se puede apreciar por la presentacién, es Ineqaivece que el autor intent eitwarse en el interior de una tradicin com la que muy pocos atres se sentian eémodos a fines do los 60, cuando el grueso del texto 6.Batreviet de R: Hora y d Trimboli comps. Fensar la Argentina... 2 18 [Bauando Howreado fue escrito, y parece una indicacién inieil acerca del tipo de interloentores con los que Halperin pretendia tal ver medirse, siendo que tal eneabezamisnto deberia Sor leido como un envite para el revisionismo histdrico, que jasto en ese momento atravesaba su etapa de mayor resonancis cultural, Halperin acabsba de publicar 20 la misma editorial an ensayo acazea da osta corriente historiogeafica, laments Dlemente hoy dificil de encontrar? ‘Por supuesto que los vinculos entre Ix uueva historia social y Ina visjas tradi- ciones historiograficas argentinas son complejos y que José Luis Romero ropeti- ‘Gamente tuvo prasente on sus reflexiones a las dos obras fundadoras. Sin embar- igo, e5 improbsble que Romero, por squellos sfios completamente enfrascado en la storia de la eiudad latinoamericana,* habiera comenzado poniendo por delante go qua (al menos en los aiios 70) no podria learse sino como una identifcacién doctrinaris| ‘Se puede pensar que la querella entre ambos estaba planteada desde antes Halperin y diversos cuitores elésicas dal revisionismo habian ya tenido més de tun enconironazo y si para éstos el partoaguas de la historiografia argentina se ‘ubieaba entre “liberales” y *nacionalisias", la roferencia a Mitre y Léper bien podria ser una invocaciGn de sentido irSnico, aceptando un sayo que de todos ‘modos les colocarfan® ‘No obstante, esta situacign produce otro tipo de curiosidad respecto dela lee- tara de oire publico, probablemento més profesional, que Halparin podrie haber feepezado, Ex este sentido, el autor era una persona ead vex mis conocida intor- ‘nacionalments, La publicacién de la Historia conterspordnea de América latina ‘avo lngar por primera vez en Tialia en 1987, acompariando su defintiva residen- ‘Ga fuera de la Argentina, incialmente en Bstados Unidos y luego en Inglaterra, para convertirse despues an tina residencla permanente en Berkeley. Bl texto Roure América Latina conte una edicién espanola en 1969 y una francesa en 1972. Hs verdad que este texto tuvo quo aguardar hasta 1994 para tener su ver ‘ién inglesa; en cambio la traduccién inglesa de Revolucidn y guerra ests prevista fl tiempo do su aparicidn en Buenos Aizes (asi se indica en la pégina editorial de laprimera edicién argentina), aunque su selida definltiva se posterg hasta 1976. 'iPor qué la importancia de la pertenencia “internacional” de Halperin? Por- ‘que es interesante que un kistoriador, quo por tazones bien conocidas ha dabido Slejarse de su pats y que ba logrado de manera relativamente rapid ser recono- ‘ido y apreciado on el exterior, no considere a ese universo mas heterogéneo de la ‘corporacién profesional (quo vo las cosas de otra manera, por fuera de una serie de tradiciones y motives angentines, que no tienen demasiado valor mas allé de 1.7. Halpecia Doaghi, Bt revisiontama Aistéreo argentino, Buenos Aires, Siglo Veistiun, 1910 8, Acerca do loe trabajos de Romere ene segunda mitad de los 6, véaso la completa bibiogra sinduida ee A. Betancouct Mendista, Historia, eludade dacs La obra de José Luis Rome: ro, Msico, UNAM, 2001 1. Asarca de los conflicts ears las distntascovrentashistorigrdfieasargontisas en ln Spo ta, remitimoa a F Devot ou.) La histriografia argentina ene siglo XX, Buenos Aire, (Caateo Bator de América Latina, 3994 a construe palitin de la sociedad en Revolucion y guerre 19 ronteras) como un interlocutor privilegiado, Miés bien, tengo la sensacién de que pene Io contrario yes que Ia dimensiGn delatinoamericanista de Halperin pus cenaberse resentido de su constante fijacién en los temas del pasado histérieo gentitio, curioridad que se acrecienta ciando sabemos también gue desde hace seetante tiempo hen desaparecido las condiciones que forzaron au alejamento. ¥ Bipien es cierto que en la Argentina probablemente no haya un citio de trabajo Inn adeouade eomoel de Rorkaley, el archive queda més cerca. Para evitar malen- (iRdides, de ninguna manera quiero reclamarle a Halperin que se instale entre Tipotres, sino que se plantes aqui una cueslidn al menos de interés, si no proble- Matica, acerce de las formas de su participacién en el movimiento internacional do la Ristoriografie al que pertenece por derecho propio. ‘Si me he extendido tanto en este sefialamfenio acerca de la forma en quo Hal- perin podria haber consteuigo interiocutores fuera de muesica barrosa costa (para Beciro en sus palabras), es porque siempre sospeché que el titulo de Revolucién y fjuorre era una manera do instalar on el Rio de a Plata los tépiens que el femeso gecio de Francois Furet y Denis Richet habian abierto polémicamente en 1966 Const versifn de la Revolucién francesa. Como se recuerda, Puret y Richet expli- ‘SSban el momento jacobino y el terror publico del primero de septiembre de 1792 J luego do la primavera de 1794 como un dérapoge de un curso zevelucionatio que Yiubiera sido més apacible si no hubiera debido toparse con la guerra internacio- hal y con la amenaza que la coalicién do las yotencias hacia efectiva sobre Ta {ntegridad territorial francesa." Bee texto fue cantrovertido y répidamento toma- do como blanco para la eritiea por quienes sa hallaban instalados on la corriente ‘Satoneos dominante del andlisis social de la revoluci¢a.* Por ia resonancia de la polémica, por la relativa cercenta que Halperin ha tonido con la tradicién historiografica de los Annales, por su curiosidad acerca {de los debates profesionales, es obvio gu el mexcionade debate debe haber rete- hnde de alguns forma sa atencién. La primera publicacién donde podemos cons- tatar temas, que luego serdn ampliamente desarrollados en Revolucién y gue ra, que exponen tipo de cuestiones que se planiean en oportunidad de uns ‘ide politica militarizada, se eneventra en su articulo de 1968, publicado en. ‘Past ond Present (audiencia internacional si las hay) con el titulo “Revolotionay nilitarisation in Buenos Aires, 1906-1815". Por ciorto que on esta cuestién de Jas “influencias” es siempze dificil obtener prusbas definitivas, pero algunas de las cusstiones presentes en el debate francés pueden haber side un motive de interés y una fuente de interrogaciones para an lector tan informado. Tal vez ‘ea posible pensar que Revolucién y guorra establecia, en el terreno de la conti guracién de los interroganies del historiador, al didlogo con esa comunidad + fornacional de lectares que era imposible anudar teniendo en euenta el espacio: tiempo en que ge internaba la obra. “Antes de ingresar finalmente al toxto de Revolucidn y guerra, velvamos so- bee los interlocutores locales, porque debe aceatarse que 1972 fue un sno ospo- 10, Véasa F Putet yD, Riche La Révolaton franpal, Pari, aches, 1965-1969. LL Sobre esas pelémicas véase F Puret, “El extecim revelucionars’en Pensar la Ravelu- clin Frances, Barcelona, Petee, 1980. 12, Se cacuentra on l aimsro 40, 1968. 20 ‘Bduardo Hourcade cislmente halperiniano, Le coleceién Historia de Ta editorial Paidés presents ‘eee miemo ano su terver volumen, De la independencia a [a.confederaci6n rosis a, cuya autoria le corresponde @ Helperin Dongbi, quion tambiéa tuvo a su caego el tltioe tomo de aquella serie, Argentina, la demecracia de mases. Por Soguic Jo misma oditoriel presents Hispanoamérica después de 1a Independen. cia... también en 1972, ‘in algunas entrevistas en las que el aulox habla de eu obra ha dojado conocer eseustamente cémio la llevé a cabo, cfmo reunfa con antelacién los materiales que pensaba podia necesitar en cada caso y eémo ollo lo llevé también a terminar sus Erabajos Sobre historia de las ideas o de las montalidades, tal como los reflere, ‘antes que los trabajos sobre cuestiones econdmices y fnancieras cuyo acopis exi- ‘gla una libertad de fuentes mayor. Podemos por supuesto poner do reliove laenar- Fie agadeca de Halperin como historiador junto con su capacidad de trabajo, de- Jando constencia que las numeresas publicaciones de 1972 faeron resultado de {haduracfones més largas, ele. Pero resulta igualmente cierto que la editorial Paidée, cuyo centro por entonces estaba en Buenos Aires, no hubiera apostado a trea titolos simultaneos de Halperin si su piblico era eseueto. Igualmento, ls [sparieiin dela obra que not interesa por Siglo Veintiuno estableefa en algin caso Gna suerte de competonela por ese mercado editorial tan din&mico (sobre todo visto retroepectivamente). ‘Pacilmente puedo iinaginar a los Tectoras do Halperin en los aos 70, por haber estado incluido entre ellos; més dificil es reconoeerlos. En primer lugar podemos distinguir un publico profesional que es més o menos ol mismo de aho- Ze, el de las culas universitarias, aunque por aquellos tiempos no en muchss fagultades Helperin aleanzaba a convertirse en “lectura obligatoria”. Revolu- lon » guerra era para ciertos efrculos tn libro que debia ser leido, pero que a (jos de muchos de sus lectores dejaba una insuficiencia radical: 1a dficultad de totabtecur con ese texto la operacién legitimadera que le historia militante de Squellos afios producia sobre todos y cada uno de los objetos que se ponian a au hance, Mas allé dela eseritura poderesa, intimidante para el lestor; dela igu fosidad de la informacién que exhibfa y, sobre todo, de su extraordinaria capaci- Gad para sintetizar realidades complejas al tiempo que ilustraba los fatigosos Sneaudres do la vida politica revolucionaria més alld también do Ia riqueza conceptual que el toxto exhibe acerca de clertos procesos relativos a 1a fass, Spanos, “meresntil” do la organizacién capitelista; mas allé de ls admicacién (que podta imponer para qaien lo veia como ol ex decano democration de la Facul tad de Filosofia Letras de la Universidad dol Litoral, acerca de cuyas virtudes (G no sélo de éstas) estudiantes més veteranos que yo me habfan informado al punto que su autor me pareeia en cierta manera corporizado en su texto; no s6lo ara ta sino también para otros ol texto dejaba una insatisfaccién. (Qué pasaba bon las facedones politicas de Mayo? Finalmente, ;Halperin era un liberal impe ‘hitente? Pero no hablaba en tone “morenista” ni tempoco los esudillos apai Gian como una maldicién. La historia de Halperin ere entonces confusa, sobre todo porque no alombraba hacia un sendero poitico-deoldgico que apareciera Gvidente, Siendo asf, para ee plblico, la figura de Halperin podria ser la de flguien que puede ser més fécilmente ignorado. Tal vee alli padames encontrar Tavclave de por qué Halperin proveca mis discusidn en los 90 que en los 60, en tuna coyuntara profesional e intelectual completamente diferente, nstruccida ptitica de In sociedad en Revolucian y guerra a Revolucién y guerra ‘La primera secciGn tal vor pague su tributo a esa coyuntura historiogréfien Jjntomnacional eon la que Halperin ha estado en relacién, “El marco del proceso” sate evr pensado como el “mapa de la Argentina’, es decir, una descripcién del paeeario sion y las actividades cotidianas de quienes lo pacblan en Ia que pode- seer una dable impronta. Por una parte, es ua elésico de le historiografia sae Jules Michelet en adelante incluir ese marco «la manerade una eseauvgra- see ie éste también el metodo elegido por Mitre para la version definitiva de la Musovia de Belgrano. Sien este sentido Halperin nos ofrece un tipo de ingreso al Feaierens histrice de matrineldsica, por otra parte es posible epreciar también fenvgctara de eu “mares del proceso” olzo tipo de influenciss mas contempord: Stas. Nos referimos a las braudelianes o, on general, dela escuela de los Annales Migel autor eonoce bien. Es mds, la cated de Historia Social en Ja quo so éesern- Sehara como profesor adjanta por varios alos, bai la direcei6a de José Lsis Ro- aera pel aio desdo donde la divelgacién del programa modernizadar de 1a sreeeein social” tomaba su impulzo central. Bs decir que bajo esie doble régimen duinspiraciones Halperin nos presentaba la“civilizacién material" rioplatense en Jos visperas de wn cambio trascendentel. Tar categorsan de la temporalidad organizen l relato de esta primera fase ‘Tengamos en cuenta que Halperin les ha dedicado an artfeulo en 1802, Volviendo recrusign > guerra, vemos aparecer en primer Ingaz la estabilidad del interior 4 dn aegundo Uermino cl escenea del itral. La deseripein de la situasion geogr- produtiva j social de las distintas regiones del virreinatoque luego se movi Iiseban para dar paso ala historia de las nacionesrioplatenses se abre asi sobre ane contrepesicign ontre Un area con una historia casi inmévil, mientras que Frunte ella las novedades de una economia mereantil vienen a tomar forma en el Harel El escenso del literal, como se sabo, no prodice una sociedad més rica sino ttn sociedad pobre pero en relativa expansién, que la situacién de guerra inter~ Nacional a pavtir de 1795 haré bastante mas aleatoria do lo ceurrido en los tlti- ‘mos euarenta afos ‘sl tereor elemento de osta presentacion estar dado por Buenos Aires, prota onista del“suge mercentil” Sibion se sefiala queel auge nuevo de a ciudad seré Jeeiguencia de ov sleveciin a contro principal del comercio vltramarino (y de ala manera) seté mds vineulada de lo que sus beneficiarios creen al manteni- see endo la estructura imperial” Deade el punto de vista temporal queda ast Jehalado un punto de partida en 1776, que hace eiin menos cxpesa la temporali- Gea en In que nos presenta el "marco del proceso”. Desde el punto de vista eoncep- thal asta tercera parie resulta eer la més interesante. En el andtisis que se hace Gel papel dol comerciante,y especialmente de los omorciantes vincwlades al régi- sen imperial, on ol proceso de desarrollo de ura economia de mereado, de la generalfzacion de los intercambios y dela formaciin del capitel, puede apreciarse 1h familiaridad de las lecturas y los autores que nantenia Halperin con aquellos ‘que hemos definido camo sus interlocutores internacionales. En tal sentido, el 18.1. Halperin Donghi, Revolucicn y guerra, Basnos Ane, Siglo Veinthno, 1972 9.41 2 éunedo Hourcade texto resulta completamente innovadar y especialments duro contra las formas simplistas y mecénicas en las que los diversos autores, tanto dol revisionismo como del marxismo, exponfan hasta ese momento la constitucién de clases sotia Jee, sus intoreses, sus antagonismos y la ligica de accién. Pero otra vex aqui en: ‘contramos huellas del combate de Halporin contra el revisionismo, y por primera Gr esting argumentos fueron prosentadas justamenta en el libro que le destinara. Por sitimo, el marco del proceso se cisrra con una seecién que Iteva un sivulo inoquiveeamente labroussiano, segin nos parcce: "Una sociedad menos renovads ‘que sa economia”. Halperin nos explica que la sociedad esta “mencs tocada” de lo Gue eabria esperar; especialmente en cuanto a cultura y forma de vida “Ia imagen (jue la sociedad rioplatense ee forma de si misma es un aspecto de su adhesin a Gn estilo do vida sustancialmeate barroce. Incluso las nuevas instituciones se mpregnan de esa concepcién’ (p. 67). Como se aprecia, el concepto labroussiano Ge los zetrasns de la temporalidad, de acuerdo con los niveles en que nos situemos Como fondmene general del Antigua Regimen se encuentra directasnente aplicado J so constituye tal ver en la mas sélida referoncia rastreable alos Annals ‘En cambio, lo miramos en términos braudelianos, potriamos conclutr que el marco del proceso” correspond al tiempo modi. Tiempo del economista, tiempo doa coyunture; no presisamente tiempe del historiadar, segtn los conocidos jut Gos braudelianos acerea dela “larga duraciéa”. Es asi como Revolucién y guerra, cuyo prélogo ha constituido un encandenamiento historiogrdfico de large dura- Gion para dednir las perepectivas del problema en juogo, slige ser un libro de historia politica y, como luege veremos, de una duracién breve, porque el texto n9 pretende extender su andiisis més alld de la primera déeada revolucionaria ‘Sila primera secci6n del marco no es demasiado notable por su espesor tompo ral, lasegunda oes menos todavia porque abrea la duracién breve de a coyunta- Ta Tevolucionaria en términos de impactos quo sabre ose marco antes destripto tendrdn los nuevos procesos. Bl orden de andlisis se mantiene. x el apartado teforido ala reorganizzcion de los espacios econémiccs, ol aludido en primer ter- ino es ol norte, Buenas A‘ras seré la referencia para el “peso ereciente det Bs {o"; por ultimo va @ ser expuesto tang de los grandes temas de Ia obra, esto es, el fropacto que la nueva eoyantura bélica tendra a un tiempo sobre la produccién ¥ sobre la fisealidad, ‘Como se expuso, la seccién intermodia es la mis extensa y aqualla donde el desarrallo de lo espectficamente politico cobrard forma, El texte de Halperin va a seguir las vieisitudes innumerables, coyuntura por coyuntura, ciudad por ciudad, ara apreciar efmo una “elite os ereada, destruida y vuelta a crear pot la guerra y la revolucién’. La pregunta que podemos hacernas as acerca de la manera en que finalmente Halparin ha construido su obra, Be cierto que ha logrado mostrarnos las vieisisu~ dea de la decaparicién de las antiguas jecarquias soviales. En ese sentido, la pr0- fandidad de las novedades aportadas por la Tevolucidn son mas que evidentes. ‘Lo que en cambio resulta més prablemético as si algin tipo de elite se ha recreado, especialmente en el corte lapso que va desde 1806, para no tomer el a esstrocién potion de In soci en Revolucion y guerra 23 sragmento temporal més brove desde 1810 basta 1820, Bl epartado final de Revo Pees quarra remite a la "busqueda de una neve eohesién’. Sabemos justa- deette que el slcance do esa Aueva cohesisn serd wna tarea de larga duracién, ‘MMpre la que el propio Halperin en otras obras nos informaré mejor que nadie. Pave aqu! aparece justamente el rasgo més prodlematico de la cbra:sostener que ida tipo de nueva elite ha surgido como término do este complejo proceso de alet armacionee. Bs posible estar de acaardo con Halperin en que wn conjunto saaijos dol ejercicio dela autoridad social y politica comencarian a estabilizerse ae the aioe de 1820. Be més difel estar de acuerdo con él en que estas modalids- SGasean de alguna manera un tipo de direction de la sociedad que pueda funcic- ‘nar mas o menos orgéaica y efectivamente. Helperin va 2 localizar el primero de estos rasgos cohesivos on Is institucton familiar, 28 decir, un poco més acd o mas abalo que la escena politica donde ha Eeaplegedo ou texto, “La dizolucién éel estado central en 1829 devuelve un in caer poder « las grandes faroilias que han sabido atravesar Ia tormenta revolt- Benaria, salvando el patrimonio de tiarras y clientes acumutsdo en tiempos colo- Sates," La capacidad de estos linajes ode clanes familiares (como son prasenta- ea) para resstir ls cambios vaa sar la base dla organizacin de redes oxtensas eee Eontengan los fandamentas de la reconstiacin de ne jerarquia social no Ship nds estable, sino capaz de darse otro tipo de envergadure institucional y sleance territorial Sobre esa red tenue y comnpleja, Jo que la paciencia de los nuevos irigentes intenta erigir es un sistoma de entendimiontos entro fu ra localmente inflayentes que reemplace por lo menos percialments ‘Ul vaeio dejado por la ruina del Estado nacional y por su reemplazo jor estadoe provineiales de muy limitady vigor. (p. 418) Bs decir que el ibro se detiene en el punio donde esta tarea no puede sino comenvar, Si Revolucion y guerra habia de historiar la *formacién do una elite (inigente ea la Argentina erilla", dobemes decir que ni aleanaé a entrar en teraa, Gorgue la formadion de era elite tomaria todavia décadas. Parece mejor pensar faved éxito y lacustancia do a obra sea la manera genial en que logré reconatruir the enotmes efectos de la crisis revolucionaria yl arrasamiento de muchas de las Formas de la organizacidn y estructura secial vigentes hasta 1810. La revolucién de Halperin os una revolucién enorme, que como una ola arrasadore inuada y Secade todo lo que tiene por delanta, La guetta aparece como una onexién de la avolueién y los grupos sociales nuevos, como una hechura més dela segunda que dela primera. Eu Revolucién y querra Halperia supo constroir un fresco memora- ble de la invencion de Ia politica en el Plate. *0 ‘Alex Berucki y Oesila Robilots que el “nuevo” artiguisme funcionara como un programe de gobierno que haria realidad los aepectos aconmicos y sociales de la revolucidn artiguista. Este iraer 1 pisade al presente también implics toda una eoncepcida de ia historia uragua- yayamericsna, cuyos fundamentosflos6fico-historiens provenian de fuentes bien, Aistniles, que ee entlendes la luz delos diversas grupos que integraban el Frente Amplio, Zi diceureo de la dirigencia partidaria no diferia on sus puntos asanciales dal de ha bases. Ambos interpretaron la realidad pasada y presente a través de la dictomda pueblololigarqufa, hicieron énfasis en In potencialidad revolucionaria el momento y construyeron un artiguisme capaz de hacer tangible ls utopia iz- ‘quierdista, Bl contexto revolucionario de inicios del siglo ix y el resultante de los ‘ior 60 y 70 del x€ constituirian escenarios similares para resolver antagonismos tanlo nacionales como rogionales. El Frente Amplio, siguiendo al programa de Artigas, encontrarfa una vie urugaaya dentro de un conflicto que se percibia lati- ‘oanericano. En los documentes relevades, los nclecs teméticas de mayor com- plejdad (edad de oro, los tres frentes amplios, le concepeién mesiénica, la impor- tancia de Ia reflexi6n histsrica) fueron desarrolladas por lo general en el discurso do la dirigoncia. El Frente Amplio continu6 empleando como reforente ¢ Artigas durante la dictadura y tras la reimplantacién de la democracia, Hn el acto realizado conme- ‘morando las "bodas de plata" de aquel 26 de marzo de 1971, Seregni nuevamente {nvocé al "Padro" pero ahora con otras perspectivas. Su discurse “Snalizé casi con Jas nismas pelabras de vointicineo afios atras: «Galanos pada Artigas, pero les sun un «guianos al gobierno pars ol aio 2000, guianes sefior=”.” ‘0, 3a0lZibeshi,"Bodas de plata’, Brcha, viernes 29 de mario de 1986, Montavdeo,elictén lecrdnica, Polémicas y crisis en el revisionismo argentino: el caso del Instituto de Investigaciones Histéricas “Juan Manuel de Rosas” (1955-1971) Julio Stortini Introducoién, En la Argentina de la déeada de 1930 el complejo y dindmico escenario local, junto a los abruptos cambios en el campo internacional, generé tuna produecion, intelectual vasta que reflejaba tanto la inatisfaccién, el desénimo y las dudas ‘acerca del modelo de pais que habia estructarado la dirigencia argentina desde nes del siglo X0X, como la incertidumbre acerca del camino a recorrer en ese ‘undo eambianto y pleno de acechanzas. ‘Entre estas expresiones que ofreefan mAs que una guia para la accidn, una vyariada paleta de los aspectos constitutives de la sodedad a resolver y de las Instituciones a revisar, sparacieroa las primeras manifestaciones dal revisionis- ‘mo en tanto grupo politico-inteleetual que habfa encontrado en la inmersién en el ‘pasado argentino el vector que crientarda su practica intelectual y politica, Como Jalio Iranusta y Ernesto Palacio la afirmaban, la esperanza fincada en Ia expe- iencia uriburista y ou répida dilucion los habia empujedo a la reflexién acerca de las raiees de la crisis argentina y do las claves en Ia lucha por el poder* ‘El evisionismo historieo argentine intenté eonstruir una “eontrahistoria” que develara aquella que habia sido deliberadamente tergiversada por la tradicién. liberal y que habia servide coma instrumento de legitimacién de la entrega del paisa los intereses extranjeres. Hsta busqueda de una historia "verdadera’ exigta Fescatar del olvido a quienes habjan luchado en el pasado por la defensa de a thadicidn, de la unied y de la gaberania nacional, Inteleetualas, periodistas, mi- Litares, docentes y profesionales, muchos de ellos militantes de las diversas ex- prociones del nacionalismo, sostuvieron la reivindicacién de Rosas como figura fmblematica de la nacionalidad, Ea él, ea una coyuntura historiea dramatica en lnivel locel e internacionel, sa podia encontrar un motivo de inspiracion para {niciar Ia rehabilitacién de ese “sentimiento nacional” perdide, 1. dul racuste I expresaba en la introdussifa asus ensayasecritaa fines de 1950, VEanse ‘J. Trenuste, Bnsoyoshtsrion, Buenos Aizee, Eudeba, 1968, pp. 7-12; E. Palacio, Cattlina ‘na revoluctén de [a platcrocia en Roma, Buenos Alves, Huzinul, 1965, pp. 912. El libro spareciéen 1995-Las considerasionee sobre mu desegato polities las eseribiga fines de 1948 para la cegunde edcisa publiceda al eho siguiente. [eu 2 Salis Stortini ‘A Ginee de la década de 1950, la militancia historiografica a través del perio dismo y del ensayo de Rodolf ¥ Julio Irazasta, Emesto Palacio, Ramén Doll, Ricardo Font Bzcurra, Carlos Ibarguren y Alberto Breurra Medrano se amplis a tuna dimensién institucional? Bn 1988 decidieron fundar el Instituto de Investi- gaciones Histéricas “Juan Manuel de Roses” destinado a la investigacign de la bra del Restaurador y de eu época. Positlemento, la publfeacién de los primeros Comos de la Historia ue Ja Nacisn Argentine (1088) y la trancformacisn do In ‘Janta de Historia y Numisraética Americana en Academia Nacional de la Histo ‘Ha (1938) contribuyeron a gue ua grupo de ellos considerara la creacion de une contrapartida institucional para incidir con mayor organicidad en [a conciencia |histériea de los argentinos. Este proyecto trasladaba al campo historiagréfica e! tspirite de confrontacién que se extendia en el plano ideolégico y politico de fines dela década.’ Se epelaba a un rosismo visceral convartido en la plataforma que permitia ineluir las diversas perspectivas que ls militantes nacionalistas mante hhfan sobre el pasado, si bien la reivindicacién de una experiencia rosista de im pronta autoritaria, hispano-catdlica y también antiimperialista, pareci cobrar falas en los atios siguientes a Ia fundacién del institut. ‘Siel gobierno militar instaurado en 1943 auguraba nuovos y buonos tiempos, las esperanzas del nacionalismo se fueron diluyendo en parte frente a la eoyuntu- ra internacional de la guerra y ante la figura ascendente de Juan Domingo Perén. [La protensién de integrarse en ol nueve movimiento politico que se gestaba hallo difcultadee insanables on un proyecto quo, paradjicamente, levantaba bande ras nacionales. El gobieme poronista dividié aguas en el nacionatismo y en el tprapo de revisionistas que participabe en el institute. Objeciones iniciales, otras ‘Sdquiridas con el correr dels ails y algunas definitivas eirrevocables a fines det gobierno peronista hieieron que el instituto navegase a través de eorrientes tu Sulentas que debilitaron su acelén. Tanto los revisionistas afines como aquellos enemigos del gobierno no lograzon hallar los eauees que permitioran volear st tnilitancia politica ehistoriogrdfien on los espasios institucionales y politicos de la @poca. Si para los aos 30 la reivindicacién de Rosas habia sido operativa, en las décedas siguientes esa pertinencia todavia se mantuvo ya que para unos revisio ‘nistas el gobierno venia a reeditar la esperada recuperacién de la soberania poli- tiea y de la indepondencia econémica, y para otros, conduefa a wna nueva poster- gacidn de Ia auténtica rovolucin nacional, ‘La irrupeidn del peronisino renové al revisionismo en menor medida de lo que ora posible esperar. Si se analiza el repertoria de tomas y las claves de indagacién {del pasado argentino, como también las deslaraciones de prineiplos, en escasas ‘oportunidacles se percibe Ia nfluencia del peronismo en la construccién argumen- tatlva de los revisionistas. 2. Otee participes los primera aos da esta amps fueron Manuel Galva, Roberto de Laferre, Alberto Contreras, isenb D, Siera, José M. Ross, Federico Ibarguren y Juaa F Oliver 4. Veate A. Cattarassa, "Destiftande parades: dabatas y represeataciones de Ie historia na Clonal en A Cattanazi (dir), Crisis rondmicn, avance dal Retado eincertidumbrepoltica 11930-1949) Nucwa Historia Argentina, Buenos Aires, Sudamericana, 2001 7, pp. 491-46. Polémion y crisis eno revisoniase argeating aa ‘Tal voz el clima de Ia época se expracé mojor a través de la profundizacion de la faz confrontative y retérica del revisionismo 7 en la busqueda de un pablico popular que ~asi crelan~ parecia més receptivo que los grupos tradicionalmente {interpelados por el movimiento. En este maren, ol institute adopt6 una actitud expectante con respecto al fens mono peroniata, quo roflejé la propia diversidad politico-deolégiea do aus into srantes , por lo tanto, la difiultad de definir une respuesta univoca frente a una nueva constelacién politica y social que venta a transformar profundamente a la Argentina, El revisioniamo, una ves derrocado Pari, inicié diversos recorridas que lo Tevarian a nuevos émprendimientos polities y alturales en una Argentina que hhabia eambiado, Beta nuova ctapa ha sido sefalada como aguélla donde se'produ- jo In convergencia con el peronismo y Ta transformacién del revisionismo en Ia versidn del pasado argentiao de una parte importante de la sociedad argentina, Ello hace neceeario el andlisis dela accion del Instituto de Investigaciones Histé- ricas ‘Juan Manuel de Rosas” para comprobar dequé manera fue participe 0 no— de ate encuentro. En el presente trabajo so analisaré la trayectoria del instituto en el perfodo 1955-1971, cuando el revisionismo recibié distintos aportes ideoldgicos que gene- rraron perspectivas historiogrAficas enfrentadas y debates enconados. Para ello se bilizaron sus publicaciones a Gn da conocer Ins earactoristicas de st produccién, bistoriogrdtica y do les divereas actividades y accionss orprondidas al entender. ‘9 que, mds que una institucién académica que fincaba eu tarea fundamental- ‘mente en Ja promocién dela investigacién histérica, ésta consagraba ala denun- ia, Ie accién y la propaganda como los instrumentos ideales para recuperar la HMentidad de una comunidad nacional. 'No silo se pratendo describir la evolucisn historiografica del revisionism en aquellos aioe a través dl registro de tomas, éposas, actores, métodes y concepts de 20a produccién sino tarabidn a partir de cu alenco, estratogias da difusion y debate a través de los actos, conforencias, organizacién de Giles y vinculos que maantuvieron con el campo cultural y con el aparato del Estado, Se intenta cubrir asf una dimensién y una etapa del revisionismo poco explo- ada pero que se considera relovanta para comple:ar el cuadrode la produccién de cata corriente, como el do las estrategias de difusién que convirtioron su caso en ‘una experiencia poco frecuente dentro del campohistoriografico. El institute después de la caida del peronismo: erisis y reorganizacién Desde fines de 1958 el instituto habia reducide précticamente su funciona lento a laatencién de esostiones administrativas dado que se decidis suspander toda actividad ante el clima de inseguridad reinente. Como también habia suce- ido en alguna ocasion bajo el peronismo, se le habia impedido celebrar conferen- clas y aquellas que pudieron desarrollarse lo hicieron bajo vigilancia policial. A ellose agregé la dificultasa situacidn econémnica que hata perseguido a la institu. ‘én, ahora agravada ya que la Revolucién Libertadors le habia quitado la cucta de papel y las franquicias del correo para Ia distribucién de sus publications. ‘La situacién politica también afecté directamante al presidente dela institu 8 Julio Stortnk ién, José Maria Rosa, ya su vicepresidente, John William Cooke, quienes fueron detenidos por la Revolucién Libertadora, Sojrin el institute, la prisiéa de Rosa haba obedecido exclusivamente a su posiciéa personal en materia histérica. A mediados de 1956, Inego de unas meses de cdrcel, Rosa se radied en Uruguay y Tnogo on Espana, Recign tres atios después de Ia Revolucién Libortadora, bajo al gobiorno de Arturo Frondizi, el instituto reinicié la publicacién de la revista y eligié nuevas, autoridades* La Comisién Directiva nombrada en 1954 estuvo integrada, en li ‘reas generales, por los mismos participantes durante los ultimos atios del pero- rismo: presidida por José Mf. Rosa y por Alberto Contreras como vieepresidente, ‘ontaba con Luis Soler Cafas, Alberta Excurra Medrano, Fermin Chives, Atilio Garcia Mellid, Federico Tbarguren, Juan P. Oliver, Carlos Steffens Soler, entre ‘535 miembros més congcidos.* ‘Si bien habo incorporaciones y bajas, se observa que los principales animado- zes del instituto durante la 6poca peronista mantuvieron su presencia en los afios 20 y 60. Ademés de los indicados en el pérrafo anterior, se puede mencionar a Elias S. Giméner Vege, Pedro de Paoli, Fernando Garefa dalla Costa, Jorge Pa nallo, Earique Pavén Perayra, Raraén Doll, Joaquin Diaz de Vivar, Joss Munoz 4Aapiri y Vicente D. Sierra. A ellos se agregaron como nuevos conferencisias y/o ‘olaboradores de la reviota Eduardo Astasano, Gabriel Pucnter, Bruno Jacovella, ‘Arturo Jauretche, Alberto Mondragén, Leonardo Castellani, Guillermo Furlong 7 Diego L. Molinari En el aspecto organizativo se intanté impulsar las filles del institute en el interior dal pais. Las des figuras prominertes de estos afos, José M. Rosa y Alberto Contreras, recorrieron diversas provincias convocados para inaugurar ‘sas filiales, Las delegaciones del instituto enviadas al interior del pafs cum- plfan con una serie de pasos protocolares y propagandisticos que se repetian en Cada Localidad, El recorrido de la comitiva incluia ceremonias en las plazas pti- Viieas y ealebracién de misas, como también conferencias por radio, visitas a periédicos y, en algunas ocasiones, charlas on sedes univarsiterias. Las institu ones gremiales y las filiales de le Confederacién General del Trabajo (Cot) {en algunos casos de las 62 Organizaeiones) adquirieron una presencia muy deste- ‘ada, fuera como aedes de los actna y conferencias 0 por la presencia de sus representantes en los mismos. ‘Ademaés de los contactos con los grupos revisionistas del intorior, el institute te abocs a Ia publicacidn de le revista que tuvo cierta continuidad hasta 1963, Durante 1964-1965 se publied un periédico mensual, Revisién, que habia apareci- do ya durante 1959-1960, ahora como érgano oflcfal. En él se publicitaban las ‘scasas actividades realizadas, como las parogrinaciones a la Vuelta de Obligado 4+ Sepublicaron seis mimeros de I revits entre 1968 y 1860 un iltimn ndasero realizado on ‘961 pera que apareelé en 1963, Ei bleta reaparecé en 2968 y se publicaron diez atmeros insta 1971, cuando desapareci 4 “Coossjo Directive", Revista del Institut de Investigaciones Hitérieas “Juan Manuel de Rosas" (en adelante, Riise), N17, 3" trmestre de 1953, p 121, Después del golpe militar, la ‘eoiluceda dl instivato que hab silo elogda un octabre de 1954 foe prorrogada en su mat {ato aungue en ios hoshos el istinuto queda cargo de Albesto Contreras Polesnicas y ers en el sevsionisme argentino as 4ya Navarro y las conferencias que poriddicamente se dictaban en un local presta- {ig por el sindieato de Senidad. Bl periédico reunia breves y eseasos articulos (va- rios ein firma) que recogian les temas tradicionales del revisionismo. ‘El iutituto siguio funcionando precariamente y tiempo después uno de sas ariificea, Jooé M. Rosa, se rotiré a vivie a Uragany. Para Rosa, el institute habia ‘camplide eu misién ye que el rosismo ee habia difundido plenamente. Ademas, expresaba Rosa: ‘Me reaultsba dif armonizar 2 los perosistas y antiperonistas que militaban. {.] El rosiemo se habia hecho popular, y se inelinaba naturalmente al peroaismo, y eso no gustabs a los nacionalistas de ‘Yiejo enfo firmes en su antiperonismo, sobre todo deapuss que eayé Povén. Yo trataba de separar la historia de la politica, yo hacfa esfuer- as para mantener el equilibria, (,} Los rosstas antiperonistas se Joan yendo, ¥ los pocos que quedsbsn no aeuiian a las conferencias para ho encontrarve con loa peronistas. Y éstxe no tenfan interés en Gira ocadores que nos los hablaran de Porn ademas de Rosas. Acabé porcerrarle, pricticamente.? I nuevo clims politico inaugurado tiempo después bajo el gobierno del geno- ral Jusn Carlos Ongania permitis recuperar cietio aire al nacionalismo. Este os- favo represontado en el gobierno militar por hombres provenientes fundamental mente del Atenee de la Repabliea, institacion fundada en 1962 que propugnaba bras en beneficio de Ia nacién ante Is maniflesta crisis institucional, més alld de toda identificacién partidaria en aras de preserver Ia tradiciéa enistiana y los ‘valores de la nacionalidad. Si bien en el instituto existfan miembros vinculados ‘on el Atonoe de fa Repblies como Emilio Spinelli, macio B. Anzostegui y Héc tor Llambias, no existié un acereamiento con el gobierno puesto que muchos revi slonistas desconfiaban de sus propésitos. ‘Pose a ello, en 1968 cobré nueva vitalidad. Para esta nueva etapa se nombrs ‘una Comision Directiva en la que convivian peroaistas y antiperonistas ¥ que ‘mantenia en sus filas a conspictos participantes d> afios anteriores.’ No obstan- 65. Revit, 2épocs, NV 035-26, pableais entre lio de 1964 y marzoabril de 1965 bajo la Sireciga do Alberto Mondragée, Con el N"17 de agosto de 1965 se nics I tereeraépoca ea la djusal perience dfinia como organo de Publicaciones Argentinas S.A. y no como pel6dien fel iastato. 1B. Hemmander,Conversacones con dood Marta Rosa, Bueros Aire, Colihue-Hschoto, 1975, pp 150-181, 1. Véaso G, Selser, Bl Onganiatat La ecpada ye hitopo, Buenos Aires, Hyspamerica, 1886, pp. 26-47. 9, Comsiéa Directive: president: geaeral de divisigo () Oscar Uriondoviepresident: al tnicante 2) Guillsrmo Brown, seeretaro:Saio A. Torres; roseeretaro: Fermin Chavex;tese- foro Maguel N. J Anchorena;voeales:L, Castellani, A. Contreras, .Tbarguren, A. Jauret- Tho, B Matera, dP. Oliver, coronel UR) Diogo Perks y JM. Ross; “Noticias det Instituto ‘Roses de Tnvestigasionce Histésiese Inaaguracin de Ia nueva sede", 88 sulle Stortini te, la renovacidn se produjo con la incorporacién de ex miembros del Movimiento Nacionalista Revalucionario Dacuara (NET). EI MvEr habia surgido.en 1963 como tuna fraccién més de las que habia ganerado el micleo original de Tacuara, pero con una orientacién perenista y rovolucionaria con ciertos tintes izquierdizan. tes. Bajo el gobierno de Ongania, ese grupo buscé ea el instituto un espacio donde desarrollar legalmente su actividad politica, sobre todo para aquellos mili- tantes que habian sufrido ia careel y para reconstralr lazas con aires grupos poli- ticamente afines. ‘Se incorporé un grupo conformado por Alfredo Ossorio, Adolfo Dante Less, Alejandro A. Sdez. Germain, Alberto C. Pascual, Carlos Dasso, Maximo Altieri, dosé M, Di Giorne y A. Nicanor Villafane Molina, enize otros, que ocuparon los ‘argos estratégicgs del instibuto, dejando para los antiguos evisionistas los asientos de la Comisién Dicectiva. También ooupaban cargos en la conduseién de Ia Fiun- dacién del instituto, dirgida por el estanciero Manuel N. J. Anchorena, que tenia yor objeto la difusidn cultural y docente y que estaba en proceso de ereacién, El ingreso al institute tavo efectos no deseados va quo algunos militantes de ‘nacuara sufrieron la influencia conservadora del estanciero Anchorens. Para Os Anchotena hizo caer en la tentacién a muchos compaticros: los conptd y las rederechiss. | Fui amenazado y expulsado, con la anuen- cia incalificable de ex camaradias yex amigos (..] Elinstituto se dore- tchiz6 definitivaments, (.. Le convocatocia do Anchorena fue folel6ri- cy comenzé a cultivar a radon en detrimento de le transforma urn, 2 Spec, ao 1,3” 1, jan de 1968, p. 12. Bt general Uriondedirgié en 1949-1959 ln tficaa deinteligeacia presidencial C12) yen 1054-1955 ln Revista de la Bscuels Superior de Guerra, Véase R, A, Potash, Bl crit y la politica en la Argentine (1645-1969), De Perdn a Fronds, Bueus Alves, Cudamerieans, 1091, 1, 61 10. Bl Movicsionto Nacionalista Tacuara nacé eb 1958 baja la jet Uciburo, hijo a Alborto Recurea Medrano un cotri reisioista Ea sus aig tenfa una tondeoria autoriteria, ntidemcrdtica y anticomonistarefigo de su admiracisn por ls figura de Jose Antonio Pre de Rivera y por sa organizacin, la Falange espanala. a 1963 se prodjp et hecho mds resonante procsside por Tacoaca el aslo a} Polini Baacse Ho que provoe!, una ver que fe exslarscido, el inicio de son fast repesign que inclaye 2 {eda las fracccnes dela ongaaizaciény 2u posta faera de la ley Una parts importanta de telitantes del MN ue encsreolada, Para ol curginientoy la ovolucién de Tacuara,véaseR. Bardini, Tocuara, La pélvora y la sangrs, México, Oegane, 2002y D.Gatesan, Tua, hist. rio dela primera queria urbana argentina, Buono: Aire, Javier Vergara, 2002 11 Batravieta del autor « Alifedo Osseo 12. "Notices del frsitato Juan Manuel de Rosas de Investigacion Histércas. Comisién Direetiva y "Noticias del Institute Juan Manuel de Rasa de Investigaciones Bistiricas Se crganias la Fundacidn del Lostituts’, S/R, 2 €poea,aB0 1, N'1,julo de 1968, p. 13. 13. R, Bardi ob. cit, p. 119, Ooaovio raeverda que Aachorena jnviteba a mulitudinarios 5ados east estaaeis da Charcomds y sus empleados rocibian los comeasales vestiden como ‘mazorquerae(eairevsta dal aor, oldmicas yersis en el revicionizen argentino 8 Elcontacto con Anchorena y el eansancio propio de la militancia conduyjo a que ‘un grupo de miembros del Newer se pasara dol ‘nacionalismo revolucionario al pure folelore tradicional", Mientras Oscorio y otros fueron expulsados del institu. to, Saez Germain, Pascual y Loss permenecieron en él Ms allé del verdadero poder disolvente de Anchorena, to cierto fue que sopa: tratlos por Jae diferentes ostratezias politieas queesumieron Tos antigues militan- tes del sive, ants g10pos desaparseieron de laprimera plana dol bolotin y dota brganizacién del instituto, Enérentado con éste por ol control de a campatia por la repatriscin de los restes de Rosas, el misino desting tuvo Anchorena, 'A partir do fines de 1969, la vieja generacién ravisionista volvi6 a controlar el instituto aunque no por elle los conflicts habfan de termina. Finalmente, en abril de 1970 se realizé una Asamblea General de Socios que dispuso tne reforma fe los estatutos. Se era6 un Consejo Superior presidido por Julio Trazasta, que rounia a todos los historiadores ¥ militantes revisionistas viaculados a la institu: ‘lon. Bn eze consejo, ademas de las figuras tradicionales del revisionismo, apare- Gian Rodelf Ortege Pena, Eduardo L, Duhalds, Guillermo Furlong y Roberto ‘Matfany, y los militares Bdwardo J. Uribura y Farnando A. Baldrich.§ "A diferencia de los estatatos anteriores, la finalidad del instituto residia en “esclarecer la verdad de los hechos del pasado y formular su interpratacién co~ rrecta desde el panto de vista de la unidad, grandeza y soberania argentine, cin [Pujecion a idaologias doctrinarias ni a circunstanciales factores politicos” Por primera vez, en los fines de Ja institucién se habia traspasado el estudio y la Gifusia de la vida y obra do Juan Manuel de Resas y de su época, lo quo parec indicar la demanda de los nuevos intograntes de incorporar diversos tomas y s0- jotas al andlisis histérico. En el timo poriode de 1968-1971, pase a larenovaciéa indieada, también se regiatré cierta continuidad en ol elenco de direciivos y colaboradores. Entre elles Se destaod el regreso de Julio irazueta como prosdento del Consejo Superior. Tam- bien tuvieron relevancia en esa época Rosa, Cortreras, Oliver, Ibarguren, Garcia 14. general Usibura habia eotado a cargo dal Plan Durops,cuyo obative foe reorantar Ia Goapra de armameates hava Baropa frente alos coatnies do Rstados Unides sobre a provi- ‘Suode pestrechon iltaen: Véase A. Rouqui, Poder militar y soiedud police en la Argen- finn {943-1975, Busnos Aires, Eine, 982, pp. 279280. fines de 1969,e1 general Alejan- tir Lanusse lo Gesplazd de ou cargo, cote movimionb,cogia Potash, fue iterpre:ado por {Unibars como ua iatento de debltar 8 Onganiaobianprovacado por infencia del Penta~ gone (RA Potash, ob, ct, De Iz caida de Frondisi ale restoureei6nperonst, t. 2, pp. 198- fooy Bn 1969, el iastiuta publicd el diseuso de Urigure al hacorce cargo dela jolara del ¥ Cuerpo del jérita yma tarde el procunciado en Cipeletien eeasiga dal homenaje al gs fal Angel Pacheco, partcipe dela eampada al dasirie de 1998, donde realissba ana exalts ‘Ga de Rosas, Veaoe Milica", JU, 2 €poea, aot, N°4, abril de 1959, p. 1, y "Diseorso ‘Eel genocal Eduardo Juan Uribaru”y "Nota de Redavciéa”, sunt, 2 épca, aot, N°7, ‘Stubee-aoviembre de 1969, pp. 4 76 Et teniente corel Fernando A, Baldrichlier6coa 3 ‘CRonpadera Florentino Dise Lesa ua intanto de desalgae a Lanvsse en ectabze de 1971, Ba Uri ere consideradoultranaeioaalise nazi. Viase & A. Potash, ob. i, 2, pp. 74277 15, [dee, p20, ea Julio Stortin Mellid, Orsi, Garcia della Costa, Soler Cattas, Pavén Pereyra, Chaver, Jacovella Vignale, Ezcurra Medrano, junto con una serie de nuaves articulistas entre los que se destacazon, en primer lugar, Ortega Peia y Duhalde, y luogo B. Anzodte. gui, Uzal, Murray y Baldrich, més alguna participacién aisleda de Jauretche, Corvalan Mendilaharsa, Rega Molina y Castellani En 1969, mae alld do los actos habituales por Rosas, Quiroga, Dorrego y la ‘Vuelta de Obligado, se deatace la eampasia por la repatriacisa de loo rectos de Rosas iniciada 35 ailos antes y fracasada en diversas ocasfones durante el pero: rismo. El instituto inieié una campafa callejera de carécter popular para recoger tun millon de firmas y fondas que surgieran del aporte voluntario de los cidade nos. Bl objetivo, como decta, no sélo era Ia repatriaeidn de les restos sina funda. ‘mentalmente el regroco de la politica nacioaal de Rosas, como “una consecuencia de la revisién de nuestra historia" Perfil de las publicaciones En Ia etapa 1958-1961 primaron los articulos zeferidos ala sitnacién interna. cional en Ta cuenca del Plata desde el perfodo virreinal y alas relaciones diplomé- tHoas de Ia Argentina con sus vecinos, especialmente en lo referente alos tratados do limites y los respectives arbitrajes, Se aludia también la pérdida de tarrito. ros virreinales y a loe orrorce de la dirigeneia liberal que Rosas habia podide frenar, no sélo en lo que hacia a la diegregaciéa provincial sino también a la ame- naza de dominacién de Iss potencias imperialistas. En este sentido, continoaban los articulos dedicados @ los sucesos heroices de a etapa rosista como la Vuelta de Obligado, y tambien & los aenerdos diplomaticns mantenidos por Rosas con Gran Bretafe y Francia. As, los articulos referides a a historia de las relaciones inter ‘nacionales junta con lot eonfictes béicas conexes ocuparon aproximadamente 33 por ciento de lo publicado. Un niimero importante de articulos (25 por ciento) se refirieron, mis que a cuestiones pol ticas e institucionales, alas ideas que ellas trasuntaban en el pro- ‘edo politica argentino, En alguna ocasién, este andlisis remitia a conflico origi> nario presente en el proceso de 1810 y que recorria el siglo 20%, enfrontando a Roses y los caudilloe con los representantes do la tradicin liberal. $i bien un ‘buen nidmero de los articules segufan refiriéndose a 1a época de Rosas, algunos ya retrocedian en el tiempo a fin de analizar sobre todo el perfedo 1810-1829. Se destacaban entre ellos los dedicades a la Revalucién de Mayo al cumplirse su seoquicenienario, a San Martin, Bernardino Rivadavia y Martin Dorrogo y a la ctapa inmediata a Ja caida de Rosas: las consecuencies de Caseros, la politica de Urquiza y la sancida de la constitucién de 1859. Pricticamente no habia articulos refaridos # la segunda mitad del siglo x0< (y niaguno al siglo 209, salvo aqueltos 36."Vindicac6a da Doo Jean Manel de Rosas", a/R, 2° época, aft, N°6, septiembre de 1969, p 9;"Vindieacisn do Juan Manvel de Reeas" Spe a8, 7, ‘etubre-noviembre de 1989, pp. 7y 48; "Otea etapa, atu, 3" época, 0 7, NP, marsa de 1970, p.5 Potdesicasy exisis oo revisionisme ergentino 88 quo rastroaban problemas cuyas raiceseptaban en las primeras décadas de la Senvaria v que desivaban de ls aida Ge Rosas ‘Agarose también un puedo de arviulos (10 por cients) vincwlados eon Ia historia econdanica pero cava dime explicacignresiaie en decisiones polities o Gnas ambjcionespersooales dels protagonistas. Por lime, lo artiewos refer dos elas expresionos coltarales dela dpora de Rosas abarearon un 20 por cent; ‘Rtsaban seure suedtiones cdentives, © axprosioneelitorarias de unitarion yf. {etaies, canciones de paréos y morenos, evento y producciones musicales Ta publicacion eareia ce secciones definidas Apsrecieron all arsfolos de invostigaion 7 cifusién,y ee eservaba el testo para dar a conocer diversos aspec- tos intitactonales(momorins, etatutos), los acts y enforencie, inaure heoy actividades de lee Sale, alg que ato editorial, necrolgicas yen sgn ano, el correo histico etic bibliograficas Ta rovista acquire an mayor cardctor“acadéaica’ en sus dos dtimos mine ros (N22 y 28) drigidos por Barigue Guercero Baltaxén y Jorge M. Ramallo. En Soto mimeros, notables por su volnmen (algo mas de novecientas paginas entre fon day), ve intonté formolizar Ina secoones,esfeerzo efimera ya que Ia revista rein yovis a aparecerveinte eos mas tarde.” ‘Para el perio 1968-1971 la tipologie dela contribucioneses aun mée dict do constrait ya que el objtivo primordial de difusign lew a ina prodaecién mas fagmentana y do menor profandiéed que In de tos anteriores ‘las eslaboraciones de los ex militantes do Tacaara a0 Oltré certo earécter Gpicoy "miicinne” Se hablaba de dar ol omg Saal ale histori beral, para To hal habia que constr un “comunidad de volontades’, y so eeRalabs que la ‘adicion argentina impicaba indislublortents Hispanismo, mila, catlicsr0 y gnuchajo™* La infiuencia de José Antonio Pri de Rivera y Jaime Maria de ahiow’ se destacaba en ol dscareo que hacia hincapié en las perspectivas “co Tunitarstec"y tradicion lstas quo concerdaban en su espiritr com algunos Peo SJectan de la ép0ea promovids por ol gobiemo de Jaan C. Ongenis, en espacial & {raves dela Seortaria de Fomento dirigida por Radi Puighs En ono do los prizne- qos imeras del boletin epareié un arate de Leenardo Castellani sobre el ase ttelogi” do los Antonin. Este foe tm artieto alsolutamenteatipio en las p- Uicaciono dol ineituto que nunes aboréa tems espeifeamanto ligados 2 c0- 17, Ba ella se encontraban las secciones "Taventigecione” y“Bstudiae y ensayes", mas otra Senominada *Miseeldaea" donde ee reunfan enrayos breves, homenale, souribuciones bi bogedice, et. Adem westinn otras arceones como "Textos y docueaies” donde se publ aban docimentos de Le fpoca de Ratas, "Notas ¥ comentarios", "Actividades del Tastitae”, ‘Necrolgieas'y dos seecones denominadat “Critics y polémica" y“Bibliografa’ donde s@ ‘pantenfaa los debates con los nsteresealiieades come lineraes de irquieré, 138, "Re Presentacén” y ‘Congreso de la Tradicisn", BLMRIH, Z* paca, aot, N° 1, julio de 3568, pp. 3¥5; 1, Jeims Maria de Maiou era un ex colabarscanista francés que habia participedo ene! {nbierao do Vichy. Bn in revista Dinémicasosa!diandis sus teorias“combnitarsta. Tab Joon la Universidad Nacional de Cua duraate el peronseroy ahos rds tarde diet clases en la Universided Argaatina de Cleneiae Sociales, nate & Bardini, ob. it, pp. 7-0, Gotmaa, ob et, pp. 108-106. 2 Solio Stertint rrientes ideol6gicas, procesos o sucesos de cardcter internacional. Para Castella. ni, Francisco Franco exa ol heredara lagitime dal fundador de Ia Falenge ya que habia convertido a Espa en el tinico ejemplo de la victoria sobre ol comuniamo y sobre las “virtudes" del sufragio universal durante la Repiiblica.®™ La produccién principal siguis recayenda en el viejo grupo de historiadores sovisionistas. Ea éeta,2i bien el marco temporal y temitico parecia ser mas am- io (les invasiones ingleaas, In Revolucién de Mayo, In Roveluign del 00), lo frticulos, homenajes, reivindicaciones y apestillas romition casi aiompre ala his- toria politica relativa a Rosas y a su 6poca (aproximadamente 45 por ciento de los articulos). Del eanjunto de artfcalos, destacan nitidamente los que constituyeron el debate sobre la Guerra del Paraguay, entre Juan P. Oliver, por una parte, y Rodolfo Ortega Peis, Eduardo Duhalde y Fermin Chiver, por la otra ‘En estos afics continué el esfuerzo por afirmar la exiatencia de une tradicién revisionista que se remontaba a la obra de Adolfo Saldins y Ernesto Quesada, y por jar ciertos aspectas metodoldgicos (18 por ciento). Otro campo que siguié ‘tonieado importancia five el dadicado a las expresionas de le eultura popular y a las manifestaciones posticas y folcldricas de contonide patristico y revisionista (22 por ciento), A los textos ¥ poemas de cuorda patriética, eo sumaron los ya cldsicoe articulos sobre Ie obra de José Hernéndez, y Brano Jacovella apor's en: sayos sobre la evolucin del folelore argentino. [Bs de destacar que en todo el periodo posterior a 1959, pese a le confrontacién ‘einestabilidad politica y social del pats, las publicaciones del instituto estuvieron ‘vacias de toda roferoncia a la sitnacién local. Aunque el peronismay el revisionis- zo tendian puentes que permitfan identificar al movimiento politico eon una do terminada interpretacin del pasado argentino, no huboreflejo de ello en Ia revis ta yenelboletin, Los desafios a la tradicién revisionista Los alos 60 estuvieron signados por una agitada vida politica en la que tuvie- ron un destacado protagonismo las nuevas generaciones que pretendian asumir, al calor de los tiempos, un mayor compromiso con la realidad politica, social y cultural dal pais, Fruto doa imposibilidad de construir espacios de consenso y de negociacién sustentables en el tiempo, se fueron tensando las précticas politicas y Jas conseenentes interpretaciones sobre el presente y las maneras de moiificarl. {El revisionismo no quedé al margen de este proveso y se eneonteé con la de- manda de sectores dispuestos a buscar on ol pasado una fuente de logitimacion ue diera sentido al compromise intelectual y a la militancia politica, Al oompés de la situacién politica y, en buena medida, como resultado de un peronismo(o parte de él) que tendfa a apropiarse de las banderas ravisfonistas, la polémaica también ge instalé en la cocriente historiogrética esludiada, en tanto 20.1. Castallans, “La pagina de Leonardo Castellank ave Antooia, oun, 2 época, ao 1N" 2; agostoseptlembre de 1908, p. 25-24. Bn la presestacin de articule se deca que este recrzaba wa “bolipo de héroe fatisiemonta nuestro por la conics haredahispana de la ar+ gontiniad’ PPolinicesy crisis enol revisionisima argentiog a ésta debia afrontar las nuevas perspectivas que desde su propio seno se ebrian hacia el andlisis de nuevos protagonistas histérins y que buscaban renovar el revisionismo a través de diferentes lineas interpretativas y eonceptuales. No sélo centonces el revisionismo debié afrontar los desalios de aportes historiogeaticos ppréximos come los do la llamada "izquiorda nacional” sino que tambisn tuvo que ‘sumir que la relativa homogeneidad de Ie corriante, incluso dentro del propia institatn, estaba dosintrerdndase sas polémicas internas se desarrollaron sobre dos nticleos teméticas. Uno de los giré alrododor del significado que tuvo la accién de los eaudilles 7 as mnasas pos Rosas en el sigio Xx. Bl otro, donde también aparecian algunos motivos del primer debate indicado, tuvo como eje la Guerra del Paraguay. El debate sobre fos caudillos Hacia mediados de la década de 1960 se dispaxé el debate sobre el cauailismo siglo x0%. Para las revisionistas, el papel de les caudillos en la construcei6n de la Nacion Argentina habia resultado un andlisis complejo, en tanto habjan exaltado el proyecto de Rosas de constituir un Estado fuerte y eontraligado que cevitara una mayor desmambracién del antiguo tersitrio virreinal y que permitie- ra onfrentar las amenazas fordneas, No obstante,cousiderabaa que los cauaillos hhabjan tenido un papel relevante wn las primerasdéeadas de vida independiente en la defensa de los valores hispano-catélices, deun orden pateralista y de los Intereses provinciales frente al centralisma portaiio y liberal. Bae papol noenca Flamente se decvaneceria una vez que Fesas llegara al poder. Rosas venta a resol vver no silo ol problema de le unidad y de la goberania nacional amenazades sino también el confista politico, social y econémico interno que impedia la misma existencia de la nacién. Los caudilios se convertian asf en “colaboradores” del ‘Restaurador, on ausiliares que carecfan deo posefan en mucho menor grado las aptitudes personales y politicas de Rosas, [Los eaudillos del interior tavieron una presencia exigua en las publicasiones el institute. Las referencias a ellos eran generale: y darante el perfodo estudia- Go s6lo hubo ua puflado de articulos y conferencias dedicados a ellos, més allé de Jos homenajes que anualmente recardaban a Dorrego y Quiroga. Por otra parte, habia sido casi nula la atoncién dispenseda a Felpo Varela, Checho Pefialosa y Ricardo Lépez Jordéa. ‘Ahora la presencia de fos cauiillos se correspondia, en parte, a las perspect vas proporcicnadas por los nuevos militantes del revisionismo, Para Ortega Pea 1y Dubalde, Felipe Varela era la "encarnactén heroiea de la lucha de las clases 21. Desde la ravista so advorta sobre ol paps de Joege Alelardo Ramos, Juan Jaeé Here er Arroguiy Révardo Astesaoo, quienes 56 hablan acerca al peronisma, ee desi, conel fa, Ge ponatear en ol proltariado pero desde una pertpectioarateralista que eliminab toda imoasiin religions Sogn eet interpeotacin, Races habia peondo a ser pare la Naguierda haciona” of precursor det nacionalismo popular, antaligéuicey antiimperslista pare com igen materialist y ate, daspojada de teda napiracénaxperary traaosndente™ M- Nadéoo, "Rosse y la igquerda nacional", nuMa, N°22, jlio-didambre de 1980, pp, $17-918. 2 olla Startini oprimnid: dio permitir{a entender el papel cumplide por “Ia clase Jadora americana en sa revelucién contra el imperialismo anglo-yanqui y las oi garquiae locales” que, a su ver, posibilitarfa entroncar sus luchas con la accién revolucionaria del proletariada contempordneo. Si bien, como indica Haiperfa Donghi, a Felipe Varela, per ejemplo, algunos autores le podian reconocer un n- ‘imperialismo que era mas complejo encontrar en Rosas, sin embargo la recupo. rracién do los eatdillos dol interior por algunos autores enrolados en el institulo parecia estar més ligada a eu cardcter de Iideres de masas populares que, en fligunos easoa, a un antiimperialismo no necesariamente superior al de Rosas. En ‘leaso de Varela, Ortega Pefia y Duhslde definian su antiimperialisme como eon- tinuacién de un plan politico que habia encontrado en Rosas a su principal ejecu- tor En carta a los autores, José MM Rosa defendia a un Rosas antiimperialista e impulsor del “sistema american” euyo gobierno habia sido expresion de las ma- sas y, por lo tanto, el Snico gobierno popular que habia habide en el mundo. La Confadoracién Argentina era, para Rosa, un Bstado socialista, sin clases domi ‘nantes ya que propietarics, militares y elérigos estaban subordinados a Rosas." ‘Ortega Pefia.y Duhalde cousideraban quo Ia dificultad en investigar la figura do Pelipe Varela habia sido el excesiva rosismo del revisionismo, dado que Varela unto al Chacho Pefialoze) habia perticipado en la Coaliciin dat Norte contra Rosas, alo que-se agregaba la proclama de 1965 ~donde se reivindicaba Caseros~ yysu confesado nrquicismo. Ello, decian los autores, era visible en el relativosilen tio que rodeaba al proceso montanero en la obra de Atilio Garcia Mellid sobre Paraguay o en los articulos de Jase M. Rosa que, pese a haber “descubierto™ a ‘Varela, Io adornaba eon un simple aire quijotesco.* ‘Pocos meses después, Fermin Chaves rechszaba las eriticas de Ortega Peta y Duhalde como simplifeadorss, en tanto sus argumentos apelaban mds a la ima- ginacién que a los documentos, También protestaba porque Varela y Peiialoza fabian sido tratados por otros austores, revisionistas o no, como Ricardo Caballe- ro, Corvala Mendilaharzu, Dardodela Voga Diaz y Santos Léper, Mario C, Gra: Ernesto Palacio y el propio Chévee, antos de que lo hubiers hecho Rosa, quien recien se habia orupada de Felipe Varela en. 1959.7 ‘22, Vénse B, Ortega Peis y BL, Dualde, Felipe Varela contra el Inperio Britnico (Las roses dela Union americana onfenton aca po! ins serene), Bosbos Aires, Sodest, 1968, pp, 10, 190-191 y 162-164, Los actres entandion ser 'voceros de las masas popalares roatinnycodoles el patrimonin de la wordadara tradicié histrienrevoluionaria argentina y ‘mericane” (p12), Véobs T Halperin Donghi, "Bl zevisionixno histrio argentino eb0 vt ‘Sn dovadeatiota de la historia nacional”, Punto de Viet, ao VN" 23,1985, p. 16 25, Véaso R, Ortoga PeBayE.L. Doha, Felipe Verea.., pp 258-261, 24, {dom, p23. Bo ana carta anvinds a Jos autores, Arturo Jaaretcherecopocia que la ingusr ‘a revstonsta haba puesta en primer plae el facine soil a diferencia del priser revisionis: tno, pro sdvertia sobre los intentas de opouer 2 Rosas conta los eaudles del nterae ace ‘ose los eontrastesydisminayendo las coincidencias, Ba coanto asuextracia social Ro tae le eavdillos por lo general no se dferenciaban, Jauretche velvia»cechazes el anlisis Ade claseyplantaaba nocividar a “cusstién nacional” como ee del andlisshistrce argentine ‘dem, pp. 288-288 25, Véase F. Ohiver, Ei revislonisma yas montoneras. La “Uniin Americana’ Felipe Vere, ‘Juan Sia 9 Lopes Jordén, Bucacs Aires, Theorie, 1968, pp. 9-13 1 Polémion y crisis ¢n¢}evitionieme argeetino 99 En las Jornedas de Homenaje a Felipe Varela rzalizatas en 1987, Ortega Petia y Duhalde presentaron una ponencia sobro "La metodologis histérica yel estudio de las luchas eiviles argantinas del perfodo de Is organizacién nacional’. Inicia- bban el trabajo criticando la historiografia oficial sobre las luchas civiles pos Pa- von, amparada supuestamente bajo la “objetividad cientifics”, Apoyéndose en Benedetto Croce, Jos autores insistian en Ja javestigacion histérica integrada asa. tiempo, pero un tiempo siempre polémice en el cual las luchas civiles de montone- rosy liberales continusban con distinto ropaje. Bajo la cbjetividad histérica, los hhistoriadores oficiales se habfan resguardads de las “Lacuaras de los montoner ‘quese ciernen amenazadoras eabre gu prosonte”. Aquélla soguia los pasos de Le pold von Ranke: contar la historia tal como habia ceurrido. Loa autores indicaban ‘Que, por el contrazio, el historlador deb‘a mostrar la dimensién totel del pasado ‘eniendo conciencia de que lo hacia desde una determinada posicién Ortega Poia y Duhalde hacian, ademés, una dasificacién de los modelos his- toriografivos elaborados acerca de las luchas eiviles durante el periods de la orza- nhizacién nacional. El modelo revisionista ora ejemplificado con Ia obra do Fermin Chaver, Le eriticaban a éste un excesivo apego a lz figura del caudillo ~un modelo mitriste de signo invertide que convertia a sus trabajos en biograflas eruditas. Sélo quedata la vida personal del eavdillo sin la presencia de las masas que eran Ta fuante de su poder. Por Io tanto, e Lerminaloa haciendo una historia antiliberal pero muy ligada al modelo criticado, Adomés, 12 obra de Chaver reflejaba las fallas del revisionismo ortodoxo ya que el gutor se ocupaba de cuestiones margi niales y de descubrimientas documentales de ningana efectividad. No lograba en- tender, a} analizar al Chacho y a Lépes Jordin, el significado de su enfrentamien- ‘to a la expansion colonial. Ortega Peta y Duhalde concinian, por un lado, que la falta do un andlisis estructural (el imperialismo) que permitiora oncuadrar los, Iheches histéricosy, par otro, la falta de imaginaciin histérica, convertian al revi- sionismo tradicional en una via muerta con cadz vez menor repercusin en. las masas y mayor consideracién en las aulas "magistrales'." La Querra del Paraguay Eldebate que suscité la mayor repercusién y que involucré a verios miembros del instituto fae el relativo a la Guerra del Paraguay. Este tema eabré gran rele vancia no sélo por el propio centenario de la guerra sino porque reun{a varios condimentos eares al rovisionismo: la intervenciéa de Bartolomé Mitre, la siem- pre presente competencia con Brasil por la influencia en Ia euenca dol Plata, la relacién da la Argentina con los antiguos territorios virreinales, el imperialism inglés y nnevamente el papel de Ios caudillos federales. ‘La polginien 39 inicié en 1969 coa un furibando articulo de Juan P. Oliver a propdsite del bro de Leén Pomer La Guerra del Paraguay: gran negocio (1968). 26,8. Ortega Peiay £.L. Duhstde, Las guerrosciviesargentinasy la historiogrofia, Bons ‘izes, Sudestada, 1957, pp, Held. 21. {dem pp. 36-38. Salio Stoetini st al strane st dos entree te oni nena o ii cay uu mn nr fw nde ha a a fencers lm taney decent aaa Leer eri cfntesnainelosdolne pee que dominance 3 a er cone gs lo do Pons rearesttabs salen o dependent lone un coe apeina monemr mr noe seni ure inmate aii tater rer te erable scale interne nervioso ver eaalas Slaptarioy adulterarlo yecuaba de elo a Bdaardo Astsano, Jorge et eae er Radel Ovtege Pet, Basal, Dahan Lata na a és de un manual de wove na rca so pmowa dae Mohan ieee ew at Pangea cone i du spar leon a er esi arsnds et nerpesain matin sega der un a del» ps amet bn a sade a gpa Es nero ean ea Yet a sic faapy no tus or genta Say epee gees qvrocamensfelabs be min are ulead a potncalylamedenidad ocd de Paraguay see 1 eae Pros ftocufn anv indian, Bo ead tals sa pte ia pss dole Fa a non mines y santas algain ee sce cae bls aun ov mn nave Ge Pani bap Sins Ts big dpomaa rie tuba protested yaarara Solano ne. ht atainel aad net en anon ws oa SeBanc as podem cues CPt i blancs de pr erin nol por aaa 2 aul gue aan ee tent chdren cana ferenars del a6) YB intervene la sq tohhan ney ema eo cee militaroe. Hablaba de una “anreola flclériea” otorgada alos caudillos de sees giles at nf baon cate est Hay 0 > fos afc 60 use oni uaa de astourede Pore sontare sete epntin conte urate loeb, ea aban pcs veins ead abs aoc ede Fae ela fafa n Faas. cic de coat orn heels naan manieat do Fran 90 2985p ay Mi in cell Froguay st an de nadie Moar ser deep ar oes it Aegon a 4 Brad eon tant gus ere dl wee nt pc, te 4b 1969, souvent ypisme’ ALMA, pc ae 42192 28-3 er a ewe aaa quel esta oo ara 2 smear ia nop de Ober ee ean voy VO Miva BA Rat Mitre den patel FS le Amin Lat, Banos her, Pros 196 Polézicasy crisis en el revisinieme argentino 95 nacional, hubo de hacer frente a une agresién extorca y tuvo que cumplir la fun- cidn que le competia ante un confliete internacional. Concluia Oliver que no era posible ensalzar la politica de Lépes y menos desde el revisionism, ya que se ebtan juzgar las aatitudes nacionales o antinacionales y no hacer cuestidn de nombres y partidos. Rodolfe Ortega Peta y Eduardo L. Duhalde arremetioron eontea Oliver y six inlerpretacién conspirative acorea de la literatura scbre la Guerea del Paraguay. La atribu(an a una rair Woeral-aitrista que no podia eladir y que lo llevaba a falsficar Ia historia * Negaban pertenecer a la *iaquiarda nacional", que no habia producido obras sistematicas sobre el teme, y deslindaban posiciones respecte de la historiografia comunista (el primer Puiggrés, JulioNotta, Leonarde Paso, Juan José Real, Alvaro Yunque) que consideraban de ma:rig lieral. Ademés, Ortega Pera y Duhalde le indicaban a Oliver haber olvidadoa autores que habian inves- tigado sobra el tema como José M. Rosa, Fermin Chavez, Atitio Garcia Mellid y Bilas S. Giménez Vega quienes, seguramonte, segun la éptica da Oliver, habian sido instremontados por una conspiracién historiogrifica promovida por Moses." Los autores criticabar la pasicide legalista con rerpecto al gobierno de Mitre y rechazaban de plano los argamentos do Oliver sobre el origen de la guerra, el atcaso del Paraguay, el carécter insurrecto y guerrillero de los caudillos federales ¥, por supuesta, que Gran Bretafia hubiera apoyado a Lépez contra Ia Argentina, ‘Ortoga Pefia y Duhalde conctsian que, efectivamente, ol revisionism histori- co Cantimitrista, montenero y lopista’) debia defender desde una perspsctiva nacional al Paraguay de Lépo2 y, por lo tanto, lucha: contra los resabie liboral- titeistae y consolidar el nacionalismo rosista popular Por eu parte, Fermin Chaves eriticaba al instituto por publivar un texto que agraviaba @ antares y figuras caras al nacionalismo angentino y, par sobre todo, tun articulo que para atacar al marxismo apelaba a las eategorias del mitrismo 7 aun a las de la CLA. Chlver recapitulaba brevemente la hostilidad inglesa para con el Paraguay desde antes de la guerra y la del partido liberal argentino para Aestrulr a este pafs, Ider del proteccionismo en América del Sur. También le re- cordaba a Oliver el caréeter antipopular que habta tenido Ia guerra desde eas inieios y la actitud de Rosas a favor de Acuncién durante al litigio.= Fronte a la endanada do respucstas a Oliver, el institute so vio obligado a reivindicar al autor como un hombre destacado del revisionismo que tenia por ello derecho a ser escuchado. Por su parte, el instituto no adoptaba posiciéa oficial sobre 1a Guerra del Paraguay, dado que, segin los estatutos, no corres- pondfa al periodo histérico a investigar. Pese a quesl boletin abria las puortas 30, Véase R. Octoga Pedy 2. L. Duhalie, "La Guerra de la Triple Alianea ye reviionismo raitrsta, aLMRU, 2*époce, ao, NYS, many de 1989, pp 22-27, SL, Aéato, Olivo ls consideraba parte de una corient publitaria que ears de toda ‘arldad bistoriogedfica” en el toma. A Rota lo definis eoms un "Aistinguldo publica de Fanta-histora (.]quion a ves ccinide con la realidad” JP Oliver, "Rosina, cxmusisme y lepismo, EUnet, 2 époes, a0, N'6, septiembre de 1989,p. 92 32, Vase F. Chéver, “Dos carts (Mis sobre Rosiamne,lopisn y eomnismes’ RUMBI, 2 jpoea, alo, NS, mayo de 1969, pp. 290. oe Jolie Stoetni ala polémiea, el debate se cert6 intempestivamente después de un segundo acticalo de Oliver.® ‘Ea ese articulo, Oliver resfirmaba que el nacionelismo y su expresi6n histo- ografica, el revisionism, consideraba ala nacién como prizsipio articulador de [eineerpretacién historica valorando eu soberania, au tnidad geoblstérica y la Hevulnerabilidad de sus fronteras, y subordinaba toda cuestién doctrinaria o for- ev institucional. En cambic, el marxismo epalsida, decia Oliver, eacavaba los Fandasentos religiosce, étie y patrioticos de la poblacién para dividirla median {5 rosentimiontos clasistas, Ante un conilicto exterior se debia aprovechar para Slopiitar la diseiplina castrense, alentar la ineubordinaeisn y las deserciones y ‘Gyanizar guerrillas, montoneras 0 quintacolumnes que, ea inteligencia con el enemigo, anvlen 1a defensa nacional” #* “El mngnsin0y el iberaliemo ceineidian en que la guerra ideolozica estaba por encima de los intereses de la naciény asi se exaltaba a aquellos que habian deser~ fado del complimiento de su deber nacionel que era la defensa comin frente al Chemigo exterior. Juan P. Oliver considerabs que Ortega Petia yDuhalde intenta- ban: ccohonestar coa epariencias de populismo montonero un eomporta~ Jitento de insubordinocién similar que esperan reproducir hoy ante Cualquier ataque exterior, Bs, en suma, un recurso tactico dedicado tcepecialmente a ablandar el concepto erdrquico de los integrantes de Tar fuerza del orden, dirigentes sindicales, eatudiantes y otros ele- (ee atog utiles, a Bn de lograr al caos interno y esterilizar la defensa route aun cnemigo que vulnere las fronteras. En tales cireunstan. ios fee bastaria acuear de vendido al imperialisino al gobierno ar- Gentine de turno, para enervar toda apoyo. De ahi au especial interés EMnGltrarce en ius filas nacionales y evisionistas e introdcir, tem: bién en la historia, el factor “elasista’.® Con rospecto a causillos, montoneros y geuchos, Oliver arremetfa contra uns -versién flomarsista sentimental y pintocesca que los hacia ~a través de] andi hnomico-pocial de Marx, Lenin y Luxemluryo~ simbolos elasistes y populistas eun pasade que era necesario entroncar can Ia acei6n revolucionaria del proleta- Shue contompordneo. “Sedialan que aquellos montoneros constitufan expresién Je le lucha de clasos del campesinado proletario contra la ligarquia terratenian- te opresora, precapitalista, de corte saladeril, portuaria y foudal, oe. al servicio $9.8. dela Dats, 2 pace, ao 1, N* 5, mayo de 1968, p, $1, Ba plea debate, Sere eta oconocor la cosdeearaaiin de Jose Maris Rosa cou I eden nacional sl mérito vrata ie Oran Cras ex In embefata del Paraguay. La ceremoain babis contado cop Ia o.eindia de Roberta Reth, Jorge Tiana, Iidefonso Cavaghs Matioer, Astra dasretce, el ao Jaan J Gairaldce, Alberto Contreras y Eduardo Castilla. E, Casilla, “La condeco- cae paraguay a don Joes Maria Rose es un poco de Gods", SURI, aBo M,Z époss, = 5, maya do 1963, p19. 34. 4.P,Olivor, "Rests "p25. 35. Idem, PPolésicasy crisis ene revisionisma argentino ” el colonialisno y de la anti-patria’® Por ol contracio, Oliver sostenia que los taudillos de los atios 60: Pefialoza, Varela, Chumbits, los Séa, Lépex Jordan y btros, habien combatido contra Rosas eliados a uniterios, franceses, briténieos 0 brasilescs. Oliver cerraba el debate insistientdo en que sus contendores no habian podido rofutar varios asuntos de fondo como el comportamiento agresivo de los Lépee furante la época de Rosas, los limites fijados a la Argentina on el tratado de 1865, {que no eran lesivos al Paraguay, por el contraric), el atraso econSmieo de Para- uay, la falta de renceién popular contra la guerra ea territorio argentino, el e2- deter grace doa fama Lape, pape segatvo de Felipe Varela durante lacontienda. “Ba esto Oliver acortaba ya que el articulo de Ortega Pasa y Duhalde tenia un tono fiertemente polémico contra la visiin conspirativa del autor revisionista pero dejaba do Jado un sustanto argumentative y documental para rebatir sus osiciones, aunque también es cierto que aquél tuve oportunidad de concluir la Bolémice con un largo segundo srticulo. Billo provecs el desagrado de algunos Pevisionistas que le cuestionaban al institute no sélohaber impedide la continat Gad de la polémica sino que ésta concluyera con la palabra de Oliver. Bra lo quo ‘opinaba, por ejemplo, Elias S, Giménez Vega, quien ademés acusaba a Resade no haber ebverto la boce en el debate y plegarse al silencio impuesta por las autorida- des del instituto™ ‘Asimismo, es de sefialar que Juen P. Oliver, quien después de 1955 reeién habia vuelto @ colaborar en la publicacién ean sus erticulos sobre la Guerra del Paraguay, tavo a partir de aqué un papel significativo en la vida dela institucién con nueves articulos, partivipando en eonferencias, giras, comentarios bibliogr&- Fieos y mesas redondas, ‘Paco después un revisionista *socialista" contextvalizaba om bastante agude- zal debate dentro del revisioniamo, Creia que éete era producta doa crisis social J politita que afectabs la supereatractura cultural yheefa necesario que los revi- Eibnistas modifiearan sus enfoques frente a un pablico més amplio yjuvonil. Ello Iovaba a los rovisionistas a una alternativa dramética porque ahora se les exi tuna visign eoherente y nacional no 6lo para le etapaanterior a Caseros sino para Ja que se inieiaba a partir de all, Fronte a osta disyuntiva, cegan el autor, fos revisionistes hab(en optado por aferrarse a los fedarales pos Caseros perdondn- {elas su antirrosismo previe a habfan clegido la causa de Buenss Aires y su caudi- Ilo Baztolomé Mitre, como Juan P. Oliver y como Julio Lzazusta, ahora miembro dela Academia Nacional de 1a Historia 6, idem, p28, 57, Véone BS, Giméace Veen, Revisdn ef revisiniemo. Corribuetin ata pelmica de Rowe on Soores de Souza, Buenos Aires, ediisn del autor, 1968, pp. 53-88 438, Véese M.C. Tamayo (Alfeda Tarzaga), "Rassmoy mitrismo: dos ales de un mismo past dot on AA, Bl revistonismo hiséreo sceilste, Busnes Aires, Octubre, 1974, pp. 331-180 fl artculo habia celido on 1971 en fgulerda Nacional. Tamayo sedaleba que la aparcion de ccntorssjoreuee que reivindicaban @ io eaudlles dol laterce superande as interpretacio: tts evisionietas rosistas ae Gab en eonsonaacia co un estado de rebels ereconts de is a Sutia Stores ‘pamaye consideraba que esta dlkims opeién, en parte urgida por las circuns- tancins del momento, cbedeeta en el fondo a une raic esencialmente portonista en UiTRtaque de le historia argentina, del mismo modo eamo el rosismo habia sido Gh partido fundamentalmente portefo, La postura de Oliver np obedecia a uaa ‘hotlencia personal, entonces,eino a una tendencia ~ahora més explicita en ci aaaseryitoses rosisias~ que se remontaba ala alianza entre unitarios yrosistas do SGeb (contra Urquuza y el Acuerdo de San Nicolde) defencores de loeintareses da Buenos Aires. El folclore come instrumento de difusién del revisionismo ‘Durante la década de 1960, el revisionismo encontré un inmojorable instr monte de difasiéa en el foleloze, En Buenos Aires la musica nativa venéa oncom: ruenp alesdo aries anteriores un publice cada vez més amplio que trascendifa las sentiess sociales y generacionales, aunque hallaba especialmente en los jovenes ‘yon las clases medias un auditorie évide. yeas expanein y Tenovaci6n de la mnisica folelrica obré no slo al calor de un piblico provineiano que se habla asentado en Buenes Aires y sus alrededores aaa steultado de los caznbios econémicos y sociales de las dos sitimas décadas, Sima qu también se produjo cn un contexto politico de profinda inestabitidad que fine del folelore una forma de exprecar ol compromiso militante de las nuevas pneracionee, Bl follore contribuy6 a canalizar loa anholos de cambio, a expresar Reneriaciacia nacional y latineamericana, y un compromise social y politico que SeSaperabe las gestas que habian contribuido a construir la nacién, como también TeeueTorieacign de teadiciones y sujetos sociales que habian side habstualments aStnados a cierto pintoresquiemo folelrico, El folclore adopts un sesgo milstan- ous en algunos casos, podia sce dofinido da "izquierda” yen otros Ge “naciona- Tista” con tn fuerte componente antiimperialista.” ‘Te misiea foleldnca, sin embargo, di respuestas a una demanda variada que consumia deede loe productos més iradicionales hesta las férmulas posticas y sane tinstrumentales maa innovadaras. En la década de 1960 el fend:aeno social el iuieiore se tradujo en un boom con presencia notable en la ratio, la televisién $ los medios gréfias, especialmente en Buenos Aires, donde se convirtié en wna Jerdadera moda que excedéa al consumider provinciano. sea ac aries 60 el fenémeno folelrico fue objeto de atencién creciente por auto- dane media y obvera dl interior, que se habia expresado yaen Gérdobe, Corrientes, Resa, Haan (glaunaren Con anertidad, Halperin Donghi habia sehalad el intentode Juli saenuia Gf Viceate D Slee) de asinilacisa do a perspectiva revisionist la historiogratla Teonsh por ejemplo, al rivindiae parcalosnto la Sigur de Bartolomé Mitre, Pare al eas paubrta la requncia del revisionism a convertiree en adalié de In recusncida de satan ee en vigente T Halperia Doaghi, FI reisioniomo hstrico argentino, Bussos ‘Aisn, Siglo Ventinne, 1970, pp. 2940 $e, Véanae 5. Prjel, La divede rebelde Las aos 60 en la Argentina, Buenos Aire, Baot, Spon co 282-200 A Oraveno, El defy in porfia, Buens Aes, Corregidor 1985, pp. 16 uo Polémicesy ers ene revsioismo argentina 99 ses qu proven da nsdn nana’ con a. Barner Aran por quienes oe acerearon al moient evisiost, como Roaofa Ortega Peta Eduardo L. Duhalde. on i" "Horndnder Arregui entendia qua ete fenGmoneeriportaba un cambio dela cute gitinn pcpinente pana on conan on ne wer Clones ectmicanysotaleoGurande el perotinma, Adem, sostenia que asc ret rer reat oed eee ager Fepreiataban ven acionaided corara! dope Cada cage socal cencabia st eRhdo de modo diferent, pris tato, al nacienaisn cultural elas capes ria {ES ene una defenea contra a ogecgua ya dominaciin exeranjera. Mientras la ‘Migargufaapelaba a tociconalisan para fens: levantamientos sosals, Sacinstisobcataral de ns nase pod legate stro elemento importante de Tnennclenciafevlucionaia en tant se pudieratiberar el per ereatvo de la Calter de pula, Las iigraiones internas durante la époraperoristaheblen froducde cate neconaizaion dela ealfara através do le sion, el bale, ls Sey cnn prsec fn oma dene ovina able pore ty sentiments patios azscorados por ls gustos francs ea pols: cién de Buenos Aires.” * ® eitihie ‘Como Horadndoe Arrepe, Ortoga Peay Dubai whieaban ef resurgimiento det flloresuranto el gobierno pesonisa, daa i revalcn indastil porons {Sry ls naconalizecdn Gels cultura quel movimiets de acts gecarcbe Con teaban su anilisison el eco musa varelend,eapeinimente,eneloigen ce Te"Zamba ce Vargas" en aes cen derrta fe Blipe Varela ps asfocrzan de [nto Tabvas en Poo de Vargas (61). Ortepa Peay Dubalde fran Gat tsumo ne ado habia ooemmtoata las face popclaes da los monn Sieno que tambitn habia manipula a tradicnorisa. Los ostors cote ineehbtanveren tat atria on ler ea" de ta La cueea era la morcha revalucionaria de esa época, como los “mis- chachos poronistas" lo seria ochenta alos después, Sélo el triunfo do la cultura mitrista pudo daevirtuar aquel hecho, para transformer a Ta"Zambe de Vargas" en una “marcha de lalitertad” dol siglo xp tan extranjera una come la otva al sentir y quere: dal pueblo Este resurgir foletério ocultaha presupuestos ideologicos antipopulares se- gin entendiaa Ortega Pefie y Dubaldo, Para ollos la oligarquia habfa operado sobre el folclore descontextuslizando miisicas y composiciones del entorna histé- reo-sovil. Es asf come denunciaban que les letras folelricas aludian a descrip- ciones abstracias 0 a temas universales e intemporales. Un ejemplo de la deshu- 0, Vease JJ, Heratindes Aztegus, Qué exe eer nacional! La corelenciahistrica iberoame reana), Buotos Aira, Hackea, 1972 (ed en 1803), pp. 14-202. 4L-R Ortegs Pete Bs L, Duals Follor argentina 3 reisiontomo hstric a montonera {de Felipe Varela en el canter popular), Buenos Aes, Siadostada, 1967.48. tema lo babian Gesarrllado previasnente on aura Feige Vrola contra Imperie Briténio. 100 le Stertini manizacién y deshistorizacién del auténtico folelore Jo constituian tas canciones *vegetales y minerales” de Jaime Davalos. “Asimismo, denunciaban el negocio extraordinario que implicaba el folelore, en el que se destacaba la “izquierda musical comanista” eon composiciones sobre la explotacién, el suftimiento y otras alienaciones alejadas de toda referencia con- creta y real El sistema cultural y la prenas aceptaban esa misica izquierdista do autores ¢ intérpretas como Oscar Matns, Petrocelli, Mercedes Sosa yv Armando ‘Tejada Gomer, on tanto no bablara de Ins luchas federales y peronistas de esos momentos. ‘Una vertiente “desarrollista # integracionista” de la historia argentina se ex. presatia en la obra de Ariel Ramiree y Félix Lune. Bn su disco Los eaudillos ha- Bian intontado hacer acepeables “olelérieamente” a los causillos pese al “snacro- nnismo’ de sus Tachas, Jo cual les habia valido le buena scogida en el diario La Prensa donde se realzaban los valores de la obra por su cardeter apolities y aleja do de una interpretacién revisionista,* ‘Pera finales de la década de 1960, el institute comenzé a hacerse eco del éxito del olelore, Para Brano Jacovella, director dol Instituto Nacional de Musi- cologia, Ia poesia y misicn folelérivas cran anénimas y habian sido reclaboradas Colectivamente en el tiompo. Ellas eirculaban en ambitos regionsles mas ricos cuanto mas alejados estuvioran de Buonos Airos y otras ciudades, ya que las ‘musicas y letras ereadas en centros urbanos (que tenfan autores precisos), si bien recibfan el nombre de foleldriess, no coincidfan con las formas y las reglas tradicionales. Bruno Jacovella eriticaba que los espectaculos de masas, el perio dismo, el negocio alrededor de esas manifestaciones eulturalesy los propics tra- tedistas hubieran extendide el rétulo de "folclore” e multiples éxpresiones favo- recidas por la difusién periodistica, la radio y la televisiéa. Sostenia que en Yointe afos la musica popular que provenia de Buenos Aires no dejaria vestigio de la musica tradicional. ‘Al distanciamiento clegante de Bruno Jacovella sobre las nuevas expresiones {olclériees, se le sumaba la exasperacién de Elias S. Giménez Voga, quien conde- naba a un revisionismo que apelaba al éxito de Roberto Rimoldi Fraga y el pabli co de las perias folelérieas para su difusion. Si biun el atague se centraba en José 1M. Rosa, no dejaba mejor parado al “Tigre de los Llano dan redituable nogocie: “En al déo con Rimoldi Fraga, el Dr. Rasa pone le letra ¥el iro les gritos" El boletin del instituto comenaé a reproducir les noticias period{stieas acerea del folelore “‘revisionista". Ba ellas ge destacaba la actuacién de la figura del mo: mento, Roberto Rimolai Fraga, el Tigre de los Llanos", en festivales foleliricos 42. R Ortega Pea y EL. Duhaldo,Foelore argentino... pp: 71-78: Con aguas ironts destan ‘ase "Neseades Sosa recomendaré sale Ta mano a indo, dale que te hers biens en una Suerte de pers-colaiadigeasta(p.73). 48, fdem, pp. 60 76. 4d. B Secovella, “BL foelore musical argentine, BLM, 2 dpe, a0, N* tGembre de 1970, pp. 16-18, 45, BS, Giménes Vega, ob. cit, pp. 20y 68 maye-sep- Polénicas y eins aa el revsionisino argentina 102 coma el de Coequin. Bl instituto se rogecticba con Tn reascién adversa de los principales diarios frente a un muchacho con pontho y guitarre que habia hecho caer cien aftos de campaa antirrosista. Pero no s¢ limitaba a reproducir noticias sobre al movimiento folelérico sino ‘que también alentaba y publicitaba la presentacién de obras de intérpretes revi- sionistas en su sede. Allf el grupo Los Montonoros present su 33 rpm. que in- clufa los temas "Restauracién’, “Juan Manuel", “Romance del nifo Juan Manvel” y'La Santa Federacién’, que farmaban parte de su obra Vida y muerte de Juan Monuel de Rosas. En la prosentacién del disco, Nicanor Villafasie Molina lamaba a terminar con Ia falsifiacidn musical y a avelar la producei6n fblelérica que poseyera vers- ‘ida histSriea ya que, sostenis, el acervo musical argentino habia sido desvirtus. 4 por liberalos y marxistas. El acto haba contadc con Ia presencia de Rimoldi Fraga, calificado como “pionero do la canciéa revisienista", quien habia entonado “Argentino hasta la muerte" y "Facundo"* El impacto del folclore hizo que el {institute eonvocara a un eoncurso para poner leira a la zamba "Don Juan Ma- nae!” ce autoria de un afiliado, La difusién revision sta a través del diseo incluys al propio Joeé M. Rosa con un $9 xp.m. "José M. Resa por 61 mismo. El revisionis mo", donde, acompafiado por la guitarra de Sargie Ascharo, se explayaba cobra la falsificacin de la historia, la figura de Rosas y la Guerra del Paraguay. En la miisiea folciérica el revisionismo encontré aquello que no podia hallar en 1a literatura, EI problema del revisionismo era que carecia de representantes de talla para oponer a figuras como Jorge L. Borges (asiduo blanco de sus pullas) ¥ Jalio Cortdzar, "medioeres apitridas”, como los defini el conferoncista Emilio J Samyn Duco.” Hin el folelare, por el contrario, el evisioniamo enecnteé no edle a Guienes asumieron su perspectiva histérica sino también alos que la difundieron fen forma notable. Si sa obra aztistica no alcanzabs las altas cumbres posticas, por lo menos equilvtraba cierta falta de calidad con la popularidad y el eco que tenfan a través de eventos artisticas y on los medios de difusion. 45 Se repraducia una noticia de un dlario del interior dene se comentaba el festival de Conguta: Con su larga saelena y su poncho ensangrestaco yal grite ce “Fords l fleoris: ‘a habia realizado one aetaacién tal que l pabliy enferveriaado le Lnposia abandever la plaza Prospero Molina, No habia podide conslur -La Felipe Varele= revisiosisia ya que el pibliea al gitode-vive Juan Mansel de Roses habia tomedo por asalta el eacenario y abla paseadsal Tigres en anda per toda la plaza’; "Sis comenteriot, fait, 2 éooea, a0 I, NY 4 abril de 1968, p. 20. 47.Véase* Anuncio" y"Ua icles de centoressrgentinoe, aU, 2° époen, aot, 4, bil 8 1989, pp. 20y 34, 48, Vonte “Presentacén", SiMALH, 2 epoca, to tl, N? 5, mayo de 1968, p. 18. Otro disco pramocionade por lz nsticién Fue Acuarel feerc! de Pavce de Resas y Bniio Ris 48, Vease “Concurso pottic, Zamba de Don Juan Manuel’, B/uRiH, 2 Epc, eo 1, NS, ‘mayo de 1969, pp. 117 y “José Maria Rosa por é! mismo, suru, 2 época, a, 8, smarzade 1970, p52 50. BY, Sanya Dus bee de 1958, 9p. 17 “El maestro Lugones" 8 2 goa, abou, N*7, octubre-noviem- 1 allo Startins Los caminos divergentes Como se he indicado, os conflictos internos y las disputes personales se disi ‘paron en la dltime etapa del instituta, En pleno debate sobre la Guerra del Para: ‘guay estalld otro conflito por el manejo de 1a campatia por la repatriacién de los Festos de Rosas, En 1969, el instituto le solicitaba al presidente de ls nacién la constitucién de una eomision que se encargara de la repatriacién de los restos, © Sits noo campede eellejora de cardeter poplar para Tecoger un maillén de fr- mas y fondoe que surgioran del aparte voluntario Ge los ciudadanos, pero se en- conteé con que su vicepresidente segundo, Manuol de Anchorena, resultaba ser, 8 ‘su vez, presidente de una comisiin nacioaal prorrepatriacién, lo que era a todas Juces incompatible con su cargo en la institucién. BL 6 de noviembre de 1969 aparecié una solicitads a toda pagina en Clarin. ‘ataba encabezada por un pérrafo del discurso eu el que el general Eduaro J. Uriburu habfa exaltedo la figura de Rosas éurante un homenaje al genaral Angel Pacheco. Bn la solicitada se requeria al gobierno y a Jss fuerzas armadas imple- mentar una serie de modidas taniendo en cuenta que Roses babja sido quien “ase- [puré la Independencia y engrandecis la Replica, [que] fue el Fléroe del Desier~ fo, el Campatn de la Soberanis, el gestor dela gloriosa victoria sobre las mayores potencias de ou época: Inglaterra y Prancia’. La solicitada era firmada por una Comision Nacional prorrepatriacién de los restoa del Brigadier General Don Juan ‘Manuel de Rosas presidida por Manuel de Anchorene. Como vicepresidentes figu- ‘aban los miembros de las fuerzas armadas que habian ecupado cargos directives en al institute: G. Brown, L. Lagos y 0. A. Uriondo, Bis la Comisién Asesora figu: faban, entre otzos: Osea? Alende, LB, Anzostegui, A. Baldrich, Deolindo Bistel, ‘Antonio Cafiero, L. Castellani, F. Chévea, B. L. Duhalde, R. Ortega Pena, J. M. Hose, R. Rimoldi Fraga, Alfsedo Gémex Morales, A. Garcia Melt, G. Furlong, . ‘Jauretoho, F Ibarguren, A.D. Loss, R. Matera, R. Marfany y A. C, Pascual. ‘Si bien la Comision Direetiva del instituto le peda explicaciones « Anchore- ra, ella misma inclufa otros participantes en la comisidn de repatriacién como Rosa, el coronel Diego Perkins, Chévez, Castellani, Jauretche, Pederico Tbargu- ren, ademés de otros miembros y colaboradores. Otros integrantes de Ia Com Sioa Directiva, como A. Coalzeras, PJ. Vignale, R. Orsi y J.P, Oliver, no apare- ‘ian en la solisitada. Cuando el institute se reorganiz6, Anchorena ya no forma- ba parte de 61 Blfas 8. Gimaénex Vega entendia que esa solicitada eneubria una maniobra de José M. Rosa para lanzar una campata politica que tenia como referente al gene: {al Uriburu y recibia la adhesin de “marxistas, peronistas,cloricalos, clérigos inclusive, sindicalistas", conformandose asf una “unién antidemocratica” de ca 51. "TRosas. Bl pueblo al gobierse", Clavie, 6 86 noviembre de 1968, . 38 52, Véese"VindiseiSa de Juan Manuel de Rosas, “Aca de la Cmisti Directive. Citacin a! Sc-Anchorena®y "Noticias, Conferenia de prensa’, #1/HRlY, 2" pce, N'7, ecuubreoviess brode 1909, pp. 747-48, Anchorena intents utilizar el institute como una pataforma mis de Sus ambiciaes pleas, Ms tarde fve romicado para las elecciones de 1973 como candidate S woberaaior dela provioeia de Booaos Aves poral Partido Justivialista pero results vetado orl Consejo Superior del partido, Vase R.A. Potash ob. ct, 1p. 408, a ¥ Pelémices yersi ex el rovislnisino argentine 09 victor nevis Mil de cist desmessea an Ia denuncia, a sist Tefgbe uns coettutn variopinta gus expinta ls demeeres cope que Susy ultaresentabon renee enieendoblidad meaiaeta del goes no de Ongania. 7 pee Tn ots at 60, ala par dea ius ypepuarizacin de a nterprtaclén sevens enntaniotnt lene fs ete fois lr ee es ameter José M. Rosa, oe me in 1900 sear on castellano una respest el historiador brastione Joeé Antonin Sons de Sora Lacie Rows, Frauce dnveein embassy adi terastn dovemental dled Me sa at toro dees sda de Reso, jen den lbbe bien ie exten hake paved ony cinco atc ants Broa, thera preia inedible la apunta da ova y del insta, Bn aoa nota dl Secrtario de Publicadones, Pedro? Vigeae, qesrvodutaarespuena de foae sine, of tempo gus darealicabe al eater resets, nndia aan nae ‘a caga conta el twisinino, en ete enzo Gabe la cousin mona dl stars pgs Jon ooo oa meade anoam dey ‘grosso chico”. E ‘Somos subloindios, la sade Soares de Sous oialaba una sere dois invendones allaracanae dogsvertlan acces yor eve {en somensatan pr ogar que ietuere snail or gus ntapes SoS einde do Ureguay, rant an au pose “Aone de renpanta de Rosa qu itontabarobatir ae ecg lpi case nid ono ln on eee casn de io &Gimenea Vga an clatoredey Sn evn confront dl insta eno prineon aoe 6, ene aoe sae be fermen a Bove, Max alia destin Ta polémie son Soar Sovza, Gimtnon Vege an- saan det stag gad Jeo Mos Aes eae Sportunsa paca y otto en olearou pretrasina pies an acieran Ae tarno, Ginénes Voga aprovechaba la aptricida del folleto del ator brasieno pore deiererte tats ue hitrator 9 sono un digents quo oe hbla Tpoderece de istiotay dol reritnsinn, Gihers Voge seeattaba I yrs AG pata eslgien de wa own uo chablba de mataiemo; peta fs ‘tov Ge Lenin point itn onlin igure Pda abeminabe te Perea oT avast spapabe a Fron, mantnis buona cond en los ober mires, tetra no assncfe, Cintas Vga abn apuntaba ala in de difusin del revsioniome, Hoss Spetvathata supine yor omvertzve an an soends rm Slnibay bla “ngrecao one Tenacinfent obircoformande dd con RE tnldl Fouge, ConeLirabe, adem, que no pode reams seread ana Hora etritaaGesajnyquoee conta negocio malinionario. ose, 68.8.8, Gindoes Vega, ob ct, pp. 1819 y 87 ‘54. Pd. Vignale,"Respussia a una agesién; J. M. Rosa, "Defensa del Dr José Baris Ror BL, 2 gpaca, abo U, N'T,cetubro-noviembre de 1960, pp. 24, 25.40 respactivaments 58. E.S. Giménez Yoga, ob. cit, p. 18 108 Solio Stortini ecfa el autor, vornitaba mensuslmente tomos de historia argentina que se co. rreleaban puerta a puerta junto con les discos de Rimoldi Fraga y que se entre- aban como premios en las petias foleléricas promovidos a fuerza de guitarra, ‘empanadas y vino.® ‘Lo calificaba de plagiario y de haber adulterade la historia a fin de eonvertitia tm la apologia de Rosas para satistnceién del “foleloriamo histérico” y no de base para la reconstrveciéa nacional, Para Giménez Vega, el revisionisino no era lo mismo que el rosisme, sino lo contrario, #n este sentido le criticaba a Jose M. Rosa ser un partidario anacrénico de Rosas y no podar emanciparse del culto alos héroes. Este autor seguia a Ranke, en cuanto a que el historiador debia reunir {odes los documentos para someterlos al tribunal de la historia universal. Contra siando esta perspectiva, Rosa coustrufa un unitarisimo absurdamente briténico, ‘ludia las relaciones amistosns de Rosas con los ingleses y se embanderaba en una historia que en definitiva no agregé “ni un metro de tierra, ni nos ineorporé a ana politica grande americana’. ‘Asi como recrudecian las polémicas entre los revisionistas, se estaba produ- siendo cierta convergencia entre algunos de sus representantes e investigedores 4a un perfil académieo, Bn 1970, ol Centro Raitor do América Latina eomenz6 2 ditar Polémica. Primera Historia Argentina integral, una coleccién de fascicwlos con asesoramiento general de Haydée Gorostegui de Torres y que, de acuerdo con ‘0 expresado por la editorial, pretendfa dar a conocer un conjunto de interpreta- siones y métedos que expresaran las diversas corrientes historiograficas. Los pri- ‘neros faseicalos reunian un conjunta ecléetica de autores eomo Enrique Barba, Boleslao Lewin, Sergio Baga, Manuel Fernandez Lépez, Ricardo Rodriguez Mo” las, Juan C. Portantiero, José 8. Campobsssi, Félix Weinberg, Juan C. Grosso, ‘Arturo B. Sampay, Len Pomer, Félix Luna, Américo Ghioldi, José L. Moreno y Leandro Gutiérrez. Aesta lista se incorporaroa los aportes de Juan P. Oliver acer ta de la figura de Rivadavia, de JalioIrazusta sobre Rosas y acerca del papel de los financistas britdnicos en el Rio de Ia Plata, de Fermin Chaver sobre la dicoto- tia “civilizacién y barbarie” y de José M. Rasa acerca do Is rovolucion det 80. aa convergencia puodo dar cvonta de la rosonaneia obtenida por el revisio- rismo en la opinién piblica. También podria verse al revisionismo tradicional como una versién en definitiva inocua frente a posiciones historiogréficas pero tambien poitioas cada vez mas radicalizadas, lo que hacia pesible un aeereamien- toimpensado afos atrés entre el revisionismo y ol mundo académico, Ex el Ultimo miimero del boletin se dio cumnta de un acontocimiente que venia aroflejar la diversidad de caminos que los miembros del instituto habian empren- ‘ido, Nada menes que el presidente del consejo superior, Julio Irazusta, habia sido admitide en la Academia Nacional de la Historia, Hl boletin eladia e la care sonia de zecepcién como altamente significativa porque olla parcefa enunciar el fin de una época. Bse dfa la academia celebraba su ultima sesién en of Bfuseo ‘Mitre para pasar al antiguo edificio de la Legislatura, EL ingreso de Julio Irazusta a la academia se pereibia como el triunfo de una 56, BS. Ciménes Vega, ob. ci, pp. 589 26 ‘51. fdem, pp. 20-31. Pelémicasy crits en el rviscnismoarge 105, “causa compartiéa por la mayoria de los argentinos": Julio Irazusta habia sido precedido en ese recinto por Adolfo Seldias, los Quesada, Carlos Lbarguren, el padre Farlong, Emilio Ravignani, quienes habian intentado panetrar en la mara- jha de los sucosos mae alla do los “intoroses creados on aeuerdos casi masénicos”. Habia sido, en definitiva, un reeonocimicnto no ade al sporte historiogrdtico de Salis Irazasta sino también ala figura de Rosas.°= En estos afios el instituto habia dado cabida, como en otras épocas, a indivi- ‘duos y grupos de distinta procedencia ideolSgica. La complejidad politica de los aiios finalos de la década do 1960 no permitis eu convivencia. Al insiituto ee tras- Jadaron las tensiones del campo politico y social ccnvirtifndolo més que en ua, lugar de encuentro en otro espacio més donde dirimir los conflicios. En la institu clon coexistian expresiones tan disimiles como el nacionalismo conservador de ‘Juan Pablo Oliver, el nacionalismo peronista y folclérico de Manual deAnchorena ¥ ol peronismo popular y rovalucionario de Rodolfo Ortoga Posia y Eduardo L. Duhalde. Junto a ellos convivian falangistas, comun:taristas, militares sospecha. dos de cunspirar y ex tacuaras de dudeso pasado. La tradicién revisionista no pudo ser resguardada. Diferentes visiones sobre el pasado y al presente seiala. ron caminas divergentes a sus integrantes. Hl institato, agobiado por los eonfic: tos y le enfrentamientos ideolégicos y personales, rrécticamente dejé de exiati. Debieron pasar muchos aiios para que volviera a recrganizarse y dos décadas para quo una publicacién suya viera la luz Consideraciones finales Caido et peronisin, el fracaso de las eucesivas experiencias civles y militares, unido ala proseripeiin de la fuerza politica mayoritaria, contribuyé a la exaspe- racién de las précticas politics argentinas que encontraron so correlate en €] ‘campo historiogritico, Blo fue alimentado por nuevos anslisis histdricos que abor- ‘aren otras épocae y actores eincorporaron claves interpretativas dal materialis ‘mo histérico que multipliearon las perspectivas revisionistas. En esta etapa las nuevas expresiones revisionistas se volearoa a tna reconsideracién del papel de Jas masas en la vida politica del pais y por ende del fendmeno peronista, influidas por ls experiencias revelacionariss en América Latina que nutrian la radicalizs- ‘iGn politica y las primeras cxperiencias de viclencix armada, La creciente receptividad de Ias ideas revisionistas por parte del peronismo lle- vv entonces a ampliar el foo de positividad. Ahora lalucha antiimperialista leva- {da a cabo por Rosas era encarnada por los eaudills felerales y las masas montone- ras, La articulacign pasado-presente se invocaba expresamentey ella adquiria una fancionalidad politica clara que permitia aleanzar un nuevo y ampliado auditorio que buscaba en la historia les rafces que dieran un sentido a la actividad del pre sete. Ese vinculo no sélo se establecfa con ese paréatesis excepcional que habia sido la 6poca de Rosas sino también con una serie de tuchas popalares que fo exce- ia ampliamente, 658, "JalioTrazusta en la Academia", BWR, J époee, 3, agosto de 1971, p. 17 100 io Strtni A partir do 1968 cuando lingttuto cobra auevos bros, esa realidad politica muaread por experietes como el Cordabazo Is lucha arzaadaprovecs feat Aivergeaclasdenaro Gel natitucisn, A sn revisfoniomo que reviadicaba los a pewtor Gemocratizadores que iplcabe a ane de eaullosymontoneras ele Epuce tre atadba las vigjas propsiconesroitas que denurciaba la gestcin GE Ste nuova consyractn polite histrupeéien ge apuntaba a desu os ‘Sadamentos de a neconaldad, Tora ell hizo imposible el precaro eqesono {hue sunfa montentanose ene log veje aaciooaistasy Tab expresones de un ‘Naw rovisiontsmo vaeado fas el peronismo y hacia postirasrevlucinaries Tl roviionsmo alana au victoria» partir de una vocscién militant que toged una empliarespei en wine soeegad surcada po el facas ya intempo ‘icin Sino inrgy, prince les aoe 7, aoe mime tune se volo pars- Aifeatente conta uaa insttucdn que pretends cer la vor ofa! dela fraicifa Stsistoniot Bm plen Git el revssoasaz, cuando sefniciaba el camino hacia is recuporacion tl sistema demordtiea que storsnecesariamcnteinlueia ak poten, el intito préedanmente desaparens Reflexiones en torno de la izquierda nacional y la historiografia argentina Fernando J. Devota Aprineipios de las afios 70 un conjanta de ensayistas que, secundaria o princi- palmento, reflexionaban sobre ol pasado argentine habia sleanzado una gran vi- sibilidad y un envidiable impacto en To que suele Hamarse Is “opioién pdblica’ Los nombres de Arturo Jauretche, Rad! Scalabrini Ortiz, Juan Joss Hernandez ‘Arregui, José Maria Rosa, Rodolfo Puiggrés o Jorge Abelardo Ramos s¢ hicieron familiares para los intaresads on la historia, lor astadiantes de ciencias sociales © os lectores de las semanarias de opinién eatonces de moda. Su influencia rele ‘ante en el proceso de avercamiento de jovenes y menos jévenes al “movimiento nacional” o, si se prefiere, simplemente al peron smo, fue algo observado por los contempardneas ¥ por los investigadores postericras. En gonoral soliay suse in- cluirselos, como integrantes o coparticipes, dentro de una tradicién historiograti- ay politica quo era mas antigua: el “rovisionismo histérico" El éxito aleanaado por lo que fas denominade revisioniaraa hiatdrico am la atencién de muchos, fuesen historiadores profesionales, tradicionales orenovado- res, o simplemente intelectuales y militantes poltioos que se encontraban dispu- tando en distintos tarritorios eon aquellos. Desde la historia, en 1970, Ia ye por entonces figura mds prastigioca do la nuova goneeacién de historiadores renova- dores creyé a bien dedicaries un largo ensayo titulado BI revisionismo histérico argentino, como siempre perspicaz y matizado.' En muchos puntos esa lectura, que conserva toda su lozania treinta afios después, devendrfa candnica. Dos as- pectos aparecen en ella: Ia postulada unidad dal objeto (el “revisionisme") y Ia filiaciin del mismo a partir de Ia obra de los hermanos Irazusta, La Argentina y ef imperialismo britinico, de 1904, Launicidad de cualquier objeto de estudio es siempre discutibley un punto de partida més atento a las dimonsionos communes o, nversamenta, a las diferencias Aopende de aquello que ce quiexa exhibir o demoitrar o de las preferoncias y sen sibilidades de cada historiador, Halperin Donghi sscoge legitimamente presentar tun movimiento tinicoy luego desarrollar dentro da las diferencias. Otros inves- tigadores, en cambio, suprimen incluso ceas diferencias y parocen hacer suya 1a 1.1, Halperin Donghi, Bt rvisioniemo Aieirco argenine, Buanos Airs, Sigto Veintune, 1010, (071 108 Permando J. Develo idea de que, mds alld de las formas, os distintos autores de la corriente sirven incesantemente “en distintas salsas las mismas cosas” (por parafrasear lo que Gecia Antonio Gramsci de Daudet y Maurras), desde Ie “conspiracién de silencio” {el Lberalismo al papel omuspresenta del imperialismo. En este trabajo, que pre tende abrir algunos problemas més que dilucidarlos, preferimos partir de In di versidad mas que de la unidad de algo lazasdo “revisionismo histérico". Una lectura que barca enfativar las diferencias entra los distintns autores Genominados “revisiooistas" muestra le poco que tenian en comtin Julia Irarusta ¥y Juan José Herniindes Arregui o Rodolfo Puiggrés y Vicente Sierra, por poner Zliganos cases oxtremos. Se dira que se trata de una lectura desde los margenes y no desde ol centro, sea. Empero, incluso aquellos elementos que a prioci podrian ‘constituir un rasgo unificador, la vineslacién o la simpatfa hacia el peronismo ola ovociGn a la figura de Rosas no aparece on todos ellos, Iramusta esta totalmente txchsido del primer eonsenso y Puiggrés del segundo. Quedaria la mancomunidad hhacia algunos temas como a cuestién dela naciOn y elimperielismo. Sin embargo aqui habria que observar qua, s se considera el antiimperialismo como el ‘uaifieador, ello obligarfa, en primer lugar, a ampliar aun més el circulc incluyen~ do a otros autores, préeticamente a toda la izquiorda marxista, nacional ono, que también lo era. Obligaria, en segundo logar, 2 permanocer opidérmicamento en tos rétulos ya que el significado de “imperialismo”, por ejemplo en Irazusta, como ha sefialado con sciorto Noriko Mutsuki, ora muy diferente del utilizado por la Jequiorda (y probablemente esa poreepeion de los equivocos levé al mismo Tra usta a marginar el término progresivamente de su vocabulario): ‘Tampoco todos ellos se sentian incluidos en una corriente “revisionista’, v si Ja nocidn de pervenencia constituye un elemento significative para definir quié nes deben sor integrades a una determinada tradici6n intelectual, esa condicién ‘ho parece cumplirse en todos los casos.’ Varios hubieran considerado extraiio que fe los considerara tales. Asi como existe, en fancién de ese principio, un amplio fonsenso en no inclair a un historiader como Diego Luis Molinari entre los eulto- ‘es del primer revisionismo, vista la poea estima que tenfa hacia exe movimionto historiogratico, pese sus muchas coincidencias interpretativas y politicas, 0 a tun José Luis Busaniche, perplaje hasta el final acerca de una alineacién con ellos esde su “liberalismo” democrdticn, s| mismo criterio podria aplicarse a otros in- telectuales delos aio 60.4 2, Vease N. Matsui, Julio Irzusta, Treinte alos de nacionalisme argentina, Bueres Aires, iblos, 2004, zs 5. Sin embargo, en la medida en qué el thrmine “revisionism” aleanzaba popular polit fa, aunque 0 sendéwice,podia ser cenvenionto apaderarse do él epregéndolealgin aits- ‘eat, por ejemplo e de soralista", Gerla operseiénrealizada pol gropo do intelectuales ‘incalados aorge Abelardo Rasnos y al Pastido Sacialista de la Iaquicrda Nacional. Opers- inno éisimil de aquella politica de “apoyar a Pera desde In inquierda” con la que el Frente {de [aquierda Popular (r@) obtendria una cantided inasitada de votos en 1973. Véase AANW., [El revisionlamo histdrzosooelista, Sucuas Aces, Octubre, 1974 Agrodexco a Nora Pegano ‘que me lam la atencén sobre ae bro 4 Acerca del posiconasniento de Busasicho, figura olvidada y zesatada tardiament por los ‘ovsionstas emo ltesloutervéligo alo come cvmapaiero de rate, vase el reportae publi ‘Reflexiones en torno de la equleste nasionaly Le historigrafs argentina 109 ‘Queda, pues, 18 mirada de alguno de Ios caltoras de la misma izquierds nacio- nal (especialmente Hernandez Arregui) que so asforzaban, no sin reservas, por presentar una livea histériea y, sobre todo, la mirada externa que efectivamente fea etiquetado a tons ellos dentro de una misma tradicién de pensamicnto, Esa tonstrvceién hecha demasiado a menudo (aunque no siempre) por personas on ppagna con el revisionismo debe ser, par ello mismo, puesta entre paréntesis, Pare- be recordar la susma operacién que tantos revisionistas hacfan al rotular a otros studious, rauy éiversos entre si, dentro de una misma linea “liberal”, indepen. dientemante de que fueran conservadares 0 cormunistas 0 sefiliasen en él marxis- imo, en el positivismo o en el idealismo crociano. Bxisten desde Tuego también Sguras multifacsticas como José Marfa Rosa que, come observé ya Halperin, ser- via de trait d union entre las distintas almas y las dstintas generaciones del revi Tonismo, can habilidad de equilibrista (y podria agregarse el nombre de Fermin (Chaves), ;Bra suficiente? La misma historia del Instituto “Juan Manuel de Rosas” xy su implosi6n a principios da los 70, anslizeda por Julio Stortini en este volumen, Zan necaxidad de ir hasta los lamados revisioniemos do matrices sutorreforenciales mareistas, puede exhibir enn precario podia ser tado ello, El vegendo punta, la gencelogia, deriva del primero. La unicidad es el presw. puesto de la continuidad. Ne silo sirve para esteblecer puentes entre distintas Fpceas sino que, al eseoger ecmo punto de partida ia obra de los Irazusta, seftala tun itinerario pretiso, Quizd un pequefi recorrido por la figura de Julio Trezusta puede ayudar a problematizar la hipétesis de continuidad. Ciertamente la obra {gue eseribi6 con su hermano Redolfo resine en modo pionero un conjunto de moti ‘os historiogréfieos con una lectura politica de la Argentina del presente.’ Pasado Y presente, historia y politica, los andariveles por os que conjuntamente aspiraba a transitar el revisionismo, También ella egntenia motives ideoligicos antlibera- tes, en tn sentido general -y ya.en titulo ol énfasis antiimperialista~, que auto- ranrian a verla como una disidencia significativa, aunque ni primera ai comple- te, oon le tradicién do ideas dominante en la Argentina posterior a Caseros. Sin tmbargo, el hecho de que en la misma obra so seialase elogiosamente a Nicolés Repette amo una dees figuras que més habia defendido patridticamente el inte- rés nacional en el debate scbre el tratado Roca-Ranciman, muestra cémo ese an- ‘Simperialismo no puede proyactarse sin més al sentido y al uso politico que ten- ‘cia en los afos 60,? Con todo, lo més significativo esté quicd en otra parte. Si atic Iraeusta podria ser justaments considerado uno de los padres fundadores {el lamado revisioniemo, deborfa eubrayarse también que ocupard un lugar sin- gular y marginal en los adios 60-70. No sélo no era venerado por quienes debfan fer sus seguidores (e excepeidn de los pequofioe grupos nacionalistas) sino que fedemée ora uno de los autores menos lefdo y menos inflayente dentro del campo “gacional”, en notoria expansin en esos afos endo on Rito Bs, 29dojunio de 1864, include onel apéedice de®. Chive, José Luis Busan the, Buenos Aces, Reicines Calturales Argentinas, 1968, pp, 106-110 5, JsyR Tanta, Le Argentina yelimperialisma britisico, Buenos Aites, Tor, 1934 4. Vea iden, pp. 110-114, Los elogie se extondfan ademas a Lisandro dela Torre y José N. Matienzo no Fernando J. Devote [Las razonea de esa marginalidad hacia un autor considerado a veces ingonuo, otras aristocratizante u “oligérquico’, otras simple representante de un naciona- lismo "ganadero", pueden buscarse én varios lugares.’ Primeramente, su acen- Grado antiperonismo que no morigar6, adiferencia de otros intelectuales, a medi- dda que Pern y ou movimionto devenfan de nuevo arecientemente influyentes on Ja politica y en la cultura argentinas. Derivado de olla, ne dejaba de inluir el ugar en que por esa y vires rezvuve ly colvcatian aquellos autores que coustiefan por entoces opinién en la galaxia nasional-popular. Desde la indiferencia de un Hemndeg Arregui, que lo pone en an segundo plano no sélo entre los nacionalis- tas de derecha sino ineluso entre los fandadores del revisionismo histérico a (y sobre tode) un Arturo Jauretche que le habia dedicado cruclos ironias en Los pro fetas del odia (obra en la cual, po: lo demés, en la edicién ampliads con “la yapa” ecicaba euldados elogios 2 David Vitias y Juan Carlos Portantiera)* Asimismo, en las opuestas alternativas politieas en las que distintas cultoras de lo que so lentifieé como revisionismoiban a snancarse, a partir de sagunda mitad de los aiios 60, del Onganiato (muchos do los de fa antiga goneracién nacionalista) al peronisiae contestalario {les intelectuales de la “izquierda nacional"), Julio Tra- ‘usta no participaria de ninguna de las dos y su hermano Redolf, fallecido en 1967, ineluso se dedicé en uno de los wtimos reportajes que conceds a fustigar sin esperanzas al primoro. Por lo dems, una buena prucba de Ia ausencia de Iazas fuertes personales e ideol6gicos con esas opcionas tan dispares podria parci- birse en que, er las miltiplos opeioncs de incorparacién al profesorado que exis- tieron en las universidades nacionales para autores de la Hamada linea nacional Inego de las intervenciones de 1966 y 1973, Julio Irazusta no fue integrado a ninguna de ellas. ‘Las razones de la marginalidad de Irazusta como historiador van sin embargo ras allé e incluyen ex modo relevante au estilo de intervencién intelectual, tan Iejano de la violencia y estridencia de es0e sios, pero también su lectura del pasa- do argentino y el tipo de propuesta historiografice que realizaba. Hl afan razons- bblemente erudite ¥ un estilo sobrio, sin ironia ni brilloimaginativo, no podfan ser ‘rirtados muy apreciadas por entonees, en ospocial para alimontar una militancia politica que buscaba la concisién adjetivada e incisiva més corsana al ensayo o all formate periodistice. Ademés, la misma interpretacién del pasado argentino que proponia Irazusta ya ne parecia funcional a las nevesidades de las nueves opcio- znes politicas. Pongames tn ejemplo: Irazusta habia contribuide come pocos a vin- dlcar y valorizar a Juan Manuel de Rosas, su figura y su goblerno, ya ver en él el punto mas alto de toda una historia argentina plagada de los desaciertos de sus {La expres ‘nocionaliamo ganadero"aparsce en JA, Ramos, Ravolelin ycontraravolu: cispen ta Argentina, Bueaos Aire, Plus Ultra, 1965 1, pp. 647-588, quian en otro pasale llama s Trezusia “ex ancionalsta, ier, p. 828 8. JJ, Herntadse Arcegui, La forsacién de la consienia nacional, Bustos Airs, Haches, 1970, cap. Il, yA Jaurelche, Los profetas del odio la yepo, Buenos Aires, Ped Lila, 1972, cap. V (Silvaso Frazaste y Juli Santander) 9. Véase “Art y Blanca", 18 da mayo de 1967, reprodacide en R, Treaueta, Testimonios, Bue ‘sot Aire, Huems, 1950, pp. 182-170. Reflexiones wa torso dela inquierda nacional y a histcsiografla argentins ma grupos dirigentes. Sin embargo, el Rosas que Tramusta se empeflaba en sostener fra no slo el defensor da la soberenia nacional sino mas atin el de un gobernante btientado por la empiria para proveor une soluciin que garantizase el orden 2 1s ‘vez que la eohesién, Le lectura de Rosas desde ia clave provista por la carta de Geto Vicente Gonzdler resura{a, segtin Iramustz, el nicleo central de su eoncep- ‘ida politica: el principio omnsimede de la autoridad que procede del ejercicio det poder legalmente cenativuide, ciompre procedonta = eaalquier expresién o princi. pio proveniente del demos. Bea earta, junto cor Ia de la Hacienda de Figueroa Girigida a Facundo Quiroga, que sustentarfa las 2ases de lo que irasusta eonside- aba era un modelo de “confederacién emp{rica’, eran el meollo de su imagen de Rosas.” Como alguna vex habia eserito, antes do verse obligado a morigerar el “absolutismo” del personaje para evitar qe se le confundiese con los tiranos mo- dernos (es decir, Juan D. Perén), su Rosas estaba cereano al de José Ingenieros sélo que su interpretaciéa valorativa era estrictamente contrapuesta ala de aquél." [Ergo, un renceionazia, aunque no lo fuese para Irszusta, a diferencia de la lecture formulada por esos alos por Arturo Sampay, por razonas ideoldgleas sino por ra~ ones précticas.! Antoritarisma conservador y legelidad (de abt su insistencia Ja magistratura de Rosas come algo oquivalonte a la dictadura romana) brinda- ban la clave para entender a wn personaje de manera bien diferente dat modo ‘como por esos misinos afl intentaba presentarla José Maria Rosa. Bs decir, como ‘hn caudille de masas, a la vez paternalista y populista. No es necesario extender fe, ya que es domasinda abvio, acerca de por qué la obra de este dltimo serfa {nfinitomente mAs popalar que la del primero en el clima de los azios 69. ‘De este modo, la lectura de Irazusta, conservadora y mesurada, si no podia encontrar entusiasios en aquellos nedfitos que parecian sibitamente interesa- {dos en el revisionismo histérica, si en cambio pedia hallarlos en otras texritorios historiograficos que estaban muy lejanas o, incluso, en los antépodas del mismo. En 1971, en lo que podia a primera vista verse como una apertura moderada a los, ‘nuevos tiempos, 1a Academia Nacional do la Historia lo incorporaria entre sus ‘miembros de numero, No dejaba de ser significative, con todo, que se aligiese a tuna figura emblema del revisionisto de los afios30 con el que muchos historiado- ros craditos de aquel entonces habian tenido relaciones sf no cordiales al menos fo conflictivas (de Emaio Ravignani = Rémulo Carbia) El reconoeimiento a Irazusta no provino, con todo, silo de la historia tradicio- nal, También desde la nueva historia social la figura de Tracusta ora recuperada. Halperin Donghi incopocaba Vida politica de Joan Manuel de Rosas en le biblio- gratia do au curso de Historia Social Argentinaen la Facultad de Filosofia y Le- 10, Wine J Irazust Bees Aires, Trivium, 1970, 1, cap. 17. Qoe Lrazusiainistese en esa lestur at faflos 70 da buena cuenta d que no estaba dspuosto a hacer enncesioaes alos nuevos i Bntrevsta del evtor con Julie frazusta, Buonos Aires, 1975. 11, Véase J, Iramusta, “Eaeayo sobre Rosas y a suma cal podes", ea Busuyos bistros, Bue nos Aires, Budeba, 1968, p 0 12. Sampey, Las ides poltces de Juan Marae! de Rosas, Baenos Aires, Juéror Editor, sre, Vila pti de Jeon Manuel deRosas a travis de sucorrespondenci, oe mos. 12 Fermando J. Devoto tas de la Universidad de Buenos Aires y le dedicaba los elogios menos reticontes 4s los pocos desperdigados en su libro de 1970. Empero, también en el terreno de Je divalgacién histérica, o] nombre de Irazusta aparecia privilegiado en aquellas celecciones dirigidas par personas que no pertenecfan al revisionismo. Asi, Ha. ye Gorostogui de Torres en su tan influyente Polémica. Primera historia argen. ‘ina integral encargé dos fasciculos a Julia Irazusta ~y uno a cada uno Ge otros revisfonistas “antiguos" ecmo Juan Pablo Oliver, José Maria Rosa o Fermin Ohévez (yadomés otro a Arturo Sampay)-, prescindiende en cembio, para el siglo xn de leg cultores de Ia izquierda nacional, selvo Lesn Pomer.” Asimismo Félix Luna, exel heterogéneo Memorial de a Patria que realizaba también apertaras al revi. sionismo, cad uno de los tomes a Julio Irezusta. Su nombre estaba ausento, en ‘cambio, en jes editorialos mais ombleméticas de la iequierda nacional: Pefia Lillo ySudastada, La consagracién de Irazusta por aquellos que no eran partidarios ni del revi- sionismo elésico ni de las nuevas sintesis de la izqulerda nacional puede ser vasta como un Iegitimo resonocimiente al mas historiador (en el sentido de la forma do ofercer la profesién) dela antigua generacién revisionista, aunque con- sideraciones ligadas a ou urbanidad y su antiperonismo tambiéa tuvieran su peso. Pueden ser vistas también como una astucia. Mis que un reconocimients al revisionismo podfa ser una sustancial toma de distancia frente a ¢1al legit mar al historiador que menos parecfa serle. Bn cualquier caso =i Irazusta era tuno de los padras fundadores, no slo debe insistirso en que In mayora de su spuesta deccendeneia io tenia por tal sine que, para muchos, se filiados desde ‘quel libro de 1934 0 con la labor del Instituto “Juan Manuel de Rosas” hubiese sdo visto como una afrenta. ‘Todo lo dicho no implica negar que Traruste formase parte dela tradicién ge- noalégica de los revisionistan “ortodoxos” y de los ambientes sociales o institucio- rales en que éstos operaban, ni tampoco que tuviese también eu publica no s6lo entre los lectoros viojoe del primer revisioniome sino también algunes entre los nuevos, 0 que pudiese compartir eapacios editorieles (Theoria) con otros autores nme Fermin Chavez, bien acogidos en la izquierda nacional, Sélo se quiere suge- Fr que toda la operacién de la unicidad y continuidad del revisioniamo sugiere un rironamiento dal tipo do “si A tiene qua var con By B tiene qua ver con C, ergoA tino que ver con C*. Bs decir, “Iazos débiles” en el anslisis de redes. Slo que es Aificl decir sj ello tiene igual pertinencia pera el estudio de movimientos intele- tuales pues en esas cadenes podriamos legar hasta el infinito y levarnos t=. bien de Lesn Rebollo Paz a Leonardo Paso. So podria argiir, desde luego, que tedos aquellos podfan ser considerados an- tagonistas del liberalism; sin embargo, esa definicién obligaria a diletar aun nids el campo ya que exisifan otros histariadores antiliberales, por ejemplo de natriz catdlico-conservadora o marxista, que nadie pensé nunca én incluir dentro {el revisfonismo, Buscando més dotenidamente, eake s6lo obeervar que si bused- ramos tun cempo ideolégico que reuniese a todes aquellos que han sido inclaides a el revisionismo a lo largo del tiempo, debemos reunir en una des tradiciones 13 Polémica, Historia argentina integral, Buenos Aires, Cutzo Editor de América Latina, wnt 4 Reflexiones ox tarno de la inguicrda nacional ylahistoriografle argentiog us politicas argentinas: el nacionalismo y el peronismo. Puestas ambas juntas y en secuencia, sin éistinguir oposiciones a soluciones de eontinuidad, podemos si dar cabida a todos los autores considerados. Constituirian, resumidamente, lo que ‘una vez fue llamada la Tinea del fascismo. Sin embargo, visto que en el primer peronismao confluian personas que procedfan de otras tradiciones politicas, incu {dos coma ha recordado recientemente Halperin Donghi~ notorios participantes ‘dol antifasciemp en loa afos precedentes, es dificl que aquel soporte pueda servir para der adecuada cuenta de movimiontos culturales de los afios 60. ‘Veamos, a mado de ejemplo, a otro contempordnen de Irazusta cuyo eco ¢ in- ‘lueneia fao mucha mayor que la de aque! en los ambfentes nacional-populares de los aiios 60-70: Rodolfo Paiggrés. Bsto, eomo os bien eonocido, procedia de una sradicion ideolégica e historiografica antitétics de l de Irarasta: aquells del Par- tido Comunista argentino, Come ha observad Jorge Myers, serd en asa década del 80 cuando el Partido Comunista construiré una lectura del pasado argentino ‘en el contexto de la estrategia de los frentes populares y en expliita polémica con Jas lectaras del nacionalismo argentine en cuyo sen> emergia el evisionismo his- térieo.” De esa historiografia comunista Puiggrés serd la figura mas relovanta, pues se le puede concede el lugar que en Ia tradicién rovisionista so le ha asigna- oa Trazusta, Mas atin, le misma revista Argumentos nacida en 1938, surgida en fel mismo efto que el Boletin del Instituto “Juan Maauel de Rosas", debia inevi blemente llevar —como recuerda Omar Acha~ a wna confrontacion abierta entre ‘ambos grupos y ambas lecturas.** Mas alla de los mstivos inmediatamente politi- 09 y del contexto foeciemo-antifascicmo, la propuosta historiogrifica comanista fra una lectura historiogrdfica quo abrévaba en feontes filoséfieas e histériess muy diferentes de las del revisionismo, La lectura histérica consagrada como oficial de los intelectuales comunistas partia de varios lugares, A menudo so han resaltalo de modo excluyente entre tllas los ezcritos sobre le euestién nacional de Staln 9 la obra de Bartolomé Mi- tre, avalado esto tltimo par ls frecuente reedicién de sus obras por las editoriales ligedas al partido. Ciertamente, Ia nocién de revolucién “democrstico-buriuosa", blapa necesaria y precedente al socialismo, que tanto orientarfa alos inseleciua- les de ese partido en eu reflexién politica e histdriea, se encuentra en Stalin ensu versién més basta, aunque seria necesario no olviésr que ella estaba no s6lo ya cesbozada en la obra de Lenin cobro el desarrollo del capitalisme on Rusia, eserita en polémica contra los populistas,” sino que también era parte ds todo un conju. tode polémicas abiertas con la misma Revolucién rus. ‘Para nuastro trabajo es mas interesante preguatarnos por la relacién de esa 14, Véase T. Halperia Donghi, Le Argentina y la torments det mando, Buenos Airs, Sigio Veinthuno, 2000, pp, 297-244, 15, Viaso J. Myer, “Rodis Puiggra, histriador marisa loninits: el momento de Arg mento", Prisma, evista ds historia éxelatual, N*6, 2002, pp. 217-280, 18. Vase 0. Acha, *Naciba, peronismo y revolucn ea Reelf Pula (primers parte, 1900 19557, Perris Revista de Clencias Sociales, aio Vi, 9, 2002, pp. 8-201, 17. Lenin, Bt dsorralla del eapitaliemo en Rusia, Mees, Bicones ox Longue Extranje rs, 1950, en expecial el prlogo a a segunda ediciée, y oscapitalce 1 8 ne Fernando J. Devoto me riSyct f fateirecneecnge ensues 16, Sobre ol papel de Anibal Poace, lase J.C. Chiaramoate, Formas de economia y socided en Hispanoandrica, Néxieo, Grialo, 1996 Reflesiones en tormo de ie inquierda nacional y 1a historingrafia argention us roniamo implicé ana ruptura eon aquella tradiciéa historiogrétia comunista que 41 habia contrihuido a fundar. Sin embargo, ello no es de ningrin modo evidente. [No sélo se trata de que Puiggrés creyé a bien reeditar en 1954 su "Rosas el peque- fo" donde, més alld de les aperturas "poltioas” del prélogo, segue manteniendo inalterada cu lectura tan irreductiblemente hostil al icono de {os rovisionistas sine que, aun mucho ms tarde, on los aiios que a nosotros interesan, seguia reeditande gus obras escritas en los aus 20 cus caunbivs que sly pueden sex considerados menores si son analizados integralmente.» Todavia podta leerse en Ta nueva edicign de la bastante alberdiana Histor econdmica del Rio dela Plata {do 1966, reeditada por lo dams por Pevia Lillo sin eambios con relacién ala edi cign de 1948, quo Rosas era el dafensor exclayents de los intereses portefios y del trust aaladeril -como lo lama Ingenieros-", con quien adomés coincidia, al me- ‘nos en parte, en que era el heredero de los mono>olistas espafioles, y que con su. caida la Argentina "volvi6 @ encontrarse a sf misma’. Unas paginas inés adelante y rofiriéndose a Sarmiento sefialaba que “ningun hubiora podido hacer tanto en ‘tan escaao tiempo" Por otra lado, aunque la euarta adici6n de De fa colonia a la revolucién de 1957 introduce algunas modificaciones, en especial ea 1a conclu sign, ellas soa enteramente menores y de énfasis, en la arquitectura de un Libro «que sigue defandiendo, insistentements, ol eardctar foudal de la sociadad eulonial incluso inoorporando ruovas referancias a las on verdad muy eseasas quo tenfa la primera edicién Asi, su primer eapitulo, que triplica ol niimero de paginas, si fue llamandose igual que en la primera ediciéa "Origen foudal do la sociedad argentina.” En Puiggrés, esa nocién del feudalismo colocial hispanoamericano ~aungue introdujera matices y relativizaciones para el caso argentino que procedea ya de 19, Los crcuites de publican dels obra de Poiggrés eraa mayoritariameate diferentes de los de lon rovisinistan yen pare da lor dels nanvos biteriadoresoensayinta de la equier ‘Ae aacioual ya que tambien publics ex Peba Lalo y Sudsatada. Usa lista do eeaseditariales onde aparscieron aus trabjosincloye Caslon Parva Editor, Lovin, Corogider Jorge Avares. 20, R Poigenit, Historia econdmiea dal Rio de ln Plate, Buenes Aire, Pei Lill, 1965, 9 162, 1647 251. La odicda precedents, Buenos Aire, Siglo Vointivno, 1948. 24, La evident falta de consistancia empitica de la primera edicién es subrayada por J.C. CChiaratont, ob. et, p. 8. 22, Se han comparado las lieas finales del Ubeo on la eiciém de 1940 (oobeo las que ya procedeatemente en tre sentide se habia datenide José Carles Chiaramonte) ona las de 1987 fasistiendo en las rpbaras, Sia embargo, los cambios ne parecsa preseatar entre sidiferea- cia tan mlevaatee a excepein dela susttuciia de detrucién dol “feudalismc" por destruc~ ‘lon de “rlactnes de clase precaptaistas’ contra in cai, en cualquiera de los dos casos, Fabia que ceaivar las transformaciones doin “revolucisa demaerdtieoburguess” Ademds, la rolatvizacgn det feudalismne colonial para el teritori dl Ro de Ia Plata ys aparece en las ‘haclusiones de primer capitan de Ia ediién de 1940 y nds matizadas peresustanclalmente {nalleradas en la ecicisn de 1967. Véase R, Pulggra, Ee Zz colonta a fa revolucidn, Buenos ‘Alnes, APE, 10, p20, y Buenos Aires, Lavina, 1957 9p. 68-04. Ea la auova edi varios ptrafoe i dadican a polomlar con ux pati¢are de la vetis del capitalism comertal como Sergio Begs, Ezonomda de a socledad enloiat, ance Aires, El Ateneo, 1849 ne Fernando, Devore la primera adicidn~y delos resabios foudales sucesives que una revolucién pleas- ‘mente burguesa debis disipar segafan plenamente vigentes.* No solo llevarian ‘a una recordada polémioa con André Gunder Frank sino que ademas hubieran podido sintonizar ahora con el apoyo grestigioso quo ese tipo de interpretacién hhabfa aleanzado en algunos medics historiogréficos europeos, que sin embargo no aparecen citados, Acerea de éstos baste citar Jos nombres de ua historiador com nista como Emilio Sereni (que a su vez introduefa en Italia la obra de Maurice ebb) o de atzo que ne lo era pera que sacaba las mismas conclusions que equél, Ruggiero Romano, enfrascado también en una polémica con Gunder Prank sobre cl eaco americano y que llegé a sustener polémicamente, en le introduccién de una obra famosa, que el feadalismo habia terminado en Italia en 1945." Ciertamente cen la quinta odicin del libro de Puiggrés las modificaciones son mayores, ya des. de el laxgo prélogo (donde continia su diseusiin con Gunder Frank) ya reargani- zacion plena del primer capftulo (cuyo tftulo es ahora “Origen de la sociedad ar- {gentina”), Heo parcoe deberse més a la ampliacion del earapo de lecturas hists- ricas (en especial Ia obra de Claudio Sancher-Albornez que ponia en serias dif caltades a fudalime espafly tare Ox coartada qu cea balla con It publicacién en castellano del texto de Marx Formaciones econdmicas precapitalis tas) Sin embargo, en elle ressteeetrentnmente, en el medio de crema In negetiva a considerar capitalista la conquista y la colonizacién de América y la insistoncia en el cardctor servil del trabajo indigena. Persistencia tenaz que es diffel explicar por motives politices ya que, como veremos, la tesis “eapitalista” tenfa bastantes mas adoptos en Ia nuova iequierda nacional que la “feudal” 0 “precapitalista” Quizd no es tan sorprendente que Puiggrés continuase siendo ala vex un co- rmunista y un companiero de ruta del peronismo si se piensa que su interpretacicn to6riea # histériea, quo priorizaba insistentemente la estructura por sobra la su- perestructura, ¥ desdo luogo mas allé de la justeza o no de la misma, no necasa. riamente tenia por qué ser incompatible con la valoracién positiva del nuevo mo- vvimiento politico, visto como realizacién de aqualla revelucién “democratico-bur- quese” anunciada, Asimismo, la larga discusién sucesiva acerca dela existencia o zo de una “burguesfa nacional”, en la que reposaba aquella construccién ~y que reeaarda aquella obsesiva tendencia filolégica del comunismo a recur a las fasn: tes de las que hablé una ver con amargura Angelo Tasca~, podia reposar en algo mucho més inmodiate para la experiencia de Ia cultura comanista, como era esa ceuriosa y persistente presencia de las figuras de empresarios y sun banqueros “nacionales” entre los adharentes o simpatizantes de la misma, ayer y agin hoy. 28, Quisd no oe innecesariorordar que Bartolomé Mitre habia airnado ya, eafiticament, Js ausencia de feudzlisin enol itaral ea su busqueda de argumontos acerca dela "excepcio: nalidad argent. Véase . Mitre, Hisoriade Belgrano y la indapendencia argentina, Bue ‘os Aires, Eudaba, 1968, 1,con que el enfoque de Pulgrés no posdefiliarse en ella, ms all de las matiraiones aos ‘origenfesal do la sociedad argentina’ 24. Véanse M. Miri, “La storiografia italiana nel secondo dopogusrra tra reviscnisma © xo" ‘eaP- Dery yA Massa, Pro sora estriografia. Seri! in nore di Pasqusle Villani, Bolo bia, 1) Mlizo, 1994, pp. 27.98, y Romano y C. Virantl, Storia dala, Turi, Bineval, 1975, volt Reflexiones on torno del inqvierdn nacional y la Wistoragraia argentina ut Anngee, lar gta tos abitaban on el antiperensmt por las mismes razones partbetae cl Partide Comuniota aegentina Cnetde ios Ristoradores com. 2a nssteaistaseureanog a ) rechasate ou edbestn al nsevo movimento; Senos qu eran és polio y caltorelas que tires, Tropa, aun atmitendo que seetivarente Paige oe habia acoreado tare ac hitoriogreamente al pensamientonaccna’, tanto como To habe hesho Siildeaments a porosiemo, hnbria que sdaiar qv ee Sneraroditaba macho En ans completo como pare ser ediiideplasiseate en la as del ic. Ello Shu Iowxtibe mejor que caalquer ota cna eorida de oto intlertual que {bia compartido con Ia maitaneia on as det Partido Comnsts: Pardo [AStsanu mao all ele mayor o menor coberenia dela vistn propussta por ete seguramente ela i daba todo os pasta pestle para cer mas plenamente Sinitidnen les Mas rovsinistan (pert o era?) con a asuseién Zo un rol atl iuntepeitve para Hoss en ol provsnprogrsio de esarella del epitlismo ‘Aueanna, en obra Historia de la independenea sconsmicn de 194, ropt- re ise a lecture clio de deearalo sence argentino del sigio XX {oe para a Eptencnocial ep ya cefinio con precoptaist’), par dla Cpedatn sucenva 8 Caserossiguiendo por se parte a Pulggrés realica on SEED fuortemunte nepetive na welt irae )del period rovista "Once aos Suue! bin en Bene Lio su Rvees, uses del naconatiomo popstar, donde SES Ra allée algunas porsivencas (en gonealigadas #0 frie hesién oPRSeates derivates le Jaen Alvared) ne completa vuelta do campena iter fovea, La epoca clonal era predoninantements una “eemomia eran” in rang db eennnmfa natural que con Rosa can deciide pao cdclants al Shecrse on econoaa moreunt con megan de semorsa epitaista asa ye Sa fanos sladera devienen afore paso furdamental dela “revlucn bur Mica puesto que iapliean a apaicgn dela gren empresa capitalist, Una rave fion quo sigue septa Astesano,istes ln carecerticas dl iteral srgentinoy ectulla de yas semicon ua carder opossa a eos pases europea no deste dando do i agrupcarian Pcp a hey mas ee Spal pogeonive de Rosas on el desarolo de las fezasprafustves se une asa PoP Sime fetensr te to inforesesecondmies nacinalesy por ende de un dasa- ‘Pals eandmico independiente busado en el retesconssita" Como s9 Ye, ano ‘ue agut mada de fa leche cmanist, dela esestign feudal idols reliexio sees ulggren Boe gira Materlgraic nd de la mano dea baqueda de una Efhurecos ou lr mits revisionists cuyon sores apaccen ahora profuse Es Stedon Bn copcial José Maria Ress lq 0 6 se le dedican murmero Stligios en eapeal au Defesay pire de nuestra indapendencia conc seesee tie tomamo libro conlaye con tna cite de Seto qua resume bien hasta Seuss lgado Astesnno:"La enfedereciin argentina de Ross can su sutagie 25, Véase B, Astesano, Historia dela independencia econimica, Bustos Airs, Bl Ateneo, 1949, 26, Véase 8, Astesano, isos, Bates del nacionalisme popular, Buenos Aires, Pei Lilo, 1860, osins, Loe argomenio sta planteadoe yan B.Astatan, “Origen strieo de naicnals: ‘mo popular", Columnas del Nacionelismo Morsst, ae 1, N° 1, 1957 us, Pemande J. Develo tin, dstacaAstesno, el ertabn plonamenteientiicado con loa anpsrenion de sare ectaicacrsieemev ane ie tect sin quererlo, poniéndose bastante cerca de la antigua polémica de los populistas 71.8 Aisa, Ros... 28,6. Atann, El caminn dou naina, repo tans a Clea edi -cionales, Olives, Et Calafate Editores, 2001. 7 et ™ 25 Vinee Altace, Peoiomay clr decid, Bees lee 1003 Ta Sto F Nebr, on inestlry le nonin dd peoniamo, Banas tats ale oe 30. Vase R, Puiggrés, I peronlamo, 1: Sus eausas, Buonos Aires, Jorgo Alvaes, wo Ales, Jorgo Alvares, 1969, pp. Roftexiones en toroo dela laquerda neclonel y la histedografia argentina n8 aiios 60 no se habéan atenuado. Asi, lo que oportsba Puiggrés, pero también Aste. ‘sano, a exe momento de fines de los aos 60 era un vocabulario, un conjunto de Tecturas te6ricas, una serie de temas e interpretaciones que poco tenfan que ver con las que por su lado trafa el revisionismo. Blloes por supuasto més evidente si niramos la époea colonial y el siglo £0, pero arasélo on ose terreno y no en el de la Argentina moderna donde la coincidencia o la contraposicidn con el revisionis- ‘mo attiguo podia daree visto que éste, prisionore a su vez como estaba del debate ‘con la historia académica sobre les mitos de los orfgenes, desdefaba olimpica- ‘mente Ia historia del siglo XX. En cualquier caso, Io que quisiéramos resaltar es {que sobre los tardosesenta confluian muchas lecturas e Influencias en términos ‘istoriogrdiicos, de las que los casos de Irazustay de Puiggrés constitufan quizé dos vias extremas del cammpo de postbilidades, Alescogerlas hemos queride arga- mantar acerca de esa diversidad. ‘Momentos Si, como fuera sefialado, el revisionismo de los afice 80, en tanto que movi- miento a la vez historiogrifica y politico, sélo puede ser entendido colocado en ot ‘contexto politice (fr agragariamos cultural) en ol que surge, lo mismo ocurre con la historiografia de Ia izquierda nacional. Sumariamente podriamos observar tres diferencias relevantes con la situacién en In que vivié el revisionismo cldsico, La primera es que éste habia surgido en los afos SOcuando las acciones del fascismo festaban en alzay el marxismo era una cuestién bastante periférica con relacién al establishment ealtaral argentino, Ahora eral fascismo el marginel mientras que fel marxismo tendia a expandiree en imbitos acadéiioos y no acaémicos de igual ‘modo a come oewrria en otros paises de Europa y América Letina, ‘Le segunda diferencia os el tema del primor peronismo, Et revisionismo habia surgido en un cima cultural dumiado por oposiciones de distinta naturaleza ¥ profundidad de aquellas que abriria el advenimiento de La “democracia de masas”. Loge de haber aparecido ésta habia provocado entre sus cultores tanto pronun- das reservas como adhesiones, a menudo de necesidad més que do verdadero ‘amor, en una situacién de vineuloe complejos y eustancialmonte ambiguos dest= ‘ambos ledas. La tercera concierne ala situacién posterior a 1956 — en especial de 419517; cuando Perén promovio al revisionismo como una especie de ideologia si no oficial al menos oficiosa del movimiento, la sisuecién aparetia radicalmente cam- binda' Aunque fuese, camo se ha sefalado, un matrimonio de razén, no por ello ‘ejaba de granjearle al revisionisme nuevos piib ices y nuevos enemigos, Es0s pix blieos eran ante todo los seguidores de Perdn, en especial los que se congrogaban on las principales estructuras supérstites del mcvimiento que eran ls sindicatos. ‘Asi, retrates deJuan Manuel de Roras comenzaron a surgir en ellos agregando wn ‘tmbolo adicional a la iconografia del poronismo, Empero eran también, y sobre todo, las viejas y nuevas clases medias que el moielo de gustitucién de importacio- nos habla expandido, avidas de consamir historia y, en sus franjes més juveniles, 81. Véere JD. Perso, Los vendepatrin. Historia de ana ric, Buenos ice, Freeland, 1972 = Peroacd J. Devers de involucrarse activamente on el proceso politico, Una mirada esquemitice eon viuiria que los ravisionistas clasieo influirian proponderantemente sobre los pri- neros y los nuevos intelectuales de la izquierda nacional sobre los segundos. Aun- fqac en sus grandes rasgos ello pueda ser cierta, une mirada més atenta daberia rtcordar que existian notables excopsiones. Por una patta, un mimetizado José Naria Rosa y un Arsero Jauretche, que finaimente encontraba el pablico que aa: nosamente habia buscado en vang en los afice 20, serian particularmente influ. yymntes on las clases medias, mientras que, por otra parte y més tarde, en ocasicn. G21 surgimianta de la llamada CGT de lus Argentinos, historiadores come Rodolfo Crtega Peha y Eduardo Duhalde o socidlogos provenientes da las edtedeas nacio- nnales, pero no sélo de ellas, tuvieroa un cierto eco alli. La situacién deseripta, sin embargo, deberia colacarse en una dindmica tem- poral. Un primer momento es el sucesive ala caida de Pers. Allis intelectuales 4s la izquierda nacional encontraron una inesperads oportunidad pera pasar de tua lugar marginal a otro central en los debates do la iequierda argentina, Una laquierda no sblo algo desconcertada ante la situacién abierta con la revoluciga lisertadora sino con una agenda mucho mis complicada que la existente en el sconio peronista. Finalmente, mientras el movimiento estaba en el poder se‘po- a optar por un acendrado antiperonismo o por una linea taetieamente mas zig eagueante como la del mismo Partido Comunista, Acerea de dsta no es quizd tan relevante si sus dirigentes seguian ponsando, mis allé de lo que decian, que el peronismo era una variante del fascismo ya que intentos de colaboracii con ot705 Fugimenes fascistas en sentido lato 0 extenso no habian estado ausentes en el sovimiento europeo o latinoamericano, El mismo Partido Comunista italiane habia hsitado bastante sea antes de 1930 o Tuego de 1935, momento de maximo con- ‘senso del régimen mussoliniano, con fasos de acereamiento y de distanciamsiento hacia aquellos que algiin manifesto poco afartunado Hlammé “fratelli in camicia nero, ¥ el Partido Comunista brasilofio no habia tenido ningin arsbage en apo- yar la opeién Vargas en la critica coyantura de 1945 por “nevesidades historicas”, ‘cro dijo un Prestes apenas salido dela cércel Sea da ello lo que fuere, luego de 1956 las cosas eran més complicadas. Bn un escenario abierto e impredecible, no silo parecta mas perentorio colocarce politicamente ante el peronistao (lo que sig- nficaba responder 2 la pregunta do la perdurabilided o no de la lealtad de sus seguidores, lo que era en of mejor de los casos una pura canjetura) sino que los {ances abiertes por las opciones hecias on 2925 eran pas cAcliiente ateeables, Es decir, ante todo, las cuestiones de la clase obrera peronista y dela opcién por la Union Democritiea ® ‘Acllo quizé podria agrogarce algo més en una mirada comparativa. Unode los foctores que herian la fortuna de algunas izquierdas, sofialadamente los partidos ccmunistas frencés @ italiano, en la segunda pasguerra, ora que habian podide vincular la causa del antifascismo con la de la liberaeién de sus propies naciones ae una dominacion extranjera, lo que les parmitia ineorporar a su propia mitolo- ‘58 temas tipicamente nacionalistas y darles una retérica patriética en torno de ‘4 Vase. Skidmore, Brasil: de Gétulio a Castelo, So Peulo, Paz e Terra, 2000, p88, 88, VésseC.Allamlrano, oh ct, pp 74-70 Reflexiones en torno de Ia laquieréa nacional y Ja Mlctorigrafia argentina a "El momento secs a 3909, con Ja derotay la persecuén dl permis, recordar al sorprondeste goullismo exactrbada que ml masstre Haydée Gorestegul percibis ar eceee eetee a aa Fernando J. Devoto tna antcpacin del tigo de heterogéneoconglomernd idecigco ga 0 ba Toole anes dene 50 con ous rtorenca al eristanomo, 9 Genel Naseer Pati M Swooss La dindinic da situacin entre 1955 y 1966 es an complea que no puade reoumirse en su momenta lial y en aque eal qo eplorsoae Ce bees Sumaria. Baste recordar el moments del ondicome, en la inate costo fenciaspolltese qua alse protuoron, para penser clas ee ot Sonal Gis que no djaron traces parduralee 0h po el soatiara alone ee Feconfiguracn de ainidades plitcas uo Infayern sobre los aineeen Hotoiogatce. Seguraentsttuyeron on is cretonculonde acta nee retshe yun Raul Sosiabiat Ores snades aa aventura Signs be Coe Gur caso, «proceso terminado al glpe do Ongena las Sstotes line tae dian naevaments a entrenrosatae, em oppeciel 6 pert dele apaenionents tubigoae indudablemonte comple sivasin croada pr el gle Se lobe Ne te tatabe stl de ls ineoperndas expedtativas que el gnarl Ongaaae ine Scepertr en el momento sn en secast Insspachade de consoles Sno a Gonna equ gu grea nb pone uy youn re” del propio Pers ce erties a Tr emote dees eusinacs fue lingreso o ol retoras ala univeridad de Sguras del nasionlismstadioal que hebian sce omblams de os asta otesores “or de cela dela dada peroista junta con con gue agete oe Wins mds iediesareanplasat ee fonuniantestlarmntae At ee eee te mari social eistiana dl pro de “eanunia homand com conto eee lads, conel mando sida (on ape eon le Selon Sasa geet eee da por Arado Ola), pore ei, con ol mayor Bernardo Albee nontteee ae entoncns delogado personal Ge Prtn, dasombared ena sreion sl enter ae Sect, mientras quo un corte paceente dein Unvesin Gaeaie Sastno O'Farrell lobera ona eteoth dl Departamento le Sosdopi Sar Gian do ali lugs las Homans “ateras neconate na do los eos ns Gontesatrie doin Paral de Roshi Letras deer eo altars Ooms ‘ie! Castelan fs wcmbrado cecano a oes en aches sew es nodaradament ala universiad postervnsin ncmntes mucho ade ne, bie eon ne proyecto sl reformioneo aun a algunss mares seadoateer eg lo ditcols¢ imprevsiesnaconel-populazes)” Bn eager cae, gue ie padosendesembarardelmianomodoy cotemporaneamanteconfecas ote “las en Scala ool erate an Carls Geyanache convene icra sn praisr de Historia de Orient, exhbe bien a ausin del monet Gen tote ee buon recordar que eats noevo seinen cntestatararHation es en cerzeras de Sociologia y Psi pero mo on sta Aga las anredods ode oir tipo, Junta le supérattes miembros do la Nueva Hosa Heatorna oe Semple, inporturtahe Ricardo Cal Bol one Insts Ravan aren 46. Dato lon dates aere de Gonzalo Crdeaas a refese No ‘7. Acersdelnseitedrasnainales-véaeH, Conte, “Cin foe de antlgien la Argea- ta: a leyenda dun aombes en Goarales Corp) Hiaora eens osecoloes es tie, Buon Ae, Cele, 200, p>. 7886 to Tvancich, Fefiexiones en tonne dela iquieeda nacional y la histerografia argentina 13 cian algunos nacionalistas como Goyeneche y revisionistas antiguoso nuevos como Manuel B. Somoza o Cristina Minutolo ¢ Antonio Pérez Amuchéstogui que veria ampliadas sus tareas. Esa sitaacién confusa que erea el golpe de 1966 en el plano universitaxio, pero is importante on la politiea general, iré acompenada por un proceso de radica- lizacién més global, desaparecidas las vias do eontencién y de procosamiento del conflicto que tenta el sistema do mediaciones del régimen palitice democrdtico precedente, Blle levaré a una dinmica vertiginosa que efectaré tantas identida- Ges ideoldgieas, politioas « historiogrdficas. Bn esa situacién en movimiento, eon Jdentidades en transite, surgirian espacios de coezistencia precaria entre vigjos y ‘nuevos que actuaran coma lugares de pasaje. Uns flustracién do ello fue la coha- bitacién en el Instituto “Juan Manuel de Rosas” éo, por ejemplo, Juan Pablo Oli- ver y Rodolio Ortega Faia. La sonora polé:nice qas emergeré en las paginas del bolotin del inslituta en taro dela Guerra del Paraguay y el rol histrico de Mitre (Giibitamente defendide por Oliver) mostraba biea, mucho antes de 1973, laimpo- sibilidad de convivencia en ese conglomerado por razones a la ver politicas ehis- toriogréficas. Que Oliver, antiguo miembro de a Alianza Libertadora Nacionalis- ta, acusase a los historiadores del nuevo revisionismo de izquierda (pero no in- ‘lata a Puigerds entre ellos quizd por no considerarlo participe de ninguna ambi- cidn revisionistal de infiltracién comunista en las corrientes nacionales, usando féeticas de apariencia “montoneril” 0 "guerrillera’, dice bien a las claras como estaban las cosas." ‘De tantas vidas intslectuales heterogéneas y oa trénsito existon muchos oem. ples, Uno de ellos os el de Rodolfo Oxtege Pefia quion, tras un fugar acercamiento 5 frondicismo, desembares también por poco tiempo en el Partide Comunista ‘hacia fines de los ants 80. Se orienté luego hacia dl peronismo donde, al igual que otros a la bésqueda de Ia clase obrera raalmenta existente, fue atraido por stt tstructura entonees més consistenta, el movimieato sindical, y por la figura y el proyecto de gu lider més emblemético, Augusto Vandor. Ms tarde atin, ya en pleno onganiato y en epincidencia con la implosiéa del sindicalismo, se encamin6 hacia posiciones eada vez més radicalizadas dentro del peronismo. Oriegs podia combinar un estile sedorial con una aetitud juvenil, una multiplicidad de iniiati- ‘yas editoriales con la cariosidad por la investigaciin historica, sus batallas contra tlrégimen militar y aquellas contra la Academie Nacional de la Historia, ala vor contra el general Onganta y contra el general Mitre, el culto deciertas teadiciones familiares (era nieto do Davia Pena y por esa via estaba emparentade con Facun- o Quiroga), con la defensa do prosos politicos y con una militancia politica cada ver mds radicalizada que fo llevaz‘a a colocaree aun a la izquiorda de la lamada tendencia revolucionaria del peronismo, Trayectaria que aunque podfa haber pa- recido impensada para muchos estaba quizé, de algun modo, intuida en el retrato (por otra pacte hostil) que de él y de Hdvardo Duhalde, convartitios en dos perso nnajes de su novela, deja Leopoldo Marechal en Megofiin o la guerra, publicada en 1970. Empero también podria pensarse en el curiaso periplo de ese s6lido erudito sel revistat’ histério argentina: ecaso del en eee mismo volurmen. 8 Citado por. Stortini, Polémica yx Tnatitsto Jan Manuel de Rosas (1955-197 at Femando J. Devote gue es Bermin Chaves, cuya militancia revisionieta comensada con una lectura bastante “entrerriana” de la historia argentina, seguia Grmements anclada en ‘una mirada ideoldgica que no puede no definiree como hostil a la medernidad “coma exhibe muy bien su Ieminisma e historicismo en la cultura argentine, convertido simuligneamente en escritor regular de ia revista Crisis.® Aunque ‘qalad ayudaba a ello su estilo sin agravios hacia los eontempordneos y una consa- sracién a figuras como el Chacho Peiialoza o Ricardo Lépez Jordin hacia los que convergian otros eultores de la lzquierda nacional y que podian ser presentados enuna clave popular, en sintonia con los nuevos climas, mucho més que un Rosas ‘0bre l quo posaba la constraccién hecha en los afios $0." Sin embargo, ol hecho de que Chavez pudiese escribir simultdneamente on Dindmica Social y en Co- lerinas de Nacianalismo Marzisia en los 50 y participar de los ambitos de los nacionalistas antiguos y de la nueva izqulerda en las 70 dice més eobre su estra- togia melusiva, tan diferente de Ia de tantos de sus conmilitones, que sobre sus convicciones ideolégicas o historiogréficss. Que ocupe un sillén ain hoy en ese reducto de la ortodoxia ideolégica que es el Instituto “Tuan Manuel de Rosas” del {que fueran expulsados aun personas come José Maria Castifeira de Dios por su. asviacionismo (claro que no marxista), dice mucho acerca de esa fidelidad de Chavez a un horizonte intelectual ‘Se podria costener quo todo ello argumenta acerca do Ia unicidad dol campo «que disevtimoa al principio de e2e trabajo. No lo creo, excepto que tomemos waa foto en un momento entre 1966 y 1968, prescindiendo del periodo anterior y del sucesivo, Finalmente, lo que podla ser no tan perceptible en 1970, visto a proceso emeluide, muestra quese trataba de momentos inestables en las que se entrecru- zaban itinorarios que venian de lugares diferentes @iban hacia otros que también Ip eran. Por lo dems, los aquivocos pronto se diciparfan y aquello que podia spa- 1ecer como una galaxia indoterminada al observador externe decantaria en lineas nitidas y trdgieas. Que ese desenlace antitipado en el debate de ideas tenfa sa eonerecién on ol campo de Ia pura lucha politica Io exhiben las diferencias de destino de los dos gjomplos antes deseriptos. Ms all4 de la euestin no menor de lee diferentes temperamentos de Chaver y Ortega Pofia, lo quo produsca la disols- én violenta de ese campo “nacional” historiogrdfico y'politics exan las opcianes politicas erecientomente polarizadas y el grado de compromiso con ells, El pero- rhismo que provefa para muchos la posibilidad del equfvoco exhibirfa luego la in- salvable incompatibilidad.** {®. Véase F Chéven,Hstoriciomoe ilumtnlemo en a cultura argentine, Buenos ites, Genir0 [éltor de América Eating, 1982. “49, Véase P. Chives, Vio del Chacko, Busnes Ales, Theoria, 2 od, 1974, y Viday muerte de epee Jordan, Buena Aices, Teoria, 1970. 4, Dane luage qua vista desde hy el peroniame era capas de reincorporar en ax movimiento ‘intelootuales que habian militado en los distintes grupos ea pugaa pero allo eared ya de relljo historiogréfico, No hubo domi fo eonccid para la aquirda nacional; basta ver ¢¢pantegn del lostitute Juan Manuel de Roeas" que ita «Ia Academia Nacional dela [istors, tiene ous silones con nombres de hiseriadoree provedentes, no hay ali ineluido ‘ing historiador de le izquierda naccral | Reftexioces en torno de la inguievda nacional yl historognatisergentina 5 ‘Tomas ‘Alacercarse hacia la historia argentina, los nuevos historiadores dea izquierda nacional se encontraban coo una situacién dual. Poruna parte, el perioda colonial yy las tret cuartas partes del siglo XIX donde existian lectures precedentes, fuesen ‘las “liberales” 0 “revisionistas", muchas de las cuales habfan sido formuladas por intelectuales que segufan plenamento activos ex ¢] nuevo momento. Con mu ches pero no eon todas de estas uitimas, vistas las finidades poflicas que susci- taba ie comin simpatia hacia 9] peronismo, on un contexto tan polarizado como el dela Argentina de entoncee, tenia quo establecorse si no algun tipo de didlogo al ‘menes ua posieionamiente. Pur la otra, en relacién con la Argentina moderna y fcontemporénea sobre la cual ni los historiadores dela tradicién académica ni los revisionistas habian préeticamente escrito, el eamp» parecia mas bbre, al menos Ge aliados ineémodos, Una excopeién entro los ultinos era la historia argentina {de Emesto Palacio, sin embargo bastante brove on cus eapitulos sobre el period posterior a 1920 al que dedicaba setenta de las 750 paginas del libro. ‘Alencarar la historia del pais antiguo, los ensayistas de le izquierda nacional siguioron itineraries divergentes, Como ya sehalamos, mientras Astesano se asi- ‘milo valorativamente a las tesis del revisionismo, Fulggrés mantuvo mas inalte- ada que modificada su visidn. Consideremos ademés las posiciones de otros cua- tro autores: Jorge Abelardo Ramos, Rodalfo Ortegs Ponta y Béuardo Duhalde y Gonzalo Cardenas. Los puntos de conilicto potencial para una visién que recls- ‘maba un lugar en la zquierda eran muchos, de los eusles nos concentraremes en, dos: el mundo colonial y Rases y su 6poca. Bl revisionismo habia revalorizado el ‘muni colonial, con mayor o menor érifasis segiin mis carea astuviese el autor del ‘catolicisme y del hispanisz0,y desde luego habia encontrado on Rosas al paladin, dela Argentina independiente. Como no podia escopar a nadie que los revisionis- tas, hubiesen 0 no adherido al peronismo, pertonecian a una tradicién politica ‘pucsia a aquella en la que aspiraban a colocarse Ins historiadores de ts iaquierde fhacional, era ceai inevitable qua en esos eamupos se produjasen los mayores pun- toa de friecién, ‘Abelardo Ramos, al igual que Puiggrés, formula una lectura negativa de Bs- pee, de la conquiste y del orden colonial. Esa imagen no innova eon relacién al Fetrato de Ingesieros yen general a la imagen caninice en la izquiorda angenti nha, desde la idea do las dos Espaas a la preferencla marcada yor los Borbones reformistes contra los Austrias absolutistas. Ks decir, un retrato antitetico con el del evisionisimo." La contraposicién entre las lecturas revisionistas y la de los historladores de la izquierda nacional se prolonga asta la valoracién del proceso indepondentista. Estos uitimos fueron morenistas acérrimos mientras los revi sionistas, con In excepeién de Palacio, eran particarios de la linea que unfa el Saavedrisimo con el motin del §y 6 de abril. Luogo todo se hace mas rigangueante 42,8, Palacio, Historia de fa Argentina, Buenos Aire, Peta Lill, 1985, 45, La impresida es que Rames simplemente gleea on menos paginas Jo dicho por Ingenie- os, y Buigerds augue pone el nies an Ios temas ecosémico-socials no hace algo aiferente 6 Fernando J, Devoto complejo pro, se quisiera ndcar una divs entre ls lectras de inaurd tradiclonaly iss de Ia nueva iaqulerda, la misma podria establecerse a ait de 1820, toruo de lo cual na et innestsaro teetder que ya ingeniene ie spliead on valrsnpstivade Artigas» cas dl eal con ace ‘A pati del moment de diglucién dea situaién posndependentist, syrt Sloe itoradees dea ioatrdamecoal vaca eds orion aay contraponealade a ioulendaclasen, Con tole enone ae Roca tanto Ramee como Orta Peay Dual poses ls Aforantee mains de procedenca de sus lecturan paraces haber aeghideexestnin nea Mas que exaltar a Rosato trataba do dengrar a Rivadaviny sais laa By sé Mitr. Bll impicaba ineviablomonte una valorizain de ots personales istérizes queen su tempo se haan colcapuccio al poernaiorde Rees ree Aat Jorge Ablazdo Rani pia coniderara Rese cmmaceacieaen fresista agri poroasu ver como expresion de un naconalom genaders re tus dofeonivoyimitado por su intreee portetony decane Belen oy resistente a percibir en Quiroga las bases para cualquier proyecto de futuro alter. native y aun de eualgucr proyecto, inmpinab coms ileal We uns Arporre eo ‘to hahia sido uoa hpstetaconuncion de las eas dediaé Mane Ber a ae fila” y asad Gop las mason tm Eds onc amatica transposicida del rol que atitoasignaba a su grupo politico en relacisn, con operons, Adore, t Ramos ee emideraba heedarey pansne traditén marsala lempeniaalavoelaneasiind Sous coda ceehega brogresiva dal pocas hstco que le unpedia rds ald do oes ee ong Smpatia a eostanca do locales de interior Do esto modo a iota tces ciém de Ramus, quo eels encontrar su hie contactor an ix rede del eer Pestorior a Caserosy se contra en ins conteapaiconee sabe arte es Aires y entre ns masa lon doctor no quriondo verte aoe tm, hacia dif pe on la anon entre eu honacate delapony ans nesldonee Felons. Debia aa buseat en eta parte y consti al Pataghay ele bance tomo aoe modelo naconalisi,antinperisltasindustiahste ny oe nase hallar en Jos personajes y movirnientos argentinos. 1 1 rbajas de Rolo Ortga ety EdausdoDuhaldesungue paren de oto lugarhistriogrc paleo, ceencndtabantanbien conn psnas iets age toriogrca dl resto d los ats 90,5 com Ortega locate ae voonau actrenmente ana relectura del pasado urgentaoi goad Seen ‘entoquele proj la etura da lito Impentlianny cuts de dese hoe tinder Arregl done entre tras enas encotr ns asus paras oar cien do la época de Rocas ‘desde una perspectiva marrista que elisinara las Corp ‘as del iborlomo ye romaaticams apergamiode dl tvaeniam a sees buscase el cleo origiaio de as inerpecaiones gue jas coe Deke ee ‘arta on lo tos stsves* La intepevtstn de Hemsindes eer hoe tna figura ambigua de un pciads de transi, nose alje mucho dela de rer 46. R Ortega Peta, "Probgs aJJ Hernindes Arregui, Inpra rea, Hachea, ® ed., 1964, p. 11, at z _ a Reflexiones en torno de ln nguierds aacional ya historicgrafla argentine a 4, también como on éste, dos de las dimensiones c-iticas eran el portenismo (y Ia fliacién axgumentativa era de naavo Albordi) ¥ ks limites de una clase terraie- niente asociada a la burguesia mercantil de la cue! aquel exe considerado un fel representante, Partiendo de ali la abundante obra que los dos historiadores, me horas de treinta afos, van a producir entre 1965 y 1968, intenta wna recuperacién de la tradicién federal, entendida como popular y antiimperialista, que elude el bstdculo de conftontarse cot la figura do Races 1 23 eantra on ol parfodo procodon- tev en el posterior y se constraye en tomo de ctros personajes: Dorrage, Quiroga, Felipe Varela, En especial, al acuparse de este dltimo en 1965, Ortega y Pefia y Duhaldo resaltaban en ase momenta que habia side el “excesivo” apego del revisio- nismo al rosismo y el hecho de funcionar esta coriente gdlo como antitesis de la iberal lo que les habia impodido la rocuperacién de Varela. El bro con més ambiciones de ambos autares es el dadicado a Facundo y la ‘montonera, publicado en 1988 y que presenta a equéllos como héroes de la resis- tencia nacional al imperialismo inglés. Tiene en se prdlogo una doble dedicatoria aque condensa log dos eampas de interloeucién: “a ins trahajadores de nuestra pa- fia, Reroderos de la heroiea maontonora de Facundo"y ‘a Joaé Maria Rosa, vard- dero historiador de los argentinos”. Un José Maria Rosa por entoncos al final de 50 lango mandate come presidente del Instituto de Investigaciones Histéricas “Juan ‘Manuel de Roses”, en cuyo espacio Ortega Peda 5 Duhalde, como ya seftalamos, buscaban por entanees dar su batalla historiogréfice. Desde luego que la lectura de Rosa no era compatible con aquella de Hernandez Arregui, en el punto de la interpretacidn del gobernador de Buenos Aires, aunque éste le dedique un cuida- tio elogio « aquel. Con todo, I originalidad de la lectura de Ortega Pesta y Dahal- de con respecto a la de Ramos se puede resumir on dos puntos: une politico y otro t26rico. Con relacién al primero, es evidente que los dos j6venes bistoriadores buscaban librar sa batalla dentro del peronismo, na coma Ramos er tanta que liad exterior. La segunda, derivada de la prime-a, era qua més alld de las apo- Iaciones a la tradicién marxista (por ejemplo, para la definicién de “imperalis. ma”) o dal uso de una terminologfa de clase, Ia icterpretacién de Ortega Peta y Duhalde se deslizaba de modo més raudo hacia us populisino historiogr4tico ple ‘no, Como muestra la linea de trabajo mas original que propusieron, el estudio del falelore exgentino, ora la busqueda de wna histor-a verdaderamenta “desde abax jo", como luego se dia, la que los llovaba & tratar de indagar formas puras do una cultura popular sin ninguna intelectualizacién. Cultura que imaginaban por lo ddemés politica y que les servia para atacar a la vez a otros historiadores que se tacereaban al folelre por otras vias (Félix Lana soare todo) o incluso a los cantau- tores de ese presente vineulades eon ol Partido Cemunista. Bn eualquier caso, la 45. Ortega Poss y B. Dual, Felipe Vorela conta el imperia britdnien, Buenos Aires, Badestade, 1968, p. 23. La cbservaciba reibib una airacs rexpuesta de Fermin Chaver quien defeadia el interes del revisoniamo (que era adams el suyo) hacia figuras como Varela 0 sper Jocdda,decubiertas" antes de 1965, Vase P. Chivez, Bl revsiontomoy as montone res, Buanos Aces, Thaoria, 1966. 46. ViasoR, Octoga Petia y B, Duhal, Faltlore argentine yrevsioniamo histéreo, Buenos ‘Altos, Sslestada, 2967 3 Fernando J. Devoe mirada de Ortoga Poiia y Duhalde desprovista de toda idea del rol deta vanguar- Gia tendia creciententente a presentar al caudillo como simple lenguaraz de un ‘sujeto social, slempre el mismo con distintos nombres (como Jo exhibe el conetan- {2 deslizamienta dela “montonsra” alos cabecitas negras").” Como rena e) subti- tao del libro dedicada a Varela “las masas de la Unién Americana enfrentan alas yotencias europeas", cea lucha de las masas contra al imperialismo britdnico era Explicada en térmtinos mis puramente sociales (0 socioculturales) que econémi- tes. Para lo eval buscaban insplracién, mas que en Juan Alvarez, en la descrip- ‘Gdn que crefan deducir do Sarmiento de los conflictos argentinos, invirtiéndela valorativamente.* Resta Ginalmente considerar Ie obra de Gonzalo Céndenas. sta presenta va- rias diferencias con las precedentes, ante todo en relacién eon su formacisn y con tLeontexto de produccidn. Fue realizads por un socislogo de matriz eocial-ristio- za que operaba on ese momento, el Onganiato, en e] dmbito de la Facultad de Filosofia y Letras de la Universidad de Buenos Aires en el dmbito de las “citedras nacionales”. Sus propSsitos poléasieos aparecen influidos primeramente por los, debates internos de ese mundo universitario. Desde alli, en la larga intreducci6n ton ambiciones tadrieas, no sélo son utacades los fundamentos de la sociologia yormaniena acusada de eurocéntrica, sino que es fuertemente relativizado el Sharxismo, visto apenas eomo un momento de a evolucidn de! pensamiento socal condicionado por las eazacterfaticas dela cociodad ouropea del siglo XX. También 25a introducci6n se coloca con relacién al debate feudalisme-capitalismo y, visto el ‘Je que articula el bro, la confrontacién entre centro y poriferia, enfila répida- fhente hacia una lectura de la colonia en términas de un capitelisme comercial {que permite la acumulacién de riquezas necesaria para la expansién del mismo Gn el contexio europeo, én polémics con las tesis "feudales" que atribuye a la igquierda tradicional. A partir do aqui el Libro propone uns lectura del siglo xx argentino que, si presenta como diferencia el hecho de otorgar muchas pagin: Ios aspectos econdmicos y sun a la inmigracida, ao deja de apoyarse, resumiéndo- Jas, en Ins posiciones de los revisionistas antiguos o recientes, en especial los li ‘bros de José Maria Rosa. A diferencia de los autores precedentes, vuelve a cance: der un rol preponderante a Rosas en ol proceso en tanto constructor de la unidad nacional y expresiéa del desarrollo cuténomo hasta que, mds ain que Caseros, el golpe “gorila” (sic de los portefios en septiembre de 1852 habria orientado el pro- ‘eno on otra direecién. ‘Con relaciGn a la leetura del siglo Xt, los historiadores dela izquierda ni nal enfrentaban otros dilemas. Algunoa como Ortoga Petia y Duhalde 0 Astesa- ho decidieron no incursionar ailf mientras Cardenas arriba s6lo hasta 1910. fn ambi, Ramos y Puiggrds dadicaron a ese perfodo la mayor parte de su produc- ign posterior @ 1958. Al hacerlo no tenfan, como seftalames, que confrontarse 47, Bl apogo a la figura dl eal sero sujet revlusioario, as masa, esol hileo dela evita que formalan al reisionSmo histérico, emblematizado en la Higura de Peranla Chaver, Vease R Ortoga Peta’. Dahalde, Las guerroscivles argentinas yl histo+ rlografie, Buenos Aives, Suestada, 1967 48, Vésse RB, Ortaga Peta y B, Duhalde, Facundo,.. pp. 385-191 Reflexiones en tornode la inquierd o rly Ia historiogeafia ergentine 129 con las visiones del revisionismo pero enfrentaban otto problema: qué tipo de relaciin establecer con la masa de investigaciones que se estaban realizando bajo inspiracion directa o indirecta do Garmani y con aquellas que procedian de tana economia con voeacién histéries de tradicidn eepalina. Bs decir, como con- Fronterve con las tranefermaciones que emargian de la relacion entre historia y Ciencias sociales. Concentrandonos en Germani, nunca se resaltaré Jo suficiente en eudn gran ‘medida el sovidiogo italiano logr6 garar el ae temporal, conceptual y metodologi co ton el cual estudiar a la Argentina, La preoeupseion pasb a ser estudiar la ‘Argentina moderna en la asuncién de que la profundidad do las transformaci pes que comporté hacfan bastante irrelevante la discusién sobre Jo que habia ocurrido o pedia haber ocurrido antes. Agregd, ademés, nuevos conceptos, vooa- blos e instramentos y desde alli una mirfada de datos sobre grupos e institucio- nes de la sociedad argentina. La respuesta de los cultores de In izquierda nacio- nal fue un casi undnime rechazo a toda esa produesién considerada irrelevante, tendenciosa y aun subalterna a los propésitos del imperialismo. Como mastra- ria la multiplicidad de lineas interpretativas y de posicionamientos politicos ‘que ae abricron entre los cultoras de In econornta y de la socivlogia a propésito del problema nacional y del peronismo, nada habfa de implicitamente perverso fen aquellos instramentos que podfan cer simplemente medios mas complejos para consiruir distintes lecturas de la Argentina y fundamentar diferentes po Sicionamientos politicos. En cualquier caso, al proceder de aquel modo, losintelectuates dela iequierda nacional edie podian orientarse a interpretaciones calturalistas del tipo de las de Heraindez Arregui o puramente politioas como las de Puiggrés o Ramos. Que festuvieran inechadas de apelaciones a la tradicién marxista o de citas de Karl Marx, Friedrich Engels y Leda Trotaky no cambiabs ese cardcter ni mejoraba ta orfaniad de instrumentos para peasar una sociedad eompleja como lo era la Ar ‘gentina del sigio x, Lo mismo ocurriria con las nuevas generaciones de integran- fes de las llamadas “edtedras nacionales” quo, eludienda todo vinculo con la sacio- logia y eon la economia, debian racostarso alternativamente en In filosofia o en la historia entendida de un modo tradicional como fuente de inspiracién y en ol on- sayismo como instrumento de explicacién. Que ese ensayismo fuese clevado, por ‘sus mas hicidos exponentes, ala categorie de un instrumento més apto para com- render la real'ded, scldzado en favor de la idiogratia el debate con la ciencia ‘omelogica, es otra evestién. Que esa voluntad de eludir Ia cenfrontacién con Tas Ciencias sociales no fuera patrimonio exclusivo de la izquierda nacional y que testudiosos de otras tradicicnes de la izquierda también se embarcasen en mira- das hermensuticas, también lo es. Finalmente, nada dice todo ello de la afieacia politica, Mas atin, 1a antropamorfizacién de los conflictos y las lecturas simplifica- as y binarias auelen eer en general mdz aptas pura suscitar In adhesion a la ‘eausa que se quiere defender. ‘Ea ese cuadro existe, al menos, un contraejemplo: Arturo Jauretshe, quien hhabfa sugerido en tn trabajo de 1859 la necesidad de un nuevo revisionismo que, sana vez eaclarccida la verdad de les hechos del per‘edo eomprendido entre 1620 y Caseros, se desplazase hacia el eatudio de la Argentina posterior abandonando toda melancolfa y sueios de restauracién. Hse nueve zevisioniemo debia orientar se mas hecia el estudio de lo social y, abandonando el tono polémico, construirse 120 Fernando J. Devato con “todas Ios aportes” Aunque esas reflexiones, que hacen una abundant cita- cig do Mare Bloch casi como emblema de que una nueva historia era necesaria, correspondan al momento intolectaal del fronditismo, os algo que puede postular. se. Sin embargo, el mismo Jauretche seria bastante consecuente con allas aan. posteriormente, quiz por una coptinuidad de su esfuerzo por persuadir a las clases modias no peronistas, Su “medio pelo", aunque construidade manera asis- temétion y encayintica, defendiondo cl cantido camtin contra al “date eiontifies", proponicndo en ol prélago “ol estatio como métode de conocimiento” y rolativizen oa éste no deja de utilizar ya allt sin empacho, las expresiones de “economia y sociedad en transici6n” y mds adelante las de “status”, “estructura de la sociedad tradicional” y “sociedad moderna", buscando claramente una intorlocuciéa con la seciologia gormaniana. Ya en su desarrello, el Libre mezcla las chservaciones per- sonales de Jauretche con las informaciones quo entrasaca de los libros de Ferrer, Germani, Giberti e Imaz, entre otzas." Eeaa aperturas de Jauretche contrastan visiblemente ca la cerrazén y hostilidad de un Hernandez Arregui pero también, aunque en forma menos agresiva, de un Ramos y un Puiggrés. La actisud de éstos dda a ose conjunto de reflaxiones tn aire do paca que si politieamente corraspon- din a los aos 60 motodoldgicamenie sogufa detenida en los 30 Conelusién, ‘Como sefialamos al comionzo, ostas paginas estén lejos de brindar una visién integral de la historiogratia de la iaquierda nacional. Proponen clertos temas de reflexién sobre algunos de gus cultores mas caracterizados no desde el éngulo d la mayor o menor justeza de sus perspectivas, ni del anacronismo que las acecha a cada momento, ni de la eoherencia de las mismas, sino desde la pregunta acerca de las seraejanzas entre sf de las distintas visiones que propusieron. Las distan- cias ontre Ia antigua generacién de autores revisionistas y los nuevos historiado- 09 de la inguierda nacional son, desde esa pregunta por la diversidad, dastace- bles. También lo son las propuestas de los nusvos cultores de la izquierdéa nacio- ‘nal confrontadas entre sf aunque no polemizasen abiertamente, Se puede, desde luego, argumentar que esas diferencias son apenas una cu riosidad erudita y quo dosdo el punto de vista do la mayorfa de cus lectoros sus obras eran acumuladas ana sobre ofra sin diseriminar mucho, dado que lo que se ‘buscaba on ellas eran argumentes, ejemplos y adjetives a sumar a favor de la ‘cause nacional. Si allo ocurrfa en la mayoria de los venes volormente politizados aprincipios de los 70, no era asi en todos los eases. ¥ nolo era porque eas culture, a parte de ells, también compsrtia, on otras vertiontes de la izquierda en donde ;posicfonarse, esa obsesién por las pequelias o grandes diferencias que pa- reeia podian afectar de modo irreparable una lectara de Ia realidad que deberia su eficacia a au justeza, 49.A Jauetche, Politica nasionl yrevilaniame hitérce, Buenos Aires, Pea Lilo, 1968, 50, Vease A Jauretehe, {medio pele en fa sociedad argentine (Apuates para una societies rnacional), Bonne Aires, Pea Lie, 1955 Reflexiones ea torno de a inquierda nacional y ta isteografia argentina 131 Por las rezonss que fuese, los ensayistas de Ia inquierda nacional fueron mis exitosos que tantos otros en’ esos afos y, dado que su propuesta era ante todo polities ello es un datono menor a la hora de eonsiderarla. Sin embargo, tambien laqul seria necesario un estudio stento a edicionas y reediciones para discriminar entre ellos. En cualquier eas0, puede raronablemente postularse que Jauretche y ‘José Mazfa Rosa alcanzaron un publice més vasto en tanto se dirigian bastante inliseriminadamenta hacia los sectores medios ce una sociedad en los cuales las ppolémicas que podfan plantear los neomarxistas eran menos interesantes. El pi- blico de éstos, se pueda hipotatizar, estaba muche mas concentrado en la militan- cia polities y entre los estudiantes 7 docentos de ls facultades do humanidiades Y {de Filosofia y Letras. Con todo, como contaba con desoncanto Rodolfo Ortogs Pefia ‘agus estudiantes de Historia Argontina 1 en la Facultad de Filosofie y Letras en, 4973, en un curso introductorio en la Facultad de Derecho an el que él con Dubal- de tenian tna edtedra en paralelo a la de Félix Luna, éste habta logrado wna, insoripeién de estudiantes enormomonte superio:-Se lo Sefala sélo para rocordar {que en esa cultura de loe aos 60-70 habla muchas més cosas que nacienaliemoo nquierda tradicional o nueva, “nacional” o no. Mileiades Peiia y el proyecto de una historia marxista* Omar Acha Introduccién, Eneste articulo analize la concepeidn historiogratica de Mileiades Viristo Pela (1938-1965). Antes que capturarlo en el tejuelo del merxismo, trazo un examen de ‘sus intorpretaciones histdricas coneretas, En ollas ~ie aqui la grilla de lectura~ Jas nociones de progreso y de nacign eribalban vigorosemente la eftacia tedriea de tun martismo, 4 mismo, ireduetible ala unidad. Se trata de ubicar precisamente 1tPefia en la historia de la historiografia de las izquiesdas del siglo Xen Ia Argen~ tina, que tales nociones enhebran, Las tesis a defender son las siguientes: que el trotskista radical oparaba raficamente, en pasajes cruciales, eon catego rias devenidas sentida comin en la codificacidn staliniana, que el izquierdista presuntamente exterior a “lo nacional” era ua naciealista ennvencida y que el [bteleciual marxista de una época populista eseribié una historia desde arriba, esd el mangrullo del progreso, El sesge de la interpretacién propuesta opera ‘ona lectura intensa que intenta penetrar las torsiones de un proyecto de historio- gratia marsista antes que el develamiento de una visiin del mundo. Pena parece tna confirmacién ideal dela indicacién kantiana sogin la cual en el campo do la historia no hay deducciones sino juicios, Reta os le cusstién: como jurgaba Petia? Propongo un entramado de histeria intelectual, que no ojersita una recons. sruecian de les contextos biogrAfieos y politicos que ya han sido minuciosa e irre- prochablemento narrados.' La brevedad dela vida de Milciades Pefia ya estabi- [dad ds su identificacign con le teorsa marxista neutralizan variaciones diacréni- cas sustancieles de su idea gobro lo histérico, que fauron redactadas en la década {Que eiguié a septiembre de 1955; loe efectos més graves que implicaron las peripe- thas de su militancia politica, me parece, no escindieron una obra euyas ambighe. Gadesy fisuras anidaban mds en su propia armadura que en una heterogeneidad entre periodos, « algunos fregmeutos de este texto fueron publicades en Herramsenta, Revista de tearfa y critica marsista, "28, 2003. 1. Véase Horacio Tareus, EI maratma oluidad on lx Agentine. Silvio Prondtziy Miltades Petia, Buenos Altes El Gila por Azlto, 1996. (asa aae Omar Ache Un sitio on la historiografia argentina Miletades Peta ocopa un lugar muy peculiar, incluso personal ne Hstorio: satin argentina Esto no cost aque cotiarteracertascovtcnesclturales fy basa incratadas en ta cultura dela legutrda, La tds radical de esas Conviciones oa In eraocia de quo Ia Argentin tenia ea feo ventsree (ee ‘Seccinal exnpliementecompattda incon por el eonjante de les ettn, aoe se onatitia on ung sutentiontaoegra argentina), que podria ex realizado Gi solo en cuanto nacign progresiva en el concer de una revlucin sotilsta ‘indie! Bs indedabe qe el medo de eciinar exe optimism elmental en Pea tra muy distin del que habia eibad a storia dos dens predominate. Sin embargo, eleupuesto oencial era ol inn la nasi angatinn era ujeto de th porvenisprvlegiado. Ba a justideacon de au moduli soalista fevlu- Gionariaes donde la historiagraita de Pea halla su fuente y sti, ‘tos antagonizes histrogracesconstientesno eran por ello menesaguos, Pega cept a sxstenca do un historia oS, quetara eprevontata por In Nove Erconla Histria en una tracn quo identcaba con Bacto Mitre, Se tratarie de una historia de rasgon mas bien escolaen, quo e sata con repair la mitolopia read por Mite en toa don Hiserian Bea simplensen excesiva le pera establocr una imagen utaria de le "hstori otal Las Sci sa sepa renuman en un aco itr dela iberead, dela progresivaintervencich da personjerlustesygrapos do ole qe habrian condi al pais por ol mejor dele enrince potiee. bra ana subline Gin textual tfca de una coniormided y defenea do iat laces dominantes dl asad que se forumateaba ea iesogia através de lo senualeseclares. A Peta Tellamaba mda a stenidn in eapacdad dela Nueva Bscula de permear la esc. Ta primaia qu mu funconamientoy rpreductonfastiacanaly esertrari, "aan oporaba una rdueiss aa iad cn el revisionisinehistic ox- servador, con ecu comapartia la pstensin de deshacer ana histori fastcade Sison peeepiblesdiserepancas parcals en las valoraciones de lerioe person Jeshistiricorsenlasenssalicagessupnestarentre los revisionsta, eas corn ‘Sneno fueron para Penal suftentemmnte etovanes para estabeder profundas tecisionesintarpretativas atte por ejemplo uo learsta y Joo Barta Roce, Loe expects mde detetablos del rvisionzng para Peta eran su tendons rene Gionariny el Jesapog desu hintoriadores ala evidencn erpiica Bl reviionis tio no era solamente reacionario env deaogishstériea sino que tambitn sa Gionaba in conservndarsmo polticn qu ns blgaba ala mala nterpretaiva 2. Vase M, Poa, La era de Mitre De Caseroe alo guerra de la rp infamsn, Buenos Airs, Fichas, 1972, p. 49, Ba lo asceivo la refereeeia a loa textos de Pease harden el cuerpo del taba oo alunoracin romana pamclvolumen yerdbiga pars lapaginacia Anis de mayo Formas sociales del trasplanteespatol al nueve mundo, Buenos Aite, Fichas, 1973 (0; El ‘porais terrateniente, Federale y unitorias forjan Is eviicacién dl euero, Busnes Aires, Fi has, 1972); La ere de Mitre (um De Mitre e Roce. Conslidacisn de a oligarguia angle Criolia, Buenos Aiss, Fichas, 1978 vi: Alber, Sormiento, el 80. Limiles dl nacional trgentina en el siglo te, Buenes Aires, Pica, 1878 (Vi: Mass, ceuilo y lites. La depon- dena argentina de Yrigcyen a Perén, Benes Altes El Lorraine, 1996 (Vi. Milciades Beta y el proyecto de une histacia marist 135 los revisionistas sorian tan capaces de mentir ‘como cualquier miembro de la ‘Academia Argontina de Ia Historia” (1, 54). ‘Los contrineantes reales de Pata eran Rodolfo Puiggrés y Jorge Abelardo Ra- ios, Bn su diversidad, ellos representaban una dlienaa, presuntamente espuria, dol roformismo nacionalista con un marxismo que en semejante compatia debe, fcwsar deformacionet que le tornaban irreconocible. Puigigids eva el comuniome atalinicta tradueido historiogréficamente. En po- cas palabras, su tema era el de Ia incomplotud de la *revolucién. democrético- bburguesa" que debja realizar las “varess” de constructin de una nacién tal como lo disefiabe Stalin on dos articulos clave: "EI merxismo y la cuestiGn nacional y colonial” de 1913, y “Materialismo dialéctico y materialismo histérico" de 1938" Voremos hasta dénde también PeBa ~may a eu pesar~ estaba eircunscripto por los problemas delimitados por Stelin. Mas eoncretamente, Puiggris era el autor do De le colonia a la revolusién, el libro que marcarfa la problematica bistoriado- rade las nquierdas argontias durante medio silo De acuerdo con su argumen- {acién, la historia argentina se organizé desde la olonizacin espaftola que trans- ficid ef feudaliomo de la peninsula y condené al cesarrallo ecenémico-social ame Hieano al atraso. Sélo con la apariciSn dol proletariado conducido por el Paxtido Comunista, los sectores “progresistas" y “nacionslos” de le burgueefa realizarian lnnecesar' estacion demoeritico-burguesa pare desarrollar un capitalismo que, ‘a su debido tiompo, horadaria las bases de esa misma burguesta, “Ba au Revolueian y contrerreuolucién en ta Argentina, Jorge A. Rassos propo- fa una lectura dele historia que a Pofia le parecia insoportablemente insidiosa pues, como la suya, se reclamaha dal trotskisme’ Como historiador, Ramos era menos entusiasta de la minucia descriptiva que el primer Puiggrés, Su narracién, ‘carecia do diferencia temporal, pues las alternativas entre la nacién y el imperio, {a "contradiesion principal” de an pais "“somicolosial’, estuvieron presentes desde su misma independencia, Ademés, Ramos estaba igualmente inelinado s conno- tarla determinaciGn de sus opciones en los conflictos instaurados en su presente. Luego del derrocemiento de Juan D, Perén, Ramas compuso un texto que retoma- ‘ba algunas de sus ideas vertidas en escritos anteriores,* pero abora reformulados: tn tanto historia nacional. Eleje de la misma ers la identificacién de una volua- fad nacional de deserrollo, que encontrd en Juli A. Roca eu primer y mas claro txponente hasta el adveniiienta de Perén. La progresividad de Ia fsrmula nacio- hal, deer, dal interior enfrentado ala oligarqula ported, consistia en la impo- Sieiéa de los intereses nacionales a los Iocalistas de Buenos Aires. Més que oeu- parse do las mases en la historia como proclamaba el subittule del libro-, en 4.4, Stalin, 2 marxlomo y ol problema nssonal” (1318), en EE maratomo y el problema haciznal y colonial, Buenos Aites, roblemas, 1946; “Sobre el matorialtmo dialéctico y et ‘ratesialism histico (1996), eu Cueetiones del lniaizmo, Mosci, Weiciones en Leeguas Bxcranjeras, 1946, pp. 52-553, ALR Puiggeés, Dela clonin ala reolucin, Bunos Airs, IMP, 1940. 5.4.A Rance, Revelucidn ycontrerreveluign en fa Argentine. Las mascs en nuestra histor, Buenas Aires, Amorinda, 1957, 6, Viase LA. Rams, Amérl Letina: an pats, Buenos ites, Octubre, 1948, 198 OmarAcha Revolucién y contrarreuolucién en la Argentina Ramos se ant6 a la brisqueda del ‘caudillo de una burguesia nacional. Pefia se preocups especialmente de robatir esta conceprisn en términos sociolégicos e histériees, en tna interpretacién que tendia a mostrar los puontos y lus conoxiones entre los sectores terratenientes, Jos comerciales y los industriales, por uoa parte, y en indicar la sumuisiOn al ex: tranjero y la carencia de proyectes progresivas en sa haber, por la otra? Hacia un “andlisis de clase” Pefia conceba los procesos histéricos septin dos explicaciones de le accién de los sujetos individuales 0 colectivas qua eirenlan en ol amplio espoctre que 30 extiende entre la encarnacién de relaciones sociales (o limites de clase, ligade a posibilidades estructuralas dadas por la pesiciéa)y la libertad relativa donde los conflictos de clase juegan un papel definitorio (pero que no anulan los mérgenes Ge docisién y responsabilidad). Veremos esas variaciones en el tratamiento de la Durguesta, la clase obrera y los intolectuales. Jim cuanto a la burguesfa, on un momenta primere adherfa a las afirmaciones iniciales del Manifiesto comunista, donde se le asignaba a aquélla un rol revel cionario en la destrucsién de Jas relaciones de produccida feudelesy de las creen- sias y del aparato jurfdico-poltico que le eran cansustanciales. “La barguesia", decia Pena parafraseando a Karl Marx y a Friedrich Engels, “dosempetié un pa pol innegablemente revalusionaria en el curso da la historia” (8, tambien véase 814 Fue esa burguesta la que se habia ocupado de reemmplacar el répimen preca: pitalista de propiedad e impulsar el desarrollo de las fuerzas productivas, Ade- ‘és, habia constituide la politica en sistemss que fundamentavan uns nueva extensisn del principio democrétice, ampliande el voto y eliminande creciante. mente las herencias ideoldgicas feudales. Asienismo, habia constitaide las nacie nnes como un interés de clase, unificando las aduanas y Tas regulaciones. Bn el lenguaje marxista, estes cambios so donominaban “revolucién deinocratico-bur- ‘guesa”, y eristalizaban a la burguesia como una clase ascendente y progresiua. Se ‘trateba de una modificacién radical y contradictoria de todo el régimen social previo, que instalaba una dinamica desconccida y dificilmente goboraable a vo- Tuntad. Sin embargo, esta constatacién marxiana con la que Pefia se hacia scli- Gario tenta una validez hist6rica pues nose tratabs de una caracteristica intrin= 7. Veremes con detonimiento cl argumento hstivzs, La discus histireoaosolégiea se de sarrllS en atieuloe aparecidos en la revisia Fichas de Investgasin Beondimice » Soe, ecopllados potariormente en M. Pea, Industri, durguesta industrial) Liberec nacional Busnoe Aires, Fiche, 1974, 5. “La burquesta ha dessmpofiado en la historia un papal altaments revlusioaare’, sega Mare y Bagels, Manifest del partido comunits, en Obras essagidas, Mazel, Ciencia del Hombre, 1973, ol. 1,9. 9. : 9, Véanse M Berman, Teo to sido se desvoncce ene alr. La experiencia de la medernidad, Madrid, Siglo Veintano, 1986, pp. 61528, y Devid Frishy, Fragmentes de lo medernidad, Négxco, Fondo de Cultura Beonéamia, 1990 Iileades Petia yel proyecto de una historia marksta st seca de la burguesia realizar esas "tareas" que definfan a la revolucién democrs- tice-barguesa Muy distinta era la visién que teria, segiin Pefa, el stalinismo ‘con #u maximo representante historiogratfico: Rodolfo Paiggrés. A éste le recrimi haba un esquemetismo que establecia una eorrelacién con la burguesia, entendi {da como una clase social ontelogicamente revolucionaria en una situacién de atraso social, econéiaico y politi. La ecuacién se resolvia perfectamente si se podia mostrar que se habjan prodacido cambios en Ia historia argentina y sees pudiese ‘edoser alguna burguesia que ere de euyo progrosiva. ‘De acuerdo con Peis, Puiggrés sostenia una in‘eligencia mecdnica de la bur guesta, derivando sus juicios de ua modo deductivo (apelando a una definicién fesencialista) y no inductivo (esto es, de acuerdo con las especificidades histori cas). ELméteda empleado partiria dela comprobaciin do las tareas “domoerdtico- Dburguesas” que la burguesia habria cumplido acabadamente al menos en Francia, « Inglaterra, “El esquematismo disfrazado de marsismo’, bramsba el joven histo- riador, "saca de al la conelusin de que en todo el mundi las burguesias fuvieron {guales interasas y se dedica (..) a escubrir o inventar «burgues(as progresisias». {b-) Los elementos peculiares de cada situacién nac.onal soles oscapan por entero yy no ven nada de lo que es sin embargo caractaristica de los pafsos atrasados" 40), que en sintesis significaba que las “tareas" presuntamente exclusivas de la burguesia pueden ser cumplidas por otras clases y sectores, aun reaccionazios, “El tema sobro el que diseutia Peta era la colonia y Bepans, peroesa incapacidad ela burguosia para cumplir e2as tareas se le hacias todavia vélidas en Ia Argent nna de 1890 (V, 58). Bn ning mosaento la burguesis argentina fus capaz, pensaba Poha, de realizar una traneformacién que conjugaracl desarrollo econémicode tipo ‘industrial y la independencia nacional sin las rémeres de algin nevcolonialismo, Para la burguesta comercial portefa, por ejemplo, ‘su interés mis claro era el co ‘mereio libre con to el mando y en especial con Inglaterra, lo que significaba aho- igar exalquicr doearrollo auténomo industrial, que es Ia esencie de la revolucién ‘democrétioo burguesa”((, §8)."Su explieaci6n mis insistento reside on la estructu- ‘rade clases de la colonia y ln Argentina independicato, quo encuontra su gje en la ‘elaci6n con los mercados consumiderss del exterior, condicidn que vale tanto para Ja burguesia comercial eomo para los estancieros seladeristas. En la inmensa ma- ‘yoria de los fragmentes donde trata Ia eaastién dela clase dominante en la Argen- 10. Le celebrocién de I burguesia que bacian Mars y Bagsle on ol Manifseto comunista se ‘evfavelatvisada luego ds la derota de Tas roveluconca al 42, Bn una edlebre circular de 1860, Mars y Engels jrevealan conta la coafianaa en lo joe que podia legar la burguesia “revelucionnria’, “Megas del Comité Cental ala Liga de os Cocaunistes", en Obras esos dios 1, pp. 154-369, Soe el period, vase Feroand Olsodin, Mars, Bractey (a revolucin (fe £900 nico, Selo eitiuno, 1008, Asian, laimitciones de las borgsvstes ds paises fctsadis habina sie cjeto de diseusones, que Pata conecta, come la de Lenin en Dos tcti- xsdelasovtoldemocrasia en la revolucion demacrdtica, ex sus Obrescompletns, Mose, Pro reso, 1988, vol. xD 11, Peeo deepude do ose eagmanto Pata insietia en le idea, aunque eatonces indieaba que tina politica roelusionaria de ragos domocratico-revludetrios(aquallo qu Paiggrés vio th Marisae Moreno) consstra,“lestficamenta” bablasdo, ea la transformacin Ge la es+ fracture de clases (, 102). 18 Omar Ach tina el hecho de conectarse on desigualdad de eondicionas con las potencias exterio- ret apareeta méa como tna necosidad que una auténtiea alternativa, pues la ostra- tegia de un cierce de la economia seria nada mas que una ilusién que daria por resultado el estancamiento en lugar del desarrollo (véase 1, 88). ‘La narrative general progresiva de Is historia en su esperanza socialiste exi- ria tensar la cuerda del juiciohistérico més alld de la constatacién ramplona de tuna necesidad, La eritiea del eretiniame de la burguasis ora destacada on la polé ‘mica con Ramos, para quien la colaboracién de las clases dominantes locales con las potencias imperialistas en el fin del siglo XIX fue un fensmeno mundial del cual el gobierno de Miguel Jusrez Celman no tuvo responsabilidad.” En cambio, Pena indicaba que de acverdo con aste razonamianto “todas las clases dirigentes, aus gobernantes de turno, que desde fines dol siglo pacade antregaron por un plato de lentejas sus paises al eapital imperialiata, deben aer absueltos de culpa y cargo”, a To cual ge oponia pues le resultaba evidente que sefialar las flaquezas pasadas era imprescindible para modificar su presente (1V, 101-102). ¥ es que si epiin nuestro auter casi siempre existia la posibilidad de actuar distinto de lo ‘que 30 actué, ello no exoneraba la roprobacién de lo que la mirada vigilante consi- deraba como deleznable. Era una impugnacién que establecia una pausa en Is narracidn (a la que denominaré critica), que operaba instalando opasiciones en tuna temporalidad diseontinua.* “La eficacia otorgada alas clases sociales y sus eontfictns) actueliza la pragun- ta por el reduceioniemo do clase que suele imputarse alos marzismos. La cuadra- tura del acontecer por un esquematisme de clase en Pefia debe ser bien modula- dda, Bn efecta, el histariador marxista se preocupa por mostrar los grupos y estra tos que tensionan las clases que desde otras perspectivas (que también se pudie- xan reconocer como pertenceientes a ia misuna tradiciOn) no tendrfan sentido pues stag serian euasiindividuos, Alganos ejemplas bastardn para mestrar los mati- 98, Sogyin Petia, si bien Judras Celman ora un representante do la oligarquia argentina (cuyos sectores y facciones no oliminaban ¢l acuordo comtin sobre las relaciones sociales existentes y el derecho 2 Ia acumulacisn de capital), también respondia al capital financtero internacional. Juérez Celman y sus seguidores eran participes de beneficis nada daspreciables por su cooperacién en la intro- 12 El juicio trminanta respecte del cerre de la e2onorais se ve atenundo para al caso pars iguayo, Efectivamente, Poa pareco io prebi los argumentos que eponta a au razonamierto Srbve Ia inutiidad de une estrategia eeonémica“autdnoma” eu siguiente afiemacisn: “Pare {uny evolusonaba indepeadientements hacia cviizacin capitalists industrial In guerra ported carioca vino a orlarefaevolucién progroiva para roemplazarla por la sibita asi lacidn al mercedofinanciero de Buzopa en calidad de misérrimea clociIt, 55 1, Para Rane, Jadces Cslman ere me une victina (aungue en le misma oracfe aseibe aque era un “agents") que ua desnurgo dal imperialism. Véaso JA. Ramos, Revalucin > ontrarrevlucion., 258, 1, Para una ditausn dela nevratin ert como esquoma de interprotacin hlstoriogra ca, véane Jorn Risen, “Historia! Narration: Foundation, Types, Haasan, History and Theory, ‘oi 26, NY 4 Bes, pp. 87-97, 7 "Die Rheiork des Historischen", en Historische Orian Uerung. User die Arbeit des Geschicktsbewusssein, al in der Zeit sureeheufinden, Kola, Bohla, 1984, pp. 35-47 Milciaes Peta y l proyecto de una historia mandate 139 daceidin de capitales extranjeros al pais y'la negociacién por empréstites. Esto perjudieaba parcialmenta a Ia fraecién ganadera que era el sector més fuerte de fe oligarqula axgentina (v, 87), El gobierno el eunado de Roca se articulaba con tun heterogéneo grupo de intarmediarios y negociadores en los tratos con los cen= tros finaneieros, y principalmente con Londres, que les otongaba una relativa au- tonomia respecto de las clases a las que pertenecian. Subrayaba que “es preciso ho perder do vista Ia diferencia entre el conjunto de la oligarquia, que durante Certo tiempo se beneficiS indiractamante con el endeudamiento sistemético y lo talerd, y el grupo intermediario cava razén de sery de prosperar era precisamen- teelendeudamientoyladerrota financiora del peis"(V, 8). Asimismo, ese sistema oligdrquico era cada ver menos funcional a la reoroduccién del orden y ala acu rnulacioa, por lo eual desda eu existoncia se transformaba en un obstéculo para la ‘Durguesis argentina, No existia, pues, une relaci‘n do expresién entre las necesi= dades de la burguesta y el sistema politico con personajes y grupos relativamente ‘auténomes (Vi, 7) ‘Gon Hipolito Yrigoyen y su primer gobierno Pefia renovaba su stencign en la singulariad clasista de un sector social y politi. Es que frente a los intérprates {que tefialaban ol sesgo de continuided oligirquics del radicalismo y frente a quie- fs insistian en su alteridad absoluta con aquélla, Petia preferia mostrar una entificacién eonflictiva de Yrigoyen con la bu:guesia argentina. *Si Yrigoyen goberné seguin los intereses eseaciales de la burguesta argentine, particularmen- te los terratenientes, su sector mds fuerte, y de la Metrépoli briténica”, aclara el historiador, “lo hizo en permanente conflicio cm la cligarqufa que hasta 1916 Ihsbfa detentndo ol Poder y,en algunos momentos, con toda la burguesia nacional” (64, 21). Bee conflicto hallaria sus limites en momentos decisivos, como sucedis en los sucesos de la fébriea Vasena on 1919 y en la Patagonia de principios de 1a deécada de 1920. ‘Gitro énfasis alcanca la evastin del reduccionismo de clase ona la tematizacicn, delo queen la eradicién marsista se entiende por bonapartismo. Pues el bonapar- ‘Samo implica [2 autonomfa relativa que adopta un poder politica con relacion a dos clases en pugna, que ebtiene su forza de la irresolucisn do los confictos tenire ambas y somete por la violencia mas © menoe abierta a los dos contendien- tes, aunque manteniendo el orden a favor de uno de ellos {0 de un sector impor tante dol pismo), Bn et intarpretacién del surgimiento del primer peronisino fue Cuando Pefie apelé al eoncepto estebleciendo une disléctica entra bonapartismo y lucha de clases en sentido més tipic. *[Cual era el contenido social del gobierno militar [det 43}, preguntaba el sseritor. “Pose @ los maraistas de tracha angost”, aseveraba, “la lucha de clases fo determine directamente todos y eada uno de 9 aeontacimiantos politicos. To- dos y cade uno de los golpes de Estado no reapondon, siempre, nocosariamente al ‘movimiento do tina clase” (Vt, 88), Hasta aqui la afirmacién podria remitir a un abandono del eonflito da clases como ef articulador de las diversas puguas ¥ acontecimientos politicos. Sin embargo, Pela agregaba inmodiatamente que "nin- fin fenémono politica esencial puede comprenderse sino con relacidn a la lucha entre las clases y grupos de clase” (ibfdem).Aelle, que establecia mites de acciéa albonapartismo, se afad(a una dimens{dn fundamental que era el sostentdo con Certo con faerzas irreduetibles a las clases sociales nacionales: "Y en un pais semicolonial como la Argentina’, sentenciaba siguiendo presuntamente una ca- Mo Omar cha sacterizacion de Lenin, “a Ia licha de clases nacionales se soma Ia lucha entre cllas yel imperialismo, y entre los imparialismos eompetidres. Sin tener presen- te esto, no puede ni intentarse la comprensién del 4 de junio” (V1, 68). HI autor recordaba que esa era una situacién temporaria y que si el x6gimen bonapartista se distanciaba de la clase dominante, s6lo podia sobrevivir si se apoyaba on una clase fundamentalmente distinta: los obreros industriales y rurales, y en las ma- sas trabajadoras on general, El anilisis de clases era un enterdimiento fundamental en las explicavionos ‘ds Pea, era la clave interpretativa dentro del sentido general dado por la nocion da progrese eapitalista.™ Las elasoe sociales eran actores decisivos en los aconte. cmientos, y en Ia narrativa de Petia solfan sparecer como euasiindividuos, con las salvedades que ya sefialé. Por ejemplo, en el relato de las invasiones inglesas, 51 interpretacisn mencionaba unas clases dominantes bonaerenses que no se e5- candalizaban con la perspectiva de un protectorado inglés que garantizase, ade- sds del libre comerci la autonomia politica de Espaiia. Fue en el momento en que se hizo clare que Beresford no podia promoter mds que retener a Buenos Aires en ol estado de una colonia similar al yugo espafil evando "el clo patriots’ ‘eomenz6 a pensar seriainente en expulsar al ejércta invasor (1,78). La condicion, fundamental dela reaceién, asf como de la pasividad infcial, fueron los intereses do clase. No otro era el ee de Ia leetura que proponia de la Revolucisn de Mayo, scontecimiento en el cual los grupos dirigentas no plantesban ni deseaban eonsti- tair una nacién independiente con soberania popular ni realizar las tareas “de- rucrético-burguesas”. No existid una exproplaciga de las clases dominances de origen peninsular, no se alteraron las relaciones de propiedad ni ascendieron al podar nuevas clases. Laa limitaciones del acontecimiento estaban regidas por la inexistoncia de una clase madura con intareses en el dmbito nacional que articu- lase un proyecto hegemonizador (1, 85). Era el anslisis de clase el que pormitia ‘Sescubrir el velo de Ia historia oficial y dejar de lado a los panegivistas de izquier- a de la “burguesia nacional”. Pedia empleaba la misma estrategia explicativa al estudio de Juan Manuel do Eoeas, Bn la senda del bonapartisme, concedia qua “es posible a un politico ele- varse por sobre los intereses de su clase, pero a condicién de poder apoyar los pies en alguna otra cosa” (1 57). La melafora amparaba la resistencia del novel histo- riador a atribuir una independencia absoluta de los individuos con respecte a slguna clase social, yen particular de la qua eomparte intereses.“;Rosas se elev sobre su clase, o¢ decir, roalizé una politica quo dosbordabs los intereses de los ‘stancioras portefios? Bien. :Y en qué clase o clases respaldé esa politiea snacio- 135, Desde luego en su texto Et imperialism, fase superior de capitalismo, on Obras comple- tas, val 27, pp. 919-940, donde le Argeatine no ere cousderada wna "semicsonia sino ences rada entre las formacions en trassicidn, Notese la diferencia tere interpretativa con la ‘esignacida vemicolonial que José Marts Rosa asigna als Argentina, ensu Defensa pérdide, 175, Para Rosa la subordinacién esnsmlea We producto de un deseo pleno de ideologta ‘ntinacional da una univ oigarquta. 16.“El marxiamo’,afirmabs, “ensedia a boscr las claves para entender el procetoistrico en ‘bs intereses de elascay grupows 1 90-40, Milsiades Peta yet proyecto de una historia marxsta ur nab de que hablan sus apologistas? {0 se sustentaba solamente on la magica personalidad de don Juan Manuel?", inquirfa Pei dirigiendo el reproche @ los Intérpretos que, como Ernesto Palacio, acurvalaban en las viriudes individuales de Rosas los motives fandsmentalee de una prosunta escisién radical respecto de {a “cliganguia’." Sobre ese impronta de oxplicaciéa personalista Petia descarga ‘ba una erftica inclemente el afirmer que en esa interpretacién “puramente misti- ca vienen @ parar todos los intentos de welevare a Rosas por sobre los eonretos ntereses de clase para loe cuales maniobré desde e] primer dia de su gobierno” (i, 57), La fidelidad con determinados intereses de c'ase no cbstaba, sin ombargo, para la atribucién de responsabilidades histéricas. ‘Pedi so resistia a una comprensicn de Ia historia como dialéctica de debilida~ des y teaiciones individuales, Recardamos ol tipe de razonamiento que caracteri= ‘aba a los revisionistas con quienes diceutia: los rivadavianos estaban guiados por eonvieciones ilustradas abstractas que no transigian aun eontra toda la expe- Honea, y su deslumbramiento por las instituciones europeas los hacfa abandonar Jos valores de una nacion eatélica, de esa nacién ala que pertenecian."* Bn cam~ bio, para Pea los intoresos individuales hallsbax sa contexto necesario en las condiciones eupraindividuales de la accién. Era é2 una suposici6n tan valida para Rivadavia como para Rosas. La argumentaciin debia ser muy distinta. "No Se trata de la venalidad de un ministro, ni del utopismo de Rivadavi, ni dol Ingenuo destambramiento «civilizador» de algunos idedlogos europeizades. Estos factores tuvieron su influencia, ano dudarlo, perosélo reforzeron una tendencia {de fondo ein la cual por af mismos hubieran sido impotontes” (i, 91-92). “Rasas", continuaba, “ne acepté coiraae de loe ingleses, ni ara utopista, ni ara un ideélogo Sgringado, ni se caracterizaba per su vocacién civilizadora y europetsta, Sin em- Dargo, fue un inmejorable amigo de Inglaterra. [..) Es que los intereses econsmi cot de la oligarquia partena la empujaban irresistiblemente a la sociedad con Inglaterra, cualquiera fuego cu equipo politico o ideologia gobernante” (rt, 82) Pareciera en este pasaje que la realidad objetiva ce impusiera sobre la voluntad Ae los individuos, sin importar realmente la intensi6n que animaba s los sujetos. En Peha Is nocién de “interés de clase” coincidfa con el interés econémico, que cexplieaba los eonflctos polities mas profundos (iacluyende aquellos can el eap tal Gnanciero exterior). Dos lacturas de momentosalejados de la historia argent ne ilustran la euestién, [Lao disputas entre unitarios y federales, entre Buonos Aires y el interior, ¥ todas las antinomias que las diversas corrientes historiogrdficas utilizaban como Iubricantes narrativos, pata Pefia encontraban surazén ultima en intereses eco- ‘némieos. "Lo que habia en el fondo de aquella lucha’, deca, “eran hondos antago- 117. Waste nesto Palacio, storia de a Argentina (1954), Buados Aires, Pee ile, 1985. 38, Bscribia Rodolfo Tranasta sobre Rivedavia ‘sucontervacia leera mds dif In iacouclencis con que idenifcaa su persona con el orden ta posicidn eon la anerqufa, la obceaciéa que lo levabna prefers la deshonray In amp thé de la ptria al abandon del lucha por sus principio, som una perfects consecueedia con Jas cicanstancies on que llgara al poder un afo antes (1826), Sus comprorisos con ol ex {sasjoroeniardfan demasiado eon 3a eoucepcién dela polcn argentina’, ete Le Argentina.y tl iperiaiem britaneo,p. 1, ba Omer Acha, nismos econdmicas" (, 37). Peano ve con claridad el cardcter sobredeterminads aque podian tener estos eonlictos, Los antagoniamos entre sectorea de las clases ominantes que disputeban el poder en la “anarquia” de 1820 eran explicados, on ultima insiancia, por motives erematisticos. Ademés, cuando analizaba las ten- siones que en la década del 30 del siglo xx existian entre un sector de la burguesia terrateniente con el imperialismo norteamericano, lo que derivabs en un llamado “nasionalismo econémico” que na aceptaba de buen gusto laa imposicionca y con iciones norteamericanas a la exportacién de carnes, concluia que “esta aperente contradiecidn (de una burguesia dependiente supuestamente nacionalistal se orl- ginabs en una misma y dnica causa, que era la necesidad de conservar las ganan- cas y rentas del capitalismo argentino en las condiciones de desintegracion del ‘comercio mundial” (Vt, 40-41). Tampoca se considaraha wna posible sobredetermi- cia producis por Una larga historia de dependencia cultural, que alimentaba un imaginario donde la preeminencia europea era ua hecho que sdlo muy lente- mente se abandonaria, ss comnpleja es toda argumentacién que opare esa invocacién causal para los individuos, y entre ellos los mas Itcides. Es por eso provechoso investigar 2i on loo anslisis de intervenciones do individuos Pea incurria on un reduetionismo de ase 3, si no lo hacia, en qué tensiones ubicaba a éstos respecto de las clases socisles a las que pertenecian. Una primera constatacién es sila accién indivi- @ual implica Libertad (y por ende responsabilidad) 0 si es un simple soporte de coacsiones estructurales. Bsta es una antigua contraversia en el interior de la tradioion marxiste que halle su expresi¢n wtima en la disputa de Erie P. Thorap. son contra Loui Althusser.” Se trata de una evastiGn irresuelta en la teoria mar. xiste y que no pod dejar do incidir on las variacioncs de la escritura histirica de Pei. En tanto presunciéa general, los intereses econSmicos de las clases eran los méviles més profundos de acciones individuales, Sin embargo, en ciori0s easos el fandador de Fichas de Investigacisn Eeonémicay Social matizaba ese eondiciona- miento tan tirano, Juan B. Alberdi y Juan M, Gutiérroe le parecian intelectuales ‘on voracién nacional, que se separaban potencialmente de los intereses inmedia ‘os en disputs. Crefa que si hubiera existido una clase social scbre la eual "apo yarse" pars “llevar el pais hacia delante" podrian haber combatido a Rosas sit. ‘olaborar con Ia agresién europea (I, 87). Otra variante de Ia interpelacién de las clases sobre los individuos era una forma da independencia relativa, como la que comprobaba en ol Sarmionts presidente, donde éate era independiente de las dis- tintas fracciones de le oligarqufa, pero no de ella en su conjunto (Vv, 36).A pesar 19. Véanse basicamenta Jean-Paul Satire, Critica de la raadn datécties, Busnes Aires, Lo- sada, 1995 (en espevil “Cuestiones de método" L.Althuatery B. Baliber, Lire Le Capital, Althusser, Slarxeme ct humaniame", en Pour Mars, Paris, Maspec, 1968, BE. Thomp. 600, Miseria da ls torte, Barelena, Crftiza, 1961, Una diseusiin en Pevty Anderson, Toe ‘ia, politica ¢ historia. Un debate con EP. Thompson, Madrid, Siglo Veintiano, 1985; Alex Callisicos, Theories and Narratives. Reflections on the Philosophy of History, Cambritgs, Polity ress, 1997, Making History Agency, Structare and Change in Social Theory, Cam ‘bridge, Polity Preis, 1987, una mirada antimaraista en SH. Righ, “Marust Histeriopras phy", en M, Bentley (ed), Componion to Histarigaraphy, Lendees-Nusva York, Routledge, 1987, pp. 888-828. ileades Fosa y el proyecto de une historia marxista ua ‘de ponsador burgués liberal”, concluia en su defensa de Sarmiento, “le impedia See So aun emit apogee flavactgn deta ly dl desarsloGengua, coma toda last, y partcelar scarce neh sateen a Omer Acha sista en qn et prisons eran eis "npeytraguie 8) Poe contra eate dear desgual oainado eaten ees eel Peshndca que pian se tcc sabe cen rca STi donde rents dentate oie lt sal eet Ss dl man ns ata Res ait en suse na Spices on ein epgeans yu et allo tabs ile ers sole aces Ieee entra oa satu do Mary de gun husaalad tc panee sane te ee duce recor Un mere eagle esas gum Wm Bobenas gue idm wena meine oop seen zzril iad ce sn ljoeg dn cer snes paca ele cealer sino cai “Lapersod ce cena gear trot ‘iztaceoy tai hummer en 2 fon vine inte ultra apace eat too anbmnonen il spt intareceg amapame unin a cana a apt para impalar ol desarllo nacional sin ster on dagen a rete pete serate a “Dlr lt ean unter exe nen otras nen nt enna se ed dro que no, i sino un fatalismo. iH eile Guano Pata sult as gree dons rena y rode c Espendotoecedl tae mab i apertare “fer parcial apenas fas ns donna ear nes inns ced cimo cetrar los mercados dificultando de tal modo la constitucion de un mereado nests, tal Bae poe ufe panes pe genau den mecat nei fir haa go lar pcan c depwnlad Ned oa neta Eonar mplr sce ku pases ear ate Sve ogi er Dane gee le. “Ea a veda ‘ivparesonacva ss erexidigaea aae goles, noite rss Sat cnatra gran cease eae eset pls rentncan. wi rn rung geen ‘eatregar el mercado nacional a la industria inglesa. La historia no brindaba nin. us lida para est ceo de herr” Cis cl ochre ee ‘iat alae gu asia ers Sot eae ml) Ps ie tn as seme strund epost cueean aia farzosamente, oligérquica y antidemocratics (, 80). Del mismo modo, la caida de "neoprene, Coon pan outa me Ica ten clan cao ater ce ea Find Roan x Cx de Ente) yon on ptt oe et el on pei Swe scsitere his erate mae ees se pda tes gar mpc a pti es meres jul data Sept, vale end Sa jee cle Ells 29. Mars, Contrbuciin ale ertioa dela economta politics, en Obras exe oa polities, Obras eeagidar, vl. v, ee ee eee eee i tr ee esa LE Milciades Peta y el proyecto de wns historia marxista us racionts del Brasil y las faciones exigradas, el sistema rosista no tenfa'un por- venir. Sin embargo, las modificacones se podien Laber realizado en una gema txtroriadamente Variade de posibilidades. No es la tragedia sine una forma dol aralogieme post hoe ergo propter hoc? py spumentacién ce Peda debe compronderse en el marco de sus digpatas historioerficas, y quitd el fatalismo esbezado se explique por esas circunstan- dias, En efect, el contratactien revisionista de “si Rosas hubiera podido..” hacta {esi le responsabilidad por una Argentina no deseada en las Voluntadesindvi- dluale, mientras que Peds intontaba mostrar quo de allé do las contingencias “que padefa reconocer~ se tralaba de las exigencias (nada intencionales) de la faeumulacidn de capital, Al controntar les quimerassobre la presunta autonomla perseguida por Resas renordabala potencia subyugadora del capital en una pros piloteada par la necosidad histériea* Bl autor recuria ela misma operactén al ‘studiarlareastencia del interior a [a autoridad orentada por Buenos Aires [ue- ode 1862, Bristian all fuereas en pugs que, aunque eompartieran como clases dominantes un interés por el orden y ia jerarguia, se encontreben enfrentadas. ‘La enemistad ontre la oligarquia portota y los intereses provinciales era en toda caso irral."Poro fre a Buencs Aires’, osribia Peni, “estos elernentos eran por 1 solos incapacas de oponer atra cosa que una resiotencia deserperade, heroica y ta ulna instanela condenada al raeaso” (I, 23-24), Bsa explicacién dl fatais- ‘ho reposaha en un entramado tedricamente mds denso Poa adecribia ala concepeién, muy extendida ont los marrismos, de queen cada momento cricial dela historiade la hureanidad habeis na pogna entre una tlage agcendente (potencialmente revolucionaria) y una elase conservador® (po- seedora del poder politic, econdmiee y la hegemoose cultural). Bl reato do tas Clases y los estratos eran secundatios 0 residuales, Las clases en combate més © Inenos abierto, dice el Manifesto comunisto, poseen perepectives y prayectos co hhorentes, aunque reespracamente exchiyentes. Ast nel eantexto de as formacio- nes econdmico-socinles do tipo feudal hasta al siglo 0x la burguesta foe la elsso fscendente con na perepectiva de futuro, Eleampasinado, es cirta, podia provo- car y practicar lo ferores earaposinos, pero no proponer un nuevo sistema socal Detmismo modo, con la eonsolidacion del capitalisto el proletariado seria la au- ‘éntica clase revolucionaris, en euyo defesto mo exsstia tn reemplazanteeficaz. Cualguier alternetiva estaria condenada de antemano ante Ia gran tarea de 1a revoluciin eatalicadora de wn nuovo modo de production. Ese era el nudo agonis- tico de la dialéctica de las “clases funcementales”, donde la andadura historico- floséfca del marxismo vertebraba la jmaginacién aistoriadera de Pena y donde Uo qua 6! mismo entandia como lo tragico hallaba su inteligibilldad ‘Con referencia al progreso argentino, comprendlido desde luego cn términas de no subordinacién al imperialisme que relogara al future los eastos do un ereci- 2, Lang de plantar quede prs Roe en el pera Mopar sober indepen flan de a Coneraton, esa agegnen gon ia fare entrpe dal resco mondial Stata reistisomente als gest, eral qo el pes aprngso: por nteream- Nc trent eu capatnyhobrenerapeos No bb mora chioa ni Pao do Obigbdo fipst ie alr al pts pura ante cose captain menial ae a ntereanbioqoe interes ols eladeran, qo ea pita do Roan, 101 us Omar Ache miento provisional y clasistamento repartido, Petia eseribié quo en ol porfoda de 1a “organizacidn nacional’, “en sf mismo el airaso no era en aquel momento un smal insuperable" (1V, 20). De hecho razonaba que Inglaterra era en su época de despegue industrial ¥ comercial un pais con una ronta nacional menor de la Ar- gentina, mientras el pais del sur podis saltar toda una experiencia histérica im- portando los elementos téenieos que mucho tiempo y esfuerze habian costado. {Por que no pido eoneretarse la promesa que la Argentina era para tantos y d= ‘vorsos abservadores? Estaban dadas muchas condiciones materiales y los reeur- gos naturales eran abundantes. :Acaso la vigja progunta por ol adelante de Esta- os Unidos vel rotraso de Ia Argentina debia ser remitida a las mantalidades oa Jas composiciones étnioas? Bstaa posiblea respucstes habian sido descartadas ya para los primeros tierapos coloniales (1, 64-66). Las causas eran muy otras, ¥ sivas: “faltaban aqut’, sefialaba Petia, las fuerzas motrices ~es decir, las clases secialos~ capacos de salvar ol retraso histérico dando un gigantesco salto hacia ‘adelante aprovechando las conguistas y la experiencia de los que habfan evolucio- snudo antes” (1, 20). Las coordenadas de la grilla intorpratativa de Pefia aparecen con nitides. Bl lemento dinémico de Ia historia no era una base tecnoecenémica ni una abstrac- ta contradiccidn del desarrollo de las fuerzas productivas con las relaciones de producsién, La dinsmica histérica so acontaba en la lucha de clasas y on la capa. ‘dad de las clases sociales para lievar adelante una transformazién econémicade lo existente, ‘Sino existia una clase social dispuesta a realizar ciertas tareas democritico- bbarguatas exigidas por una concepeién del desarrollo histérico en las sociedades capitalistas o en transicién, gacato era ello una justificacion para adoptar una pootura rosignada frente a las resistencias y luchas de grupos y clases “no funda- ‘mentales"? {No era ¢sa inexistonte burguasia industrial la que faltaba para le- vvar adelante loa proyectos de Alberdi y Sarmiento hacia una “felis realizacién” (V, 663), a pesar de que esa conereciGn conllevara el sacrifici y la destruccién de las masas del interior? {No adoptaba entonces el punt de vista de Ia burguesiain- cidn o una rebelign abierta pareciera no posoer un significado histérico positiv. Se ha dicho, no sin razén, que en esta representaciSn todo se resolvia en an juego de catsarillas que manipulaban a las masas, donde la lucha do clases se diluts.* Pero también se disolvian la cultura, las tradiciones, las resignificaciones, las tensiones y las tergiversaciones. La lectura de la actuacién de la clase obrera durante el gobierno peronista y Iuogo de su cafda on 1955 se apeyaba en una distincién sacioldgica que aspiraba a In precisifn, Eptudiaba allel conservadurismo y quietismo do a clase obrera, que no luché ~de acuerdo con Pedia~ contra la "traicién” de la burocracia sindical sino por tendencias intrinsecas ala clase en su situacién. Pefa rebatia las confianzas f priori en ol enrdcter ontolégicamenta revalucicnario de la clase obrera.® Para ‘apoyar su visién eefslaba los sucasos y las situaciones en Ios cuales ia clase obre- +a fue wna “mera masa de maniobra, dna imponente multivud de extras convoca- {os al teatro politico para representar Ia farsa histérica do la revolucisa peronis: ta", sin que considerara opertune inguiric en qué medide en esa “farsa” se prason- taba un contenido irreducible a la ideologia de alianza de clases del gobierno pero- nista, Toda apertura de lo pasible y la accidn era suturada por el reformisme ST. M, Pet, “El lagado del bonapartisme: couservadesisiao y quistimo en la clase cbrers ‘argoniaa” en Induralizacisnyelases sociales en ta Argentina, Buea Aires, Hyspaméri- a, 1986, p.299, Vénse un debate ea torvo de ese artfels en DioUttic. Revista de losofiay froria sata, N10, 1998, 88, Vease Oaveldo Coggiol, Bt tetskismo en Ia Argentine, Bueaos Ais, Contro Réitor do ‘América Latina, 1585, p18 9, Questionaba, as uno de loe tres pilaras dl "Prograna de transicién dseBiado por Trot. ky com ranfiesto fundacional dela 1 Internacional. La tess de e50 Programa’ defendian les ideas de una egoni snertal del capitalism, el coneapto da eonaigna transicional y, alt limpectabe la erlea de Pada, ln crisis de direesibn de ua prletariado eseocalmente reve conaro.Sabce la politica trsteldsta,viaze John Melincus, Leon Trotshy/s Theory of Revel ‘ion, Brighton, The Harvester Press, 1981, Peds colisimaba tarbisa oon ol dobler de a a (guierdanacioual que erfa que el peronism era una estacién de “nacicnalzasifn’ de a elase ‘rere que pronta “superaria” ou subordinacién a uea ioologia burguess, puss en igor tam. bidnJoha W. Cooks, Jorge A. Ramos, Juan José Heendnces Arregui 3 Rodolfo Puiggréepeoza ban que el proetariade era medularmeate revolucicnaro 358 Omar Ache Sec ised acta ide dal caus cane mv EOE ate ana acid enon ent soca eel ne yreaeace re in yen ht ata equ pretndnen sua deacons ens a aan unneeaain'"Tempee iqurie Gres deciaatsa ai a ar ison el ctl coatnatras foal de enter” Fee et oa aes on rics rman d's Pliten! Ses, Coda Mitiades Peta onstruyé ona deus narraviones histriee mda signifentvas dela bintoriogratia dl siglo 3X on la Argentina En su manera de propoaerlas la pulain polite yl potonsin cone se anndaban hasta hacerseindstingu Bes Aga! no mee iteresad en cl andbicis do ou Historia del pueblo argentino Engin ls lcoa orfeopondentista dela verdad, sin en la vona de una eompren- Sea ne manera de pensa Alla catalogacion como marzistay treatise no Seana a desenbir qué discutcoatravesaba su ineligencia. No slameate porque se iude Soi coonta del alntainivitos on # que se realiz6 una tea de [Kvestigaeen sina porgue las referencias de aguerdareoluconaria eran hate roveneas y complejen ri oposite cs cncpin demain y prorat coma estructura. do sa fmaginucin hstres inseriben a Pena en peotahstoriedor, con inf en dein caputasideoldgeasen el que eonstniy6 su riginalidad. El proble tec psa da gutmlseae cone aps an ean Save mansta Lo que Peta permite haervnr equ el oso de Sars y Tots era Stoctveynoextuyeate de cess aprociaciones Rs sorprendone [a intennidad con que los teas dela perspaciva stalinians permesban una cultura politi de oslurde que sista desde ors dngulos, era antagdnfen. Bn Marx no hay ana {elite de le neeidney en Lenin ol posilonamiento fue amblguo-* Stalin propuso formas conta O20 Bauce,y fd una intaligencia dees condiciones que si fone Una natin, Con elo sitzmetaba slgungselasioes qu los fondadoree Shion ctborad en 18495 len implant comes uelo de le eomprensin do la pallies yin historias" Paes bie, eve correspondencia etrecha entre mercedo Eopialist, cultura y politica fue el exterio Ga Peta para ev-Zuar la lucha de {Tises en la histor argentina, Nolo fo, desde lung, pargue este fuera un stl tata sino porque se hacia eco den hamorideacional dea époe. 40. M, Pas, “EL logedo del bonapartnme’, p. 292 41 Para le noc de"totalidad ablarta’, véase M, Peis, Introduce al pensemtento de Mars. 42. Véose R Seporluk, Communitm ard Nationalism, Korl Mars versus Friedrich List, Noo ve York-Ontord, Oxford University Press, 1988. 4: Véace a tous de Aviol Bidelnian, “Lenin y la cuestsn nacional’, Facultad de Filosofia y Tetras, Universidad de Benoa Aire, mimeo, 200% 44, Sobre Stalin y fa nacisn, véase BJ. Hobsbawm, Nociones y navionalismo desde 1760, Bareelons, Crea, 1956 | Miliades PeB y el proyecto de wna histori marsista 137 ‘La interpelacién nacional on Poa fue tan vigerosa como en sus rivales de inquierda. Lo fue de otro modo. El joven historiador 20 lamentaba sino lo menes- terosa que fue la clase dominante para gobernar un desarrollo econsmico que condujera a la creacién de una naciin econémieamente auténome, La formacién, ‘econémico-social argentina fue capitalista desdo au misma configuracién. La con. icién somicolonial y dependiente no exigia una “segunda independencia” ni una “liberacién nacional” sino la revolucién soeialista, puesto que la “burguesia nacic- nal” ~en rigor un mite- se habia mostrado histdricamenta incapaz de producir vuns naci6a seberana. Peiia no cuestionaba realmente la serie de modes de produccién disefiada por Stalin en 1938. #1 no pensaba que aunque la Argentina fuera tna nacién con xrémoras feudales el socialismo fuera la politica pmansipatoria adeeuada, Bsa cra, 8 cierto, una convieeiin del programa trotskista intemacional. Pero en eganto hhistoriador, en lo que sus textos nos permiton leer, suargumentacién decia que la Dburguesfa existfa eémodamente en articulacién con los terratenientes, en una {ora.acién eoonmica capitalista imperfecta, no realmente industrialista_;Dénde cbtenia su cardcter normativg el modale de capitalists industrial? Ex un teoria no trascendonte del progreso histérico, donde el capitalism avanzado hacts de ‘modelo contra ol que se rocortaba la “seudeindustrialisacién” argentina La narrativa histériea de Pofia no carscfa de avon:ecimientos, ni de conflictos 0 responsabjlidades. I. sensibilidad por la contingensia era eubierta por una de- manda de sclucién revolucionaria de Ias contrariedades sociales que solo podia ser satisfecha por un proyecto de clase fmdamental en ascenso progresive. La Duirguesta no podifa cumplir esa tarea y, hasta la corsolidacién del proletariado ‘come clase on ol sigio XX, ninguna clase o sector ofecia tina estructura social alternativa a la existente, No habis salucion de la trama por ellada burgués, nila hhabia en sus opusitores, Todo lo fctico ee hacia fendmeno de esta imposibitidad nouménica. Las consacuencias histoviogrificas eran dobles: habia una deflacién de Is densidad do la historia, que se mensuraba més par lo que no habia logrado antes que por lo que efectivamonte producfa (el arcaisma de las montoneras per- nitia despachar la investigacién de la resistencia popular, la seudvindustrializa- isn destituia la pertinencia de una historia eeonémica, et.) y se legitimaba una historia desde arriba, En definitiva, Pena se intoresaha sobre todo an Rosas, Roca © Yrigoyen, en los grandes intelectuales las alternativas macreestrictucales. La ‘experiencia popular no aparecié en su agenda marxista hasta la época peronista, Era Ia suya una obra on construcsién, inaesbada. Aquino subrayésus innova ciones, sus diversas hipétesis que contribuyeron al desarrollo de la historiografia argentine, pues eso fue sefalado en la bibliografia preexistenta, Me interesaba mis bien hurgar en las fisuras y nervaduras, en los problemas, en suma, de un proyecto historiografico quo a6le podria ser eondenade con el fia de Ja historia, Las ciencias sociales durante la dictadura argentina (1976-1981) Nora C. Pagano Este articulo aspira a dolar de visibilidad a ua coajunte de fendinenos que tuvieron lugar en el campo intelectual durante la ultima dictadura militar. La rearticulaciéa de aquel espacio a partir de la transicon democratica podria consi- dorarae, desde la porepectiva aqul eugerida, como lacriatalizaciéa de una seriede ‘experiencias que hunden sus raicee en los afios 70. ‘Sostendzemos entonces que a pesur de las restriceionas impuestas por el go- blerne de faevo, tuvieron lugar, a traves de institucones y eaprendimientos que funcionaban por fuera del aparato estatal, multiples proyectos en el area de las ‘lencias socisles, que estuvieron en la base de algunas de las linens historiogeéfi- ‘en8 que to manifostaran nitidamento en la década siguiente. Es nuestra intencién, entonces, reconstruir alpunas caracterfsticas de esas experiencing a través de la referencia a ciertas instituciones y publicaciones pe- riédicas cuyo diverso cardeter permitird trazar un cuadro qua, aunque impresio- nists, refleje ciertos rasgos de la dindmica intelectual Los centros Recientemente, un informe de la Seeretaria de Ciencia y Téenica (SECY1) se aba: Con Ia domocracia, las} tendencias centrFugas en las tareas de investigaciéa (..] resultaron ea una gran dispersién no sélo temética sino también institucional. Hsta evolucida fueen la direccién eontra- a a la pravaleciente bajo el gobierno militar, yerfodo en el cual flore- cioron importantea centros de investigacién como FLACSO, CEDES, Cl SEA y C2UR, cuya concentracién contribuia a la produecién ciontifica paciente y distamtica L secy', Lainvestignisneentifcay tecnaligica en Argenta. Area Sociales informe: Ruth asa] os Nora ©, Pagano Este dingnéstico plantes una de las modalidades que revistié la produccién inteleatual por aquel entonces: la oncentracién de a activided intelectual en cen- ‘os privados “Abi, en inedio de un clima de gran turbulencia socopolitics, inestabilidad eco- émice, del exilioexterno e interno, de consuras, violoncia e intolerancia, funcio- ‘aban on nuestro pais hacia mediatos de la década del 70 una cantidad de insti faciones privadas dediesdas a la investigarién en ciencias sociales, Contaban con lune apreciable detacién material y sobre todo con cuadres integrades eentral- monte por eeonomistas, soeiéloges, politdlogos e historiadares. Sus actividades bpfrectan un rotundo contraste con el devastado medio universitario, hasta enton- ot lugar natural de produccidn de seberes y de reclutamiento de cuadrosintelec- ttualos y ciontifices. ‘La obturacion de espacios académices pablicos arrojé a una cantidad de inte- rectuales a otros alternativos que, en retrospectiva y con las salvedades det caso, podrian considerarse conceptualmente como los ancestros de los think tanks que >postoriormente se fueron delineando.* ‘Su estudio plantea la camploja velacién existente entre la investigacién ¥'el “Ambito de la decision politica, ee decir, la vincolacién entre productores de conoei- niente y construccién de agendas pblices. Dosde esta perspectiva el tera remi- te a la vieja problomdtica sobre el rol de intelectuales ~téenicos y ncadémicos- y bu relacién con Ia sociedad y la politica. ‘Dentro del terreno concrete de los centros privados el pionero fue el Instituto ‘Di Tella, reflejo de aquella idea de Gino Germani de construir espacioa gcotados de investigacidn por fuera de las universidades. Entre sus principales financis fas, ademas del grupo de Torcuato Di Tella (padre), estuvieron las fundaciones Ford y Rockefeller. De alli partieron muchas experiencias entre las que se cuen tan las siguientes: CICSO, CLACSO, IDES, CENEP, CISEA, CEDES, CEMA, IERAL, PIE, FIDE, entre otras. El Centro de Bstudios de Estado y Sociedad (capes) -por tomar un ejemplo fue desde sus origencs una institucién dedicada a la investigacisa, formacion y asistencia técnica en cienciaa gociales. Bl 1 de julio de 1975, un grapo de intelec: tales! exaprondié la creacién del centro, con el propésito de constituir un espacio independiente y ploralista, capaz de cobijar y dar continuidad al trabajo de inves 2, "Tanques de ides", usinns de conocimontos",iastitucin independiente no gubernameo- Tarte ibeediva yaa fe que ea linose generates enti temas eon ein ge hacer llegar Bu Risiones al sleoma de toma de decsiones, Bata conceptualizacin debe ser neoesariamen- feiinetizada en atencdn aos distinto tipoe do nstitaclonee que pueden ester involucradas, ey algunas con perflctasneate més scadémie manos vineuladas con ls actores polices, Fee vava usin eapecfice oa a unplementacsn de pliticas publica Véanse Mario Roit- ere née Gonzales Bombe, Bstudioe eobre el eetor in fines de lueroen lo Argentina, Buenos (Kites, cobs Johas Hopkins University, 2000; D, Valenzuela, “Los que plensan en Argent tat, Ten, 9 de enero de 2001, y A Thowopaoa, “Think tanks ex la Argentina. Conocimtente astitaconen police’ Doctnenta CEDES N* 102), Buonoe Aires, 194, 5. Marcelo Cevazozzi, Osear Osalak, Guillermo Donna, Alejandro Mario ODonnell, Marfa ‘Tareas Bosnry do ODenaoll, Toreaa de Segal, Norma Martha Fisehberg de Oszla, Beatrix ‘iba Schmalle, Gustave Humberto Cavaroest Las clencias sociales durante le dietadura st que provenian del Instituto Di Tella, _ i Se ohne nersat area seas SSI ite en eb seme ae al estudio de los S m6 reas ele ears ae ate Santee roblemas sociales, politicos y econémicos de la Argentina y de 4. Amado de sfmpl,referimot el funconamionte dou dell, conerdegracie a “haya de 1998 tov gn en Fataclng a vena el que ar evaluaron be wine alae So cooperaién sven en teria de investgecds en ania enaies en Americ Latina, Juin Bahar y Tommy Stromberg reallzaren na sites de Ina acntociga, Los sures ttalon ee rnin Ga yi eb na srl wn sy anion programa decooperacion en avesgecisn, in 1975s crd om ci cenaltine ea Iaistevo de asnioaxteriores con responsi ental reams yen 1979 eon comit se transornd en una agencia etal independent de Sano tgeacia Steca pare I Coopers Ci en Ta Lvexigal con ln pais en vine de esarrlo. La tarea princpal de SABC oa Ute lsexfuczes ola paves en vat de destralloparaconstrviyrforear at capaciced Aeinverigaein. La ayuta cna en anti les pees x cominiades doves eet de iiss avers spac cinta hc dr local y conde, Los prnspos debate qu ee siguorn pra dei la ayuda sue ‘enn ona malstordecpinareedy leapt or naerse es pein repo res. fa de ext el coloisiano aenddi’ factor quo ipliss que Is ineestgacién debian for condusda en el pte receptor por us propos nvetigadtresy que Is oientacen de et dilia ae deci pr los invetgadores en sxe pais soga fo propis prardedes, Adams de contrite al fonndiamiento de lu programas de investgei internacionales, in ayaa Son ences on ann aca programs de nv rpc Eneleesodo karen Latin na das preowapeconcepibdpales cose a peoserar sa tuenteadecund pa la avertigsn soil enum vate signado por opresion pln er io ee Cis een agus las comida de nvetgaién en Brat, Argentine, Chil, Urag ‘Snescn Cesta bieron testa Poss d' al pssiol Pops Eatin ‘ase (ecazo) que, de un enmienan modeeta en IGT7, a dectrléripamenteGuroae los foe €0, linea con lot objetvs tale de EARZE| RBOADD fo formado pare maotonety cearzliar le capacided de I fvestigacin de ols manera peda ene paises en got pes 1 props del programa u0a20 fue frmulado onoeigue:"Debe atten de SAREE Uillzr i aresugeideelica dl deel unlorme en vs paises ex dende se hace de Ate de pereguledebido a len crcatunies pleas y mantis. Apartado ayudar ‘scumulascapaided dela ovetigacén es plsesca vias desarrollo es seceario eta que tal activided se debilite, por ejemplo con el exilio masive deinvestigadoces, como ha sido el 182 Nora ©. Pagano Bl apoyo del exterior se debié a su participacién en redes internacionales (por ejemplo, lared de investigaciéa aplicada del BD). Tanto por sus numerosos vineu- fos internacionales como por ia fuerte presencia de la problemstica regional en sus investigaciones, In participacién en zedes académicas ha tenido y tiene ac- tualmente un papel importante en la actividad del CEDES, “Asi, buena parte de sus pablicaciones e2rrespondiontas a los afios de plomo fueron producto de un entsauado de vincules intelestuales (en ol medio local o internacional) que se manifesté en una profusa eirculaciéa de trabajos sometides fala consideracioa de pares a través de criticas y comentarios, Fueron asimismo progueto de proyectos de envergadura subsidiados por fundaciones (Ford); entre Uloe es de destacar aquel que abordabe la problamatice “Crisis internactonal y tris is argentina: factores internacionales en la evolucién econémmica argentina de los alios 70", Asimismo el'Isller de Economfa Internacional en el eno del cual los inveatigadores locales analizaroa la apertura financiera externa en América Lati- rha. Estos trabajos eran a et voz presentados on seminarios en el CEDES y en el TOES, Bota circunstancie expliea que un eonjunto de trabajos fueran reproducidos por Deearrollo Beonémico, ‘De ese conjunto de indagaciones, se xesefiarsn aqui algunas que alrontaron el anélisis crtico de la experiencia abierta en 1976. ‘En un articulo do 1977, Fernando Cardozo recuperaba la concepeién de ‘ODonnell acerea de la mutwa indispensabilidad entre a acumulaciGn oligopdlica y los reginienes buroerétrice-autaritarios (1975) De ahi en mas, no serdn infre- uontes los trabajos erientades a correlacionar probleméticas econémico-finas- tleras con las politias. ‘hat, Aldo Ferrer sugerfa que el fracaso de las experieacies populistas en Ie “Argentina fue seguido por el restablecimiento de las politicas de rafz liberal. En tin texto de 1979 actuelizaba ose analisis incorporando, dentrode aquel esquems, 1a experiencia iniciada en abril do 1976 “Tras ua exhaustive andliss, el texto concluye marcando la inviabilidad del caso de Amfrice Lation meridional recientoments" Bl programa ha decempetiado un papel nportante en preservar copacidad ge In favesigaeiba en la regi6n, asf como cresr neva npocidad da a investigacign en paises donde la cieaia socal ectaba doearvollada inadeca- ements. £n lo Argentina, el progzama beuefic ales siguientes instivaconss: Cantro de Sfeuadioe de Estado y Sociedad (025), Centro de Estsdios Urbanos y Regionale (CEU), Centro de Investigtclones et Ciencias Socales (tcs0), Centro de Investigaciones Soziaies tcabre el Eat y Ia Administra (ISR), +5 Fernanda E. Caso y BzaoFalato, Post tesgtum a Dopendenciay desarrollo en Amérise Latina’, Desarrollo Bzémico, vol. 17, 65,1977 6 Aldo Ferrer, “El eterno del libel! reflexones sobre la plitis esnnémica vigente ex Ih argentina, Desarrollo Beendmizo, vl, Xe, N72, 1979. El trabajo se divide en tres par- tes La primera pretende explicta fae objetivs mazifestos del programa econo; a st (undo analia las causis que generen ua comportamieato dela economia diametralmente rueste al suger or la conduciéa econdmica de entoces. Por timo, la erer explora eo tSoereusiones externas del programs econtmica en vigenci, eu vabiided de largo plszo y in probable eistoncia de abjetves que co son expliitmente propuestos por ls responsables dela polities exonsiea ‘Las cienciassocaten durante Is dictadura argentina (19°61981) a9 programa econémico y la existencia en él de motivaciones latentes, distintas de su racionalidad manifiesée. Aquollas motivacioneslatentes se referirian a la bisque da de una mayor concentracién dl ingreso y dels actividad productiva en pocas manos, desmantelando el considerable desarvolloaleanzado por multiplicded de equetias y medianas empresas en el interior dal pais y, también, on la region, motropolitana, “Hablando crudamante: el objetivo real es la concentraciée del poder econémice.” En ese marco, Adolfo Canitrotreflexionabs scbre la disciplina como objetivo de la politica econémica através del programa ecousmico de 1976," operacion que Jo llevaba a analizar el dispasitivo politico contenido en el plan do 1976. El taxte reconstruia el diegnéstice hecho por las fuerzas armadas sabre la gencralizacién de la crisis y la incapacidad del gobierno peroniste para controlarla. La economia se encontraba en tn estado recesivo hiperinflacionario, con un défieit publica de enorme magnitud y una situaciéa de indigencia extrema en su ballanza de pagos Graves en sf, los problemas econémicos no eran sino una manifestaciin de la Jntensidad de conflicts sociales ~en particular sore la distribucin del ingreso escapades de todo cantrel ‘A ostas distorsiones ~ideolégices, politicas, ecomémicas~ se atribufa tanto la seria difcultad histrica del foncionamienta do la demoaracia como la persisten- cia de una situacién de inestabilidad, esiva tantoa la seguridad nacional como a Jas naturales potencialidades del pats. Esta pereepcién de los acontocimientos evé a las fuorzas armadas a converger en programa, y parcialmente en ideolo- sa, con sactores de pensamiento de raiz liberal. En su concepcign estructaral, os problemas decorta plazoestaban destinados a disolverse por af solos a medida que se eliminasen las trabas al libre juogo de tuna economfa de mercado, ‘Al esumir el poder Ias fuerzas ermadas declararon el propésito inmediato de combatir la guerrilla ~fin las restrieciones constitacionales inherentes al estado de derecho- y climinar la actividad sindical, la expecalacién improductiva y lag falencias morales del peronismo, Pero, ademés, sucbjetivo a largo plazo era pro ducir una transformacidn completa en el fancionsrniento de la sociedad argentina tal que fuera imposible le repeticion del populismoy de las expariencias subversi- vas del primer quinquenio do la década del 70. ua conducci6n militar declaré como meta final la restauraciéa de la democracia pero lo una vez que el proceso ds saneamiento hubiera alcansado sus fines. Se exntemplaba pues un periodo do gobierno autoritario transitorio aunque sin Iimites previsibles en el tiempo CEI gobierno na tiene plazos sino objetives" La virtud det planteo del iberalismo eson6min consistié en demostrar alas fuerzas armadas que el esquema politico-institwsional que procuraban ream. plazar estaba ligado estrechamente al ordenamiento ecanémico que le daba sus- tento. En consecuencia, fs reforma econémica ara una condicién necesaria dela reforma politica. El plan econdmico fusjustificadoen tanto atiende, de ese modo, mas que a objetivos econémicos, a las objetives piliticns del proyecto de trans: 7A Canttrot, “La disipina coma abjtive dela polities monémica, Un ensayo sobre e po rare econdmio del gobierno argeatine deale 1976", Desrrollo Eeondmiso, vel. Xi, N*78, 1380, : 164 Nora ©. Pagano formacién de las fuerzas armadas. So establoci6 ast una doble relacién: el plan econémico aparece dependients del proyecto politica pero a la vez como su con: icionante, El autor conchafa estableciende que, lejos de erigitse en un programa de ex pansién, el plan revestia un cardcter “disciptinario y eorrectivo” "Al comenzar la década del 80 algunas formulaciones presentaban un balance contrado on el aspecto financiero entendide como verdadero “dispositivo” y mar aban sus efectos nocives.* ‘Asi, Roberto Frenkel afirmaba que la reforma Onanciera fue la modificacion institucional mas significativa del programa puesto en préctica en la Argent dosde abril de 1976 y uno de los mas objetivos més deseados de largo plaza ée Ia ‘isign liberal que lo mspir6, Ella completé e institucionslizé ia tendencia a desre polar el mercado de eapitalos, derproveyendo al Estado de las facultades de con trol dizecto en el mereado de crédito bancario. "Aun considerada ala luz de la inestabilided quo co suole atribuir al comporta- iento hisiérico de la economia argentina, ls experiencia 1975-1981 most ‘una magnitad eataclismica atribuible a las reformas institucionales y a las polit as econdmicas ejecutadas por las autoridades en ese perfodo. ‘Resultados y ofectos tan mareados y de tan alto costo deberian inducir, a lo menos, una actitud de dada y una cuidadosa revisién critica de los supuestos ¢ hhipstesis de las teorfas y modelos que orientaron las politica. ‘Estas intervenciones -y otras~articulaban perspectivas procedentes de diver ‘sas matricas disciplinares; entre éstas, la historia no ocupaba ciertamente un Tuger privilegindo, Algunos ensayee, publicadas en los Retudfos CEDES y luego en Desurrotlo Beonémico, son demostratives de las redes que vineulaban a esas ins- ‘ibaciones, ‘Es asimismo perceptible, en el segundo de los casos mencionades, la fuerte presencia de historiadores extranjeros ~particularmente norteamericanos~ cuys Sermanencia on la historiegrafia argentina fue, a partir de entonces, una cons antes? 8, Veanse Roberto Frenkel “El desarrollo rodiante dl ereads do apitales en i Argentina”, Desastelo Beondiiso, vel. 3%, N* 78, 1987; "Mercado Ane=ciero, exzaetatvas camblarias y ‘oviientos de capital, Desarollo Beonsmico, vl. N® 87, 1982 9, Véase E, Tandeter, “Trabajo fortadoy trabajo Ubre en el Potos colonial tard, Etudice ‘CEDES, 1960, y en Devorrollo Beano, v0. x8, N° 80, 1981 10, Véanse S M. Socolow y LL dehineon, Poblacién yespacio en el Buenos Aires de ig X01 Lit Sehnsoo, Za manumisin de enelavoe en Buonos Aires durante el virreinate; D, Gy, "La, polten smucarera tucumana y la gezeraeida del 80. La politica de Carlo Pellegrini en les Pemiensoa dela fndUstralizacion argentina (1878-1905)"; SIM. Soelow, “La burgueea comer ‘Gante de Booros Aires en of siglo XVI" B, Larson, “Ritmos rurales y conflicts de clases ‘Garante el iglo ott en Cochabamba" H. Klein, La integracién de italianos en la Argentina 1 lo Betas Unidos: un andlisis omparasivo" SL. Bally, Las sociedades de ayuda mutaa y desarrollo de wna cortuniiad ital snenee aires (1856-1918); CB. Solberg, Argent hay Canad: una perspectiva comporads sobre su desarrollo econémiea, 1919-1909; D. Je: ‘net, Reclnelizecin y raspuesta de la clase ebrera:contexto y Liniociones de fa actividad (Bremial en le Argan Las clevcias soises a te i dictadure argentina (1976-981) 188 Contemporéneamente, desde otro de esos centros ~el Centro de Investixacio- res Sociales sobre el Estado y la Administracién (cisea)- se desplegaban asimis- mo indagaciones que afrontaban anélogas preocupaziones. Por entoncea, investigadores del CISEA omprendian la “investigacién sabre la formactén y caracteristicas de la clase dominante enAxgentina”. En 1977 el Con- sejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO| otorgé un subsidio para fi- nanciar parcialmente el trabajo." Para comprenter el fenémeno Jorge Sabato] se vio obligade are- defini a Iigiea de funcionarsienta de nuestra econazuia a comienzos do siglo las relaciones que ella ereaba con ls procesos de toma de dlocisionesy sus consecuancias. Ba exte juego de espefos, Is evelucion de ln estructura ecoadmiea va formando un grapo prvllegindo que, Smulténeamente, acta sobre la raista,forjndo o reforaando cer {es carcteisticas quo pueden arrojar Ios sabre un proceas pecelir. Eiprimer doinents ue concretaeaae ideas, Notorcobre lx forma titn de fa clase dominante en la Argentina moderna, fae distibuigo por CISEA a partir de 1979. Ciertamenta, el texto se vinculabs con un proyecto de mayor envergadura en- ‘carado poco después por ol CISEA. So trataba de estudiar el funcionamiento de las ‘corporaciones empresariales en la Argentina a fin de ponderar las posibilidades de la consolidacién democrética habida cuenta de so tradicional estrategia de esestabilizacion y apelacién al autoritarismo militer. EI disefo de estas investi gaciones se hasaba on algunas tesis de Jorge Sabatoy Jorge Schvarzer acerca de las dificultades de consolidacién de la regia de juego democritica on la Argentina, cuya vigencia permitia ol accoto al gobiarno de grupos politicos vinewlados con fueraas socieles populares cuyas orientaciones ~en términos de politicas eeonémi- casen particular~eran diferentes de las de las elites onservadoras tradicionales, Estas elites, vinculadas con el poder econdmico ~en el agro, la industria, las A ‘naneas-, opararon socavando el juego democratioo y actuaron politiearnente por media del control ejersido sobre las corporaciones empresariales y de su inftuon. cia scbre imbitos castrenses. ‘Uno de sus miembros recordaba: ‘Nuestros cologas del PEHESA ~ésta era al menos la sensacién qi ‘yo tenia estaban preocupados en aquella époce por un problema q Bituaben on un terreno de andlisis social y police, [..] Alos histarise lores del PEXIESA, por aquel entonces, creo queles preocupaba mucho menos el ral de las elites corporativas en el sistema politico que el problema de aupliar el conceimiento sobre céuzase fue constituyendo nuestra sociedad, sus dstintos pblicos, e6mose fueron mmixturando los sactores populares con Tas elases medias para poder albergar en 11,4, Sib, La lose dominant on la Argentina mederna, Busnos Aires, ciA-Tanego Mua: ai, 1988, p25 12, Jorge Schvarsey, ‘Presentecén”, en J. Ssbato ab. cit, p 8 186 Nara C. Pagano ssu seno corrientesy movinientos politicos de composicién tan hetero- génea como loa surgidos en nuestro pais.” El Programa de Estudies de Historia ReanSmica y Social Americana (PEAESA) se habia fundade en 1978 come programa de! CissA, mayoritariamente conforma {0 por historiadores sensibles a fendmenos que tuvieron lugar a partir de media- dos del siglo XIxy que se prolongelan sule el siguiente, “Una de las lineas de mas vasto alcance fue aquella coordinada por Leandro Gutiérres y Luis Alberto Romero, dedicados a la exploraciéa del mundo urbane y ja cultura popular desde la perspectivs de la emergencia de esos sectores y su proyeccién politica.** ‘Por au parte, Hilda Sdbato efrontaba temas vinculados con los orfgenes del dosorrolle eapitalista en la Argentina." ‘Camo en el eaco de los entree privados antes mencionados, las investigecio- nes radizadas en el OISEA —uswalmente beneficiadas con financiamiento externo— Construyeron agendas historiograficas introduciondo tomas, referentes y enfoqscs, Al tiempo que contribufan a la formacin de recursos humanes. La renovaci6n cultural Por esos afios, el mundo cultural ofrecia un apreciable dinamismo; el Centro Beitor de Amériea Lating, la editorial fundada y dirigida por Boris Spivakoy, pu- 45. propata del Libro Fito, pin de mulltudesy de elites de Ace Scher y Héctor Palo ‘nino Buvuos Airs, 1985. Entrevista aH, Palomino, "E! fithol en Argentina. Apreximasionss {endo las Geucias ocialos", en efdeportescom, Buenos Aiees, aio ¥, N° 25, septiembre do 2000, 1. Boos investigaiones -que feeron publiendas parcialmente con anterloridad~ cristata 1Niy saonands tarde eu el tanto Setorespopolares, elaure y polica. Busnos Aires en Lente [fuomre, Boonos Aires, Sudemerisana, 1995, En ela eclaboraroa Ricardo Gonzales, Juaa Su: sany Ba Cibotl y como tecberda Romero, 2 mista s vie betefsiada por ls coments: seedy Carles Altaniane, Néstor Caria Candlini, Juan Carts Koro, ilda Sabato y Beatriz ‘Basis Bra Gata otra muedira de a artoulacin de expacto, teeta yredesintelectuses iis roconstraye fllda Stbata au experiencia en Capteismo ganader(a en Buenos Aires: te febre det lanar (1890-1860), Busnes Aires, Swlamericana, 1989; Planteadas sus pregun~ te insales hace ya anda de dios alos tradicon en elton propio de lima intelectual de ls teh Eo] Con ent chocsida y aquallas preguntas, inicis en 1978 un trabajo de varios aos, PT Gowancé la iaveaigactin en Londres, pro Ia mayor parte del trabajo la soalcé en le ‘Citentina entre 1973 74081, n ls dure Spoons dela dietadura militar [oJ una parte dos ‘Nttectusis buco! resistir a esa eultera del miedo decarrollzndo uns lator de vefexén y atadio () que do lagae le cnceteuceda de cepacios da trabajo y supervivencia, A uno de ‘Sos Ambitce, el CREA me integé emi regreco de Inglaterra pars encontrar en et grupo de Estonia al eeemsa-(] apoye financier de) propo CIsKA, de Is Fundscién Ford, el Consejo Bitdnien de Relaciones Cuturales y la Universidad de Loadres que me permitieronterminar Ininvestigacion y presentarla como tsis ante esta univereidad ex 1981" 15. Abos despuds escribié con L.A. Romero Lae teabajadores de Buenos Aires fa experiencia al mercado (1890) [Ene ciencas ociales durante la dictedura argntina (1616-981) a7 blicebs nuevas coleceiones de historia y literatura a precios populares y eon una apreciable ciroulaeiéa ~como ya habia hocho el mismo Spivakov al frente de Eu- deba a fines de la década del 50-, y contrataba camo asosores, enseyistaa, prolo- guisias y traductores a buena parte de los intele:tuales que habian quedado al ‘angen de Tos centres de investigacién y las universidades estatales. En tal sentido merecon destacarse coleceiones como Capitulo, Historia det movimiente ebrera, Bibliotcea Politica Argentina, La historia popular, Siglo ‘mundo, Nueva Enciclopedia del Mundo Joven y Transformacicnes, entre cents. nares de entregas en fasciculos 0 volémenes econémices. Bl emprendimionto fue victima de los embates directoriales, los que sin embargo no pudieron anu- Tar sus efectos. Un verdadero entramada de publicaciones periédicas recorria el campo cul- tural; publicaciones como Punto de Vista (1978-1, Nova Arte (1978-1980), El Or- niforrinco (1977-1987) dan cuenta de ello, Punto de Vista, subtitulada Revista de cultura, aparecié en marzo de 1978 como la expresién de un grupo de intelectuales de izquierda sensibles a los eam. hice oporados on Ia sociedad y la cultura argentinas."” Beatriz Sarlo, Carlos Altamirano, Ricardo Piglia, Hugo Vezzotti, Maria Torosa Gramuglio y Jorge So- villa ~este dltimo en calidad de editor recponsable~ animaron inicialmente la experiencia. El paso relative dela cultura politica de izquierda as un hecho verificuble en el ‘eampo intelectual desde mediados de la década del 50; la historiogratia ha rese- ‘hado ol proceso que condujo a estes sectoras a asumir el formato de “intelectual comprometido”, “intelectual orgénico”,‘contestatario", “denuncialista”, Ellos des- cribieron un itinerario paralelo a aquellos otras procedentes do Ia matriz “nacio- nnal-popular” que los Hlevé hacia los altos 60 a converger en la via revolucionaria ‘como modo de instaurar un nuevo orden eapar de instrumentar las transforma- clones sociopoliticas demandadas por los tiempos. ‘Una década después, buona parte de ellos transitaban por el exilio interno o elexterno, y volvian a plantear (una ver més) Ineompleja relacién entre la cul- ura y Ia politica, interseccién en la que deba encuadrarse su funciéa come intelactuales. En tal sentido, es posible pensar ¢] emprendimiento como espacio para dise- ‘Rat y experimentar la renovacién teériea demandada por la ‘erisis” de Is cultura de iequierda, particularmonte on al contexts loca. ‘La revista respondia menos a una actitud contestataria, de dentnciao resis- tencia que a otra tendiente a instalar en el eascpo cultural nuevas referentes, nuevos temas y ronovadas perspectives. Ponia en circulacién nuevas referenciali- dades para las producciones culturales -desdo Raymond Williams hasta Pieri Bourdiew~ como para los saberes ~desde la socilegia y ol psicoandlisis, la critica 16, BI 90 de agesto de 1980, ls pliis de la provinela de Bueues Altes quand ua milla y ‘medio de bres fascicles publicados por el Centre Edits de Amérea Latina (CEAL, ant la presoacia de Boris Spivacor y Amanda Tovbas 117, Véase Roxana Patio, “latolectuales en ranscio.Lasrevistasculluralesargeations (1961 19877, Cuadernos de Recionverido, N4, Universidad de Sko Paulo, 1997 168 Nora C. Pagaae cultural y la teocfa literati hasta la reflexién socioligica e histériea-; estas pro puestas implicaban en sf mismas una opeidn intelectual refractaria a lus disour- 0s autoritarios, no sélo polticns sino propiamente culturales. Probablemente esta ultima caracteristice encontraba su fundamento en la tranaversalided contenida ‘on la perspective asumida, centrada fuortemente en ol ncleo conceptusl metado- égico de los estudios culturales. Rin taco caso, come recnnociera Sarlo, la publicacién ponta en eireulacién atras discursos, operacién que permitis revisar la tradicién eultural argentina ~inicia- a por Contorno-, sain nusvas claves ideologico-astétioas dopuradas de dogma- tiamoa y prejuicios. Bion observada, esa tradicién cultural ora prineipalmente ‘una tradicién literaria que Punto de Vista releyé desde Domingo Sarmienta, José Hernandez y Martin Fierro, la generacién del 80, e] nacionslismo cultural del 900, las vanguardias del 20, les principales revistas culturales ~de Sur a Contor- no- Ezequiel Martinez Hstrada y centralmente la figura de Jorge Luis Borges. ‘Los articulos de esta etapa expresan en buena medida la empresa de rearmé do do un sistema de (reJlectura a partir de nuevas claves ideoligico-estéticas. ‘Vista on perspectiva, parece probable que esta reftexién critica voleada en in- loxiones historicss, literarias y sociolégicas hubiese sido también una denuncia politica, aunque esta dimensién no ocupara el centre del emprendimiento. Ast, el “arte de tapa", o bien las recafias cinoratogréficas o bibliogréficas, admitan ser lefdas como alusiones ms o menos elfpticas al presente “que le pusieran palabra al silencio" * ‘Bajo sendénimas Silvia Niccolini para Beatriz Sarlo, Bmilio Renzi para Ri- cardo Piglia y Carlos Molinari para Carlos Altamirano-, los eolaboradores de la publicaci6n posibilitaron la continuidad de la actividad intelectual que, como en el caso de los controe, tenia lugar fuora dol contexto universitario y de as institu- ciones tradicionales, en un contexto dominado por el exilioy Ia represién. La reflexidn historfogratfica tuvo su lugar en layevistay, si bien se ajusté a las, ccaracteristicas antes referidas, su presencia fue amplidndose graduslmente. En marzo de 1978, bajo sevdénimo, Altarsirano publics "Del 90 al 30: un cap tulo de historia social" y Sarlo, ‘La politica del 80"; por su parte Versetti ontroga- bba “La locura en Ja Argentina, 1860-1690. Psiquiatria, hospicios y enfermos de Buenos Aires”, temdtica que prolongarfa en sucesivas entregas hasta disefiar sa historia de la foeura local. El desembarco delos historiadores se produ on los primeros &0, masi9 menos contemporéneo al de Sarlo en el P2RBSA; en 1981 Luis A. Romero publicaba su texto Polltica, nacién y Hstaco en ta Argentina del siglo x0; un afo mas tarde bajo el titulo "{Déndo anida la democraclat” y bajo la aulorfa del PEHESA, on el (que se especificaban fos nombres de R. Gonzélez, Leandro Gutiérrer, Hilda Saba- to, Juan Carlos Korol, Luis Alberto Romero y Mf. Tramper, un extenso articulo indagaba sobre la participacién popular ontre 1890 y 1948. Este terminaba con Ia siguiente aseveracién: “La cuestién acerca de dénde 18, Véaze R Patino ob. cit 19, M, Vitapliano y A Gilbert, La vida, fehl y la palitien en la Argentina del Munclal 78, Buenos Aires, Norm, 1998 ‘Las cioaisscosiales durant le dctadra argentina (1976984) 163 referenced’ stl en nate agulefenenns ue caer nats Dos apuntas finales, acaso demasiado obvies como para ser objeto de argu- mentacién: la historiografia de las ciencias sociales durante la dictadura es abso. Jutamente irreduetible a aquella procedente de ambites inatitucionales pablcos ver. la universidad, el CONIOE? y otros- on los que la coyuntura despleyd sus efectos politico-ieoldgicos; ello a sx vex permite explcar la relativa celeridad con que pudo ser instrumentado y aplicado el rolevo en lainmediata transicion deme. Bl fonémena no era del todo nuevo; la comploja ralacién entre los intelectue- les-téenicos y la politica on nusstro pais afrece sobrados ajemplos. 20, mash, “gDénde anida la democracia?”, Punto de Viste, N15, agosto-actabre de 1982, P10. 21, mss, “La cultura de ls sectores populares’, Punto de Vist, N* 28, agosto de 1989, pth 22. Vase Introducein a Sectores populares. p18, la que Lais A. Romero sostenia “Dis cutimas los avances y evatribucioues con aucetios compatiers del PEUESA ~por entonces se ‘habia sumado Benitiz Sarlo~y sos beaeiciams enarmements no aslo de un cima iateleetoal snuy eetimulante sing de une enti’ 23, Repoctaje a Tilo Halparia Dongh, Punto de Vista, NP 18 agooto de 1982, . 28.

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