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PRESENTACION Roberto Macaca Universidad de Buenos Aires 1 edicidn: mayo de 2001 — Fenémeno y estructura subtitulo de esta compilacién de trabajos sobre a psicosis y de uno de los articulos que la componen~ constituye una frmula que describe con sencilles y precisin la trayectoria de este tema en la histo- ria de la psiquiatria y cl psicoanslisis y, a fa vez, destaca con claridad la ‘oposicisa de concepciones que defifen su situacién en la actualidad, En cuanto a la historia, la formula asume ante todo una versién tempo- tak: del fenémeno a la estructura. El fendmeno ocupa el primer plano en las dos grandes etapas de la psiquiatréa clisica en ta que surge y se constituye la ccuestidn de la psicosis. Tanto en su comienzo, con la clinica sincrénica de Pinel y Esquirol, como en la clinica diacténica de las enfermedades menta- les construida desde Falret a Kraepelin en la segunda mitad del siglo XIX, la claboracién clinica de la psiquiatria se guia por un método celosamente ese mantiene siempre proxino als fendmenos, ablece ta ley 11.723 tigen, las causas y los mecanismos de las di ic este modo se consticuyé una psiquiatréa de las estruc- turas psicopatol6gicas en que los aportes del psicoanslisis, aun fuertemente crtiticados, ocuparon un lugar destacado. No podia ser de otra manera ya que Freud se inscribe desde el comienzo es ms eminentes. Inaugura su te mecanismos psiquicos de la formacién de los sintomas Presewtacicn constituyen con la descripcién precisa de sintomas y sindromes con la deno- minacién de trastomas. De allf que La operacién clinica fundamental consis- sincrénico, que ha llevado al introductor: a afiemar que su “modelo es més esquiroliano que kraepeliniano”. El psicoandlisis, por el contrario, al definir sus tipos clinicos por la es- tructura, toma cierta distancia en relacién con la semejanza y, de este modo, reconoce la misma estructura en fenémenos de apariencia muy diferente. No sdlo un histérico puede no parecerse a otro histérico, sino también un psicético a otro psicético. Pero, sobre todo, constituye una clinicadiacrénica cen que cada una de sus categor‘as se despliega en una secuencia temporal claramente definida. ‘Cuando Freud define la especificidad de la psicosis en su distincién con la neurosis, delimita también sus fases: una primera fase, silenciosa, consti- tuye la enfermedad propiamente dicha, y una segunda fase, ruidosa, se ca- alucinatoria o delirante que configura un intento ican un momento previo, el de la fijacién que de- Esta concepcidn diacrénica en la clinica predomina también en la cons- truccién lacaniana que distingue el momento de desencadenamiento de una psicosis, su primera fase, llamada prepsicosis, yel desarrollo ulterior a través de la desestructuracién imaginaria que pucde llegar, 0 no, a la estabilizaci6n 10, que est muy lejos de lo que las tradiciones psiquié- tticas y psicoanaliticas entendieron por psicosis y que, en muchos casos, se lo que usualmente consideramos la normalidad -teconocible Dos modalidades opuestas, entonces, para abordar la psicosis: una se ‘compone en el registro de las fenémenos, la otra apunta a fa estructura. Esta compilacién redine ocho trabajos producidos en la segunda cécedra de la Universidad de Buenos Aires por sus prof ticular y adjuntos-, tanto en sus tareas de ensetianza como de investig: Bia El mas antiguo, “Sobre la prepsicosis", proviene del primer proyecto de in- vestigacién realizado en la cétedra entre 1985 y 1987. Otro, “Consecuencias de la intervencién freudiana de la paranoia... constituye el trabajo de la oposicién curso de profesor vivular. Uno de ellos, “De La negacién’ al Seminario 3”, es la revisiGn de una clase dictada «en. 1995. Hay dos, “La nervadura del significante..” “La interprecacién y la construccién..”, que consticuyen ampliaciones de trabajos publicados con anterioridad. “Fenémenos elementales”, en cambio, si bien recoge temas de Publicaciones anteriores implica mas bien una actualizaci6n. Por iltimo, “La invencién freudiana de la psicosis” y “La elaboracién lacaniana de la Psicosis" han sido redactados para que sirvan de introduccién a cada una de las partes que conforman esta compilacién. Los autores expresan su agradecimiento a los docentes auxiliares de la ccétedra y, muy especialmente, a los alumnos, que con su presencia y su trabajo han contribuido a la elaboracién que se vierte en los articulos que componen este libro. PRIMERA PARTE La elaboracién freudiana de la psicosis LA INVENCION FREUDIANA DE LA PSICOSIS Roberto Maruca La opoxicién neurosis icosis, como oposicién excluyente, es una ca- racterfstica y una especificidad de la psicopatologia freudiana. No hay que creer que es una distinciGn psiquidtrica. Mucha gente, aun psicoanalistas, sigue creyendo que se trata de una oposiciGn que Freud tomé de la psiquia tria. Ocurre que és¢a, al igual que muchas otras nociones psicoanaliticas inventadas por Freud, extendieron su alcance més alla de las fronteras del psicoandlisis y, una ver aceptadas en el uso, ha quedado olvidado su origen. Ocurte también que las condiciones hist6ricas en que transcurti6 la invencién freudiana -sus obsticulos, sus urgencias, su desorden- empafa- perarla”, Fue necesari recuperacién. Recuperac aque cada ver que Lacan cata mas bien de una re posicién del creador Este trabajo se propo reconstruit algunos de los avatates de esa oposi- , las exapas de su gestacign y surgimiento en la obra de Freud, que abarcan un largo periodo que se extiende hasta 1910. ‘Una vez que ha surgido, la oposicién neurosis-psicosis se constituye en el Rowexto Mazzuce esborada. Recién en aparece plenamente En segundo lugar abordaremos, aunque mucho més brevemente, las vi- cisitudes de esta oposicién en el posfreudismo. zon la publicacién del historil La oposicién neurosis-psicosis no proviene del campo de la psiquiatria Es verdad que los conceptos de neurosis y de psicosis tienen su origen en la psiquiatria prefreudiana donde se distingufan como formas clinicas. Sin ‘embargo, eran utilizadas con un sentido muy diferente al que llegaron a tener ‘como consecuencia del trabajo de Freud. Ademis, esa distincién era parcial y no excluyente, ya que algunas psicosis eran simulténeamente neurosis sca cuestin ha sido claramente seftalada por los historiadoes de ka psi- quiatria y el psicoandlisis. En especial por Paul Bercherie (2), quien sefala el grave errorde J. Laplanche y}. B. Pontalis al afiemar, en su Diccionario, que en la psiquiatria alemana existe una distincién nitida desde el punto de vista clinico ‘entre neurosis y psicoss. Ea efecto: “los dos términasexisten desde hace ya argo tiempo en el vocabulario nosoligico (ms de un siglo para el término de neuro- sis, y medio siglo para el de psicosis),{.], pero de ningsin modo constituyen un pac de opuestos, ya que provienen de dos planos concepauales diferentes, de alguna manera perpendiculates el uno del otro. Eto es lo que explica por el contrario muy ficilmente pueden superponerse; una misma lejos ver una psicosis y una neurosis” (p. 79) fa comenzar, que el término newrosis tal como un sentido muy diferente del uso modificacién que Fre La ievENCION FREUDIANA DE LA ICES nervioso, donde las funciones no reposan: jones més extendidas y escalonadas d ina lesin orgénica detect: El trabajo de P. Be ‘cuya argumentacién no puedo reproduc aqui, despeja definidamente la confusi6n que atribuye al campo de la psi- quiatria la distincién entre neurosis y psicoss tal como la constiuye el psi- coanalisis freudiano. Es muy claro cambién al delimitar fo que lama “los cempréstitos” que Freud toma del saber psiquidtrico -un creador no inventa todo de la nada sino que debe usar como punto de partida una materia pre- existente-. Esa delimitacién contribuye a comparar esos conceptos previos con la concepcién especificamente freudiana y, por lo tanto, a destacar me jor la originalidad de la posicién de Freud, que fue el primero en fo oposicién neurosis-psicosis sosteniendo no sélo que se clinicas heterogéneas donde los mecanismos de formaci difieren esencialmente, sino que son excluyentes entre si ‘Una distincién tardia producto de una larga elaboracién. Como dijimos, surge con posterioridad uico y de las pulsiones, onsciente en “La inter- a de la vida cotidiana” y “EL es decit, habiendo ya construido la teoria del pretacién de los suefios", la “Psicopat yade una elaboracién compleja del tratamiento psicoai todo de la asociacion libre, la interpretacién y la transferencia. Para que para el campo de las psi adicién de las teotias del nat tae las razones por las cual cocurrido en una secuens tan tardiamente. que la oposicién neurosis-psicosis aparece 1. Este tema sed deszllado al abord + conjuntotemitica dedicao 3 las neurosis a Ronerro Mazauca La obra inicial de Freud se inscribe en el movimiento psicopatolégico. La psiquiatrfa clésica dominada por ‘odo descriptivo rechaz6 % siglo XX, sin embargo, se desarroll6 una corriente psicopatol6gica entre los psiquiatras ligados a insti- todo descriptivo de mis alla de la delimicacién fenomenolégica, hipétesis explicativas Sobre las causas, origen y mecanismos de las diferentes entidades clinicas sare redujeran al mero supuesto de una etiologia orgénica. ‘eud, integrado en este movimiento psicopatol6gico, comienza formular que la produccién de los sintomas histéricos eee meee cin de mecanismos psiquicos, raz6n por la cual (5) excluye la his- teria del grupo de las neurosis (en el sentido psiquidtrico que venimos de explicitar: enfermedades funcionales del sistema nervioso) para hacerla for- mar parte del grupo de'las neuropsicosis, junto con la neurosis obsesiva y tuna forma de psicosis alucinatoria (amentia de Meynert). Dos afios més tar- de (6) agrega.a este grupo la paranoia. Todas las entidades clinicas que com- Ponen este grupo de las neuropsicosis se caracterizan, y se diferencian de las neurosis, en que la formaciGn de sus sintomas responde a mecanismos psi- uicos. Se trata del mecanismo de ta defensa, de alli su denominacién de neuropsicoss de defensa. i ee que importa subrayar para nuestro tema es que la paranoia es in- mpoco el de sexualidad is heterogéneos k enlace en la neurosis obsesiva, el rechazo en fa confusi6n 4 [La mveNcion FREUDANA DE LA PSIOOSS alucinatoria, la proyeccién en la paranoia. Es cierto, entonces, que la para- noia se diferencia como forma clinica bien delimitada de las otras que com- ponen el grupo de las neuropsicosis porque para ella se postula una modali- dad especifica del mecanismo de la defensa, pero se diferencia tanto como ceualquicra de sus otras formas linicas, tanto, por ejemplo, como la histeria se diferencia de la neurosis obsesiva. No existe nada dentro de este grupo de las neuropsicasis, tal como Freud lo construye en su primera nosologia, que resulte equivalent, y ni siquiera antecedente, de la ulterior distincién neurosis-psicosis. Esnecesario también aclarar que la forma de psicosis que Freud incluye cen ese grupo, la confusién alucinatoria 0 amentia, no constituye tampoco tuna psicasis en el sentido que tomaré ese témino una vez que la oposicién con la neurosis haya surgido (2, p. 88). Si bien Freud utiliza el término Verwerfung para nombrar el rechazo de que es objeto la representacién in- conciliable en la confusiGn alucinatoria (que es uno de los términos freudia- ‘nos que Lacan utiliza como antecedente para la construccién de su concep- tode forclusin, especialmente tal como Freud lo usa ene! historial del Hom- bre de los Lobos), lo hace de un modo que tampoco permite asociarlo con la ‘especificidad futura de la psicosis. En el historial recién mencionado, Freud introduce ese término para subrayar la intervencién de un mecanismo que difere del de la tepresign. En su primera nosologia, en cambio, no es sino tuna de las formas de la repeesién. Es por esto que nunca Lacan utiliza ese ‘caso como antecedente freudiano de la forclusiGn. Se ve claramente, entonces, que esta primera nosologfa freudiana no dispone todavia de la distincién entre neurosis y psicosis que slo més tarde s¢ constituird en la oposicién fundamental de la clinica freudiana. En las sucesivas transformaciones que recaetin sobre la caracterizacién del grupo de las neuropsicosis, primero seri sustituida esta denominacién por la de psiconeurosis para acentuar que cid en estas formas clinicas. sicién neurosis-psicosis de la diferenciacién ent obsesiva y fobias) y psiconeurosis narcisstas (paranoia, esquizofrenia y mania- ‘melancolia) de donde se derivard, en la dltima etapa de la obra de Freud, la distincién entre neurosis y pcos liss y la psiquiatria posfreudianos. El primitivo término newross, para evitar del grupo de las psiconeurosis a partic de transferencia (histeria, neurosis ue es la que ha conservado el psicoans- Ronexro Mazauca confusiones y subrayar mejor su naturaleza, es sustituido en una etapa inter- media de la elaboraci6n freudiana por la denominacién de neurosis actuales. EL impulso inicial para la oposicién neurosis-psicosis Es importante determinar cémo y por qué Freud llegé mis tarde a dife- Tratado de Kraepelin que modifies cl actual. El caso que relaca Freud, que e caso de su propia prictica, és una Paranoia en el sentido de Krafft Ebing.* En el sentido kracpeliniano se trata mis bien de una esquizofrenia o, mejor dicho, de una demencia precoz. Pero, sea que se trate de una u otra de esas formas clinicas, lo que importa es el modo en que Freud dicigis ese tratamiento, Coherentemente con sus hipste- sis psicopatoligicas procedié de la misma manera que con cualquiera de las otras {a enferma corrobord enseguida esa expectativa, pues se comporté en ela ‘como lo haria una histérica..” (6, p. 177). Se ve claramente que ef uit momento Freud considera que la paranoia respond a los mismos mecanismos y Drocesos que las otras neuropsicosis. Después de inwenta la psicoterapia para la hhisteria, Freud en su pedctica psicoterapéutica aplicé ef mismo mécodo para la eutosis obsesiva. ¥ vemos que tambich fo hace con fa paranoia yfaesquizofienia, sin distinguir et procedimiento terapéutico en unas casos y en las tos. fe paramova en la psiquiatra” 16 La BevENCION REUDIANA DELA FEDS Qué es lo que ocurri6? La honestidad freudiana y su anhelo de construi un saber riguroso registsé ya desde ese primer momento, y lo testimonia en esa histeriasy las neurosis obsesivas respondan positivamente al mécodo del era- tamiento psicoanalitico, en este caso ocuttié lo contrario. Finalmente el tra- tamiento debid ser interrumpido y fue necesario una internacién de lapacien- te: En una nota de la primera edicién esto ya est indicado, aunque muy sucin- tamente; dice Freud: “Cuarido mis tarde una exacerbacién dio por tierra con cl éxito de! tratamiento, mezquino por otra parte, ya...” La extensién de esa misma nota en la edicién inglesa de 1924 lo expone mucho mis claramente. Alli Freud agrega: “El relato fragmentario de este analisis fue escrito mientras la paciente ain se hallaba en tratamiento, Al poco tiempo, su dolencia se agravs tanto que éste debié ser interrumpido. La enferma fue internada en una institucién, donde tuvo tn periodo de gra- vves alucinaciones, con todos los signos de la dementia praecox. Sin embargo, contrariando todas las se tecupers y pudo retornar a su hogas, La relacién con la escuela de Zurich Et texto “Introduccién del natcisismo”, donde se exponen sistemeticamente estas innovaciones, se publica en 1914, pero ya desde 1910 Ww Roser Mazzuca ‘comienzan a aparecer en los textos de Freud estas hipstesis sobre el narcisis- mo y sobre los mecanismos de las psicosis, principalmente en el historial de Schreber y en la edicién de ese afio de los “Tres ensayos..", porque viencn. siendo claboradas desde varios afios atris. En esta cuestién tiene particular importancia el crabajo realizado por los psiquiatras suizos y su relacién y discusiones con Freud. Bajo la direccién de Eugen Bleuler -critico de y futuro creador de la esq equivalence de lo que nosotros llamamos resid Max Ei lencia: Max Eitingon y Karl Abraham, de Berlin. También crabajaba con este grupo Ludwig Binswanger, otro joven psiquiatra que rendrfa mis tarde una actuacién destacada. tercambio fi yelcomienzo grupo reconoci como en el uni interesado en r esa correspondencia de Fret ‘Abraham, constituye un conj co de documentos importantes sobre los su- cesivos pasos en la elaboracién del saber freudiano sobre la psicosis. El primero en establecer un intercambio personal fue Eitingon, que visits Freud en Viena en enero de 1907. Jung lo hizo un mes mas tarde acompaiia- « Binswanger. Abraham, que en noviembee de ese aio se trasad6 a Ber- su condicién de extranjero, no tenia perspectivas de progre- ‘en diciemby que a lo largo de 1907 Freud ras del grupo de Burghsleli [La BvnCION FREUDIANA DE LA SIS Los suizos estaban muy entusiasmados con la aplicacién del psicoandliss al tratamiento de pacientes psicéticos. Freud, en cambio, era més reticent, sa- bia que era contraindicado y que el modo de funcionamiento era radicalmen- te diferente que en las neurosis. Abraham fue el primero en adopear sus tess En junio de exe afio, antes de visitarlo, envié a Freud el primero de lo que luego seria una serie de trabajos sobre el psicoanslisis en la psicosis. Lo habia leido en la Sociedad Alemana de Psiquiatria, en Frankfurt, en abril, y tenfa el titulo de “Sobre el significado sexual de los traumas infanciles en la sintomatologta de la dementia praeco’” Poco tiempo después, en 1908, se realiaé un encuentro entre suizos y vvieneses para el cual se eligié Salzburgo, un lugar a mitad de camino entre ambas ciudades. Se agregaron algunos interesados en el psicoandlisis de Ale- mania, Hungria, Inglaterra y también uno de Estados Unidos. Fue una re- unin privada de 42 personas en un hotel de Salzburgo que retrospectiva- mente fue reconocida como el Primer Congreso Internacional de Psicoans- lisis. Alle Abraham present6 un segundo trabajo titulado “Las diferencias psicosexuales entre la histeria y la demencia precoz", que se aproximaba mucho mas alas tesis de Freud. Los trabajos de los discipulos Podemos considerar este trabajo de Abraham de 1908 el primer traba- jo en que se expone sisteméticamente la diferencia entre neurosis y psico- se han retirado las Expone también ideas de persecucién persona hacia la cual habia en otro tiempo transferi apreciable” (I, p. 56). Sin duda, los desarrollos de Abraham habian sido previamente discuti- dos y aun sugeridos por Freud, y es dificil ablecer quién de ellos fue su 19 Rowssro Mazauca inventor. Examino esta cuestién en un trabajo monogrifico inédito donde fade la teoria del narci- ide 1914, donde introdu- Abraham. Esto es especialmente significativo porque all reconoce su deuda on varios de sus diseipulos para ese trabajo. Menciona a Jung, Adler, Rank, Ferenczi ¢ incluso a Sadger y su trabajo sobre la homosexualidad, que fue leido, al igual que el de Abraham, en aquel Primer Congreso de 1908, y ‘omite toda mencién a este tltimo (17). Poco después, en cambio, en el capitulo VII de “Lo inconsciente”, lo menciona explicitamente: “Desde un trabajo de Abraham (1908), que este eserupuloso autor ha atrbuido a una sugerencia mia, procuramos caracteti sar la dementia praecox de Kraepelin (I ia de Bleuler) por su con- ducta hacia la oposicién entre yo y 26 dels introductorias Freud reconoce plenamente fa participacién de Abraham. Excribe: “Ya en 1908, después de discutir esta idea conmigo, K. Abraham expresé el supuesco de que la caracterstica principal de la demencia precoz dera..” (el destacado me pertenece). Y un poco més adelante reconoce: ‘as primeras concepciones de Abraham se han mantenido en el mente debamos aceptar que nunca iegs a comprendeda. Habia publicado tun trabajo en 1907 Sobre la psicologta de la demencia precoz, cuyo contenido reprodujo en el encuentro de Salzburgo, muy alejado de las tesis freudianas. Hay otros acontecimientos que fueron determinants. 20 La nevanciOn FREUDANA OFLA PCOS nociones de Freud a las psicosis: La etapa genital freudiana y su significacion en la locura maniaco depresiva de Kraepelin. Pero, poco después, él mismo desenca- dené una psicosis y fue tratado en Burghdlali Para Jung se presentaba una oportunidad que cre‘a privilegiada, la de hacerse cargo de ese tratamiento que permitiréa, dada la condicién de Gross como psiquiatra y psicoanalista, poner a prueba las nuevas hipétesis en con- + excepcionaes. Jones dice: “concibi la ambiciosaesperansa de ser arias. Todo marchaba viento en. popa. El paciente, ademis de psiquiatra y psicoanalista, era inteligente y perspicaz, no slo aceptaba répi- cdamente las interpretaciones del terapeuta sino que agregaba las que formu- laba él mismo. Poco tiempo después tuvo lugar lo que podemos considerat la én prolongada en un tratamiento psicoanalitico aplicado a la ya que terapeuta y paciente trabajaron casi un dia seguido y si de- bieron terminar fue por agotamiento del terapeuta. EL seguia interpretando. Poco después Otto se fugé de la clinica y finalizé sus andanzas con un homicidio y un suicidio. Este ejemplo dristico de los albores de ta aplicacién del psicoandlisis a la psicosis permite entender de una manera sencilla eémo el trabajo del psicoanalista tiene un punto en comiin con el st ‘cin de su delirio. El método psicoanalitico que Freud invent6 reposa en la regla de la asociaci6n libre para el paciente y en el trabajo interpretative del psicoanalista. Los deirios psicdticos, como ya la psiquiatria clisica Lo habia 10 s6lo no contribuye en reducir el sintoma, como estaba probado que ocurria en las neue que, por el contrario, constituye una manera de impulsarlo y alimentarlo. na es como un pececito oraz que no conviene Lacan extiende este precey ven un prepsicético en andlisis y pronto tendri un psicStico" (15). mula precede en veinte afios a la indicacién sobre el sintoma y el recién mencionada, Roserro MAZZUCA La clinica como fuente y verificacién de la teoria psicoanalitica Los ejemplos de estos casos nos permiten también advertir el lugar y ta fancién determinantes de la experiencia psicoanalit la elaboracion Si Freud llega a distinguir tan tajantemente las neurosis de las ‘ambas responden de un modo diferente en la interven primeras cura, es deci, resuelve el sintoma, En las psic las incrementa y en algunos casos aun las desenca- dena. Es decir que Ia direccién de la cura es exactam caso y en el otto. Freud infiere que los mecanismos de lel hecho de que el método psic En ver de comparar ambas estructur -xperiencia del tratamiento psicoanalitico introduce ciales que permiten una més clara manifestacin de su di- fe ve por qué Freud sostiene que es simulténeamente un método terapéutico y de investigacién s, se fundan en razones diferentes a lade la psi- descriptivo de la semiologia, propio de la psi- aui ‘agrega no solamente el registro psicopat ‘vimos, comparte con algunas cortientes psiquiatricas péutico, exclusivo del psicoaniliss tal como él lo desarr 1c neurosis y psicosis responden de mancra opuesta a Jo que conduce a Freud a oponerlas y a investigar les para fundar esa oposicién. La marca de ese origen en la experiencia terapéutica permanece en Ia denominacién con que las distingue, de transferencia, en un caso, narcsistas, en el oxo. Aun, La BwvEncen REUDIANA DE LA PSICDSS ‘No hay ningin saber sistematico que no se construya sino en una inti- ma relaci6n con una préctica que le es especifica. Freud en este sentido tiene una posicién moderna, reconoce de entrada que lo que hace el psicoa- nalista no es ajeno a su objeto. La psiquiatria clisica, en cambio, intenta describie el fenémeno de las enfermedades mentales como si-el psiquiatra que se ocupa de ellas fuera indiferente a sus vicisitudes, como si el dispositi- ‘v0 hospitalario y el método de observacién que utiliza no tuvieran repercu- sién y efectos en lo que va a set observ: definitiva, cuando tiene que establecee semiolégico asi como el psicopatol6gico (mecanismos explicativos de la for- macién de los sintomas) resultan derivados y secundarios a particde la expe~ riencia psicoanalitica. Esta es una caracteristca esencial de la posicién de Freud que no debe dejarse de tener siempre en cuenta. Los textos sobre el narcisismo ‘Aitos después de esos primeros contactos con los suizos, pero antes de la cuptura con Jung y Bleuler, en su comentario sobre las Memorias de Schreber a las que accedis por intermedio de Jung, Freud expone lo esencial de la teoria del narcisismo surgida del eseudio de la psicosis, con la postulacn. de una fase intermedia entre el autoerotismo y la relaciéa de objeto, en la _que las pulsiones parciales se unifican teniendo al yo como objeto. En.cuan- to a las psicosis -denominadas psiconeurosis narcisistas a partir de esa teo- ia-, distingue en el proceso psicético dos fases: la primera, silenciosa, ¢s que presenta diferencias segtin la forma de psicosis, alucinacoria, en la csquizoftenia, y delirante, en la paranoia. De esta manera, distingue el mecanismo de formacién de los sintomas ia -a las que frecuentemente en esta época -omo parafrenias~ con respecto al de las otras, cevior al perfodo de surgimiento y constitu- [Ronenro MAZIUCA descripto en tres tiempos. Establece la especificidad y fases de este mecanis- mo en la paranoia en la tercera patte de ese articulo, denominindolo centre los objetos reales (cuya ocupac fase del proceso de la represién), los objetos imaginados (ruuevo destino de la carga libidinal en las neurosis de transferencia), el yo (donde se acura la libido en las paraftenias), y los objetosirreales (a os que retorna la libido en las parafvenias en la cercera fase de aquel proceso). La definicién de estos iltimos permanece ambigua en este texto, pero ladistinciGn de tipos de objeto es retomada poco después en el capitulo Vit de “Lo inconsciente”, Alli establece que en las neurosis de transferencia ta libido que se sustrae del objeto veal es conducida, primero, a un objeto i, sobee uno reprimido. Este iltimo paso se designa En cuanto a las neurosis narcisistas, especificamente en relacién con la esquizofrenia, recuerda en primer lugar la hipétesis de que la libido que se retira en cf proceso de la represién no busca un nuevo objeto sino que se retrae en el yo, es decir, que se abandona la ocupaci6n libidinal de los objetos. Sin embargo, un andlisis sobre las peculiaridades del Lenguaje en enia ~denominado lenguaje de Srgano- y su comparaci6n dife- rencial con los sintomas histéricos, lo conduce a modificar esta hipétesis y aacentuar atin més la diferencia metapsicoldgica con las neurosis de trans- el proceso que en este caso hemos go en comin con la represién de las No es correcto afirmar que en La {os objetos es abandonada, ya que neurosis de esquizofrenia se mantiene la 04 La nevexcaind PREUINANA DELA FICO Esca equiparacién se mantiene en la “Leccién 26:.La teorfa de la libido yel narcisismo”. Al referitse a la esquizofrenia, aunque aqui utiliza fa deno- tminacién kraepeliniana, afiea: “En la dementia praecox parece como si a libido, en su empetio por regresar a los objetos —vale decir, alas representa- cones de éstos-, atrapara realmente algo de ellos, mas slo sus sombras, por asi decir: son las representaciones-palabra que le corresponden” (p. 384). ‘Unos parrafos después, al destacar ta diferencia entre is ha obtenido en la teoria y en la terapia de las psicos manera: "Las neurosis narcisistas son apenas abordables {que nos ha servido en el caso de tas neurosis de transferencia. [| Por tanto, nuestros presentes métodos técnicos tienen que ser sustituides por otros todavia no sabemos si lograremos tal sustituto” (pp. 384-5). Conviene, de todas maneras, observar que, a pesar de establecer nitida- mente sus diferencias, Freud sigue considerando el mecanismo paranoico y el de la esquizofrenia como una variante del mecanismo de la represién. Lacan, en cambio, para destacar mejor la oposicién del funcionamiento de ‘este mecanismo en las neurosis y las psicosis, rerminacé por designarlo con tun técmino diferenciado llaméndolo forclusin. En el primer capitulo de la “Introduccidn del narcisismo” todavia en- contramos ecos de aquella polémica con Jung en la que ambos se reprochan, (en relacién con la nocién de retraccién de la libido, que Jung denominaba introversién) no poder distinguir un esquizofténico de un anacoreta. La po- lémica con Bleules, en cambio, permanece mis encubierta porque éste nun- «a se consideré psicoanalista. ©, més bien, lo hizo por periodos breves ¢ 3 Roarro Mazmuca mismo era un paradigma de se conrpen, Nun oe en men para su nocién de aut eros) y de disociacién psiquica con que fund6 su categoria clinica de ‘esquizoftenia, Se ve claramente que Bleuler era también psicopatélogo, como Freud en esa época. La oposicién neurosis-psicosis al final del trabajo de Freud La teorfa freudiana de la psicosis como diferente de la neurosis contin largo de la obra de Freud. Después de 1920 y la segunda teoria del aparato psiquico, Freud formula esas ién con el modo de funcionamiento de sus tres instan- respectoa la tealidad, en dos trabajos de 1924 (10 ). Me parece notable cémo en esos articulos la realidad funciona como -ra una instancia més, una cuarta instancia, del aparato psiquico. Pero la psicosis es mantenida por Freud hasta el final desu vida y la reencontramos cen sus textos péstumos (12). guiente de “Esquema del psicoanilisis” por pivioea ¥y como “Compendio del psicoa- La BevENCION FRELOLANA DE LA PSIEDSIS Afirmacién categérica sobre la imposiblidad de aplicaci6n del psicoa- nilisis ala psicosis que, sin embargo, resulta en cierta forma mitigada cuan- do agrega: “renuncia que quiz sea definitiva, o quiz sdlo transitoria, hasta ‘que hayamos encontrado otro plan mis apropiado para ese propésito” ‘De todos modos, la continuacién de ese pfrrafo nos muestra que Freud, © por lo menos el dltimo Freud, no era tan tajante en La oposicién entre neurosis y psi lo presenta la lectura que de su obra hace Lacan: “Pero atin existe otra clase de enfermos psiquicos, sin duda muy emparentados con los psicéticos: la inmensa masa de los neuréticas graves. Tanto las causas de su enfermedad como los mecanismos atogénicos de la misma tienen que ser idénticas, 0 por lo menos mary anélogos; pero, en cambio, su yo ha demostrado ser mas resistente, nohalllegado a desorganizarse tanto. Pese a todos sus trastornos y a {a consiguiente inadecuacién, muchos de ellos ain consiguen im- ponerse en la vida real. Quisé estos neuréticos se muestren dispues- ‘os aaceptar nuestra ayuda, de modo que limitaremos a ellos nues- tro interés y trataremos de ver cémo y hasta qué punto podemos “curarlos' (el destacado me pertenece). Sin embargo, como vimos, se mantien - sis como método terapéutico no es apto para la cura de la psicosis, por lo menos en el estado en que 4l lo dejé al fin de su vida. Su practica de un. anilisis de prueba estaba destinada fundamentalmente a descartar que se tratara de un paciente psicético, ya que la contraindicacién del psicoandlisis para esos casos presentaba para Freud to a condiciones ni a variaciones. La préctica lacaniana de las ent preliminares mantiene y continia ese precepto freudiano aunque con otra modalidad y otros objetivos. Después de Freud Con todo, la aclaracién de ay lbiint Ronerro Mazmvca freudiano de la exclusién de la psicosis ~incluido Lacan y trabajaron para cae 1 psicoanilisis no sélo en su teorfa; como lo habia hecho Freud, yyor parte de los posfreudianos siguié la primera via, reforcada por cierta posicién de menosprecio hacia Freud, cuyas formulaciones eran consi- deradas vetustas y superadas. En el psicoandlisis norteamericano se convirtié cen una diferenciacién no excluyente. Es ejemplar en este sentido la propuesta de R. Knight -que desarrollaremos més detenidamente al encarar el ema de la prepsicosis~ que atribuye en muchos casos la dificultad diagnéstica diferen- cial entre neurosis y psicosis justamente al postulado que obliga a elegir entre tuna y otra. Sise levanta ese postulado, dice Knight, y se admite que en todos algo de neurosis y algo de psicosis, todo se resuelve segtin las alli que los cuadros fronterizos -o bordertines~ y las personalidades narcisistas hayan centrado el interés del psicoandlisis norteamericano. [La pvesci0ns FRELDIANA ELA FSICDSS clasificacién kraepeliniana). Los mecanismas de cada una de ells pueden escar ‘presents simultineamiente predominando unos u otros segxin los casos. Pare- Ciera analogo al modo en que Knight resuelve la diferenciacién neuross-pico- sis. Sin embargo, es una propuesta diferente porque no es una referencia vaga 2 tuna parte neurética oa una parte psicstica, como Knighr, sino a una distincion, precisa de los mecanismos en juego. Las tres fases del mecanismo de repesicn, ‘no sélo establecen diferencias entre psicoss y neurosis, sino también dentro de clas. La esquizofenia se diferencia de la paranoia por el modo de econo en la ‘erceta fase, pero tamibigh én el punto de fijacién y en la organizacin libidinal, diferencias que configuran un distinto mecanisnio en la formacién de sintomas. Estos mecanismos pueden coexistir, sucederse 0 combinarse en distintas propor- ciones. Se trata entonces de una dstincin psicopatolégica yno sélodiagnéstica. ‘ia, neurosis obsesiva, etc. Pero también aqui se trata de referencias precisa a los procesos y mecanismos de formacién de los sintomas y no de una referen- 4. Bate coma se desavolla en "Sobee la prepscass, en este volumen » win Rowarro Mazzuca de pacientes psicéticos. Consideraba que cuando esos pacientes se habian nifestado por el terapeuta. Opinaba que esto es lo que ocurrié con el uo del psicoandlisis que hizo Bleuler y su equipo: no fueron sometidos a un verdadero psicoanlisis,y yo creo que fue una de las razones de su mejoria. Los psiquiatras se amoldaban a cellos a fin de obtener la mayor informacién, conducfan de modo tal que los esquizofr stablectan buenas transferencias positivas con el médico” (4, pp. 140-1). Es realmente interesante el comentario que formula Edoardo Weiss (quien reunié y publics su obra) sobre ef respeto y la fidelidad de Federn hacia Freud. Es una clara muestra del desprestigio que en ese medio signifi caba adherir al pensamiento de Freud y seguir las vias de su trabajo, en vez de sesialar sus supuestos errores 0 conceptos caducos. Dice Weiss: “La absoluta fidelidad de Paul Federn a Sigmund Freud era evidente para quienes lo conocieron personalmente. En todos sus escritos y conferen su gran admiracién por Freud como persona y La BvENCN FREUDIANA DELA PSI008 ‘Todo se dice como si hubiera que disculpar a Federn, atribuyendo a la delicadeza de su respeto por Freud el ltamiento de las diferencias. niicleos psic6ticos en las neurosis. Pero sobre todo fue la teoria Kleiniana la que concibis el desarrollo desde el lactante hacia el nit poco burlonamente que, segin esta perspectiva, la normalidad es una psi- coxis que evolucioné favorablemence. tra los niicleos psicdticos, 0 directamente contra la psicosis. A partir de all surge Ia nocién de que un neurético puede psicotizarse o viceversa. esto de una manera un poco mds precisa cuando abordemos el estudio de la neurosis obsesiva. Son todas transformaciones de los concep- ts freudianos que preparan y pteceden la declaracién de la teoria de Freud como vetusta y poco operativa. Es en relacién con este estado de cosas que toma valor la consigna lacaniana de un retomo a Freud, a sus conceptos y a su prictica. Referencias bibliograficas “Diferencias psicosexuales entre la histeria y la de- icoanalsis Clinico, Hormé, Buenos Aires, 1959, p. 56. “Les conditions premigres dela rencontre freudienne de psychoses", en Quarto, N® 4, Bruselas, 1981. 3. Bleuler, E. (1906) “Freudsche Mechanismen in der Simptomatologie von Psychosen”, en Psychiatrsch-Newrologische Wochenschrif. 4, Federn, P: (1952) La psicologia del yo y las psicosis, Amorrortu, Buenos Aires, 1984, pp. 140-1 Ronetro MazzUcA 5. Freud, Sz (1894) 1. 6. Freud, 5 (1896) “Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de de- fensa’, en Obras Completas, op. ct, IL “fntroduccién del narcisismo”, en Obras Completas, “Lo inconsciente”, en Obras Completas, op. cit. €. XIV. 9. Freud, S. 17) “Leccidn 26: La teoria de la libido y el narcisismo” de “Conferencias de introduccién al psicoandlisis", en Obras Completas, 11. Freud, S. (1924) “La pérdida de realidad en la neurosis y ta psicosis", en Obras Completas, op. cit, XIX. 8) “Esquema del psicoanilisis", en Obras Completas, 1. Jones, E: Vida y ova de Sigmund Freud, Hormé, Buenos Aires, 1989, p. 41 “Bseados fronterizos", en Psiquiata psicoanalitia, 960, pp. 133-48. tercera”, en Intervenciones y textos 2, Manantial, Buenos Aires, pp. 73-108. 17. Mazauca, R.: (1978) Acerca de la teora freudiana del >. inédito. 52) “Introduccién”, en La psicologia del yo y las psicosis, op. cit, pp. 19-40. LA INTERPRETACION Y LA CONSTRUCCION EN EL HISTORIAL FREUDIANO DE SCHREBER Roberto Maxzuca La dupla interpretacién-construccién El propésito de este trabajo es explorar algunos antecedentes en la obra si, Esta dupla cecién aparece Freud de manera explicita en cel articulo “Construcciones en el anilisis”, de 1937, es decir, ardfamente en su obra. Alli Freud las diferencia y las compara. El término interpreta- idm es el que regularmente ha utilizado a lo largo de su obra, tan poco acerca de ls ‘construcciones’ es porque en lugar de eflas se creo que ‘construcci6a’ la, que es tan bien recibida por el analista Iega a sus oidos con més frecuen- cia después de las simples interpretaciones que tras haber producido una construc ci6n amplia” (el destacado me pertenece). En cuanto a las definiciones que introduce a continuacién insisten en simple-compuesto: la interpretacién es una operacién puntual y iado sino presentado a través de un ejemplo: “El téemino interpre- aplica a alguna cosa que uno hace con algin elemento sencillo del ‘material, como una asociacién 0 una parapraxia. Pero es una construccién ‘cuando uno coloca ante el sujeto analizado un fragmento de su historia an- terior, que ha olvidado, de un modo aproximadamente como éste: ‘Hasta ‘que tenia usted n afios, se consideraba usted como el tinico e ilimitado due- fio de su madre; entonees llegé otro bebé y le trajo una gran desilusign. Su made le abandoné por algin tiempo, y aun cuando teapareci6, nunca se hallaba entregada exclusivamence a usted. Sus sentimientos hacia su madre [La teRRETACION ¥ LA CONSTRUCCION BYE HISTORIAL FREUDIANO De ScARERER incerpretacién queda a cargo del analista en el tratamiento psicoanalitico, Freud lo utiliza de otras maneras, entre ellas: ‘a Para algunas formaciones patolégicas, tanto en las neurosis, por ejem- plo en el caso del Hombre de las Ratas: “Por mi parte, no negaba la ‘gravedad de su caso y la importancia de sus construcciones mentales; pero su edad era muy favora ‘como en las psicosis, especialmente los delirios psicdticos, por ej “Considerando las artificiosas construc- ciones que el delitio de edifica en el terreno religioso (la jerar- ‘quia de dios, las almas purificadas, las antesalas del cielo, el dis inferior b- En epistemologta y teocia de I: que ala construc de hipétesis cienificas so podeé tomarlas en serio una vez que se adapten desde mds de una direccién a los conocimientos yacestablecidos y siempre que de tal modo sea posible restarles su carder arbitrario de construcciones ad hoc” (1). Estas acepciones nos interesan porque acercan y aun homologan ta labor del cientifico en la construccin del saber, la del psicoanalistay la del psicécico. En todos estos casos el término construccin connota una elaboracién de saber. La comparacién entre la tarea del cientifico y ta del psicoanalista en la cura es cexplicica en Freud: “El progreso de la labor cientifica se cumple de un modo totalmente semejante como en un andlsis. Emprendemos la labor abrigando determinadas esperanzas, peto tenemos pronto que abandonarlas. La observa- de una idea fija que se impone en forma obsesiva y la exaltacin 6 ca su actividad en relacién inversa con los obstaculos encon- ‘vindicador no lucha contra su obsesién, s6lo busca cumpl ‘un obsesivo con un manfaco- ‘estos das estados conduce “mds a un delirio en los jerpretadores the detenido apenas en la introduccién en su exposicién, me limito a seftalar que la mo saverpetativos y reivindicativos, Clérambault forma y define las psicois prsionales. Por una parte, extablece con mayor pecs a compassion AO Tos dos tpos de delirios dstingudos po Sérieux y Capgras en un caso Ja cons ‘red, en el otro, e radial. De este modo constiou- en éstas—fundamental- grupos de ls psicosisbasadas en el automatism, ya ve i ‘mente la psicosis alu nica el delirio es una formacién secundaria, mientras que en aquell ici es peimario. i To inmediato hay que sefialar la separacién de ‘edicidn del Tratado de Kraepelin. los dos grupos En la psiquiatria alemana ituciGn del concepto ‘ConseCUENCIAS DE LA INTERVIRCIN REUTKANA BY LA HISTORIA DL CONCETTO De Por otra parte, simultdneamente con el trabajo de Kraepelin y Wernicke, se desareola otra corriente de la psiquiatria alemana que intenta fundar la paranoia en una vivencia (Erlebnis) especifica, distinta de las alucinaciones y los automatismos, con respecto a la cual el delirio surge como una forma- ign secundaria Esta corrient, inspirada en los trabajos iniciales de Clemens Neisser en 1892, contribuye ~entre otros— con los de Margulies, en 1901 y de Tiling, en 1902, a conformar una concepcién muy original que identifica y describe numerosos fenémenos paranoicos distintos del delirio y, de esta manera, no slo enriquece la clinica de la paranoia sino que la sostiene con tuna teorfa psicopatolégica muy precisa. K. Jaspers en su Psicopatologéa Gene- ral recoge esta tradicidn de la, psiquiatria alemana, lo que tuvo por efecto slencar fa continuidad del trabajo en esta orientaciGn entre sus seguidores, ‘entre los cuales se debe mencionar sobre todo a M. Westerterp y, sin duda, también a Lacan. 4. La disolucién del concepto de paranoia en la psiquiatria posbleuleriana El valor clinico de la paranoia atraviesa en la actualidad una contradic- crema. Algunas orientaciones, especialmente en el dmbito anglo- constituyen esta entidad clinica con una forma tan restringida que la Jn de su campo de aplicacidn resulta casi nulo. Otras orientaciones, oe el contrario, aun subrayando la especificidad de esta entidad clinica, ‘construyen una concepcién més amplia que destaca la importancia de su reconocimiento y de su diagnéstico tanto en la practica clinica como forense.? Desde que Emil Kraepelin introdujera en a sexta edicion de su tratado na definicin restringida de la paranoia, se suscitaron numerosas divergen- 4s en tomo a esta entidad clinica. Se pueden distinguir tres vertientes fundamentales: pltrafos que componen este punto 4 no formaban parte del abajo del concurso ‘cxteayéndolos del (tem “Estado actu del cono- la concen de ‘canjuntamente con Claudio Gadoy codicector) y Advi Liebesman or Ronesro Mazzca 1. La que siguié con Bleuler una via que, privilegiando la esquizofrenia, limes cada ver mas el alcance de la paranoia. Encontramos, dentro del Ambito anglosajén, la consagracién de esta tendencia en la definiciones icas~ que introducen el CIE 10 y el DSM IV. En ‘estos manuales, aunque aparece relegado el término paranoia, se refieren alos eastomos delirantes que agrupan, de un modo meramente descripti- vo, trastornos cuya caractetistica central es la presencia de ideas deliran- tes relacionadas entre si y excluidas de los criterios diagndsticos de los trastornos orpiinicos, esquizofténicos y afectivos. Algunos autores, mis radicales atin, Hegan a sostener ta inutilidad del concepto de paranoia para fa psiquiatrfa contemporinea. El predominio de esta concepcién, tiene como consecuencia en la préctica no reconocer los casos de para- noia, o bien confunditlos con sujetos “normales” u “obsesivos”. Estas consecuencias se han expresado recientemente en nuestro pafs en un el caso Barreda ~el odontélogo platense que asesind a su esposa, su suegra y sus hijas-, a través de ta discrepancia centre los peritosforenses, no de partes, sino oficiales: mientras los peritos, psiquiatras diagnosticaron paranoia £805, inscriptos en esta primera vert va, opcién en que se sustent6, finalmente, el dictado de la sentencia, 2. Los trabajos de autores europeos, fundamentalmente franceses, que conservan el valor nosogrifico y psicopatolégico de la paranoia, conti- ‘avando con el legado de autores clésicos como Sérieux y Capgras 0 de . que, introduciendo una distincién entre los delitios pasionales, forjaron una concepcién de la paranoia de fa que muestra, mejor que ninguna, la en st relacién con el Otro y su modo (ConstcuRNCAs BELA I /LVINCION RREIDANA BN LA HISTORIA DEL Jacques Lacan, que se interes6 en la paranoia desde sus pr alla de su definicién descriptiva que se traduce en un mejor reco- de sus vatiedades clinicas y, por lo tanto, permite establecer tura del nudo trébol (Seminario 23), que se basa en las propiedades especi- ficas de este nudo cuya singularidad radica en que se trata de un nudo de tuna sola consistencia pero que mantiene, en sus cruces, las propiedades del eriskel central del nucdo borromeo. Bs decir, que presenta una conti dad entre los tres registras (real, simbéico e imaginario) pero intr al mismo tiempo, una ces y por el tipo de localizacién de los goces y del sentido. Esta formaliza- cin, si bien ha sido comentada y mencionada por diversos autores, no ha sido todavia suficientemente explorada, ni tampoco se ha extraido con precisin sus consecuencias clinicas. IL. La intervencién freudiana, con especial referencia ala represion Freud se ocupa de la paranoia en diferentes momentos a lo largo de su ‘obra y, como ocurre con el resto de sus nociones y teorias, las que se aplican, a la paranoia son inescindibles del conjunto de su obra. Podemos recoctar cuatro teméticas directamente relacionadas con su intervencién sobre el concepto de paranoia: 1. el mecanismo de la represién; 2. a teoréa del narcisismo; 3.12 eleccién homosexual de objeto; 4. la pérdida (y restinucion) de la realidad. o Rowerro Mazauca No se me escapa que alguien que recortara con otros crterios destacarfa ‘otros ejes teméticos tales como el de las organizaciones pregenitales en el Jo determina el tema sorteado, este trabajo tomaré como eje cen- tral ef mencionado en ef punto 1, para lo cual me detendré en exponer y analizar textos de dos momentos diferentes en la intervencién freudiana sobre la paranoia: L. Los textos psicopatoligicos anteriores a “La interpretacin de los swetios” (1899), en los que Freud construye la teor‘a de las neuropsicosis de de- fensa, grupo en el cual termina por is al momento en que Freud introduce la noci6n de representacién como parte esencial del “mecanismo psiquico de defensa” (12, p. 220). 2. Los textos donde ineroduce 0 ya cuenta con la teoria del narcisismo: el historial sobre Schreber: “Obscrvaciones psicoanaliticas sobre un aso de paranoia (demencia paranoide) autobiogriificamente descripto™ (1910) corresponde al momento en que de la repeesién, que poco en uno de los textos fun- de la metapsicologia: “La cen lo esencial ya esti spectos y consecuencias de la repre- 70 (ConstcueNcins DE LA INTERVENCION FRELDIANA BX LA HISTORIA DAL CONC 1 De los cuatro puntos, el que ha encandilado a los analistas posfreudianos sel 3, la homosexualidad, al punto de Megara ser presentado como lo funda- mental de la posicién feeudiana en este rema dejando en una densa penumbra al resto. Por ejemplo, Strachey en su presentacién del cuarto historalafiema: “aparentemente no habia llegado alo que seria su principal generalizacin en cesta materia: el nexo entre la paranoia y a homosexualidad” (14, p. 136). Esto vale también para los criticos de la teorfa freudiana (cf.33). ‘Sera mi propésito mostrar los lugares puntuales en que la homosexuali- dad interviene en la explicacién freudiana de la paranoia como parte de un conjunto mucho mds amplio. Debo decir que, en mi opinin, “su principal ‘generalizacién en esta materia", para cetomar la expresién de Strachey, recae ‘exactamente en ta referencia exigida por el titulo, esto es, fa modalidad specifica del mecanismo de la represién en la paranoia. {Cémo se ubican estos dos momentos de la obra de Freud en relacién con los momentos del desarrollo del concepto de paranoia en la psiquiatria descriptos en la primera parte de este trabajo? Los textos sobre las neuropsicosis preceden a la sexta edicién del Trata- do de Kraepelin que se publics en 1899, pocos meses antes que "La interpre- tacién de los suefios": no podrin entonces contener ninguna referencia al concepto kracpeliniano de paranoia. Corresponden, sin embargo, al mo- mento en que la discisién sobre la nocién de paranoia estaba en plena efer- vescencia, como lo atestigua el pirafo de Freud de 1896 ya citado: “el deba- tc hoy tan vivo... sobre la paranoia”. ‘Cuando escribe el historial, en cambio, no s6lo la propuesta de Kraepelin ‘es ya ampliamente conocida sino que también ya se ha publicado la mono- grafia de Bleuler, cuyas ideas, por otra parte, son tributarias de las de Freud. Et historial freudiano de Schreber contendré entonces referencias explicitas a la nueva clasificacién tanto de uno como de otro. Después de esta fecha hay dos textos explicitamente dedicados ala cues- icacién importante surge en la “Lec- cién 33: La femnineidad” (1932) que seré mencionada mis adelante. RonerTo Mazzuca 1. La paranoia en las neuropsicosis de defensa La modalidad general de la intervencidn freudiana en la psiquiatria Para situar la intervencidn sobre el concepto de paranoia lo decisivo es caracterizar la modalidad general de la intervencién freudiana sobre la psi- quiatria, de la que aquella no es sino un caso particular. Intentaré hacerlo aplicéndola a lo que en mera nosologia freudiana” (3 mento de todas sus clasificac Freud la construye en cat jos que se extienden desde la publi- cacién de la Comunicacién preliminar en 1893 hasta “La sexualidad en la cetiologia de las neurosis’, en 1898. Esta nosologia es clara y sencilla comparada con las abigarradas clasif- acialmente de dos grupos, las neuro- ero abarca dos entidades clinicas, la ria, las epresentaciones obsesivas y fobias, una forma de psicosis alucinatotia ‘yen 1896, en su articulo “Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa”, agrega la paranoia. Hay que destacar que, desde un principio, la nosologia freudiana inno- va y difiere sensiblemente con respecto a las elasificaciones de la clinica Juye entidades nuevas, como la neurosis de angustia, y rans- ‘a tal punto, como la neurosis obsesiva, que debe considerirsela ‘como de su entera invencién. Pero mucho mas importante que la innovacién a nivel sis psicopatol6gicas implica también afi- conexiones causales, de la predisposicién y opatogenia 0 mecanismos de la forma- lesde el perfodo considerando se dio més tarde, en una metapsicologia. ‘ConsecuaiciAs DE LA ISTERVENCION FRELDIANA LA HISTORIA DL Un poco més adelante del parrafo citado Freud concluye: “Se desperta tia asi un nuevo interés por la sintomatologia de los distintos casos de sisy cobraria importancia prictica que uno supiera separar correctamne complejo cuadro en sus componentes y dar a éstos su denominacisn Enefecto, la morfologia de las neurosis se traduce con facilidad a etiologia y de este conocimiento etioldgico se derivan, como es evi caciones terapéuticas” (ibid) Esto llega a hacerse “evidente” sélo en una nosologta del tipo de la de Freud en la que tres niveles -el de la semiologia, el de las hipstesis psicopatoldgicas y el de las indicaciones terapéuticasforman un intrincado ¥y congruente conjunto de oposiciones que especifica lo que Freud, con un término de uso muy frecuente, llama, sintéticamente, la naturaleza de una determinada enfermedad. Por ejemplo, en fa oposicién principal entre el grupo de las neurosis yel de las neuropsicosis, si tomamos como entidad paradigma del primero a la neurosis de angustia y del segundo a la histera, los sintomas de la neurosis de angustia, que “no” es una neurosis de defensa, no son el efecto de una ‘epresentaciéa reprimida, por lo tanto “no” son de naturaleza psiquica y el mecanismo de formacién de sintomas “tampoco" es psiquico. Como conse- ccuencia, al “no” cener “significado”, no responden a la intexpreracin en el ‘curso de la verapia psi 7 Dentro de ese conjunto, lo que constituye, a mi entender, el nédulo de la psicoparologia freudiana y su principal innovaci6n en relacién con la cli- rica psiquidtrica es el lugar prevalente que le otorga a lo que él llama meca- nismo de la Sympeombildung, mecanismo de la formacién del sintoma, de- bigndose entender ese término a la vex como el proceso por el eual un sinto- , nuevas indi- quidtrica, por ef psicoparologta, y en especial con la postulacién de mecanismos de formacién de los sfruomas. Estos mecanismos en esta etapa son explicados por ef mecanis- Rowsro Mazzuca El mecanismo psiquico de la defensa Es necesario, entonce: nismo, ya que la paranoia resultaré de no se trata de exponer exhaustivame elementos mas esenciales (cf. 39) 1t0s pasos o fases de este meca- dad particular del mismo: 1 sino s6lo de reunir sus 1. La defensa se inicia porel intento de teprimir una representacién in- que ha entrado en penosa oposicién con el yo. lac la representacién inconciliable es una tarea insoluble, tanto la mnémica como el afecto adherido a ella no pueden hacerse desaparecer una ver sucgidos. 3. Pero hay una solucién aproximada o equivalence, que es debilicar la representaci6n separando de ella el afecto y la suma de excitacién con. ‘que esta ocupada. 4. Hasta aqui ell proceso es igual en la histeria y en la neurosis obsesiva. La formacién del sintoma vaa diferit en una y otra segsin el destino de la representacién y del afecto. a) en la histeria: la representacidn es separada de la conciencia, la suma de excitacién es traspuestaa lo corporal (conversién) (LI, p. 175); la representacién permanece en la con- iin se adhiere a otras tepresentaciones no falso enlace, devienen obsesivas (p. 176); ©) en la confusién alucinatoria: la modalidad de la defensa es mis cenérgica, el yo techaza (Verwerfen) la representacién inconciliable junto con su afecto y se comporta como si nunca hubiera surgido. Las alucinaciones apoyan la defensa. La ganancia de la defensa es maxi- ma pero tiene un costo: un fragmento de la realidad se desprende junto con la representacién y afecto rechazados (p. 179)? ‘CoMSECUNCIAS DE LA INTERVEN FRELIANA BX LA HHSTORIA DEL CONCEITO 1 ‘Tres tipos de sintomas En el texto de 1896 (12), Freud complejiza sus hipstesis y distingue, a propésito de la neurosis obsesiva, tres tipos de sintomas. El ulterior concep- to freudiano de sintoma precipi ente se le asocia al recuerdo un reproche que torna displacentera la representacién. 1. Recuerdo y reproche son reprimidas y sustituidos por un sintomia de- fensivo primario: escripulos, vergiienza y desconfianza. Estos sintomas apoyan la defensa lograda (p. 224). 2. Retomo de los recuerdos y/o reproches reprimidos: tomas propiamente dichos que implican un fracaso a sa, originariamente lograda: son formaciones de compromiso entre las representaciones reprimidas y las represoras (p. 224). 3. Bl yo intenta defenderse de los sintomas de retomna de lo reprimido, entra «en lucha con ellos y para eso crea nuevos sintomas que constituyen medidas protectoras: se denominan sintomas de la defensa secundaria (p. 225). En sintesis, Freud distingue tres tipos de sintomas segin la funcign que ‘cumplen y el momento de lasecuencia en que surgen: I. sintomas defensivos primarios, 2. sintomas de compromiso y 3. sintomas dela defensa secundaria. Inconsciente, defensa y represion Cuando Freud construye el (11), 1o forma, como virnos, alucinatoria (amentia). La tes sin hacer ninguna referencia rioridad. panel eas ts e ls eiees ee paranoicos wuscrito H “Paranoia”, de enero de 1895, que incluye el retatode ial clinico. 2 ieee tel areca de enero de 1896, con el relato de (CoNSECUENCIAS DE LA INTERVENCION FREUDIANA BN LA HISTORIA AL CONCIFT fracasé. Debié ser interrumpido porque “la dolencia se agrav6 tant paciente debié ser internada. Sin embargo, el anlisis como método ‘vestigacién dio sus frutos y con cxeces: ya que le permitié a Freud establecer aque se trataba de una neurosis de defensa. Diez afios mas tarde, Freud terminaré por integrar ef critero terapéuti- co para distinguir la ubicacién de la paranoia dentro de las neuropsicosis de defensa, lo que lo forzaré a introducie una tajante divisiGn dentro del grupo: por una parte, las psi de transferencia, por otra, fas narcisistas. Dar cuenta de esta diferencia implicé introducir ta teoria del narcisismo, ausente en esta etapa. Encuantoal nivel de la semiologia, hay que se‘ialar que, parael caso de la paranoia, Freud no transforma el cuadro clinico, como hizo con la neurosis “obsesiva. Se infiere de sus textos que la referencia clinica que utiliza es la nocién de Kraff-Bbing que he descripco en la primera parte, es deci, funda- ‘mentalmente un sindrome alucinatorio y delirante erénico. Para el caso del ‘cap. II, en la reedicién de 1924 agrega el diagndstico kraepeliniano: demen- cia paranoide. Manuscrito H Si Kraepelin consideraba una cuestién sofisticada preguntarse si el deliro las repeesentaciones defirantes también son consecuencia de una perturba- cid afectiva y deben su fuerza a un conflicto psicolbgico (p. 684). YY un poco mis adelante enuncia: fa paranoia en su forma clisica es un modo patolégico de la defensa como la histera, la neurosis obsesivay la conf sie alucinatora (p. 685). Para demostrarlo relata el caso (que omito reprodu- cir) ¢ inmediatamente se pregunta: ;qué ¢s lo peculiar de fa defensa paranoica? Sintetizando lo esencial de su respuesta, podemos decir: 1. La paciente se ahorra algo: se evita el reproche de ser una mala mujer. Roser Mazzuca 3. Esto implica que en la paranoia el contenido de la representacién una representacién inconciliabl contenido en el mundo exterior’ jue no es necesario que el delitio io de grandeza es mucho més eficaz, acién penosa, ¢ incluye un evi- [CONSECUBICIAS DE LA RSTERVINGAON FREUIMANA BLA HHSTORIA DBL CONCEIO 1 ‘Surge una complicacién porque Freud se percata de que algunas formas clinicas no encajan correctamente en esas definiciones. Enel delrio de gran- , Por ejemplo, el contenido no es igual al de la representacién penosa teprimida, més bien es lo contrario. Entonces parece ubicarlo como un sin- toma de la defensa: “La autorreferencia siempre quiere demostrar que la pro- yyecci6n es correcta” (p. 689). De todos mods, éste es un punto no resuelto satisfactoriamente y del ‘que se ocupard un afto después. Freud avanza suprimiendo contradicciones. En sintesis, Freud cuenta ya con los elementos fundamentales de la mo- dalidad especifica del mecanismo psiquico de la defensa en la paranoia: la represién por proyecciGn. Incluso encontramos el germen de la teoria del narcisismo que se desarrollard muchos afios después: “aman su delirio como se aman a sf mismos”. Manuscrito Ky “Nuceas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa” Apoyado en ef relato de un nuevo caso, la tess de la “represisn por el ‘camino de la proyeccién” (12, p. 231), adquiere ahora una mayor consisten- cia alo que se agrega el hecho de ser publicada. Me limitaré a consignar los puntos en que Freud incluye nuevos desa- rrollos. Se trata fundamentalmente de lo que en el manuscrito H no habia quedado resuelto: diferentes caregorias de sintomas. Freud lo resuelve, aho- +a, magistralmente por una comparacién con la neurosis obsesiva: dlesconfianza en si mismo. En la para Ta proyeccién y surge el hacia oteos (ibid). Ronerto Mazzuca b) Alucinaciones visuales: en lo esencial igual al punto a) pero por ‘comparacién con las formaciones sustitutivas de la histeria. En estos component viene una doble deformacién: sustitucién por otros pensamientos y desplazamiento a vivencias recientes anilogas (ibid). 3. Sinuomas de la defensa secundaria. En la paranoia faltan estos sintomas ya que el yo no se defiende de los sintomas transaccionales sino que mas bien se adapta a ellos. Enconces surge una nueva fuente de formacién de sintomas: 4. Deformacién del yo. Delitio de interpretacin: la labor del yo es hacer aceptable formaciones de compromiso reduciendo las contradiccio- nes. Asi explica Freud las es de memoria” que Kraepelin ponia to con fa interpretacién (la me- |. Delirio de grandeza: es una for- 'maciGn protectora que apoya la creencia en las desfiguraciones. El resul- tado de ambos delirios es una completa remodelacién del yo (10, p. 723) ‘moria puesta al servicio di Quedan dos puntos sin resolver: primero, qué es lo que inicia la defensa tomando penosa la representacién, y segundo, si el mecanismo de proyec- , ances de llegar a la heterosexualidad, se pasa por una elec- cci6n homosexual de objeto. ¥ que, una ver alcanzada aquella, las tendencias homosexuales no desaparecen sino que, desviadas del fin sexual, contribu- yen la constitucién de las pulsiones sociales Cuando hay una fijacién en ese estadio, una crecida de la libido puede conducir a una resextalizacién que anule ls sublimaciones de las pulsiones sociales. Este es el caso de los paranoicos que se enfrentan con la tarea de defenderse de tal sexualizacion de las tendencias sociales (p. 186). ‘Vemos entonces que la cuestién de la eleccién homosexual de objeto interviene —junto con el desencadenante de la enfermedad y enlazado con Len la predispasicién. Estos dos puntos coinciden con los que quedaron sin resolver en el texto de 1896. Las formas clinicas de la paranoia Freud extrae una prucha adicional de que la fancasfa de deseo homo- sexual constituye el conflicts del que se defiende el paranoico en su famosa y admirable demostracién de que las formas clinicas se deducen de las dis- tineas maneras de contradecir Ia frase “yo lo amo”. Algunos cambios en el empleo de los términos El térinino “mecanismo de la formacién del sintoma'* ha suftido un des- plazamiento en relacién con su empleo en los textos de las neuropsicosis de defensa, donde quedaba englobado en el proceso de defenisa 0 represién. Ahora designa més bien el tltimo tramo de ese proceso, es decir que se refiere al momento del fracaso de la defensa y revomno de lo reprimido. De modo anlogo, el término sintoma se restringe al segundo tipo: ls formacio- ines de compromiso que se construyen en ese recon. Correlativamente, el término represién no abiirca tampoco el con- junto del proceso sino que designa preponderantemente su inicio. Freud 8 iain Ronexto Mazzuca Loque conviene retener de estas nuevas distinciones es que Freud cues tiona que el mecanismo de la formacién de sintomas recorra, ala inversa, el mismo camino de la represién (p. 189). La represion Freud delimitaen el proceso de la represn tres fases: a prema: demas dicha. Es un proceso secundario y activo que parte del yo cuando entra en conflicto con un componente pulsional. El desenlace no conduce a la represién més que cuando ese componente es simultineamente atraido desde el sistema inconsciente (p. 190). 3": Fracaso de la represién. produce desde el lugar de l lo reprimido. Se i6n € implica una regresin a ese lugar. Es la fase mas importante en cuanto a la forma de los fenéme- nos patolégicos (p. 191). El mecanisme paranoice A partir de Ios datos que le proporcionan las Memorias de Schreber, Freud comienza a poner en relacién las diferentes nociones y teorias que reunié precedentemente, para producir la formulacién mas precisa que se del mecanismo paranoico, esto es, la modalidad espe- represin en Ia paranoia, . en primer término, el lugar en que, en fas Memorias, Scheeber describe fa experiencia del fin def mundo (Weltkatastrophe) , des: rar, asocia esa retraccién con Ta repeesién peopiamente di- firmacién es fuerte, no dice que una coincida con Ia otra a ! ae ‘Consecuaicins De LA INTERVENCON FREUDANA EN LA HISTORIA DEL CONGEPTO DE. sino que “la represion propiamente dicha consiste en una retraccién (Ablésung) de la libido...” (p. 195, destacado mio). En cuacto lugar, describe et momento de reconstruccién de ta realidad y lo identifica con la construccién del delirio. Este no es ya un producto de la ‘enfermedad, sino de ta bisqueda de la curacién. En quinto lugar, explica metapsicol6gicamente ese momento por una reorientacién de la libido hacia los objetos y, lo hace responsable de desha- yel retomo de lo reprimido que constituye el sintoma de compromiso, en este caso el delirio que reconstruye la realidad (fase 3"). Por ciftimo, en sexto lugar aclara que no es correcto decir que la sensa- riormente suspendido retoma desde afuera (das innerlich Aufgehobene von aufien wiederkehrt)” (p. 194). Es ésta la formulacién a la que volver Lacan para asociarla con su nocién de forclusion. Algunas objeciones y aclaraciones Freud se enfrenta con algunas objeciones que lo ferzan a producir nuc- vas hipstesis: 1. Dado que fa retraccién de ta libido es el mecanismo esencial y regular de cada represiGn, se concluye que no puede ser especitica de a paranoia. Lo patégeno en la paranoia es ef destino o el empleo de la libido sustrat- da al objeto. En el caso normal queda flotante hasta su nueva otienta- cin y en la histeria ¢s conducida a inervaciones corporates. En fa para- noia, en cambio, ocuga el yo yes utilizada para engrandecerto (pp. 194-5). sgrandeza en un lugar diferente al que ocupan los delirios de reconstruc: ‘in de fa ealidad que son expresién —como se formuléen el punto quinto del apartado anterior~ de Ia orientaciGn de la libido hacia el exterior, es decir, de la libido desocupando el yo. 2. En las Memorias el deltio persecutorio precede al fin del mundo, lo que Tleva al contrasentido de que el retorno de lo reprimido precederia 2 Ia represin. Freud postula entonces que la retraccién de la libido 85 aie: La paranoia y la demencia precoz Hay una tercera objecién ~anticipada por Jung-que pasaré por alto. yse le plantea a Freud a partic de la clasificaciones de Bleuler. iculo afirma estar de acuerdo con uno y otro cuando optaron mino parafrenia, pero esta propuesta es jones en los diferentes textos de Freud, ya que cn se a la demencia paranoide; pe ~sostiene~es mantener ala Ibstindigen: que se sosticne inico que a Freud le interesa 1. Eldesenlace no es el de la reconstruccién sino que la represin es logra- da definitivamence: la regresin no llega slo hasta el narcisismo sino has- tael autoerotismo (14, p. 198), la psique se empobrece (20, p. 83). Corres: ponde alas formas mas regresivas de la demencia precoz. La fijacién que la determina debe sicuarse més precozmente que en la paranoia. a los objetos. Corresponde a la demencia paranoide (ibid.). 5. La represin fracasa por completo, la libido busca nuevamente obje- 105, produce ideas delirances muy fuertes, la libido se cambia en convie- cin y se produce la remodelacién del yo. Corresponde a la paranoia pura (pp. 83-4) Consecuencias de la intervenciém freudiana ‘Observamos de este modo una consecuencia inesperada de la oposicién ssologia de Freud con respecto a las clasificaciones de la clinica psi- incluir el registro de las hipétesis psicopatolégicas ~presididas por icologia— lo conduce a diferencias la paranoia como concepto, de y variedades clinicas. Igual para la demencia precoz. En el concepto incluye una distinta localizacién de la fijacidn y un dis- tinco mecanismo de retorno (de formacién del sincoma).O bien la ausencia de este tltimo. Esco permite explicar todas las variantes: que un caso pueda comenzar cen forma de paranoia y evolucionar hasta la demencia, 0 que ambas formas se combinen en proporciones diferentes. Y aun —como en el caso de Schreber— {que presente en su inicio una forma de demencia (parafrenia en dy cn su desenlace una forma de paranoia 99), las psicosis(psiconeurosis Hanae (esquizofrénicos en fa nomenclatura de Bleuler)- Con el concepto freudiano de paranoia se nos presenta una paradoja. Tratindose de Freud no podia ser de otra manera. A pesat de haberle ocorga- Esto es Freud. Como dio alguien (45), yal igual que con la histria, Freud progresa por regresisn. Buenos Aires, 11 de agosto de 1989 (ConsecUBNCAAS DE LA IVTERVENCION FREUDLANA BLA HISTORIA DL CONCHET Referencias bibliograficas L. Arieti,S. (ed.): American Handbook of Psychiatry, New York, Basic Books, 1959. 2. Bridgman, F: “Le groupe de paraphrenies”, en Analytica, vol. 19, Pars, 1980. 3. Beecher fondementes de la clinique, Navarin, Paris, 1980. césentation de les paraphrenies”, en Analytica, vol. 19, Paris, 1980. 6. Bercherie, P: “La constitucién del concepto freudiano de psicosis”, en ‘Malentendido, N® 2, Buenos Aires, 1987. 7. Bleuler, E.: Demencia precoz (El grupo de las esquizofrenias), Hormé, Bue- 10. Freud, S.: “Los origenes del psicoanilisis", en Obras Competas, Bibliote- ca Nueva, Madrid, 1968. LL. Freud, S.: “Las neuropsicosis de defensa", en Obras Completas, Biblioce- ca Nueva, Madrid, 1948. 12, Freud, S.: “Nuevas observaciones sobre! Obras Completas, Biblioteca Nueva, pleta, Biblioteca 114, Freud, S. “Psychoanalyrsche Bemerkungen iber einem autobingraphisch beschrieben en Fall von paranoia”. Este los siguientes textos de Freud ccorresponden alla edicién “Studienausgabe”, Fischer Verlag, Frankfurt, 1969, 15, Freud, S.: “Zur Einfahrung der Narzimus”, Bd. 3 iio Ronero Mazzuca 17. Freud, S.: “Vorlesunger 2ur Einfithrung in die Psychoanalyze”, Bd. 1. 18. Freud, S.: “Uber ei neurotische Mechanismen bie Bifersucht, Para- *. Bd. 7. 19. Freud, S. y Abraham, K.: Comespondance, Gallimard, Paris, 1969. 20. Freud, S. y Jung, K.: Correspondencia, Taurus, Madrid, 1978. 1M. y otros: “Nota sobre algunos mecanismos esquizoides”, en De- sarrollos en psicoandlisis, Hormé, Buenos Aires, 1962. 23. Klein, M. y otros: “Sobre Ia identificacién”, en Nuevas direcciones en psicoandlisis, Paidés, Buenos Aires, 25. Kraepelin, E.: Inroduction a la psychiatre clinique, Paris, Navarin, 1984. E. Lehrbuch der Psychiatrie, raduccién francesa del capitulo recon”, en Analytica, vol. 49, Paris, 1987. E: “Paraftenia’, en La demencia precoz. Parafrenias, Polemos, » 196. De la psychose paranoiaque dans ses rapports avec la personnalité, 90 ConseCUBNCIAS DE LA INTERVENCION FRELIIANA ELA HISTORIA DE. CONCEFTO 1 36. Mazauca, R Las teoras de la angustia en la psicopatologa, inédito, original en la Oficina de Concutsos, FP-UBA. 37. 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Wajeman, G.: Le maitre et 'hysterique, Seuil, Paris, 1980. 1 SeGuNDA PARTE La elaboracién lacaniana de la psicosis tie LA ELABORACION LACANIANA DE LA PSICOSIS. Roberto Maruca A lo largo del desarrollo del movimiento psicoanalitico los psicoanalis- tas creyeron enterider mejor que ‘tas Freud vivia predominab: coanilisis y casi todos prete iginales ~y mejores en relaci6n con Ja perspectiva freudiana. Después de su muerte esta tendencia se aguiizs y centonces se abandonaron ciertos conceptos, indicaciones y también precep- tos freudianos en relacién con La psicosis, que fueron considerados vetustos y superados. Es en relaciéa con este estado de cosas que coma valor la consigna lacaniana de un recomo 2 Freud, a sus conceptos y su prictica. Aunque la enseftanza de Lacan debe considerarse original en relacién con la de Freud, yaque no repite de manera simple sus enunciados, sin embargo, esta siempre guiada por el propdsico de alo esencial de los conceptos freudianos tema. Rechaza y considera superadas las posiciones que Freud cont su perspectiva biologista, pero estima que iento freudiano. Cree que Freud, al igual cultura, no pudo sino compart cet 95 aii Rontrro Mazzuca se propone rescatar la enunciacién de Freud, no su enunciado. Recuperar el sus dichos, De este modo modifica profundamente los, ianos a partir de la intervenciGn de otras disciplinas y pers pectivas tedricas, ¢ introduce nuevas nociones en el psicoandlisis que no cexisten en la teorfa de Freud. Entre ellas, fa ms importance y cambign la rancia dela subjetividad. Pero Lacan se orienta siempre por los textos y la prctica de Freud. Su interés por la psicoss es tempeano en su obra y anterior a su insercion. en el psicoanalisis. Freud, que no era psiquiatra, comenaé su priitica con los que en ese momento acudéan a la consulta con un neurslogo, es de éricos y obsesivos en gran parte y, podriamos decir, se cop6 con la psicosis a la que inicialmente intenté considerar en el mismo nivel que la hhisteria y la obsesién, pero que le ofrecié una resistencia que sc mostrd irreductible. Lo que hizo, entonces, fue reconocer esa resistencia y teorizarla. Lacan, por el contrario, tenia ya una prictica y un saber sélido sobre la psicosis antes de su encuentro con el saber freudiano y el psicoanaliss. En su formacién psiquidtrica conts con la ensefianza de la excelente clinica france- ‘5 especialmente de sus maestros Clérambault y Claude. Pero siempre valor, cestudi6 y utili las contribuciones de fa psiquiatrfa alemana, y su tesis de doctorado, sobre el tema de la psicosis paranoica, elaborada alrededor de sus treinta aos, esti construida desde una posiciGn netamente jaspersiana, al trabajar en su tesis sobre el tema de la paranoia y comen- zat por establecer—como se lo hace en toda tesis y trabajo de investigaciGn— Jo que se llama el estado de la cues es decir, lo que se ha producido hasta ese momento sobre ese t Freud habia escrito rs lectura que tuvo un sy el saber construido por Freud que constitu la es fad a que apuntaba como joven psi- le parecieron a Lacan de mayor valor que todo lo que habia elabora- des. [La LARORACION LACANIANA DELA PSI005 En cuanto a la clinica, Lacan distingue las que denomina esructuras reudianas: neurosis, psicosis y perversiGn. No encontramos esta tiparticién cen ningin enunciada -ni escrito ni oral de Freud. Pero Lacan insite en hhaberla extraido de la Lectura de sus textos. Se trata de una distineién tan sélida que muchos la eratan como si tuviera un valor general y proviniera del saber de la psiquiatria, ignorando, de esta manera, su procedencia freudiana y,ademés, que fue necesaria la intervencién de Lacan para consttuirl. sa distinciGn triparcita nose dstribuye sobre el mismo eje, yaque neu- tosis y perversiGn quedan del mismo lado en oposiciGn a la psicasis. Aque- Ilas consticuyen, en la lectura que Lacan hace de Freud, vicisicudes en el recorrido edipico. La psicosis, por el contrario, responde a la auseacia del cedipo. Sus formaciones no son tanto preedipicas, como Lo formularon los posfreudianos, sino que transcurren por afuera del edipo, de sus instancias y ‘mecanismos. A su vez, neurosis ¥ perversiGn sé oponen en relacidn con otvos jes, sobce todo el de la funcién del farcasma en el deseo y el goce, aunque siempre en el interior de la estructura edipica. Pero lo que, de esta manera, resulta decisivo para la clinica es la oposi- cién excluyente neurosis-psicosis, que Lacan reinstaura en la clinica freudiana, como dijimos, con otros términos diferentes de los de Freud: De ‘manera general podemos decir que las distinciones clinieas que en Freud estén planteadas en. términos psi mecanismos de formacién del sintoma, en Lacan se formulan en términos de posiciones subjetivas. Y esto es asi aun en fa dlcima etapa de su obra donde cobra un relieve singular la formacién del sintoma.. ‘Aligual que la mayor parte de los posfeeudianos, Lacan se embarca en. la extensién de la prictica psicoanal campo de las psicosis pero, a diferencia de ellos, se ubica entre quienes llevan adelante esa extensién en i por Freud o, como dice él mismo, pro- ica necesariamente poner as posiciones neurdtica y psicética xxperiencia psicoanalitica (con la interpretacién y con yen especial, cener en cuenta las objeciones planteadas a las psicosis, que se constitu- ” Rowsrro Mazuca De este modo, Lacan sienta las bases para el trabajo d una vasta experiencia que demuestra la efectividad de k Jacanianos en este campo que llevan mucho més alé las bases plan Freud. Si éste habia mostrado que las formaciones delirantes tienen un sig- nificado no manifiesto que se interpreta del mismo modo que cualquier otro sintoma, suefio, acto sintomatico, etc., pero que el valor del uso de esta interpretacién en la cura tiene efectos muy diferentes, y aun opuestos, en las is y en las psicosis, Lacan rescata esos principios y, respecando los ue se derivan de ellos, aienta a no ceder ante la psicosis y a inven- procedimientos para su cura en que el psicoanalista no sostenga el sueto ni, consecuentemente, hhaga lugar a interpretaciones que apunten a la emergencia de una nueva significacin. Para esto fue necesario inventar nuevas formas de interpreta- cin y revisar sus principios fénicos, gramaticales y légicos, pero, hacia la de su obra, Lacan ha cumplido con esta empresa y llega a pro- ducir la formula luego mostrs su limitacién frente ala psicos hhacen posible el cratamiento de los psicdticos y, tra més eficaz también con las neurosis. De discurso no es poder sostenerse a conceptual sis es la que se des: centre los seminarios 1 y 5, y que se caracteri neamente, se mues- 1e Hegue a afirmar: “mi y més todavia: demuestra paterna. Sin embargo, al igual que en Freud, se trata de una elaboracién continua a lo largo de su obra en la que podemos distinguir diferentes mo- mentos en la construccién del concepto de psicosis. Voy a resumitlos refi riéndome a cinco momentos 98 LA aatonacio Lacauata DEA C08 El estadio del espejo Sitenemosen cuenta que, en la obrade Lacan, considerada globalmente, s6lo podemos caracterizar especificamente como elaboracién lacaniana aque- a que es coextensiva de su concepcién de los tres tegistros: imaginario, simbdlico y real, debemos aceptar, como Lacan mismo lo propane, que su ensefianza -entiéndase, entonces, su ensefianza lacaniana~ comienza recién cen 1953, fecha a cuyo seminatio se le atribuy6 retroactivamente el nimero uno y que coincide con una prevalencia otorgada alo simbélico. ‘Sin embargo, en sus trabajos anteriores a esta fecha, Lacan recorre una variedad de temas y problemas que resultarén decisivos en su elaboracién ulterior. Entre ellos, el més significativo es el Lugar prevalente otorgado al padre y a la funcién paterna, tanto en el ambito de la cultura como en la ‘economia subjetiva, que lo conduce a considerar que “un gran nimero de ‘efectos psicol6gicos se origina en la declinacién social de la imago paterna” (5, p. 10). Entre estos efectos hay que contar en primer lugar los que encon- tramos en la clinica actual de las psicosis y de las neurosis. La cuestién del ppadce y su relacign con las neurosis y psicosis seré una temética constante a eee Lacan. mero de los momentos que vamos a considerar se ubica alrede- tesis de doctorado (2) de 1932 sobre la psicosis paranoica, pe- rfodo en que publica lo que se ha denominado los primeros trabajos sobre la paranoia (I y 3). En ellos Lacan establece los rasgos de las formas para- noicas que imponen su estructura conceptual al sistema del delirio y que dos transitivismo entre el yo y el expone detalladamente en que agresivo con el cuchill para el ideal del yo. una prevalencia \dudablemence el poco después, al al uso genial que atin Ronenro Mazzuca En 1936 Lacan presenta en el Congreso de Marienbad su primera ver- si6n del estadio del espejo. Hay una intima relacién entre la manera de concebir los fenéme en especial, como dijimos, en los mo- mentos fecundos del tura primordial del estadio del espe- jo. Lacan es conduci miento del yo. Esta funcién tiene rasgo que define la posicién paran: LA HARORACION LACAMANA DELA FICO el del otro-.." (6, p. 171). Este momento se superpone en parte con el anterior del estadio del espejo y termina por producie un viraje en su presen: tacién y su alcance, porque Lacan introduce ~inyecta, dice Miller—la dialé- cctica hegeliana en la lectura del estadio del espejo. Ya no se trata slo de la forma del otro como la matriz del yo, sino del deseo que, en el registro ima- ginario, surge a partir del deseo del otro, y tiene por objeto el objeto del deseo del otto. Es lo que més tarde Lacan llamars la dialéctica ~imaginaria del otro, el yo y el objeto. En este segundo momento, Lacan conci ‘como un proceso dialéctico (por ejemplo, lo que llama la inversiones daléticas en su Lectura del historial de Dora) (7), la psicosis, por el contrario, se manifiesta como la imposibilidad de entrar en este movimiento dialéctico. ‘Una experiencia psicética de cualquier tipo, sea delirante o alucinatoria, es indialectizable. Lacan define en este momento la posi adel sujeco que ha cenunciado a la dialéctica de la sta posicidn se reencuentra todavia en 1953, en el Discurso de Roma, donde Lacan escribe: “En la locura, cualquiera sea su naturaleza, nos es forzoso a experiencia psicoanalitica por otra parte, la formaci6n singular de un delirio que fabulatoro, fantistico o cosmol6gico;interpretativo, reivindicador ‘0 idealista- objetiva al sujeto en un lenguaje sin dialéctica” (8, p. 269). El significante del padre y su forclusién momento, el mis conocido, corresponde ala introduccién de 101 ae Rowsero Mazmca cexplicar, mas allé del nivel de la comprensin de sus significados, por la cescructura de la palabra y del En ese seminario Lacan forclusién del nombre del padre. La simbélico; en cambio, la forclusi ‘que tiene como efecto el surgimiento de algo en lo real. Esta es un: rechazo del sinificante del nomabre del padre. Dos afios més tarde, en el Seminario 5: “Las formaciones del inconsciente”, cesta elaboracién culmina con la determinacién de la estructura de la metafora pacema y de sus vicisitudes, que constituye una lectura del edipo freudiano y desarrollada en el Seminario 3. El culo mismo de ese texto es una referencia a Freud y su doctrina sobre la psicosis: la cuestién preliminar es lo que Freud dej6 planteado como exigencia a resolver para que el tratamiento de las psico- sis fuera posible en el psicoanlisis, es decir, la cesta de la transferencia. Por {o tanto, toma como punto de partida la prescripcidn freudiana de que no hay tratamiento posible para la psicosis a menos que previamente se generen las como consecuencia la no La LADORAGION LACANANA DELA P1008 Finalmente, en este perfodo tan productivo de la ensefianza de Lacan sobre la psicosis, su estructura y sus fenémenos, hay que menciona el so abordaje de los fenémenos especificamente psicéticos. Entre ellos. io y la alucinacién, que son presentados como formas de retorno en | Pero también los fenémenos elementales y los fenémenos de franja que re- sultan decisivos para el diagnéstico cuando la psicosis no se ha desencade- nado o en los primeros momentos de su comienzo. Lacan produce varios esquemas grificos que jalonan la elaboracisn de este periodo: el esquema L, que representa fundamentalmente la intersec- cin de las relaciones imaginarias con la simbéica; el esquema R, que trans- forma el anterior y traduce grificamente la prevalencia del significante del padre en lo simbdlico y, correlativamente, del flo, en el registro imaginario; y el esquema I, que constituye una deformacién del anterior para dar cuenta de la forclusiGn del nombce del padre y los fenémenos de la psicoss. El fantasma y el goce Podemos identificar un cuarto momento que corresponde a la intro- tos le permiten a Lacan avanzar en la recuperaciGn de l la libido aplicada a la psicosis definiendo con més precisién los modos de retomno del goce. En una nota agregada a la “Cuestién preliminar.." en el momento de publicacién de los Escritos, Lacan ubica en el esquema R el objeto (a) como marco de fa realidad. De este modo, puede dar cuenta de ta expe Rowerro Mazauca formas de retorno del goce, definir la paranoia como el retorno del goce en el campo del Otro, y como intrusién en el cuerpo, en la esquizofrenia. La clinica borromea Finalmente, podemos mencionar un quinto momento en ta elabora- cin lacaniana de la psicosis, ubicado en la iltima parce de su ensefianca Este momento tiene como referencia principal, sobre todo para caracterizar el modo de relacién entre los tres registros, real, simblico ¢ imaginario, la teoria de los nudos, y se caracteriza por una profunda transformacién de los conceptos lacanianos, en especial, los que definen el lenguaje como un apa- rato de goce. De este modo, surge un nuevo concepto de sintoma y,a su vex, cl concepto de sinthoma. Estas transformaciones han llevado a denominar como segunda clinica lacaniana la que caracteriza este perfodo, denominacién que ha hecho creer, erténeamente, que Lacan abandona con estas nuevas teorias la oposicién excluyente neurosis-psicosis basada en la aceptacién 0 forclusién del ‘va que constituye, en definitiva, un paso més en el retorno a Freud. El lugar prevalente del padre y de Ia funcién paterna, que atraviesa toda su enseitan- 2a, se reencuentra en este momento en la formulacién de la equivalencia entre la funcién del padre y la funcién del sintoma. A partir de las nociones de la teoria de los nudos, la estructura de la psicosis es definida por formas especificas de anudamientos no borromeos ¥ \eras —por ejemplo, una interpenetracién ‘nueva manera, d io sin enlazar— permite delimitar una serie de fendme- ‘nos hasta entonces poco reconocidos como especificos de la psicoss. Las nociones de la teorfa de los nudos son usadas también por Lacan LA GADORAGION LACANIANA DELA fSI0D55, su estructura y sus fendmenos, se encuentra fundamentalmente en el Semi- nario 23: “Le sinthome, donde Lacan analiza la estructura de la subjetividad de Joyce como una psicosis no desencadenada que se mantiene estable gra- cias ala creaci6n, con su escritura y su obra, de un sinthome que hace suplen- cia para sujetar un imaginario desanudado.' Verificamos de esta manera que, al mismo tiempo que induce un retor- no Freud y lo que llama en la structurasfreudianas, la ensefianza de Lacan presenta una elaborac mente original a lo largo de sus diferentes etapas. Esta elaboracién recupera el saber construido por la clini- ‘a psiquistrica y ademas enriquece ta clinica freudiana con las nociones incorporadas de la lingiistica estructural, primero, y mas tartle de la légica y 1a topologia, avanzando no sélo en una mis precisa determinacién de la naturaleza de la psicosis, su estructura y sus mecanismos, sino también lle- vando adelante la concepcisn freudi tuna mejor descripeién e ide deseneadenamiento y des én de los diferentes momentos de su esta vex por afuera de la concep- do el estudio del muy amplio cam- ‘po de las estructuras psicdticas sin desencadenamiento y de las prepsicosis. Buenos Aires, marzo de 2001. 104 Ronse Mazzvca Referencias biblic 1. 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