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Obras Maestras elt Pensamiento Contempordneo ange Feyerabend Contra el método PREFACIO El siguiente ensayo ha sido escrito desde !a convic- cién de que el anarquisme —que no es, quizd, la filo- sofia politica mas atractiva— puede procurar, sin duda, una base excelente a la epistemologia y a la filosofia de la ciencia, Ne es dificil mostrar por qué. “La historia en general, y la historia de las revolu- ciones en particular, es siempre més rica en contenido, mas variada, mds multilateral, mds viva y sutil de lo que incluso el mejor historiador y el mejor metoddlo- go pueden imaginar.”1° “Accidentes y coyunturas, y curiosas yuxtaposiciones de eventos”? son la sustancia misma de la historia, y la “complejidad del cambio humano y el cardcter impredictible de las ultimas consecuencias de cualquier acto o decisién de los hom- bres”,? su rasgo mas sobresaliente. gVamos a creer verdaderamente que un racimo de simples e ingenuas reglas sea capaz de explicar tal “red de interaccio- nes”? * g¥ no esta claro que una persona que par pa en un proceso complejo de esta clase tendra éxito sélo si es un oportunista sin contemplaciones y si es capaz de cambiar r4pidamente de un método a otro? Esta es en verdad la leccién que han sacado inteli- gentes y cuidadosos observadores. “De este [cardcter Nota del autor. — Estoy en deuda con la National Science Foun- dation por el apoyo prestado a esta investigacién. *® Dada su desusada cantidad y extensién, y a pesar de su gran interés, las notas —como en la edicién original— se encuen- tran todas bajo un mismo epigrafe en pp. 141-206. (N. del t.) 7 del proceso histérico]”, escribe Lenin, continuando el pasaje acabado de citar, “se siguen dos importantes conclusiones practicas: primera, que para llevar a cabo su tarea, la clase revolucionaria [es decir, la clase de aquellos que quieren cambiar o una parte de la socie- dad, tal como la ciencia, o la sociedad como un todo], debe ser capaz de dominar todas las formas y aspectos de la actividad social [debe ser capaz de entender y aplicar no sdlo una metodologia en particular, sino cualquier metodologia y variacién de ella que pueda imaginar], sin excepcién; segunda, [la clase revolucio- naria] debe estar preparada para pasar de una a otra de la manera mas rdpida e inesperada.” “Las condi- ciones externas —escribe Einstein—, que se manifies- tan por medio de los hechos experimentales, no le per- miten [al cientifico] ser demasiado estricto en la cons- truccién de su mundo conceptual mediante la adhe- sién a un sistema epistemolégico. Por eso tiene que aparecer ante el epistemdlogo sistematico como un oportunista poco escrupuloso [...].”° La diferencia entre teorla epistemoldgica (politica, teolégica) y prdactica cientifica (politica, religiosa) que emerge de estas citas se formula usualmente como una diferencia entre reglas o standards “ciertos e infalibles” (o, en cualquier caso, claros, sistematicos y objetivos) y “nuestras falibles e inciertas facultades que parten de aquéllos y caen en el error”.? La ciencia como de- beria ser, ciencia del tercer mundo,® esta de acuerdo con las reglas que acaban de ser denunciadas como peligrosas. La ciencia como realmente Ja encontramos en la historia es una combinacién de tales regias y de error. De lo que se sigue que el cientifico que trabaja en una situacién histérica particular debe aprender a reconocer el error y a convivir con él, teniendo siem- pre presente que é] mismo esta sujeto a afiadir nuevos errores en cualquier etapa de la investigacién. Necesi- ta una teoria del error que afiadir a las reglas “ciertas e infalibles” que definen la “aproximacién a la verdad”. z Ahora bien, el error, por ser expresién de la idio- sincrasia de un pensador individual, de un observador individual, e incluso de un instrumento individual de medida, depende de \as circunstancias, de Jos fendme- nos o teorias particulares que uno quiere analizar, y se desarrolla segiin formas altamente inesperadas. El pro- pio error es un fendémeno histdérico. Una teoria del error habra de contener por ello reglas basadas en la ¢ riencia y Ja prdctica, indicaciones ttiles, sugerencias heuristicas mejor que leyes generales, y habra de relacionar estas indicaciones y estas sugerencias con episodios histéricos para que se vea en detalle cémo algunas de ellas han ilevado al éxito a algunas personas en algunas ocasiones. Desarrollar4 Ja imaginacién del estudiante sin proveerle de prescripciones y procedi- mientos ya preparados e inalterables, Habr4 de ser mas una coleccién de historias que una teorfa propia- mente dicha, y debera contener una buena cantidad de chismorreos sin propésito de los que cada cual pueda elegir aquello que cuadre con sus intenciones. Los buenos libros sobre el arte de reconocer y evitar el error tendrén mucho en comin con los buenos libros sobre el arte de cantar, de boxear o de hacer el amor. Tales libros consideran la gran variedad de cardcter, de dotacién vocal (muscular, glandular, emocional), de idiosincrasias personales, y prestan atencién al hecho de que cada elemento de esta variedad puede desarro- Ilarse siguiendo las mds inesperadas direcciones (la voz de una mujer puede florecer después de su primer aborto). Contienen numerosas reglas basadas en la ex- periencia y la prdctica, indicaciones utiles, y dejan al lector elegir lo que se ajusta a su caso. Est4 claro que el lector no sera capaz de hacer la eleccién correcta salvo que tenga ya algdn conocimiento en materias vo- cales (musculares, emocionales), y este conocimiento tnicamente puede adquirirse empezando a trabajar con fuerza en el proceso de aprendizaje y esperando lo me- jor. En el caso del canto debe empezar utilizando sus 9 érganos, garganta, cerebro, diafragma, posaderas, antes de saber realmente como usarlos, y debe aprender de sus reacciones el modo de aprender que le es mas apro- piado. Y esto es cierto de todo aprendizaje: al elegir una determinada via, el estudiante, 0 el “cientifico ma- duro”, crea una situacién desconocida hasta entonces para él de la cual debe aprender cémo aproximarse lo mejor posible a situaciones de este tipo. Lo cual no vendra a ser tan paraddjico como parece siempre que mantengamos abiertas nuestras opciones y siempre que rehusemos sentirnos cémodos con un método particu- lar, que incluya un conjunto particular de reglas, sin haber examinado las alternativas. “Que la gente se emancipe por si misma”, dice Bakunin, “y que se ins- truyan a si mismos por su propia voluntad”.® En el caso de la ciencia, el tacto necesario sdlo puede desa- rrollarse mediante una participacién directa (donde “participacién” significa cosas diferentes para diferen- tes individuos), 0, si tal participacién directa no puede lograrse, o no parece deseable, ese tacto puede desarro- Harse partiendo del estudio de los pasados episodios de la historia del tema, Teniendo en cuenta su grande y dificil complejidad, estos episodios deben ser aborda- dos con el carifio de un novelista por los caracteres y por el detalle, o con el gusto del chismoso por el es- candalo y las sorpresas; deben ser abordados con una vision profunda de la funcién positiva tanto de la fuer- za como de la debilidad, de la inteligencia como de la estupidez, del amor a Ja verdad como de la voluntad de engafiar, de la modestia como del orgullo, més que con los crudos y risiblemente inadecuados instrumen- tos del ldgico. Pues nadie puede decir en términos abs- tractos, sin prestar atencién a idiosincrasias de persona y circunstancia, qué es lo que precisamente condujo al progreso en el pasado, y nadie puede decir qué inten- tos tendran éxito en el futuro, Por supuesto que cabe simplificar el medio histérico en el que trabaja un cientifico con sdélo simplificar a sus 10 principales actores. Después de todo, la historia de la ciencia no sélo consiste en hechos y en conclusiones extraidas de ellos. Se compone también de ideas, inter- pretaciones de hechos, problemas creados por un con- flicto de interpretaciones, acciones de cientificos, ete. En un andlisis mds ajustado encontramos incluso que no hay “hechos desnudos” en absoluto, sino que los hechos que entran en nuestro conocimiento se ven ya de un cierto modo y son por ello esencialmente tedri- cos. Siendo esto asi, la historia de la ciencia sera tan compleja, tan cadtica, tan Ilena de error y tan divertida como las ideas que contenga, y estas ideas seran a su vez tan complejas, tan cadticas, tan Ilenas de error y tan divertidas como lo son las mentes de quienes las inventaron. Rec{procamente, un ligero lavado de cere- bro conseguird hacer la historia de la ciencia mds sim- ple, m4s uniforme, mds monétona, mas “objetiva” y més accesible al tratamiento por reglas “ciertas e infa- libles”: una teoria de errores es superflua cuando se trata de cientfficos bien entrenados que viven esclavi- zados por un amo llamado “consciencia profesional” y que han sido convencidos de que alcanzar, y luego conservar para siempre, la propia “integridad profesio- nal” es algo bueno y que a la postre también re- compensa.’? Tal y como hoy se conoce, la educacién cientifica tiene este propésito, que consiste en llevar a cabo una simplificacién racionalista del proceso “ciencia” me- diante una simplificacién de los que participan en ella. Para ello se procede del siguiente modo. Primeramen- te, se define un dominio de investigacién. A continua- cién, el dominio se separa del resto de la historia (la fisica, por ejemplo, se separa de la metafisica y de la teologia) y recibe una “légica” propia.) Después, un entrenamiento completo en esa légica condiciona a aquellos que trabajan en el dominio en cuestién para que no puedan enturbiar involuntariamente la pureza (léase la esterilidad) que se ha conseguido. En el en- a trenamiento, una parte esencial es la inhibicién de las intuiciones que pudieran llevar a hacer borrosas las fronteras. La religién de una persona, por ejemplo, o su metafisica o su sentido del humor no deben tener el més ligero contacto con su actividad cientifica. Su imaginacién queda restringida ® e incluso su lenguaje deja de ser el que le es propio.* Es obvio que tal educacién, tal compartimentacién, tanto de los dominios del conocimiento como de la consciencia, no puede reconciliarse facilmente con una actitud humanitaria. Entra en conflicto “con el cultivo de la individualidad, que [es lo unico, que] produce o puede producir seres humanos adecuadamente desarro- Ilados”; ** “comprime, como el pie de una dama china, cada parte de la naturaleza humana que descuella sobre las otras y tiene la tendencia a hacer a la per- sona marcadamente distinta en lineas generales” +* del ideal de racionalidad que esta de moda entre los meto- délogos. Ahora bien, es precisamente este ideal el que en- cuentra su expresi6n bien en “reglas ciertas e infali- bles”, bien en standards que separan lo que es correcto o racional o razonable u “objetivo”, de lo que es inco- rrecto 0 irracional o irrazonable o “subjetivo”. Abando- nar el ideal como indigno de un hombre libre significa abandonar los standards y confiar enteramente en las teorias del error. Pero entonces estas teorias, estas su- gerencias, estas reglas basadas en la experiencia y la prdctica, han de recibir un nombre nuevo. Sin stan- dards de verdad y racionalidad universalmente obliga- torios no podemos seguir hablando de error universal. Podemos hablar solamente de lo que parece o no pa- rece apropiado cuando se considera desde un punto de vista particular y restringido; visiones diferentes, temperamentos y actitudes diferentes dar4n lugar a juicios y métodos de acercamiento diferentes. Seme- jante epistemologia anarquista —pues en esto es en lo e resuelve nuestra teoria del error— no solo re- 12 sulta_preferible para mejorar el conocimiento ‘0 enten-_ der _la historia. También para un hombre libre resulta mas apropiado el uso de esta epistemologia que el de sus rigurosas y “cientificas” alternativas. No hay necesariamente que temer que nos veamos conducidos al caos por la menor atencién a la ley y el orden en la ciencia y la sociedad que conlleva la utilizacién de filosoffas anarquistas, E] sistema nervio- so humano esta demasiado bien organizado para eso.!* Puede llegar, desde luego, una época en la que sea ne- cesario dar a la razon una ventaja temporal y en la que sea prudente defender sus reglas con exclusién de cualquier otra cosa, Pero no pienso que la nuestra sea una época de este tipo. Cuando vemos que hemos llegado a la mas grande extensién del [entendimiento] humano, quedamos satisfechos, Hume 17 Cuanto mas sdlido, bien definido y espléndido es el edificio erigido por el entendimiento, mas imperioso es el deseo de la vida... por escapar de é] hacia la libertad. [Al mostrarse como} la razén este edificio es negativo y dialéctico, porque reduce a la nada las detalladas determinaciones del entendimien- to. Heces 18 Aunque la ciencia es latosa considerada en su conjunto, todavia podemos aprender de ella, BENN 19 Il. INTRODUCCION: LOS LIMITES DE LA ARGUMENTACION La idea de un método que contenga principios cien- tificos, inalterables y absolutamente obligatorios que rijan los asuntos cientificos entra en dificultades al ser confrontada con los resultados de la investigacién his- térica, En ese momento nos encontramos con que no hay una sola regla, por plausible que sea, ni por fir- memente basada en la epistemologia que venga, que no sea infringida en una ocasi6n o en otra. Llega a ser evidente que tales infracciones no ocurren accidental- mente, que no son el resultado de un conocimiento in- suficiente o de una falta _de atencién que. pudieran haberse evitado. Por el contrario, vemos que son nece- sarias para el progreso. Verdaderamente, uno de los hechos que mas Ilaman la atencién en las recientes dis- cusiones en historia y filosofia de la ciencia es la toma de consciencia de que desarrollos tales como la revolu- cién copernicana 0 el surgimiento del atomismo en la antigiiedad y en el pasado reciente (teoria cinética, teoria de la dispersién, estereoquimica, teoria cudntica) o la emergencia gradual de la teoria ondulatoria de la luz ocurrieron bien porque algunos pensadores deci- dieron no ligarse a_ciertas reglas metodolégicas “ob- vias”, bien porque las violaron involuntariamente.?° Esta practica liberal, re 1 hecho de la historia de la ci festacién de la ignorancia razonable y absolutamente necesaria para « del conocimiento. Mas especificamente, puede demos- trarse lo siguiente: considerando cualquier regla, por 14 “fundamental” que sea, hay siempre circunstancias en las que se hace aconsejable no sdlo ignorar la regla, sino adoptar su opuesta. Por ejemplo, hay circunstan- cias en las que es aconsejable introducir, elaborar y defender hipdtesis ad hoc, 0 hipdtesis que contradi- cen resultados experimentales bien establecidos y ge- neralmente aceptados, o hipdtesis cuyo contenido es menor que el de las alternativas existentes empirica- _ mente adecuadas, o hipdtesis autoinconsistentes, etcé- tera, etcétera2! Hay incluso circunstancias —y ccurren mas bien frecuentemente— en las que la argumentacién_pierde su prometedor aspecto y s ansforma en un obstAcu- lo para el progreso. Nadie estd dispuesto a afirmar ™ que ensefiar a nifios es exclusivamente materia de ar- gumentacién (aunque la argumentacién puede entrar en ello y deberia entrar en mayor proporcién de lo que es habitual),”* y casi todo el mundo coincide ahora en que lo que parece un resultado de la razén —el do- minio de un lenguaje, la existencia de un mundo per- ceptual ricamente articulado,** la habilidad légica— es debido en parte a indoctrinacién, en parte a un proceso de crecimiento que se desarrolla con la fuerza de una ley natural. Y donde los argumentos parecen tener efecto, éste debe frecuentemente adscribirse a su repeticion fisica m4s que a su contenido seméntico.® Una vez admitido todo esto, debemos conceder tam- bién la posibilidad de crecimiento no-argumentativo en el adulto asi como en (las partes tedricas de) ins- tituciones tales como la ciencia, la religion y la pros- titucién. Ciertamente no podemos dar por supuesto que lo que es posible para un nifio —adquirir nuevos modos de conducta a la mas ligera provocacion, circu- lar por ellos sin esfuerzo visible— esté mas alla del alcance de los mayores. Deberia esperarse que los cam- bios catastréficos del medio ambiente fisico, las gue- tras, el colapso de los sistemas de moralidad imperan- tes, o las revoluciones politicas transformen los modelos 15 de reaccién de los adultos, incluidos importantes mo- delos de argumentacién.”* Este puede ser también un proceso enteramente natural y la argumentacion ra- cional no puede sino incrementar la tensién mental que precede y causa la explosién en la conducta. Ahora bien, si_son los eventos, no necesariamente los argumentos, la causa de que adoptemos nuevos standards, incluyendo formas nuevas y mas complejas de argumentacion, no forzaran a los defensores del status quo a suministrar no sdlo argumentos, sino tam- bién causas contrarias? (La virtud, sin el terror, es ine- fectiva, dice Robespierre.) Y si las viejas formas de argumentacién se hacen demasiado débiles para servir como causa, ¢no deben estos defensores. bien abando- nar, bien recurrir a medios mas fuertes y mas “irra- cionales”? (Es muy dificil, acaso completamente impo- sible, combatir mediante argumentos los efectos del lavado de cerebro.) Incluso los. racionalistas_ mas .puri-. tanos se verén forzados entonces a dejar de razonar y a_utilizar, por ejemplo, la propaganda y la coercion, no porque alguna de sus razones haya deiado de ser valida, sino porque las co iones psicolégicas que las hacen efectivas, y capaces ss de influir sobre otros, han desaparecido. gY cul es la utilidad de un argu- mento que deja a la gente impertérrita? ** de esta forma. La ensefianza de standards no consiste nunca en su mera colocacién ante la mente del estu- diante y en hacerlos tan claros como sea posible. Se supone que los standards tienen también maxima efi- cacia causal. Esto hace muy dificil distinguir entre la fuerza Idgica y el efecto material de un argumento. Al igual que un perrillo amaestrado obedecerd a su amo sin que importe lo confuso que él mismo esté y lo ur- gente que sea la necesidad de adoptar nuevos esque- mas de conducta, un racionalista amaestrado sera obe- diente a la imagen mental de su amo, se conformard a los standards de argumentacién que ha aprendido, 16 mostrara adhesién a esos standards sin que importe la dificultad que él mismo encuentre en ellos y sera poco capaz de descubrir que lo que él considera como “la voz de la razén” no es sino un post-efecto causal del entrenamiento que ha recibido, Vemos aqui muy claramente cémo trabajan las llamadas a la “razén”. A primera vista, estas llamadas parecen dirigirse a al- gunas ideas que convenzan al hombre en lugar de pre- sionar sobre él. Pero la conviccién no puede permane- cer en estado etéreo; se supone que conduce a la ac- cién, Se supone que conduce a la accién apropiada, y se supone que sostiene esta accién el tiempo que sea necesario. ¢Cual es la fuerza que permite mantener tal desarrollo? Es Ja eficacia causal de los standards a los que se hizo Ja llamada, y esta eficacia causal no es a a su vez mas que un efecto del entrenamiento, como hemos visto. De aqui se sigue que la Hamada a la ar- gumentacién o bien no tiene contenido en absoluto, y puede ponerse de acuerdo con cualquier procedimien- to,?8 o bien tendrdé frecuentemente una funcidn conser- vadora: pondra barreras a lo que esté a punto de con- vertirse en un modo natural de conducta*® En el ul- timo caso, sin embargo, la llamada no es mas que una maniobra politica oculta, Esto aparece muy claramente cuando un racionalista quiere reconstruir un punto de vista anterior. Al basar su argumentacién en hdbitos naturales de razonamiento que o estan extinguidos o no tienen utilidad en la nueva situacién, dicho cam- pedn de la “racionalidad” ha de reconstruir las condi- ciones materiales y psicolgicas pasadas. Al hacer esto se ve envuelto, sin embargo, en “una lucha de intere- ses y fuerzas, no de argumentos”.2° Que intereses, fuerzas, propaganda y técnicas_ de lavado de cerebro juegan en el crecimiento de nuestro conocimiento_y, @ fortiori, de la ciencia un papel mu- también a partir de_un andlisis de la relacién entre idea y accién. A menudo se da por supuesto que un 17 nitido entendimiento de las ideas nuevas precede y debe preceder a cualquier formulacién y cualquier ex- presién institucional de ellas._(Una_investigacién_em- pera con un eene dice See Primeramente, éste ciertamente el modo en que qui ios se désarro- Ilan. Los nifios usan palabras, binan, juegan con ellas hasta que atrapan un significado que hasta ese momento ha permanecido fuera de su alcance. Y la actividad inicial con cardcter de juego es un presupues- to esencial del acto final de entendimiento.3? No hay razén para que este mecanismo tenga que dejar de funcionar en el adulto. Por el contrario, debemos espe- rar, por ejemplo, que la idea de libertad s6lo pueda hacerse clara por medio de las mismas acciones que se supone que crean libertad. La creacién de una cosa, y la creacién mas el completo entendimiento de una idea correcta de la cosa, son muy a menudo partes de un mismo e indivisible proceso y no pueden separarse sin llevar el proceso a un estancamiento. El proceso mismo no esté guiado por un programa claramente definido; y no puede ser guiado por tal programa porque es el proceso el que contiene las condiciones de realizacién del programa. Mejor se diria guiado por un vago im- pulso, por una “pasién” (Kierkegaard). La pasién da lugar a una conducta especifica que a su vez crea las circunstancias y las ideas necesarias para analizar y explicar el desarrollo total, para hacerlo “racional” 3% El desarrollo del punto de vista copernicano desde Galileo hasta el siglo xx constituye un perfecto ejem- plo de la situacion que queremos describir. Se parte de una fuerte creencia que va contra lo que en la épo- ca se considera razonable. La creencia se extiende y encuentra apoyo en otras creencias que son igualmente irrazonables, si es que no lo son mas (ley de inercia, telescopio). La investigacién se disgrega ya en nuevas direcciones, se construyen nuevos tipos de instrumen- 18 tos, la “evidencia” se relaciona con las teorias en for- mas nuevas, hasta que surge una nueva ideologia que es lo bastante rica para proporcionar argumentos inde- pendientes para cualquier zona particular de ella y lo bastante movil para encontrar tales argumentos en cualquier ocasién que parezcan necesitarse. Hoy pode- mos decir que Galileo siguié el camino acertado, por- que s su persistente empefio_en lo © que ¢ en_ tiempos pare- cié_una_estupida_cosmologia creé_el material que _se necesitaba para la defensa de esta_cosmologia, contra aquellos _d de nosotros.que sdlo aceptan aquella visién de_las cosas que se expresa de un cierto modo y_que confian en ella sdlo si contiene ciertas frases magicas, lamadas “informes observacionales”.*4 Y esto no es una_excepcién, sino el caso normal: Jas teorias legan zonables” sélo después ¢ de_que partes incoherentes de ellas han sido utilizadas durante largo tiempo. Tal irrazonable, sin sentido y poco_metédico prologo resulta asi ser una inevitable condicion previa de claridad y éxito empirico. 3 Al intentar describir desarrollos de esta clase de un modo general, nos vemos obligados desde luego a recu- rrir a los modos de hablar existentes, los cuales no tie- nen en cuenta esos desarrollos y deben por tanto ser deformados, mal empleados y forzados a entrar en nue- vos esquemas con objeto de ajustarse a situaciones im- previstas (sin un constante mal empleo del lenguaje no puede haber ni descubrimiento ni progreso). “Ademas, puesto que las categorias tradicionales son el evangelio del pensamiento cotidiano (incluido el pensamiento cientifico ordinario) y de la practica cotidiana [tal in- tento por entender] presenta en efecto reglas y formas de un pensamiento y una accién falsos —falsos, claro esta, desde el punto de vista del sentido comin [cien- tifico]—.” *° Asi es cémo surge el pensamiento dialéc- tico, como una forma de pensamiento que “reduce a la nada las detalladas determinaciones del entendi- miento”.27 19 una (teoria de la) racionalidad fija, surge de una vision del hombre y de su contorno social demasiado. ingenua. A quienes consideren el rico material de que nos pro- vee la historia y no intenten empobrecerlo para dar satisfaccién a sus mAs bajos instintos y al deseo de se- guridad intelectual que proporcionan, por ejemplo, la claridad y la precisiGn, a esas personas les pareceré que hay solamente un principio que puede ser defendido bajo cualquier circunstancia y en todas las etapas del desarrollo humano. Me refiero al principio todo vale.38 Este principio abstracto (que es el tinico principio _de_nuestra .metodologfa anarquista) debe ahora ser elucidado y explicado en sus detalles concretos.

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