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contexto urbano
The dance as contemporary ritual and generated of meaning in an
urban context
Resumen
El siguiente texto es un apartado conceptual para entender el baile asociado a la
música en un contexto contemporáneo urbano. Se analiza el espacio como un lugar
socialmente construido donde las personas utilizan y significan las prácticas
bailables. Se observa al baile como una respuesta ante los malestares provocados por
la posmodernidad, en este sentido, se acude conceptualmente al ritual para explorar
las posibilidades que hay para entender desde la experiencia de lo sagrado el
movimiento corporal y el ambiente que se genera en los espacio de baile para borrar,
al menos por un momento, las llamadas crisis de sentido. Estos espacios y estas
prácticas son creados colectivamente en donde las personas acuden a las
denominadas comunidades de sentido para retomar fuerzas y enfrentar,
nuevamente, el día a día. Con lo anterior se intenta resaltar las posibilidades del
ritual en un contexto urbano y la funcionalidad que ejerce para determinado grupo
social.
Abstrac
The following text is a conceptual section to understand the dance associated with
the music in an urban contemporary context. Space is analyzed as a place socially
1
Maestro en antropología social y profesor del Colegio de Antropología Social de la Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla, Dirección: Av. San Claudio y 24 sur, Edificio F-1, Ciudad Universitaria, Col. San Manuel.
Teléfono (222) 2-29-55-00 extensión 5490. Correo electrónico: danblues4@gmail.com
constructed where people use and mean dance practices. It is observed the dance as
a response to the discomforts caused by postmodernism, in this sense, this
conceptually uses to the ritual to explore possibilities out there to understand from
the sacred experience of body movement and the atmosphere generated in dance
space to erase, at least for a moment, the so-called crisis of meaning. These spaces
and practices are collectively created where people go to so-called communities of
meaning to regain strength and face the day to day again. With the above attempts
to highlight the possibilities of ritual in an urban context and functionality exercised
for particular social group.
Introducción
Esta investigación es parte de un proyecto de investigación y se centra en el baile
asociado a la música como parte de un ritual contemporáneo que genera sentido en
la vida de las personas. Para abordar el objeto se tomarán en cuenta diferentes
subdisciplinas de la antropología social. Una de ellas es la antropología urbana que
maneja conceptos como el espacio o el lugar que son pertinentes para observar los
espacios de baile y música. Otra disciplina que nos parece indispensable es la
antropología del ritual, desde diferentes conceptos asume explicar lo que sucede y
cómo opera el ritual (de la danza2 en específico) y las significaciones y normas que
de él se obtienen, así como los estado de éxtasis que se alcanzan al participar en ellos.
2
Por el momento, se utilizará indistintamente los términos de danza y baile, aunque algunos investigadores
manejan el concepto de danza para referirse a los movimientos folclóricos, étnicos y religiosos; otros utilizan
este miso término para mencionar las coreografías armadas (danza moderna, clásica, escénica…). En menor
medida es usado baile, este más bien es aplicado a entornos seculares y cotidianos.
sociales, luces, pantallas…), de tal manera que ocurran estados alterados de
conciencia, logrando dotar de sentido y significado a las personas que participan. Las
prácticas mencionadas se entienden desde el ritual, Daniel Solís y Gustavo Aviña
(2009) nos dicen que es un hecho social que forma parte de la vida diaria de cada
persona y de las sociedades, puede aparecer en diferentes escenarios que van desde
los cotidianos hasta los simbólicos. Visto de esta forma, el ritual se concibe como una
comunidad de sentido que logra dotar a las personas de herramientas para organizar
su vida y afrontar diversos problemas físicos y existenciales.
Proporcionan modelos probados a los que la gente puede acudir para orientar su
conducta. Al poner en práctica estos modelos de comportamiento “preescritos”, el
individuo aprende a cumplir con las expectativas asociadas a ciertos roles: por ejemplo
los de esposo, padre, empleado, contribuyente, conductor de automóvil, consumidor. Si
las instituciones están funcionando en forma razonable normal, entonces los individuos
cumplen los roles que les son asignados por la sociedad en forma de esquemas de acción
institucionalizados y viven su vida de acuerdo con currículos asegurados
institucionalmente, moldeados socialmente y que gozan de una aceptación generalizada
e incondicional (81).
Martine Segalen (2005) menciona que los actos rituales no son propios de un
tipo de sociedades, sino que se encuentran prácticamente en todo tipo de
organizaciones sociales, incluso, advierte que más allá de que en sociedades
modernas se viva un desapego al ritual, se vive un desplazamiento del ritual a otros
espacios. Afirma que el ritual es efectivo en este tipo sociedades porque permite
expresar valores y emociones que no tienen cabida en un mundo laboral y cotidiano:
son momentos de desahogo colectivo y son funcionales para la sociedad. Es
importante retomar la definición de ritual, según esta antropóloga francesa,
establece que:
Habría que anotar que el ritual se presenta como una comunidad de sentido,
siguiendo a Martine Segalen, tiene cierta eficacia social al ordenar el desorden, da
sentido a lo incomprensible, a los actores sociales les dota de herramientas para
dominar el mal, el tiempo, las relaciones sociales. El ritual, al actuar sobre un campo
específico, marca rupturas y discontinuidades, momentos críticos a nivel social e
individual. En este tenor, el ritual dice la antropóloga francesa, es fuente de sentido
para los que lo comparten.
Fotografía de Daniel Ramos, (2005). El zócalo de la ciudad de Puebla fue usado como una
gran pista de baile, el grupo Cañaveral se presentó convocando a diversos usuarios que bailaron por
espacio de dos horas. En la fotografía se observan dos jóvenes provenientes del barrio de Xonaca,
cerecano al Centro Histórico.
Desde estas ideas generales se asume que el ritual es un acto colectivo donde
tiene lugar la efervescencia. La sociedad y el individuo tienen la oportunidad de
romper el tiempo y espacio cotidiano para volverlo extraordinario, por ello hay un
manejo de signos que operan en la mente del sujeto y además se interiorizan para
significar el espacio y las prácticas. Ahí, a pesar de ser un ritual contemporáneo y
secular, mantiene cierta esencia sagrada3 porque se relaciona con los conceptos de
ser, sentido y verdad (Eliade, 2008), sin oponerse a lo profano. Al ofrecer aspectos
relacionados con lo religioso, la sacralidad reside en el sentimiento colectivo del que
es objeto y que se manifiesta en el rito, rupturas con lo cotidiano, sentimientos,
manejo del cuerpo y estados alterados de conciencia, esta esencia, le permite al
individuo orientarse y explicar su cotidianidad: asumirla. Todo lo anterior generan
sentido, el ritual produce sentido social.
3
El historiador Mircea Eliade (2008) menciona que el ser humano jamás se encuentra en un estado totalmente
desacralizado. “La secularización ha sido llevada a cabo con éxito en el nivel de la vida consciente: las viejas
ideas teológicas, los antiguos dogmas, creencias, rituales e instituciones han sido progresivamente vaciados
de sentido. Pero ningún ser humano normal que esté vivo puede ser reducido exclusivamente a su actividad
consciente y racional, ya que el hombre moderno todavía sueña, se enamora, escucha música, va al teatro, ve
películas, lee libros; en resumen, vive no solo en un mundo histórico y natural, sino también en un mundo
existencial y privado y al mismo tiempo en un Universo imaginario” (p. 11).
que lo construyen y el propio espacio, es decir, cómo lo construyen, lo usan, se lo
apropian y le asignan significados. Ramírez y Aguilar (2006) advierten que en el
espacio (ritual) aparece la afectividad colectiva, se elaboran sentidos y significados
sobre el mundo social.
Ernesto Licona (2007) plantea que la ciudad está estructurada por distintos
espacios que contienen lugares donde se realizan prácticas sociales y de manera
paralela se producen significaciones. Dice que en el espacio se sintetizan relaciones
sociales, las formas de significación y apropiación de los habitantes de dichos
lugares. Esta misma idea la encontramos en Vicente Guzmán (2001) al plantear que
en el espacio “se pueden cristalizar la expresión de los sentimientos de grupos
locales, haciendo del lugar un hito, un punto de encuentro, que se inscribe en lo
cotidiano, pues permite reconocerse por uno mismo y a partir de los demás” (68).
Ahora bien, si tratamos de ver cómo la música provoca al cuerpo a través del
movimiento, tenemos que poner atención en este concepto. Adriana Guzmán (2014)
define a la danza como un acto performativo paradigmático del cuerpo en
movimiento, que bien puede ser lúdico, artístico o ritual –o todo a la vez-, se
compone de tres cronotopos. El primero se refiere al espacio donde se realiza, El
segundo tiene que ver con la duración y las cualidades del baile, en este caso
definidas por los ritmos musicales y las formas de baile. Y un tercero que considera
a los bailarines. La danza, dice Guzmán, es ritmo que irrumpe en el día a día, expresa
un mundo y construye una atmósfera.
Silvia Citro (2012), una antropóloga argentina, apunta a lo sensorial y retoma
a Laban para decir que el baile no se reduce a su aspecto utilitario o visible, sino que
hay que poner atención en las sensaciones, de la misma forma que hay que oír los
sonidos. Citro define a las danzas:
Amparo Sevilla afirma (2003) que para entrar en el espacio de baile hay que
pasar una frontera bien delimitada, una especie de umbral donde lo cotidiano
desaparece y las personas entran en un espacio extraordinario. Las personas acuden
socialmente a experimentar una efervescencia colectiva y festiva. El colectivo
comparte objetivos en común, uno de ellos es salir de la vida cotidiana y adentrarse
en el espacio y las prácticas para que suceda lo extraordinario. Lo anterior nos lleva
a plantear que el baile y la música se pueden explicar a partir del concepto del ritual,
ya que estos irrumpen la cotidianidad, ordenan el universo caótico, se ubican en el
plano de las sensaciones, además ofrecen otras características que ya se
mencionaron párrafos arriba. El baile considerado como cuerpo en movimiento
motivado por la música se experimenta y se relaciona con otros cuerpos en
movimiento para generar sentido.
A modo de cierre
Sin reducir el discurso teórico se exploraron, de forma general, algunas nociones
para entender el baile asociado a la música.
Sevilla, A. (2003). Los templos del buen bailar. México, D.F.: CONACULTA.
________ (2000). “El baile y la cultura global”, en Nueva Antropología, Vol. XVII,
No. 57, México, D.F, pp. 89-107.