24
Enrique Krauze
CARA AL SIGLO
Una lectura de Tiempo nublado
Pasado en claco
rea de cumplir los setenta alos, Octavio Pax
‘publica su primer libro de politica internacional.
‘Aungue sa obra enseyistica y ain su poesia son
_yevsky, “pasaron de la visi6n a la subversiga y de ésta « la
politica einventaron "sinos de reHimpago, car sigh y sus
‘camarillas”. Algunos los cwvieron, Desde la trinchers lisere-
tay, por momentos, no may lejos de aoe, partcparoa,
‘con distinee suerte, en casi todos los movimientos
as ideoligicas. Decidis ¢0 un tiempo nublado,
@Por qué no antes? Hubo quirk momentos de mayor
‘ singe er minis Sompen Seboeyoy ope,
ay paces ena ensayo y espe-
ow fone ts gp Se sn aepe
i écada de los sesenta, un
peregrinar de casitreinta aBs, Pax regress definitivamente
4 México y en exe momento emmprende un nuevo viaje, esta
vex interior, en busca 00 del tiempo perdido sino de un
jicio moral sobce el tiempo vivido: el yo, elde su generacion,
84 €pocs. Después de mil jorasdas se detiene a poner el
[pesado en claro, Bl fnulo de sa mis reciente libro de
el mismo de la revista que dirige desde 1976— es una
clave biogrifica: Vuelta. Y aunque su tema parexca imper-
sonal, Tiempo nublado® debe verse también como uns
estacion més en un proceso que le Uevark aos y que culmi-
‘och, tal vex, en una autobiogralie.
‘Tres fundamencales en la vida de Pax con-
2 telacién con la
lnquierds, una cierta perpleidad frente al imperio nortes-
‘mericano, y sus afios en Oriente. La primers, la mds antigua,
parte de una fe comin en los aos treinca: efeenel fracaso
histérico del eapitalismo y el simttrico ascenso de socalis-
‘mo. Como muchos amigos suyos de la Escuela Nacional
Prepareoris Joe Revvelas, fala Huerta Joo Alvars-
do entre muchos otros— Paz se aceroé inicialmente a)
‘marxismo con ua propdsito no scadémico sino casi religio-
30. Més que creer puntualmente en la doctrinao la explica-
‘ibn materialise dela historia, Paz vivid el marxismode uo
‘mado smite eo neds del como van profi
7, por momentos, una poesis— de liberacién. Literatura y
cencreverndas,
soliabe s6lo con repetir el destino de sus padres y abuelos
sino con rebesarlo inscribiendo su lucha en el camino dels
revoluci6a vendadera y definitiv: la bolchevique. Coa va
‘encusiasmo mesidnico, entre lecturas de Andceiev y Dosto-
* Octavio Pax: Tiempo nablado, Seix Barcal, Madrid, 1963.
206 pp.
‘memoria— Paz iavocs a los “espectros amigos” y resume su
‘vocaci6n colectiva en dos lineas:
El bien, quisimas el bien: “mands
La formaen que la historia desfigur6 squeliss intenciones
nacidas més de la soberbia que de Ia boodad desvels, ain
‘shore, las noches de Psa. Para entender Ia acrinud y, por
tmomeatoe is irvcundia des resccide, bay quc images la
incensidad de su edhesisn original « la mistica revoluciona-
tia y pooderar las muchas facetas —intelectusles, poltices,
morales— de su desengafi. El proceso ao fue sabito ni
Tineal: cardé decenios. Es un tema complejo que Paz ba
tocedo en su poesia pero cups historia fotima esperan ain
sus lectores. A la pri én, ocurrida durante su
viaje « Espafia en 1937 (la evidencia de los crimenes comu-
nistas contes e! POUM), siguieron afo tras afo los desea-
‘antos: el Pacto Ribentrop-Stali, el asesinato de Trotsky,
Me ihe catia y mal el aie compromeio la ot
as sobre los campos de concentracién en la URSS (
eouncs en la ReviaSor en 931) a nvesibnde Hgts
chow eros rot perilares qe sin embargo no
‘ahogaron en di la esperanza de un socialismo suténtico
Posble. Hace 1968 legs «pensar qoe lo extodiantes
tomarian ef papel de los obreros en ls construccién de la
‘utopia. A principios de ls setenta, yx en México, explora la
pposibilidad de fundar un pactido politico, soialista y demo-
‘critica, Aéa ahora se declara socalista (de haber sido espa-
{ol habsla votado por el PSOE) pero ésto no contradice, €
‘scepticism desde 1920 Ia tc0-
ta préctica del bolchevismo. Los intelectusles franceses
tardaron macho més en convencerse de que Ia URSS no era
1 reino fururo de Ia sbondancia y le libertad, sino un
_égimen de opresién sin precedentes en la historia humana.
‘Gravitando siempre mis cerca de la cultura francesa que del
‘mundo anglossj6n, Pex legs probsblemente » su visién
definitiva del regimen sovidtico desputs del Archrpidlago
Gulag de Solyenicsin. A parciz de entonces ha dedicadedgandistas de la veva fe que, en sus palabras, es rabia
filos6fica, ax6a descendida ala tierra en forma de patibulo,
ideologia que goipea con la cruz y funda con In sangre,
‘comuain obligatoria ala que adoran millones. En x ieoto-
‘gla marxista que Fundbala URSS y que con vartan-
tes profess Ia izquierda en Ocridente, Pax no ve inicamente
una explicacién hist6rica desmentida pot los bechos, una
moral de Ia imponidad y la intolecancia, una politica jesult-
‘eay una profecia incumplida. Ve ua manto de oscurantismo
‘que amenaza con cubrir el planeta. De af que el tono y el
sentido de sus palabras al tracar estos temas tengan siempre
ln impregnacién, la ravedad de un desencanto religioso. En
marzo de 1974, al comeacar el libeo de Solyenitzin eserible:
(Casi todos los excrtoves ce Occidente y de Amica Latina...
hemos sufrido la seduecin del leninismo...uestras opinio-
es polticas...no han sido meros erroresofallas en avestra
faculead de jurgar. Han sido un pecado, en el natiguo senti-
do celigiso de la palabra: algo que afecta al ser entero.
[Dos afios después el 1ono es de francs, dolorosa confesién:
Encedo circa:
todos hemos sid,
n-el Gran Teatro del Inmando,
jueces, verdugos, victim, cecigos,
todos
‘hemos levanuado fata testienoaio
contra los otros
¥ contea nosotros eismon
Y¥ bo ae vik fuimon
t pbtice que aplaueo bostes en su burs.
La elpa que ao 96 sabe cua,
1a iooeneia
foe ls culpa mayor.
‘Cade so fae moate de huesos
‘Una segunda experiencia que perfilé la conciencia politi-
«2 de Paz fue su petplejidad, su distencis, su incomodidad
freote al imperio norteamericano, Hacia 1943 Paz inicié
tuna estadia de algunos afios en las entrafas del monstrvo,
mero en San Francisco, més tarde en Nueva York. Des-
poés de huber sofado con Ia inminencia del socialisro
‘universal —