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Boletin del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. E. Ravignani”™ Tercera Serie, niim. 5, 1° semestre de 1992 CONSTRUIR LA NACIONALIDAD: HEROES, ESTATUAS Y FIESTAS PATRIAS, 1887-1891* Lia ANA BERTONI** EL 25 DE MAYO DE 1887, La Prensa dedicé una nota al joven y distinguido director de la escuela del primer distrito, Pablo Pizzumo, quien: cumplié e} dia 24 con ese deber civico de patriotismo, Reunié a los nifios de la es- cucla y les explicé el acontecimiento glorioso que ta patria celebra {...]. [En] segui- da Jos condujo al patio, en donde habia cnarbolado una bandera nacional ante la cual los nifios declamaron versos patridticos. {Luego] todos cantaron el himno nacional. [La] fiesta fue verdadcramente hermosa. {Por qué el sefior Pizzurno cra “digno de un elogio especial” por un acto al parecer corriente y rutinario? Sucedia que la conmemoracién —una iniciativa tan acertada que merccfa el clogio de los superiores y el reconocimiento de la sociedad— habia nacido simplemente de la “feliz inspiracién” de un director. La nota del diario resulta reveladora en mas de un aspecto. Indica, en primer lugar, que en 1887 la celebracién de las fechas patrias no constitufa una actividad re- gular, instalada en la rutina escolar, sino excepcional; tampoco Io era enarbolar la bandera, que luego seria ritual en esas fechas. Las escuelas no eran ain un 4mbito fuertemente asociado con la simbologia patria, donde las ceremonias conmemorati- vas de las grandes fechas, reitcradas anualmente, operaran como los eslabones de una memoria oficial de la nacién; de vez en cuando, y segin las inicialivas de maes- tos 0 directores, en ellas se recordaban los grandes dias de la patria. Ademis, la nota revela la preocupacién por lo que se percibia como falta de animacién y entusiasmo popular en las fiestas patrias. Ese festejo escolar descrito re- * Este texto es pane de una investigacién en curso, sobre La ‘educacién moral’, imagen y accién desde el Consejo Nacional de Educacién, 1880-1916, que cuenta con apoyo del Consejo Nacional de In- vestigaciones Cientificas y Técnicas (CoNicEt) y de la Secretaria de Ciencia y Técnica de la Universidad de Buenos Aires. Marcela Ginestet y Viviana Mesaros colaboraron en el relevamiento de material. ** Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani", Universidad de Buenos Aires y Centro de Estudios Sociohist6ricos, Universidad Nacional de La Plata. oe sultaba significativo porque el redactor del diario descubria en él un instrumento para revitalizar las fiestas piblicas oficiales. La participacién de los escolares no solo po- dfa despertar en ellos el amor patriético, sino lograr que “el pueblo entero” participa- ta de la misma emoci6n, precisamente en un momento en que esta se echaba de me- nos y la indiferencia del publico comenzaba a preocupar. Segiin el cronista de La Prensa: Hace falta la restauracién de las fiestas de otros tiempos en que los millares de nifios de las escuelas saludaban la salida del Sol de Mayo desde las plazas piiblicas ento- nando la cancién patria... Estas ceremonias ensefiaban a los argentinos desde la mera edad a sentir los estremecimientos del fervoroso amor a la patria: el pueblo en- tero participaba de la misma emocién. Es un culio sagrado que nunca debiera abandonarse. Desde 1887, precisamente, los esfuerzos para revitalizar las fiestas, desembocaron en la organizacién de grandes celebraciones conmemorativas, la construccién de un conjunto de referentes materiales, como monumentos y museos, y la elaboracién de una legitimacién de la identidad nacional basada en la apelacién al pasado patrio. Las escuclas fueron, en un primer momento, un instrumento de la reactivacién de las fiestas piblicas oficiales, para convertirse luego, a uravés de Ja ritualizacion de las ce- Iebraciones escolares y de la enefianza de la historia, en uno de los principales émbi- tos de la conservaci6n selectiva de la uadicidn patria. En torno a las fiestas patrias se producfan cambios que sugerian modificaciones mas inquietantes; y en distintos sec- tores y Ambitos de la sociedad era advertible en los dltimos afios de la década de 1881-1890 una gran preocupacién por la nacionalidad. La sociedad se transformaba profundamente y quizd, como Io percibjan algu- nos observadores, demasiado rapido: “cuando se ven llegar millares de hombres al dia —decia Sarmiento en 1887— todos sicntcn [...] como una amenaza de sofoca- ci6n, como si hubiera de faltar el aire y el espacio para tanta muchedumbre”. Los in- gresos anuales de inmigrantes, que se mantenian por debajo de los 50.000 en la déca- da de 1871-1880, crecieron mucho desde 1881 y en particular desde 1886, por la politica de pasajes subsidiados, hasta alcanzar la impresionante cifra de 289.014 en 1889. Los grupos de extranjeros residentes crecian aun més en la imaginacién de quienes realizaban cAlculos prospectivos: “podria Ilegarse a medio millon al afio y a un milldn, pues nada tienen estas cifras de imaginarias”. En su mayoria, eran “otros” inmigrantes, mas modestos, de zonas més atrasadas; y en algunos casos, decidida- mente extrafios, como los grupos de judfos provenientes de Rusia y de érabes del Im- perio Turco, cuyo exotismo contribuia a acentuar la creciente sensacién de cosmopo- litismo. En un clima de sentimientos més complejo, se manifestaron por entonces duras criticas sobre la calidad de los inmigrantes, y la tradicional imagen positiva se matiz6 con agresiones y reticencias. Expresaban una desconfianza creciente sobre su integraci6n, a la vez que muchas dudas sobre los rasgos con que se configuraria la sociedad argentina en la que la extranjeridad aparecfa como un brote fuerte y pujante. 8 Por owra parte, la expansién multiplicaba las posibilidades de ascenso. Répidas fortunas y aun stbilos encumbramientos socavaban las tradicionales posiciones de quienes vefan estos ascensos como ilegitimos, Mientras nuevas élites politicas aso- ciadas con el roquismo desplazaban a los viejos grupos dirigentes, el viejo orden so- cial parecia perturbado. Las tensiones que creaba el reordenamiento social se tradu- cian en prevenciones ante el éxito, en acusaciones de materialismo y de falta de ideales. Mientras las paulas referenciales de la vieja sociedad patricia se desarmaban, el fuerte componente extranjero de este proceso parecia conducir inevitablemente ha- cia una disgregacién social vivida —a los ojos de quicnes se sentian los legitimos pa- dres de la patria— en términos de identidad cultural y nacionalidad.! Estas tensiones crecieron desde mediados de la década del ochenta. Alcanzaron puntos criticos cuando la presion de las élites extranjeras pareci6 cuestionar la hege- monia de la local también cn lo politico, como se manifesté en 1890. Se agravaron cuando la propuesta de nacionalizacién de los extranjeros fue transformada por estos en un reclamo de simple otorgamiento de los derechos politicos —manteniendo ex- clusivamente su nacionalidad de origen— que, al coincidir con osados proyectos expansionistas italianos, hizo prever graves consecuencias para la nacién. La procla- maci6n de los derechos de una Gran Italia sobre tierras mds alld de sus fronteras, ba- sados cn la existencia de grupos que por su origen, lengua y tradiciones comunes cran portadores de la nacionalidad italiana, planted una situacién que la élite dirigen- te percibié como potencialmente peligrosa para la integridad de la nacién. Especial- mente porque estos proyectos parecicron encontrar —en un momento de fuerte ex- pansiGn imperialista— asidero cn la Argentina, en la prédica de algunos grupos italianos simpatizantes de esta oricntacién expansionista. Aun cuando fuera muy du- doso el grado de ahesién que lograban entre sus connacionales, en la nueva situacién, las actividades culturales de las asociaciones extranjeras en los diarios y en Jas escue- las perdicron su antigua inocencia y se empezaron a mirar con nuevos ojos. La respuesta a esta preocupacién, que surgié en distintos grupos de la élite diri- gente y movilizé luego a sectores mds amplios de la sociedad, madur6 a medida que se desarrollaban los conflictos, y se fue elaborando como reacciones y actitudes que generaban los propios acontecimientos y no como el resultado de una reflexién tedri- ca, Por eso precisamente hubo una permanente tensidn entre las actitudes que se adoplaban, impuestas por las circunstancias, y algunas ideas o posiciones que tenfan consenso y prestigio asentado en el discurso politico. La respuesta se encontré en la nacionalidad, que se consideré no solo un aglutinante social para contrarrestar la dis- gregacién interna, sino un pilar en el cual afirmar la plena soberania de la nacién frente a una situaci6n externa amenazante. Desde la segunda mitad de la década del ochenta se advierte Ia puesta en marcha de un emprendimiento —a través de un con- junto de mecanismos de accién, comunicacién y control— para la “encarnacién” de 1 J.1.. Romero, Latinoamérica: las ciudades y las ideas, México, Siglo xx1 Editores, 1976. 19 a nacionalidad, respaldada en la tradici6a patria, que tuvo en la escuela y en la cele- bracién de las fiestas patrias sus instrumentos decisivos. Las FIESTAS EN LA GRAN ALDEA Un poco més de diez afios atrds, las celetraciones patrias atrafan el entusiasmo popu- lar, Eran fiestas populares centradas en la diversién del piblico y en su participaciOn en los juegos y entretenimicntos. En los programas de las fiestas se anunciaban ca- rreras de sortijas, palos enjabonados, exhibiciones circenses, y toda clase de juegos de suerte, y se ofrecian atracciones de gran espectacularidad como ascensiones en globo, cohetes, fuegos artificiales ¢ iluminacién artistica. Igual que en el Carnaval o Ia fiesta de San Juan, el piiblico aparece dispuesto a la alegria y al esparcimiento: Llegé por fin el 25 de Mayo con gran contentamiento de los pirotécnicos y los mu- chachos [...] A medida que se van acercando los dias de Mayo vefase dibujado en todos los rostros 1a alegria [...] El guarango [...] a la par de! pilluelo y del payaso son los héroes de las fiestas {...] para el pueblo el payaso es el todo de las fiestas mayas. Sin payaso no hay alegria, no hay festejos, no hay fiestas patrias posibles [...] Desde el amanecer del dia 22 todo el pueblo abandona sus casas y se desborda en las plazas, en los bazares, en las tiendas.2 Los organizadores responden a las expectativas del pablico, preparan entreicnimicn- tos y renuevan afio tras aflo la decoracién del escenario de la fiesta, la plaza de Ma- yo, con luces ingeniosamente dispuestas, fuegos de artificio, flores, banderas y otros diversos ornamentos. Los colores y los simbolos patrios banderas y escudos— se usan con gran libertad creativa y sc combinan con una notable varicdad de adornos que modifican su disefio. Esa libertad creativa brinda a la fiesta cierto aire doméstico y un célido color patrio alejado de la solemnidad. La parte oficial de la fiesta, el Te Deum, la comitiva oficial, la revista militar, asi como la simbologia patria, se inclui- an en la celebracién sin tapar los otros aspectos. Si la festividad recordaba el naci- miento y la independencia de la patria, recogia junto con este, otros significados, al- gunos de ellos de origen muy romoto. La participacin de “los pobrecitos de las escuelas del estado [que] van tiritando de frio al pie de la pirmide a cantar el Himno Nacional” no parece valorarse demasiado. Y la fiesta popular no se interrumpe por estos actos: “los acrObatas trepan en las cuerdas, el payaso lanza al aire sus alari- 2 La Prensa, 25 de mayo de 1872. También, “La gente se divierte”, La Tribuna, 9 de julio de 1871 y “Fiestas Julias", La Tribuna, 10 de julio de 1871 3 La Prensa, 25 de mayo de 1872. Una descripci6n semejante de la partici buna, 24 de mayo de 1870. 80 dos...A la noche vienen los fuegos, y el pueblo satisfecho y agradecido se derrama por las cuatro bocacalles de Ja plaza a Ilenar los teatros y cafés de la ciudad...”. A pesar del crecimiento de la poblacién y de ciertos cambios como la luz de gas y el fe- rrocarril, todo cl festejo tiene un aire pueblerino, y conserva atin —como la ciudad— muchos de los rasgos de otros ticmpos.+ Las fiestas patrias parecen conservar estas caracteristicas a lo largo de la déca- da del setenta.s Sin embargo, desde los primeros aiios de la década del ochenta las cr6nicas marcan un cambio en las celebraciones: la presencia del Estado se hace mas notable. En mayo de 1881, en la ciudad convertida en la nueva capital federal, se rea- liz6 la primera gran celebraciGn presidida por el gobicrno nacional, triunfante sobre las fuerzas separalistas de Ja provincia mds poderosa. Las celebraciones, que “se anunciaban magnificas”, se iniciaron a la salida del sol con el saludo de los buques de la armada, las salvas de las baterias del ejército, y, nuevamente, salvas al medio- dia. Ademds de una gran iluminacién, de muchos globos con los nombres de perso- najes ilustres y fuegos artificiales, el gran acontecimiento to constituy6 el desfile mi. litar luego de la tradicional revista de las tropas al finalizar el Te Deum. El 9 de julio se repitié el desfile, que abarcé las plazas de la Victoria y 25 de mayo, donde se eje+ cut6 “una gran marcha militar (la “Conquista del Desierto”), con cajas y tambores dedicada al presidente de la Repiblica, brigadier Julio A. Roca”.s ‘Aunquc lo militar siempre habia estado presente en las festividades patrias, la participacién del ejército nacional cobr6 entonces mayor importancia y solemnidad, en correspondencia con su imporlancia en Ia afirmacién del Estado nacional, tan wa- bajosamente lograda. Por otra parte, se abria una nucva etapa en la vida politica, ca- racterizada por ¢] remplazo de la intensa actividad —“ese viril deporte”—, por “la ordenada administracién del Estado” y por cl desplazamiemto de los grupos tradicio- nales de la politica poricfia. Las criticas al roquismo de Lépez, Miue, Estrada y Sar- micnto apuntaban a denunciar la excesiva autonomia adquirida por el gobierno res- pecto del conjunto de la sociedad. Por afiadidura, este desplazamicnto se operaba con “Ja indiferencia del piblico nuevo y Ja de los ms entre los veteranos espectadores 4 Véase T. Halperin Donghi, Revolucién y guerra, formacién de una élite dirigente en la Argentina criolla, Buenos Aires, Siglo xx1 Editores, 1972, pp. 182-186; The British Packet. De Rivadavia a Rosas (1826-1832), Recopilacién, traduccién, notas y prélogo de G. Lapido y B. Spota de Lapieza Elli, Buenos Aires, Solar-Hachette, 1976; y J. Murray Forbes, Once avias en Buenos Aires. 1820-1831, Buenos Aires, Emecé, 1956. 5 La Prensa, 9 de julio de 1874 y 17 de mayo de 1876. La Tribuna, 23 y 24 de mayo y 7, 8y 9 de ju- lio de 1872; también, 22 de mayo de 1877; La Nacién, 11 de julio de 1878. © La Tribuna Nacional, 24, 26, 27 y 28 de mayo de 1881; La Prensa, 25 y 28 de mayo de 1881; La Tribuna Nacional, 8,9, 10, 11 y 12 de julio de 1881. 7 A, Rouguié destaca el creciente papel del ejército, como instrumento pleno del poder civil, en el afianzamicnio del Estado nacional. Véase Poder militar y sociedad politica en Argentina, Buenos Aires, Emecé, 1981, pp. 79-80. 81 del debate politico”, que por el momento, a los nuevos grupos gobernantes no les in- teresaba sacudirs En este nuevo clima politico, el disefio de las fiestas patrias tiende a cristalizar- se en un ceremonial mds solemne, mientras que los entretenimientos y los juegos de- saparecen del escenario principal: las plazas 25 de Mayo y de la Victoria. La partici- pacién popular cede terreno al espectaculo oficial, del cual los antiguos actores terminan por convertirse solo en publico. Un cronista de La Tribuna Nacional echa de menos la vieja alegria: Se acabaron las rosquitas de maiz, el dulce de batata, el arroz con leche, los negros y las negras, Felipén (el payaso, “Dios, luz suprema de las fiestas populares!”) y sus compinches, los cohetes voladores y los buscapiés, los palos enjabonados, los rom- pecabezas y las calesitas gratis, ya no hay nada de aquel 25 de mayo antiguo, que levaba a la plaza diez mil concurrentes por dfa rebosando segiin los gustos de enton- ces, de alegria y de felicidad popular ‘...] No se habla més que de dinero, de ferroca- miles, de puertos, de indios suprimidos, de empréstitos, de progresos, de bancos, de gobierno, de paz y de administracién! Ni siquiera un barullito!? Casi al mismo tiempo, se empieza a descubrir no solo la falta de alegria sino también del tradicional “fervor patrio”. Un cronista de La Prensa apunta: Doloroso es decirlo, pero es la verdad... El pueblo no se conmueve: reposa en vez de dar nobles y amplias expansiones a su gnimo {...} la juventud permanece fria ¢ indiferente, las escuclas publicas se alejan... La nocién sublime de la Patria, no res- plandece en estas festividades.10 ‘Aun cuando la critica a la politica oficial influye en la descripcién, también refleja la existencia de una brecha entre el especticulo oficial, pomposo y brillante, y un piibli- co escasamente emocionado, EI cambio en las fiestas refleja el de la ciudad —una vi- da institucional y administrativa mis complcja, un ritmo més intenso en las activida- des cconémicas y en su vida social y politica—; pero, indudablemente, en ellas se quiere dar una nueva imagen mas acorde con la ciudad capital de un pais modemo y en franco progreso. En este panorama de desafeccién, que sc repite afio tras afio, las fiestas de 1884, en las que se inauguré la nueva Plaza de Mayo, resultaron especialmente exito- 8 T. Halperin Donghi, “Un nuevo clima de ideas", en G. Ferrari y B. Gallo (comps.), La Argentina del Ochenta al Centenario, Buenos Aires, Sudamericana, 1980, pp. 20-21. Sobre Jos cambios en la vida politica, E. Gallo y R. Conés Conde, Historia Argentina. La Repiiblica Conservadora, vol. 5, Buenos Ai- res, Paid6s, 1972; pp. 77-81. 8 La Tribuna Nacional, “Adis Patrial”, 26 de mayo de 1883. 10 La Prensa, “La fiesta del Patriotismo”, editorial, 25 de mayo de 1883. 82 sas. La inauguracién de la nueva plaza y el gran desfile atrajeron mucho piblico, pero pasada la novedad también desaparecié el entusiasmo. Dos afios después, se in- sistfa en la falta de entusiasmo. Las descripciones sugieren la fijacién de las ceremo- nias centrales en un conjunto de actos que se repetian todos los afios: Todo el ceremonial se ha reducido al Té Deum en la Catedral con asistencia del pre- sidente de la Reptblica y su comitiva, parada militar y desfile de tropas por frente de la casa de gobiemo, iluminacién y embanderamiento de la plaza, funcién de gala en el Coldn, fuegos artificiales por la noche en Plaza Constitucién e iluminacién con unas cuantas bombitas en el frente de todos los edificios piblicos."2 Se describe un esqueleto descarnado de entusiasmo popular, pues “cualquiera que se encontrase ayer a 10 cuadras de Ia Plaza de Mayo, hubiera estado muy distante de suponer que se celebraban Jas fiestas de conmemoracién de uno de los principales aniversarios de Ja patria”. Esta ausencia de la ciudad, inconmovible, se convirtié en algo preocupante porque, precisamente por entonces, se constitufa con fuerza un término de compara- cién que ponia de manifiesto la falta de entusiasmo popular en las ficstas patrias. La BABEL DE BANDERAS: Al mismo tiempo que se operaban estos cambios en las fiestas patrias, cobraban im- Portancia y entusiasmo las celebraciones de los distintos grupos inmigratorios, casi al ritmo en que crecia su afluencia al pais. Apenas dicz afios atras las fiestas de los ex- uanjeros cran muy modestas. En 1876, por ejemplo, con una pequeiia noticia en los diarios “la poblacién liberal italiana de esta ciudad” invitaba a un banquete en el Po- bre Diablo para conmemorar cn una celebracién semiprivada la caida del poder tem- poral de los papas.!3 En 1884, cn cambio, extcnsas crénicas cn los diarios evidencia- ban la importancia creciente de las fiestas patrias de los extranjeros: las diferentes sociedades italianas se reunian en la Plaza Lorea, y desde alli marchaban en una ma- nifestacién nutrida con banderas y antorchas al son de las marchas patridticas, como la de Garibaldi, que ejecutaban diferentes bandas de masica por Rivadavia, las Artes, Corrientes hasta el teatro Politeama. La funcidn inclufa el Himno Nacional Italiano, saludos a los cénsules y al ministro italiano y discursos. La fiesta continuaba con ce- lebraciones populares cn los distintos barrios, especialmente en La Boca y solia ex- tenderse también a los dias siguientes: “la parte principal de la fiesta —decia La 1 La Prensa, 26 de mayo de 1884. 12 La Prensa, 10 de julio de 1886. 13_La Prensa, 21 de setiembre de 1876. 83 Prensa el 21 de setiembre de 1884— se hard hoy por ser domingo y poder los obre- ros tomar una participacién més activa”. Afio tras afio, estas celebraciones fueron cobrando mayor importancia. No solo se publicaba el nutrido programa de la fiesta con bastante anticipacién y durante va- rios dias, lo que revelaba el interés de un piiblico lector numeroso, sino que solia ir precedido por las noticias de los preparativos y gestiones que realizaban las distintas asociaciones de italianos y por la crénica de sus fluctuantes acuerdos y disputas en toro de los festejos. Una vez realizadas, se publicaban extensas crénicas, que mos- traban una participacién cada vez mds numerosa de la gente en los festejos, y un en- tusiasmo también creciente que invadfa toda la ciudad. En las grandes fiestas de los italianos participaban representaciones de otras nacionalidades como espajioles y franceses, y de otras asociaciones como Ia masoneria argentina y las bandas de miisi- ca de los bomberos. Ef embanderamiento de los domicilios de los italianos y la mar- cha de la columna civica y de Ia comitiva de los presidentes de las distintas socieda- des, que se dirigian a saludar al ministro italiano con banderas desplegadas y cantando cl himno italiano, daba a la ciudad ese aspecto de Babel de banderas que encolerizaba a Sarmiento. Los festejos de los italianos alcanzaron su climax en 1887 y 1888. El programa de los festejos abarcé en 1887 ues dias, y el comité organizador solicité a las casas de comercio italianas que no atendieran al piblico el dia 20, y a todos los residentes italianos que iluminaran y embanderaran el frente de sus casas.¥* E] programa de ac- tividades era variado: para los dias 18, 20 y 25 en la plaza Ezkara, un concurso de sociedades y bandas musicales y la participacién de un coro formado por 200 nifios de las cscuelas Unién Operai Italiani y Colonia Italiana; ademds, juegos de pelota, cspafiol ¢ italiano. Por la noche, iluminacién de la plaza, fuegos artificiales, rifas y conciertos; fiesta de gala cn cl tcatro Doria donde se representaban dramas, muy en boga, de los sucesos conmemorados, como la Breccia di Porta Pia, y luego bailes en todas las sociedades italianas durante varios dfas. Las fiestas de 1888 tuvieron gran importancia aunque hubo que modificar algo el programa inicial, debido en par- te al duclo por la muerte de Sarmiento, y en parte a Ja fuerte disputa entre las socie- dades italianas por el liderazgo y el color politico que se impondria a los festejos.\ Estas disputas revelaban los cambios que se producfan en la “colectividad”. A los grupos dirigentes locales les preocupaba particularmente la aparicién de nuevos dirigentes, algunos vinculados al gobierno italiano o a funcionarios consulares, otros, periodistas y profesores que apoyaban la nueva y ambiciosa politica exterior del Es- tado italiano's y que parecfan tener mayor influencia que la vieja élite sobre todo en 14 La Prensa, 19 de setiembre de 1887. 18 La Prensa, 16, 20, 21, 27 de setiembre; 9, 11, 18, 19, 23, 25, 27 de octubre y 1 de noviembre de 1888. 16 Grazia Dore, La democrazia italiana e l'emigrazione in America, Brescia, Morcelliena, 1964 y T. Halperin Donghi, “La integracién de los inmigrantes italianos en Argentina. Un comentario”, en F. Devoto y G. Risoli, La inmigracién italiana en la Argentina, Buenos Aires, Biblos, 1985. 84 Ja masa de los nuevos inmigrantes. En los diarios italianos locales, en las escuelas de las sociedades, y en las fiestas, se fomentaba la adhesin a la patria lejana en térmi- nos ciertamente inquietantes: “lejanos de Ja Patria debéis conservar incorrupta la fiesta, celebrar la gloria y cultivar el afecto para merecer el nombre de hijos. Por tan- to, estad prontos a responder a estos sacros deberes, festejando el 20 de setiembre”.17 Ante estos hechos, a algunos sectores de la élite pudo parecer que la situacién escapaba a su control por el arraigo que lograba entre los inmigrantes la prédica pa- tridtica, consolidada por la educacién “italiana” que se impartfa en las escuelas de las sociedades, cuyos coros de nifios, argentinos, manifestaban piiblicamente en esas fes- tividades la adhesi6n a una patria extranjera. Las susceptibilidades se acentuaron desde fines de 1885, cuando la publicacié en Malia de un artfculo de G. Boccardo —rrestigioso economista y senador del Reino— creé un fuerte malestar. Boccardo aconsejaba a su gobierno una accién mas directa en “sus colonias esponténeas” en el Rio de la Plata, que debia extendersc “hasta la ocupacién, hasta la toma de posesién, cuya oportunidad no se hard esperar”, y a la que consideraba como “la consagracién natural de un derecho de ejercicio, un derecho creado por el trabajo y la virtud de muchas generaciones de nuestros conciudadanos”. El articulo formaba parte de la discusién que sc desarrollaba en Italia luego de la anexién de Massaua, sobre cual era el objetivo de expansién colonial mds conveniente para el reino: si las colonias “artificiales” que se conquistaban en Africa o las colonias “espontineas” que ya esta- ban formadas en cl Rio de Ia Plata. Cuando en todo el mundo se volvia més intensa a expansién colonialista —cuyos rasgos de inusitada competitividad se agravaron con la incorporacién de “nuevas potencias” como Italia y Alemania, dvidas de parti- cipar en cl reparto y descontar las ventajas ce las potencias més viejas—, la existen- cia de este tipo de proyectos en 1a politica italiana resultaba intranquilizante.1* El mi- to de una “pid grande Italia al Plata” sc basaba en la existencia de una colectividad numérica y econémicamente poderosa que conservaba una fuerza cultural capaz de influir y predominar sobre el elemento local.!? El mantenimiento de Ja cultura italia- na en el Plata, desde Ia Iengua hasta una vinculacién cfectiva con la madre patria, se converifa en condicién de su existencia, y las escuclas italianas adquirfan, en conse- cuencia, una importancia decisiva. Precisamente este es el problema que iempranamente advierte y denuncia Sar- 17 La Prensa, 19 de octubre de 1888, 18 En ese momento, se escribieron sobre el tema varios articulos en los diarios y folletos. Entre otros, P. Lamas, L'Ttalie et la Republique Argentine. Un réve de prise de possession des rives de la Plata. Un article a sensation du "Giornale degli Economisti", Peris, Avenue Camot 17, 1886; B. Bossi, Noblesse obligue, Génova, Tipografta Maritima, Via Caffaro 18 Rosso, 1886, y Veritd e giustizia. Le scuole italia- ne in America, Génova, Stabilamento tipogrifico del Commercio di Genova, Via Caffaro 18 Rosso, 1888; A. Saldias, La politique italiénne au Rio de la Plata, Les étrangers residents devant le Droit International, Paris, Sauvaitre éditeur, 1889. 19 Grazia Dore, La democrazia italiana e I‘emigrczione, cit, segunda pane, “Tra i miti de ‘una pitt ‘grande Italia’; la ‘pid grande Italia al Plata’. 85 miento en una serie de articulos que Je sugieren las deliberaciones del Congreso Pe- dagégico Italiano de 1881, la prédica de algunos diarios italianos en el Rio de la Pla- ta, y las discusiones en el Parlamento italiano sobre el mejor apoyo a las escuelas en las “colonias”.® Por otra parte, los conflictos que suscitaba en todo el mundo Ja ex- pansin colonial imperialista, que parecié a punto de tener una manifestaci6n muy cercana en Montevideo, alimentaban este recelo.21 Sarmiento advirtié su posible uas- cendencia: “No es [...] cuestién de humanidad como parecié a todos al principio, es cuestién de derecho publico, de respeto a las formas de todo gobierno, es en fin cau- sa americana, en cuanto puede reducirse a un acto que puede repetirse en cualquier pequefio Estado sudamericano” Y refiriéndose a las recientes anexiones realizadas por los europeos Iegitimadas en la defensa de sus connacionales, agregaba: “esto lo han hecho otras veces los ingleses para apodcrarse sin titulo de las islas Falkland, 4por qué no lo haria la Italia?"2s Esta posibilidad sin duda preocup6 a los contempordncos. “La oportunidad que no se hard esperar”, del articulo de Boccardo, fue interpretada por Pedro Lamas cn el sentido de “un levantamiento general de colonos”, si bien la calificaba de “hipétesis fantdstica y original” 2 Pero aun cuando era improbable que 1a propuesta de Boccar- do se Hlevara a cabo, sus argumentaciones podian alentar en algunos sectores de la Glite italiana local aspiraciones peligrosas y el deseo de disputar el liderazgo con la dlite local. Por otra parte, si as potencias curopeas legitimaban sus anexiones en la existencia local de grupos de connacionalles, practicas y actividades culwurales juzg: das hasta entonces inocentes fucron reexaminadas desde el punto de vista de la sobe- rania. Se percibié entonces que la dimensién de las fiestas extranjeras en el espacio simbélico crecia, amenazando tapar las fiestas patrias propias que, aunque nunca de- jaron de tener concurrencia, confrontadas con aquellas se vefan vacias y sin entusias- mo. La amenaza de disgregacién y desaparicién de lo nacional, agitada por el alud de inmigrantes, aparecia también en la manifestacin de las adhesiones y las lealtades patrias, La cuestién de las celebraciones “nacionales” se convirtié en un campo con- flictivo; se entablé en él un combate sordo, solo abicrtamente descubicrto por algu- 2 Véanse los siguientes aniculos de Sarmiento aparecidos en El Nacional, “Las colonias sin Patria”, enero de 1881; “Las escuclas italianas. Su inutilided”, 13 de enero de 1881; “Las escuclas italianas”, 14 de enero de 1881; “Emigracién de Europa a América”, 18 de enero de 1881; “Una Italia en América”, 19 de enero de 1881; “La nostalgia en América”, 24 de enero de 1881 en D. F. Sarmiento, Condicién del extranjero en América. 21 La detencién de dos italianos en Montevideo, en 1882, derivé en una ciudad convulsionada por la protesta de sus connacionales y amenazada por una nave de guerra italiana. 2D). F, Sarmiento, “Lo que faltaba”, El Nacional, 21 de marzo de 1882, en Condicién del extranje- 70.0, Cit, pp- 96-97. 23D. F. Sarmiento, “Ojo al Cristo que es de Plata", EI Nacional, 12 de julio de 1882, en Condicién del extranjero... cit.,p. 133. % P.Lamas, L'ltalie et la Republique Argenting...,cit., p. 12. 86 nas voces airadas, pero que preocupaba a muchos mas. A primera vista, esta preocu- pacién no domina en el discurso oficial, que parece no haber cambiado. Sin embargo, la decidida accion que se emprende en esta etapa para la recuperacién del terreno amenazado revela —mas que las palabras, casi sicmpre muy medidas, de las declara- ciones oficiales—, la importancia y la decisién de ta respuesta “nacional”. Los ESCOLARES DESPIERTAN EL SENTIMIENTO DE LA NACIONALIDAD En julio de 1887, aquella “feliz inspiracién” que el joven director Pizzumno habia te- nido en mayo sc incorporé a los actos oficiales de la celebracién de la independencia. El 10 de julio de 1887, La Prensa decia: Una animacién desacostumbrada se ha notado este aio en las fiestas patrias [...] El pueblo [...] atrafdo, ademés, por la novedad de] himno patrio que iba a ser entonado en la plaza por més de wescientos nifios a la terminacién del Te Deum [...] Esta parte de las fiestas haba atraido por su novedad a la mayor parte de la concurrencis, Bien puede calcularse que en la plaza habia reunidas mas de quince mil personas. El as- pecio que esta colosal agrupacién presentaba a la vista de] espectador situado en un plano clevado era de un efecto imponentemente hermoso. La convocatoria habia resultado exitosa; no obstante, algunos incovenientes de orga- nizaciGn opacaron cl brillo y la solemnidad. La demora en el inicio gener6 impacien- cias y un principio de desaprobacién se convirtié en grita general. Mas de un tumulto se produjo, en los que la policia tuvo que intervenir con energia. Se vieron enarbolar bastones y pedazos de sillas; Ia griterfa era por momentos insoportable [...] Los ni- fios fueron subiendo y colocéndose en e! tablado en Ja forma siguiente: el pequefio batallén de estudiantes infamtiles con Ia banda del Asilo de Huérfanos a la cabeza [...] Luego el Colegio de nifios, bastante bien uniformados [...] Las nifias se coloca- on en el centro [...] Todos hacfan esfuerzos por ofr las voces de los nifios pero se escuchaba solamente el sonido de instrumentos de metal de la banda de los nifios [del Asilo] [...] Las protestas volvieron a escucharse [...] El pubblico pedfa, como era justo, la ejecucién del Himno Nacional, por la Banda de Bomberos, que debfa acom- Pafiar a Jos nifios [y que habfa frustrado] la falta de cumplimiento del jefe de la poli- cfa coronel Cuenca {quien tenfa que} enviar al tablado Ia banda del cuerpo de bom- beras [...] el himno [...] no se canté con gran descontento de los circunstantes, que en su mayor parte habia concurrido con ese objeto. Si la desorganizacién revela la improvisaci6n de un acto multitudinario con nifios, la despreocupada actitud del jefe de la Policia, responsable de enviar al acto oficial en la Plaza de Mayo a la banda de bomberos —que solfa concurrir con puntualidad a las fiestas de los extranjeros— manifiesta el poco valor que se atribuia a esos actos. 87 Estos aspectos organizativos fueron més cuidados en las fiestas del afio si- guiente, en las que la participacién infantil se ofrecia como uno de los acontecimien- tos centrales del programa. Asf, el de los festejos del 25 de Mayo de 1888 anunciaba que en la plaza se habfa levantado “un tablado de 600 varas cuadradas” en el que se instalarian los nifios para cantar el Himno Nacional después del Te Deum. “El profe- sor Furlotti dirigird el canto, siendo acompafiado por la banda del cuerpo de bombe- ros. Asistiran cerca de mil nifios” de las escuclas pablicas de la Capital.2s Los diarios atribuyeron gran importancia a la participacién de los escolares, y en su crénica del 10 de julio de 1888 La Prensa sostuvo con satisfaccién que el concurso que los establecimientos de educacién le prestan [a estos actos] es opor- tuno y debe ampliarse {...] La iluminacién, parada y recitos oficiales {...] no bastan ya para (...] animar en el pueblo los sentimientos de amor y de respeto por la patria (...]y conservar el cardcter y la vitalidad nacional de las influencias que la debilitan. El Monitor de la Educacién Comin? destacé con orgullo la participacién de los es- colares —“verdadcros veteranos formades a la intemperie y la WJuvia, ocupando sus sitios"—, organizados en wes batallones infantiles, pertenccientes a las escuelas que dirigian Pablo Pizzurno, Saturnino Benavides y Rémulo Albino; durante el Te Deum, a uno y ovo lado de la nave principal de la Catedral se enconvaban las alumnas de Jas escuclas vestidas de blanco y con goros frigios. Luego, en el desfile “formaron los cuerpos de la Guarnicién, las compafiias del Colegio Militar y Escuela de Cabos y Sargentos, cl Batallén de Ingenieros y 500 nifios de las escuclas comunes” 2” cuya Pparticipacién adquirié un cardcter militar mds ncto al aparecer uniformados y arma- dos como soldados, junto a los cuerpos del ejército. Organizados en batallones militares, los nifios son portadores de una “presen- cia” nacional sdlida y conmovedora. Los nifios soldados se convierten en el puente emolivo entre un pasado heroico, en el que nacié la patria y que el ejército pretende encarnar, y el promisorio futuro en el que esos nifios vivirdn, ya definidos ante la mi tada de sus padres como los defensores de la patria del majiana. Los nifios asumen asi los deberes, no solo civicos sino también militares, de la nacionalidad, los que su- ponen un grado de adhesién incondicional: tal el significado que, en una época de fuerte militarizacién competitiva entre las naciones, adquirian los deberes militares. La organizacién y cuidadosa preparacién de estos batallones escolares supuso Ja existencia de un firme interés por fomentar la adhesi6n nacional. Lo que se habia iniciado mas 0 menos improvisadamente fue adoptado en 1888 en forma oficial por el Consejo Nacional de Educacién, que costeé el vestuario y el armamento para los 25 El profesor Furloui era un conocidisimo director de cotos, infaltable en todas las fiestas, dirigiendo Jos coros de adultos o nifios de diversas instituciones, nacionales 0 extranjeras. 2% Publicacién oficial del Consejo Nacional de Educacién. En adelante El Monitor. 27 El Monitor, tomo Vn, p. 721. 88 nifios organizados cn batallones a través de cuatro escuclas graduadas. En ellas y “en otros sitios apropiados para las evoluciones militares” los nifios fueron entrenados y disciplinados por “algunos oficiales del ejército argentino y aficionados entusias- tas” Después de su aplaudida actuacién en las fiestas patrias del 9 de julio de 1888, y alo largo de ese afio, los batallones escolares realizaron exhibiciones y participaron cn maniobras con el beneplacito general.» El 5 de noviembre, en e] Parque 3 de Fe- brero, los batallones infantiles “evolucionaron con gran éxito, bajo las érdenes del capitan del ejército nacional sefior Martin G. de San Martin, acompafiado de sus ayu- dantes de 6rdencs que no eran sino cuatro alumnos de las escuelas piiblicas”. Fueron el especticulo més atractivo de la Ficsta de las Flores y “en presencia de un inmenso pueblo”, Nicolas Levalle, jefe del Estado Mayor General, despidi6 a “esos soldados L...] futuros defensores de la patria”.2 Los batallones infantiles se habfan convertido en Ia atraccién del afio.! En tor- no a su organizaci6n y actuacién tuvicron que ver, de distinta manera, las autoridades municipales organizadoras de las celebraciones patrias, los funcionarios del gobierno nacional, cl Consejo Nacional de Educacién, el Ejército, hombres piblicos influyen- tes y entusiasias de la exaltacién pavidtica, y las sefioras de las Fiestas de las Flores. Distintos scctores de la élite dirigente confluian en el propdsito de buscar, a avés del sentimiento patridtico, la formacién de la nacionalidad. No se trataba de una instruccién militar de los nifios para una situacién bélica sino de la “educacién moral nacional” que posibilitaba el espiritu patrio. Esto expli caba El Monitor cuando respondia, en agosto de 1888, a quicnes descaban “imprimir un scllo mas marcado [...] poniendo en las manos de los nifios verdaderas armas de fuego”; el propésito cra “fortificar en los nifios su cuerpo y su espfritu, despertando en la juveniud cl sentimicnto de la naciona‘idad y la conciencia de un deber que la patria impone a todos sus hijos”.2 Este es, también, el propésito del articulo “Batallones Infantiles” , que El Mo- nitor reproducia “con la idea de que sc haga Icer por los nifios en las escuelas”. “La participacién infantil que los nifios han tomado en estas fiestas —se explicaba allf— ha waido a nucsua memoria una reminiscencia hist6rica del Sefior don Tomas Diaz”. A continuacién scguian los recucrdos, vibrantes de patriotismo, de la participacién 28 El Monitor, tomo x, pp. 1213-1215. 29 El Monitor anunciaba clogiosamente 12s maniobras del dia domingo 26 de setiembre de 1888, rea- lizadas en “una cuchilla que se levanta en los fondos de los principales edificios escolares de la poblacién de Baracas (al Norte)" dirigidos por cl “sefior don Antonio Pérez y presenciado por un piiblico inmenso {...] Fueron fotografiados los euerpos [...] con la entrega de armas al parque escolar”. Tomo vi, p. 821. 30 Ibidem, tomo x, p. 1214 31. “La prensa —sostenfa cl inspector técnico Juan M. de Vedia en agosto de 1891— ha fomentado la institucin de los batallones escolares y cl pueblo asiste con intima satisfaccién a presenciar su desfile por las calles y plazas”. Ibidem, tomo x, p. 1215. 32 [bidem, tomo vu, p. 861. 89 de un escolar mendocino en los batallones infantiles durante la conmemoraci6n del 25 de Mayo de 1816. El suceso se ubica en la situacién mas patridtica que el autor pudo imaginar: en visperas de la Declaracién de la Independencia y en el lugar don- de San Martin preparaba el Ejército Libertador. En el relato, San Martin en persona se interesa por el buen entrenamiento de los jévenes y tiene palabras de aliento para ef protagonista. Todo emana heroicidad y patriotismo: los nifios en los batallones marchan al alba con el héroe maximo a saludar el nacimiento de la patria. El relato, destinado a los nifios, entronca la participacién infantil en los batallo- nes con el nacimiento de la patria y los convierte en el paradigma del pequefio pairiota. Presentado como veridico por El Monitor, es probablemente una construccién ad hoc.33 Quiere atribuir a algo que acaba de introducirse para responder a una necesidad presente, la legitimidad de una vieja costumbre, el prestigio de un momento fundacio- nal de la patria y la fuerza de una tradicién. En realidad, los batallones se formaron por primera vez en 1887 y oficialmente en 1888, respondiendo al entusiasmo de “algu- has personas influyentes” y a una idea que se les ocurrié por haber visto en exhibicién n una vidriera un uniforme militar infantil que usaban en Francia los batallones infan- tiles escolares, organizados como reaccién patristica luego de la derrota de 1870.25 LAS CARTAS DE CIUDADANIA SON UNA FICCION ABSURDA La élite dirigente también buse6 fortalecer la nacionalidad por la via de la naturaliza- cién de los extranjeros, que climinarfa de hecho las eventuales pretensiones europeas y ala vez otorgarfa mayor Iegitimidad y representatividad al sistema politico. Para lograr la rpida naturalizacion de Jos residentes, en 1887 surgi un proyecto impulsa- do por “nacionales y extranjeros”% que, después de generar gran entusiasmo, se dilu- 3 El relato es muy probablemente construido, aunque a pantr de acontecimientos y personajes veri- dicos. Fray José Benito Lamas, el maestro que en el relato organiza los batallones escolares, aparece en al- ‘gunas biografias situado en 1816 en Montevideo, colaborando con el naturalista Démaso Antonio Larratia- ga en la organizaciGn de la Biblioteca Publica que se inauguré precisamente ese afio, y de dende probablemente emigr6 en enero de 1817, cuando la invasiGn portuguesa. Véase Diego Abad de Santillén, Gran enciclopedia argentina, Buenos Aires, Ediar, 1956. Udaondo, que sigue a Hudson, da una versin ‘més ambigua. Véase E. Udaondo, Diccionario biogrifico argentino, Buenos Aires, Coni, 1938 y D. Hud- son, Recuerdos histérices sobre la provincia de Cuyo, 1810-1851, Mendoza, E. Oficial, 1966. % Ciertamente —como anota un memorialista— cuando San Martin preparaba el Ejército de los An- des en Cuyo “el espiritu militar prevalecfa en la época. Hasta las escuclas se habjan militarizado”; los mu- chachos mayores recibjan instruccién militar y en los dias de la patria los escolares formaban, organizados en batallones. Pero esta costumbre desaparecié poco tiempo después, cayendo en el olvido. Véase D. Hud- son, Recuerdos historicas..., cit. p. 71. 35 Asi lo manifest en 1891 el inspector técnico Juan M. de Vedia —respondiendo a un pedido del ministro de Educaci6n del Unuguay—, quien informé que estos no habjan existido “nunca antes”. El Mo- nitor, tomo X, pp. 1213-1215. 36 La Prensa, 13 de noviembre de 1887. 90 y6 en poco tiempo, probablemente cuando, en el transito de la aspiracion a su forma- idn precisa, se descubrié la divergencia de posiciones que encubria. Algunos —por ejemplo E. Zeballos— la entendian como una rdpida naturalizacién automatica, micntras que otros grupos extranjeros buscaban la simple adquisicién de derechos politicos, y no querian aparccer ante los gobiernos de sus paises de origen como ad- quiricndo una nueva ciudadania3” Las leyes de algunos pafses de emigracién como Italia, que se basaba en el principio romano de ciudadanfa excluyente, establecian su pérdida si se solicitaba otra** y sus gobiernos pretendian mantener un firme control sobre esto. Cuando en 1890 reaparecieron los proyectos de naturalizacién, los reclamos de derechos politicos de parte de los extranjeros —movilizados luego de la revolucién de Julio— adquirieron caracteristicas inquictantes, pucs no establecian diferencias entre la condicién de ciudadano argentino y extranjero residente: “la Repablica Ar- gentina [...] puede [...] abolir las cartas de ciudadania que son una ficci6n absurda”, decia José M. Buyo, vicepresidente de la Unisn Industrial Argentina, al reclamar este derecho politico, “;Hay realmente necesidad de cambiar de nacionalidad? —se pre- guntaba—. En mi humilde opinién, no y mil veces no”.#° La supresidn de la carta de ciudadanfa que reclamaban hubicra otorgadc a la ciudadania-nacionalidad argentina una definicién en 1érminos tan laxos para las condiciones de la época que habria de- jado abierio el camino al desconocimiento de la jurisdiccién del Estado sobre parte de su poblacidn. Tal endeblez de definicién era peligrosa en ese momento, dadas las caracterfsticas de la situaci6n internacional, y parccia dificil que en esos términos pu- diera ser aceptable para el gobiemo argentino. Para entonces, la élite dirigente habia claborado algunas respuestas. En el Con- greso Sud Americano de Derecho Internacional Privado® reunido en Montevideo, se 37 La Prensa, 1 de enero, 18, 19, 20 y 29 de abril, y 2 de mayo de 1888, y 28 de julio de 1890. Sanniento, “Falsificacién de la historia’, “Los trémites judiciales”, “Ley de nacionalizacién de residentes que habitan cl suelo argentino, segin la Constitucién”, “Prevenciones ¢ insinuaciones de Peuser y Cres- po", El Diario, enero de 1888, en Condicién del Extranjero..., cit. 38 E. Pagliano, “Nueva legislacién italiana sobre ciudadania", en Revista Argentina de Ciencia Poli- tica, tomo v, Buenos Aires, 1912. 3 La nueva Ley de Emigracién italiana de 1888 configuré un intento més sistemético de intervenir ‘en el campo migratorio. Por entonces se produjeron roces debido al reiterado pedido de las listas de los na- turalizados por las embajadas de Espafa ¢ Italia. Véase L. Favero, “Las escuelas de las sociedades italia- nas en la Argentina (1866-1914), en F. Devoto y G. Rosoli (ed.), La inmigracién italiana en la Argenti- na..., cit, y La Prensa, 21 de abril, 24 de agosto y 4 de setiembre de 1888. 40. La Prensa, 28 de julio de 1890. 41 EL Congreso Sud Americano de Derecho Intemational Privado sesiond en Montevideo entre mayo de 1888 y mayo de 1889. Se scuni6 a instancias de Argentina y Uniguay y concurrieron también Bolivia, Paraguay, Chile, Peri y Brasil. El propésito fue consolidar entre los estados sudamericanos el criterio de la jurisdiccién territorial como base de la soberania de los estados sobre su poblacién, asf como para el otor- ‘gamiento de la ciudadania-nacionalidad, ambos impugnados por el reconocimiento de algunas potencias ‘europeas —como Espafia ¢ Italia— del criterio opuesto de la nacionalidad por el origen. 91 afirm6 la vigencia internacional del criterio de ciudadania y de jurisdiccién de la Re- piiblica Argentina. Allf, Roque S4enz Pefia sefialé los dos problemas cuya solucién era necesaria y vital: a los inmigrantes “necesitamos [...] sentirlos incorporados a nuestra vida nacional [...] someterlos a nuestras leyes [y] necesitamos contrarrestar también la accién de los gobiernos que se empefian en mantener vinculos de sujecién y de dominio més alla de sus fronteras”. Esta necesidad de afirmacién y reconoci- miento internacional de la plena soberania de la nacién habia sido expresada por Pe- dro Lamas cuando, dos afios antes, para rebatir a Boccardo ante el mundo politico y diplomético europeo, decfa: “los gobiernos del Plata no pretenden nada més allé de la estricta justicia, mds alld de la reciprocidad més absoluta en las relaciones recipro- cas. Que se respeten su soberanfa y sus leyes, que se reconozcan sus derechos de ser en su licrra frente a los nacionales como a los extranjeros Ia tinica autoridad” 42 La respuesta consistid, por otra parle, en impulsar Ja construccién de la nacio- nalidad. Contar con una “verdadera nacionalidad” les permitiria esgrimir, frente a la potencial amenaza externa, un argumento irrebatible para el reconocimiento de la so- berania de la nacién, puesto que era cl mismo en que se apoyaban esas pretensiones. Al mismo tiempo, la construccién de una “nacionalidad argentina” aparece como el aglutinante ideal para una sociedad de origenes diversos y en constante transforma- ci6n.*? Se wataba de mantener Jas pucrias plenamente abiertas a los inmigrantes y, a Ja vez, cercenar el desarrollo de enclaves de “nacionalidades” extranjeras cuya exis- tencia hasta entonces no se habia considerado problematica. Se comienza a prestar una especial atencién a las actividades culturales de las asociaciones y escuelas ex- tranjeras pucs, a la luz de los nuevos problemas, precisamente estas actividades defi- nian Ja pertenencia a una nacionalidad. En 1885, cuando las declaraciones de Boc- cardo suscitaron fuertes recelos, el gobierno argentino encargé una investigacion sobre la importancia y actividades de las escuclas italianas en Argentina, y en 1888, las discusiones en la Unione e Benevolenza sobre reformas en sus escuelas se trans- formaron en una gran polémica piblica y todos los diarios argentinos reclamaron un firme control del gobierno argentino en afirmacién de su soberania.+ Era este un momento critico para la élite, Precisamente cuando se revelaba la imporiancia de la existencia de una “nacionalidad” argentina, se percibia la endeblez de los rasgos que 1a configuraban, que parecfan diluirse en un torrente sin color por la afluencia de otras aguas demasiado caudalosas: “nosotros vamos perdiendo el sen- timiento de la nacionalidad con Ia asimilacién del elemento extranjero [...] —decia E. Zeballos— nos hallaremos un dia transformados en una nacién que no tendré ni 42 P. Lamas, L'Italie et la République Argentine... cit., p. 19. 43 Sobre la importancia de la nacionalidad en la consolidacién de los estados, véase E. Hobsbawm, Nations and nationalism since 1780. Programme, mth, reality, Nueva York, Cambridge U. P., 1990. “4 Cfr. La voz de la Iglesia, 14 de enero de 1888; El Nacional, 17 y 18 de abril de 1888; La Prensa, 18, 19 y 20 de abril de 1888; L'Operaio Italiano, 17 de abril de 1888; La Patria laliana, 17 de abril de 1888. 92 lengua, ni radiciones, ni cardcter, ni bandera”. Se evidencia con toda claridad que el proceso social y cultural no puede abandonarse a su movimiento espontaneo. Que as- pectos, dmbitos, y tradiciones hasta entonces no demasiado significativos —fiestas patrias y espacios piblicos, banderas y escudos, escuclas y ensefianza del pasado— tienen gran importancia y se descubre que estén “ocupados” por otros. Por eso con- cluia Zeballos: Ha Ilegado el momento de que el Congreso se ocupe, con cualquier pretexto y en cualquier circunstancia de que el extranjero [...] sea afecto a la nacionalidad argenti- na [porque] puesto que los extranjeros no tienen una patria aqui, se consagran al cul- to de la patria ausente45 LA REACCION DEL ESPIRITU PUBLICO: LOS FESTEJOS DE 1889 Los escolares fueron otra ver. el centro de avraccién del piiblico en las fiestas del 25 de Mayo de 1889. Ochocientas niftas vestidas de blanco cantaron el Himno Nacio- nal en un gran palco en la Plaza de Mayo, desfilaron los alumnos de las escuelas y Jos batallones infantiles rcalizaron evoluciones marciales.? Esc afio, debido a la visi- ta del presidente del Uruguay, los festejos alcanzaron un brillo excepcional: “Jamas hemos visto en Bucnos Aires mayor aglomeraci6n de carruajes contindose por mu- chos centenarcs, los arrasirados por espléndidos troncos”. El brillo provenia, sin du- da, de ta exhibicién de la nueva opulencia, pero también de una predisposicién a las grandes conmemoraciones, derivada de los aires de fiesta que soplaban desde Paris, volcado a la cclebracién del Centenario de la Revolucisn. Dobido a ““Ias fatigosas tareas |...] a que fueron sometidos [los nifios de las es- cuclas] en los dias de mayo y que no era posible repetir en julio” otra institucién, cl Club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, tom6 la iniciativa de organizar una gran manifestacién publica de patriotismo el 9 de julio de 1889 El motivo de atraccién 45 Congreso de la Nacién, Camara de Diputados, 21 de octubre de 1887. 46 £1 Monitor, tomo vin, p. 869. 47 La Prensa, 14 y 26 de mayo de 1889. 48 El Monitor, tomo vit, p. 1047. 49 El Club Gimnasia y Esgrima se fundd el 4 de noviembre de 1880. Originariamente se denomin6 Club Cosmopolita de Gimnasia y Esgrima, como expresi6n de sus propésitos de “solidaridad social y de fratemnidad humana”, pero debido a que un grupo de socios encabezados por Adolfo Mitre entendfa quien “Ia conformacién de la juventud, sus tendencias debfan ser forzosa y netamente nacionalistas”, se supri- mié la palabra cosmopolita pero se salvaron los propésiios originales, estableciendo en los estatutos que era uno de sus fines “propender al acercamiento de nacionales y extranjeros”. En otros momentos, como en 1887, emergen conflictos intemos vinculados a este problema, que provocan una escisiGn. En el Club, al igual que en otras instituciones, estos conflictos eran cco de las cucstiones més urgentes de la sociedad. En 1889, parece haber completa unanimidad en la realizacién de una gran cclcbracién patridtica mediante 93 se encontré en un homenaje al general Eustaquio Frias, soldado del Ejército de los Andes, “personificacién —decfa La Prensa— [y] uno de los restos gloriosos” de un pasado patrio que amenazaba desaparecer, Una gran procesi6n civica en su homenaje permitiria entroncar con aquel pasado, y movilizar el entusiasmo popular en tomo a un héroe de la patria. Se trataba de generar un espectéculo inolvidable capaz de posi- bilitar un triunfo simbélico de la argentinidad sobre el cosmopolitismo. En su reali- zaci6n parecian confluir todos los esfuerzos. Sefiales coincidentes, gestos acordes en distintos ambitos de la vida pdblica, indican la formacién de un movimiento de opi- nin: la necesidad de la hora es manifestar una decidida adhesi6n a la patria y deli- near con trazos fuertes los rasgos de la nacionalidad argentina. El clima de sentimientos patridticos confluy6 con otras inquietudes: la discon- formidad politica de los viejos grupos desplazados por el roquismo, y los reclamos de mayor participacién de nuevos sectores emergentes inclu‘a también a los jvenes de pro, los profesionales, los intelectuales principistas que encontraban demasiado restringido el circulo de poder y muy esurechas las vias de acceso al pleno ejercicio de la politica. En los corrillos de los clubes y los cafés, en los pasillos y salas del Congreso, en las reuniones de gobierno y en las privadas se fue gestando una “reac- cién del espiritu publico” en clave de patria. EI festejo fue planteado como la mds grande manifestacién de patriotismo rea- lizada hasta entonces. “Nadie debe faltar a la patidtica cita. El puesto de ciudadano est en Ja columna civica, en la masa popular que entre miisicas y aplausos desfilard por delante de las efigies gloriosas de nuestros guerreros. Queden balcones y azotcas para las damas...”51 Los organizadores de Ja procesién cfvica montaron una cuidadosa organiza- cién para que toda Ia ciudad estuvicra bajo un mismo color. La respuesta fue entu- siasta: animados todos del mismo sentimierto patridtico ha podido verse cémo en cada pa- rroguia, en cada manzana del Municipio, los vecinos han rivalizado en celo para de- mostrar su decidida adhesién [...] Los hermosos colores de la Patria cubren hoy asi Ja ciudad entera, simbolizando el regocije popular, al cual se han unido también, esta vez. los hijos de otro suclo que comparten nuestra vida y colaboran en nuestro pro- greso.52 tun homenaje al general Frias. Véase J. Alemandri, Cincuentenario del Club Gimnasia y Esgrima, 1880- 1930. Su pasado, su presente y su futuro, Buenos Aires, 1930. 59 La Prensa, editorial del 9 de julio de 1889. Sobre el 90, J. Balestra, B/ noventa, una evolucién po- litica argentina; L. Sommi. La Revolucién del 90, Buenos Aires, Ed, Pueblos de América, 1957; R. Etche- pareborda, La Revolucién Argentina del 90, Buenos Aires, Eudeba, 1966; N. Botana, El arden conserva dor, Buenos Aires, Sudamericana, 1977. 5 La Prensa, 9 de julio de 1889. 52 Ibidem. 94 El entusiasmo se uransmitié y gané colaboradores; la comisién de festejos de la Pie- dad nombré, comisionados de manzana para recolectar fondos e invitar al mismo tempo a em- banderar e iluminar el frente de sus casas a los vecinos, Se ha contratado tres bandas de miisica, dos de las cuales recorrerén durante el dia las calles de la parroquia y la otra tocard de 7 a9 p.m. en la Plaza Lorea y de 9 a 11 pam. en el boulevard Cér- dobas3 EI homenaje a Frias en el dia de Ja Independencia habia cobrado un espiritu mili- lante. La convocatoria del Club Gimnasia y Esgrima buscé comprometer también Ja participacién de las instituciones de los extranjeros: “El sabado tiltimo [...] se reu- nicron por citacién del Club Gimnasia y Esgrima los presidentes de las asociaciones nacionales y extranjeras y se procedié a sortear el orden en que formardn en la proce- sién cfvica”# Los diarios subrayaron su participacién, especialmente la de las insti- tuciones italianas de la Boca, afirmando anticipadamente, como un hecho indiscuti- do, aqucllo que se procuraba provocar: no porque abunde la poblaciGn extranjera en aquella laboriosa y progresista seccién de la Capital (...] el sentimiento nacional palpita menos {porque} los extranjeros, co- mo los hijos del pais, son todos unos, son argentinos, cuando se wate de rendir culto a Ja patria adoptiva, como lo han demostrado en la fiesta civica de ayer. Los extran- jer0s, sobre todo los de 1a Boca, se han asociado con decisién y entusiasmo a nuestra fiesta patria [y] esta circunstancia [de establecer la supremacia de lo nacional en la manifestacién publica] no es de las mencs importantes de la gran demostracién civi- ca de] 9 de jutio. Es un hecho trascendene y halagador [...] La vitalidad nacional, el sentimiento de 1a nacionalidad, cuya conservacién integra nos hard grandes y fuertes 53 Ibidem 54 La Prensa, 9 y 11 de julio de 1889. Allf se detalle: “Quedé resuelto que la columna formaria de la siguiente manera: el Asilo de Huérfanos, el carnuaje con ¢l general Frias rodeado por los nifios del Colegio Lacordaire, el Club de Gimnasia y Esgrima con el Club Militar y el Centro Naval, y en seguida las dife- rentes sociedades en el siguiente orden: Sociedad Tipogréfica Bonaerense, Instituto Geogréfico Argentino, Club Social Francés, Club Unin Argentina, Academia Literaria del Plata, Centro portefo, Estrella del Plata, Centro Gallego, Club del Plata, Orfedn Argentino, Colegio de Escribanos, Reduci delle patrie Bata- slie, Helvecia, La France, Centro de Estudiantes, Enfants de Beranger, Centro Unién Normalista, Club Pa- rroquia de la Concepcién, parroquia de la Piedad, Unién Suiza, Unione ¢ Benevolenza, Club Espaficl, Club Oriental, Facultad de Ciencias Fisico-mateméticas, Juventud de Buenos Aires, Portuguesa de Soco- ros, Stella d'ltalia, Stella Marina, Lago di Como, Patria e Lavoro, Citculo Porteiio, Protectora de Inmi- grantes Germénicos, Espaiiola de Beneficencia, Protectora de Inmigrantes Austro-hiingaros, Filantr6pica Suiza, Sociedad Quarece, Club General San Martin, Cosmopolita de Proteccién Mutua, Centro Paragua- yo, La Meridional, Sociedades de la Boca”. Otras, se agregaron o mandaron luego sus adhesiones. Por cl ‘contrario, algunas de las convocadas no figuraron en la crénica de los festejos como, por ejemplo, Unione € Benevolenza, 95 ahora y en el porvenir una sola y nueva nacién. ..] triunfan de toda influencia extrafia dando vida vigorosa a Y ponian de relieve el esperado influjo de esta manifestacion frente a las influencias extrafias y disgregadoras.s5 El clima de patriotismo influy6 sobre las celebraciones patrias de los grupos extranjeros; se combind —en el caso de los italianos— con las fuertes discusiones entre mondrquicos y republicanos, sobre las distintas formas de la celebracién, y ese afio el 20 de setiembre se celebré con un programa reducido. Por otra parte, resulta revelador que, a diferencia de otros afios, la comitiva de las sociedades saludé ese dia al ministro de Italia levando banderas italianas y argentinas, y realiz6 un alto ante la estatua de Lavalle donde se canté el Himno Nacional Argentino que —sefialaba la crénica de La Prensa de ese afio— “fue escuchado con respeto y cabeza descu- bierta”. La procesién civica de homenaje a Frias descubrié aun otra cara. Imbricada con los aspectos patridticos y la exaltacién de lo nacional, que dominaba la gran ce- lebracién del ’89, aparece también Ja cuestidn politica, La disconformidad con el ré- gimen de Judrez Celman maduraba hacia Ja constituci6n de un frente civico-politico de oposicién, que enarbolaba Ia defensa ce las virtudes civicas avasalladas. Aunque todavia sin clara definicién, la protesta politica emergia en la realizacion de la proce sidn civica: desde el aire de defensa de los verdadesos valores republicanos hasta los nombres de los organizadores, todo anunciaba la reunién del Jardin Florida. Los nombres de los socios del Club que ocuparon cl pucsto de comisarios en la pro- cesién civica, la “flor y nata de la juventud de la época”, se repiten en el grupo de los j6venes universitarios que el 24 de julio de 1889, en la Rotiscria de Mercier, funda- ron el Club Politico. Las crénicas de la procesién civica sefialaron que en su transcurso fueron invi- tados a incorporarse a ella, en forma ostensible, dos lideres de la oposicién: Bernardo de Yrigoyen y, luego, el general Mitre que la observaba desde los balcones del Club del Progreso. Tampoco dejaron de sefalar cl “incidente desagradable” que estuvo a punto de estropear la procesién cuando “el conductor del carruaje presidencial pre- 58 La Prensa, 11 de julio de 1889. 56 Tal, por ejemplo, Emilio Gouchon, Marcelo Torcuato de Alvear, J. Frias, Juan Martin de la Serna, J. Moreno, José Marfa Drago, Félix Egusquiza, Rufino de Elizalde, Augusto Marcé del Pont, Felipe G. Se- nillosa, M. Molina, Angel Gallardo, Alejandro Gorostiaga, Luis Mitre, Felipe de las Carreras y otros. También reaparccen organizando la reunién preliminar de la juventud opositora del 22 de agosto y si- guientes que culminarfa en el encuentro del Jardin Florida el 1 de setiembre de 1889: Modesto Sanchez ‘Viamonte, Manuel Augusto Montes de Oca, Tomés Le Bretén, Emilio Gouchon, Marcelo T. de Alvear, Angel Gallardo, Rufino de Elizalde, Felipe Senillosa, M. Beccar Varela, Julio Moreno, Felipe Martinez de Hoz, Acosta, Alberto Alcobendas, Leonardo Pereira Iraola, Nicolés Anchorena y Arturo Gainza. Véase J. Alemandri, Cincuentenario del Club Gimnasia y Esgrima..., cit. y V. Sommi, La Revolucién del 90..., cit 96 tendié interrumpir en su marcha a la columna en vez de detcnerse” y “se oyeron en- tonces justisimas protestas, expresadas por todos en voz alia”. Un clima de protesta politica empezaba a enlazarse con la manifestacién patriética y abonaba el terreno de los préximos sucesos politicos.57 LA REACCION DEL ESPIRITU PUBLICO: LA CONSTRUCCION DE LA TRADICION PATRIA Crénicas y comentarios celebran el triunfo: toda la sociedad, bajo un mismo color, particip6 cn la gran manifestaci6n patriética.ss Esta tuvo, ademas, una “doble bon- dad: recordar el pasado y el presente, premiar a nuestros vicjos y estimular a los j6- venes”, mostrando asf la posibilidad de revivir y acercar el pasado.° La apelacién a los préceres parece ser la respuesta al complejo planteo del presente pues “despertar 0 contribuir a encender ese sentimicnto en las generaciones que existen y que viven, ¢s levantar la naturaleza humana a las concepciones y sentimicntos de los deberes del ciudadano”. Por ese camino, el sentimicnto nacional se convierte en elemento consti- tutivo de la ciudadanfa-nacionalidad, que es vista cada vez més como nacionalidad- ciudadania, La condicién era enconwar las formas adecuadas para que estos héroes y cpo- peyas recreados se encarnasen cn la sociecad. El problema radicaba, precisamente, en establecer qué ambitos y a través de qué canales —en una sociedad que se rehacfa dia was dia— podian los recién Iegados 0 !os més j6venes vincularse con el pasado argentino, al cual se remitian los rasgos de la identidad nacional. La escucla cumplia un papel demasiado modesto, pues no alcanzaba a incorpo- rar a la crecicnte poblacién infantil. A la baja escolaridad se agregaba el hecho de que la historia se ensefiaba Gnicamente en los grados superiores, que solo cursaba una infima proporci6n de los escolares. El problema se agravaba aun mas porque las escuclas de las colectividades extranjeras ensefiaban sus historias patrias y no la ar- gentina. Si bien existian otros canales de comunicacién y transmisin, como los dia- rios, también es cierto que, cn este terreno, se debia competir con muchos periddicos extranjeros.s° 57 “La procesién por las calles en homenaje al General Frias (...] fue una fiesta en su honer, sin dis- Lincién de colores politicos [...] no tuvo el propésito dz hacer una procesiGn civica contra los abusos de la época, ni contra los gobemantes, ni mucho menos se pens6 en organizar un club politic {...] Pero, repito, indirectamente contribuy6 a preparar el espiritu pablico para la gran campafia regeneradora que pronto ha- bria de iniciarse”. F. Barroctavefia, “La Uni6n Civica”, Discursos, 1889. 58 La Prensa, 9 de julio de 1889. 89 El Diario, 10 de julio de 1889. © La Prensa y La Nacidn, segin el Censo Municipal de 1887, tenfan una tirada promedio de 18.000 ejemplares. La Patria Haliana —escrita en italiano—, con 11.000 ejemplares, estaba entre los diarios de mayor tiraje y constituia una competencia importante. En relacién con el piiblico lector y con la difusién de diarios, revistas y libros, véase A. Prieto, El discurso criollista en la formacién de la Argentina moder- na, Buenos Aires, Sudamericana, 1988. 97 El control de la competencia abierta en torno de las fiestas patrias se volvia en- tonces especialmente importante. En ellas, adhesiones y mensajes se expresaban y tansmitian en un lenguaje ms simple y emotivo, que legaba mas directa y amplia- mente, pero esta ventaja se volvia peligrosa cuando, en vez de los propios, se expre- saban los de otras identidades nacionalts.* La apelacién al pasado se completa con la conciencia de la necesidad de tradu- cir lo nacional en practicas cotidianas, en actitudes manifiestas en Ia sociedad, en en- sefianzas y realizaciones aprehensibles para cl gran piblico. No se trataba ain de encontrar una tradicidn hist6rica distinta a la ya elaborada para la nacién,® sino de destacar rasgos, de seleccionar contenidos —a través de lo cual, no obstante, se generaba una reelaboracién de aquella— y de crear los Ambitos, los canales y las for- mas para que s¢ encarnasen en Ia sociedad. Los principios nacionales existen, decia el Acuerdo del Consejo Nacional de Educacién sobre las Fiestas Patrias de 1889, en “el espfritu que campea en nuestra le- gislacin escolar que —agregaba como recomendacién— debe ser constantemente consultada y aplicada por los encargados de dirigir la ensefanza de la juventud”, con la intencin de que no sean letra muerta y se corporicen en la sociedad, Este propési- to, que implicé darle un lugar especial a la ensefianza de la historia pauria y procur6 despertar adhesiones a través de una practica de lo nacional, supuso una compleja ta- rea: la construccidn de escuelas y Ambitos histéricos, como plazas 0 muscos, Ia ritua- lizaci6n de las celebraciones escolares y la realizacién de manifestaciones patridti- cas, la definicién de los simbolos patrios y la creacién de representaciones materiales y monumentos en los cuales apoyar esa reclaboracién del pasado. EI presidente Juarez Celman explicé esto con claridad al fundamentar su pro- yecto de ereccién de un monumento a Mayo en octubre de 1887: es necesario consa- grar cn “fundaciones imperecederas las wadiciones honrosas de la patria (porque) quedan en la tierra apenas unos cuantos testigos de aquella edad heroica”. Sugeria que con la desaparicién de los dltimos testigos se podia perder la relacién con el pa- sado patrio, que si era extrafio y desconocido para buena parte de la sociedad, extran- jera y de reciente incorporacién, amenazaba convertirse también en desconocido para los j6venes hijos del pais. El monumento a Mayo debia construirse antes de que el timo de ellos baje a la tumba sin contemplar, modeladas en las formas plisticas con que el arte hace visible la historia y da actualidad a las epopeyas lejanas, la gra- titud del pueblo argentino [...] Los pueblos han menester de reliquias y de santuarios 61 Véase M. Ozouf, La féte névolutionnaire 1789-1799, Paris, Gallimard, 1976, en especial el capitu- Jo vil, “Les lendemains de la féte: féte et pedagogic"; también, M. Vovelle, “Lo popular cuestionado”, en Ideologias y mentalidades, Barcelona, Ariel, 1985. © J. L. Romero, “Mitre, un historiador frente al destino nacional”, en La experiencia argentina, Bue- nos Aires, Editorial de Belgrano, 1980. 63 F, Hobsbawm, “Mass-producing traditions: Europe, 1780-1914”, en B. Hobsbawm y T. Ranger, The invention of tradition, Cambridge, Cambridge University Press, 1983, 98 para conservar su tradicién [...] El sentimiento de la patria tiene también sus tem- plos y las imgines de sus prohombres. como los monumentos que relatan sus victo- rias sirven de culto y de ensefianza a las generaciones que vienen y modelan el ca- récter nacional, sin el cual la grandeza, el poder y hasta la independencia y la libertad son conquistas efimeras.6 El afan constructor de esos afios tiene el propésito de solucionar con urgencia un gran vacio, porque Buenos Aires apenas contaba con “templos” e “imAgenes” para el culto a la patria: la Plaza de Mayo, cuya remodelaci6n, luego de la demoli- cidn de la recova, dio lugar a una entusiasta celebracidn en 1884, y la vieja pirami- de; el resto de los edificios antiguos remitia al pasado colonial. Solo algunas esta- tuas: la de San Martin ecuestre, inaugurada en 1862 y la de Belgrano, también a caballo, erigida en 1873 en la Plaza de Mayo; en la Catedral, el nuevo mausoleo con los restos de San Martin, instalados allf en 1880, completaba el conjunto de referentes histéricos materiales con los que movilizar el entusiasmo patridtico popular. No cra demasiado para atraer a una poblacién de origenes tan heterogéneos que, por otra parte, no carecia de aglutinantes propios. La pujante colectividad italia- na poseia su Ambito simbélico en la ciudad: en 1878 se habfa inaugurado una estatua a Mazzini en la Plaza Roma, sobre Paseo Coln.65 Precisamente desde entonces las celebraciones de los italianos habian adquirido mayor relieve, al combinar los wadi- cionales festejos semipublicos —como los banquetes y los bailes en los salones de las asociaciones— con una marcha o procesion civica, con banderas italianas y ban- das de misica, cntonando canciones patrias italianas, que finalizaban en un homenaje al pie de la estatua de Mavzini, en un espacio plenamente pablico. En el homenaje al héroe de la “nacionalidad” italiana, la nostalgia del viejo terruiio se alternaba con un fuerte matiz nacional patridtico; invadia las calles y las plazas de Buenos Aires y co- locaba a la celebracién en una peligrosa dimensidn simbélica y politica. E] afan por la construccidn de estatuas y monumentos se inicia en 1887, simul- tancamente con cl intento de vivificar las fiestas patrias. El 20 de junio, un decreto del Ejecutivo dispone los fondos para restaurar la histérica Casa de Tucuman; en octubre, el presidente Judrez Celman envia al Scnado un proyecto para la construc- cién de un gran monumento conmemorativo de la Revolucién de Mayo que se ubica- ria en la nueva Plaza de Mayo.” Congreso de la Nacién, Camara de Senadores, 18 de octubre de 1887. ® Ley del 16 de marzo de 1877 de la Legislatura de la provincia de Bucnos Aires. Véase E. Santae- lla, Escultura, Buenos Aires, Buenos Aires, Talleres Muiioz Hermanos, 1972; M. del C. Magaz y M. B. Arévalo, Historia de los monumentos y esculturas de Buenos Aires, Buenos Aires, Municipalidad de Bue- nos Aires, 1985; J. L. y L. A. Romero (dir.), Buenas Aires, historia de cuatro sigios, Buenos Aires, Abril, 1980, © Registro Nacional, 1887, p. 395. © Ley 2206 del 28 de octubre de 1887. Se constituyé una comisién encargada de impulsar y supervi- sar la realizaciGn del proyecto, integrada por el general Mitte, el general Mansilla, los doctores Quintana, 99 No obstante, el gran acontecimiento del afio fue la inauguraci6n casi simulté- nea de las estatuas del general Lavalle en Buenos Aires y del general Paz en Cérdo- ba, celebradas por los diarios como el inicio de una nueva etapa en la que la concien- cia publica del pucblo argentino podria honrar a sus hijos mAs esclarecidos.# La inauguraci6n de la estatua de Lavalle dio lugar a una entusiasta manifestaci6n civico- patriética que Sarmiento valoré como la prueba de un firme amor a la patria, aun en- tre aquellos argentinos que, como hijos de extranjeros, eran “reclamados” como su- yos por algunos pafses europeos. La estatua de Lavalle, cuya inauguracidn el 18 de diciembre de 1887 coincidié con la sancién de nuevos planes “nacionales” para la es- cuela primaria, las escuclas normales y los colegios nacionales de la Repiiblica, se convirtié en un punto de referencia importante en la celebracién de las fiestas patrias. Fue un hito del recorrido de la Procesién Civica de 1889 y, quiz4 mAs significativo aun, del circuito que recorrfa la columna civica de los italianos el 20 de seticmbre de 1889; alli, cnarbolando también banderas argentinas, cantaron el Himno Nacional, A comienzos de 1888, mientras se proyectaba la realizaci6n del gran monu- mento a Ja Revolucién de Mayo, la Intendencia de Ja ciudad cstudiaba la apertura de la nueva Avenida, que significativamente se denominé de Mayo.” Esc aio, la Céma- ra de Diputados aprobé un proyecto presentado, entre otros, por Lucio V. Mansilla, Emilio Civit, Estanislao Zeballos y José Marfa Ramos Mejia, para la construccién de un monumento al Ejército de los Andes en Mendoza.” Otra ley autoriz6 al Poder Ejecutivo a repatriar los restos de varios guerreros de la independencia, y otras dos leyes establecieron el emplazamiento de dos estatuas cn San Juan a la memoria de Narciso Laprida y de Fray Justo Santa Maria de Oro, y la ereccién de una columna conmemorativa cn cl sitio donde habfa tenido lugar cl combate de San Lorenzo.” Al ato siguiente, en ocasién del primer aniversario de la muerte de Sarmiento, un decreto presidencial establecié Ja realizacién de un monumento a su memoria que, sin embargo, solo sc inauguraria diez afios después. También ese afio, se declaré fe- riado el 4 de noviembre, en conmemoracién del centenario del general Carlos Maria de Alvear.73 Por la crisis, muchas otras iniciativas se postergaron o se olvidaron. Al- gunas habian sido proyectadas como consirucciones grandiosas. En 1889, la Munici- palidad de la Ciudad abrié un concurso para la realizacién de un Panteon Nacional Circano, Olmedo, Del Valle, Zorrilla, Pellegrini y Derqui, con Eduardo Wilde como presidente y Sarmien- 10, como vicepresidente. $8 La Prensa, 18 de diciembre de 1887. © Los de la escuela primaria, en diciembre de 1887; los otros, en enero de 1888. Decreto 16.609, Registro Nacional, 1887, p. 377. 70 La Prensa, 18 y 19 de abril de 1888. 71 Congreso de la Nacién, Camara de Diputados, 4 de julio de 1888. Registro Nacional, Ley 2270 del 16 de julio de 1888, Por esta ley se destinaron 100.000 pesos para Ja construccién del monumento. 72 Registro Nacional, ley 2741 del 17 de julio, Ley 2291 del 8 de agosto de 1888 y Ley 2503 de agos tode 1888. 73 Registro Nacional, decreto 18.504, p. 463. 100 en el cementerio de la Chacarita, “destinado a inhumar los restos de los préceres de nuestra independencia y de los hombres ilustres”, que ocuparia una extensién no me- nor de 2,000 metros y se clevaria hasta una altura de 30 metros por lo menos. Se pla- neaba levantar un edificio de dimensiones nada modestas. Por su parte, el Concejo Deliberante se proponia tratar en 1889 el proyecto de construccién de un gran Arco de Triunfo cn memoria de la batalla de Caseros, en el Parque Tres de Febrero, que también tendria notables dimensioncs.* En 1889, afio de la “reaccién del espiritu piblico”, Ia Municipalidad tomé otras dos determinaciones significativas, que revelan la decisién de “poner al dia” el pasa- do de la ciudad. La primera fue iniciar un relevamiento con el propésito de “mante- ner cl recuerdo de los acontecimientos notables de la historia patria, facilitando su conocimiento”. Se designé a don Vicente Fidel L6pez para que indicara la ubicacién de las casas donde hayan nacido, vivido o muerto la persona de mayor figuracién de nuestra historia, lo mismo que los sitios donde hayan tenido lugar luchas de notoria importancia [e] indique una inscripcién breve que haga conocer las personas o los hechos que dan nombre a todas las calles de la ciudad con el objeto de colocar en la primera cuadra de ésta una placa que la contenga.’5 La ota fue Ja creacién, por un decreto municipal del 24 de mayo de 1889, del Musco Hist6rico Nacional. La fundamentacién del decreto wasluce la intencién de construir una tadicion; se uata de crear, a partir de un acervo escaso, un importante instru- mento de transmisién y difusién de Ia historia nacional: considerando que el mantenimiento de las tradiciones de la Revolucién de Mayo y de la guerra de la Independencia es de trascendental interés nacional y que concu- triendo a ese fin los monumentos y otros objetos que pertenecen a aquella época, de- ben ser respetados y conservados, siendo necesario, para obtener tales resultados, gue los objetos mencionados se concentren, coloquen y guarden convenientemente en un museo nacional, y que no existiendo en poder de las autoridades més que limi- tado nimero de ellos, estando algunos en poder de particulares y enoontréndose dis- persos en todo el territorio nacional 76 7 La Prensa, 21 de julio de 1889. 75 La Prensa, 14 de mayo de 1889. Segtin cl diario, una idea semejante habia propuesto el ex inten- dente Alvear, con la ventajosa diferencia de que se proponsa comprar las casas hist6ricas y convertirlas en bibliotecas piiblicas 0 algo semejante, pues en caso contrario “es exponerse a que esas casas a la vez que costentan esa placa significativa sirvan de local a un fordin o cualquier otro negocio parecido”; sugerfa que el proyecto municipal se completara de esa forma. 76 La comisién organizadora esté integrada por Bartolomé Mitre, Julio A. Roca, Andrés Lamas, Ra~ mén J. Cércano, Estanistao Zeballos, Manuel Mantilla y el coronel Garmendia, y como director se nombra Adolfo P. Carranza. La Prensa, 24 de mayo de 1889. 101 A partir de la intencién de reunir los objetos en un espacio nuevo y especifico, dedi- cado a dar consistencia material al pasado, el valor de estos cambia, adquiriendo cua- lidad de hist6ricos. Al ofrecer al Consejo Nacional de Educacién horarios especiales para los escolares, el director Carranza explicaba que Ia urgencia en abrir el Museo era debida a la necesidad de “inculcar a los nifios el amor a nuestros préceres y el co- nocimiento del pasado”. Otro aspecto fundamental del armado de Ia tadicién se refirid a los simbolos patrios. Fue necesario definirlos con claridad y sancionar un conjunto de medidas le- galcs que aseguraran su imposici6n a la sociedad. En 1884, un decreto del presidente Roca reglamenté el uso de la bandera nacional, diferenciando el uso oficial y el de los particulares, A la vez, se establecia la prohibicién de enarbolar otras banderas ex- tranjeras en ticrra argentina, y si bien en las fiestas piblicas, para el ornato de las fa- chadas, podrian usarse indistintamente los colores de todas las banderas, “la argenti- na ocupard siempre el centro” 78 No obstante, estaba muy arraigada en la poblacién extranjera la costumbre de izar, por muy variados motivos, la bandera de su pais de origen. En el pasado —se- gin Sarmiento— esto habja servido a los pulperos como un seguro de extraterritoria- lidad frente a la violencia local. En tiempos mas recientes, se temfa que la extrema li- beralidad en el uso de banderas extranjeras pod{fa alimentar las pretensiones de extraterritorialidad de algunos pafses curopeos. La profusién de banderas extranjeras cn las cclebraciones cra un termémewo de la adhesién de vastos sectores de la pobla- cién a sus viejas patrias; a la vez, por contraste, marcaba los limites de la adhesion a sla patria. Las banderas fueron, sin duda, uno de los elementos fundamentales dei combate simbélico que se dirimié en estos afios. Otras disposiciones, como las recogidas en la Reglamentacién para los cénsu- les argentinos de 1888, buscaban definir con precisién cl disefio de los simbolos na- cionales, y distinguir el uso oficial del privado. La diferenciacién buscada permitiria identificar con mas fuerza la ensefia con el Estado nacional, y resallar su posici6n do- minante sobre las de los particulares u otros grupos nacionales y, en cl caso del Ser- vicio Exterior, dar una imagen més nitida de la Naci6n.7» Las indicaciones sobre color y disefio son extremadamente detalladas, con el 77 El Monitor, omo x, p. 540-541. 78 Otro decreto pend el uso indebido de banderas con “una multa de ocho pesos por cada contraven- cién 0 en su defecto flos infractores] suftirin cuatro dias de arresto”. Registro Nacional, decreto 3616 del 25 de abril de 1884, y 1830, del 27 de agosto de 1884. La prohibicin de izar banderas extranjeras repetfa {0 establecido por el presidente Mitre, quien luego de una ruidosa pelea entre dos grupos de extranjeros, reglamenté el uso de banderas extranjeras. 79 La circular del 5 de marzo de 1888 reglamenta por primera vez. formas, medidas y colores unifor- ‘mes para el disefio de 1a bandera y el escudo nacional, y la del 16 de marzo de 1886 dispone la exclusivi- dad de su uso para el émbito oficial, prohibiendo su empleo en la correspondencia particular, Servicio Ex- terior, reglamento para los cénsules argentinos, 1888, pp. 37, 38 y 39. 102 fin de establecer una sola forma posible. Hasta entonces, habia predominado una gran diversidad, tal como lo caracteriz6 Estanislao Zeballos: Los atributos nacionales corren de tal manera alterados por eliminacién de caracte- res 0 por adiciones y variantes arbitrarias y a las veces ridiculas que aun las personas instruidas se preguntan a menudo cual es el verdadero escudo nacional? Las admi- nistraciones pablicas han abandonado los emblemas sagrados de la Patria a la fanta- sfa de los maestros, dibujantes, arquitectos, albaiilles, litégrafos, fabricamtes, cons- tructores de buques y de toda clase de obras, a menudo extranjeros, que intervienen por regla general en los trabajos en que la bandera y las armas de la Repiiblica son divisa caracteristica.s® Precisamenie en 1889, en respuesta al movimiento de la “reaccién del espiritu publi- co”, cuando en todas las publicaciones aparece una uniformidad inusitada, resalta es- ta intencién de definicién exacta: en El Monitor y en diarios y revistas se reproduce un escudo que corresponde a una misma matriz. La exactitud del disefio es tal que parece como si una voz oficial, no escrita, hubiera hecho circular Ja forma precisa que el cmblema debia asumir. El disefto del escudo nacional que encabeza las publi- caciones en 1889, cs cl que perdura hasta nuestros dias, y se corresponde en un todo con cl establecido por un decreto de 1907, aribuido a Estanislao Zeballos. También en 1889, cn la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires se discu- tieron y aprobaron dos proyectos de Rafac] Hernéndez. Uno hacia obligatoria la en- seftanza y canto del Himno Nacional en todas las escuelas de 1a provincia, incluidas las particulares; el oro obligaba a Jos particularcs, tanto nativos como extranjcros, a izar la bandera cn los dias de fiesta nacional, y disponia una multa de 100 pesos a los infractores. Ante la reticencia de algunos legisladores al segundo proyecto, Hernén- dez sosticne que sc trata de una “imposicién” semejante a la obligacién de cantar el Himno Nacional; una sefial, para los alumnos, de que los extranjeros acatan la solemnidad de nuestros grandes hechos [...] En nuestro pafs hay libertad para profesar todos los cultos [...] pero no es permitido profesar todos los cultos pa- idticos; es para lo tinico que no es posible que haya libertad, porque se comprome- te nuestra vida propia, 80 ES. Zeballos, El escudo y los colores nacionales, Buenos Aires, 1900, p. 7. Otros trabajos estén centrados en la etapa posrevolucionaria de creacién de los simbolos. Véase D. Corvalén Mendilaharza, “Los simbolos patrios”, en Ricardo Levene (dir.), Historia de la Nacién Argentina, vol. 6, Academia Na- ional de la Historia, Buenos Aires, El Ateneo, 1962. 81 En el Acuerdo de Minisiros del 24 de mayo de 1907 se establecié un disefio preciso de la bandera y el escudo nacional, asi como la obligatoriedad de respetar la uniformidad y fidelidad en su reproduccién. Entre quienes refrendan el decreto se encuentra el ministro Estanislao Zeballos, cuya presencia sin duda no es casual. Registro Nacional, decteto 296, 1907, 103 La necesidad de la imposicién de los simbolos —argumenta Hen4ndez— surge de la amenaza de disgregacién, porque en este pais donde Ja invasién del elemento extranjero nos confunde, nos arrastra, nos disuelve el senti- miento nacional (...] es menester que los poderes puiblicos hagan los esfuerzos posi- bles a fin de defender el sentimiento patrio porque {...] es lo tinico que sostiene la nacionalidad [...] es necesario que Jo inculquen por todos los medios posibles, no solo en los nifios sino hasta en los hombres.*2 Las sucesivas disposiciones reglamentan en realidad principios de la ley nacional del 30 de setiembre de 1878, que buscan instrumentar formas de obligacién e imposicién para establecer un definido predominio nacional. La “reaccién del espiritu piblico” de 1889 creé un clima patridtico que se acentué en los afios siguientes; se percibfa en el tono patridtico de los diarios o en los discursos en el Congreso, por ejemplo en 1890 en relacién con la nacionalizacion de los extranjeros. “Los pueblos tienen su patriotismo, como tienen su religién” —decia La Prensa, el 25 de mayo de 1890, en una nota editorial titulada “El Culto de la pa- tria”— y explicaba cémo ese culto del pasado cra un aglutinante fundamental para la nacién, pues “el vinculo mas estrecho de les nacionalidades nace de este culto del pa- sado, representado por hechos gloriosos, por grandes abnegaciones y por heroicas personalidades”. San Marvin Y LA REPGBLICA ENCABEZAN EL GRAN DESFILE PATRIOTICO. En 1890, se decidi6 dar nuevamente un biillo especial a las fiestas patrias. En mayo s¢ organizaron homenajes para otra reliquia viviente, el trompa del ejército de los Andes, Julién Ponce. El Club Gimnasia y Esgrima y la Municipalidad solicitaron al vecindario el embanderamiento, seguros de que “una vez mas cubrirdn la ciudad en- tera los colores celeste y blanco del pabellén nacional” 5 Los festejos del 9 de julio deberfan ser mds espectaculares. Una comisi6n inte- grada por Benjamin Zorrilla —presidente del Consejo Nacional de Educacién—, con Ia que colaboraba el Club del Progreso, resolvi6 realizar después de los actos oficia- les —el Te Deum y el desfile militar— una grandiosa apoteosis del general San Mar- tin en el teatro de la Opera. Se prefirié un lugar cerrado, aunque se solicit6 especial- mente el embanderamiento de la ciudad y se dispuso que las bandas de los cuerpos de la guarnicién tocaran en as plazas para animar el clima de festejo. Fucron “invita- dos especiales” a la celebracién, ademas de las autoridades nacionales y municipales, los guerreros de la independencia —los generales Frias y Zérraga, y el tompa Pon- 82 Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, Camara de Senadores, 2 de julio de 1889. 83. La Prensa, 23 de mayo de 1890. 104 ce— y “los escritores de Ja Historia Nacional”. Los historiadores y los guerrcros de la Independencia fueron instalados juntos, en un palco, reconociendo con rara luci- dez la doble autoria del pasado que se conmemoraba. Por su parte, la Inspeccién Técnica del Consejo Nacional de Educacién, “cumplicndo 6rdenes superiores dirigié una circular a los directores de las escuelas més céntricas [...] para que invitasen a sus alumnos a asociarse a la fiesta patridtica” 5 Los diarios destacaron las celebraciones del dia 9, realizadas en distintos ba- ris de la ciudad y especialmente las de la Boca y Barracas. Parecfa reproducirse el esfuerzo del afio anterior: en un momento bastante conflictivo se acentuaba la inten- cién de reiterar las manifestaciones de patriotismo. Por una parte, mientras se conso- lidaba una oposicién politica al gobierno, tomaba cada vez més vigor el movimiento de los extranjeros que pretendfan cl otorgamiento de los derechos politicos sin natu- ralizacién.% A la vez, empezaban a delincarse nuevos problemas. La cuestién social emergia con nitidez, tanto en las huelgas de los tiltimos afios como en los inquietan- tes festejos y jomadas de lucha que se iniciaron con Ia celebracién del Primero de Mayo de 1890, También se iniciaba una politica de control de Jos inmigrantes peli- grosos.s? La situacién, lejos de aclararse, se complicé mas adn luego del estallido de la Revolucién, cuando emergieron nuevos actores politicos. Entre ellos, desde fines de 1890 cobré fuerza el Centro Politico Extranjero, que crecié significativamente en los aiios siguientes, constituyendo innumerables filiales en los pueblos del interior. Por ouo lado, Ja celebracién del Primero de Mayo complicé la disputa simbélica; en 1891, los preparativos originaron control y represin policial: disolucién de reunio- nes preparatorias, prohibici6n dc la reuni6n central, dispersién de la manifestacién en Plaza de Mayo, y detencién de manifestantes. Al afio siguiente, nuevamente se manifests el propésito de que los festejos de mayo y julio resultaran particularmente brillantes. Una comisién formada por el Concejo Deliberante de la ciudad de Buenos Aires, cl Club Gimnasia y Esgrima, y ¢l Consejo Nacional de Educacién solicit6 contribuciones a la Bolsa y al Jockey Club ¢ inicié una suscripcién publica.s En el ambicioso proyecto se buscé compro- meter a la ciudadania. Asi, se nombraron comisiones parroquiales que recomendaban a los vecinos las formas adecuadas para la celebracién. Mientras la de Belgrano invi- taba a todo el vecindario a embandcrar sus casas y a concurrir a los festejos del 25 de mayo, la de La Concepcidn pedia a los suyos que “el 25 de mayo, a las 8 p. m., en to- das las casas s¢ toque y cante el Himno Nacional”. Las exteriorizaciones pauridticas 4 La Prensa, 5 de julio de 1890 85. La Prensa, 6 de julio de 1890. 85 La Prensa, 24,25 y 30 de mayo de 1890. 87 M. R. Ostuni, “Inmigracién politica italiana y movimiento obrero argentino”, en F. Devoto y G. Rosoli (comps.), La inmigracién italiana en la Argentinc.... cit 88 La Prensa, 4 de abril de 1891. 105 de la poblacién se habian vuelto decisivas: el embanderamiento de la ciudad debia durar en esta ocasién tres dfas; la Municipalidad “incitabales” a participar: “todos los argentinos [...] deben producir actos que importen una manifestacién en homenaje a Jos que nos legaron la Patria, la libertad y-la Independencia”.s* Ese afio, el Consejo Nacional de Educaci6n reglamenté cuidadosamente la ce- lebraci6n en las escuclas, estableciendo que los escolares y sus maestros, manifesta- ran en las plazas y pascos puiblicos de la ciudad. Los diarios describieron innumera- bles festejos en los barrios y variados actos de homenaje realizados por distintas sociedades, piblicas y privadas, nativas y extranjeras. EI programa de los festejos de mayo fue nutrido y espectacular: el 24, bendi- cién de los pabellones de los batallones escolares y entrega de una placa que se colo- caria en la Pirémide de Mayo, a la memoria de Felipe Pereira de Lucena y Manuel Artigas, dos héroes desempolvados por la iniciativa de un conjunto de mas de 50 ca- racterizadisimos vecinos que encabezaban Bernardo de Yrigoyen, Bartolomé Miue y Julio Argentino Roca, y a los que se dedicaban los festejos este afio;9 por la noche, una procesién de antorchas recorreria Plaza Independencia, Plaza de Mayo, Plaza San Martin y Plaza Lavalle. El dia 25, luego del Te Deum y del desfile militar, se rea- liz6 un espectacular desfile patristico: lo encabezaba un carro triunfal que Hevaba un busto de San Martin, tirado por ocho caballos con palafreneros negros, y La Libertad Tepresentada por una nifia de blanco flanqucada con cuatro granaderos; tras él mar- chaba el batallén Maipo —Ios nifios del asilo de Huérfanos—,, los batallones infanti- les de las escuelas comunes, y un batallén de los guerreros del Paraguay y cl Brasil. El segundo carro Hevaba a La Repiblica y a las catorce provincias, representadas, también, por nifias; det4s, marchaba la comisién del Club de Gimnasia y Esgrima y otras sociedades nacionales y extranjcras en larga comitiva. El desfile result espec- tacular, Los guerreros del Paraguay, las reliquias vivientes de ese afio, fueron foto- grafiados junto al general Mitre en el Club Gimnasia y Esgrima.st El clima patridtico se prolongé luego con Ia repatriacién de los restos de guerreros de la Independen- cia Mientras tanto, en otros festejos parecia que se perdia parte del entusiasmo. Los de los italianos en 1890, “se han resentido un tanto [...] de falta de animacion verdaderamente italiana que sobraba en Ja de afios anteriores [...] Se vieron reunidas 8 Municipalidad de Buenos Aires, Al Pueblo de la Ciudad, 10 de mayo de 1891. Lo firman Fermin Rodriguez, Juan Coronado y José S. Arévalo; reproducido en El monitor, tomo x, pp. 1062-1063. 90 FI pedido de homenaje a estos dos héroes recordaba que la colocacién de una placa en su memoria habia sido dispuesta por una resolucién del Cabildo del 31 de julio de 1811, reiterada en 1812 y ain no ‘cumplida. 91 La Prensa, 10 de julio de 1891. 92 EL 16 de julio, la Hegada de los guerreros de la independencia repatriados —generales Rodriguez, Olazabal, Galvan y Quesada— dio lugar a nuevos actos conmemorativos: solemne recepcién con salvas y desfiles, discursos y ofrendas florales, en la que también particip6 oficialmente el Consejo Nacional de Educacién. 106 20 asociaciones de residentes italianos en la plaza Lorea donde en afios anteriores se reunian no menos de 50”.83 También en 1891 y 1892 los festejos fucron apagados, en parte por los conflictos cada vez mayores enire las diferentes asociaciones de italia- nos. En 1891, continuaron las conmemoraciones histéricas; en setiembre, el cente- nario del nacimiento del general Paz dio lugar a un acto patridtico y en Mendoza hu- bo un arrebato de patriotismo debido a la desaparicién de unas banderas del Ejército de los Andes, de la que se responsabiliz6 a la colectividad espafiola. En octubre, en el Club Gimnasia y Esgrima se realiz6 una reunién para fundar una asociacién de ex combatientes del Paraguay, y en diciembre, resurgié la idea de levantar un Panteén Nacional a los héroes de la patria en la Recoleta. Las fiestas patri6ticas habfan cobrado gran importancia y definido un perfil singular. Las instituciones més caracterizadas de la sociedad, como el Consejo Na- cional de Educacién, cl Club Gimnasia y Esgrima, el Jockey Club y la Bolsa de Co- mercio asumian como deber civico la responsabilidad de otorgarles cl mayor brillo posible. Ademds, prdcticamente todas las instituciones representativas, sociedades culturales, vecinales 0 de colectividades extanjeras se sentian obligadas a pronun- ciarse “patriéticamente” en esas fechas. Los actos se multiplicaban por toda Ja ciu- dad, acompajiados de variadas actividades complementarias de homenaje, como con- ciertos y conferencias. Esta tcndencia se martuvo en los afios siguicntes, mostrando que la “reaccién del espiritu piblico” de 1888 habia instalado un nuevo tono patridti- co's en las celebraciones y escncialmente una nueva actitud militante de Ja ciudada- nia hacia las manifcstaciones piblicas nacionales. Estos y otros cambios —los “pro- gramas nacionales” cn las escuclas o las reglamentaciones sobre naturalizacién para los empleos pablicos— tendian a establecer una hegemonia “nacional” en la socie~ dad que, en esos afios, casi con dramatismo, s2 habia sentido amenazada, La TRADICION PATRIA EX LAS ESCUELAS A partir de 1886 se desarrolla en el Consejo Nacional de Educacién una febril activi- dad de organizacién interna para armar cl sistema de escuclas primarias comunes, y 93 La Prensa, 21 de seticmbre de 1890. Por entonces, se agudizaron las diferencias entre republicanos y monérquicos. Algunos republicanos planteaben que, en realidad, Garibaldi habia hecho més por la mo- narguia que por la repablica. En 1891 protestaron piiblicamente contra la organizaciGn de los festejos jinauguraron una “Caja de resistencia”, Al aio siguiente, tanto los conflictos como el mal tiempo hicieron suspender las celebraciones. La Prensa, 14 de setiembre de 1891 y 29 de setiembre de 1892. 5% La Prensa,9, 10, 14, 15, 17 y 19 de setiembre y 16 de diciembre de 1891. 95 El tono patridtico se vio enriquecido en su liturgia y ritualidad con recientes influencias parisinas y también con viejas formas cafdas en desuso, a menudo coincidentes con la nueva mods; por ejemplo, el gorro frigio que lucicron las nifias en el Te Dewm en la Catedral el 9 de julio de 1888. Véase La Nacién, 11 de julio de 1888; y T. Halperin Donghi, Revolucién y guerra... cit. 107 simulténcamente se emprende una dificil campafia para lograr el cumplimiento de la obligatoriedad escolar, en un doble movimiento de atraccién y coercién. A la vez, en una marcada inflexién, el Consejo se orient6 hacia “una educacién [...] esencialmen- tc nacional” cuyos nuevos planes de estudio se regirian por el “pensamiento capital” de “una educacién que labra pacicntemente el cimiento de nuestra nacionalidad”.% En las escuelas se descubrié uno de los instrumentos mds importantes para la cons- truccin de la nacionalidad, por la formacién de habitos y la transmisi6n de conteni- dos y valores, y también por ser un Ambito privilegiado para la creaci6n de adhesio- nes emocionales a la patria. En mayo de 1889, un acuerdo del Consejo Nacional de Educacién establecié la celebracién de las fiestas patrias en las escuelas: “los intereses bien entendidos de to- do el pais imperiosamente requieren elevar el sentimiento patrio, que da cohesién a los elementos constitutivos de la nacionalidad [...] No se concibe la existencia de un pueblo como entidad moral y politica sin {...} la admiracién por los grandes hechos de su historia”. El momento mas adecuado es el de la nifiez; porque “si desde Ja temprana edad no se trata de inculcar y grabar en el alma del nifio estas ideas y sentimientos no es posible suponer que ellos adquieran en el ciudadano Ia firmeza ¢ intensidad necesa- tias”.97 E] Acuerdo del Consejo dispuso que, del 21 al 25 de mayo y del 5 al 9 de julio, en las escuclas piiblicas nacionales se suspendieran las actividades habituales y se destinaran a Iecturas, recitaciones y cantos patridticos, relacionados con la Revolu- cidn de Mayo y Ja declaracién de la Independencia. Los nifios de tercero a sexto gra- do escribirian composiciones sobre temas patridticos. El Acuerdo de mayo de 1889 establecfa esta obligatoriedad también para las escuelas particularcs, como Jo hizo en julio del mismo aio una Icy de Ja provincia de Buenos Aires, en raz6n de que habia una “multitud de escuelas particulares en la provincia, dirigidas por maestros extran- joros, indiferentes”.s8 El Consejo Nacional de Educacién, por su parte, puso un plazo perentorio para revalidar los titulos docentes extranjeros.% Estas medidas, y especial- mente la organizacidn del cuerpo de inspectores nacionales y técnicos, estaban desti- nadas a lograr un control sobre las actividades educativas de los grupos extranjeros y eran, en definitiva, un paso decisivo en el logro de una hegemonia nacional en el campo educativo. El Acuerdo de 1889, “de conformidad con las instrucciones superiores”, dispu- so la participacién de los batallones escolares en los actos centrales en la Plaza de Mayo micnwas “autorizaba” a los Consejos de Distrito a realizar en las escuelas °6 “Nuestra Palabra” (Redacci6n), El Monitor, vi, pp. 331-334. 57 El Monitor, tomo vin, p. 819. 58 Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, CAmara de Senadores, 2 de julio de 1889. % Coincide con el establecimiento de la exigencia de la naturalizacién del extranjero para obtener ju- bilaciones y pensiones en 1887 y desempefiar cargos en la administracién publica, Correos, etcétera. 108 “fiestas y conferencias en las que domine el espiritu y sentimiento patridtico que el recuerdo de los acontecimientos de aquellos dias debe despertar en todo coraz6n ar- gentino”, dejando un margen bastante amplic a la iniciativa de directores y Consejos. El cuidado con que cl Consejo Nacional debia seguir a través de los inspectores el cumplimicnto de estas medidas y la necesidad de reiterar las indicaciones revela el peso de la inercia, que solo habria de ser vencida a través de una cuidadosa labor de larga duracién.% Estas dificultades hicieron necesario —a juicio del inspector técnico de Ve- dia— afirmar la generalidad de la obligaciér. para todos los nifios y docentes, y pre- cisar los elementos esenciales al acto. Asi lo expresa una circular del 13 de mayo de 1890 enviada a las escuclas: A fin de despertar en ellos el sentimierto nacional se ha dispuesto que se celebren por las escuclas en la forma que paso a detallar: todos los nifios debéan concurrir a las escuclas los dias 24 y 25 de mayo a las doce del dia astentando los colores de la bandera nacional o un pequefo escudo con las armas de la Replica; el 24 se canta- ria on todas las escuclas y por todos los nifios el Himno Nacional; los maestros explicarfan a los nifios los acontecimienios de 1810; el dia 25, nuevamente, se canta- ria el Himno Nacional y se tatarian temas hist6ricos en composiciones orales y es- 5.101 Disponia, ademés, el vuelco de la escuela hecia Ia comunidad. Los nifios protagoni- zarian actos patridticos no solo en la Plaza de Mayo, sino cn cada una de las plazas de los distintos barrios de 1a ciudad mas cercana a las escuclas. En cllas, macstros y alumnos, luego de las ceremonias escolares y cnarbolando la bandera, debian cantar cl Himno Nacional. Esta multiplicacién de los actos pauridticos de las escuclas coin- cide —como si resultaran de una misma decisién— con la proliferaci6n de homena- jes realizados por las asociaciones particulares, mAs variadas ese afo y el siguiente, cuando San Martin y la Repablica encabezaron cl gran desfile. Otro aspecto fundamental hacia el cua’ se dirigié la preocupacién del Consejo Nacional fue el de la enseftanza de la historia, Era “conveniente, hacer revivir en el coraz6n de la juventud el recuerdo de los dias de gloria para la patria, formando para ello programas especiales en los cuales se preste la atencién mas sefalada a la histo- ria nacional”, Para ello se hacfa necesario que “los maestros pongan el mayor empe- jlo cn hallar la forma més sencilla y clara para suministrarles esos conocimientos”, y se estaba “dispuesto a premiar al director de aquellos establecimicntos [...} que se distinguiesen en la enseftanza de esa asignatura”,'2 Desde entonces, la ensefianza de Ja historia patria adquiere una nueva importancia y El Monitor, en cuyas paginas ha- 100 EI Monitor, tomo vill, p. 1047. 101 Ef Monitor, tomo x, pp. 44-46. 102 hide, 109 bia estado completamente ausente a lo largo de casi dicz afios, comienza a publicar articulos sobre temas histéricos, discursos y clases ejemplares, recomendaciones di- dacticas, sugerencias, etcétera. Por otra parte, dado que la gencralidad de los escolares eran hijos de extranje- ros, era decisiva la actitud del maestro. Decfa Honorio Leguizamén —director de la Escuela Normal de Profesores de Buenos Aires— que el escolar: “vendrd, en una pa- labra, con la cabeza, con el corazén y hasia con el est6mago italiano”, en consecuen- cia, se debia aprovechar cualquier ocasién en la escucla con tal que ella pueda servir para despertar en el alumno este sentimiento [...] que se lama patriotismo [...] En la Reptblica Argentina més que en ningiin otro pais de la tierra la educacién publica debe tener un propésito nacional {...] De aqui, la necesi- dad de que la escuela sea eminentemente argentina para el escolar argentino; macs- 110s, libros, mapas ¢ ilustraciones morales, mobiliario, tiles, todo debe estar ungido con el dleo sugrado de la nacionalidad para neutralizar esa atmésfera extranjera que el nifio ha respirado durante sus primeros afios exclusivamente y que continia atin respirando cada dfa antes de ir y al retirarse de la escuela.103 Pero solo se trataba del comienz0, como en 1890 decia El Monitor a “varios érganos de la pronsa de la Capital” que hace poco pedian “educacién nacional [...] sin que ninguno de cllos nos dicse un programa de esa ensefianza, ni se apercibiese de que todo esta por hacerse a ese respect”. Era la etapa inicial de un rumbo de ac- cién de la escucla y de una preocupacién por la formacién de la nacionalidad que tendrd una larga cxistencia on la sociedad argentina, pero cuya emergencia se mani- fiesta muy clasamente en esos tiltimos afios de la década de 1880. Surgié cuando, desde diversos sectores de la élite, y por la confluencia de distintos problemas, se percibid con claridad que el proceso social y cultural no podfa ser abandonado a su movimiento espontanco, tanto por las fuertes dudas que suscitaba el futuro de una sociedad cn plena wansformaciGn, como por la situacién potencialmente dificil a que podia verse enfrentada la soberanfa de la nacién, Para solucionar la vulnerabilidad de la Argentina —un pais adn bastante débil, y abierto a una afluencia inmigratoria de Ja que dependia su crecimiento— se consideré decisivo impulsar la formacién de una nacionalidad no solo como factor aglutinante para la cohesién social, sino como un instrumento de afirmacién de la nacién y su soberanfa, pues las pretensiones externas se volverian peligrosas solo en la medida en que encontraran aqué aliento para ta for- macion de “otra” nacionalidad. Desde entonces, se inventaron y desarrollaron précti- cas, simbolos y contenidos, y se valorizaron las posibilidades del pasado como ele- mento aglutinador del presente. Se desarrollé una accién constante y regular sobre la sociedad a través de distintas instituciones —principalmente estatales— destinada a 103 “Educacién Patrictica”, La Prensa, 15 de mayo de 1893. 464 EI Monitor, tomo x, p. 915. 110 construir, alimentar y conservar la nacionalidad argentina, que tendrd dilatada vida. Aun cuando las précticas varien y especialmente las formulaciones te6ricas posterio- res reelaboren y modifiquen sus contenidos y significados, puede reconocerse la con- tinuidad de un movimiento iniciado en estos efios y en esta coyuntura singular. WL

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