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Páginas de Diario de Fernando Pessoa

(inglés y portugués)
Traducción Mario Bojórquez
1906

El más antiguo alimento literario de mi infancia se encontraba en las


numerosas novelas de misterio y de horrible aventura. Por aquellos libros
que son llamados para ‘los jóvenes’ que lindan con experiencias excitantes
poco me interesaba. Llevando una vida saludable y natural, no me
despertaban simpatía. Mi interés no era por lo probable sino por lo
increíble, ni siquiera lo imposible por grado de dificultad, sino lo imposible
por naturaleza.

Mi infancia fue sosegada (…), tuve una buena educación. Pero desde que
tuve conciencia de mí mismo, me di cuenta que tenía una tendencia innata
para la mistificación, para la mentira artística. Agréguese a todo esto un
gran amor por lo espiritual, por lo misterioso, por lo oscuro, que, al fin de
cuentas, no era sino una forma y una variación de aquella otra
característica mía y se completará la visión intuitiva de mi personalidad.
(Escrito a los 18 años originalmente en inglés)

1907

Pacto establecido por Alexander Search, del Infierno, en ninguna parte,


con Jacob Satanás, Señor, aunque no rey, del mismo lugar:

1. Nunca desistir o recusar en el propósito de hacer el bien a la


humanidad.
2. Nunca escribir cosas, sensuales o de alguna otra forma, que puedan
perjudicar o hacer daño a los que las lean.
3. Nunca olvidar, al atacar a la religión en nombre de la verdad, que la
religión difícilmente puede ser sustituida, y que el pobre hombre llora en la
oscuridad.
4. Nunca olvidar el sufrimiento y el dolor de los hombres.

† Satanás
su firma
2 de octubre de 1902
Alexander Search

Tengo pensamientos que, si consiguiera realizarlos y volverlos vivos,


agregarían una nueva luz a la estrellas, una nueva belleza al mundo y un
mayor amor al corazón de los hombres. (en inglés y firmado por el semi-
heterónimo Alexander Search)

1908

Ningún alma es más amable o más tierna que la mía, ningún alma tan
llena de bondad, de compasión, de todas aquellas cosas llenas de ternura
y amor. Sin embargo ninguna está tan solitaria como el alma mía –no
solitaria, nótese, por razones exteriores, sino por circunstancias interiores.
Quiero decir lo siguiente: al lado de mi gran ternura y bondad entró en mi
carácter un elemento del género enteramente opuesto, un elemento de
tristeza, de egocentrismo, de egoísmo por tanto, cuyo efecto es doble: el de
alterar y perjudicar el desarrollo y el pleno juego interno de aquellas otras
cualidades, y el de perjudicar, afectando depresivamente la voluntad, su
pleno juego externo, su manifestación. He de analizar todo esto, un día he
de expresarlo mejor, discriminar los elementos de mi carácter, ya que mi
curiosidad por todas las cosas, ligada a mi curiosidad por mí mismo,
conduce a la tentativa de entender mi personalidad.

Fui pensando en tales características que escribí, describiéndome a mí


mismo en “El día del escritor”:

Alguien como Rosseau…


Un misántropo amoroso de la humanidad.

En realidad, tengo muchas, muchas afinidades con Rosseau. En algunas


cosas, tenemos caracteres semejantes. El ardiente, intenso, inolvidable
amor por la humanidad, contrabalanceado por una porción de egoísmo –he
aquí una fundamental característica de su carácter e igualmente del mío.

Mi intenso sentimiento patriótico, mi intenso deseo de mejorar la situación


de Portugal provoca en mí – ¡cómo expresar con cuánto calor, con cuánta
intensidad, con cuánta sinceridad! – un millar de planes que, igualmente
que si un hombre pudiera realizarlos, debería tener una característica que
en mí es puramente negativa –la fuerza de voluntad. Pero yo sufro –juro
que hasta los propios límites de la locura— como si todo lo pudiera hacer y
al mismo tiempo fuese incapaz por la deficiencia de la voluntad. El
sufrimiento es horrible. Me lleva constantemente, he de decirlo, hasta las
puertas de la locura.

Y más allá de eso incomprendido. Nadie sospecha de mi amor patriótico,


mucho más intenso de lo que encuentro en todos cuantos conozco, de lo
que en toda la gente que conozco. No lo revelo a nadie; entonces ¿cómo sé
que no lo sienten igualmente? ¿cómo podré decir que su cuidado no es
análogo al mío? Será que, en algunos casos, en la mayoría, el
temperamento de ellos es enteramente diferente: es que en los otros casos
ellos hablan de un modo que revela la no existencia de, al menos, un
patriotismo nominal.

El calor, la intensidad –tierna, revuelta y ansiosa— del mío, nunca la podré


expresar, (…)

Más allá de mis proyectos patrióticos—escribir “República Portuguesa” –


provocar aquí una revolución, escribir panfletos portugueses, editar
antiguas obras literarias nacionales, crear una publicación, una revista
científica, etc. –, otros planes, consumiéndome con la necesidad de ser de
prisa realizados (…), se combinan para producir un exceso de impulso que
paraliza mi voluntad. El sufrimiento que esto produce no sé si puede ser
descrito como perteneciendo a este lado de la locura.

Agréguense a todas estas, otras razones aún por sufrir, unas físicas, otras
mentales, la susceptibilidad para todas las pequeñas cosas que puedan
dolernos (cosas, inclusive, que a una persona normal en nada afectarían),
agréguese otras cosas aún, complicaciones, dificultades de dinero –
agréguese a todo esto mi temperamento fundamentalmente desequilibrado
y se podrá tener la sospecha de que es realmente mi sufrimiento.

Una de mis complicaciones mentales – horrible más allá de las palabras—


es el miedo de la locura, que en sí mismo ya es locura. Me siento en parte
en aquel estado confesado por Rollinat en el poema inicial (creo) de sus
“Neurosis”. Impulsos, unos culpables, otros insanos, tendiendo, en medio
de mi agonía, hacia una terrible muscularidad, quiero decir, sentida en los
músculos –son en mí vulgares y su horror y su intensidad—mayores que
nunca en cantidad y en intensidad— son indescriptibles.

1910

Yo era un poeta animado por la filosofía, no un filósofo con facultades


poéticas. Me gustaba admirar la belleza de las cosas, rastrear en lo
imperceptible del minuto, qué pasa en el alma poética del universo.

La poesía de la tierra nunca muere. Podemos decir que las épocas pasadas
fueron muy poéticas, pero podemos decir (…)
La poesía está en todo –- en la tierra y en el mar, en el lago y en la margen
del río. Está en la ciudad también –- no lo nieguen— aquí donde me siento
es para mí evidente: hay poesía en el ruido de los carros en las calles, hay
poesía en cada momento o hasta en lo vulgar, ridículo movimiento de un
trabajador que, del otro lado de la calle, está pintando el rótulo de una
carnicería.

Mi sentido interior predomina de tal modo sobre mis cinco sentidos que
veo cosas en esta vida –lo sé— de una forma diferente a la de los otros
hombres. Hay para mí – hubo— toda una riqueza de significaciones en
cosas tan ridículas como la llave de una puerta, un clavo en la pared, los
bigotes de un gato. Hay para mí toda una plenitud de sugestiones
espirituales en una gallina que atraviesa la calle con sus pollitos, Hay para
mí un significado más profundo de lo que los propios recelos humanos en
el perfume del sándalo, en latas viejas en un montón de basura, en una
caja de fósforos dejada en una basurero, en dos papeles sucios que en un
día de viento revolotean y se persiguen por la calle abajo. Porque la poesía
es espanto, admiración, como alguien quien al retumbar de los cielos con
plena conciencia de su ensimismamiento, mirara atónito hacia todas las
cosas, como alguien que conociese las cosas en sus almas, haciendo todo
por acordarse de este conocimiento, acordándose de que no fue así como
las conoció, no fue bajo estas formas y estas condiciones, pero no
acordándose de nada más.

*
Es necesario ahora decir el género de hombre que soy. Mi nombre no
interesa, ni cualesquiera otros pormenores exteriores y particulares a mi
respecto. Es sobre mi carácter que tengo que hablar.

Toda la constitución de mi espíritu es de hesitación y duda. Nada es o


puede ser positivo para mí; todas las cosas oscilan en mi rededor, y yo con
ellas, en una incertidumbre para mí mismo. Todo para mí es incoherencia
y mudanza. Todo es misterio y todo es significación. Todas las cosas son
una “desconocida” simbólica de lo Desconocido. Consecuentemente,
horror, misterio, miedo superinteligente.

Por mis propias tendencias naturales, por el medio en que crecí desde
pequeño, por la influencia de los estudios abordados bajo su impulso (de
aquellas mismas tendencias), por todo eso tengo de esas especies de
carácter ensimismado, egocentrista, mudo, no autosuficiente, pero
autoperdido. Toda mi vida ha sido de pasividad y de sueño. Todo mi
carácter consiste en el odio, en el horror de, en la incapacidad para actos
decisivos, para pensamientos definidos, que roe físicamente y totalmente
todo mi ser. Nunca tuve una resolución nacida de mi autodominio, nunca
una expresión de mi voluntad consciente, mis escritos quedaron siempre
inacabados: siempre se entrometieron nuevos pensamientos,
extraordinarias, inexcluíbles asociaciones de ideas que sólo tienen por
término el infinito. No consigo dejar de odiar mentalmente la idea de
acabar cualquier cosa; al respecto de cualquier cosa simple, surgen diez
mil pensamientos y diez mil interasociaciones de estos diez mil
pensamientos y no tengo fuerza de voluntad para eliminarlos o detenerlos,
ni para juntarlos en un pensamiento central en que sus poco importantes
pero interligados pormenores pudieran perderse. Pasan en mí; no son
pensamientos míos, pero son pensamientos que pasan a través de mí. No
pondero, sueño; no me siento inspirado, deliro. Sé pintar pero nunca
pinté; se componer música pero nunca la compuse. Extrañas concepciones
sobre las tres artes, adorables pinceladas de la imaginación me pasan por
el espíritu; pero las dejo dormidas hasta morir, pues no tengo el poder
para darles el cuerpo que les pertenece, para hacer de las cosas del mundo
exterior.

Mi carácter mental consiste en el odio a los principios y a los fines de las


cosas pues son puntos definidos. Me aflige la idea de que una solución
pueda ser encontrada para los más altos y los más nobles problemas de la
ciencia y la filosofía; me horroriza que cualquier cosa pueda ser
determinada por Dios o por el mundo. Me enloquece que las cosas de
inmediato se cumplan, que los hombre algunos días sean felices, que una
solución pueda ser encontrada para los males de la sociedad. No soy con
todo malo o cruel; soy un loco y es eso lo que me es difícil de entender.

Aunque he sido un lector voraz y apasionado, sin embargo no me acuerdo


de ningún libro que haya leído, tales fueron en tanto los leía los estados de
lectura de mi propio espíritu, mis propios sueños, o mejor, provocaciones
de sueños. Es vaga más que incoherente mi memoria de los
acontecimientos, de las cosas externas. Me estremezco al pensar como es
tan poco lo que me quedó en el espíritu de mi vida pasada. Yo, el hombre
que afirma ser hoy un sueño, soy menos que una cosa de hoy.

Notas personales

Rebasé el hábito de leer, dejé de leer sea lo que fuera, excepto periódicos,
literatura ligera y libros casualmente accesorios a cualquier asunto que
pueda estar estudiando y al respecto de los cuales el simple raciocinio sea
insuficiente.

Casi dejé caer la literatura como tal. Podría leerla para aprender o por
placer. Pero no tengo ya nada para aprender, y el placer extraíble de los
libros es de un género que puede ser sustituido con provecho por los que
el contacto con la naturaleza y la observación de la vida pueden ofrecer
directamente.

Estoy ahora en posesión de las leyes fundamentales del arte literario.


Shakespeare ya no me puede enseñar a ser sutil, ni Milton a ser completo.
Mi intelecto adquirió una maleabilidad y un alcance que me habilitan a
asumir cualquier emoción que desee y entrar a voluntad en cualquier
estado del alma. Para lo que es siempre un esfuerzo y una angustia, la
completitud, ningún libro puede ayudarme.

Tal no significa que me haya liberado de la tiranía del arte literario. Apenas
la asumí por una sumisión para conmigo mismo.

Tengo conmigo siempre un único libro—“Las aventuras de Pickwick”. Leí


varias veces los libros del Sr. W.W. Jacobs. La decadencia de la novela
policiaca cerró para siempre una puerta que tenía abierta hacia la
escritura moderna.

Dejé de interesarme por las personas meramente expertas – Wells,


Chesterton, Shaw. Las ideas de estas personas son análogas a las que se
les ocurren a los no escritores; la construcción de sus obras es una
cantidad enteramente negativa.

Había un época en que leía apenas por el hábito de leer. Entiendo ahora
que hay pocos libros útiles, igualmente en asuntos técnicos que pudieran
interesarme.

La sociología es enteramente (…); ¿quién puede soportar esta escolástica


en la Bizancio de hoy?

Todos mis libros son libros de referencia. Apenas leo ya Shakespeare en


relación al “Problema de Shakespeare”: el resto ya lo sé.

Descubrí que leer es una especie esclava del sueño. Si tengo que soñar,
¿por qué no mis propios sueños? (…)

1913

Plan de vida

Un plan general de vida debe presuponer, antes que nada, la obtención de


una estabilidad financiera de cualquier género. Coloco los límites
necesarios para las cosas humildes a las que llamo la estabilidad
financiera en cerca de sesenta dólares, de los cuales cuarenta son para las
cosas necesarias de la vida, y veinte para las superfluas. La forma de
obtenerla será acrecentar a los treinta y un dólares de las dos oficinas (P y
FF) más veintinueve dólares cuya procedencia tiene aún que ser
descubierta. Rigurosamente para vivir, cincuenta dólares pueden llegar,
pues, tomando treinta y cinco como una base necesaria, quince cubrirán
el resto.

La próxima cosa esencial es fijarme en una residencia donde haya espacio


suficiente, al mismo tiempo para vivir y para mis conveniencias, para
acomodar todos mis papeles y libros en buen orden; es todo esto sin
grandes posibilidades de mudarme dentro de poco tiempo. Parece que lo
más fácil sería que yo mismo rentara una casa –en la base de ocho o nueve
dólares— y en ella vivir confortablemente, cenar allí mismo ( y desayuno),
o cualquier cosa aproximada. – ¿pero sería esto realmente conveniente?

Sustituir, en lo que respecta al acomodo de los papeles, mi gran baúl por


cajas más pequeñas, conteniendo los papeles por orden de importancia.
Me quedaría con el gran baúl y el otro que está en la casa de A. S. para
guardar simples periódicos y revistas.

Sea lo que fuera que el Destino quiera, así será.

Estética de la abdicación

Conformarse es someterse y vencer es conformarse, ser vencido. Por eso


toda victoria es una grosería. Los vencedores pierden siempre todas las
cualidades de desaliento con el presente que los llevó a la lucha que les dio
la victoria. Quedan satisfechos, y satisfecho sólo puede estar aquel que se
conforma, que no tiene la mentalidad de vencedor. Vence sólo quien nunca
consigue. Sólo es fuerte quien se desanima siempre. Lo mejor y lo más
púrpura es abdicar. El imperio supremo es del Emperador que abdica de
toda vida normal, de los otros hombres, en quien el cuidado de la
supremacía no pesa como un fardo de joyas.
Páginas de un diario

De 15-2 a 9-4-1913

15-2

De las 12 1/2 a las 14 3/4 en casa de Ponce de León. Hablamos


principalmente de Sá-Carneiro. Leyó y me dio a leer concisas y dolorosas
cartas de él. Me habló de su obra de teatro (P(once)) –“A venda”— que está
escribiendo. Afirmó estar en desacuerdo con la “Renascença”. Que S(a)-
C(arneiro) gustaba inmenso de mí; “¿También quién es que no gustaba de
usted?”. Un rayo de sol. – Seguí hacia la oficina de M(ayer), de allí para
conseguir el certificado de casamiento de Mario, en el 3º barrio. – Fui dos
veces a la oficina de Lavado no estaba en ambas. Nada hice allá. – Acabé la
carta a Sa-Carneiro, fechada el 8, y de la misma fecha, para Mamá,
extensa y amarga, de la que hay que sacar una copia. – A Sa-Carneiro
mandé dos poemas, el “Braço sem corpo” y “A voz de Deus” – Fui al
consultorio de Jacque (?).

Imposible la letra con fiador como yo sugería en mi carta. Hablamos sobre


el caso M. F. y concordamos sobre la ausencia de sentido moral patente en
todos los tocados por él. J. me dio esta Agenda. – A la noche en la
Brasileira con Corado y Joao Correia d’Oliveira, que presenté al uno con el
otro. Conversación interesante. Allí mismo en la Brasileira leí después con
C(orado) la “Comédie de celui qui épousa une femme muette” de Anatole
France. Nada más interesante. Llegué a casa hacia las 2 h., habiendo
acompañado a C(orado) a la suya. En la cama casi no leí. Hojee, sin leer, a
Emerson. – Siempre preocupado por causa de los 5000 reis de Rosa, de los
5000 reis que hay que pagar a Mayer antes del 20 y por la imposibilidad
del viaje inmediato hacia el Algarve.

Tomé algunas notas para mis reflexiones. Pero nada escribí de mis
reflexiones. Construí, sin embargo, una especie de comedia horrorosa, en
parte ya recordada: “O Pinhal do Rei”. Me recordó la idea de los varios
aplazamientos y del concilio para sacar a la paralítica del pinar.

16-2. (Domingo)

Antes del almuerzo (12 1/2) di un paseo totalmente hueco, meditativo,


estéril y soñadoramente. Después salí hacia la oficina de Mayer. Pasé por
la Brasileira y allá me quedé hasta las 15 h., hablando con el Idilio
Perfecto. Me ofreció un lugar en un periódico que está montando; no me
rehusé carrément, pero no acepté. – En la oficina de Mayer desde las 15
1/2 hasta las 18 1/4 o 18 1/2. Copié parte de la carta para Natal. La
máquina se descompuso. Escribí pedazos del “Marcos Alves” y del
“Filatelista” . Construí finalmente el personaje integral de Marcos Alves.
Fijé el Filatelista también. La “Construcción” fue principalmente en un
pequeño paseo hasta el Rossio con que corté la estadía en la oficina. De las
17 1/2 hasta las 18 estuvo acá Francisco. – De noche en casa, dormí toda
la tarde. Apenas vagas e informes ideas para las reflexiones.

17-2. (Lunes)

Durante el día copié la carta para Natal, que no sigue más. Fui a la nueva
oficina de Lavado, en la Rua da Prata, a las 17 y escribí cosas que me
detuvieron hasta las 18. Antes de eso gasté el día inútilmente paseando
por la ciudad, y yendo al Ministerio de Guerra por causa de aquello de
Mayer. – Después de cenar vine hasta la Brasileira. Estuve desde las 21
1/2 hasta 24 hablando primero con Barradas sobre cosas fútiles;
contando yo cosas del Dr. Nobre (?); y después con J. Anahory con quien
poco hablé; él estaba leyendo. Divergimos un poco en cuanto a Bernstein,
él tomando una actitud de encendida autodefensa. – En la tarde hablé con
A. Gayo que cuenta que irá a Madrid para convencer a Rosario Pinto de
traducir “O Desconhecido” al español, cuando viniese por aquí. – Pocas e
informes reflexiones tuve; uno u otro punto secundario de Marcos Alves se
esbozó. – Esbocé dos poesías inglesas de noche, cuando regresé a casa.

18-2. (Martes)

Almorcé temprano (10) y salí temprano de casa. Al barbero, oficina de


Mayer y después al Ministerio de Guerra y Arsenal del Ejército. Con todo
se salvó el paseo; agradable al sol y al frío. Me dirigí a la oficina de Joao
Correia de Oliveira para pedirle 5000 reis y devolver a Mayer 1500 reis
para pequeños gastos. En el Chiado me encontré a José Figuereido y
estuvimos un rato a la entrada de la Calle de la Enmienda discutiendo a
Wagner, y después a Valerio de Rajanto. Pasó Joao Correia de Oliveira y
me dijo que iría a la Brasileira. Fui allá y lo encontré con el Augusto
Santa- Rita. Discutí “O Doido e a Morte” de Pascoaes, él fraternalmente en
contra, yo casi callado. Hablamos del plan de mi revista “Lusitania”, plan
completo, y el quedó preso(?) del asunto, prometiendo escribir a un editor
de Porto sobre el asunto. Vine a la Baixa a la Librería Ferreira, con Santa-
Rita. Me dio a leer una carta a una actriz, Ester Durval, que va a publicar,
parece que en “Novidades” del género. Oficina de la Rua da Prata de las 15
1/2 a las 16 1/4; dos cartas. Vine a la oficina de Mayer. Mandé carta a
Lavado pidiendo 1000 reis. Continué copiando la carta de Natal. – De
noche estuve en la Brasileira, salí luego con Costa. Me fui a casa a pie con
él. Esbocé el folleto sobre Oscar Wilde y parte de la Teoría de la
Aristocracia. – Recibí una postal de tía Lisbela y “O Doido e a Morte” de
Pascoaes, en el correo de la mañana.

19-2. (Miércoles)

Un día casi en blanco: salí de la casa a las 13. Oficina de Lavado (Rua da
Prata); recibí 1000 reis. Encontré a Boavida y fui con él a la redacción de
“Teatro”, una revista suya. Tal vez publique ahí la crítica que tengo en
borrador de “Bartolomeu Marinheiro” de Lopes Vieira. El resto del día lo
pasé sin razón de ser.—De noche estuve en la Brasileira, huecamente
hablando con Barradas y el Anahory más joven. Aparecieron Cobeira (?) y
Castañé. Salí con éste, vine a la oficina de Mayer a mostrarle las aguas
fuertes (fue lo que él dijo que eran) de Rafael Bordado Pinheiro; Castañé
dice que tal vez tuvieran algún valor. Quedó de venir al día siguiente para
mostrarlas a M.E.B.P. fui con Castañé al Martinho, hablamos unos
minutos con Lacerda. Fui a casa. –Tomé unas notas sobre una nueva
orientación de dar la carta al Ministro Inglés.

20-2. (Jueves)

Me levanté temprano. Vine a la oficina de Mayer a las 10., estuve en la


Brasileira de Rossio con Cunha Dias. Me habló de la futura conferencia. –
Me seguí a la oficina. Estuve allá escribiendo en esta agenda hasta las 11
1/4. A la casa, almorzar. Volví a las 12 1/2 fui al 3º Barrio a pagar los 100
reis que debía. De regreso encontré a Fortunato de Fonseca; fuimos a la
Brasileira donde discutimos asuntos literarios; para él Junqueiro es un
gran escritor, no un gran poeta, y lo mejor de él es lo irónico. Esto inter
alia, de las cuales muchas cosas interesantes. –Pasó por la Brasileira
Castañé. Nos vinimos a la oficina de Mayer para que él se llevara las
aguas-fuertes. Entre tanto terminé de copiar la carta para Natal.—Siguió la
carta para Natal.— Castañé regresó declarando los dibujos en 6000 reis
cada uno; comprador probable Cruz Andrade de Ameixoeira.— Oficina de
Lavado (Rua da Prata) a las 17. Nada que hacer.— Toda la noche en casa.
Por la tarde dormí. Despierto de las 0 a las 4, escribiendo varios
fragmentos sobre Oscar Wilde, educación, y teoría aristocrática. Leí W.W.
Jacobs hasta dormirme, para abatir la excitación de haber pensado.

21-2. (Viernes)

Desperté a las 10. Vine a la Baixa, oficina de la Calle de la Plata a las 13;
nada. Estaban Lavado y S. Franco. Seguí hasta la Brasileira del Chiado;
hablando con Joao Correia de Oliveira, Inter. Alia, sobre Pascoaes; él
cortando delgadito. Un peuqño paseo. Oficina de Myaer; un poco sin nada
que hacer excepto fumar y escribir unos versos de “Galaäs”. —Durante la
tarde toda estuve en la redacción de “Teatro” hablando con Boavida y
Eduardo Freitas. Este me provocó a que escribiese el ataque al “Bartolomé
Marinero” de Lopes Vieira. Entre tentado y queriendo huir de la broma, me
senté y de las 16 3/4 a las 10 1/4 escribí el artículo. Boavida lo apreció
mucho. La tarde en casa. – De noche vine a la Brasileira. Estuve
conversando con Corado y con Pinto, muy estudioso y leido, hasta las 23
aproximadamente, Fui a la casa, llegando a las 23 3/4. conversando con
raul costa. – No dormí sino hasta tarde. Estuve intraquilamente leyendo
ww jacobs, para curarme el efecto de una cosa que Corado me contó que
enrique Rosa casualemente de mí dijera. – Pocas anotaciones tomé sobre
cualquiera de los asuntos que ahora me interesan.

22-2. (Sábado)

Me levanté temprano y temprano desayuné para irme a la imprenta a ver


las pruebas del artículo sobre “Bartolomé Marinero” . Estive allá excepto
por pequeños periodos en la oficiana de Mayer y Lavado (una carta), todo
el día hasta las 19. – Fui a casa a cenar. Volví ala imprenta, vi el cominzo
del tiro del periódico, mi artículo hubo de ser recortado. Me dio pena de
que así fuera y dije que era justoy no le hacía daño, porque así sentía yo
que era. En la Brasileira hablando con Fortunato Fonseca, Anahory,
Corado. Éste, no sé si casualemente, repetió, hablando sólo conmigo, la
frase que de Rosa ayer me citara. Ya me molestó menos. Estuve en la
Brasileira hasta la 1. Me irrité, un poco, interiormente, con Carlos de
Sousa masajista(…) a quien personalemente no conozco, por extranjerizar,
desdeñando, por portugués, el anuncio de la Liga Naval sobre la Defensa
Nacional. – Una visión de cuanto con lo que la Renascenca Portuguesa
debe luchar para defender esto.

23-2. (Domingo)
Pasé casi todo el día en la oficina de Mayer, escribiendo, paseando. Antes
estuve en la Brasileira, a la puerta, hablando con Fortunato de Fonseca;
interesante él, como siempre. Pude pasear un poco. Llegué tarde a la casa.
Unos fragmentos más de “Marcos Alves”—alugunas paradojas nmenores.
Recibí telegrama de Sá-Carneiro. “Teatro” no salió.

24-2.(Lunes)

De día de la oficina de Lavado a la de Mayer, y un poco en la Brasileira con


Cortes-Rodrigues. Le pedí una poesía, que me leyó para “Aguia”. De noche
salí, vine a la oficina de lavado, donde estuve trabajando hasta las 11 1/2.
Poca cosa pero pequeños apuntes, incluyendo la carta de Navidad
(referente al día 12). – En l redacción de “Teatro” Freitas dice que así no
funciona, que Boavida estaba durmiéndose(¿?) al dirigir aquello, etc.
25-2. (Martes)

A la Baixa a las 11 1/2. recibí dinero de la tía Rita en el Banco de Portugal.


En la Brasileira; hablé un poco, con Coelho. En el escritorio de Mayer.
Escribí y mandé las cartas de a Mamá (fecha del 19), Álvaro Pinto
(mandando versos el Cortes-Rodirgues), y Sá-Carneiro, de quien recibí hoy
un telegrama (no en respuesta a éste, sino uno de anteayer, viniendo la
carta con fecha de 24) – De mañana y duarante el día , tuve varias ideas
para las paradojas –De noche en la Brasileira, hablando con el Teniente
Marques, salí, yendo a casa de Corado. Hablandop con él hasta la 1 1/4.
Conversando de varias cosas, sin gran importancia de cualquier especie.
Él exponiendo su dispersión espiritual.

26-2. (Miércoles)

Por la mañana, me provocó la lectura del periódico variadísimos conceptos


paradojales. Salí de la casa sólo hasta las 14 1/2, pues llovía mucho. En la
Brasileira: hablando con el Coelho y el otro, el Rocha que fue del taller(¿?)
de Fontes. – Oficina de Mayer; después hablando asaz larguamente con
Antonio Ferro en la Calle de Oro. Oficina lavado – nada. Oficina Mayer –
una carata extensa. Salí eran las 18 3/4. – Por la mañana recibí carta de
Navidad, la que debería haber llegado el sábado pasado. – Por la mañana
decidí escribir en portugués “El templo de jano”; y en nglés solamente
“Cntroversial Matter” como “Concerning Oscar Wilde” la defensa de la
República Portuguesa, etc. – De noche en la Brasileira. Varias ideas
paradojales.

27-2. (Jueves)

De día nada que hacer en las oficinas de lavado y Mayer. Estuve en la


Brasileira con Gayo, que me expuso dos piezas suyas. Del mismo tema,
tratado diversamente. –Más trade fui a la redacción de “Teatro”;
presentado por Boavida a Vitoriano Braga. Un poco incómodo por la
atmósfera, por una mujer que estaba sentada discretamente en el sofá a
un lado de R. Santos. Creo que no se notó mi incomodidad. – De noche en
la Brasileira, estuve hablando con Corado y Anahory, seria y largamente,
sobre escepticismo y creencia; todo a propósito de que Anahory, sabiendo
por mí mismo que yo era (supongo) descendiente de cristaos-novos, dijo
que yo tenía características semíticas – la nariz un poco; además, la
preocupación de tomar las cosas en serio.— A la casa con Corado. Llegué a
la casa, debían ser las doce y media, cuando mucho. – Tuve, duarante el
día, varias ideas para las paradojas; pero no fueron muchas ni fueron
extraordinarias.
28-2. (Viernes)

(Habiéndome olvidado de llenar la página del día siguiente, perdí de la


memoria lo que hice en este día, excepto que tuve algunas ideas, muy
pocas, para varios escritos en proyecto.)

1-3. (Sábado)

Por la mañana recibí cartas de Durban y de Sá-Carneiro. – Después de la


comida pensé varias pequeñas poesías, siendo una alteración de la “Voz de
deus”, para concordar con la crítica de Sá-Carneiro. A la Baixa para la
oficina de Mayer. Estuve escribiendo las poesía compuestas en casa, y en
esta agenda. Salí de la oficina de Mayer a las 14 1/2. Fui a la imprenta a
ver si ya estaban imprimiendo “Teatro”. Estuve allí, con unainterrupción (ir
a la oficina de Lavado) haasta las 19. De noche volví por allá. Fui con
Almada Negreiros al cuarto de él para ver los trabajos de la exposición;
eran muy buenos. Fueron también al mismo tiempo, Castañé, lacerda y un
muchachito Joyce, primo de Antonio Joyce. Llegupé a la casa un poco
después de la media noche.

2-3. (Domingo)

Vine a la Baixa hacia las 14, con la intención de trabajar en la oficina de


Mayer. Fui, sin embargo, primero a la Brasileira y allí asistí a una escena
de pugilato verbal muy desagradable, entre Joao Correia de Oliveira y
Alfredo Guimareas. Después estuve hasta las 17 3/4 en la redacción de
“Teatro”. Estaba Boavida; vienieron después Vitoriano Braga y Alamada
Negreiros. Vine a la oficina de Mayer. Escribí el principio de la carta para
Pascoaes. Fui a la casa. De noche, dormí la tarde; después leí un poco.
Casi ninguna idea tuve. – El día estuvo de primavera.

3-3. (Lunes)

Vine a la Baixa a las 11, hacia la oficina de Mayer, donde estuve pseudo-
trabajando hasta las 13. (El correo trajo carta de Sá-Carneiro.) Fui,
después de vagar un poco, vieneienndo de vez en cuando a la oficina de
mayer, al escritorio de Lavado donde, junto a las cartas por hacer,
encontré una carta para mí , que archivé. Se me ocurrió el poema sobre el
Capitán Scott. Preparé la parte central, y el “preludio”, que debo alterar,
por creer que los hombres habrían muerto ahogados. – También estuve en
la redacción de “Teatro”, donde me entregaron “O Gomil dos Noivados”,
para base de mi artículo sobre Sousa Pinto. Me elogiaron por el artículo ,
varias veces en el día, Raul carneiro, Martinho Fonseca, Barradas, Nuno
de Oliveira(de noche) y el Idilio Perfecto. – De noche en la Brasileira, con
Corado. A la casa con él. – Cuando fui a la casa a cenar, encontré una
carta de A. J. Costa (a quien encontré después en la Brasileira) y una
postal; plûtot desagradable , de Alvaro Pinto.

4-3.(Martes)

Vine a la Baixa, a la oficina de Mayer a las 10; estuve hasta las 11 1/2
respondiendo a Álvaro Pinto, y copiando después la carta a máquina. De
regreso de casa, de comer, ejecuté varios recados para D. Palmira (¿?) y tía
Anica. Vine hasta la Brasileira, estuve hablando con Carlos A. Ferreira,
salí con él. Fui a la oficina de Lavado: una carta. 14 h. Volví a la oficina de
Mayer, estuve escribiendo aquí; una carta a Vila-Moura, y una postal a
Mario Beirao? Volví a la oficina de Lavado; una carta más. Pasé por la
redacción de “Teatro”, donde estuve apenas unos minutos. Llevé allá “A
Aguia”, a causa del retrato de Sousa Pinto. – Fui a casa de Henrique Rosa
ara ver si ellos tenían la receta de los oídos tapados, que allá dejé. No la
encontré. Estuvimos conversando. A casa. Antes de cenar comencé una
carta a Sá-Carneiro. Vine a la oficina de Mayer donde estuve escriebiendo
aquí (¿?) y a llevar papeles en la cartera.

5-3 (Miércoles)

Gran parte del día en la oficina de Lavado. Unos momentos en la oficina de


Mayer. Por la mañana continué la carta a Sá-Carneiro. Fui a la oficina de
José maría Sousa a pedir el Só.
Lo trajimos a la Brasileira en la noche. Lo llevé a la Librería Ferreira.
Alteré, etc. y escribí algunas poesías. – De noche en la Brasileira con
Anahory; presentó a Antonio Arroyo. Interesante; en algunos puntos
limitado. A casa ya tarde.

6-3. (jueves)

Por la mañana recibí la “Vida Portuguesa” y las pruebas de los sonetos de


Cortes-Rodrigues, venidas de la “Renascença”. Vine a la Baixa a las 11
1/2, vendí el “Só” por 1500 reis en la Librería Ferreira. Oficina de Mayer,
dos veces. Oficina de Lavado, dos veces: unas dos cartas. Escribí el
artículo sobre Sousa Pinto. En la Brasileira dos veces: leí los artículos al
Idilio Perfecto. Carlos Amaro me estuvo leyendo una sección que va a abrir
en la “Luta”. Hizo de mí su oyente, nada más. Alfredo Guimaraes leyó el
artículo sobre Sousa Pinto y lo encontró injusto. Escribí una postal a
Cortes-Rodrigues y 2 a Rebelo. Nada de literario. Idilio Perfecto me convidó
para hacer una crítica en su periódico, que saldrá en abril; acepté, en la
Brasileira hablando con Corado, después en la Brasileira de Rossio, con
Cortes-Rodrigues y Lacerda. Casa. Llegué 3/4. – En la oficina recibí una
postal de Xavier Pinto.
7-3 (viernes)

A la Baixa temprano a las 10 horas. En la oficina de Mayer, respondí un


telegrama de Alvaro Pinto, que recibí en la mañana y le reenvié las pruebas
de los sonetos de Cortes-Rodrigues. – Durantye el día le escribí a Cruz
Magalhaes; para Durban, incluyendo el “Formulario Ortográfico”; a Sá-
Carneiro (acabé y envié la carta y también el primer número de “Teatro”).
Hice varios recados para tía Anica. Fui a la imprenta 3 veces para revisar
las pruebas, pero no estaban nunca listas. Encontré a Cunha Dias que me
dio un boleto de platea para su conferencia –mal, porque coincide con el
concierto en el “Republica” . Me quedé dudando y confundido, sin saber a
cual debo ir. Hable con Boavida en la calle ; me estuvo leyendo un artículo
suyo que saldrá en el próximo número de “Teatro”. – Igualmente antes de
irme a cenar encontré a Rebelo en la Brasileira; hable con él de aquello de
Lavado. –De noche dormí una siesta. Nada de literario hecho o pensado.—
En la tarde llegó carta de Natal y una de Mario Beirao, del 6, de Ancede.

8-3 (Sábado)

Fui a la Baixa a las 12 horas. Varias veces pasé a la imprenta; a las 15 y a


las 19 revisé las pruebas de mi artículo; el 2º número de “Teatro” sólo sale
hasta el lunes. En la oficina de Lavado: sólo una carata. No escribí
ninguna carta, ni tomé anotaciones intelectuales. Supe que Cunha Dias ya
no daría su conferencia, el 9, en el Nacional. En la noche estuve en la
Brasileira con el Idilio Perfecto; después con Ghira (¿?) y con Barradas y
Almada Negreiros. Frases casuales, ni siquiera conmigo (excepto, lo que,
felizmente, aguanté risueño y calmado, la cita de Almada de las frases—
Castañé le había pedido que no dijesen indecencias delante de mí,
discutieron la nota de “Marcos Alves”. En la mañana la insistencia de tía
Anica sobre la cuestión del empleo, a propósito de un anuncio en el
“Seculo”, habría combatido la otra nota. Dije que respondería al anuncio, y
, de noche, que ya había respondido, pero no pensé en hacerlo. – A la
media noche y 1/4 fui a cortarme el cabello y hacerme la barba; y regresé
a casa. – Recibí, por la mañana, una carta de Vila-Moura, y por latarde un
nota postal de Cruz Magalhaes, acerca de las aguasfuertes de Bordalo
Pinheiro.

9-3 (Domingo)

De la casa a la Brasileira; Boavida me dio un “promenoir” para el concierto


del Teatro de la República. En el concierto hasta cerca de las 18. Inferior –
me pareció— la sinfonía de Freitas Branco. Con esto concordaron Boavida
(en la Brasileira, después) y el Cortes-Rodrigues, con quien asistí al
concierto. –Después del concierto estuve en la Brasileira; oyendo a Eugenio
Vieira leerme versos razonables, un soneto bueno. Curiosa su enorme
vanidad; inofensiva, sin embargo. En casa, en la tarde, dormí. – Nada de
literatura.

10-3 (Lunes)

A la Baixa al mediodía. Oficina de Mayer dos veces. Otras dos en la de


Lavado. A las 3 encontré a rebelo, para con el acordar si le serviría la
oficina de Lavado. Después hablé con Lavado sobre el asunto. A lo que
parece, sirve. También estuve en la redacción de “Teatro”; hablé con
Freitas. Él compró las “Cousas de Agua” de maria Amalia Vaz de carvalho.
Es el libro a atacar esta semana. Recomencé la carta a Pascoaes. – De
noche en la Brasileira. Hablé con Corado y un poco con Fortunato da
Fonseca. A la casa con Corado, ente muchos temas psicologizando sobre
Fortunato. Corado está de acuerdo conmigo al respecto de mi definición de
su personalidad. A la casa a las 1 1/2.

11-3 (Martes)

Un día lleno y febril. A la Baixa en la hora acostumbrada. Traté algunas


cosas para Mario. Pasando por la Brasileira de Rossio, me quedé allá
hablando con Vitoriano Braga, quien me contó la pieza. Después encontré
allá a Garcia Pulido, y, salvo un intervalo (de las 6 1/2 a las 8), en me fui a
cenar, por ser pequeño, hablamos desde las 2/12 hasta las 11 de la noche.
Anduvimos paseando y discutiendo y exponiendo inmensas (cosas).
Acordamos nuestro panfleto “Juego Franco” semanal, pudiendo ser, cada
uno produciendo un número alternadamente. Encontramos que tenemos
un punto de vista común – republicano, antiafonsista, anti-socialista.
Recibí por la mañana una postal de Sá-Carneiro. Escribí ya tarde una o
dos poesías.

12-3 (Miércoles)

A la oficina de Lavado a las 10; allá hasta las 2 de la tarde. Después hablé
a Garcia Pulido despidiéndome. Resto del día (…) .—Por la mañana una
postal de Sá- Carneiro.

13-3 (Jueves)
Día perdido, excepto por la sorda acumulación de energía.—Oficina
Lavado. Carata en la oficina de Mayer. Después fui a la Brasileira; sólo fui
a cenar hasta media noche. Carta de Sá-Carneiro por la mañana. Carta de
Natal por la noche.

14-3 (Viernes)
Vine a la Baixa a las 9, a la oficina de Mayer. Fui a lo de Lavado después
donde escribí una carta.—De noche en la Brasileira con Corado(¿?). Salí
con él, hablando de varios asuntos en un paseo largo que fue hasta
Alcantara y vuelta.

15-3 (Sábado)

De día fui a la casa de Henrique Rosa, después, encontrando a Cortes-


Rodrigues, le di a él el encargo de Henrique Rosa y tía Anica, que así
concluyó.—Llevé a Rebelo a la oficina de Lavado. Acordamos que se
quedase y que viniera el lunes. Hablando con Afonso Gayo en la
“Brasileira”. Él dijo varios disparates analíticos.—De noche hablando en la
Brasileira con Joao Correia de Oliveira, yendo después hasta su casa, para
buscar la “Vida Eterea”. Allí hasta la media noche y media hora más;
hablamos inmenso, íntima, interesantemente. Le recité mis versos que los
que gusto bastante, a lo que parece. Se sorprendió del hecho de que yo sea
poeta.

16-3 (Domingo)

Por la mañana, un nota postal de Antonio Ferro. Salií de casa poco


después de la 1. Fui al concierto. Hablé allá con Cortes-Rodrigues y con un
cuñado que me presentó. Después estuve en la Brasileira hablando con
Eduardo Graça.—De noche en la Brasileira.—Algunas pequeñas ideas
literarias.

17-3 (Lunes)

Vine a la Baixa temprano para ir a la oficina de Lavado, a auxiliar a


Rebelo. Vine; él no necesitaba nada. (No me acuerdo del resto del día.)—De
noche, en la casa, encontré una nota de la firma Lavado (por Augusto
Franco pidiéndome estar ahí mañana a las 9, porque Rebelo había salido
sin regresar. De noche en casa. Algunas ideas literarias.—Durante el día
hablé con varias personas conocidas.

18-3 (Martes)

A la Baixa temprano; en la oficina de Lavado, hasta el 1/2-día. Después


anduve por varios puntos. (No me acuerdo bien de las personas que vi.) En
casa , cuando fui a cenar, encontré una carta de Cruz Magalhaes, que el
lunes viniera a la oficina a ver las aguasfuertes, y una nota explicativa de
Rebelo.—Yo hube, durante el día, escrito a Rebelo, Cruz magalhaes así
como a Garcia Pulido, mandándole 4 poesías de Pessanha.
Algunas pequeñas ideas literarias.
19-3 (miércoles)

A la Baixa temprano, con mario, hacia el bufete de E. Silva, para los


testimonios de una demanda; no fui, pero fui a una abertura de señal.—En
la redacción de “Teatro” fui presentado por Boavida Portugal a Manuel
Antonio de Almeida; recité versos de Pessanha, y hablé bastante; él un
flaco conversador y hombre de pulimento(¿?).—A las oficinas de Lavado y
del (hermano); cartas en ambos.—En la Brasileira hablando con Torres
d’Abreu e Idilio Perfecto.—(Por la mañana recibí una postal de Sá-
Carneiro.)—En la noche, en casa. Escribí una postal a Cruz Magalhaes.—
Pocas ideas…

20-3 (Jueves)

A la Baixa a la 1 de la tarde. Estuve en las oficinas de los dos Lavados, y


en la de la Calle Augusta estuve escribiendo una carta. En la oficina de
Mayer escribí, casi toda, una carta para Sá-Carneiro. Fui a la exposición
de Almada Negreiros y a la redacción de “O ocidente”, aquí por una
petición de Joao Correia de Oliveira.—Un día de depresión absoluta y
mortal.—En casa en la noche. Acabé la carta para Sá-Carneiro. Tomé unos
pequeños apuntes literarios.—Recibí de noche, cuando llegué a casa, una
carta de Natal (en respuesta a aquella en que narraba el acontecimiento
inmoral).—Una carta de Álvaro Pinto, al respecto de subscripción de
Gomes Leal.

21-3 (viernes)

Dado que estuve varios días sin tocar este diario, sólo me acuerdo que este
viernes, no fui a las oficinas de los dos Lavados, sino que sólo a la de
Mayer. Estuve en el Rossio mucho tiempo hablando con Rui Coelho, y muy
entusiasmado por oír la descripción de su obra, ahora patriótica.

22-3 (Sábado)

En las 3 oficinas. Escrbí cartas a Álvaro Pinto, Sá-Carneiro y postales a


Rebelo y Garcia Pulido. Pero nada me ocurrió.

23-3 (Domingo)

Casi todo el día en la oficina de Mayer. Escrbí gran parte de la sinfonía de


las Carabelas. Tomé algunos otros apuntes. Escribí (fechada el 20) la carta
para Natal. De noche en casa; al tomar el té, de repente, me sentí
desvanecer, casi desmayándome.—( a las 5 menos 10, nació la pequeñita
de Mario.)
24-3 (Lunes)

Todo el día en la Baixa, desde las 2 hasta las 11 1/2 de la noche. En la


oficina de Lavado de día y yendo ahí a las 10 de la noche ya no estaba.
Durante el día, de las 5 a las 8 aproximadamente, en la oficina de Mayer
escribiendo unas 7 u 8 estrofas del “Epithalamium” (en inglés). Después
en la Brasileira con Joao Correia de Oliveira. Finalemente de regreso a la
Brasileira, fui otra vez con Joao Correia de Oliveira a su casa.
Conversamos hasta las 11 1/2. Fui para pedirle prestados 500 reis, pero
no me sentí a gusto, puesto que él me recibía como una visita, entonces no
lo hice por un principio de amabilidad.

Cené en el restaurante Pessoa.

Cuando vine de cenar me encontré con Rebelo, quien estaba queriendo


escribir una disertación(¿?). Se necesita pasado mañana. Por la mañana
recibí una nota de Álvaro Pinto. Me siento muy anémico y débil, aunque
fuertemente excitado(¿?).

25-3 (Martes)

Pasaron los días sin mirar a este diario. De este día no me acuerdo.

26-3 (Miércoles)

De este día apenas me acuerdo que estuve casi todo el tiempo con garcia
Pulido que me lo encontré en la Brasileira, del Chiado. Hablé inmenso con
él. Le leí (a él y a Lacerda) “O homem dos Sonhos”, en el Martinho.—De
noche estuve en la Brasileira hablando con Idilio Perfecto, un sujeto
castelo Branco, aquien me presentó, después con Anahory y J. Correia de
Oliveira. A la casa a las 12 1/4 de la noche.—Algunas ideas literarias,
interesantes a veces.

27-3 (jueves)

Salí temprano de casa. Almorcé en el Restaurante Pessoa, mediante


préstamo de Joao Correia de Oliveira. Después fui a encontrarme con
Garcia Pulido en la Brasileira de Rossio. Hablamos hasta las 2 1/2. Debido
al advenimiento de algunos individuos propietarios, la conversación,
atravesando la ley del impuesto predial, desembocó en horrorosamente
depresiva. Despupes aliendo con Pulido, estuvimos dolorasamente
dándonos fuerzas para el combate. Oficina de Lavado; 2 cartas. Después
en la Brasileira con Torres d’Abreu. Vine a la oficina de Mayer y allí estuve,
durante una lluvia tremenda, hasta las 7 1/2. Escribí a tía Lisbela y para
Natal (fechando el 25). Salí, fui a la redacción de “Teatro” a buscar un
tostón para el carro. Salí de allá a las 8 1/2. Estaban Boavida y la
camarilla.—En casa de noche. Dormí profundamente desde la 10 hasta la
mañana siguiente, pero era un sueño triste, lleno de sueños, físicamente
doloroso.

28-3 (viernes)
Omitido por demora u olvido.

29-3 (Sábado)
Omitido por demora u olvido.

30-3 (Domingo)

En casa hasta las 2. De las 2 1/4 a las 4 1/2 en casa de Antonio Ferro
oyéndole tres piezas.— Leyó dos.— Después a la Baixa con él. Fui a la
Brasileira, estuve hablando con Rajanto y después con Coelho. Fui a cenar
con Coelho al Imperial. Prometió darme 100.000 reis para mi viaje a
Inglaterra y 30.000 para mi viaje a Algarve el fin de semana. Después (8
1/2 a 9) fui a la Brasileira y estuve allá hasta salir con Joao Correia de
Oliveira. Fui a su casa y conversamos (inclusive una media hora con
Antonio Guimaraes) hasta las 12 1/2. Fui a mi casa.

31-3 (Lunes)

A la Baixa no muy tarde. Al mediodía encontré a Coelho. Anduve en


automóvil con él hasta las 6. No fui a las oficinas de los Lavado. El Coelho
me prestó 2000 reis. A casa.

1-4 (Martes)

Fui a Santo Antonio dos Capuchos a recibir un dinero para la tía Rita; (…)
Fui después a la oficina de Lavado, donde escribí 10 cartas; después a la
de F. Lavado, donde escrbí una. En la oficina de Mayer escrbí otra. A casa.
De noche vine hasta la Brasileira. Estuve en casa de Joao Correia de
Oliveira hasta la 1 1/2 de la madrugada. Le leí “Bailado” de Sá-carneiro; ni
a él ni a mí nos gustó mucho. Él me leyó un acosa interesante. De se rveló
la cuestión entre Joaoa Correia de Oliveira y Antonio Cobeira.

2-4 (Miércoles)

A la Baixa temprano (9). Viniendo por la Brasileira, fui presentado por


Lucio de Araujo, que allí estaba, a Albino de Meneses y a Correia Dias, que
estaban en la exposición de Alamada negreiros. Allí recibí los catalogos que
este me prometiera. Fui después al Arsenal del Ejercito con Luciano, bajo
la lluvia; me pidieron volver al día siguiente. Volví. Fui a mascar al Pessoa.
Después estuve en la oficina de Lavado, donde escribí unas cartas.
Saliendo encontré a Santa-Rita, fuimos hasta la Brasileira, donde
estuvimos hablando con Almada Negreiros (siempre exageradamente
chiquillo) y Castañé. Vine a la oficina de Mayer; ecribí una carta para
Natal, fechada el 1.— De noche fui a la Brasileira. Fui ahí presentado con
un muchacho Antonio Alvaes; estuvieron después un muchacho que no
conozco (aniñado) y D. Tomás de Almeida, que no conozco sino de vista, y
que habla siempre, con una gracia obscena, pero, en fin, dolorosamente
irritante.

3-4 (jueves)

Por el correo de la mañana recibí “A Vida Portuguesa”. Salí de casa a las


12 1/2. Fui a las oficinas. Fui al “Gremio Literario” a las 4 con Valerio y
Rui Coelho para oir la primera conferencia de “teatro”, que sin embargo,
no se realizó. Después anduve hasta las 6 paseando con Valerio y Rui
Coelho. Rui Coelho le puso música a mi poesía “Ó nau…” la cual le gustó,
horrorizándolo “Pauis”.
—Dormí desde la tarde.

4-4 (Viernes)

Por la mañana recibpi carta de sá-Carneiro. Me extrañó no recibir carat de


Algarve ni de Pinto.—Fui al Arsenal del Ejército y hablé con el Mayor
Santos. En la oficina de Lvado, hivce alguas cartas. En la redacción de
“teatro” un poco.—De noche estuve en la Brasileira y después en casa de
Joao Correia de Oliveira, hablando mucho.

5-4 (Sábado)
Por la mañana, junto con el “Mercure de France” manadado por Sá-
Carneiro, recibí dos cartas de Pretoria (…)
—Fui a las 3 oficinas, y escribí cartas en las de los Lavado.
Tuve varias pequeñas cosas que hacer, que resolví todas, aunque
anduviera todo el día distraído. De noche estuve en casa; me acosté a las
10, leí un poco en la cama. Algunas ideas literarias, principalmente para
“Marcos Alves”. Escrbí una nota para Álvaro Pinto.

6-4 (Domingo)

Salí de la casa cerca de la 1 1/2, vivniendo a la oficina de Mayer, pero


antes a la Brasileira. Estuve en la oficina hasta kas 9, intentando escribir
el artículo para “A Aguia”, pero no avancé. Vine a la casa con Afonso
Costa; vine muy cansado (…) , especialmente por no haber cenado.—
Algunas pequeñas ideas literarias.
7-4 (Lunes)

Por la mañana recibí unapostal de Alvaro Pinto. Le respondí en la noche.


Estuve en las dos foficianas de los dos Lavado y en el de Mayer. Fui hasta
el Arsenal del Ejército a hablar (por Mayer) con el Mayor Santos.—De
noche en la Brasileira.

8-4 (Martes)

Le escvribí a Mario Beirao, acabpe la carta de natal. (Por la mañana recibí


una postalde Mario Beirao) Acabé y envié el artículo para “A Aguia”. Hablé
con varias personas en el día. (Valerio principalmente). Fui a la oficina de
Lavado y la de Mayer.—De noche en la Brasileira. Estuve hablando con
Corado, fui a casa. Estuvimos conversando un poco.—No me acuerdo que
tuviera una idea literaria digna de nota. (Tuve. Fue la del artículo sobre el
Problema religioso.)

9-4 (Miércoles)

Fui a la Baixa a las 10 1/2. escribí una posatal a Pinto. Continué la carta
para Sá-Carneiro. Fui, dos veces al Arsenal del Ejército; en la segunda
vuelta parace que, por fin, conseguí algo. –Tres veces a la oficina de
Lavado.—No cené. Estuve de noche en la Brasileira hablando con Valerio.
Fui presentado por Rui Coelho a Joao Amaral. Encotré a Albino Meneses y
me vine con él hasta el Laargo deSanta Bárbara, hablando mucho.—Una o
dos ideas literarias, de segundo orden.

1914

Cada vez estoy más solo, más abandonado. Poco a poco se me quiebran
todos los lazos. En breve seré un solitario.

*
Mi peor mal es que no consigo nunca olvidar mi presencia metafísica en la
vida. De ahpi mitimidez trascendental que me atemoriza todos los gestos,
que saca a todas mis frases la sangre de la smplicidad, de la emocion
directa.

*
Uno de los pocos divertimentos intelectuales que aún me quedan, que aun
le quedan de intelectual a la humanidad es la lectura de las novelas
policíacas. Entre el número áureo y reducido de las horas felices que la
Vida deja que yo pase, cuento como lo mejor del año aquellas en que la
lectura de Conan Doyle o de Arthur Morrison me toma en la consciencia al
pecho.

Un volumen de un de estos autores, un cigarro de 45 el paquete, la idea de


una taza de café— trinidad cuyo ser-uno es conjugar la felicidad para mí—
se resume en esto mi felicidad. Serái poco para muchos, la verdad es que
puede aspirar mucho más una criatura con sentimientos intelectuales y
estéticos en el medio europeo actual.

Tal vez sea para ustedes causa de pasmo no que sean estos mis autores
predilectos— y de cuarto de cama, sino que lo confiese en este recuento
personal.

*
Pertenezco a una generación que aún está por venir, cuya alma no
reconoce ya, realmente, la sinceridad y los sentimientos sociales. Por eso
no comprendo como es que una criatura queda descalificada, ni como es
que ella se siente. Está hueca de sentido, para mí, toda esa (…) de las
conveniencias sociales. No siento lo que es la honra, vergüenza, dignidad.
Son para mí, como para los de mi alto nivel nervioso, palabras de una
lengua extrajera, como un sonido anónimo apenas.

Al decirme que me descalificaron, yo no percibo sino que se habla de mí,


pero e sentido de la frase se me escapa. Asisto a lo que me que acontece,
desde lejos, desprendidamente, sonriendo ligeramente de las cosas que
acontecen en la vida. Hoy, aun nadie siente esto; pero un día vendrá en
que alguien lo pueda entender.

Procuré siempre ser espectador de la vida, sin mezclarme en ella. Así a


esto que pasa conmigo, asisto como un extraño, salvo que tomo de los
pobres acontecimientos que me cercan la voluptuosidad suave de (…).
No le guardó rencor a quien m provocó esto. Yo no tengo rencores ni odios,
esos sentimientos pertenecen a aquellos que tienen una opinión, o una
profesión o un objetivo en la vida. Yo no tengo nada de esas cosas. Tengo
en la vida el interés de un descifrador de crucigramas.

Pero no tengo principios. Hoy defiendo una cosa, mañana otra. Pero no
creo en lo que defiendo hoy, ni mañana tendré fe en lo que defenderé.
Jugar con las ideas y con los sentimientos me parece siempre el destino
supremamente bello. Intento realizarlo cuanto puedo.

Nunca me habría sentido descalificado. ¡Cómo agradecerle haberme


administrado este placer! Es una voluptuosidad suave, lejana…

No nos entienden, lo sé…


…Así como creador de anarquías me pareció siempre el papel digno del
intelectual (dado que la inteligencia desintegra y el análisis marchita).

Hoy, al tomar la decisión de ser Yo, de vivir a la altura de mi misterio, y,


por eso, de despreciar la idea del reclamo, y la plebeya socialización de mí,
del Interseccionismo, regresé otra vez, de vuelta de mi viaje de impresiones
por los otros, en la pose plena de mi genio y en la divina conciencia de mi
Misión. Hoy, sólo me quiero tal cual mi carácter nato quiere que sea; y mi
Genio, con él nacido, me impone que yo no deje de ser.

Actitud por actitud, mejor la más noble, la más alta y la más calma. Pose
por pose, la pose de ser lo que soy.

Nada de desafíos a la plebe, nada de girándolas para la risa o la rabia de


los inferiores. La superioridad no se disfraza de payaso; es de renuncia y
de silencio que se viste.

El último rastro de influencia de los otros en mi carácter acabo con esto.


Reconocí—al sentir que podría y que iba a dominar el deseo intenso e
infantil de “lanzar el Interseccionismo”—la tranquila imagen de mí mismo.

Un rayo hoy me deslumbró de lucidez. Nací.

1915

A veces, cuando pienso en los hombres célebres, siento por ellos toda la
tristeza de la celebridad.

La celebridad es una grosería. Por eso debe herir a un alma delicada. Es


una grosería porque estar en evidencia, ser mirado por todos inflige a una
criatura delicada una sensación de parentesco exterior con las criaturas
que arman escándalo en las calles, que gesticulan y hablan alto en las
plazas. El hombre que se vuelve célebre se queda sin vida íntima: se
vuelven de cristal las paredes de su vida doméstica, es siempre como si
fuese excesivo su traje; y aquellas sus mínimas acciones—ridículamente
humanas a veces— que él quisiera invisibles, las coloca en la lente de la
celebridad para espectaculares pequeñeces, con cuya evidencia su alma se
arruina o se fastidia. Se necesita ser demasiado grosero para poder ser
célebre por voluntad propia.
Después, más allá de la grosería, la celebridad es un contradicción.
Pareciendo que valor y fuerza a las criaturas, apenas las desvaloriza y las
enflaquece. Un hombre de genio desconocido puede gozar la voluptuosidad
suave del contraste entre su oscuridad y su genio; y puede, pensando que
sería célebre si quisiera, medir su valor con su mejor medida, que es él
mismo. Pero, una vez conocido, no está más en su mano revertir la
oscuridad. La celebridad es irreparable. De ella como del tiempo, nadie
vuelve atrás o se desdice.

Y es por esto que la celebridad es una debilidad también. Todo hombre que
merece ser célebre sabe que no vale pena serlo. Dejarse ser célebre es una
debilidad, una concesión a los bajos instintos, femeninos o salvajes, de
querer darse en las vistas y en los oídos.

Pienso en esto a veces coloridamente. Y aquella frase de “hombre de genio


desconocido” es el más bello de todos los destinos, se me vuelve innegable;
me parece que ese es no sólo el más bello, sino el mayor de los destinos.

Se dice que los herméticos de la Rosa-Cruz, secta esotérica y mágica,


descubrieron, desde el inicio de los tiempos, el secreto de la vida eterna, el
elixir de la vida; que, nunca muriendo, pasan de época en época, a través
de los ciclos y de las civilizaciones, desapercibidos, ningunos y, con todo,
por la grandeza de la cosa trascendental que crearon, mayores que todos
los genios de la evidencia humana. De su secta es el precepto, que
cumplen, de no darse nunca a conocer. Su presencia eterna, que vive al
margen de nuestra trascendencia, vive también fuera de nuestra
pequeñez.

Se me van los ojos del alma en esas figuras supuestas— ¿y quién sabe
hasta qué punto reales?— que, verdaderamente, realizan el supremo
destino del hombre: el máximo poder en lo mínimo de la exhibición; el
mínimo de exhibición por cierto, por tener el máximo del poder. El sentido
de sus vidas es divino y lejano. Me place creer que ellos existan para que
pueda pensar noblemente de la humanidad.

1917

Para mí, mi egoísmo es la superficie de mi dedicación. Mi espíritu vive


constantemente en el estudio y en el cuidado de la Verdad, y en el
escrúpulo de dejar, cuando me desnude del vestido que liga a ete mundo,
una obra que sirva al progreso y al bien de la Humanidad.

Reconozco que el sentido intelectual que ese Servicio de la Humanidad


toma en mí, en virtud de mi temperamento, me aleja, muchas veces, de las
pequeñas manifestaciones que en general revelan el espíritu humanitario.
Los actos de caridad, la dedicación por así decir cotidiana son cosas que
raras veces aparecen en mí, aunque nada haya en mi persona que
represente la negación de ellas.

Y en todo caso, reconozco, en justicia para conmigo mismo, que no soy


más egoísta que la mayoría de los individuo, y mucho menos lo soy que la
mayoría de mis colegas en las artes y en las letras. Parezco egoísta a
aquellos que por un egoísmo absorbente, exigen la dedicación de los otros
como un tributo.

1925-1930

Sucede que tengo precisamente aquellas cualidades que son negativas


para los fines de influir, del modo que sea, en la generalidad de un
ambiente social.

Soy, en primer lugar un racionalista, y , lo que es peor, un racionalista


minucioso y analítico. Ahora, el público es incapaz de seguir un raciocinio,
y el público es incapaz de seguir un análisis.

Soy, en segundo lugar, un analista que busca, cuanto en sí cabe,


descubrir la verdad. Ahora, el público no quiere la verdad, sino la mentira
que más le agrade. Agreguemos que la verdad—en todo, y mayormente en
cosas sociales— es siempre compleja. Ahora, el público no comprende
ideas complejas. Es necesario darle sólo ideas simples, generalidades
vagas, esto es, mentiras, aunque partiendo de verdades; pues dar por
simple lo que es complejo, dar sin distinción lo que obliga distinguir como
general donde importa particularizar, para definir, y ser vago en una
materia donde lo que vale es la precisión— todo esto implica mentir.

Soy, en tercer lugar, y por eso mismo busco la verdad, tan imparcial
cuanto en mí cabe serlo. Ahora, el público movido íntimamente por
sentimientos y no por ideas, es orgánicamente parcial. No sólo por cuanto
le desagrada o no le interesa, por ser extraño a su índole, el mismo tono de
imparcialidad, lo agrava más aún, lo que de concesiones, restricciones y
distinciones son necesarias de usar para ser imparcial. Entre nosotros por
ejemplo, y en la mayoría de los pueblos del sur de Europa, o se es católico,
o se es anticatólico, o se es indiferente al catolicismo. Si yo, por tanto,
hiciere un estudio sobre el catolicismo, donde forzosamente tendría que
hablar mal y bien, y apuntar las ventajas mezcladas con las desventajas,
que indicar defectos aliviados por virtudes, ¿qué me sucedería? No me
escucharían los católicos, que no aceptarían que yo dijese alguna cosa
mala del catolicismo. No me escucharían los anticatólicos, que no
aceptarían que yo les dijese lo bueno. No me escucharían los indiferentes,
para quienes todo el asunto no pasaría de ser una lata ilegible. Así
resultaría inútil ese mi estudio, por cuidado y escrupuloso que fuese—diré,
hasta, tanto más inútil, por tanto menos aceptable para el público, que sea
más cuidado y escrupuloso. Sería cuando mucho apreciado por uno u otro
individuo de índole semejante a la mía, racionalista sin tradiciones ni
ideales, analizador sin preconceptos, liberal porque liberto y no siervo de la
idea inaplicada de la libertad. A ése, sin embargo, ¿qué habría de
enseñarle? Cuando mucho, ciertas cosas particulares del catolicismo en la
hipótesis que me sirvió de ejemplo, y en el caso de que le sea ajeno el
asunto. Y si a él, escrutador cultural como yo, el asunto le resulta ajeno,
es que nunca le interesó; si nunca le interesó ¿para qué va a leer lo que
escribí sobre eso?

De aquí parece que debe concluirse que un estudio razonado, imparcial,


científicamente conducido, de cualquier asunto es un trabajo socialmente
inútil. Así de hecho lo es. Y, cuando mucho, una obra de arte, y nada más.
Vox et preterea nihil.

Las sociedades son conducidas por agitadores de sentimientos, no por


agitadores de ideas. Ningún filósofo hizo camino sino porque sirvió, en
todo o en parte, a una religión, a una política o cualquier otro modo social
del sentimiento.

Si la obra de investigación, en materia social, es por tanto socialmente


inútil, salvo como arte y en lo que contuviera de arte, más vale emplear lo
que en nosotros haya de esfuerzo en hacer arte.

Reconociendo que todas las doctrinas son defendibles, y que valen, no por
lo que valen, sino por la valía del defensor, nos concentraremos más en la
literatura de las defensas que en el asunto que tratan. Haremos cuentos
intelectuales donde, por el primero e imprudente impulso, haríamos
estudios científicos. Nos será indiferente la verdad de la idea en sí misma;
no es más que la materia para un bello argumento, para las elegancias y
las astucias de la sutileza.

Insistiremos, por un movimiento idéntico en sentido inverso, en mostrar la


tontería de las ideas aceptadas, la vileza de las ideas nobles, la ilusión de
todo cuanto el pueblo cree o puede creer. Salvaremos así el principio
aristocrático, que en el orden social se fundó, dejando atrás de sí el vacío
de una universal monótona esclavitud.

¿Seremos disolventes? ¿Cómo disolventes, si no tenemos acción sobre el


público, si no nos leen apenas aquellos que leen el arte por el arte, arte
intelectual, arte hecho con ideas en vez de ritmos, y esos, pequeñísimo
número humano, o están ya disueltos, o son fuertes, por la inteligencia y
la cultura, contra toda disolución?

Disolvente, socialmente, es la doctrina social de lo que no está. Fue


disolvente y anti-social, en el sentido de perjudicar el orden y la armonía
de los pueblos, el cristianismo cuando el paganismo era la civilización. Fue
disolvente y anti-social la Reforma, cuando la civilización de Europa era
católica. Fue disolvente y anti-social la doctrina de la Revolución Francesa,
cuando la civilización de Europa era el Antiguo Régimen. Son hoy
disolventes todas las doctrinas sociales que reaccionan en contra de esa
misma Revolución. Quien hoy predique el sindicalismo, el estado
corporativo, la tiranía social, sea fascismo o comunismo, está disolviendo
la civilización europea; quien defiende la democracia y el liberalismo la
está defendiendo.

¿Esto quiere decir que no hay doctrinas disolventes que no lo sean sino
por su situación ocasional? Quiere decir eso mismo. La más “radical” de
las doctrinas, desde que sea universalmente aceptada, es una doctrina
conservadora; la más “conservadora”, si en ese momento, se opusiera a
aquella, será radical.

¿Esto quiere decir que no hay principios fundamentales en la vida de las


sociedades? No quiere decir eso; quiere sin embargo decir que, si los hay,
no los conocemos. No hay ciencia social, no sabemos como nacen, como se
conservan, como crecen o decrecen, como se arruinan o mueren, las
sociedades. La existencia de la humanidad, si por eso se entiende
cualquier cosa más que la especie animal llamada hombre, es tan
hipotética y racionalmente indemostrable como la existencia de Dios. Si,
en cambio, por humanidad se entiende la especie animal llamada hombre,
entonces existe para los biólogos, para los médicos – para todos cuantos
estudian, de un modo u otro el cuerpo humano; existe como existen los
peces o las aves, y nada más.

¿Qué principio social se puede erigir como fundamental? Todos y ninguno,


conforme la habilidad del argumentador. Hay periodos de orden que son
de estancamiento, como la larga vida muerta de Bizancio. Hay los que son
de actividad intelectual, como los de la Antigua Monarquía francesa. Hay
periodos de desorden que son la ruina intelectual de los países en que se
dan, como el Imperio Romano en su decadencia, o la época de la
Revolución Francesa, propiamente dicha. Hay periodos de desorden
fecundos en producción intelectual, como el del Renacimiento Italiano, o el
que abarca el tiempo de Isabel y de Cromwell en Inglaterra.

Me refiero a la producción intelectual, suponiendo una ventaja, y, al


menos, disparate de la civilización. No insisto en eso, sin embargo, y puedo
aceptar la doctrina de que la cultura y el arte son un mal, de que es paz y
no sonetos lo que más importa a la humanidad. Pero ¿cuáles son las
circunstancias que producen la paz, cuáles las que no la producen?
Encontraremos las mismas causas dando diferentes efectos, o, mejor,
encontraremos las mismas circunstancias con diferentes resultados—lo
que quiere decir que no son causas, sino coincidencias, que cualquier cosa
que se considera una ventaja social, sea una sinfonía o una comida cierta,
puede aparecer en circunstancias sociales diferentes, sin que sepamos
nunca de donde vino la sinfonía, porque se consiguió que la comida no
faltara.

Agréguese que, así como no hay ciencia social, así también no hay arte
social, finalidad cierta de la existencia de las sociedades. Aquí el problema,
que era semejante al de la metafísica, se vuelve igualmente metafísica.
¿Con qué fin existen las sociedades? ¿Para conseguir la felicidad de los
que las integran? No lo sabemos, y lo cierto es que la felicidad cambia de
hombre a hombre, y hay muchos que perderían a su mujer, mientras no
pierdan su colección de sellos. (…)

1934

No es que no publique porque no quiero: no publico porque no puedo. No


se entiendan estas palabras como dirigidas contra la Comisión de censura;
nadie tiene menos razón de queja que yo de esa Comisión. La censura
obedece, sin embargo, a directrices que le son superiormente impuestas; y
todos nosotros sabemos, cuales son, más o menos esas directrices.
Ahora sucede que la mayoría de las cosas que pudiese escribir no podrían
ser pasadas por la Censura. Puedo cohibir el impulso de escribirlas; lo
domino fácilmente, porque no lo tengo, el impulso de publicarlas… ni
siquiera intentaré importunar a los Censores con una materia cuya
publicación ellos tendrían que prohibir forzosamente.

Siendo así ¿para qué publicar? Privado de poder publicar lo que de veras
interesara al público, qué empeño tengo yo en llevar a un periódico
cualquiera lo que, por ilegible, no le sirve, o que(…)

Puedo es cierto, disertar libremente (y aún así, sólo hasta cierto punto y en
ciertos medios) sobre la filosofía de Kant (…).
29 de noviembre de 1935

No sé qué me traerá el día de mañana.

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