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BIOGEOGRAFIA TERRESTRE DEL CARIBE COLOMBIANO (II) Por: Joachim Hahn * Los dos factores climaticos_mencionados, la temperatura ambiental (determinada por la altura sobre el nivel del mar, la radiacion solar, el movimiento de masas de aire, etc.) y la humedad disponible (condicionada por la relacién entre la precipitacin pluvial, la evapotranspiracion y la temperatura), dan origen a caracteristicas de vege- tacion y fauna asociados (llamados también for- maciones vegetales 0 zonas de vida) para cada com- binacién de temperatura y humedad, fenémeno dado a conocer por dos importantes precursores de la Bio- geografia moderna, muy vinculados a nuestra histo- ria: Alexander von Humboldt y Francisco José de Caldas. Para la mayor parte del Caribe, fas condiciones ambientales de permanente temperatura elevada y déficit de humedad, en por lo menos un perfodo pro- Iongado del ano, determinan formaciones vegetales adaptadas a situaciones de aridez variable, en oca- siones extrema. Las islas mayores y la planicie cari- bena se distinguen por una cubierta vegetal que correspond a las zonas de vida denominadas bosque seco tropical y bosque muy. seco tropical, en la clasificacién propuesta por L. R. Holdridge. La pe- insula de la Guajira se caracteriza por los mato- rrales desérticos y los montes espinosos subtro- picales. La Sierra Nevada, en cambio, presenta todo tipo de formaciones y el Golfo de Urabé posee, principalmente, bosque hiimedo tropical. La cubierta vegetal del Caribe colombiano se ca- racteriza, ademds, por presentar una secuencia de zonas de vida muy similar para cada subregion fisio- grafica mayor, que se inicia sobre el litoral can for- maciones adaptadas a la aridez, que luego son reem- plazadas hacia el interior por formaciones que requieren mayor humedad, y que finalmente dan lugar a zonas de vida de montafia. Asi, en relacién inversa a la aridez, se encuentran, por ejemplo, plantas sin hojas y plantas suculentas en las cercanias inmediatas del litoral; enseguida arbustos espinosos y caducifolios y, por iltimo, Arboles deciduos cuya densidad en el bosque disminuye con “Bidlogo, Fandadién Universidad del Norte. A.A. 6133, Barranquilla,Colombia. 20DUGANDIA la cercania de las estribaciones montaftosas. En la Guajira, verbigricia, se inicia esta secuencia sobre la costa con el matorral desértico, que es. rem: plazado por formaciones intermedias (monte es oso y bosque seco subtropical), antes de dar paso al bosque seco tropical. Para la planicie del Caribe y las depresiones centrales la secuencia se inicia sobre el litoral, usualmente con el bosque muy seco tro- pigal, que es desplazado por una formacidn interme- dia (bosque seco premontano de transicién) para dar lugar al bosque seco tropical. Se distinguen, entonces, en el Caribe colombiano, las formaciones vegetales © zones de vida principa- Tes que se citardna continuaci6n (1-3). a) Matorral desértico tropical Es una formacién vegetal que se caracteriza por la abundancia de especies muy resistentes, adap- tadas a precipitaciones pluvialés muy bajas (125 a 250 mm anuales) y a una temperatura que oscila entre 18 y 24°C.” Se destacan las cactaceas, las herbaceas 'y los arbustos espinosos que pierden su follaje en la época de sequia. Las actividades agropecuarias son de subsistencia. Se presenta esta zona de vida en el noreste de la Guajira (region Hamada “Alta” Guajira), cubriendo una delgada franja paralela a la costa que rodea a la peninsula, cen una extensidn de 435.04N)ha,, aproximadamente b) Monte espinoso subtropical Es una zona tipica de la Media Guajira, interior de la Alta Guajira y alrededores de Santa Marta, en donde la precipitacién es un poco mayor que en la franja anterior (250-550 mm anuales) aunque el rango de temperatura e3 similar. Se destacan los cactus columnares (Opuntia spp), los Arboles bajos y los arbustos espinosos como el trupillo (Prosopis Julilorg), el indio desmudo (Busera stmarabu) y el guamacho (Perestia colombiana), algunos de ellos Ademis, un piso de gramineas y otras permite el desarrollo limitado de algu- idades agricolas y ganaderas. El Area cubierta por este tipo de vegetacion es de unas 564.000 ha., de las cuales 12.000 se encuentran en una reducida zona que rodea a Santa Marta, 9) Bosque seco subtropical Esta formaci6n vegetal cubre en el Caribe colom- iano unas 260.000 ha., repartidas en tres areas: una franja_que atraviesa la Baja 'y Media Guajira (220.000 ha.), las partes elevadas de las serranias de la Alta Guajira (27.500 ha.) y otra franja delga- da en Ios alrededores de Santa Marta (13.500 ha.), reemplazando al monte espinoso en areas en las cua- les tanto la temperatura ambiental (cercana a 30° C) como la precipitacién promedio (500 a 1000 mm anuales) son superiores a las que se dan en la zona del monte espinoso. La evapotranspiracion sigue siendo elevada, lo cual limita las actividades agro- pecuarias. 4) Bosque muy seco tropical Esta formacién no s6lo se presenta en el Caribe colombiano (unas 167.000 ha.), sino también en otras zonas de altas temperaturas (superiores a 24 ° C) y bajas precipitaciones (600 41000 mm anuales), como algunos de los valles y canones de rios del interior de Colombia (Alto Dagua, Chicamocha, Guaitara y Juanambé, por ejemplo). En la planicie caribenia cubre el litoral en dos delgadas franjas, una que se inicia en las cercanias de Pueblo Viejo, al sur de Ciénaga, en el departamento del Magdalena, hasta los alrededores de Puerto Colombia en el Atlantico, y otra que comienza al norte de Galerazamba (Atlin- tico) y termina al norte del Golfo de Morrosquillo (Sucre), incluyendo la mayoria de las islas del litoral (Islas del Rosario, Bard, San Bernardo, etc.) La influencia de los vientos alisios es marcada, dando origen a las dos épocas climaticas tipicas de la region. La flora original de esta zona incluye varios Arboles caducifolios, cactéceas y arbustos espinosos que durante la época de sequia pueden causar una impresion especial, muy bien descrita por el reconocido naturalista costeno Armanclo Dugand Gneceo (4): “Su aspeécto, durante lo més fuerte de la tem- porada seca llama poderosamente la atencién. de cualquier observador; es de agobiadora desolacin y excesiva aridez; troncos sinuiosos de matorrales achaparrados, ramajes escue- tos de arbustos en su mayoria espinosos, bas marchitas tostadas por el sol. Por todo el Ambito que inunda la fuerte luz. tropical vibra un calor intenso y dominan palidos y sombrios matices amarillentos, parduzco 0 ceniciento en cuyo fondo se destacan aqui y alld las escasas_manchas verdioscuras con que las plantas perennefolias salpican el pai Aunque esta zona ha sido fuertemente interveni- da por acciones antropagenas, todavia se encuentran Arboles, arbustos, cactus, palmas y plantas sucu- lentas de la flora original, muy entremezcladas, por cierto, con especies provenientes de otras regiones del mundo con dimas similares. Asi, por ejemplo, las majestuosas ceibas aborigenes - (Bainbacops quinala y Ceiba pentadra), cuyo gordo tronco es una despensa de agua y cuyas semillas se transportan con la brisa en mullidos cojines de lanilla, y el simpatico oll’e mono. (Lecytits magdaienica), ‘cuyos frutos, secos y ya sin semillas, semejan pequerias vasijas con sus tapas, pueden encontrarse acompana- dos por almendros (Terminalia cattapa) , provenien- tes de Asia. Junto al ubicuo trupille (Prosopis julifora), cuyos usos esperan justificada difusion, y el conocido dividivi (Lubidibia coriaria), de aplica- ciones industriales, muchas otras especies nativas, lastimosamente cesconocidas y subvaloradas, espe- ran ser estudiadas y protegidas antes de verse des- plazadas del todo por exitosas especies fordneas como el algodén cle seda (Galotropis procera) del Africa occidental ©) Bosque seco tropical Esta formaciin, que es la que mayor area cubre en el Caribe (unas 5.122.000 ha.), también se encuentra en otras regiones del pafs (Llanos Orientales, valles de los rios Magdalena y Cauca, etc.). Reemplaza paulatinamente al bosque muy seco tropical y al bosque seco premontano del Caribe occidental, y al bosque seco subtropical en la Guajira y los alredediores de Santa Marta, Toda la planicie caribena, desde la baja Guajira y los valles de los rfos Cesar y Rancheria y desde jas estribaciones occidentales de la Sierra Nevada, hasta el Norte del Golfo de Uraba y las estri- baciones de la cordillera del sur, incluyendo las islsas del Caribe, poseen condiciones que permiten el desarrollo de esta zona de: vida: suelos relativa- mente planos, bien drenados, con temperaturas am- bientales mayores de 24°C y una precipitacion anual entre 1000 - 2000 mm, repartica en dos épocas climaticas muy bien diferenciadas. Estas condiciones, relativamente favorable, han permitido desde tiempos precolombinos el desa- rrollo de actividades agropecuarias extensas y el uso frecuente y periddico del fuego. La vegetacion nativa, especialmente el bosque propiamente dicho, ha desaparecido, salvo en reducidas dreas de muy dificil acceso; especies valiosas como la. teca Tectona grandis) y caoba (Swietenia imacrophyla) estén practicamente agotadas. — Muchas especies casi no han podido ser es-tudiadas y menos explo- tadas econémicamente de manera sostenida, coma sucedié con el drbol llamado balsamo de Tolti DUGANDIA21 (Microxylon baisamun), muy apreciado en cierta épocay hoy casi olvidado. Grandes extensiones se hallan, por ello, cubier- tas actualmente por formaciones secundarias de pastizales y matorrales llamados "sabanas’, en las que se destacan los caaparrales (Curutelia america- tta), los macondos (Canaounallesis platanifolia) los caracolfes (Anacardium rhinocarpus). Este fenémeno es especialmente notorio en la sabana que caracteriza a amplias zonas de los departamentos de Sucre 'y Cordoba, entre los rios Sind y San Jorge que, al parecer, ya habfa sido parcialmente defores- tada por los Zeniies a la llegada de tos conquis- tadores espanoles y que, con las practicas agrope- cuarias introducidas por éstos, perdié por completo su cubierta boscosa original reemplazéndola cada vez en mayor porporeién por especies introducidas para la ganaderia £) Bosque seco premontano (transici6n célida) Esta formacién intermedia entre el matorral desértico, el bosque muy seco y el bosque seco tro- pical, se presenta en el Caribe colombiano en dos Zonas: una, reducida, en la parte interna del valle del rio Cesar (127.000 ha. aproximadamente) y, otra mayor (unas 883.000 ha), que se inicia al Sur de Santa Marta y rodea la Ciénaga Grande cubtiendo toda la deprési6n del bajo Magdalena, continuando hacia Barranquilla y luego bordeando con una franja paralela al fitoral hasta la parte media del golfo de Morrosquillo. Esta zona de transicién, al igual que los bosques muy secos y secos tropicales, también ha sido inter- venida fuertemente, hasta el punto que las asocia- ciones originales solo quedan especies individuales que, en ocasiones, conforman casi exclusivamente la cubierta vegetal de un Area, como sucede con fre- cuencia con. el famoso matarratén (Gliricida sepium) g) Bosque hémedo premontano (transicién cé- lida) Esta es una formacién vegetal intermedia entre el bosque seco y el himedo tropical, que se encuentra en una pequena zona del suroriente de Ja Sierra Nevada de Santa Marta (unas 6.400 ha.) y en una larga franja que se extiende desde la depresién |Momposina y el valle medio del rio Magdalena hhasta las cercanias del Golfo. de Uraba (1.270.000 hha). Se presenta en Areas en las cuales la tempe- ratura es célida (18- 24 °C) y la precipitacién es intermedia (superior a 1.500 mm anuales), con una época seca que dura de dos a cinco meses. Su riqueza en especies es mayor que la del bosque seco y presenta menos especies caducifolias. 22 DUGANDIA También esta formacién vegetal ha sido alta- mente modificada, pues sus condiciones se prestan para la agricultura, especialmente para café, platano, banano, frutas y maiz. 1h) Formaciones especiales En suelos de alta humedad, frecuentes en ciertas regiones de la llanura caribena colombiana (orillas de cignagas, playones de los rios, depresiones inun- dables, desembocaduras), se presentan formaciones vegetales ccaracteristicas, aunque también interve- rnidas en su gran mayoria. En general se pueden re- conocer dos tipos: la de dreas pantanosas (como en el basin del Atrato), y los manglares (como en la Cié- naga Grande de Santa Marta y el Golfo de Morros- quillo). Son ejemplos frecuentes la palma de corozo (Eleasis melonococea) en las mérgenes fluviales , y los diferentes tipos de mangles en las maritimas: principalmente el mangle rojo (Rhizphora mangle) y, en menor proporci6n, el blanco o bobo (Lagun- cularia racemosa), el “negro (Avicennia nitida) y el Zaragoza (Conocarpus erevia) (56). Todas’ Jas anteriores formaciones vegetales se pueden considerar distintivas de la regién caribena de Colombia. Pero, adicionalmente, debido a la enorme variedad climdtica que se dan en las estri- baciones montanosas de las tres cordilleras y, espe- ialmente, por la presencia de Ia Sierra Nevada de Santa Marta, también se pueden encontrar aqui zonas de vida tipicas del interior andino del pais, ‘como se resume en la tabla I para la Sierra Nevada deSanta Marta. EL CARIBE INTERVENIDO La sensual opulencia natural del Caribe colom- biano y su pasmosa riqueza paisajistica, reflejos am- bos de una Colombia privilegiada por la natura- leza, estén sujetos -tanto en aquella como en ésta-a la acelerada intervencién antropégena. Para la lanura caribefa, en donde Ja acci6n del hombre se remonta a lejanas épocas precolombinas, las huellas desu presencia son con demasiada frecuencia -incon fundiblemente- alteradas. Especialmente la intro duccién de précticas agropecuarias intensivas con I colonizacién europea, el incremento veloz de be poblacién por dindmica, propia, en un principio, » por migracién del interior del pais, en tiempos recientes, justo con los macroproyectos de desarrollis, han eercido y contindan eerciendo una presion cai ‘vez mayor sobre fos recursos naturales de la region. Esta presién y el grado de intervencién son as notorias al estudiar el estado actual de la. cubis vegetal, en especial la de la planicie comprendisie entre la Sierra Nevada y las estribaciones coma Ileranas. Se descubre entonces -como se descubs= = Formaciones Vegetales de la Sierra Nevada de Santa Marta (Superficie aproximada en hectireas) 3 Flanco Flanco | Flanco | Zona fom nce Occidental norte_| Suroriental] central _| Total Bosque hiimedo tropical 7.400 123400 | 20500 — | 2530 Bosque muyhamedo premontano 17.600 13400 | 17500 | 2450000 | 293500 Bosque muy humedo montanobajo 4500 3 - | 17000 | 174500 Bosque hiimedo prementano 1800 = | 108300 - | mao Bosque himedo premontano (tans) 6.400 i P . 6.400 Bosque muy himedo montano = ; = | 35900 35.900 Piramosubandino 5 2 2 2500 2500 Bosque pluvial montano 2 5 > | 58500 58500 Péramo pluvial subandino 3 é > | 3000 12000 Formactn nival 2 3 5 2300 200 aspecto opaco del escenario cuando el maravilloso tel6n de fondo se levanta- quezmuy poco queda de lo que originalmente habia, Se descubre, por ejemplo, que de los bosques natu- rales s6lo quedan reducidos reductos en éreas franca- mente inaccesibles, y que los bosques con poco 0 ningin grado de’ intervencién humana estan limitados ‘a la Peninsula Guajira y a la Sierra Nevada de Santa Marta, pero ”practicamente ausentes en toda la planicie (2, 3,7). En la Guajira los reductos boscosos se concentran en las Serranias del nororiente, especialmente en las de Macuira, Jarara y Cosinas ( en total unas 36.500 ha), en donde todavia se pueden encontrar con relativa abundancia asociaciones poco alteradas con especies de interés como Pela (Acacia farne- siona), Nocuito (Vitex cymosa), Caracoli (Anacar- dium —excelsum), —Jaque. (Genipa americana), Guarumo (Cecropia pentaia), etcétera (2). En la Sierra Nevada de Santa Marta se_con- centran las tnicas areas boscosas_relativamente extensas del Caribe colombiano, aunque de escasa riqueza maderable, algunas de las cuales muestran poca intervencién por encontrarse en zonas inacce- sibles © por estar protegidas legalmente. Para los tres pisos térmicos principales de la Sierra (basal, subandino y andino) se calcula una érea boscosa total de unas 400.000 ha. en las cuales se destacan, por ejemplo, especies como la Cucud (Poulsenia arinata), el Macondo (Cavanitfesia platanifotia) el Mastre (Bexiloxylon excelsum ) 2). Sin embargo, la presién ejercida por colonos provenientes de otras regiones del pais es notoria, y sus consecuencias sobre la Sierra misma y sobre los ecosistemas asociados, como la Ciénaga Grande, es muy preocupante. La consecuencia general de esta situacion de inter- vencién sosjenida, y cada vez mas acelerada, se refleja en el hecho de que menos del 1% del area total del Caribe colombiano esta cubierta_ por bosques, que se concentran en dos zonas: la peninsula Guajira y la Sierra Nevada, y mucho menos de la mitad de esa superficie (0.02%) esté ocupada por bosques no intervenidos (2) De manera similar las zonas inundables -especialmente los manglares- re- flejan las consecuencias de ta actividad del hombre: menos de 200 ha. se pueden catalogar como mangla- res maduros no intervenidos, de un total aproximado de 72.000 ha. para la Ciénaga Grande, en donde se concentra la mayor 4rea cubierta por mangles de la planiciecaribena (2). Si esta situacién es preocupante en relacién a la flora del Caribe, lo es atin més para la fauna asociada, que es mucho més sensible a la actividad humana y, aclemés, esta sujeta a otros tipos de inter- vencién directa, que no necesariamente se reflejan en lacubierta vegetal (7). CONCLUSION: ESPERANZA CON RESPONSABILIDAD Visitada la biogeografia del Caribe colombiano asi, a vuelo de pajaro, sorprende de nuevo -casi como si fuera la primera vez- la variedad, la belleza, el potencial de la naturaleza que aqui despliega su ri- queza tropical con un desparpajo que hechiza: la legendaria. magia natural... la natural magia del Caribe. De ella forman parte los pobladores que - como Jo da a entender la cita de Alejandro Von Humboldt- levan el paisaje en su sangre. Sin embar- ‘go, con la necesaria, pero en demasiadas ocasiones irresponsable, intervencién humana, este paisaje esté perdiendo su identidad, su magia. Ello plantea DUGANDIA 23 una amenaza velada y, por tanto, muy pelignasa para los caribeios en especial y para los colom- bianosen general. En palabras de Jestis Ferro (8). “La tierra no se puede tratar como simple ma- teria; la tierra es el lugar del hombre: el hombre que habita en la tierra debe entender que ésta ya no es s6lo naturaleza. Se ha convertido en un espacio humano; habitar en ella es la esencia del hombre. EI apego, el arraigo al terrufo no se debe entender en un sentido vago y unicamente sentimental sino que se debe pensar que la relacién del hombre con Ia tierra le es esencial...La cultura propia es una cultura de la geografia en que habi- tamos". Hubo en el Caribe colombiano densas civiliza- clones indigenas que por milenios utilizaron los recur- sos naturales de la regiGn, con obvio, aunque reduci do, impacto negativo (9,10). La colonizacion espa- ola y todo el proceso subsiguiente de deterioro -al igual que en otras partes del mundo en donde se die- ron procesos similares- las raices que unen y nutren al hombre de su ambiente. La manera cémo se utili- zan los recursos y no el ambiente mismo, es el responsable del deterioro ambiental. ‘Asi se ha iniciado una acelerada espiral viciosa de pérdida de recursos e identidad: Ia carencia de respeto por la naturaleza conduce a su explotacién irresponsable, y ésta a su vez a la despreocupacién y al distanciamiento de! medio natural. Decia al respecto en 1911 un indigena nortea- ‘mericano (11): “Siempre: que durante una caceria el indi- _gena se encuentra en una escena de sublime be- lleza -una nube negra con el brillo del arco iris sobre la montafia; una cascada blanca en el ‘coraz6n de un estrecho verde; una llanura colo- reada por el rojo sangre del atardecer se de- tiene un momento en actitud de oracién. No cree necesario separar un dia de siete como dia santo, Paraél todos losdias son de dios”. Toda esta situacién paradéjica de riquezas y be- llezas envidiables enfrentadas a su deterioro, plan- tea un reto generacional formidable. La enorme res- ponsabilidad de asumir este reto, el de conservar la naturaleza para que nuestros hijos tengan identidad ¥y orgullo propios, amén de un futuro digno, consiste en lograr lo expresado por Edward O. Wilson (12): -on la expansi6n del conocimiénto biol6- gico, la ética se reorientaré fundamentalmen- te de tal manera que... la fauna y la flora de 24 DUGANDIA “12, WILSON, Edward 0. un pais se considerarin parte de la herencia nacional, tan importantes como su arte, su len- gua, suhistoria.” En otras palabras, sélo habré esperanza de un futuro mejor, propio y no impuesto, si la relacion del hombre Caribe con su ambiente natural no pierde la sensual intimidad que alguna vez. hubo. Sensua- lidad e intimidad tan féciles aqui donde el hechizo amoroso de la naturaleza es tan franco, tan sutil, tan alegre, como la caricia de la brisa que, con recuerdos traidos de lejos, recibe el viajero a su llegada. BIBLIOGRAFIA 1. IGAC. (1977), Cartas Beolégicas, 1500.000. Plan IGAC, Bo- ‘gotchas 12.345 y 6IGAC, Bogots. 2. IGAC, INDERENA y CONIF. (1984). Mapa de bosques de Co- © Tomibia Memoria explicativa. 206 pp. IGAC, Bagot IGAC, (1988). Stiles y bosques de Colombia. IGAC, Bogots, 134 pp. 4 DUGAND, Armando. (1941). Estudios _ geobotinicos colombianos. Descripcisn de una sinecia pica la subxerofitia del literal Caribe. Revista dela ‘Academia de Ciencias Fisicas, Exactas y Naturales TV (14): 135- 141. Bogots ROMERO, R. (1971). Plantas del Magdalena, Il; Flora de la ‘sla Salamanca. Universidad Nacional de Colombia, Bogots.299 pp. 6. VINA, G y SIERRA, M. (Sin fecha). Inventario ecol6gco, En Occidental de Colombia (Ea). Morrosquillo, magia y ‘vida, pp. 175-218, Occidental Bagot, 7. 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