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Introducción
Reflexión
Lee o escucha el poema Los nadies de Eduardo Galeano y anota en un documento tus
primeras impresiones para, posteriormente, responder de manera reflexiva a las siguientes
preguntas:
¿De qué habla el poema? ¿cuál fue la parte que más te llamó la atención y por qué? ¿quiénes
son los nadies? ¿cómo se puede relacionar el poema con los derechos humanos?
En su poema Los nadies, Eduardo Galeano se refiere a los que “no son, aunque sean”, como aquellas
personas que han sido invisibilizadas de la sociedad y que “no figuran en la historia universal, sino en la
crónica roja de la prensa local”. Así, el escritor uruguayo nos invita a reflexionar sobre la importancia de dar
nombre y voz a las personas y grupos que, históricamente, han sido excluidos de todos los ámbitos.
Más allá de las múltiples lecturas que se pueden hacer del poema, utilizar recursos literarios nos permite
generar entornos de reflexión e interpretación basados en las emociones y pensamientos que provocan su
lectura: en este caso, la exclusión de determinados grupos que forman parte de la retórica discursiva de los
derechos humanos, pero no de su realidad material.
Vivimos en un entorno complejo y dinámico en el que la celeridad de los tiempos impide la reflexión
sobre los cambios a los que se enfrenta la sociedad que termina por normalizar lo anormal: “el más injusto
sufrimiento humano no parece ya generar la indignación moral ni la voluntad política para crear una
sociedad más justa y equitativa” (Santos, 2014, p. 10).
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En estas circunstancias, antes que contar una historia de los derechos humanos basada en sus avances
regulatorios, la educación se presenta como el espacio idóneo para ampliar el espectro bajo el cual
analizamos los problemas sociales y nos permite hacer una pausa para reflexionar sobre la manera en que
dicha historia es contada y la relación que tiene con el presente: ¿qué mensaje estamos transmitiendo y
cómo lo estamos haciendo? ¿qué versión de la historia estamos contando y qué parte estamos dejando
fuera? ¿qué dinámicas entran en tensión en el reconocimiento de derechos? ¿cuáles son los movimientos
que actualmente luchan por ampliar la frontera de la dignidad humana?
Para introducir una perspectiva crítica en la enseñanza de los derechos humanos, debemos comenzar
por preguntarnos si, efectivamente, estos contribuyen a dar nombre y voz a los nadies, o, por el contrario,
representan un obstáculo.
Independientemente de la respuesta que se le dé a dicha interrogante, lo cierto es que hoy los derechos
humanos forman parte medular del discurso de la dignidad humana, sin embargo, desde la educación
jurídica en pocas ocasiones se realiza un ejercicio reflexivo serio acerca de lo que entendemos por estos más
allá del texto jurídico y de la manera en que se interpretan y aplican.
Como señalamos en la descripción del módulo, si bien los catálogos de derechos humanos se han venido
ampliando y cada vez son más inclusivos, es común observar prácticas jurídicas, políticas y culturales que
toleran las violaciones a los mismos. Cuando se contrasta el desarrollo del marco jurídico de los derechos
humanos con la realidad, se hace evidente la discrepancia que existe entre la amplia aceptación de los
principios generales y su puesta práctica.
Como hemos señalado, para desarrollar una perspectiva crítica, debemos comenzar por sospechar
respecto de la manera en que normalmente se entienden y aplican los derechos humanos: cada vez que son
utilizados con fines emancipatorios, como el reconocimiento de los derechos de la tierra de los pueblos
indígenas o las exigencias del movimiento LGBTI, se cuestionan sus fines y entran en tensión con las
visiones dominantes del concepto.
Para abordar la enseñanza histórica de los derechos humanos desde una perspectiva crítica,
consideramos que se deben tomar en cuenta, siguiendo las ideas de Santos (2014), las siguientes 4 ilusiones:
La ilusión teleológica. Se basa en una lectura histórica de los derechos humanos hacia atrás y
entendida como un proceso lineal, ascendente y, hasta cierto punto, natural. Una visión así no
toma en cuenta que, en cualquier hecho histórico, compiten y entran en tensión diferentes ideas
de la dignidad humana.
Ilusión triunfalista. La idea de que los derechos humanos son incuestionables excluye otros
discursos de la dignidad humana que también han luchado por el reconocimiento de derechos,
como el de los pueblos indígenas o los movimientos feministas, y tienden a situarlos en un plano
ético y político inferior. Según esta ilusión, para ser aceptadas, las otras visiones tienen que
adaptarse a la idea triunfal de la dignidad humana.
Descontextualización. Se basa en una idea estática de los derechos humanos que tiene su
origen y predominancia en la revolución francesa y la lucha de independencia de los Estados
Unidos. La herencia liberal de los derechos se asume como la única y no se toma en cuenta que
el concepto de los derechos humanos se ha venido construyendo y reinterpretando
constantemente en diversos espacios temporales y geográficos.
Ilusión del monolitismo. Se presenta una idea homogénea de los derechos humanos que niega
o minimiza las contradicciones internas y las tensiones que existen entre los diversos
planteamientos teóricos e ideológicos, como la idea de que los derechos colectivos o derechos
sociales no forman parte del canon general de los derechos humanos.
Tener en mente estas 4 ilusiones al momento de abordar la evolución histórica de los derechos
humanos, resulta crucial para construir una perspectiva crítica del concepto.
En dicha construcción, es importante tomar en cuenta que la perspectiva crítica de los derechos
humanos no implica que estos deban ser descartados. Someter el concepto de derechos humanos a un
ejercicio crítico no los debilita, sino al contrario, abre la posibilidad de reivindicar su significado. Como
señala Santos (2014, p. 78), solo “reconociendo las debilidades reales de los derechos humanos es posible
construir, a partir de ellos, pero también más allá de ellos, ideas y prácticas de resistencia fuertes”.
Como señalamos en el primer módulo, la educación plena en derechos humanos implica una visión
reticular de los elementos que la componen en la que cada uno de ellos se complementa entre sí:
conocimientos, actitudes y prácticas forman el núcleo de la enseñanza de los derechos humanos.
Uno de los ejes transversales para desarrollar y enlazar cada uno de los elementos, es la empatía
entendida no sólo como una idea, sino como una práctica cultural que es posible desarrollar en las y los
estudiantes y que se basa en el reconocimiento del otro. Es decir, la empatía se refiere a la posibilidad de
imaginarse a uno mismo en las experiencias de los demás.
Ahí radica la importancia de incorporarla como un elemento didáctico. La incapacidad de empatizar con
los más vulnerables refuerza ideas preconcebidas y prejuicios sociales que terminan por reforzar la
estigmatización y marginación de estos grupos. Para formar abogadas y abogados más sensibles frente a
problemáticas sociales, es necesario formar personas más empáticas con su entorno social.
Evidentemente no hay una respuesta general ni un factor determinante a esta cuestión. Lo que nos
interesa remarcar, siguiendo las ideas de Lynn Hunt (2009), es que la empatía y humanización del otro, a
través de la cultura, la literatura, las obras de teatro y la pintura, contribuyeron a que, en determinados
periodos históricos como la revolución francesa, determinadas prácticas, como la esclavitud o la tortura, se
volvieran reprobables socialmente.
No es que la tortura legal se convirtiera en una práctica reprobable solo porque los jueces se
posicionaran en su contra, sino que hubo un cambio cultural previo en el que la sociedad comenzó a
rechazar dicha práctica. En este cambio las novelas tuvieron una gran influencia.
Nuevas formas de imaginar la realidad crearon nuevas experiencias individuales, una “empatía
imaginada”, que a su vez hicieron posibles nuevas formas de relacionarse: “el cambio social y político se
produce porque muchos individuos han tenido experiencias similares; no porque todos habitan en el
mismo contexto social, sino porque, mediante las interacciones de unos con otros, y con lo que leen y ven,
crearon un nuevo contexto social” (Hunt, 2009, p. 33).
Si bien no en todo suceso histórico se puede hacer la misma reflexión, tomar en cuenta dicho factor
tiene enormes potencialidades que pueden ser aprovechadas desde y para la enseñanza de los derechos
humanos. Reconstruir un escenario o contexto histórico específico, a partir de productos culturales, además
de humanizar y personalizar a las víctimas y excluidos, nos permite desarrollar habilidades de escritura y
pensamiento creativo en las y los estudiantes.
Construir una narrativa histórica de los derechos humanos a partir de productos culturales, también
contribuye en la activación de fibras empáticas y emocionales de las y los estudiantes que, de hacerse desde
una aproximación meramente formal, no se lograría. Como señala Lynn Hunt (2009), la característica más
importante de los derechos humanos es que requieren de cierto “sentimiento interior” compartido por
muchas personas. La empatía es fundamental para generar dicho sentimiento.
Ese es uno de los grandes retos que enfrentan las y los docentes hoy en día. En un contexto tan
polarizado y desigual, fomentar la empatía en las y los estudiantes se convierte en una tarea tan urgente
como necesaria.
Por ello no se debe desaprovechar ninguna oportunidad para generar reflexiones que trasciendan de lo
jurídico o formal. Si bien la mejor manera de generar empatía es a través de la interacción social, los
productos culturales y la reflexión también nos permiten situar a las y los estudiantes en posiciones o
escenarios en los que de otra manera no se hubiesen imaginado.
Ahora, también es importante reconocer sus límites. Es decir, las y los docentes deben cuidar que no se
convierta en un ejercicio sensacionalista en el que se sienta empatía por lo lejano e indiferencia por lo
cercano. Además, quedarnos en la mera reflexión sería insuficiente. Promover el discurso de los derechos
humanos es fácil, llevarlo a la práctica no. Si bien los productos culturales (incluidos los medios de
comunicación modernos y las redes sociales) han contribuido a promover causas que generan empatía,
también es cierto que eso no conlleva necesariamente a la acción.
En este sentido, vale la pena preguntarse ¿qué puede motivar a las y los estudiantes a actuar basándose
en los sentimientos y emociones, pero sin abandonar la racionalidad?
Abordar el curso de historia de los derechos humanos desde una perspectiva crítica es una oportunidad
para abrir la mente e incentivar nuevas formas de comprensión y análisis de la realidad y las diversas
problemáticas sociales que enfrentamos. Para ello, es necesario reexaminar las bases y la metodología sobre
las cuales se enseña la evolución histórica de los derechos humanos.
Para la actividad de aprendizaje deberás elegir alguno de los siguientes productos culturales
para generar una reflexión sobre una problemática de derechos humanos:
Novelas
Pinturas
Fotografías
Esculturas
Películas, series o cine documental
En un documento de Word responde a los siguientes planteamientos:
1) Descripción del producto cultural elegido. Responder a las preguntas generales: autor(a), año
de creación, en qué consiste.
2) Realiza una pregunta reflexiva sobre la problemática abordada. La pregunta no debe tener una
respuesta evidente, debe generar más dudas que certezas e invitar a la reflexión.
3) Interpretación personal del producto cultural y reflexión sobre la problemática elegida.
4) Conclusiones: ¿qué beneficios tiene llevar a cabo este tipo de actividades en el salón de clases?
Como señalamos al inicio del tema, las expresiones creativas nos permiten generar entornos
reflexivos. A partir de la interpretación de textos literarios u otros productos culturales, lo que se
pretende es generar puentes para que las y los estudiantes se identifiquen de manera personal con
determinada situación de injusticia.
La lectura e interpretación que se puede hacer de un poema, una fotografía, un documental, etc.,
ayuda a reducir la abstracción del concepto de derechos humanos y situarlos en personas y
situaciones particulares.
Al realizar este tipo de actividades, se debe ofrecer un abanico amplio de posibilidades a las y los
estudiantes para que puedan elegir aquella que les haga más sentido y se sientan más cómodos, así
como asegurarse de generar un entorno seguro en el aula para que no se sientan juzgados respecto a
su reflexión.
Algunos ejemplos de preguntas que pueden servir como guía para realizar la actividad son: ¿Qué
sabes acerca de esta fotografía? ¿qué te dice esta pintura? ¿qué fue lo que más te llamó la atención del
vídeo?
La actividad concluye mostrando al resto del grupo el producto cultural elegido y haciendo una
reflexión grupal basada en el sentido de los derechos humanos: ¿para qué sirven los derechos
humanos?