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CAPITULO I ficacién de la Pedagogia del Oprimido. sntradiccién opresores- oprimidos, su superacién. acién concreta de opresién y los opresores. tuacién concreta de opresién y los oprimidos. ie libera a nadie, ni nadie se libera solo. Los bres se liberan en comunién. | conocemos Ia amplitud del tema que nos pro- mos tratar en este énsayo, con lo cual pretende- fen cierto sentido, profundizar algunos de Jos discutidos en nuestro trabajo anterior “La ein como prdctica de la Libertad”. * De ahi Tb consideremos como una mera introduecién, "simple aproximacién al asunto que nos parece mportancia fundamental. oa ‘Una ver més los hombres, desafiados por la dra- ficidad de a hora actual, se ee ee jcomo problema. Descubren que poco saben de de su “puesto en el cosmos”, y se preocupan por sr mAs. Por lo dems, en el reconocimiento de | Boco saber de si radica una de las razones de esa | queda, instalandose en el tragico descubrimiento| | uu poco saber de sf, hacen de si mismos un prow ma. Indagan, Responden y sus respuestas los oa joen a nuevas preguntas Gi problema desu humanizacion, # pesar de ha srsido siempre, desde un puntorde Vista axiolbgico, a problema central, asume hoy el caraeter de preo- acion ineludible.** % Pare Tetta, Rio, 1967. Tierra Nueva. Montevideo, 1969; 3. edicibn, 1970. = Tos movimlentos de rebelién, en ot mundo actual, sobre Kodo equellos de lox jvenes, que ravelan necesariamente peci- {ipl to eeon donde we dan,santentan ons Be [ibiinaiad’ vt prescursion on tome get nemtre ‘de lor hom VE ” ecupacién impli Meco viasiiaes See Yiolencia de los opresores, deshumanizando dad historica. Es tamb: ontolégica, \bién, no instaura otra vocacién, aquella de ser queapartir de esta constatacin dolore. Como distorsién del ser mas, el ser menos Mitisrecuntarsohie le cc eae ice a los oprimidos, tarde o temprano, a luchar Su humanizacion. Ambas, en'la rele de aa ‘quien lo minimizS. Lucha que sélo tiene sen- i6n, se inscriben en un pers la raiz de su ‘uando los oprimidos en la basqueda por la re- ito de bisqueda, Humanizacion y deshameny facion de su humanidad, que deviene una forma dentro de la historia, en tn oo deshumani- earla, no se sienten idealisticamente opresores ,-objetivo, son_posibilidades eee opresores, ni se transforman de hecho, en opre- Bek inconclusos ¥ ‘concionies dene Ge los opresores sino en restauradores de la Cluslén. er ° ies de su_incon- “dad de ambos. Ahi radica la gran tarea hu- 'g0, si ambas sor i sta ¢ historica de los oprimidos: liberarse a si Pece que sélo la primera ene eae nos pa- 10s y liberar a los ee ‘Estos, que oprimen, Jee “voeacion de los hombres Veracca denomi- lotan y violentan en razén de su poder, no pue- Inés afitmada también en a propia n eign negada, fener-en dicho poder, la fuerza de la iberacion Clon negada en la injusticia, en la ex; pgacion. Voca- os oprimidos ni de si mismos. Sélo el poder ai spresién, en la violencia de lo: plotactén, enile ede la debilidad de los oprimidos sera lo sufi- en el ansia de libertad, de eS Afirmada itemente fuerte para liberar a ambos. Es por esto oprimidos por la rectiperacién de s4 heomerrae aos il poder de los oprerores, cuando pretends sua anidad des- farse ante la debilidad de los oprimidos, no sélo se Pojada’ La deshumanizacié i si i cin, id esa, casi siempre, en una falsa enerosidad, co- Jaquellos gue fueron despojados de au Maney oe Rernés Ja ultrapase, Los presores, falsamente fe- su humanidad si- ‘os, tienen necesidad de que la situacién de in- 10 también, aunque de ; fa ellos despojan, ov distorston near rents on Jos ale spermanezca a fin de que su ‘generosidad” MAS. Es distorsién posible en la Histaie ore oe Hinge teniendo la posibilidad de realizarse. El “or~ Ivocacién historia. * a historia pero mto ae ane ij injusto és 1a fuente generadora, perma te. de esta ‘igenerosidad” que se nutre de la mue! del desaliento y de la miseria, ‘De ahi la desesperacin de esta generosidad ante ilouier amenaza, que atente contra su fuente, Ja- puede entender este tipo de “generosidad” que verdadera generosidad radica en Ja lucha por Ja saparicién de las razones que alimentan el falso bros como a eves en el mundo ets: ¥ con el mundo. En torno de lo Y, como eatin endo: A poner en tela de julco la ciiiancon de xigir Ia tr Flas “burocracias” en todos sue matics. ransformacién de las universidades de lo, que ton tn liberecién, por el trabaio Tibre, por 1a deselienscién, por la por hacer tal desestero. La lucha 38 39 y ilsa caridad, de la cual Hida del “dimitido de 1a vee" alana) (Ege de lee aeiad® Y vencido, Mano extendida y trenela Ge Te ne shattapados del mundo, de los “condenador era’. La gran generosidad solo se entiende sean de hombres’ go necesario para su lucha por la libera~ Ja cual esta pedagogia se hara y rehard. gran problema radica en eémo podrén los idos, como seres duales, inauténticos, que “alo~ opresor en si, participar de la claboracién, Ppedagogia para su liberacion. Sélo en la medida fie se descubran “alojando” al opresor podrén fibuir a la construccion de su pedagogia libera= fientras vivan la dualidad en la cual ser es iF y parecér es parecerse con el opresor, es im= hacerlo. La pedagogia del oprimido, que no Ser elaborada por los opresores, es un instru- pera este descubrimicnto ceritico: el de los jidos por si mismos y el de los opresores por los lidos, como manifestacién de la deshumani- ije tiene que partir, si ondenados de la tierra”, de’los opmimiee 1 rra”, de los opr tos Sesharrapados del mundo ¥ de los que conetee nte solidari touraeién de etnte Solidaricen, Luchando por la restauracion Sin embargo, hay algo que es necesario consi- en esie descubrimiento, que esta directamente Ho a la pedagogfa liberadora. Es que, casi siem- en un primer momento de este descubrimiento, oprimidos, en vez de buscar la liberacion, en la, tha y a través de ella, tienden a ser opresores tam- h, 0 sub-opresores. La. estructura de su pensa- mto se encuentra condicionada por la contradic fi vivida en la situacién conereta, existencial en ‘se forman, Su ideal es, realmente, ser hombres, 0 para ellos, ser hombres, en la contradiceion en siempre estuvieron y cuya superacién no tienen e5cEstos. son sus testi: ) \ EQuién me; Preparado para entender una sociedad opresora? eQuién sentira mej opresion? Quien mas 4 2Quie que ellos, ir cot Pidiendo 1a necesidad de 1a liberacion? Libres, or que los oprimidos se eneontrard el significado terrible de or gue ellos, los efectos de la mn? Liberacién a la sino por la praxis -en la violencia de los opres sta se revista de la fal i bee fevis Isa generosidad a que nos he. sores, incluso cuando , tal como analizaremos mas adelante, mAs amplitud, del hecho de que, en cierto mo- nto de su experiencia existencial, los oprimidos, sumen una postura que llamamos de “adherencia” | opresor. En estas circunstancias, no Hegan a “ad- ftar-lo”, lo que los Ilevaré a objetivarlo, a descu- Fogia que haga de ide reflexién de los Al hacer esta afirmacién, no queremos decir que. ‘oprimidos, en este caso, no se sepan oprimidos. aL de si mismos, como oprimidos, sin ie encuentra perjudic: su inmersion Malidad opresora.. “Reconocerse™ en. antago. “opresor, en aquella forma, no signifies sip luchar por la superacién de la contradiceson, pe ahi esta casi aberracién: uno de los polos de la contra- Giccién pretendiendo, en vez de la liberacion I iden, tificacion con su contrario, ‘2 rnia ect? 20% el thombre nueve"spara los opri- Hmidos no es el homie que debe nacer con Ia supe: de la contradiccién, con la transformacién de igua situacién, coneretamente opresora, que ce de su lugar a una nueva, la de la liberacién, Para Jélles, el hombre nuevo son ellos mismos, trancter ‘mandose en opresores de otros. Su vision del heries huevo es una visién individualista. Su adherencia al opresor no les posibilita la conciencia de si como per- Sona, ni su coneiencia como elase oprivnidy, En un caso especifico, quieren la Reforma Agra- tia, no para liberarse, sino para poseer tisrras y, con ésta, transformarse en Propietarios 0, en forma més Precisa, en patrones de nuevos empleados, \ Son raros los casos de campesinos que al ser qpromovidos"’ a capataces, no se transformen en Opresores, més rudos con’ sus antiguos eompaneree lureza atin, la du 2a del patron. Tal afirmacién no niega la nuestra a de que en estas circunstancias, los oprimides Henen en el opresor su testimonio de “hombre” Ineluso las revoluciones, que transforman 1a sie fiiacion conereta de opresién en una nueva en que la Uberacién se instaura como proceso, enfrontar esta \ manifestacion de la conciencia oprimida, Muchos de \Jbs oprimidos, que, directa 0 indirectamente, parlidi, [Paron de Ja revolucién, mareados por los viejos mitos 2 structura anterior pretenden hacer de 1a revo Su revoluctén privada, Perdura en ellos, en nera,"1a soibia testimonial del _antiguo . Este continua siendo su testimonio de " ‘ so é tad, del cual se hacen o Dprimisce, miedo ala libertad que tanto ace feos a pretender ace eo antenetlos atados al * pico aspects: gue merece igualmente nestra Ba a Ja, mediacion de Jos elementos basicos en presoptimidos es la. preseripeién, Toda. pres: lon es la imposicion de Ia opeién de una contie ‘otra, De ahi'el sentido alienante de Tas preso que transforman @ la conciencia receptors en ie hemos denominado como concensia “que al a’ la conciencia opresora. Por esto, el. i tamiento pres os oprimidos es un compor' Be ceontoriin co save aipautan jones ea as de los opresores. i é Hoos opis ue insfoyestando Te Sombra” de Fesores siguen sup pautas, femen a Ta Mberfad) Ueemedds en que esta, implicando a expul sion Ie “sombia", exigira de ellos que “llenaran” el eo dcjado-par- a. expulsion con “contenido aie nté: el de su autonomia. El de mantenerse allenades, Entre seauie pciones tener opciones. Entre ser espectado- ictores, Bite actuar o tener Ja ilusion de qu men la acelén de los opresores. Entre decir a fa 0 no tener\vor, castrados en su poder de by secrear, en su poder de transformar el mundo. Bie es el tragico dilema de los oprimidos, jue su pedagogia debe enfrentar. ea or esto, Ia Hiberacién es un parto. Es un parto Pipl mombre Ge Shee ae Slee es a 01 jue slo es viable en la Ress ae ee tima instancia, es la liberacion de todos. La superacion de la contradiccién es el parto que fal mundo a.este hombre-nuevo — pnido— sino un hombre Uberandose. © jeracion que WO pueds arse sin embargo en nos meramente idealist. Se hace Indispenss: Tos oprimidos, en su lucha por Te lib y feonciban le realided eoncreta de la opresiin como especie de “mundo cerrado” (en el cual se > edo a Ja libertad) del cual no pueden sa Sino como ua situacin que slo ts init ¥ que fundamen’ den transformar. Es : al Teconocer el limite que Ta realidad opresora Impone, tengan, en este reconocimiento, el jecion liberadora Pale decir, que el reconocerse.limitados por Ja jacién. concreta de opresién, Se on so “ser para si” es el opresor, - Bain baker Jogrado la liberacion. Como contra- in del opresor, que en ellos tiene su verdad co- lara Hegel, solamente superan, la contra felon en que se encuentran, cuando el hecho de re 45 / conocerse como oprimidos los cot : Ios eompromete en Ta hi Por liberarse.* 8 ee No basta saberse EN tna relacién dialéet ica con el opresor —su contrario antagénico-~ descubriendo, por ejemplo, que sin ellas el opresor ni | gel) para estar de hecho liberados, ~—Es preciso, enfaticomos, que praxis liberadory ee lamente, como per- la posicion del opresor aunque miento po equivale ain a solida- ‘oprimidos. Solidarizar con éstos es prestar asistencia a 30 6 a 100, mante- ilaclos a la misma posicién de dependen- olidarizar no es tener conciencia de que explota iuclonalizar” su culpa paternalistamente, La soli- flatidad, gue exige de quien solidariza que “asuna” Ta siluacion de aquel con quien solidarizé, es una ac- Si lo que caracteriza:a los oprimi le caracteriza’a los oprimidos, como “con- Tor, es hacerse “objeto”, es transformarse como se- ala Hegel, en “conciencia para otro”,** la verdade- 2 folidaridad con ellos esta en luchar con ellos para ransformacién de la realid: : aon lidad objetiva que los ha- El opresor s6lo se solidariza con \ i los oprimidos euando su gesto deja de ser un gesto ingenuo y senti- mental de cardcter individual, y pasa a ser un acto de + Discutiendo tae relecionen entre. In. concien ento y ta servi, dice Hegel, "la verded de In concienea hae. Front ex por lo tonto la cinciencia servi”. La, Fenomenct gia del Espiritu, FCE, pag. 119, “oe * “Une es la conciencin inlependiente quo tne ‘otra le conciencin dependiente cuya, exer. el ser pata ovo. La primera on el seior, In ex jo". Hegel, Op. cit pogr 112. \ jor para aquéllos. Cuando para ello, los oprimidos jan de ser una designacion abstracta y devienen bres concretos, despojados y en una situacién de justicia. Despojados de su palabra, y por esto com= jos en su trabajo lo que significa la venta de la sona misma, Sdlo en la plenitud de este acto de ‘en su exi:tenciacién, en su praxis, se consti- la solidaridgd verdadera. Decir que los hombres son personas, y como per- fas son libres y yo hacer nada para lograr con- stamente que esta afirmacién sea objetiva, es una 2. Del mismo modo cotho en una situacién conereta de la opresién— se instaura la contradiccién ssor-oprimidos, la superacién de esta contrad! | sélo puede verificarse objetivamente. ‘De ahi esta exigencia radical (tanto para el op) ‘que se descubre como tal, como para los oprimi- ‘ue, reconociéndose como contradiccién de aqué~ Gesvelan el mundo de 1a opresién y pereiben los que lo alimentan) de trarsformacién de Ja si- ién conereta que genera la opresién. Nos parece muy claro, no s6%0 aqui sino en otros jentos del ensayo, que al presentar esta exigen- radical —la de la transformacién objetiva de la acién opresora— combatiendo un inmovilismo jetivista que transformase el tener conciencia de resin en una especie de espera paciente del dia jue ésta desapareceria por si misma, no estamos indo el papel de la subjetividad en la lucha por nodificacion de las estructuras. No se puede pensar en objetividad sin subjeti- id, No existe la una sin la otra, y ambas no pue- ‘ser dicotomizadas. La objetividad dicotomizada de la subjetividad, jegac’én de ésta en el anilisis de la realidad 9 en cién sobre ella, es objetivismo. De la misma for- Ja negacién de la objetividad, en el andlisis co- a0 mo en la accién, conduciendo al subjetivismo que se extiende en posiciones solipsistas, nitga la acciin misma, al negar la realidad objetiva, desde el mo- Mento en que ésta pasa a ser creacidn de la concien- cia. Ni objetivismo, ni subjetivismo o. sino subjetividad y objetividad en lecticidad. 1s que en ella se encuentran, funciona como una fa de inmersion de las conciencias" os En esie sentido, esta realidad, en sf misma, es Jonalmente domestcadora, Liberarse de su fuer: indiseutiblemente, la emersién i sobre ‘lla. Es por. esto que, solo es posible rlo a través dé le praxis autentioay que no em vismo ni verbalismo sino accion y reflexion. “Hay que hacer la opresion teal todavia, mé fi Ta conciencia de 1a iva, afadiendo a aquella la conciencia de le sion, haciendo 1a infamia todavia més infaman. Me io aeeltta opresién real atm més opresore i ion”, a entandole la coneiencia de la opresiOn”, a ai A ce refiere, corresponde a la relacion Alaiéties jetividad-objetividad. Sélo en. su seidaridad, on oh A el subjetivo constituye con el objetivo Gialéetica, es posible la praxis aurtict Praxis, que es reflexin y accion de los hombres transformarlo. Sin ella Mec 1g superscian de la. contradiceién opresor- Be ete modo, 1a superacién de deta orig aa ‘tos opr eal : in eritica de los oprimidos en la r gore: ton Ia cual ebjetivéndola actien simulté jente sobre ella. ces eal esto que, insercién *ritica y y hares cosa, En por esto también aule el mero reeD- io. Equivale a admitir mmbres, tal como la otra jetivismo, que implica a los n los unos sin el otro, mas ambos en te interaccién. En Marx, como en ningin pensador critico, rea Hista, jamés se encontrara esta dicotomia. Lo’ que Marx criticé y cientificarhente destruy6, no fre la subjetividad sino el subjetivismo, el psicologismo, La realidad social, objetiva, casualidad sino como el producto de la accién de los hombres, tampoco se transforma por casualidad. Si Jos hombres son los productores de esta realidad y si ésta en la “inversion de Ja praxis”, se vuelve sobre ellos y 10s condiciona, transformar Ja realidad opre- sora es tarea historica, es la tarea de los hombres, Al hacerse opresora, la realidad implica la exis- fencla de los que oprimen y de los que son oprimidos, Estos, a quien cabe realmente luchar por su liberas cion conjuntamente con los que con ellos verdade. ramente se solidarizan, necesitan ganar la conciencia eritica de la opresién, en Ia praxis de esta busqueda, Este es uno de Jos problemas més graves que s¢ ©ponen a la liberacién. Es que la realidad opresora, al constituirse casi como un mecanismo de absorcién que no existe por ey. Fe ean soni rere e na ce thr anh a En cont ada de éste en la historia. = ee Sn, stretanto, no supone est a ec ieaeriedad, pues 1a propia funclon Fe eee Led i woe ras ‘De un trabajo inédito de José Luis Fi Pte fon ol autor a quien 43 nocimiento de una realidad que no conduzca a esta insercién critica —la cual ya es accién— no conduce a ninguna transformacién de la realidad objetiva, Precisamente porque no es reconocimiento yerda: dero. Este es el caso de un “reconocimiento” de carie- ter puramente subjetivista, que es ante todo el resul- tado de la arbitrariedad del subjetivista, el cual, hu- yendo de la realidad objetiva, crea una falsa realidad en s{ mismo, ¥ no es posible transformar la realidad conoreta en la realidad imaginaria. Es lo que ocurre igualmente, cuando la modifi caciin de la realidad objetiva hiere los intereses in- Gividuales o de clase de quien hace el reconocimiento. En el primer caso, no se verifica insercion eriti ca en la realidad, ya que ésta es ficticia y tampoeo en el segundo, ya que la insercién contradiria los in- tereses de clase del reconocedor. La tendencia de éste es, entonces, comportarse “neuréticamente”, El hecho existe, mas tanto en cuan- to lo que de él resulte puede serlo adverso. De ahi que sea necesario en una indiscutible “ra- cionalizacién”, no necesariamente negarlo sino vi- sualizarlo en forma diferente. La “racionalizacién”, como un mecanismo de defensa, termina por identi= ficarse con el subjetivismo. Al no negar el hecho mas distorsionar sus ver~ dades, la racionalizacién “quita” las bases objetivas del mismo. El hecho deja de ser él concretamente, y pasa a ser un mito creado para la defensa de la clae se de quien hace el reconocimiento, que asi se torna un reconocimiento falso. Asi, una vez més, es impo- sible la “insercién critica”. Esta s6lo se hace posible en la dialecticidad objetividad-subjetividad. He aqui una de las razones de la prohibicién pa~ ta las dificultades como veremos en el tiltimo capi- tulo de este ensayo— en el sentido de que las masas populares lleguen a insertarse eriticamente en la rea- lidad. 50 } e el opresor sabe muy bien que esta “in- ion ttritiea” BeSteeureeee oprimidas, en la reali- id opresora en nada puede interesarle. Lo que si teresa es la permanencia de ellas en su estado de mersion en el cual, de modo general, se encuentran ypotentes frente a la realidad opresora, como si- jacién limite que aparece como intransponible. Es interesante observar la advertencia que hace. yukacs* al partido revolucionario sobre que “. al joit, pour employer les mots de Marx, expliquer ai asses leur propre action non seulement afin d’assu- sr la continuite des expériences revolutionnaires di oletariat, mais aussi d’activer conscienment le jeloppement ulterieur de ces expériences”. i deta esta necesidad, Lukecs indudable- ente plantea la cuestién de la “insercién critica” a jue nos referiamos. 7 a “Explicar a las masas su propia accion’ es acla- ar e iluminar la accién, por un lado, en lo que se Tefiere a su relacién con los datos objetivos que Je. yrovecan y, por otro, en lo que dice respecto a las inalidades de la propia aecién. Cuanto més desvelan, las masas populares, la ‘realidad obietiva y desafiadora sobre la. cual del e in- cidir su accién transformadora, tanto mas se “inser- itan” en el'a criticamente. 4 De este modo, estaran activando “concientemen- fe el desarrollo ulterior” de sus experiencias. En un pensar dialéctico, aecién y mundo, mundo y occi‘n se encuentran en una {intima relacién de so- fidaridad. Ain més, la accién s6lo es humana cuan- ‘do, mas oue un mero hacer, es un auehacer, vale de- ‘cir, cuando no se dicotomiza de la reflexion. Esta wl fima, necesaria a Ja accién, est4 imolicita en Ja exi fencia que plantea Lukacs sobre la “explicacién a Jas masas de su propia accién” —como se encuentra + Lukecs, Georg — “Lenine”, Btudes ct Documentation Internationales, Paria — 1965 — pix, 62. 51 implicit también en ta finalided que él da a esaexpli -cacién— la de “activar concientement ulterior de la experiencia”, ge Para nosotros, sin embal : , 'g0, el problema no ra- sydica solamente en explicar a lay masas sino en diae Aowir con las sobre suraccion. De eualguleh fof, que Lukaes reconoce al partido revolucio. nario de “explicar a Jas masas 1 nccl6n” eolneide on Ja exigencia que planteamos sobre la insercion (rica de Tas masas on su realidad, a través de le 5 echo de que i feng Pee que ninguna realidad se trans- pedagogia del oprimido que, en el f ‘ i 2 i fondo, 1a pedagogia de los hombres que se. empefian en ia Iucha por su liberacién, tiene sus raices ahi, ¥ debe tener, en Ios propios oprimidos que se saben 0 em- nn a conocerse criti i lesan a conocerse erticamente como oprimidos, tno Ninguna pedagogia real ia realmente liberadora 1 de ellos seres desdichados, objetos de un trata: miento humanitarista, para intentar, a través d ejemplos sacados de entre los opresores, la elabora. Gién de modelos para su “promotion”. Los oprimides el ejemplo de sf fran de ser el ejemplo de sf mismos, en Ia lucha por acidt® Redazouia del oprimido, que busca la restau- ‘lin de la intersujetividad, aparece como la pe- gi mbre. Bélo ella, animada por una ate fee enemas hci eB a Buede aleanzar este objetivo, Por el contrario, Ia pedagogia que, partiendo de los intereses egoistas de * “2 teorla mateialista do que ton ie Jas ciccunstancias y do la educacién, y de qu. por l os Hombres. modificados son producto ‘de ciscusstancias itn y do na edscaci distinta elvide gue Tar ccunstane ‘$8 hacen cambiar precisemente ‘per los hombre ropio educador necesita wer edveado", Mar sobre Feuerbach. Mare — Engels, Obras Prosreso — Mosei, 1966, 1t Tom py 52 ‘escogidas, Editorial 404, F te DT pgteceee, en ole + ROLOKD Dib awtesg ‘opresores, egoismo camuflado ‘de falsa generosi- | hace de los oprimidos objeto de su humanita- 10, mantiene y encarna la propia opresién, Es el istrumento de 1a deshumanizacion. Esta es la razon por la cual, como ya afirmamos On anterioridad, esta pedagogia no puede ser ela- Grada ni practicada por los opresores. © Seria una contradiccién si los opresores no s6lo lfendiesen sino practicasen una educacién libe- dora. ‘Sin embargo, si la prdctica de esta educacién im- blica el poder politico y si los oprimidos no lo tienen, como realizar, entonces, la pedagogia del oprimiday> intes de Ia revolucion? - "sta es, sin duday una indagacién altamente im- jortante, cya respuesta parece encontrarse relati lamente clara en el iiltimo capitulo de este ensayo. | Aunque no queremos anticiparnos a él, podemos, firmar que un primer aspecto de esta indagacién adica en la distincién que debe hacerse entre la ed ‘én sistematica, que solo puede transformarse com) Poder, y los trabajos educativos que deben ser re fados_ con los oprimidas, en el proceso de su orga- sizacion. " La pedagogia del oprimido, como pedagogia hu- Manista y liberadora, tendrd, pues, dos momentos listintos aunque interrelacionados, El primero, en el fl los oprimidos van desvelando el mundo de I resin y se van comprometiendo, en la praxis, con| ‘ansformacién y, el segundo, en que una ver ransformada la realidad opresora, esta pedagogia de- de ser del oprimido y_pasa a ser-la-pedagogia-de, hombres en proceso de permanente liberacion. Bn cualquiera de estos momentos, sera siempre ‘accién profunda a través de Ia cual se enfrentard, ituralmente, la cultura de la dominacién* En el mediante el cambio de percepeidn + Noa parece que este es el especto fundamental do tx jolucisn Cultural” 53 &) lel mundo opresor por parte de los oprimidos_y, en ‘1 segundo, por la_expiilsién de Ios _mitos das y \Besarrollados en la estructura-opresora, que se man- ‘tienen como aspectos mfticos, en la nueva estructura jue surge de la transformacion revolucionaria. En el primer momento, el de la pedagogia del oprimido, objeto de andlisis en este capitulo, nos en- frentamos al problema de la conciencia oprimida co- mo al de la conciencia opresora — el de los hombres opresores y de los hombres oprimidos en una situa- cién concreta de opresion. Frente al problema de su comportamiento, de su visién del mundo, de su ética, Frente a la dualidad de los oprimidos. Y debemos encararlos asi, como seres duales, contradictorios, di- vididos. La situacién de opresién, de violencia en que estos se “conforman”, en la cual-“realizan” su exis- tencia los constituye en esta dualidad . ‘Toda situacién en que, en las relaciones objetivas entre “A” y “B”, “A” explote a “B”, “A” obstaculice a “B” en su busqueda de afirmacién como persona, como sujeto, es opresora. Tal situacién, al implicat la obstruccién de esta basqueda es, en si misma, vio- Jenta. Es una violencia al margen de que muchas ve- ces aparece azucarada por la falsa generosidad a que nos referjamos con anterioridad, ya que hiere la vo- cacién ontolégica e histérica de los hombres: la de Una vez establecida la relacién opresora, esta instaurada la violencia, De ahi que, en la historin é sta jamas haya sido iniciada por los oprimidos. ,Cémo /podrian los oprimicos iniciar la violencia, si ellos son a resultado de una violencia? ;Cémo podrian ser los promotores de algo que al instaurarse objetivamen- te los constituye? No existirian oprimidos si no existiera una relae “cin de violencia que los conformne como violentados, “en una situacién objetiva de opresién Son los que oprimen, quienes instauran la vio~ Tencia; aquellos que explotan, los que no se recone. 54 “al 0s y no los optimidos, los explotados, que no son Feconocidos como otro por quienes imen. oe “Quienes instauran el terror no son los dies, no aquellos que a él se encuentran. sometidos cine. violentos quienes con su poder, crean la situa: in conereta eri Ia que se generan los “dimitidos de vida”, los desharrapados del mundo. 4 Quien instaura la tiranfa no son los tiraniza primero gee ieara la nogacién de los hombres m0 a aquellos que fueron despojados de su humant: id sino aquellos que se las negeron, negando tal i a. Deis eure vem bee ecieron bajo la robustez de los fuertes sino los 5 debilitaron. ‘ esr ‘bnibango, para los opresores, en la hipocrs- fa de st: falsa “generosidad”, son siempre lcs opri- dos a los que, obviamente, jams denominan crino fales sino, conforme se situen, interna o externa: fente, denominan de “esa gente” o “esa masa ciega enviliosa”, 0 de *salvajes”, o de “nativos’ o de Eubversivos", son siempre los, oprimidos, os, ox Son siempre ellos los “‘violentos”, los “bar Tee ee eae ira 1a violencia de los opresores. a in la respuesta de los oprimidos a 1a violencia dln los yerncores, donde encontraremos el gesto de. anion. jonciente o inconcientemente el acto de zebelién de pre es tan o casi tan violen 10 de Ios jolenci hace de Mientras la violencia de los opresores hi los aprimidos hombres a quienes se les prohibe ser, Ja respuesta de éstos a la violencia de aquellos s* en- 55 Cuentra infundida del anhelo de bisqueda del dere- cho de ser. Los opresores, violentando y prohibiendo que los otros sean, no pueden a su vez ser; los oprimidos lu- chando por ser, al retirarles el poder de oprimir y de aplastar, les restauran la humanidad que habian per~ dido en el uso de la opresién. Es por esto que s6lo los oprimidos, liberandose, pueden liberar a los opresores.-Estos, en tanto clase ue oprime no pueden liberar, ni liberarse. Lo importante, por esto mismo, es que la lucha de los oprimidos se haga para superar 1a contradic- cién en que se encuentran; que esta superacion sea el surgimiento del hombre nuevo, no ya opresor, no ya oprimido sino hombres liberandose. Precisamen- te dado que si su lucha se da en el sentido de ha- cerse hombre, hombres que estaban siendo despoja- dos de su capacidad de ser, no lo conseguirén si s6lo invierten los términos de la contradiccién. Esto es, si s6lo cambian de lugar los polos de la contradiecién. Esta afirmacién que puede parecer ingenua, en realidad no lo es. Reconocemos que, en la superacién de la con- tradiccion opresores-oprimidos, que sdlo puedo ser intentada y realizada por estos, esta implicita la des- aparicién de los primeros, en tanto clase que oprime, Los frenos que los antiguos oprimidos deben impo- ner a los antiguos opresores para que no vuelvan a oprimir no significan la inversién de la opresién. La opresién s6lo existe cuando se constituye como un acto prohibitive al ser mas de los hombres. Por esta tazén, estos frenos, que son necesarios, no significan, en si mismos el que los oprimidos de ayer se encuen- tren transformados en los opresores de hoy. Los oprimidos de ayer, que detienen a los anti- uos opresores en su ansia de oprimir, estaran gene~ Fando con su acto libertad, en la medida en que, con 41, evitan la vuelta del régimen opresor. Un acto que Prohibe la restauracién de este régimen no puede ser 56 mparado con el que lo crea 0 lo mantiene; no pue- ser comparado con aquel a través del cual algu- is hombres niegan a las mayorias el derecho de ser, Por otra parte, en el momento en que el nuevo der se plasma como “burocracia”* dominadora se jierde 1a dimensién humanista de la lucha y ya no jede hablarse de liberacién. De ahi la afirmacin anterior, de que la supe: icin auténtica de la contradiccién opresores-opri dos no estd en el mero cambio de lugares, ni en el iso de uf polo a otro. Més atin: no radica en-el he= tho de-que 16s oprimidos de hoy, en nombre de I iberacién, pasen a ser los nuevos opresores. Lo'que ocurre, sin embargo, atin cuando la supe- icidn de Ja contradiccién se haga en términos au- mnticos, con Ja instalacién de una nueva situacion ynereta, de una nueva realidad instaurada por los pprimidos que se liberan, es que los opresores de ayer JO se reconozean en proceso de liberaciin, Por el mntrario, se sentiran como si realmente estuviesen endo oprimidos. Es que para ellos, “formados” en experiencia de los opresores, todo lo que no sea derecho antiguo de oprimir, significa la opresi6n, fe sentirdn en la nueva situacién como oprimidos, que si antes podfan comer, vestirse, calzarse, edu- ese, pasear, escuchar a Beethoven, mientras millo- §§ No comian, no se calzaban, no se vestian, no estu- fiaban ni tampoco paseaban, y mucho menos podian ettchar a Beethoven, cualquier restriccién a todogs})| sto, en nombre del derecho dé todos, les parece una ‘ofund® violencia a su. derecho de-vivir~ Derecho ie en Ia situacién anterior, no respetaban en los mi- mes de personas que sufriah y morfan de hambre, * pte plasmarse no debe confundirse con los frenos anterior ‘mencienados, y que deben ser impuestos a los antiguoy res a fin de evitar Ia restauracién del orden dominador. Fs Ta revolucién que, ortancéndore, se ido el mismo sparato burceratieo esivo del Estado, que debia haber sido radicalmente supri fo, como tantes voces subray Marx. 87 le dolor, de tristeza, de desesperanza, Es que, para los opresores, la persona humana son sélo ellos, Los-ottos son. “objetos,.casas’. Para 8610 existe un derecho, su derecho de vivir en paz, frente al derecho de sobrevivir que tal vez ni siquiera reconocen, sino solamente admiten a los op midos. ¥ esto, porque, en tiltima instancia, es preciso que los oprimidos existan, para que ellos existan y sean “generosos”. Esta manera de proceder asi, este modo de com- prender al mundo y los hombres (que necesariamente Jos Ieva a reaccionar contra la instalacién de un po- der nuevo) se explica, como ya sefialéramos, en la ex- periencia en que se constituyen como clase domina- dora. Ciertamente, una vez. instaurada una situacién de violencia, de opresién, ella genera toda una forma de ser y de comportarse de los que se encuentran envuel- tos en ella. En los opresores y en los oprimidos, En unos y en otros ya que concretamente empapados en esta situacién, reflejan la opresién que los marea. En el andlisis de la situacién conereta, existencial, de la opresién, no podemos dejar de sorprender su na- cimiento en un acto de violencia que es instanrado, renetimos, por aquellos que tienen en sus manos el poder. Esta violencia, entendida como un proceso, pasa de una generacién de opresores a otra, y ésta se va haciendo heredera de ella y forméndose en su clima general. Clima que crea en el opresor uma conciencia fuertemente posesiva, Pozesiva del mundo y de los hombres. La conciencia opresora no se puede enten- der, asi, al margen de esta posesidn, directa, concreta y material del mundo y de los hombres. De ella, con siderada como una conciencia necréfila, Fromm dirfa gue sin esta posesin, “perderia el contacto con el mundo”. * Fromm, Erich. Bl Corazén dal Hombre. Breviarios, Fon do do Culturs Econimice, México, 1967, pag. 41. 58 De ahi que Ja conciencia opresora tienda a trans-” mar en objeto de su dominio todo aquello que le cercano, La tierra, los bienes;la-produecién, 1a crea~ sion de los hombres, los hombres mismos, el tiempo en, jue-se encuentran los hombres, todo se reduce a ob- “En esta ansia irrefrenable de posesion, desarro- flan en si la conviccién de que les es posible reducir todo a su poder de compra. De ahi su concepcién es- ee teas ees El dinero 5, para ellos, la medida de todas las cosas. ¥ el lucro, ‘su objetivo principal. __ Es por esto que, para los opresores, el valor ma- imo tadica en el tener més y cada vez mas, a costa, inclusive del hecho del tener menos o simplemente no eer nada de 10s oprimidos. Ser, para ellos, eq jalente a tener y tener como clase poseedora,. Bn la situacion opresora en que se encuentran, ymo usufructuarios, no pueden percibir que si tener €5 condicién para ser, esta es una condicion necesaria todos los hombres. No pueden percibir que, en la fisqueda egoista del tener como clase que tiene, se jahogan en la posesién y ya no son. Ya no pueden ser. | Por esto mismo, como ya sefialéramos, su genero- Sidad es falsa. Por estas razones, para ellos, la humanizacién es ina “cosa” que poseen con derecho exclusivo, como atributo heredado. La humanizacién les pertenece. La de los otros, aquella de sus contrarios, aparece como Subversién. Humanizar es, naturalmente, subvertir y 10 ser mas, para la conciencia opresora. ‘Tener mas, en la exclusividad, ya no es un privi- Tegio deshumanizante e inauténtico de los demas y de ‘si mismos, sino un derecho inalienable. Derecho que taron con su esfuerzo, con el coraje de correr . Si los otros —esos envidiosos— no tienen, porque son incapaces y perezosos a lo que se agtre- a, todavia, un mal agradecimiento injustificable fren: le 2 sus “gestos de generosidad”. Y dado que Tos 59 ‘oprimidos son, “‘malagradecidos y envidiosos”, son siempre vistos como enemigos potenciales a quien se debe observar y vigilar. No podria dejar de ser asi, Si la humanizacion de los oprimidos es subversion, también Jo es su Ii- bertad. De ahi la necesidad de controlarlos constan- temente. Y cuanto més se los controle mas se los transforma en “objetos”, en algo que aparece como esencialmente inanimado. Esta tendencia de la conciencia opresora a inani- mar todo y a todos, que tiene su base en el anhelo de posesién, se identifica, indiscutiblemente, con la tendencia sadista. “El placer del dominio completo sobre otra persona (0 sobre una criatura animada), Sefiala Fromm, es la esencia misma del impulso sddico. Otra manera de formular la misma idea es decir que el fin del sadismo es convertir un hombre en cosa, algo animado en algo inanimado, ya que mediante el control completo y absoluto el vivir pierde una cua- lidad esencial de la vida; la libertad”.* El sadismo aparece, asi, como una de las caracte- risticas de Ia conciencia opresora, en su vision ne- créfila del mundo. Es por esto que, su amor es un amor a la inversa: un amor a la muerte y no ala vida. Hn la medida en que para dominar se esfuerza por detener la ansiedad de la busqueda, la inquietud, el poder de creacién que caracteriza la vida, la con- ciencia opresora mata a la vida. De ahi que los opresores se vayan apropiando, también cada vez més, de la ciencia como instrumen- to para sus finalidades. De 1a tecnologia como fuer za indiscutible de mantencién del “orden” opresor, con el cual manipulan y aplastan.** * Fromm, Etich. Op. elt. pig, 80. Los subsayados son del Pee 2 lene aniene ae ver Herbert Marcuse: "El Hombre Unidimensional” y “Ero GivilzeciOn”, Les Editions de Minuit —— Paris 1968 'y 1909,” 60, "Los optimidos como objetos, como “cosas”, ca- en de finalidades. Sus finalidades son aquellas ie Tes prescriben los opresores. Frente a todo esto, surge ante nosotros un pro- jlema de innegable importancia que debe ser obser- io en él conjunto de estas consideraciones cual es | de la-adhesin y el consecuente paso que realizan representantes del polo opresor al polo de los, rimidos, De su adhesién a la lucha de éstos por liberacién. ‘A ellos les cabe, como siempre les ha cabido en ja historia de esta lucha, un papel fundamental, Sucede, sin embargo, que al pasar del polo de los explotadores, en la que estaban como herederos Ja explotacién 0 como espectadores indiferentes fe Ja misma, lo que significaba su convivencia con la explotacién, al polo de los explotados, casi siompre i icionados por Ja “cultura del sic origen. Sus prejuicios. Sus “‘eformaciones, y, entre ellas, Ja desconfianza en el pueblo. Desconfianza en que el pueblo sea capaz de ensar cotrectamente. Sea capaz de querer. De saber, De este modo, estén siempre corriendo el riesgo, ‘de caer en otro tipo de generosidad tan funesto como “aquel que criticdramos on Ios dominadores. Si esta generosidad no se nutre, como en el caso de los opresores, del orden injusto que es necesario mantencr para justificar su existencia; si realmente quieren transformarla, creen por su deformacién, que deben ser ellos los realizadores de la transfo Tnacién. Cx gE, Pa Se comportan, asf, como quien no cree en el pue- Blo, aunque a él hablen, Y creer en el pueblo es la ‘eondicién previa, indispensable a todo cambio revo- lucionario. Un_tevolucionario se reconoce més por su ereencia en ef pueblo que Io compromete que por mil acciones levadas a cabo sin él. Bs indispensable que aquellos que se comprome- fen auténticamente con el pueblo, revisen constante- ped mente su accién. Esa adhesion eg de tal forma radi- cal que no permite comportamientos ambiguos de quien la asume. Verificar’ esta adhesion y considerarse propieta- rio del saber revolucionario que debe, de esta ma- nera, ser donado o impuesto al pueblo, es mantenerse comé era con anterioridad, Decirse comprometido con la liberacién y no ser ecapaz de comulgar con el pueblo, a quien continua considerando absolutamente ignorante, es un dolore- 50 equivoco Aproximarse a él y sentir, a cada paso, en cada duda, en cada expresién, una especie de temor, pre- tendiendo imponer su “status” es mantener la nostal- gia de su origen. De ahi que este paso deba tener el sentido pr fundo del renacer. Quienes lo realizan deben asumir una nueva forma de estar siendo; ya no pueden ac- tuar como actuaban, ya no pueden permanecer como estaban siendo, _ Serd en su convivencia con los oprimidos, sa- biéndose uno de ellos —sélo que con, un nivel dife- rente de percepeién de la realidad-~ como podran -comprender Tas formas de ser y de comportarse de Jos oprimidos, que reflejan, en diversos momentos 1a estructura de la dominacion. Una de éstas, a la cual ya nos refiriéramos répi- damente, es la dualidad existencial de los oprimidos que, “alojando” al opresor cuya “sombra” introyec- tan, son ellos y al mismo tiempo son el otro. De ahi que, casi siempre, en cuanto no Iegan a localizar al opresor coneretamente, asi como en cuanto no Ilc- gan a ser “concioncia para si” asumen actitudes fa- falistas frente a la sitaacién conereta de opresién en que se encuentran.* quo es un dependiente, comienza 9 tener wa dopendencia cuando #6 da cuenta de ella Anton de eto, obedace al patrén y dice casl siempre: “ZQue ‘puedo hacer, si say campasine?” — Palabras de tin esmpesine durante una entrevista con el autor, 2 ‘A veces, este fatalismo, a través de un andlisis superficial, da la impresién de docilidad, como algo ropio de un supuesto caracter nacional, lo que es in engafto. Este fatalismo, manifestado como docili dad, es producto de una situacién histérica y socio- Jégica y no un trazo esencial de Ja forma de ser del pueblo. Casi siempre este fatalismo esté referido al po- ‘er del destino, del sino o del hado —potencias ina~ jovibles— o a una visién distorsionada de Dios. Den tro del mundo magico 0 mitico en que se encuentra la conciencia oprimida, sobre todo la campesina, casi inmersa en la naturaleza,* encuentra, en el sufti- miento, producto de la explotacién de que es objeto, Ta voluntad de Dios, como si El fuese el creador de leste ‘“desorden organizado”. "Dada la inmersidn en que se encuentran los opri- midos no aleanzah a ver, claramente, el “orden” que “sitve a los opresores que, en cierto modo, “viven” en ellos. “Orden” que, frustrindolos en su accién, los Hieva, muchas veces a ejercer un tipo de violencia ho- rizontal con que agreden a los propios compafieros oprimidos por los motivos mas nimios.** Es posible que, al actuar asi, una vez més expliciten su dualidad Por otro lado existe, en cierto momento de la experiencia existencial de los oprimidos, una atrac- cian irresistible por el-oprosof. Por sus patrones de vida-Participar de estos patrones constituye una-as- ‘piracién-incontenible. En su enajenacion quieren, @ toda.costa, parecerse al opresor, imitarlo,-sequitla Esto se verifica, sobre todo, en los oprimidos de los estratos medios, cuyo anhelo es llegar a ser iguales al “hombre ilustre” de la denominada clase “superior”. * Ver Mendes Candido — *Memento dos vivos - A esquer- Gs catélica no Brasil", Tempo Brasileiro, Rio, 1966. \do|no- deja de Hiberarss entre las 9 de la no- fe y las 6 de Ia mafens, Esa agresivided menifesteda on aus NGsculos va @ manifestarla ol colonized primero contra los au- Yyos’, Fanon, Franz, “Los condenados de la ") Fondo de Cultura, México, 1965, pag. 46. 63 _Es interesante observar como Memmi,* en un andlisis exeepcional de la “conciencia colonizada”, se refiere, como colonizado, a su repulsién por el co- Jonizador, mezcla‘io, sin embargo, con una “apasio- hada” airaccién por €h___ “La auto-desvalorizacion™ys otra caracteristica de Soprimidés. Resulta-de“Ta introyeccién que ellos acen de la visidn que de ellos tienen los opresores.** De tanto oir de si mismos que son incapaces, que no saben nada, que no pueden saber, que son en- fermos, indolentes, que no producen en. todo esto, terminan por convencerse de su * dad”.**t Hablan de si mismos como los que no saben __¥ del profesional como quien sabe ya quien deben Poscuchae Lox aiterios del saber que les son impues- igs son los convencionales. Casi nunca se perciben conociendo, en las rela- ciones que establecen con el mundo y con los otros hombres, aunque sea un conocimiento al nivel de la pura “doxa”. Dentro de los marcos coneretos en que se hacen duales es natural que no crean en si mismos.**** No son pocos los campesinos que conocemos de nuestra experiencia educativa que, después de algu- nos momentos de discustén viva en tomo de un tema * Memmi, Albert, “How could the colonizer lool: hia workers while periodically gunning down a crowd of ‘the Colonized? How could the colonized deny himself so cruelly Jet make such excessive demands? How could he hete the Ylonizers and yet admire them so passionately?” (I too felt this dimization, diz Memmi, in spite of myself). The Colonizer and red. — Beacon Press — Boston, 1967, pg. X. Profece. jente inferior al. patron. porque te ** Memmi, Albert, op. cit sese' {Por qué no explica el sefor primero los cud ‘ierta ver un cempesine que participaba de un “circulo de tara’, al educador. (Se referla a las codificaciones). Ash, Concluyé, nox costars menos y ro nos doleré 1a cabers, 64 1e les es problematizado, se detienen de repente y » icen al educador: “Disculpe, nosotros deberiamos callados y Ud, sefior, hablando. Ud. es el que wbe, nosotros “los que no sabemos”. ‘Muchas veces insisten en que no existe diferen- Ja alguna entre ellos y el animal y, cuando recono- ‘cen alguna, esta es ventajosa para el animal. “Es més ibre que nosotros”, dicen. ‘Por otro lado, es impresionante observar cémo, ‘con las primeras alteraciones de una situacién opre- Sora, se verifica una transformacién en esta auto- “desvalorizacién, Cierta vez, escuchamos decir @ un {der campesino, en reunién de una de las unidades ide produccién —un “asentamiento"— de la expe Mencia chilena de reforma agraria: “Nos decian que fo produciamos porque éramos “borrachos”, perezo- 0s. Todo mentira. Ahora, que somos respetados co- go hombres, vamos a demostrar a todos que nunca fuimos “borrachos”, ni perezosos. Eramos explotados, eso si”, concluyé enfaticamente. fn tanto se mantiene nitida su ambigitedad, los oprimidos dificilmente luchan y ni siquieran, eonfian Gh si mismos, Tienen una creencia difusa, magica, en Ja invulnerabilidad del opresor.* En su poder del cual siempre da testimonio. En el campo, sobre todo, se observa, la fuerza magica del poder del Senor.** Fs necesario que empiecen a ver ejemplor de la yulnerabilidad del opresor para que se vaya operan- o en si mismos Ja conviccién opuesta a Ja anterior + mE1 cempesino tiene un miedo casi inttintivo del patrén” (Entrevista con un campesino). w Recientemente, en un pais Tetinoamericano, segtin el tes timonio que nor fue dedo por un socidlogo amigo, un grupo de fc opaderé de un latifundio, Por motivos de tea mantener al prepieterio como rehién. Sin crharee, ningiin campesino consiguié custodiarlo, Sa sola pre seta tos anustaba, Posiblemente tambign Ta accién misma de Suchet contra el patron, les provoceba sentimiento do culpa. 65 Sa Mientras esto no se verifica, continuaran abatidos, miedosos, aplastados.* Hasta el momento en que los oprimidos no to- man conciencia de las razones de su estado de opre- sin, “aceptan” fatalistamente su explotacion, Mas atin, probablemente asuman posiciones pasivas, ale- jadds én rélacién a la necesidad de su propia lucha por la conquista de la libertad y de su afirmacién en el mundo. Poco a poco la tendencia es Ja de asumir formas de accién rebelde. En un quehacer liberador, no se puede perder de vista esta forma de ser de los opri- midos, ni olvidar este momento de despertar. Dentro de esta visidn inauténtica de si y del mundo los oprimides se sienten como si fueran un “objeto” poseido por el opresor. En tanto para éste, fen su afan de poseer, como ya afirmaramos, ser es tener casi siempre a costa de los que no tienen, para los oprimidos, en un momento de su experiencia existencial, ser ni siquiera es aun narecerse al opre- sor, sino que estar bajo él. Equivale a depender. De ahi aue los campesinos sean dependientes emocio- nales.** Es este cardcter de dependencia emocional y to- tal de Jos oprimidos el que puede llevarlos a las ma- nifestaciones que Fromm denomina necréfilas. De destruccién de la vida. De la suya o la del otro, tam- bién_oprimido. ‘Solo cuando los oprimidos descubren nitidamen- te al opresor, y se comprometen en la lucha organi- zada por su liberacién, empiezan a creer en si mis- mos, superando asi su complicidad con el régimen ‘opresor. Este descubrimiento, sin embargo, no puede ‘ser hecho a un nivel meramente intelectual, sino que @ebe estar asociado a un intento serio de reflexion, fa fin de que sea praxis. El didlogo eritico y libera- dor, dado que supone la agcién, debe Hevarse a cabo feon los oprimidos, cualquiera sea el grado en que se encuentra la lucha por su liberacion, Didlogo que no “debe realizarse a escondidas para evitar la furia y una mayor represiin del opresor. To que puede y debe variar, en funcién de las condiciones histéricas, en funcién del nivel de per- cepeién de la realidad que tengan los oprim.dos, es ‘el contenido del didlogo. Sustituirlo por el anti- Gidlogo, por la sloganizacion, por la verticalided, por Jos comunicados es pretender la liberacién de los ‘oprimidos con instrumentos de la ‘“domesticacion”. Pretender la liberacion de ellos sin su reflexion en el acto de esta liberaciin es transformarios en obie~ os que

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