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VÍNCULO: ARQUITECTURA-DEMOCRACIA

La arquitectura y la democracia son conceptos que deben ir de la mano, estos dos son
importantes en la creación del espacio para una comunidad.

“La gestión pública de la arquitectura no puede, ni debe, ser una responsabilidad asignada
a la competencia de los arquitectos, sí realmente queremos edificar el espacio de una
sociedad que desea otorgarse el derecho a la libertad y configurar los lugares para la
convivencia.” (Alba, 1982)

Este pensamiento es el correcto si queremos que exista una correcta función, que
requiere urgentemente la presencia de la democracia para así poder obtener una eficaz
construcción de espacios arquitectónicos.

El problema recae que este vínculo lamentablemente no está muy bien desarrollado,
existe un desinterés hacia la arquitectura por parte de las instituciones del poder, esta es
un efecto de la insensibilidad hacia la esfera pública.

“El hombre de nuestras ciudades vive la arquitectura de tal manera que a veces parece
que su propia presencia fuera innecesaria.” (Alba, 1982)

Necesitamos que el pueblo recupere su derecho a entender y hacerse cargo de sus


problemas, que puedan visualizar la ciudad y comprenderla, porque el asalto a la razón
urbana que sufrió el espacio de la ciudad con tan despiadada crueldad debe ser superado
por una cultura urbana que permita entender y comprender la razón de ser de la
arquitectura.

Nuestras autoridades deben de pensar más allá de las normas que siguen sus ideologías,
por cual modelo de ciudad, cual arquitectura, porque no pueden mantenerse evadiendo la
responsabilidad de sus decisiones en la construcción de un espacio.

Si la mayoría se rige bajo un modelo de ordenar un progreso sin rupturas, una de sus
propiedades debería ser la de recuperar la arquitectura, y buscar darle el merecido lugar
que le corresponde, que es el de ser una de las ideas del trabajo humano con dirección a
crear lugares aptos para las relaciones coexistencia.

A la evolución de la ilustración urbana y una mayor preocupación por buscar comprender


el espacio, tanto como el pueblo como los políticos, provocando un cambio rotundo en la
organización que rige la “institución de los arquitectos”.

“Las contradicciones de la arquitectura no se resuelven mediante el exclusivo uso de la


forma, sino transformando el espacio del hombre aun a riesgo del error, porque, como
enseña la ciencia y la experiencia de la historia, en un proceso en evolución, como es el de
la arquitectura en la democracia, la incidencia de errores de interpretación no altera tanto
la evolución del proceso, cuando estos errores pueden ser elaborados en el discurso de la
colectividad.” (Alba, El País, 1982)

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