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Primera edicién, abril del 2004, Bareelona Derechos reservados para todas las ediciones en castellano © Baitoriol Godioa, SA. Pasoo Bonanova, 9 1-1" 08022 Barcelona, Espana ‘Tel. 93 253 09 04 Fax 93 253 09 05 Correo electrénico: gedisa@gedisa.com httpy/www.gedisa.com ISBN: 84-7492-873-X Impreso por: Indugraf S.A. Sanchez de Loria 2251/67 (1241) Buenos Aires Argentina Impreso en Argentina Printed in Argentina Queda prohibida la reproduccién total o parcial por cualquier medio de ientica, extractada 0 modificada, en castellano 0 impresién, en fu en cualquier otro idioma, FRAGMENTOS DE UN TEJIDO Eliseo Verén ro permite) serfa la accién de conferir dignidad, mientras que la tnies forma disponible, ‘investidura’, es la dignidad conferida y no In accion de conferirla, Aqui In «codificaciOn» entre el eastallano y el francés es turbulenta, compleja, imperfecta, no hay ebuenay traduccién posible (queda siempre la posibilidad de una paréfrasis). La situacidn se com= plica aun més porque la forma francasa invertir no tiene absolutamen- te nada que ver con el sentido econémico, sino que es, sélo y claramen- te, intervertir (vinvertir los roless) dar vuelta, poner al revés. ‘Ambas lenguas, cada una por su lado, son sintométicas. Porque estos eslizamientos seménticos ontzo el mundo del poder (de la dignidad) y el ‘mundo econémico jserdn puro azar del diccionario? Si yo pudiera decir, fen espatil, «las reglas de investimiento de las materias significantes» [por el sentido] me quedaria tranquilo, Poro ostaria diciendo también que el significado confiere dignidad al significante, que un investissement es ‘una investiture, que hay una relacién entre el sentido, la dignidad, y el po- der. Por qué habra sido que Saussure Ilam6 valor ala dimensién més im- portante de su modelo del signo? Roland Barthes, en la Leccién Inaugu- ral de su edtedra del College de France, pronunciada en 1977, explie6 por ‘qué a su manera ela lengua, como ejecucién de todo lenguaje, no es ni rreaccionaria ni progresista; es, simplemente, fascista; porque el fascismo hho es impedir decin es obligar a dosir-. Keto vinculo eonsustancial entre Ja lengua y el poder pasa por la ejecucion (por la performance, dice Bart- hhes): Desde el instante en que es proferida, aunque s6lo fuera en In mas profiznda intimidad del sujeto, la lengua entra al servicio de un poder Pero sise trata de la ejecucién, el poder no es una dimensién dela lengua sino del habla, la cuestién del poder, podrfa decirse en una terminologia ‘ms «moderna», es una cuestién pragmética. La provocacidn consistente cen calificar a la lengua de «fascista», que indignd a muchos tiene en ri ‘opinién un origen claro, explicitado por el propio Barthes dos parrafos an- tes: vEl lenguaje es una legislacién, la lengua es su eédigo». En este sen- tido se define a pertinoncia de la perspectiva que intenté dibujar en el ar- tseulo: la lengua no es un eddigo. Si lo fuera la posicién de Barthes seria jneludible, La lengua no es fascista porque no es un oédigo. Convendria agregar: una ideologia tampoco es un edidigo, Conclusién: el fascismo no es una ideologia, el nazismo tampoco. Son algo mucho més siniestr. ‘Qué importa, Las diserepancias se esfuman cuando se trata de un autor eapaz de proponer definiciones tan exactas y abrumadoras como ‘eta: “Yo llamo diseurso de poder a todo discurso que engendra Ia falta, ¥y por lo tanto la culpabilidad, de quien lo recibes. Magnifica frase que formaria parte do ese eapstule que la pragmética contempordnea no su- po (ono quiso) construir, el mas importante: el capitulo del poder perlo- eutorio do los actos de habla 38 3 Diccionario de lugares no comunes’ Diccionario: m1 Colecein de palabras dispuestas seguin tun orden convenita Le Potit Robert Indicaciones para su uso Este es mi diccionario. Bs la lists de ciertas palabra que empleo para ‘ocuparme de los discursas sociales y por Io tanto de Io ideolégico y del ‘poder de Ios discursos. En su conjunto, esta lista quiere sugerir la po- sibilidad de una teoria de la produccién social del sentide. Probable- mente debi Ilamarla «léxico», anves que adiceionario» (puesto que se- gin la misma fuente que cito al principio, el diccionario francés Le Petit Robert, \éxico es la scoleccién de palabras empleadas por tn au- tor..»), pero no pude resistir a la tentacién de evocar el «Diccionaris de los lugares eomunes. o, come decia Flaubert, el «Catalogo de Ias ideas distinguidas». ¥ cuando se trata de la ideologta y del poder, las ideas distinguidas abundan, Entiéndase bien: aqui como en cualquier otra parte, las ausencias icon tanto como las presencias. EI eoncopto de diccionario no implica necesariamente Ia nocién de tun orden alfabético, sino solamente Ia de un orden convenido. Me pare- * Bn 1979, la revista Connexions solicité a varios autores eu punto de vista personal sobre el tema «Poder de los discursos. Yo decid ha- cerlo bajo la forma de un léxico, evocando el Dictionnaire desidées recues de Flaubert. En este contexto,sidées rogues» puede traducirse también como «prejuicios. 39. cié que el orden alfabético, en este caso particular, no era eonveniente. De modo que dispuse los articulos en un orden que va desde los concep- tos que me parecen més esenciales, hasta los términos que designan problemas de metodologfa y plantean cuestiones mas téenicas. El con- junto de la lista puede entonces dividirse en cuatro grupos de términos. El primero comprende dos subgrupos Produccién | Reconociméento (Condiciones de, Gramsticas de) Cireulacién Estos dos primeros temas abarcan, de manera muy sueinta, lo esen- cial del esquema del sentido, entendido como pertaneciente a un siste- ma produetivo, El segundo grupo, que incluye los terminos: Tdeologta Ideotégico Poder plantea, como puede apreciarse, el nicleo de la problematica socio- logica que nos interesa En el tercer grupo te incluyen los temas: Discursos (Andlisis de Tos) y Lingitstico (Analisis) ‘Mediante el andlisis de estos dos términos procuro plantear el pro- bloma, osencial on mi opinifn, de las fromtaras entre la evolucién de la lingaistiea y el estudio de los discursos sociales. TEL euarto grupo esta dedicado a las principales nociones referentes a problemas de metodologta: Operacisn Desfase Interdiseursividad Lecturats) Texto Semiosis Finalmente, un residuo que sefiala la posicién del sujeto, Verén (Bliseo) En este apartado propongo una breve lista de trabajos que le permi- ten al lector ver e6ma y por qué docidf adoptar este marco conceptual. ProducciéniReconocimiento (Condiciones de, Gramaticas de) Produeeién/Reconocimiento son los dos polos del sistema productive de sentido. Llamamos circulacién al proceso de desfase entre ambos, des- ase que puede adquirir formas muy diferentes sen el tipo de produe- 40 cién significante considerada (V; Cireulacin), El analista del discurso puede interesarse ya sea por las condiciones de generacién de un dis- curso o un tipo de discurso, ya sea por las lecturas de que ha sido obje- to el discurso, es decir por sus efectos. Decimos entonces que se intere- sa en el primer caso por la gramatica de produccién yen el segundo por tuna (o varias) gramétieas do reemorimiento, Por supuesto, puede inte- resarse por ambas, es decir, interesarse en realidad por un proceso de circulacién. ‘Una gramtiea de produeeién o de reconocimiento tiene la forma de ‘un conjunto complejo de reglas que deseriben operaciones (V. Opera- cidn), Bstas operaciones son las que permiten definir ya sea las restric- ciones de generacién, ya sea los resultados (en otra produccién discursi- va) bajo la forma de una cierta lectura. En otras palabras, una igramstica es siempre el modelo de un proceso de produccién discursive, Puesto que el punto de pactida del andlisis son inevitablemente los con- juntos significantes dados (es decir, el sentido ineorporado en diseursos ‘observades), el movimiento del anilisis consiste en reconstituir el pro- ‘eso de produccién partiendo del «productos, radica en pasar del texto (inerte) a la dinémica de su produccién. ‘La operacién metodolégica que consiste en eonstituir un carpus da- ao de discursos permite antomAticamente distinguir el corpus mismo de todos los demas elementos que deben incluirse en el andlisis pero {que no estén «en» el corpus. Tales elementos, que podemos desigmar co- ‘mo extradiscursivos, constituyen las condiciones o bien de Ia produc- cidn, 0 bien del reconocimiento Esas condiciones contienen siempre otros diseursos, pero estos tltimes no forman parte del corpus, funcio- ran en realidad como condiciones de produccién o de reconocimiento. Entre las condiciones, por supuasto, est también todo aquello que ol analista eonsideraré, por hipétesis, como elementos que desempetian ‘un papel determinante para expliear las propiedades de los discursos ‘analizados: e303 elementos varfan sogtin el tipo de investigacién y se- sin In naturaleza de la produccién signifieante abordada, Tratandose de la problematiea de lo ideol6gico y del poder, esos elementos tendrén que ver con las dimensiones fundamentales (econémica, politica y so- cial) del funeionamiento de Ja sociedad en el interior de Ia cual se pro- Gujeron tales discurs0s (V. Ideolgico). Ahora bien, no basta con postu- Jar tales condiciones; hay que mostrar que efeetivamente lo son. Para aque algo sea considerade como candicién de produccién de un discurso 0 den tipo de discurso, es necesario que haya dejado huellas en el discur- 30, Dicho de otro modo, es necesario mostrar que silos valores de las va- riables postuladas como condicicnos de produccién cambian, el diseurso también cambia. 4 En relacién con un texto 0 con un conjunto de textos sometidos al andlisis discursivo, una gramética (sea de produccién o de reconoci- ‘miento} nunca es exhaustiva, Puesto que toda texto ¢s un objeto hetero- sgéneo y constituye el lugar de encuentro de una multiplicidad de siste- ‘mas de determinacién diferentes (V. Testo), es posible construir tantas, ‘graméticas como maneras haya de abordar el texto. Lo cual equivale a decir que no se puede hablar sencillamente de gramética textual. Aqui, ros interesan la de lo ideol6gico y la del poder. Pero hay otras, Silo ideo- ligico, si el poder, atraviesan el discurso, esto no quiere decir, sin embar- 0, que en un discurso sé/0 haya componentes ideoligicos y de poder. Cireulacién Si se elige como estrategia teérica la que consiste en afirmar que 10s fe- ‘némenos de sentido, para ser comprendidas, exigen definir el modelo de un sistema productivo, es decir, que los discurs0s son productos cuyo en- gendramiento y cuyos efectos es necosario estudiar, ol concepto de cir- cculacida designa entonces el tejido intermediario de ese sistema, Pero si bien el aspecto produceién de los discursas y el nspecta efectos (V. Pro: duecién | Reconocimiento) suponen lecturas de un discurso o de un eon- Junto de discursos (V. Lectura(s)), no ocurre lo mismo con el aspecto cit- culacién: este ultimo no implica un tipo de lectura. Porque la circulaciéa, en lo que concierne al andlisis de los diseursos, s6lo puede ‘materializarse, precisamente, en la forma de una diferencia entre la produecién y los efectos de los discursos. En otras palabras, una super- ficie discursiva esta compuesta por marcas (V, Lingitstico, Andlisis). Esas marcas pueden interpretarse como huellas de las operaciones de engendramiento (V, Operaciones) 0 como huellas que definen el sistema de referencias de las lecturas posibles de ese discurso en reconocimien- to, Hablando con propiedad, no hay huellas dela circulacién: esta se de- fine como el desfase, que surge en un momento dado, entre las condicio- nes de produceién del discurso y las lecturas en la recepeisn, ‘Las condiciones de Ja circulacidn son extremadamente variables, se- fin el tipo de soporte material-tecnolégien del discurso (intereambios rales en la conversacidn, en comparacién con los discursos de los me- dios masivos, por ejemplo) y también segtin la dimensién temporal que se tome en consideracién, pues esta puede concebirse como un conti rnuum que va desde el estudio sinerénico a la diacronia del tiempo de la historia, En el primer caso, las condiciones de la circulacién dependen de las condiciones de funcionamiento de la sociedad en un momento da- do (por ejemplo, pueden estudiarse las relaciones-desfases entre las 2 condiciones de produccién del diseurso audiovisual de la televisién y graméticas de leetura en recepeién, en un contexto social determinad). En el segundo caso, la circulacién de los discursos llega a ser una ‘mensién propiamente histérica, que remite a la historia social de los discursos (el anélisis, por ejemplo, de las diferentes graméticas de reco- nocimiento que Je fueron aplicadas a El Capital de Marx durante los sl- timos cien aii, graméticas que remiten a las transformaciones experi- ‘mentadas por las condiciones econémicas, sociales y politicas de su lectura, Sibien el concepto de circulacién es aparentemente el més eorresponde al nivel do las gramaticas de su produecidn (V. Producein (Reconocimiento). Este punto de vista implica una variedad de consecuencias. Veamos Jas mas importantes, Por el hecho de ser una dimensién, la que conciemne a la relacion de 1a incorporacién de sentido con los mecanismos de base del funciona- ‘miento social entendidos como condicfonos de produccién del sentido, !o ‘ideolégico esté en todas partes. Puede manifestarse on cualquier nivel de la «comunicacién socials, como sucle docirse (interpersonal, instit tional, mediatien, ete). Puede incorporarse en cualquier materia signi ficante (la eonducta, ol lenguaje,la imagen, los objetos). Lo ideologico no es pues algo del orden de Ja «superestructura: es una dimensién que atraviesa tada la sociedad. Lo cual no equivale a decir que todo sentido producido en Ia sociedad sea ideolégico: afirmar que lo ideoldgico esta fen todas partes no es lo mismo que decir que todo es ideolégico. En una sociedad y en lo que se refiere al sentido, se producen muchas otras co- sas adomés de lo ideol6gico. ‘Lo ideol6gico no tiene nada que ver con la problematica de lo verda- {doro y le falso, ni tampora con neciones tales como scultacién,falsa con- cioncia o deformacién de lo «reals. En nuestras sociedades no existen diseursos que se produzean fuera de ciertas condiciones econémicas, so- ciales, polftieas e institucionales determinadas. Ahora bien, no es pesi- ble calificar lo ideol6gico como :orrespondiente al orden de lo falso, el ‘enmascaramiento ola alienaciéo, ealvo que uno considere que pronun- cia un diseurso absoluto, un diseurso que seria Ia reproduccién exacta do lo real, Semejante discurso, libre de toda restriccién que pudiera ‘marearlo en su etapa de producsién, nunca ha existido. Y sin embargo, cn este terreno, los juicios negatives son siempre posibles: se hacen so- bre una ideologia y @ partir de ctra. El diseurvo -absolutos existe pues (y os importante sentalarlo) como ‘efecto diseursivo, Es decir: aunque todo diseurso esté sometido a determi nadas condiciones de producsién, hay algunos que se prasentan como si nolo estuvieran: es fécil adverti> quo, en realidad, el efecto de sentido de cee discurso de Jo Verdadero ne os otra cosa que al efecto de poder (de creencia) de un diseureo (V. Poder) (lo que Barthos llamaba, have ya mu- cho tiempo, el sefecto de naturalizacién» al hablar del mito). Para calif ‘ear a otro discurso de intrinsocamente falso, deformante o alienante, es necesario que uno tenga el discurso do la Religion (que a veces puede ila- ‘marse Marxismo o Teoria). Dich esto, os menester destacar que esta pro- Dlemética (que afecta esencialmente a la antigua euestién ciencia ideolo- 6 fa) es s6lo un pequenisimo fragmento del universo de lo ideoldgico: es luna problematica que concieme al diseurso linguistico escrito, que su- puestamente representa una realidad exterior. Silo ideoldgico puede in- corporarse en cualquier materia significante, si concierne tanto al len- sguaje como a la imagen o al cuerpo, su esfera es pues mucho més amplia, que la que define la cuestin del discurso escrito en funcién referencial 2A qué nos referimos cuando hablamos de los «mecanismos de base del funcionamiento socials? Al abordar esta euestiGn, es necesario recu- rir a referencias historicas, pues la naturaleza de esos mecanismos va riard segun el tipo de sociedad de que se trate. En la medida en que el in- terés se concentre en los discursos sociales que se dan en el seno de las sociedades capitalistas industriales, esos mecanismos corresponden ‘esencialmente al mosio de produecién, a la estructuracifn social (estrue- tura y lucha de clases) y al orden de lo politico (estructura y funciona- ‘miento del Estado). EI andlisis ideoldgico de la produecién social de sen- tido no es otra casa que la busca de las huetlas que invariablemente dejan esos niveles del funcionamiento social en los discursos sociales. Ello no im- plica que todo lo que se pueda wencontrars en los diseursos remita a esos niveles fundamentales de la sociedad: por eso aparte de la lectura ideolé- gica, un discurso permite muchas otras lecturas (V. Lectural®)) Poiria creerse que la distincién entre, por un lado, esos niveles fun- damentales del funcionamiento social y, por el otro, los diseursos soci les reintroduce esa otra distincién, clisica, entre infraestructura y su- perestructura. Pero no es asi. Ante tado, la distincién entre un conjunto significante (diseursos sociales) y sus condiciones de produccién os de orden metadalagieo-epistemolégico: no implica coneebir la sociedad mis: ‘ma como dividida en «instancias». Cada vez que analizamos concreta- mente discursos sociales, la distincién se produce en virtud de Ia si- guiente pregunta: ;En qué medida el sentido que se ha invertido en esos discursos remite a condiciones determinadas de engendramiento {que conciernen a los mecanismos de base del funcionamiento social? Pe- ro por eso mismo la distineién es completamente relativa, porque en las condiciones de produceidn de cualquier eonjunto significante, también hay discursos, hay sentido, La distineién no sopara pues una infraes- tructura que geria ajena al sentido y una superestructura que estaria hnocha de sentides. La destruccién de esta oposicién clasica se impone ademas por el principio segtin el cual lo ideol6gico puede incorporarse fen cualquier materia significante. Supongamos que analizamos un sis- toma significante gestual, asociado a la experiencia de clase: estamos ante un sentido incorporado en Ia materia significante del euerpo. El ccuorpo, jeorresponde al orden de la infraestructura o al de Ia superes- (tructura? La pregunta es absurda, 46 Gn qué nivel del diseurso hay que buscar lo ideologico? Es eviden- te que no puede responderse de manera global a semejante pregunta: Jas condiciones de inversién de seatido no son las mismas en las dife- rrentes materias significantes ni en os diferentes tipos de discurso. Sin ‘embargo, si uno permanece en la esfera del lenguaje, la respuesta pue- de sorprender: lo ideologico debe buscarse en todas partes. Porque que In ideal6gico, como el sentido en general, se produce eomo desfase, como Giferencia interdiscursiva (V. Desjase). Y en una situacién produetiva determinada, esas disparidades pueden tener que ver con operaciones que algunos Ilamarian asintécticass, as{ como con modos de organiza- cidn «semantica» (V. Lingitstico, sndlisis). Una ideologia puede, siem- pre de manera fragmentaria, manifestarse en el plano de los wonteni- dos» de un discurso. Pero en Ia medida en que lo ideol6gico tiene la jerarqufa de una gramatica de produecién de diseursos, nunca podria definirse en el nivel de los scontenidose. Poder Bn anzlisis de los discursos, el término «poder» designa el sistema de relaciones entre un discurso y sus condiciones (sociales) de reconoci- rmiento. El concepto de «poder» se refiere pues a la problemética de los «efectos de sentido de los diseursos. Como se advierte, to mismo que lo ‘deol6gico, la nocién de «poder» define una dimensién de todo discurso, de toda produecidn de sentido que circula en una sociedad. En conse- ‘cueneia, no debe confundirse la problematica del poder con la problemé- tica de lo politico: esta iltima concierne a un tipo de discurso, caracter zado por su relacién especifica con un funcionamiento social particular, ol de Ja red institucional del Estado. En otras palabras, la cuestién del discurso politico es un capitulo dentro de la cuestién, mucho més vasta, el poder de los discursos. Evidentemente, «poder» e «ideolégico» son dos problemticas estre- chamente ligadas entre sie] poder de un discurso no es ajeno a los me- canismos significantes que resultan de las operaciones diseursivas que asu ver derivan de las condiciones ideoligicas de produccién. Dicho es- to, aclaremos que los dos problemas no son el mismo y es menester cui- darse de una especie de monismo teérico, muy de moda, fundado en a) tuna confusién entre la cuestién ideoldgica y la cuestion del poder y b)a hipotesis segun Ia cual el poder funciona, siempre y en todas partes, con tuna misma y nica gramatica, En cambio es interesante estudiar ebmo ¥y por qué un mismo discurso no tiene el mismo poder ni produce los ‘mismos efectos en contextos sociales qué el poder adquiere modalidades diferentes en niveles diferentes del funcionamiento social. ‘Como ya dijimos, toda produccién discursiva puede abordarse como tun fendmeno de reconocimiento y una gramética de reconocimiento s- Jo puede «materializarse» en la forma de una produccién de sentido. 4Cémo se materializa pues el poder de un diseurso y cémo podemos es- ‘tudiarlo? El poder sélo puede estudiarse a través de sus efectos; esto, no por ser una trivialidad es menos importante: los ofectos de una produc- cidn de sentido siempre son una produccién de sentido. La naturaleza conereta de una y otra puede no ser la misma: el efecto de tna palabra, bien puede ser una canducta no verbal. Pero el principio merece desta- carse:en el sentido amplio del concepto de «diseurso»(V, Discursos, and- lisis de los) el poder de un discurso puede estudiarse wnicamente en otro discurso que es su wefectow. Discursos (Anilisis de los) Ante todo hay que subrayar que en su sentido amplio la nocién de edis- ‘eurso» designa, no inicamente la materia lingilstica, sino todo conjun- to signiftcante considerado com Lal (xs decis, coupideraddo como lugar investido de sentido), sean cuales fueren las materias significantes en {juego (el lenguaje propiamente dicho, el cuerpo, la imagen, eteétera). ‘En segundo lugar, hay que destacar que Ia expresién se emplea en. plural: «andlisis de fos discursos», con lo cual se busca sefialar una dife- rreneia respecto de aquellos que hablan de «el andlisis del discurso»,con- cibiendo asi El Diseurso como una especie de homdlogo de La Lengua, ‘del cual podria hacerse una teoria genoral «fuera de contextor. Lo que ‘se produce, lo que circula y lo que engondra efectos en el seno de una so- ‘iedad constituyen siempre discursos (eiertamente, se trata de tipos de discuracs cuyas clases habré que identificar y cuya economia de funcio- namiento habré que deseribir). En tercer lugar, el término discurso dostaca cierto enfoque de los fe- rnémenos de sentido, Por ello «diseursor y «texto no son sindnimo «Texto» es una expresién equivalente a «conjunto significante»: eon ese término ge designa un «paquete» de materias significantes (lingtisticas ‘ode otra indole), independiontomente de Ja manera de abordar su and- lisis (V, Texto), «Andlisis discursivo» impliea ya cierto nsimero de postu- lados que hacen que el texto no «se abordo» de cualquier modo. Los si- ¢guientes son los mas importantes de talos postulados; sn son validos en cl caso de la materia signifieante lingutstica lo seran a fortiori en el ca- sa de otras materias: 8 1LYa sea en relacién con las reglas de su produccién, ya soa en rela- cidn con las reglas de su reconocimienta, las hucllas que se encuentran fen Ja superficie de un discurso corresponden a operaciones que no pue- den reducirse a la suma de las propiedades de las unidades-enunciados ‘que componen el discurso. 2, En consecuencia, poner en una secuencia discursiva las operacio- nes que han de describirse (V. Operaciones) partiendo de las huellas de- jadas en la superficie, implica zelaciones =a distancia» que no pueden rrepresentarse mediante un modelo eanGnico del enunciado ni tampoco ‘mediante listas de relaciones entre pares de enunciados. Dicho de otro ‘modo, el discurso tiene un espesor témporo-espacial que le es propio. 3, De ello se sigue que una «misma» marca, identifieada en dos pun- tos diferentes de la secuencia operativa de un texto, puede ser la huella de dos operaciones subyacentes distintas, en virtud, presisamente, de su ubicacién en Ia secuencia, 4. En el caso de ciertos soportes (como el del diseurso de los medtios masivos escritas, por ejemplo) ladistribucién en el espacio es tan impor- tante como la ubieacién dentro de la secuencia. Bxiste una organizacion significante del espacio del discurso. Bsta idea de Ia ubicacién en el es pacio y en el tiempo del discurso remite a una problemética a la ver ex- tremadamenta importante y poco estudiada: Ie da In matorinlidad del sentido incorporado. Un discurso no es en definitiva otra cosa que una uubieacién del sentido en el espacio y en el tiempo. 5. Bl andlisis diseursivo trabaja sobre las disparidades intertextua- les, ge interesa esencialmente por las diferencias entre discursos (V. ‘Deoface). Esto se origina en las propiedades de todo conjunto textual (V. ‘Texto), Desde ol punto de vista de una teoria de la produccién social de sentido, un texto no puede analizarse wen si mismo», sino inicamente en relacién eon las invariantos del sistema productivo de sentido. Aho- ra bien, para mostrar quo ciortas propiedades de una economia discur~ siva estén realmente asociadas a invariantes productivas determina das (ya sea en la etapa de produccién, ya sea en la de reconocimiento) es necesario que, en condiciones diferentes, los discursos producidos sean ‘también diferentes. Por ello el procedimiento comparativo es el princi pio bisico del andlisis de los discursos. Lingiiistico (Anélisis) Es evidente que en el momento actual hay tantas maneras de trazar la frontera entre andlisis de los discursos en una lengua natural y andli sis lingiifstico como existen enfoques linglisticos diforentes, Para mu- 49 chos linguistas, la lingutstica no puede ir mas alla de los Iimites de la proposicion (sea cual fuere la manera de definir los componentes de es- ta ultima). En efecto, con frecuencia la linguistica trabaja eon fragmen- tos de discurso, pero en 1a mayor parte de los casos considerara esos fragmentos independiontemente de toda situacién de circulacién de ta- las discurses ¢ independientemente de los cantextos diseursivos en los que podrian situarse dichos fragmentos (es decir, independientomente Go los tipoe posibles de discurso). Adomds representaré esos fragmentos como compuestos por proposicionos olementales que mantienen entre si rolaciones de subordinacion 0 de ccordinacién. En consecuencia, en la mayor parte de los easos lo que preside Ia clasificacién de los compone! tes y lo gue permite al linguista enmarcar la deseripcién de su funci znamiento es, de todos modos, un modelo canénico de la proposicién. El analisis de los discursos go intaresa principalmente por la ubica- cign del sentido en el espacio ¥ el tiempo (V. Discursos, andlisis de los) En consecuencia, las operaciones que procura identificar y deseribir no pueden reducirse a componentes de tnidades-proposiciones. Esto esta- blece ya una diferoncia importanto entre andlisis linguistico y andlisis Ge los discursos, al menos respecto de ciertos enfoques lingusticos. Ahora bien, es cierto que nada le impide al linguista interesarse por ls deseripciones de operaciones transfrasicas (que por lo demas e6 lo {que esta ocurriendo cada vez con mayor frecuencia en el momento ac- tual), Tampoco hay nada que impida comenzar a interrogarse sobre foncionamientes que plantean el problema de los tipos de discurso (a ppartir de las investigaciones pioneras de Benvenisto, por ejemplo). {Quedaria abolida asi Ia distincién entre andlisis linguistico y anzlisis 4de los digeursos? Aparentemente auin subsisto una diferencia. Porque la tendencia fundamental del linguista es lade trabajar sobre marcas (sea cual fuere ol aleance de las operaciones a las cuales remiten tales mi cas), sin interpretarlas como huellas de las restrieciones de origen 60- cial que sufrié la producsién. Si ol linguista se interesa en el andlisis de tun texto mas allé del estudio de los elementos que componen las unida- des-enunciados, lo har4 en la medida en que ese texto representa la ac- tividad de lenguaje propia de una longua, por ejemplo, ol francés. Tra- tar los indices localizados en la superficie discursiva como mareas y no como huellas implica que uno busca propiedades que permitan definir ciorta operacién, sea cual fuore ol tipo de discurso en el que aparezca es- ta operacién (es decir, independientemente del contexto discursivo). En. anilisis de los discursos, en la medida en que lo que interesa es el con- junto de una economia discursiva dada que permite definir un tipo de funcionamiento asociado a condiciones preductivas determinadas, el resultado bien puede eer una descripeién segtin Ia cual «la misma» ope- 50 racién (o més bien una operacién que seria la misma a los ojos de un lin- xiaista) contribuye de dos maneras diferentes ~en dos tipos de contexto diferentes al efecto de sentido global del discurso. Respecto dela mayoria de los estudios linguisticos, se puede decir que Jas operaciones que interesan al lingista, por un lado, y al analista de los diseursos, por el otro, no siempre son las mismas, Pueden a veces eoinci- dir, en la medida en que el linguista so interese por las operaciones pro- piamente discursivas, es decir, en que vaya més all de los limites de la uunidad «frase» estudiada fuera de contexto. Aun en el easo de que ambos tipos de andlisis coincidan parcialmente, el lingtista, a diferencia del analista de los discursos, no remitiré esas operaciones @ las condiciones sociales de produecién (ode lectura) del texto; antes bien, las considerard como invariantes que remiten ala gramética de una lengua dada. Por otra parte, la antigua trilogia sintaxislseméntica/pragmatica ciertamente no sirve para trazar una frontera entre andlisis lingifstico y andlisis de los discursos. Ante todo, porque esa distincién esté siendo abo- lida por Ia préctica misma de la linguistica. Luego, porque en la medida en quel andlisis de los discursos se interesa por los desfases interdiscur- sivas que resultan de diferencias sistematicas en las condiciones produc- tivas de los discursos, esas disparidades pueden manifestarse en cual- {quier nivel de funcionamiento del lenguaje. De modo que lo que podria, ayudarnos a delimitar el dominio del anélisis de los discursos no es pues la frontera preblemética entre sintaxis y seméntica, nila que separa la ‘semdntica de la pragmética Operacién Cuando ge analizan los discursos se describen operaciones. (Este prin- cipio nos aproxima a cierta lingiistica; véanse los trabajos de Antoine Culioli.) Una superficie textual esta compuesta por marcas. Esas mar cas pueden interpretarse como las huellas de operaciones discursivas subyacentes que remiten a Ins condiciones de produesi6n del discurso y ceuya economta de conjunto definié el marco de las lecturas posibles, el marco de los efectos de sentido de ese discurso. De modo que las opera- ciones mismas no son visibles en la superficie textual: deben recons- truirse (o postularse) partiendo de las marcas de la superficie. El modelo de una operacién est compuesto por tres elementos: un operador, un operando y la relacién entre ambos, sea xRy. Sobre la base de ese modelo minimo, se impone hacer ciertas observaciones: 1. BI punto de partida de la deseripcidn es siempre la identificacién de una marca interpretada como operador. O, para decirlo de otro mo- 51 do: la primera condicién de 1a deseripeién de una operacién es identifi car un operador en la superficie. 2, Una marea situada en un sitio determinado de una superficie tex- tual (es deeis, la aparicidn de una marca) puede asociarse a varias ope- raciones al mismo tiompo, ‘Veamos como ejemplo un titulo tomado de la prensa semanal de in- formacion: Veinte arios después Esta expresin, considerada en su conjunto como un operador, apa- rece implicada en no menos de tres operaciones diferentes: a) flechaje hacia adelante», a cargo del conjunto del titulo, hacia el texto que sigue; se trata de la funcion metalinguistica, propia de todo titulo; b) Mechaje shacia atréss, a cargo de la marea después: se trata de un fendmeno ana~ {rico que remite a un toxto anterior (que, por lo dems, en este caso no existe); ¢) «efecto de reconocimientos: el conjunto del titulo remite por cevocacién al titulo de la novela de Dumas (véase Verén, 1975 y 1976b) 3, El operando puede estar ausente del texto que se analiza: puede identificarse como marca en otro texto, 0 bien corresponder sencilla- ‘mente al orden del imaginario social. En ol ejemplo que acabamos de ci- tar, el operando de la andfora eata ausente; ol operando del efecto de re- conocimiento, también El tinieo presente on el texto es el eanjunto del artieulo que sigue al tstulo, operando del flechaje «hacia adelante» me- talingdistico. Destaquemos que Ia presencia o la ausencia del operando ¢s tina propiedad extremadamente importante de una operacién. 4,La misma marea situada en un sitio determinado de una superfi- cie textual puede funcionar simulténeamente como operador de una ‘operacién y como operando de otra. Un titulo, por ejemplo, puede ser ‘operando respecto de un subtitulo que lo precede y operador respecto del texto que sigue. 5. En andlisis de los discursos, los términos que componen Ias rela ciones pueden aleanzar cualquier nivel de complejidad (un articulo de- finido o un pronombre personal, tanto como una expresién completa ‘que funcione como titulo o todo el texto de un articulo periodistico) 6, En consecuencia, un término de una relacin puede ser, @ su vez, cen otro nivel de andlisis, una relacién. En otras palabras, es til darse Jn posibilidad de describir metaoperaciones. 7. La misma clase de operaciones (por ejemplo, flechaje anaférico hacia atrés» sobre un operando ausente) puede estar a cargo de dife- rentes marcas de la superficie (es decir, a cargo de operadores diferen- tes), La indicacién hacia atrés, por ejemplo, puede estar a cargo de una marea temporal (como en el ejemplo citado) o bien de una marca de enunciaeién de tipo deictico: Medio Oriente iY ahora que? © bien por un articulo definide: Za prueba alomana ctcétera, 8, El mismo tipo de marca,en contextos diseursivos diferentes, puede hhacerse cargo de operaciones diferentes (puede ser operadior de operacic- nos diferentes). HI articulo definido, por ejemplo, que a menudo es el ope- rador de una relaciéa anaférica en los titulos periodisticas informativas (que anuneian una «noticia»),no produce andfora cuando se trata de una cexpresion gonérica que sive de titulo, por ejemplo, para un editorial: La toma do rehones como método 9, Para quienes trabajan con discursos sociales, compuestos en la ‘mayor parte de los casos por varias materias significantes (discurso es- crito e imagen, por ejemplo) es importante recordar que un operador bien puede incluirse en una marca no lingtistica. (Imégenes, por sv- puesto, pero también elemento de distribucién en el espacio: dimensic- nes diferenciales de los caracteres, espacio entre los textos, etestera.] ‘Teniendo en cuenta que un texto puede estar sometido a una plura- lidad de lecturas, {qué operaciones describir? Sélo Ia busqueda de dis- aridades interdiseursivas puede guiarnos. Se trata de describ, en un ‘conjunto discursivo, tadas las operaciones que definen una diferencia, sistematica y regular con otro conjunto discursivo, considerando como hipétesis que ambos estn sometidas a condiciones productivas diferen- tes. Diferencias sistemAticas: se trata, pues, no de describir operaciones aisladas, sino de tomar en consideracién el conjunto del funcionamien- to de una economfa discursiva en lo que la diferencia de otra. Diferen cia regular: se trata, pues, node describir operaciones identificables en tal o cual texto particular, sino de llegar a constituir tipos de discurso, caracterizados por un funcionamiento relativamente constante en el se no de una sociedad y de un periodo histérico determinados, Desfase La nocién de desfase designa el principio mismo de estructuracién in- terna de un corpus de textos. Bs indisociable de la regla de base del mé- todo, la de la comparacién entre tipos de textos. Un corpus est4 constituido por grupos de textos. Cada uno de esos ‘grupos debe ser homogéneo desde el punto de vista de Ias condiciones 58 cextratextuales (sea en produccién, sea en reconacimiento): los textos que lo componen han sido elegidos, precisamente, en funciGn de esa ho- mogeneidad postulada, Por hipétesis, los textos que componen cada «grupo deben manifestar,en relacién con las dimensiones de andlisis que fueron definidas como pertinentes, un desfase cero. Es decir, en lo que se refiere a esas dimensiones, deben ser equivalentes. Entre los grupos, en ‘cambio, debe manifestarse un desfase sistemdtico, que hace visibles las hhuellas de sus condiciones diferenciadas de produccién o de reconoci- miento. Esto es lo que debe verificar toda investigacin de un corpus. Si no se manifiesta lo dicho anteriormente, silos desfases entre los grupos de textos sometidos a condiciones postuladas eomo diferentes no gon ni ‘mis netos ni més sistematicos que los desfases que se advierten entre las textos que componen cada grupo, eso significa que las hipstesis ini ciales sobre Ins relaciones entre los textos ¥ sus condiciones de produc- ign na son correctas. ‘Todo andlisis de los discursos es, en iltima instancia, un anélisis de diferencias, de desfases interdiscursivos (In identidad se define como el sgrado cero de desfase). Al poner de manifiesto los desfases, se hacen vi- sibles las huellas dejadas por las condiciones (de produccién o de reco- nocimiento) on los textos (0, si se prefiere, las marcas se transforman en ‘huellas). Es por ello que, cada vez. que un discurso nos interesa, tene- ‘mos que encontrar otro que, por diferencia, constituya el «revelador» de las propiedades pertinentes del primero. Interdiscursividad Si el método de constitucién de los corpus se funda en la identificacion de desfases pertinentes (V. Desfase), ello se debe a que la estructuracion de los discursos es siempre un fendmeno interdiscursivo. Si el andlisis de los discursos es un anélisis de diferencias, ello se debe a que los dis- ‘cursos sociales siempre se producen (y se reciben) en el interior de una red, extremadamente compleja, de interdeterminaciones. Esta nocién de relaciones interdiscursivas es esencial en todos los niveles del fsn- cionamiento del sistema productivo del sentido. Tanto entre las condi- ciones de produceidn como entre las de reconocimiento de un discurso, hay otros discursos, En realidad, puede decirse que todo discurso produ- cido constituye un fendmeno de recanocimiento de los discursos que for- ‘man parte de sus condiciones de produecién. Del mismo modo, una gra- matica de reconccimiento sélo existe en Ia forma de discursos produeidos, partiendo de los cuales se puede intentar reconstituir esta igramética, La produccién y el reconocimiento, como «polos» del sistema of rodutivoimplican pues ln existenca de rede de relaciones itera: Eursivas En cuanto ala ieulacin, se define como una rloin inter Slncuriva: a detape entre produciony reconcelmienta, La inerds tureiidad debe reconocerse nsi_como una de las condiiones fandameatals de faneinanient de os discureo sora Ela ustif- Ga, por otra pare estrategia melodica Lectura(s) El analista de discursos sélo puede hacer lecturas de esos discursos. Dicho de otro modor el analista de discursos siempre esté situado, por definicién, en el reconocimiento, En realidad, el discurso analizado (o, si se prefiere, el «disenrso-objeto») es una condicién de produccién del diseurso producido por el analista. Desde el punto de vista tedrico, pposicién del analista, del «observadors, no coincide con la del seonsu- idore de los discursos: uno y otro no haven exactamente la misma Tectura. La leetura del analisia sufre Is mediacién de su método y de Jos instrumentos que apliea a las superficies discursivas. Esta media- cicn afecta el discurso analizado en su poder: hay un fenémeno de po- dercreencia que es propio del «consumo» y que el analista destruye. ‘Ahora bien, euando el analista se propone construir tuna gramatica de reconocimiento de un diseurso o de un tipo de discurso, aunque su pro- pia lectura no coincide con la del sconstumidors, su objeto es reconsti tuir esta ultima, Por otro lado, puesto que un texto es el lugar de convergencia de una, rmultiplicidad de sistemas de determinaciones (V. Texto), siempre admi- te una pluralidad de lecturas, Puede hacerse de un texto una lectura ‘declégica, psicolégica, psicoanalitica, linglfstica, documental de sus contenidos manifiestos... La lista serfa muy larga. Todo depende de la teorfa que el analista utilice para enmarcar sus operaciones de manipu- Jacién de la euperficie textual en cuestion, SSituado siempre en reconocimiento, el observador puede proponer~ se reconstituir la gramétiea de produccién de un texto o de un conjunto de textos: no hay en ello ninguna contradiccidn. Sencillamente, leer un texto en relacién con eu gramética de produccién o leerlo en relacién, con st (0 sus) gramatica(s) de reconocimiento no es lo mismo. B) obser~ vador tended que vérsolas, por ejamplo, en un easo y en el otro, con re- des interdiscursivas diferentes, Bs decir, relacionaré el texto que anali- za con otros textos, pero esos textos no seran los mismos en uno y otro caso. 55 Texto Ast como el cancepto de ideolégico se hace cargo de la ruptura en relacién con la nocién pretedrica de ideologia (V.Ideologéa, Ideoldgico) el cavcepto de diseurso se considera aqui tesrico, por oposicién a la nocién puramen- te descriptiva de «textov, Texto designa asf, para nosotros, en el plano em- piticn, esos cbjetos concretos que extraemas del flujo de cireulacion de sentido y que tomamos como punto de partida para producir el eoncepto de discurso. En consecuencia, un texto es un objeto heterogéneo, suscep- tuble de multiples lecturas, situsdo en el entrecruzamiento de una plura- lidad de «causalidades» diferentes, es decir, ugar de manifestaciones de tuna pluralidad de érdenes de determinacién, Fl mismo texto puede pues abordarse como fragmento en el que se manifiesta la actividad del len- .guaje propia del francés; como reflejo del sujeto (en el sentido del indivi duo identificable, histérico, el «autor+) que la produjo; como lugar de lo ideologieo y del poder respecto de la sociedad; como objeto que contiene ‘unidades identificables de informacion que es posible sistematizar me- diante un anélisis documental; como espacio en el que se pueden adver tir huellas del inconsciente, es decir, como espacio de manifestaciin de la actividad simboliea; como movimiento en el contexto de una estrategia interpersonal. Todos estos andlisis son posibles como también muchos ‘otros y en el momento aetual no hay medios tedricos suficientemente po- deroses para integrarlos en un mareo que tuviera la pretensin de decir: {ted sobre un texto. O quizés esa condicién plural del texto es irreduc- tile y tal vez defina algo osencial que tendria que ver en la naturaleza necosariamente fragmentada, multiple, sobredeterminada de la produc- ifn de gentido en el seno de una sociedad compleja, Semiosis Este término, tomado de Peirce, designa para nosotros la red interdi ‘cursiva de la produecién social de sentido. En otra parto (véase Verén, 1977b) tratamos de mostrar, siguiendo a Peirce, que la semiosis es ter ‘aria, social, infinita, histérica. Su naturaleza ternaria es un aspecto decisivo del modelo de la semiosis, en comparacién con los modelos de ddos términos que dominaron toda la historia de la Linguistica contempo- rrénea desde Saussure en adelante. Nosotros propusimos una primera aproximacién entre las teorias de Frege y de Peirce y Ia problemética del andlisis de los diseursos, segiin el siguiente esquema (véase Verén, 1977b): 56 Frege Peirce ObjetoIdiseurso Sinn Interpretante Operaciones 2eichen Signo Discurso Bedeutung Objeto Representaciones ‘Tratemos ahora de representarnos la red de la semiosis respecto de ‘un conjunto discursive dado, sometido al andlisis. Todo anilisis de dis cursos implica cierto dispositive que es, si se me permite la expresién, un fragmento de tajido semistico varrancado» al flujo de Ia produccién social de sentido. En el siguiente esquema, A es el conjunto diseursivo de partida, el corpus que analizamos en un momento dado. Oporaciones { A Craméten de Disa 6 prodvecin de A= Gramética de recinaciniento de © }~~{ Ropreventasones toe nse 7 1 Discurso A Gramaticn de reconocimiento do ‘As Gramétien do Representaciones |] produesin de B | r Diseurso B ‘Se advierte claramente que la naturaleza ternaria del modelo de Ia ‘semiosis se traduce en la ereacién de una red interdiscursiva: en el and lisis de un conjunto discursivo dado intervienen no menos de tres con- juntos: siendo A el conjunto de partida, tenemos, por un lado, los discur- sos que forman parte de las condiciones de praduccién A (conjunta C) y, por el otro, los discursos que definen el pracasa del reconocimiento de A. a7 (conjunto B). Bsta red esta siempre on juego, aun cuando por supuesto, no siempre ee posible abarearla por entero en un proyecto de anzlisis doterminado, En cambio, en ol transcurso del andlisis inevitablemente cl analista tiende a postular ol funcionamiento de operaciones que no estén atestiguadas en los textos en los cuales trabaja (por ejemplo, las nociones de -actualidad» o de «acontecimientos en el caso del discurso do la prensa de informacion: nociones que hay que postular aunque no se las produzca cada vez en un texto periodistieo). Es por ello que siem- pre se postulan hipdtesis sobre sistemas de representaciones. Al no estar atestiguadas por operadores en la euporficio toxtual (V. Operaciones) las representaciones tienen una condieién particular (indicada en el es- quema modiante relaciones en linea diseontinua) y no forman parte, es- trictamente hablando, de laa graméticas. Sea como fuere, las hipétesis sobre las representaciones siempre deben justificarse mediante el ané- Tisis de operaciones. Al sor los sujetos los mediadores entre condiciones, produetivas y proceso productivo, se postula pues que ellos son los so- portes de las representaciones. as79) Verén (Eliseo) Sobre la teoria y el andlisis de los discurs0s sociales presontados aqui, vvéanse, entre otroa articulos, los siguiontos 1971. Ideology and social sciences: a communicational aproach, Semio- tea 3 (1), pp. 59-76. 197a. Pour une sémiclogie des opérations translinguistiques, Versus Quaderni di studi somiotict, 4, pp. 81-100. 1973b, -Linguistique et sociologio: vers une »logique naturelle des mon- des socinuxe, Communications, 20, pp. 246-278, 197, (en colaboracién con S. Fisher). Baranne est une ertme, Commu- nications, 20, pp. 160-181 1973d, Remarques sur déologique comme production de sens, Sociolo aie et Sociétés, 5 (2),pp. 45-70. 1975. ldéologie et communications de masse: sur la constitution du dis- cours bourgeois dans la presse hebdomadaire, en Idéologies,littére ture et socidté en Amérique Latine, Braselas, Editions de !Universi té de Bruxelles, pp. 187-226. 1976, Corps significant, en Sexualité et pouvoir (colecci6n dirigida por A. Verdiglione). Paris, Payot. 1977a, Récit télévisuel et imaginaire social, Actas del 29" Premio Italia 1977b. La semiosis sociale. Documento de trabajo, num. 64° Universita i Urbino. 58 1078a, Semiosis de Mdéologique et du pouvoir, Communications, 28, pp. 720, 1978b. Le Hibou, Communications, 28, pp. 69-126. Referencias bibliogréficas Althusser, L. 1965. Pour Marx. Paris, Maspero. 59

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