You are on page 1of 6
Tenowerso sit | “Seto, Brat. “Lato tela eras des “Sens. aon, Fer ir uens ites na cutrat Buoos hres, i, 188, So Shi, tetas yp dade dt esta, Buen is, unos, 130 dn, Ose, Must ats essa Bn Aes, Patou, 19 La politica de los autores* | asses Gioetbe? Shakespeare? Todo lo que aparece om su firma se considera bueno, 9 nas agot mas buscando la belleza en cosas tontas idas, sto general, Tes esos grandes talentos, los Goethe, las Shakespeare, Jos Beethoven, los Miguel Ange, creaban, ade= elias, cosas no slo mediocre, sino simplemente expantosas. Tolstoi, Diario, 1895-1899 Una pequefia diferencia Soy consciente de los peligras de mi inicat= va Los Cablors du cingia, se dice, practican tuna “politea de los autores” Tal apinin, aun que no justificada respecto de la totslide de fos areutos, encuentra su Rundamento, desde hhace dos aos sobre todo, en la mayoria de ellos. Seria vano e hips ciendo algunas referenci ita pretender, ad encontradas, que ‘nuestra revista mantiene una beata newtralad critica, y ta carta tan astute de Barthétémy Amengual (el a” 63) daba en cierto modo en Nuestros lectoreseviclentemente han notado, sin embargo, que este postulado eritico ~im- plicit © proclamado- no habia sido adopts do con igual constancia por todos los colaboradores de los Cabiersy que podtia ha- | versiones ber serias dvergencias de amikacin, © mis ‘exactamente en los grados de ésta, Pero es clerto que cas siempre los as entusastas de nuestros colaboradores son fos que llevan la vor cantare, yest por la rizéa tan Bien ex puesta por Eic Rohmer en su respuesta a un Tector (o* 6: cuando hay opiniones dvergen- tes sobre unt pelicula, preferinos generalmen. te dar f palabra a aquel al que mas le gusta Consecuememente, los sostenedores de la po- ftica de los autores evan gran ventaia ya que, com razéno sin ella, dciemen siempre en sus autores preferidos el desplegue de las mismas bellezas especificas. Asi, Hitchcock, Renoir, Rossellini itz Lang, Howard Hawks 0 Nicho- ls Ray apurecen en los Cabiers como autores inflibles ningun de ous Ble pode se con siderado falido Quisiera do.1a qu ls, a los mis convencidas de lo bien continuacién evitar un malentend- 2 que voy a iniciae @ mis cama- fundado de su politica de los autores, es una lscusion que no pone en cueston la orient ion general de los Cahier: Caalesquiera sean -nuestas diferencias de opinion sobre as yy los creadores, nuestrs admiraciones y re- PPagnancias comunes son ls bastante numero- say fueres como para cimentar Ia nid de nuestro gnipo, y sl bien no ereo coneebir el papel del autor en el cine como lo hacen Fran S 1 Kite cols Truffut y Eris Rohmer, por ejemplo, es to-no impide que, en la media en que creo yo también en la realidad del autor, compart _generalmente sus evaluaciones, sino slempre ‘5s pasiones. Los sigo con menos asiduidad, cs cierto, en la negacién, es decir en la sever ‘Hdad para con peliculas que mi me parecen defences, pero incluso entonces las més de las veces porque considero que la ob sobre- ‘pasa a su autor fendmeno que ellos rechazan yy entienden como una contradiceién ertica) En otros términos, no diferimos mis que en apreciacin de la relaclén entre la abra y el creador, pero no bay autor cuya defenss en los Gabiers, en conjunto, yo lamente, aun lempre de acuerdo con la cleccién de las peliculas que han servido pa: a esa Dustacin. Agregaré por fin que aun cuando me parece que la tpoitica de fos autores” ha conducido 4 ms de un error pariculara sis defensores, en cinto a su resutado global I erso bastan- te fecunda como para jusificar a stos en com tea de sus adversarios. Es muy raro que los cuando ne e: argumentos con que algo a mentido que los condenan no me chliguen a pasar con toda sincera de s lado, De modo que es dentra de estos fimites, 4 som un poco los de una querella de familia, que quisiera apicame ahora al essudio de lo que sin embargo me parece tener el valor no ya de un contrasentido, sino de ua “filsa sen- ido" cfico, La casén me la proporciona el feulo de mi amiga Demarchi sobre el Var Gogh de Vincen: Mine Pot inteligente y mo- derada que sea su ilabanza, me parece que lun ardculo tal no debis haber sido publicado cn la misma revista que se habia permitdo, en ‘un miimero precedeat, la demolicén de Hus- ton por pane de Erle Rohmer. Esta severidad implacable por un ko y esta indulgencia ad ETRO WIT | _miratva por el ott no pueden explcasse mis due en la medida en que Minelli es ua prote- sido de Domarchi y Huston no es un “autor Cahiers". Parcialidad feliz hata Gero punto, ‘ya que nos lleva 2 defender un fim que ius. ta mucho mis algunos rasgos de la cultura norteamericana que el talento personal de Vir+ cent Minell. Ea todo caso, empuiaré a Domnar- ‘chia una contradiceion hacléndole notar que tendia, en ese caso, ue haber sacrficado Mi- ella Renoiy, y te Van Gogh la que oblig6 al autor de French 1 que fue la realizacién de es- Gan Can 2 reo I suyo, Alegard a sos tener que un Yan Gogh de Renoir no habria sido mis prestgioso pata la politica de los au- tores que un film de Minell aca falta un i jo de pintor, pero fue un realizador (metteur ‘en scene) de ballets Bimados el que lo ob Pero sea como fuece, este ejemplo es para mi apenas un pretexta, y mu he sentido gumentacién que no podia prevalecer contra ta ingenuidad del postulado, concedienclo asi por ejemplo a pequetios films de segundo or den las intenciones de una obra deseada y me- dlitada CObviamente, desde el instante en que se afi sma que el cineasta es de moda integral #1 hi- Jo de sis obras, ya no queda lugar para peliculas menores; la menor de ellas sigue slendo a la imagen de sa creador, Pero exami rnemos qué hay de tedo esto: nos remontare ‘0s para ello, sl se nos permite, alos tiempos antediluvianos, sebmodo por la sutlea de una ar Un aforismo y un argumento Fs evidente que fa “politica de fos autores’ no fs aqui mis que la aplicacioa al cine de una | versiones | nocidn adimiida generalmente en las artes i dividuales. A Frangois Traffaut le gusta car e! tema de Girmudous-No hay brs, sino 880 autores", petardo polémico euyo aleance me parece finalmente bastante limitado. Cierta- mente se pod también proponera la meci= tacién de los candidatos al bachillerato 0 ala promocién acidic It proposieion contra fia. Ambas formulas, como ls maximas de La Rochefoucauld y de Chamford invertian sin plemente su proporcin de verdad y de erzoe. ric Rohmer, por su parte, consi (o afr) aque lo que queda en el arte no son obras, i= zo autores, y que los programas de cinecub no desmienten en tiki instanca esa verdad Pero cbservemos en primer lugar que el argu= mento de Rohmer es de un alcance mucho iis resvingido que el aforismo de Girtudous, pues, so que permanece son los autores, en mod alguno ocurte exo necesariamente gri- cas aa toulidad de su obra. Ejemples en con- traro abundan, Si es exacto que el nombre de Voltaire impora mis que su bibliografia, fo que cuenta bajo este elecro de perspectva es en iitima instancia menos el Dictionnaire Philosopbique que el espicity de Ve clerto eso de pensamiento y de escinira, Pe- ro donde seré posible encontrar hoy el prin- ipio y el ejemplo de este espiriu? Ea un teatro execrable y abundanre, 0 en el peque- ‘ho volumen de los Cuenta? V's Beaumarchals {habri que buscar también en La mire cou pable ‘También hay que decir que los “aurores" de aquellos tempos parecen que tenian ellos mise ‘mos conciencia de la relatividad de sv valor, ya que renegaban ficilmente de sus hijos, ¢ Incluso se dejaban aurbuir Ia inversa ibelos, siempre y cuando la calidad de éstes les pa- fecies sufiientementehalagadora, Para ellos, pore contato, no habis mais que obras, aun que fueser las suyas, ¥ no es sino a fines del siglo XVI, con Beaumarchais préelamente, ue llega a definirse juridicamente la aocién de autor en cuanto a sus derechos, sus debe- res y responsabilidades. Tengo en cuenta, cl 0, que las contingencias econémicas sociales, lis censuras policiales o morales ha- cian a veces necesario ~¥ siempre excusable el znonimato, pero se comprende que el que rodeaba i los escritos de la Resistencia en Francia no disminuia en nada la dignidad y responsabilidad del escritor. No fue sino has. tu el siglo XIX que la copia o el plagio toma. ron un cae de fala de caricter profesional que descalifcaba a su autor. (Ouo tanto en la pincura: mientras que hoy el ‘menor garibato se pags por el nimero de pul sgadas y la nororiedad de la firma, antatio se consideraba mucho mis a calidad objetiva de Ia obra. Prueba clara de ello es la difieultad ‘par identifcar muchos cuadtos aniiguos, pues Jo que salia de un taller podia no ser mas que Ja obra de un alumno, y esto no es posible de- ‘mostarlo oafirmarlo en la acrualidad, y 81.905 remontames atin mis ates, tenemos que ter- sinar consilerando a las obras andnimas que se han conservado como las bias, no de un anista sino de un are, no de un hombre sino de una sociedad, Naturalmerte, ya veo venir la réplica: no se teata de obelvar nuestra ignorancta, cristal sada convitiéndola en realidad, Cada una de esas obras, la Venus de Milo como la misca- i africans tuvieron un autor, y toda Ia cien- cia hlstérica modema tiende, llenando las fagunas, a colocar nombres sobre las obras; pero ghemes tenido que esperar la apaticion vento erudito para admiaslas y de este su nutrinos de elas La ertica biogrfica no es rms que ura de las dimensiones posibles de Ja rte; esto es algo tan cierto que todavia se sigue discutiendo la identidad de Shakes are 0 de Moliee. iPrecisamente! Se discute, De modo que su Sdentidad no es indferente. Por certo que hay que entender como un progreso, como un ree finamiento de i cultura, esta evolucion del ar ‘e-Oecidental hacia una mayor personaizacin, pero solo a condicién de que esta individua- lizacién venga a corenar ala cultra sin pre- tender definca. Es el momento de recordar us lugar comin académico pero imefutable: el lndvido excede ala sociedad, pero la socie- dad se encuentra también y desde un prin! pio en él De modo que no hay erica tral del ‘genio 0 del talento que ao tenga en cuenta Previamente los deterninismos sociales, la co YYunturahistrica, el tsfondo téenico, aspec- tos que en gran medica los determinan. Es por esto precisamente que el anonimato de una fobra no es mis que una desventaja muy iva con respecto a su comprension, Relat {en todo caso con respecto al arte involuctado, al estilo adoptado, y a1 contexto sociolbgico, ane aficano puede seguir siendo anénimo, 1o vercaderamente lamentable es que sepamos tan pocas cosas de las sociedades que lo han engendrado, ‘bios no es un artista ‘Pero BI bomibre que sabia demasiado, Euro- Pa 51 0 Detrds del espajo son contempors eos de los cuadros de Picasso, de Matisse 0 de Singies! Se sigue de aqui que se hallaa en ef mismo nivel de individualizaci6n? Yo fo me atreveria a deck eso ‘Seme disculparé este nuevo higar comin el cine es un arte popu e industrial, Estas Condiciones previas de existencia no consti tuyen ota cosa que un conjunto de servi- dumbres ~menores, en todo caso, que hs =a vitectura~, representan ua conjunto de elementos positives y negativos con los que no podemos dejar de conta. Es ‘© es asi especialmente en el cine norteame camo, alli donde nuestros teéricos de la politica de los autores calocan sus principa- les objetos de admiracion, Esta claro que la superioridad mundial de Hollywood radica fen el Vilor de algunos nombres, pero tam bign hay que hablar de vtaidad y, en cierta medida, de la excelencia de una tradicién {La superioridad de Hollywood es técnica 8. lo de un modo secunclario, resice mis bien cen lo que se podria llamar en una palabra e genio cinematog: ue deberia ser analizado y definido por una sociologia de la produccidn. El cine notes mmericano ha sabido tradueir de una manera pr magen que la so edad estaclounidense se ha querido dar de si misma, ¥ esto no pasivamente, como una simple actividad de saistacci6n y evasi, s ‘no dindmicamente, es deci, patcipando con sus propios medios en la constitucisn de es. 1a sociedad, Lo admirable del cine norteame icano es justamente su necesidad en la espontaneidad. Fruto de la ibre empress y del capitalismo, cuyos venenos actives o in cluso virtuales leva en sf, este cine no deta de ser en cierto moda el mas ver ‘mds realista de todos, ya que traduce hasta las eontradicciones de esta sociedad. El do en que Domarchi,justamente, ha most do tan bien todo esto con st) anslisis =sufee Ia ar norteamercaao, pero digiosamente precisa la ladero y et enetrante y documentado me dispensa de esarrollar este argumento, Pero se sigue de aqui que todo realizador es i embarcado en esta marea potente ¥ que su ineravio aristico debe necesarainente ser caleulado sin perder de vista la comrente, y ‘no‘como si navegara a gusto por la supest- le calma de un lago. De hecho, mi siquiera en las disciplinas aris: ticas mls individuales es cierto que sea libre cl genio y siempre igual asf mismo. ¥ por ota parte, qué es el genio sino un cierto compro ‘iso entre dotes com el regalo de las badas, y el momento histr co? El genio es uns bora Hi. La fison del ea ozo de uranio provoca Ia fusion de la pupa de hidrégeno, Pero no nace ningin sol dela sola desitegracion del individuo sista no re= ppercute en las estructuras del arte que Io cl cunda, De agut la paradoja de la vida de Rimbaud, Su nove poétca declina de golpe y el aventurero se ale como un ato, rojo to davia, pero que se extingue. ¥ no porque Rin baud haya cambiado en modo alguno, sino Porque ya nada vena a nutriea una incandes. ccencia que habia reducio cenizas, en toeno asf, ala Iteratura. Simplemente ocueré que Por to comtn el ritmo habitual de esta com Dustin en los grandes ciclos atsticos es mas smplo que el de uns vida humana, El paso la literatura se mide por siglos Elos, en cam bio, soto cuentan con seis décadas, pero & tas, incluso considerando el ritmo lento del éxito, un bastan para aseguras a Voltaire 0 a Gide una mere conomunla Ue lureles, Lge lo, se dirt, prefigura a sus sucesores. Es cle. to, pero dialécticamente: se podria decit también que toda época tiene los genios que necesita para definirse, negarse, excederse Voltaize, por consecuencia, era un autor dra indlco detestable cuando se erela heredero de Racine, y un narrador de genio cuando urdia ppardbolas con las ideas que terminarian ha- ciendo explotr al siglo XVIL, E incluso sin refers a fracasos tan absolu- tos, cuyas causes tienen que ver casi exchisi- ‘vamente con i sociologta del ate a psicolo- Bia de la cresciin sola podeia basta para dar ‘events de muchos desniveles en los mejores autores. Notrs-Dame de Pars es bien poca co sa al lado de La ligende des scl, Salami 6 no vale Madame Bovary, Corydon, Le jovurnal des faus-monnayeurs. No hay discus S16n posible sobre estos ejemplos, es asf para "todos los gusts. Se puede admit Ia enisten- ia del talento sin identificar a éste con no sé (qué infaibilidad anistica, una inmunidad an- ror que silo podria ser ateibuto divin. Pero ya nos lo dijo Sartre: Dios n0 es un ar Uista! Si, por inverosfmil que sea en términos picoldgicos, aribuimos al ereador una imper- turbable generosidad de inspiracién, habsia {que admitir que ésta se encuentra en cada mtunldlad can todo un complejo de circuns- lancias pasticlares que vuelven mil veces mis azaroso el resilado en eine que en pintura 0 lnversamente, deben poder exist ~y existen efectv inpagueos en las produc- ciones de autcres mis © menos mediocres. El mito del sone de Arvers es sensato y debe- i inca a In erca a una sana cautela, Fu (0 de Ia coyuntura feliz de un momento de equllibrio precario entre un talento y el me- lo, tales bails fugaces no prucban gran co- valor creador personal, aun cuando ro sean por ello intrinsecamente inferiores a los otros, y no lo parezcan sin dudaa una mo- dalidad de la cftica que no comienza por leer 4a firma al pie del cuadeo, El genio arde Lo que es cero de la Iteratura lo es aia més, lempero, del cin, en la medida en que este ar te, como recién llegado, acelera y multiplica [ enomerno v1 | Ios factores de evolucién comunes a todas ls ‘otras, Surgido de las formas mAs groseras del ‘especticvlo (primitvas pero no inferiores), el cine ha debido recorrer en cincwenta afos el ‘camino que ha terminado elevindolo hoy, 2 ‘veces, al nivel dl teat 0 de la novela, Para- Ielamente, ningin ove arte experiment6 una ‘evolucion técnica del calibre de Ia del cine en tan coma tlempo, a excepeién ques de Ia ar- quitectura, otro ae industrial. En tales condi- ones, es nore! que el genio arda diee veces sms ripido, ¥ que un autor en constante po- sesi6n de sus medios deje de ser evado por In ola, Tal Fue el caso de Stroheim, de Abel Gance, de Orson Welles. Comenzamos inclu s0.a tomar sfcence disancia para asiiea us Ccuioso fenémene: aun durante I vida de un lirector, la ola siguiente puede ponetlo a flo- te de nuevo, Pasa asi con el mensaje de Abel Gance 0 de Sioheim, cuvo modemismo se re- ccupera hoy en dia, Me parece que esto de- suestra Is cualidades de autor de ambos, en a medida en que, por otra parte, no reduce sus respectivas eclipses como reallzadores a las contradiccones del capitalismo 0 a la es. tupidez de los productores, Se podela deci, silvando las disancias, que con cieros hom- bres de genio de In breve historia det cine pa sa lo mismo que lo que habris podido pasar 1 exerbienda teatro ‘con tin Racine de 12 raciniano en pleno siglo XVIUL chabrian sido peores sus tragic que las de Voltaire? Se puede diseuti, pero yo apuesto a que no, Me opoaciria a Chaplin, a Renoir, a Clair, es lero, pero es que cada uno de ellos se bene ficia también de ores dotes que poco tienen {que ver con el genio, y que son justamente las que les periitiron adaprarse 4 a coyunturs Gnematogrfic. El de Chaplin em un caso Gn oy ejemplar, raturalmente: ala vex produc tor y actor, supo ser por sf solo el cine y su evolucion : Se conclu, entonces, ateniéndonos alas le- ves mis generales de lz psicologia dela crea- ci, que alse Tos facrores abjetvos del genio iis procives 2 modifcare en el cine que en cualquier otra arte, podrin producirse ripidas Aesadapeaciones entre el'cineastay el cine, de- sadaptaciones que reduzcan brutalmente al mismo tlempo el valor de sus obeas. Yo aden ro Mr Anau, aaturelmente, y encwenta ex presadasen él as mismias dotes que en Citzen Kane. Pero Citizen Kane abre una nueva era el cine noreamericano, y Mr Arhadin dew pa apenas un segundo plano, Elcine envejece Ahora bien, detengsimonos sobre esta propo- elon que nas eolaca, eatin evo, en el ni cleo del debate. Pienso, en efecto, que mis Interlocutores no s6lo no acepyarian la afirma- cién de que Mr Arkactin es un film infeior 2 Citizen Kane, sino que responderian incluso ms bien lo contario, y veo claramente el por- qué. Al ser Mr Aradin ol sexto lm de Orson ‘Welles, ya hay alls una presuncion de progre- 0, No es s6lo que la experiencia que Welles tenia de sf mismo y de su arte era mayor en 1953 que en 1941; ademas, la libertad que he bia sahido conguistaren Hollywood, por gran de que fuese, no oscurece el hecho de que Citizen Kane seguta stendo, forzosamente ¥ en clerta medida, un producto RKO. El film simplemente no habria vist la luz sin contar al menos con la complicidad de un maravillo- “so aparato técnico'y 8e equlo no menos ad mmimable que lo manejaba. Gregg Toland, para nombrar s6lo a uno, two 90 poea fncidencia en el resultado, Por el contealo, Mr Avkadée [versiones | s6lo teva la firma de Welles. Mientras no sur- jan pruebas de lo contrario, se lo tendrd en- tonces @ prior! por superior por-ser- un producto mis personal y porque la personal dad no puede sino haber progresad al ganar cen edad A-este respecto, solo puedo, evidentemente, ‘ela raza 8 mis jovenes polemistas cuando afieman que la edad, como tal, nunca puede cisminuir el talento de un cineasta, o cuando reaccionan violentamente contma el prejuicio citico de colocarsiempze las obras de juven- tud o de madurez por encima de las dela ve fez. Ast, se ha pode leer que Ar Verdous no vali lo que La quiment del oro, 0 se han es- cxachado lamentaciones por el Renoir de La re- ‘gla del juego al crticar al de Carroza de oro Esic Rohmer les ha respondido caramente: “La Istoca del ane no ofrece que yo sepa el ejem- plo de ningin genio auténtica que haya co. nocido un verdadero periodo de decadencia al firal de su carrera, ¥ en cambio nos incitae ria mis bien a descubrir bajo la torpeza 0 po- breza aparentes el rastro de esa voluntad de despojamiento que caracteriza las ikimas ma- eras’ de un Tiziano, de un Rembrandt, de un Beethoven, 0 mis cercanos a nosotros, de un Bonnard, de un Matisse, de un Stavinst..” (Cahiers du cinéma n® 8, “Reni american’). Solo una dlscriminacién absurd leva buir a los cineastas un proceso senil det que estarian protegidos los otros artistas. Quedan los casos excepcionales de senilidad avanza- a, pero ellos mismos son incluso bastante ‘mis raros de lo que se cree. Por hallase pas ralizado y no poder articular mis que’ “eré nom", era Baudelaire menos baudelaiveano? A propésito de Valéry Larbaud, condenado después de veinie aos a la inmovilidad y al silencio, Robert Mallet nos informa c6mo el traduetoe de Joyce, luchando contra la parsl- 45, hab reconstrsido un vocabulario de una Veinten: de palabras simples con las que lo- _gyaba aticular todavia juiciosInerario de ex. ‘waordinaria agudeza, En verdad, las raras lexcepcianes que se pedrian invocar no harisn ‘ms que confirmar I regia El gran talento ma dara, per no envejece. No hay raz6n alguna porla que est ley dela psicologia aris de biera pasar por ako al cine, y las extcas im pliciamente fundadas en la hip6tesis de la senildad caen por si solas. Habria que aplicar ams bien ef posulado inverso, y decir que donde ceemos discernir una decadencis, es esto sentido eriico el que debe estar en fl ‘a, por sr ef empobrecimienco de Ia inspic ign un fenémeno inverosimll. Desde esta perspeciva resulta fecunda la politica de los autores, y lt reivindico conta la ingenuiad, S90 conta la ineptitude los prejuicios que combate Peco irs ete llamado al orden, hay que dat ‘cuenta sin embargo de ciertos eclipses 0 de crepitudes que aquejan a la obra de ciercos Brandes hombres incontestables, Creo haber cesborado ya mis arriba una justificacion, que no es enefecto de orden psicoldgico, sino his ‘rico. H drama del envejecimiento no es e1 de los hombres, sno el del cine: termina su ‘perados por Ia evolcién de éste aquellos que ro saben envejecer con él. De aqui surge la posibildid de una serie de frrasos que pue+ den ger hasta la nana complera, sin que ha ya ego, que el {genio de ayer se ba convertde en imbécl, Se trata solsmente, lo repetimos, dela apariciba cde una ciscondancia entre Ia inspiracion sub- jetiva de! autor y la coyunnura objetva del re, y es 250 lo que intenta ignorar la politica ‘de los autores, Para sus defensores, entonces, Mr, Arkedin es mis imponante que Citizen ‘Kano perque vislumbean en el primero, con ‘sda de suponer, sin e Justa raz6n, una dosis mayor de Orson Wells Para deci de ciro medo, de la ection “a tor + tema Isiyel » obra" no quieren retener ‘mds que el auto, con el tema reducido a ce- ro, Algunos simularin concederme que, ba ciendo absiricion de un valor autoral considerudo constant, vale mis evidentemen te un buen tema que uno mala, pero los mis aque brefieren mis bien, al contraio, las peliculas de clase B, cuyos guiones convencionales y Danales dejan mus lugar al aporte personal eel francos, o los mis insolentes, conte Un culto estético de la personalidad Voy a ser atacado ciertamente por el concep. ‘0 mismo de autor, y admito que la ecuacion (que acabo de postular es arc, tn actiicial ‘como la distncién escolar de form y conte+ no. Para ser bendecido p autores, hay que ver digno de ella, y eta es ucla pretend, jusamente,distinguic los ver daderos “autores” de los. “realizadores* [metrers en seéne incluso talentosos: Nicho- las Ray es un autos, Huston seria s6l0 un sea lizador; Bresson y Rossellini son autores, Glément no es mis que un gran realizador, ete Exe concepto ée autor se opomte entonces y ues la enirada en el ceniculo de los autores implica mis bien In puesta en valor de una ‘materia prima. En cierta medida al menos, ef UF es siempre él mismo st propio tema Gualquiera sea el gui6n, es siempre la misma storia fa que nos cuenta, o si la palabra “his- toria” se prestaa a confusion, digimos que es siempre la misma mirada y el mismo jaicio ‘oral arojado sobre la accién ¥ los peisona Jes Jacques Rivtte dice que el autores aquel & politica de los que babla en primera persona. Es una buena definicin, adoptémosla. La "politica de los autores" consiste-en elegir como criterio de referencia de la obra atte ‘el factor personal, postulando luego su per- ‘manencia e incluso su progreso de una obra 8 Is siguiente, No se puede menos que reco- ‘mover que exisen fms “importantes” o de ‘cae lidad que escapan a este esquema, pero justamente, se les antepondet aquellos en que, aun sobre el peor guién de compromiso, se ddejen ler como en fligrana las arias del a ‘Nads mis ajeno a mis intenciones que negar el espirits posivo y el valor metodologico de esta actitud. En principio, tiene el mézito de trata al cine como a un arte que ha llegado & 4a mayoria de edad, y de reaccionat costea el impresionismo relativista que tam a menudo ddomina todavia a Ia critica cinematogratica, Confieso que in pretensién explicita 0 recono ida de un crtico de sevisar cada vez la pro- duceién de un 21a luz de su juicio na presunciin dig a de Ubu. Por mi parte, acepto que se la se- ftale como una servidumbre humana, y se aduzea que si no se quiere renunciar a toda labor erica. hay que paris de los sentimiene 108, de los placeres o desagrados personales ‘Que surgen al enicar en contacto con una obra Asi sea, pero a condicion, justamente, de re dJucira la impresion a su papel de sierva. Que haya que pasar por ahi, pero que no sea et punto de paride. En otras palabras, cada ac- ‘0 critico debe consistir en referi la obra en ‘uestin aun sistema de valores, pero esta re- ‘isin ao se basa en el puro entendimiento, |a seguridad det jucio procede tambiga, 0 pre ‘meramente (Sino dams al adverbio un sen. tido eronol6gico), de la impresién ‘experimentads ante ef flm. Me parecen enton- ‘es ds herefins simécrcas, tanto la de aplcar ‘objetvamente sobre una obra un esquem cr fico multivso, como aquella otra de ene for satisfactoria Is afirmacién de! propio placer 0 propio dlisgusto. La primera niega el papel cel gusto, la segunda posta a priorila supe Fordad del gusto del esto sobre el del ai tor. Sequedad o presunci6n. = lo que me gusta en todo caso de lt politica de Ios autores es que reacciona contra el in presionismo, conservando sin embargo Io me- Forde €ste El sistema de valores que propone, ‘en efecto, no es ideologico, Parte de una apre ciaciin en que el gusto y la sensbiidad Ge- ren la mayor parte, ya que se tata de dscernie el aporte del artista como tal, mis alli del ca pital del tema 0 de la enc: el hotibre de- luis del estilo. Pero una vex hecha esta Aistinei6n, euesva citica es amenazada pot la petici6n de principio de postula ya al comien- 20 del analiss que el mes bueno porque es de autor, aplicando asi sobre la obra un esque ma que consist en un retato estético del ci neista deducido de sus obras precedentes. Tendeéraz6n en tn medida en que su promo ‘Gn del cineasta ala jearquin de autor sea co- fiecta, porque estari objetivamente mejor fundada entonces una confiads eniega al ge- alo del artista antes que a su propia inteligen- cla de crtien, y ex por ella que la politica do Jos autores recom el principio de la “erica de las beliezas" (ontigue des Beauté. Cwando nos las tenemos que ver con el genio, siempre es buen método considerar a prion que una su Puesta debilidad de la obra no es mis que una belleza que no hemos ain acertado a com prender. Pero ya he mostrado cémo este mé- Yodo tenia sus limites incluso en artes ‘radicionalmente individualistas como la lite- ‘tun: cunto ms en el cine, con sus innu- nerables anastomosis sociolgicase histérics, A auibuir tal importanca a Tos films case B, 1a politica de los autores reconoce y conf a convario eta dependencia Por otra pare, la politica de los autores es sin dluda la mis peligro, pues sus crterios son uy difciles de formula. No deja de ser sig ilicatvo que, tas tes © cuatro alos de ser practicada por nuestras plumas ms finas, si ‘1 aGn en gan medida a la espera de su teo fa, ¥ nos cvesta olvidar todavia el mado en {que Rivet proponfa & Hawks a nuestra ad- ‘iracién: “Le evidencia es la marca del genio de Hawks; Monbey Businesses un film genial yy $e impone al esptitu por la evidencia. Agu nos, sin embargo, son reacios, rechazan toda afirmaciones. El isfacerse con desconocimiento no tiene qulzis otras cau sas." Veres aqui el peligro: un culo este co dela personalidad. Euily petigrosa No es de todos modos esto lo principal, al me ‘os en la medida en que la politica de los a- tores es practcada por gente de gusto que so- be permanecer vigilante, Es su aspecto negative el que me parece mis grave, Se pue- de deplora Is alabanza erténea de una obca que no la merece, pend eo Henge WENIOS He fasto que el de rechazar un film estimable pot el simple hecko de que ss realizidor no haya filmado nada Bueno basta la fecha. ¥ no por ue las erticas autorales dejen de complacer se en ocasionss en el descubrisiento 0 el es Himulo de un alenro que asoma, sino porque desdlenan sistematicamente en un film tx fo que procede de us fondo coma y.que, sin embargo, a veces constituye su aspecto mis admirable, as como en otras circunsancias también el mis detestable. De manera que a ; SS a sc ctr nncenmramc ncaa RSSENEEEAC T cnomerno iii J cera forma de cultura norteamericana se en ccuentra en el origen del Van Gagh de Mine- Ui; pero hay owa cule més esponténea que esti en los comienzos de In comedia rnoneamerlcans, del westetn, del policial ne 70, cuya inluencia es esta vez bentfica, pues constituye la riqueza y salud de estos gneros cinematogréfios,froto de una evolucién a Ustica en simbinsis maravillosa con el ptbl 0. Asi, vemos cma eritcan a un western de Anthony Mann (y sabe Dios si me gustan los westerns de Anthony Mann!) como si no se teatara en primer lugar de un western, es de- i, de todo un conjunto de convenciones de sul6n, de acturcisn y de pes Soy consciente de que en una revista de cine ¢s posible elicit ests datos preliminares, pe- +0 aun asi debe-fan ser al menos sobreenten- lidos, en et que ‘walmente, en cambio, er més bien liguidada por pudor, como una servicmbsre un poco Fidicula y cuyo recuerdo pudiens pasecer fue ‘a de lugar, En odo caso se desler 0 se teataré con condescenclencia a un western de tun realizador sin consenso avtoral, por mis Que el fl sea redondo y brilante como un Inuevo. Pero zno.es La diigencia un western, Uliacsico donde el arte de Ford leva a un _rado absoluo ce perfecrién personajes y.6t ‘aciones? ¥ veo sin embargo ante la comi- sion de censura westerns admirables de ter cera categoria, casi anénimos, que dan muesiras de ur conocimiento admirable de las Leyes del génezo silo de Principio afin Parud6jicament, los defensores de la polit- «2 de los autores admiran de mode muy par Hicular el cine norreamericano, aquel en que las servidu mis pPesadas. Es cierto que es también e! que po- 1e el maximo de fsctidaclestéenicas a dispo- exstenca pa y respetan su sicién det realizador; peso esto no compensa lo or. Adknito de todos modos la posibildad de que fa libertad en Hollywood sea de lo que se dice, siempre y euando sep leer sus manifestaciones, ¢ incluso agregaria aque la tadici6n de los géneros es un punto de apoyo de la liberad ereadora, El cine orteamericano es un arte clisico, pero por raren él ustamente, aquello que fs admirable, es decis, no s6lo el talento de tal o cual de Sus cineasti, sino el ‘genio def sistema, la riqueza de sus tradicio- nes siempre vivientes, y su fecundidad en contacto con nuevos apores, coma lo demos- trarian, de ser necesari, films tales como Us en Paris, La comezén del séprimo ilo, o Buus Stop. Es cleto que Logan tiene la suerte de ser considerado autor, aunque mas ‘Ro Sea un autor en ciernes. Pero entonces no. se alaba ya mas en Picnic y en Bus Stap eso ‘que a pesar de todo me parece Jo esencil: fa verdad social, no por cierto Kbrada como un fin que se baste a si mismo, sino integeads a un estilo de relato cinematogrfico del mismo modo en que fos Estados Unidos de pregie tea se hall Intentemos concluir. Me parece que la polt- 2 de los mutores vistunibra y defiende una Verda critica esencial, verdad que el cine ne cesita mis que ningin otro arte, precisarnen- te por hallarse en él el aco de verdadera crea- ‘ion anita mis comprometido y amenazado 1uS en otros mbitos. Pero su prictica exclu siva conduciria a un peligro dstinto: la nega- ci6n de la obra en provecho de la exaltacion de su autor, Hemos intentado mostrar por qué autores medioctes podian, accidentalmente, peliculas admirables, y emo, en con traparda, el genio mismo solia verse amend ado ps vban presentes en la cot ina esterlidad no menos acciden | vensiones | tal La politica de los autores ignores primeras y negara Ia segunda. Como actinid lal y fecunda, me parece entonce: independientemente de su Valor polémico sr completada por otros modes de acceso al he ‘ho cinematogréfico que restituyan al film su valor de obra. No se trata de ninguna mune 13 de negar el papel de! autor, sino de rest alas que debe, (Qué es el cinematégrafo?= I ete aes Robest Bresson nacié en 1901. En principio fue pintor, y no dejar de considerarse ist También fue foxsgrafo, antes de cealizar 1934 su primer mediometrae, Les affaires bluques, de inspcacion buslesca. Reciéa voive fa la realizacion en 1943 con Ler anges du pechs Su trayectoria de cineasta tree largometsies entre 1943 y 1983- est centcada en una fee te temaica donde personajes de excepcitn se cenfrenean con ef mundo social y experimen tan por si mismos el mal; constae cua vi si6n tegica se profundiza de fim en flim. y donde finalmente es el oto, el hecho de que haya otros, lo que se convierte en algo pro blemitico para los “heroes” Pero ese recorrido es timién el resultado de luna invenci6n radical y coherente. Porque Bresson aborda ef cine tl como lo encuentr actores, dislogos de esertores (Gieadous, Cocteau © Bemnanos), décounage stati tuide la preposicion sin Ja cual el sustantivo Aor no es mls que un concepto tengo. “Aw tor" se dist. Sin dud, pero sde qué? m + °De a pokique des auteurs, Cai inna, A partic de Un condamné a mont s'est échapp¥ (1956) se sep de los actores, reemplazsindolos por “mode los", como él les llama, Modelo, es decir, vie en de toda experiencia deamética que ca defintivamente rovenga del teatro 0 del cine. Les hace prac tear una dicion que desaloja énfsis e inten clones, clowa Ia cavala de sup cuatlros, rechazando los planos largos, para destacat ‘mejor el encarcelamiento Fundamental de los ajes. Este encare pers ss alls de as meras prisiones materiales, y 8 traducido por lo que Bresson llama la “rag smentacion’, es deci Ia separaci6n a través del écoupage de pedaz0s de cuerpos o de mun- do, para reunitlos de otra manera (los raccors de las manos en Pickpocker en las secuencias Un contramodelo que Bresson rechaza esti en el origen de sus invenciones: el teateo filma do, del cul el “cinemarsgrafo" debers iberte-

You might also like