emucacion , (BenTiBan ¥
PAPAS FRITAS TBARATAS.
Hichel We Apple
COMIENDO PAPAS FRITAS BARATAS
El sol se reflejaba en el techo del pequefio automévil mien-
tras recorsiainos la ruca de mano Giniea, El calor y la humedad me
hhactan preguntar sia final del viaje quedaria algtin liquido en mi
ctierpo. Poco a poco comenzaba a apreciar, mas de lo esperado,
el invierno de Wisconsin. La idea del invierno parecfa muy re-
mora en este pequefio pais asiético por el cual tengo un gran
precio. Sin embargo, cl asunto en discusién no era en aquel mo-
‘mento el clima, sino las luchas de los/las educadores/as y milican-
tes sociales para construir una educacién considerablernente més
democratica que la vigente en aguel pais de Oriente. El tema era
peligroso, Se toleraba discutilo filoséfica y formalisticamente en
{érminos académicos. Pero, llevarlo abiertamente ala discusién y
situarlo dentro de un andlisis serio de las estructuras de poder
econémico, politico y milicar que actualmente controlan la vide
cotidiana de ese pals, ya era otra cuestién,
A medida que avanzibamos por aquella carretera rural, en
el tnedio de una de las mejores conversaciones que tuve acerca de
las posibilidades de transformacién educacional y sobre las opre-
sivas condiciones que tantas personas enfrentan en aquella tierra,
‘mi mirada fue atraida hacia un costado dela ruta. De repente, entuno de aquellos acontecimientos casi accidentales que aclaran y
mil
de oxto color de piel son definidas simplemente como el oro. Fs el otro et
{que es definide como éenico o racial. La supremacia dela blanguedad es
‘an avasalladora que permanece invisible como una norma que no se nom-
loa, Pare desu poder deriva precisamente de esta invsibildad, como des-
aca el propio Apple en este texto”. [Nota de los eraductores}
atante politico/a no garantiza que esté libre de las dinmicas dife-
renciales de poder, dindmicas que penetran en nuestras vidas co-
tidianas bajo formas muy sutiles, Esto puede exigir un acto cons
ciente para desarmar nuestro sentido comiin y tomar clara esta
participacién.
En la historia gue contd, raza y clase forman una intersec-
cin con telaciones cotoniales y neocoloniales tanto nacional co-
mo internacionalmente. Destaqué las conexiones entre las pric
ticas de consumo en Estados Unidos y el empobrecimiento
progresiva de ciertas grupos, claramente identifiables. en una
hhacidn asiitica, Pienso que Jas relacinnes de clase que emergen y
son creadas en este praceso son evidentes. La destrucciin de las
‘slaciones de produecisn y el correspondiente empobrecimiento
de miles y miles de personas en un pais como ése. no pucden se-
patarse de la capacidad de conswma del puchlo de otta nacién
Sin embargo, ésta es tambign una historia sobre fa dinémi-
ca racial y su institucionalizaciéa bajo formas coloniales y neo-
coloniales (McCarthy y Crichlow. 1993). Aqui se recrean estruc-
turalmente relaciones de blenguedad, No constituye un
accidente histérico que estas relaciones inernacionales sean erca-
das y toleradss entre un “centro” arrogance y una “periferia’ que
cuando llega a ser vista~ es considerada par fos del “cent” co~
‘mo si estuviera habitad2 por personas “deseartables”. Por qué es-
0 n0 ¢s obvio?
3. En exe caso es necesario también reconocer Ia dinirica éenia ya
inimica de clase propias dg las telaciones de pode. Tampoca es umn aie
dente que exas formas ideelégicas, tanto tiempo arociadss con el erec-
miento del cofonialismo y del neocolonialisme, asi como con Ia interna
cionalizacién del capital, scan_apropiadas por las lire en el interior de
raciones que son vistas como “peitericas". De tal forma, eta dimensién
de la dinmica internacional, en Ia cual fa clase social y a raza-establecen
28Como educadores/as estamos indefectiblemente compro-
rmetidos/as en una lucha sobre significados. Sin embargo, en es-
ta sociedad, como en todas, solamente ciertos significados son
considerados “legicimos”, sélo ciertas formas de comprender el
mundo terminan por volverse "conacimiento oficial” (Apple,
1990; Apple, 1993). Este no es un proceso que simplemente
sucede de forma natural. Nuestra sociedad esté estructurada de
tal forma que los significados dominantes tienen més posibili-
dades de circular. Tales significados, obviamente serén cuestio-
nados, resistidos y algunas veces transformados (Willis et al,
1990). Pero esto no minimiza el hecho de que las culturas
hhegeménicas tengan mayor poder para ser conocidas y accpta-
das.
luna intereccn influencitndose mutuemente, necesita complementaie
con un andlisis interno. Ciertas personas espevficas compran as hambur-
agucis Tae paps fritas ~productos que hicieron tan. famovo a dicho fes-
Taurance en todo el mundo~ cambign en esa nacin sities, All u precio
ex superior al que el tabajador medio puede pagar. Comer esas papas frie
taser una opcidn apenas para los rico. Ells también usufructian los be-
neficios de estas relaciones.Ellos comen y no pagan ningin impuesto pa-
rala construecin de escuela, ls salarios de los/3e maestros, el costo de
les libros dictcos, la dsponibilidad de asistencia médica minima ~la lise
ta parece interminable que el Estado declaré como “no necesaria” para
las nifos“invisibles”, cuya propia ausencia express de forma todavia mis
clocuente su presencia social en las relaciones de explotacién.
Ens un nivel codavia mas general, obviamente, es necesario decir
‘mucho mis acerea de las distineae aunque relacionadas~dindmicas de ra
23, colonialism clase presentes en este caso. Estas on situaciones sobre
ddeterminadas, tanto nacional como internacionalmente. en las cuales
smiliplesrelaciones de poder se originan unas de otra, s¢ median y se
‘ransforman entte sie incluso se contradicen bajo formas extremamente
comple,
29John Fiske ha discutido con precisidn que nuestros signi
ceados cotidianos estin igualmente implicados en relaciones de
poder:
La produccién de culturs (I cultura esté siempre en proceso, nunca
acabada) es un proceso social: todos los significados sobre el yo, sobre
Ins relaciones soviales, rodos los discursos y textos que ejercen estos im
portances papeles culturales pueden circular, Gnicamente, si esti rela-
cionados con el sistema socal, en nuestro c280, «1 capitalismo blanco,
patriateal. Todo sistema social necesita un sistema cultural de significa:
idn que sirva para mantenerlo, pars desestabilirarlo o hacerlo mis re-
cceptivo al cambio, Culeara [--] y ignificados [..] son, por lo tanto,
inherencemente politicos. Estin ceneralmente involucrados en la distri
bucidn y posible rediscribucién de ae diferentes formas de poder social
(Fiske, 1989: 1)
Y contintia diciendo:
I conosimienco nunca es neuro, nunca caste en una elaién emp
ria y objtiva con lo real. Conocimiento es poder y la circulacibn de}
conocimiento es parte del dstribucidn socal del poder. La capacidad
discursva para construe un sentido comin que pueda insertarse en fa!
vida cultural y politica es centtal en las rclaciones sociales de poder
(Fiske, 1989: 149-150).
Estas son afirmaciones genéricas pero que, cuando se apli-
can a laespecficidad de l situaci6n que relaté anteriormente, se
vwuelven todavia més convincentes. Plantean la necesidad de dis-
ccutir y conocer las condiciones de aquella verde planicie dentro
de su contexto socioculcural més amplio. Cristalizan ect una ini-
ca historia diferentes mecanismos de construccién de significa-
dos que separan lo que en “Occidente” puede ser visto simple-
30mente como comer papas fritas y en aquella nacién asiética co-
mo la destruccién de las posibilidades de un futuro mejor para
miles de ninos. La historia registra la importancia de preguntar-
se: ga qué grupos pertenecen las comprensiones puestas en circu-
lacién? Por qué yo no sabia nada al respecto? Cul es mi pro-
pia ubicacién en un sistema internacional de relaciones
econémicas que produce esas condiciones?
La historia habla de la cireulacién continua de formas colo-
niales de comprensién asociadas de manera compleja ¥ siempre
cambiante a los modos de produccién econdmica, de distribucién
Y consumo a que estamos acostumbrados/as. Ue varias maneras
‘estamos presos/as en los discursos universalizantes de nuestro pro-
pio mundo, un mundo que presupone que, de cierta forma, ya sa-
bemos cémo comprender los eventos cotidianos en los cuales par-
ticipamos. Sin embargo, la historia que me fue concada durante
aque paseo en auto se refierea la problemacica de saber cudl es la
realidad y el conocimiento -esto es, de qué grupos~ que se vuel-
ven publicos. Tal como afirma Edward Said: “Sin excepciones im-
portantes, ls modemos discursos universalizantes de Europa y los
Escados Univios suponen el silencio voluntario o no del mundo
rno-europeo. Hay incorporacién, hay inelusién, hay dominio di-
recto, hay coercidn. Pero dificilmence existe el reconocimiento de
que el pueblo colonizado deberfa ser ofdo, tener sus ideas conoci-
das" (Said, 1993: 50).
Las ideas de Said nos hablan de la relacisn ent las formas
de comprensién que dominan “nuestra” sociedad y del silencia-
riento de las vaces del mundo “no europec”, “no occidental”.
Sin embargo, no son s6lo las vocerlas que son silenciadas (y cons-
cientemente empleo la palabra silenciada en lugar de silencisa
aa significar que existe un proceso activo en el cual los grupos
dominantes tienen que hacer un efuerzo para mantener el poder
31de sus significados hegeménicos) (Apple, 1996). Son las cone-
xiones determinadas entre las formas de vida en los paises del
centro" y las de los paises de la “periferia” -una clasificacién en
si misma arrogance e infeliz— las cuales se tornan invisibles en ese
mismo y exacto momento.
Esta invisibilidad es crucial. Existe una biografia social de
la blanguedad. Bajo muchos aspectos, el conceprto de blangue-
dad es espacial. En este caso, implica vivir una vida intimamen-
ce relacionada ~de manera identifieable— con la dindmica incer-
nacional que ha alterado de manera radical las. relaciones
econdmicas, politicas y culturales en muchas naciones. No esti
csariamente basada en una eleccién conscience. Al concra-
esté profundamente construida en nuestras comprensiones
del sentido comtin, de la vida cotidiana, Compramos nuestra
ropa, comemias nuestra comida v hacemos lo que hacemas de
tuna forma que natucalita tas refaciones sociales y econsmicas
que realmente erearon las condiciones para la produccidn y el
consumo de esa ropa y esa comida. La blanguedad es, pues, wna
imetifora del privilegio, de la capacidad de comer papas frieas
bararas
Obviamence, este no es un argumento nuevo ni original
Existe una larga tradicién en economia politica que nos hace re-
cordar que cada objeto manufaccurado no es simplemente una
“cosa, De hecho, esta visién es mds que reificante. Contraria-
mente, un objeto manufacturado o procesado ~desde automévi-
les a zapatillas € incluso comida— es la corporificacién concreta
del erabajo humnano y de fas eelaciones sociales productivas y des-
tructivas que resultan de él 0 son el resultado de su realizacién
, comer papas fritas baratas significa poner la comida en niues-
tra bosa, masticasla y cragara. Sin embargo, en ese mismo y
exacto momento, es también y profundamente un acto social
pleno. Significa estar inmersos en el punto final de una larga ca-
32dena de relaciones que expulsaron a decenas de miles de perso-
nas de la terra, obligaron su establecimiento en la periferia de ls,
ciudades y negaron a miles de nifios la posibilidad de cuidados
rmédicos y de escuelas. De forma més inmediata, significa estar
‘en una relacién con losilas trabajadores/as que prepararon las pa~
pas Frias y las sirvieron en el restaurante de fase food, trabajado-
res/as que usualmente ganan muy poco, no tienen ningiin bene-
ficio, ningin sindicato y deben fatigarse en dos 0 tes empleos de
tiempo parcial para poder llevar comida a su propia mesa. Estoy
intentando decir que comer papas fritas baratas es una de las ex-
presiones méximas dela Blanguedad.
De forma similar, casi rodos los beneficios econdmicos que
hoy disirutan los ricos ~e incluso los no tan rieos~ en un pais co-
smo Estados Unidos, dependen del desarrollo histérieo de una in-
fraestructura econdmica cuya base es cl trabajo no remunerado 0
de bajo costo. Trabajo que frecuentemente se sustent6 en la raza
como una dindmica constitutiva. Asi, no serfa exagerado decir que
las fabricas textiles del norce industrial han sido alimentadas con
el trabajo no remunerado de los esclavos que cultivaban la mate-
ria prima en el sur (obviamente, toda la economia dependia del
trabajo no remunerado de las mujeres en la casa o en el campo).
Durante cencenas de afos, capitalismo y esclavitud estuvieron vin-
culados en uns relacién tensa. De este modo, la blanguedad como
privilegio no es slo una mecéfora espacial sino también temporal
Las condiciones de existencia a partir de las cuales se desarroll6
nuestra economia actual, tienen sus rafcesen el desarrollo histéri-
co de ese tipo de trabajo, cuyas ventajas “nosotros” actualmente
aprovechamos. (Lamentablemence una discusién seria sobre el he-
cho de que estas actuales ~y tan desigualmente controladas y dis-
tribuidas- ventajas son dependientes de esas relaciones histéricas
dificilmente esté presente en el conocimiento oficial del curriculo
escolar. Esto da una ides de la importancia de aquello que no es
33
Locensefiado en las escuelas y de aguello que forma parte del corpus
del conocimiento considerado “legitimo”)
Tal vee pueda aclarar mi argumento de que estamos estre-
chamente conectados, de formas diferentes, con relaciones de
privilegio, através de otro ejemplo, tambien éste, personal. Con-
sideremos el ensayo que usted esti leyendo, Mientras miro por la
ventana del edificio en el eual est siendo eserito veo una usina
termoeléctrica. Esta es una parte imporcante de la historia,
Hoy por la mafiana, Michael Apple vino a su gabinete,
abrié la puerta, encendid ef interruptor de luz ¥ Comenn6 a es
cribir aa texto. Podemos interpretar este hecho como un simple
2cto fisico: Apple pone su mano sobre of intertuptor, Jo aeciona
y surge la luz. Sin embargo. este simple acto no es tan simple co-
‘mo puede parecer, Debomos tratar de entenderlo relacionalmen-
1c: Michael Apple realmente abris su puerta, encendis Ia hur, fue
hasta su mesa y Comenzd a escribir un Cexto. Sin embargo, Mi-
chael eambién Cenfa una relacién andnima aunque no menos
al- con los hombres y mujeres mineros que extrajeron el earbén,
‘ea condiciones generaliente peligrasas ¥ de progresiva explota-
cién, que fue quemado para producir Ia clectricidad que permi-
1i6 encender Ia lu. La accign de escribir este texto depende t0-
talmente de ese trabajo.
Mi propésito, con este ejemplo, no es “poner un poco de lu-
minosidad” (perdonen el juego de palabras) sobre estas condicio-
nes, de forma tal de obligarnas a caer en cierta forma de inmovi-
lismo: “todo es pofiticamente tan complicado que todo lo que
fhacemos tiene graves implicancias", Por el contrario, mi objetivo
es discutir sobre Ia naturaleza del sentido connin. "Nuestros" (me
refiero aqui a grupos blancas y econdmicamente privilegiados)
rmodos hsbituales de comprender la actividad cotidiana, dentro y
fuera de la educacién, pueden tornar muy dificil la apreciacién
completa de las relaciones sociales de las cues participamos. En
38_
palabras de Fiske, desco “desestabilizar” nuestras comprensiones
habituales de la educacién y de nuestra propia posicién en la so-
ciedad en un sentido mas amplio (Fiske, 1989). Como Antonio
Gramsci nos recordara, Ja dominacién racial, de génera y de cla-
se se logitima 2 través dela creacién del sentido comin, a través
del consentimiento, Este tema es hoy especialmente importante,
dada la reestructuracién canservadora tan poderosa en fas esferas
econémica. politica y cultural dela sociedad toda ver que la com-
>prensién dela naruraleza estructural de esas conexiones esta sien-
do alejada de nuestras vidas cotidianas (Apple, 1993; Apple,
1996)
‘Mi intencién basica ¢s que pensemnos criticamente lo social,
reconozcamos que vivimos inmersos en procesos de dominaciéa
y suberdinacién que son muy ocultos. Comprender esto puede
exigir que nos desprendamos del sentido comtin, Esto requiere
que vamos a la blanguedad en si misma como xn vérmino rela-
ional, Lo blanco se define no como un estado, sino como una
relacién con lo negro 0 lo marrén, lo amarillo 6 lo rojo. El cen-
tro se define como una relacién con la periferia.
En nuestros modos usuales de pensar estas cuestiones, [a
blanguedad es algo sobre lo cual no precisamos reflexionar. Es
simplemente abi. Se trata de un estado naturalizado de ser, de
tuna cose “normal”. Todo lo demds es el “otro”, Es el alld que
nunca esti alla Sie embargo, al reposicionarnos para ver el
Existen evidencias, sin embargo, de que Is politica reaccionaria de It
actual estauracién conservadors esti cambiando esto, Se encuentra cre~
ciendo de forma peligrosa una cierta conciencia de “sr blanco”. Esto s€
puede ver en los staques organizados« las poliicas de accin afiemativa,
en [a crecienteacepracién, una vex més, de explicacines seudocientficas
sobre “inferioridad” racial y de género (véase, por ejemplo, Hermnstcin 7
Murray, 1994) y en los movimientos racstas dela Identidad Cristiana que
35mundo como canstituido por relaciones de poder y dominacién,
la blanguedad como privilegio desempeda un papel crucial
Este mismo sentido de relacianalidad en su contexto inter-
onal, se clavifica en las palabras tartamudeantes del scior
“Whiskey” Sisndia, en los Vrms Saeduicos de Salman Rushdie
El problema con Jos in...ingleses es que su his.._his. historia su-
sedi6 en ultramar, por eso no.--na saben lo que ella significa’
(citado en Bhabha, 1994: 6). Susticuir la palabra “ingleses" por
“porteamericanc” eambia poco la idea de Rushdie acerca de la
naturalera de nuestra comprensisn ~0 la falta de ella~ aceres de
tas relaciones internacionales y de las ventajas desiguales que tie-
ren origen en Tos madas por los exales hoy cales telaciones se es
tructusan,
PENSAMIENTOS FINALES A MODO DE CONCLUSION
Conté una historia aurobiografica y reflexion acerea de
lla para cratar de discutr a espacialidad de a Blaniguedad como
tuna relacién internacional. Dado que gran parte del texto cons-
tituye una narrativa personal, congo que adavcir estar un poco
preocupads con lo que hice en este ensayo. Tal preoeupackén me
conduce a formular una advertencia sobre algunos de los efectos
cculeos (generaimente elogiables) del impulso a emplear registros
autobiogréficos para revclar las relaciones, no silo enete Ia edue
cacién y la sociedad, sino también entre nosotros mismas yeas
grupos de personas
«estin consiguiendo obtener cada vez més poder en gran ndimero de paises.
He desarollado slzunas considetaciones sobre estos procesosen el capitae
lo 4 del presense volumen,
36—_—
Gran parte del fmpetu que subyace en nuestras narrativas
personales es moral. La educacién es vista, correctamente, como
tun emprendimienco ético. Lo personal es visto como un moda de
despertar sensibilidades éticas. También es percibido, correcta
‘mente, como una manera de dar vor alas subjetividades que han
sido silenciadas, Esta posicién es muy elogiable. Sin embargo, a-
{go se mantiene oculto por detris de estas historias: una dolorosa
conciencia de lo politico, de las esteucturas sociales que condenan
4 fantas personas 2 una vida de lucha econémiea, cultural (y cor-
poral) ¥, en algunos casos, a la desesperacién. Hacer conexiones
entre lo que podemos denominar “imaginacién narrativa’ y el
movimiento concreto que busca transformar nuestras insticucio-
nes es, en este caso, simplemente esencial. Los argumentes pol
cos no constituyen alternativas para las preocupaciones morales
Ellos son, ances que nada, esas mismas preocupaciones comadas
seriamente y en sus implicancias plenas (Eaglecon, 1983: 208),
Frecuentemente veo los relatos y las narrativas interpretati-
vas como convincentes y plenos de significado. Obviamente, no
«reo que debamos descartar su poder expositivo. Sin embargo,
~permitanme ser poco sutil y presentar aqui mi preocupacién-,
también frecuentemente estos textos corren el riesgo de caer en
un individualismo posesivo (Apple, 1995). Incluso cuando ell
autor/a hace “lo eorreeto” y discute su lugar social en un mundo
dominado por condiciones opresivas, su texto puede servir a la
funcién consoladora de decit: “basta de hablar sobre ustedes, d&-
jenme contarles sobre mi”. Por estar comprometido en plantear
cuestiones sobre las dindmicas de raza y clase, me preocupo por
Jas perspectivas que supuestamente reconocen las voces negadas
en nuestro pensamiento sobre educacién, pero que, en realidad,
terminan privilegiando a los blancos, a las mujeres 0 a los hom-
bres de clase media, en una necesidad aparentemence infinita de
autoexhibicién.
a7an a
No interpteren de Forma equivocada Jo que estoy dicien-
do. Como ya fue ampliamente documentado en un importan-
te asimero de trabajos feministas y poscolonialistas, con fre-
cuencia lo personal es la presencia ausente que aparece por
tris de los escritos mas descarnados (McCasthy & Crichlow,
1993). Sin embargo, es al mismo ciempo igualmeme crucial
‘que en estos casos cuescionemos nuestros motives “ocultos
cuando emplamos tales modalidades de presentacisn, ;La in-
slecencia en lo personal, una insistencia que sostiene en gran
parte cl cambio hacia formas literarias y biograficas, tambien es,
en parte, un discurso de clase? Debemos admicir su poder para
deseribir emo se construye el mundo alrededor de mileiples
dimensiones de poder y, cambién, para reconocer nuestra parti-
cipacién personal en tales dimensiones. Entre tanto, aunque “lo
pevsonal pueda ser politico”, debemos preguntar: lo politico se
agota en lo personal? Ineluso més: por qué debemos presupo-
nner que lo personal es menos dificil de entender que cl mundo
Planteo estas cuestiones, aunque no puedo responderlas de
una forma generalizable a todas las situaciones y contextos. Lo
que trato de decir es que ellas necesitan ser asumidas por todos/as
Tosflas que estén comprometidos/as ¢ inmersosias en la Jucha por
tuna educacin més emaneipatoria, Por esta misma razén conté
tuna historia de mi propia educacidn ~como blanco y visitante ex-
tranjero-, la cual esté conscientemente relacionada con una com-
prensién critica de ls relaciones de explotacién y dominacién es-
Cucturalmoente generadas. Para mi, aquella sicuacién fue un
momento educativo sobre lo que significa “ser blanco” en an con-
texto internacional; constituyé un momento educativo que me
sirvid para clarificar las modalidades acerca de eémo el privilegio
penetra en los actos humanos més bisicos, por ejemplo la accibn
de comer. Como ustedes podrian esperar estoy seguro de que
38‘muchos/as lo hatian si hubicran cenido una experiencia sina,
estoy ahora comprometido de una forma més conscience con el
apoyo a las acciones de los movimientos democriticas en aquel
pais asitico, Como ustedes podrlan también esperar, no como
papas frias baratss
BIBLIOGRAFIA
Apple, M.W., Ideology and Curriculum, Nueva York, Routled-
ge. 2a ed., 1990 (Mdeologia y currteulo, Madrid, Akal,
1986)
Apple, M. W., Official Knowledge. Democratic Education in a
Conservative Age. Nueva York, Routledge, 1993: [El conoci-
riento oficial: La educacién demoerdtica en una era conser
vadora, Barcelona, Paidés, 1996),
Apple, M.'W., Edcation and Power, Nueva York, Routledge, 2
ed., 1995 [Educacién y poder, Barcelona, Paidés, 1994)
Apple, M. W., Cultural Politics and Education, Nueva York, Tear
chers College Press, 1996
Bhabha, H., The Location of Culture, Nueva York, Routledge,
1994
Contis, B. Tie Government By Choice Men, Toronto, University
of Toronto Press, 1992,
Eagleton, T. Liteniry Theory, Minneapolis, University of Minne
sora Press, 1983 [Una introduccién a la tearla literaria,
México, Fee, 1993]
Fiske, J., Reading the Popular, Boston, Unwin and Hyman,
1989.
Fraser, N., Unruly Practices, Minneapolis, University of Minne-
sota Press, 1989
39