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a) La síntesis neoclásica

Enfrentados con la experiencia de la Gran Depresión de los años treinta, muchos


economistas se han visto inducidos a prestar atención a las ideas de Keynes sobre la
oportunidad de las intervenciones públicas en apoyo de la demanda, a fin de afrontar
el desempleo, aunque se resistieran a abandonar la teoría marginalista del valor y de la
distribución.
Para acercar estos dos aspectos, la teoría de Keynes se reinterpretó insertándola en el
marco del enfoque marginalista, mientras se añadían supuestos ad hoc, tales como la
rigidez de los salarios a la baja, al núcleo de la teoría marginalista del valor y de la
distribución, de forma que el desempleo fuera un resultado posible. A lo largo de este
camino encontramos en particular a John Hicks. Hicks propuso el esquema llamado IS-
LM, que traducía la teoría de Keynes en términos más tradicionales de un modelo de
equilibrio económico general simplificado, con la presencia de tres mercados: bienes,
dinero y bonos.
El mercado de bienes está en equilibrio cuando la oferta, esto es, la producción, es
igual a la demanda agregada (que en el supuesto simplificador de una economía
cerrada sin gasto gubernamental y sin impuestos corresponde a la demanda de bienes
de consumo e inversión). La condición de equilibrio, es decir, la igualdad entre la
oferta y la demanda agregadas, se da cuando el ahorro, que es una función creciente
de la renta, es igual a la inversión, que se considera una función decreciente del tipo
de interés.
El mercado de dinero está en equilibrio cuando la demanda y la oferta de dinero son
iguales. Según el supuesto de dinero exógeno, la oferta de dinero viene determinada
por las autoridades monetarias que controlan directamente la emisión del dinero
legal, e indirectamente el volumen del dinero bancario que pueden crear los bancos.
La demanda de dinero es igual a la suma de dos componentes: la demanda de dinero
por el motivo transacción, que es una función creciente de la renta, y la demanda de
dinero especulativa —la demanda sobre la que Keynes concentró su atención y que
expresa la elección de la forma, dinero o bonos, en que se mantiene la riqueza—,
considerada función decreciente del tipo de interés.
Franco Modigliani en un artículo amplió el esquema IS-LM para considerar
explícitamente también el mercado de trabajo. Como en los demás mercados, también
en el mercado de trabajo las variaciones de los precios conducen al equilibrio entre
demanda y oferta.
Dicho con mayor precisión, las variaciones del tipo de salario, esto es, el precio de los
servicios de trabajo, llevan al equilibrio la demanda y la oferta de trabajo, asegurando
así el pleno empleo.
Para obtener el resultado «keynesiano la posibilidad de una situación de paro
persistente, esnecesario introducir algún obstáculo que impida el libre funcionamiento
del mercado de trabajo. Tal obstáculo se encuentra en la naturaleza no competitiva del
mercado, debida al poder de negociación de los sindicatos, que determina la rigidez de
los salarios a la baja.
El libro de Patinkin (1956) es otra contribución importante a la construcción y
creciente dominio de la síntesis neoclásica, que llama la atención sobre la no
neutralidad del dinero fuera del estado de equilibrio: cuando los salarios reales
muestran cierta resistencia a variar porque la disminución de los salarios monetarios
provocada por el desempleo viene acompañada por un descenso de los precios, entra
en acción otro mecanismo de ajuste, el llamado efecto Pigou, por el que el aumento
del valor real de las tenencias en dinero, debido a la disminución de los precios,
provoca un aumento del consumo que no sólo depende de la renta corriente, sino
también de la riqueza real. De este modo la teoría keynesiana se presenta como un
caso particular de la teoría marginalista: aquel caso en que no puede alcanzarse el
equilibrio de pleno empleo porque el mercado de trabajo no es un mercado
competitivo.
Tenemos, por lo tanto, la síntesis neoclásica, esto es, una síntesis entre la teoría
neoclásica del valor y la teoría de la ocupación de Keynes,13 que en la segunda mitad
del siglo XX dominó la enseñanza de la macroeconomía en todo el mundo.

La síntesis neoclásica absorbe la tesis keynesiana de la posibilidad de equilibrios con


subempleo en el marco del enfoque marginalista tradicional, basada en la noción de
mercados en los que las variaciones de los precios aseguran el equilibrio entre oferta y
demanda. Esto abre el camino al reconocimiento de la utilidad de la intervención pública en
la economía: el desempleo puede ser combatido mediante el recurso a políticas fiscales y
monetarias, útiles en general para regular la economía, evitando o reduciendo sus
oscilaciones cíclicas.

Naturalmente, en presencia de algún poder de mercado por parte de los sindicatos, la


intervención pública dirigida a reducir el desempleo puede llevar simultáneamente a un
aumento de la tasa de crecimiento de los tipos de salarios monetarios, el cual, a su vez,
genera un aumento de la inflación. La relación inversa (trade-off) entre el paro y la tasa de
inflación se volvió a proponer en un artículo de 1958, frecuentemente citado, del
economista neozelandés A. W. Phillips (1914-1975). La curva decreciente que representa
dicha relación inversa (la llamada «curva de Phillips») representa, según los economistas de
la síntesis neoclásica, el conjunto de posibles elecciones de política económica.

Los poskeynesianos

En oposición a la reinterpretación de la teoría de Keynes propuesta por la síntesis


neoclásica y a las críticas monetaristas, se ha producido una decidida reacción por el lado
de los «poskeynesianos.

Estos economistas sostienen que el esquema IS-LM propuesto por Hicks y utilizado por los
economistas de la síntesis neoclásica relega a un papel secundario la característica
sobresaliente de la concepción que tenía Keynes de la economía: la incertidumbre, que
domina las decisiones de los agentes económicos. En el caso de la función de inversión,
mucho más importante que el tipo de interés son las expectativas de los empresarios
sobre el rendimiento de los distintos proyectos de inversión. En el caso de la demanda de
dinero, Keynes consideraba que las expectativas sobre el futuro eran esenciales para
determinar la demanda especulativa de dinero. Además, esta última se consideraba como
el principal componente de la demanda de dinero puesto que está conectada con la
elección. Frente a la relevancia de la incertidumbre, a la volatilidad de las expectativas y a la
consiguiente variabilidad de las relaciones que ligan las inversiones y la demanda
especulativa de dinero con el tipo de interés, los economistas poskeynesianos consideran
engañosa la representación de los mercados en equilibrio tanto para los bienes como
para el dinero, que se basan en funciones de demanda y oferta bien definidas y
suficientemente estables, como es la concepción que subyace al esquema IS-LM. En lugar
del equilibrio simultáneo de los diversos mercados, típico del enfoque marginalista y
adoptado en el esquema IS-LM, los economistas poskeynesianos22 proponen una
caracterización del sistema económico basada en una secuencia de relaciones de causa y
efecto: la demanda especulativa de dinero afecta al tipo de interés; éste, a su vez, junto
con las expectativas, afecta al nivel de inversión; a su vez, la inversión, a través del
multiplicador, determina la renta y el empleo. Por lo tanto, se destaca la influencia
ejercida por los mercados monetarios y financieros sobre la renta y el empleo, en oposición
a la tesis de la neutralidad del dinero aceptada en la tradición clásica y marginalista.
Además, diversos economistas poskeynesianos sostienen que la oferta de dinero es
endógena: esto es, la cantidad de dinero (en particular el dinero bancario) en circulación no
está rígidamente controlada por las autoridades monetarias, sino que depende, por lo
menos en parte, de las decisiones de los demás agentes.

Critica:

La Modern Monetary Theory (MMT) es una corriente de pensamiento eco-


nómico que combina buena parte de las ideas del postkeynesianismo
acerca del funcionamiento del sistema monetario con las ideas del
chartalistismo sobre el origen del dinero. Básicamente, la MMT sostiene
que el dinero es una creación del Estado y que, precisamente por tratarse
de una institución estatal, debe ser administrada por el gobierno en
beneficio del conjunto de la ciudadanía.

El economista estadounidense Warren Mosler, uno de los principales


exponentes de esta escuela, resumió las proposiciones básicas de la MMT
en su popular libro Siete fraudes mortalmente inocentes de la política
económica (2010), donde esencialmente defendió siete enunciados que
atentan contra los fundamentos de la teoría económica más
generalmente aceptada e incluso contra el propio sentido común. En
concreto, según Mosler: el gasto público no está limitado por la solvencia
del Estado; las generaciones futuras no pagan la deuda pública emitida
en el presente; los déficits públicos no se financian con ahorro privado; el
sistema público de pensiones no puede quebrar; los déficits exteriores no
reducen el empleo y la producción nacional; la inversión no debe
financiarse con ahorro; y los mayores impuestos futuros derivados del
mayor déficit público presente no serán perjudiciales para la economía.

En su nuevo libro, Contra la Modern Monetary Theory: Los siete


fraudes inflacionistas de Warren Mosler, Juan Ramón Rallo
emprende una refutación completa y sistemática de estas siete
proposiciones básicas de la MMT, demostrando, en última
instancia, que esta escuela de pensamiento es un compendio de
errores y malas interpretaciones sobre el modo en que funcionan
el dinero, el crédito y las finanzas dentro de una economía.

la TMM se basa en una teoría chartalista sobre el origen del dinero,


mientras que Rallo se apoya más bien en una evolutiva. Por lo demás, los
puntos en común son abundantes.
También entienden ambos que el dinero no es neutral, sino que entra por
una parte de la economía modificando los precios relativos entre bienes.
Los dos piensan que la oferta monetaria es un resultado endógeno e
interpretan de la misma manera los depósitos y el sistema bancario.

Ambos reniegan del cuantitativismo, o de establecer relaciones


automáticas entre el valor de la moneda y su cantidad.

in embargo, la TMM llega a los siguientes postulados (Warren Mosler: Los


siete fraudes inocentes capitales de la política económica):

1. El gasto del gobierno (NO) está limitado por la recaudación y la deuda.


2. Los déficits actuales (NO) los pagan las generaciones futuras.
3. Los déficits del gobierno (NO) destruyen ahorro.
4. La seguridad social (NO) está quebrada.
5. El déficit comercial (NO) destruye trabajo y producción.
6. (NO) Necesitamos ahorrar para invertir.
7. Mayores déficits hoy (NO) significan mayores impuestos mañana.

Mientras que Rallo los critica duramente (Capítulos de Contra la TMM):

1. El dinero: una institución de mercado


2. La moneda fiat: una deuda más del Estado
3. El endeudamiento público no aumenta la riqueza privada
4. Inflación sin pleno empleo
5. El sector exterior, como el interior

Aun así, el mainstream económico está bastante alejado de ambos. Ambas


posturas son minoritarias y proponen cosas bastante alejadas del
consenso.

Contra la Teoría Monetaria Moderna es un libro cortito y fácil de leer.


Desde el comienzo, Rallo expresa la relación entre el valor de una divisa y
los impuestos. Y a partir de ahí va desarrollando y completando el resto
de variables que pueden afectar al valor de la moneda fiat (el resto de
activos no tributarios del Estado y la demanda de liquidez). Todo el
razonamiento lo acompaña de notación matemática (imagino) para
concretar de qué está hablando. No obstante, no es necesario entender las
fórmulas que plantea para seguir el razonamiento ya que las describe
perfectamente con lenguaje natural.

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