ANALIZA
L.GUNASWPCES, LAS ALEGORIAS
de un historiador tienen €xi-
to. Tal ha sido el caso del ea
mn ballero andance embistien-
doa los molinos de viento,
como si el Imperio hispaini-
‘co estuviese arremetiendo contra sus fan-
rasmas bélicos, Luego, el personaje cervan-
tino vendriaa ser el mejorinsérprete de aque-
lla época de erisis.
Sin negar la fuerza de esta analogta, casi con
la misma autoridad se podria elegir otros mo-
LUCES: ESPLENDOR CREATIVO
QUIJOTE
EMBLEMA DEL
SIGLO DE ORO
delos para simbolizar esa Espafia de luces y
sombras. £0 acaso no merecen similar men-
cin la maravilla de El Escorial, Ia palabra mis-
tica de los santos Teresa de Avila y Juan de
Ja Cruz 0 la pincelada etérea de Las Meni-
‘nas? Todos ellos son los actores del gran tea-
tro del mundo donde se representé la tragi-
comedia barroca,
Aunque, ala postre, convengamos en que,
dadas las dimensiones universales que ha
aleanzado Don Quijote, sga figurando como
él protagonista impensado de laobra maestra
que fue nuestra cultura urea.
‘Todavia hay mucho que decir en torno a
Ja decadencia espafiola, Muchos t6- 2»
ENTRE DOS ESPACIOS CRONOLOGICOS Y POLITICOS, AUSTRIAS MAYORES Y
MENORES, SE PRODUJO LA APOTEOSIS CREATIVA QUE ALCANZO LAS MAS
ALTAS CIMAS EN LA LITERATURA Y EL ARTE. PEDRO GARCIA MARTIN
A EPOCA Y EL PROTAGONISMO ALCANZADO POR EL INGENIOSO,
HIDALGO MANCHEGO, QUE REVOLUCIONO EL MUNDO LITERARIO
Secouyrasar sss
aa
‘alo largo, Espa impusosus ar-
coment
poke meae
ose Flees
apaaiasioanaLUCES: ESPLENDOR CREATIVO
LA ESPANA DEL SIGLO DE ORO PRODUJO UNA CULTURA
ORIGINAL, DIFUNDIDA EN LAS IMPRENTAS.
MARCO LA PAUTA EN OCCIDENTE DURANTE
22+ picos por revisar Elfin de los ter-
cios en Roctoi no es més que una fi
sificacién repetida por mano france-
sa, La debacle militar de los Treinta
Afios no easa bien con un ejército que
sigue ganando batallas en visperas del
contlieto sucesorio. Quizas haya que
ajuscar cronologtas. Tal ver, desmit
ficar lugares comunes. Pero nadie ha
ccuestionacdo que, eaballo de dos tiem-
pos, la cultura espafiola vivié su edad
dorada.
‘SIGLOS DE ORO. Por eso, algu-
nos historiadores hablan en
plural de los Siglos de Oro,
Tratan de aunar en una.
sola planta la raiz rena
centista con la flor
ibn barroca, Bs un:
Porque no sélo las
ccenturias, sno cual-
quier secuencia de
tos de cambio,
transiciones hist6-
rieas. De ahi que
nuestra plenitud
‘urease sustanciase
centre los siglos XVI
XVII, el Imperio do-
minante y el amenazs-
do, el temido Rey Pru-
dente y el parético He-
chizado. Estamos ante
una cultura de entre tiem
pos. De manera que
templan dos espacios eronolégi-
cos para el Siglo de Oro. El de la
apoteosis creativa, aunque esa brian:
tex cultural no dure cien afios, yel de
a memoria nostalgica que repiensa el
pasado glorioso, Sendos modelos de
feinados ~Austrias Mayores y Meno-
res—la hegemonia y la deeadencia po-
litieas, el belicismo y el pacifism i
periales. Ambas coyunturas econémi-
cas, una expansiva y otta depresiva;
auge y crisis
También mostramos otras tantas ca-
tegorias estéticas, permeadas por lato-
Jerancia erasmista y la intolerar
dentina, que tradicionalmente llam
mos Renacimienco y Barroco. Y, eémo
‘no, vislumbramos la dualidad perci-
bida por sus coetneos, ya sea en los
anales de los eronistas, ya en las que-
jas de los arbicristas. Testigos del mo-
mento que, fieles a fos ednones chisi-
cos, contraponia la Edad de Oro preté-
rita a la Edad de Hierro presente.
Lecerow en LA uN
Un episodio que trasciende la anée-
dota. Latilcima pieza que eseribié Lope
de Vega antes de morr, cuando ya famo-
so habia encarada como nadie la fles-
tae las letras y las artes hispanas, fue
tuna silva titulada A Siglode Oro, De so-
bra sabia que, mas alld de su Gltima
voluntad literaria, su
cexistencia desmesurada
se cerraba a la vex. que
uncielo éureo no menos
rico en piezas maestras
Paraentonces, envueltos en el oscuran~
tismo de la Corte de Carlos Il, el tema
le la cxizas haba salido de los Tienzos
para habitar en la vida de una Espatia
postrada,
EN VANGUARDIA. El Siglo de Oro pro-
dujo una culeura original que marcé
la pauta en Occidente durante una
ccenturia larga. Las obras literarias es-
pafiolas merecedoras de aprecio, en=
seguida se traducian y se daban a
las principales imprentas eu-
ropeas, en Lyon, Venecia y
Amberes, y aun america-
nas. Las vestimentas
mareaban Ia moda cor-
|, tesana. Los tratados
“A militares eran estu-
diados por los ene-
rmigos.
La acumulacién
de talentos en el
epicentro madrite-
fio (Cervantes,
Lope, Quevedo,
Calderon, Ve~
lizquez, etcétera),
cuvo réplicas en las
grandes ciudades
del impetio, pues en
Sevilla, Lisboa, Bar-
celona, Napotes y Vi-
Tencia bullfan las aca-
demias liverarias los es-
trenos teatrales y las fies-
tas. Una sintesis de pue~
blos unidos por la lealtad a
Ia Corona y la fe en la religién
catélica,
En esta eclosion de las letras mucho
cuvieron que decir a palabra y el arte.
Porque el mejor vehieulo de difusién
hispana en el mundo fue la lengua.
Pucs el castellano, que era hablado por
ibditos que las demés
enguas romances y aun que el latin,
dispuso de una gramatica pionera en
relacién a los paises vecinos. Los des-
tinos de la monarquia y el idioma co-
iin caminaron de la mano en Ia His-
toria, como eseribe el propio Antonio
de Nebrija: *Siempre la lengua fue
‘compaiiera del imperio”.
HISTORIA
66‘También la ima-
igen artistica, a ser-
vicio de la ideologia
coneiliar, adopeé un
método pedagégico
su propaga La
al Renacimiento
periferia, cuando se
sabe que fue un viaje
de ida y vuelta entre
paises occidentales.
En ese vaivén lle-
garona Espafa artis-
tasitalianos, lamen-
cos y borgofiones,
que reforzaron el
sustrato cristiano,
rmusulmin y converso. Una monarquia
yuna iglesia de poder en alza les aco-
sicron en calidad de comitentes. Unos
virreinatos y goberna
rritorios hispanos a
lacién de ideas
leceiones reales crecieron. Los encar
gos de nobles nunca faltaron. La es-
tética _imperante
ceruz6 el océano has-
ta los confines de
América.
Ladel
Barroco hispano ha
sido calificada como
una culeuraconserva-
dora, la respucsta a
un contexto de erisis,
el resultado de un
hermetismo de fron-
eras frente ala
ideas externas. Na-
die va a negar que la
inteligencia se plega-
raal discurso de una
Contrarreforma que
cenfa a Felipe I
como su adalid. 'Tampoco olvidamos
cl refuerzo de los controles sociales, la
prédica a las masas, la reconversién in-
uisicorial o laclausura de ka abierta so-
ciedad de antafi
Pero deahia despreciar nuestras ma-
nifestaciones culturales media el tre-
ccho que va de la desidia propia a la
asuneidn de la Lerenda
Negra, Porque, vista asi,
igual de reaccionaria fue
a cultura de los paises
reformados, ganadlores
cen la caza de brujas y en
‘el racismo colonial, cuya
labor de zapa en tos valo-
res hispanos atin hoy es
perceptible.
Cambiemos esa mirada contempori-
nea, Obviemos ese recelo para con las
‘manifestaciones confesionales del pa-
sado. ¥ veremos emo los modelos cul-
curales en la Europa de los siglos XVIy
XVII se ahormaron durante las guerras
de religi6n. ¥, por tanto, respondie-
ron a un clima de intoleraneia, Laiego
fueron coherentes con su época.
Adems, en su lucha por la hegemo-
nia mundial, los mandatarios de las
potencias en liza siguieron programas
de propaganda politica similares. De
‘este modo, en busca de la reputacién
de sus monareas, el conde duque de
Olivares y el cardenal Richelieu eri-
sieron los palacios del Buen Retiro y
Versalles a la mayor gloria de sus se-
fiores, el Rey Planeta y el Rey Sol.
HISTORIA
67(__LUCES: ESPLENDOR CREATIVO
= Por fin, desde
siempre se ha cuidado
la imagen del poder
para manipular a los
stibditos. Los sobera-
nos, nobles y obispos
barrocos, no iban a ser
una excepcién y sus
mecenazgos buscaban
la adhesién de clientes a sus perso-
nas semidivina
Del mismo modo, los tedlogos de
“Trento pensaron que, ante el analfabe-
tismo de los simples, la contempla-
cidn de virgenes y santos llevaria a los
fieles.aimitarios. Ello pro-
Pic el apogeo de la ima-
sineria, Los retabloseate-
Aralicios y, sobre manera,
los pasos de Semana San-
ta se tallaron mimando
los efectos mistieos 0 do-
lientesen los gestos de las
figuras sagradas. Los libros
de dibujos de los misione-
ros y la decoracién mural
de los templos mediaron
cen laevangelizacion de los
Indios, no sin que se dese
tara una guerra de imiige
nes entre las eruces, es-
tampasy frescos catdlicos
¥ylos idolos nativos.
Por tanto, despéjese de
clichés sombrios la His-
toria espafola para justi-
preciarel Siglo de Oro como se mere~
ce. En tanto que el momento eulmi-
ante en la cultura de los pueblos de
Eypaia. En cuanto el Paraso creativo
{que entroniz6 a eseritores y artistas
‘como los clisicos det hispanismo,
CLAVES
EL PROTAGONISMO DEL QUIJOTE. Y H/
Quijote, pucs también en torno al tex-
tocervantino se han reperida tépicos.
Lejos del herofsmo romintico, mas
aan de la psicologia moderna, cuan-
do se edité fue aclamado como libro
de humor, Las desventuras del hidal-
0, las ocurrencias del escudero, ha-
cfan parcirse de risaa sus primeros lee-
tores. Otra cosa es que cada genera
cién haya proyectado sus fantasmas
CERVANTES APENAS PUDO PERCIBIR LA CRISIS DEL PAIS Y LA
INCERTIDUMBRE DE LA EPOCA, MIENTRAS QUE SU OBRA
EVIDENCIA EL VIGOR DE UN IMPERIO EN SU APOG
sobre los personajes y sus circunstan-
Del mismo moda que no esl fel re-
flejo del pats que se precipita en el
abismo material: editado en 1603 y
1615, Cervantes apenas pudo concien:
ciarse de esa incertidumbre, mien-
tras que en la obra evideneia el vigor
‘que contemplara en aquel imperio en
apoxeo. Tampoco, en fin, es el retra-
to de la sociedad estamental que ver-
tebraba Espatia y sus tietras, sino mis
bien elde una sociedad de los caminos
a trasmano de las vanaglorias urba-
Bl texto quijotesco, cargado de ora-
lidad y cémplice de los lectores, re~
Yolucioné el género literati y dio luz
la novela moderna. Generaciones de
ccervantistas han indagado en su im-
pacto ecuménico, de acogida fulmi-
nante y éxito prolongado hasta nues-
tros dias, Porque la eriatura libresea,
dotada de vida propia, devoréa su pa-
dee el escritor ya su tiempo incierto
Por eso, hablamos det siglo del Qui-
jote, yno del siglo de Cervantes ni del
siglo del eambio, La fieeién de un vi
jo loco, confuso y ticido a intervalos,
ha superado con creces a la realidad
hisedica
No fue, pues, £/ Quite intérprete
de una crisis. Irradia demasiada vita-
HISTORIA
68
Tidad en sus paginas,
derrocha humanidad
a raudales, como para
serel testigo que ex-
plique el abatimien-
to deun impetio. Pienso mas bien que
ces el protagonista de la gran obra du-
rea, La que sustancia las sefias de
identidad de nuestro imaginario cul-
ural.
CAPACIDAD PARA UNIR, Pues en ese
rompecabezas del imperio se vivia sin
‘grandes traumas la unidad del vineulo
al monarca catdlico y la pluralidad de
varias entidades politicas. La pluma
templada de Baltasar Gracién atesti-
_gua ese macracosmos te:
‘erael mapamundi hispan
narquia de Espafia, donde las provin-
cias son muchas..
‘idad para uri
Por tad elo, ejs de prejuicios pol
ticos, al margen de complejos nacio~
nales, el Siglo de Oro ha sido el pe-
riodo mds iustre de la cultura espaio~
la, Porque entonces una pléyade de
artistas y lteratos erearon fulgores es-
‘éticos sin saber que laestaban hacien-
do universal. a
hay mucha capa-