NOTICIA DEL MAESTRO IMMANUEL KANT SOBRE
LA ORGANIZACION DE SUS CLASES EN EL
SEMESTRE DE INVIERNO DE 1765-1766
Préximo la cincuentena, en 1770 ulcanva, al fin, Kant la cétedra de
Metafisica y Légica de la Universidad de Konigsberg. Pero desde
1755 habia estado ensefiando come Prevatdzent y sus ensefianzas y
Publicaciones habian tascendido ya el dmbite exelusivamente uni-
versitario. De esta época de meritorio proceden algunos trabajos
importantes como, por cjemplo, Las siservaciones sede ef sentimients de Jo
ello y do sublime (1764) o los Suetioe de nn oisiomerit, ilustradss por dos suetios de
Ja Metafisica (1766), 7 también algunas paginas, poco conocidas, que
muestran un Kant preocupado por las caracteristicas de la docen-
cia universitaria y de la Filosofia
Era usual que los profesores, sobre todo los no titulares, como
era el caso de Kant, anunciasen previamente las materias que iban
a ser objeto de cus explicaciones. Las paginas que siguen traducen
el breve anuneio con el que Kane ofrece a sus estudiantes cuatro
cursos distintos —«Metafisicas, «Ligicar, «Eticas, +Geogratia fi-
sita»— y cuyos contenides se explicitan convenientemente para
Tamar Ja atencién de los posibles alumnes. Merecerian un largo
comentario. De todas formas su actualidad aparece a la simple
lecrura. Estas paginas admirables reflejan nitidamente algunas de
las enfermedades cronicas de nuestro sistema educative, y de las
plagas que asolan implacablemente nuestra miserable estructura
universitaria.
El traductor dedica estas reflexiones kantianas como homena-
je-al autor de Universidad y eaucacin de masas (Fnsayo sobre el porvemir de Es-
pata), Barcelona, Ariel, 1968, ya todos aquellos que ain esperan la
transformacicn de nuestro sistema educativo.356 SOBRE La EDUCACION
‘Toda ensefiamea de la juventod encierra una cierta dificultad en si mis-
ma, Nog vemos forzados a adelanrarnos con la inteligencia a los afios,
y sin esperar a la madurez del entendimiento (Férstand|, hay que dar
conecimientos que, segtin el orden natural, sélo pueden ser captados
por una razén [Hern] ejercitada y avezada. De ahi brotan los inago-
tables prejuicios de las escuclas que son mis obstinados ¢ incluso mis
absurdos que los del vulgo, y la precoz charlataneria de los jévenes
pensadoves, mucho mas ciega que cualquier otra presuncién y mas in-
curable que la ignorancia. Al mismo tiempo, esta dificultud no puede
evitarse completamente, porque en épocas de un estado burgués muy
refinado las ideas mas sutiles sc vuclven medios de progres, y acuban
convirtiéndose en necesidades que, por naturalexa, silo deben contar-
se entre los ornamentos de la vida, y son también lo mids bellamente
superfluo de ella. Sin embargo, incluso en esto es posible acomodar
mejor la ensefianza publica al natural desarrollo, y mis en un dominio
donde puede concordur plenamente con ella, Pues como el progreso
er lugar,
al entendimiento [Ferstand], al leparse por la experiencia a juicios intui-
tivos y, 0 través de ellos, a conceptos que, en relacién con sus funda
mertos y consecuencias pueden ademas ser conocidos por la raz6n y,
finalmente por el bien organizado complejo de la ciencia, asf también
la ensefanga tiene que tomar el mismo camino. Lo que hay que cape-
rar, pues, de un profesor es que, en primer lugar, forme cn sus oyentes
al hombre de entendimiento, después al de razén, ¥ por ultimo al sabio.
Tal proceder tiene la ventaja de que si el alumno no Ilegase al ultimo
peldafin, come euele ocurrir normalmente, algo habra ganado, cin em-
bargo, de esta ensefianza y se habri convertido, aunque no para la Aca-
demia, sf al menos para la vida,en alguien mas experimentado ¢ inte-
ligente.
Si se invierte este método, ocurre como si el alumno «pescases una
especie de razén, antes de que se le forme el entendimiento, y arrastrase
una Ciencia prestada, que encima estd como pegada y no ha ido naciende
en él. De esta mancra su capacidad intelectual se hace todavia mucho
mas estéril, y,al mismo tiempo, por la alucinacién de poscer sabidri, se
corrompe todavia mids. Esta es la causa por la que, frecuentemente, se
tropieza uno con estudiosus (mis bien austudiadase), que mucstran muy
poce entendimienta, y por la que la Academia echa al munde mis cahe-
gas disparatadus que cualquier otra institucién de la sociedad,WOOTICIA DEL MAFSTRO IMMANUEL KANT Zov
La manera de proceder es, pues, la siguientes ly primers de todo es
hacer madurar el entendimicnta y acclerar su desarrollo ejercitindole en
juicios de experiencia y amanda su atencidn sobre tude quello que Je
puedan aportar las impresiones comparadas de sus sentidos. De estos jul-
ios 0 conceptos no debe atreverse a saltar a ome mis clevaudos y distantes,
sina que ha de llegar ahi a través del natural y dechrovade sender de los
coneeptos muis clementales que, paso a paso, le hacen progresar; pero tole
de acuerdo com aquella capacidad del entendimicnto que el previo ejendi-
cio ha debido, necesuriamente, producir en él_y no segiin aquello que el
profsar percibe en sf misma acre percibir y que, falsamente, presupune
en sus ayentes. Tin una ptlalrra: Me atte ensctior pemamientos sino emetiar a pense all
alumno no hay que tansportarle sino dirigirle, si es que tenemos la inten-
cién de que en el future sea capaz de carninar por si mismo,
La propia naturaleza de la filosofia requicre tal forma de ensefianza.
Pero come la flosofia, efectivamente, alo es una acupacitn para la edad
adulta, n0 ¢3 extrafio que se presenten dificultades cuando quiere adap:
tirsela a la mas inexperta juwennud. Fl estudiante que ha ahandonado ya
la ensefianza escolar estaba acustumbrade a ufrnudr. Ein lo sucesive pien-
sit que va.a aprender fllssefla, cosa que es desde luego imposible, pues ahora
lo que debe es aprender a fulsofir. Me explicaré mejor: las ciencias que, en
sentide propio, pueden aprenderse pueden clasificarse de dos maneras: las
‘atrion y las maéemaiticar. A las primeras pertenecen, ademds de la historia
propiamenre dicha, la descripcién de la naruraleza, la filologia, el dereche
Positive, eteétera. Puesto que en tody aquello que es histdrica, la propia
experiencia o cl testimonio ajeno, y en lo que ¢s matemudtico la evidencia
de los concepts y ka seguridad de la demostracion constituyen algo que, de
hecho, esta dado y que, por consiguiente, es disponible y no tiene sino
que ser asimilado, es, en consccuencia, posible aprender en ambas, 0 sea,
imprimiy, bien en la memocia.o.en el entendimienty, aquello que puede
ser propuesto como una disciplina ya acahada. Te la mistna manera, para
aprender también filosofia, tendriamos que tener a mano una tall disci-
plina. ‘Tendria que haber un libro y poderse decir: mirad, aqui esta
el saber y el conocimiento seguso. Si aprenddis a entenderlo y a terener-
lo, y st, en lo sucesivo, edificdis sobre él, seréis filésofas. Hasta tanto no
se nos muestre tal libro de filosofia al que pueda rem algo wsi come
el Poitbis, para explicar un hecho historica, o el uclule para wna propusi~
cidn de la geometria, permitaseme decir que se abusa de la confianza de
la gente, cuandy en lugar de ampliar la capacidad de entendimicnto de la738 SOBRE LA EDUCACION
jeveoted que se ha puesto en nuestras manos y formarla para que en el
fururo pueda madurar la propia inteligencia, se la embaucy en una filo-
sofia clausurada y completa que ha sido elucubrada para ellos por otros.
De aqui surge un espejismo de ciencia, que vale como uns moneda ver
dadera sélo en determinado lugar y entre determinadas gentes; pero que
estd devaluada en todas partes. El auténtico metodo de ensefianza es
sutético, como algunos antiguos le amaban (de zn), o seu, investigador,
y sélo en una razon ya experimentada s¢ hace, en algunos dominios,
dogmaitica, es decir, decisoria, También el autor floséfiva, que se pone
de libro de texto, debe considenirscle no come el modelo de juicin, sina
sélo come ocastin pura jugar sobre dl o, incluso, contra él. El métoda
i miso y de saber sacar conclusiones, cs aquel capa
del alumno, Ssilo a él, pues, le puede ser ail, y
de saber pensar por
posestén busea en re
los conocimientas positives que ha ido adquiriendo deben ser conside-
rados come consecuencias casuales, para cuyo espléndido florecimiento
silo tiene que plantar en si mismo las mvis fértiles rafces.
Si-se conypara con este el procedimiento vulgar, tan diferente por otra
parte, es posible entender muchas cosas que de otra manera, nos parecen,
ootrafias. Asi, par ejemplo, uno se pregunta por qué no hay una especie de
erudiciin,o «sabers de la artesania en donde, por cierto, tantos maestros
pueden encontrarse come en la filosofia, y puesto que muchos de aquellos
que han aprendido historia, derecho, matematicas, ctcétera, s¢ dicen a sf
mismos que, con todo, no han aprendide todavia bastante como para, a su
vez, cnscfarla, nos preguntamos también por qué raras veces hay alguien
que no se haga seriamente ala idea de que ademis de sus ocupaciomes co-
mientes, podria muy bien dar clases de ldgica o moral y cosas por el estile, si
es que se le ccurriera ocuparse de tales menudencias. La causa ea que en
aquellas clencias existe una especie de medida comin, pero en éstas cada
uno tiene [a suya propia. Al mismo ticmpo, sc verd claramente que no cs
natural en filosofia convertirse en una especie de arte de ganarse el pan,
porque esto conrradice su tis intima nanuealeza, acomodindose ala mania
de la demanda ya Jas leyes de la moda. Slo la necesidad, cuyo poder es
todavia superior a la filosofia, puede obligarla a doblegarse a esa forma que
le impone el aplauso valgar (ML Immanuel Kant, «Nachricht von der Hin-
richtung sciner Vorlesungen in dem Winterhalbenjahre, von 1765-17660,
Werke ie sechs Banden, Heransgegeben von Wilhelm Weischedel, vol. 1,
Vorkcitische Schriften bis 1768, Wiesbaden, Insel Verkuy, 1960, pp. ®07-910).