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: & CapituLo IV ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) MILITARES AL GOBIERNO Las postrimerias de la década del 30 vieron crecer una esperanza de ma- yor democratizaci6n de la politica argentina, después de diez afios sin comi- cios limpios. Paradéjicamente, el principal artifice de esa ilusién fue Ro- berto M. Ortiz, consagrado presidente en las elecciones de 1938, que no estuvieron “ni entre las mejores ni entre las buenas ni entre las regulares que ha habido en el pafs...”, segtin la opinién de un ex ministro oficialista. A Or- tiz, como a tantos otros, el hecho de morir cuando todavia se esperaba bas- tante de él parece haberle ayudado a ganarse el favor de los historiadores. La decisién que mostré para intervenir dos provincias donde los candidatos - conservadores habfan triunfado gracias al fraude (Catamarca y Buenos Ai- - tes) ha, alimentado las comparaciones entre su figura y la de Roque Saenz Pefia, otro conservador también capaz de condenar los métodos que lo ha- bian llevado al poder. Con la desaparicién de Ortiz, la posibilidad de un re- tomo a las costumbres democraticas se hizo mas remota. El problema de la limpieza electoral no fue el tinico que preocupé al presidente durante su corta gestién, ni el tinico cuyas perspectivas de reso- lucién cambiaron luego de su renuncia por enfermedad en 1940. Su suce- sor, el hasta entonces vicepresidente Ramon Castillo, parecfa tener una po- sicion algo distinta de la de Ortiz en relacién a la Segunda Guerra Mundial. Sin alterar Ja ya tradicional neutralidad argentina, el presidente electo en 1938 se habia mostrado simpatico a las naciones aliadas, convirtiéndose asi en blanco de las criticas de sectores nacionalistas y germanofilos. El cambio de politica internacional no fue evidente desde el principio. Al con- trario, el primer gabinete de Castillo, en el que descollaban las figuras mo- deradamente liberales de Julio Roca y Federico Pinedo, era en todo caso un signo de continuidad. Pero la posicién del gobierno no era c6moda. Por 156 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO un lado, su origen fraudulento lo alejaba irremediablemente de los partid de la oposicién; pero su tinte todavia aliadofilo lo enemistaba con milit y nacionalistas. Ese complicado equilibrio comenzé a definirse luego de la renuncia de Roca y Pinedo, y sobre todo con la Conferencia de Rio de Ja- neiro en 1942, cuando los Estados Unidos ya habian entrado en la guerra. La Argentina mantuvo alli su posici6n neutral a pesar de la presién nortea- mericana para, al menos, romper relaciones diplomaticas con las potencias del Eje. Continuaba asi consoliddndose una politica internacional relativa- mente aut6énoma, especialmente en relacién al creciente poder norteameri- cano: si Estados Unidos era el “gran pais del norte” que extendia su in- fluencia a toda Latinoamérica, habia también un “gran pafs del sur” que podia ignorarla y contrapesarla, con una independencia de la que hacia ga- la en todas las conferencias interamericanas. En este aspecto, el clima dé ideas parecfa reflotar aquel de fines de siglo que habia Ilevado a Roque Saenz Pefia a rechazar la iniciativa de un zollverein continental. El sentimiento nacionalista predominaba entre los militares. Si el golpe de 1930 habia sido un fracaso desde el punto de vista politico, no puede de* cirse lo mismo en cuanto a su proyecci6n ideolégica. La prédica de algunos oficiales habia encontrado en el acentuado germanismo del Ejército un terres no fértil. Las reacciones norteamericanas a la orgullosa independencia de criterio argentina no hacfan otra cosa que realimentar esa autonomia. En par ticular, la exclusién de la Argentina del programa de ayuda militar de “Préstamo y Arriendo”, del que si fue beneficiario Brasil, contribuyé ala consolidaci6n del neutralismo entre las Fuerzas Armadas, e incluso hubo ne+ gociaciones con Madrid y las potencias del Eje para aprovisionamiento bé- lico. Cuando la Unién Soviética entré a la guerra, crecié el recelo hacia los aliados, ya que la posibilidad de pelear de su lado era sencillamente inacep- table para la gran mayorfa de las Fuerzas Armadas, cuyo anticomunismo ha sido sefialado como el aspecto mas estable de su visi6n del mundo. El candente dnimo militar era notorio en medio de una situaci6n politi- ca en que la oposicién y el gobierno perdian iniciativa. Las muertes conse- cutivas de Ortiz, Alvear y Justo, entre 1942 y 1943, dejaban sin grandes fi- guras al arco liberal de la opinién publica. La causa de Accién Argentina, que aglutinaba a los simpatizantes de las naciones democraticas y demanda- ba la ruptura de relaciones con las potencias del Eje, parecia perdida. Los acontecimientos nacionales iban a contramano de Jos mundiales: mientras el neutralismo argentino tomaba mayor arraigo, Hitler fracasaba en la Unién Soviética. El retorno despreocupado a practicas fraudulentas terminé de dis- tanciar a la debilitada oposicién de los partidos. Pero tampoco podia contar alismo con el apoyo de los militares. En circulos castrenses, el gobier- ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 157 F no de Castillo era visto como una administraci6n débil, fundada en un siste- ma corrupto, ¢ insuficientemente nacionalista, mas alld de su poco conven- ¢ida neutralidad. Dentro de esas Fuerzas Armadas tan politizadas tomo fuer- zauna logia que sustentaba las premisas compartidas por muchos oficiales: mantener con decisién la neutralidad, impedir la penetracién comunista y asegurar el peso de los militares como un elemento estabilizador. Era el Gru- pode Oficiales Unidos (GOU), un nucleamiento de coroneles y tenientes co- toneles que pronto se concentré en una accién inmediata, necesaria para cumplir con sus mds ambiciosos objetivos. Ignorando las presiones milita- tes, Castillo habia designado como candidato oficial para las elecciones de 1944 a Robustiano Patrén Costas, un conservador saltefio con importante apoyo en las provincias. La designacién desagradé al GOU —que no con: deraba a Patrén Costas un garante seguro de Ia neutralidad— y se establecie- ton contactos con sectores opositores al gobierno, con la idea de dar un gol- peen septiembre de 1943. Los conspiradores tenfan a su favor la presencia enel gabinete del general Pedro Ramirez como ministro de Guerra, quien no obstaculizaba la accién del GOU y mantenéa una posicién de poder frente a Castillo. La situacién se desbordé cuando comenzaron a correr rumores de una candidatura del general Ramirez apoyada por los radicales. El 3 de ju- nio, el presidente despidié a su ministro, lo que desencadené la irrevocable decision desde Campo de Mayo: el gobierno debia ser derrocado. La Revolucién del 43 resulté asf, bastante improvisada. Como en 1930, la nica decisién tomada era la de derrocar al presidente, operaci6n que, igual que en aquella oportunidad, se llevé a cabo sin mayor oposicién. En realidad, esta vez apenas era claro quién reemplazaria a Castillo en la presidencia. El nombre del general Arturo Rawson, que no pertenecia al GOU pero que ayuds en el aspecto militar de la revolucién, surgié pocas horas antes de la toma del poder, y cay6 en desgracia pocas horas después. Los inconsultos nombramientos ministeriales de Rawson bastaron para de- mostrarle a los miembros del GOU que se habian equivocado en su desig- nacion. En definitiva, fue el general Ramirez quien accedi6 a Ja presiden- cia, pero su gobierno fue dominado por los miembros del GOU y sus amigos: el general Farrell y varios coroneles, entre los cuales pronto se destacaria Juan Domingo Perén. La politica entre los afios 1943 y 1945 gird alrededor de dos temas: el ascenso politico de Perdn y la posicién internacional de la Argentina ante una guerra cuyo curso ya parecia definido. El coronel Perén sumaba a la acumu- lacién de cargos (fue ministro de Guerra, secretario de Trabajo y Previsién y vicepresidente) una especial habilidad para aprovechar las oportunidades de ascenso que se le presentaban. Desde la Secretaria de Trabajo, estrechd sus 158 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO * relaciones con los gremios y se gané el apoyo de algunos politicos, dando claros indicios de sus ambiciones. En cuanto a la Guerra, si bien habia en el gobierno algunos simpatizantes de los aliados, dominaba la tendencia contra- tia, y las relaciones con Estados Unidos se hicieron cada vez més tensas a medida que la derrota del Eje hacia insostenible la neutralidad argentina. Re- cién en 1944 se decidié la ruptura de relaciones con Alemania y Japon, lo que provocé la reaccién de los militares mas antinorteamericanos, la cafda de Ra- mirez y su reemplazo por Edelmiro Farrel]. La accidentada relaci6n de la Ar- gentina con la Segunda Guerra Mundial acabarfa en la apurada declaracién de guerra a las potencias ya casi derrotadas en marzo de 1945. LA ECONOMIA ARGENTINA ANTE UN NUEVO IMPACTO EXTERIOR La influencia de la Segunda Guerra sobre la Argentina no se limité a la volatil superficie politica. La economia sintié el cambio mas profundo, tal co- mo habja sucedido con los dos grandes golpes internacionales anteriores: la Primera Guerra Mundial y la crisis del *30. Al iniciarse el conflicto mundial en 1939, la recuperacién post-Depresién ya era un hecho. E] producto nacio- nal, que habia caido a una tasa anual de 2,5% entre 1929 y 1933, venfa cre- ciendo al 4% por afio entre ese tiltimo afio y 1939. Pero en la econom(/a argen- tina que entraba en la década del 40 quedaban huellas indelebles de la crisis: las instituciones creadas como reaccién al derrumbe econdémico (el Banco Central, los controles cambiarios, las juntas reguladoras) y la presencia mas s6lida de una industria nacional favorecida por esas mismas instituciones. El impacto fundamental de la Segunda Guerra estuvo ligado, otra vez, a las mayores dificultades para el comercio internacional. Si la ola protec- cionista de los afios 30 ya hacia imposible el retorno a las condiciones an- teriores a la crisis, la Segunda Guerra agravaba todavia mas la situacién. El Plan de Accién Econémica propuesto al Congreso por Federico Pinedo en 1940 fue un intento para minimizar el perjuicio a la economia nacional que, se pensaba, generarfa la Segunda Guerra. Proponia Pinedo la exten- sién del crédito industrial y de vivienda y la intervencién del estado para sostener los precios de productos exportables. El plan fracas6 por razones politicas, pero el tiempo mostrarfa que habfa allf también un error en las previsiones, que resultaron ser excesivamente pesimistas (seguin el propio Pinedo, “no todas las hipétesis en que se basaba se realizaron”). De hecho, en el quinquenio que siguié a 1939, el producto bruto crecié a una tasa de 3,6%, aunque si se incluye la recesién de 1945 la tasa anual pasa a 2,5%. ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 159 La expansi6n de la produccién argentina provino, sobre todo, de la in- dustria. Muchas actividades manufactureras lograron intensificar la susti- tucién de importaciones que no [legaban como consecuencia de la guerra. En algunos afios, las compras al exterior no alcanzaron a un tercio del ni- vel de 1937. Ademés, hubo un fendmeno sin precedentes en la historia del comercio argentino: se exportaron productos industriales en magnitudes importantes, especialmente a otros paises de América latina que encontra- ban las mismas dificultades que la Argentina para importar desde Europa y los Estados Unidos. Brasil crecié en importancia como destino de los productos argentinos (de 4,9% a 8,6%), lo mismo que otros paises de Amé- tica fuera de Estados Unidos (de 3,5% a 15,5%). La dedicacién de la eco- nomfa norteamericana a la produccién bélica permitié también la penetra- cidn de productos industriales argentinos en ese pais: su importancia como mercado crecié de 12,5% a 23,2%. El éxito imprevisto de las exportacio- nes industriales, sin embargo, acabé con la guerra. LA INDUSTRIA DE EXPORTACION Exportacién de manufacturas como % del total exportado Afio 1939 1940 1941 1942, 1943 1944 1945 19461947 Porcentaje 2,9 49 8.2 130 194 144 136 114 55 Fuente: Llach (1984). E] desarrollo industrial durante la guerra fue comtn a toda América latina. Si bien la dificultad para importar complicaba también el acceso de las industrias a materias primas y bienes de capital tanto que la escasez de petrdleo obligé6 a utilizar granos y oleaginosas como combustible- el efecto neto de la guerra sobre la industria parece haber sido favorable. Es- ta tendencia continental conté con el apoyo técnico de Estados Unidos a través de la Comisién para el Desarrollo Interamericano, alentada por el presidente Roosevelt para asegurarse la provisién de productos desde América latina. E] mercado estadounidense creci6é asi en importancia co- mo destino de los productos latinoamericanos. Comparada con el descalabro econémico de los paises europeos que fueron campo de batalla, la performance de la economfa argentina en 160 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO 1939-45 no puede dejar de considerarse buena. Pero el contraste es, desde luego, tramposo. En realidad, el estado de la economia hacia 1945 no era Optimo. La agricultura se habia estancado en los afios de la guerra, y la es- casez de materias primas y bienes de capital en la industria estaba impi- diendo la satisfaccién de la demanda por productos industriales. El pafs crecié algo menos que las otras economias importantes de América latina, y mucho menos que Estados Unidos y Canada, donde la demanda de bie- nes militares habia estimulado la produccién y el empleo. Juzgando a la luz de esos éxitos, algunos vieron en la evolucién econémica de la Argen- tina durante la guerra poco mas que un fracaso. Asf, por ejemplo, el corres- ponsal del Financial Times en la Argentina opinaba en 1946 que Los cinco tiltimos afios de la economfa argentina pueden describirse como afios de frustracién y de oportunidades tristemente desperdiciadas.! EL DESEMPENO ARGENTINO DURANTE LA GUERRA Tasas anuales de crecimiento de la Argentina y otros paises, 1939-45 Argentina 245 Brasil 2,89 Chile 4,08 México 5,25 Australia 3,85 Canada 8,19 Alemania -3,50 Francia -10,66 Italia -9,07 Reino Unido 2.43 EE.UU. 11,35 Fuente: Maddison (1998). La caracterizacién mas sensata parece ser la de un desenvolvimiento entre mediocre y razonable durante la guerra. Pero mas alla de esa evolu- cién, muchos opinaban que un porvenir brillante aguardaba a la Argentina. ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 161 En 1942, el economista Colin Clark publicaba previsiones que, de tan fa- vorables, excedian a las del mas optimista de los argentinos. Suponiendo un mercado de productos agropecuarios con demanda sostenida, Clark opinaba que para 1960 el producto per capita de la Argentina seria de 754 unidades de medida, segundo en el mundo detras de Estados Unidos, con 879, y muy por encima de Jos pafses europeos (proyectaba para Francia 429 y para Suecia 527). Muchos afios después, el economista norteameri- cano Paul Samuelson recordarfa con sorpresa: Si alguien hubiese preguntado en 1945 jqué parte del mundo espera usted que experimente el mas dramatico despegue econdmico en las préximas tres décadas?, probablemente yo habria dado una respuesta parecida a la siguien- te: la Argentina es la ola del futuro, tiene clima templado, su densidad de po- blacién ofrece una dotacién favorable de recursos naturales por empleado. Por un accidente histérico, su poblacidén actual constituye la mas homogénea progenie de las naciones de Europa Occidental y la Argentina en 1945 se en- cuentra en ese estado intermedio de desarrollo del cual se puede facilmente esperar un rdpido crecimiento? Pero si ésa era la opinién de los observadores externos, ;qué espera- ban los argentinos de su propio futuro econdémico de posguerra? ;Qué pro- yectos habfa para consolidar esa posicién que envidiaban los analistas eu- ropeos? En muchos sectores de opinion, la industria era vista como la garantia de un desarrollo sostenido y auténomo. Si hasta ese momento la habian beneficiado las particulares condiciones de la Depresi6n y la gue- 1a, era hora de consolidarla y darle mayor dinamismo a través de politicas gubernamentales. La hora del industrialismo habia llegado, después de dé- cadas de incubacién. EL EJE MILITAR-INDUSTRIAL La idea de hacer de la Argentina una nacion industrial a través de poli- ticas estatales tenfa antecedentes que se remontaban al siglo diecinueve. Car- los Pellegrini y Vicente Lépez, entre otros, habfan atacado la posicién libre- cambista mas ortodoxa en los debates por la ley de aduanas en 1875. Ya en este siglo, un grupo ligado a la Revista de Economia Argentina, liderado por Alejandro Bunge, habfa sefialado la vulnerabilidad de un desarrollo tan de- pendiente del comercio como el argentino. En la década del 30, la Unién In- dustrial Argentina habia resaltado los beneficios que acarreaba la sustitucién de importaciones por produccién manufacturera doméstica. 162 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO A pesar de las caracterizaciones posteriores, la politica econémica hasta los afios 30 no habfa sido en modo alguno antiindustrialista. Las opi+ niones en este sentido varfan, pero no faltaron quienes calificaron a la Ari gentina anterior a 1930 como un pafs fuertemente proteccionista, descrip» cién que es algo exagerada. De acuerdo con cdlculos de la Sociedad de Naciones, la Argentina de 1913 no era més ni menos proteccionista que Australia, Estados Unidos y Canada, y en 1925 el nivel de proteccién era similar al de Canadé, superior al de Estados Unidos e inferior al de Aus- tralia. Las medidas de proteccién fueron en general bastante improvisadas y, por lo comin, el resultado de una combinacién en distintas proporcio- nes de tres factores: las necesidades de recaudacién fiscal por la via de im- puestos a las importaciones, el deseo de restringir las compras al exterior para evitar desequilibrios comerciales y las presiones de algtin sector eco- némico con suficiente poder. Detras de 1a moderada proteccién previa ala Depresién no hubo, en general, una politica consciente y coherente de fo- mento a la industria. Esto fue cierto también en la década de la crisis. Al- gunos vieron en medidas como el control de cambios 0 los ocasionales in- crementos arancelarios una politica deliberada de estimulo industrial. Pero las motivaciones fueron en realidad més de corto plazo, y su corte indus- trialista, un efecto no buscado, Si a algtin sector intenté favorecer la poli- tica econdémica de Justo, fue a los productores rurales ~golpeados por la caida de sus precios— antes que a los industriales. Las cosas empezarian a cambiar a partir de 1940, es decir, antes del peronismo. Mas alla de su fracaso politico, la mera existencia del Plan Pi- nedo fue un primer sfntoma de la nueva mentalidad con que se encaraba la cuestion de la industria. En los fundamentos del programa se notaba la creencia de que la Argentina estaba ante una oportunidad histérica que no debfa perder: la guerra estaba dando un impulso al desarrollo industrial que debia ser consolidado desde el estado, como no se habfa hecho tras la Primera Guerra Mundial. Entre 1940 y 1943, la politica de redescuentos del Banco Central favorecié a la industria mds que a la agricultura y al co- mercio, se organiz6 un Comité de Exportacién y Estimulo Industrial y Co- mercial, se dictaron alrededor de quince leyes de promocién industrial a nivel municipal y provincial, se cred la Flota Mercante del estado y se san- cioné la ley de Fabricaciones Militares. Un informe del Banco Central en 1943 consideraba que el final de la guerra no debja ser también el final de los nuevos brios que tomaba la industrializacién. A medida que el indus- trialismo sumaba adherentes y medidas a su favor, el sector rural iba per- diendo el sitial de privilegio que habfa ocupado por largas décadas. Para moderar la expansion de los primeros ajios de la guerra, en 1943 el campo ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 163 fue gravado con un impuesto al “excedente de beneficios”, que se cobraba 0 proporcién a la diferencia entre el precio vigente para los productos de exportacién y un precio promedio del pasado. Ese tipo de medidas prefi- guraba borrosamente !a politica econdmica del peronismo. La compartida opinion favorable al apoyo estatal a Ja industria no es- taba exenta de debates. No resultaba claro, en primer lugar, qué industrias debian contar con el apoyo oficial. Era tradicional en la discusién puibli- ca la distincién entre las industrias “naturales” (aquellas para las que el pafs tenia mds ventajas) y las “artificiales”. El Plan Pinedo, por ejemplo, se inclinaba por un estimulo limitado a las actividades manufactureras “naturales”, basicamente aquellas que usaban materias primas nacionales. Un informe encargado a la Armour Research Foundation por duefios y di- tectivos de industrias instaladas en la Argentina clasificd a los distintos sectores productivos segtin sus perspectivas de desarrollo futuro, desta- cando sobre todo a los que elaboraban alimentos pero también a la fabri- cacién de cemento, cal, calzados y confecciones, papel y algunos produc- tos quimicos. Para otras actividades, el aceptable presente del final de la guerra no era visto como el augurio de un gran futuro. Esa postura selec- tiva contrastaba, naturalmente, con la de la Union Industrial Argentina, que a lo largo de los afios 30 habia mantenido una posicidén que no repa- raba en distinciones interindustriales: Dejemos que los censores de las “induStrias artificiales” olviden que Italia, sin hierro y sin combustibles, sin lana y sin algod6n, haya creado poderosas fabricas que seran todo lo artificiales que quieran, pero que dan vida y sostén a millones de seres y salvan la economia de su pueblo; que Norteamérica, con Ja “industria artificial” del caucho, producto que no tiene, consuma el 70% de la produccién mundial de esa materia prima... pese a que algunos argentinos sigan Ilamando aqui “industrias artificiales” a casi todas las que, con noble y patriotico esfuerzo, han creado los verdaderos pioneers del trabajo nacional.? Un dilema andlogo se planteaba en torno al destino de los productos industriales. El relativo éxito de la exportaci6n industrial durante la guerra habia despertado la idea de considerar a los mercados externos como una posibilidad de crecimiento de largo plazo. Algunas medidas previstas en el Plan Pinedo buscaban afirmar esa posibilidad. En la opinién de la propia Union Industrial comenz6 a manifestarse la aprobacién a este sesgo ex por- tador, y en 1945 se aseguraba que “de todas partes del mundo se reclama anuestro pais el envio de sus productos manufacturados”. {Cudles eran los fundamentos de esta ola industrialista? Por qué no confiar en la reaparicién del “método indirecto” de produccién (que con- 164 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO sistfa en comprar productos manufacturados con las exportaciones rurales) una vez acabada la guerra? En las declaraciones del presidente Castillo se advierte lo que era uno de los argumentos mas fuertes a favor de la indus- trializacién. Hablando de las industrias extractivas, decia: esas industrias son la base de la liberacién econdmica y de la autonomia na- cional. Los paises exclusivamente ganaderos y agricolas estan destinados a la servidumbre.* “Liberacién econémica”, “autonom{a nacional”: las consignas nacio- nalistas estaban en el coraz6n del pensamiento pro industrial. Las Fuerzas Armadas, ahora el gran actor politico, rapidamente hicieron suyo ese dis- curso. Para algunos militares, la coincidencia industrial-nacionalista se li- mitaba a la fabricacién local de material bélico, sobre todo en vista del fracaso de las negociaciones internacionales de armamentos. La creacién de la Direccién de Fabricaciones Militares en 1941 fue una evidencia ine- quivoca del cariz que habia tomado el pensamiento del Ejército, la mas poderosa y respetada de las Fuerzas Armadas. Entre sus objetivos figura- ban los de completar fabricas militares en construcci6n, iniciar otras nue- vas y fomentar la produccién de materias primas necesarias para esas ac- tividades. Pero la simpatfa militar por la industria bélica no tard6 mucho en extenderse también a la produccién de manufacturas civiles. Bastaba ampliar el sentido de la frase “defensa nacional” para incluir a todas 0 ca- si todas las industrias en el proyecto militar, ya que la diversificaci6n pro- ductiva del pais era una manera efectiva de reducir sy vulnerabilidad ex- terior. Asi, la posicién de las Fuerzas Armadas fue acercdndose a la que la Unién Industrial Argentina venia sosteniendo desde hacia afios. Al lanzar el gobierno revolucionario un programa de crédito industrial en septiem- bre de 1943, por ejemplo, se planteaba la necesidad de sustituir importa- ciones en general, sin discriminar entre industrias naturales y artificiales. Se optaba ademas por una industrializacién cerrada, al darse prioridad crediticia a los productos destinados al mercado interno. La moderacién del Plan Pinedo, que habia propuesto un apoyo limitado y selectivo, era as{ reemplazada por una defensa mas enérgica y global de los logros al- canzados durante la guerra. El Consejo Nacional de Posguerra, un organismo nacido bajo el aus- picio y el comando de Perén para disefiar las politicas que seguirfan a la normalizacién de las condiciones mundiales, se aferré en un principio a la versi6n mas moderada. En algunos de sus documentos se proponfa una “industrializacién razonable” y la necesidad de suprimir “aquellas activi- ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 165 dades que, terminada la guerra, carezcan de raz6n de existir”. Pero las ideas de Perén sobre la industrializacién no tardarian en cambiar. Con la perspectiva que daba el final de la guerra, en especial al considerar el pro- blema de la escasez de algunas materias primas, Perén comenzé a ver con mejores ojos la posibilidad de intensificar la industrializacién. No fue ése el Gnico motivo detras de su cambio de posicién. Para Perén, la industria- lizaci6n no era solamente un corolario del nacionalismo. Se trataba, en rea- lidad, de una pieza maestra dentro de una concepcién mas global de los problemas que debja enfrentar la economia argentina en la posguerra. En ' ese sentido, una de las preocupaciones centrales era el nivel de empleo. El » estimulo provocado por el conflicto mundial habia hecho crecer vigorosa- mente el empleo industrial. TIEMPOS MODERNOS Asalariados industriales en todo el pais (miles) Ato Numero de asalariados industriales 1940 796,7 1941 850,8 1942 . 934,2 1943 1.025,5 + 1944 1.102,2 1945, 1.185,6 Fuente: Llach y Sanchez (1984). El fin de la guerra, si significaba también el cese de las actividades ex- pandidas gracias a ella, redundaria en una cafda del empleo industrial que el Consejo Nacional de Posguerra calculaba en 140.000 personas. Para Pe- ton, ése no era solamente un problema econémico sino también politico: su propio éxito dependfa, en gran medida, del apoyo de los trabajadores. Los cientos de miles de migrantes que Ilegaban del campo a la ciudad pa- ra sumar sus brazos a la industria todavia eran politicamente huérfanos, y estaban alli disponibles para quien pudiera satisfacer sus demandas. 166 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO PERON AL PODER La relacién de Perén con los sindicatos se inicid unos meses después de la revolucién del 4 de junio. El derrocamiento de Castillo habia contado con el apoyo, o al menos con la esperanza, de los mds importantes voceros sindicales. El “unicato de uno” castillista habia visto reducirse a un minimo su popularidad, y Ia ilusién de un vuelco favorable era compartida por casi toda la sociedad. A eso contribuian las dudas respecto a la filiacién politica de los militares golpistas. Por ese entonces, la CGT estaba dividida: la CGT N° | agrupaba a gremios menos politizados que la CGT N° 2, dominada por socialistas y comunistas. Ambas recibieron con agrado la revolucién, tanto que la CGT N° 2, acaso sin percibir el enconado anticomunismo del nuevo gobierno militar, aseguré su “adhesién franca y leal”. En pocos meses, este apoyo se habfa evaporado. Quizas deba decir- se, con mas rigor, que el gobierno se encargé de enajenar esa acogida cordial. La CGT N° 2 fue disuelta en julio, y en el mismo mes se promul- g6 un decreto de Asociaciones Profesionales que imponia restricciones al movimiento obrero. El gobierno intentaba asi un mayor control sobre los sindicatos, en linea con su concepcién jerarquica del poder. La interven- cién de los mas importantes gremios ferroviarios en agosto del mismo afio fue otra de las iniciativas del gobierno que lo enfrenté con las orga- nizaciones obreras. Tan s6lo cuatro meses después del 4 de junio, un gre- mialista advertia que la presién sobre los sindicatos podia “hacer crisis y canalizarse por sendas obscuras”. Sin embargo, en la tan resistida inter- vencién a la Fraternidad y a la Union Ferroviaria estaba el germen de lo que serfa la mas decisiva participacién sindical en la historia argentina, ya que el coronel Domingo Mercante, amigo de Perén, fue designado al frente de esos gremios. A través de ese contacto iniciarfa Perén su largo romance con los sectores obreros. Cuando en octubre de 1943 Perén se hizo cargo del Departamento Nacional de Trabajo, ya era evidente que la politica de control y domina- cidn que el gobierno estaba ejerciendo sobre los sindicatos no servia ni si- quiera a sus propios fines. Las posibilidades de éxito de una eventual pe- netracién comunista crecian si se acentuaba el antagonismo entre el gobierno y los gremios. Ademas, la situacidn de franco enfrentamiento era particularmente peligrosa para un gobierno que carecia de una sdlida base de legitimidad. Estos argumentos, sumados a una indudable: pretensién personal de poder, convencieron a Perdn de que era hora de pasar de una politica de control a una de concesiones. La nueva estrategia se veia faci- litada por la creaci6n de la Secretarfa de Trabajo y Previsién, a fines de ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 167 1943, encabezada por Perén. Los trabajadores nucleados en la Unién Fe- moviaria fueron los primeros beneficiarios del cambio de rumbo en las po- liticas laborales. Se aumentaron sus salarios, se otorgaron subsidios para prestaciones sociales y se laud6 en su favor en antiguas disputas contra las compaiifas de trenes. Asi conseguia Pern sus primeros adherentes, y antes de comenzar 1944 ya habia sido bautizado como “el primer trabajador argentino” por Domenech, gremialista ferroviario. La accién del secretario de Trabajo y Previsién pronto fue extendiéndose a otros sectores. A la derogacion del tégimen de Asociaciones Profesionales apenas iniciada su tarea se agrega- ton una serie de arbitrios por lo general favorables a los trabajadores, au- mentos salariales por decreto, el establecimiento de salarios minimos para ciertas industrias y las extensiones del sistema de previsién social, entre muchas otras medidas. Los favores de Perén tenfan, desde luego, una in- tencionalidad politica: no era tan generoso cuando consideraba que las concesiones no eran capaces de conquistar el favor de algtin gremio, y mantenia excluidos a los sectores socialistas. Perén fue habil para obtener lo maximo posible de Jas estructuras gremiales (que hab/an crecido veloz- mente en los afios 30), potenciando las organizaciones que apoyaban su politica laboral y debilitando a las que mostraban mayor independencia. Para las organizaciones obreras, la repentina generosidad oficial era un hecho inusitado y sorpresivo. Se instalaba una vez mas la cuestién de la participacidn politica de los sindicatos, que habia sido motivo de con- flicto durante las décadas anteriores. El dilema tenia ahora un componen- te adictonal: ya no se trataba de decidir si era o no conveniente alinearse con un partido politico de la oposici6n, sino con el propio gobierno, un go- bierno que, para peor, habfa surgido de un golpe de estado. E] debate aflo- raba a menudo, ante circunstancias muy concretas que obligaban a la CGT adefinir hasta qué punto Ilegaba su apoyo al gobierno. Poco a poco fue im- poniéndose la linea mas conciliadora, en la que algunos vefan una pérdida de independencia de parte de los gremios. La nueva actitud sindical era comprensible, En palabras del dirigente cervecero Montiel: el grueso de los trabajadores, lo que desean es que se solucionen sus proble- mas, y quienes pueden hacerlo son precisamente las autoridades del pafs.* Si para ello debian dejarse parcialmente de lado “los principios que son caros a todos”, la recompensa bien valia ese sacrificio. A partir de me- diados del afio 1944, con Perén ya como vicepresidente y ministro de Gue- tra, los actos de apoyo al gobierno organizados 0 auspiciados por los sin- 168 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO dicatos se multiplicaron, mientras Perén no cedia en sus esfuerzos por cap- tar la mayor cantidad posible de gremios. En esta tarea, la bandera del na- cionalismo servia para acercar el discurso del gobierno al de las organiza- ciones obreras. Perén aprovechaba ademas las ambiciones politicas de muchos diri- gentes sindicales. De éstos partié la propuesta de respaldar su candidatura a partir de la constitucién de un Partido Laborista, lo que respondié en par- te al Exito electoral del laborismo briténico en 1945. Perén era, a esta altu- ra, la figura mas importante del pais, y las fuerzas politicas se definfan en relacién a él. Algunos radicales de raigambre nacionalista le brindaron apoyo. La oposicién democratica, en tanto, se organizaba para combatir sus aspiraciones. Encabezada por socialistas y radicales, se efectud en sep- tiembre de 1945 una Marcha por la Libertad y la Constitucién, en la que se ensalzaba el viejo ideal republicano. Desde la universidad, la prensa y un empresariado descontento por las medidas sociales del gobierno, par- tian presiones, que pronto se hicieron insostenibles, para forzar el aleja- miento de Perén y una rapida normalizacién institucional. Tom6 fuerza la idea de entregar provisoriamente el gobierno a la Corte Suprema, y hubo tentativas de un nuevo golpe de estado. El 9 de octubre Perén debié renun- ciar a sus multiples cargos, mientras se constituia un gabinete sin figuras leales al saliente coronel. Perén pudo despedirse con un acto en la Secre- tarfa de Trabajo y un mensaje radial transmitido en cadena, en el que re- salt6 las medidas sociales que habfa propiciado, antes de ser detenido y en- viado a Martin Garcia. La noticia de la renuncia y arresto de Perén hizo reaccionar a los gremios. Se sucedieron las reuniones, y desde distintos puntos del pafs se reclam6 su libertad. El dfa 16 se decidié una huelga ge- neral, pero los acontecimientos se precipitaron al conocerse el traslado de Per6n al Hospital Militar. Al dfa siguiente, 17 de octubre, una movilizacién popular, en parte organizada por los sindicatos pero también alimentada por trabajadores que esponténeamente marcharon a la Plaza de Mayo, vol- cé la crisis en favor de Perén y forzé su restitucin al gobierno. A partir de ese dia, y hasta febrero de 1946, un clima de agitacién electoral sacudié al pais como nunca antes. Las tres elecciones presiden- ciales plenamente democraticas que habia habido hasta entonces habjan terminado en cémodos triunfos radicales. Ademés, los valores que en 1946 estaban en juego eran proclives a suscitar una polarizaci6n extrema. Des- de las filas de la Unién Democratica se caracterizaba a Perén como un nuevo Mussolini. Mientras tanto, la notoria simpatia del embajador esta- dounidense Spruille Braden por los candidatos de la Union Democratica permitia a los partidarios del candidato laborista darle un tono dramiatico y ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 169 emocional a la puja electoral, a través de la eficaz antinomia “Braden 0 Pe- 16n”. Para sorpresa de muchos, la férmula Perén-Quijano obtuvo 300.000 votos de ventaja sobre los candidatos de la Unién Democriatica en las elec- ciones de febrero. El apoyo de los sindicatos, la Iglesia y los militares, qui- 24s en ese mismo orden, habja decidido el triunfo peroni “NI CAPITALISTAS NI COMUNISTAS: JUSTICIALISTAS” La configuracién de la alianza peronista daba algunas claves de lo que serfa uno de los elementos centrales de la concepcidn politica del peronis- mo. Los militares, el “ejército que cuida”, los sindicatos, el “ejército que produce” y la Iglesia, respetada durante los primeros afios de gobierno co- mo fuente del “poder moral”, reemplazaban de hecho al Parlamento como representantes de la sociedad ante un estado tutor. E] Congreso mantuvo su funcionamiento de acuerdo con las previsiones formales de la Constitu- ci6n, pero estuvo dominado por diputados oficialistas siempre fieles a los dictados del presidente. La visién corporativista era uno de fos pocos rasgos del pensamiento de Perén que se mantendria inalterable a lo largo de toda su carrera. Una circunstancia fortuita habra sido determinante para moldear esa concep- cién del poder. Los azares de la carrera militar lo habian destinado a Italia durante el apogeo de Mussolini, época en que los encantos del sistema cor- porative eran dificiles de resistir. En Turin, Peron habia tomado cursos de econdmia politica fascista, que, segtin él mismo admitiria mucho después, forjaron su concepcién del problema obrero. Una prueba de la consideracién de Perén hacia esta peculiar manera de relacionar a Ja sociedad con el estado fue su politica previa a 1946 des- de la Secretaria de bajo. Los trabajadores sindicalizados siempre reci- bieron mayor atencion que los no afiliados a gremic de todos los sin- dicatos, los mas beneficiados fueron los que estaban asociados a la CGT. Perén reconocia su predileccién por la concentracién gremial al afirmar: Los gremios més beneficiados, los que han visto acumular en su favor el ma- yor ntimero de conquistas, son los gremios mejor organizados. Esto quiere decir que ta Secretarfa de Trabajo y Previsién cumple conscientemente con su deber, escuchando el clamor de los trabajadores organizados, recibiendo la manifestacion de sus aspiraciones colectivas, porque tienen mas facilidad pa- s, estables y responsables, por- 6 ra hacerse oir las organizaciones obreras se que tienen mas acierto en el reclamo de sus reivindicaciones... 170 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO if Las ventajas de una sindicalizacién mds concentrada fueron adverti+ das por los dirigentes laborales, y en el afio 1944 la cantidad de gremios afiliados a la CGT aument6 a un paso mucho mas acelerado que en épocas anteriores. La concepcion corporativa de la sociedad, que estaba en el coraz6n del pensamiento peronista, venia a reemplazar a la visi6n clasista de la que hasta entonces habia abrevado buena parte del sindicalismo. Perén se es- forzaba por diferenciarse tajantemente del pensamiento de izquierda, y opuso al concepto de lucha de clases el de armonia de clases. La colabo- raci6n entre el capital y el trabajo, antes que su enfrentamiento, era el ca- mino para el progreso social. En palabras de Perén: la armonfa entre el capital y el trabajo, extremos inseparables en el proceso de la producci6n, es condicién esencial para el desarrollo econdémico del pais, para el desenvolvimiento de sus fuerzas productoras y para el afianzamiento de la paz social.” Y también: Buscamos superar la lucha de clases, suplantandola por un acuerdo justo en- tre obreros y patrones, al amparo de la justicia que emana del Estado.’ La propaganda oficial difundfa las bondades de esta visién conciliato- tia y la presentaba como una verdadera doctrina, que pronto se Ilamé jus- ticialista. En un corto publicitario, por ejemplo, un joven empresario nego- ciaba mejoras en las condiciones de trabajo de los obreros y le explicaba a su preocupado padre: “Ni comunista ni capitalista, justicialista”. Perdn se alejaba cuanto podia de cualquier invocacién que lo emparentara con el marxismo, de manera de ganar Ja confianza de un empresariado siempre temeroso de la acechanza comunista. Mucho mas respetable era asociar el contenido social de su programa a la doctrina de la Iglesia, tal como ve- nia siendo expuesta desde hacia tiempo, en encfclicas como’ Rerum No- varum (1891) 0 Quadragesimo anno (1931). La idea de funcién social de la propiedad, allf presente, era rescatada por el peronismo como una al- ternativa distante al mismo tiempo del liberalismo ortodoxo y del colec- tivismo. Este tipo de persuasién era efectiva en un mundo de posguerta aparentemente apresado entre opciones radicales. La Guerra Fria ya se vislumbraba como el nuevo gran conflicto, y las “terceras posiciones” no dejaban de tener su atractivo. ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 171 Fuera de cierto compromiso general con la equidad, sin embargo, no habfa en el enfoque econdémico de Perén un contenido sustantivo y cohe- rente que permita hablar de una “economia peronista”. Mientras fuera po- sible, Perén intentaba identificar su administracién de la economfa con los fines buscados antes que con los medios empleados. La ausencia de com- promisos doctrinarios en materia econémico-social era explicita: Nosotros no somos ni intervencionistas ni antiintervencionistas; somos rea- listas. El que se dice “intervencionista” no sabe lo que dice; hay que ubicar- se de acuerdo a Jo que exigen las circunstancias. Las circunstancias impo- nen la solucidén. No hay sistemas ni métodos, ni reglas de economfa en los tiempos actuales. Hay soluciones concretas frente a un problema también concreto. Resuelto ese problema se va a presentar otro quizds también dia- metralmente opuesto al anterior. A éste le daremos una solucién contraria al anterior, pero no por sistema, sino por inteligente apreciacién y reflexién del caso concreto.? Ese eclecticismo le daba a Perén cierta flexibilidad para resolver los dilemas distributivos que, como cualquier gobernante, debia enfrentar. Pero no alcanzaba, desde luego, para superarlos, como proponia el idea- tio peronista. No se podia convencer a los empresarios de que, en nom- bre de la “armonja de clases”, debian ceder generosamente ante las de- mandas de los trabajadores. La posibilidad de una extensién exagerada de beneficios sociales era un temor de la UIA desde hacfa unos afios. En 1940 habja afirmado: EI momento del reparto recién llega cuando se han acumulado bienes, sdlo entonces los mas necesitados y los m4s menesterosos podrdn beneficiarse en grado maximo del esfuerzo de los més afortunados o de los més eficientes. La Reptiblica Argentina esté en la edad del crecimiento, es una planta que to- davia no ha florecido, podarla ahora no es vivificar sino corte dajiino.!° En su paso por la Secretarfa de Trabajo y Previsién, Perén se habfa ga- nado la antipatia de “los patrones”. Un Manifiesto del Comercio y la In- dustria se habia encargado de sentar claramente la oposicién de muchos empresarios a la politica prolaboral del gobierno revolucionario, generan- do reacciones sindicales. Con la recuperacién econémica de posguerra, las tensiones remitieron. Durante los primeros afios del gobierno propiamente peronista, el conflicto entre el trabajo y el capital se mantuvo en un estado latente. La bonanza alcanzaba para unos y para otros, y hasta para sellar la alianza entre obreros y empresarios industriales sobre la cual se asenté el 172 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO peronismo. Pero se trataba de una distensién transitoria, no de la inaugu- racién de la convivencia arm6nica que pretendia el peronismo. Mas atin, la posibilidad de un consenso estable entre trabajadores y empresarios pa- recia mas remota aqui que en Europa, donde la amenaza comunista era mas palpable y aparecia como un argumento bastante convincente para que los empleadores cedieran ante los reclamos de sus empleados. UNA NACION POLITICAMENTE SOBERANA E] problema distributivo no fue el Gnico en el que Perén buscé dife- renciarse de las antinomias en que parecia apresado el mundo de la pos- guerra. La predileccién del discurso peronista por el justo medio entre dos extremos —presente también en otros pafses semidesarrollados— fue mas explicita en la politica internacional que en cualquier otro ambito. La “ter- cera posicién” era la frase oficial para definir lo que se pretendia de las re- laciones internacionales de la Argentina, basicamente una actitud de inde- pendencia ante el conflicto entre los Estados Unidos y la Unidn Soviética. Detras de esta postura prescindente habfa una prediccién de lo que, se crefa, seria el resultado del nuevo gran antagonismo mundial. Perén con- sideraba probable una Tercera Guerra Mundial, prevision a la que contri- buia la sucesién de conflictos entre las dos grandes potencias de la pos- guerra, tal el caso del problema berlinés. Mas alla de sus consecuencias globales, una nueva guerra colocaria a la Argentina en una situaci6n privi- legiada. Con los Estados Unidos desgastandose en el conflicto, la Argenti- a ganaria poder en el hemisferio occidental, ademas de ver nuevamente estimulada su industria por la segura retraccién comercial. Recién terminada la Segunda Guerra, no era facil imaginar que sobre- vendrfa una nueva era de expansién sostenida del comercio mundial. Con e] antecedente de una década y media de estancamiento del intercambio comercial, el espiritu internacionalista de la conferencia de Bretton Woods (1944) no sonaba demasiado convincente. La esperanza de retornar a un sistema de comercio y de pagos multilaterales se basaba en el supuesto de que el intercambio comercial seria relativamente equilibrado. Pero en los afios de la inmediata posguerra la realidad fue exactamente la opuesta: Es- tados Unidos era el gran proveedor mundial, y mantenia voluminosos ex- cedentes comerciales con Europa y Japon. El aumento del dolar en el mundo, provocado por esta intensa demanda de bienes norteamericanos, atentaba contra el sistema de tipos de cambio fijos propuesto en Bretton Woods. Todavia en 1946, se lefa en la Memoria del Banco Central: ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 173 Ha sido una caracteristica de los ultimos tres afios de guerra Ja de que, tanto politicos como economistas, se dieran en cada pajs a la tarea de estudiar los aspectos probables del periodo de posguerra. Pero preciso es reconocer que, en los hechos, las circunstancias posteriores al cese de hostilidades han dife- rido bastante de como se pensaba que serfan [...] La cooperacién econédmica internacional no parece ser uno de los hechos mis sefialados de esta posgue- rra, a pesar de los muchos planes elaborados para evitar los trastornos de las politicas econémicas unilaterales.!" La conjunci6n de la “tercera posicién” y la creencia de que las difi- cultades comerciales de la inmediata posguerra se prolongarfan y podrfan agravarse con un nuevo conflicto mundial justificaba la opcidn del gobier- no por la autarquia econémica. La memoria de la Depresién y de la recien- te guerra ya eran alertas importantes contra la participaci6n activa de la Ar- gentina en el flujo internacional de mercaderias. Si a ello se agregaba el hecho de que la competencia entre Estados Unidos y la Unidén Soviética podia convertirse en un conflicto abierto en cualquier momento, habia to- davia mds razones para desentenderse del comercio mundial e impulsar al mercado interno como fuente de oferta y de demanda. Las relaciones de la Argentina con Estados Unidos e Inglaterra fueron una mezcla de ese declamado nacionalismo con el sentido de oportunidad caracteristico de Perén. El trato con los norteamericanos era de mutua desconfianza; baste recordar la oposicién del embajador norteamericano Spruille Braden a Perén antes de acceder éste a la presidencia. El cortocir- cuitd entre Buenos Aires y Washington tenia, por supuesto, una razén mas profunda. Perén habja formado parte del gobierno revolucionario que ha- bja mantenido la neutralidad argentina en la Segunda Guerra casi hasta el Ultimo disparo. Sin embargo, la nueva configuracidn internacional estaba haciendo més intensa la necesidad de Estados Unidos de conseguir alia- dos. La independencia de criterio que pregonaba el presidente argentino, por su parte, no era incoherente con un estrechamiento de las relaciones con los norteamericanos, como tampoco impedfa un acercamiento a la Unién Soviética. Los embajadores de ambos paises hab{an estado presen- tes en la asuncién de Perédn al gobierno. Las mejores disposiciones mutuas entre argentinos y estadounidenses se reflejaron en la Conferencia Intera- mericana de Rfo de Janeiro. La delegacién argentina dejé de lado la tradi- cional actitud hostil a las propuestas de Washington, y no obstaculizé la aprobacién del Tratado Interamericano de Asistencia Recfproca. Pero esta tregua seria breve. Ya a principios de 1948, en una reunién complementa- tia a la de Rio de Janeiro, la Argentina objeté los planes norteamericanos 174 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO para la Organizacion de Estados Americanos, acaso sin percibir los costos que acarrearia el nuevo enfriamiento de las relaciones. Estados Unidos tampoco vio con agrado la politica del gobierno argen- tino en relacién a la comercializacién de sus productos de exportacién. Se denunciaba un excesivo oportunismo argentino en la fijacidn de los precios de los alimentos. La acusaci6n no era del todo justa. No esta claro que las pretensiones argentinas en las negociaciones comerciales con las naciones europeas fueran desmedidas, en comparacion con Ia de otros paises, incluso Estados Unidos. Pero lo cierto es que la opinién internacional condené el comportamiento argentino, y las represalias tardaron poco en llegar. A prin- cipios de 1948 se anunci6 el Plan Marshall, un sistema de créditos para que los paises europeos devastados por la guerra tuvieran acceso a importacio- nes cruciales. A pesar de repetidas promesas, la Argentina fue excluida co- mo proveedor de alimentos, lo que representé una oportunidad perdida para un sector rural ya bastante castigado. Era la respuesta de Estados Unidos a un pafs que, mds alld de acercamientos circunstanciales, no habia aceptado el papel que se le habia asignado en la reconstruccién de posguerra. La exclusién argentina del Plan Marshall fue, de los eventos diplomé- ticos con repercusiones econdémicas, el segundo en importancia. El prime- ro fue, indudablemente, la extensa, polémica y global negociacién con Gran Bretaiia para arreglar las cuentas de guerra. La “especial relacién” comercial con Inglaterra en la preguerra tenia una historia casi tan larga como la de la Argentina moderna. El balance de pagos con Inglaterra ve- nia siendo, desde tiempo atras, reflejo nitido de la configuracién del nexo angloargentino: un superavit comercial en el que las impdrtaciones de ma- nufacturas britanicas no alcanzaban a contrapesar las fuertes exportaciones agropecuarias argentinas era compensado por una cuenta de servicios fi- nancieros favorable a Inglaterra, que surgfa de las utilidades de los servi- cios ptiblicos (especialmente los ferrocarriles) y de los pagos de deuda del estado. Durante la guerra Ja situacién cambié. La dedicacién de la indus- tria britanica al esfuerzo bélico, la decadencia de los ferrocarriles, aqueja- dos por la competencia automotriz y la crisis del comercio, y las sucesivas repatriaciones de deuda ptiblica, generaron un fuerte superavit global para la Argentina. Entre 1940 y 1945 el balance de la Argentina con el conjun- to del Imperio britanico arrojé un saldo favorable de 1500 millones de pe- sos. Hacia fines de la guerra, el Reino Unido debia al estado argentino 112 millones de libras esterlinas. Técnicamente, éstas eran “libras bloqueadas”, ya que era imposible su libre convertibilidad con el délar. S6lo podian uti- lizarse para compras en el area de la libra, es decir en aquellos paises que usaban la moneda briténica como divisa comercial. La distincién no era ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 175 sutil para la Argentina, necesitada sobre todo de productos norteamerica- nos. Asi, el problema de las libras bloqueadas pasé a ser el punto de con- flicto central en las relaciones con Inglaterra, que comenz6 a resolverse en las negociaciones que acabarian con la firma del tratado Eady-Miran- daen septiembre de 1946. Las posiciones de los argentinos y britanicos eran claras y opuestas. La Argentina buscaba la convertibilidad del mayor porcentaje posible de libras, 0 al menos la obtencidn de un interés mayor al magro medio punto porcentual que hasta entonces estaban rindiendo, mientras Ja deuda se mantuviese congelada. Inglaterra, por su parte, pretendfa ir cubriendo la sangria con una balanza comercial favorable durante los afios siguientes. Ademas, habia una predisposicién britdénica a desprenderse de los ferroca- tiles instalados en la Argentina (cuyos privilegios impositivos estaban a punto de caducar) y pagar asf la deuda. Se acordé finalmente mantener la situaci6n respecto a las libras ya bloqueadas pero asegurar la convertibili- dad de los futuros pagos ingleses por exportaciones argentinas. También se garantiz6 a la carne argentina una cuota del mercado inglés. En cuanto a los ferrocarriles, se previé la formacién de una compafiia mixta con parti- cipacién del estado argentino. Las disposiciones més importantes del tratado cayeron pronto en el olvido, tras las dificultades en las negociaciones con las compaiifas ferro- viarias briténicas y una nueva declaraci6n de inconvertibilidad de la libra por parte de Inglaterra en agosto de 1947. Finalmente, los dos problemas bilaterales mas importantes (los ferrocarriles y las libras bloqueadas) fue- ron resueltos conjuntamente. Se destiné la mayor parte del saldo argentino en el Banco de Inglaterra a la compra de Jos ferrocarriles, monto que fue completado con un crédito britanico a pagar con los futuros superdvits co- merciales. Se concluia asf no sélo con un complicado problema de pagos sino también con aquella “especial relacién” que habia flevado a Julio Ro- ca (h) a cconsiderar a la Argentina, desde el punto de vista comercial, como una parte integrante de} Imperio britanico. (A quién convenia la nacionalizacién de los ferrocarriles? Del lado ar- gentino, cl cuestionamiento tradicional a la operacion la ha presentado como un derroche de reservas que podian haberse usado para modernizar el apara- to productivo del pais, deteriorado como estaba por afios de baja inversién. En realidad, el gobierno también preveia ese destino para las divisas. De acuerdo con la Memoria del Banco Central de 1946, la intencidn oficial era una aplicacién preferencial de las divisas al pago de las importaciones ex- traordinarias que requiere la reposicién de maquinarias, elementos de trans- 176 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO porte, la formacién de reservas de materias primas, articulos elaborados y see’ mi-elaborados indispensables para el normal desenvolvimiento de las activi- dades del pais...'? De tal modo se utilizarfan “las divisas disponibles y las que se reciban por futuras exportaciones”. Respecto a las primeras, sin embargo, tal cosa era imposible en el caso de las libras congeladas, ya que Gran Bretafia, re- cién salida de la guerra, no era capaz de proveer esas importaciones. Cuan- do el negocio de los ferrocarriles fue concluido, se lo defendié alegando que permitia “una favorable reestructuracién del pasivo del balance de pa- gos argentino”, al eliminar de la cuenta de servicios financieros los pagos por utilidades de las compajijas ferroviarias. Desde el punto de vista inglés, la venta de los ferrocarriles era uno de los modos menos onerosos para pagar por la provisién de alimentos ar- gentinos durante la guerra. Un funcionario de la Foreign Office decia ya en 1941: Siempre me ha parecido que una oferta firme para comprar esta semi-aban- donada carga sobre nuestras espaldas es una forma de caridad, que los direc- tores [de las compaiifas] de ninguna manera deberfan rechazar. Y el Financial Times aconsejaba en 1946: Hay muchas razones para preferir un pdjaro en mano antes que en las pam- pas argentinas. Pero otros han sostenido que la compra de los ferrocarriles fue una agresién nacionalista a Gran Bretafia. En ocasién de la muerte de Perén, The Times opinaba: Las relaciones angloargentinas tocaron fondo cuando los ferrocarriles brité- nicos fueron nacionalizados en 1948.13 .Entreguismo o nacionalismo desaforado? Para responder con certe- za se requiere un cdlculo preciso del precio pagado por el estado argen no y el valor econdémico de los ferrocarriles, ambos dificiles de estimar. Se ha argumentado que, cuando se consideran las tierras a los costados de las vias que fueron adquiridas junto con los trenes, fue la Argentina quien hi- zo un buen negocio. Pero en este punto no hay un acuerdo entre los auto- res. En cualquier caso, la compra de los ferrocarriles es una muestra de que también en las relaciones econdémicas internacionales pudo Perén conciliar AASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 177 un discurso fuertemente heterodoxo con un trato realista y adecuado a los tiempos que se vivian. La nacionalizacion de los servicios publicos no era, en los afios 40, una politica que estuviera a contramano de la tendencia mundial. En la Argentina y en el mundo, una nueva concepcion de lo que debfa hacer el estado estaba madurando. ELAVANCE DEL ESTADO La compra de los ferrocarriles britanicos por parte del estado argenti- no debe considerarse en su doble aspecto de nacionalizacién y estatizacién. Nose trataba tinicamente de limitar la participacion de los capitales extran- jetos en la economia argentina. La adquisicién de los ferrocarriles, como la de muchos otros servicios ptblicos que le seguirfan, era también un sinto- ma del crecimiento del estado como productor de bienes y servicios. Ya du- rante el gobierno militar de 1943-45 se habfan dado pasos en esta direccién. Ademés de la creacién de Fabricaciones Militares, se habia inaugurado un homo sidertirgico en Zapla, provincia de Jujuy, y se hab/a dado impulso a la Flota Mercante, creada en tiempos de Castillo. Durante ef gobierno peronista, la estatizacién tomé mayor vigor. A la nacionalizaciGn de los ferrocarriles siguié la de los teléfonos, pertenecien- tesa la ITT. En el area energética, consideraciones estratégicas justificaban la intervencién del estado mas que en ningtin otro sector. Asi es como la Empresa Nacional de Energia tuvo a su cargo la instalaciGn de 37 plantas hidroekéctricas. Con la creacién de Yacimientos Carboniferos Fiscales se inicié la explotacién de las minas de Rio Turbio, en Ja provincia de Santa Cruz. La estatizacién del servicio de gas se completé con la creacién de Gas del Estado. Continuaron ademas las expropiaciones de empresas alemanas. que fueron la base del grupo Dinié (Direccién Nacional de Industrias del Estado), al tiempo que se estatizaba el transporte urbano. El texto constitu- cional de 1949 consagr6 esta tendencia, declarando al estado duefio natural de los servicios ptiblicos (previéndose la compra 0 confiscacién de aquellos que atin estuvieran en manos privadas) y de las fuentes de energia. En este terreno la politica peronista tampoco puede ser tildada sin mas como extrema 0 extempordanea. La nacionalizacién no fue tan lejos como algunos pretendian. Perén se pronuncié en contra de Ia estatizacién de los frigorificos y de una empresa cementera de origen norteamericano. Los fi- mites eran impuestos, también aqui, por sus propias convicciones. Antonio Cafiero, quien a partir de [952 desempefiaria importantes funciones en el gobierno, acentuaba el cardcter coyuntural del estatismo peronista: 178 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO El estatismo o capitalismo de Estado le es esencial al socialismo y no al jus- ticialismo. Nuestro justicialismo, es verdad, carga una buena dosis de estatis- mo. Pero tan sdlo por imperativo de las contingencias econémicas internacio- nales. No porque lo lleve en la sangre. Y, créame, si no tuviéramos que luchar contra el estatismo internacional y defender al pais de la satelizacién de los imperialismos, echarfamos por la borda nuestra carga de estatismo sin des- medro, antes bien con medro del Justicialismo."* Conviene entender la posicidn del gobierno en este tema dentro del clima de opinién nacional de la época. El partido opositor mas importan- te, la Unién Civica Radical, criticé la politica de nacionalizaciones y esta- tizaciones no por excesiva, sino por insuficiente. Los principios econémi- cos que guiaron al radicalismo de aquellos afios eran basicamente los contenidos en la Declaracién de Avellaneda de 1945, que aiios mas tarde fue calificada por un autor de extraccién radical como “un programa an- tiimperialista, antioligérquico, revolucionario y de corte estatista’”. Al co- nocerse los resultados del acuerdo Eady-Miranda, que contemplaban la formacién de una empresa mixta para administrar los ferrocarriles, los ra- dicales se opusieron demandando en cambio la nacionalizacién total. Du- rante el curso de las negociaciones, diputados de la Unién Civica Radical ron temerosos de lo que consideraban un peligroso acercamiento de Perén a Gran Bretafia. Esta oposicién se harfa mucho mas dura cuando a partir de la década del 50 el gobierno intentara un golpe de tim6n que diera marcha atraés con algunas de sus medidas en esta area. Asi como en el debate vernaculo el avance del estado era aceptado por la mayorfa de las partes, en el resto del mundo también se advertia una ten- dencia ampliatoria de las facultades estatales. Desde la crisis del °30, la con- fianza en las capacidades del estado venia en aumento, y la inevitable par- ticipacién en la economia de los sectores ptiblicos de diversos paises durante [a Segunda Guerra habia reforzado esa tendencia. Lo que parecian medidas de emergencia durante el conflicto adquirieron en la posguerra un cardcter permanente, siendo el caso paradigmatico las nacionalizaciones del gobierno laborista inglés que sucedié a Churchill. También el estado fran- cés se movid, a partir de 1945, en el mismo sentido: se hizo cargo de las mi- nas, casi todos los servicios ptblicos. la empresa Renault y la aviacién ci- vil. En Italia, el estado intervino en la produccién industrial a gran escala, ademas de controlar los servicios ptiblicos. La experiencia soviética, que ya habia cosechado sus primeros éxitos antes de la guerra, sin duda contribuia al optimismo por Ia planificacidn y la intervencién del estado en general. ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 179 En la mayoria de los paises de Latinoamérica también abord6 el estado nue- vas actividades. El complejo sideriirgico de Volta Redonda, en Brasil, es s6- lo el mas importante de los muchos emprendimientos estatales en la region. La participacién del estado tuvo especial relevancia en los sectores de ge- neraci6n eléctrica, construccién y transporte. Un autor argentino debié uti- lizar mas de ochenta paginas para “resumir” las disposiciones intervencio- nistas en América latina. En la Argentina, las cifras de gasto puiblico reflejan el crecimiento es- tatal, tendencia que se inicié antes del gobierno peronista. EL PESO CRECIENTE DEL ESTADO Gasto publico total, en términos reales (1941=100) 1941 1942 1943 19441945 1946 | 1947 1948 = 1949 100 135.7 = 147,7 2025 202.2 1838 2038 2854 2848 Fuente: Elizagaray (1985). El aumento del gasto en inversién fue determinante para el incremen- to global de las: erogaciones estatales. Buena parte est4 explicada por las nacionalizaciones. Pero ademds hubo inversiones en comunicaciones, energia y material ferroviario, y se dio impulso a la construccién de cami- nos. En algunos de esos sectores, sin embargo, no alcanz6 a compensarse la fuerte depreciacién del capital ya instalado, ni a satisfacerse la crecien- te demanda por infraestructura. El caso mas palpable en este sentido fue el de la electricidad. En contradiccién con el acentuado discurso pro indus- trial, la capacidad instalada no crecié al ritmo previsto por el gobierno, y la escasez se, tradujo en frecuentes caidas de tensién. En algunas reas, el aumento del gasto ven(a a satisfacer las demandas de los sectores que sos- tenian al peronismo en el poder: los militares y la clase trabajadora. En los afios 1946 y 1947 el principal motor de la inversidén publica fue la de- fensa exterior, que Ileg6 a representar el 60% de los gastos ptiblicos de capital. Crecié también la importancia del gasto en salud, educacién y vi- vienda. El aumento del empleo publico en general, aun sin considerar las empresas estatizadas, puede verse como otra manera de asegurar esas leal- tades, y extenderlas también a la clase media. 180 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO. En todo el mundo, la receta keynesiana de tonificar la demanda agregada con aumentos del gasto ptiblico estaba en su momento de ma- yor apogeo. En los paises que habfan participado de la guerra, las com- pras de material bélico habfan permitido superar una situacién de de- sempleo que, en algunos casos —como el briténico—, se remontaba a la primera posguerra. ,Qué otra prueba se requerfa para consagrar final- mente al keynesianismo? Los gobiernos pronto se hicieron eco de este nuevo consenso de ideas en materia econdmica. En Inglaterra, el White Paper on Employment, de 1944, comprometia al gobierno al manteni- miento del pleno empleo, a través del gasto ptiblico cuando fuera nece- sario. En Estados Unidos, en tanto, el keynesianismo era doctrina ofi- cial ya desde la exitosa salida de la recesién de 1937. En los paises de América latina también se difundieron las politicas contracfclicas, como las que Colombia habia aplicado cuando la guerra complicé a su comer- cio de exportacién. Pero la estatizacién de algunas actividades econémicas y los aumen- tos ciclicos del gasto para combatir las recesiones no eran los tinicos ele- mentos del nuevo modelo de estado que se estaba gestando en la posgue- tra. La reconstruecién del estado en Europa Occidental fue también la construceién definitiva del Welfare State (Estado de Bienestar). Aunque sus orfgenes pueden rastrearse hasta las Poor Laws dictadas en la Ingla- terra del siglo XIX, fue recién a partir de la Segunda Guerra Mundial que politicas redistributivas alcanzaron una s6lida expresiGn institucio- nal. Inglaterra continuo siendo pionera, favorecida por el menor deterio- ro de su economia durante la guerra, comparado con los paises de Euro- pa continental. El Informe Beveridge, escrito en 1942, preveia un sistema universal de seguridad social, y fue la base de la gran expansién del Es- tado de Bienestar inglés en la segunda mitad de los afios 40, de la mano del gobierno laborista. Se cre6, entre otras cosas. un sistema bastante amplio de ingreso complementario para trabajadores pobres. En paises mas parecidos a la Argentina también se reconocié esta nueva funcién del estado. Australia, por ejemplo, introdujo seguros de desempleo y por enfermedad, y aumenté los beneficios por maternidad, todo ello a media- dos de la década del 40. EI triunfo del keynesianismo y la consideracién de los problemas dis- tributivos seguramente influyeron en el disefio de las politicas fiscales pe- ronistas. Asfy todo, el gasto del gobierno no fue el Gnico instrumento usa- do para sostener la demanda agregada y para redistribuir progresivamente el ingreso. Mas atin, cuando al comenzar los afios 50 la economia marcha- ba hacia una recesién. el gasto del estado se redujo, mas en Iinea con la ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949), 181 vieja ortodoxia fiscal que con la receta keynesiana dominante por enton- ces. La otra gran inyeccién de demanda no provino directamente del sec- tor ptiblico, sino que fue inducida al sector privado a través de una politi- ca de ingresos basada en el aumento masivo de salarios. Por esta via el gobierno conseguia un doble objetivo: ayudaba a expandir la economia y al mismo tiempo daba a su programa el contenido de equidad que estaba en el coraz6n del discurso peronista. UNA NACION SOCIALMENTE JUSTA La declamada opcién por la justicia social tuvo su expresién mas aca- bada en la gencrosa politica de ingresos de los primeros tres afios de go- bierno peronista, y no tanto en practicas del tipo europeo o norteamerica: no que, montadas sobre esquemas de impuestos y subsidios explicitos, se estaban institucionalizando por esa época en la forma del Estado de Bic- nestar. El Primer Plan Quinquenal. y el nombre de Miguel Miranda, con- ductor del equipo econémico casi hasta 1949, estan asociados a una fase de expansion salarial sin precedentes. A pesar de las buenas relaciones en- treel gobierno y los gremios durante el periodo anterior a Perén, los sa tios reales apenas habjan aumentado entre 1943 y 1945. A partir de ese afio, los salarios reales crecieron a una tasa récord. aumentando 62% entre el ultimo de esos afios y 1949. Esa mejora fue mas acentuada que la de la productividad, y en 1949 el costo laboral por unidad de producto era ur 23% rhas alto que en 1945. LA EXPANSION SALARIAL Evolucion de los salarios reales Afio 1945 1946 1947 1948 1949 Salario real (1945=100) 100 103 129 156 162 Fuente: Gerchunoff (1989). El incremento de los salarios reales Hev6 a una distribucién del in- greso nacional mas equitativa. Se ha calculado que el componente sala- rial del ingreso nacional superé. por primera vez en la historia. a la retri- 182 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO bucién obtenida en concepto de ganancias, intereses y renta de la tierra. En 1948, aquél ascendia a 53%, contra 47% de éste, lo que se compara- ba favorablemente con la situacién imperante s6lo un lustro atrds, cuan- do los trabajadores percibian 44,4% y los empresarios, capitalistas y ren- tistas recibfan 55.6%. Detras de esta politica habia, por supuesto, una intencién politica de Perén. A pesar de haber ganado la eleccién de 1946 con la mayoria absoluta de los votos, el margen no habia sido tan amplio. Ademis, Pe- r6n debia definir la compulsa entre el grupo politico y el grupo sindical dentro del partido que lo habia Nevado al poder. Un éxito inicial rotun- do como administrador le permitirfa unir fuerzas detras de la persona, antes que del partido y de los sindicatos, cosa que finalmente ocurrié: en 1947 qued6 fundado el Partido Peronista. Es inevitable, por Jo tanto, apuntar a las urgencias polfticas como una de las causas de la expansién salarial alentada por el gobierno durante el primer trienio peronista. Sin embargo, a ello hay que agregar la particular concepcién del primer Pe- rén acerca del funcionamiento de la economia para comprender la poli- tica salarial. Algunos afios después, Pern aconsejaba al presidente chi- leno Ibafiez: Dele al pueblo, especialmente a los trabajadores, todo lo que sea posible. Cuando parezca que ya les esta dando demasiado, deles mas. Todos trataran de asustarle con el espectro del colapso econdmico. Pero todo eso es menti- ra. No hay nada mas elastico que la economia, a la que todos temen tanto por- que no fa entienden.!> Esa manera de entender la economia estaba en linea con las medidas que se implementaron. El optimismo de los afios iniciales del peronismo era capaz de justificar politicas a veces demasiado audaces. La explosién salarial, por ejemplo, no era considerada tinicamente como una forma de mejorar el nivel de vida de los trabajadores, sino también como un instru- mento para alimentar la demanda agregada y garantizar con ello el pleno empleo. En palabras de Cafiero: cuanto mayor es el poder adquisitivo det sector “trabajo”, que es el sector fundamentalmente consumidor de la economia, mas amplio se toma el mer- cado y la demanda y por consiguiente mas intensos resultan los estimulos a la produccisn y al desarrollo, tendiéndose a configurar una verdadera “cade- na de la prosperidad”: mas ingresos - més demanda - mas produc ingresos...'¢ in - més ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 183 Esa cadena de prosperidad era palpable para el ciudadano comin, es- pecialmente para los mas pobres. En los aiios 1946, 1947 y 1948 la clase trabajadora argentina experiment el mayor aumento de bienestar de toda su historia. La imponente tasa de crecimiento de la produccién (8,4 por ciento anual en promedio, la segunda mas alta hasta ese momento para un perfodo de tres afios) no alcanza a reflejar completamente el progreso eco- némico popular. La mayor disponibilidad de bienes, fruto del aumento de producci6n industrial y del creciente valor de las exportaciones, se volcé sobre todo a expandir el consumo, que en 1948 fue casi un 50 por ciento mayor al de sdlo tres afios atrés. Ademds, su distribucién resulté mas pa- teja que en €épocas anteriores. Ni en Ja esplendorosa década que culminé con el Centenario, ni en los placidos tiempos de Alvear, la bonanza econé- mica habia sido generosa con todos. Con alguna raz6n se consideraba que, de una u otra manera, la prosperidad de entonces terminaba siempre en Eu- fopa o en los europeos, ya derrochada en las largas travesias de los estan- cieros, ya acumulada en los bolsillos de los inmigrantes que habfan veni- do a buscarla desde el otro lado del Atlantico. Esta vez el bienestar era de todo el pueblo argentino, y no fue extrafio que el peronismo obtuviera mas de dos tercios de los votos en las elecciones de constituyentes de 1949. Un periodista britanico describia esos aiios de euforia con un ingenioso juego de palabras, al titular una nota A portrait of the Peronist party, que puede traducirse como “Un retrato del Partido Peronista” pero también como “Un retrato de la fiesta peronista”. El espectéculo de prosperidad popular era vi- sible 2 todos, incluido por supuesto el propio Perdn, quien pudo decir de sus sindicalistas: Antes venian de alpargatas. Ahora, los veo con camisas de seda y buenos trajes.!7 El control de los alquileres y el congelamiento de algunos precios de bienes basicgs se sumé a la generosa politica salarial para difundir el bie- nestar a los sectores de mas bajos ingresos. No sdlo mejor6 la indumenta- tia de muchas familias trabajadoras. También crecieron las compras de electrodomésticos: la heladera eléctrica reemplazaba a la refrigeradora a hielo, y la cocina a gas a la vieja “cocina econdémica”. Mientras tanto, los dias de radio conocian su mas acabado esplendor. La multiplicacién de aparatos fue tan decisiva para la popularidad de las novelas como para la fluida comunicacién de Juan Domingo y Eva Perén con “sus descamisa- dos”. Los temores al subconsumo y la recesién tan en boga en la pregue- 184 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO tra y la Guerra dejaban paso al “circulo de la felicidad” en el que el con- sumo y la producci6n se alimentaban mutuamente. La politica salarial de Perén, con su doble objetivo de garantizar el pleno empleo y redistribuir el ingreso hacia los sectores populares, fue uno de los elementos centrales de su politica econémica hasta 1949. La mayor equidad también se vio favorecida por algunos cambios impositivos. El impuesto al ingreso, creado al comenzar la década del 30, fue redisefiado repetidas veces de manera de hacerlo mas progresivo. Se creé ademéas un gravamen a los beneficios de las empresas, lo que también contribuyé a mejorar la distribucién del ingreso. Con la sancién de un impuesto sobre “exceso de beneficios” y otro sobre ganancias de capital, también se inten- té cargar a las empresas y a las personas de altos ingresos con una parte mayor del peso de los gastos publicos. Para la hacienda publica, todas estas medidas impositivas tuvieron una importancia menor al lado de los recursos obtenidos por la ampliacién de la seguridad social. El sistema previsional argentino habfa comenzado a funcionar, de manera todavia muy limitada, en 1904, con la creacién de una caja para empleados ptiblicos. Poco a poco se fue extendiendo la ga- ma de actividades cubiertas por la seguridad social: en 1915 se creé la ca- ja para los trabajadores ferroviarios, en 1921 para los de otros servicios publicos, en 1923 para los bancarios y en 1939 para los periodistas y ma- rineros. Pero fue recién a partir de la asuncién de Perén en la Secretaria de Trabajo y Previsién que las cajas adquirieron un impulso decisivo. En 1944 se organiz6 el sistema de previsiGn para los empleados de comercio, y los obreros industriales tuvieron el suyo en 1946. Durante los primeros aiios de vida del régimen jubilatorio, que fueron los afios del peronismo en el poder, hubo un enorme superavit por este concepto, ya que la propor- cién de beneficiarios sobre contribuyentes era infima. Asi, en cada uno de los afios finales de la década del 40 el gobierno obtenia alrededor de un 4% del producto bruto del flamante sistema de seguridad social, fraccién que fue decayendo con el correr de Jos afios a medida que aumentaba el ntimero de beneficiarios. . EI sistema impositivo y previsional fue un factor importante, pero no el decisivo, en el esquema distribucionista del peronismo. El elemento cru- cial era la generosa politica salarial. Pero si los aumentos salariales mejo- raron la situacién de los trabajadores, ,quién pagé esa bonanza? Una hipé- tesis debe descartarse de plano: no fueron los empresarios industriales, favorecidos por un gobierno que hizo del desarrollo manufacturero una de sus mas apreciadas banderas. ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 185 UNA NACION ECONOMICAMENTE LIBRE: ELIMPULSO INDUSTRIALISTA La pomposa declaracién de la Independencia Econémica, proclamada en Tucumén el 9 de julio de 1947, y la incorporaci6n en la Constitucién Justicialista de fuertes restricciones a las inversiones externas fueron tan s6lo los signos superficiales de la decidida marcha de la economia nacio- nal hacia una mayor autarquia. El gobierno peronista actué vigorosa y de- liberadamente en favor de la industria sustitutiva de importaciones. No fue el nacionalismo el tinico argumento en pro de Ja industrializacién. Perén vefa en el crecimiento industrial la posibilidad de mantener un alto nivel de empleo y de consumo. Seguin sus propias palabras en ocasién del lan- zamiento del Primer Plan Quinquenal: Debemos producir el doble; multiplicarlo por cuatro mediante una buena in- dustrializacién, es decir, enriqueciendo la produccién por la industria: distri- buir equitativamente esa riqueza y aumentar el estandar de vida de nuestras poblaciones hambrientas [...] y habremos solucionado con ello una de las cuestiones mas importantes: la estabilidad social." La industrializacién era vista también como una politica de desarro- lo para el largo plazo. Las recomendaciones de la mayorfa de los econo- mistas para los paises en desarrollo giraban siempre en torno al objetivo compartido de la industrializacién. En las Naciones Unidas, por ejemplo, la prédica industrialista estaba firmemente instalada. En el informe de 1945-47 se afirmaba: La otrora rigida distinci6n entre paises “industrializados” y paises producto- res de materias primas se est4 haciendo cada vez mas difusa [...] en el largo plazo estas tendencias, especialmente si son apoyadas por una accién deli- berada que promueva esquemas de desarrollo, pueden resultar mas impor- tantes que el actual predominio de tos Estados Unidos en Ia produccién mun- dial, lo que quizds era esperable inmediatamente después de un perfodo de guerra y devastacidn en el resto del mundo industrializado.!” Los medios elegidos por el gobierno para llevar a cabo este proyec- to fueron basicamente dos: la restriccién de las importaciones y la gene- rosa politica crediticia. Ya en 1944, el “Régimen para la proteccién y la promocién de la industria” habia mostrado la voluntad oficial de proteger la produccién de manufacturas de “interés nacional”. Se elevaban los 186 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO aranceles para las importaciones de los productos que competian con esas industrias, se reforzaban los permisos previos para la obtencién de cam- bio y se establecia un sistema de preferencias para la importacién de ma- terias primas y bienes de capital. Es posible que las restricciones a las im- portaciones via aumentos tarifarios haya tenido una importancia menor como politica protectiva. Mads relevante fue, sin dudas, el sistema de control de cambios, reforzado por la exigencia de permisos previos a ve- ces imposibles de conseguir. En cuanto al sistema de preferencias cam- biarias para la importacién de insumos y bienes de capital, tuvo alguna incidencia: comparado con los productores rurales, por ejemplo, los in- dustriales podian acceder a maquinarias importadas en condiciones mas favorables. Pero tan decisiva como la protecci6n a través de barreras arancela- rias y cambiarias fue la politica de crédito industrial, que se canaliz6 a través de dos bancos oficiales. El Banco Industrial, fundado en 1944, inicié sus actividades con una capacidad prestable equivalente a seis ve- ces el volumen negociado en la Bolsa de Buenos Aires. Con los afios, ese poder crediticio se harfa todavia mayor. El Banco Central, por su parte, fue nacionalizado en 1946 junto al sistema bancario, lo que le per- mitid al gobierno manejar el crédito a voluntad. Lo hizo con un sesgo marcadamente pro industrial. Asi es como, entre 1946 y 1948, la indus- tria se encontré con fondos abundantes a su disposicién, redimibles en plazos largos y con tasas de interés muy favorables. De hecho, muchas veces las tasas de interés reales fueron negativas, ya que la tasa de in- flaci6n super6 a las exiguas tasas nominales. Se estima que los créditos tomados por el sector industrial pasaron de un 2,6% del producto bruto en 1944 a 4,4% en 1948, y continuaron su ascenso en los afios siguien- tes luego de una pausa en 1949, También contribuy6 algo a la industrializacion la politica fiscal del peronismo. Las compras del estado, derivadas entre otras cosas del aumen- to del gasto en defensa, generaron demanda adicional por los productos in- dustriales. Adems, se invirtié bastante en la instruccién para la industria, siguiendo los consejos ya centenarios de Juan Bautista Alberdi de evitar una formacién demasiado enciclopedista. La desafortunada formula “Al- pargatas si, libros no” fue al mismo tiempo un simbolo y una caricatura del cambio en las prioridades. El Instituto Superior de la Escuela Otto Krause entrendé a muchos de los futuros industriales, y en el mismo sentido apun- 16 la expansién de las escuelas técnicas. Ademas, aument6 fuertemente el ntimero de graduados en carreras que habilitaban para trabajar en el sector industrial. ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 187 EDUCACION PARA LA INDUSTRIA Graduados en carreras relacionadas con la industria (1936-40=100) Ingenieria Matematica, biologia, Farmacia quimica y fisica y bioquimica 1936-40 100,0 100,0 100,0 1941-45 171,6 165,1 274,5 1946-50 257.6 231,3 891,5 Fuente: Schwartz (1967). Los juicios sobre los resultados de la industrializacidn peronista, to- davia incipiente en 1949, son variados. La tasa de crecimiento industrial en la época ha sido motivo de disputa. Dependiendo de la fuente de datos que se utilice, la tasa anual de crecimiento del producto industrial puede haber sido 3,4% 0 7,5%. La discrepancia no es menor, lo que contamina cualquier evaluacién sobre la performance industrial en ese periodo. Juz- gada con la vara de las esperanzas iniciales y ~sobre todo~ de las frustra- ciones posteriores, pueden encontrarse varios defectos en el desarrollo manufacturero de Ja primera época del peronismo. Entre ellos deben men- cionarse las limitaciones de escala impuestas por el reducido mercado in- terno, las consecuencias del rechazo inicial al capital extranjero, la ausen- cia de un énfasis en la productividad o la atin escasa sustitucién de importaciones en ramas bdsicas. En su momento, sin embargo, no falta- ron elogios hacia la estrategia de industrializacién de los primeros ajios del gobierno de Perén. Un miembro del Parlamento britanico, por ejem- plo, dejaba entrever su admiracién y, por qué no, su recelo, cuando afir- maba en 1949: El presidente Perén y el sefior Miranda no son tontos. Si lo que resultaria peor para ellos finalmente ocurre, y el mundo deja de estar hambriento, habrén conseguido, al menos, financiar su Plan Quinquenal, y habran avanzado bas- tante hacia la autosuficiencia, siguiendo el modelo alemén.7 188 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO La observacidn del parlamentario inglés daba una de las claves de la industrializacién peronista, que estaba sostenida sobre una transferencia intersectorial de ingresos que a su vez era posible por la particular coyun- tura internacional, excepcionalmente favorable para la Argentina. Los al- tos precios mundiales de los productos rurales estaban siendo aprovecha- dos por el gobierno para financiar sus politicas expansivas. EN EL CAMPO, LAS ESPINAS Desde que, en el ultimo cuarto del siglo XIX, la economia argentina se habfa consagrado a la produccién agropecuaria destinada en su mayoria a los mercados externos, las variaciones en los precios de los productos ru- rales habian determinado en gran medida la situacién general del pats. La marcada inestabilidad de la economia se debfa bastante a la brusquedad de las fluctuaciones en esos precios. Perén tuvo la suerte de asumir la presi- dencia con los términos de intercambio mds altos de todo el siglo: ANOS AFORTUNADOS Términos de intercambio externos (1960=100) 1920/9 1930/9 1940/3 1944 1945 1946 1947 1948 1949 Términos de . intercambio externos 87,1 997 1137 1059 94,8 1458 147.2 151 1341 Fuente: apéndice estadistico. En los primeros afios de la década del 30, el sector agropecuario habia sufrido las consecuencias de unos términos de intercambio inusualmente ba- jos. El gobierno conservador del general Justo, en cuyo gabinete se contaban cinco miembros de la Sociedad Rural Argentina, intent6 ayudar a los pro- ductores agricolas y ganaderos. Estos tiltimos se vieron favorecidos por la firma del tratado Roca-Runciman, que garantizaba una proporcién del met- cado inglés a la carne argentina; para ayudar a los agricultores, en tanto, se instauré la Junta Nacional de Granos, con la misién de asegurar un precio minimo a los cereales, comprar los excedentes y venderlos a pérdida en el ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 189 mercado internacional. Durante el gobierno de Peron, la influencia del go- biemo sobre los precios agricolas se intensificd, pero con signo cambiado. El Instituto Argentino para la Promocién del Intereambio (LAPI) monopoli- 2, desde principios de 1946, la comercializacion de los cereales y oleagino- ; sas. Entre 1946 y 1949, compré las cosechas a los agricultores para vender- las internamente y en el exterior, obteniendo un margen muy amplio gracias alos favorables términos de intercambio externos. Habia dos motivos muy concretos para esta politica discriminatoria ha- cia el sector rural. En primer lugar, las ganancias del IAPI sirvieron para sos- tener el aumento en el gasto publico. Ademis, la intervencidn del [API desli- g6 parcialmente Ia evolucién de los precios internos de los alimentos del crecimiento de los mismos que se estaba verificando en el mercado interna- cional. Este fenémeno se refleja en las estimaciones sobre la participacién de las actividades agropecuarias en el producto bruto total argentino, que es mu- cho menor cuando se Ja valtia a los precios internos (influidos por politicas co- mo las del JAPI) que cuando se calcula tomando los precios internacional LA DISCRIMINACION AL CAMPO (Base 1925-1929=100) Participacion del sector rural , Participacion del sector rural si los a precios corrientes precios internos hubiesen seguido (% del PBI) a los internacionales (% del PBI) 1925-29 33 33 1935-39 26 28 1947-49 16 32 Fuente: Diaz Alejandro (1975). De no haberse esterilizado el aumento internacional de los precios de os alimentos, una de dos cosas habrfa ocurrido: o bien los salarios reales ha- brian mermado por el encarecimiento de algunos productos basicos de la ca- nasta familiar, 0 bien, en el caso de compensar ese aumento con nuevos in- crementos en los salarios nominales, se habria visto afectada la rentabilidad industrial. A través de Ja politica del LAPI, el gobierno peronista cerraba un tridngulo de redistribucién sectorial de ingresos coherente con la conforma- cién de su apoyo politico. En este triéngulo redistributivo, los vértices eran el sector rural, el sector urbano y el propio estado. El crecimiento salarial fo- 190 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO mentado por el gobierno era compensado en el sector industrial con una li- beral politica crediticia y el estancamiento de los precios de los alimentos. A su vez, el gobierno financiaba parcialmente la expansién del gasto y empleo ptiblicos con el margen que obtenfa el IAPI gracias a unas inmejorables con- diciones internacionales. El mantenimiento de este delicado equilibrio de- pendfa de que esa especial situacién se prolongara. Pero, en su momento, la sensacién predominante era que el peronismo por fin habia logrado conciliar la expansién econdmica con la justicia social, algo que tenia pocos prece- dentes en el mundo y ninguno en la Argentina. | La presi6n al sector agricola era reconocida, pero justificada, por el gobierno. Asi, Antonio Cafiero concedia: -.- los planes de industrializacién y desarrollo econdmico previstos en el Primer Plan Quinquenal de Gobierno hicieron necesario que ese mejoramiento transi- torio de la capacidad adquisitiva internacional de nuestros cereales y productos ganaderos, se aprovechara en la consolidacién de otras actividades econdmicas fundamentales que, a su vez, habrian de constituirse en una inestimable fuente de demanda permanente para la propia produccién primaria, cuando cedieran los estimulos transitoriamente presentes en el mercado internacional.4 Habia otras razones, de importancia menor, con las que se defendfa la politica del IAPI. El comercio de posguerra era bilateral en todo el mun- do. No habia, en realidad, un precio internacional al que atenerse en las ventas al exterior. Al contrario, las condiciones de las transacciones sur- gian de las negociaciones entre las partes. Una agencia tinica de comercia- lizacién, como era el IAPI, era capaz de obtener mejores precios que los que se habrian conseguido con el poder de negociacién mas disperso. Ade- mas, la situacién de posguerra obligaba a vender a crédito, y el IAPI, sien- do estatal, podfa soportar mayores riesgos y plazos. Por tiltimo, el produc- tor agricola estaba menos expuesto a fluctuaciones violentas en los precios de sus productos. Estas consideraciones eran poco convincentes para los propietarios rurales, mucho menos cuando otras politicas tampoco les eran favora- bles. Los aumentos salariales en la industria habjan repercutido en los costos de los productores, que debian aumentar los salarios de los peo- nes para evitar su emigracidn hacia las ciudades. El Estatuto del Peén, ademas, habia extendido algunos beneficios sociales a los trabajadores del campo, lo que también impactaba sobre la rentabilidad rural. La agri- cultura, més golpeada que la ganaderfa por el encarecimiento de la ma- no de obra, sufrié especialmente con el cambio en la reglas de propiedad rural. El sistema de arrendamiento utilizado hasta entonces entré en cri- ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 191 sis. Se dio al arrendatario el derecho a renovar su contrato a los mismos valores que en el perfodo anterior, lo que perjudicaba al duefio de Ja tie- tra debido a la erosi6n inflacionaria. El terrateniente perdi el incentivo para arrendar sus campos, y este tipo de contratos disminuy6 sensible- mente a partir de la posguerra. La sujeci6n de la importacién de maqui- naria agricola al tipo de cambio no preferencial completaba la baterfa de politicas adversas al sector rural. Para muchos, la drastica cafda del 4rea sembrada con los cultivos mas importantes fue una de las consecuencias de esas politicas. EL DESCENSO DE LOS CULTIVOS TRADICIONALES Area sembrada con los principales cultivos, en miles de hectareas 2S @ e @ @ ®@ e e eo o 8 é 2 8 & z & & s & $ g = & S g g g z gS S 5 x a = PS s 5 3 & é = 8 & B a & s & 6 Fuente: Vilaruel (1988). Pero no hubo una crisis rural como Ia que sugiere esta tendencia del 4rea sembrada con los principales productos agrarios. Hubo, como contra- partida, una intensa sustitucién de cultivos en la pampa hiimeda. Crecié la importancia de semillas nuevas, como el girasol, el mani y la cebada. La caida en Ja produccién de los cultivos tradicionales (maiz, trigo, lino y ave- na), de alrededor de 39%, fue parcialmente compensada por un aumento de 75% de las nuevas variedades. La paulatina normalizacién de las im- 192 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO portaciones de bienes de capital, incluyendo la maquinaria agraria, ayudé a que la caida en la produccién no fuera mayor. Ademis, la producci6n pe cuaria avanz6 sobre tierras antes dedicadas a la agricultura, reasignacién que ya habia ocurrido, a veces en sentido inverso, en otras épocas. Dentro del esquema econémico peronista, el campo tenia el importan- | tisimo rol de proveer las divisas necesarias para la importacién de insumos y maquinarias que la industria local atin no producia. Quizas ésa fue la causa de la timidez de los cambios en el régimen de tierras Ievados ade- lante por el peronismo. Muchos dirigentes dentro del partido no se conten- taban con el congelamiento de los arrendamientos, y proponéan una refor- ma agraria para acabar con la gran propiedad rural. Pero el gobierno no quiso arriesgarse a complicar una situacién de pagos internacionales que habfa comenzado a deteriorarse. LAS COMPLICADAS CUENTAS EXTERNAS La posicién comercial argentina al finalizar la Segunda Guerra Mun- dial no era cémoda, a pesar de los superdvits comerciales que venfan acu- mulandose. En realidad, el problema era el excesivo superdvit, ya que no se trataba de un fendmeno derivado de una gran performance exportadora, sino de las dificultades para conseguir importaciones. Asf es como, apenas acabada la guerra, el problema exterior era opuesto al que habfa imperado durante la Gran Depresién. La cuestion no era tanto asegurar mercados en el exterior para las exportaciones argentinas como conseguir las importa- ciones necesarias con las divisas provistas por las ventas externas. Ya no se trataba de “comprar a quien nos compra” sino, mas bien, de “vender a quien nos vende”. Deciéa Perén: .-. wopezamos permanentemente con la prohibicién de exportar de los paises a quienes nosotros estamos proveyendo de alimentacién. Por eso ha sido ne- cesario, frente a la situacién de que todos los barcos Ileguen vacfos porque los gobiernos de esos paises no permiten la exportacion a la Argentina, que establezcamos que barco que Ilegue vacio se ird también vacfo.22 El embajador brasileiio en Ja Argentina resaltaba esta preocupacién de Peron: Cada vez que le pedia trigo al general Perén, me exigia caucho a cambio. “Queremos hierro y acero” decfa, casi gritando, Perén, “y eso vale para cual- 23 quiera que desee granos y carne argentinos”. ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 193 » La manifestacién més clara de este problema era el bloqueo de libras nel Banco de Inglaterra. Las libras que se habfan conseguido con las ex- portaciones durante la guerra sdlo podian utilizarse para importar desde paises del “Area de Ja libra”. Asi es que puede hablarse, hasta el aiio 1946, del “problema” del superdvit comercial. Problemas similares obligaron a firmar acuerdos con varios paises, ademas de Inglaterra. En un mundo de controles cambiarios, el comercio se habia vuelto bilateral, poco mds que wn trueque: las compras y ventas debian equilibrarse no ya con el conjun- to de los socios comerciales, sino con cada uno tomado individualmente. La Argentina se adecuaba a lo que imponian las circunstancias, tal como lo describfa el Banco Central: Una situacidn de tal naturaleza nos constrifie forzosamente a encauzar, en es- tos momentos, las importaciones desde aquellos paises que adquieren los pro- ductos argentinos, pues s6lo en esta forma lograremos abastecernos de bienes, sin afectar nuestras disponibilidades de oro y divisas. En este sentido, debe aceptarse que la estructura basica de nuestro intercambio y la inconvertibilidad actual de las divisas que recibimos en pago de nuestra produccién exportable, nos llevan necesariamente a tratar de utilizar al m4ximo las posibilidades que encierra la negociacién comercial bilateral, sin dejar de reconocer que, con es- ta politica, el pais no puede alcanzar todos los beneficios que recogerfa con la restauraci6n del multilateralismo en el comercio internacional.4 Los primeros afios de la posguerra trajeron novedades al comercio ex- terior argentino. El precio promedio de las exportaciones crecié un 208% entre 1945 y 1948, mientras las compras al exterior se normalizaban des- pués del perfodo bélico, ademas de aumentar su precio alrededor de 30%. El comercio exterior argentino recuper6 asi parte de su vigor de preguerra. Pero las variaciones en los precios no podian esconder un hecho decepcio- nante: el volumen exportado en 1946 era menor al de 1935, que a su vez habfa sido inferior al de los mejores afios de la década del 20. La tenden- cia descendente de las exportaciones argentinas era en parte el resultado de condiciones externas menos favorables que las vigentes antes de la crisis del °30. La reduccién en el coeficiente de importaciones britanico, por ejemplo, impedia colocar demasiadas exportaciones en ese mercado. Pero, bajo esas mismas condiciones, paises similares a la Argentina pudieron au- mentar 0 al menos mantener el volumen de sus ventas externas. Australia, por ejemplo, exportaba a principios de los afios 50 mas que a fines de los afios 20, a pesar de las dificultades en los mercados para sus productos. 194 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO Parece claro, entonces, que en la mediocre evolucién exportadora de la Argentina las politicas internas —que no estimularon la produccién rural pero si su consumo- fueron determinantes. En el disefio de estas politicas influy6 el escepticismo del gobierno respecto a la posibilidad de una recu- peracién del comercio mundial. En 1946, ya se habian cumplido més de quince afios de decadencia en los mercados internacionales, y el gobierno peronista apost6 mas a una Tercera Guerra Mundial y a un debilitamiento todavia mayor del intercambio entre naciones que a la impresionante resu- rrecci6n que finalmente tuvo lugar. Este pesimismo acerca de las posi dades de desarrollo que el comercio mundial brindaba a los paises produc- tores de materias primas tendrfa su mayor expresi6n intelectual en las ideas del economista argentino Rail Prebisch. El hecho de que el creci- miento del ingreso per capita provocara aumentos en el consumo de bie- nes industriales, antes que de bienes agropecuarios, hacfa inevitable que los paises productores de alimentos sufrieran una cafda secular de sus té- minos de intercambio externos. De acuerdo con este argumento, la favora- ble situacién de los precios de exportaci6n argentinos en Ja inmediata pos- guerra no podia ser vista sino como un hecho absolutamente excepcional y acaso irrepetible, con el que no se podia contar en el futuro. Lo cierto es que esas circunstancias fortuitas hicieron que la balanza comercial argentina tuviera, entre 1945 y 1948, un signo positivo. UN BALANCE POSITIVO Exportaciones e importaciones argentinas (millones de dolares corrientes) Afio Exportaciones Importaciones 1945 719 289,6 1946 1.003,6 503,7 1947 1.587,4 1.3198 1948 1.604,2 1.5678 Fuente: apéndice estadistico. Las importaciones se recuperaron répidamente de su deprimido ni- vel durante la guerra, empujadas por la fuerte demanda interna. Ademés, hubo un cambio en su composicién. El aumento en la demanda por bie- ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 195 nes de consumo era satisfecho con produccién doméstica, pero ésta sitaba cada vez mas insumos y bienes de capital. Estos rubros pas tepresentar alrededor de 90% de las importaciones totales. El creciente nivel de importaciones comenz6 a ser visto con preocupacién cuando amenazé con cambiar el signo de la balanza comercial argentina. En el caso de aparecer un déficit de comercio, éste no podria ser compensado con entradas de capitales, que estaban desalentadas por las politicas pe- tonistas y limitadas por las circunstancias internacionales. Asi, un signo de pregunta ensombrecia ef futuro de las cuentas externas argentinas ya en 1948, y al afio siguiente se transformaria en un verdadero problema. El desequilibrio exterior de 1949 coincidirfa con 1a aparicién de otro de los temas Hlamados a dominar el debate econdmico en las décadas si- guientes, la inflacién de precios. CREDITO Y DESCREDITO: NACE LA INFLACION Ya a partir de la Segunda Guerra Mundial la economia argentina empe- 2a mostrar sintomas inflacionarios. Eso no era extrafio ni demasiado preo- cupante. Lo mismo que a fines de la Primera Guerra Mundial, el cuantioso superdvit comercial se reflejaba en entradas de divisas que se convertian en moneda nacional, lo que a su vez alimentaba el aumento de precios. Duran- tecada uno de los afios entre 1941 y 1945, la base monetaria crecié mas de 15%, ui aumento elevado para lo que era Ja tradicién argentina desde prin- cipios de siglo. La resistencia de la sociedad argentina a las politicas infla- cionarias era bastante fuerte, quizds como reacci6n a la desagradable expe- tiencia de crisis en 1890. Cuando se fundé el Banco Central, en 1935, para reemplazar a una Caja de Conversion que ya no tenia razén de ser, la ban- cada socialista critics duramente el proyecto por considerar que abria la puerta al emisionismo y la inflacién. De manera idéntica, al conocer los contenidos del Plan Pinedo, los radicales se mostraron escépticos acerca del programa de créditos que contemplaba, denunciando también una amenaza inflacionaria. Pero no podia culparse al gobierno por la inflacién de los afios de guerra, ya que se trataba de un fenémeno puramente coyuntural que de- sapareceria con la paz. Eso era, al menos, lo que se creia. No fue asf. La Argentina mantuvo, a partir de la posguerra, una infla- cién consistentemente mas alta que la de los paises mas avanzados. A par- tir de fines de los afios 40 los caminos de Ja inflacién argentina y la nor- teamericana se separaron definitivamente, 0 al menos por varias décadas 196 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO CAMINOS DIVERGENTES inflacién argentina y estadounidense (% anual) 60.00 50.00 40.00 30.00 20.00 10.00 0.00 -10.00 -20.00 -30.00 -40.00 1915 1917 1919 1921 1923 1925 1927 1929 1931 1933 1935 1937 1939 1941 1943 1945 1947 1949 1951 1953 1955 1957, Estados Unidos Argentina Fuente: base de datos elaborada por Gerardo della Paolera y Javier Ortiz, y apéndi- ce estadistico, Recién iniciado el gobierno peronista, el régimen monetario y banca- rio argentino fue modificado profundamente. En marzo de 1946 fue nacio- nalizado el Banco Central, hasta entonces una sociedad mixta. Al mes si- guiente se decidié otra medida fundamental: la nacionalizacién de todo el sistema bancario. Esto significaba que los depdsitos pasaban a ser pasivos del Banco Central antes que de los propios bancos comerciales que los re- cibfan. Los bancos no eran mas que agentes receptores de depdsitos por cuenta del Banco Central, y desde luego no se les permitia prestarlos. Am- bas disposiciones tenfan como fundamento la idea de que el estado debfa reservarse para si mismo el monopolio de la emisién monetaria. Si bien los bancos no emiten directamente dinero, tienen un cierto control sobre la “creacién secundaria” de dinero a través de su politica de préstamos. Su- primiendo esa actividad se consegufa un manejo mas inmediato de la can- tidad de dinero. Pero seguramente haya tenido mas peso en esa decision el reconocimiento de que la politica monetaria podia servir para alcanzar y ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 197 mantener el pleno empleo. De hecho, el tradicional objetivo del Banco Central, consistente en “ajustar los agregados monetarios al volumen de Ios negocios”, fue reemplazado por los mas ambiciosos de promover, orientar y realizar la politica econémica adecuada para mantener un alto grado de actividad que procure el méximo empleo de los recursos hu- manos y materiales disponibles y la expansién ordenada de la economia, con vistas a que el crecimiento de la riqueza nacional permita elevar el nivel de vida de los habitantes de la Nacién.?5 Curiosamente, el sistema monetario inaugurado en 1946 tenfa algu- nos resabios de lo que habfan sido las propuestas monetarias considera- das mas ortodoxas. En circulos académicos, se identifica con el econo- mista Henry Simons la idea de reemplazar el sistema habitual de reserva fraccionaria por uno de reservas 100%, en el que los bancos estén impe- didos de prestar el dinero que reciben en forma de depdsitos. El fin bus- cado en ese caso es evitar el periodo de crisis bancaria al que esté expues- to todo sistema de encajes fraccionarios. A pesar de las apariencias, sin embargo, el modelo monetario elegido por el peronismo distaba mucho de tal propuesta. La diferencia estaba en la discrecional politica crediticia y de redescuentos del Banco Central. A través de los bancos comerciales, el Banco Central despleg6 la generosa politica de créditos que permitié ala industria financiar inversiones y, sobre todo, pagar salarios cada vez mas elevados. Estos créditos eran en realidad un sustancial subsidio, ya que las tasas de interés pagadas fueron menores, entre 1946 y 1948, que la ta- sa de inflacidn: UN SUBSIDIO ENCUBIERTO Tasa de interés nominal e inflacién (% anual) Tasa de inflacion Tasa de interés nominal (promedio mayorista) y Minorista 1946 5,5 20,4 1947 5,5 98 1948 65 15,6 1949 65 27,4 Fuente: Amaudo (1987). 198 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO Una parte de los créditos volvia al sistema bancario en forma de de- positos, que —medidos como porcentaje del producto bruto— aumentaron durante los primeros afios del peronismo. Sin embargo, el aumento en Jos créditos fue siempre mayor al crecimiento de los depésitos, y eso no era ni més ni menos que una expansi6n del dinero circulante, siempre proclivea generar inflaci6n. Pero la teoria cuantitativa, segtin la cual los aumentos en la cantidad de dinero Hevan a la larga a aumentos en los precios, no con- taba con la adhesién de las autoridades econémicas argentinas. Predomi- naba, en cambio, una suerte de “teorfa cualitativa del dinero” segtin la cual las expansiones monetarias bien dirigidas generaban aumentos en el nivel de actividad econémica mas que en los precios. Alfredo Gémez Morales, quien a partir de 1949 seria el conductor de la politica econémica, soste- nia que a través de las politicas crediticias del Banco Central y del Banco Industrial se estaba manifestando una nueva concepcién del dinero. Antes del peronismo, decia G6mez Morales, el dinero era considerado como un producto cualquiera, que se vendia al mejor postor, ya que los bancos in- tentaban sacar el mayor interés posible de sus préstamos; a partir de la na- cionalizacién del sistema bancario, el dinero habia pasado a ser un bien pi- blico que se concedia de acuerdo con las necesidades de la sociedad en general. Esa filosofia fue el fundamento de la répida expansién monetaria. Antonio Cafiero la exponfa a su modo: . el Banco Central [...] estaba en condiciones de dotar de elastica fluidez a los medios de pago en circulacién y a secundar de una manera harto efectiva los planes de desarrollo. Esta emisién cuantitativa y cualitativa de moneda ban- caria se convirtié asi en un poderoso instrumento de regulacidn monetaria.” Ala expansi6n crediticia provocada por Ja ayuda a la industria siguié la que recibia el estado nacional para cubrir su creciente déficit presupues- tario. Se iniciaba asf una practica que sobreviviria durante afios, y que li- gaba intimamente a la inflacién con el déficit fiscal. Durante los primeros afios del peronismo, ese financiamiento no fue tan grande; porque el go- bierno tuvo otras maneras de cubrir sus gastos. Hubo en esos primeros tiempos dos fuentes extraordinarias de recursos: las ganancias del [API y el superdvit del recién nacido sistema de seguridad social. Ambas eran transitorias. En cuanto los precios internacionales de los productos agra- rios bajaran a un nivel “normal”, y a medida que comenzaran a jubilarse trabajadores afiliados a las nuevas cajas de previsién, esas fuentes se ago- tarfan, lo que acabaria por avivar la inflacidn. ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 199 ¢Cémo reaccioné la sociedad a las inéditas condiciones inflaciona- tias? Lo esperable, de acuerdo tanto a las teorfas econémicas como a la ex- periencia de los paises de alta inflacién, habria sido un creciente rechazo del piblico por el dinero. Cuanto mas alta es la inflacién, mds poder de compra estd perdiendo quien mantiene billetes en su bolsillo y més rapido se va a desprender de ellos. Algo sorprendentemente, durante el primer trienio peronista ocurrié al revés. La cantidad de dinero circulante medida en términos reales aumenté en lugar de disminuir. Estaba operando lo que los economistas Ilaman “ilusién monetaria”: la gente no sentia la necesi- dad de desprenderse de Jas crecientes cantidades de dinero que recibia por- que no sentia que ese dinero estuviera perdiendo valor. ;Cémo iba a pen- sar tal cosa, si la tinica manera que concebia de medir el valor del dinero era la cantidad de pesos moneda nacional impresa en el billete? Todavia faltaba algtin tiempo para que los argentinos se acostumbrasen a distinguir entre cantidades nominales y cantidades reales, y a usar otras monedas co- mo unidades de referencia. Inflacién incipiente, signos de debilidad externa: aunque todavia no fuera obvio, allf estaban los sintomas de que el impulso expansivo y distri- bucionista se habfa llevado a un extremo peligroso. La bonanza de los tér- minos de intercambio, la abundancia de recursos fiscales provenientes de la seguridad social, de la propia expansién econémica y de la apropiacién pt- blica de la prosperidad exportadora, el incremento de los salarios en propor- cién mayor al de la productividad, la cdpacidad para expandir el crédito sin provocar inflacién; nada de ello duraria para siempre. Si tendrian mas vida los instrumentos de politica econémica que aceitaron la combinacién feliz de los primeros afios del peronismo, como la intervencién publica en el co- mercio exterior, la protecci6n arancelaria y cambiaria, los estimulos mone- tarios y crediticios, las politicas de ingresos. Perén los habia usado en favor de la estrategia audaz y hasta inconsistente con la que amalgam6 su base politica, aprovechando para ello las instituciones que con objetivos mas moderados habian legado los gobiernos de los afios 30: el Banco Central, los controles de cambio, los organismos reguladores del comercio de agroexportacién. Poco a poco, el propio gobierno peronista irfa ensayando respuestas a las fragilidades e interrogantes que asomaban en el horizonte. Pero esas reacciones deberian transitar por un equilibrio nada facil, siendo que ya no podia desandarse —salvo con un alto costo politico- el camino ha- cia la equidad emprendido en los dulces tiempos de Miranda.

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