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| Leticia Reina y Elisa Servin (Coordinadoras) Crisis, REFORMA y REVOLUCION Mexico: HISTORIAS DE FIN DE SIGLO taurus {ACONACULTA - INAH @ Pann esa date opens dee tion chiens en la pws de Independence, vase Ec Yan Young ‘Xgarin eelion tnd defense of community Meaning and collective olen inte Clonal andindgpendenc-ers Mexico, Journal of Soci istry, vl XXL 1958, pp. 2509 eee EL JANO BIFRONTE: LOS PUEBLOS Y LOS ORIGENES DEL LIBERALISMO EN MEXICO, Antonio Annino* {Uno de los principios basicos del liberalismo fue siempre el de la ciudadania, es decir, una nueva idea de pertenencia a una identidad colectiva comin (la nacién) junto a derechos “ni- vversales" como la propiedad, la jgualdacl ante la ley, la seguri- dad y el suffagio, entre otros. Estos principios entraron tempranamente en México, durante la época de Cadiz, sin em- bargo sus rumbos fueron condicionadas desde el primer mo- mento por un uso muy peculiar. EI hecho se debi6 al protagonismo de los pueblos, ala crisis del imperio espaol y a lo que podriamos definir como una “brecha” que las prime= ras constituciones, empezando por la gaditana, defaron abiena Yy que las comunidades locales supieron aprovechar hasta lo- _grir monopolizar los requisitos para dlfinir quién era ciudada- Ro y quien no. Este proceso nos revela una paradoja del liberalismo mexicano: desde el primer momento la difusion de Ja ciudadanfa modema consolidé las sociedades locales mas que las centrales,restando legitimidad a los nuevos gobiemnos. BB desliz de la ciudadania hacia las comunidades terri- toriales no fue una *herencia colonial” directa sino que se ‘gest6 en el corto periodo de su crisis, precisamente por efec- to de la aplicacién en Nueva Espafia de la Constitucién de Cadiz en 1812, Es también ciento que si miramos el mundo de las comunidades, las evidencias muestran que los pue- bios conservaron su memoria y sus costumbres en un esfuer- Zo constante para reproducir sus identidades frente a los ‘nuevos desafios. Un dato sin embargo insuficiente, Las in- 7 aroNto NINO sestgaclones de os tikimos vente aos nos han mosrado aged meta as empresas de syperivenci clectva de or see Mos mesonmericanos fueron posible desde la con do eeprelas ntercambio cultrales,poltcas de fa me= toria y 2 un complejo tejido de estrategias materiales € “\inmateriales que cambiaron las traumatizadas identidades Hamas! al mismo tempo que lograron constr una aoe aeat cultural en el contexto colonial. Después de la aafghor del mpero epafol lus emprests de uperivenca eprom con el objeto de conservar ls avtonomias en el sere las nuevas repablcas lineal, pero tuvieron que re eee nun desato mas radical a fgualdad jrtdica ¥ aos de onznizaci poifica, Un desafio que amend a Foutamente a le comunidades en cuanto sujetos soci: rae ttonesebistorices La historia de a ciudadanta liberal te Ganen ett estechamente vinulada a esa ota historia, co ea esc ccura y diel de estudiar por la fla y la i persion de las fuentes El desliz de Ja nueva ciudadania aegis a ce mi euanuora Eapana con mucha mis determinacin de lo seahca ra a ce aera cree Ee ee (210) 'L,AN0 mMOwTE: Los PUEMS Ys ORIEN DL URERALISHO MICO cion gaditana tenia asimetrias en su proyecto que facilitaron Ia estrategia de los pueblos. Quiaas la mis evidente fue la asimetrfa entre a idea de soberania y la de teritorio, La prie mera fue concebida a la francesa, es decir abstracta, tnica, hhomologante, sin ninguna concesién a la tradicion historica de un imperio que, afin de cuentas, siempre fue una federa- ‘ion de reinos bajo un mismo monarca y por tanto con una fonisima tradicion de autonomias territorales. La segunda en cambio, fue diferente de la que se formaliz6 definitiva- ‘mente con la Revolucion de 1789. La idea gaditana de territo- rio expresada en la Constitucién no tuvo nada de geoméitica como en Francia (departamentos, cantones, etcétera). El de- talle es solo aparentemente secundario. Un proyecto de teeri- torio la francesa presuponia una idea “racional® de c6mo se >] ddebia construir la nueva representacién politica y en particu lar, apuntaba a la fuerza potencial de los ntimeros para conso- lidarel nexo entre ciudadania y soberania:requistos numésicos | seguros para medirla diferencia entre ciudadano activo y pasi- vo, entre votamtesy elecos, ene ciudadanos y no ciudadanes, entre votantesy electores de segundo grado, etcéers. Cada una de estas estrategias numéricas presuponia la capacidad del Esta- do para controlar informacién acerca de las sociedades locales, | un recurso que el Estado francés ya tenia antes de la Revolu- | cion y que por cierto potenci 2 lo largo del siglo sax para [E lograr la nacionalizacién plena de la ciudadanta = El imperio espanol nunca tuvo esta capacidad a pesar del intento tario del final del siglo xv, cuando por primera ver fue levantado un censo en América, Fue un esfucr2o no sélo tardio sino que en lo bisico no se ale de las pricticas de informacion del pasado: cada dato fue negociado entre los funcionarios y las jearquias locales, tanto indigenas como ecle- sisticas. Cualquier intento esata de calculardirectamente las medidas demograficas de un terstorio y de una comunidad local se hubiera considerado un atentado a la libertad colecti- vva. En Europa esta frontera social y cultural fae superada, es Gert, pero el hecho se debié a las guerras continuas que a lo ai axToMO NINO largo de tres siglos, desde el xu hasta el xm, debilitaron po- tentemente las autonomias de las comunidades campesinas fremte al Estado absoluto. Ast que el México de los pueblos nos muestra, en 10s albores del liberalismo, qué tan crucial podia sec medirla poblacion para cualquier proyecto moder- verde cantar hs rdncones ene xd y socked. el nicion de ciudadania en Cédiz expreso muy bien esta tencrucijada, Ni la fiscalidad, ni la propiedad identificaron al ‘nuevo ciudadano, ni tampoco se adopt6 la distincién entre CGudadania activa y pasiva. La abstracciOn a la francesa, tan ppotente cuando se reivindie6 una soberanfa igual y por enci- tna de todos los sibditos, se rindi6 a la fuerza del territorio y 1m de las culturas locales: el ciudadano de Cidiz y luego de la Repiiblica Mexicana fue el vecino, €l antiguo babitante de ls cidades ibéricas y americanas. Sin duda, esta figura antes de 1812, tenia algo en. comén con el bourgeois francés premsevo- lucionario y con el houscholderinglés de la época taigh. Sin embargo, en 1812, cuando la primera ciudadania liberal se Vincula a la vecindad de la tradiciOn hispanica, las técnicas juridicas de identficacion quedaron ausentes del texto const- tucional: ninguna edad, ninguna renta, quiz un sola Cafin- ado), seguramente tener familia, pero si, por encima de Gualquier otro requisto, gozar del respeto de la comunidad de [Lertenencia por tener un “modo hionesto de vive"! las consecuenctas de esta vinculaci6n entre antigua y nueva ciudadania fueron trascendentes para el fururo de México, porque al constitucionalizarse el tradicional princi- pio de notoriedad social (el “modo honesto de vivir"), Ciliz , transform la comunidad local en la fuente de los derechos. politicos. ¥ hubo mis: espectacularmente los constituyentes | extendieron la vecindad a los indigenas, Decision sin duda ex: traordinaria para la época, pero sin deuda alguna con el jacobinismo y con su vocacién universalista de la igualdad. Negros y castas quedaron excluidos de cualquier derecho, mientras que la entrada del indio en el mundo liberal no fue cuestionada en Cadiz ni por los serviles (como fueron llama [212) "LJANO ION: 105 FUERIOS ¥L0s OXI DEL UBERAASHO EY MEGCO dos los partidarios del absolutismo). La explicacién de esta Uunanimidad esta en el hecho de que la ruptura doctrinaria acerca del indio no se consumé en 1812 sino antes, durante los aftos de Carlos Il, cuando el jansenismo espanol socav6 cl esquema teol6gico de la escuela de Salamanca (siglo xv). El indigena de finales del siglo xan ya no era “miserable” en lo > spiritual sino en lo material. Los reformistas borbénicos vie- ron en la pobreza india un escollo para la produccion de la riqueza agricola. Asi que el indio americano logré el estatus, de ciudadano liberal porque fisibcratasy jansenists le habian | otorgado, los antes, el estatus dle Homo ceconomicus. Sin embargo, més alld del racionalismo ilustrado gadltano, la logica de la igualdad ciudadana otoygada al indigena no ‘dej6 de tener una carga potencialmente desestabilizante para 1 nuevo orden, Si también el indio era un vecino-ciudads-) no, entonces su comunidad y su terrtorio se transformaron | fen una fuente de derechos consttucionales, al igual que los. demas pueblos no indigenas. Empezamos asta vislumbrar el contomo de la brecha constitucional que las comunidades ‘mexicanas forzaron cuando la Constitucion cruz6 el Atlinti- co. Es el voto, principal atributo de la soberania, el que nos ayuda a medir el tamaiio originario de la brecha y luego su amplificacin en Nueva Espafia. Cadliz.no hizo distincién en- | tre ciudadano activo y pasivo ni introdujo la obligacién de | preparar antes de una eleccién la lista de los votantes. El poder de averiguar los requisitos de quiénes tenian derecho a votar por ser vecinos se volvi6 asi el momento estratégico | de los procesos electorales, porque al reconocer la vecindad | se otorgaba automiéticamente la ciudadania. En la construc: | ‘i6n de la nueva representacién politica, Ia carta gaditana abri6 definitivamente la brecha: las juntas electorales de la. pparroquia tuvieron el poder absoluto consttucional de averi- > guar los requisitos de los votantes-ciudadanos. Absoluto por / inapelable y por tanto fuera de la jursdiccion del Estado, No ‘acaso la circunscripcién electoral fue la parroquia, es decir, 1a institucion agregativa basica de las sociedades hispanicas. (213) {Como vincular esta ciudadania votante, tan Jejana del Estado central, ala idea abstracta de soberania, garante del uevo espiritu de igualdad de la nacién espanola? Para con- testar hay que analiza la forma del voto y su mecanismo, Los constituyentes gaditanos optaron por el voto indirecto, {que en aguel entonces se utlizaba en Francia y en Estados Unidos. Sin embargo, los niveles de voto gaditano fueron cexiragrdinariamente més numerosos que en los demas pak Ses. La carta espanola implant6 nada menos que custo. eles: los vecinos, los compromisarios de parroquia, 1os Geaores de partido y los de provincia. En Francia y en Estados Unidos, habia s6lo el nivel de los electores inter ‘medio sin distinci6n de requisitos, mientras que la Const tucién de Cadiz y la carta de la primera Repblica Mexicana ddibujaron una jerarquia de votantes y de votados: sila junta fparroguial estaba abierta a todos los vecinos, fueran © no Ifabetizados porque el voto era cantado, en las juntas de tido 0 de provincia se volaba en secreto, con situales Que presuponian la alfabetizacion de Jos votantes, ¥-pars set Glegido a Cortes se necesitaba una tenta. El aGmero y la fipologia de los electores a lo largo del proceso sugieren {que se-quiso implantar-una jerarquia de ciudadanias dife- rentes con el objetivo de neutralizar la fuerza de las com idades temitorales. No hay que olvidar que hasta 1857 en Mexico las comunidades y los pueblos conservaron sus per- sonalidades juridicas frente a los gobiernos. Lo que podria- mos definir como la “intensidad” de la ciudadania liberal, se constnuyé verticalmente a lo largo del proceso electoral, desde la parroquia hasta la cumbre dela provincia, donde se ‘consimaba el acto ms importante: Ia delegacion de la sobe- ania’ la asamblea representativa de lanacién. Sin embargo, desta vertcalidad jerdrquica de iudadanias diferentes se con- trapuso lo que podsiamos llamar la ciudadania horizontal (det vecino-comunero, cuya pertenencia ala nacion era sin (Shah deb rent amu penenencia a pueblo, qe sigue \,. existiendo en cuanto entidad autonoma y corporativa. (214) LJANO INONTE: 10 PUERIOS Y LOS ONGENES DBL UBERALSMO BW MESGCO Esta brecha potencial no fue percibida por el constitu- \, yente de Cadiz ni por el mexicano de 1824. En la l6gica del > ‘constitucionalismo de la €poca, la asimetrfa entre soberania y temitorio tendria que ser minimizada por una frontera que nunca resisti6 al impacto de la sociedad mexicana a lo largo del siglo anc la diferencia entre el voto politico y el voto administrative lo Tas elecciones para las Cortes y por los ayuntamientos. luego para los congresos federales dean ser politics, las de los ayuntamientos tenian un caricter administativo, en el sen- tido de que estos organismos locales tenfan supuestamente {que ocuparse del “gobierno interior de los pueblos’ tal como la limpieza de las calles, las escuela, etoétera, y no tener en absoluto naturaleza politica. Sin embargo, esto no fue as. En [pocos ais, entre 1812-1814 y 1820-1823, la difusion masiva de los nuevos ayuntamientos constitucionales en las éreas mu rales, no sélo hizo evidente la brecha sino que la abrié a tal punto que ia nueva ciudadania qued6 monopolizada por es- fi siigoes ales ta cope peer ees ea feso, las autordades colonials eran antibeales, pero en \ tendieron muy bien que la cara gaditana pod jugar un Pe esemce a te cea e maeereea nee en el nuevo orden las antiguas aspiraciones autonomistas de pueblos, villas y ciudades. Ast que México vivi6 su primera experiencia liberal en la agonia de la Colonia, bajo el liderazgo_ del_Estado espafiol_y node las clites criolias. He aqui un / deslase cronolégico entre liberalismo ¢ Independencia que condicioné el camino hacia la nacién: la replica no pade- ‘6 la *herencia colonial’, no two que luchar para difundi el Consttucionaismo liberal en una sociedad cerca en sf misma alrededor de sus valores “antimodernos” El verdadero desafio ‘Peale nuevos gobiemos fue a herenca de la ctisis colonia, ‘ha necesidad (para gobernas) de quitar el control de la ciuda: ania liberal alos pueblos organizados alrededor de los mu- nicipios.constitucionales. desde antes de la Independencia. Como se dio concretamente este monopolio de las 6o- ‘munidades a lo largo de la crisis del Virreinato? La primera [ais Tonto ANNO explicaci6n la encontramos en el fracaso de la reforma judi- cial que se intent6 en la €poca gaditana. En el regimen colonial, el ejercicio de la justicia en el ambito local fue concentrado durante tres siglos en las manos de unos jueces, los alealdes mayores, y al final del siglo xv de los subdelegados y de los intendentes, cada uno de ellos administrando las asi dichas “cuatro causas”: militar, fiscal, civil y criminal, En 1812, Cadiz décret6 una reforma: los antiguos jueces se quedaban con las dos primeras, mientras que los nuevos jueces de paz iban ‘a administrar las segundas. Se trataba en la perspectiva libe- ral de implementar localmente el principio de la division de los poderes. Sin embargo, esta reforma no se concret6 por lt crisis politica y la falta de recursos. Al quitar las Cortes dos de las cuatro causas a los subdelegados, se cre6 un vacio jurisdiccional que fue llenado por los nuevos ayuntamientos, EI proceso fue trascendente: en pocos afios, una parte importantisima de las funciones del Estado pasaron a los ca- Dildos electivos rurales. Para tener una iclea de lo que paso, es suficiente recordar que antes de Cidiz, la Nueva Espafia tenia un centenar de cabildos. En 1821 casi mil y no hay que olvidar que en el nuevo régimen constitucional todos los abildos eran iguales. Y si miramos a la distribucion territo- rial de los nuevos ayuntamientos, vemos que su ntimero se incrementa en las areas indigenas: tan solo Oaxaca en 1821 tenia alrededor de doscientos. Muchas antiguas repdblicas de indios se transformaron en ayuntamientos. Quizis sea éste el dato mas interesante porque nos muestra con toda eviden- ia como un tipo de cultura local se apoderé de la ciudada- nia liberal. Cabe recordar que no todos los pueblos eran iguales entre si: a lo largo de tres siglos el terrtorio colonial se estructur6 con base en las relaciones entre pueblos-cabe- ceras y pueblos-sujetos, dependiendo esta jerarquia de mu- ‘chos factores, aunque es interesante resaltar que una cabecera india siempre fue un agente fiscal y de justicia. La implanta- ‘cin del principio de igualdad entre los nuevos ayuntamien- tos desencadené muchos conflictos entre un sinntimero de 1216) '.JANO HFRONTE: 105 FLBBLOS LOS ONGENES DL LNERALSHO BE cabeceras y sus sujetos. EI municipio proporcionaba venta- ‘como romper las relaciones tributatas y de servicios hae caciques y gobemadores de las cabeceras, Ia llegada del constitucionalismo liberal no dej6 a las comunidades en una actitudindiferente o pasiva, hubo una interaccion muy fuerte con la carta gaditana: por una parte ‘ambio el perfil del proyecto constitucional y por la otra, muchas jerarquias teritoriales se tansformaron radicalmen- te, La nueva ciudadania protagonizé muchos cambios en las sociedades locales, siguiendo patrones por cierto muy aje- nos al imaginario de los constituyentes, pero el hecho no Iturbide desde el primer momento reivindicé la facultad de intervenir personalmente en las labores de la Junta, al proponer y ha- cer aprobar las leyes con el argumento de que el Ejé Trigarante habia jurado sostener al gobierno, y que un acto, tal le conferia inclusive la facultad de modifica la Constitu- cion de Cadiz todavia vigente tras la Independencia 1a situacion que se cre6 con la instalacién del Congreso Constituyente fue ambigua. La asamblea tenia la tarea de re- dactar una carta constitucional, cuyos principios y régimen politico (monérquico) ya habian sido fijados por el Plan de Tguala legitimado porlos municipios. Al mismo tiempo, iturbide, j para ser reconocido como regente, tuvo que jurar respetat ka soberania del Congreso cuya legtimidad no clerivaba de las ‘elecciones sino del Plan de Iguala. El protector-regente siguid reivindicando el poder de iniciatva legislativa en contra de un ‘Congreso que habia ya reivindicado, al instalaese, la sobersnia ibsoluta". Las tensiones enire los dos cuernos del Pacto de Jguala, crcito_y municipios, levaron antes a la transforma > liberalismo sin perder su religiosidad wadicional. En Cidiz se desiruyeron muchos privilegios pero no se_ataco la clas (238) avo mow 1 PUEROS YL ORLGENES DL IBERALSO BN MERCO idea del jusnaturalismo catélico segéin la cual la sociedad. lun conjunto de “cuerpos naturales’ que no necesita Estado para existir. Quizs i n del Ter europe de la epoca no facia dtinclon ene cuerps y privegios, pero un liberal atl oma ao macy ener mp aban. \ dento de la seta poica pero los overpos no, ya que eran > parte de la sociedad “natural”, la misma que encontramos en los planes de los levantamientos. Tas ordenanzas de las Contes asf como las del Constitu- yente de 1824 no dejan cudas: la Constituciin tenia que ser juradi por los “euerpos” abopados, médicos, atesanos, uni- Versitarios, milicas, oficinas administrativas y por supuesto, los pueblos. ¥ asf se hizo a lo largo de la primera parte del siglo, Los relatos nos muestran que el juramento. mantuvo una forma absolutamente religiosa, én nada diferente del pasado: al centro del escenario el texto constitucional estuvo expuesto en una mesa con el erucfjo al lado un evangeli. Ningtin nuevo simbolo. Sin embargo, tampoco hay que sub- cestimarlos detalles, Un juramento en aquel entonces era una cosa muy seria porque involeraba las relaciones de poder y de pertenencia colectiva. Sus formas nos ayudan a entender ‘como se percibia y cOmo se imaginaban estos vinculos fun- ‘damentales. Por estas razones no hay dda de que la forma de juramento a la Consitucién no se alej6 de ls que existieron por tres siglo alo largo y acho de la Monarquia catlica, La. quedo en la esfera de, relaci6n entre nacién y Consti. fo sagrado catblico y no transit6 a la esfera de lo secular Esie aspecto se percibe mas claramente si miraihOs los ritos de la publicaci6n, que constituy6 el marco ceremonial de los juramentos. Los ritos no fueron absolutamente idénti- cos en todos los lugares, pero tuvieron mucho en comin. No ceabe duda, por ejemplo, que los pueblos adoptaron el mo- delo de las fiestas de los Santos patronos. Las publicaciones de las cartas fundamentales se celebraban a lo largo de tes dias de festejos, con procesiones de santos, tianguis (los merca- dos indigenas donde las comunidades intercambiaban los At (239) productos), epiques de campanas, cohetes, pelea de gallos ¥ desfiles varios. Ea fin, leyendo las cartas que los funciona- Fos locales o los mismos ayuntamientos enviaban a la auto- ridades para relatar el cumplimiento de las ordenanzas, encontramos ese mundo de devociones y de sociabi due los ilusirados Borbénicos habian tachado de “paganis- mo." Este resurgimiento o esta continuidad del imaginario religioso pucblerino, nos dice que elconstitucionalismo libe- ral fue sin duda alguna una gran novedad para las comuni- dades, pero no tanto como para romper el mundo de los valores que habian reproducido hasta entonces los vinculos GE las identidades colectivas con la vida cotidiana as mismas Cortes de Cid. vincularon la Constitucion con lo sagrado, no solo a través del juramento sino tambien ppor medio de Ia misa: un deereto ordené que el cura partoco de cada lugar iustrase con un sermén después del evangelio la “bondad” del *sabio codigo" y asi se hizo en todos los, pueblos, pero se aftadié algo mis: la procesion del texto, que fue el momento cumbre de su publicaciOn. Al terminat Ja misa, una copia del texto se llevaba en un baldaquin sobre | los hombros como si fuera el santisimo y recorra los basros, las iglesias y conventos. En la procesién, los vecinos-civdadanos seguian repartos en cuerpos: los eclessticos, el subdelegado ¥ los jfes de las milicias, Tos “vecinos respetabies’, el “cuerpo de los notables indigenas y después toda la vecindad agni- pada en sus cofradias, cada una con el estandarte de su santo patrono.” Por tanto no es difcl imaginar que los pueblos hayan percibido el consttucionalismo liberal como un cambio --que se insertaba en los cédigos de comunicacién simbslica locales. que porello no fompia con las culuras colectvas., Sin embargo, ya hemos sefalado que estas culturas eran muy sensibles a la justicia y a sus pricticas, y que, para las comunidades, las bases de la justcia se encontraban en una relacion contractualista con el rey. Hay que preguntarse aho- ra, en qué medida la continuidad de la dimensién religiosa, fortalecida por el desliz de la cludadania, perpetuo en la (240) LJANO mNOWTE: Ls PUERIOS Y LOS ORLGINIS DEL UBERALSHO EY NERICO Repiblica la misma vision contractualista entre pueblos y poder, 0 mejor dicho, entre pueblos y esta entidad tan abs- tracta y misteriosa que cra la nueva idea de nacién. Porque ¢s clerto que tenemos que esperar hasta el segundo liberalis- mo, el de la Reforma, para asistir en México al desarrollo masivo de las fiestas civicas que intentaron difundir valores secularizadores. A lo largo del primer liberalismo existié una ‘gran difusién de catecismos civicos, de folletos, de periédi- ‘cos, pero podemos dudar acerca del alcance de este mate- rial, de este idioma escrito hijo de la libertad de expresion, {que no se vinculé en forma sistemdtica con el idioma visual de los pueblos, hijo de otra y mis antigua libertad, la del barroco popular novohispano, Las mismas actitudes e idioma de las elites reforzaron ‘este lazo entre antiguas y nuevas libertades. Al fin y al cabo. cl texto fundador de la repdblica, es decir el Plan de la Cons- titucién Politica de la Nacién Mexicana, del 16 dle mayo de 1823, afirmé que el primer deber de los ciudadanos es “profe- sar la religién catélica, apost6lica, romana como la Gnica del Estado” y asi qued6 en los textos hasta 1857. Durante todo el primer liberalismo, fueron los mismos gobernantes, cual fuere ion politica o ideol6gica, quienes promovieron una_ ‘mezcla constante ene el campo politico y el religioso. Oi a ee cre6 sin cesar nuevas oportunidades para los gobiemnos, y sus adversarios, ce utilizar lo sagrado para santficar un poder siem- | pre frégil y poco seguro de su legitimidad. Regresamos por un momento al desliz de la cludacania, porque las formas de difusién del primer constitucionalismo ‘nos sefialan un dato significativo: la llegada del liberalismo a los pueblos no fue percibida como una ruptura, como si fue- @ una segunda conquista que acababa con las identidades colectivas. Los fundamentos comunitarios de la ciudadania y del voto, el control de los requisitos de acceso al ambito Politico, delegado por las constituciones a las comunidades, ‘estos capitulos de por si cruciales y que el sistema electoral an) * indirecto intent6 neutralizar sin mucho éxito, lograron una Tegiimidad propia y ajena al esprita de las mismas constitu- Giones, porque su diftsiGn dependi6 al fin y al cabo de los codigos temttorales y no esatales. Asi el problema histrico Ge las *dstancias” entre la norma y su actuacion existe pero no hay que dramatizario por dos razones: la primera es que fos pueblos fueron legalmente los agentes sociales del libe=_ tallamo, y Ia segunda es que el problema no tiene so mata envelconflcto entre una vision secularizada (a de las elites) y una no secularizada (la de los pueblos), sino en los dilee mas imesueltos del catoticismo novohispano, en las tensio- nes entre las diferentes maneras de concebir las relaciones: entre Estado y sociedad. Yin embargo, este universo catblico tan dividido entre sijustrados” y “barrocos" conserv6 una coacepcién de la so edad que vincul6 entre sa todas las posibles tensiones © onflictos, hciendo ain mas problematica la solucin de Tos dilemas, Esta concepci6n sigui6 la tayectoria del jusnatura- lismo catlico del siglo wn, tal como fue redefinido por ft gran escucla necescoléstica de Salamanca, ¥ que los jesuitas fexportaron y consolidaron en América durante el siglo x¥ Ta vertiente jesutica tiene puntos en comin con el jusattr ralismo protestante de la misma época, el de Hugo de Grocio ¥ Samuel Pufendorf. Compania el antiregalismo, ln idea de oberania dividida entre rey y reinos y por tanto, el principio Ge la limitacion del “poderio absoluto" de la Corona, atin fue, ¥ por encima de todo, eprodijo una vision opuesta al el jusnaturalismo pesimista de Hobbes porque teotiz6 siem= pre que la sociedad onganizada en cuerpos es una entidad haturalilimitada, mienirs que el Estado es una entidad limic tal de aquel adverbio “originariamente” ‘que Juri y Aleoeer defendi6 en Cadiz, un adverbio que lo decia todo acerca de la soberania y del Estado: la nacion no deja de ser nacion soberana, aun sin gobierno, (2421 ‘Coyunturas seculares opuestas hicieron ademas que este jusnaruralismo-catslico que molde6 al primer liberalismo no tuviera que vivir el drama lockeano del conflico entre nation and representation que en las dos primeras décadas del siglo rot, durante la denominada “dictadura parlamentara” inglesa, preparé el camino doctrinario de la Revolucién en las colo- hias norteamericanas. Asi que al llegar el constitucionalismo modemo con Gidiz y luego con la reptiblica, esta concep- cin totaizante de la politica estaba todavia en pleno auge, a pesar de los intentos borbénicos por consolidar en Nueva Es- pana el cegaismo tras la expulsion de los jesuitas que, huelga recordarlo, desencadeno una oleada de rebeliones populares. En este sentido, el desliz de la ciudadania liberal siguio las pautas no s6lo de la’ Constnucion sino tambien de esta tradicion jusnaturalista en favor completamente de la “natu ral? autonomia de los terrtorios organizados. Hecho mas sig- nificativo si recordamos que segtin esta tradicion la ciudad con su cabildo era una entidad “natural” que no pertenecia, al Estado, Quizis lo que estamos comentando parezca algo forzado porque supone que una doctrina de nivel teologico tan “ako” pudo ser manejada por actores sociales tan “bajos” como los pueblos. ¥ sin embargo, el documento de los 54 pueblos-aytintamientos de Guanajuato muesta que si fue posible. No hay que olvidar que la memoria de los pueblos se fundaba en el hecho de que a lo largo de tres sighos, en “América el discurso de la fidelidad monairquica fue monopo- lio exclusivo de la Iglesia que lo difundi6 a todos los niveles de la sociedad, Los pueblos no conocian desde Iuego los fundamentos eol6gicos del principio de la limitacion del “po- derio absoluto” del rey, pero si conoctan sus efectos prict os en el campo de la justicia, como muestran las fuentes de archivo estudiadas por muchos historiadores, y como mues- tra con igual fuerza la masiva transferencia de jurisdieciones impulsada por el desliz de la civdadania liberal El tsinsto de la fidelidad mondrquica a la republicana zo fue ficil. Los pueblos con sus municipios nacieron antes (243) de la epablica, en el marco de un régineen mondrquico cons- titucional que favorecié la independencia de Iguala. A fin de cuenias,a pesar de su declaracion de Independencia en 1810, Ai Hidalgo ni Morelos emplearon nunca la palabra *repibli- "Los publos-ayuntamientos se aprovecharon de la carta gzadtana y de la guerra civil para apropiarse de sus tertorios ¥ para proclamarse “soberanos". Por tanto zpor qué con la feptblca tenian que renunciar a su “independency supe- Gitarse a una nueva y supuestamente absoluta soberan, slo porque se voluba por unos congress lejanoe’, ede quién era la Reptiles, de todos los ciudadanos de la nacién nueva, esta entdad tan abstracta como la soberania absoluta, o de los Giuddadanos reales que con sus municipios controlaban el ter- torioy podian hasta apoyaro hacer caer los gobiemes?Entoa- ces, donde se ubicaba la legitimidad polities? Estos dilemas estuvieron encapsulados a lo largo de toca Ia primera parce del siglo en un ambiguo idioma que a menudo hablaba de soberania del "pueblo" y de los "pue- bos", Consttuciones, planes polices, foletos, periédios, representaciones y dems reprodujeron constaniemente esta doble idea de la soberania. Es dificil explicar por qué la clase Glrigente legitim6 la existencia de dos ciudsdanias, a nacio- ral ylalocal, lade los municipios, fos pueblos, las comuni- Posible que los grupos que competian por el poder siguieran manejando esta duplicidad porque la “soberania de los pueblos’ tenia una fuerte legtimidad historic, forma- ba pate del idioma jaipstal-Otra ver nos enizamos con la fuerza de la tradicin jusnaruralsta-catlica y st idea de co- munidad “natural, titular de derechos iallenabes. Por thi- mo, se debe mencionar un dato lingistico de larga duracion todas ls constituciones mexicanas, incluso la de 1917, afr tan que “la soberania reside esencal y orignariamente en Ia nactén? © en ol pucbl6s? [244] LJANO RINONTE: 0S FEMS Y 10 ORIGINS DELURERALESNO RIO Conclusion 1a dicotomfa entre “sociedad natural” y “Sociedad consti das un eje conceptual de todos los jusnaturlismos occi- dentales. En el mundo hispanico este dualismo se radi al extremo por dos razones: porque la tadicion cat6lica en todas sus variantes enfatiz6 la naturaleza totalmente positiva de la sociedad natural, y porque fue la Iglesia y no el Estado {quien hasta a quiebra del Imperio predié la fidelidad a la Corona, Esta notable singularidad del mundo hispénico, mis an en México, hizo que tras la Independencia, la Repdblica liberal tuviera por mucho tiempo dos fuentes de legitimidac Jos pueblos y los congresos consttuyentes, 0 sea los dos actor ‘Sec enortaban unolo-natunl”yefovolo consid’, [ os pueblos, y sobre todo las comunidades indigenas, inter- pretaron las ibertades lberales como un reconocimiento de Sus antiguas libertades, es decis, de sus antiguos derechos sobre el terrtorio. Sin embargo, este imaginario pueblerino ‘no tenia continuidad directa con el pasado cotonial: las “ra- diciones” invocadas algo tenian pero los mecanismos para defenderlas no. Fueron las constituciones liberales y sus préc- ticas las que definieron nuevos cédigos de identificacion co- lectiva, El mis importante fue el proceso electoral para los ayuntamientos de los pueblos. iEn qué sentido? En primer lugar, porque permitié a muchisimas comunidades adminis- trar sus bienes por medio de los municipios, hienes, que for- maban pare de la identdad comunitaria. En segundo, porque «1 voto dio a los pueblos un peril institucional nuevo, el libera-representativo, que redefinis el imaginario contractual ‘a. En tercer lugar, porque, por lo menos hasta el Poriiat0 los. paicblos-municpios permanecieron dueios de sus pricicas de, ‘alto, lo cual muestra que las comunidades pudieron repro: duciren el orden republicano su propia autonomia religiosa, Bl desarrollo del libersmo en Mico prporion® cespacios y recursos politicos a un conjunto extremadamente dliversifieado de actores, mis allé de los ideatios oficiales, [245] _-mo cre6 una doble fra (as der cults y europeizantes, Las elites tuvieron siempre una per ‘epcién muy clara de este fendmeno y no fueron pocos los {que en la primera época lo vivieron dramiveamente hasta Caer en una vision pesimista de México y de su futuro, Este pesimismo oculto el perfil del Jano bifronte mexicano, es ‘ecit, las dos carts del liberasmo:el de las eles que busca- ron un modelo de desarrollo y de estabiltad politica, y el de los pueblos, que encontraron en algunos rincpios libeales los recursos para defenderse del proyecto liberal oficial que siem- pre fue anticomunitario, Los imaginarios politicos de los pue- bios fueron por cierto dltntos de los dels elites, sin embargo Ia diferencia nada quita a larelevanciahistrica del fendme- 0, mis bien obliga a revisir muchos estereotipes, como, or ejemplo, a contrsposicin entre la ciudad, supuestamente {nis moderna en lo politico, y el campo, mis atrasado, 0 entre “centro” y “periferia” en el sentido de las “fracturas" {ue desafiaron la construccion del Estado nacional, Fl caso mexicano nos musta que la difusi6n temprana del iberals- ra centro-perifera: entre Ia capital y dis Cludades de las provincis, pero también entre éstasy los puebios. Ia fueraa de este Jano bifronte, con una cara hacka los pueblos con sus memorias la otra haca las elites y su Futur ro, seré tan fuerte que nunca seri ofcialmente cuestionada por ningin gobierno, y es comecto por tanto hablar de la fxistencia en México de un “lberaismo popvlae’# El punto fs que este tipo de liberalismo no nace con la guerra de Reforma, como se ha planteado, sino con el constitucional mo gaclitano, esto es, antes dela Independencia. Los gobier- nos republicanos hicieron desde el primer momento muchos esfuerzos para quitar la *soherinia” a los pueblos, tal como Jo muestra las inaumerables eyes onginicas municipales de los estados de la nueva federacin, pero el éxito ue aulo. La prueba mis notable fue la primera Ley ce desamorizacion Ge Lerdo de Tejada en 1856, AI definir a las corporaciones ue comprendia la Ley, junto a los convents, los hospices, 246) LJANO IFHONTE 105 FLEBLDS Y LOS ORGENES DEL BERALSMO I MC las cofradias, las hermandades, los bienes de comunidades y de la Iglesia, el articulo sexto del texto incluyé a fos ayunta- mientos constitcionales. Formalmente se trata de una abe- ‘raci6n juridica que no tiene precedente en ningiin pais de la €poca, porque el artculo equipar6 a una institucion liberal /: electiva y constitucional, el ayur Facio- nes del antiguo régimen que con sus fueros y privilegios 4 particulares habian negado hasta entonces la soberanta Gni- ea de la nacién. Sin embargo, el legislador tuvo que recono- | cer que lo que habia pasado en los aftos de Cadiz se habia Cconsolidado en la replica: los nuevos ayuntamientos cons-, titucionales controlaban las tierras ce los pueblos y imitaban. el desarrollo de una sociedad de propietarios individuales, | tal como la sonaban los liberales. . Bl escenario de la Reforma resulta asi mis complejo de: lo que ha planteado la imagen oficial: no s6lo Ia Iglesia bus- 6 y defendi a toda costa su independencia frente al nuevo poder civil del Estado liberal, también los pueblos hicieron lo mismo a su manera. La primera lo perdio todo tras una sangrienta lucha civil, los segundos no es cierto que perdie- ron. Los iberales pudieron destruira la Iglesia pero no alos, pueblos porque sin éstos no hubi leyes de Reforma quitaron muchos recursos juridicos a los pueblos, pero no lograron moxificar la naturaleza del Jano liberal: s6io un pacto, mas menos declarado, entre sus dos caras permitirfa gobernar al pais, tal como Io entendieron Benito Juirez y Porfirio Diaz. ELdilema gaditang, donde | 7) fest Ia Soberania?, quedo en buena medida imesuelto.en ‘> sociedad mexicana, en el sentido de que la gobernabilidad del pais dependi6, a 1o largo de! siglo, de una relacién cons ‘actual, pactista, entre Estado y pueblos. Sin duda alguna, la soluci6n al problema de la gober- nabilidad fue dificil por las guerras eiviles y por lo que nor- malmente se define como “inestabilidad politica’, pero por debajo de los acontecimientos mis draméticos se movia siem+ pre una fuerza silenciosa y tenaz, la de los pueblos con sus (247 ayuntamientos. Este movimiento lento y constante de la so- ciedad "baja", autnoma del Estado pero bien ubicada en el_ ‘marco constitucional, se ¢ru26 continuamente con los movi- mientos acelerados de la sociedad “alta” y pes6 siempre en Jos equilibrios entre as facciones que se disputaron el poder. Falta todavia mucha investigacion para tener tna idea clara de como se desarroll6 este fenémeno, aunque un dato parece incuestionable: el baricentro del espacio politico m ano a lo largo del siglo xx estuvo en las éreas rurales y no én las urbanas, como en la época colonial. Es cuestionable que esta *ruralizacion" de la poktica mexicana se explique Por el poder de las haciendas. En primer lugar, porque la centralidad politica del laifundio se dio en la segunda mitad

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