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Monograffas JAMES» T O0,L E Y A UN Nesta Su a) {oi} LAS PERSONAS MAS POBRES DEL MUNDO SE ESTAN.EDUCANDO A SI NISNFAS: ob reusr2 roneoss © Unién Editorial JAMES TOOLEY EL lle ARBOL Un viaje personal a cémo las personas mas pobres del mundo se estén educando a si mismas Prélogo por lan Vasquez “Taduido por aime Gonzaler-Tores Domingo © elegio.o Union Editorial ‘Titulo original: The beauif te: a prsnal joey it hos ‘he worl poorest people ae educating thems, ‘Cato Insitute, 2000 Stopping by Woods on a Snowy Evening» [PUn alto en los Bosques una Noche Nevaday] dela POESIA DE ROBERT FROST ceditada por Edward Connery Lathem. Copyaight 1928, 1969 by Henry Hok and Company. (Copyright 1951 by Robert Frost. Copyright © 2009 by Janes TOOL. All rights reserved {© 2015 UNION Eprronia, 8.4, Martin Machio, 15 + 98002 Madvid ‘Tel: 913 500 228 Fax: 9L1 812 212 wo wunioneditariales ISBN: 97884-7209-6943, Depésito legal: M. 17790-2016 (Compuesto impreso por JPM GRAPHIG, SL. “npreso en Espaia * Pinte in Sein aac dace none Dad ree Sire pe wg Seen eee Sere aaa eee eee ee eee eae a eee a mpl gist haere aie eee eee a ee Indice Agden. 1B Prilege, por Tan Vasquez... 5 Gavéruto 1. UN DESCUBRIMIENTO ENLA INDIA. 19 Lo que todo el mundo sabe.. 19 Un descubrimiento en los barrios pobres, de Hyderabad. : Cartruto 2. ...DESPUES DE TODO, NO HUBO. NINGUN DESCUBRIMIENTO... 49 El gorila de 500 libras. 49 No hay opeidn suave... 59 Captruto 3. UNA RAFAGA DE LOGICA: NIGERIA ae El exinspector jefe nigeriano. Makoko .. Condusién Tan solo un fendmeno urbanc?... 96 Cavtruto 4. LOS PALOS DE LA PORTERIA QUE SE MUEVEN. 99 El honorable ministo.. 99 Un dia ena vida. m Otra escuela. 123 El resto del 128 Aun millén de millas de distancia, 130 Cartruvo 5, LO LOGIGAMENTE IMPOSIBLE, CHINA EL trapo rojo Gansu Némesis La realidad: escuelas privadas para los pobres en la China rural. Un paso més. . 43 . 143 150 167 172 175 Carfruto 6, UN ENIGMA DE KENIA YSU SOLUGION. 179 El hombre con el que hay que reunirse 179 El enigma. 182 Kibera 183 Kakamega.... 192 Las eseuelas privadas que sirven alos pobres on Kiera... . 198 La educacién primaria rawica no ha llevado ‘a.un aumento de las inscripciones... 201 Sise va aun mercado... 209 Eclucacién gratuita, para todos co caos educativo?... 218 El enigma resuelto.. 215 GaPtruLo 7. POBRES IGNORANTES..... 217 Elmalo y el muy feo. 217 La educacién piiblica para los nes es un desastre.. -spero la nica solucin es mas y ng educacién, publica ve 239 Salvar a los nifios de los expertos en desarrollo. 242 Captruto 8. LEGA EL INSPECTOR .... Policias destellantes Las escuelas de tiltima opera nce ser reguladas 255 10 Regulaciones, regulaciones, regulacion€s wnemeom 257 Gratificacién instanténea. nla tEBBD) éSon los padres los perdedores?.. . 263 Baden Powell y la gente realmente importante... 266 Problemas, problemas, problemas. weve OM ‘Un gran hermano benigno.... 279 Captruto 9. MONJES VIEJOS ¥ MONJAS JOVENES EN MOTOCICLETAS. = 285 Después de todo, no eran ignorantes: 290 Lo pequefio es belo.. een 293 Profesores mds comprometidos 295 Proporcionar lo que los padres quieren. 296 «El plan de estudios «oculto» de quiér»?. Los nifios de las escuelas privadas superan alos de las escuelas piblicas... . 301 Mis efectivas y més eficientes. 306 El caso especial de China. 310 Buenas decisiones. a BIS Gartruto 10. DISFRUTAR HACIENDO ENEMIGOS ses : 317 ‘Vuelta a Zimbabue 317 Cinco buenas razones?... Gavtruto 11. LOS HOMBRES QUE DESARRAIGARON EL BELLO ARBOL 351 Los pasos de Dalrymple 351 El Acta de Munro fa 356 De Madrés a Bengala, Bombay y el Punjab naa. 358 Escuelas privadas para los pobres en la India del siglo XIX. : .. 360 parece Sir Philip Hartog..... 366 Extraiios compaiieros de cama 37 @rofesores mal pagados?... 374 ul eEdificios de baja calidad. €Métodos de ensetanza de baja calidad?. Elmétodo de Madras... Los puntos fuertes del sistema indige 375 376 380 383, “Aparece Macaulay 389 Caballos al galope 393 Unaliado inesperado... 397 Los moderos Macaulays 398 No solo en la India. 399 Lecciones olvidadas 404 Gaptruto 12. LA EDUCACION DE AMARETCH. 407 Eldilema de Easterly... 407 Llevar a la hermosa a la escuela au La calidad es importante.. snes A1B Los pobres que se preocupan por las marcas... 430 Un problema resoluble.... snes 489 YY finalmente: équé implicaciones tiene esto 440 451 . 457 461 . 473 12 Agradecimientos En primer lugar, quiero expresar mi agradecimiento a todos los empresarios del sector de la edueacién que he conocido a lo largo de os afios y que estan sirviendo ac- tivamente a las comunidades pobres. Algunos de éstos, conllos que estoy trabajando en el momento actual y que merecen mi mas profundo aprecio y admiracién, son M. Anwar, Reshma Lohia, Yasmin Haroon Lohi, K. Surya Reddy, K. Narsimha Reddy, M. Wajid, Ghouse ‘M. Khan, S.A. Basith, M. Faheemuddin, Alice Pangwai, ‘Mikwa, Fanuel Okwaro, Theophilus Quaye, Ken Donkoh, BS.E. Ayesminikan, y Lin Qiang. Quiero dar las gracias por su ayuda en la financiacién y su consejo y ayuda a lo largo de los aiios (en orden cronolégico aproximado) a Neil McIntosh; Michael Latham; Tim Emmet; al difunto Sir John Templeton; Jack Templeton; Gharles Harper; Arthur Schwartz; Chester Finn; Peter Woicke; Stuart, Hilary y Andrew Williams; Theodore Agnew; y Richard Chandler. Entre los colegas y amigos que me han apoyado y animado en mi empefio figuran, Khan Latif Khan, Jack Maas, Gurcharan Das, Nandan Nilekani, el difunto Kwadwo Baah-Wiredu, I.V. Subba Rao, Hemando de Soto, Christopher Crane, Parth Shah, ‘James Shikwati, Thompson Ayodele, Lanre Olaniyan, ‘Barun Mitra, S.V. Gomathi, P. Paul Saran, Sailaja Ela, Chris y Suzie Jolly, Naveen Mandava, Bob Leighton, Deepak Jayaraman, Leonard Liggio, Jo Kwong, Teren- ce Kealey, Linda Whetstone, y John y Chris Blundell 13 Agradezco a Paul Gabie y al equipo de Orient Global que me hayan ayudado a establecer el primer embridn de una cadena de escuelas privadas de bajo coste en la India. Simon Kearney me ha hecho sities comentarios sobre el manuscrito, al igual que cinco criticos anénimos, a los que estoy profundamente agradecido. Andrew Coulson ha sido la clase de editor con el que suefia un autor, a la vez que me ha apoyado de la misma forma y todo ello, tanto en los buenos tiempos como en los ma- Jos. Finalmente, doy las gracias a mis amigos, colegas y estudiantes de Newcastle, que han sido una parte indis- pensable de mi vida y trabajo: Elaine Fisher, Karen Hadley, Nuntarat Charoenkul, Ekta Sodha, Lin Qiang {de nuevo), James Stanfield, Sugata Mitra, Richard Gra- ham y Pauline Dixon ~a quien esté dedicado este libro. 4 Prélogo por Ian Vasquez Participé en una conferencia en Goa (India) en enero de 2002, donde escuché a James Tooley presentar los resul- tados preliminares de sus investigaciones en barrios po- bres de ese pais. Era el inicio de una aventura personal yy académica que llevaria al profesor de la Universidad de Newcastle (Inglaterra) a diversos paises en desarro- Ilo, y que resultaria en que los expertos internacionales yy locales de educacién ya no podrian ignorar, o menos- preciar con tanta facilidad, un fenémeno social de lar- goalcance que por primera vez empez6 a ser documen- tado por Tooley: a explosién en el mundo en desarrollo de la educacién privada para los pobres. Guando a principios de la década pasada el autor des- cubrié, por casualidad, que la empobrecida vieja parte dela ciudad india de Hyderabad estaba repleta de escue- las privadas que servian a esa comunidad, Tooley se pre- ‘gunto por qué ninguno de sus colegas indios le habia di- cho que tales colegios existian. Después de todo, él se encontraba en ese pais contratado por el Banco Mun- dial para estudiar escuelas privadas. Pero el trabajo se enfocaba en colegios de clase media y los de la clite,fiel reflejo del pensamiento que reinaba entre los expertos y eleslablisiment: en los paises en desarrollo, la educacién privada era para la minoria de los relativamente ricos. ‘Talservicio no podria existir para los nifios pobres, por Jomenos no de una calidad confiable o superior alo que 15 brindaba el sector piiblico, y ciertamente la participacin de ellos era marginal, si es que existia del todo. Estas paginas cuentan c6mo se sorprende el autor una y otra vez por lo que encuentra. Su entusiasmo y curio: sidad contagian al lector. Pero dos atributos del profe- sor impresionan todavia mds. Primero, Tooley le da un papel central a la observacién directa. No se queda en Ia literatura académica o en la teorfa. Se mete en los ba- trios, habla con la gente, sigue pistas que para otros pa- recen ser callejones sin salida, nota detalles relevantes que a primera vista son insignificantes, cuestiona supo- siciones, reta a sus interlocutores, documenta patrones importantes. Describe la brecha entre el consenso de los. expertos y la realidad, y trata de explicarla. Segundo, Tooley le da importancia al hecho de que la gente de menores recursos pueda ejercer sus preferen- cias y clegir lo que ellos mismos consideren importan- te y conveniente, segtin su propia escala de valores y ne- cesidades. Solo ellos conocen en detalle su cambiante realidad, y el autor no encuentra ninguna evidencia para dudar de que ellos sean los que mejor puedan evaluar las limitaciones y posibilidades que enfrentan, Por lo tanto, su trato es de respeto a las familias pobres, cosa que contrast con la condescendencia que frecuentemen- te muestran las agencias internacionales y puiblicas a la hora de tratar a sectores desfavorecidos. Es asi que Tooley se tropieza con hechos que empie- zana romper mitos. Tras afios de investigacién cuidado- sa.en las barriadas de la India, Kenia, Ghana y Nigeria, puede mostrar que una mayoria de los alumnos asistan a escuelas privadas a pesar de la presencia de escuclas estatales. El desempefio de los nitios, segtin evaluacio- nes de matemdticas y otras asignaturas, es también supe- rior al de los alumnos en escuelas estatales, asi como la 16 participacién de los maestros y otros indicadores del descmpeiio educativo privado, Sis asf, quiere decir no solo que el Estado esté fracasando en lo que muchos con- sideran su obligacién de brindar educacién universal de calidad. Quiere decir que un porcentaje mucho més alto de nifios est recibiendo educacién de lo que indi- can las cifras oficiales. Implica también que las decisio- nes educativas de los padres son racionales y no mal in- formadas, como los representantes del aparato puiblico Ieafirman repetidamente a ‘Tooley. Y contrario alos que abogan por un monopolio educativo del Estado, este fendmeno implica que, al atender las demandas de los ‘nis necesitados, estas escuelas deben ser reconocidas y aceptadas como parte esencial del esquema educativo de los paises en desarrollo. Hace pocos afios, visité algunas escuelas privadas en ‘Nueva Delhi que el equipo de Tooley habia estudiado. Pude observar un alto nivel de actividad, clases y edifi- cios ordenados, respeto a los maestros ¢ interés en los alumnos por parte del director, que a veces también es el propietario y suele ser del vecindario. Impresiones no rigurosas, sin duda, pero consistentes con lo meticulosa- mente documentado por los investigadores. Al pregun- tarle a un director qué hacian cuando los padres no pa- gaban la cuota que correspondia o se atrasaban en ello, explicé que se acordaba un esquema de pagos al alcan- ce de los padres para que el alumno no faltara a clases. Y explicd que se reservaban lugares para alumnos cuyos padres no podian pagar: Eso también fue documenta- do por Tooley: los pobres estaban subsidiando a los mas pobres. El auge de las escuclas privadas con fines de lucto (la mayoria de las que se estudiaron en este libro no re- cibieron apoyo filantrépico o subsidios estatales) en los 7 lugares pobres del mundo no ha sido cuidadosamente documentado mucho mis allé de los trabajos de Tooley. Pero tal educacién se esta dando en paises muy diver- sos. Yo mismo he podido ver, por ejemplo, escuelas pri- ~vadas en las favelas de Rio de Janeiro (Brasil), asf como cen os pueblos jévenes ~como Ilaman los peruanos a las barriadas— de Lima (Pert). Hasta en los lugares més remotos de China se encuentran tales escuelas, como cuenta este libro. De hecho, se estima que, en Lima, en- tre el 40 y el 63% de los estudiantes estan en escuelas privadas, y que los colegios privados en la capital tripl- cana los puiblicos y los cuadruplican en el pueblo joven de Villa El Salvador. Hace falta estudiar y documentar este fendmeno en muchos més paises de manera rigu- rosa ¢ independiente. Buena parte del mundo en desarrollo se est benefi- ciando de un bono demogrifico. La fertilidad en las tlti- mas décadas ha cafdo notablemente a la misma vez que el mundo se ha globalizado. Los padres pueden inver- tirmds en la educacién de sus hijos, y tiene sentido ha- cerlo ante el aumento de oportunidades que offecen las economias abiertas y ante las deficiencias evidentes de la educacién en manos del Estado. Esperamos que este libro contribuya a que se reconozca y facilite este cam bio social tan prometedor. Cato Institute Washington, DC Mayo de 2015 18 Capiruto 1 UN DESCUBRIMIENTO EN LA INDIA... Lo que todo el mundo sabe ‘Mi primer auténtico trabajo fue como profesor de mate- miticas en Africa. Recién salido de la universidad, un. par de afios después de la independencia de Zimbabue de Inglaterra en 1980, me dirigf a ayudar al «camarada> Robert Mugabe a construir su nueva sociedad socialis- ta. Yéqué mejor forma de ayudar que a través de la edu- cacién publica? Enel transcurso de mi entrevista con el Ministro de Educacién en a Alta Comisién de Zimbabue en Londres, soliccé ser asignado a una escuela rural para que realmen- te pudiera ayudar a los pobres. El ministro sori, sig- no inequivoco de que comprendia mi motivacién, pen- sé. Muy ami pesay, fui a pararala Queen Blizabeth High School [Escuela Superior Reina Isabel], un colegio para nifas, ubicado en el centro de Harare, la capital de Zim- babue. En sus comienzos, el Queen Elizabch haba sido ‘una institucién solo para la élite blanca, aunque cuan- do llegué ya contaba con una mezcla de razas («africa- nav, «asidticar y «curopea>, como se las clasificaba). «iEste gobierno no le desperdiciaria en las areas rura- les\» ri6 la directora (blanca) a mi llegada, queriendo ha- cerme cumplidos por mi diploma en matemdticas. Me 19 explic6 que muchas de las hijas de los politicos del par- tido en el poder, Zanu-PF, estaban matriculadas en su escuela y que {Por supuesto, en primer lugar se cuida- rian de s{ mismos! Eché a un lado su cinismo, achacén- doselo al racismo; y la incongruencia de mi nombra- miento, a un error administrative. También encontré mi nicho en la escuela; todos los nifios, al parecer, con fiaban en mf y asi pude ayudarlos a llevarse mejor los. unos con Jos otros. Aun asi, pasaba tanto de mi tiempo libre en las «tierras comunales» del 4rea rural como me era posible, viviendo de primera mano las realidades de la vida en estas comunidades. A lo largo del proceso, ¢s- tablect vinculos entre una escuela piiblica rural empo- brecida y la mia, levando a mis privilegiadas alumnas de la ciudad a estas comunidades para que apreciaran todo lo que Mugabe hacfa por el pow la gente comtin, Dos afios mds tarde, logré obtener un nombramiento en una escuela priblica de las Tierras Altas Orientals. Vivi y trabajé en una pequefia escucla asentada cn cl al- tiplano a los pies de las imponentemente hermosas Mon- tafias Manyau, desde donde resuena el eco de los recla- mos de los babuinos al caerla tarde y las voces y sonidos de las mujeres que regresan del rio con sus baldes de agua sobre la cabeza; los leopardos, al parecer, todavia caraban en las escarpadas faldas de la montafia. Defen- diel régimen de Mugabe ante sus eriticos, ya que por Jo menos se ocupaba de llevar la educacién a las masas, beneficidndolas de una forma que se les habia negado antes de la independencia, No pasaria mucho tiempo, una vez que la poblacién urbana adincrada cumpliera con el debido pago de sus impuestos y la comunidad in- temacional desembolsara una cantidad apropiada de ayuda, antes de que fuera posible brindar educacién gra- tuita a todos, lo que seria digno de celebrarse. 20 Es de todos sabido que los pobres del mundo requie- ren urgentemente toda la ayuda posible si deseamos que cada uno de sus nifios reciba una educacién. La ayuda debe venir de sus gobiernos, que deben gastar miles de rillones de délares mds en construir y equipar escuclas publicas, en preparar y apoyar a los maestros del sector publico para que todos los nifios puedan recibir una educacién primaria gratuita. Pero los gobiernos de los patses en vias de desarrollo no pueden lograrlo por siso- los. Como ¢s sabido, ellos también necesitan ayuda. Has- ta que los ricos gobiernos occidentales no gasten mucho mis en ayuda, no podrd salvarse a todos los nifios de la ignorancia y el analfabetismo. Ese es el mensaje que escuchamos a diario, desde las agencias de cooperacién y nuestros gobiernos, hasta las estrellas del pop y otras celebridades. De joven, crefa en esta sabiduria aceptada, pero en el transcurso de los tiltimos afios, he realizado un viaje queme ha hecho dudar de todo aquello que crefa cono- cer. Es una travesia iniciada en los barrios pobres de Hyderabad, India, y que me ha llevado a los poblados devastados por la guerra en Somalilandia; a los barrios de chabolas construidos en pilotes sobre las lagunas de Lagos en Nigeria; de vuelta a la India, a barrios pobres y poblados a lo largo del pais; a aldeas de pescadores a lo largo de la costa de Ghana; a las cabafias de chapa y cartin de los mayores barrios pobres de Africa en Kenia; alas remotas aldeas rurales en las provincias més pobres del Noroeste de China; y de vuelta a Zimbabue ya sus barrios pobres préximos a ser demolidos. Una travesia que ha abierto mis ojos. Léase la literatura existente sobre desarrollo, digan- se los discursos de nuestros politicos, esctichese a nues- tras estrellas del pop y actores, yen todo ello, los pobres 21 aparecen en su condicién de desamparo. Desampara- dos, pacientemente, deberén esperar hasta que los go- biernos y las agencias internacionales que actian en su nombre les proporcionen una educacién adecuada, [De forma que necesitamos dar més! iEs urgente! iAccién y no palabras! fueron mi credo durante mis primeros afios en Zimbabue. Pero mi viaje me hizo sospechar que por muy buenas que fuesen las intenciones, faltaba algo crucial. Lo que le faltaba a esta sabiduria aceptada era darse cuenta de lo que los pobres pueden hacer ~y ya estan haciendo- por si mismos. Y esa travesfa cambié mi vida. Hoy en dia algo asombroso esté sucediendo en las na- ciones en desarrollo, algo que pone a la sabiduria acep- tada del revés. Esto lo descubr{ por primera vez en ene- 10 del afio 2000. ‘Un descubrimiento en los barrios pobres de Hyderabad... Después de un brevisimo perfodo ensefiando filosofia ‘educativa en la Universidad del Gabo Occidental en Surdfrica, regresé a Inglaterra para terminar mi docto- rado y luego convertirme en profesor de pedagogia. Gracias a mis experiencias en el Africa Subsahariana y mi modesta pero respetable reputacién académica, la Corporacién Financiera Internacional del Banco Mun- dial me offecié un contrato para analizar escuclas priva- das en una docena de paises en vias de desarrollo. El atractivo de lejanos parajes era dificil de resistix, pero pronto empezé a preocuparme la naturaleza del proyecto. A pesar de habérseme asignado el estudio de escuelas privadas en paises en vias de desarrollo, esas 22 mismas escuelas servian a la clase media y a la élite. ‘Muy a pesar de mi deseo de toda la vida de servir a los jobres, de alguna forma habfa terminado estudiando el bastién de la clase privilegiada. La primera etapa del viaje comenz6 en Nueva York en enero del afio 2000. Como queriendo justificar mis, temores de que el proyecto harfa muy poco por los po- bres, viajé a Londres en primera clase, en el exorbitante Iujo del Goncorde. A cuarenta minutos de vuelo, mien- tras viajdbamos al doble de la velocidad del sonido y dos millas por encima del tréfico aéreo convencional, se sirvié champén y caviar. El boxeador Mike Tyson (sen- tado en la parte delantera con una toalla sobre su cabe- zala mayor parte del trayecto) y el cantante George Mi- chael, viajaban en el mismo vuelo. Me sentf perdido. De Londres pasamos a Delhi, Chennai y Mumbai. De dfa evaluaba escuelas y colegios privados de cinco estrellas que eran, claramente, para los privilegiados. De noche me hospedaba en increiblemente salubres y aten- tos hoteles de cinco estrellas. Pero por las tardes, al sen- tarme a conversar con os nifios de la calle al otro lado de las puertas de esos mismos hoteles, me preguntaba, qué efecto podria tener mi labor en los pobres, cuyas imperiosas necesidades veia por doquier. Sencillamen- teno queria que mi trabajo fuese en defensa de los pri- vilegiados. Los indios de clase media, me parecia, ya eran acaudalados. Todo me parecia una especie de esta- fa: tan solo porque estaban en un «pais pobre» podian acaparar esta ayuda internacional incluso a pesar de que, como individuos, no tenfan una imperiosa necesidad de ella. No me gustaba, pero al retornar a mi habitacién y acostarme en sdbanas de 500 hilos del mas puro algo- én egipcio, mi malestar con el sistema se veia forzado a competir con un creciente sentimiento de autocritica. 23. Y asi, un dia, todo cambié, A mi llegada a Hyderabad para evaluar las recién inauguradas escuelas privadas que estarian a la vanguardia de la revolucién tecnolégi- cadela India, me enteré de que el 26 de enero era el Dia de la Repiiblica, una fiesta nacional, Con algo de tiempo libre a mi disposicién, decid{ montar en un autorickshaw los taxis de tres ruedas, omnipresentes en la India—, des- de mi encopetado hotel en Banjara Hills hacia el Char- inary, cl arco triunfal construido en el centzo de la ciu- dad de Muhammad Quli Sha en 1591. Mi Rough Guide to India {Guia bésica de la India) lo describfa como una de las atracciones turisticas «de rigor» ala vez que adver- tia que estd situada en el mismo corazén de los bullicio- sos barrios pobres de la Ciudad Vieja, lo que me atrafa, Queria ver los barrios pobres con mis propios ojos. ‘A lo largo del trayecto, pasando por los barrios de la clase media, me impacté la cuantiosa presencia de es- cuclas privadas. Sus letreros se encontraban en todas las esquinas, algunas construidas en edificios especialmente disefiados para este fin y otras majestuosamente coloca- das sobre tiendas y oficinas. Por supuesto, no esperaba menos dadas las expectativas creadas durante mis reu- niones en la India ~altos funcionarios gubernamenta- les me habfan impresionado con su franqueza al decir- me que era de todos sabido que, incluso la clase media, enviaba a sus hijos a escuelas privadas. Todos lo hacfan, y aun asi no dejé de sorprenderme la confirmacién de cudntas habia, Gruzamos e! puente sobre la zanja pestilente que es ahora l en su tiempo orgulloso Rio Musi. Aqui encon- tré autorickshaws en abundancia, carretas tiradas por ‘bueyes deambulando lentamente con enormes cargas de heno, rickshaws trabajosamente pedaleados por hom- bres penosamente flacos. Habia pocos coches, pero las 24 motocicletas y esaiter («de dos ruedas») estaban por todos lados —algunas transportando familias enteras (el hijo mayor de pie en la parte delantera, el padre senta- do sobre el manillar la esposa, en su burka negro 0 colo- rido sari, sentada de lado y evando en brazos un bebé yun nifio apretujado en él medio). Habia enormes ca- iniones pintados en colores brillantes, autobuses des- vveneijados, cilistas y, por donde mirase, peatones cuya valiente actitud con respecto al trafico me enervaba, cuando aparecian ante nosotros, al parecer, sin la mds minima preocupacién. De cada vehfculo escapaba el es- truendo de las bocinas —los conductores parecian ig- norar la existencia de espejos retrovisores, si es que los tenjan, En cambio, parecia ser responsabilidad del vehi- culo colocado detras anunciar su presencia al de delan- te, Esta observacién aparecia en la leyenda de la parte trasera de los camiones, autobuses y autorickshaws: «iPor favor, toque la bocinal» El ruido de estas bocinas era in- soportable: grandes, altas, ensordecedoras bocinas de ‘autobuses y camiones, estruendosas cornetas de los auto- rickshaws. Es elruido lo que siempre asociaré con la India. Por todas partes a lo largo de las calles encontré pe- ‘quefias tiendas y talleres en edificaciones improvisadas “desde talleres de carroceria y reparaciones de auto- rickshaws, a mujeres lavando ropa junto a puestos de ‘Paan (tentempiés), hombres construyendo nuevas estrac- turas junto a los puestos de mercado, sastres junto a dro- guerias, carniceros y pasteleros, todo en cuchitriles su- ios y oscuros; una nacién de tenderos. Detrds de ellos se alza, con sus 400 afios, el Charminar. Mi chofer me dejé bajar y dijo que me esperaria una hora y luego me llamé a gritos, histérico, cuando me en- caminé no hacia el Charminar, sino a las callejuelas que esconde. No, no, le aseguré, alli es donde quiero ir, a 25 los barrios pobres de la Ciudad Vieja, ya que lo sor- prendente de mi travesfa fue ver c6mo las escuelas pri- ‘vadas no habjan disminuido al pasar de una de las par- tes mas elegantes de la ciudad a la més pobre. [En todas partes, entre las pequefias tiendas y talleres, habia peque- fias escuclas privadas! Podia ver letreros pintados amano sefialéndolas incluso aqui, en las dreas limftrofes de los barrios pobres. Quedé boquiabierto, pero también con- fundido: éPor qué ninguna de las personas con las que trabajé en la India me habia hablado de ello? Dejé atrés a mi conductor y giré hacia una de las an- gostas calles laterales, recibiendo a mi paso miradas per- plejas de los transetintes cuando hice un alto, bajo un letrero de Escuela para Nias Al Hasnath. Algunos jéve- nes trabajaban en la verdulerfa adyacente al callején que conducia al colegio; les pregunté si habria alguien en el colegio hoy y, por supuesto, la respuesta fue no, ya que ‘era una fiesta nacional. Me indicaron un callején justo enfrente, donde un letrero pintado a mano y suspendi- do de forma precaria sobre el primer piso del edificio de tres alturas anunciaba «Escuela e Instituto Superior Circulo Estudiantil: Aprobada por el Gobierno de AP [Andra Pradesh)» «Es posible que haya alguien hoy», sugirieron. Sub‘ los oscuros y estrechos peldafios que conducian hacia la parte trasera del edificio, donde me encontré con un vigilante, quien me dijo en inglés entrecortado que debia regresar al dia siguiente. A mi salida, los jévenes de la verduleria me hicieron sefias y dijeron que indu- dablemente encontraria a alguien en la Royal Grammar School,! muy cercana al lugar, y que era una muy buena. 1 (N. del T]: Una grammar school es un centro de educacién secundaria sclectiva que proporciona formaciéa especialmente 26 escuela privada y que debia visitarla. Me indicaron el camino y me despedi. Pero me perdi por la multiptici- dad de posibles giros a la derecha en los eallejones, se- guidos de inmediatos giros a la izquierda, asi que pedi ayuda a una pareja de ancianos obesos sentados delan- te de una carniceria, Su tienda era una de las cosas mds sucias que jams haya visto, con entrafias y trozos de carne desparrama- dos encima de una mesa mugrienta sobre la que pulu- Jaba literalmente una nube de moscas. El hedor era de espanto, y a nadie parecia molestarle lo mas minimo. Los ancianos entendieron inmediatamente hacia dénde queria dirigirme y lamaron a un nifio, que iba en direc- cién contraria, para que me llevara a mi destino. El nifio acepté sin objeciones y caminamos a paso rapido y sin cruzar palabra, ya que no hablaba inglés. En la siguien- te calle, un grupo de nifios jugaba al criquet con piedras haciendo las veces de palos y una pelota de pléstico. Uno de ellos me llamé para estrecharme la mano. Lucgo bajamos por otra callejuela (con més nifios jugando al eriquet entre casuchas improvisadas delante de cuyos portales vi hombres baftindose y mujeres lavandoles la ropa) y llegamos a la Royal Grammar School, que or- gullosamente anunciaba «Inglés intermedio, aprobado por el Gobierno de AP». El propietario o «correspon- sal» como pronto me enteré que se llamaban en Hyde- rabad, estaba en su mintscula oficina, Me dispensé una centusiasta bienvenida, Gracias a ese encuentro casual, conoe{ al gentil y reposadamente carismatico sefior Faza- lur Rahman Khurrum y la gran red de colegios priva- dos de los barrios pobres y de baja renta de la Ciudad dirigida a los alummos que vayan a contimuar hasta una formacién universitaria, 27 Vieja. Cuanto mds tiempo pasaba en su compaiifa, més me daba cuenta de que mi cualificacién en educacién privada tendria, después de todo, algo que decir con respecto a mi preocupacién por los pobres. Khurrum era el presidente de una asociacién espe- cfficamente creada para atender a los colegios privados para pobres, la Federacién de Administracién de Escue- las Privadas, que se jactaba de contar con més de 500 escuclas, todas al servicio de familias de bajos ingresos. Una vez que corrié la noticia de que un visitante extran- jero estaba interesado en ver las escuclas privadas, Khu- rum fue inundado por una lluvia de peticiones requi- riendo mi visita, Pasé tanto tiempo como me fue posible, alo largo de los siguientes diez das, aproximadamente, con Khurrum, viajando ao largo y ancho de la Ciudad Vieja mientras continuaba con mis labores en la Cor- poracién Financiera Internacional en la ciudad nueva. Visitamos cerca de 50 escuclas privadas en algunas de Jas zonas més pobres de la ciudad, conduciendo hasta el cansancio por las estrechas calles rumbo a las escue- Jas cuyos propietarios estaban, aparentemente, ansiosos por conocerme. (Nuestro coche de alquiler era un gran Ambassador blanco ~el vebiculo indio creado al estilo de Jos viejo Morris Minor britdnicos, orgullosamente uti lizados por funcionarios gubernamentales en los tiem- pos en que una bandera de la India ondeando sobre el capot significaba la importancia de su usuario, con la bocina sonando incesantemente, tanto para anunciarla importancia de sus ocupantes como para espantar del camino a nifios y animales). Al parecer habia un escue- la privada en casi cada esquina, tantas como en las zonas opulentas de la ciudad. Visité muchas, siendo recibido en los estrechos portales por tantos estudiantes, quie- nes me hacfan marchar hacia diminutos patios de recreo 28 batiendo sus tambores; para sentarme delante de la escuela, donde me daban la bienvenida durante ceremo- nas oficiadas por los estudiantes graduandos, mientras, que los administradores de la escuela me enguirnalda- ban con flores, pesadas, urticantes y pegajosas alrededor de mi cuello bajo el caliente sol, flores que portaba estoi- camente mientras hacia ronda por las salas. ‘Tantas escuclas privadas, algunas con nombres her- ‘mosos como Escuela Secundaria El Ruisefior, cn honor a Sarogini Naidu, un famoso «guerrero de la libertad» Ce los afios cuarenta, a quien Nehru llamaba . Pero su principal problema, claramente sustentado en convicciones personales y con bienintencionadas, era eltema de igualdad. Ya que algunos nifios, los més po- bres de entre los pobres, son abandonados en el shoyo» jue son las escuclas ptiblicas, las escuclas privadas exa- cerbaban la desigualdad al no mejorar la situacién en absoluto, dijo Sajitha, Es por esto por lo que debemos dirigir todos nuestros esfuerzos hacia la mejora de las, escuelas puiblicas, no dejarnos llevar por lo que sucede cen unas pocas escuelas privadas. Para Sajtha, esto esta- ba claro: si muchos —o incluso unos pocos— padres de familia abrigaban mayores aspiraciones para sus hijos. y querian enviarlos a escuelas privadas, era necesario ano permitirselo, porque es injusto». Es injusto porque empeora, atin més, la condicién de los nifios que sc han quedado atrds. Esto me desconcert6, ¢por qué deberia- ‘mos tratar alos pobres de esta forma homogénea?, ¢po- driamos ser felices —Sajitha y yo~ si fuésemos pobres, viviendo en esos mismos barrios pobres y sin poder dar- les lo mejor a nuestros hijos, tanto como mnestros esca- 308 fondos permitiesen? Pero no repliqué. Cuando nos despedimos, amigablemente, me dijo que, en todo caso, ya existfa una buena cantidad de bibliograffa sobre desa- rrollo que trata de las escuelas privadas para los pobres, y que no debja emocionarme tanto con «mi descubrimien- to», como habia hecho hoy, porque se reirfan de mi. Me dio un par de referencias para consultar. Y tenia razén. Me sorprendié mi escaso trabajo de- tectivesco, al no haber consultado estas referencias an- tes. Quizds mi fallo en reconocer lo que sucedia era per- donable: en la bibliografia recomendada, y en otra que 51 encontré mis tarde, el debate de las escuclas privadas para los pobres se presentaba como un tema algo vela: do, al que hacian referencia de forma tangencial y, en otras fuentes, completamente ignorado. Ciertamente, no figuraba en los titulares de ninguna de las conclusio- nes o implicaciones de la politica ~a las que nos referi- ‘mos perezosamente cuando consultamos la bibliografia sobre el desarrollo. Era casi como silos autores sintie- ran vergiienza o les desconcertaran las escuelas priva- das para pobres. Podian escribir de pasada sobre estas escuelas, pero en vez de saltarles a la vista como algo de gran importancia —como fue mi caso cuando las «des- cubri» por primera vez en Hyderabad— estos colegios no tenfan impacto alguno en las politicas propuestas por los autores ni se proponfan futuros debates sobre el tema. Incluso entre aquellos que no negaban la exis- tencia de las escuclas privadas para pobres, parecia que todos negaban absolutamente su importancia. ‘Cuanto més exploraba estas referencias, mds confu- some sentia. Una cosa era argiiir que la «educacién para todos» solo podia garantizarse a través de la educacién piiblica, con el apoyo de la zyuda internacional, sise des- conocia la existencia de escuelas privadas para los po- bres; pero tan pronto como se supiese que muchos padres pobres estaban abandonando el sistema estatal para enviar a sus hijos a escuelas privadas, éno deberfa esto lamar la atencién como un hecho digno de comentario encl debate de la «educacién para todos». Aparentemen- te, no. Aceptando la sugerencia de Sajitha Bashir, consulté la obra de Amartya Sen, ganadora del Premio Nobel de Economia en 1998. Habja sido coautora de un grueso volumen, titulado India: Development and Participation (En- dia: Desarrollo Participacitn), que me abrié los ojos a un 52 hecho digno de mencién en relacién con la educacién y los pobres, aunque lo ignorase por completo en sus Conclusiones. Leila conclusién del capitulo que trata de Ja educacién y no encontré nada que desafiase lo que todos saben: «La educacién elemental universal es un objetivo alcanzable», haba escrito, con tal de que se la haga «una cuestidn politica mas candente».! Se neces ta mayor gasto puiblico, lei, y el gobierno debe partici par mas activamente en «abrir mds escuclas, mejorar la infraestructura, nombrar més maestros, simplificar el plan de estudios, organizar campafias de inscripcién, pro porcionar libros de texto gratuitos», etcétera. El autor también sacé a relucir el t6pico estdndar sobre la edu- cacién privada, de que «las clases privilegiadas» son «los principales clientes de los colegios privados sin subven- Giones», continuando en la misma linea: la educacién privada es un asunto elitista que nada tiene que ver con Ja educacién primaria universal, que compete a los go- biernos y la politica. Nada digno de revolucionar el pa- radigma del desarrollo. Pero intercalado entre estas dos citas, no solo encon- tré una extraordinaria descripcién de los fallos funda- mentales de la educacién publica, sino también la ob- servacién de que la gran parte de las masas, incluyendo los pobres, lest recurriendo ahora a los colegios priva- dos! Lei que, incluso en 1994, las estadisticas mis recien- tes que us6 el autor, en la India rural -es decir, predo- minantemente pobre la inscripcién en las escuelas primarias privadas ya estaba por encima del 30%, y sestaban acelerdndose» las cifras al final de la década de » Las citas son por orden, deJ. Dréze y A. Sen, lndia: Develop ment ond Partipatin, 2*ed, (Nueva Delhi; Oxford University Press, 2002), pp. 286, 172-73, 89, 172, 161 y nota 72, p. 172. 58 los noventa, «especialmente en dreas donde las escue- las puiblicas estdn en malas condiciones». En las dreas urbanas, la tendencia era incluso mds sorprendente, con una proporcién de escuelas privadas estimada en un 80% o mas, Leyéndolo, me parecié dificil conciliar estas afirmaciones con la nocién de que la mayor parte de la clientela de los colegios privados era la élite, porque, ciertamente, ies una exageracién aplicar la definicion de privilegiado a més del 80% de la poblacién urbana -y mds del 30% de la rural! Qué estaba pasando? En vez de explorar a fondo sus decisiones, Sen criti: caba a los padres pobres por haberlas tomado: en alde as de Uttar Pradesh, escribia, la respuesta de los padres pobres al mal funcionamiento de las escuelas puiblicas era-«mandar a sus hijos varones» a estudiar en «colegios privados», Utiizaba este comentario para reprender las erréneas preferencias de los padres de educa a los varo- nes en ver. de a las nifias. Pero tal como lo lef, parecia que no habia captado el punto de mayor importancia; solo de paso, hizo un comentario sobre el que los pobres hiciesen uso de escuelas privadas, ipara terminar igno- rindolo en su andlisis posterior! éQué exirafio, no? El significado de este hecho se perdia en su totalidad en sus comentarios y conclusiones subsiguientes. Solo unas paginas més alld, participaba de la preocupacién acerca de la creciente desigualdad educativa, con la ad- vertencia de «un distinguido experto en docenciay de que la educacién publica «se estaba derrumbando por doquier, ya que la proliferacién de escuclas privadas habia hecho que dejasen de estar involucradas las edu: cadas y beligerantes clases medias». De nuevo, éno se- rla que el «problema» no eran las «educadas y belige- rantes clases medias», sino, a partir de las pruebas que ya habia presentado, las menos educadas y politicamente 54 desorganizadas masas? Es como si un gorila de 500 li bras estuviese en su cuarto de estar, pero no quisiera ofen- dera nadie por el solo hecho de mencionarlo. éPor qué no se percaté de la importancia de sus propios datos? éOera yo quien estaba leyendo mds alld de lo meramen- te expresado en estas referencias de pasada? ‘Una de las mayores fuentes de los datos de Sen era el Informe Piblico sobre Educacién Basica (Informe PROBE), un detallado estudio de la oferta educativa en cuatro estados del norte de la India, Sajitha Bashir, del Banco Mundial, me habia dado un ejemplar; lo lef con creciente asombro. Era también obvio que «incluso en- ire las familias pobres y las comunidades desfavorecidas, se encuentran padres que hacen grandes sacrificios para enviar a algunos a todos sus hijos a escuelas privadas, tanta es su desilusién con las escuelas oficiales»? He aqui que otra fuente describfa el fenémeno de las escue- las privadas para los pobres ~entonces épor qué no se sabia més de ellas? Los hallazgos del equipo del Infor- me PROBE en cuanto a la calidad de las escuclas pit blicas eran incluso mds asombrosos. Cuando sus inves- tigadores visitaron sin previo aviso a una gran muestra aleatoria de escuelas oficiales, isola en la mitad de ellas te- nia lugar algtin tipo de «tareas educativas»! En un fro, el director brillaba por su ausencia. El informe presen- taba conmovedores ejemplos de padres que estaban luchando contra la adversidad para mantener a sus hi- josen la escuela, pero esos nifios casi no aprendian nada. ‘Las tareas escolares cran «revisadas esporddicamente, enel mejor de los casos». El equipo informaba de «varios 2 Las etas som por orden, del equipo PROBE Public Reort on Basic Edwatin, (Oxford: Oxford University Press, 1999), pp. 103, 47,48, 63 y 102. 55 casos de maestros irresponsables que mantenfan un co- legio cerrado o inoperante por varios meses seguidos»; un colegio donde «el maestro estaba borracho»; oto donde el director ponfa a los nifios a realizar sus tareas domésticas, «incluyendo cuidar al bebé>; varios casos de «maestros dormidos en la escuela»; y un director que hacia acto de presencia «una ver a la semana... y otras cosas por el estilo». El equipo observaba que en las es- cuclas oficiales «gencralmente, la actividad docente se ha reducido a un minimo, en términos tanto de tiempo como de esfuerzo», Lo importante es que «este patron no se limita a una minoria de maestros irresponsables se ha convertido en una forma de vida dentro de la profesién». Sin embargo, no observaban esta clase de problemas en las escuelas privadas para los pobres. ‘Cuando sus investigadores se presentaron sin anunciar en los colegios privados no subvencionados seleccio- nados de forma aleatoria para la muestra (entiéndase colegios que no reciben fondos gubernamentales) en las aldeas, siempre estaba teniendo lugar «una febril activi- dad escolar». Entonces, écudl era el secreto del éxito de estas escue- las privadas para los pobres? El informe era muy ¢la- ro: «Ein una escuela privada, los maestros rinden cuentas al administrador (que puede despedirles) y, a través de Jos administradores, alos padres (que, a su vee, tienen la potestad de retirar a sus hijos del colegio). En una es- cucla oficial, la cadena de responsabilidad es mucho mds débil, ya que los macstros tienen puestos perma- nentes con salarios y ascensos sin relacién alguna con su rendimiento. La gran mayorfa de los padres conocen y entienden este contraste claramente».? Amartya Sen * Tid, p. 64 (ursiva fad). 56 también subraya el factor de responsabilidad. Un bajo esténdar educativo «refleja una falta endémica de respon- sabilidad en el sistema educativor.4 iros libros que me recomendaron ofrecian la mis- ma peculiar sensacién de que se restaba importancia a algo de gran relevancia. Lef los restimenes al principio yal final del Jyforme Oxfion sobre la Biuactn, libro de ca- becera para los que estudian desarrollo educativo y una ver més, solo presentaba la sabiduria aceptada de que los gobiernos y las agencias internacionales debian ha- cet frente a las necesidades educativas de los pobres. La jntroduccién plantea que la crisis educativa existe debi- do.a que los gobiernos y agencias internacionales han roto sus promesas de «brindar educacién basica de for- ma gratuita y obligatoria».5 Luego, en la conclusién, lei que hay esperanza, pero solo silos paises, tanto ricos como pobres, renuevan su compromiso con la «educacién gra- tuita y obligatoria». Mientras los gobiernos nacionales gasten mds y las naciones més ricas contribuyan con muchos mds miles de millones cada afio, podremos alcanzar la meta de una educacién bésica universal en clafio 2015. No habfa nada de excepcional en ello, pen- sé mientras leia. Pero, una vez més, escondido en un capitulo titulado de sus hijos. Cuando le conoci, 22 afios més tarde, ya tenia cuatro sucursales con 60 3.400 estudiantes, cobrando una suma de 50 délares por jodo escolar; un precio asequible para muchos de jos pobtes. Y a los que no podian costearlo, les brinda- ba becas gratuitas. Sentado en su oficina, bajo un destar- talado ventilador que barria el sudor de su frente, solid tuna risita diciéndome que a la edad de siete afios habia escrito al Presidente Bisenhower desde su aldea en Gha- za Occidental, solicitando ayuda para sus estudios. «Los ameticanos no me ayudaron», sonrid, asi que y «no pobres», donde la primera categorfa presentaba hacinamiento, sistemas de drenaje deficientes, escasa salubridad y falta de agua jotable, ademas de tendencia a inundaciones ocasio- rales. Lo tinico que me interesaba era investigar lo que sucedia en estas Areas «pobres».! Mi equipo de la Universidad de Ibadan estaba dixi- ido por el Dr. Olanreyan Olaniyan (conocido por todos como Lanre), un tranquilo, modesto, pero dotado, joven economista, con una personalidad agradable y extre- ‘madamente célida, Habfa reclutado a cuarenta estudian- tes graduados de las facultades de economia y educacién. Siguiendo los métodos desarrollados en la india, les en- trenamos para salir a buscar todas las escuelas primarias y secundarias de las dreas seleccionadas. Lanre encon- x6 listados oficiales de escuelas puiblicas y privadas reco- nocidas, pero les dijimos a los investigadores que se ten- drfan que valer por s{ mismos para encontrar las escuclas privadas no reconocidas, Les pedimos que peinaran cada calle y callején de las reas urbanas, que visitaran cada pueblo y asentamiento de las éreas rurales aledafias, en busca de escuelas privadas. Atencién, les advertimos, que no necesariamente encontrarian letreros anuncian- do su existencia: en Nigeria los letreros pagan altos im- puestos, porlo que los propietarios de colegios privados, por lo general, prescinden de ellos. Consecuentemen- te, tendrfant que usar su ingenio y hacer el trabajo detec- tivesco. Indicamos alos investigadores que se presentasen sin previo aviso en la escucla y entrevistasen brevemente al } Los datos son de LASEEDS, 2004, pp. 29,5 7 [Lagos State Economic and Empowerment Development Strategy = Estrategia de desarrollo econémico y empoderamiento del Estado de Lagos). a administrador o director. Luego, debian preguntar si podian hacer una breve visita no anunciada a la escue- Ja, para ver lo que sucedia en un aula e inspeccionar las, instalaciones escolares. Junto con el resto del equipo, realizamos ensayos para mostrarles cémo obtener ac- ceso allas escuelas, convenciendo a los administradores cde que merecia la pena dedicarnos su tiempo. ¥ luego evamos a los investigadores a algunos de los distritos pobres que ya habiamos examinado, con el fin de verifi- car si podfan dar con todas las escuelas que nosotros ha- bfamos encontrado, y para asegurar que sus entrevistas y observaciones se correspondian con las nuestras. Finalmente, estébamos listos para partir, pero nos topamos con Ia fiesta nacional, y solo existia un lugar ‘que queria visitar personalmente: Makoko. Mi taxi pasé por distinguidas comunidades valladas, fuera de las que dormitaban perezosamente guardias de seguridad alo largo de una via suburbana razonablemente pavimen- tada. Habfa un grifo de agua en la parte exterior de uno de los portones de hierro; a su alrededor, aproximada- mente una docena de mujeres y nifios esperaban turno para llenar de agua sus cubos de pléstico y recipientes de metal. Més adelante, vimos mujeres sentadas con cestos de tomates, pimientos, boniatos y chiles, atestan- dola calle que se estrechaba. La calle Makoko se conver- tfa en la calle Apolo y all{ vimos concurridos puestos de mercado que apenas dejaban espacio para el paso de un coche, Avanzando lentamente, la gente se apifiaba alrededor del coche, apenas dejéndonos pasar. Hom- bres sentados en los portales empezaron a gritar (hombre blanco). Juguetones, los nifios se sumaron al coro: «iQyinbo, oyinbo, yinbol» Mi conductor cruzé los pesados portones de metal ubicados en la entrada de dos imponentes edificios de 2 hormigén paralelos de cuatro plantas. Los letreros in- dicaban que éste era, més bien éstos eran, escuclas pri- ‘matias oficiales, ya que nos enteramos de que éstas eran tres escuelas piiblicas colocadas en el mismo terreno. El chéfer hizo ademdn de detenerse, pero le pedi que si- guiera. Parecia aprensivo y confundido —«Pensé que vyeniamos a ver las escuelas»— pero no queria quedar ‘mal, asi que continué la marcha, Sobre un canal, don- de cientos de piraguas flotaban amarradas una contra otra, nos aventuramos a una calle tan reducida por los mercaderes que tenfamos que avanzar lentamente, apar- tando cuidadosamente a la multitud mientras avanzd amos. «Oyinbo>» gritaban los nifios; «Oyinbo,» los ancia- nos. «Sefior Blanco,» grité una joven mujer, alzando la mirada del nifio que se baiaba en un balde de agua ja- bonosa. El camino pavimentado terminaba en un badén; més adelante encontramos un camino tan fangoso que era imposible pasar en el coche. Mi chofer y yo dejamos el coche tal y donde estaba, en las seguras manos de un grupo de amigables jévenes que se precipitaron sobre nosotros tan pronto nos detuvimos (y que luego, por supuesto, demandaron una gran suma —que aceptaron reducir tras airadas negociaciones— de nairas, la mone- da local, por cuidar el coche). Caminamos con mucho cuidado. La calle estaba inundada, como resultado de las, lluvias de la noche anterior, Las alcantarillas abiertas a lo largo de ambos lados del camino, se habfan desborda- do sobre la carretera; segui a mi chofer, chapoteando desde un lado de la calle al otro tratando de evitar los peores excesos del fango y barro, excrementos huma- nos y basura apilada. Pero no habia forma de evitarlo ‘en su totalidad. Un nifio se agaché frente a mi para de- fecar sobre un pedazo de peridico viejo, justo frente a 73 su casa; cuando terminé, su madre tomé el periddico y lo tird a la alcantarilla fétida. Pregunté a unos adolescentes que encontré sentados sobre un muro bajo fuera de una tienda si conocian al- gxin colegio privado en los alrededores. Me dijeron que sf (mi chéfer traducia para asegurar que me habian en- tendido correctamente) y asi se convirtieron en mis guias. Los seguimos mientras se desplazaban despreocupados sobre las planchas de madera que cruzaban las alcanta- rillas; yo con mucha cautela. Bajando por un angosto callején, seguimos, encontrando a nuestro paso hedion: dos mercados de pescado donde las mujeres se afana- ban en limpiar y preparar la pesca del dia. Y también -vimos las mismas cabaftas de madera que habia visto desde la carretera —hechas de planchas de madera con retazos de otras maderas encontradas en la profundidad de las aguas negras, Junto a las cabafias, se habjan levan- tado sobre el agua, a lo largo de los estrechos canales, unas pasarclas de madera desvencijadas. Los chicos se movian con facilidad; yo lentamente, probando la resis- tencia de cada tablén antes de continuar. Abajo estaba la sucia «agua» negra, que formaba furiosamente remoli- nos, burbujeando con alguna sustancia orgénica desco- nocida, Un cerdo que se revoleaba en las aguas pesti- lentes nos miré perezosamente al pasar. ¥ un creciente grupo de nifios su unié a nosotros, tocdndome jugueto- namente y gritando «Oyinbo» Ala altura de un angosto puente, eruzando un oseu- ro canal, nuestros guias negociaron con un hombre jo- ven a bordo de una canoa. Tras algunas deliberaciones, descendimos para embarcarnos; vista de cerca, cl agua era cada vez menos atractiva. Nos deslizamos por el an- gosto canal, entre las casuchas de madera, para salir a tuna corriente més amplia, un nifio nos propulsaba sin 74 esfuerzo. Una vez en el canal que era mds amplio, vimos pasar a varias mujeres a bordo de piraguas llenas de productos agricolas tomate, colza, espinaca y bonia = cangrejos de rio y unos pescados més grandes se cos. Una piragua llevaba baldes de agua como tinico cargamento; otra paquetes de galletas y refrescos, Un ‘martin pescador volaba a nuestro alrededor y se balan- ceaba en una pértiga, examinando las aguas turbias en busca de su presa. Nos deslizamos sobre las aguas, divi- sando iglesias y tiendas sobre pilotes a nuestro paso y tun edificio con techo de paja con un arrogante letrero de-«restaurante y bar», pero ninguna escuela. Finalmen- te, maniobramos con pericia hacia otro angosto canal —éAdénde me llevaban estos chicos? Por supuesto, esta- ba algo nervioso; cohibido, tanteé el bolsillo de mi pan- talén en busca de mi cartera, abultada con los délares de todo un mes, ya que no habia cajeros automiticos en Lagos (por alguna razén, habia pensado que el dinero estaria mds seguro aqui que en el hotel econémico); més me valia ser algo cuidadoso. Bajé de la piragua con cau- tela, aterrizando en la plataforma de madera donde aho- rauna docena de chiquillos sentados a mi alrededor se refan de mi. Un anciano, desnudo salvo por unos dimi- tos pantalones color marrén, daba bastonazos a los nifios con una cafia larga y éstos huufan, gritando con una mezcla de dolor y jubilo, solo para regresar instantes mds tarde, agolpdndose a mi alrededor. Les pregunté sus nombres. Una nifia diminuta, con un impecable vesti- do rosa —una ver mas me sorprendié cémo esta gente manticne su ropa tan limpia estando rodeados de tan- ta suciedad— me dijo que su nombre era Sandra. Son- 1i6 hermosamente y no me solté de la mano: «A qué escuela vas?» «CPK> respondié y por todos lados can- taron «CPK» éQueé significan las siglas? La nifia gritd 5 «Colegio Privado Kennedy» -o por lo menos eso es lo que cref oft, Habfa encontrado mi primera escucla pri- vada en el barrio de chabolas de Makoko. ¥ de golpe supe que los adolescentes que me acompafiaban sabjan exactamente hacia dénde me levaban. ¢Podrias levar- me hasta tu escuela, Sandra? De vuelta sobre los tablones, ahora me movia con mayor desenvoltura sobre los remolinos de aguas negras ‘y sus misteriosas formas de vida, los nifios acompaiian- dome, tomados de mi mano, diciéndome que tuviese cui- dado cada vez que pasdbamos sobre tablones podridos ocayéndose a pedazos. Y alli estaba: un edificio de hor- migén rosado, con descoloridas fotos de juguetes infan- tiles y animales en la parte superior de la pared y una inscripeién con el nombre del colegio, que resulté no ser «Kennedy» sino Colegio Privado «Ken Ade» La escuela estaba cerrada por la fiesta nacional y el propietario estaba atendiendo un evento no lejos de ali; pero eso no mermé mi entusiasmo, Uno de los pesca dores que me acompaiiaba traia consigo el ruimero de teléfono mévil del duefio; estaba fuera de cobertura en ese momento, pero ésta podria ser la forma de contac- tarle més tarde. Al poco tiempo mis guias quisieron regresar, sintiéndose incémodos alli y, a pesar de que todos parecian lo suficientemente amigables, los segui alo largo de la calle Apolo con reticencia, pero satisfe- cho de haber encontrado mi primera escuela privada en Makoko. El propietario del Colegio Privado Ken Ade, el sefior Bawo Sabo lieu Ayeseminikan (Lldmeme BSE» me dijo, cuando finalmente nos pusimos en contacto por 76 teléfono, y si, era mucho més facil de recordar), se reu- nid conmigo al final del camino de lodo cuando volvi unos dias después, junto al badén donde terminan los caminos pavimentados. Esta vez no era un dia de fies- ‘a, sino una huelga nacional, en protesta por la inminen- te alza de los precios de la gasolina a lo largo y ancho del pais. En el hotel, la atmésfera durante el desayuno era similar a la de un campamento de verano: todos los trabajadores se mantuvieron alejados, en parte por mie- do a ser intimidados; un gerente, de traje, preparaba huevos revueltos; también habia café instanténeo, bol- sas de té y un recipiente de agua caliente para que pre- pardsemos nuestras bebidas. Me ofreci a lavar los pla- tos como gesto solidario hacia la gerencia. Nadie debe salir de hotel, me dijeron, Podia ser peligroso atravesar la ciudad. Pero ansiaba retornar a Makoko, Al teléfono, BSE me dijo que no habia problema alguno en los alrededo- res de Makoko ese dia —deseché mis temores y me ani- m6. Encontrar un coche y quien quisiese levarme era ‘otra cosa, pero finalmente un chofer accedié y fue como un suefio la rapidez con la que nos deslizamos por las calles, tan atfpicamente vacias; claro, el chofer también queria dejarme en la escuela piblica en los alrededores de Makoko —con los portones cerrados a cal y canto du- rante la huelga— cuando finalmente entendié adénde queria i Segui a BSE a su escuela, Dentro del edificio rosado se respiraba calor y oscuridad. Tres aulas estaban sepa- radas por tabiques de madera y una cuarta se encon- traba en la parte trasera del edificio, en una habitacién aparte. Encontré nifios sentados en escritorios de made- ra, mientras que jévenes maestros ensefiaban con éni- mo. No habia huelga en ésta y, me enteré més tarde, en 7 ninguna otra escuela privada de Makoko. Nos senta~ ‘mos en su mimiscula oficina, mientras fucra alguien ma- nipulaba un generador y el ventilador comenzé a girar. No sabia qué preferia, siel calor de homno 0 el ruido en- sordecedor. Los nifios se agolpaban afuera de la oficina: «éQuieren ver al hombre blanco?» bromeé BSE. Algu- nos de los m4s valientes tocaban mi cabello, otros me estrechaban la mano. Sefialé a Sandra, sentada en uno de las aulas y ella escondié su rosto, radiante y tfmida al saludarla, ella, lanifia que me habia llevado hasta este colegio. BSE habia creado tres secciones distintas en el Co- legio Privado Ken Ade: los nifios més pequefios estaban ubicados en el salén parroquial, a unos centenares de yardas del camino principal, recibiendo sus clases en bancos de madera colocados frente a las pizarras; los nifios de edad intermedia estudiaban en el edificio rosa- do ~de hecho, el mejor edificio de todo Makoko. Y los. estudiantes de mayor edad en un edificio adyacente hecho de tablones clavados sobre postes y un techo de hhojalata. (Mis tarde, este edificio desapareceria duran- teel Gran Fuego de Makoko, el 6 de diciembre de 2004. ‘A todo el que pregunte le dard la fecha exacta, de hecho, se dan fechas exactas para todos los eventos de impor- tancia). BSE me llevé a ver las instalaciones que habia adquitido para no continuar siendo victima de los ca seros ¢ invertir en una escuela que siempre seria suya. Deseaba trasladar una de sus tres escuelas a esta nue- ‘va ubicacién c incluso construir una escuela de primer ciclo secundario. Pasamos por callejones asquerosos y estrechos, sobre agua y lodo, pisando cuidadosamente sobre las piedras y sacos de arena empapados de inmun- dicia. En las alcantarillas abiertas de par en par vimos equeiios peces. El nuevo terreno estaba parcialmente 78 inundado, pero cra lo suficientemente grande como para construir su escuela sofiada, con decrépitas casuchas de hojalata a un lado (me sorprendié ver a una familia ha- bitando una de ellas) y hermosas flores paixpura crecien- doen el lodo. Pasamos junto a mujeres ahumando dimi- nnutos cangrejos de rio, embutidos en una delgada red sobre una hoguera. Una de las mujeres tomé un puiia- do que me extendié para que los probara; sabfa que no debia, por cuestiones de salubridad, pero también que debia aceptarlos, para salvar apariencias con mi nuevo anfitrién, Con cuidado me llevé uno a la boca; sabia sor- prendentemente dulce. La mujer metié el resto del pu- jiado en una bolsa de plastico, para que me los llevase. BSE creé la escuela, por sus propios medios, el 16 de abril de 1990, Empez6, como muchos otros, con algo pequeiio, con pocos nifios, con padres que pagaban cuo- tas diarias, las veces que tenfan el dinero para hacerlo. Ahora contaba con 200 nifios, de nivel prescolar a sex- to grado, La cuota era de aproximadamente 2.200 nai- ras (178) por perfodo, o casi 4 délares mensuales, pero 25 estudiantes asistéan de forma gratuita. «Si un nifio cs huérfano équé puedo hacer? No puedo rechazarlo», me dijo. Los motivos por los que abrié la escuela parecian ser una mezcla de filantropia y comercio —si, necesita ba un trabajo y vio que habia una demanda de escue Jas privadas por parte de padres desilusionados con las escuelas oficiales. Pero sus sentimientos también esta- ban dirigidos a los nifios de su comunidad y su iglesia —éCémo podia ayudarles a superarse? Estaban los co- legios oficiales, al otro extremo del camino, tres escue- Jas en el mismo terreno —nos reimos de ello. A quién, sino a un burécrata, se le habria ocurrido semejante cosa? No estaban tan lejos, tan solo a.un kilémetro de su escuela pero, aun asi a distancia ha debido significar un 79 problema para algunos de los padres. Particularmente enc caso de las nifias, los padres no deseaban que sus hijas transitaran por las abarrotadas calles donde un secuestrador podia esconderse. Pero, en su mayoria, se trababa de un asunto de estndares educativos en las escuelas oficiales lo que motivaba a los padres a buscar otras alternativas. Cuando animaron a BSE a abrir un colegio 15 afios antes, los padres sablan que los maes- tzos se ponian frecuentemente en huelga ~para ser jus tos con los maestros, huelgas como medio de protesta por cl impago de sus salarios. Pregunté si podia conocer a algunos de los padres y visitar sus hogares construidos sobre pilotes. Todos los padres de familia dela comunidad eran pobres —los hom- bres solfan pescar, las mujeres vender pescado u otros productos en las calles principales. Sus ingresos maximos podrian ser aproximadamente unos 50 délares men- suales, pero muchos tenfan ingresos menores. Aqui las familias son complicadas: Sandra vivia con su madre, quien era la segunda esposa de un pescador que también. cra padre de otra criatura en la misma escuela, Godwin. ‘Mientras tanto, la madre de Godwin vivia unas casas mis adelante con su otro hijo, James. De visita en su casa, Sandra me dijo que le gustaba leer. éCudntos libros tenia en casa? le pregunté, buscando con la mirada por Ja abarrorada sala. ‘Tenta su libro de inglés, me dijo, y ms tarde, interrumpiendo la conversacién, dijo «Oh, ymiilibro de ciencias agricolas», James me comenté que ‘tenia «por lo menos cuatro» libros en casa, Los padres me contaron sin remilgos que no cabia duda de a dénde mandarian a sus hijos de poder costear- lo -aescuelas privadas. Algunos tenian uno o dos hijos en colegios privados y a uno o dos en oficiales ~y bien sabfan, me dijeron, cudn diferente era el trato en ambos 80 colegios. Una mujer me dijo «en la escuela publica ve- ‘mos cémo algunos de los libros de los nifios ni siquic- ralos tocan». Un joven y apuesto padre de familia, que estaba leyendo a Shakespeare cuando nos acercamos a lala puerta de su casa sobre pilotes, me dijo que en la escuela privada «los maestros eran de fiar. Otro hom- bre comenté: «a menudo pasamos por la escuela puibli- cay siempre vemos a los nifios fuera, sin hacer nada, pero en las escuelas privadas los vemos trabajando duro todos los dias». Dediqué mucho de mi tiempo a observar las clases en la escucla de BSE y en todos los demas colegios pri- ‘vados que visité sin avisar. Con una ocasional excepcién, encontré a los maestros ensefiando en cada una de mis visitas. En el raro caso de encontrarse enfermo alguno de los maestros, el director asignaba tareas escolares y vigilaba el progreso de los estudiantes. Lucky era un maestro tipico. De 98 afios de edad, recién graduado de Ja escuela secundaria, aspiraba a entrar en la universi- dad a estudiar economia. No contaba con los medios para hacerlo, as{ que seguia viviendo en su pueblo natal de Makoko y se dedicaba a la ensefianza. Me dijo que se sentia privilegiado de ser maestro: «Cuando ensefio también aprendo. Cuando ensefio a los nifios que el cua- drado de la hipotenusa es igual a fla suma de) los cua- drados de los catetos, tengo que pensar con atencién: épor qué es'asf? ¥ encuentro que aprendo todo un mun- do de cosas nuevas por m{ mismo». Su entusiasmo por la ensefianza era evidente, lo que motivaba a todos los nifios bajo su cuidado. Su compromiso y pasién le ha- tian exactamente la clase de maestro que uno quiere para siy sus hijos. O el caso de Remy, una vivaz c intré- pida mujer que capturaba la atencién de todos sus alum- nos. Me dijo que disfrutaba muchisimo con la ensefianza 81 en la escucla privada porque los grupos son pequeiios y puede dar a todos los nifios la misma atencién indivi- dual. Amo estar rodeada de nifios, me dijo. El Colegio Privado Ken Ade es una de las 26 escue- las privadas de Makoko, me dijo BSE, inscritas en la fe- deracién conocida como Asociacién de Alto Desarro- Ilo Educativo. BSE era el coordinador de los delegados de Makoko. Pero también existian més escuelas «no registradas», me dijo —es decir, como se puso de mani- fiesto durante nuestra conversacién, no registradas en la asociaciin: el registro gubernamental era, al parecer, inrelevante. BSE dijo que deseaban crear una federacién nacional, aunque ahora era la tnica en funcionamiento enel Estado de Lagos. Existia solo para las escuelas pri- vadas de bajo coste, como las de Makoko, y otras que habia alo largo de todo el Estado de Lagos, incluyendo las dreas rurales. éPor qué fue creada? En el afio 2000, ‘me conté, hubo un doble intento de cierre de las escue- las privadas como la suya. En uno de los frentes estaba la asociacién de escuclas privadas de élite, Asociaci de Propictarios de Escuelas Privadas, que representaba alas escuelas que cobraban de 10 a 100 veces més que la suya. La APEP se quejé ante el gobierno de la baja calidad de las escuelas como la suya, urgiéndole a que cerrara las escuelas privadas de bajo coste. «Seguimos en la batalla», dijo, «Estamos tratando de dar a la gente no tan adinerada el privilegio de tener acceso a una educa- cién decente», Junto con la asociacién resistieron la clau- sura y, con el cambio de gobierno, se olvidaron de ellos ‘momenténeamente. Pero hacia unos meses que el go- bierno de Lagos habia emitido otro edicto ordenando el cierre. Resistieron y as{ lograron seis meses de plazo hasta la ejecucién del edicto. Mientras tanto, la asocia- cin escribié a todos los reyes como se llama alos jefes 82 locales~ del Estado de Lagos, informandoles acerca de Ja amenaza del gobierno, relatando eémo 600.000 nifios serfan expulsados de sus colegios y miles de maestros quedarian cesantes si el gobierno continuaba con esta dura medida. «Cuando te duele la cabeza», dijo BSE, «ila solucién no es corcértelaliSi el gobierno tiene algiin problema con nosotros, podemos trabajar juntos para ‘mejorar, no arrancarnos de rafal» Pero no se trataba de aulocompasién. «Es imposible cumplir con todas sus re- gulaciones; no tenemos el dinero para hacerles frente». Mientras camindbamos entre las casuchas, me contd que habia escrito al departamento de educacién de La- g0s pidiendo que, en vez de acosar a las escuelas priva- das, épor qué no les ayudaban mediante una linea de crédito renovable? Me dijo que no habia recibido nin- guna respuesta. En el transcurso de los siguientes dias, visité mu- chas de las escuelas de la asociacién, Una de ellas im- partia clases en francés, con un director de Benin al servicio de nifios inmigrantes de los paises citcundan- tes de habla francesa, quienes retornarian a casa para continuar sus estudios secundarios. Era la escuela més grande, con 400 nifios; contaba con un edificio de dos pisos, de madera (conocido como un edificio de «pisos» en Nigeria y en cualquier otra parte de Africa Occi- dental), construido sobre pilotes. La escuela més anti- gua, Legacy, fundada en 1985, también operaba en un edificio de «pisos» con tablones en el piso superior que crujfan y aullaban bajo nuestros pies y a través de los que se podfan ver las aulas del piso inferior. A mi Ile- ¢gada, alas cinco de la tarde, un maestro continuaba en- sefiando en el piso superior, ayudando de forma volun- taria a un grupo de nifios de secundaria a prepararse para sus examenes. El propietario logré crear la escuela 83 yendo de puerta en puerta, animando a los padres a ‘enviar a sus hijos —no habfa un colegio piblico acce- sible y deseaba que su comunidad tuviese una educa- cién, Luego comenz6 a cobrar 10 kobos (10 céntimos de naira) diarios; luego se centré en hacer que los pa- res pagaran una suma semanal. Tan pronto aumen- t6 el mimero de nifios, solicit6 a los padres que diesen Jo que pudieran para poder administrar el local. Segiin se fue estableciendo la escuela, pasé a cobrar mensual- mente y, finalmente, por perfodo escolar: El, como to- dos, encontré dificil cobrarles a los padres y, también como todos, ofrecta enseftanza gratuita a muchos de los nifios. éSus maestros estaban cualificados? le pregunté. Empezé por decirme que los instruia personalmente; al final de cada perfodo escolar realizaban talleres para incrementar el estdndar académico y eso estaba muy bien, Entonces aifadié: «No valoramos los diplomas, valora- mos los resultados. éRinden? iEso es lo importante, no tener diplomas!» Me conté una anécdota de un aspi- rante con una «impresionante Licenciatura en matemé- ticas» al que planteé un problema: «Mi abuelo tiene 80 afios y en 8 afios tendré ocho veces tu edad, écudntos afios tienes ahora?» Respondi répidamente lo que me parecis ser la respuesta obvia, haciendo alarde de mi co- nocimiento algebraico: «Once». Desafortunadamente, cai en su trampa, «eso es lo que dijo, pero la respuesta es tres, porque la pregunta ¢€s cudntos afos tienes ahora!» Esta historia debia demos- trar que el sentido comin y la resolucién de problemas no son necesariamente sindnimos de buenas calificacio- nes. Yo también tengo «una impresionante Licenciatu- ra en matemiticas» pensé. Pero estaba bien traido a cuento: los diplomas no lo son todo. 84 Pregunté silos maestros estaban afiliados a un sindi- cato, «Aquino hay sindicato», dijo, yrié de buena gana. «No hay sindicato, trabajamos como equipo, valoramos aunién, tenemos una fiesta de final del afio escolar, to- dos juntos, bailamos, comemos, bebemos....» Noté que Ja mayoria de los maestros eran mujeres y traje este he- cho a colacién. «éPor qué? éMe pregunta por qué? Por el dinero que pagamos, no puede haber hombres aqui. Elsalario para la mayor parte de los hombres es mucho mis alto, y a la mayoria de ellos no les gusta enscfiar. Incluso aqui quieren ser presidentes, politicos, perso- nas importantes, abogados», me dijo, enfatizando dramé- ticamente cada posible opcién: «(No quieren enseiiar, asi son las cosas en este pais!» Por todas partes, mientras iba por el barrio pobre, ceracvidente que las edificaciones destinadas a las escue- Jas eran de escasa calidad esta ertica, que tan a menu- do escuché en mis conversaciones con expertos en de- sarrollo en Inglaterra, cra ciertamente valida. Pero no estaban en peores condiciones que las viviendas de esa misma gente. Cierto, confirmé, no tenian servicios sani- tarios, pero tampoco los tenian en sus casas. Los nifios se sentian a gusto en estos edificios —los maestros pro- vyenfan de la misma comunidad y conocian los proble- mas locales tanto como sus alegrias. Cuanto mds visita- ba estas escuelas, mas me percataba de cudn orginicas ‘eran, eran parte de la comunidad a la que servian, en nada parecidas a las escuelas oficiales de los alrededores. Una tarde, BSE y yo visitamos una escuela piiblica. Llegamos a la 13:40. Las escuelas privadas funciona- ban hasta las 4 de la tarde; las piblicas ya habian cerra- do, los nifios jugaban y alborotaban en las reas enlo- dadas que existian entre los altos edificios. Vi a varios orinar en la esquina estos nifios tampoco parecfan tener 85 servicios sanitarios. La directora de uno de estos tres co- legios era muy amable y atenta, a pesar de todo, y me invité a regresar al dia siguiente. Regresé a las 9:20 de la majiana siguiente, un poco mis tarde de lo acordado. La Escuela Primaria Angli- cana Adekinle era la mds grande de los tres colegios pri- marios situados cerca del camino principal, ocupando Jas imponentes manzanas de hormigén de ambos lados dela plaza. (Muchas de las escuelas fiundadas por igle- sias fueron nacionalizadas en los afios 70 y 80, de al el titulo de anglicanas; sin embargo, se las consideraba es- cuelas puiblicas y recibian un cien por cien de sus fon- dos del Estado, a pesar de que todavia mostraban ves- tigios de su antigua administracién privada a través de la iglesia). La pequefia y regordeta directora comenzé dirigiendo a los nifios a sus respectivas aulas ~supues- tamente el inicio de las clases era a las 8 y aun asi, mu- chos nifios parecian deambular por los pasillos. Quizs ésta era la hora de descanso. Frente a mis ojos, sin in- tentar ocultar sus acciones de forma alguna, la directo- ra comenzé a perseguir y luego a golpear salvajemente con su bastén a una nifia pequeiia. La derribé a golpes y cuando la nifia pudo levantarse, la golpeé nuevamen- te; finalmente, lanifia escapé y entré en una de las aulas, a duras penas teniéndose en pie y llorando fariosamente; jamds he visto cosa similar en las escuelas privadas —sf, ‘veces los maestros llevan un bastén, cosa que me pre- ocupaba, pero parecian juguetear con ellos, cuando mds, dando golpecitos a los escritorios de sus estudiantes para captar su atencién. Perturbado, visité las aulas con mi anfitriona. Lle- vaba su bastén, enfatizando con él cada una de sus pa- labras; los nifios no eran los tinicos asustados por sus ademanes. Algunos maestros ensefiaban con aparente 86 compromiso y gusto, pero en la mayorfa de las aulas, Jos nifios parecfan hacer muy poco. A veces, parecia deberse a que el maestro habia terminado la leccién, después de escribir algunas cosas sencillas en la pizarra, y los estudiantes habjan terminado de copiarlas. Lue- go, los estudiantes permanecian sentados en completo silencio, mientras la maestra seguia sentada en su escri- torio leyendo el periddico 0 conversaba con sus colegas fuera del aula. La clase de primer grado tenfa 95 nifios, pero se trataba de tres clases juntas —un maestro esta- ba enfermo, otro de licencia para continuar sus estudios alguna otra forma de ausencia oficial. Me pregunté cudn a menudo sucedia ¢s0, 0 sise trataba de hoy sola- mente. Los nifios de esta clase no hacian nada; algunos dormfan, una nifia limpiaba las ventanas. Un maestro estaba dando vueltas fuera del aula. A nadie, y cierta- mente no ala directora, parecia avergonzarle todo esto Jo mds minimo. Les pregunté a los nifios de qué trataba su leccién ~cuando nadie contest6, la directora grité y Jadré a los nifios; se trataba de una clase de matemati- cas, me dijo afablemente, sin sentido ni congruencia, ya que ningin nifio tenia un solo libro abierto. Delas tres escuelas, ésta tenfa capacidad para 1.500 niftos. La directora me dijo que los padres habjan aban- donado la escuela en masa hacia unos aiios debido alas, huelgas de los profesores, pero las cosas habjan mejo- rado y los hifios habian regresado. En ese momento, la escuela tenfa una matricula de alrededor de 500 alum- nos, mucho mayor que antes, pero el crecimiento se habia estancado. Ha debido ser algo desalentador para los maestros encontrar que, al regresar de la huclga, los padres habfan optado por otras alternativas privadas. Pero la realidad era mucho mds asombrosa: aqui nadie parecia saber que existia esta alternativa, ya que en el 87 Ultimo piso de este impresionante edificio encontré cin- co aulas vacias, todas con sillas y escritorios, esperando el retomo de los nifios. éPor qué los padres no envian a sus hijos a estas aulas? pregunté con aire inocente a Ja directora, Su explicacién fue simple: «Los padres de Jos barrios pobres no valoran la educacién, son analfa- betos ¢ ignorantes, algunos ni siquiera saben que aqui la educacién es gratuita. Pero la mayorfa ni se inmuta por mandar a sus hijos a la escucla». Sugert la posibili- dad de que estuvieran mandando a sus hijos a escuclas privadas. Se rio de mi ignorancia: «iNo, no, estos son padres pobres, no pueden pagar una escuela privadal» Les pregunté alos maestros dénde vivian: muchos viajaban una hora o mds para llegar a la escuela; algu- nos viajaban més de dos horas. La directora también vivia a una distancia considerable. Dos de los maestros vivian fuera del Estado de Lagos; el yoruba no era el idioma natal de uno de ellos, a pesar de que la mayorfa de los nifios era Yoruba. No importa, me dijo la directo- 1a, ya que cl lenguaje de ensefianza es el inglés. Medité lo diferente que era en las escuelas privadas, donde los. maestros son de la comunidad, conocen los problemas a los que los nifios se enfrentan, que son los mismos a los que se enfrentan ellos todos los dias. ¥, si hace falta, pueden explicar las cosas en su lengua materna, a dife- rencia de los maestros de las escuelas oficiales. Continué mi gira con visitas a las otras dos escuelas ubicadas en la misma rea —la signiente era la Escuela Primaria Ayctoro de la Iglesia Africana. Algunas de las. aulas de esta escuela primaria tenian solamente de 12.a 15 nifios, a pesar de que los registros indicaban una ma- tricula de 30 235. éPor qué faltaban tantos? El director me dijo: «Como puede ver, ésta es un rea cercana a un rio y cuando empiezan las Iluvias, como ahora, los nifios. 88 se quedan en casa a limpiar, porque se les ha inunda- do. Y esas la razén por la que hoy hay tan pocos nifios en la escuela». Cuando le conté esto a BSE me dijo: «iPero aqui, en la escuela privada, hay nifios hoy!» No necesitaba decirmelo; fui testigo de esta diferencia. La directora del ultimo colegio, la Escuela Primaria icana de Makoko, era una sefiora encantadora y muy dedicada, e instanténeamente me senti a gusto en su presencia, Me llevé a las aulas y pregunté alos nitios si tenfan hermanos o hermanas en escuelas privadas, recordando lo que los padres me habjan contado en el mismo Makoko. La directora me interrumpié: «No», dijo, «e308 nifios son pobres, no pueden pagar una escue- Ja privada», Pero insisti y los nifios contestaron que si, si, sus hermanos iban a escuelas privadas. Y me dijeron Jos nombres de los colegios, como CPK, St. William's y Legacy, con la que ya estaba familiarizado. A estas alturas de la conversacién, la directora admitié que ja- mas habia puesto un pie en Makoko ni visto de dénde venian sus nifios. Cuando insisti, me dijo que no sabia a ciencia cierta siallf habia escuelas privadas, pero esta- ba casi segura de que no existian y que los nifios le es- taban tomando el pelo al visitante extranjero. En el segundo piso de su escuela, dos de las aulas estaban vacias; en Ja tercera habia dos maestras de me- diana edad, sentadas en sus escritorios, una junto a otra, cerea de la’ puerta. Conversaron conmigo amenamen- te. Aqui, el tercero y cuarto grados compartfan el aula, 60 nifios en total. éPor qué estaban en la misma aula? Porque no tenian suficientes escritorios para los dos gru- pos, asi que los sentaban juntos. En el tereer piso, tres aulas estaban vacias y en el cuarto habia tres clases jun- {as, con 90 nifios registrados, me dijeron, a pesar de que solo 75 estaban presentes. De nuevo, las tres maestras 89 estaban sentadas en sus escritorios, meticulosamente dispuestos cerca de las ventanas, aparentemente sin ha- cer nada, mientras los nifios estaban sentados también sin hacer nada. Una vez més, la razén aducida era que no habfa suficientes bancos ni escritorios para los nifios. Le sefialé a la directora que en las seis aulas vacias de la primera escuela primaria, a escasos metros de alli, tenian montafias de escritorios y bancos sin usar. Me dijo que no lo sabia. éPor qué no se hacia tracr los escri- torios? «Lo que sucede en otras escuelas puiblicas no es de nuestra incumbencia», dijo mientras se encogla de hombros. Condusién asi dos afios después de mi primera vista Makoko, Megué a las lujosas instalaciones del Secretariado de Lagos, para entrevistarme con el comisionado de edu- cacién y discutir el papel de las escuelas privadas en la misién de brindar . La conversacién iba de un extremo al otro, pero el trasfondo de su argumen- to parecfa ser éste: los pobres, por definicién, no puc- den pagar por la instruccién privada. De forma, que si esto era una escucla privada con tarifas, no podia ser para los pobres. Las escuclas piblicas eran gratuitas pre- cisamente porque los pobres no podian permitirse pa- gar la ensefianza y los padres que pudieran costearse la enseianza privada no podian ser pobres. Logré que conversara con algunos de los nifios que se agolpaban a nuestro alrededor, y confirmaron su pro- cedencia de familias de pescadores y comerciantes. Acep- t6 que la gente de los alrededores era muy pobre; tam- bign acepté que el drea era de muy escasos recursos. Pero insistié en su argumento, esta vez probando un nuevo Angulo. Esta vez era algo del tipo de: cl colegio priva- do podré estar ubicado en un érea pobre, incluso, qui- 24, asistiendo nifios pobres, pero no era una escuela pri- vada paralos pobres porque no estaba alineada con los, intereses de los pobres. En otras palabras, no era «pro 94 pobres», un término que escuché por primera vez de boca de Dennis y que hoy en dia utilizan todos los ex- pertos en desarrollo, Una escuela privada para pobres, por definicién, no puede existir porque los pobres no tienen que pagar tarifas. Asi que puede tratarse de una escuela privada, accedié, pero es am el propésito de ha- cer dinero, eso es todo; no para los pobres. Entonces Dennis dijo «mira, hay una forma en la que las escue- las privadas pueden ser fara los pobres». Dio un ejem- plo de cémo la British Airways habja querido ayudar a mejorar la educacién bsica en Nigeria. La empresa seleccioné una escuela (publica) en extremo abandono y la remodel6, Actualmente contaba con un magnifico edifcio ¢ instalaciones, pero seguia siendo gratis, y por Jo tanto realmente creada para los pobres, pero con par- ticipacién del sector privado. «Si el Profesor Tooley dona fondos a su escuela» le dijo a BSE, «ésta bien puede re- bir a los nifios de forma gratia. Ast ser‘a una verda- dera escuela privada fara los pobres». Asi seria verda- deramente «pro pobres». Consideré mencionar que el Golegio Privado Ken Ade ya offecia ensefianza gratui- ta y subvencionada a los estudiantes més pobres, pero decidt dejarle a Dennis la tiltima palabra. Viajamos todos ~el equipo de la BBC, BSE, Dennis y yo del barrio pobre a nuestro hotel, el Hotel Main- and, ubicado en las afueras de la ciudad. Pedimos comi- da y bebidas. Estabamos de buen dnimo —Dennis es una persona muy amistosa y nada de lo que habia pa- sado entre nosotros mientras dialogébamos junto al co- legio cambié Ia camaraderfa que sentfamos el uno pot lotro, Porlo general, hablabamos de otros temas; pero al finalizar la cena, quiso damos las gracias formalmente ¢ improvisé un pequeio discurso. Nos dijo que habia aprendido mucho ese dia, Hasta entonces, nunca habia 95 visitado Makoko, admitié, y de hecho, al escuchar el nombre pensé que se trataba de un lugar totalmente dis- tinto, Pero, se disculpé, ningtin funcionario de educacién se habia aventurado mis alld de las escuelas péiblicas de las afueras del barrio pobre, asi que nadie se entera- ra de que tales escuelas privadas existian dentro de la comunidad. ¥ nos conté una parabola: «Los ancianos de una aldea advirtieron al jefe que debfa limpiar los matorzales que habfa alrededor de su casa porque abun- Gaban las serpientes, y que debfa andarse con cuidado. Pero jamés habia visto una, asi que no les crey6. Un dia, uno delos aldeanos atrap6 una, agazapada junto al pozo el jefe, esperando su presa. Atrapdndola con cuidado, lallevé ante el jefe. “La veo con mis propios ojos. Y con mis manos la toco. Ahora creo». Dennis finaliz6: «¥ he visto y tocado estas escuelas privadas. Es bueno, sf, es bueno enterarte de lo que no sabfas que existia. De ahora en adclante, se lo contaré a todo el que conozcay. Podria haberlo abrazado. ¢Tan solo un fenémeno urbano? Para Dennis Okoro y no estaba solo en esto negar la existencia de las escuelas privadas para los pobres tenia una dimensién l6gica. Las escuelas privadas son para los ricos porque los pobres, por definicién, no pue- den pagar por una educacién privada. Por lo tanto, se deduce que las escuclas privadas para pobres no pue- den existir. Pero también existéa una dimensién précti- ca que acompafia esta negacién. Las escuelas privadas no son necesariamente visibles con facilidad. Son difi- ciles de encontrar. En Makoko, hay que ir més alld de Jas escuelas piiblicas de las afueras, més all del camino 96 pavimentado, y adentrarse en territorio desconocido y prohibido. Si todos te dicen que no hay escuclas més alld y el lugar es intimidante épor qué molestarse en ir a buscarlas? Para encontrar las escuelas privadas de- bes ensuciarte las botas. No todos estan dispuestos a hacerlo. ‘Makoko es un barrio pobre urbano. Este hecho era significativo para Dennis Okoro. OK, asi que estos ti- pos de escuelas se encuentran en los barrios pobres ur- banos. «Pero», dijo «no las encontrar en éreas rura- les» Para los expertos en desarrollo, este es un punto de gran relevancia, Silas escuclas privadas para los pobres son estrictamente un fenémeno urbano, entonees no pueden jugar un papel importante en satisfacer las necesidades educativas de los pobres porque la pobre- zaes maxima en las dreas rurales. Podris encontrar unas cuantas escuelas privadas en los barrios pobres urba- nos, pero no representan un hecho significativo en tér- minos de desarrollo, porque no llegan a los pobres de Jas reas rurales. Pero también las estaba buscando en dreas rurales. En Ghana, serfa uno de mis objetivos principales. éDes- cubrir‘a alli algo para seguir rebatiendo las creencias de Dennis? 97 CapiTULo 4 LOS PALOS DE LA PORTERIA QUE SE MUEVEN El honorable ministro La casualidad me llevé a escoger Ghana como pais para mi investigacién, porque aproximadamente al mismo tiempo en que habfa conocido a Dennis Okoro en una conferencia en Londres, estaba participando en otra con- ferencia sobre educacién y desarrollo, esta tiltima orga- nizada por el Partido Liberal Italiano en Milén, donde conoc{ al ministro ghanés de educacién (y juventud y deporte), el honorable Kwadwo Baah-Wiredu, un hom- brealto y bien parecido, a comienzos dela cincuentena, con una sorprendente similitud al actor Richard Round- twee de Shaft. La conferencia tenia lugar en la bella casa solariega cubierta de hiedra que era la sede del Partido Liberal. Mi conferencia estaba programada para el me- diodfa. A ésa hora, el moderno auditorio rebosaba de espléndidas jévenes y yo estaba encantado de vera cla- se de puiblico que era capaz de atraer el partido liberal italiano y me dispuse a recibir sus miradas de admira- cién al informar sobre mis hallazgos acerca de las escue- Jas privadas para los pobres en la India, con breves refe- rencias a lo que también habia visto en Nigeria; pero no hubo nada de eso. Resultaba que habia habido una 99 adicién posterior al programa. Leonardo, una estrella del AC Milén, uno de los mejores equipos europeos de fiitbol, habia sido invitado para hablar de cémo su club financiaba un proyecto de educacién en algyin lugar de Africa. En el preciso momento en el que terminé su pre- sentacién y se levanté para salir, el auditorio se vacié. Las jévenes lo acosaban mientras salfa. Yo di mi char- la ai honorable ministro més uno 0 dos otros incondi- cionales que quedaban, incluyendo a Andrew Coulson, ahora director del Cato Institute's Center for Educatio- nal Freedom (Centro del Instituto Gatén para la Liber- tad Educativa). Pero nos hicimos amigos durante la cena el honora- ble ministro y yo, amistad que me honro en decir que ‘compartimos hasta su trégica y temprana muerte el aiio pasado, y me invité a ir a Ghana para hacer el estudio. Se trataba de una rara oportunidad, ya que serfa muy inusual realizar el estudio alli donde tenia apoyo del go- bicrno. Poco después de conocerlo, viajé a Ghana y recalé en primer lugar en el Ministerio de Educacién, donde el honorable ministro me habfa dicho que obtendria las uiltimas estadisticas de inscripcién —puiblica y privada— ‘que me ayudarian en mi trabajo. Al parecer, el Director de Estadistica habfa prometido tenerlas todas prepara- das. Cuando legué se encontraba en una reunién en algiin lugar de la ciudad, de forma que esperé en su ofi- ina a peticién de su asistente, un hombre de edad, algo calvo y amanerado. Una secretaria estaba eseribiendo un informe en uno de los ordenadores, tecleando muy espacio, sin mirar ala pantalla. Después de algunos mi- nuutos completé un parrafo y luego miré a la pantalla. ‘Habia escrito todo en maytisculas en lugar de en mimis- culas. Lo borré todo cuidadosamente y lentamente lo 100 volvié a teclear, pero segufa sin comprobar lo que habia escrito y Sus ojos se centraban continuamente en la pégi- nia que tenia que copiar, ignorando la pantalla por com- pleto, excepto para comprobarlo al final, cuando ya era demasiado tarde. Su trabajo era el tinico que tenia lugar en el despa- cho, y quiz en todo el Ministerio de Educacién. Todo cllugar recordaba a una escuela durante el recreo. Mu- chos hombres daban vueltas por la terraza, cogidos de lamano, como hacen los africanos, charlando, bromean- do; otros estaban comiendo y bebiendo y algunos dur- miendo, Pero no se trataba de la pausa, ya que eran las tres de la tarde. Finalmente, el Director de Estadistica regres6, No me habfa preparado nada. Respondié a una llamada telefénica acerca de un articulo que estaba escribiendo para la revista Computer Afficay habl6, durante al menos veinte minutos, de lo mal que estaba que este editor le cestuviese insistiendo en que tuviese el articulo prepara- do. «Por qué no el jueves?», me dijo, «Por qué no el viernes?, épor qué hoy, siempre hoy», Después de con- tarme esta historia buscé en el ordenador las estadisti- cas que yo le pedia, Estuvo buscando durante quince mi- nutos mientras yo estaba sentado en silencio. Finalmente, se enterd de que su asistente tenia el archivo correcto, de forma que lo imprimié, transfiriendo el cable entre los ordenadores. Solo habia cifras disponibles hasta 1994, lo que era casi hacia una década. Dénde estaban las cifras posteriores? «Oh, no las hemos recopilado toda- via. Tenemos las cifras, pero todavia no estan recopila- das», Dirigi una mirada alrededor de su despacho mien- tras esperaba: montones de papeles, desparramados por todas partes al azar; montones sobre las mesas, sobre los estantes y en el suelo; viejas carpetas arrugadas; mesas 101 cubiertas de polvo y viejos ordenadores; no habia otros libros aparte de esia miriada de archivos. Desu oficina pasé a esperar en la de la secretaria del honorable ministro, que era muy simpética y agradable, pero tenia el informe que yo habia preparado para el ministro delante de ella, esbozando mis hallazgos pre- liminares acerca de las escuelas privadas para los pobres enla India y preguntando si eso podria también ser ast en Ghana. Se ri6 de mf: «en nuestro pais, las escuclas privadas son para los ricos», dijo, asombrada de la es- tupider de esie visitante blanco. Se trataba de un estrbillo que tendria que ofr una y otra vez en mi periplo en busca de socios para la inves tigacién. ¥ esto no era la nica frustracién al comenzar mi tarea, Visité las magnificamente instaladas oficinas con aire acondicionado de la agencia de ayuda briténica DfID, a unas pocas manzanas del Ministerio de Edu- cacién, entre espléndidas imagenes corporativas de re- duccién de la pobreza, para ver si podfan ayudarme a encontrar equipos de investigacidn. Su consejero de edu- cacién, un afable Geordie,! Charles Kirkaldy, fue lo su- ficientemente amistoso, pero pensaba que yo estaba en una misién hacia ningiin lugar. Me dijo que, a veces, vi- sitaba las dreas rurales, pasando por las escuelas del go- bierno a las 9:30 de la mafiana y viendo a las profeso- ras haciendo punto bajo los drboles, mientras que los nifios daban vueltas alrededor de la escuela; pero tratd de disuadirme de buscar cualquier tipo de escuelas pri- vvadas en estas areas pobres, «no hay dinero en los pue- blos para pagar una escuela privada», dijo, 1 Un nativoo habitante de Newcastle upon Tyne, Inglaterra, 0 sus alrededores 102 Me dijo que el DELD no invertfa mucho en educacién, solo unos 80 millones, o asi, en los tiltimos cinco afios, cantidad que habia ido toda para que el gobierno mejo- rase las escuelas primarias, y gran parte de ello fue diri- gido a mejorar sus edificios (mds tarde, mientras viaja- ba, viedificios muevos y lujosos de las escuclas primarias delgobiemo, que desplegaban ufanos el logo del DFID también habfa logos de la Unién Europea y de otros pat ses y agencias de cooperacién europeas); pero claramen- teestaba consternado de la falta de responsabilidad acer- cade obmo se gastaban los fondos del DfID: «estamos gastando mucho en creacién de capacidad en el Ministe- rio», dijo, «tratando de hacer que funcione mejor»; pero los servicios de educacién de Ghana eran un «monstruo burvcrético», me dijo, pura y simplemente se dilapida el dinero. Le pregunté si algo de ello beneficiaba al es- tudio de los nifios, suspirando y contesténdome que lo dudaba mucho. ‘Aunque pensaba que mi misi6n en busca de escuelas privadas de bajo coste seria en vano, me dio algunos nombres de posibles socios para la investigacién que viniesen de las mejores universidades de Ghana. Du- ante unos pocos dias, entrevisté a estos posibles socios con l tinico resultado de constatar que sus tarifas diarias eran de 500 délares o més. Con unos salarios en la uni- versidad que eran el equivalente de mil délares por ari, me parecfa inds bien excesivo. También querfan la cena, coal menos cécteles, en el lujo del Golden Talip Hotel, donde alojaba a todos sus consultores el DITD por 200 délares la noche. Parecia que las agencias internaciona- les de cooperacién habfan impulsado los precios de la consultoria de investigacién hasta la estratosfera. En cual guier caso, era mas de lo que podia resistir mi modesto presupuesto. 103 Ya habia abandonado la esperanza de encontrar a alguien que me ayudase por un precio razonable y es- taba a punto de dejar el pais, abandonandolo triste- mente como una posible base de investigacién, cuan- do of hablar del Centro de Investigacién y Asesoria Educativa, que habia trabajado para la agencia de de- sarrollo internacional de Estados Unidos y que me fue recomendado encarecidamente como un caso raro que cargaba tarifas realistas por su investigacién. En sus ficinas de una casa suburbana en el barrio periférico de Legon, Accra, me reuni con la vicedirectora, Emma Gyamera, una mujer maravillosamente acogedora, siem- pre dispuesta a reir y siempre sonriente. Nos reunimos en su despacho y le dije lo que habia encontrado en la India y lo que también parecia ser cierto de Nigeria, as{ como lo que estaba buscando en Ghana. Se sonro- j6, 136 y mds bien cohibida dijo: «en nuestro pais, es justo al contrario, la educacién privada es para los ricos. ‘Lo que ha encontrado usted en esos paises no sucede iv. Pero perseveré —después de todo, ya habia encon- trado en mi anterior visita la Youngster’s International School, de precios razonables, de forma que estaba con- vencido de que habia otras; y ¢l mismo Honorable Mi- nistro habia pensado que podria estar en la buena pis- ta, Alquilé un coche y un conductor y segu{ mirando. En primer Inger, visité Madina, una ciudad satéite de baja renta al norte del acropuerto. Mi conductor, Richard, me dijo que, aparentemente, se llamaba asi por Medina en Arabia Saudt y que tenfa una gran comunidad musul- mana. En el camino desde el hotel, habiamos dado la vuelta alo que Richard me dijo con orgullo que era a mayor glorieta de toda Africa Occidental». Me lo repi- tid a la vuelta, 104 Condujimos por vias llenas de baches y créteres, con desagties abiertos en las cunetas. La carretera desapare- cid abruptamente en un punto, al parecer una alcanta- rilla abierta que se habia desbordado la habia hecho desaparecer, por lo que aparcamos el coche. ¥ asi encon- tramos la Gina International School. Nos presentaron ala propietaria, Gina, que sufria de un exceso de sudor; cierto que habia mucha humedad, lo que nos afectaba mucho a todos, pero ella tenfa chorros de transpiracién que le bajaban por la cara, teniendo que enjugarsela con- tinuamente con un pafiuelo. Me dijo que habia estable- cido la escuela hacia ocho afios, a partir del jardin de in- fancia y que ahora llegaba hasta el quinto grado, con 300 estudiantes y unas tarifas de aproximadamente cinco délares al mes. Habfa 14 miembros en su equipo, ocho de los cuales eran hombres. Aunque se encontraba en una zona predominantemente musulmana, se trataba de una escuela secular. Los nifios parecian vivaces y des- carados al saludar yo a una clase: «buenos dias y cémo estdis», un nifio imité mi acento, siendo aclamado estre- pitosamente por sus compaficros de clase. Seguimos andando. Mi conductor, Richard, me dijo que &l también enviaba a su hijo a la escuela privada y le pregunté por qué: «porque se puede confiar en sus pro- fesores. Enuna escuela del gobierno, puede que aparez- can un dia pero no otro». La siguiente escuela a la que llegamos ténfa un letrero que rezaba. «Elim Cluster of Schools» y debajo la leyenda «Exodus 15:27». De entra- da, evidentemente, supuse que se trataba de una escue- lade la Iglesia. Mama Janet L.A. Nugar pronto me sacé de mi crror. Una mujer de aspecto fiero a finales de la cincuentena, Janet, llevaba una de esas pelucas con un ‘moldeado alborotado que llevan a menudo las mujeres africanas de su edad, as{ como unas llamativas gafas de 105 ‘montura dorada que aumentaban su aspecto fiero; pero cra muy amigable y cuando le dije que mi equipaje no habfa llegado y que a eso se debia que no fuese vestido con la formalidad adecuada, contesté: «/Ah, Ghana!>, echandole la culpa a su pais en lugar de hacerlo a KLM, con la que habia viajado desde Europa. El nombre Elim venia de la Biblia, manifest6, pero ime sefialé su tarjeta de visita, que decia: «Propietaria». Se habia inspirado en el versiculo de la Biblia, pero su escucla no tenia nada que ver con la Iglesia, sino que «funcionaba adecuadamente», dijo con orgullo, «como ‘un negocio». Me dijo que en Ghana, a todos les gusta ba denominar su negocio segiin algin sentimiento 0 versiculo religioso. Era cierto. Al despedirme de ella, bajando por la misma calle, vi la Try Jesus Carpentry Store [Carpinterfa dale una oportunidad a Jestis]; No Problem is ‘Too Great for God Fashion Gentre [Centro de moda ningiin problema es demasiado grande para Dios}; God Is Great Beauty Parlour [Salén de belleza Dios es grande]. No consideré que formasen parte de Jlamisin de una Iglesia, pero, de alguna forma, lo supu- se en relacién con las escuelas; algo que me di cuenta ‘que despistaria a mucha gente sobre la ubicuidad de las, escuelas privadas para los pobres ~muy a menudo sila gente oyese hablar de ellas, supondria que estaban afi- Tiadas a la Iglesia. Su «cadena» de escuelas comprendia guarderfa, pre- escolar, primaria, secundaria bdsica y secundaria supe- rior; también tena dos centros de estudio de informati- a, Habia iniciado su cadena de escuelas doce afios antes, con la guarderia, habiendo sido una profesora capacita- da pore gobierno, al igual que su director; pero més tar- delo habia dejado para pasarse al Servicio de Prisiones de Ghana, de donde se jubilé anticipadamente y decidi6 106 establecer la escuela. En total tenia 704 nifios, delos cua- Jes unos cuantos, a los que conocfa por su nombre, re bian ensefianza gratuita. Pero, dijo, «soy una mujer de negocios» y «no puedo permitirme dérsela 2 muchos». Le pregunté cémo comparaban los padres su escue- lacon adel gobierno y me dijo que para eso tendrfa que preguntarles a ellos. «Pero los padres comparan, ya que buscan lo mejor para sus hijos, ven los resultados de nuestros exdmenes y que son siempre buenos y se dan cuenta de que les merece la pena pagar més»; afladien- do, «siuna escuela es privada, saben que la supervision de los profesores se lleva siempre a cabo con gran inte- és; en una escucla del gobierno es algo que no saben». ‘Mis tarde, aquél dia, mi conductor y yo fuimos por lacarretera de la costa, viajando cuatro o cinco horas para pasar de Cape Coast a Elmina, con su terrible historia, de un centro de esclavos portugués, luego holandés y luego briténico. Nos alojamos en un confortable hotel ya la mafiana siguiente partimos de nuevo. Muchas millas més alld, en el remoto distrito de Ahanta West, pedia Richard que girase por una pista que indicaba una ‘granja porcina. Continuamos a lo largo de esta via ser- penteante en las colinas hasta que llegamos a una peque- fia aldea construida alrededor de la iglesia catdlica. Pre- guntamos a una joven en una de las muiltiples tiendas construidas con tin contenedor metilico de carga recon- vertido, con un porche de madera, si habia alli una es- cuela privada. Nos contesté que no, que lo que habia era la escuela publica de la Iglesia que podfamos ver desde nuestro coche: tenfa unos maravillosos y espa- ciosos terrenos y edificios bien construidos (con la ayu- da de, entre otros, la Fundacién Bill y Melinda Gates, ‘como me dijeron més tarde). La sondeé: épero estd usted segura de que no hay ninguna escuela privada?, bien, 107 aventuré, hay una, una pequefia guarderfa; una, ¢s0 ¢s todo. Sabia por mi experiencia en la India que las guar- derias,a menudo, continéan en la escuela primaria, una ‘vez que los nifios han erecido y que los padres piden al propietario que la continvien, por lo que le pedi indi- caciones. Tuve la suerte de que un joven que habfa por all{resulté ser un padre de uno de los nifios de la escue- lay me llevé hasta ella. De forma que esta aldea tena una pequefia escuela privada que iba hasta el sexto gra- do y no solo una guarderia. Se llamaba Christian Hill ‘y se encontraba en un edificio improvisado de madera, teniendo bastante més de cien nifios. Por todas partes, haabfa letreros que rezaban «se habla inglés», Los nifios. se agolparon a nuestro alrededor, disirutando por la presencia del visitante extranjero y prorrumpiendo en. risas alegres al mostrar sus fotografias en una edmara digital. De alli, mi conductor me Hlevé a través del terreno dela escuela publica, en direccién ala préxima aldea, en la costa. Pasando por estrechas y sucias carreteras ser- penteantes, que usualmente no tenfan tréfico motoriza- do, legamos a una escarpada ladera, en una abertura en el rocoso promontorio, hasta una playa, donde esta- ban fondeados los barcos de pesca y los hombres sen- tados remendando las redes. Era un conjunto bello ¢ idflico. Pregunté si habia allf una escuela privada. No, ‘me dijeron, la escuela catélica estaba en la aldea situada a.unas mills, tenia que haber pasado por delante de ella No, die, estaba buscando escuclas privadas; éno hay una aqui, aunque sea pequefia? Oh, bien, sf, habfa una un poco mds lejos. Pasados el mural informativo de laaldea, ‘que anunciaba el partido de fiitbol de la semana préxi- may el campo de fitbol, caprichosamente dispuesto en el suelo desnudo habia un pequeiio edificio de bloques 108 de hormigén de dos habitaciones, con bloques fuera junto al arenal y habitaciones adicionales en construc- cidn, Se trataba de otra escuela privada que iba hasta el segundo grado, con ochenta estudiantes, pero dispues- ta aextenderse a los grados mis altos conforme crecie- sen los nifios. La escuela no tenfa nombre «porque toda- ‘via no est4 completa», dijo un aldeano llamado Isaac, que hablaba muy bien inglés, cosa que también hacian varios de los hombres, aunque al entregarles mi tarjeta de visita, la revisaron de arriba abajo, lo que hacfa pen- sar que ninguno sabfa leer tan bien como hablar. ‘Dos aldeas al azar, con un éxito del 100% a la hora de encontrar escuelas privadas, de forma que volvia Accra yaveraEmma, en el Centro de Evaluacion e Investiga- ign Educativa y le dije que estaba encantado de seguir con el proyecto y ver lo que encontrarfamos. Pronto nos firmaron un contrato y emprendimos la investiga- cign; pero a partir de entonces ésta no tanscurrié sin dificultades, siendo la principal convencer a los inves- tigadores —todos ellos estudiantes graduados recluta- dos en la Universidad de Cape Goast— de que yo esta- ba realmente interesado en encontrar las pequefias y a menudo destartaladas escuelas privadas. Era casi como sino pudiesen imaginarse que yo estuviese interesado seriamente en estos anodinos edificios y que mi interés tendria que centrarse realmente en los edificios del go- bierno en thejor estado y en las escuelas privadas més elitistas, que es lo que los mismos habitantes de las al- deas parecfan creer en mi primera visita. Era casi como si todos se sintiesen afectados por un sentimiento de inferioridad en relaci6n con las escuelas de subvencidn privada, de forma que éstas deberfan estar escondidas alos de fuera; pero persist, incluso volviendo al terreno ‘unas pocas veces con los investigadores, para encontrar 109 otras cinco o seis escuelas privadas que se les habian escapado, Llevamos a cabo el més detallado estudio en Ga, un distrito predominantemente rural alrededor de Accra, que tenfa este nombre, que no era, como yo ha- bia pensado al principio, una abreviacién de «el Accra», sino porque era la patria chica del pueblo Ga. El distrito estaba clasificado por el Servicio Estadistico de Ghana como un érea periurbana —es decir, un drea rural que rodeaba a la metrépoli— de baja renta, uno de los distritos mds pobres de Ghana, a pesar de (0, posi- blemente, debido a) su proximidad a la capital. Aproxi- madamente un 70% de sus 500,000 habitantes vivian ena linea de la pobreza o por debajo de ella. Ga inctuia unas aldeas pobres de pescadores a lo largo de la costa, granjas de subsistencia en el interior y grandes ciuda- des dormitorio para los trabajadores que atendian a las industrias y negocios de la propia Accra; la mayor par- te del distrito carecfa de servicios sociales bisicos, tales como agua potable, sistemas de alcantarillado, clectri- cidad y carreteras pavimentadas? Durante el curso de la investigacién, tuve el privile- gio de pasar varios dias en una de las aldeas de pesca- dores, Bortianor, una pequefia comunidad situada en los bellos palmerales que se alinean a lo largo de la cos- ta del océano. Se encontraba solo a unas pocas horas de Accra y de la suntuosidad de las oficinas del DID y del aparcamiento del Ministerio de Educacién, lleno 2 Los datos son de la Asamblea del Distrito de Ga, «Estrategia de reduccién de la pobreza en Ghana: plan de desarzollo trianval ‘a medio plazo 2002-2004, Unidad de Coordinacién de Planifica cién del Distrito, Amasaman, Ghana, 2002;'y Asamblea del Distr tode Ga, «Perfil de pobreza, mapas y programas pro-pobres», Ama- saman, Ghana, 2004 110 de nuevos todoterrenos, pero también podria haber es- tado aun millén de millas, por lo poco que parecian pre- ocuparse todos de lo que all{ sucedia, Un dia en la vida ‘Mary Tettey, de diez afios de edad, se prepara para ira Ia escuela, Son las seis de la mafiana, un sol de brillan- tecolor naranja sc estd alzando sobre el horizonte. Vive nla diminuta aldea de Faana, incrustada en una peque- fia franja de arena de no més de 30 pies de ancha y que dala caraa las doradas arenas del océano, con una lagu- zna poco profunda detrés, Su hogar es un complejo de cabafias de madera con toscas paredes y techos de paja. Su madre echa a los patos fuera de la zona de vivienda, donde han estado rebuscando alrededor de los puche- ros; anadean hacia la playa, para quedarse allf por todo el dia en la menguante somibra, junto a un bote de pes- ca boca abajo. Mary prepara sti bolsa con sus cuader- nos y algiin pescado seco envuelto en papel de periédi- co para el almuerzo. Cada dia, excepto los martes —el dia de descanso para los espiritus del océano~, su pa- re habré salido a pescar desde las tres de la madruga- da, surcando las olas en un bote de pesca de madera de treinta pies, con un motor fueraborda fijado a una pe- quefia plaricha de madera a estribor y las frases «Dios es Grande» y «Salmo 91, 1-2» grabadas en la madera a babor. Todos los dias volverd a las 9:30 de la mafiana; elfin de semana, Mary contemplaré desde la orilla con su madre cémo se pilotan los botes al compas de las las hacia la laguna. Luego apilardn los pequefios pes- cados en sus cestas y volverdn a su recinto para abu- marlos, mientras que los hombres mas jévenes de la il aldea arrastran enormes redes a la playa al ritmo de tambores, Pero hoy es un dia de escuela, Mary se retine con una docena de otros nifios en su pequefia playa en el ado de la laguna, mientras las mujeres ya estén fregan- do los cacharros y ellos trepan a la canoa que los lleva- 4a Bortianor, el pueblo principal. Uno de los colegia- les, apenas mds alto que la pértiga misma, impulsa la canoa, que se desliza alejandose de la orilla y avanza silenciosamente a través de las cafias y nentfares. Una bandada de charranes peina el agua en busca de peces, mientras una aguja colinegra, elegante con sus patas zancudas, acecha en los bordes de la laguna. Les lleva veinte minutos alcanzar la cabecera de la laguna, donde se encuentran varios botes de pesca en reposo y donde las mujeres pronto se reunirdn para re- cibir a sus maridos de la flota pesquera principal bajo el vuelo circular de los buitres. Los nifios desembarcan en el agua poco profunda. En tierra firme, Mary se qui ta sus sandalias y marcha a través de la aldea, siguien- do los sucios senderos que transcurren entre cabaiias de barro y paja, con complejos alineados con las pal meras y las vallas de paja. Al caminar, Mary piensa en Jo que querrd hacer cuando sea mayor. Quiere ser enfer- mera, porque le gusta ayudar a los enfermos. Su mate- ria favorita en la escuela es ciencias integradas; habia trabajado duro con sus deberes de esta materia la noche anterior, sabiendo que le ayudaré en el futuro. Alalejar- se de la laguna, las cabatias van mejorando, cabatias he- chas de tablones o cabafias de bambi enlucidas con ba- 70 oscuro, con higueras y mangos en los patios y cactus erizados en los bordes del complejo. Un gallito canta y 10s polluelos corretean alo largo del sendero enfrente de ella, 112 Mary llega al centro de la aldea, donde una seiial apunta a la escuela del gobierno a la derecha. Todavia no han llegado los nifios, pero puede ver el imponente edificio de bloques revestido de yeso alla cabeza del gran patio de recreo. Pero no se detiene aqui, sino que pasa Jasefal y, en lugar de ello, gira a la izquierda, en un es- acio en el que no hay ninguna sefial, y entra en el com: plejo de un edificio de madera desvencijado. Esta es la Supreme Academy, una de las seis escuelas privadas de Ja aldea, que es la suya. Son las 6:30 de la mafiana. Es una de las primeras en llegar, pero uno de los profeso- res ya esté allt. Se trata de Erskine Feruta, de 21 afios, que vive con sus padres en una aldea mas grande a unas pocas millas bajando por la costa, Cada dia lectivo, acompafia a sus padres en el autobuis de Ia empresa que los lleva a una {fabrica en el borde de Accra. Los recoge a las seis de la ‘mafiana y quince minutos mds tarde los deja en la carse- tera principal, justo después del taller del carpintero, un amigo de su infancia que hace atatides de la forma que se quiera, como bonitos botes de pesca o peces monstruo- 0s, camas o incluso pasteles. Erskine saluda a Mary y juntos barren el patio de la escuela, dejando todo preparado para la nueva jornada escolar. Erskine es el tinico profesor de la escuela que no vive en la aldea misma. El aio pasado, se habia gra- duado en li escuela secundaria superior. Habria queri- do ir ala Universidad de Ciencia y Tecnologia Kwame Nkrumah, en Kumasi, pero no pudo permitirselo, de forma que, para ahorrar algiin dinero, buscé trabajo en su aldca y las aldeas vecinas y encontré este puesto va- cante en la Supreme Academy. Le gusta ser profesor y que los nifios parezcan felices cuando estan a su alrede- dor. Se siente orgulloso cuando puede ensefiar algo alos 113 alumnos a su cargo, apoyéndose en los felices recuer- dos de sus dias escolares, asombrandose continuamen- te de ihaber logrado ser ahora profesor y no alumnol; ‘ynno solo es capaz de ensefiar a su propia clase, sino que también ensefia informatica a todas las clases. Apifiados en la diminuta anla que también sirve como despacho del propietario, les ensefia cémo formatear un disco, ‘qué aspecto tiene el monitor de un ordenador y todos los conocimientos bésicos de informatica del plan de estudios nacional de Ghana. Se lamenta de que tengan que agolparse tantos nifios en un aula con solo un orde- nador, porque rara vez tienen la oportunidad de usar- 10 ellos mismos. No esté descontento con su salario, ya que los 200,000 cedis al mes, unos 20 délares, hacen po- sible que ahorre con vistas a su objetivo de recibir una educacién superior. Otros nifios entran en el complejo, y a las 7:30 de la mafiana el patio retumba con su alboroto. Una de las uiltimas en llegar es Victoria, una guapa nifia de 11 afios, alta para su edad y ya muy elegante. Su familia vive cer cade alli, en una casa grande de bloques que compar te con otras tres familias. El padre de Victoria es pesca~ dor y su madre es una pescadera que aluima el pescado capturado por su marido para venderlo en el mercado; y también lleva una pequefia tienda en el patio, que ven de productos enlatados y leche en polvo. La casa de ‘Victoria est més o menos junto al complejo de Ia escue- adel gobierno y sus padres habfan comenzado su esco- Jarizacién en la Supreme Academy, la escuela privada mas cercana, en la guardera, pero luego habfan pasa- do por tiempos dificiles. El propietario del bote de pes- ca que habia empleado au padre habia dejado el nego- cio y ya no podian costearse las tarifas, de forma que Victoria fue durante un afio a la escuela del gobierno; 4 pero sus padres estaban preocupados por su progreso enclla, ya que antes habfa sido muy brillante y ansiosa de estudiar, pero ahora parecia apitica. Victoria no les decia lo que sucedia en la escuela, de alguna manera pensaba que no le correspondia a ella decirlo; pero la ‘mayor parte de los dfas sabsfa que el profesor hacfa muy poco: llegaba tarde por las mafianas, escribfa un ejerci- cio simple en la pizarra y luego se iba a dormir o se po- a leer el periédico, ignorando a los nifios; a veces, ni siquiera aparecfa. La mayor parte de los dias, Victo- ria estaba sentada en la clase deseosa de aprender y de hacer algo, lo que era imposible. Cuando los demés ni- fios terminaron correteando a su alrededor, desistid. Felizmente, otro bote de pesca contraté a su padre, ‘Joshua, a finales de la treintenayy al tener de muevo unos ingresos asegurados, consiguié que Victoria volviese a la escuela privada. Por cierto, habiendo ahorrado ar- duamente en los iltimos dos afios, ahora se sentia or- gulloso de ser el arrendatario de un bote de pesca y dar empleo a otros cinco hombres de la aldea. El padre po- dia ver el problema de la escucla del gobierno con toda claridad, ya que la proximidad de su casa a la escuela hhacfa que no necesitase que Victoria le contase lo que pasaba. Como el padre de Mary, salia al océano a las 3,30 dela mafiana para volver a casa a las diez, hora en Ja que encendia las ennegrecidas calderas de barro de los hornos, préparéndose para ahumar la captura del dia; pero, 2 menudo, cuando volvia a su casa después de la pesca, podia ver que los nifios seguian jugando en el patio de la escuela del gobierno adyacente, iaunque se suponfa que la jornada escolar debia comenzar antes de las 8 de la mafiana! Poco después, al ayudar a su mujer a transportar el pescado en listones de madera, através de los hornos humeantes, mientras las moscas 115 zumbaban alrededor, veria a algunos de los profesores, deambulando, conduciendo a los nifios a las aulas; pero después de unas pocas horas los veia recogiendo sus co- sas y yéndose, terminando su trabajo a mediodia para disfrutar de una cerveza en el asador de la esquina y lue- g0 cogiendo los autobuses en la carretera principal, de vuelta a Accra. iQué buen trabajo si se lo puede conse- guirl, piensa. Joshua sabfa por experiencia, como hom bre de negocios y empleador, que la escucla privada tenia que ser diferente. En ella, el propietario depende totalmente de los pagos de padres como él, y si dl saca a su hija de la escuela, el propictario perderd ingresos, que es la ultima cosa que quisiera, ya que los necesita para pagar a sus profesores y tener un beneficio. Porlo tanto, no le queda mds remedio que vigilar atentamen- te asus profesores y despedir a todo el que no cumpla, como haria Joshua si uno de sus empleados no apare- ciese. Ast de simple. Es la forma en la que funciona su negocio y también el de su mujer: Si no alaima correc- tamente cl pescado, a sus clientes no les gustard su pro- ducto y no volverén, lo que no es dificil de entender. En In escuela del gobierno es totalmente diferente, tal y como puede ver. «Empleos del gobierno» murmura, sabien- do exactamente por qué es tan dificil imponer la discipli- na a los maestros. ‘Joshua estaba orgulloso de que a su hija parezea irle otra vez bien después de volver ala escuela privada, don- de ha recuperado parte de su antiguo espfritu y entusias- mo. Quiere mucho a su hija, que es la unica con su mu- {jer si bien tiene cinco nifios de otro matrimonio al otro lado de la aldea. Es su hija del alma, tan inteligente y brillante, y sabe que llegar4 lejos. Un dia sera doctora © abogada, enorgulleciéndole el pensar que un humilde pescador tenga una hija tan completa. 116 Su mujer, Margaret, lo persuadié con facilidad al decirle que la educacién de las nifias era, hoy en dia, tan importante como la de los nifios: «cualquier cosa que pueda hacer un hombre lo puede hacer también ‘una mujer, y 2 veces incluso mejor que un hombre», le habfa dicho y él tuvo que darle la razén. ¥ mientras él ‘ibaa pescar, sabia que ella habia estado parloteando con Jas otras mujeres de la aldea, intercambiando impre- siones acerca de los méritos respectivos de todas las escuclas privadas del lugar. Al final, ninguna parecia ser mejor que la Supreme Academy, de la que sabfan por su experiencia anterior que los profesores se preocupa- ban por los nifios y ensefiaban bien. De hecho, este tilti- mo afio Margaret habia persuadido a su hermana de que cambiara a sus hijos a esta escuela, ‘La madre de Victoria, Margaret, prepara las cestas que vaa llevar ala laguna para coger el pescado y selec- ciona la lefia destinada a ahumar la capcura del dia. Des- de este titimo lugar puede ver los lindos edificios de la escuela del gobierno, mejorados recientemente gracias ala gencrosidad de los benefactores americanos. Musi- tar «ca qué viene tener tan bellos edificios si el estudio no funciona?», aunque descaria que la Supreme Academy tuviese mejores edificios. Quiz4, sila ensefianza mejo- raen la escuela del gobierno, pueda enviar alli a su pré- ximo hijo. ‘Theophilus Quaye, propietario de la Supreme Aca- demy, ha estado trabajando desde aproximadamente las siete de la mafiana en su pequefio despacho, que tam- bién sirve como aula y sala de ordenadores. Tiene 32 afios y esta orgulloso del negocio que ha construido de Ja nada en los tiltimos seis afios. Exactamente hace sie- teaiios, estaba en paro y preguntandose qué podria hacer. Habia sido profesor en una pequefia escuela privada de 7 una aldea cercana, pero habia perdido cl rambo y no se presenté en el colegio durante unos dias. El propie- tario de la escuela lo eché de inmediato, a pesar de que Te aseguré que no volveria a hacerlo. Harto de verlo dan: do vueltas por la aldea, su pastor le convencié de que hiciese un curso bisico de educacién preescolar. Luego ayudé a su amigo, Edwin, a establecer una escuela pri- vada en la aldea, Ia Brightest Academy, frente a la casa desu madre, al otro lado de la carretera principal. Vien- do el éxito de Edwin y animado por su nueva mujer, ‘Theophilus decidié abrir su propia escuela. Habfa vis- to que varios centenares de nifios de la aldea seguian sin ir ala escuela. Hablando con Edwin, se dio cuenta de que la razén principal de ello no era que los padres no se preocupasen por la educacién, sino que pensaban aque la escuela del gobierno malgastaba el tiempo de sus hijs, ¥ si dispusiesen de una escuela privada aprovecha- sfan la ocasién para inscribir a sus hijos en ella. ‘Theophilus persuad a su made para quel dejase comenzar la ensefianza en el porche de su casa de ques de hormigén y comenzé con 14 nifios. Al principio no les cargaba ninguna tarifa, pero luego reunié el valor suficiente para los padres que pagasen una pequefia can- tidad. Unos pocos dijeron que no y retiraron inmedia- tamente a sus hijos, pero la mayor parte de ellos estu- vo de acuerdo, con la condicién de que pudiesen pagar diariamente cuando les fuese posible Crecié su inscripcién y tomé dinero prestado de la gente de la aldea para construir un edificio de madera allo largo del borde de la parcela de su madre de 70 x 100 metros. Ahora se arrepiente de esta decisién: habia élegido lo que pensaba que era la opcién mas asequible (no queria tener deudas durante demasiado tiempo), pero el edificio de madera resulté ser tan caro como uno 118 de bloques de hormigén, aunque le habjan convencido de que seria més barato. Gon tal que hubiese elegido bloques de hormigén desde el principio, podria ahora construir un edificio de pisos y ampliar la escuela para hacer frente a la creciente demanda de los habitantes del pueblo, por lo que un dia tendré que derribar su edificio ycomenzar de nuevo. Sus deudas ascienden a 10 millo- nes de cedis (unos 1.100 délares), que terminard de pa- gar este afio y luego podré comenzar sus planes de ex- pansién. En cualquier caso, los padres siguen enviando asus hijos a su escucla, sin que parezca importarles que cledificio sea de madera ~que, por cierto, no ha enve- jecido bien, al estar expuesto al viento salino-, siempre que sus profesores se ocupen de sus hijos, de lo que él esté orgulloso, “Theophilus tiene ahora 367 nifios, frente los 311 del aflo pasado y no esta sorprendido del aumento de este aio: la escuela del gobierno finalmente se ha convertido cn gratuita, mientras que anteriormente cargaba unos 30.000 cedis anuales (alrededor de 3,30 délares), pero ltamaiio de las clases se doblé desde entonces y varios padres, alarmados por esto, pasaron a sus hijos a la Su- preme Academy, lo que mds que compens6 por los po- cos padres que habjan cambiado a sus hijos de su escue- laaladel gobierno para ahorrar dinero. En la Supreme Academy los padres pagan unos 30,000 cedis al mes, 0 270.000 cedis (29,70 délares) por afio. Muchos siguen pagando por dia -1.500 cedis (17 centavos)— aunque est persuadiendo gradualmente a los padres de que paguen mensualmente o, con suerte, por periodo esco- lar. Aunque 20 nifios van gratis, que son, en su mayor parte, hijos de padres que han muerto o desaparecido, dejando a una madre que no puede permitirse pagar las tarifas. Debido al aumento de la inscripcién, este afio 119 ha afiadido dos aulas més en otro edificio de bloques, gue ha alquilado a la familia que vive al lado. El alqui- Jer por cada aula es de 100,000 cedis (11 délares) al mes. Esti orgulloso de sus logros; sabe que cuando va por el pueblo los habitantes le miran, porque se ha conver- tido en una figura distinguida y estd satisfecho de que su escuela esté ahora registrada por el gobierno, desde €l 12:de octubre del afio pasado, lo que ha sido una ver- dadera lucha, teniendo que mantener a los inspectores a raya cuando amenazaron con cerrarle la escuela. No habia podido registrarse porque una escucla asi no po- dia ocupar la misma ubieacién que la casa del director, Jo que claramente era el caso; y traté de obtener un prés- tamo para comprar la parcela adyacente, que estaba a Ja venta, pero era un circulo vicioso, ya que el banco le habfa dicho que no habia préstamo sila escuela no esta- ba registrada. Finalmente, consiguié persuadir a los ins- pectores de que pasasen por alto esta deficiencia (la per- suasién consistié en que les pagase de una vez unos 4 millones de cedis [unos 440 délares)) y ahora se sentia ongulloso de poseer un certificado de registro temporal por tres afios. Exactamentea las 7:45 de la mafiana, Theophilus va al complejo de la escuela para encabezar la asamblea al hhacer sonar la campana uno de los chicos mayores. Los. nifios se ponen firmes al izarse la bandera y cantan el himno nacional, seguido por el cAntico religioso «Ama- zing Grace» [Sublime Gracia]. Como es habitual, sus 11 profesores estén presentes ‘yninguno parece dispuesto a cometer el mismo error que ‘cometié él hace tantos afios. Ciertamente, les ha dicho Jo que sucederia silo hiciesen. ‘Todos menos Erskine vi- ven en el mismo pueblo, por lo que no tienen que viajar para venir a la escuela. El profesor de tercer grado es 120 Gyimaclef Oladepo, de 24 afios, que ha dado clase en Ja escuela durante tres afios. En la escuela secundaria superior de Accra ha estudiado ingenieria del automé- vily quiere continuar sus estudios para cumplir la ambi- cién de su vida, que es convertirse en ingeniero naval, de forma que esta ahorrando de su salario mensual de 200,000 cedis (22 délares), aunque piensa que le pagan demasiado poco y reconoce que se le hace cuesta arri- ba el ahorrar. Sino puede ahorrar lo suficiente, se que- dard en profesor, tarea que realmente disfruta, aparte del aspecto financiero. Le gusta el respeto que obticne de los nifios y de los padres dela aldea, en la que nacié y ahora vive otra vez. Su madre es comerciante en Accra yahora vive alli Su padre desaparecié hace unos quin- ce afios y no conoce su paradero, Era «conductor de una cierta empresa», también de la aldea. Otro profesor es Julius, de 21 afios, también de la al- dea y que ha ensefiado aqui durante tres afios, después de salir de la escuela secundaria superior. Su padre es pescador y su madre pescadera. Quiere ser maestro pro- fesional, adquirir su certificado de capacitacién educati- va de la Universidad de Educacién de Winneba. Desde alli, staré obligado por contrato a trabajar en una escue- la piblica por dos afios, pero luego quiere ensefiar en la escuela privada y quiz4, incluso, abrir una él mismo. Daniel tiene 26 afios, aunque parece tener mucha me- nor edad, ¥ es un joven muy pequefio y menudo. Como Julius, asistié a la escuela secundaria elemental del go- ‘bierno en la aldea, habiendo terminado su edueacién bdsica justamente hace dos afios: habia empezado a ir ala escuela muy tarde porque sus padres —de nuevo, ambos pescaderos~ necesitaban que trabajase para ellos y estd satisfecho de haber encontrado un empleo en la escuela al graduarse. 121 Ebenezer tiene 30 afios y ha dado clase en la Supre- me Academy durante cuatro afios. Es el profesor de segundo grado. También estudié ingenieria del auto- movil en una escuela secundaria superior en el Accra ‘Technical Training College. Cuando estudiaba para conseguir su certificado de secundaria elemental en la escuela del gobiemo de Bortianor solo habia tres pro {esores que hubiesen aparecido alguna vez en una escue- la de unos doscientos nifios. Se pregunta qué podria haber sucedido si hubiese podido obtener «una buena educacién», Para ser sincero, no fui capaz de encontrar otro empleo adecuado, razén por la que me hice profe- sor. Pero para su sorpresa, le gusta la ensefianza, que ¢s un trabajo que tiene algo que ofrecer, piensa, en el que «se sacrifica uno por los nifios». Sabe que sus nifios lo echarfan ce menos si tuviese que irse. Gana 300.000 ce- dis (unos 83 délares) al mes, més que los otros, cosa que sabe, pero sigue siendo una paga muy baja. Tiene una mujer y dos nifios que alimentar, Joyce, de 9 afios y Johanthan, de dieciocho meses. Esta feliz de que Joyce esté en la clase de segundo grado en Supreme y que le vaya bien. Poder cuidar de cerca a su hija es una de las, -ventajas del trabajo. Los profesores distribuyen a los nifios en las clases para comenzar su largo dfa escolar, recaudan los gastos. de los que pagan por dia; raras veces tienen que decir a los nifios que se vayan porque no pueden pagar las ta- rifas, sino que éstos no vienen a la escuela. La escuela pronto resuena con el ruido de los nifios que dan sus Jecciones. Erskine encabeza a la clase de los pequefios deletreando: «banana, B-A-N-A‘N-A, banana; watch, W-A:E-CH, watch», recitando una y otra ver. Alla una, la escuela hace pausa para cl almuerzo. Algunas madres han instalado puestos a la sombra de 122 una higuera, donde venden tentempis y bebidas a los nifios que no se han traido su almnerzo. En el patio de recreo, los chicos dan enérgicamente patadas a una pelota de fitbol alrededor del polvoriento patio, bajo 1 sol abrasador, algunos descalzos, mientras las chicas se retinen a la sombra de los arboles, donde hace més fresco, y juegan a saltar a la comba con cuerdas hechas en casa de trozos de hilo atados. «Domingo, lunes, mar- tes...» cantan en inglés; se forman grandes grupos para jugar, las chicas saltando sobre una pierna, dos pier- ‘nas, cada vez més alto sobre la cuerda. Dos chicas pre- fieren jugar solas con un extremo de la cuerda atado a tun poste. Otra escuela Exactamente 100 yardas mds alld, los nifios también es- dn jugando en el complejo escolar dentro del drea mar- cada para este fin, equipada con nuevos columpios y carruseles, pero aqui no es la hora del almuerzo. La'es- cncla del gobierno funciona segiin un sistema de tumos, el turno de la mafiana va de 7:30 a mediodia y el de la tarde de mediodia a las 4:30. A la 1:15, el turno de la tarde deberfa estar en pleno funcionamiento, pero, en su lugar, los nifios estdn jugando fuera cuando llega el visitante extranjero. La vieedirectora, Angie, se retine conmigo y me hace gestos para que me siente en una slla de madera que ha quitado uno de los nifios de una clase préxima a peti- cidn suya. Nos sentamos juntos en el porche elevado de hormigén del largo edificio esmeradamente rnova- do que aloja las seis aulas y despachos bajo un techo de chapa. «Sea bienvenido», me saluda. Después de unas 123 pocas palabras, me pregunta: «qué es lo que nos va a tracr?» Me rfo, un poco confuso, «estoy aqui simple- mente para ver las escuelass. No parece que le impre- sione mucho. Me dice que una ONG americana, Reach the Children, ha hecho mucho por apoyar su escuela. Elafio pasado, doné el equipo del patio de recreo (seiia- Jando adonde estan jugando ruidosamente los nifios) y aporté fondos para ayudar a construir un nuevo edifi- cio (sefialando a la estructura a medio construir que transcurre perpendicularmente a donde estamos senta- dos). Se han construido unos profundos cimientos de hormigén de la mitad del tamaiio del actual edificio y se ha erigido la pared més lejana, junto con marcos de ventanas de madera. Un montén de sacos de cemento estén apoyados contra la pared terminada, «No solo han ensefiado en nuestra escuela, sino que también incluso han aportado su trabajo fisico», afiade, chan venido muchos jévenes voluntarios y erigido el edificio. Espe- ramos que vuelvan pronto y nos lo terminen, de forma que équé es lo que van ustedes a darnos?> ‘Musito: qué curioso que jévenes americanos tuvie- sen que ayudar con este trabajo fisico, dado el potencial de los habitantes del pueblo mismos para hacerlo, aun: que no digo nada acerca del tema. En lugar de ello, pre- ‘gunto cémo funciona el sistema de turnos en su escue- la, Se encoge de hombros: «en esta zona, los padres no se preocupan de la educacién y en el turno de la tarde los padres no envian a sus hijos muy a menudo, razén por la que no hay hoy muchos aqui En realidad, parece haber muchos nifios presentes y en la escuela privada de al lado no habfa, ciertamente, ningin problema de que acudiesen los nifios, de for- ‘ma que esta respuesta parecia insatisfactoria. En cual: quier caso, le pregunto lo que seria mi cuestién central: 124 «por qué hay tantos... como podrfa decirlo. Lo que ‘me intriga es por qué hay tantas escuelas privadas en cl pueblo, cuando la escuela puiblica es gratuita y uste- des dan uniformes y libros gratis?» Se rie, compartien- dosurisa con Eric, un profesor que acaba de unirse a no- sotros. «Esta no es la clase de cuestién a la que yo pueda contestar. Tiene usted que dirigirse a la oficina compe- tente del distriton. Llegados a este punto, llega a la escena Lydia, la di- rectora. Al verme, lleva alos nifios de la zona de recreo asus aulas. Mc saluda calurosamente y releva a Angie de sus deberes de anfitriona. Lydia cs una sefiora ama- ble, muy amigable y elocuente y es sorprendentemen- te sincera con todo lo que le pregunto. Me habla de los problemas a los que se enfrenta ahora su escuela. En todo el pais se est4 introduciendo muy lentamente la educacién primaria gratuita y su escuela se encuentra en la vanguardia. Como los estudiantes ya no tienen que pagar tarifas, el tamafio de su escuela se ha dobla- do, a los 506 alumnos, por lo que ha tenido que intro- ducir el sistema de turnos. Los alumnos de la secunda- ria elemental vienen por todo el dia (detrés de nosotros, en un aula sin profesor, doce nifios de uno de estos gra- dos estén trabajando meticulosamente por su cuenta); pero la escuela primaria tiene que venir en dos turnos. Los estudiantes de la primaria superior (grados 4 al 6) vienen por las mafianas, mientras que los grados 1 al 3 vienen por las tardes y rotan los turnos de semana en semana. Pero esto ha causado grandes problemas, dice: ‘dos padres no pagan ahora, por lo que no les preocupa que su hijo venga o no a la escuela, mientras que cuan- do pagaban se preocupaban un poco». Le digo que he oido que ahora hay una «asignacién por alumno» para reemplazar las pequeiias tarifas que 125 pagaban antes los padres, éfunciona esto?, pregunto. Niega con la cabeza. No, no ¢s suficiente para cubrir todos los costes. Sefiala a la base de hormigén sobre la que estamos sentados y veo que estd cuarteada y se des- integra al final. «No tenemos suficientes fondos para repararlan, dice. Le hablo de mi sorpresa al encontrar seis escuelas privadas en esta aldea aunque la escuela publica es aho- ra gratuita, ca qué se debe?, pregunto. Me dice que hay dos razones: en primer lugar «mi escuela esté llena, ten g0 72 nifios en primaria 1 y 65 en primaria 2, y ya no puedo admitir a mds; por lo que a los padres que quic- ren traer a su hijo a mi escuela, les digo que no tengo sitio, de forma que tienen que llevarlo a una de las es- cuelas privadas», Asiento. Quizé las escuelas privadas sean una segunda eleccién para algunos padres. Mi- rando el contraste entre este edificio relativamente bien instalado —el final del porche resquebrajado es un fallo menor~ y la casucha desveneijada de la Supreme Aca- demy que acabo de dejar, pienso que ¢s un motivo razo- nable de la eleccin de los padres. La conversacién de- riva a otras materias. Me dice que vive en Accra y que conduce hasta la escuela todos los dias. Ciertamente, to- dos menos dos de sus 18 profesores viven en Accra y todos los dems vienen en transporte piiblico... «tiene que ser horrible», digo asintiendo. Yo he viajado des- de la ciudad en un viejo taxi baqueteado sin aire acon- dicionado y sé lo agotador que es, en el intenso calor del dia, eternizarse en el ruidoso trafico de la carretera ‘Acera-Cape Cost, y eso en un vehiculo personal. Ima- ginémonos hacerlo itodos los dias agolpado en uno de los decrépitos minibuses que hacen.una ruta que lleva dos horas para llegar aquf y otras dos de vuelta, todo ello para pasar cuatro horas en el aula! Ambos reimos 126 de todas estas dificultades, «Esta es la razdn por la que algunos no llegan hasta mitad de maftana, debido al tré- fico», suspira. «Frato de hacer que salgan més tempra- no, pero no pueden porque la mayor parte de ellos tie- ‘nen que preparar a sus propias familias para que vengan alaescuela». Entonces le recuerdo que habia sugerido que existian dos razones por las que los padres enviaban a sus hijos a las escuelas privadas. éCudl es la segunda razén? «St», recuerda. Casi me caigo de la silla cuando me lo dice, asombrado por su sinccridad: «es la supervisién. Los pro- pictarios de las escuelas son muy severos. $i los profe- sores no se presentan y dan clase, los padres reaccionan, Las escuelas privadas tienen que obtener un beneficio, con el que pagan a sus profesores, por lo que necesitan tantos estudiantes como puedan obtener y por ello los propietarios son muy severos con dichos profesores y Jos supervisan cuidadosamente. Yo no puedo hacer esto con mis profesores, no puedo despedirlos. Ni siquiera puedo eliminarlos de la lista de cheques (la némina] si Ilegan tarde o no vienen. Esto solo puede hacerlo la off- ina del distrito, y es muy poco frecuente que se despi- daaun profesor, de forma que la supervisién es la segun- da raz6n por la que los padres envian a sus hijos a las escuelas privadas», Puede que sea porque pensase que habia hablado demasiado, por lo que dice a continua cién: «peré realmente, mis profesores son buenos y no tengo ningtin problema con ellos». Si se me quiere cre- cr, no pienso que esto sea verdad en absoluto, pero no lo digo. Recorremos juntos la escuela. Voy al aula de primer grado, en la que estan apitiados los nifios y, sin contar- Tos, estoy casi seguro de que estan presentes la mayor parte de los 72 nifios, tres por pupitre, esperando que 127 ccurra algo, 0 quiz4 a que su visitante se vaya, de forma que puedan continuar su recreo. Pregunto a un grupo que se encuentra cerca del lugar de la profesora, y solo uno parece entenderme: «se ha ido a casa», me dice una nifia. El resto del dia Justo después de volver a la Supreme Academy, se pre- plicarfa las cosas para el DfID». Esto es lo que me dijo Iiteralmente. En cualquier caso, Liu me volvié a asegu- rar que realmente no habia escuelas privadas en la pro- vincia de Gansu. Ni una sola, habia preguntado a todos y todos estaban de acuerdo. El DIID, repiti6, estaba tra- bbajando para ayudar a mejorar las escuelas puiblicas y no habia ninguna escuela privada. €Podriamos vernos para volver a discutirlo?, le pregunté, con la esperanza de persuadirle de que cambiase de opinién. Desgraciada- mente, no, su Viaje a Gansu habia cambiado de fecha y tenia que partir esa misma tarde, por lo que lamenta- iblemente no habfa ninguna oportunidad. Golgué el te- léfono con un suspiro. La fornia en la que Liu mencioné al Df1D era como tun trapo rojo para este toro. Unas semanas antes, mien- tras estaba en Hyderabad, India, el Secretario de Edu- cacién del gobierno de Andhra Pradesh, con el que habia estado trabajando muy estrechamente, me habfa con- fiado que la oficina del D£TD en Delhi le habia escrito. La carta venia a decir que habian ofdo que estaba tra- bajando conmigo y que debia «tener cuidado». . Después de nuestra entrevista y de que hubiésemos visitado la escuela y hablado con los extremadamente timidos y nerviosos nifios ~todos ellos con rubieundas mejillas y una multitud de vestidos de diferentes colo- res ¢ irregularmente disefiados, ya que aqui no habia uniforme=, entré en escena la maravillosa hospitalidad tural. No, todavia no podiamos irnos, Nos condujo de 160 ‘vuelta al calor de la cama, insistiendo en que de nuevo nos descalzasemos y su mujer, nerviosa y timidamente nos sirvié «empanadar, un pastel frito partido y muy gra- siento, cocinado en un aceite llamado you bin, que aqui era una delicia culinaria, como me dijo Xiang, pero que yo encontraba que era demasiado amarga, mas bien de- ‘masiado amarga como para disfrutarla, Trajeron una ja- rma de miel y Mr. Sing tomé una cuchara y la esparci6 generosamente sobre la empanada. Se trataba de una verdadera exquisitez, dijo Xiang, y me senti muy culpa- ble cuando Xiang me dijo que posiblemente tendrfa sufi- cientes ingresos para un mes o més. Pero su hospitali- dad no se detuvo aqui. Mr. Sing hizo luego té con miel, sobre un hornillo diminuto, del tamafio de una cuchari- lla de té, En un sucio disco de metal calenté las hojas de téy el agua y luego las rocié abundantemente con cucha- radas de miel. Acudicron de visita los parientes y aldea- nos para compartirla charla y los cigarvillos, mientras los nifios miraban a través de las cortinas de las ventanas. Y los tres dias siguientes, visitamos escuelas privadas similares, encontrando un total de cinco, Solo una esta- ba en una alded menos remota, lo que significaba que pu- dimos llegar a ella en coche, aunque eso también nos supuso una hora de conduccién fuera dela carretera pa- ‘vimentada. Esta habia sido fundada porun ex habitante dela aldea que habia ganado algiin dinero haciendo ne- gocios en la provincia de Sichuan, devolviendo algo asu comunidad. Tenia un aula, en la que el director y tinico profesor instrufa a todos los grupos de edad juntos. Un nifio pequefio estaba sentado junto a su hermana mayor en el mismo pupitre. Los nifios no pagaban nada y era solo para los que eran demasiado pobres para acudir a la escucla piiblica. Pero todas las otras escuclas estaban en aldeas més remotas, como Xu Wan jia. 161 En nuestro segundo dia, nos encontramos de vuel- tana capital del Condado de Zhang a mitad de la tar- de. Xiang sugitié que mejor que tratar de encontrar otras escuelas, lo que nos llevarfa horas, fuésemos a la Ofici- na de Educacién como visita de cortesia para comenzar el proceso de obtener permiso de realizar un estudio en profundidad y también para ver si habfa una lista de es- cuelas privadas. La Oficina de Educacién del Conda- do de Zhang estaba justamente al lado de la calle prin- cipal, cerca del hotel, y parecfa una oficina del gobierno de calidad superior comparada con las que estaba acos- tumbrado a ver en India y Africa, pero no nos fue de més ayuda. Después de esperar un rato para ver a alguien que pudiera’ser responsable de la educacién privada, nos dijeron que primero tenfamos que ir ala Oficina del Go- biemno para «Ayuda a los Pobres»(traduccién de Xiang), con el fin de obtener el permiso antes de que nos pudie- ran entregar la lista de escuelas privadas. Afortunada- mente, se trataba del impresionante edificio piiblico situado detrés, al otro lado de la carretera, junto al hotel. Subimos las escaleras hasta el cuarto piso, legando a la «Oficina para la Ayuda a los Pobres». Si bien fuera re- frescaba, hacia bastante calor dentro; disfrutando del calor de unos calentadores de parafina, dos altos fun- cionarios estaban leyendo los periddicos. A lo largo de la pared habia, sin desempaquetar y sin usar, dos fla- mantes ordenadores, una impresora yuna maquina de fax. En la oficina no habia ni libros ni archivos, solamen- te los ordenadores sin utilizar y periédicos. El hombre y la mujer fueron amistosos y deseosos de ayudar y nos sirvieron té caliente en tazas de papel, pero dijeron que no habia ninguna escuela privada en el Condado de Zhang, ni rurales ni urbanas. En cual- quier caso, no nos podian dar el permiso que exigia la 162 Oficina de Educacién y, de hecho, no vefan por qué ne- cesit&bamos ninguna clase de permiso. Llamaron a la Oficina de «Ayuda para los Pobres» al jefe, que era un funcionario muy joven, muy sonriente y agradable, que cestuvo de acuerdo en que no habia escuelas privadas, En cualquier caso, no nos podia dar permiso y tendriamos que hablar primero con la oficina regional en Ding Xi y si ellos nos daban permiso, entonces él podria consi- derar el hacerlo, Xiang intent6 camelarselo durante un rato, dandole incluso golpecitos en el brazo, como pa- recia ser aceptable aqui, en cl Gansu rural, pero él aban- don la oficina sin manifestar su acuerdo, supuestamen- te para preguntar a sus supervisores. Cuando volvié ya no sonrefa: lo que necesitdbamos no era un permiso regional de Ding Xi, nos informé, sino de la provincia misma, en la capital, Lanzhou, aunque su consejo era, simplemente, volver, en todo caso, a la Oficina de Edu- cacién, ya que podrian damos la informacién, ahora que le habfamos visitado. Sintiéndonos todavia relativamente animados, vol- vimos a la Oficina, donde nos dijeron que esperésemos mientras el director terminaba con sus reuniones. Es- peramos una hora. Finalmente, nos dijeron que el jefe de la oficina ese dia no se encontraba alli. En cualquier caso, el funcionario subalterno que nos habia hecho es- perar dijo que no habia escuclas privadas, asi que épor qué queriainos una lista que no existia? Mientras esté- amos esperando, me paseé alrededor de la espaciosa ofi- cina abierta y me quedé admirando un mapa del Con- dado de Zhang. Cuando se me unié Xiang, el oficial subalterno nos habia hecho frfamente sefias de que nos sentdsemos. Fuera, Xiang me informé de que en la le- ‘yenda del mapa habfa un simbolo de escuela privada y ique figuraban dos marcadas en él, que ya habiamos 163 Visitado! Estaba claro que el gobierno local conocia, all menos, dos de estas escuelas privadas, asi como que no queria que nosotros las conociésemos. La iiltima escuela privada que visitamos era la que nos habfa llevado inicialmente al Condado de Zhang, ‘ya que, al parecer, algunos periodistas también lo habian hecho y publicado su existencia, lo que era la forma de que Xiang hubiese ofdo hablar de ella. Condujimos unas ‘cuantas horas desde la ciudad a través de carreteras de montafia donde nuestro veh{culo, al pasar, sirvié para trillar el maiz de los aldeanos, que lo desplegaban en la carretera para que pasase por encima cualquier vehicu- 1o 0 animal. En todas partes estaban recogiendo la co- secha. Los aldeanos también estaban trillando su maiz ‘en sus patios y campos, moviéndose lentamente en un cfreulo los caballos y burros que tiraban de un gran peso, guiados, a menudo, por un nifio pequefio. Delante de nosotros, los nifios pastoreaban en la carretera patos, cerdos y pollos. De nuevo, en una aldea que parecia re- lativamente préspera situada en la carretera asfaltada, negociamos cl alquiler de un vehiculo de tres ruedas para el tramo final del viaje. Otra vez partimos siguiendo el cauce de un ro, pasamos luego por més montaiias, fui- mos a paso de tortuga a lo largo de un valle donde la pista se fundia con una répida corriente y entramos en un desfiladero, flanqueado por rocas impresionantemen- te altas y cuya anchura era solo la de la pista misma, Luego, al o170 lado, enfilamos a través de unos verdes pastizales, atravesando més aldeas y una bonita eseue- la piblica (que no tenta letreros que anunciasen la ayu- da extranjera) y, finalmente, después de otra hora de avanzar lentamente por la serpenteante pista lena de ba- ches, llegamos a la aldea en la que se encontraba la es- cuela primaria Xin Ming: el corazén del pueblo. 164 Zhan Wang Xiu (la propietaria) nos saludé eflida- mente y nos condyjo a su diminuta sala, haciéndonos de nuevo descalzar para que nos sentdsemos cémoda- mente sobre la cama de arcilla. Esta vez, aunque al caer latarde hacia fresco, no habia ningin fuego que la calen- tase. Tampoco habia luz; aunque la aldea parecia tener clectricidad, este anochecer no habia alumbrado. Las aulas también estaban muy oscuras: miramos hacia su interior y vimos alos nifios atareados en sus pupitres. La sala de estar estaba empapelada con periddicos. Asi que lla nos conté su historia: Zhan Wang Xiu y su marido abrieron la escuela en 1998, Ahora tenfa 52 alumnos: 38 nifias y 14 nifios. Habia tres profesores: el marido, la mujer y su hijo de 18 afios, al que habian persuadido a quedarse en la aldea y dar clases con ellos. éPor qué habian abierto la escuela? Su aldea era muy pobre, dijo, yla escuela puiblica estaba a mas de una hora de camino (mds tarde, al volver, vimos que los nifios po- dian caminar casi con tanta rapidez como nuestro ve- biculo). Los habitantes no ponfan gran atencién en sus nifias, que no podian asistir ala escuela publica porque los padres no querfan que fuesen tan lejos o porque no podian permitirse sus tarifas, por lo que su propésito a la hora de abrir la escucla iba dirigido especialmente a estas nifias. Ella habfa visto cémo «engafiaban» a las nifias —traduccién de Xiang, y yo supongo que queria decir «acosaban»— cuando viajaban a la escuela a pie 0 en los vehiculos de tres ruedas y queria ahorrarles eso alas nifias. La mejor forma de eliminar la pobreza, dijo, era reducir el analfabetismo de las mujeres y no construir tuna carretera (lo que estaba, aparentemente, promovien- do el gobierno local, situado lejos de la aldea). Conté una complicada historia de c6mo ella y su ma- rido fueron una ver profesores de la escuela publica; ella 165 estuvo durante un tiempo hospitalizada y su marido queria cuidarla, lo que dio como resultado que perdie- se su trabajo. Volviendo al trabajo del campo, se dieron cuenta de que su verdadera vocacién era la ensefianza, por lo que decidieron abrir la escuela. Se sentian felices todos los dias, dijo, porque estaban rodeados de nifios. Pero antes de que abriesen la escuela, los adultos de la aldea querfan que les ensefiasen a leer y escribir por las tardes. Una vez que el Condado vio el éxito de estas clases, les dieron permiso para abrir la escuela. Invir- ticron todo su dinero en la escuela, que instalaron en su propia casa, después de trasladar a sus padres a otra casa de la aldea para poder instalar en la primera las aulas. Cargaban 18 yuan (unos 2,25$) por periodo, pero si tres nifios eran de una misma familia, el tercero no paga- ba nada (hay que sefialar qué poco éxito parecia haber tenido la politica de «un hijo» de China en las aldeas re- motas). Dijo que en su aldea 60 nifios segufan siendo analfabetos y querfa ampliar su escuela. Algunos nifios delaaldea iban ala escuela pitblica por la que habfamos pasado, pero sus tarifas eran de 75 yuan (9,385) por pe- iodo, mds libros de texto, una cantidad exorbitante para la mayorfa de los habitantes de la aldea. ‘De nuevo, su gran problema era encontrar profeso- res. Una vez contrataron a una profesora por 800 yuan (1008) por ado, peto le parecié que el salario no era su- ficiente, de forma que se fue, consiguiendo un trabajo nla capital del Condado de Zhang. Los estudiantes de quinto grado sc enfrentaban ahora la graduacién, pero necesitaban profesores, por lo que pidieron a su hijo ma- ‘yor, que habfa aprobado la ensefianza secundaria, que -viniese a ayudar y l se mostré de acuerdo, sintiéndose satisfecho por ello. No le pagaban, salvo en especie, bro- me6, y él —uniéndose a nosotros sobre la cama de la 166 familia~ también 1i6. Querfan ayudarle air ala Univer- sidad, pero «équé puedo hacer®, dijo, de forma que se quedé para ayudar a los pobres de su aldea. Lleva tra- bajando aqui dos afios y acaba de recibir un premio del gobierno como el mejor profesor de tercer grado. Su marido, Chen Wang, llegé al caer la noche. Habia dado clases durante todo el dia y luego se habia ido a trabajar en el campo. «El campo sigue necesitandonos», brome6. Su caluroso saludo me conmovié profunda- mente. Nos rogé que nos quedsemos esa noche; para midesilusién, Xiang dijo que no podiamos porque nues- tro conductor nos esperaba en la carretera principal y tenfamos que estar en Lanzhou al dia siguiente. Pero tie- zen que quedarse a cenar; Lamentandolo, le dijimos que no podiamos; nos subimos a nuestro vehiculo de tres ruedas alquilado, que afortunadamente tenia una luz delantera, y bajamos lentamente a través de la oscuridad sorteando el desfiladero hasta llegar a nuestro condue- tor, Wang, que se encontré con nosotros junto a la carre- tera y que estaba muy intranquilo porque pensaba que algo malo nos habia ocurzido en las montafias. Némesis ‘Volvimos a Lanzhou a tiempo para el almuerzo y lue- g0 fuimos a la Oficina Provincial de Educacién a ob- tener el permiso para hacer el estudio. El jefe de la Ofi- cina de Educacién no estaba en su despacho cuando llegamos, pero cuando le dijeron por teléfono que un extranjero lo estaba esperando, dijo que estaria allf en trcinta minutos. En realidad llegé en diez, nos dio un témuy caliente en vasos de papel, se mostré muy amis- toso, pero nos dijo, disculpéndose, que tenia que seguir 167 las regulaciones, por lo que teniamos que hablar pri- mero con el Director de Gooperacién ¢ Intercambio Internacional, un tal Mr. Ming Ding. Tras ello, tendria ‘mucho gusto en hacer todo lo que pudiese para ayudar a nuestro interesante proyecto. Sentado junto a su ordenador, el ayudante de Mr, ‘Ming, Mr. Zheng, se mostré incomodado de que lle- gsemos sin tener una cita; en cualquier caso, Mr. Ming estaba fuera y demasiado ocupado para vernos. Me sa- Indé en un inglés impecable y al ir avanzando la entre- vista me felicité de haberme dado cuenta de lo bueno que era su inglés, ya que, en otro caso, hubiese intenta: do hablar con mi estudiante, Xiang, a sus espaldas. Des- graciadamente para su historia, Mr. Ming llegé después yme salud6 de una forma muy amistosa, disipando los escnipulos de Zheng. Derrochando sonrisas, me hizo pasar a su despacho: «{Dejémosles hablar, ya estoy aqui, han venido de muy lejos!», tradujo Xiang. Zheng se unié a nosotros con su cuaderno de notas. Xiang me presenté a mf y a mi proyecto. Sirviéndo- me de Xiang le digo a Mr. Ming que mucha gente crefa. que las escuelas privadas eran solo para la élite, pero mi investigacién en India y Africa habia mostrado es- cuelas privadas para los pobres, etc... ¥ yo me pre- guntaba si lo mismo era cierto en China. Para contes- tar a esta pregunta, le digo, hemos ido a las montafias del Condado de Zhang. «éQuién les ha dado permi- so», interrumpié Mr. Ming dando un respingo al lle- gar aeste punto de la traduccién y mostrando una pro- funda preocupacién. «¢Quién les ha enviado ahi?» Yo le tranquilicé diciéndole que no era una visita de in- vestigacién, sino simplemente una visita turistica para ver si la investigacién era posible y que habiamos he- cho visitas de cortesfa, lo que era verdad, ala Oficina de 168 Educacién y otras oficinas. Continué de esta forma, pero ahora habia cambiado la atmésfera y la voz de Xiang se habla vuelto mds dubitativa y nerviosa. Asi, continu, habfamos encontrado cinco escuelas privadas paralos pobres y ahora que sabiamos que el fenémeno existia, estébamos pidiendo permiso para hacer un es- tadio mds amplio. Mr. Ming callé unos momentos. Luego se incliné hacia delante y dijo que tenfa algunas preguntas y co- mentarios. En primer lugar, cules eran los propésitos y objetivos de nuestro proyecto. Pedi a Xiang que los volviese a explicar y Mr. Ming parecié muy intrigado. ‘Zheng pregunté luego en chino que quién lo financia- bay le dije que la Fundacién John Templeton. Pregun- td acerca de sus finalidades y objetivos y yo hice lo que pude para describir una fundacién filantrépica america na Luego Ming volvié a hacerse cargo de las preguntas, hablando lenta y frfamente: «Necesitaremos estar con- vencidos de que hay un proyecto de investigacién que realizar: En su caso, es dificil ver cémo va a ser esto posi- ble, porque la Reptiblica Popular China ha conseguido tuna educacién bdsica universal, lo que significa que la cciucacién piblica se ocupa de todos, tanto de los pobres como de los ricos, por lo que no hay escuelas privadas para los pobres porque la Repiiblica Popular ha dado a todos los pobres escuelas puiblicas, de forma que lo que usted se propone investigar, no solo no existe, sino que también es una impasibildad ligica, De repente me sent{ inmerso en el 1984 de George Orwell. Lo negro era blanco y lo blanco era negro. Lo que yo habfa visto no existfa porque era lgicamente im- posible, Nome habia esperado nada similar. Se me secd laboca y mi cuerpo se puso en tensidn. Y como Zheng, que hablaba inglés, estaba sentado a nuestro lado, no 169 podia preguntar a Xiang qué diablos era lo que tenia: ‘mos que hacer a continuacién. Elcontinué: «Evidentemente, tendremos mucho gus- to en dar la bienvenida a toda investigacién que ayude alos pobres. No estamos diciendo que todo sea perfecto en las escuelas piiblicas que la Repiiblica Popular ha dado atodos. Un buen ejemplo de investigacidn» —no podia creer que estaba oyendo esto de nuevo «es el Proyec- to de Educacién Basica de Gansu del DEID, que esta llevando a cabo PDE, planes de desarrollo escolar, que constituyen una valiosa forma de ayudar alos pobres; y estamos agradecidos al gobierno briténico por apadti- nar este importante y valioso proyecto. éPor qué no en cuentra usted un buen proyecto que realizar, como pla- nes de desarrollo escolar, en lugar de sus extras ideas?>, ‘De repente, pensé que habfa entendido mejor los mo- tivos del D{ID para establecer su proyecto, Cuando habfa estado viajando en las montafias, me parecié toda- via mds ridfculo que lo que necesitasen los pobres fue~ sen iplanes de desarrollo escolar en las escuelas puiblicas! iQué miserable y terrible derroche de 11 millones de li- brasl, pensé; ahora veia al D{ID sentado con burdcra- tas como estos, dando vueltas a semejantes ideas, para llegar alo tinico que era inocuo e inocente para el gobier- no chino. éQuién iba a quejarse si se supiese a nivel in- ternacional que lo tinico que les faltaba a las escuelas chi- nas para los pobres eran planes de desarrollo escolar?, €so era mucho mis inocuo que el conocer que los habi- tantes de las aldeas eran demasiado pobres para enviar asus hijos alas escuelas piblicas, o que éstas eran dema- siado inaccesibles, especialmente para las nifias. éSe tra- taba, quiz4, de eso? Llegados a este punto, Zheng (que hablaba inglés), al ser llamado se ausenté del despacho, porlo que pregunté 170 a Xiangssile habia dicho a Mr. Ming que habjamos visi- tado nosotros las escuelas privadas en las aldeas. Si, si eDeberfamos recordarselo? No, no. ‘Mr. Ming continué lentamente, mientras Xiang tra: ducia: .* Mi investigacién en Kenia me proporcioné algunos indicios para resolver este enigma. Mi estudio comenz6 allen octubre de 2003, unos diez meses después de que se hubiese introducido la educacién primaria gratuita en las escuelas piblicas. La realidad es que la solucién del enigma parecia ser mds bien simple, con tal de que se molestase uno en ir y mirar. Kibera E] antiguo presidente Bill Clinton no fue el tinico en darse cuenta de que Kenia habia introducido la educa- cién primaria gratuita. A principios de 2003, al decidir 4 La bibliografla para esta seecin es: P. Rose, «ls the Non Site Education Sector Serving the Needs ofthe Poor? Evidence from East and Souther AMfica» documento elaborado para el seminario ‘del DEID en preparacion para cl World Development Report 2004, 2002, P- 6,16, 7 (ctado con permiso del autor, p.m.rose @sussex.ac:uk). 183 en queé paises centrarse dentro de la investigacién, James Stanfield, uno de los colaboradores en mi investigacién. en Newcastle, sugirié que nos fijésemos en Kenia, Ha: bfa visto en la BBC documentales de multitudes de ni- fios afluyendo a las nuevas escuelas estatales sin tarifas, alabando el comentarista la historia de este gran éxito. «Qué estd pasando aqui?>, preguntaba, «es realmen- te tan bueno como parece?», de forma que decial ir a ver si nuestros contactos en el lugar podrian ayudarnos con el proyecto. Como siempre, al principio parecia poco promete: dor. Cuando llegué al aeropuerto, vino a buscarme mi anfitrién, James Shikwati, que habfa establecido recien- temente la Inter Region Economic Network en Nairo- bi [Red Econémica Interregional], que acabarfa con: virtiéndose en uno de los grupos de reflexién del libre ercaido nda fagportania dc AS acs cs jr muy brillante y elocuente de treinta y pocos afios y que cree firmemente que la libre empresa puede ayudar a resolver los problemas de Africa y que est4 comprome- tido a luchar contra una intervencién excesiva del esta- do en todas las drcas de la economia. Me habia puesto en contacto con él unas pocas semanas antes de mi visi- ta, hablindole de que habia encontrado escuelas priva das para los pobres en la India, de mis investigaciones preliminares en Nigeria y Ghana y de mi interés en saber si sucedia lo mismo en Kenia, Habia simpatizado con la idea y prometido investigar y ayudarme en mi misién todo lo que fuese posible. Llegué al aeropuerto internacional de Nairobi y me encontré con este bombazo: «erco que deberfa decirte», comenzé un poco cortado, «que no hay aqui ninguna es- cuela privada para los pobres». Aunque acostumbrado. este tipo de observacién, oirla de alguien de la categoria 184 de James me dejé algo preocupado; si alguien deberia saber algo de su existencia, tendrfa que tratarse de alguien como James, que era consciente de cémo estaba ayudan- do el sector privado a los pobres en otras Areas. Pero no, he preguntado a todos los que saben algo de educacién», dijo, notando mi confusién, «y siento decirte que no hay aquiv. Habja preguntado a profesores, académicos sim- patizantes y a algunos amigos que trabajaban en el Mi nisterio de Educacién, y todos le dijeron lo mismo: «las escuelas privadas aqui son principalmente para la élite y las clases medias». ¢Estaba, quiz, una vez mas, en lo cierto? Le dije que, en todo caso, iriamos y mirariamos. Esa no fue mi tinica pequefia frustracién al llegar a Ke- nia, ya que, una vez.mis, mi equipaje no legé al aeropuer- to y me quedé durante varios dias sin poder cambiar- me de ropa (pocos dias después, siguiendo sin equipaje, fui a comprar lo esencial, incluyendo pantalones. se transmuté en boda-boda, Desde entonces, las boda-bodas se han convertido en un importante sistema de transpor- te piblico en Kenia, en especial en la provincia de Occi- dente. Se sienta uno en un cémodo sili con reposapiés ¥y reposabrazos, situado encima de la rueda trasera de, porlo demas, una bicicleta ordinaria, detrds de un vigo- oso joven que le transporta a uno con energia a donde quiera ir. Solo que cuando se llega a una cuesta hay que apearse y caminar detrds de él, Fuimos en bvda-bodaa la estacién de autobuses y lue- goala ciudad de Kakamega en un matatu (minibiis-taxi) yacontinuacién al pueblo de Juma, Lubau. Juma vive ‘enun edificio de barro y madera con una parcela de me- dio acre en la que cultiva platanos y otros alimentos bé- sicos y tiene su propia vaca. Llegamos al anochecer. Mien- tras su mujer nos preparaba algo de comida, Juma me llevé a través del pueblo a la escuela privada local, la ‘Academia Victoria. La dirigia Lydia, que cuando le- ‘gamos estaba dandole el pecho a su bebé en el rineén oscuro de una clase que también hacta de su propia vi- vvienda. Ahi estaban todas sus pertenencias, pero la hora 193 de clase, las empaquetaba durante el dia para desempa- quetarlas todas las tardes. Eran casi las siete de la tarde y estaba oscureciendo. En el creptisculo, abrié todas y cadauna de las puertas de las clases y nos mostré los ma- ravillosos frisos de alfabetos y figuras de animales para los nifios, que habia en las habitaciones. Lydia me relat6 una historia familiar: cuatro afios atrés habia abierto una guarderia, pero llegaron los padres, cuando los nifios pasaron al primer grado en la escuela publica primaria y dijeron que sus hijos estaban mucho mas adelantados que los otros nifios y ya no se sentian tan contentos como lo habian estado, por lo que le pre- guntaron por qué no podria dar clase también del pri- mer grado. De esta forma, comenz6 el primer grado, pas6 alos nifios al segundo y esperaba seguir ampliando su ensefianza conforme los nifios fuesen creciendo con ella. En ese momento tenia unos cincuenta nifios, que paga- ‘ban unas tarifas de unos 200 chelines keniatas (unos 2,60 délares) al mes. No habia visto el efecto de la edu- cacién primaria gratuita, porque su poblacién escolar seguia siendo la misma, dijo, y no habfa cambiado gran cosa. La dejamos para tomar chai ~té con leche dulee— y séndwiches que nos habfa preparado la mujer de Juma. Elsol se estaba poniendo, con su color dorado, en el ho- rizonte. Los grillos chirriaban y a media distancia se ofa el ruido de nifios mayores jugando alegremente en el exterior, mientras los bebés tosian suavemente en la ha- bitacién préxima; habia velas ttlando y el olor de luces, de parafina; al final del camino se encontraban charlan- do hombres y mujeres, mayores y jévenes. Por la mafiana, después de un excelente desayuno de pequeiias bananas, papaya, jugo y di, alquilamos un co- chey nos fuimos a buscar escuclas privadas. Encontramos 194 muchas; no escaseaban en las dreas rurales. Una tipica erala que se encontraba justo fuera de Mukumu, donde cl cartel del hospital situado al lado de la carretera anun- ciaba: «morgue del hospital: se dispone de habitaciones frias». Aqui encontramos la Acacema Wema. Wena quic- re decir «bondad» en kiswahili, me dijo la propietaria, Stella; estaba tomado del cintico religioso «Ciertamen- te Me Seguirdn la Bondad y Misericordia». La escuela ocupaba un lugar muy agradable junto a la carretera principal y tenia una serie de bloques de edificios con tejados de chapa, pero la mayor parte estaban hechos de madera enlucida con barro. Aparentemente, la escue- Jaera originalmente un lugar residencial una hilera de habitaciones para que las alquilasen familias indivi- duales— pero Stella haba persuadido a los propictarios para que se lo alquilasen como escuela. La familia pro- pietaria vivia en la parcela colindante. Stella nos sirvié ogi de una botella en su despacho. éPor qué abrié la escuela?, le pregunté, contesténdome sin dudar: «para conseguir ingresos para mi familiay, dijo con sorprendente audacia, afiadiendo también, «y para ayudar a los nifios del vecindario». La escuela tenia ahora 120 estudiantes, desce «una clase para bebés», una guarderfa y hasta el cuarto grado. Las tarifas eran com- parables a las que habfamos visto en otra parte. Me dijo que «el crecimiento de la escuela habia sido menor, ya que se habia encontrado con obstaculos burocraticos». Los funcionarios de! gobierno la acosaban y solo tiene una forma de tratar con ellos, que no me explicd, pero que, presumiblemente, se trataba de sobornos. Un problema planteado por los funcionarios es que una escuela de- berfa estar en un terreno de su propiedad, con sus pro- pias escrituras, mientras que ella alquilaba los edificios, Jo queno era suficiente. Otro problema era el tamafio de 195 lazona de reereo, que deberfa ser el de un campo de fst bol, pero el suyo solo era la mitad, aunque parecia tener Jadimensién adecuada (alli se encontraba pastando una ‘vaca), También dijo que la acosaron con los tamaiios de las clases, que debian ser de al menos 8 x 8 pics y las suyas eran menores, «Pero el niimero de alumnos tam- bign es menor que en las escuelas piiblicas y como ten- {go menos nifios no necesito una clase tan grande», pero los inspectores no la escuchaban: «no se les puede decir que la clase es pequefia pero que hay pocos estudian- tes», me dijo, «no escuchan, tienen sus reglas y se rigen por ellas». Dijo que ninguna de las escuelas piblicas de los alrededores tenfan la zona de recreo o las aulas del tamaiio correcto, pero ni siquiera se las inspeccion6, por no decir se las acos6. «Los funcionarios del gobierno acosan a todo lo que es privado. Sise trata de una escue- la puiblica nadie se preocupa de cuantos servicios hay, pero en una escuela privada te acosan!> Stella dijo también que se habia aprobado su escue- Ja para registrarla y que tenfa una carta del funcionario de educacién del distrito para demostrarlo, pero en los. dos tiltimos afios la Junta de Educacién del Distrito sha estado ocupada y no ha examinado el tema de las nuc- vas escuelas privadas». éSe habia visto afectada por la educacién primaria gratuita?, pregunté. Fue més expresiva de lo que habia sido Lydia, pero su respuesta transmitié el mismo men- saje: no habia cambiado nada en realidad después de la educacién gratuita, porque hay «una superpoblacién en las escuelas piiblicas». Ninguno de los padres habia que- rido cambiar a sus hijos a las escuelas primarias gratui- tas, «saben que sus hijos no obtienen gran cosa en esas escuclas», En realidad, afiadi6, estaban abriéndose otras escuelas privadas, incluso después de la introduecién de 196 laeducacién primaria gratuita, mientras que la suya ha- bfa sido la tinica en el distrito el tiltimo ato. ‘Mucho més importante que cualquier efecto de la edu- cacién primaria gratuita cra como mejorar el aprendiza- je de los nifios bajo su cuidado. Continuamos nuestras discusiones al tiempo que tomdbamos chai. Stella dijo que queria introducir en sus aulas el método Montessori y ‘me pregunté mi opinidn sobre los pros y contras de los diversos planes de estudio. Era maravilloso estar senta- do con ella hablando acerca de la educacién y la mejora de las vidas jévenes. De vuelta a Nairobi, entrevisté a futuros profesores para que se convirtiesen en consejeros de mi investiga- cién, El contraste con mi conversacién con Stella fue ta- Jjante y desfavorable. Una joven profesora de la Univer- sidad de Nairobi fue exactamente el tipo de persona que yo no queria, «Qué quiere decir con escuelas privadas para los pobres®, las escuelas privadas son para los ricos», comenz6, y me di cuenta de que tbamos a avanzar poco. Parecia que no le gustaba mi arrogancia al venir a Kenia; de la misma forma no fui muy cordial con ella. Final y sorprendentemente, cambié de actitud cuando la hube convencido de que habia estado en los barrios pobres, y las dreas rurales y lo que habia visto por mi mismo: si, ahora estaba de acuerdo en que existfan escuclas pr vadas de bajo coste, «y antes de la educacién gratuita camplian una importante funcién en lo referente al acce 0, pero la cuestién es: después de éste, qué sucede, lo importante es la calidad>. «éPero como sabfamos como era su calidad?» Le dije que era una cuestién a investigar que yo queria contes- tar ahora, que era la razén de que estuviese en Kenia. No, ya sabjan que eran de mala calidad sin necesidad de nin- guna investigacién y me dijo: «no satisfacen ninguna de 197 las regulaciones. Si el ambiente de estudio no es bueno, el inspector las acosard y habrfa que cerrarlas. Los edi- ficios tienen que estar hechos de un material adecuado» éPor qué cra mejor estudiar en un edificio de ladrillo que en uno de barro?, pregunté, «Ah, no puedo contes- tarlo», dijo. Y las escuelas deberian funcionar en edifi- cios de propiedad y no alquilados: «el marco legal es que todas las escueias tienen que tener un titulo de pro: piedad». Pero siguié en sus trece: las escuelas privadas podrian explotar a cualquiera porque no les importa lo que proporcionen. Yo sefialé: «pero a los padres sf les importa». Sacudié su cabeza, riendo con embarazo: «Ah, Jos padres». Claramente no tenia una alta opinién de su capacidad de escoger. Las escuclas privadas que sirven. alos pobres en Kibera, De forma que, équé encontramos en los barrios pobres de Nairobi? Se estima que aproximadamente un 60% de la poblacién vive en «asentamientos informales no planeados», barrios de chabolas como Kibera. Una en- ‘cuesta de unidades familiares levada a cabo en 2004 sugiere que casi tres cuartas partes de la poblacién de Nairobi vive «por debajo de Ja linea de la pobreza». En los barrios pobres no hay servicios puiblicos, agua 5 La bibliogralia para esta seociém es: Lauglo, Basic Education in Areas Targeted for EFA.» Para detalles ukeritores sobre el méco do de investgacién y conclusones, véase J. Tooley, P. Dixon, y J. Stanficld, ) es ‘uno de los 32 colegios privados que no estin registrados en Mako- ko y debido a que no se encuentran en una lista oficial de eolegios zo son conocidos por los gobiemos ni por las agencias internacio- nales de ayuda extema. 27 siquiera en las escuelas piiblicas del barrio de chabolas, por no decir en el barrio mismo. La entrevistamos en la terraza del piso superior de la primera escuela publica. Me parecié que era una mujer implacable y dominant y yo estaba nervioso pensando que mis preguntas podrian haberla ofendido, pero no tendria por qué haberme preocupado. Sus respuestas transmitfan claramente que sabia que yo solo estaba haciendo de abogado del diablo al preguntar acerca de las posibles virtudes de las escuelas privadas de bajo cos- te; nadie podria pensar de forma diferente a lo que ella decia. Le pregunié por qué los padres pobres, aparentemen- te ~cémo podria decirlo, extaiiamente— parecian prefe- rir enviar a sus hijos a las escuelas privadas del barrio de chabolas, en vez de hacerlo a este bonito edificio de la escuela publica (en realidad, ella habia dicho que era un edificio bonito, mientras que yo encontraba que su arquitectura era austera, que imponia por su tristeza, y estalinista, pero le segutla corriente en su caracterizacién a efectos de la entrevista). Ella no se mordia la lengua. «Flay muchas razones. Los padres no tienen la infor- macién de que las escuelas piblicas son gratuitas y muchos escogen las escuclas privadas porque estén cer- cade sus casas», Esto a guisa de introduccién. «Pero lo més importante es fingir un simbolo de status, subrayan- do “fingir el simbolo de status”», dijo sin ninguna iro- nia, por encima de su Mercedes. De hecho, ms o menos eneste momento de la entrevista, apoyé su brazo sobre labarandilla, quiz por coincidencia, pero con el resulta- do de ocultar el coche, que estaba debajo, de la cémara. ‘Mis relajada, balancedndose, continué: los padres po- bres «quieren aparecer como si fueran ricos, que se re- aipan por sus hijos y los llevan a “eseuclas de pago”, que 218 se supone que son mejores», Pero estos padres pobres, como todos sabemos, estn completamente equivocados Pobres padres, son signorantes». Intenté no estremecerme mientras escupia su despre- cio porla gente con la que habfa estado trabajando. ) porque Jas instalaciones eran tan malas. Era cierto que las condiciones de las escuelas que vi- sité en mi viaje parecian a veces miserables. Los edificios 219 tenjan un aspecto tosco y las escuelas solfan estar mal equipadas; los profesores, ciertamente, estaban, por lo general, sin cualificar. Sefialé estas criticas obvias a una joven profesora en Ghana, la hija del propietario de la Shining Star Private School, que era poco més que un techo de chapa ondulada sobre unos postes desvencija- dos junto a la carretera principal que salia de Accra. La escuela piblica, a unos pocos centenares de yardas, esta baalojada en un bonito edificio recientemente restaura- do por la agencia briténica de cooperacién DID (Depart- ‘ment for International Development [Departamento para el Desarrollo Internacional). «La educacién no va de edificios», me dijo con acritud. «Lo que importa es lo que hay en el coraz6n del profesor. En nuestros corazo~ nes, amamos a los nifios y hacemos lo mejor por ellos» Dejé abierta la cuestién, al sondearla, de qué sentian los profesores de la escuela piiblica en sus corazones hacia los nifios pobres. €Pero tenia razén? éCudl era la verdadera calidad de las escuelas privadas para los pobres? éPodia el espiritu hhumano alzarse por encima de este pobre entorno y se- guir dando algo que tuviese un valor educativo? ¥, en cualquier caso, écudl era la calidad de la alternativa, las escuelas piblicas a las que los padres podian enviar a sus hijos pero que muchos estaban abandonando? Los pa- dres de Makoko que entrevistamos para la pelicula de la BBC seguian en sus trece en sus razones de por qué enviaban a sus hijos ala escuela privada. Asentado al fi- nal de un sendero de madera por encima de la malolien- te laguna, el padre de Sandra, pescador, la nifia que me habfa introducido en primer lugar a la Ken Ade Priva- te School en Makoko, nos dijo: «en la escuela piiblica no ensefian muy bien y esta es larazén de por qué todos, incluyéndome a mi, prefieren la privada a esta tlima, 220 porque queremos que nuestros hijos estén capacitados paral fururon. La madre de Sandra se mostré de acuer- do: «en la escuela privada los profesores son mejores y cuando ensefian, los nifios pueden enterarse inmediata- mente de lo que estén diciendo; por ello preferimos en- vviar a nuestros hijos a la escuela privada». Y otro padre clocuente lo formulé de esta forma: «ira la escuela puibli- ca aqui en Nigeria, especialmente en esta zona del esta- do de Lagos, es como desperdiciar el dia... porque no les ensefian nada. La diferencia es clara entre los nifios de la escuela privada y los de la escuela pitblica, es tan grande que aquéllos pueden hablar muy bien, saben lo que estén haciendo, mientras que en esta, as iia esin abandonadasr. Cicrtamente, cuando visitamos las escuclas puiblicas en el borde de Makoko con el equipo de la BBC, nos dimos cuenta de ese abandono. Ya he enumerado al- gunas de las cosas que vi en primer lugar en estas es cuelas ptiblicas en el capitulo 3, pero, para mi sorpresa, captamos otra cosa que ya habia visto muchas veces, pero que nunca crei que pudiésemos grabar con la cé- mara, Un joven profesor estaba durmiendo, repantings- do junto a su escritorio, mientras una nifia de su clase intentaba ensefiar a sus compaiieros con un libro desen- cuadernado. Imaginense la escena: el cdmara, produc- tor y director de la BBC llegan a la clase. Los nifios se Jevantan presurosos, bulliciosamente, como es habitual al saludar a sus visitantes, y cantan, «bienvenido, equi- pode la BBO». El profesor sigue durmiendo. Un alum- no, azorado, intenta despertar al profesor, pero este si gue durmiendo, De forma algo descorés, la BBG retransmite este fragmento del documental doblado con la vor del pro- fesor Olakunle Lawal, el Honorable Comisionado de 221 Educacién del estado de Lagos, un caballero muy dis- tinguido con un doctorado de la universidad de Oxford (fae mientras esperaba a entrevistarlo cuando me reun{ con Dennis Okoro, el exinspector jefe). Dandonos su punto de vista sobre los problemas pasados, pero actual buena situacién de la profesion de maestro en Nigeria, nos dijo elocuentemente que, en el pasado, «los profeso- res no estaban bien motivados por los problemas que afectaban a sus condiciones de servicio. A veces habia un cazasen el pago de los salarios y a veces a algunos ni siquie- rae les pagaba, pero en los tiltimos seis afios las cosas han cambiado considerablemente. Esta escuela piblica es ahora muy buena y su equipo est4 muy bien cualifi- cado». Habia algo de picardia en poner su voz sobre la imagen del profesor dormido. Para empeorar las cosas, también figuraba Mary Taimo Ige Iji criticando a los profesores de las escuelas privadas de los pobres y com pardndolos con el equipo de la escuela publica: Bien, en las escuelas privadas los profesores no estén cualificados, mientras estén ali no se les paga regular- mente... puede despedirselos en cualquier momento, de forma que carecen de dedicacién y, lo que es més ‘importante, no estén cualificados. Por otra parte, en las, ‘escuelas ptiblicas los profesores son muy disciplinados ‘estén cualificados. Puede despedirselos por mala con- ucta, cosa que rara vez ocurre. Lo senti por el profesor que dio lugar a todo esto. Si no hubiese visto tantos como él ubiese desaconsejado a la BBC utilizar su imagen, pero parecia reflejar tan bien los problemas que habia visto en las escuelas pibli- cas para los pobres... Bra el vinico que pensaba que los esténdares de las es- cuclas puiblicas eran bastante desastrosos? En mi viaje, 292 devoré tanto como pude de los escritos de los expertos en desarrollo. Tranquilizadoramente ~si tranquilizador es la palabra correcta para la ira y asco que sent{a—.com- probé que todos los expertos en desarrollo que lef pare- cian estar de acuerdo en que habia terribles problemas en as escuelas puiblicas, tal y como personificaba el pro- fesor dormido. Estaban de acuerdo en que la edueacién publica era un desastre, pero, a continuacién, sus conclu: siones acerca de lo que habfa que hacer con el proble- ma me resultaban desconcertantes. La educacién piblica para los pobres es un desastre.. ‘Todos los expertos en desarrollo que he leido parecian estar de acuerdo. Ya he sefialado que las conclusiones del informe PROBE para el norte de la India, resumi- das también por Amartya Sen, eran que la ensefianza solo tenia lugar en la mitad de las clases visitadas al azar, con algunos profesores haciendo lo mismo que infor- maba el documental de la BBC, durmiendo junto asus escritorios o en la sala de profesores. Otros estaban bebiendo y pasdndolo bien. Estas voces no eran las tini- cas y no he sido capaz de encontrar una sola que disin- tiese, en lo que he lefdo mientras Viajaba. Y siempre que hablé personalmente con cualquier funcionario de una agencia de desarrollo en e! pais insistian en contarme los fallos de la educacién publica. Expongo a continuacién un resumen de lo que me dijeron, lo que lei y lo que vi por mi mismo. 223 Profesores ausentes Las escuelas piiblicas abandonan a los pobres, en primer lugar debido a sus profesores. El problema més grave, decian los expertos en desarrollo, es el absentismo de los profesores. He leido el més reciente informe de la Organizacién de las Naciones Unidas para la Educacién a Ciencia y la Cultura (UNESCO) acerca de cémo con- seguir la «Educaci6n Para Todos», que consideraba cla- ro que «encuestas al azar en muchos paises confirman que el absentismo de los profesores sigue siendo un pro- blema persistente».? El informe mds aetualizado del Pro- grama de Desarrollo de las Naciones Unidas afirmaba que en la India y Pakistén dos hogares pobres citaban el absentismo de los profesores en las escuelas piblicas como su principal motivo para escoger las privadas». Un articulo académico sobre el absentismo de los pro fesores informaba de que en dos distritos de Kenia, los. profesores estaban ausentes casi el 30% del tiempo y de que los nifios esperaban que los profesores de la escue- la publica no les diesen clase en més del 40% del tiem- po que pasaban en el aula, 2 Las fuentes citadas en esta seccin son, por orden: UNESCO, Education fir Al: The Quay npeatve, EEA (EFT) Global Monitoring Report 2005 (Paris: UNESCO, 2004), p. 18; PNUD, Fiona ‘nent Report 2003 (NUEVA York: PNUD, 2003), p. 112; P. Glewwe, Nils, y M. Kremer, «Teaching Incentives» working paper, Natio nal Bureau of Economie Research, Cambridge, MA, 2004; UNES- ‘CO, Eicon fr Al, pp. 29 y 26; Banco Mundial, Hordd Devlyment Report 2004: Mating Series Werk for Pear Pople (Washingron: Banco ‘Mundial, 2003), pp. 24,4, y 112; y G.B. Nambissan, «Educational Deprivation and Primary School Provision: A Seudly of Providers in the Cityof Calcutta IDS Working Paper n.° 187, Institute of Deve- lopment Studies, University of Sussex, Brighton, 3, p. 31. 224 Resultaba que hasta tal punto se contaba con el ab- sentismo de los profesores, que la UNESCO llegé aha- cerla siguiente alucinante distincién al considerar la «co- rrupeiény: «habrfa que distinguir entre chanchullo y corrupeién: chanchullo es una forma relativamente me- nor de quebrantar las reglas, que a menudo procede de la necesidad, como cuando un profesor a veces falta a Jas clases para ganar unos ingresos extra debido a que Jos salarios son demasiado bajos o irregulares; la corrup- cin es mds grave». €Qué otra cosa podria esto signifi- car, pensé, mds que el que los profesores faltasen a las clases ~dejando, por lo tanto, tirados a los nifios pobres, «abandonados» como dijo el padre nigeriano— era aho- ra tan corriente como para que se lo considerase acep- table? Qué clase de apologia de los malos profesores era esto? “También lef acerca de la corupcién en lo referente a la asignacién de recursos a las escuelas. Un informe de la UNESCO sobre Zambia afirmaba que «ni siquiera el 10% de los libros adquiridos habian Ilegado a las aulas», sino que habfan sido hurtados por los funcionarios en Jos diversos niveles de la jerarquia. Y en lo referente alos profesores y directores, la corrupeién resultaba ser una simple parte de su vida de trabajo diaria. Un informe del Banco Mundial decia que, tanto los profesores como los directores «solicitan sobornos para admitir a los estudian- tes 0 darles mejores notas», o quia incluso algo peor, Enel estudio de Calcuta, lef que los profesores y directo- res echaban la culpa al mal ambiente de estudio en casa y ala falta de implicacién de los padres como la causa de que los padres pobres sacasen a sus hijos de la eseue- Jay los pusicsen a trabajar, pero los padres discrepaban ‘vehementemente, diciendo que los sacaban de la escue- la debido a la mala calidad de la escolarizacién piblica. La distancia social» fue algo con lo que me encontré recurrentemente a lo largo de mi viaje. Lo comprobé en las escuelas puiblicas de Makoko, en las que la mayo- ra de los profesores nunca habian estado en el barrio ® Tas fuentes ciadas en esa seen son, por orden: Banco Mun- ial, Wirld Development Report 2004, p. 25; y Nambissan, “Educa tional Deprivation and Primary School Provision,» pp.29 y 35. 229 de chabolas en el que vivian la mayor parte de sus ahum- nos, sino que conduefan algunas horas desde los subur- bios de élite de Lagos; uno, incluso, venia de otro esta do y no hablaba el idioma de sus alumnos. Ninguno sabia que habia escuelas privadas sin mds que atravesar la frontera del barrio pobre. Lo mismo se daba en el pue- blo de pescadores de Bortianor, Ghana, donde la gran mayoria de los profesores de la escuela publica venian de los suburbios clegantes de Accra. ¥ quizd, lo que era mas sorprendente, comprobé lo mismo en la escuela pu blica donde desde las alturas de Olimpia se divisaban las chabolas de Kibera. Detrds del escritorio de la directora habia una piza- rra en la que figuraban los detalles de la escucla y en la ‘que se veia la lista de 2.255 estudiantes inscritos, que se componia de 1.445 «habitantes de las chabolas» y 810 «de clase media», Se trataba de su clasificacién, no de la mfa. La directora me hablé con imperturbable sinceri- dad de los horrores de tener nifios de las chabolas en un ambiente por lo dems agradable. «iNo saben ni siquie- ra utilizar el serviciol», se quejd, y me hizo una demos- tracién burlona de emo utlizaban el inodoro. «iSolo sa- ben ponerse en cuclillas!>, dijo ridiculizéndolos. Me dijo: «los nifios de las chabolas estén expuestos a un idioma social sucio; pueden incluso decir cualquier cosa sobre el profesor, el profesor tiene grandes nalgas, y todos se ponen a murmurar, para comenzar a repetir lo que se dicen entre sf los nifios: «tu madre y tu padre estaban {fornicando] en las calles» o «la tiltima noche no pude dormir, of a mi madre y mi padre haciéndolo, y esta- ban haciéndolo de nuevo esta tarde», Los habitantes de las chabolas, dijo, «viven juntos en una habitacién, de forma que estos nifios estén expuestos a tantas cosas malas, que esparcen como un virus». Las cosas estaban 230 tan mal ahora en la escuela que estaba pensando en tras- ladar a sus dos hijos a una escuela privada. Al llegar a este punto, le pregunté qué pensaba de las escuelas pri- vadas en los barrios pobres y me dijo que en éstos no cxistian, Cuando le agradeci que me dejara hace test a los nifios de su escuela procedentes de las chabolas, pensé que debia haberla entendido mal: «Si, deberian haber estado limpiando», fue lo que dijo. Pensé que tenia que haber ofdo «estudiando». No, los nifios de las chabolas deberfan haber estado limpiando la escuela y no les ha- bfamos dejado que hiciesen esa tarea, Cada vez que, des- pués de esto, visité las escuelas de las chabolas, traté de ver a los nifios a través de los ojos de la directora de la escuela piblica, pero no pude. Parecian comportarse bien, limpios y aseados, vidos de estudiar, nada parecido a los ogros que me habia pintado, ‘Yencontré distancia social en la India rural, enla que en una escuela puiblica una pareja de profesoras llegé a las 11:30, mds de dos horas después de que hubiese em- pezado el colegio. éPor qué llegaban hoy tarde?, pre- gunté inocentemente. «Solo hay un autobtis desde la ciudad. Llega a la carretera principal a las 11 y después los profesores tienen que caminar 3 kilometros», Estos profesores, aunque sin que fuese su culpa, estaban des- tinados en una escuela rural y era comprensible que no quisiesen mudarse. Solo habia un autobiis que ni siquie- rallegaba hasta el pueblo, por lo que era la horaa la que egaban cada mafiana. “Todo esto contrastaba claramente —merece la pena repetirlo— con lo que yo observé en las escuelas priva- das para los pobres, en las que los profesores, cuales- quiera que fuesen los fallos y faltas de adecuacién a los que tuviesen que enfrentarse, salian de las comunidades 231 mismas. En las escuelas privadas, nunca parecfa haber el problema de que los profesores llegasen tarde a sus clases por causa del transporte, ya que no tenfan mds que dar la vuelta a la esquina para llegar a las aulas. Y si por cualquier razén llegascn tarde, el propietario de la escuela averiguaria diligentemente por qué y se ase- gurarfa de que no volviese a ocurrir. Malas condiciones Ademds de los profesores ausentes y la distancia social, los expertos en desarrollo que lef estaban también de acuerdo en que las escuelas piiblicas tenfan condiciones sumamente inapropiadas. Una escuela publica en Bihar, India, citada en el informe del Banco Mundial, revelaba condiciones shorribles» «El patio de recreo estaba cu- bierto de barro y porquerfa. Los desagiies al rebosar podian ahogar con facilidad a un nifio pequefio. Los mosquitos pululan. No hay servicio. Los vecinos se que- jan de que los nifios utilizan cualquier sitio que les con- ‘venga para hacer sus necesidades y los profesores se qucjan de que los vecinos utilizan por la matiana el pa- tio de recreo como un servicio». El mismo estudio halla- ba que la mitad de las escuclas visitadas no disponian de agua potable. En forma similar, un estudio en Caleu- ta llegé a la conclusién de que de 11 de las escuelas pri marias publicas, solo dos tenfan agua potable segura y 4 Las fuentes citaclas en esta seecién son, por orden: Banco Mundial, Wérld Development Report 2004, p. 24; Nambissan, «Edu- cational Deprivation and Primary School Provision,» pp. 20 y 21; y DIID, «The Challenge of Universal Primary Edueation,» Lon- Gres, 2001, p. 23 232 solo cinco un patio de recreo. Enumerando los proble- mas principales de sus escuelas, los directores incluian entte ellos la falta de clectricidad, espacio y mobiliario. La ensefianza en estas escuelas puiblicas, se observé, se Ilevaba a cabo «entre el estruendo y el caos». Habia visto muchas escuelas piblicas como esas en mis viajes. Una en el drea del gobierno local de Kosofe, encl estado de Lagos, recibia el nombre de Escuela de Primaria y Secundaria de Alapere. Todo lo que podria decirse es que la escuela primaria era un completo caos (aparte de la oficina del director, razonablemente bien instalada). Los edificios eran decrépitos, hechos con vie- {jos bloques de hormigén y ceniza deteriorados, con teja- ‘dos de chapa apoyados en marcos de madera. Hacfa unos pocos meses, una tormenta habia arrancado el tejado de uno de ellos. El vestibulo estaba completamente des- truido y el viento habia arrancado la mitad de uno de los edificios. El director me dijo que el gobierno habia dicho que no habia fondos para la reconstruccién. Con remordimiento, me dijo también que Nigeria habia re- cibido 18.000 millones de nairas (unos 140 millones de délares) del Banco Mundial para la educacién univer- sal bisica «édénde estd ese dinero?» pregunt6. Nada de ise veia en su escuela, Era como la pardbola de la vaca del festival, dijo: el jefe quiere hacer una eclebracién y a esos efectos da una vaca. Los camiceros la despiczan yy se quedan con su parte, de forma que ahora tenemos toda la vaca menos la parte de los camiceros. A continua- cién, llega el tumo de los cocineros, que también se que- dan con su parte, de forma que ahora tenemos toda la ‘vaca menos la parte de los carniceros, menos la de los cocineros. Los camareros pasan a tomar su parte, de for- ma que ahora nos queda toda la vaca menos la parte de los carniceros, a de los cocineros y Ia de los camareros. 233 ‘isto es lo que pasa con el presupuesto de educacién», dijo: «ofmos que hay fondos en el presupuesto, pero no los vemos en nuestra comunidad, y no sabemos dénde va dl dinero». El gobierno también habia probibido las asociaciones de padres-profesores, me dijo el director, porque la educacién tenfa que ser gratuita, de forma que no podian ni siquiera obtener dinero de los padres para mejorar la situacién, Parece que la educacién gra tuita significaba que no tenia que haber en absoluto recursos. Los edificios que todavia seguian en pie no eran mucho mejores. Los nifios estaban agolpados en clases de 80 a 100 de ellos, con pupitres destrozados, paredes agrietadas y techos derruidos. En la pizarra de uno, el delegado de curso habia garabateado algunas palabras motivadoras: «reflexiones acerca de la vida: témate la vida con calma. La vida esté lena de altos y bajos. La vida estd llena de alegria y pesar. La vida esté llena de éxitos y fracasos. La vida esté llena de dificultades y dis- frute... Un hombre tiene que trabajar duramente para conseguir éxito en la vida». Era casi imposible imaginar lo que podria uno conseguir abi. En otras clases, aguje- ros enormes perforaban las pizarras de forma que se podia ver —y, por supuesto, oft— la clase vecina. Se tra- taba de la obra de nifios frustrados y aburridos, como prisioneros perforando las paredes para escapar. La escuela secundaria, si cabe, era todavia peor: los techos también habfan sido arrancados por la Iluvia y cl viento. Tenfa un bloque gigantesco de aulas, podria decirse diéfano, solo con pizarras que dividian las clases unas de otras. Habfa 125 estudiantes por clase, el ruido era ensordecedor y el incentivo para estudiar o enseftar nulo. El ala de los mayores, donde estaban sentados ¢ intentaban aprender nifios de 15 afios para arriba, tenia 234 150 por clase, sin paredes, de nuevo las clases divididas solo por las pizarras. El calor bajo los tejados de chapa era mortal, no habia ventiladores para refrescar a Jos nifios y ni siquiera electricidad. Yo habia encontrado lo mismo en la India, en donde visité una escuela primaria junto a la carretera principal de Kishanbagh, en la ciudad vieja de Hyderabad, para comprobar cémo progresaban los estudiantes con los test de la encuesta comparativa de evaluacién. Se encon- traba cerca de un estanque maloliente acribillado por garcillas blancas como la nieve. Reses y cabras se revol- caban en las aguas. Desde fuera, la escuela tenfa buen aspecto; se trataba de un edificio de hormigén grande y bien construido con una zona de recreo de dimensién adecuada, pero habia goteras en el techo, de forma que hhabfa un gran charco en la primera aula ala que me lle- varon, el aula en la que estaban realizando mis test los estudiantes de cuarto grado. Los nifios estaban sentados en el suelo desnudo, agolpados en un lado para evitar los charcos; el aula estaba llena de mosquitos, que los nifios espantaban despreocupadamente de sus caras, pero que a m{ me habrian enloquecido en unos cuan- {os minutos. Pensé, enfadado, por qué diablos el investigador per- mitfa que se llevasen a cabo los test en esta aula desnu- da, asquerosa ¢ infestada. Después de visitar el resto de la escuela, comprobé que era la mejor aula, Habia cua- tro mas, todas ellas grandes y espaciosas, pero todas as- querosas. Habia unos 40 nifios en dos de ellas y todas estaban inundadas e infestadas de mosquitos; en una el profesor tenia un pequefio resto de una serpentina de mosquitos, intentando valerosamente hacer lo posible para que el aula fuese habitable. Un paquete de estas ser- pentinas cuesta 23 rupias (unos 51 centavos). La escuela 235 no tenia fondos para comprarlas, me dijo, de forma que habfa recurrido a traer las suyas de su casa. Las otras dos aulas estaban vacias. ¢Por qué?, porque el gobierno no habia proporcionado a dos de los profesores, de forma que esas clases se unfan a las otras, de manera que tuvie- sen al menos un profesor, llevando a cabo una ensefian- za de grado mixto, Lo cierto es que los expertos en desarrollo parecfan de acuerdo en que las condiciones eran tan malas en las, escuelas puiblicas, que a eso se debia el abandono esco- lary no ala pobreza de los padres o a su falta de implica: cién por la educacién o al trabajo infantil. Un informe de la.agencia briténica de desarrollo DfTD lo expresa- ba de forma sucinta: «muchos nifios, especialmente los que proceden de los hogares mds pobres, dejan de ira la escuela o de apuntarse como resultado directo de la escolarizacién de mala calidad. Los padres no estarén dispuestos a invertir en la educacién de sus hijos ano ser que estén convencidos de su calidad y valor». Bajos esténdares Con malas condiciones y falta de implicacién del pro- fesor en las escuelas puiblicas, no serfa sorprendente que Jos resultados de los alumnos fuesen malos. Las pruc- bas que lef en mi viaje confirmaban estos temores: el Banco Mundial citaba un estudio de Tanzania que mos- traba que «la gran mayoria de los estudiantes no apren- dfan casi nada de lo que se preguntaba en sus siete afios de escolarizacién.»? Un informe del DTD decia que en 5 Las fuentes ctadas en esta seccién son, por orden: Banco Mundial, World Deelment Report 2004, p. 112 (la eursva es propia); 236 el Africa subsahariana shasta un 60% de los nifios de- {jan a escuela primaria siendo analfabetos funcionales, To que es un desperdicio de potencial humano y también, de recursos escasos», Se informaba que en Bangladesh, «cuatro de cada cinco nifios que habian completado cin- co afios de educacién primaria no consegufan llegar a un nivel minimo de estudios». El articulo del estudio de Calcuta decfa que «los padres con mala situacién econé- mica descubren pronto que asistira las escuelas duran- te un aifo -e incluso dos~ no ha significado ninguna mejora sustancial del nivel general de consciencia de sus hijos o del contenido de sus estudios. Esto ha lleva: doa veces a la decisién de que tendrfa mAs sentido reti- rar alos nifios de la escuela y ponerlos a trabajar en el campo 0 talleres, con lo que se conseguiria inmediata- mente una renta suplementaria para el hogar». Ni siquiera han conseguido llegar alas pobres ‘Todos los problemas que se han mencionado se refieren alos nifios, «lo suficientemente afortunados» como para estar en las escuelas puiblicas, pero esto era solamente la punta del iceberg, ya que los gobiernos nacionales, con- clufan los informes de desarrollo, habjan fracasado en garantizar que todos sus ciudadanos recibiesen una edu- cacién, El Programa de Desarrollo de las Naciones Uni- das informaba de que 115 millones de nitios (es deci el 17% de los 680 millones en edad de escolarizacién pri- maria en los paises en desarrollo) no iban ala escuela. ‘Tres DARD, «The Challenge of Universal Primary Education p. 21; y ‘Nambissan «Educational Deprivation and Primary School Provision,» p38. 237 quintas partes eran nifias. En la India, 40 millones de nifios no estaban en la escuela primaria. Un informe de Save the Children decia que se estimaba que 56 millo- nes de nifios de Asia del sur estaban fuera de la escuela y que los estados «contintian luchando para suministrar de forma universal una educacién de la suficiente cali- dad», El Banco Mundial decia que «muchos gobiernos estin faltando a sus obligaciones, especialmente con la gente pobre>.5 Ex resumidas cuentas, un desastre Los expertos en desarrollo que lei se mostraban unéni- mes acerca de los problemas de la educacién publica para los pobres. El Banco Mundial lo llamaba «fracaso del gobierno», «siendo los servicios tan defectuosos que sus costes de oportunidad superan alos beneficios para lamayor parte de la gente pobre». Ayuda en Accién tam- poco se andaba con rodeos: la educacién publica bési- ca «en muchos de los paises mds pobres del mundo es unultraje moral y una grosera violacién de los derechos humanos».? & PNUD, Hliman Dewipment Report 2003; Save the Children RU, Asia Meridional y Central, «A Perspective from Nepal and Pakistan,» contribucién a . Hum, medité que quiz era cierto que los profesores cualificados dan lugar a una mejor educacién, pero des posible que no se pueda suponer esto sin mis siselo con trapesa con las preferencias de los padres que juzgan que no ¢s asi? Los padres pobres, después de todo, con recursos limitados y mucho que perder al enviar a sus hijos a la escuela privada, tienen que ser muy estpides 244 para tomar esta decisién dificil y cara silas escuelas pri- vadas son realmente de calidad inferior a las ptblicas que estén abandonando, ¢Quiza los padres pobres pien- sen que los profesores no cualificados tienen mayor dedi- cacién, conocen mejor los temas, o al menos se presen- tan con regularidad? Parece que Save the Children no exploraba ninguna de estas posibilidades. ‘Leia el mismo estrbillo con el mismo asombro cada vver que volvia alos demas escritos de los expertos en de- sarrollo, Se encontraba en el informe de la Comisién para Africa del antiguo primer ministro Tony Blair. La nica mencién de la educacién privada es el siguiente corto parrafo: Los sectores no estatales, incluidas las organizaciones religiosas, la sociedad civil, el sector privado y las co- ‘munidades, histéricamente han proporcionado mucha educacién en Africa. Algunas de estas son excelentes, pero otras (dirigidas a menudo a los que no pueden cos- tearse las tasas comuunes en las escuelas estatales) care cen dela regulacién estatal adecuada y son de gia calidad, Observando las referencias dadas para esta afirma- én categ6rica de mala calidad en las escuclas privadas de bajo coste, solo encontxé una, debida a Pauline Rose, dela universidad de Sussex, cuyo enigma ya he exami- nado, La Gomisién para Africa, ciertamente habia le do correctamente sus conclusiones: los padres pobres, escribia, tienen que «estar protegidos de la educacién privada de baja calidad que cada vez prevalece més». ‘Los padres pobres deben ser salvados de las escuelas pri- vadas a las que se ven obligados a acudir «por defecto (o desesperacién) més que de propésito», De nuevo, no medimos las palabras: para Rose y la Comisién para Africa, evidentemente los padres pobres tenian que ser 245 ignorantes, y tenfan que ser protegidos de las consecuen cias de sus desesperadas decisiones. No era posible leer- Jo de otra forma, Pero, desconcertantemente, volviendo a su informe, parecia que Rose no tenfa ningunas pruebas reales desu. afirmacién; al menos, nada mds que la afirmacién de que en Uganda, por ejemplo, «los profesores a menudo estén menos cualificados y peor pagados» en las escuelas pri- vadas que en las piblicas, de forma que «es discutible la calidad de la educacién recibida>. Ea, de nuevo, el mis- ‘mo supuesto de que los altos estdndares educativos ne- cesitan profesores cualificados y bien pagados. Una ver as, era cert? éSi los altos salarios y la cualificacibn del profesor levan ala clase de profesores del gobiemo, cuyo absentismo y descuido general es una bien documenta- da causa de preocupacién, entonces, quizds —simple- mente quizés— los profesores menos pagados y no cua- lificados que, al menos, van a clase y ensefian, levardn amejores resultados? No parecia que ningtin otro estu- vviese dispuesto a admitir esta posibilidad. Segui el trabajo de la doctora Rose para ver si més adelante aparecfa algo mds sustancial, porque realmen- te queria saber si habia prucbas que demostrasen que Jos padres pobres estaban mal encaminados. Silas habia, queria ayudar a exponerias tanto como cualquier otro. No parecia razonable, ano ser que los padres pobres fue- sen verdaderos ignorantes, pero yo podia estar equivoca- do y si eso era asf, esto tendrfa enormes consecuencias paraos pobres. Rose era uno de los autores de un estu- dio encargado por la agencia de cooperacién briténica DfID que se ocupaba especificamente de las escuelas privadas de bajo coste en Nigeria. Bueno, en realidad no es as{ como las llamaban, sino «proveedores no estatales», junto con su nuevo propio 246 acrénimo —NSP [PNE]-, con lo que tenemos unas si- glas mds en la sopa de letras del desarrollo. Esto me resullé extrafio, éPor qué podria alguien inventar una cengorrosa frase como esta cuando ya existia otra perfec- tamente respetable que utilizaba la gente corriente? De forma que la ensayé en los barrios pobres de Lagos. éPro- veedores no estatales?, nadie sabia de qué estaba hablan- do mientras que se sentian muy a gusto con la nocién de «escuela privada» en inglés, ya que encajaba con lo que describan en sus propios idiomas. En Nigeria, la pala- bra en yoruba para escuela es ileive, literalmente casa para aprender. Una escuela privada es ile-ive aladani, lic teralmente «escuela autoasistida» y aladan’es precisamen- tela palabra utilizada para describir algo privado. Una escuela publica es ileiwe iioba. Pregunté la traduccién literal de escuela no estatal, que seria tleiaue ti inset goba, pero nadie utiliza nunca este lenguaje, se sienten total- mente felices, muchas gracias, con escuela privada, ened idioma nigeriano de igbo: una escuela es ulo akwukzeo, de nuevo literalmente «un sitio para estudiar, una escuela privada es wo akwukwo akankpa, queriendo decir akankpualiteralmente «personal o que me pertene- ce», la palabra usada exactamente para describir «priva- do». Lo mismo ocurria en Ghana: en el idioma ga, una escuela es ni kascmfoe (de nuevo, «lugar de estudio»); una escuela privada es nii kasemhoe ankrankrong, que significa literalmenté «escuela de un individuo». Elacufiar una nueva frase para describir un viejo fe némeno me parecié extrafio, ¥ me parecié un imperia- lismo cultural de la peor especie no considerar el idio- ma del pobre lo suficientemente bueno para describir sus propias actividades y experiencias. En cualquier caso, considerando los proveedores no estatales en Nigeria, Rose y su coautor conclufan que 247 aunque las escuelas privadas «no aprobadas» al servi- io de los pobres habjan «crecido en respuesta al fallo del estado en suministrar escolarizacién primaria que fuese tanto accesible como de calidad adecuada» ello no significaba que la educacién ofrecida por el sector privado fuese buena en absoluto. No, escribia, las escue- las privadas no aprobadas ofrecian una «educacién de baja calidad», «por debajo de un nivel deseable» y cons- titufan «un suceddneo de bajo coste y baja calidad» de la educacién publica. De acuerdo, se trataba de afirmaciones muy fuertes, que condenaban los esfuerzos de todos aquellos con los. gue, como BSE, me habia reunido en Makoko y que de- fan que estaban tratando de ayudar a sus compatriotas nigerianos. Estas cran contundentes acusaciones reali- zadas por una respetada académica de la universidad y asumidas de buena fe por la agencia de cooperacién del gobierno briténico. éPero cémo lo sabia? Parecfa que no lo sabia y no estaba en condiciones de saberlo, dado que el estudio encargado por el DID «pro- cede de entrevistas con informantes clave realizadas en el periods de una semanay. La frase en cursiva me salté a la vista. Se pueden hacer tales acusaciones condenato- rias sobre la base de una semana de entrevistas? Habla al menos un punto en el estudio en el que la propia Rose no sentia que pudiese: «era dificil en el tiempo disponi- ble evaluar la calidad del servicio provisto en las escue- las no aprobadas en relacién con las ptiblieas, pero es cevidente que la dimensién de la clase es considerablemen- te mds pequefia y es aparente la disciplina en el aula». Y de muevo «no fue posible obtener las percepciones de las comunidades a las que servian estas escuelas. Como tales, algunas de las tesis expuestas tienen que ser tratadas con precauciin y merecen una investigacién mas profinday. éPor 248 qué, entonces, nos afirman tan categéricamente que las escuelas privadas eran de baja calidad? Cuanto més leia mis desconcertado estaba. Gierto que enumeraba una lista de unas pocas cosas coneretas que habia hallado. Aa lista usual de profeso- res sin cualificar y de bajo salario, trabajar en edificios de baja calidad, como podria parecerle a alguien que lo contemplase desde fuera, se afiadia la queja de que los propietarios de las empresas privadas estaban motiva- dos por la necesidad «de conseguir un beneficio». Casi por sf mismo, esto parecia implicar que no era probable que las escuelas privadas no reconocidas proporcionasen «una educacién de un esténdar apropiado», pero écrefa Rose, en forma similar, que la necesidad «de obtener un beneficio» significaba que el fabricante de su ordena- dor no le podria proporcionar un portdtil que trabaja- se sobre el terreno, o que la linea aérea que la llevé a ‘Nigeria podria haberla dejado caer sobre Francia, yen- do desde Londres, para ahorrar combustible? Parecia que estaba juzgando a los propietarios de la escuela pri- vada con un estindar diferente. Los propietarios de la escuela privada, escribia, estaban «mds ocupados en ga- nar dinero que en la calidad de la educacién suministra- da», Curiosamente, habia una cualificacién tangencial: «como no sea en la medida en la que esto inflye sobre la insorip- in en sus escuelas éPero no podria haber usado esta per- cepcién de forma diferente? éEn lugar de condenar a Jas escuelas privadas no podria sugerir que era un mo- tivo clave para los propietarios garantizar que la cali- dad de la educacién suministrada fuese, al menos, lo suficientemente alta como para satisfacer alos padres, uniendo el deseo de conseguir un beneficio con el de man- tener 0 aumentar los estindares de la educacién? Cier- tamente, Rose sefialaba también que «los propictarios 249 de las escuelas privadas se preocupan por garantizar que reciban un rendimiento de su inversién, por lo que controlan estrechamente a los profesores». €No es esto positive? ENo es esto precisamente lo que los padres pobres me habfan dicho que era una de sus razones cla- ‘ve para preferir una escuela privada con dnimo de lucro: elestrecho control de los profesores que, tan tristemente, faltaba en la alternativa piblica, donde sus hijos esta- ban abandonados? Nada de esto pareeia ocurrirsele a Rose cuando se puso a escribir sus condenatorias con- clusiones, pero entonces, como ella misma admitia, no se habia tomado el tiempo de hablar con las «comuni- dades atendidas por estas escuelas». No pude encontrar ningunas otras pruebas relativas ala pretendida baja calidad de las eseuclas privadas para los pobres. Si bien encontré muchos estudios que con- sideraban la relativa eficiencia y efectividad en el coste de las escuelas piblicas y privadas —la mayor parte de los cuales conclufan que las escuelas privadas eran mejo- res en ambos aspectos, aunque algunos llegaban a la conclusién contraria, a uno de los cuales se referia Rose— que se haban centrado en el tipo usual de escuela pri- vada, la que atendfa a los mds pudientes, o como mucho incluia algunas de las escuclas més pobres como parte de su muestra,!° no pude encontrar ningtin estudio que © Véase, por ejemplo, los studios de G. Kingdon (, que es su término para las escuclas privadas para los pobres, lo que seria indeseable. He lefdo un informe del Fondo de las Naciones Uni- das para la Infancia (UNICEF) que adoptaba la misma linea dura contra las escuelas privadas para los pobres: se requiere con urgencia la regulacién de la educacién privada «de baja calidad» para «proteger... alos ciuda- danos de la explotacién en su btisqueda de acceso a la educacién». Sin esta regulacién, los pobres seguirdn «pagando costes muy altos por una educacién de mala calidad». Un adecuado «marco regulatorio es fundamen- tal para asegurar que los nifios reciban... una edueacién de calidad». La carga tiene que recaer sobre el «estado central» para «proporcionar y aplicar un fuerte medio regulatorio» Estos dictdmenes me llenaron de asombro, no por- que estuviese en contra de la regulacién per se: por su- puesto que no, si se pudiese introducir regulaciones que 256 protegiesen realmente a los pobres, équién podria opo- nerse? No, me asombraban porque no concordaban con mi creciente experiencia de eémo funcionaban las regu- laciones ~de cualquier cosas, no solo de las escuelas—en Jos paises que estaba estudiando. Esta ver, el misterio era porqué los expertos en desarrollo aparecfan escribiendo enuun vacio, muy lejos de la realidad que te impacta siem- pre, alld donde viajes y trabajes en los paises del Africa subsahariana y Asia. Regulaciones, regulaciones, regulaciones Porque hay siempre fuertes regulaciones, que rigen la educacién privada para los pobres en todos los paises que visité en mi viaje. Y en la préctica, funcionan exac tamente de la misma forma que en el caso del policia destellante. ‘Andhra Pradesh —como todos los demas estados in- dios ya tiene regulaciones que especifican cada aspec- to de lo que pueden y no pueden hacer las escuelas pri- vadas. En una libreria juridica en Koti, Hyderabad, compré un libro en tres tomos, Law of Education in Andh- rat Pradesh (La ley de educaciin de Andlira Pradesh), de V.J. Rao, que las detallaba todas meticulosamente ~y salfan mis érdenes del gobierno cada mes, de manera que es realmente dificil estar al dia con todas ellas. Me tomé se- ‘manas de leer cuidadosamente estos voltimenes el desen- trafiar exactamente lo que podia y no podia hacer una escuela privada—, hay regulaciones acerca todo, incluyen- do las cualificaciones de los profesores, como pueden apelar y ante quién los profesores cesados, el niimero de horas que tiene que ensefiar un director, como anun- ciar las vacantes de profesores, la necesidad de «evitar 257 una competencia insana entre las escuelas de la locali- dado, qué registros deben llevarse y cémo, los detalles precisos de cémo deberfan gastarse los ingresos del cole- gio (y queno pueden obtenerse beneficios), precisos re- quisitos fisicos de las clases y Areas de recreo, ratios pro fesor-alumno y los planes de estudios y cursos que deben seguirse. ‘No esté permitido que ningyin profesor de la escuela, afirman las regulaciones, «lea ninguna literatura barata en relacién con el sexo en presencia de los alumnos 0 anime a los estudiantes a estudiar semejante literarura barata» y las profesoras «deben llevar vestidos tradicio- nales, de material no transparente, acordes con la modes- tia». Ningtin profesor debe recibir un obsequio ni famar en presencia de los estudiantes, legando incluso a los menores detalles de los «Deberes de los Limpiadores», ‘que describen en su totalidad: «deben mantener cuida- do de las instituciones y sus locales, a saber, laboratorio, biblioteca, despachos, aseos y patio de recreo, etc.. ‘Tantas regulaciones, que ¢s dificil concebir cémo po- dria cumplirlas cualquier director de escuela normal, so- metido a demandas més urgentes; pero pesan severos castigos sobre cualquier transgresién de estas reglas, punibles con cércel de hasta tres afios, més una multa, éPero, en la préctica? En la préctica se ignoran pura y simplemente todas estas regulaciones increfblemente detalladas, éno se daban cuenta de ello los expertos en desarrollo? Al principio de mi investigacién, estuve en Hydera- bad con Pauline Dixon. Su investigacién doctoral se cen traba en el marco regulatorio, por lo que tuvimos una cita con el funcionario de educacién del distrito con autoridad sobre las escuelas de Hyderabad ; en sus nue- ‘vas oficinas del gobierno, todavia en construccién. Nos 258 dijo que solo tenfa tres inspectores a sus érdenes (y él mismo no realizaba inspecciones) para las, aproximada- mente, 500 escuelas privadas reconocidas, mds un mi- mero similar de escuclas piblicas. Por tanto, ccémo de- monios podria visitar todas estas escuclas y asegurarse de que cumplian con todos los detalles?; de forma que, en la prdctica, permitia que su equipo ignorase pura y simplemente el amplio cuerpo de legislacién y, en su lugar, adoptase la «regla general» de que las escuelas pri- vadas deberian cumplir solo cuatro regulaciones para conseguir el reconocimiento y mantenerlo, Debian tener, 1nos dijo, un patio de recreo del tamafio correcto, un fon- do de 50,000 rupias (unos 1.100 délares) en una cuenta, bancaria conjunta escuela-gobierno, profesores adecua- damente cualificados con certificados de cualificacién del gobiemo como minimo y una biblioteca. Este tipo de «regulacién suave» podria parecer més realista. Seria, quizd, incluso la clase de régimen regula- torio que los expertos en desarrollo tienen en su mente, mis que el esotérico detalle de la verdadera legislacién, cuando sefialan la necesidad de una regulacién adecuada? Pero aqut estd la trampa: una vez que habfamos es- cuchado su enfoque reducido, Pauline investigé répi- damente acerca de una docena de escuelas sin ayuda de Hyderabad, a cuyos directores.conocfa bastante bien. Ninguna de ellas cumplia mas de dos regulaciones, in- cluso de esia nueva lista reducida. Todas tenian la dota- cién del fondo, pero solo dos tenfan una biblioteca ade- cuada. Ninguna tenia un patio de recreo del tamaiio correcto, aunque la mayor parte de ellas tenian alguna clase de patio de recreo, Ninguna tenia a todos sus pro- fesores con las cualificaciones correctas, aunque la ma- yorla tenfan algunos a este nivel. iSin embargo, todas éllas estaban reconocidas! Yo me encontré exactamente 259 con la misma historia en Nigeria. Una visita informal a diez escuelas privadas reconocidas en el distrito del go- bierno local de Kosofe, en el estado de Lagos, en el que zis equipos estaban haciendo el estudio, reveld que, de acuerdo con las regulaciones del gobierno, solo debe: ria haberse reconocido a tres de ellas. El resto cumplia pocas de las regulaciones especificadas, si es que cum- plia alguna. éQué estaba pasando? éCémo pueden reconocerse escuelas que claramente ni siquiera cumplen una sub- serie de regulaciones, por no decir todas ellas? De la misma forma que el conductor de mi taxi al principio de este capitulo podfa pasar por la barrera de la policfa, que habia sido erigida especificamente para buscar alos, transgresores del cédigo de seguridad vial, cuando su vehfculo lo violaba flagrantemente, no se consigue el re- conocimiento cumpliendo las regulaciones, Existen en estos paises mecanismos acreditados que evitan con faci- lidad la necesidad de cumplir las regulaciones. Ser reco- nocido quiere decir simplemente sobornar a los inspec- tores con dinero. Si pagas, te reconocen y mantienes el reconocimiento, sino, no lo consigues. Es asi de simple. Gratificacién instantanea Esté todo notablemente claro. En mi viaje, me sorprendi de la sinceridad de los funcionarios del gobierno acer- ca de este aspecto de su trabajo. En la reunién con el funcionario de educacién del distrito en Hyderabad, después de que nos hubiesen informado del problema de la escasez de inspectores, muchas escuelas y regula- ciones casi ilimitadas, pensé que deberia probar suerte con una cuestién que supuse que no obtendria ninguna 260 respuesta. Inducido por lo que me habfan dicho algunos directores de escuelas privadas, le pregunté, «étratan las escuelas de sobornar a los inspectores?». Se volvié ami ayudante y le pidié una traduccién de lo que yo habia dicho. Hablaban en telugu, quiz tratando de ganar tiempo para pensarse la respuesta. Pero luego dijo abier- tamente: «todos reciben sobomnos. A veces los inspec- tores me dan sobornos, a veces las escuelas, y yo sé que sino les doy lo que piden, pasarn por encima de mi y sobornardn a otro —um politico, mi jefe, quienquiera que fuese— por lo que podria, de la misma forma, tomar el soborno y darles lo que quieren Elsobomo es endémico. Es la forma en la que el sis- tema funciona con suavidad. Pauline siguié explorando esto con algunos de los directores de escuelas en Hyde- rabad. De nuevo, estaban totalmente al cabo de la calle de la situacién. Uno le dijo: «todo es posible si usted ofece la cantidad correcta de soborno.... de hecho, sisc- guimos los canales apropiados, se cerrardn todas las vias». Ouro dijo que se puede sobomar a todos los funcionarios del gobierno y que «un funcionario no podré dormir por las noches sino pide sobornos>. Entonces pregun- 16 qué sucedia cuando venfan los inspectores de las es- cuelas, Solo una dijo que el inspector venta a «visitar las aulas y hacer sugerencias», pero incluso ésta afiadid, «y finalmente acepta el soborno». Lo més corriente es que dijesen que el inspector estaba solo interesado en los sobornos. Uno dijo: «el inspector viene a recoger cl so- boro y firmar el registro para que el gobierno vea que hha hecho Ia inspeccidn de la escuela». Otro dijo que el inspector viene y «no hace nada en particular, inspeccio- na solo los registros y se va con los bolsillos llenos». Lo cierto es que el sistema se ha formalizado més 0 ‘menos, con unos importes fijados aproximadamente 261 para poder pasar a través de ciertas fases del proceso de reconocimiento. Si un inspector pide demasiado, pue- de citarse estos importes fijados y son los que se oftecen. De esta forma, en Nigeria, por ejemplo, los propictarios de as escuclas me dijeron que el proceso de registro re- quiere en primer lugar una busqueda de nombres para que quede claro que el nombre elegido no esta siendo yautilizado. Las tasas oficiales, 5.000 nairas (unos 40 dilares) son, aproximadamente, el coste anual para los padres de las tasas escolares en las escuelas no registra- das, o algo por encima del salario mensual de un profe- sor en estas escuelas; pero, ademas, el propietario debe pagar «unas gratificaciones» de unos 1.000 nairas (unos 8 délares) a los fancionarios. A continuacién vienen las inspecciones requeridas antes de que se complete el pro- ceso de registro, de las que son necesarias al menos dos ¥ que cnestan oficialmente 5.000 nairas, que se pagan al Ministerio de Educacién en la oficina de pagos del go- bierno del estado de Lagos. Pero, de nuevo, el propieta- rio tiene también que sobornar a los inspectores «como gratificacién si quiere un informe favorable»; estos extralegales van de 5.000 a 15.000 nairas (40 a 120 dé- ares) segtin el néimero de inspectores que vengan y las habilidades del propietario para regatcar. De acuerdo con los propietarios, «sabemos que este dinero siempre llega alo mis alto», es decir, alos funcionarios mismos del Ministerio de Educacién, Para registrarse, las escuelas tienen que tener una enfermerfa, con una enfermera a tiempo completo —un gasto imposible para estas escuelas— y un patio de re- creo de un acre, inconcebible en los barrios pobres y de chabolas. El terreno de la escuela debe también tener un portero a tiempo completo; ninguna de las escuelas pri- vadas de bajo coste los tienen. Para pasar por alto estas, 262 omisiones, el inspector recibe un soborno de 5.000 nai- ras. Y lo mismo vale por no emplear a profesores total- ‘mente cualificados (5.000 nairas alos inspectores por in- cumplimiento). Y asf sucesivamente. En cada fase del proceso de re- gistro hay tasas oficiales que pagar y en cada fase sobor- 1os a los inspectores para que pasen por alto el incum- plimiento, éSon los padres los perdedores? De forma que yo no rebufa la regulacién de las escuelas privadas porque estuviese en contra de ellas per se, pero Jo queno podia comprender es como podrian funcionar dada la cruda realidad y me parecia que los expertos en desarrollo no habian terminado de comprenderlo, Las escuelas de subvencién privada? —incluso las reconocidas— estén, en la préctica, en gran medida sin regular por el estado, por lo que no responden ante él, pperonno hay una falta de regulaciones, como parecen ima- ginar los expertos en desarrollo, sino que pura y simple- mente se las ignora mientras se paguen sobornos. A la vista de ello, los percledores son los padres, ya que la regulacién del gobierno podria haberles dado una for- ma de distinguir si una escuela es mejor que otra; si est reconocida por las autoridades tiene que ser mejor. Pero, claramente, el reconocimiento del gobiemo no da nin- guna informacién acerca de la calidad de la escuela, sino que solo indica su capacidad de permitirse pagar so- bornos. Por ello, pareceria que los padres sufren como 2 IN. del T}: Son escuelas cuya financiacién proviene mayorita: riamente de fuentes distintas del Estado, 263 resultado de este sistema, no solo porque carecen de una fuente de valiosa informacién, sino, de hecho, por- que son daramente llevados a error por la informacién disponible; y como los ingresos que las escuclas usan para pagar los sobornas necesarios vienen de la ensefian- za pagada por los padres pobres, de hecho, las regula- ciones se han convertido en un impuesto regresivo sobre. el consumo de educacién, que trabaja precisamente en contra del objetivo de «educacién para todos». En lugar de ser explotados por propietarios de escuelas sin escri- pulos, los padres son explotados indirectamente por ins- pectores sin escnipulos. Evidentemente, los expertos en desarrollo podrfan contraargumentar que podria reformarse todo el siste~ ma. Altratar de imponer regulaciones «fuertes» sobrelas escuelas de subvencién privada, no es en este tipo de sistema regulatorio corrupto en el que piensan, sino que quieren algo que funcione bien, al igual que lo que po- drian decir que hacen las regulaciones en su pais. Cier- to que ello requerird una reforma lenta y laboriosa de Jos mismos cimientos del gobierno y la sociedad. éY qué pasaré mientras tanto con los pobres? Bueno, tienen que tener paciencia hasta que se hayan llevado a cabo estas reformas, sino éeémo podria protegersc a estos pobres «ciudadanos» frente a la «explotacién» por par- te de los proveedores con énimo de lucro? En realidad, mientras viajaba e investigaba, se me ocu- 17ié que podria haber otra forma, y me parecia curioso que los expertos en desarrollo no hubiesen captado esta posibilidad. Por cierto, es més menos lo que los fun- cionarios del gobierno de Hyderabad nos dijeron a Pau- line y ami. En cierto sentido, no se preocupaban dema- siado acerca de si las escuelas privadas cumplian con ssus regulaciones, porque éstas tenfan un sentido mucho 264. mayor de la responsabilidad para con la gente, en el que se podfa confiar para asegurarse de que las cosas funcionaran bien. El funcionario de educacién del dis- tito de Hyderabad lo habia dicho sucintamente: «los profesores de las escuelas privadas sin ayuda responden ante los padres, y los padres insisten en calidad. Los profesores en las escuelas privadas sin ayuda se enfren- tan al despido sino cumplen.... puede destituirselos con facilidad... los padres son racionales, por lo que las escuelas son responsable». Otro funcionario del go- bierno en Hyderabad reiteraba la misma afirmacion: «enlas escuelas privadas, el director vigila alos profeso- res todo el tiempo y, a su vez, los profesores vigilan a los nifios», éNo cra significativa esta diferente clase de responsa- bilidad? éNo podrfan quedar satisfechos los expertos cen desarrollo con que, al menos en algin grado, ayu- darfa a proteger alos padres frente a cualesquiera sumi- nistradores sin escripulos?® 5 Sin embargo, hay una singularidad que podria hacer sentir a Jos expertos en desarrollo que refuerza su argumento acerca de la necesidad de regulacion y que es que cuando tno vista alas escue- ls privadas reconocidas y no reeonocidas, las reconocidas parecen a menudo ser mejores que las no reconocidas (Ios hechos esboza- dos en el siguiente capitulo refuerzan esta intucion), Suee resultar que tienen mejor infraestructura y aulas mejor equipadas y los pro- fesores parecen hablar mejor inglés; sin embargo, si convertirse en reconocidas no tiene nada que ver con cumpli las regulaciones en Ja realidad, sino solo con pagar sobornos, épor qué podian ser mejores? “Tardé un tiempo en comprenderlo, pero parece que la respues- ta se encuentra en el hecho de que muchas de las formas en que las escuelas reconocidas son mejores que las no reconocidas no estén prescrias en las regulaciones detalladas. En Hyderabad, por cjem- plo, ninguna regulacin aborda la provisién de mejores equipos de 265 Baden Powell y Ia gente realmente importante Cerca de la ciudad costera de Accra, capital de Ghana, se encuentra la zona de chabolas de Baden Powell, la- mada ast porque se llega a ella pasando por el Baden Powell Centenary Memorial Hall. Aqui, alo largo de la costa rocosa corrfan aleantarillas abiertas entre las caba- fias con techo de chapa ondulada, con vistas al océano, que podrian costar millones en cualquier otro sitio. Hay también mds ciudades de chabolas de aspecto afticano, censefianza, tales como televisiones, magnetfonos y ordenadores © ventiladores. Sin embargo, con estos equipos, como ocurre con Jasinstalaciones que abordan las regulaciones, tales como patios de recreo, agua potable y aseos, ls esculas privadas reconodas pa- recen éstaren mejor situacién que las no reconocidas, lo que hace [pensar que cl fmpeta para mejorar las escuclas viene de otros facto- res, no del deseo de ser reconocidas por el gobierno. El motivo ob- vio es satsfacer las demandas de los padves. ‘Peto, a continuacién, los expertos en desarrollo podrian contra- angumentar que por qué las escuelas no reconocidas no tratan de ‘acomodarse a las demandas de fos padres de la misma forma, ya ‘que también estén operando en el mercado de educacién y también tendrén que tener a los padres contentos. No es dificil encontrar las razones. En todos los estudio hallé que las escuelas privadas no ‘econotidas son mucho menores y més nuevas que las reconocidas. Lo que me parece més probable es que la madurez de las escuclas ‘y no la regulacién sea la responsable de su mejora, Las escuclas pri- ‘vadas mejoran conforme se hacen més maduras, atrayendo mds «estudiantes, por lo que pueden permitirseinvertir en mis y mejo res instalaciones y equipos yen profesores mis motvacios. Alimadu rar, también pueden permitise los pagos informales para ganar reconocimiento. éPor qué habrian de preocuparse en pagar por el reconocimiento? Porque estar reeonocido tiene sus beneficios: solo las escuelas reconocidas pueden emitircerificados de transferen cia, que hacen posible que los nifios vayan de su escuela alla siguien- te fase, Solo ls eseuelas reconocidas pueden legalmente ser cents de examen, 266 tales como Agbogbloshie y Neema. También esté James- town. Un dia caluroso y htimedo de octubre visité estas Giudades de chabolas con Emma Gyamere, la jefa de mi equipo en Ghana. Habia sido un dia muy largo, en el que habiamos estado viajando desde las 7:30 de la ma- ana revisando las escuclas que tomaban parte en el test de la encuesta comparativa. Nuestro coche no tenfa aire acondicionado y sentfa un tremendo calor; mi brazo derecho, sacado por la ventana durante todo el dia, esta- ba muy quemado por el sol. Al sentirme agotado y con tuna pequefia insolacién, espero que se me pueda excu- sar por lo que sucedié a continuacién. Caminamos a través de las chabolas. Los nifios sefia- laban excitados al «hombre blanco» al exclamar, como hacian en cualquier otro pais afticano que ubiera visi- tado, sus «éCémo est; algunos cantaban «icémo esta, como estd, como est» deleitdndose en su propia peri- cia. Los hombres mayores sonrefan y nos saludaban en su forma tradicional. Localizamos la escuela que estdba- ‘mos buscando, Sunrise Preparatory School [Escuela Pre- paratoria Amanecer). La propietaria estaba de pie, fue- ra de su pequefio despacho, hablando con un hombre mayor muy delgado y desalifiado, Nos hizo sefias de que nos sentdsemos fizera y esperasemos. Las sillas, de made- ra, eran pequefias, pero al menos estaban en la sombra, aunque seguia habiendo una inemoda humedad. Des- pués de un rato, miré mi reloj: habiamos estado esperan- do 20 minutos mientras la propietaria seguia discutiendo con este hombre. «Es muy descortés», dije amma, que coincidié conmigo, Era un hecho aceptado que debia con- cederse prioridad a un visitante blanco, aunque hubie- sellegado sin anunciarse. Después de otros cinco minu- tos, sugerf que nos fuéramos. Emma estuvo de acuerdo y me levanté para hablar con la propietaria. 267 «Lo siento», dijo, «pero es un padre», lo que dijo de una forma que ella pensaba que no necesitaba mas ex- plicaciones. Por supuesto, no podia detener su conver sacién con un padre, quecra lo realmente importante en. su mundo, independientemente de quién hubiese veni- doa visitarla. La propietaria de la Sunrise Preparatory School com- prendia bien esta clase diferente de responsabilidad. Por supuesto que respondia, no ante los inspectores del go- bierno, que estarfan més interesados en sobornos que cn estindares educativos. sino que respondia ante los padres —la gente realmente importante~ y, a través de ellos, ante los estudiantes de su escuela. Si los padres retirasen a sus hijos y, por tanto, sus pagos, tendria que cerrar su negocio. Lo entendfa con la mayor claridad y harfa todo lo que pudiese para evitarlo. Esta idea alternativa de responsabilidad no parecié recibir mucha consideracién en los escritos de los exper- tos en desarrollo que revisé, pero lef atisbos prometedo- res de que algunos, al menos, eran conscientes de ello, aunque frustrantemente no hacian nada al respecto. Por gjemplo, lef un informe de Save the Children, uno de cuyos principales temas era la necesidad de una mayor regulacién de las escuelas privadas para los pobres, pero tenia un interesante aparte que suscitaba la ruta alter- nativa a la responsabilidad. Save the Children habia entrevistado aun muchacho de 12 afios, Jhazeb en una escuela privada en las chabolas de Karachi, Paquistén, una de la que habfan sefialado con desaprobacién que no tenfa un patio de recreo, por lo que no cumplia los requisitos reglamentarios. Sin embargo, el muchacho no estaba preocupado por este supuesto fallo: «aunque la escuela es pequefia y no tiene terreno para practicar deportes, Jhazeb dijo que estaban satisfechos jugando 268 nos campos y en las calles junto a sus casas y que pre- feriria que la escuela trajese més ordenadores y diese clases de informatica a sus estudiantes». EL joven Jhazeb era consciente del coste de oportu- nidad de proporcionar un patio de recreo y pensaba que su escuela deberfa tener otras prioridades. Save the Chil dren utilizaba esta anéedota para sefialar que las escue- las privadas «ya estin respondiendo a las preferencias delos padres, dentro del contexto de las fuerzas de mer- cado (“si ofrecemos ordenadores y clases en vez de patios de recreo y equipo, tendremos més inscripciones”)». De nuevo, tal y como sugeria mi experiencia en la Sunrise Preparatory School, éno muestra también este ejemplo de Paquistén, al menos de alguna forma, que las escuclas privadas son responsables, quizé mds respon- sables que el gobierno, ante los padres y los nifios a los que sirven? El gobierno dice que todas las escuelas pri- vadas deben proporcionar un patio de recreo, lo que se- ria muy caro, dado el precio del terreno en los barrios de chabolas y los ingresos de las escuclas, y puede incluso, no ser posible, dada la escasez de terreno disponible. Los nifios lo saben mejor que nadie, piensan que ya tienen suficiente terreno para jugar, muchas gracias, y que es me- jor gastar los recursos escasos en otras cosas, tales como laeducacién en informatica, que les ayudardn a progre- sar en la vida. Las escuclas privadas responden a esta demanda y ofrecen lo que quieren los nifios y los padres. 4 Las fuentes eitadas en esta seccin son, por orden, Save the Children RU, Asia Gentral y Meridional, «A Perspective from Nepal and Pakistan» p. 10; UNIGEE, contribueion a una responsabilidad entre vende- dores y compradores: «la informacién clave es la satis- faccién del cliente y la ejecutabilidad clave es la eleccién. del proveedor por parte del cliente. Los mercados com- petitivos han demostrado ser acuerdos institucionales notablemente robustos para hacer frente a los intereses individuales A la vista de ello, esta discusién resultaba ser muy prometedora, ya que parecfa mostrar con gran claridad Jas ventajas que tienen las escuclas privadas para los po- bres frente a las puiblicas en términos de responsabilidad. Pensaba que podria introducir con facilidad a los padres yy las escuelas en la férmula del Banco Mundial para mos- trar las ventajas de esta «ruta corta» a la responsabili- dad de forma muy clara, lo que significarfa en un mer- cado escolar privado lo siguiente: Se escoge una escuela primaria para el hijo (delega- ién) y se pagan las facturas mensuales (financiacién). Se suministra la escolarizacién al hijo (realizacién), se 272 comprueba cémo le va al hijo en la escuela, quizd ob- servando cémo se califican sus cuadernos o lo bien que habla inglés con sus amigos (Jo que da lugar una infor- macién relevante acerca de su calidad). ¥ luego se deci- de, 0 bien enviar al hijo a la escuela al mes siguiente 0 cambiarlo de escucla (ejecutabilidad), alectando a los ingresos del propietario de la escuela. De esta forma, todas las fases de la responsabilidad resultaban funcionar bien, pero en el sistema de escuela publica el sistema de «responsabilidad» no funcionaria bien en absoluto: Alenviar al nifio a la escuela piblica local, no se la clige (delegacién incierta) y otro la paga (ausencia de fi- nanciacién). Se proporciona la escolarizacién al nifio (vealizacida). Ahora se examina cémo le va al nifio en laescuela, quiz observando cémo estan calificados sus cuademos 0 lo bien que habla inglés con sus amigos (lo que da lugar a una informacién relevante acerca de su calidad), pero en este caso su tinica eleccién es si enviar ono alnifio ala escuela o sacarlo del sistema de ensefian- za publica y ninguna de las dos cosas afecta ala paga del director o los profesores de la escuela (falta de ejecutabi- lidad). La tinica ruta posible a la ejecutabilidad es a tra- vvés del proceso politico, pero es lenta, engorrosa y, en la prictica, ineficiente. Deesta forma, las ventajas del sistema privado de res- ponsabilidad parecian obvias en el ejemplo dela escola- rizaci6n. La diferencia més importante es la «ejecutabi- lidad» en el caso privado, que, obviamente, depende en parte de la cuestién de quién paga (financiacién). Como los padres pagan las facturas a la escuela privada, pue- den imponer la calidad. Sin embargo, los expertos en desarrollo siguen en sus trece: aunque muy efectiva para la mayor parte de las 273 otras dreas en relacién con los pobres, esta ruta corta a la responsabilidad no es posible en la educacién y la tinica ruta posible es la «ruta larga», «por los clientes en. cuanto ciuidadanos que influyen sobre los instrumenta- dores de la politica y estos tiltimos, que influyen sobre los proveedores». La ruta corta a la responsabilidad en el mercado, sean cuales fueren sus virtudes, no es aplica- ble a la educacién. No puede haber «una responsabili- dad directa del proveedor al consumidor». éPor quéno? ElBanco Mundial lo formula asi: «por diversas buenas razones, la sociedad ha decidido que se suministrard el servicio, no por una transaccién de mercado sino al asu- mir el gobierno la responsabilidad». Y cnumera las buenas razones, que me merece la pena abordar més tarde en un capitulo aparte, Antes de ello, es importante darse cuenta de que los expertos en desarrollo son muy conscientes de los enormes proble- ‘mas que trae la responsabilidad politica. La lista de pro- blemas es, de hecho, tan larga que es realmente dificil de ver cémo se podrian superar. Sirealmente no hubie- se otra alternativa, obviamente habrfa que hacer lo que se pudiese para intentar superarlos y los pobres tendrian que ser pacientes. éPero por qué descuidar la solucién obvia de una educacién privada para los pobres? Problemas, problemas, problemas ‘Los problemas de la ruta larga ala responsabilidad —res- ponsabilidad politic en la educacién parecen enor- ‘mes, al menos para los pobres en los paises en desarrollo. El primer problema es lo que el Banco Mundial llama . Problemas tales como el absentismo de los profesores y el «trato descortés» a los alumnos y sus pa- dies —Ia distancia social que me encontréa menudo cada vvez que visitaba las escuclas puiblicas— son todos sinto- mas de este problema, informa el Banco Mundial. ara luchar contra el absentismo, la corrupcién y el ‘mal funcionamiento en términos précticos, el Banco Mun- dial sugiere que las autoridades controlen estrictamen- tealos profesores y directores, pero, de nuevo, esto solo trae mds problemas y es dificil ver como se los puede re- solver, incluso en la teorfa, por no decir en la prictica. Las autoridades podrian tratar de compensar a los pro- fesores por sus resultados, recompensando a aquellos ccuyos nifios alcancen notas més altas y castigando a los {ueno, pero los sindicatos de profesores se resisten a algo tan simple, por razones que el Banco Mundial también parece encontrar persuasivas: «la buena ensefianza es una, empresa complicada», manifiesta. Solo se puede evaluar Ia calidad de la ensefianza «sobre la base de las notas de los estudiantes en un examen estandarizado», afirma, porque la escolarizacidn stiene otros muchos objetivos». Ya sea debido a esta complejidad o simplemente por la intransigencia de los sindicatos de profesores, da igual 277 en Jo que se refiere a los resultados, por lo que sefiala el Banco Mundial que «las simples propuestas de “paga por resultados” para los profesores y directores concre- tos raramente han demostrado ser viables». ¢Podrian quiz los gobiernos dejar estas medidas ob- jetivas de los resultados de los estudiantes y, en su lugar, pasar a medidas subjetivas para juzgar alos profesores? Denuevo, dice el Banco Mundial, esto solo crearia pro- blemas adicionales en sistemas propensos a la corrup- cién y mala administracién: «quiza pueda evaluarse la ‘buena ensefianza de forma subjetiva por otro educador cualificado, un profesor principal o director de escuela, pero esto crea la tentacién del favoritism, o, lo que es atin peor, de obtener pagos de los profesores a cambio de buenas evaluaciones». Por eso, hay que limitar la autonomia de los directores de las escuclas y, de nuevo, hacerlos responsables ante la autoridad. Hay que intro- ducir también alguna clase de «estindar de evaluacién» para los directores de las escuelas: «pero todos los pro- blemas de evaluar la buena enseftanza también se apli- can a los buenos directores de escuela, De hecho, es asi como las burocracias disfuncionales se precipitan en un pantano de corrupcién, al comprar nombramientos 0 . Parece demasiado dificil recompensar el buen funcio- namiento, pero sino se puede hacer esto, hay que pagar atodoel mundo lo mismo, de forma que «los profesores cexcelentes que trabajen en circunstancias adversas y los, que no aparecen nunca» reciben el mismo salario. No es sorprendente que esto solo sirva para minarlamoral de los buenos profesores, expulsndolos lisa y llanamen- te dela ensefianza. Lo mismo se cumple si se remunera simplemente a todos los profesores con salarios més altos: 278 los que tienen escripulos reciben la misma paga que los que no aparecen. Al eer este informe, parecia imposible superar estas dificultades, pero éno es claramente facil superar en las escuelas privadas todos estos problemas de imposible solucién en la edueacién publica? ‘Un gran hermano benigno Un propietario de una escuela privada al que llegué a conocer realmente bien fue Mohamed Anwar, de la MLA. Ideal High School en Hyderabad, India. Era uno de los primeros propietarios con los que me reunf en aquél, para m{ memorable, viaje alas chabolas de Hyde- rabad en enero de 2000. En una visita posterior, descu- bri que habia instalado por toda su escuela, a un coste no despreciable, un sistema de televisién de circuito cerra- do (CCTV) ciertamente més bien primitivo, Sobre su mesa habia un monitor y en muchas aulas una peque- fia videocdmara. Mientras trabajaba en su despacho, po- dia desplazar la vista a cualquier aula para ver lo que es- taba ocurriendo, Guando lo vi, dije cortésmente lo bien que estaba. ‘Me preguntaba realmente por qué diablos habia usado sus escasos recursos para hacer semejante idiotez. Cla- ramente, en una eseucla que cargaba gastos de dos déla- res por mes, podia haber utilizado su escaso superdvit en algo mejor, éporqué no proporcionar ordenadores a los nifios o mis libros? Ipor qué derrochar su dinero en ‘un artilugio como este! Anwar, posteriormente, se con- virtié en el director de la nueva Federacién Dindmica de Escuelas Privadas. Me di cuenta de que una serie de otros propietarios le habfan copiado e instalado sistemas similares de CCTV en sus escuelas y también viuno en 279 una escuela privada mds bien de élite en otro lugar de Ia ciudad, No volvi a pensar en la CCTV de Anwar hasta que lef la discusién detallada del Banco Mundial acerca de los problemas de la responsabilidad estatal de la que he hablado antes. De repente comprendi que Anwar habia hecho algo que era increfblemente racional en su con- texto. Su principal problema era la responsabilidad de los profesores, y la principal diferencia entre su escuela ¥ las del gobierno era que los padres esperaban de él {que resolviese eficazmente este problema. Su solucién era tener una forma eficaz de controlar las actividades de sus profesores, ya que conocfa, en sus propias pala- bras, «la mentalidad del profesor indio» y sabia que la responsabilidad de los profesores frente a él era la cla- ve de su responsabilidad frente a los padres. No habia aprendido lo que habia que hacer de ningiin consultor ‘curso de gestidn, sino que elabor6 por si mismo la me- jor forma de conseguirlo y, evidentemente, constituia un uso adecuado de su superdvit el poder hacer que los. profesores fuesen responsables. Nunca he ofdo que ocu- rriese algo similar en una escuela publica. Los propietarios de las escuelas privadas, evidente- ‘mente, pareefan controlar con facilidad el rendimiento de sus profesores dia a dia. Incluso sin CCTV (y Anwar también lo hacia), recorren sus escuelas constantemen- te, controlando la asistencia de los profesores o si estan ensefiando. Controlan con qu¢ frecuencia los nifios relle- nan sus cuadernos. Hacen un seguimiento de las que- Jas de los padres, tales como la auisencia de un profesor ‘ola dificultad de un nifio para comprender una leccién. Pueden recompensar con facilidad a los profesores que cumplen, por ejemplo aquellos cuyos nfo obtienen bue- nas calificaciones en los exémenes puiblicos, pero también 280 pueden ser justos en esto, En otra escuela en Hyderabad, el propietario utiliza un simple programa de ordenador para controlar la mejora de los nifios en clase, pudien- do ver silos esténdares de los nifios que tienen un ren- dimiento muy bajo aumentan inicialmente y pueden recompensarlo, incluso si esos nifios siguen sin rendir tan bien como los otros. Pero, de nuevo, el propietario de la escuela, al estar estrechamente implicado, sabré si un profesor esta trabajando con un grupo especialmente dificil de nifios y puede recompensar adecuadamente a los profesores. EY qué incentivo tienen los propietarios de las escue- las para recompensar a los profesores de esta forma? Saben que las otras escuelas privadas les quitardn a los buenos profesores si éstos piensan que pueden obtener ‘mayores salarios en ellas o que en ésta no se los remune- ra adecuadamente. Y, evidentemente, los propietarios de las escuelas pueden servirse de una discrecionalidad que es imposible en el sistema ptiblico, no teniendo que ser unos «grandes hermanos» opresivos, ya qué los pro- pietarios inds discrecionales y sensibles pronto les qui- tarfan los profesores. Por ejemplo, un propietario de una escuela privada, un gran hermano benigno, puede pre- guntar a.un profesor que estuvo ausente ono ensefié bien un fa conereto, si ha habido algin problema. Si el mal rendimiento ha sido inusual y se debia a'una mala o tris- te experiericia, el propietario no despediria al profesor ‘y se mostraria satisfecho con tal de que el comportamien- to del profesor no fuese habitual. Los directores de las cescuelas tienen claros incentivos para conservara los pro- fesores que son buenos por lo general y ayudarlos en los ‘momentos especialmente dificiles. Evidentemente, un buen director de una escuela pii- blica podrfa también hacer estas cosas y los buenos 281 inspectores del gobierno podrian ayudarle a hacerlo. EL problema, como sefiala tan claramente el Banco Mun- dial, es cémo garantizar que los directores e inspecto- res las hagan, ya que es precisamente una extensién del problema de garantizar que los profesores sean respon- sables en primer término, lo que simplemente cleva el problema de la responsabilidad a un nivel més alto. El principal problema de las escuelas puiblicas es que di- rectores ¢ inspectores no tienen ningiin incentivo para hacer nada de esto. Los directores obtendrin el mismo salario y los mismos beneficios si estan sentados en sus despachos leyendo todo el dia el periédico -o, incluso, si pura y simplemente no aparecen— que los que ob- tendrfan si recorriesen los pasillos concienzudamente vigilando a sus profesores. En forma similar, los ins- pectores reciben la misma paga, tanto si controlan las escuelas como si se quedan cémodamente en sus des- pachos. Todo lo que he leido describfa el problema con clari- ad: las estructuras de incentivos estin todas equivoca- das en las escuelas del sector piiblico, mientras que por otra parte en las privadas, estas mismas estructuras de incentivos trabajan en la direccién contraria y positiva para todos sus propietarios. Todos los propietarios de las escuclas dependen de que los padres las utilicen y si étos no lo hacen, se quedan sin su trabajo. De esta for- ‘ma, la mano invisible del mercado competitive mantie- ne a todos los propietarios de las escuelas alerta y hace que controlen constantemente el rendimiento de sus pro- fesores, sin cuyo alto rendimiento los propietarios se ve- rin perjudicados. Esta mano invisible funciona en el met- cado educativo exactamente de la misma forma que lo hace, como seiiala el Banco Mundial, en el mercado de sindwiches. 282 Entonces écuil es el problema de aceptar pura y sim- plemente que la ruta corta a la responsabilidad —la res- ponsabilidad del mercado competitivo vale también para la educacién? La alternativa siempre serd, en el me- Jor de los casos un camino cuesta arriba, y en el peor la rruta larga a la responsabilidad nunca servird a los inte- reses de los pobres. En realidad, la objecién de los expertos en desarro- lo a esta conclusién me salté a la vista una vez llegado ‘este punto, y comprendi que las regulaciones estatales no tenian gran importancia porque las escuelas privadas parecfan ser responsables ante otros los padres— que resultaban ser capaces de prestar atencién a lo que ocu- rfa en su interior. Pero, obviamente, esto me devolvié alas erfticas delos expertos en desarrollo acerca de la baja calidad de las escuelas privadas para los pobres. Los cexpertos en desarrollo no parecian confiar en el juicio delos padres pobres, por lo que la responsabilidad ante ellos no podria ser la respuesta, ya que esos expertos velan constantemente que se los engatusaba haciendo ‘que aceptasen unos servicios de baja calidad, incluso in- feriores a la alternativa piiblica. Incluso si no los llama- ban explicitamente «ignorantes», quedaba claro que te- nian una baja opinién de la eleccién de los padres pobres a favor de la educacién privada, €Tenian raz6n? Tenfa que comprobarlo. 283 Cap{TULO 9 MONJES VIEJOS Y MONJAS JOVENES EN MOTOCICLETAS 26 de enero de 2004, Dia de la Repiblica en la India: exactamente cuatro afios del dia en que llegué por pri- mera vez a Hyderabad, tomé un autorickshaw a Char- minar y descubr{ por mi mismo las escuelas privadas paralos pobres, estaba de vuelta en Hyderabad con Pau- line Dixon. Estabamos allf para formar al equipo am- pliado de investigacién que reuniria los datos dirigidos a explorar la calidad relativa de las escuelas puiblicas y privadas en las zonas pobres de la Ciudad Vieja. Habjamos llegado dos noches antes, Habia un corte de clectricidad en la ciudad y estdbamos sentados a la Juz de las velas para ponernos al dia con el equipo. La vispera, Gomathi, la animosa joven que se habia forma- do como trabajadora social y habia sido la jefa de mi equipo en Hyderabad desde que comencé a investigar alli, habia llevado a sus cinco colegas a un viaje para fo- mentar el espiritu de grupo a Sri Salam, a 170 km. por carretera, donde existe una presa en el rfo Krishna para producir energia hidroeléctrica. Para llegar alli, se viaja por las interminables millas del espeso bosque que es la reserva de tigres Rajiv Gandhi. Los ojos de Gomathi bri- aban al contarnos eémo habia estado sentada alrededor 285 de um fuego de campamento toda la noche, bailando con Ja radio del coche, cantando canciones, jugando a acer- tijos tontos y contando historias. Por la mafiana, nada- ron en el lago y visitaron el vemplo. «Ahora estamos tos», dijo Gomathi. Yalaluzde las velas trabajamos, prepardndonos para entrenar al equipo ampliado que llevaria a cabo la pri- mera ronda de investigacién destinada a revelar si las escuelas privadas eran realmente de una calidad tan baja como afirmaban todos los expertos en desarrollo. Una vex que hubiéramos llevado a cabo los test en Hydera- bad, pasarfamos a otros paises para hacer lo mismo. En las semanas anteriores Gomathi y su equipo ha- bian peinado las zonas pobres de Hyderabad, visitando 150 escuclas scleccionadas al azar de la lista de casi mil que encontramos en el censo de escuelas y obtenido el permiso de sus directores para llevar a cabo los test (lle- ‘vaban cartas del secretario de educacién, Dr LV. Subba Rao para persuadir a cualesquiera directores de escue- Jas puiblicas reticentes y una carta mia para las escuelas privadas). En cada escuela, el equipo obtuvo los nombres de los nifios del cuarto grado, de los que seleccionamos hasta treinta en cada escuela, y que serfan nuestra mues- tra para el test. Tras lo cual, Gomathi y su equipo tenfan impresos unos 4.000 test de inglés, matematicas, urdu y de coeficiente intelectual; y 4.000 copias de los cucstio- narios de los alumnos y padres; y unos 200 cuestionarios de las escuelas y profesores, fotocopiados y grapados. Vi- sité mayoristas de galletas y tartas y consiguié persuadir varios de ellos para que donasen cajas enteras, de for- ma que pudiésemos darselas a los nifios que participa- sen. Compré 4.000 ldpices, reglas, gomas y bolsas de plastico, Todo ello fue almacenado en las oficinas. Liev dias distribuirlos en bolsas individuales para los nifios, 286 el mimero correcto para cada escuela, y una vez que se habia elaborado un listado de investigadores, se coloca- ron en las cajas adecuadas para que cada investigador las llevase al sitio correcto. La investigacién es un asunto peculiar. Mi entonces colega en la Universidad de Newcastle, el profesor Bru- ce Carrington, solia quejarse de que nunca se nota el ver- dadero «desbarajuste» de la investigacién cuando se leen los resultados abreviados, pulidos y esterilizados en la revistas de investigacién académica. Deseaba que los in- vvestigadores describiesen como es en la realidad, de for- ‘ma que los recién llegados supiesen donde se habian me- tido. iBruce, esta investigacién era verdaderamente un desbarajustel ‘Tantas veces casi perdi mi sangre fria ayu- dado por la falta de suefio debida al jet-lag y el calor y ‘humedad, trabajando en despachos sin aire acondicio- nado, en los que los ventiladores solo funcionaban in- termitentemente por causa de los cortes de electricidad. De lamisma forma, a veces, cuando las cosas iban bien, estaba euférico, escribiendo en mi diario que esta expe- riencia era la més feliz de mi vida Gomathi, hay que reconocérselo, mantuvo constante- mente la calma. Para ser justa conmigo, estaba acostum- brada a las cosas que casi me hacfan perder los estribos de frustracién: los investigadores apareciendo a cuenta- gotas para instruirlos, algunos llegando hora y pico mas tarde, montones de fotocopias que llegaban grapadas desordenadamente, que luego habia que desgrapary vol ver a unir trabajosamente, o test de coeficiente intelec- tual impresos en un papel demasiado fino, de tan mala calidad (probablemente por la cicaterfa del impresor para reducir costes), de forma que podia verse la pregunta de la pdgina siguiente, lo que significaba que no se podia ver el sentido de las preguntas, de forma que habia que tirar 287 ala papelera todo el lote y encargar nuevos test aun impresor més fiable. Algunas cosas salfan ast debido a la maravillosa manera en la que ocurren en la India: me pasé de la raya al quejarme a Gomathi cuando me di cuenta de que todavia no habfa encargado las sillas paralla sesi6n de instruccién que iba a empezar en media hora, épero quién iba a pensar en encargar sillas mds de 30 minutos antes de que se las necesitase? Cuando co menz6 la sesién, habian llegado unos jévenes con sillas apiladas en la parte trasera, abierta, delos autorickshaws de carga y las habfan colocado cuidadosamente en filas en nuestra sala, Se produjeron algunas frustraciones por Jas peculiaridades que quiza no se habfan podido prede- cir, como la que senti cuando llegé la primera serie de cuestionarios de los padres, que estaban sin contestar después de la tercera pregunta. Si esto significaba que no podiamos obtener ninguna informacién de los padres, estaba todo el proyecto condenado al fracaso? Afortu- nadamente, uno de mis investigadores se dio cuenta de que la cuarta pregunta se referia alas edades de las hijas {asi como a las de los hijos). Se habfa omitido la pregun- ta ofensiva y en los nuevos intentos los padres contesta- ron a todas las preguntas. El Dia de la Republica y al dia siguiente, se instrayé 45 investigadores; muchos de ellos eran estudiantes gracuados en las universidades locales; cl resto eran mon- Jas jovenes que trabajaban en diferentes tipos de traba- jos sociales en la Ciudad Vieja y también estaban ocupa: das en estudios de postgrado, Trabajando a lo largo de quella noche, Pauline y yo consumimos una botella de ron Old Monk, la bebida local que es mi preferida siem- pre que estoy en Hyderabad. Con ayuda del equipo, se dispuso todo en series de cajas para los tres préximos dias de test intensivos en las escuelas. El primer dia, 45 288 investigadores se reunieron en la estacién de autobuses de Charminar alas 7:30 de la maitana, mientras que mi equipo de supervisores distribufa sus eajas y las despa- chaba en los autobuses y autorickshaws a las escuclas sefialadas. Bueno, esto es lo que se suponia que tenfa que ser. Sin poder comprenderlo, se tardé mds de una hora, con gente corriendo enloquecida, el vaivén de las cajas, sa- cando los papeles de una caja y poniéndolos en otra, los miembros del equipo gritindose unos a otros antes de que cada uno tuviese la caja correcta y supiese adonde ir, ¥ no todos estaban a tiempo, por decirlo suavemen- te. ¥ tampoco habian llegado todos los autorickshaws que habjamos programado con tanto esfuerzo el dia an- terior, de forma que se expidié a algunos de los inves- tigadores en la parte trasera de las motocicletas de mi equipo. Esta imagen sigue persiguiéndome: la de mi investigador que conduefa una motocicleta Hero Hon- da de 250 c.c. con dos jévenes monjas sentadas detras a la amazona en sus hdbitos marrén claro, sonriendo, conllas cajas de test colocadas encima en equilibrio ines- table. Esperar mds de una hora en el terrible ruido y al- boroto y el calor de la estacién de autobuses me puso los nervios de punta. Me rodeaban mendigos; una mu- jer joven con un bebé en brazos me golpeé en la tripa, al tiempo que me pedia dinero sefialando su boca y la del bebé. As{ durante una hora. Pero finalmente todos se habfan ido y Pauline y yo los scis jefes de equipo visitamos por separado todas jas escuelas para comprobar que todo estaba funcionan- do bien, levando con nosotros papeles de repuesto para los que se hubiesen inevitablemente perdido y reempla- zando a cualquier investigador que todavia ino hubiese llegado. 289 Alreunimos al final del dia, viendo como partian los autorickshaws y desfilando los investigadores y sus ca- jas de papeles, me sent{ increfblemente aliviado y satis- echo de que todo hubiese ido, més 0 menos, como lo hhabiamos planeado y que estuviésemos empezando a acu- ular datos que nos ayudarfan a contestar las preguntas que nos haclamos todos acerca de la calidad de las escuc- las privadas. Durante tres dias, seguimos de esta forma ‘y luego, los meses posteriores, se clasified y expidié para su calificacién los test, se codificé los cuestionarios y se los introdujo en hojas de céleulo, analizando los datos. En su conjunto, mis equipos examinaron a 24.000 ni- fios, comenzando en la India y pasando a Nigeria, lue- goaGhana y después de vuelta a la India, para pasar ala China rural (examinaré el caso de China por sepa- rado). éA qué conclusién llegamos? Después de todo, no eran ignorantes Resulta que los padres pobres no son «ignorantes». Fue necesario el importante esfuerzo de investigacién que hemos descrito para obtener datos del rendimiento de los alumnos, algo que se considera eseneial antes de que se puedan hacer juicios comparativos entre las escuclas piiblicas y privadas. Sin embargo, de hecho, las pruebas ya acumuladas durante la primera parte del estudio su- gerfan con bastante claridad que los padres sabfan lo que se hacian al escoger las escuelas privadas frente a las pui- blicas, ya que cuando mis equipos llevaban a cabo el estudio general que arrojaban las pruebas acerca de la naturaleza y dimensién de la educacién privada (exami- nada en el Capitulo 3), pidieron visitar un aula especifica de una escuela primatia (euarto o quinto grado, segin 290 1 pafs): no entraron en el aula hasta que los profesores deberfan haber estado ensefiando (es decir, esperaron a que transcurriesen cualesquiera pausas, periodos de deporte o asambleas que hubiese antes de su visita), ob- servaron lo que estaba haciendo e/la profesor-a o si es- taba ausente, y también sefialaron qué instalaciones o equipos habfa en el aula y alrededor de la escuela. ¥ los datos reunidos también nos dijeron algo acerca del ra: tio profesor-alumno. Ahora estaba en situacién de afia- dir datos acerca del rendimiento relativo de los alumnos en las escuelas piblicas y privadas. En todos los indicadores explorados, las escuelas pui- blicas, en general, tienen peores resultados que las pri- vadas, tanto las reconocidas como las no reconocidas; y recuérdese que las escuclas no reconocidas eran las que criticaban en particular los expertos en desarrollo: ~ La dimensién de las clases era menor en ambos tipos de escuelas privadas que en las puiblicas — Ambos tipos de escuelas privadas mostraban un com- promiso més alto de los profesores, en el porcentaje de profesores que estaban dando clase cuando muestros investigadores llegaron sin avisar. ~ Solo en un inputde calidad —la disponibilidad de patios de recreo— eran superiores las escuclas puiblicas a am- bos tipos de escuclas privadas en todos los estudios. — Los nifios en ambos tipos de escuelas privadas tuvie- ron, en general, notas més altas en los test estandari- zados de las materias clave del plan de estudios que los de las escuelas puiblicas, lo que siguié siendo cier- to incluso cuando controlamos una serie de variables del bagaje de conocimientos, para tener en cuenta las diferencias entre los nifios de las escuelas piiblicas y privadas. 291 — Los esténdares mds altos de las escuelas privadas se mantuvieron, usualmente, por solouna pequetia frac: cién del coste profesor-alumno en las escuelas piibli- as. Es decir lainvestigacién mostré que las escuelas pri- vvadas no solo eran mds efectivas, sino también més efec- tivas en coste que las puiblicas. Guando llegaron los resultados y se los analizé y com- prend{lo que mostraban, comencé a sentir que me encon- traba ante algo extremadamente importante. Al princi- pio de mi viaje, me habfa encontrado con la negacién Ge los funcionaros del gobierno y de muchos expertos en desarrollo de que incluso existiesen las escuclas pri- vadas para los pobres. Las pruebas que habian acumu- lado mis equipos ~y las pruebas de otros que ahora tra- bajan en esta drea— mostraron mis alld de toda duda que existian y que, de hecho, servian a una mayoria de los nfs escolarizados en las areas pobres. Ahora nadie podia negar su existencia. Sin embargo, los expertos en desarrollo seguian sin sentirse impresionados: continua- ban en sus trece de que estas escuelas privadas, especial- mente las no reconocidas, no eran trigo limpio, dirigidas por comerciantes sin escriipulos tratando de desplumar alos pobres, que se comportaban como ignorantes (pero no utilicemos esta palabra) al dejarse embaucar de esta forma. La calidad de la educacién en estas escuelas pri- vadas era, cuando menos, sospechosa. Se podia ver por uno mismo qué malo era todo en las escuelas privadas de bajo coste, simplemente observando la infraestructu- rade baja calidad y sabiendo que los profesores no esta- ban cualificados y estaban mal pagados. Bueno, pues esto no eraen absoluto lo que mostraron los resultados, que parecfan indicar de forma categérica 292 que los expertos en desarrollo carecian de base sobre la ‘que apoyarse. Cada ver se hacia mas claro que los padres pobres cran sagaces consumidores de educacién cuan- do preferfan las escuelas privadas por encima de las publicas. Lo pequeiio es bello Hay un gran debate en occidente acerca de si es impor- tante el tamafio de a clase.} Sea lo que fuerelo que pue- da ser cierto en Estados Unidos o el Reino Unido, en donde los tamafios de las clases ya son relativamente pequeiios, cualquier intervencién del gobierno —estas intervenciones son enormemente caras— solo llevaria a pequefias reducciones en estas clases ya pequefias, pero cn los paises en desarrollo, puede ser diferente. Cierto «que los padres pobres ven las cosas de forma distinta. ‘Una de las razones mis importantes por las que, me han dicho los padres, envian a sus hijos a las escuelas priva- das es que las clases en las piblicas son pura y simple- mente demasiado grandes y los padres creen que los profesores no podran ensefiar a sus hijos, temiendo que se pierdan en ellas. Caeteris paribus, para los padres po- bres el tamaiio de la clase resulta ser un factor clave en su eleccién de escuclas privadas. Y mis investigadores han hallado en todos los casos que los tamaiios medios de las clases eran menores en las escuelas privadas que en la ptiblicas (véase Figura 1). | Véase E.A, Hanushek, “The Palure of Input Based Schooling Policies,» Fanomic Journal 113, .°485 (2003):F4-FOR;y AB, Krue- set, «Economic Considerations and Class Size,» Econ: Juonal 113, 1.9 485 (2003): F34-F63. 293 Ficura1 NUMERO MEDIO DE ALUMNOS DE CUARTO GRADO POR CLASE D Pablicas| I Privadas reconocidas Gi Privadas no reconocidas Freie: Datos propios del autor. En Delhi, el ratio alumno-profesor era ires veces més alto en las piiblicas que en las privadas no reconocidas. En Hyderabad y Mahbubnagar las dimensiones de las cla- ses de las escuclas puiblicas eran casi das wees ms gran- des que en las escuelas privadas no reconocidas. En Ga, Ghana, las dimensiones de las clases de las escuelas pui- blicas eran més de dos veces mis grandes que las de las escuelas privadas no reconocidas. En el estado de Lagos, Nigeria, eran una ver y media més grandes. 294 Profesores mas comprometidos Llegando sin avisar a las clases de la escuela primaria, mis investigadores hallaron en todos los casos que el grax do més alto de compromiso se encontraba en las escuc- las privadas reconocidas, seguido estrechamente por las no reconocidas y en todos los casos el més bajo era en las escuclas puiblicas: — En Delhi, los profesores estaban dando clase en solo un 38% de las aulas de las escuelas publicas durante las visitas de nuestros investigadores, frente a aproxi- madamente un 70% en ambos tipos de eseuelas pri- vadas no subvencionadas. — En Hyderabad, estaban dando clase un 75% de los profesores de las escuclas piiblicas, frente a un 98% cn las escuelas reconocidas y un 91% en las escuclas privadas no reconocidas no subvencionadas. — En Mahbubnagar, estaban dando clase un 64% de los profesores de las escuelas piiblicas, frente a un 80% cen as escuelas privadas no reconocidas yun 83% en las escuelas privadas reconocidas no subvencionadas. — Enelestado de Lagos, estaba dando clase el 67% de los profesores de las escuelas puiblicas, frente aun 88 ¥ 87% de las escuclas reconocidas y no reconocidas, respectivamente. — En Ga, Solo un 57% de los profesores de las escuclas piiblicas estaba dando clase en el momento en que lle- garon los investigadores sin avisar, frente a un 75 y un 664% de los profesores en las escuelas privadas re- conocidas y no reconocidas, respectivamente. 295, Proporcionar lo que los padres quieren El idioma es una cuestién principal en la educacién in- dia, La ensefianza de la lengua materna esté prescrita en las escuelas piblicas primarias, normalmente hasta el quinto grado. Si bien el inglés se convirtié en un idioma Oficial en la India en 1967, junto con el hindi, cada esta- do también tiene su propio idioma oficial -en Andhra Pradesh es telugu y cada estado «ha proclamado prio- "ar y preserva su propio lenguajeen las esouelas pili cas» pero luego sucede que en las éreas pobres de Hyde- rabad que investigamos, la mayorfa de las familias son musulmanas, 0 sea que hablan urdu, Gada uno de estos idiomas tiene una escritura diferente, lo que significa que cn las escuclas puiblicas de Andhra Pradesh a los nifios seles da clase en telugu o urdu y tienen que aprender am: bos idiomas, asi como hindi. El inglés no se introducia habitualmente hasta el quinto grado, aunque las escuelas iiblicas de Andhra Pradesh han comenzado reciente- mente a enseiiarlo en el primer grado; pero los padres po- bres me dijeron que quieren que sus hijos sean diestros en inglés, que consideran que es el idioma internacional, que les ayudarfa a progresar en su trabajo y el comercio ‘sacar a sus familias de la pobreza. De forma que pien- san que las escuelas que utilizan el inglés como lengua vehicular (las que ensefian todas las materias en este idio- ma) son la forma de conseguirlo, Una raz6n importan- te, me dijeron, de escoger escuelas privadas, era que el lenguaje vehicular era el ingiés. En sus palabras, las es- cuelas privadas les proporcionaban lo que querfan y no lo que el gobierno decia que debian tener. 2 Nandan Nilekani,Bnagning Dia: Ics forth New Contry (Nu- va Dalhi: Allen Lane, Penguin, 2008), pp. 92-98, 296 En nuestra investigacién, comprobamos que era mu- cho mds probable que las escuelas privadas y no las puiblicas tuviesen el inglés como lengua vehicular. En ‘Andhra Pradesh, India, eran Ja mayor, incluso en las zonas rurales. En Hyderabad el 88 de las escuelas re- conocidas y el 80% de las privadas no subvencionadas ensefiaban en inglés. Frente a menos del 1% de las pi- blicas. La mayorla de las escuelas puiblicas (73%) util zaban el urdu como lengua vehicular. En Delhi, casi la ‘mitad (4794) de las escuelas privadas reconocidas no sub- vencionadas ensefiaban en inglés, al igual que el 21% de las privadas no reconocidas y no subyencionadas. Sin em- bargo, muchas de las escuelas privadas no reconocidas tenian secciones tanto en hindi como en inglés (34%). Solo un 3% de las escuclas puiblicas ensefiaban en ingles y la mayoria (80%) en hindi. Incluso en la zona rural de ‘Mahgubnagar, més de la mitad de las escuelas privadas no subvencionadas reconocidas (51%) y no reconocidas (67%) resultaron ensefiar en inglés o tenian dos seccio- nes, una de las cuales era en inglés, frente a menos de un 19 de las escuelas puiblicas. é«El plan de estudios «oculto» de quién»? De forma que los profesores de las escuclas privadas es tan mds comprometidos que sus homélogos de las escue Jas puiblicas. Los tamafios de las clases son menores y Jas escuelas privadas dan a los padres pobres lo que ellos consideran una ruta preferida para salir de la pobreza. éPero qué ocurre con los edificos e instalaciones dentro de las escuelas? éQué ocurre con los profesores cualifica- dos? Claramente, es lo que perturba mas a los expertos en desarrollo y funcionarios del gobierno que reprenden 297 alas escuelas privadas por su baja calidad. Uno de estos afligidos expertos es el profesor Keith Lewin de la Uni- versidad de Sussex, al que entrevisté la BBC para la pelicula que hicimos en Nigeria. Sentado cémodamen- te en su piso de Londres, con figuras indias sobre la re- pisa de la chimenea situada tras de sf, insistié en que las escuelas privadas para los pobres eran de baja calidad y no formaban parte de ninguna solucién educativa: bay un plan de estudis escondido en todos estos sitios», dijo. «Si no hay letrinas, si la escuela no tiene agua co rmiente limpia, esto dice algo acerca de la actitud de la direccién de esta escuela y la motivacién de los que la gestionan», Dije esto. aun padre que enviaba a su hijo ala Escue laPrivada Ken Aden el barrio de chabolas de Makoko, y se enfad6. Lo esencial de lo que me dijo se resumia de esta forma: «inuestras casas no tienen agua, ni tampoco tenemos cuartos de baiio!, los edificios de las escuelas son mucho mejores que nuestras casas, épor qué nos in- sulta de esta forma?» Las condiciones della escuela sim- plemente reflejan —no, son una mejora de— la vida nor- mal en Makoko. éPor qué, entonces, la gente como el profesor Lewin sugieren que solo las escuelas que tie- nen los estdndares occidentales son aceptables? Esto no cs lo que creen los padres, En cualquier caso, comparando lo que ofrecen en los presupuestos de las escuelas privadas con el de las escue las piblicas, la realidad es justanente lo contraro de las insi- nuaciones del Profesor Lewin. Mis investigadores reu- nieron datos en una serie de 14 inputs de calidad de las escuelas. En solo un input —Ia existencia de patios de recreo- eran superiores las escuelas piiblicas a lo largo de los diferentes estudios. Qué podria decir esto, me pregunto, acerca de la «actitud» y «motivacién» de las 298 autoridades del gobierno y sus cooperadores para el desarrollo? También es cierto que en Ghana, Nigeria y Andhra Pradesh, India, las agencias de desarrollo, inclui- da la DETD, la Agencia para el Desarrollo Internacional de EEUU. ya Unién Buropea se habian lanzado recien- temente a un gasto desbocado en las escuelas piiblicas, reequipdndolas, a veces proporcionéndoles escuelas totalmente nuevas, y doténdolas de bienes de lujo como televisiones, por lo que las escuelas privadas no estaban jugando en un terreno equilibrado. Ninguna agencia ex- terior rica las ayudaba, ¢ incluso asi, a menudo fancio- nan mejor. Mis equipos de investigacién examinaron una serie de inputs a los que podria considerarse razonablemente como proxies de la calidad. En primer lugar estaban los relacionados con la salud ¢ higiene de los estudiantes: agua potable, servicios para los nifios y servicios separa- dos para nifios y nifias. En segundo, estaban los relati- vos al confort y seguridad de los nifios: es decir, pucza? edificios adecuados y no temporales; pupitres, sillas; lectricidad; ventiladores y un patio de recreo. En ter- cerlugar, estaban los que mostraban alguna inversién por parte de las autoridades escolares en instalaciones de ensefianza: pizarras, bibliotecas, magnetdfonos, ordena- dores y televisiones. En la gran mayoria de los casas en todas las dreas, ambos tipos de escuelas privadas, no reconocidas y reconocidas, eran, 0 bien superiores a las del gobierno en la provi sién de estos inputs, o no habia una diferencia significa- tiva entre tipos de escuelas. En Hyderabad, por ejem- plo, esto era cierto para iadas los indicadores. En Delhi, 3 IN, del T]:Pucca: éemino hindi que significa s6lido y perma. sent, wiizado para la construecién en el sur de Asia 299 era cierto para diez de trece, en Mahbubnagar y el esta- do de Lagos, en 11 de 13 y en Ga en 10 de 14. Para un pequeito nimero de inputs, lo que propor: cionaba el gobierno era superior alo de las escuclas pri vadas no reconocidas, pero no a lo de las escuelas priva- das reconocidas. En Delhi, esto era solo cierto para los magnetofones. En Hyderabad, no era cierto para nin: guin input; mientras que en Mahbubnagar, era cierto para los patios de reereo y televisiones. (Resulta interesante sefialar que un gran proyecto de ayuda en la zona rural de Andhra Pradesh habia proporcionado televisiones ostensiblemente a efectos de ensefianza, lo que podria explicar su presencia mds comtin en las escuelas piibli- cas, pero la investigacidn echaba un jarro de agua fria al mostrar que en la realidad no sc las utilizaba para la ensefianza, sino que permanecian en el despacho del di- rector). En Ga, era cierto para los edificios adecuados, pupites (las escuelas privadas no reconocidas funcionan habitualmente con una combinacién de banco y tabla de trabajo en lugar de pupitre), patio de recreo y pizarras, mientras que en Lagos era cierto solo para los edificios pucen. Finalmente, en solo una mintscula proporcién de casos (un total de tres indicadores para toda la muestra), los servicios bésicos eran superiores en las escuclas pui- blicas a ambos tipos de escuelas privadas: en Delhi, la- vabos separados para chicos y chicas y patios de recreo y en Lagos patios de recreo. Eso es todo. Sihay un «plan de estudios escondido» en las escue- las para los pobres, mis comprobaciones indican clara- mente que las escuelas privadas no son los villanos. 300 Los nifios de las escuelas privadas superan a los de las escuelas publicas é¥ qué podemos decir de la cualificacién de los profeso- es? Es mucho mis probable que en las escuelas puiblicas tengan profesores mAs ampliamente preparados y cua- lificados que en las privadas. En Hyderabad, por ejem- plo, solo aproximadamente un 7% de los profesores de Jas escuelas ptiblicas carecian de un titulo universitario, En las escuelas privadas reconocidas la cifra era casi un 30? mientras que en las no reconocidas superaba el 40%. En Ga, Ghana, alrededor del 75% de todos los profeso- res de las escuelas privadas (tanto registradas como no registradas) habfan asistido a la escuela solo hasta la se- cundaria superior (equivalente al duodécimo grado), frente a solo un 40% de los profesores de la escuela pui- blica. En el estado de Lagos, Nigeria, més de un 25% de los profesores de las escuelas privadas no reconocidas tenfan una educacién hasta la secundaria superior, mien- tras que no habia profesores cuya educacién se hubiese detenido a este nivel en las escuelas puiblicas. Sin embar- g0, cuando los criticos descalifican a las escuelas priva- das por no tener profesores ampliamente cualificados, la raz6n clave de ello es porque suponen que estos serén menos efectivos. Ya hemos visto que es més probable ‘que estos profesores no cualificados se presenten a dar clase que stis homdtogos mejor cualificados de las escue las publicas. ¢Tiene alguna influencia su falta de cualifi- cacién en los logros de los estudiantes, indicador clave de su eficiencia? Resulta que no es asi. De nuevo las es- cuelas privadas vuelven a ser superiores a las piblicas. En todos los estudios, se encontré el mismo patrén para las calificaciones medias «brutas», logrando las es- cuclas reconocidas privadas las mas altas, seguidas por 301 las no reconocidas y aleanzando las escuelas ptiblicas las calificaciones més bajas, excepto en el tnico caso de los resultados en idioma urdu en Hyderabad (véase F- guras 2 y 3) Los resultados de Delhi fueron tfpicos. En matemé- ticas la calificaciones medias de los nifios en las escue- las del gobierno cran del 24,5%, mientras que en las escuclas privadas no reconocidas eran del 42,1% y del 43,9% en las reconocidas. Es decir, los nifios de las es- cuelas privadas no reconocidas recibieron una califica- cidn de 18 puntos de porcentaje mAs en matematicas que Ios de las escuelas puiblicas (luna ventaja del 72%!), mien- tras que los nifios de las escuelas privadas reconocidas Ficura2 INDIA: CALIFICACIONES BRUTAS ‘Hyderabad B Piblicas| i Privadas no reconocidas i Privadas reconocidas Frente: Datos propios del autor. 302 Figura3 AFRICA: CALIFICACIONES BRUTAS Ga, Ghana Estado de Lagos, Nigeria OG Pablicas IW Privadas no registradas Privadas registradas Nota: ERM = Educacién Religiosa y Moral Frente: Datos propios del autor. consiguieron mds de 19 puntos de porcentaje por enci- ma delos de las escuelas piblicas (una ventaja del 79%). En inglés, la diferencia de resultados fue mucho mayor (los nifios de las escuelas no reconocidas consiguieron ‘una ventaja de 35 puntos de porcentaje por encima de sus homélogos de la escuela puiblica, mientras que los nifios de las escuelas reconocidas consiguieron 41 pun- tos de porcentaje mds). Sin embargo, podria esperarse esta diferencia, dado que las escuelas puiblicas no dan Io que quieren los padres, inglés como lengua vehicular (por otra parte, nopodria esperarsela, dada una frecuentemente 303 repetida critica de que las escuelas privadas solo ense- ian en inglés en teorla, es decir, que es simplemente una forma de poner una venda en los ojos de los ignorantes padres pobres. Lo que hallamos, mostré que las escue- las privadas ensefiaban, de hecho, a los nifios, con un es- tdndar mucho mayor de inglés de lo que éstos podian aprender de manera natural en su comunidad local, por medio de la radio, televisién y anuncios, por ejemplo, que es, quiz4, lo que median los test en los nifios de las, escuelas puiblicas). Pero, en cualquier caso, si mds escuelas privadas tie- nen el inglés como lengua vehicular, podriamos esperar que as escuelas piblicas fuesen superiores en sus resul- tados en hindi, pero lo cierto era lo contrario. Los nifios, en las escuelas privadas no reconocidas consiguieron como media 22 puntos de porcentaje mds que los de las, escuclas puiblicas (una ventaja del 834%). En las escuelas privadas reconocidas los nifios tuvieron como media 24 puntos de porcentaje mds (una ventaja del 899%) En Hyderabad, se encontraron resultados similares para matematicas e inglés, pero, en urdu, los resultados de las escuelas ptiblicas y privadas fueron aproximada- mente similares, aunque las escuelas privadas no reco- nocidas arrojaron el resultado medio més alto (34,54), seguidas por las puiblicas (29,19%); las escuelas privadas reconocidas arrojaron el resultado mas bajo (25,4) Estas calificaciones brutas son indicativas, pero no clfinal de la historia, ya que puede ser que se trate sim- plemente de nifios més brillantes de hogares ligeramente ids ricos (aunque todos los padres eran, evidentemen- te, muy pobres) que van a escuelas privadas, por lo que étas tienen una ventaja sesgada sobre las escuelas pibli- cas. En cualquier caso, hemos visto que las escuelas pri- -vadas tienen, en general, mejores inputs que las puiblicas, 304 por lo que quiz éstos también creen una diferencia en Jos resultados. Lo que necesitamos es alguna forma de ajustar estadisticamente los datos para ver qué sucederia silos nifios con las mismas caracteristicas estuviesen en las escuelas puiblicas y privadas y para que estas escue- Jas tuviesen también las mismas caracteristicas. Al lle- gar a este punto las cosas se hacen mas bien técnicas y Ios lectores interesados pueden consultar los documen- tos académicos de mi sitio web para explorar la serie de meétodos estadisticos usados y los resultados obtenidos (www:nel.ac.uk/egwest), pero el mensaje simple de todos los andlisis estadisticos detallados es que no dan lugar a diferencias importantes en las calificaciones «brutas» que hemos sefialado anteriormente. Al tener en cuenta la scrie de variables de fondo, incluyendo la edueacién y la riqueza de los padres, los coeficientes intelectuales de los estudiantes y los efectos de los grupos de compa- fieros, las diferencias habitualmente se redujeron, pero siguen siendo grandes y favoreciendo a ambos tipos de escuelas privadas en cada estudio. Por ejemplo, en Hy- derabad, se predeciria que un nifio que asistiese a una escuela privada no reconocida obtendria 16,1 puntos de porcentaje mds en matematicas que el mismo nifio que fuese a una escuela piblica. En una escuela recono- ida privada, la diferencia de calificaciones seria de 173 puntos de porcentaje. En inglés, las ventajas serian in- cluso mayores: 16,9 puntos de porcentaje mas en una escuela no reconocida y 18,9 en una reconocida. Es inte- resante sefialar que en urdu, después de tener en cuenta las variables de fondo no habia ninguna diferencia esta- disticamente significativa entre las escuelas puiblicas y cualquier tipo de escuela privada. 305 Mis efectivas y mis eficientes éConsiguen las escuelas privadas mejores resultados porque estén mejor financiadas? Esto es lo que procla- man los expertos en desarrollo en las situaciones en las, que reconocen unos resultados superiores del sector pri- vado. El informe de educacién de Oxfam lo sefiala de esta forma: «Hay pocas prucbas sdlidas para apoyar el pun- to de vista de que las escuelas privadas superen siste- maticamente a las puiblicas para niveles comparables de re- aursos».+ Mientras que el Programa de Desarrollo de las ‘Naciones Unidas afirma incluso con mds fuerza que «las, escuelas privadas no superan sistematicamente a las piblicas que tengan recursos comparables» 5 TEs cualquiera de estas cosas cierta? En mi investi- gacién, no pude obtener una informacién detallada so- bre los verdaderos ingresos y gastos dentro de cada tipo de escuela; los directores de las escuelas privadas, por Jo general, se mostraban comprensiblemente reticentes, a divulgar una informacién financiera delicada alos in- vestigadores (aunque obtuve cifras para los estudios ca- suisticos de las escuelas, de las que hablaré mds tarde), mientras los directores de las escuelas piblicas dijeron que se deberia obtener esta informacién del Ministerio de Educacién, que, en general, no se mostraba accesi- ble, aunque fue posible sacar datos de los profesores de escuclas primiarias en la muestra aleatoria de lo que es, en cualquier caso, el elemento més significativo de los presupuestos escolares —los salarios de los profesores—, 4K. Watkins, The Oxfam Eduaton Report (Oxford: Oxfam in Great Britain, 2000), p. 230. 5 PNUD, Hionan Development Report 2003 (Nueva York: PNUD, 2008), p. 115. 306 que se estima que forman la gran mayorfa (del 80 al 96%) de todos los gastos recurrentes de las escuelas primarias puiblicas en los paises en desarrollo. En cada caso comenzé a aparecer la misma imagen: los profesores de las escuelas puiblicas estaban conside- rablemente mejor pagados que los de las escuelas priva- das, hasta siete veces més, pero esta mejor paga no pare- ce traducirse, ni por lo mas remoto, en mejores resultados (véase més arriba la seccién acerca de su dedicacién a la ensefianza) ni en mejores resultados de los nifios (véa- se la seccién anterior acerca de los resultados académi- 0s); pero a continuacién los expertos en desarrollo po- drian volver y decir, de acuerdo, podria no llevar a mejores resultados, pero, claramente, los propietarios de las ¢s- cuclas privadas tienen que estar explotando a su perso- nal, porque reciben una paga mucho menor que los de las escuelas puiblicas. Esto no parece resultar de las dis- cusiones con los directores de las escuelas, sino que, al contrario, parecia que habfa una masa lo suficientemen- te grande de personas sin empleo para satisfacer la de- ‘manda de los mismos. En lugar de condenar a las escue- las privadas, quiz deberia considerarse como un itil servicio publico al absorber miles de graduados de uni- versidades y escuelas superiores en paises en los que el desempleo constituye un enorme problema entre esos grupos.’ De hecho, es mds probable que los salarios © A. Mingat y C. Winter, «Education for All by 2015,» Finance nd Development 39, n° 1 (2002): 1-6; y M. Zymelman yJ. Dest «Primary School Teachers Salaries in Sub-Saharan Aca,» Di Paper n® 45, Banco Mundial, Washington, 1989. 7 Vease, por jemplo, A. Dabalen y B. Oni, «Labor Market Pros pects of University Graduates in Nigeria» Banco Mundial, Washing. ton, 2000, 307 mucho mis bajos de las escuelas privadas indiquen que las escuelas piblicas paguen de mds a sus profesores y que los niveles negociados por la actividad de los sindicatos dentro del sistema escolar monopolistic dirigido por el {gobierno fuesen, de hecho, mucho mas altos que el nivel, del mercado de la ensefianza. En cualquier caso, los profesores de las escuclas pri vadas estaban claramente peor pagados que los de las piblicas. En la Figura 4 se representan las diferencias para Delhi: aqui, el salario medio mensual de los profe- sores de cuarto grado a tiempo completo es siete veces més alto en las escuelas puiblicas que en las privadas no reconocidas. En Delhi se pagaba, por término medio, a los profesores de las escuelas ptiblicas 10.072 rupias (alrededor de 224 délares), frente a 1.360 rupias (unos 30 délares) en las escuelas privadas no reconocidas. Se pagaba alos profesores de las escuelas puiblicas unas tres vyeees més que a los de las escuelas privadas reconocidas (que recibian, por término medio, 3.627 rupias [o unos 81 délares)). Sin embargo, la dimensién de las clases era la menor en las escuelas privadas no reconocidas y a mayor en las escuelas piblicas, de forma que calculando el coste unitario por alumno, se podrfa obtener una compara- cién més valida, En ningtin caso hallé, incluso con esta medida (que podria, en cualquier caso, parecer una ex- cusa de que las escuelas piblicas tuviesen clases mayo- res), que las escuclas privadas tuviesen més recursos por alumno que las puiblicas. En todos los casos, las escue- las no reconocidas tenfan gastos considerablemente me- nores por alumno. Las escuelas piblicas en Delhi gas- taban casi dos veces y media més por alumno que las escuelas privadas no reconocidas. En todos los casos, ex- cepto en Ga, Ghana, las escuclas reconocidas también 308 Figura 4 SALARIO MENSUAL MEDIO DE LOS PROFESORES Y COSTE MEDIO POR ALUMNO-PROFESOR $250,00 200,00" i 100,00] $150,004 850,00 $0,00 +f $6,00 $5,004" 400 | 3.004" $2,00 4° $1,004 $0,00 Coste por alumno-profesor Paiblicas " Privadas no reconocidas reconocidas Fuente: Datos propios del autor, tenian costes por alumno-profesor considerablemente me- nores que las puiblicas. Las escuelas privadas superan las puiblicas, habitual- mente por una fraccién del coste, lo que, por supuesto, 309 solo toma en cuenta los costes dentro de la escuela misma las escuelas publicas estén también apoyadas por una burocracia mastodéntica y cara, mientras que las priva- das carecen de semejante financiacién. El caso especial de China ‘Lo que encontré en China fue claramente diferente de los otros estudios. Mi primera visita me habia ensefiado que Ja principal razén por la que los propietarios establecian escuelas privadas no era porque se pensase que las pibli- cas fuesen, porlo general, de baja calidad, como en todos Jos demas estudios, sino simplemente porque las escuclas piblicas eran geogréficamente demasiado inaccesibles para los campesinos pobres; lo que constituia también la raz6n principal de que los padres enviasen a sus hijos a las escuelas privadas. Para llegar a las escuelas puiblicas Jos nifios tendrian que caminar al menos una hora, y a ‘veces mis, entre montafias, para llegar a ellas. ¥ los pa- ddres decian que eso era caminar demasiado, especialmen- te para las nifias. Durante gran parte del fio el viaje era sencillamente imposible, con abundantes lluvias y nieve, Dado lo anterior, puede no ser sorprendente lo que encontré, Las escuelas privadas no estaban, por lo ge- neral, mejor equipadas que las puiblicas y el tamafio de las clases y la dedicacién de los profesores venian a ser jiguales en ambas: — Los ratios alumno-profesor eran més 0 menos idén- ticos en las escuelas priblicas y las privadas: 25:0 en las privadas frente 2 25:1 en las publicas — La dedicacién de los profesores (definida como la proporcidn de profesores que estaban dando clase 310 cuando legaron los investigadores sin avisaz) era también més o menos la misma en las escuelas publi- cas y privadas. Hallamos a un 92,2% de los profeso- res dando clase en las escuelas privadas, frente a un 89,346 de las publicas, diferencia que resulté no ser estadisticamente significativa, — Los inputsescolares sanidad e higiene eran mejores en las escuelas puiblicas que en las privadas. Se sumi- nistraba agua potable a los nifios en un 15,790 de las escuelas privadas, frente a un 28,2% de las puiblicas. Habja lavabos para los nifios en un 79,3% de las es- cuelas privadas, frente a un 93,5% de las piblicas. — Los inputs escolares confort y seguridad eran, por lo general, mejores en las escuelas puiblicas, aunque habia, a veces, solo pequefias diferencias, En un 87.5% de las escuclas privadas habia pupitres en las aulas, frente a un 97.4% de las pitblicas. in un 65,4% de las escuelas privadas los nifios tenfan sillas o bancos, frente a un 75,6% de las publicas. En un 60,3% de las escuelas privadas habia luz eléctrica en las aulas, frente a un 84,49 de las puiblicas. Habia patios de recreo en un 63,9%% de las escuelas privadas, frente a un 86,4% de las puiblicas. — Los inputs escolares equipamientos de estudio: la amplia mayoria de ambos tipos de escuelas ten/an pizarras. Solo una minoria de las escuclas privadas (4146) tenfa una biblioteca para los nifios, frente a un 27,4% de las publicas. De forma similar, solo un 3,9% de las escuelas privadas tenian uno o mas or- denadores para los estudiantes, frente a un 273% de las pablicas. Dada esta falta de ventajas, merece la pena repetir que, sin embargo, las escuelas privadas proporcionaban, 311 evidentemente, lo que querian los padres pobres, a sa- ber, una escuela que fuese accesible a sus hijos, mien- tras que las escuelas publicas no lo hacfan, siendo, en cambio, mds bien remoias ¢ inaccesibles. También es im- portante sefialar que las tarifas escolares eran aproxima- damente iguales tanto en las escuclas piiblicas como en las privadas, aunque las escuelas privadas tenfan que proporcionar fodaslos equipamientos sefialados més arri ba, mds los sueldos de los profesores a partir de estos pa gos, mientras que las escuelas puiblicas no tenian que cu- brir ninguno de sus costes, En otras palabras, las escuelas piblicas gastaban mucho més por alumno. Sin embargo, en términos del rendimiento de los alum- nos, aparece algo muy interesante. Para esta parte de la investigacién, hicimos test alos nifios en la region de Ding Sxi, que incluia el condado de Zhang, en el que habia encontrado mis primeras escuelas privadas para los pobres en los pueblos remotos. Escogimos Ding Sxi por- que era una de las regiones mas pobres y menos desa- rrolladas de la provincia de Gansu.* Era ms pobre que Ling Xia, en donde la DfID estaba llevando a cabo su trabajo en los planes de desarrollo escolar, Mi equipo hizoun test a2.616 nifios en 218 escuelas, utilizando test estandarizados en matematicas y chino. Pudimos dividir Jas escuelas en tres tipos: escuelas privadas administra- das por propictarios (privadas con dnimo de lucro), es- cuelas privadas administradas por aldeanos (privadas sin dnimo de lucro) y escuelas puiblicas. En ambos test las estudiantes en las euelas privadas con énino de lucro consguieron elifcaciones més altas que, tanto las de las esculas pricadas sin dnimo de kuro, como les de ls euelas 8 Gansu Statsties Bureau, 2004 Gansu Varbok (Beijing: China Statistics Publishing House, 2004). 312 priblicas. La calificacién media en las escuelas privadas con dnimo de lucro fue de un 62,38% (matematicas) y un 68,83% (chino), frente a 57,72% (matemiticas) y 66,729 (chino) en las escuelas piblicas. Las escuclas pri vvadas sin énimo de lucro arrojaron los resultados més bajos, con un 53,48% (matemiticas) y un 60,71% (chi no). Estas diferencias, aunque pequetias, eran estadis- ticamente significativas, pero hay que volver a sefialar que las escuelas piblicas gastaban mucho més por alum- no que cualquiera de los dos tipos de escuela privada. Es decir, de todas las escuelas de nuestro estudio chi- no, las privadas con dnimo de lucro dieron los mejores resultados, con lo que se contesta a las erficas de los ex- pertos en desarrollo contra el beneficio como motivo en Ja educacién. ¥ una vez que hubimos tenido en cuenta a efectos estadisticos las variables de fondo, las diferen cias de resultados entre las escuelas puiblicas y las escue Jas privadas sin dnimo de luero se hicieron insignifican tes, pero se ampliaban las diferencias entre las escuclas con &nimo de lucro y los otros dos tipos. Esto se debia a que, es importante seftalarlo, los nifios en ambos tipos de escuelas privadas tenian muchos menos privilegios que los de las escuelas piblicas, como podia esperarse, dado que venfan de los pueblos més pobres, mientras que los nifios de las escuelas puiblicas vvenian de los pueblos mayores y més ricos. Los estudian- tes de las escuelas publicas dentan ls cvefcentesintelecuales ‘més altos, o que va normalmente asociado a mejores re- sultados. Ademas, los nifios de las escuelas privadas ‘eran significativamente mas pobres que los de las escue- las puiblicas: 93% de los padres de los estudiantes en las escuelas sin dnimo de lucro y 840% en las escuelas con Animo de lucro eran trabajadores del campo, el empleo de menor renta posible en las montafias, frente al 81% 313 en las escuelas ptiblicas. Los padres de los nitios de las escuelas privadas con énimo de lucro eran también los de més bajo nivel educativo, arrojando una media de 5,1 afios de educacién, frente a 5,4 en las escuelas sin dnimo de lucroy 6,4 en las piiblicas. Lo mismo era cier- to cnel caso de las madres (en las escuclas privadas con dnimo de lucro, 2,3 afios de educacién, frente a 2,7 y 3,7 afios en las escuclas sin dnimo de lucro y puiblicas, respectivamente). Todo esto se reflejaba en la renta me- dia familiar, que era la mds baja para los estudiantes de las escuelas privadas con dnimo de lucro: 2.692 rem- bini (332 délares) por afio, frente a 2.716 rembini (835 dilares) en las escuelas sin dnimo de lucro y 3.355 rem- ini (414 délares) en las escuelas piiblicas. Dennevo es importante sefialar que no se obtenia es- tos niveles de rendimiento superiores (0 iguales) en las escuclas privadas por mayor gasto en los inpus, al menos en términos de los salarios de los profesores, ya que és tos eran mucho menoresen las escuelas privadas que en las puiblicas. El salario medio de los profesores era casi cl do- ble en las escuclas piblicas que en las escuelas privadas. Las escuelas privadas en la provincia rural de Gan- su, China, dan a los padres lo que quieren, una escue- la cercana en lugar de una escuela remota e inaccesible. Aunque sean claramente mds pobres en términos de ‘equipamiento escolar, las escuelas privadas no son infe- riores a las escuclas puiblicas en términos de resultados, sino que obtienen resultados similares 0 més altos, con, salarios de los profesores que son solo una fraccién de los que se dan en las escuelas ptiblicas. Gina es un caso especial, pero sigue mostrando no- tables ventajas a favor de las escuelas privadas para los. pobres, siendo probablemente las escuelas privadas més remotas de cualquier lugar de este planeta. 314 Buenas decisiones En mi viaje, habia lefdo los pensamientos de los exper- tos en desarrollo acerca de la educacién privada de bajo coste, que condenaban universalmente, Es curioso sciia- Jar que lo hacfan sin apoyarse en ninguna prueba real. Mi investigacién mostré que estaban equivocados en todo. Quizd las escuelas privadas estén instaladas en edificios més bien ramplones, quizé tengan profesores menos cualificados, pagados muy por debajo de los tipos fijados por los sindicatos, pero estas desventajas apa rentes parecen ser irrelevantes: el hecho de que los pro- fesores estén bien cualificados y bien pagados no lleva a que estén mas dedicados, sino que lo contrario pare- ceser lo cierto. Lo que he encontrado ha sido que los pa- dres pobres llevan a sus hijos a escuelas privadas porque son mejores; y son mejores que las escuelas piblicas en relacién con una mayor dedicacién de los profesores y clases més reducidas. Son mejores en la gran mayoria de los inpuds escolares. Son mejores en resultados académi- cos, incluso después de tener en cuenta las variables de fondo. ¥ no solo son mejores en todos estos aspectos, sino que son més baratas en su funcionamiento, al me- nos en términos de los salarios de los profesores. Los pa- dres no son ignorantes y saben lo que hacen, Llegado a este punto de mi viaje, estaba a punto de cexplotar. Sabia que tenia que compartir mis conclusio- nes con los expertos en desarrollo, épero les gustaria oir que los pobres han encontrado una forma de esquivar los enormes problemas de la educacién publica? Era el momento de averiguarlo. 315 CaPtruLo 10 DISFRUTAR HACIENDO ENEMIGOS Vuelta a Zimbabue ‘Tira mi cuaderno Moleskine sobre la mesa baja que tiene enfrente. Gracias a Dios que mi escritura es tan terrible que seguramente no ha podido descifrar gran cosa. No habfa sonrefdo mientras miraba a través de Jas paginas, y sigue sin sonrefr. Evita mirarme, mien- tras yo hago gala de mi expresién abierta y receptiva con la que suelo ganarme incluso al piblico hostil. En lugar de ello, me mira a distancia con mala cara. Es uno de los hombres més desagradables y enfadados que he visto en mi vida, Me permit el lujo de pensar que tam- bign es uno de los més feos y discordantes, dado todo lo que dice. Su camisa de estilo africano sin corbata «arriba ZANUPE, abajo el colonialismo» (Zimbabue African National Union-Patriotic Front [Unién Nacional Afri- cana de Zimbabue Frente Patristico)) cuadra mal con su gorra de béisbol que anuncia alguna marca ameri- cana y sus zapatillas Nike. Pero estando sentado enfren- te de él, len su cémoda mecedora de cuero y yo en un banco de madera desmudo, no sé cémo va a acabar todo esto. He comenzado a tener ese terrible miedo en la par- te baja de mi espalda, solo lo he sentido una o dos veces 317 en mi vida, frente a enormes y cefiudlos bravucones en. Iejanos lavabos dela escuela, pero lo reconozco inmedia- tamente. éEs un horrible cosquilleo hueco en algiin lugar dela base de la espina dorsal o viene del intestino? Qui- 24 sea que el cuerpo est prepardndose para evacuar y huir del peligro, pero no puedo huis. Estoy de vuelta en Zimbabue, en las oficinas regiona les del partido Zanu-PF, en el poder, en Marondera, a ‘unos cien kil6metros de Harare, la capital. Peor atin, ¢s- toy en las Idbregas oficinas de seguridad subterréncas yssin ventanas, sentado enfrente del Director General de Seguridad. La tinica salida esté bloqueada por su ayu- dante, de pie con una cara completamente inexpresiva Jjunto a la puerta cerrada. Es dos dias antes de las eleccio- nes de abril de 2005, que devolverdn a Robert Mugabe al poder entre acusaciones generalizadas de fraude elec- toral. Acaban de ser detenidos dos periodistas occiden- tales trabajando clandestinamente para el Sunday Times britdnico fuera de Harare y arrojados a la tristemente célebre cércel de Chikurubi, de la que si tienen suerte saldrn ilesos. Me ignora, he intentado hablarle en mi limitado y medio recordado shona, el idioma de la tribu mayoritaria de Zimbabue que estudié 22 afios atrds, cuando era profesor de mateméticas en este pals, ayu- dando a construir el nuevo régimen de Mugabe. Esto suele desatar unas célidas carcajadas y amistad cada vez ‘que lo intento en este pais. Se estremece al ofrme; soy un objetono bienvenido en este mundo cuyo futuro se tam: balea. No hay espacio aqui para la cordialidad o camara- derfa. Se vuelve a mis nuevos amigos, que estén sentados a mis dos lados y hablan deprisa en shona; no entiendo nada, pero capto lo esencial: no soy bienvenido, Aun ado se encuentra la sefiora Joy Farirai, la propie- taria dela escuela Bright Dawn, que opera en las afucras 318 de Marondera. Al otro lado est su hijo de 22 afios, T= chaona, que es el administrador financiero de la escue- Ja. He conocido a ambos hace no mas de 45 minutos Alas nueve en punto de la mafiana, llegué en un baque- teado y viejo taxi al exterior de su escuela. La sefiora Farirai parecié muy nerviosa e incémoda cuando me presenté a mi mismo ya Leonard, un joven zimbabuense que me habia servido de guia en los tlti- ‘mos tres dias, aunque su hijo fue més cordial y acoge- dor. Salié a relucir que habia habido una llamada te- lefénica. Tichaona explicé que su madre habia dicho al presidente de la asociacién de padres y profesores (PTA [APP)) que yo estaba de visita, después de que hablase con ella la noche anterior, con el fin de que todo estuvie- ra. en orden; y ahora queria reunirse conmigo, lo que ‘me parecié correcto. «Deberiamos reunimos con él antes de que visite la escuela», explicé Tichaona en su bello, profundo y rico acento inglés. Yo pensé que era lo correc to. Siempre estoy dispuesto a reunirme con cualquier fun- cionario para que todo esté en orden. La sefiora Farirai habia intentado muchas veces Ila- marle al teléfono fijo y finalmente consiguié contactar- lo. De acuerdo», dijo ella, «estd en su oficina, iremos solo para visitar a mi presidente y Inego podemos ha- blar como es debido». Nos agolpamos en mi taxi y reco- rrimos la corta distancia a través de la ciudad. Al pasar por nuestro hotel, de repente Leonard dijo que habia de- {ado su

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