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S obre la existencia de Ia historia reciente como disciplina académica Reflexiones en torno a Historia reciente, Perspectivas y desafios de un campo en construccién, compilado por Marina Franco y Florencia Levin Resumen El presente ensayo parte de una reseita del texto sobee la historia reciente compilado por Mari- na Franco y Florencia Levin, para luego tratar algunos problemas relativas a fa formacién de esa especialidad 0 disciplina académica, Se centra en la discusién de tres tépicos: ta rela cign entre historia reciente y trauma social, a posible novedad desu enfaque historiogritfico Y su estatuto como campo, disciplina o espe Calidad, EJ ensayo termina afirmando la ma ‘yor carga de politicidad de ta historia reciente respecto de ottos modos de hacer historia y planteando ura cuestidn abierta sobre su auge. Palabras clay Historia reciente — campo acedémico~ trauma social ~ renovacién historiografica — politicidad Luctano ALowso Abstract This essay begins with a review of the book about Recent History compiled by Marina Fran- co and Florencia Levin in order to argue subsequently some problems refative to the formation of this speciality or academic disci- pline. It is based on the discussion of three topics: the relation between recent history and social trauma, the possible innovation in historiography and its statute as a field, disci- pline or speciality. The essay ends up by claiming the presence of a stronger political ‘weight in recent history as compared with other historica? approaches and proposing an open perspective concerning its summit Key Words Recent History ~ academic field — social trau- rma ~ historiography renovation — degree of polities iy Recibido con pedido de publicacién et 18/09/2007 ‘Aceptado para su publicacion el 29/09/2007 Versidn defi itiva recibida ei 01/10/2007 Lupiane Alonso es Profesor ¢ investigador de la Universidad Nacional del Litorai y de la Universidad Nacional de Rosario lucalonso@amnet com. ar ALONSO, Luciano “Sobre la existencia de la historia reviente como disciptina académica Reflexiones, en toro a Historia reciente. Perspectivas y desafias de un campo en construccian, compilado pot Marina Franco y Florencia Levit 2007, pp. 191-204, . prehisteria, aho X!, niimera 11, Rosario, Argentina, primavera Luciano ALONso “Sobre la existencia de la historia reciente...” Como lugar de concentracién de multitud de inquietudes intelectuales abonadas por un conjunto creciente de trabajos académicos 0 como punto de partida para una re- « flexion fundamentada sobre nuevas practicas historiogréficas y sobre sus supuestos tedrico-metodolégicos, la compilacién de Marina Franco y Florencia Levin titulada Histo- ria reciente. Perspectivas y desafios de un campo en construccién,' marca una inflexién en el panorama argentino al tratar de abordar de manera integral una serie de cuestiones relacionadas con su objeto. Su publicacién no s6lo merece una presentacién detallada de tos aportes que lo integran, sino que también abre a futuro la discusién sobre una serie de cuestiones que hacen a la misma definicién de la historia reciente como disciplina acadé- mica en Argentina -o precisamente como “campo”, en la terminologia de las compiladoras, En el presente ensayo resefiaré los desarrolios generales del texto, para luego tratar algu- nos de los problemas que a mi criterio se plantean respecto de la existencia de ese espacio académico. Es sabido que abundan los analisis (y tas dudas) sobre el estatuto epistemolégico de aquello que se da en llamar historia reciente, inmediata, del tiempo presente, actual, flu- yente (current) o coeténea ~denominaciones de ningiin modo equivalentes pero equipara- bles en su pretensién de definir el conocimiento sobre una temporalidad en la que los investigadores mismos se encuentran inmersos. ¥ al mismo tiempo se indaga desde muy variados enfoques {a relaci6n de ese espacio disciplinar con la(s) memoria(s) y la(s) politica(s), en una bibliografia que no sélo ya reconoce sus clésicos sino que ademas crece exponencialmente y tiende a girar sobre tépicos repetidos. Pero lo que este texto trata de presentar, con éxito, es un conjunto de reflexiones que aborda los problemas nucleares de la historia reciente como campo académico en formacién, Para ello las compiladoras con- vocaron a una decena de historiadores y cientistas sociales y articularon sus aportes en tres bloques: el relativo a las cuestiones conceptuales y a los recorridos historingraficos, el que toca aspectos éticos, politicos y metodoldgicos de Ia historia reciente y, por fin, el que bucea en las relaciones entre historia reciente y sociedad, La primera seccién tiene la declarada intencién de tratar las especificidades de la historia reciente y su relacién general con la sociedad y en particular con la memoria. El articulo “El pasado cercano en clave historiografica”, de las propias Franco y Levin, inten- ta ofrecer un rapido panorama sobre la formacién del nuevo espacio, Como lo anunciaron en su intreduccién, las compiladoras adoptan ta denominacién de “historia reciente” por ser el modo de identificacién mas difundido en el ambito académico argentino. Descartan un criterio de definicién cronolégico, al mismo tiempo que advierten sobre los problemas de plantear que la disciplina tenga un régimen de historicidad porticular porque, si bien es cierto que suelen confluir diversas formas de coetaneidad entre pasado y presente —sean de + los actores y protagonistas, de la propia experiencia del investigador o de la presencia de FRANCO. Marina y LEVIN, Florencia -compladoras~ Hutoria reciente. erspectivas y desafios de un campo en construccién, Paid, Buenos Aires, 2007, 340 pp, ISBN 95-12-6565) 192 prohistoria 11 - 2007 una memoria social “viva” ese criterio se fija sobre parametros egocéntricos 0, cuanto ms, metodolégicos si hay un recurso a las fuentes orales, Los acontecimientos traumaticos o de fuerte presencia social en el presente son los objetos privilegiados que para Franco y Levin pueden marcar cesuras temporales a partir de las cuales pensar la historia reciente: “Si bien no existen razones de orden epistemolégico metodol6gico para que la historia reciente deba quedar cireunscripta a acontecimientos de ese tipo ~dicen- Io cierto es que en la préctica profesional que se desarrolla en paises como la Argentina y el resto del Cono Sur, que han atravesado regimenes represivos de una violencia inédita, el cardcter traumético de ese pasado suele intervenir en Ia delimitacién de! campo de estudios” (p. 34). Es ese “pasado que no pasa” ef que impane, entonces, una temporalidad de fuertes connotaciones politicas. Las compiladoras tratan brevemente algunas cuestiones que atravesardn las inter- venciones de los demas autores, alrededor de las relaciones y deslindes de la historia re~ ciente con la memoria, con los testimonios y con las demandas sociales. Los esbo70s infor- mados y precisos que se presentan alif van delineando las tensiones de una disciplina que para Franco y Levin ya va mostrando la apariencia de un nuevo “campo de estudios profesionalizado”. Por un lado, registran la cada vez mas patente irrupcién de la memoria en el espacio pablico y recuerdan la identificacién de un espacio social de conflictos en toro a memorias encontradas sobre los pasados trauméticos del Cono Sur latinoamerica- no. Apropiadamente, reconocen que Historia y memoria constituyen formas de representa cidn del pasado gobernadas por regimenes diferentes, pero que guardan una estrecha rela- cién y se interpelan mutuamente. A su vez, mientras la Historia posee pretensién de vera- cidad, la memoria la tiene de fidelidad, y eo las coloca en un plano de transacciones ético- politicas. Destacan las caracteristicas de lo que Annette Wieviorka denominara “la era del testigo” y revisan la relacidn entre los historiadores y quienes dejan testimonios sobre las experiencias de vida ~pero tambign sobre las representaciones y discursos de su propia sociedad, Advirtiendo respecto de la sobrelegitimacién de la posicin del testigoy la ten~ sién a la que se ve sometida la practica académica en el complejo vinculo con “la pasion”, encuentran en la distancia con ef objeto la condicién de una historiografia critica. Por fin, ponen ejemplos de los modos en los cuales la historia académica es reclamada en el proce- 30 de revisién de los pasados recientes y de las maneras en las cuales los historiadores intervienen en espacios de debate. Es asi que culminan con un registro de los cuestionamientos a la historia reciente y una referencia a las demoras de la historiografia argentina en abordar el pasado inmediato luego de la “transicién democratica”, aportando muy pertinentes respuestas a las objeciones que suelen hacerse respecto de la distancia temporal, la disponibilidad de fuentes o el caracter inacabado del objeto. Enzo Traverso repasa los debates en torno a la distincién y relacién entre Historia y memoria, y en su vineulo con la experiencia, logrando sintetizar en pocas paginas una pluralidad de posiciones y aportando reflexiones por demés pertinentes, Por su parte, Da- nie! Lvovich revisa los modos en los cuales se abords -¢ inicialmente se bloqued el abor- daje— de pasados trauméticos en casos europeos vinculados con los fascismos y colabora~ . 193 Luciano ALonso “Sobre la existencia de la historia reciente. cionismos, proponiendo una diferenciacién respecto det caso argentino postdictatorial y sugiriendo una profundizacién de los debates y estudios que recupere las categorias y modos de anilisis de tas historiogratias referidas. En el dltimo trabajo de esa seccién, Roberto Pittaluga analiza las escrituras sobre la militancia setentista, abarcando un amplio espectro de discursos que no se limita a los textos validados en el Ambito académico sino que incluye los relatos testimoniales, las investigaciones periodisticas y las novelas histé- ricas. Constatando la relativa escasez de escrituras en Ja primera década de la “transicién democratica” y una creciente dedicacion a esos temas a partir de mediados de los afios 1990s., advierte sobre la estrategia de la intelectualidad progresista que ocluy6 la mirada sobre aquellas experiencias que no entraban en los parémetros de la nueva versién de lo democratico, para plantear iuego el estado embrionario de los estudios de historia reciente —en un contexto académico en el cual la profesionalizacién parecié construirse en desme- dro de la figura del intelectual. En la segunda seccién se destacan los articulos de Vera Carnovale y de Ludmila Da Silva Catela, referidos a la problemtica de las fuentes documentales. En el primero se indagan las posibilidades y limitaciones de las fuentes orales, en funcién de sus peculiari- dades y de la compleja reiacién memoria-Historia, En el segundo se realiza un detalle de los archivos que pueden contener fuentes sobre la represi6n, sin duda provisional pero riguroso en el registro de sus particularidades y grados de accesibilidad, que se encuadra enuna indagacién sobre el caracter de los acervos documentales y las problematicas sobre Ja constitucién de repositorios. En las contribuciones siguientes, Hilda Sabato reflexiona sobre la tensién entre las normas que regulan la profesién historiogratica y las opciones ético-politicas del historiador, en tanto que Alejandro Kaufman propone un abordaje del fenémeno de la desaparicién fuertemente anclado en la ética y en la discriminacion de diversas formas de memoria, para bucear en el cardcter “indecidible” de la situacién del desaparecido, en la singularidad de los testimonios y en la imposibilidad del duelo. La dltima parte de ta compilacién redne tres trabajos que también son de diversa procedencia disciplinar, en los que se exploran dimensiones de la relaciéa entre la historia reciente y la sociedad. A partir de un concepto amplio de “lugar de memoria” traido de Pierre Nora, Silvia Finocchio revisa su papel en las politicas educativas nacionales y pro- pone andtisis puntuales sobre los modos en tos que la escuela aborda la historia reciente, Sergio Visacovsky parte de un caso especifico, ka experiencia del servicio de psiquiateia del “Lands” (denominacién comin del Hospital Interzonal de Agudos “Evita”), para poner en cuestion las categorias temporales de la historiografia desde el registro de los modos en Tos cuales los actores sociales ordenan sus experiencias. Por fin, “La conflictiva y nunca acabada mirada sobre el pasado” es el articuto de cierre escrito por Elizabeth Selin, que estudia la memoria como practica social y politica. Partiendo inicialmente de la normaliza- cin del pasado en el caso alemén, indaga en las tensiones relativas a la construccién de memorias sobre el pasado argentino, revisando la importancia del movimiento de dere- chos humanos en la generacién de narrativas y las nuevas iuchas simbélicas que se aren con la transmisién de memorias, Concluyendo su aporte con una reflexién sobre las pre- 194, prohistoria II - 2007 tensiones de una resolucién del pasado en la Argentina actual, Jelin rescata las virtudes de tuna memoria abierta, en constante proceso de revisién Il, Es evidente que el texto compilado por Franco y Levin resulta atractivo y motivador, ya que precisamente da cuenta de las caracteristicas de un espacio de produccién intelectual que se va afianzando en los medios académicos argentinos y que establece constantemente retaciones con otras formas de reflexién sobre el pasado reciente. A partir de esa lectura quisiera presentar brevemente algunos argumentos como para poner en tensién tres cues- tiones a propésito de ese “campo en formacién” o, si se quiere, de la formacién del campo. Estas observaciones no deben ser comprendidas como un contrapunto con uno u otro de los varios autores que intervienen en el libro, sino mas bien como un ejercicio de reflexién que gira en tomo al modo de existencia de ta “historia reciente” tal como aparece en esas paginas. Descartando la apelacién a una multitud de andlisis de corte teérico-metodologico, mis comentarios se sustentarén apenas en algunos recursos empiricos y eriticos. Los tres topicos que quisiera tratar son Ja asociacidn entre historia reciente y pasado traumético, la novedad de los enfoques historiograficos que nos ocupan y el estatuto de la historia recien- te como campo, disciplina o especialidad. Si esas breves observaciones pueden fundar casi arbitrariamente una posicién sobre la historia reciente, confio en que no es contradictoria =a veces complementaria, a veces extremada~ respecto de 1a que sobrevuela la mayor parte de tas intervenciones recogidas en el volumen. Historia reciente y trauma social Desde la introduccién de Franco y Levin se produce una identificacién entre la historia reciente y la existencia de momentos traumaticos. La frase inicial es todo un modelo de definicién: “La historia de ta historia reciente es hija del dolor” (p. 16). No solamente derivan de esa reiacién las caracteristicas que tendria este tipo de historiografia, sino que al momento de discutir su definicidn es esa asociacién fa que prima por sobre otros crite- rigs. Es también el modo de construccién dei probleme privitegiado por Jelin, en tanto que el articulo de Lvovich bucea muy apropiadamente en Ja comparacién de cémo se resolvié esa relacién en los distintos casos estudiados. Como muestra de un consenso extendido, la mayor parte de los aportes al volumen retoman el pasado en clave de conflictos, silencios, violencias, reclamos de justicia, desplazamientos; en suma: componentes 0 sintomas del frauma y en ese sentido retornan una y otra vez al caso de Ja Ghima dictadura militar argentina. Incluso fos articulos eminentemente metodolégicos incursionan en los temas relativos al pasado dictatorial aunque mas no sea tangencialmente. Noes este el lugar para discutir la categoria de trauma y su aplicacién a los conjuntos sociales. Baste acordar en que se trata de una lesién emocional ~y por extensién cognitiva~ producto de una experiencia extrema, con efectos perdurables y subyacentes a la continui- dad de la existencia social (evito deliberadamente alusiones a lo consciente 0 Jo subcons- ciente). En ese sentido es que cabe preguntarse: {fue ta Ultima dictadura militar un trauma para la sociedad argentina? La pregunta puede parecer cinica, Unos treinta mil desapareci- 195 Luciano ALonso “Sobre la existencia de la historia reciente...” dos, cuatro mil asesinados, miles de presos y cesanteados, decenas de miles de exiliados en nuimeros siempre globates y objeto de apasionados debates— representan la cispide del terror de Estado. En tanto que ejercicio de una coercién magnificada sobre el cuerpo social, el resultado iltimo de la dictadura no puede ser otro que un trauma. Por lo menos, ara quienes lo hemos experimentado asi, Y alli es donde Ja pregunta pierde su carécter molesto y alude a un problema de consideracién sobre Jo que se supone que es una “sociedad” y particularmente la “socie- dad argentina”, Quizds por una cuestién de escala de los fenémenos, quizés por la misma variedad de las experiencias sociales, pueden existir grupos completos para los cuales la dictadura no constituyera la fuente del trauma y ni siquiera se considere traumtico todo el periodo de las dictaduras del Cono Sur. Probablemente no hubo una cierta “normalidad” de Jas clases medias durante el te- ror de Estado —apuntemos, de paso, que si este momento parece cualitativamente distinto de otras atrocidades de la historia de estas regiones es también porque afectd a sectores movilizados de las clases medias— porque la situacién estatal-nacional era “excepcional”. Pero muchos integrantes de fracciones 0 segmentos socio-profesionales identificados con ese concepto parecen construir el momento del miedo en el antes de la dictadura y no durante ella. Y con relacién al terror de Estado, Mariana Caviglia apunta que: “...en una considerable mayoria los testigos entrevistados no se consi: deran responsables de lo acurrido, pero no s6lo porque no lo sienten en relacién con la dictadura o porque su voluntad politica de repara- cién al respecto se encuentra generalmente obstaculizada por las deci- siones politicas de los vencedores (...] sino, bésicamente, porque no se reconocen actores de la historia [..] ges la ausencia de esa convie- cién una consecuencia del terror 0 es a veces, o al mismo tiempo, una caracteristica de la identidad de los sectores medios...2”2 Para esos sectores, entonces, hay una sensacién de ajenidad respecto del trance, Estimo que no seria dificil multiplicar fos registros empiricos en los que se aprecie que —lejos de ser el lugar histérico del trauma para muchos integrantes de las clases medias la dictadura se presenta como un Jugar imaginario de orden y seguridad. Asi como construyeron un ofa que no los implicaba en ese pasado de conflictos, Caviglia sugiere que hoy constituyen ‘nuevas alteridades en oposicién con “los delincuentes” o “los piqueteros”, Podra aducirse que hay en esos casos una elusién del trauma e interpretarse los silencios en esa clave. Una ‘cosa es segura: en el flujo de consciencia de muchos grupos sociales, expresado en sus discursos y précticas, la dictadura no constituye un hecho fundante. Si la historia reciente se definiera por ef reconocimiento de un trauma, para amplias fracciones de las clases medias su inicio podria estar en la hiperinflacién de 1989 0 en la debacle financiera e institucional de 2001 ® CAVIGLIA, Mariana Diciadura, vida cotidiana y clases medias. Una sociedad fracturada, Prometeo bros, Buenos Aizes, 2006, pp. 320-321 196 fg prohistorio 11 - 2007 Si por el contrario tratéramos de buscar indicios en fracciones de las clases trabaja- doras, suponiendo un impacto evidente tras la deliberada politica de disciplinamiento so- cial y fractura de ta organizacién popular por parte de la dictadura, tal vez no encontremos lo que esperamos o se nos desdibujen sus caracteres, En un namero anterior de esta misma revista Veronica Maceira presenté una exploracién sobre las practicas de historizacién de distintas generaciones de trabajadores desocupados del conurbano bonaerense; aunque destacaba que respecto de la dictadura las representaciones no eran homogéneas, recono- cfa una “telativa ajenidad (social y politica)” en el modo con el que gran parte de los entrevistados se relacionaba con el pasado dictatorial. S6lo la tercera parte de los entrevis- tados del segmento de mayor edad hacta referencia al periodo de terror, pero incluso con relativa independencia de las consideraciones sobre el mercado de trabajo y la propia situacién Iaboral, ju2gadas retrospectivamente como mejores.’ Otra vez, podrd aducirse con absoluta pertinencia que la ultima dictadura militar propendié por diversos medios entte los cudies e] mas evidente fue el terror de Estado~ a la retirada de los sujetos a la vida familiar y laboraly a la desarticulacién de la clase social como matriz.de las prcticas y las identidades; pero eso es algo diferente del reconocimiento de un trauma social exten- 0, Insisto entonces; ges que la dictadura no configuré un trauma? Si que lo hizo, pero aclaremos; somos nosotros ~-vaya a saber quignes— los que lo identificamos como tal. Lo 3 para aquellos que sostenemos o sostuvimos determinadas posiciones politicas, ciertas representaciones sociales y no otras; para los que tuvimos o transmitimos experiencias puntuales y consteuimas identidades especificas, No para la sociedad argentina en su con- junto, ya que no todos tos grupos sociales ~definidos ampliamente por criterios relacionales © econémicos, por pertenencia a agrupamientos politicos, religiosos o culturales~ tuvieron las mismas experiencias. Para la etnia pilaga el trauma ~o uno de los mas cercanos de los innumerables trau- mas suftidos en la terrible historia de su relacién con los poderes modernos~ parece deri- var directamente de las matanzas de octubre de 1947 en Formosa, El fusilamiento de unos cuatrocientos a seiscientos aborigenes por parte de ia Gendarmeria Nacional, en pleno gobierno peronista, encarné de tal manera en fa memoria del grupo que fueron los recuer- dos trasmitidos tos que llevaron a la biisqueda de cuerpos actualmente en curso.‘ Ejemplo contundente de que la cesura puede estar en otra parte, la eliminacién de tos pilagés que pedian comida para sus cuerpos hambreados y enfermos, el enterramiento clandestino de Jos fusilados o su desaparicién lisa y llana y la continuidad cotidiana de la masacre émica + MACEIRA, VeronioaV. "La recurensia del recuerdo, Pricticas de istorizacgn entre trabajadores desost- pados del eonurbano bonserens. en Prhitora, Ano IX, nin, 9, Resario, rinavers 2008, p. 167 Me éximo de reprodir algunas de las cas de as ervevists presemiads po la ator, qUe pes @ todas explcaciones y sontextualizaciones no pueden eesltar mis qe dolorsis al dxjarnos Ta impesin de que la dictadura pede foncionar ene] imaginerin de muchos trabajadores desocupadas como un periodo de uz, bonanza respeto pr las norms, sin que espontineamente se planteen ninguna relacin ene clay fos sueesos posteriores de la historia argentina contemporie. + Péigina/12, Buenos Aires, 28 de diciembre de 2005 (p. 8), 18 de marzo (p. 8) y 3 de mayo de 2006 (p. 7). 197 Luciano ALonso “Sobre la existencia de la historia reciente...” dan forma a una experiencia extrema, que atraviesa toda la historia del Estado nacional y se hunde aun mds atrés en el tiempo, Para los pueblos originarios, el trauma social es un estado del espiritu en larga duracién. Y ademas, es que s6lo la historia reciente parte del dolor? De seguro que conviene recordar que la Historia, tal como surgié en Occidente, se constituyé como discurso de legit in. Sin embargo también se formé coma su contrario; como discurso contraideolégico en el cual el dolor de los oprimidos actué como acicate para el conocimiento, Con Max Horkheimer y Walter Benjamin, la historiografia aparece al mis- mo tiempo como el tribunal de apelaciones de una humanidad siempre pasajera y como el Jugar de construccién de una esperanza por un sujeto hist6rico. ¥ eso tras la constatacién de que el “Estado de Excepcién” es la regla de los oprimidos, en un transcurrir de siglos en los cuales el enemigo no ha cesado de vencer. En toda historia hay trauma, en el sentido de que “toda institucién, por modesta que sea, posee, como todo Estado (en tanto que superinstitucién), un cadaver en su alacena, una huella de la violencia sacrificada que presidié su nacimiento o, sobre todo, su reconocimiento por las formas sociales ya existen- tes e instituidas”.* No sélo no hay entonces “traumas totales” vividos por todo el conjunto social, sino gue la totalidad de la historia de la humanidad ~y por extensi6n, toda historiografia~ puede ser pensada a partir del dolor y de las violencias fundantes de la dominacién. ;Deberiamos entonces renunciar en bloque al concepto y sus implicancias? De ninguna manera, Aunque se pueda dudar de la relevancia del trauma, se lo ponga en cuestion como fractura ¢ incluso se reconozcan las dificultades de identificar los modos de transmisién social de sintomas postraumdticos, le damos centratidad porque decimos que eso nos importa, Si la historia reciente puede pensarse desde ese concepto, es porque desde una perspectiva ético-politi= ca decidimos que asi sea. Reconocer un trauma histérico ~sea el terror de Estado, sean otros~ supone un proceso autocritico de pensamientos y practicas con trascendencia poli tica y social. No para una mera vietimizacidn sustitutiva y empatica o un discurso de lo sublime, sino en pos de una indagacién sobre aquello que consideramos relevante en fun- cién de una lucha politica, de un conflicto social o, simplemente, de un episodio mas de la guerra civil latente en toda soviedad* Pero para una definicién cabal de fa “historia reciente” no sélo debemos recurrir @ esas cesuras, sino encontrar lo que para defender su concepeidn de una “historia del pre~ 5 LOURAU, René “Instituido, instiuyente, contrainstiucional”, en PERRER, Christian ~compilador— EE lenguaje libertario. Antologia del pensarniento anarquisia contempordneo, Altamira, La Plata-Buenos ‘Altes, 1998, p. 112. Respecto de los otros autores sludidos me remito a HORKHEIMER, Max Teoria eritiea, Amorrortu, Buenos Aires, 1990 y BENJAMIN, Walter “Tesis sobre filosafia de la historia", en Discurses interrumpdes: f, Filosofia del arte y de fa historia, Vaurus, Buenos Aires, 1989, especialmente Via VII © Aunque onginalmente refieren al trauma y en particular a la forma espectfica de la memoria traumética como objetos de un nuevo campo o subcampo de investigaciones, extrapolo aqui observaciones de LACAPRA, Dominick Historia en wrinsita, Expertencia, identidad, teoria critica, FCE, Buenos Aitcs, 198 prohistoria If - 2007 sente” Julio Aréstegui llama una “matriz histérica inteligible”. La constraccién de objetos historiogrdficos en una perspectiva cientifica deberia suponer la identificacisn de momen- tos axiales que abran periodos cualitativamente diferentes del tiempo historico. Cual seria esa matriz en la definicién de una especialidad historiografica es otra cuestién; lo impor- tante es que no se remita aun fenémeno o hecho singular, sino a un conjunto temporatmen- te situado de transformaciones significativas. Va de suyo que para areas determinadas -0 Estados, si se quiere podran defenderse diversas temporalidades y en gran medida remi- tirse a pasados trauméticos de distinta escala y encarnadura social, aunque también es factible identificar un tiempo histérico “reciente” a nivel del sistema mundial.” Historia reciente y renovacion historiografica Sea que se ta emparente con el periodo de terror de Estado o que se laremitaa un momento de transformaciones estructurales, la historia reciente aparece con fuerza como una opcién académica en los ultimos afios, Anunciada al menos desde finales de la década de 1970 en Jos paises centrales come disciplina o subdisciplina especifica, ha crecido progresivamen- te. Franco y Levin remontan sus observaciones sobre los acontecimientos traumaticos a la historiografia occidental posterior a la Primera Guerra Mundial, y luego de una serie de breves menciones registran el incremento del espacio intelectual de la historia reciente desde los afios 1960s. Hilda Sabato afirma tajantemente en su intervencién que “es sabido que su practica es relativamente nueva y no solamente en nuestro rincén del mundo” (p. 226) y citando Aftos interesantes, de Eric Hobsbawm, valida la idea de que al menos hasta ese mismo momento la Jabor historiografica suponia una distancia de unos treinta afios respecto de los sucesos a historizar. GES entonces la historia reciente algo novedoso? En principio si, si se la compara con el establecimiento de una cierta distancia temporal para la definicién de los objetos de investigacion predominante en los estudios historicos del siglo XX, pero no tanto si se iran los clisicos decimondnicos. Tomemos tan s6lo dos ejemplos El primer libro importante de Augustin Thierry, publicado en fecha tan temprana como 1825 y sobre el que volverfa una y otra vez a Jo largo de su vida, fue la Historia de Ja conguista de Inglaterra por los normandos, de sus causas y consecuencias hasta nues- tros dias en Inglaterra, Escocia, Irlanday el continente, Los tres volimenes partian de un conflicto agigantado hasta tocar los talones de! autor; cosa parecida hacia para la misma época Frangois Guizot a propésito de otros temas, De paso, ms alla de sus postulados, un 2006, capitulo 11 “Estudios del trauma: sus eriticas y vicisitudes”. La nocién de un conflicto siempre al borde de la guerra civi! como elemento eonstitutivo dt término “sociedad” en MOORE, Barrington La Injustcia: bases sociales de la abediencia y Ia rebeliin, UNAM, México, 1996, p. 25 7 AROSTEGUI, Julio La historia vivida, Sobre la histona del presente, Madtid, Alianza, 2004, passim Personalmente no comparto 1a Wentiicacin de Azdstegul de un tempo axial hacia 1989-1991 y prefiero defender la posibildad de pensar como matriz hstrica la constitucién de un modo de dominacidn espec- tacular en las reas con procesos de contro y la nueva extesnalizaciin dela violencia hacia las ércas con procesos de periferin enlre 1950-1970, pera eso seria objeto de otra larga discusion. 199, Luciano ALONSO “Sobre la existencia de ta historia reciente...” texto asi viene a recordamos que las raices histéricas del presente ~jsu matriz histérica pueden encontrarse temporalmente lejanas. Pero el segundo ejemplo es todavia més inte- resante. En 1872 Jutes Michelet dio a luz la primera seccién de una obra que su muerte dejaria teunca, El segundo tomo de un libro destinado a varios volimenes més se edité tras, ‘su fallecimiento en 1874. {Su titulo? Historia del siglo XIX. Evidentemente, Eric Hobsbawm no tiene originalidad en eso de escribir en tanto que historiador sobre el tiempo mismo en cel que se ha vivido. Podriamos seguir citando diversos casos en los cuales las materias tratadas eran tem= poralmente cercanas, habia testigos de los acontecimientos que muchas veces fungian de fuentes de informacion sin demasiado rigor metodolégico~ y la implicacién de fos histo- riadores era inmediata. Asi como también encontrarfamos otros ejemplos de textas contra- rios en los cuales se negaba la posibilidad de que ta Historia acometiera el anlisis de un tiempo presente, Y es que en el siglo X1X la Historia, la memoria y la politica ya aparectan inextricablemente unidas, En ese “siglo burgués” los historiadores no s6lo se plantearon cuestiones epistemolégicas fundamentales* sino que, ademas, expresaron visiones de la Historia fusionadas con la politica notabitiar y diseutieron los margenes a los que debia ceRirse, Es claro que esas concepciones buscaban explicar y autenticar su propio presente, aunque también que las elites y clases dominantes europeo-occidentales estaban inmersas en un proceso de formacién de esferas piiblicas en el cual no temian establecer relaciones entre una labor disciplinar en definicion y ta discusidn de las euestiones mas inmediatas Eso sin contar a un Karl Marx historiador de ios contlictos franceses précticamente sobre el filo de fos acontecimientos, que para la academia no pasaba de ser un polemista aunque estuviera fundando él también la Historia como ciencia. En consecuencia la respuesta es negativa: fa preocupacién historiogréfica por un pasado temporal, vivencial o politicamente cercano no es exclusiva de los bltimos atios. Tai postulado es s6lo una muestra de la habitual amnesia en ta que caen nuestras institucio- nes académicas y, logicamente, nosotros mismos.’ Lo que si es novedoso es la consciencia de estar revirtiendo una tendencia secular y 1a constitucién de la historia reciente como campo académico ~0, tal vez mejor, como espacio especifico dentro de un campo historiografico profesionatizado, Para Franco y Levin eso puede comprenderse como pro- ducto de un nuevo vigor de la produccién académica sobre el pasado reciente, vinculado * Aunque su pragmatismo es por lo menos excesive y hornologa crisis disciplinares de diversa indole, Ia gran, Virtue de Gérard Noiriel ha sido recordarnos que muchos debates cpistemtoldgicos que solemos estimar de ‘ultima moda se presemtaron ~con owos modes discursivos y presupuestos uy diversos~ alo largo de todo cl proceso de formacidn de Ia Historia como disciptina cientifica en el siglo XIX, observacién que podria cextrapalarse a fo que nos ocupa, NOIRIEL, Gérard Sobre fa crisis de la historia, Catedra, Madcid, 1997 » Apropésita de una materia absolutamente difesemte, Alain Guerteau ha destacado cbmo se ocultan 1 olvi= ‘dan desarrallos elaborados muy anteriormente con un miiximo de racionalidad, tendiendo a veces a reco- _menzar de cero, y con su tipico estilo polémico ha ndicado que para avanzar te6ricamente “no es indispen- sable hacer pasar por nuevo lo que otros han explicado y expresado con suficiente clarided hace ciento cincuenta altos". GUERREAU, Alain El feudalismo. Un horizonte (eérico, Critica, Barcelona, 1984, p. 41 200 prohistoria 11 - 2007 con a crisis de confianza en el futuro y el giro hacia el pasado que caracteriza al mundo contempordneo, a Jo que se suman los vuetcos de la historiografia hacia una revalorizacin de la subjetividad y hacia el estudio de las experiencias y acontecimientos, asi como la irrupeion de la memoria en el espacio pablico, De mi paste entiendo apropiadas esas ab- servaciones, pero creo que tendriamos una vision més completa si invertimos la carga de la prueba y nos interrogamos por qué no emergié un campo semejante en el periodo central del siglo XX. Las diferencias entre las trayectorias de las historiografias nacionales fueron muy profundas e, incluso en nuestro pafs, los procesos de profesionalizacién del campo de Ja disciplina fueron muy irregulares, plantedndose como un objetive conereto de la comu- nidad universitaria recign en el periodo posdictatorial. Pero fuera cual fuera el grado de integracisn profesional de los espacios académicos, la historia reciente o sus variaciones generaron una clara resistencia Lareticenciaa definir determinados problemas de la historia temporalmente cercana ¢ institucionalizar su investigacién esta en ocasiones ligada a los contextos socio-potiticos. n, Lvovich apunta a una cuestién capital al tratar el problema del aborda- je historiogréfico del nazismo y fenémenos circundantes: e bloqueo de los historiadores cccidentales para ocuparse de ellos y para construir la Shod u Holocausto como objeto de estudio es incomprensible sino se lo piensa en el clima intelectuat de la Guerra Fria y en relacién con las propias actitudes de los involucrados. Tal vez en la consideracién del modo en el cual se trataron -o se eludieron— determinadas cuestiones de los pasados re- cientes, puedan identificarse situaciones similares, en las que los contextos impusieron limitaciones a la elaboracién de agendas sobre esas cuestiones. Sin mayorargumento que la pura especulacién, estimo que a esos andlisis contextuales deberia sumarse ta nocién de un cierre global a la consideraci6n de los tiempos presentes por parte de los historiadores, creciente en et transito entre el sigio XIX y el XX. La profesionalizacién de ta disciplina y el triunfo del positivismo supuso un alejamiento de las tematicas capaces de movilizar lo que Franco y Levin definen como la “pasién”, en sociedades en las cuales ta lucha por el poder incorporaba a nuevos actores sociales emer- gentes. Alli donde ellas ven los primeros escarceos de la historia reciente es donde en realidad se clausuraron definitivamente las debates: no sélo en el recuerdo de Hobsbawm la fatidiea fecha de 1914 aparece como el momento en el que se sancionaba el limite de la tarea det historiador, todavia hacia la década de 1970 Pierre Nora recordaba que esa era la frontera temporal permitida por los maestros." Tal vez no casualmente se trata del mo- mento de derrumbe det “siglo burgués” y de la eclosién de las masas en las dimensiones més altas del poder estatal, con Ja Revolucién Rusa. Ya se hablan sancionado las narrativas histéricas del pasado estatal-nacional y se ocluia el andlisis de los conflictos inmediatos, encorsetando las relaciones entre Historia, memoria y politica en los sectores académicos NORA, Pierre “Presente”, en LE GOFF, Jacques, CHARTIER, Roger y REVEL, Jacques ~directores~ La Nueva Historia, El Mensajero, Bilbao 1988, p, $36. Nora vincula esa clausura a la wadicién positivista de Finales del siglo XIX, 201 Luciano Atonso “Sobre la existencia de la historia reciente...” con todos los debates que puedan imaginarse sobre los modos disciplinarmente “correc os" de realizar esas operaciones—en tanto que, por otro lado, se fue entregando el pasado reciente @ nuevas disciplinas como ta Sociologia y la Ciencia Politica, que en ambitos como el argentino se institucionalizaron con mucho més retraso. Nunca dejé de haber intelectuales que escribieron historias de pasados recientes, en tas diversas acepciones del término, pero en general construyeron sus aportes al margen de la academia. La aceptacién ulterior de estos “nuevos” objetos de investigacién en las instituciones reconocidas seria Quizis no sélo fruto de fos desbloqueos de los contextos politico-sociales, sino también det debilitamiento de la visidn estatal-nacional de la Historia, de la disotucién de las alternati vas sociales al dominio capitalista y de la cada vez més fuerte interpenetracién entre disc plinas en fos tiempos que corren El corolario que se puede extraer de esta observacién es otra vez inquietante. Si el abordaje de pasados recientes no es un fendmeno historiografico en evolucién fineal ni responde estrictamente a ta ldgica de desarrollo de la propia disciplina, lo que lo habilita 0 {o clausura es otra vez una configuracién politica La historia reciente: campo, disciplina, especialidad? Por qué existe una historia del pasado reciente es algo que no se puede responder desde la preexistencia de una fractura que se constituya como objeto historiografico o de un régi- men de historicidad determinado, lo que Franco y Levin reconocen al destacar “un estatuto epistemolégicamente inestable a la hora de las definiciones” (p. 35). Adicionalmente, po- demos reafirmar su sugerencia de que no hay en estos estudios tin sesgo metodologico distintive como no sea el peso otorgado en ocasiones a las fuentes orales. Elizabeth Jelin ya habia observado Ja formacién de un amplio campo de estudios que recibié un fuerte imputso en las décadas de 1980 y 1990.y que tomaba como objetos privilegiados a actores, como Jos movimientos sociales, incorporaba nuevos marcos interpretativos trasvasando los marcos disciptinares y construyendo un espacio de consideracién de los derechos inu- manos y de las violencias politicas y la represién."" Lo que esta compilacién afirma no es s6lo la vitalidad y ampliacién de ese espectro tematico, sino ademas su consideracién ‘como un campo en formacién. Siguiendo a Pierre Bourdieu, la estructura de un campo es un estado de la relacién de fuerzas entre los agentes o tas instituciones que intervienen en la lucha por la distribucién de un capital especifico, Las pugnas en el campo ponen en juego la misma conservacién 0 subversién de la estructura de distribucién del capital especifico.'* Esa es una nocién que puede pensarse respecto de (a historia reciente como espacio de produccién de conoci- miento 0 segmento del campo académico, En tanto que campo no se define por nada intrin~ | JELIN, Elizabeth “Los derechos humans y la miemoria dela violencia politica y a repsesin: Ia consieuc~ dn de un campo nuevo en las ciensias sociales", en Estudios Sociales, ni. 27, Universidad Nacional det Litoral, Santa Fe, 2004, ® BOURDIEU, Piette Campo de poder. campo intelectual, Quadata, Buenos Aires, 2003 y Los usos saciae Jes de la ciencia, Nueva Visi6n, Buenos Atces, 2000, 202, prohistoti 11 - 2007 seco, sino solamente por las posiciones relativas de poder de los actores que intervienen en su constituci6n, De las opciones de quienes intervienen (intervenimos) dependen entonces sus caracteristicas y sus derivas; también los modos de distribucién de capitales determi nados, la interpenetracién con otros espacios sociales y la apertura o autismo respecto de ias voces de los actores legos. No es seguro que se piense en esos sentidos al definir a la historia reciente de ese modo, pero {a recumrente preocupacién de los autores por la cocxis- tencia de modos de validacién disciplinares y posiciones politicas ¢ ideolégicas da cuenta de la inquietud por ta definicién de una autoridad especifica. Si decidimos que esa definicién tiene sentido, atras de ella corren las diferencias en Jos recortes temporales, las atribuciones de significado, las opciones metodolégicas y otras, formas de delimitacién de las regias del campo. Pero también tos cargos de docencia ¢ investigaci6n, las lineas de becas, la subvencién de publicaciones, las invitaciones a con- gresos, los reconocimientos de fos pares y de actores exteriares a la academia. En suma, todas fas implicancias en términos de distribuci6n de diversos capitales. Podemos dar por bienvenido todo aquello que permita movilizar recursos para actividades que considera- mos socialmente necesarias, pero al tiempo deberiamos preocuparnos por la construccion democrética det campo y por su funcionalidad en vistas al compromiso civico~una tarea sobre cuyas caracteristicas, como destaca Lvovich, no tengo personalmente en modo algu- ‘no propuestas contundentes. Probablemente la falta de andlisis de los desarrolios logrados en nuestro medio y de las formas institucionates que adquiere un campo ast sea una de las escasisimas carencias que puedan imputarse al texto, Tan slo Roberto Pittaluga incursiona en breves considera ciones que destacan el cardctet incipiente que tiene en las instituciones académicas argen- tinas, De tas numerosas ¢ informadas referencias bibliograficas, que podrian servir de indice a esos efectos, muy pocas refieren a investigaciones de la historia reciente argenti- na. En realidad la formacién del campo parece ser muy embrionariae incluir un mundo de discursos y representaciones en tensién con algunos de los actores académicos, que recla- man una mayor“profesionalizaciéa”. Pero no esta de més enfatizar una cuestién que reco- re como un hilo rojo los diversos articulos de fa compilacién, reflexionen 0 no sobre ello: todo cainpo historiografico es una construccién politica En ta mayor parte de las intervenciones del valumen Ia historia reciente -cuando se la alude como tal- parece pensarse como una especialidad, No se trata de una disciplina o subdisciplina en si, ya que se produce en la confluencia de aportes plurales. Como lo destacan tas compiladoras y varios de los articulistas, el espacio intelectual de la historia reciente argentina esta cruzado por contribuciones de diversas disciplinas y aparecia ocu- pado incluso antes de ser pensade como tal. Lvovich sefiala que los Socidlogos y los cientistas politicos realizaron muchos mis aportes que los historiadores al estudio de ta Ultima dicta- dura mititar argentina, lo que se presenta como un “resultado de las especificidades de cada campo disciplinario y de los modos en que en cada caso se privilegia o desalienta el estudio de determinadas dreas, més alla de la existencia de unas~cada vez mas desdibujadas. fronteras disciplinares” (p. 119). Sélo la mitad de los convocados para el volumen colecti- 203 Luctano ALonso “Sobre fa existencia de la historia reciente. vo son titulados en Historia, to que a esta altura no tiene mayor significacién que la de mostrar precisamente ese desdibujamiento, Esa matriz de construccién de la historia reciente en tanto modo de conocimiento es particularmente importante. Muestra una vez.mds los limites artficiales y arbitrarios entre las disciplinas, importantes para la transmisién institucionalizada del saber pero cada vez més inétiles a la hora de pensar objetos de investigacién. A diferencia de éstas, las especia- lidades se constituyen como areas de investigacién alrededor de un tipo concreto de fené- meno o método, Son el espacio en el que se gestan procesos de hibridacién disciplinar 0 simbiosis."* Quizas la historia reciente -o como queramos llamarla— no sea un territorio de Jos historiadores, fos sociélogos o los antropélogos, sino el lugar simbélico de una nueva ciencia histérico-social. Lo que dependerd en definitiva de las complejas interacciones en el interior del campo académico en el cual se encuentra. HH. Cuando culmina su contribucién a la compilacién que nos ocupa Enzo Traverso re- cuerda que en el cruce entre la Historia y fa memoria se encuentra la politica, con su carga de reclamos de justicia ante tanta atrocidad contemporanea, Seguramente por eso nos atrae la historia reciente, que pone esos términos sobre la mesa y no puede rehuir su considers cidn. Nos sentimos agentes de algo nuevo al conformar un espacio en el cual los investiga- dores tienen que asumir claramente las implicancias ético-politicas de su trabajo, Podemos tener una relacidn empatica con diversos actores sociales y controlarla en aras de la cientificidad que pretendemos defender. Sabemos que nuestros inevitables juicios de valor eben ser no s6lo habilitados sino también fundamentados y controlados por la produc~ cién de un conocimiento metodolégicamente orientado. Al fin y al cabo, pareciera que sila historia reciente tiene algo diferente de otras formas de hacer Historia ¢s simplemente un plus de politicidad. Enel extremo del razonamiento podrfamos cerrar el circulo y autocriticarmos acerba- mente, dudando de la funcién de nuestra practica. Si hoy la dedicacién a la historia recien- te es admitida y adquiere carta de ciudadania en las instituciones académicas podria ser porque, primero, ante la crisis de confianza en el futuro ~y en los medios para mejorarlo— hemos refugiado nuestra politicidad en la academia, y segundo, si se deja construir como pura actividad profesional la indagacién sobre el pasado reciente ya no resulta soc! politicamente revulsiva o inquietante. Entretanto resolvemos qué pretendemos hacer o por qué hacemos lo que ya hace- mos, la historia sigue fluyend, reciente, presente o como queramos tlamarla, Textos como el compilado por Marina Franco y Florencia Levin pueden ayudarnos a decidir nuestras opciones. Santa Fe, agosto de 2007 "en La Iniciativa

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