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DDA, ADD, ADHD, mel ustedes quieran El mal real y la construcci6n social Gustavo Stiglitz (compilador) ss EWICIOWCORRECIDA Pare eae DDA, ADD, ADHD, como ustedes quieran El mal real y la construccién social Gustavo Stiglitz (comPILADOR) Pitrevistas a: Herman Garcia Jaime Tallis Silvia Rivera Wan Felipe Arango Aine Bérard Bogino Pivic Berenguer Maudia Castillo " tillana Cazenave Maria Eugenia Cora Hraciela Giraldi fam Mandil Veronique Mariage Miedad Ortega de Spurrier Monica Prandi Santiago Rebasa Ana Lydia Santiago Hisela Smania 8s Sotelo Nivia Elena Tendlarz Victoria Vicente Perla Zelmanovich INGrAmE, Editores: ALEJANDRA GLAZE - DANIEL FEOO © GRAMA ediciones, 2006. Fondo de la Legua 2476, Edif. 3, Depto. 40 (1640) Martinez, Pcia. de Buenos Aires Tel.: 4962-4830 ¢ Comercializacién: 5031-2863 grama@gramaediciones.com.ar http: / / www.gramaediciones.com.ar DDK, ADD, ADHD, como ustedes quieran: el mal real y la consfruccién sotial ,/ compilado por Gustavo Stiglitz - Ja ed. corregida Buenos Aires : Grama Ediciones, 2006. 174 p. ; 21214 cm. ISBN 987-1199-30-9 1. Psicoandlisis. 2. ADD. 3. ADHD. |. Stiglitz, Gustavo, comp. CDD 150.195 Traducciones: Claudia Lazare y Ariel Barriviera Hecho el depésito que determina la ley 11.723 Queda prohibida la reproduccién total 0 parcial de este libro por medios graficos, fotostaticos, electrénicos 0 cualquier otro sin permiso del editor. IMPRESO EN ARGENTINA ___ Distripuye EN Espana: 4 Canoa EpiToria ¢ Teléfono / fax: 934 242 391 canoaeditorial@yahoo.es Indice Gustavo, STIGLITZ, Presentacién /{ i La clase ‘de los DDA 0 la rebelion de las singularidades . 3 Conversaciones Entrevista aGeRMAN Garcia / 21 Politica y clinica: a propésito de la hiperactividad (ADD) Entrevista al Dr. Jaime TaLLis / 35 “La medicacién desresponsabiliza” Conversaci6n con SInvIA Rivera / 43 La produccién del conocimiento se inicia no con evidencias sino con decisiones ~Cémo Ilegamos hasta aqui? El sindrome en la encrucijada. Clinica, ideologia, educacion, farmaco: ANNE BERAUD-BoGINO = / 55 Ritalina y suicidio en Québec Monica Pranpt / 61 ADHD. Un nombre para la falla de la funcién de inhibicién JUAN FELIPE ARANGO = / 69 Hiper-actividad sin productividad Sita ELENA TENDLARZ / 75 La atencién que falta y la actividad que sobra SANTIAGO Repasa / 83 De la respuesta farmacolégica al sintoma analftico Ram Manni, / 91 Biopolitica del Déficit de Atencién PERLA ZELMANOVICH / 99 Variaciones escolares CLAUDIA CaAsTILLO / 107 ADD, atencién con el déficit Del trastorno a la multiplicidad de la clinica Enric BERENGUER / 115 Un sujeto que no atiende (al significante) ‘ VERONIQUE MaRIAGE, / 121 Su hijo es un hiperactivo! Maria EuGENIA Cora / 127 ¢Seré un ADDO saber sobre la causa Victoria Vicente / 133 Lo que nos enpefia el TDAH { > 4 EI psicoandlista ante la demanda por DDA 4 InfsSoreto / 141 ‘y Del déficit al sintoma GracipLa Giratpl / 147 Prestando atencién al sintoma PrepaAb ORTEGA DE SPURRIER f 151 Los atolladeros de una herencia LILIANA Cazenave / 155 Del déficit de atencién al sujeto de la inhibicién, el sintoma y la angustia GISELA SMANIA [171 Una pastilla “marciana” ANA LyDIASANTIAGO / 175 Algunas consideraciones sobre el Trastorno de Déficit de Atencién e Hiperactividad 6 Indice onomastico / 135 Nota del editor EDICION CORREGIDA La presente edicién, titulada DDA, ADD, ADHD, como ustedes quie- ran, sustituye a la anterior del mismo nombre publicada por GRAMA EDICIONES en mayo del 2006, la cual fue retirada del mercado por la misma editorial debido a que se presentaron divergencias legales en torno a la originalidad autoral de uno de los trabajos incluidos en aquella edicién. Dichas divergencias fueron resueltas por mutuo acuerdo entre los autores involucrados y GRAMA EDICIONES. ~ | wvuaind s3q3zisn owo> ‘aHav ‘aay ‘vad Presentacion La clase de los DDA 0 la rebelion de las singularidades . 3 » GusTAVo STIGLITZ ‘ ‘ “Lo que cuentes va a depender de la teoria que ten- gas sobre lo que estds contando”. [AN HACKING Los nifios y los adultos con problemas de atencién y conductas hi- peractivas existen. No son una imaginerfa. gPor qué agregar “como ustedes quieran” a la lista del titulo de este libro? Porque cualquier variante de las siglas del Trastorno por Déficit de Atencién y Com- portamiento Perturbador (DSM IV) en circulacisn -DDA, ADD, ADHD, TDAH, etc.— portan una significacién vacia para nombrar distintos tipos de malestar, y segtin con qué se Ilene ese vacio, deter- minaré la decisién de tratarlo 0 no, y de qué manera. Todo el mundo sabe hoy que existe un diagndstico -DDA~ y un tratamiento medicamentoso que se dice especifico. No abundaremos en la descripcién del cuadro. S6lo nombraremos la triada destacada en los manuales de psiquiatria: déficit de atencién, hiperactividad, impulsividad. La retdrica en juego tiende a reducir al malestar al registro de Ja biologia y, en algunos casos, a patrones de conducta erréneos y ree- ducables. Leemos, por ejemplo: “la causa del DDA es cierto disfuncio- namiento! cerebral”. “Los estudios con neuroimagenes sugieren que los cerebros de los nifios con trastorno de hiperactividad y défi cit de atencién son diferentes de los cerebros de otros nifios. Estos fos manejan neurotransmisores (incluyendo dopamina, serotonina y adrenalina) en forma diferente a como lo hacen sus compaiieros”.* ISTAVO STIGLITZ es médico psiquiatra, psicoanalista, miembro de la Escue- la de la Orientacién Lacaniana (EOL) y de la Asociacién Mundial de Psicoa- nélisis (AMP). mail: gstiglitz@speedy.com.ar En este parrafo y en los que siguen el subrayado es nuestro. ADAM. Empresa prestadora de informacion y servicios de salud. Web. | Nvuaino saaaisn owo> ‘quay ‘aav ‘vad Gustavo StigLitz “El trastorno de hiperactividad y déticit de atencién a mentido es ge- nético y cualquiera que sea su causa espectfica (lo que significa que no se conoce), parece iniciarse muy temprano en la vida a medida que el cerebro se esta desarrollando”3 Nos preguntamos: zhabré un gen hiperactivo?, jalgtin investiga- dor habra hallado un gen desatento o de peligrosa impulsividad? “Cierto disfuncionamiento...”; “...sugieren...”; “a menudo...”; “cualquiera que sea...”: jcuriosa amalgama de certeza e impr cién! Consecuentemente con este tipo de planteos, el tratamiento Hiende a ser biolégico. Y el medicamento més utilizado es un deriva- do anfetaminico, el metilfenidato, comercialmente conocido como Ritalina. No es el tinico, pero es el mas difundido: A pesar de ser un estimulante tieng un efecto paradojal sobre la hiperactividad, porque estimula zonas cerebrales que ejercen control sobre otras También hay una droga no estimulante, la atomoxetina. Como con todos los psicofarmacos, se sabe que interviene en el metabolis- mo de los netrrotransmisores, pero nada se sabe de la relacién entre dicha intervencién y sus efectos clinicos. Hay alli un vacio homélogo al que anida entre Ias hipstesis y 1a causa. Pero este vacfo no impide que el metilffenidato, descubierto en los arios 40, haya multiplicado siete veces sh consunto desde 1990 hasta hoy. Segtin la publicacion inglesa New Scientist del 28/11/1998, el uso de Ritalina es une de los fendmenos farmacéuticos mas extraordina- tios de nuestro tierhpo. En algunas escuelas, el 15% de los nifios son diagnosticados con ADD 0 ADHD, y el reparto de Ritalina ya es par- te de la vida diaria de colegio Pero no todos estén de acuerdo en el campo psiquidtrico. Segiin el psiquiatra Americano Peter R. Breggin —participanie en el National Institutes of Health Consensus (NIH Consensus)- “no hay pruebas para la existencia de una enfermedad que pudiera causar el ADHD. No se han detectado nunca diferencias orgénicas en los cerebros de nifios hiperactivos. No hay reacciones bioquimicas diferentes. El tini- co ‘cuadro sintomatico’ en el que se apoyan los médicos para detec- tar Ia hiperactividad es el comportamiento.” Es interesante loer y de- tenerse en algunos pasajes de las Conclusiones del Consensus. Por ejemplo® “A pesar del progreso en la apreciacién, diagndstico y tra- tamiento del ADHD, este desorden y su tratamiento pesmanecen controversiales, especialmente el uso de psicoestimulantes para el tratamiento en corto como en largo plazo”. 3 Tbidem. * Citaremos siempre la misma fuente localizable a través de buscador W solicitando “NIH Consensus”. lado en confusion para las fami d politicos. La controversia toca cuestiones que conciernen literalmen- te a la existehaja del desorden, c6mo puede ser diagnosticado y qué tipo de interveneién serfa mas efectiva.” jios de investigaci6n clinica y de expe- “Finalmente, después de riencia con ADHD, nuestro conocimiente permanece mas que nada especulativo. Consecuentemente, no tenemos estrategias documen- tadas para su prevencién.” as y conflictivas opiniones sobre el ADHD han resul- s, educadores, agentes de salud y divers Corho se ve, se trata de una dura batalla: la cuestin es si tratar 0 no con férmacos algo que tiene una base cientifica tan débil. Se per- fila aquf un dilema ético ya que se trata de una decisi6n. DDA: Desorden por la Demanda del Amo ELDDA, verdadera vedette de la clinica infantil que comienza a in- filtrarse en el campo de los adultos, es un caso paradigmatico de los efectos que producen las exigencias del amo moderno en el campo de la salud mental. Ha generado un alboroto en el que no faltan elemen- tos de una ideologia de segregaci6n, ideales de eficacia e inter ses de mercado. Se trata de un fenémeno que hay que estudiar no sélo en las publicaciones cientificas de diversas d ciplinas sino, también, eA los periddicos y en internet. Los articulos periodisticos en general, y los que se refieren a este tema en particular, se han convertido en un acopio de sociologia en bruto que debemos saber leer. Nuestra lectu- ra destaca algunos ejes clinico-tedricos en la superficie y un trasfon- do que se puede leer entre Ifneas, de corte mas politico, econémico y sociolégico. En la superficie, este archivo nos muestra una clinica que refleja una concepcién deficitaria, representada en el concepto de trastorno’, opuesta a la de la orientacién psicoanalitica lacaniana del sfntoma’, del sintoma como produccién. Entre lineas, en cambio, en- contramos un tinte ideolégico segregativo. ; Jacques Lacan ya habia adelantado en 1967 que tanto el porvenir de mercados comunes® como el progreso de la ciencia®, nos llevarfa a tratar, cada vez mas y no s6lo como profesionales sino en la vida co- ' LACAN, Jacques: “Proposicién del 9 de octubre de 1967”, en: Momentos cruciales de la experiencia anatttica, Manantial, Bs. As., 1987. & Lacan, Jacques: “Discurso de clausura de las jornadas sobre las psicosis en el nifio”, en: El Analiticén, Correo-Paradiso, Barcelona, 1987. Nw¥aINd S3gaisn OWOD ‘GHaY ‘dav ‘vad ®| Gustavo Stie.itz tidiana, con los procesos de segregacin. F] tratamiento actual del te- ma del DDA es un ejemplo de ello. _Sin caer en la idea paranoica del complot que no es necesario que exista para que funcione como tal, el DDA es un significante nuevo (para algo viejo, viejisimo, como veremos en algunos de los textos de esta compilacién), en el que convergen intereses y efectos de la cien- cia y del mercado. . Ambos, ciencia y mercado; operan creando clases, uniformizan- do, como si estuvieran movidos por un terror a lo tinico, a lo singu- lar de cada uno, Lo inquietante del reduccionismo ya:sea de corte neurobiolégico, genético, econémico (ecuacin costofbeneficio) o politico de la clasificacién, e el ideal de dominio que sostiene. Ideal que descansa sobre la jlusiGn de que lo real va a dejar de sorprender- nos. éUna ideologia ritalinica? Lo que los meflios de comunicacién nos muestran es‘como se troduce en nuestr& temente apoyados los avane i sociedades esa orientacion segregativa. Aparen- in las modgrnas clasificaciones psiquidtricas, en s de la farmacologia, la genética y otras ramas de la cien- cia, los miles de artfeulodque-circulan siguen y fomentan una légica de clases. Por ejemplo, la clase de los DDA. La oferta de Ritalina -que ya no es el tiltimo pero sigue siendo el férmaco mas indicado- crea una clinica (“zelinica ritalinica?”) que si- gue esa l6gica de clases que reduce al sujeto a su pertenencia o no pertenencia a dicha clase. S6lo dos categorias pos ta -tiene el “trastorno’, bles ante el malestar que Hlega a la consul- 1 © no lo tiene- aunque siempre esta la comor- bilidad con otros trastornos al acecho, de manera que desaparece to- da particularidad subjetiva. Mas que una clinica seria una ideologia ritalinica, porque no estd sostenida s6lo por algunos profesionales, si- no también por los medios, padres, maestros, agentes sociales y de salud, etc, He aqui otro efecto de esta forma de pensat la clinica: cual. quiera que maneje los protocolos, los criterios del manual al pie de la letra, puede opinar al respecto ¢ incluso hay grupos de presién que apuntan a que puedan intervenir diagnosticando y, atin més, indi- cando la medicacién’. Eric Laurent explica muy bien esta situaci6n en su libro Lost in cognition, Coleccién Diva, Bs. As., 2005. Como veremos en algunos de Ios trabajos’, podemos decir “ideo- logia ritalinica” en tanto en algunos lugares ya se ha creado legisla- cion que regula la vida escolar y laboral. Es interesante, también desde el punto de vista ideolégico, lo que se plantea el psicoterapeuta Rafael Garoz: “Es una contradicci6n el intento de preservar la infaneia jurfdicamente, con principios univer- sales, y luego combatir los problemas de los nifios a base'de pastillas. Eso desembocara &ityn mundo més feo y deshumanizado”. “La fie- bre de este medicamento es tal que en muchas escuelas se ha popu- larizado la hdra R, para que los nifios aquejados de hiperactividad to- men la pilddra que a diario les suministra la profesora”.? Acordamos con la preocupacién de Garoz, pero quiz no sea tan contradictorio el proteger con principios universales y el medicar con los mismos principios. Es inherente a los discursos universalizantes del “para todos”, esa torsion por la cual lo que era un bien, protec- cién, cuidados, se torne en un instante en el ejercicio de un poder. La estafa psiquiatrica: angustia y mentira En el encuentro del viviente con el lenguaje se producen distintas relaciones y no-relaciones entre los registros simbélico, imaginario y real’, Jacques-Alain Miller, en su curso La experiencia de lo real ent la cura psicoanalttica'!, retoma el binomio que Lacan introdujo en la clase del 15/3/77 del seminario 24: lo realmente simbélico y lo simbdlicamen- te real. Punto de juntura y a la vez de exclusion entre simbélico y real. Extimidad, es el nombre que puso Lacan a la exclusién interna. Lo realmente simbélico es lo simbélico que se introduce en lo real. Lacan Tama a ésto mentira, porque ubica allf la naturaleza ilusoria, engafiosa, de lo simbdlico. En el otro término del binomio: lo simb6- licamente real, lo real que se introduce en lo simbélico, Lacan ubica lo que no engafia por excelencia en la clinica: la angustia. Estos térmi- hos, mentira y angustia, son llamados a responderse, dice Miller, De este modo, para nosotros, en el uso contempordneo de la pala- bra DDA y sus variaciones, se evidencia este llamado a responderse. "Juan Felipe Arango en este volumen. " En Diario El mundo, Espafia. 4/1/2004, '" Ver al especto de real, simbélico e imaginario, y DDA el texto de Enric Be- renguer en este volumen. "MILLER, J.-As La experiencia de lo real en Ia cura psicoanalitica, Paidés, Bs. As, 2005. | Nvuaind s30a1sn OWOD 'GHaY ‘dav ‘vad Gustavo Stigiitz La dimension retérica, mentirosa, ese uso del lenguaje en el que iHay niftos y adultos impulsivos, con tendencias a pasar al acto ‘DDA” pretende decir todo del paciente y no dice nada del sujeto, J con mas o menos niveles de riesgo? Evidentemente, sf, los hay. fesponxie alo real velando la angustia. Esta a su vez responde a la fa- jHay que juntar estos tres males, 0 manifestaciones del malestar, a simbdlica a nivel del sintoma, ya que “DDA, ADD, ADHD, ete.”, J en uno solo con la complicacién de tener que aclarar que es el mismo son ineficientes como envoltura formal del mismo en tanto no son § cuadro pero sin uno o dos de los males enumerados (Déficit de Aten- singulares, propias de cada uno, sino significantes amo en lo social, § cién con o sin Hiperquinesja...)? ¢Es necesario clinicamente? No, no masificadores. Entonces, es la cara.real del sfntoma la que aflora: na- J lo es da que decir, nada que pensar, Sélo déficit (atencidn) 0 exceso en el {Cudl es la regla ywe se sigue para juntar esos tres conjuntos en cuerpo (hiperactividad) y angustia. i uno? = La respuesta farmacolégica no tiene efectos univocos. $i bien por {Por qué hager bailartantos cuerpos al mismo son -o mejor dicho, lo general va en contra de la demanda de saber, es inseparable de un J sin ton ni sons i efecto sujeto. Y de esto testimonian los nifios que se preguntan por Pierre Legendre decia que la politica es el arte de hacer mover los qué sus padres les clan pastillas, qué significa eso. “zPor qué me dan J cuerpos!4. No vemos cada vez més nifios, padres y adultos danzan- S50 COMO Sf fuera un tonto?”, se preguntaba uno. “Soy un tonto para J do al ritmo del DDA, el TDAH, el metilfenidato, la atomoxetina y mis padres” dice de su posicién subjetiva, todo lo que no dice J otros ritmos adormecedores? Es la politica de la salud mental al ser- DDA... | é viclo de la politica de masas La oferta del medicamento miente si apunta a reducir el malestar Concluimos entonces que hay el mal real que podemos pensar en a lo biolégico; esa es la estafa psiquidtrica. (érminos de lazo y no-lazo con el Otro -la desatencién como un no- No es que los medicamentos no fengan efectos a veces beneficio- J |azo con la palabra del Otro-, 0 en términos de exceso pulsional —la S08, otras no. Pero gf como el psicoandlisis puede deslizar.a la esta- | hiperactividad y la impulsividad como manifestaciones de un cuer- fa de lo simbdlico' tla interpretacion infinita-, la psiquiatrfa puede J} po mal regulado por lo simbdlico-, pero nada de estos males que deslizar a la estafa de'lo bioldgico, desconociendo al sujeto como res- J afectan realmente al cuerpo autoriza a construir la clase de los DDA. Puesta de Jo real. Tal compo Jacques Lacan tuvo el coraje de abordar | Por eso hay que distinguir el mal real de la construccién social'5. CREAR, los practicantes ‘de la.psiquiatria deberian conocer el Ifmi- £1 DDA es una idea que se ha ido moldeando en algunas décadas, te de la intervencidn farmacolégica. pero a partir de antiguas observaciones!®. ‘lomemos lo que Nelson No estamos en contra del uso de psicofarmacos, por decreto. Sino Goodman Ilama el “nuevo problema de la induccién”. Este muestra Por su uso “con cautela”, como dice el Dr: Jaime Tallis quien ademas J} que siempre que alcanzamos alguna conclusién general a partir de la afirma que la medicacién desresponzabiliza."3 evidencia de sus muestras particulares, podriamos alcanzar una con- clusién opuesta usando las mismas reglas de inferencia, pero con di- ferentes preferencias en la clasificacién!”. Apliquemos este problema al DDA. En términos de Goodman, EI mal real y la construccion social $ DDA es una clase. zCémo se hace una clase? ;Cémo llega a existir? Una clase es efecto del poder configurador del lenguaje, utilizando eHay niftos y adultos con serias dificultades en gu atencién, lo que J ina semantica evaluatoria para designar un grupo de personas y ha- incide desfavorablemente de su rendimiento escolar y laboral? Si, los J eerlo problemAtico. Por lo general, cuando la ciencia produce el gru- hay. po X “de los que...”, uno tiene la sensacién de que preferiria no per- _dHay nifies y adultos con una motilidad hipereinética a veces J lwnecer a ese grupo. orientada, otras no? Si, sin duda, los hay. LUGENDRE, Pierre: El amor del censor. Ensayo sobre el orden dogmatico, Anagrama, Barcelona, 1979. Lacan, Jacques: “Palabras sobre la histeria”, en: L“insu que sait de l’une-be- HACKING, Ian: La construccién social de qué? Paidos, Bs. As., 2001. vue saile & mourre, Clase del 17 de mayo de 1977. Inédito. Ver textos de Jaime Tallis y de Silvia ‘Tendlarz en este volumen. Conversacién con Jaime Tallis, en este volumen HACKING, Ian: op. cit. 12 Nvuwaind s3qaisn OWOD ‘CHa ‘ddv ‘vad | GUSTAVO STiGLITz El DDA es un ejemplo de clase interesante en el que se cruzan cuestiones cientificas, pseudocientificas y 6ticas. Si decimos: “todo aquel que tiene problemas para mantener su atencién y/o presente hiperactividad y/o impulsividad pertenece a. la clase DDA”, a esa clase se le responde con medicacién adecuada para normalizar sus caracteristicas. Ahora bien, si acentudramos, por preferencia, alguna otra caracteristica de la clase, se formaria otra dis: tinta y también serfa otra la indicacién. Un ejemplo de ello lo tene- mos en que la preferencia por acentuar que el DDAes un cuadro pro- pio de la infancia, ha caido. Ya no se espera nada de la supuesta ma- duracisn, y se medica.de la misma manera a los adultos. Pero toda clasificaci6n se caracteriza por dejar fuera la considera- cién sobre el propiq modo de arreglarselas con la pulsién, de gozar. Es por el trabajo con el sintoma tomado como produccién subjetiva que el psicoandlists puede localizar algo de ese modo y operar sobre él. O en términog freudianos: ¢qué pasa con la libido que no se utili- za para prestar dtencién? ¢Qué pasa si retorna en el cuerpo y ste se torna inquieto sin responder al llamado del Otro? Por eso el psicoandlisis no hace clases. Podriamos decir “la clase de los analizaqos”, “la clase de los analizantes”, pero no lograrfamos uniformidad alguna, ya-gue el sintoma es lo més real que cada uno obtiene en su anilisis. El psicoanalista, mas bien, invita a la rebelién de los clasificados en la clase que sea. Invita a la rebelién de las sin- gularidades. ye La ciencia, la técnica y el mercado, haciendo clases, proporien un modo de vida que rechaza lo real singular, pero no por ello evita sus fetornos en angustia, inhibicién y otros fendmenos en el cuerpo. La reconquista del Campo freudiano se inscribe hoy en la convo- catoria a un modo de vida orientado a través del sintoma por el va- cio central en el universo de discurso: lo real. Conversaciones a Politica y clinica: a propdsito de la hiperactividad (ADD) ENTREVISTA A GERMAN GARCiA* (peiavo Sticuirz: Usted plantea en su libro El psicoandlisis y los deba- ty cullurales. Ejemplos argentinos!, refiriéndose al campo del psicoand- {is fundado por Freud, que siempre habria una experiencia que in- ‘hive modificaciones en los axiomas de los que se parte. Hin el caso de la amplia difusién medidtica que recibe el tema del DDA, xno le parece que mas bien se trata de una inyeccién de axio- fis para determinar una practica? UHMAN Garcia: Si, pero no hay que olvidar que si hay una eficacia del lenguaje no se detiene porque no se la tenga en cuenta. Como de- ia Freud, el hecho de que los médicos ignoren la transferencia, no quiere decir que deje de existir: la gente igual tiene transferencia con Jos médicos. El hecho de que alguien ignore la sugestién del lengua- je no quiere decir que la sugestién del lenguaje se elimine. Eso impor- { porque si no pareceria que el inconsciente funciona si el cliente co- foce algo sobre el inconsciente. ¢Los ferreteros 0 los taxistas no tie- fen inconsciente? Se supone que igual entran en transferencia. En verdad, la teorfa de la transferencia en el psicoandlisis es una res- puesta a la sugestion del lenguaje. Advertido de la sugestion del len- suaje el analista opera de una manera, mientras que los terapeutas * Pintrevista realizada por Gustavo Stiglitz el 1° de marzo de 2006. GYRMAN Garcia es escritor y psicoanalista, Director de enseftanza de la Fun- dacion Descartes, miembro de la Escuela de la Orientacién Lacaniana (EOL) y de la Asociacién Mundial de Psicoanélisis (AMP). ' Garcia, Germén: El psicoandlisis y los debates culturales. Ejemplos argenti- nos, Paidés, Bs. As., 2005. Nv¥aINd S3qd31sn OWO> ‘quay ‘day ‘vad GeamAn Garcia cognitivo-comportamentales no tienen problema en decir que traba- jan con la sugestion. No ignoran el problema, sino que usan la suges tin que nosotros analizamos y les parece muy bien trabajar con ella, Pero el problema es: ia qué responde todo esto? Vamos a explicitar algunos mitos, que deben ser los nuestros, & el campo del psicoanilisis. Hay un dato. La cuestién de la hiperacti vidad ha sido descripta en el siglo XIX; las primeras descripciones' son de Bourneville en Francia en 1897 y Demoor en Alemania e1 1901. Este dato sirve para no tirar, como se dice, al nifio con el agu de la baiiera. Es decir, puede ser que estemos en contra de cémo s trata, se manipula el fendmeno, pero no negaremos que existe. Aho: ra, el tema es si uno cree que ese fenémeno debe ser tratado 0 no. Hay un lado bueno de la hiperactividad, la energfa, la diversidad, la in vestigacién. Y hay un lado negativo, la dificultad para atender mini mas reglas de convivencia con el entorno, sea familiar 0 escolar, Quiere decir que sivuno acentia el lado negative, uno dice hay qu parar esto como sea, por la psicoterapia, la Ritalina, etc. Si uno acen: tia el lado positivo, tiene que crear una manera de resolver los evens tuales sufrimientos del nifio producidos por las dificultades en la in teraccién. Entoncés, ya hay una posicién tomada de antemano. Si mi terapeuta le gusta el ordén, va a acentuar la negatividad del fend meno. Otro puede decir: “jNo!-esté muy bien que se desordenen ui poco las reglas del juego”, y va a dramatizar menos. Esto es impor: tante marearlo. Hay famosos hiperactivos, el Marqués de Sade po ejemplo, de una hiperactividad formidable atin dentro de la carcel, Es decir que uno puede hacer una cosa 0 la otra con Ia hiperactivi: dad, serfa una decis i uno acenttia el lado positivo dice: “a est nifto lo que le falta es una especie de secretario, alguien que lo orien: te”. No es lo mismo que decir “esté enfermo, hay que tratarlo”. Acen: tuar el lado positivo se parece mas al psicoanilisis. En cuanto al tema de las causas, no se conocen, y lo que el psicoa: nilisis dice es bastante trivial*: perturbaciones del lazo materno, e in: cluso Winnicott hablaba de una relacién defectuosa con la madre, Diatkine de defensas manjacas contra la depresién, Bergés de una fa lla en el desarrollo corporal, Misés del dominio de la relacién dui madre-hijo y de un padre ausente, falta de seguridad interna. Otro hablan de hipstesis de anomalias de la estructura cerebral, tomadi de experiencias con animales, problemas en el metabolismo de | neurotransmisores, la dopamina famosa, 0 una carencia de ferritin, que no esta probada. Sciences Humaines N°168, febrero 2006. * Sciences Humaines. Los cognitivistas a su vez quieren mostrar un defecto de inhibi- vin de las respuestas, una falla de la funcién ejecutiva. La genética estudia en los gemelos 0 en los nifios adoptados la evidencia de que hy algo heredado en la hiperactividad que se sittia entre el 30% y el ‘), Numerosos genes entran bajo sospecha, especialmente los liga- slow al metabolismo de los‘neurotrasmisores, pero no se ha identifica do ningtin gen de la hiperactividad. A su vez el entorno ~y aqui esta lo conductual~ juega un rol, no solamente el contexto familiar y educativo, sino el entorno fisico, co- Mo el eventual tabaquismo de la madre durante el embarazo. Los co- Jprantes alimenticios fueron sospechados durante mucho tiempo, pe- te ahora se han declarado inocentes. En resumen, como lo muestra la abundancia de causas evocadas, no se noce la causa de la hiperactividad. Es decir, la justificacién de la causa # no conocemos la causa. RI término “hiperactividad” recubre perturbaciones distintas, ma- Ailestaciones que son vecinas, pero con causas diferentes. O sea que # relacién con la causa, uno podria decir que el psicoanilisis tiene fepuestas que las otras practicas no tienen, pero el problema es la ac- Mitud a tomar. Porque los sufrimientos del nifio no son “internos” solamente, si- #@ que son también producidos por el rechazo que su hiperactividad genera. Quiero decir que el drama del nifio hiperactivo no seria muy iiferente al del nifio llamado superdotado, que también es un ina- daptado en el colegio, la familia, ete. El] problema esta, entonces, en ese término: el sufrimiento, el *thome (con todo lo que este término antiguo implica en Jacques La- pan) El fracaso de las técnicas conductistas © Snicuirz: En relacién con el sufrimiento, en un trabajo suyo de los whos 804, dice que antes se culpaba a las madres del sufrimiento de sus hijos y que en la modernidad (la de los 80) se culpa a la sociedad “al padre. ZHoy estarfamos més alld de aquella modernidad? Con I hipotesis biologistas, conductistas y cognitivistas, zya nadie es fesponsable por el sufrimiento de un nifio? Ni él ni los otros? ) Garcia, German: “Infancia: Nifios Nifias”, en: Psicoamdlisis dicho de otra manera, Pretextos, Barcelona, 1983. & | Nvwgind saqaisn oWod ‘quay ‘aay ‘vad German Garcia G. Garcia: A mf me parece que es importante entender que lo que es- té ocurriendo es la verificacién del fracaso de las técnicas conductis: tas. Desde que se introduce el conductismo en las primeras décadas del siglo XX con Watson, se creé la oposicién entre internalismo y ex- ternalismo. Es la vieja version del par naturaleza/cultura. Con esa vieja oposicién los conductistas entendfan que los sujetos podian ser adiestrados por medio de premids y castigos. Evidentemente, el he- cho de que el conductismo conduce a teorias sobre reforma social en| auge en los afios ‘50 a través de la psicologia social, aparece hoy co- mo fracaso. Ese fracaso, se disfraza 0 se relanza, a través de una’ alianza ahora entre conductismo y algo que vagamente se Ilama cog- nitivismo, de donde salen las terapias cognitivo-conductuales. Hay) un aggiornamiento de las terapias conductistas en la practica y una es pera de encontrar la causa en lo biolégico. Pero no es una entrega to tala lo biolégico, eso no es verdad. No hay que confundir las ciencias cognitivas, donde hay cibernética, lingtifstica post-chomskiana, evo- lucionismo post-Darwin (Gould), las investigaciones neurolégicas. Ese conjunto no se puede confundir con la psicologfa cognitiva, que operé un desplazamiento conductista de algo de esas investigacio- nes. Ellos no acompanan la investigacién, la aprovechan para acom- pafiar una practica que es de adiestramiento. Entonces, para recapitular, tenemos el fracaso de las técnicas con= ductistas que lleva a uria alianza con la medicacién, con Ia finalidad de una adaptacién al medio familiar y escolar sin sufrimiento. G. STicuirz: ¢Se podria decir que hay politicas del sufrimiento? G. Garcia: Bueno, por supuesto. Lacan dice en “Kant con Sade” que la felicidad es un hecho politico, lo que ya es una vulgata en el siglo XVIII. Obviamente las politicas prometen eliminar algtin tipo de sue frimiento -econémico, social, de clase, etc. Por eso planteaba al co= mienzo que hay una dimensién ética, si uno toma la idea de “adap: tacin”, gquién tiene que adaptarse a quien? El hiperactivo Sade decia “lo que ha causado mi desgracia no e mi manera de pensar, sino la de los demas”. Si el sufrimiento del hi peractivo es la lentitud de los otros, gquién tiene que ceder? Aqui co- mienza el tema del caso por caso, porque un nifio puede ser hiperae tivo y muy decidido o hiperactivo y timido, y tendré que aprender pactar con su medio social. Por eso me interesé como estd armado este dossier’, Se preguntay gquées un hiperactivo?, y describe a un nifo hiperactivo, ;la hiperac Sciences Humaines. N° 168, febrero de 2006. lividad sigue en el adulto? Y se responde: si, sigue en el adulto. gC6- Ww se diagnostica? Y describe las dificultades para encontrar un Alayndstico claro, ZFs algo imaginario? No, no es imaginario, no es solo vender medicamentos; eso es lo que quiero decir. El mal real y la construccién social {) Sricurrz: Ian Hacking dirfa que existen el mal real y la construc- #60 social, © Garcia: Claro, exactamente, es el tema que plantea Hacking cuan- dy habla de “representar e intervenir”. Entonces, es importante la s\watién de la causa porque lo que se “representen” los jévenes psi- Mlogos, diciendo... “es el lazo social y la Ritalina...”, fuiede ser la ruina del psicoandlisis fin esto sigo a Eric Laurent, quien se informa primero y después feluta. Se dice por ejemplo que la Ritalina s6lo es eficaz en el 30. a 50% de J adultos. Para tomar otro ejemplo, hubo hace unos afos en EEUU 4 caso muy interesante. En el New York Times del 18/1/1999 se in- found sobre el siguiente affitire. Un grupo de padres hace una socie- dad de defensa de sus hijos contra la Ritalina, porque los medicaban yon) esa sustancia y gqué se descubre?, que habian recibido 900.000 slaves de otro laboratorio que vendia un medicamento similar. En- fences, como un grupo de padres habia recibido dinero de un labora- jorlo para combatir la Ritalina, la propuesta para salir del paso fue ue las medicaciones se hagan en comisiones con la Universidad. {Quien controla el dinero que va a recibir la universidad... para in- ‘estigar, por ejemplo? Fsto no tiene salida, porque si la politica se relaciona con el sufri- WMiento y la felicidad, a nuestras sociedades, se la asocia con el dine- #) Cuando uno quiere sacar el dinero de esto para ponerlo alla, va a speontrar el mismo efecto. Por ejemplo, que alguien en las universi- Jade falsificé algtin tipo de investigacién para darle la raz6n a tal la- heratorio, porque le permitfa ampliar el presupuesto del profesora- do el lazo social. Nv¥gINO s3aaisn OWO> ‘GHaY ‘aay ‘vad German Garcia #e atiende a la singularidad del nifto. Pero ahi se cae en una tram- también, porque si se argumenta asi, “la singularidad del nifio” es majestad el nifio” de Freud. Tendriamos a toda Ja familia, al aparato escolar-y a toda la sociedad al ~ wreleio de la singularidad del nino. 1Y qué es la singularidad del nifio? Por otro lado, alguien podria ‘erin no hay tal singularidad sin un trasfondo universal. Fntonces, gqué es lo que esta ocurriendo a nivel del universal, en steentido del universo de discurso, qué es lo que est ocurriendo pa- ‘Ps ijue haya que tener semejante aparato tan complejo para criar a un _ fio? Ese serfa el problema'de fondo. Un hiperactivo del siglo XIX seguramente era tratado mediante la fhiyelacion, como en los colegios ingleses: “si seguis molestando, tan- ‘ latigazos”. En cambio hoy se ha instalado una medicalizacién en Js sociedad, y sobre ese trasfondo empezamos a buscar causas, ima- 8.0 nd, a conductas que no se ajustan a los ideales sociales. Pisto Lacan lo habia planteado ya en su trabajo sobre la criminolo- . Si uno dice: “las personas que matan tendran pena de muerte, 0 J Watenta afios de carcel”, 0 lo que sea, est diciendo que no le impor- WW fiada la causa de por qué mato. Seria el vector positivista. No im- ‘porta la causa, sino que alguien hizo algo que no tenia que hacer se- | cédigo social. Ahi la sociedad no tiene mala conciencia, estd We el individuo y dice: “estoy castigando a esta persona porque no lo que debe”. Vero si digo: “No, esta persona maté porque el padre... porque la Wade... porque ete.”, estoy proponiendo un saber que podria susti- Juir el castigo por una modificacién del sujeto, mientras que la unica ‘Wodificacién del sujeto que la sociedad quiere, es que deje de hacer jy que hace, Lo argumente con la singularidad del niito, 0 lo argu- sgente con una teorfa médica, termina en una teoria de la adaptacién Als pociedad. Tiga es la trampa, porque uno puede decir: “a mi no me importa si ‘usted es lacaniano, use Ritalina o lo que use”. Lo que quiere es que wile nifio se deje de molestar. Esto es lo que demanda la familia, la es- ‘elo y el propio nifio que dice “no me aguanto a mf mismo”. Pero Wmotros, los psicoanalistas, decimos que no satisfacemos a la deman- We Quiero decir que no hay que tomar una posici6n triunfante. Jacques-Alain Miller dice que lo que importa del Libro negro del Peioanilisis® y de todo ese ataque, es que sacude a los psicoanalistas La hora 4Cémo se hace el diagnéstico de la hiperactividad? La identific cién del bacilo de Koch lleva répidamente al diagndstico de tubercul is, pero no es lo mismo en nuestro caso. Aqui, en la hiperactividad, I a es muy diferente. Se pone en juego desde si hay traumatismo, u falta crénica de suefo, depresién, si ct entorno tiene exigencias exces! vas en relacién a la edad del nifio, si los padres viven en condicion muy dificiles. El DSM IV no se limita a una enumeracién de sfntoma: sino que pone cuatro condiciones suplementarias al diagnéstico: * la aparicidn de sintomas antes de los siete afios, , * una duracién superior a seis meses, * que las alteraciones se presenten en dos o mas ambientes (la e: cuela 0 el trabajo y la casa), * manifestaciones clinicas en el campo social. En el examen clinico interesa el diagnéstico de perturbacion asociadas como dislexia, ansiedad, depresion, perturbaciones di suefio, tics, etc. En Francia habria entre 3 y 5% de chicos que responden a es diagnéstico. Es decir que no estamos ante un fendmeno epidémic pero sf es un fendmend de debate zEn qué consiste ese debate? Eso es lo interesante. Por ejemplo, en otro arffculo del New York Times en 1999, se des cribe a un enfermero escolar que ‘da vueltas por las clases llevand una bandeja con medicacién,.. G. Sticiirz; Lo que se llama en algunos lugares “la hora R”. G. Garcia: Si, el problema que subraya el diario es que si el niime de niftos sobrepasa los tres millones, ese enfermero corte el riesgo di no poder cumplir su tarea y tendria que delegar la distribucion del medicamento en un secretario, como se hace en ciertas escuelas. Francia hay un problema legal y es que la Ritalina no puede ser pre crita si no es por un psiquiatra o un servicio hospitalario. El articul seftala una deriva posible inducida por una tentacién: si se supon que un nifio es agitado en la clase o en la escuela porque no dispon de los medios necesarios, zpor qué no ser generoso con un medica mento eficaz, si se trata del suefio de la normalizacién, del nifio? La objeci6n psicoanalitica serfa que ése enfoque no tiene en cuen ta la singularidad del nifio, que seria una demanda de esta época que ama la velocidad, etc. Pero eso es un argumento débil. ;Qué puede decir un analista? Que se trata de un lazo madre-hijo y detras de eso se medica “porque estén apurados’. ‘Todo el mundo esta apurado y ) Van Rinaer, Jacques; PLEUX, Didier; Corrraux, Jean; BORCH-JACOBSEN, Mikkel; Meyer, Catherine: Le livre noir de la psychanalyse: Viore, penser et aller mieux sans Freud, Les Artnes, Paris, 2005, Wwusind saggzisn OWO? ‘QHaV ‘adv ‘vad z 27 y los obliga a pensar, Que no basta decir “el lazo materno..., el padi Vel adulto, hasta el juguete erdtico freudiano, o la fantasmagoria ausente”, sino que estamos en una trampa. “Yo satisfago la mismy ante delirante que describe Melanie Klein de la relacién madre- necesidad que el médico sin que usted gaste en medicinas”, no se est _ mas todas las metéforas del psicoandlisis de la vida cotidiana, el ta ofreciendo otra cosa, se entra en una rivalidad y se termina invengg Mill aparece exhibido socialmente como juguete erotico. En la televi- tando causas para un fenémeno que estamos de acuerdo que existelg Mil) €” todos lados, a la vez que se niega eso mismo. Y se resuelve El problema es cémo se trata. Yo digo, a nadie se lo ocurrié corregi Gr el lado de esa especie de identificacién estipida que lleva al aun delincuente (un hiperactivo no es un delincuente, lo tomo co! filto a hablar “el papa”, “la mama”. ejemplo porque es més claro), mientras estuvo seguro de que la so Claro, que es la ambigiiedad de Freud también, cuando dice ir6- ciedad tenia raz6n. mente: “si, hay que dar educacién sexual a los nifios, porque sus Es la mala conciencia de la sociedad la que desplaz6 las teorias dal jasfas son mucho mas peligrosas que lo que podemos decir noso- castigo a la correccién. Lacan lo dice en relacién con la criminologta, r ! pero se puede aplicar también a la pedagogja. Seria un “no te casti gO, te corrijo”. 1 Siicirrz: ZEsté de acuerdo con que los psicoanalistas retomemos y {eemos los nombres actuales del malestar, por ejemplo, DDA? Gancta: DDA no sé, porque es un c6digo profesional. Pero como Zygmunt Bauman: “soy socio de la prensa y me va bastante ’, Tomar términos como “hiperactividad” me parece mucho me- fesuena en cada uno. Esto no es una fantasmagoria norteamerica- que no sirve para nada. A eso me referfa cuando dije que no tire- 4l nifio con el agua de la bafiera. 1 problema, como decfa Gramsci, es que no importa tanto lo que cada uno, sino quién impone aquello sobre lo que se debe opi- Batonces, no es lo mismo cuando la carga de la prueba cae sobre giro que cuando cae sobre uno. No es lo mismo que le diga a un \uiatra “zy cOmo explica usted el goce de la madre?”, y el otro tra- para responder, a que el otra me diga “zy cémo explica usted el Jema cerebral de la psicosis?”, y sea yo quien tiene que explicar. decir, quién es el que impone el tema. Entonces, creo que hay que Shar una posicién dialéctica en el sentido de hablar de la hiperacti- Hace poco veia una pelicula en la que un chico de 8 afos le deet _ pero siempre tomando una distancia con eso. © hablar de la al novio de su madre: “;Qué diferencia hay entre ser amigo y ser no esiGn”, pero tomando una distancia. El problema esta en la dis- : H\a, en la relacin que uno tenga con el fendmeno que viene nom- vio? Porque yo tengo una amiga que me gusta pero no se cémo h es : : cerme novio”. Pone en aprietos al adulto que le responde: “Tu none ly desde afuera, Un nombre siempre esté sobredeterminado, cesitas atin ser novio en el mismo sentido en que yo soy novio de tug lliPfe &8 Polisémico madre”. Es una respuesta para un nifio de 8 afios, que es como deci= le “cuando lo desees sabrés”. Es muy dificil contestarle asf a un nifio Desde la tesis de Ferenczi del malentendido del lenguaje entre el ni El juguete erdtico freudiano G. StiGiitz: Como una forma de domesticar esa presencia inquietans te a la que usted se refiere en El psicoandlisis y los debates culturalest Allf se pregunta: “zqué angustia despierta la presencia inquietante del nifio, para que exista un psicoandlisis dispuesto a precipitarlo aquello que hay que.suponer inexorable?”. G. Garcia: Si, me refiero a toda la fantasmagoria y hechos sociales modernos, pero también a la frase de Freud, olvidada, que se refieré al nifio como juguete erético. Es decir, el lugar que el nifio ocupa e Ja economia libidinal de sus padres. Es algo inquietante para ellos, cosa que reaparece después con fuerza en la pubertad, en la medida en que se vuelven seres evidentemente sexuales. MGLITz: Es a algo de esto que Goodman, citado por Hacking, lla- ‘i “el nuevo problema de Ia induccién’. Este muestra que siempre Hlegamos a una conclusion general usando la evidencia de mues- particulares, podriamos alcanzar una conclusién opuesta usan- jis mismas reglas de inferencia, pero con diferentes preferencias, ‘on diferentes acentos en las referencias elegidas Gaxcta, Germén: El psicoandlisis y los debates culturales, op. cit. Se refiere al texto de Sandor Ferenczi “Confusién de lengua entre lo adultos y el nifto”, de 1933, en: Obras Completas, Tomo IV, Espasa Calpe, Madrid, 1984. German Garcia @ | Nvuaind saaaisn owo> ‘Guay ‘day ‘vad G. Garcta: Claro, es lo que étefa de acentuar el lado positive o el gativo del fenémeno de la hiperactividad. Si lo tomamos or el la positivo, podriamos decir: “Nifios inquietos, creadores ema ginal vos, estén siendo reprimidospor una tendencia a masificar a todo mundo y ponerlo en orden... 0, “en nombre de la libertad ylas Buridad del nifo..., etc.”, pmerse de acuerdo en medic que presenta tal problema. ‘ara todo ¢ gurador del lenguaj y el conflito de la distribucién del Saba G. SticLivz: Quiero leerle in parrafo de gL qué? de lan Hacking, En el aptulo “Hacer clases: el caso del ate infantil’, dice lo siguiente: “ixdemos asimilar bastante bier uae nuevas clases créan nuevas ptibilidades de accién y eleccién Pen el pasado, comé es obvio, es ako que ya esta fijo! No es asf. Tal cor diria Goodman, si se seleccionn clases nuevas, entonces el para puede tener lugar en un muni nuevo. Los sucesos que han tend lugar durantejuna vida se puden ver ahora como suicesos de uy nueva clase, una clase’que tl vez no ha estado conceptualizad cuando se tuvo experiencia deluiceso 0 se realizs el acto, Anuclle lo que tuvimos experiencia sercuerda otra vez y se piensaten una términos en los que rio se podi haber pensado en aquel moments Las experiencias no sélo se destiben de otto modo, sino que ae eran ten de otro modo. Esto afiade ua notable profundiclad 4 ty og Goodman de que se hacen-murtos al hacer-clasos” éNo le parece una buena exjieacisn sobre cémo un viejo fenéme- tio =recordemos la serie: LesisrCerebral Minima, Disfuncién Conn bral Minima, Hiperquinesia, y s primeras descripciones que usted nos tefirié— se puede leer de nuvas maneras? _ @ coustruccion social de sien a visibn de G, Garcia: Si, supongo que Si, porque equé es lo que ests dich ARCIA: Si, Su std diciendo Hacking? Es equivalente a a cuado nosotros decimos formalizar ef sintoma. 2Qué hacemos cuandoscuchamos a alguien en un anainise Algo que el otro considera deseptivo, lo convertimos en sine rane blematico: “;Como es que ustecieja a sus hijos solos para bat & ne?”. “Ah, pensaba que era un ho moderno é80 todo el tiempo, convertimos lo descilivo € significado habitual a Hacemos eso todo °n significante al sacudir su HacKING, Ian: ¢La construccién soi de qué?, Paidés, Bs. As., 2001 estamos destruyendo la naturaleza buena sin la cual no podemos padre Pere no hay que confundir con la magia. Hacemos eso porque, co WH dice John Searle, hay un mundo “en primera persona”, donde MH iifen casamientos, se tienen sintomas, alguno se suicida, etc. Hay Hi Mundo “en tercera persona” donde ocurren terremotos y se apa- #h eatrellas. Entonces, estamos hablando siempre de maneras de ha- ) Mundos en primera persona, es decir, en un mundo interactivo. §) Mien Hacking dice que hasta los microbios son interactivos, es ver- et que lo interactivo humano no tiene mucho que ver con lo inte- tivo del hombre ante la “naturaleza’”. Porque sino, no habria real. ' s nuestra diferencia con Goodman y toda esta gente. No podés opera, por ejemplo, interactivamente sobre la muerte. Podés modi +91 el pasado todo lo que quieras, pero no podés modificar el hecho fal de que tenés o no hermanos o que naciste en tal fecha. Hay algo teal que no se puede cambiar, si no pasamos del lacanismo a la pro- s/amacién neurolingiiistica. Por eso me parece que Searle trabaja Hen el tema cuando plantea que hay mundos en primera persona, ‘ve serfan los mundos interactivos en los que nos manejamos, don- osotros dirfamos lo simbdlico-imaginario y hay mundos en ter- fa persona, es decir que hay algo que escapa, que no espera lo que dleels, que sigue su curso: ahf esta la pulsién de muerte de Freud, y lo wal de Lacan. Es el gran tema del psicoandlisis, gqué pasa con’ese ursos de otra manera? Por ejemplo, si se cree que la naturaleza es una madre cruel, no es ly mismo que si se cree que la naturaleza es un jardin. Porque el jar- din no es sino el suefio de la naturaleza modificada, la naturaleza que entra al servicio de la economia. El sueno de la raz6n que domestica a la naturaleza pensada como madre terrible, entre otras metdforas, modifica las cosas. Pero de pronto, gqué pasa? Aparece la ecologia. Entonces se dice que no esta- tos dominando a la naturaleza cruel que nos hacia daiio, sino que o- wal cuando uno dispone los d brevivir. Se trata de los significantes amo de Lacan. Ahora no se tiene que dominar a Ja naturaleza terrible, sino que se haria bien en cuidarla, porque sin ella no se puede vivir, La ecologia aparece como un dis- curso que subvierte la certeza del siglo XVIII del dominio de la natu- raleza. Otro ejemplo, si convertimos la monogamia en un sintoma, la gente tiene que cuidarse de eso, y la monogamia pasaria a ser una or- ganizacion fébica-paranoica para destruir a los dems. La gente con- ultaria por eso y dirfan “lo que pasa es que segui los habitos de mi 0 “lo heredé de mi madre...”. El tema esta, en que el len aje tiene un poder configurador. Ese poder configurador del ima isn OWO ‘GHav ‘dav ‘vada wyuzind s3a3 ginario social hace que, como decia Freud, cuando se cede en las pi feniéndose a una distancia irénica de él. Es decir, como hacer re- labras se cede en las cosas. Venein a las autoridades sin alienarse a ellas. Es otra version de lo que decfa Gramsci -el que impone el te: Vo puede desplazar cualquier tema, invertirlo, llevarlo al cam- demuestra que es verdadero, Qué hace?, crea una grilla en la qi ® tratamiento y de representaciones en el que uno acttia. Porque por ejemplo, si se dice “economia politica” se crean tres carreras: un Ny ningtin tema, entre los que estamos mencionando, que perte- de economia, una de politica, més otra de economia politica. Si se dill Waa al campo de la ffsica o de la matemética. Sino que son temas ce que es la misma cosa la economia y la politica, se crea una, El conf syjiyocos en los que se ponen en juego tensiones que son clinicas y flicto de las facultades, como planteaba Kant, es en verdad el confli irae en el sentido mas genérico, no solamente cémo tratamos a to de la distribucién del saber segiin significantes amos que se co 4 persona o a muchas personas, sino cémo situamos nuestro dis- tradicen. Asi, las carreras se amplian, se cierran en la historia de een una sociedad donde no existe una financiacién de Dios pa- universidad, una historia de las luchas entre significantes amos. +) hirer las cosas, sino que lo que se hace crea la financiacién de lo » hace. Ahi tenemos ese ejemplo de los padres que crearon la s0- G. STIGLITz: Volvamos entonces a preguntarnos si a los psicoanalista Jad de defensa contra la Ritalina. les conviene o no tomar los significantes amo de la época. Porque el que decide qué se debate, el que impone qué se debate, demues| que eso es verdad... G. Garcia: Pero es que la pregunta deberia ser otra: gpara qué? El problema es el siguiente: gtenemos confianza en que la pobl cién actual de psicognalistas esté a la altura de lo que el psicoandlis podria hacer? Supongo que hay algunos psicoanalistas que podrf tomar la palabra “hiperactividad” e ir a congresos y terminar plan teando ese tema como una discusién sobre la infancia en el mund moderno. Y otros que simplemente van a hacerse aceptar por los q imponen esa palabra. Por eso mi reticencia esta ligada a que no co fio en que haya muchos psicoanalistas capaces de ir a un congreso transformar esa “hiperactividad” en la pregunta acerca de qué es nifio hoy... Y por qué este fendmeno que antes se trataba de una nera ahora se trata de ésta... y por qué hay que correr en una sod dad en la que ya ni siquiera tenés gusto como en el siglo XVIIL, s que te dicen “este yogurt lo alimenta mejor’, no que es mas rico. acabé el gusto. El discurso médico esté arrasando los significantes Cuando uno acepta que este yogurt alimenta mejor y que la mani na tiene cosas buenas, uno dejé de gustar de la manzana, del yogu y de todo. O subordiné lo que le queda del gusto a unas categoria médicas. La gente se alimentaba para no morirse de hambre y se mentaba segtin su gusto, que se supone que son las identificacio més arcaicas de cada uno. Bien, eso se ha eliminado. Ahora ya no § trata del hambre o del gusto, sino de la salud. Hay que ser saludab! Uno se puede matar de hambre para ser saludable. Volviendo al DDA, el fen6meno es demasiado amplio, y la ge que nosotros podemos formar no sé si puede discutir eso. Por 32 discutir eso consistiria, como dice Miller, en tratar el discurso aml GERMAN Garcia wg | wuaind saqzusn owo> ‘Guay ‘aay ‘vad “La medicacién desresponsa biliza” ENTREVISTA,AL Dr. JAIME TALIS™ “Para que ser padres’@ Meds fécil.... Ritalina” (Anuncio en la via piiblicat® Los Angeles, USA) (©) upia Lazaro: En su articulo “Neurologia y Trastrno por Déficit de Mencién”! usted dice que respecto del ADD el debate debe compro- jeter no sdlo a los profesionales, sino a la escuel &@ las instituciones sI{ticas y a los intereses de la industria farmacolSica, ;puede expli- arse? De. JAIME TALLIS: Existen presiones que hacen que Ste cuadro esté tan Jlifundido. Las estadisticas indican una incidenci® Mucho mayor que \o real, es decir que esté sobrediagnosticado. Cuando hablo de la escuela, planteo una tendencia a patologizar jas dificultades de los chicos desde las cuestiones COnductuales nega- livas. En mi experiencia de tantos aiios manejando estos problemas, he observado que en las escuelas se ha dado un fendM€no: en los afios se- enta, setenta, todo chico que tenia algtin problema iba al psicdlogo. Insidiosamente y paulatinamente, desde mediados de los ochenta has- ta hoy, cuando hay algiin problema lo mandan al Murdlogo. La accion de los docentes ha girado hacia la cuestion mas biolOgica y no tan emo- clonal. Por qué se ha dado este giro en los docent€s? Pienso que tiene que ver con las urgencias, ya que plantear el abordaje psicolégico fren- te a las dificultades conductuales implicaba un ti€™po mucho mayor que cuando se le da una pastilla, que prensan que cambia répidamen- Entrevista realizada por Claudia Lazaro el 17 de ene¥0 de 2006. EI Dr, JAIME TALLIS es neuropediatra y coordinador 4¢l equipo de “Apren dizaje y Desarrollo” del Hospital Durand. Mail: allis@intramed.net | En JANIN, Beatriz y otros: “Neurologia y trastorno por déficit de atencién: mitos y realidades”, en: Nizios desafenttos e hiperactivos, Ed. Noveduc, Bs, As, 2005 $3031SN OWOD ‘GHaV ‘dav ‘vad & | Jaime Tauiis te la situacion. Creo que los maestros presionados por aulas con ex so de chicos, y con dificultades econémicas, no pueden sostener alu nos que sean disruptivos en el aula. Entonces, si el chico tiene una P tologia, por lo que no se lo puede integra, si es una patologia de o den médico, tiene que ir al neurdlogo, Fl trastorno que aparece ind cando este problema es el ADD. Es el chico que se porta mal, se mux ve mucho en el aula, etc. Con respecto a la industria farmacolégica, pienso que ellos hacen I que tienen que hacer: su funcién es vender, su miéticr es vender su P ducto. Para ello, se utilizan todas las técnicas posible: se logra instalar de este modo que chicos que pasa por una medica © LAzaKo: :Por que dice que el ADD esté sobrediagnosticado? yCon #6 Olros cuadros se lo confunde? MW Tavis: Hay algunas patologias biolégicas que pueden pasar desi- petvibidas, algunas de origen neurolégico, pero lo mas habitual son les Hublemas psicolégicos, La inatencién, la hiperatividad y la impulsivi. wl deben tomarse, leerse corho sintomas Nor ejemplo, la tos es un sintoma. Se puede presentar en un chico ‘je Hene una angina, una neumonia, una bronquit fifo en la garganta. La tos 5, 0. UN cuerpo ex ho es una enfermedad, hay que leerla, dik Weldar a partir del sfntoma de qué se trata. Lo mismo deberfamos ha *¥f frente a estos sintomas: ver si son parte de un cuadro distinto, mas Minplejo, o si esa triada —inatencién, hiperactividad, impulsividad. ‘natituye este trastorno, de origen especitico neuroldgico en el cual se del marketing, ya existe una solucién facil para estos n, Y van a trabajar en esta linea, vai a generar congresos, jornadas, simposiums para ir induciendo a lo médicos a pensar que existe ese cuadro de manera muy difundida yh gai Investigando, se esté avanzando, se intenta dilucidar si tiene que que se puede solucionar con una pastilla. | 8 con los neurotransmisores, 0 con genes que no se han expresado Recientemente me mandaron la foto de un cartel publicitario qu@l sdecuadamente. Sin embargo, la mayor parte de las veces, son sintes aparece en las calles de'Los Angeles que dice: “Para que ser Padre seal iiiay que expresan otro tipo de patologia que tiene que ver con lo psi més facil... Ritalina”’ Wildgico Respecto de los estratos politicos, no hay una politica clara. Cuan do la secretaria de Salud Piiblica autorizé la inclusién del metilfenida: to dentro del plan basico de asistencia de salud para que las obras s ciales lo cubran, muchos profesionales firmamos un consenso en deca cuerdo, que salié por Internet. Picnso que esto es por ligereza. No quiero pensar allf una cuestién econémica, sino que se ha hecho por fa cilismo, aceptando el paradigma que viene del pais del norte sin hace estudios complejos. Pstos diagndsticos errados han tenido consecuencias muy severas fara el destino de chicos psiesticos que reciben psicotrépicos que los eetimulan y acentian mucho mas los sintomas. 51 tomamos una patologia que ahora estd tan de moda, la bipolari- tH, es decir la mania-depresion, hay una serie de articulos que estén #pHteciendo sobre la bipolaridad en la niftez, all muchos trabajos ad- Merten que muchos de los sintomas del ADD en realidad son manifes- Melones de las manias, de la fase maniaca de los bipolares. Los mismos pelquiatras norteamericanos estén advirtiendo que a veces hay lectu- fae muy “sencillas” de los sintomas y se estén enmascarando otras pa- fa SOM twlogfas mds severas, Psicosis reactivas a situaciones marginales, en el & anto a los pa ntexto de una escuela que no les da cabida. El aio pasado salié un articulo sobre las fabelas en Rio, donde estos sintomas de inatencién Niperactividad, aparecen en porcentajes mayores en los chicos que tie- fen muertes violentas en el seno de sus familias, asesinatos de padres, hermanos, ete. La violencia también puede generar estas conductas, estos sintomas. C. Lazaro: Usted cita a Fukuyama, que afirma que de alguna maner: hoy la medicacién viene a cumplir una funcién que antes se cre cial, y que debia responsabilizarse de esos problemas, t dres como a los maestros. iv ‘vad Da. Tatts: Fukuyama es una figura que nadie podria acusar de rebel de al sistema, es producto de él y genera ideas para el sistema, sin em- bargo en esto sefiala algo que no va, que va por mal camino. La medicacién dest ‘sponsabiliza. Para dar la Ritalina, el metilfeni. dato, tenemos que emitir una receta por triplicado, donde dice: medicar estupefacientes y drogas fuertes”, leyenda que deberia asus- tar a los padres, ya que se usa para narcéticos y estupefacientes, y sin embargo los chicos lo toman con una liviandad,,, Es mds facil pensar que una pastilla puede solucionar un problema que pensar que se trata de un proceso, “paral ©. L.AzaRo: ¢Cémo indica usted la medicacién? Dk, TALL Es muy flexible. Pertenezco a una serie de pediatras que en- (enclemos que tenemos que intervenir lo menos posible farmacolégica- mente. Pocos pediatras dan un antidiarreico, en general se indica una die- SJ) wewsine saaaisn owo ‘quay ‘ Jame TALUS tae hidratacién. Pocos dan antitusivos 0 antiespasmédicos, es decir medicacién sintomatica, tendemos a hacerla desaparecer porque oc tamos los sintomas sin ir al fondo de la enfermedad. Pertenezco a e escuela, a esa tendencia. Lo mismo ocurre con un chico que tiene tod los sintomas: inatencidn, impulsividad, hiperactividad, y luego de exploracién minuciosa, si podemos evitar medicarlo, lo vamos a evi tar. Finalmente, cudndo lo ‘hacemos? Si el equipo no puede trabaj con él, si no es posible sentarlo, no hay cémo concentrarlo.., entonces ahf probamos la medicacién. Con cautela. Porque como con toda m dicacién, hay efectos colaterales, si bien es cierto que el metilfenidal ~y la atomoxetina que es lo que se esté usando ahora~ tienen much menos que las anfetaminas que se usaban hace veinte aitos. EI metilfenidato tiene un poder adictivo mucho menor y los efect colaterales sobre el apetito y el descenso de peso, son mucho menore Hay otros efectos, que ya no son colaterales, que los podrfamos Ilam “efectos emanativos”. Asi, los resultados que se obtienen son porqut estan tomando la medicacién y no porque él esté haciendo un cambi Es el ejemplo de un nifio que viene tomando la pastilla y un dia se por ta mal, entonces la maestra le dice: “ghoy no tomaste la medicacién?” Uno intenta la medicacién y prueba, si no hay eféctos colaterales, el chico esté en un contexto de un equipo que lo sigue permanent mente, si se van obteniendo resultados, se va dejando la medicacis Se interrumpe sabado y domingo para que no haya acumulacién di medicamento, se hacen pausas vacacionales... y después de un tie po, si el chico mejoré, empezamos a suspender la medicacién, a v qué pasa. Puede pasar que el chico empeore un poco, pero que n vuelva a la situacién en que estaba antes, y entonces puede estar si medicacién, puede pasar que siga igual, o que haya un retroceso mu grande, entonces ahf tenemos que volver a medicarlo. Entonces, un va ensayando, uno no lo deja por afios. C. LAzaro: Usted decia que no hab/a estudios longitudinales.. Dr. TALUS: Hoy en dia se trata de la medieina basada en la evidencia En Canada hay un estudio en el que se hizo una revisin de los traba: jos publicados con el metilfenidato, y en realidad no habia seguimien tos mayores a los catorce meses, 0 sea que no sabemos despudés de es qué es lo que est pasando. Supongo que ahora apareceran otros estu dios, yo no hice una revisin tan reciente, No sabemos a largo plazo si sirve, si persisten sus efectos. Se prueba, se ve si se puede interrumpir) y sino se puede se vuelve; de todas maneras no pasa nada, no es qui se produzca un efecto adictivo. © LAzano: Como se tiene en cuenta, cémo se valora la opinion del vhieo frente a la medicacién? 1m. Tacs: Esto es algo que no siempre se tiene en cuenta. Uno esta seostumbrado al manejo con los padres y los docentes, a explicar bien |ye cosas, pero muchas veces se nos escapa hablar directamente con el shico, Porque el pibe empieza a depender también de su medicacién, siente que esté mejorando porque est4 medicado. Uno no termina de eaplicarle bien que esto es transitorio y todo lo demas. Esto es algo que eld pendiente. Usted considera en su trabajo que hay que pensar una pro- cualquier persona, sin © LAzare porcién del 35% de efecto placebo y adem s wslos problemas, digamos “normal”, la medicacién la ayudarfa a pres- jay mayor atencién, pero que sin “motivacién” no tiene el mismo efec- to, «Como lo explicaria? 1p. TALLIS: Hay un trabajo que llev6 a cabo la coordinadora del Insti- tuto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos sobre el control del abuso de drogas. Ellos trabajaron con el metilfenidato con cuatro poblaciones: una a la que se le daba un placebo con tareas sin motiva- (ion, otra que tenfa un placebo, pero motivada, otra a la que se le da- ba el metilfenidato sin motivacion y otra con el metilfenidato, motiva- ily, Los efectos sobre la liberacién de dopamina -supuestamente allf getuarfa— se obtuvieron con mucho mayor resultado entre el grupo motivado que usaba el metilfenidato. Es decir que usar el metilfenidato ¢ metodos educativos, en la motivacién, tampoco logra todos los tados. ; Con respecto a que el metilfenidato mejora el rendimiento de los in- dividuos normales, estoy convencido, y por eso, es todo un motive de preocupacién su uso en estudiantes universitarios y secundarios en Vstados Unidos que, sin ser ADD, utilizan esto porque saben de estos efectos, que los euforiza, y que mejoran el rendimiento, hasta tal pun- to que hoy en dia las consultas por uso indebido de esta droga estén alcanzando los mismos niveles que por el uso de cocaina. Con la gra- vedad de que se consigue mas {acilmente. Cualquiera sabe que si se to- ma una Ritalina para quedarse despierto, le va a provocar el efecto, gunque no sea un ADD. El efecto placebo lo tienen todos los farmacos, y eso hay que tener lo muy en cuenta. A veces el efecto placebo es indeseable para medir realmente la eficacia. Otras veces, acompafia al medicamento, es un buen efecto, es el valor de la palabra que acompafia al uso de la droga. in provocar un cambio en los sul Nvwaind saaaisn owoD ‘GHaY ‘dav ‘vad Jaime TALiIs & C. LAzaro: {Qué otra medicacién se usa para este tipo de trastorno? Dr. TALLIs: Hoy en dia se usa la atomoxetina. Ya Ilevamos mas de d afios con su uso: tiene un poco menos de efectos colaterales y los efe tos beneficiosos son un poco menores. Aparentemente, es un poco mi segura que el metilfenidato. Tiene otro mecanismo de accién. C. LAzaro: Respecto del ADD en adultos, qué nos dirfa? Dr. TALLis: No creo mucho. Siempre pensabamos, cuando aparecié e to hace muchos afios, que ésta era una patologia de la maduraci6: Cuando el chico maduraba, iba mejorando todos sus controles. Desde hace unos afios aparecié esto de los adolescentes; son comparacion que tienen doble lectura. Es decir, los chicos que tuvieron ADD en nifiez, luego de adolescéntes tienen mayor uso de drogas y conduct desajustadas socialmente: uno lo puede leer como la continuidad de k enfermedad en la adolescencia o como la induccidn al uso de drogas desde la medicacién que se les ha dado. Y esto de los tiltimos cinco seis afios del ADD de adultos me patece poco serio. Porque planteai que el adulto que seisepara 0 que cambia de trabajo es un ADD, no valido cientificamente. Me patece que no tiene sostén C. LAzano: El metilfenidato es un derivado de las anfetaminas. Tien un efecto paradojal: es un'‘psicoestimulante, pero el chico esté ma tranquilo y puede prestar mas atencién, ¢Cémo es esto? Dr. TALLIS: Esto se lee en funcién de la fisiopatologia de la enfermedad Se supone que existen distintos niveles de control de la conducta, de I atencién. Niveles que estén por debajo de la corteza cerebral, llamado subcorticales, y el nivel tiltimo de control de toda la actividad neuro- logica que esta dado por la corteza cerebral. Desde el punto de vista d Jo genético, desde lo ontogenstico, es lo que més tardiamente aparece, y produce un efecto de cincelado de toda la actividad neurolégica, Cuando uno pierde corteza, cuando tiene lesiones, se produce una dis- rupcién de toda la actividad neuroldgica. La atencién, el lenguaje, lal percepcién, son funciones corticales superiores. Estén centralizadas yi coordinadas por la corteza. Entonces, la corteza cerebral, su nivel de tegulacién de los estratos inferiores, subcorticales, lo hace a nivel de} conexiones neuronales que utilizan como mediador ineurotransmiso- res, fundamentalmente, la dopamina y la noradrenalina. Si esto esta fa- lando, porque se libera menos dopamina, porque se la expulsa répi~ damente de la sinapsis, entonces, la regulacién cortical es ineficiente. Por eso hay esta falla en las funciones ejecutivas. Cuando uno utiliza una medicacién que actta sobre la corteza, es- Hmulando la corteza, ese estimulo cortical paraddjicamente mejora el syntiol sobre los estratos inferiores. Una droga que deberfa estimular » qumentar la hiperactividad y la inatencidn, al mejorar el nivel de re- sulacién de la corteza, mejora este tipo de conductas. Histas experiencias empezaron empiricamente. Después se hicieron jus corroboraciones, ya que es muy dificil acceder a lo que pasa dentro de la sinapsis. Recién ahora estamos accediendo a metodologias diag- fWeticas en las que podemos ver cémo se segregan los neurotransmi- sores, con qué niveles. Antes habia una lectura indirecta a través de ovina, a través de sangre, a través del liquido cefalorraquideo, pero no elo que pasa exactamente a nivel de la sinapsis. Recién estamos acce- diendo a eso. Pienso que en el futuro eso puede ser un método diag- ‘etico més general, por ahora es parte de la investigacién. 1 LAzaro: {Qué nos puede decir acerca del valor social de esta patolo- gia y del uso de la medicacién en la Argentina, respecto de otros paises? De. TaLus: Estados Unidos es un monstruo, Todas las cifras hablan de 44 Ineremento enorme en los tiltimos afios del uso del metilfenidato, y «feo que allf hay una presién de la industria muy firme, una psiquia- frig que es muy agresiva. Hay una concepcién de que los trastornos Mentales se solucionan con medicacién. Esta es la idea central que ri- ye, Bote es un fendmeno aparte. Ahora, lo que pasa aqui: hay una co- lonizacion cultural y cientifica, que desde Estados Unidos cada vez ipradia més hacia Latinoamérica y hacia algunos paises de Europa es- {9 concepcién de la psiquiatria. Es absurdo, por ejemplo, que para que fosotros demos un certificado de discapacidad en Argentina, utilice- fos un manual que es de la Academia Americana de Psiquiatria. Pero atin asi, aqui, desde el lado de la psicologia, desde la psicope- dagogfa, hay un mayor equilibrio con la medicina y la tendencia a la medicacién. Y los padres escuchan tanto al médico como al psicélogo y al psicopedagogo y tienen que tomar decisiones, pero acepto que ca- da vez es mas dificil, cada vez hay mas tendencia a medicar a los chi- cos, Europa tiene altibajos, por ejemplo, Espaiia esté mas cercana a Es- tados Unidos. ©, LAzaro: En Europa, por ejemplo se utiliza el CIE 10, tal como se ve en el articulo de Véronique Mariage de nuestro libro. Dx. Tats: Si, allf lo califican -segiin el CIE 10- como “sindrome hiper- quinético”, le piden més requisitos y hay un poco més de cuidado en todo el diagnéstico. Nv¥aind saqaisn OWOD ‘qHay ‘dav ‘vad & Jaime TAus & En Francia, yo creo que por una posicién cultural histérica, en to lo que sea pro-yanquee, son mucho més cuidadosos, y en Inglater Italia, con la medicacién son més prudentes, En un articulo de Suiza, de Lausanne, hacen una revisi6n de los p cientes derivados por sindrome hiperquinético, Toman 30 pacient derivados a una clinica y les hace una nueva evaluaci6n, més pro! da y la cantidad que queda, que confirma el diagnéstico, son siete. los otros veintitrés aparecen otras patologias, emocionales 0 social justificaban los sintomas. : La produccién del conocimiento se inicia no con evidencias sino con decisiones CONVERSACION CON SILVIA RIVERA* Se asocia la Ritalina con alguna otra medicacién?, Dr. Tatts: Lo que ocurre ahora, cuando la Ritalina no resuelve, es q vemos aparecer ~sobre todo en chicos mal diagnosticados~ un arse de combinacién de otros psicotrépicos. En general, lo que observo Jos psiquiatras, es que si no andan con Ritalina, empiezan a cambiar, Hace poco via un paciente cuya madre me dejé una carta deses rada: alli me detallaba todo lo que le pas6 con el chico, con diagnést co presuntivo de ADD, al que en un aiio le habian cambiado diez dicamentos distintos. Le habian ido cambiando todos los meses medicamento diferente: Es algo horrible como campo de experimen cién humana. 7 Semavo Sticurz: En su articulo “Ludwig, Wittgenstein y la radicali- sacién del pragmatismo: la aplicacién cuestionada”!, usted aborda la sristencia de un giro aplicado en el pensamiento contemporineo. Pe- { euestiona la nocidn clasica de aplicacién entendida como “bajada We lo teoria a la practica. gCémo haria extensivo ese cuestionamiento 4 |i aplicacién de los conocimientos cientificos por ejemplo de la geuroquimica, la biologfa molecular, la genética-, al tratamiento de Ihe malestares en la infancia? C, Lazaro: {Cudl es su posiej6n respecto de los tratamientos conduc tuales? ‘ Dr. TALLIS: Con los tratamientos cognitivo conductuales, dirfa que t go un problema de piel. Me cuesta aceptar este tipo de tratamientos adiestramiento, en general, no solamente con el ADD. Si uno lee donde se origina todo esto, se trata de concepciones que ignoran el ps quismo, plantean que no existe una psiquis, sino que somos una mas de reflejos. Y algo que esta sostenido en una concepeién como esa, viamente, no va a tener respeto ni por lo subjetivo ni por lo individu Yo acepto que han recorrido un largo camino los conductistas, q ahora se llaman cognitivo-conductuales, desde usar reforzamiento negativos como choque eléctrico a pasar a usar solamente refor: mientos positivos, han humanizado bastante los tratamientos. Pienso que el tratamiento cognitivo-conductual no resuelve de font do las cuestiones. Pero estoy empezando a aceptar que en algunas pa: tologias muy severas donde no tiene acceso otro tipo de .terapia psic l6gica puede cumplir un rol. En los retardos mentales muy profund en autismos muy severos, en donde no se puede acceder con la palabr entonces, para algunas cuestiones elementales, manejar la agresién, au toagresiones, los habitos mas simples, los controles esfinterianos de tos chicos alli, algo de lo cognitivo conductual va a tener un papel. ivi Rivera: Si bien en el articulo que usted menciona el acento e { puesto en el plano ético, en el intento cle desmontar las bases mis- jay sobre las que se asienta la hoy de moda “ética aplicada”, sin du- li la critica al concepto de “aplicacién” resulta mas amplio y abarca- slor, alcanzando en consecuencia a otra dicotomia clasica, aquella es- yrimida como bandera por la posicién positivista en ciencia: la que escinde la “ciencia pura” de la “ciencia aplicada”. - Es importante recordar que la critica al concepto de aplicacién tal somo se presenta en las obras del llamado “segundo Wittgenstein’— * Hntrevista realizada por Gustavo Stiglitz el 3 de marzo de 2006. : Sivia Rivera es filésofa, especialista en epistemologia y axiologfa de la cien- via. Mail: silviarivera@ar.internet | Rivera, Silvia “Ludwig Wittgenstein y la radicalizacién del pragmatismo: aplicacion cuestionada’, en: FerNAnpez, Graciela (Comp,), El giro pragmuitico: las transformaciones en el pensamiento contempordneo, Ediciones de la Universidad Nacional de Lanus, Bs. As., 2003. Agradezco a Adria na Testa el haber llamado mi atencién sobre el texto de S. Rivera al que se hace referencia en esta entrevista. &| nvuaind s3qaisn OWO? ‘GHGY ‘Gav ‘vad | Suvia Rivera emerge precisamente del interior de la ciencia, del nticleo mas du mais formal, de la ciencia: el Ambito propio de la matemitica. El a lisis del proceso a través del cual seguimos reglas matemiticas le pel mite a Wittgenstein mostrar que la aplicacién no sucede a una p sunta comprension previa de la regla en cuestién?. Por el contrario, es la practica de seguir reglas (eso que habitual mente llamamos “aplicacién’) en su dimensin social, comunitari: aquello que funda el contenido de las reglas. Nada hay més alla de k aplicacién, de modo tal que la palabra pierde sentido, en tanto el con: cepto considerado en si mismo nos remite ya a un contenido previ a aplicar en momentos posteriores. Se trata de un suipuesto de cor metaffsico que nos garantiza la preeminencia de la teoria por encim de la praxis. Este supuesto, llevado al campo de las ciencias factica: fortalece la imagen de una desconexidn presente entre el conocimien: to cientifico y el proceso social y comunitario de su produccién. Ai como también entre ese conocimiento y los productos tecnolégicos construidos a partir de él. Enrique Mari habla de una “carga aplica tiva” de las teorfas cientificas, en un intento de revincular teoria praxis’. Oscar Varsavsky va més alld, impugnando el concepto d aplicaci6n en funcién de sus nefastas consecuencias en el plano de I politica cientifica. Toda’ la ciencia, nos dice Varsavsky, es cienci “aplicada”, en funcidn de la base material de la que surge, de las de cisiones que impulgan la investigacién cientifica sobre la base de cél culos de utilidades muy precisos. Sin embargo, y en funcidn de |. carga ideolégico-metafisica del concepto en cuestién, propon reemplazar “aplicada” por “orientada’’’, Si la ciencia pura no existe, si se trata de un mito sostenido por el concepto de “aplicacién’, en: tonces no hay ya espacio neutro de conocimiento que escape a la res- ponsabilidad ética y politica, “;Es posible una ciencia diferente?” —se pregunta Varsavsky- y reponde: “Por supuesto, slo hace falta una diferente asignacién de recursos”. Y eso es muy claro en el campo de las neurociencias. Las estadisticas del CONICET nos dicen que la ma- yor parte de ingresos se destinan a investigaciones en neurociencias, y la mayor cantidad de investigadores estan dedicados a este tema, Ahora bien gse debe esto a una espontanea evolucién de los saberes WITTGENSTEIN, Ludwig: lvestigaciones Filoséficas, Critica, Barcelona, 1988, pardgrafo 202 y ss. : Maki, Enrique: Elementos de epistemologia comparada, Punto Sur, Bs. As., 1990, pags. 34 y ss. 4 Varsavsky, Oscar: Ciencia, politica y cientificismo, Centro Editor de Amé- rica Latina, Bs. As. 1969, pags. 38 y ss. Varsavsky, O.: Op. cit iiie siguen algtin tipo de Ifnea evolutiva interna? En absoluto. Se tra- {a dle una demanda de la industria que con criterios mercantiles pro- ueve la investigacién basica en torno a temas cuya “transferencia” fomete ingresos importantes en tanto apunta a un mercado que dis- pone de los recursos necesarios -y la ideologia adecuada— para el “owumo de las innovaciones tecnoldgicas que no se siguen de, sino sue orienta a, la investigacién basica. (© Sncrrz: Si hay algo que usted seftala del pragmatismo filoséfico, que para dicha corriente lo evidente, no lo es tanto como parece. Yor ejemplo, la relacién entre una norma y su aplicacion. En el cam- pe “psi” nos encontramos actualmente con una supuesta cadena de evidencias: si un nifio no presta atencidn en la escuela, es inquieto e impulsivo, padece un Desorden por Déficit de Atencién (DDA), eso ~ trata con un farmaco especifico, hay que entrenar a padres y maes- tvs, etc. Estas evidencias, aparentes evidencias, zno le resultan im- prweisas? ‘guav ‘aay ‘vaa S) Siwvia Rivera sLivz: Yendo a nuestro tema, si digo que un problema de efica- ile falta de eficacia como es el DDA se arregla, se trata, con una Hla, la regla que nos rige es: trate su malestar con medicacién. w hace si uno no convalida esa posicién? Se inventan nuevas », digamos, alternativas? {De dénde provienen éstas? ¢Es parti- de un activismo 0 de esperar a que se desprendan de una res- a los efectos devastadores, por ejemplo, del uso de drogas? G. Sriciirz: Constantemente aparecen en los diarios (es decir, e cios generadores de opinién) articulos que dicen probar distintas potesis sobre el origen y el tratamiento adecuado del DDA. Toma do una de sus citas de William James: “la prueba tiltima de lo que nifica una verdad es la conducta que evita o inspira’, {No le pare que la presencia de esos trabajos en la prensa apunta mas a gene la aceptacién social de una ideologya, que la utilidad practica de lai formacién? nA: Precisamente a eso se dirige la critica al concepto de “apli- \ que desarrollo siguiendo los trabajos de Ludwig Wittgens- Una regla es unainorma, una indicacién para la accién. Tal co- wsted la expresa se trata de una proposicién descriptiva, no de yegla. De todos modos, es importante recordar que algunos siados descriptivos disfrazan prescripciones encubiertas. En es- » el imperativo de la medicacién puede leerse como una regla contenido ha sido fijado por redes de poder basicamente econé- . pero también epistemolégicas, que normatizan vinculos en 4 gramatica. En este caso la relacién gramatical entre malestar dicacion. Podriamos analizar si es esto equivalente al vinculo enfermedad y medicacién, pero es otra cuestién. En todo caso, ‘iltimo vinculo esta fuertemente anclado en la gramatica del len- que corresponde a nuestra forma de vida. La cuestién ahora es 4jué mecanismos han vinculado “malestar” con “enfermedad”. clasificamos el mundo en funcién de un lenguaje que se ins- como tal a partir de reglas que como ya sabemos son siempre widen practico. Surgen de la praxis y tevierten sobre ella. 14 cuestién no es inventar nuevas reglas a partir de un acto auto- 1», un decreto o algo asf. Porque las reglas anclan en los juegos Jenguaje y las formas de vida, y por lo tanto son las practicas las deben modificarse, para que poco a poco el contenido de las re- gh) se resignifique. Por supuesto no soy partidaria del status quo, si- de algo asi como una tarea micropolitica en el interior de las ins- jones en las que se forman profesionales: escuelas, universida- hospitales, ete. El trabajo micropolitico es un trabajo sobre el len- y sobre las practicas que le corresponden, Se trata de encontrar yay en los discursos hegeménicos, mostrarlas e incluso ahondar- para de este modo abrir el camino que permita la circulacién de fhe voces y otros saberes, aquellos “sometidos” por la ciencia que ‘) eadla caso se considera “normal”.!! S. Rivera: La afirmacién de James apunta al reconocimiento de ql la verdad no es una sustancia, algo autosubsistente, que esté ahf a independencia de las précticas que la instituyen. Desde la pers va pragmatica, la verdad no es una propiedad de las proposicio co-sociales. La funcién de ser “verdaderas” y esto se mide en relaci con los efectos que producen. Es decir que una proposicion es verd dera en tanto existe una comunidad que la considera como tal, y $ bemos que la considera como tal no por una declamacién explicita no por la decisién de utilizarlas como gufa del pensamiento y de acci6n. 7 De todos modos, la aceptacidn en cuestién no es algo esponta sino que requiere de,un complejo entramado de practicas que construyan y sostengan. Quizds en este sentido podemos hablar “ideologifa”, pero no como falsa conciencia sino como relacién e1 verdad y poder!®. La verdad al tiempo que instaurada por el pod tiene efectos de poder. Esto es lo que debe mostrarse en los difere tes medios, para que podamos actuar a partir de este reconocim to, de modo responsable, eligiendo los vinculos entre verdad y pod que consideremos mas justos, pero sin caer en la concepcién ingenu acerca de la existencia de alguna presunta verdad que escapa a Ik avatares del poder. Por eso no creo que pueda hablarse de “utilida practica de la informacién’”. Porque de este modo asimilamos “pré tico” a “util” o “conveniente”, cuando en realidad practica remite praxis, Sin duda los articulos que usted menciona van mas allé de | cuestion de las drogas especfficas para el DDA. Apuntan a fortalea una concepcién de la ciencia como conocimiento que puede dé prueba contundente, objetiva y aun universal 0 ahistérica de su ve dad, entendiendo verdad como adecuacién a los hechos. 1 hw WA, Silvia: “La ‘anticiencia’ foucaultiana como ejercicio de liberacién le los saberes oprimidos”. Ponencia presentada en las VIII Jornadas In- 10 Foucautt, Michel: Le verdad y las formas juridicas, Gedisa, Barcelona, 19 pags. 31 y ss. Dy | Nvu3INd $3q31sN OWOD ‘HOY ‘Gav ‘vdd IGLITZ: En su labor como filésofa que participa en comités de é ca, gqué espera del discurso del psicoandlisis? ¢Se sirve de él? S, Rivera: La verdad es que no he considerado al psicoandlisis com un discurso del cual “servirme”. En el marco de los comités de étic los diferentes discursos —no sélo el del psicoandlisis— son consider . dos como ventanas que contribuyen a iluminar escorzos de una tuacién compleja. Por otra parte, la relacién en el interior del cor es basicamente democratica. Esto quiere decir que ningun discurs tiene prioridad sobre otros, si bien es cierto que algunos no result compatibles con la dindiica propia de los comités. Si bien es verd i que algunos comités incluyen representantes de cleros religiosos ~Cémo llegamos hasta aqui? tre sus miembros, tengo serias reservas al respecto, porque no entiel do cémo alguien que detenta un saber dogmitico que cree establea . un vinculo privilegiado con la verdad, pueda estar abierto a El sindrome en la encrucijada practica dialdgica: participativa y democratica como la del comi ee . . 2 Hay saberes y hay personalidades dificilmente compatibles con i Clinica, ideologia, educacién, farmacos comités de ética. Aquellas personas, por ejemplo, que se s nistradores de yerdades trascendentes, ya religios no logran una iriteraccién adecuada. Para participar de un comité ética hay que reconocer en el otro un interlocutor vdlido y, adem hay que estar dispuesto a revisar los supuestos del discurso propio En este sentido, confieso que mis expectativas en relacién co: psicoandllisis son limitadas. Sin duda creo que puede ser de valios colaboracién a la hora de iluminar algunas situaciones complejas, p ro para eso debe renunciar a toda jerga que propicie alguna clase d elitismo. Y debe también desarticular toda relacién de poder, tal « mo en ocasiones se advierten en algunos tipos de terapias. Para pi ticipar en un comité, tanto las personas como los saberes, deben. sistir la tentacién de convertirse en administradores de la ley, 0 ¢ hermeneutas privilegiados de reglas a las que atribuyen contenié cognitivo fuera del contexto de las practicas comunitarias. ‘Stevia RIveRA ternacionales Interdisciplinarias de la Fundacién ICALA, sobre el tem “Libertad, Solidaridad, Liberacién”, Rio Cuarto, del 5 al 7 de noviembre d 2003. Publicado en actas. Ritalina y suicidio en Québec ANNE BERAUD-BOGINO ria parecer audaz querer relacionar Jos términos Ritalina y lio. Buscando dentro de la literatura, no he encontrado ningan en el que se encuentren asociados, de alguna manera posible, términos. Uno sélo puede observar el hecho inquietante de ‘ef Québec el porcentaje de suicidios es alto, y las prescripciones talina astronémicas. Planificacisn de consumo en masa ‘fin Québec, con 7 millones de habitantes, 70.000 nifios toman Ri- . Los farmacéuticos entregaros 215.000 prescripciones de Ritali- en 19991, De acuerdo a las estadisticas del Centro Estatal de Salud (Québee, dichas prescripciones aumentaron un 10% en 2003. El fe- weno es esencialmente norteamericano. En Francia, donde 3500 1) Ritalina, el medicamento no fue introducido sino hasta 1995, \tras que en Canadé fue usado durante 40 aitos*. BéRAUD-BOGINO es psicoanalista en Montreral (Quebec, Canada), bro de la Asociacién Mundial de Psicoandlisis (AMP) y de la New La~ 1 School (NLS), cofundadora de Pont Freudien en Montreal. [rouble déficit de I'attention et hyperactivité. Une démarche concertée, dos enfants mieux traités,” Lignes directrices du Collége des médecins du Québec et de l'Ordre des psychologues du Québec, Montréal, Sep- Hiembre 2001 (www.cmg.org/ Pages / sections / college /repPubli). Oumer, M.: “Les enfants du Ritalin,” en: CyberPresse, 11 abril 2001, en: www.cyberpress.ca. @ | wvuzind s3azisn OWO> ‘AHaV ‘dav ‘vad | Anne Béraup-Boaino El 6% de los nifios en edad escolar en Québec toman Ritalina. el caso de aquellos de condicién social baja, llega hasta un 12%. es extrafio encontrar aulas en las que 7 u 8 nifios toman Ritalina. 80% son varones. La Ritalina se prescribe a nifios en edad escolar cuyo diagnéstic es el de ADD presentando hiperactividad. Aun asi, el ntimero de tos en edad pre-escolar (2-4-afios) tratados con Ritalina debido a peractividad, crece continuamente. La Ritalina es un compuesto derivado de la familia de las anfets minas. Como la cocaina, estimula el sistema nervioso central pet paradéjicamente, “calma” a los nifios hiperactivos: La Ritalina co trola la hiperactividad durante un cierto perfodo de tiempo pero modifica el comportamiento a largo plazo. La manera en la que ciona no es todavia comprendida en su totalidad, pero esto es lo qu se escucha: “La Ritalina ayuda a los nifios hiperactivos a adaptarse nuestra sociedad’, Pero ga qué precio? La adaptacién como meta esté omnipresente. En los “Planes pa tratamiento” se recomienda el acercamiento “multimodal”, asociat do la Ritalina con la terapia de conducta cognitiva y un “aprendiz je de conducta socialmente adaptada”, mientras que se aconseja a lo: padres seguir un aprendizaje en las técnicas para tratar con nifo ADD*. Para los psiquiatras especializados en nifios en el hospital de r fios Saint Justine, en Montreal, el incremento de las prescripciones s debe al hecho de que ahora es posible elaborar un diagnéstico pre- maturo de las patologias de la hiperactividad. ;De dénde viene la hi peractividad? Otra vez, la respuesta es inequivoca: una predisposi- cidn genética a sefiales débiles entre ciertos neurotransmisores. Uni clinica interdisciplinaria (pediatria, neurologia, psiquiatria) especia: lizada en investigaciones de ADD, somete al nifto a una serie de tests Los especialistas basan sus decisiones en indicadores que parten de una observacién de la conducta, asf como también de las respuesta: de cuestionarios para padres y maestros. Pero, de hecho, nada di aquello toma en cuenta lo que el nifio dice. El hecho de que el consumo de Ritalina sea mayor en los nifios d baja condicién social, no detiene a los investigadores, quienes traba- jan para demostrar que las causas de la hiperactividad son, en reali- 3 Simarp, A.-M.: “Le Ritalin: ce qu’il faut savoir,” en: Québec Science, Sep- tiembre 1998, SauRrioL, D.: Director del Departamento de Psiquiatria Infantil y Adoles- cente del Centre hospitalier de l'Université de Montréal, entrevista en Ra dio-Canada, 16 Enero 2004. «i, neurobiolégicas y genéticas, no sociales, y sin duda, no psicolé- leas Existe una verdadera campafia a favor del use de este medica- jento y las escuelas en particular, son el motor qué Ja impulsa. Al- unas escuelas llegan hasta distribuir panfletos a los padres, donde Telogian” los efectos del medicamento. En Montreal, los docentes oxigen que sus alumnos mas inquietos tomen Ritalina, a riesgo de ser echados de clase. Practicamente, el docente es responsable del “diag- ostico” luego de completar varios formularios, asicomo también fi- has de observacion. Si la conducta del nifto presenta sintomas aso- siados con ADD, los docentes o directivos sugieren a los padres del fifo consultar un doctor. Un sintoma social La presién es tal, que uno puede experimentar siluaciones que pa- ecerian absurdas de no ser tan serias Por ejemplo, una mujer presents una peticion ante 14 Comisién de Jos Derechos Humanos, para dejar de darle Ritalina a su hijo de 8 afios, quien ha manifestado tendencias suicidas. gSe han vuelto los “problemas de atenci6n” un pietexto de los do- eentes para poner “camisas de fuerza quimicas” asus alumnos mas turbulentos? Algunos docentes hicieron un stock dela situacién: “La Ritalina, un paliativo facil de usar, si no es eficaz.akirgo plazo, a cor- to plazo y temporalmente ayuda a resolver un gran problema”. La pregunta esta formulada’. Entre mis pacientes, muchos son nifios: a algunos los trajeron esos pocos padres que se niegan a dar Ritalina a sus hijs, aun cuando La escuela a la que ellos concurren hace de dicho consumo, condicion si- he qua non para la permanencia del nifio dentro dele clase. Por otro Jado, hay una gran mayoria de padres cuyos hijos fueron medicados con Ritalina, que comenzaron a inquietarse ya que hubo manifesta- cién de sintomas que incrementaban el sufrimiento de] nie. Los pa- dres no se quejan de la Ritalina, pero si del hecho de que no solucio- na el problema. Asimismo, los nifios comentan sobre los efectos:spmnolencia, su- presién de ganas de vivir; ellos aseguran que la Ritalina actiia como un anestésico que los calma en su interior pero que losapaga por fuera, ) TrewLay, |. “Hors du Ritalin, plein de salut,” en: Nowzelles CEQ (Cen- trale de l'enseignement du Québec), mayo-junio 1998 | Nvuzind saq3isn owo> ‘qHav ‘aay ‘vad @ Anne Béraud-Bocino Un estudio hecho por Nadine Lambert revela que hay un pore taje significative de adultos que, habiendo tomado Ritalina de ni se volvieron drogadictos.® ;Hubieran sido estos adultos drogadic de todas maneras? O, el consumo de Ritalina: gpromueve el consu de drogas una vez que la medicacién es interrumpida? Los efectos a largo plazo son desconocidos, pero aun asi, el ab de estimulantes es denunciado. como potencial factor de ries; creando una dependencia fisica y sobre todo psicolégica. En Qué la tesis opuesta es la mas defendida: “Se observé que los nifios ADD son propensos a volverse drogadictos, alcohélicos, con condut tas antisociales, problemas de somatizacién y delincuencia. Afor' nadamente, parece que un tratamiento temprano es beneficioso disminuye el riesgo de problemas en la adolescencia o adultez”7 Es realmente sorprendente que atin no haya ningtin estudio a l g0 plazo acerca del consumo de Ritalina o de sus efectos secundarios En Canada, la cgntroversia alrededor de la Ritalina no es muchi El medicamento y sus efectos parecen haber adquirido consenso neral. Fs crucial cuestionarse acerca del futuro de aquellos que hi tomado Ritalina. . . Jovenes y suicidi 1500 personas por afio cometen suicidio en Québec, esa es la pri cipal causa de muerte en hombres de entre 20 y 40 aiios, y la cifra ai menté considerablemente en los tiltimos 10 afios. Québec posee la sa de suicidio mas alta del mundo (en tercer lugar, luego de Hung y Finlandia). Otro hecho a tomar en cuenta es que de 9 suicidios son hombres.® : Desde 1965, el mundo occidental presencié un aumento en la t sa de suicidio. A partir de 1990, esta decay en la mayorfa de los pat ses salvo en Québee, donde el fenémeno no dejé de crecer. Lo particular en Québec es la velocidad del incremento de la tas de suicidios en jévenes varones. © Informacién sobre Nadine Lambert y su trabajo, pagina de la Universi dad de California (Berkeley): http:/ / www.berkeley.edu/news /berkel yan/1999/0512/ritalin.html Lerepvre, L.: “Controverses. Ritalin®; pour ou contre?”, en; Bulletin d’in formation toxicologique, vol. 12, no. 1, Abril 1996. De acuerdo con el Instituto de Estadisticas de Québec (Institut de la sta tistique): www.stat.gouv.qc.ca. {Puede haber relacién directa con el consumo de Ritalina? 1964 es el afio bisagra. A partir de alli, dicha tasa sufrié un incre- ‘syento constante, a la vez que decrecié la tasa de natalidad. Justamen- Ween esa época fue cuando se comenzé a prescribir Ritalina, sefialan- do la direccién que la sociedad eligid como respuesta al descontento eivil , [in Québec, los afios ‘60 fueron marcados por la “revolucién silen- Sosa”, un periodo de cambios politicos, culturales y sociales, répidos » intensos. Los tres pilares de la sociedad ~familia, integracién social ywligién— desaparecieron en un breve perfodo. La sociedad de Qué- 4 est4 mareada por tin fuerte movimiento feminista, y “los afos que siguieron a a revolucién silenciosa parecieron ofrecer el mejor {uturo para la mujer, al mismo tiempo que dejaron una vaga crisis de identidad a los hombres”? El naimero de padres solteros aumenté, y los hombres comenza- yon a sentirse intitiles, aun como sostén de familia o esposos (Mon- fyeal es la ciudad con el mayor indice de mujeres que viven y crian a sus hijos solas), o como padres ~ya que la cifra de mujeres que erian 4 sus hijos por si mismas es considerable. El precio que se paga debido a la ausencia de psicoanalisis Uno no puede evitar preguntarse acerca del estado de una socie- dad que permanece sorda y ciega ante el Ianto desesperante de sus nifios. Ademas, de a poco la sociedad elimina esos extrafios lugares donde uno puede escuchar lo que ese Ianto de angustia oculta y, ala vez, revela. El psicoandlisis, evidentemente, nunca es convocado en este proceso. Es considerado -cuando se lo considera- como pasado de moda, ineficiente, obsoleto y no adaptado a una sociedad que ne- cesita soluciones rapidas sin tener en cuenta el dafio causado al suje- to. La ausencia del psicoandlisis es un sintoma social. Por este moti- Vo, la sociedad paga un precio muy alto, sin preguntarse lo que de- manda la confusién social: gqué es un padre?, squé es el deseo de aprendizaje en un nifio, de acuerdo al sexo de aquél?, gdeseo de emancipacién?, zde crecimiento?, gcdmo se puede poner en practica un espacio donde las preguntas que los nifios de hacen puedan ser escuchadas en vez. de ser lefdas de cuestionarios preestablecidos por behavioristas, donde la solucién al “desorden” se encuentra en la pre- ° De acuerdo con la Association Québécoise de Suicidologie. i | nyesind ss0aisn ono ‘aay ‘aay ‘vad S Anne Béraud-Bocino gunta?, zedmo puede ser que la respuesta de la sociedad sea mordaza que impide asf al sujeto expresarse claramente acerca d que le sucede? La misma sociedad, a través de la Corte Suprema de Canada, pulso la ley en la que se le permite a cada padre, en nombre de derechos de los niitos, castigar fisicamente a sus hijos cuando necesario, 2 ZEs también en nombre de dichos derechos que los nifios “tranquilizados” con Ritalina? ADHD Un nombre para la falla de la funcion de inhibicién Monica V. PRANDI Una solucién a la crisis del sexo opue: El malestar manifestado en nifios varones como hiperactivid silenciado con Ritalina, gtermina en suicidio? Entre aquellos que man Ritalina, un 80% son varones y entre aquellos que cometen cidio, un 80% son hombres. En conclusién, los varones se encuent mas expuestos y vulnerables que las mujeres. ;Deberfamos ver al resultado de la evolttcién de una sociedad en la que los hombres nen dificultades para encontrar su lugar y aun para sobrevit 2Existe una relacién directa entre.el consumo de Ritalina y el s dio? No parece haber una‘conclusién definitiva, pero ya es tiempo que se aborde el tema seriamente. Este fenémeno revela un profundo malestar en nuestra civili cidn. Es relevante a la relacién con el sexo opuesto y a sus consecu cias en los nifios. {Es la hiperactividad una respuesta del sujeto una crisis mayor en Ia relacién con el sexo opuesto? ZEs el uso de Ritalina una manera de compensar la desintegracién de la funci paterna? Todavia no se ha llevado a cabo ningtin estudio que permita e blecer relacién alguna entre la Ritalina y el suicidio; pero por otro do, es claro que la Ritalina no soluciona los problemas del sujeto. Enfrentados a un vacio y ausentes de ideal, gqué alternativas queda a ellos? Ja actualidad el trastorno de déficit de atencién con o sin hipe- (dad, forma parte del discurso corriente. Entre lo cultural y lo tivo, equé es lo nuevo en el ADHD? je la década del ‘80, el ADHD se anota como un sintoma so- Sin embargo, en la actualidad, el estado de situacién de estos sticos nos deja apreciar un matiz de sélido afianzamiento. bo un momento en que se crefa que el déficit de atencién con- una falla del nifio en su posibilidad de aprendizaje, es decir se lo consideraba un sintoma que afectaba al campo del conoci- 0, por lo tanto la misma escuela trataba de poner remedio den- tle su propio campo. Ja novedad es que hoy estamos ante una nueva forma de conce- Jo que otrora fuera un sintoma escolar; hoy ya no es un sintoma a del aprendizaje, sino que recae sobre el cuerpo del nifio y la for- de tratarlo ha dejado de ser competencia de la escuela, salvo pa- w las maestras colaboren administrando la medicacién al nifo. también de destacar el cambio semantico, ya que en nuestros hi siquiera se habla de fracaso escolar, como ocurrfa por 1980, si- {jue se nombra al déficit de atencidn, con o sin hiperactividad, co- wn trastorno. Cuando se lo Hamaba fracaso al menos se indicaba una minima sin que sefalaba la distancia entre el ideal y lo que no se ajus- TRADUCCION: ARIEL BARI JCA PRANDY e psicoanalista en Miami, miembro de la Escuela de la acion Lacaniana (EOL) y de la Asociacién Mundial de Psicoanilisis '), Mail; monicaprandi@letraurbana.com Nv¥aind s3qaisn OWOD ‘GHaY ‘dav ‘vad MONICA PRANDI taba a él, y el decir sobre el fracaso escolar de un nifio era un int de denunciar que algo alli no funcionaba.! Hoy asistimos a un efecto de rotundo nominalismo. Aquellos que retinen el conjunto de sintomas requeridos que p miten nombrarlos como ADHD, entran en un nuevo orden. Lacan situ6 este nuevo orden de hierro que da lugar a una degeneracién tastréfica, que en este caso toma la forma de la medicacién cor via regia para tratarlo. ADHD es sigla muda que no dice ya ningtin fracaso, sino tan lo que ha de medicarse. También terminé el tiempo donde se interrogaba‘a los diferent discursos que podrian tener algtin saber respecto a este sintoma, su momento, los psicopedagogos, los psicélogos y psicoanali eran convocados a-trabajar con los nifios que presentaran este défi¢ En nuestros dias, este trastorno sélo se dirige al discurso psiq trico y al discurso juridico, y la concurrencia del ambito psi es tan lo ervel sentido de un apoyo, siendo central la terapia farmacolég La consecuencia de estos cambios es que los nifios que hoy reeil mos con ADHD en nuestras consultas, ya Hegan medicados, No discusién al respecto. Los desajustes que se manifiestan en el amb de la escuela son llanamente orientados hacia la solucién del farn co, aunque quizis esto sea porque los interrogantes de la escena, colar hoy estin mas‘concernidos en torno a una preocupacién mat la violencia. . Hace tiempo que hemos entrado en la era en que él ADHD que definido como trastorno. Tal como ya lo presentara hace un tieny en nuestra cultura, una de las formas en que queda prometido el b nestar es diagnosticando lo que no anda como trastornos, reducie do a una pura descripcién que sosiaya la interrogacién subjetiva y consistencia a una ilusién que hace pareja con la medieacién. El t torno sittia una desviacién pero sin interrogar lo que anima di desvio.? Podriamos decir que el déficit de atencidn esté en el tratamient que se le otorga a este trastorno, ya que a nadie parece Iamarle | atencién que estos diagndésticos crezcan en ntimero y en edades. Hoy estamos en una época donde se ha corrido ia edad del diay de ADHD, no sélo incluyendo a los nifios muy pequefios co~ rid en la década de los ‘90, sino que en el presente, también vex més, los adultos son incluidos en dicha categoria. Asi, los uf que ocurren en las situaciones laborales, las peleas en el mar- una relacién de pareja, suelen comenzar a atribuirse a un 1) no diagnosticado,tempranamente. Muchos problemas de im- widad que se dan en la vida adulta comienzan entonces a orien- por el diagnéstico de este trastorno y en consecuencia no hay mis que interrogar. Es de notar que este modo de funciona- », no és sin consecuencias. un lado, se reduce la dimensién subjetiva al cuerpo, ya que se dera -aunque todavia no ha sido posible saberlo a ciencia cier- @ el trastorno responde a cierto desorden del funcionamiento | y la droga es el camino de resolucion. Una segunda conse- 1a se ubica a nivel de la responsabilidad, ya que si no hay suje- » hay quien pueda tomar responsabilidad en lo que sucede. Y imo, creo que el sistema mismo se ha visto obligado a tomar a » el intento de reintroducir algo de esta dimensién subjetiva aplana, y lo realiza por la via del sujeto del derecho. | discurso jurfdico toma lugar para velar por el derecho de las as a tener lugar en la vida civil y laboral, a no quedar discri- dos por portar este trastorno. Sin embargo, hay que senalar que po de la victimizacion dispara la ley, pero sigue dejando laten- ‘sujeto del inconsciente. Civil Rigths toman presencia para tratar de ajustar lo que no sha en cada quien, a la estructura social. Hoy hay més del 4% de personas adultas diagnosticadas con D y, en los Estados Unidos, quien porte ese diagnostico puede Mirse en un ambiente laboral concordante a’su condicién, porque Helen los derechos civiles contra la discriminacién. Desde hace unos afios ya se disponen en las escuelas de progra- especiales de aprendizaje para los chicos con déficit de atenci6n. iperactividad. Hoy se suma a ello, las condiciones especiales que que crear en los ambitos de trabajo, no siendo ya posible repren~ © sancionar a alguien que llega tarde o no cumple con las tareas nadas si es que media un diagndstico de dicho trastorno. Inclusi~ on los Estados Unidos, desde hace un tiempo, se han creado cier- ymarcos desde donde se empuja a declarar el ADHD como disca~ dad, con el consecuente resarcimiento econémico que ello impli- PRANDI, Ménica y otros: El fracaso escolar en el discurso analitico, Sexua v obras investigaciones, Editado por el Centro Pequefio Hans/'Tres A nas, Bs. As., 2001. PRANDI, Monica: “La alfabetizacién en psicoandlisis, algunas consider ciones sobre el ADHD”, en: Psicoandlisis con nifios, Silvia Salman (comp Grama ediciones, Bs. As., 2004. Vs una mueca de la realidad contemporénea que se solidariza com pultura de la victimizacin. Las victimas del ADHD van en cami se conquistar cada vez mas dispensas como sujetos del derecho Nvu¥aINO s3a31sn OWOD ‘GHGY ‘dav ‘vad £ Monica Pranoi civil, pero en una escala invertida a lo que abandonan como suj del inconsciente. Cada época ofrece sus propios recursos para dar tratamiento malestar que la caracteriza. La medicacién es hoy el recurso qi ciencia y la técnica han producido y con ella se intenta responder a sintomas de los hombres y nifios contemporaneos. Por ser el med mento un objeto del que se dispone en el mercado, tiene presencia ra ser demandado. Hoy las drogas que se usan para tratar los tras nos de la atenci6n e hiperactividad se promocionan por los canales| television norteamericanos; es posible ver dichos comerciales tanto las casas como en los aviones, asf como también en‘la prensa graf Por un lado, el discurso cientifico prescribe medicacién, y otro, los sujetos contempordneos no sélo que no lo rechazan, sino q demandan el milagro de la farmacologfa que la publicidad ofrece estéticamente. Hacer pareja con la medicaci6n es la consectiencia if vitable de las actuales administraciones de salud A partir de estas apreciaciones, es interesante que nos dete mos a pensar en el modo actual del funcionamiento de la demant En el discurso imperante la demanda esta impregnada del ra de su época} la inmediatez. Cuando se abre la hiancia que presenti ca la dimensién de la causa, emerge la angustia, y ella es tramita de manera urgente. Para ello viene muy al punto la “magia”de lan dicacién bajo sus’ropajes de eficacia a corto plazo. Quizés pode decir que es la maniobra posmoderna por la que se rebaja el dese la demanda. La hiperactividad es un sintoma que permite encontrar una da por la via motora, no espera. Por la anulacidn del tiempo en causa y el efecto el sujeto se precipita en la urgencia. La medicacién como respuesta al trastorno, sostiene la misma gica. Valiéndonos de las categorias del psicoanilisis, podemos de que se hace un uso contemporéneo de la demanda que no respet operacién de reflexion La medicacién es el objeto que obtura la hiancia que revela la visién que causa al sujeto. Su efecto inmediato acalla el sintoma de hiperactividad o el déficit de atencién a la vez que nos pone a ries de suprimir la instancia de la pregunta subjetiva. Cuando se nomina con hiperactividad se sostiene la idea de q hay algo en la actividad del nifio que es excesivo e inuitil. Lacan en los afios 70, en “La tercera”, afirmaba que el sintoma ne de lo real y revela un goce intitil. El sintoma en tanto real es lo qu no marcha para cada uno, es la singular manera de fallar, lo que a4 da uno le impide circular por las vias comunes, lo que no encaja lo que se espera segtin los ideales de cada momento histérico. ideales de nuestro tiempo empujan a creer que los hombres, 4yjeres y los nifios deben marchar por las vias de la produccién. decia que el discurso capitalista ubica el “todos proletarios”. sbargo los sintomas de nuestro tiempo se ponen en cruz con ese Walivo. ) medio de los ideales de produccién de la época, que reabsor- »{ deseo del sujeto, el ADHD revela un goce intitil. Los esfuerzos \iversalizacién y uniformizacion de los sujetos estallan contra el ya de una hiperactividad 0 de una falta de atencién que no per- producir. » otra parte entonces, gc6mo medir este /iper, ese quantum, pa- Jerminar si es excesivo? J | movimiento es consustancial al tiempo de la nifiez, su necesi- de jugar y la curiosidad infantil inquieta, y desplaza a los chicos aritemente. Mp embargo la infancia de hoy se inscribe en un contexto donde Je hace lugar al movimiento del nifio. Un ejemplo de ello son selegios norteamericanos, que en su mayoria no tienen recreo. En de la Florida, es por la implementacién de una reciente ley, que sas algunas escuelas comenzaron a considerar 15 minutos de re- para toda la jornada de estudio. El sistema escolar no hace lugar aetividad hidica y mas bien parece demandar un comportamien- shotico del nifio, que consiste en incorporar la mayor cantidad de macion sin ninguna marca subjetiva. Veen este contexto que muchos de los casos diagnosticados como sactividad, pueden repensarse a la luz de la actividad como un » vital del sujeto. ‘0, también es cierto que més alld de los abusos diagndésticos nifios que tienen una particular relacién al movimiento. Se trata shicos que tienen dificultad o imposibilidad para suspender la sirga motora, sus movimientos no estan orientados hacia un ob- en particular y en general, responde con acciones inadecuadas el contexto. J descarga motriz es un desorden del movimiento que no da in- ‘Wine de aliviar sino que necesita repetirse al infinito, y en este mo- “WAlento, el cuerpo del nifto queda tomado en un cortocircuito pul- yal. Hay algo que no se tramita adecuadamente, hay un goce que se contabiliza en el inconsciente y deja al cuerpo atrapado en mo- _ WHlentos desorientados, inadecuados, excesivos. Jal como ya ha sido planteado en un trabajo anterior’, queda pre- Pann, Monica: “La alfabetizacién en psicoandlisis, algunas considera~ Hones sobre el ADHD”, op. cit Nvyaind s3qaisn owod ‘quay ‘aay ‘vad Monica Pranbi s funcidn de la inhibicién es un hecho de lenguaje que hace j,. Jo, seré operando sobre el continuo de lalangue, lo que "Ya asta ja que el sujeto se apropie del lenguaje, o lo que tambiign p55. decir bajo la forma de que se pueda acceder al discursa, uncién de la inhibicién detiene el fluir de todos los 80M idog y Jos que se imponen en forma masiva, sustrae de ese tole a] gy introducir lo parcial van en “L/Tnsu...”, ubica a la inhibicién como lo simbolitcamen- yyinario, cuestién que no deja a la cuerda real en el buen jugar, envuelven lo imaginario y lo simbdlico, no hay agujera de yg a real que deje calzar el nudo. yd necesario rescribir el agujero de la cuerda real para que ng ge ya la funci6n simbélica a lo univoco, oa la metonimia infin jt palabra que no se constituye en dicho. gerd también disponiendo de la letra que escriba ese aguujera en da real, que la funcién del imaginario haga consistencia y que ede también el cuerpo, lanzado al movimiento continuo, cisamente indicado en la lectura que Lacan hace de Freud, que la sion de lo que hay que reprimir en la sexualidad, para mante principio del placer -la libido— permite el progreso del aparato tal y por ejemplo la instauracidn en el aparato de la posibilida carga que Tlamamos Aufmerksamkeit, posibilidad de atencién. Lo que no se constituye en este proceso no permite que los 0 tos de la realidad sean investidos adecuadamente y enlazados, | que funcionan aislados, de a tino y anulandose la dimensién te ral y espacial que deja al movimiento desorientado, sin sentido que no viene de ningtin pasado ni dirigiéndose a ningtin punto delante. ‘ Este desorden del movimiento emerge como una inhibicién. vel del yo, manifestandose en el acting out y también en el pa acto. Se trata de un actuar que muestra una rotunda separact saber, pura urgencia que trastoca el tiempo de comprender y det una falla en la constitucién del yo. Es porque el Yo queda impedido para alimentar catexias inter nales que se favorece la dispersién, sea para llevar a cabo el curso pensamiento, sea para encausar la accién. . Podemos sefialar que falla una operacién que anuda la es ra. La inhibicién a nivel del yo muestra que se expande el territ de la defensa, noel de la represion y sus efectos de retorno. El det miento del Padre en-nuestro’ dias no favorece la constitucién del toma y favorece la proliferacién de lo imaginario. A partir de lo que Lacan nos deja pensar con su “RSI”, poder situar que la expansién del imaginario, si de inhibin 88 tree 4, 8. “Proyecto de una psicologia para neurdlogos”, en: Obras Compler, que se define como simbélicamente imaginario. Amorrortu Editores, Bs. As., 1988. as, Sin embargo, Lacan precisa en el citado seminario, que la i Wi, Jacques: El seminurio, Libro 7, La ética del psicoandlisis, Paidds, Bs, a. cidn es una funcién que en alguna parte “...se detiene de entrome {008 Be se, de inmiscuirse en una figura que es figura de agujero, de aguje “Ay, Jacques: Seminario “L'Insu’, inédito. de lo simbélico”. ‘an, Jacques: Seminario “RSI”, inédito Si la inhibicién como funcidn que detiene el movimiento no se] “Ah, Jacques: El seminario, Libro 20, Aun, Paidos, Bs. As., 1996. va a cabo habré una falla que produce el goce de la inhibicion. AN, Jacques: “La significaci6n del falo", en: Excritos 2, Siglo Veintiuno egi. La légica de lo percibido que replantea J.-A. Miller, a partir de Joves, México, 1984. ; . fenomelogia de la percepcién” de Merleau Ponty, afirma que lo p Ay, Jacques: “La subversiGn del sujeto y la dialéctica del deseo en e} in. cibido tiene una estructura que le es propia y es del significante. vonsciente freudiano”, en: Escritos 2, Siglo Veintiuno editores, México, : 2 rf O84, Estas afirmaciones también releen los primeros modelos freudl ayes. an oe — ‘i maciones fen piirietos mocieles trem ivy, Jacques-Alain: "Entre articulacién e investidura”, Clase n°17 del oy, nos que nos sitvieron para saber que, es gracias a la insensibilid r ae ; so del afio 1997-98, La orientacién lacaniana Il, 15, pronunciado ey ¢| periédica del sistema perceptor que se accede a la realidad, es d tnarco del Departamento de Psicoandlisis de la Universidad de Paris y 11 &, Slavoj: “The obscenity or human rigths: violence as symptom”, pup; vado on line en www.lacan.com. Bibliogragig Esta discontinuidad es una operacidn de corte, tal como Freud afirma, que permite acceder a una representacién de tiempo, que no es inmediatez ni continuo. | Nvuaind s3qaisn OWO> ‘GHavy ‘dav ‘vad Hiper-actividad sin productividiad JUAN FELIPE ARANGO Asistir a una presentacién del ultimo medicamento de tiltima ge- neracion para el tratamiento farmacoldégicodel ADD y e1 ADHD, el Concerta, es algo que deja atonito. Se presenta también como un gran logro la reduccién en las muertes en los accidentes de tramsito, y esta informacién, entada en estadisticas cutiosamente interpretadas, desplaza las eriticas que se han presentado riterativamente sobre és- te y los medicamentos anteriores (como el Ritalina, Aderall, Stratte- fa), por sus nefastos efectos secundarios. Ademas, evade el cuestio- namiento que pesa sobre estos diagndsticos en la sociedad america- na. El sofisma funciona de mil maravillas entre los terapeutas invita- dos a la presentacién, quienes acenttian su funcién de sal-vavidas. Anteriormente, este tipo de eventos estaba dirigido sOo a los psi- quiatras, pero ahora se comienza a invilara otros profesionales del ‘rea de la salud mental, La raz6n es que algunas de las asociaciones que agrupan profesionales del la salud, come los Clinical Social Wor- kers 0 los Mental Health Counselors, vienen empujando en 14s lobbies es- latales y federales diferentes propuestas para adquirir la facultad de recetar algunos psicofarmacos. Ademas de que son quienes practican el ejercicio psicoterapéutico y estén facultades para remitir al psiquia- tra. Su insercién responde, entonces, a unaestrategia de Ventas, que busca la captura ¢ incremento del consumoen el mercado potencial. En los USA, con respecto al ADHD, los grupos de presién van ba- sicamente en dos direcciones. Una linea fuerte, esta representada por los organismos que buscan obtener el reconocimiento del ADD y el JUAN FELIPE ARANGO es psicoanalista en Miami tiembro de la Nueva Escue- la Lacaniana (NEL-Miami) y de la Asociacién Mundial de Psicoandlisis (AMP). | Nvugind sagaisn owo> ‘quay ‘dav ‘vad JUAN Fetipe ARANGO ADHD como discapacidad, lo que tiene ciertas implicaciones acord a las leyes federales. Bajo el amparo del “Individuals with Disabilitia Education Act”, las escuelas quedan obligadas a ofrecer programas es peciales de educacién para estos nifios, a los que se les asignan fo dos federales y estatales para su ejecucién, de acuerdo al ntimero dé estudiantes inscrito; por supuesto, a mas chicos diagnosticados, mat fondos son asignados a la escuela. De otro lado, el “Vocational Rehabi litation Act”, prohfbe la discriminacién a personas deshabilitadas quienes pasan a obtener en las instituciones educativas yen los luge res de trabajo, un cierto ntimero de prerrogativas especiales. Uno de estos grupos, tal vez el mas importante, e& el CHADD “Children and Adults with Attention-Deficit{Hyperactivity Disorder quienes recibieron para 1995 donaciones de casi 900.000 ddlares po parte de una reconocida farmacéutica. Ese mismo aiio, concentré sug esfuerzos en la reclasificacién del Ritalina para hacerlo pasar en fa li ta de la DEA a la categoria de Droga del Programa III, lo cual dist nuirfa el control y los requerimientos para su prescripcién y obtent cién. Se muestra asf la rentabilidad que implica para algunos la pro! liferacion del diagndstico, todo bajo la légica del constimo, sin mira mientos por consideraciones de orden ético, pero en nombre de la sat lud publica. Una politica donde tanto el DSM, las TCC (Terapia Cognitivo-Comportamentales) como la evaluacién, hacen consonan cia a la exigencia de una mentalidad contable de consumo. La otra vertiente la representan grupos como el CCHR (Citizen Conunission on Human Right), quienes consiguieron la aprobacién d “Children Drug Safety Aci”, ley federal que restituye a los padres e poder de negarse a suministrar medicamentos a sus hijos sados judicialmente por parte de las escuelas como negligentes. Son grupos opuestos al abordaje psiquiatrico, en su mayoria con un trase fondo religioso, sin que exista una contrapropuesta clara de aborda: je del problema. En Driven to Distraction, uno de los libros recomendados en su pa gina de Internet!, los Drs. Hallowell y Ratey escriben: “una vez qué uno comprende la naturaleza de este sindrome, tiende a verlo en to das partes”. Es asf que muchos advierten sobre la imprecisién del diagnéstico e incluso denuncian la inexistencia del nifto rebético o in formitico, que supone este modelo y que se instala como ideal, o nu vo mito, como una ilusién de la ciencia. El tratamiento ofrecido hasta ahora para el ADD produce efectos insospechados, no sélo en los nifos, sino también en los adultos quel van a contravia de la produccién. Lo que esta ocurriendo es que éstal ' http://wwwchreorg / esresponsabilizacién avalada por el consumo de la medicacién, y que instala al sujeto en un falso nombre, borrando la posibilidad de jormularse preguntas, retorna ahora en un segundo tiempo en con tha del proceso que lo produce. Asi, el ADHD empieza a ser un gran problema para los procesos de produccion de las empresas. The New York Times Magazine del 18 de julio del 2004, publica un articulo Hamado “Office Meses” donde habla del caso de una chica que se presentaba en su lugar de trabajo “descuidada y desalifiada; ra impuntual, llegaba tarde repetidamente, y su oficina era un de- systre, al igual que su vestido”. Ante un eminente despido, se defien- de al confesar que tres afios antes fue diagnosticada como ADHD. Para aquél entonces “la noticia fue um alivio para ella porque al fin lo explicaba todo, ella raramente parecfa encajar en un trabajo, eso ex plicaba por qué habia dejado nueve diferentes empleos en los tilti- s, el por qué, a pesar de sus dos Maestrfas y los afios de mos tres afi trabajo duro, no parecfa llegar a ninguna parte” Al confesar su condicién, toda amonestacién posible 0 toda ac- cién disciplinaria podia tomar tintes de diseriminacién, esto, ante un jnemo por el incumplimiento de una labor asignada, le permitfa res- ponder que sufria de una “incapacidad documentada” (Documented ilisabiliiy) ante lo cual tenia el derecho de solicitar un “Plan de acomo- dacién especial”. Agrega que ante el inminente posible despido, la chica ponia en juego la carta del ADHD (“I was playing the ADHD card”). Debido a lo anterior, las empresas empiezan a encontrar una seria dificultad con los empleados que alegan sufrir de ADHD, ya que las llegadas tardes, el aspecto personal, el incumplimiento de las tareas asignadas on los plazos previstos, los olvidos y toda conducta que de antafio hubiera causado un Hamado de atencién, ahora requieren no slo tolerancia sino incluso la creacién de condiciones mas apropia- das al ADHD (ADHD 's friendly enviroment) en el lugar de trabajo, y un acomoedo fisico razonable. Primero fue el ADD en los nifios. Inicialmente, los psiquiatras pensaban que desaparecia con la edad, pero mas del 60% de los ni- fos con ADD tendran la misma condicidn al Hegar a la mayoria de edad. Estudios realizados por Harvard University y la World Health Organization, presentan cifras de mas de § millones de adultos diag- nosticados con ADHD (otros estiman que 15 millones). La American Psychiatric Association dice que éste trastorno afecta el 4.4 por ciento de la poblacién de adultos. E] ADD se siti en segundo renglén des- pués de la depresién; sus cifras son ya de carécter epidémico. Es curioso que ninguno de los escritos revisados ni de una ni de otra tendencia interroguen la eficacia supuesta de los tratamientos wyezind s3a3isn oWo>? ‘GHav ‘dav ‘vad Juan Fevipe ARANGO = . stil é ermite fit, encajar, alojarse ,,, dispensados por las TCCs, dado que muchos de estos nifios son ea podrd cuestionar qué no le permite fi ' JASe en un tados en centros de salud bajo terapias de orden cognitivo-comp mental. Las estadisticas anteriores sin embargo son un cuestiot miento directo a sus resultados, dado que la condicion persiste y tintia en la adultez. Elestandarte del pensamiento liberal econdémico, Francis Fukuy ma, se ocupa con gran preocupacién del ADHD2. Es curioso cor tar que, tal vez el mds radical de los pensadores del liberalismo némico, coincida en un punto con nuestra preocupacién acerca de abordajes y tratamientos que se llevan a cabo en relacién a esta é dad clinica del DSM. Por razones muy diferentes, Fukuyama res: el efecto de desresponsabilizacién que promueve este sistema de sas y clama por la restitucién de la responsabilidad en juego en est pacientes. “Aquellos que creen padecer ADHD, suelen aferrarse ton desi peraci6n a la jdea de que su ineapacidad para concentrarse 0 re en alguna faceta de la vida no obedece, como se ha dicho a menud auna cuestidn de debilidad de cardcter o de falta de voluntad, si que viene determinada por una condicién neurolégica... apuntan un gen... como origen de su comportamiento, preferirian exonerar a si mismos de la responsabilidad personal de sus actos”. Esta pos tura queda plasmada en el best seller a favor del uso del Ritalin | mado: Nadie tiene Ja cutlpa. Fukuyama dice‘que una de las tres mas poderosas tendencias p Iiticas, efecto de la masificacién de los farmacos psicotrépicos, “ constituye el deseo por parte de la gente corriente de medicalizar lo posible su conducta y, de este modo, reducir su grado de respor sabilidad sobre sus propios actos.” Lo que le preocupa es que: “Li discapacidad esté sujeta a compensacién (econdmica) por parte di los organismos ptiblicos”. Aeste pensador le preocupan también los altos costos que esto re presenta a los presupuestos estatales, lo que es desde luego una preo cupacién para el sector privado, que se ve obligado a implement medidas y herramientas especiales para garantizar a sus empleados deshabilitados el entorno adecuado para el buen desempeno de sui labores. Tal y como dice la revista, “el diagnéstico es iluminante”, crea la ilusién de comprender al precio de excluir toda responsabilidad del sujeto en aquello que le sucede, dada la supiiesta y “probada” causa- lidad bioldgica. Fijada en un sentido que nombra su ser, esta mujer Lin acometido claro para el analista esta del lado de interrgsar el ido fijado en ese S, que no permite la apertu a ala pre: ita por lo que le sucede a ese s jeto en paced ar. Es necesarja una or de agujereado de esta creencia en la ciencia promovida anivel Jal, y problematizar la respuesta desde la suposicién de la causa- ioldgica. Fano ee de desenmascarar los mitos infundados de jas Be- wioral Sciences, que se encuentran al servicio del mercado ¥ del con- ‘yuo, para operar la inclusién del sujeto en cuanto particular y en ‘guanto sujeto responsable. Movimiento previo a Ia fnstalacign dele jyansferencia y que opera solo a partir del deseo del analista, E] ADHD representa una piedra en el zapato, an Obstacul al dis- surso que lo produce y que lo inserta en el pica? nib: del mer- sado. Pero también, en un segundo tiempo, representa Ta Dantomii= ga, un tanto del lado de respuesta del discurso de la histérico, de una jetividad que no sirve para producis, que hace obsticulo al imperati- §o de produccién, una actividad llevada hasta lo hiper. 2 Francis FuKUYAMA, Post human Society 3 Tbid., pag, 87. = wregind s3qzisn ow? ‘GHGv ‘dav ‘vaG La atencion que falta y la actividad que sobra Reflexiones sobre el ADD-ADHD ti 4 SWViA ELENA TENDLARZ 4 t Qué pasa cuando un nifio no aprende porque se desconcentra, perturba la clase, se olvida, se distrae, se desorganiza, no concluye sus tareas, y fundamentalmente no mantiene la atencién en sus acti- vidades escolares 0 en otras actividades? En la actualidad, el Manual SM IV tiene un nombre para ello: se trata de un “Trastorno por Dé- it de Atencién”, usualmente conocido como ADD por sus siglas en. lés (Atfention Deficit Disorder). Y sia eso afiade un gran despliegue actividad el cuadro se vuelve: “Trastorno por Déficit de Atencién Hiperactividad’, ADHD (Aflention Deficit Hyperactivity Disorder). La tendencia actual en Salud Mental produce un empuje al consu- ) de medicamentos, en este caso a la Ritalina, uno de los nombres erciales del metilfenidato. La generalizacién del diagnéstico de DD o de ADHD ha Ievado al aumento desmesurado de la medica~ i en los nifios, alarmando a los propt 6 sanitarios. En Es- los Unidos, por ejemplo, en 1987, se diagnosticaron con este cua- a 500,000 nifios. Diez afios después, en 1997, la cifra auments a ),000 nifios. [in realidad no se trata tan solo de un diagnéstico que levaria a discusién terminol6gica, sino que esta en juego tanto una ideolo- acerea de lo que se espera de un nifio, un efecto de mercado de umo por parte de los laboratorios, y una serie de tratamientos \luctistas y cognitivistas asociados que se apoyan en un mapeo ce- yal. Todo esto nos lleva a interrogarnos acerca de qué es este diag- ico y desde qué perspectiva puede examinarlo el psicoandlisis, A ELENA TENDLARZ es psicoanalista en Buenos Aires, miembro de la Es- la de la Orientacién Lacaniana (EOL) y de la Asociacién Mundial de Psi- Alisis (AMP), Mail: stendlarz@fibertel.com.ar ai | nvuaind saaaisn owo> ‘qHav ‘dav ‘vad SitviA ELena TENDLARZ 1. El nacimiento del ADD-ADHD 2. El uso del diagnostico El MBD es el diagndstico que de alguna manera diez afios antes absorbe estas problematicas y es considerado ya desde la perspecti- va del trastorno cognitivo. De hecho, en el CIE-10, clasificacién inter- nacional de enfermedades de uso habitual en Europa, se establece el diagndstico de Sindrome Hiperquinético que se aproxima al de Dis- funeign Cerebral Minima, y eso determina que el cuadro sea menos frecuere que en los Estados Unidos. {Qué afiade el ADD-ADHD y qué consecuencias conlleva? En ptimer lugar, en la etiologia del ADD, el dafto cerebral tiene un “fol menor. En su lugar aparecen los déficits neuroquimicos que se fonsidera que pueden ser tratados a través de una medicacién ade- sada. Los neurotransmisores del tipo catecolaminas, especialmente yradrenalina y dopamina, son los que acttian en la regulacién de la teza frontal. Ellos estén alterados, y se considera que los estimu- Jantes como el metilfenidato y la anfetamina modifican la concentra- n de los neurotransmisores y mejoran asf el rendimiento del nifio. La psicofarmacologia infantil hace su aparicién en 1937 cuando \dley muestra las “ventajas” del uso de la anfetamina en nifios con tornos de condueta. El metilfenidato se vuelve asi el partenaire gal del ADD-ADHD y del imperativo de restaurar al nifo en una acién normal con la conducta socialmente adaptada. La versién del DSM III presenta a la atencién como el trastorno cial del cuadro, La “hiperactividad” que introduce el DSM IV porta una doble entrada: cognitiva y comportamental. Para el nitivismo no se trata ya s6lo de un déficit de atencién sino de una yacién central. La hipstesis de origen genético también es estu- la. Lo hiperactividad y la impulsividad pueden predominar alterna- ente, La hiperactividad en los ninos pequefos es planteada como poder quedarse quieto o hablar en exceso; en los adolescentes, se nta como la dificultad que encuentra en las tareas sedentarias. No obstante, el diagnéstico diferencial también aqui se impone y DSM IV indica la necesidad de distinguir este cuadro de los com- amientos propios de la edad en nifios activos (sobre todo muy jiefios), el retraso mental, la injerencia de ambientes poco estimu- , y finalmente los cuadros de psicosis, denominados en este al “trastorno generalizado del desarrollo”. Por otra parte, la sci6n, la hiperactividad y la impulsibilidad tienen que aparecer de los siete afios y hacerse evidentes en dos ambientes diferen- mas, no en un solo lugar, por ejemplo, en la escuela y en la ca- ) significa que no alcanza con que el nifio tenga problemas sé- El diagndstico de ADD tiene su historia. El concepto de “ate cién” tempranamente fue considerado tanto en las elaboraciones lativas a la inteligencia del nifto (medicidn de la atencién del nifio més precisamente su “falta de atencién”) como en los diagnésticos e1 a infancia para eyaluar un posible autismo. Por otra parte, la “hiperactividad” también tiene sus anteced tes. La “inestabilidad motriz” (Ajuriaguerra), el “nifio turbulento (Wallon), el “sindrome hiperquinético” (Abramson), son algunos di sus predecésores. En realidad, la “agitacidn” de los “alienados” es I descripcién de la psiquiatria cldsica del cuerpo que desborda. A pattir de los afios 20 del siglo XX se han desarrollado dos rrientes opuestas. Por un lado, la francesa, que propone un estud psicodindmico y examina a la inestabilidad psicémotriz. tanto com una manifestacidn sintomatica de un trastorno ansioso © como defensa maniaca frente a la depresién. La corriente anglosajona desarrolla una concepcién neurolégit del que se desprende el diagndstico de “lesién cerebral minis (Stfauss y Lethinen, 1947). En un principio se consideré que un da orghinico cerebral de origen infeccioso o de otro origen llevaba a ob taculizar el proceso de aprendizaje y a trastornos neuromotores. ro las criticas de la concepeisn de la lesién cerebral_y la imposib dad de detectatla hicieron que el cuadro pasara a denominarse “ funcién cerebral minima” en 1962. Wender en 1971 hace confluir en ese diagnéstico (MBD, Min Brain Dysfunction) la hiperactividad, el trastorno de atencién y percepcién, las dificultades de aprendizaje, la impulsividad y ] trastornos afectivos. La disfuncién puede ser reactiva o sintométi¢ En 1980 surge el diagnéstico del sindrome de deéficit de atenell en el Manual de Psiquiatria DSM UI. El déficit de atencién e hipera vidad se incluye a partir de 1987 con el DSM III-R. EL DSM IV co dera una distincién de tres tipos de trastorno por déficit de atend con hiperactividad: con predominio de inatencién, de hiperacti dad-impulsibilidad y un subtipo combinado. El segundo y tercel po conforman la mayorfa de los casos de ADD-ADHD en los Esta concepcién incluye cuadros de ADD residuales en adultos experimentaron ADD en la infancia 0 en la adolescencia. Nv¥aInd sagaisn OWOD ‘qHay ‘dav ‘vad 7 asf dejar atras las explicaciones obsoletas del psicoandlisis, en nom- bre del avance cientifico que indica que el ADHD tiene como etiolo- gjla_un trastorno de la funcién ejecutiva derivada de la actividad del oirtex prefrontal. Y asi, la antigua ctiopatogenia orgdnica de la enfermedad de la “disfuncién cerebral minima”, retorna a través del cognitivismo, que mds que tratamientos propone mediciones, localizaciones cerebrales condjcionamientos que modifiquen la conducta. Todo esto sobre la 4 de fa informacién recopilada a través de los padres, maestros y ts disefiados especialmente para esos fines, que no toman en cuen- las subjetividades involucradas en aquellos mismos que tratan de antificar'la conducta del nifo. El planteo esencial es que las alteraciones cognitivas que produce la disfunci6n ejecutiva afectan la generacién de conductas con una fi- flidad, la resolucién de problemas, la habilidad para prestar aten- ein y su flexibilidad, la inhibicién de tendencias espontdneas que ducen a un error, la resistencia a la distraccién, la capacidad para antener una conducta durante un periodo de tiempo relativamen- largo y, finalmente, alteran la habilidad para organizar y manejar tiempo. Ahora bien, de acuerdo a esta perspectiva de Barckley, tedrico de ita orientacidén, los trastornos del lébulo frontal y de sus funciones oducen diversos sintomas por la falta de control sobre la conducta. e trastorno puede encontrarse también en otras patologias. Esto es licado como “comorbilidad”. A pesar del cuidado diagnéstico inicial de separacién de cuadros, sl concepto de comorbilidad que resulta del cognitivismo lleva a con undir el ADD-ADHD con algunos cuadros de psicosis que presenta DSM IV, tales como los trastornos generalizados del desarrollo, el drome de Aspeger y el autismo, entre otros. De hecho, existe una ie de sintomas que lo acercan al autismo, como las conductas este- lipadas, los trastornos del lenguaje, la poca flexibilidad mental y la cultad en la interaccién social. Asi, plantean que las estereotipias los nifios hiperactivos que mas se aproximan a las propias del au- 0 son: el aleteo de manos, el picar con los dedos, el balanceo de la beza y la repeticién mondtona de sonidos. Otras veces el nifio con DHD, en su forma de falta de atencién, en lugar de ser extremada- mite charlatan, es sumamente callado. Se aproxima asf al mutismo tivo, también relacionado con el sindrome de Asperger. Todas estas apreciaciones han conducido a la propuesta de que iblemente exista un continuo entre el autismo con retardo mental ro, el autismo clasico de Kanner y el ADHD. De hecho, la altera- de la funcién ejecutiva es planteada por el cognitivismo como 7, lo en el colegio para realizar el diagnéstico. Es necesario que esta’ perturbaciones aparezcan en otros lugares. En los casos estudiados, los distintos ftems del Manual son utiliza dos para separar cuidadosamente uno de otro, pero es aqui en dot de las fronteras entre los cuadros vacilan y los limites que intenta establecer tambalean. El llamado “trastorno disocial” se mezcla cot el “trastorno negativista desafiante” (que es su manifestacién leve) por ejemplo, en el nifio llamado “sin frenos” se lo distingue con di cultad del ADD. El caso paradigmatico que presenta el Manual es el de Eddie, nifio de 9 aiios que no para de moverse ni db hablar en clase. Desd pequefio no-fue aceptado en la guarderia por su comportamiento terminé enyun programa especial de conducta para nifos de primé y segundo grado. En el momento de la publicacién del Manual de c sos, el nifio cursaba una escuela normal pero era incapaz de espe su turng por su impaciencia, perturbaba continuamente la clase, podfa concentiarse y su atencién era inexistente. El resultado de esta evaluacién es la medicacion con un estin lante, metilfenidato, a dosis bajas, que ha mejorado su conducta y atenctin. ; El torolario’de,este examen es que el diagné rrelativo a la administracion de una medicacién especifica con la q se espera que el niito logre el rendimiento esperado y ya no molest Esto debe tomarse en cuenta ya que el uso indiscriminado de mec caciones en nifios diagnosticados come ADD-ADHD, sobre todo nifios pequefios especificamente contraindicados en el DSM IV, e puesto seriamente en cuestién por sus eventuales efectos colatera y por el sobrediagnéstico que no toma en cuenta el contexto de emergencia sintomatica ni la presencia de otras patologias mas sev ras (véase La Nacién on-line, 10 de septiembre de 2005). 3. Del fado del cognitivism El cognitivismo tiene una respuesta para el ADD: se trata de trastorno de la funcién ejecutiva. De allf que la propuesta neuroc nitiva parte de mediciones cerebrales y objetivables experimer mente. “De otro modo —dicen Artigas-Pallarés y sus colaboradores el texto Comorbilidad en el TDAH-, la posibilidad de especulacién ilimitada y sostenible tinicamente en base a sistemas cerrados, rf dos y dogméticos, como ocutre con el psicoandlisis y la versién inj nua del conductismo”. El método experimental cognitivo pretet SILVIA ELENA TENDLARZ | nwuaind s3031sn oWo> ‘qHaY ‘day ‘vad 3 Ey | SILVIA ELENA TENDLARZ una de las causas del autismo. De alli que Artigas-Pallarés y sus co laboradores consideren que estos déficit pueden servir para explicai tanto sintomas del autismo como del ADHD. Para resolver el proble ma del tratamiento, proponen que se le suministre metilfenidato a un nifio con el diagnéstico de autismo, si presenta manifestaciones tpi cas de TDAH. La dislexia también es considerada dentro de la co morbilidad, puesto que una parte de los nifios con ADHD muestra como primer sintoma dificultades fonoldgicas, retraso en el lenguaj © ambos problemas. Estos nifios tienen un elevado riesgo de presen: tar dificultades en el aprendizaje de la lecto-escritura. ‘Todo esto permite concluir que el déficit nunca fue un buen crit rio diagnéstico y conduce inevitablemente al uso de la medicacién a terapias comportamentales para paliarlo. Los niftos se vuelven “tos dos educables y medicables” en nombre de la cura del sintoma, s tomar en cuenta la causa y el tratamiento singular que convoca. 4. Un cyerpo que palpita por fuera de lo simbolic La proliferdcién contempordnea de un diagnéstico que conlleva uso necesario de medicacign psicofarmacolégica, es la expresion una medicalizaciéi? de la educacién y una transformacién de la co cepeidn acerca de en*qué-consiste educar y qué es un nifio, El ide de! éxito marca la lucha desenfrenada contra el fracaso escolar, of dandose en este recorrido que no hay un alé escolar a través del todo esté dicho acerca de una vida por venir. La presin de los laboratorios, el uso indebido de los psicofarmt cos, el empuje a la cuantificacién, la arbitrariedad diagnéstica confi da a cuestionarios suministrados por padres y maestros, no son que la expresion de una distorsion del sujeto que consulta o es traf ala consulta por su sufrimiento. Esta orientacion, de la que el cognitivismo por la via del tra miento cognitivo-comportamental se vuelve el baluarte del adiest miento y de la medicién, no se dirige ya al sujeto del inconsciente no aun sujeto del aprendizaje que hay que evaluar, educar y corre para que responda a los criterios de normalidad que impone el d curso amo. Una expresién contemporanea del peso del empuje norma ideal es el proyecto de ley actual francés que como modalit de prevencién contra la delincuencia pretenden establecer un di néstico precoz a través de un “carnet de comportamiento” (La } ciéu, martes 7 de marzo de 2006). El trastorno disocial (Conduct dis der), diagndstico que sigue al ADHD, es el antecedente de los “lad nes de cubos” futuros criminales. Ambos diagnésticos tienen 4 Mis- mo y tnico destino: la reeducacién para que subsista el ansiado “mundo feliz”. Lo esencialmente desatento en esta perspectiva es el sujet, que ho puede reducirse al tratamiento yoico educativo que sigue linea- mientos universalizantes. Antes bien, es una invitacién al consumo. La solucidn de psicofétmacos nos vuelve consumidores y nos e™pu- jo a apropiarnasde la solucién médica en forma indiseriminada sin vonsiderar cada c4so en particular. Reedueacién y medicamentos es Ja combigacién que forma parte de la formula que en nombre de la ciencia fgrcluye al sujeto. En verdad se trata de un nifio que se distrae por los significantes jue marcan su historia, sustrayéndolo de las tareas educati¥@S: ha- ciéndolo vagabundear en sus fantasias, dejandolo cautivo de la preg- ancia de las relaciones imaginarias con los otros, 0 transformando- Jo en la presa de un cuerpo de goce que lo desborda con una hiperac- jividad desenfrenada. El veredicto de ADD-ADHD nada dice acerca ‘le su coyuntura subjetiva, de su relacién con el aprendizaje, ni sobre odo acerca de un cuerpo que palpita por fuera del limite simb6lico. La dificultad en la operacién de separacién en el nifto llamado “hi- activo” retorna en lo real del cuerpo a la manera de una agitacion janfaca que traduce, segtin una justa expresién de Lacan, “Ja insu- ecién del objeto a”. La falla simbélica da lugar al exceso que se Jca en el cuerpo, impidiendo que el nifio mantenga su atencion o e pueda detenerse el tiempo suficiente para concluir sus tareas. “;Puede perderme?”, parafrasea Lacan el decir del niflo para ‘ombrar la operaci6n légica de separacidn. La verdadera pérdida en- ees no atafe tanto a la atenci6n nia la zozobra de actividad. An- bien, es el retorno en el cuerpo de un desarreglo simbélicO- Fl psicoandlisis invita a dirigirse al sujeto, uno por uno, pata que padecer encuentre una salida que le sea propia, por fuer de lo falta o de lo que sobra. | wvuzind s3a31sn oWo> ‘aHav ‘dav ‘vada S| Siwvia Elena TeNDLARZ Dr ATORIAGUERRA, Julian: Manual de Psiquiatria Infantil, Masson, Barcel 2000. ARnIGAS-PALLARES, J Garcia Novett, K. y RIGAU Rarera, E. “Comorbili en TDFHD”, If Congreso Internacional de Neuropsicologia en Intern Manual DSM-IV y DSM-IV. Libro de casos, Roy, Diy M.: “Hyperactivité: ordre ot désordre", La Cause frewdionnte 58, P, oct. 2004. Transt, R.: “The ordering of attention. The ory and ADD", véase en internet. Bibliograt iscourse of developmental De la respuesta farmacolégica al sintoma analitico SANTIAGO REBASA La relacion entre farmaco y sintoma Es un hecho verificable el avance de la psicofarmacologia, sus fonsecuencias en la clinica, sus flamantes bene! 3 y sus también huevos- problemas. Como tal, ese avance requiere ser pensado. Una de las euestiones a pensar es la compleja relacion entre farma- £0 y sintoma, y principalmente respecto del hoy difundido sindrome del ADD (Affention Deficit Disorder) 0 ‘Trastorno por Déficit de Aten- cién, que constituye una de las formas en que esta problematica rela- clon comienza a presentarse con frecuencia en la clinica con nifios. Dado que este sindrome nos remite al campo médico, diremos que al discurso médico nadie es ajeno. Con discurso médico me tefiero al or- den que excede y abarca la practica médica, determinando todo lo que se realice de acuerdo a sus coordenadas. Al respecto Jean Clavreul, en El orden médico!, observa que este discurso nos coloca en tuna posici6n subjetiva de divisién, porque Hegado el caso no pedi- mos sino someternos a este discurso, y esto no es sin rebelarnos ante la ideologia que ese discurso afirma. Clavreul ubica al discurso ana- litico como reverso del discurso médico, lo cual acerca este ultimo al SANTIAGO REBASA es psicoanalista, integrante del Servicio Infanto Juve- nil del Centro de Salud Mental N"3 “Dr. A. Ameghino” de la Ciudad de Bue- hos Aires. Mail: santiagorebasa@yahoo.com.ar VersiSn corregida y ampliaca del articulo “De la respuesta farmacoligica al sintoma analitico. Apuntes sobre el ADD” publicado en el periédico El Otro, Buenos Aires, Noviembre de 2001. ' CLavrrut, Jean: El orden médico, Argot, Barcelona, 1983. | nvuaind s3qaisn owo> ‘quay ‘dav ‘vad # | Santiaco Resasa discurso del amo, discurso de poder, donde Io propio del discur Médico es la sumisién del enfermo al poder del médico. Es propio discurso del amo que el sujeto quede en suspenso, reprimido. Adentréndonos en la problematica general de los psicoférmac podemos pensar que si los criterios para prescribirlos siempre pu den ser motivo de discusién tanto clinica como ética- cuando se tr ta de la medicacién de nifios hay en el horizonte un redoblamient de aquella sumisién. Por lo cual, la discusién deberta imponerse, De todos modos, a esta altura podemos pensar que la puesta Suestin del manejo de la prescripcidn farmacoldgica, de sus fund mentos clinicos, de su conveniencia en cada caso, esti cerca de pas @ ser una utopia. La interrogaci6n es en realidad descartadaen fav de una certeza que tiene, entre otras causas, la creencia que procura Saber cientifico -cuyo imperio es determinante en el poder de la m dicina-, asf como la pretendida eficacia que el propio efecto del ps Cofarmaco, ocultando sintomas, pareceria sugerir, La consec uencia el desvio de la mirada médica cuando la enfermedad, que es su obj to, ya no se daa ver2, * Cuando un nifio es medicado la resonancia de escenificacion fa lasmatica de esta frase no es casual-, surge la pregunta porel obje de esa medicacién®. Ya que seria extranio que el nifio por sf mismo di Mande ser medicado por el sufrimiento psiquico que lo aqueja. Perfil normativo del AD Examinemos ahora algunos elementos acerca del ADI ), que pr vienen de la drbita médica y que podrian ser titiles para situar es Stndrome como una construccién que nos muestra, si podemos leerk de qué modo el discurso médico resuena en lo social con un tinte no: Mativo. Esto podria entre tanto advertirnos de su valor performativ Es decir, aquello que este discurso eficazmente produce, ejecuta, g nera, en el tejido social, bajo la apariencia de una mera deseripciéi cientifica de tono naturalista: la descripcién e inventario que calific ~¥ daa luz~a un grupo de especimenes humanos que s 2 ajustan au Supuesto patrén CLAVREUL, Jean: Ob. cif Renasa, Santiago: “Farmaco y sintoma en nifios. Avatares de la pregun: {a”, en: Psicomndlisis-y el Hospital N16, E1 firmaco, Ed. del Seminario, Bs As, 1999, a En El Manual Merck* de medicina, ©] ADD es definido como: “pa Wn persistente y frecuente de falta de atenci6n e impulsividad ina propiadas para el grado de desarrollo, con o sin hiperactividad’’ (..) ‘Muchos expertos creen hoy que el ADD es una diferencia, mas que §n trastorno o un déficit, de la bioquimica sanguinea, que trae como fonsecuencia una diferencia de enfoque del aprendizaje”. Cabe pre- puntarse si es necesario reconducir a Ja “bioquimica sanguinea” lo {ue serfa sélo un “enfoque” distinto. Puesto que si se recondujeran a | “bioquimica sanguinea” los distintos enfoques para encarar cual- (uier otra clase de actividades, se abrirja la puerta a la medicacién in- lisctiminada, haciendo hineapié cn la medicacién de la diferencia. léase: la diferencia que no se ajusta a la norma social, 0 que de un modo u otro le hace obstéculo, 0 implica a su respecto alguna suerte de desvio. En cuanto a la etiologia del ADD se manifiesta alli que se desco- hoce, explicando que mas del 95% de los casos no presenta lesion neuroldgica, por lo cual esta debe excluirse, siendo la hipétesis més acepiada la alferacién de ciertos neurotransmisores, ;Qué significa es- to? Una alteracién funcional, un cambio, Una psiquiatra que proponta la Medicacién de este sindrome, aduciendo esta justificacién de la modificacién en los neurotransmi, sores, consultada por si esta variacién que se puede observar en los mapeos cerebrales era causa o efecto del sindrome, me aclard que #80, exactamente, es lo que no se sabia, Cuestién central que queda asf soslayada sin mas. Dado que esa alteracién en los neurotransmisores era similar a la de la depresién en adultos se comienza a tratar con farmacologia an- tidepresiva a estos nifios, prefiriéndose mag tarde psicoestimulantes derivados de las anfetaminas, como el metilfenidato (Ritalina), por su efecto paradojal sedante. Los sintomas y signos que conformarian el ADD van, segtin el Manual Merck desde la inquietud 0 impaciencia e impulsividad, pa- sando por la falta de atencién, y Iegando hasta Ja pasividad o letar- Bo, en una profusa gama de matices que diluye, a mi entender, la es- pecificidad del diagndstico, poniendo en cuestign al sfndrome como tal. En lo que respecta al discurso médico y su repercusién en lo so- cial como normativo, leemos en ese manual no sin progresivo asom- bro- las siguientes frases: “los sintomas deben aparecer en dos 0 mas Wa. EL Maniral Merck, Ediciones Harcourt §. A., Madrid, 1999, * Esta definicién es a su vez tomada por el Manual Merck del Manual diag ndstico y estadistico de los trastornos mentales, cuarta eiticién (DSM-IV) & Nvu3zino s3q3isn OWOD ‘quay ‘aay ‘vad & Santiago REBASA situaciones (por ej. hogar y escuela) y deben alterar el funcionamien to social 0 académico”. “La falta de atencién y la impulsividad tan el desarrollo de las habilidades académicas (...) la motivacion colar y la adaptacién a las demandas sociales”. El ADD guarda 1 laci6n con las tareas y con el entorno y las aulas tradicionales...” Pero eso no es todo. En ese texto figura el supuesto de que los cos con ADD “suelen ser desobedientes o desafiantes”. A partir d ello conjeturan para su futuro “dificultades para aprender un co portamiento social correcto”. En los EE.UU,, algunos médicos ya hace tiempo concernidos po este problema, también han_percibido cémo los patrones sqciales 1 son ajenos a este cuadro. Al respecto ha sefialado por ejemplo la Dra Julie Magno Zito, de la Universidad de Maryland: “debido a que creciente ntimero de nifios debe ser puesto al cuidado de guardert porque ambos padres trabajan, aumenta la necesidad de que se ajug ten estrictamente a los patrones sociales”.° Respecto al tratamiento, que es propue: coestimulantes combinados con asesoramiento”. “Los psicoestimu: lantes resultan mas efectivos en los nifios con ADD menos impulsi vos”. En ese sentido,,en un prospecto de metilfenidato se adviert que esta contraindicado en casos de ansiedad marcada, tensién y ag tacidn, ya que puede jagrayarlas! i Los efectos secundarios mas frecuentes del férmaco —minimi: dos en general en la bibliografia~ son los siguientes: insomnio, dep sién, cefaleas, acidez, anorexia, nerviosismo, y ascenso de la presiét arterial. Con dosis grandes: supresién cronica del apetito y disminu cién del crecimiento. Esté asimismo especificado que dosis bajas sue len favorecer el aprendizaje, y las altas, jla obediencia! Un paciente de 9 aiios, al que medicaban con esta droga, me ex: plicaba en presencia de sus padres, que la misma le era suministra da: “para no portarme mal”. Ejemplo de cémo este cuadro médica parece estar configurado en funcién de otras demandas, diferentes las del sujeto. Lo cual insiste en la siguiente frase del citado manual: “Muchas veces, el firmaco se prescribe slo para ayudar al nifio d rante las horas de clase. Se aconseja dar vacaciones medicamentosas (durante fines de semana o vacaciones escolares)”, aclarando a su vez que “no se ha demostrado que los farmacos, por sf solos, produz- can beneficios a largo plazo”. En el prospecto de esa droga se afirma que en menores de 6 afios la seguridad de su uso y efectos a largo plazo no fue establecida. © En Diario La Nacién, Argentina, 8/3/2000. El objeto faérmaco como respuesta El libro titulado El nifio que no podia dejar de portarse mal’, se dedi- (a justificar la existencia del ADD como sindrome y su farmacotera~ pia sobre todo. En él las alertas del prospecto de metilfenidato res: pocto a los casos reportados de merma del crecimiento, asf como de Jos riesgos de esta droga cori relacidn al abuso y Ia dependencia, son fwchazadas por el autor, para quien ambas cuestiones se inscriben en el campo de los mitos. Para argumentar contra los riesgos de adiccidn, cita una experien- cia en la que a un grupo de nifios le suministran metilfenidato y pla- cebos en forma alternada. Come los nifios no podian diferenciar cudn- do les daban la droga y cuando el placebo, coneluyen que no podian generar una adicci6n a una sustancia que no les producfa cambios que llos mismos pudieran percibir. Dejando de lado el valor de objeto que obtura del farmaco como respuesta, més alld de su poder quimi- co. En ese sentido es interesante lo que expresaba aquel paciente, ya no en presencia de sus padres, respecto al lugar que él mismo otorga- ba a la droga: “Yo no quiero tomarla. Me olvide. Mi mam me tiene que recordar, Me dice que la vaya a tomar pero me olvido, y mejor, No quiero acostumbrarme. Tengo que hacerlo yo sin pastillas. Porque si ho cuando sea grande voy a tener que tomar pastillas, y si no, me voy portar mal, y no voy a tener novia”. Aclaraba que las pastillas eran segiin esta segunda versin— para que no le agarren ataques de ner- vios. Nerviosismo que referfa sin embargo a las (para él mortificantes) diferencias que su madre hacfa entre él y su hermano. Se puede pensar que, actuando en el organismo, el efecto del far- maco sobre la subjetividad, al esquivar el territorio del sentido, con- Jleva un riesgo de destierro del sujeto. Asi como la elusién del transi- to siempre singular y dificultoso que toda verdadera experiencia im- plica. En ese sentido, puede ofrse a este paciente dar sus razones en la via opuesta, de rebelién respecto del férmaco. Por el contrario, en las experiencias cientificas tipicas, como las mencionadas més arriba, la escucha de la subjetividad es de antemano cercenada. El afan lucrativo de los nacientes centros de asistencia (gy promo- cién?) del ADD, sumado al negocio farmacéutico, parece apuntar ~en la via de la forclusién de Ja singularidad del sujeto~ a la instalacién progresiva de wn modo de respuesta. Modo con el que empalma un proyecto farmacolégico, si vale la expresién, de dificil control en la s tuacién actual del mercado. Tal como pensaba Lacan esa circunstan- Scanpar, Ruben O.: El iifio que no podia dejar de portarse mal, Distal, Bs As., 2000, Nvuazind s3a3isn OWO> ‘GHaV ‘dav ‘vad cia cuando indicaba i cie ‘ 5 ror ist que el sentido de la sociedad de consumido: lenciar. De esta manera la medicacién farmacolégica hace consistir ral equiva Loonie a saaat como suman se le p lo organico como causa, evitandose asi toda pregunta por la verdad nuestra industria, un plus de sae de hr ts ie fp cl sintoma pueda encarnar. . mS puede leer el oie Be ae ind nahi! - Y agregal {No aliena acaso el farmaco, en las profundicades neuronales mantiene a mucha gente entretontia? imular el plus de goce, sjue proponiendo su alteracién hace consistir como causa todo ac- Unos afiog después, en la conferen ei 4 ; a soso posible del sujeto a su propia verdad, tanto como. cuando un des cera” se preguntaba: ” Qué vos pies oe que * dio en Hamar “Lat jierro se propone mantener fuera, alejado, aquello que subvierte un ‘e Procura la ciencia (...)? Algo para orden para el amo?! traer el hambre e i ‘ a . , . en lugar de Io que nos falta en la relacién (...) Hay sin duda prescripeiones de psicofarmacos que son necesa- Dees ages. oe [a mayoria de la gente (...) se Ji. Pero si Io que se medica es la angustia, una cuestién a tener en de lo que advendra de ese real, a bon dese ree algo que depei suenta cuando se medica a nifios es con qué contamos, qué madre, los gadgets verdaderamente se tonwn epende por ejemplo, de qt qué padre, y qué de ese entorno se ests medicando en et nifto. Con lo te leguemos fosctros items ; ae “ que verdadera fual este col e el riesgo de sostener asf, a través de lo que en él se si Olietos.entsnces qud intent eat anima es por los gadgets’ lencia, el funcionamiento normal, en el sentido en que en el ADD po- dbturanda Ht'el devdemicn le iS ore valor ¢ le goce para tod diamos encontrar al farmaco a favor de la norma social, escolar, asf dvuno Id ete ee ae e Bove dik que atane a c gomo también el funcionamiento “normal” de lo que Lacan Hamé la facia de-plugd : nt P un objeto homogéneo de simi pareja familiar. Plus de goce, o semblantear el objeto para cada sujeto, Desde el psicoanilisis se trata de devolver al sintoma su dignidad, ud en “Recordar, repe- ,, “ese fragmento de su spigar algo va- ; yolverlo ese “digno oponente”, como Hamé F . tiry reelaborar” a los fenémenos de la neuro ser que se nutre de buenos motives y del que deberé 4 Objetalizacion del nifi lioso para su vida posterior”, Se trata, contra la politica del avestruz, Heel lngideabietoer qaetminte - en que nada se quiere saber de la castracién, ce una politica del sinto- desu constitucien irene a ee e quedar el nifo por lo S avatal ma, que ponga a trabajar aquello que en el sfntoma se propone como eran deat aati ie ea acn aun Otro primordial el q tratamiento de lo real, y de su afecto caracteristico, la angustia, Diets Su pent medieaciOn desde el lugar del Otro, puede ser red Dado que suelen ser los padres quienes demandan la medicacion ttuctOn apeenn an de sueto, ya no en suspenso, depende de la co del nifio, un semblante de sometimiento al discurso médico podria § toma, Se reece ae implica la emergencia de tm sujeto dels ser, segtin el caso, una forma de maniobrar con el modo en que esa > mies mary eal aches analitico como reverse del discu demanda perentoria suele presentarse. Oponerse podria representar > Picrew ee © en la prescripcién medicamentosa que el su rechazo, Por ello, mas alld de la medicacién, habria que apuntara_ ithe pissed itiedienarr as trabajar el estatuto de este modo de respuesta tal como se presenta en >, juego, coed eee sein Farmaco acude al lugar de la angusta los padres, dado que, si accedieran a suspender la medicacién sin ha~ eee Si aleeliag| eet gue de la demanda. En algunos casos, | ber desplegado algunas razones, habria que esperar en el horizonte, 5 nada en cl sintoma del in ee propia pregunta, la cual esta encar. dado el modo de respuesta a la angustia, un nuevo objeto para obtu- 3 a opal Sls medication del nifio es en estos ca rarla. Habré que escuchar entonces la demanda, permitir y favorecer_ @ alinito abjetatleate on d crery ia laque queda obturada, quedand su despliegue, tanto la del nifio como la de los padres, y rastrear en : F conn alles pa ae es.en su cuerpo donde se despliega la fan ellas qué del deseo, siempre novedoso, se va diciendo. Aunque la de & na, donde el sintoma estalla y donde se lo pretend: manda de los padres sea medicar a su hijo, podria ser conveniente § © © rm hacer lugar a eso para que pueda hacerse otra cosa con eso. 3 BASS: Hecques: Et seminaro, Libro 17, reverso del psiconnisis, Pail, € &Y TACAN, lace thee ota en Inter 0 Renasa, Santiago: Ob. cit # me Mew aes era”, en: Intervenciones y textos 2, Manantial, Bs, "| FReup, Sigmund: “Recordar, repetir y reelaborax”, en: Obras Complelus, |. * : XIL Amorrortu, Bs. As. 1979, pag. 154 ” ir 8| Santiaco Reeasa Epoca del farm En tiempos que -a riesgo de ser redundantes- podemos lam: globalizacién (es un hecho que el auge del ADD proviene de EE.UU., y es digna de notarse su capacidad y velocidad de ex sin, que le da verdaderas caracteristicas de epidemia'”) las res tas globales, totales, dejan por fuerala singularidad del sujeto, en de um funcionamiento cada vez mas eficaz y aceitado, que requi de la “solucién répida” (quick fix). Asf la designaba una maestra escuela primaria en los EE.UU., cuando me comentaba acerca motivo por el cual la Ritalina es allf usada habitual y profusame Esta cumple la funcién de lo que podria lamarse un “atajo” para qi un futuro “loser” (perdedor) tal es el destino que le otorgan a un fio diagnosticado con ADD-, pueda sumarse al horizonte de “51 cess” que su sociedad promete para todos. Esta docente, convent como la mayorfa en esa institucién educativa ~y sin mayores cuesti namientos al respecto- de la conveniencia del uso de esta droga, podia sin embargo dar cuenta de por qué, afios atras, esta habia si prohibida en el mismo pais, por las secuelas de adiccién alos esting lantes que dejaba eh sus antiguos consumidores. El difundido slogan “winners don’t use drugs” (los ganadores/e tosos no usan drogas), zno deja acaso las mismas para los supuest perdedores, como sucede con la Ritalina? Pero gno es aun mas inquit tante que la etiqueta de “perdedor” (loser) enmascare y esconda ( amo no desea saber nada, s6lo desea que la cosa marche") a aqui que encarna la pregunta por lo que en la uniforme “happiness” 1 funciona? 12 Pero conviene suspender la decisién sobre qué tipo de cosa es la que se expande; y pensar si no se trata justamente de los efectos del Saber pues- to en el lugar del Agente, tal como Lacan lo propone para lo que denomi- na Discurso Universitario, LACAN, Jaques: El seminario, Libro 17, El reverso del psicoandlisis, Paidés, Bs. As, 1992, pag. 22. 14 Repasa, Santiago: Ob. cit. 13 Biopolitica del Déficit de Atenci6n Ram MANDIL “EJ malestar en la cultura” (1930), Freud menciona una confe- jencia de Mark Twain, a la que se supone que habfa as jalmente, en la que el escritor americano hace una digre oul primera vez en que tob6 una sandia, alrededor de los 13 afios de tad: “Habra sido la primera?”, se interroga el escrito, La evocacién de este episodio serviré como ilustracién, para Yreud, de cémo la moralidad muchas veces es realzada como conse- eyencia de un infortunio: después del robo, el 1 fo, lleno de remor- dimientos, resuelve restituir la sandia al propietario, al constatar que a avia estaba verde... r ie referencia mas reciente a Mark Twain surgiré en un articulo publicado en 1993 en el periddico Development and Psychopathology publicado por la Universidad de Cambridge, donde los autores me {an acerca del modo como estaba siendo construida la nocién de [rastorno de Conducta (Conduct Disorder) en el entonces DSM I-R y su vinculacién casi inmediata a los trastornos mentales. Para ello yvocan las vidas de Tom Sawyer y de Huckleberry Finn que, por los criterios adoptados por el manual, ciertamente serian ene como portadores de trastorno mental. Aquello que en Ia ficcion de Mark ‘Twain es presentado en términos morales y sociales, pasa a gradualmente transformado en un problema de salud mental. ara Jos autores de este articulo, el DSM, antes que un documento cientt- fico, debe ser visto fundamentalmente como un sistema de clasifica~ cién administrativo de los problemas y condiciones tratados por los profesionales de la salud mental. Las bases del DSM deben ser bus: Ram MANDIL es psicoanalista, miembro de la Escuela Brasilera de Felons lisis (EBP) y de la Asociacion Mundial de Psicoandlisis (AMP). Mail: rmandil.bhe@terra.com-br =) wresind s2azusa owo> ‘GHav ‘dav ‘vad Ram MANDIL cadas tanto en su carécter pragmatico de construccién « je comin para el campo de la salud mental, como en wo neh como ctiterio legitimador de reembolsos, de seguros do «ty aspecto, segtin los autores, explicarfa en parte la amplia sti te del campo de este manual, como la inclusién cada Wan on nuevas condiciones.! semayee El llamado Déficit de Atencién, tal como esté caractey; DSM IV, también tiene su precursor literario, El manual aoa gran piblico por el National Institute of Mental Health sh undid no de Déficit de Atencidn e Hiperactividad (ADHD) inform oe la primera descripcién de ADHD” por parte de un medica sno del siglo XIX, Heinrich Hoffman, autor de un libro ilver gor 4 story of Fidgety Phillip- inspirado en su hijo de tres ano ado mantenerse quieto en la silla durante las comidas? 4 [is en ese sentido que podemos considerar la construccién de los f4ytornos mentales, presentados en forma de clasificaciones renova- Woy cl debate apuntando a Ja publicacién del DSM V ya se inici6, “$y conclusién prevista para el 2011-, como siendo del orden de una ‘Hlopolitica, esto es, de una politica que, para Foucault, pretende ha- {¥r de la vida el objeto de medidas reguladoras y correctivas, de mo- lo que ella pueda estar sometida, segiin Laurent, al “dominio de cal- Milos explicitos”.5 En esta perspectiva podemos considerar el ascenso del Déficit de Mencion al nivel de un problema de salud ptiblica como producto de ta biopolitica, en la cual las infracciones tienden a salir del registro dle una trasgresién para ser colocadas en el contexto del discurso mé- ico, como un disorder a ser identificado en términos poblacionales y Abordado en términos médicos. Para Foucault, eso es lo que caracteri- de dejar de ser una sociedad juridi- Ja ley. Nos tornamos una sociedad incapaz #4 “una sociedad que esté en vi © articulada esencialmente sobre Articulada esencialmente a la norma. Lo que implica otro sistema de Vigilancia y de control. Una visibilidad incesante, una clasificaci6n Permanente de los individuos, jerarquizacidn, cualificacién, el esta- blecimiento de limites y de diagndsticos. La norma pasa a ser el crite- tip de reparto de los individuos. En tanto lo que se viene cons| ‘ituyen- do es una sociedad de normas, la medicina, en cuanto ciencia por ex- @sJencia de lo normal y lo patolégico, se tornara la ciencia reina’”. Es en esta perspectiva que se debe entender la orientacién dada por el enombrado Center of Disease Controls and Prevention, del Departa- Mento de Salud del gobierno americano: el trastorno de Déficit de Atencién debe ser considerado, antes que nada, como “un serio pro- blema de salud piblica”, teniendo en cuenta su prevalencia, los dafios en Ja performance escolar y social, los costos para la economia, su cro- Nicidad y los limites de las intervenciones adoptadas hasta ese mo- Mento.’ Para que se pueda avanzar en el sentido de una investigacion EI Défict de Atencion en la sociedad de las norm: La emergencia y configuracién del Déficit de Atencign tant mo varios de los cubdros clasificatorios inscriptos en «| DSM ede set endi SI - puede ser entendida como un efecto del pasaje de la sociedad d alinan Eunsfamentan en la ley, hacia la sociedad de las horrnas fy jada sobre las nociones dé normal Sgico, prevists, non Ni < y patol6 vist ; Foucault. 7 PEROICBES, PEEVES por Mich Es en ese contexto de formaciin de una sociedad de nepmatizaci que la medicina y la biologia instan a la ereacién de merge tinuos, reguladores y correctivos para cuidar la vida, Eric Leneect ma la atencién sobre esta sociedad en la que interroga ante: »particiones clasifi i an conti mente las reparticiones clasificatorias, en la que las frontoras Tosi s y los mites estan en constante mutaci6n. Si en la sociedad di pacio politico podria ser pensado en términos de un adeyy, afuera (testimoniado por la expresién “fuera de la ley") eee dad de las normas vivimas en tun espacio sin interior ood demareados, sugitiendo una continuidad constante entre eee LAURENT, E. “Ni Ganymede, ni mude in gay”, En La cause freudienne, n. 55, pag. 47-55, octubre 2003. También en: Una priictiea de la época. El psicoand- lisis ent lo contemporineo, GLAzE, Alejandra (comp.), Grama ediciones, Bs. As., 2005. Idem, pag. 47. FOUCAULT, Michel: “L’extension sociale de la norme”, en: Dits et Eerits Ml, 1976-1988, Cuarto Gallimard, Paris, 2001, pags. 74-75. Ver el desarrollo dado a este tema por Eric Laurent en el articulo mencionado. ADHD: A public health research agenda. Centers for Disease Control anid Pre- vention. U.S. Department of Health and Human Services. March 15 2000, En http://www.cde,gov /nebddd / adhd / dadagenda.htm Ricinens, J. y Clecuern, D. Mark: “Twain meets DSM-II-R, Conduct di : uct di: sorder, development, and the concept of harmful dysfunctig,.” lopment and Psychopathology, 5 (1993) 5-29, Cambridge Unive, Ver: http: //www.nimh.nih.gow/ publicat/adhd.cfm Algunos de sus poemas coma sus ilustraciones pueden very http: / / www.lln.vcu.edu /struwwel/philipp_e html “ en: Deve University Press. en el site: SS wresind seezisn Ono? ‘GHav ‘dav ‘vad & Ram Mano. Freud y la atencié Entre los signos de desatencién sefialados por el DSM Lv ~vario de ellos asociados a las actividades escolares- es de notar aquel q apunta a “los olvidos frecuentes en Ja vida cotidiana”. En ese aspecto, en cierto modo, reaviva el debate de Freud con | tesis de Wundt respecto de la formacién de los lapsus del habla, d lectura y escritura. En la “Psicopatologia de la vida cotidiana”, el ps coanalista refutaré la tesis del fisiologista segtin la cual log Japsus sultarfan de un relajamiento o ausencia de atencién. Para Freud, que la experiencia analitica demuestra, es que los lapsus no resulta de una disminucién cuantitativa de la atencién, sino de su perturb Gon por un pensamiento ajeno que la atrae: “el factor de 1a atencié en los lapsus linguae, de lectura y de escritura tiene que ser deter nado de manera diferente de aquella descripta por Wundt Wundt, Volkerpsychologie, 1, parte 1, Leipzig, 1900). Los ejemplos qi sometemos al andlisis de la verdad no nos dieron el derecho a supo ner que habia una reduccidn cuantitativa de la atenci6n; encontri mos algo que tal vez, no sea exactamente la misma cosa: una pertum bacién de la atencién por un pensamiento ajeno reivindicador”.!? Aun cuandotaqui no tenemos por objetivo trazar las Iineas ge rales de una teorfa freudiana de la atencién, vale la pena destaca cuanto a las tesis de Freud sobre la atencién que jamés la desvin del investimiento libidinal y de sus exigencias “perturbadoras”. Asi es que en su “Proyecto...”, al referirse al mecanismo de I atencién psiquica, indica que ella tiene su “prototipo” en “la expl tiencia de satisfaccién”. La atencién es la responsable de generar @ “estado de expectativa” por el cual se busca investir todas las percep ciones, “una vez que entre ellas puedan es las deseables”.!3 Asimismo, en su estudio sobre el wilz, Freud jamas va a disocial la atencidn de los destinos de la satisfaccién pulsional. AJ analizar economfa libidinal asociada a los mecanismos del chiste, Freud sefia la que entre las técnicas del witz estén aquellas que permiten un i vestimiento de la atencién de modo que el nuevo empleo de ene libidinal a ser usado en el chiste no sea derivado a otras utilizaciones Pero sera en su articulo sobre los dos principios del funciona miento psiquico que Freud volvera, aunque brevemente, sobre el te ma de la atencién. Al examinar las relaciones entre el principio de & 12 FREuD, S.: “Psicopatologia da vida cotidiana”, en: Edie¢ao Standard da Obras Completas, Imago, vol. VI p. Rio de Janeiro, pags. 166-167. FREUD, S. “Prometo para uma psicologia cientifica”, en: Edigao Standat das Obras Completas. Imago, vol. I, Rio de Janeiro, pag. 475. placer y l principio de realidad ~que no es una relacién de sustitu ¢ién, sino de un incremento de la eficacia en la consecucién de un mismo objetivo- Freud reflexiona sobre los efectos del aumento de jas “cualidades sensoriales”, provenientes del mundo exterior, cuali- ades de placer y displacer, que antes orientaban exclusivamente el juncionamiento psfquico. Es en el contexto de ese pasaje que se “ins- {ituye” Ia funcidn de la atencién, “una funcién especial, que tiene que huscar periddicamente en el mundo exterior, a fin de que sus datos puedan ser conocidos si una urgente necesidad interna surgiese”.'* Js la atencion la que permitira “a las impresiones sensoriales encon- rar el mejor camino, en vez de esperar su aparici6n”, siempre tenien- do como objetivo final la satisfaccion de una “urgente necesidad in- terna”. El déficit de atencién generalizado En lo que se refiere estrictamente al orden de la atenciGn, podrfa- mos decir que la instalacién de ese “desorden” en el seno de las preo- cupaciones sociales y de salud publica implica una nueva responsa- pilidad para los psicoanalistas. Podemos suponer, a primera vista, que la instalacién de la aten- cin en el centro de las preocupaciones contempordneas ~en una so- tiedad que produce estimulos de todo orden, incentivando los tappings en todas las direcciones~ podria sonar como una paradoja. No esté descartada la hipétesis de que la constitucién del déficit de atencién como un nuevo sintoma busca responder a los encuentros contempordneos con la inconsistencia del Otro, considerando Ia afir- maci6n de Lacan de que “al desatino de nuestro goce, slo hay el Otro para situarlo (...)’.!® En una civilizaci6n en la que el objeto de la libi- do ya no se muestra aparte, sino circulando como éxtimo en los espa- ios de la civilizacién,!© es de esperar sus efectos sobre la atencién. Lo que el psicoandlisis de la atencién puede demostrar es que éste no es por sf mismo un fenémeno cuantitativo sino una funcién estric- |i. FREUD, $. “Formulacoes sobre os dois pricipios do funcionamiento men- tal", en: Edicno Standard das Obras Completas, Imago, vol. XII, Rio de Janei- ro, pag. 280. IS LACAN, J: “Televisao’, en: Outros escritos, Jorge Zahar, Rio de Janeiro, 2003, pag. 533. 1 LAURENT, B. Ibfdem, Tambien MULLER, J.-A. “Une fantasie”, en: Mental 15, Paris, 2005, pags. 9-27. Nvugind s3aaisn oWwo? ‘GHav ‘dav ‘vdd $ i eee 8 | Ram Manpit tamente ligada a los modos de satisfaccién de un sujeto. Por otto ki do, la manifestacién de ese “déficit”, tal como Freud sostuvo en 3 “Psicopatologia de Ja vida cotidiana”, es, en verdad, una perturb cién de la atencién por otras exigencias de satisfaccion, a partir de cual Freud puede situar la dimensién misma del inconciente (los la sus, los actos fallidos, ete.) No hay que desconsiderar la dimension ética que se encuentra é} juego. Para los psicoanalistas, el desaffo en su practica con los tras tornos de déficit de atencién es restituir su relacién con el objeto frente a los tratamientos psi que insisten en abordar la atencién des conectada de su dimensidn libidinal. Sabemos que es sobre esta di conexién que se sustentan los tratamientos contempordneos de ADHD, medicamentosos, por un lado, y cognitivo-comportament les por otro, estos tiltimos considerando la atencién como el produ to de un aprendizaje. Elambiente es complejo y se extiende mas alla de la dimension rapéutica, Hay también una incidencia sobre el comportamiento q se espera de la familia, de modo que sus responsables se conviert en “los mejores abogados de sus hijos’”!”, al mismo tiempo que procura una adhesién a las nuevas clasificaciones, como a las ofert de identificacién a una comunidad de goce con rituales propios y hé bitos socialmente reconocidos, de los cuales no se excluye el consu- mo de nuevos gADDgets’!8, En la dimensién. del grotesco, la biopolitica del ADHD acaba de producir una nueva figura de intervencién directa sobre la economé familiar: la Supernanny, nueva atraccién de la television mundial. $ trata de una niftera prét-a-porter, capaz de accionar un arsenal de té~ nicas comportamentales para adiestrar a los hijos de la sociedad de las normas, nacidos en lugares en los que los padres ya no saben ma: eduear. Verdadera antipoda en relacién a lo que un psicoanilisis po- dra ofrecer para el abordaje de lo que realmente atrae la atencién del “ser hablante”. TRADUCCION: CLAUDIA LAZARO! Conforme lo sugiere el mencionado manual sobre ADHD del CDC del Departamento de Salud del gobierno americano. j Ver edici6n de febrero /marzo de la revista ADDitude magazine-FOR Peo- ple Who Have ADHD. In www.additudemag.com Variaciones escolares De “no prestar atencién” al “sindrome de desatencion” a las “atenciones pedagdgicas” PERLA ZELMANOVICH Padecimientos de época y resonancias escolares Una fila de nifios espera recibir su “pastilla”, todos son compafie- ros del mismo curso, Ellos lo asumen como algo “natural” que forma parte de sus experiencias escolares. “Estais muy tranquilos hoy, co- menta el profesor, Es que tomamos la Ritalina, responden los nifios a coro”. Se nombran a si mismos con un “yo soy ADD”, rasgo con pre- tension de identidad que espera capturar algo del “ser” y no ast de un “modo de estar” de Jos nifios en la escuela. Se trata de un episodio de la serie animada South Park!, que ape- laa la ironia para presentar una mirada critica sobre la practica di- fundida de diagnosticar por ADD a jévenes y niftos cada vez mas pe- quenos. a ae Importa advertir que el tratamiento irénico de una situacion coti- diana que se desarrolla en el escenario escolar, en una serie televis va, refleja la necesidad de reconocerlo como un problema y el riesgo de su naturalizacin, al tiempo que puede ser una sefial de su expan- PERLA ZELMANOVICH es psicoanalista y docente, Investigadora principal en el area de educacién de FLACSO sede Argentina. Mail: zperla@fibertelcom.ar | South Park es una serie comica animada creada por Matt Stone y Trey Par- ker y distribuida por Warner Bros. Television y transmitida por Comedy Central desde 1997 en Estados Unidos de América y el desaparecido ca- nal Locomotion y por MTV Latinoamérica desde el 2005, Trata sobre las aventuras de cuatro nifios que viven en el pequefio pueblo llamado South Park, Colorado. South Park hace sétira y critica de muchos aspectos de la cultura americana y también sobre eventos recientes, reta las firmes creencias, los tabties, y con frecuencia apela al humor negro. NvwaInd sagaisn OWOD ‘GHaY ‘Gav ‘vad sin, agrego, alarmante. Estudios realizados ya en el aio 2002 al sobre el hecho de que 4 de cada 20 nifios son medicados con Rif en escuelas de Buenos Aires, Santiago de Chile, San Pablo, Rio d neiro y Porto Alegre” La escuela requiere interpelarse en su posicién ética cuando ph ticas que no son inocuas para la salud fisica y la afectacion subje ; de nifios y jévenes, se expanden en el cotidiano escolar. E] nomb los con una sigla como ADD conlleva el riesgo de devenir en unt tigma del ‘cual es diffcil desprenderse, afianzando al sujeto en posicién que podria haber sido pasajera y que lejos de ayudar e promete su relacién con el aprendizaje. Asimismo, son dudosos cién a edades cada vez mas tempranas®. q Resulta necesario desentrafar cuales son las operaciones quel cen florecer y expandir practicas que si bien no son exclusivas ambito parte de docentes, psicdlogos 0 funcionarios. Analizar los iesor que las hacen posibles permitira encontrar otros modos: de afron los problemas a los que estas précticas vendrian a dar respuesta, De padecimientos individual a responsabilidades escolal Estariamos ante una operacién que a través de la ape laciéna ul [ categoria segregatoria que clasifica a nifios, nifas y jévenes (“los q son ADD”, “los que toman la pastilla”) se constituye como unad lencia individual allf donde hay un problema que es de orden soci e institucional. Da cuenta de ello el hecho de que en la conformacid 2 Referencia tomada del articulo publicado en la revista Ps icoandlisis y Hospital N° 25: La infincia Anenazada, 2004, Ediciones del Se minatio,B nos Aires: “ADDH: un diagndstico controversial” (pag, 87), curyas aute & ras son Gabriela Anilo y Melina Caniggia 3 3 “(...) en los Estados Unidos, en el seguimiento prospectiv-o de aquelle = nifios tratados en la infancia con Ritalina, al comprobar quie muchos d = los actuales adolescentes no slo son inconsistentes en su relaciGnal s § ber, sino que tienen conductas impulsivas virulentas, se su giere una < — dadosa cautela en el diagndstico y en la indica mac". Frag = mento extraido de “La desatencién del Otro”, Elena Lacormibe, en Revis ® ta Psicoandlisis y el Hospital, N° 17 (pag. 47), Ediciones del Seminario, Bg ; 100 As., 2000. : J problema confluyen factores que expresan los modos de produe- nde subjetividades en esta época, tarea de la cual la escuela tam- lon participa. Las respuestas que dan diferentes sectores de la socie- dy el mercado también aportan a su construccién. Uno de esos factores intervinientes es el modo de afrontar el “im- Porible”4 que toda educacién conlleva, que es estructural en tanto Mempre hay algo que se sustrae en la tarea de encauzar, a través de { cultura, io pulsional que habita en cada sujeto. Las desatenciones 4 distracciones, fugas hacia otros mundos imaginarios, deseados o yadecidos, son una de las formas en que siempre se expresd ese im- sible. Es una modalidad que encuentra el sujeto para no dejarse strapar totalmente por la escena a la cual el agente de la educacién lo sonvoca. Su expresidn escolar fue histéricamente el no “prestar aten- sion’, 0 el popularmente llamado estar en “la luna de Valencia Cada época bused sus modos de lidiar con ese imposible. Cabe entonces interrogar las razones que hacen dificil afrontar hoy esa ta- wa en las escuelas, convirtiéndolas en un terreno fértil para el des- pliegue de practicas que, a mi entender, son contrarias al cuidado wducativo. Estas practicas son intentos fallidos de dar respuesta a las dificul- ena escolar en la que se produz- jades actuales para constituir una es ean transmisiones logradas, que requieren necesariamente de un “in- fercambio de atenciones”. Identificar los factores que estarian abonando el terreno en el que 4 Idea que retoma la afirmacién de Sigmund Freud sobre las tres “profesio- nes imposibles”: “educar, curar, gobernar”. FREUD, S., Obras Completas, Prefacio para un libro de August Aichhorn, T. III, pag. 309. Como muchas ciudades de la Edad Media, Valencia estaba rodeada por una muralla en cuya parte exterior habia emplazada una fortificacion en semicfreulo, conocida como Hina en términos militares. Al caer el sol, las puertas de la ciudad quedaban cerradas y quien Hegaba después debia pasar la noche fuera de ella. No le quedaba otro refugio que el de ese bas- tin. “Quedarse (o estar) en la luna de Valencia” se convirtié asf en equi- valente de quedar chasqueado, sin poder cumplir un determinado propdsito, con Ia consiguiente desorientacisit que ello supone. Existe otra version del dicho, relacionada con el puerto valenciano. Por la precariedad de su muelle, los barcos debian esperar a que la marea les resultara favorable, lo que suce- dia de acuerdo con el régimen lunar. Quien se hallaba en esa situacion flo- taba sin runibo hasta que las condiciones fueran apropiadas. Estaba pues suje- toa la luna de Valencia. Una vieja copla popular recoge la frase, sin acla- rar su origen: “Me diste cite y, jcuidado! / te aguardé con impaciencia / la noche entera he pasado / en la luna de Valencia”. (http: / /www.sermaestro.com.ar /paraelmaestro2.htm). Nv¥gzInd s3agisn OWwoD ‘GHaY ‘Gav ‘vad PERLA ZELMANOVICH se asientan tales respuestas fallidas, nos puede ayudar a balizar mino a la hora de pensar modos alternativos para afrontar estas cultades. Los adultos, al hallarse muy ocupados y atentos a sus propia gilidades devenidas muchas veces de las circunstancias sociocul les en las que desarrollan su labor, corren el riesgo de antepone las de los nifios 0 j6venes que tienen a su cargo, contribuyendo dé te modo a diluir esa asimetrin necesaria que toda relacién pedagé requiere.® : “ Hntender que se trata de uno de los indicios que dan cuenta del Los modos en que se tramitan los avatares por los que transcu orde de la escena escolar en el contexto actual, nos interpela a pro- hoy las infancias y las adolescencias en contextos diversos, mi iv otra operacion que va de la atribucién del problema al sujeto veces adversos y contrastantes con las representaciones de lo. lo padece, hacia el discurso que lo constituye, reorientando las o debiera ser un nifio 0 un joven escolarizado, pueden llevar'a wonsabilidades y las posibilidades también hacia las instituciones. ciones nostilgicas que atentan contra la posibilidad de atender, La escuela moderna, en su constitucién histérica, tuvo entre sus tar y reconocer al nifio al joven a quien se esta educando. lidades fundamentales delimitar claramente sus bordes. La fun- La labilidad en las relaciones que mantienen los sujetos, otorgada por el Estado y su proyecto politico, los edificios, las adultos como nifios, con sus semejantes y con los objetos, ti plinas, las alianzas con las familias, la preocupacién por captu- efectos en los vinculos intergeneracionales. Los mismos se exp |a segura atencién de los alumnos, son algunos de los indicios que en las dificultades para establecer montajes filiatorios que aseguren Jo atestiguan. nuevas generaciones su inscripcién en una genealogia singt Herbart’, allé por el siglo XIX, en Bosquejo para wn curso de pedago- advierte que “la atencién es para la educacién un objeto tan im- jante que se le debe dedicar un estudio mas detenido” (pag. 60). mismo modo y atin antes que él, Comenio afirmaba que los do- les deben empezar por hacer déciles y atentos a los alumnos. La jogia moderna creé dispositivos como el pupitre y el guarda- yo para que la atencién de los alumnos no se dispersase. En esta cién, Anne Querrien (1979) describe como las miradas son cap- as por la maquinaria del poder disciplinario y organizadas para ila.’ Hoy estos dispositivos disciplinarios se encuentran debilitados en eapacidad de captar atenciones y miradas. En ese marco es que se ‘en este territorio pretende ser desmentido, retorna sobre los nifios inosticados y los adultos desesperados por encontrar una solu- por fuera de sus propias herramientas, que son pedagégicas. La escena escolar desbordada como en una trama juridica, cultural y social. L s cambios en los todos de percibir y asumir la ley y la pal el debilitamiento de las investiduras que sostienen las autorid sociales, el desarrollo de las tecnologias de informacién y comi cin, la fragmentacién y las desigualdades sociales y educativa pactan en la eficacia de algunos dispésitivos escolares cldsicos para der a la educacién de las nuevas generaciones. Figuran entre graduacidn segtin edades, los tiempos fijos, los saberes fosilizs los desacoples con los diversos modos en que las familias regulat relaciones intimas y el lugar que tiene la escuela para las misi sus expectativas vitales, asi como los modos de establecer sanciones. Podemos pensar entonces que la profusién de diagndstic administracién de medicamentos pretenderian reparar los di rres que acabamos de describir. Se trata de una estrategia que puede estar al servicio de en: rar las dificultades que tiene la sociedad encarnada en los ad que hacen la escuela, para brindar atenciones pedagégicas ad das a estos tiempos. Cuando el discurso de la época que toma Juan Federico Herbart (1776-1841) fue filésofo y notable psicélogo que sealiz6 importantes aportes a la pedagogia. La referencia al texto en: Bos- ucjo para un cwrso de Pedagogia, Ediciones de la lectura (s/f) es tomado del texto de An.a Laura ApraMowski “;Podrian ser tan amables de dejar de mirar por la ventana y prestarme atencién?” (pag. 97), incluido en el libro EL renegar de la escuela, Desinterés, apatia, aburrimiento, violencia e in- disciplina (Ediciones Homo Sapiens, Rosario, 2000) cuya autoria compar- te con el pedagwgo Estanislao Antelo. El articulo permite ampliar refe- fencias histériceas y actuales sobre la problematica del “prestar atencién” desde una persprectiva critica. AWRAMOWSKI, opm. cif. Este tema fue desplegado por la autora en el texto “Contra el des ro", en Enseifar hoy. Una introduccién a la educacién en tiempos d Fondo de Cultura Eeonémica, Bs. As, 2003. dHav ‘aav ‘vaa a ° 3 e | nvuaind s3qau PerRLA ZELMANOVICH 104 diluyen y a veces quiebran aquellas referencias que hacian posib tarea de ensefiar y el desaffo de educar a las nuevas generacione Cuando se desdibujan los bordes que permiten a los sujetos verse en un territorio donde las reglas estén claras, se torna dif constituir una escena educativa. La misma cede entonces su lug; aquello que irrampe constituyéndose en un “fuera de escena” donde suelen migrar las atenciones. Es en ega zona en la que se instala el problema que nos ocup mo respuesta a aqitello que por falta de referencias para signifi que ocurre nos deja perplejos: “zPor qué nos sentimos siempt desamparados y los acontecimientos para los que siempre deb mos estar preparados nos dejan sin habla, a veces casi comple te aniquilados?’”®. Ante las perplejidades no se trata de reponer nostalgica aquella escena que fue posible en otros tiempos, tampoco ape ilusoriamente a la mediacién quimica de los medicamentos, si pensar los modos de conformar una escena posible en las coord das de estos tiemp ’ Meiricu sefiala tres condiciones para que un dispositivo ped gico cumpla su funcidn: afirma que debe permitir la conformacié un espacio sin amenazas, poder constituirse en un lugar en donde fio pueda aliarse con un atulto contra todas las formas de adversidé de fatalidad, y que debe ser rico en acasiones, estimulaciones y red diversos. . La apelacién al sindrome’de desatencién es contraria a estas, diciones, en tanto que los “nifios ADD” se convierten en una ame za para los adultos y sus compaiieros, por cuanto la atencién e puesta més allé de la presencia de un adulto al cual pueda alia nifio o un joven, y a cambio puede ser quimicamente producida, ocasiones, estimulaciones y recursos a los que puede apelar la p gogfa se neutralizan en prondsticos que suelen convertirse en suerte de destinos anticipados que los convierten de antemano e rramientas estériles. Las sentencias se tornan performativas en suelen determinar el rendimiento de los nifios y de los jévenes, el peso que tiene en ellos el modo en que son mirados por par sus maestros y profesores Desatencién, hiperactividad y recursos simbdlicos Frente al desborde que las mutuas desatenciones producen, el yyndstico, la medicacién y la derivaci6n estarfan ocupando el lugar efecto de sentido, de la funcién del amor, del velo simbélico pro- ido por la palabra, el juego, y los contenidos de la cultura, cuyas jones estructurantes vale la pena recordar. Siguiendo el recorrido de las razones ya sefialadas en las que la lencién se asienta, y habida cuenta del cardcter fallido de la res- ta que el ADD ofrece, propongo intervenir: * sobre la alteracién de las asimetrfas desde una perspectiva que ©) autoritaria sino democratica y necesaria para lograr que niftos yenes puedan hacer y aprender; * on las representaciones nostalgicas que suponen que todo tiem- ado fue mejor; * buscando alternativas diversas para producir filiaciones en el pio territorio escolar; + modificando los dispositivos que conforman la gramatica y la va escolar. [i nino desbordado que se crefa “el jefe del ejército irlandés”, pu- ar su personaje lidiando contra quienes intentaron estigmati- con la categoria de “hiperkinético”, tan usual en la época en transcurrié el tratamiento al cual corresponde este relato, como y el ADD. El despliegue del juego cedié su lugar a la medica- construyé en el nifto una filiacién con una historia que hasta en- 4s estaba silenciada, E] juego durante las sesiones, asi como la li- ira y los libros de historia en el atila, se constituyeron en inesti: Jes aliados. Alli no se atendié a una identidad apresurada: “el te- ", “el agresivo”, “el loco”, “el hiperkinético”, lo que permitid » derivar la atencidn hacia sus identificaciones primarias media- por el analista y hacia los contenidos de la cultura mediados por wente que los puso a su disposiciGn. El que podria haber sido un potencial ADD, transcurrié por el jefe del ejército irlandés, » obligado para producir una filiacién, y por la obstinacién de la tra que no dejé de brindar una oferta estimulante que constru- {na nueva filiacion cultural. Ambas intervenciones se aliaron pa- e la desatencién cediera ante las atenciones pedagdgicas. xperiencia anaittica y escolar recreada al servicio de resguardar la iden- ile los protagonistas 9 Nv¥gINO saaazisn OWOD ‘GHGY ‘dav ‘Vad Muirizu, Philippe: Referencias para un mundo sin referencias, Ed. Grad Yate relato da cuenta de una intervencién que requirié también de celona, 2004. snds alld de la escena pedagégica, pero que no pretendié disputar- 105, & PEerta Ze_manovicn 1 le protagonismo sino que se alié a ella. Muchas otras pueden tr tarse al interior del dispositive pedagégico, apelando a esa obs! cién de la que da cuenta el caso. Entender que se trata de los efectos de un devenir hist6rico- tico en Ia subjetividad, con sus incidencias en Ia institucién escol contribuye a la promocién de una apuesta contraria al desplaza to del poder educativo hacia un discurso estigmatizante que mer tiliza el padecimiento de muchos nifios y jévenes, En cada mi miento de derivacién que deja afuera el campo de la palabra y de responsabilidades pedagégicas, se produce el debilitamiento de autoridad educativa. ADD, atencion con el déficit CLAUDIA CASTILLO Introduccion y definicién del trastorno El amado TDA 0 TDAH, derivado de las siglas en inglés, ADD, At tention Déficit Disorder, y ADHD, Attention Deficit Hyperactivity Disorder: literalmente, un trastorno por déficit de atencién al que, en algunos s, se le suma la hiperactividad. Los distintos manuales de diagnéstico, una variedad importante de libros, multiples paginas de Internet dedicadas al tema, enumeran una serie de caracteristicas de los nifios que padecen este trastorno. Son nifios que se distraen facilmente con estimulos extrafos, tienen ificultad para escuchar y seguir instrucciones, les cuesta focalizar y sostener la atencién (déficit de atencién), les cuesta concentrarse y apli- carse a la tarea, El desempeiio escolar que obtienen es erratico, un dfa pueden realizar un trabajo y al dfa siguiente no, se desconectan, son de- sorganizados, también pueden perder sus pertenencias, ete. Por otra parte, presentan en much 10s, falta de inhibicién 0 con- (rol cognitive sobre los impulsos, frecuentemente asociadas con inquie- ud motora (hiperactividad-impulsividad). Estos dos conjuntos de signos pueden aparecer por separado 0 combinados. En el manual diagnéstico (DSM IV) de la American Psychiatric Asso- ciation (APA) se reconocen tres subtipos de TDAH: * Con predominio de déficit (falta) de atencién. * Con predominio de conducta impulsiva e hiperactividad. * Tipo combinado, donde los dos trastornos anteriores se dan a la vez. CLAUDIA CASTILLO es psicoanalista en Buenos Aires, Miembro de la Escuela de la Orientacién Lacaniana (EOL), de la Asociacién Mundial de Psicoandli- sis (AMP) y del Centro Descartes. Integrante de la Fundacién Puertas Abier+ tas, Mail: ccastillo@interar.com.ar & Nve2ind s3q3isn owo> ‘quay ‘dav ‘vaa CLaupia CASTILLO Los criterios normalizados del DSM-IV-TR fijan estandares cli para establecer el diagnéstico del TDAH y de cada subtipo, de acu a la presencia 0 no de una serie de sintomas y a su grado de intensid Los distintos autores enumeran una serie de conductas que del estar presentes para que un nifio sea diagnosticado como ADD: | | Inatenci6n o dificultad para sostener la atencién por un periodo: It a sostener la ati P ic p. r cid terminado. " 2. Impulsividad. 3. Hiperactividad (en algunos casos) 4. Dificultad para postergar las gratificaciones. 5. Trastornos de la conducta social y escolar. 6. Difelindes para mantener cierto nivel de organizacién en la vid en la tareas personales (estudio, trabajo, relaciones interpersonal 7. Danio crénico en la autoestima. . En ip libro del atio 1999, una especialista en educacién elementa especial de la Universidad de linois, Sandra F. Rief, agrega algu otras caracteristicas conductuales de este trastorno: a * Alto nivel de actividad: - El nifio esta en continuo movimiento, deambula por el aula cuesta manteherse en su sitio. i - Encuentra objetos pré i a objetos prdximos para jugar con ellos ‘ a juga los y ponérselos et pe y ponérselos en ¢ Impulsividad y falta de autocontrol: ~Tiene estallidos verbales, a menudo inadecuados, interrumpe 4 otros, no puede aguardar su turno, - No piensa antes di sa a de actuar, se lanza a activid se la aa lades que pueden se peligrosas. rare - Puede ser agresivo, se sobreexcita con facilidad. os ror otra parte, este sindrome afecta a un porcentaje de nifios en edad: on ar que oscila entre un 3% y un 10%. El TDAH es mas comin en log arones que en las nifias. Y las causas posibles de aparicién de este tras= ; ee orno son multiples aunque en verdad no se conocen con exactitud Al S . ye 5 faa Igunos autores atribuy en su aparicion a causas genéticas, aunque a tinica prueba de dicho origen sea que algtin familiar haya presenta: do caracterfsticas similares. = Otras causas posibles son: a tere biolégicos/fisiolégicos: algunos especialistas piensan que se trata de una disfuncién en el area del cerebro que controla los impul- y contribuye a filtrar los estimulos sensoriales y enfocar la atencldn. Ibirfa un desequilibrio 0 una falta de dopamina, que transmite los sisajes neurosensoriales. Cuando nos concentramos el cerebro libera srotransmisores adicionales, lo que nos permite aplicarnos a una €o y bloquear los estimulos competitivos. Las personas con ADD tery ‘lan un déficit de estos neurotransmisores. Complicaciones 0 traumas durante el embarazo (no se suele expli Syren qué fue afectado el nifio con ADD), Causas multiples que van desde el envenenamiento por plomo juota las alergias por problemas alimentarios, exposicién prenatal a al- soho! o drogas (en casi ningunas de las causas mencionadas hay una te- jncidn directa enire los sintomas de ADD y estos factores). Diversas fuentes, diversas opiniones Una de las caracteristicas que sorprende de este trastorno es Ja gran dlifusién mediatica del tema. En el afio 2004, Ja revista del Diario La Na- sion publica un dossier, durante algunos meses, Hamad “Los hijos y el aprendizaje”; en marzo de ese afio se dedies a “Chicos hiperactivos”, y ji nota —que menciona ejemplos de varios chicos, que cita y luego con- sulta especialistas del exterior y de aqui~ menciona, entre otros datos, lino referido al diagndstico que vale la pena destacar: “El diagndstico es esencialmente clinico; no hay estudios de laboratorio, imagenes 0 electroencefalograficos que pongan un sello distintivo a los pacientes, como el aumento de azticar en sangre, por ejemplo. La clave esta en la observacién de la conducta del nino, de sus reac- ciones y su relacién con el mundo que lo rodea. A partir de un detalla- do informe (bien estudiado y reglado), en el que participan los padres y los maestros, se puede elaborar un diagnéstico certero.” Me parece interesante destacar algunas contradicciones que mues- tra este pequeito parrafo que al llegar a miles de lectores, alimenta “una brillante oscuridad”. En principio, si bien no hay estudios que ast lo validen, se sigue afit= mando que se trata de un trastorno de origen biolégico o genético. Por otra parte, es Ilamativa esta alianza entre el médico, la escues lay los padres, todos unidos en equipo, observando al nifio para ha cer un diagnéstico. Creo que vale la pena apelar, para explicar “nue vos sintomas”, a lecturas ya clésicas, como el libro de German Garela La entrada del psicoandlisis en la Argentina; en el capitulo que lleva por titulo: “Los buenos oficios de la psicologia”, leemos: “El campo “psi colégico’ surge en nuestra cultura cuando comienzan a quebrarse 108 wvEnnd s3qzusa ONO? ‘GHAaV ‘adv ‘vad Craupia CastiLto 10 lemas que regulan el intercambio de los cuerpos y la alternanei de las generaciones” (.,.) “La psicologia quiere ensefiar a cada um -quiere orientar, educar, reeducar, etcstera— lo que antes era un s ber del conjunto”. Si bien el capitulo se refiere a la historia de ciertag ideas en torno a la psicologfa que comienzan con Amadeo Jacques incluyen a Pifiero, Ingenieros, Loudet, en los inicios del siglo XX e la Argentina, muchas de las‘observaciones serfan perfectamente a tuales respecto del modo en que se analizan ciertos fenémenos. 4 no se trata acaso del nifio convertido en organismo aquel que propo nen observar los especialistas, nifto que se inserta en.un medio por st rendimiento y que tendré que estudiarse en sus corhportamientos? Volviendo a los medios y a la difusién de ciertos temas, en una en trevista a una pedagoga brasilefia, Tania Zagury, en la Revista Viva d diario Clarii sobre el tema de los limites para los chicos dice: “Los pi dres modernos —debido a la amplia divulgacién de los estudios en campo de la psicologia y en el de la educacién- son parte del fen6 nos que se denomina era de la medicalizacién de la educacién, porque pe dieron la confianza en sf mismos.” Luego sefiala que los padres pas més tiempo buscando sefiales de traumas, baja autoestima y frustracid nes que enseflando a convivir y a respetar a los otros. Me refiero a esta pedagoga, porque me parece pertinente a la horad hablar del déficit de atencién; por una parte, los padres tienen que obser var a sus hijos de “étza manera”, no como hijos, sino en pos de hacer ul diagnéstico; pero por otra parte, la escuela es la encargada de decir quié es ono un ADD. En los Estados Unidos se ha creado el cargo de e1 mera educativa, cuya funcién es la administracién de la medicacién e los niftos al comienzo de las horas de clase. A propésito de esta tilti en un breve articulo!, la Dra. Maria Marta Giani(psicoanalista y psiquia tra) explica: “Respecto de la medicacién hay muchas controversias. En] actualidad la droga més utilizada es el metilfenidato, que es un esti lante del sistema nervioso central. Segtin estudios estadisticos, en caso en que se diagnostica déficit de atencién asociado a trastornos neurolé gicos, las drogas favorecen un mayor rendimiento escolar, en un elevad muimero de pacientes. (...) Como toda droga tiene efectos adversos enti los que encontramos con alta frecuencia: insomnio, irritabilidad, taq cardia e hipertensién arterial. Por tratarse de un derivado de anfetamini existe el riesgo de favorecer adicciones a sustancias estimulantes en el turo. (...) Lo cierto es que hay niftos que perturban, alteran el orden. (. Sus actos dicen algo de lo que les sucede; por eso decidimos escucharlo en lugar de aceptar un rotulo bajo un denominador comin’. ! Boletin de la Fundacion Puertas Abiertas de la hiperquinesia y el déficit de atenc N*°2 junio 2001. “ADHD. Acereg mn”, Dra. Marfa Marta Giani. Conclusiones, ideas, problema: Hace unos meses, a fines del afo 2005, en la seccién psicologia del diario Pégina/12 se publicé un texto dirigido al Ministerio de Salud, a Jos medios de comunicacién y ala opinién publica, con la firma de mas We 150 profesionales que cuestionaban el diagnéstico de déficit de aten- sin en nifios, por considerarlo, entre otras cosas, invalidante. El texto »s extenso y no pretendemos reproducirlo aqui, sin embargo vale la pe- fa subrayar algunos parrafos “es totalmente inadecuado, desde el unto de vista de Ia salud publica, unificar en un diagnéstico a todos c nifios desatentos o inquictos sin una investigacién clinica pormeno- rizada. (...) En la comunidad cientifica hay consenso sobre que el deno- jinado ADD/ADHD, refleja situaciones complejas, ligadas a diferen- ws patologias. Sin embargo, esto no suele ser tomado en cuenta. (...) Desde nuestra perspectiva nos encontramos frente a un nifio que sufre, que presenta dificultades, que obstaculizan el aprendizaje y que debe- mos investigar lo que le ocurre para poder ayudarlo”. En muchos aspectos concordamos con dicho texto, sin embargo ca- be destacar que muchas veces, algunos de estos nifios rotulados como hiperactivos no sufren de nada, al menos de nada aparente; el malestar lo manifiesta la escuela o la familia y a Ja hora de hablar con el nifio, al preguntarle qué le ocurre, muchas veces suelen contestar “nada” o “me va mal en la escuela”, sin que esta respuesta los implique en lo més mf- himo. Muchos de los articulos consultados sugieren por una parte un diagnéstico temprano, por otra el trabajo en equipo de pediatras, neu- Wlogos, psiclogos, psicopedagogos, maestros, psicomotricistas y pa- dires, Creo que aun en el caso de que todos estos tratamientos comple- mentados fueran posibles, incluso por una cuesti6n de costos y de tiempos del niio y la familia, la perspectiva del psicoandlisis es otra. Para fundamentar esto tomo prestada una cita de autoridad de Eric Laurent en un articulo de la revista EI nifio, donde habla de la perspec- fiva del CIEN* como una orientacién que sostiene el lugar del “no ber’: “no nos limitamos a producir un saber bizarro, interdisciplinario entre comillas, que no seria de ninguna disciplina y de todas a la vez”. Fse “no-saber” es el lugar donde desfallecen las representaciones, los discursos escuchados y es el punto donde hay posibilidad de que apar fezca el sintoma y desde alli poder orientarse. En el caso de algunos nifos diagnosticados como ADD que han Ile * Laurent, Eric: “Del tétem al clon”, en: Revista El niio N°8, Paiddés, Ba. As., 2000. ) CIEN: Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Nifio, NYERIND S3031SN OWO? ‘GHGY ‘dav ‘vada CLaupiA CASTILLO gado a mi consulta, slo pudiendo dejar en suspenso ciertas etiqu Giertos saberes que pesaban sobre ellos (el neurdlogo, la escuela ola milia) pudo hacer su aparicién algiin tipo de pedido de ayuda por te de esos nifios. Las entrevistas a los padres son importantes para poder captar lugar tiene ese nifio en la economia libidinal familiar, de qué modo deseo de los padres ha jugado en la historia particular de ese nifio, su modo de accionar en el mundo, en su insercidn escolar. Qué ides familiares pesan sobre él y con qué personajes familiares a veces se asocia. En cuanto al nifo, las llamadas entrevistas preliminares pen ver si hay un consentimiento suyo al andlisis, y si es posible la cons tucién de un sintoma que testimonie del modo en que el nifio esta jeto en el lenguaje, al tiempo que da cuenta de su posicién de goce. Del trastorno a la multiplicidad de la clinica OO a - a Queda por deci Hay tal vez un trabajo por hacer queimplique investigar de nuestra perspectiva los lazos entre ADD 0 ADDH y trastornos del mor 0 afectivos. Muchos especialistas insisten en ligar a los niftos hi ractivos con los niftios diagnosticados como bipolares, diagnéstico qq ahora se ha extendido a la infancia Menos comentada son las contraindicaciones que la medicacién metilfenidato (Ritalina, nombre comercial) produce en los casos de p cosis infantiles. Ret, Sandra F: Como tralar y ensefiar al nirio con problemas de atencidn e hipera vida, Paidés, Bs. As., 1999. Garcia, Germén: La entrada del psicoandlisis en la Argentina, Altazor, Bs. 1978. Varios AuToR#s: Revista El nifio (revista del Instituto del Cantpo Freudiano. Cent Interdisciplinar de Estudios sobre el nifio) N° 8, Paidés, Bs. As., 2000. GratcH, Luis Oscar: E/ trastoruo por déficit de atencién (ADD-ADHD), Panam cana, Bs. As., 2001 . Pagina de la Asociacién Andaluza de Psiquiatria y Psicologia Infanto —Juvel Revista virtual de la Fundacién Trastorno por déficit de Atencién ¢ hiperacti dad, Afio 1, n? 2 marzo 2001. Pagina: www.psicologoinfantil.com. Diarios: La Nacién, Clarin, Pagina/12. 18 Un sujeto que no atiende (al significante) “Enric BERENGUER El Trastorno por Déficit de Atencién ha venido desde hace unos afios a reavivar el interés por el antiguo sindrome de hiperactividad Infantil. Tal asociacién, por otra parte, ha justificado la entusidstica extension de esta nueva entidad nosografica, tan difusa como aque- lo que pretende nombrar, entre cuyas indicaciones terapéuticas se encuentra la administracién sistemdtica de anfetaminas. Reciente- mente se ha querido establecer igualmente correlaciones entre este supuesto sindrome y el Trastorno Obsesive Compulsive, de tal ma- hera que hoy dia no es raro que acuda a la consulta del psicoanalista {in neurdético obsesivo grave tratado por algtin servicio de psiquiatria con las mismas anfetaminas que se administran a nifios hiperactivos. Lo mas inquietante es que algunos casos de psicosis atipicas empie- yan a recibir el mismo tratamiento farmacolégico. Las consecuencias estan todavia por verificar, pero tenemos motivos para la preocupa- ion. Lo fascinante para la psiquiatria biolégica, es de suponer, reside en el establecimiento de Ifneas de continuidad que atraviesan lo que tanto la psiquiatria clasica como el psicoandlisis consideran diferen- sas cualitativas fundamentales: se trata de un ataque contra la espe- tificidad de la psicosis, esta vez por un nuevo flanco. Y ello tanto mas euanto que la articulacién de los dive ‘sindromes” entre sf, de~ mostrada estadisticamente, permite relacionar determinadas formas le exceso en la conducta (hiperactividad 6 compulsiones) con algtin HRic BERENGUER es psicoanalista en Barcelona, miembro de la Escuela Laca- hiana de Psicoandlisis (ELP-Barcelona) y de la Asociacién Mundial de Psieoa~ ilisis (AMP), Mail: enricberenguer@ gmail.com NvE3IND S3031sN OWOD ‘GHaY ‘dav ‘vad Enric BereNGUER tipo de déficit cuantificable en una escala simple, en este caso en atencién, considerada indicador de un substrato biolégico por de minar. Se trata de un esquema que repite lo ocurrido hace afios ¢ el eje del humor y la expansién del uso del término “depresién”. los partidarios de la evaluacién les encantan las cosas que pare simples. Por supuesto, podriamos alacar este tipo de argumentacién p diversas vias. Por ejemplo, demostrando la heterogeneidad de los némenos clinicos concernidos; o mostrando la debilidad de la nock de “atencidn” que se pretende tomar como un indicador fiable, pu en efecto, es muy probable que en él se amalgamen diversas for del no enterarse, del no querer saber nada o del mas franco rechai Cosas no tan simples. Propongo, sin embargo, adoptar una perspectiva distinta, gPt qué no admitir por un momento la idea de que cierto déficit en alenci6n tenga como resultado ciertos excesos en la conducta? pocas veces, en los debates en que interviene el partido de los cie ficistas, nos equivocamos si pensamos que se trata siempre de d mentir algunos de los hechos que ellos destacan como argument ‘Siendo que, por el contrario, en no pocas ocasiones nos resulta cho més rentable situarnos en el plano de la interpretacién de es mismos hechos que ellos nos aportan. Y podria llegar a ocurrir cohortes de investigadores trabajaran, sin saberlo, a nuestro fa Seria ir6nico. Efectos del lenguaje: lo que el sujeto trata y col Ello es asi, en gran parte, porque si de algo nos ocupamos es, todo caso, del sujeto, no de la medicién de un organismo. Sean ci les sean las alteraciones, las modificaciones de determinados pat metros biolégicos, hay un orden de la experiencia que consiste en tuar de qué modo el sujeto ocupa un lugar alli, qué uso hace de to aquello que, sea como sea, le sirve para llevar a cabo su particular nm do. El sujeto es ahi, al fin y al cabo, el mas sutil de los operadores, Dejando ahora las ediciones y los tesis para sus devotos, nd concentraremos en nuestra propia experiencia elinica, lo cual no ol ta para que encontremos algunas curiosas resonancias. Finalmente, no atender del sujeto, lejos de ser un parametro obvio, bien puede s un indice de su posicién respecto del Otro y, en particular, respe del lenguaje. La clinica de la psicosis en la infancia, polimérfica, heterogén rompleja, nos muestra efectivamente que debemos estar particular mente atentos a los indices del rechazo, pues éstos surgen a menudo cuando, para un sujeto, el lenguaje no opera desde un primer momen» to como recurso para la regulacién del goce sino que, por el contrario, dlesestabiliza un precario equilibrio previamente alcanzado -o quizds agrava,un desorden ya patente, o le da una estructura nueva. De hecho, lo que esta en juego es como se sittia el sujeto entre dos vertientes del lenguaje. En efecto, éste, del mismo modo que puede alemperar el goce, lo produce, lo repite, Es en el marco del discurso donde estos efectos hasta cierto punto antagGnicos del lenguaje se re- parten, se articulan, se organizan. Pero para un sujeto que permane- ee fuera de diseurso, diffcilmente pueden articularse de un modo que permita alguna forma de estabilizacién, No es que tal estabilizacién jwsulte imposible, pero deberé recurtir a otros medios En muchos nifios diagnosticados por la psiquiatrfa como hiperci- iitticos, asistimos a un sujeto que recibe el impacto del significante, el cual induce en él efectos de desestabilizacion, de invasién de goce. A falta de una elaboracién por la via de la metafora o, mas en general, por la via del discurso, el exceso se localiza en una descarga motriz jena al sentido. Ello no impide, por supuesto, que més tarde la mi ma respuesta acabe adquiriendo en algunos casos la significacién afia- ilida de la agresividad. Sobre todo cuando la posicién defensiva ante el significante, en forma de un profundo no atender, no es respetada © es interpretada por los adultos en términos de intencién. Por su- puesto, tampoco se excluye que el sujeto acceda nego de algiin modo la palabra, pero algo queda para siempre fuera de su tratamiento que es como decir de la funcién y campo de la palabra y el lenguaje. Tenemos, pues, claramente situados los dos elementos que la ps! quiatria se encarga de distribuir en sindromes diversamente articula- dos. Por un lado, un sujeto que no atiende al significante, ya sea en su vertiente de significante amo o en su vertiente de sentido (“déficit de atencién”). Por otro lado, un sujeto que, a pesar de las apariencias, ha recibido ya el impacto desestabilizador del significante y que sélo puede tratarlo, en un momento crucial, con una descarga motriz, me diante la cual se localiza, se apareja, mal que bien, algo del goce pre= viamente inducido (“hiperactividad”). El yo: imbricacién de dos anudamientos Las psicosis en la infancia ganan mucho con ser consideradas a partir de una clinica de los anudamientos y desanudamientos, En es+ NvE2IND S3qz1SN OWO? ‘GHaY ‘dav ‘vad WwW Enric BERENGUER ta perspectiva, los fenémenos psicsticos en nifios pequefios s centran bastante coherentemente en torno a dos coyunturas func mentales en la vida del sujeto. La primera es la que podemos si como estadio del espejo. La segunda, la que va de la incidencia significante a su apropiacién en la palabra del sujeto (0 sea, des que el sujeto acusa recibo del hecho de ser hablado, hasta que to la palabra en nombre propio para decir “yo.."). ‘Ahora bien, estas dos coyunturas son hasta cierto punto isomérl cas. Considerarlo asf nos permite situar de forma més adecuada valor que toma el movimiento, la motricidad, como indice, no ya un desarrollo, sino del uso que puede hacer y a menudo hace el jeto, en un momento decisivo de su existencia, de la capacidad r cientemente adquirida de! control del movimiento. Si damos un so més, y tenemos en cuenta que la edad en que el nino empieza a minar y la edad en que etttpieza a hablar se encabalgan, podemos cernos una idea todavia mas cabal de la complejidad y la sutileza doble anudamiento en cuestién. Qué se anuda en el estadio del espejo, 0 protender dar una descripcién detallada de lo que ests en juego, bil podemos decir que sé trata de algo que debe producirse entre lo del goce del viviente, lo imaginario incipiente de su cuerpo y esa PI sencia del Otro que ya se hace portadora de algunas palabras, signi cantes privilegiados cuya funcién es nombrar el acontecimiento que) el nifio. Acontecimiento éste que de hecho existe en cuanto tal, a pa de ese preciso instante, para el sujeto y para su Otro a un tiempo. {Qué se anuda luego, o debiera anudarse, en la otra operaci por la que el sujeto pasa de ser el receptor de los significantes q provienen del Otro a ser aquel que los retoma en su propia palabr Quizas esta segunda coyuntura nos resulte mas compleja en su di cripcion. Pero mucho no erraremos si la definimos como sigue: se ta de anudar la identidad imaginaria, de naturaleza yoica, con aqt la otra identificacisn, privilegiadamente paraddjica, que supone cirse a través de los significantes, habida cuenta de la naturaleza nopatiea del lenguaje. Pero nos falta un tercer elemento, que se Po fdcilmente de manifiesto si tenemos en cuenta que todo ello se pI duce sobre un fondo de goce, aquel, ni mas ni menos, que es indut do por la propia cadena significante en su efectuacion. ‘Asi, tanto en una como en otra coyuntura, real, imaginario y si bélico acuiden a la cita, y de lo que se tratard es del -resultado, mai menos feliz (si asf pudiera calificarse) de su concurso. El sujeto tanto el artifice como el resultado de lo que alli ocurre. debiera anudarse? Un sujeto que deambula entre el espejo y la palabra Pero este isomorfirmo entre estadio del espejo y asuncién del len- juaje para la efectuacién de la palabra abre paso -y este punto es crue cial—a la consideracién de una articulacién, la cual se destaca mas to davia si tenemos en cuenta la temporalidad en juego. En efecto, serfa orréneo confinar el estadio del espejo en los estrechos limites de la experiencia del reconocimiento de la propia imagen. Como bien sa- bemos, esa apropiacién y el dominio imaginario del cuerpo, se conti- niian en un proceso que tiene en el inicio de la deambulacién uno de sus hitos finales. Asi, ninguna otra adquisici6n afirma mejor el domi- nio triunfal sobré el cuerpo que la capacidad de apropiarse de su mo- vimiento con la finalidad de andar. Pero es precisamente cuando el nifio se encuentra inmerso en esta secuela tardfa del estadio del espe- jo cuando se trata, para él, de afrontar la segunda coyuntura decisiva de su existencia, aquella que deberfa Hevarlo a hablar, con todo lo que hablar quiere decir. {Por qué destacamos este hecho quizas de sobra conocido? Senci- llamente porque hace probable que el repertorio de las respuestas mnotrices, y en particular aquellas relacionadas con la deambulaci6n, ocupen un lugar electivo entre los medios a disposicién del sujeto pa- fa situarse ante las antinomias que supone de por si la toma de la pa- Jabra, con mayor tazén cuando éstas no se pueden resolver de un modo adecuado en los términos mismos de la palabra y el discurso. Finalmente, cabe destacar que esta opcién del sujeto por la res- puesta motriz, precisamente en el momento en que debe consentir a \a alienacidn significante y Hevar a cabo la Auflebung de la enuncia- cién, resulta todavia més verosimil si tenemos en cuenta que la deambulacién ya se inscribe previamente en la vida del nifio como un vector de la separacién respecto del Otro. La experiencia de andar supone para 6l una posibilidad fundamental de sustraerse a la pre- sencia del otro imaginario, pero también se implica, como comproba- mos en ciertas variaciones y elaboraciones del Fort-Da, en el eje de una separacién respecto del Otro con maytiscula. 2Qué tendria de sorprendente que, ante la elecci6n forzada de la alienaci6n significan- le, rechazandola, el sujeto optara por una falsa separacién, en forma de una verdadera fuga, en este caso motriz? La palabra, si ha de legar alguna vez.al sujeto asf orientado, que- dard para siempre marcada por la carencia de aquello que no pas6 por sus vias propias. Las vias de la efectuacién motriz, por el contra- rio, se verdn potenciadas para siempre por el hecho de vehicular una carga que hubiera debido no corresponderles. Es cierto que a la larga eso deja més abierta la puerta que da al pasaje al acto. Pero esto no es NvuzINd S3G3isN OWO? ‘GHG ‘Adv ‘vad 19 Enric BERENGuER un destino ineludible, como quisieran algunos, que buscan afan mente la génesis del acto criminal. Todo dependera del lugar qu 33 : i déa esa opcién del sujeto, de cémo se la interprete, de como se la iSu hijo es un hiperactivo! ja o se la desaloje, se la respete 0 se la desprecie mediante una obj vacién masiva. VERONIQUE MARIAGE Recapitulando: desde este punto de vista, pues, ninguna sorp: para nosotros en la asociacién, que se puede verificar en algunos sos, de un déficit de atencién y una hiperactividad motriz, Sea, si mos capaces de situar estos fenémenos confrontaéndolos con lo nuestra experiencia nos ensefia y elucidéndolos con los conce adecuados. En todo caso, hablo de mi experiencia. La de haberme encontr: a lo largo de afios con nifios que, tras haber estado sumidos dur: sus primeros meses en un estado de atonfa desvitalizada, y habie sufrido el retraso esperable en el inicio de la deambulacién, inician EI nifto por el cual se solicita admisi6n en una institucién esté espe- Pronto una carrera imparable, hipercinética, en el momento mi Hlalmente bajo la dominacién del Otro; en eso él es “a-sujeto”. Los s en que su palabra, convocada ya insistentemente por el Otro, fal fomas de los que sufre son aquellos que hacen sufrir al otro. Se quejan ala cita. . de él, ya que no es lo que desearian que sea. A menudo, esta identifica- do a un sintoma que no es el suyo, pero abrochado al discurso de la Siencia que propone un tratamiento especifico. El sintoma es identifica- do por el Otro y no por el sujeto. La demanda no le pertenece. El no de- % : manda nada, El tratamiento le resulta exterior, El nifio esté asf en pos r cién de objeto del Otro. Un trabajo que provenga del psicoandlisis debe desalojar al sujeto de esa posicién. Lacan ha llamado a esta operaci6n “rectificacién de las relaciones del sujeto con Io real”. Lacan funds alli el principio para la entrada en andlisis de los sujetos neursticos, pero, gqué ocurre con el nio monosintomatico? ¢Qué hacer con el monosintoma? 3A través de qué maniobras es posible producir esta rectificacién de la relacién del sujeto con lo real, absolutamente necesaria para que un trabajo analiti- (0 sea posible en una institucién que practica el psicoandlisis aplicado? La acogida del sintoma Nathan tiene nueve afios. Luego de varios afios, es diagnosticado como “nifio hiperactivo” por los neurélogos y tratado con un medica- wee S3qzisn OWO? “GHaYV ‘dav ‘vad Véronique Mariace es psicoanalista, miembro de la Ecole de la Cause Freu- dienne (ECF) y de la Asociacién Mundial de Psicoandlisis (AMP). Directora : lerapéutica en Court, institucién de psicoandlisis aplicado para jévenes pyal: eoticos. Mail: mariage.v@honet.be mw Véronique Mariace mento psicoestimulante asociado a una psicoterapia y a una reeduci cién. Como lo precisa el DSM TV, Nathan presenta efectivamente to los comportamientos de los nifios hiperactivos: déficit de atencidn e peractividad con impulsividad que aparecieron antes de la edad de te afios y en los cuales la duracién de los sintomas es superior a los s meses. Sus problemas se expresan al menos en dos medios diferentes) tienen consecuencias manifiestas en sus aprendizajes, la vida esco social y familiar. El primer aito, el tratamiento le permitié lograr un CP. A media del afio siguiente, sus problemas se agravaron. Ante el fracaso, se nig ga aira la escuela, La vida en familia llega a ser infernal. Se lo orie a Courtil. Recibo, con Roland, a Nathan acompaiiado de su madre y su pa La sefiora me pregunta de entrada: “usted, zes especialista en hiperl nesia?”. La tranquilizo diciéndole: “Ciertamente, se dice que mu nifios sufren de.ese problema. Pero Nathan, digame, gquién es 612”. Acoger al significante amo que identifica la enfermedad del nifio’ Jo ubica entre otros tranquiliza a la madre. Poner el acento en “quién su hijo para ella”, la invita a hablar. : Ella puedé entonces empezar a quejarse. Asi, dice: “Quiero mu a mi hijito, peto en casa, con él, es el infierno. Nathan no obedece, escucha cuando se le pregunta algo y no responde. Cuando habla siet pre es para pedir. Queremos satisfacerlo, pero eso jamas ocurre. No porta ninguna exigencia. Hay cosas que uno estd obligado a hacer: denar, hacer los deberes, lavarse, y especialmente, si se hizo pis en la ma. jY su padre! Fl sabe ocuparse de su hijo, jugando con él a los vide juegos. Yo no tengo ni un minuto para ocuparme de sus hermanas, ademés, por culpa de él, su hermana pequefia tiene problemas. Es lo y a veces, sin raz6n, intenta estrangularla. Hace falta vigilarlo cor tantemente. Me veo obligada a cerrar la casa. ;Cuando hace tontert tengo que castigarlo! Se niega a levantarse, a acostarse, a ir a la ese la. No puedo dejarlo salir solo, ya que no sabe cuidarse a si mismo. casa, no se concentra en nada. Desde que se levanta por la mafian prende la radio, luego la tele y no se escucha nada...”. De este modo, Nathan encarna especialmente el rechazo de la edi cacién, que se hace imposible y se realiza allf como objeto resto. Deja: la madre evacuar su queja, pero de tanto en tanto, le sefialo: “jpero, insoportable eso!” o: “{Cémo es posible?”, “ino se puede vivir asil “iUy, eso es muy fuerte!”. , Durante este tiempo Nathan, enterrado en el fondo de su sill6n, pi rece ausente de este discurso. Me dirijo a él y le digo: “Es muy diff escuchar todo lo que dice tu mama aqui”. Nathan no me contesta, ro se agita y juega con dos coches que ha traido de casa. Uno de los e ches cae ruidosamente detras del radiador. La madre se detiene en sul fan de querer hacerme escuchar lo insoportable. El padre se precipita y se tira al suelo para recuperar el coche, como si fuese indispensabl recobrarlo. Le pido suavemente a Nathan que se incorpore en el sillén y deje los coches a su lado y le digo: “;Seguramente son muy importantes tus co- ches!” y dirigiéndome a su madre: “Nathan es muy apegado a sus ob- jetos”. “En efecto —me dice ella-, cuando salimos de casa, siempre ne- cesita Ievarse un juguete o una herramienta. No puede perderlos, por- que sino hace remover cielo y tierra para recuperarlos. En la colonia, un educador le agarré su juguete y Nathan lo mordis”. Una interpretacion que divide e instala la transferencia Preocuparme por los objetos de Nathan le permite a él pedir la pa- Jabra, y se dirige entonces a su madre, plena de reproches diciéndole: "Si, pero todos ustedes estén atrés mio. Ademas, vos siempre querés sa- car el gato de casa’. La madre explica: “Pero estoy obligada a sacarlo, ya que él hace tonterfas y es sucio tener un gato en Ja casa”. Nathan res- ponde: “Pero se puede enfermar. Son malos, ustedes quieren més a las nifias, ademés a las mujeres yo las detesto”. “Pero yo te quiero mucho, vos sos mi tinico hijo varén”, le responde su madre. Yo la interrumpo: "Usted escucha lo que le dice?: el gatito, es él!”. Ella se sorprende: “Usted cree?, pero yo no quiero que él sea infeliz, es imposible, yo no puedo negociar con él, Negocié muchas otras veces con otros nifios, pe- ro él no comprende. No sé mas nada”. Después, se calla. Invito entonces a Nathan a visitar la casa con Roland. Sin la presen- tia de Nathan, hablaremos de la importancia de sus objetos y de la im- posibilidad de separarse de ellos; muy atenta a lo que le digo, la madre me dira: ” zY por qué nunca me dijeron en el CMP! qué le pasaba a Nathan desde los cinco aiios?”. Reconstruir entonces una version de la historia de sus dificultades con su hijo. Hasta los dos afios, Nathan era un bebé muy tranquilo. A partir del nacimiento de la segunda hermana, evando tenfa dos afios, comenzé a ponerse exigente. El trabajo que le lle- vaba ocuparse al mismo tiempo de un nifto de cuatro aos, de otro de dos aitos y de un bebé, ademas de la muerte de una de sus hermanas, la deprimieron y se sintié culpable de haber “abandonado" a Nathan, 1 CMP es el Centro Médico Pedagégico. Nvwaind s3q31sN OWO> ‘GHaV ‘Gav ‘vad "ror una herida profunda de diez centimetros en lo alto del muslo, y nos vemos obligados a hospitalizarlo de urgencia. Una vez curada su herida, de nuevo en Courtil, parece no recordar lo que ocurrié, Sdlo la huella de su cicatriz. que lo marcara de por vida lo interroga. Agitado, hablando sin parar, manfaco, Nathan se corta en todos los sentidos. Tenemos que estar muy atentos a 6] para que no se lastime. Progresivamente, se siente perseguido por la locura de los otros, A fin de protegerse de sw presencia, se aisla delante de la TV y se traga los vi- deo casettes uno detraf del otro. Inquieto, no deja de interrogarse sobre la seguridad de los objetos traidos de la casa. En el jardin, solo, se lo ve tapandose lag orejas y agarrando un palo para pelearse contra un ene- migo invisible o golpear a aquellos que encuentra. Yves, que lo ha vis- '0en peligro, lo aisla de los otros: “Pero, equé es lo que te pasa?”, le pre- gunta: “Es el diablo —dice Nathan-, tengo monstruos en la cabeza que me dicen que tengo que hacer cosas, a veces golpear. Me obligan a ha- serlas, si no me va a agarrar el diablo. El diablo es el mas malo, pero no puedo hablar, él me lo prohibe. Nunca se lo dije a nadie”. Recibo a los padres de Nathan convocados de urgencia, y los pon- foal corriente de los sucesos de la semana y de lo que nos ha confiado. La sefiora no esta sorprendida, esta tranquila, ya que se habia percata- lo. Nathan le habia hablado de ese diablo cuando, stibitamente y sin faz6n, agarraba a su hermanita para estrangularla. Pero ella no habia Podido nunca tomarlo en serio, y le deefa que parara de contar esas his- lorias. Ella le habia dicho esto al CMP quien nunca la escuchd. Ademas, fetd muy preocupada ya que se da cuenta de que las dificultades de su hijo no son neurolégicas, sino del orden de la enfermedad mental. Siempre es diffcil captar a qué responde un nif que manifiesta ac- S tos de violencia. Nathan no sélo esta sometido al imperativo de la voz, > sino a otra voz que le prohibe hablar de eso. La pregunta de Yves: “Pe. > 1, cqué es lo que te esté pasando?”, es banal. La respuesta de Nathan, g ‘gitado por el diablo, lo es menos. Yves la toma en Serio, sin interpre- }, twrla. Considera lo dicho como un dicho del sujeto a escuchar como tal. © to es esencial y tiene consecuencias. Es lo que permitird al sujeto, a a 2 8 é & a a 8 0 Dira ademas que se da cuenta de que no son las dificultades escola- res de Nathan las mas importantes. E] neurdlogo le dijo que era un pro: blema nervioso, pero no es eso. Es otra cosa la que no va, ella no lo com: prende. Fuera de la presencia de sus padres, Nathan sorprende a Rolan Presenta a su familia con ironia e incluye a sus padres y a sus herm: nas en la serie de los animales de la casa. Durante la conversacién, predisara que “las mujeres son molestas que su hermana mayor le esconde las cosas”, y ademas que él “a ve le da golpes a su hermanita, ya que ella es bruta”, pero se corrige: bromeo, soy yo”. x H 4 Cuando Nathan encuentra objetos que se enchufan en un circui eléctrico, sale de la conyersacién y acapara los objetos, pasando de a otro. A Ia afirmacién de Roland: “voy a poner esto a un lado, ya q esto te molesta’, el mio se rie, y luego, agarrando una lémpara querfa enchufar dieg: “la voy.a dejar, porque sino me vas a decir q me molesta”. De vuelta con sus padres, Nathan pide quedarse con Roland. mamé se sorprende: “Pero gqué es lo que le hicieron? Siempre de que no queria vengr aqui. Yo no lo voy a entender nunca”. Le prom a Nathan que pod volversLuego, ya en la puerta, a punto de salir, sehora vuelve y me interpela: “No sabia si decirselo, pero ustedes na parecen a los otros psig6logos. Ustedes me creen que es dificil Nathan. Los otros no me trefan. Siempre me daban a entender que una mala madre”. Este encuentro permite a la madre cambiar su posicién. Haber traido a partir de la palabra de su hijo que “el gato que saca fuera, él”, la divide. Ella ya no sabe mas y deja cacr su queja y su demanda_ tratamiento de la hiperkinesia. La transferencia ha surgido, ella nos coloca en una posicin de s to supuesto saber: Nos puede dejar su hijo. Puede desde entonces se rarse de su toda-potencia y apoyarse en Roland. Es un paso impor te, que se revelara por lo que sigue, indispensable, pero no sin pe para su hijo. ‘entinuacién de su confesi6n, tratar este real de la alucinacién por lo Waginario y el senrblante & =< 3 fesion de la alucinaci Desencadenamiento y confesién de la alucinaci | iia 5 § Tratamiento de lo real de la alucinacion Z _Algunas horas después de su llegada a Courtil, perseguido por por lo imaginario y el semblante & nifo en quien él habia provocado agresividad, Nathan se golpea 3 > temente contra el Angulo de un banco que no habia visto. Como Nathan es hospitalizado con el fin de poner a punto una medicacién * 14 tuviera cuerpo, no da pruebas de ningtin dolor. Descubrimos con ecuada. La médica interna en psiquiatria que esta a cargo de Nathan 125 | Veronique MARiAGE a no considera que el nifio esta alucinado, sino que es deficiente intelec- tual, ya que “Nathan habla de sus monstruos a todo el mundo bajo la forma del juego”, me dice. “Le pregunta a los adultos que lo acompa- fan: “;Vos también querés que te hable de mis monstruos?”, y cuenta una historia para asustar o para defenderse de los nifios que lo amena- zan: “Atencidn, que llamo al diablo”. Le respondo a la médica que to- do eso me parece muy interesante, ya que por ese medio él intenta ha. cer pasar lo que se le impone a una pequefia historia, que es menos amenazante. Pero agrego que sin duda eso no sera suficiente para que este fenédmeno alucinatorio no reaparezca, y que no podremos seg su admisién sin una medicacién adecuada. Entonces, los médicos en- tendieron. Luego de la salida del hospital, recibimos nuevamente a Nathan y a sus padres. Yves se reencuentra con Nathan. Teniendo en cuenta lo qi el hospital nos ha transmitido, le pregunta de entrada a Nathan como estuvo con sus monstruos, que lo molestaban. Nathan responde: “Ol siempre estan ahi, Hay uno alli, el mas malo, que se calla y escribe” Pregunta entonces si en su grupo habré crayones a su disposicién para escribir. La hospitaliza€idn y la toma de medicacién permitieron que las vo ces se callen. En uh primer'diempo, los mor truos estén alli, pero s los otros los que les'tienen miedo, y luego se reducen a uno solo que s calla y escribe. La relactén al monstruo podria desde entonces es se en un delirio. ¥ Entre tanto, Nathan parece menos amenazado. Pasa mucho tiempe reparando en la organizacién de la vida en Courtil y ocupandose de gi rantizar la proteccién de sus objetos que trae de la casa. Admitido en Courtil, en un primer tiempo, Nathan continus el tra bajo que inicié su curso en la preadmisién, No volvié a ser hablado pe sus monstruos, no hablé mas de eso, pero los dibujaba organizando s vida fuera de él, podriamos decir. Ahora ha suspendido ese trabajo Por el momento, Nathan no ha elegido la via de construir su deliri sino mas bien de operar una divisién del mundo. Nathan deja el del rio del lado del secreto, aunque siempre a punto de resurgir y afectar lo. Nosotros lo respetamos. El despliegue de este trabajo demuestra cémo operaron par Nathan, y cémo para su madre, los diferentes momentos de rectifica cin de las relaciones del sujeto con lo real. El sintoma de hiperactiv dad que lo identificaba al comienzo, cae en beneficio de una puesta punto por el sujeto de sus sintomas. Esto le permite entrar de la buent manera en la institucidn. Este trabajo preliminar es esencial. Podemo construir la hipétesis de que esto le dard al sujeto la posibilidad de tratamiento posible de su psicosis. éSeré un ADD? O saber sobre la causa A proposito del libro: ¢Soy un adulto con AD/HD? Comprension y estrategias para la vida cotidiana, de Estrella Joselevich,(comp), Paidds, Bs. As., 2005, 296 paginas . I ‘ ’ Maria EuGenia Cora En los tiltimos aifos se realizaron gran cantidad de investigaciones y publicaciones acerca del Déficit de Atencidn con o sin Hiperactivi- dad, en un amplio espectro que comprende desde la descripeisn psi- quidtrica hasta las més variadas explicaciones psicolégicas y pedagé- gicas, llegando a instalarse la denominaci6n ADD-AD/HD! en el discurso cotidiano dentro del universo de los nifios y adolescentes. Si bien el sindrome por déficit atencional es el trastorno infantil més difundido en nuestros dias, se utiliza para nombrar conductas muy disimiles, sin respetar criterios diagndsticos rigurosos, produ- ciendo un elevado sobrediagnéstico que se acompaiia de tratamien- tos medicamentosos y escasos resultados terapéuticos. Es diferente el planteo cuando se interrogan los alcances de un diagnéstico como éste en los adultos. Dado que el signo mas visible del trastorno lo constituye el fracaso escolar ~ya sea derivado de la inatencién 0 de problemas de conducta e hiperkinesia— se ha dado mayor lugar al estudio del ADD en los nifos y j6venes escolarizados. Sin embargo, comienzan a escucharse adultos que consultan movi- dos por “desajustes” 0 “disfuncionalidades” que se clasificarfan co- mo ADD si se tratara de un nifio. Para pensar esta temalica con las categorias psicoanaliticas, inte- rrogar su presentacién y armar respuestas posibles, es preciso el es- Marfa EuGeNia Cora es psicoanalista en Buenos Aires, participante en el Departamento Pequefio Hans-CICBA. Mail: meugeniacora@gmail.com ! Desorden por Déficit de Atencién, en inglés ADD y Desorden por Déficit de Atencidn con Hiperactividad AD/HD. En adelante ADD para simpli- ficar. | nvuginod saqgzusn owod ‘qHav ‘aav ‘vad Maria EuGenia Cora fuerzo de conocer el tratamiento que de ella hacen otras discipli y, en tltima instancia, la época misma, {Cémo abordan las disciplinas “psi” el surgimiento de un si ma como el descripto? {Qué hacen con esta forma particular que adopta el malestar nuestra época? . Tal es la propuesta del libro Soy un adulto con AD/HD? Compre sién y estrategias para la vida cotidiana, en el que Estrella Joselevich tenta responder a estas cuestiones desplazando el acento de la inf cia hacia la adultez. Més all de las radicales diferencias entre este enfoque y la lect ra psicoanalitica, es posible extraer de! libro lo novedoso de la exter sin del ADD a las personas adultas, tomando lo nuevo como sigt Muy habituados al uso (y abuso) de este diagndstico en los nifia puede pasar inadvertido el comienzo de su utilizacién en los adulto Su hipétesis central es que muchos sujetos han vivid gran par de su vida sin saber que padecen este sindrome, aunque sufriendt sus efectos: impulsividad, pobres desempefios laborales, baja autoe! tima, inestabilidad afectiva, insatisfaccién consecuente El conapleto desconocimiento sobre lo que les pasa, advierte la au tora, genera el desajuste permanente entre lo que se espera de ellos . Los sujetos son catalogados en su entorno d sus logros efectivos ! modo negative y se relanza el circuito con su falla. La sola interve cién de un diagndstico correcto funcionaria, entonces, a modo de ret tificacidn de la situacién, transformando la falta de voluntad, la irre ponsabilidad, la impulsi6n, etc., en una disfuncién que se explica pa la presencia de un trastorno: el ADD. Y, devenido un trastorno, ef contraria su resolucién posible siguiendo los pasos de la terapéuti adecuada. nios que dan cuenta de Ja modificaciGn introducida en la vida de la personas por la informacién sobre la existencia del ADD, si bien has ta el momento no se cuenta con estadisticas que documenten los Id gros terapéuticos alcanzados. “Todo el tema de asistencia para ADD en adultos est sujeto a investigacién, a puestas a prueba y hi un enorme camino a recorrer”, afirma la autora. Con un enfoque sistémico, el libro se presenta como una reflexi critica sobre un problema complejo, e intenta abarcar los diferen ; aspectos de Ja vida del adulto con ADD; de modo de “hacer visi un trastorno que existfa en forma invisible”. Esta dirigido a psicsla g08, psicopedagogos, otros profesionales de la salud y a todo sujet que por sus caracterfsticas sospeche la presencia de ADD. | Estructurado en cuatro partes, en la primera describe los sintd Mas, su evoluci6n y alcance en los adultos. Analiza trastornos que pueden confundirse 0 coexistir con el ADD (como la ansiedad y la depresidn) y ofrece estrategias para cl diagnéstico diferencial, En la segunda parte realiza una descripcién de cémo afecta el sin drome tanto las relaciones sociales, laborales, la vida de pareja, como \ familia. El problema del diagnéstico es tratado en la tercera parte, donde se enfatizan los riesgos del subdiagnéstico en los adultos, es- lableciendo un paralelismo con el sobrediagndstico en los nifios. Y en la tiltima, desarrolla un tipo especifico de asistencia denomi- pada “multimodal”, que “abarca varias metodologias y vias”. Consi- dera las necesidades de cada individuo para brindar informacion acerca de la medicaci6n, las psicoterapias titiles y ofrece estrategias de organizacién, manejo del tiempo y prevencién de las “hiperreac- clones” para la recomposi En la perspectiva psiquistrica?, el ADD se caracteriza por una su- matoria de indicadores entre los que se destacan la inatencién, la im- pulsividad y la hiperactividad. Presentar dificultades para sostener lo atencién es insuficiente como elemento diagndstico, y enel caso de ADD éstas son crdnicas y afectan gravemente el rendimiento y el vin- culo con Los otros. De acuerdo al DSM IV, para su diagnéstico se re- quieren cierta intensidad de los sintomas y cronicidad de la discapa- tidad en por lo menos dos éreas de la vida de un sujeto. En la actualidad, la teoria sobre su etiologia indica que se trata de un trastorno que proviene de la disfuncionalidad del érea del cerebro que sostiene la atencién y la concentracién, por lo tanto su tratamien- (o requiere un abordaje interdisciplinario que incluya lo psicofarmaco- \6gico. Los psicoestimulantes son la primera linea de medicacién, y en- tre los més utilizados figuran el metilfenidato (ritalina) y la atomoxe- lina, de uso reciente, que no es un estimulante. Hasta hace un tiempo, la psiquiatria suponfa que este desorden desaparecia en la adolescencia. Sin embargo, hoy se acepta que pue- de encontrarse en forma residual en la adultez; por lo tanto, su cons {atacion en la infancia es condicién necesaria para que se cons un caso posterior a la adolescencia como ADD. E] tratamiento psiquidtrico del ADD en adultos consta de los mis mos pasos que en el caso de nifios y adolescentes: diagnéstico, edu cacién 0 informacién acerca de qué es el ADD, estructuracion y orgas nizacion de su vida, medicacién y psicoterapia. EI problema contintia siendo cémo ubicar al psicoandlisis en este in del bienestar. Bibliogratia consultada: Gratc, Luis O.: El irastorno por déficit de ater cién (ADD-ADHD). Clinica, diagnéstico y tratamiento en la infancia, la adolew cencia y la adultez, Ed. Panamericana, Bs. As., 2000. WFEDINO S30315N OWOD ‘GHGY ‘day ‘vad Maria EuGenia Cora s contexto. O c6mo incluir en el psicoanilisis una categoria diagnésti ca que surge tinicamente de la descripcién fenoménica, Y en la pré tica, eémo posicionarnos los psicoanalistas ante la presentacin di otro sfntoma de moda. En general, desconfiamos del concepto de ADD, considerame que esta mal planteado, que noda cuenta de la estructura de un st jeto. Sin embargo, podemos escuchar cuando J.-A. Miller advier ~con relacién a la depresién—: “Comencemos por no despreciar el sij nificante...”.3 Entonces, el ADD, en tanto uno se sirve de él, podria se un buen significante. Es un significante nuevo que hoy dice algo. Los diagnésticos como éste miden el grado de ajuste de un indi viduo al sistema y marcan la falla para luego rectificarla por via de educacidn. Se limitan al plano del comportamiento y nunca inclu la pregunta por el motivo del desajuste; en todo caso cuando se ab 0 dan las causas aparece una explicacién orgénica. Mientras el paradig ma de la comunicacién excluye el goce y sus retornos a nivel de cuerpo y del lazo, y con ello la responsabilidad del sujeto, en el coandlisis podemos pensar el fiicaso laboral, vincular y personal mo modalidad particular de unsujeto. Cuarido un paciente manifiesta tener signos de ADD —retomand a propuesta de Miller- se le piden precisiones. “Es el lado nunca § tisfecho del analista, lo que tiene en comtin con la histeria’". Se le p de més, otra ¢osa. Se fuerza la aparicién de una pregunta que con cierna al sujeto, para encontrar la causa y poder subjetivarla. Se trata, entonces, de la apuesta al sintoma en lugar del trasto: o del déficit, para encontrar el modo singular del sujeto de hacer cor la angustia y las respuestas quese ha dado hasta el momento. Forzi el trastorno a reconocerse comosintoma particular de un sujeto. sar del trastorno como recurso pata no preguntarse qué hacer con é goce, a la invencién del sintome como recurso para saber hacer. ‘Antes de coneluir, una pequefia vifieta que pone de relieve la d responsabilizacion que el uso dl ADD promueve en Los sujetos Es el caso de M., que en el curso de su andlisis manifiesta, bajo forma de pregunta, una nueva hipétesis para lo que le pasa: ¢Seré ADD? A partir de algo que habia escuchado en la televisiGn inicis recorrido para confirmar su diagndstico, en un trayecto que incluyt Ja btisqueda bibliografica, la consulta con el médico y en la mism serie— la pregunta al analista. MILLER, Jacques-Alain y LAUREN), Eric: “Goces sin Otro”, en: Estudios $ bre anorexia y bulimia, Goraui, Vera (comp.), Atuel-CAP, Bs. As., 2000 MiLter, Jacques-Alain: EL OTRO QUE NO EXISTE ¥ LOS COMITES DE ETICA, se del 21/05/1997, Paidés, Bs. As., 2005. Llevaba por entonces un tiempo del tratamiento al que habia lle gado para frenar el descontrol. El exceso de alcohol y otras sustancias (que inclufan antidepresivos y ansioliticos) era una constante desde la adolescencia, junto a la inestabilidad de los vinculos de pareja. Como en el comienzo manifesté la decisién de no dejar de consu- mir, se le sefialé.que, entonces, se trataba de otra cosa. Esto abrié el camino al trabajo del sujeto. Dejar de ser un desastre-tal era la deman- da-la lanz6 a querer hablar y saber sobre lo que decia. Se hallaba en un punto en que el andlisis le habia posibilitado em- pezar a ubicar el deseo, en lugar de recurrir a los actings y al consu- mo, y podia réconocerse en sus actos. La identificacién al desastre se habia conmovido. Sin embrago, frente a una nueva irrupcién de angustia, la res- puesta que arma es por la via de la identificacién a un significante que encuentra en el discurso de la época: lo que siempre le pas6, aho- ta lo entendia, era eso: “ADD”, con la consecuente maniobra de in- tentar legalizar de este modo la toma de medicacién; su malestar ya no dependia de lo que hiciera o decidiera, sino de algo en el funcio- namiento de su cerebro. Ademas, en la transferencia se puso a prue- ba el saber del analista sobre este diagndstico. La intervencién apunté a que pudiera decir, tomando el nombre que el sujeto ahora se daba, cuales eran los signos que reconocia co- mo propios. Se alojé esta nominacién, para cernir posteriormente en la falta de atencién un no poder pensar, algo que intranquiliza, y en la impulsividad cierto actuar sin saber por qué, por algo es. Algo seguia pensandose, aunque el sujeto no lo supiera, porque la opcién fue hablar, buscar la causa. Sin dudas, una intervencién como la que proponen las otras terapéuticas descriptas habrfa aportado -podemos deducirlo~ lo contrario: un rapido alivio de la angustia, adosando el malestar al organismo. Y de alli en un solo paso- con la confirmacién del diagndstico de ADD, la medicacién eorrespondien- te. Una vez sefalado el sintoma, hacerlo desaparecer. En psicoanilisis, en la orientacién por lo real, también se hace al- go con la angustia. Pero se obtiene procediendo de otro modo, segtin otros principios. En tanto el sujeto es siempre responsable de gozar, solo aquel que se responsabilice de su goce podra obtener efectos so- bre la angustia. Tal como propone Eric Laurent, “desangustiar consis« te en hacer surgir la pregunta por el deseo”S, para lo cual es preciso hacer la experiencia de construir un sintoma y hacerlo consistir. Aun- que sea un recorrido mas trabajoso e involucre mas vueltas dichas, ® Laurent, Eric: “Desangustiar? No desculpabilizar”, en: Virtualia #11 y #12, Septiembre-diciembre 2004, http:// www.eol.org.ar/virtualia S2G3189 OWO> ‘GHGV ‘dav ‘vad 1” Mania Eucenia Cora Bibliografi Grarcu, Luis Oscar: El trastorno por défi. do atencién, ADD-ADHD: Clini ee brewed en la infaticia, i9 adolescencia y Ia adultez, Ed. Pant Lauent, Eric: “gDesangustiar?”. Virtua 2004, http:/ /www.col.org.ar / virtual; a MILLER, Jacques-Alain y LAURENT, Eric: (sco gin Otto”, en: Estudios sal anorexia y bulimia, Goraut, Vera (comp) AtueL CAP, Bo. As, 2000. Miter, Jacques-Alain: “La invenci6n psicsiow" Inédit, PraNpt, Monica: “La alfabetizacién en yearn dlicig. gunas consicerad nes sobre el ADHD”, en: Psiconndlists con tias, Los Juudanentos de la pra tot, Saustan, Silvia (comp.), Grama Egiciones, Be As, 2008 iia #11 y #12, Septiembre-diciem| Lo que nos ensefia el TDAH VICTORIA VICENTE EI TDAH se ha convertido en los tiltimos tiempos en uno de los motivos de mayor preocupacién tanto para los padres como para la comunidad educativa, y ha hecho aumentar considerablemente las consultas en los dispositivos hospitalarios y en los Servicios de salud mental infanto juvenil de la red ptiblica. Un aspecto clave que se plantea actualmente en los medios psi- quidtricos, es el de constatar en qué medida un diagnéstico que se hace en la infancia persiste en la adolescencia y en la vida adulta. Se trata no sélo de comprobar si un trastorno tiende a persistir a lo lar- g0 del tiempo y, por lo tanto, a evolucionar de forma cténica, sino también de validar los criterios diagnésticos que se emplean en las diferentes etapas de la vida. Esta cuestién que desde la psiquiatria obtiene una respuesta dentro del registro de la prudencia, contrasta con informaciones y difusiones recientes sobre la eficacia de los nue- vos farmacos, en donde el TDAH figura como un trastorno médico de earacter crénico. EL TDHA es considerado un trastorno neuropsiquidtrico que en- cierra una elevada complejidad en cuanto al diagnéstico y en cuanto ala orientacién: en algunos lugares estos nifios son controlados des- de los servicios de neurologia, en otros desde salud mental, en otros desde atencién primaria, pero en Iineas generales sabemos que la aproximacion al trastorno queda reducida a la constatacién de he VicToriAa VICENTE es psicoanalista en Barcelona, miembro de la Escuela La- caniana de Psicoanilisis (ELP) y de la Asociacién Mundial de Psicoandlisis (AMP). Hospital Pare Tauli, Servicio de Salud Mental infanto-juvenil, de Sa badell (Barcelona). Mail: vvicente@powercorreo.com = resin s3e24sn owod ‘quay ‘aav ‘vad nflicto narcisisia en el cual las relaciones que establece con los se- \ejantes se inscriben en la Ifnea imaginaria de la agresividad y la in- lerancia.! En otros casos, la hiperactividad significa la respuesta obligada | sujeto a los mandatos del otro, y da cuenta de su esfuerzo de ré- Jica cuando la palabra aparece en su faz imperativa, sin mediacién. chos que se observan oa la evaluacion de los cuestionarios sobre comportamientos que se rellenan por padres y maestros. Al leer sobre este tema en las revistas médicas, se delimita } campo que se centra especialmente en la neurologia pero, en pal lo, en la escucha de la practica clinica institucional de cada dia, encontramos un diagnéstico en boca de todos: de los padres, de! maestros, de los pediatras, etc. Es. efectivamente ‘un nuevo nomb la infancia. Para los que orientamos nuestra practica instituci marco del psicoanilisis aplicado, es importante no no sobre todo mostrar que bajo este diagnéstico -significante que petrifica al sujeto-, existe una diversidad clinica important Ja vez que se muestra tan consistente y unificador en la nomi es diverso en los sujetos que nombra. Los nifios legan a la consulta nombrados y con la marca de-un ceso: activos, desatentos, impulsivos. La mayorfa de ellos ya med dos. Frecuentemente no es la preocupacién por los sintomas de su jos o la inquietud por la medicacién lo que lleva a los padres a sultar, sino obtener orientaciones para sobrellevar la vida co tanto familiar comorescolar de sus hijos. En la mayor parte de lo sos no hay una pregunta por una causa posible ni un relato qu corpore a la subjetividad-este exceso de movimiento, lo que da tancia de la precatiedad de la natrativa que envuelve la present del sintoma en la actualidad. 2Qué nos puede ensefiar el TDAH? Voy a plantear varios puntos: b) En torno al tratamiento de los afectos. La actualidad del TDAH nos fuerza a reflexionar sobre la manera que los afectos y las pasiones que se apropian del cuerpo -tal co- ao Lacan nos ensefia a leer las pasiones del alma-, son tratados en la fancia. En este sentido, no sélo la agitacién o el movimiento obtie- una respuesta farmacolégica, sabemos también de su uso frente duelo o la tristeza. La hiperactividad nos puede orientar sobre la orma que el Otro contempordneo acoge hoy en dia lo que se hace wyente de las pasiones en el cuerpo del nifto. El nudo entre la clinica de la angustia y el aparejamiento del sujeto con el cuerpo Considerar el TDAH como el trastorno més frecuente en la infan- -tal como se afirma en un texto de informacién médica que res- nde a la utilizacién de los faérmacos y a la prevalencia del TDHA-, deja de tener para nosotros resonancias de los seflalamientos freu- nos en su texto sobre la angustia? Para orientarnos frente al DAH, sosteniendo el punto de vista del psicoanilisis, me parece util er intervenir la clinica de la angustia y los modos particulares de rejamiento con el cuerpo, indexado por la significacién falica 0 » Me resulté especialmente interesante leer la hiperactividad a par- de Ia orografia de la angustia que establece Lacan en su Seminario Podemos decir que asistimos también a la cada vez mas pl 8 on la cual el movimiento es una de las dos dimensiones que for- te- introducci6n de la quimica para regular este vinculo de tal m nla matriz que cierne a la angustia. Lacan sitéa la emoci6n, la tur ra que las dificultades en relacién con el mundo se convierten. ei6n, en el acting y en el pasaje al acto, como lo que se suma, se ad- aumento o bajada de la dosis de medicamento. ye al comportamiento para provocar el maximo desorden en la di- Desde esta vertiente, la hiperactividad es una manera de ion del vrowimiertin, der ala presencia del Otro y también una de las formas de re lazo social con los otros. La mayoria de las veces, una indicacién clinica valiosa, €8 0 tarse en las primeras visitas por el lugar que el nifto ocupa p mujer que es su madre. En este sentido, la hiperactividad surge el signo de la captura imaginaria del nifio en su totalidad, com para la madre, lo que lo conduce a los atolladeros de un per a) En torno a la regulacién de los vineulos La hiperactividad revela alguna de las especificidades a del vinculo con el otro que el sujeto infantil establece. Roy, Maryse: “El nifio fetiche y el falo hiperactivo”, en: Cuadernos de Psi- coandlisis nro. 27, Revista del Instituto del Campo freudiano en Espafia, Barcelona, 2003. PReup, Sigmund: “Inhibicién, sintoma y angustia”, en: Obras completas, Biblioteca nueva, Madrid, 1982. LACAN, Jacques: El Seminario, Libro 10, La angustia, Paidés, Bs, As., 2004. nv¥aind s3q3isn OWOD ‘GHG ‘dav ‘vad #) victoria Vicente Podemos decir que, tomada desde este 4ngulo, la hiperactivida se sittia en el campo del Otro y atafie a la manera en que el Otro mi ca el cuerpo, permitiendo alojar esta turbacién o emocidn, ese go bajo el sistema significante. Del S, del TDAH a la multiplicidad de la clinic de Luis acuden al servicio hospitalario sol 1. Cuando los padr citando ayuda para tratar a su hijo mayor de 6 aitos, refieren un I tado de actitudes y actuaciones de este nifto que los tiene desbord dos: fuertes rabietas, lloros inmotivados, agresividad incontenida hi cia los semejantes, corridas desbocadas hacia no se sabe dénde, definitiva toda una serie de puestas en acto del cuerpo ‘que reflej un descontral inusitado. Cualquier hecho de lo més cotidiano exige una inagotable neg ciacién que no logra modificar la fijeza de su actitud. Explican q cualquier palabra es imprevisible y puede hacer estallar una crisis lanto y dé rabia incontrolable. Es esa inconsistencia, ese no tener 16 gica para cntender el comportamiento del nifio, lo que provoca es malestar en los padres, que no saben cémo hablarle ni dirigirse a Especialmente, trasmiten la queja que se ha suscitado en el colegi donde su comportamiento est completamente alterado, y en don estos fenémenos de agitacién se mezclan con otros mas agresivos he cia los compaifieros, hasta el extremo de tener que ser aislado y ap: tado prdcticamente todos los dias de los otros. Desde la escuela realiza la valoracién de posible cuadro de hiperactividad. Pero la hiperactividad de Luis en la escuela da cuenta de un re- chazo mas profundo; se trata de la objeci6n al discurso comuin de k exigencias escolares y el rechazo, el no rotundo, a plegarse a la d manda del Otro. Es decir, la hiperactividad revela el rechazo, el subjetivo que comanda el cuerpo. Desde un marco mas general, la hiperactividad nos ensefa, asi que algunos nifios no encuentran cémo alojar su ser de viviente en sistema significante porque no estén agujereados por la falta. La hiperactividad de Luis no hace mas que demostrar esta imp sibilidad. En los avatares de la transferencia, este sujeto forjara actividad especial que se instala como una invencién a medida y q * Varios, “Conversation sur les enbrouilles du corps”, en: Ornicar? n° 50, Ne varin, Parfs, 2002. responderé a la necesidad de situar un limite a su agitacién, es deceit, de construir un soporte que aloje su angustia. Se traté de construlr una nave con piezas de construccién, una enganchada a la otra, ¥ @ la que otorgé una forma alargada. En un primer momento, las piezas también cafan, no se aguantay ban una encima, de otra, constitufan un desequilibrado conjunto: la pequefia pieza de abajo no sostenia con potencia las piezas que se disponian sobre ella. Luis descubre en una ocasién un pequeno giro: se trata de colocar esta pequeiia pieza arriba del todo para que el conjunto se estabilice. Asf también, hecho el cambio de lugar, la pieza cambia a su ver de valor: esta pequefia pieza tendra magia, y a pesar de todas las catés- trofes, la nave permanece protegida ya que ella es la encargada de dar la seital de alarma. Este es el primer tiempo de su realizacién. A partir de aqui, se dedica a estas construcciones. La nave adquie- re diferentes dimensiones, la hard crecer, pegara con celo las piezas. Los significantes bordean y atrapan la demanda pulsional en estas construcciones unificantes: instala un depésito de gasolina que sirve para que todo funcione, algo que va por dentro, también se preocu- pa por el almacén del agua, por los circuitos por donde debe circular. Distintas versiones y distintos afadidos para esta imagen cons- truida en cada sesién. El sujeto demuestra los esfuerzos que hay que hacer para mantener el cuerpo como uno creando, cada vez, no sélo una imagen exterior sino también dotandola de lo vivo de la tempo- jad. rali 2. Cuando encuentro a Alex, que tiene 10 afios, lleva casi un afio con medicacién para el TDAH. La madre decidié consultar especial- mente por los pobres resultados que seguia obteniendo su hijo a ni- vel escolar y visiblemente inquieta por las reacciones preocupantes que tenia la medicacién sobre su hijo. Desde las primeras entrevistas, Alex centré nuestros encuentros en la falta de atencién que se hacfa presente en sus actividades tanto escolares como familiares. Pero muy pronto hizo manifiesta su queja hacia una madre que habia cambiado, que no era la misma y que en definitiva sélo prestaba aten- cién a su hermano pequefio, enmarcando asi su sintoma en relacién al desplazamiento libidinal producido en el Otro materno y revelan- do la pérdida de la posicién falica. 3. Mare tiene 6 afios, viene derivado y diagnosticado de TDAH desde el servicio de Neurologia. Los padres no han aceptado la me- dicacién que le han ofrecido como tratamiento. Marc también presen- ta una enuresis nocturna primaria. Nv¥zInd S3031sN OWOD ‘GHdv ‘dav ‘vad VICTORIA VICENTE 138 5 LACAN, Jacques: “RSI’, 17 de diciembre de 1974, Inédito, En la primera entrevista, Marc muestra ese exceso: cambia de tio, se mueve por el despacho, coge y deja los juguetes. No tardard desplegar en sus juegos un Otro voraz e insaciable del que hay protegerse haciendo intervenir la autoridad del policia. El escenari las pantomimas de sus juegos sirven para hacer aparecer un juego espejos: soy um tramposo, soy el ladrén, dita. El sujeto es a la vez el toba y el robado. La significacién que se desprende es la de un far al Otro en donde él también se engaiia. Si Juanito se abalanza hacia la fobia, es para darle cuerpo a lo embar so que le resulta el falo, ese goce filico que vino a asociarse a su cuerpo. Efectivamente, la dificultad de este sujeto en regularse respecto su cuerpo no deja de tener relacién con Io que le es exterior, ese que se le asocia. Que el sujeto esté atrapado en estos embrollos de imaginario da cuenta de la identificacién falica que lo captura, En este sentido, su cuadro hiperactivo pone en primer plano. discordancia entre la homeostasis narcisista del cuerpo y el Orgs que se le hace presente con la enuresis cada noche, Desfallecimi paterno, nos recuerda Lacan. Se trata para este nifio en su tratamie to de encontrar los significantes -el policia, las murallas-, que pon; limite a] Otro y a la vez dar cuerpo a ese goce félico. El psicoanalista ante la demanda por DDA nae Del déficit al sintoma INES SO'ELO La ciencia neurobioldgica actual ha creado una forma de estanda- rizar, universalizar algunos sintomas frecuentes en los nifios, bajo la forma de “Trastorno por Déficit de Atencién y Comportamiento Per- turbador (ADD)”, Lo define como un trastorno de base neurobiols- gica que se manifiesta por grados inapropiados de atencién, hiperac- lividad e impulsividad. Propone un tratamiento multimodal que in- cluye entrenamiento para el nifio y los padres, a la vez que indican medicacién, la cual, afirman, tiene un efecto normalizador sobre la conducta, controla la hiperactividad, reduce la impulsividad y foca~ liza la atencin... reduce la agresividad tanto fisica como verbal, me- jora las relaciones interpersonales y disminuye la desobediencia.! En el caso que presentaré, la contingencia del encuentro con el analista abre otro camino, “la huella del sintoma”, como la Jlamara Mauticio ‘Tarrab, tras las huellas del jnconsciente “las huellas del sen- fido sexual nos llevan a las huellas del trauma y a sus consecuencias: a lo innombrable y a sus resonancias”?, Javier ha sido diagnosticado por la psicopedagoga de la escuela con Trastorno por Déficit de Atencién y Comportamiento Perturba- dor (ADD), con derivacién a psiquiatrfa para su medicacion. Inés SOTELO es psicoanalista, miembro de la Escuela de la Orientacién Lacaniana (EOL) y de la Asociacién. Mundial de Psicoandlisis (AMP). Coordinadora de la Practica Profesional Clinica de la Urgencia, facultad de Psicologia (UBA). Mail: misotelo@psi.tba,ar 1 Je cu, Estrella: AD/HD sindrome de déficit de atencién con o sin hi- peractividad, Qué es, qué hacer. Recomendaciones para padres y docen- tes, Paidés, Bs. As., 2003. . TaRRAB, Mauricio: En las huellas de] sfirtoma, Grama ediciones, Bs. As., 2005. 2 | wwaaind sagausn owo0> ‘GHav ‘dav ‘vad 144 Inés SOTELO é La consulta al psiquiatra inquieta a los padres por tratarse de nifio, y la contingencia los conduce al analista. El estallido de la neurosis en este nifo, aparece sobre ciertas cot denadas amorosas en la vida del padre y las consecuencias sobre madre. En los ultimos tiempos la vida de este hombre ha dado un ro: ha decidido irse de la casa, planteando la separacién y argu tando que “...quiere otra vida, ser feliz, enamorarse”. Este acont miento inesperado para la madre la sumerge en profunda angusti desesperacién. Si bien Javier fue siempre un chico inquieto, cursando primer do aparecen los sintomas en los que se apoya el diagnéstico dado la escuela: desatenci6n y errores en las tareas escolares, dificultad ra sostener la atencién en el juego y en clase, parece no escu cuando se le habla, dificultades para organizar las tareas, rechaza actividades que exijan esfuerzo sostenido, extravia objetos, y es di cuidado en las actividades. También detallan sintomas de hipera vidad: abandona su asiento en clase, tiene dificultad para dedi: al ocio, interrumpe, no respeta los turnos. La madre sittia el comienzo de todo hace muchos afios cuando cibe el diagnéstico de infertilidad. Refiere que desde entonces si una gran indiferencia de su pareja. Hace cuatro afios adoptan a Javier, un nifio de dos afios ym que vivia en un hogar sustituto. La decision del juez se demoré y { nalmente resuelve, con voluntad de Amo, que los padres “sustituto’ no son los padres, a pesar de que lo tienen desde que nacié,, por que les niega a ellos la patria potestad que piden y lo otorga en ado ci6n, cambiando a los cuatro aiios de nombre y apellido. La madre dira que el nifio fue “un sol”, se integré sin dificultai que el dia que lo fueron a buscar los abrazé, les dijo papé y mama no necesité adaptacién, instalandose inmediatamente con ellos. Dird que ella crefa que un hijo iba a ser todo, pero ahora no sop. ta la separacién de su pareja. La angustia de la madre pone de relieve que este niiio, felizm te, no saturaba la falta en que se sostiene el deseo materno. Los si tomas del nifto irrumpen en relacién a la condicién de No-todo, el dé seo de la madre diverge y reclama al padre como hombre. Este nifio, “sol”, que parecfa colmarlo todo aceptando el order que se le imponia, se “desordena”, divide, en tanto la madre se gustia por un hombre. 3 N° 13. Revista digital de la Escuela de la Orientacién Lacaniana. Junio, Julio 2005. Miter, Jacques-Alain: “El nifio entre la mujer y la madre”, en: Virtuali Jacques-Alain Miller diré que “la funcién feliz de la paternidad es realizar una mediacién entre las exigencias abstractas del orden, del deseo anénimo del discurso universal, y por otra parte, lo que se de- riva para el nifio de lo particular del deseo de la madre; esto es hu- manizar el deseo” 4 Recorrido analitico En el andlisis recibimos a un individuo, pero buscamos, aislamos lo que eh él es el sujeto en tanto ha sido constituido a partir de una operaci6n, entendiendo el inconsciente como construccién destinada a rendir cuentas de lo que constituye o produce al sujeto.5 Javier se instala rapidamente, es muy afectuoso, abraza y besa a la analista, se queda sin ninguna dificultad. Elige jugar con la las Bar- bies “no importa que digan que son de mujer, acd no nos ve nadie”. Pesca répidamente el encuadre y la confidencialidad del analista... se pondra a jugar. Elige a una embarazada, y dird: “...el doctor, le va a sacar a su bebé y le indica: ...siéntese sefiora y mirelo... La mamé lo besa, lo abraza y dice “jqué lindo!”. Llegan los piratas a robarle el bebé, ella Ilama al marido para que los defiendan pero lo matan, todos se golpean... el bebé vuelve a me- terse en la panza...”. Dird que le gustaria construir una casa con bloques, la analista se compromete a traerlos para la préxima. En la entrevista siguiente la madre interpela a la analista con una sospecha. La analista la frena con una intervencién que tendré un efecto apaciguador, y finalmente pedira una derivacién para ella. Cuando Javier entra al consultorio y ve los bloques exclama: “su- pe que podia confiar en vos”. Construiré casas para que vivan las Barbies, hombres que pelean desnudos y mujeres que se quedan con el hombre més lindo... el be- bé se queda durmiendo con la mama. Se desmiente el déficit en lo atencional. A la vez que mejora nota- blemente el rendimiento escolar y el lazo con sus pares, el nifio esta absolutamente concentrado en el juego, en los personajes que arma, en que la analista cumpla las consignas que él da, sin distraerse ni equivocarse. + Miter, Jacques-Alain: “El nifio entre la mujer y la madre”, op. cif. 5 Miter, Jacques-Alain: “Un esfuerzo de poesia”, en: Colofin N° 25, FIBCR, 2005. Nv¥aINd saaaisn OWOD 'GHaY ‘dav ‘vad 8 8 @ su respuesta es “tengo que hacer las tareas... con los chicos hago & sas que no me gustan...”. Zz 144° MILLER, Jacques-Alain: “E] nifio entre la mujer y la madre”, op. cit. E] trastorno que la ciencia propone, desconectado de su relaci con el inconsciente, tomard el estatuto de sintoma a lo largo del tr bajo analitico. Ligado a la pareja parental traduce la articulacién si tomatica de la misma, a la vez que permite que las intervenciones d analista alarguen el circuito de sustituciones.° El significante “distraido” comienza a jugarse en el andlisis; dres, damas, nifios y ladrgnes distraidos. Transitaré el tema de su adopcién, armando esta historia: “Hay un chico de tres, jnol, de 7, jno!, de 20 afios. Es un hombi cuyos padres murieron: Z y M; el chico se lama Francisco Javier, p ro no lo cuida nadie porque ya se puede cuidar solo. Hay una cel bracién por la muerte de los padres....”. Juega a las damas, con mucha destreza, y le cuenta a la anali que tiene una novia muy linda que la quiere porque le dice cosas das. - . Juega con la analista al mundo del revés, él es la analista y ella el paciente; él como analista, dira: “su problema es que tiene algo mal en la cabeza... le saca w a al paciente y ordena: ahora vaya a la escuela y entregue las ti mos reas..." § , Propone el juego de los ladrones... uno roba y el otro busca... a ma: “a este ladr6n lo dejan robar...”. En una entrevista con el padre, éste llega con Javier quien qued ré en otro consultorio. dibujando, pero interrumpe permanentem te. Entra con un mufieco y diré “...se separ6 de la mama y del paj les dio una patada y se fueron...."; se sienta en una silla con ruedit y le dice al padre: “Papa, traeme” (acereame hacia vos). Dibuja u historieta muda y le dicta a la analista para que ella le escriba un t to: “Una mujer sale a pasear, un hombre la atropella con el auto, baja a ayudarla y se van juntos...”. Comuniea a sus padres una versién propia: que sus padres sus! tutos, Z y M murieron. Recuerda que Z lo hacia manejar el volant del auto como lo hace ahora su padre. Ellos respetan esta version y los sorprende que el nino recuer los nombres. Sus juegos contintian entre distracciones, peligros, muertes y bos. En una sesién hace vfboras con masa y las hipnotiza, estén ol gadas a obedecer... la analista lo interroga: “y vos, gestés obligado? Si bien no quiere seguir hablando es la primera vez que habla de su disgusto en lo que hace. El estar obligado cobra una dimensién di- ferente a la hipnosis. Mauricio Tarrab diré que “...en el esclavo hay algo de su cuerpo que se desliza por fuera del capricho y del dominio del Amo. Hay al- go inalienable, algo que el Amo no le puede quitar, algo que no ha si- do tomado por el Otro”, ”...goce que nada ni nadie puede quitar- le...”” y que transforma el cuerpo en un cuerpo vivificado. “...el sig- nificante afecta, perturba, deja sus huellas de goce que lo hacen vyi- vir’. “EI significante, entrando en el cuerpo lo afecta de un goce que seré la piedra angular del sintoma’’.® Mufecos con armaduras para protegerse, los raptan y Javier se pregunta: “Como alguien puede dejarse raptar?”. Su respuesta sera: “Se deja raptar para que lo reconozcan... eran amigos y no lo reconocie- roit...”. La psicopedagoga cree en el mito de la localizacién cerebral del lenguaje, y como el juez, impone orden y obediencia. Los padres posibilitan que se abra otra huella. Este nifio da cuenta de que el “lenguaje es la condicién del incons- ciente”” y es en el andlisis que la distraccion se constituye como sin- toma. Sintoma que resiste a la voluntad del Amo, EI nifto propone una primer respuesta: “distraido” y le agrega un sentido: “para que lo reconozean”; sintoma propio que conserva la huella del significante y su captura sobre el sujeto con un mas alld; “al cuerpo mortificado del sujeto barrado debe responder un cierto factor cuantitativo de libido” .” EI nifio en el andlisis enuncia una pregunta que lo implica, y reco- nociendo un sujeto en la victima, se hace responsable de su posicién, Consintiendo, la distraccién deja de ser un défici LACAN, Jacques: “La légica del fantasma”, Clase del 31-5-67. Inédito. Tarrab, Mauricio: En las huellas del stitoma, Grama ediciones, Bs. As, 2005. Lacan, Jacques: El Seminario, Libro 17, El reverso del psicoandlisis, Pai. dos, Bs. As, 1995, MILLER, Jacques-Alain: “Una nueva modalidad del sintoma”, en: Virtua lia N° 1, Revista digital de la Escuela de la Orientacién Lacaniana, 9 So 2 > 3 2 > o = 2 0 4 & a Prestando atencion al sintoma GRACIELA GIRALDI La ideologia financiera evaluativa del costo-beneficio imperante en nuestra época considera como trastorno escolar al déficit de aten- cidn en los nifios; forma de presentacién del sintoma que resulta tri- turada por el mercado de la salud mental mediante la medicalizacién y practicas de la sugestién que apuntan al refuerzo del yo y ala pro- liferacin del sentido, sin importar el por qué de la falta de atencién en cada situacion. De ese modo, la intencionalidad psicoterapéutica apunta a com- batir al sintoma reduciéndolo a un trastorno, pues se desajusta de sus pardmetros protocolares. bien el psicoandlisis existe gracias al sintoma, la época actual Nos confronta con sintomas puro goce, y que no interrogan, en la me- dida que se evapora la creencia en él. Son los fenémenos de malestar que resaltan los educadores: el dé- ficit de la atencién, la apatia en el aprendizaje, el fracaso escolar, la violencia y actos delictivos en las escuelas, las inhibiciones frente al saber, la anorexia intelectual del chico que se aburre o molesta en cla- se, el que come nada huyéndole a los libros y el estudio ~problema- tica. incrementada en estos tiempos del boom de la informatica, de una cultura que se alimenta de la imagen y el slogan—. ‘Y estos malestares de los nifios escolarizados que no legan a cons- GRACIELA GiRALDI es psicoanalista en Rosario, miembro de la Escuela de la Orientacién Lacaniana (EOL-Rosario) de la Asociacién Mundial de Psicoand- lisis (AMP), y de ERINDA (Espacio Rosarino de Investigacién del Nifio en el Discurso Analitico, Nueva Red Cereda). Mail: gragiraldi@infovia.com.ar _ NWEdIND S30Z1SN OWOD ‘GHaY ‘dav ‘vad Gracieta GiRALDI tituirse en un sintoma que le haga signo a alguien, constituyen el inl passe de la subjetividad de nuestra época, donde el practicante d psicoanilisis tiene el deber ético de responder caso por caso, no $6 en el consultorio. En esa perspectiva, la accién lacaniana es lo contrario de mirar p ra otro lado cuando somos convocados a la interlocucién por los edi éadores, que ya no dan mas de tener que cumplir con las reglas edi cativas, aplicandolas a todos los nifios por igual, normativas que san el borrador a las diferencias subjetivas. Por otro lado, los maestros vienen padeciendo hace tiempo ~p lo menos en Argentina- de la peste de la psicologia didactica qi inund6 las escuelas desde el accionar de los psicotécnicos evaluado res de la conducta y el coeficiente intelectual, lo que ha ido en detti mento del acto educative, en la medida que a los maestros no les ve para nada comprender al nifto, ni compadecerse por sus alum ni espegializarse en los conocimientos psicoldgicos, en vias de la pre vencién de no se sabe qué cosa. Porque sabemos que el acto del educador no se sostiene en un di seo prevenido, sino que es efecto de un deseo decidido y disponibl para to imprevisible del acontecimiento del aprendizaje, lo que hi lugar 4 que algo le suceda a aquél que se embarca en la experienc con el saber. Jacques“Alain Miller, en su “Conferencia en Comandatuba”, ca racterizaba nuestra época por la Ilegada al cénit del objeto a, y por k convergencia del discurso de la civilizacién hipernioderna con @ analitico, en la medida que sus cuatro términos son los mismos: el cos mando del plus de gozar, el sujeto que trabaja, la caida de las identi ficaciones y el relativismo del saber. Es decir, que hoy dia el discurso analitico ya no es mas el revés di discurso del Amo, pues éste ha sufrido una mutacién como conse cuencia del entrecruzamiento del discurso capitalista con el cientifi co, lo que produjo efectos subjetivos que se manifiestan en los ni vos modos de presentacién del sintoma. No obstante, para el psicoandlisis de la orientacidn lacaniana, e recurso del ser hablante ante el traumatismo que introduce lalengua sigue siendo el séislomna, fundamentalmente porque efecttia un trata miento del goce, y porque sumarle la transferencia al sintoma (eso al: go quiere decir) io enlaza a la instalacién del sujeto supuesto saber, Ya que a partir de subjetivar al siritoma el analizante lo conviert en transito de lectura y escritura en su cura, haciendo la experiencii de su descifrado inconsciente para producir al final un nuevo anuda miento con su partenaire-sintoma. En esa perspectiva, el psicoandlisis aplicado es solidario a la tera péutica del sintoma en tanto que la operacién analitica apuntando @ lo real del sintoma por el sesgo del sin-sentido, juega con el cristal de alengua del analizante, donde se aloja el goce incluido en el sentido- gozado del sintoma. Pero, considerar que en nuestra época lo real tiende a evaporarse, hos confronta a la encrucijada de que el psicoandlisis puede desapa- recer porque su practica es contingente. Queda entonces bajo la responsabilidad de sus practicantes rein- ventarlo, en cada ocasién, cuando somos convocados por los padeci+ mientos del cuerpo. De modo que si el sufriente tiene la chance de consultar a un psi- coanalista cuando se encuentra shockeado ante el sin-sentido que apare- ce en el sintoma, si viene a quejarse de que sus cosas ya no funcionan porque percibe estar enredado en dl, nuestro deber como practicantes del psicoandlisis es acoger al sintoma en su envoltura formal para in- yectarle el sujeto supuesto saber o el amor al saber inconsciente. Es decir, que si bien un psicoandlisis comienza por poner al sinto- ma en régimen a través de las producciones del trabajo analizante, se necesita del partenaire psicoanalista, que orienténdose por lo real del psicoanilisis, esté disponible a dejarse tomar por el deseo del analis- tay lo imprevisible de su acto. ‘Asi, la operaci6n analitica, al apoyarse en el principio de lo real ex- cluido del sentido, apunta a la reduccidn del goce del sentido para ha- cer lugar a la invenci6n singular del saber-hacer satisfactorio del ana- lizante con su sintoma, lo que produce al final de la experiencia ana- Iftica un nuevo lazo vital al sintoma en su funcién de anudamiento. {No es lo que el acontecimiento psicoar nos ensefia a través de los testimonios de los AE (analista de la Escuela)? En esa perspectiva, Lacan en su tiltima ensefanza, piensa al psi- coandlisis a partir de la psicosis, y de la mano de Joyce en tanto encar- na al sintoma, porque a partir del traumatismo padecido en funcién de la lengua y sus consecuencias, Joyce produce una obra de arte. Entonces, si nuestra época nos confronta con fenémenos escolares que no llegan a hacer signo, ya que el mercado de la salud etiqueta o tapona con objetos y respuestas prét-A porter a los acontecimientos del cuerpo, el desaffo para el practicante es cémo reinventar al psicoand- lisis, cada vez, a partir de acoger en nuestra practica bajo transferen- cia lo que la ciencia y las psicoterapias abortan, pero que el psicoand= lisis de la orientacién lacaniana nos ensefia que puede convertirse en briijula para el trabajo analizante, en la medida que se entra a la eX periencia analitica por el sintoma, y se sale con el sintoma, De modo que, no resulta sin consecuencias para la subjetividad de nuestra época poner nuestra practica al servicio de sintomatizar el lla = wrezind sze3isn OO? ‘GHav ‘dav ‘vad GRACIELA GIRALDI mado trastorno o déficit de la atencién cuando nos llega a la const ta, o cuando la demanda de atencién es de! lado de los edueadores, Y asf, cuando los practicantes del psicoandlisis prestamos ater cién al sintoma, tenemos la chance de oOperar sobre el déficit de at ci6n hacia la causa del deseo de cada quien. Los atolladeros de una herencia PIEDAD ORTEGA DE SPURRIER Bibliogra’ FReup, Sigmund: “Inhibicién, sintoma y angustia”, en; Obras completas, A rrortu, Bs. As., 1992. LACAN, Jacques: El Seminario, Libro 20, Aun, Paidés, Bs, As., 1981. Lacan, Jacques: Seminario 23, Le sinthome, Inédito. MILLER, Jacques-Alain: El Otro que no existe y sus comités As., 2005. MILLER, Jacques ‘Alain: “Una fantasia”. Conferencia en el Congreso de AMP, Brasil 2004, Inédito, Mitek, Jacques-Alain: Piezas sueltas, Paris, 2004, Curso inédito. LAURENT, Eric: Apuntes personales sobre su Conferencia en Jornadas del CL ANTELO, Estaniglao y AuRaMOWSKI, Ana: El renegar de la escuela, Edit. Hor Sapiens, Rosario, 1999, GIRALDI, Graciela: Educucion y psicoandlisis: aprender, no aprender y querer ap) der ent Ia escuela, Ed. Homo Sapiens, Rosario, 2004, El psicoandlisis plantea que el nacimiento de un nifio no coincide con su aparicién como organismo vivo; es a partir de un real organico de un cuerpo-materia que es llamado a habitar y a hacer suyo, a través de una serie de operaciones donde se juegan ligazones y separaciones entre él y el Otro. Estas operaciones implican procesos de seleccionar, almacenar, bo- trar, 0 rechazar asociaciones significantes que hacen posible que la sig- nificacién suya y la cadena de lenguaje, se instale. Segtin Lacan, las operaciones de causacin del sujeto, la alineacién significante y la separacidn de objeto, hacen posible la subjetivacion del sujeto. Durante este proceso, el sujeto puede tropezar con obstdculos y la consecuencia es que bloques de elaboracién permanezcan en soufran- ce. El signo de la inminencia de la angustia indica la existencia de difi- cultades en dichas operaciones cuando el sujeto tropieza con un real ina- similable. En el caso de la neurosis, el sujeto puede permanecer en un atollade- ro identitario, con muchas dificultades para asumirse en sus palabras, ser autor en su discurso 0 actor de su destino, de tal forma que aparecen sintomas mas 0 menos graves y con distintos gtados de reversibilidad, En el seminario sobre La angustia, Lacan propone que su aparicién se produce cuando el sujeto no sabe qué objeto es para el Otro, y por ende, se encuentra sometido a su goce. En oportunidades se produce un deslizamiento de Ia angustia a la inhibicion, afectando los procesos intelectuales y la capacidad de fijar la atenci6n a una tarea determinada, cuando esta aparece como invasora. de ética, Paidés, PIEDAD ORTEGA DE SPURRIER es médica y psicoanalista en Guayaquil, mien bro de la Nueva Escuela Lacaniana de Psicoandlisis (NEL-Guaya- quill) y miembro de la Asociacién Mundial de Psicoanilisis (AMP). Mail: apa rrier@gye.satnet.net 9 9 > > o = > 5 = & ° i) x PiEDAD ORTEGA DE SPURRIER Es un “no querer saber nada” que se articula en todo tipo de sintom: y en el caso que presento, como si se tratara de un retardo mental o ADD. Este niito, desde el momento de ser nombrado, ya habia cargad con el peso de una responsabilidad, de un destino ya escrito para él. B ta herencia, que en buena parte no es explicita, sino inconsciente, es que tratard, en ocasiones, de anular, olvidar o realizar, en tanto remitel a una potencia de algunos aspectos de su mito familiar : EI caso Se trata de un nifo de 6 aos que desde los 2 afios ha sido sometid a toda suerte de reeducaciones y exdmenes. Los médicos no constata ninguna anomalia en sus EEG, a pesar de que es un nifio distrafdo, muy torpe, con un lenguaje limitado para su edad, extremadamente gordo con un apetito insaciable, Su madre y padre se sienten muy angustiadd porque el nifio empieza a mostrar un retraso importante en la escuela, Sin embargo, hay dos aspectos que hacen pensar que un diagnéstic de retardo leve o el de hiperactividad podrian estar equivocados: nadi entiende 'porqué Victor Hugo tiene una habilidad descomunal para aga rar gallinas entre los dedos (su padre tiene una granja avicola) y p. llevar cuentas, sin que nadie le haya ensefiado a sumar y a restar. Recibo a Victor Hugo y pasan siete sesiones en donde él realiza p quefias pelotas con plastilina y hace como que se las va a comer y ltt las cuenta. Le pregunto por ellas y me dice “son huevos”. Ante ia rep ticién incesante, amo a sus padres y les pregunto acerca del negocio de los huevos y el padre relata: “yo tengo un negocio avicola, Este me permitido tener a mis hijos en buenos colegios y mantener a mi muj como Dios manda”. Yo le pregunto: “ZY cémo es que manda Dios?” se queda sorprendido y callado. Su esposa, que habla muy poco, dice “Mi esposo no queria ser huevero, sino que su padre muriG, le pidié que 61 trabajara para que su hermano, que era estudiante de medicina, fue ra un profesional, Como él recién habia terminado la secundaria, se pus 80a trabajar, Nos casamos jévenes y él no pudo seguir su verdadera vo cacién, aunque se dio maha para seguir estudiando. Tuvimos muy répi do a los nifias: el primero que se llama como el tio y es muy inteligente, pero Victor Hugo... no sé qué le pasa”. Interrumpo la sesién y les pido que regresen. : Como plantean E. Laurent, E. Solano, R. y R. Lefort y M. Strauss, el material que un nifio Ieva a la sesién de andlisis, son interpretaciones que apuntan a dar un sentido a lo real que se presenta en el trauma. Si embargo, en este caso, esa posibilidad estaba obstaculizada bajo la for ma de un rechazo al inconsciente, que dejaba al desnudo el silencio del goce pulsional. La madre de Victor Hugo es una mujer muy temerosa de que sus hi- jos se enfermen, cuida también de su madre que vive al lado y estd en- ferma. Y dice “Mi vida pasa entre cuidar enfermos y a mi marido”. Le digo: "Cuidar a su marido”. Ella dice que él llega muy bravo del traba- jo y que, como es muy gordo, teme que le de un infarto. Se encierra a ha- cer cuentas y se pone furioso si alguien hace ruido, y ella tiene que de- dicarse a callar a los nifios o mandarlos con una tia soltera que es muy alegre para que se distraigan y dice: “Yo era como ella antes de tener tantas responsabilidades’, y a renglén seguido dice: “no me interprete mal, él cumple con todo”. Le digo, “como Dios manda". Le pido al pa- dre que venga a hablar él solo. El precio de una herencia El padre manifiesta su enorme afecto por Victor Hugo y su preocu- pacisn por sus dificultades, sin embargo acota: “Mejor es asf porque él seré feliz siendo un huevero”. Le pregunto: “Y usted, zesta a gusto con su eleccion?”. “No es algo que voy a dejar, pero tengo mi mundo secre- to: luego de que termino el trabajo, cuando estoy harto de mis obligacio- nes, me encierro en mi escritorio supuestamente a hacer cuentas, pero no es verdad, me dedico a hacer una antologia de la musica de los pue- blos serranos del sector de Guaranda”. Le pregunto: ¢Cémo ast de ese sector?”. Y dice: “Antes de que se muriera mi padre yo querfa ser diplo- matico y escritor” y le digo: "Victor Hugo”. “Por qué no le cuenta esa historia a su hijo?”. La analista opta por una posicién particular frente a una demanda de respuesta inmediata a la dificultad en el nino. Intenta que el sfntoma que traen los padres se convierta en una pregunta sobre las condiciones de su emergencia, intentando que se ubiquen las coordenadas que pre- ceden su aparicién, sus causas y en relacidn a la existencia de cada uno de los consultantes. Asf la analista maniobra para convertirse en parte- naire del sintoma, en tanto funcién que causa el deseo de descifrar. Los misterios de una tumba NwwzINd S30321sn OWO? ‘GHGY ‘dav ‘vad Ala siguiente sesién viene Victor Hugo y me dice: “Mi papa me ha contado un secreto”, al mismo tiempo que empieza a aplastar los hue- 153 PieEDAD ORTEGA DE SpuRRIER vos y hace un cuadrado plano sobre el que dibuja una craz y me dig “He hecho una tumba para Dios. Podré hacer lo que yo quiero?”. L contesto: “tt lo decides”. Con esa pregunta, se pone en evidencia que existen dos misterios § bre los que el Otro no puede responder, porque no existe ningtin si cante sobre la muerte y la sexualidad. Tampoco sobre el modo de gozat La pregunta de Victor Hugo, liberado de los ideales del Otro, logra esta un poco menos enajenado en él. El que el analista no halla respondid desde dicho lugar, posibilité la presencia de Ia falta, dando lugar a las paracién. Tras el encuentro con la castracién del Otro se instala ese S (A Acontinuacién, Victor Hugo toma el cuadrado plan, lo pone al 1 vés y dice: “En este cuarto se encerraba un monstruo, por delante habfi una puerta que la cuidaba una gallina. La gallina siempre estaba a tada porque al monstruo no le salian las cuentas’. Le digo “jAh! La cuentas...”. Empieza a enumerar todos los objetos de la caja de juego haciendo énfasis en los articulos a mesa, el cubo, la piola, sin nombr ningtin animal 0 muiecos. Victor Hugo insiste en enumerar todos los objetos y me pide que ya Ie Tleve las cuentas; yo las separo en orden de género. A la siguient sién he retirad6 los objetos y encuentra animales y personas; me mira } Je digo: “;Contittuamos con las cuentas?”. Se detiene observando las di ferencias entre machos y hembras y titubea y me dice: “;Y ahora?”; le dis go: “Dime ta”. Toma‘la plastilina, hace una tira divisoria y dice: “roja I vaca, negro el toro”, “roja la’gata, negro el gato”, y asf sucesivamente. Alasiguiente sesién llega y encuentra el material dispuesto como Io dejé y me pregunta: “;No has escrito nada? zTti no entiendes? Entonce haremos otra cosa, {Todos a bailar!”, y cantando “Un elefante se balané ceaba”, hace bailar al elefante. Este se cae con frecuencia y le pregunto “:Qué le pasa?”. il sefiala la trompa y dice: “Es que ésto se le para y se le cae, entonces, ya no parece elefante”. Victor Hugo se pone de pie e la silla y se cae y me dice: “;Qué me pasd?”. ‘Victor Hugo empieza a armar una elucubracién de saber acerca del goce del Otro, ese goce que viene del Otro, del cuerpo. Frente a una he rencia impuesta por el Otro, Victor Hugo ir construyendo una serie de ficciones que le permitieron separarse de ese aporte del que se hizo de dor. Paulatinamente, Victor Hugo empieza a ampliar sus intereses y la escuela reporta que estos redundan en una “mejor atencién y aprendi- zaje”. Pocos meses antes de que su padre hubiera optado por irse en representacién diplomatica, me dijo: “Nos vamos, porque eso es lo que mi papé més soaba. Yo podré hacer muchas cosas que me gustan y mamé... no sé, ella tiene mucho miedo, Creo que se ira a cuidar a otros enfermos, porque en mi casa no tiene a quien cuidar”. Del déficit de atencidn al sujeto de la inhibicion, el sintoma _ y la angustia LILIANA CAZENAVE Segtin el nuevo dispositivo clinico contempordneo construido por el DSM IV}, basado en la nueva medicina cientifica fundamentada en la biologia de las neurociencias y en el cognitivismo, el AD/HD (Dé ficit de Atencién con o sin Hiperactividad), es el trastorno mas fre- cuente en los nifios de edad escolar. No es casual que esta epidemia se contintie en la vida adulta con otra serie de “trastornos” de estados del énimo como son la depre- sién o la bipolaridad que, como veremos, se derivan también de un borramiento de la angustia.? Abordaremos el AD/HD desde tres perspectivas: 1. El marco epistemolégico que lo construye como nueva forma de lo patolégico. 2. La consideracién del fenémeno como respuesta al malestar de la época, 3. Contrapondremos el “trastorno” con las respuestas del sujeto desde la inhibicién, el sintoma y la angustia como modos de trata- miento del goce. Finalmente ilustraremos a partir de un caso clinico de inhibicién que afecta el aprendizaje escolar, el abordaje psicoanalitico de la pro- blematica que nos ocupa. LILIANA CaZENave es psicoanalista en Buenos Aires, miembro de la Escuela de Ja Orientacién Lacaniana (EOL) y de la Asociacién Mundial de Psicoanilisis (AMP). Miembro del Comité Ejecutivo del Depto. Pequefio Hans-CICBA, Do- cente de la Unidad Clinica de Presentacién de Enfermos del ICBA. Mail: li- lianacazenave@fibertel.com.ar 1 DSMA-IV. American Psychiatric Association (1994). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (4" ed). Washington, DC. LAURENT, Eric: Curso de postgrado dictado en la UBA, Facultad de Psico- logia, 2004, inédito. Nvu3INdD s3azisn CWO? ‘GHaY ‘dav ‘vad 2 1 Litiana Cazenave 1. El marco epistemolégico del ADH EL ADHD se diagnostica a partir de un patron de conductas ais! das particularmente en el dmbito escolar y consideradas deficitari con respecto a un funcionamiento ideal 0 normative. Dicha ins: ciencia se localiza en la atencién sostenida, que diferencian de atenci6n espontdnea. El déficit puede estar acompafiado o no, otra dimensién de la conducta, la hiperactividad, caracterizada por] deshinibicion e impulsividad. Otro eje del cuadro que incide en los anteriores, es lo que en DSM se designa como “labilidad emocional” y que'se atribuye a factor temperamental’, Pasemos a examinar los criterios diagnésticos. Se trata por un k do de reducir, o mas bien eliminar al sujeto objetivandolo en condi tas que se clasifican con una metodologfa descriptiva y sincréinica, Unica operacidn requerida para efectuar el diagndstico es el reco cimiento de semejanzas fenoménicas con el cuadro planteado. En el afan de objetividad, los criterios diagnésticos estén delines dos estadiisticamente de modo tal que la tinica calificacién que se quiere para establecerlos es la de puntuar en una escala la intensida © frecuencia de una conducta. El clinico es sustituido por los mae tros 0 los propios padres, en detrimento de la calificaci6n y experi cia y como si la subjetividad del observador no entrara en juego. Se desconoce el criterio- estructural, que toma distancia de los fené menos. Sabemos que éstos, la falta de atencién, la hiperactividad y I labilidad emocional, pueden darse en cuadros estructuralmente muy diferentes ya sea dentro de las neurosis, como dentro de las psicosis, Tampoco es tenida en cuenta la diacronfa en que cada categoria despliega segiin una secuencia temporal; asi por ejemplo, no se tiene. en cuenta que estos fenémenos pueden presentarse en el moment de desencadenamiento de una neurosis © una psicosis y remitir Jos momentos de estabilizacién. En cuanto a la etiologia, el sindrome es considerado resultante de la interaccién de factores genéticos y medio ambientales dificiles, se- gtin B. Quirés!, de separar, Por otro lado, la hipétesis biologista de las neurociencias presen- ta un modelo computacional de la mente donde se localizan las fun DSM-IV, Ibidem. BERNALDO DE QuiR6s, Guillermo: “E! it de atencién con o sin hiperactividad”, en: AD/HD. El sindrome de déficit de atencidn con a sin hiperactividad, JOsELEVICH, Estrella (comp.), Paidés, Bs. As., 2003. ciones cognitivas y emocionales en distintas zonas del cerebro. Plan tear que es posible una imagen de la emocién y del pensamiento que permite un conocimiento reintegrable de lo psiquico, implica reducir la causalidad psiquica a procesos neuronales. En cuanto a la labilidad emocional, E. Laurent? plantea que el cog- nitivismo borra la angustia al ubicarla en un continuo de afectos y emociones. Este borramiento de la angustia es la operacidn inversa a la freudiana que coloca la angustia como afecto mayor en el centro de las neurosis, como aquello que conecta con la causalidad psiquica. La angustia es sefial para el sujeto del goce inaceptable que lo causa, aunque no lo sepa. La angustia conecta con lo més real del sujeto, aquello no simbolizable de su neurosis, y que lo lleva a la pregunta por la causa de la angustia. La labilidad emocional de orden temperamental coloca la causa en Lo organico, ajena al sujeto, quien no es responsable ni tiene posi- bilidad de incidir sobre lo que le ocurre, El tratamiento propuesto de medicacién calma la angustia pero no la trata. La angustia borrada retorna en los cuadros que se presentan aso- ciados al ADHD: trastornos de ansiedad, trastornos de estados de Animo especialmente depresivos, que evolucionan, segtin el DSM IV, en enfermedad manfaco depresiva y trastornos de conducta. El por- centaje de frecuencia de asociacién de estos cuadros al ADHD (65%), ha llevado a considerar al sindrome como una entidad heterogénea, con etiologias, factores de riesgo y pronésticos potencialmente dife- rentes®. Constituye, en fin, lo que Hamamos en lenguaje criollo “una bolsa de gatos”. EI sujeto, aplastado por la maquina de la estadistica, es reducido a objeto a cuantificar y homogeneizar. Como plantea Eric Laurent’, el modelo cognitivista transforma la sefial de angustia freudiana en un sistema maquinario, donde se trata de reparar sus desarreglos ya sea mediante la medicacién 0 bien por condicionamiento, como lo plan- tean las Ilamadas terapias cognitivo comportamentales. Se trata de la eliminacién de la dimensién humana de la angustia, tan poéticamente expresada por Lacan en El triunfo de la religion®: “la nocién de conducta, aplicada de manera unitaria... (descompone) ... hasta la necedad todo dramatismo de la vida humana”. 5 LAURENT, Eric: Curso de postgrado dictado en la UBA, Ibidem. Micuanit, Claudio: “Comorbilidad en el AD/HD”, en: AD/HD. Stidro- ime de déficit de atencién con o sin hiperactividad, B. JoseLevicn (Comp.), Pale dos, Bs. As., 200! Laurent, Eric: Lost in cognition, Coleccién Diva, Bs. As., 2005, & Lacan, Jacques: El triunfo de la religién, Paidds, Bs. As., 2005, S wresind sse3isn ono? ‘quay ‘aav ‘vad Bl ideal de salud mental responde actualmente a la propuesta la ciencia de convertir al hombre en méquina a reprogramar, segit modelo computacional, como por ejemplo el proyecto del gen humano. La clinica del sintoma se sustituye por la del déficit 0 trastorno, 2. Una respuesta al malestar de la ép: El malestar en la civilizacion actual, como plantea J.-A. Miller®, no responde al régimen del significante Amo. El Nombre del Pa ya no garantiza certezas acerca de cémo tratar el goce. Estamos tea una civilizacion dominada por el discurso cientifico, el que, a plado al mercado da lugar al llamado por Lacan “discurso capit ta”, que hace fallar el tratamiento del goce por lo simbélico de la c tracin. Son més bien los objetos de la técnica los que, ofrecidos mo objetos de consumo, ordenan el modo de goce de la época. Me interesa destacar para el tema que nos convoca, el lugar de maquina en la configuracién del mundo. La maquina, nacida de I simb6lico, producto de la medida y de la cifra, se materializa y ree plaza a la cosa, Es un hecho que la maquina forma parte de la vi del hombre actual y es utilizada para diversos fines: comunicaci arte, informacién, etc, Sus multiples incidencias en el lazo estan con dicionadas por los discursos que sostienen estos usos. Pero no pod mos obviar, como plantea 5. Zizek", que tecnologia e ideologia est inextricablemente entrelazadas. Las méaquinas, producto del discur so de Ia ciencia, crean un nuevo género de real ajeno al sujeto. ; Ofrecidas masivamente al mercado, invaden nuestras vidas. Li vida familiar tiene desde hace ya un tiempo un miembro mas, la TV, con quien los nifos tienen frecuentemente mds contacto que con el resto de la familia, Actualmente es la computadora la que ocupa el si= tial de honor, con aun mayor poder de seduccién. Dos detalles pues den Proporcionarnos una idea de su incidencia. Para el tiltimo “Dia del nifio”” se compraron en Buenos Aires mas videojuegos que jugue- tes. Segtin una nota de A. Piscitelli en el espacio Educar de Internet, los nifios pasan el 60% de su tiempo con los videojuegos. _El sujeto contemporaneo entra en la era del ciberespacio, que im- plica una ruptura abrupta en el ya diferenciado marco del pensa~ 9 cous ? MILLER, Jacques-Alain: “Verdad, probabilidad estadistica, lo real”, en: Re= fori eee de psicoand N°, Escuela de la Orientacién Lacaniana. ‘1ZEK, Slajov: Lo real del ciberespacio, Netfirms Web Hosting. Liliana CAZENAVE miento humano. Dicha ruptura consiste en la introduccién de un nuevo tipo de textualizacién, el hipertexto, un tipo de escritura no se cuencial que abre la posibilidad de infinitas lecturas. Remarco este punto infinito, sin limite, La tendencia del hipertexto es la de quedar convertido en una red polimorfa, que mas que asemejarse a un len~ guaje, se asemeja més que nada a lalengua, entendiendo a ésta como ese conjunto de fonemas que permite significar al infinito”. Nos preguntamos, ,qué tratamiento da a lo imposible esta escri- tura digital que sintetiza las realidades virtuales? La ciencia que pro- duce la escritura digital pretende escribir lo real en una formula, una formula que encierre lo real. Mas bien dirfamos, no da lugar a lo im- posible, reniega de lo imposible. Como plantea Quéau”? en los len- guajes virtuales numéricos, la equivalencia es total y queda elimina- da la funcién poética, aquella que permite equivocar, alli donde lo simb6lico no termina de coincidir con lo real’. Ya Heidegger en su “Conferencia sobre la cosa” nos advertia so- bre los efectos en la subjetividad de la destruccién de la distancia con la cosa que introduce el objeto moderno. Este sin distancia es mas in- quietante que un estallido de la cosa. La distancia con la cosa esta de- terminada por el vacio entre ésta y su representaci6n. Este vacfo no tiene solamente una funcidn espacial sino que es del orden de lo real, determinando al sujeto en su relacin con el objeto de deseo. El sujeto imbuido en este tipo de textualizacién aun antes de alfa- betizarse se ve forzado, al acceder a la alfabetizacién, a adaptarse a una metodologia escolar centrada en la textualizacién lineal tradicio- nal. jLas desadaptaciones que se producen en este salto habrén de ser leidas en términos patolégicos y recaer tnicamente sobre el nifio? 4No se tratard mas bien de revisar y adaptar las metodologias educa- tivas a esta tranculturalizacion? :No corresponde a la escuela el in- troducir al educando al adecuado uso de la cibercultura, ensefidndo- Je a tomar la adecuada distancia para no quedar perdido en ese espa- cio infinito? Veamos ahora las coordenadas témporo-espaciales del cibermun- do. La novedad de este espacio sefialada por numerosos autores es la ampliacién de la presencia virtual. Con el chateo, por ejemplo, se puede hablar simulténeamente con varias personas a la vez mientras 1 piscaretu, Alejandro: Ciberculturas, Paidés, Bs. As., 1995. Queau, Philippe: Lo virtual, Paidés, Bs. As., 1995. Cazenave, Liliana; Di Vira, Liliana; IcLestas, Haydeé; PRanpi, Monica y Srowa, Etel. Nueva virtualidad. Su incidencia en el Iazo social, Trabajo pro- ducido en el Ateneo “Infancia y pubertad en el malestar”. Inédito, mvuzind s3q31sn OWO>? ‘GHaY ‘dav ‘vad 2 LiLIANA CAZENAVE se tienen varias ventanas abiertas para trabajar. La presencia virtual se multiplica al mismo tiempo que se elide la presencia real, es deci el cuerpo. Paul Virilio™, urbanista, destaca que el ciberespacio elimina la distancias. En efecto, con la computadora nos comunicamos con cualquier parte del mundo en tiempo instantaneo. Las coordenada témporo-espaciales del sujeto se modifican: la eliminacién de las dis tancias implica la ilusién de que no necesitamos el cuerpo para esta en cualquier lugar. El mencionado autor lee estos efectos del ciberes pacio como ilusién del abandono de los cuerpos y ubica en esto pérdida de la realidad del mundo y del cuerpo, el cual, reducido a imagen, se aplana, perdiendo volumen y extensidn. Desde el psicoat is podrfamos decir que se jerarquiza la presencia fantasmatica. En lo referente al tiempo, el ciberespacio funciona a un tiempo real redticido a la sincronfa del instante. El tiempo se acelera, el exce so de presente en un tiempo mundial unico va en detrimento del ins tervalo. La época es una época manfaca, de un tiempo acelerado!®, El uso de la computadora promovido por el consumo, como pot ejemplo los diversos tipos de videojuegos marketineros, adquiere es: tatuto de gadget. Sabemos que los gadgets son objetos cautivantes, ilue sorios, que hacen ver, hacen escuchar, los mismos fantasmas listo para usar, poniendo a distancia la relacidn con el otro en tanto tal. gendrando un goce uniformizado, que supone el rechazo de la impos sibilidad de lo real. La funcién del juego, ubicada por Freud!® como la modalidad que el nifio teje sus particulares fantasmas inconscientes y es germen de los procesos creativos, se ve afectada. La crénica diaria recoge los efectos protopsicéticos donde la vid en la pantalla funciona de un modo cuasi alucinatorio, con pérdida de la realidad o mas propiamente desenmarcamiento de la ficciéi que culmina en el pasaje al acto. Podemos citar como ejemplos el ca: so en Espaia donde continuaron el juego del rol con un asesinato real, 0 los suicidios colectivos de jévenes en Japén programados en un site que retine a lo deprimidos, a partir de una multiplicidad de: identificaciones imaginarias. El llamado “déficit de atencién’” puede leerse a partir de esta pé Viritio, Paul: El cibermundo, la politica de lo peor, Catedra, Madrid, 1997. CAazENAvE, Liliana; Di Vita, Liliana; IGLesias, Haydeé; PRANDI, Monica Sroisa, Etel. Nueva virtualidad. Su incidencia en el fazo social, ap. cit. FREUD, Sigmund: “E] poeta y los suefios diurnos”, en: Obras Completas, t IL, Biblioteca Nueva, Madrid, 1989. | dida de realidad que sufre quien reparte su atencién entre las distin tas ventanas de la pantalla, donde la realidad pasa a ser una ventana mas, seguramente la menos interesante. La hiperactividad constituye la respuesta a la elisién del cuerpo que retorna como agitacién, impulsividad. Es posible un uso que preserve al sujeto poniendo una distancia & la inmersidn en el ciberespacio: desde lo simbélico, reglas que guien la inmersién y enmarquen las ficciones. Asimismo es crucial que pax dres y maestros regulen el contacto del nifio con lo que se exhibe, se . escribe y se interacttia en los foros y sitios web Fomentar un uso que reubique lo real en el ciberespacio implica rechazar la propuesta del mercado de hacer de la computadora un partenaire de goce. Implica desarrollar un espiritu suficientemente critico como para conservar la distancia necesaria con la ficcién que evite suturar la imposibilidad de lo real. El sujeto de la inhibicién, el sintoma y la angustia Vayamos ahora del fenémeno a la estructura, es decir, ubiquemos la “desatencién, hiperactividad” como signos de goce de un sujeto que responde a los nuevos reales que produce la civilizacién de la ciencia. Nos limitaremos en este trabajo a la estructura neurética, ya que la consideracién de las respuestas desde la estructura psicética mere- ce un desarrollo especial’. Ya Freud en su articulo “Inhibicién, sintoma y angustia”!”, pre- senta este tripode como tres modos de respuesta del sujeto a lo real del trauma. Lacan lo trabajara en el seminario La angustia’® y final- mente lo topologizard en el anudamiento RSI!” como tres formas de nominaci6n: el sintoma como nominacién simbdlica, la inhibicién co- mo nominacién imaginaria y la angustia como nominacién real. Como plantea Freud en “Inhibicién, sintoma y angustia’”", la an- gustia es la reaccién originaria frente al goce del trauma, es sefial de lo mas real del sujeto, la pulsién. Ella presentifica la parte opaca del 7 FReup, Sigmund: “Inhibicién, sintoma y angustia’, en; Obras Completas, t IIL, op. cit. Lacan, Jacques: El Seminario, Libro 10, La angustia, Paidés, Bs Lacan, Jacques: Seminario RSI. Inédito. FREUD, Sigmund: “Inhibici6n, sintoma y angustia”, op. cit. Ver al respecto el articulo de E. Berenguer en este volumen (pag, 113). s,, 2006 N¥¥3IND $3031sN OWOD ‘Hay ‘dav ‘vad LILIANA CAZENAVE goce del sujeto, anuncia el peligro de la satisfaccién pulsional ignori da. En calidad de afecto mayor, constituye el fendmeno capital de | neurosis pues pone en juego la pregunta fundamental por la causa Esta es la dimensién propiamente humana de la angustia, que pued impulsar al sujeto a emprender el camino del anilisis. La clinica actual presenta un particular desborde de la angusti que fracasa en su funcién de sefial, para derivar en el ataque de pi nico, impulsién, patologias del acto; podemas incluir la hiperactivi dad en esta vertiente. La funcién de la angustia en Lacan media entre el goce y el d para producir el objeto causa del deseo que resulta:de una cesién d goce. Por ello la angustia se pone en juego antes de dicha cesién, pro: moviéndola. Para ello es preciso atravesar la angustia por la opera: cidn de la castracién que articula el goce al deseo?!-22, Lacan lee al Freud de “Inhibicidn, sintoma y angustia” en el Semi nario 10%, planteando las funciones de la inhibicién y del sintoma mo tratamientos de la angustia por las vias imaginaria y simbéli respectivamente. Si bien la inhibicidn se entrama al sintoma, ya Freud”" las difere cia como proviniendo de distintos suelos. La inhibicién concierne yo, a caballo entre consciente y preconsciente, mientras que el sinto ma, resultado de la represién, se sustrae al devenir consciente, pert nece al suelo del inconsciente. Las diferencias ehtre inhibicin y sintoma no son solamente t6pi cas, sino también operativas. El mecanismo de la represion del sinto- ma trata el desplazamiento de la libido, del objeto a, en Ia flexibilida del juego de las investiduras significantes lo que da lugar a una satis faccién sustitutiva acorde al principio del placer, La inhibicién opera en cambio, tinicamente por el desvio de la mocién pulsional apun= tando a evitar la descarga. Por ello concierne a la relacién del sujeto con su acto; lo que esté impedido en la inhibicién es la puesta en ac to de la pulsi6n. Por ello desempefia una funcién estructural en k constitucién del deseo en tanto éste es defensa contra el goce?, La inhibicién implica un tratamiento del goce por las representa LACAN, Jacques: El Seminario, Libro 10, La angustia, op. cit. 2 MILLER, J.-A.: Curso Orientacién Lacaniana IIL, Clases XV a XX, 2004. Iné dito : 23 Lacan, Jacques: Fl Seminario, Libro 10, La angustia, op. cit. 4 Freup, Sigmund: “Inhibicién, sfntoma y angustia”, en: Obras Conpletas, t, IIL, op. cit. 25 Cazenave, Liliana; Di Vira, Liliana; IGLestas, Haydeé; Pranvi, Ménica y Sosa, Etel: Nueva virtualidad. Su incidencia en el lazo social, op. cit. ciones yoicas, con el consiguiente cierre del inconsciente. Este trata» miento del goce por lo imaginario tiene un mayor costo psiquico y una eficacia menor que la represion, ya que impide el desplazamien> to y sustitucién de la satisfacci6n libidinal como Io hace el sintoma. De ahi que puede derivar en un estancamiento considerable de las investiduras del sujeto hacia el mundo y terminar en una inhibicin global del deseo que constituye la depresién. Esta cafda del deseo se observa con frecuencia en procesos de duelo detenidos. En el seminario sobre La angustia?® Lacan define la inhibicién co- mo “detencién del movimiento de la funcién”, detencién efectuada por el. yo ante él avance pulsional. En el seminario “RSV’27 Lacan plantea que “la inhibicién, como Freud mismo Jo articula, es siempre cuestiGn de cuerpo, es decir de funcién’. En Freud el cuerpo orgéni- co ordena sus funciones bajo el régimen del yo que lo unifica, pero a su vez se le superpone el cuerpo libidinal fragmentado por la pulsion parcial. Ante el retorno de las pulsiones en el yo, éste responde incor- pordndolas, lo que necesariamente tiene como consecuencia la limi- tacién de su propia organizacién’®. El clésico ejemplo que da Freud en “Inhibicién, sintoma y angustia””? del calambre del escritor ilus- tra esta situacién. En los fenémenos que interrogamos la limitacién afecta los procesos de pensamiento y atencidn. Cuando la inhibicién se articula al sintoma, éste trata la angustia por la funci6n félica que opera la castracién. Esta cambia la naturale- za de la angustia al hacer entrar el goce al lugar del Otro y articula el deseo en la cadena inconsciente. Pero cuando la funcién de detencién propia de la inhibicién coagula en fijeza por la expansion de lo ima- ginario, tenemos como consecuencia la no operacién del movimien- to de la funcién simbélica™. J.-A. Miller®! matematiza el tratamiento del objeto a desde los tres registros de la siguiente manera: en el registro imaginario la inhibi- cion congela el objeto @ en la imagen i (+)a; en lo simbélico el sinto- ma coloca el objeto en el lugar de la causa, A (-)4, en lo real el sujeto se identifica al objeto en el pasaje al acto, desapareciendo de la esce- 2° Lacan, Jacques: El Seminario, Libro 10, La angustia, op. cit. 27 LACAN, Jacques: Seminario RSI. Inédito. * Cazenave, Liliana; Di Vina, Liliana; [GLesias, Haydeé; PRaNDI, Ménica y Sroisa, Btel: Nueva virtuatidad. Su incidencia en el Inzo social, op. cit Freup, Sigmund: “Inhibicion, sintoma y angustia”, en: Obras Completas, t IL, op. cit °° Cazpnave, Liliana; Di Vit, Liliana; Iovesias, Haydeé; Pranpl, Méniea y Sto1sa, Etel: Nueva virtualidad. Su incidencia en el lazo social, op. cit 3) Miter, J.-A.: Curso Orientacién Lacaniana TII- Clase XX, 2004, Inédite 2» © FesINO s3q31sN OWOD ‘quay ‘dav ‘vad Liana CAZENAVE na, y en el acting out el objeto se positiviza, A (+)a, al mostrarse en) escena. {Cémo procede la subjetividad contemporédnea en el tratamie del goce? Si reconsideramos lo planteado sobre la civilizacién actual a pi tir de la incidencia de lo real, lo simbélico y lo imaginario en el tr miento del goce, podemos ubicaruna intrusién de lo real de la ci cia que desboca la angustia, una declinacién de lo simbélice con | caida del Nombre del Padre que altera el mecanismo de la represi y una expansién de lo imaginario en la vida en las pantallas d computadora, TV y demas gadgets. : Como plantea’ Guy Trobas®, podemos responder la pre planteada destacando la inhibicién y las patologias del acto (pasaje acto y acting out, donde hemos situado la hiperactividad) como valentes en la sintomatologia actual, en desmedro del sintoma’ trata el goce en congonancia con el inconsciente. La hiperactividad esta ligada a la impulsién y puede adscribi la confluencia de las vertientes de inhibicién con las patologfas acto. No olvidemos que ambas vertientes se tocan en el punto en se desanudan del bintoma. Esto se puede apreciar en el cuadro del minario sobre La angustia®® donde Lacan ordena la triada clinic inhibicién, sintoma y angustia. La inhibicion se despliega en dos tientes: la de la dificult&d, que detiene la funcién llegandola a zat como en el embarazo, y la vertiente del movimiento donde, el contrario, la funcién queda desordenada por la satisfacci6n pulsién sin regulacién, como ocurre en la turbacién que se toca € el pasaje al acto. La dificultad de la clinica de la inhibicién reside en el cierre del consciente; en el terreno de las patologias del acto estamos ante el chazo del inconsciente. {Qué maniobras serdn requeridas para llevar la inhibici6n, pi al acto 0 acting out al sintoma, con la consiguiente apertura del consciente? Pasemos a la clinica para abordar el obstaculo en el caso por: 32 Tropas, Guy: “Tres respuestas ante la angustia: inhibicién, pasaje al y acting out”, en: Logos 1, NEL-Grama Ediciones, Bs. As., 2003. % LACAN, Jacques: El Seminario, Libro 10, La angustia, op. cit. Un caso clinico de inhibicién B,, una nifia de 8 afios, es traida a consulta por sus padres a causa de una notable caida del interés y entusiasmo en la realizacion de sus actividades habituales. No es la nena activa de antes: a la mafana no se quiere levantar, pide faltar al colegio, no quiere jugar si esta sola, s6lo quiere mirar televisin tirada en la cama o jugar con los video: juegos. En los tiltimos meses ha engordado seis kilos. En la escuela el maestro la nota ida, dispersa, con una caida en el aprendizaje. La madre hace del estudio de su hija un tema propio. Comenta: “Me cuesta un triunfo que estudie, el otro dia estuvimos toda la tar- de con la tabla del dos; ella no la queria saber... Si ella no se mueve me muevo yo”. Los padres se han separado hace un afio en un clima de peleas que contintian en el momento de la consulta atin con mayor violen- cia. La madre es quien se manifiesta afectada por la separacién; for mula el pedido de un espacio de tratamiento para B. en los siguien- tes términos: “Yo quiero un apoyo de este momento, necesito un apo- yo de alguien”, Sin embargo, al ser confrontada con estas palabras, no ve posible un tratamiento para ella, alegando razones econémicas. Pero, gde qué economia se trata? Desde su separaci6n se ha aisla- do de toda vida social centrandose en el trabajo y los hijos. La sepa- racién ha abierto una herida narcisista dificil de cerrar. Sigue aferra- da al resentimiento, pendiente y vigilante de si el ex-marido incluye a su novia en las salidas con los chicos. EI padre ha concluido esa pareja hace 5 aftos, fecha en que ubica una primera separacién, después de la cual considera que no han po- dido volver a estar bien juntos. Dice haber paralizado la vida familiar a causa de las tortuosas discusiones y efectivamente se presenta en una posici6n de distancia y poco compromiso en lo que respecta a los asuntos de sus hijos. Las escenas de pelea que se suscitan entre los pa- dres, son de tal desborde verbal y fisico, que B. y su hermano les han pedido que se hablen, aun por teléfono, fuera de la presencia de ellos. Los padres notan que mientras su hermano se angustié, entriste- cid y pregunté por la separacién, B. no ha querido hablar del tema. Ella dice que cuando sus padres pelean ella piensa en otra cosa y se va para otro lado. Podemos situar que “estar ida’, “no querer saber nada”, se recor+ ta como respuesta de la nifia en los dichos de los padres. B. presenta lo que le ocurre en estos términos: —"Casi no me gusta hacer la tarea... No me gusta bafiarme, ir a la escuela, salir, porque estoy con un programa de TV 0 con el Ninten» do”. $3031SN OWO> “GHaY ‘Gav ‘vad LiviANA CAZENAVE Relata que los padres se separaron porque se peleaban mucho que ella se puso mal, pero no iba a estar todo el tiempo lorando que serfa una nena aburrida. Ahora se siguen peleando igual, ella no les presta atencién. La inmovilidad se destaca en sus producciones. Dibuja una ne parada, inmévil, sosteniendo un globito. En el dibujo de la familia representa como un bebé acostado, Los relatos que acompafian sus producciones graficas revelan inrupei6n de lo imaginario sobre lo simbélico. Dibuja un sol con teojos y walkman y dice: - “El sol se puso anteojos porque le molesta el sol; tiene wall para no aburrirse porque esté quieto”. La duplicacién propia de lo imaginario se manifiesta en el des blamiento entre ese sol que se pone los anteojos y ese otro que mol ta. ' EI relato con que acompafa un dibujo al que titula “Paisaje sol” revela un desenmarcamiento de las ficciones, resultado de evaporacién de lo real: = “Una nena decfa que el sol era una bola de fuego y la gente cia que el sdl era como se veia en el paisaje. La nena lo negaba y/ negaba; decidié ir al espacio y el paisaje la acompafid. La nena que el sol era una bola de fuego. El paisaje estaba pegado al sol eso se llamaba ‘paisaje del sol’; el sol lo cuidaba para que no se mara”. = Podemos apreciar una suerte de pérdida de la realidad o supe sicidn de los distintos planos ficcionales en los que la escena vi del dibujo, “el paisaje de sol”, esta en una continuidad e indiferent cién con la historia narrada. Un atisbo de su posicién como falo imaginario de la madre, ¢ tapén de la pérdida, se revela en el siguiente relato: ~ “Ese nene queria tener un perro y la mamé no lo dejaba. Se capé y encontré un perro que también se habia escapado. Entrar una obra, un museo, una obra de arte. Habia allf un jarron, un bi que estaba alli tirado porque nadie lo queria. El nene extrafiaba a mamé y decidié hacer el camino inverso. Lo hizo y casi se pierde” La inhibicién como caida del deseo se localiza en la imposibil de perder su lugar de falo. Se destaca el borramiento de las difei cias simbélicas en las series metonimicas que enuncia. La expan de lo imaginario propia de la inhibicion se ve favorecida por la pia hipnotica de la TV y videojuegos a la que la nifia se somete tratar infructuosamente su angustia. Maniobra de la transferencia B, comienza las sesiones siempre de la misma manera: se sienta frente ala analista y la mira esperando que le indique qué hacer. Co» noce los materiales con los que puede jugar o dibujar, se le han indi+ cado los lugares dande se guardan, sin embargo permanece inmévil, sesiGn tras sesién, como si fuera la primera vez que concurre. Cuan= do finalmente opta por hacer algo, generalmente dibujar, copia algun objeto del consultorio, Cuando se recorta en sus dichos un fallido: “viligen”, no lo reco- noce como tal; rio hay apertura del inconsciente. Este “vigilar” es lo que pone en juego en transferencia en la que permanentemente mira y vigila los movimientos de la analista. Esta detencién del sujeto en el instante de ver un saber que es del Otro pero que no lo interroga, lo suspende en un presente permanen- te, impidiéndole localizarse en la escena. gCual puede ser la maniobra del analista para levantar la inhibi- m1? Dado el cierre del inconsciente la interpretacién no tiene el me- nor efecto. En este caso la maniobra en la transferencia consistié en no pregun- tarle ni demandarle que hiciera nada. Con un semblante cémico la analista copiaba y exageraba la inmovilidad y posiciones corporales de la nifia. Entre molesta y risuefia ella cambiaba de posicién y le pregun- taba a la analista por qué hacia eso, hasta que decidfa comenzar a di- bujar, mas que nada para que la analista la dejara de fastidiar siempre con lo mismo. En determinado momento la analista interrumpe la imi- tacién y simplemente mira a la nifia. B. pregunta entonces. ~ "Tengo bichos en Ia cara?”. La analista introduce un equivoco: —“Tenés un bicho, de bichar’. Muy intrigada dice que ella no sabe qué significa “bichar” y ante la negativa de la analista a contestarle, sale de su rutina pidiéndole un diccionario. ~ {Con qué ’b! va?”. Busca en la ‘b’ larga y se topa con su nombre. Lee: “B, de Austria, reina. No habla de mi nombre, de mi verdadero nombre como dice el diccionario que tengo en casa: B, nombre de mujer. Mi nombre no existe en este diccionario, gserd griego este dic» cionario?”. La apertura al equfvoco que introduce la analista desplaza la se~ rie “bicho-bichar-vigilar” a la pregunta por el nombre propio, Se inaugura el tiempo de comprender “zquién soy?” en el apres-edup de la historia. @ wyvezind s3a3isn owo? ‘quay ‘dav ‘vaa Liviana CAZENAVE ~ “Creo que mi mamé ne sabia que B. era una reina, me llamo as porque le gustaba. ;Por qué serd que mi abuelo me dice B. y mi abues la M.B.? Los nombres estan para diferenciar a las personas”. Se pregunta por los orfgenes de los nombres, los sobrenombi como el que le deefan, Pochita Morfoni, oa su primo, Nicolés Terremo to, Se abren asi una serie de relatos en torno a las cireunstancias de § nacimiento y de recuerdos de cuando era pequefa. La inmovilidad que era inhibicién, se vuelve sintoma al entrar e el movimiento de la cadena significante. Dibuja una persona en el aire, disparada por un cafién. Comenta’ “No se puede mover en el medio del aire”. . Qutiero detenerme en la pertinencia de la intervencion por la de lo cémico en el caso de Ja inhibicién. Lo cémico no concierne al consciente porque opera a partir de lo imaginario pero apunta tam bién a lo real. Se descubre en el eje de la identificacion imaginaria @ ese campo de espejismo donde el sujeto hace Uno con el Otro. El de cubrimiento de la diferencia cémica, la diferencia entre la imé eminente y su defecto, recorta el rasgo simbolico que la descomp! ta. En esa diferencia se ubica ‘una falta, un defecto en la imagen dé otro, -. Hacer emerger esta elisién del falo es el resorte de lo cém co; el falo es lo real en tanto que elidido de lo imaginario. Ello prod ce un efecto castratorio sobre el goce de la imagen. La escenificacién introducida por la pantomima cémica movili la imagen narcisista que captura-al sujeto, permitiendo la posibilid de su emergencia en la escena del Otro, dividido por una pregunl que demanda saber. De la inmovilidad al movimiento del des B. comenta que no puede elegir cémo festejar su cumpleaftos. lata las propuestas de sus padres y se sittia en sus dichos el costo & némico como uno de los elementos que pesan para la eleccién. Se sefiala esto y se le pregunta si los padres tienen dificultades econoén cas, B. se desimplica totalmente: = "Yo no me doy cuenta, es un problema de ellos”. Se le propone entonces jugar al “Trust financiero”, juego que siste en efectuar compras, ventas y otras operaciones financieras, | juego es iniciado y se deja preparado para continuar en la siguien sesion. A la siguiente sesién B. viene como si nada hubiera ocurrido; sienta como de costumbre a Ja espera de indicaciones. Se le respon con un semblante de aun mayor ignorancia y desimplicacién, Mira la caja ignorando de qué se trata y lee la palabra “financiero” pregune tando su significado que busca en el diccionario. Dos sesiones son necesarias para recordar y localizar el juego interrumpido; concluye la btisqueda con un entusiasta: “|Quiero jugar!” que se mantendré con firmeza de ahora en mas. Es de destacar la importancia de la posicién del analista que sos- tiene un semblante de barradura del saber, para maniobrar con lo transferido que hace consistir un Otro que tiene un saber completo. Se inicia asf un partido que se continua sesién tras sesién en el que es necesario registrar la posicibn de cada jugador, las operaciones realizadas, las ganancias y pérdidas habidas, las deudas contraidas, etc. Cada olvido o distracci6n puede acarrear una pérdida. B. esta ahora sumamente atenta a las distracciones de su contrincante para sacar provecho. La madre comenta en una entrevista que su rendimiento escolar ha mejorado notablemente. Se ha tornado atenta y responsable de sus cosas. En referencia a su intervencidn en las tareas escolares, di- ce: la tiene un desorden que sdlo ella entiende. Yo me pierdo.” La cesion del objeto El duelo en cuanto cambio de la relacién con el objeto comienza a efectuarse en tanto la memoria de la cadena puede ubicar y recono- cer una pérdida. Despliega un juego en el que una vibora y una arafa se pelean y muere la arafia. Un hombre para quien la arafia trabajaba, esta muy triste y pide a sus hijos ayuda para vengarla. Los hijos tienen miedo y piden ayuda a los animales que “meten cuernos”. Matan a la vibo- ra, la araiia revive pero ya no pica mas Las figtaras parentales sufren una transformacién: de presentarse rivalizando por el falo, pasan a estar afectadas por la falta. Si hay fal- ta hay pérdida; el objeto en tanto que perdido adviene al lugar de causa. La curiosidad empieza a desplegarse: cuenta que busca entre los papeles de su hermano cartas de sus novias, Pregunta al padre su version sobre la separacién, si tenfa novia antes de separarse como lo afirma su madre. Opta por no contarle a su madre si salen con la no» via del padre. Nvwaind s3qzisn OWO? ‘GHaY ‘Gav ‘vad Liuiana CAZENAVE Una historieta sittta en el aprés-coup de la historizacién la posicién que como tap6n del duelo materno, el sujeto habria ocupado. "Hay una flor, viene el viento y le arranca los pétalos. Otra flor que esté a su lado saca unos brazos no sé de dénde para agarrar los pétalos salidos. Le leva los pétalos en una bolsita”. La analista sefiala que una vez que se salieron los pétalos no se pueden volver a poner. — “Pero esta es una historia rara... Tenés razn, no se puede. Le cambio el final: Una flor si no tiene pétalos no puede vivir, tiene mu- cho frio. La otra flor le hace unos pétalos de cartulina y algodén y se los cose”. , Analista: — “Queda la costura”. B.: “Aca esta la costurita y fin”. Se registra la pérdida dei lugar de falo materno que ocupaba. El objeto pasa a funcionar en el lugar de causa, y en el destizamiento metonimico de la cadena se posibilita una sustitucién. El objeto en- contrado, los pétalos de carton, nunca seré el buscado. Queda la cica- triz de la pérdida. Conclusiones El camino del psicoanilisis no conduce a calmar 0 desplazar la an- gustia como un disfuncionamiento a curar, sino a atravesaila en los desfiladeros de la pregunta por la causa para reubicar el goce en su lugar, a partir de la castracién. En lugar de eliminar al sujeto y su responsabilidad por su objeti- vacién en conductas, el psicoand toma el fenémeno como si del sufrimiento de un sujeto que responde al malestar en forma gular. Se trata de no considerarlo como un déficit o trastorno, sino co- mo una solucién provisoria que habré que elevar a su dimensién de mensaje y llamado. Mientras que el déficit o trastorno plantea una diferencia que hay que reducir para restituir al sujeto a la norma ideal, el abordaje a par- tir del sintoma procede por su puesta en forma para descifrarlo por el inconsciente. Enel caso de la inhibici6n y patologyas del acto, lugares estructu- rales donde hemos ubicado los fenémenos de “desatencién e hipe- ractividad”, las maniobras para alcanzar esta puesta en forma del sintoma, merecen una reflexién particular en la practica actual, que se ve confrontada con el cierre 0 aun el rechazo del inconsciente. Una pastilla “marciana” GISELA SMANIA Advertidos, con Lacan, sobre el modo en que la practica se anticipa y desborda la teorfa, hiato en el que se sustenta la propia clinica psicoa- nalitica, asistimos hoy a nuevas formas sintomdaticas, nuevas categorias que exigen de cada analista una respuesta eficaz. y una terapéutica del sfntoma que se perfile por fuera del ideal planteado por el paradigma ya conocido de la ciencia en su lazo al mercado. Sabemos que cada época ha requerido modos especificos de tratar el malestar, La nuestra, nos confronta con el despliegue de una informa- cidn universalizada, con estadisticas fundadas en el marco de la eviden- cia que obturan de alguna manera la dimensién de la creencia, elemen- to indispensable sobre el que se asienta la experiencia analitica. El objeto de este trabajo es poder entender entonces -tal como lo di- ce E. Laurent- “cémo se inscribe el nifio en este malestar, cémo hace agujero y cémo él mantiene con vida esta civilizacién"!, habitando de un modo particular su cuerpo y sosteniendo un lazo espectfico al saber, al Otro (familia, institucién escolar, etc.). La “hiperactividad” y el “déficit atencional” se constituyen asf en nombres sociales de dicho malestar y dan cuenta de la irrupci6n de un real que, por la ausencia de sentido que conlleva, suscita multiples es- fuerzos por atribar a acuerdos de sentido sobre este tipo de “trastor- nos”, aquellos que leemos ~por ejemplo~ a la luz del DSM IV, donde el margen de variabilidad abre un espectro inimaginable. He elegido partir de un recorte clfnico, para poder interrogar desde alli algunas cuestiones fundamentales que hacen al DDA, a saber: GISELA SMANIA es psicoanalista en Cérdoba, miembro de la Escuela de la Orientacién Lacaniana (EOL) y de la Asociacién Mundial de Psicoandlisis (AMP). Coordinadora del Espacio de Discusiones Clinicas del Depto. de Ni- fios Nueva Red CEREDA-CIEC. Cérdoba. Mail: giselasmania@hotmail.com 1 LaureNT, Eric: “El nifio del mariana”, en: Los objetos de la pasién, Tres Ha~ ches, Bs. As., pag. 154. ‘dHav ‘dav ‘vad wvw3ind s3q3isn OWOD a ~ Qué hace un psicoanalista con la demanda que recibe (por lo gent ral, derivaciones de la escuela, del neurélogo, etc.), que en muchas o¢ siones se limitan al pedido de un espacio destinado a la escucha, co: agentes de la oferta y administracién de la palabra, al modo de un cot plemento necesario al tratamiento neurolégico. Cémo ingresa en la direccién de una cura, el fendmeno de la med| cacién, contando con que “es uno de los significantes amo de nuestra vilizacion y el indice de un modo de goce”*. — Qué tiene para decir el psicoandlisis sobre la hiperactividad, niendo en cuenta aquello que con la tiltima ensefianza de Lacan lat mos “acontecimiento de cuerpo”, de un cuerpo afectado, vivo, agitadt — Y finalmente, qué dimensién singular del saber puede el psico: lisis hacer extensible, frente a la que hace circular el ideal del pro educativo, que trabaja en el sostenimiento de un aparato de saber qi rechaza el goce. Cémo se presenta hoy este “nuevo aparejamiento ent el nifio y el saber”. : El c Elegi para transmitirles el caso de M., porque a mi entender se senta como esos casos que de entrada ya vienen “discurseados”. No costado del mismo que no’ esté atravesado tanto por el discurso de ciencia, como el de la educacién, ete, Podriamos preguntarnos quién. M,, qué le pasa y no habria mas que eso, enunciados de saber que pan al sujeto, una materia consistente cuyos efectos dejan absolutam te por fuera su singularidad. M. tiene 9 aftos y siempre ha habido algo para decir de él: allt es vo la neurologia para diagnosticarle, basada en las virtudes que se pone tienen la deteccién precoz y la prevencidn, “déficit atencional hiperactividad” a la edad de cinco aiios, prescribiéndole desde enton¢ Ritalina. Alli estuvo la escuela y el discurso pedagégico para insistin, relacion al diagnéstico, sobre el apoyo escolar y el tratamiento cor pondiente. All estuvieron también los interminables cursos hechos su madre, a fines de informarse en detalle sobre los modos de pro con el “trastorno” de su hijo. < — Esasfcomo ésta llega a la consulta, angustiada porque cada cosa @ escuchada, no ha hecho mas que ratificarle que definitivamente su & es.un hiperquinético y un disperso, asustada incluso por las consecut < % 2 Laurent, Eric: “Como tragarse la pfldora’, en: Citdades anaitticas, 9 Haches, Bs. As., pag. 51. 472° Laurent, Eric: “El nifio del mafiana”, ob. cit., pag. 154 cias que, segtin le han transmitido, puede tener esta “enfermedad” en el futuro, consecuencias que van de la delincuencia hasta la drogadiccién, entre las més notables. También le preocupan los “problemas motores” de M., su torpeza, Dice: “es un pato criollo: cada paso, una cagada”, haciendo alusién al modo en que el cuerpo se yuelve, para ese hijo, sede del atropello y ac» cidentes recurrentes. Esta serie de preocupaciones son compartidas, segiim su decir, por el padre de M., de quien esta separada desde hace més de cuatro aitos ~€poca en la que comienzan los sintomas- porque “era como estar casa~ da con un nifio”. El padre, si bien acuerda con la necesidad del trata miento, a los fines de que su hijo “se acomode a Jo que le pasa y sepa que es algo que va a llevar toda la vida, algo con lo que va a tener que amigarse”, a su vez, interroga la ansiedad de su ex esposa, aduciendo que “con ella todo fue complicado, ella es una complicada”. Interroga- cién que conserva sin embargo tal punto de exterioridad que deja al ni- fio sin los instrumentos necesarios para poder interpelar el deseo de la madre. Es asi como M. lleva el indice de la mortificacién félica puesto en el cuerpo. No Io soporta quieto y no hay tejido del Otro que detenga el movimiento. Esto se traduce en la demanda que viene de la escuela: mo- lesta, charla, parlotea y, desde ya, no atiende. Cuando M. ingresa por primera vez al consultorio, este modo de lle- var el cuerpo se hace notar: choca con las paredes, rompe “por distrai- do” algunos objetos, etc. Dice que no sabe bien por qué viene, que le cuesta la escuela pero que estd todo bien. Cada pregunta o detalle en que el analista se detiene, son respondidos desde un “no sé”, un “qué se yo” 0 un “porque si”, seguidos por la pregunta “cudndo me voy”. El analista le transmite, bajo un semblante de suma preocupacién, lo dificil que le resulta escucharlo, recibirlo en esas condiciones, que se lo espera cada vez para jugar, con ganas de conocer lo que le pasa pero eso se torna imposible. En ese punto, la brevedad de las sesiones es algo que comienza a interesarle y que lo hace irse cada vez, agregando comenta- rios tales como “total, por lo que dura esto...”. Alo largo de las entrevistas, el movimiento permanente comienza a dar lugar a lo que é1 llama “ratitos para jugar”, punto de consentimien- to por parte del sujeto, quien cede algo de ese goce irrefrenable para en- lazarlo a lo que el otro le proponga. Comienza de este modo a ofrecer sus ficciones y las despliega mostrando una proliferacién imaginaria que en un principio no parecen tener ningain asidero real. Pero me interesa destacar principalmente dos de estas ficciones que permiten localizar el lugar del partenaire medicacién para este nifio, Una de ellas, es un juego que M. inventa: “La Rita” (Ritalina), que con- siste en tomar un estuche y hacer la parodia de una ingesta de pastillas 9 5 Fi > o 2 > 5 a + 2 3 = 5 & : & i ” que, segtin cémo la dosifique, le permitird ganar en los juegos, ir més ré GISELA SMANIA 74 pido, ser mas habil dibujando, ete. La otra, en cambio, lejos de asociar la Ritalina con sus proezas, mues tra lo siguiente: toma las pastillas del estuche de un modo atolondrado y se duerme de repente, apareciendo en su lugar un marciano que habl raro y pregunta porqué ese chico esté dormido y cémo fue a parar éla El juego consiste en tener al analista alerta sobre quién va a aparecer: 10 el marciano, En una oportunidad dice, a propdsito de la medicacién “No sé para qué la tomo... dicen que es para concentrarme, se supo! que sirve”. Esta afirmacién es tomada por el analista con sorpresa apuntando a la maxima exterioridad del “se supone” e interrogaéndol vivamente al respecto, sobre cémo es posible pensarse él separado dé eso que le acontece en el cuerpo via la medicacién, intentando produci una incisién_en la enunciacién para conmover el goce que alli se pone en juego y apuntar a la responsabilizacién que le cabe en’ el asunto. El analista, orientado por una ética, se convierte en un interlocuto que hace que su decir, lejos de metonimizarse en el parloteo, tenga secuencias. Situacién que lo lleva a interrogarse sobre el valor que cor serva para él la pastilla, su lado caduco y el esbozo de un “querer sabe para qué la toma” cuando le toca ir, por ejemplo, a otros lugares que tienen nada que ver con la escuela. La posibilidad de romper “la coalicién hiperactividad + Ritalina’4, permite que de ese real que M. se traga, comiencen a segregarse ficcio- nes, ante un Otro advertido de la singularidad que las anima. La ruptu: ra de esta coalicién, le permite a M. ingresar a un tiempo subjetivo dife- rente, en el cual podra dar su propia interpretacin, inventar su propi respuesta sintomatica al desarreglo entre los padres, eso que llamamo desde el psicoandlisis “el imposible de la no-relacién sexual”. Por su parte, el trabajo abierto con la madre, inaugura para ella otra dimensién que la del saber supuesto de la ciencia, alojando lo que misma segrega para localizarlo en un discurso. Cuestiona el hecho de “tener que medicar a M. para toda la vida” y decide, junto con el padre comunicarle al neurdlogo la suspensién por el momento del tratamien- to, “al menos para probar”. Dice ademas querer entender, por fuera de sentido comtin que obturaba con certidumbres, qué pasa con su propi aceleracién, esa que terminé ~por ejemplo- con su matrimonio y ame naza deteriorar su pareja actual, esa que pone en riesgo su trabajo, ete, y cémo su aceleracién, de una manera que atin no logra explicarse, p ro que hoy supone encierra para ella un sentido inédito, retorna “ta sorprendentemente” en el cuerpo del hij 4 Roy, Daniel y Marisse: “Hiperactividad: orden y desérdenes”, en: Medion dicho 30, Revista de Psicoandlisis de la EOL, Cérdoba, Argentina. Algunas consideraciones sobre el Trastorno de Déficit de Atencion e Hiperactividad ANA LyDIA SANTIAGO Masificacién de un diagnostico iCémo volverse portador de un TDAH? La receta es simple: vaya ala libreria mas proxima y busque entre los libros de auto- ayuda al- guna publicacién sobre el tema. En esta publicacién, ciertamente en- contraré un test. Sometiéndose al cuestionario es probable que pue- da comprobar la presencia del mal. Nunca ha habido un camino tan corto al encuentro de un diagnéstico. El Trastorno de Déficit de Aten- cién e Hiperactividad, asi banalizado, se presenta como una oferta ha- bitual para la nominacién de la angustia que se manifiesta en la con- temporaneidad mezclada a la exigencia y al ideal de aceleracién del cuerpo y de la mente en la composicién de un ser de alto rendimien- to, eficiente y superinteligente. Este camino rumbo al diagndstico constituye la experiencia de Lucia. Inicialmente fue su marido, Felipe, quien fue diagnosticado como portador de TDAH. Se encontraba tomado por la angustia en la fase final de redaccion de su tesis de doctorado: el plazo para la en- trega del trabajo se agotaba y su orientador no estaba satisfecho con el resultado de la investigacién. Felipe, entonces, pierde el sueno, la concentracién, y no consigue mantenerse sentado delante de la com- putadora. Este estado lo lleva a buscar ayuda de un profesional que le prescribe anfetaminas, localizando la razén de este comportamien- “ ANA LyDIA SANTIAGO es psicoanalista en Minas Gerais, es miembro de la Escue- la Brasilera de Psicoanal (EBP) y de la Asociacién Mundial de Psicoandlisis (AMP). Es profesora del Programa de Posgraduados en Eclucacién de la Univer- sidade Federal de Minas. Mail: a.lydia@terra.com.br | wyuaind saqaisn ood ‘GHay ‘dav ‘vad Ana LybiA SANTIAGO to en el TDAH. El diagnéstico fue realizado a partir de la deseripcién del mismo paciente respecto de su estado, y confirmado por medio de un cuestionario aplicado durante la consulta. Ademas se le sugi- rid al paciente la adquisicién de un libro para la comprensién de su dolencia. El tftulo del libro Nama la atencién: Menties inquietas. En for- ma de manual sobre la desatencién, impulsividad e hiperactividad, el autor presenta informaciones accesibles en una lista de 50 caracte- risticas propias a estas tres esferas. Si el lector identifica el 70% de los criterios de desatencién, impulsividad e hiperactividad presentes en — su vida con alguna frecuencia 0 intensidad, estaré confirmado el diagnéstico de TDAH. Luefa, solidaria a las dificultades del marido, decide leer el libro y, para su sorpresa, se descubre portadora del tras- torno en un grado mucho mas clevado que el de Felipe. Coneluye: “Mi caso es més grave, pues siempre fui gunta: ",Seré necesario tomar medicamentos?”. Y se pre- Las drogas de la obediencia En los diltimos aftos, las denuncias y protestas divulgadas de tan- to en tanto contra el abuso de drogas estimulantes para el control del comportamiento, né-han conseguido inhibir el proceso de masifica- cidn del diagnéstico de TDAH y las prescripciones de medicamentos. Se debe observar que delante de esta estandarizacién —que ha sido ampliamente favorecida por los medios de comunicacién-, los nifios en edad escolar cuyo comportamiento amenaza obstaculizar el pro- grama educativo, son los mas vulnerables al rétulo y al tratamiento propuesto para eliminar el trastorno. En Brasil, por ejemplo, viene ocurriendo una verdadera explosién en el uso de las llamadas “dro- gas de la obediencia’, creadas para tratar a los portadores de TDAH. Estas drogas son conocidas por su potencial para calmar nifios agita- dos y hacer que su concentraci6n se fije en lo que hacen. Un reporta- je reciente sobre el asunto, divulgé que, en apenas cuatro afios, la venta de medicamentos a base de metilfenidato aument6 940%. Enel afio 2000, se vendieron 71 mil cajas. En el 2004, 739 mil. Los datos son del Instituto Brasilero de Defensa de los Usuarios de Medicamentos, tomados con base al IMS-PMB- publicacién suiza que contabiliza los datos del mercado farmacéutico mundial!” 1 Datos divulgados en el periédico Fotha de Sao Paitlo, del dia 15-01-2006, p. C1. Reportaje de Daniele Téfoli. Segtin el periodista, estos ntimeros estin confir- mados por la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria, la ANVISA, que con- Hace algunos afios atrés, era comtin que los padres se resistieran a aceptar el hecho de que su hijo necesitara una medicacién para ga- rantizar el proceso de aprendizaje. Hoy en dia, la primera opcién de ellos es ir en busca de un tratamiento quimioterdpico para su hijo. Como entender ese cambio en la actitud de los padres que sorpren- de, como asimismo,en algunos educadores? ,Qué es lo que cambié en el abordaje de este cuadro? De la dislexia al TDAH. Surgimiento de la hipotesis etioldgica de la disfuncién cerebral minima Desde el punto de vista de la descripcion fenomenolégica del cua- dro de TDAH, no se constatan divergencias entre los autores. La hi- peractividad es identificada a partir de la presencia de una “activi- dad muscular excesiva, manifestaciones de comportamiento infantil perturbado, movimientos y acciones realizados con una rapidez ma- yor de lo normal y/o un nifio que esté constantemente inquieto y en movimiento”. A esta descripcién mas general, se agregan otros com- portamientos tipicos que ocurren a lo largo de un continuo y por eso -como afirma Wender- el sindrome no puede ser considerado una categoria’. El diagnéstico contintia siendo tributario de la clinica de la mirada, basado en caracteristicas comportamentales subjetivas del nifio en casa, en la escuela y en situaciones de convivencia social. El cuadro se define por la ausencia de patologia observable? Werner y Strauss son reconocidos por describir, alrededor de 1941, los sintomas caracteristicos de lo que hoy se llama TDAH. Pa- ra estos autores, el conjunto de fenémenos podia ser tomado como sindrome, pues presentaba caracteristicas suficientemente distintas para constituirse en una entidad clinica aparte’. La hipétesis etiold- gica para los sintomas se va a ir construyendo hasta la postulacién de trola las ventas de medicamentos, ya que se exige la receta para adquirirlo. Segiin la agencia, el numero de cajas vendidas entre 2003 y 2004 crecié el 51%. Werner, P. H. “Adult Manifestations of Attention-Déficit / Hyperactivity Di- sorder”, en: Kaplan & Sadock. Comprehensive Texthook of Psychatry, vol II, 2688-2692, 7 th Ed. Lippincot Willians & Wilkms, 2000. 3 Diversos autores buscan objetivar el TDAH por medio de tests con base bio- légica, pero el diagndstico esta basado solamente en la evaluacisn de los tomas caracter{sticos, sin indicacién de causas (WENDER; 2000). 4 WerNex, H & Srrauss, A. A.; “Pathology of figure background relation in the child”. J. Abnorm Soe Psychol; 36: 266, 1941. | nvugind saqzusn oWo> ‘GHaw ‘adv ‘vad German Garcia Inadaptaci6n social y segregacion Es cada vez mas frecuente, en la practica clinica con nifios, la de« manda de tratamiento psicoanalitico para jovenes escolares inquietos: y dispersos, que acaban recibiendo el diagnéstico médico de porta» dor de TDAH en funcién de una conducta inadaptada en la escuela? En el conjunto de Ja sintomatologia presentada por estos pacientes, no es infrecuente la presencia de diversas co-morbilidades, que no corresponden a la descripcién del cuadro patolégico del TDAH, pe ro ese aspecto generalmente es desconsiderado. Lo importante a re- saltar es que el nombre del malestar por la via del saber de la ciencia’ —que se instituye segiin una tendencia a universalizar las respuestas de cada nifio delante de la manifestacion de lo real-, no deja de cons- tituirse en una oferta de identificacidn para el sujeto, obturdndole Ja posibilidad de inventar su propio sintoma!?. La exclusion de la dimensién del sujeto en el andlisis del compor- tamiento inadecuado en lo cotidiano escolar se hace por una opera- cién que sittia al alumno en una mera posicién de objeto de conoci- miento, “Es asi como esos sujetos interesan a la ciencia: mareados por el acto dé un diagnéstico que, aunque se muestre oscilante entre una ‘patologia’ y una ‘disfuncién’, no vacila en prescribir un ‘défi desafio del psicoanilisis, ante eso, es el de ‘apuntar a reconciliar all sujeto con lo que tiende a ser segregado por la ciencia, o sea, con su modo de gozar poblado con los elementos mas dispares e irreconci- liables en el ser hablante’.”"! Es cierto que el sintoma genera sufrimiento, pero muchas veces, la demanda de anilisis se origina por una queja del Otro por un sin- toma del sujeto. En la mayoria de los casos de TDAH en que la que- ja proviene de la institucidn escolar, el sintoma del sujeto incomoda porque, en su forma de manifestacion, perturba el orden establecido 0 sus objetivos pedagdgicos pre-determinados. Lo que llama la aten- cidn en el caso que ser abordado en este trabajo, es el hecho de que la forma de goce del sujeto-expresada en su cuerpo y en su forma de ser-, genera una repugnancia en los educadores y se vuelve un fac- tor de segregacién para el sujeto. Como indican M. y D, Roy, los items propuestos para el diagndéstico de los trastornos y evaluacin del tratamiento revelan criterios de adaptacion social. Fj. Hacer barullos extranos fuera de hora, hacerse el vivo, no aceptar la eriti- ca (Comner 1970) citado por Roy, D & M. “Hiperactividad: orden y desor- den”. En: La cause freudicnne n® 58, Navarin, octubre 2004. CE, SANTIAGO; Ana Lydia: La jnhibicién intelectual en el psicoandlisis. Rio de Ja~ neiro; Jorge Zahar, 2005, pags. 23- 25. Ibid, pag. 22. Y EL Hiperactividad Emocional: una brecha para la introduccion de la cuestién del deseo!” Rick es un chico de 9 afios de edad. Fue derivado a tratamiento analitico por un neurélogo que tenia identificado, para su caso, el TDAH con predominio de déficit de atencidn. Ese diagnéstico es con- firmado, posteriormente, por medio de los resultados obtenidos en respuesta a cuestionarios de evaluacién de conductas, completados por los educadores y por los familiares del nito. La primera opcién terapéutica adoptada es el uso de medicacién controladora ~Metilfe- nidato-, que satisface la expectativa de los padres, deseosos desde hacia algtin tiempo, de un remedio para silenciar las quejas recurren- tes de la escuela respecto de los problemas causados por su hijo. Otras indicaciones terapéuticas fueron prescritas, entre ellas, la aten- cién psicolégica, en funcién del alto grado de ansiedad manifestado por Rick durante las consultas médicas. Se lleg6 a la conclusién de que su estado se agravaba con ansiedad como consecuencia de algtin conflicto, lo que caracterizaba al TDAH como emocional. Atendido por diversos profesionales, Rick pasa a ser conocido por cada uno de ellos a partir de sus respectivas referencias tedricas. En el encuentro con el analista se inicia una investigaci6n sobre lo que el propio suje- to sabe 0 no sabe sobre su sintoma y qué puede decir al respecto. Los efectos de esa investigacion se haran notar en la transferencia. Rick es el segundo hijo de una prole de tres. Grande de estatura al hacer, se desenvolvié normalmente en todos los aspectos, con excep- cidn del lenguaje, que recién se manifest a los tres afios. Los padres lo encontraban “ destartalado”, El nifio presenté algunas dificultades en el momento de la alfabetizacién, lo que los padres también atri- bufan a “su forma de ser”. “El habla no condice con la practica”, jus- tifica la madre de Rick, sin poder aclarar, en esta afirmacién, si esta- ba haciendo referencia al atraso del hijo en la adquisicién del lengua- je o a su falta de habilidad para hacer las cosas. Su madre no sabe si el hijo puede entender, si puede llegar a saber o a hacer lo que le es solicitado en la escuela, pero sabe que, para ella, él no coincide con el ideal deseado. La madre de Rick explicita con su decir que el saber en juego no es el producido por la cultura o la divulgacién de la pe- dagogia. Se refiere, preferentemente, al saber del inconsciente que concierne a cada sujeto a partir del vacio de la castracién. Los padres de Rick se consideran un matrimonio muy unido, pe- © ‘Tratamiento conducido por Maria Inicia Freitas. La elaboracién del mismo constituye un trabajo colectivo presentado en el II’ Encuentro Americano, 2005. Nvwaind s3qaisn oWo> ‘qHavy ‘dav ‘vad

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