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José Gaos El Pensamiento Del Homo Viator
José Gaos El Pensamiento Del Homo Viator
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All content following this page was uploaded by Andrea Luquin Calvo on 01 March 2015.
Abstract: This document presents a new perspective of the work of the Spanish philosopher José Gaos,
analyzing the concept Homo Viator (the subject like traveler) For Gaos, the Homo Viator, (together with
the hand and the time) is an essential note for the person. Living his own exile, the Homo Viator’s concept
(that appears in The Origin of the Philosophy and his History, and in History of Our Idea of the World
World) is
the base of his most important thought: his theory of two lands (origin and destination) and Transtierro’s
concept. With these concepts, the Spanish teacher is one of the most important philosophical thinkers of
the History and the political philosophy in the 20th century. With his thought, Gaos explains new ideas of
the traditional conception of inscription of person to the nations (citizenship), which answer to our pro-
blematic present.
Los motivos que orillaron a José Gaos y Gonzáles Pola a desarrollar su interés fi-
losófico por lo que denominó Homo Viator, el ser humano cuya existencia consiste
en viajar por el espacio, el tiempo o la historia, están unidos, como él mismo señala,
a su propia biografía: “…las convicciones filosóficas de un pensador”, apunta Gaos,
“no están constituidas sino a lo sumo inicial(mente)…por las ideas ajenas que adop-
ta, sino por los motivos por las cuales las adopta…motivos personales que, si en un
principio…son poco conscientes para el movido por ellos…constituyen la filosofía
original y privativa del pensador.”1
Estos motivos que nos mueven, nos imponen abrir los ojos a la circunstancia en la
que nos encontramos como inicio de toda auténtica filosofía. Hay que asumir la pro-
pia historia, anclarse en la vida misma, como inicio de la aventura del pensar, pues
como expresaba su maestro José Ortega y Gasset, “Yo soy yo y mi circunstancia y
si no la salvo yo a ella no la salvará nadie.” Siguiendo esta premisa, Gaos, que había
experimentado en carne propia la guerra civil, el totalitarismo y el destierro de miles
de desplazados, se impuso la tarea de elaborar una nueva filosofía que reclamara y
salvara la realidad en la que, no sólo él, sino cada vez un mayor número de personas,
se veía involucrada: la del exilio: “La experiencia de la emigración, del destierro es,
1
Se refiere a Samuel Ramos en un artículo publicado el 15 de agosto de 1940 titulado “Hacia un
nuevo humanismo.”
7
8 Andrea Luquín Calvo
sin duda, una de las más importantes, de las más decisivas”, nos cuenta Gaos, “Nada
tan explicable, pues, como que esta experiencia haya hecho que a todos, seguramente,
cuantos hemos pasado por ella, se nos hayan ocurrido muchas ideas e ideas relativa-
mente importantes y decisivas. La que quizás no se haya ocurrido igualmente a todos,
es la de reunirlas y sistematizarlas…”2
Gaos se propone así crear un pensamiento que no puede, ni debe apartarse de las
circunstancias que había vivido. El motivo que mueve su filosofía no es más que su
propio exilio, a través de la toma de conciencia de una razón que tiene que ser res-
catada ante el asenso del pensamiento totalitario capaz de desplazar a miles de seres
humanos para convertirlos en refugiados, en exiliados. Seres sin ubicación geográfica,
sin patria, que se convertían, para la pensadora Hanna Arendt, en el signo de nuestra
época. Por ello, ante la quiebra de la razón que significa el abandono de los seres hu-
manos en el destierro, el pensamiento debe luchar por recuperarse, haciendo una revi-
sión profunda de su constitución. En este sentido, nos dice Gaos, la filosofía posterior
a la decepción de un pensamiento capaz de destruir a los seres humanos ya no es sin
más filosofía, sino filosofía de la filosofía, que plantea una reforma del pensamien-
to como el único camino posible “a estas alturas de la historia”3 como conciencia de
crisis, como pensamiento que no puede de dejar de replantearse su propia existencia
y estructuras. La filosofía de la filosofía conduce no a una disciplina filosófica más,
sino al cuestionamiento de la propia filosofía, del propio pensamiento, partiendo de
lo único que se tiene: su historia, nuestra propia historia: “Mi filosofía de la filoso-
fía”, escribe, “concluye que la filosofía empezó por ser idea del mundo rehecha por
la razón personal, para rehacer la vida colectiva… Mi filosofía debe ser, pues, un re-
hacer la idea de mi vida personal y de la vida de mi colectividad, comprendiendo la
idea del mundo, por mi razón. Ateniéndome exclusivamente a lo radical: un rehacer
por mi razón la idea de mí mismo.”4
Así, no es de extrañar que Gaos identifique al pensamiento (la filosofía) y su pro-
pia vida, cuyas circunstancias entrelazadas debía de salvar, para salvarse a sí mismo.
La filosofía, si quiere ser auténtica, debe ser autobiografía, verdad personal. Por ello
es que la metafísica, según el filósofo, aunque no nos enseña nada científicamente ver-
dadero de sus objetos, no puede dejar de mostrarnos al sujeto que la hace, en su lucha
y voluntad por explicarse, por salvarse. Es así que ante el abandono de los discursos
que nos daban sentido, Gaos constituye al yo como la única garantía posible frente a
la irrealidad de una realidad que, como afirmó Adorno no debería de haber sido ser
posible: la realidad del exilio, de la guerra y la destrucción. No es de extrañar, en
este sentido, que Confesiones Profesionales sea uno de los textos más importantes del
filósofo español. Se trata de una revisión de su propia vida, de la voluntad que le ha
hecho sobreponerse y resistir en medio de la ruina y el desengaño, para encontrar así
su propia razón. Al hacerlo, construía una subjetividad que logra mantenerse a flote
cuando el mundo y el pensamiento es condenado a la inexistencia por el totalitaris-
mo, por la sin razón. Así se teje el puente: el énfasis de la obra de Gaos en lo biográ-
fico que da cuenta del yo en medio de una situación histórica, es el primer paso para
la “salvación” de la circunstancia humana, la suya propia, la del exilio, la de un errar
2
GAOS, Confesiones de Transterrado, pp. 544-558. Tomo VIII, UNAM, México, 1982, p. 544.
3
GAOS, Obras Completas, tomo VII, p. 99, UNAM, México, 1987.
4
GAOS, Curso de Metafísica, tomo 2, p. 24. Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca
1993.
José Gaos: El Pensamiento del Homo Viator 9
sin paradero posible. Es así que este planteamiento pasará a convertirse en el proyec-
to de su pensamiento, en el motivo de su obra, a veces, como el mismo lo señalaba,
plenamente conciente, a veces no.
5
GAOS, Orígenes de la filosofía y de su historia, Xalapa, México, Universidad Veracruzana, 1960,
pp. 53-54.
6
GAOS, De la Filosofía, p. 340. Las cursivas son mías.
10 Andrea Luquín Calvo
Por ello, no es de extrañar que el filósofo rastree la voluntad que le hace mantenerse
en la filosofía, en medio del desengaño de la multitud de pensamientos que conforman
su historia. Gaos y la filosofía resisten, por soberbia, por hacer caso a la vocación, a
la voluntad que nos inclina a tratar de encontrar sentido al mundo. De esta manera, al
contarnos en sus Confesiones su propia historia, Gaos no hace referencia sólo al filó-
sofo que es, sino a un ser humano concreto, quien ante la realidad vivida descubre el
fracaso de su vocación y se ha obstina soberbiamente en ella, en la fe en la razón, re-
sistiendo. Un ser humano que resiste, que espera seguir proyectando sus acciones en
el tiempo, en la historia y en el mundo, aunque se le niegue, en el exilio, esa posibi-
lidad. Gaos nos propone así, desde el exilio, un yo que sólo se actualiza y sobrevive
en la voluntad de ser libre, de resistir, para poder seguir actuando y proyectando su
ser y su historia en el mundo, en el espacio. Un yo que sólo puede sobrevivir y pro-
yectarse si existe como lo que el filósofo llamó Homo Viator.
En esta voluntad y resistencia, en este proyectarse que concretiza al yo, Gaos mos-
tró una exclusiva más del ser humano. Fue la única, junto con la mano y el tiempo
que el filósofo formuló y que apunta, precisamente, a ese poder actuar: el viajar. Para
nuestro pensador, la estructura constitutiva del ser humano está determinada por un
carácter dinámico que la hace actuar constantemente,7 en el espacio y en el tiempo, en
la urgencia por apropiarse de su existencia. La naturaleza humana es para Gaos “en
algún modo y sentido una naturaleza viajera”8 que debe de proyectarse en el espacio
y en el tiempo para revelar su identidad, puesto que el sujeto “es un ente abierto, ex-
travertido, que tiene fuera de sí las condiciones de su vida, de su ser.”9 El ser humano
es así un Homo Viator,10 una “modalidad de la existencia humana, a la que pedimos
en parte el secreto de la historia y de la filosofía.”11
La gran posibilidad de la vida humana como Homo Viator es una expresión cons-
tantemente recurrida en la literatura. La Odisea, en donde el sujeto, gracias a su as-
tucia dio nombre, en su errar por mares y tierra, al espacio,12 es muestra de ese valor
al viajar que otorga la conciencia humana. Es así que toda gran época, nos dice Gaos,
comienza precisamente por un viaje,13 por la proyección en el espacio de nuestras ac-
ciones que abren nuevas posibilidades de realización. En este sentido, el ser humano
siempre “ha sentido que vivir es viajar en un medio impropio…Ha sentido este mun-
do, no como tierra firme, sino como elemento fluctuante, y su vida en él como nave-
gación…”14 Por ello, la Historia nos muestra a un ser humano que lucha por imponer
su voluntad en el mundo, en donde los sujetos proyectan y construyen sus acciones en
7
Op. cit., GAOS, Orígenes de la filosofía y de su historia, p. 45.
8
Ibid., p. 44.
9
Ibid., pp. 50-51.
10
GAOS, Obras completas, volumen XIV. Historia de nuestra idea del mundo, UNAM, México, 1994,
p. 681. La lección 8 de esta obra, La idea de la tierra y los viajes, redondea nuestra exposición.
11
Op. cit., GAOS, Orígenes de la filosofía y de su historia, p. 43.
12
La Odisea es para Adorno y Horkeimer metáfora de la ordenación del espacio por el sujeto mo-
derno.
13
Op. cit., GAOS, Orígenes de la filosofía y de su historia, p. 41.
14
Ibid., pp. 55-56.
José Gaos: El Pensamiento del Homo Viator 11
el espacio para abrir diversas posibilidades a la existencia humana. Gaos sintetiza esta
posición en su obra Historia de nuestra idea del mundo, en la búsqueda de las diversas
ideas que han movido a la voluntad del ser humano a construir el espacio.
El sujeto pues debe de desplazarse para encontrar esas posibilidades que le permitan
construirse, en primer lugar, en el tiempo. La vida es continuo tránsito de una situación
a otra, que se abre por ello mismo, a nuevas posibilidades. Pero ante todo, el ser huma-
no transita en el espacio en busca “de los demás y de lo demás”15 que le permita encon-
trar un lugar donde proyectar su identidad. Este movimiento del ser humano constituye
el símbolo máximo de su voluntad, que consiste en el poder decidir el donde, el lugar
desde el cual constituir el quien, el yo de la acción. Dicho movimiento, para Gaos, se
realiza “a modo de viaje.”16 Así, el trasladarse por el mundo es esa exclusiva que, como
nos decía Gaos, permite al ser humano ser tal, pues “el hombre no puede vivir sus vidas
más que en lugares, unos u otros.”17 Es precisamente en este desplazamiento por el es-
pacio en busca de un lugar donde aparecer, donde encontramos la estructura más honda
del ser humano como Homo Viator. De ello, da cuenta la estructura de nuestra mente
que, como lo explicaba Gaos “está ligada en sus concepciones a una cierta espacialidad,
que es una condición trascendental de la naturaleza humana.”18
A partir del encuentro de la exclusiva del ser humano como Viator o viajero, se
abren, dentro de la filosofía de Gaos, multitud de problemáticas vinculadas, precisa-
mente, con las circunstancias que el pensador vivía en el exilio. La figura del Homo
Viator, en su radical libertad de movimiento en el espacio, implica una nueva concep-
ción del reconocimiento de los derechos humanos, en especial el derecho más funda-
mental de todos: el de encontrar siempre un espacio o lugar que nos proteja en nues-
tra búsqueda por proyectar nuestra identidad.
Para este Homo Viator, que debe constituirse a sí mismo en el mundo, desplazarse
por el espacio es un acto de libertad, un derecho fundamental: “De todas las liberta-
des específicas que se nos pueden ocurrir al oír la palabra libertad”, nos dice Hanna
Arendt, “la libertad de movimiento es, desde el punto de vista histórico, la más antigua
y también la más elemental. El hecho de poder ir hacia donde queramos es el gesto
prototípico del ser libre, así como la limitación de la libertad de movimiento ha sido
desde tiempos inmemoriales la condición previa a la esclavitud...”19 El individuo tiene
naturalmente el derecho a ir y venir, a moverse libremente por el espacio. Pero no solo
eso. Para Gaos, viajar es, ante todo, la posibilidad de ir de un sitio a otro, transitar,
pero en una transición - transitoria, pues un perpetuo desplazamiento podría anular el
viaje mismo, pues se viaja siempre hacia un proyecto, meta o lugar. Esta característica,
nos dice Gaos, nos descubren los límites del viajar humano, que se configura para que
el sentido de viajar sea pleno. El viajar implica, en primer lugar, el llegar siempre a
un suelo seguro, pero a la vez, el mantener la posibilidad de poder continuar el viaje
15
Ibid., pp. 51-52.
16
Ibid., p. 50.
17
Op. cit., GAOS, Obras completas, volumen XIV. Historia de nuestra idea del mundo, p. 156.
18
Op. cit., GAOS, Orígenes de la filosofía y de su historia, p. 17.
19
ARENDT Hanna, Hombres En tiempos de oscuridad Barcelona, Gedisa, 1990, p. 19.
12 Andrea Luquín Calvo
cuando lo decida el sujeto. La idea de un ser humano que forja su espacio a través de
este espíritu viajero, caracterizado ante todo y siempre por la voluntad, se manifiesta
en el reconociendo el derecho a la libertad de movimiento y de residencia. Gaos en-
cuentra como el derecho a desplazarse y vivir donde el sujeto lo desee es un derecho
inherente al ser humano mismo, independientemente de contingencias, cuya perdida o
negación, nulificaría al ser humano en su propia humanidad, en su propia naturaleza
viajera de Homo Viator. Por ello, una tierra sin posibilidades de traslación, eliminaría
toda posibilidad de la propia cultura humana, pues “La aparición del cosmopolitismo,
de una conciencia de la universidad, de la unidad de la tierra habitada, esa conciencia
esto es de la cultura.”20 Al estar abierto a todos los habitantes sin distinción, el espacio
se constituye en el lugar democrático por excelencia; pues posibilita la comunicación
y la constitución de la percepción colectiva del Homo Viator que somos.
Si el ser humano deja de tener un espacio en el cual actuar, desaparece. Un ser
humano sin lugar donde proyectarse y construirse, sin poder viajar, deja de serlo. Un
mundo de fronteras, cerrado, es la propia nulificación del mundo, de la humanidad.
El exilio abrió, precisamente, la posibilidad de existencias sin lugar, en los miles de
refugiados que aparecían ante los totalitarismos del siglo XX. Estas políticas, nega-
ron la capacidad de viajar y de residir a miles de desplazados, dejándolos perdidos y
abandonados en el mundo. Por ello, para José Gaos, el tema de nuestro tiempo, no
puede más que ser el de la persona luchando para afirmar su propia perspectiva, su
identidad, su existencia y su voluntad en el espacio.
En Dos ideas de la filosofía, Gaos analiza la perdición de los seres humanos en el
espacio, que entiende en dos sentidos: uno inmediato, el de desorientación. La vida,
nos dice Gaos, se siente efectivamente como desorientación en cuanto se retrae de las
orientaciones que le son dadas por la cultura en que se encuentra. El exiliado se en-
cuentra abandonado, fuera del mundo y sus significaciones, de sus casas, de sus per-
tenencias. Como desorientado, empieza por no saber hacia donde moverse, pues no
posee lugar al cual dirigirse. Recordemos que fueron muchos los estados que negaron
cualquier refugio a los desterrados, lanzándonos a la tierra de nadie en que se conver-
tía su expulsión. Desorientados, los seres humanos parecen condenados a no encon-
trar refugio alguno, a permanecer en el espacio irremisiblemente perdidos, tratando
de encontrar un soporte.
Pero, para nuestro filósofo, si la vida es sentida como desorientación, es porque el
ser humano siente que existe en ella algo que orienta. La salvación se presenta como
la estabilización, como descanso, como refugio. La salvación requiere e implica, pues,
algo estable, consistente o constante, permanente, lo que sostiene, lo substante. Por
ello, como dice Adolfo Sánchez, discípulo de Gaos y exiliado como él, el derecho de
asilo es quizás el más elemental; pues con el se garantiza que todo ser humano no será
privado de ningún espacio, de su derecho a construir una morada en donde contar su
historia y revelar su identidad. Ya Hannah Arendt había afirmado como el primer de-
recho humano es el derecho al acceso al espacio, pues de él deriva nuestra capacidad
de acción. Sin ese espacio que sostiene, la condena sería total porque: “La perdición
irremisible”, nos dice Gaos, “sería la falta de fondo o substancia a que acogerse.”21
20
Op. cit., GAOS, Orígenes de la filosofía y de su historia, p. 15.
21
Gaos, Dos ideas de filosofía, párrafo 22. Publicación: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2000.
Edición digital basada en la edición de La Casa de España en México, México, 1940. http://www.cervan-
tesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=3085.
José Gaos: El Pensamiento del Homo Viator 13
El exilio potencia así las necesidades del Homo Viator, por hacer de este mundo
un sitio en donde el yo pueda proyectarse, rehacerse. Tras la desorientación, el Homo
Viator intenta volver a orientarse, a recuperar el derecho a viajar y residir en el espa-
cio. Si los tiempos que corrían se caracterizaban por borrar la voluntad de los seres
humanos, al condenarlos al exilio, había que lograr que este ser viajero se recuperara
y volviera a orientarse en el espacio. Y el pensamiento de José Gaos se abocó a ello.
Para el filósofo, el pensamiento debía salvar la circunstancia en la que se encontraba
estableciendo nuevas relaciones entre el espacio y los seres que le habitan, buscando
la realización del viaje del Homo Viator, recuperando nuestra temporalidad, nuestra
historia e identidad.
Para José Gaos, hay muchas maneras de viajar,22 sea la odisea, los viajes de mer-
caderes y de traficantes, las peregrinaciones religiosas o colectivas, y “Las embajadas
políticas, los destierros individuales. Las emigraciones colectivas: pueblos enteros ex-
pulsados por guerras, que pasan a otras tierras y las colonizan…”23 El filósofo encuen-
tra que, aunque existan multitud de razones que han movido las migraciones, (razones
principalmente económicas o políticas), estas son accidentales, pues lo esencial es el
fluir de las personas; el movimiento innegable al ser humano, entendido como Homo
Viator que, viajando, se apropia del espacio. Este fluir es la esencia de un proceso24
que para Gaos no sostiene, bajo ninguna perspectiva, una concepción del ser huma-
no como un ente estático. Ningún pueblo ha nacido y permanecido en ningún territo-
rio de manera aislada,25 pues nuestra esencia es viajera: todo grupo humano tiene su
origen en el movimiento, en las emigraciones. Generalmente, para el filósofo, existe
la idea de concebir los espacios geográficos, a los países, estados, naciones o territo-
rios, como ocupados por una población aborigen, por una raza auténtica, ancestral,
cuya identidad esta dada por ese suelo de manera cerrada y estática. Esta manera de
entender la historia tiende a negar las migraciones, a negar el paso del Homo Viator
por los diferentes territorios, a encerrase en defender lo propio de lo ajeno, a señalar
una pertenencia ficticia cuya consecuencia significa entender a “todo pueblo que entre
posteriormente en el territorio” como “un invasor que debe ser expulsado.”26
Convertido en “lo ajeno en lo propio” en sus tierras de refugio, el exilio se en-
contró en la búsqueda de un ensanchamiento y ahondamiento de los lazos que unen a
los sujetos con los espacios, una “... superación del predominio de lo natural, biológi-
co, irracional e involuntario, por el predominio —predominio, no exclusividad— de
lo cultural, racional, voluntario y en este sentido activo o práctico”27 que permitiera
reconstruir la vida en los nuevos espacios. Gaos creía que las circunstancias vividas
abrían a la comprensión de nuevas vinculaciones de los individuos al espacio, enten-
dido como nación o patria, que debían de regresar al significado profundo del Homo
22
Op. cit., GAOS, Orígenes de la filosofía y de su historia, p. 39.
23
Ibid., p. 40.
24
Op. cit., GAOS, Confesiones de Transterrado, p. 553.
25
Ibid., p. 557.
26
Ibid., p. 554.
27
GAOS, en Obras Completas VII, En torno a la Filosofía Mexicana, p. 390, UNAM, México,
1980.
14 Andrea Luquín Calvo
28
Op. cit., GAOS, Obras completas, volumen XIV. Historia de nuestra idea del mundo, p. 156.
29
Op. cit., GAOS, En torno a la Filosofía Mexicana, p. 390.
José Gaos: El Pensamiento del Homo Viator 15
30
por ello señalara como “...de las comunidades se es miembro por el nacer y formarse en ella, in-
dependientemente, en el origen, de la voluntad de serlo y aun contra esta voluntad ulteriormente, a dife-
rencia del hacerse miembro de las sociedades por la voluntad de cooperarse con otros en la consecución
de sus fines.” Op. cit., GAOS, Confesiones de Transterrado, p. 556.
31
GAOS, “La adaptación de un español a la sociedad hispanoamericana”, pp. 559-568 en Obras Com-
pletas, tomo VIII, México UNAM, 1980.
16 Andrea Luquín Calvo
32
Op. cit., GAOS, Confesiones de Transterrado, p. 557.
33
Ibid., p. 555.
José Gaos: El Pensamiento del Homo Viator 17
34
GAOS, Obras completas, volumen VII. Filosofía de la filosofía e Historia de la Filosofía, UNAM,
México, 1987, p.143.
35
Ibid., p. 143.
36
Zea Leopoldo en “José Gaos” pp. 91-131. En torno a José Gaos, Teresa Rodríguez de Lecea (ed.),
Instituto Alfons El Magnànim (Pensamiento y Sociedad, 26), Valencia, España, 2001, p. 128.
18 Andrea Luquín Calvo
BIBLIOGRAFÍA
37
Op. cit., GAOS, Orígenes de la filosofía y de su historia, p. 17.