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Maguelonne Toussaint-Samat: Historia técnica y moral del vestido, 1 Las pieles Prefacio de. Yves Saint Laurent El Libro de Bolsillo Alianza Editorial Madrid i ‘Titulo originals Histoire technique et morale du vétement Traductor; Mauro Armiiio ‘Resexvados toxlos lus derechos. De conformidad con lo dispuesto en el art, 334-bis del Cédigo Penal vigente, podrin set castigados con penas de ‘ulta y privacién de libertad quienes reprodujeren o plagiaren, en todo © «parte, una obra lterara, artistica o cientficafjada en cualquier tipo de soporte sin la preceptiva autorizacion. © Bordas, Paris, 1990 © Edd. cast: Alianza Editorial, S.A., Madrid, 1994 Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15, 28027 Madrid; teléf. 741 66 00 ISBN: 84-206-0680-4 (Tomo 1) ISBN: 84.206-9845-1 (Obra Completa) Depésito legal: M.28.455/1994 Compuesto e impreso en Fernandez Ciudad, $.L. Printed in Spain Agradecimientos ‘Tibi pauca meae ‘Con frecuencia se han comparado la tae del escritory la soledad del corredor de fondo. Por su lado, el historiador realiz de ese modo un recorrido que pattcipa, al mismo tiempo, de la exploracién, de la subida de un laberinto y de la investigacién poliiaca. ;Y que grat ‘ante ese recorrido cuando se a logrado dominar el vérigo de la investigacin y la angustia ante el tempo que pasa tan deprisa corriendo detrs del tiempo pesado! Con la linterna en la mano, me sensi —y me siento todavia—Ilena de agradecimiento hacia aquellas personas que, interesadas por mi ‘trabajo, me transmitieron sus ideas, orientaron mi tarea y me abrieron ‘sas pucrias que dan a otras puertas, Estoy también igual de agradecida a todes aquellos cuya cadena de amistad me ha sostenido ce mis lagos y penosos esfuerzos, a todos aquellos que se han unido a ‘i felicidad ante los descubrimientos. Como el auvernés de Brassens, Jes doy las gracias por el agua que me ofrecieron cuando en mi vida habia sed de conocimientos 0 de carifio. Y en especial doy las gracias a ‘Térésa Battestiy Francine N’Diaye del Musco del Hombre; Jean-Luc ‘Lory y Francoise Girou de la Maison des Sciences de I'Homme: Evelyne Houdard-Duval, entonces en el Instituto francés de la mods; Anne-Marie Legars¢ Isabelle Botorel de la Unién francesa de las artes dela moda; Marcel Gallipaud, de la Federaci6n nacional dela industria del calzado; Brigite Oger, del laboratorio de restauracién de ‘monuimentos histéricos de Champs: sur - Marne; Betty Issenman y Jacqueline Baudouin-Ross, del Museo Mac Cord de Montréal la selipiosa Marie del Sagrado Corazén, directora de la Escuela del encaje de punto de Alenson; Jean Gonin, director del museo de la ‘Impresidn sobre telas de Mulhouse; Joserte Bredy, del Museo (Oberkampf de Jouy-en-Josas el museo de las Picles de Lachine (Quebec) los establecimientos Cuirep de Estrasburgo; l sefior Lesueut y la seiora Defives; Daniel Plon, de los Tricotajes de Nantua; Claude Biston, estlstadiseBiadora; Irving Camlot, de las Picles naturales del Canadié en Montreal: la biblioteca y las bibliotecarias de Lilsle-Adam; el Museo histrico de Tejidos de Lyon; el servicio de informacién de la regién Nord-Pas-de-Calais; la Camara sindical de alta moda y sombrerera; la Cémara sindical de alta costura parsiense; dl Instituto téenico de avicultur; el profesor Pierre Prigent; el profesor Francois Chamoux; el profesor Jean-Marcel Champion; la sin6loga Danielle Elisseeff; André Roger, Ruth Abergel, que han ‘Agradecizientos ilusteado mis ideas religiosas; al pastor Joseph Doucé: Led Bellow de Jeune Afrique: Didier Adés de France later; la revista Gay-Pied Hebdo; la autora de cuentos de hadas Hélene Loup; el escitor occitano Yves Frémion; el Ch'timi Pierre Sion; los anticuarios eruditos de tejidos provenzales Catherine y Michel Brehn; André Daoust, director general » Los babits (del latin habitus, manera de tener o de ser) designan con su plural precisamente «el conjunto de piezas que componen el vestido», segtin lo que dice el Larousse. Por lo que se refiere al Littré, precisa: «Lo que se pone en- cima de la camisa y el chaleco para cubrir el cuerpo en el hombre, y, en la mujer, lo que se pone encima de la falda.» En la época de Littré, chaleco y falda s6lo acompaitaban 2 Historia técnica y moral del vestido, 1 los habits de domingo. «Palabra que los hermosos habits sirven bien a la cara», habfa constatado ya Mathurin Régnier, el enemigo personal del purista Malherbe. Si habit (habito] en singular designa el traje religioso ca- ‘6lico («tomar el habito») —pese a que con ello no haga al monje—, desde los fastos de Versalles también se convierte en la vestimenta profana masculina més clegante, destinada a las grandes solemnidades de tiros largos: «Pieza superior de la vestimenta, abierta por delante y con faldones mas 0 menos negros en las caderas o en la espalda, segiin las modas.» La moda del frac firma todo el siglo x1x, pero el burgués de Moliére se queda ya maravillado cuando quiere hacer de gentilhombre: «Es una obra maestra haber inven- tado un frac serio sin ser negro» En efecto, los cortesanos adomaban el frac con tejidos preciosos de colores exquisi- tos, recargados de bordados y galones. Duré el tiempo que hhubo fiestas dignas de ese nombre; luego, a mediados del siglo pasado el frac llegé a la ciudad, perdié sus brocados, se hizo discreto, oscuro, de color pardo, grisaceo y por fin negro, Fn la actualidad, el chaqué debe ser negro para estar en conformidad con los saraos distinguidos. El blan- co sigue reservado a las candilejas del espectaculo, como el que llevaba Fred Astaire para bailar, como todavia hoy lo lleva Monsieur Loyal en el circo... El término sinénimo de frac es un anglicismo del siglo xviii, atestiguado por Beaumarchais, pero si en esta ocasién se nos ocurte evocar el frac, no es més que efecto de una connivencia taimada sugetida por el «mensajer de esa vestimenta elitista. El Vestido, dado que en otro pasaje del libro que citaba- mos Barthes le concede una maytiscula, el Vestido-rey —y no el vestido del rey—es de hecho el sustrato del traje que, en puridad, no se puede describir basindose en la moda, este dato que, aunque siempre presente, cambia constante- mente, y nos hace verdes durante un tiempo, pardos o ne- gros durante otros. En cierto modo, el traje no es mas que Introduecién B el epifenémeno del vestido, ese vestido cuya aparicién marcé el mayor giro de la historia de la humanidad, des- pues del fuego. Lo que nos ha parecido interesante ha sido el porqué y el cémo de los origenes y del destino de cada pieza de nuestra vestimenta El vestido es una magia, deciamos hace un momento. Y como prueba, podemos decir que habla. Desde el fondo del armario y desde el fondo del cajén, cuenta cosas. Desde el fondo de la historia, Desde elfin del mundo, Al principio, el hombre no tenfa vestido. El futuro rey de la Creacién no era més que un pobre rey completa- mente desnudo... 24 Historia técnica y moral de vestido, 1 EL TRAJE NUEVO DEL EMPERADOR Hace muchos afios vivia un emperador que de tal modo se morfa por los trajes nuevos y elegantes que gastaba todo su dinero en adornarse, No se interesaba por sus tropas, ni le atraian las comedias, ni pasear en coche por el bosque, como no fuese para lucir sus nuevos trajes. Poseia un vesti- do para cada hora del dia y de Ia misma forma que se dice de un rey que se encuentra en Consejo, de él se decia siem- pre —jEl emperador esti en el ropero! La gran ciudad en que vivia estaba lena de entreteni- mientos y era visitada a diario por muchos forasteros. Un dia llegaron dos picaros pretendiendo ser tejedores, de cian que eran capaces de tejer las tclas mas espléndidas que pudiera imaginarse. No s6lo los colores y los dibujos eran de una insélita belleza, sino que los trajes confec- cionados con aquella tela posefan la maravillosa propie- dad de convertirse en invisibles para todos aquellos que no fuesen merecedores de su cargo o que fueran sobrema nera tontos. —Preciosos trajes; sin duda —pensé el emperador— si los llevase, podria descubrir los que en mi reino son indig nos del cargo que desempefian, y distinguir a los listos de Jos tontos. Si, debo encargar inmediatamente que me hagan un traje —y entreg6 mucho dinero a los dos estafadores para que comenzasen su trabajo. Instalaron dos telares y fingieron trabajar en ellos, aun- que estaban absolutamente vacios. Con toda urgencia exi- gieron la mejor seda y el hilo de oro més espléndido. Lo guardaron en su equipaje y trabajaron con los telares vacios ‘hasta muy entrada la noche. —Cuainto me gustaria saber lo que han adclantado con Ja tela—pensaba el emperador, pero se encontraba un poco confuso en su interior al pensar que el que fuese tonto 0 in- digno de su cargo no lo podria ver. No es que tuviera dudas sobre si mismo, pero quetia en- Introduecién viar primero a algiin otro para ver cmo andaban las cosas. Todos sabfan en Ja ciudad qué maravillosa propiedad tenia la tela y todos estaban deseosos de ver lo inttil 0 tonto que era su vecino, —Enviaré « mi viejo y honesto ministro a visitar a los tejedores —pens6 el emperador—. Es quien mejor puede ver si el trabajo progresa, porque tiene buen juicio y nadie desempeiia su puesto mejor que él Entonces el viejo y buenazo ministro fue al taller en que los dos picaros estaban sentados trabajando con los telares —;Dios me guarde! —pensé el viejo ministro, abriendo los ojos desmesuradamente—. ;Si no veo nada!—pero tuvo buen cuidado en no decitlo. Les estafadores rogaron que se acercase y le preguntaron sino era un bello dibujo y un color precioso. Al decitlo, se- fialaban el telar vacfo y el pobre ministro no hacia més que abrir los ojos, sin poder ver nada, porque nada habia. —Dios mio —pensé—. ¢Si seré tonto? Nunca lo hubie- ra dicho y es preciso que nadie lo sepa. 2Seré incapaz de mi cargo? No debo decir a nadie que no veo la tela. —iBueno, no decis nada de la tela! —djo uno de los te jedores. —iOh, es preciose, una verdadera preciosidad! —dijo el viejo ministro mirando a través de sus gafas—. ;Qué dibu- jos y qué colores! Si, le diré al emperador lo mucho que me gusta. —jCudinto nos complace! —dijeron los tejedores, que rehumano para reanimar a sus tropas petrificadas ante las mujeres desnudas de los cimbrios y los teutones que inva- dian Provenza. En la Italia de la alta Edad Media, las mila- nesas se despojaron de sus vestidos sobre las murallas de la ciudad ante los ojos estupefactos de los agresores que, es ‘pantados, terminaron por huis. Una puerta de la ciudad ce- lebra todavia esa derrata. En los tltimos afios del Quattro- cento, otra milanesa, Catalina Sforza, convertida en sefiora de Forli, salvé su trono de la sedicién subiendo a su torre despojada de ropa. Se le negaba el poder por ser mujer, y ella demostré que su feminidad formaba parte de su poder. Leyenda, cierto, pero basada probablemente en algan acontecimiento, es también una saga irlandesa que cuenta el Rapto de las vacas de Cooley: Cochobar, el rey de Ulster, ordené caminar a su esposa y a cincuenta mujeres que la acompaiiaban vestidas con el més simple atuendo ante el héroe Cuchulainn, que conducia como un loco su carro y su ejército hacia la villa. Los agresores, soltando las riendas, se llevaron las manos a los ojos. En el desorden subsiguien- te, las gentes de Ulster no tuvieron que hacer otra cosa que agacharse para coger unos prisioneros hechos trizas. 38 La cultura a flor de piel Los relatos referidos por los viajeros desde el siglo xvi forman bibliotecas enteras de descripciones de «salvajes» en Uaje de Addn, Por regla general, buenos sa ejemplo, los amerindios del Darién, en la actual orilla derecha del canal de Panamé, que inauguraron la vi- sita de Cristébal Colén al continente en 1502. Sus minas de oro o sus rios auriferos parecen haber sido los més ricos del mundo y de todos los tiempos. «La civilizacién de ese pueblo era de naturaleza particular. En muchos aspectos, Jos indios eran superiores a los hidalgos espafioles que diri- gian las primeras expediciones y a la muchedumbre de aventureros, la chusma de los puertos de Espafia y Portu- gal, que levaron tras ellos». Oviedo, uno de los compafieros del primer virrey Pedra- rias, cuenta de su expedicién de 1514 que, en ciertas regio- nes en que no se cultivaba el algodén, contrariamente @ los demas centros de civilizacién muy avanzada, nadie se preo cupaba de la mas minima ropa. Pero, en esa misma época, 40 La cultura a lor de piel a algo més al sur, hacia lo que seré Ia frontera colombiana, en una comarca muy dada ala orfebreria y a los textiles, la expedicién de Pedro Cieza de Leén y de Pascual de Anda Goya encontré un sexismo muy particular: «Las mujeres llevan faldas que caen de la cintura y bajan hasta los pies. Tienen sobre los hombros una chaqueta corta, sus cabellos siempre estén peinados y se los cubren con mucho cuida- do. Los hombres van completamente desnudos y tampoco llevan nada en los pies, No tienen mas ropas que las que les ha concedido Ia naturaleza. Sin embargo, delante del sexo cuelga de un lazo un pequeiio adoro de oro. He sopesado en Ja mano algunos de esos adornos. Pesaban entre 40 y 50 pesos.» En la provincia de Cueva, las mujeres por el contratio iban desnudas hasta Ja cintura. Como el ideal consistia en tener un pecho prominente, «algunas de ellas realzan sus senos por medio de placas de oro sostenidas por cintas de algodén que pasan por encima de los hombros y por deba- jo de los brazos. Cada placa de oro tiene una anchura como la mano. Muy bien trabajada y adornada, vale 200 castellanos. En cuanto a los hombres, se pintan los brazos y el pecho, y los esclavos toda la cara.» Resulta facil comprender que los espaiioles, totalmente enloquecidos de codicia, hayan bautizado esa comarca como la Castilla del Oro, de ahi el nombre de la moneda. Veinticinco aiios mas tarde, tres cuartas partes de los dos millones de indios fueron asesinados, las distintas culturas regtesaron a la selva, donde las minas de oro desaparecie- ron. Un pirata inglés se perdi en el Darién en el curso de los iiltimos aiios del siglo xvi. Se encontré con los cunas, su: pervivientes de ese pueblo, retirados a las islas del litoral pacifico, desnudos como la mano pero con cuerpos admi- rablemente pintados con diversos colores vegetales. Slo levaban soberbios adornos de oro en Ja nariz. Por lo que 2 Historia téenica y moral del vestido, 1 se refiere a los hombres, llevaban una placa idéntica a la gue en otro tiempo sirvié para tapar el sexo. En cuanto a Jas mujeres, un anillo circular. La joya, introducida desde Ta infancia y Hevada siempre desde entonces, correspondia por su tamafio al rango social de la persona que lo llevaba. ‘Wafel cuenta que la nariz de las esposas muy ancianas de los notables, alargada como una trompa, les colgaba hasta los labios. Adoptado por los indios, el amable pirata —era también médico y se convirtié en curandero— siguié las costumbres locales. «Iba pintado como ellos, completa mente desnudo, y mi placa nasal colgaba delante de mi boca» Los tiltimos supervivientes varones cunas del Darién, dos 0 tres millares repartidos en algunas tribus, han aban- donado en la actualidad esa joya nasal, pero las mujeres han conservado el anillo de oro, Ya no van pintados, salvo excepcién, pero todos van vestidos aunque la mayorfa nunca hayan visto un misionero. Se trata, por tanto, de una mutacién de las costumbres que se ha producido de forma natural. Esas damas, por cjemplo, dan muestras de una eo- queteria muy grande, Se cambian tres veces al dia de mola, blusas increfblemente bordadas con aplicaciones como st velo-capucha y las cintas que aprietan brazos y piernas hasta el punto de hacer dificies los movimientos. Bloquean Ja circulacién sanguinea y son un medio heroico, en todos los sentidos de la palabra, de luchar contra el calor. Sus vecinos inmediatos, los chocos del litoral pacifico, convertidos en colombianos por la gracia del tratado de 1909, son también un puiiado de supervivientes de los ge- nocidios cometidos por los espafioles; van Ilenos de joyas, no de oro, como en tiempos remotos, sino de plata labrada en pequeiias piezas: largas anillas para las orejas en forma de guimaldas, diademas, tiaras, pectorales, collares y bra- zaletes a los que se afiaden orquideas w otras soberbias flo- res de la jungla, puestas en el pelo y renovadas constante- La cultura a lor de piel 6 mente. Ademés, los hombres no llevan més que una doble cinta de tela ligera que les cuelga entre las piernas, y las mujeres un tapartabos apretado desde las caderas a los muslos, Como en cualquier otra zona tropical, los nifios viven desnudos hasta la pubertad Joyas y flores vuelven hieratica la belleza casi sobrenatu- ral de sus rasgos regulares, Mientras que los cunas ya no se pintan como en tiempos pasados, salvo en el caso de las ce- remonias de paso, los chocos no dejan, por asi decir, adivi- nar el color verdadero de su piel, mas clara de hecho que la de los demas indios. En verdad, cunas y chocos ofrecen una sorprendente se- mejanza con los polinesios —tahitianos y hawaianos sobre todo—, que distan 7.000 kilémetros de ias costas de Pana- mé, Se dice que los polinesios descienden de emigrantes egados en piragua desde el sureste de Asia ¢ Insulindia, 3.000 afios antes de nuestra era, lo cual representa un tra- yecto de otros 7.000 kilémetros que hay que recorter de oeste a este. Muchos autores piensan que esos navegantes prodigiosos llegaron, en una segunda etapa, hacia el aio 800 (?), al litoral sudamericano y tal vez centroamericano* . Eso explicaria, mediante una colonizacién perdida, la sor- prendente similitud de rasgos entre los cunas-chocos y sus parientes (tal vez) del Pacifico, lo mismo que la de los hai- das-nascas del sur del Per, pero también la concordancia de las pinturas corporales y faciales y el uso de adornos flo- rales. Con ayuda del jugo muy oscuro de la fruta llamada gen- ‘pa, los chocos se pintan el cuerpo y la cara regularmente, salvo en algunos puntos que eligen a capricho: la mitad de la cata, por ejemplo, o motivos que dibujan en negativo ‘una mascara barroca 0 un maquillaje surrealista, Los hom- bres delimitan «brazaletes» de piel clara en varias hileras sobre los brazos o las piemnas, mientras las mujeres rodean con anillos de color palido el ébano tinténdose los senos 44 Historia técnica y moral del vestido, 1 —soberbios hasta la maternidad— en los que se destaca el pez6n realzado con rojo gracias al jugo del achiote. El tinte resiste una semana, a pesar de los numerosos bafios coti- dianos en el océano o los rios y el tradicional bafio de vapor vesperal. Los pueblos llamados desnudos son los més limpios del mundo. Visibles signos sociales (clases de edad 0 prueba del de- recho a participar en ciertos ritos), los colores poscen vir- tudes profildcticas, Por otro lado, en todas partes ocurte lo mismo entre las gentes pintadas: los tintes vegetales, por regla general amargos, alejan también insectos y parésitos. Asimismo se utiliza la arcilla, la laterita, la cal apagada, el barro, la ceniza; el aceite entintado, en Nueva Guinea, en las Marquesas, en Nuevas Hébridas, entre los soberbios nubas del sur del Sudén, Muchos combinan pinturas, ta- tuajes y escarificaciones, como hacfan los indios huaxtecas, que se dibujaban completamente, que precedieron alos az- tecas en México Sin abandonar las Américas, pero para encontramos en Ja parte superior del continente norte y aptoveclar exe her- moso mes de junio de 1789, seguimos a Alexander Mac- kenzie, gran comerciante de pieles de la Nueva Compaiiia del Notoeste. Como la Compaiiia escatimaba el dinero, pa- gndose las costas del viaje, habia dejado por algtin tiempo la factorfa Chepewyan en el ago de Atabasca (en la actuali dad en Alberta) y se ditigia recto hacia el oeste, por tettito- rio completamente desconocido, en busca, como todos sus antecesores, de las orillas del Pacifico, llegando cada vez més lejos a medida que las expediciones progresaban. Cru- zando el Gran Lago del Esclavo, remonté un rio transver- sal del que no sabfa que se trataba de uno de los mayores rios del mundo que més tarde iba a llevar su apellido. Mientras el rfo descendia hacia el oeste, siguiendo grosso modo el paralelo 60°, latitud de Alaska, dej6 deslizarse las canoas, pero en un cruce en direccién norte abandoné la La cultura a flor de piel " corriente, cada vez més répida, y tocé tierra entre las de- sembocaduras gemelas de los rfos del Liard y de La Roca que cae en el agua. Alli habitaba bajo unos domos de cor- teza la tribu de los «costillas de perro» de la nacién de los kristinos (0 cristinos) cuyo antepasado comin era un perro. Debido a ese hecho, no los comian. Grandes provee- dores de castores de la Compaiifa bajo la direccién del jefe Mierda de Oso (sic), eran de trato agradable, pero Mac- Kenzie y sus hombres no conocfan bien a los «costillas de perro». Estos habian oido hablar de los traficantes a sus padres, en cierto modo los comerciantes al por mayor y, a la vista de los canadienses, los hombres hicieron girar de alegria sus cortas tiinidas de piel de alce, bordadas y ador- nadas con colas de armifio. Una doble linea negra pintada, que dibujaba una costilla de perro de las orejas al mentén, acentuaba su sonrisa debajo de una nariz atravesada por una gran pluma de oca. Mackenzie y los suyos respondian a su entusiasmo cuando quedaron petrificados... Dejando el fuego de sus cocinas, las amas de casa «costillas de perro» se presentaron en un grupo que durante mucho tiempo habia de escandalizar al honesto escocés siempre que pensaba en ellas, Es que «sus partes intimas iban al descubierto. En ese lugar, un glande de cuero se balancea- ba inocentemente para apartar las moscas». Para ocultar su timidez las buenas mujeres, remangéndose un poco més, daban vueltas a la borla entre sus dedos. Luego se volvie- ron a sus cocinas para servir, siempre con ese vestido tan breve, la comida a la que répidamente invitaron a los recién Ilegados. Sobre platos hechos con finas ramas de mimbre trenzado, presentaron unos peces pescados con tendones de caribi, y hervidos en bolsas de cuero llenas de agua calentada con piedras incandescentes. Felices por el hecho de que el perro no figurara en el menti —eso ocurria en las demas naciones sacrilegas, vol- viendo muy penosos en ocasiones los banquetes oficiales— 46 Historia técnica y moral del vestido, 1 los viajeros comieron de buena gana. A pesar de que la sangre seguia afluyéndole a las mejillas, Mackenzie, que no estaba acostumbrado, temblaba y, poniendo por excusa el fresco de aquella noche de estio nérdico, deses encontrar cierto alivio moral en un vaso de alcohol. Por eso, para de- volver la invitacién, oftecié una ronda general de ponche de ron «que aturullé a su vez a sus huéspedes», sein escribié més tarde. Bien estd lo que bien acaba. Si Macken- zie hubieta manifestado su desaprobacién de aquellas ex- trafias costumbres locales, os indios le habrian jugado una ‘mala pasada, bailando alrededor de los prisioneros en una danza guerrera, completamente desnudos y depilados, con su oscura piel llena de grasa pintada de tierra azul, blanca uocre. La desnudez de todas esas gentes no constituye por eso la remanencia del estado cero, la famosa «raza salvejen de Linneo (en el naturalista sueco, muy de su tiempo, el siglo xvi, la conviccién religiosa domina todavia sobre la con- viecién cientifica). Al contrario, se trata de una expresién de su propia cultura. Como no tienen necesidad, o como tienen poca necesidad de ropas, las gentes desnudas las su- plen, bien por la ostentacién, bien por la glorificacién de su cuerpo pintado 0 escarificado, bien por adornos: irriso ras joyas-amuletos o joyas suntuosas. Aunque no se vistan, © se vistan muy poco, aunque se adornen, esas gentes se encuentran a gusto en su piel, su tinica envoltura. Que lo que afiaden al cuerpo sea con frecuencia un signo de reconocimiento social, o tenga, tal vez, un fin profilact- co 0 magico, que se trate simplemente del placer de encon- trarse de ese modo més hermoso 0 més hermosa, lo cierto es que se sienten libres y felices. Jacques Laurent, que pien- sa como hombre vestido —porque para él, lo desnudo es lo desvestido— siente de esta forma esa libertad: «Con el ta- tuaje, el hombre ponia de manifiesto su rechazo a aceptar las apariencias que la naturaleza le habia fijado? » La cultura a flor de piel “7 Y es que nosotros, las personas vestidas, no solamente no aceptamos nuestro cuerpo desde hace mucho tiempo, sino que lo hemos olvidado detras de In pantalla de nues- tras ropas. La historia de la sucesién de las modas lo prue- ba: no hemos dejado de inventar trajes que, mas allé de la necesidad, recubren, desnaturalizan y deforman nuestra apariencia hasta difuminarla. Y ello tanto més cuanto que nuestro psiquismo es complicado. La extravagancia y el ex- ceso son siempre signos de una decadencia, de un fin de ciclo. En los tiempos modernos nos hemos negado a honrar esa envoltura carnal, privandola de los cuidados higiénicos considerados a partir de la Edad Media como una auto- complacencia culpable, que llega incluso, —y este detalle dice muchas cosas— a dar a nuestro pesado enjaezamien- to, nido de pulgas, escondite de piojos, la denominacién de «toilette» [asco], cuando antes del siglo XVI se trataba de un trozo de «toile» [tela] con la que uno se frotaba: la toi lette se convirtié en la mesa en que se depositaba el trapo y el neceser de perfumeria; més tarde, en una forma de ves- tirse elegante. Una hermosa toilette Ned Rival® cuenta la profesién de fe (en el verdedero sentido de la palabra) de un tal Sébastien Rouillard, autor de Ia obra Les Gymnopodes ou la Nudité des pieds, quien habria escrito en 1624: «La desnudez de los pies embarra- dos y no lavados, ademas del adoro que proporciona al interior, da testimonio, mediante la mortificacién exterior de uno mismo, de un desprecio de! orgullo y de la vanidad del mundo.» Cuando més devoto es uno, més sucio esta. ‘A propésito de los perfumes (de las aguas de aseo) con que se inundaron el Renacimiento y el Gran Siglo para en- mascarar el olor a humedad, y, por tanto, necesariamente, en tal abundancia que jugaban el papel de capas invisibles peto odoriferas, bastarfa con evocar a Marilyn Montoe: a un periodista indiscreto que le preguntaba si se ponia algo 48 Historia técnica y moral del vestido, 1 para dormir, le respondié: «Por supuesto, Chanel ntime- ro 5». Aunque, como buena americana, era tan fresca como una moneda recién hecha. En los momentos de «liberacién», perfodos bastante re- cientes como la Revolucién francesa, las tiltimas guerras y mayo de 1968, cierta limpieza de los espiritus ha permitido también liberarse del guardarropa de los vestidos coerciti- vvos. Nuestra época parece ser aunque, ¢por cudnto tiem- po?— la del encuentro consigo mismo. En medio de grandes entusiasmos, en la actualidad se slorifica al cuerpo rey que sirve a la publicidad para vender bebidas gaseosas, coches o leche en polvo. Lo incensamos 2 lo largo de las paginas de las revistas no sélo femeninas, dado que es un cuerpo que se cuida, que se cultiva, que se construye, que se representa, pero también un cuerpo que aprende a asumir sus defectos. La libertad no es ya un va- Jor moral sino fisico —el de aceptar «das apariencias que la naturaleza nos habia marcadon. Como reaccién contra la artificialidad de nuestros modos de vida, ahora que la consigna de moda cs la seco- logia», nuestra nueva religién es una comunién con Ja na: turaleza que debe entrar en nosotros por todos los poros. La verdad estaba desnuda. ;Viva la verdad! ;Vivamos no- sotros! Se ha llegado @ olvidar que el naturismo fue, a prin- cipios de este siglo, una de las primicias del nazismo, que echaba sus rafces en un paganismo exhumado. Pero tam- bién era un «error del naturismo de antes de la guerra creer que, con sélo quitarse las ropas, se podria recuperar Ia inocencia del paraiso perdido», observa J.-C. Bologne en su Histoire de la pudewr. En la actualidad, las civilizaciones occidentales han lle- vado a término, por asi decir, su hegemonia cultural del planeta. Hasta tal punto que el criterio de desarrollo es el «modelo occidental», muy bien representado por la moda vestimentaria, los vaqueros, por ejemplo. La cultura a flor de piel 9 Los sustratos culturales europeos y norteamericanos, es decir, el cristianismo, o perieuropeos, es decir, el judafsmo y el islamismo, son una herencia de los protosemitas de Mesopotamia. La nocién del pecado, al mismo tiempo pie- dra angular de nuestras religiones y motor de nuestras le- gislaciones, nos viene de los tiempos antiguos y del Préxi- mo Oriente. El pecado significaba ya una ofensa a los dioses, una infraccién a un cédigo religioso y civil, dos im- plicaciones que son solo una, a pesar de las laicizaciones. Esa carencia era castigada (y todavia sigue siéndolo en cier- tos espiritus) por la venganza del Altisimo y en ella se en- contraban las causas de lo que no tenia explicacién: la en- fermedad, la muerte, la desgracia, 0 cualquier otra calamidad susceptible de expresar la célera divina. Uno de los primeros pecados fue atentar contra el orden piiblico, ese beneficio que debemos a los poderes. Con el judaismo, eso se hizo més grave. A partir de ese momento habia que enfrentarse a un Dios dinico, celoso de su poder, tinico duefio y juez de las obligaciones y de las prohibiciones. La Biblia constituye un tratado de moral, que saca sus ejemplos de la historia del pueblo de Israel, cuyas desgracias siempre han sido causadas por las faltas de ciertos jefes, desobedientes a las prescripcio- nes de la Ley; Yehveh, por otro lado, rara vez entra en de- talles, a fin de que su reprobacién se note bien. La su- pervivencia de una sociedad organizada, aunque vulnerable, se basa en su cohesién. Cada cual debe formar una sola unidad con todos, y una infraccién personal al orden establecido puede entrafar un anatema general, sea uno el jefe de la tribu o el ultimo de los pastores. Es decir, en cualquier cosa queda comprometida la responsabilidad de todos y cada uno. Tan reprobado como el homicidio, el delito sexual es un crimen (y da igual que sea sobre una victima que no con- siente, incesto 0 adulterio) porque pone en peligro las 50 Historia técnica y moral del vestido, 1 bases mismas de la sociedad: la familia y el sistema heredi- tario se basan en la estirpe paterna. Por otro lado, Ia ley judia, muy preocupada por lo puro y lo impuro, re- glamentaba incluso las relaciones conyugales. Para preve- nir cualquier delito, la primera precaucién que se tomé fue considerar la desnudez como una llamada al deseo ilicito 0 su demostracién. Si a los judios de la Antigua Alianza y a los demas pue- blos semitas les estaba prohibido desnudarse delante de otros, como seguira esténdolo en sus descendientes, y si el hecho de desnudarse de forma ptblica sorprende mucho todavia a sus herederos culturales, en Egipto y en la an gua Grecia la desnudez apenas era objeto de prejuicios, sobre todo para los hombres. Inspiré incluso obras maes- tras a los artistas, en particular a la estatuaria. Con Roma, esto empezé a cambiar. Los primeros romanos se mostra- ban més bien mojigatos; no olvidemos que los etruscos, cuyos coturnos se calzaron, procedian del Proximo Orien- te, En cuanto a los tiltimos romanos, tenfan demasiado ot gullo para mostrarsc tal como su madre los div a luz. Pero, volviendo a orillas del Nilo, recordemos que los egipcios, vestidos con un simple taparrabos 0 con muselina transpa- rente, se burlaban del largo y severo traje que envolvia a los hebreos: ese espectaculo les parecia absurdo. Tal vez eso explique también cusn desgraciadas fueron las gentes de Moisés en la corte del Fara6n y el alivio que sintieron al huir de esa patria del pecado. Por su parte, Jos verdugos de los campos de concen- traci6n no se preocupaban para nada de la Historia y des- pojaban a sus esclavos de todo rastro de humanidad para alineatlos, grotescos maniquies desnudos, en rebafios tem- blorosos, antes de exterminarlos como ratas en las camaras de gas. Exterminarlos fisicamente porque, desprovistos de cualquier ropa, en una desnudez tanto fisica como moral, los deportados ya habian muerto de pie. De vergiienza. La respetuosa decencia La decencia, del latin decere (convenit), es lo que con- viene hacer 0 decir para no contravenir el orden piiblico, moral o religioso. El pudor esté considerado como la pri- mera sefial de decencia. Segiin su etimologia, pudere (tener vergiienza), el pudor se expresa mediante la verguenza, en el plano fisico a propésito de ciertas partes del cuerpo di- versamente mal consideradas segiin las culturas, en el plano psicolégico a propésito de ciertos sentimientos cuyos criterios también varian. Se tiene por gente sin ver- giienza, del latin verecundia (temor respetuoso), a quienes dejan transparentar su verdadera naturaleza fisiolégica 0 mental, que no siempre resulta agradable de conocer. Si, desde que se estableci6, el monoteismo hizo del pudor y de la decencia los pilares del deber de piedad —ya Jo hemos visto— sdlo los romanos, entre los politeistas, sintieron la necesidad de invocar a dos pequefias diosas tu: telares para esos temas. La decencia ¢s social, el pudor per- sonal, 3 2 Historia téenica y moral del vestido, 1 La ocultacién en sociedad de las partes sexuales del in- dividuo, partes por regla general reputadas de «vergonzo- sas», ha parecido durante mucho tiempo una sefial de civi- lizaci6n, con todo lo que ese término tiene de restrictivo. Ese criterio prevalecerd sobre todo de los siglos xv a xx: la pagana desnudez griega no tiene, a los ojos modernos, otra excusa que la perfeccién de las obras de arte que la repre- sentan amorosamente. Segiin la moral occidental, el salva- je, desnudo y sin fe (la nuestra) no se vuelve del todo ser humano hasta que ha sido hecho decente por la ropa y pu- rificado por el bautismo. {El uno no va sin la otra! Pero, finalmente, gcudndo, cémo y por qué han entrado la vergiienza y su prevencién, el pudor, en las costumbres de una parte de los habitantes de nuestro planeta hasta vol- verse indisociables de los contextos socioculturales tradi- cionales, mientras que ciertas poblaciones parecen poco afectadas por vivir igual que nacieron, siempre que la nece: sidad de ropas protectoras no se deje sentir, bien por la gracia de un buen clima, bien por el milagro de una adap- tacién fisioldgica a un mal entoruo? Sugerir la necesidud biolégica entre los origenes del comportamiento no supone caer en lo novelesco. A su tiempo, més tarde, aparecerén las creencias y los c6digos morales, todo ello de forma na- tural, Una sociedad, incluso la sociedad reducida a su més simple expresién de grupo, es una organizacién de lucha contra la hostilidad del entorno, Para conservar sus opor- tunidades, importa que en su seno haya cohesién y, sobre todo, no-violencia. Es tan contagiosa la violencia. Por lo tanto, es posible que lo que nosotros Iamamos decencia y pudor haya permitido minimizar de este modo eventuali- dades de enfrentamiento (paz social) o riesgos de prefiez (seguridad personal) 2Qué ocurtia con la prefiez? El bomo ha perdido, en el transcurso de su evolucién, el instinto de conservacién de La respetuosa decencia 3 la raza propio de las especies vivas en provecho del control razonado de la conservaci6n invididual; una de las prime- ras preocupaciones de la humanidad consciente fue, sin dada, limitar el nivel de la poblacién a la altura del poten- cial de subsistencia. Ese fenémeno se observa también en los animales sociales porque, en cualquier caso, es una forma de instinto de conservacién de la raza: en caso de crisis, en caso de exceso de jévenes o de viejos, se elimina a Jos que resultan una carga, llegéndose, en el peor de los casos, a sacrificar una parte importante del grupo a fin de conservar para los més fuertes todas las posibilidades de supervivencia. ‘Las exhumaciones de f6siles de los primeros humanos prueban que las bendas fueron durante mucho tiempo re- ducidas, sobre todo en perfodos climéticos penosos. El in- fanticidio, en particular el femenino, el abandono de los viejos, los enfermos o los heridos siguen siendo habituales en las sociedades residuales, en un medio hostil. Pero, tal vez debido a la rareza de la especie y a su reproduccién, la hembra del género humano se beneficia de ciclos feeunda- bles més largos y més repetidos que el resto de los mamife- ros. Indudablemente, no parece que sea otra cosa que un medio de nuestras lejanisimas abuelas para sustraerse a la maternidad permanente y a menudo imiitil: sustraerse asi- mismo al asalto de los machos siempre dispuestos a satisfa: cerse. Disimular el cuerpo desnudo, que era lo que sobre todo provocaba al deseo. Es decir, evidentemente, el sexo. Ese «acontecimiento» tuvo lugar, tal vez, en regiones 0 €s- taciones frias, debido a la promiscuidad de los refugios nocturnos, lo cual explicaria la indiferencia al desnudo de los pucblos tropicales, que viven al aire libre También tienen en cuenta los etndlogos otro origen, 0 un origen conjunto, de la prenda que oculta el sexo feme- nino, a saber, la necesidad de disimular o retener el flujo menstrual, para comodidad personal por supuesto, pero 34 Historia técnica y moral del vestido, 1 también por razones de seguridad péblica: la sangre derra- mada de ese modo podfa atraer a los carnivoros 0 a los enemigos del clan vecino, Razén, ademés, de la exclusién en las poblaciones primitivas, ¢ incluso en nuestro tiempo. eTnventé la mujer de este modo la ropa? Solo tenemos el argumento de la logica para afirmarlo, (De ahf a decir que fue ella la que también inventé la coqueterfa no hay mas que un paso, pero es un paso poco seguro! Adorno y lujo correspondieron, durante muchisimo tiempo a una demos- tracién de poder. {La mujer clegante siempre sirve, muy a menudo, de vitrina a su compafiero!) «Lo que denominamos el sentimiento de pudor existié antes de tener un nombre”», Si ese pudor terminé volvién. dose un deber fue porque es el hombre, precisamente, el poder. Queriendo consetvar el gobierno de la mujer, se apropi6, mediante la ley del més fuerte, del control de esa tentativa de libertad, la gestiOn de un cuerpo que él preten- dia utilizar en provecho de su beneficio personal. Al estructurarse los grupos en sociedades generalmente patriarcales —jantes incluso de la ganaderia, querido En- gels!—, la obligacién del pudor vuelta casi natural, por no decir instintiva, adopté a buen seguro forma de ley consue- tudinaria. De ahi que, en los sistemas teocraticos que han heredado los occidentales, bastase con sefialar a los infrac- tores, y sobre todo a las infractoras, como culpables del fa- moso pecado de que hablébamos y fautores de desorden para gran enfado del Altisimo. En cuanto al hombre, ya que lo citamos, no es por ello menos hombre, y la desnudez no deja ignorar nada de al- gunas de sus aspiraciones, revelacién no forzosa del gusto de todo el mundo, empezando por él, Se disimulan con is facilidad los sentimientos que los impulsos. La prime- ra ropa fue, sin duda, muy prictica para materializar tam- bien en él el «pudor corporal». Otra precaucién muy importante, comin a la pareja, y La respetuosa decencia ” tal vez la primera: poner a salvo el vulnerable y precioso potencial sexual, porvenir de la raza, no s6lo de los golpes bajos de sus contempordneos o de los peligros del entorno, como por ejemplo heridas por caidas 0 agresiones de ani males, sino también de las intrusiones de lo invisible. Ese temor nacerii con las nociones culturales. 2No estamos ro- deados de potencias ocultas y malignas, prestas a tomar posesién de los humanos penetrando por los orificios del cuerpo para provocar en él dolores, hemorragias, enferme- dades, abortos, locura... como penetran por las heridas para infectarlo? Antes de evocar el pudor, parece més adecuado tomar en cuenta aqui esas creencias para explicar la posicién del esqueleto de un protoaustraliano cuyo tltimo suefio co- menz6 hace unos treinta mil afios, en el pleistoceno supe- rior. Fue descubierto, en muy buen estado de conserva- cién, cerca del lago Mungo, en el sur del continente. Recostado en tres cuartas partes y con las piernas apenas encogidas, mantiene las manos cruzadas sobre el bajo vien- tre. No ha quedado nada de una eventual vestimenta. Entre los pueblos desnudos, la postura es un hecho de gran importancia. Eliane Gherardi-Dorst ya lo habia su- brayado durante su intervencién en las Jornadas de en- cuentro de 1979, Vestidos y sociedades. «La necesidad vital de conservar el calor del cuerpo Ileva a actitudes acostadas © a posturas de encogimiento, con las rodillas apretadas; se hace desde luego por respeto hacia los demas, pero sobre todo para preservarse de brujos y de genios malos.» De este modo, la ocultacién material o gestual de los ér- ganos genitales, que nosotros llamamos pudor o decencia, al principio no fue otra cosa que una simple medida de se- guridad moral o fisica, Hay que recordar que la desnudez rara vez es total cuando los grupos superan el pequefio es- tadio familiar. Pero no todo es tan sencillo, Ia ocultacién del bajo vien 56 Historia téenica y moral del vestido, 1 tre en su acepcién de respeto hacia los otros y hacia uno mismo no puede ser més que simbélica. El respeto es una convencién. El mero hecho de llevar un cintur6n es ya un paso en la indumentaria. Mejor dicho, mucho mas que la més elemen- tal de las ropas, y tan irrisorio que algunos no ven en él otra cosa que un accesorio facultativo, el cinturén leva en si todo un rico simbolismo. No se equivocaban los egip: cios: entre ellos, las esclavas femeninas no llevaban con fre- cuencia nada mas que un cinturén. Por qué hacer gastos superfluos con una esclava? ero las concepciones judeocristianas del pudor quedan algo perturbadas al constatar que ciertas sociedades africa nas, indoamericanas u oceénicas todavia se contentan para su vida cotidiana con un lazo alrededor de la cintura o una sarta de lo que nosotros tomamos por simples adornos y ‘que en realidad son amuletos o fetiches. gAdomo protec- tor tinicamente? No es muy seguro, pero en cualquier caso, formula de cortesia tan valida en el medio que la practica come la ocultacién efectiva del particular. El pudor, lo mismo gue el impudor, no tienen forzosamente, pot proce- der de un cédigo moral, que adornarse con los velos del habito o del lenguaje. El cinturén, tan precioso y necesario, ha terminado por designar incluso en su ausencia la parte del cuerpo que debe recubrir. Por fino que sea, de todas sus funciones mé- sicas y sociales, la principal sigue siendo la proteccién de la parte més vital del individuo, por debajo y por encima de Ja cintura, los érganos de digestion y los érganos de repro- duccién, Durante mucho tiempo se ha asimilado el cordén umbilical a un cinturén natural. Y el cinturén/cintura/ropa también es, por analogia del vaivén, la representacin del cordén de vida. Otra rudimentaria’proteccién sexual, més eficaz mate- rialmente y muy poco simbélica, dado que subraya sin La resperuosa decencia 7 equivoco la virilidad, es la funda peniana que constituye el {nico vestido masculino de ciertos pueblos llamados des- nudos. Como en el caso del cinturén, que por regla general Jo mantiene y basta para el respeto y la magia, no puede hablarse de accesorio, sino de vestido en el sentido propio de la palabra, porque la funda reviste, envuelve y protege el miembro en cuesti6n, subrayandolo, por supuesto, como tuna manga rodea el brazo, El turista es muy libre de hacer Ja foto de un portador de funda peniana entre los recuer- dos mas imborrables de su viaje: lo tinico que demuestra con es0 es lo mal que piensa la civilizacién occidental. Montaigne, ese excepcional civilizado occidental, burlén con las «necedades de la humana prudencia», también pensaba mal de vez en cuando, ¢No sugirié acaso que «si se oculta una parte del cuerpo es para concentrar mas sobre ella la atencién»? Nuestro hombre desnudo podria replicarle que es estipido no hacerse reconocer como tal, sobre todo porque Ia virilidad es a un tiempo causa y ma- nifestacién de su poder. Por otra parte, en la época de ‘Montaigne, época de gentes vestidas si as hubo y tironea- das entre la gazmofieria sospechosa de la Reforma y la tar- tuferia taimada de la Contrarreforma, las calzas o incliso las escarcelas de las armaduras posefan, por comodidad, tuna abertura disimulada o més bien subreyada por exube- rantes adornos. Esa «bella y magnifica braguete» cuyo relleno ostentato- rio celebraba Rabelais (Gargantifa, I, capftulos VII y 11, ca- pitulo vm), desaparecié bruscamente a finales del siglo Xv1, tal vez bajo las amonestaciones de personajes como Mon- xaigne: «El vano e initil modelo de un miembro que ho- nestamente no podemos nombrar, que no obstante mostr bamos y pasedbamos en puiblico» (Essais, I, cap. XT). La funda peniana es infinitamente menos obscena que esos efectos del arte. Ni siquiera lo es, de otro modo no rendria cabida en la historia de la ropa. Por hablar sélo de 58 Historia técnica y moral del vestide, Ja cuenca mediterranea, los libios de la alta Antigitedad, los protocretenses o los guerzeros y los gimnastas griegos recu- rtieron a ella para protegerse como siguen haciéndolo con frecuencia los cazadores-recolectores de las regiones tropi- cales. Asi, en Amazonia, Claude Lévi-Strauss sefiala: «Entre los bororos, @ la funda peniana se reduce toda la vestimenta.» El bayagon neocaledonio 0 el hamba de Nuc- vas Hébridas se llevan para el trabajo de los campos. Se trata de un simple trozo de hoja de banano, que enrollan después de calentarla, En los dias de fiesta, en Nuevas Hé- bridas, la pariente mas cercana pero no la esposa, por- que hay en ello cierta especie de tabii— confecciona un trenzado tubular de hojas de pandanus tenidas y deshila- chadas previamente. Luego ese trenzado se levanta por de- bajo de un cinturén de fibras trenzadas, al que lo fija una Jarga espina. En cambio, el traje de ceremonia de la selva caledonia exige que se arrastre por el suelo la punta de una funda larguisima de corteza machacada, tapa o siapo. Con 1, la marcha queda considerablemente obstaculizada, y eso es lo que constituye todo su encanto. Esa desmesura, que simboliza la fuerza viril, expresa el deseo de perennidad de estas poblaciones residuales, de supervivencia precaria segtin dicen los etndlogos. Encontramos el empaquetado de hojas, en esta ocasién de la palmera ilala, en el noreste de Zululandia, y permite a Jos tongas estar a salvo cuando pescan a orillas de rios in- festados de sanguijuelas. En cuanto a los sans, a los que en inglés se llama impropiamente bushrnen (hombres de la selva) y en francés bochimans (bosquimanos], siguen vi- viendo en medio de una simplicidad edénica en el fondo de su desierto del Kalahari, en Namibia, y no se preocupan siquiera de una funda... Lo que les preocupa es... la otra cara del problema, si podemos decirlo asi. Por eso no salen de caza sin un protector de nalgas, cuyo cinturén, situado en la parte baja de las caderas, se limita a mantener apreta- La respetuosa decencia 39 do bajo el vientre su miembro. En cierto modo se trata de un séring al revés. Los hotentotes han adoptado en la actualidad una funda de cuero, mientras que en el siglo xvmr, cuando se les conocié, iban completamente desnudos o utilizaban una pequefia piel de animal pasada entre las piernas y da por el inevitable cinturén, De cuero son también las fundas de los famosos «hombres-trompeta», los cazadores sombas del norte de Benin, cerca de la frontera con Nige- ria. Cuero adornado de pirograbados que pasa bajo una correa. Eso mismo se encuentra en el norte de Costa de Marfil, entre Korhogo y Ferkessedugu, 0 al oeste, en los contrafuertes marfilefios del Futa-Djalon entre los yacu- bas... por citar tinicamente esos ejemplos, porque también estén los bosquimanos, perdén, los sans, en fin... sus antepasados, no confinados en el Kalahari como en la ac tualidad, sino desparramados un poco por todas partes en el Africa del Sur y en Rodesia, que cuentan al menos con 150.000 pinturas rupestres localizadas pero siempre data das de forma imprecisa, tal vez acho o diez mil afios antes de nuestra era. La ocupacién humana se remonta al pri- mer homo, Estos petroglifos o esas pinturas descubiertas en el perfo- do de entreguerras son completamente extraordinarias, no porque representen personajes, cosa mas corriente en esas regiones que en Europa —incluso si tenemos en cuenta la summa de documentos revelados aqui—, sino porque esas fi- guras que dan brincos estén dotadas de extraiios y a veces desmesurados accesorios penianos colocados y adornados de tal forma que durante mucho tiempo se ha crefdo, si- guiendo al abate Breuil, en infibulaciones monstruosas. Tales accesorios van del manojo de plumas a las hojas de largo péndulo pasando por una especie de canillas, de bas- tones, de létigos... ;Nunca se ha visto un enjaezamiento se- mejante ni soportado de forma tan alegre! Todas las uni- 60 Historia técnica y moral del vestido, 1 versidades se han perdido en conjeturas sobre la utilidad 0 el simbolismo de tales précticas. Fue precisa la guerra para interrumpir un periodo de colouios y de intercambio de articulos perentorios. Luego las teorias del abate Breuil fueron enterradas con él, en 1973, y se ha terminado consi- derando esas extrafias arborescencias como los adornos elegantes o rituales de fundas penianas méviles, algo asi como las fundas de ceremonia caledonias, los ampailangs indonesios o los ngwatis de los kileuyos. Después de todo, gpor qué no? La moda se pone de ma- nifiesto en los menores detalles, incluso entre gentes que no tienen més soporte de su elegancia natural que una pluma en el pelo o un trofeo de felino como sombrerito. eor qué en la actualidad los bosquimanos han abandona- do estas practicas, y desde hace cudntos siglos? Tal vez nos lo digan un dfa las investigaciones y los cologuios® . Deje- mos que los etnélogos discutan sobre la cuestién; en cuan- to a los bosquimanos, les importa poco, por mas que les hayan consultado. ‘La confeccién de fundas penianas, aunque sean muy rudimentarias, exige pocos materiales e ingenio. Tal vez sea todavia més elemental el delantal que sirve para ocultar el sexo, simple si se trata de la parte delantera, doble en caso de tratarse de la delantera y de la trasera, Cualquier cosa sirve para cumplir ese papel. De creer a la Biblia, se remonta a los origenes y procedié de un reflejo, el altimo trozo del fruto probibido tragado (que ademas se le quedé atravesado en la garganta a Adan), Eva no tuvo mas que extender la mano una vez més para cortar unas hojas y ocultar su vergiienza y la de su esposo tras «un cinturdn de hojas», hojas de higuera, queda claramente especificado, para expresar la medida de su vergiienza. Y no de parra, como se ha pretendido desde que los mosaistas carolingios se inspiraron en obras bizantinas. Estos artistas francos no conocian la higuera mediterranea. Por eso se ha llegado a La respetuosa decencia 61 considerar el fruto prohibido como un higo, y no como una manzana, Pero ésa es otra historia’ . ‘Las mujeres Lobi, a uno y otro lado de la frontera entre Costa de Marfil y Burkina Fasso, no conocen para nada la Biblia pero todavia ponen a salvo su virtud mediante rami. Iletes de hojas frescas, que renuevan y eligen por sus colo- res cada dia. Las preferencias de las amas de casa mange- betus del centro de Africa —amas de casa de las que no podriamos decir realmente si van desnudas, si tenemos en cuenta los tatuajes de jugo de gardenia con que se cubren de la cabeza a los pies— son también las hojas, pero secas y reunidas en un complicado trenzado geométrico. En el fondo de la selva neocaledonia, en el otro extremo de la Tierra, también se encuentra todo en el bosque, por ejem- plo, gruesas hojas de cordyline, esa famosa palmera de flo- res de crisantemo gue, pasadas por el fuego, se convierten en el mejor y més ligero frontal para ocultar el sexo, que completan con un ramo de hojas més pequefias entre los muslos. También se puede utilizar, en Oceania, una especie de gran borla de fibras de pandanus anudadas, tal vez més efi- caz que aquellas que tanto sorprendieron a ese aventurero bien pensante que fue Mackenzie, cuando visit6 a los «cos- tillas de perro» del noroeste canadiense. En el norte de Australia, en el bush de las lanuras de Kimberley, los abo- rigenes locales, por regla general desnudos como la mano, saben conciliar sin embargo pudor y elegancia, cuando ne- cesitan hacerlo, con joyas para ocultar el sexo: en el Museo del Hombre de Paris se puede ver el ejemplar de un col- gante de nacar madreperla inciso y pasado por el ocre o el negro de humo, Grupos costeros recogen la materia prima, y la truccan con las gentes del interior, con o sin decora: ‘ion. Un agujero practicado en Ja parte superior permite unir la concha a un trenzado de pelo humano. También puede llevarse alrededor del cuello, si el pudor no es el @ Historia técnica y moral del vestido, 1 problema néimero uno de la persona que lo leva. En una vitrina, esa joya es muy hermosa. Aungue, al menos a nuestros ojos, no pueda decirse que sea muy bello, el vestido hecho a partir de corteza macha- cada de los muy ptidicos angas de Nueva Guinea sigue siendo, de todos modos, uno de los més sorprendentes Los rituales de su fabricacién extremadamente codificada nos ofrecen Ia imagen de una sociedad cuya «estructura fundamental es la jerarquia entre los sexos», como decfa M. Godelier, que los conocia!® Esta vestimenta de los angas consiste, ante todo, en un pulpal, una especie de taparrabos para ocultar el sexo, enor- me y ventral para los hombres, o recto y que cubre las dos. caras de la parte inferior del cuerpo para las mujeres y los jévenes, pero que deja al descubierto a menudo el lado de Jos muslos. Encima llevan una o varias capas protectoras, fi- jadas a la cabeza o al cuello, algo mas largas que la espalda, entre las que las mujeres deslizan una o varias cuerdas de transporte, los libum, que segiin las circunstancias pueden contener, por separado o de forma simulténea, Iefia para ca- lentarse, enormes raices de taro, el nifio pequefio o un le- chal... La mujer nunca deja de ir cargada con algo. Todas las piezas de la ropa y las cuerdas de transporte estan fabricadas a partir de corteza machacada, en «tejido trenzado» (maro) para las capas, en laminillas estiradas para los taparrabos, en hilas cordadas para las cuerdas y los cinturones. Esa corteza es separada cuidadosamente del liber de diversos ficus 0 de la broussonetia papyrifera, segtin Jas preferencias de cada tribu. Asimismo, se utiliza el junco partido y desmedulado para la vestimenta que tapa el sexo. Pero, aunque la poda de los arboles es un trabajo masculi- no, los adornos para hombre y los adornes para mujer no provienen del mismo arbol. Por regla general, la especie que utiliza el hombre esta cultivada, mientras que la espe- cie de la mujer es salvaje. La respetuosa decencia 63 ‘A partir de la iniciacién completa, los hombres llevan un corto maro-taparrabos, una especie de capa fruncida en su parte superior. Colgado alrededor del cuello, el maro-tapa- rrabos cubre perfectamente la parte inferior de la espalda, que no oculta el pulpal ventral porque «entre los angas no se va con las nalgas desnudas», El maro-taparrabos largo queda recogido alrededor de la cintura por un cinturén de lianas de orquidea trenzadas o de juncos, y de este modo forma un pliegue en torno a los rifiones en el que se puede guardar un pequefio refrigerio o incluso el perrillo favori- to. El primer grado de la iniciacién masculina, materializa- do por la perforacién del septum donde se cuelga un hueso largo y recto que adomna la nariz desde la adolescencia, sélo da derecho al taparrabos ventral y a la gran capa col- gada de la parte superior de la cabeza. Esa capa en forma de campana se cifie alrededor de la cintura para que se pegue bien a las nalgas y no mostrarlas. También conviene ahuecarse la parte superior a fin de que el joven, al volver Ja cabeza, pueda ocultar su cara si encuentra a una mujer en su camino, aunque sea su propia madre, que en ese mo- mento se convierte en tabi. ‘Maro-taparrabos o capas no duran doce lunes y enton- ces se tiran para ser sustituidos. En cambio, el pilpil ventral masculino, de largas laminillas de cortezas machacadi de junco Eleocharis hendido y machacado, no se tiran nunca porque representan toda la vida de un hombre, cte- ciendo cada afio hasta convertirse en ese enorme paquete gue un viejo no podrfa rodear con sus brazos. Los etnélo- gos Haman a esa curiosa prominencia un sporran, por ana- logia con la bolsa de pieles que los escoceses llevan delante de su Arlt. En el primer estado iniciatico, cuando los nifios se desprenden de su taparrabos circular de nifio, general- mente de junco 0, en ciertas tribus, de corteza machacada y em hilachas (mientras que las nifias deben contentarse con corteza sin machacar, mas rigida), esos erfos se ponen 64 Historia técnica y moral del vestido, 1 entonces el pilpil ventral que no abandonarén nunca y al que afiadirén, en cada circunstancia importante, una nueva hilera de fibras por delante y por encima de lo que repre- senta el estado anterior. Con cada luto, se cortan las puntas de la iltima hilera, Ese taparrabos ventral presenta formas variadas segiin las tribus: triangular, rectangular, asimét co... Y los hombres angas no parecen nada incémodos con esa voluminosa masa, todo lo contratio. Por supuesto, a su debido tiempo hablaremos de las téc- nicas del apaleo de corteza, pero nos parece interesante anotar aqui lo complicadas que nos parecen en esa socie- dad, de una gazmofteria muy original en un estadio apenas neolitico, la vida y sobre todo la confeccién de las ropas: las complica una dicotomia sexual muy exigente. Pierre Lemonnier, que tan bien ha estudiado a los angas, olvida no sélo su latin sino la docena de dialectos angas que cono- ce! . Constata, atin mas que la jerarquia entre los sexos evocada més arriba, «la oposicién entre hombres y muje- res, que aqui es la més determinante y la mas marcada». Esa incompatibilidad surge en todos los niveles de la ela- boracién y del porte de la ropa, inchuida la discriminacién de los materiales. Asi, incluso en caso de Iuvia, de barro o de estiércol, ‘nunca se ponen sobre una capa cualquiera cortezas o fibras destinadas al pilpil que cubrird la parte inferior del cuerpo de una mujer. Y ello debido a que es en una capa similar donde se puede transportar el alimento para las comidas. Solo la potencialidad de una prenda para tapar el sexo fe menino mancillaria la eventualidad de una comida mascu- lina. Tales tabties s6lo se observan para el vestido y el ali- mento, El profano puede quedar asombrado al constatar cuan connotados se hallan los simbolismos de indumenta- ria y alimentarios. Al estudiar sociedades similares de Amé- rica, Lévy-Strauss las ha convertido en la materia de sus Mythologiques. Mas fuerte que la nocién de pecado, el La resperuosa decencia 6 tabi tinicamente necesita el horror que inspira para ser respetado. Mucho més amables son, por el contrario, las costum- bres de los pastores, en el sur del Niger, en Africa. Entre esos grupos, los jévenes casaderos sélo llevan un delantal de piel de cabra curtida cuya forma se ha conservado, y que va adornada de pirograbados repasados con indigo. Durante las fiestas, las muchachas eligen sus esposos... por la belleza de su indumentaria! Y, siguiendo con pastores, pero en esta ocasién en el Sudén nilético, también llevan delantales masculinos, de tela muy rudimentaria, bordados de perlas de vidrio y de cauri, unas pequefias conchas de fuerte simbolismo femenino. Gracias al clima, que en realidad no impone otra cosa que el uso de la mas elemental de las ropas, la prenda que oculta el sexo de uno o dos faldones o el pequefio taparra- bos enrollado ha pervivido en las costumbres de todas esas sociedades que apenas se han modificado desde hace mile- nios. En cuanto a los primeros ejemplos, cronolégi- camente, que poseemos por lo que atafie a los paises occi- dentales u occidentalizados, podemos hacernos de cualquier modo una idea por las pinturas y los grabados rupestres del hemisferio Norte, casi contempordneos de los que existen en Africa del Sur y que hemos evocado ante- riormente. Entre los milenios XII y V de nuestra era, una gran bocanada artistica sopl6 sobre las paredes de los refu- gios y las grutas. Las representaciones humanas son més bien raras en el vasto conjunto franco-cantabrico (suroeste de Francia con Lascaux, Pirineos y Asturias, con Altamira), salvo algunos grafitos simbélicos, pero el Levante espafiol que les sucede 0 el Tassili del norte de Africa ofrecen materia suficiente para satisfacer la curiosidad. Aunque, por regla general, las pequeiias siluetas estilizadas aparezcan mas tocadas que vestidas, no obstante se puede verificar el uso de taparra- 66 Historia técnica y moral del vestido, 1 bos, bastante cortos para los hombres. Los de ciertas muje- res, @ menos que sean vestidos muy cefidos a la cintura, itienen la longitud «Chanel»! En cambio, podriamos creer ue el nifio paleolitico no lleva ningiin tipo de ropa. Conocemos muy bien, por ejemplo, el cazador de cier- vos en la pintura negra del Levante espafiol. Junto con su gorro de orejeras, lleva con toda certeza un taparrabos al- rededor de las caderas. Muchos de sus contemporéneos utilizan también canilleras de piel. También son de piel, desde luego, los taparrabos de doble falda o las faldas de Jas mujeres de Ja gruta de Cogul, porque no se han encon- trado accesorios de tejer que se remonten a esa época. Las faldas llamadas «de colas» parecen balancearse a los lados. Los eruditos se han concentrado con mucha seriedad sobre ese extrafio corte. Podtia resultar que se tratase de una de- formacién, normal tratandose de un cuero de mala calidad. ‘A menos que se hayan guardado principios de patas y de cola... Son de cuero los taparrabos-delantal de la pintara la- mada «de los bueyes» del yacimiento de Jaltaren del Tassili de los ajjer? Ese fresco policromo los representa rojos o blancos. Ahora bien, hacia el afio 3500 antes de Cristo, esos antepasados de los peulhs tampoco conocian todavia el tejido. Las mujeres abandonaron el taparrabos por largas faldas hasta los tobillos. El proceso estaba en marcha... Pasemos a la estatuaria: la famosa Venus Calipige de Lespugue, del museo francés de antigitedades nacionales, lleva una curiosa vestimenta para ocultar el sexo, que exce- de bajo sus enormes nalgas. La alineacién de acanaladuras due lo determina ha llevado a pensar en una franja de hier- bas grucsas 0 de juncos, como en los angas de Nueva Gui nea. Pero ciertos especialistas se inclinan por tiras de piel. Ese mismo material cordado se encuentra en un taparrabos corto que rodea las caderas de una estatuilla de las prime- ras edades del bronce, del Museo Nacional de Copenha- ‘La tespenuosa decencia oa - gue. Mucho mas antiguas, por ser del palealitico, sartas de pequefias conchas cuyo montaje —sin duda de cuero— no | ha soportado las pruebas del tiempo, son todo lo que | queda de los taparrabos que salvaban el pudor de los es- | queletos hallados en la Cueva de los Nifios, en Grimaldi, © cerca de Menton. El taparrabos, naturalmente, ha sido de uso cotidiano | entre todos los pueblos neoliticos del Mediterraneo. Pero es en Creta donde tenemos que desembarcar. Como los compafieros de Eneas cuando recibieron la orden de los dioses de volver a Ja cuna de su raza, antiquam exquirite matrem... (Virgilio, Eneida, UL, 94 y siguientes). Creta, la vieja madre. Cnossos, cuna de una civilizacién que permitié a los griegos crear la que se ha convertido en Ja nuestra. Sin embargo, Creta no aparece en la prehistoria hasta los comienzos del neolitico. Segiin los documentos cronolégicamente més remotos, los cretenses hilaban y tejfan la lana. Pero en la época en la que todavia no existe documento alguno, esas gentes, caza- dores por excelencia, no tuvieron para vestirse otra cosa que pieles de animales. No lo olvidaron nunca, de forma que la famosa falda llamada «de colas» de las mujeres de Cogul, y cuyo patrén era universal en tiempos del mag- daleniense, todavia figura en las obras de arte egeo para la | representacién de escenas rituales. Y podemos preguntar- nos, porque el mundo de antafio parece casi tan pequefio como el de ahora, si las mujeres de Cogul, reagrupadas de © dos en dos en medio de una ronda de animales, no eran de hecho las sacerdotisas de un culto muy difundido en el ne- olitico, sobre todo cuando un toro semejante a los del pri- mer plano era divinizado en Creta, como ¢s sabido... jCuén reveladora puede ser la indumentaria, aunque sea primitiva (y sobre todo si es primitiva, es decir, antigua)!, | mostréndonos de ese modo hasta qué punto fue y sigue siendo tinica la memoria de Ia raza humana, indivisible y 68 Historia y moral del vestido, 1 apta para responder a todas las preguntas, siempre que se sepan hacer bien. En la Creta de las primeras edades, hombres y mujeres siguen yendo con el torso desnudo, por regla general, y tuna blusa como la de la famosa «Parisiense» no seré més {que tuna coqueteria més, un joyero destinado a valorizar el pecho. Pero todo el mundo continéa disimulando Ia zona de las caderas. De hecho, la desnudez.griega no aparecers sino con otra taza, en el IT milenio, El hombre ya no ocul- tard nada después de la invasién doria, esos indocuropeos guerreros de las estepas. El pudor de los prehelenos pasa: 14, como recuerdan Herodoto 0 Tucidides, por un prejui cio de bérbaros. En nuestro tiempo, nosotros diremos casi Jo contrario, Los minoicos conservaron, por tanto, de sus més remo- tos antepasados el principio bésico de su indumentaria, el taparrabos corto, tan practico. Cuando el taparrabos se alargue hasta formar una falda, vestido esencialmente fe menino (nunca se podré explicar bien esa evolucidn, que ademas ofrece ejemplos de excepciones asidticas), también seri Hevado por hombres como traje de ceremonia en los palacios o en los lugares sagrados. ‘Ya volveremos a esa feminizacién de las ropas de culto 0 simplemente de las ropas. Algunos ven en ella, incluso en Creta, los dltimos dias de un matriarcado que no puede ol- vidarse, y que sigue subsistiendo en los mensajes miticos. Exactamente igual que el schenti egipcio, cl taparrabos pequefio segufa siendo la vestimenta masculina habitual de la Antigitedad, y vemos que lo llevan tanto los trabajadores de los campos 0 los pescadores como los altos dignatarios © los principes. A pesar de su sencillez, es susceptible de diferentes cortes, sobre todo cuando se haga en tela, sea 6ta rigida o flexible. Incluso el taparrabos de cuero puede prestarse a variaciones creativas. A veces, da la vuelta a los muslos o incluso a las rodillas, auténtica falda corta; en La respetuosa decencia ro) otras ocasiones muy escotado sobre las caderas para alar- gar el muslo como los cortes actuales de los slips llamados brasilefios, cae en dos frontales. Lo vemos en muchas esta- tuillas, como la famosa figurilla decapitada de Petsofa. Muy arcaico, el taparrabos de cuero minoico se remata por detras en una punta que se alarga y se dobla con el uso, indudablemente el principio de la cola del animal. Lo vemos claramente en el famoso rbytan o vaso cénico de los boxeadores de Haghia Triada, verdadera tira comica, aun- que mejor seria decir que en vez de dibujada esté esculpida, de los juegos gimnicos de la época. Con el alargamiento en forma de falda, para las mujeres, igual que para los hom- bres tratindose de traje de ceremonia, no se olvida sin em- bargo el pequefio taparrabos ancestral que se lleva en forma de delantal, y también sobre los miriiaques femeninos. Po- demos hacemos una idea del lujo eventual del taparrabos corto por las pinturas murales de las tumbas egipcias. La rumba de Rekmara, en Tebas, por ejemplo, muestra unos portadores de tributos eretenses reconocibles por sus bu- clecitos en la parte superior del craneo, por encima de unos cabellos largos (los egipcios los llamaban el pueblo de Kefti y la Biblia el pueblo de Kaftor), utilizan soberbios taparra- bos abigarrados, bordados de galones de brocado, y corta- dos en forma de punta de la cintura a las rodillas. En todas las Cicladas se utiliza el taparrabos cretense, pero en el continente asidtico, lo mismo que en el Pelopo- reso, cuando éste sea influido por Asia y por los dorios, se cierra y se convierte en calzén o pantalén corto. Ahora di rfamos que se convierte en short. Una estatuilla encontrada en Kampos, Laconia, muestra esa transformacion: el tapa- rrabos, en realidad una banda sujeta a la cintura por la parte inferior de la espalda, pasa entre las piernas y se une delante, bajo el estémago. Més tarde, adoptaré su forma definitiva de calzén cuando se descubra el corte y la costu- ra, Esa vestimenta precedié a la tinica en Italia: serd el su- 70 Historia técnica y moral del vestido, 1 bligatum de ta colonizacién griega. Conservado durante mucho tiempo por campesinos y campesinas, perduraré durante la Edad Media, como lo demuestra la abundante iconografia de las miniaturas e iluminados. En todas las re- giones subtropicales, desde el Atlantico al Pacifico, el trapo enrollado sigue siendo el traje universal del subprole- tariado, marinos pescadores, campesinos, obreros... Al vol ver a su pais, arrojando a las ortigas el vestido de tres pie- zas de los jReconoce que se trata de picles mojadas! En caso de ham. bre extrema, los inuit se resignan a comerse sus ropas, antes de terminar pereciendo de frfo ® E] «patron mental» se emplea sin tomar la menor medi- da de la persona a quien esta destinado. Una simple ojeada Te basta a la virtuosa (jtodas las mujeres inuit son virtuo- sas!) que emplea un considerable niimero de pequefias pie- zas cortadas con precisién y perfectamente unidas entre si, en el sentido bueno del pelo, sentido calculado segiin el 88 Historia téenica y moral del vestido, 1 tipo de ropa proyectada, No hay que olvidar las pinzas, los bolsillos, los frances, que no pueden discernirse en el mo- mento del trabajo a no ser por la forma obtenida: estén tan bien hechos los empalmes de sentido del pelo... Ademés, incrustaciones de piel, de distintos colores, dan a la vesti- menta externa un toque personal que permite pensar mucho y bien sobre la creatividad y la habilidad de las ar- tesanas. Cubriendo la parte inferior de las tinicas de capu- cha (los anorak de tipo qulittag para hombres o amauti para mujeres, 0 kapatak y patsié en Groenlandia), lo mismo que los lados de los pantalones, los flecos de cuero fino no son un efecto tinicamente sino que, en cierto modo, sirven de canalones por donde se escurre la nieve derretida que se ha deslizado a lo largo de la picl. De igual modo no es gratuita la eleccién de una banda de piel de pelos muy largos (perro, zorro, lobo) bordeando Ja amplia y profunda capucha: también forma un doble es- pesor. El borde se presenta en sentido horizontal del pelo, como la parte inferior de las mangas o de las perneras del pautalén, para impedir que el cuero se enrolle, que el calor escape y que el frio penetre, Eso permite salvaguardar, to- davia més, la cara de las caidas de nieve, asi como juntar los cristales helados de la transpiracién o de la respiracién. La ttanspiracién, muy importante a la altura de la cabeza, puede ser mortal. Es el gran problema del Polo, porque con esa vestimenta se tiene mucho calor. Por eso, las costu- reras tienen mucho cuidado para que el anorak perfec- tamente cerrado pueda liberarse a través de una ranura, segiin las necesidades, Para una vestimenta doble se preci- san tres pieles de caribis ‘Mas célida aiin que el caribi, impermeable y de una so- lidez a toda prueba (cinco afios de uso), pero, ay, muy pe sada, la piel de oso se emplea en invierno para los pantalo- nes masculinos de pesca y, sobre todo, de caza, Basta con una piel. En efecto, la pesca consiste la mayoria de las La sorprendente técnica de las peleteras inuit 89 veces en cortar un agujero en el hielo (el agl) y en sentarse al lado, proviso de un harpén o de una red, sobre un mon tén de nieve, 0 con la tapa de hielo haciendo el papel de ta- burete, para esperar a veces durante horas a que cl mamife- ro marino esperado salga a respirar 0 que el pez muerda el cebo puesto en un anzuelo. Esa espera es muy perjudicial para los traseros mal acondicionados. La piel de oso tam- bien sirve para los trajes enteros de caza de las grandes expediciones en la regiGn de Thule. Para los veranos lfuviosos, confeccionan ropas menos cilidas pero absolutamente impermeables, de picl de foca, depilada o sin depilar. Se necesitan tres pieles. Hasta el siglo pasado, cuando se instalaron entre el Labrador y el océano Pacifico las sucursales de la Compatiia de la bahia de Hudson, los inuit llevaban, cuando habia chaparrones, impermeables... transparentes, mucho més elegantes que Jas capas de lona aceitada que a partir de entonces empeza- ron a vender los tratantes. Se trataba de intestinos delgados de foca, de morsa 0 de otario, partidos en dos, secos y esti- rados, hasta formar bandas de fino pergamino que luego se unian. El mismo material ha sustituido a los cristales en las ventanas de las chozas, Las botas, kami, siempre de espesor doble, estin for- madas por la reunién de diversas pieles escogidas para res: ponder a diferentes tensiones y desgastes en cada punto preciso. La cafia utiliza caribti (de pelos largos en invierno, de pelos cortos en verano), oso 0 foca, depilada o sin depi- Jar. Las suelas superpuestas deben su solidez y su im- permeabilidad a la piel de foca barbuda. La suela exterior, gue sube hasta el empeine al modo de los mocasines, est formada por piel cuyos pelos van en sentido inverso de la marcha para asegurar un mejor afianzamiento en el suelo. La suela interior aprovecha los dos sentidos del pelo: de la planta del pie hacia los dedos, de la planta del pie hacia cl talén. Para conseguir clasticidad y aislamiento, encierran, 70 Historia técnica y moral de vestido, 1 en forma de bocadillo, un acolchamiento de hierbas secas pacientemente recogidas durante el verano. La costura de las pieles Esto nos lleva a hablar de costura. Una costura de las pieles, «cuya perfeccién nunca ha sido igualada en los ana les de los trabajos de aguja», dice Betty Issenman, admira dora y experta. Por ejemplo, para las botas, el punto ade- cuado absolutamente impermeable, Hamado ilujjinik, significa poco mas 0 menos «a ciegas». En cuanto pueden manejar la aguja, las nifias se entrenan en esta tarea. De la perfeccién del trabajo depende la suerte de quien se las calce. La menor infiltracién de agua basta para que, en pocos minutos, su portador se encuentre con los pies y las piernas irremediablemente congelados. Para el cazador que se aleja supone la muerte en breve tiempo. El ilujiinik reine dos pieles en un solo movimiento de aguja y de «hilo». Pero jqué movimiento! En primer lugar, se traspasa la primera piel, luego, unos milimetcos mas ade- ante, la segunda, Se repite la operacién de forma que cada agujero quede obturado (cegado) por el cuero intacto que se le pone enfrente, en una imbricacién mintiscula y alter- nativa, Podemos hacernos una idea del virtuosismo de las cjecutantes teniendo en cuenta que las perforaciones sélo afectan a la mitad del grosor del cuero, Ni més ni menos, Como «hilo» se utilizan tendones secos de caribi, de foca, de oso, de narval, procedentes de los mtisculos dorsa- les. O también fibras de eséfago de gaviota. Esos tendones © esas fibras, después de haber sido machacados durante mucho tiempo, son deshilados por las ancianas, que de este modo se vuelven tities hasta que sus ojos las engafian. El hilo industrial, de algod6n o de fibras sintéticas, oftecido por las tiendas, no puede servir de nada en este trabajo de La sorprendente téenica de las peleteras inuit 1 piel o de cuero, porque lacera las pieles a las que su mate- ria diferente no se integra. Mientras que la fibra animal tra dicional se hincha con la humedad eventual y se vuelve pe sgajosa, Lo que hace a las costuras més estancas todavia en caso necesario. Como cuenta Paul-Emile Victor, aunque todos Jos cazadores van siempre provistos de un «estuche» de costura, las mujeres participan en las expediciones de larga duracién, provistas de todo su material a fin de pro ceder, llegado el caso, a reparaciones realmente eficaces. El hilo de las tiendas sirve, en la actualidad, para el tejido que, todo hay que decirlo, va ganando importancia en la vesti- menta Ilevada en verano por los modernistas, 0 dentro de Ja «casa». Antiguamente, las gentes iban y venfan senci- lamente vestidas con un pantal6n, un taparrabos de piel 0 una prenda para ocultar el sexo. La aguja metdlica ofrecida por las tiendas de los «grandes centros» sustituye definiti vamente a la ancestral aguja de hueso. De una finura extre: ma, el mindisculo ojo no compromete las imperceptibles perforaciones de una costura tan regular como la de una En qué consiste esa vestimenta toda de piel ejecutada de forma tan admirable? Ademés de la gran ténica de fal- dones con flecos, de ese anorak con capucha, gulittag mas- culino 0 amauti femenino que se pasa por la cabeza y se ajusta alrededor del cuello, hombres y mujeres levan el garliik, pantalén que también es de doble espesor, pero cuya parte interior, simple a la altura de la pantorrilla, se mete dentro de las botas bajo los altos calcetines de piel de verano. El pantalén de la parte superior, con dobladillo de cuero protector, ¢s lo suficientemente corto para adaptarse a la bota a mitad de la pantorrilla y no cargarse de nieve blanda, No olvidemos, por iltimo, los pulazat, amplias ma- noplas que recubren unos guantes de piel de verano 0 de piel de eider velloso tan perfectos como los de Millau. Tampoco esta prohibido proteger las botas con marnguag, 92 Historia eéenica y moral del vestido, 1 especie de zapatos bajos parecidos a nuestros snow-boots La mujer inuk no lleva por regla general més que un panta- én de espesor simple sobre sus braguitas, pero su anorak, iperdén!, su amauti esta provisto de un bolsillo interior, el amaut, desde la nuca hasta los rifiones, suficientemente amplio para contener al bebé inuik, colgado dentro de ese hhueco como una rana, muy caliente desde que nace, com- pletamente desnudo contra la espalda de su madre; le sirve de manta una piel de verano, Para limpiarla, se expone la prenda al frio y se agita para librarla de las suciedades ya congeladas. Facil, gno? El bebé inuk esta feliz y puede verse su cerita mofletuda surgir a derecha o izquierda del hombro materno, Cuando tiene hambre, le basta con esti rar el brazo para chupar del seno matemo, desde el mo mento en que sabe hacerlo... El sentido del pelo de la piel interior ~de caribi o de licbre- es descendente para no invitar su tierna piel. Siel corte general de esa vestimenta se remonta a las ca- lendas hiperbéreas, algunos detalles identifican a los gra- pos. También puede intervenir en el corte la moda, pero sigue siendo inmutable el principio, desde Siberia a Groen- landia, salvo en un punto: los siberianos no tienen forzosa mente capucha pegada al anorak, sino un cuello alto y una toca que se adentra por la espalda y el pecho. De este modo, los motivos decorativos, todos ellos estili- zados y simbélicos, escogidos con obstinacién en el patti: monio universal, son una mina de materia de reflexién para los etnélogos, Comparando los motivos entre sf 0 con aquellos que adornan otros artefactos, 0 bien des- componiéndolos como si fuéramos a analizar un Ienguaje codificado, los expertos se dedican a investigar las etapas del poblamiento boreal. Por ejemplo, sobre un amauti de Ja desembocadura del Chesterfield, al noreste de la bahia de Hudson, se puede admirar una especie de mandala que decora la parte delantera de la capucha, hecho de cuatro La sorprendente téenica de las peleveras inuit 3 corazones puestos sobre un corazén aislado. Eso reprodu- ce exactamente el tatuaje de una momia congelada hace 1600 afios, encontrada en la isla de San Lorenzo, en el es- trecho de Bering. Y otras coincidencias, aunque de técni- cas demasiado particulares para ser localmente esponténe as, hacen pensar cada vez con més insistencia que el origen de los inuit-esquimales no seria siquiera el extremo este si- beriano, sino mucho mis al este, en las orillas del océano Arico, entre los samoyedos de la peninsula de Talmir: se trata de un trabajo de «bordado», en realidad patchworks de minisculos trozos de cuero muy fino recortados y pega- dos con un cuchillo especial, coloreados con hollin (negro), con corteza de madera de deriva (rojo) 0 con li- quen (verde pardo). Se montan en bandas de cuero negro que se aplican sobre la piel. Estas obras maestras de los groenlandeses no existen en ninguna parte salvo entre los samoyedos. ‘Otros trabajos pueden ser también «marqueterias» en camafeos de pieles diversas, bordados de tiras de cuero muy finas tefiidas como lo esta el amanéi de Chesterfield Inlet. O perlas de vidrio, de cerémica 0 de hueso que en- traron en las costumbres desde los primeros exploradores que las prodigaban, como es habitual, durante los primeros contactos con los buenos salvajes. También sera ésa la irri- soria moneda de cambio para pagar las picles preciosas. Los groenlandeses, muy mimados desde hace poco por los, daneses, considerablemente han adomado de esta forma su vestimenta dominguera. De los domingos de verano. Las botas altas y blancas de piel vuelta y los calzones ajustados estan provistos de puntillas bordadas con perlas y aplica- ciones de verdaderos confetis de piel tefiida en distintos colores muy vivos. Convertidas en la practica en el princi- pal accesorio de un traje nacional que esta fijindose (inte- resante en nuestros tiempos moderos), unas capas cortas de piel flexible (jay, cada vez domina mas el tejido!) pre- 94 Historia técnica y moral del vestido, 1 sentan un increible mosaico de perlas de las que estén muy orgullosas las chicas ‘Dejando a un lado esas excepciones elegantes, el traje tradicional, casi siempre adornado, aunque lo esté de forma modesta, obedece por el corte a imperativos preci- sos que derivan de esos patrones que tienen «en la cabe- za»: estan previstos la espalda de los anorak masculinos, los gzlittag, més largos que la parte delantera, de forma que cl cazador, al agacharse durante la tempestad o al acu- rrucarse al borde de los agujeros de hielo no sienta ningu- na molestia ni corra riesgo de desgarrones. Las mangas muy amplias permitiran el juego de los brazos al lanza la caiia o blandir el harpén. Asimismo, las principales costu- ras de montaje no deben soportar directamente las tensio- nes, y estan desplazadas en relaci6n a la silueta, principio que en la actualidad constituye la especificidad... ;de los célebres sastzes Chanel! Los hombros estin cubiertos por tun canesti raglan encajado y ahi se montan las mangas, arti- culadas por una sobaquera desde la parte inferior del brazo. Anima Més sorprendente, si todavia queda algo que pueda sorprendernos, es la utilizacién de las diversas partes de la peleteria segiin la légica misma de la naturaleza. Para las costureras inuit, esa afectacién resulta lo més légico. Como explica Betty Issenman, manipulando respetuosamente las reliquias del museo MacCord de Montreal: la parte eldstica de la piel del caribi, cogida de los hombros del animal, no puede encontrar mejor sitio que los hombros del traje del ser humano. Las patas delanteras se convierten en mano- plas, las patas traseras en botas, y asi sucesivamente is, en esa identificacién respetuosa con el animal La sorprendente téenica de las peleteras inuit % que ha dado su vida para que el ser humano sobreviva, hay una toma de posesién, una transferencia de personalidad. Esa transferencia forma parte, en todo el mundo, del sim: bolismo que determina la cleccién de las pieles que se lle van. Volveremos sobre ese punto. Pero aqui, en el Polo, nos encontramos ante un fendmeno mucho mas complejo. 'Y es que cada criatura viva no pose una sola alma, sino una multitud de pequefias almas especializadas. En el mo- mento en que el ser humano se pone el vellén del animal, reconstruido a sus medidas precisas, se inviste, trozo de piel por trozo de piel, de los poderes particulares que estén uunidos a ese vellén. Mas que una resticucién de las aptitu- des fisicas de cada parte del pelaje, se opera una multitud de transferencias magicas sobre él, y por tanto en él, de todas las pequefias almas del animal Un animal matado no es un animal completamente muerto, cree también la poblacién artica, porque a las almas no se las puede matar. Y si el pecho del caribii (cuan- do se trata de una vestimenta de caribii) se inscribe sobre la parte delantera de Ia prenda, es decir sobre y en el pecho de quien la lleva (en particular entze los coppers, esquimales del cobre en el extremo norte canadiense), incrustacién que no puede ser identificada por el ojo de una persona no ini- ciada, porque esta perdida en medio de otros dibujos deco- rativos, es porque, como dice también Betty Issenman, en ese pelaje claro «datia el gran corazén del animal». Con fre cuencia se adoman las capuchas con oreja de caribui, para que la finura de su ofdo esté, en adelante, al servicio del ca- zador y le permita comprender de forma instanténea el len- guaje de la naturaleza. Sea en el plano técnico, sea en el plano espiritual, hay que ver en esa vestimenta perfecta no sélo una «estructura en tres dimensiones», sino también una toma de habito en cuatro dimensiones. Vestimenta re- novada, en principio, todos los afios, porque, lo mismo que las pieles, as magias también se desgastan y se deterioran 96 Historia técnica y moral del vestido, 1 De la misma forma que se dan las gracias, con mucha se- tiedad, a todo animal en el momento en que es abatido, no deja de manifestarse una gran consideracién hacia aquellos cuya librea se ha tomado de ahi el gran cuidado que tienen con la vestimenta y las decoraciones evocadas en el instante que lo honran. También tiene que ver, desde luego, con Ja comodidad y la seguridad del portador, asf como con la economia, Pero esas razones completamente materiales no empafian para nada el estado de comunién permanente con la naturaleza. Es mas, como el animal sin el que se mo- rita de feio y de hambre, cl ser humano es una parte de la naturaleza y es corresponsable de su funcionamiento. De un solo desorden de su parte, por ejemplo el no-respeto all reparto de las partes de piel en las vestimentas, o 1a no-ob- servancia de los rituales relativos a los reiterados mitos de la creacion, es decir, de la vida corriente, a los tabiies, al ceremonial de la caza 0 de la pesca, de una sola falta, decia- mos, nacen los grandes desdrdenes. Las grandes infraccio- nes contra la naturaleza pueden provocar molestias perso- nales cuyas consecuencias pueden ser graves para cl entorno. «El esquimal vive con terror a equivocarse, a co- meter una falta susceptible de interferir en la naturaleza de las cosas»? Historia de la piel (1) De los siglos remotos a la Edad Media Nadie puede decir a partir de qué momento exacto de la historia de la humanidad a alguien se le ocurtié Ia idea de cubrisse con una piel de animal y por qué. {Trofeo glo rioso de caza? Parece lo légico, y ya volveremos a hablar de ello. . Luego vino otra guerra, la de 1939-1945: Leipzig, relevo en la Alemania del Este, mutié para la piel, mientras que Nueva York, Toronto y Montreal deben su buena prosperi- dad a ese artesanado constituido al 100% casi por asquena- cis, que en su mayorfa habjan logrado huir del infierno nazi antes de las hostilidades. Se les unieron los supervivientes, y en Ja actualidad los imitan judios pied-noirs, menos pelete- ros que confeccionadores, pero igual de dinémicos. jadizas o las espadas, constituye una parte del traje de gue- rra, gNo es el cuero el origen de la coraza, hecha durante mucho tiempo con ese material? El fara6n recubre la suya con escamas de hueso o de metal, procedimiento que se extender a todos y durard milenios. Los soldados del Im- 116 Historia técnica y moral del vestido, 1 perio Medio ponian sobre su taparrabos un delantal de cuero de cinturén alto, que protegfa la cintura y el bajo vientre, mientras que los oficiales se beneficiaban de una especie de largo chaleco de cuero puesto sobre Ia tiinica, tal vez al modo de los hicsos, invasores némadas proce- dentes del Este hacia el afio 1.700 antes de Cristo y que también dieron 2 conocer los caballos en las orillas del Nilo, Tgual que los egipcios, los griegos de las ciudades no hi- cieron gran uso de las pieles y del cuero, poco agradables cn esos climas, y a los que ademas unian una connotacién de arcaismo, de rusticidad, incluso de barbarie (en el senti- do de extranjero). Arcaicos eran también los héroes de la Iliada y de la Oat- sea. Homero aplica el calificativo de aqueos a todos los griegos que acuden a sitiar Troya, pero sélo puede conside- rarse tales @ los descendientes de los guerreros-pastores que habfan huido de la estepa al noroeste del mar Negro, asola- da por Iluvias diluvianas @ principios del 1 milenio antes de nuestra era, para ascntarse en la Grecia continental Tesalia, Peloponeso (civilizacién micénica). En el momento del ase- dio de Troya, de 1193 a 1184 antes de Cristo, el poeta des- cribe a los jefes «aqueos» levando encima de su tinica, al modo de los antepasados, pieles de bestias selectas para simbolizar su rango: Agamenén lleva una piel de leén, su hermano Menelao una piel de pantera... Hay que ver en ese texto inmenso (en todos los sentidos de la palabra) una do- cumentaci6n insustituible pero también, al mismo tiempo, mucha poesia, muchos simbolos y estereotipos. Asi, Laer- tes, padre de Ulises, sélo tiene por corona un gorro de cabra, dando testimonio con ello de que es més un gran g: nadero que un pequefio monarca. Los pastores, de Itaca, de Arcadia o de otras partes, como el ciclo de Polifemo, llevan, en la realidad y a través de la iconogratia, una piel de esos corderos cuya guarda les esta encomendada. Historia de la pie! (D a7 Simbélicos son también los trajes de teatro, que sefialan alos esclavos mediante una chaqueta de cuero andloga a la de los oficiales egipcios, y procedente del confin remoto del Asia anterior. 2No son los esclavos, en su mayoria, cau- tivos extranjeros y bérbaros? us Historia téenica y moral del vestido, 1 EL VELLOCINO DE ORO Frixo y Hele eran hijos del primer lecho de un rey beo- cio llamado Atamante. Perseguidos por la vindicta de su ‘madrastca Ino, se salvaron cabalgando sobre un carnero mi- lagroso que los llevé hacia Oriente, Por desgracia, la peque- fia Helé cayé al mar cuando franquearon ese estrecho entre Europa y Asia que nosotros llamamos Dardanelos, pero ue la Antigiiedad denominé Helesponto en recuerdo de la pobre nifia. Llegado sano y salvo a Gélquide, en el extremo del Ponto Euxino (el mar Negro), al pie del Céucaso, Frixo sacrificé el carnero a Zeus y colgé el vellocino que era de coro de una rama de Arbol de un bosque sagrado guardado por el Dragén que nunca dorméa. ‘Més tarde, ese tesoro fue robado por los Argonautas, marineros de un navio, el Argo, capitaneado por el héroe Jas6n, que buscaba proezas que pudieran servie a su gloria, En lugar de vencer al monstruo en un combate heroico para conseguir el trofeo, Jasén escogié la solucién més fécil y no hizo otra cosa que adormecer al animal mediante un filtro preparado por la maga Medea, de la que estaba ena- ‘morado. De este modo, robs, pero no conquist6, el tesoro, contrariamente a lo que la ética de su personaje exigia, Este mito tiene al menos dos significados. E] Vellocino de Oto simboliza poéticamente las riquezas efectivas en las minas de Oro de la regiSn de Célquide, situada muy al este de Grecia, en un mas all fabuloso donde el sol se alza. (Se considera al camero como un animal solar por excelencia, sobre todo porque era de oro). Por otro lado, el Vellocino de Oro representa la vetdad (oro) y la pureza (vellocino), se legitimo derecho del que en el pasado podia prevalerse Friso, La biisqueda (en este caso del Vellocino de Oro) es el destino comiin de todos los héroes (aqui Jasén). Pero el fin no justfica todos los medios. Jasén nunca serd otra cosa que un hombre: después de haber neutralizado (jque no vencido!) al dragén, la gloria y el provecho usurpades que | | Historia de la piel (0) 19 sacar de ese hecho deberin ser pagados al precio de su alma, La sangre que no hizo correr seré compensada por la desu linaje El vellocino robado de forma cobarde, con desprecio de la prohibicién, pierde todo su sentido de pureza solar y espititual. El acto vil de Jasén también lo envilece. En iltima instancia, Jas6n se perderd, tras haber vendido su ‘cuetpo y su alma a la encantadora, Su misién, la busqueda, se convertiré en una sumisién a lo infernal, Medea llegar a matar luego a sus propios hijos. Las cosas deben cumplirse. El vellocino del carnero solar, simbolo sin embargo de la fecundidad triunfante, sélo se ha vuelto una piel de cordero, Ese animal castrado es la imagen de la necedad y dela subordinacién, Las pieles de los bérbaros La palabra griega barbaroi fue, en origen, una ono- matopeya (bar bar bar) que imitaba el lenguaje incom- premsible de los pueblos orientales. Arquetipos de los bar- baros, los escitas originarios de las mesetas montafiosas de la region oriental del mar Caspio, entre el mat de Aral y el mar Negro, se lanzaron por todas partes, en el siglo VI an- tes de nuestra era, sobre el Asia Mayor y Anterior, sobre las estepas de la Rusia meridional, la cuenca del Volga, sobre las ricas tierras que terminaron siendo Ucrania, Ru- ‘mania... Su cultura, que offecta una mezcla sorprendente de cos- tumbres salvajes * y de realizaciones artisticas y artesanales refinadas, fasciné doscientos afios mas tarde a Herodoto, igual que lo habia hecho Egipto. Para realizar sus investi- gaciones fue a la colonia-ciudad milesia de Olbia, en la de- sembocadura del Dniéper, importante centro de intercam- bios comerciales entre los griegos y los pueblos de las estepas, algunos de cuyos representantes, instalados en ese 120 Historia técnica y moral del vestido, 1 momento en los meandros del Dniéper, se habian converti- do en présperos agricultores-ganaderos. Las pieles de lobo y de zorro que en invierno se ponian las tribus asentadas mas al este (los lamados «escitas re- gios»), encima de una vestimenta confeccionada a la medi- da del cuerpo y provista de mangas montadas ~por prime- ra vez en Ie historia, esas pieles de lobo hicieron decir al erudito griego, fiandose de rumores consignados con toda escrupulosidad (hablillas, akoé, precisa Herodoto), que esos escitas, nuros 0 neurinos, se trocaban en lobo una ve al afto y que, pasados unos dias, recuperaban su forma ha bitual. Es la primera mencién en los anales a los licantro- pos 0 lubicanes a los que tanto miedo tendra la Edad Media. Cierto que las hordas que se lanzaron sobre Euro- pa, en el momento y después de la caida del Imperio roms no, parientes préximos de los escitas, «regios» o no, vesti- das del mismo modo que los de Herodoto, dejaron imagenes terrorificas en la memoria colectiva. Pero la més espantosa de las indumentarias, aquella en Ja que se envolvian los guerreros més fietos, no volver a ser imitada, por suerte, en la posteridad... Imaginense.. ‘mantos 0 mas bien capas hechas de una piel de pelos extra ordinariamente largos, mucho més largos que los de las pieles de cabras de angora, con los que, al decir de Hero- doto, se visten los caspios, mucho més largos y mucho menos finos. Negros, lisos y brillantes cuando su propieta- rio no se sonaba en ellos 0 no se limpiaba las manos llenas de la grasa de aquellos asados que comian sin bajarse si- quiera de la silla de montar. Habéis adivinado: se trataba no de peleterias animales, sino de cabelleras de enemigos, © mas bien de cueros cabelludos reunidos en vestimentas hortibles. Cierto que una de las guardianas del infiemo nazi de Bergen-Belsen mandaba confeccionar la marroqui- neria de despacho con las pieles tatuadas de sus victimas. Pero oigamos a Herodoto hablar de esas gentes que atin Historia de la piel (1) 11 no pretendian llamarse civilizadas: «El soldado escita rasca el cuero cabelludo de su came, y, tras haberlo ablandado frotindolo en sus manos, hace con él una especie de servi- lleta, El escita esta orgulloso de esos pelos y los cuelga de su cintura; cuantos més puede exhibir un hombre, mas goza de la estimacién de los suyos. Muchos de ellos se hacen mantos cosiendo una gran cantidad de cabelleras juntas, Tales son las costumbres escitas en cuanto a las ca- belleras.» No nos ha quedado de esos mantos abomninables ningéin otro testimonio, pero no puede ponerse en duda la buena fe del historiador de Halicarnaso ?! En 1929 y en 1945, en el kurgdn de los montes Altai, entre Siberia y Mongolia, se encontraron, en cémaras fune- rarias en el interior de timulos, cuerpos apresados entre el hielo acumulado con el transcurso de los tiempos. Estaban desnudos y habian sido embalsamados en el siglo 1V antes de nuestra era . Lo que quedaba del mobiliario y de los adornos que habia escapado a los saqueos, puso de mani- fiesto, una vez colocado sobre los eadaveres, un guardarro pa bastante completo de gentes que formaban parte del gran pueblo de los escitas. Aungue deploremos la desaparicién de esas extraordi narias joyas y objetos de oro que tanto los enloquecian, de bemos alegrarnos, para nuestro propésito, de la calidad del ajuar, que da una idea muy precisa de la vestimenta de la ido, a no set una camisa masculina de tela amo (jel céfiamo era muy apreciado para diversos usos, como més adelante veremos!) y otra en tela de lana. Para ambos sexos, caftanes de piel de camello guamecida con aplicaciones de cuero, que se ponian sobre tinicas de fino fieltro bordado, largos calcetines de fieltro negro 0 blanco reforzados por una espesa suela, también de fieltro, como los gorros-capirote altos y puntiagudos, Sin embargo, una de las mujeres llevaba boas de leopar- 12 Historia técnica y moral del vestido, 1 do, botas de gala porque llevan Ia suela bordada de perlas. Unos cofines de silla en fieltro bordado guarnecido de apli- caciones y rellenos de pelos de ciervo estaban junto a unos morrales de cuero decorado y a unas piezas de seda (cha- les) procedentes de China, de donde venian a cambio de pieles de leopard, de zorto, de cibelina, destinadas a fo- rrar la vestimenta de invierno de los altos personajes del Imperio del Medio. En las tumbas también habia paneles de cuero o de fiel- tro destinados al montaje de una tienda de hachis alrede- dor de orzas llenas de semillas de céfiamo. Esta prictica de Ja droga, que se arrastraba hasta la tumba, era para olvidar Jo larga y fria que es la etemidad, y no habia asombrado a Herodoto, que dio testimonio del vicio nacional con esta hermosa frase: «El cafiamo arde y los escitas, extasiados, aiillan de alegria.» El movimiento migratorio que, en el siglo vit antes de muestra era, empujé a los escitas seguidos por los sarma- tas® a una espiral de invasiones que barrieron los amplios lettitorios que rodean el mar Negro, tenia por origen la sa: cudida de los su anual caperuza de otofio. ¥ como el poder se ex- presa mediante la magnificencia, el tocado del rey requicre 98 vientres del vero mas fino, el del duque 84, el del arzo- bispo 60, los demds tendriin derecho a 24 pieles, cada vez ‘mis ordinarias, hasta la ardilla, para el primero que llega. 44 Historia técnica y moral dl vestido, 1 Cincuenta afios més tarde, Carlos VI, antes de enloque- cer del todo, encargard de golpe 450 caperuzas destinadas a su hermano y a él mismo, y todo esto para dieciocho meses de uso. En las cuentas de los palacios principescos, 0 en las memorias de los peleteros aparecen de esta forma bi- baros (castores) para los sombreros, que tenfan un valor de 3 gramos de oro la pieza, Nada indica si se trata de fieltro 0 de piel, Si el soberbio y gran sombrero flamenco del mer- cader-banqueto Arnolfini parece ser de fieltro, no hay que olvidar que su profesién requeria discrecién y economia. Muchos principes utilizaban el fieltro como forro de su piel. La sombrererfa de castor se puso ahi en marcha por una ruta que, un dia, a llevaré directamente a América Historia de la piel _) 45 EL DOBLE SISTEMA DE LA LIBREA El origen de los escudos ~o armas~ se remonta a media- dos del siglo x11. Empleado, junto con el grito, como un medio de reunién durante los combates, una sefial material, el vexillum bellicum, andlogo a las ensefias romanas, era blandido por encima de las refriegas por un varlet (valer, criado) que no se apartaba de su sefior siempre que podia. | Esa sefial de madera terminé convirtiéndose en una pieza | de tela més ligera, la bandera, que presentaba un simbolo, color imagen, propio de cada soberano, para identificarle y reunir a su alrededor a sus vasallos -su ban- durante 0 después de los combates. Esos simbolos, los escudos de armas, pronto quedaron fijados y se convirtieron en hezedi- tatios bajo control del rey; decidieron colocarlos de forma muy visible en la cota de armas y sobre todo en el escudo, para hacer saber que uno queria ser reconocido pese a la ‘ocultacién del rostro por el casco, y que, en una batalla, no se temia atraer sobre silos esfuerz0s del enemigo. El escu- do, del griego scutos (cuero), comportaba un marco de ma- dera con el formato de la piel que lo recubria, habiendo conservado esa forma tradicional en la heréldida, ciencia y prictica de los escudos de armas. Los colores de los escudos de armas (metales y esmaltes) y sus ornamentaciones fueron bordados o aplicados luego sobre las oriflamas, las colgaduras de los pabellones de | ‘campamento y, més tarde, de los castillos. Para la parada, se hacian preceder por heraldos de armas, de valets, de escu- eros 6 de pajes vestidos con uniformes y blandiendo ban- dleras, todos ellos con las armas y los colores de su sefior en | los escudos. | ‘También se Hevaba un pafiuelo cuyo color sefialaba de qué provincia era tributario, soberano o vasallo su porta- dos. Asi, para Francia, Flandes se identificaba por el verde oscuro, Borgofia por el rojo (!), Bretafia por el negro y blanco... La nobleza de Paris y de sus alrededores, que de- pendia directamente del rey, solia tener por lo general el azul en sus pafiuelos y en su indumentaria: azul, el color del rey. (En nuestros dias, los equipos de fitbol no han inven- M46 Historia téenica y moral del vestido, 1 tado nada: jadelante los verdes! Ni tampoco los propieta- tios de caballos de carrera que identifican a los jockeys por los colores de su casaca, costumbre que se remonta a los tomeos.) «Muy pronto cada sefior quiso tener sus colores perso- rales; y entonees ya no fueron los principes los que tenfan cl suyo y levaban trajes blasonados; cada sefior se dedic6 a engalanar a todas las gentes de su casa con los adomos de su blas6n, se hicieron telas a prop6sito para ese tipo de in- dumentaria, las libreas. Durante el reinado de Carlos V, también se engalanaron los trajes con todos los adornos del cescudo, Bajo el reinado de Carlos VI se cre6 el habit mi-par- tie, es decir, el traje con una mitad de un color y la otra mitad de otro, cortados perpendicularmente. Un “periédi- cco" de esa época (Journal de Paris sous Charles VI et Charles VID) cuenta que, el 17 de octubre de 1409, el sire Jean de Montaigne fue Ievado del Petit-Chitelet a Les Halles vesti- do con su propia librea, es decis, una hopalanda mitad roja y mitad blanca, la caperuza de los mismos colores, una calza roja y otra blanca, etc.» «Durante el reinado de Luis XIV, las libreas, que habian crefdo mejorar, perdieron su sello original y significativo; si {guicron eligiéndose los colores para el trae de los del bla- 6a, pero en ver de copiar, bordar y representar del mejor modo posible los escudos de armas, e contentaron con ves- tir a los servidores uniformemente de azul, de rojo, de ama- rillo, etc., de la cabeza a los pies, bordeando los trajes con un amplio galén de oro o de plata o de otro color; a veces también se hicieron las diferentes partes del traje de colores diversos, siempre sacados del blasén del sefior, pero no hhabfa reglas invariables para componer las libreas de ese tiempo. Hasta la Revolucidn, es decir en 1795, las libreas continuaron siendo poco mas o menos lo que habian sido durante el reinado del Gran Rey, pero ese acontecimiento tan funesto para la nobleza las hizo desaparecer al mismo tiempo que los titulos v los blasones.» Habia que sepetislo. Pero también hay que decir que, desde al siglo xitt, los blasones pudieron ser adoptados por los eclesidsticos, los burgueses, las ciudades, las asociaciones Historia de le piel (1) a7 ¥ las corporaciones. Pongamos como ejemplo el blasén de los notatios de Florencia, ;que representaba una piel de vero! El chaleco de los ayudas de cémara, de los grandes hote- les de viajeros o de los conservadores hoteles particulares, por ejemplo, recuerda en su rayadillo -tradicionales desde que Napoleén y la Restauracién hicieron retornar «los titu- Ios y los blasones>—lo que constituyé uno de los elementos més frecuentes de los llamados blasones champ pallé, ban- das verticales de varios colores. En las antiguas libreas de armas, bajo Luis XIV, no habfa chaleco, al menos, no se vefa: la casaca y més tarde el traje iban adornados en el pecho con colores y piezas del escudo. El chaleco del ayuda de cémara se volvi6 por si solo un eseudo pallé, incluso si con ello no se quiere decir nada. Pero los botones y ador- 1203, muy importantes, en el pasado y también ahora en las casas soberanas, reproducen de manera mis o menos com- ppleta los escudos de la familia para la que trabaja el porta- dor de librea. . | ‘Todos los uniformes civiles y moderos proceden de la librea, en particular los que concicrnen a funciones de vigi- lancia: ordenanzas, porteros, guardas de caza, guardas rura- les, guardianes de cércel, vigilantes, ujieres de tribunales, bomberos, revisores, jefes de estacién, aduaneros, etc. Tam- ppoco dejan de tener esos uniformes las bandas de trompe- tas y fanfarras: se tata de la eminiscencia de la condicién de servidores de los misicos de otro tiempo, que tanto hizo suftir 2 Mozart. Sobre los botones de metal (como sobre el bordado de cuello) figura el simbolo de las aministraciones: RF, llaves, hojas de laurel o de roble, matanza de ciervo, trompeta para los carteros suizos, lira, granada explosiva, etc. Hay botones de ese tipo en los atuendos militares. Ade- ‘mis, es0s unitormes-librea civles estin cortados desde hace ‘més de cien afos por el modelo militar siendo, por regla ge- neral, azul marino. En cambio, las libreas del personal masculino que figu- ran en la etiqueta de las recepciones oficiales o privadas as importantes han conservado el recuerdo de los tiempos de Luis XIV, piadosas evocaciones de esos tiltimos y verda- detos tiempos aristocriticos, ante del «acontecimiento tan funesto»: calzén ajustado a la francesa, medias blancas y 28- 148 Historia téenica y moral del vestido, 1 patos de hebilla, casaca o traje galonado y guarnecido de hermosos botones de metal historiados. También se lleva peluca cuando se requiere mucha elegancia. ‘Cuando empezé el uso de la librea doméstica (doméstica ‘en sentido noble: vinculado a la domus, casa, y al dovainus, jefe de la casa) no existia la nocién de trajes especiales pro- fesionales, si dejamos a un lado las pesadas togas de la universidad y de los clérigos (por regla general los segun’ dos profesaban en la primera) -togas que no se dis- tinguieron realmente salvo en el acortamiento del traje masculino, mas bien mal visto por los directores de con- ciencia-, y los delantales de proteccién de Jona (un gran trapo rodeando el vientre) o de cuero (sobre todo para los oficios de fuego: herreros, carreteros, vidrieros, ceramis- tas...) sobre las ropas mas sencillas, mas practicas y ms ordinatias De hecho, la librea medieval, en el sentido en que se en- tender entre los siglos XIV y XV, designaré dos conceptos: las indumentarias habituales del entorno, y el sistema de su distribucién que da lugar @ los principales aderezos necesa- tios pata las fabricaciones (tela, seda y pieles entonces muy importantes en cantidad y sobre todo en valor proporcio- nal). Los trajes de la vida corriente o excepcional, que de- bian ponerse para el servicio o para hacer de figuracién al lado de los jefes de las grandes familias, de las casas, forma- ban parte por tanto de los signos externos de riqueza o de honor de las citadas casas, y eran proporcionados por su administracién, por su intendencia: la vajlla. El gasto no era descontado de los emolumentos o adelantado por los no-asalariados honrados de esa forma, lo mismo que se hace en nuestros tiempos menesterosos, porque la palabra librea, librata, significa liberalidad. Peto cuando el uso se extendié hacia aquellos a quienes se debja un reconoci- miento o una cantidad a cuenta sobre el precio moral de su fidelidad pasada, presente y furura, la librea puede enten- derse como la liberacién material de una deuda moral. Gracias a Baudrillard sabemos cual es el poder del don, que siempre aliena a quien lo recibe. Este tiltimo contrae una obligacién. Se convierte en un obligado. Le librea per- mitia a la casa asegurarse, mediante la periodicidad de sus | Historia de la piel (1) 149, distribuciones, la subordinacién renovada de los gratifica- dos, que participaban luego, mediante la exhibicién de sus trajes (oh, relaciones pablicas!) en la representacién de la sloria y del buen funcionamiento del grupo. que la que se haga con una picl de oso. Esos pelos desaparecieron bajo el agua del bautismo re- dentor. Debfan presentar al bebé desnudo para que el dié- cono lo examinase, pero Meroveo recibié el agua mediante un subterfugio, enrollado en sus patiales ™. El monstruo velludo, medio hombre y medio bestia, re- surgencia y a la vez desvio, provoca tanto més pavor cuan- to que participa de un mundo equivoco, mévil, crepuscu lar, ni completamente del més allé (o del abajo) ni completamente de aqui arriba. ¢Es el milenarismo? Las pe- liculas de terror estan pobladas en la actualidad de estos seres Pero, para no salisnos de lo razonable, afiadamos que el habitante de la ciudad (0 el castellano a fortiort) se negaba a llevar una piel exterior para diferenciarse del villano de piel de cabra y «que guarda las bestias» (el Roman de la Rose). M. C. Ponchelle presenta un texto de Isidoro de Se- villa, muy significativo para esos tiempos en que el hombre estaba todavia buscando su identidad: « ... mastruca autem, dicta quasi monstruosa.» La mastruca sigue consistiendo en tuna especie de casulla-poncho de cordero negro que utili- zaban los montafieses sardos, y el obispo comparaba a quienes la Jlevaban con el animal «monstruoso» del que procedian las pieles. Cuenta la cronica florentina, a propésito de la piel negra, una de las hazafias del héroe popular, ese pintor tan Lo que hay que saber de las pieles 135 bromista al que habian puesto el apodo de Buffalonacco. Cierto dia de carnaval, se entretuvo en darle la vuelta a su. pelliza negra. El terror provocado por esa aparicién diabé- lica en las calles pronto se transformé en escaindalo. Inclu- so en una ciudad que se queria la capital de la broma, con del infierno no se podia jugar. El inconsciente co- Iectivo (y sobre todo italiano) atin no habia olvidado que Hades-Plutén, dios de los Infiernos, venia por delante de os muertos vestido con una negra piel de lobo. El lobo es un animal maléfico en todas las creencias. En ese mismo registro, no tenemos que remontarnos is alla de los tiltimos afios del siglo x1x 0 de los primeros del siglo Xx: Ia aparicién en una nube de polvo de los pri- meros conductores de los automéviles renqueantes llenos de ruidos, conductores que parecian surgic con gran estré- pito de otro mundo, apenas humanos bajo sus gruesos mantos de piel de cabra 0 de lobo, sembraba en esa época el pinico en los campos. Vieja historia también la de los escandalosos disfraces velludos. Entre los romanos, en los idus (decimotercer dia) de febrero, para las fiestas anuales que se celebraban en honor del antiquisimo dios Lupercus, guardian de los re bafios contra los lobos, rociados de carne de cabra, luego lavados con leche, los sacerdotes lupercales, desnudos, con una piel de chivo sobre los hombros a imitacién de los ba- cantes, recorrian la ciudad golpeando a la multitud con sus, titas de cuero. Las lupercales duraron hasta finales del siglo v de nuestra era, es decir, hasta la cristianizacién y la agonia del Imperio, Para esos dias de grandes regocijos, por ser también paso ritual de un aio a otro, el pueblo, realmente delirante, se entregaba a todas las transgresiones de las prohibiciones que encorsetan a una sociedad de las més formalistas; la plebe, pero también los patricios, se de- senfrenaban del todo, estallaban, como se dice con tanto acierto en nuestros dias. Se repetia en un sentido, luego en las cosa 156 Historia técnica y moral del vestido, 1 otro (-la famosa marcha a reculones-) lo que fue el gran paso de un estadio al otro, de la animalidad a la humani- dad. El bienaventurado Santiago de la Voragine, una dece- na de siglos mas tarde, analizaré con exactitud esos desbor- damientos, esas pesadillas colectivas, vividas y liberadoras: «. Si an tiguamente se cazaban los animales con trampas para que Ia piel quedase intacta, a usuaria moderna no se deja coger 166 Historia técnica y moral del vestido, 1 sin reaccionar, por miedo a que su placer quede mengua- do. Sila engafian es porque ella quiere. Se hace explicar el significado de una etiqueta por seguir el juego, escucha dis- traida y se dara prisa en olvidar. Ademés, bajo Ja presién de los movimientos ecolégico- sentimentales, algunos, sobre todo entre los jévenes, sien ten repugnancia a ponerse pieles animales —igual que a comer carne-, y también porque el lujo de la piel auténtica se hace cada vez menos accesible, los confeccionadores (y no los peleteros, enemigos del sacrilegio) han encontrado tuna respuesta a esas nuevas filosofias. En la actualidad se ofrecen falsificaciones completamente en regla con las le- gislaciones y con las conciencias y el poder de compra: pie- es artificiales y cueros sintéticos que no son mas que pelu- che y materiales plasticos mejorados, pero que a veces consiguen engafiar. del mundo de entonces por estar con- siderada como la mas noble, slo podfa ser llevada por personajes coronados. La presencia simbélica de ese ani mal decora por tanto los grandes tapices, como puede verse en un detalle de La Dama del unicornio, en el Musco de Cluny. En el siglo xv, los caballeros teut6nicos llevaban un kurse forrado de leopardo en las grandes ocasiones. Esa amplia hopalanda se inspiraba en el rock de terciopelo negro forra- do de las gentes acomodadas. La orden, tan poderosa poli ca como financieramente, no despreciaba los comercios més lucrativos. Reinaba de este modo, de forma oculta, sobre el mundo de la peleteria por mediacién de sus afiliados instala- dos en el norte de Europa y de Rusia. Rival de la Hansa, dis: poniendo de un considerable fondo de rotacién y de un sis- tema segurisimo de compensacién bancaria, compraba las pieles mas suntuosas en la feria de Novgorod para trasladar Jas y venderlas en Brujas, Sin embargo, seguia importando del otro lado del Mediterréneo, pero sélo para uso personal de los caballeros, lo que podriamos denominar lo mejor de Lo que hay que saber de las picles am Ja gama, pieles de leopardo, en recuerdo de las que levaban como signo distintivo sobre su coraza, en los tiempos heroi- cos de Tierra Santa. En realidad, esos leopardos eran a me- nudo hermosas jinetas del Magreb, cuyo precio alcanzaba cuando menos el de la cibelina, es decir, una docena de gra- mos de oro por piel. Las diferencias ideolégicas no impidie- ron nunca los buenos acuerdos comerciales, y los teuténicos se contaban entre los clientes privilegiados del sultan, no sélo por el valor intrinseco de la peleteria, sino también por el cardcter casi sagrado de los suntuosos despojos de los que eran los primeros usuarios. Y, por supuesto, su comercio es- taba protegido contra los piratas de las dos confesiones. En cierto modo se trataba de una mercancfa diplomstica, que llegado el caso servia de alibi, de garantia o de pretexto para acuerdos secretos. eFue en sefial de recuerdo de esos guerreros de elite por Jo que un principe del nuevo y efimero Imperio napoleéni- co, Joaquin Murat, quiso asociar un despojo de gran felino a su atuendo? e¥ por qué utilizé el del mayor de los felinos el esposo de Carolina Bonaparte? El rey de Napoles cuya impotencia es de sobra conocida- estaba loco por verse re- tratado de forma aparatosa, enarbolando por regla general pieles més suntuosas que marciales, costumbre que databa de fecha reciente, para lo cual los armifios bastaban a los fastos de la corte. Asi, para dar todo su esplendor al retrato ccucstre encargado por el barén Gros, no vacilé y eligié el tigre... pero para servir de manta a su caballo. «il caballo de batalla con la grupa atigrada / agitando en los cielos sus crines asustadas», como dira tan bien Théophile Gautier. Lo mismo que el jaguar en América, el tigre sigue siendo el simbolo de la casta guerrera en todo el Extremo Oriente. El tigre, «la bestia formidable, habitante de las junglas> (Leconte de Lisle), es tan portador de potencia y de feroci- dad que, incluso abatido, inspira un respeto casi religioso. Su pelaje raramente sirvi6 para la indumentaria hasta la 172 Historia técnica y moral del vestido, 1 convencién de Washington, que prohibié formalmente toda importacién de pieles salvajes, moteadas 0 rayadas, Mucho antes de esa reglamentacién, estaba probibido como si se beneficiase de un tabui, de un interdicto tan difi- cil de arrostrar como pronunciar una blasfemia, . Peto no es hasta su segundo viaje a Canadé, el domingo 3 de octubre de 1535, cuando Cartier enumera sobriamen- te la fauna de pieles sin extrapolar eventuales posibilidades de explotacién, Por un lado, no habia recibido el encargo de realizar esa tarea; por otro, los iroqueses que encontrd habitaban en las orillas del rio San Lorenzo, mientras que los terrenos de caza se hallaban situados un poco mas atrds, en la selva: «¥ se acostaron sobre cortezas de madera tendidas en el suelo, con unas malas mantas de pieles de animales salvajes, con las que hacen sus ropas y mantas, @ saber: de lirones, de castores, de martas, de zorros, de gatos salvajes, de gamos, de ciervos y otros animales salva- jes; pero la mayorfa de ellos van casi completamente desnu- dos» Este informe no desperté el interés de Francisco I, muy cocupado en la guerra contra Carlos V. En tltima instancia, Jo principal era que habian puesto el pie en Asia, al menos eso era lo que pensaban el rey y sus exploradores Parece que el secreto fue bien guardado, porque ni In- glaterra, ni Espajia, ni Portugal manifestaron ningun tipo de reacci6n. Sin embargo, en 1540, Francisco I, so capa de convertir a esos «indios», decidié ocuparse de modo per- manente de Canadi, sin que por ello se le ocurriera la posi 190 Historia téenica y moral del vestido, 1 bilidad de una explotacién minera. Un objetivo religioso tan desinteresado («Es preciso que los franceses estén locos», dijeron los demés) tenia, de todos modos, por obje- tivo real impedir a Carlos V sacar a colacién la bula de Ale- jandro VI sobre el reparto del mundo “, Pero el rey de Francia, acribillado a deudas, no podia asumir los gastos de un nuevo viaje, ni empleando para ello sus arcas, ni s quiera los fondos del Estado, Con pocas ganas de dirigirse a financieros o negociantes, prefirié apelar a un gentilhom- bre lo suficientemente afortunado como para invertis en una expedicién en Ja que él seria el beneficiatio. De cual- quier modo, la nobleza resultaba necesaria para aquel que habia de gobernar la regién en nombre del rey. Cartier, que segufa en Canadé, seria el segundo de a bordo. Aque- llos «indios» ya le conoefan. Jean-Francois de La Roque, sefior de Roberval y de mu- chos otros lugares, fue nombrado por tanto «teniente gene ral, jefe, director y capitan de la empresa». Y graciosamen te autorizado a correr con los gastos. Una apuesta arricsgada para Roberval, pero hay que saber que este ca- ballero del Languedoc (de Arzains, en el Aude), impulsado a establecerse en fle-de-France por razones de herencia ®, era hugonote. Tal marca de confianza por parte del sobera- no hacia un correligionario merecia ser acogida, Roberval aproveché los cinco meses que lo separaban del embarque para entregarse a actos de pirateria a lo largo de las costas bretonas. Esas operaciones fructiferas colmaron répida- mente el déficit de su tesoreria, Por supuesto, Francisco I se guardé mucho de decirle al papa que la empresa de cris- tianizacién del Canada estaba dirigida por un hereje, y to- davia podemos preguntarnos si Roberval y los suyos no te- nian en la cabeza la idea de fundar una colonia protestante. La mayor parte de la relaci6n del viaje de Roberval se ha perdido; no tenemos pruebas formales, a no ser una tradi- cién tenaz, de una importante cosecha de peleterias apor- Historia de la piel (11) 191 tadas por los hurones mic-mac, entre ellas en particular de -castores gordos», muy apreciados en sombrereria. Tras la lamada, en 1543, de algunos supervivientes de la colonia que habian escapado al escorbuto, s6lo unos pescadores balleneros o bacaladeros, vascos 0 bretones, remontaron el rio San Lorenzo desde el golfo para «traficar el pelo», be- neficio suplementario de su pesca. En 1598, el marqués de La Roche, bretén, fue nombra- do teniente general «de Acadia, Canada y regiones veci- nas», pero las tempestades les impidicron incluso bajar a tierra. Otro sefior, calvinista de Honfleur, Pierre de Chau- vin, obtuvo de Enrique IV, en 1600, y por diez aiios, los poderes del marqués de La Roche. Fue en ese momento cuando quedé realmente abierta la ruta de Castoria: bajo Jas érdenes de otro capitan de Saint-Malo, Frangois du Pont, sefior de Gravé, llamado Pontgravé, cuatro navios, el Don de Dieu, el Bon-Espoir, el Saint-Jeban y el Espérance, Hegaron a mojar sus proas en el rio San Lorenzo, en la de sembocadura del afluente Saguenay, procedente del mitico «ceino» del mismo nombre. No cargaron sus barcos de oro en barras, sino de las primicias de otra fortuna: una impor- tante coleccién de pieles. En Tadoussac, cuyo nombre sig- nifica «dunas» en dialecto montafiés, Chauvin asent6 in- ‘mediatamente el primer puesto de trafico del Canada, un fortin de lefios. Poco después se construyeron otros tres grandes puestos: Québec (0 «el estrechamiento del rio», fundada en 1608 por Champlain al pie de un acantilado para un almacén de pieles), Trois-Rivigres (nacida en 1610, pero reconstruida como fuerte por el sefior de La Violette por orden de Champlain en 1634 para controlar el comer- cio del valle del rio San Mauricio y proteger a los hurones y a los colons de los ataques iroqueses), y Montréal (funda do en 1642 por el piadoso Paul de Chomedey, sefior de Maisonneuve, para materializar la visién de dos hombres de Dios, que se convirtié en el establecimiento més impor- 492 Historia técnica y moral de vestido, 1 tante de trifico de América del Norte y sede de importan- tes misiones religiosas). En Tadoussac puede visitarse toda via la reconstruccién del establecimiento de Pierre Che- vuin, tan ridiculo como emocionante. Cuando los barcos de Pontgravé terminaron de llenar sus calas de pieles, fue mucha la impaciencia por hacer lle- gar toda aquella peleterfa a Francia, En el lugar dejaron cuarenta y dos colonos, de los cuales dieciséis eran anti- guos condenados a galeras... que pronto no tuvieron mas recurso que pedir ser acogidos por los montafieses, en la parte superior del rio Saguenay. La expansién colonial Enrique IV, encantado con el éxito de la misi6n, otorg6 cl privilegio del trafico de las peleterias a una pequefia compafiia en la que ya no estaba, sin embargo, Pierre de Chauvin, muerto prematuramente. A Francois de Pontgra- vé se asociaron Aymard de Clermont de Chastes, goberna dor de Dieppe, Pierre de Guast, gobemador de Pons, Jean de Briancourt y el capitin-gedgrafo Samuel de Champlain. Los fundadores, hugonotes y catdlicos, reclutaron accionis- tas en los principales puertos franceses de la Mancha y del Atlantico: Ruan, El Havre, Dieppe, Honfleur, Saint-Malo, La Rochelle y San Juan de Luz (El Havre llamado enton- ces el Havre de grice- era una pequefia ciudad peletera). Luego, la Compaiiia de la Nueva Francia eligis a su presi- dente: Clermont de Chastes. En mayo de 1603, el capitin de Champlain fondes su barco, Bonne renommée, ante Tadoussac. Después de haber Ienado las bodegas de pieles, el 29 de junio levaba anclas. El porvenir parecia halagiiefio, aunque la compafia debia vivir enteramente de las peleterias porque el rey no les otorgaba ningiin subsidio. Su monopolio del trafico en Historia de la piel OD) 13 él tio San Lorenzo, luego en Acadia por diez afios, le auto- rizaba a apropiarse, en beneficio propio, de los barcos de pesca de Terranova, que seguian traficando clandestina- mente pieles con los amerindios. Cosa que no gusté mucho a Jos vascos, que intentaron confiscar Tadoussac y sus almacenes en beneficio propio. Hay que decir que esa confiscacién se levé a cabo a toda prisa, durante mucho tiempo, en dichas riberas. 1604: segundo viaje de Samuel de Champlain; tras el ex- celente resultado del primero, otros dos navios salen de Francia llevando a bordo colonos, artesanos, un sacerdote catélico y otro protestante en total, ochenta personas— para fandar la colonia de Acadia en la isla de la Santa Cruz (en lo que sera la costa de New Brunswick y que en la actualidad depende del estado americano de Maine). Alli se cons- truyeron las viviendas concebidas por Champlain, especie de gran granja comunitaria cuya réplica fiel todavia puede visitarse, a 10 kilémetros al norte de Annapolis Royale. La pequefia colonia, en ese momento muy afortunada, prosper, mantivo buenas relaciones con los indios mic- mac, encantados de encontrar compradores para las pieles de una fauna que inundaba sus montafias intensamente ar- boladas. En una tierra fértil las cosechas eran buenas. Pero, por desgracia, la dicha no tiene larga vida. A pesat de Ja concesién de la Acadia por Enrique IV en 1604 a la Compaiifa de la Nueva Francia y, en particular, a su presi- dente de entonces, el sefior de Monts, con el privilegio de las peleterias, el rey de Inglaterra, Jacobo I Estuardo, otor- gaba el mismo derecho a dos compaiiias de las orillas del ‘Tamesis, aduciendo que los acuerdos firmados en Paris no afectaban a sus siibditos y que la confiscacién del trafico de pieles con gran perjuicio para algunos valientes colonos ingleses le importaba poco. Llegé incluso a invocar el de- recho de primer ocupante, dado que esa regién habfa sido avistada por vez primera en 1496 por el navegante 194 Historia técnica y moral del vestido, 1 Cabot, ciudadano veneciano pero contratado por el rey Enrique VII Tudor. Preocupado por Espafia, Enrique IV pensé tal vez que las pieles de animales no merecian un conflicto con Ingla- terra. En 1608, las gentes del sefior de Monts se retiraban Pero ese 3 de julio del aio 1608 en que el sefior de Monts se veia desposeido de la Acadia, Samuel de Cham- plain hacia clavar una cruz y la bandera del rey de Francia en la parte superior de la roca que dominaba el rio San Lo- renzo, a trescientos cincuenta pies de altura, justo en el lugar en que «las aguas se estrechan», «comienzo del her- moso y buen pais del Gran Rio», segiin escribe més tarde. Luego, para alentar a los naturales a ir a traficar con él a su nuevo establecimiento de Quebec, colocé en el orden de prioridades una operacién de intimidacién frente a una na- cidn confederada particularmente belicosa y cuyo reducto se hallaba a orillas de un lago de donde salian, al norte un rfo (que seré el Richelieu) que desembocaba en el San Lo- renzo, y al sur el rfo Hudson. Esa curiosa disposicién ge- ogréfica Hevaba directamente a Montreal a través de la ca dena de los Apalaches, hasta la peninsula de Manhattan, alli donde el Hudson desemboca en el Atlintico. ;En qué lugar estratégico estaban los iroqueses! De este modo pre- tendian dominar el comercio de pieles y dirigir todas las partidas lejos de los franceses en diteccién a la costa atlén- tica. El futuro inmediato debia alentarlos en ese proyecto con la compra de la peninsula de Manhattan por los holan- deses a los manhattas algonquinos. Los enemigos seculares de los iroqueses eran aquellos montaficses y aquellos huro- nes que desde el primer momento habjan clegido del campo de los franceses y cazaban para ellos. E] 29 de julio de 1609, Samuel de Champlain remonté en piragua el rio de los iroqueses, futuro tio Richelieu, acompafiado por veinte de sus aliados montafieses, luché contra los iroqueses en Agniers cerca de la punta Ticon- Historia de la piel (1) 195 deroga, en el extremo sur del lago que més tarde debia lle- var su nombre, Con la primera descarga de su arcabuz aba- ti6 a dos jefes enemigos. Segin él, «los iroqueses quedaron muy asombrados de que hubieran muerto dos hombres tan pronto, aunque portaran armaduras tejidas de hilo de algo- don y de madera a prueba de sus flechas». Alla tercera descarga, tras el humo azul de Ja pélvora, se vio a los guerreros huir; de todos modos, flechas dispara- das desde detrs de los matorrales habian causado quince victimas. Los algonguinos y los hurones hablaron durante mucho tiempo de la hazafia de Champlain y el comercio de las pie- les se increment6, Pero la multitud de los iroqueses le per- mitié lanzar todos los afios comandos para dar ejemplos atroces a sus hermanos de raza y saquear los depésitos, cuyo contenido terminaba yendo a parar a manos de los holandeses, en el otro extremo del Hudson. En 1611, los hurones acudieron a Quebec con cien castores avisando que seria la Glkima entrega si no les protegian mejor de sus enemigos. Para que el sefior de Pontgravé pudiera embarcarse en di- reccién a Francia, con las bodegas de sus barcos a punto de reventar por la cantidad de pieles preciosas, Champlain, con un putiado de los suyos y algunos aliados que se esforzaban por poner buena cara, debia avanzar mas cada vez, salvando cualquier obstéculo, por una selva por la que corrfa una red liquida de aguas cantarinas, aguas muertas 0 aguas pettifica- das por los hielos, como entre las mallas de una gigantesca red en la que se refugiaba el adversario indio. El canto fiine- bre de los hurones los acogia cada vez que regresaban: «Sois valientes, el amo de la vida os ha abierto los brazos, os ha dado una buena caza en el pais de la muerte. La vida es ese brillo de serpiente que desaparece mas rauda que la flecha que wuela, Es ese arcoiris que se ve lanzado sobre las olas del torrente. Es la sombra de la nube que pasa...» 196 Historia téeni y moral del vestdo, 1 Con Ia regencia de Maria de Médicis, después de 1610, a la Compafia de la Nueva Francia creada por el bearnés le sucedié otra compafifa, aunque tuviera el mismo nombre y estuviera formada por mercaderes de Ruan, Saint-Malo y La Rochelle, cuya direccién fue encargada a Champlain, con el rango de teniente general y més tarde, en 1633, as- cendido a gobernador. Logré convencer a Louis Hurel, in- terventor de las salinas de Brouages -su regién natal-, y a algunos negociantes para que financiaran el viaje y Ia insta- lacién de cuatro sacerdotes recoletos. Estos franciscanos de la Contrarreforma eran muy emprendedores y de este ‘modo iniciaron una larga presencia misionera en Canadé, mientras que, poco mas tarde, las ursulinas llegarfan para cencargarse de las necesidades educativas y sanitarias de los shabitantes», que fue como se designé desde entonces a los colonos. La primera misa fue celebrada en Quebec por el padre Jean d’Olbeau el 25 de junio de 1615. Creyendo Hegar al «mar del Norte», paso hacia China, Samuel de Champlain acebaba de remontar el rio de los Usaués (Ottawa) sin aleanzar, sin embargo, la bahia de Hudson, Cuando volvié a bajar hacia el sur, descubrié el ago Hurén y el lago Ontario, ampliando todavia mas los limites de Castoria. El virreinato de la Nueva Francia habia pasado del prin- cipe de Condé al duque de Montmorency, formandose una tercera compaiiia, siempre con el mismo nombre, a la que representé en Quebec un potentado mercader hugonote, Guillaume de Caen, Interesado tinicamente por la pelete- ria, no entregé el menor denario a la colonizacién, ni para fortificaciones ni para la salvaci6n de las almas de los habi- tantes. En 1652, con las orejas sonéndole por tantas reclamaciones de unos y otros, Montmorency se desemba- raz6 de su virreinato mediante una buena cantidad pagada por su sobrino Henri de Levis. Para éste, muy devoto, el trifico era escaso, pero muy pronto se vio a cuatro padres Historia de la piel (ID 197 jesuitas y a otto recoleto remontar las aguas del rfo San Lo- renzo. El frégil monopolio En Paris, el poder estaba ahora en manos del cardenal de Richelieu. Le gustaba la colonia de América, pero no manifest ningan aprecio por los rocheleses, sobre todo porque en las filas de éstos figuraban demasiados malvados calvinistas. El 29 de abril de 1627 remataron su existencia Jas Compaiiias de la Nueva Francia, y lleg6 para sucederlas la Compafifa de los Cien Asociados, todos ellos muy bue- nos catélicos. El sefior de Champlain seguia siendo tenien- te general, lo merecia desde cualquier punto de vista. La nueva asociacién era propietaria, por quince afios, del mo- nopolio de las pieles y los cueros (a cambio del manteni- miento de la colonia), pero también de todas las competen cias administrativas. Ademés, debfa instalar durante ese tiempo a cuatro mil personas de ambos sexos, de nacionali- dad francesa y de confesién catélica. Los mantendrfan y alojarfan durante tres afios, hasta que las tierras y las semi llas que les otorgasen les permitieran vivir por su cuenta. Todas las mercancias con destino a la Nueva Francia esta rian exentas de impuestos durante quince aiios. Los fran- ceses podian tratar directamente con los indios, a condi- cién de entregar los castores a los factores y dependientes de la Compaiiia, que pagarfan 40 sueldos tomeses por cada piel . La compe- tencia se fue haciendo cada vez més dura y cada uno prohi- bi6 a los jefes indios tratar con los empleados de las restantes compafifas. Prohibiciones que con demasiada fre- cuencia iban acompafiadas de amenazas. Amenazas que a ‘veces se cumplicron. Por ultimo, en 1804, la unién de la Compafifa del Noroeste y de X Y permitié a los antiguos ri- vales iniciar el asalto de la Compaiia de la Bahia de Hud son, mediante un esfuerzo conjugado, Finalmente, diecisie- te afios més tarde, unos hombres razonables decidieron fusionar los dos gigantes, hasta el punto de que las autori- dades estaban preocupadas por su compromiso en negocios poco gloriosos, como la matanza de los seven oaks, en el rf0 Rojo en 1812, Solo subsisti6 el nombre de la Bahia de Hud- son. Hasta 1865, ejercié sus derechos de jurisdiccién sobre todo el Norte canadiense, la antigua tierra de Rupert ¢, in- cluso, acuiié moneda. Con el nacimiento del dominio del Canada, el 1 de julio de 1867, la tierra de Rupert, cedida a Canada por 3 millones de libras esterlinas, pasé a convertir- se en los territorios del Noroeste. Tras la explotacién, em pezaba la colonizacién. La Compaiifa conservaba sus pues- Historia de la piel (ID) 23 tos y la propiedad de la vigésima parte de tierras culti vables. Y, en estos iltimos afios del siglo xx, sigue siendo la empresa de peleteria ms importante de este planeta. Joban Jacob Astor Pero Estados Unidos constituye una parte nada despre ciable del pais de Castoria. Y Nueva York, que vio el pri mer emplazamiento de trafico de pieles, verd también al til- timo de sus grandes mercaderes, al hombre més rico de América. Este gigante era un hombrecito regordete nacido en Waldorf, cerca de Heidelberg, en Alemania, en 1755, segiin se cree. Benjamin de una familia muy pobre, como es regla general en las historias edificantes de los multimi- lonarios, Johan Jacob Astor apenas sabia leer, pero conta- ba admirablemente. En el momento en que Estados Uni dos no estaba mas que en sus balbuceos, no sélo ird por Uclante en casi dos siglos a su época, sino que también se adelantaré a las circuntancias previstas por él mismo. Tra- bajé a escala planetaria, tinica dimensién suficiente para su genio, jy en la época habfa que hacerlo! Trabajaba deprisa y supo utilizar, a falta de otra cosa, los medios mas répidos que tenia a su disposicién: la via maritima con los mejores barcos, de vela al principio, luego de vapor cuando éste empez6. Su secreto se basaba en tres palabras: llegar el pri- mero. Debido a eso, ¢c6mo extrafiarse ante Ia forma con que hizo salir el comercio de las peleterias de los caminos urillados por los que transcurria? Por la puerta del Pacifico. Para vender a los chinos las pieles del Oeste, pero también aquellas otras que a los rusos no se les habia ocurrido co- merciar de esa manera. Con él se realizaba el famoso paso hacia la China, jy de la tinica forma en la que nunca se habia pensado! 214 Historia téenica y moral del vestido, 1 Una doble emigracién le habfa llevado de Waldorf a Londres, y luego a Nueva York. El afio de 1783 ve al va- liente joven de veinte afios aburrirse durante la cuarentena que le impide poner pie sobre el suelo americano: a bordo del navio que lo llevaba se habia declarado la viruela. Cua- renta dias en Ellis Island es demasiado tiempo. Lo aprove- cha para escuchar a uno de sus compafieros de viaje, trafi cante de pieles de profesién, que tiene tiempo de ensefiarle todo lo que se puede saber sobre el oficio. Tres afios més tarde, se quita su delantal de aprendiz de carni- cerfa, tras haber acumulado un pequefio peculio que in- vierte en una modesta tienda de peleteria con los 300 d6- lares de la dote de su mujer. En 1800 lo encontramos propietario de un cuarto de millén de délares. Comerciali- za, para Estados Unidos y para Europa, productos de la Compafifa montrealesa del Noroeste, muy satisfecho de haber entablado negocios con ese eficaz agente. Luego de- dica ocho afios a fundar la American Fur Company, con un capital de un millén de délares; compra una pequefia compajifa canadiense, la Michilimagkiaae Company y las sucursales de ésta en Wisconsin, al sur de los Grandes Lagos. En septiembre de 1810, para adelantarse a sus antiguos proveedores canadienses que avanzan a grandes pasos hacia el Pacifico, Astor envia desde Nueva York el navio més rapido que puede encontrar. El Tonguin tarda seis meses en llegar a la desembocadura del rio Columbia, en la costa Oeste, pasando por el cabo de Hornos. A partir de marzo de 1811, emprende la construccién de un puesto fortificado, Fort Astoria, por supuesto, que se convertira en la ciudad del mismo nombre. jJusto a tiempo! El envia do de la Compafiia del Noroeste llega en julio, después de haber franqueado las Montafias Rocosas. Astor se ha ase gurado ya la caza y el negocio de las nutrias de mar en la costa, de los castores y zorros en el interior... Historia de la piel (1) 215 En 1812, un segundo velero, el Castor, llega a la isla de Sitka, en Alaska, compra a los rusos all instalados todas sus nutrias de mar y las importa, sin mas explicaciones, hacia Cantén, donde los chinos se las compran a cambio de fortunas. Por desgracia, aprovechando la guerra angloa- mericana de 1813, la Compaiiia del Noroeste se apodera de Astoria, que considera una especie de ofensa personal, aunque sin embargo paga, casi simbélicamente, el tesoro de pieles preciosas que contenian los almacenes. Una vez acabada la guerra, Astor, a quien el Congreso americano no puede negar nada, hace votar una ley por la que se sigue prohibiendo toda actividad a los traficantes extranje- ros en el territorio de la Uni6n. Luego el gobierno le con- cede todos los puestos del valle del Mississippi. Por barco sti «arma favorite», puede hacer bajar las pieles desde os Grandes Lagos y hacer subir las mercancias de inter cambio, organizando un sistema de crédito que interes6 a las tribus indias. De este modo consigue hacerse con el monopolio de pellejos y pieles de bisonte. ‘Una vez més, en 1834 tiene el genio de prever un nuevo acontecimiento que afectaba a la peleteria: la rarefaccién ineluctable de la fauna de piel, como el castor, el coipo y la nutria de mar, Por pura coincidencia, la moda, saturada hacia muchos atios, parece perder el gusto por la piel, y la sombrereria no es en ese momento un negocio florencien- te, Vende la American Fur a tiempo para sacar buena for- tuna, que invierte en el negocio inmobiliario en Nueva York. La apertura del canal del Erie pone a la ciudad en comunicacién directa y répida con los Grandes Lagos y la poblacién de la que desde entonces seré la primera plaza comercial de Estados Unidos esté a punto de alcanzar el medio millén de almas, que deben ser alojadas con toda urgencia, Astor obtiene con ello una nueva fortuna. Como nunca habia olvidado su ciudad natal, hard cons- truir el hotel Waldosf Astoria, ese asombroso caravanserra- | 216 Historia téenica y moral de vestido, 1 lo de 2.000 habitaciones en Park Avenue. Morira en 1848, dejando a sus herederos més de 20 millones de délares oro y mucha pena Révillon La epopeya de la Castoria empezé con los franceses Con franceses podriamos detenerla aqui, y no terminarla porque el porvenir dar4 cumplimiento a las promesas del alba. Desde el siglo xv, los peleteros franceses pertenecfan a Ja aristocracia de los oficios de Paris; podia vérseles en las ceremonias oficiales, vestidos de terciopelo azul forrado de Jobo cerval (lince), portando el dosel regio en las entradas solemnes de los soberanos. Malicias de la historia, la Revo- Iucién quiso que la mayor casa actual de picles de peleteria fuera fundada por un verdadero aristécrata, Victor d’Apre- val, conocido con el nombre de Révillon. Con Napolesn, la industria del lujo recuperé todo su es- plendor, que debia servir de valedor de las pompas impe riales, pero también relanzar una rama especifica de la eco- nomia francesa. La piel se beneficié de este modo de encargos oficiales: el astracin para los colbacks de los hé- sares, el oso para los gorros de los granaderos, el armifio y Jas cibelinas para los atuendos de corte. En la calle apare- cieron los witchoura, pellizas de nutria puestas de moda por el famoso general Souvarov; de Rusia se trajeron, a falta de otra cosa, los sentimens [sentimientos], favorece- doras gorgueras de nutria, manguitos y gorros de castor 0 de armifio cuyo recuerdo volvia a instaurarse. La importante casa Giveler, en el ntimero 159 de la calle Saint-Honoré, una de las mejor surtidas y de las més anti. guas, dado que databa de 1723, habia superado los tiem pos dificiles y volvia a encontrar su prosperidad con el lujo Historia de la piel (1) 27 desenfrenado del Directorio. De la firma Givelet procedia el famoso chal de armifio de Madame Tallien, tan amplio y tan magnifico que, segiin el esposo de Notre Dame de Thermidor, «cost6 él solo tanto como todos los vestidos y trajes bordados que se habfan reunido en la velada». En 1835 a firma Givelet se puso en venta, no por falta de clientes, sino por falta de continuadores, Victor d’Apre- val, conocido como Révillon, termin6 adquiriéndola. Era el nieto de un subsecretario de Estado de Luis XIV, el conde D’Apreval. Su padre, Louis Victor, se habia negado a emi- grar y preficid esconderse en un pucblo de los alrededores de Paris donde se convirtié en... granjero bajo el nombre de Révillon, cuando sus propias propiedades fueron des- manteladas como bienes nacionales. Victor, el sexto de sus doce hijos, entré como aprendiz en casa de un amigo de la familia, que por su parte se habia reconvertido en peletero y era negociante al por mayor, proveedor de Luis XVIII. «Pas6» por casas cada vez més importantes, y cuando ya no tenia nada que aprender del officio, se casé con Ia hija de uno de sus colegas que le dio asimismo sus fondos. La compra de la firma Givelet le con- vertia en jefe de una empresa que tenia peso. En esa época, no eran muchas las variedades que ofre- cian los inventarios de la profesién: marta, turén, armifio, petigris, cibelina, el inevitable castor y un poco de zorto. Todas ellas picles de valor, reservadas a los poderosos, lo cual constituia un mercado bastante restringido pero vul- nerable, pese a las elevadas cifras de negocios. Pero desde hacia algin tiempo Victor Révillon deseaba hacer accesi ble la piel a gente que no tenfa por qué estar necesaris mente en la cima de la sociedad. Con el advenimiento de Luis Felipe y bajo la influencia de Thiers y de Guizot, la sociedad habfa cambiado mucho. Al lado de Ja gran bur- guesia opulenta que ya habia actuado con energia durante el siglo de las Luces, la clase media podia suponer un vas. 218 Historia técnica y moral del vestido, 1 tisimo mercado potencial para pieles que no supusieran un dispendio econémico. A esas pieles abundantes, skunks, opossum y astracén, por ejemplo, podia buscérse- les una salida que no dejaria de agradar a los exportado- res, dado que las demas peleterias estaban llegando practi camente al agotamiento. Pero lo mas dificil era que un piblico algo timido las aceptase, y se situaran al margen de las tiendas tradiciona: les, donde las damas no se atrevian a entrar, como si el lugar estuviera reservado exclusivamente a los iniciados. Por otro lado, en esa época, estas tiendas, todavia sin es- caparate como las pescaderias, se hallaban concentradas en un barrio en decadencia y muy encerrado, a caballo sobre Jo que seran los distritos 1 y 2. Por ejemplo, en la calle Fos sés-Montmartre (calle de Aboukir) o en la calle de los Fou- rreurs, cerca del arranque de la calle Saint-Honoré (en el segundo Imperio, con las obras ptiblicas de Haussmann, la calle de los Fourreurs sera destruida mediante una amplia- cin que haré de ella Ia calle de las Halles). Pero empeza- ban a proliferar en los nuevos barrios tiendas de «noveda des» que apuntaban precisamente a la clase media: Les Villes de France, Le Coin de rue, Le Gagne-Petit, Le Petit Saint-Thomas, Au Bon Marché... Su desarrollo no dejaria de crear muy pronto sucursales o émulos en las grandes ciudades de provincia. Los envios de catalogos ilustrados atrafan a una clientela cada vez més numerosa, incluso para ventas por correspon dencia desde la provincia: una organizacién semejante no podia hacer sino proporcionar interesantisimas salidas a la piel si los peleteros se integraban en ella. Victor Révillon propuso, pues, a diversos directores, entre ellos Bouci- cault, del Bon Marché, incluir sus articulos en sus catélo- gos y reservarles un pequeiio espacio en las tiendas. Lo consiguié no sin esfuerzo, y casi inmediatamente, la res- puesta aportada por una clientela entusiasta le dio la raz6n. Historia de la piel (0) 219 Las grandes tiendas no tardaron en concederle no sélo una estanteria, sino también vitrinas 0 escaparates a la calle para poner de relieve aquellas nuevas maravillas a ojos de Jos transetintes. Cuarenta afios més tarde aproximadamente, Zola se hard eco de este ambiente, cuando la «exposicién de mer- cancias» haya entrado en las costumbres, aunque la trama de Au bonheur des dames se sapone que ocurre hacia 1864: «[..] enmarcando el umbral, colgaban asimismo tiras de pieles, bandas estrechas para guarniciones de vestido, la ceniza fina de los lomos de petigris, Ia nieve pura de los vientres de cisne, los pelos de conejo del falso armifio y de Ja falsa marta...» Algunas ineas més adelante, mencionard «unas bandas de visén de América a un franco». ;La moda por un franco-oro, vaya ganga! Hacia 1860, después de haber emprendido ~y logrado~ asimismo la venta en las tiendas de provincia, con la co- manda y entrega de productos asegurada por escuadras de viajantes, Révillon vio acercarse a él aquella clientela cuyo ntimero compensaba su modestia, atraida por variedades de pieles inéditas de bellisima calidad y al mismo tiempo accesibles a los bolsillos medios. Lo cual no le impedia su- ministrar igualmente las elegantes pieles en sus nuevas y grandes tiendas y talleres, un inmueble entero de la calle de Rivoli, nueva arteria y por consiguiente muy chic en la época, Para conseguir que sus precios de reventa disminu- yeran, prescindié del intermediario de los peleteros al por mayor, yendo en persona o enviando como delegados a sus hijos a las grandes ferias, por ejemplo a las de Leipzig 0 Londres, que los ferrocarriles acababan de acercar. Su primera experiencia de comprador se materializ6 mediante una compra de cien mil ratas almizcleras (ratas de América, u ondrata) que nadie habia llevado nunca en Francia, Esa piel ligera, célida y en ese momento barata, logré el éxito esperado. A partir de ese instante, la casa Ré- 20 Historia técnica y moral de vestido, 1 villon estara siempre presente en las subastas de las cuatro esquinas del mundo Pero hay que saber que, en este final de siglo tanto como en su inicio, la piel no formaba parte de la vestimen- ta salvo en forma de guarnicién, cuellos y pufios, o de acce- sorios como la capa palatina, fiel al recuerdo de la princesa del mismo nombre. Se llevaban también los manguitos 0 las tocas, pero la lista se detenia ahi. ¢Por qué no se expre- sara la moda mediante una indumentaria completamente de piel? Es lo que se pregunta en 1872 el hijo mayor de Ré- villon. ¥ asf fue como aparecieron en los hipédromos de Longchamp, el dia del Gran Premio, quince admirables criaturas, vestidas de piel como nunca hasta entonces se habfan visto. Piel tratada como si fuera un tejido, cortada por un modista y admirablemente realzada, de la misma forma que la piel realzaba la belleza de las mujeres. El en- cantamiento fue inmediato. Révillon inauguré enseguida un departamento de costura (a medida) y un departamento de confeccién donde habia capas y abrigos mas elegantes incluso que las capas y abrigos de pafio, de terciopclo o de seda de los mejores talleres. Después de la apertura de una sucursal en Francia bajo Ja denominacién de Révillon Fréres -el fundador habia muerto- se inauguré la de Nueva York, donde las tempe- raturas estivales, particularmente penosas, suscitaron la in- vencién del frigorifico de atmésfera seca, cosa que, en la actualidad, parece absolutamente obvio. En Chicago se cre6 una central de compra para almacenar todas las pieles en bruto procedentes del Oeste, mientras que las picles del Este iban a parar a un grandisimo almacén neoyorquino desde donde salfan las que estaban destinadas a Europa. Pero, para liberarse de todo intermediatio, faltaba en su palmarés la tierra prometida de la piel, del lince, del zorro blanco, del castor y del visén..., el mundo brutal de Jack London, de la ventisca y de la Compafiia de la Bahia de Historia de la piel (1) 221 Hudson: el Gran Norte canadiense. Desde 1896 Victor II Révillon, responsable de la implantacién en Nueva York, pensaba en ello. En 1902 empez6 por un intento en direc- ci6n al interior de las tierras de la orilla izquierda del rio San Lorenzo: puestos provistos de objetos de primera ne cesidad que serian cambiados por las peleterias aportadas por los indios; cl dinero y los billetes de banco atin no eran para ellos otra cosa que trozos de metal y de papel: Pointe- Bleue en el extremo del lago San Juan, Bersimi, el rio de las Avutardas, Siete Islas, Piastre Bay y North West River en la costa de la peninsula del Labrador. Luego Ia empresa fue ampliéndose invadiendo la bahia de Hudson y finalmente Ia regi6n del noroeste hasta el Pacifico, territorios practica- mente virgenes todavia y tan vastos que la Compaiiia de la Bahia, por omnipotente que fuese, atin no habia podido circunscribir. Se necesitaron los nauftagios consecutivos de los dos primeros navios encargados de transportar la misién, los viveres, las mercancias de cambio, el material necesario para la construcci6n de los puestos, los obreros y las tripu laciones -naufragios que no parecen realmente producto del azar, como ciertas defecciones de guias y de pilotos indican... Se necesiaron luego tres afios de trabajos perdi- dos, de desdnimo para domesticar el frio, las distancias, el escorbuto, los autéctonos, las autoridades..., para ampliar rutas, vias férreas, para construir puentes, estaciones, cen- tos sanitarios, con objeto de conseguir las pieles mas her mosas del mundo. Mientras que Victor II lanzaba sus «tropas» al asalto del noreste, responsabilizindose con su persona, su primo Théodore I se adentraba por las pistas del noroeste, a fin de que también alli, hacia ese Klondike que iba a sumergir durante un tiempo otra avalancha, la avalancha hacia el 010, los puestos Révillon balizasen el paisaje con sus pare- des parpura y sus techos rojos en los que -como si en 1905 22 Historia técnica y moral del vestido, 1 ya hubieran previsto la aviacién- aparecia pintada en i mensas letras blancas la sigla RF. EI noroeste seguia constituyendo el no man’s land de Canada. No habfa rutas, un dédalo de tios cortados por r4- pidos que durante la mayor parte del afio estaban helados, a menos que las inundaciones de primavera no asolasen te- rritorios apenas explorados. Révillon, que ya suftia mucho para reavituallar sus cadenas de puestos, recibié del go biemo la solicitud de aprovisionar el destacamento de poli cfa montada que aseguraba el orden en la regién de las montafias Rocosas, donde las Obras publicas estaban tra- zando, precisamente, una ruta a través de la montafia, centre Peace River y el Yukén. Las gentes del peletero cons: truyeron entonces un rancho a orillas del rio Saskatchewan del Norte, en Saskatoon, ciudad de crecimiento rapido en el centro de un pais que enseguida encontrard su vocacién agricola. La came fresca -o congelada de forma natural en invierno- podia remontar el gigantesco rio y abastecer la apretada red de puestos comerciales de pieles al mismo tiempo que al cjército canadiense. Esa via fluvial sera do- blada en 1920 por una ruta de 800 kilémetros com: pletamente realizada por Ja sociedad. Pero el famoso su permercado Révillon de Edmonton, el primero del mundo, se edificd en 1912, a partir del almacén de madera de 1905, sefialado por un letrero: «cash paid for Furs» En él se habia empezado por distribuir «calderas» a los autdctonos y a los pequefios colonos; esta siempre clasica «anoneda» de intercambio por pieles ya no era el puchero a la antigua, mas pesado, donde se cocfa el castor; en ese mo mento la moneda de cambio era la cacerola s6lida y ligera; tenia el mismo éxito que la antigua entre los inuit de la bahia de Hudson. ;Ay, si las elegantes supieran cudntas ba: tetias de cocina llevadas en carricoches en medio de baches inmensos, 0 en trineo sobre rios helados, suponen sus capas de zorro! Historia dela piel (ID 223 ‘Acestos inuit amantes de las cacerolas los Révillon los hi- cieron entrar en la historia del cine con la pelicula Nanuk el esquimal, cuya tealizacién confiaron a Robert Flaherty, que era entonces un joven explorador de unos veinte afios aproximadamente, Tras ese trabajo de su oficio debia con- vertirse en el gran cineasta que conocemos. En la actualidad, los tiempos han cambiado mucho. Tanto en Castoria como en el otro lado del planeta. Un im- perio semejante al de América, y edificado por el nieto de Victor d’Apreval, llamado Révillon, sobre la arena de las estepas de Asia central, fue barrido en 1918 por el viento de la Historia. Las epopeyas de la piel no son ya otra cosa que recuerdos. La aventura no es més que una aventura fi- nanciera que hay que afrontar cada dia, Elinventario de las peleterias EI Who's Who de las pieles © armiito: como su prima la garduiia, el armifio teme muy poco la vecindad del hombre cuando espera encon- trar junto a él las ratas y los ratones que constituyen su menti favorito. En la edad del bronce habria sido domesti- cada con ese fin, segtin cuenta Robert Delort. El armifio admirable de La dama del armifio, de Leonardo da Vinci, parece estar domesticado. Pero su habitat preferido sigue siendo la selva pantanosa al norte del paralelo 45°. En los paises templados, la capa de esta delgada criatura sigue siendo de un hermoso pardo ambar, mientras que los gran- des inviernos septentrionales le ofrecen una librea comple tamente blanca, salvo la cola, invariablemente negra. Por todo el simbolismo que se atribuy6 a esa blancura, se convirti6 en Ia piel reina de la Edad Media occidental. Piel reina por ser privilegio de las personas de sangre real o de los pares del reino de Francia. 224 Elinventatio de las peleterias 225 Si, hasta el iltimo reinado francés del siglo x1x, el armi- io forraba los mantos de consagracién (jNapoleén no dejé de ponérselo!), la tradicién se apoyaba més en su significa- cién que en su valor venal: Jas martas o las cibelinas de los cortesanos costaban todavia més. En la actualidad, nadie ha podido certificar atin que el manto del espantoso «em- perador» centroafricano Bokassa I fuese de armifio, de co- nejo 0 acrilico. No es la dinica disputa sobre las facturas de ese carnaval tropical. El tocado de las pesadas coronas de 1a familia real inglesa sigue estando formado por un blando birrete de armifio. Completamente auténtico La III* Repiiblica francesa reservé el armifio para la alta ‘magistratura y para las capas de gala de las damas. La pun- tita negra de la cola que ponfa su mancha en la indumenta- ria regia de gala daba testimonio de la materia desapareci- da para ser utilizado tinicamente en franjas, llegada la ocasién. Esa «firma» era tan significativa que en la Edad Media estuvo formalmente prohibido utilizar cualquier moteado negro sobre las pieles blancas ordinarias Muy ligero y muy resistente (siempre que sélo se utilice de forma excepcional), el armifio posee, por desgracia, un cuero tan frégil como la seda. En estas condiciones, el ele- vado precio de una piel tan delicada y que se amarillea in- cluso en el papel de seda, la ha excluido de los guardarro: pas contemporaneos, por elegantes que scan. Sin embargo, hasta esta dltima posguerra inmediata, seguiré empléan dose el armifio de verano, de un pardo rojizo, para estolas © boleros de gran empaque que precisan un buen trabajo de espiguillas. Pero el visén pastel o blanco de crianza ha destronado por completo a la antigua piel de los reyes, in- cluso en ese color mas democritico. El verdadero armifio, Mustela erminea, tiene cierto pa- rentesco con la comadreja comiin 0 Mustela nivalis, que se le parece hasta el punto de engafiar con pelaje de invierno. Mustela nivalis, también llamado armifio pequefio, fue la 226 Historia técnica y moral del vestido, 1 Létisse medieval, sustituto de la primera, y autorizado, sin puntuacién negra, a quienes no podian preciarse de sangre real 0 no se beneficiaban de un privilegio, de la fortuna 0 del favor. Ya resultaban relativamente bastante onerosas Jas prendas interiores con que los ricos podfan decir con toda seguridad: «Frio yo? ;Nunca!». * astracdn: es el cordero recién nacido de una raza de cor- deros originarios del Turquestén, cuya capital fue Astracén. ‘También se cria en el norte de Iran, en Afganistén y en Cri- mea. Los cosacos popularizaron los grandes gorros de astra- én, convertidos en una forma mas pequefia en el tocado ‘masculino tradicional de los paises eslavos y de Europa cen- tral, pero también de las regiones musulmanas que los pro- ducen. La utilizacién del cordero de astracdn negro mas riza- do que en la actualidad formaba parte, obligatoriamente, del guardarropa de los burgueses occidentales. Lo desplazé el vis6n, y la transicién empez6 por un cuello y adomos. Pero desde hace algiin tiempo el astracén reaparece en los escapa- rates, rejuvenecido por su nuevo aspecto: los pelos mucho ‘is lisos, el cuero més flexible y unos colores pastel mucho as alegres que el negro de la suegra, Su precio sigue siendo una inversién de madre de familia, Es, en efecto, una piel muy s6lida que se puede tefir a partir de colores claros na- turales. Ademés, el negro natural recibe igualmente una tin tura para que el cuero, blanco en otigen, se confunda perfec- tamente con el pelo. Susceptible de un uso muy largo, de diez a quince afios, aunque se ha vuelto ligera y mucho més flexible, esta piel se presta a modelos seductores «muy cosi- day, en particular por lo que se refiere al astracan swakara El swakara fue, en origen, la piel del cordero karakul de Rusia, aclimatado en 1909 por P. Thoren, un zootécnico alemén, en los bordes del desierto de Kalahari, en Nami- bia, ex-sudoeste africano, entonces colonia alemana. Hubo tuna mutacién, reconocible por los rizos muy lisos del pelo, Elinventatio de la peletesias 227 admirablemente sedosos y de cuero muy ligero. Aunque su precio no fue entonces demasiado ligero. Es una inversion a corto plazo porque el swakara dura mucho menos tiem- po que el astracan clasico, Mas frdgil todavia y atin mas costoso es el breitschwantz (en alemén, larga cola) que ni siquiera puede soportar ser cosido a maquina. Las treinta y seis pieles necesarias para un abrigo tienen que ser montadas enteramente a mano. El astracan, en todas sus variedades, es muy apreciado por los alemanes, que lo designan con el nombre general de persia- ner, vocablo que empieza a aparecer en las colecciones francesas, ¢Es un efecto del Mercado Comin? E] astracan de los peleteros es un cordero de algunos dias més. El swakara y el breitschwantz son prematuros re- cign nacidos. Segiin la leyenda, la madre es apaleada hasta que muere al parir. {Lo cual comprometeria realmente el ganado reproductor! Se trata simplemente de abortos pro- vocados médicamente. El broadtail (traduccién inglesa de breitschwantz) producido por Estados Unidos procede de una variedad de cordero astracén, muy rasurado y parecido al cordero de Indias. No es demasiado célido, ni demasia: do sélido; siempre teftido, no cuesta tampoco demasiado caro. * bob-lynx, 0 gato lince de la frontera de Canada y Esta- dos Unidos es de pequefio tamafio y de pelo menos tupido. Se trabajan por separado los lomos, de color ceniza motea- da, y los vientres, blancos, que proporcionan las prendas mas dispendiosas, El Lince también es una constelacién del hemisferio bo- real, cuarenta y seis estrellas dispuestas en linea sinuosa entre la Osa Mayor y el Auriga. * cabra: a piel de cabra se remonta a los tiempos més re- motos. Piel réistica por excelencia, cubria la espalda de los 28 Hist sSenica y moral del vestido, 1 pastores o de los montafieses «porque deja correr mejor que ninguna otra piel la Iluvia por los largos pelos que re- cubren una pelusa», El kalgén procede de una variedad caprina de las estepas chinas. Su cuero es mucho més lige- ro que el de la cabra occidental. El pelo sedoso se presenta como un suave temblor. Durante el primer tercio de este siglo sirvi6 sobre todo para hacer pieles de nifia, en colores blanco o beige. El yemen no proviene s6lo de Yemen, sino de toda Arabia. La leyenda dice que un rebatio de és0s es- ruvo en el origen del descubrimiento del café. Teaido ge- neralmente en negro 0 en marrén para reforzar su color natural, el yemen tuvo su hora de gloria tras esa guerra en que se hacia piel de cualquier pelo. También lleva el nom bre de muaré de Arabia, que describe perfectamente su as- pecto, Como para todas las pieles de cabra, el cuero solido no es de una flexibilidad exquisita. La calidad mediocre y su escasa solidez justifican su buen precio. El pelo ligero de la cabra de Cachemira no sirve para piel, pero propor- ciona un textil admirable, la lana de cachemir. Pero ésa es otra historia con la que nos encontraremos en el tomo de las telas. * carnero: su empleo se remonta a los tiempos neoliticos y desde entonces no ha menguado, Blanco natural o tefiido de gris o marrén afeitado, apenas si se utiliza salvo en el estado de piel vuelta 0 poco lanosa para chaquetas, canadienses 0 abrigos muy deportivos y «unisex». La piel se lleva en el in- terior y puede ser aterciopelada (estilo gamo) o glascada. Muy sélida, de un precio que va desde el accesible al muy caro segiin la calidad y la procedencia (Espaiia y Grecia hacen «medias de serie»), la ropa de carnero vuelto debe clegirse de una talla superior a la habitual si el cuero es ater- ciopelado 0 debe elegirse el cuero glaseado, por ser menos expuesto a la mancha. En efecto, la limpieza provoca, las dos o tres primeras veces, un encogimiento de las pieles. El inveotatio de las peleterias 29 * carnero [mouton] dorado fue para la francesa media tuna de las primeras elegancias de la tiltima posguerra. En la actualidad, cuando se saca del ropero o se encuentra en las perchas de los ropavejeros ~porque los jévenes aprecian ese «retro» nada caro, esa piel de las abuelas merece real- mente el calificativo de dorado-, el tiempo también lo ha amarilleado. El carneto dorado de nuestro fin de siglo no tiene ya nada de dorado. Se prefiere marrén pastel o beige palido. El vocabulario de la piel es un mundo de contra- dicciones. Para obtenerlo, se desriza el pelo, se rasura a uno o dos centimetros, se tifie y se parece al castor sin tener, no obstante, su ligereza. Se parece también al corde- ro de Toscana, pero como procede de animales de mas edad, es mas espeso y més rigido. Sin embargo, con habili- dad se puede desdoblar el cuero, lo cual apenas altera su solidez (diez afios de uso previstos) ni el bienestar por un precio accesible. Puede proceder de América del Norte 0 de América del Sur lo mismo que de Europa. El carnero australiano esta destinado a los textiles de lana. * castor: Aunque casi puede decirse que, gracias a este gran roedor anfibio de pies palmeados, se hizo la historia del Canada, de la colonizacién hasta el siglo pasado, sin embargo el castor fue un animal de piel muy perseguido en Europa desde el siglo xi. Carlomagno cita ya a los caza- dores de castores (Beverarii) en sus capitulares, porque los beneficios correspondian a sus dominios. Los capturaban en parte por su vellén, tan denso que servia a la peleteria, pero también para fabricar el fieltro de los sombreros, 0 bien para las suelas del calzado®. También lo cogian por Ia excelente carne de su ancha cola lisa y escamosa reputa- da como came «magra» para cuaresma, por ser caza de agua, y por el aceite (castoreui) secretado por sus glandu- las inguinales y utilizada como especia (!), como perfume y, sobre todo, como droga considerada afrodisiaca, Pero le Bo “Historia técnica y moral de vestido, 1 declararon la guerra especialmente cuando intentaron poner coto a los destrozos noctumnos que el castor hacfa en los rios y arboles adyacentes, e incluso a los puentes de madera. En efecto, este industrioso personaje prosigue una vocacién curiosa, construir diques destinados a entor- pecer los cursos de agua de forma que las retenciones les sirvan de viveros, con gran perjuicio de los salmones que no pueden seguir su remontada. Con pequefios trozos de madera construye sus madrigueras cuyo tiinel subacuatico disimula el subsuelo; es muy practico ese tiinel para rea- vituallarse de peces y dejar con un palmo de narices a los cazadores, Monta su material de construccién nadando, su cola le sirve de gobernalle, y no detesta el trabajo en equi- po. En el siglo xm, Alberto el Grande se maravill6 en latin de su habilidad, pero los campesinos estaban furiosos * El obstinado depredador reinaba, en la alta Edad Media, en toda Europa, desde Escandinavia a Kamtchatka. Tal vez por sus obras se le menciona en ciertos manuscritos como perro péntico (canis ponticus), pero su nombre fran- ccés medieval de breve (en femenino) sigue asociado a mu- chos topénimos: el Bigvre fue un rio con castores que atra- vesaba Paris, aunque en la época actual desemperie el papel de alcantarilla bajo tres metros de alquitraén, y cuyo recuerdo conserva una calle muy conocida de la orilla i quierda, las ciudades de La Motte-Beuvron, Beurres, Beuvray, etc. En Gran Bretafia, todavia existe Beverley, en Alemania Biberkirch... Se lo caz6 tanto que en el siglo xv el castor emper6 a desaparecer de entre nosotros, luego de Cataluiia, de Alemania del Este, de Suiza. En la Camarga, relativamente desierta, vivi6 relativamente tranquilo. Pero amedida que el animal escaseaba, su piel se hacia preciosa y buscada. Durante el reinado de Luis XIII, la moda llegé a los grandes sombreros de fieltro popularizados por los mosqueteros, y tuvieron que utilizar pelo de conejo, consi- derado como demasiado vulgar por los elegantes de la Elinventario de las peleterias BI corte. Por suerte para ellos, Canadé, apenas invadido y ya considerado como foco de finanzas, puso de manifiesto una extraordinaria riqueza en castor. Se dio la sefial para una nueva matanza y, durante algin tiempo, en Nueva Francia «da piel de castor fue la unidad que sirvié de base a las compras y a las ventas», como refiere Julio Verne en Elpats de las pieles. En el otro lado del mundo, Rusia se prolonga por Sibe- ria hasta tal punto que los castores de la zona no empeza- ron a retroceder hacia el este hasta los tiempos modernos, cuando la colonizacién se organizé en torno a la caza de las cibelinas. Si el Occidente medieval se habfa preocupado relativamente poco del castor indigena (tal vez por ser indi- gena), a pesar de su belleza y de su confort, los rusos hicie- ron por su parte tal consumo de castores que.la demanda local absorbia toda la caza. No habia, por tanto, exporta- cién de castores, o habia muy poca, cuando empez6 a cele- ‘rarse la feria de Novgorod de la que ya hablaremos cuan- do abordemos la cibelina, algunas paginas mas adelante. Entre los peleteros especializados de la ciudad, los numerosisimos castoreros 0 bobrovniki solo trabajaban para el mercado nacional, porque toda Moscovia vivia en- fundada en ropas forradas de castor, tanto los mujiks, que siempre practicaban la caza furtiva, como los sefiores, que podian forrar los castores con cibelinas. Los rarisimos cas- tores «negros», en realidad marrén muy oscuro, y en la ac- twalidad totalmente desaparecidos, productos del tributo de los trtaros siberianos, figuraban entre las picles més ca- zadas, Castores negros nunca hubo en Canada, e incluso, hacia 1880, se dieron cuenta de que pronto no habria castores de ningin tipo, dado que la urbanizacién progresiva de las orillas de los rios y Ia deforestacién habfan acelerado una vez més el proceso de exterminio. Los sombrereros y los peleteros quedaron consternados, no por la vergiienza de 232 Historia rica y moral del vestido, 1 genocidio semejante, sino porque la moda de las chisteras y de los gabanes forrados estaba en su maximo esplendor entre las gentes de la buena sociedad. Los castores cana dienses y del noroeste americano fueron protegidos enton. ces, y tan bien protegidos que en 1970 se pudo autorizar un contingente de doscientas mil pieles recogidas en las re- servas. Luego, en 1986, os informes de los guardias fores- tales canadienses causaron asombro. Los castores no ha- bian desaparecido por completo. Todo lo contratio. Segtin hhabfan podido estimar, su poblacién se elevaba en ese mo- mento a... junos cuarenta millones! Por no hablar de los castores de la peninsula del Labrador, imposibles de in- cluir en las estadisticas En Francia, con la creacién de la reserva de la Camarga, la poblacién castor del Pequefio Rédano vivi6 tranquila- mente salvo por un detalle: el rio, que esté en su tiltimo tramo en esa zona, no se libra de la polucién. También afectados por el progreso, han abandonado curiosamente sus madrigueras subacusticas para construirse agujeros de pisos. Como auestras colmenas de ciudades. Las pieles de castor més hermosas proceden de las reser- vas de Quebec y del Labrador, aunque también la ex- Unidn Soviética las comercializa. Es una piel maravillosa mente suave, muy tupida, muy blanda cuyo cuero, antiguamente utilizado por los amerindios, da muestras de gran resistencia, Ha vuelto la moda de utilizar para el de porte esos pelajes en estado natural -es decir, sin retocar, con pelos bastante largos (2 centfmetros) de color marrén dorado que apenas disimula la densidad de la pelusa color pizarra, Mas elegante, la piel tratada y rasurada a un centi- metro para conservar tinicamente el terciopelo de la pelusa se trabaja en tiras de gran movilidad. La tintura puede darle los tonos castafios de la «nutria de mar» o un negro profundo. Una vestimenta semejante, a un tiempo célida y ligera, esta garantizada para diez 0 quince afios de uso, El inventario de las peleterias 233 pero hay que contar con invertiren ella de uno a dos meses de salario medio 0 mas si se trata de una fibra prestigiosa, Conviene saber, por iiltimo, que el castor es el enemigo tradicional de la nutria. El territorio del uno le esta formal mente prohibido a la otra. Por eso, si uno tiene medios para regalarse una prenda de ambas clases, parece poco ra- zonable hacerlas cohabitar en el mismo ropero. «Objetos inanimados, gtenéis un alma?», decia no sé quién. ¢Quién puede saber de los conflictos perpetuos a la sombra de las perchas...? Céstor es también una hermosa estrella azul de segunda magnitud, realmente una estrella triple, de la constelacién de Géminis, Su brillantisima vecina es, naturalmente, Pélux. Se trata por tanto de la celebracién de los hijos de Japiter y Leda, y no de nuestro laborioso pero elegante animal. * coipo: se trata de una rata grande de agua, o miopéta- mo, el Myocastor coypus. Originaria del extremo de Améri- ca del Sur, La Plata o la Patagonia, amenazada de exti cién, como muchos otros animales de piel, por una caza desconsiderada, no se crié realmente hasta después de la Primera Guerra Mundial, sobre todo en Estados Unidos, Inego en Europa, y sobre todo en Francia, donde la actuali dad hay una treintena de crianzas que todos los afios ponen en el mercado més de veinticinco mil pieles. Estas deben ocupar un sitio al lado de millones de otras ofreci- das por los americanos, Para mantener esa produccién, una estrategia de comercializacién utiliza otro nombre del coipo, mutria, como si se tratase del Janzamiento de una novedad, apoya- da por una campafia publicitaria que encanta a los periédi- cos y que siempre despierta el interés de una clientela que esta al acecho de productos nuevos. El coipo, o nutria, esté depilado, lustrado para proporcionar una piel ligera, es 24 Historia técnica y moral del vestido, 1 algo dorado y tornasolado a un precio que no es del todo barato, todo lo contrario. La paleta de sus colores nada tiene que envidiar a la del visén, desde el blanco al marrén_ oscuro (dark) pasando por un brumoso gris argentado que favorece los rasgos del rostro. * conejo: todo buen peletero lo repetiré una y mil veces: més vale un buen conejo que un visén mediocre. El conejo se utiliza en peleteria desde que se tiene noticia de él en Occidente. Es decir, desde el afio Mil. Expulsado por las ‘itimas glaciaciones, ciento diez siglos antes, habia emigra do al sur de Espafia y al Magreb, Calida, ligera y facil de utilizar con numerosas técnicas, como el tintado, el lustra- do, la impresién y, sobre todo, el tundido, la piel de cone- jo, muy accesible salvo excepciones, permite muchas imita- ciones de pelajes costosos © prohibidos. Su mayor triunfo lleva el nombre de castorette, una copia muy notable del castor. También se vio mucha «nuttia de Hudson» en piel de conejo, antes y después de la Segunda Guerra. Francia es el primer productor mundial de conejo: jeien millones de pieles al afio! A pesar de la mixomatosis que destruy el 99% de conejos salvajes y una gran proporcién de habitantes de conejeras. Las mejores picles provienen de las crias en granja, porque si la cria industrial permite obtener rpidamente carne a buen precio, las pieles de in- dividuos de raza gigante, abatidos muy jévenes debido a los rendimientos, no presentan ninguna garantia de uso, del que por lo menos cabe esperar siete afios. El conejo francés de vivero nunca ha ofrecido pieles muy célebres, ni siquiera antes de la mixomatosis de los afios cincuenta. Por eso no hubo mucho entusiasmo cuando Australia, tratando de sacar partido de lo que en sus tierras se habia converti- do en una verdadera plaga, empez6 a comercializar su caza (diez millones de pieles el primer afio). Al principio se uti- liz6 el pelo (como el de nuestros conejos industriales) para Elinventatio de las peleerias 235 fabricar fieltro, o incluso lana para tricotar o tejer mezclada con lana de cordero 0 acrilico. Con la piel se hizo cola, hasta el dia en que, después de haberlas probado, se dieron cuenta de la excelencia de esas peleterias. También China es un gran productor, pero de conejo de granja. El conejo de vivero no existe entre los chinos. Tampoco en Rusia. No se puede hacer martas cibelinas y al mismo tiempo piel de conejo, © cordero de Indias: beige claro o gris, sus rizos, lisos como los del astracén le dan un efecto de muaré; se co: gieron en los afios treinta en especial. Pero esa piel era apreciada desde hacia siglos, ¢La volverén a descubrir como ha ocurrido con la piel de astracan? Ligera y suave, no demasiado caliente, puede durar diez afios, aunque tiende a amarillear o a desgarrarse. Su precio es todavia medio. * cordero de Toscana: hizo furor durante todo el final de la Edad Media en tonos oscuros, negro y blanco. El pelo largo de algo mas de un dedo es desrizado al natu- tal. En la actualidad se rapa, luego se tifte para imitar la nutria 0 el castor. El cuero, aunque espeso, no resulta muy pesado, y esta vestimenta, muy célida y adecuada para el deporte, puede durar diez afios. Su precio es muy asequible, * coyote; jhan leido ustedes bien! Ese pequefio animal americano termina su carrera encima de muchos hombros. Como entonces no se atreve a decir su nombre, se hace bautizar como «lobo», cosa que ~también~ anima las ima- ginaciones: el lobo, cuya caza esté précticamente prohibida en todas partes. Las dos peleterias se juntan: largas lanas color beige pilido o grises sobre una espesa pelusa. Desde la Belle Epoque, el «lobo» sigue siendo apreciado por los 236 Historia técnica y moral del vestido, 1 caballeros. En general, se procede a un trabajo de tiras y de galones (véanse estos términos), porque a pesar de la finura del cuero, el grosor del pelo perjudica la comodidad y el peso de la ropa, Abrigos y chaguetas confortables convie- nen al deporte y pueden asegurat un uso de unos diez afios. Segiin la calidad, el precio va de medio a bastante caro, a veces tan caro como el visén. El lobo polar es el verdadero lobo, pero resulta casi im- posible de encontrar en los mercados, a menos que estén desbloqueadas las cuotas rusas o canandienses. Entonces su precio puede alcanzar una fortuna, como el precio del lince, * chinchilla: esta piel tan lujosa y voluptuosa procede de una extravagancia animal: se debe a un ser que es rata y co- rnejo al mismo tiempo. Soy una rata, mirad mi cola; soy un conejo, mirad mis orejas. Mas valdria decir que procedia, porque la especie original salvaje, la chinchilla real de cola corta, de la cordillera de los Andes, de Pera y de Bolivia ya no existe. La Belle Epoque acabé con ella. Una matanza desconsiderada, iniciada a finales del siglo XVII, se convir ti6 en un desastre irremediable al cabo de cien afios: su precio era tan caro que fue una verdadera riqueza para los indios. Los estados sudamericanos se mostraron de una impresivién culpable desde todos los puntos de vista. En 1930, para tratar de conjurar esa aniquilacién, consiguic- ron encontrar unas pocas parejas olvidadas, por otro lado monégamas y muy poco prolificas, que fueron enviadas a Estados Unidos, donde se inicié una cria decepcionante porque el célebre tinte gris azulado parece patrimonio de Ja vida salvaje en las alturas. En jaulas, se recogen tantas variantes de colores como individuos nacen (dificilmente). Por eso se ha intentado soltar en reservas en su pais de ori- gen familias que ya no sabfan apafiérsclas y que perecieron bien de hambre, bien bajo los colmillos de la comadreja andina, su enemiga tradicional, que no habia perdido la El inventario de las peleterias 27 memoria. Finalmente, los criadores han conseguido un poco en todas partes criar una nueva raza de cola larga y orejas redondas, por desgracia muy pequefia (jse necesita un buen centenar de pieles para un abrigo), cuyo color no es realmente el que era. La chinchilla es nostalgia. Igual de excitados por el cebo de la ganancia que los cazadores amerindios y creyendo en anuncios maravillosos, franceses inocentes han intentado crfas de chinchillas que no tarda- ron mucho en fracasar, pero que movilizaron durante algtin tiempo las salas de audiencia. Otros inocentes: los compradores que se dejan engafiar todavia por la farsa de conejos grises muy hermosos, vendidos como chinchillas por peleteros mal intencionados. También los hay. Si la verdadera y rarisima chinchilla vale una fortuna pero procura una piel que puede durar una generacién a pesar de su ligereza, en una mujer tan cuidadosa como rica, Ia piel de conejo gris, por més admirable que sea, deja de existir al cabo de siete aiios. Como el breitschwantz, la verdadera chinchilla no soporta otra cosa que costuras a mano. No sc hace tanto trabajo con un conejo gris, por hermoso que sea. Descosiendo el forro, se ve inmediata- mente la supercherfa, si el abrigo se vende como ropa con- feccionada. * gardwia: su nombre francés fouine procede de harte foina, del latin fagina, el haya, cuyos bosques constitayen su habitat preferido, Todavia se la encuentra con frecuen- cia en las montafias de los Balcanes, del Tirol, de Suecia, en el este de Francia, en los bosques de la fle-de-France ¢ incluso... en Paris, cuyos parques frecuenta, porque la dama es tan curiosa como cobarde. Muy voraz, se atiborra de pequefios roedores y de pajarillos, y se dice que de ese modo se emborracha con su sangre... Esta prima de la marta y del vis6n es de un pelaje claro, aris-beige. En América, donde su moda hace furor -para 238 Historia técnica y moral del vestido, 1 cambiar el visén~ gusta asi. Los clientes europeos la prefie- ren tefida del pardo oscuro de la cibelina, cuyo aspecto sin embargo no tiene. Las picles mis suntuosas proceden del ‘otto extremo de Asia, Mongolia o Manchuria, via la Oficina central de la piel sovistica, Soyuz Puchmina: el cuero flexible y ligero, los largos pelos sedosos hacen gracias al trabajo de tiras~ ropas de gran elegancia y... naturalmente menos caros que los de cibelina, 0 incluso los de marta. Estamos en condiciones de esperar una docena de afios de uso. * gato salvaje: aunque este gran gato sea de origen euro- peo y todavia ande por nuestros bosques, en la actualidad s6lo se utilizan las pieles de la especie china conocida con el nombre de nankin, que nos llega en napas. Bien curti das, cosa que no siempre se produce, nos permiten, si uno lo desea, regalarse para cinco o scis afios una piel moteada atin no protegida, muy célida, no muy cara, pero que pier- de facilmente sus pelos, como para castigar al duefio de la prenda por el sacrilegio. * liebre: cuando frecuenta las montafias alpinas, puede tomar, lo mismo que el armifio, una capa blanca al acercar- se el invie mo. O incluso conservar todo el aiio ese excelen- te camuflaje si decide instalarse en el limite de las nieves perpetuas. Se le denomina «variable», 0 de forma mas bella, en latin, Lepus timidus. Su pelo, més largo y més tu pido que el del conejo, sirve para hermosas peleterfas sobre todo si estan bien preparadas, Para ello hay que cazarla con trampas, porque el fusil causa muchos destrozos. En cuanto a la liebre polar, llamada de Noruega aunque pro- ceda de Carelia o de Siberia, ha perdido su boga, que sobre todo fue medieval, debido a su escasa solidez. * lince: jun suefo! jLa més hermosa, la mas calida, la més ligera, la més rara, la piel mas cara del mundo de ayer El inventario de las peleterias 29 y de hoy, el lince nérdico, que se salv6 por los pelos del exterminio y que esta superprotegida por los gobiernos de los que depende este gran félido salvaje: ex-Unién So- viética, Canada y Estados Unidos (por Alaska). Reintro- ducido en los territorios de los que habia desaparecido, ha recuperado su papel de regulador de la pequefia fauna nociva. Su tupido pelaje es suave y sedoso como una ca- ricia. Su cuero es tan fino que se puede meter una piel en el interior de un anillo, El lomo, gris-beige muy claro, esti moteado hasta el punto de volverse casi blanco en el vientte. El lince canadiense o americano es algo mas oscu- ro que su hermano siberiano, el mec plus ultra de las pele terias. Ambos, que proporcionan practicamente las tilti- mas pieles salvajes ~aunque controladas~ autorizadas, se capturan para la venta con gran parsimonia, es decir, cuando el niimero de estos temibles cazadores puede poner en peligro el equilibrio natural de su medio. Su precio en las subastas alcanza entonces mil fortunas para el americano, mil y una fortunas para el siberiano. La du racién de vide de una prenda de lince varia alrededor de la quincena de afios. En cuanto al lince de Europa, Lynx Iyns, de los Cérpa- tos 0 de los Pirincos espafioles, no esté muy comercializado porque s6lo existen unas pocas parejas. Ha sido preciso reintroducirlo en Ariége 0 en el Vercors para limpieza de los roedores daiiinos. En los Vosgos no hay esperanza de que sobrevivan. El 10 de noviembre de 1987, la dltima de Jas tres familias portadoras de un collar con emisor dejé de dar sefiales de vida y se encontré el collar cortado con cu- chillo, enterrado bajo un matorral, Sus tres crfas también han desaparecido. Se trataba de la duodécima tentativa de repoblaci6n. El curtidor y el peletero que se atrevan a tra- jabar con tales despojos furtivos corren el peligro de ir a parar a la cércel, Algunos dicen que la bestia del Gévaudan no era un lobo grande sino un lince. 240 Historia técnica y moral del vestido, 1 * marmota: cuando es verdadera, recibe el nombre ale man de rurmel. La falsa es el mapache. Porque en esta enumeracién tenia que haber un mapache. Gracias, sefior Prévert. Pero en realidad el nombre comercial del mapa- che (en latin zoolégico Procyar lator) esté tomado det in glés racoon. Muy abundante, en efecto, en todos los par- ques nacionales del continente norteamericano, més gordo que un gato que devora su caldo dibujado por Walt Dis ney, descarado hasta el grado maximo, frecuenta en pareja y con asiduidad los campings en los que, para alegria de los turistas en vacaciones, roba todo lo que no queda encerra do con doble vuelta de lave en las despensas, saltando in- cluso sobre las mesas en medio de la gente cuando de- sayuna. Unos letreros previenen al turista y ruegan no alentar a este payaso silvestre en sus malos modales. El legendario gorro de Davy Crockett es de racoon, cola incluide, En la actualidad, como ya no se puede matar a ese pillo cuyas hecatombes hicieron los contemporaneos del famoso trampero, la piel de racoon vendida con el nom- bre de marmota en Europa procede de criaderos canadien. ses 0 del este de los Estados Unidos. Ha prosperado bas- tante, llegando a repoblar las campitias del Nuevo Mundo ¢ incluso las del Viejo Mundo, Alemania del Este, la anti- gua Unidn Soviética (Rusia blanca, Transcaucasia, Usuri, T'ien-chan). La piel de racoon-marmota, del gris al pardo pero siem pre de largas lanas argentadss, se trabaja en la actualidad casi exclusivamente en tiras para hacer chaquetas o abrigos de esport muy elegantes y célidos. Aunque se beneficia del cesnobismo de las americanas, un poco hartas del vis6n, to- davia su precio no alcanza niveles elevados. Mas accesibles todavia son las prendas hechas con napas de derivados, sobre todo de las patas, que proporcionan pieles de pelo menos largo que las pieles enteras; pero son ligeras y casi igual de resistentes. Se necesitan de tres a cinco napas para Elinventatio de las peleterias 241 conseguir un abrigo que dure tanto como la tira o la piel completa, es decir, veinte afios por lo menos. La tinica piel verdadera de marmota procede de Europa central y de Rusia (Tarabajan), pero también de China desde hace poco; este punto debe ser precisado porque, por desgracia para el comercio exterior del ex-celeste Imperio, cesta tltima piel no es un negocio, pese a su llamativo precio. EI pelo es corto, el curtido esta mal hecho, Si el murmel chino sigue siendo beige de largo pelo negro, el murmel eu- ropeo 0 ruso, depilado, se tife la mayorfa de las veces para imitar el marzén oscuro del visén ranch del que se distingue por una relativa insipidez, a pesar de la eventual tira. Lo que se denomina marmota de China es, en cambio, de racoon- mapache. ;Qué rompecabezas el vocabulario de los pelete- ros! Depilada y muy suave, con la marmota de China se hacen excelentes y cilidas pellizas a buen precio, pero no se las puede exigis mis de cinco afios de uso. © marmota de Corea, que también es racoon ~mapache-, procede... }de Japén! Una poco més amarilla que la china y de precio muy accesible, sirve sobre todo para hacer cue Ilos muy hermosos; como la piel es algo pesada no convie- ne para prendas enteras. # marmota de Finlandia o racoon fino s... de origen sibe- riano 0 ruso, pero su crianza en Finlandia ha obtenido gran éxito y proporciona una bellisima piel tan voluminosa y suave como la del zorro, de un pardo oscuro (los lomos) que llega hasta el beige (los costados y el vientre). Las lanas ofrecen un camafeo de color pardo en la base hasta el negro azulado de la punta, roto por el blanco, lo que le presta un hermoso relieve argentado, Pero, excesivamente volumino- sa para ser utilizeda en pieles torales, esa marmota es el triunfo del galén, que le quita peso sin privarle de su es- plendor. El precio medio de un abrigo 0 de una chaqueta 242 Historia técnica y moral dl vestido, 1 para una duracién de uso de diez afios como méximo la convierte en un excelente sustituto del zorro argentado. © marta: al comprarla nos daremos cuenta de que no es la cibelina del pobre, sino Ia cibelina del «cuadro supe- tior». Bien trabajada en hermosas tiras, bien lustrada o en- tintada y bien cortada hace casi el mismo efecto que su prima del Gotha por un precio diez veces menor. ;Sigue siendo bastante cara! En toda Europa se caza desde siempre a esta ladrona de gallineros que, si tuviera a bien quedarse en casa, en los bosques de monte alto, podria contentarse con ratones de campo, topos ¢ incluso limacos y avispas. Almacena como los pajaros o las ardillas, su comida preferida, Su pelo de inviemo, el mas hermoso por ser més espeso, la hacia tan apreciable que, hasta el siglo xvi, los campesinos de Eu- ropa o de Rusia podfan pagar sus impuestos en martas. La contabilidad de los reyes de Hungria denominaba a los campesinos con el nombre de marteros. La marta servia también de unidad internacional de pago en la feria de Novgorod la Grande, hasta el siglo xv en que hizo su apa ricién la moneda de plata, Tan perseguida, la marta estuvo a punto de desaparecer y fue preciso prohibir momentaneamente su caza, Tard6 poco tiempo en proliferar de nuevo pero, en la actualidad, parece haber perdido su tamaiio original, constatado por los libros de los peleteros medievales sometidos a unas nor- mas. Las trampas, de nuevo autorizadas pero severamente controladas, hacen de estos animales de nuestros macizos montafiosos una pequefia parte muy apreciada de los mer- cados. Curiosamente, en Francia nadie ha pensado en una crianza en el bosque, mientras que en Canada (y en Esta- dos Unidos desde 1980, en las Rocosas) pueden comercia- lizarse de este modo pieles soberbias de una gran unidad de tono que evita el lustrado o la tintura. Elinventario de las pelereias 243 © nutria de Hudson: no es una nutria. Se trata de la on- drata, o rata almizclera, 0 rata de América (véase mas ade- ante), en versién depilada. Tundida y lustrada o entintada en negro, su longevidad puede legar a la decena de afos. Al cabo de ese tiempo el cuero se desgarra como si fuera papel. Caida en desuso desde la anterior preguerra, la nu- tria de Hudson, rejuvenecida en la actualidad en ropas muy de moda, no es una piel de abuela * nutria de mar: los americanos y los ingleses las tienen falsas. La Enhydra lutris, que ellos Haman fur seal (otaria © leon marino de piel) es una verdadera nutria pariente de la de nuestros rfos pero mucho més grande (1,20 me- tros y una treintena de kilos). La casa americana de Gre enwille, Fouks, habia inventado un procedimiento de pre- paracién de esas picles, que lleva su nombre: se depilan Jos largos pelos demasiado duros de forma que sélo que- den las borras tupidas y sedosas, dando a la piel el aspec to de un espeso terciopelo doradillo o beige liso. En el siglo xvi, la nutria de mar de las islas Aleutianas se con- virtié en el envite de luchas tan feroces como des- vergonzadas entre los tratantes rusos, briténicos y espa- fioles. Los pocos animales que escaparon de la matanza facron salvados en 1911 por un acuerdo internacional rectificado en 1957 bajo la égida ~hay que decirlo- de la ONU, entre rusos, ingleses, japoneses y americanos. El ptocedimiento Fouks no volvera a servir para Ja prepara- cin de las nutrias de mar porque su comercializaci6n, y «@ fortiori su caza, estén formalmente prohibidas. Desde centonces viven felices, en familia (Ja nutria de mar es el animal més tierno, mas fiel y mas inteligente que existe). Y no hay motives para lamentar la prohibicién de una piel desde luego espléndida pero también causa y resulta- do de verdaderas atrocidades, vergtienza de la especie humana. 244 Historia eéenica y moral del vestido, 1 * nutria de rio: o nuttia comin, o Lutra lutra, es un ani: mal de todo el hemisferio Norte, tan encantador como su hermana mayor, la nutria marina del Pacifico norte. Vive fécilmente cuando tiene peces 0, en caso extremo, pollue- Jos, més juguetona que un gatito, a pesar de su metro cin- cuenta y su cuerpo relleno; fue domesticada en China pro- vocando la célera ¢ incluso Ia desesperacién de los coccidentales hasta finales del siglo xvi en que el progreso dio cuenta de ella. En efecto, esta pescadora notable, esta taimada diezmaba los viveros, tan necesarios para la obser- vancia cuaresmal, asolaba los fosos de los castillos donde se ctiaban las carpas, convertia en estériles rios y estangues. Cuanto mas se la caza mas sabe burlarse, pero la urbaniza- ci6n, la polucién y la disposicién de los cursos de agua han terminado por diezmarla en Francia: apenas resisten unos centenares de individuos en Alemania y en Suiza. Las Gni- cas nutrias de rios que quedan por matar, para placer de los clegantes, proceden de Rusia, de Alaska y del Canada oriental (Labrador y Terranova). También se encuentra en Virginia, pero su picl no oftece grandes cualidades. AGn no se ctia, propiamente hablando, pero se controla muy fa- cilmente en reservas naturales. Su pelo, espeso e impermeable, tiene de particular que bajo las lanas pardas hay una lanilla mucho més clara. En las prendas de alta gama se utiliza en tiras, lo cual pro- porciona una gran diferencia de aspecto y de ligereza en relacién a la «piel sobre piel», menos agradable debido al espesor del cuero, Las pieles mas hermosas son las de pe- quefio tamaiio, de cuero mas fino, para abrigos que se pue- den llevar veinte afios por un precio que, segiin la calidad, va del posible al més caro, casi como el vis6n. * ondrata: también se llama rata de América entre los pe- leteros, Es la rata almizclera. Mus aguaticus, especie de rata de agua de pelos pardos y bastante largos (de 2.a 4 centime- Elinventario de las peleterias 245 tros) sobre una espesa pelusa color pizarra, con lomos bei- ges. Hasta el Renacimiento vivi6 asimismo en Europa, donde ha vuelto a ser introducida, pero en crianza, desde principio de este siglo, sobre todo cerca de Praga. La ex- periencia francesa no ha tenido éxito. En cambio, en la ex- ‘Unién Sovietica, en la regi6n del lago Balkash al Kazajstén, varios centenares de estos emigrados americanos de un nuevo tipo fueron soltados en medio de la naturaleza. En la actualidad son millones. La nueva rata almizclera salvaje eu- ropea, igual de prolifica y verdaderamente desastrosa para el mantenimiento de las vias navegables, es producto de la csianza neerlandesa, puesta en libertad durante la llegada de Jos alemanes en 1940... tal vez para aburrir al mariscal Goering. Este habfa sofiado con hacer del pelaje de los on- dratas checos la piel nacionalsocialista por excelencia. La mejor calidad procede sin embargo de Canadé y del este de Estados Unidos (New Jersey). Se emplea el lomo oscuro para prendas exteriores y los costados claros para pieles interiores muy suaves. El trabajo en tiras de los Iomos da un sustituto del visén, aunque no tiene unidad, en clegantes abrigos masculinos de precio relativamente accesible, todo lo que puede esperarse de una decena de afios de buenos y leales servicios. Depilada y tintada de negro, la piel del ondrata se vende asimismo con el nombre de nutria de Hudson, como hemos visto. © opossum: este pequefio marsupial, de la familia de los canguros, mide unos cincuenta centimetros. Originario de ‘Australia, ha sido aclimatado en las dos Américas y se pone cada vez mas de moda para prendas deportivas de ambos sexos. Su pelo gris-beige, bastante largo (de 3 a 6 centime- tos), es muy favorecedor. El cuero ligero sigue siendo, sin embargo, resistente, y de este modo puede uno regalarse por un precio muy razonable una piel calificada de «joven» y que promete cinco afios de uso por lo menos. 246 Historia técnica y moral del vestido, 1 * pekart: hace pensar en una cibelina de un sorprenden- te pardo-gris oscuro, casi negro; la soberbia piel sedosa de esta marta pescadora del Canad4, que habita en las orillas arboladas del océano, de un océano al otro. El precio evoca también el de la cibelina, sobre todo cuando se trata de hembras pequefias de cuero ligero y muy flexible, en un buen trabajo de tiras. La millonaria que se lo compre no se cansara de ella durante quince afios. * petigris: esta ardilla fue el célebre vero 0 «gris» de la Edad Media, pero apreciada entonces por los tintes negros 0 gris oscuro cuando procedia de los bosques mediterraneos, 0 bien «rojizon, mala traduccién medieval del ruso popel, que significa ceniciento y que se hace pasar primero por piirpura, luego por rojo, cuando se trataba de pelajes de verano de la especie de Europa central o septentrional. No existe ya en esas regiones ni en la actualidad procede més que de Siberia, produccién que sigue siendo la més estima- da y escogida desde los Tiempos modemos en su capa in- vernal, espesa, de colores nubosos, del ceniza al plata por- que se aclaran a medida que nos acercamos al Circulo Polar. A principios de este siglo, ninguna mujer elegante podia pasar sin él. Como la rueda de la moda no cesa de girar, el petigris de las reservas de caza soviética reaparece en las colecciones. El lomo, de pelo mas largo, va bien para lige ras prendas exteriores, el vientre blanco hace pieles bastan- te dificiles de mantener. Su precio varia segiin el color es- cogido, medio cuando es oscuro, muy caro cuando es argentado, Y hablando de dinero... el vero, como la marta, jug6 el papel de moneda entre los eslavos, desde el afio Mil hasta Ja aparicién de la acufiacién, Paquetes de dieciocho pieles servian de unidad de cuenta en los registros de la célebre feria de Novgorod. Incluso en el siglo x, los magnates de El inventario de las peleterias 247 Finlandia segufan cobrando de ese modo las rentas que les debian los vasallos y los siervos. Los magnates mas ricos formaban todos los afios almacenes que podian contener hasta veintenas de millares de picles © skunks 0 sconse: es6lo como recuerdo vamos a citar este «estandar» elegante de la posguerra? Parece como si saliese de ese purgatorio por el que, tarde o temprano, pasan las pieles para volver en cada ocasién mejorada El skunks sigue estando de moda en su forma «retro» entre cierta juventud, chicas 0 chicos, pero a condicién de sacar- Jo del fondo del ropero de la abuela o bien descolgarlo de Jas perchas de un ropavejero. El abrigo de skunks auténti- co de los afios cuarenta/cincuenta debe pesar una tonela- da, presentar reflejos rojizos que den testimonio de su anti- giiedad, oler a buena naftalina y mostrar unos hombros estrechos y poco cuello, pero anchas mangas trabajadas al bies. En estado nuevo, el forro es de un negro azulado. El cucro, bastante pesado y un poco tigido, esta rebajado en la actualidad, es decir, le han quitado espesor para hacer més agradable la prenda. Para mejorarlas, antiguamente trataban Jas pieles en tiras, pero parece como si la «piel sobre piel» predominara en la nueva carrera del skunks, cuyo precio se democratiza en relacién al que pagé la gencracién pre- cedente. El skunks no es otra cosa que una maloliente y pia fante mofeta de América que aparece con frecuencia en los dibujos animados, con su largo y recio pelaje negro y sus «ctenazas», dos rayas paralelas que van de la frente ala cola * zorros: hay que poner en plural estas pieles de un ani- mal que abunda en todo el hemisferio Norte y cuya utiliza- cién en peleteria se remonta a los origenes de la vestimen- ta. La especie salvaje comin (Vulpes vulpes), siempre numerosa en nuestros paises, se encuentra facilmente en 248, Historia técnica y moral del vestido, 1 Jas pequefias ferias de animales salvajes, sobre todo porque su caza, lejos de estar prohibida (con gran pena para los ecologistas), forma parte de la lucha contra la rabia, uno de cuyos mayores vectores es el zorro. Por eso, cada animal abatido se convierte en objeto de una prima. Pero las pie- Jes mas admirables proceden de crianzas, siempre escandi- navas y soviéticas (jtres mil unidades al afio!), porque del rigor del clima depende la magnificencia del pelaje, a un tiempo espeso y vaporoso, y la abundancia de colores. Sin embargo, la crianza francesa de Beauregard, en Charente, empieza a imponer productos soberbios a partir de crias escandinavas. También hay que contar con las granjas del norte de Estados Unidos y de Canada, sin olvidar a Polo- nia, ya presente en el mercado desde principios de siglo. Sin el zorro, ¢qué habria sido de las crianzas de animales de piel? La idea parece simple, pero hay que pensar en ella. En los tiempos de nuestras tatarabuelas, el zozro ar- gentado era tan perseguido que rara vez se encontraba en Ja naturaleza, porque de hecho resultaba de un error gené- tico casi sin futuro. Recordemos que se trata de un zorro pardo-griséceo cuyos pelos largos, en tiras, presentan una punta blanca, en particular en el lomo y la cola. El gen por- tador de esa anomalia es un gen recesivo, es decir, que para transmitirlo con suerte es absolutamente necesario que los dos padres presenten ese mismo cardcter... Y aun asf. vemos que ese factor hereditario desaparece en las cama- das de generaciones sucesivas, a capricho de los cruces. Como no se podia satisfacer la demanda, porque la na- turaleza dificilmente permite acoplamientos tan eventuales, a dos tramperos canadienses, Dalton y Oulton, hartos de regresar con las manos vacias de la caza de los zorros ar- gentados, se les ocurrié la idea de fijar esa raza de la misma forma que se fija desde hace mucho tiempo con los perros y los caballos. Solo tenian una solucién: capturar el mayor rniimero posible de parejas, seleccionar los mutantes argen- El inventatio de las peleterias 249 tados, no cruzar mas que esos homocigotos (portadores de Jos mismos genes) de generacién en generacién (un afio basta) hasta obtener una estirpe definitiva. Hacia 1890, Dalton y Oulton acotaron un terreno en la isla del Principe Eduardo, en la desembocadura del rio San Lorenzo y pusieron su confianza en manos de Dios. Dios se mostr6 muy espléndido y, en 1894, en su cuarta generacién, en las subastas de Montreal aparecieron esas, milagrosas pieles adjudicadas a més de 2.000 délares la pieza, un récord absoluto, Posteriormente los precios han bajado, al aumentar la oferta. Pero, a partir de ese momen- to, no hubo una sola mujer elegante que no tuviera en su guardarropa zorros argentados. Lo més elegante, sobre todo entre los afios veinte y cuarenta, fue llevar el animal =o los animales— en echarpe (fuesen argentados 0 no) con las patas, la cola y sobre todo la cabeza disecada y provis tas de ojos de vidrio, con el hocico enganchado a una pata llena de garras mediante una pequefia cadena de pasama- neria. ‘Luego se confeccionaron boleros adornados con zorro argentado, y més tarde chaquetas tres cuartos. Si en 1939 hubo un millon de pieles tratadas, la guerra interrumpid Iuego su venta y la moda estuvo a punto de olvidar el zorro argentado; guardados en los roperos no encajaban con la austeridad y los bombardeos. En 1950 se produjo un breve retorno que parecié anunciar su recuperaci6n. Con sélo 350.000 pieles comercializadas, se inicié la confeccién de algunos abrigos largos que no consiguieron apenas éxito porque el visén prosiguié su ascenso a un precio de venta idéntico. Los criadores slo mantuvieron unos pocos re productores a titulo de «conservatorio» hasta los aios ochenta ~azar de la moda 0 marketing?- en que de nuevo invadieron el mercado. En la actualidad, el animal entero sélo se deja ver en Ja alta costura, por ser poco compatible con la vida moderna activa 250 Historia técnica y moral de vestido, 1 Resultan muy agradables las tocas de zorro argentado, tan se- dosas, y los adornos; las chaquetas y abrigos, considerados como el suefio hecho realidad, siguen constituyendo la mayor parte de los usos de esta piel que puede costar el mismo pre- cio de un buen coche, al contado o a crédito. Siempre, y sila moda lo autoriza, se puede desear llevar esa maravilla durante una buena decena de afios hasta que se amarillee. Entonces, queda el recurso de un tratamiento renovador del mejor pele- tero. También puede terminar perdiendo el pelo, por desgra- cia. ¥ en este caso, nadie puede hacer gran cosa. Los demés zorros son igual de soberbios, pero a veces menos vistosos. También figuran entre los materiales mas hermosos de la alta peleteria, Siempre por mutacién, se ha conseguido media docena de vatiedades muy apreciadas en las colecciones. * zorro drtico o polar (Alopex lagopus) posee un pelaje invernal més blanco que la nieve. Constituye entonces la joya apreciada particularmente por las estrellas del cine, las princesas del petréleo y las bailarinas del Lido. Cuando se comercializa con el sello «saga», proviene de los criaderos escandinavos. Su precio esta perfectamente de acuerdo con su cliente * zorro azul, 0 mejor dicho pizarra pilido, de la zas escandinavas, rusas y polacas, es muy sedoso y uno de los mas solicitados porque su precio sigue siendo razona- ble. En estado salvaje lleva el nombre de [satis y en invier- no se vuelve casi blanco, Entonces se presta maravillosa- mente al tintado para obtener esas picles color de cestillo 0 bien tonos de frutas que constituyen la moda de una esta ci6n en las colecciones. * zorro cruzado no es producto de un cruce 0 mestizaje Deriva su nombre de la «cruz» 0 arista oscura que se locali- Elinventario de las peleterias 251 za en su lomo, Pero lo extraordinario es su pelaje, un fuego artificial de colores amarillo, rojo, pardo que hacen tornaso- Jar las puntas argentadas de las tiras. Vale demasiado caro para que se pueda llevar en la vida cotidiana, salvo en Saint- Moritz. como prenda elegante para después de esquiar. * zorro gris o zorvo de Virginia, tambien llamado a veces zorro Isabel, que no es gris. Recubre con una ceniza delica- da el fondo amarillo rojizo de su espesa pelusa. Su precio oftece pocas diferencias con el del zorro cruzado. * zorro negro que enloquecia a Jos principes de la Edad Media ya no existe, por asi decir, en estado natural. El que encontramos en las colecciones es tefiido. Quinientos afios antes, este fraude era severamente castigado con la cércel. © zorros rojos también merecen el plural. Si es de Kamt- chatka, es el fuego lo que se convierte en piel. Si proviene de Canada, se trata casi de un albaricoque. Si de la regién (de Francia o de otros Estados curopeos), es cl raposo que acecha el eventual desgarsén de la cerca de nuestros galli- neros, Este ladron lleva entonces una capa chiné rojiza y beige de pelo més recio y més seco que el de sus parientes americanos. En la actualidad, la moda no enloquece con estos zorros rojos. Pero volvera. © zorros saga con el sello de la unién de productores es- candinavos, aunque en particular representan a los zorros Articos 0 shadows, abarcan por regla general los mejores productos de Finlandia, pais especializado en zorros. Los criadores fineses estan justamente orgullosos de los siete tonos de base con sus variantes: argentado, artico, blanco, «zafiro» (un gris azulado muy oscuro). Con tres millones de picles anuales, representan, por si solos, el 80% de la produccién mundial 252 Historia séenica y moral del vestido, 1 Se emplean los zorros en paramentos 0 en guamniciones, en echarpe-estola, en chaqueta o en abrigo, la mayoria de las veces en tiras. El zorro espagueti no es una variedad particularmente delgada sino un montaje astuto de delga- das bandas de piel, la mayoria de las veces colas, con otras bandas mas © menos largas de cuero, incluso de plastico. El galonado hecho concienzudamente permite, en cambio, aliviar la densidad del pelo para afinar la linea de la pren- da sin perjuicio de la comodidad, dado que el zorro es una de las pieles mas célidas que existen. Segin la calidad, y por tanto segiin el precio que se pague, puede contarse con un uso de ocho a doce afios. Los zorros de monte duran menos tiempo que los de criadero. Siempre ocurre eso. * zorro shadow esta garantizado, generalmente, por el sello «saga» de los escandinavos. Una sombra suaviza la arista més oscura de su lomo, fundiéndola con el blanco azulado de sus costados. El pelo vaporoso imita a las mil maravillas el del lince, después de haber sido motcado, En- tonces se dice legalmente «lustroso tipo lince», pero los pe- Ieteros Jo venden frecuentemente bajo la etiqueta «zorro- lince», por la que la clientela se deja seducir mejor. Todo lo que hay que saber sobre el visén « pardas y beiges y pieles... «salvaje de criaderon, pardo | rojizo. Saga: muy resistentes y sedosos, los productos del agru- pamiento de los criadores escandinavos (daneses, finlande- ses, noruegos y suecos) ofrecen la paleta més completa de 264 Historia técnica y moral del vestido, 1 los diecisiete colores, que van del clisico al sofisticado. Los escandinavos han conseguido obtener hembras particular- mente prolificas, de suerte que con més de doce millones de pieles logran una buena cuarta parte de Ja demanda mundial. gSe sabe? La pequeiia Dinamarca, ella sola, con 8,3 millones de pieles para 3.500 criadores, es la productora de la cuarta parte de esos visones que se producen cada aiid, aunque, sin embargo, no todos ellos Hlevan la marca «sage Pero se impone una pregunta: eno vamos hacia una satu racién del mercado? La demanda de visones que s6lo inte- esa realmente a un pequefio porceataje de la poblacién, gabsorberd una superproducién que es un poco el canto de las sirenas embriagando @ los criadores? No podemos con- siderar la caida de las granjas mientras el precio de reventa sea importante, LAS CALIDADES Tiras (0 Letting Out): este procedimiento minucioso, largo y costoso, aumenta la ligereza, pero también la soli- dez, la belleza y el relieve de la piel y s6lo se aplica a las pieles de primera seleccién. Como su nombre indica, esa técnica tiene por objeto transformar una piel natural: mente corta y ancha en una banda larga y estrecha real- zada por un ligero hinchamiento y un mejor reparto del pelo. Después de haber vuelto cada piel, con la parte del cuero encima, se procede a finas incisiones paralelas que s6lo muerdan el cuero y nunca el pelo, en forma de V desde el centro a los bordes. Luego se vuelve a coser desplazando dos labios superiores de 8 a 15 milimetros repartidos a lo largo de toda la raja, lo cual implica por dos veces unas cin. cuenta tiras finas de un centimetro que hay que coser a punto por encima. Los americanos empezaron a aplicar esta técnica después del armisticio, pero en realidad fue descu- | bierta hace un siglo. No se confecciona en tiras tinicamente El inventatio de las peleterias 265 cl vis6n, sino también la cibelina, la marta, el zorr0, el cas- tor, el coipo o myocastor (nutria), todas ellas pieles elegan- tes y caras Pieles enteras: el animal abatido es desollado a partir del vienire hendido en el medio y a lo largo. Después del curti do y el apresto (véase estos términos), se separan las partes | nobles de la piel (vientre y lomo), trazando un recténgulo delimitado en la parte superior por las axilas y en la parte inferior por las caderas. Lo que queda constituyen los deri vados (véase este término). El rectingulo restante se deno- mina «piel entera>. Las pieles enteras se unen simplemente ‘unas a otras, juntos los bordes de arriba y de abajo, de la derecha y de la izquierda. Es la piel sobre piel. Este trabajo, menos complejo y més econémico que la tira, no tiene su flexibilidad y hace picles bastante lisas pese al tupido y a la Iongitud de los pelos. En el caso del vis6n, no significa for- zosamente una calidad ordinaria, y también se hacen de este modo bellisimas prendas cortas de sport como las caza- Mil rayas: el efecto de canutillo de la piel se consigue intercalando entre bandas de pieles, més © menos largas, en tiras 0 no, bandas mas © menos finas de cuero liso 0 vuelto con aspecto de ante, Esto se llama el galonado. Puede ir desde el ejercicio de estilo a la estafa pura y sim- ple, y se aplica al vis6a, al castor, al coipo, a la nutria de mar, al conejo, al cordezo, etc., pero también a pieles de pelo largo como el zorro (llamado entonces spaghetti en el enguaje secreto de los peleteros), la marmota, el bob lynx Split: para dar més longitud a las pieles enteras, se cor tan en dos de través y se vuelven a montar sobre un galén de cuero, siguiendo la técnica del galonado, lo cual permi- te ganar en ocasiones un 20% més al nsimero de pieles ne- cesarias. La diferencia de precio de venta oculta una gran diferencia de calidad final. En inglés split significa «rom per» ‘A veces se incrusta un ancho cinturén o un corselete de cuero 0 de ante en la cintura de la prenda, cosa que tal vez 266 Historia técnica y moral del vestido, 1 afine la silueta pero es seguro que también economiza la longitud de la pie LOS DERIVADOS ‘Una vez descontada la piel mas hermosa y de mejor cali dad, la piel entera, los trozos restantes ~cabeza, nuca, gar- ‘ganta, patas, axilas, grupa, cola y entrepiema~ se recuperan con cuidado y se clasifican (incluso patas delanteras por un lado y patas traseras por otro). Son los «derivados». Los es pecialistas peleteros reiinen cada categoria en napas o «bo dies» de 1,25 por 2,40 metros, con los que se haran prendas como si se tratase de tejido. Ademés, se hacen «bodies» de pieles enteras o de tiras para luego confeccionarlos. La capital mundial de los «derivados» es, desde el aio mil, una pequefia poblacién de Grecia, cerca de la frontera albanesa, de nombre bien elegido, Castoria. Su tarea consis- te en el ensamblaje de napas a partic de fardos de recortes procedentes de todo el planeta. Los turistas, que estén muy orgullosos comprar en Grecia o en Turquia abrigos tan ba- ratos, en particular de vis6n, adquieren asi casi de primera mano estos astutos montajes de derivados, si es que no son de pieles enteras de calidad inferior. De la habilidad de los artesanos para engafar a su clientela han nacido todas las reglamentaciones, tan severas, de la Edad Media y de nues- to tiempo. A los derivados se les dan nombres encantadores, muy adecuados para incitar alos parroquianos: colas de visén: muy tupidas y muy brillantes, de pelo algo ‘més largo que el de la piel entera, permiten prendas muy bonitas que casi dan la idusién de tratarse de «verdadero vis6n», sobre todo si el trabajo, realizado en espiguillas an- chas, estd bien hecho mediante un fino galonado de cuero. Algo pesada, pero s6lida, puede esperarse de ella més de ‘ocho aiios de uso, sise tiene cuidado, por un precio accesi- ble. Pero hay que verificar bien ~sobre todo si la prenda se presenta como «promocién»- que el galonado sea de El inventario de las peleterias 267 cuero, no de plistico, Para ello, debe exigirse el descosido del dobladillo. El reverso del plistico, del PVC, por regla general es de textil, rela o malla (mis suave). corazén de visén: con mucha frecuencia punteados de blanco; de hecho se trata de la garganta, Ligero, no muy caro, no muy resistente, no muy célido, la prenda s6lo ofre- ceri de cuatro a seis afios de uso. ‘grupas de visén: se trata desde luego de la grupa, de los rifiones si ustedes prefieren. El pelo es duro, irregular. La piel un poco pesada, poco flexible y medianamente resis- tente; puede esperarse de seis a ocho afios de uso. patas de visén: patas delanteras més suaves o patas trase- ras cuyo pelo no siempre es del todo regular, ninguna indi- cacién Jo precisa, solo la vista y el tacto permiten su identi- ficacién. Las bandas de piel estan bellamente reunidas en espiguilla, lo cual proporciona prendas ligeras y elegantes de un precio decente si tenemos en cuenta una resistencia media y de seis a ocho afios de uso. pétalos de visbn o ebilik: del griego thili, seno materno; se trata de las axilas de las patas delanteras, cuyo recorte evoca un pétalo de rosa, Muy ligera y no muy resistente (de tres a seis aos de uso), este tipo de piel es muy cara, en todos los sentidos de la palabra. 268 Historia técnica y moral del vestido, 1 Su Majestad Imperial Cibelina «La piel de este animal se emplea como peleteria. La matta més estimada es la siberiana, la misma que nosotros llamamos cibelina; la més negra y la més cara.» (Dictionnai- re portatif des Arts et Métiers contenant en abrégé I'bistoir, 4a description et Ia police des Arts et Métiers, des Fabrigques et Manufactures de France et des pays étrangers, Amster- dam, siglo xvun). No os decepcionéis: las picles de cibelina barguzina (las més espléndidas de todas), que Stalin regalé en 1952 a la emperattiz Soraya de Irn no pudieron formar el maravi- lloso abrigo con el que se extasié todo el planeta sin nunca haberlo visto. En realidad, cl regalo del genial Padrecito de Jos pueblos no fue suficiente y la casa Révillon no pudo hacer mas que una chaqueta, Una chaqueta larga y amplia, pero una chaqueta. La Uni6n Soviética esperaba una con- cesién petrolifera, No la tuvo, llevéndose un buen chasco. Pero la culpa no fue de la emperatriz. Al Parlamento de ‘Teheran no le gustaban las bromas ni siquiera envueltas en piel. No era la primera vez que la cibelina intervenia para cambiar la faz, del mundo. Si Canada nacié del castor, Sibe- ria fue explorada tras las huellas del nobilisimo animal que huy6 durante millares de verstas delante de los peredovt- chik, esos tramperos rusos que terminaron colonizando toda le mitad norte de Asia, al cabo de un milenio de infil- traciones, de acuerdos comerciales o de correrias, luego de indole politica «De cibelinas hay gran cantidad: con las de este rincén se hacen las pieles caras», cuenta Marco Polo, quien vio tantas maravillas en los mercados de Asia Menor. Desde el siglo X se realizaban importantes intercambios entre los di- versos principados de Rusia y el mundo oriental, por me- diaci6n de los mercaderes vikingos, grecobizantinos y éra- El inventario de las peleterias 269 bes: las pieles preciosas constituian en la practica la nica riqueza de esos inmensos territorios incluso en vias de de- sarrollo, por emplear la terminologia moderna, y cubiertos de bosques abundantes en caza por hallarse casi completa- mente virgenes. Cambiaban las pieles por seda, vinos, orfe- brerfa, todas las cosas superfluas necesarias para las cace- rias. Sin embargo, Occidente no dejaba de conocer la cibeli- na, dado que a ella se alude en la Chanson de Roland: «Af- fublez est diin mantel sabelin». «Mantel Sabelin», abrigo de cibelina, orgullo de un puiiado de grandes de este mundo que no dejaron de proclamar su poder enarbolan- do esa sable [cibelina] en sus blasones. A partir de 1184, Jos mercaderes del norte de Alemania instalaron, después de haberse constituido en una asociacién, la Hansa, «gale- rfas» o sucursales en una ciudad de la Rusia septentrional, a orillas del Iago men, enclave de una gran importancia estratégica, tanto desde el punto de vista militar como del econémico. Mas tarde, Pedro el Grande asentara en él San Petershnrgo, rebautizada como Petrogrado y luego como Leningrado. Novgorod la Grande (que no debe confundirse con Nijni-Novgorod, en la confluencia de los rfos Volka y Oka, fundada en 1221), soberbia ciudad museo todavia en nues- tros dfas, fue fundada en el siglo Ix por una tribu vikinga, los varegos escandinavos, para servir de posta en la gran ruta comercial que iba del Baltico al mar Negro, utilizando las vias fluviales del Dniéper y del Volga, tan apreciadas por los drakkars vikingos. Desde su fundacién, Novgorod centralizé las pieles, entre las que las cibelinas constitufan a tun tiempo su flor mas preciada y su mayor volumen de ne- gocios, dado su valor. A través de Kiev, de Crimea 0 del mat Negro, las mercancias se distribuian al mundo musul- mn, En efecto, saqueada a ultranza, la cuenca del Dniéper no era suficiente ya para atender la demanda en peleteria 270 Historia téenica y moral del vestido, 1 fina de los grandes principes del Préximo y Medio Orien- te. Asi, como meta de su remontada hacia el norte, los ca- zadores hicieron de Novgorod su plataforma mientras comenzaban a invadir Siberia por el norte y por el Ural. En adelante, Occidente se anunciaba ya como una clientela importante Con el declive de los escandinavos, los hanseatas desem pefiaron realmente el papel de amos en Novgorod, cuya prosperidad aseguraban en ese momento mediante la sali- da de las ferias europeas. Terminaron por ser duefios de todo un barrio, el Sankt Peterhof, en toro a la iglesia que leva ese nombre, construida gracias a los beneficios de la cibelina. ¢Qué representa la Hansa? «Se trata de una nebu- losa de mercaderes, mas una nebulosa de navios, del Zui- derzee a Finlandia, de Suecia a Noruega» (Braudel) *8. Po- driamos aftadir: y una nebulosa de sucursales y de bancos alrededor del mar del Norte y del Baltico. Desde el siglo x10, estas familias de metcaderes mono- polizaton, por asi decir, todo el comercio exterior de Nov- gorod, que desde ese momento se valvié hacia Occidente; ese comercio consistia casi exclusivamente en intercambios de productos industriales 0 de materias primas (pafios de lana, pez, vinos, cobre, estaiio) procedentes de todo el este europeo, a cambio de las prestigiosas pieles. Como escribe Braudel; «Una de las condiciones del éxito consiste en tener la oferta y Ja demanda en una misma mano, ya se trate de exportaciones hacia el Oeste o, en sentido contra- rio, de la redistribuciénn de los bienes importados hacia cl Este. Las sucursales que mantiene la Hansa con puntos fuertes, comunes para todos los mercaderes hanseatas, protegidos por privilegios, defendidos con tenacidad, ya sea el Sankt Peterhof en Novgorod, la Deutsche Briike en Bergen, o el Stablhof en Londres...» Una economia que va- cilaba entre el trueque y la moneda pero que arrastraba consigo cierta expansién germénica e inspiraba cierta envi- Elinventatio de las peleteries 2m dia de autonomia, excesiva, para el gusto de los principes de Moscovia en cuanto al casi monopolio de cibelinas que pretendia la confederacién. 7Y es que el negocio funcionaba muy bien! El extraordi- nario libro de cuentas encontrado que perteneci6 a Hilde- brand Veckinchusen confirma que el mercader hanseético vendi6, él solo, més de cinco mil cibelinas en los primeros afios del siglo xv, Cinco mil cibelinas, cada una de las cua- les tenfa un precio de 20 gramos de oro. Aunque todavia estén de moda entre las damas los sombreros oscuros, la reina de Francia, Isabel de Baviera, siempre excéntrica, comprar no menos de 356 pieles, de las que no se sabe muy bien si fueron utilizadas en su totalidad para mantas, porque en la contabilidad de su casa también aparece Ia es- pantosa cantidad de 67.233 veros pequefios y 24.353 peti- rises, destinados a equipar a su entomo y a sus hijos, hay que decirlo... En esa misma época, en cinco afios, el rey de Inglaterra utilizaré ~personalmente~ 356 cibelinas. Pero lo que hace pensar son las 2.563 cibelinas de Carlos VII, compradas entre octubre de 1490 y septiembre de 1491, sin perjuicio de las adquiridas el afio precendente y demas aiios anteriores. 2.563 cibelinas a veinte gramos de oro cada una, jqué derroche! ;Vaya guardarropa para el hijo de ese rofioso de Luis XI, educado en Amboise casi en la miseria, Delort, que anota esas cuentas, observa con pre- cisi6n que el marido de Ana de Bretaia adquitfa para si «una gran parte de las importaciones totales de Occi- dente». Los principes rusos podian quedarse, para su uso perso- nal, con una parte de las pieles que sus equipos de trampe- 10s iban a buscar a Siberia, cada vez. mis lejos: la exporta- cién de la cibelina seguia siendo el mejor negocio del mundo, sobre todo porque, si durante todo el siglo xv el valor del oro sélo se habia duplicado, el del «oro negro» aumentaba en consonancia con la escasez, cteciente de pie- mm Historia técnica y moral del vestido, 1 les y Ia longitud de las expediciones necesarias pata su co- secha, Escasez relativa, porque a pesar de ello llegaban a reunir el ntimero suficiente de pieles como para que, aqui y allé, los extravagantes personajes que dirigfan el mundo al- canzaran la felicidad cuando llegaba la mala estacién, En 1478, Novgorod la Grande fue anexionada definiti- vamente por Moscd y la sucursal de la Hansa, el Deutsche Hof, cerrado en 1499. Mosca, capital de los zares, iba con- virtiéndose también en la capital de las cibelinas; lo cual no significaba otra cosa que, en adelante, las cibelinas pertene cfan a los zares. El Kremlin participaba directamente en la feria de Leipzig, una ciudad no hanseatica. La Confedera- mn no se repuso del golpe, porque ademés habia perdido el comercio de los arenques del Baltico. La avalancha his- péinica hacia el Nuevo Mundo supuso otro nuevo golpe y fue agonizando despacio pero sin cesar hasta 1699, fecha de su tiltima convencién y de su disolucién. En 1558, grandes propietarios de tierras, précticamente Jos tinicos industriales de un inmenso pafs que se habia quedado anclado en una Edad Media que no acababa, mercaderes al por mayor y poderosos bangueros porque prestaban» a los zares, los miembros de la familia Stroge- nov recibieron de Ivan el Terrible colosales posesiones al oeste del Ural: Lowa, Tavda y Tobol. jCon derechos de ju- tisdiccién privada! A cambio, tenian que organizar esas tierras. Y sacar enormes rentas para su amo, por no hablar de sus beneficios personales. Sin pérdida de tiempo, los ‘magnates enviaron expediciones encargadas de intimidar a las poblaciones generalmente némadas y de recoger entre ellas peleterfas, de grado 0 por fuerza (sin olvidar la sal, la plata y el hierro). Esa parte de Siberia estaba entonces en manos del kan tértaro Etiger. Este, més por la fuerza que de grado, hubo de consentir en pagar un tributo anual de ‘mil cibelinas, para empezar bajo los mejores auspicios. La cibelina valia, segtin su calidad, de 10 a 20 rublos. Ese tri- Elinventasio de las peleterias 2B buto suponia una bonita suma, si pensamos en el poder de compra aproximado de esa moneda, para quien lo recibia. Podemos evaluar el rublo de ese momento en aproximads- mente 3,000 francos de 1988. En 1579, el sucesor de Etiger, Kutchum kan, aleg6 su indigencia para romper el contrato. Por propia iniciativa, porque sabia que ef zaz, aunque Terrible, era hostil a las expediciones militares que generaban represalias en cade- na, Maximo Stroganov apoyé su argumentacién enviando al etman Yermak y una pequefia fuerza de intervencién co saca hacia Sibia, la capital del kanato, cerca del rio Irtych. Una vez tomada la ciudad, Yermak recuper6 2.400 cibeli- nas, casi otros tantos castores y 800 zorros negros, rareza de rarezas, valorados entre 20 y 100 rublos la pieza cuando se encontraban. Ivan IV se adjudicé entonces el titulo de zar de Siberia, y su corona, adornada de cibelina, anéloga a la famosa chabka llamada del Monémaco, tomé realmente todo su sentido, En adelante, con la bendicién del poder central y sin encontrar més resistencia de parte de los indigenas, la riada hacia el «oro negro» se lanzé contra las puertas de Si- beria, que ya estaban abiertas de par en par. Cosacos, aven- tureros, cazadores, funcionarios y mercaderes se disemina- ron, cada vez més numerosos, a través de la inextricable taiga. Dos siglos mas tarde, Buffon podré escribir: «La caza de cibelinas la hacen criminales confinados en Siberia 0 soldados enviados expresamente %». Estébamos a punto de olvidar una cosa: al mismo tiempo que la caza de la ci- belina, los gulags conquistaban también Siberia. Arrastrado por una especie de fiebre, ese rf0 humano franqueé los rios gigantes, las montafias abruptas, los de- siertos més hostiles, afront6 los mosquitos enormes de la tundra, suftié la canicula y el frio mas implacables, pero avanz6 siempre hacia cl este, sin olvidarse de jalonar su re- corrido con fortines de madera, los ostrogi, postas en los 274 Historia técnica y moral del vestido, 1 puntos clave del pais: cruce de pistas, confluencias de fos... En la actualidad, esos campamentos se han converti- do en las grandes ciudades de Siberia, como Tiumen (1586), Yakutsk (1632) y tantas otras... Alli todos los indi- genas varones debian pagar el zassak, un tributo cuya uni- dad de cuenta era la cibelina de primera calidad. Segin la riqueza de la regién, el impuesto variaba de diez a veinti- dés pieles por cada jefe de familia, o la mitad para los sol- teros. Si no se hubiera exigido ese assak, las poblaciones no habrfan comprendido nada, porque todos los conquis- tadotes que se habfan sucedido en esas tierras de paso, de Jos mongoles a los tartaros, a los calmucos, a los kirguises 0 a los tunguses, les habian abrumado con sus exacciones. En los almacenes, al iassak se afiadian los «dones volun- tarios» (pminki), las confiscaciones por regla general ark trarias, los diezmos y las compras forzosas (las peleterias més espléndidas, sobre las que el poder central ejercia un derecho preferente de compra antes de que tuvieran dere- cho a intervenir los mercaderes). Si los indigenas no po- dian pagar en cibelinas —que retrocedfan a medida que avanzaba la colonizacién-, podian liberarse del impuesto ‘mediante la entrega de otras pieles, segiin un baremo en el que la hermosa cibelina jugaba el papel de patrén-moneda. Las redes de los osévogé tejfan una verdadera tela de araiia en cada uno de los distritos, agrupados en un wezd donde estaba la araiia jefe, el voivoda, representante del zar. Al mismo tiempo que efectuaban los pagos de iassak, los au tctonos estaban obligados a hacer un depésito de garantia para que la administracién estuviera segura de verlos de nuevo al aiio siguiente. Esos depésitos de garantia consis- tian en la entrega.... de rehenes a manos de los voivodas: jefes, hijos de jefe, chamanes que se renovaban con el co- rer de los afios y que esperaban filosdficamente su vuelta en campamentos instalados en el fondo del bosque y vigila- dos muy de cerca. El inventario de las peleterias 215 En cuanto a los rusos, sean promychiennki (tramperos) mercaderes de pieles, artesanos 0 campesinos colonos, eran asistidos y protegidos por el voivoda a cambio de un diez- mo, exactamente la décima parte de las pieles obtenidas mediante la caza o la compra a cazadores indigenas. En au sencia de pieles, el monto del diezmo se estimaba en rela cidn al valor de la cibelina, siempre de primera calidad. De este modo, calculaban en naturaleza o en especias de sustitucién los derechos de caza, los pasaportes, los peajes, las concesiones... Después de haber pagado el iassak, uno era libre de hacer sus tratos con los mercaderes... que tam bién pagaban un diezmo y se sometian a la compra forzosa a bajo precio de las cibelinas mas hermosas, 0 de los zorros negros, prioridad del zar. Los funcionarios también page- ban un diezmo en naturaleza o en especie sobre su sueldo y los herederos sobre su herencia. Todo ello se hallaba centralizado en el «Pequefio Tesoro de Cibelinas» de cada voivoda, que terminaba siendo en- viado, bien acondicionado, hacia Mose para ser deposita- do en el «Gran Tesoro de Cibelinas». Y mientras los caza- dores, los colonos, los militares y los funcionarios corrian tras las cibelinas que quedaban vivas, empujandolas hacia el estrecho de Bering en direccién noreste, hacia el Kamt- chatka en direccién este y hacia el rio Amur en direccién sur, como una enorme oleada de «civilizacién» que barria Siberia, el zar se convertia en el mayor peletero del mundo, porque al «Gran Tesoro de Cibelinas» se habian sumado talleres en los que nunca se dejaba de trabajar. Todo lo que no se distribuia como regalos al entorno imperial, a los representantes de las cortes extranjeras, a los embajadores rusos a fin de facilitar sus misiones, o bien a modo de sueldo a los oficiales que revendjan las pieles en el mercado libre -que por supuesto también pagaba un im- puesto-, es decir, montones de pieles, todo lo que quedaba se cambiaba en el mercado internacional por pafio, metales 26 Historia técnica y moral del vestido, 1 preciosos o herramientas, a través de ferias: Novgorod la Grande en primer lugar, luego Nijni-Novgorod (la Nueva), Leipzig en Alemania, después Irbit en Siberia occidental. Si el tratado de Nertchinsk de 1689 entre China y Rusia habia fijado los limites de la expansi6n rusa en el rfo Amur, también permitié un mercado privilegiado en el gue las ci- belines transportadas en caravanas se pagaban cuatro veces més caras que en Occidente. EL 28 de noviembre de 1769 Voltaire escribia a Catalina II, como hacia a menudo, y ese dia le hablaba del Gran Turco, desde luego un buen cliente de la emperatriz, ante le guerra que los enfrentaba, porque podemos leer estas It neas: «Por més que se mande disparar el cafion de sicte to rres_en busca de presuntas victorias, la verdad aparece a través del humo del cafién y llega a asustar a Mustafa sentado en sus alfombras de cibelina.» Catalina II gané la guerra contra Mustafa sin perder por ello la clientela de los herederos de éste, porque el afio siguiente, 1775, se con- centré en la reforma de su enorme administracién. Ocu- triéndosele que podria ahorrarse un ejército de funcio- narios prevaricadores, suprimié entonces el fassak, lo que agrad6 mucho a sus stibditos siberianos. En ese momento poco mas 0 menos, los rusos atravesaban el estrecho de Be- ring y fundaban su primera base en Alaska. Alli habia ad- mirables otarias-nutrias de mar cuyas pieles podfan conse- guirse a cambio de ofrecer a los indios 0 a los inuit un puiiado de conchas... ‘Treinta aiios ms tarde, las matanzas empezaron a dar razén de estos soberbios animales, cuya casi desaparicién se convirtié en una evidencia hacia 1840. Las rutas de la ci- belina y del castor se habjan unido por fin. ¢[ban a ser éstos y aquéllas un recuerdo nada més? Cibelinas y castores salvajes seran salvados de la extin- cién por la crianza, En Ia actualidad, la cibelina ya no se caza -las iltimas proporcionaron la chaqueta de Soraya~ y El inventario de las peleterias las que han vuelto a soltarse en la taiga pueden dormir tranquilamente en sus arboles. Ya no se matarén como se hacia en otro tiempo, estropeando la piel con un tiro de fusil. Mas que tesoro de Estado, el «oro negro» se ha con- vertido en secreto de Estado. Més sublime todavia que antes, la cibelina es una produccién exclusivamente sovieti- ca que desde hace una veintena de afios se encuentra en la feria bianual de San Petersburgo o en la de Gorki (Nijni- Novgorod, la nueva Novgorod). Estos animales selec- cionados viven como principes hasta la «cosecha» en los sobjozes de la Soyuz Puchniha (Uni6n de la Piel) Esté absolutamente prohibido sacar una cibelina viva de Rusia, ni siquiera un évulo fecundado que tal vez podria transplantarse. Los americanos darfan fortunas por conse guirlas y se dice que los agentes secretos no se cansan de merodear alrededor de Jas granjas, més vigiladas que los silos de ofivas nucleares. Esta caza de la cibelina de nuevo cuio fue tema, en cualquier caso, de una notable novela de aventuras, tal vez no tan ficticias como dice el libro ®. Sea como fnere, las simples millonarias pueden regalar- se, al menos, una cibelina como corbata ahorrando un mes de salario de una doncella, Su color va del blanco (golden) al pardo muy oscuro, casi negro, pero casi siempre espol- voreado de plata, A un precio, desde luego, de 20 gramos de oro fino... Para un abrigo hecho en tiras, se necesitan unas ochenta pieles. No escatimemos elogios sobre su confortabilidad. El cuero, suave como la piel de un guante, es sin embargo tan sélido, y su pelo irisado, ligero y espumoso tan resisten- te que no tiene nada de extraordinario una longevidad de una veintena de afios para un abrigo De hecho, esto es lo inico que no resulta extraordinario en la maravillosa his: toria de Su Majestad Cibelina. Historia de la piel (IID) El nuevo soplo de la piel Asi pues, la piel constityé la primera indumentaria y el primer adomo de la humanidad. El rey desnudo estaré, a partir de la piel, vestido. Luego, tras la invencién del tej- do, las pieles de animales no darn mas que una proteccién suplementaria durante las estaciones frfas, pero también, con frecuencia, serin demostracién de nuestro orgullo. Ahora bien, desde finales de los afios sesenta, una nueva » En su conjunto, los ecologistas porque hay que emplear ese término, que ¢s una aproximacién— han contribuido una mejora desde ahora constante de la suerte de los ani- males de nuestro planeta. Emergieron de esas asociaciones 0 se afiadieron a ellas militantes partidarios de una filosofia todavia mas radical del derecho de los animales: «No ha- sais a los animales lo que no harfais a los humanos» No matarés. Légicos consigo mismos, por haberse vuelto vege tatianos a imitacion de las gentes de la India o de Nepal, estin animados por un ideal bastante totalitarista, aunque atiborrado de paradojas imposibles de resolver para quien se quiere puro y duro, y al mismo tiempo socio-reforma~ dor. Hablando de pureza... la vida de la naturaleza no es ese paraiso perdido con el que sofiamos, una especie de Dis- neylandia a escala planetaria donde sélo falta la mitsica Cada especie animal produce més crias de las que el habi- tat puede asumir, ese excedente de las generaciones no so- brevivira de todos modos. Asi, por ejemplo, porque no po demos dejar de evocar el asunto de las crias de foca que ha conmovido al planeta y que fue el gran golpe mediatico que lanzé a Greenpeace (incluso aunque, para no volver a encender las pasiones, pasamos casi en silencio algunos trucajes atestiguados de fotos y de peliculas, 0 el beso de Brigitte Bardot a una cria de foca disecada, en un falso 282 Historia técnica y moral del vestido, 1 banco de hielo), debemos observar que sélo el veinticinco por ciento de esas adorables crias salvadas de la caza alcan- zardn la edad adulta. El otro setenta y cinco por ciento morird de hambre, de mordiscos, de enfermedades o de- vorados por las orcas. Los animales nunca mueren tranqui- Jamente de viejos en la naturaleza, salvo algunos tigres o elefantes. Las generaciones jévenes y los predadores les ajustan las cuentas cuando son demasiados o demasiado débiles. La buena madre Naturaleza no necesita de la in- tervencién del hombre para regular sus cuotas y eliminar Jos excedentes de poblacién. Ademis, los habitantes de ‘Terranova tal vez se mueran de hambre, porque se han vuelto anacrénicos. Ya no pueden cazar focas a capricho, les ha sido prohibido. Tampoco pueden pescar el bacalao, porque ya no queda, se lo comen las focas. En diltima ins. tancia... por las focas que se libran de ser devoradas por las ‘orcas protegidas En el plano que sea, resulta imposible subsistir en este planeta sin matar 0 aprovechar otras criaturas vivientes. Era la gran pesadumbre del doctor Schweitzer. Se le dio el nombre de la «ley de Ia jungla», pero la jungla esté en todas partes. Por ejemplo, las ratas almizcleras (ondratas) 0 Jos coipos salvajes, con los que Luisiana abastece el 97% del mercado. Se benefician de un increfble potencial de reproduccién, més incluso que los ratones y las ratas de al- cantarilla, casi el 2.000% en cada generacién. Sin un con: trol adecuado mediante trampas, la sobreutilizacién por su multitud de materias vegetales o de ctfas con que se ali- mentan entraiia automaticamente su declive segiin ciclos regulares. Su instinto les avisa de que las capacidades nu- tricias de los habitats llega al limite y, cuando la poblacién ya no es soportable, se matan entre s{ en batallas feroces que terminan en canibalismo. Y no son las madres las menos ctueles. Hemos visto que los admirables visones se muestran igual de implacables en los ctiaderos. «La vida Historia de la piel (ID) 283 no vale mucho en una marisma superpoblada», como dice tan bien Herscovici. Son las mismas reglas de propiedad y.. los mismos ajustes de cuentas en los matorrales, en la selva y en el banco de hielo. Con una diferencia respecto a la climinacién mediante la caza o las trampas, y que esa eli- minacién se realiza lejos de la mirada de los hombres, en la inmensidad de las regiones salvajes. Pero siempre impulsados ciclicamente por el instinto re- gulador que se presenta en el momento en que encuentran alimentos suficientes, estos animales saben restablecer en- seguida su ntimero, siempre que el hombre no se interfiera matando la especie hasta el extremo del exterminio. Lo hemos visto con la chinchilla de América del Sur, sobre todo porque esos tontos y hermosos animalitos no son, ademas, nada prolificos, En el momento presente, tras un perfodo de varios de cenios en que, a tiempo todavia, se limité severamente el acoso para reparar los destrozos cometidos a Jo largo de los dos siglos anteriores, la poblacién de animales de piel de ‘América del Norte en general y de Canada cn particular ha vuelto a ser tan pletérica como Jo era a Ja llegada de los eu- ropeos al continente. También en Rusia, sin duda, pero ése es un secreto de Estado. Curiosamente, el progreso tam- bién es reponsable de este desarrollo de los nacimientos: «Las rutas que atraviesan las turberas que con tanta fre- cuencia se encuentran en las regiones nérdicas de Canadé, sembradas de grandes lagos poco profundos que la vegeta- cién esta cubriendo, tienen con frecuencia un efecto muy positivo sobre el habitat de numerosos animales de piel. Las zanjas a cada lado de la carretera sirven para que las aguas fluyan hacia el terreno adyacente, de suerte que pue- den aparecer las especies forestales que sirven de alimento alos castores. A veces los castores construyen un obstaculo a lo largo de esas zanjas, atrayendo de este modo a otros animales al estanque recién creado: nutrias, visones, ratas, 284 Historia técnica y moral del vestido, 1 almizcleras. Tal vez leguen ratones a instalarse en ese te- rreno recientemente desecado, y les seguirin sus predado- res, los zorros y los coyotes. De suerte que una poblacién humana reducida, como la que se encuentra en la mayorfa de las regiones de Canadé, puede contribuir a incrementar las poblaciones de animales de piel, compensando de modo més que suficiente la caza con trampas mis intensa» Justo pago de las cosas, la crianza es otro buen medio de relanzar la fauna mediante la reintroduccién de especies en areas ancestrales 0 nuevas. Si la chinchilla fue un fracaso memorable, el castor es una excelente demostracién de esa politica. Los soviéticos son grandes especialistas en ello. A pesar de los secretos de Estado, A.P. Zhdanoff mostré, en 1957, un nuevo aumento del 25% anual de los castores reintroducidos en la cuenca del rio Ob en Siberia. Sin em- bargo, hay que contar con predadores poco numerosos pero eficaces, como la nutria, que no soporta la presencia de ese industrioso personaje. El necesario comercio de las pieles éNo tiene el hombre derecho, como cualquier otra espe- cie animal, a hacerse con los excedentes de la naturaleza? <¢Y a hacer con ellos lo que quiera, alimentos 0 ropa? ¢O incluso productos de intercambio o de dinero, porque, con raras excepciones, las sociedades han terminado por vivir cada vez més en autarquia? Los civilizadores se encargan de cambiar habitos primitivos que a sus ojos son lamenta- bles y ridiculos. ‘La mayor parte de los animales de piel vive en la mitad norte del hemisferio del mismo nombre, alli donde los re- cursos agricolas, de cosecha o de pastoreo, van de la nada a Jo mediocre. Entre nosotros se ignora asimismo que la carne de animales de piel siga ocupando en la actualidad Historia de la piel (HID) 285 tun puesto importante en Ia alimentacién de los cazadores autéctonos. Varios estudios han demostrado que el valor real de la carne de los animales cazados en las trampas puede superar el montante recibido por las pieles. Hasta el 90% de los castores se emplean, como hemos visto, como alimento de las familias, y también para alimento de los pe- ros o cebos. Un castor puede pesar hasta 25 kilos. Tam- bién se consume regularmente la carne del alce, del caribu, de la rata almizclera, de la liebre o del conejo, de la foce, a veces del lince (cuando esté permitida su caza) y del 050, sobre todo cuando éste ha recuperado su grasa durante la hibernacién. Esto es tan cierto en nuestros dias como en si- glos pasados. El comercio de las pieles procedentes de trampas (0 de la crianza) genera de todos modos una renta a miles de autéctonos (o emigrados) de las regiones de bosques, campo, estepa, tundra o hielos, muy alejados de los centros econémicos, para los que no hay otras posibilidades de be- neficio mientras el empleo asalariado siga siendo sélo un ideal. ¥ da lo mismo que sean amerindios, inuit canadien- ses 0 groenlandeses, lapones escandinavos 0 siberianos s0- viéticos. Los precios de las pieles brutas pueden parecer, por otro lado, sorprendentemente irrisorios a la clientela de los peleteros, porque en el costo de una prenda confeccionada interviene gran cantidad de gastos intermedios: corte, transporte, curtido, adornos, aprovisionamiento, fabrica- ciones, segutos, gastos sociales, impuestos, amortizacién... Como en todos los mercados, y tal vez mas que en ottos, el productor es el peor pagado. Las escasas monedas conse- guidas con las pieles le sirven para pagar algunos produc- tos manufacturados, alimenticios (jpor desgracia también alcohol!) o carburantes, que se han hecho indispensables desde que la civilizacién ha extendido su sombra sobre él No hay que olvidar tampoco el equipamiento modemo de 286 Historia técnica y moral del vestido, 1 caza, mas eficaz que las tradicionales fabricaciones, porque ahora hay que entregar mas pieles para hacer frente a estos gastos. Todo aumenta, incluso en esas latitudes. Otro pro- blema para esas gentes: las nuevas trampas autorizadas 0 firmemente aconsefadas, con razén como ya veremos, y de Jas que deben equiparse para que la Administracién, esa nueva divinidad tutelar y omnipresente incluso en esas tie- rras casi desérticas, les autoricen a trabajar. Ya hemos visto (y volveremos sobre ello) que las colect. Vidades inuit 0 de Terranova privadas de rentas de pieles de foca (debido a las campafias que todos conocemos) pueden verse obligadas a reducitse o a abandonar sus acti- vidades de caza para depender de las prestaciones del «bie- nestar social» 0 de otras ayudas de su gobierno. Esa situa- cién, que no es ninguna novedad, leva aparejada una pérdida de respeto de sf mismo y de los valores sociales tradicionales, la desintegracién de las colectividades, el consumo de alcohol, incluso de droga, y a un alza de la cri- minalidad. Sin contar con el aumento de una tasa particu- Jarmente impresionante de neurosis propias de esos climas. Reglamentacién ‘Casi en todas partes, sea liberal el poder, sea soviético, Jos tramperos deben poseer un permiso para trabajar, y pagar un canon por sus presas, Esos derechos contribuyen alos gastos de investigacién y administracién de los orga- nismos de control sobre los territorios de caza. Asi, por ejemplo, el registro de las pieles permite a los zoobiélogos de los institutos evaluar las curvas ciclicas de crecimiento 0 de recesién de la fauna concernida, asi como la proporcién de machos o de hembras. Los gestores de las reservas pue- den fijar entonces los calendarios y las zonas de caza con trampa autorizados. de acero, de triste memoria, No sélo hacian su- frie al animal sino que dafiaban la piel. Por una vez, lo co- mercial ha venido en ayuda de lo moral. Esos instrumentos de tortura sélo se encuentran ya en los museos... 0 en los folletos de informacién distribuidos por las asociaciones contra la caza con trampas. Durante mucho tiempo se ha tropezado con las trampas «de pata» empleadas para las especies més pesadas. Ade- més, contrariamente a la leyenda, tan difundida, segtin la cual los animales se roian la pata para escapar a esa trampa, debe saberse que era un hecho rarisimo aunque siempre excesivo- debido a la mala instalacién del aparato. Sea como fuere, las heridas causadas eventualmente por el acero (y no por los dientes del animal) se convertiran a corto plazo en historia antigua porque nuevos aparatos fo- rrados de caucho han sido ideados recientemente; aunque es cierto que todavia se utiliza, de forma ilegal, la vieja trampa de patas... La caza furtiva sigue siendo un pro- blema serio en todas las regiones del mundo. La mayor parte de las innovaciones son sugeridas o cre adas por los propios tramperos profesionales, como la trampa de muerte répida del canadiense Franck Conibear. El dominio de este arte de la caza (de esta santa ocupacién, dicen los indios cris de la bahia Saint-James expresando asi su responsabilidad en la naturaleza) es una tradicién trans- mitida de padres a hijos. Y en los grandes paises de la piel como Canads o la ex-Unién Soviética se dan cursos de for macién reciclaje que ensefian no sélo los conocimientos teéticos y pricticos, adquiridos durante generaciones y re actualizados, sino tambien las ciencias naturales necesarias 292 Historia técnica y moral del vestido, para un buen profesional. De este modo hay en Canada cien mil tramperos acreditados, de los que dos tercios son amerindios, mestizos o inuit. Saben de sobra desde hace mucho tiempo que de la mejor explotacién de sus territo- rios depende su futuro y el de sus hijos. De la misma mane- 1a que los labradores rechazarian la idea de cortar el trigo recién nacido, «La calidad de su vida dependia del dominio que podi- an tener de los determinismos que presiden el reparto de Jos animales salvajes. En primer lugar, se daba un bagaje de conocimientos etolégicos, fruto de una larga experiencia de relaciones empiricas, que dirigia cfectivamente la inter- vencidn y que debe comprenderse en relacién con objetos y técnicas de persecucién y de ataque. El predador conoce el comportamiento de los recursos que codicia y el nomada cs un naturalista por obligaci6n. Sabe cudles son las tempo- radas de la c6pula y del parto, el ntimero de crias, los luga- res de concentracién invernal, las diferentes calidades de machos y hembras, los productos de su consumo, sus reas de desplazamiento, su agudeza sensorial, etc. Puede reco- nocer sus pistas, sus excrementos, sus huellas de ruido o de paso, y conoce sus reacciones frente al frio, los vientos, la nieve, los mosquitos y el hombre. Evaltia su densidad y puede precisar el tiempo y el espacio de sus actividades. ] El éxito no dependia, sin embargo, exclusivamente del conocimiento de los movimientos de la caza, La relacién entre la presa y el predador era mucho mas intima...» Estas lineas, absolutamente insustituibles, son de Nor man Clermont, de la Universidad de Montreal “. Entre los amerindios, la nacién cri ocupa la selva del norte quebequés y las orillas de la bahia Saint-James. Su modo de vida sigue estando basado en la caza de animales de piel, sus miembros son sus mejores especialistas; para esta especie de ecologistas avant [a lettre, «el ecosistema forma un todo interdependiente en el que nosotros partici- Historia de la piel (ID) 293 pamos >, Demuestran desde siempre el comportamiento holistico» que evocabamos al comienzo de estas paginas. ‘Los cris no conocen otro sistema que la caza con tram- pas. Con el mayor de los respetos hacia el animal. «Segin este modo de ver las cosas, ¢l que maltrata a los animales, igual que quien maltrata a las gentes, o quien falta al respe t0 debido a los animales, va a provocar necesariamente una reaccién que no redundaré en interés suyo. De suerte que la nocién de reciprocidad une el dominio natural -los hu- manos y los animales “-, como atestigua el antropélogo Colin Scott. Ese respeto, ese contrato mitico, lo hemos visto entre los cazadores inuit, esos guardianes naturales € ingenuos de la blanca virginidad de nuestro planeta. Esa es también la conclusién a que llega el confucianismo. Tanto para el cri como para cualquier cazador amerin- dio 0 como para el inuk, el animal «se da» por amor a los humanos, porque eso es lo que est en el orden normal y moral de las cosas. El director de las actividades tradicio- nales de la administracién regional cri, Thomas Coon, que en su tiempo fue un famoso trampero, lo expresa perfecta- mente: «Creo que los animales tienen necesidad de que el cazador cri los coseche, creo que el cazador necesita del animal para sobrevivir; los dos juntos hacen que el mundo site» ‘Asi pues, y hablando de este mundo, de este mundo que no gira ya muy redondo, de este mundo en peligro, ¢cual es la priotidad de salvamento elegida por los ecoactivistas? de desengrasado, leno de fino serrin donde adquieren suavidad. Por éltimo se elimina cual- 324 Historia téenica y moral del vestido, 1 quier particula de madera por medio de «ruedas de gol- pear». Entonces las pieles estan preparadas para el tinte 0 el lustrado. Tinte y lustrado permiten, asimismo, al mejorar la pre- sentacién y el aspecto de la piel, imitar los diferentes tonos y caracteres de las pieles de calidad superior, cuan- do se dispone de peleterias modestas como el conejo, que entonces puede imitar el «castorette»... O el cordero que se quiere doradillo... Sin olvidar todas las fantasfas de co- lores vivos o pastel de que se ha apoderado la moda. Por otra parte, resulta dificil si la moda esta influida por la perfeccién de las realizaciones, o si es ella la que suscita el avance. El empleo de colorantes sintéticos, que sustituyen los métodos empiricos por procedimientos cientificos, permite abrir cada dia mas el mercado para dirigirse a to- das las clientelas, dado que hay que vender y seguir ven- diendo, El tintado de la piel consiste en remojar las picles en batios de colorantes, después de los mordentados, la ma- yoria de las veces. El lustrado no es un tinte sino un reto- que del color natural, mediante un degradado de los tonos sobre la superficie del pelo, Jo cual acenttia sus re- flejos. El blanqueo permite recuperar el blanco natural, mediante la utilizacién del talco simplemente. El abri- lantado da todo su esplendor al pelo reforzando su bri- lo. Se emplea un hierro tibio rotativo, sin adicién de ningtin producto, pero la herramienta debe ser guiada con mano macstra, generalmente por el més experimen- tado de los obreros. Es un rito. Blanqueo y abrillantado periten ademés devolver un toque de juventud a pren- das usadas, pero entonces necesitan ser alisadas. Final- mente, puesto que las pieles moteadas de los felinos no acceden ya a nuestros guardarropas, se procede en la ac tualidad a imitaciones por impresién, a brocha, pluma... ;o a pistola! El trabajo de la piel y del cuero 325 Por otro lado, el castor, el coipo y el cordero exigen ~si no quedan naturales para el deporte lo que se denomina una depilaci6n parcial. Se cortan los pelos largos y duros que sobrepasan los espesos pelos cortos que forman la pe- lusa, presentando la piel delante de una maquina donde dos pequeiios rodillos, girando en sentido inverso, arran- can los pelos mientras la pelusa queda intacta en toda su superficie ‘Ademés, las pieles pueden ser rapadas: siempre el cas- tor, el coipo, el cordero (pero éste después de haber sido desrizado) y el buen conejo, que entonces se vuelve muy parecido a las dos primeras picles que acabamos de citar. Las menciones «depilado» y «tapado» no son obligato- rias en las etiquetas, mientras que el «lustrado» debe quedar sefialado formalmente y se convierte en un argu- mento de venta. Se rapan las pieles a una determinada al- tura con la ayuda de una maquina formada por hojas he- licoidales fijadas sobre un cilindro que gira muy deprisa. Los pelos que cogen dichas hojas quedan cortados en el filo de una contra-hoja fija. Finalmente, la depilacién de las pieles rapadas © depiladas permite obtener una piel extremadamente sedosa y suave, verdadero terciopelo animal. Se trata de quitar las bases de pelos més duros que la pelusa: una maquina de depilar tumba horizontal- mente los pelos mediante cepillos que giran muy deprisa. Los pelos, nerviosos, se yerguen, al contrario de la pelu- sa, y son cortados por hojas en forma de tijeras. Para las pieles que se presentan en «doble cara», es decir, sin forro, como las de cordero (piel lanosa o vuelta), a veces el conejo e incluso el castor, se trata el envés del forro, por el lado del cuero, mediante erosién, para conseguir el «estilo gamo». Nada impide ya a las pieles ocupar un sitio en las mesas de corte de los peleteros... ;Ahora le toca al hom- bre! 326 Historia técnica y moral del vestido, 1 ‘TODO SOBRE LA PIEL La piel de los vertebrados, sea animal o humana, esta formada por varias capas de tejido (conjuntos de células que tienen la misma estructura y la misma funcién). Formando la capa exterior, la epidermis (del griego ep encima) es un tejido extremadamente fino, llamado epitelial porque constituye capas superpuestas, la més superficial de Jas cuales s6lo consiste en células muertas que se eliminan permanentemente por descamacién Estas células se compo- nen sobre todo de queratina o escleroproteina, la sustancia ceémea rica en azufre de los pelos, as uias, las plumas y los ccuemos. Siempre se hace desaparecer la epidermis antes de los curtidos de las pieles; por el lado de la care se aplica una pasta de cal y de sulfuro de sodio, que penetra a través del es- pesor de la piel para disgregar esas células muertas. Para el cuero se procede a una fermentacién mediante calor que per- mite quitar a la vez el pelo y la epidermis; o bien se sumerge el cuero en tres batios scesivos de agua encalada (alealina). La pelicula que separa la epidermis de la dermis, la capa Uialina aparece cuando se elimina la epidermis. Constituye lo que bellamente se denomina la «flor del cuero». La parte principal de la piel, la dermis, xejido conjuntivo as 0 menos espeso segtin la especie y la parte consideradas, constituye el cuero. La rafz de los pelos y de las phumas esta alojada en la dermis, se ve con toda clavidad en la piel del cerdo, del pecari o del avestruz. Estos pelos estén lubrifica- dos, y también impermeabilizados, por las gléndulas sebd- cceas, que secretan el sebo, por ejemplo el sebo de cordero, Por timo, la capa grasa entre la dermis y la came, © ipodermis (del griego bypo-, debajo) contiene las glindulas sudorfparas. Esa «came del cuero» se elimina mediante ras- pado, durante la operacién de descarnado. El trabajo de Ia piel y del cuero 327 .. Y la estética La alta costura crea modelos originales a partir de las peleterias mas hermosas. Resultan obras de arte por su es- tética, por su materia, pero también son obras maestras pot Ja maestria de un oficio, conocido desde siempre. En estos modelos registrados que se presentan en los pases de colecciones y en las tiendas, se inspira sin embar- go el prét.é-porter con mucha alegria, pero gno hace la pu- blicacién que entre la moda en el dominio piblico para que se siga? Conviene sefialar, sin embargo, que para ser eficaz la gran difusién mantiene la prudencia suficiente para evitar las audacias menos aprecidadas en ese nivel de dlientela, audacias de cortes muy elaborados o de formas maximas, dispendiosas por el niimero de pieles que enton- ces se necesitan. Por regla general, el abrigo de Mme. Lambda sigue sicndo bastante clasico a la vez que sigue una linea actual, dado que la prenda debe amortizarse en cierto nimero de aiios. En cambio, el arreglo de prendas pasadas de moda abarca una actividad importante de los peleteros. La inversién en una piel de calidad contintia siendo una operacién muy sabia. Entre los peleteros de primera linea, los estilistas son responsables de la «linea» de las colecciones anuales y de la seleccién de tales y cuales peleterias que estaran en boga esa temporada y algunas siguientes. En los afios ochenta, los dos maestros creadores fueron Jean-Paul Avizon, de Révillon, y Frédéric Castet, de Dior, dos hombres y dos casas de renombre planetario, rodeados de todo un equipo de gran talento tanto en el plano creativo como en e! plano estético. El doble trabajo del estlista peletero, a la vez especulati- vo y operativo, se hace casi en tres dimensiones. El proyec- to de la prenda, bosquejo falsamente puesto en color liso sobre papel de dibujar, es concebido por él en funcién del 328 Historia técnica y moral del vestido, 1 volumen de la materia, de la caida y de los colores de la su- puesta piel. Esbozo elegante y neto tras el que se clabora una verdadera escultura en piel. Cuando el esbozo esta a punto y se corresponde con lo que el creador ha decidido ~un modelo ideado para el zorro no puede adaptarse al visén, al castor o al swakara, cada peleteria tiene sus exi- gencias-, se transmite a los encargados de los patrones para una realizacién en tela que se prueba sobre un mani- ui, teniendo en la mente el resultado del montaje en piel Por eso aquf y alld se colocan, en caso de ser necesatio, pie- les de muestra para ver el efecto y, llegado el caso, cambiar una concepcién que puede entrafiar una modificacién del tejido. Pero ¢alcanza el modclo la perfeccién proyectada? En caso afirmativo, se remiten todas las piezas del patron a un papel keaft, para trazar en él con toda exactitud el empla- zamiento de las pieles que se van a utilizar, en el sentido, la forma y las variaciones de reflejos deseados, lo cual implica Ja eleccién entre ciertas partes de las picles o pieles enteras (sobre todo si se trata de incrustaciones, de mezclas o de motivos destinados previamente a ser montados aparte) De este modo se ejecutan verdaderas patas de gallo en dos tonos de piel, cuadrados, rayas y reproducciones de cua- dros. La propuesta de un lote de pieles destinadas a cada mo- delo parece ofrecer, para el profano, mucha més superficie de la que ha de ser necesaria. Entonces hay que combinar de la forma més exacta posible los colores, sobre todo si se trata de una prenda lisa, Y ademés la altura del pelo, su pesor... En tiltima instancia, cuando la prenda esté acabada no se debera saber si se han utilizado quince o sesenta pic- les para hacerla, pero tampoco ver una sola y total pele- teria. Si'se trata de una prenda a medida, durante el ensayo de tun modelo de coleccién vendida a una cliente ~es lo que El teabajo dela piel y del cuero 329 stablece una nueva tela a ocurre en las grandes firmas~ se partir del original. La cliente se prueba esa tela y se proce- de a las eventuales modificaciones, dado que rata vez la se- fiora tiene las proporciones de la silfide sobre la que el esti- lista ha creado el modelo. También se producen entonces ciertas modificaciones personalizadas. Las pieles elegantes y caras, cibelina, visén, pekan, e in- cluso skunks casi siempre han sido estiradas antes del montaje. El castor, la marmota, el zorro, el «lince» o el coipo nunca se estitan salvo cuando se buscan efectos muy precisos. Dichas pieles, una vez elegidas, son mojadas -es el enderezamiento-, luego se grapan a la forma, al sentido y al formato que deberén tomar, en cada pequefia pieza del patron fijado a una tabla de madera. Las picles habrén sido recortadas a navaja por el revés, mordiendo el cuero tinica- mente y no el pelo. Se dejan secar durante veinticuatro horas, luego se unen por costuras de punto por encima por la parte del cuero, completamente invisibles, donde los pelos no deben ni ser cogidos, ni montar unos sobre otros, ni ser cortados, ni quedar separados. Esa costura, la union, puede ser recta o en forma de dientes de sierra, Se utilizan maquinas de coser especiales, pero cuando se trata de breitschwanz, cuya piel es tan fina como la del cabritillo que se emplea en los guantes, todo el montaje se hace a mano, con una aguja del grosor de un pelo. El body es otra técnica mas econdmica, que emplea la piel como el tejido a través del cual se corta segiin el pa- tron. En este caso no se pueden realizar juegos de forma y de sentido de las pieles, Es una unién regular de pieles en- teras o de pieles estiradas de 1,24 por 2,40 metros, en la que el peletero cortara la prenda a medida de la cliente o, en caso de que se trate de prét-d-porter, a las medidas nor- malizadas, La napa, en el caso del petigris, la ondrata y el conejo, es més pequefia, Se necesitan de tres a cinco para 330 Historia técnica y moral del vestido, 1 hacer un abrigo. Las napas o los bodies de derivados, fa- bricados en Grecia, no tienen acceso, naturalmente, a los talleres de alta peleterfa. Pero las pieles enteras o alargadas ofrecen la ventaja, para los buenos peleteros, en la estacién. muerta, de permitirles preparar de antemano el material y satisfacer, en el momento del encargo, las exigencias de una cliente que siempre tiene prisa, y de esta forma con una reduecién de costo. En el caso de la alta peleterfa o en el del peletero artesa- no, la prenda montada parcialmente se prueba sobre la cliente y se procede a los iiltimos retoques. Un hiladillo, cinta de algodén glaseada de ocho a diez milimetros de ancha, se pone en los contornos de la prenda para evitar Jas deformaciones del uso, cosido a mano por un punto co- trido, La confeccién emplea la técnica de coset a punto por encima, a maquina, salvo que sea el hiladillo con aguja, critetio empleado en el modelo bajo de gama. El percalina- do, obligatorio para un trabajo de calidad, previene asimis. mo las deformaciones y los pliegues: una tela ligera de al- godéu o de seda, mantenida a puntadas como hacen los sastres, subraya las pinzas y las sisas. Cuidado con el per: calinado termo-adhesivo! Y, dado que acabamos de citar al sastre, no olvidemos la tela de ese nombre, colocada bajo el cuello y en los revestimientos que mantiene. El abrigo 0 la chaqueta~ llega por fin a su acabado: no queda otza cosa que hacer que doblacla, El doblado re- quiere una tela particular, especialmente tejida, de calidad superior y que ofrece mayor apresto que en el caso d las prendas clasicas, debido al peso de la piel. No debe creerse que la seda pura procura el mejor material. La semi-seda (40% de seda natural, 60% Bemberg) en tafetan o en satén, es la més apreciada, aunque la Rhoskin (acetato) re- sulte més tesistente; pero es menos clegante. Las grandes firmas galonan, guarnecen con trencilla y bordan el peri- metro de los dobladillos, y en América no deja de escri- El trabajo de la piel y del cuero 3a birse, como gracioso bordén, el nombre entero de la afor- tunada propietaria. Por tltimo, generalmente, esta previsto un boksillo disimulado en el montaje de la parte delantera para los guantes o el pafiuelo. Est probibido meter cual- quier cosa -y a fortiori las manos~ en los bolsillos de un abrigo de piel. Por dltimo, postrera operacién antes de la entrega, la limpieza de los pelos. Tranquilicense, se trata de una ope- racién semejante al desengrasado y que se hace en el «tonel> de serrin, Los pelos que deben caer por estar rotos co haberse cortado en el transcurso de la fabricacién se que- dan pegados al serrin, que es expulsado por la fuerza cen- trffuge, Una vez salida del «tonel», la prenda es sacudida a mano para enderezar la piel y metida en una funda de tela de donde se saca para presentarla a su afortunada destins- aria Esta tendr4 mucho cuidado con un abrigo que ha exigi- do tanto esmero, tanta habilidad y tanto trabajo, un abrigo ue finalmente es toda una historia, de la bestia a la bella Si encima le cae lluvia 0 nieve, ella lo pondra a secar al aire libre y lejos de una fuente de calor, luego lo sacudira iLa piel se alegra con ello! Lo conservaré en una funda de tela y no de plistico, bien puesto a plomo sobre una per cha de hombros anchos y redondos, en un armario donde tendré su sitio propio. De vez en cuando le quitaré el polvo mediante un movimiento enérgico. En verano lo pondra en un lugar fresco y aireado provisto de antipolilla de «dis- tancia» y no vaporizada encima del abrigo. O mejor, lo en- viard, bien seguro, a la tienda del peletero, que lo pondré cn una cémara frigorifica. Nunca pulverizaré perfume sobre el pelo. Finalmente, tendra cuidado de no quedar sentada demasiado tiempo encima, se lo quiteré en el coche y lo aireara cada vez que haya estado, con ella, en una habitacién ahumada por el tabaco, que deslustra la piel y le deja mal olor. 332 Historia siica y moral del vestido, 1 Una prenda de piel exige mucho amor para vivir mucho tiempo. El cuero Podria decirse que la piel es un pellejo que ha conserva- do su pelo, o que el cuero es un pellejo privado de su pelo, bien por voluntad del fabricante, bien por el desgaste. Pro- bablemente, los primeros cucros utilizados no fueron otra cosa que peleterias desgastadas. En cualquier caso, las po- blaciones poco habiles no sienten la necesidad de depilar su material, incluso encuentran en el pelo un motivo de- corativo. Los animales de pelo largo 0 denso no tienen necesidad, por regla general, de una piel suficientemente espesa y séli- da para ser aislante. Por eso, dejando a un lado el del cor- dero o el de la cabra, no se utiliza el cuero de los animales denominados «de piel». Las prendas de cuero fueron al principio prendas de pro- teccién (trabajo, combate), cortadas en pieles espesas y ba- ratas que habian sufrido un curtido particularmente «duro», destinado a cerrar la dermis para bacerla més impenetrable todavia, impermeable y a menudo ignifuga. Los bueyes y los corderos de camniceria siguen sirviendo para hacer delanta- Jes muy gordos, la badana protegié a los artesanos antes de ser interior o cobertura de pantalones de jinete 0 forro de botas; el curtido vegetal le dio ese color pardo al cuero, de ahi el adjetivo badené [«moreno, curtido»] Desde los afios sesenta, y por primera vez en la historia del vestido, el cueto, siempre el principal material del cal- zado, de los cinturones o de la martoquineria, se ha con- vertido en uno de los actores del teatro de la moda, de las modas podriamos decir, porque concierne a grupos socia- les diferentes que buscan en él otras tantas significaciones. El rabajo de la piely del cuero 333 Los oficios del cuero se dividen en dos categorias: la transformacin de la materia prima (por lo que @ nosotros nos interesa el curtido y el entintado) y la fabricacién de objetos (en nuestro caso pellejeros, costureros, estilistas, cinturoneros, zapateros-boteros) Hay cueros de todas clases, del més delgado al més sgrueso, del més flexible al més rigido. Por regla general, los cueros gruesos de los animales grandes: buey, biifalo, vaca, cerdo ¢ incluso caballo sirven para la guamicioneria, la ma- rroquineria y el calzado. La vestimenta utiliza las pieles finas y flexibles del carnero y del cordero, de la ternera y del becerro, de la cabra y del cabritillo, del ciervo, del pe- cari, todas curtidas con cromo. Los reptiles y el avestruz se tratan con alumbre o con productos vegetales antes de su- ffir un nuevo custido con cromo. Las picles de animales domésticos destinados a la carni- | ceria son despojadas en los mismos mataderos. Los nego- ciantes de cuezo bruto recogen todos los dias esas pieles para los primeros tratamientos en sus talleres, entre los que | | ; | | | figura sobre todo la recuperacién de subproductos, Tras lavados y desinfeccién, nada se pierde, desde la crin de unos al extremo de la cola de otros. Se raspan las pieles para recuperar la Jana, las crines, los pelos o las pelusas con Jas que se hardin, por ejemplo, fieltro, moqueta, lana de col- chén, crin de tapicero, gelatina, cola, colorantes, fertilizan- tes, etc. Luego se salan las pieles antes de enviarlas, por ca- tegorfas, a las curtidurias, que las depilarén completamente mediante un bafio de cal o de enzimas. Los principales ‘centros franceses se reparten al sur del Loira y sobre todo en Languedoc: Graulhet (casi la «capital» del cuero), Is- soudun, Levroux, Mazamet, Millau («capital» del guante), Niort y Saint-Junien. Pero, en verdad, se tratan cueros de todo el mundo: desde Australia, el pais del carnero, a la India, «patria» de la cabra, pasando por Argentina, norte de Africa, Grecia, Italia, etc. 34 Historia denice y moral del vestido, 1 No hay mejor fama que la de Paris, pero las curtidurias y costureros del cuero francés, pese a su buena reputacién, tienen que sufrir la dura competencia de las industrias y ta- eres de los paises en vias de desarrollo, donde los precios de reventa muy bajos hacen olvidar a veces una calidad que... Las pieles de Europa y de Estados Unidos siguen siendo, a pesar de todo, las mejores y més bellas del mundo. Sin embargo se encuentran algunas dificultades con los becerros criados con hormonas, cuyo cuero es de- masiado frigil. El cuero nappa (palabra de origen alemén) designa gene ralmente picles de buey, de vaca o de caballo coradas de nuevo, es decir, desdobladas o destriplicadas con la ayuda de una especie de sierra de cinta. Se emplea en zapateria y a veces para el chaleco muy ordinario. La nappa 0 napa también puede ser de cordero muy fino, E] «gamo» 0 «sueco» oculta la cabra cortada varias veces, muy delgada (solo se emplea la parte superior, 0 flor). Asi- mismo, el becerro y el cerdo se convierten en terciopelo, después de que todas esas pieles hayan sufrido un trata miento de gamuzado con aceite de pez (véase mas arriba) y un pulimento o una abrasién. El cordeto 0 el cabritillo, muy extensibles y muy delicados, se llaman plongés cuando son tintados por inmersi6n, de la misma forma que los tejidos. El revés tiene entonces el mismo color que el derecho, y el tacto de la piel se muestra particularmente suave y sedoso. Salvo en el caso de la nappa o napa velada, la tintura se pul- veriza mediante pistola y el revés permanece blanco, como revela el menor arafiazo, La soberbia calidad del plongé jus- tifica su elevado precio. La prenda propiamente dicha se atribuiré al cordero, mientras que el cabritillo serviré para hacer guantes, bolsos o zapatos, dada su fragilidad. El cor- dero «mestizo» es en realidad cabritillo destetado. El glasea- do o el satinado se logran mediante su repaso bajo la placa lisa y caliente de una maquina que aplasta el grano de la piel El trabajo de la piel y del cuero 335 y lo pule més o menos después de ser pulverizado con ceras de silicona, Los cueros granulosos o que imitan la piel del reptil sufren un gofrado en caliente. in el terreno del curtido, del recurtido y de la flexibili- dad del cuero, el conjunto de los productos de sintesis ofrecidos en Ia antigiiedad, permite eliminar una buena parte de las poluciones debidas al empleo de productos como el cromo, La utilizacién de esos productos contribu- ye de este modo a preservar el entomno, En relacién a los productos naturales, los de sintesis presentan la ventaja de responder mejor a las técnicas modernas y a los imperati- vos de la moda. Su utilizacién es cada vez mayor, sobre todo porque los productos naturales resultan mas costosos, menos flexibles y... en tltima instancia menos ecol6gicos. En es0s productos se encuentran tanto taninos organome: talicos, adyuvantes de sintesis, como taninos sintéticos de sustitucin de las materias naturales. La mayoria de los productos de flexibilizacién son pro- ductos de sintesis vinculados en ciertos casos a alimentos naturales nobles, como el esperma de ballena, el aceite de ufia de buey, lanolina... Esos aceites de sintesis son, en su prictica totalidad, biodegradables, es decir, no crean pro- blemas en el entomo. Los nuevos productos del mercado concurren también sensiblemente al ennoblecimiento de los cueros acabados, permitiendo obtener cueros de gran flexi- bilidad, de un tacto sedoso y de flor extsemadamente lisa ‘Asimismo, para tener en cuenta tanto las exigencias de a moda (reflejos, matices célidos, brillantes, pastel...) como las exigencias especificas (disimulacién de defectos, solidez ala luz) y las consideraciones ecol6gicas, las gamas de pro- ductos de entintado 0 de coloracién estén en constante evolucién con fin de ofrecer todos los matices y usos posi- bles en todos los tipos de cuero y piel. Igualmente, la robotizacién ha reemplazado en todas partes métodos a veces medievales. 336 Historia téenica y moral del vestido, 1 Por ejemplo, existe un sistema de entintado que, con la ayuda de la informatica, autoriza la reproduccién sobre cuero de matices constantes de una buena uniformidad. De forma simple, el ordenador permite imitar con coloran- tes un matiz. dado (de los tonos pastel a los tonos oscuros, del entintado superficial al entintado contrastado). Un nuevo procedimiento consiste en depositar los productos gue dan color sobre un papel de silicona en orden inverso al que estan y transferirlos sobre el cuero a la vez que si- multéneamente se lo granula mediante alta frecuencia. Como todas las demés, las prendas de cuero salen de f4- bricas de prét-é-porter de Francia, de Italia, de Espafia, de Alemania, de Portugal, del Magreb o de los paises asisti cos. Y mas en este caso que en otros, lo barato no vale caro, Existen entre nosotros, por supuesto, miles de talle- res y tiendas que producen articulos de moda, fabricados por artesanos muy cualificados aunque el nec plus ultra, a precios que a veces alcanzan los de las pieles més hermo- sas, se ampara bajo la ribrica de la alta costura La mayoria de los grandes modistas franceses presentan cen sus colecciones modelos, magnificos tanto por el corte como por la materia empleada, Ahora bien, en general esos niimeros» no proceden de los talleres de las firmas en cuestién, sino que son realizados de forma totalmente ané- nima para el gran péblico ~¢ incluso para la clientela de las citadas firmas— por artesanos cuyo prestigio es inmenso dentro del oficio. Es un poco el secreto de Polichinela en- tre los profesionales, porque bastan los dedos de una mano para contar los expertos parisinos que se dedican a ello, hasta el punto de que los tres 0 cuatro mayores modistas salvo Hermés, y también & cuando hay prisa~ encargan sus modelos al mismo virtuoso. Asi lo quiere la tradicion, Jo cual no impide al hombre del arte que no tiene siquiera tienda contar con su propia clientela para sus propios modelos... i El trabajo de la piel y del cuero 337 (CURIOSIDADES DEL CUERO ¥ DE LA PIEL. Honni soit qui mal y pense! La direccién de la sede de la Federacién francesa de la curtidusia se debe a Marthe Ri- chard, quien, como se sabe, mandé clasurar las casas cerra das por la ley que leva su nombre. En efecto, el hermoso hotelito particular del principe Murat, rey de Napoles, que alberga ese muy oficial organismo tiene por sefias el nime- 10 122 dea calle de Provence en Patis. Desde la Belle Epo- que hasta la inmediata posguerra, alli estaba el célebre One- Two-Two, el mas encopetado... de los lupanares de Paris € incluso de todo el mundo. Si, en el momento presente, la informstica ha transfoi ‘mado muchos métodos de trabajo, hasta 1930 ciertas pra ticas de curtido en blanco resultaban todavia muy pinto- i rescas. Por ejemplo la «trituracién»: las pieles embolsadas, 5 decir vueltas y cosidas grosso modo en forma de bolsas se depositaban en el fondo de una cuba bastante alta. Un obrero, el triturador, desnudo hasta la cintura y con una larga falda de tela encima de su pantalén, se metia en la cuba después de descalzarse. La falda, una ver subida, cu- bria el tonel como una campana para no dejar que se esca- pase el calor debido a la transpiracién del triturador, que ; pisoteaba mucho ticmpo las picles hasta darles el grado de flexibilidad deseada. En cambio, para poner el cuero «en su punto», se colocaban las pieles sobre rejllas a fin de ue el triturador bailase encima, calzado esta vez.con zue- cos de madera muy planos y sin talén, al modo de las chi- elas. ‘A principios de siglo, las férmulas de tratamiento del euero seguian siendo realmente foleléricas, incluso en las firmas més serias, Asi, en Graulhet, para aclarar las piele... de vaca, pasa- ban durante mucho tiempo, con un trapo, una mixtura dcida, como vino picado, aguardiente de baja graduacién, cerveza 338 Historia técnica y moral del vestido, 1 amarga muy azucarada, infusién de casis con vinagre, pasta de cerezas silvestres aplastadas en la goma de cetezo (llamada mierda de cuco), ee 1LOS DIFERENTES TIPOS DE CUERO El cuero es el material obtenido tras el curtido de la piel animal. La operacién de henderlo de nuevo (que consiste en cortar el cuero por su grosor) permite obtener dos capas: el lado flor y el lado carne. La flor Es la parte externa, aquella en la que habia pelo. Sélo esa parte tiene derecho a la denominacién «cuero». Segrin la cualidad del cuero tendremos «cuero de plena flor» 0 «cueto de flor corregida (0 rectificada)». El cuero de plena flor es un cuero de excelente calidad, sin defectos, al que se deja su flor de origen. El nec plus ulira es el cuero de plena flor «pura anilinay: es un cuero tefido en Ja masa con un colorante de anilina. La capa de protec- cién es ligera y transparente. El vérmino que le corresponde en el terreno de la indumentaria es el de cuero plongé, 0 cuero metido en ese bafio colorante. Este producto natural envejece bien y da una hermosa patina. El cueto respira y es, suave al tacto. Es el mas hermoso, pero también el mas frgil y el més caro. El cuero de plena flor también puede estar pigmentado. Entonces conserva su flor de origen, pero sufre tun acabado mediante pigmentacién.E] enero flor corregida (6 rectificada) es un cuero que tiene més defectos y que ha experimentado un pulimento de la flor. El cuero de flor co regida siempre est4 pigmentado (en indumentaria, es el soilé, es decir, el velado). Esa capa protectora atentia los de- fectos de origen y las diferencias de tonos. El cuero es mas sélido, menos natural, pero también menos caro. El trabajo dela piel y del cucro 339 La carne | Es la parte interna, No tiene derecho a la denominacién -. La frase es de Pie- tre Aguillon, que dice: « [...] Nuestra sociedad da vueltas al- rededor de una olla, y esa olla es Ja muerte. Otros dirfan que El trabajo de Ia piel y del cuero 347 es lo negativo [...] La sexualidad no escapa a esa tendencia, La eclosién del cuero, el gusto por el fetichismo y el sado- masoquismo son otros tantos signos de soluciones duras que se encuentran en Ja misma inquietud...» Mare-Alain Descamps ensefia psicologfa social en la uni- versidad René Descartes (Paris V). Le interesa el cuero en Ja moda, en tanto que fenémeno fundamental: «E] cuero [.. ha conservado un lado macho y viril que se opone a la piel materna [..] El cuero es muy sexual, pero nos arrastra siguiendo al padre y al hermano hacia los vértigos ho- mosexuales 0 sédicos. La psicopatologia puede aclarar en este caso las tendencias ocultas de muchos apasionados del cuero...». El fetichismo del cuero negro en forma de prendas interiores, de zapatos, de cinturones, etc., esté muy difun- dido entre gentes que, en la vida corriente, parecen «perso nas normales» (gpero qué es la normalidad?), pero que en privado necesitan la morbidez y la violencia para el erotis- mo y el psiquismo. De ahi el extraordinario vestuario sado- masoquista, todo de cuero y completamente negro, que hace la fortuna de las tiendas especializadas. Pero gno podemos preguntarnos si las prendas de ciu- dad de cuero negro del consumidor o de la consumidora elegante de buena calidad no responderian a una necesi- dad més 0 menos consciente de una escapada hacia lo miti- co y lo imaginario que tanto rechazan? @Pasién y raz6n o pasi6n y sinraz6n? Maldito por siempre sea el sofiador ini «gue quiso el primero, en su estupidez, apasionandose de un problema insoluble yest, alas cosas del amor mezclar la honestidad responde Baudelaire, que entendia, y mucho, de feti- chismo... Notas Prefacio e introduccién * A.B]. Klijin, The Acts of Thomas, nueva traduccién inglesa, Brille, Leiden (Paises Bajos) 2 Pierre Prigent, Dictionnaire des symboles, Seghers, Paris, 1979. » Jacques Laurent, Le Nu vétu et dévétu, Gallimard, Paris, 1979. * Roland Barthes, «Historie et sociologie du vétement» Anma- les, 12° aio, juliosseptiembre de 1957, n° 3. 5 bid. ELREY DESNUDO El rey desnudo ! Eliane Gherardi-Drost, «Costumes et nudité, probléme ethno-écologien, Vétements et sociétds, actas de las Jomadas de encuentros de los dias 2 y 3 de marzo de 1979, Société des amis du Musée de I' Homme, Paris, 1981 348 Notas 349 2 Francine N’Diaye, «Afrique noire», Splendeur des costumes du monde, exposici6n presentada en el Museo del Hombre (junio de 1978-marzo de 1979), Museo Nacional de Historia Natural, Paris, 1978, La cultura de la piel > Pec H st, Des phoques et des indiens, Plon, Patis, 1953. + Maguelonne Toussaint-Samat, Historia natural y moral de los alimentos, Nianza Editorial, Madrid, 1992 2 Op. cit 6 Ned Rival, Histoire aneedotique de la propreté et des soins cor- porels, acques Gancher, Paris, 1986. La respetuosa decencia 7 Jean-Claude Bologne, Histoire de la pudeur, Orban, Paris, 1986. AR Willcox, So-called «infibulations» in African Rock Art: a groups Ressearch Project, Witwatersrand University Press, Joha- nesburgo, 1978. ° Maguelonne Toussaint Samat, Historia natural y moral de los alimentos, Alianza Editorial, Madrid, 1992. © Maurice Godelier, La production des grands hommes, Fa- yard, Paris, 1972, 41 Pierre Lemonnier, «L'ecorce battue chez les Angas de Nou- velle-Guinée», Techniques et cultures, Editions de la Maison des sciences de Pomme, n° 4, Paris, julio-diciembre de 1984. 1LAS PIELES DE LOS ANIMALES La sorprendente técnica de las peleteras inuit 1 Paul Emile Victor, Les Survivants du Groenland, Laffont, Paris, 1976. 2 Jens Rosing, Himlen er lav, Hojberg, Dinamarca (Wor- | . | | 330 Notas mianum, 1979), y The frozen family from Utgiaguik site, actas del Symposium in Arctic Anthropology (1984), > "Una facies presenta el conjunto de caracteres etnol6gicos propios en una época determinada. La época Dorset aparecié en el Artico central canadiense hacia 3500 antes de Cristo y se fue difundiendo poco a poco hacia Groenlandia por el Labrador. “A. P. Okladinov, Ancient Population of Siberia and its Cultse re in Peoples of Siberia, traducido del ruso por M. C. Levin y L. Potatov, Universidad de Chicago, Chicago-Press, 1964. 5 Jean Malaurie, Les Derniers Rois de Thulé, Plon, Paris, 1975. © Betty Issenman, Inuit skin clothing: Construction and Motifs, Estudios Inuit, 1985, vol. 9, n° 2, Montreal (Canada). * Paul-Emile Victor, Eskinos, nomades des glaces, Hachette, Paris, 1972 * Paul Emile Victor, Les Survivants du Groenland, Laffont, Paris, 1977. 7 Jean Malaurie, op. cit Historia de la piel (I) °© Recordemos que el paleolitico, que duré de -2000000 hasta -10000 antes de Cristo se caracteriza por el uso de un utillaje fa- bricado a partir de piedras (litos, en griego). Esa época muy anti- gua (paleo: antiguo) se clasfica en inferior, media o superior, en funcién de la profundidad de los yacimientos. El nivel excavado mas bajo, por tanto inferior, refiere los testimonios de una ocupa- cin del suelo en las épocas mas remotas. Los paleoliticos corres- ponden a la edad geol6gica del pleistoceno. MP. A. Semenov, Prehistoric Technology, Nueva York, 1964 2 André Leroi-Gourhan, “Homme et la Matiére, coleccién Sciences daujourdhui, Albin Michel, Paris, 1971 » André Leroi-Gouthan, La Civilisation du renne, Gallimard, Paris, 1956. 1 Raymond Lantier, La Vie prébistorique, P, U. F., Que sais- je?, Paris, 1952 % André Leroi-Gourhan, Prébistoire et proto-histotre, Histoire universelle, Encyclopédie de la Pléiade, Gallimard, Paris % André Parrot, Sumer, Paris, 1968, Notas 351 Francois Boucher, Hitto‘re du costume, Flammarion, Paris, 1965 y 1983. 8 Georges Ravari, Histoire et techniques des métiers du cuir et de la peau, Roucatel, Graulher, 1981, La Iitada y La Oditea estén fechadas a finales del siglo 1X 0 Principios del vim antes de Cristo, La primera precede a la segunda en un siglo, lo cual implica por lo menos dos autores. * Lo cual no impide a Homero designarlos como «los mas justos de los hombres, bebedores de leche de butray, Iiade, canto XII 2 «Debo decir Jo que se cuenta, pero no creer todo sin reser- vas», Herodoto, Historia, VIL, 152. % M.L Artamoniv, Frozen Tombs of the Scythians, The Scien- tific American, 1965, ® Las mujeres sérmatas, notables amazonas siempre vestidas de piel y tan terribles guerreras como sus esposos, dieron naci. miento a la leyenda de las Amazonas, % ‘Slavs designaba, en particular, al esclavo de origen eslavo y Jo hard durante toda la Edad Media, mostréndose los Balcanes como una reserva inagotable de trabajadores emigrados de grado © por fuerza. Servus (que dard siervo) era el eselavo en general. ® Habitantes de la regién de Frisia, lanura que bordea el mar del Norte y que se reparte entre los Paises Bajos y Alemania. * Una de las obras de teatro mds antiguas, escritas en francés, verdadero reportaje de la vida de la época hecho por Jean Bodel, que se representé por vez primera en 1201. ® Achille Luchaire, Philippe Auguste et son temps Tallandier, Paris, 1982. * E, Lévy Pronvencal, Histoire de Espagne musulmane, Paris, 1953. % René Gonnet, Histoire des erotsades, Plon, Paris, 1934, % Guillaume de Tyr, 1, 87-88. ™ Rey, Histoire des princes d'Antioche, Revue de VOrient latin, Paris, 1986, Lo que hay que saber de las pieles % ‘Marie-Christine Ponchelle, Des peasex des bétes ot des fun- rrures, bistoive médiévale d'une fascination, Le Temps de la rélle- xion, Paris, 1981, 392 Notas, ° Xavier de Langlais, Le Roman du roi Arthur, 3 tomos, ‘Edi- tions d'Art, Les Heures Claires, Paris, 1979. Una reescritura ala vez libre y fiel del Roman de la Table ronde. S€ Michel Meslin y Claude Lecouteux, Le Merveillews, Bordas, Paris, 1984. 55 Jacques de Voragine, Le Légende dorée, Garnier-Flamma- rion, Paris, 1967 (ed. cast: Santiago de la Vordgine, Le leyenda dorada, Alianza Editorial, Madrid, 1982). 58 Pablo Didcono, De gestis Lombardorum, El monje historia: dor lombardo Pablo Diécono es también el autor del himno Us (queant laxis, Resonare fibris.» eX del que se ban sacado las sete hrotas de la gama, ut {do}, re, mi... Peto ésa es otra historia. 57 Contes populaires chinois: Le Poignard magique, Editions en langues étrangeres, Pekin, 1980. 38 Negro (sable). » Blanco. 4 No! En realidad, la jineta, cuya piel sitve a menudo de sus- situto'a la del leapardo, es el félido moteado del norte de Africa ddei que hablabamos mis arriba («Who's who de las pieles»). El vero es una ardilla “1M. Baron, escudero, L’Art héraldique, en Claude Osmont, Paris, 1689. "2 Guy de Terberant, Attributs et symboles dans Part profane, Ginebra, 1959. Historia de la piel (1D) © La aficin de los franceses por las picles usedas y rapadas no dejé de sorprender alos indios. HA este respecto, Francisco I pidié al papa que le mostrara el. testamento de Adan. “Roberval era una tierra del Valois, junto a Senlis, donde sigue existiendo el pueblo del mismo nombre. 46 También lamados mohawks 0 mohicanos, segtin M. de Chateaubriand, que crey6 ver cl altimo. ‘7 Santa Maria de los Hurones @ orillas del rio Wye, en la Novas 333 bahia georgiana del lago Hurén, al norte de Toronto, en la pro- vincia de Ontario. + Samuel Heame, Voyage de Samuel Hearne du FortPrince of Weales dans la baie d’Hudson a Vocéan Nord, Paris, 1800. Los flecos del desde entonces clisico traje de trampero eran de inspiracién inuk o amerindia. Esto permitia al agua de lluvia 0 de nieve dertetida corres sin impregnar la prenda. 59 F] trampero-gedgrafo ser ennoblecido, sin embargo, por el rey de Inglaterra. Publicard sus relaciones tituladas piidicamente Tableau historique et politique du commerce de pelleteries dans le Canada depuis 1608 jusqu'a nos jours. Primera edicin francesa en Paris, en 1807 El inventario de las peleterias 51 Ch, Kustchmar, Les Animaux @ fourrure, Chilon, 1923. 2 Maguelonne Toussaint-Samat, Historia natural y moral de los alimentos, op. ct ® Mezclado con la lana, el pelo de castor se hilaba para la con- feccién de un tejido delicado llamado semicastor. Pero el enero. para zapatos, muy flexible, gris o negro, empleado desde la Edad Media al siglo xvii con el nombre de castor no era, de hecho, més que cuero de vaca tefiido, En cuanto al fietro, véase el tomo «Las telas». 4 Alberto el Grande, De animalibus, reediciGn Berlin 1916, ci tado por R. Delort (op. cit): «Exit nocte de canis riparum et am- putat ramos arborum qui sunt circa fluvios et construit si li casas exeis quas facit cum solario, in quo habitat quando: exaltatur aqua...» 5 Constltese la excelente obra de Y. Guégan (ITAVD y J. Rougeot (INRA), Le Vison, techniques d’élevage et rentabilité, publicada por el Institut technique de laviculture. 56 Las hembras absorben 220 gramos de alimento diario, tanto como los jévenes destetados destinados para piel. Se necesitan 60 kilos de comida en 180 dias para la fabricacién de una piel. 57 Las visoneras deben beneficiarse de un entomno tranquilo: 354 Notas 65 decibelios como maximo durante el dia y 55 decibelios de noche. % Femand Braudel, Civilizacion material, econonuia y capitalis: ‘mo siglos xv-xvnl, Alianza Editorial, Madrid, 1979. ” Buffon, Histoire naturelle, (cuadripedos, t. VI, pag. 260), Parfs, 17. © Martin Cruz Smith, Park Gorki, Laffont, Patis, 1981. Historia dela piel (ID) S Bl Larousse du XXe size dice que sus concepciones cient ficas se han revelado... exréneas, @ Rachel Carson, Le Printemps silenciewx, Plon, Paris, 1968. © ‘Alan Herscovici, Les Droits des animaux? Remise en ques- tion, Fides, Montreal, 1986. Norman Clermont, Le Contrat avec les animaux, Bestiaire selectif des Indiens nomades du Québec, en Recherches amérin- diennes au Québec, vol. X, nos 1-2, 1980, Montreal. ‘766 Herscovici, op. cit. % Calvin Coish, Season of the Seal: The international Storm over Canada's Seal Hunt, Breakwater Books, Saint-Jean, Terrano- va, 1979. Retorzamos una vez més el cuello ala leyenda. Los corderos son abatidos nada més nacer y no arrancados del vientre de su madre. Nunca se repetird suficientemente, © Martin Cruz Smith, Park Gorki, Laffont, Paris, 1981. El trabajo de la piel y del cuero % Norman Clermont, La Culture matérielle des Indiens de Weymontachie, images d'’bier dans une société en mutation, Re- cherches amérindiennes au Québec, Montreal, 1982. * L.A. Franklin, Le Dictionnaire des arts, méliers et professions exercés dans Paris depuis le XIMle sicle, Pais, 1906. 7 G. Devien, M. Delafosse y M. Gaucher: Les Engagés pour le Notas 355 Canada au XVIII ¢ sidele, Revue histoire de ! Amérique francai- se, 13-2, Quebec, septiembre de 1959. Francoise Vincent-Ricard, Clefs pour la mode, Seghers, Paris, 1987. 1 Gai Pied Hebdo, n° 65 de 16 de abril de 1983. L’Ethnographie, 1984, pigs. 213-226. 76 Marc-Alain Descamps, Psychosociologie de la rode, PUF, Paris, 1979. Indice Prefacio, por Ives Saint-Laurent .. Introduccién EL REY DESNUDO EL REY DESNUDO LA CULTURA A FLOR DE PIEL .. LA RESPETUOSA DECENCIA . LAS PIELES DE LOS ANIMALES LA SORPRENDENTE TECNICA DE LAS PELETERAS INUIT .. HISTORIA DE LA PIEL (I).. De los siglos remotos a la Edad Media - El antepatado del vestido, 101.— La indumentaria biblic 106.— La indumentaria egipcia, 110.—Las pieles de los bar- 337 B 31 31 79 7 oT 358, Indice Daros, 119.— La égida, 123— El pantalén de piel, 126—La ficbre de las pieles, 133. b1 151 160 166 181 LO QUE HAY QUE SABER DE LAS PIELES Cara y reves el imaginario de la piel . Las tramapas El simbolismo de las pieles El sexismo de la piel HISTORIA DE LA PIEL (1).. . 187 La cruz y las banderas en los caminos de Castoria..... 187 1La expansin colonial, 192—El frigil monopolio, 197.—La improbable China, 199—El tréfico bajo vigilancia, 202. El juramento inglés, 204.—La reaccién francesa, 206.—Los buscadores de madera, 209.—Johan Jacob Astor, 213. Revlon, 216 EL INVENTARIO DE LAS PELETERIAS EL Who's Who de las pieles Todo lo que hay que saber sobre el vison 224 224 252 268 Su Majestad Imperial Cibelina . HISTORIA DE LA PIEL (11) 28 El nuevo soplo de la piel 278 Ecologia y derechos de los animales, 280.— El necesario co- mmercio de las pieles, 284— Reglamentacién, 286.— La tram- pa, 289.— Miseria de la ecologia, 293— La revolucién sinté- tice, 295.— La orfa del visén feliz, 298— Bl mercado ‘mundial, 303, 311 EL TRABAJO DE LA PIEL Y DEL CUERO .. E] alumbre de la fortune, 316— Curtidores y curtidores en blanco, 319.— Sobre la técnica... 320.— .. la estétie, 327, Eleuero, 332. Las codas del cuero negro Notas 348

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