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BIZANCIO EN ESPANA De la Antigttedad tardia a Bl Greco Museo Arqueologico Nacional MANUSCRITOS ILUMINADOS 180 MANUSCRITOS ILUMINADOS INMACULADA PEREZ MARTIN Resulta llamativo constatar el escaso interés que los estudiosos de los manuscritos bizantinos iluminados han mostrado hacia los conservados en Espaiia'. Dejando un lado la difusién excepcional del Skylitzes Matritensis (Vitr. 26-2), cuyas ilus- traciones aparecen en incontables estudios sobre pintura bizantina historias ilustradas de Bizancio, podemos enumerar, sin miedo a resultar demasiado extensos, Jos historiadotes del arte que, en nuestro conocimiento, han dedicado algtin estudio 1 cédices espaitoles: Tania Velmans publicé en 1972 un andlisis de las ilustraciones. del Himno Akathistos (Escor. R.L19), aunque, por cuanto se deduce de su articulo, sélo disponta de fotografias, nunca estudié el manuscrito; Hugo Buchthal, después de una breve estancia en El Escorial, publics en 1984 un estudio muy completo sobre el Bscor. XAV.I7; en 1987, Suzy Dufrenne dedicaba a ta memoria de Kurt Weitzman su andlisis de dos eédices de la Biblioteca Nacional, los Matrit. Res. 235 yy 4595-4596, Spatharakis, en su Corpus de manuscritos iluminados datados, dejaba patente que s6lo conocia por referencias los ocho manuscritos incluidos en é1® Los fondos espafiotes no se muestran especialmente ricos en manuseritos con ciclos figurativos y ninguno se remonta a aque! Renacimiento Macedonio cuyos eédices centraron la etapa inicial de los estudios sobre la iluminacién bizantina y permitie- ron a Kurt Weitzman reconstruir ciclos muchos mas antiguos. Los dos cédices conservados en Espaiia, el Skylitzes Matritensis y el Akathistos, proveden de éreas ‘culturales periféricas: Ia Sicilia normanda, en el primer caso, y quiz Venecia, en el segundo, como sugiere la mezcla de una ilustracién plenamente bizantina con una decoracién occidental. Esta escasez de manuscritos con ciclos figurativos estuvo probablemente en la rafz del desinterés de Weitzmann por los fondos espafioles: sin ‘embargo, cuando la preocupacién de los historiadores del arte se amplié a épocas, posteriores ya ilustraciones ajenas los ciclos pictéricos de la Antigtiedad, los manus- critos bizantinos de nuestro pais siguieron sin parecer dignos de su interés, con Jas excepciones ya mencionadas, En Ia actualidad, casi setenta afios después de la Byzantinische Buchmalerei de Weitzmann, nuestro conocimiento de los manuscritos iluminados bizantinos se ha ampliado de tos cédices ilustrados a tos de decoracién rmodesta y sin pretensiones, de los ejemplares de los siglos IX y X a los minusvalo- rados de época Palesloga oa los cédices eslavos, georgianos y armenios’. Con estos horizontes mas amplios, una vez determinada con solider, aunque no siempre de un ‘modo definitive, a existencia de taleres y estilos aplicados a Ia ilustracién de todo tipo de textos, los fondos espaiioles han probado estar ala altura de la mejor pro- duccién artistica del Imperio bizantino de los siglos X al XIV, como los ejemplos reunidos en esta exposicién ponen de manifiest. @Por qué caminos Hlegaron estos e6dices iluminados a Expatia? De los manuseritos ‘que pudieron llegar en los siglos VI y VIL s6lo tenemos conocimiento indirecto y su presencia es esporidica en un grado tal, que nos impide siquiera plantear la hipéte- sis de una influencia en la produccién manuscrita peninsular. Resulta dudoso que incluso las grandes figuras de Ia erudicién bispana como Isidoro de Sevilla cono- cieran la lengua griega, pero la presencia de griegos y sitios, Jos contactos con ‘Constantinopla de algunos obispos hispanos' y la emigracién de comunidades monds- ticas del norte de Africa’ aseguran, en nuestra opinién, la presencia de cédices en lengua griega '. Algunos de estos libros (crénicas, literatura ascética © can6ni ‘iblias) estaran sin duda decorados 0 ilustrados, pero es mis que probable que tuvie~ ran en la Peninsula una mera utilizacién instrumental, propiciando una traducein iinmediata que permitiera servirse de su contenido y los condenara al olvido en gene- Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, ms. YIULI.E 1386 raciones sucesivas familiarizadas con el latin®, El papel mediador del Islam y la pervivencia de tradiciones tardoantiguas pueden ‘enirar en conflicio cuando se intenta explicar la presencia en las Biblias hispénicas 6 los Beatos del siglo X de motivos iconogréficos similares a los bizantinos ®. Es indudable que entre las comunidades cristianas de Al-Andalus y del Mediterréneo oriental hubo contactos de muchos tipos, que explican, por ejemplo, la presencia de cédices visigodos en el monasterio de Santa Catalina del Sinai, pero también los hubo directamente entre Cérdoba y Constantinopla. Es bien conocido el envio en 951 «la Cérdoba de Absterraméa TI por parte del emperador Constantino Porfirogénito ‘de un ejemplar de Dioscérides, que inclu‘a ls ilustraciones de plantas indispensables para su reconocimiento y uilizacién en la produccién de farmacos', El eddice fue inmediatamente utilizado para completar, con Ia ayuda del monje bizantino Nicolis, traducciones anteriores de la obra, y fabricar los medicamentos consignados en ella. De la fortuna posterior del manuscrito no sabemos nada, En los siglos sucesivos, sélo podemos contemplar un panorama desierto de manus- critos griegos (que no de textos), tanto en las iniciativas culturales de simbiosis pu- ramente peninsular como en las de influencia francesa: el desconocimiento de la lengua —hasta cierto punto innecesaria, puesto que su saber mas préctico o su lega- do filos6fico estaban disponibles en lenguas mas accesibles, esto es, el drabe 0 el la- tin exclu‘a la circulacién de manuscritos. El Reino de Aragén, prontamente abier~ to al Mediterréneo, fue pionero en una nueva toma de contacto con un Bizancio en su plenitud de Ia que podemos enumerar algunos ejemplos puntuales y de escasa tras- ccendencia; Rainaldo de Moncada a mediados del siglo XII visité la corte del empe- rador bizantino Manuel Comneno y, valorando la antigtiedad de los usos litirgicos observados en Constantinopla, pidié a Leén de Toscana una traduecién de Ia litur- ia de san Juan Cris6stomo "; algunas obras espirituales del valenciano Arau de Vilanova (+ 1311), que sabfa griego y posefa una pequefla biblioteca en esta lengua, fueron traducidas al griego en el Monte Atos; el programa de traduccién de textos ‘griegos animado por el Maestre de los Hospitalarios Juan Feméndez de Heredia, primero en Rodas, de 1379 a 1382, y después en AvifiGn, results marginal y escass- ‘mente difundido en la Pentnsula. De ninguno de estos w otros manuscritos griegos guardan memoria nuestras bibliote a8". Todos los c6dices que conservan, en efecto, no parecen haber llegado a la Pe~ ninsula antes del siglo XVI, cuando se intitueionaliza la ensefianza del griego en la Universidad de Alealé con el magisterio de Demetrio Ducas en 1513-1518. Los hu- ‘manistas que estudiaron griego en sus aulas y después en las de otras universes y -sobre todo- Ios que viujaron Talia para proseguir sus estuios (Hemin Niiez {ée Guzmén, Antonio Agustin, Gings de Sepsilveda), representar al emperador Car los.en el Concilio de Trento (Antonio y Diego de Covarrubias, Martin Pérez de Aya Ia) 0 en el desempenio de distintos cargos politicos, militares 0 eclesidsticos (Diego Hurtado de Mendoza, Francisco de Mendoza y Bobadilla), fueron quienes adquirieron 6 encargaron a escribas griegos los manuscritos que actualmente conservamos. El perfil de sus bibliotecas, que configuran buena parte de los fondos actuales de Ma rid, El Escorial o Salamanca, es un tanto irregular, mas producto de la coyuntura {que de la bisqueda concienzuda de determinados textos. Pero, sobre este trasfondo que apenas podemos evocar aqui, los manuseritos ilumi nados conservados en Espafia muestran un sesgo peculiar. El Skylitzes Matritensis lege & nuestro pais, junto a otros volmenes conservados en la Biblioteca Nacional de Maatid, gracias «Ia ineautaci6n del duque de Uceda de los manuseritos de la Ca- tedral de Mesina, entre ellos Ios de Constantino Lascaris . Su presencia responde, ‘pues, simplemente a la circunstancia del dominio espafol en el sur de Italia. Abun- dan, en efecto, en nuestros fondos, los manuscrtos griegos procedentes de Calabria 181 Monasierio de San Lorenzo de El Escorial ms YX.NAL, £808, y Sicilia, fuertemente caracterizados dentro de la produccién manuserita bizantina Por sus rasgos codicolégicos particulares, estilos de escritura autetones 0 con desarrollos propios y una decoracién de influencia tanto bizantina como occidental, dominada por colores caracteristicos como el carmin, el verde amarillento y un ama rillo que intenta conseguir el efecto del oro, Pero esta fuerte presencia de cédices italogriegos no se debe sélo a la incautacién de Uceda, sino también a la activa y densa presencia en Italia de espaiioles que no s6lo contrataron los servicios de copistas griegos para completar sus bibliotecas si- no que también adquirieron eédices antiguos en las bibliotecas del Mezzogiomo its- Jiano: Jersnimo Zurita, por ejemplo, visité Roma, Népoles y Sicilia en 1550-1551 y alli adquirid, entre otros manuscritos, su valioso ejemplar del Chronicon Paschale”. ‘Su amigo Juan Péez de Castro, que por entonces residia en Roma, le ayuds en las gestiones del traslaco de algunos manuseritos de Mesina y aprovech6 la oeasign pa. ra hacerse con otros voltimenes, entre ellos, quiz, el Escor. yIL6, un Evangeliario con los retratos de los evangelistas ", En Roma vivié asimismo de 1545 a 1555 el después arzobispo de Tarragona Antonio Agustin; su biblioteca, quizs entre las de Jos humanistas espatiotes la més perfilada en funcisn de los intereses de su duefio, esto es, el estudio del derecho civil y eanénico, incluye un Evangeliario firmado en 1140 por el notario Basilio Argitépulo, sin duda en el sur de Kali s6l0 conserva el retrato de Marcos, habiendo sido recortados los de los demas evangelistas , Tam bign del secretario real Gonzalo Pérez sabemos que adquirié c6dices ~como afirma st hijo, el famoso Antonio Pérez- “de Abbadias de Sicilia y de otras partes de Gre cia”™, Finalmente, incluso en bibliotecas como la de don Diego Hurtado de Men: ddoza, reunida fundamentalmente en Venecia, encontramos eédices de esa proceden: cia, como el Escor. Y.1IL3, que ha sido earacterizado dentro de la “escuela nina”, ue toma su nombre de san Nilo, fundador de Ia Abadia de Grottaferrata Volviendo a los eddices iluminados de Ia Biblioteca Nacional, hay que sefialar Ia pre sencia de algunos que pertenecieron a la biblioteca de los Sforza y, tras diversas peri- pecias, fueron adquiridos por el cardenal Francisco de Zelada en Roma en 1801 y, en pane, trasladados de la Catedral de Toledo a la Nacional en 1869. Tales la procedencia, de un c6dice constantinopolitano, el Evangeliario decorado, pero sin rtratos de los evan- gclistas, cuya confeccién hemos localizado en el taller conocido como “de la Paleologui na” por ser un miembro femenino de la familia imperial palestoga quien encargé & rales del siglo XII y comienzos del XTV algunas de sus obras (Vitr. 26-4), Por lo que respecta 2 los manuscrios iluminados escorialenses, una parte conside- rable procede de la biblioteca privada de Felipe II, consignada al monasterio de 1565 4 1568%, y de Tos encargos y compras ealizados en Flandes, Francia e Talia, de los ‘que se hizo entrega formal al monasterio de San Lorenzo en 1576 Entre los con- signados al monasterio en Ia fecha mAs temprana se incluye el ejemplar del Aka thistos™ y, en especial, un peque'io grupo de e6dices en los que Jacobo Diasorino ‘dej6 su impronta © que fueron enteramente copiados por él en Paris 0 en Flandes Diasorino, todo un persongje que firmaba sus copias como “seftor de la Déride” y combin6 algunos servicios militares para el emperador Carlos con el cargo de bi- biiotecatio en Fontainebleau, iranseribié de 1556 a 1558 por encargo de Felipe I]os Escor. S1IL6, THL20, TIL, W.LIS y Q.1.15, caractesizados por su bella decora- ign y su lujosa encuademacién en seda Diasovino conntibuy, quizd de buena fe, al intento de hacer pasar un evangeliario. el siglo X en maydscula litirgica (Fscor. W114), devorado por encargo de Maria reina de Hungria y hermana de Carlos V, por un eédice antiquisimo propiedad de san Juan Criséstomo, Este tipo de remedos no era en absoluto infrecuente: otro e6- dice de la biblioteca privada del rey, el Escor. 2.1.7, con los epigramas de Juan Mau ropus, obispo de Eucaita, parece ser producto de una forgerie similar. Su factura es Monasterio de San Lorenzo de El YX.MLIT, 6 Ie Bscoria ms cexquisita, presentando un ciclo de ilustraciones de dimensiones fijas (80 x 130 mm.) sobre la vida de Cristo o retratos de profetas, apéstoles, padres de la Iglesia, santos bizamtinos y emperadores, incluido uno de Cristo coronando @ Miguel VIII y An- drénico II Palestogo (F. 519), cuya cronologia es incompatible con la fecha del 6: dice (564) indicada en la dedicatoria del volumen a Felipe Il La dedicatoria est fir- ‘mada por un Nicolis que suele confundirse con Nicolés de la Torre y que se presenta. de un modo no menos pretencioso que Diasorino coma “de Grecia” (Nuxdhoos & ‘wo ‘ENajvo. f. 1y),afirmando que el eédice fue encontrado en Corinto y que se trata del original del autor®, Sceretarios y embajadores reales se aplicaron a adquirir para la fundacién real volime- nes € incluso bibliotecas enteras que Se ofrecfan en almoneda tanto en Talia como en Espafa, En especial, fue Venecia, con su numerosa comunidad griega y sus inte- resantes fondos, la ciudad clave en este proceso de transferencia de cédices bizanti- nos a Espaia. Alli se adquirié a través del embajador Guzman de Silva en 1573 la biblioteca de Mateo Dandolo, de la que procede el Escor. E-IIL.18, un ejemplar de Ja Scala Paradisi de Juan Climaco copiado con toda probubilidad para uso de algiin monasterio calabrés o sicitiano, que conserva la encuadernacién caracteristica de los manuseritos de Dandolo, en piel color caoba y decoracidn en seco con flores de lis en cftculo, margaritas o flores de cuairo o cinco hojas. También formabsa parte dela biblioteca de Diindoto el Escor. 2.11.2, un ejemplar de las Homiltas de Cris6stomo I; cf. Irigoin, 1982; Hoffmann, 1985; Pars, 1992, n° 361) adoman la cencuademacion, en seda carmest y bordado de hilo grueso en plata El escriba del ece ha sido idemtificado por Buchthal con el copists del “Codex Ebneria- snus” (Oxford Bod. Auct.T. inf. 1.10; Wilson, 1973, 24-25, PL. 44-48; Hutter, 1977, n? 39; Canart y Perri, 1991, 93, n, 91); en ambos testimonios existe una relacién estrecha con el ilustrador-decorador, ya que la presencia de retratos no interrumpe la constitucion regular de Tos cxaderos, EI“Codex Ebnerianus” fue ilustrado por el famoso “maestro Kokkinobaphos”, euya labor se encuentra en el epicentro de Ia produccién constantinopolitana de manuscritos de lujo en el segundo cuarto del siglo XII (Anderson, 1982; Pars, 1992, n° 272-y 273, Nueva York, 1997, 12 62), Aunque el “maestro Kokkinobaphos” no ha ilustrado el ebdice de El Escorial (Buch- thal considera mis proximos los evangelistas del Oxford Christ Church gr 32; Hutter, 1993, 1n2 24), fs retratos de éste (F. 3v Mateo, f. 60v Marcos, f.95v Lucas, 152v Juan) reprodu- cen come ha seialado Buchthal- muchos de los rasgos caraeterstcos del eitado maestro: la aniculacién exagerada de los pliegues de la ropa, los tipos facales bulbosos, la decoracion tallada de las butacas de madera en las que se sientan los evangelistas y las mesas con sus sriles. Fl Escorialense incluye ademds los etratos de los autores de los festantes textos neo- testamentarios(f, 194 Lucas y Santiago; f. 195 Pedro y Juan; f. 196y Judas y Pablo}, cuya qranirrowrroreeyiceu rep gpeyt a7)! Koran po PORPUDALRLO! 2 % 116, EVANGELIARIO. Siglos XUIL-XIV, Pergamino. 345.275 cm, Ms. Vite. 26-4 (gr. 348, olim N-162). Bibliotoca Nacional, Madrid. [reprod. p. 891, Tanto los elementos codicolégicas como la escritura mimética y la decoraci6n earacterizan este volumen como un producto dl taller constantinopolitano “de la Paleologuins”, llamado asi por ser un andnimo miembro femenino de Ia familis imperial PaleGloga quien encarg6 la realizacin de algunas de sus obras (Buchthal y Belting, 1978; B.L. Fonki, 1980-82, 113- 15; Nelson y Lowden, 1991; Prato, 1994, 78-89; Pérez Martin, 1995). El pergamino, blanco ¥ fino, es de excelente calidad, si bien decrece hacia el fin del volumen, donde es mas grueso '¥ amarillento. Las signaturas de los cuadernos, en oro, aparecen en el margen inferior externa ‘dela primera paging, ine. p. 17, des. p. 031, ner’. Fl texto se distribuye en dos columns ‘de 210/20 x 65/70 mm, y 25 ln, siguiendo un pautado del sistems I y del tipo 32C2, que rea: parece en otros manuscritos de la Paleologuina (Nelson y Lowden, 1981, 62) EI volumen no fue concebido para inclur los retratos de os evangelists, limitndose el lumi- nador a los frontispicios de cada obra y a las iniciales. Fncontramos bandas decorativas in ciales en estilo florida, reetangulares,cuadrdus 0 en pSrtico, con policromia en oro, rojo, azul ¥ verde y motivos muy variados, con flores de custro hojas entrelazadas (pp. 1, 89), flores inserts en un cfreulos (pp. 233, 413; of. Baroeei 31, Hutter, 1977, figs. 374-375) 0 en cors- zones (p. $62). La decoracién se enriquece con el afadido, fuera del tapiz, en las esquinas ‘superiors 0 sobre la base @ ambos lados, de flores con talloo sin él y adomnos vegetales. El rontispicio de lap. 89 Heva inscrito en un secténgulo interior el monograma IIAA(AIOAO} PIONAS), confirmacién de que nos encontramos ante un eGdlice hasta ahora desconocid del famoso taller. La divisién de obras menores (por ejemplo, el cambio de mes en el menologio de pp. 562-648) se sefala con una barra en oro del ancho de la columna (pp. 481, 520, 586, 590, 605, 617, ete.) 6 puntualmente con una barra azul con ajedrezado rodeada de oro (p. 381). Las iiciaes, en rojo, azul y verde y contomo de ro, son realzadas con ilos intemos del color cortespondiente mis claro, Mugstran una gran variedad de formas, dominando elementos ecorativos como nado, anillas y perlas. Algunasinicales (pp. 52, 83. et.) son més simples, en oro, color con el que se han repasado Jos titulos en uncial (excepto el de p. 89, en mins- cula) en pp. 1, 89, 233, 413, LPM. 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La traduccién griega sigue hoy todavia en gran parte inédita, peo en la Edad Media fue un texto muy difundido, cuyas copias ms antiguas, son calabrosicilinas (Canart, 1978, 145-147), La conservada en Mac fue realizada probable- mente en Constantinoplaen el tercer cuarto del siglo XIV, como sugienen a fligrana del papel plegado in-quarto, “trois monts surmontés dune enoix”, Mosin-Traljé, n.° 6270 (a. 1366) y Jo gran similitud de su copista principal con Ne6fito Prodromeno (Hunger, Gamillscheg y Harlfinger, 1989, n2 411), conocido monje del monasteio constantinopolitano de San Juan. Prédinomo o Pera, sede de un hospital y de una prestigiosa escuela de medicina. Que los Epho- dia eran eonocidos en Petra se ve confirmado por la presencia en el Par. gy: 2286 (f. 54), de una lista de nombres érabes de plantas tomados de esta obra y transritos por Nestito Pro= ganre A eG de eae SECCION IV, MLL. 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