CAPITULO I
CoNSTRUCCION DE EsTADO EN CHILE
a) Las coordenadas estratégicas:
estabilidad, legitimidad, gobernabilidad y gobernanza
“Nadie puede ser llamado feliz sin participar en los asuntos piiblicos; nadie puede ser
Tamado libre sin experiencia de las libertades piiblicas, y nadie puede ser llamado
libre o feliz sin participar en el poder piiblico” (Hannah Arendt).
La ‘hazafia’ principal registrada en la historia politica de Chile seria -segiin varios
politélogos extranjeros, politicos criollos, y no pocos historiadores y cientistas sociales-
que su sistema estatal ha sido el mas estable de América Latina y el que ha logrado supe-
rar sus crisis con las soluciones més racionales y de mayor consenso. Y que, por ello, tal
hazafia es un logitimo motivo de orgullo nacional (sobre todo, para sus politicos)
¢Cémo se explica eso?
Algunos analistas han dicho que esa “espiral virtuosa” se debe a la “idionsicrasia
cultural”, al cardcter civico de sus élites, ya detectable del tiempo de la Conquista *. Si
fuera asi gfue esta misma idiosincrasia la que el tri-ministro Diego Portales -que la
‘institucionalizé’-amé “el peso de la noche”? 20 el “peso de la noche” esa estela de esa
Ente ls poitdlogosextranjeros que han enfatizado la estbilidad del proceso politico chileno, ver: JJ.
Johnson: Political Change in Latin America (Stanford, Cal, 1958), capitulo 5; F.J. Moreno: Legitimacy and
Stability in Latin America (N. York, 1969), y A. Tourane: Actors sacales y sistemas politias en América
“Latina (Santiago, 1987) Para F J. Moreno, la “estabilidad yleitinidad” proviene dela Conquista, tiene
«que ver con la cultura diosinerésca hispana que adherfa las concepciones “monistas ycaudilistas” del
poder (p. 173)
13espiral; es decir: la tendencia de la masa ciudadana a imitar y seguir inercialmente por
siglos a su clase dirigente? *
Para otros, la hazaia no seria producto del ‘cardcter’ de las élites, sino de la ‘cali
dad’ de las Constituciones, Instituciones y Leyes que el pais -o su clase dirigente- supo
darse como forma eficiente de auto-determinacion. La estabilidad, por tanto, seria efecto
del buen Derecho. De esa perfeccién sistémica capaz de ‘objetivar’ el poder y ganar eso
ttoieo de modernidad que Alberto Edwards llamé “el Estado en forma”. O sea: un paque-
te de normas suficientemente virtuosas como para que la masa ciudadana encaminara él
“peso de su noche”, ya no tras lideres ejemplares, sino tras un sistema institucional vir
tuoso en si mismo. para que los historiadores-y los socidlogos tras ellos- redujeran lo
hist6rico a lo institucional, lo politico a lo legal (y a lo ilegal), y dividieran la accién
histérica de los chilenos en ‘respetuosa de la ley’ versus ‘subversora de la ley’. Como para
que la fase fundacional del sistema se convierta en “edad de oro” y todo lo que venga
después, en “decadencia” (0 sea: cuando el trafico histérico de la sociedad civil empaiie,
con su opacidad humana, el fulgor original de las leyes)*
Puede considerarse la ‘estabilidad’ como un valor en s{ mismo? ¢Es ‘hazafia’ en
toda circunstancia? Debe ser objeto de culto histérico? La periodificacién apogeo-decadencia basada en la idea de “orden” se halla en Alberto Bawards (La ron
arstocritce, Santiago, 1927), Mario Gingora (Ensayo hstrico sobre fa nocn de Estado en Chile en los
siglos XIX y XX, Santiago, 1981) y en Gonzalo Vial (Historia de Chile, Santiago, desde 1979)
G Sartori: “Ni presidencialismo ni parlamentarismo”, en 0. Godoy (Bd.}: Cambio de régimen politico (San-
‘ago, 3992), p46
14“La eficacia significa ..el grado en que el sistema satisface las funciones basicas de
gobierno tales como las considera la mayoria de la poblacién... La legitimidad (en cam-
bio) implica la capacidad del sistema para engendrar y mantener la creencia de que las
instituciones politicas existentes son las més apropiadas para la sociedad. Hasta qué
punto los sistemas democriticos son legitimos depende...delas formas en que se resolvie-
ron los acontecimientos claves que dividieron histéricamente a la sociedad”.
De acuerdo a esto, si un sistema -por mas que permanezca- no es eficiente, produe
ce una pérdida ‘civica’ de satisfaccién y credibilidad que, en primera instancia, afecta a
las politicas vigentes y la dirigencia de turno. Y en segunda -o sea, sila ineficiencia per
manece- afecta al sistema mismo, en cuyo caso la crisis de eficacia se transforma en crisis
de “legitimidad” La ‘estabilidad’ de un sistema puede esconder no slo ineficiencia, sino
también ilegitimidad,
Puede darse, pues, una situacidn de paz sistémica flotando sobre un polvorin ciu-
dadano. Estabilidad superficial con inestabilidad profunda. O bien: estabilidad formal
por arriba e ilegitimidad real, por abajo. “Seguridad objetiva” paraddjicamente opuesta
a “inseguridad subjetiva” (PNUD).
¢Cudl es el plano verdaderamente histérico? gE] de las “espirales virtuosas” o el
de los ‘epicentros viciosos’? ¢Cudl estrato de realidad es el campo de trabajo del historia-
dor? Desde dénde la ciudadania puede (0 debe) decidir su futuro: desde las virtudes
sistémicas o desde su incredulidad cotidiana?
Si se siguen, a la vez, el sendero alto de la estabilidad y el sendero bajo de la
legitimidad, se puede legar a sorprendentes paradojas histéricas. Como por ejemplo,
que la historia de Chile ha sido una sucesién de “episodios de estabilidad equilibrandose
sobre una tensa inestabilidad fundamental de largo plazo”.O bien: que “el desorden es la
otra cara, cara oculta, del orden en forma que supuestamente ha prevalecido, Ambos
forman parte... del mismo argumento, de una misma trama”
La‘estabilidad’, pues, es una cualidad de pertenencia sistémica, yla‘legitimidad’
(que no es una mera cualidad subjetiva, sino el derecho y el poder de a soberania) una
decisién ciudadana, Pero, histéricamente, la ‘estabilidad’ ha sofocado y enterrado a la
‘Jegitimidad’, Tanto, que la historia de aquélla es piblica, oficial y visible, y la de ésta
oscura y soterrada, que sélo se hace visible cuando ‘revienta’ sobre la superficie de aqué-
la, Por lo mismo, cuando el historiador se sida para trabajar a ras de ciudadano, lo hace
como un arqueélogo: desenterrando sujetos y hechos ocultos, devaluados u olvidados.
Casi subversivamente. Ya que, tras un siglo y medio o dos de estabilidad dominante, la
5 Seymour Martin Lipset: El hombre politico. Las bases sociales de la politica (Madrid, 1987. Tecnos) p67.
5 Laprimeraafirmacidn se encuentra en G, Salazar: Vilencia popular en las ‘grandes alamedas’ Santiago de
Chile, 1947-1987 (Santiago, 1990), p.73;1a segunda en A. Joclyn-Tolt, op. cit. (1997), p. 193.
15legitimidad ya no aparece como derecho y poder natural de la ciudadania, sino como
instrumento escamoteado para la‘Razén de Estado’. Como herramienta en la mano de la
Ley y el Sistema, Como discurso ‘legitimador’, para paliar crisis de legitimidad. Para ha-
cer durar, en suma, la durabilidad,
Por eso, hoy, no importa “cémo se resolvieron los acontecimientos claves que div
dicron histéricamente la sociedad” (S. M. Lipsct), sila legitimidad ‘aparece’ en la Ley
dictada para zanjar esa divisién. Pues ya no rige para esa legitimidad el a priori ciudada-
no sino el a posteriori de los hechos consumados. Se puede, por ejemplo, construir un
sistema politico violando derechos humanos y dejando desafecta e incrédula a la mayo-
ria de la poblacidn, pero silos constructores de ese sistema se dan prisa en dictar una Ley
que formalice su ‘obra’, la legitimidad queda asegurada. ¥ los desafectos y disconformes
quedaran, ipso facto, en el borde o fuera de esa Ley; pues los politicos, los jueces y la
policia, en esa coyuntura, automaticamente, siguen a la Ley, y no a los ciudadanos.
Por eso, hoy, para escribir historia civica, no sélo se debe desenterrar sujetos,
hechos y procesos, sino también abolir, de los muros del sistema, e] espurio rol instrumen:
tal de la legitimidad, y recuperar su triple rango de principio, derecho y poder. O sea: su
esencia ciudadana, No es, qué duda cabe, una tarea menor. Tanto, que en torno a ella se
ha encendido un debate politico estratégico, en el que, cuando menos, se perfilan dos
bandos antagénicos. Uno es el que centraliza el problema en el concepto de “legitima.
cién”, que Berger y Luckman caracterizaron del modo que sigue:
“La legitimacién no es indispensable en la primera fase de la institucionalizacién,
cuando la institucidn es un hecho que no requiere apoyo, ni intersubjetiva ni
biograficamente... La legitimacién ‘explica’ el orden institucional... La legitima-
cién justifica el orden institucional adjudicando dignidad normativa a sus impe
rativos précticos... La legitimacién no s6lo indica al individuo por qué debe reali-
zar una accién y no otra; también le indica por qué las cosas son lo que son...” 7.
La‘construccién del Estado’ ha sido, mas a menudo que no, un proceso en que los
“poderes fcticos” han avasallado a la ciudadanfa, Lo que implica avasallar la legitimi-
dad-en tanto valor incorporado al sistema por la accién constructiva de la sociedad civil:
€ imponer, a posteriori, tras los obra gruesa consumada, un ‘sustituto’. Un discurso
justificatorio, O una arenga aclaratoria, Una ‘historia oficial’. Algo, en suma, que deje la
idea que, “en el principio, era el orden institucional” (Berger & Luckman).Idea que debe-
14ser ‘refrescada’,o bien por intelectuales de enfoque ahistérico y estructural, o bien por
una justicia mecénicamente aplicada, o una politica auto-referida, En todo caso, por in-
genieros de la politica’, encargados de mantener la gobernabilidad a contrapelo de la
B.Berger &'T.Luckmann: La construcin social de la realidad (Buenos Aires, 1998. Amorrorta), pp. 121-22.
CCursiva en ef original
16ilegitimidad y la ineficacia. Cuando esos ingenieros decidan que, por razones de Estado,
es necesario recordar ciertos recuerdos y enterrar muchos olvidos.
El segundo bando del debate se centra en cémo se construye social y civicamente
el Estado, Es decir: en si la ciudadania participa protagonica y soberanamente en ese
proceso, o no. Desde el principio, Fase a fase. A todo nivel. La legitimidad, desde esta
perspectiva, es un valor social que emana de la sociedad y se agrega e incorpora a los
constructos sistémicos como el tinico valor legitimo de éstos, Como sostiene Jirgen
‘Habermas:
“el hecho de que un proceso se ajuste a la formalidad juridica garantiza tinicamente
que las instancias del sistema politico responden al derecho vigente. Pero esas instan-
cias son parte de un sistema de poder que tiene que estar legitimado en total sies que
la legalidad ha de aplicarse como signo de legitimidad, En un régimen jascista.. la
jormalidad juridica puede cumplir una funcién de cobertura ideoldgica... La legali-
dad pura no puede asegurar el acatamiento ciudadano en el largo plazo, si el sistema
de poder no puede legitimarse con independencia de su ejercicio ajustado a las formas
correctas”.
Si el “derecho vigente” encubre la construccién abusiva del sistema politico, la
ciudadania tender, més tarde o temprano, a desacatar la legalidad y a reimponer su
fuente propia de logitimidad. “La legitimidad surge del didlogo ciudadano”. De un libre,
racional e informado consenso (“obtenido con argumentos”); tinico modo de evitar que
“Jas normas se deriven de drdenes” y que, por “Ia positividad del derecho, pueda obtenerse
validacién juridica para un contenido arbitrario”*
El debate sobre la ‘logitimidad’ no ha surgido del simple juego académico, sino de
la irrupcién histérica, durante la década de los ’80, de los sistemas neoliberales. De la
forma en que fueron construidos los Estados que hoy se regulan por la l6gica del Merca.
do. Como se sabe, esos Estados no se construyeron (“mediante argumentos”) en base al
libre consenso y razonada accidn de las masas ciudadanas respectivas, ni por las invisi-
bles manos del Mercado, sino por una intervencién factica (autoritaria) del Estado, o de
grupos militares, Intervencién que tenia por fin -segin se ha dicho- desmantelar el
hipertréfico Estado Social Benefactor. Intervencién y autoritarismo que muchos analistas
han llamado “hipocresia de los ajustes estructurales” *.
Ello porque, al actuar sin el consentimiento informado de la masa ciudadana, esos
Estados se han visto obligados, de un lado, a levantar discursos tardios de legitimacién, y
» J. Habermas: Problemas de legitimacin en el captaiomo tardio (Buenos Aires, 991), pp. 120-128.
> VerDavid Evans:"Visible and Invisible ands in Trade Policy Reform”, en C,Colelough & J. Manor (Eds.
‘States or Markets? Neoberalism and the Development Policy Debate (Oxford, 1995), pp. 54 et sea. Une vi
similar en Jeffrey Frieden: Debt, Development and Democracy: Modern Political Economy in Latin America,
1965-1985 (Princeton, N.J, 1991)
7de otro, a afinar mecanismos diversos de gobernabilidad. Situacién que los ha urgido a
producir y difundir, precariamente, el ‘sentido’ de su propia existencia. Segin Habermas,
los Estados neoliberales adolecen de “escaser sistémica del recurso ‘sentido’..”. Razon
por la que deben desarrollar ‘cosmetologias’ del sin sentido, Pues el poder de origen
féctico se mantiene con dificultad a si mismo. Depende, para subsistir, de un cierto
trasvestismo, Como dijo Niklas Luhman:
“el poder noes un complejo autosuficiente, sino que depende de otros jactores, tanto para
las condiciones que lo hacen posible, como para su nivel de demanda v necesidad”
La ‘gobernabilidad’, en ese contexto, abunda, De momento, sobra. Tiende a
devaluarse. Es una tarea estatal, que se define como la necesidad sistémica de mantener
la sociedad civil disciplinada y sujota bajo un ‘estado de derecho’.Y es, sobre todo, tarea
para el Gobierno de turno. 0 para la coalicién con mayorfa electoral relativa, Es un con-
cepto politico, no social, ni ciudadano. Por esto, el arte politico de construir ‘gobernabili-
dad’ es hermano del arte ingenieril de proyectar ‘legitimacién’.Y nieto del arte factual (0
‘marcial) de construir Estado con prescindencia de la participacién civil.
Sila gobernabilidad y la legitimacién -irritadas por la escasez de ‘sentido’ son la
preocupacién central del Estado neoliberal, la preocupacién del ciudadano sensitivo es
recuperar el sentido de su soberanfa. La asociacidn argumentante con otros ciudadanos,
La accién colectiva, legitimadora su derecho humano fundamental- que da o quita valor
y sentido a cuanto sistema surja ante él. La unidad lateral que le permita asumirse como
fuerza social de expresidn abierta y publica (no sélo como fuerza soterrada de irrupcién
subversiva), para controlar y fiscalizar a los elencos respresentativos que administren el
sistema vigente. La principal preocupacién de la masa ciudadana no es, pues, la goberna-
bilidad, sino, exactamente, su inversa: la gobernanza; o sca: el poder (y derecho) de man-
tener a politicos, tecnécratas y militares sujetos al control civico y ala razén histérica de
la ciudadania. Poco a poco, subrepticiamente, los movimientos de la sociedad civil tien-
den a exigir, proponer o construir un sistema politico donde la ‘gobernanza’ y no la mera
gobernabilidad sea el componente legal de la politica cotidiana
En las paginas que siguen, los problemas de la historia politica chilena serén
Niklas Lahmann: Pode (Barcelona, 1995), p.85.Sobre Ie necesidad de centrar el problema politico chileno
sobre la cuestin de a “gobernabilidad”, Edgardo Boeninger: Democraciaen Chile. Lecions para la gober
nabildad (Santiago, 1997)
Sobre el emergente concepto de “gobernanza”, ver J Fox: “Local Governance and Citizen Participation
Social Capital Formation and Enabling Policy Environments", en R Wilson &R. Cramer (Eds): Intemational
Workshop on Local Governance (Austin, 1996) Vol-IL-Tambiéa P McCarey et.al: "Towards Understanding
of Governance: The Emergence of an dea and Is Implications for Urban Research”, en Urban Research in
the Developing World, 4 (1995)-Y G. Salazar: “De le participacién ciudadana: capital social constante ¥
capital socal variable”, Propsiciones 28 (1998), passim.
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