You are on page 1of 155
act. RRSP FEcHAY precio — Fe Michel Onfray Los libertinos barrocos Contrahistoria de la filosofia, II Traduceién de Marco Aurelio Galmarini mM EDITORIAL ANAGRAMA BARCELONA UNAM BIBLIOTECA CENTRAL ous B92 Titulo de le dic orignal DSODE Les ibrins baron © Edions Grane & Fascle wares —9ZEEO fy rae pub ae como Minne ARMADA ‘Biase Se a Cc aa Pablo cor la aya del Minar Francés de Cubana Contra Nacional del Libro Dis del coleccidn: Julio Vivasy Pseudo. A : ctracon: Lass XIV xestid de Rey So] en e baller ska Nui 1653, ‘Escuela Francesa, Biblioteca Nacional, Parts The Bridgeman At Libeary Primera ediion: enero 2009 @ EDITORIAL ANAGRAMA, S.A, 2009, Peds de la Creu, 58 (08034 Baseclona ISBN: 978-84-339-6284-9 Depésieo Legal: B. 50367-2008 Pine i Spain Liberdplex$. LU. tr. BV 2249, kin 7.4 - Poigono Torrentfondo 08791 Sane Lloreng d’Hortons 654308 INDICE (Contrahistoria de la filosofia, tercera parte:) LOS LIBERTINOS BARROCOS Insroduccién. Otro «Grand Sivclen; los libertinos barrocos ale peererer pina 1, Identidades del Grand Sidcie, p. 17 - 2. La sombra de Voltaite, p. 18 - 3. Fuerzas y poten- cias barrocas, p. 20 - 4, El libertino llamado crudito, p. 23 - 5. El libectinaje barroco, p. 24 - 6. El archipiclago liberrino barroco, p. 26 - 7. Qué es un libertine barroco?, p. 29 - 8. Complerar y consumar el libertinaje, p, 37 Primer tiempo LOS LIBERTINOS FIDEISTAS 1. Charron y «la voluptuosidad prudente> . 1. Una mala reputacién, p. 43 - 2. Charron i sultado, ulerajado, despreciado, p. 45 - 3. Retra- to de un sabio, p. 48 - 4, La consistencia de tun pensamiento, p. 50 - 5. Lo contrario de un es éptico, p. 51 - 6. El trabajo de la antigtiedad, p. 53-7, Buscar lo que se mueve en uno mismo, 15 43 u IIL. p. 56 - 8. La invencién de una sabiduria laica, p. 57-9. La progenitura de un sacerdote, p. 60 - 10. Riftones, testiculos y otros despojos, p. 62 - 11. Un Dios no muy catdlico, p. 63 - 12. Dos regimenes de Dios, p. 65 - 13. Hacia la alegria de existir, p. 67 - 14. Las volupruosidades mo- deradas, p. 69 - 15, Blarte de una sabidura ale- gte, p. 70-16. Aparicién del ateo vircuoso, p. 73 La Mothe Le Vayer y «el goce de uno mismo» ....... eet 1. Retrato de un discreto, p. 77-2. Ala luz del siglo, p. 78 - 3. La penumbra privada, p. 80 - 4, 3Una figura diabélica?, p. 82 - 5. El empleo de uno mismo, p. 84 - 6, Espabilado, trégico y solitario, p. 85 - 7. Coherencia de una vida fi- los6fica, p. 88 - 8. El gabinete filosdfico de cu- riosidades, p. 90 - 9. Mas acd del bien y del mal, p. 92 - 10. Zoéfilo, canibal y copréfago, p. 94-11, Plegar y desplegar el pensamiento, p. 96 - 12. El autor se borta, p. 98 - 13; Plega- mientos, desplegamientos, sobreplegamicntos, p. 99 - 14, Las légicas de la noche, p. 100 - 15. El teatro filosdfico, p. 101 - 16. Destellos de luz en la oscuridad, p. 104 - 17. Las fabulas del filésofo, p. 106 - 18. El hedonismo escéptico, p. 108 - 19, Someterse para ser libre, p. 110 - 20. {Una ética escéptica?, p. 112 - 21. Un cris- tiano escéptico, p. 114 - 22. Una pura maqui- a de deconstruir, p. 117 Saint-Evremond y «el amor dela voluptuosidad» ..... 1, El manifiesto en los pliegues, p. 119-2. Los plegamientos del personaje, p. 120 - 3. Bajo el 119 WV. signo del Espiritu, p. 122 - 4. Los claroscuros de un discreto, p. 124 - 5, La escena del salén libertino, p. 126 - 6. El arte verbal del espada- chin, p. 129 - 7, Recuerdos de fuegos artificia- les, p. 132 - 8. Lecciones de anatomfa, p. 133 - 9. Una obra a pesar de él, p. 135 - 10, El roce de los filésofos, p, 137 - 11. El efecto Gassen- di, p. 139 - 12. Un trastorno en la gkindula, p. 140 - 13. Cita con los antiguos, p. 142 - 14. Epi- cuto bajo Luis XIV, p. 144 - 15. Una filosofia de la diversién, p. 146 - 16, Cémo salir de uno mismo, p. 148 - 17, Un taoista normando, p. 150 - 18. 2¥ Dios en todo esto?, p. 150 Pierre Gassendi y «Epicuro que habla»... . 1, Un sacerdote libertino, p. 155 - 2. El cuerpo del Seftor Caro, p. 157 ~ 3, Las lentes del filé- sofo, p. 158 - 4. «Sapere aude, p. 160 - 5. Un jardin lamado Tétrada, p. 161 - 6. Un filésofo libretista, p. 164 - 7. Tentativa de homicidio contra Aristételes, p. 166 - 8. Al asalto de los atletas de feria, p. 167 - 9. El retiro polemolé- gico, p. 170 - 10. El Sefior Caro ataca al Sefior Mens, p. 172 - 11, Los Horacios y los Curia- cios, p. 174 - 12. Detalles del enfrentamiento dialéctico, p. 176 - 13. El mas filésafo de los dos, p. 178 - 14. Los limbos de un pensamien- to macerialista, p. 180 - 15. Un proceso de re- habilitacién, p. 182 - 16. Un alegato minucio- 50, p. 184 17. Epicuro, santo y ventrilocua, p, 188 - 18, El testamento de Gassendi, p. 191 155 Segundo tiempo LOS LIBERTINOS PANTEISTAS V. Cyrano de Bergerac Vi. y «el vivir con libertad> . : 1. Biografia de una nariz, p. 197 - 2. La inmor- talidad de papel, p. 200 - 3. La anamorfosis fi- los6fica p. 201 - 4. La depravada perspectiva cartesiana, p. 203 - 5. El punto de vista de la cresa, p. 205 - 6. La ficcién barroca, p. 208 - 7. El panteismo encantado, p. 210 - 8. La ley de Jo misterioso, p. 212-9. El futuro plegado en la anamorfosis, p. 213-10. La seriedad de lo bur- lesco, p. 216 - 11. Un pensamiento en archi Lago, p. 218 - 12. El desmoncaje de Lo religioso, p. 220 - 13. Un festin canibal de mahometano, p. 222 - 14, La razén de un simio, p. 223 - 15. El stemor de no ejercer la servidumbre», p. 224 = 16, «Pensad en vivir con libertad», p. 227 Spinoza y «lo que lleva a la alegriar ..... 2. 231 1. Pinturas de un rostro inexistente, p. 231 - 2. Judfo odia a judios, p. 233 - 3. En la escue- la det ibertinaje, p. 235 - 4, Una vida epicirea, p. 237 - 5. Ni reir ni llorar, comprender, p. 240 ~ 6. El desmontaje de lo no razonable, p. 242 - 7. Una religion de la inmanencia, p. 245 - 8. La gran obra barroca, p. 247 - 9. Los primeros plegamientos, p. 248 - 10. Una epistemologia cxistencial, p. 250 - 11. Los nombres de Dios, p. 253 - 12. Mas allé del bien y del mal, p. 255 - 13. Qué puede hacer el cuerpo?, p. 257 - 14, Bajo el signo de Epicuro, p. 259 - 15. Gue- rra a las pasiones tristes, p. 261 - 16, Razin y beativud, p. 264 ie Conclusién: El crepiisculo de Dios... 0... 1. La fuerza de los libertinajes, p. 267 - 2. El espititu libertino del tiempo, p. 269 - 3. El pensamienco clandestino, p. 271 - 4. La excep- cidn del apéstata zen, p. 272 - 5. Filosofar bajo fa manta, p. 274 - 6. Fl efecto Spinoza, p. 276 Bibliografta Cronologia Indice analit 279 293 - 297 Si lz historia no fuera siempre una teo- dicea cristiana disfrarada, si se hubiera «sctizo con mds justicia y mis fervor de simpatia, estaria muy lejos de poder prestar hoy el servicio para el que se em- plea, a saber, como opio contra toda ten- dencia revolucionaria ¢ innovadora. NiErzscuE, Consideraciones intempestivas, 3, 1V Contrahistoria de la filosoffa, tercera parte LOS LIBERTINOS BARROCOS INTRODUCCION OTRO «GRAND SIECLE»: LOS LIBERTINOS BARROCOS 1 Identidades del «Grand Siécle». La historiografia clisi- ca habla del Grand Sidcle en referencia al siglo xvil, Gran- de, +f, probablemente. Pero por qué? Por qué razones y pata quién? Nadie se lo pregunta. Todo esti sobrentendi- do... De modo que quien se pregunte de dénde viene la ex- presién, a quién se la debemos o quién la ha acufiado, se encontrard con graves dificultades. La expresién citcula, pero nunca se explica, se razona ni se desmonta. El siglo xvi es el Sigho de las Luces 0 de la Ilstracién, cl siguiente es el de la Revolucién Industrial, el XX todavia no ha sido bautizado -podria ser el Siglo de los Fascis- ‘mos..-, suponiendo que sea posible teducir cada época a unos cuantos cérminos, a una expresi6n, incluso a una sola palabra. Ast, la oscura Edad Media condena este perfodo a no ser otra cosa que una época de brutalidades, crueldades, barbarie, en la que no merece fa pena detenerse... Asi que Grand Size... Esta etiqueta cubre una mercancla heterogénca a la que se presenta como un todo coherente: la filosofia de Descartes y las tragedias de Corneille, los Pensamientos de Pascal y la Athalia de Racine, las oraciones fiinebres de Bos- 7 suet y las sétiras de Boileau, las cartas de la marquesa de Sé- vigné y las comedias de Moliére, los caracteres de La Brayere y las Mésimas de La Rochefoucauld. Un poco de cogito, un lugar para Cinna, un junco pensante, dos infini- tos, el cadaver de Enriqueta de Francia, un Arte podtica, un escritorio de campafia en Grignan, un Tartufo, un Don Juan, Alcestes o aforismos, el Grand Sitcle triunfa en los frag- mentos escogidos. No se sabe quién selecciona estos bibelors, ni cuindo, ni en qué circunstancias, para crear este escaparate francés. Es evidente que supone clecciones que dejan de lado autores, pensamientos y cotrientes que tallan en profundidad el siglo xvil y lo constituyen en su copiosa totalidad. ;Acaso no hubo en estos cien afios otra cosa que cartesianismo y janse- nismo, quietismo y jesuitismo, cristianismo y clasicismo? ¢Héroes romanos, pero apuestas de Iglesia? ;Figuras griegas para problemas catdlicos? :Retorno de los antiguos, pero para.un tiempo presente? :Séfocles y Euripides resucitando en Corneille y Racine? {Pedro y Esopo disfrazados de Jean de La Fontaine? ;Plauto y Terencio reencarnados en Jean- Baptiste Poquelin? ;Teofrasto vestico de La Bruytre? El alma y el cuerpo de Platén convertidos en sustancia pensante y sustancia extensa en Descartes. :Y por qué, en este banque- te de antiguos, la ausencia absoluta de Demécrito, Leucipo, Epicuto o Luctecio? ¢Cémo puede llegar a ser can grande este siglo si sacrifica a tantos grandes pensadores, aunque molestos, sin duda, en la perspectiva hagiogréfica...? 2 La sombra de Voltaire. Val vex se pueda sefialar un culpa- ble en esta historia: un tal Francois Marie Arouet, conoci- 18, do como Voltaire. La prueba del delito? El Siglo de Luis XIV. Es cierto que en esta obra no se califica explicitamente ab siglo de grande, pero ésa es la idea que inspira ¢ impregna Jas quinientas paginas de este libro apologético, oportunis- we interesado: grande por su diplomacia, su historia, sus conquistas, su régimen (monérquico), su religion (catdli- ca), sus acciones de armas, su politica exterior, sus obras, sus tratados de paz, su comercio, su gobierno, y, natural- mente, por sus bellas artes, su literatura, su. arquitectura, su cultura, sus pensamientos, sus pensadores... Voltaire esctibe esta obra monumental a lo largo de veinte afios. Crea una ficcidn la grandeza del siglo xvi— Gril para denigrar, por comparacién, la pequefiez del reino de Luis XV, que ha cometido el error de hacerle la vida im- posible. La obra convierte en gran castillo ese siglo XVII so- fhado para las necesidades de la pequeria causa personal de Arouet. Con ese fin, nada que no entre en la empresa po- lémica tiene derecho alguno de ciudadania, La lista de lo que perdura en Lagarde y Michard ya se encuentra alli, sin duda, aunque con algunos nombres que han caducado (Pe- llisson, Saint-Réal y otros). Pero lo més grave es que lo que contribuye a un Grand Sidcle distinto, mucho més subver- sivo, brilla aquf por su ausencia. Ejemplos: ni una palabra sobre Pierte Charron, al que ni siquicra se menciona de paso, no obstante haber escrito en 1601 De da sabiduria, mamotreto con el que dbtuvo un gran éxito editorial y que durante afios fue objero de con- tinuas reediciones, hasta llegar a ensombrecer el nombre de Montaigne, de cuya lectura se podra prescindir a partir de entonces; nada sobre La Mothe Le Vayer, uno de los ad- versarios predilectos de Pascal en sus Pensamientos: ni una mencién de Pierre Gassendi, el inmenso Gassendi, autor de libros dignos de consideracién que reactualizan la filo- 19 sofia epictirea, y uno de los espadachines contra los que se bate Descartes; ninguna referencia a Cyrano de Bergerac ni a su Orro mundo epictireo y materialista; silencio acerca de Hobbes, el autor de una politica libertina y radicalmente inmanente; jnada sobre Spinoza! Evidentemente, no hay més noticias de Frangois Bernier, Samuel Sorbiére 0 Ga- brielle Suchon que de esos pesos pesados a los que se les ha negado la entrada en el Grand Siecle segin Voltaire, En cambio, se dedica rodo un capitulo al jansenismo de Port-Royal; otro al quietismo de Madame Guyon; hay consideraciones sobre Bossuiet y o¢ros propagandiscas de la fe (Bourdaloue, Massillon, etc.). Por tanto, no es asombro- so que, en medio de este caldo de cultivo biempensante, Montaigne aparezca como un personaje grosero que sélo debe su fortuna y su gloria a cualidades vulgares... ;Voltai- re heraldo de la Tlustraci6n y la filosofia? He aqui otro mito que es menester combatir con toda urgencia. Voltaire dibuja, pues, un Grand Sitcle clésico: catélico y mondrquico, prendado de simetria y orden, armonia y conformismo. Su historiografia se asemeja al castillo de Versalles, a los disefios de los jardines de André Le Notre, alos teatros mundanos del Rey Sol, a la musica de los con: temporineos de Luis XII, a los huertos de La Quintinie. Todo en ella es prudente, sereno, reposado, todo esté en su. lugar. {La geometrfa ante codo! ;EI criunfo de Apolo! 3 Fuerzas y potencias barrocas. Sin embargo, el Grand Sidele no es Sdlo apolineo, sino también, y a la vez, dioni- siaco, Es cierto que del lado de Apolo uno encuentra el or- den, la luz, la sobriedad, la serenidad, la medida, la epope- 20 ya dramética, la senciller, la transparencia, la dialéctica, Ja cifras pero al mismo tiempo se advierten, del lado de Dio- Ia miisica y la embriaguez, el canto y la danza, le vida apasionada, el fervor, las fuerzas misteriosas, la alegrfa, la nacuraleza, Voltaite coloca a Apolo sobre un pedestal, pero, al hacerlo, olvida la existencia de la otra mitad del mun- do. Ese otro mundo de vitalidades, energias y potencias combinadas es lo que se conoce como el barroco. El liber- tino se mueve en ese teatro de fuerzas, y el fildsofo liberti- no junto a él Fl término libertino existe, pero desde siempre ha ser- vido précticamence para todo. En un primer momento de- sacredita y descalifica a un hombre o un pensamiento: bertino ¢s otra denominacién del ate, como se decia en la época, el reformado, el heterodoxo, el hereje, ef hombre li- bre, o cualquier otro personaje que sto creyera en el Dios de los cristianos con el fervor y la abnegacién mental que cexigia la Iglesia catdlica, apostélica y romana. En el siglo XV1, fecha de su aparicién, la palabra sirvié a Calvino para ata- car a los probables partidarios de la corriente de los Her- manos y Hermanas del Espiritu Libre. La etimologia lo confirma, pues el libertino el Libertinus de los romanos— define al emancipado. ‘Cuando en 1665 Molitre ~que conocia muy bien los ambientes materialistas y epictreos- escribe su Dan juan, pone en escena un libertino. ¢Quién es? El personaje de la pieza, como se sabe, colecciona mujeres, las ama a todas, no repara en la moral cuando se trata de levantar unas fal- das, pero también en muchos otros campos se burla det bien y del mal. Cinico, promete un luis a un pobre si blas- fema contra su padre o un acreedor. Sin fe ni ley, se dice, no se reconoce obligado por ningtin deber de compasién ni de amor filial, ni deudor de nadie 21 Sin embargo, no profesa el nibilismo, porque cree que dos y dos son cuatro y cuatro més cuatro, ocho, lo que, més alld de la fSrmula, permite un manifiesto intelectual de considerables consecuencias. Segiin cuenta Guez de Balzac en su Séerates cristiano, Molitre toma esta ocurtencia de Maurice de Nassau. Semejante profesin de fe cientifica, materialista y experimental implica una ruptura metodol- gica: el libertino se emancipa de toda fe, de toda creencia y concede crédito alo que es demostrable, verificable, evi- dente. Claro y distinto, dird quien sabemos... El libertino no niega la existencia de Dios. Para esta buena y gran novedad habré que esperar hasta el Testa- mento de Jean Meslier, publicado después de su muerte, que tuvo lugar en 1729. En cambio, este gran sefior e in- dividuo irreverence evoluciona a través de todo un espectro que incluye deistas y fideistas, pietistas y panteistas u otros creyentes, pero no ateos. Dios existe, sin duda, pero, al modo epictireo, vive su vida, apenas se ocupa de la exis- tencia de los hombres. Su ser no obliga a nada en la tierra, ni en moral, ni en politica. De ahi la necesidad de someter estas dos instancias al régimen de la razén pura. El libertino esté dispuesto a creer en Dios, pero no quiere que esta creencia tenga demasiadas consecuencias para su razén, su inteligencia, sus costumbres, ni para el uso que hace de sé mismo, de su tiempo, de su cuerpo, de su carne. Tallemant des Réaux informa en sus Historietas que un Viernes Santo, Des Batreaux, famoso libertino, dis- fruta de una tortilla de tocino cuando, de repente, cae un rayo y tetumba un trueno. Sin mayor conmocién, arroja el objeto del delito por la ventana y concluye: «Demasiado ruido para una rortillal» Dios se sale con la suya; el liberti- no, también. 22 4 El libertino lamado eradito, Es evidente que ese Dios al que suave y tranquilamente se invita a retirarse, al que se hace saber que existe, sin duda, que se le ama, por supues- to, pero que también podria ocuparse un poco mds de sf mismo y menos de los hombres, deja campo libre a la li- bertad y a sus posibilidades. Por tanto, el libertinaje filosé- fico mantiene una relacién {ntima con el libertinaje de las costumbres, Théophile de Viau, condenado por sus versos libertinos, vivia la vida que a éstos convenia. El emancipa- do de Dios también lo es de la moral, 0 al menos del pe- cado y del temor al castigo eterno y la culpabilidad. 1a distincidn entre «libertinos eruditos» y «libestinos de costumbres», que en 1943 presenté René Pintard en su monumental tess titulada Le Libertinage érudit dans la pre mitre moitié du XV1F sidcle, no resiste el andlisis. Es cierto que un Pierre Charron o un Pierre Gassendi proceden ex- clusivamente del libertinaje crudito. Ambos llevan una vida casta, piadosa y cristiana a la ver que epictirea: los amigos, la busqueda de la ataraxia, la dietética de los de- seos, la ética voluptuosa.,. Pero para unos pocos que res- ponden a ese formato, ;cudntos rinden culto también a las alegrias de las muchachas ficiles, de los garitos, las taber- nas, [as salas de juego! Gassendi, el parangon de la virtud, también se relaciona con Luillier el amigo del ya mencio- nado pocta de la tortilla. La autoridad de René Pintard no ha declinado. En efecto, su sombra amenazante planea como la del Comen- dador de los especialistas en libertinaje sobre un pufiado de universitarios que piensan a partir de él, con él, contra d, no siempre se atreven a atacar el monumento y no hacen suficiente distincién entre el inmenso trabajo de descifra- 23 miento de textos y sus supuestos ideolégicos. ;«1ibertino erudito»? j«Libertino de ideas»? zeLibertino critico»? A ve~ ces «libertino epictireo», el personaje evoluciona segiin cuia- lidades y calificativos. Pintard distingue més bien entre el dlibertinaje erudico» del siglo xvit y el «libertinaje de cos- sures del siglo siguiente, el de Sade, Laclos y Crébillon ij. No cabe duda de que la distincién esta justificada: el libertinaje de Gassendi y los suyos no tiene mucho que ver con el de los sofés de seda, las alcobas de Fragonard y otras ocasiones para empujar el columpio o filosofar en el roca- dos. El vicio ampliamente recompensado, Las relaciones peli- -grosas y Los extravios del corazdn y de la mente se mueven en otro cerreno que Syntagma philosophiae Epicuri.... De aht la necesidad de denominar con precision. 5 EI libertinaje barroco, Entonces, por qué no un «li- bertinaje barroco»? La expresin podria calificar la conste- lacién de fildsofos y pensadores que se preocupan mds de los hombres que de Dios; més de la vida en este mundo, muy apreciada, que de la existencia de un més alld sdlo potéticos mas de la naturaleza y de sus leyes que de las pres- cripciones de la religién; mas de la materialidad del mun- do real, de la diversidad del planeta aqui y ahora, que de la poblacién del cielo; mas del Térrafirmakon epiciireo que del decélogo cristiano; més del eudomonismo 0 de! hedonis- mo antiguo que del ideal ascético que emana de la Biblia; 1. Obras de Sade, Choderios de Laclos, Crébillon y Gassendi, respectivamente, (N, del) 24 is de la ética inmnanente que de la tcologia trascendentes is de Epicuro el aromista que de Aristételes el escolésti- co; en una palabra, mas de Dioniso que de Apolo... El barroco ~el pliague, segin Gilles Deleuze— puede ser también el claroscuro, el juego de la luz en la oscutidad, con ella. Mancha de luz y agujero de claridad en las tinieblas, potencia del fuego en la noche. Digdmoslo de otra mane- ra: virtudes de las luces, ya. Recuérdese que el siglo XVII es también, en los Pafses Bajos, el siglo de Rembrandt —veci- no de Spinoza...- y su Filésofo bajo la excalera, del italiano Caravaggio y su Pequesio San Juan en Ia fuente y del fran- ces Georges de La Tour y su Magdalena penitente, otras tantas variaciones sobre el poder de la luz en las tinieblas. EL fildsofo libertino, el libertino barroco, el pensador eman- cipado, aportan las luces en una época tenebrosa. La constelacién de estos pensadores esté igualmente unida al barroco por miiltiples hilos: el estilo de Pierre Charron, complejo, tallado con refinamiento, su manera de exponer reduadante, dividida, subdividida, su exube- rancia arquitecténica, su retérica de volutas, sus juegos de fuerzas y contrafuerzas, Jos torbellinos de pensamiento, las repeticioncs y también sus efectos especulares; la cita del gabinete de curiosidades de La Mothe Le Vayer, con sus acumulaciones de cosas raras, extravagancias, anécdotas inesperadas, objetos atipicos, referencias inéditas, coleccio- nes cuantitativas: la agudeza de Saint-Evremond, dotado para lo efimero, como un artista de Ia pirotecnia: la con- versacién, cl didlogo, las ocurrencias, a capacidad para pro- ducir una ingcniosidad como un rayo de luz, un surgir de fuentes, juegos de agua en un jardin; el excremo virtuosis- mo de un Cyrano de Bergerac en la construccién de sus obras, erténeamente denominadas de ficcién cuando le~ van a cabo una habil demostracién de los poderes de la 25, anamorfosis que, a su manera, transforma la fachada del edificio cldsico en decorados del teatro barroco y meta- morfosea la historia divertida en leccién de filosofia; el ta- lento de Gassendi, que reactiva las naumaquias, las gigan- romaquias, las maquinarias de la dpera 0 del teatro para representar en sti escenario filoséfico a un Aristételes utili- zado en demasia, a un Epicuro demasiado poco y a un Descartes intitil y vacilante, en un combate perdido con brillo por el candnigo de Digne; por ultimo, la arquitectu- ta more geomérrico de un Spinoza cuya Etica propone un castillo de formidables potencialidades existenciales, En esta constelacién barroca encontramos también un médico en la corte de un principe indio, Frangois Bernier, autor también de un Resumen de la filosofia de Gassendi.. en siete tomos; el esceptico Samuel Sorbiéte, uraductor de Thomas Hobbes en Francia; Fontenelle, el casi centenario normando que filosofa con las marquesas mirando las es- trellas; la monja seculatizada Gabrielle Suchon, sublime autora, en 1700, de una obra titulada Del celibato volunta- rio 0 La vida sin compromis.. 6 Elarchipiélago libertino barroco, Los libertinos batro- cos funcionan como las islas de un archipilago: constitu- yen una entidad coherente, sin duda, pero cada uno con su especificidad. Claro que se puede dar una definicién del li- bertinaje, pero siempre en detrimento de la precisién y de la particularidad. Se describe Ia configuracién general, se captan de Icjos los conrornos, se elimina el detalle para conseguir una figura mds comprensible, De esta suerte, la vitalidad desbordante del pensamiento y de pensadores 26 cuyo valor reside precisamente en su irreductibilidad, re- sulea necesariamente reducida a Jos limites de unas cuantas paginas. En efecto, zque tienen en comtin Gassendi, sacerdote de piedad indestructible, y Cyrano de Bergerac, el fildsofo dionisfaco? ;Se puede incluir a Charron en este archipiéla- g0, y en caso afirmacivo, cémo lograr su coexistencia con al voluptuoso Saint-Evremond? -Y La Mothe Le Vayer, él mismo constituido por islotes que tan separados parecen? El plegamiento barroco modela los autores, las obras y los pensamientos, sin duda, pero también la constelacién en- tera. Sin embargo. un hilo conductor atraviesa De la sabi- duria y El otro mando, Vida y costumbres de Epicuro y los Didlogos a imitacién de los antiguos ola Carta al mariscal de Gréqui:' abajo dialéctico del pensamiento que hace posi- ble la filosofia de la Tustracign. Si, con la intencién de definir los limites temporales del libertinaje bar-oco, nos arriesgamos a aproximaciones, nos toparemos con los problemas propios de la demarca- cidn de un periodo artificial en la historia de las ideas: cules son sus fechas de nacimiento y de defuncidn? Se- gin qué criterios? ;Hay que buscar una obra de arte 0 un hecho politico, ura guerra o un libro, el nacimienco de un trdgico o la muerte de un filésofo? Otra vez, el reino de la arbitrariedad... iQué fecha de nacimiento? La aparicién de los Ensayos, bien; pero zen quéedicién? gla muerte de Montaigne (1592) que coincide con el afio de nacimiento de Gassendi-, el nacimiento de Descartes (1596), un lienzo de Caravaggio —zeudl?-, el asesinaco de Enrique TV (1610), fa ejecucién 1. Obras de Charron, Cyrano de Bergerac, Gassendi, La Mothe Le Vayer y Saint-Eivremond, respectivamente. (N. del T.) a7 de Giordano Bruno (1600)? ;Por qué no...? -Y como fecha tope? La revocacién del edicto de Nantes (1685), la pu- blicacién de las obras de Saint-Evremond (1705), el entie~ 110 de Luis XIV (1715), Peregrinaje a la isla de Citerea (1717), de Watteau, el fallecimiento de Fontenelle (1757)? Con estos datos ala vista, el periodo puede ser mds largo o mas corto segtin se escojan los més antiguos para cl co- ienzo y Jos més recientes para la terminacién. Asi se pue- de ir de los ochenta y cinco a los ciento cincuenta y ocho afios. No sélo se trata de constatar la subjetividad, sino tam- bin de reivindicarl: al trabajar sobre este periodo, indefi- nido en un primer momento, se termina por encontrar tuna coherencia que permite optar por dos fechas que sig- nifican lo que se quiere hacer decir a este archipidlago de libertinos barrocos. Retengamos 1592 y 1677, esto es, los afios de fallecimiento de dos filésofos. Por qué? Porque la muerte fisica de un pensador marca la fecha de nacimien- (0 del devenir de su pensamiento. Por tanto: muerte de Montaigne y muerte de Spinoza. En ottos términos: nacimiento del montaignismo y adve- nimiento del spinozismo. Para mi, el pensamiento liberti- ‘no barroco es el comentario de los Ensayos de Montaigne en este Grand Siécle. ¥ a eso es alo que pone fin la apari- cidn péscuma de la Erica, pues esta obra notable cristaliza a su manera el libertinaje barroco en un pensamiento radi- calmente alternativo. El famoso juego dialéctico de conser- vaci6n y superacién: los libertinos barrocos estan alli, pero invisibles, porque han sido digeridos, Por tanto, son tities, necesarios, indispensables. Encre esas dos fechas, estos fildsofos pero en esa mis- ‘ma época existen también poetas, autores de canciones, ¢s- critores, novelistas, gente de teatro...~ trabajan movidos por 28 un mismo propésito, aun cuando éste no sea forzosamen- te claro y distinto, pues sélo su continuacién ~el Siglo de Jas Luces- permite desvelar el misterio. Su obra comin? Construir una razén occidental capaz de servir de contra- peso a las afirmaciones de la fe, las ensefianzas teligiosas que recurren a los argumentos de autoridad. El libertino, recordemos la etimologia, quiere emanciparse: todos com- parten ese mismo deseo, Pensar libremente para vivir brememte. 7 2Qué es un libertino barroco? Aunque incomplera, parcial ¢ incluso arbieraria, es inevitable una definicién, Los libertinos barrocos proceden de parecidas condiciones histéricas: en primer lugar, pertenccen a una genealagla ‘montaigneana; en segundo lugar, proponen una epistemo- logia singular que activa un metodo de deconstruccién escép- ticaz en tercer lugar, desarrollan una moral particular que promueve una ética radicalmente inmanente; en cuarto lu- gat, proponen consideraciones inéditas acerca de las cues- tiones religiosas al establecer las bases de creencias religiosas ‘fideiseas. Por tanto, un mismo origen y tres revoluciones: ‘método, ética y eligién. Con esto es posible construir un exbozo de definicién. Asi, primer tiempo ef libertino barroco lee a Montaigne: y lo lee con atencién, con precisién, Se conoce la filiacién de la biblioteca de Montaigne y de su pensamiento, al principio a través de Marie de Gournay, luego de Frangois de La Mothe Le Vayer, personalmente unido por lazos de amistad a la «hija adoptivay del fildsofo. Maric hereda de Montaigne; La Mothe Le Vayer, de Marie de Gournay. Los 29 Ensayos consticuyen el libro de cabecera de los barrocos de la misma manera que De la sabiduréa, de Charron, quien también piensa con y a partir de ese libro sin par. La obra aborda una tematica importante y es casi imposible en- conttar una idea libertina que no exista implicita 0 expli tamence en el corpus det bordelés. Ademés, el libertino barroco piensa a Ia vista del descu- brimiento del Nuevo Mundo. Paca él, el afio 1492 cumple la funcién de una referencia merafisica de primer orden, Se sabe que muchas obras de Ia biblioteca de Montaigne con- tenian relatos de viaje, relatos que tras la muerte de Marie de Gournay pasaron a formar parte de la biblioteca de La Mothe Le Vayer. El salvaje que la civilizacién ha dejado in- tacto, cl hombre natural, el barbaro que es siempre el otro, he aquf una importante serie temética; un Nuevo Mundo oncoldgico y metafisico ve la luz. Ya no es europeo, blanco y cristiano, sino planerario, de color y natural. La verdad Unica deja lugar a multiples verdades. De aht deriva el pers- pectivismo y el relativismo metodolégicos. Por otra parte, ef Kbertino barroco reflexiona recordando as guerras de religién. La masacre de San Bartolomé cons- rituye un traumatismo importante. La sangre derramada, las guerras, los desgarramientos sociales, las heridas comu- nitarias de la época del alcalde de Burdeos persisten: las conversiones de Enrique IV, las apuestas de politica exte- rior, las guerras europeas, luego las dragonadas, el edicro de Nantes y su posterior revocacién, muestran que esta cues tién no estaba zanjada. La preocupacién por una paz civil anima a estos fildsofos. De allf la creacién de una extrafia postura religiosa: el fideismo. Segundo tiempo: ef libertino barroco recurre a un méto- do excéptico. Un método, no més. Su evolucién es pirronia- na, su andadura convoca 2 Pirrén y a Sexto Empirico, pero 30 nadie llega a la suspensién del juicio 0 a Ia incapacidad para extraer una conclusién. La duda, por cierto, ¢s meté- dica, como en Descartes, y no conclusiva. Incluso en La Mothe Le Vayer, probablemente el pirroniano més activo de la banda, las certezas abundan, ;sobre todo las certezas libertinas! La duda agita la vieja verdad antigua, araca y co- rroe la certeza moral, religiosa y politica tradicional. Se dtuda, pero a titulo de tabla rasa titil y necesaria para la re- constraccién, La tabla rasa no ¢s el edificio, sino sus ci- mientos. De manera inducida, estos pensadores activan el ins- trumento de la duda para producir efectos. El libertino barroco realiza disociaciones de ideas, Esta deconstruccién supone todo un desmontaje, una descomposicién en to- da regla. Lo que parece una verdad definitiva se convier- re en objeto de una preocupacién conceptual: las estra- tificaciones intelectuales, las capas de sentido cristalizadas en una idea, un pensamiento, un concepto, una nocién, son sometidas al andlisis y al escalpelo libertino, La Ver~ dad, ka Ley, la Religidn, la Moral y otros {dolos mayores, pero tambien los fdolos menores —las costumbres, los h4- bitos, las creencias-, todo sufte un proceso de decapado critico. Desde ese momento se observa que a! libertino barroco reivindica una libertad filaséfica total: es el emancipado tal como lo sefiala la ctimologia. Ejerce un derecho de inven tatio intelectual con respecto a las certezas de una época, de un mundo, de una civilizacién. ;Su principio? No con- fiar en lo que se difunde habitualmente sin tomarse antes dl trabajo de examinarlo cuidadosamente, Se veré a Des- cartes, como a tantos otros, compartir esa preocupacién con Jos libertinos y tender a la certeza personal con ayuda de medios adecuadamente individualizados. 31 Asi ef libertino barreco crea wna razén moderna. En lo que respecta a Ia historia, como se sabe, la cuestién parece clara a partir del Discurso del método y los fracasos de Gas- sendi en su intento de preservar la religién catélica de los usos corrosives de la razén. Pero los pasos, los andlisis y las conclusiones de Descartes mantienen intima relacién con el contexto libertino, que e! pensador de} Poitou conocia muy bien, Su legendaria pradencia lo induce a cuidarse de no dejar hucllas que lo delaten, pero lo cierto es que, en a sencia de debate filosdfico con la constelacién de los fa- mosos incrédulos, ni él ni Pascal habrfan pensado como pensaron ni llegado a las conclusiones a las que Ilegaron, La razén se convierte en un instrumento con el mismo de- recho que la duda. Los distintos autores le ororgan més 0 ‘menos poder, le ponen limites 0 no. La tazdn circunspecta de Gassendi dista mucho de la razn profética de Cyrano o de la razdn prudente de Charron, incluso de la razén atrevida de Saint-Evremond, ‘A pesar de las divergencias acerca de! grado de con- fianza que conviene conceder a la ra2én, de los poderes que se le conceden 0 no, limitados 0 no, ef libertino barroco generaliza el modelo cientifico, Muchos de estos filésofos hacen ciencia, y no sélo como aficionados: Gassendi des- cubre las leyes de la inercia, practica la anarom‘a y Ia di- seccidn, se dedica a la astronomia, lo mismo que La Mothe Le Vayer y Cyrano de Bergerac, 0, més adelante, Fontene- Ile, De ahi la confianza que depositan en los resultados cientificos, las observaciones y las deducciones a partir de larealidad. La verdad se deduce, se calcula, ya no proviene de wa argumento de autoridad. Tercer tiempo: ef libertine barraco reactioa las sabidu- rlas antiguas. En cfecto, el Renacimiento habfa puesto de moda la antigiiedad, pero principalmente bajo el signo 32 de Platén. La escoldstica también habia bebido en las fuen- tes precristianas, pero para poner a Aristételes al servicio de su causa, El estoicismo, anegado en el dolorismo catdlico, cambign podia ejercer cierta influencia, Pero se pasaba por ismo escéptico de Pirrén y de Sexto Empiti- alto el relat co, el antiplatonisino cinico de Ancistenes y Didgenes, el hedonismo dindmico de Aristipo y los citenaicos, el hom- bre medida de todas las cosas del sofista Protagoras ys fi- nalmente y sobre todo, el materialismo atomista y volup- tuoso de Epiouro ¥ los suyos. Esta actualizacién de wn continente griego y romano olvidado da testimonio de una preocupscién por la filoso- fia viva, encarnada en la vida cotidiana. El libertino barraco propone una sabidurta existencial. En las primera paginas de su libro sobre Aristdteles, Gassendi contaba que habia su- fido mucho en los pupicres de ln universidad, donde per- manentemente se destilaba escoléstica. El preferia el saber capaz de producir efectos en la existencia personal. {Lo teé- rico puro? Un buen alimento paca la escuela y la Sorbona, pero la nueva apuesta se hallaba en el pragmatismo, En este trabajo con la antigiiedad todo puede ser dil, segtin Ins ocasiones: ka duda de los escépticos, el nacuralis- mo y e! nominalismo cinico, el hedonismo cirenaico, el perspectivismo sofista, pero sobre todo la moral de Epicu- 10, Pues el libertine barroco rehabilita la moral inmanente epictirea. Después de precisar en qué consiste la ataraxia y de poner en perspectiva el placer como la ausencia de tras- tomos fisicos y psfquicos, apela a usa moral reducida a una regla del juego que los hombres se dan para su wso perso- nal, gLa virtud? Un asunto que no concierne tanto al cielo, Dios y la vida después de la muerte como a la beatitud en la tierra, aqui y ahora, Punto final del reino de la trascen- dencia en el orden moral. 33 Esca inmanencia supone una preocupacién por la Tie- tra, lo Real, Este Mundo. Fl libertino barroco busca sus mo~ delos en la Naturaleza. El salvaje, ese hombre primitive que los viajeros acaban de descubrir en América, proporciona tun modelo de simplicidad, Lejos de los obstaculos de la ci- vilizaci6n, lejos de lo que esconde lo bueno y lo sano en él, esta criatura que todavia se siente cémoda y cn su lugar en la Naturaleza, debe servir como modelo. No esté lejos la conversién cnica al salvajismo, nicl Montaigne de los bra- silefios en el puerto de Rouen. Asimismo, ef libertino barroco practica una zoofilia fi- loséfica: como émulo de Didgenes de Sinope —que toma lecciones filoséficas de los ratones frugales, los arenques ahumados electivos, los peces masturbadores, las ranas as- céticas y el gallo antiplaténico-, convoca a la cresa, pero también a un notable mimero de animales, para extraer de ellos ensefianzas filoséficas. Para los libertinos, antepasados de los etdlogos y nietos del Montaigne de la Apologia de Raimundo de Sabunde, el animal desempefia un papel fun- damental, pues permite ver lo que parece humano en él ¢ incluso lo que sigue siendo animal en el hombre, antes de llegar a la conclusi6n de que la diferencia entre un simio y un hombre cs menos de naturaleza que de grados. Leccién que, unos siglos més tarde, recogeré Darwin. En este mismo orden de ideas, ef libertino barroco tra- 1a el cuerpo como cémplice, mientras que la civilizacién sur- gida de la cultura judeocristiana practica el odio paulino a los cuerpos, detesta los deseos y los placeres y desprecia la materia corporal. En primer lugar, ninguno maltraca su cuerpo; luego, casi todos tienen una preocupacién filoséfi- ca por él: del vegetarianismo abstemio de Gassendi a los placeres béquicos de La Mothe Le Vayer o de Cyrano de Bergerac, el abanico es amplio. Pero, en todos los casos, se 34 trata de dar al cuerpo lo mejor, para hacer de él un com- paficro. Pucs sélo el cuerpo permite conocer. Un cuerpo sen- sual que huele, degusta, toca, mira, oye e informa a un ce- rebro que construye la realidad, fabrica imagenes y produ- ce representaciones. De ello da testimonio el sensualismo empirico de Gassendi: slo con ayuda de esta came llega- mos a conocer el mundo, De ahi el interés por no conde- narla ni maltratarla. El cuerpo puede hacer cierto mimero de cosas, pero no :odo. Se equivoca, es impreciso, no cabe duda; pero, sin él, nada es posible, El ideal ascético no pre- senta ninguna justificacién: zcon qué fin? ;Para complacer a Dios? {Qué idea...! De ahi se desprenden una ontologia materialista y una ética hedonista. El libertino barroco desarrolla una ética mds alld del Bien y del Mal. No es inmoral ni amoral, sino utilitarista, En Yano se buscaria en ella los conceptos de Bien y Mal; difi- cilmente se encontrarfan reflexiones sobre estas nociones. En cambio, hay invitaciones a tender a lo bueno y evitar lo malo, definidos en relacién con un objetivo: el logro de la ataraxia individual o la tranquilidad colectiva. Es bueno lo que permite llevar a buen término este proyecto. Su moral no ¢s presctiptiva, sino consecuencialista, Este més alld del Bien y del Mal en beneficio de lo Bueno y lo Malo se vol- verd a encontrar en la £tica de Spinoza... y mas tarde en los utilitaristas franceses (véase Contrahistoria de la filosofia, tomo IV). Por otra parte, el libertino practica la comunidad filoss- fica risuetia y discreta, Lejos de lo que el exterior exige y ne- cesita (Ia conformidad al principio ético y politico del pais en el que se vive), el libertino barroco crea microsocieda- des electivas, titiles a las experimentaciones y la préctica de nuevas posibilidades de existencia construidas sobre el prin- 35 cipio de la amistad epictirea, El exterior quicre la sumision a los valores gregarios, cl interior deja espacie al fuero in- terno libertino. Las reuniones en la casa filoséfica de Cha- rron, la Tétrade, la Academia Puteana, los salones parisi- nos, el palacete de Luillier, los paseos en la Provenza de Gassendi, se inspiran, en pleno Grand Sidcle, en el Jardin de Epicuro. Cuarto tiempo: e/ libertine barroco se adbiere al fidets- mo. Ningtin libertino barroco es ateo. A menudo la critica universitaria ha supuesto Jo contrario, pero para ello era preciso desdefias lo escrito, so pretexto de que la afirma- cién sélo era una concesién hipécrita a la censura, pero en realidad era una disimulada confesién de atefsmo. A no set ‘que se haga caso omiso de la pluma de los filésofos, es im- posible atribuir a ninguno de ellos la franca y clara nega- cién de Dios. Algunos son tefstas, como Gassendi, catdlico y epictireo; otros son més bien defstas, o incluso pantefstas, como Cyrano de Bergerac. La mayorfa es abiertamente fi- deista, como Charron, Saint-Evremond 0 La Mothe Le Va- yer: se deja intacta la «religién de su rey y su nodriza» para retomar la expresién de Descartes y se prescinde de la crf tica de la religién, aun cuando se diserte irénicamente so- bre las fabulas, los misterios y los ordculos. Pero atin no ha Hegado la hora del ateismo. Es demasiado pronto. Nadie se declara en guerra contsa Dios. Lo dejan dot de esté, lo piensan epictireo, despreocupado del destino de Jos hombres. Esta manera de dejar de lado el tema contri- buye a la separacién de estos dos dominios tan distintos: la Fe y la Razén, la Religién y la Filosofia, De un lado, la cteencia; del otro lado, los usos de una razén bien con- ducida. Al actuar de esta manera ~y muy pronto: en el caso de Charron, en 1601-, los libertinos barrocos crean la laicidad, el principio de separacién de érdenes que auto- 36 riza el desarrollo de una sabidurfa inmanente, desconec- tada de la religidn catdlica, apostélica y romana, Algunos se mantienen prdximos al cristianismo, con una fidelidad piadosa, como Gassendi, y otros se alejan de él con alegre insolencia, como Cyrano, pero todos contemporizan con Dio Por tltimo, poco partidario de los trasmundos, de los estinos posteriores a la muerte, x0 demasiado dotado para cl Paraiso o el Infierno, ef libertine barroco defiende un ma- terialismo soterioldgico: si el mundo se reduce a una com- binacién de étomos en el vacto, si la materia parece la cla- ve de toda realidad, zc6mo enfocar lo que nos sucede después de la muerte si no es en el campo de la quimica de las moléculas? Inmortalidad de los dtomos que las com- ponen... ;Supervivencia del alma? gInmaterialidad del es- piritu? Sutileza de los éromos que lo constituyen... La miuctte se convierte menos en motivo de temor —la con- dena, por ejemplo, los tormentos eternos~ que en final de una combinacién molecular. De esta manera deja de ser un mal. 8 Completar y consumar el libertinaje. El pensamiento libertino no nace de la nada. Procede de Montaigne, como ya se ha dicho. Ni desaparece de golpe sin dejar huellas en Ia historia de las ideas, sin consecuencias para los tiem- pos posteriores. Por el contrario, es probable que el hecho de que su influencia sobre el siglo llamado de las Luces se mida por el ruido y la furia de la Historia haga olvidar de- masiado el papel del libertinaje barroco en la genealogia de la Revolucién Francesa. Una razén moderna pimpan- 37 te, un fideismo vivido como progreso hacia el atefsmo, una libertad filos6fica sin limites, una celebracién de la inma- nencia, una separacién de pensamiento y religidn, son to- dos cllos ingredientes que, reunidos, dan lugar al genio co- lerico de 1789. En la medida en que, para evitar los desérdenes y la guerra civil, los libertinos barrocos dejan fuera de discusién Ia religion catdlica, apostélica y romana, en la medida en gue resperan a Dios y los principios de la monarquia fran- casa, en esa medida limitan sus potencialidades radicales y criticas. Antes era menester domesticar algunas ideas: la posibilidad de vivir sin Dios, de pensar sin religién, de or- ganizar una comunidad politica sin rey. Bajo un Luis XIV, que gobierna con mano de hierro junto con la Iglesia ca- tdlica que conocemos, no ha llegado todavia la hora de un mundo sin Dios y sin Seftor. Demasiada impregnacién ctistiana de los espititus, incluso de los incrédulos.. Para tirar por la borda al Dios de los catélicos ~Dios todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, del universo visible y del invisible... Dios azote de pecadores, Dios que abre las pucrtas del Paraiso o del Infierno... Dios omnipo- rence, omnipresente, omnisciente.. y al rey, encaracién de Dios en la tierra, hacfa falta un fildsofo que no fuera francés, que no estuviera formateado por el pensamiento cristiano. Un pensador que hubiese quedado fuera del molde de la episteme apostélica y romana. Este filésofo existe: escribe mientras ciertos libertinos bartocos estin de fiesta; conoce a uno de ellos en la perso- na de Saint-Evremond; lee arentamente a Descartes, esc be un texto sobre él, su primer libro, que publica en 1663; a partir de 1670 escribe contra la monarqua, a favor de la democracia y la reptblica; no tiene la mente obnubilada por Ins historias infantiles a las que se entregan los catéli- 38 «ws pues es judio; no es tampoco culpable de entregarse a lus fibulas de su comunidad de origen, pues ésta lo ha re- chavado violentamente; pule gafas tranquilamente en los ses Bajos para satisfacer sus necesidades y no mendigar n real alguna; en consecuencia, ¢s absolutamente li- Ire; escribe un libro sin par en el que pone término al Dios separado det mundo, al Dios creador y la naturaleza crea~ «la, un libro capital con el que finalmente se puede dejar de contemplar la moral a través dei prisma paulino, te hombre Heva por nombre Baruch Spinoza. Su obra culmina, completa, consuma, conserva y supera el fi- hertinaje barroco francés (entre otros rasgos de genio de este pensador fundamental). Su fuerza de choque y su po- tencia conceptual desplazan y dejan en segundo plano a los libertinos barrocos. Pero el trabajo de éstos hizo posible un pensamiento como cl de la Erica. No necesariamente de manera directa, pues Spinoza no lee francés y los libertinos no han sido teaducidos a lenguas que él entienda, pero las conversaciones y los intercambios epistolares con buen nti- mero de corresponsales lo mantwvieron informado de los detalles de los debates libertinos: con y alrededor de Des- cartes, por ejemplo. ‘Tal ver incluso, aunque cueste ereerlo, con Vossius y Saint-Evremond. De lo que no hay duda es de que con Spinoza se acaba un tiempo filoséfico a la vez que se prepara la inmensa aventura de la Hustracién. ste tercer volumen de la Contrabistoria de Ia filosofta ptopone la historia de la genealogia del pensamiento critico del Si- glo de las Luces. 39 Primer tiempo Los libertinos fideistas |. CHARRON ¥ «LA VOLUPTUOSIDAD, PRUDENTE> 1 Una mala reputacién. En \a historiografia de la filoso- lia, Is reputacién de Pierre Charron es execrable: jpodia lle- ur a set malisimo! Los textos o las noticias que se dedican 1 su obra en las historias de la filosofia y en las enciclope- «lias lanzan una serie de malevolencias sobre su persona y agregan una sarta de lugares comunes sobre su pensamien- (oy su filosoffa, Lo mejor para él seria que esos pesados lo olvidaran y pasaran por alto su existencia, Asi al menos no se asociaria su nembre a lo que no es ni nunca ha sido. ZA qué se debe esa mala reputacién? Pues hay que te- ner razones suficientes para cargarse de esa manera aun hombre honesto y contribuir a la negacién de una obra que ¢jercié considerable influencia en la historia y en el de- sarrollo de la filesoffa occidental, En efecto, es poco sabi- do que muy probablemente Descartes le debe parte de su concepcién de la duda y su talento sofistico para dejar a salvo la religin de su rey y su nodrizas Pascal, su teoria de la apuesta y su caadro de la miseria del hombre sin Dios: Bayle, su revolucionaria doctrina del ateo virtuoso y Spi- noza un apreciable mimero de pensamientos de la Erica: la identificacién de Dios y la naturaleza, la definicién de la 43 Libertad como aceptacién de la necesidad ella misma otro norabre de Dios, la Naruraleza y la Razén-~ sus reflexiones acerca de las pasiones tristes y la identificacién del sobera- no bien con la alegrias que Montesquieu toma de él su teo- rfa de los climas y que en él se inspira Rousseau cuando perfila su doctrina del hombre naturalmente bueno; etc. 4A qué se debe entonces can poca consideracién? El cul- pable tiene nombre, lo conocemos. Fl lugar del delito no presenta ningsin misterio, ha sido identificado, Se conocen las razones de este asesinato y la fecha de nacimienco de esta maquinacién. Nombre: Gatasse, Francois; lugar y fecha de nacimiento: Angulema, 1585; de fallecimiento: Poitiers, 14 de junio de 1631, a los cuarenta y seis afios. Profesién: ase- sino a sueldo al servicio de los jesuitas (para quienes su cclo profesional resulta tan excesivo que ellos mismos termina- ron credndole problemas). Lugar del crimen: un libro te- ible, lleno de insultos y ataques ad hominem, erufado de faltas de consideracién personal, salpicado de perfidias en todas las péginas, saturado de habladurfas. Titulo de esta méquina de matar: Dactrina curiosa de los espiritus refina-~ os, 0 pretendidamente tales, de esta época, que contiene mu chas méximas perniciosas para la religién, el Estado y las bue- nas costumbres, combatida y destruida por el padre Francois Garasse, de la Compatita de Jests, conocido también con el titulo de La doctrine curieuse. Fecha: 1623, editado con pri- vilegio de aprobacién. No se acaban de contar las formulas asesinas y Jos in- sultos: primero Charron es comparado con un «tucdn, pues no tiene més que pico y plumas», para ser convertido unas paginas mds adelante en «una vieja rueda rota, des- vencijadan... Por otra parte, «borrachuzas», ebribones», «as- nos» y «erdos» comparten Ia retérica de Gasasse con «ab- yectos», «cobardes», aplebeyos» o «taberneros», 0 incluso con 44 «bestias del populacho», «conciencia corrompiday, «cerebro extraviado», «dogmaticos autores de bufonadas», «terzuelo de ateo» y otras lindezas del vocabulario... Cuando califica el trabajo de los incrédulos, Garasse no retrocede ante ninguna exageracién ni ninguna impre- cisidn. Su constante uso incorrecto de ciertos téeminos ha hecho problematic su significado durante siglos. Es lo que ocuste con «iddlatray, cheresiarca», vepiciireo» 0, en mayor medida atin, «ateon y slibertino». Al no darles ningtin contenido teérico, transforma esos sustantivos en insultos como «fascista», «estalinistay 0 «nazi en nuestros dias... Jo que impide que en el fueuro se puedan utilizar en su ver- dadero sentido: adorador de divinidades politetstas, cristiano que se desvfa de la ortodoxia sin dejar de ser cristiano, di cipulo de Epicuro, alguien que niega abierta y claramente a Dios y los dioses, pensador libre y emancipado de los dogmas de su época, 2 Charron insultado, ultrajado, despreciado, F\ padre Garasse, por tanto, ataca a Pierre Charron en su vida pri vada, en sus costumbres. Puesto que quiere hacer de él un areo, el inmoral principe de los libertinos, sera epicireo, tal como se entiende en el linaje peyorativo estoico, pauline y cristiano, un cerdo de Epicuro. Es menester, pues, que su vida lo demuestie. Para ello, basta con practicar la calum- nia, Se sabe que con el empleo de este vereno siempre se consigue alguna intoxicacién. Para Garasse y los suyos, el beneficio es considerable, pues todavia en el siglo xx! son perceptibles sus efectos. Estado de la cuestién: Charron elogia la continencia y 45 la castidad, pero slo para los que consagran su vida a Dios; realiza gestiones para entrar en un monasterio; vive con un canénigo y su sobrina una vida sin tacha durante varios afios en su casa de Condom; no se le conoce ningu- na locura probada. Sin embargo, bajo la pluma del sicario ctistiano se convierte en un amante de muchachitos —la «muchachada» que corria y revoloteaba en su cas2—, un mujeriego, un mundano, exc. Se le habria ofdo decir en el ptilpito que lo que ocurre en ka intimidad de un dormitorio y de una cama no es cau- sa de mal alguno, Demasiado sagaz para ello, demasiado atento a las graves consecuencias sociales y politicas de este tipo de provocacién, demasiado tedtico de las verdades que, destinadas a espfricus reflexivos, no deben ponerse al alcance de la gente comin, Charron ha escrito ciertamen- te sobre este tema —en De /a sabiduria separa claramente la sexualidad de la culpa o la vergitenza-, pero resulta muy dificil imaginarlo, precisamente a dl, tedrico de la pruden- cia, cometiendo la imprudencia de dirigir scmejante dis- curso a sus feligreses. ‘Como epictireo convencido, el fildsofo teoriza el re- chazo del lujo, de lo superfluo, y Unicamente legitima la sa- tisfaccién de los deseos naturales y necesarios. Pone el cjemplo de la vestimenta, de la que dice que debe proteger del frio y demas rigores del clima, pero nada mas. De don- de su critica de las sedas, los brocados, las perlas, los teji- dos preciosos. Qué hace Garasse? Lanza el rumor de un Charron ataviado con una larga capa de taferdn gris sobre tuna sotana del mismo color y parecida textura, con cuello forrado de piel de castor; en otra ocasién, exhibiéndose con hdbitos de color —jubén blanco de colores vivos—, y en otra, con los de su misién, Evidentemente, segiin la légica del jesuita, Charron 46 sélo puede vivir en un lugar lujoso, ostencosamente amue- hnlado gracias a las grandes sumas de dinero que gana con sus predicaciones. Pero su casa es un objeto filosdfico, un lugar idéneo, una especie de Jardin de Epicuro en Con- dom. Sobre la puerta manda escribir: «No sés. En carta a La Rochemaillet habla de ese lugar sano, bello, que le per- ‘ite recibir a sus amigos y conversar con ellos en una pre- cigsa biblioteca. Es aqui, en la tranquilidad de la provincia, donde termina en 1601 su grueso volumen después de mas «le tees afios de trabajo. Ni un cuchittil, ni un burdel, Como no ha gastado todo en su casa (!), cuando muecre, Vierte Charron deja una importante suma de dinero, Ex- «opto una parte que reserva a la hermana de Montaigne, su uinigo, destina pest mortem ese dinero a jévenes de Condom: 1 fos varones, para sus estudios; a las chicas, para su dote. Vero el pérfido paclre Garasse escribe, sin la menor prueba, «yue hasta desde la tumba es capaz de preocuparse por los ni- tuos, 4, que a tantos ha concebido ilegltimamente, pero ja- nis reconocido, Decididamente, el jesuita tiene dificultades con el amor al projimo y el respeto a la verdad: ni pedéfilo, ni Fujutioso, ni caricacuta del dandy, ni derrochador, ni pro- yenitor irresponseble, Pierre Charron parece haber llevado tina vida de sabio. Su retrato real? Un filésofo solitario, tra- Iujados, amance de la tranquilidad y de la serenidad. Una icntica existencia filosdfica. Su divisa? «Pew et paix.»’ Pierre Charron es victima de la estrategia que ya Dié- nes Laetcio sefiala en su Vida de Epicuro: calumniar al hombre para no hablar de la obra, menospreciar a la per- wna con el fin de disuadir de la lectura de sus escritos, des- honvar fa memoria de un ser humano con el propésito de 1. Fase eliptica cuyo enunciado completo es: «Pes et paix cet slim de Diews, «Poco y paz es don de Dios». (N. del T} 47 evitar ol acceso a su pensamiento, En efecto, 2a quién le in- teresard leer los libros de un personaje que se acuesta con muchachicos en una casa transformada en lupanar, que se contonea y se pasca con ropas extravagances por la calle de su pequefia ciudad, que escribe libros de moral y transfor- ‘ma su parroquia en solar para las nifias-madres? zA quién? 3 Retrato de un sabio, Su vida y ss obra dan testimonio de su moralidad, de su rectitud y de su coherencia, Siem- pre ha sido cristiano, del primero al tiltimo libro. Segura- mente no como a la Iglesia le gusta, sino como fildsofo in- teligence que piensa su fe, su cristianismo y hasta se da el lujo, en Las tres verdades contra los ateos, los idélarras y los ju- dios (1593), de proclamar que el catolicismo es la verdad del cristianismo, Jamas retomard esta idea. Este hijo de librero tiene veinticuatro hermanos de ambos sexos. Tras sus estudios de derecho se hace abogado, pero abandona los estrados por su incapacidad de adula- cién al mundo juridico. A partir de ese momento utiliza su talento de orador en predicaciones y sermones muy con- curridos en la provincia Angers, Agen, Cahors, Burdeos, Condom, pues no le gusta Paris, oficialmente debido a su clima, Dondequiera que sea, la gente se apifia cuando Cha- tron aparece en el pillpito. Se convierte en el predicador ordinario de la reina Margarita de Valois y su corte de Ney- rac. Em Ja Splesia catélica. ocupa unos cuantos puestos ¥ funciones: sacerdote, predicador, canénigo, profesor de te0- logia, director de la escuela episcopal, delegado al capttulo provincial, cantor, vicario general, encargado de muchas partoquias. Durante un tiempo quiere hacerse cartujo 0 48 celestino, pero los monjes le niegan la entrada en ef mo- nasterio. Demasiadas funciones catélicas para un ateo, un impio, un juerguisca En la década de 1580-1590, Pierre Charron conoce a Michel de Montaigne. El acontecimiento es una suerte y una maldicién. Una suerte porque el director de la escuela cpiscopal de Burdeos visita al fildsofo cotidianamente y en su medio intimo, Sus conversaciones permanecerin vela- clas: en sus libros, ni uno ni el otro hablan de su amistad. EI nombre del amigo no aparece ni siquiera una vez en los Fnsayos niven De la sabiduria, a pesar de que uno y otro li- ‘bro contienen largas e importantes exposiciones sobre la amistad: Montaigne como romano, Chasson como lector de la Etica a Nicémaco. Una maldicidn, pues cuando no se ataca a Charron en su persona y suis supuestas extravagancias, se le ase como fildsofo: ya sea apoyandose en su carrera de religio- s0, recordando su breve compromiso, pronto lamentado, en Ia Liga, y poniendo por encima de todo los Discursos cristianes (1600), pata confinarlo en la teologia y Ia apolo- gftica cristiana, opcién catdlica, incluso de milicancia con- trarreformista; ya sea, cuando st le concede cierta entidad filoséfica, tsaténdolo de un plagiario de Montaigne abso- lutamente desprovisto de originalidad; ya sea, con la recue peracién sin mas de los pérfidos argumentos de Garasse, consideréndolo un libertino en el peor sentido del cérmi- no; ya sea, en la estela de un Hegel, que nunca pierde la oportunidad de decir tonterias, negéndole la calidad de fi- losofo porque no toma el pensamiento como objeto de su reflexidn (jridiculo postulado!); ya sea, por tiltimo, cuando sc le concede un pequeio lugar en el pensamiento, trans- formandolo en escéptico, etiquera que hace posible no ver is lejos, sobre todo en el texto... 49 4 La consistencia de un pensamiento. :Cul es el niicleo de estos argumentos? Dejemos de lado los mds ridiculos. Cuando Hegel escribe, en sus Lecciones de historia de la filosofia, que Charron y Montaigne no conciernen a la fi- losofia, sino a la Dos afios antes de morir, todavia lozano, habia reedi- ido su Hesdmeron nistico, una obra de juventud que se «wnsidera obscena cuando, mucho antes que eso, es un s0- lurbio ejercicio irénico de deconstruccién alegérica de un «episodio de la vida de Ulises. El héroe de Homero regresa gruta de las ninfas, fiel a Penélope, para encontrar lo «que La Mothe Le Vayer pone en evidencia: menos una pa- uiin rocosa y geolégica que una cueva mucho més dulce citlea bajo las faldas de la dams. 81 4 2Una figura diabdlica? Cuando muere, La Mothe Le Vayer el discreto, el prudence, se convierte en prototipo de petsonaje diabdlico: ateo disimulado, impio oculto, autor a descodificar, retérico hébil y trapacero, adepto al doble Jenguaje, aparente cristiano que lleva oculto un libertino, oportunista cémodo con todos los grandes, a los que cor- teja con los mismos métodos (de hecho, cuando muere Rie chelieu, recicla sin vergiienza su equipo abrillamador para Mazarino, su sucesor...). Los antifildsofos del siglo xviti, muy preocupados por la genealogfa de la Tustracién, le atribuyen la paternidad del atefsmo del siglo... que, en realidad, era deista... Vol- taire contribuye a este malentendido al utilizar, to mismo que con respecto a Jean Meslier, el nombre del fildsofo para atribuirle opiniones extrafias a su pensamiento con el fin de proponer sus propias ideas cubriéndose las espaldas. E] astuto de Arouer... La tradicién universicaria contemporines no aporta mayor claridad. Acostumbrada al método de las citas se- lectivas, uno explota las epictireas pata calificarlo como di cipulo del Jardin; otro ve en él un prototipo de! pitronia- no estrictos un tercero toma de aqui y de allé referencias en forma de reverencia a Antistenes o Aristipo y nes oftece ast un La Mothe Le Vayer un poco cfnico © vagamente cire- naico; en otros sitios se destaca una huella escéptica para inferir un atefsmo probado, aunque disimulado; otro in- cluso, inceresado en poner de relieve tal 0 cual referencia a la religidn catdlica, apostélica y romana, a la que el autor comentado aconseja someterse por fidefsmo y en interés del bien piblico, infiere su franco compromiso cristiano; mientras tanto, analizarido su demostracién del poder de la 82 654308 voluntad y de la razén en el didlogo, un tiltimo descarta de un manotazo todas las observaciones y esculpe su estatua en mérmol estoico. Sin embargo, lo mismo en él que en todos los liberti- sw battocos, la influencla de la antigiiedad es consrante y visible en focos simultdneos, La mina del pensarniento an- Liguo funciona permanentemente y a cielo abierto para to- skis las extracciones que hagan falta. La Mothe Le Vayer, inaprehensible con instrumentos tan grosefos, nunca est alonde se lo espera. De ninguna manera, por supuesto, como discipulo bobalicén de uno de esos dogmaticos an- tiguos detestados por encima de todo. Discipulo de Pi- rn? Sin duda, pero seguramente no como lector ortodo- so de las Hipotiposis ues este amigo de Marie de Gournay, este miembro ac- tivo de la Téttada (la academia de amigos que reunia a Pie- sre Gassendi, Gabriel Naudé, Guy Patin), este lector de Montaigne (hereda, a través de la famosa «hija adoptivar, na parte de la biblioteca del fildsofo de la Torre, que habia jyasado a manos de Marie tras el deceso de stu Maestro), este aficionado a Pieste Charron es primero cristiano y después cs- wSptico. Una especie de mezcla, una suerte de quimera pro- «lucida por el siglo barroco con indisimiulado placer por los gabinetes de curiosidades: una mezcla de Pirt6n y de Jestis, tn San Pablo que se sabe al dedillo los tropos escépticos. Asi, lejos de la figura diabdlica y de la risa sardénica del Angel caido, en las anefpodas de su mala reputacién, La Mothe Le Vayer propone un pensamiento equilibrado, sin- gular, inédico (0 por lo menos muy reciente, pues en 1562, cl traductor de Hipotiposis, Henri Estienne, no oculta su catolicismo), de cristiano escéptico © de escépticn cristiano. Una dosis de papa, una dosis de Pirrén... ;Muy Iejano pa- rece ain el atefsmo! 83 BIBLIOTECA CENTRAL ULN.A 5 El empleo de uno mismo. En \a oscuridad del persona- je, me parece esencial una confidencia para captar cémo, all igual que los otros, La Mothe Le Vayer filosofa con sus im- potencias, su temperamento, su persona y su cardcter. Con, contra 0 a pesar de todo eso, piensa con el fin de vir de acuerdo con su naturaleza y asi transforma en verda- des generales lo propio de necesidades fisiolégicas, biold; cas y particulares. También, mediante 'a elabotacién de un sistema, trata de llegar a ser lo que es. {Inoportuna leccién de Pindaro! 2Dénde se encuentra esta confesién? No se destaca en absoluto como informacién titil para la comprensién del conjunto de su trabajo; sélo es mencionada de paso, su- mergida, por as{ decir, en el cuerpo del texto, perdida en- tre acumulaciones de ejemplos, disimulada entre los hilos sabjamente entretejidos de una demostracién de uno de los Pequeos tratados, titulado De la amistad. La Mothe Le Va- yer afirma que nadie puede vanagloriarse «de vivir plena- mente de acuerdo consigo mismo». Para tn escéptico pat= co en detalles aurobiogréficos, vale la pena retener la idea La Mothe Le Vayer ~segtin sus propias palabras ;«indeci- sov?, ;aconfuso»?, zade espiritu inestabler?, z«sujeto a con- tradicciéno? Probablemente... Por eso este hombre, estruc- turalmente incapaz de detenerse y mantener con firmeza una posicién, fustiga de manera coyuntural el dogmatismo de los demas para celebrar el escepticismo de su naturaleza profunda, Piensa con su remperamento y transforma con voluntaria decisién su probable cardcter pasivamentte reci- bido, para hacerse luego con lo que se le escapa. A partir de ese momento, este escéptico por naturaleza se convierte en enemigo de los dogmaticos por cultura... 84 Por tanto, se considerarin nulas y sin valor esas canti- nlas universitarias del doble lenguaje, de la escrinara cifta- «la, del verbo codificado, del enmascaramiento, de las es- trategias de la simulacién, del libertinaje como no dicho, to en él como en toda la constelacién de pensadores ba- ‘ocos del mencionado Grand Sigcle. Antes que una oca- sign de despliegue de contarsiones propias de la Sorbona, ls que oftece La Mothe Le Vayer es un nuevo ejemplo de pensamiento existencial: busca, a través de la escritura, f- jr la manera de emplear su ser. En este sentido, brilla como fiel discipulo de un tal Michel de Montaigne... 6 Espabilado, trdgico y solitario, La Mothe Le Vayer no cree en la amistad en: marmol. Cuando leemos De la amis- usd, pensamos en I tumba de papel que Montaigne cons- nuyd para La Boétie. Este indeciso ve el mundo tal como «s, como lo veria un trégico, sin el desco de embellecerlo ni escurecerlo, Cuando, al final de su existencia, escribe su rosa triste, posible fuente de Molitre, pone de manifiesto una visién extremadamence hicida del mundo, aa amisead somana? Una ficcién, una ilusién, una bella quimera, un voto vacio, un mito. Orestes y Pilades? Une fibula... Ja- ids ha visto, petsonalmente, nada que se asemeje, ni mu- tho ni poco, a ese ejercicio retérico latino. Se confunde el — como introduccién a su Ctbala del caballo pegaseo, en 1585. Como parangén de la bestialidad y la estupidez buscada, el animal autoriza multiples variacioncs irénicas, transposi- ciones lidicas, magnificos sobsentendidas, EI parecido del retrato del asno con un autorretrato como libertino barroco es tal que se podrfa confundir con 4: prudente, vireuoso, voluptuoso, modesto, risuefio, in- dependiente, reacio a obedecer y a someterse, fuerte, es- forzado, valiente, fiel,silencioso, resistente, raramente aba- tido por las luvias de golpes, pundonoroso y practicante de un generoso desprecio, el «filésofo de albarda» se de- canta por la Eseéptica, nos confia el autor del didlogo. Su interés? Fundamentar filosdficamente los secretos de la na- ruraleza, Es evidente la insistencia de La Mothe Le Vayer en la seputacidn libidinosa del animal: tiene «el diablo bajo la cola» (después de EY asno de oro ya no se puede ensalzar st slingote de amors.,.). Por tanto, se evitard privarlo de se xualidad, puesto que no dispone de manos tiles pars so- lucionar el problema de una manera simple. El autor del Hexdmeron ristico ha pensado siempre con alegr(a las cues- tiones relativas al sexo. 18 El hedonismo escéptico. A La Mothe Le Vayer le gus- tan Didgenes y sus anécdotas filosdficas. Por ejemplo, cuando el fildsofo cinico sale a veculones del teatro (griego, pero también muy barroco...), ,por qué acttia de esa ma- 108 neta? No para reitse estipidamente, sino con Ia intencién dlc incitar a lo contrario de Jo que los demés hacen habi- talmente. {Que el pueblo entra en el recinto caminando hacia delante? El fildsofo lo hace hacia atrés,... Contra el sentido comtin, invirtamos los valores. Lo que es verdad a los ojos de la gran mayorta representa casi siempre el error absolute. Lo verdadero no existe, contrariamente a Jo verosimil, producido por un cuerpo que siente y percibe con ayuda «le inscrumentos imprecisos y poco fiables. El hombre me- «lida de todas las cosas cree saber cudndo su cuerpo, més © menos cansado, més 0 menos joven, bien alimentado 0 hambriento, sano o enfermo, vivaz 0 adormecido, alegre o triste, da informaciones subjetivas. Las verdades son ran- tas como los individuos que pretenden poseerias. Enton- «es, sito hay verdad alguna, en ninguna parte, nunca? ;Por «qué? Es que sélo disponemos de una maquina muy imper- fecta para llegar a lo verdadero. Como las cosas obedecen a la relatividad del lugar y el siempo, a las angustias de la geografia y Ja historia, el sen- tido se encuentra en J2 suspension escéptica del juicio, la famosa epojé. Nuestro filésofo le asigna un papel esen cn la genealogia de su hedonismo: mantener el espirita en suspenso y, después, contentarse con obedecer a lo veros{- iil de nuesteo tiempo y nuestro lugar, de nuestra historia y nuestra gcografia, es lo que proporciona sla mayor bie- naventuranza humana», el . Es el tinico que podia reunir en su persona todas las apelaciones. Ninguno opta por la carrera eclesidstica. El padre haba confesado su pre- ferencia por un modesto caballero antes que por un sacer- ore escandaloso. Con apenas diez afios de edad parte hacia Paris, don- die recibe formacién de los jesuitas en el colegio de Cler- mont, firuro Liceo Louis-le-Grand. De regreso en Caen hacia los catorce afi, se inscribe en la facultad de derecho. lis probable que en esa época piense en una carrera de no- tario real, Decepcién, abandono. Sobre la marcha, en oto- ito de 1626 vuelve a Paris, al colegio de Harcourt, donde continia sus estudios al mismo tiempo que adquiere pre- paracién militar. La equitacién (para los desfiles y los combates...), la herdldica (tratar adecuadamente a socios y clientes..., las mateméticas (brillar en la artilleria..., el tro y Ja esgrima (descollar en el oficio y en las cuestiones de honor...) la historia (con el fin ée no olvidar las lecciones del pasado en los campos de batala...), todo eso entusiasma al joven de salud vigorosa, Cuando vuelve al castillo de 1a Baja Nor- mandia, permanecea veces durante horas al acecho, con la 123 mitad del cuerpo en el agua de los estanques de Saint-De- nis para cazar patos salvajes... Muy pronto se lo encuentra en todos los campos de batalla de Francia y de Navarra; imposible contar los ase- dios, las campafias, las batallas, las promociones; combate a las drdenes del duque de Enghien -muy poco después Gran Condado y luego de Turenne: se convierte en te- niente de infancerfa, ayuda de campo del duque y después en mariscal de campo: escapa regularmente a la muerte, se bate en duelo, est4 a punto de perder una rodilla por una grave herida de bala de cafién en Nordlingen. 4 Los claroscuros de un discreto. El militar sin pat here- jones diplométicas de la méxima importancia. A los treinea y dos afios, el futuro Condé lo envia a anunciar una victoria a Richelieu ~Furmes, en 1646-, pero también a negociar las condiciones de un asedio 2 Dunkerque. A los cuarenta y cinco afios -1659-, acompafia a Mazarino a E: pafia: el cardenal, a quien Richelieu designa como tal sin haber sido nunca sacerdote, suscribe el Tratado de los Piti neos. Como no es ingenuo, Saint-Evremond se da cuenta de que esa firma permite a Mazarino el disfrute de propie- dades que le serfan muy oportunamente legadas cuando fuera evidente que se podia ganar la guerra. El norman- do se explaya al respecto en una carta confidencial, que mas adelante, una ver descubierta y remitida por Colbert a Luis XIV, le acarrearé muchos inconveniences. Saint-Evre- mond tendré que dejar Francia y exiliarse para siempre. En 1660, nuevamente diplomatico, acompafia a la embajada del conde de Soissons, cuya finalidad era felici- 124 tar a Carlos I Estuardo por la recuperaci6n del trono de Inglaterra. La misién se prolonga seis meses, durante los cuales probablemente se dedica a establecer relaciones con 4s gran nobleza inglesa por cuenta de Fouquet. En ese mo- mento ignora que de esa manera esté inaugurando una larga relacién con su segunda pana. Plegamiento del di- plomatico, y en ocasiones del agente secreto, en eb mili- (ar, Pliegues, repliegues, despliegues y sobrepliegues del hombre de poder y de accién en las esferas mas altas de la waleza francesa... Durante ese tiempo, pliegue entre los pliegues, Char- les de Saint-Evremond escribe... A los veintinueve afios fir- ina una Comedia de los académicos (1643) que se burla de los académicos y su mania de regir la lengua francesa. Durante el invierno de 1647 (tiene treinca y cuatro shos), redacta un texto parcialmente dirigido contra Des- cartes: El hombre que quiere conocer todas las cosas no se co- noce a st mismo. Luego, Sobre los placeres. Nuevo plega- tniento del moralista, del fildsofo, del pensador, en el hombre de accién que pasa sus noches de guerra o sus in- viernos -se combate en verano, llegado el frio se descan- wt. redactando cuadernos para sf mismo. En 1662, publica Reflexiones sobre los diversos genios del pueblo romano en las diversas épocas de la Reptiblica, en las «jue no sdlo demuestra tener un gran conocimiento de los historiadores romanos, sino también verdadera habilidad para integrar la psicologia en la escritura de ta historia plegamiento del moralista en el historidgrafo.... y el ta- lento del libertino para poner al descubierto las quimeras que tejen una Roma imaginaria, Aficionado a la historia por el lado romano ~Salustio y ito Livio, Alejandro y César, Suetonio y Ticito, Polibio y Dién Casio—, Saint-Evremond también hace incursiones 125 en ella por el lado contemporineo: Richelieu, Mazarino, Condé, Turenne y otras figuras importantes del momento. No se sabe qué tipo de relaciones tenfa con Fouquet, su condiscipulo en el Colegio de Clermont. Probablemente desempefié misiones secretas para él e hizo luego arreglos con el cielo cuando su amigo de la infancia se convirtié en superintendente de Finanzas; fraudulentas maniobras con el papel moneda, entre otras cosas, permitieron la finan- ciacién del guerrero y fildsofo a costa de las ciudades y po- bblaciones asediadas. Es, pues, la época prictica... Paga a sus soldados y luego se Ilena los bobsllos. Por este medio logra hacer una considerable fortuna... Saint-Evremond se hunde cuando Fouquet cae en des- gracia, Encarcelado ya dos veces durante tres meses por ha- ber disgustado a Mazarino (de septiembre a diciembre de 1653 y de junio a septiembre de 1658), se busca al amigo de Fouquet porque en la casa de Madame du Pléssis-Be- Iligre se ha hallado la Carta sobre la paz de los Pirineos, que describe con ctudeza a Mazarino como bribén oportunis- tay codicioso que trabaja en beneficio exclusivamente per- sonal, sin ningtin interés por Francia. Colbert envia el do~ cumenio a Luis XIV, Saint-Evremond teme por su libertad “con razén-, se eculta durante un tiempo en Normandfa y luego llega a los Pafses Bajos espafioles y a Holanda. Ast comienza su exilio de cuarenta y dos afios... 3 La escena del salén libertino. La biografia y también la obra, dan testimonio de que Saint-Evremond tenfa en alta estima el intercambio verbal y la palabra, Al norman- do no le faltaba inspiracién para la réplica, ironia, humor 126 ¢ incluso causticidad y talento para la burla. Sus palabras podfan tanto incomodar y herir como asombrar y alegrar. Junto con las buenas maneras, la gastronom(a, los vifiedos y el vino, los historiadores integran la conversacién en la lista de los clugares de la memoria» de los franceses, No hay duda de que el filésofo es uno de los que més contribuyen ello, primero en el Hexigono y [uego en la Inglaterra de su exilio. Para reponerse de las campafias militares veraniegas, Saint-Evremond frecuenta los salones parisinos. Asi como la Academia Puteana reunfa a Gassendi, La Mothe Le Va- yer y Naudé, los salones permiten las reuniones de los espiritus refinados de la época en las casas de mujeres de mundo, de cortesanas, en compafifa de abates licenciosos, nobles ociosos, poetas confidenciales y otros gorrones mun- danos. Por ejemplo, el salén de Marion de Lorme, mujer fil y coleccionista de amantes famosos: Des Barreaux -el poe- ta libertino que devoraba tortillas de jamén el Viernes San- to-, Cing-Mars, los principes de Condé y de Conti, Buc- Kingham y Sainc-Fvremond. Ajeno a los celos, el filésofo acepta la competencia de una decena de hombres. En el amor, se presta siempre, pero sin enteegarse nunca de ver~ ad: leccién de felicidad. Una vex puesto en orden el pro- bblema del cuerpo, rambign Saint-Evremond pasa répida- mente @ otras mujeres, pero conserva con sus antiguas amantes una indefectible relacién de ternura amistosa. Es ésta la época en que, durante el carnaval, Saint- Evremond sale disfrazado de ramera o de capuchino con un grupo de nermandos. Se los ve en todos los bailes. A veces, esta alegre compafifa trata de forzar la puerta de r- sidencias particulares en el Marais antes de hacerse ex- pulsar por los guardias suizos. En el salon de Marion de 127 Lorme se habla de ciencia y de literatura. En esa época la cortesana y el fildsofo asisten a las conferencias sobre los astros que Gassendi da en el Hotel des Monnaies. Tam- bign acuden a ellas Cyrano de Bergerac y otros libertinos del momento. Marion de Lorme muere a los treinta y ocho afios a causa de un aborto esponténeo mal tratado con antimonio. Probablemente quien ahora sigue tomando notas , sin poner en duda su existencia, Pru- dente, declara que la religin pertenece al fuero interno. Desde entonces no vuelve a hablar de ella, nada se sabré all respecto, Saint-Evremond es defsca: Dios existe, si se quiie- re, probablemente, pero sin preocuparse por el destino de los hombres. Ni pecado, ni falta, ni condena, ni cielo, ni infierno, ni paraiso. Como motalista avisado, sabe que toda creencia deri- va del amor propio de los hombres, incapaces de creer en su destruccién después de la muerte. Por esa raz6n se dice que el alma es inmortal. Con este artificio se aborda Ia nada imaginando escapar a ella. Su andlisis de la devocién discurre en el mismo sentido: uno se ama a si mismo ms que a Dios, uno profesa un culto a su ego con la excusa de un Dios que le sirve de pretexto. En esto puede disgustar a los catélicos. Pero esto es no tener en cuenta su opcién fidelsta, pues Saint-Evremond, como discipulo de Montaigne, como co- nocedor de las tesis de Pierre Charron, nunca mencionado, defiende la «verdadera catolicidad». Cristiano por ser fran- és; cristiano porque vive en una monarqufa y éa es la re- 152 ligién del rey; cristiano porque no serlo equivale a una fal- ta de lealtad al principe; cristiano porque es menester que la politica sea slid, segura, serena y que la religién repre- sente un factor de cohesién social. Por tanto, somerémonos a la fe, aceptemos sus miste- tios y sepamos que en estos temas el poder de la razén es bastante escaso. La curiosidad por los asuntos teolégicos no es nada bueno. Més vale la «ternura del corazén» que la «cutiosidad del espiritu». Pascal dirfa: depositar més con- fianza en el wespirita de fineza» que en el xespiritu de geo- metria»... Dejemos las cosas de la fe en su registro, el de la intimidad, contra la que nada ni nadie puede hacer nada. gLos protestantes? Su aparicién se debe en parte a los, errores y excesos del clero. Pero las diferencias entre hugo- notes y catélicos son menos importantes que sus semejan- zas, Saint-Evremond prefiere reunir ambas religiones insis- tiendo en lo que comparten. Aun cuando no expliquen de Ja misma manera la transustanciacién, lo esencial es que una y otra practican la encaristéa. La tolerancia se impone en tanto que nadie quiera convertir al otro. Y eso por el bien publico. Deista fideista, que no ateo, Saint-Evremond, en vir- tud de esta disposicién intelectual, se convierte en liberti- no y cristiano, en epictireo voluptuoso y catélico cabal. Otra ver plegamicntos, basta el extremo, hasta cl final... Un sacerdote va a veelo a su lecho de muerte y le propone reconciliarse, En una ultima pirueta, acepra reconciliarse ipero con su apetito! Muere el 9 de septiembre de 1703, a los ochenta y nueve afos, en la tranquilidad del suefo. Desde entonces, el libertino fidefsta descansa en la catedral de Westminster, en el rincén de los poetas. El filésofo nor- mando comparte la nada con una treintena de reyes y rei nas, Ultimos pliegues de ironta... 153 1V, PIERRE GASSENDI Y «EPICURO QUE HABLA» 1 Un sacerdote libertino, Cuando Pierre Gassendi nace, el 22 de enero de 1592, afo de la muerte de Michel de Montaigne, todavia no se llama Gassendi, sino Gassend. La italianizacién del nombre tiene su origen en la moda de la época: jhay que complacer a Maria de Médici y a Maza- ino! Con frecuencia la manfa se debe al interés de inferio- res jerdtquicos por aduitar al destinatario. Gassendi jams lo consentied, Sélo el uso ha obrado la metamorfosis. Sus pa- dies son campesinos de los Alpes de la Alta Provenza, don- de teanscurre la mayor parte de su vida, excepto los escasos afios que vive en Paris, Mas tarde, los paseos filoséficos con sus amigos se realizan bajo el cielo provenzal, en los oliva- res, en las montafias calcinadas por el sol mediterrénco, Gassendi quema etapas. A los diecistis afios ya ensetia ret6rica en el colegio de Digne. Pocos afios mis tarde, a los veintidés, se convierte en direccor de ese mismo colegio, se doctora en teologéa y se encarga de su ensefianza o, dicho de ora manera, es un canénigo que predica y ensefia. A los veinticuatro afios viste los habicos de sacerdote y obtiene por concurso las cétedras de filosofia y de teologia en Aix- en-Provence, Durance seis afios ensefia la filosofla de Aris- 155 sételes. A juzgar por la obra surgida de esta experiencia y por su exclusion manu milizari de los locales de los jesuitas por orden del obispo, profesa de manera heterodoxa y crf tica, En Ia historia de las ideas, Pierre Gassendi encarna el procotipo del libertino. Libertino teérico, ciertamente, cu- yas costmabres y vida privada nunca se ponen en cuestidn, pero libertino al fin. Cémo es posible ser sacerdote escru- puloso en el cumplimiento del rito, defensot del conteni do doctrinal de la religién catdlica y, a la ver, filésofo bertino? Reivindicando la libercad de espfritu, de anlisis y de critica, procediendo como fildsofo siempre que sea po- sible, apoyndose en la ciencia, la experimentacién, la ve- Hificacisa de los hechos, partiendo del cuerpo sensual que aprehende las informaciones para elaborar después una teorfa de la verosimilitud que sustituyc a toda verdad defi- nitiva dBm concreto? En concreto se lanza a la guerra contra Aristéreles, los aristorélicos, la escoléstica culpable de ver- borrea, sofisterfa y humos falsamente filos6ficos que impi- den cl seceso a una cerreza digna de ese nombre. Afiade a su lucha un ataque en toda regla a René Descartes, res- ponsable de querer probar racionalmente la exiscencia de Dios cuando, para el profesor de eologia, Dios solo pucde ser un articulo de fe, Practica ademas la anatomia, la di- seccién ~lo que es raro y politicamente peligroso en la épo- ca- y una refinada observacién anatémica, para después extracr de sus experiencias cientificas un métado que per- mita deducir verdades tiles. En consecuencia, este sacerdote que compone aleluyas, en honor de la Santa Virgen, reza y no se pierde un oficio. religioso, que hace una carrera honorable dentro de la je- rarqufa eclesidstica, puede fecuentar con tranquilidad a ASG bertinos que, ellos si, ilustran la definicién trivial y habi- ‘wal de la palabra: lbertinos en sus costumbres, en la alco- tha, la taberna, libertinos en la vida cotidiana, como Fran- vis Luillier, Claude Chapelle y otros aficionados a las fiestas, bribones y borrachos. La historia recuerda que Gas- sendi, que se abstenia de beber vino y comer carne, canta- ba en coro con sus amigos y jugaba gustosamente con la prole de sus compafieros de reflexién, Mientras ottos ilus- tran la versién gozosa del epicureismo, Gassendi tiene el talante ascético del epicureismo del maestro griego. 2 El cuerpo del Seftor Caro. El cuerpo de Pierre Gassen- di parece frdgil, como el de Epicuro, No se sabe si su doble opcidn abstemia y vegetariana responde a una postura me- tafisica o si es la consecuencia de las escasas brestaciones de su cuerpo, No consumir carne, que enardece el esptitu, ni alcohol, que podria hacerlo explotas por completo ~jrazbn que, segtin Guy Patin, aduce Gassendi para rechazat el al- cohol!=, podria quizés obedecer a una procaucién dievética para disponer de un cuerpo que le permitiera pensat, libre de toda sujecidn, como son la pesader del goloso o la exci- tacién nerviosa del bebedor. . Por otra parce, su Salud mental parece también preca- tia, En efecto, la muerte de su amigo y protector Nicolas Peiresc lo sume en una grave depresién que le obliga a in- terrumpir sus trabajos. Erudito y mecenas, jursta y sabio, astrénomo y abate, Peiresc posee una coleccién de anima- les exdticos, mantiene correspondencia con Rubens y Ga lileo y es propierario de un gabinete de curiosidades am- pliamente conocido en Europa. A este hombre, que nunca 157 id ha escrito nada, Gassendi le consagra una biografia on 1641: Vida de Peiresc. Peiresc ha compartido techo con el fildsofo de Aix de 1634 a 1637, aio de la desaparicién «le su aliado y el mismo de la publicacién del Discurso del mé todo, En sw polémica con Descartes, Gassendi se dicigia a su incerlocutor con el nombre de «Monsieur Mens», «sefior Espiritu», quien a su ver le respondia llamandole «Mon- sieur Cato», «Sefior Carne»... En realidad, la carne del «Se- fior Carnes parece muy fragil. Frugal, abstemio, vegetariano, depresivo, enfermo —de tuberculosis o paludismo, no se sabe muy bien...-, Gas- sendi, como Epicuro, tiene una constitucién corporal dé- bil. Se levanta hacia las cinco o las seis de la mafiana en una casa sin setvidumbre. Ha rechazado también vivie con su hermana para poder disfrutar plenamente del empleo de su tiempo. Realiza un considerable trabajo de erudicién. Gran lector de pensadores y fildsofos antiguos, pero tam- ign de modemos que tiene en alta cstima, entte otros Montaigne y Pierre Charron, escribe en latin Descartes en fiancés...- practica el gricgo, al parecer sin demasiado talento, aprende ch heheeo y el arabe, traduce, anota, re dacta una correspondencia notable, trabaja durante mucho tiompo ca grandes obras —mds de veinte afios en la de Epi curr, sin dejar de atender cada laa sus obligaciones de eclesidstico 3 Las lentes del fildsofo. Pierre Gassendi dedica también mucho tiempo a la astronomia. Desde los veintiséis afios comienza a escrutat el cielo con el telescopio perfeccionae do por Galileo. Especialmente con Peitesc y La Mothe Le 158 Vayer, observa pathelios, eclipses de sol y de luna, auroras oreales, planetas (Saturn), sus ocultaciones (Marte por Ja Luna), sus movimientos (el paso de Mercurio por el disco solar) y se interesa por la aleura del sol en el cosmos. Junto con Peiresc y Mellan compone un mapa de la luna. Un cir- co lunar lleva actualmente su nombre. En el terreno cientifico, Gassendi realiza también in- vestigaciones sobie la propagacién del sonido, las leyes del movimiento, las duraciones de los recorridos; formula de manera correcta la ley de la inercia, crabaja sobre la dilata- cidn y la condensacién y, de paso, afirma la existencia del vacio, contradiciendo a Descartes, que la niega. Como fie! discfpulo de los anciguos materialistas, apuesta por los ato mos; siguiendo esta creencia, organiza una demostracién publica en Marsella, en una galera, dejando caet una pic- dra desde lo alto de un méstil mientras el barco boga, con «l fin de calcular el punto de impacto y poder sacar a con- tinuacién conclusiones sobre la nacuraleza del movimien- to y repite, cerca de Toulon, las experiencias de Torricelli y Pascal sobre las variaciones barométricas del mercurio, En todos estos expetimentos obtiene resultados que enti- quecen la ciencia de su tiempo. Pietre Gassendi no hace filosoffa a partir de su biblio- teca, no es un pensador de despacho. ;Cudl es su dominio de experimentacién? El mundo y todo lo que lo constitu- ye: la tierta y el cielo, lo infinitamente grande y lo infini tamente pequefio... Sus publicaciones relativas a objetos cientificos no son comentarios de comentarios, sino resul- tados obtenidos mediante lo que hoy se conoce como mé- odo experimental, En sus obras completas, las de natura- leza cientifica ocupan un considerable numero de paginas. 159 irae 4 «Sapere ande.» Como profesor de teologia y preboste, Pierre Gassendi tiene derecho a impartir justicia y llevar ar- mas. Su divisa es: «Sapere aude», 0, lo que es lo mismo: «Ten el valor de scrvirte de tu propio entendimiento.» Es extrafio que esta divisa, extraida de las Epéstolas de Horacio (1, 2, 41), sea conocida en la historia de la filosofia, pero no como la del fildsofo de Aix. Se la asocia habicualmente a.un célebre texto de Kant titulado Respuesta ala pregunta: {Qué es la llustracién?, més conocido como ¢Qué es la Hus sracién? Este texto de 1784 explica el espiritu de la expre- sién: el valor de un pensamiento libre, independiente, auténomo, que sélo debe rendir cuentas al método, a la razdn, a las deducciones y al desarrollo del pensamiento. Emmanuel Kant conocia la obra de Pierre Gassendi. En el inventario de su biblioteca se encuentra uno de los tex- tos de Gassendi dedicados a la astronomia de Copérnico y de Tycho Brahe. Pero el nombre del francés no aparece en ningtin lugar, ni siquiera cuando, por necesidades de su metafisica, el alemén distingue entre notimeno y fe- némeno. Retengamos esta extrafia filiacién, nunca seftalada ni su- brayada, de una divisa que un siglo mas tarde es tetomada en los mismos téminos por una de la figuras centrales de la Mustracién del siglo xvul. Gassendi lucha ya en su época por Ja raz6n pura y critica con dureza la razén impura de la iera- cionalidad del momento: araca la asttologta, rechaza la al- quimia, desestima a los Rosacruces, se opone a la Cabala cristiana y asume la defensa de la observacién, la deduccién en astronomia, en mateméticas y en fisica, a lo que afade su interés por la geologia y fa mineralogia tiles en las daca ciones del origen del mundo y las lecturas del Génesis...- y 160 sambién por la geografia, al punto que durante un tiempo waticia el proyecto de una expedicién a Oriente. En ningtin otro sitio se comprobara mejor que en éste cl papel propedéutico de la mayoria de los libertinos ba- rrocos en relacién con la Hlustracién, es decir, en lo que ata~ nie al uso fibre de la raz6n libre, Ia confianza que se depo- sita en la razén dentro de Jos limites concedidos a su potencia y a sus capacidades, la evitacién de la religién en este proceso de libre examen generalizado, la inmensa con- fianza en los poderes del hombre una vez. circunscritos los limices y las posibilidades de los instrumentos intelectuales utilizados y, por tltimo, la creencia en la posibilidad de reemplazar una lectura teolégica del mundo por su versién matemética 0 marematizada. 5 Un jardin Uamado Tétrada. Gassendi ha celebrado la amistad epictirea en su Thatado de la filosofia de Epicuro, y la ha puesto ampliamente en préctica en calidad de aurén- tico discipulo. Fiel a la doctrina antigua, sabe que la amis- tad tiene su razén de ser en la utilidad comin: el placer dado y compartido, la felicidad de no estar solo, la sat faccién de poder contar con un tercero en caso de necesi- dad, la emulacién intelectual entre iguales, la comunidad intelectual y filossfica. Epicuro va muy lejos cuando af ma que un ser debe poder suftir, soportar vejaciones, in- cluso morir por su amigo... El filésofo practica la amistad como una ética y una es- tética, casi a la manera de un mistico, Es al mismo tiempo una virtud y un método, La época celebra el Cendculo y el Salén, muy frecuentemente bajo el signo de lo frivolo y de 161 id! las habitwales pasiones mundanas: se habla de todo y de nada, se muestra gran agudera en las ocurrencias o en las conversaciones intrascendentes. Pero también hay lugares donde se retinen personas més interesadas en reflexionar juntas o en intercambiar puntos de vista filosdficos o inte- lectuates que en molestar a supuestos amigos. Los libertinos practican filoséticamente el Gabinete de semejantes, Ya en De la sabidurta, Pieste Charron teoria sobre los dos mundos del libertino: uno exterior, puiblico, en el cual cada uno debe resperar las leyes y costumbres de su pals, la religién compartida, la politica del momentos oto interior, absolutamente emancipado, libre de toda coac- cién ética, metafisica, politica, religiosa, mundana, consue- tudinaria, etc. Para uno mismo, para los amigos préximos © para su guardia cercana, un comportamiento {ntimo; para los demas, un comportamiento puiblico. Por wna parte, la soberanfa absoluta del individuo; por otta, el conformismo aceptado como precio de Ia cranquilidad, pero también para evitar generar trastornos del orden puiblico, ya que el recuerdo de las recientes guerras de religion permanece en ‘todas las memorias. El cenéculo libertino funciona como, vanguardia ihustrada de la modernidad intelectual. 2Qué nombre tiene el cenacule de Pierre Gassendi? La ‘Tétrada. Es probable que Gabriel Naudé, el responsable del nombre bautismal, haciendo gala de una antifrass ir6~ nica, haya escogido una referencia pitagorica, En Pitdgoras y sus discipulos, la Tétrada -o setractus- designa el niime- 10 cuaternario (10), fundamento de todo, obtenido por la suma de las cuatro primeras ciftas. Estos tres mosqueteros, que en realidad son cuatro, se llaman Guy Patin, Gabriel Naudé, Francois de La Mothe Le ayer y Pierre Gassendi, Ninguno de ellos es partidario de la metempsicosis o de la metensomatosis del presocritico. Tampoco de su mistica 162 cifrada, ni de la armonfa de las esferas... En cambio, esa es- pecie de religién de la amistad y de la comunidad discreta, .cluso secreta, que reivindican los discipulos del filésofo ule los Versos dorados, puede justificar un patrocinio que, de otra manera, serfa incomprensible. En una carta, Gabriel Naudé habla de los excesos de la Vétrada antes de precisar, unas lineas después, que se tra- ta de wexcesos filosdficos», Es dificil imaginar veladas de horracheras generalizadas con Gassendi, que bebe agua y come verduras, y Naudé, el bibliotecario de Mazarino, también abstemio. Esta comunidad permite mds bien ima- ginar una «racetnidad de espabilados», para fetomar una expresién de René Pintard, que se retinen pata rehacer el mundo sin temor a oidos indiscretos o peligtosos. Porque cl poder no ticubea a la hora de enviar su policia a la casa de cualquier sospechoso de pensamiento desviado. Entre personas cualitativamente semejantes, todo se puede pen- sar y decir, pero hay que preservarse de la mayorla, de los otros, del pueblo © del populacho, no preparado para oft verdades demasiado geandes. ; En la Tétrada conviven opiniones discrepantes, pero tiene enemigos reales claramente identificados: en primer lugar, la escoléstca aristocélica; en segundo lugar, la uni- versidad oficial y la Iglesia que la acompafia; y en tercer lugar, también, todas las actividades irracionales o sobre- naturales incluidas en el terreno del cristianismo, no preci- samente parco en manifestaciones irracionales. Todos com- parcen la idea de que una razén bien dirigida, segdn el principio del método y de la deduccién realizada a partir de constataciones experimentales, pucde producir efectos de gran importancia, Por prudencia, sin embargo, se so- meten a las costumbres del mundo exterior con el fin de desenvolverse mejor y con mayor libertad en el cenéculo. 163 Este nuevo Jardin conceptual proporciona una especie de variacién del gabinete de curiosidades. Los partcipantes animan una comunidad en la que la amplitud de pense. mientos y de mundos, de opiniones y de preguntas, lo ex. travagante y lo extrafio, lo desconocido y lo novedoso come piten por obtener la supremacta, Fl ambiente rcbos de colisiones mentales, choques intelectuales, roces de cere. bros, intercambios y debates, confrontaciones, discusiones, ensayos de ideas junto a pensadores consagrados. La loca, 12 de los Didlogos a imitactén de los antiguos, de La Mothe Le Vayet, nos evoca esos bangueres entre amigos. Los pas se0s por los campos contiguos a la casas de campo de uno 3 otto una ver Atcucil otra vex Gentilly 0 Rungis~ i tran estos jardines epicireos barrocos, Las ocasiones en que Pierre Gassendi abandona su Pro- venza natal para ir a Paris, La Mothe Le Vayer abre su co- treo, selecciona los papeles, los clasifica, despacha lo que hay que despachar, pone orden en los manuscritos, Cuan. do muere el de Aix, el autor del Hexdmeron ristice, como €s natural, se retine con algunos amigos fieles alrededor del féretro. Todos saben que no existe la amistad cn si, segtin el modelo platénico, ya que, siguiendo el principio reals. ta de Epicuto, lo inico que existe son las pruebas de amis. tad, Y éstas no faltan en esta aventura. Nadie en la Tétra- da ha fallado en esta historia que vomewes on 1628 y que concluyé con la muerte del peniltimo de los pattcipantes. s 6 Un filésofo libretisea. Gassendi muere el 24 de octubre de 1655 en Paris, en casa de Habert de Montmort, que lo aloja desde hace tres afios. René Descartes ha sucumbido a 164 sina neumonia en el castillo de Cristina de Suecia, aficio- mnida a las clases matutinas de filosofia, cosa que el invier- nip sueco no perdora y es capaz de terminar incluso con el cugito més resistente. :Qué queda de Pierre Gassendi cuan- «lo sucumbe a la edad de sesenta y tres afios? Libros en la- sin, manuscritos, publicaciones cientificas y una amplisima cortespondencia con todos los personajes importantes de la Europa intelectual del momento: Campanella; Descar- tes, s6lo una carta ya que lo esencial est en otto lugar; Cristina de Suecia, deseosa de sustituir a su difunto René por un Pierre que, con cortesia, rechaza a la dama; Galileo © Kepler; Grocio, el jurisconsuleo; Mersenne, el extraio padre minimo que instrumentaliza la querella con Gassen- dl; Vossius, corresponsal de Spinoza; o Beeckman, que de~ fiende en Caen su resis sobre el atomismo e inicia en par- ve a Gassendi en sus hallazgos, para actuar después como disparador intelectual de Descartes, etc. En este batiburrillo de obras acabadas, inacabadas, cientificas,filoséficas, piblicas, privadas, de juventud, zhay coherencia?, zun hilo de Ariadna? Si nos limitamos a la fi- losofia, sf, Dejemos de lado los trabajos cientificos y la co- rrespondencia para concentrarnos en la obra del pensador. :Queé es lo que queda? ;Fs Gassendi hombre de un solo bro que resume y sintetiza su aportacidn? ;Ha firmado algo parecido al Discurso del método? Lamentablemente, no. Este balance parece no tener una verdadera linea de fuerza. Para aclarar su aportacién a la historia de las ideas sélo podemos proponer una metéfora. Picrre Gassendi se asemeja a un hombre de teatro que escenifica a la manera de un titiritero ventrflocuo, En lo que se refiere al puro universo filoséfico, sus personajes principales son tres: Arist6teles, el malo escolistico; Des- cartes, el racionalista excesivo, y Epicuro, el santo laico. 165, Los figurantes no tienen demasiada importancia y desapa- recen pronto del escenario. Por ejemplo, Hobbes o Sor re, Luillicr 0 Peitesc. La obra toma prestados elementos del ballet de corte, de la comedia-ballet, de la pastoral, de la tragedia lirica y de la dpera-ballet, géneros muy en boga en la época, pero también, y sobre todo, elementos de la dpe- ra, de una épera barroca... 7 ‘Tentativa de homicidio contra Aristételes. Comence- mos por lo mas antiguo en Ja historia de las ideas, por el primer libro también, un trueno inaugural con la firma de Gassendi, Durante seis afios da clases de escolistica en la Academia de Aix. Uno se imagina un auditorio serio, tomando apuntes, asentando por escrito las palabras del profesor. A los treinta y dos afios firma las Disersaciones en forma de paradojas contra los aristottlicos (Olivier Bloch pro- pone traducir e! titulo como Bnsayos anticonformistas con- 1a los aristotélicos), que es un balance, un compendio de sus ensefianzas. El libro aparece en 1624, en Grenoble, sin nombre de autor, En la carta de introduccién a modo de prefacio, el au- tor puntualiza a su amigo Joseph Gautier -un compafiero de paseos por las montafias provenzales~ que le debe algu- nas explicaciones. En efecto, :edmo un individuo que se ha burlado de los sescritorzuelos» a los que considera demo- nios de la publicacién, que ha sugerido a los autores que dejaran envejecer sus textos durante sesenta afios antes de hacerlos piiblicos, puede a su vez publicar un grueso volu- men a los ucinta afios recién cumplidos sin exponerse al sarcasmo? Se adelanta a las burlas y, poniéndose bajo el sig- 166 no de Demécrito, afirma estar también él impresionado ante este espectacular cambio de rumbo. Entonces, spor qué? Pues porque las noras tomadas durance estas sesiones existen y circulan bajo mano. Gassendi no est seguro de la calidad de estos texros. Parece inminente una publicacién no autorizada, que podria ser aprovechada para iniciar un proceso negativo, For tanto, la edicién precipitada tiene por objero segar la hierba bajo los pies de algunos discfpu- los, cuya iniciativa, aunque probablemente bienintencio- nada, podria oftecer pretextos para una condena en toda regla. Hay que recordar al respecto que los jesuitas desalo- jaron fisicamente a Gassendi de su curso, obligéndole a buscar hospitalidad en casa de un sacerdote amigo para acabar su seminatio, En este estado ¢e cosas aparece la obra. Las tiltimas ps ginas del prefacio anuncian siete libros, de los que se escti- birdn dos y sélo uno apareceré en vida del aucor, Hay que se- fialar que a partir de 1624 esté previsto un séptimo libro, gue se proponfa exponer una filosofia hedonista seguin la cual vel soberano bien reside en la Voluptuosidad». Después de haber demostrado en el libro anterior la imposibilidad de toda metafisica ~despuntan ya los futuros motivos de dis- cordia con Descartes y la necesidad de limitarse a la teolo- fa, es imposible fundamentar mejor una doctrina hedonis- ta, no una posicidn pirrdnica, como se lee a veces. En esta obra, como ran a menudo ocurte con los libertinos barrocos, ¢l escepticismo proporciona un método, no una conclusién. 8 Al asalto de los asleras de ferie con rodeos: desde las primeras paginas confiesa que la en- 167 sefianza de Arisidteles que recibiera en su juventud lo ha aburrido profundamente, Prefiere una filosofia existencial que propugne la felicidad y el aumento del placer de exis- tir. En efecto, el pensamiento de Aristételes que se ensefia en el marco escoléstico no es en absoluto eudemonista. La Frica a Nieémaco podria estimular algo en este sentido, pefo no cs ni el libro ni la tematica que prefieren los dac- ores de la universidad. -A qué aspira Gassendi? A la felici- dad y a los medios teéricos que ayuden a alcanzarla en la vida cotidiana, ‘A menudo, los universitarios responsables de escribir las glosas sobre la obra de Gassendi hacen de esta acusacién a Asistételes un libro pirrénico, Para ello es menester no distinguir entre el método y sus conclusiones. El escepti- cismo aplicado por el filésofo aspira a sacudir las certe- as, a cuestionar las verdades presentadas como tales desde siempre, pero nada més. En ningiin momento el resultado del andlisis desemboca en la suspensién del juicio ni en el relativismo generalizado, Hagamos memoria: el proyecto de dedicar un libro a la voluptuosidad como nticleo de la ética prueba que la critica gassendista del aristotelismo apunta a una superacién de esta escuela, ciertamente, pero en nombre de un epicurefsmo que esté en las antipodas del escepticismo. Astuto, Gassendi sabe que el aristotelismo nutre la f- losofia de la Iglesia oficial. No ignora que al atacar al macs- to griego y a sus discipulos a través de los siglos amenaza con el létigo a los defensores de la Iglesia carélica, aposts- lica y romana, Prudente, no descuida dejar constancia de su voluntad de evitar problemas a la Iglesia, a la que da muestras de lealtad, pero el mal ya esté hecho... A pesar de Valla, Erasmo y Montaigne, el deseo de liberar a Ia Iglesia del tumor escolistico en nombre de Epicuro no esté en el 168 ambiente de los tiempos, y menos atin en los proyectos del catolicismo. El ataque es de una violencia inauditas tres siglos mas tarde, con todos los libros de Gassendi sobre el escritorio, uno puede sonreir comparando este ejercicio de célera ju- bilosa, de orgia de exacerbada violencia verbal de las Diser- taciones en forma de paradojas contra los aristotélicos (1624), y kas paginas dedicadas « Epicuro especialmente el Trata- do de filosofia de Epicuro (III, 15) (1649}-, donde el sabio Pierre Gassendi alerta contra las malas pasiones de la céle- ra la venganza, cl resentimiento y la maldad, a las que opo- ne la virtud excelente de Ia edulzura». En un ejercicio si- milar ditigido concra Descartes en 1641-1642, el mismo apologista de la mansedumbre, la clemencia, la piedad, el perdén, saca de nuevo sus melladas armas contra el autor del Discurso del método. La naturaleza del combate, escribe el espadachin, exi- ge un sestilo mordaz» y el recurso al «estilo satirico». Ast pues, accién. En el fondo, el araque se dirige conta la dia- Iketica, los universales, las categorias, las proposiciones. Fn los libros anunciados se prevé el mismo tratamiento en lo telativo a la fisica, la meteorologia, la metafisica y la moral. Esto es, guerra total. Gassendi reprocha también a los émmu- los del Estagirita af haber cransformado la filosofia de su ‘maestro en una sofistica vacia, huera; de no haber subraya- do el interesante corpus de historia natural que aproxima el pensador a lo real inmanente: de reducir la teologfa a pu- 10s y simples ejercicios escolares donde la retérica cumple la funcidn de incerpretacién tinica; de sobrestimar el Orga non y la Merafisica; de hacer de Aristételes un dios intoca- ble, fuente de verdades incontestables; de apoyarse sobre un cuerpo no fiable antes de haberlo sometido a un traba- jo filolégico previo: de cerrar la diversidad de los wrabajos 169 aristorélicos en una totalidad sistemética, a pesar de con- tradicciones evidentes y miltiples incoherencias. En cuan- to al fondo, Gassendi respera las costumbres: andlisis finos, demostraciones bien fundamentadas, recurso a métodos demostrados por el ambiente, abundantes lecturas, estudio de la obra desde todos los puntos de vista. En cuanto a la forma, por el contrario, Gassendi se re- Iaja; mordacidad y sétira, tanta como se quiera... He aqul lun pequeio inventario de insultos escogidos a lo largo de la obra: cbobadas quiméricas», «férrago de dispuras va- nas», capariencias sofisticas», «nubes vanas», evivero de ar- gucias», ... En cambio, Spinoza precisa que Boxel podria movi 260 zara ottos filésofos en pro de su causa, ;Cusles? «Epicuro, Deméctito y Luctecio, o alguno de los atomistas y parti- darios de los dtomos.» Bajo su puma, seacia a citar los grandes nombres de la historia de la filosofia, la observa- cién merece una pausa, porque afiade que los fildsofos del primer linaje aqui mencionado envidiaban tanto la gloria de Demécrito «que quemaron todos los libros que éste pu- blicara». La informacién no es exacta, aunque sdlo sea errénea a medias. Didgenes Laercio aclara la cuestién: Platén tuvo la intencién de hacerlo, pero hubo dos filésofos que lo disua- dicron con el argumento de que habfa ya demasiados ejem- plares en circulacién para que el auto de fe produjera ver- daderos efectos, Pero la idea esté presente: Platén el idealista contra Demécrito el materialista, dos formas cternamente irreductibles de entender la filosofia. Spinoza no profesa su adhesién a la filosoffa abderitana, pero censura con dureza a Platén porque su filosofia permite avalar estas famosas sestupideces» que son los espectros, en efecto, pero también la virginidad de Maria o los milagros de los santo: {Extrafio Spinoza! Su materialism sin materia, su Dios sin trascendencia, su hedonismo sin cucrpo, su epi- cureismo sin dromos, su ética sin moral, su religién sin dogmas, su eternidad sin otros mundos, st libertad sin li- bre albedrio, su deseo sin carne, sus vireudes sin deber, pe- culiaridades todas de su extrafio pensamiento oximordni- co, y por tanto barroco. 15 Guerra a las pasiones sristes. La Erica propone tam- bign una fisica de las pasiones y una mecinica de los senti- 261 mientos. El cuerpo es afectado por pasiones que aumencan © disminuyen su potencia para actuar. La diversidad de los sentimientos procede de la combinacién de tres de ellos, primitivos y fundamentales: el Deseo, la Alegria y la Tris- teza. Como se sabe, el deseo define «el apetito acompafia- do de la conciencia de s{ mismo», la alegria es la pasién por la cual el espiritu pasa a una mayor perfeccién, y la triste- za, por el contratio, a una menor perfeccién. 7A qué se debe aspirar? Por una parte, al rechazo de las pasiones tris- tes; por otra, al aumento de la perfeccién: la Alegria, zEs posible mejor definicidn del hedonismo de Spinoza? :Cudles son, pues, las pasiones tristes? La vergtienza, el odio, el desprecio, el dolor, la melancolia, el horror, la aver- sin, la burla, la desesperacién, el desdén, el miedo, la humil- dad, la decepcién, el acatamiento, la piedad, la aprensién, la indignacién, el pudos, la envidia, el estupor, la célera, la venganza, la censura, la crueldad, el arrepentimienco, el desprecio de uno mismo y los celos. He aqui lo malo que mengua mi potencia de ser, mi adhesién vital al mundo y alo real, Sin lugar a dudas, hay que rechazar estas invita- ciones a decrecer en el ser propio. Por el contrario, hay que dar consentimiento a la Ale- grla que define toda pasién que aumenta mi porencia: la gloria, la admiracién, la alegria, la veneracién, el amor, a devocién, la esperanza, el reconocimiento, la graticud, la seguridad, el amor propio, el contento, el afecto, la simpa- tia, el orgullo, la alabanaa, la misericordia, la satisfaccién interior, la burla (). Otras tantas virrudes que contribuyen ala clevacién. ‘Como se verd, esta tipologfa de las pasiones es contra- ria a las virtudes judeocristianas: aspitar al amor a sf mis- mo, la consideracién de la propia persona, la relacién ale- gre y feliz con el mundo, tender a la expansién de la propia 262 fuerza en un gjercicio de admiracién por la vida, nada de esto es del agrado de los defensores del ideal ascético cris- tiano. Tanto mas cuanto que Spinoza rechaza lo que bajo Ja pluma freudiana se convertira después en la pulsién de muerte dirigida conta uno mismo (vergtienza, temor, hu- mildad, arrepentimiento, etc.), contra el otro (odio, envidia, venganza, célera, crueldad, celos, etc.) y contra el mundo (dolor, melancolfa, horror, aprensién, etc.). ;Y cuanto les agrada la pulsién de muerte a los tres monotefsmos.. En la cuarta parte de la Ftica, Spinoza estigmatiza «una supersticién sahaje y triste que prohibe disfrutar del pla- cet, porque aumeneindo nuestra alegria aumentamos tam- bign nuestra perfeccién. Lo que puede leerse de la siguien- te manera: aumentando nuestra cristeza, disminuimos nuestra perfeccién, Participar de la Nacuraleza, es decir, de lo Divino, genera un sentimiento de alegria y de beatitud. En nombre de qué debe uno prohibirse esta abundancia, de vitalidad? ‘Unas lineas mds adelante, Spinaza esboza el retrato de un hombre sabio que sabe reparar sus fuerzas —siempre una fisica de los estados y una mecénica de las potencias...— 1e- curriendo a la comida y a la bebida, un ser que disfruta de los perfumes, de las plantas verdes (!), de los adornos, de la nsica, de los cjercicios gimnasticos, de los especticulos, etc, «Esta manera de vivis es lt mejor y la mas recomenda ble... ;Nueva profesién de fe hedonistal Esta vez: menos te6- rica y més pragmdtica, El més alld del Bien y del Mal (judeocristiano) no im- pide, pucs, la presencia de un Bueno y un Malo (spinozi ta, 0 sea, hedonista). Normalmente, consideramos bueno aquello que deseamos, aquello hacia lo que tendemos, y malo aquello que nos produce aversién. La ética de Spino- zaes consecuencialista y nominalista, no prescriptiva, sino 263 descriptiva. La virtud y el vicio (palabras ausentes en la obra del filésofo) tienen una connotacién de utilidad. Es bueno aquello que sirve al proyecto hedonista, en este caso el aumento de mi potencia de ser, y malo lo que lo perju- dica, 16 Razén y beatitud, ¥| esclavo obedece a sus pasiones y asus sentimientos, de los que es juguete y a cuyas leyes se somete sin conciencia ni conocimiento de ello. Por el con- trario, el hombre libre obedece a su propia razén. Pues bien, la razén quiere que cada uno se ame a si mismo y busque lo que es sil para ¢l. En primer lugar, buscars Io que le permire perseverar en su ser, despues lo que aumen- taen él su potencia y su perfeccién, afirmando asf de ma- neta jubilosa su ser en el mundo. Dende, cudndo y cémo puede el hombre sometido a la necesidad recobrar su libertad? ;Cémo puede e! indivi duo que obedece al destino, por tanto @ Dios, por lo tanto a la Naturaleza, disponer de los medios de conerariar esta Logica? Conociéndola primero y obedeciéndola después. La salvacién tiene lugar dentro, por y pata el saber: cualquie- ta que sepa lo que es Dios, los otros, lo real, la naturaleza, el mundo, quienquiera que conozca los mecanismos de cada una de estas instancias, accederé a la libertad, dispon- dré de los medios de crearse libertad. Siendo al principio un fragmento ciego de la totalidad que se identifica con Dios y la naturaleza, el individuo se convierte en fragmento consciente de su estado de depen- dencia del Todo. En esta conciencia de si mismo, en este conocimiento de su naturaleza divina y de sus modalida- 264 des, el individuo accede a un nuevo estado que le transfor- ma en ser para la vida, y no en ser para Ja muerte. Infor- mado de su lugat en el mundo, consiente a ello sabiendo que dispone de un margen de maniobra muy reducido y li- mitado, pero suficientemente amplio como para producir efectos inmensos, que le permiren saber que se puede que- ret la Alegefa y rechagar la Tristeza, para orientar su deseo hacia el conocimiento de las verdades que generan la bea- tid. a beatitud llega cuando se ha elegido la razén, es de- cit, cuando se ha optado por la manera de vivir adecuada, orientada hacia el aumento de la propia potencia. Esta- bblezcamos, pues, para concluir, una serie de equivalencias: vivir de acuerdo con la razén equivale a practicar Ia virtuds acatar las leyes de la naturaleza, comprender y conocer a Dios, adquitir la libertad, practicar la verdadera religion, significa ser moral, konesto, justo y dichoso; conservat el propio ser buscando 0 que es itil para uno mismo, es acer- carse a la alegria y al sien, alcanzar finalmente la salvacidn, La beatitud no es una recompensa a la virrad, sino ella mi ma virtud, y sélo se consigue a través de la préctica de la fi- losofia que permite descubrir quién es uno, qué es Dios, es decir, el Mundo. Ties modos de ser de una realidad simi- lar. (QED! 265 CONCLUSION EL CREPUSCULO DE DIOS 1 La fuerza de los lbertinajes. El Grand Siécle ~oficial, mundano y ostentosamente exhibido, como se sabe pre- senta en su galeria de grandes hombres a filésofos espiti- tualistas y dualistas, abaces y obispos, quietistas y cristia- nos, jansenistas y misticos, fundadores de orden y furiosos apologetas, Toda esta buena sociedad esté espiritualmente unida en un siglo llamado clésico, en el que triunfan el cquilibrio y fa armonia, la simetria y la consonancia; en tuna palabra, el orden: Descartes, Pascal, Malebranche, Bé- nelon, Francisco de Seles, Bossuet, Boileau, Corneille, Ra- cine, De acuerdo... Pero, afortunadamenre, el misma siglo esté también labrado por otras fuerzas. Distingamos tres de ellas, dos de Is cuales ya conocemos bastante bien: el libertinaje barro- co y luego Spinoza y el spinozisme, pero también la andni- ‘ma fuerza libertaria que florece por doquier, en fa calle, en las tabernas de mala fama, en los lugares piblicos donde la palabra se pierde a falta de huella escrisa, en las canciones, Tos poemas y las diatribas populares, pero que ademés, por suerte, ha quedado asentada por escrito en gran niimero de registros llamados literarios y, sobre todo, en la circulacién 267 de manuscritos anénimos de asombrosa radicalidad y di- fusién tan amplia como eficaz. Volvamos al libersinaje barroco con unas palabras a modo de sintesis: de las més prudentes afirmaciones fideis- tas de Pierre Charron a las més audaces proposiciones pan- tefstas de Cyrano de Bexgerac, pasando pot sabias alianzas y doctas combinaciones de precaucién y radivalidad, por ejemplo en Gassendi, la constelacién de filésofos barrocos, pese a sus divergencias, tiene en comiin al menos dos 0 ues puntos indiscucibles: en primer lugar, la ampliacién de la razén y su uso metédico, cientifico y experimental; en se- gundo lugar y como consecuencia de este uso més amplio, mds extendido y més libre, una erftica de la religisn enten- dlida como obstéculo para el libre ejercicio de su inteligen- cia critica. Por supuesto, Dios como tal queda fuera de cuestibn El Dios de los filésofos supera con mucho al de Abraham, Isaac y Jacob, Todo el mundo hace sus componendas con esta potencia y, cada uno de acuerdo con sus opciones —fi- deisra, deista 0 panteista-, se concentra en el aqui y el aho- ra, Al no ocuparse de Dios, los filésofos dan a entender que se verfa con muy buenos ojos que Dios no se ocupara de los hombres, Cada uno a lo suyo, aun cuando todavia no se ha declarado la guerra contra Dios... Se tiene la sensa- cién de que esta postergacién epistemolégica anuncia la proximidad de un combate. Esta retirada de Dios es un in- dicio de la futura gestién atea del problema. La corriente Tibertina barroca concribuye en su conjunto a una dialécti- ca que a partir de entonces se conoce como camino hacia la muerte de Dios. El Cielo se aleja, la Tierra se convierte en el Unico horizonte. La moral adopta un estatus inma- nente: se dictan reglas para el aqui y el zhora, entre los hombres, por los hombres y para los hombres. 268 ‘También una breve sintesis para Spinoza: es evidence que, para aleanzar su plena existencia, el spinozismo re- quiere la muerte del filésofo. EI spinozismo embrionatio de finales del Grand Sigle impregna toda Ia Tlustracién Por miiltiples puntos de convergencia, Spinoza admite ser Jeido como libertine barroco: su reivindicacién de una li- bertad de andlisis total y absoluta en todos los Ambitos, sin excepcién, es lo que define el principal interés del libert- no, esto es, Ia emancipacién; el uso libre de la raz6n, in- cluso en Ios terrenos de la monarquia y el cristianismo; el abandono de los modelos teolégicos en provecho del mo- delo cientifico, geométrico en este caso; la proposicién de una moral més all del bien y del mal, definitivamente de- sembarazada del cielo y tinicamente preocupada por los efectos producidos en la tierra; el papel ético eudemonista, incluso hedonista (identificacién de la alegrfa, el placer y la beatitud con ef soberano bien); consideracién pacifica del cuerpo y de la carne en la sabidurfa prictica; la separacién —jmucho antes de Kant!— entre los registros de la Fe y los de la Raz6n, entre la Teolog(a y la Filosofia, entre lo espiri tual y lo temporal. Todo esto es lo que hace de Spinoza un pensador barroco y libertino cuya fuerza de choque filosé- fica decuplica la de los libertinos franceses, eclipsados por la gloria de Descartes. 2 Elespiritu libertino del tiempo. A estas dos fuerzas que dan forma al Grand Siécle —libertinos barrocos y Spinoza~ hay que afiadir cl espiritu de la época visible en 1as pro- ducciones intelectuales. No hay duda de que a vida coti- diana de los anénimos, sus hechos y sus gestos, sus pensa- 269 mientos, los discursos que pronuncian en modestas habi- taciones sin memorialista ni cestigo que registre sus opi- ions en los anales, obliga a dejar a la historia de las men- talidades 1a descripcién del espiritu libertino de la época. Sin embargo, algo de su naturaleza es posible imaginar cuando se leen ciertos tesoros: las Historietas de Tallemant des Réaux; las Memorias de Saint-Simon, al menos los pri- meros voliimenes, relativos a las postrimerias de la época; la Historia amorosa de las Galias, de Bussy-Rabutin, pero también buen ntimero de correspondencias. Ademas, se pueden explorar los cancioneros satiticos, asi como las obras de Retz, leer la poesta de Théophile de Viaw, las no- velas de Sorel o de Scarton, las sublimes Fébulas de La Fontaine, el teatro, y no sélo el de Saint-Evremond 0 el de Cyrano de Bergerac. El conjunto lo atestigua: el Grand Sidcle no se reduce a la pintura religiosa de Simon Vouet, jtambién esté la abundancia de carnes, pampano y vino de un Rubens! En estas obras se descubre una época amante del vino, las mujeres, fa vida, la literatura, la miisica, [a cancién, la amistad, la conversacién, todo lo que la religién cristiana persigue con sus rayos. Es cierto que el siglo xvit no es ateo, pero conduce al atefsmo. De ahi que no ditija tanto su combate contra Dios, gen, como contra la rcligién, muy expuesta y, hay que de- cirlo, aracada desde todas partes. E] anticlericalismo, la an- tirreligién y el anticristianismo se preocupan menos de negar la existencia de Dios -negacién por completo ausen- teen los textos del Grand Sicle— que de socavar sus efec- tos en la vida cotidiana. Més que la potencia de Dios, lo que se rechaza es el poder que se ¢jerce en su nombre. La €poca se hunde bajo el peso de travesuras de cole- gial, provocaciones infantiles, burlas en pandilla dirigidas 1 que deja telativamente al mat- 270 contra los curas, los predicadores, los procesionantes, etc. Des Barreaux, el hombre de la tortilla de tocino, se mofa del padre Garasse, jesuita furioso y fulminante autor de la pérfida Doctrina curiosa, a la salida de su sermén; canta canciones de borracho durante una prédica protestante; quita el solideo de la cabeza a un sacerdote que lleva cl Cuerpo de Cristo ;para ensefiarle buenos modales! Se dice que Bussy-Rabutin desentierra cadéveres para ponerlos a bailar; el principe de Condé, flanqueado por el abad Bour- delety la princesa palatina, trata (imitilmente, aclara el in formance de la anécdota...) de quemar un (gran) troz0 de Ja (verdadera) cruz, y carga sobre un cura, portador del ctucifijo al frente de la procesién, al grito de: «he abi el enemigol; el mariscal de Fervaques, por su parte, aplica un enema de agua bendita a una monja... poseidas el cardenal de Revz improvisa um misa en un frontén y luego bautiza perros antes de casarlos; Ninon de Lenclos, la incombusti ble amiga de Saint-Evremond, inicia un paso de danza cuan- do se le habla de oracin; y asf sucesivamente... Nunca aca- barfamos de contar anécdoras, chistes y ocurrencias, todo ello ditigido contra el ayuno y la cuaresma, las hostias y el santo sacramento, el dleo santo y las procesiones, ;cuando no contra el clero! En general, se deja 2 Dios a salvo, pero no a quienes le sirven, creen en él 0 a él se encomiendan... 3 El pensamiento clandestino. En medio de todo este guitigay libertino circulan manuscritos clandestinos, como, entre otros, La escuela de las nias, soberbio texto de un Sade solar, Theophrastus redivious, Los tres impostores 0 EI cspiritu y la vida del senor Spinoza. Textos sin nombre de 271 autor, a menudo con fechas falsas y estrafalarias referencias a impresores y edirores. La ventaja salta ala vista: se evitan las persecuciones y los problemas con fa justicia, 0 al me- nos con fas fuerzas del orden, siempre a disposicién de los cristianos. El pensamiento se expresa alli con més claridad, Jas palabras aparecen sin adosnos, las tesis se exponen a ple- no dia en el papel. Sin embargo, a pesar de esta libertad radical que el anonimato hace posible, siguen sin encontrarse textos abier- tamence ateos. La tesis de los especialistas en libertinaje, tan extendida en el medio universitario, acerca de una es- critura de doble entrada, no se sostiene: esté claro que se puede pensar que la persecucién incide en cl arte de escr bir, a condicién de ser visible y arriesgarse mucho. Pero si se petmanece en el anonimato, qué hay que temer? En- tonces, gpor qué suponer cautela en la formulacién? Lo que se escribe es lo que se piensa, no hay més. En el siglo XVil, el atefsmo no existe, ni larvado, ni disimulado, ni aculto, ni entre lineas. Dios vive sus ultimas horas, la reli- gidn se hunde, pero todavia no se puede hablar de la muer- te de Dios. 4 La excepcién del apéstata zen. En este siglo de liberti- nos por todas partes, entcontramos una pepita extraordina- riamente brillante ¢ ignorada por los fildsofos: se trata de un breve texto de unas sesenta hojas titulado La superche- réa desvelada, firmado por Cristovao Ferreira (1580-1650). El texto ve la luz en 1637, afio, recordémoslo, de la apati- cid del Discurso del metodo, Mientras Descartes hace equi librios entre la monarqula y la Iglesia catdlica, este jesuita 2 portugués, misionero en Japén, perseguido por el equiva- lente de la Inquisicién, escapa a la muerte, pero no a la roreu- ra gracias a la redaccién de esta retractacién que constituye el texto més cercano a la deseruccién integral del cristia- rismo, o sea, que esté al borde mismo del nacimiento del ateismo. Pero para convertirlo en el primer manifiesto ateo habria que amputarle unas lineas finales en las que el autor confiesa haber cambiado de religidn por su conversién al budismo zen. El tito se queda algo corto y este jesuita pier- de por poco la oportunidad de convertirse en el primer te6- rico de la negacién de Dios. En su defecto, es el primero en hundir a fondo la espada en el corpus cristiano. Vea ‘A continuacidn, la lista de las visionarias y subver tesis de este filésofo ignorado por codas las historias de la filosofia... y de las religiones: Dios no creé el mundo, que existe desde toda la eternidad; el alma es mortal, perecede- ra; no hay infierno, ni paraiso, ni pecado original, ni pre- destinaciéns los nifios que mueren antes de ser bautizados no son culpables; el cristianismo es «un puro invento»s el Decilogo, una estupidez contiaria a la razén; critica al Papa, que justifica la conquista violenta de nuevos territo- rios y el expolio de los pueblos indigenas y practica una po- litica codiciosa contraria a los incereses del pueblo; critica el pago de misas y las indulgenciass y lo mismo hace con la excomunién y las prohibiciones alimentarias del Jueves, Santo; considera la virginidad de Maria una fabula, y lo mismo los Reyes Magos; rechaza los sacramentos, el bau- tismo, la confesién y la eucatistias encuentra «inauditor que se ctea en el Juicio Finals «desatinaday, eridicula», «es- candalosa», la creencia en Ia resurreccién de la carne; por Ailtimo, apela sistemdticamente a la razén ~con ignorancia del uso que de ella hace Descartes junto a su estufa..— para afirmar cn multitud de ocasiones la absoluta incompatibi- 273 lidad encre la religién, las historias de fe, las fabulas cristia- nas y el uso sano de una razén correcta... {Y todo eso en el puftado de piginas de un fasciculo, verdadera dinamita para el Occidente cristiano! 5 Filosofar bajo la manta, No hay noticia de que este texto haya atravesado los océanos y Ilegado a suclo euro- peo. En cambio, hacia 1659, un autor anénimo se atreve con un texto audaz, que descmpefia en el siglo xvit el pa- pel de sintesis de la tesis del libertinaje llamado erudito. Se trata del Theophrastus redivious (Teofrasto redivivo), grueso libro de mil quinientas paginas manuscritas en latin, jja- més traducido (ntegramente al francés! Es cierto que, en estas péginas, el autor desconocido no trata bien a fa religién, a las religiones, pero no confie- sa atefsmo alguno, pese a que el anonimato se lo habria permitido. Por el contrario, reivindica una extrafia posi- cién retérica, la del individuo cristiano que pone en la pi- cota el pensamiento ateo, lo expone en deralle, lo explica, lo hace evidente, pero sélo con el propésito, confesado des- de Ia introduccién misma, de permitir a los tedlogos afilar mejor sus armas... dlronfa? Supercheria? ;Disimulo? ;Men- tita? :O postura sincera que da testimonio del espfritu del siglo, a saber, cl de un conflicto entre la critica al cr nismo ortodoxo y el sentimiento de la existencia, pese a todo, de una trascendencia? A falta de informaciones mas amplias sobre el autor, nos abstenemos de sacar conclu- siones... ia Este lanzallamas supuestamente papista inicia, por tanto, un combate que hace las delicias del historiador del 274 ate(smo: afirma la realidad de un pensamiento ateo, da de- talles del mismo, refuta las prucbas de la existencia det Dios de los cristianos, critica los oréculos, las profectas de a autenticidad de los Evangelios, socava los artfculos de fe, desmonta la Eucatistia, la Trinidad, el Purgatorio, trans- forma el Inficrno y cl Paraiso en puras y simples alegorias, fustiga el culto de los santos y de las reliquias, enscfia la inexistencia de un alma inmortal, rechaza la divinidad de Cristo, dentincia a los papas... De hecho, un cristiano no muy cavdlice Por otra parte, offece recetas humanas, muy humanas, para vivir con la muerte, para bien morir, y; de paso, justi- fica el suicidio. Un poco de estoicismo... Como eudemo- nisca moderado, desea que no se practique un culto a la : ni demasiado, ni demasiado poco, contentarse, con plenitud de sentido comtin, con vivir el dia a dia, pues bas- ta con la desgracia de cada da. Un poco de epicurefsmo. Invita a obedecer la naturaleza, buena consejera, a arrojat por la borda toda preocupacién por el honor, el dinero, la riqueza. Ademds incoa un proceso a las ciencias, las leyes, la técnica, la religién, Un poco de cinismo antiguo... Ala- ba la frugalidad, la pobreza, la autonomfa del sabio, la in dependencia, la vida libre apartada de los demas. Mucha sabidurfa prictica direcramente derivada del igora y del foro. No hay negacién explicita de Dios, incluso se lo asi- mila mds 0 menos al sol que da la vida y que, con los otros astros, determina el destino de cada uno. Un poco de pan- tefsmo... Sin vacilacién a la hora de establecer el tema as- eral de Cristo, el autor invita a adherirse a las feyes de la na- turaleza, lo que se desprende de sus posiciones astrolégicas. La obra asombra a la critica erudita, que no encuentra sus puntos de referencia: no verdaderamente atea, sino anti- 275, cristiana con reivindicacién de una postura cristiana, re- pleta de una erudicién carente de idea original, mds bien artifice de un montaje que pone muy bien de manifiesto el espiricu de la época y la energta critica libertina que acra- viesa el sigh. 6 El efecto Spinoza. Entre los textos andnimos, hay una serpiente de mar que lleva por titulo Trarado de los tres im= postores, también lamados Moisés, Jestis y Mahoma. La edicién princeps podria remontarse a la Edad Media. No se conoce el otigen de este texto, que ha sido atribuido a buen niimero de autores. El manuserito, copiado una y otra vez, ha sido corregido en funcién de las distintas épo- ‘as y sus respectivos intereses, Al parecer, cn sus inicios la obra rebosaba de referencias a la antigtiedad. La versidn fe- chada en torno a 1645 esté explicitamente influida por el pirronismo, que, como se sabe, es la marca distintiva del trabajo libertine Otros puntos comunes con los libertinos barrocos son Ia opcidn elitista del saber reservado s6lo a los crudicos, le jos del populacho, al que se desaconseja el acceso al mnis- mo, debido la carga potencialmente descructiva del vincu- lo social que se concentra en el corpus libertino; ademas, en el terreno de la religidn, aunque no se niega 2 Dios, se desmonta la religién de acuerdo con los principios de Lu- crecio, Ambos textos se funden en esta otra posicién: la 1e- ligién procede de la impostura, sin duda, pero es fatal y ne- cesaria, No es distinto lo que piensa Voltaire en el siglo siguiente... La edicién barroca del libro propone un cefsmo de mi- 276 nimos: Dios sélo puede ser definido por negacién, me- diante célculos que poco tienen que ver com la razén, Su esencia parece inalcanzable por los medios humanos. Ast se resguarda a Dios del examen de la inteligencia humana. Dos o tres pilares de la religidn concentran Jos ataques: la fe, asociada al interés harto trivial de una tecompensa post mortem: la elecci6n del bien, sujeta a la esperanza de un be- neficio social o a la evitacién de una sancién publica; y los milagtos, incompatibles con un ejercicio minimo de la ra- z6n, cuando no del sentido comtin. A lo que se agrega una demostracidn formal de que la religién sirve ante todo para legitimar el poder politico. La version de 1712, probablemente muy aumentada y modificada de acuerdo con el gusto del momeneo y ef es- pititu de la época, aparece con un nuevo titulo, El espiritw del seftor Benedicto de Spinoza, precedido de una biografia, La vida del setior Benedicto de Spinoza, All{ encontramos un franco y claro elogio de la razdn y de la ley natural. Son de- tectables pasajes de Pierre Charron, asi como referencias a Vanini, Hobbes, Naudé y Spinoza, sin duda. Tanto las edi- ciones antiguas como ésta defienden Ia misma idea de que la religién es una impostura, pero difieren acerca de una cucstién importante: la versién que aparece en los limites del sigio xvit ya lleva en su seno las potencialidades de la Tluscracién y no se reduce a la idea de que esta impostura pueda prolongarse para siempre. De ahi la necesidad de actuar a la manera de Spinoza. A partir de entonces, el fildsofo desconocide lanza la razén contra todo lo que le parece sospechoso, esto es, la religién, Dios y ef cristianismo, pero también el orden social que a ellos se remite, El Dios del filésofo holandés permite este progreso en la Historia. A partir de ese momento, la Etica es lefda en la direccién de un materialismo ateo. Es cierto 277 que el monismo panteista de Spinoza ha quedado margi- nado, y luego ha sido superado. Pero esta inflexidn es ine- vitable: y su historia, muy exactamente, constituye la aven- tura del materialismo sensualista y del utilitarismo francés de aquellos a los que yo llamo «ultras de la Ilusteacién», esto es, el abate Meslier, La Mettric, Maupercio, Helvecio, D'Holbach y Sade. Ast pues, adelante... 278 BIBLIOGRAFIA El reverso, el anverso, el otro. En general, se habla de Grand Sitcle para caracterizar el siglo xvi. Michelet, en cambio, wtili- za la expresion para teferiese al siglo Xvi... ;Grande? Para el ca- tolicismo y la monarquia, si, Pero los autores seleccionados en ef corpus para cortar este siglo a medida disponen de poderosos antidotes en este mismo siglo, al que, por mi parce, més que «grande» preficro llamar «barroco». René Pintard inicia su eéle- bre obra titulada Le Libertinage érudis dans la premitre moitié du XUF sitele, Slatkine, 1943, reeditado en 1983 referencia toda- via hoy por lo mejor (el desbrozamiento) y Io peor (los prestt- puestos ideolégicos) con un capitulo titulado «Lenvers du “Sig- cle des Saints’». Antes, Félix Gaiffe habia publicado L'Envers du Grand Sizcle, Min Michel, 1924. Hermoso titulo para un libro muy anecdético. Incluso demasiado, Trabajos antiguos sobre el conjunto de la época: F. T: Pe- tens, Les Libertins en France au xvir sitele, Calmann-Lévy, 1899; J. S. Spink, La Libre Pensée francaise de Gassendi a Voltai- 1, Editions sociales, 1966. Antoine Adam, Histoire de la liséra- tare frangaise au XVIF side, 5 vols., véase en particular el prime- ro; «L’gpoque d’Henri IV et de Louis XII], Domat, 1956, un capitulo dedicado a “Erudits et philosophes", acerca del circulo de los hermanos Dupuy, Pierre Gassendi, la Academia Puteana, Francois de La Mothe Le Vayer, Gabriel Naudé y René Descar- 279 tes, Del mismo Antoine Adam, Les Libertins au XVAE siécle, tex- tos escogidos y presentados, Buchet-Chastel, 1964, Para una lectura mds altemnativa del siglo, véase Histoire bit- teraire de la France, Editions sociales, tomo II, «De 1600 & 1715» Este trabajo colectivo bajo [a direccién de Pierre Abraham y Ro- Mand Desné ofrece una buena puesta en perspectiva de las bio- gratlas, los pensamientos, las obras y la historia. En lo relativo a las condiciones y tendencias de la creacién liceraria, el contexto politico, la lengua de la época, la situacisn macerial y social de los escricores, ef barroco, ef pensamiento libre, etc., Georges Dupeyron ha escrito el capitulo sobre Cyrano y las libertinos, mientras que Roland Desné y Frangois Hincker se han encarga- do de los dedicados a Saint-Evremond y Fontenelle, respectiva- mente, Retratos del libertine, Bjercicio dificil, :Dénde hay liberti- naje? -Y cwéndo? Por otra parte, zlibertingje o libectinismo? Las actas del coloquio internacional de Sommitres, Aspects du liber- tinisme axe XVE siecle, Vrin, 1974, se inician con un articulo muy documentado de Jean-Claude Margolin, «Réflexions sur Pem- ploi du terme libercin au xVF sitcle». Sigue un texto de Charles Béné, «Erasme et le libertinismer. Interesance s{ntesis de Frangoise Charles-Daubert, que, al final de un breve libro que lleva por titulo Les Libertins érudits en France au XvIF stele, PUB, 1998, esboza en tteinta y un pun- tos el retrato del libertino erudito, pp. 113-114, Sobre Moligze, amigo de los libertinos y de Gassendi, véase Olivier Bloch, Mo- iretPhilosophie, Albin Michel, 2000, Naturalmente, jleer 0 re- leer el Don Juant El Institut Claudel-Longeon dedica una revista exclusiva- mente a estas cuestiones, Libertinage et Philosophie ave VIF sib- cle, en Presses de l'Université de Saint-Etienne, 6 vols. publica- dos, Lz Mothe Le Vayer et Naudés: n.° 2, 19975 «Le public et le privé; no 3, 1999; «Gassendi er les gassendistes» y «Les pas- siones libertines»: n.° 4, 2000; «Les libertins et le masque: si- 280 mulation et représentation», n.° 5, 2001; «Libertins ec esprits forts du xv" sitcle: quelques modes de lecture», n.° 6, 20025 «La resurgence des philosophes antiques»: n.” 7, 2003. Univer~ sitaria, muy universitaria. Por iileimo, es forzoso sumergitse en el océano de inmun- dicias del padre Garaste, jesuia inventor de la propaganda, la denigracién y la literatura de combate filoséfico: La Dactrine cu- rieuse des beaux esprit de ce temps, ou prétendus tel etc. Esta pre- vista la reedicién en Encre marine. La mala reputacién de los li- bertinos tiene origen en esta empresa de denigracién sistemdtica y de insultos ad hominem. La historiografia clésica se ha nutti- do cxcesivamente de ese pérfido vivero para despreciar la co- rrieote libertina... EI prefacio de Jacques Prévot, a quien se debe la edicién de los dos tomos de Libertins du xvir sitele, Pléiade, Gallimacd, merece ser lefdo por su examen cricico de textos que forman pparte del corpus libertine ~poemnas, ficciones, extractos de Gas. sendi-, asf como por el balance y cl estado de las investigaci nes sobre el término mismo de dibertino. Cuestiones abiertas... Véase también en Pléiade el prefacio del inevitable Antoine Adam sobre los Romanciers du Xvit sitele (Charles Sorel, Sca- rron, Furetitre, Madame de La Fayette) Plegamientos barracos. Yo prefiero abordar este otro Grand Sitele con las categorias del barroco: filosofia barroca, pensado- res barrocos, libertinos batrocos. Para una aproximacin a la problemética y contradictoria definicidn de este término, véase Eugenio d°Ors, Lo barvaco, Madrid, Aguilar, 1944 y Madrid, Tecnos, 1993. El texto propone veinridés acepciones del técmi- no barroce desde {a prehiscoria hasta la inmediata posgucrta. Definicién histérica y antihistérica de la palabra, Véase cam- bién, en un enfoque més dogmatico, Wlflin, Renaissance et Ba- roque, Poche Pluriel, que ven en el bartoco el momento de de- cadencia de cada perfodo de la historia del arte. Para un enfoque filosdfico de la cuestién, véase la obta i 281 dispensable de Gilles Deleuze Le Pl. Leibniz ou le baroque, Editions de Minuit, 1988 (hay trad. esp.: El pliegue: Leibnia y el barroco, Barcelona, Paidés Ibética, 2004]. Definiciones del tér- ino, pasajes brillantes sobre la poesfa de Mallarmé, la pintura de Pierre Hantai, la miisica de Pierre Boulez y, naturalmente, la Filosofia de Leibniz. Véase también, de Christine Buci-Glucks- mann, La Fatie ds voir. De Vesthétique baroque, Galilée, 1986. Jn memoriam Pierre Charron, Pierre Charron carga con la mala fama fabricada por Garasse. La historiografia ha recomado durante siglos los chismes de este pérfido jesuita: aficionado a los jovencitos, padre de numerosos hijos abandonados, vesti- menta lujosa, tren de vida extravagante y otras calumnias sin fandamento. Lo mismo en cuanto a su supuesta catencia de pensamiento propio. Charron se habrfa contentado con cortar Y pegar pasajes de Montaigne sin citar sus fuentes, robat de los Fnsayos, no tener nj una sola idea original, inttoducit pesadez en una obra que se destaca por su ligereza, etc. Estas tonterfas se vuefven a encontrar, lamentablemente, en fos autores que se hin dedicado a saqueat a sus predecesores, como, por ejemplo, Paul Bonnefon, Moniaigne et ses amis (las mismas necedades sobre Marie de Gournay...), Armand Colin, 1898, tomo Il, obra agotada, por foreuna. Por desgracia, encon- tramos todo esto en nutnerosos libros o textos, entre los cules el cajén de sastre de Maurice de Gandillae, que ejecuta a Mon- taigne y Charron en un estilo propio de clases de bachillerato, aunque publicado en la Histoire de la philosophie, Piéiade, como UL, eLa Renaissance, V'ge classique, le sigcle des Lumidres, la ré- volution kanticnne>, véase su La Philosophie de la «Renaisances, pp. 3-336 [hay trad. esp.: Historia de la filowofla, obra completa, Siglo xx La filosofta del Renacimiento, vol. 5) Seré provechos Je leceura del honestisimo ttabajo de Mi- chet Adam, Etudes sur Pierre Charron, Presses Universitaires de Bordeaux, 1991, recopilacidn de articulos dedicados a este filé sof, que fue el hombre y el tema de su vida, Buenos analisis so- 282 bre las relaciones de Charron con su época, sus elecciones filo séficas la virtud de probidad, la relaividad de las leyes. Tuve el placer de conversat con este anciano encansador en ef despacho de Denis Molla en Burdcos, ciudad en la que ensefiaba. ‘Nada sustituye a la keceura directa del texto, De da sagese, un cuasi diccionatio de 887 paginas editado por el Corpus des ceuvres de philosophic en langue frangaise, Fayard, 1986. El idioma no ha sido actualizado, tampoco la ortografia, las citas no estén traducidas, no bay ninguna nota, ni prefacio: es la de- cisién adoptada por la coleccién, que no facilica precisumente la lectura. Se entiende que, ante la rarea, muchos redactores de no- tas para diccionatios, historias y otras enciclopedias de filosofia, prefieran saquear los articulos de sus colegas antiguos. De esta manera, ettores repetidos cien veces se convierten en verdades universitarias. Hay que prescindir de todo ese mundo ¢ ir di- rectamente al texto. : En los cuaderos Libertinage et Philosophie au vir sitele in 7, véase Christian Nadeau, Sagesse “sceptique” de Charron? Larticulation du scepticisme et du stoicisme dans De dat sagesse de Pierre Charron», pp. 85-104. ¥ ackemds, en Le Scepticisme au xr ec xvir stele. Le retour des philosophies antiques i Vige clasi- que, Albin Michel, bajo la diteccién de Pierre-Frangois Moreau, tomo 2, 2001, Iéase Nicolas Stricker, «Le sage de Charron: une réévalution», pp. 164-173. El mismo editor ha publicado Le Stoicisme au XVF et XVI sidcle, con el mismo subtitulo, tomo 1. Los elaroscuros de La Mothe Le Vayer. Biografia datada ¢ im- precisa de René Kervilet, Frangois de La Mothe Le Vaya: Préceptewr du Duc d’Anjou et de Leds XIV. Bude sur sa vie et sur ses éerits, Edouard Rouveyre, 1897. Fecha de nacimiento errénea, jes0 para ‘empezat! Aproximaciones diversas: lo que interesa al autor, pre- miado por la Academia Francesa, es minimizar el libertinaje del petsonaje, con el fin de enaltecer su aspecto dle hombre impor- tante, preceptor de poderosos, académicos, compaficro de diplo- miéticos, etc. Lo contrario de lo que hay que haces. 283 BIBLIOTECA CENTRAL, U.N.A.M. Prefiérase los prefacios y las introducciones de Lionel Lefo- resticr al Petit Trait sceprique sur cette commune fagon de parler: Natoir pas le sens commun, Le Cabinet des lettrés, 2003; Phi- lippe Joseph Salazar, presentacidn, cronologfa y bibliografia en De la patrie et des érrangers et autres pects trates sceptiques, Des- jonquitres, 2003. Y de Jean-Pierre Cavallé en LAntre des nym- phes, la sexta jornada del Hexameron rustique, Anachatsis. A es- ‘os cextos hay que afiadir La Mothe Le Vayer, Dialogues fats & Limitation des Anciens, Corpus, Fayard, Muchos articulos de los cuadernos Libertinage et Philoso- hie: Jean-Michel Gros, eLe masque du scepticisme chrétien chez La Mothe Le Vayers, y Sophie Gouverneur, «a Mothe Le Va- yer et lentretien de soi, en el n.° 5, Tambien Emmanuel Bury, ‘Eeriture libertine et sources doxographiques: le cas La Mothe Le Vayer», en el n.° 6. Y Nicole Gengoux, «Place et fonction de Fépicurisme dans les Dialogues faits & limitation des Anciens de La Mothe Le Vayers; Sophie Gouverneur, «La Mothe Le Vayer et la politique, ou lusage libertin du sceptique antiques. Muy universiari. La pirotcenia Saint-Evremond. B\ taoista de la Baja Nor- mandia confirma su presencia en Pléiade (ya cn Nouvelles du vat sitele con Le Prophite irlandais), pero como fildsofo lo hace en el segundo volumen de Libertins du vir siéele, donde apare- ce con las obras de edicién mas cortiente. La obra em prosa exis- teen 4 vale,, en las ediciones Marcel Didier, bajo la responzabi lidad de René Termois, que hizo mucho por su personaje. Largs inttoduccién en el primer volumen. Con el mismo responsable yel mismo editor, Zetres, en 2 vols., Editions vieillottes, con un francés no modernizado. Casi todas las ediciones retinen los mismos textos y sélo se diferencian por uno dos aftadidos o supresiones. Versién mar- xista-leninista, Saint-Evremond, Textes choisis, a cargo de Alain Niderst para Editions sociales: una explicacién del filésofo, in- cluso una reduccién del mismo a los accidentes de la historia del 284 siglo XVI. Versién libertaria, Jean-Pierre Jackson, Ecriss philo- sophiques, Gditions Alive: toma de partido que los textos des- mienten, como la que se pronuncia a favor de Saint-Fyremond ateo (p. 163)... Una 0 das aproximaciones: un error sobre los estudios (derecho y no filosof'a, p. 7), una pagina en la que pro- bablemente se encuentra con Spinoza (p. 16), otra donde segu- ramente conversa con él (p. 21). Versién universitaria: Saint-Evre- mond, Entretiens sur toutes choses, Desjonquiéres, presentacién de David Bensoussan, y ademés otto libro, Condé, Turennne et autres figures illutres, por el mismo editor, presentacién de Su- zanne Guellouz. En Omibres se leerdn las Lettres sur la viillesse, que rednen la correspondencia con Ninon de Lenclos, todo lo cual se completa con un texto de Saint-Beuve que presenta al fi I6sofo como «un Montaigne suavizado»... Una bibliografia muy laboriosa, pero detallada, que la agi- lidad de su eseritura ha dejado a salvo, es la de Claude Taittin- ger, Saint-Evremond ou ie bon usage des plaisirs, Pertin, Hechos, no tesis. Aunque, eso sf una tesis: la obra maestra del filésofo fuue haber lanzado la moda del champan en los salones parisinos, Claude Taiteinger, que es propierario de una famosa bodega de la regién de Champagne, defiende por tanto a su primer via- jance ilustre. Normal. Sobre la obra, poca cosa: de Albert Marie Schmide, Sains- Evremond ou Uhumanisme impur, Editions du cavalier, 1932. ‘Tengo en mi poder una edicién autografiada que habla de una «pequefia biografia espiritualy. Pequenta, sf, no cabe duda, El amor del autor a su personaje no parece ir mds alli; no se come prende la motivacién de este libro, a no ser la apologética cr tiana: ;Ab, si Saint-Evremond hubiera estado dorado de graciat, pero... Es una pena que la dnica obra dedicada a Saint-Evre- mond hucla tanto a agua bendita, El encuentro Spincza/Saint-Evremond es un misterio: ;se produjo? En caso afirmativo, zcusndo, cémo, en qué circuns- tancias, en presencia de quién, en qué lengua tuvieron lugar las conversaciones?, exc. Debate detallado en Gustave Cohen, Le Séjour de Saint-Evremond en Hollande et U Entrée de Spinoza dans 285 le champ de la pensée frangaise, Honoré Champion, 1926, Una sintesis en Paul Vernigre, Spinoza et la pensée francaise avant la Révolution, PUB, 1954. A partir de enconces, nada nuevo, Un coloquio universitario (Cerisy, septiembre de 1998), con lo mejor y lo peor, como siempre en este tipo de ejercicio: Saint-Evremond entre baroque et Lumiéres, Presses Universitaires de Caen, bajo la diteccién de Suzanne Guellouz, Saint-Evre- mond y la maisica, la épera, Ia historia, la poesta, la correspon- dencia, la honestidad, la historia romana, la devocién, fa reli- gién natural, Voltaire, Montaigne, Ninon, ere. Uril. Para abordar el aspecto pirotécnico de Saint-Evremond, apreciar su genio para cl aforismo, su talento para los juegos de agua barrocos en la escritura y captar el ritmo y la cadencia de su prosa labrada para engastar la frase definitiva, véase: Agudeza y arte de ingenie, de Baltasar Gracién, un jesuita espafol con. temporineo, ;Un monumento, un regalo de retsrica, una fiesta de Jenguaje con los hilos de la conversacién! Vale la pena leet, de la pluma de Marc Fumaroli, en Tivis Institucions Littéraires, Folio, el captculo tivulado «La conversa tion», También el sustancial prefacio de Jean Lafond a Moralis tes du xvIF sdele, De Pibrac & Duftesny, Bouquins, Laffont, don- de se trata de la forma breve, del aforismo, Igualmente puede verse Bérengére Parmentier, al menos su libro Le Sidcle des mo- rnulistes, Points Seuil, cuatro paginas sobre Saint-Evremond y cin- 0 0 Seis alusiones en el resto del libro.. Pierre Gassendi, el oximorénico, Pobre Gassendi! {Qué poco espacio le concede la historia de la filosoffa! Hay que decie que cen parte él mismo ha echado a perder su talento al publicar més en conta que a favor y que, cusndo ha escogido la positi- id lo ha hecho con una extrafia manera de no hacesse notar En contra: de Aristéceles, escrito juvenil inconcluso: Disser- sasions en forme ae paradaxes contre les artirtotélciens, rin de Descartes (polémica indtil sobre fa Forma, pese al fondo catsli- co y monarquico comiin...: Recherches métaphysiques, on dontes 286 et instances contre a métaphysique de René Descartes et ses répon- 4s, Vrin. Excelente prefacio de Bernard Rochor, que tiene tam- bién a su cargo ls edicién de Lettres fumilitres d Francois Luillcr, \Vrin, mds valiosas precisamente por cl prefacio que por el con- tenido de las cartas, sin gran interés Filoséfico. Gassendi se jugs su destino contra Descartes, y perdid. So- bre este capitulo: Francois Azouvi, Descartes et la France. Histoi- red'une pasion nationale, Fayard, donde nos enceramos de que, al perseguir a Descartes, la Iglesia catlica, apostélica y romana, bien inspirada, convirtié al fldsofo en el inventor de la razén moderna y, por tanto, en su heraldo, Véase también la buena biografia de Geneviéve Rodis-Lewis, Descartes, Calmann-Lévy thay crad. esp.; Descarte: biggrafta, Peninsula, 1996) ‘A favor: Gassendi defiende un materialismo epicireo y cr tiano, esto es, antinémico, pues en un momento es preciso ele- gir uno de los dos términos. Gassendi cligié el cristianismo y de esa guisa dejé aparcado el materialismo, Em Vie er Afaeurs d'Epi- ‘ure, Alive, 2001, rehabilita al flésofo griego de las calumnias cristianas sobre su vida, su obra, sus ideas y su pensamiento. Tra bajo inaugural que tuvo gran iafluencia en el siglo Xvi En particular, Gasvendi invenca la ventriloquia filoséfica, pues redacta un Traitd de la philosophie d Epicure en el que ha- bia como si fuera el propio Epicuto. ;Gassendi dice «yo» y hay que entender «Yo, Epicuro»!... Asombroso. De vez en cuando, 4 filésofo cristiano recupera el uso de la palabra para corregir cristianamente al gtiego (). Sdlo esc4 traducida la tercera par- te: LEshique ou la morale, en Les Libertins du Xvir sitce, Pléia- de, tomo I No hay ninguna biogralia de Gassendi. Puede leerse Sylvie ‘Taussig, Pierre Gassendi (1592-1655). Insroduction i la vie sa- sunte, Brepolis, que habria podido serlo sila obra no fuese un modelo de confusidn y de desorden a pesar de la abundancia de informaciones que contiene. La autora, que no ha logrado te- ponerse tras la realizacién de un trabajo universitario sobre la presentacién de las cartas latinas de Gassendi, recicla perma- nentemente informaciones ya ampliamente reutilizadas en la 287 edicién de la Vie d Epicure, en detrimento de una visién general ‘de una tesis legible y clara. En 1955, con ocasién del tricentenasio —ya entonces tenfan la manéa conmemorativa~ aparecieron algunas cosas hoy anti- aguas: Pierre Gastendi. Sa vie et son euvre, Centre International de Syntése, Albin Michel, con informaciones tiles en las con- tribuciones de Koyré y Antoine Adam. Tricentenaire de Pierre Gassendi, Neves du Congres de Digne, PUF: lo mejor es de Koy- 1é y Adam; lo peor, de los historiadores locales integramente volcados en la celebracién departamental. Mas recientemente (1997), Gassendi et UEurope, Vrin, e ibn a cargo de Sylvia Mutr, donde se descubre la increfble pro- yeceitin que ruvo en vida el ildsofo en muchos paises enropeos. Véase wambién «Gassendi et les gassendistess, en Libertinage et philosophie au xvit sitcle, Publications de Université de Saint- Etienne, 2000, ¥ el n.” 20/21 de la revista Corpus: Bernier et les gasrendistes, En estas revistas, algunas intervenciones de Jean- Charles Darmon, de quien vale la pena leer Philosophie épicu- rienne et liteérasure au XVIP stele. Etudes sur Gassend, Grano de Bergerac, La Fontaine, Saint-Evremond, PUB, El mundo en anamorfosis de Cyrano. Mi lectura de L’Autre Monde, Les Evais et Empires de la Lune, y Wego Les Brats et Em pires di Soleil, como novela anamorfésica, se ha visto favorecida por el trabajo de Jurgis Baltrusaitis, Anamorphoses. Les penpecti- ves dépraveés, I, Champ Flammation. Léase también, Cyrano, Lettres satiniques et amoureuses, precedidas de Letires diverss, Desjonquitres. El especialsta en Cyrano es Jacques Prévor, a quien debemos, en Belin, Girano de Bergerac poete et dramatur- (ge Inego Cyrano de Bergerac romancier y, por tltimo, su intro- duccidn general a Cyrano de Bergerac, Eiuures completes Una biografia antigua ha servido de modelo a casi a todas las posteriores, como es normal, Se trata de Pierre-Antoine Brun, Savinien de Grano de Bergerac, Slatkine. Es preferible Mi chel Cardoze, Cyrano de Bergerac 1619-1655: libertin libertaire, 288 Maisonneuve et Larose, 1996. Sobre sus ideas, Olivier Bloch, Matibre & histoire, Vein, véase el capitulo titulado «Cyrano de Bergerac et la philosophie», pp. 225-239. Spinoza, la estrella filoséfica del siglo xvi. El «Principe de los fildsofos» ~tradicién que el propio Deleuze recupera.. ‘welca el Grand Sitcle del lado del genio del Siglo de las Luces. Sobre sui biografia: 0 bien uno se conforma con dos breves tex- tos incluidos en Ia edicin de la Pléiade, EEueres completes: La tie de B. de Spinoza, de Jean Coletus, y La vie de Spinoza par un de ses disciples, en este caso | médico Lucas de La Faye; o bien lee Steven Nadler, Spinoza, Bayard {hay trad. esp.: Spinoza, Ac to Faditorial, 2004}, Peso esta voluminosa biogratfa cs sobre todo tuna biograffa de circunstancias: ser judio en el siglo Xv), vivie en Amsterdam en aquella época, el comercio con los Paises Ba- jos en ese momento, el significado de ser marrano en el Grand Sigcle y otras digresiones no siempre ttles para comprender el pensamiento del fldsofo. Para el contexto religioso judio de la epoca, véase la edicidn dirigida por Daniel Sensaid del libro de Uriel da Costa, hmages d'une vie humaine, Atceen-Ciel [hay trad. esp.: Eipejo de una vida bumana, Hipeti6n, 1984], Bensaid afir- ‘ma que Spinoza estaba presente el dia que [ia Costa fue flagels- do por decisién de la sinagoga de Amsterdee, Nadler, por si parte, sostiene que eso es imposible, y to demuestra... Hay una edicién digital con entradas miltiples y presenta- ciones inteligentes de la geometria y de la arquitectura de la a, remisiones internas, una diversidad de versiones y traduccio- nes, ficheros estadisticos. Se trata de una versién subretrdnes a patti de una idea de Deleuze (a quien, por otra parte, esté dedi- cado el DVD), que permite leer el libro desde el punto de vista de los escolios, yrodo un apacaco digit dil para navegar por él resultados sorprendentes, apasionantes: Lire IsEthique> de Spi- noza, Phronésis, Bruno Picot es el responsable de la tealizacién, 1a bibliografia spinozista es considerable, Dejemos de lado las referencias 2 los textos politicos. Dos libros de introduccidn: 289 Alain, Spinoza, Idées Gallimard, claro, profesoral, conciso, den- so, vaalo esencial, Gilles Deleuze, Spinoza, Philosophie pratique, Editions de Minuit (hay trad. esp Spinoza: filosofia’ préctca, Tusquets, 2001}: un magnifico texto sobre la vida def fildsofo por otro fildsofo que, sin embargo, nunca ha ocultado su des- precio por le biografla..., al que define como un «Gran Goza- dor de la Vida», soberbia expresién. Sus Spinoza et le probleme de Vexpression, Editions de Minuit (hay trad. esp.: Spinoza y ef problema de la expresién, Aleph, 1996], tiene todos los defectos de Deleuze 0, en otras palabras, rodas sus virtudes: Deleuze de- leuziza a Spinoza de la misma manera en que canibaliza a los ottos fildsofos de los que se ocupa Kant, Bergson, Hume o Nietzsche, pero ésa es la ley del género. En las antipodas, lector extremadamente fel y escrupuloso, serd provechosa la lectura de Robert Miscahi, spinozista de siempre, y su L’Etre et la Joie, Encre marine. La obra reine nu- merosas intervenciones sobre el tema ~prefacio, contribuciones en obras colectivas, coloquios, articulos de enciclopedia, etc, a veces con repeticiones, pero nunca molestas. También merece la pena lees, del mismo autor, Le Corps et UBiprit dans la philoso- hie de Spinoza, Les Empéchcurs de penser en rond. Esta dificil ‘cuesti6n esté muy bien tratada y resulta. Con Spinoza et la Pensée francaise avant la Révolution, PUB, Paul Verniéze ha compuesto una suma spinovista. Alli vemos ccémo el pensamienco del fil6sofo holandés penetra en Francia y la influencia que, por esta via, ejercen en el pensamiento de la epoca los manuscritos clandestinos que circulan bajo mano y producen verdadero efecto. Una segunda parte examina las rela~ ciones que los fildsofos del Siglo de las Luces mantienen con Spinoza. Un trabajo digno de consideracién. (Otra summa de reciente aparicién: Jonathan Irvine Israel, Les Lumieves radicales: la philosophie, Spinoza et la naisance de la modernité (1650-1750), editado en Amsterdam. El libro se pro~ pone mostrar que toda la [ustracién extrae su espiritu de una Jectura de Spinoza, lo que es una exageracién, pero la demos- tracién permite asistir, a lo largo de varios centenares de pégi- 290 nas, aun bello fresco de la época y seguir los meandros de la di- fusién del pensamiento del fildsofo holandés en Europa El esptritu del tiempo. Para el espiritu del tiempo, véase Ta- llemant des Réaux, Historiettes, Pléiade, tomos | y 2. El primer volumen de las Mémoires de Saint-Simon, Plgiade, También: Ro manciers du XVIF sidelt, Pléiade, En estos textos se encuentran las cextravagancias de los libertinos, las tortillas de tocino del Vier- nes Santo, los matrimonias de perros, los cadaveres desenterta- dos, los enemas que se administraban a las monyjas, os curas ob- jeto de burlas y otras bromas filoséficas de tono subido. Diffcil de hallar, pero interesante, es Voyage de Chapelle et Bachawmont, suivi de leurs paésies diverss, Paris, 1826. Los poctas libertinos: ‘Théophile de Viau, Vauquelin des Yveraux, Saint-Amant, Des Barreaux, erc.: una seleccién de sus textos en la Pléiade, Liber- fins, como 2. Cabe afiadir L’Feole des filles, exto andnimo que muescra lo que puede ser el erotismo solar en exacto contta- punto con su versién nocturna sadiana. Antes de la muecte de Dios, Conirasiamence ala multicud de presupuestos del puriado de universitarios que trabajan sobre este perfodo, el siglo XVH1 no es ateos pero prepara la muerte de Dios, Para percatarse de ello, léase el extrafio y sublime texto de Cristovao Ferreira al que la fatuidad de un universitario priva del nombre de su auwr en la cubierta de La Supercherie dévoilée, con subtitule Une riatation die catholiciome au Japon ae xvtr sie- cle, en Chandeigne. En efecto, el autor del prefacio, Jacques Proust, ha borrado ¢ nombre del jesuita porcugués (que refuta admirablemente el cxstianismo en 1637, afio del Discurso del ‘métoda), para sustituislo por el suyo, como si fuera el autor del famoso libro, Este admirable deconstructor de cristianismo me- recia algo mis que este auto de fe universirario. Theophrastus redwvivus es parcialmente accesible ~tini ce el sexto tratado~ en ha edicién de Libertins,Pléiade, tomo Il 291 El Traité des rrois imposteurs, Moise, Jésus, Mahomet, existe en ‘edicidn de Max Milo éditeur. También lleva por titulo L'Esprit de Spinoza. Una edicién, con texto a cargo de Raoul Vaneigem, que escribe el prefacio, se encuentra ex Rivages, con el citulo L’Art de ne croire en rien, seguido del Livre des trois imposiewns 292 LACONSTELACION HEDONISTA LA CONSTELACION IDEALISTA ‘1541: nacimiento de Pierre Charron 1588: (agosto) nacimiento de La Mothe Le Vayer 4882: muerte de Montaigne, racimignto de Gessendi 1694; Le Proumenoir de Monsieur de ‘Mosiaigne, Mare de Gourray 1896: nacmienta de Descartes De 1588 a 1669: reintay ovata edclo- nes de los Ensayos 1600: Giordano Bruno es quemado en la hoguera por la Iglesia en Ruma 1601: (30 de junio) De ia sabiduria, Pierre Charron 608: condena y (1805) incusin en el Index oe pia sabiduria 1603 (16 de noviembre) muerte de Charron 1608: Francisco de Sales, Inrocuccién ala vida devota 1610: asesinato de Enique IV 1613: nacimiento de Saint-Evremond 1815; Antteato do i etema providon- a, Varin’ 1616: primer proceso de Galied 1619: supe y muerte de Vanni en Toulouse 1619: (6 de marzo) nacimiento de Cyrano de Bergerac 1622: La igualiad ce los hombres y fas ‘myeres, Marie de Gouray 1628; nacimonto oe Baise Pascal 1628: amesto y encareslamiento do! poeta Théophiio 1824; Disertaciones en forma de pare dojas conta los arstotsicos, Gas- send 1627: {27 sep.) navimiento de Bossuet 1830: Quatre Disiogues fats a Fimite- tion des anciens, La Mothe Le Vayer 293 1632: (24 nov.) nacimiento de 1692: Garasse, La doctina curosa Spinoza 1833: segundo proceso de Galieo 1697: Crstovao Feria, La superche- ‘a desvelada 1697: Discurso del método, Descartes 1698: nacimento de Malebranche 1698: represin dela rewwelta dels descalzos en Nommanla 1640: Augustin, Jansenio 1643-Meditzcones metalisicas, Des cartes 1642: 0 la vitud de los paganos, La ‘athe Le Vayer 1643: SaintEvremond, Obras. entre las ‘cuales Sobre fa moral de Epcuro 1643: Opiscuos y oequefas tratados, LaMothe Le Vayer 1644: Pricipios de fosotia, Descartes 1644: Marie de Goumay loga sus pape: les y su biboteca, que es en pare la de Montagne, a Frangos de La Mo- the Lo Vayor 4644: Gassendi, Discusiones metfis ‘cas contra Descartes 1645: muerte de Marie de Goumay Hacia 1646: Tralado de fos res impos ‘ores 1646: nacimieto de Leitz 1647: vida y muerte de Epicure, Gas- send Haga 1647: Sobre os pacoes, {9 Sent Eviomend 1648: Gassendi, Tatado dela 1640: Las pasiones dl ana, Mosofia de Epleuro Descartes 1650; mute de Descartes 1654: conversiin de Pascal 1655 (22 de enere) muerte de Gassendly (28 de juli} de Cyrano de Bergerac 1657: nacimiento de Fontenelle 1656-1657: Les Provincial, Pascal 1857: Cyrano de Brgerae, Historia co- fea dos Esatse npr da una 294 Hacia 1659: Theophrastus edivivus 1662: Historia aémica de los Estados e 1662: muerte de Pascal Imperios del So, Cyrano de Berge- re 1883; Descartes en a! index 164: (15 de junio) nacimionto do Jean Mesior 1670: Tatado lgicopoltc, 1670: Pensamientos, Pascal Spinoza 1670: Solloquios esogpins y Hexdme- ro nist, de La Motte Le Vayer 1672: muerte de La Mothe Le Vayer 1676: Los Ensayosen el Indox 1677 (21 de feb.) muerte de Spinoza, aparcién dela Bica 1681: Discurso sobre Ia historia univer- sal, Bossvet 1683: Malebranche, Magtaciones cis- fianas y Tratado de moral 1685; revocacién dl edicto de Nantes 1685: Codigo Negro 1685: nacmiento de Bereley 1686: Fontenalle, Convorsaciones so- ‘rela pluralidad de los undos 1687: Fénelon, Tratado de a education de las ovenes| 1688: Malotranche, Conwersacones ‘sobre la metafsica 1601; Albert Baifet, Vida Gel sehr Des- cartes 1695: Leni, Nuevo sistema de lana ‘uraleza 1697: Malebranche, Tratado del amor ‘de Dios 7:0 sept) muerte de Sat Erenond™ 1705: Coleus, Vie de Spinoza 704: (12 abn) muerte de Bossuet 1708: Malebranche, Corversaciones de un flésoo crtiano yun flscfo chino 1708; nacimiento de La Mattie 1710: Teocicea, Leiria 1710: Berkeley, Principios del conoc- miento hunano 295 4218/1723: redaccién de las Memorias del abate Mester 1728: (28 0 29 de junio) muerte de Jean Meslier 296 1713: Fénelon, Demostracién de la axis- 171 tn Mena iz Menai 1715: mre de Maeranche 1717: masts ce Leon INDICE ANALITICO BARROCO agua, 25, 103, 286 anamorfosis, 26, 201-205, 209, 213, 216, 218-219 claroscuro, 25, 124, 133 constelacién, 24-27 formas, 95, 201-202, 209 gabinere de curiosidades, 25, 83, 91-93, 96, 104, 157, 164, 202, 209 metamorfosis, 209-212, 222 pliegue, 25, 27, 96-99, 103, 119-121, 125, 153, 209 210, 282 BESTIARIO guile, 96, 211 arengue, 34, 53 asno, 78, 107-108 avestroz, 96 bucy; 78, 107 caballo, 95. camello, 96 carnero, 95 cexests 34, 205-206 dragSn, 92, 96 tiburén, 96 Foca, 95 gallo, 34, 107 gata, 208 hhormign, 224 leén, 95 loba, 96 macho cabrio, 95 mono, 34, 223 smosca, 107 pavo real, 107 pez masturbador, 34, 54 pulpo, 54 rama, 34 ratén, 34, 53 raya, 96 ruisefior, 211 sepia, 78, 107 tor0, 95 vaca, 95 297 CUERPO, alma existencia, 77 inmaterial, 62-63, 142, 190, 192 inmoral, 107, 192, 208, 25 material, 222, 259 mortal, 273, 275 alimentacién, 22, 87, 128- 129, 149 163, 238 bebida, 87, 128, 157, 238 pasiones, 44, 50-51, 64, 70- 73, 106, 113, 134, 162, 169, 238, 240, 243, 248- 249, 252, 254, 257, 261- 262, 264 sentido, 34-35, 62, 145, 176, 250-251 spinozists, 257 EPICUREISMO linamen, 190, 211, 260 y Dios, 22, 23 Jardin, 36, 47, 52, 87, 161, 164, 178, 184-187, 248 y libertinaje, 23-24, 33 reactualizado, 19 Teirafirmakon, 24, 55 ESCEPTICISMO La Mothe Le Vayer, 78, 83- 85, 98-99, 108, 110-111 113-115, 283-284 yylibertinaje, 30-31, 52, 78, 83 298 ESTETICA Escudo ‘Mochi, 119 Pingus Caravaggio, 25,27, 99 Pegueho San Juan en la fuente, 25 ‘Champaigne, 119 Rerrato rriple del cardenal Richelien, 119 laroscuro, 99-100, 252 Durero, 202 Fragonard, 24 Hals, 204 Retrato de Descartes, 204, 219 Holbein, 202 Las embajadores, 202 La Tour, 25, 99 Magdalena penitente, 25 Tu, 25 Rembrandt, 25, 99, 131, 133, 231-232, 240 David tocando el arpa ante Saiil, 231 ELfilésafs, 25, 292 Lesciin de anatomnia det doe- tor Joan Deyman, 133 Leccin de anatomia del dac- tor Nicolaes Tulp, 133 Rubens, 270 ‘Tintoretto, 79 El Paraiso, 79 Vermeer, 231-232 Vouet, 120, 270 Watteau, 28 Peregrinaje ala isla de Citex rea 28 EUDEMONISMO_ beaticud, 238, 241, 243, 248, 250, 252, 267, 269 FISSQRO definicién, 179 retrato, 231-232 FILOSOFOS a “Antistenes, 33, 53. 82 Apuleyo, 108 Aristipo, 33, 56, 82, 87, 106, 146, 219 Arist6fanes, 102 Aristételes, 25-26, 33, 56, 156, 165-166, 168-171, 174, 180, 189, 192-193 260, 286 Gicerén, 101-102, 170, 183 Demécrito, 18, 106, 167 187, 219, 228, 240, 260- 261 Didgenes de Sinope, 33-34, 54, 56, 106, 108, 219 Didgenes de Fnoanda, 186 Epicuro, 25-26, 33, 117-118, 124, 128, 142, 144-146, 208, 219, 28, 260-261 ‘mala reputacién, 181, 183- 188 rehabilitado por Gassendi, 180-188 Hericlito, 106, 187, 210, 240 Herédoto, 95, 181 Leucipo, 18, 187, 228 Luciano de Samosata, 102, 107-108, 219 Lucrecio, 18, 64, 67, 101, 190, 228, 245, 260-261, 276 Ovidio, 209, 242, Petronio, 87, 121, 142, 142- M45 Pindaro, 84 Pirsén, 30, 33, 52, 83, 80, M16-118 Platén, 18, 33, 54-56, 101, 107, 112, 144, 185, 187, 225, 256, 260-261 Plinio ef Viejo, 95 Plutarco, 78, 100-102, 183 Protigoras, 33,97, 119, 206 Séneca, 100, 101, 118, 142- 143, 149, 182-183, 200 Sexto Empirico, 30, 33, 118 Séerates, 56, 102, 209, 222, 260 IL-Renacimiento Giordano, 28, 59, 99, 108, 170, 236, 293, Vanini, 99, 170, 197, 277, 293 fort Erasmo, 116, 117, 144, 168, 183, 219, 236, 280, Montaigne y Charron, 47, 49-52, 54- 62, 282 devigeado, 20 y Bpicuro, 144, 183 yh familia, 60-61 yla Iglesia, 168 muerte, 28, 155 olvidado, 19 y la vida filoséfica, 122, 219 299 Lorenzo Valla, 116, 144, 168, y los libertinos, 269 ctnico, 54 burlesco, 216-218 183 La Bruyéte, 18, 131, 135 y el cuerpo, 63 y Chapelle, 198 UL Clésicos La Rochefoucauld, 18, 128, ddenigradoe insultado, 45-53 yl ciencia, 32 Bayle 131, 132, 135 y Descartes, 43 yeel cuerpo, 35 y Charron, 43, 74 Locke, 232 y la duda, 52-53 y Dios, 220, 228 Descartes Malebranche, 194, 208, 267, epicireo, 45, 54 educacién y formacién, 198 y lz anamorfosis, 203 294.295 escritura, 25 escrivura, 25-26, 200 y las armas, 175 Montesquiew. estoico, 53 y la fisica, 201 censurado, 177 y Charron, 44 formacién, 47, 57-58 y Gassendli, 198 yla ciencia, 203, Pascal sus Fuentes, 51-56 hhedonista, 228 y Charron, 43 y el bestiario, 205 influencias, 44-45 vyla libertad, 227 en Cyrano, 211, 213 ¥y Charron, 43, 69-70 ya introspeccién, 54 y Luillier, 198 y laduda, 31 yla diversion, 148,-149 yla libertad, 162 y Mazatino, 199 cxilio, 171 yel Grand Sitcle, 18, 267 mala reputaci6n, 43-49, 283 y la etamorfosis, 208-212 y Gassendi, 19, 26, 156, y La Mothe Le Vayer, 19 y Montaigne, 47, 49-52, y la muerte, 228 158, 164-165, 167, 170, y los libertinos, 32, 91, 57, 60-61, 282 su muerte, 199 172-180 146-148 y la moral Iaica, 59-60, 66, sacimiento, 197-198 yla libertad, 31 y la religidn, 142, 193 74 su obra, 200-201 yla Iglesia, 178 y Saint-Evremond, 149-50 y la muerte, 55 paneefsta, 210-212, 224- y La Mothe Le Vayer, 99 Rousseau ‘su muerte, 73-74 225, 268 su muerte, 164 ‘y Charron, 39-40 y la nauralezs, 53-54, 65 petsonaje de teatro, 197 nnacimiento, 27 Sade, 24, 24-n, 157, 271,278 ‘olvidado, 19 Y la politica, 225-227 ya navaraleza, 140 Voltaire y Pascal, 43 la religin, 36, 220, 222- yla religién, 36 ¥ Cyrano, 200 yy las pasiones, 71-72 223 ys 9 fsa, 220, 276-277 pensamiento socrdtico, 56 y Seint-Eveemond, 198, Garasse, 44-49, 171, 271, y la historiografia, 18-20 ye places, 69 salud, 199 281, 281-282, 294 y La Mothe Le Vayer. 82 y la politica, 55 y la sexualidad, 227 Hobbes y Meslier, 82 y la probidad, 71 y ba verdad, 206-207, 218 y Descartes, 174, 203 y la religisn, 220 y la prudencia, 70 visién del mundo, 267- y Gassendi, 166 IV - Libertinos barracos ya teligién, 33-37, 48, 63- 208, 212-213 ‘olvidado, 20 Frangois Bernier, 20, 26, 81 67,74 visionario, 213-216 yl politica, 139 288 rerrato, 48, 52-53, Cristovao Ferreira, 272, 291, retrato, 138-139 Des Barreaux, 22, 127, 182, y la sabiduria alegre, 68, 294 y Saine-Evremond, 122, 271, 291 70-73 Fontenelle, 26, 28, 32, 280, 137-139 Chapelle, 157, 182, 291 y la sexualidad, 69-79 294-295 traducido, 26 Pierre Charron: ye suftimienco, 68 Pierre Gassendi Kant ylaamistad, 49 Cyrano de Bergerac y la amistad, 161-164 y Deleuze, 289 y la autobiografia, 56 la anamorfosis, 201, 205, y Aristdteles, 26, 156, 166- ¥y Gassendi, 139, 160 censurado, 171 212-213, 219 170, 286 300 301 y Charron, 158 y la ciencia, 33, 160-161, 173-174, 176 y la conversacién, 163 y el cuerpo, 34-35, 154 158, 163 y Deméerito, 167 ¥y Descartes, 20, 26, 156, 158, 165, 167, 169, 172-180, 287 y Dios, 175-178, 190 yla duda, 176 yla dulzura, 169 y el epicurefsmo, 19, 169, 11 y Epicuro, 26, 144, 165, 169, 180-189, 287 yl felicidad, 168 Formacién, 155-156 y ls Iglesia, 168, 172, 183, ys libertad, 160-161 y La Motke Le Vayer, 158- 159, 164 y Luillier, 181-182, 287 y Montaigne, 158 yla muerte, 190 su muerte, 164 nacimiento, 27, 155 su nombre, 155 su obra, 165-166, 191 olvidado, 19 su origen, 155 y Peirese, 158-159 pensamiento mutilado, 191- 194 yel placer, 168 retrato, 155-156 y la publicacién, 171 302 y la religidn, 31, 36, 176, 183, 191 salud, 157-158 yla Térada, 161-164 y le vida filos6fica, 1157. 158 La Mothe Le Vayer ylaacatalepsia, 86, 88, 109 yla amistad, 86 y la aucobiografia, 77 y la Biblia, 95 yl ciencia, 32 yas cias, 101 la corte, 79, 87-88 ‘cristiano, 83, 89, 113-114 yel cuerpo, 35, 87 y Cyrano, 86, 88 el didlogo, 102-104 yel dinero, 88 y Diodati, 86 y Didgenes, 108 ya duda, 31 ‘escéptico, 78, 83-85, 90, 96, 109-115, 283 cescricura, 25 fideista, 116 formacién, 78-80 y Gassendi, 86, 162-164 hhedonista, 109 y Marie de Gousnay, 83 ‘mal conocido, 77-78, 82- 83, 89 yel mactimonio, 112-114 ¥ Molitre, 80, 86 y la monarqufa, 111 y Montaigne, 83, 85 su muerte, 81-82 nacimiento, 79, 283 y Naudé, 86, 162-163 obra, 77 olvidado, 19 y ol pensamiento antiguo, 83 y el pensamiento existen- ial, 85 y el pensamiento dptico, 92-95 yb politica, 110-111, 284 yl prudencia, 98 y [a religion, 36, 78, 94, 115-116 reteat0, 77-79 seudsnimos, 98 sometido, 111 yla verdad, 114-115 su vida, 79-81 Luillies, 23, 36, 157, 166. 181-182, 198, 287 Gabriel Naudé, 83, 86, 103, 127, 162-163, 277, 279- 280 Guy Patin, 83, 157, 162 Saint-Evremond_ su apodo, 123 y le conversacién, 126- 131, 135-136, 149 y Cyrano, 198 y Descartes, 38, 122, 125, 140-142 desenvuelto, 137-139 y Dios, 152 y la diversign, 146-147, 150-151 epictireo, 144-146, 150- 151 escritura, 25, 121, 132- 134 exiliado, 124-127 yla filosofia, 139-141 Formacién, 122-124 y Gassendi, 122, 139 yy la gastronomia, 128-129 yy la historia, 125 ¥ Hobbes, 122, 137-138 y los honores, 143 y Mazarino, 124, 126 militar, 121, 123-125, 129 ‘y la monarquia, 38 y fa muerte, 145-44 su muerte, 153 y las mujeres, 127-128, 129-131 su nacimiento, 122 y Pascal, 147 ¥ el pensamiento antiguo, 147 y Petronio, 143 y-el placer, 122, 143, 145 147, 149 yl pliegue, 119-122, 125, 153 yel poder, 125 y la religién, 33, 38-39, 121, 132-138, 152-153 y su renombre, 136 reerato, 120-122 y Richelieu, 124 y Ia sabidurta erigica, 134 135 y Seneca, 142-143 ¥ Spinoza, 39, 122, 137, 285 y-el sufimiento, 148-149 la voluptuosidad, 122 Samuel Sorbitre y Gassendi, 165-166 olvidado, 20 303 sraductor, 26 Spinoza y be beatieud, 238, 241, 243, 248-250, 252, 265, 269 y el castigo, 257 y el conocimiento, 250- 252 y el cuerpo, 238, 258 y Descartes, 39, 236-237, 247 al deseo spinozista, 255. 256, 260 yylos descos, 238-239 y Dios, 137, 233-234 244-245, 253-256 su edifcio barroco, 247-48 y Bpicuro, 238 y a escoldstica, 259 cesctivura, 25 yy las Escrituras, 242-243 cudemonista, 257, 250, 252-253, 269 excomulgado, 235-236 formacidn, 232-233, 235- 236 hedonisea, 262-263 y Hobbes, 236 ¥ los honores, 237 y la lluseracién, 278 y la inmanencia, 246 yla libertad, 255, 264 yl libertinaje, 39 y la moral, 256 yh muerte, 259 su muerte, y las mujeres, 236-237 nnacimiento y otigen, 232 234 304 y fa naturaleza, 253-255 olvidado, 20 y las pasiones, 261-263 y al pensamiento antiguo, 260-261 ppensainiento laico, 246 yla polttca, 245 yla prudencia, 238-239 y la publicacion, 237, 239, 249 y lo weal, 241 yk religién, 233, 241-246 retratos, 231-232 y las riquezas, 232-233, 237-259 y Saint-Evremond, 39 Salud, 233, 238 y la verdad, 251-252 y Voss, 39 Gabrielle Suchon, 20, 26 Wz Modernos Bergson, 219, 290 Deleuze, 25, 97, 120, 282, 289-290 Nietzsche, 13, 59, 193, 290 Valéry y Pascal, 78 Wi- Obras mencionadas A favor dela primavera Cyrano de Bergerac, 200 A favor de los brajos, Cyraos de Bergerac, 200 A fivor de wna dama risa, rano de Bergerac, 200 A fitvor del verano, Cyrano de Bergerac, 200 Agudeea y arte de ingenio, Bal= tasar Gracidn, 130, 286 Apocolocyntosis, Séneca, 143 Apologia de Raimundo de Sa- bunde (Ensayo, le 12), Montaigne, 34, 54, 208 ‘Ane de la exrima, Descartes, 173 Biblia, 24, 95, 209 Breve tratado sobre Dios, et sombre y la felicidad, Spi- nnoza, 247, 253 Cabala del caballo pegaeo, La Mothe le Vayer, 108 Carta a Heridoto, Epicuro, 181 Carta a Luis XIV, Pénclon, 126 Carta a Menecee, Epicuro, 115, 181 Carta a Pitocle, Bpicuto, 181 Carta a una dama galante que ‘querta hacerse devota, Saint- Evremnd, 134 Carta al mariscal de Créqui. Saint-Evremond, 27, 122, 131, 133, 138, 152 Carta al sefor **, Saine-Este~ mond, 141 Caria sobre ta pats de tos Pivi- ‘neos, Saint-iyremond. 126 Cartas de! autor, La Mothe Le Vayer, 104 Catecism 0 ls verdadera insi- sucién enitiana, Bernardino Ochino, 58 Cédice atlintico, 202 Comedia de los académices, Saine-Fvremond, 125 Conara el invierno, Crave de Bergerac, 200 Contra el otofiv, Cyrano de Bergerac, 200 Contra los brujos, Cyrano de Bergerac, 200 Cours de peintare par principes Roger de Piles, 120 De la amistad, en Opuisculas y ‘pequetis sratados, La Mok- he Le Vayer, 89, 294 Dela buena comida, La Mothe Le Vayer, 87 De la constancia, Guillaume du Vais, 50 De la constancia, Juste Lipse 51 De la divinidad, La Mothe Le Vayer, 116-117 De la educacin del Seer Del fin, La Mothe Le Vayer, 88 De la filorofia escéptica, La Mothe Le Vayer, 109 De la naturalens de las cosas Lucrecio, 101, 221, 245, De ba obstinacién, en Didlogas 1 imitacion de las antigus, La Mothe Le Vayer. 97 De la patric et des rangers et ausres petits smaites scepti- ques, La Mothe Le Vayer, 284 De la sabiduria, Pietre Cha- ron, 19, 27, 30, 46, 49- 51, 53-56, 61, 63-65, 67, 111, 162, 186, 293 De la vejes, La Mothe Le Var yer: 100 De la vida feliz, Séneca, 185 De la virtnd de los paganos. La Mothe Le Vayes, 79, 294 305 De las raras y eminentes cuali- dades de’ los asnos de ete empo, La Moke Le Vayes, 107-108 Del eelibaso volunsario o La vida sin compromivo, Go- brielle Suchon, 26 Del cuerpo, Hobbes, 138 Dilog a imitacin de los anti- gues, La Mothe Le Vayer, 27, 79, 89, 97-98, TL, 164, 284 ilogo de la jgnorancia loable La Mothe Le Vayer, 102 Didlogo que trata de la politica ‘con excepticomo, La Mothe Le Vayer, 110 Diego sobre el sema de la di- vinidad, La Mothe Le Va- yen 1 Diccionario bistbrico 9 erkico, Pierre Bayle, 74 Didptica, Descartes, 203 Discurso cristiano sobre fa in- ‘mortalidad del alma, La Mothe Le Vayen 79, 89, 107 Discurso de lt servidumbre v0- luntaria, La Boetie, 225 Discurso del método, Descae: tes, 32, 7, 140-141, 158, 165, 169, 192, 211, 242, 248, 272, 291, 294 Discurso sobre la batalla de Litzen, La Mothe Le Var ye 89 Discurso sobre la propuenta de a tregua en los Pase: Bajo, La Mothe Le Vayer, 89 306 Dineurses cristiano, Charton, 9 Disertaciones en forma de pa vdojas contra los aristotél 0s, Gassendi, 166, 169, 181, 293 Disguisiio Metaphysica, Gas sendi, 177 Don Juan, Molitre, 21, 81 Don Quijote, Cervantes, 123 Ecce homo, Niewsche, 193 Elasno de oro, Apuleyo, 108 El banguete epicireo, Erasmo, 116, 144 EL banguete escéprca, La Mot- he Le Vayer, 87, 94, 101, 103, 112 El defensor de la paz, Marsilio de Padua, 59 EL discret, Baltasar Gracién, 7 El espritu y la vide del sehor Fl fragmento de fica, Cyrano de Bergerac, 200 Et hive, Valasat Gracién, 78 Fl hombre de cone, Balrasat Gracin, 60 EL hombre que quiere conocer todas las cosas no se conoce sf misma, Saint-Evremond, 125 FL hombre universal, Baltasar Gracién, 60 EL interés en las personas abso lusamente corruptas, Sat- Evremond, 134 El Leviatén, Hobbes, 138 Ellibro del cortesano, Baldassa- re Castiglione, 59 El médico palo, Molitre, 81 El misdntropo, Molitze, 81 lotro mundo, Cyrano de Ber- gerac, 20, 27, 201, 205, 299-212, 217, 219-220, 216, 225, 228, 288 El pedante burlado, Cyrano de Bergerac, 200 Elementos filesificos del cinda- dana, Hobbes, 138 Enciclopedia, D’Alembect/Di- deror, 202 Enuayos, Montaigne, 27, 28, 49-50, 54, 57, 60, 101 111, 205, 2 Episolas, Horacio, 160 ca, Spinoca, 26, 28, 35, 39. 43, 65, 137, 192, 238, 240, 242, 247-250, 253, 258-260, 261, 263, 277, 289, 295 Erica a Nicémaco, Aristéccles, 49, 55, 168 Examen de las iradiciones fari- saicas, Uriel da Costa, 234 Fébulas, Jean ée La Fontaine, 205, 270 Fedén, Plat6n, 55 Filebo, Platén, 101 Galatea, Giovani: della Casa, 60 Gorgias, Plaén, 101 Grumética hebrea, Spinoza, 233 Hexdmeron rst, La Mothe Le Vayer, 81, 98, 108, 164, 284 Hipotiposs, Pes6n, 83, 114 Historia amorosa de las Galas, Bussy-Rabutin, 270 Historicta, Tallement des Ré- ‘aux, 22, 181, 270, 291 Images dune vie humaine, Uriel da Cosca, 289 Iicio sobre las ciencias a las (que pede dedicarse un how fre honesto, Saint-Eove- mond, 139 La amistad sin amistad, Evremond, 132 La Doctrine curiewse des beaus expris de ce temps, ou préven- dus eels: contenant plusieurs maimes pernivensts la re ligion, é UE eae et auc bonnes ‘curs, combattue et remver- se par le Pere Frangois Ga- rast de la Compagnie de Jé- ss, Frangois Garasse, 44, 171, 271, 281, 294 La exuele de las nits, anéni- mo, 271, 291 La muerte de Agripina, Cyrano de Bergerac, 200, 211 La Nuewa Atléntida, Proncis Bacon, 225 La perspectiva cxviosa, Nick ron, 204 La Repiibica, Plat6n, 55, 225 La supercherfa desvelada, Crise tovao Ferreira, 272, 294 La Utopia, Tomis Moto, 225 La verdadera historia cémica de Francion, Charles Sore, 205 307 Lat de ne erie en rien, ané- rnimo, 292 Las prosperidades del visio, Sade, 24 Las provinciale, Pascal, 149 Las relaciones peligrosas, Lax clos, 24 Las ies verdades contra lo aeos idélaivas y judios, Chaston, 48, 63, Las ruculanas, Cicerén, 170 Le prophet irlandais, Saine-Ev- remond, 284 Lecciones de hisoria de la file- sofa, Hegel, 50 Leatres, Saint-Evtemond, 284 Letts diverss Cyrano de Bergerac, 288, Leties.familizes Frangois Luillier, Gassendi, 287 Lettres satriques et amoureuses Cyrano de Bergerac, 288 Les enredos de Scapin, Moliée 200 Los extravtos del corazén y dela ‘mente, Crébillon hijo, 24 Los trdgicor, Agrippa d’Aubig- né, 123, Manifesto del Partido Come: nista, Karl Marx, 225 Maximas, La Rochefoucauld, 18, 131, 135 Meditaciones metafticas, Des- cartes, 140, 174, 177, 178, 203, 294 Memorias, Saine-Simon, 270, 291 Metafisica, Arit&teles, 169 ‘Metamorfris, Ovidio, 242 308 Mescoros, Descartes, 173 Nuevos enayos sobre el ensendi- ‘miento brumano, Leibniz, 203 Observacianes sobre Satustio y sobre Técito, Saint-Eyre- mond, 133, 137 Opisculos y pequeio: eratados, La Mothe Le Vayer, 89, 294 Organon, Aristéreles, 169 Otros cinco didlogos, La Mothe Le Vayer, 232 Pancheisticon, Toland, 210 Pensamientos, Pascal, 17, 19, 147, 148, 205, 295 Pensamientos sobre la honesti- ded, Mitton, 148 Pequeio miiado ectptco sobre cesta manera comtin de hablar no tener sentido comin, La Mothe Le Vayer, 196, 116 Principios de la filosota, Des- cartes, 140 Principios de la flospia de Des- cartes, Spinoza, 137, 237 247 Prosa triste, La Mothe Le Va- yer. 85 Protégoras, Maton, 101 Proyecio de respuesta al sefior de Tencin, Bossuer, 194 2Qud es la Hustracién?, Kan, 160 Que ba devocitn es el stim de estos amores, Saint-Evtee mond, 134 Recherches metaphysiques, ou doutes eb instances conte’ la mézaphysigue de René Des cartes ete repos, Gassen di, 286-287 Reflsiones 0 sentencias y méxi- ‘mas morales, La Beayete, 135 Reflexiones sobre os diversas ge- rio del pueblo romano en bas diversas épacas dela Repibli- ea, Saint-Evremond, 125 Reglas para la diveccién del es (pirita, Descartes, 232 Resumen de la filosofa de Gas- sendi, Brangois Bemnics, 26, a1 Satiricbn, Petwonio, 87, 143 Seriin sobre la providencia, Bossuer, 203 Sobre el placer, Lorento Vala, 144 Sobre la_moral de Epicuro, Saint-Eyremond, 122, 132, 136, 144, 294 Sobre la sombra que proyecta- ‘ban los drboles en el agua, Cyrano de Bergerac, 200 Sobre los placeres, Saint-Fvre- ‘mond, 125, 132, 144, 147, 294 Storates cristiano, Guer de Bal- zac, 22 Syniagmna philosephiae Epics, Gassendi, 24 Tartufo, Moliére, 81 Testamento, Jean Meslien, 22 Theophrastus redivious, anb- nimo, 271, 274, 291, 295 Tratado de la filsofa de Epicu- 70, Gassendi, 161, 169, 181, 188, 294 Tratado de la perpectiva, Da- nel Barbaro, 202 Tratady de la reforma del en tendimienso, Spinora, 237, 250 Tratado de los sres impostores, andnimo, 276, 294 Trarado del hombre, Descartes, 141 ‘Tratado politico, Spinoza, 247 ‘rata sobre el sentido comin, La Mothe Le Vayes. 107 Trasado ecollgice politico, Sp nnoza, 137, 245, 247 Un modelo de vida humana, Uriel da Costa, 234 Verdi de la religion evstiana, Pascal, 147 Veras dorades,Pitigoras, 163 Vida de Peirere, Gassendi, 158 Vida y costumbres de Epicure, Géssendi, 27, 139, 144, 181 Vides, opiniones y sentencias de los flsofs mis tres, Dig genes Laercio, 47, 181, 188 Vie et murs d Epicure, 287- 288 ‘Vi Biografia / autobiografia Charron, 56-57 Gassendi, 185 La Mote Le Vayer, 77 HEDONISMO_ acatalepsia, 86, 88, 99-100, 102, 106, 109, 117-118 ataraxia, 23, 33, 35, 55, 172, 186, 189, 191 deseos aritmética, 238 309 dietétca, 23, 51, 189 naturales y necesarios, 46, 189, 239 placer y ataxia, 33, 189 sexual, 69,71 HISTORIOGRAFIA, como hagiografia, 18 dominante, 17, 20, 78 99, 267, 281-282 Grand Sidcle definicién, 17-20, 267, 280 fuentes, 17-18 personaje conceptual 103, 209 subakterna, 17-20, 280 Voltaive, 18-21 LIBERTAD en Cyrano, 227-228 y libestinaje, 23, 27-28, 156, 162, 265 libre albedrio, 190, 223-224, 255, 257-258, 265, 261 LIBERTINO Barroco definicién, 29-37, 279 retraro, 08 condenado, 23 definicién, 20-22, 280-281 y Dios, 21-22, 38-39 Don Juan, 18, 21, 80-81, 280 epicticeo, 24 cerudito, 23-24 ‘etimologia, 21, 29 LIBERTINAJE anénimo, 267-268 310 y antigiiedad, 32-33 barroco, 24-25 consumacién, 37-3 fechas, 27-28 definicién, 28-36 de las costurnbres, 23-24 vel cuerpo, 34 definicién, 26-27 y epicureismo, 23, 33 y libertad, 23,29, 31, 156 ¥y materialismo, 37 ¥y Montaigne, 29-30 ¥y moral, 21-23 yla muerte, 37 yla naturalera, 24, 34 pensamiento clandestino, 271, 274, 276, 290 filossfico, 25 y politica, 22, 38 y tazén, 22 y religién, 23-24, 35-39, 63- 64, 268, 270 y vida filoséfica, 35-36 MATERIALISMO y libertinaje, 22, 24, 33, 151, 174, 176, 183. 192, 220, 259-261, 280, 287 soteriolégico, 37 MORAL amistad, 23, 35, 49, 55, 61, 85-86, 128, 132, 134, 151. 161-164, 185, 202-203, 211, 270 concordia, 86 discrecién, 77-78 dulzura, 71, 109, 113, 117- 118, 169-170, 191 cumetria, 87 haica, 59, 62, 66 y libertinaje, 21-22 pasiones tristes, 44, 50-51, 69, 70, 240, 252, 256, 261-262 probidad, 71, 283 prudencia, 32, 46, 52,55, 70, 88, 98, 176, 238, 242 y Spinoza, 256-257 teanquilidad, 35, 47, 55, 66, 70, 98, 107, 109, 111, 113-114, 118, 162, 257 i vietudes, 70-71, 179, 191, \ 226, 238, 261 MUERTE Charron, 55, 73 Descartes, 164 de Dios, 268, 272, 291 Ferreira, 27 Gassendi, 165, 19 y libertinaje, 37 Mesier, 22 i Montaigne, 27, 28, 155 La Mothe Le Vayer, 81-82 Saint-Evremond, 143-144, 153 Spinoza, 28, 233, 259 ‘ NATURALEZA ; es Dios, 65, 159 y Ubertinaje, 24-25, 34, 54, 65, 141, 253-255 Porfnica en Cyrano, 224-226 monarquia, 19-20, 38, 110 LIL, L415, 152-153, 175, 226, 241, 269, 279 y scligién, 225, 245-246, 276-27 RAZON y libertinaje, 22, 32 RELIGION anticristianisono, 273-278 atefsmo aparicibn, 22 ateo, 21-22, 45, 73-75 y libertinaje, 21-22, 36, 37-38, 63, 82-83, 115, 118, 211, 220, 244, 253-254, 270, 272-275, castigo, 23, 223, 257 cereacién del hombre, 244- 245

You might also like