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ee 66208 Ahora debemos ver con cuidado los elementos que integran cl sistema y les postulados te6ricos que le han dado esta forma. Comencemos con Christaller® 4 Walter Christal, Cental places in souhers Germany trad. C. W. Baskin, Prent- cea, Englewood Cif 1966 (2 public6originalmence bajo el esl Die enn One in Siddeschland, 1933); Augast Losch, The economies of beat, tad. W.E Seolpe, Yale Univesity Fest, New Haven, 1954 (orginalmente se publics bajo el ralo Die shonliche Ovdeung dee Wirachfe 1940) 3.6, William Skinnes, "Marketing and social structure in rural China, par, Iona of Asan Studies, ni. 24,1985, pp. 195-228 ‘Brian J L Bet, Geography of markt centers and wetall dtbuson, Prentice Fal, Englewood Cliffe, 1967; Lawrence W.Cessman, “Town and country: Central-pa- SISTEMAS RURALES DE DISTRIBUCION: ALGUNOS TIFOS IRREGULARES ‘Aunque los especialistas en economfa alguna vez seftalaron que no ¢s necesaria una base agraria nacional amplia para el desarvollo (ape. ‘sfndose a la teorfa del derrame), los especialistas modernos, adverci. 9° En Carol Sith (comp. op eit, cap. xm 6 Carol A. Smith i los de los esquemas duplicados de desarrollo en gran parte del mundo eoieeotsicn ema kpoon conwera tA [noe ee cupaoexpecialmente por ls sistemas apraro de isbucién en eso- nomias glbalizadoras, muestra los efectos pemicioso de a inadecuada cxtstirarural de dabei en ls stems de cindad princi rambién identifi algunas consecueneias laterales del mercado cam- Foals Ge Gata Son Sn ables deta Campesina, donde la proporeién de aldeas por ciudad de mercado son muy bajas -esto es especialmente cierto en India, que tiene una pro poren promedio de 300 I sstemas de dsribuciondendieos (Gesrts anes), encontrado donde la dsibucén campesiase ha jesarrollado, pero es muy pobre ¢ inefica: . Orne stp de ceva Je deci tel eee parece no acoplane ales exguemas lists de lugar ceil de mex fos. Son conocides como sistemas solares® y sistemas reticulares Eiclsetena olne nha red de meets cit penta ange tun solo centro articulador, normalmente urbano, que crea una sim fle jrargus e ds nvles, Segin esta descrip, el tema solar Prsta ser simplemente parte de un sscema normal de lugar central pero sicada unidad jerarquica (colar) fuera relativamente indepen- ence de algunas otras unidades en la misma regén a fin de facta “ta neraccn ralicional de menopolisusuales en un sistema elo nal cero" no serfan pare de un sstema normal de lugar cent Esisema reticular, por ota parte, no ten lgarescentaes en exe sistema los pequefios mercados rurales estan regularmente interrela zontales, entre centros equivalentes o entre campesinos. Este tipo de sistema puede encontrarse en regiones donde la distribucidn est di- sociada del abastecimiento urbano o puede abarcar una clase de co- ‘mercio sin importancia para los centros urbanas. Ambos tipos de siste- masse encuentran en economfas agrarias pobres, donde la distribucién bey, Aprcial arte rea 2 Vea por jmp, Bee Johnston yBeter Kibey, Are od anhan auras the espns of tm oppor, osc Development Ca a : 3 hdansog ea Peed pat esa epems Candle Sen Fate, 1966 RW Fest Pricey Engen, fee," "51 Paul Bohannan y Laura Bohannan, Ti economy, Northwestern ae vas Evanson {l), 1968, BW, Hodder yU. 1 Ulu, Manet Wes Ai, Tadan Uni verity Pre, Iba, 1989. se Wop etsy Al 68 Sistemas econémices regionales tiene funciones tanto sociales como econémicas; quizé por esta raz6n a ‘menudo se consideran cl resultado de preferencias o valores culturales especificos, a pesar de que hay un esquema de secci6n transversal en la reparticin de ales sistemas. En Ias siguientes secciones intento ‘mostrar que estos dos sistemas y los dendrfticos son respuestas prede- cibles a fuerzas econémicas espectficas ‘SISTEMAS MERCANTILES DENDRETICOS La descripcién de E. A. J, Johnson de los sistemas de distribucisn den- drfticos se apoya en gran medida en la descripei6n de la estructura de distribucién haitiana que da Mines." (Figura 6). [..] Las mercancfas producidas pot los campesinos fluyen directamente de las freas rurales a los centros urbanos o puertos mas grandes, yen el proceso dejan a la ‘economia nacional o campesina muy poco atendida y sin provisiones Figura 6. Un sistema dendi fice de lugar central ea © Centro urhano de ciudad principal J We © Paci de mercado © Mercado rural al mayoreo © Mercado rural al menudeo 29M Nash, Primitive and penta: economic natems, Chane, San Francisco, 1966, E.R. Wolf Pesan, Prentice-Hall, Englewood Cif, 1966; 2 BohsnnanyL_ Bohannsm, Tiv exonomy, Northwestem University Press, Evanston, 1968; 8 W. Hodder y U. Uke, Marks in West Africa, Ibadan University Pres, Ibadan, 1969; Skinner, "Merle Sing pat 0p. Caol A. Smith, en Carl Smith (Com), ob. ce EA. Johnson, op. cit; Sklney Mints, °A tentative typology of eight haitian marketplaces, Revs de Ciencias Soiled. 4, 1960, pp. 15°58. (Carol A. Smith o E. A.J. Johnson no especifica los atributos principales del sistema de distribucién dendritico desde el punto de vista de lateorfa del lugar central, pero parecen ser los siguientes. Los centros de nivel bajo son tribucarios de uno y s6lo un centro de nivel mas alto. (En la mayorta de las jerarquias de lugar central, los centros de nivel bajo se ubican, al menos, entre dos centros de nivel superior hacia los cuales se orien tan). ¥ los centros se vuelven progresivamente més pequefios con la distancia al centro primario més grande. (En el sistema con K = 7, al que el sistema dendrftico se parece més, segtin el primer eriterl, los centros grandes se espacian més que los centros pequefios, y las dreas subordinadas regulates se ajustan.) Debido a que los centros de ni- vyel mas bajo se asientan en los intersticios de los sistemas dendriticos, ‘como en todos los sistemas normales de lugar central, se presume que las dreas subordinadas serdn circulates en vez de hexagonales. Las implicaciones econémicas del arreglo espacial dendritico de mercados deberfan ser obvias. Los centros de menor categoria son controlados por los de mayor categoria, porque en los primeros los ‘compradores no pueden escoger entre dos o tres centros equivalentes de alto nivel; esto es, no pueden comprar al mejor precio. Por lo tanto ¢l centro de nivel alto es capaz de unir a un precio de compra bajo para los productos locales, un precio de venta elevado para los pro- ductos especializados que proporcions el frea rural. Al mismo tiempo, todos los centros de menor categorfa estén (en ‘iltima instancia) en ‘competencia para prover al centro primario (o principal) con los pro- ductos que requiere. El resultado es que los eérminos del comercio para la agricultura se determinan en los centres urbanos, mientras que los centros urbanos més grandes no tienen una verdadera competen- cia en sus funciones de servicio. Elsistema es ineficaz, en especial para distribuir productos rurales a consumidores rurales, puesto que todos los productos deben primero fluir hacia un centro principal y luego distribuirse desde él. Es posible el comercio horizontal (de campesino 2 campesino), como documenta Mintz en Hai, pero cada érea rural depende de las vicisitudes de la oferta y la demanda de su érea local, ya que el comercio con otras regiones rurales se vuelve diftcil de manejar Y muy costoso. Pata terminar, el esquema dendritico, como la mayoria de los esquemas de ciudad principal en general, propone para la distri- bucién lo que el modelo de Thiinen sugiere para la produccién: que tos campesinos de la zona interior (cerca del centro principal) tienen ventaja en sus operaciones produccién-distribucién, mientras que los 70 ‘Sistemas econémicos regionales canypesinos de las zonas exteriores (atendidos tan sélo por mercados ailuentes pequefios) se encuentran en franca desventaja [..] ‘ ‘SISTEMAS SOLARES DE DISTRIBUCION Parece que estos sistemas son un lugar coméin. Tal como se describie ron en un principio, el eje de cada sistema es un centro urbano grande principal) con funciones politicas y econdémicas; los centros urbanos stn muy espaciades porque las fuerzas politicas son las Gnicas que generan la construccién de ciudades. Los mercados campesinos en los hinterlands de cada centro son cfclicos por lo comin, y se encuentran en pueblos rurales muy chicos, o a veces en Areas por completo “rue rales", y cada comunidad campesina de estos hinterlands se especializa en un arriculo tipico, Lo que distingue a esta clase de arreglo de lugar central de los otros, ¢s que no existen ciudades o centros de mercado de tamafio intermedio en la regién para articular el comercio rural entre una cieita cantidad de centros urbanos de nivel alto; esto es, cada centro urbano tiene un hinterland con un mercado relativameuite urSnomo. Como se mencioné antes en el contexto de periodicidad de mercado y primacfa urbana, esta descripcién se ajusta realmente alos sistemas de lugar central con K = 7, el arreglo “administrativo” ideado para el manejo politico-territorial de un érea. Pero mientras cl patrén con K = 7 es el que se espera para cual- quier sistema de centros administrativos, no es el que se espera para un sistema de centros de mercado que deberfan estar en competencia con el fin de resultar “econsmicos”. Si la forma de gobierno captura Y define los arreglos econémicos de la regién, el comercio no fluir le bremente sega el precio. Es ctl la observacién de que los sistemas solares de distibuci6n y los esquemas de asentamiento administrativos se asemejan porque los sistemas solares de distribuci6n parecen flore- cer donde las formas de gobierno s{controlan la economta de mercado, donde al comercio deliberadamente se le impide fluit con libertad, [..] La importancia de identificar ls caractersticas politicas de los sistemas solares de distibucién es que permiten interpretar en ellos el ‘comportamiento del mercado sin quejarse de la irracionalidad y el con- servadurismo campesinos. Desde una perspectiva politica, una regién Compuesta por sistemas solares de distribucién pareceria estar cubierta (Carol A. Sait 71 or principados feudales, [..] y aun asf no estarfa mucho mejor inte- trade. Elcomecioylaproduccin loclesserian como loede Thinem, y regionalmente se podria encontrar lo que Jones" [..] llama el sis- tema de distribucién de punto de oro, en el cual el flujo de mercancia entre los diferentes sistemas, como respuesta a los precios, es errtico ¢ impredecible; “todos los precios en el sistema pueden influir unos en otros, pero |...) s6lo después de mucha demora {la cual] debilita Ineficiencia de distribucion del sistema’.*? La lenta respuesta del pre- cio que se da en los sistemas de distribucién de punto de oro, sefiala Jones, no pueden atribuirse al comportamiento econémico tradicional de los campesinos. En Africa occidental, Jones encontré,que tanto los comerciantes como los productores si responden a las tendencias en el precio del mercado, siempre y cuando puedan hacerlo; pero los clevados costos del transporte, ala par que la ineficaz comunicaci6n de la informacion acerca de los precios en tales sistemas, significa que los comerciantes y prodictores responden con riesgos considerables; de aqui se sigue que el conservadurismo campesino serfa una respuesta racional, en caso de que sea una respuesta, Los sistemas solares no necesitan estar directamente asaciados con el manejo politico del meteado, pero espero que estén asocia- dos con una especie de reduccién de la competencia de mercado pura. En Nigeria, que posee un sistema de distribucién bien desartollado y basicamente empresarial, Jones encontré que algunos articulos eran distribuidos por medio de un sistema (solar) de dos niveles, miencras que otros articulos lo hacfan por medio de una jerarquta de redistri- bucién (de centro o lugar central). Esto es, diferentes productos flue yen por el mismo sistema de diferentes maneras; el esquema solar des- cribe la distribucion de viveres producides y almacenados en coda la regién, los que por consiguiente tienen un mercado més bien urbano que rural; el esquema de redistribucién describe la distribucién de mer- cancias producidas en reas concentradas que tienen ambos, mercado rural y mercado urbano. (Es importante sefialar que no se ha demos- trado que la jerarquia de redistribucién de Nigeria sea una jerarquia de mercado competitive; e flujo de la redistribucién podria de hecho ser dendritico.) Como apunta Jones, esto demuestra que @ partir de 41 Willr ©, Jones, Marketing spl fod cropin tropical Africa, Comell aivesiy res, Ithaca 1972; yen Catol Smith (€omp.), op caps Tbe, pp. 321-322. 2 Sistemas econémicos regionales Ja estructura de un sistema no es posible hacer predicciones acerca de la manera en que la gente usaré el sistema; los sistemas solares pue- den insertarse en yna jerarquta normal de lugar central. Encontré el mistno patrén doble de distibucién de mercancias en el oeste de Guatemala, donde también hay un sistema de distri- bucién bien desarrollado y basicamence empresarial. Mi explicacién fue que los prod uctores rurales que podian producir sus propios alimen- tos los producirfan, por su rechazo a depender de los mercados urbanos para la redistribucién de articulos de primera necesidad, y por su expe- riencia con el monopolio urbano de los precios de otras mercancfas 43 (Cuando hacfan tal cosa, habia poca inclinacién por los productos que fluian entre los distintos sistemas urbanos, porque cada centro estaba suministrado por su hinterland local; de aqut el sistema solar) Aun cuando no es el sistema més eficiente o un sistema que deseche a los, productores ineficaces, evitarfa que los monopolios urbanos influye- ran en los precios de los viveres. Es interesante que Jones sefiale un monopolio urbano de distribucién de uno de los productos (caup), que se cultiva en un fea concentrada y se distribuye por medio del sistema jerirquico de redistribucién.# También es importante que los precios estén mejor articulados en un esquema monopolista de flujo de redistribucign, que en un esquema competitivo de flujo solar. Que ‘el mercado de Nigeria muestre ambos esquemas de distribucign en los rmismos mercados, me indica, por lo tanto, que la mayorfa de los pro- ductores nigerianos de viveres, son conservadores, lo que seria ver- dad por una de tres razones: los esquemas tradicionales de produccién, funcionaron en el pasado y los nigerianos son reacios a intentar algo ‘nuevo; los mercados urbanos no retribuirfan una divisién rural del tra- bajo porque el sistema es muy pobre e inmaduro como para poder to- lerar una especializacién; o porque en las reas rurales hay un miedo real y fundamentado a los monopolios urbans. Jones no sigue nin- guna de estas dos teorfas, sino que rechaza explicitamente la primera y da ciertas evidencias de que la segunda no es verdadera, Sea la que sea Ia explicacién del esquema nigeriano, sugiero que los sistemas solares de distribucién se desarrollardn siempre en eco- rnomias “administradas", donde la elite gubernativa o una coalicién urbana de monopolios controla los aspectos de ubicacién y funcién Smith, “The domestic marketing", op. cit ‘4 Wiliam ©. Jones, Meeting tp fod cops in ropieal Africa, Comell Univer- sey Pros, Ithaca, 1972, p. 97. (Carol A. Smith B del mercado, y donde un inmenso abismo socioeconémico separa las clases urbanas de las rurales; y que esto producird ciertos esquemas tradicionales de produceién de mercado campesino. [..] SISTEMAS RETICULARES DE DISTRIBUCION Jones, Bromley, Appleby y Plattner tratan algunos aspectos de lo que he llamado sistemas solares. Desafortunadamente ninguno examina los sistemas reticulares, que también son susceptibles de ser tratados con el andlisis regional. Por consiguiente doy especial atencién aqui a estos filtimos, usando un caso descrito por Paul y Laura Bohannan, Estos autores describen los mercados reticulares de los tiv desde las perspectivas local y regional, pero en su andlisis se centran en la cate- ‘gorfa local del sistema.*6 Intentaré demostrar c6mo un andlisis regional ayuda a interpretar eae poten Se aos a Sper elitgeembyeettt sere f Wr the pete coed cea ecieae ae Gale eco ence erie eae ipa vaempce he fer yao i renee cen ac Rune Nl ges cs nana Vevey Poa Barings ST, shake pice mia eae ea eae fy ince 2 eas oe Tre rasa Si aan aa 88. Sistemas econémicos regionales bien buscar y considerar la interaccién entre crecimiento de poblacién, expansién comercial y centralizaci6n politica, que genera nuevas for” mas de organizacién econdmica. Las pruebas de los casos examinados ‘aquf también apoyfn esa posicion. Estos casos "modernos”, no obs. tante, apoyan otzo punto de vista, quiz complementario: desarrollo, distribucién y consticucign de clases econémicas en una economia re. sional, proporcionan un poderoso mecanismo para explicar la waiaciGn en la institucionalizacin de los sistemas de distribuci6n, La mayor parte de las pruebas, entonces, parecen apuntar a las siguientes caractertsticas del mercado y evolucién del lugar cen ral. El intercambio de mercado ccurre esporsidicamente en toxos los tipos de seciedades, pero los sistemas de mercado integrados ocurren tnica- mente en sociedades estratificadas con una clase distinta de producto. res que no producen alimentos, que estén situados en centres urbanos @ al menos agrupados en centtos en forma de nicleos. Los centros y laclite pueden surgi como resultado de fuerzas endéyenas o exégenas que transforman el orden social del lugar, pero de cualquier manera el sistema interno es instituido por una especie de elite que requiere de tun aprovisionamiento eficiente y regular de alimentos. El atractivo de esta reorta es que concuerda con el consenso actual de quc los pro. ducrores rurales intensifcardn su produccién con la especializaciOn, sélo si tienen que hacerlo; esto es, si sus “excedentes” estén formosa” ‘mente reservados a une elite.>* A despecho de Adam Smith, los princi- pales beneficiarios de la producci6n rural intensiva y la especialisacién del mercado no son normalmente los productores rurales. Y a des- echo de Polanyi ls sistemas de distribucién interna que exhiben un desarrollo considerable del principio de mercado, no estan restringidos cn la distribucién hacia economias capitalistas. Ctra caracterfstica atractiva de esta teorfa es que puede explicar la variabilidad en los sistemas de distribucién desarrollados y en los rudimentatios, con va. tiabilidad de tamafio, arreglo y organizaciGn de la elite urbane, Wotton oe 2 Means or eomplo,Ciford Gees, Apa insu, Unive of Ca Moria Prey Bethel, 1863; 5 Tx, Ry capa’ putes ne oes Slthgian Soil AneropolgyPulictann, nm, 16 Wenn a Ves pos sal Shoes Mnkcag oad poet ae te oh i (Carol A. Smith 89) DESARROLLO ECONOMICO El desarrollo cconémico ya ha sido considerado como un proceso; aquf lo consideraremos como un resultado, Lo que quiero decit con “resultado” es la evaluacién de una economia como desarrollada, rue dimentaria o subdesarrollada; esto es, el punto de vista normativo del proceso. Mientras que los puntos de vista comunes del proceso de de- sarrollo no toman en cuenta la variacién en las economfas de distri- bucién “desarrolladas”, la mayorta de las investigaciones (de historia regional] lo hacen; las hemes encontrado desarrolladas—o al menos en capas de equilibrio estable— en los sistemas normales de lugar central, sistemas dendriticos y sistemas de ciudad principal (sistemas solares ‘modernos). Para los especialistas del desarrollo econémico, estos ha- azgos son dignos de tenerse en cuenta, especialmente a la luz de una cada vex més grande escuela teérica que argumenta que los esquemas variables, como étos ~cada uno en un nivel de desarrollo diferente, no pueden considerarse etapas sino més bien elementos estables en la ‘organizacién actual de la economfa mundial $1 Immanuel Wallerstein, una de las voces més importantes de esta escuela, sefiala que la génesis de los sistemas modernos de distribucién Brie Van Young 101 Una de las cuestiones que quiero tratar aguf es que las regiones son hhip6tesis por demostrar y que, cuando escribimos historia regional, ¢3- tamos ttatando de hacer justamente eso, antes que describir entidades previas. TNa otstente estas nck loses tox vescon 9-yio ces ean cada ver que lo miramas y, de hecho, la regién geohistérica y el regio- nalismo son centrales para la experiencia mexicana. Esto significarfa que el concepto tiene una utilidad considerable para nosotros. Por cierto, de acuerdo con la expresién de Claude Levy Strauss, las regio nes son “buenas para pensar”. En este ensayo mi método es jugar con la idea de regién de una forma que espero resulte dil y no muy sis- temética, acercarme a una definicién de la misma y manejar algunas de sus implicaciones por el, modo en que nos colocamos en el espa- cio, el tiempo y la sociedad. Para ilustrar mis opiniones haré algunas referencias y comparaciones concretas, aunque sugerentes, con ejem- plos empiricos extraidos de lo libros sobre las regiones geohistéricas de México. El concepto de regién en su forma mas dil es, segtin creo, Ia “es- pacializacién” de una relacién econémica.? Una definicién funcional ‘muy simple serfa la de un espacio geografico con una frontera que lo Bisco es el vempo.{.-] En le histori locales muy importante el espacio" “Teoria de la microhistora, on Gonailes, Nucta inacién ala microhistoria, México, 1982, p37 Sole todovestos temas, véase Fst Vin Young, Hacienda and mint neghsenh-cntry Mexico: the rural economy ofthe Guadalajara rein, 1675-1820, Berkeley, 1981, pp 3 "Mexican curl history since Chevaller: The historiography of the colonial hclenda”, Lan Ameian Research Review, nti. 18, 1983, pp. 5:61 y "On regione: A comment” pPonencia presentada en Conference on Regional Aspects of U.S. -Mexican Studies, University of California, San Diego, mayo, 1984, Bee punto de vista no congenia con Ia teers econémica tradicional, Is ual sume implicitamente que laessencla espacial a entra en lormodeloede equiv de | economfa, en los que “todo |. es efeevarrente comprimide en un punto (ereando) ‘en habicacain dimensiones, en palabras de Walter Isard (Lacan and space-econome several sheory relating eins cation, market areas, land use, wade, and urn rae ture, Cambridge, 1956, p. 25). Paa una introduccién tesriea «histircs» las teoriae de ubicacign y de emplatamiento central, que comlenzan con Von Thien a pinipios del siglo x y que subyacen en muchar ocationes en el presente atculo, veo Iu, Location and spce-economy, pp. 1-23 Brian JL. Bern, Geography of marks centers and ‘etal ditrinatn, Englewood Cis, 1967, pp. 59-73: ¥ née particulammente, el famowo ‘ensayo de Carol Smich "Regional economic sctures: Linking geograpicel models ‘nd socioeconomic problems” en Carel Smith (comp), o. ei VoL. 1, pp. 353. Para luna estimulante sintesinterducipliaria -que deke mucho al punts de vista aniro- polGgico— Ease Cuilermo de a Peta, “Ls esualiosreonales la antzopologia vocal en México, Relaciones, 8, 1981, pp. 43.93, 102 (Consideraciones metodoligicas yeeéricas dclimita, la cual estarfa determinada por el alcance efectivo de algéin sistema cuyas partes interacttan més entre s{ que con los sistemas texternos.} Por un lago, la frontera no necesita ser impermeable y, por ‘tro, no es necesariamente congruente con las divisiones polfticas © fadministrativas més familiares ficilmente identifcables, o aun con Tos rasgos topogréficos.* Si esta definicién es tan simple, épor qué es necesario expecificar lo que entendemos por regiones antes de em- prender su descripcién y no seguir tambaledndonos intuitivamente? Yo sugerirfa que hay tres razones. Primero, si no establecemos algunas definiciones teGricas a priori, terminarfamos explicando un fenémeno social erréneo, es decir, que si no sabemos lo qué es una regién a lo largo del tiempo, ser4 dificil usar el concepto como factor explicativo en nuestro andlisis. Por ejemplo, ciertos fenémenos econémicos nota- bles en la historia mexicana tendrfan més que ver con las tendencias reduccionistas de las fuerzas extrarregionales o aun extranacionales, que con las caracteristicas inrernas de las regiones Luego, nueva- mente, la falta de una definicion suficientemente rigurosa de las regio- nes (0, mejor dicho, de una serie definida de cuestiones) puede haber ‘conducido a una'cierta confusién entre regionalidad —Ia cualidad de ‘ser de una regin- y regionalismo, la identificacién consciente, culeu- ral, politica y sentimental, que grandes grupos de personas desarrollan ccon ciertos espacios a través del tiempo.$ En segundo lugar, as com- paraciones construidas en torno al concepto de regionalidad se tornan problemticas sino sabemos més o menosclaramente qué variables es- amos comparando o si aquellas que escogemos —ubicacién de las fun- cones de producci6n, estructuras de mercado, dotacién de recursos, fete no son comparables. Finalmente, la regionalidad en sf misma fs un concepro dinémico cuyo estuxio puede decirnos mucho sobre los tipos fundamentales del cambio social en espacios definides, a lo largo del tiempo; si no tenemos un modelo de lo que comprende una regién fc6mo nos manejaremos convincentemente con el cambio de 3 Van Young, Hace nd market. pp 3-4 4A CuoR Cardone destin ra vino er un breve arcule, que ve dtingue orf semana de mpage cia y eparalon exrendentenente eu: Te il story ibotheca encom, im. 1, 1982, pp? 3. Sonal Nee Alejandra Moreno Toscano y Enriqhe Ferescano, El sector emo y lt ergrzslin paca) reponel de Meso (152-1910), Pie, 1917 “Ee probleme concept parses halle enc corein do lo ext de Bere tein Gonstles-citador me arbs—ypoblemene también en aaa maytal sates Ee Bary Coy “Las peculaLldes del nrie mencano, 1880-1927; ensayo de nterpe- ‘belo, Hira mesema, nm, 22,1973, pp 320346. ric Vim Young, 103 otra forma que no sea la forma descriptiva? Para sintetizar usaremos las palabras de Walter Isard, sostenedor de esa disciplina hibrida llamada Ciencia regional, *icémo se puede comenzar a recolectar informacion para un estudio regional cuando no se ha discutido el cancepto de ciu- dad o regién? Se esté anteponiendo el carro al caballo.” {Por qué las regiones son buenas para pensar, considerando par~ ticularmente a México? Creo que pueden aducirse muchas razones, peto dos en especial lo sugieren fuertemente: una de naturaleza empt- Fico-histérica y, la otra, e6rica. En el caso histérico, las regiones pa- récen corresponderen cierta forma a horizontes naturales, a categorias empfricas naturales, para ubicarnos en un espacio que probablemente no ha cambiado mucho desde los tiempos preindustriales; es decir, el espacio real en si mismo, su tamafio, puede haberse alterado, pero posiblemente la idea no. Pierre Goubert ha sostenido que en la era preferroviaria la mayoria de Tos europeos vivian sus vidas dentro del perimetro de la parroquia, que generalmente comprendia un pequi pueblo y sus alrededores ~un drea rransitable en una caminata 0 ca- balgata de un dta, cercana a un diémetro de 10 a 30 millas. Goubere sefiala que-esta gente se debfa haber considerado a si misma, primero ‘como ciudadanos de la localidad , luego, como sibitos de un rey.3 ‘Aunque Goubert no da una definiciSn técnica de reyién, creo que, sin ‘embargo, su punto de vista podrfa sostenerse para la poblacién ruralen la sociedad mexicana tradicional, especialmente; por debajo del nivel de aldea o villorio los patrones de migracin, por ejemplo, tienden a confirmarlo al menos para la época previa a la gran expansién del transporte masivo accesible. Las mayores éreas expulsoras de migran- 1 Wale Isard, Inevoduccion wo regional iene, Englewood Clif, Nueva Jersey 1975.12 (a curivas son de sr). Pete Gouber, "Local history", Daedelus, otoho, 1971, pp. 113-114. Cardoso ‘td en desacunsdo con el ands de Gouert, nsiendo en Ia impostilidad de elicar al nuevo mundo lr modelos de espacio y poblacsn dessrolados paca el viejo, dado (que la América Latina colonial estaba marcada por “la mowlklad social y coonémics, Jax migraciones, etraxplante de poblaci6n, por ls fontoras mOviles de tlpoe diverse" ero porta decsse que no por le eotdiano o diario; Cardo, "Local stony, pp. 4 5,8. Goukert habla generalmente en un tono despectivo de Ia hittoria local pion, Aenominando “Ciencia social, pequefcburgues” al enorme tonente de hisora To" nal de anticuaro del siglo Xx francts, agregando que en este géneco historiogrsico “ln Historia se transforms en un juege donde ls inocentesameteurs de la atria local ro- ven a otto con materiales que encuentran des” (op. ct, pp. 115-116). Por ota parte, Gonsilez habla afectucsamente dela wadicion Natoriogpsic local yd a enc ticantes no profesional, en “Teorfa de Ia microhistora™, pp. 31-3. 104 (Consideraciones metodoligicas 9 teéricas tes rurales hacia Antequera, Guanajuato y Guadalajara en sus periodos coloniales tardios se encontraban primariamente dentro de esas regio~ ‘nes capitales.? En el campo te6rico, el andliss regional ayuda a resolver Ja tensién entre la generalizaci6n y la particularizacién. Entre los es- tudiosos contemporineos de América Latina, el antropdlogo Robert Redfield es uno de los primeros que han tratado de tender un puente desde las pequetias comunidades locales hasta las sociedades de nivel nacional, mediante la construceién de un continuum folk-urbano. En el campo te6rico, el anilisis regional puede hacer por el sistema espa- cial lo que Redfield incents para el cultural: reconciliar la micropers- pectiva con la macroperspectiva. Citando a otra antrop6loga, Carol ‘Smith, sobre cuyo trabajo descansa gran parte del presente andlisis: ‘Con otros acercamientos, la generallzacion requiete que se asuma que aquello que es verdadero para una parte, lo es también para el todo y, Io que es verdadero para el todo, lo es igualmente para ks partes. El andliss regional puede construir un sistema de variabili dad dentro de sus modelos explicativos, de modo que la generali- zaci6n no es ni rebuscada ni banal? iPodré cl andlisis regional cumplir realmente con todo aquello que le piden sus sostenedores mis ardientes? Por cierto se debe admi- tir que semejante aproximaci6n a la estructura y al cambio histéricos tiene algunos problemas o limitaciones. Uno de ellos es que la teorfa clisica del emplazamiento central, sobre la cual se construye el andli- sis regionel, requiere un gran niimero de postulados ceteris paribus ~la distribucién de la poblacién mediante un plano isotr6pico ilimitado, Ta perfecta racionalidad econ6mica de los consumidores, etc-— que se encuentran muy raramente en la realidad, en particular en las condi- ciones mexicanas.!! Otro problema conceptual es determinar el nivel, 9 John K. Chance, Race an cas in cobnial Oaxaca, Sanford, 1978, pp. 112-113, 195; David A Beading, Miners and merchansin bourbon Maco, 1763-1810, Cambridge, 1971, pp. 248-250; Van Young Hacienda end mare, pp. 34-36; SF Cook, *Las migra. ones er ls historia de la poblacin mexicana: datos modelo del occiente del centro de México", en Bernardo Curia Martine: (comp), Hatori sociedad en el mundo de haba expats homens a ond Mrs, Mexico, 1970, pp 35.378. Carol A. Saith, “Analysing regonal social systems", en Smich (comp), op: ce, vol, 2, pp. 47 Sobre Redfield, vase también, De la Pf, "Low estos rego: rales" pp. 54457. i Berry, Geography of market centers, p- 3.y Catol A. Sth, “Examining sr tification sjtsms through peasant marketing arangements; An application of some Bre Van Young 105 superior con el que se relacionan las regiones: esa matriz mayor en la que encajan, ies una metarregin, una nacién-estado, el sistema ‘mundial o qué? En la prictica, defini la jefarquia de este nivel supe- rior es una tarea més dificil que definir la del més bajo, que es posi- blemente una ciudad, pueblo, villa o aun una empresa individual en algunos casos. Finalmente, el andlisis regional con su inevitable énfa- sis en los elementos econémicos, las relaciones espaciales y cierto tipo de interacciones sociales~ puede dejar de lado otros aspectos impor- tantes de la estructura y el cambio, como la etnicidad y el conflicto E:nico, por ejemplo.t2 A pesar de estos problemas, la aproximacién regional ha demostrado ser de enorme valor en estudios recientes y ‘continuard siéndolo en el fuuro. Més atin, el enfoque regional pro- porciona un punto de convergencia a dos de los temas centrales de este trabajo: ciudad y campo. Considerada en cierea forma, la estructura interna de la regi6n constituye también una matriz para la convergencia del espacio fisico y-social.!3 Como conceptos teéricos, los sistemas regionales y de cla- ses demuestran un notable paralelismo. El concepto de regién esen- cialmente “espacializa’ las relaciones econémicas, y el de clase social hace globalmente lo mismo, susxituyendo la metéfora de espacio s0- __ cial (como cuando hablamos de distancia social, movilidad social, etc.) por aquella de distancias reales de espacio co, Ademés, os sistemas Tegionales'y de claes sociales comparten al menos otras tres carac- models fom economic sora’ Man (Now Seem. 10, 1975, pp. 95122. En tun conan, sara no ha to ndena quo gon pate dl Li do Bary toi dericado aun ania grogrtico hittin dl sauna de oupleamiento cen Sel nacete elon. Para un eco iy nterant de ape slgion element Io de occ arcs sa oll eval de Moa, ‘ ang, trite and terion tester place of the walley of Mexico, Oklahoma, 1985. se a 12 Sin enbuge eto exe cao necetariamente, El trabajo de Chance, Race and dance Cac sn eclocane exptaments en el marco de tora ds Ubieacléa etabece clarmente el papel de lo elementos epacioes en la camblnte tempos wco-émica dla region de Ontaca dela clad de Antequcrs, Vanee tambin ls coaidersions fees de Cael A Smith en Exchange snes ad the ‘pac Jtabton ole The orpnzaton of tesRestcn i again soe er S2im (comp) op cit vol. 2, pp 309374, Unt ace de erudior erumulantes sobre ete tema s pdr ver ene vol, 2 de Cae A Smith comp), Regional aa, speciaimente su ex eng eles inoductoros dela compllador y de Sphen Mz Olben, en el de Gordon, Apeby sobre el Puno peruano yen el ecensoenseyo final Jela eae. Véae tambien De a Feta, Lon ean repost p76 106 (Consideraciones merodoligicas 9 tetricas terfsticas comunes interrelacionadas. Demuestran diferenciacién, es decir, diferencias funcionales entre sus partes © grupos componentes. Demuestran jerarqufa o sea, relaciones de poder asimétricas dentro del sistema. En el daso del sistema de clases, esto es obvio respecto de Ia distribucién desigual de la riqueza, el status y el poder politico, pero ocurre también en los sistemas regionales, por supuesto, con re- ferencia a las formas de jerarquias urbanas. Finalmente, exhiben la coracterfstica de la articulacién, es decir, cierta clase de interaccién predecible entre los elementos que constituyen el sistema./4 Sin em- ‘argo, mas alld de fo que pueden considerarse similitudes foreuita, los modes de andlisis regional y de clases se intersectan en formas signifi cativas, de modo que se pueda hablar de estructuras sociales peculiares de ciertos tipas de regiones, por ciertas razones tedricas explicitas. De hecho, la relacion entreel espacio geografico yla estructura social en la historia mexicana es uno de los dos temas principales a los que quiero referirme particularmente en los siguientes comentarios. En funcién de esto, primero quiero desarrollar brevernente una tipologtia dual de Jas regiones historicas mexicanas y luego hacer unas pocas observacio- nes empiticas, vinculando ciertos elementos de dicha tipologia con las particularidades del desarrollo econémico y social mexicano a lo kargo del siglo pasado. Las economfas y sociedades regionales en general, y las mexicanas en particular, resultan bastante diferentes entre s{segin siestnligadas 1 los mercados internos 0 externos, 0 para decirlo con los términos del andlisis regional: si el emplazamiento central de la regién est dentro 6 fuera de ella. Por lo tanto, algunas regiones pueden verse centradas ten ciudades, poseyendo una jerarqufa urbana més © menes simétrica- ‘mente estructurada y una divisién interna del trabajo concomitante. (tras regiones pueden ser descritas como agrupamientos o ramilletes de unidades productivas ode empresas vinculadas con un mercado ex- Com expect a este limo punts, uno tenderfa a comentar que a fuerte ten enc a regionaliamo en la historia mexicana (y cambign en muchos ous pales en lores econdimics, Pr ejemplo, ls apertura del noroeste mexicano yel dinamsmna de a ‘sconomla dela mineria de plata del osse de Mexico (orentada hacia la exportacién) patecen tenermcha relacién cone desarola scondmica dela regén de Gua aaj fines del period colonial; vésse Van Young Hacienda and markt, pp. 142-149 y passin Bric Ven Young 109, definir las regiones? Rapidamente uno puede traer muchos candida- tos posibles a la mente, incluyendo las pautas de la geografiafisica, la distribucién y el tipo de produccién econémica, Ia estructura politica, el incercambio o las relaciones de mercado. Es este titimo sistema la estructura de intercambio o los mercados— el que permanece en el co- raz6n de la teorfa del emplazamiento central, que a su turno proves la base para la mayorfa de los recientes trabajos tesricos sobre el anslisis regional.!® De hecho, esta teorfa ha sido definida como una teoria de la lo- calizaci6n, tamafo, naturaleza y espaciamiento de conjuntos de acti- vidad mereantil.’ El ge6grafo Brian J. L. Berry lo ha expresado muy claramente: “Es en el sistema de intercambio, a través del proceso de disiribucién, donde aparecen juntas las ofertas de los producrores y las demandas de los consumidores. En este sentido, las intercone- xiones de la red de intercambio son los hilos que mantienen nia ala sociedad." Y que mantienen unidas a las regiones, podrfamos agregar. "La influcnc determinante del espacio de lor costs de transporte sabe la producién econdmica esl tema principal dela tora de ulcaci clasce, que mayor ‘tents deriva del trabafo de Johann Fletnvich Von Thanen, Yon Thineis oad te, Hall, Londees, 1966. Para una aplicacién interesante de las eas de Von Then en “Mesico, véae Ursula Ewald, "The Yon Talinen principle and agrislcual zonation in colonial Mexico", Journal of Historical Geography, nda. 3, 197, pp. 123-133 Ene lox graf, Claude Batillon, luego de una exea locdente perpicaz als teria de as regionesnacurales (0 geogréhcat) en México, parece enfatiat la funn de peo luceién com la mayor variable defntoia dela rexionalizacisn (oct, pp. 198 ys). [Ete mismo énfsis parece subyacer en la dicisién de la “excala urbana "dl poder productivo de i esfea de influencia (de una ciudad dada" Jorge E. Hardoy y Carmen, ‘Acanovich, "The scale and fimetions of spanish american cites around 1600; Ane tay on methodclogy" (comps) en Richard B. Schacdel, Jorge E. Hardy y Nora Seo. Kinzer (comps), Urbanization inthe Americas from its beginans to the preset, La Haya, 1918, pp. 63:97 Waeeny op it, p. 1. Para citar a Carl A. Smith: “El excedente ep un producto del intercambio, no un factor de proc, dado que au nivel depende de les medios templeados para extraeo, no sé de loe usados para prodvctlo” (Exchange syatems and spacial distribution of elites", p. 312). Lae relacones mercantile, com principio ‘central de estructurcicn de las epiones, son particularmentespropiadae paral sone dades campesinaspretndustiale,osstanctalmente preingustales, aun donde exstan formas importantes de produccln po campesina. Su adecuncién al nls regional en las sciodadesindustralizadas, donde lar relaclones de produccin enden «aque 'ir una posicién dominance, es an un problema pendlente. Sabre ete punto, vénse Sith, "Examining sratfication sjotams" p. 96. Como se verd ds adelante, como ‘x nacurslmente obvi en un nivel empiric, ls sistemas de producciony mercanel #0 Aifles de separa en ealidad, dado qe a menudo el tips de produccin te antecedent del ipo de atom de meseads, 110 ‘Consideraciones metodoligicas yteéricas Por lo tanto, ¢salasrelaciones de mercado a quienes deberfamos mirar si quisiéramos entender la naturaleza de las regiones geohist6ricas. Una de las peculiaridades del desarrollo histérico de Mexico, se- _BGn creo, es que -eparte de la presencia perenne de las exportaciones dela industria extractiva, bésicamente en la forma de plata o petrdleo- el pats no se ha encontrado nunca en las garras de los ciclos exporta- dores de monocultivos alos que uno suele asociar con la mayor parte de América Latina. El aztcar y el café en Brasil serian ejemplos de estos ciclos de auge/decadencia, el guano y el azdcar en Perd, el va- cuno, el ovino y el trigo en Argentina, etc.” Por lo tanto, no existen ‘muchas instancias de regi6n embudo o dendritica para examinar la historia de México y ciertamente ninguna que ocupara semejante pa- pel central en el desarrollo econémico del pafs en su conjunto, como las mencionadas més arriba. Sin embargo, dos casos que ilustran as- ppectos del tipo embudo/dendritico son la economia azucarera del érea de Morelos, que abarca el siglo XIX, y el desarrollo de la industria he- rnequera en Yucatén, durante la misma centuria. Es precisamente la falta de tales regiones desbalanceadas, con dominio de las exportacio- nes, lo que hace relativamente frecuente en México el tipo regional de olla'a presign colar; y los dos casos que desearia diseutir brevemente son los de la regién de Guadalajara y parte de la diécesis colonial de Michoacén2! Lo que uno espera observar en regiones estructuradas a lo largo 2 Por supueste, exist un cuerpo historiogrfice enorme sobre estos ciclos eo- rnémicot y los efectos sociales y poldcee vinculador con las exportaciones de biencs primarios,incluyendo lo estudios de caso y lor més generale, a lo largo de le teria fe la dependencia. Una colecién de eneayesparticularmenteineresances, que eubren la mayor parte de América Latina en el peredo portindependiente eel ditado por Kenneth Duncan etal, citado mis ariba(véae nota 17) 21 La dscusidn sobre el Morelos calonialypoxcolonal e basa sustancialmente en Chen E. Martin, Rural society in colnial Merebs, Albuquerque, 1985, y en Gullo. ela Pets, A cy of fromies: agiculwre, police and ritual the Morelos hghlans of Mexico, Austin, 1961. El material sobre Yucatan ha silo extrado de Robert W. Patch, ‘Agrarian change in eighteenth-century Ycatan” en Hipnic American lsc al Review, nm. 65, 1985, pp. 21-495 Amold Stickon, “Hacicnde and plantation in Yu ‘atan: An historical ecological consideration ofthe folkcurhan continuum in Yucatan” fen AmndricaIdigna, rim. 25, 1965, pp. 356, y Allen Welly cata’ ged age, ue l aurore facil gensimente antes dein primi La discusgn sobre la region colonial de Guadalajara se bata enteramenta en tals de doctored, "Rural if in eightecath entry México: The Guadalajara region, 1675-1820", 2 vo, University of California, Betkeley, 1978, yla del Michoacin colonial, en Claude Morin, Michoasen en la Nueva pata del sil 2, op. ei Bric Van Young ul de lineas dendriticas de organizacién interna es una orientacién hacia el exterior con el prop6sito de comerciar un solo bien exporcable ~de allfla metAfora del embudo. Seguramente, éste podria ser el caso de la zona azucarera de Morelos durante el periodo colonial y, ain més mar- cadamente, tambign en el siglo IK, con la considerable expansién de la industria y el advenimiento del ferrocarril. Més atin, uno podria es- perar ver la atrofa de los laaos comerciales internos; el aplastamiento| de la jerarqufa regional urbana produciendo una extrema falra de re- ‘gularidad logaritmica esto es, el dominio de la ciudad factoria y/o una metrépoli externa en el flujo de bienes hacia dentro o hacia afuera de la regi6n-, un alto grado de concentracién de la propiedad, una simpli- ficaci6n del sistema de estratificacién social. Respecto dal resquebra jamiento de los vinculos comerciales internos, algunos de los pueblos coloniales del érea como Yautepec y Cuautla~ parecen ser por cierto puntos nodulares de un sistema dendrftico concentrado en la ciudad de México.2? Dado que la produccién regional de azticar posiblemente no podia ser consumida localmente, tanto en el periodo colonial como cen el independiente, la ciudad de México ha servido como el mayor mercado y consecuentemente como la ciudad regional primario, exhi biendo un grado extremadamente alto de primacta # Todos los estu- 22 Dela Pei, A legacy of promises, pp. 25:26. Vase tambicn las considersclonet sobre esa caracertica de los sistemas reyionales dendriieos en Carol A. Sith, How ‘marketing syscems affect economic opportunity, pp. 133-138 y "Exchange tee nd the special disubution of elites", pp. 336-337. Compérese alemés con el ane de ‘Gordon Appleby hablando de ar zonat exportdoras de lana dal alplane peruano en le ‘ra moderna, en “Export monoculute snd regional structure in Puno, ens" en Sich (Comp), Regional anal, vel 2, pp. 291-307: “Cuanto me tera concentrada en pocas manos, menor canidad de cometciantes necearoe para servi alos productoree ¥ mayor nlimero de comerciantes locales asaltados por la grandes case mercanties en Is centro de nivel més lt, y,consecuentemente, mayorel grado de pects exhibido cen el dea de exporiacién®(p. 294), Sole el mercado de la civdad de México para el axicar de Morelos, vésse un articulo interesante de Horacio Crespo, “El ardcar en of mercado dela cislad de ‘México, 1885-1910", en Horacio Crespo (coor), Moelas eco sigs de a histor v- onal, México, 1984 pp. 165-222, past Loe cuadron de Crp (p. 204 indican que Slo cerca de 4% de Is produccim azucarera total de México se exportaba en prome: io, ere 1893 y 1911, partienda de un umbral casi sin esporeaciones en 1899/1900, ‘un clevado 8% ina década deepuse, Gran parte dela producsion arucarera durante el perio colonial se destinaba también al consumo intemo dentro del cent de veel ‘ato mismo, princpalmente al mercado dela ciudad de Maxie sobre ete punto, sare Gisela yon Wobese, "Ls haciendas azucareras de Cuernavaca y usta en ls épccco Tonia, en Crespo (coord), op et, pp. 107-113, passim. Las exporcicionesarueareras 12 ‘Consideraciones metodoliyias ytebricas diosos de la 20na exportadora de Morelos han apuntado la tendencia a Ta concentracién de la propiedad en las reas azucareras a través del tiempo, debidp a la posibilidad de formacién de economias de es- ccala que oftecfa tal concentracién, entre otros factores.4 Finalmente, tanto Guillermo de la Pefia como Cheryl Martin sefialan en sus es- tudios la simplificacién social de las reas rurales bajo el impacto del andcar. Es decir, sus efectos homogeneizantes: la tendencia a destruir totalmente a los pequefios productores y a los grupos intermediarios yen el caso de Martin, en particular, el resurgimiento y proliferacién de pequefios productores en la primitiva zona exportadora, cuando la producci6n azucarera a gran escala habfa retrocedido desde fines del siglo XVII hasta cerea de 1760.25 el México colonial « Europa fueron (aunque no sempre) generalmente no rentabes, ‘debido alee alos costae detrnsporcecomperados con ls de lox productores carlbeBios {y beasleon; vase mi ensayo inédito, "The Cortes ingenio at Tus: a stayin eco omic decline” (1970), Sabce a ina de coplaciad logasonice como una mea de Te pimacia urbane, véae Willits 2 Me Greevey"A staitical analy of primacy and lognormaity in the size dstibution of Latin American cities, 1750-1960" en Richard Me Moree (camp), The aban development of Lan Ames, 1750-1920, Send 1971, pp. 116-129, La reglaridadlogartanica sii que el umafio dela poblacién Je una ‘had se relaiona con su rango en una jrarqua urbana; Le, le segunda ciudad es a Iritad del tamaio dela primers la terera crn rerci de a primer, ete. Los evadees de ‘Me Greevey (p. 121, cudeo 2) Indien que la cud de México demuestra ol mds em brane y notable grado de prinacfa whana (ce falta de reqlaidad logaetmica), ence Tas captales de ocho pais latinoamercance (Mézco, Cuba, Chile, Argentina, Brasil Per, Venervelay Colombia) Sale It concentracion de Is tera y la agresiva expansién de las hactendas srucareras, ver Martin, op cit; Dela Pei, legacy of bremies, Ward Barcet, The ‘gar hacienda ofthe meuces dl Vel, Miseapoi, 1970, Arturo Warman, We come to ebjct: he peau of Mores and the natimal wate, Balkimore, 1981; John Womack, Zapata andthe mesican vevolaion, Nueva York, 1969 y mumerosos ensayos que figuran en lacampllacien de Crespo, ob Be a Pei, A legncy of promises, pp. 29-37, dscute acerca de la heteroge- reidad yocil I economia dvensiicads aaciada en ls ana altas de Moves er el petlodo colonbl, parcularmente en Tayacapan j algunos otcs pueblos, y continda Aescrbiende lo efectos reduccionlstas dela expasén azucarera en los bjs durante filo xx, sobre sea reg6n (pp. 6668). Martin (op et, pp. 124-198) dexcsbe los efectos reduccioninas del regimen del sacar anbre“Ia importante varedad scl” {que se habia deserolado en largin de los bajosazicarerce esta mediados del siglo Xviny concluye que la cultura él azcexey sus dsposciones econcmicaswsociadatex- plican I falta de “simbiorl" cracterstics entre la grandes Unidades productiva los Eampesinos en otra Svea del Mexico central (pp. 215-216). Para un andlisis ar ms racial delahomogensiacin y dela simplifeacién social bajo el apacto del elura del anicar en Ia cowea penuana norte, vése Peter E Klaren, Modemisaton, dca Eric Van Young 13 Quizs el tersitorio nortefio de Yucatén bajo la exportacién del hhenequén durante Ios siglos XIX y principios del XX resulte un caso iis claro de regién embudo o dendrtica. El boom del henequén de ‘Yucardn es un caso interesante porque ~a diferencia de la 20a azu- carera de Morelos en la época colonial y el siglo x1x, donde el bien exportable estaba presente casi desde comienzos de la era colonial— allf dicha industria del periodo de auge exportador fue creada ex nihilo ‘ytwo un ciclo relativamente corto. Antes que el henequén aleanzara Ja hegemonfa en la tiltima mitad del siglo x1X, la peninsula era esen- cialmente periférica, una genuina economia aislada. En un excelente articulo reciente y en otro trabajo anterior, Robert Patch ha descrito la dinémica basica de la economia colonial en términos llamativamente similares al resto de Nueva Espatia. Aqu{ los elementos bésicos fue- ron la recuperacién demogréfica indigena, la presion sobre la tierra, los cenormes establecimientos rurales, los mercados de ganado y ceteales urbanos, etc.: en suma, una.o muchas situaciones de olla a presién que cconstitufan una cantidad de pequestos complejos regionales.® Poco después, lo que en cualquier otra parte puede haber sido un ciclo ex- portador, adquirié a forma de “un episodio” en Yucatan, segtin la frase de Howard Cline2? Se trataba del desarrollo de la industria acucarere alo largo de la frontera sudeste durante el periodo 1750-1850. A pesar ti and eprom: oigins ofthe pean apis pry, 1870-1932, Austin, 1973. Klaren ? Por contraste con las regiones embudo/dendriticas que acabo de escribir, partes de la diécesis de Michoacén y el extenso hinterland de Guadalajara desplegaron notables caracterfsticas de tipo regional olla apresidn/solar. Considerando a Michoacan en su conjunto, un criterio de diagnéstico para la falta de una fuerte estructura embudo/dendri- tica es el consumo interno de productos frecuentemente asociado en todas partes con los mercados de exportacién, como el azticar. En las postrimerfas del siglo XVII, por ejemplo, s6lo alrededor del 25% de la produccién azucarera de 170 000 arrobas de la discesis se desti- rnaba a la exportacién 3} Orra caracterttica de orientacién intema era 21 Wel, Yeats plied age, 9p. 91-92, 94; sgn Wells el rnin adecado para exe elects indieco del deals neg vners excl econ, Vewe time Srkon, “Hacienda and plantation p39 y Appleby “Export monoculture tnd regonal socal sructure, pp. 292293, reid cpeiamene «Tucan Pars ‘nwanciay snlves sobre lo vnculos silico ntenegionales que una fegonet exportadoras con fos deem y défi slimentaio con eons sbartecelote de Shmentos, véac bs coraideracones de Carl A. Sith eel oe de Guntenae (el Café en os lanes, a preduccign de alimentos en ln st), en “Examinigeleation Systems" pp 100y st; Dela Petia, A gay of roms, passin (anicar en ban ‘mente a os alts) y os taboo citadon onl nota 17. Esta “parejas sabia nos devucven «la culo orginal de qo elo que conetnae wa rep Po hemp, Del Pt (bd, p23), ale a os alto de Morelo camo ele minor con eran una rein dna, diferencadshitricamene de lo hajoevecinoy, lta Wels (hueaun's ied age pp 7-8) prefer la es de una “dependenciincrateponal™ dn d una opin enicabe, Van, nga orl Sbrgnes"donant” "marge "Soh, "How makevng ems aft economic oppornuty’,p. 138; vee también Appleby, “Export monocueure snd ronal social wrucrire™, gp. 294, 302 303. Hass fo qua conoao, an no se bates rgd eto ecanivo de es sucrres de mercado de cas dos reionesyucatecas fo oan, mis coches emo la deo onto ators son altaente tetas 28 Merin, Michoacan en la Nuews Espa, p. 164 La evdencia que aduce Morin on respeto al comerio de salen oxo palo (p. 147) pera probe als grado de 116 (Consieracomes merodoligicasy tedricas Ja presencia de ferias periédicas en pueblos pequeitos y medianes y en algunas ciudades més grandes: Zamora y Tangancfcuaro los domingos, Pétecuaro los viernes, Valladolid los jueves, etc. ¥ rodavia aparecen ‘oftos signos de un modelo olla a presién/solar en la forma de mecanis- ‘mos mercantiles locales relativamente complejos y generalizados y en ‘comerinliacién en el obispado con relacén a los mercados externas, no es convin- tem, dado quel sal -aun ene vlejo mundo y aun en las economia no monetzadae rum artic tradicionalmente comercialindoa larga distancia pr su alto valor uri- ariot lalo debiacomerciare,seguramente era la sal. Sia embargo la mayor pare Ade le producctGn algodoners ea exportada dede ese obispado (p. 145). Uno de los problemas que presents el libro de Moca, a pesar de ser muy bueno, es precismente e fo diferencias salicientemente rgiones coberentes dentro del obispade de Michcacd, ‘leu carece de sentido como entidad en y por sf mismo. No obstantey lox arguments Tentatwor que empleamis sobre las replones,basndones en el abajo de Morin, pae= ten jstificaree acre Ia bate de que Ia mayors de sus datos abarcan el obspado en s Conjunto ~7 come el Conjunto ne debe haber excedido la suma de ls parter- sus cifras ‘epeaitat el funcionnmiente de a replonse components, roe meso. St Modn,op tsp. 153, La presencia stmencia de pertodicKlad mercanti en Tos sistemas de em plasamiento central es importante por tratere de un indicador de lana furaleray del grado dela Jerquta urbana intrarregonal, del grado de oportundades de ‘Consumo, y del grado de vinculaioneslateale en ls nlveles més bajo e intermediox Se lajerargul. Para una disewsign sobre le periodicidad y su importancia, vésse los ‘numerovos trabajos de Carol A. Smith ya ctadon, edemds de varios de los ensayos de Ta coleceiin que editara Repl anahss, especiaimente el de William Skinner, éase también G, William Skinner, “Marketing snd social struceure in rural China” (parte 1) en Jack M, Pots, May N. Dist y George M. Foster (comps), Feasne society reader, ‘Boston, 1967, pp. 63.97, Para un renmen del argamento de eperieicidod ver Hasse, “Trade, cibwe and ransporaion. La dace tdeca de Smich sobre los sists deem. platamieneo central, «los que se refiere en un ariculo (“Exchange systems and the patel dseibucion of elt) como a estruccure mercantile “administradas” 0 “par Calmente comercalzadas” (donde extablece, sin embargo, lot lneamlentosesenca Dara ratamiente dele cator emplrcos en Mésio), es otablemente desajstada. En Teeminoe generals su sofsticado ands no dene en cuenta: 1) ls relaciones inte ‘Bonals; 2) ls regionessociedade agrrias en la que la producién de bienesprimarioe ‘xyorables no ei en manor de lox campesinos productores, pero ea las cules toe ex [petimentan ipa relaciin am biStica con ls productores de articulosen gran escla[te, Fcicndasy plantaiones) cbr exe punto, véase su discusiSn en op. ck, pp. 336 1337), 3) la dferentacin intare ity regional através del tiempo (ce, su andlss ex ‘stce). Con repecto aloe satematslares de emplazamiento central, &on no Incompatibles con la exitencia de una peiodicided mercanti, « pesarde estar carac: terizados por una jerayufa urbana tunca (genersimente de dos nivees) yun marcado sgado de primacta regional wens Bric Vn Young 117 Ta importacién muy limitada de alimentos, con excepcién de algunos rubros de alto valor unitario como bebidas alcohélicas y cacao> La region de Guadalajara durante el periodo colonial tardio y los comienzos del siglo XIX proporciona un ejemplo més claro del tipo de olla a presiénAolar en el sistema de emplazamiento central o, al me- ‘nos, uno mejor conocido por m{. Guadalajara, la capital politica y ad- rministrativa del érea, funcionsba por cierto como una ciudad regional primaria y la jeraqufa urbana de su extendido hinterland demostraba tun grado concomitantemente alto de falta de regularidad logaritmica. Empleando el volumen de saldos comerciales para un grupo de pue~ blos escogidos de la regisn de Guadalajara en 1800 como un indicador del tamafio del pueblo, log saldos en la ciudad primaria eran més de 25 veces mayores que su rival més préximo en la regi6n, el importante pueblo provincial de La Barca.% En consecuencia, la estructura co- ‘mercial y mercantl de la regién desplegaba las caracteristicas que se esperarfan encontrar aproximadamente en el tipo olla a presién/solat. Entonces a pesar de la tendencia reduccionista de las relaciones co- merciales centradas en la ciudad regional primaria, los poblados rurales tenfan al menos algunos lazes laterales en términos de las re~ laciones crediticias, los comerciantesitinerantes, las ferias periédicas, crc. Por ofro lado, la especializacion productiva intrarregional, aun- que existfa, estaba limitada3? Una reclasificacién y andlisis de los 23 Morin, Michoacan en ls Nueva Espa, pp. 145,153 y 8. 436 Vin Young, “Rural hfe in eighisenth sentry Mércc™, cusdro 113, p. 518; la fence @ la Billoueca del Extado (Guadalaara) Archivo Fiscal de la Audiencia de ‘Nueva Galicia, vol. 218; los valores se dervan de losers de las slabala sn in- clu inca ¢ iar, con base en una tats general del 6%. Por contrasts con la reg dle Gusdalajra une de ls Gniess pecularidades del Bufo en la misma 6poca eras red urbana menos sexgada la cual desplegaba una dimenaién de dabuclén de sus pueblos con reguleidadlogartmea; John Wibel y ese dela Crus, "Mexico", en Mores (comp), The urhan develfment of Ltn America, p. 98; ver tarblén Alejandrs Moreno “Toscano, "Regional economy and urbanization: Three example of the relationship be- ‘teen cies and regons in New Spain a he end of the xv cent, en Schaedel, Hlardoyy Kine (compe), Unban inthe Americas pp. 399-424 y Richard Mo “The urban development of colonial spanish America" bridge hitory of Lan. Ameria, vo. 2 pp 87-104 "Paz in comentario general sobre la etracrra regional sols, véae Carol A. ‘Smith, “Regional economic systems", en Smith (comp), Regonal nays ve. 1, pp. 3 63, especialmente pp. 36 ys. Smith pone certo énais en que “las comunidades cam- pesins en] los mteriands (de una ciudad primal) se expecalian, cada una, en un producto datntvo ara el mercado". Fn la regia de Gusdalajare, esta eapecialiacin ‘xk por lero, pero seta un problema intrincado medi su sigalicade relativ. ‘Bethell (comp), The Camm 18 Consderaciones metndolgeas tericas datos desarolladosen un tratado estaditico de mediados del sigloxrX, realizado por un gesgrafofestadigrafo, revela un enorme grado de ho- ‘mogeneidad en la red comercial regional y una jerarqufa urbana acha- tada, aproximandcke a la disposicién de dos grupos que se esperaria encontrar en tal tipo regional. De los casi 20 pueblos abarcados en el fescudio ~cuyos establecimientos comerciales he clasificado de acuerdo on la simple division en tres partes de Ia actividad minorista, servi- Cis y artesanado- un promedio de dos tercios tenfa pequefics esta- blecimientos minorista, mientras que el resto posefa los de servicios y artesanales, Los pueblos ubicados a cierta distancia de Guadalajara en zonas agricolas de temporal, con economfas mixtas de cereales y ga nado, tendian a tener porcentajes muy altos de establecimientos mi- horistas, mientras que la regi6n en su conjunto parecta haber desa- frollado un grado relativamente bajo de especializacién intrarregio- ral con vinculos vertcales fuertes y horizontales comparativamente ‘més débiles. Algunes comercios rurales, asf como los establecimien- tos més grandes en los pueblos provinciales, negociaban mayormente patios, comida y ferreterfa; tendfan a tener inventarios limitados y ha bitualmente llevaban en sus libros una gran cantidad de deudas m pequenas, muchas de ellas de indios campesinos aseguradas con var prendas, que incluian armas, instrumentos agricola, artculos de vestit ¥ objetos religiosos.¥ Finalmente, a pesar de la creciente comerciali- 2acion agricola las caracterstics de la propiedad y la proletarizacién frural, la regi6n sostenfa una estructura agrariallamativamente com- pleja, que inclufa un grupo importante de familias granjeras indepen dientes -o rancheros- y una dispersin signifcativa de intermediarios rurales, con ocupaciones plurales ~que proporcionaron un crédito co- ‘mercial importante yrealizaron tareas de corretaje— en la economia y sociedad regionales. Mi dlkimo punto tiene que ver con las implicaciones de tales ca- racterstica regionales para la integracién econémica y social total de México, Si el modelo olla a presién/solar tiene algén valor predictivo para las economias repionales, esperariamos ver tres rasgos de tales Sistemas: 1) mercados de un tipo muy limitado geogrficamente para casi todo, excepto para los bienes comercialisables de valor elevado y 38 Van Young, “Rural ie in sighteenth-centory Mesico", pp. $19-527 y véase también mi articuloingdito, “Rural middlemen in bourbon Mexico: The Guadalajara ‘Sountzyide in the eighteenth century”, American Historical Assocation, Anal Mee- Sng Washingron, 982 1 Eric Van Young 9 poco volumen; 2) niveles bajos de exportaciones regionales para bie- nes agricolas y 3) un generalizado bajo nivel de intercambio comercial entre regiones de este tipo, constituyendo un espacio econémico ma- yor. Tomando el caso de la regi6n de Guadalajara, estas caracteristicas son las que de hecho se observan alrededor de 1800 y probablemente mucho antes. Semejante conclusi6n implica incluso una significacién ‘mayor, porque esta rea de Nueva Espaia se cita tipicamente como ‘una de las mas dinmicas del periodo colonial tardio de Nueva Espafia, junto con las del Bajfo y Michoacan. Para el propésito de la discusiGn, sise analizan las cifras de produccién y del comercio regionales consig- nados en un informe de 1803 de Fernando de Abascal, el intendente de Guadalajara, se aprecia que las exportaciones netas dela intenden- cia eran comparativamente pequefias. Del producto bruto regional (PR) total de cerca de 8 729 000 pesos, éstas implicaban 443 000 pe- s0s-~alrededor de 5% de estePR, aproximadamente 10 pesos per capita, para la mayorta de la poblacién de la regi6n de Guadalajara. Sise eli minan los datos de la produccién minera ~virtualmente todo lo que se exportaba desde esa intendencia~ las cifras caen @ 2%, Més atin, sise aumentan en un 50% las cifras de la produccién maicera que da ‘Abascal (lo cual parece razonable en funcidn de corregir el subregistro de la produccién de subsistencia de este articulo bisico) la cifta de las exportaciones caeré més atin necesariamente [véase cuadro] 41 © Enrique Florescano e Isabel Gil Séncher, 1750-1808; La époce de las wefor ‘mas Borbdnlcas 5 dl crecimieno ceonémico, Cuadernos de raha del Departament 4e Investigaciones Hisrércas, Ineinuta Nacional de Antopologi ¢ Historia, Mésico, 1974, pp. 148y se; Morin, Midhracin en a Nuews Espa, pain +P informede Abaca ext pulicado en E.Flovexcanoe1, Gil Sinches (Compa), ‘Deseniioneseconémicas resonales de Nueva Espa. Prins del centro, suet 9 1766-1827, México, 1976, pp. 108-132, “Provincia de Guadalajara. Ext que muestra Jos ruts [..] en el uo 1803") pesiblemente ext basado en los reyes iezmosy de impuesos + las ventas. He dispeato de ota forma los datos de Abatesl yy hecho algunos cleulos por mi cuenta, corcluyendo en une quiebra Brea del pro- duces y el comercloreglonals pari de varios sectonesindustaas de Ie economia, como se Ve # parts de les datoe del cuadro, Jntamente,n0 exh claro lo que Abeeeal tetendia por la denominacion “Provincia de Guadalajara", aunque posblemente ee Sirs la ntendencia, una unldad mayor que se sobrepon a rgién de Guadalajara, como be tratado de defniria (Van Young Hacienda and markt, pp. 11-27); pot lo tanto, Imiscileulos son slo una aproximacién poco precisa. En conaectenca at cae no concemplan el contrabendo dentro o fiers de In regién. Abacal proporcions una cfs ara "comercic",en su tubo “impartacines", de 2 241 000 pesos, pero de lox totales Sve claro que data es ima cfr diferente del toal de las importaciones epecticadas Daj las categories de apical, gunadert, ec, y debe haberse tratado de Menes mi 120 ‘Consideractones metodoldgicas teéricas Rano Valor de Valor toral Valor ual Valor new [1] [2] (econ —laprodue delasim- delasex- de lasex- Industria) eifm:oxaly ponaciones pomaciones poraciones Agricultura 3051.00 151.000 904.000 743.000 25% 9% Ganaderia, 1.341.000 _ 261.000 261.000 19% 3% Industria 1.320.000 ~ 69.000 624000 555.000 42% 6% Astafcuero "407.000 128.000 199000 71.000 17% 1% Textiles 1.620.000 136.000 308000 172.000 11% 2% Minerales 990.000 12.000 884.000 872.000 88% 10% [1] Valor neto de las exportaciones como porcentae de a produccin [2] Valor nezo dela exporeaciones como porcentaje de Is produc total Fuente: véase nota 4 5 rufaccurados. Porlo tants e jutiicable dejar ets cfs fuera de los cleus, cuando ‘se deciucen ls exportaciones neta (exportaciones brutas mence importaciones brutat en todce los ramos, excepto comarca). Sustrayendo el valor del “comercio® (2 241 O00 pesor) de las exportacionesnetas (2 684 000 pesos) obrencics la cia de 443 000 pe fone comercio total poiva par ete af, Lingo vidios etre el “producto beta reonal” (8 729 000 pens) prodaciendo unbalance comercial postive de 5% del FAR, pertende de una polocin regional de ceen de 500 000 habitants (peiklemente una base un poco consarvadors); para la poblacién,wéate Vin. Young, Hacienda and mares, p. 36:37 y las cfs all cltadas. Con repecto a I produccién regional de mat al papel dela experacionesmaiceras ene otal regional, ans eilulos son demasiado ge- eral. Hl informe de Abaacal estina la producevin total de mais de I “provincia” en 1860 000 faneque para 1803, de ar cules se exportaban unas #44100 (no ve suiere hacia dénde), ose, cerca de 24% [a 1 pesflanegal. Con un edleulo total de unas 500 000 persona, el monto real de mals necererin par alimencarias aria sido de 2 750.000 fancier, 0 alrededcr de 900 000 més (cores de 50%) quel dato de Abescl {Bite eculo se base en que un adulto medio de sexo masculing podria const nor. imalmente unas siete fanegassnale yuna fms de 4.3 personas cerca de 3 fares. “He tomado las bajas dels estimaciones para Ia fala, la queda un consumo pet ‘fpita anual promedio de 5.5 fanegis. Para ls estimacionce de consumo, ver Hasig tvade, tute, end transportation, pp. 20-21 Sila ea de 2 750.000 fangs eth mse ‘ercana ala ela dela preiucién repional tcl de mat, ego la cxntided exportada 445.000 fanegas-cae de 24% 216% del total dela produceign. Un consumo me bajo de mats s causa dela illzcién de gp dentro dels “provincia”, baba estado posble- ‘mente equlibrado por el empleo de mats para cia ceos v of gunado. En e mismo ‘ede una producién total de uigo de 54287 carga la "provinesa” exports cerca de 20890 o sea 35%. Esta proporcin 25:1 entre las exportaciones de tigey ls de mais ‘dene sentido sl exiafa un excedente exportable “regional” sustancial, porque el mismo ‘conto de transporte unitario pola proporcionsr un beneficio mayor & los exportado- res debido al precio difeencial en favor del igo. De la produccim ganadera total de 1803-1340 $38 pesos en valor se exportaba cerca de 20% (260 688 pecs), ere la tendencia secular en ls exportacionesganaderae pares haber declinado (Van Young. Hacienda and market, cap. 3). De hecho, low datoe agmentarie (bd, pp. 47, 7, 82) = Ere Vin Your 1 Por consiguiente, lo que se ve ~al menos en este caso y probable- mente también en otras regiones~ es una especie de efecto de iceberg, en el que s6lo Ta punta de la economfa regional lograba un nexo €0- mercial més amplio, mientras que la enorme masa restante producia, consumfa y comerciaba slo en un nivel intrarregional, legando casi a Ja no comercializacién. De un modo general, afin se pueden entrever los miltiples niveles de integracién econémica abarcando ls inter- cambios primarios (administracién ¢ impuestos), los intercambios se- cundarios (consumos de bienes durables y de lujo y flujos de capital), los intercambios terciarios (consumos de bienes no durablesen una es- cala comercial y posiblemente la movilidad laboral) y os intercambios cuaternarios (consumos de bienes no durables en pequefia escala) 2 En lugar de una fuerte evidencia indicadora de un comercio interre~ gional sigificativo, los datos sobre el arbitraje entre los precios de los rmercados regionales para articulos como el maiz y otros granos se sue~ len usar para inferir la existencia de tales conexiones comercfales con la economia desarrollada de amplio alcance, que se supone subyacia cen ellas; pero este razonamiento no es totalmente convincente.*3 ara 1803 sugeren que los precot para los tee mayors arfuloe exportable eetaban por Abajo de io normal. Sobre la dea de Falances regionals de pager, vease Assadourlan, El sstena de la economia colori p. 126. “#'Este mismo punto ha sido tratado con frecuencia; nis recientemente por Ri- chard More, "The urban development of colonial spansh America", pp. 80 ys poe David A. Brading "Bourton Spain and is american empire” en Bethel (comp), Came bridge history of Latin Amenca, vol. 1 pp. 380-439 y por Jama Lachart, “Sets org nization and sola change in colonel spanish Ameries" en bt, vol. 2, pp. 265-319. °D Hl excelente ardculo de Héctor Lindo Fuentes “La lied ge Joe dieroe como fuente para la histvia econdmiea”, Historia mevcana vol. 30, 1989, pp. 273-289, fapunea ala elevada coreelacisn dento de los movimientos de pevin en varie regio: res de Nueva Espata, basadosen series de precios disponibles para el siglo xv. Pero también admite que talr movimientos aperentementevimpéticos pueden deberse em ‘gan puree alos efectos de factoresclimatogicosfortstcr otros fuera del mercado, ‘oma al arbitraje de le precie dencro de ls mercadosinterrepionaes (p. 271), Pot (2 lado, el ipo regional ola & presnislar podria mostrar una mazeada “persdes” 0 “viscsidad” en sus espuestas 2 través de los precios, dado que estos sistemas son pica ‘mente sujetos de obligaciones no mercantles (ve. police) y, por au naturales ext, unidos debmente a otasreglones; sobre este punto, véase Carol A. Smith, *Regicnal ‘economic arem#”, p. 336, Mi tabao sore [a regign de Gusdolojare indica un de- sarolo de mercado relativamente tard, cal totalmente lnraregional en su sean, Didcricomente sia Introduccion de ariclos de consumo béicn deade al extern au fn tempos de css seers; Hacirda and marke, cape. 3-5. Entonces, as infere de una comelacién alta de loe movimientos del precio del producto basic, que lee pre ior staban arbitréviowe «lege ecal, el mercado intarzepional reltara como de 122 CConsideraclones metodoligicasy ebricas Finalmente, ‘cuales son las implicaciones de una estructura re- szonal semejante para la sociedad en su conjunto? Primero ~y lo més obvio— ésta indicy una integraci6n horizontal o espacial débil y, de al- guna forma, se orienta a explicar las notables tendencias centrifugas mexicanas durante el periodo colonial y aun después de la indepen- dencia. Segundo, la debilidad de Ia articulacién horizontal se relacio- narfa directamente con la debilidad de la vertical ~o articulacién so- ciopolitica~ dado que probablemente indicarfa una divisi6n social del trabajo relativamente baja. Es admisible que uno encuentre aqui tn modelo con formas extravagantes, con campos de distorsion altede- dor de las éreas mineras, de los centros administrativos y de la siempre anémala ciudad de México. Y, tercero, se esperatia observar que dicha sociedad tendiera a romper sus partes constitutivas a lo largo de las Iineas de presién preexistentes que acabo de sefialar, en tiempos de crisis politica aguda, Esto es exactamente lo que sucedié en los afios posteriores a 1810, en los que, a través de la historia social de la re- beli6n, se podria rastrear la huella profunda de la desarticulacién de la sociedad mexicana hasta descender al nivel de los poblados. ‘conluir que porate dos pacientes tienen temperatura alts ambee suten dela misma (enfermedad, Morin, Mahoacin ela Nuewa Espana, pp. 195-201, trata este punto muy Claramente al notat fa amplia variacion de precior de una localidad a otra dento del ‘hrpada, la eis de sus movimientox: “Otros elerplos podrian confirmar la exs- {enciade mercadoe locals en los que lo precio se prsencan en forma anérquica, en devacuerdo con imagen de un espacio uncedo por una rede intercambo ena cual Jee precios capo ae dicrencian ma que en funciin de patos de tanvporte. Estas des ‘gualdades revelan una integracion muy deecrvose, pus los tcercamblor de un hig {foto no obedacen ala regla de la nimizackin de le cottos de [a msi wid” (p. 196). Concluye Morin: “A peat del valumen del intercambioy de Ia importancia 4e le mereados, y con todo y que la actividad comercial se ampla incesantemente, la ‘Seculacgn de blenes sigue recimiendo #eenicae y medicesumamentedistntze de loe tmecanianis de una economia de mereado” (p. 201) [En castllano eno orignal. daz) LOS ESTUDIOS REGIONALES Y LA ANTROPOLOGIA SOCIAL EN MEXICO* GUILLERMO DE LA PENA Angel Palerm (1917-1980) in Memoriam ESEGUIMOS SIENDO ANTROPOLOGOS SOCIALES? En un compendioso articulo sobre 1a “civilizacién rural” europea, Emmanuel Leroy Ladurie! ha sefialado dos constantes en la maltisecu- lar historia de las sociedades agrarias (0 “campesinas"). Primera: la estructura que presenta cualquiera de ellas en un momento dado es producto de langos procesos acumulativos; su historia es “estratigra- fica’; perdura el pasado uno y miltiple- a través de los efectos de * Reine Enid Hit 9 Sac ol 1 nn, 8, cot de 1981 9p 48.93. Angus miler oracle ego da evar onc ba$e ‘lene eximalde porn porcine per slaveigade onl Poptaa Se Exul Regonlae ol Ost e Mento, sumcnd per ae SM choscin el Creo de veigecioas Supertones dnl poten fnscom0 tna cmcacnfeprda pel Spouse Furor dela Anoop: bgaacpoemetzana il Renin de Acclaion ets de Ancopeega Rice Jane iode 1980 Meters pr nrtnin deed vio pe Dormia dla antag mencns Scat» umn Comes (om) Lace ‘eid elcads en sk Teyerng segs ondawe Inert Wes 56 yn ane (Laat eoMenca Param con Samp slog vadel agin Cenaetrlar on sce, Dace pops Blogs Se México, Mesto, 1979). 7 oeee ven Eamanil iy Lali, The eof thsi, Hares Nusa 123 124 xis regionals 9 ancropologta 1a evolucién recnoldgica, los movimientos demograficos, las catéstro- fes naturales, la sabiduxfa tradicional cristalizada en stmbolos. Segun- da: el comportamjento de una unidad social determinada (grupo Es por esto, como Dupfquiert ha sugerido, que la demogratia his- ’6rica fue capaz de definirse como un campo nuevo, porque aplicé nue- vas técnicas a fuentes establecidas originalmente, no para propésitos 1981, ee oe SPIE Ogle “Repenal Jemogapic ate inthe a, Jaumal of Hird ‘Geography vol. xi, nim. 2 (en proceso), 1986. ‘i ‘ 'A.Reenoud, °O8 vas demogaphieRtorguel Ana de contenu da Uogaphenterainae” Dasimento pba prventnd n emer redoods sredenopas hia dla Contec Ger ele Ui neal ee ug Gent de Flan, Fen, Sa 1d ja de 188 eens option geoph). Care (comp), Geog ‘yan pao Aretha, Reganon Oi, 159 9h Lah 170 Demograftahistrica regi a la publicacién de, por ejemplo, la coleccién de ensayos de Glass y Eversley3® han visto la luz un ntimero considerable de textos de in~ troduceién al tema,’ un nuevo periSdico, Annales de Démographie Historique, y un montén de material publicado en libros y divulgado por publicaciones histricas peridicas. Perrenau” sefald que la de Thografahist6rica ocupa un lugar imporeante en la demograffa gene aly un 13% de los titulo ineluidos en el Population Index entre 197 71984 eran de tema histérico. Las estimaciones de la International Bibliography of Historical Demography para el mismo periodo regis- tran quie la mayoria de los ttulos se refieren a periodos del siglo XVI En adelante y que el dominio regional de Europa es adn sobresaliente. Un 80% de los estudios provienen generalmente de los paises desarro- Ilados, pero en los afi recientes se ha visto una intensificacion de las investigaciones en Africa, Asia, América Central el Caribe EN BUSCA DEL MODELO AMPLIO Mientras los resultados de la bisqueda empirica detallala referentes ‘ala demografiahist6rica, han ido apareciendo, se ha hecho necesario bicarlos en un contexto amplio. La demografia histérica ha genera- Yo muchos temas, podemos tomar cuatro de ejemplo, que han sido Faertemente sometidos a debate tanto oralmente como en publicacio- nes tanto en Gran Bretafia como en otros patses. Todos ellos son de jmpoceancia para el entendimiento de la dinamica de la poblacién re- gional en el pasado y algunos tienen implicaciones para entender la demografia contemporanea, ‘Malthus, fertlidad y matrimonio, No obstante las consiguientes ispuras sobre lo que Malthus estableci6 o sobre lo que se presume Sl especto, o cierto es que él pone laclave de la evesti6n poblacional 35 DV. Glass DE, C. Everly (comps er Popudations in histor essays in sari demography, Amol Londres, 1965. BEE A Wridey “Family reconatation”, op cit, 1966; Population and Natory Weidenfeld and Nicole, Londres, 199; H. Hollingsworth, Hitoncal demography CaaS University Preny, ithaca, 1969; B Gallaume y J F Poussou, Démgaphic hi (ane Armand Colin, Pars, 1970; M. L Marco y H. Charkonnesu, Déogapie Fist, Preses Universes de France, Pari, 19795. D.Wiligan y KA. Lymchy of cit, 1982; J Dupaquies op BTA. errenaud, oP PE Oplen i de las sociedades tradicionales en la relacién entre pobl: la relacién entre poblacisn y recur- sos, entre hombre y entomo. Gran parte del debate se ha enfocado én particular al funcionamiento, en diferentes periodos y lugares, de Jas mermas "positivas” de crecimiento de poblaci6n, principalmente enfermedades y hambre, y de las metmas “preventivas" por matrimo- rio tardfo y en consecuencia, de una baja en la ferilidad. Recientes trabajos tealizados en Inglaterra indican que la comprensién de las li- {gas entre demagraffa y economia no solamente nos ayudan a entender Tas fluctuaciones de la poblacién a corto plazo, sino que nos pueden proporcionar la clave para comprender “uno de los cambios funda- mmentales en Ta historia de la sociedad’, Ia revolucién industrial de finales del siglo X¥IH y principios delXxtk. El trabajo de estos aurores, ue stare el peiodo 1541-187 perme un ends dl entamado lemografico de antes y después de la transfor . balgoeson de tines morece a lay cuatro trabajos recientes, ademés del de Wrigley y Schofield, que ometen las ideas de Malthus a un fresco y demparleaeh on tinio. La biograffa de James? es de gran interés en cuanto a que uibica pus de ae dl kami: tn tos coe ta areca su tiempo, Por otra parte, Petersen‘ hace un repaso muy diestro dé las principales eas de Malthus separando muy car significan hoy de lo que la gente cree o espera que signifiquen. Sin embargo el significado total del legado de Malthus fue expuesto en una conferencia en Parfs en 1960; su proceso fue publicado abreviado por Dupdquery oman! elecclonado de 16 trabsjos presents en la misma. [..] Algunos de sus aspectos fueron revisados més adelante en un conferencaefcruada en Cambrige en 1984. a verdadera contribuci6n del magistral erabajo de Wii Schofield es su enfoque apropiado para ver la relacion entre et ddad y mortalidad y crecimiento de la poblaci6n inglesa. Su libro fue un prodigio de técnica cuyo detalle atin esté a discusi6n; tuvo la virtud de MEA. Wilder yR.S. Schofield, op ct sae ae Popa Maks hse and ins, Rouge nd Keg Pal Lo " W. Petenen, Malthus, Heinemann, Londres, 1979. 41]. Duplgule, A. Fauve-Chamoutry E- Greboatk (comp.), Mala past and resent, Academie Press, Londtes 1983. “ibs Cromang i Sbokl, The a often ee a eet ieee eae SEA. WideyyR.S. Schofield, op. ct, 1981 172 Demografia hisSrica y wegion alteror totalmente las bases de la forma de debatir la historia de la po- blacién. Fue recibido con grandes aclamaciones, incluso aceptando los, autores que susciga ms preguntas de las que responde. El libro origi- nal ha sido ya complementado con muchas otras contribuciones de los propios autores; los ensayos de 1985 que formaron parte del namero especial del Journal of Interdsciplnary History (primavera de 1985); y Jos hallazgos que ya han empezado a ser debatidos y reinterpretados.** [.u] Elerabajo de Wrigley y Schofield ha demostrado que la morta- lidad no es el dato determinante, factor sostenido fervorosamente por algunos, y en particular, ha llamado fuertemente la atenciGn, por sus ‘extensas especulaciones acerca de la declinacin de la mortalidad en el sigloXVIIl. Wrigley y Schofield apuntan como dato determinante el cambio en la fertilidad y la nupcialidad como principal elemento en este cambio. [..] Entonces, en contraste con el esquema de la morta- lidad como factor dominante, ejerciendo fuerte presin sobre el equili- brio poblacional, visto en ocasiones como norma del mundo preindus- trial, Inglaterra presenté en el siglo XVIII un esquema con la fertilidad como dominante y ejerciendo baja presién sobre dicho equilibrio. Para eldebare sobre el crecimiento de poblacién en kas postrimerias del siglo ‘4 Porsjermplo, EA. Wigley y RS. Schafeld, “English population history from family reconsdeuton: summary ress, Population Stic, nm. 37, 1983, pp. 157. 84; Whiley, “Marriage, fetlity., ob. cit; Wrigley, “The growth of population in the eighteenth century s conundrum resolved”, Bat and Pesont, adm. 98, pp. 121-150; Wrigley, “Malthus modal of « gre-lodustal economy” en J. Dupaguier eval. (comps), ‘Malthus past and preset, Academic Press, Londres, 1983, pp. 111-124; F- A. Wrigley, “Urban gow and agrculeural change: England and the continent in the eadley mo- dorm poring, Journal of nedacpnary Hater, vol. 15, nam. 4, 1985, pp. 683-728; ‘Schofeld, “The impact of arity and plenty on populstion change in England 1541. 1871", Journal of Inerciplinary Higory, nm. XV, 1983, pp. 265-291; RS. Schofeld, “Through » las darkly che popslation history of England at an experiment in his tory, vol 0: ndm, 4, 1985, pp. 371-394; RS. Schohel, “English marrage paterne revisced, urna of Fay History, vl. x, nim. 1, 1985, pp. 2-20. BH. Lindert, “English ving standards, population growth and Wigley Scho- field”, Explains economic tory, nm. 20, 1983, pp. 131-155; D. Way, "Rather never than ate: cshibacy and age t marriage in english cabor frit 1541-1871", Jour nal of Fay Hisory nde. 9, 1984, pp. 341-355, JA. Gokistone, “The demographic ‘evoluion in England: «re-examination, Prpulation Studies, vo. Xn. 1, 1986, pp. 53, 4 Por ejemplo, T McKeown y R. G. Brown, "Medkeal evidence related en lsh population changes in the eighteenth century, Population Studies, nom. 1, 1955, pp. 119+141; 1 McKeown, The modems rs of population, Amol, Landes, 1976, wee ‘dene Ia reftacion de Schofel, “The impacto." op. ct PE Ogien 13 ‘XVitL, sus hallaagos han aportado determinantes que no lo atribuyen a Ia declinacién de las tasas de mortalidad sino a un aumento de la fer- tilidad explicado por una considerable reduccién en la edad femenina en el primer matrimonio. Los factores determinantes en los cambios de las tasas de fertilidad fueron los del matrimonio mismo més que el control de le natalidad dentro del matrimonio. Esto no significa que la mortalidad y Jos extremos en la misma no sean significativos, pero lo son menos de lo que anteriormente se pre- sumia. Sin embargo, Wrigley"? considera que Malthus identifica co- rrectamente los principales elementos del esquema; este juicio cobra considerables resonancias, especialmente como lo expresa en la dltima edicion del ensayo. [..] No obstante lo que Weir'# anota de que las “fsuras logicas en las evidencias de Wrigley que trazan unas fuertes Iineas preventivas, son un t6pico corriente en el debate”, éstas son un podcroso argu: mento para aumentar las investigaciones de la historia de los patro- nes matitales, especialmente sobre si el hombre y la mujer se casan, cuando y qué tanto es esto una funcién social o un c4lculo econémico, Se necesita saber mucho mas sobre las diferencias entre los gripos so- ciales, las regiones, las edades en los grupos, ere. Macfarlane’? ha su- mado ambas vertientes, la corriente de conocimiento establecida al respecto en Inglaterra y las sendas en que los nuevos hallazgos im ponen nuevas interpretaciones. Por supuesto que la investigacién del comportamiento marital ya estaba totalmente establecida antes de que Wrigley y Schofield la abordaran y fue ciertamente una parte del esti- smulo preciso para su trabajo. Un excelente ejemplo de un temprano ¢ influyente intento de elaboracién de un modelo general descriptivo del comportamiento matrimonial con un fuerte sabor geografico, fue elde Hajnal.1 Al final él argumenta que el patrén europeo, al oeste de una linea ee ae ERT ce preter nna aa Denografiahistrcay reat azada desde Leningrado hasta Trieste ha estado largamente caracte- Slo por unc al cena navinoio yor na propre ambign alta de gente que nunca se casa, Esto tuvo un efecto bésicoso- Fan aeaise dalscxtenimento dels hogar sabre la erlidad, muchas de cuyas ramificaciones fueron convincentemente examina ddas por Chambers% exponiendo la singularidad del patron europe implicitamente ligado a su excepcional desarrollo econémico y socal “Trabajos posteriores han reforzado la validez de las principales ‘ideas de Hajnal: estudios de Princeton (véase més adelante) han con firmado su alcance geogréfico, y otros autores, por ejemplo, Smith,’ hhan profundizado mucho mas en sus origenes histricos, sugiriendo en ‘especial que los patrones europeos son mucho ae ee de logue se habfa pensado. Nadie sostiene, por supuesto, que los patrones Hiaal impliquen una estricta homogeneidad penetrada por diversas ‘normas culturales: Wrigley, en un trabajo doctoral sobre estos mucs- treos, ha establecido que la experiencia inglesa, opuesta a la francesa ya la sueca, ha mostrado que habs variantes significarivas dentro del autén europe. Por ejemplo, el trabajo de Kussmaul® sobre los de- Pendientes en Inglaterra ~peones, choferes, trabajadores de granjas, Eprendices, etc, incluidos dentro de las familias de sus empleadores~ Tuestra que consticuyen el 60% de la poblacién entre los 15 y los 34 afios de edad, lo cual explica claramente el patrén de matrimonio ‘ardio y no universal: el matrimonio en este patron de empleo podria set tardfo o cuando el empleo concluye ya no esté el sujeto en edad juctiva para contraerlo. ean rmaukrelentemenecelénfasisen os studios ha sido puesto en Ja nupcialidad y la fertlidad, los trabajos sobre la mortalidad extrema ya largo plazo que aparece en las comunidades preindustrales, han Tontinuado. Woods® nos proporciona un sumario nutrido al respecto 2). 2 cen nen ane n nn e again aN cane mn es i eof a son esa nan ne ea es. ELUBY A tena. op cpt Fe mtu ter eter chee fe Seely yoy on meat SEED stl pain erty nen to 8 1, PE Ogden 175 ‘ypodemos rferimos también al reciente trabajo de Slacks? sobre elim- acto de la peste en la Inglaterra de los Tudor y de los Estuardo; oa un cstimulante estudio sobre el hombre en la historia de Rotbergy Rabb;5$ 9, como un ejemplo europeo, al de Perrenoud.»? Beier y Finlay® han hecho asimismo contribuciones tiles al estudio de la mortalidad en Londres de 1500 a 1700, La transicin demogréfica. |...) Esta teorfa pretende describie la forma en que los supuestamente altos incontrolados niveles de moz- talidad y fertilidad en las sociedades tradicionales, abren paso a los ni- veles bajos y controlados de las sociedades industriales que han pasado ‘mayormente, aunque sea en forma imprecisa, por un proceso marginal de “modernizacién’”, Se dice que el crecimiento répido de la poblacién se da en los estadios tempranos de transicién, cuando los indices de ‘mortalidad caen répidamente; mientras que los de fertlidad permane- cen altos y van reduciéndose lentamente. No hay duda de que, cuan- do se produjo una transici6n demogréfica fue revolucionaria por l aumento de poblacion que gener6, por ser largamente irreversible porque afecté ala mayor parte de ls términos del desarrollo del mundo de las Gltimas décadas del siglo XIX. La teorfa de la transicién demo- _sréfica fue primero expuesta por Thompson,*! luego desarrollada por Landry y presentada en su forma més amplia por Notestein.*? En 27 Sack, The np plage adr and Sar Egan Rovricdgand Paul, Londres, 1985. = it 3 R. Rotberg y T Rabb (comps.), Hitger and history. The impact of changing food btn nd song asf ce, Cony Oey ron, Cn 3 A Perronoud, La population de Gineve du seine a debut da dcnewidme sl Etude demograpiqu, vol. b Structures et mausements Eivions de a Soci6t Histoire {PArchéologie, 1979; “Conarbuten AI histoire cyligue des maladies. Deux cents ane de vatiole 4 Genave (1580-1810)", en A. E.Imbof (cmp), Mensch und gesndheit der geschichte, Matthesen Verag, Hisum, 1980, “Sur morealité feminine et conditions de la ferme xvexnt aicles Une verication empligue”, Annales de Dimogrephie Hiscrigue, 1981, pp. 89-104 ‘BAL Bokery R.Piey (comps), London 1500-1700. Th ming ofthe mero 1 i, Lege, Landes, 550.90 Thompson, “Poulin, Ameren Jal of Scligy 34, op A. Landry Lawson démographique: dudes et esas su les problimes de la opulaion, Stes, Pars, 1954; Tad de demraphe, Payot, Paro, 1945. 19 E Notestein, “Population: the long view" en TW. Schultz (comp), Food for the word, Chicago Universi Pres, Chicago, 1945; Sunmary ofthe demographic back sound of problems of underdeveloped areas”, Milbank Memorial Fund Quareny nm. 26, 1948, pp. 249-55; “The population ofthe wodd inthe year 2000%,Joumal ofthe 176 Demografiahistbrica y egiin tanto que Ia nocién misma sigue siendo atractiva, no ha permane- So ndemne sobre olen Inglter. Ali ha epi endo oer {Je debate, no solangente porque pretende medir las experiencias del pasado sino por si puede o no ayudar a tender los procesos contem- pordineos en el tercer mundo. nen Las objeciones a la teorfa de la transicién demogréfica se dirijen dlistintos spectos de la misma: se ataca su visiGn de la demografta pre- transicional, su concepto de"modernizacién’, la naturalezade los esta~ thos de ransicion que ellasugicre la ormaen que tiende a superenfa- tisar la naturaleza dependiente de la estructura de la poblacién. Estas Sbjeciones han sido Gemente reunidas por Woods incorporando al ganas de le eas culvadas, por empl, por Caley Wiley! y jesarolladas mas adelante por Caldwell? Algunas nuevas perspec- ceotunas ase por SeccombefS y la utlidad deseripeiva de Ja teoria fue confirmada pot Moin Schofield se muestra particular- mente extremoso al atacar la teorfa de la transici6n: lugar un entendiient dees cambios istics, fee aft- aces dnd potatos pesuncione rte y cmpleaente sates sobre c compara ‘Semtgeitce, Arjen un mismo sc awl sotedades pe- ttantlonsles assy presente, onda ura de content y einclando os lnocnis nmedate dels caacteriins pects dei entrctura econéa y fag de as instituiones 1 de fos sera de valores : Ei een Sit! mci, nm. 1, 190 pp 35-7, "conomi cent i A rey Ea inetd Cones of read Baga she Uren esate 95,7. 159 Tie mn cate BED : ‘ SA on thedampapicaien rca ction tin Cott Riley Re mo erin dhe indi von 9 est Tosede teemtncy Nes om 319 wr = Soe eaten ot ce hang aoe pepsi masa i, 8p 53.7 Ty fey cn, Acne Pr seep toast en sonogic ce oespan spec aver rat nen oan fa ae Oe ee at lemogaphy” New Lf ev nom 17,1983, PPS ain La manson démoguaphie dak monde, Pees Univesiates do Fence Pare 1983 He Seca Trou op eit, p ST a 17 En otzas palabras, la teorfa no incluye ninguna de las deduccio- nes utilizadas por Wrigley y Schofield,”! porque ello bajarfa significa- tivamente la variabilidad e importancia de la nupcialidad y la ferel dad en las sociedades preindustriales; al dejar a la mottalidad como Sinica dinmica variable, “queda el registro concreto como el tnieo ‘mecanismo para ubicar ala poblacién en relacin con sus limitados La importancia del aumento de la ferilidad, para explicar el cre- cimiento de la poblacién inglesa en las postrimerias del siglo XVIU, y han aparecido libros en Alemania, Bélgica,” Italia Rusia,!? Gran Bre- rafa,?# y en el ligeramente diferente caso de Francia.?® El punto de vista de Coale sobre la declinacién de la fertilidad, sugiere® tres con- dictones generales que preceden a una declinacién de la fertilidad ma- Tital: que en el ejercicio de la fertlidad exista una decisin consciente; que Ia reduceisn sea vista como una ventaja social y econémica; y que EA. Wiley The population ony op BRS Schofedl "Hough aut op csp. 57 DA] Cone "The danewabe top ce 1418 Kod, The dsine of fry n Germany 1871-1939, Paceton Unvesny Pe eel ERT Lesthaghe, The dc of gan ey 100-1970, Pncetn Unive Te eam 1977. ree af 2M Liv act, A hiro alin foi ding hela wo cnr, Princeton Univegey Prax Binccion 197 mu ee TX Coe BA Andon y En, Haman fry a Rusia sce nine see curs Princeton Univers Presence 1978 MS ‘aclu, Thebaah oy dine: emegupictraton nie nile ofthe indus evalu, Princeton Univer Pron, Princeton, 1584 * Evvan de Walle, The nae pot of Pnce i he nbecenth cota "comtnuton of 2 dgarmens,Pinceton Univesy Pres, Pines, 1978 Sete 1 Wondof cs pp. 102158 178 Dernografiahistrica y eg. s. Podria decirse, ensuma, Jas téenieas para reducitla se hallen presentes essen que el punto de va de Coalesugiere que slo una sociedad qu pos Csta rs caractergrics eat en condiciones de reduc su fertlidad ‘Algunos otros ejemplos de las implicacionesregionales obrenidas porlos tabajos de Princezon y por ottos trabajos se dan més adlant Bunque Knodel y van de Walle han resumido la mayorta de los hallz- foe Ells hacen el importante sefalamiento de que la decinacin de Ia erolidad en Europa se prodyjobajo nororiamente diversas condicio- wes socioeconémicas y demogrificas y de que no hay una correlaci simple entre desarrollo y transicién poblacional. [..] No obstante, ad- sree (reninencin de nleoseglonales"poriclarmenteresstentes sa modemizacién de la reproduccién'”. Porque dieron més peso 3 Ia Cultura que al desarrollo econémico destacando con ello la imporran- cia de la dfsin geogréica de aeinues en relackn con la fetidad y las préc icas anticonceptivas. De esto derivan controvertidas implica Spex que afcan a postn ane cl problema Je ala frida en cl tereet mundo. Por tanto, ellos insisten en que ‘las recomendacio~ familie a desarrollar otros esfuerzos para reduct la fertilidad, deben ser vistos con considerable precaucin’#! Reconocen, pot supueso, sac los registros historicos de Europa occidental no ayudan como gua Serres Wear dl gobiero en el contrlde la fersilidad, Fruento que la mayorfa son absolutamente pronatalistas. También po- tlemos ver al respecto el andi de largo plazo realizado por Smith#? que sugire paallos entre el exquema de Marx para la Inglarrra del Silo xix y el debate sobre la importancia relatva de las influencias ‘externas ¢ internas en el tercer mundo contemporanco, Family habiacin, (| Es claro que algunos de los patrones Jemogrificos identificados més arriba tuvicron lugar en y dieron ori- demogrcos Mesrones de formacion dela fama, En Inglaterra, por Ejemplo, entre los investigadores del grupo de Cambridge, dividides en Suellos principalmente interesados en la dinémica de h feild yla realidad y aquellos que lo estin en Ia historia de la familia, nunca cated hingana dati sobre la interdependencia de los resultados de la investigacion. El trabajo de Laslett y Wall®? sobre la estructa- Implications of 11. Knode y E. van de Walle, “Lessons from the pase policy impl risorical erty staies, Population and Development Revess, vol nm, 2, 1979p ‘Three centuries”, 0p cit, p. 612 ‘Wal (comps) oP ! y noreste.152 Biraben'® ha demostrado la eficiencia de la demografta hist6rica para cl periodo anterior a 1670, considerado hasta hace poco casi impene- 1]. A. Goldstone, The demographic revolution. op. lt, p31 NERS, Schofield, "Through spate ap ct, p 391 1 1 Henry, "Fécondité des mariage, dans le quart sud-ouest de la France de 1720 1829", Amulests, nm. 3, 1972, pp, 612-639; nim. 4, pp. 977-1023, "Hin “Fécondité dex mariages dans le quart ses de la France de 1670 1829", Popudatin, nim. 25, 1978, pp. 45, 856-883, MIL Henny] Hale, “Fecondité des mariage dan le quar nord-ouest de la France de 1670.9 1829", Population, ns. 28, 1973, pp. 4-8, 873.922. 73 J, Houdale, "La facondice des mariage dane le quart nord- ha indicado, cl enc foque técnico de la econtiucién de la familia ha conducid, hasta Fecientemente, a un descuido relativo de lainvestigacién del siglox. También nos ha recordado que el andlisis drigido al nivel repronal Constituye todavia un campo incierto, puesto que las partes contienen grandes variaciones de culeura, edueacién, avupacion, ets Adam prueba los posterioresintentos de Spagnolil*® de afinar estos ani Refiriéndose a 129 comunidades rurale de los alrededores de Lille, en el periodo de 1859 a 1863, Spagnoli!5? encontré mucha variacién en cuanto a comportamiento demogréfco al igual que en toda Francia, Te. Knodel y Van de WalleS® hon sehalaie ie inporenenne factores culturales como dialecto y usos comiunes en la determinacign dels ditintastaas de declinacin de lafertilidad, de mayor peso que las variaciones socioeconémicas. Un dleimo y particularmente inseructivo ejemplo de los problemas gue presenta el andlisis de las variaionesgeogrifems, pucdeexroene

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