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Alianza Universidad Nathan Wachtel Los vencidos Los indios del Pera frente a la conquista espafiola (1530-1570) ‘Versién espaicla de: Antonio Revisor técnico: Enrique Tandeter sn nrg neocnisncemmmny ae i I | | 1 _ La vision des vaincus Titulo original: Les Indiens du Pérou devant la Conguéte espagnole (1530-1570) © Editions Gallimard, 1971 © Ed, cast: Alianza Editorial, S. A, Madrid, 1976 CCaite Mildn, 38; ‘2 200.0043 ISBN: 84-206-1157-9 Depésito legal: M. 18.736-1976 ‘Compuesto en Fernéndez y Veldzquer, 8, L Impreso en Hijo de E. Minuesa - Ronda de Toledo, 26 Madrid-5 Printed in Spain Inroduccién Primera parte ‘Acontecimientes ET tetumatisme de Ia Conguita voc oe ve Capitulo 1. La muerte de los dioset 1 BI dvatrimint del Mundo Andguo 1. Prodigios yprofecias 2 _Dioses w hombres? 3. Les causas de le derrota TT. BY traumatismo de le Cong 1 Le violencia 2, La muerte de lov dios 3. Duelo y Irene Capfeulo 2. La danas de le Conquista. I. Atahualip . 11, Tecum Uman TH, Moctezuma.. 2B | \ t a 3 Segunda pate Ceptele 3. ‘Taditn y session oe 2B structs EI mestisie ; 24 Los carbios soils en el Prt (19301570/1380) oe ss sO UW, La ide material ee ee ve wt a an st se me 6 i 1a alinenaci6n 216 GCepftalo 1. Las estractuas del Estado Thea : 8 2. Bl vestuarioy fs gcse presgio 223 ciprocided y rei 5 f i I, La vids mental ; sn e286 {Pieler mma & U Eeengny i ali : ar 2. La propiedad ... .. . be 100 2, La evangelizacién ... .. i 229 3. HT bute. : : 107 6) La instead le misiner ees vw ne 2D ae = : 8) Los imies doa ctongslincion a arganiacin socopltics oe ; E Daalimo y estipaetin nea a iM 1 Pensanient salve y saturacén me 2. Le wiparticin a : hy 1. Gordo de Vere 25 3, La organizacién decimal. us i 2, Guaman Poma de Ayala TIL La visién del mundo. m t 4, Diowes, categoras, sociedad. : Saas cera parte 2 La representacin del tempo 124 cee 5 3. Un medelo endino 132 Praxis : Rebeliones Pe eee 261 Capfialo 2, Le desestructaraca .. : Bs Peseta Capitulo 1. Rebeliones y milenarsos : 269 1'Ea despoblacin i 1 BL Estado neo-ines on a. cers 269 |e 4) La curva demogritics : | Peeping pie 1, La rebelién de Manco Ince . 269 5) La pled deta ede 2. sfugio de Vikabambn ae 2 2, Las causas de Ia despoblicién . 3. Ln demografia en la concieneia indigena TL. La evs de los ais 15601570 a mg 1, La desestrvet . 1. El proyecto de sublevacién general mn tiger. ie B) Comoe ors sn soe es se ns now tn nee BID ee 3) Negocinciones wenn nt ee te sone cn ee, 8 2, La resurreccién de los dioses @) Los chupachos de In regidn de Hudnuco *e » Bye aide Goat TLL sogand mere del Lee 20 | 3} Be di ac a i TV. Un meni means ue 8 bl Bd 3 Balle de Home erecta Conllo 2. Goce y seule. veto eB epeeniatoeeeeeee 1. Lat gon chimed 27 11 a earn ul Kas Bones anna. ae se 4) Bt poder de los curcas 4) De la reciprocidad af despoxiame 2 LOS YMG oe cos oes sae ne ve te IV. Le exttpacisn de I idoleenta Conelasiéa ‘Apéndice. Fuentes sobre la demogratia del Pend en el sgio ivy a omienzes del siglo VEE oop ver oe oe ce oe re Biblingraa Indice de nombres propios .. Indice de temas oo. ADAGAVM AL OR aw - ATAGVALPATAGA aT | T'VLODELOS FS Fri As C28 Et nw) Esa ss s e sce bso aD 3 le spat iO UL Se | aman Poma de Ayala: ;Pobres de los indios! De seis aninale. ile pa negra en ye ine que tememen los pobres de tos indios on este reine. Estos dichos yes | eet rein’) no. hay teradios Pobre de Teste (8 indies 8%. | |” Gusmsan'Poma de Ayala: Principe Don Melchor Carlos. Con estos pri / A Ja izquierda, de arriba abajo: la serpiente ‘comendero) y'el ratén (cacique principal). A:la “ed tigre (espafioles del, «tambo»), Iaz01 ato (éscribano). Ee oe Beenie NSN (A fea XE ales pobrus selos sty | i Be cates Sa Er ttn arene seta $e (co a an pemep gud ynga capacthuct tnte ey ro Slag ot pobat bjt Gs PARTE EN Gat en Sopa te i Fs enaegeren anise ny ley ve ei re ha = ipes habia el sefior rey emperador y le (ha) dado encomienda de Sau | Quiere decir principe augui inga capacchuri en la ley de este reino Indias, 'y-todos sus nietos:y. descendientes son principes de los jeneracidn y ley merced del sefor rréy emperador tienen | igomidenda ellos ellas. (corregidor), el leén_ (en- derecha, de arribe he ATODYy BVEVIGOBIER TAMA (AV E SE'ELCV3(O Guaman Poma de Ayala: Buen Gobierno: A Topa-Amiaro le cortai ta cabeza en El Cusco, Hos OT AO INTRODUCCION La bistoriogrfia occidental ba instauredo hace mucho tiempo # Europa como centro de referencia respecto del cual se ordenske lacbistoria de la bumanidad. De acuerdo con una represeataciia simple y unilateral del devenis, todas las socicdades debfan pases por Jas ‘mismas etapas en el camino del progteso y la eiviizaciée, fuye modelo més acabado Jo encontraba Buropa en dicha trayectoray {as sociedades 0 europeas se situeban detrés, como. ejemplos da én espaiiole, mientras que a Bistoria del. mundo. indigena, desde Ia Conquista hasta ‘neeros | las, petmanezca, por ast decito, desconacida? Es preciso ecperes 4 los tempos actuales, al fin de lt hegemonia europea y 2 los hevk mientos de descolonizecién, para que Occidente tenige conciencs de |. @ue.también existen ottas’sociedades, es decir, que tienen su his, toria particular y de que ésta-no sigue neceseriamente las huelign el modelo. europeo.. Com el desarrollo de las clencias antropeldgh f cas, sociolégicas e histéricas, el mundo. lamedo «subdesarrollado> | (Ga selacidn con Occidente) emerge en toda sa originalidad y com f Plejidad: el campo de las ciencias hhumanas se ve trastornado por ta cafda del euroceatzismo, ¢Por qué la visién de los vericidos Y¥ por qué los indios? Las eWvillzeciones precolombinas ejercen una especie de. fascinaciSa: B a Introduccion durante milenios vivieron aisladas del resto del mundo, mientras que las otras sociedades, en Africa, en ‘Asia y en Europa, cofocieron, a pesat de las distancias, el juego de las difusiones culturales y de las influencias reciprocas, Cuando los espafioles descubriexon en ‘América otra humanidad, su estupefaccién fue sin duda més grande ide lo que serfa la nuestra si encontrétamos seres pensantes en ple- retas Iejanos, Pero este chogue de dos mundos radicalmente ex: teafias coincide, en el siglo xvi, con los comienzos de Ja cxpansién europea sobre el globo. Por consiguiente, el proyecto de invertir Ia perspectiva eurocentrista se sitda aguf en el origen mismo de la hhegemonia occidental y resulta aplicado a sociedades caya evolucién histérica segufa caminos totalmente independientes de los del mundo antiguo. Nos encontramos ante un fenémeno, quizé ‘nico, que cons- tituye une verdadera base de experimentacion en el dominio de las ciencias humanas:.sdcledades hasta entonces cerzadas sobre si mis- mas! soften, con le irrupciéa de los hombres blancos, el chogue de un scontecimiento de origen rigurosamente externo.. ¢Cémo reac- cionan? gCudl es, a partir de entonces, su evolucién? La historio- graffa occidental estudia generalmente Ja «Conquista», como lo {ndica esta palabra, tinicamente desde la perspectiva de los vence- dores. Pero existe otro rostro del scontecimiento: para los indios, ‘no menos estupefactos, Ia llegeda de los espatoles significa Ie ruina de sus civilizaciones. ¢Cémo han vivido la derrote? ¢Cémo Ja han interpretado? Y gcémo' se ha perpetuado su recuerdo en la memoria colectiva de estos pueblos? ‘Se trata, en cierto modo, de pasar al otro lado del escenario y.escrutar Ia historia af revés, porque estamos, efectivamente, acos- Tumbrados @ considerar el punto de vista earopeo como el derecho: zen el espejo indigena se refleja el otro rostro de Orcidente. Sin duda, jamés podremos revivir desde el interior Jos sentimientos y fos pensamientos de Mocteauma o de Atahualps. Pero podemos, al menos, intentar desprendernos de nuestros hébitos mentales, di plazar el punto ce observacién y transferit el centro de nuestro Tnterés @ Ja visién tnfgica de los vencidos. Y no movides por alyiin ‘tipo de efusién afectiva, sino a través de un trabajo eritico sobre Jos documentos que permiten conocer les sociedades indfgenas ame- Hangs en el siglo vs. Esto nos conduce a Ja confluencia. de los Gisciplines: la historia y Ja etnologia. En efecto, nos_plantesmos fos problemas de los cambios sociales en ol tiempo, pero a piopésito 1 En relaci6n con el resto del mando; ao hace falts decir que las intlven: lat utglny fon sine de poblaa se devarolon emplianest cn, {nteslor del continente americano, Pan eS Inireducciin ‘de’ in mundo, toarginal, reservado generalmente a los especalistas ‘de las sociedades lsmadas «primitivasy, Se tratard, entonces, de un ensayo de Relaciones geogrificas de Indias, editadas ‘Marcos Jiménez de apc Madi, £ yey Ta8ii097 (ators si 3 ky Maid, 1965 | i terpretacién, En este primer momento de la investigacién, los ejem- plos tienen por funcién evocar el concreto histérico, pero au cotsjo ¥ anilisis debe permitir también el enunciado de. hipétesis. Por tat to, en la primera parte del estudio recotremos decididamente una ‘vasta grea geogrdfica que engloba los micleos. azteca,’ maya e inca, ‘con el fin de multiplicar los datos. particulares caya comparacién ‘condace a delimitar hechos © problemas de carécter general, "Ahora bien, esos problemas reenvfan al contexto global de las diversas sociedades indfgenas. Contexto global, es deciz, Ia Con- uista en sentido amplio; no solamente la Hegada de.los blancos 7 la detrota de los indios, sino también las consecuencias (politicas, sociales y econémicas) del ecositecimiento en cada caso considerado. El estudio de la visién de los vencidos con esa otientacién, para ‘el conjunto de América y para todo el perfodo que se extiende desde el siglo xvr hasta nuestros dias, supera, evidentemente, as: p lidades de un solo investigedor: nos vemos conducidos , restringit cl campo de’ observacién y a escoger un ejemplo limitado, con el fin de someterlo a un andlisis més detallado. Es por'eso que'exa- ‘minamos, en la segunda parte del estudio, los cambios sociales en el Pend durante 1a primera fase del perfodo colonial, que aproxima- damente cure desde 1530 a 1570-1580. Aquf conviene utilizar las tres categorfas de fuentes antes mencionadas, pero més particular. mente las de la segunda categoria —las avisitesy— en razén_ de su carécter monogréfico. Esbozamos primero, de modo suinario, las cestructuras del Estado inca antes de la legada de los espafoles, para seguir Ins transformaciones (internas) de estas estructuras como consecuencia de In Conquista (acontecimiento de origen externo). Llegamos entonces a un resultado importante: @ pesar de la desestructuracién de su socieded, Jos indios del Perd resisten al pproceso de aculturaciéa impuesto por los expaficles, al menos .en ‘cuanto a Ia religi6n. Se trate.de un feameno de rechazo*. En Ia.’ tercera parte del estudio emprendemos el examen de los movimien- tos de resistencia, de les guerras y las rebeliones que los indios pusieron a los espafioles, Dicho de otro modo, volvemos entonces a la descripcién y al anélisis de los acontecimientos; pero se trata thota de econtecimientos de origen interno, nacidos de la praxis de Jos indios que, conforme 2 modalidades diversas, luchan contra la dominacién colonial. Las fuentes provienen aqui, también, de las tres categotfas. Desde el punto de vista geogréfico, el micleo central sigue siendo el Peri; pero al ser-los movimientos de resistencia supucio, matin ete semltado, coma que iremos he siento en el cinso dels nvenigni. : 1 | { | 4 contra 1a domingeién espafiola un fenémeno general en el conjunto de América, nos permitimos, a titulo de ilustraciéa —aungue tam. bign con fines compatativos—, extender uevamente el campo de observacién hasta abarcar incluso México, y bastante més alld, le- gando-a:regiones que no habfamos tocado, es decit, al -norte de México y al sur del Peri, en estas zonas de «fronteresm donde fos chichimeeas, por una parte, y-los sravcanos, por otza, lograton de rroter a los espafioles. : ‘AL situar asflas.tres partes del presente ensayo: bajo el signo de los, acontecimientos (la Conquista en seatido estticto, vista. por los indios), de Jas estructuras (las de In sociedad peruana, después de la Conquiste en sentido amplio) y.de la praxis (en un céso privic legiado, el! de las rebeliones indigenss), no preteademos de ningtia modo desembocar en una interpretacién floséfica de Ie historia; se trata, en cada caso, de aspectos parciales cuya distincién nos es die- ted por los diversos momentos metodolégicos de Ia investigacién, Pero que son complementatios y estén estrechamente mezclados fn Ia realidad. Afadamos que la escasez de las fuentes y su nati taleza fragmentaria confieren a nuestros resultados un cardeter am pliamente hipotética; por tanto, no nos proponemos sino un esboz0 gue alcanzaré su objetivo si. suscite otros tabsjos que lo coztijan Y superen { Primeta parte ACONTECINIENTOS EL TRAUMATISMO DE LA CONQUISTA Ex nuestra memoria colectiva, Ia aventura de los conquistade- res evoca imégenes de triunfo, de riquez y de glotia, y aparece gomo una epopeya. La bistoriografia occidental asocia'el «descu- brimiento de Américan 2 los conceptos de «Renscimienton y de «tiempos modernos»; 1a expedicién de Cristbal Coléa coincide con el comienzo de una nueva cra. Pero se trata de una era nueva para Europa, Desde ia perspectiva de los indios vencidos, Ia Con- uista significa un final: Ia ruina de sus civiizaciones. Para «des- cubri» realmente Amética, el historiador nacido en la sociedad de los vencedores debe despojarse de sus hibitos mentales y, en cietto modo, salirse de sf mismo. Preguntemos directamente entonces a las fuentes indigenas. En un principio, cescribiremos los acontecimien- tos siguiendo los documentos det siglo xvr (capitulo 1); luego anal zaremos su presencia en el folllote actual (capitulo U1). Este itincra- Flo, seguido tanto en el espacio (desde México al Pers) como en el tiempo (desde los acontecimientos del siglo xv1 a su representaciéa en el folldore contempordneo), revela un traumatismo cuyas huc- lias se perpetian hasta nuestros dfas TI] Capftulo 1 LA MUERTE DE LOS DIOSES Hay presagios pavorosos, y las profecfas anuncian’ el fin de Jos tiempos, Surgen lego monstruos de cuatro patas, cabslgados por seres blancos de epsticacie humana. Es 1s guerra, la violencia y la muerte... Tales soi los temas que evocan los documentos del si- fo Xvi. Lor indios precen conmocionndos por une especie d=, fupor, como si no consiguieran comprender el acontecimiento, como si Gte hiciera saltar en pedazos su universo ment Se impone un primer enfoque de simple descripcién; el método pce parecer aproximatve, lteroio de almana sanerss pero est Hescripeién previa resulta de todo punto obligada en Ja medida en ‘que permite captar al nivel de lo vivido los acontecimientos que Constituyen el punto de partida de nuestro estudio. Ha de sera la yee una toma de contacto y un esfuerzo de descentramiento. No se trata de convertitnos en indios, con arreglo a una dudosa efusin sentimental, sino, simplemente, de escucharlos. Es decir, de hacer fque sus textos hablen, de prestar ofdo, con atencién, respeto y hhumildad, estas voces tan extrafias para nosotros: las’ de los tes- tigos indigenas de la Conquista, I. El descubrimiento del mundo antiguo ‘Los indios descubrieron Europa en Ia persona de algunos cen- tenares de soldados espaioles que los vencieron. Se -enfrentaban 38 Primere paste: El traumatisme de la conguista dos civilizaciones que hasta entonces se ignoraban por completo, Results sorprendente que pera los indios el «encuentzo» se haya efectuado en una atmésfera de prodigio y de magia. Es posible que los presagios hayan sido inventados después, pero, cuando menos, dan ‘testimonio del esfuetzo de los vencidos por interpretar el scontecimiento, 1. Prodigios y profectas en México donde son més numerosos los prodigios que anun- cian la legada de los europeos. Segin los documentos indigenas, Moctezuma patecia particularmente sensible a los fenémenos de brojesia'y adivinacién. Poco antes de In Conquista, los brajos de ‘Texcoco anunciaron que México serfe pronio sometido por extran- jeros. Le predicciéa provocs una controversia entre Moctezuma y Nezabuslpilli, el rey de'Texcoco; este viltimo, seguro de sus adi. vinos, desafié al rey de México al juego ritual de la pelota y aposté su reino contra tres pavos. Moctczuma gané las dos primeras par- Hides, pero perdié cada una de las tres siguientes 1 A lo largo de los diez afios que precedieron la legada de los espafiles, s¢ enumeran ocho prodigios funestos*. Durante un afio entezo, cada noche fue cubierte por una columna de fuego que apa- recfa ‘por el oriente y semejaba elevarse desde Ja tierra hasta el cielo, «Pues cuando se mostraba-haba.alboroto general; se daban palmadas ‘en los “labios: Jas gentes; habia un gran azoro; hecfan interminables comentarios» *. El templo de Huitzilopochtlt se- in- cendié de modo misterioso, sin causa aparente, y ardié spor su espontinea accién» 4 Después vino la destruccién del templo de Xiubtecuntli; mienteas.cafa una ligera llovizna, le aleanzd un rayo sin reldmpago ni trueno. Aparecieron cometas en pleno die, que atravesaban el. cielo de Occidente a Oriente. Una tempestad ‘agitd las aguas del lego de México, destruyendo la mitad de les casas de 1 CEC Vailas, The Artees of Mexico. Origin, Rise and Fell of the Axteg Nato, el 1930, iy 234 : att prodigies yprofecas Jos deseiben principalmente Jog infermantes le Sangin, cuyor textos en nabuat conrutuyen el bro KIT del Horenone {Codex (Su'New Mexico, 19301951), tt texiow han sido tadascas yo Ufa por of doctor Gasbay en at seen de i’ Havorts general de ta ee, de Nucua Eipaia, de B. de, Sahagin (México, 1996, 1, 1V, pigs, 78.165) Miguel ese Borda, Visisn de los vencidos 2! ed, La Habs 1969, repre: dete amplin extrcios de le informants de Sahaginy triage: Nese Coesago. deactive los prodigios en au Hivtoris ae ‘Tanta, Mesto, 1958, iguulmente cade por Miguel Lege Porte, Miguel ResoPorti 6! ei, part ‘Thi, pig. 3. 1. Li inwerte de los dieses x la ciudad®, Lego se oyé una voz de mujer que gritaba en le noche: «/Hijitos mfos, pues ya tenemos que imos lejos!» '; 0 tam- biga: «Del todo nos’ vamos ya a perder», Nacieron monstruos, «cuerpos, con dos cabezas procedentes de un solo cuerpo, los cuales eran Ievados al palacio de Ia sale negra del gran Mote cuhzoms, en donde, legando a ella, desaparecian» *. Pero el prodigio mds pavoroso fue, sin duda, esc extra péjaro color de. ceni semejante a una grulla, que fue capturado sobre el lago de México: «Habla uno como espejo en la mollera del pijaro... Alf se veta el cielo: Ins estrellas, el Mastelejo, Y Motecahzoma lo tuvo a muy smal presagio cuando. vio las estrellas y el Mastelejo, Pero cunado vio ppor segunda vez la mollera del péjaro, nuevemente vio alld, en lon- fananza; como si algunas personss vinieran de prisa; bien estira: das, dando empellones. Se hacfen Ia guerra unos ¢ otros, y los trafan a cuestas unos como vensdos. Al momento lamé a sus aagos, @ sus sabios. Les dijo: —gNo sabeis: qué es lo que he visto? ;Unas como personas que estin en pie y agiténdose!.,. Pero ellos, queriendo dor la respuesta, se pusieron a ver: desaparecié (todo); nada vieron» Si intentemos una clasificacién de estos presagios diversos, constataremos que asocien Jos cuatro elementos del universo: ef fuego, el agua, la tierra y el sire; todo sucede como ai el mundo entero tomase’ parte en Ia inminencia. de une cetéstrofe inaudite, Pero los adivinos no logran definir la amenaza que pesa sobre Mé- xxico, de manera que en Ia ciudad cunde una atmésfera de duda y angustia. Y no menos que los prodigios aterroriza a Mocteauma Ja impotencia de los brujos, Enite los mayas, el anuncio de la Conquista reviste la forma més cexplicita de la profecta, El sentimiento de angustia cede aqut su lugar 4 una especie de fatalismo apccaliptico, ligado a la conciencia cel curso inexorable del tiempo. En efecto, la representacién clelica del calendario maya funda I profecta del Chilam Balam, que predice tuna verdadera. erevolucién> al final del Ketun wece Abau, un tmastoeno total del mondo y, especfcamente, el advenimiento de una nueva religién ®: 3 Ibid, igs. 346, 4 [bid ie. 6 9 To Bag. lta lta cose un count de vite eos soaze (un ey Primers parte:, El traumatisme de la conguista Enel Ahou trece al final del katun, seni maltrado el Itza y rodent por tierra Tancah, oh padce, ‘Como signe del nico dios de arciba, legant cl dsbol sagrado, manifest, dose a fodof para que #1 raundo sea iluminado, ob padre, ‘Gaando agen su eel, desde Jo alto, Cuando ta ievanten con el étbol vide, todo cambiard de’un golpe. Y el sucesor del primer.érbol de le fparecerd para todos sexd-manifiesto el cambio. Cicrtamente, la profecia del Chilam Balam parece redactada des- pués del acontecimiento, Pero este. augurio retrospectiva da testi fmonio de la necesidad de arzaigar en el pasado un hecho demasiado ‘extraordinatio para evar en s{ mismo su propia significacién. En el Tmperio inca, Ja legada de los espaiioles fue, precedida 1 la vez por prodigios (que eran preponderantes en México) y por profectas (como entre los mayas). ‘Los prodigios peruanos recuerdan en cierta medida a los del iemplo azteca; alli se asocian también los cuatro elementos: tierra, fuego, agua y aire, Los cltimos afios de Huayna Capac, el onceavo Inca, se vieron trastomedos por una serie de temblores de ier Los terremotos son frecuentes en Peni; pero el inca Garcilaso de Ja Vega precisa que les sacudidas fucton excepcionalmente vio- Tentas#. En Ja costa fueron acompafiedas por marcjadas de ex traordinaria amplitud 8. Un rayo cayé sobre el palacio del Inca Se vieron en el aize cometas de aspecto pavoroso, Otro presogio hhace referencia « un péjaro: cierto dia, cuando se celebraba Ja fiesta del Sol, un c6ndor (mensajero del sol} fue perseguide por halcones y cayé en medio de In gran pleza de Cuzco; recogieron al péjaro y Se dicron cuenta de que estaba enfermo, recubierto de una especie de sama; se le prodigaton cuidados, pero murié, Y hubo on es- ppectéculo ain més siniestro; en una ‘noche muy clara, Ja luna sp2- reci6 rodeada por un triple halo, el primero color de sangre, el se- fund de un negro, verso y cl treero semeiante al bumo, Un fdivino interpret el presagio: la sangre anunciaba que una guerra cruel desgarrarfa a los descendientes de Huayna Capac; ef negro sal Bon 6 Cham lima yo i Ret Pa 129% ina 217. OD Gercileso de Ie ‘Vega, Comentarios reales de las Incas, Obres completas, ed, Maid, 130, romo Bg 352: «Flo grandes eenoiony i fes de tert, que aunguc Pest ey epasionsdo Thi, ple. 332. 6 Thid,, pit. 354. 1, La muerte de los dioses signifisba la ruina de le religién y del Imperio inca, y todo; fi palmente, como Jo anunciaba el ltimo halo, se desvanecerfa ‘en sumo. : : ‘Fae entonces cuando advittieron al emperadot que acababan de esembarcar en la costa, seres' de aspecto vextrasio™. Esta noticia, fen medio de los prodigios que'se multipicaban, recordé © Huayna Capac In profecta de su ancestro Viracocha, el octavo Inca. Este be- Bia predicho que, en el reinado del'doceavo Inca, hombres desco- rocidos se apodererfan del Imperio y lo destruirfan ", En honor del dios Virecocha, creador y civiliador de le humanided, cuyo nom ‘bre levabe, ef octavo Inca hebfa construido un templo laberin: tieo, compuesto de doce corredores; sobre el altar central rigid una’ estatua conforme a la imagen del suefio que le habia inspirado el dios: representaba, segin la tradicién conservade por Garcilaso, un hombre de alta estatura, barbudo, vestido con una larga tinice y teniendo sujeto por una cadena ¢ un animal fabuloso con garras de led, Huayna Capac era el onceavo Inca;'la profecia de sy fancestro. se tealizarfa, por tanto, bajo el. reinado de su sucesor, Y Garcilaso cuenta también que Huayna Capac, antes de morir, re- comendé a sus sibditos que se sometieran a los recién venidos, Pero eee qué se lamé a éstos «Viracochas»? Aqui aparece el tema del retarno de los dioses. 2. gDioses u bombres? ‘oda América conoce el mito del dios civilizador que, después de reinar benélicamente, desaparecié de modo misterioso prome- tiendo a los hombres su retorno. Es el caso de Quetzalcoatl en Mé ‘xxico, que partié en direccién a Oriente, y de Viracdcha, en el: Berd, que desaparecié endando sobre las aguas del mar occidental. Quetzalcoat! debia volver en un afio ce-acail™, mientras que el. Tinperio inca debfa tener su fin bajo el emperador nimero doce. Peto en México los espafioles venian del Este, y 1519 correspondia exac- famente a un aio ceacatl; en el Peri, venien del Oeste, y el Told, ps, 39238, 1 See EA robablezente de le eepunda expediisn de Paar, en 1527, a de oy desman om Tamer 7% Bastin va some Tha, oh we ein nce date sae, ok penn i erect el Ped tavizon, me dee foe table lnedo este aimee de ellog, baba de quits Ie idlacia'y ete Ecpsnmene: Gunman Pome de Ayala, Nueva Cordnee 9” Bue Cob, i. Bae 35, pa 3. e Me oiay pe 179180. | Ee deca ake sonccatan; eta fect Hegaba al domino dé-un ciclo de cists 7 dos a | 2 Primera peste: El truumatisme de Iv conguista reino’de Atahualps (0 el de Huascar) cortespondfa al. del ‘doceavo nca®, En consecuencia, el estupor de los indios reviscié una forma particular: percibieroa los “acontecimientos a través de la. dptica de! mito y concibieron Ja apatici6n de los espafioles como un retorno de los dioses. Conviene hacer noter también que esta interpreta- cidn.no fue general. Y, por lo: demés, ta iusiin no durd. mucho tiempo. Precisemos, por tanto, los matices.que distinguen las reac- clones de los aztecas, los mayas y los incas por cuanto ‘respecta a la identificaciin de'los espafoles. Mientras en México los adivinos resultaban incepaces de inter- pretar los presagios y, en consecuencia, cran mandados matar por Moctezuma, un indio de Ia costa oriental legs y dijo: aud a sil de I mis grands y vide ander en eeio de 6 ae tung sierra © eerco_stande, que andeba de Una perte stra y 00 Maga 8 Tas ctllss, y esto jams To hemos vist, Mocieasme mand6 encarcela: al mensajero y encargé a sus servidores que verifcaran la noticia, A su zetorno, le indicaron que Ia torre que flotaba sobre el mar levaba seres’ desconocicos, de piel blanca y larga barbe. Entonces Moctezuma decidis enviarles nbajadores ‘cazgados ‘de regalo divinos: lot aderezos de Quet zaleoatl®. ‘Los informantes de Sahagrin describen la escena asombrosa en el curso de Is cual los: embajadores de Moctezuma revistieron & Gortés con los. adotnos del dios: mascara incrustrada de tarquesas, collar adornado por un disco de oro, espejo dorsal, brazaletes de jade, cascabeles de oro, escudo con bandas de nicar ¥ 20, rodeado de plomas de quetzal, y sandalias de obsidiana. La conducta. de Cortés, en respuesta © estos obsequios, aterrorizé a los indios: cotdend que los atasen ¢ hizo disparar el caida, Y en este momento los envindos perderen el jueio, guedacon desmayedos. CCeyeran, se doblaron cada uno por at lador ya no extuyiron en 38 Los espafioles les reconfortaron entonces, les ofrecieron vino y alimento. 3 En Gaia, de lo Yeon el doreavo,Taen Fury. Cape, los pretgios anunciadores del fin-del Impero ! Miguel Leér-Portlle, ob. cit, pég. 20. 2 Ibid, pigs. 2524. 3 Toid., pig. 36. Lasmuere de los dioses 8 Mientras tanto, Moctezuma esperaba con angustia: «¥. si ak guna cose hacia, la tenfa como cosa vena, Casi cada momento sus- pirabe. Estabs desmoralizedo, se tenfa como un abatidor *, Cuando los embajadores volvieroa, se negé a recibirlos antes de que se hhubieran purifcedo, porque: «;Bien con los dioses conversaron!» * Se sactificaron dos. prisioneros, y los emisarios fueron rociados con su sangre. Sélo entonces Mactezuma se atrevié a escuchar su relato: Pe eee er rr carts: Sen Hooks, cou foeran de cal Teoey el cabell amar, nunque anos Santee asbaSy asic oase el Ogu ales sear ale sareacer guage anarea nee Pept heEMAanene AEST Pocs sus perros son enormes, de orejas ondulances y aplastadas, de grandes ips cia oe suc sum eg eden ca OFM TY cuundo cas el tire, tna como bole de pieda ale de ous entrfas: ‘va lloviendo fuego, va destilando chispas, % el humo gue de é sale, ex muy Oe ee eee ee Pe aes ae ete Se Lene cama ie nde tag, shore dT Lat ah al om das ts Sn Mh Set does ee ae i ee Se a ae rae eer eee reer ae eee Lop as Para inspirar benevolencia 2 los dioses, Moctezuma les hizo ‘enviar otro tipo de vitualle frutos, tortillas, huevos y aves. Ibid, pigs 74 1 Tid, bis. 8, 2 Ibid, ps. 6285. 3 Tia, Bap 36. 5 La'verién dlascaltera de Diego Mufoz Camargo, refere asi lor dicursor de los habiantes de Choa: eddie! a los suines tneaicss, cobardes, mere fedores de ctigor como se yen vencidor de log mexcenes, anda « buscar feniesadvenecias pam sa, defen. gC5n0 cs habtis trocado en tai breve Eempo, y os babéis sometica a genie tun blrbors y adoenedia, extranjere Yremel mundo no conocida? Thi, pigs. 5961, Las carsives son Baestas, ‘s Toidy lg BL nee 1. La-muerte'ée los dioses En caanto « Moctezuma, a:pesar de las dudas de algunos de sus * consejeros, se decidié « recibir « los blancos como si fuesen dioses: neventro y les ofrece, en un signo de bienvenida, Se res y de ra Lego proumca ‘ante Cortés el extraor- dinario discurso cuyo: recuerdo: conservan los . informantes de Sa- bogin: Sef, Has eibado # tu coded: Mico. Agu bas vedo. sents Fon ie, no me Tevatio del sito adoro: no fo veo cn sunken, et ttand. Staats que ya he puesto mis fos ep ts costo! ere ae ee reign eae peaten ts dada eure iio fo ae Bede cata aseate, cat sl, gue’ Bais de veri ek ; ut ora se ba cediand yo lout, con gre ft, con afm vn Dee ema ven 7 HesSiue tote possi de wr ss eas, da titgeo ste cor. TElejod e voustse sm, cefores nuestros! % [Extrada conducts Ja de Jos dioses! Cuendo los indios les ofre- cen ‘ofo, manifestan una alegria desenfrenada; «Como si, foeran monos, levantaban el oro, como que se senteban en adeinin de gosto, como se les renovabe y se les iluminaba el corazda> ”. Sx Goean el tesoro de Moctezums, separan el oto de Jas joyas y de los Eeados para fundirlo y repartirselo en lingotes™, Mas tarde, do- ante le fiesta de Tosxcatl, sobreviene Jo masacre del templo. En- onces se produce en el espfritu de los indios un cambio brutal; se rebelan, insultan y matan a Mocterama”, y ponen cerco a los es patioles, por entonces amados popolocas, es decir, bérbaros % [bid., pigs. 89-90. 3 TB is '594 8 Ibid. . Pee 3 Lee Be eancan de Ja mie de Mectrine sean seado cn es ede Peach: Obras brew (iy pa. 127) er redo i decamici. ce sm malo, ee on Meter Mot coder fe totron aa Ge palit lamdodole Eine yenenuo cau gai, aun gegen’ con ee amas, on SSR, La a Ws en x fo cel a Sos uals ngs epee mute, ¢ ope bs moo ebedecian a Mocteruma: «Pero los aa ee aaa gee crib ardor foe sean csc, Je go catsban de tu partes Ye no era cbedzcido (Ibid, ps 92.) 9 Ibid, pls. 2113. 46 Primere parte: Ei traumatisma de la conquista Se trata abora de una guerra entre los indigenas y depredadores muy humanos. Los episodios se suceden: Ia Noche Triste, la par- tida delos espatioles, Je epidemia de la viruela“, el retorno de los espaftoles y el cetco de México. Los indios saben modificar su téc- fica en funcién del armamento europea: «Pero los mexicanos, cusn- do vieron, cuando se dieron cuenta de que los tizos de cafién iban derechos, 'ya no caminaban- en linea recta, sino que iban de un rambo 2'otto, haciendo zigzag; se hacfan a un lado y a orzo. hufan del frente. Y cuando velan que iba a dispararse un cafién, se echa- ban por tierra, se tendian, se apzetaban a la tierra ®, Peto poco @ poco los espefioles ‘cobran ventaja. Los indfgenas sacrifican a sus prisioneros y dejan expuestas al sol las eabezas de los blancos y les cabeass de los caballos®, Pero es en vano, Intentan entonces un ‘timo expediente para salvar s Ja ciudad: Cuaubtemoc hace que se capt, Oushisa, se visa con el ij ul -que Je convene en «tecolote de Quetzal», y le entrega la jabalina mégica del dios tribal Hlululopochtl; sf este Jabelina mate a algin enemigo, seré Jn victoria, Peto el plan fracasa nucvamente, Un tltimo presagio ‘aouncia Ja caféa inminente de le ciudad: una noche surgié una bola de fuego: «Se dejé ver, aparecié cual si viniera del cielo. Era como tun remolino; se movia haciendo giros, andaba haciendo espirales ibe como echando chispas, cual si restallaran brasaso ®. Finalmente, Cuanhtemoc decide someterse a los espafioles; pero entonces, por tuna segunda inversiGn, en el momento en que aparecen como yen cedores son calificadcs uevamente conto «dioses»: «;¥a va el prin- cipe més joven, Cuauhtemoc; ya va a entregarse a los expatioles! iYa va a entregarse a los “dioses"!» . En los territorios mayas, Ia cualidad divina de los espafioles pa- rece menos admitida. Por ser mds exactos, hay un contraste muy laro que contzapone ea este puato a los quichés y cakchiqueles de sian idle 9% oe pep ands, no esa aoa, dos en su cana, No’ podis nadie moverse, no pada volver el cull, no nods er movninon de cero ree ecare ot aby a tig, Srbun ce‘giton’ A ninhor Gio'lo mueite f Teethoes uplacade os tnleimeded- de grames OE ibid, pig. 138 © bid, bie. 131, : “Tid, pes, 158-160, S Ibid. pi. 164 © Tid, ple. 165 1 j 1. La-truette de los dicscs a | | Tas altas tierras de Guatemala, por una parte, y Jos mayas propia- mente dichos del Yucatén, por’otra, Los primeros consideraron a los | recién_venidos como dioses; los’ segundos, por el contrario, de- | signaron a los espafioles con el término més banal de dziles, «ex: tranjeros» ; y come éstos, a diferencia de los mayas, comfan ano- sas, se les designé més prosaicamente todavfa como «comedores de anonas>®, Cémo explicar este cdntraste entre los indios de Gua- temala y los del Yucatén? El simple desarzollo de los acontecimientos da cuenta, en buens medida, de tales diferencias. Hn efecto, Ia conquista de Guatemala, realizada por Alvarado en 1524-1525, siguié de cerea a In caida de México y fue muy répida. Bs posible que ante la brutalidad del acontecimiento, los quichés y los calkchiqueles hayan caido en el mismo estupor que los aztecas. En cambio, Ia conguiste del Yur catén fue mis tardia y més lent; emprendida por Montejo en 1527, sdlo se consumé, y penosamente, en 1541. Por otra parte, los mi yes del Yucatia habian tenido ya ocasién de encontrar a’ hombres | blancos varias veces. Desde 1511, con ocasién del naufragio de Valdivia, algunos espafioles babfan’ ido a parar a la costa; fue en tonces cuando los indios recogieron a Gonzalo de Guerrero y Jeré- nimo de Aguilar. Después, Ia expedicién de Cérdoba en 1517, la 7 de Grijalva en 1518 y Ja escala de Cortés en 1519 fueron otros con- actos que, sin implicar consecuencias militares inmediates, permi- ticron a los indios del Yucatin acostumbrarse a Ia rareza de los espafioles; tanto, que en los documentos mayas telativos a le Con- quista se° bossa ‘el cardczer divino de los espafoles. 7 Memorial de Soll, Ancles de Jos Catcbgudler, etado por A, Resoos, del can Gn cxsacon Miguel EcbaPorle en entlrin, El reverio de le Goma 25 cde México 1970. Ck pig 103: in vend infdlon miedo Sor eagon: Sas tora ‘eun exer Lot Sears lor tomaron por doses ‘Scr Eien Beer bse, pe 18. 1 Si eeburg, el Chllan Bilorindn tmbiga gp ios blacos son ios del sol Loy docu del moro sigene: legen los Since, Raj e 30 bat Sonor jor del va. Son betoeo, vienen ce Oreste; coy llevan = eta Been ok amos, Son bombras'blatas.» bids pig 19D. El sobre dg eto) YD Guerrero se casé con Ia hija del eacique de Chetumal y deciis termina se Se aoc time emp ce ula cn Shrpeo le coltum india, Agel fue reegide por Cords en 1319 y con i Risiches coms inemaodare™ le cnt de ivémete pect combnense Cox Ton sates as Primera parte: El traumatisme de la conquista EI Peri estaba desgarrado por la guerra civil; los dos hijos de Huayna Capac, el bastardo Atshualpa y el heredero legitimo, Hoas- car, se disputaban el Imperio. En 1533, Atehualpa acababa de cap- turar a Huascar, pero ejércites «legitimos» resistian todavia en la regién de Cuzco, Es entonces cuando Megan los espafioles, y todo sucede como si la reaccién de los indios respecto de ellos se ‘hellase deteminada por su adhesin a una w ot de ls faccones en Ea efecto, los primeros actos de Pizarro parecen favorecer a los partidarios de Huascar®', Estos tltimos ven en él a un salvador providencial, y el hermano de Huascar, Manco, se apresura a aliar- se con los espaioles, Los Viracochas, hijos del dios civilizador, ban surgido de repente para castigar a’Atahualps y restablecer ef orden legitimo. Los cronistas de la tradicién cuzqueda, principal- mente Titu Cusi, describen aquellos rasgos extrafios que scfalan a los espafioles como entes divinas a los ojos de los indigenas: Ia barbs, rubie © castafia; les prendas, que cubren todo ef cuerpo; los grandes animales que cebelgan, cuyos pies son de plata; el leaguaie migico que les permite comunicarse entre sf por medio de pequetios stoz0s_ de telas blancas; el dominio del rayo: ae Daa, ug bln vst spa ou cn lras personas muy deretes bite y taje, que parsin viracochs, ques el nombre con el qual es antigusmente al Ciador de todas at coner.~ y nombem- aquellss personas que hablan visto Io uso poraue diferes- ‘hbaa ‘mucho nuesto trae y semblante, 7 To otro porgue velen gue andaban fn unas animals uy grandes, as quaes enfan Hos piey dev pate! y esto diciéa, : ‘Mas diffeil resulta calailar el alearce de las causa psicolégicas y seligiosas..Hemos visto que le divinidad de los espatioles (al me- znos.mientras fue admitida) desaparecié también muy deprise.. Debe tomarse también en consideracién la tan particular idea de Ja guerra entte los indios, que reviste un aspecto esencialmente ritual; en eb te, Ja meta no es eliminar el adversario, sino hacerle_prisio- pero para sacrficarlo luego ¢ los dioses, La victoria se Jes escapeba Imucies veces a los mexieanos porque’ mataban de eaptarat a los ‘espafioles, en vez de matarlos. Desde esta perspectiva, los métodos de combate de los blancos constitufan un escéndalo incomprensi- ble. Por otra parte, Je guerra solla finalizar para los indios con un ‘tratado que concedia « los vencidos el derecho de conservar sus gostambres «cambio de un ttibuto, No, podia, evidentements, imaginar que los cristianos se propusieren destruir su religida y sus eyes, En este sentido, eu. villa de smundo- conta «ax. de ota, Tengamos en cuenta, sin embargo, que la guerra —fuesen ‘cuales fuesen sus aspectos rituales— no dejaba de tener por conse- ‘cuencia entre los indios la dominacién politica; fue Ja guerra lo que ppermitié Ia constitucién de los poderosos imperios de los incas y de los aztecas. Je manera que Ia victotis espafiola se debe sobre todo a las divisiones politicas que debilitaban a tales imperios. En efecto, son los propios indios quienes suministran a Cortés y Pizarro In masa de sus ejércitos de conquiste, que legen a ser tan numerosos como log efércitos propiamente indgenas a quienes combaten. Ea Mé xxico, los totonacas, recientemente sometidos, se tebelaron contza Moctezusia y se aliaron & los espafioles, que encontraron después tun apoyo decisivo en los tlexealtecas. En Peri, Piantto obravo ayuda ce In fraccién legitima en su lucha contre’ los generales de ‘Atabuslpa, y se aprovechs también de la_colaboiaciéa de tribus ‘que, come las de los eafais y los huancas%, se oponian @ la domi. ‘pacién inca ©, GE J, Soutelle, ob. cit, pégs 1819. © Sobie la alienzs de for'osreis a los espaiioles durante Ja Conguista, slaae 2 el Archivo Conceal de Indies (Sevilsy,Avaienca de Lima, 205, le UInlermsdéa de servicios de Don Eelipe Paucar, caigae peiscipal en el valle Se Kaine, sal como, la -eBrobanza ech ante’ los‘sedores de la Andicnda Seal-que wesgen en a ciudad de los Reyes u pedimiento d= Doa, Francisco Gisicuca 9) Don Cxist6bal.Caschaya y Bon Diego Nezan Naxpari, cacques delle de Atnane’ des tacos aoe te egostad hen hechow La preponderancia del factor pollco es afirmade por J. Soustle, ibid, 4 j i 7 Primera perte: El trausiatismo de le conguiste Es cletto’ que Jos. factores religioéos:y politicos se meaclan é- ‘uechamente. Recordemos que Ia alianza de Ja fraccién de Huascar con los espafioles se: confunde con Ja identificacién de éstos como Viracochs, mientras que los indios mexicanos opuestos a ello se limiten a considerarlos bérbatos invasores. Podemos, asf, decir que J opci6n politica reviste una forma religiosa, o, a la inversa, que el factor religioso adguiere forma a través de la coyuntura politica. De hecho, las sociedades indfgenas de América, en el momento de Ieger Jos espafoles, poseen una estructura donde la dimensién rell sgiosa atraviesa todos los niveles: Ja vida econémica, la organizaciéa social y las luchas politicas, Tl, El traumatismo de Je conquista Dexrotidos, cl chogue psicoldgica suftido por los indios no se reduce a la inrupciéa de lo desconocido; lo extraio de los espeiioles se manifiesta de acuerdo con una modalidad particular: la violencia. [La dezrota significa en todas partes le ruins de Ins antiguas tradi ciones. Tneluso Jos indios que prestaron su ayuda a los espaiioles con el fin de utilizatlos como instrumento al servicio de sus intere- ses politicos; vieron cémo en ltima instancia tus aliados se vol- vlan contra ellos y les imponfan la ley cristiana, Por tanto, los dio- ses, muerea en: todas partes. El taumatismo de la Conquista se define por una especie de «desposesién», un hundimiento del univer so tradicional. 1. Le violencia Saqucos, masacres, incendios, es Ia experiencia del fin de un mundo. Pero se trata de un fin sangriento, de un mundo asesina- do, Ningin comentario sabria expresar mejor el. asombro de los indios que los propios textos indigenss. Escuchemos este canto nabuatl que con una ssombrosa intensided dramdtica evoca la caf- da de México, Bn los caniaos sacen dardos rots, las cellos eatin exports, Desiecbades ston lt casa, Bnrjeidor Gene tus mai Gusanor pulden por eles » plazs, gens oat Foie Te ss. 2 taando ts babar,” Oe He como 21 beléramer opus de alire @ Manuserito anénimo: de Tlatelolco, en Miguel LeénPorili, La visibn de los wencides, pig, 211. Ae Lepmuerte de los dioses ” La obsesién de Ia muerte, presente « lo largo de todo este canto, se profundiza a través del sentimiento de que un hecho irreme- diable ha herido a los indios en su destino colectivo; es su civilize. cién lo que desaparece entre Jes I4grimas y la bumareda: El llasig se extiende, las ligrimes gotean all} on Tlatelolco cA dénde samo, job amigos! Luego glue verdad? Ya" abandonan te cludad de Mexico: el bumo se estélevantando; la wiela se esté extendiendo, Lorad, amigos tos, ‘ened entendida gue con estos bechor Bemos perdido le nacién mexicans 2. La muerte de los dioses Ea efecto, Ie derrota posee un eleance religioso y cdsmico pare Jos vencidos; ‘significa que los dioses antiguos perdieron su pocen- ia sobrenacural. Los aztecas se consideraban como el pueblo ele- gido de Huizilopochtli, dios solar de le guerra; tenfan por destino someter a su ley a todos Jos pueblos que rodeaban México, en las cuatro direcciones. En consecuencis, In caida de In ciudad implica algo infinitamente més grave que uns derrota militar; con ella se ciexza el reino del Sol, A partir de entonces la vida terrestce pierde todo sentido, y ya que los dioses estén muertos, sélo les resta a los indios morir también: {Bees ns mr, Pert ge Ja nacstror doses ban muerto ® La evidencia de Ia muerte de los dioses aparece confirmada, después de la derrota, por la ensefianza que imparten los espafole Estos pretenden llevar consigo el conocimiento del verdadero dios, destruyen impunemente templos y estatuas y revelan a los vencidos ‘que hasta entonces se han limitedo a adorar falsos idolos, Toda la culture azteca se encuentre repentinamente aniguilads, De abi un sentimiento de confusién y como un grito de incredulided: Dijstete no eran sedaderas musts dase eae palabra es dita, on bor lla extaor mrolenton argue nuevo! progeilores, Canteres, Mexicanos, en Miguel Lede-Portll, ob. cit, pig. 210, Libros de los Cologuias de los Doce, en Walter Lehinana, Sterbende Gétter tnd Christiche Heilsbotscbajt, Stattgoct, 1943, pig 102. 56 Primera parte: El aumstismo de la conquista tos que ban sido, ‘Soler hablar P chors, nosotros deuratemos ‘ntigaa vega de vide? No podemot citar tronguios, } citrtemente no. crenas at, to la tomar por verdad, (Gun cuando) of ofendemas ‘ave ban vivido sobre la terra, Los mayas conocen el mismo hundimfento del universo tradi- ional, El Chilane Balans, aunque carecterizedo pot fuertes influen- cias cristianas , afirma, ‘sin embargo, que los antiguos dioses han cxistido realmente, Pero afiade que eran mortales. Los antepasados los adoraron, pero la revelacién de la verdadera fe ha puesto fin ‘Aunque los entiquos dloses fuesen perecederos, eran dioses. Ha ceduendo ya al tiempo de su adoracén. Flan sido Gisipados por la bendicién del scfior del Glo, cuando se cumplié ls redencién del mundo, cuando resucité el verde. ero’ Dies, camado bendijo Tos cielos y In terre, “Vuestros doer se Ban derrambado, hombres mayes! Los habéis ado- nado sin esperanza! ®, El reino de los dioses se encuentra, por tanto, limitado en Ia dorciéa, Los _mavas_elaboran_una_notable tacionalizacién de le Conquista, fundada sobre a representacién_diclica del tiempo. Bien conocido el grado de exactitud del calendario maya. Las cré- nnicas de la Conquista ejemplifican el mismo cuidado por la preci sida temporal y anotan meticulosamente Ja fecha exacta de los econ- tecimientos™, La llegada de Tos blancos marca el fin de un ciclo, mientras que por el mismo movimiento se abre un ciclo nuevo: destino ineluctable, incrito en Ia sucesién de los Katun, En el mismo instante se confunden la muerte de los dioses antiguos y el naci- miento del Dios cristiano. El Chilam Balam asocia en una misma profecla cl tema del comienzo y el del crepisculo: @ Tid @ Recordemos que el Chilam Belam nos ba sido trasmitido « tuvés de seagrpgone pete fo eno dodo al todo oe hilar Balam, dicién traducida por B. Péret, pig. 99. (El subrayedo mano) EE por cigmplo el Memorial de Solold: aE dla 1 Gapel fueron, des tzvides lo quichs Por los castellaos.. Edin § Qat lo reyes Abpop 9 Ad Gachay fbton uemacor por Tunstish. El dir 7 Camey fron dex Beaver por Tanah. El ia 2 Queh Tos cmtelanes raatarea a tos ‘Arca, et (Ea Miguel Leda-Pocl, Ef reerso defo Conguisa; pigs 101-103). 1. La muere de:los doses 7 xru fundacién de Ie tierra por Jos Blancos. El onae Alaa Te events de los haturs. Ges Alan iSerk pra nosoties el erepiselo cuando. leg! KSendmador eq el aspecto del rottzo de sa Dios. Todo cuanto ensef, todo covento dice, es: «Vais a moris!» La Conguista, «carga del Kati», aparece ast grabada en el tiem: po, contenida de alguna mancra en el curso de los siglos. Ahora bien, esta interpretscién temporal se duplica con imégenes espa ales, cuya figuea nuclear resulta encerada por el sol, divinidad esencal de tn religidn maya. La teoia de Ja Conquista se empliia en una visién dramética que englobe el destino del universo: Tete eg cl soso del kt, del tece Abate. Lg fax det sol se, romperd, cad Sasseidone seb Tos, doter Ge ahors. El sol srt mordida cine Gia, Giese vine. He aq i representa del cece Aen ; Uh Sederaue da Dios ev fl de gue svecdert qge mace rey de este als weg Se tigen de in Sls de segundo Hempo, del rego de sopuado sieupo, Yes tunbien i cnose de nbestn avec °° castar al Soll Eto et 0 qoe ban Yetido cer los extranjeros Indgenes de Ja cafda y de Ia rotura del sol, fuente de toda le ‘vida; temas de Ja agresidn y de la castracidn; prucbas de la muerte Ue los dioses y de fos indios: Ja «revolucidn» cel tiempo es vivide como una catéstrofe ebsoluta. En este sentido, podemos decir que Ja Conquista provoca un verdadero traumatismo colectivo. ‘Sélo sobrevive el recuerdo de la civilizacién perdida; el trauma- tiomo se prolonga después de la Conquista, en la nostalgia referida ft las costumbres abandonadas, Esta nostalgia se experimenta co- fidianemente al nivel elemental, tan importante entre los mayas, Ge la medida del tiempo. Es sorprendente observar cémo el Chilert Balam el Memorial de Sololé insisten en conservar la antigua cro- nologia de los katun, mientras la crénica de Chak Xulub Chen fadopta cl calendarfo cristiano; pero precisamente este Yltimo texto evoca con tristeza Ja tradicién ya muerta, aquella que ordenaba erj- git_una_estela cada _veinte aflos pare determinar ad ‘comienzo de ‘gada_katun: ste aflo se terming de evar el katon; a saber, se terminé de poner en pie a pledra péblien ave por cade veinte tones que venfan, <= ponfs en pic Ar‘ pledla publica antes de que Legaran los sefores extranjetos, Ios cspailes, % Chilam Balan, edicién treducids por D. Péret, pégs, 190-191 7 bid, pls. 184, peg. 195, ete. bid, pi. 121 °M Tbid, pg, 6546, (EL subrayado ex nuestro.) Primera perte: EI traumatismo de Is eonguista soul, ¢ Ie comarca. Desde que visieron los espales for que no se hit Con los katz deseparecen los’ puntos de referencia tanto mate- ales como espirituales, las representaciones expaciales y. tempora Jes. Hundimiento de una visién del mundo que lcga incluso ¢ sus categories mentales més fatimes ™, El Pert ejemplifica heckios énélogos:. la! detrota se experimenta alli como une catéstrofe de amplitud igualmente césmica. Pero con tun matiz particular: aguf el chaque coincide con Ia muerte del hijo del Sol, el Inca. Este asegura la mediacién entre los. dioses y los hombres, y es adorado como un dios: representa de alguna manera el centro carnal del universo, cuya armonia garantize, Una vee ase- sinado este centro, deseparece el punto de referencia viviente del mundo, y es ese orden universal lo que resulta brutalmente des- truido, He ahf Ia causa de que la elegia por le muerte de Atahuelpa cante Ja participacién de la naturaleze en el drama de le Conquista "; la tiesra se niega a devorar el cadver del Inca, los precipicios y las rocas tiemblan y entonan cantos fiinebres; lat ligtimas se reiinen en torrentes; el sol se oscurcce; le luna, enferma, se encoge, y el tiempo mismo se reduce a un parpadeo ™. ¥ todo y todos se. exconden, desaparccen padeciendo™. Lo que Ja clegia describe es, entonces, el nacimiento de una es- pecie de caos. Los elementos se rebelan y Ioran; el mundo se re- ‘merce sobre si mismo; le duracién se constrifie en un instante casi saulo; la noche se extiende, y una ausencia infinita envuelve a todas Crénica de. Chak Xulub Chen, en Miguel Lesn-Portila, El reverso de Ya Conguists, pgs. 89:50. Es pedo, sin embergo, tener en cuents que clertot documentos ind sgenas (como el Chilam Balam) se esuerzan por conservar el recuerdo. dels sigue cuore, A Se trun de Ie elegin Apu Inca Atoll al siglo cv teadcids por Jose Marta Argues de ah Conquista, pigs, 179-184, ‘A Thid, pips. 180-181. EI sol vuélvere amarillo, anochece / mistris ta muerte del 2nce redoce /'al.tiompo que dura cnn pestana 1a ‘terca ce niegn ¢ sepultar / a su Sefar. 7 ¥. los preciicios ‘de idémblan por su amo / canciones’ finebres entonando, bid, ph. 180. ea se atiauye ‘ee El revert 1 ater de or diz 7 las cosas, Es. como un vacio que se hace més profundo cada vez, como una nada que se abre y donde el universo se sume. Sélo resta al dolor, 3. Duelo y locura Después de le muerte de los dioses, los espafioles imponen su dominacién a los indios. ¢Cémo interpresan éstos Ia nueva etm que ast comienza? Los incas viven Ia dominacién espafiola —la ausencia del em- petador— a la vez como mattirio y como soledad. La elegia a la muerte de Atahualpa los describe lorando y delirando, sin saber hacia qué volverse . Porque la sombra que les protegta ha muerto", se ven abrumados por el sentimiento de una falta que ninguna cosa puede colmat. Privados del padre que los guiaba, llevan ahora una vida errante y dispersa, pisoteados por los extranjeros ®, Literal mente, ahora son s6lo huésfenos oprimidos. De ahf el estado de duelo y frustracién: Gon el _martsio de le reporscin infinite of conazén te rompe®, Los indios suplican al Inca muerto que sbra-nuevamente sus ojos, que extienda nuevamente hacia ellos sus emanos magnénimas 1 fin de testablecer entre ellos y el mundo la armonia perdida, Entre los mayas, el recuerdo transmuta la époce de [a antigua civilizacién en una verdadera Edad de Oro, mientras que la domi- nacién espafola se concibe como desencadenamiento de todos los males; cf tiempo de los blancos es Je inversidn simétrica del tiempo de Jos antepasedos. Este tiempo representaba el orden y la medida; una vez destruido, el presente s6lo puede ser «tiempo loco», debits PA 1: «Sia tener « gulés 0 « inde elven, / ero: tirana. eluerta Ja sombea que procsze, / oramos. Ibid, pa. 183. : fF, "ote aS Baio Shetland Jo mae so truldes; /-pespejos exeaviados, napa {a memos, soon, futade cncbunce de da, | por el paigo in cuenio exrada, os pes eas ide. Thi, ag 183, 4 Tid, ig. i; Tae magndsimes manor / exténdela; / y con so visi forictidos 7 dempldenca © Chilam Balan, ef teducide por B. Pése, pi. 36 6 Primers peste: El sraumaismo de fn conquista Cuando pensamos en el papel fundamental del calendsrio en Ia calruta maya, el tema de la locura del tiempo reviste uae fuerza ‘asombrosa y 0 puede designar sino un caos absoluto, Por lo mis- ‘mo, el Dios cristiano, aunque averdaderon, debe ser negado, pues censefia la mentira y el pecado®; los espafioles oprimen a los indios bajo el peso del tributo™ y los reducen a esclavitud "; es la exa del sufrimiento y la miseria, de la discordia y Je guerra, de le enfer- edad y de le muerte, En términos generales, no se trata tanto de una falta o de una susencia —como entre los incas—, sino de tune ecumulacién de elementos negativos. En la descripcién de este mundo absurdo, los conceptos se encedenan con arreglo a parejas antinémicas, de manera que la oposicién tiempo de 1a locura/tiempo de los entepesados recubze fisuras en todos Jos niveles: intelecrua- les, morales, sociales y biolégicos, Con todo, escapa a este andlisis (como sucede con toda abs- traccida) la cualidad particular e insustituible de la historicidad con- creta; bay un estilo original, uns singularidad de lo vivido, ninguna formulacién puede explicitar completamente. Comprender Ta visién de Jos vencidos exige que nos impregnemos de toda In poesia y también de toda Ja violencia de los testimonios indigenas. Dejemos, pues, que los documentos sigan hablando; escuchemos la vor emocionante del Chilam Balam: Enfonces todo era bueno, y ellos (los dloses) fueron sbstidos, ‘Habla snbidurfa en ello. 0 babla pecada entopces... habia una santa deyocidn en ellos. Senos vivian, No habia enfermedad enronces; no hak dolores de haesos, no fabta fiebres, no habia viruela, no habia ardor de pecho, fo abla dlor devine, 90 hala eniaguscniets, Sus crear ettabes fentonees reclamente exguldos, TNo es. esto lo que han hecho lot sofiores blancos cuando legaron aul Hag ensefiado el miedo y han venido # mancillar lag flores. Para que viviese ru flor, han hundide y agotedo la flor de los otros. = Mencillada esta Te vide, y moete el corezén de las flores... falsos son sus Teyet, tangs sabre sus tones, avaros de sus flores... jAsaltantes de Tos ‘las, cfensores de le noche, yerdugos del mundo!.. ‘No hay verdad en In palabra de los extranjeios ™, wl iy i! lsu Dn! Ne he eal ant haa el a ls oy, ie fet Sept aie eet el ee a) SPF ge Be eC Da SY ao et oe ee i A Rl a ee eee Tea “ 1. La moerwe'de los dioses a em ge se ec ee lene poz eps Tee a a eee Sey, Pony ines ot te) SP hse ones pepe dale ee i uae onde ey cy, rs de a cxisiad Por dea Ss ly oil conta" de fs date St, tales — Hemos descrito el traumatismo sufrido por los indiosya través de los textos, es decir, de un modo bastente empirico. Sin duda, se traumatismo podria ser definido en vérminos més rigurosa- mente psicoanaliticos, Los temas de la cestracién del Sol, del aben- dono por el padte, del duelo y la soledad nos levan por esa via. ‘Sin embargo. no podemos aventurarnos a seguirla, el menos, en teste estadio del trabajo, por dos razones. Por una parte, 1a mplica- ién de los métodos psicoanaliticos a la historia, a pesar de las in- Vestigaciones actuales, se encuentra en un estadio embrionatio, cu- yor resultados son poco seguros. Por otra parte, wna empresa TEmejante exigirla ua andlisis més detallado de las estrcturas men- tales propias de cada sociedad, cuando nosotros nos hemos limita: doe sobrevolar Je literatura indigena relativa a 1a Conquista en fireas culturales muy alejadas, desde México al Peré. Por tanto, en teste capitulo ‘nos proponfamos solamente una especie de toma de Contacto con el problema, un descentramiento mental indispensable fparn comprencer la visién de los vencidos. Nos bestarf, pues, por ET momento, haber evidenciado el hecho mismo del traumatismo, fst como sus consecuencias. Los indios tienen Ia sensacién de que fu cultura ha muetto y experimentan una frustraci6n particular, que ‘orresponde a una verdadera «desposesién del mundo», Este tau: Shatisino se perpetia durante el perfodo colonial, y hasta nuestros is, en ln medida en que Jos indios continian viviendo le domina- ign expafcla como un estado inferior de seatimiento y humillacién | | | | Capftulo 2 LA DANZA DE LA CONQUISTA El traumatismo de la Conquista extiende sus efectos hacia los indios del siglo xx y se encuentra profundamente inscrito en sus estructuras mentales, verdadera huella del pasado en el presente. Esta persistencia en la memoria colectiva de un choque cuya anti giedad supera los custrocientos afios resulta atestiguado por el folldore indigena actual. eQué significa estt fendmeno de supervi- vencia? *, Porque incluso en nuestros dias, con ocasién de sus fiestas tra dicionales, los ind{genas reviven la’ Conquista espafiola. Cada afo, en Perd 0 en Bolivia, los campesinos se retinen en la plaza de la ciuded y representan la «Tragedia de Ia muerte de Atahualpan. En Guatemala, la manifestacién folldérica m4s popular es precisamente la «Danza de la Conquista», En México, obras como Ia «Danza de las plumas> o Ta «Gran Canguistan intzoducen nuevamente et, la representacién a Moctezuma, Cuauhtemoc y Cortés. ¢Qué valor his- t6rico debemos atribuir a este folklore? Resulta dificil establecer la fecha de las obras en cada caso espectfico, porgue se trata de ‘tradiciones en principio orales, generalmente transcritas en el si- glo xrx. Ademés, el folldore refine un material eclécticn, imprep- nedo de influencias espafiolas. Con todo, es probable que la «Dan- 2 aL vision des vaincus: ln Conguéte es le folklore indigines, Annales E.5.C, mayojunio 1967, pags. 334 j | a Primera porte: El traumatismo de la conquiste za de la Conquistay (en sentido amplio) se remonte a una. époce cercana a los acontecimientos, pues el tema esté ejemplificado por cl teatro indigena desde el siglo xvi? Pero gen qué medida de testimonio de tna continuidad el folklore actual? Si comparamos las danzas actuales y las crdnicas, comprobamos la vez convergencias y divergencias. No es sorprendente que he- cchos hist6ricos tan lejanos aparezcan hoy deformados; pero _gson dcformaciones arbitrarias? ¢Provienen de le pura fantasia? O, al contrerio, gobedecen a una clerta lgica? Y gcudl es esa légice? @Bor qué fal reinterpretaci6n y no otra? Por ejemplo, zqué suefio de compensaciéa, qué ilusién de revancha expresa el indio cuando representa el papel de Mostezuma perdonando « Cortés, o cl de Pizarro cestigado por el rey de Espafia? Y, en definitiva, epor qué cesta necesidad de recordar la derrota cuatro siglos después? EI folklore, pasado que vive en el presente, constituye un fuente para el estudio de las permanencias inscritas en Ja psicologla colectiva. Intentamos poner en préctica un experimento: ler ir endlisis regresivo desde el presente al pasado, y, a través del folklore actual, remontarnos haste Ia significacién ‘de’ la Conquista para los indios. Debemos, sin embargo, distinguir dos aspectos di- ferentes del problema: 12 gRefleja el floklore actual, aun cuando sea parcialmente, las reacciones indigenas del siglo xvi? 2° La deformacién de Ie historia en el folklore gdepende de reglas Iégicas? En otros términos, las «Dances de la Conquista» de los Andes, de Guatemala y de México, es decir, de zonas muy alejadas entre’s{, gpresentan cierta unidad estructural? Estas dos cuestiones conducen a utilizar un método en sparien- cla poco ortodexo: Ia critica histérica ba de comprobar Ja auten- ticidad de las tradiciones folkléticas; cl andlisis estructural debe descubrir la coherencia interna del material estudiado®. Ciestemen- 7 Ck Bartolomé de las Cases: «Tenfan todas Iai gentes.: muchas maseras de bales y cantares.,. todos al son de sus instrimenios rausicales cantaban ‘unos 7 fespondlen otros, como los nuestros suslen, hacer en Espaia, Lo. que fen rar canttres propnclaban era secontar las hechos y tiqueza, seforos, emo ds aut antepasecos, Ta vide que telen antes que viniesel La Selaton a vende delon'y come en ror ere vilentamente eater. |e fezoidad de lor ertllos.. Selon perros.» (dpologdcebisoia, Bbloech de Beers ip eo CVE, etn poe Jen Ber de Toe Boco, Preguntaros, eo qué meude es aplicable ol ndlsis estructural al folloce que plants problemas particles tilfiee dela mitologte pat su lad Pero a ‘elcore fnatutslesa y por su funcidn en Ia sock ran sin a Fig. 1 —Desfile de la tropa de los «Incas» por las calles de Oraro Pizarro, rodeado de soldados espaiales. Fig. 2-—Llegada a la plaze del Socavén. En prinier plano, Cristébal Colin portando ta bandere espafiola Fig. 3—Danzas pretiminares en la plaza del Socavén. En primer plano, Cristbbal Col6n; detrds de 6, Pizarro Fig. 4—Danzas_preliminares. De izquierda: a derecha,’ Atabualpa; Primo Inca 9 Huascar Ince Fig, 7—Reaccién de Atabualpa pattoles. Fig. 8.—Pizarro. ig. 10.—-Huarear' Inca y el mensuje'de Almagro. D uaz = Fig. 13.—Imprecaciones det Padre Luque. ig. 24-—Lamentaciones por Atabualpa. Fig. 29.—Después de la representacién: en el centro, Cristobal Co- lon rodeado por los soldades espafoles y los Incas Fig. 30.—Atabualpa, rodeado por Primo Inca y Huascar Inca 32Oraci6n a la Virgen del Socavn. 2. Las danas de ta conguis 6 te, nos attiesgamos a desembocar en conclusiones abusivas, desli- zindonos desde un tipo de demostracién al otto; pero, sélo pre tendemos elaborar una problematica y esbozar hipStesis de trabajo. 1. Atabualpa La muerte de Atahualpa, ef ltimo Inca, ejecurado en 1333 por orden de Pizarro, constituye un tema poético y coreogrifico uy extendido entre los indios de Pert y Bolivia. La geoeratis de estas manifestaciones folkléricas se conoce mal todavia, pero. ya hhan sido recogidas diversas variantes y se ha podido identificar tun cielo muy antiguo, que data sin duda del siglo xvi‘. Un texto muy completo, redactado en Chayanta en 1871, ha sido publieado por Jess Lara en 1957, quien considers que nos hallamos en pre sericia de una obra auténticamente indigens, compuesta en wn gue: hua areaico y cuya estructura recuerda incluso el teatro preco- Tombino®. Otra vatiante, bilingiie, pero relacioneds con cl mismo ciclo, ha sido recogida en Orvro en 1942 y publicads por C. H. Bal mori en 1955". Disponemos también de una descripcién decallada, cha por Mario Unmusts en so novela Valle; se trata de la danza J mfalogia, en unt primera sproximacién podemos considerar, que se, tate ZyTainbos caios de un lenpusje, eeacion colectiva y andnima de le sociedad, {Geipoens, «pratt de ee ut maz ochre: de Ge LBeSaaass en; eke exueture et Ja forme. Reflexions sur un cuvrage de Vladigir Prop», Cabiers de I'1SEA, 1960.) ‘UNicolie Ge Martine: Aruanz y Velo, Historie de ta Ville Unperisl de Potost (redactado al comienzo ‘del siglo xvm, tomando como base crénicas dct Silo v1} El autor deseribe las fiestas dadas en Potosl en 1595; se repre Feitwcon, ocho ecomedings; e.«1 Fue: Je una el origen de Joe Monareas, tages El Beni. La segunds fue fos tlunfos de Guayna Capac, undécimo Ingo del Berd... Fue In tercera de Ins tragedias la de Casi Guascar, dvodécimo Top Gal Perd. La ‘cuarta fue la ruina del Tmperio Ingal: cepresentdse en lin ln Enurads de los Expafoles af Perd, prsién injusta que hicieron de Atehunlipa: Tee mnetplor y admirables sefale: que en el Cielo y Aire se vieron antes quc 12 Sifase la vido; tcenfas 7. lstimas que ejecutaron los espaficles a los ide ie mdguina de oro y-pleta que offecié porque no le quitasen la vide, y muerte que le dieron en’ Cajamarcn...» Wate fy el motivo de cue comencemcs con el andlisis de esta obra: Tra pete fi ae Ria, icin esi por Jes Lam, C= mba, 1957, E} autor concluye ea. st introducciOn: , dice Atshualpa. El padre Paver fe acusa de blasfemo y exige su cestigo, pero le administra le extre: neién. Piaatro acude y stravieste Aahualpa con sy spud. ce itima parte de [e tcagedin esti consticuida por las lementeciones de corey for sibditos del Incr el munee entero, particips en In muerte de Shudipe El coro longa, e su ve2, une maldicién en contra de Pizarro, La cea fital code ol rey de Espanya Pizarro: dsre oftece su soberane is caeeee sd dawnt de Atsbuelpa. El rey de Espnia se indigna por el crimen. SESE dl Gnen'y snuncia a Planseo que ser4 castigado. Este maldice su espedi Jd ale que Te he vista nocer, Luego cae » tert 'A través de estos episodios, muchas veces confusos,. aparece tuna composicién relativamente simple: 1° Los suefios snuncian la llegada de los espafioles. 2° Se celebran encuentros_prelimins- res avnivel de subordinedos y lugartenientes. 3.° El episodio cen- tral reune al jefe indio y al jefe espafol. 4° La muerte del jefe | indio resulta seguida de lamentaciones, surgiendo el rey de Espafin | como une especie de deus ex machina para castigar a Pizarro, Con este fondo comin existen, sin embargo, variantes que a menudo: se fclaran mutuamente. Tomemos como ejemplo el episodio, en apa- fiencia ten extrafio, del profundo suefio de Huaylla Huise. En Toco, después de numerosos suefios adivinatorios, el sacerdote per | manece en tierra, muerto, y fracasan todos los esfuerz0s hechos pare | Gespertario. El episodio de Chayanta aparece, pues, como una. ver Sién ciluida del episodio de Toco. Ahora bien, el adivino juege un papel de mediacién: entre indios y espafoles (en su misién de Embajadoe), entre presente y futuro (en cuanto intérprete de los Suedos], entre dioses y hombres (puesto que ex también sacerdote), [Qué significe, por tanto, Iz muerte o cl «sueiio profundor del mediador? ". \ Por otra parte, en Oruro existe un episodio que no encontte = mos en las demés versiones, al menos bajo esa forma; después de Ir «El sfmbolo de le dignided imperial ero el Wautu, crenea de diferentes colores que dasa eineo 0 seis vaeltar en torno 2 In cabeza teniendo al frents sere clu de lana, le maskapaiche, cada uno de cuyos clementes pasibo por int quero tubo de oron (A. Métaux, Les Incas, Paes, 1962, pig, 73) PPE Geate°elte el tema del sueno profundd; al comioiay set drama, | Trea sabe que han Tegado guerreres, burbudos sin haberlo soaado. El Sino''no necesita, enances, interprctar tas premoniciones de su rey. Sin cm Dargo feomo, et Chayanta 'y en Toca), ve a los expafoles en un suetio (del Contes despicria sin dificultad), Ex Ocuro su papel de intermedtario subsise Caonees, pero bajo wna forms ecenuade. Parece que cuando a idea de Ie ine: GRC aulta foestemente destacad, amueres (0 ductme profuncamente); Soendo se encuentra poco destacada, «sabreviven, a 2 La danze de Ie conquista ® escena durante la cual «ia hoja de mafz» pasa vanamente de mano fen mano, Apu Ince reine © sus guerreros y rechaza a Almagro: En Chayanta, después de la entrevista de Saysi Tupac con Almagro, Atahualpa se limita s reunir sus guerreros, pero no tiene tiempo de ibrar batalla, Si examinemos las dos variantes mis de cerca, comprobamos que reposan sobre un tema comin: Ia victoria de los Indios sobre los espafoles, apareciendo debilitado este vema, en la versién de Chayanta, Pero en ambas variantes los dos episadios se sitéen en el mismo momento de le accién: después de las entre- vistas preliminares. La victoria sobre los espaftoles (real en Oruro y virtual en Chayanta) prefigura de alguna manera el castigo de Pizarro, después del encuentro de los dos jefes. Parece que el mis: mo tema, expresado con mayor o menor claridad, se repite en dife- rentes momentos de la accidn, siguiendo les. mismas secuencias Pero gno ex aceso el castigo de Pizarro la anticipacién o cl sim- bolo de la expulsién final de los espafioles anunciads por Atehualpa? Es significative que en Orzo, después de la muerte del Inca, el coro rece por Ja resurreceién de éste ", Y que en'La Paz, sein una informacidn del doctor Vellard ", Ia reptesentecién sc. tetminsba precisamente con In tesurreccién y el triunfo de Atchualpa. ¢Hella- mos aqui la huella de un mesisnismo latente? ‘Pero resulta prematuro sefielar el significado de la tragedia; hasta ahora nos hemos limitado a desctibit lo obra y a esbozar una comparacién entce sus variantes, Introduzcamos ahora referencias histOrices; en cfecto, ciertos temas, 0 ciertos detalles, recuerdan los hechos atestiguados por las erénicas. Ast, el largo episodio de Jos siefios premonitorios y Ia evocacién por parte de Atahualpa de la profecia de su antepasado Viracocha tiene Ingat dentro de una tuadicién auténtica; también encontramos aqui el presegio del sol Velado por un humo. Tgualmente.ordena el Inca a subijo que se refugie en Vileabamba, antes de morit; este detalle hace pensar en Ia efectiva rebelidn de Manco Ince (en la realidad, hermanastto de Atehualpa). Nos detendremos més patticularmente sobre tes temas destacables: 1.° La descripcién de los espafioles por parte de Jos indios, 2? La incomprensién entre los adversarios. 3." El aleance césmico de In muerte de Atahualpa. B Raster wSefior eterna, al joven pderose Inca, ven sl, hezle resucicar, La Conguista de los expafoles, pip, 100. WGhtado. por C, Hi Balmoti, of. eit. pis. jc sb hs inde dor cnn, Se sede UGe'Gato enon muere fod, a nites difieren por el nombre Fupee), 0 por un deralle Ge le “fnca macre fusilado, al igual que Pizarro. Primera parte: El ceaumatismo de le eonquiste Sabemos que desde su legada al. Peri tos espaftoles fueron considerados como hijos.del dios Viracocha. Y¥ es precisamente por medio de Ia denominacién de «Sefior Viracocha» como se ditige 1 Pizarro el Inca en la obts, De hecho, tanto en Ia tregedia como cen las crénicas, el cardcter extrafio de los espafioles resulta definido por los mismos signos: In barba, las vestimentas de hierro, los ani- males desconocidos y el mistetioso lenguaje escrito. Cuando cl adivino Huaylla Huisa ve en suefios a los invasores, los describe de Ia manera siguiente: llegn, hombres barbados y hostes, de més alld del mar, en grandes “Eero Vienenfomendo-unantidiad ro. Lleyan ‘ues foernot purapicos gual que is tran (ler), denen fos calor cn’ bianco Fina polvorends,'y cn las mandfosas cstentan burbs ois, semelentcr& Jere veer lng, y evan en le tanot Hondss de Rice extvorinnan yo podor ecto en Yer de late pledat vomits fuego ames, 9 Tuege los pis enen extras etrcllas de hiro.» Y habiamos comprobado en el capitulo precedente que rasgos similares habfan sorprendido, en al siglo xvt, a Titu Cusi o # Poma de Ayala". En especial, la escritura constituye_uno de los signos mis_des- tacados dea superioridad espafola. Scbre este tema se encedena el de [a incomprensién, Nos referimos al episodio de la «hoje de, maiz»: Atahualpa, intrigedo por el mensaje de Almagro, lo Teva a su oreja, escucha atentamente y confiesa no oft neda. Lucgo, la carta pasa vanamente de mano en mano; mientras circula, el ‘Inca y sus dignatarios hacen en ella una sorprendente descripcién, en rérminos casi idénticos: isa de sate cstdo sun, Bervidero de hormiges, Vista deste cro costed parecen les huellas que: dejan Iss patas de los péjeros en las lodosos fries del ro. Viste as, se porece a las tarukas pusster con la cabeza abajo Yas. patas arriba, si slo" esl mizemos es como llsmas cabizbejas 9 como Guero: de taruke, Quién comprender to pudiere. No, mo me es posible, efor, adivinalon ©. Al peso lpi de Moura w Takten ae fobram de meke Seesivg eh in eUrageia de Atahuaion> cl tema de le codicia de los espaoles, Recordems la escena en In cual padre Valverde contedice.« Almagro, para acarar que los expafeles venen 2 pre scar acerca del verdadero’ Dios! a replica resume por sf sola code In ieologin ae Bae de Aral ase seniors epoch ly exper haber tonto Fi mikién euistiana Y preccupnise Gnicamente de buscst or. Bingen del finde. Aleallpa, pigs. 100407 2, Ea'danza de In conquiste n El episodio se repite més brevemente cuando el. padre Valverde presenta la Biblia a Atahualpa; resulta muda para el Ince, Pero esta escena tecuerda exttafiamente el evento histérica de Cajamarca: recordemos que, durante la entrevista entre Pizarro y Atahualpa, el padre Valverde ofrecié, efectivamente, una Biblia al. Inca, Este tomé el mistetioso objeto, lo abrié, lo escuché, no oyd nada y lo tird a] suelo, Esa fue Ia sefal de la masecte. En In versién de Chayanta, cl tema de la incomprensién entre indios y espafoles resulta constantemente suscitedo por los juegos escénicas. Cuando un espaol abre la boca, es solamente para «mover los labios». Ningtin sonido se emite. Felipillo craduce: ilustracién del, corte entre dos mundos. En la variante de Oruro, los hombres arbudos hablan en espafiol y los indios en quechua. En este caso el tema de Ie separacién esté debilitado a nivel expresivo, pero trans. puesto al desarrollo de fa acciGn y reforzado alll; duvame el en evento de Almagro y Huaylla Huisa, los dos interlocutores decla ran explicitamente que nose comprenden. Y cuando Pizarro se encuentra ante el Ines, we ircta pot {a lengua bérbera de dete, en au célera, le condena a muerte, La ejecucién de Atahualpa es consecuen cia directa del foso insalvable que separa a los indios y espafioles. Ahora bien, el Inca era el principio de vida de los hombres y del vuniverso; su muerte tiene un aleance religioso y césmico. Hijo del sol, protegia a sus sibditos con su sombra, hacte hablar a las mon- taias y su soplo ponfa al mundo en movimiento, Con su muette, el rio se tie de sangre, Ia tempestad se. deseneadena, las montatias se detrumban, el ciclo sc viste de luto”. Todos estos temas recuer- dan Jos cantados por le elegfa del siglo xv1 que citabamos en el ca pitulo precedente. Ejemplificen la funcién fundamental del Inca: la del mediador que asegura Ia armonfa universal. En definitive, po- demos concluir que Ia muerte de} adivino Huaylla Hluisa (que en Jn trogedia cumple iguelmente una funcién mediadora) prefigutaba de alguna manera la de Atahualpa. Pero la,muerte del Inca implica una ruptura césmica La tragedia implica, por tanto, una triple disyuncién: entre in: dios y cspafiles, entre el Inca y sus stbditos, entre la Tietra y el Sol Esta disyuncidn proviene, a la vez, de lz desaparicién del mediador y de le dominacién espafiola. Sélo un acontecimiento igualmente inaudito devolverd al mundo Ia armonia perdida: el retorno del Inca. Comprendemos ast por qué el tema mesisnico se halls. exbo- zado en la tragedia: encuentra allf un lugar légico. Un mito. secre el fin de Atawallpa, pigs. 178-180, gs. 178-179, 2 Primers parte: El waumatismo de le conquists tamente extendido entre los indios del Peri y de Boliv ‘que después de la muerte de Atahutlya su cabeza fue cortada, le. vada e Cuzco y enterzada, Pero bajo ta clerra Ia cabeza crece y va surgiendo un cuerpo, Cuando ¢ste cuerpo se encuentre complet mente reconstruido, el Inca saldré de In tierra, los espafoles serén expulsados y el antiguo Imperio se restableceré, Ignoramos si el mito de Inca-ri se relaciona explicitamente con el drama popular, pero es imposible negar Is coherencia del folklore indigena ®. I, Tecum Uman En Guatemala, como en los Andes, el folklore conserva el re- cuerdo de la Conquiste espafola: Tecom Uman es alli ua héroe nacional *. Les hechos son aqui mejor conocides, ya que han podido recogerse numerosos manuscritos; por una notable coi Bencia se encuentran concentrados en Ta ‘regién de Quezaltenango, Cerea de los mismos lugares donde se desorrollé, en 1324, la batalla entre Tecum Uman y Alvarado. Es en esas tierras altas, cargadas de historia, donde vive més intensamente el folklore; partiendo de este micleo, la «Danza de le Conquista» se ha difundido en el resto del pais (véase el mapa que figura a continuecidn), Ta representaciéa tiene huger, generalmente, durante Ia fiesta del santo local. Los actores, segtin los ejemplos citados por Barbara Bode, dicen sa papel en castellano, Todos evan miscaras; cu- Tiosamente, los indios vienen a veces In piel rosada y una barba rubia como los espafioles. Pero mientras que las méscaras indi sonrien, las méscaras espafiolas, cargadas con una larga natiz, exhi ben une mucca horrible. En cuanto al héroe Tecum, cimbia tres veces de mascara en el curso de la accién dramética: la primera, de Color oscuro, adornads con un enorme bigote; In segunda, de color 7 Ch, José Marla Arguedts, «Pugulo, una cultura en proceso, de cambion, Revista ddl Museo Nacional, tomo XXV, pigs. 184232, Lima, Cl. iguelmene ‘Ac Méenux, Let Incas, Paris, 1962, pig. 186. BINo hemos hecho. referencia «'los miltiples movimientos mesinicos que fectivamente tuvieron ugar daspeds de Ir Cangnits, durante todo el pettods olonia, porque nuestro aniliss se sitia por el momento Unicemente al nivel ‘de las calructuces mentales, Pero es evidente que coaviene recordar ese trant- fondo religioso y soca 3° Cf, Ricardo Cystafeda. Poganini, Tecum Uman, béroe nacional de Gua stemala, Gosterala C. A, 1956, 'Siyarbora Bode, The’ Dance of the Conquest of Guatemala, Nueva Orleans, 1961, La autora hi consuliado 64 manvsctitos, que presentan ligeras, yars tes, Ei map que feprodcimes indica su localizacién (pée. 230). (Gin yeranaz # eee BO ZREAPA pf Reusrelgce” ~~ jonaumds i ve hone IALADA ee a HONDURAS N7 Yes escuinrta / I EL SALVADOR |. Lugares donde hallamos manuscritos relatives u la «Danza dela Conquista» 7 Taleres de fabricacién de accesories pars la «Dazza de la Conquista, Distsbucién geogriticn de TLe danza menciona Ie muerte del caballo, pero prescinde del hecho de ‘que, part Tecum, caballero y-monture constitufan un solo ser. 's "Es: de ices notar que el Chilem Balam exprese las reacciones de los rmryss del Yoouidn, mientrms Ia -eDause de Ie Cocyeisim, en ol setual cmp, peftenece al folklore de los mayas.quichés 5 Athusla se Somete a Paro'y sep dare todo el ov ave pid. Por ‘ots parte, el rey de Espata intervene para. vengasio, Pero Atchualpe res el bautismo, y su muerte des 2, Levdanza de Ja conguista ” de los espafoles tinicamente se expresa dos veces y de modo muy breve: Quiché teme el rayo de los ehijos del Sol», y los dos j6venes principes se asombran ante el im- plica una prolongacién mesiénica; se espera, efectivamente, el retor- ho del Inca; una victoria indigena resulta proyectade al futuro, como una posibilidad. La «Danza de las Plumas» ilustra también tun suefio de revancha, pero representado solamente sobre el esce- nario teatral, retrotraido a un pasédo imaginario. La esperanza mesidnica de I se transforma, pert IV, en compensacién fantas- mitica: Suctos, profecias (preven Resistencia: / temor : — ee 1 + 4+ Set / see Toeomprest = / idogo: + | + Mucee el jefe indio — fsobrevive: +[ — | —+ |—+] 4 Muere el conguistador espatiol : — / sobrevive: Geajaniéa: + /Disuncn + stuecion: /Dinyuneéo:— | — Sominclén inde: 7 GhomineiSneapfols: — Se eerie raza mesitnice : + / fous ¢ la Virgen — Get %0 Primera parte: El traumatismo de ln conquisea Podemos, entonces, concluir. diciendo que la «Danza de las Plumas» (TV) constituye una especie de eco de la tragedia de ‘Atahualpa (1), pero simétrico e inverso. Entre estos dos polos, las ‘obras centrales (II y ILI) representan escalones intermedios. Las ‘cuatro obras se encuentran dentro de un conjunto coherente, de co- rrelaciones y oposiciones , que comprendia el cuadro precedente *. eCales son los resultados obtenidos? Podemos ahora responder ‘a las cuestiones planteadas al comienzo del capftulo: © EB} folklore conserva, efectivamente, el recuerdo de las reacciones indigenas en el momento de la Conquista. Sin embargo, Io hace con una fidelidad variable; una especie de_graduacién_con: iduce desde el folklore andino al folklore mexicano, pasando de_une fidelided histérica fuerte a una fidelidad_histérica débil. Hlemos dado sélo doe ejemplos mexicanos para no complicar en excesg el sp Chey io tain oe ep Sc ees salt, Sica scagia en 1943 eo Juchidon alto), ¥ aye texto (ee Be, Conan i 20 ced alee de Nc (946 fins 1534186), Al comienaa de lu tepresentaci6n, un indigene (acomparindo por Snnegro) anuacia al «Morerca» Ja legada de los espafioles (hombres horribles, {an alts como pinos 9 cuyas manos Iazan fuego). Cortés envin « Alvarado como nbejedor, pura intinar le conversign del monerca al crstinismo. Negative de {or indios’ El monacen eavia, por su parte, al rey de Tlaxeals coma embajador fe 3 ole cambio I pre ey eles te Gord ey Ie Tlsncala pronancia na de avs féplicas en mahal: inomprensiGn por parte Ae fos expatales, que finalmente le expulsen, Nueva embsjada de Alvarado (que ncnesa) sepuida de le embsjada de Chia, ¢ quien el moparen confi una care ‘pura Cortés! ha decidide hocer la goerse. Chimal eatze ue Erace toispcendera) y los espaioles lo expulsan. Sigue el epi Ta adhe: Re te Jocia Teas ex scpoka,y on los co veces, El me. ERA sus vasallos ge convierten, Lot espafoles y los indios se seconclian. La Bia rermina con slabanzas a le Virgen. Vemos que esta danza forma parte.del Erupo ivermedio (eosjuneién, dominacién espafcie),Iogicamente el mis rico en iafintcs El pertnefe dl ele indio no es agul desdabled, sno, que aparece TEV EIEN diftie y colestivo (el monaren y los reyes vasallos). Eo el primer mo- nego se someten y se convierten, Exist, sin embargo, “Timely, sobre toy Sonnres_a Cortés “Aadamos que estn obra pe inidos Tos temas BE ananco de in llegeda de los espafoles y de los encventros preliminates, ‘tos prieceamente-tuscnts en la «Danza de la Gran Conquista» (es dei, el ine mevkaoy el wu insrmed) Been reece el siggo (—) In anerte smbslcn de Cori, y com ol sie to (4) in cassoemaséa ‘de Ia esperanzn mesénica en compensicin fants 2, Ta dana de la conguista 1 22 Pero la deformacién de los hechos histéricos espera una cietta [6gica. Teles eventos constituyen la materia utilizada por el pensamiento indigena para producit un folklore cuyas manifesta Sones, aunque diversas, forman un conjunto coherente. Desde los ‘Andes’ a México, una estructure coméin ordena los temas de le «Danza de la Conquista». 32 Se ha impuesto otra conclusién en el curso del, andlisis el mensaje explicito del folklore no siempre resulta percibido como fal por los indfgenas de hoy. Hay un corte entre la superestructura ideclégica y la praxis, por donde se deslizan significados nuevos. Sin embargo, estos resultados plantean a su vez nuevos proble mas, gCémo se telacionen? 4Cémo se articulan las determinaciones histérices y Ins estrucruras folkdéricas? ¢Por qué se distribuye, el orden Iégico de tal manera que en unos lugares se conserva fiel- mente el pasado, mientras en otros se transforma por completa? En definitiva, gpor qué el folklore mexicano, eco invertido, del folklore andino, resulta ser al mismo tiempo el mas alejado: de la historia?" Durante el perfodo colonial, los movimientos mesidai- cos ton, por asi deciclo, constantes en los Andes, y casi inexistentes En México; gexiste una relacién entre este contraste histérico y, las ‘posiciones expresedas en el folklore? En este estadio del andisis, el folklore reenvia a la historia, a la antropologia, incluso al psico- Snalisis, En efecto, Jas supervivencias precolombinas, el treumatismo de la Conquista, las modalidades de ls evangelizscin, las, dife- fencias sociales, la extensiGn del mestizaje, la situacién de, los indios, sus rebeliones y los fendmenos de sculturaciéa han modela- do de’ modo diferente e! folkdore y Is memoria colectiva (por més ‘que estas. ciferencias respeten una Iégica inconsciente). La pre- Sikcia o la ausencia de movimientos mesidnicos depende de miltiples Eoctores: religiosos, politicos, socieles y econémicos, asi como del juego global de sus telaciones y evolucién, Al terminar este primer anilisis, nos hallamos ante el conjunto de Ia sociedad colonial. “Al menos en cuanto concierne al temé de In «Danza de In Conauistan, y con las debidas reservar respecto de otras obseruscones, 2 Primera paste: El trsumatismo de la conquist Las fuentes propiamente indigenas han puesto, de manifiesto tun doble fenémeno: a la vez una ruptura (provocada por el acon- tecimiento de origen externo que es le legada de los. blancos) y una continuidad (Ta permanencia del traumatismo de la Conquis ta). En el estado actual de los conocimientos es imposible abarcar la historia de todss Jas sociedades indigenss: desde el siglo xv: has ta el siglo xx. Pero desde ahora importa retener una conclusién esen cial: la memoria colectiva_de los indios recrea el recuerda_del_pa- sado_al_mismo tiempo que lo conserva, Ahora bien, una [égica estructural ordena esta recuperacién y reinterpretacién de los he- chos hist6ricos (sean cuales fueren sus diversas modalidades). Sin gue resulte necesario entrar en el detalle de las explicaciones psi counaliticas, este trabajo de reconstruccién del pasado aparece como luna compensacién, © como una reaccién, al traumatismo de la Conquista. Trabajo significa también obra de una actividad rees- tructurante, a nivel de Ins mentalidades, en respuesta a una situa- cin vivida, y revivida, como catéstrofe colectiva, Estos resultados permiten precisar Ja problemética que inspi- tard lo siguiente de nuestro estudio. En definitiva, el traumatismo de la Conquista ejemplifice el juego de les estructuras y de la" pra xis, pero al nivel de lo imaginario {y, en consecuencia, del aconte- cimiento). Este mundo imaginerio constituye, a su manera, una realidad, Pero la historia concrete implica también otros y titi ples -niyeles: econémicos, sociales, politicos, etc. Concediendo a estes vltimos cl calificativo de «reales en’ su sentido banal, se plantesn dos cuestiones: 1.° ¢Cémo evolucionan las sociedades_in- digenas en sus estructuras redles después de la Coriquista? 2." ¢Cémo reaccionan lo indios en su praxis real ante Ia dominacién espafila? Segunda parte [ESTRUCTURAS LOS CAMBIOS SOCIALES EN EL PERU, (1530-1570/1580) Conviene ahora restringit el campo de observacién, tanto en el espacio como en el tiempo. Trataremos del ejemplo, que repre~ Sentarel Peri en el segundo tercio del siglo xvr. Lo cual implica com ebir In Conquista en un sentido emplio, no limitado a un, acon ‘imiento casi puntual (Ja Ilegada de los blancos, In derrota), ildndola a tn largo proceso de colonizaciin que estudiaremos tn aus primeros efectos, Previamente, debemos precisar el punto de fartida’y, por tanto, volver de alguna manera hacia atrés, para Pinaar ua’ cuadro general del Estado inca en la vispera de Ia Con Guiste: el Pers no. constituye, ciertamente, un conjunto homogéneo, tro es posible esbozar un esquema que serviri de punto de rele fence (ceptlo 1). Exainacemas despots a, wansformacones de Ins estructures, demogrificas, econdmicas, sociales y politicas del Weirdo indigena al comienzo de la dominacién espafiole (capity- Ie TD), Por ultimo, los fendmenos de influencias y de aculturacién darn una cierta medida del cambio (capitulo 111). Cronolégicamente, cl estudio cubre unos cuarenta aos, pro simadamente el periodo 1530-1570. De hecho, Pizarro desembarca UmTmber on 1531, y se admite que a partir de 1570 In historin GB foe indios del Peri entra en una fase nueva, determinads » la THs 8 GA Kb 1) Cru Quin, 192172 Fei ater fi Aad Pa a gata a 2 sie tn, St, Ne er a fs pr ga lou, nto al ne. os ga ih MS BE eh tues > | 4 Segunda purte:' Los cambios sociales excl Peni vvez por el fin de Ia rebelién de Tupac Amaru (ejecutado en 1572), pot el gobierno del virey Franiso de, Toledo (1367-1581) y, rminos mais ge vivi6 la Conquista. les, por Ja desaparicién de la generacién que Capftutts 1 LAS ESTRUCTURAS DEL ESTADO INCA Qué sociedad encontraroa los espafoles en el Per? No se tra. ta, agut, de presentar una descripcién exhaustiva del Imperio inca, descripciéa imposible, por lo demds, en el estado actual de nuestros conacimientos. Nos proponemos solamente analizar ciertos.rasgos ue son esenciales en Ie perspectiva de nuestro estudio. El «espejismo incaico» ' ha suscitado interpretaciones diversas, 1 menudo arbitrarias. La cuestién més debatids se refiere a le na. turaleza misma de Ia sociedad. eSe tratabs de un Estado socia- lista? ®, De una sociedad esclaviste?*. De una sociedad feudal? + @De una monarqula de tipo asidtico? *, Las frmulas demasiedo sim ; plifcedoras caen en el anacronismo o dejan escapar la complejidad [dz Jo real. Es preciso ante todo cudarse de proyetar sobre una civilizacién tan alejede en el tiempo y en el espacio categories nacidas de nuestras sociedades industrales. Se habla as{ del ecolectivismo» de ls sociedad inca; pero es preciso no olvidar que este colectivismo tiene como foco de apli- TA, Motus, Les Incs, Puls, 1962, nlp. 3. 2 CE Louls Badin, Empire saciliste des Inke, Pats, 1928. 3 GE. Carlos Nunee Ansvitarc, Teoria del desarolo indsicn, tterpretcion cuclevsta pariareal de ou proceso bistrica naturd, Curco, 1953. @°CE una primera interpretcién de J. V. Murta, en «Tho historic wibes of Eeuador>, Handbook of South Ameren Indians, Washington, 1940, vol. Il, les, 785821. TA. Métaux, ob cit, pfg,'98: «.. ol asf lamado Estado social teje tmicho a una moneru de tipo asidticon, ci al 96 Seguncia parte: Los cambios sorsles en el, Pert cacién la comunidad rural (ayllu), y que reposa sobre los’ vinculos primitivos de parentesco entre sus miembros, Rewgrupadas en uni- Gades més vastas, tribus o reinos de extensién variable, los ayllus fentraron con sus tradiciones y sus dinasties propias, en €poces di- verses, en In otganizacién polftca formada pot los incas « medida ‘que progresaban sus conquistas. Estas impusieron a la mulkiplicidad de ayllus un sistema centralizador que en Ia mayoria de los casos respetaba las particularidades locales, Existe ciertamente un «moce- Tow inca, una orgenizacién consciente y racionalizeda de la sociedad; pero se trata de un plan ideal més que de una realidad. Partiendo de la antigua organizacién de los ayllus, los incas_ proyectaron sus propias categories ¢ intentaron armonizat las institucion fas con st esquema unificador. Es evidente que no eleboraron su modelo como pura abstractién, y que se_ inspiraron._en los principios de cooperacién vigentes en Jas comunidades, aunque adap- tindalos en su propio befefcio. Como consecuencia, no nos halle- mos en presencia de una sociedad homogénea, sino ante una superpo- siciSn de, por [o menos, dos tipos de instituciones: se reorientan las particulasidades locales, pero no siempre resultan integradas dentro de la unidad tedrica del Imperio, 1. Reciprocidad y redistribuciéa ‘Las estructuras econémicas del Imperio. inca, diversas en el espacio y estratificadas en ¢! tiempo, pueden en un primer anélisis aracterizarse por In combinacién de dos principios: los de recipro- cidad y redistribacién 6 7 “Tedticamente’, c] concept de retiprocidad se aplici 9 las se laciones entre individios ‘0 grupos simétricos, donde los deberes econémicos de unos implican los deberes de otros, en un intercam- bio mutuo de dones y contradones* ibuci en cambio, supone una jerarqula; por wna parte, sé aplica a gru- pos, y por otra, a un castro coordinador; la vide econémica es defi TCE, Ke Polanyi y otros, rede ond Markets in tbe Early Empites, Glew coe, G5 ag BOSE Recon ef nnanye robes. el one de Mel fieaseA Jona V. Moree corespende el inmenso mérito de habe: aplicado por Primera ver estas categorfas al Teoperio inca en su tesis inédits: The exoromic Traamtarion of sbe Tea Sate, Chicago, 1936. STRGR pes dt de apemane nome capri snl seardo debicra ett Sua clan de ls exponsin no eee la ‘estigeién a 7 Karl Polanyi, ob, cit, pigs, 252253. 7 ida agui por un doble movimiento, centrfpeto y centrifugo: agr- pacidn en el centro de los productos y posterior difusién de aque- fos aportados por los grupos hacia otros grupos”, ‘Empiricamente, podemos decir que en la sociedad inca la reci- rocidad At vide ccondmica al nivel de les comunidades a uucién proviene de la-organizacién esiatal, hhalléndosé’ encarfiado” el centro’ coor eI Trea. Pero la fo se opone a In reciprocidad, sino.que. se inscribe en ny funda sobre ella su ideologia. En este esquema i i {importancia agra ite ‘su_ prolongs debe atribuirse wn lugar especial a | nstinayen : “comunal_y_la_redistribucidn.estatal. ‘Tos dos prineipios antes definidos se combinan en el proceso de la produccién, en la distribucién de la propiedad y en el re- parto del tributo, La_produccién El Estado, por una parte, y Ia comunidad rural, por Is otra, imponen su huella a la economia inca desde el nivel de la produc- Gdn, En efecto, la ecologia y la tecnologia no bastan para dar duétivas en el Imperio inca es inseparable del de las relaciones de produccién ®, Geogrdficamente, el Peri se nos ap e como un pals de con- trastes: desde el nivel del mar hasta las més grandes alturas habi tadas, une, el desierto desnudo y la selva frondosa, el calor perma: nente y If nieve eterna, En este conjunto suelen distinguirse, pera simplificar, tres zonas fandamentales: en cl oeste, la costa drida del Pactfico; en el centro, In sierra andina, ftia y relativamente seca; ‘al este, las calinas.y Manuras de Je selva tropical, himedas y ca- lientes. Pero la altura’ matiza constantemente este esquema: la sie ra esté cortada por valles profundos, sobre cuyas laderas se esc Jonan numerosas variedades climdticas. En la region central convie- ne distinguir, por lo menos, también dos subcategorias: por una 9 Ker Polanyi, ob. cit, pie. 254, Esta aredistiibuciénn puede. st ia, en beneficio de un. gtopo ptlvilegiade (aqul, el de Jos in "angen ing en laren Joh V, May ae ap in the Inca Stator, en, Calture in History, Nuova York, 1960, pigs. 394407, G.Sa taisme autos, The economic organtzation of tbe Inca State, Chicago, 1958 (esis inedite), eapftalé Ts «Apricaltures, pigs. 932. is de las fuerzas pro- 98 Segunda parte: Los:eambioe sociales en el. Per parte, la zona del sltiplano, frla y-recublerta por una estepa herbosa (la puns); por otta parte, las pendientes medias. de la zoha quechua, templada'y tapizada por. una estepa arbustiva. més rica. Al norte del Pert, el altiplano esté constituido por bandas estrechas, a partir de 3.400 metros; se amplia considerablemente al sur, alrededor del lego Titicaca, donde se eleva'a mas de 4.000 metros y posee un cli- ma més seco, La.zona privilegiada de los.declives quechuas, donde Siende a concéntrarse fa poblacidn, se sitéa tambien a altdias tables dé acuerdo con Ia altitud: de 2,000 a 2.700 metros, al norte; de 2.300 a 3.000 metros, en el centro; de 3.000 alsur, Noes una casuali ade ‘l valle haya. sido le cand de tajas de ls zona media cortespondientes.a Ia selva oriental.” ‘La variedad de los. suelos y de los climas asegura le diversi de los recursos: mate, patats, quinoa, oca, ctianza de las lam: ctcétera, De ahf el cardcter evertical»’ de la economia andina, que siocia los ptodkictos “complementatios de pateelas de cultivo es- calonades en altitud, El altiplano dio:nacimiento 2 la planta andina per deliscign: Ia patata, Gracias ¢ silos de experiencia, lo incos an liegaca creat casi 700 variedades, adaptadas a las condiciones locales; ciertas especies silvestres crecen hasta. los. 5.000 metros, El clima de la puna permite la elaboracién del chufto, patata secada alternativemente con ftfo intenso y con sol, que se consecva durante tnuchos affos. Es evidente que sin el cultiva de tubézeulos (asocia- do_a Ia crianza de las llamas) no_habela:podido. poblarse_ el plano, Pues el matz, el otro elemento esencial” de sanding, tiene Itnites iéeimosmuy precisos, de frio y clima seco; nacié eit las fegiones calientes j himedas de ‘América Central y slo fue introducido en los’ Andes siglos después de haberse domesticado la patata, De hecho, no puede.normalmente sobrepasar en la sierra el nivel de los 3.500 metros, a causa del frfo, ni deseender por de- bajo de 1.500 metros a causa de Ja sequla; su lugar idéneo ‘corres. ponde a [a zona quechua;, pero incluso en.las regiones medias su cultivo exige irtigacidn; ademés, las laderas’abruptas. se prestan ral a Ja labranzas. es preciso: construir. terrazas. para poderlas utilizar. Dicho de otro modo, la extensidn del cultivo del malz en’ los Andes plica una poltica de grandes obras, "Desi Tego, al iat era conocido. en'el Perd mucho antes de constituirse el Estado inca; aparece primero en los oasis de la costa, hacia el siglo vir antes de nuestra era; pero durante mucho tiempo” 'V, Marre, «Rite and crop in the Incu State, pgs: 394597 1. [as estructuras del Estado inca ” los indios:de Ia sierra.no lo cultivaron sino en pequefias cantidades, con fines esencialmente rituales. A diferencia: de Ja patata, el maiz constituye el alimento noble, offecido a los dioses durante las ce- remonias religiosas; sucede lo mismo con la chicha, licot fermentado aque se extrae de él. Ahora bien, el Estado inca necesitaba abundan- tes reservas de viverss jéicito y sus funclonarios. La patata babela pod teenie. excedente, grado fe predestinaba de alguna maneia a alimentar los depé. sitos de! Inca pare ser distribuido Tuego a titulo de don real. Hay, pues, cotrelacién entre la extensién de las superficies cultivadas de airy el de iado™. Las herramientas individuales del ‘campesing (pala de madera 0 faclla, szadén provisto de une lémina de bronce) no se modificaron, pero Ta organizacién politica fuerte- ‘mente centtalizads facilitaba fa concentracién de miles de tribute rios pata realizar grandes obras. Es cierto que las téenicas de irvi- aciGn_y_construccién de las terrezas’ existfan también antes de constifuirse el Tmperi ro las tastifucioniés estatales permi- fan pasar a otra escala; los centeiares de kilémetios de le red de lnvigacidny Tas tontafas verdaderamente esculpidas suscitan, aun hoy en dia, nuestra admiracién, La leyenda y el rito atestiguan una relacién privilegiada encre of mafe y el Inca. Es Mama Huaco, la mujer del primer Inca, quien habria intraducido el cultivo del mate. Enel valle del Cuzco, cada’ aio, asistido por los miembros de I farailia real, el Inca rei ante ineuguraba el ciclo agratio en el mes de agosto, con siembras, ‘en el campo consagrado a Mama Huaco; a continuacién ven‘a el tur no de las tierras del Sol. La tradicién atribuye a los Incas sucesivos Ja multiplicaciéa de los canales y de las terrazas cultivadas; todas las fuentes confirman que estaban principalmente destinadas al cultivo el maiz; la tradici6n_atribuye también a la ensefianza de Jos Incas dl estimulo para Ia utilizacién del guario: ef abono permitia evitar tos baberhor Sobre, puns, e6 camble a cltlvo de Ie pata dependla. inicar fe luvia, y Jos campos exigfen un spaio periddica; an efecto en’ la bora del altiplanc los slos cofren ajo y le irrigacidn resulta dificil; a peser de la resistencia la cosechs es, siempre_aleatoria. ‘En resumen, la vida econémica en el Imperio isica se define por Ja coexistencia ‘de dos sistemas de produccién. El primero, fun- 1 pi. 401 8 Thi, plas. 398399. 100 Segunda parte: Los cambios sociales en el Pert dado. sobre, el cultive de la patate (y 1a crianzn de las Hames)", se Eesarrolls sobre el alviplano (puna) después de largos siglos de acap- tacién’al medio natural; este tipo autéetono de, pr i: nistra a los indios su alimentacién bésica; lo practican de Ja. comunidad curl, el ayllu;€5-un sistema de sul segundo, fundado sobre el cultivo del maiz (originario de las_regic nes calientes), se desarrolla en la zona media (quechua) més. tar- fiamente, gracias a una politica de grandes obras; es un sist tatal, orientado hacia la creacién de un excedente. El Imperio inca no introdujo ninguna téenica nueva en los Andes, pero impuso formas sociales y politicas al proceso de produccién que modificaron su sentido y su escala; integré los elementos preexistentes en una reve estrdeara 2, Le propiedad La tierra constituye el medio principal de produccién; ga quiéa pertenece? Segiin el cuscro clésico de Garcilaso de In Vege ©, que da de la sociedad una imagen retrospectivamente racionelizada, la tierra se divide en tres partes: In del Inca, Ia del Sol y la de’ las comunidades. Pero aqui debemos evitar también una posible, pro- yecciéa de uestras propias categorfas; en Je sociedad ince", la propiedad de Ia tierra no constituye un derecho absoluto; al con- trario, cs preciso concebirla como una superposicién de diferentes derechos, Segin las descripciones de Santillin’” © de Cobo', cuando el Inca conquisteba una provincia, proclamaba sobre el conjunto de las tierras 1o que podtfamos llemat su «derecho eminenten signo de su soberania. Después tenfa lugar Ja distribucidn_triparti parte para las necesidades del Estado, ve para las comunidades, gracias a disgone, puss, de un derecho de uso sobre una tierra cuya proy Britian fe dey And he al cna Pollen te es sigrdthansoretaewesrseree dn tee flys GEESE G sae Rh eel rae iether Ertan etn saan por PP el VS Cami oe, lr nl, ai, ue C0 "en otras muchas. sociedades y, en particular, Id feudal de Europa 1 Fexnando de Santillin, Relacién del origen, descendencia, politica y gobier- reset ren ocd lg a aaa ve ea i \ 1 Las estruthuras det Estado Inca 101 sponde al emperadot Ja _gracia ‘éste, Beato detaple ‘deben un tributo. Clete ‘parecer Heticio el que faltaben en sus tierras. Lo que unos le habfan dado, lo entre- | {gia fos owes, de moro gue Is mayor pate de Jo ave babe sido \__ Gafdo’ se consumfa entre elles, y con esos productos les hacia une Fesia y se regocijaba con ellos» "®. De este mods, la circulacién de bienes verificada a través del Inca asegura una comunidad de in- tereses entze éste y los curacas. Un tercer sistema de dones y contradones completa el esquema precedentemente esbozado, y el Conjunto forma una estructure perfectamaute equilibrad y redistribuci nadares de prov I oslelidades i i I =, I, La visiéa del mundo La vida econdmica y la organizacién politica del Estado inca adguieren sentido dentro de uns visidn, coherente del. mundo_orde- xo, Hinitado_de_eatogotin (de lat gals “(parestesco, 1 dea espacial, 1 Véase el andliie de S, FL Moore, ob. elt, pigs: 0672 240 Loe cuetens no tenfan derecho 1 levat estas ropas de cunibi de, do haaberles sido oftecides por'el Ince, : Sit Discurso de la sdcerion y gobierno. de. los Tnicat ctudo: por A. Métiwux, L i \ iste ica. Ei 4. Las getrucsus del Estedo. inex wD cias, costumbres y précticas en el conjanto del Impetio no se re- duce, desde luego, a una férmula tinica, pero existe como instrumen- tal nntestable homogencidad del ates andina, base &ta sobre ‘padieroa fusidar los Tncas la ideologta justifitadora desu Estado, 1, Dioses, categorias, sociedad La Besta del Capac Inti Raymi es también una festa religioss, Ja del Soi, dios del Imperio, La organizaciéa de In sociedad repite Ja orgenizacién del universo: al, Inca, seior de los hombres, cen- tro del Tahuantinsuys y personaje sagrado, corresponde el culto de Inti, Sol protector, fuente de vids y dios principal del panteda indigena, Se eatiende que, conforme avanzaban sus conquistas, por razones politics —pero ‘también teoldpicas—, los empersdores difundiesen el culto solar, superponigodolo al de las huacas locales Es verdad que Pacheeuti favorecié el culto de Viracocha; es el dios creador que, una vez terminada su obra y Llegado al ocste, al borde del mat, desaparecié anunciando su retorno. Es posible que también agul baya intervenido una andlogis entre el Inca legisiador J el dios civilizador, Pero tecordemos que el Sol y Virecocha son dioses complementarios, que ttaducen los categorias del pensamicn- to inca y eottan ea ut’ sistema dé correluciones "oposiciones;_al Sol ge vinculan lo de Arriba, el clo, el fuego, la sietta; a Vieacocha, el agua, ‘Mas generalmeate, la mi- ry las i del espacio y del ‘tiempo contribuyen « formar una visién global del mundo, dentro de lo tual se sitden los individuos, los lugares y los acontecimientos Hemos visto que la organizecién de [a sociedad se basa en Ia distribuciéa del “espacio; ‘cia, Ia cuatriparticién y la divisidn decimal encuentran, por su parte, i fustificacién en Io stor i efecto, los Incas surgleron de. tres cavernas, tambo,” al sudoeste del Cuzco. De Ia, caverna see ‘Ayar Masco, Ayat Cachi, Ayat dE sus hettianas-esposns, Diez ingjes surpiero rales "®, Ahoia bien, diez Incas ide catie los trece de la historia tradicional fusidaron panacas; mar. tain ast Con sti sigho’ laf cuatto” partes del Cuzco, las clases de fled, ete. Ast, el espacio, 1a sociedad y Ia historin mitica se_enca- enn en un con de estracturas articuladas unas con ots. R. T, Zuidems, ob, cit; pigs. 165-170. AL Metraux, ob. et, Zuideme, ob. ci. & R 124 Segunda parte: Los cambios sociales en el Per 2. La representacion del tiempo ‘Tomemos ef ejemplo de las categorfas temporales. Y, en pri- met ténmino, la medida del tiempo, esto es, el calendatio, Segin Poma de Ayala, los incas crefan que’ el st spleza_a Io largo. del aflo. entre dos polos, o, mds exaciamente, que disponé de dos wsedesn: una principal, al norte, y otra secundaria, af sur. El aiio comienza cuando ef sol se instal en su sede meridional, durante el solsticio de verano, en diciembre; reposa.allf tres dias y luego emprende su camino por Ja izquierda, es decir, por el oeste. Llega a su sede septentrional durante el solsticio de invierno, en juni alli reposa tres dies igualmente, y luego reemprende su camino hacia el sur por la derecha, es decir, por el este, hasta Uegar « su sede meridional. Inmediatamente recomienza el ciclo. EI sol describe tun cizculo a lo largo del afio en el sentido de las agujas de un re- loj. R. T. Zuidema, analizando las rclaciones entre el celendario in- digena y Ia distribucién del espacio, eventura la hipétesis de una contespondencia direta eatre el ssteme de los caques y ln divi siones del tiempo"; pero al precio de demostraciones poco se- 1 Poms, ob. cit., f, 260: «.!.y miraua al salir y apuntar del rrayo del sol ge ema SS Ri "a i yan 2s Sl den ae ae cee eee ee nea wT 1 ae 7g ae a, Os lace a dom a ae eee oe Be ee ies lly wits d cere Se ee oe se Ey aime d oe tes Fie iar leks ec ine ole ee ee ee pontine) Sey ite £ A Sted Seas mae scene deems 2 Tee Ss ttt ta go Ligier e229 Br Oe er cane ec SOG? fe mma ae cle koa, a ea i atc a cage canal ire fe Tiel Se nae fa Pepin Eel uel ar Guilla meyo atun cusqul aymoray quilla junio haucaycusqui,quillajalio chacra co- Spek tie OP Sena Smee 2 Se tng She Ca ae sea ie ea, ad Sel sty nia ae es ea Seal ee ieee ut ttn ee See a mec ey lr ato ie oe SeUSe Gita abet yan eect St DOS Sek cea ats Ss a tral ao Bae SUPER ARES, egg doy mein OAV Cn tr inne te hse ie Be Be Sei ats 2 Soa praee pr he Zedong 8 Se 1. Las struc del Bsa inex ins guras"®, De hecho; las correspondencies aparecen al_nivel de Jos Drineipios que domisan la disposicién de 2s del fee {ey lor noms indices per Foran permiten reigrupar os meses Ge Gite Huns Ue Wes, is ee ch cuatro eatsones, Deno. de s, los meses se ordenan con arreglo a una jerarquia, de- éndose cada uno-de acuerdo con Jos tres conceptos_(Collana , Cayso) que Figen el fe los ceques ®. La jera ‘en el sentido de las agujas de un reloj para le primera mitad del afio y en sentido inverso para la segunda mitad, de tal manera gue las dos ‘ltimas estaciones reflejan las dos primeras como en un espejo (fig, 3). NORTE Solsticio de invierno {21 de junio) . Junio: Haucay cusqui auilla {inti Ray! secundaria 5. Mayo: Hatun cusaul 17. dullo: Chacra eunacuy quilla 8, Agosto: Chacra aimoray quia ay aia 4, Abril: Ine Ray oye camay aula Famt quite rao: Pachay fo. Getibre: Uma & Marzo: uy aula ray quill 2. Febrero Pancar naray|1%. Noviembre: Ava Hatun pucuy imareay qulla aula +2, Diciembre: Conse lath 1. Enero: Capac Raye! Raymt gull Solsticio de verano (21 de diciembre) SUR Fi. 3. El calendario inca (sentx Porn) Sr ae aa ec oa lt ity hi ples et 5 fo se enn eel oy 3 nt eon Dae "GEER, Zaidema, The Ceque System of Cuzco, y N: Wechely art, ci } Segunda parte: Los cambios sociales ea, el Per sf, en la estructura. del calendario indigen prineipior que ondenan la distebiciéa del eipacto: un dualismo fun- Ganectal (as dos mitades del aig), une division pepehdialer tu sta que determina la caatrip espa (ls cat cao imitad del abo, el vei sienaa ena sede~prin- ial ape ube poston soperior (er abe ve-celebmi la I"Tncé), ‘mientras Ta Seginda mitad, “el “mleaga ea Ia sede” secundasia “del bre se eelebra la festade Ta Cova, Se Bed sat dt Cie iny Row 5 bene a are pot dos fiestas del s "épac Inti Ravin, 0 fiesta princi ante el solstico. de" verano, y la Indl Ray, 0 tesa: secundas duranie el solsticio de invierso, Dicho de otro del sol, polos y pivotes, alrededor de los cual datio, corresponded @ un centro desdoblads, queen cietto” modo se proyecta a le periferia; desdoblamicnto Iégico, ya que existe, eféctivamente, dos solsticis. La tepresentacién del las divisiones “Virscoche ve terminé eon gucty, pes con la rebelién de los objetos contra sus seliores. La segunda edad, co- respondiente a los hombres sagtados, ardié con la detencién del Sol. La terceta edad, de los hombres salvajes, fue ahopads en el diluvio, La cuerta edad, de los guerreros, se’ hundié en Ia deca- dencia, Vivimos en la quinta edad, que coincide con la era de Jos Incas, venidos para tegenerar a los hombres; en el interior de un tiempo cfclico, el Imperio constitaye una especie- de cumpli- micnto_y coronaciéa después de cuatro’ humanidedes -aéabadas. ‘Abora bien, cada una de las edades precedentes ha durado mil afos, y,¢l reino de cada uno de los diez emperadores legendarios repre- fenta teéricamente, un periodo de, cien afios, De ah{ ta cvestién aoa SOB etn di la Coya también fete de la one, ganar poles Tas doe mltades del afo, ots. parejas de cposicones: so/iuna J ml iemenin (,B64, ey i bane va Cipendo coon tages 3 crema eases gue al bomb. BE CEA Métraus, obs city plas 9728, 1. Lasstractaras del Estado ince a ue ya antes eaconteibamos: lege ¢ su eéuning el Impero inca jo.xvi?. ¢Hay que encontrar en esa, coincidencia In explics- Clén-de as profes que anuncian la legade de lw bombresblences y- barbudose Poma de Ayala transmite una tradicién diferente: las. cinco glo & un Hempo aparentemente line! y ei G58 _versién’ interfiere In ideologies sbleza iio inca; estas particularidedes justifican (a pesar dela fethe telativaniente’terdfa de su crSnica) von andlisis més detallado de tal intexpretacin, En el curso de Je primera eded (que duré ochocientos afics) los i iracocha ranma” poblaton las Indias y exterminaron los animales silvajes que por entonces invadfan la tierra; levaban una vvida némada, vestidos con prendes de hojas, y se cobijaban en grutas. Pero ya conocfan ls daca, el palo planiador andino, y practicuban tuna agricultura rudimentatia, Durabte la segunda edad, correspon- diente a los Huari runa (que duré mil trescientos alos), los indios perfeccionaron Ia agriculturs, roturaron el suelo y comenziron & construir terrazas y candles de irrigacién. Llevaban ropas hechas con Picles y edifcaban cabafias © pequets casas de picdra lamadas >ucullos. La tercera edad foe la de los Purun rune ™ (que duré mil ien a5os). Los indios se: multiplicaton como «la arene del mar» y comenzaron a pobler las tierras bajas, de clima étido. Aprendieron a edifcar:verdsderes cases de piedra, cabiertes de paja, trazaron caminos, extendieron los canales de irtigacién, desarrollaron la ctianza de Ia lama y de la alpece. Fue también en’esta época cuando inventaton el hilado, el tejido y el tinte de la lana, y descubrieron también el trabajo de los metales. Al mismo tiempo aparecieron las primeres instituciones politcas, y'se multipliceron lis pequefias na- ciones que creaban costumbres particulares; en esta época nace Ja diversidad de las Jenguas y de las vestimentas, Fue también en- tonces cuando los hombtes se pusieron a delimiter sus campos, na ciendo ‘los primeros conflictos ‘por enisa de la apropiacién de Is cuatta edad, de los Auca pacha runa™, fue la edad de la guerra"(qiie daré dos mil clea afios). Se agravaron los conflictos Eriginddos en le eded precedente ec despobleron lay reglones hasta entonces habitidas'y los hombres se refugiaron en las altas tierras, 2 Fla sitin wadco, Vircota desigo el dns crear ciyliadr, cio sombre fie dada so phase Tos cps ans Ss os ee Head del detiérto, 0 del seorden, de In, conus nin ie, Stee ici, 7 sce fi, Sond tosis de 8 Segunda parte: Lot cambios sons en el Pers donde construfan fortalezas (los pucaras), Paradéjicamente, In cuss ts edd aparece al mismo tempo como una verdadera edad de or; si bien es cierto que se constituyen entonces los cuatro grandes | reinos y que los reyes Yarovillea de Chinchaysuyu (de-los cuales pretende descender Poma de Ayala) logran imponer su dominio sobre todos los otros reyes de Antisuyu, Collasuyy y Cuntisuyu, La quinta edad corresponde al tiempo de los ineas (Ince Pacha runa), cuyo Imperio duré anil quiniettos aioe; : ) dé libre curso. su_resentimi timidad de los incas y admin A diferencia de Ia tradil Jas edades una. duracién d riddica de fines y senacimientos”del_« ciona ninguna caidstrofe, entre les_edades, que se suceden con ai glo a un tiempo aparentemente continuo y nstran una histo No obstante, si examinamos en detalle la natraci r correlaciones.y_oposiciones, esi especial entte las cuatro primeras progreto de las artes y las técnicas no sigue u inflexién (0 de muptuta) se sitia entre le seyiin Por ejemplo, los indios de las dos primeras ed aban prep: das hechas de hojas ode pieles (es decir, todavia préximas a noaturaleza, vegetal o animal), mientras que fos indios siguientes evan prendas tejidas (producto de | visto el prestiio del tejid vilizaciones andina duda, casval que Poma de t tercera edad el descubtimiento del hilado””. Otros aspectos con- firman, asimismo, Ia heterogeneidad de las diferentes gpoca bene et cronista indica que los in primera_edad fueron después considerados como dioseé, epocas, refiriend re as épocas Wevai Tas dee edades 1, Las evtructates-de- Estado inca (concebida en primer lugar como técnica) y: del ie la guerra (Spocas Namnadas_purim y_adca). = ent, les eda a |_eronists, que. cuando las integramos ere época bustaban re: rio, los de le segunda edad aprendic™ casas, los pwcillor. El priser sbrigo pre : undo se sitia ol nivel ase ipiere es categories ‘de To de tigen también el esquema temporal. La s sigilentes confitma esta hipdtetis; en efecto, ‘Poma indice que los indios de ls dad” poblaron les tierras | ruyeron casas de 5); mientras que los de le del suelo: este. escal ‘Artiba y de Io de Abajo googratta'de las edades si i glavon en las tlesras affas (donde edificaron for. talezas, los pucaras). Los dos exiremos temporales, la primera edad y Ia cuatta, corresponden asi a los dos extremos geogrdficos. Dicho de otro modo, todo sucede én del pasado. acid enteFignifcase_al_—ilsmo “einpo scién_de “Abajo a. La oporiGiOa enize Tos dos grupos de edades (1 -+ 2, por tne parte, y 3+ 4, por otra) depende, entonces, también de fas categorfas espaciales 'y define una jerargufa en la cual las dos edades més antiguas ocupan una posicién superior. Pero esta pri- mera divisién es recortada por una segunda, en el interior de cada sgrupo de dos edades y bajo la misma relaciSn, de tal suerte que 2 {edad més reciente) es a 1 (edad més antigua) como 4 (edad mis reciente) es 8 9 (edad mg antigua), En defiva, Ig cuatro edades y, los. cuatro cuadrantes. del Imperio vista de. rhomiologia de estructura. Te en Ja representacién del tiempo como en la del espac rl ainetoFedacido” ce esqueinas mientles, “Gpost ies Logi rincipios numéticos comunes a ambas- dimensiones: division dua- i [iets y caatrpartite, categoris de lo de Arriba y lo de Abajo, con ceptos de cultara y naturaleza ‘espaciales y tem- penden, pues, de un ntal, oj los datos Uingisticos: en quechus, las “nocion jgnan con un mismo término, pacha, que de espacio y dempo se d Sr ee aly as te esata pl 9 saEss Gents eee 7 aes sep pi tame cee ee em ee Ce Fe Cen ek Sig = eGo ie Cae ts eosin sociales en el Pers Bo Segunda parte: Les. eambi significa a Ia vez (segrin el contexto) Ia tierra, el mundo, etc., o-la €poca, le estacidn, etc. ; ,.que la homologia entre ef espacio elas unidades aisladas, sino_al de los a. Patece vano, por ejemplo, Bisear na” equivalencia rigirosaeHtre las cuatro primeras edades y cada una de les cuartas partes del Imperio; estas ltimas no hacen u is de otras, sino que surgen todas juntas al mismo tiempo (lguen une ley ‘eseveroal) durante In cumin ead, Poros atte, » mientras que la disttibucién espacial se despliega” ea la incron! 1, ef esqueima de Tas Se te aceite o obstante’ Srdeharse ‘con arveglo”a Tas iibrinas “de la imental. Flay conflicto entre las” d6s" perapectival preseniaciones espaciales y temporales no se transfor ‘man r€-iproca e indistintamente, se articulan, en cambio, por medio de algunos de. sus clementos, que ascguran una cietta frecuencia entre las dos dimensiones. Es’ ast como el primer cuadrante, Chin- chaysuyu, establace su dominio sobre las otras partes durante la cuaita edad, iniciando, pero después de una evoluciéa,. cl juste ‘entre una de las divisiones del espacio y una de las épocas de la historia, Este enlace se cumple con la quinta edad, cuando los Incas establecen su cepital en el Cuzco; una segunda articulscidn, definitiva, asocia la vltima época y el centro real del mundo; es entonces ‘cuando conflayen sineronfa y diacronfa. Los esquemas organizadores del espacio y el tiempo no integran el movimiento his- sca medians la conversén de nnn dimension en ott, sino & te vés de su convergencia, Si el espacio y el tiempo acaban correspon- Uiadose, slo es en ln extrmicad tepresentade por el Cuzco con Jos Incas, quedando de elgune manera abierto el sistema por la otra extremided, Esta apertura del sistema constituye el requisito. para Jas integracién de Ia discronia, conservando al mismo tiempo su dinamismo, porque el mismo procedimicnto que permite Poma abrir su sistema a la duracién (mediante Ia proyeccidn del q clemento al final de los otros cuatro) le oftece el modo de relacionar cl tiempo con el espacio (asociando el quinto clemento al centro del mundo). ,Procedimiento econémico y coherente que permite suponer (rechazando, por via de hipétesis, Ja tredicién ciliea @ una €oca anterior) que el pensamiento inca, confrontado con el mismo problema del tiempo, se habia comprometido en un idéntico es- fuerzo de totalidacién: producto de una sociedad que ya habia hecho —o empezaba @ hacer— la eleccién de la historia : 1. as estrucruras del Estado ince BL En: resumen, la distribuci6n del espacio obedece @ una cuatri- particién ordetadaalie 0; el ealendari6 se somnete 4 otto tipo de eu 5 poles, © sea, un ceiitie desdablad 7 proyec fa; finalinente, las ‘elco™edades se suceden eo. el tiempo, bien sea clelico 0 his ‘ético, Dicho de otro modo, por la puesta ei préctica de los mismos jungue coca vez Con una orientacién diferente, el espacio, gadario y las edades (al"mienos segiin la tradicién de Poms) ran el paso progresivo dé la sincionla a la petiodiéided y de la petiedicidad’ sla diactonfa, Hemos expuesto el enlace, través de una extiemidad, del espacio y el tiempo; en cuanto al calendario, tuna de sus funciones consistia indudablemente, si no en resolver, por lo menos en mediatizar Ia tensin interna del sistema, En efecto, es probable que también entre los incas la conjuncidn y ta disyun- cién del pasado y del presente fueran simbolizadas por ritos hist’ fics. Bs ax como deste Pome cl culo renido a le muetos jurante el mes Aya marcay quilla, que corzesponde 2 noviembre El propio aombse del mes resume Ia festa ™ los indiossolian en. tonces sacar a los difuntos de sus sepulturas para exponerlos pi blicamente; les presentaban alimento y bebide, les edornaban con suntuosas prendas y plumas, y luego danzaban alrededor de ellos. ‘A continuacién, les ponian ‘en andas y les levaban cn procesiéa por las calles, de casa en casa. Por ultimo, les devolvian a sus sepultures, con nuevas ofrendas. Otras fuentes referen que les momias de los Inces se hallaban expuestas de este modo durante todas les festividades, y especialmente durante el Capac Inti Rayri, cn el solsticio de verano; eran paseados entonces solemnemente en fl templo del Sol. Este retorno periddico de los antepasados, consi- derados vivientes durante Is fiesta, atestigua por sf solo (con inde- pendencia de los ritos del duelo) «que entre el pasado y el presente cs posible el trdnsito en los dos sentidos» ™; Jos difuntos salen de sus sepulturas y luego retornan, No se trate sélo de un trdnsito, sino de fosida, El ito unifica passdo y presente en_una misma expe- riencn vivida (yen ef centro del mundo en la feitvidad del Capee Tutt Raji); simulténeamente, la duracién se condense ea el ins "B® Sobre esta funciée de los sitos histérios, ef. Claude LéviStrauss, Le Pensge sauvage, Patls, 1962, pigs. 313314, Sg bec 2B yr tty cavers rey eta ane porta; guilla: mes ‘St 7Bid, {, 257: aen este mes sacen los defuntos de sus bobedas que Laman pueutlo y le dan de comer y veuer y le bisten de sus bestdos rics Te ponen fn unas andas y andan con elles en casa en czia y por las calles y por Is plasa ¥ despues toroun nmetela en sus puculoe..» Co LéviStrauss, 08. cit, pig, 315. 2 Segunda parte: Los eambios sociales en el Per tance y se cespliega en la sincronfa, mientras que Ia diectonia queda abolida en el tiempo recuperado 3. Un modelo andino Que estos esquemas mentales, cteencias y ritos, sefialan Ia exis tencla de un modelo genéricamente andino, resulta bien atestigue: do al poner dichos fenémenos en relacién con el relato de otro cronista indfgena, Pachacuti Yamqui (otiginario de la regién Colla y contemportineo de Poma). Un dibujo de éste inspird a R. T. Zui- dema un modelo constituido por cinco generaciones, que aplica al estudio del sistema de pareniesco de los incas. Sin embargo, aqui es conveniente también buscar les correlaciones (0 as oposiciones) no tanto al nivel de los elementos mismos como al de los vincu- Tos que los unea. El esquema de Pachacuti Yamaui representa a la vex un sistema cosmolbgico y un sistema de Barentesco: Mi sirecocta oh Ou venus. Ect vost erses espertina, = Abuelos ana Coch [hedre Oeéano) canes Pack (Sosa Ti A | rns De acuerdo con nuestre perspec aun eslabdn intermedio en Ia seri sfoimacion Poma, aseguran el transito del espac efidario y. de-#ste.s historia. El quinto elemento se encuentra proyectado equi al origen (del universo o del linaje»), mientras, que los aitos_cuatio ele mentor 3¢ desdoblan ® fin de fepresenta la descende por una parte y la descendencia femenine por otra. Se @.... 4) este esquema corresponds 1. Las estracrulas del Estado inca 233 combinacién exacta de los, mismos cn préctica en Ia orgatizacién del cale tedaces, pero siméiricos © inversosi_desdoblami ponde’al centro, sind & Tos cuatro” elementos, quinte elemento, no al 18 a mera mi ‘Ro 46 situa asculino, ida, del lado femenino.) Espacio, calendario, parentesco ales que, indivectamente y dependen de una ® 4. Eepasio 2. Calendario 9, Parentesco 4, Historia Estas transformaciones en el interior de Je estructura general no significan, sin embargo, que podamos reducir todas las socie dades andinds a una férmula vinice, Pero el andlisis precedente sugiere al menos una clerta homogeneidad en las estructuras menta- Tes, que no sdlo no excluye sino que implica (como otras tantas veriantes) lo: diversided de sus creencias y costumbres, Por otra ico de Tod incas sobre_el “culto g euracas y 16s Teas); pero juestro. estudio, que esta ex: mundo, Convenfa presentar un cuedro del Estado que la Conquista iba a destruir, y hemos intentado volver a situar las diversas ins- tituciones de la sociedad inca en su contexto global. Pero, por lo mismo, nuestro cuadro reviste un especto més estético que diné nico. También es preciso recordar que el Imperio inca constituye el resultado de una larga evoluciéa que puede resumirse, antes de Ja Conquista, bajo dos enunciados: 1?" Destsrolio de las instituciones estatales, que se establecen sobre la base de las instituciones propias del ajllu, Ea este sen- tido, 3i queremos caractetizar # esi sociedad mediante una categoria simple, podemos pensar con Alfred Métraux, en el concepto de «modo de produccién siiético». Le comiinided’continta ateadiendo lstencia, mieatras que el Estado. se apropia del excedente 1 Teglamenta Is organizacin general de le vida eco- S Tos _grirides. trabajos (irrigacién, terrazas, caminos, 0] ptQolo eet ento del Fata y In rein de on igs implica le exiensién de ciertde grupos sociales (los yarias, los mitimaes, las aellas) que escapan al omuni- in_ de poderes «privadosy, Correlativamente al des- y porn piotse de algana, manera. dialécico, el papel de fos curseas (0, al menos, de algunos entre ellos) reviste una Importance crecienee; Ea efoto, pare reforar au autocad, Toes se-ve llevado, por el sore srandes_jefes” provinciales ‘yaa intelas importantes, qué Tes per- espe ites de problemas accesorios fe dinastia de los io de las instituciones comu- nitarlas tradicionales ‘como def control del Estado, aun cuando éste se encuentie en el origen de su poder. En este sentido, es posible que, se_esbozasen los elementos de una «feudalidadn. ‘La Conguista espafiola interfumpié ‘esta evolucitn, provocs con su brutalidad Ja"desestructuracién de Ia sociedad indigena y desenca- dené un proceso nuevo, donde, sin embargo, pudieron todavia mani festarse las tendencias del periodo inca: el Estado ha sido destruido yes reemplazedo por Jas instituciones espafiolas, mientras que-el poder de los jefes locales, en maycr.o-menor medida; LA DESESTRUCTURACION ‘Treumatismo de le Conquista: hemos planteado la. expresién para designar el choque psicalégico provocedo por ln llegada de los hombres blancos y Ia derrota de los dioses tradicionales. Pero el chogue continéa —si asf puede decirse— durante los. primezos afics del petfodo colonial La dominacién espafiola, al seivirse de las institucioies incaices, acarres al misma tiempo su descomposicién; sin .que esto sig que, sin embargo, el nacimiento de un mundo nuevo, radicalmente extrafio al antiguo. Al contratio, por el término de , Inés Xecxncolque y Barbara Capeha: Este dicho dia se visits otra casa y en ella un indio que dice lnmarse Domingo Condor, de edad de treinta y cloeo afis, tiene mujer que se llnma Costanza Yori de edad de treinta cinco afos, y en ella dos hijos que se Usman Miguel Cuni de siete afios, tiewe 14 Segunda parte: Los cambios sociales en el Pert 32. La pinimide de los chupachos plantea un problema en cuan- to a los individuos.de once a veinte afios: ecémo explicer el vacio tan aitidamente trazado para esta clase de edad, tanto para las nies como pata los nifios? Se trata de nifios nacidos de 1543 a 1552; este periodo ve el fin de las guerzas civiles (que duran haste 1948, ungue las secuelss se prolongan hasta le década de 1550); por otra parte, el Pend se ve asolado por una epidemia en 1546; quizd estos factores provacaron un descenso de natslidad y un ineremento de la mortalidad infantil”, Pero el vacio de la categoria de los once- quince afios puede también detivar de las modalidades del censo; de hecho, por lo general, las otras pirdmides preseatan la misma tnomalia; se tratazia entonces de un defecto de inseripeién referido esta clase de edad, imputable a la naturaleza de las fuentes Examinemos ahora los otros ejemplos, que representan todos tuna poblacién de un mismo orden cuantitativo; de alrededor de un miller de babitantes ®, Yucay y Urubamba (1571), Huaora (1583), Laure y Ulpo (1591), Cayaotambo-Tauna (1603). Dos tendencias parecen esbozarse: 12 El eguilibrio de los sexos se. restablece poco a poco. En Yucay, en 1571, hay mas mujeres que hombres, pero las tasas son mucho menos elevadas que en Hudnuco diez afios antes: de veintinn a treinta aos, 97 hombres por 100 mujeres; de trein- ta y uno a cuarenta afios, 80 por 100; de cuarenta y uno e cincuenta aos, 52 por 100; por encima de cincuents sfios, 34 por 100. En Huaura, en 1583, la cifra de los hombres supera a la de las mau- jeres de tal modo que hemos de preguntarnos si este nuevo des- equilibrio no proviene, agu! también, de una laguna en el censo. En cuanto a las pirémides de 1591 y 1603, ellas implican une po- blaciéa femenina més numerosa, pero con tasas muy modestas (y n0 sin inversiones para ciertas categories de edad). dos mancchaz que ge Wamon una Inés Xucxacolche de edad de_veinticinco fis en” gue tene dos hijos e una hija que se Haman Miguel Poroohszus de Sete aos y otto Cristobal ce siete meses in hia se lama Inés Mochui de doz Migs lene ‘este indio otra manecie que te oma Bérbara Capcha de edad de {teint cineo afiog en que tiene on hijo que se lama Miguel Anos de nucve meses (Ortiz de Zitign, ob. el, pg. 122.) En este dominio, las estadisticas felines, yx qe Sipe poder deecct cate la ome 53? La pittmide de cineo en cinco afioe (anexo, grifice 4) indica que et vaclo 26 sefiere sabre todo a os individuas de once a quince aos, es decir, paciges en 1548 © 1552, « Ver en anexo los gréficas 3 9 15, 2. La desestruétarseiba ro = 28 Los movimientos de descenso tepercuten de una gener ign a otra; In caida répida que sufre la poblacién indigena en ol ‘momento de Ia Conquista, en los afios de 1530, determina, segisi ciclos de veinte a treinta’aifos, clases de cdad menos numerosas; fs decir, hay atin vacfos, al parecer, pars la categorfa de los nifios nacidos en los afios 1560 y 1590. Las pirimides sugieren una disminucién relativa de la pobl: ién infantil. Sin duds, no podemos adclantsr ninguna conclusién segura sobre esto, ya que nuestros documentos no registran todos los nacimientos y’se sefieren a regiones distintas cada vez; sin em- bargo, ln'visita de Demin de Iz Bandera s Yucay, en 1558, su- rministra un elemento de comparacién con la visita del mismo valle fen 1571, Si calculamos Ia proporcién de Ia poblacién infantil (nifios y nifias de cero a quince afios) respecto a In poblacién total, cobtenemos, para nuestros seis efemplos, les siguientes tasas: Yucay, 1558 6 % Chupachos, 1562 39% Yocay, 1571 378% Hoaura, 1583 417% Laura y Ulpo, 1591 40% Caysotambo-Tsuma, 1603 318% Estos porcentajes s6lo suministran indicaciones aproximadas, pucs- que no toman en cuenta In composicién del resto de le. pobl ida. Es ast que en Huaura, al igual que en Laura y Ulpo, donde Tas tasas parccen registrar una iregulatidad, compzobamos que el némero de ancianos es particularmente bajo; con relaciéa a te poblacién activa, los nifios representan allf, en zealidad, un niimero menor, Evidentemente, el método més seguro consistizia en recons titoir las familias, cosa que no petmiten nuestros documentos. No obstante, podemos recurtir a un subterfugio y calcular el ntimero de nifios (de cero a quince. afos) por tributario (en nuestzas pitd- ides, los hombres de diecistis « cincuenta aiios); y aun si obtene- ‘mos un resultado diferente del admero real de nifios (sobrevivientes) por familia, una tendencia parece revelarse: ® Archivo histérico del Cuzco, Genealogla de Sayri Tupac, «Visita y.nu- meracidn de les yndios de! valle de_yueay.y.sus anexos, que practieé Daan de In Bandera e0.30 de junio, de 1958; mgndando que se redujesen en sus respectivos. pueblos, libro. 3, tndiee 5, #. 892 1-909 v. “D Puede tratarse también de una laguna del censo, Scgunda parte: Los cambios sociales en el Peri Yuery, 1558 2,28 Chupachos, 1562 213 Yucay, 1571 1B y 17 Honora, 1583 iat Laure ¥ Ulpo, 1591 156 Caysotambo-Tauna, 1603 136 Ciestemente, estos indices pueden hallarse falseados, a su vez, por el restablecimiento del equilibrio de los sexos (el aumento re: lativo en el nimero de los hombres tiende a disminuir las tases). ‘Sin embargo, se plantea inevitablemente una cuestiéa: gdecrece la natalidad indigena a [0 largo del siglo xvr? Las cifras precedentes incitan a conservar esta hipétesis. Le baja real no es ciertemente tan fuerte como lo sugieren los indices obtenidos (ya que dichos in- dices exigen una corzeccidn), pero parece manifestarse una evolu- cidn: Ja natalidad disminuye quizd desde 1370 (segiin el ejemplo de Yucay), y mis probablemente atin a finales de siglo. Si fuentes nuevas probasen esta disminucién, dispondrlamos de un clemento fundamental en el andlisis de las causas de Ja despoblacién del Per: el traumatismo de 1a Conquista repercutirfa incluso al nivel de los comportamientos biolégicos. 2. Las causas de la despoblaci6n Después de la Conquista, en todas las posesiones espafiolas de ‘América cl aimero de indids detrece bruscamente, En México y fen las isles del Caribe, 1a calda-demogrdfice se produce, ante todo, por las enfermedades nuevas (viruela, rubeols, gripe, etc.) introdu- ‘ides por los europeos y contra Jas cuales no se hallaban inmunizados Jos indigenss, aislados durante siglos del resto de le humanided ". En log treinta aios que siguen a Ja llegeda de los espafoles, des- aparecen los arawaks de La Espafiola; Ia poblaciéa de México decre- ce en un 75 por 100; Ia tribu de los quimbayas, en la actual Coloni- bia, disminuye en un 80 por 100 (y luego desaparece por comple- to), La Conquista provocé en. todas partes un choque microbiano. gSucede lo mismo en el Peri? Segiin G. Kubler, el Per no habria Eonocido grandes epidemias antes de 1720; Kubler ateibuye la TG fx sag de 8, F. Conky W. Bosh; en expel The abril epicit Cied BE Se UP a is, © CE, J, Friedey Los quimbayas baja la domrinacidn espatels, Bogotd, 1963. BG Bae Bondble t pee SbaS86e a noe wes 1790 any gre lower Gaetan Boe tie te" pent cel ‘eo, esc 3, Bite 20 tun ened Sehr wore hs 2. La, gesesrucrareciia wt despoblaci6n, en Jo esencial, a las guerras civiles y a los abusos espafioles. 2Resulta suficiente diche explicacién? Es un hecho innegable que la dominacién espaftola se traduce en una opresiéa mortal. La indignacién de Las Casas y las quejas de Poma de Ayala dan testimonio de ello. La excesiva mortalidad ‘masculina, tal como aparece entre los chupachos, resulta probable- mene de las gers y del tuto, Entre otros textos, cemos ung Cédula fechada en 1582 y dirigida al arzobispo de Lima, donde el rey se clarma por la condicién indigena®, Este documento mues- tra a los indios empujados al suicidio por desesperacién y para escapar de los malos tratos; unos se ahorcan, otros se dejan moti de bambre, otros toman hierbas venenosas; por iltimo, algunas mujeres matan a sus hijos al nacer, «para liberarlos de los trabajos que ellas padecen» ®, El rey denuncia en primer lugar a los «encomenderos», El ejem- plo de Chocuito edguiere aqut su plena signescién; en efecto, este Tepartimiento escapa al régimen de Ia encomienda y depende di- rectamente de la administracién real; In autoridad tradicignal de Jos curacas se mantiene alll més s6lidamente, Ahore bien, saberios que en Chucuito, de 1530 2 1567, ls poblacién sdlo disminuye en un 25 por 100; por el contratio, en el testo del Peri, y durante el mismo perfodo, el descenso es ‘mucho més fuerte, del orden del 75 al 80 por 100 para los chupachos y los huancas sometidos a In ceacomienda *. Con todo, los «abusos» de Ja situacién colonial no suministran sino une explicacién limiteds. Es sorptendente, en efecto, que G. Kubler niegue la existencia de grandes epidemias en el. Pert antes de 1720, porque éstas se encuentran perlectamente atesti- ruadas en los documentos del siglo xvt. Es cierto que las fuentes, Libis primero de Cédlas y Provisiones Rees «la dinidad Arcos pal de Linae ext publi por Jost T Palo en sin de trimento alguno™. Es més, sabemoé ‘que el descenso” demogrifico en Yucay suscité de alguna manera una abundancia de tierras y que los campos fértiles fueron esponténeamente abandonados. ¢En qué condiciones satisfacian los indios el tributo? Les suministraba Francisco Pizarro simientes y alimentos? Desgraciadamente, nues- twos testigos no nos aportan precisiénes. Sin embargo, los habitan- tes del valle, en la medida en que su trabajo se refiere sinicamente a las tierras del Inca (simplemente, sustituido por Pizarro), parecen beneficiarse de una situacién relativamente privilegiada poco después de Ia Conquista. Esta situacién se prolongs bajo el heredero de Francisco Pizarro, su hijo Gonzalo; hasta la muerte de éste tltimo, hi ico del Cizzo, Geneulogia de Suysi apne, «...en tiempo del dicho maroués pigarto los yndios deste reeyno no pagavan tase conogida ni fa cenlan y que en lugar de tibuto pagiuan a sus encomenderce con eervicio personal como se usana del tienspo del yga que servlan con sus. personas Gn lat chicares y cases de los encomenderos y en todo que les. spandaun y de lo misma manera lo. pagauan y serufan personalmente los. yndios no. furafes ‘y 'mitimacs del dicho ‘alle de Yuen...r (Francisco Guaman, setenta gos: libro’ 3; indice 5, f. 770 r.). Igualmente: ... ast uié Sicha marqués pigerro entrd en esta ciudad tome. para su, servicio todos Tos yndis del ualle de yucaiy Tos cuales e sitaieron en ef beneigio de fas ccaras e coca que senfa en los andes de tono paucabambe y angel y en otras de nfs gues on sta Gude donde dae vba y fa cicoras gue aia,e0 fl dicho walle de yucey del soga le ecudian con ch truco deli todos los yudios aural tect ennai cus el ge tena ene dicho ule.» (Diego Ce fittabo; bio 2, fodiee 4, (112 v.) (El subrayado es nuestzo.) ‘Dr Archivo histérico del Cuzco, en Genealogia de Sayti Tupac, «Testimonio deo por Benita de la’ Pefa, eserivano de enta clidad del Cuzco, en 22 de ‘Absit 1352s, testimonio, de Feaneiseo Chilche: «Dio que los ynaios que short fy en eate ville no siembran ca las chcaras del sol aj del yngs y que las Iabran fam gue con fo qu de la cope ge pus dl to que is sta mandado fF a'su_ amo y que los yndios ciembren en us.chiearas que. tenen en este unllen (libro 3, indice 3, £2 36-236 ¥-) es 2. La deseseueturecién re en. 1548, no se verificé ningtén cambio en el tributo®, Los indios del valle fueron Ivego vinculados a In Corona, y es s6lo en 1550 que ‘aparccen Jas primeras modificaciones, con la visita de Garcia de Melo, que introdujo un, impuesto en dinero para reemplazar el trabajo en Jas plantaciones de coca “', En 1558 Jos indios de Yucay reciben un nuevo sefior! Saji ‘Tupac, el Inca rebelde, al que, en recompensa por su adhesin a los espafioles, se le otorga Ia enco- mienda, que él consideraba, por lo demés, como herencia lepl- tima!®, Fue entonces cuando ocurrié la visita de Damién de la Bandera, quien ordena las primeras reducciones en el valle, aunque nno parece heber modificado-la tase de Garcia de Melo™. Es, pues, bajo Ia forma establecida por este thtimo, que Sayti Tupac contintia percibiendo el tributo™, aunque por poco tiempo, pues muere pron- fo, en 1560, quiad envenenado por Francisco Chilche, curaca prit- cipal dei valle. Sucede a Sayri Tupac su hija Beatriz, por en: tonces menor de edad y cuya tutela (hasta su matrimonio ‘con Mat- tin Garefa de Loyola) estuvo muy mal atendida, de modo tal que ‘en 1572 fray Pedro Gutiérrez Flores visita el repartimiento (en cl contexto de Ia visita general ordenada por Toledo) y se escandaliza de sitoacién exteordinaimeineprlepids_ dees indios del valle ™, Fisrco del Cuno, Genenlona de Sori Topes, ef. os iverson (libro 2, fodice 4, . 89-v.; {935 vol; of. tambigh ln respuesta de Diego Cissy: «Diao ave Ideg, como muié don funciso pare eubgecis ‘en les yndios del ualle de yucay don gonealo pigarro, hijo del dicho marqués don feengisco pigerco al qual siruieron todos los yndios mitimaes e narurales ‘eamayos yansconas que fueron de los ynges en todas las cosses que serwfan al ‘dicho margoés #0 padre.» {libro 2, fndice 4, € 113 TM Archivo histérico del Cuzco, Genealdgla de Sayri Tupac: «Después de todo esto uino a visit este walle gargia ce melo ¢ Ia asa de coca la reduxo a plata, (libro 2, indice 4, £91 3.) 12 Archivo histrieo del Cuzco, Genealogla de Sayti Tupec, ef. los diversos interrogatorios (bro 2, nice 4, f. 89 v. £535 vy eft), 10 Archivo histico del Cuzco, Genealogis de Sayri Tupne: «Visita y name: zacién de los yndios del valle de yocay y su8 anexes que prectiod Damién de In Bungera en 30 de Junio de 1558 mondendo que se redujesen en sus respectivos puchlos» (libro 3, fndice 3, ff, 892 1.905 v.). Netemos que todes los testigos ren ch el hecho de que, durante las visitas de Garcia de Mena y de Damiin Ge la Bandera, los curaeas del valle {en especial Francisco Chilehe) se esforzaron por sosttaer de] eenso a numeresos indi. : FArchive hisirico del Cuzco, Genenlogle de Sayri ‘Tupac «...€ que por cover ye tasa le cobran a el dicho don diego y este tetigo se Ia uido pagar seatin (gue extoun repartdo por los cagigues cuyo cargo eta...» (Francisco Guaran, bre. 3, indice 9, £. 770 v,) "SCE Guaman-Pomn'de Ayali, ob. cit, pig. 443. 7 6 Archivo histétien del Cuzco, Genealogla de Saysi Tupac «Visita del Doc tot Pedso Guticrer Flores, libro 2, fodice 4, ff. 318 v.408 v. Volvernos a en- ‘entrar al mismo vistedor én Chucuito en 1374, m4 Segunda parte: Los cambios sociaes-envel Pers Gutiérrez Flores encuentra. en Yucay una. situacién confus Aunque teéricamente tributatios de Beatriz Coya, casi todos los is dios se declaran yanas de Francisco Chilche 0 de los otros curaces; asi esperan escapar al pago del tributo. Podemos analizar en detalle Ja situacién del valle gracias a los cuadros de cénso preparados por el visitador; éste registra, ademds del nombre y la edad de tos interesados, sus obligaciones y 1a distribucién de sus tertenos ™. Ahora bien, a la vez comprobamos la moderacién del tributo y extrema desigualdad de su reparto. Todos los indios deben ser cios. personales a su-sefior (en principio « Beatriz Coya; en reali dad, a Chilche), cuyas modalidades pricticas desgraciadamente ig- noramos. Pero sigue sin haber sefal alguna del tributo textil. En cuanto al pago en dinero, éste patece generalmente débil, puesto que se eleva @ una media de 4 6 5 tomines de tasa, més 4 6 6 to- ‘mines de doctrina; media tedtica sin embargo, porque aparecen hnumierosas excepciones; ciertos indios pagan 1 6 2 pesos, e incluso 48 cuenta del tributo (tesa), y nada por Ia evangelizecién (doctrina); 4 |e inversa, otros pagan 4 6 6 tomines por la evangelizacién; pero nada por el tributo; y, por tiltimo, muchos indios que no deben por ningin concepto, ni por el tributo ni por Ia evangelizacién, @Resultan estas diferencias de una distribucién desigual de la tierra?, En modo alguno: la tierra se encuentra, sin duda, repartida de modo desigual, pero esta distribucién carece de vinculo directo con Ia tsa adeudada, Asi, ciertos indios que disponen de campos de «comunided» lamados todavia ade tase» (de medio a 2 tupus), ‘no pagan tasa; otros viven en pequefios terrenos otorgados por su sefior (también de medio a 2 tupus), y, sin embargo, pagan Ia tasa5 y muchos, en fin, que asocian una y otra éategoria, con 0 sin. pago fen dinero, Algunos ejemplos: Martin Marcavichai, indi veintitrés fos, nacido en el valle, yana de Francisco Chilehe; sado con Leonor Zubuie Chucea, de catoree afios, sin hijos; con tribuye ol cultivo de los campos ‘de maiz y de las plantaciones de coca de su sefior, cumpliendo también una mita para le hietba:y la lea de calefaccidn; aunque yana, dispone de un pequefio terreno de comunidad» de 1 tupa y cuatto, por el cual (precisa explicita- mente el visitador) no paga tasa alguna; no obstante, entrega 4 to- TH Ls cuadros de Gutree Fores inluyen las eolumnaysiguicnes (Genes loi, nd, 318 vb lado aon ior Moe 7, tv ae i ho a orca ame / gu eos oe sei / To gue rina / Lo que poga de tate (0 ts pars el encomendero deste tepat= TEM) br chice Gecomustad ave nen son ets (0 ene hss ‘ass \ 2: Tin desestructureei as mines por la evangelizacién “’. En cambio, Francisco Ambuchilaca, de treinta y cinco afios, tambign cafiari nacido en el valle y yana de Chilche, parece menos favorccido; esté casedo con Magdalena Mano, de teinta afios, de la cual tiene tres hijos (tin nifio de ocho aos ¥ dos nifias de cinco y des afios); cumple los mismos servicios personales que los otros indios; pero, a pesar de su familia mis rnumeross, sélo dispone de medio tupu’‘otorgado por su seffor (gcudl serfa su grado de fertilidad?); y aun cateciendo de tiettas «de co- munidad», paga un peso por el tributo y 4 tomines por Is evan gelizacién ", Hay, pues, disparidades que Tindan con Ia injusticia (volvere- ‘mos mis adelante sobre el tema), Y, sin embargo, a pesar de las ircegularidades, 1a situacién del valle de Yucay parece, en conjunto, excepcicnalmente favorable si se la compara con Ia vigente en otras regiones, como Hudnuco 0° Chueuito. ¢Cudles son las causas de esta feliz coyuntura local? Se ielacionan, evidentemente, con cl carécter particular del valle antes de Ia Conquista y, luego, con su sgitada historia bajo los espafioles (sucesisn del régimen de enco- mienda a Je administracién xeal, rivalidad de Jos curacas, minorla de edad de Beatriz); circunstancies que los indios supieron utilizar para escapar a un tributo demasiado pesado, Comprendemos enton- ce gle ante esta ariomalfa Gutiérrex Flores decida, en 1572, vincu- Jar nuevamente el repartimiento 2 la Corona y atribuitle un nuevo régimen fiscal: de 418 tributatios, 382 pagnrin a partir de enton- ces 3 pesos cada uno, y los otros 36 serdn atribuides como yanas a los curacas del valle (principalmente @ Francisco Chilche) " Se trata ciertamente de una agravacién, pero la suerte de los indios de Yucay sigue siendo todavia privilegiada si pensamos que el misino Gutiérrez Flores, durante su visita Chucuito en 1374, impone mis de 5 pesos por cabeza, El valle de Yucay aporta asf importantes rmatices (aunque limitados en el espacio), para el cuadro del Pert 1 comienzos de Ia eta colonial, 4) ex vate oe onus ‘Un mundo diferente, la costa del Pacffico; sobre muchos cientos de Kilémetros, entre el’ océano y les primeras estribaciones de la cordillers occidental, se-extiende un inmenso desierto, uno de los 1 Archivo histérica del Cuzco, Geneslosla de Sayti Tupsc, «Visita del Doctor Pedro Gutiérrez Flores» (libro 2, indice 4, ff. 322 v-323'r). 38 Foi, (E933, ¥35 rica del Cuzco, Genealogic de Seyri Tupsc, libro 3, fodice 5, id sbonda en 36 de abril de 1574 para el aio de 1572; pero ex Mores, de 1572, enumera 449 tebutarios. PERCU Seca CS aae tae aaetteg 176 Segunda patie: Los cambios sociales en el Pert mis dridos del globo. Los grises blanquecinos del cielo y los vivos tazules del mar, esfumados por vapores algodonosos, se armonizan indefinidamente con el gris ocre de Jos suelos, absolutamente des- nudos. La monotonia grandiose y desolada del paisaje se ve in- terrumpida, a intervales casi regulares, cuando un rio desciende de In sierra y atraviesa Iz lanura costera, perpendicularmente al ‘acéano; Ia isrigacién permite entonces el surgimiento de ticos oasis. EI maiz, el camote, la mandioca, los frijoles, ebundan desde que ua poco de agua riega la tierra fertilizada por’ el guano; cultivos per fectamente delimitados; més allé, sin transicién, comfenza nueva mente [a arena del desierto, En estos valles nacieron, mucho antes de constituirse el Imperio inca, las primeras civilizaciones andinas, las de Moche, Nazca, etc. Estos Estados, fundados sobre grandes trabajos de irrigacién, a menudo de una gran extensién, oftecieron 1 los Incas una especie de modelo de organizaciin econdmica y social, de tipo «asiético». Es probable que, en el momento de Ia Conquista espafiola, Tos oasis de la costa figurasen entre las zonas més densamente pobladas del Pend; por desgracia, se cuentan tam- Bign entre las mus conoccas, debido a ln pobreza. de las fuentes. De ahi el interés excepcional de un manuscrito de 1583, actualmen- te conservado en Ia Biblioteca Nacional del Peri; se ttnta de una «visite» al valle de Huaure (cuya ciudad principal es Huacho), situado a unos cien kilémetros al norte de Lima ™'. El régimen de en- comienda al cual estaba sometido y, sobre todo, Ia proximidad de a capital, explican quizé que en esa epoca relativamente tardia, 1a sociedad indigena presente alli los signos de una completa y trdgiea descomposicién. La visita de 1583 a Huaura corrige, en efecto, los felices matices que introducia el ejemplo de Yucay. Ciertamente, nuestro documento carece de datos cuantitativos precisos; pero en el caso presente esta laguna importa poco, pues el encomendero, Juan Baytin de Cam- pomanes (con su hermano y asociado, Antonio Robledo), impone a log habitantes del valle una arbitrariedad total. Més que un censo, Ia visita constituye una verdadera encuesta acerca de los abusos que padecen estos indios, El visitador, el corregidor Diego Muiioz Ter- nero, interroge directamente a los indios y transmite. su testimonio auuténtys ub siquicra considera til divigizse al curzea principal don Pedro Payco, amigo y cémplice del encomendero 1 Bibliotece Necional de Lima, Ms. A629, «Pedrén de los indios de Husu- ru» [1583] (49 ff). Verge en amex el raupn 6. 5B. N, Lima, ms, A629, £11 vi: «No se pregunté al cacique principal cuyo gyre. sle ese 8 fos adios parculaes por sr fino amigo y eqpoadre 2, La devestrocrurciéa 7 Es un cuadko siniestro el que desctiben los indios: trabajan en Jas tiertas del encomendero aun los domingos y dias de fiesta ™ caltivan también las del curaca; deben cosechat sobre: sus propios ‘campos los productos para el tributo; sitven en el albergue de Ar- redo; son objeto de alquiler en Chancay y en Lima. Apenas termi han una mita y regresan agotados 2 sus casas, vuelven a buscarlos 1 golpes de Idtigo para otra mita ; si intentan escapar, son severa- mente castigados: uno de los testigos interrogades, Juan, Tanta, cuenta asf que le ataron una cuerda al cuello y Jo Uevaron a Ia plaza para azotatlo pablicamente ™, Se trata, sin duda, de un trabajo Forzado, en sentido estrieto: casi todos los indios repiten que Jo cumplen «contra su voluntad» ®, sometidos por la violencia. Cierto ue, tedricamente, seciben por Ia jornada un real y cuarto; di ho ‘de oro modo, el sistema de tiibuto se trénsforma en ua especie de salariado obligatorio; pero los indios continien considerando sus relaciones:con el sefior segtin los criterios del antiguo principio de reciprocidad; se lamentan undnimemente de que el encomendero no Jes suministre las herramientas para Ix mita y de tener que aporter sus propias facllas; tampoco'les da nada de comer, salvo cuando van a Vilcabizara, donde reciben una comida escasa.al dfa ®. Deben, por tanto, aportar también su alimento. Y he aquf el colmo: cl hermano del encomendero, Diego “Aries, que supervisa su trabajo Y Jos acosa, «les busca el quypi y les toma Jo mejor que tienen para ‘comer y s¢ Jo come» ™, WB, Lima, A629, ct capeilente Pedko Pom, £9 vs ay ain en la esq en Hg Tos dongs in xan de wnt 6 oe Fas cake pobre lo yodlone rs 0 Juun Daan, £3 vr «..y que ayer dla de 2s sche taboje este teatgo ene chicas de eeijodel eneomendero y ave fo vino a mya por esta caus. Wp Rina, AGS Eid ve «.y que algunos yodios que ctepare et cesique don pedro pars ue vayan m tibet cone cieho encomendero ¥ Seidano estan enusido Ge avar venjlo de ous mytas y ae yan a aut chicaas Patron ss Samenteray da Brae e chp encomendero 7 Tos haze ota © 9° Dor fue,» (Testioni de Luis Chambt) STW Line, Noa, £4 va «ny que es verdad que goande los yndios no van a las ytas tel dicho encomendeto lov ogten publcamente # que este “te pret es sora sn Basen hare aro 0 He SThepeaese 9 Ho tmgeoR ar ln laga y lo agetaren.» TSHR, una, ACD, ee el Po Nh ey ue sn cont votumtad’ que por fuera los Haze ye al dicho don juan chagua.... TBS. A Lima, € 429" «rel dicho encomendero no dx de comer alos yn dios que wisn en Tes chcaras que dene esc vale.» {C3 v. Quando no sembrova et ee valle yvan a vlaguaure ¥ que ana SEivey ny trum e gue por esto evan soy comida © ests se has ome frag ermeno del excomendr que anda haiendolos trabajar. (E14) a. N. Lins, A G29, £16 ¥. (Francisco Canes). i | | 78 Segunela parte: Los cambios. sociales ea el Pes 2 Ta desestructutaeiéa 19 Es iis, los indios se ven. poco a poco desposeidos de sus tie. | ——-encomendero. y el curaca para su beneficio personal, Es decir, un tras. El encomendero se apddera de los campos comunitarios 0 in- despojo totel, que completa la descomposicién de Ia sociedad in- dividuales sin pager compensacién ‘alguns. Aunque Ia superficie de -—_digena, agotando asf los suelos de cultivo, Los indios se ven redu- | Ie" cual disponen los indios vaya disminuyendo, éstos no tienen |, © “cidos aun verdadero proletariado; constituyen una mano de obra tiempo de ocuparse de ellas a causa de las muiltiples mitas, a tal i sujeta al trabajo forzado —tedricamente retribuida por un salario, punto que pietde sus cosechas. Falta.de tierra, falta de tiempo y, pero de hecho itremediablemente endeudada— en la gran propiedad sobre todo, en ese medio drido, falta de agua, porque'el encomende- del encomendero, formada a expensas de sus antiguos terrenos. Este ro Ia acapara ¢ impide a los indios regar; estos utilizan entonces tip de explotacida. anuncia ya. el que se desarrollaré ea el sit clpdesinameote los canes, de noche iy se guejn de no poder | _ Bl 30K con la exenfon de le hacen trabajar en sus textenos sind a condieién de no dormir! ™, Vanos Para completar este cusdro sombrfo afiedemos los abusos, jams esfuerzos: «... para aver de Ilevar un poco de agua a sus semen- castigados, que cometen' los negros y los mulatos del encamendero, teras se pasan dos o tres noches...», y a... tienen pocas [tierras} f y los perjuicios, jamés compensados, que provocan sus_rebafios. que se Jas cubre cade dia el arena...» ™. Esto es precisamente lo I Uno de los hechos més significativos revela Ja importancia del_vi- F --7 que permite al encomendero surparias: los indios lo acusan de abcu- sitador para modifiear Ia situacién; el corregidor Diego Musioz Ter- F marlos con mitas solamente para obligarlos a abandonar sus cam | nero intenta .asumir Ja defensa de los indios y ordena al curaca -- pos, Todas estas circunstancias reducen, evidentemente, las co- que suspenda el envio de mitayos al encomendero, medida de la sechas indfgenas 2 una porcién mindscula:’ jcada indio no obtiene cual se regocijan los habitantes del valle, que esperan tener més para su subsistencia al aie sino una docena de mazorces de maiz! ™. tiempo para cultivar sus ticrras; pero Ia orden del corregidor queda 2Cémo sobreviven los habitantes del valle? Comprando maiz ai en letra muerta ™. precio de 20 reales la fanega, no sélo pata alimentarse, sino tam- bign para completar el tributo ™, ¢Con qué dinezo? gA quién? El do- cumento del visitador no lo precisa, pero podemos dudar de que i cl salatio de un real y evarto al dia por la mita sea suliciente; | Los cuatro ejemplos analizados, aunque distribuidos en regio- fi / asistimos asi a un proceso de endeudamiento, cuyo acteedor es i ‘nes muy diferentes, no bastan, sin duda, para fundamentar un es- | probablemente el encomendero. Los indios prevén incluso que ya j tudio exhaustive del tributo bajo le dominacién espaiiole; pero se | no dispondrén de tierras al sto siguiente, ni para su subsistencia corrigen y se completan unos a otros; por otra parte, numerosos [ai para el tributo, pues Jos campos que les estaban destinados y documentos permiten precisar el contexto en el cual se inscriben ) jue deberian haber permanecido en barbecho raron el i are a pe ete! WBN, Lima, A 629, ef, 40. wie ae hallaron presentes quando se | sou, notified por pedro foper verdejo en la dowina el mandamiento a los caciguc © | : 19 NG Lima, A 629, ef. Pelto Neen {40 <-n0 ducmen de noche | prppl ellie el nandamieno pss que no dscn sais y= lgson | | por ye a regar sus tceas © nin eon todo eato no la pucden rregar al les dexan ello por tenet tempo para fuser sus chécaras pero que no lo an ccmplido | H ePaguaoy igualmenter «et verdad que lo yndioe no puecen epee da 5? ejemplos de tatacién abundan en los aichivos,aisadaraente 0 for porque ios quytan el agua el dicho encnmendero y su hexmano y rrobledo y mando parte de ottos documentos (relatives esencalmente s procescs). items, fos Gacigue ¢ principales e rian de roche.» (E 4 ty ete). fentre otto, ln «Tasn que del Reparcimiento de los Tos Lares 0 Las, enco. BUN. Lima, A 623, Juan Nanda, £34 v3 Lois Charl £15 v mienda de’ Diego de ‘Trujillo y Per hizo Dan Feanciseo de Toledo en16 de BLN, Lima, A 62, cf, Pedro Yeponte, {16 £2: «..-porgue dexan de ‘octubre de 1575 « tafe de las visits gue hizieca en lus DProvinias del. Coreg havar aus sementetss y innbiés porque. déncese los-dichos yndios. es crasin Bieta de Cusco Don Tay Pedro Guees Flos» (Achiep aaa del figena 9 Encomiendes, Legajo XXILL suplementa bara guyures ls yi Is eras gan tence pata scabs. Peni, sexcién «Derecho I taBIN, Limo, A 625, £36 vse. dacon ents cue cade tow's tembrado | i, cuederna 13, £15; el documento ett firmade’ por Franciso de Toledo}, 1a pasa si diex magorcas potgue 0° pucs Fregar gue se Iz'quytan el‘encomendes 18 B.N. Lima, A 629, cf. 36 v. jenie de Lndios Comles dle Arouts, Villy Imperial de Poto Se (Biblioteca nacional de Lia, A 447, £11); el autor deb w stbrar porque RO tee pry Fg del Re ‘documenta ex Juan de Matenao; Ia «Tasa de lo indios de jos repactimientos de Cayaotamba y Colcanpats, encomienda de ofa Paula de Sierrt.» (1379) (Archive nacional del Peri, sccea (96 3) "Ci las tasat de Chuculto y Yocay, depats de las visitas de fey ren Flores en Lares, en 1973, los 240 tibuiasiow eben 960 pezoe (Ar ruccoel del "Per bsrecio:Lungensy Tacoustsnbien lege exits soplementsio, ea why iguimence en 1573 lo 326 tl invoe Contes de" Aréeatis. deben 2268 peice (Bibles Naconal de Lim, AGE Ex isa ot eo de ls indies de Jugn "HCE. en 1549 ef arbuto de los Indios de Juan Sdrchee Feleén, de Hudru- or. alicn dats ide ano tren een banegues de uals} go, este Caceen- is de papas ocho de frsoles de lo cud! too pondréle en cas’ del encomene= 1 la mesclentas ancgas y Tas deas.en onestas deratn (Revistas del Arco sh 2 g 182 Segunda parte: Los eainbios sociales en el Perit descenso demogrifico los indios son menos numerosos y que, gene- ralmente (a pesar del ejeinplo “de” Huatita) ro carecen de tcrras (Gunque hayan perdido las mejores); pero por el hecho mismo de sef menos nitmérosos, tiene més. trabajo. No‘ es sorprendente ast Que"el ttibuto espafol. parezca mucho més pesado que el tributo inca: las indicaciones. de las. cuales. disponemos. acezea del. tiempo consagtado’ para el pago ‘de: las obligacioiiés al encomendera. (en Hudnuco 0 en-Huaure) atestiguan uns explotacién intensiva de los indios, Evitemos creer ingenuamente que. los benelicios ‘del tributo espetaban lo ordenado de modo estricto: innumerables documen- tos ilustran los abusos, Jos exacciones ilicitas y Ia violencia. que ejercen. Sabemos que en Huaura reinaba una arbitrariedad sin es exépulos, Citemos ademds, volviendo a la regién de Hudnuco, el caso de Sebastiin Niitez de Prado, que durante nueve afios exigié trescicntos cestos de coca al aiio en lugar de los ochenta prescritos, y que para petcibir el rributo textil hizo encerrar a un cierto nd mero de indios en un cotral, donde trabsjzban sin descanso "®, En cuanto 2 su vecino Garela Ortiz de Espinoza, fue condenado a res- tituir 1.000 pesos a sus tributaris, ¢ incluso fue encarcelado por alos tratos’. Pero los abusos de los encomenderos eran rara- mente, castigados, Sobre todo, cualitativamente, Ia ideologia que justficaba el sis tema inca se ha derrumbado; en el mundo dominado por los espa oles, las nociones de'reciprocidad y redisteibucién carecen de sen- tido, O mis exactamente, el sistema espaol utiliza fragmentos del aantigao sistema; la reciprocidad juege todavia un papel en las re- laciones entre el ayllu y. los curacas, y éstos aseguran siempre una funcién de nexo entze lor indos y sus nuevos sthores; pero, mica. (fms gis ln teciprocdad abo Togur 0 umn rotacén,de Tas riqueas (ain ficticia o desigual) entre ef aylla, el curaca y ef Inca, Ia domi- Nacional, 1955, pig, 16); en 1975, los indios de Lares: «ten an de dar ciente feveintefenegas de mals. para les guales an de hazer uy ehdeare de comunidad 1731. los dichos yodiog no ruvieren terras de comunidad donde sembrar coxer el dicho mafr le an de repercie © pagar entre s..» «Archivo nacional del Pers, Sseccién eDerecho Indigenn y Encomlendets, legajo XX1I, suplementatio, cun demo 615, £4 v.), (Bl subrayads es nuesi6.) ' Archivo Nacional del Pers, seccién «Derecho Tndfgene y Encomlendas», lggajo T, cusdeena 12 (6. 17): «Testimanin de lew nytos mie siguid, don Hleraant do Alvatez Azevedo como, procurado de don Pedzo Atshvallps, cacique principal Gel pueblo UreoUteo o Choquimatezo, en el valle de Quispicanchis..» (1371). (Leggo 1, coadecne 12, £77) : "8 Biblioteca Nacional, de’ Lima, A. 457-(6. 146) «Cttatoria y emplazamient 2 forma contra, Garcia Ortiz de Espinoas, vecino de la ciudad de Leon. de ‘Hudoueo e pedimiento de ios indios Yehopincos de ts eacomiende...» (1572) i | i } i } 183 nacién espafiolz provoca una transferencia de bienes de sentido ini- co, de Jos indios Jos esparioles, sin conteapartida, Recordemos al- gunos hechos significetivos: en Huauta, los tributarios no reciben alimentacién ni vtiles pare el trabajo; en Hugnuco, los. chupachos 4 quejan undnimemente al verse obligados a suministrar el algodén del tributo textil; en Chiciito, en tanto el curaca todavia suminis- tra Io lang a sus Tndi6® Giande «tos le tejen ropas, la. Corona 6 liacé ‘nada’ semejante pars Ias'1.000" pices dé ropa que percibe, y 195°18.000 pesos pegados a Su Majestad no tevierten de manera alguna sobre los indios "El espafiol ha ocupado ef lugar del Inca, hha heredado su papel centralizador, peto ya no asegura [a redi tribucién de las riquezas en beneficid de todos. En definitiva, mier- ‘ras que el tributo inca funciona segin una estructura equilibrada y circular, el tributo espafol se caracterize por su estructura deseq Tibrada y' unilateral DE tribute espanol 3. La moneda La Conquista conlleva la introduccién de Ia moneda en un pals que carecia por completo de ella. Giertemente que la economfe del Pend, en el siglo v2, no 20 halla cnteramente bassda en intercarbios monetatios; al contrario, le actividad indfgena sigue otienteda hacia Ja autosubsistencia, y lés propios espafoles recurren a menudo al ‘rueque, Pero los indigenas se hallan ante un sistema que les era "HH CE Sentilln, 0b: cit, pig. 66. 1st Segunda parte: Los cambios sociales en el Peri extrafio, y muy pronto llevan todo el peso de la produccién de Jas rinas de plata. Nos vemos, pues, conducidos a plantear dos inte rrogentes 12 ¢Qué representa Ja moneda en Iz mentalided indigena? 2° {Qué consecuencias implica el pago del sributo en dinero? En tiempos del Inca el oro y le plata eran ciertamente objetos preciosos. Entraban en el sistema de dones y contradones; por Srmplo, el cutace ofrecia joyas al Inca y recbia. de te prendas incrustadas de oro, as{_como mujeres, yanas o tletras, Pero pres- temos atencisn al significado del don en el sistema de reciprocidad: Gite resulta, en efecto, de Ia generosidad del donante, mientras que aquel que recibe debe responder con un don igual o superior. El don aparece a la vez como libre y obligatorio, Entran en juego las no- ciones de prestigio, poder, generosidad y ley social; las relaciones econéimicas se impregnan de connotaciones morales y religiosas ™, Pero el metal precioso no juega, como en In economia monetaria de los europeos, el papel abstracto y espectfico de equivalente universal; no sizve para medir el valor de los productos; simplemente, es una riqueza entre otras. Esta representacidn mental determina, después de la Conquis- ta, la enorme incomprensiéa de los indios ante el sistema espafol. Garci Dicz_nos da de esto un ejemplo chocante; se trata de las ventas a crédito que se hacen a los indios. Comerciantes espafioles recorren Ia provincia y"offecen ‘a los indigenas divetsos articulos, tales como vino, coca a titiles de origen europeo; el precio de estos articulos es mucho més elevado que su valor real, pero fos comer- iantes no exigen el pago inmediato. Los indios ‘acepten entonces todo aquello que se les ofrece, aun si no lo necesitan, como si se tratase de genezosos dones ". Una vez concluidas las «ventas», los comerciantes esperan el vencimiento del plazo de las deudas y acu- den entonces a Ia justicia espafiola para obligar a los indios a pager. Ahora bien, [o mds frecuente es que éstos se encuentren en Ia im- posibilidad ‘de hacerlo; sus bienes son confiscedos, y ellos se ven encarcelados u obligados a huir, TS GE, Marcel Moose, «Fseai sor le de cin 196, ge, 1.279 i : arct Diez, ab il, f. 22. (testimonio. de Bernardino Gallegos) «...NO legarécualqulerexpatol a india que se de buen eptendimleno o melo © pobre © Fico con cuslgsiers coms que le lieve a vender finda que no la fome aanque fein d& cuatro veces més de io que vale y que muchas veces por dérselo fiado oman fo que ne han menester» Igualmente: «..fcilmente se affeionan a tomar tele ie he an ado an ence conden ov pr 3 lo me pester» (E28 r, testimonio del alguacl mayor, Pedzo de Entrena).. 1», Sacinlagie et Anthropologie, edi- 2. La deseatructuracléa 185 _ En cuanto alos intercambios entre Ios indlios, éstos revisten casi siempre la forma de trueque. Como en los tiempos del Inca, Jos productos de la montafia se cambian por los productos de los valles cilidos. En Chucuito, ciertos indios confian a sus vecinos la confeccién de ropa: por una manta den a) trabajador, ademés de la materia prima (Js lana ya hilada), dos vellones de lana, coca y productos comestibles ™. Sin embargo, hay un hecho significative: ‘Garci Diez precisa que en las ventas a crédito de Jas cuales son victimes, los indios s6lo adquieren productos espafioles y no los productes locales", Hay, por tanto, una especie de dicotomia. Nos ‘vemos Iievados a dlistinguir, al nivel de las representaciones ments Jes, dos sectores diferentes en la economia peruana del siglo xv1: uno, el de productos indigenas, donde los intercambios se hacen di rectamente por trueque; el otro, de productos espafioles, donde los intercambios pasan por Is mediacién abstracta de una’ evaluacién ‘monetaria (esté 0 no efectivamente presente la moned2). La difusién del tributo en dinero obliga a los indios » so ir del sector que les es familiar. Esta difusién tiene lugar en los afios de 1560 y, sobre todo, en los afios de 1570, bajo el go- bierno de Toledo. Todavia en 1562 los chupachos de Huénvco no debian a su encomendero sino prestaciones en productos naturales; pero el ejemplo de Chucuito a partir de 1559 muestra una clara evolucién en el sentido de una constante agravacién del tributo en dinero, Las Relaciones geogrdficas nos permiten trazar un cuadro de las obligaciones de los indios hacia 1582 y 1583; comprobamos fen esta época que, si bien el tributo comprende, segin las regiones, prestaciones en trigo, maiz, papas 0 ropas, también se menciona siempre el dinero™. zCémo se procuran los indios ese dinero? ‘En Chucuito, af sur del pais, hemos visto que los aymares van a ganar el dinero a las minas de Potosi y que « esos salarios se afiaden los percibidos en concepto de transportes; pero el dinero rno queda en sus manos, no les sirve para actividades comerciales; es absorbido por los cursces y los espatioles. Las sumas acumuladas en el sector indigena no dan nacimiento a un capital; por el con- ttratio, se trata de una eproletarizaciGn» de los indios. Las Relaciones geogrificas describen wna sitaacién anéloga en las otras provincias ‘Asi, en la regién de Jauja, en el centro del Peri, los indios se ven Thid, £. 39 x. ms Thad, £28 vs «los dichos indios nunca compran findo cosas de esta ‘tie- 1a sing de Espa 1 Vease en enexo el cundo reespiulativo de las espuestas a las Relaciones geogrficat. 86 Segunda parte: Los casibios sociales nel Perd obligados 2 trabajar en les minas de mercutio de Huancavelica para agar su tributo ", : En Ia regién de Cuenca, al-norte, los indios se alquilan. al servi- cio de los espafioles (para trabajos domésticos o rurales y de trans- porte), y van también a trabejar a las mines (minas de oro de Ze- mora, El tributo en dinero obliga asf a los indios # adoptar nue- vas actividddes, peto ef dettimento' de sus actividades tradicionales, ja gue" equéellos que pitien para les minas o que van a alquilarse 4 un. lugar. Jejano_abandonan el cultivo de sus campos. y muchas veces no. represan™", La difusién del tributo en dincro agrava la desestructuracidn del mundo indigens. Segrin. Santillén, se tata de lg carga més penosa ", La. preocupacién por conseguir dinero pe- netra enteremente el sector indio, pero se trata de una necesidad impuesta desde el exterior y no de una adopcién esponténes, El di- neto se busca en tanto objeto precioso.exigido por los espafoles, y no como instrumento de intercambio. La introduccién de la moneda no transforma la economia indjgena en economia monetaria; ésta juega solamente un papel destructor y negativo. TIL. La desestructuracién social El Estado inca se desarzollé spoyindose sobre les relaciones de reciprocided, que el ayllu ofrecia como modelo, Pero, correlati- vvamente, Jas instituciones estatales permiticron el crecimiento del grupo social de Tos yanas, que escapaba a fos vinculos comunitatios itadicionales, mientras que ciertos curacas aumentsban su poder pri- vvado, desligéndose también ellos de. las selaciones. de reciprocidad. Después de la caida del Estado ince, el aylla sigue siendo la célula bésica de la sociedad, a pesar de suftir graves altereciones de las cuales hemos estudiado hasta agut los aspectos demogrificos yy econémicos). Pero la dominacién espafiola acencia les tendencias ue se esbozaban en tiempos del Imperio; por una parte, los vincu- Jos de reciprocidad que unian los curacas y al ayllu se degradan; WRG I «I pip 17, REG Ee ge, a ee Dies, 06. iy 8 vs a. y que de it Botta lx plenden mie os inn pgs eden po lf (atin Cay iy. $8 spr pee ity ae Mf de oe un fs Poe! ene y ocho adios 9 cada ao se quar igus de lo al (i sos de Acs) Ep Su ePurecen Card Dr dente lo dives demas de los ‘tyes dems fale: ae sueren muchos de To noe gu wat cd tie’ ls you we ca lf enacts os veh» coi over, 7 Scan to ory wnjster que denen en i provncs peikdos (107 ©. TW Senin, ab, ei, pds. 3. ete i I | 2) LaMesestracturacga, 187 por otra, el mémero de los yanés se mulkiplica. Estos dos hechos, tuno al nivel superior de In jeratquia indigena, el otzo al_ nivel in- ferior, ilustran Ia desintegracién de la sociedad tradicional. 1. Los euracas Ciertos cronistas insisten sobre Ia ticania que habrian ejercido tos curacas después de In Conquista; la desaparicién del Inca los habria, transformado en Incas locales, con un poder ilimitado ™. Pero habrfa ‘que corregir esta tesis, demasiado esquemética; si examinamos fuen- tes precisas (como los documentos de tipo monogrifico sobre Hud- fnuco 0 Chucuito), comprobamos, por el contrario, una disminucién del poder de los curacas; no obstante,-éste implica, efectivamente, ciertas formas de dominacién despética. eCémo interpretat estas apariencias contradictorins? En realidad, entran en juego fuerzas complejas y opuestas. Por tuna parte, la desaparicién del Inca refuerza el poder de los jefes Joceles, sobre todo inmediatamente después de la Conquista . Pero, por otra parce, en adelante, el poder politico perienece a les espa- fioles, que instauran un nuevo aparato butocritico; de esta forma, los curacas, aun los de alto rango, se ven telegados a un nivel infe- ior y arrastrados en In degradscién genera! de la condicién in- digena. Sin embargo, el sistema espafiol no puede funcionar sin la colaboracién de los jefes locales, que siguen asf jugando un papel de intermediarios en le exaccién del tribute, Ciertamente, no todos Jos curaces se adhieren « los espaficles, pero en Ja parte del Perd sometida a los conquistadores, éstos obtienen por lo general su colaboracién, esponténea o forzda. Por medio de esa alianza, los curacas conservan, en cierta medida, un estatuto privilegiada. En términos globales, el poder de los jefes indigenss se debilica, pero conservan parte de é! poniéndolo al servicio de los nuevas sefiores; fen relacién con el perfodo inca, st autoridad ex « In vez mis frigil y més despotica 8) 22 PODER BE 105 cunAcAs Una vez més, el valle de Yucay oftece un ejemplo excepcional cen Ja persona de Francisco Chilche, uno de los grandes curacas, hhasta ‘agui desconocido, de la historia peruana inmediata «le Con sta, Chilche es un advenedizo que emerge bruscamente con le én, ob. cit, pi, 31. (Cédule de 17 de diciembre de 1551 probfbe « Jos curacrs conde- pet a muerte; dicha probiblcléa revels indirectamente que, sl menos haste esa fecha, hablan recuperndo un poder del cual les despcjura en su dio el Ince CE. W. Espinosa Soriano, «EI Alcalde Mayor indigena en el vircinato del Benin, Auuario de Estudios Americanos, XVI, 1960, pg. 202. 188 Segunda parte: Lot cambios sociales en el Pert desintegracién de la sociedad indigena. Llega al valle en la época de las guerras entre Huascar y Atahualpa, ¢ la cabeza de un grupo A indies cafais, en el seno de los eéreitos de Callenchizoa y Quiz quiz; y, como Ia’ mayorfa de los cafiaris, se adhiere a los espafcles. Debe st buena fortuna (y su nombre) al propio Francisco Pizarro, {que le nombra jefe de todos Jos indios de la regién de Yucay, autdc- tonos y mitimaes, después de haber destituido a Hiuallpa Topa, el curaca legitimo™, Durante quince afios, el poder de ‘Francisco Chilche no encuentra otro limite en el valle que el de los encomen- dezos, los Pizatzo, cuya atencién se centra entonces por completo en las guetsas civiles, No es sino en los afios de 1550 que se enfrenta aun rival, Garcla Quispicapi, descendiente del cursca despojado, Proceso, compromiso: Francisco Chilche debe cedet el mando de los autéetonos a Garefa Quispicapi, pero él conserva el mando de los mitimaes y el titulo de careca principal del valle ®. Estas circunstancies permiten a Francisco Chilche constituirse una especie de afeudo» en la regién de Yucay; se apropia de nu- meerosts tients, extendlendo ademis si poder persona! sobre los Apropiacién de Ia tierra, Sabemos que el valle de Yucay com prendia grandes extensiones (campos o terrazas) que habfan perte- necido al Inca 0 al Sol, y, particularmente, a Hayne Capac, Ahora bien, al comenzar In décida de 1550 comprobamos que Francisco Chilehe ha usurpado todas estas tierras sin ningin reparo. El detalle de esta operacién lo precisa una investigacidn de 1352, mandada hacer por los espafioles del Cuzco, que reivindicaban Je’ concesién de parcelas en Yucay ™, Los testiges interrogados (incas del Cuzco, listdrico del Cuzco, Genealogia de Sayri Tupac, cf, el interrog tox gsr mendes mane Pay cane ou opal pe por el marquis pigaro el qual aepuatpetopa que antes lo heta por eras ca Er don fargice sce caro (ibro 2,tbae 450.0) "archivo: Hstdneo del Ciro, Genelagia ce'SapH Tupac: «Después de toda esto un ynio.de ta deendencla de log yogas que se clze don gare. qul rlanpt puso demands l'on hengo chile el mando 9 capengo. dendo Suede pertenecta por ser hijoeniew de fos que avlan muda este flo yd del algo fete cone coeraron cl de’ don Feacig cle ¢ don earls quar ea ve cman fear aig Se lex ats dal ch vele'y of lente trae eos mites e°advencsidas 0 in (libro 2, indice 4, f, 90 r.), ‘Arshivo hindi del Cusco, en Gaposlogie de Saye Topee, «Tetimonio ado por Benito de la Poss, escivano de ess ciudad’ del Canto, en 22 de ‘Aont Se" 152d0 (bn 3, fadice 9, #29 132 v4 fe 341098 cy ee Loe espe fois se quean de que'susfijs no pueden sobrevvir en el Cuneo (muccen 3 de ca 4 ampanecind) po ci de i tue demo lve ye iam demasiado fro. esta es tna de Ist razonce que exponen para ivindcat Jes parcelus en el valle de Yucay, més bajo y més cilido. beer 1 Archivo 2, Ta desesrutrurucién 199 indios autéctonos y el propio Francisco Chilche), apoyéndose en un mapa, hacen una descripci6a mi jén-minuciosa del valle, precisenido Ja fantigua y_actual pertenencia de todos los terrenos®. Enumeran asf Ja impresionante lista de campos ocupados por Chilche. El docu: mento no indica sino raramente las superficies, y resulta diffe eva- Ivar cuantitativamente la, extensi6n de las tierres usurpadas, No obs- tante, sefialemos que sélo el terreno de Chucuibsmba represent 200 tupus, segiin los incas interrogados —100 tupus segin el propi Chilche—; y que produce 1,000 faneges de mafz, El functons pregunta a Chilche sobre el derecho que tiene para hacer cultivar ‘esas tierzas por su propia cuenta, y éste responde que las ha recibido en donacién de Francisco Pizarro para el pago del tributo y para su beneficio personal; se le exige entonces que presente sus ‘fiulos ‘escritos, pero Chilehe se manifiesta incapaz de hacerlo ™ De ahi el asombro escandalizado de los espafoles, que conside- ran suyas en derecho las tierras del Tnea y del Sol. Poder sobre los hombres. Recordamos que en tiempos del Inca cl valle de Yucay estaba poblado de yanas, en su mayoria servidores ‘de Huayne Capac 0 de grandes personajes emparentados con este ‘timo, Es una tierra en cietto modo predestinada a le multiplica- cin de los vinculos personales. Es probable que Francisco Chilche, al llegar al valle, estuviese ya rodeado por un pequeno grapo de servidores cafiaris, ‘pero no tarda en aumentar este micleo aijadién- dole servidores autéctonos. ¢Cémo? Por medio del favoritismo. Exime a un cierto mimero de indios del pago del tributo, a cambio de servicios exclusivos que en adelante éstos le deben; y como los hha separado de su comunidad, les concede parcelas sobre sus propias tiecras (0 pretendidamente tales, puesto que en su mayor parte son terrenos usurpados). Muchos indios buscen fa proteccién de Chilche ofteciéndole mujeres, aliarse « él por vinculos de parentesco; ps tgs wazn els mismor un crosuis del vale, qe eneents fin df gn Sade 1 Archivo histérico del Cuzco, Genealogia de Sayri Tupac, «Testimonio dade per Wen ie Besoin 9 3, 33 199 te ePole regen 250 Epes eh tevies een el Vagal Sl pg ass como RM Lie aa cs ytnmndo'y uurpede Jom a MDs ic prec a Ue masgpeh a hs eye and gu a pe 2 SS Pea te ete a yaa ic n'y ef Teens ones anys Ian cmb por tes o due el éia et Lae pore de Sm uran hos noe earl erence Ee dene St ae SRone pref gut ter dle gue la dcr ers te ie marge Sie 6 tte della pes _ Dib ue oo I bilo de I, chu teres por exito de sade Gant as gue ls hanes coos eh dese 190 Segunda parte: Lor'eambion socales en el Perc ‘otros soportan su autoridad menos volunteriamente, De, hecho, el favoritismo basado en vinculos personales altera profundamente la corganizacisn ‘comunitatia tradicional. Francisco Chilche desvia en su beneficio el antiguo principio de reciprocidad, para formarse una vasta clientela; a fines de la déceda de 1350 ‘recibe los servicios cde 80 yanas (50 autdctonos y 30 mitimaes) ®, Los otros curacas del valle imitan su ejemplo; es ast que por Ia misma época Alonso Ucu- siche, tambiéa jefe cafaxi, manda sobre una veintena de yanas, mientrss que Alonso. Atauche conserva Ia diteccién de los cin ‘cuenta apocamayos encargados del. culto de Huayna Capac". Se- gin el testimonio del sacerdote Diego Escudero, los curscas ejer- tian entonees un poder ecbsoluto», ignorando incluso los indios ‘que hubiese un rey ante el cual demandar justicia: Los visitadores espafioles Damién de la Bandera, en 1358, y fray Pedro Gutiérrez Flores, en 1372, se esfuerzan por normelizar la situacidn; pero este tltime tiene que reconocer Ia preeminencia de Francisco Chilehe en el valle y concederle el derecho a poseer 34 yanas. ‘Al final del periodo, después de 1572, los poderes de Francisco Chilche parécen, sin embargo, muy inferiores a los que posefa alre- dedor de 1550, Podemos trazar Ia curva de étos del modo siguiente: bbrusca ascensién poco después de In Conquista, gracias a su alianz con Pizatto; apogeo al comienzo de los afios de 1550, cuando domi tna a la vee la tierra y los hombres; lenta decadencia después, mar- cada pot lt investigacién de 1552 y Ins visitas de 1558 y 1572: la futoridad espatcla le despoja de la mayor parte de les tierras tusurpadas y limita el miimero de sus yanas, Esta decadencia, es Cierlo, se atentia por el papel politico de Chilche, fiel aliada de Jos espafoles. En los afios de 1560. continda siendo el sefior del valle, no vacilando en hacer envenenar al nuevo encomendero, Sayri Tupac, el Inca de Vileabambs ™, Pero el poder de Francisco Chilche ro se funda sobre el aylla tradicional; se apoya sobre una clientela de yanas. Otro hilo conductor: el tributo. En los: pardgrafos.precedentes hhabfamos puesto entre paréntesis ese aspecto en lo conceriente alos cursczs; analicemos ahora, por esta via, el lugar de éstos cn Ia sociedad inefgena posterior @ 1a Conquista. TH Archivo hiftérico del Cusco, Genealagia de Sayri Tupac libro 2, indice 4, HE. 103 velD r, (testimonia de Sebastién de Tenezcl), tc. 15 Archivo histtieo del Cuneo, Gevedlogia de Saprl Tupac; ibid: cf. isl mente {£113 v-ll4 r. (tstimonio de Diego Casatembo. "Ck. Guana Poa de Aone, 0b. city pi. 443: ey el cain ciche cr fori Ye matd al dicho Saye! topn ynga indole ponsofen. 2. La'geseseueruracién En Hudnuco, los curacas interrogados por Ortiz de Ziiiiga se quien undnimemente de la degredaciin-de su cstauto. En dempos del Inca estaban dispenssdos de todo tributo, y su taten consistia en mandat, en tanto que ahora participan como los otfos indios en el pago de las obligaciones al encomendero. EI propio don Diego Xagua, curace principal de los chupachos, paga tributo, mientras due su predeesor, don Gémex Paucar Gunman (mueri en 1560), estaba exento de ‘ello: 1 peace no ele gua «os econ els y pile epee en eee te i Seen ate ibe ales y orgs tien eta co ellos ea I pp, os wae ta SP ee sacs se epee ee depen cee, hme es ee La Los jefes indigenas, constrefiidos por una parte al tributo del encomendero, ven, por otra parte, reducirse el tributo que ellos mismos percibian de sus siibditos, En efecto, aunque los indios de Tas comunidades deben todavia prestaciones a sus cutacas, éstas han disminvido considerablemente cn relacién con las del tiempo del Inca. A peticién del jefe local, los indios contintian cultivindole sus campos, suministréndole paja 'y madera para quemar; pero no hay mencién alguna del antiguo tributo textil [enteramente acaparado por Jos espafioles) ", Con todo, hay una excepcién para don Diego Xagua, que se hace tejer ropas por sus indios™’, Los informantes de Ortiz de Ziifiiga precisan que en el curso de sus trabajos los indios reciben todavia de sus curacas la donacién de alimentos. Asf, persisten. ‘entonces los vinculos de reciprocidad entre curaca y ayllu, pero de- bilitados; el peso del tributo al encomendero implica la aligeracién del tributo a los jefes indigenas. En términos globules, el poder del curaca se ha degradado: [No tienen el acfiorfo y mando que antes... is de Zatigg, ob. it, £12 « jit Told E41 Ce. igcalene, Publ Guaman Naypa de, Teh: odes telbutan 7 sjudan 2 papie) sue s6}0 dan Geémer caclque pinipal ert ile de ello» (f. 27 1). pau eee TH Tou, E17 1 ax, dhora no te dan ninguna cose de les sysoichas nis de que algunas veces le dan lefia y paia y algunos cestillos de male y de papas, Spee ranpe Je hacen cottons y ses chee Th Toit, (Ilva eal presen no Te dan ninguna coma de los eich tribw tos ms de vere y hacele sus ehfcars que on en muchos pales pequetos five no se euanios topos habri'y que sus nda de servile Te han Ta rope Pie gp on ini er fd 28 vs wel arpa que en elo trsbaan, it da de comer 1 Ibid. £. 17 x. 192 Segunda parte: Los cambios sociales en ef Pend Es cierto que los informantes de Ortiz de Zia son los propios ccuracas y que podriamos desconfiar de sus testimonios, Pero el caso ‘de Chucuito confirma y precisa esta évolucién, En 1567, Gatci Diez menciona, para el conjunto de la provincia, 36 curacas exentos de tiibato2™, cifra elevada en apariencia; pero remarquemos que el documento de Garci Diez, en selacién con el de Ortiz de Zhiga, se sitfa @ un nivel mucho més alto de Ja jerarguia indfgena; Martin Cari y Martin Cusi son jefes de 15.000 tributarios (en otros tiem- pos, 20,000) y descienden de una gran dinast{a real, mientras que en Hodnuco, Diego Xagua s6lo manda sobre 800 tibutarios (ea foro tiempo, 4.000). La provincia de Chucuito comprende aproxi- madamente 150 ayllus, es decir, un niimero por lo menos equivalen- te de curacas™; si en 1567 ‘sélo 36 se encontraban exentos de tributo, deberos concluir que la mayor parte de ellos habia perdido sus antiguos privilegios. Consideremos e1 caso de Jos dos curacas més prestigiosos, Martin Cari'y Martin Cusi, Sabemos que sus antepasados, en tiempos del Thea, disponfan de tierras cultivadas por Ios indios de Tas comuni- dades, tanto en Chucuito como en los ottos pueblos de la, provincia ‘thors bien, en 1567, le extensiGn de estas tietras ha disminuido. Dentro del’ mismo Chucuito, Martin Cari pretende tener derechos sobre 70 2 100 tupus, y Martin Cusi, sobre 50; pero al interrogar fous sabditos, Stes indican ciftas inferiores: 50 tupus para Martin Gari'y 20 230 tupus para Martin Cusi™, En los otros pueblos le evolution es todavia més clara; Martin Cari se queja de que los {ndios ya no Ie entzegan el tributo que le deben En Jos pueblos de Juli, de Pomate y de Zepita tenfun por obligacién cultivar en a0 bonliie 20 fapus en cds teen, y mo To acer, eungue dponen d= ‘devras para este fin ‘Tomemos el ejemplo de Juli, En la mitad Hanah se reconocen todavia los derechos de Mariin Cari sobre 10 tupus, pero éstos ya no se cultivan, mientras que en tiempos de su padre ain se cul veban*", Los indios interrogados explican que Martin Cari no les hha pedido que los sembrasen. ¢Por qué esta renuncia? Sabemos Be Gane Bien, abet £105 3 Gti he dei ke cv de bn oro om Gal Di pies, 360109, a Tbid., £. 39 t 41 ve ‘3B [bid., f, 39 1. (el subraysdo €s nuestro), 2m {bid £37 va wassinnono hicieron la dicha chécare gu padre del dicho den Marin au sin sna 3 ae a de do Matin ‘0 hn, fementera porque él no To je full aides, tampoco Ee er Oe eae See 2 La desestructurscién 193 que esta «peticidn» era habitual en el cuado:de relaciones de reci procidad entre el curaea y. el ayllu%; éstas se han debilitado. La st tuacién es le misma-en la otra mitad,, Hurin Juli; en tiempos del nea los indios de la comunidad cultivaban 20 tupus pare Jos ante- pasados de Cari y Cusi, péro estos iltimos ya, nada. pereiben: “a..y que después que’son eaciques los dichos don Martin Cari y den Martin Gaal no es han dago cosa ninguna i hecho sementeras ni ot sxibatow °. El ejemplo de Acora parece notable, Se trata del pueblo més préximo a Chucuito, En Ja mitad Hanan, los campos de Martin Cai son cultivados; pero no son los indios de Ia comunidad quienes fseguran el trabajo; Cari he puesto en prictica una solucién radi- calmente diferente que ve en el sentido de Ja evolucién esbozada a fines del perfodo inca; hace cultivar Ja terra por los yanas, es.deci fuera del contexto de las relaciones de reciprocided que une al cu- taco y al oylla", Comprobacién inverse, en la, otra mitad, Hurin ‘Acora, Martin Cusi no recurre a una solucién semejante, y parece haber perdido los derechos de que se habfan beneficiado sus ante- pasados, pues los indios de In comunidad han tomedo posesién de sus tetas: oy que aimismo hocin a sn abuclo del dicho don Martin una chcara oe Bae SRS tao hacen ste Sos parton ls ease ____ Resumamos: en Chucuito, Cati y Cusi continian percibiendo el Yributo, pero éste ha disminuido; en las otras Jocalidades, su auto- Hided tedriea sigue signdo reconccida, pero sus sibbditos ya_no les pagan tributo, En términos generales, sv poder se ha debilitado. ¢Cuindo comenzé esta degradacién? Las indicaciones de Garci Diez difieren segin los pueblos. En Juli y en Ilave, los predecesores: BEGET V. Mura iid, pf. 434. Los hesbos son simétics en Tve: 4x sus encputades el acho Marts Cai le hela cinco topos ee ters 1 ‘limo fan betho a al cieho don Marla Cust desde que e2 cacigue Brrafor ena porte que ef dicho don Martin Cust wo be enviado sus criados stand gue te began’ y con asinine soon hacer sus padres y abuclo de Fer Nain Cart acijoe principal de le petclidad de Anunsaya ots. cinco Spon de uray qua fhe don Math Car oJ ay ee eg Imbtere despues que et eaigue porque na ba enbiado a deci que re. hago TELE Se ey Bes (El sbrpad eo neo) as Yo, ol, 39 vey oo © 1B [bid £43 4. afb dicho que el dicho don Martin Cart dice que en site pl deren en ao fl vs eps de eee 6 fErca'gue no le slembran cout elgune y que es verdad que el dicho don Marin EGE GE'S ote polo chistes poo gue ll sem cow tr anacous.€ inn gp at ein ot de poo en abe a Tod, 48 i ] | | | Segunds parte: Los cambios socinles en el Peri de Martin Cati y de Martin Cusi percibian todavia un tributo, pero ellos mismos a0 reciben nada desde su ascensidn al poder. Ahora biea, ambos son j6venes (treinta y cinco y veintiséis alos), y Garet Diez precise que Martin Casi cumple las funciones de curaea prin- cipal desde hace cuatro afios™*, en tanto que en Acora los indios afirman que han dejado de pagar tributo a los curaces de Chucuito desde la llcgada de los espafcles™, es decir, treinta afios atrés, Estas indicaciones divergentes confieren diversos matices al proce- so, segin las localidades; en conjunto, podemos admitir que la de- grédacién del poder de los curacas principales comena6 en Chucuito inmediatamente después de la Conquista, y que el proceso se agravd en los sfios de 1560. ‘Tengamos en cuenta, no obstante, que el andlisis precedente no se-refiere sino a los cutaces superiores, los de Chucuito, y que el proceso difiere para los otros jefes indigenas, En efecto, en los ‘otros pueblos de la provincia, Acora, Ilave, Juli, Pomata, Yunguyo y Zepita, los curacas locales (de rango teéricamente inferior al de Gori y Cusi) conservan Ja autoridad sobre sus, respectivos sibditos yy perciben un tributo (como lo hacen Cari y Cusi en Chucuito}, Es dificil saber si, en su caso, ese tributo disminuy6, Los indies cultivan fen comin les’ tietras de ‘sus jefes locales; éstos les suministran Ie simiente y recompensan a los trabajadores con dones de_alimenta- ‘ida, coca y ropas; las comunidades ponen asimismo a dlispos! de los curacas un cierto mimero de mitayos, que realizan un servi- cio periédico. Por ejemplo, en Hanan Juli: .- dijeron que hacen siembras y benfician a eada uno de los dichos dos ciquts tren topos Ge tier de bape y quinoa ¥ caus Y pone los cack {faa a simiete'y gue pure ecer tan vrcntray se juntan todos lg yrds ‘aus yon Por bc orto ave he dan muy n de Gonz Japa chufo'y carne y cca chica Tos las que trabajan en elas y que dan Eby Bla ton ladon 9's doo France dies iodine de sevison para sors pm se ny Lt en cc y ches ease {Srcmundaren Tor cuales repecten cade aio por sus apis. nance wom cases, bua ios les de fr cmt a omni. Netesog que los setae 2 (rue ae ie es Gis bata emia ona ae ata Ce ee eer mera ace te cpatrma fates preedene, seein cal a ibuio es les ite tie US Sona a spe ne et ined de que se ute fee asi 2. La gesestrocturaién 195 Parece entonces que, al nivel intermedio de los jefes de «mi- tadesy, las relaciones de reciprocidad resisten mejor a la: desinte- gracién. Estas «mitades» comprenden, como media, algo mis de 1.000 tributarios*#, Nos reencontramos aquf al nivel del curaca principal de los chupachos, que en 1562 no manda sobre més de 800 contribuyentes, En suma, en la regién de Chucuito el poder de fos curacas se debilita tanto al nivel de la cumbze como en le base de In jerarqufa; los curacas superiores (en mimero de dos) son rebajados al nivel de los curacas «mediosn (en ntimero de 16), mien- tras que los jefes de ayllu (aproximadamente 150) pierden sus pri- vilegios. Habida cuenta del deterioro general del estatuto de los jefes indigenas, podemos decir que Ia Conquista devermina en Chucuito, ala vez, una fragmentacién y concentracién del poder: fragmentacién por ia decadencia de los dos curacas superiores, con- centracién en deitimento de los jefes de ayllus y en favor del nucleo intermedio de los jefes de «mitades»™. cro eto teil belo Jt dor eens “E sP e cibutanes adn none cono cto demineion crstol) te esaa Chucali, pot clamp, agropabn 1239 tb via de empes eg eeiende en ceria ue el descenso demogsico ee eo cae 0, polemay Sauer aprociodamen= e See ty ac ain, it fete It vs de Gum Dis 1 BE eamiento del goer del cmt fue deternindo cabin por va case So Eig. No. deroroianas te tem Ferg’ Gitasign se sitda a finales del perfodo que estudiamos, en los afiog 1560-1580, i ee aeons fled, Lo indos son obligecce pot rges ale oe sen yon reagrupadon em res spoelos Ser a srisey, eas vijenproyeten one palin sia ee a EG aed muy fina, En 1357 Cafete ore Is ere see eettones da walle de Lins y ls funds e Sante Mav spies 5. iusene Siainisvar el nuego pueblo. designe un Cabido Magdlens 6 Cncilt tdoty ngoncles ingen abee ef aco Is gpa comprende gales, also Meurpan camo otlscones sigueneo ol pnts span Nye de Vucay arn dal Cocn En, 1960 se contre ig igen oe Voy crn el Gir, a ce Fae ie centers eh cnjig cl vita, Fes Ne ces de om Se eeormndeae (Ch W. Bains Sin Ree ene sas“ income Gel Fes, Ansari de Estados Ae artes MUTT 60. tes 123300. Es Ite ai ou tn en es Oe ee ee anata Lg cede ysepiore (cloios Testo ce. el papel de Pacer lp pocelente) freon una aborded ud = EA ea gtaperiion da oredr ea (Cl- John pee eue, The Cabtide we Peru under the Hapsburgs, Dutham, i954, site 2222) 196, Segunda parte: Los cambios sociales en el Peri b) be LA RECIPROCIDAD AL. BESPOTISNO Las relaciones de reciprocidad que unen al curaca y al aylls so- breviven entonces a la Conquista, no sin alteraciones, Los jefes in- digenas ponen su autoridad al servicio de los espafoles; les sirven de intermediarios para tx exaccién del tributo. En Chucuito son los ‘curaces (y més precisamente los curacas de «mitadeso) quienes de- signan cada ao los indios que deben partir para la mite de Potost; esta facultad les concede un poder temible, y. Garci Diez denuncia el favoritismo que gofa su eleccién ™ Es mas, los curacas colaboran con los espafioles en la explota- cidn de los'indios. Sabemos que en Chucuito los comerciantes espa- fioles cecurren a los indigenas pare que les confeccionen ropas, Este ejemplo ilustra la repeticién del poder y sus abusos; los comerciantes pasan sus pedidos a Jos curacas principales, Cari y Cusi, y éstos dis- tribuyen In tarea en el conjunto de la provincia; pero son los jefes de «mitades» (comprendidos Cari y Cusi) quienes reciben los sala- tos pagados por los espaioles, y guardan el dinero entze sus manos, sin restituirlo los indios que han ejecutado el trabajo*®. Los co- ‘merciantes espafioles sélo pagan por cada pieaa de ropa un salario de dos pesos. cuando ésta vale en realidad cinco o seis. Pero el mer- cado es considerable; en veinte meses, es decir, después de entrar fen funciones el corregicor Estrada, los espatioles hen encargado a los indios 4.000 piezas de ropa, © sea, aproximedamente, 2.000 pie- zas al afig; dicho de otro modo, el trabajo textil representa para los comerciantes casi el doble del tributo real (ya que éstc se eleva 1.000 «piczase por afio). Aunque los salarios acordados sean par- ticularmente bajos, procuran a los curacas, en total, una suma del orden de los 8.000 pesos * Octo ejemplo: el de los transportes. Sabermos que esto permite 1 los indios, teéricamente al menos, reunir los fondos complemen- 3 Garct Dice, ob. eit, f 107 v. cacigues y principales y cohecharos.. 35 Tord, f 36-6 (estimanio de Martin Cari: «La demis ropa que se hace cna prone 1s eabran Tos dads cages alla ads po en davito ftangue los caciques principales de este pueblo (Chuevito) den hacer ¥ re ai por tod le previa (195 Ver también Gare Digs en sy «Parecers: «De pocos sfios a esta parte se ha intrpducido unm comsimbre en Ia Sicha provisci qr ex apremtar a ley inion ‘que hagan rope de la tierra de auasea conta x0 volontad.. el apremiatis. + hacer [avdicht ropa es destrlcles totalmente. y los espaioles no les dan stellos mis de dos pesos de bechuru y lo que eot es que jamds basta hoy los fichot indie levaron coe alguna de ete tabajo porque too se lo han levado os eacigues 2E'Recordemos que, por estas fechas, el teibuio real se eleva anualmente 4 18000" pers. os por ser parientes y amigos de los 2 La devestructuracién 197 tos para el pago del tributo. Los indios se alquilan a Jos espa- fioles para cargar sobre sus lamas diversas mereanctas (vino, coca, etcéiera) y tranportarlas del Cuzco o de Arequipa a Potos!.. Pero también aqui el comercio entre espaiioles ¢ indios pasa: por le. me- diacién de los curacas, quienes guardan para si los salarios ””. “Estas transacciones se verifican muchas veces por contrato, como Jo atestiguan numerosos ejemplos transmitidos por los registros no- tariales. Los curacas se obligan a suministrar tal cantided de inidios a tal comerciante 0 propietario espafiol; las cléusulas precisan la naturaleza y Ia duracién del trabajo, ast como Ta cttantia de los sala- Flos, que se entregan a los jefes indigenes; en ciertos casos, el texto precisa que estas sumas servirdn para el pago del tributo y, por su parte, los curacas comprometen su responsabilidad para la bucne jecucién del contrato, Citemos un ejemplo. El 27 de febrero de 1560, ante el notario Gregorio Bitorero, en el Cuzco, y don Her- nando Poma y don Hernando Guanchule, caciques de Yanaoca, de Ja encomienda de Alonso Carrasco, reconocen les obligeciones si- auientes: eSepan_guanos ex carta de cbligaionesvieren como nox don hernando Pom} don hermando.guanchele cseiques de" yaoroes de ln encomienda de edo alone caresco vexiao deste gad otorpames © conocemos. por esta prctnte carta que algunos a tino de anaya questa presente ueyntd © inc Sraon sonore bucnor para trabajo que no sean ejs Mi muchaches 10s ques Bede jr con el dchotlana ce ahaa desde esa cluded « la ce, arequipa Sigand®y deseagando cade sin Jndio.orko cameros con Tos qunls dchos Sadtor de pruneprencipa. yn obliamos que los dehos yadios os dasan em Gnd” dip e a e Semredy ee po perder er our alguna que si Io huraren algo ae perder os lo pagaremos nosotros los Sos Nicgues to cual somos cbligey a heaer poe rasones de que nos sbeys Golo e punmdy por cade uno de les dehos yor seye pesos de pla coriente Gee monien dusenecs diet pesow de In eho plata de Tos quiles dchos pecs a5 dacs por contenerto [ae] por quanto ds les cites pogssts en pre Eencla Gel Ccrivupo.poblico © festign desta catia e yo el prevente exciveno Sip fe] quem presence al deho ano de anaya le pogo a is dehos ex {toes Tot dehor dizientor e dier pesos de plta coriente ~ os quales dehos Sreynta cinco yas nos ablipnmas de bos der y entcpar pa el dcho bije 77 Ee aiifll eeluer In sumg globel que representan estos transpories, pero ‘conocemes el detalle de las taifas; cf. Marie Helmer, ab cit, pig. 135: Cotes Biswac[ Danio Trai Cones « Post 16D legate | A meses | 15.616 pear a tines de male (36 pes Yio = Cao 1 pesos Gece’ Areva | yeoman | 2mm | 3a des Eh = ae) es 35 pon niolkgas | 25250du| | *i5 ‘pecs 198 Segunds parte: Los cambios sociales en el Per cen este cludad de oy dia de la feche dente carta en ginco dias primeros sigulen- tes e que sil dcho tempo no vos diremes y enttegaremos fos dehos yadios fos pods alguilar nuestra costa al precio que los hallaredes para el dcho Disje-e por Io que vos costaren seais creido por solo vio juramente... 103 sometemos con las dchas nuestras pertonas e bienes..»7i# Estos contratos permitfen a los espafioles beneficiarse del poder tradicional de los curacss, que ahora cumplen una funcién nueva en cl cuadro de Ia economia monetaria, Transferencia confirmada por tres ejemplos; ademés de. los. contratos «colectivos», existen, en efecto, contratos «individuales» por los que uno o dos indios entran al servicio de un espafol, pero siempre garantizados por sus curacas. ‘Asi, ante el notario Antonio Sénchez, en el Cuzco, el 31 de agosto de 1368, doo Garcla Vilche y don Felipe Condor, jefes principales de Michica, en el Omasuyo (jprovincia que dista casi 400 kciléme- tros!), ponen al servicio de Pedro Niifex de Herrera dos de sus indies, Juan Chuguitintay y Pomacana, que «le obedecerin en todo» daranie un afio. En este caso son los propios indios compromesicos quienes percibirén su salario (30 pesos de «plata cottienten); Pedro Niifiez Jes deberé, ademés, slimentar. En cuanto a los curacas, gi rantizan «con sus personas y sus bienes» que sus suibditos no huitdn; si se ausentasen, los curscas verdn’de devolvetlos a su sefior es patol #. El contrato celebrado el 7 de agosto de 1561, en La Plata, entre Vicente Mollo, «cacique yamparay, y Juan Paredes, incluia cliusulas diferentes; este wltimo contrataba @ tres indios para que le sirviesen durante un afio, pero quien percibia los 120 pesos de «plata corriente» era el curaca, mientras que los indios s6lo debian percibir de Juan Paredes alimento™. ‘Cudles on los ingresos de un curaca? Dependen, evidentemen- te, de su importancia en le jerargufa inca, El ejemplo de Martin isi, en Chucuito, atestigua genancias considerables. Declara haber recibido en cuatro aos mas de 1.500 pesos; el alquiler de 70 indios pata transportes del Cuzco a Potosf le ha representado 844 pesos, {i Archivo histérica del Cuzco, notario Gregorio Bitorero (exit 1}, 307 tev. Otros ejemplos de contratos en el mismo Archivo son: notario Antonio Sdachex (caja 2) 1568), 292 1-292 v4,293 1.299 va, ADL 1431 v., 932 ve 933 ta, 1,040 ty 161B vp ete (caja 4, 1572), £144 told vy 254 ¥-255 359 1.359 vq. cte, En ef Archivo Necional de Bolivia (Sucre), notaria Soto (3495551) HH £45 v5 otario Lézaro de Aguila (1961), ff. 1.133 te 4 En el Aichivo bintérico de Patol, notario Marti’ de'Barvicntaz 14, 1572), EE, 5 v6 t, ete; pouasio Luis’de la Torre (BE. N. 8, L377), E619 4.680 ¥. BD Archivo histtica del Cuzco, notario Antonio Sénchez (cela 2, 1968), £1,040 v. "22 Archivo Nacional de Bolivia (Sucre), notatio Lizaro de Aguila, ff 1.553 1354 F 2. Ia desesructuraciéa 199 y la confeccién de ropes 708%, Interrogado acerca del uso que hizo de este dincro, Martin Cusi afirma, como los otros cutacas, que lo hha empleado en pager el tributo teal y en hecer donaciones 1 la Tglesia, Garci Diez destaca 1a riqueza de 1os edificios religiosos en el conjunto de Ia provincia, pero sospecha que los curacas conservan parte de los salarios que reciben ™. Hay entonces colaboracién de los curaces con Jos espafoles; pero més 0 menos forzada, En efecto, no es sélo por interés eco- némico que aceptan los negocios que estos le proponen; los infor- antes de Garci Diez cuentan que, en caso de rehusar, los jefes {ndigenss mismos se ven amenazados con su cncaycelamiento. Coacciones bien cottientes, segsin parece, ya que cn numerosos contratos los propios curacas teconocen explicitamente que, en caso de incumplimiento, podzin ser encarcelados por los jueces espafio- les? En cuanto a los indios, Garci Diez insiste constantemente en. cl hecho de que trabajan «de’ mala gana»; si los espafioles pagaran directamente los salatios a los indios, éstos rebusarian hacer el tra- bajo. Ejecatan esas tateas porque los curacas asi sc lo ordenan. ¥ és tos, para hacerse obedeces, utilizan a su vez la fuerze, es decit, une violencia en cascada: de.-y que aunque ellos les diesen Jos 15 pesos itlan de mals gana. poraue ex macho To que pierden de sis hsciendas y no iran sino los biciexen ip por Jerze los covfegidores porque algunas veces preaden sus ceriques...» Te ode la fope que hacen part espafiles In hacen de mela gana poraue sus Caciques se llevan. tose ef dinero que Tes dan, por In echura...y due Sungue 2 ellos les diesen los dos pesos de hechura de cade pleza de ropa que Sens los caeiques no les Barlow... y que nunca hacen rope ellos pasa vender SHS te pore vestige ellos y Ie que les dan a hacer Tos cacigues por fucran pats fxpotcler que no Jes pagan a cllos nada...» Asi, entre los espafioles y los indios los curacas ocupan una posicidn estratégica. Los testigos espafioles reconocen que, de no Pasar por la mediacién de los jeles indigenas, no obtendrfan ningtin 2 Gare Diez, ob ety f. 365. BEE CSL, "Ghag fare pci au os San aud con te de alow $5 Poy ejemplo, en el Archivo histérico del Cuzco, notaro Antonio Sénchez Por CEPR nano eandusie. wore don Rodrigo Chica y doo Diego uses de Cavan, y Antonio ace de Casio para ol trabsjo de cinco Inliog wey spo wos loe entregaremot quando nos los pidieredes enbicis Indie il yan "tosta para que nos tayge presos a le circel pblica desta Eludad este gue Tor demos..n} fbid, £932 v, ec bid, ft 35 Did, £44 200 Segunde parte: Los cambios sociales en el Per resultado®, La autoridad de los curaces es todavia lo bastante po- derosa como para permitites conseguir que sus indios realicen tra: tbajos que no entran en el cuadzo tredicional de Ja reciprocidad; ni pat los transportes ni por el trabajo textil los miembros de In co: Founidad reelben contrapartida alguna, Quicé encontremos aqut Ta causa de [as alteraciones, antes mencionadas, en Jas relaciones de reclprocidad entre el curaca y al ayllu; ef poder de los jefes indi frengs se debilita por cl hecho de que usan y abusan de él fuera de {os vinculos tradicionales. Acosados por los cspaiioles, colaborando con ellos contra los indios, los curaces arruinan al mismo, tiempo Su prestigio; se ven, pues, obligados a airmar sw autoridad de modo Gespotico, Finalmente, causes y efectos se entremezclan: el debili- tamiento del poder de los curscas implica In disminucién del trabajo Gite pereiben, y su empobrecimiento les obliga, si quieren conservar fo prestigio, @ procurarse ganancias en detrimento de los miembros de fa comunidad; pero al hacer esto, aceleran Ta ruina de ese mismo prestigio, El andlisis precedente es confirmado por el ejemplo de Huaura; recordemos que el corregidor Diego Mufioz Temnero, en el curso Gesu visita, ni siquiera considerd ‘til intesrogar al curaca princi pal, don Pedro Payco, califeado por todos los testigos de «amigo } compadrer del encomendero™. Es él quien suministea los tra, tafedores para las miéltiples mitas, y como los indios del valle, al igual que los de Chucuito, sélo obedecen scontra su volunted> Jes hace fustigar en presencia del amo espafol™. Y si el curaca al- quila sus sibdiior a quien lo pide, se debe a que recibe el dinero Gestinado al salario de étos; asf, Pedro Payco no sélo sive al en- comendero, sino que lo imita y s¢ beneficia de su papel de inter- fnediario. También él hace trabajar a los indios en sus campos, sin Te Escuchemos_por ejemplo, sl alguscil mayor, Pedro de Entrens:_ «con clos [lee caeiquer] ve face el conclerto y si ao se biciese de esta manera ne ci Lie ‘Tos eaciques hacer la ropa i, menos olguileran los ingior. y que anderen gues no) alguilayen estos. indios y recibiesen ellos in plata y lo SB iaaan a wolunted de los, iadios aunque todo el jornal se diese « los indios ee aGoitarians (Tid, 27-098) By blioweennaclonal. de Lima, ms. A 629 «Padrén de los indios Hiuavra», 11 vi apo ge projumts al casgue principal cuyo ex ee ello lo, gue @ Ls f Hos ardealares por ee ynuime amigo ¥ compodre, del encomendero y qve seers damisted tiene trentaada le liberied a los yndios,. LTE E15 wr dive que los Indios contra su voluntad , trabajar, con 4) encomendetow at EZ nse. ae ln des yor lar da poe fase 3B Ibid, f. 2 €l dicho cagique que les quando no_vienen los yndios les estan stfilady por stan les eagiguet en presencin del dicho encomenderoe. 2, La desestractaracién 201 alimentatlos, y, al igual que el encomenderg, seapara el agua y des poja.a sus stibditos de sus tierras™. : ‘Otro ejemplo, el de Huancayo, en el Perit central: el visitador Juan Renglfo refere dos evidentes’ conflictos entre Jos indios ‘Tos Uislcas 2 Primer caso: en 1367 (es decit, época de la visita de ‘Garel Diez a Chucuito), los curacas de Huaneayo cobraron un tei bbuto ilfeito (derrama) sobre los miembros’ de Ja comunidad; arte rumente, bajo el pretexto de hacer un donativo a la iglesia, habfan percibide dos tomines por cabeza, guardéndose para sf todo el di Foro. Segundo caso: los curicas despojaron a los indios de ciertas fHerras comunilarias para venderlas a los espafoles; esta venta les hhabfa reportado 80 pesos, lo que les permitid comprar ropes, part ‘llos y para sus mujeres, es decir, gastos de prestigio; no alvidemos gque en el antiguo sistema de reciprocidad los curaces debfan hacer Stentacién desu tiqueza. Lo mismo hacen bajo la dominacién es- paftola, pero, siéndoles desfavorable el contexto general, se. ven Bbligedos a actos de violencia que, a su vez, minan su autoridad, Parnd6jicamente, Ia reciprocidad tige ain, pero desordenada, pet- vertida; ella se vuelve contza los indios. 2, Los yanas En el otro extremo de Ia escala social ™* se produce un fenéme- no decisivo después de la Conquista: los yanas, poco numerosos en Hempor del Inca, aumentan considerablemente bajo Ia, dominacién espifela. Ahora bien, los yanas son indios desligedos de. los vinew. Ter comunitarios tradicionales: su crecimiento, amplificando las tendencias del periodo inca, contribuye a desorganizar Ia sociedad indigena. SPor qué esta mulkiplicacién de Jos yanas? Los cronistas del sighé avr aiuden al gran nimero de indios errantes, separados de see rideas los desplazamientos consecutivos a la Conquista, In fhuida ante ef tributo espafol, constituyen un primer factor de des raigo, Por otra parte, las largas guerras civiles entre pizerristas BTL rs ay qe eae es esmanon an sera ete ao cid Bas Side tier EE wo oem cos y, gore at ron er fa ise os ye. preted 7 84 ‘nie a Hermans SY gs detach poste oe ik Wer evan sae Pea et es eacmenda yo aa 9 mon or Wr Enos Sin, eLa eongn Pe Sah ete Ree eo indies de 371 ats biel sen ce une Fze Neco, Linn, KALE, 133, pl, 0. isn dal Es nao mpl cpt mbes el Ean et eyo de erga eso el ange sta Ties Jee ae desuldo pa le Conus “23 Cf, por ejemplo Santillén, ob. cit., pag. 79. 202 Segunda parte: Los cambios sociales en el Per almagristas, que duran hasta 1548, provocan otros trasplantes; los indios reclutados en los diversos ejércitos se, ven alejados de sus comunidades, y la mayoria queda al servicio de los espafioles 0 en- grosan la masa de vagabundos. Sabemos también. que la mita de Fotos! Ianze a los caminos millares de indios y.que muchos no vuel- ‘yen a sus lugares de origen; entre los supervivientes, un buen mime- 10 de ellos permanecen ea Potost al servicio de los mineros esps- oles. Por ultimo, es preciso tener en cuenta, les. estructuras del Pend colonial; en telaciGn con Jos atunrunas (indios tributatios de Jas comunidades), los yanas constituyen aparentemente una cate- gorfa privilegiada, En efecto, los yanas son definidos en el siglo xvr como servi- dores de los espaficles. Ademés de las ventajas econdmicas (siendo ‘poco numeroses los negros importados), éstos representan para ellos tuna fuente de prestigio; tienen, pues, interés en multiplicar el mi mmeto de sus yanes. Pero, por otra parte, los indios obtienen venta- jas, iguelmente, entrando al servicio de los espatioles; el estatuto de yana les permite, tdcitamente, escapar al tributo y a la mit; Jos yanas son considerados como miembros de Ia comunidad cris- tana, poseen derecho de propiedad en tanto que individvos y, pue- den dedicarse al comercio, Este fusién de intereses da lugar a una especie de alianza entre yanas y expaicles™. "A veces, y de modo excepcional, se trata de una coincidencia de intereses entze indios y curacas, como la ilustea el ejemplo de Yucay; aaguf también la asombrose riqueza de documentos relatives al, Valle Sagrado permite seguis, concretamente, Ia multiplicacién de los yanas. ‘Cuando, en 1572, fray Pedro Gutiérrez Flores llega al valle para su visita, reine « los indios y les ditige un sermén, gUn malenten- dido?gEitror de traduccién? Los indios ereen comprender que s6lo Dagardn tribuco quienes se reconozcan miembros de wna comunidad, fnlentras que los yanas se verda exentos de toda obligecién ™*. Con- BH GE Kabler, ob. et spits ano de fcr Co de be de BD Arvo hii del Cusco, Geneon de Seni Tupac, ci. etre ot tesimonion Ge Mason Pus avo de in cnscen de Yucay, de noventa as: seriae thse testino como cura quando empesé « hast i dics visi el ‘aio Toe Gules eatauo presente y eo In pte y pepen que mend hazer Joe Shs istador por enpus de‘morses foe que todos lor yor dt Sesatnicars de le dicha Goan bent que, forse, yanscons no: bakin Seeseet aca enendide por lor ccior goog. tos los que aulseron qe e'iaTherg to tector e cleron por libre de page tuto a fa dice one Een. tee 3, ince 5, £793.95) 2. UA desestracturacién 203 secuencia inevitable: todos los indios se proclaman yanas, bien sea de Francisco Chilche, de los otros curacas o de los espafoles estable- tidos en el valle, gTngenuidad de Gutiérrez Flores, sin embargo, ¢s- pecialisia en avisitasy? Este verifica Jes declaraciones de los indios Comparindolas con los datos del sacerdote, Diego Escudero. Este, au llegada a Yucay, en 1569, habia, hecho su propia investigacién y establecido una lista de sus files. Pero, para colmo de male suet- Te, Escudero. se habia ditigido a fos curaeas, que, evidentemente, scomulaon declaraciones falas e fn de nepertise come ganas ¢ la mayorfa de los indios del valle. Sélo descubrié 1a supercherie cinco aiios mds tarde", Es, pues, apoydndose sobre una lista falsa como desarzolla su visiin Gutiérrez Flores™. ZOué ha sucedido? El estaruto de yana parsce clertamente, un refugio, un medio de escapar al tributo, un_ modo de huids. ¢Pero ccémo comenzd este proceso? Segiin Diego Escudero son los indios nds pobres guienes, en los tiempos en que él valle dependia de Ia Corona (en los afios de 1550), se aprovecharon de Ia falte de enco- mendero y de Ins tivalidades entre curacas pata buscar cerca’ de estos limes favores y proteccién™. Les oftectan mujeres y concubinas para as{ beneficiarse de los vinculos de parentesco establecidos. Hay Bisa observacidn notable en Ia declaracién de Francisco de Guaman, {que ealifica a los. yanas de manera muy peyorativa; se trata, de los fndios mds deshonestos, mis perezosos, de aquéllos inflvides por Ja coltura espafiola, en vna palabra, de ladinos *®, Este rasgo ilustra Macamente el desizamiento de sentido que sufte el trmiao «yana>, Tt Archivo histérico del Cuzco, Genedogiz de Sayti Tupac, cf. el sestimonio so Diego Eseucero, «ef padrén queste texigo tenis al. quil este tet eh able fecha por Ta, que ioe yndios curacas le aulan dicho, y como no sauin ES Sacontraris cseribis to que le dixeron y despucs de mis de dos ails de {ora ete tesigo supo averigué que Te avian engafido los curacas que era des fancisce chilche y ‘don aagla quispleap os qudles por servie de retthos yndles trbuaros les rreseruaban como yansconas de esd y To carguen Togs, on (libro 3, Indice 3, ff, 812 1,812 v.) MS Ave historico del Cuzco, Genetogia de Say Tupac, testimenio de igo Brcudero! we dixo que eae que quando el dicho fray pedro gutires Peele lowe visha no hizo averiguacién pardcalar de sf bereo yanaconas Pevndlos de tesu rs de leery ver el padiGn queste testgo teal.» (libt0 3, indie 3, © 812.0. 'S Archive histérico del Cuneo, Geneelogia de Sapri Tupac: «.. os dichos yndios se le haziun los pobres fos gue yoco pedian cnpessaron a eas de Weve ‘chor yndios por su voluatad favorecigndose unos de el un cacigue J ote delat © como no tenlan amo que Je cresistese porque en est tempo L.giuan por su mogeted ¢ sus olpides..» (bro 2, indice 4, ff, 90 1-99 v) Sa kchive histxico del. Corea, Genealogla. de Suyti Tupac, testimonio de Francisco Guamant ce oestos que dineion set yanaconas fue por ser vell Tea'y iadinos y andaresholgindo...» (bro 3, fice 3, £768 v9: { 204 Segunda pare: Los cambios socioles en el Pert ‘que designaba, en tiempos del Imperio, en Yucay, a los servidores del Inca. Después de la Conquista y durante muchos afios (has- tz 1358), se produce ain un lenémeno inyerso il encontrado por Gutiérrez Flores en 1572: unos cincuenta indios, yanas euténticos, continuaban asegurando el culto clandestino de Husyna Capac y, con el fin de alejar las sospechas, se hacfan pasar por ttibutatios; pero en realidad no pagaban cributo, y los otros indios cumplfan en lugar de ellos sus obligeciones *. El calificative de «ladinos» se ica, en 1574, con toda seguridad, a un nuevo tipo de yanas: sig- ‘a, en primer lugar, que éstos ultimos tienen generalmente por sefores a espafls,y én el co particular de Yosay ee reere a ona especie de ruptura, 2 un quebrantamiento de Ja tradicién, Los vincu- Jos personales entre curacas e indios recién convertidos en yanas se constitayen fuera y en contra de la orgenizacién comunitaria. Los jefes indigenas estimulan a sus stibditos a sustraerse al tribwto, por tanto, a su ayllu simplemente (y literalmente) «para poder servirse mejor de ellos» **. A riesgo de lamentar haber pasado In medida, asi Francisco Chilche y Garcia Quispicapi, desconcertados, ven que su supercherfa se vuelve contra ellos cuando Gutiérrez Flotes decide vincular nuevamente ef valle 2 Ia Corona y limitar el ndmero de sus yonas. Tienen entonces Ia audacia de dirigir una peticién a las autor dades del Cuzco pidiendo que se anulen estas medidas y se vuelva f Ia situacién anterior. Demasindo tarde: mueren antes que su peti> cién haya logeado su finalidad! *°, La multiplicacién de yanas en ‘Yucay resulta asf de un doble movimiento: busqueda de proteccién por parte de los indios y constitucién de clientelas alrededor de los curacas, Es un proceso clisico en tiempos de inguietud, al hundise los vinculos tradicionales; anglogo (si nos es permitida la compare- 3H Archivo hhistérico del Cusco, Genealogle de Sayti Tupac: «...y estos yndios que entonzes ee let mandé tributar ¢ oy son yanacones de tite stuoche fp seen inser antendion ran ares © aniconas dl cero fe gota fegpae aunque en lo publica eran e fueron en tempo del_margués pigatro fe aus Subgesores ynios.trbutarios como los demés...o (libro 2, Indice 4, £90 w 20 La expresién esté repetida en codos los testimonios (aServicse dellos), Gt. evpscinnene Scbasitn Calling curace de Tomebumby, sent aon fn que los'deslarascn por libres glendo como dicho todos teibutatios..w (Ibid, libro 3, indice 5, f. 782 v9) 30 Archive ‘istéico ‘del Cuzco, Geneelogio de. Sa de Morcos Puris «...€ que, despues dest. se. arrepinti Francisco chilehe e dan garcia quispicapi de aver gonsentico en dichos se diesen ¥ asencasen por yanaronas no lo'stendo y ansi ‘en el cazco para lp rremediar y se treqibié 2 prucus el egotio y a porse mori los dichos eacigues...» (ibro 3, indice 9, £.756-r). ‘Tupac; testimonio. os calgues. don we fos sto 2, La desestivcrurecién 203 ~cién) al de Ja primera feudalidad occidental. Este proceso egrava a su vez la descomposicién de la sociedad ind{gena; muchos indios que siguen siendo tributarios menifiestan su descontento porque eben soportar un aumento de sus obligaciones, en Ja exacta medi en que heredan les de fos yanas exentos™, En efecto, el favorit mo de los curncas viola el principio fondamental que zea{a las rela- ciones entre miembros del ayllu: la igualdad*®. Consciente de estas dificultades, Francisco Chilche recomienda a elguno de sus yanas que contribuyan, aunque en una medida més limitada, al pago de las ta- sas del encomendero, con el fin de calmar, dicen’ explicitamente los testigos, el resentimiento de los otros tributarios™*. Por otro lado, sin embargo, muchos yanas tienen la impresién de no haber ganado nada con el cambio de estatuto, quejéndose de haber perdido el derecho a cultivar les tierras de ‘su comunidad de origen". Llega- 1 Numerosos testimonios coinciden sobre este punto; cf. por ejemplo Diego Cesttambo: eubo dvisiin entre Jos yndiotdchos en" ue fovare ‘éndose de ls cagques en espeyial del dicho don francisco chilehe no season fon cl servigio que se hoyle ‘a ss encomenceros nl con todo el servicio Taso fue aude dar e todo To que se quiloun 2 estos yndion ue fauorefan lor diches cgigucs se cargasa y To pegauen los demis yrios tibutaris del dicho rrepartimiento..» (iid, bro 2y indice 4 £114); Miguel. Chicka fro que unes yudios pagaora in tibuto y otfos tro mis y cade no eo rach Ge'sar mis libres unos qe otzee sina quzrer les eaciquce @cuyo cargo cston It lgibucién de fe tasse antes de ie tine visits lor qualer pots fines Echiven a ures yndios mis que a ottos y « otros txereraauan de todo. punto ¥ lo cargtuan a, ates lo gue montana la Golebee que hasan Tos reservados.» {ieia, libro 3, indice 3, £765 1); igomente: Diego Escudero... los cx Siques por sus fines y por servirse Ge Tor dichos yndios como’ de yanncones 4 libres a ungs 0 tes Heasban toca ni se In pedlan porque les serufan ellos 4 4 otros por amistad Te Tleuabun poce y ouos suplin To que « nes quitaben 3 I poco es pgtban de Here de fn wen on en fruced de Ja tan sreseruondo.o loo gue fes petesia de todo o parte li. id, bro, Indice 5, £813 v.) a 38 Archivo bistérico del Cazso, Genedlogla de Sayri Tupac, cf. el teste moni de Miguel Chisituct: «.. fo qudl 0 podien ater loo eichos eaciques Porque muace an! ea un tiempo come en tte ningun yndio er obligndo raps, ete gue ota noo gue oo,» io 3, ae 3, 763) “Archivo hstrico del Cuzco, Gonedlogia de Sapsi Tupag, cf el. tesine: io de Sebastién Tenazcl: «..e ai (Pranesco Chilche) quite tomé del dicho ‘repartimiento tints yodor caiares © de all adelante lee eresemé de tuto Gf dicho teparimiento y el tute que eauan lo. mepartan por fos nds tsbatrlos y algunas beaes porque lor yadios stunlunas del dicho reper lente no te queasen de Jo suo dicho ayedeuan los dichos ‘einta yadios on algann conte para el tibuto dela tne. (libro 2, ngice 4 {103 v0 ‘af Archivo hstérco del Cuzco, Genedlogla de Saji Tapoc, cl. Diego Ex ns tasches vezenexteterigo ¢ opt a muchos dllon yanacones vicios € rogos queeindove de lo eager que evlon sido'y hecan que Ios aufan feero Janncones 0 lo endo. porgue ellos aulan sido y hetan yadios trbutator el dicho valle 9 sue padtes siempre lor fueron y como tales evan commie fea 206 Segunda parte: Los cambios sociales en ef Per mos asi a una confusiéa total, a esas patadojas que deseribia Gu- tiétrez Flores ea 1572: ciertos yanes. disponen de parcelas cedidas por Francisco Chilche (u otro. curaca), pero deben pasticipar en el tributo, mientras otros indios se benefician de tierras comunitarias peto purecen exentos de toda obligaciéa, Consecuencias contradicto- tas de ambos componentes de Ia evolucién: la alteracién del ayllu y la formacién de nuevos vinculos personales. Pero este proceso sélo reviste tal amplitud porque se desarrolla ‘en un medio excepcionel: ya que, en tiempos de Husayna Capac, los hhabitantes de Yucay aunqué organizados en comunidad, eran cali ficados de yanas. De este modo, los vinculos personales constituyen fen la zona una especie de tradicida. Esta aparente contiauidad per- mite precisamente los deslizamientos de sentido en Jo que concierne al término de «yang», Ella alimenta todas las confusiones ". En efinitiva, la evolucién no hace sino prolongar, dentro de otro con- texto, las tendencias ya manifestadas antes de le Conquista, No po- drfa afirmarse que el ejemplo de Yucay sea «tfpicon, representativo de las ottas regiones del Pert; pero i refleja, como en un espejo deformante, el juego de Ins fuerzas en presencia Para una desctipcin general de los yanas en la époce inmediata- mente posterior a la Conquista —vélida respecto del conjunto del Peri, conviene interrogar a cronistas espaficles como Matienzo 0 Santillin, En su Gobierno, Matienzo esboza una clasifcacién de los yanas’agrupados en cuatro categories: 19 Los numerosos yanas que sitven en Jas heciendas de os cespafoles: cultivan tas tierras de su seffor y éste pone a su disposi tidn una parcela que asegura su subsistencia™*. Matienzo sfade que fa menudo éstos venden su parcela por algo de coca o para’ embria- Jems GE co walle que agore por’ ombrasle yanaoms no sien ders Eine cont yeaa ewe le egy en ge ees cena’ ecnclre a verdad pare que clos puoiesch se adios GEES teafende como ante To ofan dd els 7 S08 pads.» (HB 2, free 4, 7159 ¥)- ; ; SS futon desanmientos de sentido son indicados con preci or Diego : oreo este hie oe yang nin enn saree a nyeent gues of dia gungulera Jndio de tesa que sive 2 qi Biles Catal yndio aungoe pags so tas ecide a Tor eervicos de coma. a ro ts Home yenceons de flana y ete es comin nombresy a TY gue oat les lman lbs a fon yodios ml yanacota ie notte (1G soe emul dawn (lane sues yenacone de fleno © fulane Jr te uy navi (bso 5, indice 3, B14 814 v9). BP Maeno, ob i, 2 : 22 2, Lavlesestructuracién 207 arse; luego pasan al servicio de un nuevo sefior, El autor del Go- bierno recomienda que se Jes probiba abandonar su hacienda ™. 22 Los, yanas que sirven como domésticos los expefiles en las ciudades, Estos también huyen @ menudo y se transforman en vagabundos; segtin Matienzo, estos iiltimos deberian ser atribuidos ‘2 sefiores espafioles™, 32 Los yanas que trabajan en fas minas de Potost y de Porco. EI mineral, rico en plata, que se extrae pertenece al propietatio de lng mines, pero el eminton o propetare) dia ss yas el gos del mineral de escasa ley. Matienzo (que describe Ia situacién en las minas bajo una luz demasiado idilice) afade que ciertos enriquecen considerablemente y compran a su vez los servicios de indies asalariados ™. 42 La cuaria categorla de yanas comprende a aquellos que ‘rabajan en los Andes (en las pendientes del clima tropical, espe mente al este del Cuzco}, en las plantaciones de coca **, Segin Santillén, el némero de yanas en el virreinato se equipara casi al de los batunranas®; céleulo exagerado pero que da‘cuenta de la amplicud del fenémeno: incluso los negros y los mestizos po- seen servidores indios. El solo hecho de que Santillén compate cuan- titativamente yanas y betuarunas implica que la sociedad indigena, ccualitativamente, se°escinde’en dos: de una parte, el ayllu tradicio- nal; de otra parte, los indios desvinculados de sus comunidades, Pues convertirse en yana es salir del sistema de reciprocidad, aban- donar sus parientes y sus dioses™, para entrar ditectamente en la Grbite de los nuevos sefiores. Cierto, el Imperio inca tena yanas, pero éstos representaban una parte infima de la poblacién y estaban ligados al aparato estatal (0 al servicio de un determinado curaca); mientras que bajo la dominacién espafiola constituyen una masa forme y mévil de vagabundos que van de un sefior a otro. Santi- ign estima, por esto, que los espafioles han particularmente significative, porque el ilautw tradicional contribuia fen tiempos del Inca a limitar las migraciones, En ciertos casos, como San Luis de Paute, Capamarca, Colquemarca, Llusco y Qui nota, sélo algunos indios llevan sombrero espatiol, pero no sabemos fi se trata de curaces. Entre los collaguas, en cambio, nuestra fuente insiste en que casi todos los indios han adoptado el sombrero: ® Gunman Poms de Ayala, ob, cit, pies. 757-799 4 Archivo historico del Cuteo, Libros de Cabldo, libro TTT, ff, 73 v.74 & ‘ela republicr tambien rescive dao en dat lugar « que las yndiss que estén Gn esea ludad. que se. dizen yndies de espafcles y otras que ancen_cxtraba faner'e ‘sin ame que biben de tener en su case ottas yndias que, biben mal Brant chines’) degpaes las benden + lor rspafles y aos mestizos 9 otta ente y andan vestidns de tropa de’ castlla y de otras coms. que encareceD It Eepiblicnr que mo. puedan tacr ligaides de lingo de castlla ni de pao. nt Ue vSeda'ni coms dd castila i gopatos af xerillae de cero ni de tergiopelo i topos de oro otras costs. (4 abril 1360]. SPR GL, t Ti, pie. 288 «Agora visten camisets de elgodéa, de lana de ta tera y'de Castilla, de run, de patio y de sedtso, pig, 286: «De presente tach camisctas le roils y-mansas de algodén, y aprovéchanse rch pare ite de le Tana de Castilla» (EI subrayado es avesto.) a 3. Tradicién y ecalturacién 25 «El que agora traen es sombrero, porque st hebitan « ello y se fallen bien e son muy pocos los que no lo traea» * ‘Por qué este cambio? cDebemoy atriburlo” a ‘las nomeroses migtaciones que siguieron a la Conquista, ast como a la desapari- cidn de una obligacién tradicional? Los ejemplos antes mencionados no son lo bastante generales como para poder adoptar sin reservas esta hipétesis, En verdad, otros documentos confirman que Ja scal turacién en materia de vestuario se encuentra més o menos des- arrollade segin el rango de los indios. Un dibujo de Poma de Ayala, hhecho ciertamente en una época més tardia, representa a un curaca de alto rango, don Melchor Carlos Ince, que porta un sombrero de fieltto de ala ancha, una cape de cuello duro, un jubsn, calzones thuecados, medias y zapatos %; Poma se representa a si mismo ves- tido de Ia misma manera®. Otro dibujo de Poma se reficre a tres indios encargados de funciones parzoquiales: el sacristin leva el taje exeael completo; a aca mel a nin indigens con ls ea zones hasta la rodilla, el sombrero de fieltro y los zapatos; por ilti- imo, el misico lleva las prendas indias tradicionales, pero con el sombrero espafil *, ‘Es que la sociedad espaticla, desde shora dominante, constituye para los indios una especie de modelo, de punto de referencia; es Ta fuente de todo prestigio. Ast, los curacas se esfuerzan por imi- tar a los nuevos sefores también’ en su vida cotidiana. Han perdido algunos de los privilegios tradicionales, pero intentan _sfirmar su preeminencia ssimiléndose de alguna manera a los expaiioles, y_co- Inienzan por la vestimenta, Los otros indios, por sa parte, imitan 4 sus cutacas, todavia prestigiosos a sus ojos, adoptando de modo Inds o mence completo el traje europeo de acuerdo con su rango | 6 fortuna personal; en, este sentido, el sombrero de feltro representa pata ellos el elemento mis rico en significacién. ‘Sin embargo, los signos de prestigio que los curacas intentan | conserver, 0 adquirir, se extienden el conjunto de los modos de vida. Algunos son tradicionales, como ef privilegio de ser transpor- tados en andas o en hamace; ‘otros son nuevos, como desplazarse | 4 caballo, portar espada o utilizar el arcabur; son signos de Ia po- tencia espanola. Ciertamente, la aculturacién encuentra algunas die | cultades en este terreno. En priucr lugar, por la propia mentalidad | indfgena, Los indios siguen aterrados ante los caballos mucho des- 3 Ibid, pig, 330. Pom de Ayala, ob ‘it, pip, 741. S Tbid, pie. 365. Tid, pig. 661. 26 Segunda parte: Los cambios sociles en sf Pend pués de consumarse Ja Conquista; en un texto célebre, Garcilaso’ de a Vega describe. ciertas-escenas ‘de su infancia (que se sittan ha- cia. 1550): cuando los indios se encontraban un caballo en. las es trechas callejuelas del Cuzco, hufen sterrorizados, y su. tertor e: tal que llegaban incluso @ tirarse casi bajo las patas del animal; Garcilaso afiade que «ningtin indio habria aceptado el trabajo del herrero» ®. Pero hay una lenta evolucién, porque Garci Diez com- prueba en Chucuito, en 1567, que muchos indios poseen mules y caballos ®, En 1580-1585, en el valle de Coangue (repién de Quito), los indios que poseen plenteciones de coca hacen ostentacién de su rigueza desplazéndose 2 caballo, y aran.el campo con bueyes”. No obstante, le administraci6n espafiola sigue una politica muy stricta, concediendo el-derecho-a poser caballo, atcabuz 0 espada solamente a los curzeas de alto rango, y con-una autorizacién e5- pecial. Es asf como, en Chucuito, Garci Diez propone reservar ese privilegio 2 Martin Cari-y Martin Cusi exclusivamente*, Los es: pafioles tienden, pues, a: acentuar Ia. diferencia que se: manifiesta a este respecto en el interior de Ia sociedad indigena. Como prohiben 4 Jos jefes indfgenas desplazarse en litera o en hamaca™®, los signos de prestigio son en adelante’ exclusivamente espafioles: .el grupo dominante se encuentra as{ confitmade por los propios indios en su papel.de modelo. IIL. La vida mental Los rasgos. de aculturacién poseen un aleance més o menos grande segin el campo donde sc menifiesten, La adopcién de los frutos.y legumbres europeos enriquecié la dieta alimenticia, pero este afadido no implica el ebandono de Ia alimentacién tradicional. Por el contrario, la mimesis que los curacas hacen del modo de vide fespafiol supone teéricamente una verdadera conversién a la cultura dominante, De modo general, la sculturacién se produce a niveles yy titmos diferentes: In vida material puede transformarse, mientras, ue las estructuras mentales siguen resistiendo al cambio, Es mis 5 Garelago d€ Ia Vege, 0b, cit.-t. 1. nig, 357, 3 Garret Dien gb. cite £129 v. 7 RG.L, t Thy pag. 231 8 Garei Bieg, ob city & 125 © Tord, sue no anden en andas ni hamacas Tos caciques. La dicha peo vincia es toda’ tierra lant y los eaciques algunos principales tienen les yy cabollos y algunas veces sin tener enfermedades sing por autorided andan os y sus mujeres en andas en hombros de indios. Vuestra Sefieia. proven fque 30 graves penas no anden de esta manera. 7 " 3. ‘Tradiekin y eculturacién 2 fécil cubrirse con un sombrero de fieltro que hablar In lengua es- ppafola; ) el bautismo no suprime repentinamente todas ies antiguas ‘reencias religiosas. :Cul es, pues, le situacidn en el dominio de la vida «mental» hacia los afios de 1570-1580? Consideremos dos ejem- plos: por una parte, Ja lengua y la escritura; por otra parte, la re- ligién, 1, La lengua 9 ta escritura TLa-masa indigena continiia hablando, las leagues autéctones, principalmente el quechua y el ymard. Con ef fin de asegurar la tinidad del Imperio, los Incas habfan favorecido la difusién del quechua en detrimento de las lenguas menos importantes; los ral sioncros espaiioles, para facilitar la evangelizacién, siguieron In mi ma politica Sin embargo, encontramos en nuestros documentos numerosos indios que hablan espafol; pero se trata, por lo general, de curacas. ‘Ademés del caso de los célebres cronistas Pachacuti y Poma de ‘Ayala, citeraos algunos ejemplos. En Yucay, Francisco Chilche sabe por 19 menos firmat; el libro del cabildo de! Cuzco leva, después del acta de Ia sesidn celebrada en 1 de septiembre de 1559, una firma visiblemente trazada por su mano, firma muy clata, precedida cde una rdbrica en forma de «8»; «don Francisco» figura en abre- wlatura, y «Chilche», con todas fas letras, cuidadosamente caligrs fiadas ®, En Chucuito, Martin Cari habla In lengua espaviola y Martin Cusi Ja comprende*, Segin las Relaciones geogréficas, cierto mi- mero de indios ayudan & los redactotes no s6lo coma intérpeetes, sino también como escribanos; en la provincia de Collaguas, Diego Coro Inga cumple les funciones de escribano del cabildo; en Atace sora, Pedro Taypimarca es designado como «indio ladino en la len- gua espaficla y escribano del cabildo» °, gQudl es la amplitud de esta aculeuracién lingifstica? Nuestros ejemplos son casos aislados hasta 1570. Entre 1570 y 1580, Toledo estimula Ja exeacién de escuelas, destinadas sobre todo Apchivg histérica del Cuzco, Libros dv Cabildo, libro THT, f. 37 v. ‘8 Gare Diez ob. cits g 39 tala cual decarnetén hizo en fengus espe ola don Marcin, Cacioy £37 1 ela cual decaracin hizo por Jengua de Luces Bietoinder de Flsctr Indio Indino interprets y-asimisimo el dicho don Mersin fenviende [a lengua castellanan, En el Archivo General de Indias, ver las nv teroses Firmas de curaces reunidas en Audiencia de Lima, 121, «Los cociques Scie del Bend sobre aur ae hte fos cxepidores gut el Hees eto proved pare lot pueblos de yndios». TR Erte ty phy 200'y 237. Fl documento afade respecte de Diego Coto Inga: «Mocstzo de ensefiar a leer, escribir y contar 2 los muchachos.» eae 28 Segunds parte: Lot earibios sociales en el Peri 1 Jos jefes indigenas ®. En 1571 decide fundar una escuela en Huan- cayo y precisa que deben frecuentarla obligatoriamente los ijos de los curacas y de los indios més ricos. Dos maestros, ellos mis- ‘mos salidos de la nobleza indigena, tenian por tarea ensefar la lec- tura y escritura del espaiiol, as{ como canto y miisica; estaban dis: pensados de la mita y recibfan un salario de veinte pesos y doce negas de mofz, extraidos de los bienes de la comunidad; tenfan también autorizacién para desplazarse a caballo y vestirse a la espafiola, Las ordenanzas de ‘Toledo se proponen explicitamente hispanizar a un grupo privilegiado; la organizacién de los cabildos entra igualmente en esta politica de formacién de una clase disigente décil a los espanoles. La aculturacidn Linglfstica se destrrolla, pues, dentro de Is aristocracin indfgena, pero, igualmente, se limita a ella; Ia masa de los indios no comprende el espafiol; esta incomprensiéa (como ve- remos en el pardgrafo siguiente) frena Ia evangelizacién. Anotemos ‘tro hecho significative: en las comunidades, treinta afios_después de la Conguitn, los auioe Sirven todavia peta Te auinersega, di yante au visi, Gute Diez contantementefor,foma como las proc Fe Bees Ge las infocmaciones que fecope, la ima compro Taeidn ac prvloce en Matihacsen ls tert de fludnuco ®. Es verdad que, desligados del ayllu, los yanas pueden, por su proximidad « los sefioles espafioles, aprender mas ficilmente su lengua; recorde- mos que en Yucay los testigos interrogados les amaban esponté- amente «ladinos»®; pero entonces se trataba de una rectimina donde el término era empleado en un sentido peyorativo mis que descriptivo, Incluso si admitiéramos una cierta eculturacién en- tte Jos yanas, ésta s6lo acentuarfa la escisién del mundo indigena segin el sistema bipolar precedentemente definido: por una parte © CF Levillicr, 0b, ct, pig. 3 4 Texo” publicido por Waldemar Espincea Soriano, ob, cit, pig. 71: «<..conventa ar orden em que hobiese ua escuela en el monasteio que de ica” anda ane stl cho eprint dote, fnefie & leer csc Ta lengua erpafile ‘a los indios...'7 porque’ podtla ee, ‘isteron venir mochon wa ea de epee a odor 1 Biios de’ caciguer principales de pueblos sieos n aue exten y aprendan iets cates, (eh taken ex" wacnl hale oleda ate eapten ‘en pest ecu Tosfdaot "mantels con ion ees de co re Told, phys. 49 y 71 4 Archivo Nacional del Pent, seccdn «Derecho Indlgena y.Encominde legajo XXII, suplementio, eusderno 616 «Autos que don ‘Salrarar Pavcn ‘Gtiman, cacigue principal el repartiniente de Manclay 0 Manchae.» sac ghihig iste ee Ci, Genesige de Say Top, ro 3, f- 3. Tradiciga y aculturneién 223 esté Ja cultura dominante, modelo para Jos curacas (y, eventualmen- te, para los yanas); por otra parte, Ia cultura tradicional, la de los Ratunrunes, alterada, pero siempre’ viviente, 2. La evangelizacin La extirpacién de la idolatsfa signifcabe, para los indios, una verdadera empresa de deculturacién, Los efecios negativos podrfan haber sido solamente pasajeros si el cristianismo hubiese reempls- zado con rapidez a la religién autéctona. Pero Ia evangelizacién sélo es superficial; Ia sociedad indigena, desestructurada, no encon- tr6 en el cristianismo ningiin elemento’ positivo de reorgenizacién. 48) 1A MSURCENCIA HE LOS MISTONEROS En primer lugar, insuficiencia numérica. En Ia provincia de Chuchito, pobleda por més de 60.000 hebitantes en 1567, se en- carga de In evangelizaciénr un grupo de dieciséis a dieciocho domi- nicos, es decir, un religioso por cada 3.500 habitantes“. Por su parte, los misioneros permanecen poco tiempo en Ia provincia y son constantemente sustituidos por otros misioncros; durante los dicz meses que duré le visita de Garci Diez se renovaron todos. A lo cual se afiaden Jas numerosas ausencias para ir a Lima, al Cuzco oa Charcas. Los religiosos no conocen a sus fieles, Entre los chu- pachos Ia situacién es todavia menos favorable; en varias ocasiones, durante un perfodo que cubre aproximadamente cuatro afios, se. vieron privados de tode edoctrinay; muchas veces un Iaico’ les ensefia el Ave Marfa y algunas otras oraciones, pero nada més”. En el valle de Hunura eel propio encomendero qienimpide 1 los Indios asist 1, haciéndoles trabajar abusivamente los domingos coh 68 fits ae See ioe Se ace Pe ne a ea a Sooore fae ee copes a ey na sen dee oe een pe i ot peel gue ee se lg tale oat pertain Cee curaca principal Xagua), Igualmente: ¢estuvieron sin doctrine de una vez dos gece ee pe me cones ae ccna eee Te nar el ee ete a "fis Ran Linu A, Pande nds Hen cg tases edo de Lint me A 6, Puen eines et Ge Lae eer ee roe 9 dens ei Seam ta neem 1 3 ce) Ste mney sed yet Hee, ade ace ie oe Be ln tet Fes 2 ci de hd ele Are is sv of ry aes 230 Segunda parte: Los cambios sociales en el Per En Chucuito, los dominicos podrian, en rigor, baster_para la tarea, pero nose desplazan al interior. de la provincia”. Sélo hay iplesios en las siete cabecerss, donde los religiosos viven la mayorfa del tiempo en grupos de dos o tres. Cuando emprenden una visita 4 su distrito, la llevan s cabo muy rpidamente, sin detenerse en las diversas, localidades, de tal manera que numerosos pueblos jams han tenido oportunidad de ver siquiera aun. sacerdote; algunas leguas de Zepita, Garci Diez descubre tres aldeas donde ningén ha- bitante, anciano-o nfo, €s cristiano. Mas greve es el hecho de que ninguno de los religioses conoce la Tengue indigens, el aymara, por lo cual se yen imposibilitados para, confesar a los’indios; Ia cate- quesis resulta précticamente imposible. Tanto mis cuanto que Ia treduccién de una lengua a otra plantecba problemas casi insolubles: los conceptos cristienos cambiaban de sentido cuando pasaban del espaficl al quechua o al aymaré. Es célebre el relato de Garcilaso de la Vega que describe el encuentro def padre Valverde con Atshualpa; cl intérprete, Felipilo, «por decir Dios, Trinidad y Unidad, dice: Dios, tres y uno hacen cuatro, haciendo la sume para hacerse comprendet» ®, Insuficencia moral, tambiés. Los religiosos, cuenta Garei Diez, comercian con los indios, bien dizectamente o bien por medio de pa- rientes que les acompafian, Venden mulas y caballos a los curacas ue, por lo demas, se quejan de haberlos pagado demasiado caros™. Ordenan a los indios que confeccionén prendas 0 hagan tarcas de transporte, imponiéndoles asf un verdadero tributo. Por otra parte, resulta piblicamente notorio en Ia provincia que los patientes en cuestién sélo son testaferros sin fortuna, y'que el dinero empleado fen sus operaciones comerciales pertenece a los religiosos, Las misio- nnetos, por lo demés, no dudan en administrar castigos a los indios, especialmente a los curacss, con pretextos religiosos, pero en reali- dad para asegurar Ix buena marcha de sus negocios. ‘Més atin, los misioneros encarcelan a. numerosos indios bajo [a acusacién de brojerie. Estos permanecen en prisidn durante largos Ineses y, en ocasiones, @ perpetuidad. Sus campos no se cultivan, ppero las comunidades ‘deben pagar Ie parte cel tributo correspon: Giente a ellos. El obispo de Chareas, al visitar la provincia, habia ‘otdenado la libereciéa de los prisionetos, pero sélo fue parcialmente Obedecido, ¢Por qué? Garci Diez nos da un motivo: se obliga a los - Bignto en el pueblo de Huacho...», en Coleccién. de Libros 7 Documentos relerentes 4 le Historia del Perdy sete 2, & 3, Lime, 19, pigs. 87.102 1 Garet Diez, 0b, et, f. 113'r 7 Garellago de Is Vege, 0b. cf, t. 1, pi. 48. 1 Gare Diez, ob, city £1190 | 3: “Tradictény-aculeuracdn Bi prisioneros a trabajar en provecho de los religiosos, tejiendo ropa”. ‘Ahora bien, era fécil acusar 2 cualquier indio de brujerie. Dicho de ‘oro modo, las prisiones que.evoca Garci Diez constituyen una es- pecie de obrajes, talleres textiles con trabajo forzado, que se cuen fan entre los primeros ‘del perfodo colonial ™. bb) op tines os 24 EvANcELIZAcION No puede sorprender, en estas condiciones, que Ia evengelizacién sea superficial; Ia simple ceremonia del bautismo, sin categuesis, no basta para convertit a los indios. Tanto més cuanto que éstos opo- zen a Jos misioneros ‘una resistencia obstinada, aunque generalmente pasiva, En este «contacton cultural chocan estructuras mentsles ra dicalmente extrafias entre sf. Mientras que los espafoles consideran 8 los dioses indigenas como manifestaciones’ del diablo, los indios interpretan el cristianismo como una varieded de idolatria. Asi lo atestigua el manual de confesién de Diego Torres, escrito hie cia 1584; enumera alli los «errores respecto de la fe catdlicam en fos cuales caen los autéctonos. «Dizen algunas veces —refiete el ma- nual— de Dios que no es buen Dios, y que no tiene cuydado de los pobres, y que de'velde le siguen los indios... 5. Que como los christianos tienen ymigenes y las adoran, assi se puede adorar los Huscas, Idolos, piedras que ellos tienen.” Y que las ymégenes son los Idolos de los christianos... 8. Que bien se puede adorar a Iesu Christo nuestro sefior y-al demonic juntamente, porque se han com- certado ya entrambos y estén hermanedos. 9. Ponen duda y dificul- tad en algunas cosas de Ia fe. Principelmente en el mysterio de la Sanctissima Trinidad, en la unidad de Dios, en la passin y muerte de Iesu Christo, en la virginidad de nuestra Seftora, en el Sanctis- simo Sacramento del altar, en la Resurreccién general...» Por vf Fgt8 ue lan dibersclinon rotumbran, meter peo, hos indios vicjos por hechieros mucho tiempo y a um slgunee perpetuor. einis'de que plerdan sor sementerss y-hacendas’s ls Indios de fn provincia fe les hace agravio porque pagan el tibuto por ellos y entendlé esto por el ‘obigpo de los Charces pasindo por Ja dicha provincia los mandé echae' fuera y con todo esto ouavie se tienen presos algunos... Esior indios. que estdu pretor por echicerot les bacen trabsjar Tos dicho: raligiosos ey bucer ropa Sera co pare elo. devo Yoeee Sort anda que lo gu, koe sn cuando estuviesepreses fuese pare ellos y para pagar sus tutor i sus necesidades» (El subrayado erst.) Sobre les abuses de has ‘on Chucuitoy cf en el Archivo General de las Indias Ja «Visita secretan rez Flores, en 1570-1572 (Audiencia de Lima, 28 A). "Toe ebrajee se, detarollaron sobre todo en el siglo XV % Diego de Torres, Confevsionerio para tor cuvas de tndios, Sevila, 1603 (prefacio de 1984), pig. 5: elostrceidn concea las ceremonins¥ ritos que usin fos Indios conforme al tempo de su infidelidad.» 22 Segunda parte: Los cambios socinles en el Perd ‘cotta parte, como hace notar Antonio de Ziifiiga en una cart diri- ‘ida a Felipe TI en 1579, los indios se limitan a fingir que siguen as ceremonias religiosas; aunque recen de rodillas 0 se.confiesen, sus prdetices son exteriores y forzadas; no son ahora més cristianos gue en el momento de la Conquiste”. En Chucuito, Garei Diez se hhace eco de lo mismo: «Le mayor parte de los indios no son cris- tianos» ®. ‘A menudo ni siquiera se administra el bautismo, y Garci Diez denuncia la negligencia de los misioneros. La misma comprobecién se produce en 1598 en el valle de Yueay, cerca del Cuzco, donde la visita de Damién de la Bandera suministra indicaciones euantitativas: Jos curacas interrogados citan el mimero de indios tributaries, lo ‘cua! permite distinguiz entre boutizados y no bautizndos. Ahora bien, de entre 785 apellidos censados, se cuentan solamente 112 nom- bres’cristienos, lo cual significa que un 86 por 100 de los indios no han recibido el boutismo®. En cambio, casi todos los jefes de ayllu (14 sobre 15) llevan nombres cristianos. Entre los chupachos de Ia tegién de Hudnuco, la visita de Ortiz de Ziifiga en 1562 per- Imite establecer una estadistica andloga; le relacin es aqut la inver: 8: 84 por 100 de bautizados por 14 por 100 de no bautizados ™; pero se trata de una estadistice sélo aptoximada, que disimala la Besigualdad de In evangelizacién-de acuerdo con las diversas. pobla- ciones: en Naucas, por ejemplo, la proporcién-de no, bautizados al- cana’ al 50 por 100, Por otra parte, es dificil evaluar el aleance de estas cifras, porque no significan’ que los indios teéricamente Cristianos hayan abandonado sus creenciss y costumbres tradicio- rales 7 sara de fray Antonio de, Zitiga al rey don Fali de dosumentor intditos. para la Histora de Espaia, « gina 90. Gurei Diez, of, cit, & 115 r ® Archivo. histérico. del Cu2zo, Geneslogia de Sayti Tupse, «Visitacién 1y mumeracién de los indios del valle de yucay..o, libro 3, fadice 5 (ef. 892:903), Ww Ortiz de Zitiga, ob. cil, Cizemos esta muestra de 350 habitamtes: Ip, en, Coleccién VI, Madrid, 1895, Ninso Talis Giodedes de habitantes no bautizados Neos 7 B Serpe 3 3 cra 8 3 ae 3 % toon in : a 1 3 Teal 30 a ao] 3. ‘Tradiciéa y aculturacién 233 En efecto, aunque el culto estetal desaparece con Ja ejecucién de Atahualpa, sabemas que la antigua religién andina (fundada so- bre los cultos locales de las huacas, las estrellas, el rayo, etc.) atra- viesa Ios siglos hasta nuestros dias. Las grandes campaiias de ex- tirpacién: de Jas idolatcias», al comienzo del siglo xvr, atestiguan Jn vitalidad de las ereencias indigenas; acerca de estas wltimas, los enormes legajos de la seccién Idolatrias 9 hechicerlas, custodiados en el Archivo Arzobispal de Lima, suministran incontables notic Dentro de a regién de Hugnuco, un documento de 1615 registra la confesién de indios de Cauri, en uno de los repartimientos que precisamente habfs recorrido Ortiz de Zéfiiga; es forzoso que algu- nro de estos testigos, los de sesenta setenta afios, conocieran al visitador de 1562, Estas confesiones revelan Ia existencia de un verdadero sacerdocio indigena, que transmite clandestinamente los ritos tradicionales y se opone @ la penetracién del crstianismo™ Domingo Paucar Vilea, de la encomienda de Juan Sénchex Faleén, relata un mito autéctono relative « Jas huacas de le regién, repe: tido por otros testigos. En Cauri, .., todos ast grandes como chicos ombres y-mujeres en los bayles y cers polis ‘Ghe agen adores y eben 0 lt exis cobriis ey re Davear callupanauparen y 6 otras cosas.» Descubtimos cémo «en tiempos de Ja gran viruelan (Ia epidemia de 1586-1589 0 la de 1614), ef asacerdote Guarguanto» insté a los Indios pera que se desembarazasen de los’ simbolos ctistianos, la ‘cruz y las imagenes, « fin de evitar la enfermedad®, cosa que hi- ieron Jos habitantes del pueblo; es significative que la difusién de Jn epidemia se halle vinculada en su espfritu a Ja aculturacién reli- Bi Archivo Arzobigpal de Lima, seccién aldolarias y Hlechicerfes, jo IV, expediente 2, £14 [1615], expediente 4, f. 89 [16151, etc. Los arc vee de esa feccién ‘no comienzan, lamentablemente, sino 0 ptincipics del si glo xvn, CE sobre este punto, Arriaga, La exzirpacién de la Idoltrla en ef Perd (16213, Medrid (B.A.!), 1968, pégs. 205209 (cap. If: aDe los mi- ros. de la idoletels). 1 Asching Aaobspal de Lima, seecién eldolatfas y Hechiefam, lean neers HF el de ima, sciSn eldlatefas y Hechiets, lope TV) Gap. 3, £10 210 vers anemmo conferé que en tempo de Tat Mis rine ty ioe erie chr de ete iho poeblo a perce de guna snerdot! ceyendo o'que mand poblcar cn el sho tempo, que En'ts case bo tule is smn bus cree pedpier dilendo gve os there tabive omen de of ilo) tebe ne ead eae contenant tr edo Too tein de los eto 7 acon» {ef Screed cs meena) ee 234 Segunda parte: Les eambios sociles em el Peri ose, Los indios yauyos crefan: igualmente que, las huacas em tiaban la peste para castigarles por haber descuidsdo su culto y aceptar Ja enseftanza cristiana ® ‘La idea de la muerte, asociads a los dioses tredicionales, reaps- rece en el tema del suicidio.-I.os.documentos de que disponemos, redactados por los misioneros, exigen en este punto una interpreta ida delicada. Segtin los zeligiosos, el demonio describia el infiérno ‘2 aus fieles como un lugar de paz y delicias, donde abundan les fiestas, In comida y la bebide; y les exhortaba «a ahorcarse 0 a ticarse al rion para as{.teunirse con él, No se trata equi de una muerte sufrida, punitiva (como en el caso de Ia epidemia), sino de tune muerte de alguna manera activa y elegida: una via de evasién, Tas fuentes no permiten evaluar cuantitativamente la difusién del suieidio entre los indios. Pero la simple presencia de este tema, fnelado a Is supervivencia de la religién indigens, atestigus el traumatismo provocado por Ia dominacién espafola ‘La religién andina y la cristiana se mezclan a veces en un sincre tismo aparente donde, en relidad, dominan las creencias tradicio- ales, Segin un documento de 1612, «todos los yndios ¢ yadias del dicho suaillo y pueblo de tucun tenfan una gusca cerca de Ia {plesie del dicho pueblo y en ella un cuerpo muerto del tiempo del Taga llamado Cazahananpa e quel dicho nombre tenia la guaca que hhera una piedta laguel dicha guaca guardaua una yodia vieja Uamada Yanoxaca y a esta dicha guaca confes6 el dicho Hernando Capcha tenan muy gran venerscién todos [os naturales del dicho Tucan y que Ia mochauan muy de hordinsrio y scian largas fiestas y cada tke todos los dichos indios del dicho su ayllu 0 de Tucun bacian tina chécara congregados juntos y lo que della resultaua de mais y ‘tras ze ofrecia a la dicha guaca» ". Es signifcativo que,esta huaca TW Ege dalle resulta confirmado por le Historia de la Compatia de Je sis ie Beles de Pend {1600}, Madd, 1944, ¢ 13, pig, 146 Le los BS Te Cones ebitse un. pregan en equa provinia que todos fared’ que adorssen Jo goe la xpnos adorbany yebleten rates, roe, so care 7 non Spy cm, ln ee es Hos o peer Te gumca enizoba co cavigo que a© aulan hecho pros, lk oe Perr rerbiten cop tanto affect deterninacin, aoe echaron de sf todo Ossie Stosando. en todas fod caminos y_quebrads todas la, crzce “Yes aes Soba, pty 7 rs Y es Is Sesh ‘Zoro yea qe, de espatolestenan..> de Leite oe SPs uachor "y yeuyoso [IGL3], en Revista bie trig, Lime, 1918, oi. 17 : Bid, pis, 198. ‘ 1 Archivo Arzobicpal de Lima, seccién donde os indios derrotaron a los esparioles (capftulo 11) 267 ee eee Capitulo 1 REBELIONES Y MILENARISMOS Tanto en el Peri como en México, los espafoles vencieron a los indios en pocos meses y extendicron muy répidamente su dominio sobre inmensos tertitorios. Pero la relativa facilidad de la victoria espafiola no significa que los combates cesaran bruscamente al dia siguiente de la Conquista, En el Perd, el Estado disidente de Vilea- bamba sobrevivi6 casi cuarenta afios, hasta 1572; el movimiento milenarista Tagui Ongo, en los aiios de 1570, expresa desde otra pesipectiva la crisis de In sociedad indigena y sus esperanaas de iberacién, En México las rebeliones parecen més esporddieas, pero Je guerra de Mixton, en 1541-1542, atestigua un similar encarniza- miento de In resistencia indfgena. La descripeién de estos movimien- toe permite revive el rechazo, por parte de lov indios, de Ia situa cidn colonial, 1 El Estado neoinca 1. La rebelién de Manco Inca ‘Manco Inca, inspirador de Ia primera gran rebelién del Perd contra los espafioles, fue uno de los hijos de Huayna Capac. Neci- do en 1515, era demasiado joven para tomar parte en la guerra civil (1530) que opuso a sus dos hermanos, Atahualpa y Huascar, pero pertenccid a la faccién «legitimistay favorable a este iltimo. ‘De 1532 a 1533, durante la Conquista, Manco participaba en una 269 210 ‘Tercera parte: Rebeliones cexpedicién emprendida al este del Impetio, en el Antisuya, contra Fee setios de la Montafia. Cuando legeron los espavioles, Manco 1G pnd ‘colnborango con ellos: en verdad, su faccién vela en os Sirbiaataderes a ilados que les permitrfan Tuchet contra Tos wene cose Atabualpa. Ast, pues, en vex de oponerse al avance de Pizaczo, se alié con al’. ‘Dacpués de cjecutar « Atahualpa, Pizarro designé como sucesor soyo al joven Tupac Hiualipa, otro hermano de Huascar el nom: Beevento de un nuevo emperador permitfa perpetuas Ins guerras Cheiles entre los indios y, por otra perte, Pizarro esperaba consumer cs facdinente Ia Conguista con un Tnca-aliado de los espafoles. Bass el ersinadom de Tupac Hluallpa fue breve; tardé poco en mori Pere nado, sin duda pot inspiracién de Calicuchima, uno de los genet de Atahualpa. Fue entonces cuando Pizarro eligié « Manco para que jugase el papel de Inca fantoche* ee a 1536, Manco intenté respetar escrupulosamente la liana convenida con Pizarro. Sin embargo, su situacién ere pars eer cr une parte, ecibia teScicamente los honores seservados Toes re oy ok ott, los espafoles, siempre fvidot ce ro, Je infigiecom ine peores humillaciones. Fue arcestado por dos veses, iaiadimere en su Palacio y Ia segunda en to foraleza de Sacsabin ta poimers qgeron de cadenas, presentindole ast a sus proplos means oe gue guardanes usaben su natia para despabilar velas, of natarioes 50S JF) violaban a sus mujeres ante sus ojos. Los nobles TCE Aachivo histdrico del Cuco, Gereatogia de Saysi Tupaq libro 3, End ce pagina que quendo los espatolesestzaron gn gta Gund, de Seka tnt wena y dos aioe antes mas 0) MNO. Ger ie obedencin a prea sf in i aro cn nombce de si maging ene gong ol marae gar ce eaafiis ent eh st hn gil (OUTED ern eacones Amt GS deknicnlen Ia eoteede 9 ef dicho, mango, ya 1 use fon adios open pave ear en lay 1B Ub, tha Ball dee pers dees Rect de Ta Comgusta del Per hecbot del Ince Foe ee eee dace Kathe, «A. Besoin chit ot Manco HE Lie Tesi sSis)e, Hispanic Anserican Uisorcal Review, 1944, pags, 23278 P22. cd del deseubrimiens y congusta de ls renos del Pend, Lin aE Ren EC Gibeon, Pe Ines concept of sovereignty and the Li OU Bab aion bx Ber Assn, 1948, pip. 6 ni Adraopation tn Certo, Gencloga de Saye Tupac, libro 4, foes 2s ng ey libro 4 fade 4, 35 2-39 v. ys libro 3, tegieg 3 Fe essa. cli bl Bb ck, Gibson, ob, cil, pie, 6, Kubler, ob. cit, pis. 23 fi Pee Te erco del Cusco, Geneatogia de Sayri Tupac, libro 2, Indice 4, Send el cho mango, ings dado Is oven 8 5 a 532 n «Si saven gue a Sl seve ciudad del Cuneo esperando le. merced que so sogestad ae Hane gunn exples acd femora de a & te “enoe celosos 1. Refeliones y milenarisi0s m ind{genas perdieron todo respeto por el Inca, tro ti i n 0% xr el Inca, en otro tiempo dios viviente y hoy iblicamente — insul rebut arrodillarse viens y pt ne! iItado, rehusando arrodill ‘Los primeros motivos de la rebelidn de Manco son, pues, de fae dole personal; ep las palabras que le atribuye Tit Cust repite con ‘una extrafia insistencia que habfa crefdo ver en los blancos a los hijos de Viracacha, y les censura haberle engaiiado y humillado’ sac Etre in aves deonlny n0 vis, por in move Grete que eran benefctots, envados por aquél que ellos deck Virsa Ss dt Dias) te prec suc os cows han sued cor Vine ea ier Js Paks, ansehen ov proche gue me tag did, cud mir tes fo sn hes de Vrach eno del ‘Manco utilizé la cadicia de los espaioles pata rccobrar su liber- tad; con el pretexio de ir a buscar Saleem cs on tesco guid salir del Cuzco. y_legar al_ valle de Yueay', El momento parecia propicio a Ja rebelién, Las fuetzas espafiolas se encontraban ‘cbiltadas por Ia pattida de Almagro, que se habia ido « In con uista de Chile’, y Francisco Pizarro se encontraba entonces fl centro del problema en las relaciones entre ambas comunidades, espafiola ¢ india. Desde luego, Ie ctisis resulta de Ia conjunciéa de iversos factores; sin embargo, podemos suponer que refleja ante todo Ie crisis del mundo indigene, su_trdgica desestructuracién. Frente a esta siltima, Ia resistencia del Estado neoinca firma una cleta continsided imperial y nega Ja legiimidad del poder cx Patol eEsperaba ‘realmente Tita Cusi.reconquistar el Imperio de sus antepasidos? {Intentaba solamente presionar a los usurpadores ex: ‘ranjeros para conseguir negociaciones? En el Perti ocupado por los espafioles prepara (o finge preparar) una sublevacién general de Jos indios, Pero esta sublevacién parece ligada a otro fenémeno nota, ble: ef movimiento milenarista del Tagui Ongo. 7 Gh en el Archivo histrico del Cusco, el conjunto de ln Genesogia de Sayti Topne 'S C”Gaaman Poma de Ayala, ob, cit, pig. 443. ® Tw Cush ob, ct, pis. 91. t » Luis Quino, cantigu combutienten de Vilesbamba, eveca, no sin hemor, slgunos fecourdest ss anlié cu tito @ Limatanbo com maha gente © alll Dten- Ge muchos jestos ‘mato algonos e fleee. « wleabembe que quedron e muds gunade que Hobo'1 un capa el qual’ ce miedo del dicho capian se : Freche ch um rif y eta To uido este testgo..» (Archivo histéico det Casco, GEznetogia de Saye Tupes, libro 3, tndice 5). SEF Guinco Libro del Cabildo del Cazco (aos de 1564 0 1567) ineaye Ja copia de dos mepnotins de ‘Tita Cust (Archivo hitérico del Cac, libro 3) mie Sito 3 sun ct de fio Ge 63 He sSrbney 620) Maier Se inspira en estos textos para ol capitalo que cedica & mus nepodaciones con Fe Cas (obs cit, pips 284310). “* 1. El proyecto de sublevacién generat ®) comprar El 16 de abril de 1565 se reciben dos cartas alarmantes en el Cabildo de] Cuzco; uns (fechada el 21 de marzo) que envia el go- + bernador Lope Garcia de Castro; le oua (sin fecha), frmada pur | Gaspar de Sotelo y redactada en Javja; ambas edvierten al Cabildo 3 Archivo histérico del Co2co, Ubro 3", nim. 5 del Cabildo, f, 60 v2) 1 Sobre estos problemas coyuntarses, wate el estudio prcliminar de Gui Lerma Lohmann Villens.en'su edicin del Gobierno del Perd de Juan de Mi lene (pigs. VIXXD). i ‘Tercera paste: Rebeliones que los indios emprenden preparativos sospechosos , EL6 de matzo, Tobernador habia enviado uae memoria el rey de Espafis, Fell pe I, informéndole del peligro ®. * Sepin estos documentos, uno de los micleos de rebeliGn se en- contaka en la repidn de Jsuja; signo inquietente, ya que los indios Seete valle, los huancss, habian figurado siempre entre los, mds flee coleboredores de los espafcles ®. (Es yerdad que habtan sufrido, TG: Geinte adios antes, In expedicin punitiva de Manco.) Lope Gar- ses Gustto descubre «con espanto> que han fabricado clandesti- Gente més de 3.000 lanzas con puntas de bronce™, que incluso Tact copia de areabuces y caballos. A. To cual se afiaden medidas de orden econdimico: han retiredo a Ja sierra sus tebafios y 20 re Garten entre los, pobres, segin su costumbre, las reservas de, los Braneros Por itimo, izculan mensajeros por todo el pais inci: Gi Archivo histético del Cuzco, libro becerro mira, 3 del Cabildo, f, 46 47 0: ee thanaldad de une sublevacién de los indios ya estaba prevista por Sa Gal 12 de marao de 1365: tbid, ff 41 ed? w bile desc (cuyo orginal se encuentra en el Archivo general de Indies, ‘Audion dev Lias, 92) esth publiedo por V, Maustia, Juicio de limiter entre agin oe ant Lt, pigs: 3813, ¥ pot R. Leviller, Gobernantes de! Perdy Se eee: ver gostmente 1a carta de Garcia de Castro del 30 de abt SUA Be Lebiee, iid pigs. 7885- Otros documentos son especislmente FF 2S. So Ripe de Segovia’ Balderabano Brisco (propietaio del obraje de Je Hear ct Tilda « Garcia de Castro el 3 de diciembre de 1565 (publics Meigs) ee Otiovola, Dacunentas bistéricas del Peri, Lima, 1872, t. Ut, pieinas 65). hats OP) histrico del Cuzco, leo 3, mim. 5.del Cebildo, & 45 ¥. #Ee cree ee Voesios mercedes extuulesen sobre el abiso con exis naturales pox te Pr ccatendido que andaban desvergorzados par lvancarse contra S00 gus ee Gapuceia por In yoforacién uc agut se be hecho, come Pos te 7 ee fea en mane y guano y gunmanga otra que se efbld de Gite use inn concrtado. de agase codes en un die 9) ge, ot Yes SH Bie cues ory maar tolos 1s eapanoles que hallasen spartades en sus, gr, {ators Lolo pequetio.» (ef igulmente Ja eatin dl 6 de marzo de 196); Bee eeerral'de Indias, Audiencia de Lima, 92; «Los Indios, del va eee tate thn encomendades en don antonio de sibere y en gémez vale dg aura Gee I eapiuén pea. que hideron une cosa ce que, los aut Jo dle carabaiies J cmos espantadas ¥ 25 que con ser os ynios desde alle los nc Se an ecu masa sctvico de wuestin mageted que, otias algunos gue seme mate an echo cee mus de tes il peas» (en Maurtla, oP ety genre septa igunlmente Archivo histérico del Cuzco, Ura 3°, nim. 5 del Eada $23, SUN tenia seepurcidun en ol pocblo de meena por aus ellos Cabildo, F 2° srit ‘leas. 9. aban becho muchos hlerros de, cobre_cnestados en elas. Peso oe isirico del Cuzco, ibid. «...y auton, rreirado sus, gandos tos sions Jor depadtos de les bastimentor que tenian no Tos auien quetido Jas sets Yr ene, loa pobres como, soliaa ditiendo que herya menester dest opti gcin, Sepin Felipe de Lule, ila de Felipe de Sevowe, Dal re ir oo, las indlos babelan reunido- 50.000. faneess de. sralt, quinn, 4. Rebeliones y milenarismos 29 tando a los indios a sublevarse el mismo dia, {desde Quito a a ‘cas! °, La rebelidn debe coincidir con una ‘cfensiva is sauces fen Chile y de los diaguitas de Tucumén, que ®. Al dia siguiente, Titu Cust aseguré que © id, pi. 17. Eel i, componts deal, pap, uber y cares de dence anigales (Fguero, ob. cl le 82) BS scale cs mesons, 3 Bguern obs i pape 163, Tb, pig. 308.7 22 indios cafiaris. A pesar de aTity Cusi, se celebré una. en direceién a Vitcos. afirma (qui Ia liga y conjuracién que habi es expulsar a los espafioles del obtener el reconccimiento de ‘ast toda justificacién religiosa. © Matienaa cite Ta primera Jeg sesidn del Cabildo de Carco 5 Kechivo histérieo ‘del Cuzco, (CE, Matienza, 0b, ct, bly 202). ‘W Matien2o, ob, city ig 3% Means, ab. cit, 6 8 Tieu Cusi, ob ‘ct, pls. 98 ‘Tercera parte: Rebeliones Jos acontecimientos de Ia vispera hablar: sido una especie de broma, y que las negociaciones recomenzaben. Semanas mis tarde, el 18 de junio, el propio Matienzo Uegé al puente de Chuguichaca acompefiado por una fuerte tropa de espafioles Wi aedieencia de los nobles que rodeaban ‘revista en el puente entre Matienzo Yel Inca, Este ase lanzé a los pies del Juez, llorando y refitiendo sus desdichas, asf camo las de su padren*, La entrevista duré tres horas y fueron ‘intercambiadas memorias ®, Se asusté Titu Cusi por un Trovimiento sospechoso de los arcabucetos espafioles? El caso es que Volvie.precipitadamente a su campamento, para retirarse luego en ‘Sin embargo, 1a embsjada de Metienzo no habia fracasado com- pletamente, En tuna de las memories entregadas por el Inca, éste 4 con exces de complacencis) que aceptaba deshacer fa urdide con los caciques del reino para que se sublevasen en el momento por é1 ordenado*; por atre parte, promete «recibir el santo evangelio y la ley de Nuestro Sefior Jesucristo»". Parece que desde 1565 la finalidad de Tita Cusi no Pent, sino que tiende a preservar y a Ja independencia del Estado neoinca. ‘De abt Ia fleribilidad de que da: muestras: ciertamente, con Ia idea de consolidar esa independencia, autoriza Ja entrada en a region de Vilcabamba de dos misioneros cristianos, Marcos Garci Ortiz *. Los religiosos comenzaren a evangelizar a los indios € hi- cieton edificar dos iglesias en Puquiura y Huarancalla; el propio Titu Gist reeibié ef bautismo®, La guerra contra el Ince sebelde perdia y Diego 2. La resurreccién de los dioses ‘La tebelidn de Vileabemba pudo prolongarse porque se hallaba ex ‘una regién aislade, marginal. gQué suicedta en las provincias aparente. W Tbid, lg. 198, Matin, ob, cit, pég. 301. i ‘de esas’ memorias en el Gobierno det Pert, pésinay 301302, La copie de ambos documentos se encuentra en, el resumen de 25 de junio de 1369 (Archivo histérico Ser Eine, Tibto bewevo, nme 3, FE 99 v.60 1. y 60 rr bro becert9, nip. 5, f. CO ts an BO ccoré de deshecer In lige y conjurtcida que tenia hecha con tedos los caciques Ei Stoo, para que se alasen al tiempo y quando yo ce lo mandase..» 302, 14; Kubler, ob, city pig. 205, 4 Rébetiones y milenarismos 783 mente sometidas a los espafioles? El rechezo de la situacién colonial encontraba aqui otros medios de expresin, como Io prueba el ejem- plo del Tagui Ongo, movimiento milenatista que sublevé una parte de las masas_indigenas®. Milenarismos y mesianismos constituyen fenémenos privilegiados, cen Jos cuales la sociedad entera parece ponerse en cvesti6n, dentro de una crisis donde se afirman sus representaciones colectivas, sus fection ate suchos y tu pais, Tales movimlentos no aparece sélo en América, sino también en Africa, en Asia y en Oceanfa des- pués de la-colonizecién europea. Los capftulos precedentes han des- Grito Ja desintegracién cultural provoceda pot la conquista del Pend se trateba, segiin nuestra conclusidn, de una desestructuracién sin reestructurecién, Ahora es preciso matizar esta férmula: el movi tmiento del Tagui Ongo constituye un verdadero renacimiento de la cultura indigena tradicional, pero transformada y reotientada en el sentido de una scbelién y de una liberacisn. EL Tagu’ Ongo® desigaa una «secta» religioss cuyas creencias se extendieron durante la déeada de 1360 en las provincias del Perdé enteal, especialmente en la zegién de Hoamanga. Partiendo de este nucleo, el movimiento se habria extendido hasta Lima por el oeste, Gozco por el este y La Paz por el sur, Cristébal de Molina sos- @ Setse A Tegal Ongo, ts, fortes sino, en, conaiuides por lt cn ena, a ise CS Se Albomen,conereds cigar Pde Td, ‘Auhei- ce Lima, 3167 ctor docomence ce al Artie sen dat en I3Th (© aon, 3? (i Tolle compere ie cmt ada de’ Alors Gaponmes de asia Yl3ts OT foie es cra el iy aos compe 9 ectan ee ee tt at al dle Soc de derane, 94 pubdate een de Molo cada como tec, hla bisa 7.95 SNS ey mb sara in ge” pamges a, Tet Seorecone Met sr de ies Tatas, Lie te, ps, NAO Cr ee ee ee tno de fe, pinnate Albom See a oe et ay ie 8 Lal Milne 8-G-ol mo Sobre te movin wes Hag Ongor Rete pre de Cula ier ative Sue ST oy oNaeonsetio delfal Ory, Hier Usa 36h 2 Bs nds By pt ab 1a. bebe, dem Me Ae TB file i, ee lems sobre Ia tein nisem Ye as geal ean Gnas 7 Catoatlie ogi de los extos del sgl xt. Tage sein iteralmente acinto» © edanza»; Ongo sc_reficre a la enfermedad». : RST sis coe Seca le ty rset © me oh on etn Snes oe nos, a me vO YR Paarl hoon, Por Ue em Heroine de Bere cm, oe re eabiad gua i api tee cae FE er el oa del Cann, fad el pine aut cele, eget oe Sa ete, talenenté aml ee ro edi pionn sides de Chagusas, fe Pax

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