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Algunos símbolos iconográficos del Barroco

Cristina Ruiz Urbón

ALGUNOS SÍMBOLOS ICONOGRÁFICOS DEL BARROCO

SANTIAGO SEBASTIÁN, Contrarreforma y Barroco. Lecturas iconográficas o


iconológicas, 2ª reimpresión, Madrid, Alianza editorial, 1989.

S. Sebastián es uno de los pioneros de los estudios iconológicos en España y, con


esta obra, pretende estudiar el Barroco no sólo a través de sus manifestaciones más
grandiosas, como la arquitectura, la pintura o la escultura, sino también a través de otras
más difícilmente manejables por su dispersión y pequeño formato, como los grabados,
las estampas y los libros ilustrados.
Algunas de las imágenes y alegorías de la época medieval y renacentista siguen
vigentes en el Barroco, pero otras muchas presentan algunos cambios como
consecuencia del nuevo concepto de espiritualidad que adopta el hombre del siglo XVII.

Trataré de hacer un breve resumen de la iconografía barroca más importante con el


objetivo de que sirva para comprender mejor la literatura de la época, ya que, sin la
interpretación adecuada de lo representado plásticamente en una obra literaria, su
lectura puede resultar insuficiente y equívoca.

1.- Alegorías de los cinco sentidos del hombre


El tema de los cinco sentidos aparece en multitud de pinturas y series alegóricas
barrocas. La mentalidad barroca no podía aceptar la concepción de Epicuro, que veía los
Cinco Sentidos como fuente de todo conocimiento, y, por ello, siguiendo a San Agustín,
se adoptó la idea de que el hombre pecaba a través de sus sentidos.
El mundo sensible es bello, pero el placer que provoca la contemplación de esa
belleza es perjudicial para el hombre. El amor hacia las formas sensibles es nocivo
porque no se fundamenta en Dios sino en la curiosidad.
En el Barroco el tema de los Cinco Sentidos reaparece bajo la interpretación
medieval de que la contemplación del mundo visible complace el cuerpo del hombre
pero corrompe su alma. Por ello, muchos autores explican por ejemplo cómo usar
correctamente la vista o cómo se debe emplear el oído para escuchar la armonía del
mundo.

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Algunos símbolos iconográficos del Barroco
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A continuación detallaremos las alegorías bajo las que aparecen representados los
cinco sentidos en el Barroco:

 La vista aparece representada por una matrona, acompañada de animales como


el lince o el águila y de instrumentos como el espejo, los anteojos, la lámpara o
la antorcha.

Miguel March: La vista. Museo Anónimo. Primera mitad del siglo XVII.
Provincial de Bellas Artes de Valencia. Alegoría de la vista.

 El oído se representa alegóricamente con una mujer que toca algún


instrumento de cuerda o de viento (flautas y oboes); pueden aparecer con ella
libros de música u otros objetos relacionados con la audición y animales, como
las aves canoras, conocidas por sus trinos armoniosos, o el ciervo, de gran
agudeza auditiva.

Miguel March: El oído. Museo


Robert Fludd: Representación
Provincial de Bellas Artes de
alegórica del oído.
Valencia.

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 El olfato presenta a una mujer percibiendo el aroma de una o varias flores,


generalmente claveles o rosas, consideradas las de olor más penetrante. En
ocasiones las flores son sustituidas por un frasco de perfume o por un perro,
animal caracterizado por tener muy desarrollado este sentido.

 El gusto se simboliza a través de una mujer rodeada de frutas y sabrosos


manjares o a través del mono.

Miguel March: El gusto. Museo


Provincial de Bellas Artes de
Valencia.

 El tacto se representa mediante animales que agarran con su cuerpo (cangrejo)


o sus extremidades (serpiente), el abrazo de dos amantes o la imagen de un
ciego palpando una escultura.

2.- El esqueleto y la calavera: nuevos símbolos de lo patético.


Si bien en el Renacimiento las tumbas simbolizaban paz y serenidad, a partir del
Concilio de Trento (1570) los sepulcros aparentan ser la fachada de un templo en la que
el busto del difunto aparece acompañado de unas alas y de una corona de laurel, que
simbolizan la fugacidad de la vida y el triunfo de la muerte, y, en ocasiones, de la
imagen de un esqueleto o de una calavera que pretenden infundir en los visitantes el
miedo y el temor.

A) Calavera → Si en la Edad Media la calavera era un símbolo que recordaba al


hombre que la muerte reina por doquier, en el Barroco se convierte en símbolo de la
piedad.

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En un comentario a los Ejercicios ignacianos de 1687 se exige que la primera


meditación se realice con las ventanas cerradas y delante de una calavera y los libros de
meditación y la piedad jesuítica recomendaban la visión de la calavera para excitar la
imaginación. Por eso, en la iconografía barroca es habitual encontrar a Santa Catalina de
Siena o San Francisco de Asís reflexionando junto a una calavera.
La calavera, como hemos señalado anteriormente, se convertía en ocasiones en un
elemento decorativo que aparecía en las tumbas o en las composiciones de las vanitas
para recordar al hombre la brevedad de la vida y la inanidad de lo humano.

B) Esqueleto → El motivo del esqueleto era más familiar y popular; simbolizaba


la muerte, y, por eso, aparecía normalmente en capillas funerarias o monumentos
sepulcrales.
En el siglo XVII la imagen del cadáver en avanzado estado de putrefacción
pretenden dar al arte funerario un mayor realismo que, en ocasiones, llega a ser
verdaderamente escalofriante y macabro.

3.- Alegoría de la Divina Sabiduría


El tema del saber como máxima expresión de la divinidad es fundamental en todo
el siglo XVII. Aparece personificada bajo la imagen de una matrona sentada en un trono
con un león a cada lado; lleva una corona, una túnica amarilla, el espejo de la Prudencia
en una mano y el cetro de la Providencia en la otra y una imagen del Sol sobre el pecho,
que representa la eternidad y la Bondad de Dios.

4.- El simbolismo místico


Tanto la literatura como el arte tienen en común el misticismo, entendido éste
como el conocimiento experimental que tiene el alma de la presencia divina. Pero, ¿qué
lenguaje simbólico puede utilizarse para expresar algo que escapa a toda definición
lógica?, ¿en qué consiste la alegoría simbólica?
San Ignacio de Loyola advirtió que la imagen mental es insuficiente si no va
acompañada de un elemento visual. Esta idea la llevó a la práctica el jesuita mallorquí

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Jerónimo Nadal, combinando en su método los textos evangélicos con las artes
plásticas.

El Pia desideria fue un libro dedicado a almas contemplativas; se divide en tres


partes: afectos de dolor y arrepentimiento, deseos de seguir a Cristo y ansias de unirse a
Dios. Como se puede observar, cada una de las partes se correspondería con una de las
tres vías de la Mística:
a) Vía purgativa o penitente: el alma purifica sus vicios mediante la oración y la
mortificación; la eficacia de este momento depende únicamente del ser humano.
En el Pia desideria este estado del alma se plasma en diferentes grabados o
emblemas. Por ejemplo, en uno de ellos, vemos cómo el alma se ha quitado la mascara
mundana y se abre hacia su interior bajo la atenta mirada de Dios.
Es significativo el contexto nocturno, ya que la noche implica pecado, ignorancia
y lejanía de Dios. Con la llegada del día el alma “se ha vestido de loca” y cae enferma;
el único médico que puede curar al alma de su enfermedad es Dios.
b) Vía iluminativa: El alma, libre ya de sus defectos anteriores, participa en la
meditación y empieza a gozar de la presencia de Dios.
En los grabados del Pia desideria aparece el alma en busca al amor divino; cuando
lo encuentra, lo lleva a su casa con el deseo de llegar a unirse con él.
c) Vía unitiva: íntima unión del alma con Dios. Es la vía de los perfectos ya que
sólo ellos logran la unión contemplativa del alma con Dios.
Los emblemas del Pia desideria presentan al alma como prisionera del cuerpo;
aparece encerrada en un esqueleto, dando a entender que el alma podrá ser libre tras la
muerte del cuerpo. El alma vuela hacia los cielos para unirse al Amor Divino, a Dios.
Si la primera etapa se caracterizaba por la oscuridad, en ésta predomina la luz y el
resplandor.

El alma anhela
subir. Grabado del
Pia desideria

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Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz lograron la unidad perfecta no sólo de
experiencia y doctrina sino también de expresión literaria. Analizaremos a continuación
la simbología mística que estos dos autores utilizan en su obra.

La alegoría capital teresiana es la del castillo interior; el castillo simboliza al alma


que busca la contemplación para llegar a la unión con Dios.
Roxas utilizó diferentes imágenes y grabados para ilustrar las siete moradas de las
que habla Santa Teresa en su obra. Vemos una vez más como literatura e imagen
forman parte de una misma unidad, y que la una completa a la otra.

En la obra de San Juan se advierte tanto el simbolismo interpretativo, que se sirve


de imágenes para interpretar diferentes manifestaciones de una misma realidad
espiritual (como la llama o la noche), como el meramente descriptivo.

6.- Devoción a la Virgen


La apasionada devoción por la Virgen en la Edad Media fue criticada por autores
como Erasmo de Rotterdam, que condenó el culto a la Virgen, y Lutero, que repudió el
rezo del Avemaría y negó la autenticidad de las palabras del arcángel San Gabriel.
La respuesta por parte de la Iglesia fue tardía pero efectiva: la rehabilitación de la
figura mariana fue un éxito. Se recuperó la imagen de la Virgen como vencedora de las
herejías, el rezo del Santo Rosario y las letanías en loor de la Virgen.
Veamos algunos ejemplos de iconografía mariana:
- Figuras que hacen referencia a la Virgen: los Evangelista, por ser los primeros
que hablaron de ella, San Lucas, que según la leyenda la pintó, San Juan, que es el hijo
que le dio Cristo en la Cruz, etc.
- Símbolos que aluden a María: la torre, el ciprés, la palmera, la rosa, etc.
- Letanías. Ejemplos: en la excelencia Mater Purísima se compara a la Virgen con
los cuerpos celestes por su pureza y hermosura , en Mater Castísima o Mater Inviolata
se recurre a la imagen de un rayo de luz solar que no daña al ser reflejado por un espejo
para simbolizar la idea de que Cristo nació sin lesionar la virginidad de María, en Mater
Intemerata la Virgen aparece aplastando la cabeza del dragón infernal y en Mater
Divinae Gratiae es fuente rebosante de agua.

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Mater Divinae Gratiae, de


Mater Intemerata, de la
la letanía de Dornn
letanía de Dornn

El estudio de la iconografía de las artes plásticas de la Contrarreforma es


fundamental para poder desentrañar, con mayor facilidad, lo que los textos literarios
barrocos nos quieren transmitir.
En la literatura del siglo XVII la imagen va muy ligada al texto escrito, formando
ambas partes de una misma realidad y complementándose la una a la otra. Como
demuestra Santiago Sebastián en su obra, los símbolos o alegorías que aparecen en los
textos son idénticas a los que representan las imágenes o los grabados.
Si bien es cierto que la reproducción en grabado o estampa es objeto de disfrute
estético, también lo es que su contemplación como ilustración de un texto literario es
necesaria para matizar el significado del mismo. La percepción visual del símbolo
ayuda a comprender mejor el significado que éste tiene en la obra literaria.

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