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PLATON ¥ LOS POETAS Hans-Georg Gadamer ‘Traductor: Jorge Mario Mejia’ Por todo excrito flosficoeruso, oungue legase a a muy poco visible, tun cierto hilo polémizo. Quien filoofa no est conforme con las eoncepcionee de wx mundo pasado y contemporéneo: ast, los Dislagos de Platin a menude 2 dirigen no aéle hacia algo sino también contra algo. Goethe En su escrito La Repibltea, que proyecta una ordenacién ideal del Estado y de la educaciGn, ha condenado Plat6n al destierro total a Homero y a los grandes dramaturgos fticos*. Sin duda munca por parte de un fildsofo y de manera tan dogmatica se ha negado al arte su rango, nunca con tal mordacidad ha sido impugnada su pretensién, tan evidente ppara nosotros, de ser manifestacién de la més profunda y més misteriosa verdad. Com- prender en su sentido y razdn esa critica platénica a los poctas es acaso la tarea ms Aiffeil que sobreviene del modo més duro a la autoconciencia del espiritu alemén, plan- tedndole la discusiGn con el esptritu de 1a antigiedad. Pues justo en el arte y en la poesta antiguos,e] humanismo esttico del clascismo y del romanticismo alemanes reconoci6 la antigiedad cldsica y 1a erigi6 como ideal canénico. Plat6n mismo. el critico host a ese arte de la antigua edad clisica, fue conocido por los romanticos como una de las grandes encamaciones del genio pottico de los griegos, y desde entonces tan admirado y amado ‘como Homero y los trégicos, Pindaro y Arist6fanes. Y para completa la investigacién cientifica, que surgi6 de esa resurreccién del ideal clésico, ha confirmado a su modo la raz6n de ¢sa experiencia, Busc6 la peculiar ley formal de 1a poesia dialogal platénica y reconocié en la obra de Platn la uniGn admirablemente artistica de todas la fuerzas de la 1, N.T: Hl enayo de Gadamer Plato und die Dichter aparec6 en ol Tomo $ de aut Gesammetie Werke ‘editadas por .CB. Mohr (Pu Siebec), Tubingen, 1985, pp. 187-211. La publicacion de la prevene ‘uaduccion foe posible gracias al atoizacion dela editorial. 2, Las siguientes consderaciones fueron expoets el 24 de enero de 1934 ante la Sociedad de Amigos det ‘Gimsasio Hurna\sico de Marburg. Con ls publicacign se dirigen también & un gfealo mis ampio de imteesadot en el aunt. Por es0 hbo que supimir en su mayor pare las ancacionespreparstoraty at ‘Gas sstelatoras Por lo dems, destaca acre a ls potas del conjanto del excrio sabre el tad, ‘endiciona Ja reouncia sor momeniceargureniavos mds imponanie: Ia dalética del concept tradi ‘ional de la justi, en el Libro I; In reaterpretacisn de la antigua doatina de la vind en el sentido foeritieo en el Libro TV: y ante todo I teoris de las eas (en lo Libros V a VI) que, scbvepasando cas doctrine Se In vrtd, cample elmente por primera ver el senda del hombre y del Estado (Cf. Plate ‘Stat der Erziehung, en Gesommelte Werke, Band 5,5, 249 ff). 87 forma que haban determinado la evoluci6n literaria desde Homero hasta la tragedia y la ‘comedia dticas. El mismo Plat6n se muestra como el cumplimiento sin par de la exigen- cia por é1 planteada en £1 banquete durante 1a conversacién noctuma de Sécrates con el trégico Agatén y el comediante Arist6fanes: que el verdadero trigico tiene que ser tam- bin el verdadero autor de comedias. Y esa integracién histérico-formal se confirma or afiadidura cn la expresa tradicién antigua segiin la cual el joven Platén compuso ‘ragedias Pero esa misma tradicin nos cuenta también que, una vez se hizo disefpulo de ‘Socrates, quemé sus juveniles tentaivas, Comprender ese relato significa comprender la critica de Platén a los poetas. Pues seguramente no podemos inlerpretale (como sugieren las antiguas fuentes testimoniales) en el sentido de que Plats, gracias a ese despertar socritico, hubiese abandonado un extravio juvenil ~asf como, en general, solemos inter- pretar un relato semejante de la vida de un hombre ereador como el descubrimiento de su verdadero talento. Si ese relato antiguo es verdadero (y de ningiin modo una expresién inventada por la posterior critica de Platn a los poetas) no radica entonces su verdad en ue Platéa hubiese reconocide que no habrfa podido ser un gran poeta, sino en que no ‘queria serio, pues con Sécrates se habréa dado cuenta de que en vista de la aparicion de la filosofia ya no valia fa pena ser poeta. No cabe duda: Platén entra en semejante oposicién a los poetas elésicos por un criterio diferente del que nos es familiar, el rango pottico. Si en el Libro X de La Repiiblica leemos las razones con que es recusado el apreciadisimo Homero: no ha fundado mejor un Estado, como Carondas 0 Sol6n hicieran; no ha descubierto invencio- nes geniales para el bien piblico, como Tales o Anacarsis; tampoco, por fuera de la actividad pablica, ha creado para algunos, como guia y cabeza de un circulo, un camino de vida homérico, al modo en que Pitigoras creara el tipo de vida pitagérico: ni siquiera ‘puede compararse con las influencias y los resultados pedagégicos de los grandes sofis- tas, sino que, apétrida, ha tenido que levar una existencia de rapsoda errante -si escucha- ‘mos asf con qué criterio es medida y rechazada aquf la poesta, cémo podria predisponer- ‘nos contra los poetas y a favor de los filésofos, si no nos atrevemos a aplicar ese eriterio nia poetas ni a fl6sofos y en modo alguno a la actividad del espiritu. ‘Tendremos por tanto que intentar comprender de nuevo ese criterio si queremos apreciar la decision de Plat6n y su critica a los poetas, y lo haremas no para apartar de nosotros esa decisién suya a la Iejania de wna hora histérica Gnica, sino al contrario para crear ante todo la posibilidad de que esa decisién tenga también algo que decimos. Cuando quema sus tragedias, Platén no decide una eterna disputa sobre la precedencia entre filosoia y arte bajo el criterio de la profundidad en la interpretacin de la vida, sino que reconoce en su momento la insoslayabilidad del filosofar socrdtico, a la que los Poetas resisten tan poco como ningin otro en tal situacién, Debe recordarse ¢l relato de Sécrates en la Apologia: cémo ha examinado en los ‘gobemantes, en los poetas y en los artesanos el oréculo segiin el cual nadie es més sabio que él, y ha encontrado confirmada en ellos la ignorancia total. El examen a los poetas contiene en esa serie un rasgo especial: en su obra podria hallarse una verdadera res- ‘puesta a la pregunta socrética por la virtud verdadera, si los poctas mismos rehisan la ‘cuestidn. Ya el hecho de que los poetas mismos creen ser los grandes sapientes con base en sus poemas, si bien los recitan s6lo por inspiraciGn divina, como el vidente y el que revela oréculos, permite confirmar para cllos la sentencia délfica. Si sus poemas pudiesen ser siempre oréculos, los poetas mismos serfan ain menos capaces de interpretarios que ‘cualquier oyente, Esto es lo que el examen socrético pone al descubierto. “Cuando se sienta en el tripode de las Musas el poeta ya no es duefio de sf, como tun manantial deja décil fluir Io que entra en él, y puesto que todo su arte ¢s s6lo imitacin esté obligado -al crear potticamente hombres que se oponen unos a otros— a ‘hablar constantemente contra s{ mismo (a contradecirse), y no sabe si es verdadero lo uno © lo otro de lo que ha dicho.” “Los poetas no refieren todos sus bellos poemas desde el ‘saber propio sino inspirados por el dios y posefdos... -posefdos, como bacantes toman de 10s rfos miel y leche.” Y nos dicen “que recolectando como abejas, durante el vuelo, nos ‘taen Ja miel de sus cantos de los manantiales que la derraman por los jardines y los Dosquecillos de las Musas. Y tienen razén: algo leve es el poeta, alado y sagrado, y no ‘Puede crear hasta que es pose{do por el dios y esté inconsciente y ya no hay razén en 61". Este reconocimiento del entusiasmo postico esté lleno de la més peligrosa ambi- ‘giledad. A pesar de todo el brillo de la descripcién es dominante su t6nica irnico-critica; si el poetizar es locura y obsesién divinas, no es, en todo caso, ni un saber ni un poder, que fuese capaz de dar cuenta de s{ mismo y de su verdad. Las imAgenes de la vida, que el poeta excita poderosamente, siguen siendo enigmas equivocos como la vida misma. Por ellas no descubre el indagador Sécrates lo que fuese el verdadero modo de vivir. ‘Suena ast una abierta ironia cuando Sécrates se refiere a los poetas como a “padres de la sabiduria y conductores”; y que Homero haya educado eneramente a Grecia es cosa que ppolemiza con agudeza. ¥ sin embargo en esa teorfa del entusiasmo poético hay todavia, algo mAs: Sécrates no quiere realmente decidir si los “hombres divinos” dicen la verdad, sien Ios tiempos en que estuvieron més cerca de los dioses fueron comprendidos ain en su verdad, y s6lo hoy ya no es asf. Sécrates sabe ‘inicamente de su propio no-saber y de la ignorancia de aquelios a quienes puede preguntar. En ese sf y no de la ironia sobre los [poetas se encuentra asf la necesidad de interrogar la eritica a Homero filosofando segiin ‘su propia ley. Qué tiene que censurar Platén a Homero? Lo primero es su concepcidn de los ioses, ese aspecto humano, tan familiar para nosotros, de aquellos dioses que en la altura de su existencia olimpica practican las mismas discordias,intrigas y artimafias, los. ‘mismos erfmenes atroces de que esté lena la vida humana. Y segundo, combate la imagen homérica del Hades, que tendria que despertar temor a la muerte, combate la 89 jinmoderacién en el lamento por los muertos, el exceso en la burla y en la risa, la ‘ndominada avidez de la pasién en los dioses y en los héroes, Todo eso, ahora bien, parece més una critica del mito tal como se da en Homero, ‘que una critica de la poesta misma. Y en esa critica del mito Platén no esté solo. A sus Dredecesores pertenecen fildsofos como Jen6fanes y Heréclito, Pitfgoras y Anax4goras, {que han hecho una ertica semejante frente a la teologia homérica. Pero ante todo: justa- ‘mente también los poetas posteriores, Pindaro y los trégicos,estin de acuerdo con Plaién, Justamente ellos, en Ia propia reelaboracin pottica de los mitos antiguos, a veces con rechazo expreso de las formas tradicionales de la saga, han depurado y elevado la imagen de los dioses y de los héroes. Reelaborar poéticamente los mitos tradicionales, ganar para ellos nuevas verdades, nuevas significaciones morales y politicas, no era una acomoda- ‘ciGn ocasional del poeta al deseo y a la expectativa de su pablico, era mds bien lo propio de su hacer poético, al que habla de servir toda otra capacidad. Poesta es invencién del ‘mito apropiado, y como ArisGteles dice: el mito es el alma de la tragedia. {Es Platén, ahora bien, en esa serie de cftica filosoficas y de reconfiguraciones posticas del mito antiguo, 5610 un titimo miembro, el mas radical depurador de la gran tradicién miftica, el extremo reformador del mito antiguo en un nuevo Ethos? Podiria creerse eso si se piensa en su critica a los dioses y a los héroes homéricos, ‘que parece animada por el mismo espiritu que el ataque de Jenéfanes a la tosca y antro- ‘pomérfica concepcién homérica de los dioses, 0 que la sentencia de Heréclito: Homero digno de ser expulsado de la competicién y azotado. Pero también Plat6n parece ‘corde en el fondo con los poetas del tiempo posthomérico, cuando rechazan como ‘mentiras de los cantores la tradicién de los crimenes atroces y de los vicios en los doses; PPlatn, entonces, superaria a los poctas y a los {ldsofos s6lo en el rigor de una exigencia ue ellos mismos ciertamente reconocieron. Incluso el motivo de la depuracién de la tradicion mitica parece en esencia el mismo: recusar lo falso no s6lo porque es falso sino Por mor de la educacién. Los poetas mismos saben que su influencia suprema alae a la Juventud: “cualquiera que les relate algo, puede ser maestro de los niios: pero de los {J6venes, los poetas. Nos es licito, por tanto, decirles‘inicamente lo justo” (Arist6fanes). Pero la critica de Platén va infinitamente més lejos. Ante ella tampoco el drama se ‘manticne. Pues Platn critica con medida igualmente excesiva la forma de la poesta: ella representa en forma de relato 0 de imitacién inmediata, o en una mezcla de ambas formas: como ditirambo, como drama, como epopeya. Ahora bien, toda representaciGn imitativa es desaprobada en tanto en ella se manifiesta otra cosa que el Ethos ideal (vorbildlich). Casi nada queda entonces de la poesta homérica. PlatOn extrema, de mane- ra consciente, lo provocador de su ataque al trasladar del estilo directo al indirecto el clésico comienzo de La Iiada de la primera entrada en escena ~de modo deliberadamen- te no poético, abierto y desafiante, transforma los versos del poeta, familiares para todos, fen una especie de noticia prosaica y opaca. Homero (I. Canto Primero): ‘Ast hablo, y Crises ne atemorias y obedecié el mandato, ‘Por la orilia del mar ertruendoso en silencio se marché; ‘Y mieatras caminabe solitario mucho muplieabs el anciana ‘Al sberano Apolo, hijo de Lato, lade cabellera enscrtijada: {Oyeme, dios, 3 que con arco de plata protoges a Crise Y¥ alla sagrada Cila, y en Ténedo imperas poderoso, ‘Esmintao! Si algona Ver coroné pars ti el reaplandeciente temple, ‘St alguan ver quemé para ti graesos muslos de exquisitos [Novillosy de cabras, concédeme entonces esta petiicn: {Con tus dardor mis lagrimas venge en los aqueos! Paton (Rep. 894 a): Coando escuchs eso, el sciano se atemorias y se marché en silencio. Pero cuando tuo tras de af el campamento elevs muchos ruegea a Apolo, invecando ls epftaton del dios y recordandole y pidindole retribucion, al alguna ver le habia sido grato en fundaciones de temples o en ofrendas aacrifciales: en recompensa por ello aplict ‘venger mus ligrimas en loa aqueos con dardoa, Ciertamente eso puede ser s6lo un ejemplo de la diferencia entre relato ¢ imitacién, ‘pero un ejemplo conscientemente malicioso. Pues segin la norma estatuida, de hecho ‘quella escena introductoria de La Iiada tendria que ser depurada de todo estilo directo. [Ni el arrebato de cOlera de Agamendn ni la plegaria de venganza del sacerdote permiti- rian Ia imitacién. Entonces ya no extraia que sea rechazado el drama ético en conjunto, {que sean regulados con igual desconsideraciGn también los elementos propiamente musi- cales de la mésica griega, melodia (armonia) y ritmo, de modo que finalmente como poesfa educativa no queda otra cosa que los cénticos ditirimbicos de slabanza a los ioses, a los héroes y a la virtud, representacién del Ethos recto en wna forma musical sencilla y rigurosa. YY como si ain no fuese suficiente con esa censura a los poetas, al final de su escrito sobre el Estado (al principio del Libro X) vuelve de nuevo Platdn expresamente sobre el destierro de los poetas, retoméndole con mayor agudeza y con motivos que ‘parecen graves y forzosos y sin embargo no atentian la provocacién sino que incluso ka fortalecen. Con acentuado titubeo comienza Sccrates su reiterado ajuste de cuentas con ‘Homero, cohibido por el amor que le acompasia desde la infancia y por la timida venera- ‘cin al poeta que ain hoy le cautiva, Pero en ese titubeo se tomnan tanto més claras la ‘desmesura y la violencia del ajuste de cuentas. Sitda al poeta entre los artesanos: es, dice, un sofista ¢ilusionista que elabora solo engaflosos simulacros y ademds pervierte el alma por la excitacién de las diversas pasiones. Es necesario, entonces, expulsar del Estado todas las melifluas Musas, por més poéticas que pudiesen ser. Hasta aquf Platén. El ‘motivo, ¢5 claro, de ese alaque tremendo a Homero y a los poetss, es més que aquella responsabilidad del educador por la que los filésofos y los poetas anteriores a 61 habian

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