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EL ARTE DE LA MEMORIA Laura Suzan “ Gz: Dios mio, es este pode- rfo de la memoria, job, sf, muy ‘grande! Es un santuario inmenso, infinito.” “;Qué fuerza en la memoria! Es algo digno de inspirar un terror sagrado, Dios mio, por su profundidad y su infinita mul- tiplicidad. ¥ esto es mi espiritu, jy estoes yo mismo!”, escribié San Agustin en el siglo IV. Enel mismo sentido, Enrique HI, rey de Francia, confes6 una tarde frente a sus embajadores: “Temo y admiro a los ita- lianos. Su poder esté en 1a memoria. Ahora s6lo nos preocupamos por ella cuando la empezamos a perder, cuando nos enfrentamos a males como el temido Alzheimer. S6lo entonces. Los griegos lamaron Mnemosine ala personificacién de la memoria. Hija del Cielo y la Tierra. Jipiter la am6 durante rueve noches. Nueve meses después pa- 1i6 a Jas nueve musas. de Vit eno eee La memoria era lo tinico que lo mantenta vivo, y daba la impresiOn de que intentaba resistirse a la muerte durante el mayor tiempo posible sélo para poder seguir recordando. cifra ternaria: el cielo, la tie- 17a, los infiernos. Nueve es la totalidad de los tres mundos. Nueve dfas y nueve no- cches son la medida del tiempo que separa cl cielo de la tierra y ésta, del infiemo. “Siempre ha sido y serd la memoria el ‘modo de transmitir y de conservar e! co- nocimiento, las artes, la tradicin —es- cribe Angelina Musifz-Huberman— por eso, desde épocas antiguas su perfeccio- namiento ha ocupado un lugar preferen- te. Se ha estudiado el método de desarro- Iarlay las reglas de mantenerla. Asto se Je ha llamado Arte de la Memoria” Fueron los griegos, pueblo de image- nes, quienes “inventaron” el arte de la memoria. Ellos idearon el método de re- cordar plasmando imégenes y lugares en la mente. Desde entonces se habla de dos tipos de memoria: una natural que es con Ta que se nace; y otra, artificial, que se puede desarrollar y acrecentar. Paul Auster ‘Scopas, noble tesalio, contrata a Simé- nides de Ceos para que cante un poema, ensalzéndolo, durante un banquete que dard en su palacio. Se llegan la fecha y el momento y Siménides halaga al noble, pero también a los dioses gemelos Céstor y Pélux. El anfitrién, molesto por no ha- ber sido el tinico motivo de alabanza, anuncia al poeta que le pagaré s6lo la mitad de la suma acordada. La otra parte la debe cobrar a los dioses a los que dedi- 6 su canto. Siménides, contrito, se sien- ta por ahi y observa el transcurso de la fiesta. Al poco rato, se acerca un sirviente a decirle que en la puerta lo buscan dos j6venes. Siménides sale a buscarlos; los forasteros, que asf los describié el sirvien- te, se han ido. Mientras est afuera, el te- cho de la sala donde se realizaba el ban- quete se viene abajo, sepultando a los in- vitados. Céstor y Polux han pagado ya su parte al salvarlo. cenero-marzo 1998 CENCAS 4-4 Los sirvientes levaintan eseombros; los famitiares. desesperados, tratan de no con- fandirlos, pero los restos son irreconoci- bles. Siménides que recuerds el sitio don: deestaba sentado cada uno de tos comen- sales, ¢s el Unico capaz de identificarlos. Tiempo después se da cuenta de que lo pudo hacer, gracias a'que en su memoria cada uno ocupaba un lugar en aquel salén de arquitecmura armonioss. Asinace el arte de la memoria, Los tratadas elisicos sobre retGrica y memoria son tres: De oratore, eserito por Cicerén: Ad C, Herennium tibri TV. and imo, y el tratado Instinatio oratoria, de Quintiliano, En estas obras se cimentard 6 sie glos. Cicerin, en De pratore, abraen la la mnemotecnia de Jos siguientes que incluye a la-memoria come las cinco partes de la retdrica, dice que aquellas personas que deseen desartollar esta facultad, deben seleccionar lugares y formar imagenes mentales de las cosas que se deseen recordar, Mientras mis ex- traprdinario sea el edificio, efectiva seri ls evocacién. El pueblo judo, sin poder representar las imagenes que los grieg eficazmente, se vio en Ia necesidad de de- sarrollar otro sentido: el ofdo. Asi. Isense- lanza era de boea a of00, La Sheri, ora- cin fundamental del judaismo, plegaria, (que de ser le Unica “nos hubiers bastado”, utilizaron tan como se dice en la conm el mejor de fa memoria: “Bscucha Israel, el Eterno es nuestro Dios. Uno doboy a petirds a tus bijos, y hablaris de ellas al u casa, anidando por el camino. al ey levartarte y las atards porsefial sobre tu mano ¥y las Hevurds como frontal noracién de ta Pauscus, smplo de fa impor- tani in estas palabras que yo teman- das sobre tu corazén y las re- estar et entre tus ojos. Y las eseribinis en las um- brales de tu casa y de tus puerts. Una vez mas, no olvidar. recordar a cada momento, en todo lugar. La me- mo judi Entre los Siglos XIU y NI aparece en Albi al sur que la Iglesia catéiea considerd es la supervivencia del pueblo Francia, un movimiento herétieo. Domingo de Guzman, después canonizado, durante su estancia en esta regiGn presencia la guerra que se ha des atado en contra de los albigenses. Pensan~ do en uma solucién tds cristata, crea'la orden de los Predicadores con ls inten- cin de que los herejes vuelvan ais verda- dera fe por medio: de la palahra. Predica Jars praedicandise fusionan para persuadir. Con el tiempo los miembros de esta orden, luego Tlamados dominicos de- bide a su fundador, eseriben cientos de mé- todos mnemotéenicus aduentindose dela pa- labra cristisna por varios sighos ‘Sun Alberto Magno es el primero en orporar la memoria a la Vina tol Ja Prudencis. En De memoria et rem centia,larelaciona con l emperamento me: Fanedlico, Los melan ‘asen ninguna gpo- ea han sido bien vistos por las buenas con- at, De uucuerdo con la eorfa de loshumores, aquel ceiencias, que se dice que no son defi que es seco ¥ frio propicia la melancolia ¥, por lo tanto, una buent memoria, Al- berto Mag 0, cuys conocimientas sobre ‘eran vistos con sospecha, 1a rodea ereto: “Aquel que

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