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CUADERNILLO DE TEMAS

TANGUEROS

REDACCIÓN
Daniel Antoniotti
José María Kokubu
Luciano Maia
Raúl Lavalle
Editor responsable: Raúl Lavalle
Dirección de correspondencia:
Paraguay 1327 3º G [1057] Buenos Aires, Argentina
tel. 4811-6998
raullavalle@fibertel.com.ar

nº 14 - 2019

1
ÍNDICE

Presentación p. 3

Washington Bado. El amor y la locura: a propósito de Cobián


y Cadícamo p. 4

Nueva traducción de “La cumparsita” p. 12

Julián Centeya: addendum p. 14

Cayetano Oreste y su piano sentimental p. 15

Washington Bado. Bachicha (tango) p. 16

Minucias tangueras p. 18

2
PRESENTACIÓN

La idea de comenzar con este cuadernillo dedicado al tango fue


bien recibida por mis amigos, que son muy generosos y me apoyan en
mis proyectos. Agradezco a todos ellos y en especial a quienes aceptaron
acompañarme en la Redacción.

En la noción de tango incluimos también sus afines; por ejemplo


la milonga y el género campero. Podremos escribir también sobre
lunfardo, sobre menciones del tango en las artes, sobre literatura
inspirada en el tango, sobre rincones de algunas ciudades tangueras. En
fin, sobre tantas otras cosas relacionadas con nuestro folklore urbano,
aquí y en el mundo.

Los esperamos de corazón en estas páginas. Léanlas, amigos, y


anímense a escribir en ellas. Puede ser largo o corto, creativo o erudito.
Hallarán amigos cordiales, que no apurarán del todo la copa del olvido.

R.L.

3
EL AMOR Y LA LOCURA:
A PROPÓSITO DE COBIÁN Y CADÍCAMO
WASHINGTON BADO

Los mareados (tango)


Música de Juan Carlos Cobián y letra de Enrique Cadícamo

Rara…
como encendida
te hallé bebiendo
linda y fatal.
Bebías
y en el fragor del champán loca reías
por no llorar.
Pena
me dio encontrarte
pues al mirarte
yo vi brillar
tus ojos
con un eléctrico ardor
tus bellos ojos que tanto adoré.

Esta noche, amiga mía,


el alcohol nos ha embriagado.
¡Qué me importa que se rían
y nos llamen “los mareados”!
Cada cual tiene sus penas
y nosotros las tenemos.
Esta noche beberemos
porque ya no volveremos
a vernos más….

Hoy vas a entrar en mi pasado,


en el pasado de mi vida,
tres cosas lleva mi alma herida
amor… pesar… dolor.
Hoy vas a entrar en mi pasado
y hoy otras sendas tomaremos.
¡Qué grande ha sido nuestro amor!
Y sin embargo ¡ay!
mirá en lo que quedó.

4
Nostalgias (tango)
Música de Juan Carlos Cobián y letra de Enrique Cadícamo

Quiero emborrachar mi corazón


para apagar un loco amor
que más que amor es un sufrir…
Y aquí vengo para eso
a borrar antiguos besos
en los besos de otras bocas.
Si su amor fue “flor de un día”,
¿por qué culpa es siempre mía
esta cruel preocupación?
Quiero por los dos mi copa alzar
para olvidar mi obstinación
y más la vuelvo a recordar.
Nostalgia
de escuchar su risa loca
y sentir junto a mi boca
como un fuego su respiración…
Angustia
de sentirme abandonado
y saber que otro a su lado,
pronto… pronto, le hablará de amor.
¡Hermano!
Yo no quiero rebajarme,
ni pedirle, ni llorarle,
ni decirle que no puedo más vivir…
Desde mi triste soledad
veré caer
las rosas
muertas
de mi
juventud.
Gime, bandoneón, tu tango gris
quizás a ti te hiera igual
algún amor sentimental.
Gira mi alma de fantoche,
sola y triste en esta noche,
noche negra y sin estrellas…
Si las copas traen consuelo,
aquí estoy con mi desvelo
para ahogarlos de una vez…
Quiero emborrachar mi corazón
para después poder brindar
¡por los fracasos del amor!

5
EL AMOR Y LA LOCURA

El magistral tango “Los Mareados”, con música de Juan Carlos


Cobián y letra de Enrique Cadícamo, anduvo como su título, a los
tumbos, por espacio de veinte años, desde 1922, cuando aparentemente
Cobián dio a conocer su música original, hasta 1942, cuando Cadícamo
le puso su letra definitiva, a instancias de otro grande del tango: Aníbal
“Pichuco” Troilo.
Es un tango extraño en todo sentido; no sólo por lo anterior, por
su estructura –que renovó tanto en su música como por su letra los
modelos anteriores– sino también por el hecho de que, siendo Cobián y
Cadícamo muy amigos, este último hubiera tardado veinte años en darle
vida a la música con una letra diferente y cautivante. Es como si Cobián
no le hubiera dado mérito a su notable partitura, porque conviene
recordar que en ese lapso compusieron juntos otros grandes éxitos, como
“Nostalgias”, en 1936, que cantara notablemente Charlo (nacido como
Carlos Pérez) al punto de que muchos lo confunden con Gardel, que
había muerto un año antes.
Es también extraño porque combina maravillosamente la
posibilidad de oírlo como la de bailarlo y asimismo porque sus
innumerables intérpretes, desde Fiorentino, hasta Mercedes Sosa,
pasando por Floreal Ruiz, Edmundo Rivero, Susana Rinaldi y muchos
más, han coincidido en las dificultades que exige vocalmente por los
cambios que se introducen en los tres tiempos que lo componen. Por
último, agregaría, que es extraño también porque es uno de los pocos
tangos que atraen a la gente joven de hoy, al punto de que ha sido
cantado por Charly García y otros rockeros modernos.
Pero lo más extraño de todo es que tuvo de cambiar de título y de
letra cuatro veces, lo que se explica por las vicisitudes que debió
atravesar, antes de alcanzar el éxito total. Cobián lo compuso como un
tango-romanza para piano, bajo el poco sugestivo título de “Clarita”.
Como tal fue incorporado a un sainete de Raúl Doblas y Alberto
Weinsbach, que, bajo el título de “Los dopados”, fue estrenado el 4 de
mayo de 1922 en el Teatro Porteño de Buenos Aires y con ese título fue
grabado sólo orquestalmente por Osvaldo Fresedo.
La primera letra de “Los dopados” –como también se tituló al
tango– decía así: “Pobre piba entre dos copas / tus amores han logrado /
triste hazaña de un dopado que hoy festeja el cabaret / ya no sufres, ya
no sientes: el champán mató tu almita / y en tu pecho no palpitan / ni
nostalgias ni tristezas/ por lo que fue”. No estaba mal, si se quiere, pero
queda muy por debajo de la que hoy conocemos.

6
El tango cayó en el olvido hasta que Troilo escuchó la versión
orquestal de Fresedo e, impresionado por la música, ignorando que ya
tenía una, le pidió a Cadícamo que compusiera una letra que pasó a ser
(bajo un nuevo título menos provocativo) la de “Los mareados”. Al
parecer esto se hizo con el consentimiento de Cobián, que por entonces
estaba en Estados Unidos. Troilo la tocó en su mejor momento con la
voz de Francisco Fiorentino, que era bandoneonista de la orquesta y
luego se transformó en el cantor que interpretaría éxitos como
“Tabernero”, “El bulín de la calle Ayacucho”, “Tinta Roja” “Garúa” y
tantos otros, que hicieron probablemente la mejor época del tango.

Cuando “Los mareados” ya era un éxito, ocurrió que la dictadura


militar que gobernó en la Argentina en ese tiempo censuró ese y muchos
otros tangos, por su título y por su letra, con el pretexto de que debía
moralizarse la música popular, prohibiendo el lunfardo y toda referencia
a las malas costumbres del alcoholismo o la droga. Cadícamo modificó
entonces la letra y el tango pasó a llamarse “En mi pasado” y se cuenta
que lo hizo con un profundo disgusto, después de protagonizar un fuerte
entredicho con el censor. Se dice que, cuando le propuso unas nuevas
estrofas y el censor las aprobó, Cadícamo rompió el papel donde las
había escrito y le espetó: “Esto es una porquería.” Después Perón
levantó la prohibición y el tango volvió a ser “Los mareados”.

Juan Carlos Cobián nació el 31 de mayo de 1996 en Pigüé, un


pueblo de la provincia de Buenos Aires, hijo de un inmigrante español y
una argentina, que luego se trasladaron a la ciudad de Bahía Blanca. Allí,
a instancias de su hermana que tocaba el piano y advirtió las habilidades
innatas de aquél, fue enviado a un conservatorio para el aprendizaje de
ese instrumento, compartiendo sus estudios con quien sería otro grande
del tango: Carlos Di Sarli, que precisamente le dejó a aquella ciudad el
notable tango orquestal que lleva su nombre.

Cobián se transformó luego en un brillante pianista y se trasladó


a Buenos Aires, donde, a diferencia de otros cultivadores del género
tanguero que echaron raíces en el bajo, tocaba el piano en lugares
distinguidos como la famosa confitería “Las Familias”, de la Avenida
Santa Fe, donde concurría un público selecto. Eso y la formación
musical del joven pianista lo llevaron a abordar un nuevo estilo de
ejecución, llenando los vacíos entre los compases con acordes
melodiosos, que trasladó a sus primeras composiciones y ya no
abandonó, integrando conjuntos con el bandoneonista Maffia y el
violinista De Caro, que renovaron el tango.

7
Tuvo después una vida muy intensa. Un buen día vendió todo lo
que tenía, incluso su piano, y se trasladó a los Estados Unidos donde
formó conjunto y tocó para la N.B.A., la emisora en la que triunfó
Gardel. Le fue bien y mal. Era lo que se dice un dandy que gustaba de
aparecer elegantemente vestido de smoking y, aunque se le consideraba
como un Don Juan, se casó con una millonaria que dicen que lo
abandonó, no sin antes patinarse una fortuna en dólares. Retornó a
Buenos Aires pero volvió a Estados Unidos más tarde acompañado por
Cadícamo; finalmente regresó y falleció el 10 de diciembre de l953.
La vida de su amigo Cadícamo fue menos azarosa. Era hijo de un
matrimonio de inmigrantes italianos que tuvo diez hijos. Nació con el
nuevo siglo en Luján, el 15 de julio de 1900, y falleció en Buenos Aires,
el 3 de diciembre de 1999. Por lo tanto puede decirse que vivió la
totalidad del siglo XX, pues le faltaron pocos meses para cumplir l00
años. Fue escritor, periodista y poeta. Trabajó al lado nada menos que de
Leopoldo Lugones pero no sufrió su influencia modernista.
En cambio lo atrajo la melancolía orillera del viejo Buenos Aires
y su primer libro de poemas, cuando tenía veintiséis años, se tituló
Canciones grises. Como letrista de tangos, además de “Los mareados” y
“Nostalgias”, compuso los versos de otros tangos de Cobián, como “La
casita de mis viejos” (notablemente interpretada entre otros por Julio
Sosa) y “A pan y agua”, el gran éxito de Ángel Vargas con la orquesta
de Ángel D’Agostino. Con música de diferentes compositores escribió la
letra de otros grandes tangos como “Madame Ivonne” –el último que
cantó Gardel antes de su viaje fatal– “Anclao en París”, “Muñeca brava”,
“Che, papusa, oí” (otro de los éxitos de Mattos Rodríguez) “Garúa”, de
Troilo, también cantado por Fiorentino, y “Niebla del Riachuelo”. Estos
sólo para mencionar los más conocidos. Fue también novelista y, como
homenaje a su viejo amigo, ya fallecido, escribió un libro biográfico que
tituló El desconocido Juan Carlos Cobián. Antes de terminar su longeva
vida, tuvo el honor de ser declarado Ciudadano Ilustre, por el gobierno
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
*****
A comienzos del siglo XVI, un sacerdote holandés, Erasmo de
Rotterdam, escribió un libro memorable, que marcó el comienzo de una
nueva época, con el que, en un tono divertido pero a la vez profundo,
denunciaba la corrupción de su época, tal vez no muy diferente de la
actual. Lo tituló El elogio de la locura y esta era su protagonista. Nada
ni nadie –incluyendo reyes y papas– escapó de su ojo crítico y mordaz,
pero tuvo para las mujeres una secreta admiración especial. Refiriéndose
a ellas dijo: “Por ello una mujer es siempre mujer, es decir, loca, [¿?]
por muchos esfuerzos que realice para ocultarlo.”

8
Pero adelantándose a las críticas que podía despertar semejante
afirmación, agregaba: “No creo que la locura de las mujeres llegue a
molestarse con lo que les digo aquí. Yo soy de su sexo, soy la Locura;
demostrar que están locas, ¿no es el mejor elogio que puedo
prodigarles…Y si los hombres sufren pacientemente todo eso de las
mujeres, ¿no es con la esperanza del placer que pueden proporcionarles?
¿Y ese placer en qué consiste? En la locura.”1
En cambio, Erasmo era muy duro con los hombres, a quienes
acusaba incluso de “preferir los favores de Baco a los del amor.” Es
cierto, las mujeres beben poco y cuando lo hacen es porque se sienten
felices. El oscuro y esquizofrénico “vino triste” es casi una exclusividad
de los hombres.

Alguien se preguntará: ¿Qué tiene que ver todo esto con obra de
Cadícamo y Cobián? Bueno, pues tiene que ver tanto por el comienzo
como por el desarrollo de “Los mareados”, el extraño tango que ambos
compusieron. “Rara… / como encendida, / te hallé bebiendo, / linda y
fatal”, dice al comienzo y a continuación agrega el letrista que aquella
dama reía como loca, con el fragor del champán. “Loca”, ahí está la
clave.

El tango nos ubica en el encuentro circunstancial de dos viejos


amantes que ya no comparten los favores de su pasión sino los muy
fugaces de Baco. Uno termina borracho pero la otra está “loca” y los dos
terminan diciéndose adiós.
El desarrollo poético de Cadícamo es impecable. El amante sigue
viendo, en la mirada de su amada, el eléctrico ardor de los ojos que
adoró y, mientras ella sigue riendo, él le atribuye a su brillo un pesar que
sólo existe en su imaginación. Ella está rara y como encendida, linda y
fatal. En otras palabras, está “loca” al decir de Erasmo.
La letra tiene tres partes. En la primera el encuentro; en la
segunda, el brindis compartido que lleva a la embriaguez; en la tercera,
la sublimación de la despedida. Volvamos a lo que decía la “Locura” de
Erasmo: “Cuando al borracho se le pasan los efectos del alcohol,
vuelven las penas. La felicidad que yo procuro a los hombres es más
completa y dulce.”
Se ha sostenido que el libro de Erasmo influyó sobre el Don
Quijote de Cervantes. Y ya se sabe que, en el final, éste cerró la aventura
de su caballero errante que recuperaba la razón con la célebre expresión
“Vivir loco, morir cuerdo.”

1
Erasmo. Elogio de la locura. Barcelona, Zeus, 1968, p. 41.

9
“Cada cual tiene sus penas y nosotros las tenemos”, dice en su
segunda parte la letra. Él se lamenta de sus penas mientras sale de la
embriaguez y ella lo acompaña en el brindis de la despedida, mientras
ríen quienes los rodean. Pero el mundo ya no les importa. Están solos
con su recuerdo. Sólo ellos existen aunque los demás se rían, porque no
pueden entenderlos.
La última parte de la letra arranca con una frase admirable: “Hoy
vas a entrar en mi pasado, / en el pasado de mi vida…” Ricardo Ostuni
buscó esta estrofa en lo que pudieron ser las lecturas de Cadícamo y
encontró que coinciden con las que utilizó el poeta francés Paul Geraldy,
en su libro Toi et moi. En una de las estrofas del poema “Finale” decía:
“Ainsi tu vas entrer dans mon passé”, que Edmundo Bianchi tradujo en
forma casi textual.
¿Sería coincidencia u homenaje? No importa. Todos los artistas
se deben unos a otros. Lo que interesa es el contexto y no esa simple
frase tomada aisladamente. Se ha dicho que nada ha sido ni será y que
todo está siendo en la rueda continua de la vida. Y si se sigue la letra,
cuando el protagonista hace entrar a su amor en el pasado, es porque ella
seguirá en el presente de la vida de quien la evoca, rara y como
encendida. Divinamente loca. Pero detrás de su alegría tal vez algo triste.
Y el final es conmovedor: “¡Qué grande ha sido nuestro amor / y
sin embargo ¡ay! mirá en lo que quedó!” Ahí está el amor…el pesar… y
el dolor que acompañaron el “alma herida” de aquel hombre que
sublimiza la despedida. No hay rencor. Sólo un adiós perfecto.

“Nostalgias”, es otro tango notable de Cadícamo y Cobián, con la


diferencia de que la letra, del primero, y la música, del segundo, a
diferencia de “Los Mareados”, nacieron casi juntas. Corría el año 1936,
cuando el empresario Alberto Ballerini le pidió a Cadícamo, que
compusiera el texto de un espectáculo teatral que se denominaría El
cantor de tangos, para ser estrenado en la Sala Charleston, remodelada,
que antes había servido para la ejecución de música clásica. Entre las
letras que compuso y a las que Cobián puso música en pocos días, había
un tango que fue desechado, porque el empresario consideró que no era
apropiado, aduciendo que le sonaba muy extraño y diferente a lo que se
consideraba habitual. El espectáculo resultó un fracaso pero el tango,
que era nada menos que “Nostalgias”, lo escuchó Charlo y lo cantó con
acompañamiento de guitarras, lo grabó y fue todo un éxito.
Posteriormente recibió otras versiones, destacándose las de Hugo del
Carril y Héctor Mauré, como voces masculinas y curiosamente, con
muchas voces femeninas que lo prefirieron, como Libertad Lamarque,
Rocío Durcal y Sarita Montiel, entre otras. Pero me animo a decir que
nadie lo interpretó como Charlo.

10
En “Nostalgias”, Cadícamo insistió en la idea del amor y la
locura. El personaje del poeta quiere “emborrachar mi corazón / para
apagar un loco amor…”, aun sabiendo que cuando pasen los efectos del
alcohol reaparecerán las penas, como bien lo recordaba Erasmo. Busca
también borrar en otras bocas, la nostalgia de aquella “risa loca” que le
hacía sentir el fuego de la respiración de su amada, pero la angustia lo
ahoga, con el presentimiento de que ella escuchará muy pronto otras
palabras de amor. Y brinda solo y abandonado. Un grito desgarrador,
“¡Hermano!”, atraviesa su lastimada dignidad de hombre que no quiere
humillarse y su desesperación se descuelga en el descenso de la música,
en un efecto notable –como si se disolviera– que acompaña la caída de
las hojas de su juventud junto con sus palabras.
En la última parte del tango, el abandonado cae en la angustia y
el ansia de la embriaguez, pero Moira –como Erasmo llamaba a La
Locura– también lo abandona y sólo regresa la cordura, con su
trasnochado brindis de fantoche, por los fracasos del amor.
WASHINGTON BADO

11
NUEVA TRADUCCIÓN DE
LA CUMPARSITA (SI SUPIERAS)

Dejo el tema para los entendidos pero la letra más difundida de La


cumparsita es la de Pascual Contursi y Enrique Maroni. Para no conseguirme
enemistades uruguayas, recuerdo que el autor de la música es Gerardo Matos
Rodríguez. Días pasados escuché por radio que hay unas trece traducciones de
este prototango; no puedo verificar tal afirmación. Pues bien, me animo a
ofrecer una más; esta vez, a la lengua de la Roma eterna. Me gusta mucho
también la interpretación de Alain Debray (Horacio Malvicino). [Radulfus]

Si supieras, Si nosceres
que aún dentro de mi alma me intra animam meam
conservo aquel cariño adhuc servare amorem,
que tuve para ti... quem tibi dicavi…
Quién sabe si supieras Fortasse, si nosceres
que nunca te he olvidado, me non te oblitum esse,
volviendo a tu pasado redires in anteacta,
te acordarás de mí... mei memorares.

12
Los amigos ya no vienen Amici iam non mihi adsunt
ni siquiera a visitarme, neque revisere volunt,
nadie quiere consolarme Philosophia non solacium
en mi aflicción... in luctu dat.
Desde el día que te fuiste A die derelictionis
siento angustias en mi pecho; lugeo persaepe in pectore;
decí, percanta, qué has hecho dic, mea kore, quid feceris
de mi pobre corazón. in hoc misero corde.

Sin embargo [Hanc partem Carolus


yo siempre te recuerdo Tolosanus non canebat.]
con el cariño santo
que tuve para ti.
Y estás en todas partes,
pedazo de mi vida,
y aquellos ojos que fueron mi alegría
los busco por todas partes
y no los puedo hallar.

Al cotorro abandonado Cubiculum derelictum


ya ni el sol de la mañana ne sol quidem matutinus
asoma por la ventana, intravit per fenestellam,
como cuando estabas vos. ut te praesente, dulcor.
Y aquel perrito compañero, Et caniculus, comes meus,
que por tu ausencia no comía, qui, quia abes, non manducabat,
al verme solo el otro día videns solum me hac in hora
también me dejó. ipse, eheu!, reliquit.

13
JULIÁN CENTEYA: addendum

En el nº 13 de nuestro Cuadernillo habíamos publicado una foto


de la partida de nacimiento de Julián Centeya. Nos la había facilitado
Daniel Antoniotti, quien honra nuestra redacción. Cumple ahora, según
entiendo, transcribir un breve pasaje del Ciberlunfa. Boletín de la
Academia Porteña del Lunfardo (nº 124, abril 2019). “En la tarde del
viernes 8 de marzo nos reunimos en la sede de la Academia el
Académico Correspondiente en Italia, Sabatino Annecchiarico; los
académicos de número Oscar Conde, Daniel Antoniotti y Gustavo
Varela, el Académico Honoris Causa Marcos Blum y quien esto escribe,
recibiendo como invitada a Norma Vergiati, la hija de Julián Centeya.
Sabatino aportó la partida de nacimiento de quien antes de ser Centeya
fue Amleto Vergiati1 y que vino de Borgo Val di Taro, donde fue
gestionado el documento para que sea expuesto en nuestra casa, y un
libro con la historia del apellido Vergiati desde el año 1200, que entregó
como obsequio a la hija de Julián.” Para quienes no vieron el número
anterior, reproduzco nuevamente la foto. [R.L.]

1
El nombre de pila es Hamlet en italiano, por así decir. No era tan raro en Italia, pues
un famoso actor boloñés se llamaba Amleto Novelli (1881-1924).

14
DESDE EL ALMA

Cuando gimió el vals, era tu mano,


al compás de las notas que arrancaba,
una paloma blanca que volaba
sobre el teclado místico del piano.
La imagen del dolor, rompiendo en lloro,
surgiendo de sus íntimos retiros,
cubrió de quejas, besos y suspiros
tus ojos brujos y tus rizos de oro.
¡Cuánta amargura derramó tu mano
sobre el teclado místico del piano!
Pareciste saber que, en la honda calma,
te escuchaba quien lleva eternamente
una vaga ilusión sobre la frente
y un cadáver de amor dentro del alma.

CAYETANO ORESTE1

1
Casi no encontré datos sobre este autor. Leo en la Red que en 1922 publicó un libro,
lo cual nos da una idea acerca del tiempo de su actuación. El sitio TODOTANGO dice
que le pertenece el tango Agüelita, ¿qué hora son? En cierto sentido este soneto
“Desde el alma” también es del género, pues se parece a Nunca tuvo novio en algunas
cosas. Una es la mención del piano: pero aquí también experimenta tristeza, por no
haber conseguido el amor, el propio poeta. [Radulfus]

15
BACHICHA
(Tango: letra y música W. Bado)

No sé qué te trajo… la vida o la suerte…


Tal vez la pobreza con rostro de mar
te sacó algún día del puerto “Xeneize”
y a un puerto lejano llegaste a fondear.
Traías contigo tu sacabocados,
tus velas, tus redes y el ojo de sal,
que hendía los vientos
y anclaba en los muelles
tu barco de sueños,
siempre por zarpar.
¡Bachicha!
Con tu tabaco de mascar,
cuando te vas al murallón
mirando el mar…
mirando el mar…
¡Bachicha!
Hay en el fin de tu canción,
un imposible de volver:
“E vin, vin, vin, viva la grappa,
vin, vin, vin… ¡Viva el amor!”
Se fue tu recuerdo en la vieja “cumparsa”,
con el “bufa-bufa” y aquel acordeón,
que fue tu regalo de viejo sin patria,
tan pobre de todo,
tan rico de amor.
Se fueron contigo la luna y la barca,
tu largo aparejo y la caña de flor,
contigo se fueron,
volvieron a Italia
siguiendo a aquel barco
que nunca zarpó.
“E vin, vin, vin, viva la barca,
vin, vin vin… ¡Viva el amor!”

Me parece que lo mejor que puedo hacer es copiar lo que el


propio autor de este tango, Washington Bado, muy amigo de estas
páginas, me autoriza a reproducir aquí. Uno entonces, con mi humilde
persona y mi trabajo de presentador, a tres naciones: Italia, Uruguay y
Argentina. Y, hablando de patrias chicas, también soy inmigrante con
algo de genovés: soy por tanto bachicha. [R.L.]

16
Estimado Raúl:
Por fin me operaron de la cadera derecha (ya lo habían hecho de
la izquierda) y salí bien. Ya estoy en casa aguardando la recuperación
que espero me permita retomar mi movilidad. Recibí el número en el
que incluye el artículo que le envié a Fernando y se lo agradezco. Hoy le
envío un tango que escribí en mis tiempos de estudiante cantor en
homenaje de mi abuelo marinero Bachicha, –Giambattista Bado– que
llegó a Uruguay, procedente de Génova (Foce), por 1875 y fundó con mi
abuela Rosa Russo (hija de napolitanos) la rama paterna de mi familia.
La letra requiere alguna explicación. El "sacabocados" es el instrumento
que los marineros utilizaban para perforar las velas y fabricar los ojales
por donde pasan los cabos”, para sujetarlas. Algunos genoveses no
fumaban, masticaban el tabaco y luego lo salivaban. A eso le llamaban
"chicar" tabaco. Los marineros oteaban el viento y observaban la luna,
para predecir el tiempo. Si la luna se recostaba como una barca sobre el
cielo, mi abuelo decía: "Luna in barchetta, marinaio in cuccietta". Señal
de buen tiempo. La "grappa" que menciona la canción que cantaba no se
refiere propiamente a la bebida, y recuerda a la "cumpania" gloriosa que
derrotó a los austrohúngaros en el monte La Grappa, cerca del Véneto,
en la primera guerra mundial. Mi abuelo amaba su barca que se llamaba
"El Caburé", el ave criolla cuya pluma trae la buena suerte. Con ella,
antes de que se construyeran los muelles de atraque del puerto de
Montevideo, pescaba o solía transportar a tierra a los pasajeros que
llegaban en los buques de ultramar. "La cumparsa" era la que formaban
los italianos para salir a recorrer las casas de sus amigos en los días de
fiesta de fin de año y carnaval, con sus instrumentos típicos, como el
acordeón y el bufa-bufa (hecho con pequeño tanque en el que se
incrustaba una caña para frotarla, produciendo un sonido bajo y
profundo) y varios instrumentos de percusión. No dudo de que esa es la
verdadera razón del título del tango (en italiano) que compuso Mattos
Rodríguez, en 1917, cuando no tenía letra, ya que eran muy frecuentes
en la Ciudad Vieja, donde vivía. La otra que lo atribuye a un mozo
italiano del bar "La Giralda", donde la estrenó Firpo, me parece un
cuento por lo inverosímil. El "aparejo" es un término náutico que en este
caso designaba a una larga cuerda de chaura que terminaba en una
plomada y un anzuelo para la pesca de fondo. Se enrollaba entre el
meñique y el pulgar y se revoleaba sobre la cabeza para arrojarlo y
luego recogerlo. La "caña de flor" se utilizaba para la pesca de
superficie, para sostener la línea, la boya y los anzuelos. Estos son mis
recuerdos de niño. Con un abrazo: W. Bado.

P.D. Apenas pueda, luego del verano, si ando bien, me largo a la otra
orilla para darle un abrazo a Vd. y a mi querida Buenos Aires.

17
MINUCIAS TANGUERAS

¡Qué tangazos más baratos!


Camino a mi trabajo encuentro tirado en la calle un viejísimo
papel. Siempre presto atención a tales cosas. ¿De qué se trataba esta vez?
La foto te lo muestra, querido lector.

Se trata de una hoja con seis letras de tangos. En realidad tanto el


mentado folio como yo somos un poquito mentirosos. Yo, porque acabo
de decir “tangos” y uno de ellos es más bien una canción; y una canción
española (a lo mejor, catalana), aunque la hayan cantado argentinos,
como Argentino Ledesma. Me refiero a Fumando espero: mi hojita dice
que lleva letra de “FELIX GARZO” (sic) y música de “JUAN V
MASANAS.” Tanto Antoni Josep Gayà Gardus (in arte Félix Garzo)
como Joan Viladomat i Massanas eran catalanes. En fin, no es tan
importante esto de los errores, porque, antes de la Red, se vendían en los
quioscos cancioneros de música popular hechos en forma rápida.

18
Menciono los otros temas: Chorra, ¡Cómo se pianta la vida!, Barrio
pobre, Lo han visto con otra y Cuartito azul. Debo reconocer, para
terminar, que me sorprende ver que ahí se llama a Chorra “tango
cómico.” En fin, una cuestión literaria.
Antonio Portones

Manzi… ¿y Campoamor?
Parece raro que un anciano como yo no haya leído a Ramón de
Campoamor. Pues la verdad es que solo conocía poemas sueltos. Hace
un año compré la edición de Sopena que tiene Doloras y Humoradas.
Leo semanalmente una página y, si bien veo en él a un muy buen poeta
(al menos desde la versificación), debo reconocer que no me dice
demasiado. En fin, el mío será un sentir muy descartable. Pero me
encontré hoy con “Vanidad de la hermosura”, donde hay un diálogo:
–Esas flores con que ufana
tu frente se diviniza,
ya verás
cuál son ceniza mañana.
–¿Nada más son que ceniza?
–Nada más.
Inmediatamente vinieron a mi mente Ninguna y los versos de
Manzi: “Es la triste ceniza del recuerdo / nada más que ceniza, nada
más.” Ahora bien, ¿tuvo in mente Homero los versos de Ramón? No lo
sé. Leo en la Red que nuestro poeta tanguero ejerció como profesor de
literatura. Quizás en sus días todavía Campoamor era una lectura algo
frecuente. En fin, es solo una pregunta.
R.L.

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Corrientes y Esmeralda, esquina tanguera y gardeliana
La esquina de Corrientes y Esmeralda es además conocida por el
tango homónimo, que lleva música de Francisco Pracánico y letra de
Celedonio Flores. No estoy del todo seguro pero creo que Gardel no
grabó este tema.

Recientemente hemos visto unos baldosones que se llaman, me


parece, Las Estrellas de la Calle Corrientes. El de la foto de abajo está
sobre Esmeralda, a pasitos de la calle de los cines y de Las Cuartetas.

Le saqué una foto mala, como mal fotógrafo que soy. No


obstante, creo que tiene algo de bueno gracias al burro flautista, porque
ves allí una hojita seca, buena representación de quien, como yo, está en
el invierno de la vida.
Hojita llevada al viento,
que como la vida vas:
has caído junto a aquel
que no deja de cantar.
Antonio Portones

La copla del Concurso de Cantores


Allá por los años ’80, si no me falla la memoria, Antonio Carrizo
hizo, en su inolvidable La vida y el canto, un Concurso de Cantores. No
era un concurso real sino un artificio radial, con sonidos de aplausos y

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voces de los cantantes mediante el disco. Cada vez que se presentaba
D’Arienzo, la voz del locutor (el mismo Antonio) lo anunciaba con esta
copla, que me parece bueno y justo recordar:
Del arrabal hasta el centro
todos aplauden al as:
aquí llega Juan D’Arienzo,
llamado Rey del Compás.
Las coplas son de la lírica, dicen los troesmas, pero esta tiene
algo de épico, pues nos recuerda el epíteto del gran director. [R.L.]

Al tango le falta un fileteado

Pido disculpas por mi mentiroso título. Puede ser en efecto que,


según el gran Cadícamo y según el cuadro que arriba se ve, al mundo le
falte una tuerca, con perdón de los Gálvez, de Toscanito Marimón, del
flaco Traverso y de una legión de supercorredores.

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Pero fileteado seguro que no le falta, pues –entre otras numerosas
razones– visité hace poco una muestra de ese arte tan porteño. Este es
solamente uno de los cuadros que llevaban referencias a nuestra música
ciudadana. [A.P.]

“Venganzas del tiempo viejo”


Fue a presidio Juan Pascual
por artes de una mujer
y –¡la mataré al volver!–
dijo blandiendo un puñal.
Pero ¿la mató? No hay tal.
Cuando, del puñal armado,
la fue a asesinar, turbado.
No pudo vengar su queja,
porque, al verla fea y vieja,
exclamó: –¡Ya estoy vengado!
Esta décima es de Ramón de Campoamor, de sus Doloras. El
tema del castigo sangriento a la esposa infiel se halla en diversas
canciones folklóricas del mundo. Pero creo que el final nos recuerda un
tango que todos conocemos. [A.P.]

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Mi alumna de labios rojos
Apis se llama mi alumna Micol, estudiante de la carrera de Letras
en la Universidad de Morón. Si no recuerdo mal, inmediatamente en
clase buscamos en la Red el significado de su nombre de pila,
aparentemente hebreo. Y parece que es ‘reina.’ Entonces, en vez de
proponerle uno áulico Regina (tengo otras alumnas de latín que llevan
ese), propuse Apis, ‘abeja’, pensando en la abeja reina. Pero un día Apis
se había pintado los labios de un color rojo muy vivo. No pude menos
que pensar en el tango: “Yo he sabido otras veces beber / en la fuente de
sus labios rojos.” No contento con eso, le dediqué esta humilde copla.
Labios rojos tiene el tango,
muy rojos en sus papusas:
tan rojos como los tuyos
envidia la misma Luna.
Radulfus

El Evangelio en lunfardo
Días pasados compré a través de la Red: Jesús chamuyaba en
parábolas; El Evangelio en lunfardo (Buenos Aires, San Pablo, 1994).
Su autor, Roberto Peregrino Salcedo, el que hacía los libretos a
Minguito. Por varias razones considero interesante el libro.

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No creo que pueda ser de provecho (tampoco creo que lo haya
hecho alguna vez) “por ver si nuestro idioma de la ‘yeca’ podía servir de
vehículo al MENSAJE, así, con mayúsculas.” Estas palabras de Faruk
(p. 8), quien ilustra el Evangelio lunfa con varios bonitos y personales
dibujos, yo las entiendo con un sentido lúdico, pues el porteño de los ’90
no entendería bien tanta lunfardía. En cambio creo que sí se puede
entender “servir” como un ejercicio de lunfardo vivo escrito. No bien
supe de la existencia del libro, me apresuré a comprarlo, pues conozco
algunos ejercicios parecidos, a los cuales adjudico valor. Me refiero a El
Evangelio criollo y a El Evangelio según San Fierro. Siempre está mal
hablar de mí pero estoy ahora haciendo Martinus Ferreus; vale decir,
una versión (no traducción) de Martín Fierro al latín. En fin, citaré un
breve pasaje de Jesús chamuyaba en parábolas, para que el lector juzgue
a través de él, no de mis palabras. Cumple aclarar que Don Peregrino no
puso todo el Evangelio en lunfa, sino algunas parábolas.

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–Maestro, ¿por qué vos a la gente le chamuyás en parábolas?
–Y… –dijo él– les chamuyo en parábolas pa’que puedan
descubrir lo secretos y los misterio del Reino de los Cielos, pero a los
otros, nada.
–¿Por qué, Señor?
–Porque no quieren cambiar ni arrepentirse ni que yo los salve.
Pero ustede sí que van a conocer los misterio del Reino.
¡”Ustede”, dijo! ¡Y “ustede” somos nosotros! A ver muchacho si
se apiolamo de una buena vez de lo que dice Jesús. A ustede, que se
tomaron en serio la Palabra y el llamado invitador; porque él dijo síganmen,
¡y lo seguimo! ¡Somo invitados de Dios, somo… no somo colaos!
[…]
En esas palabras está lo que ya batía el viejito Isaía respeto de los
que tenían durazno el de la zurda: “Y no les chamuyaba sino en
parábolas según podían sintonizarlo, pero a los discípulos les cantaba la
justa en privao.”

Fácil le será al lector encontrar en la Red datos sobre Roberto


Peregrino Salcedo (1928-200), destacado periodista y escritor.
A.P.

“El buen samaritano”, según Faruk (Jorge Palacio)

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