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Oscar GUTIERREZ SEGU ADICCIONES Y PSICOANALISIS Gutigrre2 Segh, Oscar ; Adicciones y psicoandlisis ~ 1* ed. ~ Buenos Aires: Letra Viva, 2013. 92 p..22x Maem, ISBN 979-950-649-478.0 1. Psicoandlisis. 1, Titulo 00 150.198 Bdicign al euldado de Leawono SALGaD0 a y Batosal (© 20)3, Letra Viva, Libreria y Be ie fx Coronel Dies 1837, (1425) 6. A de Bos Ae Angin ‘E-MAit: lnfo@imagoagenda,com / Wes PAGE: wwwimagoagen: Por cantactos con el autor clinfcausoldbusolcom.ar Impreso en Argentina ~ Printed in Argentina Queda ech el depdsito que marca la Ley 11.723 : ect obra bajo cusguler modo -ohibida a reproducin otal oparsil de ex cml ti incon aePrgrafia a ftcopa 8 waren aan a Pea Y expres atorzacon por estta de los uiulaces dl copyright Indice Prélogo, NicoLAs Gaccerra . : 9 Puntualizaciones sobre la droga Fee Dependencia, abuso. Puesta en cuestién dela “ideologia toxicémana’, | feed Toxicomania enfermedad 0 signo? nee 31 Xa toxicomanfa como manifesiacién del padecimiento del sujeto . Fee 39 Flcaminodelacura 43 Estructura, desamparo y abandono . 7 Tvestructura. El sujetodela palabra... | 69 Psicotrépicos en el tratamiento del malestar. . 79 “No nos convertimas en Io que somos sino mediante la negacién intima y radical delo que than hecho con nosotros” J.P. SARTRE (Prélogo al libro Los condenados dela terra de Frants Fanon) PROLOGO ‘Zbigniew J. Lipowski nace en Polonia en 1924 y muere en Canada en 1997. Luego de sortear los Campos de Concentra- cién nazis, habia transitado por Inglaterra y BE.UU. En Abril 1989, el volumen 34 del Canadian Journal of Psychiatry, publica un articulo de Z,.L, titulado: Psychiatry: Mindless or Brainless, Both or Neither? donde advierte Lipowski sobre dos cuestiones actuales, en curso (current fad', dice el articulo). Una dice que el propésito de revivir el obsoleto término “neuropsiquiatria’, es divisivo y superfluo. Otra (another current fad) es decir a los pa- cientes que ellos sufren de un desequilibrio qutmico en su cerebro. La potencia de dicha afirmaci6n es del mismo orden que si usted le dice al paciente usted esta vivo. Se confunde la diferencia entre etiologia y correlacién, y causa y mecanismo, una confiusién co- mmiin en nuestro campo. Le da al paciente una impresion engafio- sade que su desequilibrio és la causa de su enfermedad, que debe ser tratada por medios puramente quimicos, que la psicoterapia es iniitil y que de nada valen el esfuerzo y la responsabilidad per- sonales para mejorar. Suponer, como todos hacemos, que los pro- cesos bioquimicos subyacen en la actividad mental y el compor- tamiento, no implica que ellos sean los agentes causales, sino que més bien se constituyen en mecanismos de mediacién. Ellos estén 1, La waduecién de fad, de conforme al diccionario Oxford yal diccionario Longman es: capticho, antojo, novedad, moda, mania, mana, ehifisduea, tendencia, comidlla, (Qué habré querido decir Lipawskit™ OscarG 2 Sua | Adicclones y psicoandlisis jnfluenciados por la informacién que recibimos de nuestro cuerpo del medio ambiente y por el significado subjetivo que tiene esa informacion para nosotros. Es ese significado el que a la larga de- termina qué pensamos, sentimos y hacemos. Y nos autorizaria- mos incorporar cémo y de qué nos enfermamos. Mutatis mutandi, es la exacta sintesis del libro que usted tie ne en sus manos ahora, La angustia, en su forma clasica, se caracteriza por un peso que, quien la padece, la siente en su cuerpo. Otras veces se mani- fiesta de otros modos, que también involucran el cuerpo: sudo- racién, sensacion de hipotensién, taquicardia, depresién, etc. En el mundo reinante es posible, ciertamente, administrando recursos quimicos, -psicoférmacos-, atenuar al extremo este afec- (0; asombrosamente se difunde una conclusin que lo menos que podemos decir es que manifiesta un disparate (ver ut supra Li- powsld): que la angustia, como afecto, no es mas que un trastor- no mental. Se pierde algo que pensadores como Heidegger, Sar- tre, mds lejos Kierkegaard, reconocieron conto una manifestacién que habla del ser, de la existencia, 1.Vegh. Desde otro angulo, las drogas legales o ilegales, de igual for- ma tienden a mitigar aquel afecto (...para ahogar hondas pe- nas que tengo !!!). Cancelar el malestar psiquico, no se cansa de repetir Gutiérrez Sega. Reducir el sufrimiento del paciente, proponiéndole utia cate- goria nosolégica con un cédigo de Manual, donde el sujeto des- aparece para ser presentado como un mimero més en las esta- disticas, es quitarle la xesponsabilidad de su afeccién, ver ut su- pra Lipowski, es impedirle hacerse cargo de su cuerpo atravesa- do por la imperfeccidn que sefiala la enfermedad, la incomple- tud que sefala la angustia, es sustraerlo de lo mas humano que tiene y convierten a ese sujeto enfermo en enfermedad. J---- P- --, enfermo, pasa a ser F 420.67, en el Eje 1, Eje Ui, etc. etc. Pero si el médico diagnostica y es el intermediario entre la en- fermedad y las sustancias trastornadas en la sinapsis neuronal, el enfermo queda eximido de toda responsabilidad, no tendré que Preocuparse, pues el medicamento lo solucionara por él 10 Fread en 1890, define Tratamiento Psiquico y remarca que 0 es tratamiento de los fendmenos patolégicos de la vida antmi- ca. Quiere decir, mds bien, tratamiento desde el alma - ya sea de perturbaciones antmicas o corporales - con recursos que de ma- nera primaria ¢ inmediata influyen sobre lo animico del hombre. Un recurso de esta indole es sobre todo la palabra, y las palabras son en efecto, el instrumento esencial del tratamiento antmico. Es decididamente freudiano Gutiérrez Segu, diciendo a sus pacientes: quiere curarse, hable. En este lugar se ubica el psicoa- nalista pues cuando el sujeto habla dice mds de lo que dice sin sa- ber lo que dice, formaliza y machaca G-.S., en todo el escrito. Pero las palabras tienen una relacién de inadecuacién a las cosas, relacién de inadecuacién de los objetos a los deseos. La representacién es necesariamente inadecuada, en tanto la ade- cuacién suprimirfa la causa y nuestra preocupacién no tendria sentido. Y la coincidencia entre el representante y el objeto re- presentado tornaria caduco el proceso mismo de la represen- tacién, que no es otro que el del pensamiento y la palabra. En el adicto, ja ilusién de un Goce posible siempre es mds conforta- ble que el riesgo del Deseo, segiin Gutiérrez Seg, y la idea-fra- se, queda colocada como una inteligente marca a lo largo de todo el escrito. Y es asi como desfilan y se entrelazan los elementos funda- mentales de la base freudolacaniana: Complejo de Edipo, Nom- bre del Padre, Otro Materno, Castracién, Sujeto Supuesto Saber, je-mois otro-Otro y considerables significaciones sumadas. Sig- nificaciones conceptuales que desfilan y se entrelazan en/con la prdctica clinica profusamente transcripta en el libro. El centro de la relacién analista-paciente y el nticleo de la misma es: un sujeto habla de él a otro. Hay aqui en verdad va- ios enigmas. Enfatizamos uno por el momento: cuando yo ha- blo de mi. Lacan, con una claridad inusual define esto y esta- blece un modo sentencioso de comprender el descubrimiento freudiano; cuando yo hablo de mi el que habla no es el mismo de quien hablo, escribe lacénicamente (Lacan, 1957). ¥ resume la division subjetiva ul En Ja prictica clinica suele ser (quiz es el nico) eje de la consulta: YO NO Soy yo, yo no soy mis yo, me desconozco, no me reconozco, me salgo de mi mismo, no soy yo mismo, estaba fue- ra de si, Me miro a mi mismo y sucedaneos. Todo esto es aque- ilo que e) sujeto intrincado en las drogas como sintoma, viene a decir més que con palabras con su condicién, Un sindrome (enfermedad) es un conjunto dispar de signos y sintomas. En la semiologia es marcada la diferencia entre los. signos y los sintomas. Los primeros son mensurables, cuanti- ficables y sobre todo observables por parte del médico. Los se- gundos son aquellos que expresa el paciente y que escapan a la observaci6n. En este punto comienza la tarea propuesta por Gu- vigrrez Sega én el texto. No escapard al lector por los caminos allanados que encon- traré el espiritu didactico y magistral que reina en todo el vo- Jumen. Nrcords Gaccerra 2 PUNTUALIZACIONES SOBRELA DROGA Vamos a comenzar planteando cual es la definicién de “dro- g2°, de la cual se desprenden algunas conclusiones que se debe- rén tener en cuenta 4 Ja hora de determinar el abordaje de las toxicomanias. DiscaPacipan Droga/Drogas: Toda sustancia quimica capaz de afectar las fuun- ciones tanto fisiolgicas como psiquicas (conducta) de los seres vivos. En psiquiatria se usa para designar aguelias stestancias psicoactivas capaces de conducir al sujeto que las consume a un cierto grado de adiccién. Diccionario de Medicina — Babylon www.babylon.com Fundamentalmente, las alteraciones sobre el psiquismo que producen las drogas se pueden englobar como modificaciones en la percepcién de la realidad del sujeto. Puntualizando, en primer lugar, que de la “percepcion de la realidad” de que se trata es de la realidad psiquica, la cual esta determinada por la “disposicién congénita y las influencias ex- perimentadas durante los afios infantiles” (Freud dixit). 1B Oscar Guritnazz Seat | Adicciones y psicoandlisis “pecordaremos, ante todo, que la accién conjunta de la disposi- «in congénita y las influencias experimentadas durante los arios infantiles determina, en cada individuo, la modalidad especial de su vida erética, fijando los fines de la misma, las condiciones que elsujeto habrd de exigir en ella y los instintos que en ella habrd de satigfacer. Resulta, as, un clisé (o una serie de ellos), repetido, o re- iproducido luego regularmente, a través de toda la vida, en cuanto To permiten las circunstancias exteriores y la naturaleza de los ob- jelos eréticas asequibles, pero susceptible también de alguna mo- dificacin bajo la accién de las impresiones recientes’? En segundo lugar, en la definicién que mencionamos, brilla por suausencia cualquier referencia al sujeto padeciente que uti- liza estas substancias, creando una falsa percepcién de que las drogas actuan “per se’, sin participacion ni intencién de quien las consume, En tercer lugar, esta definicin engloba tanto a las amadas drogas ilegales, 0 sea, aquellas cuya comercializacién, tenencia y consumo se encuentran comprendidas en la Ley de Estupefa- cientes, y aquellas que, si bien se reconocen con capacidad para desarrollar lo que se denomina, siguiendo el lineamiento tedri- co dominante en el campo de las adicciones, el “potencial adic- livo del sujeto’, no se encuentran comprendidas en la Ley ante- dicha: Nicotina y Alcohol. En tanto que la definicién antedicha abarca a todas las subs- cancias con accidn sobre el $. N. C., con la capacidad de alterarla “tealidad” percibida por el sujeto, se incluye también a los psico- trépicos; de los cuales también se abusa, sobre todo de las Ben- zodiacepinas, a niveles dentro de los cuales sus usuarios pueden englobarse dentro de los “abusadores” o “dependientes” Podemos preguntarnos entonces cuél es la funcién que cum- plen las Hamadas drogas, en general, en la economia psiquica Freud, S Dindrica dela tasfrencia, O.C. Ed, Biblioteca Nueva. 14 Puntualizaciones sobre la droga de un sujeto, dado que su utilizacién se realiza en base a lograr un objetivo que es claro: cancelar el malestar psiquico de quie: nes padecen de alteraciones que se encuadran dentro del cam- po dela denominada “Salud Mental’ Es una experiencia cotidiana que las dificultades del sujeto siempre se encuentran centradas en las perturbaciones que se desarrollan dentro de lo que, consideramos, son los avatares de Jas relaciones de odioenamoramiento con sus semejantes. Alli se despliegan estos clisés determinados por la disposicién congéni- tay las experiencias infantiles. Inhibiciones, sintomas, angustias son las que van determinando el malestar subjetivo, en tanto que sostienen lo que Freud denomina la “miseria neurdtica’, Esta es la realidad psiquica que se percibe, siempre desarro- llada més alla de cualquier presunta objetividad de esta per- cepcién. Las drogas brindan al sujeto la posibilidad de transformar esta percepcién, produciendo, por tanto, un alivio al malestar que padece, al tiempo que es innegable que tienen efectos pla- centeros por accién farmacolégica. Es frecuente que el consumo se encuentre ligado a poder “ser otro’, mas acorde con los anhelos del individuo, superando las trabas y fantasmas de discapacidad y minusvalfa que habitual- mente padece. Estos problemas complejos se enraizan en cer- tezas que no obedecen ni a experiencias o anilisis objetivos de las posibilidades del sujeto, sino que dependen por una parte de los supuestos “dichos” del Otro. Dichos que, en ciertos casos, son realmente formulados en palabras, y otras veces, inferidos por el sujeto, a partir de lo vivido como falta de amor. Esto va a participar de la elaboracién que cada sujeto realiza de las ex- periencias infantiles. Las “drogas” ejercen su accidn a través de su incidencia en los diferentes neurotransmisores cerebrales dopamina, serotonina, 15 Oscan Guriianez Sea0 | Adicciones y psicoandlisis sistema gabe, produciendo efectos de excitacién, inhibicion de Ja excitacion, sedacidn, etc, Esto hace que la clasificacién de las “rogas”, segiin su lugar de accién y el efecto que producen, se superponga a la que se utiliza para los psicotrépicos. Estas dro- gas son legales y su prescripcién y administracion se efectéa bajo la supervision del psiquiatra, que las indica en funcién de tratar de corregir farmacolégicamente las alteraciones que pre- sentan los pacientes que demandan su atencién. Quienes consumen drogas resultan ser expertos alquimistas que lograr realizar diversas combinaciones de las mismas segtin los efectos buscados. Estos efectos, en general, son la manera de rodear las dificultades que les presenta la vida cotidiana a partir de las inhibiciones en la realizacién de sus anhelos postergados, Jogrando as{ una cierta mascarada de lo que les agradaria ser. Mascarada en tanto no se produce ninguna modificacién dura- dera de las dificultades, sino que lo que se produce es una apa- riencia de modificacién transitoria, durante el perfodo de tiem- po en que se prolongue el efecto farmacolégico 16 DEPENDENCIA, ABUSO. PUESTA EN CUESTION DELA “IDEOLOGIA TOXICOMANA” Es corriente que las toxicomanias se definan como una en fermedad crénica, cuyo agente etiolégico es la o las substancias, psicoactivas que consume un sujeto. O sea que, el consumidor de substancias psicoactivas adquiere un habito téxico que lo lle- va al abuso y dependencia de la substancia elegida, Bl desarrollo de este habito téxico es lo que se denomina adiccién, y la misma es considerada un efecto de la substan- cia ingerida ya que una de las caracteristicas de las “drogas” es producir adiccién, o sea, que quien las consume tiene la ne- cesidad de continuar el consumo de las mismas en cantida- des crecientes, para poder sostener el efecto farmacolégico, en tanto que también se reconote que el consumo va produ- ciendo un acostumbramiento fisico ala accién farmacolégica, cuestidn ésta que mereceré un comentario posterior. En el caso en que se produzca una interrupcién del consumo se desarrollard lo que se denomina “sindrome de abstinencia’”. Elmismo se caracteriza por la aparicién de fenémenos desagra- dables y ansias, suptestamente irrefrenables, de volver a consu- 7 = como medio de suprimir el malestar producido por la au- ie del t6xico en el organismo. ; sencis.to es que la interrupcién del consumo produce mani- estaciones desagradables, ya que, al eliminarse el téxieo seh ha- feat reventes las dificultades subjetivas que producen él males- fargue el paciente astastra desde los inicios de su consumo, ha- biendo sido este malestar el que disparé la manifestackin adic- tia, Una de las caracteristicas mas importantes de las “drogas’ clade producir un cierto grado de “anestesia” subjetiva, un ali- cio al malestar de forma rapida y eficaz, efecto que cesa al inte- rrumpir el consumo. mir, =] “sindrome de abstinencia’ es, entonces, el malestar que aflora cuando el paciente interrumpe el consumo. No es algo que se produzea porque “el cuerpo me lo pide’, o “porque ya tengo el vicio’, tal como lo plantean los pacientes en una finta mais de su objetalidad. ‘sin embargo, hay drogas que producen alteraciones fisicas atribuibles a la interrupcién de la ingesta, como la nicotina, los opidceos y el alcohol, que son las que tienen quimio receptores espeeificos en el S. N. C., por lo que en esos casos es necesario vealizar un abordaje farmacolégico de deshabituacién. Lo cual introduce la necesidad de diferenciar la “adiccién” en dos nue- vas categorias: “adiccién psiquica” y “adiccién fisied’, sin que por ello se anule la cuestidn del malestar subjetivo que moti- va el consumo. Bajo estos postulados se elaboran diferentes clasificaciones que incluyen una tabulacién del grado 0 capacidad adictiva de las substancias y de la mayor o menor intensidad de los efectos de la supresién dela ingesta. ; Deesta manera, los diferentes grados de adiccion se clasifi- can de acuerdo a la intensidad del consumo, y de la incidencia de éste en la cotidianeidad del consumidor. 18 Dependencia, abuso, Puesta en euestion de la “ideologta taxleéana” Es asi que se habla de adiccién en grado de dependencia, cuando el consumo es el eje vertebrador de las acciones del pa- ciente, Abusador, cuando el consumo es de menor intensidad y el paciente atin puede desempefiarse en alguna de las activida- des cotidianas (trabajo, estudio, etc.) Experimentador, cuando el consumo es esporadico y en general con supuestos fines fes- tivos 0 lidicos. Es por esto que en las anamnesis de estos pacientes existe un capitulo denominado “Historia del consumo de substancias’, don- de se realiza un rastreo de los modos de consumo del paciente (solo, en grupo, en su domicilio, fuera de él, etc). O sea que se trata de determinar los habitos y conductas del paciente con referencia al consumo, Haciendo también hinca- pié en las caracteristicas del medio familiar, al que se considera como “co-consumidor”, Serian, de alguna manera, acompafian- tes del paciente én la cuestién del consumo, en tanto no pon- drfan coto a esas actividades. Habitualmente se remarca lo que se denomina “falta de li- ites’, que evoca situaciones de una falta. de cuidado del sujeto, que propicia la adquisicién de habitos nocivos. También tienen su tajada las “juntas” y el ambiente social del lugar en que éste vive, De esto se desprende en primer lugar que la responsabi- lidad en la aparicién de ta toxicomania corresponde al “grupo primario de apoyo” (DSM IV), ya que el mismo ha sido defici- tario en el objetivo de impartir una “buena crianza’; por lo cual, al paciente no se le han inculcado “buenos habitos’, protegién- dolo de las malas compaiiias y sobre todo en el saber reconocer los limites y el respeto a la autoridad. A lo que hay que agregar el problema de narcotrafico, siempre al acecho en la coaptacién de nuevas victimas del “flagelo de la droga’ Podriamos comenzar realizando algunas puntualizaciones respecto ala definicién aceptada de las toxicomanias, como asi tambign cul es el factor etiolégico que provoca el desarrollo de 19 Oscan Guridanez Sead | Adleciones ypsiconndlisis tana adiccin. Tenemos entonces una etiologia que es el consu- sng de drogas y una consecuencia de la misma, la enfermedad jdictiva. Esta concepcién es tributaria de lo que se denomina Clinica de la apariencia. Se trataria entonces de una enfermedad de curso crénico y desenlace fatal en su progreso, lo que determina que quien pa- doce de esta dificultad debera ser alguien para el cual la vigilan- cia sobre si mismo, y la puesta en funcionamiento de los recur- sos de evitacién de situaciones potencialmente peligrosas, de- ber ser constante. Esto se debe @ que en el momento en que se transgreden ciertos parémetros o violan ciertas prohibiciones (darse “per- miso"), el retorno a Jos malos habitos y conductas “adictivas” ¢s cutasi inexorable, legandose a plantear que el paciente pade~ ciente deberd evitar situaciones de demasiada excitacién, y su reverso, demasiada tristeza. Se deben controlar muy de cerca las oscilaciones de sus esta- dos de animo, solicitando la ayuda, para estos menesteres (cal- marse), a los amigos “sanos” (abstinentes de toda tentacién) ya su familia quienes, seguramente, le darn buenos consejos (en ge- neral, esto recae sobre la figura materna, ya que en estas familias éste ¢s el personaje con poder, lo que implica algo asi como po- ner al raton a cuidar el queso. Luego iremos viendo por qué). Por supuesto que la lucha por alejar el agente etial6gico, a través de prohibiciones, vigilancias, premios y castigos es fun- damental en Ja estcucturacién de estos tratamientos. Por otra parte, en tanto que, “adicta” es el que no dice, parece necesa- rio promover la expresién por la palabra vinculada a los senti- mientos (en general, sobre las ambivalencias afectivas con res- pecto a las ola figura parental), Este confronto afectivo sostiene a creencia de la univocidad de sentido de a palabra, soslayan- do el matentendido fundamental que la misma encarna; supo- niendo que al hablar se dice la Verdad, sin tener en cuenta que 20 Dependencis, abuso. Pussta en cuestién de la “ideologla taxicdmana” cuando el sujeto habla dice mas de lo que dice, sin saber lo que dice. Por otro lado, se sostiene fa ilusién de que a través de este parloteo afectivo es posible lograr la restitucién de una funcién estructuralmente fallida. La cuestién del limite siempre aparece como un argumento supuestamente explicativo de la situacién en la que se encuen- tra el paciente y, curiosamente, es esgrimido por éste como ra- z6n princeps de su malestar. “Nunca tuve limites” frase conocida para quienes trabajamos en esta materia. Pero a poco de interrogar acerca de esto y sobre el concepto que se desprende de “haber hecho siempre lo que quise’, se comienza a aprehender que es exactamente lo opues- to, Lo anhelado siempre aparece como lo postergado ad infini ‘tum, Justamente lo que han querido es lo que ni siquiera han podido iniciar. Allt hace aparicién en el discurso det paciente el “agente etiolégico” (Ia droga) como causa y raz6n de la no rea- lizacién de sus proyectos. Es curioso que, en general, el consumo se inicie en los mo- mentos en que é! sujeto tiene que comenzar a decidir acerca de su proyecto de vida, més allé del amparo familiar. O sea que es en la Adolescencia, entendida como el periodo que transcurre ‘desde el fin de la nifiez hasta el inicio de la vida adulta, cuando, en general, se produce el inicio del consumo. Son tres, al menos, las situaciones, que se plantean en este pe- riodo, que se pueden considerar como fuentes de malestar. Esto es comiin para todos aquellos sujetos que se encuentran atrave- sando este periodo, siendo la respuesta, que cada sujeto en par- ticular implemente ante estas tres fuentes de malestar, determi- nada por la mayor o menor disponibilidad de sus recursos para encarar y tratar de dar solucién.al mismo. an see naz Sua | Adicciones ypsicoandlisis retas circunstancias son: El pasaje del grupo familiar a los grupos de pares, don- ge ve comienza a producir la pérdida de una situacién Gonde todo esta provisto y regulado por los padres, para tener que empezar a tomar las propias decisiones. Mo- qnentto de comenzar a plantearse cual es el propio de- geo, muchas veces, contrapuesto a los deseos de los pa- Gres. Iniciando ésto el proceso de pérdida de una situa- cion de amparo y pertenencia, hacia el asumir la res- ponsabilidad subjetiva del acto y sus consecuencias. La inas importante de las cuales es la asuncién de la sole- dad ante la decision, la destitucién del Garante y el au- torizarse de si mismo. La estructuracién de un proyecto de vida personal, don- de lo que se juega es la propia subjetividad y el propia in- terés, ‘Ante esto es frecuente que, en los futuros toxicémanos, se trate de recurrir a un ardid que ubica al tema del “ser responsable” como coartada a través de la cual se inten- tarestituir la funcién de la garantia queha sido puestaen cuestién por el desarrollo del propio “proyecto de vida’. El cual, como sabemos de sobra, no llega a desarrollarse o plasmarse en este tipo de padecientes. asi que los padecientes insisten en proponer como causa- lidad de sus dificultades el “asumir las responsabilidades que se deben soportar en la integracién a la Sociedad” Entendiendo como responsabilidad a la derivada de las demandas que parten de jos “altos” sociales y que se pueden nominar como: . Trabajar, para solventar sus obligaciones econdmicas © Formar una familia” + Rodearse de amistades y relaciones con individuos sanos y sobrios Dipendiencia, abuse. Pussta en euestisn de la “ideologlatoxicémaita” + Mantener los preceptos familiares en lo referido a la “moral las buenas costumbres (Se advierte cierto tufillo a cumplir al pie de Ia letra con los imperativos maternos), sea, cumplir con una serie de preceptos que en si exclu- yen todo orden desiderativo, en la medida en que los intereses particulares de los sujetos no son tenidos en cuenta ya que, en general, el “querer y el deber” no suelen ser cuestiones que con- verjan en una armoniosa convivencia subjetiva, Sabemos que el llamado “Soberano Bien” implica siempre profundizar la re- nuncia desiderativa que impone la Cultura, Es claro que el transito por la adolescencia deberia llevar al sujeto a “asumitr sus responsabilidades’, pero con la diferencia de que “responsabilidad” es esencialmente sobre el propio Deseo. « Finalmente, la tercera fuente de malestar se encuentra en la cuestién sexual. Em ella se entraman la eleccidn del “objeto erdtica” y las relaciones amorosas con ¢l otro. Empresa por demas com- pleja ya que es en esta instancia donde se pondré en juego Ia “realidad psiquica’, finarnente articulada con los {tems anteriores y determinada por “la disposicién congénita y las experiencias enfrentadas en los aftos infantiles” Es entonces cuando, en las “toxicomanias’, se va entretejien- do lo que hemos dado en denominar, su particular “ideologia’, como modo de respuesta a las cuestiones planteadas por el ma- lestar. Esta respuesta tiene como objetivo el anular la escucha e interrogacién subjetiva sobre el mismo. Esta ideologia se desarrolla tanto del lado de los damnifica- dos, como del lado de la sociedad bien pensante, que estractu- ra los planes de ayuda terapéutica para esta afeccién. Es asi que los pilares de esta ideologia son basicamente la ex- clusién del sujeto de la cuestién, del sujeto tal como lo enten- demos los psicoanalistas, No hay sujeto de la palabra, sino tan 23 sélo un individuo que adquirié “malos babitos” (siendo ésto responsabilidad de los otros), que es necesario corregir, a tra- vés de un sistema de tratamiento que evoca una cierta reedu- cacién conductual. Es comiin que ante esta demanda Cultural, cargada de un profundo moralismo, el sujeto trate de eludir su cumplimiento, en tanto, éste lo deja en una situacién de sumi. sign al orden establecido que no se caracteriza precisamente por considerar a los individuos como “Sujetos de Deseo’, sino que intenta transformarlos en meros miembros de un rebaiio com- placiente y décil. La responsabilidad subjetiva no forma parte de la cuestién y menos atin la consideracién de que nos encontramos con un problema de Salud Mental. ‘Ambas cuestiones se encuentran firmemente articuladas, ya que lo que denominamos “Responsabilidad Subjetiva” ataiie a aquello en lo que el sujeto participa y sostiene estructuralmen- te con respecto a su malestar; siendo, en esta cuestién de las to. xicomanias un punto central, en la medida en que las mismas tienen como denominador comin la renuncia al campo desi- derativo, en aras de sostenerse bajo el amparo'del Otro. La re- nuncia desiderativa es lo que produce el malestar, que es, a su vez, el disparador del consumo como método eficiente de can- celacién del mismo, Lo que permite la produccién de la ideologia és el entrama- do de la red de lenguaje. A través de ella intenta dar cuenta de siy de sus circunstancias, mostrando, de esta manera, y de un mode descarnado, lo esencial de su posicién subjetiva, desple- gando la estructura clinica donde se soporta. Para adentrarnos en la intimidad del sujeto, la escucha psi- coanalitica del “charloteo” que producen Jos pacientes es el ins- trumento adecuado, Este es presentado como una supuesta uni- dad cargada de sentido, emitida con la intencionalidad de pro- ponemos una serie de razones, por medio de las cuales inten a Dependencia, ab ta dar cuenta de sus sentimientos 0 acciones, al tiempo que nos convoca al “péngase en mis zapatos” de su discurso. Se reclama asi un orden de “comprensién’, en una demanda dirigida al Otro del Amor, de transferencia. Pero este reclamo, esta demanda, se encuentra dirigida a quien se halla en una po- sicién de escucha dela palabra, esa palabra que hace que quien habla diga més de lo que dice, sin saber lo que dice. La escucha se sostiene en tanto y en cuanto quien la ejerce ha puesto en suspenso sus “pasiones dei Yo", con las cuales se es- tructura el sentido que impregna el discurso de quien dice. Qué queda fuera del juego con el que se manejan los integrantes de la red de lenguaje en el despliegue de los diferentes malenten- didos del “charloteo” cotidiano. El discurso de quien padece el malestar se encuentra cargado de una serie de supuestas razones, justificaciones o teorias acer~ ca del mismo, avaladas por el llamado “sentido comin’, que hia- bitualmente dejan al sujeto como victima indefensa ante la arbi- trariedad de los otros, de su malevolencia o, en su defecto, atra- pado en las redes dela “mala suerte’; o el destino, Lo que deja a quien pacientemente soporta el malestar en una situacién de sujeto pasivo, acorde con su posicién de “lu- garteniente de la Omnipotencia Materna’, con lo cual, sostiene Ia ilusin de la no castracién de la Madre. Esta “ideologia” no es producto del azar ni la casualidad. Se encuentra enraizada en lo que podriamos denominar la “Cul- tura” actual, la cual tiende a dejar de lado al sujeto, que se trans- forma en un ntimero estadistico y que es denominado en gene- ral como “consumidor” de substancias, objetos varios, alimen- tos, etc. Esta version actual acerca de los individuos integrantes de la mencionada cultura impregna todos los estamentos sociales y supuestamente cientificos. 2s Adicciones y psicoanalisis En esta linea de “olvido” del sujeto se escamotean algunas cuestiones que son nodales en los pacientes toxicémanos. Por ejemplo, la particular adhesividad libidinal a objetos que se con- vierten en el medio a través del cual se establecen fijaciones a si- tuaciones infantiles, que revisten, en general, el carcter de pe- nosas. En tanto exigen, como contrapartida, la enajenacion sub- jetiva a situaciones de Goce, ante el cual se produce una impo- tencia en la produccién de actos encaminados al despliegue de su campo desiderativo. Esta impotencia ante la produccién del acto es un aspec- to de crucial importancia en el desarrollo de la cura del toxi- cémano. Aquello que inhibe esta produccién se encuentra en- raizado en la amenaza Superyoica del desamparo 0 la pérdida de amos, generandose una situacién de malestar que dispara el consumo de substancias como medio de cancelacién del dolor de su existencia. Las fijaciones a las que nos referimos se concentran en el “Yo Ideal’, en tanto nucleo del narcisismo més primordial. En su constitucién se encuentra comprometido en parte el Otro ma- terno, con el cual él infante se siente “completad” ante la in- defensin propia de los primeros momentos de la vida del ser humano. Siendo el peso de este “Ideal” lo que ancla al sujeto en situa- ciones de repeticion, por intermedio de las cuales se asegura la continuidad de ese vinculo con el Otro materno, alejando el pe- ligro que acarrearia su pérdida; pérdida que, en tltima instancia, se refiere al reconocimiento de la castracion de ese Otro. Uno de los mayores obstéculos con los que nos encontramos ena cura proviene justamente de esta particular fijacién al esti- Jo de vinculo con este Otro, Por esto, cuando el trabajo terapéu- tice comienza a producir un cuestionamiento de esta situacién, 26 mer Dependencia, abuto, Puesta en cussion de la “Ideologiatoxicémana” * y emergen en el paciente los anhelos postergados, se desencade- nan diferentes modos de intentar neutralizar esta emergencia Puede producirse la recurrencia al consumo de substancias, como medio de esterilizacién del acto a producis, como condi- cién necesaria para modificar la situacién y entonces posibilitar la concrecién de los anhelos; 6 también, pueden aparecer fanta- sias de muerte, pudienda tener como objeto al paciente oa es- tas “sacrificadas” madres, quienes han hecho del cuidado, vigi- lancia y Ia gozosa queja acerca de la adiccién del hijo, el senti- do de sus vidas. ‘Otra de las caracteristicas de estos pacientes, que es como un, comiin denominados de la variada gama de cuadros psicopato- légicos, en los cuales se desarrollan manifestaciones adictivas, es fundamentalmente un déficit de la estructura narcisista, com su correlato de una falencia en la constitucién Yoica. Su manifes- tacién son fenémenos descriptos como “deficitario control im- pulsivo’, “labilidad emocional” e “intolerancia a la frustracién’” Son tributarios de esta fallida estructuracién narcisista, a partir de la cual se determina una debilidad estructural que transfo: ma los avatares y ciscunstancias de la vida en importantes ame- nazas; las cuales ponen en riesgo al sujeto, quien se encuentra inerme ante el desarrollo de la angustia, pudiendo quedar ava- sallado por ella y produciendo el pasaje al acto como ejercicio de la defensa. Estamos ante el auge de las llamadas Neurociencias, las cua- les, en sus interesantes investigaciones del funcionamiento cere- bral, se encuentran en pleno trabajo de dilucidacién de las dife- rentes localizaciones que pretenden dar cuenta del origen de las emociones, y también de los sentimientos, Dando lugar al desa- rrolJo deun determinismo biolégico del humano que, en cierta medida, lo exculpa de la responsabilidad de sus actos, en tanto todo est, de un modo u otro, inscripto en su genotipo, La ex- presion de éste en la estructura neuronal. 27 Oscar Gurttnane Sut | Adicciones “No es que no exista la determinacién, pues se verifica constan- temente. ;Cémo entenderta? En nuestra préctica asistimos al hecho de la determinacién, aunque no sepamos cémo explicar- la, Tendra que ver con la dotacién genética y con la produccin social, pero ninguna de las dos la agota desde el punto de vi ta etiolégico, Lo especifico de la determinacién del sujeto pare- ce que tiene que ver con el hecho de que sus primeras experien- cias con el desamparo, la satisfaccién y el rechazo le constituyen como sujeto que responde asi, en la repeticién, a cada manifes- tacién de desamparo, de satisfaccin o de rechazo, con un estilo Garactertstico e irrenunciable, pues se trata de su propia subjeti- vidad, Que un sujeto base su vida en el hecho de existir para al- guien no es una determinacién genética exterion pero eso le de- termina como sujeto concreto, Tal determinacién subjetiva por Ja angustia y el desamparo lo convierten en extraordinariamen- te manipulable por la aglomeracién social, por las relaciores de poder que se basan en el amor a la servidumbre y a la sugestiOn, es decir, por temor a ta soledad. Desamparo y sugestion termi~ ‘nan siendo equivalentes.* Pero aun asi... se contintia con la esperanza de poder erradi- car de una vez lo que aparece desde sus inicios como una “mo- lestia’, Ia cual, seguin dicen, est4 condenada a desaparecer, en la medida en que el imperio dé lo organico aclare de una vez y para siempre una serie de “fendmenos” que les suceden a los sujetos dela palabra, Un vez més, se afirma la pronta muerte por obso- lescencia del psicoanslisis. Bs asi que todo se encuentra focali- zado en las diferentes localizaciones cerebrales de lo que cono- cemos como aparato psiquico. iBasta ya de disposicién congénita, impresiones infantites, se- ries complementarias, inconciente, etc! El sujeto habla por la ac- tivacién del Centro de Brocca y no se hable mas de la cuestion! Pero hablar, parlotear, es algo mas que una cuestién moto- ra, El lenguaje es patrimonio del hombre y su adquisicién pasa por otros carriles diferentes a la cuestién del S. N.C, aclarando 3, Perens F "Soledad, pertenencia y reansferencis’ 2006, Ed, Sintesis, Madrid 28 Dependencia, abuso, Puesta en cuestion de la “ideologta taxledmana” * por supuesto que tal érea existe y que su daito produce altera- ciones en cuanto ala articulacién y a ciertos tipos de compren- sion de la palabra. “Sin embargo, el desgaste toma otra dimensién cuando se tra- ta del aprendizaje de una lengua. Los psicolingitistas destaca- Ton que ciertas neuronas especializadas en el registro de soni- dos especificos degeneran si no se las utiliza a tiempo duran- te el aprendizaje. Si un nifio no escucha ciertos sonidos duran- te sus primeros meses de vida, no sblo los distinguiré-mal a par- tir de entonces, sino que no los podrd pronunciar”... “En efecto, en funcién de los sonidos escuchados, dlgunas neuronas prospe- rarén, mientras aquellas que habrian podido recibir sonidos au- sentes caen en desuso”. “.. Es conocido el argumento que Chomsky formulé en los arios 50a favor del innatismo de la gramética: la “pobreza de estimu- los". Nadie ensefia gramatica a los nifios, explicaba, entonces es innata, Pero gcomo no ver, por el contrario, la potencia extre- ma del estimulo que constituye el deseo del Otro? La gramtica da la impresién de ser innata, porque aparece armada una vez que la represion de ese deseo se lleva a cabo. En el intercambio el nino es inicialmente reconocido como sujeto por el Otro. ¥ el primer acto de este sujeto, radica en buscar liberarse de ese Otro hablando en su propio nombre, diciendo “yo”. Al hacer esto re- prime, el deseo del Otro, que lo queria como objeto, como “é!”. El nnifio pasa ast del “él” al "yo"* Por fin hemos llegado a la posibilidad de ana droga para cada manifestacién del malestar del enfermo mental. Hay pas- tillas para tado, que eliminan de un vez eso tan incémodo que es que alguien hable poniendo en juego las cadenas significan- tes que hacen posible que este hablar tenga un sentido. Basta ya de malos entendidos, “es lo que es”, 1o que digo dice eso y no otra cosa; y si usted se angustia, o se obsesiona, o delira, 0 alucina, tenemos la pastillita que reestablece e] equilibrio qui- 1 Pammicr G. Camo las neurociencias demuestvan el peicoandliss. Edit, Letca Viva, 2o10. 29 Oscar Gurvtnnez Suad | Adicciones y psicoandlisis mico desordenado de sus neurotransmisores y “aqui paz y des- pués gloria’. No tenemos que escuchar mas los dichos del enfermo, sal- vo para poder clasificarlos de acuerdo con el DSM IV y arribar a un diagnéstico (en general, tehido del matiz de que se trata de trastornos de la conducta y el comportamiento, pasibles de ser corregidos con una reeducacién adecuada, combinada con la quimica). Asi los psiquiatras se equiparan curiosamente con los toxi- cémanos. Ambos son expertos alquimistas en la tarea de mo- dificar la realidad psiquica del sujeto en algo mas acorde con su sensibilidad, 30 ee TOXICOMANIA sENFERMEDAD O SIGNO? Por mis origenes como psicoanalista, formado en el rigor del trabajo sobre los textos freudianos, en un principio, y luego en- ciquecido por los valiosos aportes de Lacan, el diagnéstico de las enfermedades mentales, en funcién del concepto de estruc- tura, siempre ha sido una preocupaci6n prioritaria ala hora de plantear el inicio de un tratamiento. Esto en la medida en que es a partir del diagnéstico que me era posible ir determinando la tactica y estrategia del desarrollo del tratamiento. La estructura era de alguna manera la brujula por la que orientaba el aborda- je de la enfermedad mental. Por ello, uno de los primeros interrogantes, con los que me encontré al iniciar el trabajo con pacientes toxicémanos, fue acerca de los diagnésticos que se realizan sobre el padecimien- to de los mismos. “Trastorno por abuso de substancias” o “Trastorno de con- ducta y comportamiento agravado por el consumo de substan- cias’, agregando algunas veces los colegas mis osados el diag- néstico del Eje Il: Trastorno paranoide, esquizoide, esquizotipi- co, antisocial, limite (bastante utilizado, bastante medicado, “de por vida”), histriénico (chau histeria, convicta y confesa del co- 31 12s y psicoandlisis laboracionista de Freud), narcisista, por evitacién, por depen- dencia, obsesivo-compulsive (DSM IV dixit). “Como hemos visto, la carencia de conceptos claros y definicio- nes precisas, atenta contra la posibilidad de contar con una taxo- nomia psiquidtrica adecuada (Taxonomia: proviene del griego “taxis", arreglo u ordenamiento y “aumus’, referencia a la ley o norma). Esas dificultades son a su vez fomentadas por el des- pliegue de una clinica de la apariencia, de la que el DSM es un tipico exponente”.s En esta “clinica de la apariencia” no podemos encontrar lo que denominamos el factor “etiolégico”, que de cuenta de los procesos neurdticos o psicéticos. Clinica supuestamente bas da en una observacidn “objetiva” de los fenémenos, sin una nor- ma tedrica que sustente el proceso. Es entonces desde la apariencia que se ega a diagnosticar la existencia de [a toxicomania. Asi como el humo es el signo de la existencia del fuego, la ingesta de “drogas o substancias psi- coactivas” deviene en el signo de la supuesta enfermedad. Esta ideologia abarca tanto a Jos conswmidores como a quienes tie- nen a su cargo la estructuracién de los sistemas de tratamiento que habitualmente se utilizan. La droga es la etiologia del padecimiento y entonces todo el esfuerzo terapéutico se cifie a intentar eliminar este agente cau- sal, con el beneplacito de los pacientes, familiares y profesiona- les, que atribuyen las dificultades de los denominados “adictos” aun factor externo a los sujetos. Es frecuente que en los primeros encuentros con ¢l paciente se produzca el despliegue de la ideologia del toxicémano cuya viga maestra es el borramiento de cualquier vestigio de respan- sabilidad subjetiva en la produccién de su padecimiento. 5. Lolfieds, Boeigue. Diagnéstico psiquidtrico, psicoanlisis y D.S.M. Ediciones Barbe- 1990. 32 ‘Tasicomanta enfermedad a siguo? Esto se da en la medida en que la causa del mismo se encuen- tra alojada en el consumo de substancias psicoactivas, que en general se inicia por “curiosidad’” y se sostiene porque la “dro- ge me atrapé y se me hizo una adiccidn’” En los decires del paciente y su familia, todo se produce cual sila cuestin fuera transmitida por algun extrafo virus, que ha sido inoculado por otras infectados, y que él consultante se ha contagiadc sin tener nada que ver con la cuestién. Se suma el hecho de que esta “ideologia” es algo comparti- do por el medio profesional que se ocupa de la recuperacién de estas pacientes, como un efecto claro de que nos encontramos ante una cuestién que es derivada de la actual cultura que se en- cuentra en pleno desarrollo. Se produce entonces e] desarrollo de métodos o sistemas de tratamiento que se despliegan con una modalidad de ciesta “reeducacién de las conductas y comportamientas’, que asegu- ran la continuidad de la posicién de objeto de goce del pacien- tey refuerzan a “la droga” como objeto de intercambio y reco- nocimiento social. “La direccién de la cura es otra cosa. Consiste en primer Iugaren hacer aplicar por el sujeto la regla analitica, 0 sea las directrices ‘cuya presencia no podria desconocerse en el principio de lo que se llama “Ia situacion analttica’”, bajo el pretexto de que el sujeto Jas aplicaria en el mejor de los casos sin pensar en ellas. Estas directrices estén en una comunicacién inicial planteadas bajo forma de consignas de las cuales, por poco que el analista las comente, puede sostenerse que hasta en las inflexiones de su enunciado servirdn de vehiculo a la doctrina que sobre elles se ha hecho el analista en el punto de consecuencia a que ha llega- do para dl. Lo cual no lo hace menos solidario de la enormidad de los prejuicios que en el paciente esperan en el mismo lugar: se- gin la idéa que la difusién cultural le ha permitido formarse del procedimiento y de la finalidad de la empresa" 15. Lacan, [ La divecion de la cura y los prineipios de su poder, Lectura estructurlista de Freud, Editorial Siglo XX1, 1971 33 Oscan Gutitans SeoG | Adiccionss y pscoandlsis Cuando se le plantea al consultante que una de las condi- ciones para poder llevar a cabo el abordaje de su problematica es establecer la abstinencia, en tanto la persistencia del consu- mo se transforma en un acto de esterilizacién del esfuerzo te- rapéutico, y con la intencionalidad de que comience a emerger el malestar, nos encontramos con otro argumento interesante, que emana de la concepcién de la adiccién, como “enfermedad debida al consumo de drogas”: se extiende también a “la absti- nencia como conjunto de malestares que determinarian el re- torno al consumo”. A la misma se le atribuye la responsabilidad de que el pa- ciente, de una manera intempestiva, se precipite en él cons mo sin que aparezca ninguna posibilidad de que el consumo 0 no de las sustancias pueda ser planteado como un acto de de- cisién del sujeto. Quien queda atrapado por obscuras fuerzas que lo mane- jan a su capricho. Abonando esta “teoria” se invocan los llamados “suefios de consumo’, que aquejan a los pacientes en los denominados “tra- tamientos de Rehabilitacién de adicciones’, los cuales hacen aparicién en el momento en que el paciente ha logrado produ- cir una interrupcién del consumo de substancias, Sueiios éstos que se califican como indicadores de una situacién de vacila- cién en la intencién de sostener la abstinencia, también llama- da “sobriedad”, Esta hermenéutica del sueio toma al mismo por un esca- parate donde a las claras se muestra el supuesto deseo de con- sumir, lo que los paciente en general denominan las “ganas de consumnir” Sin embargo, cuando se ha logrado establecer una cierta abs- tinencia, Jo que comienza a hacerse presente es el empuje de, lo que hemes denominado, los “anhelos postergados”. En palabras a” de F. “Me encuentro con mas lucidex, con mds energia y con ga- nas de emprender la realizacién de lo que me ha quedado pen- diente’. Con lo cual, lo que el sueio muestra en su contenido manifiesto se encuentra al servicio de la defensa ante este em- puje desiderativo, La cuestién de la posibilidad de eleccién como decisién es algo que aparece constantemente en la clinica. Es asi, de una manera cuasi descarnada, como lo explicita G., a posteriori de un episodio de recaida. Habia planificado el utilizar un dinero que trabajosamente habia conseguido guardar para la compra de una campera Ademds también tenia otros ahorros destinados a la concrecién de un anhelo postergado, realizar un curso de cocina y comenzar a Poner en marcha un emprendimiento comercial, que serfa el medio que le permitirfa comenzar a modificar su situacion de precariedad econdmica, derivada de una posicion de marginalidad que lleva sosteniendo desile hace, por lo menos, diez afios. Llegado el momento designado para la compra de la campera, la cual quedaba adscripta a los demds elementos de este intenito de modificacién de sus circunstancias, se le presenta una vacila cién. ¢Comprar la campera o ir a consurnir? Esto lo resuelve de un modo conocido, en tanto es el circuito de repeticion que se desencadena desde hace mucho tiempo ante la posibilidad de encarminarse en la concrecién de sus anthelos. Dos actos estaban en juego en ese momento, su opcidn es la del consumo. Con lo que, una vez més, el acto del consumo se convir- 16 en el medio de interrupcién de la excitacion ante la posibili- dad de ir en la via hacia lo deseado. G. reconoce claramente esta situacién y que en cada acto de consumo existe para él la posibi- lidad de decidir qué via tomar. Siguiendo la idea princeps, que es la droga la causa del pade- cimiento, se impone entonces la necesidad de recurrir a la far- macologia con el fin de yogular estos nefastos impulsos que vuel- 35 Oscan Guritanez Seat [ Adicciones y psicoandlists ven a llevar, una y otra vez, al paciente (a esta altura, mis ex ef lugar de victima de las circunstancias) a ceder ala tentacién de caer en las mantos de la antropoformizada substancia, Quien consulta ha realizado el movimiento de apertura dela partida realizando el primer envite. Ante el cual se nos presen- tan dos opciones, aceptar el juego tal y como nos lo propone o cambiar las reglas y variar el desarrollo previsible del mismo. En estas entrevistas preliminares se va a determinar el cur- so de la cura, el cual puede quedar adscripto al “sentido co- min”, que afirmaria “que todo lo que vuela es pajaro y todo lo que nada es pez”; 0, por el contrario, tomar el riesgo de la escu- cha del discurso del suyjeto, que dice mas de lo que dice, sin sa- ber lo que dice, que es la estofa de la palabra, para quien somas sujetos del lenguaje. Nosotros renunciamos al “sentido comiin’, y nos dispone- mos a desplegar como herramienta princeps la escucha psicoa- nalitica, la que nos Ileva necesariamente a interrogarnos sobre lo que podemos considerar el agente etioldgico del desarrollo del fenémeno adictivo. Desde esta posicién, las entrevistas preliminares se van de- sarrollando en dos espacios complementarios: el del encuentro individual con el psicoanalista asignado, a quien fsa demandado el tratamiento (entendiendo que esta demanda siempre se de- sarroila en un principio por carriles que, en general, se apoyan en la intencin de algiin otro de buena voluntad, que empren- de la tarea de ayudar al padeciente) y el espacio de trabajo gru- pal, donde paulatinamente el despliegue del campo imaginario Promacione que el individuo pueda ir adquiriendo Ja posibili- dad de nombrarse, y como consecuencia, pensarse en la articu- lacién del “yo” (je). Paso inicial para ir seconociéndose en una \\ ¢ierta alteridad con el Otro que lo nombra, Se inicia entonces un proceso que parte de un relato de lahis- toria dal sujeto, que parece haber comenzado su existencia en el Momento del inicio del consumo, ya que en general, en su re- Toxicomania da ésta aparece a partir del primer consumo sin referencia al pO anterior de su vida, Hasta legar a poder referir la mis- ma, incorporando los avataces que van a ir delineando [as coor denadas determinadas por “..la disposicién congénita y las in- fluencias experimentadas durante los aries infantiles : Este transcurso es posible siempre y cuando en el trabajo de as eptrevistas preliminares hayamos podido ir desmontando lo gue hemos referido como “ideologia texicdmana” aunque mis ho sea en Sus aspectos mas evidentes, an te trabajo con el paciente se encuentra complementado con gb tabajo grupal coa las familias, a través de un grapo multi, imilias, en el que se trata de ir esclareciendo a los familiares acerca de lo que, para nosotr i cer 08, constituye el meol ~ cimiento del paciente. ” Ne del pad 37 LA TOXICOMANIA COMO MANIFESTACION DEL PADECIMIENTO DEL SUJETO El consumo es la manifestacién de un malestar y son justa- mente las drogas las que aportan una solucién répida y efecti- va del mismo. Las dificultades ante los avatares de la vida cotidiana son lo que Ilamamos el “dolor de existir’, incomodidad que soporta- mos todos los sujetos de Ja palabra, derivada del malentendi- do fandamental de la misma, que adquiere toda su potencia en las relaciones con nuestros semejantes. Siguiendo a Freud es la tercera y quizas més importante fuente de padecimiento con la que nos encontramos los setes humanos en la ruta de alcanzar elanhelo de la esquiva felicidad. Ante esto se contruye Io que llamamos “ideologia toxicéma- na’, que si bien se encuentra desplegada en su maxima poten- cia en el constimidor de substancias, también constituye e} esti- o con el que Jos sujetos nos insertamos en esta cultura. Los dioses, el destino, la mala suerte, los otros, las decepcio- nesen el amor, son los argumentos que desplegamos y utilizamos en la vida cotidiana como razones 0 justificaciones de nuestros destinos. Queda asi fuera de la interrogaci6n acerca de nuestra 39 Oscar responsabilidad en Ja produccién de este destino, claramente, en una posicién de objetos de un goce del Otro arbitratio y omni- potente. En tanto y en cuanto toxicdmano 0 no, todos estamos hechos de la misma arcilla. El complejo de Edipo, La escucha que utilizamos se acompafia de una constante destitucion de la “cuestién de la adiccién” como objeto de inter- cambio y vinculo social. Poder sortear el obstaculo del “sentido comtin” implica una madificacién substancial en lo referido al diagnéstico de la adiccién como enfermedad, y también de un concepto bastante extendido acerca de la existencia de los Ja- mados “pacientes cuales”, Categoria en la que quedan engloba- dos aquellos pacientes que padecen del diagnéstico psiquidtri- co (esquizofrenia, depresién, trastorno bipolar, trastorno limi- te) y del de adiccién. Lo que no queda claro es por qué, dentro det criterio del sen- tido comin, que lleva a clasificar ala adiccién como enfermedad, no Se consideran duales a los demas trastornos mentales que se acompasan de la ingesta de substancias psicoactivas, neurosis histérica, obsesiva, fobias. Entidades que més allé de la “clini- ca de la apariencia” del DSM IV continiian insistiendo con sus constelaciones sintométicas. El camino mojonado por la escucha nos va Nevando a con- siderar que las manifestaciones adictivas son compatibles con cualquiera de las estructuras que consideramos en el psicoand- lisis, a condicién de que las mismas reinan ciertas condiciones particulares que mas adelante trataremos de ir determinando. Claro es entonces que en nuestro criterio, sostenido por nues- traclinica, consideramos que la adiccién es un signo y quela etio- logia del desarrollo de Jas manifestaciones adictivas se encuentra ubicada en esas particulares condiciones de las estructuras. | Bato se pone de manifiesto cuando se ha podido desmontar en parte le [deologia tox(eémana, lo suficiente como para que el t | sujeto pase de considerarse una victima de las circunstancias, 0 de condiciones exteriores, o directamente del consumo de dro- Bas, y comience a interrogarse acerca de su compromiso en e! malestar que lo aqueja. El trabajo de elaboracién de la “ideolo- gia toxicémana” se continuaré desarrollando en las siguientes fases del tratamiento. 41 EL CAMINO DELA CURA Este primer tiempo de entrevistas preliminares, con el tra bajo terapéutico centrado en la produccién de la interrogacin del sujeto acerca de su malestar, y el reconocimiento de su com- promiso en la produccién del mismo, ¢s lo que consideramos el “instante de ver” en el camino de la cura del toxicémano. Es fundamental que en la medida en que se realiza este tra- bajo se consiga el "consentimiento” del paciente para el desarro- llo del tratamiento, como en cualquier abordaje terapéutice que se intente con quien demanda un tratamiento con independen- cia de las manifestaciones de su malestar. Podemos agregar que en este primer tiempo, en el que se pro- duce la inversion subjetiva necesaria para comenzar con la in~ terrogacién del malestar, se produce un cierto efecto secunda- rio, que determina que el paciente pueda ir haciendo efectivo el cumplimiento con lo que planteamos en el inicio del tratamien- to, La interrupcién del consumo como efecto de una decision del sujeto y no por coercién sobre el mismo. Esta instauracién de la abstinencia se produce en la medida en que el sujeto puede comenzar a reconocerse en et malestar que lo aqueja y que es, en general, la raz6n de la recurrencia al consumo. La droga ya “no le pega de la misma manera 4B N. lleva pocos meses de tratamiento, Ha llevado un estilo de vida ligado a la marginatidad, en una constante transgresion de las convenciones sociales. Alamparo de una cierta cuestién Ideo- logica de desacuerdo con la Sociedad a la que atribuye sus pade- cimientos. ‘En un principio ha tratado de sostenerse sin consumo a través de un esfuerzo voluntario que sostenia penosamentte, Se “aguan- taba’. Luego de algunas hesitaciones se va animando con la decision de integrarse a una Cooperativa de trabajo ), en funcion de esto, ‘se ve ensfrentadio con la realizacion de una serie de trdmites buro- créticos que no son precisamente su fuerte. Por supuesto esto dispara las ya conocidas “ganas de consu- mir”, que marcan el estilo de N. para eludir las situaciones que, on la medida en-que se puede considerar que pertenecer:@ 1a ca- tegorfa del Acto, provocarian efectos de diferencia con lo hasta el momento producido. Bfectivamente, consume. Pero luego hace wn planteo por de- mids interesante: “fue una gilada, ya no es como antes, no me sir- ve para lo que me servia antes, igual sigo “maguinando” con la historia esta de empezar con este nuevo trabajo”. Habitualmente, se refiere como una caracteristica més de las substancias psicoactiva el llamado “acostumbramiento ala droga por parte del organismo’; lo que llevaria a que el paciente tenga que irincrementando paulatinamente la cantidad de substancia consumida para poder seguir sosteniendo el efecto. Sin embargo, creo que la pérdida del efecto se inscribe mas en el campo del compromiso subjetivo con el consumo que en la cuestién fisiolégica. La pérdida del efecto 0, por el contrario, la produccién del efecto, se encuentra ligada a la cuestién sub- \ jetiva. Cuando se ha producido el reconocimiento del males- "\ tar como producto del sujeto, el efecto de la substancia se alte- ra; Hegando inclusive a perderse, Ya no sirve para producir esa modificacién buscada en la percepcidn dela realidad subjetiva. Esta se impone mis alld del téxico utilizado. 44 7 Bl camino de la cura En Bl malestar en la cultura Freud se pregunta cusl es la aspi- racién de los hombres, qué esperan de la vida y qué pretenden alcanzar en ella. Su respuesta es que aspiran a la felicidad. “Esta aspiracién tiene dos fases: un fin positivo y otro negative: Por un lado evitar el dotor y el ‘lplacer por lst, experimen: Jar intensas sensaciones placenteras. s+ Lo que en sentido mds estricto se llama felicidad, surge de la satisfaccién, casi siempre instantdnea, de necesidades acurnula- das que han aleanzado elevada tensibn, y de acuerdo con esta indole sélo puede darse como fendmeno episddico... ++ Asi, nuestras facultades de felicidad estan ya limitadas en princi- pio por nuestra propia constitucién. En cambio, nos es mucho me- nos dificil experimentar la desgracia. El sufrimiento nos amenaza or treslados: desde el propio cuerpo que, condenado a la decaden- cia y la aniquilacién, ni siquiera puede prescindir de los signos de alarma que representan el dolor y la angustia; el mundo exterior, capaz de encarnizarse con nosotros con fuerzas destructoras ¢irt- placabies: por fin, de las relaciones con otros seres humanos. El sti- frimiento que ernana de esta tiltima fuente quizd nos sea mas do- loroso que cualquier otro; tendemos a covsiderarlo como una adi- cid mds 0 menos gratuita, pese a que bien podria ser un destino tan inetudible como el sufrimiento de distinto origen. Pero los mds interesantes (para la evitacién del sufrimiento) preventivos del sufrimiento zon los que tratan de influir sobre nuestro propio organismo. «BI mds crude, pero también el mAs efectivo de los métodos des- tinado a producir esta modificacién, es el quimico: la intoxicaciOn. «Se atribuye tal cardcter benéfico a ia acci6n de los estupefa- cientes en la lucha por la felicidad y en la prevencién de la mi- seria, que tanto los individuos como los pueblos les han reserva- do un lugar permanente en su economia libidinal. No sélo se les debe el placer inmediato, sino también una muy anhelada medi- de de independencia frente al mundo exterior: Los hombres sa- en que con este “quitapenas” siempre podran escapar al peso de revel efugittne on ur nu propio rgue dese es jores condiciones para su sensibitidad”? Freud, S El malestaren la Cultura. 0. C. hiblioteca Nueva, 45 Creemos que entre los “quitapenas” no sélo deben estar los estupefacientes, sino todas aquellas drogas capaces de interve- nir sobre el S. N.C., que provocan wna alteracién 0 teacomo- damiento de la “realidad psiquica” del sujeto, o sea que, dentro de ellos, deberemos incluir los psicofarmacos. Abriendo ésto un capitulo interesante sobre los modos de intervencién en el pro- ceso de cura del toxicémano. En nuestro criterio, y siendo consecuentes con el pensamien- to freudiano, consideramos que en a posibilidad de prevencién de la “miseria” contamos también con un poderoso instrumen- to proporcionado por el método psicoanalitico, el cual posibi- lita la “transformacién de la miseria histérica (neurética) en un infortunio corriente”, como nos plantea Freud en Psicoterapia de la Histeria. El psicoanilisis es un método psicoterapéutico para el trata- miento de las enfermedades mentales que acttta “per via de le- vare”. Lo que implica que es un trabajo de levantamiento de la represién, que nos permitira reconocer las “ruinas arqueolégi- cas” de la historia del sujeto, sus modos de estructuracién, sus fracasos, las postergaciones de sus anhelos desiderativos, los sin tomas que se han ido creando como consecuencia del fracaso de la represion, ante el empuje pulsional, como modo de suplir lo fallido de ésta y poder asi seguir cumpliendo con la “razén de ser” de la estructura. “No querer saber lo sabido’’ El psicoandlisis propone a quien decide incursionar en él, como “método psicoterapéutico para el tratamiento de las en- fermedades mentales’, como lo define Freud, tratar de aleanzar la “parrhesia” respecto de si mismo. “La parrhegta (.,.) es pues cierta manera de hablar. Mas preci- samente; es una manera de decir la verdad. (...) Bs una mane- rade decir la verdad de tal modo que, por el Hecho mismo de de- itla, abrimos, nos exponemos a un riesgo. (...) La parrhesia es 46 Eleamino dela eura una manera de abrir ese riesgo ligado al decir veraz al consti- tuirnos en cierta forma como interlocutores de nosotros mismos cuando hablamos, al ligarnos al enunciado y la enunciacién de la verdad. Para terminar, la parrhesia es una manera de ligar- nos a nosotros mismas en la forma de un acto valeroso. Es el li- bre coraje por el cual uno se liga a si mismo en el acto de decir la verdad. E incluso ¢s la ética del decir veraz en su acto arriesgado y libre” (...) "¥ me parece que la veridicidad nietecheana con- ‘iste ent una manera determinada de poner en juego esta nocién cuyo origen remoto se encuentra en la nocién de parrhesia (de decir veraz) como riesgo para la persona misma que la enuncia, como riesgo aceptado por quien la enuncia.”* ‘La Historia siemprela escriben los vencedores, es por esto que uno de los efectos de un anilisis es la interesante variacion en la version de su historia, que se produce en los analizantes. En un principio, esta historia se versiona sobre la misma es- tofa que lo que hemos denominado la “ideologia toxicémana’, que en esencia es la clisién de la responsabilidad subjetiva en la produccién del malestar. Perseverando el sujeto en su posicién de objeto del goce del Otro, y en la justificacién de sus pesares, en las circunstancias, 0, en su defecto, en las arbitrariedades de un Otro omnipotente del cual el sujeto es interesadamente su lugarteniente. Quien demanda un anilisis lo hace sosteniendo la esperanza de poder realizar el encuentro con otro del Don, quea través del Amor le brinde reconocimiento y cobijo. Esto es un denomina- dor comin de quienes, como consecuencia de un padecimien- to subjetivo, buscan alivio para su mal, en el intento de abordar el mismo a través de la realizacién de un transito vehiculizado por la palabra, hacia la posibilidad del surgimiento de una inte- rrogacién acerca de los fundamentos del malestar. 8, Foucault, M, Hl gobierno de siy defor otros Clase del 12 de enero de 1983. Segunda hora. Fd: Fondo de cultura econémicé, 2009, 47 ‘oscan Gutidane? Saou | Adicciones ypsicoandlisis Lo que determinaré la diferencia entre quienes han encontra- do en las “dzoggas” el medio de aliviar el “dolor de existir” y aque- Tlos que no recurren a este medio, es el diferente grado de des- fallecimiento de la Funcién Paterna, en tino y otro caso. Lo que redunda en un mayor o menor acceso inicial al reconocimiento del Orzo, de su alteridad subjetiva, y ala mayor o menor posibi- lidad de encuentro con un alojamiento amoroso en el Otro. En ambos casos existe la esperanza, en ambos casos es im- prescindible el trabajo en las entrevistas preliminares, para que se produzca él escenario fundamental del despliegue analitico: “La transferencia™ Para su establecimiento es necesario que podamos dar este primer paso de desmontaje de la ideologfa y se produzca una in- version respecto ala posicion del paciente en relacion a la cau- salidad de su padecimiento. Pasando entonces de la postura de atribucién del mismo a los demas o las circunstancias a la po- sibilidad de reconocerse como el productor del malestar como derivacién de las relaciones del sujeto, no con el mundo exte- rior, sino con sus propios fantasmas. “Esta tiltima (dice Lacan refiriéndose ala Transferencia), si es cierto que se establece en y por la dimensién de la palabra, solo aporta la revelacién de esa relacién imaginaria una vez llegada 4a ciertos puntos cruciales del encuentro hablado con el otro, es decir, aqui con el analista. Fl discurso, desprovisto de cierta can- tidad de convenciones mediante la regla llamada fundamental, se pone a jugar mas o menos libremente respecto del discurso or- dinario, y abre al sujeto a esa equivocacién fecunda mediante la cual la palabra veridica alcanza el discturso del error, Sobre esta linea, modificando cien veces fa obra concluida, confesando su historia en primera persona, progresa el orden de las relaciones simbélicas fundamentales donde debe encontrar él tiempo, resoiviendo las detenciones e inhibicfones que constitu- yen su supery6, Para ello necesita tiempo”? Lncan, J, Seminario { Bcritou Técnicos de Freud, Editions du Seull, 1975, El camino de la cura La transferencia es un instrumento propio del anilisis, un campo a construir, donde se iré desplegando el amor y la repe- ticién, Siendo el “motor’, y al mismo tiempo, el “obsticulo” al progreso de la cura, Alla, por 1982, me preguntaba si los términos “Persona del médico, compulsién, espefismo, son, zefectos de ella 0 fundamentos de su constitucién? Decia que son “Tres términos que encontransos siempre en la transferencia, entrecruzéndose ,pareciendo dar la escenogra- fia donde puede re-presentar-se la historia de la metonimia del deseo a través de un discurso que intentard cerrar las escansio- nes que en él produce la palabra: Es asi que pademos pensar a la transferencia como producto del entrecruzamiento de la repeti- cidn con la resistencia, siendo la oscilacién entre presencia y per- sona del médico lo que vaya provocando los sucesivos movimien: tos que permiten el despliegue de la transferencia y la escucha de las escansiones."® La “relaci6n” analitica se desarrolla por caminos particula- res. Alguien le habla a otro en la medida en que supone en ese otro, un saber acerca de su goce. Tratara entonces de convertix- se en alguien amado por ese otro, para asi lograr su reconoci- miento y su “Don” Este anhelo de amor y reconocimiento es lo que imapulsa al sujeto a desplegar su discurso, intentando una y otra vez lograr la aquiescencia de ese otro sobre las “razones” que esgrime para justificar su malestar, tendiendo a que el analista se convierta en su “garante” y le aporte la “solucién” de su mal, sin tener que so- portar Ja angustia. El campo transferencial no implica, en modo alguno, que ali se despliegue una relacién interpersonal, en a medida en 10, Gatiérree Seg, O. “La transferencia y su estagnacisn’ “Notas acerca de la resisten- cia’ Actas de las Jornadas Freudianas de Madrid 3 4 de diclembre de 1982, Calee ida Ploma Rota). 49 x Gurténnez Seat | Adicciones y psicoandlisis jate una asimetria fundante del mismo. Alguien le habla que exist escucha, en tina escucha particular, en tanto, en ella, a ot afro lugar para los sentimientos que el lugar del mucr- no My falista ha dejado de lado, para su labor de escucha, las del yo. asione’ pene asi el despliegue del imaginario del analista, quien no se eneventra obligado a comprender y, menos ain, a aevogarse el privilegio de ejercer el papel de dirigir el paciente hacia el Soberano Bien. £] analista no habla, sélo sostiene una’ particular escucha a. partir de la cual sera posible la produccion de una interpreta- cin, aprovechandose de la transferencia. En el discurso del pa- ciente se desplegaran, sobre su figura, las demandas, las frustra= ciones, las inhibiciones, al compas de las diferentes encarnacio= nes de los personajes de la historia del sujeto que, por fa diné- mica propia de la transferencia, el analista esta destinado a re- presentas, pero en modo alguno actuar. De esta manera, se puede atravesar la iJusin del Amor trans- ferencial, que demanda el encuentro con una situacién de un amor incondicional, para pasar al campo de la repeticién, don- de se irdn desplegando los elementos tributarios de la estructu- ra, de los que se deriva el malestar del paciente. “Dolor de exis- tir” en tanto la existencia es penosa, fundamentalmente por la carga de los anhelos postergados que arrastra el paciente, problemas con el amor, con el sexo, con la asuncién dela fun- cign materna o paterna, son algunos de los elementos dela cons- telacion sintomatica de los pacientes. E] malestar que deriva de estas situaciones encuentra en el consumo de drogas un modo rapido y eficaz de anulacién temporaria del mismo. Cabe.con- signar que las cuestiones contenidas en esta constelacién sinto- mnatica son representantes de los anhelos de Jos pacientes, 32~ ben qué quieren, qué les proporcionaria bienestar, pero aun asi se encuentran impedidos de alcanzar sus objetivos. 50 j | Bleamino de la curs. s Recorser el camino necesario para alcanzar lo anhelado su- pone tener que soportar una carga de excitacién, de carga desi- derativa, que les resulta intolerable. Es alli donde hace su apari- cidn “las ganas de consumix”, no como efecto de ninguna absti- nencia incontrolable, no “porque el cuerpo lo pide’, sino como recurso para poner un tope a esta excitacién cargada de lo in- cestuoso, en tanto que, en su estructura, el Deseo de la madre no encuentra limites, ‘Consumir 0110 es un acto que concierne al sujeto, que tendra la posibilidad de intervenir en su produccién. La mayor o me- nor tolerancia a esta excitacién es lo que motoriza la posibilictad de producir un acto que introduzca.una variante a la cepeticion de lo coriocido o, por el contrario, insistir en ello. R. es un paciente que se encuentra en tratamiento desde hace aproximadamente un aro. Consumidor de varias substancias des- de su adolescencia, que, durante muchos artos, pudo armonizar con sus actividades profesionales. Dos afios antes de su ingreso en la Institucion sufre una episodio de descompensacién durante el cual desarrolla un deliria de tinte paranoide autorreferencial, cuyo tema central era una imaginaria relacién con una mujer que portaba los atributos del poder. Este episodio determina un tratamiento en principio psiquid- trico hasta su remisién, con posterioridad de la cual entra en un estado de marcada abulia y abandono personal, dejando todo tipo de actividades. Con varios intentos terapéuticos anteriores, cuando ingresa, 51 posicion es inicialmente de escepticismo ante ta posibitidad de transitar con resultados positivos el camino terapéutico que se le ofrece. En ese momento, si consumo era diario sin que el paciente par- ticipara en su interrupcién, en un dejarse llevar por la supuesta necesidad del consunto como medio de combatir su abulia. Las entrevistas preliminares se mantuvieron durante varios me- ses, hasta que finalmente se logré vencer la inercia de su “ideolo- gia” y el paciente comenzé a referir su historia en primera perso: 51 Oscaa Guridnnuz Secu | Adieciones y psicoandlisis na. La transferencia se comenzé ha instalar, coma resultado de lo cual comenz6 ha referir ciertos elementos importantes de su his- toria vital. Su madre habria padecido de un trastorno psicético severo, con frecuentes crisis de descompensaci6n, falleciendo cuando el ‘paciente contaba con cinco afios de edad. Su padre aparece como un personaje depresivo, poco participative, que de alguna mane- ra va dejando el cuidado de los hijos en las manos de quien es su pareja, iuego det fallecimiento de ta madre de R. La pareja del padre es reconocida por R. como quien se hizo cargo de las funciones de madre. Tiene varios hermanos, uno de ellos suicidado no mucho tiem~ po antes de su ingreso en el tratamiento, otros con caracteristicas de “depresion”, que encubren una extremada fragilidad afectiva y la dificultad de ocupar el lugar de esposos con sus parejas, que- dando siempre en una posicion infantil con respecto a elas. Mu- jeres todas de las que se definen como de “cardcter fuerte”. R. también refiere una seguidilla de relaciones con mujeres con ciertos rasgos particulares, todas con ciertos indices de enferme- dad mental, mds 0 menos importantes, De estas relaciones nacen dos hijas, con una de ellas no tiene ningiin tipo de relacién, con Ja otra, se encuentra actualmente conviviendo. Los intentos de tr articulando las repeticiones de estas parti- culares relaciones afectivas con la mujer inicial, su madre, siem- pre se topa con la respuesta de que “tenia asumida la locura desu madre y que ademds ésta habia muerto hacia ya mucho tiempo yno era un tema de preocupacién para él” En el curso del tratamiento se produce un primer momento crucial que es cuando R. comienza a referir su situacién subjeti- va ante la locura materna y, sobre todo, ante las crisis que se vefa obligado a presenciar. A partir de alli se produce una cierta modificacion de su posi- cién escéptica, realiza un importante esfuerzo para interrumpir el-consumo y, de esta manera, el tratamiento deja de estar des- mentido por él mismo. 52 pee El camino de la cura R, logra establecer la abstinencia y luego de algunas dubitacio- nes recupera su actividad profesional con buenos resultados. Lo que le permite ir pudiendo concretar una serie de anhelos poster- gados, tanto en lo econémico como en lo académico, Mejora no- toriamente [a relaci6n con su hija, pudiendo sostenerse en esa re~ lacién en la asimetria de un padre, Simulténeamente, establece un vincula afectivo que culmina en un nuevo fracaso sosteniendo un particular estilo ante esta six fuacién, que era el comin denominador en todas sus rupturas. Esta pasa sin demasiadas penas. En esta situacién R,, aduciendo diversos pretextos, deja de con- currir al tratamiento por un lapso de aproximadamente tres se- manas. Al cabo de estas tres semanas de silencio reaparece. Muy an- gustiado, lloroso, atemorizado. Dice sentirse a las puertas de una nueva descompensacién. Refiere entonces, que hace un corto tiempo ha iniciado una nueva relacién que describe como muy absoluta. “Tenia todo con ella, el consumo, la joda, el champén, la diversion con todo lo que me gusta’. Pero el Diablo mete la cola y R. “descubre” que su enamora- da tiene una actividad paralela, es lo que se define actualmente come “un gato”. Se produce la ruptura, esta vez el impacto es fuertemente sen- tido por R., quien entra en una situacién de abandono personal y de sus actividades, quedando atrapado en una situacién de ob- sesin con respecto a ella. Se dedica a perseguirla, la espia, la si- gue, etc. Todo pierde sentido, nada importa, s6lo su obsesion. Se integra al grupo terapéutico y allt refiere que ella era un ab- soluto, “era todo”, evocdndose asi la imagen de la dama de su de- lirio de tres avios atris. Se interviene sobre su discurso en el sentido de sefialar la repe- ticién de relaciones con estas mujeres “locas”. Indicando, ademas, que curiosamente el inicio de esta relacién da por tierra con cier- tos proyectos que se disponta realizar. Estos proyectos tenfan una 53 Gurisanez Sec | Adicelones y psiconndlisis particularidad, se centraban sobre aspectos de anhelos postergados que se encontraban al servicio de la satisfaccién de sus deseos ‘Su respuesta involucra a la locura de su madre. Produciendo un elemento significante que marcard un segundo momento cru- cial en la cure “Dejarla ir” dice, refiriéndose a la droga, a su viltimo amor _frustrado, y finalmente a su madre, Personaje inaugural dela se- rie. “Dejarla ir” se convierte en un pivote que produce la apertu- ra de la larga serie de situaciones de duelos, pérdidas no elabora- das que le han permitido resguardar a esa “madre loca", pero con caracteristicas de absoluto que siguen fielmente instaladas como elemento central de su repeticién. Sélo ella, tado lo demas pierde sentido ante ella, su pérdida re- sulta intolerable al tiempo que fundamental para liberar la carga libidinal que retiene y poder cargar otros objetos. Este duelo es el duclo por el reconocimiento de la Falta en el Otro, El duelo por el supuesto Goce posible, el reconocimiento de Ja ausencia como disparador de su deseo. La posibilidad de poner a trabajar estas cuestiones es brin- dada por el despliegue transferencial. Este posibilita la escucha de las escansiones del discurso del paciente y a través de la in- terpretaci6n se abre el camino a las nuevas series de representa- ciones que van mojonando el acceso al inconciente. Este incon- ciente, modelado de manera tal que implica que tenga una es- tructura de lenguaje, es algo a traduciz para poder producir un. saber, Siendo esta la funcién més cara al trabajo terapéutico. En la medida en que se avanza, en este “Tiempo de compren- der” de la cura del toxicémano, se va delineando con claridad que la cuestién del consumo es una manifestacién del malestar subjetivo, un estilo de cancelacién del mismo, Quien demanda un tratamiento lo hace condicionado por el discurso social que soporta la “ideologia’. Implicando esto que 34 ® El camino de le cura su consentimiento se encuentra dentro de los limites de que le resulta necesario “dejar la droga’, en tanto éstaes responsable del sufrimiento dela familia, la pérdida de sus relaciones, las dificul- tades en el trabajo, su propio sufrimiento, ya que, en cierto mo- mento, el consumo deja de aportar su cuota de quimica “felici dad” y se transforma en algo penoso por sus efectos. Es necesa- rio atin, que este consentimiento se extienda a la interrogacién de su subjetividad involucrada en la produccién del malestar. Es por esto que se da el encuentro con la angustia, las frus- traciones, las inhibiciones, que han sido sus fieles compaiieras durante un buen niimero de afios, aunque a partir del descubri- miento dela alquimia del consumo hayan permanecido aparen- temente silenciosas. Supone un momento crucial en el devenir dela cura y el establecimiento de la transferencia, que posibili- ta este encuentro, puede convertirse en un boomerang por de- mas efectivo. La frustracién de amor que supone es una resis- tencia que puede dar por tierra con el trabajo terapéutico, pavi- mentando el camino del abandono del tratamiento. 55 ESTRUCTURA, DESAMPARO Y ABANDONO Parafraseando un antiguo aforismo dela psiquiatria podemos decir que “no es adicto quien quiere, sino quien puede” Posibi- lidad emanada de las particularidades de Ja estructura donde se soporta la manifestacién adictiva, Particularidades determina- das por las coordenadas sobre las cuales se construye fa misma y por la funcién que cumple para el sujeto. Para el sujeto que habla el encuentro con lo sexual es en cn principio siempre incestuoso, en la medida en que su primer en- cuentro es con la demanda materna de convertirse en el Falo, como medio de enmascarar la Palta Fundamental. Esto es lo que crea la ilusién de que el Goce es posible, pero, sin embargo, ya la presencia de este significante falico es el modo de certificar lo imposible de este Goce anhelado. Queda asi este encuentro signado por el orden de una Falta fundamental, que entroniza al Falo como su significante, Don- de adviene el sujeto al universo del lenguaje qué lo preexiste, en tanto que, desde el momento de su concepcién, es nombrado por sus padres (en general, por su madre), Pero el acceso al orden de la palabra implica un primer paso de represién, represién de lo pulsional que tiene como efec- 37 6 | Adicciones y psicoanal scan Gutvim to que hablar implica la pérdida del cuerpo que se constituye come ajenidad. Se delinea asi la funcién de lo que denominamos “Estruc- tura” del sujeto: “No querer saber. ..o sabido’, sabido pero pri- mordialmente reprimido, Por lo cual lo transformaré en inac” cesible para el sujeto que lo soporta, sera “extimico” a él. Es por ello que serd necesaria la produccién de un saber acerca de ello, Del mayor 0 menor éxito de esta funcién de la estructura de- pendera la formacién de las constelaciones sintomaticas con las cuales se intentara lograr el objetivo de mantener el velamien- to de la Causa. La imposibilidad de dar cuenta de este primer encuentro, por no tener cadenas significantes que den cuenta del efecto traumé- tico del mismo, provoca la creacién de las cadenas significantes necesarias para yugular el mismo y poder salir de esta situacién, de anonadamiento. De esta forma, se comienza a construir lo que conocemos como “Bl inconciente’, el cual por sus origenes se encontrara estructurado como un lenguaje, el que sera nece- sario descifrar a lo largo de la cura. Esta produccién de cadenas significantes no se encuentra li- brada al azar, sino que se determina por las coordenadas estruc- turantes del Hamado Complejo de Edipo. Los términos del mismo los conocemos come el Deseo de la Madre y la Funcién del Nombre del Padre, los que, articulados en una operacién estructural, darn como resultado un signifi- cante que no remite a otro significante, valido para ambos sexos biolégicos, el Falo como significante de la Falta. Este es el modo a través del cual se producira el pasaje edi- pico, la Metafora Paterna, cuya operatoria depende del grado de operatividad del Nombre del Padre. El cual, en el caso de los pacientes toxicémanos se encuentra con un grado importante de desfallecimiento, a pesar del cual conservard cierto orden de 58 Estructura, desamparo y abandono Presencia que cuestiona la posibilidad de ejercer el limite nece- sario a la Omnipotencia del Otro Matern La Ley de Prohibicién del Incesto se compone de dos impe- rativos, uno dirigido al sujeto, “No te acostards con tu Madre’, €l otro dirigido a la Madre, “No reintegraras tu producto” Es justamente la interdiccién dirigida a la madre la que que- da en cierta forma en suspenso, a consecuencia de la falencia del Nombre del Padre, lo que determina que estos sujetos que- den atrapados como objeto de Goce. Con escasa capacidad metaférica se estructuran més del lado de lo que Freud denomina “Neurosis Actuales” (neurastenia, neurosis de angustia, hipocondria), por lo que su padecimien- to no se encuentra enhebrado por el Edipo, sino adquiriendo las caracteristicas de un déficit simbélico, debido a las cuales se exigen acciones en lo real del cuerpo para poder lograr su com- pensacién, Son adictos, sin palabra, en tanto el acceso aella est dificultado por la pregnancia pulsional incestuosa en la que se encuentran atrapados. La rectificacién subjetiva que propone- mos, como trabajo terapéutico, en las entrevistas preliminares, tiene como objetivo el tratar de recuperar ese acceso a la pala- bra, para que el sujeto entonces pueda nombrarse a partir de re- conocerse implicado en su devenir. Pacientes estos de gran labilidad emocional, en tanto se en- cuentran siempre en peligro de la pérdida de amor o de su con- trario, un engafioso “desborde de amor”, En ambos casos, no hay reconocimiento de su alteridad. No hay para ellos la po- sibilidad del reconocimiento del Otro como algo exterior a si mismos, por lo cual, oscilan entre su desaparicién como obje- to ante cada alejamiento afectivo, o una sensacién de avasalla- miento vehiculizada con frecuencia por fantasmas de devora- cién o de disolucién en el Otro. 59 Oscar Guridanss Sav | Adicciones y psicoandlisis El llamado “deficitario control impulsive” queda asi ligado asta escasa capacidad metaférica y a la desmentida de fa Cas traci6n, en tanto su resonancia con la Falta en el Otro, No sien- do pasible de ningun intento de “reeducacién” para adquirir la paciencia y la capacidad de postergacién. Se trata de la imposibilidad de hacer frente al incremento de la tensidn libidinal, que s6lo sera calmada a través dela accién, la cual, a diferencia del acto, sostiene al sujeto en una posicion de no implicacién en la produccién de la misma, en tanto esta accion se presenta como un desborde impulsivo ante el cual se encuentra inerme. Es entonces cuando no hay posibilidades de soportar una postergacién del impulso, siendo ésta la razén de Io insoportable del incremento tensional, el cual pone en peli- gro la débil cohesién del Yo. Este es un factor muy presente en los tratamientos, en tanto los incrementos de tensién pulsional, por ejemplo, ante la po- sibilidad de concrecién de anhelos postergados, asumen carac- teristicas de insaportables y el sujeto debe “cortocircuitar” por intermedia de la descarga implicada en la recaida. Recurriendo asi al sistema de cancelacién del malestar ofrecido por el poder anestésico del téxico. Lugar éste donde se articula con la proble- mitica de la medicacién psicofarmacolégica en las adicciones. El correlato a este déficit en el control impulsivo determi- na una intolerancia ante la angustia como sefial del incremen- to pulsional sin posibilidad de descarga. Angustia que pone en, peligro la integridad del Yo por no poder ligar el incremento tensional, que se transforma en una amenaza de avasallamien- to, que dispara el pasaje al acto. Elestablecimiento de una manifestacién adictiva implica ne- cesariamente la existencia de una particular deficiencia de la es- tructuracién narcisista, generando dificultades en el estableci- miento de un adecuado trAnsito edipico, 60 n __ Estructura, desamparo y abandono La clinica de las adicciones nos muestra la imbricacién de las manifestaciones adictivas en practicamente todas las estructu- ras de base, pero también es evidente que s6lo en aquellas en las cuales priman las dificultades narcisistas son ent fas cuales este entrelazamiento es mas estrecho, dando lugar al desarrollo de un estilo de vida que denominamos “dependencia’. En nuestra prictica partimos del concepto de una Clinica Soberana. Esto implica privilegiar el discurso de los pacientes y a las operaciones que se demuestren validas en el sentido de te- ner la capacidad de producir una modificacién de la posicién subjetiva, siendo estas coordenadas los ejes de articulacién de un “Sistema de Tratamiento” capaz de proponer, a quien pade- ce, una alternativa diferente al sistema de cancelacién del dolor de existir producido por las substancias. El objetivo de este Sistema es la produccién de la “conciencia de enfermedad” como modo de reconocimiento de la implica- cién del sujeto en el desarrolto de su malestar, posibilitando el surgimiento del interés de continuar el tiempo necesario para lograr una profundizacién de la interrogacién subjetiva hasta lograr una modificacién de su posicién ante el Otro, teniendo como efecto una mejora del bienestar. Si la responsabilidad del “ruido” productor del malestar se encuentra en mi, y es una manifestacién de mi responsabilidad con respecto al mismo, tengo también la posibilidad de desple- gar otros dispositivos para tratar de operar sobre dicho pade- cimiento, y asi poder variar las repeticiones y salir de la mono- tonia de la anestesia a Ja cual recurro cuando se despliega el or- den de la angustia o la amenaza superysica. ‘Como condicién para poder realizar este recorrido es nec ablecer la abstinencia, no como fin en si mismo, sino como condicién necesaria para poder desarrollar la cura. En la medida en la cual esta abstinencia implica la aceptacién de un sario e: 61 _y psleoandlisis tiempo de “page’, de “renuncia’, mareado por la aparicién de una falta concreta a través de la cual comiienza a hacerse pre- sente el malestar. Abandonar la queja, dejar de lado el victimismo, soportar las manifestaciones de eso ante lo cual repetidamente se ha recurri- do a su cancelacién por le via répida y engafiosa del téxico, per- der esa modalidad de “reconocimiento social” significada por el “ser adicto” y transitar por el dificil pasaje de esta pérdida de “ser’, hasta la construccién de una nueva categoria de reconocimiento, son algunas de las cuestiones que se despliegan en la cura. Los “anhelos postergados” son parte importante de lo “pe- noso” de la “miseria adictiva’, pero no son irrealizabies. Su con- crecién se encuentra suspendida por obra de las dificultades implicitas en la estructura de base. Estos sujetos adolecen del déficit inicial, en un elemento fundamental para una adecua- da constitucin yoica, en tanto el “alojamiento amoroso en el Otro” aparece fallido. Esta falla puede manifestarse a través de la vivencia de no ha- ber recibido este amor de un modo suficiente o por una excesi- va erotizacién del mismo. En ambos casos, el sujeto carecerd de uno de los elementos fundamentales para desarrollarse de una manera tal como para poder realizar los anhelos derivados del despliegue del campo desiderativo. El desarrollo de manifestaciones adictivas siempre es una dificultad sobre agregada a la enfermedad de base, En tanto el consumo de drogas proporciona un modo de cancelacién ré- pido y ofrece la posibilidad de un cierto grado de satisfaccién, otorgando, al mismo tiempo, Ia posibilidad de un reconoci- miento social a sujetos con importantes dificultades para acce- der al mismo, en la medida que uno de los rasgos de su pade- cimiento es el sostenerse en una marginalidad por su incapaci- dad de integracién. 62 Estructura, desamparo y abandons Por otra parte, dado que en lineas generales el comienzo del encuentro con las drogas es la adolescencia, con el consiguien. te encuentro con las fuentes de conflicto y malestar propios de esa etapa, tal como hemos desarrollado antes. El rasgo singular con que nos encontramos, en el trabajo con les pacientes deno- minados toxicémanos, es que se ha producido una cristalizacién de ese momento de la estructuracién del individuo, Esto hace que en estos pacientes un rasgo particular es jus- tamente el permanecer en un estado de no resolucién de estas conflictivas. No han podido desplegar recurso alguno ante ellas yel consumo los ha suspendido en el tiempo, Esta adolescencia no ha transcurrido, se encuentra “frizada” y a la espera de reso- lucién. Mientras tanto, el paciente sigue girando permanente- mente sobre el mismo punto. Esta singularidad no puede sustentar la determinacién de un campo de abordaje particular para estos pacientes. Su particula- ridad reside, como en todo sujeto, en otro lado. En lo que deno- minamos sujeto del Deseo. Para nosotros no hay razén para in- cluir a las toxicomanias en otro campo que el de la Salud Men- tal, ni tampoco de crear abordajes diferentes que el que brin da la utilizacién de las herramientas que conocemos a través de las enseitanzas de Freud. Demanda, Transferencia, Complejo de Edipo, Sujeto del Deseo. El Deseo de la Madre es una Demanda permanente de que su producto, el nuevo ser, ocupe el lugar de la Falta, quedando as{ en situacién de convertirse en objeto de su Goce. Esta De- manda es, por una parte, la que produce la posibilidad de ero- tizacién del sujeto y por otra es incesante y, por exceso 0 caren- cia, determinaré la futura estructura clinica que el sujeto debe. rd soportar en su existencia. Lacan caracteriza a esta demanda interminable como “la boca del cocodrilo’, figura por demas expresiva de este Otroprimor- dial que no tiene limites, con una Omnipotencia absoluta, tra- 63 Oscar Guriémnsz Suad | Adieciones y pico tando siempre de colocar al nifio como quien obture el lugar de su Falta. Posicién en la que el sujeto se acomoda y sostiene con firmeza en la medida que, tal como plantea Freud, los neuréti- cos estén digpuestos a reconocer y soportar su castracién; aun al precio de su impotencia, a condicién de no tener que recono- cer esa visi6n intolerable de la castracién de la Madre. Castra- cidn que no es sélo la vision de los genitales femeninos, o me- jor dicho, estos son tan sélo una expresion de la castracién in- tolerable que significa el reconocimiento del Otro como castra- do, no omnipotente. Este empuje avasallador de la Demanda materna encuentra su limite en la Funcién del Nombre del Padre, el otro término dela operacién edipica cuyo resultado es la creacién significan- te del Falo en el lugar de la Falta, La temible boca del cocodrilo encuentra en el Nombre del Padre el palo que pone el limite. Puncién que es soportada por un sujeto que ocupa el lugar de un padre. Padres los hay de diversas clases, fo que implica que la Funcion siempre se vera afectada por los limites de su portador. Hay genitores que s6lo son eso, genitores. Hay otros quienes advienen ala funcién desde el Deseo de Padre. Esto implica que existiran diferentes grados de efectividad en el cumplimiento de su funcién, 0 dicho de otra manera, diferentes grados de “des- fallecimientos” en el ejercicio de la funcién. En tanto ésta estaré en consonancia con la propia historia edipica del Padre. Entre el genitor y quien asume el lugar del Padre, hay una serie de variaciones, siendo una de las mas frecuentes la de los. “fraternos” que compiten con ¢l hijo por el alojamiento amoro- so en esa mujer que es Madre. En el “alojamiento amoroso” en el Otro materno, también hay estilos que van mas alld de lo que las convenciones sociales y morales imponen en la “categoria de Universales incuestio- 64 Estructura, desamparo y abandono nables”, Se da por sentado que existe un innato, cuasi biolégico “amor de madre’, que ademas es incondicional y eterno. Con lo cual este “amor de madre’ al que también se denomi- na “instinto maternal” queda adscripto a un factor innato que se ubica del lado de lo Instintual. Sin embargo tenemos variopintos ejemplos a través de los cuales esta aseveracion es desmentida. No siempre la maternidad biolégica se acompaiia del entretejido de una historia amorosa para con el hijo, flevando esto [a cues- tin de la maternidad al campo del Deseo de un hijo por parte de quien toma la decisién de asumirse como Madre. Es interesante detenerse un poco sobre este aspecto. Llama- ¢ivamente lo cultural echa un velo sobre la cuestién del Deseo y la sexualidad. Deesta forma, la mujer sexuada, deseante, queda subsumida porla figura impoluta y casta dela Madre. Mujer y madre pasan aser sinénimos. La Mujer pierde entonces su aspecto sexual y pasa a constituirse como Madre cuasi virginal, en un més all del Deseo, convertida en una instancia incuestionable determi- nada por la biologia y borrada subjetivamente. Es por esto que Ia cuestin de Ja Falta asume ribetes dramaticos en la medida en que da por tierra con la posibilidad de una obturacién que asegure la omnipotencia de una figura que se encarnaré como un Superyo obsceno y feroz. Si algo marca la radical diferencia con los otros especime- nes del Reino Animal es que el campo especifico del sujeto es el desiderativo. El instinto, en el ser humano, es de naturaleza Real. Por lo tanto, queda dentro de lo imposible de un modo radical. La po- sibilidad de hablar, pensar, razonar, son consecuencias de la ca- pacidad de Desear del Sujeto. Quien de este modo se aleja de lo instintual y predeterminado genéticameate. Freud introduce una interesante distincién acerca del concep- to de Instinto, tan ligado al determinismo biol6gico, creando el concepto de “Pulsién” como concepto “limite entre lo psiquico y lo somético”. Limite que debe ser entendido como radical, el 65 Oscan Guritanes Se60 | Adicciones y psiconnlisis instinto no tiene cabida en la economia psiquica del sujeto. Tan sélo lo que de él se encuentra unido ala “representacién’ tiene circulacién en el psiquismo. El “instinto” queda fuera del cam- po del sujeto, en el cual tan solo el Deseo tendré la posibilidad de determinar la estructuracién del mismo. Es por esto que la posibilidad de Madre y Padre no queda es- tablecida por una cuestién biolégica, sino fundamental y exclu- yentemente por cl Deseo de Madre o Padre, referido al hijo. Es asf que la clinica, una vez més, nos servird de hilo de Ariadna en esta cuestién de los avatares del amor parental, que va desde la ausencia de amor hasta un amor posesivo absolu- to y exclusive, pasando por el alojamiento que supone un reco- nocimiento del hijo como sujeto que ¢s el que abre la posibili- dad del establecimiento de la alteridad necesaria para aleanzar la independencia afectiva. Posicién dificil, ya que supone que el Otro materno acepte el limite del Nombre del Padre y por ende su destitucién en tan- to omnipotente. Cualquiera sea el estilo, el infante se aferrard al alojamiento ofrecido, ya que atin en el desamor sigue insistiendo la presen- cia de un Otro omnipotente del cual el sujeto sera confortable- mente su lugarteniente. Z.Mleva ya varios meses de tratamiento, Tiene un largo recorrido dentro del consumo de substancias, casi 20 afios y varios trata- mientos anteriores que hawt resultado fallides. En general, a poco de haberios terminado reaparece la manifestacién adictiva a par- tir de situaciones en las que él se encuentra en una posicién de cierto bienestar y comenzando a dar los pasos necesarios en di- reccién a la contrecién de alguna de sus anhelos pendientes. Lo que se comienza a delinear es que esta retoma del consurno tie- ne conto funcidn la tranquilizacién. Con el consumo puede cor- tar la excitacién que se acrecienta ante la posibilidad de alcan- zar lo anhelado. Este incremento se torna insoportable y es en- tonces cuando se produce el acto del consumo como intento de “volver a fojas cero” 66 _desampare y abandono En la referencia que hace de su historia se manifiesta con clari- dad una queja por lo que el paciente interpreta como desanor » despreocupacién de si madre. Se siente dolorosamente no quc, ride por ella, sostentendo en el tiempo un reclamo amoroso use no le es posible satisfac Esta repeticin de su buisqueda de amor incondicional materno {a va repitiendo en sus relaciones con las mujeres, las cuales sions pre terminan "pagandole mal” todos sus intentos de satsfaccion Finalmente, siempre ternrina decepeionado Su madre le prestaba pocaatenctn “porque trabajaba tdo e ia, no quedéndole tiempo suficiente para ocuparse de él y de sus dificultades. wise pare oxtperse ty Aporta ciertos datos acerea de a figura matern Ja figura materna que van llevan- do la cuestién al planteo de si en verdad la madre no le presta. ba la atencién reclamada por malevolencia o por impostbilided, en tanto ésta aparecta con un perfil narcisista que determinaba cierta dificultad ante el brindar amon Osea “in0 podia?” o ‘sno queria?”. Esta fue la pregunta quue sur- {16 del trabajo terapéutico. pegs Ante esta pregunta el paciente manifesta que esto, el no poder, entendido como limitacién materna, era algo que le era eae comprender racionalmente. Pero que le resultaba irspensable el aceptar que en esta madre existiera semejante limitacion Liegar a esta aceptacién era, parafraseando a R, "“dejarla iy afrontar a soledad que se ratficaba com la posiblidad de la apa. ricién del Acto que implicaba la realicacién de alguno de sus on helos. Ese era el momento en gue se disparaba la repeticin, reapare- ia lo incestuoso en el Deseo y esto debla ser cancelado con el ‘cto del consumo, A costa de si, anulando la posibilidad de desplegar su Deseo, reservaba la integridad de la Ornnipotencia del Otro Materna, ino lo hizo porgue es una hija de puta, no me quisa lo suficien. te como para hacerlo” Marcando asi un momento crucial en el desarrollo de su cura, en tanto que el producir el acto de destitucién del Otro mater. no lo deja en una situacién de desamparo. Ante esto se abren ‘Oscan Gurutansz S800 | Adiccfones y psicoandlisis dos posibilidedes: Negar a transformar el desamparo en Ia sole- Gad que abre las puertas a la busqueda de satisfaccién del De- ‘seo, implicando esto la produccién de un Acto que inscriba una marca de diferencia en la posicién del sujeto. Desplazindose de la dependencia infantil y la agotadora bis queda de un amor incondicional que asegura la presencia y el amparo del Otro materno, aun en el desamor que es negado, en ‘altima instancia, por el fantasma de que “no me queria porque no quiso, no porque no podia’. A la posibilidad de un “autori- zarse de sf mismo” que lo ubique en la responsabilidad subje- tiva de sus actos. O por el contrario, abandonar el tratamiento intentando, la mas de las veces de un. modo fallido, recompo- ner la situacién inicial de yogulacién de los anbelos « través de la intoxicacién. “Cémienza otro tiempo cuando aparece un hijo, comienza otra vida, otra particularidad de la que no somos duefios. Por eso he repetido que un hijo acontece sobre todo en su aceptaci6n, no tan- to enel deseo, sinoen la aceptacién, porque el deseo de los padres no puede contar con el deseo del hijo, pero una vez que éste viene fal mundo hay ya otro deseo que hay que aceptar. Esta es la mas nnitida figura de lo que en la clinica psicoanalitica se llama castra- Gidn: hay otro deseo (,..) En todo caso, se tengan 0 no, hay otros deseos, Sin esa aceptacién, ta vida familiar no as que sea infer- nal, es s6lo infierno, un infierno de exigencias, de amores ciertos ¥y ciegos, y dependlencias selladas. La relacién con el deseo ha de Jen, entonces, subrepticia y la relacién con ta satisfaccidn se verd ligada al dato y a la culpa. (...) La soledad da una cierta posibilidad al amon no por ser ut castigo, ni el amor una queja 0 una mera reivindicacion Condenado todo el tiempo a la decepcidn, a la Versagung, que presidié la relacidn de la nifa y también del nifio con la madre, tomar la soledad como punto de partida serd para el hombre no ppasarse la vida presumiendo de autosuficiencia y tenriendo todo el tiempo ser abandonado, y serd para la mujer no reducirse a la repeticiOn de la decepcién.”" iv Berefe, B Soledad, pertenencia y transerencia, Madrid, Ed, Sintesis, 2006. 68 LA ESTRUCTURA. EL SUJETO DELA PALABRA En Jos seres humanos no hay inmanencias, el sujeto es algo a producir, tanto como Jo inconciente y la estructura. Esta pro- duccién se desarrolla de acuerdo a los avatares del Complejo nuclear de la neurosis y, en la misma, la participacién del suje- to se encuentra determinada, en un principio, por la circuns- tancia que el nacimiento es una prematuracién. “Porque ese poder “preformativo” de la palabra es un afin irre nunciable del sujéto que habla, pues remite a una experiencia an~ terior, que es la experiencia del poder absoluto de la madre (como su figura, por el momento, mds representativa), el poder que dao quita la vida, poder que se asienta en el destierro y la expropia- cidn del sujeto reeién venido al mundo, destierro de la naturale- 24 y, en consecuencia, expropiacién del propio cuerpo (si es que uiera ser llamado propio)” propio cuerpo (isa No tenemos la posibilidad de sobrevivir sin la asistencia de otro que nos haga de inicio de soporte, y a través del cual se ira produciendo la posibilidad de ingreso en el orden de la pa~ labra Ellenguaje nos preexiste, pero es necesario, para ingresar en su universo, el ser nombrados por ese Otro. Es asi que enel ini- oo scan Guridane Sic0 | Adiccionesy psicoamdlsis jo el sujeto formard con el Otro materno una cierta relacion de cpaplementariedad. Seré el Deseo de ese Otro lo que marcari Te posibilidad y el estilo de alojamiento amoroso que se produ- sees lolamiento y estilo que seran de un peso considerable en el proceso de creacién de la estructura, Como hemos dicho anteriormente, el desarrollo det ‘Comple- jo de Edipo tiene relaci6n por €l juego de los dos términos que searcan los limites de la escena, Ambos son funciones, por una parte, ol Deseo dela madre que desarzollaré la posibilidad de peotizacién del sujeto, y para el cual, éste seré el representante Gel Balo. De esta manera, se intentaré resolver el problema de la Falta fundamental. Es por esto que el hijo siempre se encontrar reclamado, por el Deseo de la madre, a ocupar ese lugar. 1 Nombre del Padre ser4 lo que pone Jimite a la deriva me- tonimica del Deseo materno, posibilitando de esta manera que el sujeto no quede atrapado como objeto de Goce del Otro. La peracién que se produce por la puesta en juego de estas funcio- nes dara la posibilidad de creacién de un Significante particu- Jar, en tanto es un significante que no tiene su par antitético. Lo que ubica al Falo como Significante en el lugar de la Falta, signi- ficante que compete a los dos sexos, en la medida en que no hay significante particular para el hombre y para la mujer. Se produce asi la posibilidad del Alojamiento amoroso del sujeto, que tiene la particularidad de englobar también al des- cmos. De tadas maneras, como amado o rechazado, tendré un a soportaré en los inicios. wee de Goce 0 reconocimiento de la alteridad, esa es la cuestion que se juega en el desarrollo del drama edipico para cada sujeto. Una u otra posicién seré efecto de la accion det Mombre del Padre. De esta manera, Se va determinando lo que seré la futura es~ tructura, que seré el modo o estilo particular en que cada sujeto tratara de resolves la cuestién de la Falta que lo funda. 70 La estructura, Elsujeto de la palabra Cabeacé hacer referencia la diferencia de género que encon- tramos con respecto al desarrollo de las manifestaciones aii tivas, en tanto, para las mujeres el malestar tiene modos de tra- mitacién que no son accesibles al homibre, justamente, por wna cuestién de la estructura y estofa del Deseo materno. “La clinica es clara al respecto, para las mujeres la maternidad suele ser un “argumento” de peso ante el consumo de substar- cias, operando el embarazo y el parto cama un estabilizador es- tructural, produciendo una disminucién e incluso una cancela- cién del malestar motivador de la adiccién, lo cual implica una desaparicion de fendmeno adictivo, Sin por esto desemperiarse estas madres de una manera mids nociva que cualquier otra ra- dre neurotica en la crianza del vastago. El aspecto mas proble- matica de su padecimiento se encuentra referido al tipo de elec- ciones amorosas realizadas en general por ellas, el cual deriva de su propia estructura, Con haria frecuencia enipenan su vida en historias de amor repitiendo cierto cliché. Suelen enamoranse 0 al menos elegir como padres de sus hijos a sujetos con los rasgos estructurales que repiten las falencias de sus padres, quienes han sido sostenidos contra viento y marea, tratando de ocuiltar con el amor la impotencia er lo referido a desempertar adecuadamen- tela Funcidn Paterna. Haciendo posible de esta martera soste- ner unt cierto velamiento del limite que comporta estit Funcidr, tanto para el sujeto como para la madre. Pero también encontramtos casos en [os cuales la adiccién se sos- ene ante la maternidad, en estas circunstancias el desarrollo del proceso de tratamiento es arduo y frecuentemente culmina en un ‘fracaso, en tanto se nmuestran como refractarias a los intentos de abordaje terapéutico, como si las posibilidades de desarrollar ura pregunta sobre su malestar fueran escasas. Podemos pensar, en estas casos, la existencia de una “Escisién del Yo", de un alcarice y una profundidad que la torna en inaccesible al intento de ela- haracién. Es esta "Escisién del Yo" lo que marca un limite preci- so al devenir de la cura en tanto que determina lo que, parafia- seando a Freud, podriamos condensar en Ia formula de “la es- tructisra es el destino”. En toda cura sobreviene el Momento de concluir, determinado por el encuentro con una voluntad deci- ot | Adieciones y psteoanclisis Osean Gurnee s i En tanto, esta decision la de no renuncia a un lugar de Goce. En i a dacs om ea vin orden de inaccesibiidad al trabajo significante, Pre sim andose as un lugar donde se mantiene intacto algo due de niente la pérdida fundamental”. ‘Almodohistérico oal modo obsesivo, 12 estructura desatro- ard su funcién de sostener el"no querer saber lo sabice lasen el ejercicio de su funcién daran lugar a la creacion de las Hicula- iiiferentes constelaciones sintomaticas y ¢ 10s modos part ves de relacion y despliegue del Deseo, snes sintomaticas tendré “1 1g seres hu- aginatio estas “zelaciones con otro i me aqueja a los pacien- nos” lo que producira el malestar que aq} a aa malestr que se evidencia en la repeticién de los clis ee daaidos en | mode de expresion de las difi- aes 1 aprendidos en 1a infanci sin de as dis weltades del sujeto con respecto a su Deseo, sit acion q Se tratard de resolver de, por lo menos, tres manerss: La puesta en juego de las constelacio: como escenario ims Construyendo un sistema de ideas que le permita sean una posicién de prescindencia con respecte asu Laan ™ - 1 or, ala falta de recono: » indo él mismo a} desamor, & ° , achacando 8 mim jevolencia. de los otros; intentando bora cualquier compromiso subjetivo en esa Producion a fenica (legal o ilegal) como medi ‘Recurriendo ala quimnica @ 7 cesign del malestar 7, por supuesto, sosteniendo el issih At Pleas que le permita seguir sosteniendo Ia no responstoi mo inst Gon respecto @ las dificultades que s¢ le presentan co tros. erables y ernanadas de los o' ; , ‘Reconociendo que ese malestar se relaciona con dificult subjetivas que lo producen. rades Te Ganiorrex Sogo, Osea, Las aieiones, 7010, a9 tuna propuesta de abordaje clinica Bd, Letea Vis, Tan sdlo sera posible abordar la cuestién cuando el sujeto puede reconocerse en su dificultad e interrogarse con respec- toala misma, £n general, esto es algo a producir en las entrevistas preli- minares, tanto para quienes son consumidores de drogas como para guienes no to son. La clinica de las toxicomanias hace evidente ciertas parti- cularidades de la estructura de quienes recurrirén a la quimi- ca como medio de cancelar el maléstar. EJ malestar se encuen- tra relacionado con la dificultad del acceso al campo desidera- tivo, en la medida en que la posicién del sujeto como objeto del Goce materno provoca la carga incestuosa del deseo, sin la po- sibilidad de un limite de este Goce en tanto hay un pronuncia- do desfallecimiento de la Funcién del Nombre del Padre. La disfuncionalidad que encontramos en Ia estructuracién familiar de estos pacientes sigue un cierto clisé que se repite mas 9 menos con regularidad. La figura materna se encuentra cargada de omnipotencia y es la que ofrece el alojamiento al sujeto, quien queda entre los pliegues de esta presencia, ya sea como amado 0 rechazado; de todas maneras, le asegura una pertenencia y un amparo ante los avatares de la vida. Asi el sujeto se encuentra en cierta medida inerme ante este poderio ya que en general los padres (o quien soporte esa apariencia) aparecen como genitores 0, en el mejor de los casos, como fraternos, degradandose asi la Funcidn que deberian sostener. Sin una intervencién sobre e] Deseo mater- no, no tienen la capacidad de limitarlo. En la reconstruccién de Ia historia los pacientes terminan ubicando al padre como ino- perante, ya sea porque es un consumidor de drogas 0 alcohol, o simplemente han hecho mutis por el foro en los primeros afios de vida del sujeto. Esto se articula ajustadamente con las caracteristicas de es- tas mujeres que, en su eleccién de quien serd su compafiero en la concepcién del hijo, han privilegiado al genitor en desme- n Osean Gurstanaz Sac | Adiciones yp dro de Padre. Cosa guse reafirmarn et eldiscurso que sostienen ante sas hijos. sin embargo, aun destallecidos, en algun Pun’? estos padres span eumplido una funcion estructural Prueba de ello es que la peeeuctura del sujeto con manifestaclone® adictivas se continua ose baaro de los limites de lo determinado

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