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pec IsAlAH BERLIN EL SENTIDO DE LA REALIDAD SOBRE LAS IDEAS Y SU HISTORIA Edicién de Henry Hardy Introduccién por Patrick Gardiner Troduccién de Pedro Cifuentes TAURUS PENSAMIENTO wratan Bien aieas del pasado idealizado y crtcan el presente por np essa afaalsura 0 se una degeneraci Ror no estat os a acuisarles de “escapismo” iinycie ese pase | Cuarianisino ‘romantico, falta de realism« aoeeenar anti Feet omno intentos de “invertir el-relo}"y 103 us es © fueraas de la historia”, © “huir del osto dela realidad” las mejor dc los casos conmovedores, infantile y fae: al El peor “retrégrados”,“obstruccionista” 0 £3 patétcos, en o Seetgtcos", pose & esa" condenados, al final, al i ente ‘come, capaices de crear obsticulos gratuitos ee Inmediato presente y en.el Futuro. rogreso, en el recs ciage de acusacion se realiza —y se co rentemente~ con faclidad, Va gene emprend, apa $ reer glégica de los hechos" ola “marcha de la cones tr que, como las leyes de la naturaleza (con las que se - " an en parte) se piensa que son, en cierto sentido, Rees bles", proclives a tomar su rumbo cualesquiera que ce aero anes de fos eres humanos, un proceso in a al que los individuos deben amoldarse, puesto que ee Fak perecerin, que, como los ados en el verso de Séneca, zh “ducunt volenter... nolentem trahunt *.Y, sin embargo, esta for- ‘ma de pensar parece presuponer un mecanismo errel univer- 50, que quienes piensan cn tales términos no aceptan necesa- riamente, y que, desde luego, si son eswudiosos de la historia mas que metafisicos, tratan de refutar por medio de ejemplos negativos derivados de su propia experiencia y de la de otros, No obstante, incluso los que intentan rebatir esta forma de pensar s¢ encuentran con que no pueden abandonar del todo 16s conceptos en cuestiOn, porque parecen corresponderse con algiin rasgo de su concepcién de cémo suceden las cosas, a pesar de que quiza no creen en la mecénica del determinis- mo que normalmente se considera origen de los mismos 2 Déjenme tratar de aclararlo un poco. Sin duda, todo el mundo cree que existen factores que estén, en buena parte o Por completo, mas all del control humano consciente. ¥ cuando describimos tal o cual modelo como impracticable 0 topico lo que queremos decir, con frecuencia, es que resulta irrealizable frente a tales hechos o procesos incontrolables. E5- tosson de varias clases: Ambitos de la naturaleza c podemos interferir, como, por ee ; ahi no podemos alterar ni el estado de los entes en cuestién, ni tampoco las le- yesque obedecen. En cuanto al resto del mundo fisico del que * $¢ Ocupan las diversas ciencias naturales, concebimosalas eyes que lo rigen como algo que nosotros mismos no podemos alte. rar, pero proclamamos ser capaces de intervenir, hasta cierto Punto, para cambiar el estado de las cosas y las personas que obedecen a tales leyes. Algunoi creen que esas mismas venciones estin en si mismas sujeiasa leyes: que nosotros mis. mos estamos determinados totalmente por niiestro pasado; que nuestra conducta es, en! principio, enteramente calcula. ble: y que nuestra “libertad” de interferir en los procesos natu tales es, por tanto, ilusoria. Otros niegan esto total o parcial. mente, pero eso no nos concierne aqui, desde el momento en que ambos bandos quieren asegurar que extensos ambitos de {Arsen alos ave quien arratran tos ques niegan” Cras, 107, 11,en dap ‘aciin de Gleanes, uestro universo, en particular, su sector inanimado, es como €sy experimienta fo que experimenia, queramoso no. “Cuando examinamos el mundo de los seres sen bles se Piensa, ciertamente, que algunas parcelas del mismo estin go. bemadas por la “necesidad". Estan, para empezar, los efectos de la interacci6ritfatisa enire los seres humanos y la naturale, ‘os cuerpos y lo externo a ellos mismos. Se da por uesto que existen Gertas necesidades humanas basicas, de de abrigo, los recursos minimos para que la vida sea + quizd de determinadas formas de placer o de autoex. resin, de cor ni; que éstas se ven afectadas por fe- némenos tan relativamente fijos como el cima, la configura clon geogrifica y los productos de un entorno natural, que revisten la forma de instituciones econémicas, sociales, reli Biosis, y dems, cada una de las cuales es el efecto combinado de factores fisicos, biolégicos, psicolégicos, geogrificos, etcé. ss que cabe descubrir ciertas uniformidades, con arreglo a las cuales son observables ciertas pautas en las vidas tanto de individuos como de sociedades —modelos ef del tipo planteado por Plat6n y Polibio, como en las obras sagradas de los ju también de los pitagéricos y érficos, que pueden hallarse en diversas religiones y filosoffas orienta. les, , en los tiempos modernos, en las cosmotogfas de autores como Vico, Hegel, Comte, Buckle, Marx, Pareto, y en bastan. tes psicSlogos sociales, antroplogos y fildsofos de la historia contempordneos—., Estos tienden a considerar Jas institucio- humanas como no procedentes en exclusiva de propési- 108.0 deseos humanos conscientes; pero, aun teniendo debi, damente en cuenta tales propésitos conscientes, ya sea por Parte de quienes fundan, como por el de quienes utilizan o Participan en tales instituciones, subrayan las causas incons, ientes o semiinconscientes que guian a individuos y grupos, ¥ mds atin, as secuelas de los choques entre los propésitos in. conexos de seres humanos diversos, actiando cada cudka sa oclo, en parte por motivos coherentes y articulados, ei parte Por causas 0 razones poco claras para él mismo o para los de- mas, y originando, por tanto, situaciones que quizd n 2 PACRREKEEEEEREREEEEEELELE TEE EEETEEE Ex stsmpo BELA REALDAD tendiera provocar, pero que, a su ver, condicionan las vidas, caracteres y acciones de los hombres. Desde esta perspectiva, si consideramos la extension de lo gue no depende de planes humanos conscientes —el reino ‘completo de la naturaleza inanimada, cuyas ciencias no pres tan atenci6n alguna a las cuestiones humanas; y ciencias hu- ‘manas como la psicologia y la sociologia, que asumen que cierta clase de reacciones humanas y uniformidades de con- ducta basicas, tanto sociales como individuales, son suscepti bles de verse modificadas radicalmente por las intenciones de los individuos—, si tenemos todo esto en cuenta, surge la imagen de un universo cuyo comportamiento es, en princ- pid, Galqulableen gran medida, Tendemos a caer con navura- lidad bajo el influjo de esta imagen, a pensar que Ia historia crecea través de etapas inevitables, en tuna direcci6n irrever- sible, al itieiios idealsiente descriptibles, como ejemplos de la totalidad de las leyes que describen yresumen las uniformi- dades naturales en cuyos términos concebimos el comporta- miento de las cosas y de las personas. La vida del siglo xv fue ‘como fue porque constitufa una “etapa” alcanzada mediante ia fnferaccién de factores humanos y no humanos—sus ins- tituciones fueron aquellas que las necesidades humanas, medio conscientemente, medio sin saber! jeron surgi o sobrevivir, y porque la vida individual ¢ institucional del si- glo xav fue como fue, los siglos xv y xvino podian ser mas que como fueron, y no podian parecerse, por ejemplo, al it, al x © al xml, porque el siglo XIV habia hecho-que tal cosa fuese bastante “imposible”, Podemos no saber a qué leyes obedece v0 Tos precisos Factores causales que ac- tian entre la vida del individuo y la del “hormiguero social” al que pertenece, pero podemos estar seguros de que existen tales leyes y factores. Comprobamos que esto es asi al pregun- tarnos si pensamos que la historia éxplica algo, es decir, si ha arrojado algo de luz sobre el siglo xv lo ocurrido en el xiv, en el sentido de que si captamos los vinculos histéricos podre- ‘mos comprender qué es lo que hizo ser al siglo xv como fue. tal cosa es ver lo que convierte en absurdo sugerir que lo XV todo puds haber sido una exacta reproduccion de lo sucedido en el xtt! —como i el siglo x1V nunca hiubiera existido—. Y de aqui parecen derivarse ese mont6n de con- ceptos con los que comenzamos. Existe un modelo y tiese’ una direccién; no es necesariamente “progresivo”, es decir, no tenemos que creer que estamos acercéndonos de forma gradual a alguna meta “deseable’, comoquiera que define mos lo deseable; pero estamos persiguiendo una direccién definitiva ¢ irreversible; la nostalgia por cualquier etapa pasa- pues es como querer inver- tir el nexo entre causas y efectos. Podemos admirar el pasa- do, pero tratar de reproducirlo es ignorar este nexo. El roble no puede regresar al estado de bellota; un anciano no puede, por asi decitlo, desvivir lo que ya ha vivido y ser joven de nue- yo, en sentido literal, de cuerpo tanto'como de corazén y de 4nimo juveniles. Los anhelos roménticos de edades pretéritas constituyen, virtualmente, un deseo de deshacer la légica “inexorable” de los acontecimientos. Si fuese posible repro- ducir circunstancias pasadas, se romperfa la causalidad histé- rica, lo cual, desde el momento en que no podemios evitar pensar con arregio a ella, es psicolégicamente imposible, asi ‘como irracional y absurdo. Se nos podria decir que expresiones tales conto “anacro- nismo” se bastan seguramente a s{ mismas para trarismitir esta verdad: describir a alguien 0 a algo como un anacronismo equi- valea decir que uno u otro no es caracteristico del modelo ge- neral de la época. No necesitamos muchos argumentos para * convencernos de que presenta graves deficiencias un historia dor que piense que Richelieu podria haber hecho igualmenté lo que hizo en los afios cincuenta de este siglo, o que Shakes" peare podria haber escrito sus piezas de teatro en Id Antigua Roma o en la Mongolia exterior: Yse entiende que este'senti- dode lo que corresponde a cada lugar, de lo que no puede ha- ber ocurrido frente a lo que sf pudo, implica la nocién de un. proceso irreversible, donde todo pertenece a la ctapa.que.le corresponde y esté “fuera de lugar* o “fuera de tiem nente en el contexto equivocado. nemos de algunos métodas para distinguir lo real de rio, las cumbres montafiosas reales de las formaciones de nu- ‘Des, las palmerasy manantiales reales de los espejismos del de- sierto, las caracteristicas reales de una época o de una cultura de las reconstrucciones caprichosas, las alternativas reales que pueden realizarse en un momento dado de las alternativas realizables, tal ver, en otros lugares y en otros tiempos, pero “no en lasociedad o periodo en cuestién, Es con arregioa algu- no de tales principios como exponen sus postulados diversos te6ricos de la tara por qué Shakespeare 10 podria haber escrito Hamicten ta Antigua Rama, los hege- lidnos hablarfan del espfritu greco-romano, con el que no serian compatibles pensamientos, sentimientos y palabras ta- les como los de Shakespeare. Los marxistas podrian referirse a las “relaciones” y “fuerzas” de produccién, que en Roma eran de tal modo que habrian generado “i nar como lo hizo —no asi Shakespeare—. Montesquieu se ha- bria referido a la geografia, los climas, ef “espfritu dominante” de los diversos sisternas sociales; Chateaubriand, a la diferen- Spengler, ala “morfologia” auténoma de culturas y civilizacio- nes mutuamente excluyentes entre sf; y asf sucesivamente. Ser utépico, cometer anacronismos, no ser realista, ser “escapis- ta’, no entender la historia o ta vida del mundo, es no lograr entender un conjunto determinado de leyes y formulas que. cada escuela offece como clave de su explicacién acerca del POF qe To que sucede debe suceder como lo hace y no en cualquier otro orden. Lo que todas las escuelas tienen en co- min es la creencia en que existe un orden y ua clave para su én, un plan —una geometria o una geografia— de s. Quienes lo comprenden son sabios; los que nolo son vagan en la oscuridad. ; Yaun ast hay algo peculiar al respecto, tanto en la teoria como en la prictica. En la teoria, porque ningiin intento de aportar una “clave” semejante en la historia ha tenido dema- siado éxito hasta ahora, Ha arrojado, sin duela, gran cantidad te ¢ mitologia; gee Ee eee eee eee ee eee eee eee ae Issam Beau mento: antes de Vico y Montesquieu, la importancia de las GGsturmbres y las instituciones, fie! lenguajesla gramsticd) la temas legales} de la influencia dé factores ambientales y de otros asépticos factores causales continuos para explicar por qué los hombres se comportaban como k lesde luego como un instrumento para revelar la que el mundo se apareciaante los hombres como. algo relativamente remoto en el tiempo y en el espacio, 1o que sentian y decfan, y por qué y cbmo, y por cuanto tiempo y con qué efecto —todo ello era ignorado en gran medida—. Marx nos enseiié a prestar mayor atenci6n a la influencia mica y social de tos individuos; Her: der y Hegel, alas interrelaciones entre fenémenos culturales aparentemente diversos y a la vida de las instituciones; Durkheim, a las pautas sociales inintencionadas; Freud, a la nportancia de los factores irracionales e inconscientes en experiencia individual; Sorel y Jung, a la importancia de los mitos irracionales y actitudes emocionales colectivas en el comportamiento de las sociedades. Hemos aprendido mu- cho; nuestra perspectiva ha cambiado; vemos a los hombres y las sociedades desde nuevos Angulos, bajo huices diferentes. Los descubrimientos que nos han conducido a'ello son des- Cubrimientos auténticos, yla literatura histérica ha sido aans- formada por ellos. Pero la "clave" se nos escapa. No podemos siquiera, como ocurre en la astronomia 0 incluso en la geologia, dadas cier- tas condiciones iniciales, reconstruir de modo fiable, calcular el pasado o el futuro de una cultura, de una sociedad o una clase, de un individuo o de un grupo, salvo en casos tan raros yanormales, con tantas lagunas, con la ayuda de tantas hip6- tesis y rodeos ad hoc, que la observaci6n directa resulta ser ‘is econ6mica ¢ ilustrativa que esos intentos de inferencia ientifica. Si nos preguntamos cuanto somos capaces de de- cir realmente sobre un determninado periodo de tina cultura una determinada pauta de la accién humana—una guerra, una revolucién, un renacimiento del arte o de la ciencia— - 3 Prasraarirrreerereirerrerressseagas Ex stsmbo Seta seat partiendo del conocimiento de sus propios antecedentés 0 Consecuencias mas inmediatos, habremos de responder se guramente: pricticamente nada en absoluto. Ningtin histo- Fiador, por versado que esté en sociologia, cn psicologia o en cualquier teoria metafisica se atreverd a escribir historia de tun modo tan a priori. Cuando Hegel lo intent6, con el coraje de sus prejuicios antiempiricos, el resultado fue considerado ;, Cuando insiste en que las calles de las ciudades gricgas eran rectas y se cruzaban entre sien Angulo recto debido al espiritu geométrico de los grie- 0s, esté escribiendo disparates, Los te6ricos de Ia historia su- Pontan, ciertamente, que estaban equipando a los historia 35 Eeensns grandes ntimeros, y confiando en comparaciones entre sus tanciosos datos estadisticos, la orientacién general de, digs- mos, el desarrollo social y tecnolégico, nos capacitaria para desechar ciertos planes, revolucionarios y reformistas, por éni pics —no con- isiblemente anacrénicos y, por tanto, ut6picos fee n social—. Si ra deseable : R ‘pacimiento, la Reforma y la Revolucion industrial habia tenido efectivamente lugar, que las fabricas no podian ser des- manteladas ni las grandes industrias masivas podian ser re- > dios de producciéa y disteibu cocurriese después, estaba mi del hombre desviar un proceso tan incontrolable como las, (grandes uniformidades de la naturaleza, Podian diferir las opi niones respecto a lo que fucsen las auténticas leyes de este proceso, pero todos admitfan que “tales leyes existian, y que tratar de alterarlas o comportarse como si no fuesen decisivas era una ensofiacion absurda, un deseo infantil de suistituir las leyes de la ciencia por las de un fantastico cuento de ha- ‘das en el que todo es posible. : Era cierto que los grandes hombres que primeto hal obtenido el triunfo de esta nueva actitud cientifica —los 1ésofos y cientificos anticlericales de finalés del siglo Xvi y-el Jo xvm-— habian simplificado las cosas en exceso. Ellos fapontan, como algo evidente, que los hombres debian aha- Jzarse como objetos materiales en el expacio y qué sus exis tencias y pensamientos podian deducirse, en principio, de las Teyer ecinicas que regian el comportamicnto de sus ccuerpos. El siglo xix tuvo a esta v fue condenada como “mecani manes, como*materialismo vulgar” por los marxistas, como no evolucionista e insuficientemente “orgénica” por los dar- a louse Benne winistas y positivistas. Tales leyes mecdnicas podfan explicar aquello que no se ha alterado sustancialmente a lo largo de trada—las consecuencias quimicas, ‘ol6gicas y fisiolgicas permanentes de causa y efec. terrelaciones funcionales (0 estadisticas), o cualquie- Fa que fuese la categoria central de estas ciencias-~. Pero la historia no consistia en meras repeticiones a corto plazo: el desarrollo se precisaba de un principio para éxpli- car el cambi uo y no meramente la diferencia “est a". Los pensadores de! siglo xvi habjan estado d siado imbuidos por el modelo mecdnico de Newton, que no de la naturaleza, pero no el de la historia, Se necesitaba algo para descubrir las leyes hist6ricas, pero dc Ia manera en que las leyes de la biologia se habfan dife- ado de las de la quimica, no s6lo aplicéndolas auna ma- teria distinta, sino constituyendo en prin de leyes, pues la historia —para Hegel la evolucion del espi- itu, para Saint Simon o Marx el desarrollo de las relaciones sociales, para Spengler 0 Toynbee (las tiltimas voces del si- glo Wx) el desarrollo de las culturas, formas de vida més o menos aislables— obedecfa a sus propias ley maban en cuenta la conducta especifica de nai jones, clases © grupos sociales y de los individuos englobados en ellos, sin reducirlos (0 creyendo que debian 0 podian ser reduc. dos) al comportamiento de las particulas de materia en el espacio, que figuraba, adecuadamente o no, como el ideal dieciochesco mecanicista— de toda explicacién, Comprender cémo vivir y actuar, tanto en la vida privada como en la pitblica, equivalia a comprender estas leyes ya uti- lizarlas para los fines propios. Loshegelianos crefain que esto se lograba mediante una especie de ién racional; losimar- xistas, comtianos y darwinianos, a través de la investigacién Cientifica; Schelling y sus seguidores roménticos, por una vi- in inspirada “vitalista” y “creadora de mitos", mediante la n del genio artistico; y etcétera, Todas estas escue- fas crefan que la sociedad humana crecia en una direccién ex crutable, regida por leyes; que la linea fr ala ciencia de la utopia, ala eficacia de la i a CITILITLLLLLELELELLELIITTTT9T98994°' Ex stmp0 of LA EALoA2 quier esfera de la vida, era susceptible de ser descubierta por Jarazén ya observacin y podia ser trazada con mayor 0 me- nor precisién; que, en pocas palabras, habia un reloj, cuyo movimiento seguia reglas desvelables y al que no se podia dar marcha tras ~ Estas creencias se vieron bruscamente sacudidas por la evi- dencia del siglo xx. Las nociones, las ideas y las formas de de Ia evoluci6n histérica alcanzado por la humanidad, y “or ginicamente” necesarias para él, fueron quebradas 0 absohi- tamente deformadas por dirigentes nuevos y violentos: Le- nin, Stalin, Hitler. Es cierto que actuaron como k nombre de sus propias teorias hi en nombre del hegemonismo racial. Pero no cabia duda de que habian conseguido lo que hasta entonces se habia consi- derado como virtualmente imposible, contrario a k unia Gvilizacién en progreso —una violacién de las leyes. inexorabies de la historia humana—. Quedaba claro que. hombres Io bastante enérgicos y sin escripulos podfan reu- nir un grado suficiente de poder material para transformar Sus iundos de un modo mucho més radical del que se ha-. bia pensado que era posible hasta entonces; que si uno re~ chazabia verdaderamente esos conceptos morales, legales, considerados tan firm histérica como de sus condiciones uno no aborrecia el asesinato de millones de seres humanos, encontra de creencias aceptadas sobre lo que era razonable, en contra de lo que era considerado lo correct por la mayoria de su propia época, entonces podian introducirse cambios mayores de los que las “leyes” perinitian. Los seres humanos y sus instituciones resultaban ser mucho mas maleables, mu- ‘cho menos resistentes; las leyes resultaban ser bastante mas flexibles de lo que los primeros doctrinarios nos habian en- sefiado a creer. Se hablaba de una recaida en Ia barbarie, de ‘un retorno deliberado a ella que, segiin las anteriores teorfas revolucionarias, no era s6lo lamentable, sino poco menos que imposible, Era una verdad cuya recepci6n produjo toda clase de re- sistencias. Asi, cuando en Rusia un régimen exterminé abier- tay temerariamente muchos de los logros de la civilizacion occidental —tanto en lasartes como, hasta cierto punto, en las Giencias, y desde luego, en la politicay la moral—sobre ia base gia de una minoria condenada por la historia a la destruccién, este holocausto tuvo que ser presentado, no como la regresin que era, sino como la con- rio hacia adelante por parte izacién en la direccién en la que habia es- tado moviéndose con anterioridad, aunque (a diferencia de la gran Revolucién francesa) lo que ocurrié de hecho repre- sentara un cambio de direccién casi total. Tal cosa no podia probarse, porque las doctrinas en cuyo nombre se levaba a cabo la revolucién —ya las que, con bastante ironia, la revo- lucién hizo tanto por poner en peligro y desacreditar— esta- ban demasiado arraigadas como consignas oficiales radicales con las que se fingia seguir estando de acuerdo. Hitler, con un mejor sentido de su actuacién, proclamaba estar retor- nando, en efecto, a un viejo pasado y estar tratando de anular los efectos de la Tlustraci6n y de 1789; y, a pesar de que su plan fue visto como un sueiio de locos, una sidica fantasia 10 por conservadores y marxistas, ¢quién diria hoy que fracas6 por completo? Goberné apenas una docena de afios, en el transcurso de los cuales transformé el aspecto y la es tructura de la vida de sus stibditos més alld de las expectativas de los pensadores histéricos y politicos més virulentos de Eu- ropa occidental (y oriental); fue vencido al final, pero perdi6 por un margen tan estrecho que no hace falta una imagina- cién excesiva para imaginar que pudo haber ganado, y que Jas consecuencias de su victoria habrian reducido, fnaimen- te,aun sinsentido a aquellas doctrinas segan las cuales su as- censo y sus victorias eran manifiestamente iniposibles. En 1944 fue propuesto un plan en la Conferencia de Quebec por Henry Morgenthau, secretario del Tesoro de Es tados Unidos, segiin el cual se desmantelarian las industrias ‘7 x samoo De La REALOAD alemanas y todo el pais seria reconvertido de nuevo en pas tos, Se trataba de un plan que apenas podia tomarse en serio, aunque se dice —ignoro con qué credibilidad— que Roose velt fue favorable a él durante un breve periodo. En cualquier ‘caso, aquellos a quienes horrorizaba y se resistian a su aplica- cién admitian que era practicable. Pero la propia nocion de que un plan semejante pudiera ponerse en marcha habria parecido absolutamente ut6pica a la mayor parte de los his- toriadores, filésofos, estadistas y hombres licidos de finales del siglo xix —digamos que de cualquier momento antes de 1914—. Por tanto, Lenin, Hider y Si sus segui dores menores en cualquier otra parte, mas por sus actos que por sus preceptos, demostraron la verdad, estremecedora para algunos, consoladora para otros, de que los seres huma- ros son mucho més ditetiles que lo que se habia pensado has- ue dadas la voluntad de poder, el fana entonces. Las balaustradas sobre las que nos ensefiaron a apoyarnos | Jos constructores de sistemas del sigio xix han demostrado k incapaces de soportar la presién ejercida sobre ellas.[Las «éenicas d€ Ta Cvilizaci6n moderna, lejos de protegernos ton- tra recaidas en el pasado o incursiones violentas en direccio- nes impredecibles, han resultado ser las armas mas efectivas en manos de aquellos que desean c a los seres hums nos jugando con los impulsos irracionales y desafiando el marco general de la vida civilizada segiin un arbitrario mode- Io de su cosecha, La cuestion consisti6 en ver dénde estaban ispuestos a detenerse los revolticionarios —una cuestion més moral que psicol6gica—, puesto que la inercia de la'cos. tumbre, la tradicidn, el “inexorable” progreso tecnologico, se hicieron esfuerzos por probar que esos mismos asaltos se- guian una pauta, que, tanto si proventan de la derec de la izquierda, eran también —los avances del totalitaris- mo— inevitables, como un dfa se habfa proclamado que lo; Taunt Benen era el progreso hacia la libertad individual. Pero tales andlisis adolecian de la vieja y soberbia conviccién de aquellos profe. tas y visionatios decimonénicos, que pensaban que hablan Por fin el enigma de la historia, y de una ver para siempre; resulté meridiano que tinicamente se trataba de in- desanimados, por escrutar una bola de cristal, cubierta de repente, una ver mas, con la neblina de la incerti. umbre tras el espejismo reluciente de dos siglos en los que se habia sostenido que los rayos de la ciencia habian atrave. sado la noche de la ignora de nuevo, amente un desplazamiento de sombras, indeterm:, nado e insustancial, descriptibie s6lo en términos aproxima- tivos, de un inspirado ejercicio de adivinacién, de conclusio. nes corto plazo derivadas de fenémenos locales, susceptibles de ser clesbaratadas por demasiados factores desconocidos y aparentemente incognoscibles. : Elreverso de ello fue, por supuesto, una mayor fe en la eft cacia de la iva individual —la idea de que cada situa: Gi6n era mas variable de lo que se habia supuesto en épocas de mayor calma— que compla los que encontra ban la imagen ci : teleologia hege- d y les, demasiado asfi- ‘antes, demasiado intransigentes con la novedad demasiado estrechas para la afirmacién de energias revolucionar in dle energias revolucionarias, la cxperimenta ‘ rrorizaban a.aq ‘ 7 se seguirfa que existe una trayectoria més abierta a los ta- lentos, siempre y cuando éstos sean lo bastante auda derosos ¢ implacables. sae En tales circunstancias cabria preguntarse: zpor qué no somos capaces de reproducir, por ejemplo, las condiciones del siglo xv, si desedramos hacerlo? Ciertamente, no.es ficil uu LULULAUITLELEELLTLTTTTIVTVTATAIIAAT \ FL SENOD OF LA NALIDRD desbaratar las condiciones del sigio xx y reemplazarlas por algo tan diferente; no es facil, pero acaso es, con seguridad, literalmente imposible? Si Hitler, si Stalin, pudieron transfor- ‘mar sus sociedades y conmocionar al mundo en un grado tan elevado y en tan poco tempo; si Alemania pudo haber sido “pastoralizada”; si todas las voces que advierten sobre lo facil que seria poner fin a la civilizacidn humana mediante tal 0 cual arma destructiva, lo precario que es todo el entramado, estuvieran diciendo la verdad, no habra entonces un espacio parallas capacidades creativas que no sea menor que el de las capacidades destructivas? Si las cosas estén menos determi- nadas de lo que parecian, gno estarin empezando a perder su fuerza términos como “anacronismo hechos” y demas? Si podemos, dada la ocasi mayor libertad de lo que creimos que podriarios, que separa la planificaci6n ut6pica de la realista? realmente que la vida del siglo x1v es preferible a la del xx, ‘somos lo bastante decididos y tenemos suficien- tes recursos materiales, y somos numerosos y no vacitamos ‘en enviara la hoguera cuanto se nos resiste, {por qué no po- demos “regresar al pasado”? Las leyes de la naturaleza no jpiden, dado que éstasno han cambiado en los dilti- los. Qué es entonces lo que nos detiene —Io que igamos, a los fandticos neomedievales para actuar su antojo—? Porque no hay duda de que hay algo que ac- tia de ese modo, que incluso los mas extremistas entre ellos apenas creen que podrfan reproducir literalmente alguna “~ edad'de oro pretérita, la Inglaterra Feliz, el Viejo Sur o el mundo de le vert galant, en el sentido en communis. tas 0 Jos fascistas fandticos creen que pueden obligar al mun- doa sufrir una transformacién no menos violenta —désviar- 10, como sea, de su trayectoria anterior, aunque sea con un. plan tan tortnoso. : Tmiaginemos lo que entrafiariasemejante regreso.al pasado. Suponiendo que un hombre se propusiera realmente resta : blecer las condiciones de su época y lugar favoritos —recrear logtan exactamente como pudiera—, qué pasos daria? Para : “empezar, tendrfa que familiarizarse tan minuciosamente como, ¢ Isa Benue pudiera con la vida anterior que desease restablecer. Debe Presuponer que posee un cierto conocimiento sobre la for. made vida en cuestién como para haberse enamorado dé ella, ‘an profundamente. Si su conocimiento es real 0 engafioso no es relevante por el momento, Asumamos que es algo mas que un entusiasta sentimental, que es un profindo estudioso de Ia historia y las ciencias sociales; sabr entonces que, para acceder a una determinada forma de vida, es preciso hacer algo mas que llevar cierto tipo de vestimentas, comer cierta

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