El corazón tiene 4 características: contractibilidad, conductibilidad, excitabilidad,
y automatismo; esto significa que el corazón se contrae, es capaz de conducir un impulso, es excitable. La cuarta característica nos señala que el corazón es capaz de generar su propia frecuencia, por lo que late en forma automática. El impulso generado a nivel del marcapaso sinusal va a viajar a través de fibras específicas, desde la aurícula al ventrículo, lo cual va a permitir que se exciten las membranas miocárdicas contráctiles, y una vez excitado – depolarizado, estas pueden contraerse para que se verifique el mecanismo excito conductor. El impulso comienza en el nódulo sinusal, que recibe información de las 2 divisiones del sistema nervioso autónomo, de ahí el impulso se dirige hacia el nódulo aurículo ventricular, desde donde se distribuye por el fascículo AV, y sus ramas, que se dirigen al tabique interventricular, músculos papilares y paredes de los ventrículos. (haz de His, Purkinje, sincicio ventricular) Lo mismo con la repolarización: 1º se van a repolarizar las aurículas y luego los ventrículos para que a continuación se realice la relajación auricular y la relajación ventricular. El fenómeno eléctrico siempre va a anticipar o predecir el fenómeno mecánico de la relajación o la contracción. Debido a que el impulso va del nódulo sinusal al AV, se privilegia la depolarización primaria de la aurícula con respecto al ventrículo, habiendo un pequeño desfase entre la depolarización de la aurícula y el ventrículo. En un electrocardiograma (ECG) se aprecia solo los eventos eléctricos, pero estos anteceden a los eventos mecánicos. Para que se gatille la contracción del miocardio necesitamos que se haya generado la depolarización, liberando el CA** tanto del líquido extracelular como del REL a nivel del sarcómero. La contracción parte cuando estamos casi en el medio de la depolarización, y luego se produce la repolarización, con lo que los eventos mecánicos no se visualizan en el ciclo. La onda del ciclo no sirve para medir: La amplitud. Intervalos de tiempo. Características y polaridades asociadas. Las ondas que se aprecian se denominan PQRST, las que marcan un suceso determinado en el ciclo. La 1ª onda que se lee es la onda P, positiva, que corresponde a la depolarización de las aurículas previo a su contracción. Después viene el complejo QRS, que corresponde a la depolarización del ventrículo previo a su contracción. La depolarización de las aurículas queda enmascarada en el complejo QRS, debido a la diferencia de masas entre la aurícula y el ventrículo, por lo que no se aprecia. Posterior al complejo QRS, viene otra onda positiva, la onda T, la que corresponde a la repolarización de los ventrículos. Hay espacios o intervalos en los cuales no aparecen ondas: en intervalo PR marca más o menos lo que dura la depolarización auricular, el ST es un intervalo que hay entre un complejo de ondas y otros que nos va a permitir medir la frecuencia cardíaca. Generalmente el ciclo está referido a lo que sucede con el ventrículo izquierdo, pero los eventos suceden en ambos, de igual forma. Durante la fase de diástole las cámaras del corazón van a estar relajadas, también es la fase de llenado de los ventrículos. En la etapa de sístole se realiza la expulsión de la sangre a las arterias. Durante la sístole ventricular, las aurículas están recibiendo sangre (diástole auricular), las válvulas AV están cerradas. Cuando las válvulas sigmoídeas se cierran el ventrículo entra en diástole y las válvulas AV se abren pasando la sangre desde la aurícula al ventrículo. El ventrículo se llena de 3 formas, la primera es el llenado rápido, producto de las diferencias de presión entre ambas cavidades. Es en el llenado rápido donde el ventrículo recibe el 70 % de la sangre que expulsará en la sístole (volumen diastólico final). La segunda etapa corresponde al llenado lento, que se da por la disminución de las diferencias de presiones, aportando un 5%. La última corresponde a la sístole auricular, que aporta el 20-25% del volumen diastólico final. Estando las válvulas sigmoídeas cerradas, la diferencia de presión y la sístole auricular provocan posteriormente el cierre de las válvulas AV. Aquí es donde se produce la contracción isovolumétrica, donde el volumen no cambia, y la presión sube paulatinamente dentro del ventrículo. Cuando la presión ventricular supera la presión arterial, se abren las válvulas sigmoídeas, pasando la sangre desde el ventrículo a la arteria, proceso que ocurre en dos tiempos, uno llamado expulsión rápida, producto de las diferencias de presión, y otro tiempo denominado expulsión lenta, producto de la contracción o sístole ventricular. Nunca se expulsa todo el contenido ventricular, quedando un remanente de sangre en el ventrículo. La válvula sigmoídea se cierra debido a que la presión arterial es mayor que la ventricular. Previo al cierre de la válvula sigmoídea, en el final de la sístole, viene el período de la protodiástole, donde la presión ventricular está baja y donde se precede al cierre de la válvula y el comienzo de la diástole con la relajación isovolumétrica, en la que el ventrículo se relaja sin recibir ni expulsar sangre, manteniendo el remanente antes mencionado, y esperando llenarse de nuevo. Presión arterial. La presión arterial nos indica el valor de la presión que hay en la aorta durante el ciclo cardíaco (más adelante se explicará la diferencia entre los valores aórticos y pulmonares). Un valor normal de presión arterial es 120/80. El 80 significa la presión diastólica arterial antes de recibir la sangre del ventrículo. Este último debe superar ese valor para que se abran las válvulas sigmoídeas y expulsar la sangre. Cuando esto sucede las presiones del ventrículo y la de la arteria suben durante la expulsión rápida, siendo el valor de 120 la presión alcanzada por la arteria durante este período, o presión sistólica. Cambios de presión arterial. La arteria aorta se maneja con presiones bastante altas por ser un vaso de paredes ricas en fibras elásticas. Debido a su calibre opone muy poca resistencia al flujo de la sangre y puede por lo tanto distender sus paredes y después recuperar su diámetro. Posee 2 presiones, una máxima o sistólica, y mínima o diastólica, y la diferencia entre ambas presiones se conoce como presión diferencial, la que refleja como está funcionando el ventrículo a través del pulso que genera en la arteria. Es decir, que la presión diferencial depende directamente del volumen expulsivo del ventrículo durante el ciclo. Cuando la aorta se está llenando, la presión alcanza su máximo sistólico y luego decrece (sístole ventricular), alcanzando un valor determinado, para luego subir y decrecer nuevamente. El valor determinado es una cisura, entre la caída de la presión arterial y la subida posterior, y esta incisura se denomina incisura dicrótica o de cierre. Esta incisura se produce porque cuando la sangre es expulsada del ventrículo a la aorta, la válvula se cierra y esta sangre tiene tendencia a rebotar contra la válvula. En el momento del rebote encuentra a la válvula cerrada, y toda la velocidad que lleva la sangre se convierte de energía cinética a energía de presión, o sea, la incisura dicrótica acompaña al cierre de la válvula aórtica y la sangre que está a alta presión dentro de la arteria al rebotar, transforma la energía aumentando levemente la presión para volver a caer. Los valores de las presiones son diferentes en las arterias, tanto pulmonar como aórtica pero el ciclo es el mismo.
El volumen que pasa por ambos ventrículos es el mismo.
Un factor que también modifica la presión es la distensibilidad del vaso, a menor
distensibilidad el vaso es más rígido, por lo que aumenta la presión. Ondas de presión. Durante el ciclo, en la aurícula se producen ondas de presión, la primera de ellas es la onda V, que corresponde a la presión aumentada de la aurícula cuando esta se llena y coincide en el punto en el que las válvulas AV están por abrirse, o sea es la presión más alta de la aurícula antes de la apertura de las válvulas AV. La segunda onda es la onda C que coincide con la con la contracción isovolumétrica del ventrículo y con el expulsivo rápido. Cuando el ventrículo se llena en estas últimas condiciones, el volumen de sangre es tan grande que durante un momento este empuja a las válvulas AV hacia la aurícula, generando una presión dentro de la aurícula llamada onda C. La última onda es la onda A, que se relaciona con el aumento de presión de la aurícula cuando esta se contrae durante la sístole auricular para terminar de llenar el ventrículo. Volumen. Durante la fase de llenado del ventrículo el volumen máximo se denomina volumen diastólico final que aproximadamente es de 140-160 ml de sangre. Durante la expulsión en la sístole ventricular sólo se va expulsar la mitad del volumen diastólico final, y este volumen de expulsión se denomina volumen expulsivo o sistólico, que es de 60-80 ml de sangre. La otra mitad que siempre queda en el ventrículo se denomina volumen residual, 70-80 ml de sangre. Ruidos cardiacos. En un electrocardiograma se aprecia el ciclo por su comportamiento eléctrico. Existe otra forma de estudiar el ciclo y es mediante un fonocardiograma, que estudia los ruidos propios del corazón durante el ciclo. Estos ruidos son tres. 1. El primero se produce por el cierre de las válvulas AV, y se prolonga hasta poco después de la apertura de la válvula sigmoídea (aórtica), dura aprox. 0.15 seg. 2. El segundo ruido está vinculado al cierre de las válvula sigmoídea (aórtica), dando fin a la protodiástole e inicio a la diástole 3. El tercer ruido se produce al inicio del llenado rápido del ventrículo, producto de la fuerza con que entra la sangre. Los tres ruidos están presentes en el examen, y los 2 primeros se pueden escuchar mediante un fonendoscopio, el tercero no. Entre el primer y segundo ruido se puede medir el tiempo que dura la sístole. Entre el segundo y primer ruido se puede medir la diástole.