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Universidad Nacional Del Altiplano Puno

Facultad: Ciencias Sociales.

Escuela Profesional: Sociología.

MUNDO CONTEMPORÁNEO

Trabajo Monográfico

Presentado Por:

 Ilaquita Coila Pilar

 Lima Huaylla Edith Ayda

 Tapara Cotahuana José Carlos

Docente: Dr. Felix Abelardo Arizaca Torreblanca

C.U. Puno, octubre 2019.


DEDICATORIA
Dedicamos este trabajo monográfico a nuestros padres, seres fundamentales
en nuestras vidas. Sin ellos, jamás hubiese podido conseguir lo que hasta
ahora. Su tenacidad y lucha insaciable han hecho de ellos el gran ejemplo a
seguir y destacar, también dedicamos este trabajo monográfico a nuestro
docente Dr. Félix Abelardo; porque siempre nos apoya y está constantemente
reforzando nuestras ideas. A ellos este trabajo, que, sin ellos, no hubiese
podido ser.
Introducción
I. CAMBIO SOCIAL Y TRANSFORMACIONES DEL MUNDO
CONTEMPORÁNEO
Cambio social. Proceso recurrente en las sociedades humanas, sobre cuya existencia todos los
sociólogos coinciden, aunque jamás lleguen a ponerse de acuerdo sobre su ocurrencia empírica.
Posee la extraña particularidad de aumentar su visibilidad conforme aumenta su distancia.
(campos, 1998)

1. EL CONCEPTO DE CAMBIO SOCIAL

Se encontró muy rara vez una definición de cambio social; el cambio social es un término
sociológico y se caracteriza por su referencia a una unidad social. Hoy en día la sociedad no es
vista como un sistema rígido, sino como un campo blando y multidimensional de relaciones.

Ontológicamente, la sociedad vista como un estado estacionario no existe y no puede existir; lo


que realmente existe son procesos constantes en lugar de entidades estables.

Atributos y definición de cambio social: El cambio social es un concepto multidimensional, que


es visto como un proceso Durante el período de cambio muchas fuerzas están en movimiento y el
proceso es irreversible. El cambio social se centra en la solución de problemas y es un concepto
visto como positivo a pesar de las consecuencias claramente negativas con que algunas veces se
lo describe. Es también un concepto dinámico y puede ser considerado un concepto dialéctico
debido a que se presentan posiciones diferentes y contradictorias, que emergen durante el proceso
de cambio social. Parte de la dificultad para definir el cambio social es que toma diferentes formas
en diferentes teorías y en diferentes contextos. Entre las definiciones de cambio social el énfasis
es sobre las diferentes clases de cambio; la definición crucial involucra el cambio estructural en
las relaciones, organización y nexos entre los componentes sociales, un ejemplo es la siguiente
definición: “Cambio social es la alteración de patrones de conducta, de relaciones sociales,
instituciones y estructura social, en diferentes momentos”.

Otra definición implica que los cambios en las relaciones es una condición necesaria; el cambio
social resulta de un “cambio en las relaciones de los elementos de un sistema”; el modelo de un
campo sociocultural fluido también provee una definición para cambio social: “Cambio social es
la diferencia entre los estados del campo social en el tiempo”. El cambio social es referido como
un cambio en la sociedad y como un cambio de la sociedad.

El concepto básico de cambio social envuelve tres ideas: 1. Diferencia; 2. En diferentes momentos
temporales; y 3. Entre estados del mismo sistema. La idea de diferencia sugiere que el cambio
abraza todos los aspectos o al menos los aspectos centrales del sistema, produce una mutación
total y hace que se trate el nuevo sistema como uno diferente del anterior. Esto es bien ilustrado
por las revoluciones sociales, esta clase de transformación radical (término subrogado) merece ser
llamada un cambio de sistema. El cambio en el sistema es sólo parcial, restringido en su extensión
y sin mayor repercusión en otros aspectos del sistema. Cambios del tipo en ocurren cuando los
procesos y productos en una estructura llegan a ser diferentes, pero la estructura básica no cambia.
Ninguna abstracción puede dejar por fuera elementos esenciales. ¿Cuáles elementos son
esenciales a una sociedad dada, de tal modo que si ellos cambian la sociedad también? El cambio
estructural (condición suficiente) con mayor frecuencia que cualquier otro tipo de cambio,
conduce a cambios de y no solamente cambios en. La estructura social es el esqueleto sobre el
cual la sociedad y sus operaciones se apoyan; cuando esta estructura cambia lo demás es apto para
el cambio. Términos subrogados. Transformación social, cambio fundamental y cambio radical
son términos subrogados que implican cambio estructural de la sociedad y la aparición de una
nueva estructura social. Desarrollo social y modernización son también términos subrogados
mencionados con alguna frecuencia en la literatura; otros términos subrogados mencionados con
menor frecuencia son innovación y cambios políticos; estos dos últimos se usan para referirse al
cambio como resultado de esfuerzos sustanciales hechos por grupos de ciudadanos voluntarios.

2. CARACTERÍSTICAS DEL CAMBIO SOCIAL

Algunos autores identifican el cambio social con la noción de progreso, entendida como
evolución sociocultural (Escalante y Miñano, 1982).

Este término de uso antropológico, hace referencia a las variaciones innovativas efectuadas en el
marco de una cultura. Se trataría de un mecanismo activo para el mejoramiento social que afecta
su estructura y funcionamiento merced a la variedad y frecuencia de intercambios que se
establecen entre los elementos de la cultura con otros de carácter foráneo, en lo que se conoce
como difusión.

El concepto de innovación, como se utiliza aquí, significa un nuevo elemento que se pone a
disposición de la cultura. Entonces, para la cultura, la fuerza que inicia el cambio es la promesa
de una innovación. La innovación ocurre allí donde por lo general existe una necesidad claramente
señalada; no obstante, la necesidad no explica por sí misma la innovación, aquella sólo constituye
el terreno fértil que espera la semilla, la misma que proviene por lo general de contextos diferentes
a los que genera la necesidad. Según White (1949), toda unidad cultural se encuentra conformada
por tres subsistemas: tecnológicos, sociales e ideológicos. El primero se encuentra representado
tanto por la totalidad de los instrumentos físicos de que dispone el grupo para satisfacer sus
necesidades, así como por el "saber hacer" imprescindible para ponerlos en funcionamiento. El
subsistema social está estructurado por el mundo de relaciones interpersonales y de grupo que
configuran los patrones de conducta en los ámbitos sociales, políticos, económico, parental, ético,
laboral, recreacional, etc. Por su parte los subsistemas ideológicos, se encuentran conformados
por el conjunto de creencias y que no son otra cosa que la interpretación de los fenómenos
cotidianos que incumben al individuo y la sociedad en su conjunto.

Biesanz y Biesanz (1958) señalan a las siguientes premisas como principios generales que
gobiernan el cambio social:

a) La predisposición al cambio
Ciertos subsistemas son más permeables al cambio que otros. De esta manera, existe
normalmente predisposición para aceptar unos cambios y no otros. Por ejemplo,
estamos naturalmente inclinados a aceptar con cierta facilidad nuevos avances de la
ciencia médica o las siempre cambiantes sugerencias que nos hacen las corrientes de
la moda internacional. Sin embargo, ciertas innovaciones de tipo social como aquellas
que promueven alteraciones en las normas familiares con el propósito de promover
nuevas formas de conducta, no suelen aceptarse con la misma facilidad. Por lo tanto,
las innovaciones en el subsistema social e ideológico ofrecerían mayores resistencias
que las que ocurren en los subsistemas tecnológicos.
b) La difusión
Entendida como un proceso a través del cual cierto grupo humano pudieron llegar a
conocer las elaboraciones culturales y las experiencias de cambio de otros grupos
humanos. Se considera la difusión como un proceso iniciador del cambio y opera unas
veces de manera accidental, por imitación, por presión o por interés propio, pero
siempre desde fuera del sistema.
c) La crisis es un facilitador del cambio
Se dice que las innovaciones son aceptadas con mayor facilidad cuando el grupo en
cuestión se encuentra atravesando un período de crisis o desorganización social. Por
ejemplo, en situación crítica una familia puede revisar sus normas y permitir el trabajo
de los hijos como estrategia de supervivencia.
d) La aceptación del cambio tiene un sentido pragmático
Los nuevos elementos culturales deben demostrar su eficacia antes de que sean
plenamente asimilados por el grupo. Muchas iniciativas de cambio son resistidas
simplemente porque su asimilación produce subproductos o efectos colaterales
indeseables. Por lo tanto, parece necesario demostrar la utilidad de la innovación y su
capacidad para integrarse simbiótica y sinérgicamente con otros elementos de la
cultura.
e) En todo grupo hay quienes están a favor y en contra de los cambios. Por lo general,
tanto las fuerzas de oposición como las orientadas al cambio nunca se encuentran en
perfecto equilibrio y sus influencias adoptan valores diferenciales que influyen sobre
el resultado de la iniciativa de cambio.
f) Los aspectos consagrados de la cultura suelen oponerse al cambio
La fuerza del cambio merma cuando la propuesta entra en conflicto con los intereses
consagrados de la cultura. Alguna de nuestras instituciones sociales, pese a requerirlo,
pueden rechazar el cambio, por estar ligadas a ciertas normas o prácticas consideradas
como inmutables. Son un ejemplo, aquellos elementos sociales que soportan prácticas
religiosas, rituales, fiestas patronales, etc., que se mantienen merced a la fuerza de los
valores, creencias y atribuciones de la gente.
g) Innovaciones en un subsistema facilitan la asimilación del cambio en otros subsistemas
La adopción del cambio en un subsistema puede constituirse en un facilitador si sus
efectos pueden trascender a otros ámbitos o componentes del sistema. A este efecto se
denomina generalización del cambio y constituye una condición deseable del proceso
y base de su sostenibilidad.
h) Todo individuo es portador de una cultura y los cambios se canalizan por su
intermedio. Invariablemente, los cambios son introducidos en la comunidad a través
de los individuos, penetrando así en su cultura. Esto destaca la importancia de la
aproximación psicológica en el abordaje del cambio social.
i) El cambio social es posible sólo en el marco de las sociedades humanas. Al parecer, el
cambio es una constante social al extremo de permitir afirmar que lo único permanente
es el cambio mismo.

II. SOCIOLOGIA DE LAS TRANFORMACIONES SOCIALES


1. CAMBIO DE ÉPOCA

En la Europa Occidental, y tras constatar el gran protagonismo popular en los desenlaces de las
grandes guerras, se consigue llegar a cotas desconocidas hasta entonces de democratización
política y, no por casualidad, de participación social en los beneficios del crecimiento económico.
Ello toma la forma de políticas sociales, surgidas a partir de los inicios del siglo XX y consagradas
a partir de 1945 en la forma de Estado de Bienestar. Democratización y redistribución aparecen
entonces conectadas, gracias al mecanismo excepcional de regulación del orden mercantil que
significaron las políticas fiscales, justificado por la voluntad política de garantizar una cierta forma
de justicia social con los más débiles.

Ese modelo, en el que coincidían ámbito territorial del Estado, población sujeta a su soberanía,
sistema de producción de masas, mercado de intercambio económico y reglas que fijaban
relaciones de todo tipo, desde una lógica de participación de la ciudadana en su determinación, fue
adquiriendo dimensiones de modelo canónico y aparentemente indiscutido.

En los últimos 30 años, muchas cosas han cambiado al respecto. Los principales parámetros
socioeconómicos y culturales que fueron sirviendo de base a la sociedad industrial están quedando
atrás a marchas forzadas, y muchos de los instrumentos de análisis que nos habían ayudado para
entender las transformaciones del Estado liberal al Estado fordista y keynesiano de bienestar,
resultan ya claramente inservibles. Ha sido entonces cuando hemos visto que esa estructura de
redistribución no se basaba en criterios compartidos de justicia social ni en un consenso sobre los
derechos fundamentales, sino simplemente en la existencia o no de dinero, una variable muy frágil
en plena crisis de fiscalidad. En efecto, estos cambios no han encontrado a los poderes públicos en
su mejor momento. El mercado y el poder económico subyacente se han globalizado, mientras las
instituciones políticas, y el poder que de ellas emana, siguen en buena parte anclados al territorio.
Y es en ese territorio donde los problemas que generan la mundialización económica y los procesos
de individualización se manifiestan diariamente. La fragmentación institucional aumenta, y el
Estado pierde peso hacia arriba (instituciones supraestatales), hacia abajo (procesos de
descentralización, devolution, etc.), y hacia los lados (con un gran incremento de los partenariados
públicos-privados, con gestión privada de servicios públicos, y con presencia cada vez mayor de
organizaciones sin ánimo de lucro presentes en el escenario público). Al mismo tiempo,
comprobamos como la lógica jerárquica que ha caracterizado siempre al ejercicio del poder no
sirve hoy para entender los procesos de decisión pública, basados cada vez más en lógicas de
interdependencia, de capacidad de influencia, de poder relacional, y cada vez menos en estatuto
orgánico o en ejercicio de jerarquía formal. Hemos descubierto que el Estado no es ya la
representación democrática de un conjunto de individuos, sino un simple actor más en el escenario
social. Un actor más, y no el más fuerte, en la dinámica del mercado global. Un actor que resulta
cada vez más condicionado y limitado en su capacidad de acción por la creciente colusión de sus
políticas con los intereses privados.

¿Cómo han ido afectando los elementos que han propiciado el cambio de época aludido a las
políticas sociales? En las dos últimas décadas, hemos ido asistiendo a la transición de los tipos del
modelo clásico de bienestar a nuevas visiones de la política social. El ciclo de reestructuración,
desde 1985 y mucho más intensamente durante la década de 1990, se presenta como un proceso
complejo y multidimensional. Los múltiples cambios estructurales, de fondo, sitúan a las políticas
sociales en la necesidad de una redefinición estratégica. Coincidimos con muchos autores que
caracterizan este ciclo de reestructuración como una fase de cambio de paradigma social, de
alcance similar al que representó la transición del Antiguo Régimen a la sociedad industrial, o de
ésta a la fase del Estado social-keynesiano, en un sistema de producción que se ha denominado
fordista. Estaríamos pues ante una tercera ruptura histórica contemporánea de gran magnitud, a la
que nosotros hemos aludido como cambio de época. ¿Cómo afecta todo ello al papel de las
políticas públicas en general y de las políticas sociales en particular, así como en su respectivo
impacto en los procesos de cambio y transformación social? Desde nuestro punto de vista, las
dimensiones de cambio son varias. La primera que queremos destacar es el paso de una sociedad
de clases a una sociedad con multiplicidad de ejes de desigualdad, que puede dar niveles más altos
de riqueza para algunos, pero también nuevos espacios de exclusión social. Todo ello ha ido
obligando a reestructurar los regímenes de protección social, con cambios en los sistemas públicos
de salud y de pensiones (con numerosas propuestas de retrasar la edad de jubilación); y ha obligado
a buscar respuestas nuevas contra el paro juvenil y el paro de larga duración, creando también
políticas de rentas mínimas y servicios sociales y políticas urbanas orientadas hacia la vivienda
social y la regeneración de barrios muy afectados y degradados. Vemos también como se ha ido
pasando de una economía industrial-fordista a una economía cada vez más terciarizada, con
procesos de globalización galopantes y, de forma simultánea, revalorizadora del ámbito local. Una
economía muy intensiva en capital y conocimiento, y mucho más flexible en sus aspectos
productivos y laborales. Todo esto ha impactado en el ámbito de las políticas de empleo, causando
procesos de precarización generalizada, y con constantes cambios en las prestaciones por
desempleo, por despido, o en los horarios y la jornada de trabajo. Por otro lado, otra dimensión de
cambio muy importante se ha ubicado en la esfera familiar y en las relaciones de género. El
predominio de la familia nuclear, con esquemas rígidos y estables de relación entre los ámbitos
doméstico y profesional, sobre la base de relaciones patriarcales de género, ha ido dejando paso a
una pluralidad de nuevas formas de convivencia, con altos índices de monoparentalidad, y a nuevas
lógicas de relación empleo-familia a partir del cuestionamiento de los roles tradicionales por sexo.
Todo ello ha conllevado la aparición de un espacio político de género. En él, se articulan políticas
con raíces en el modelo de doble salario, programas de igualdad en el empleo y servicios a las
familias (educación infantil, residencias de ancianos, etc.).

2. La exclusión social: continuidad y discontinuidad en las lógicas de desigualdad

¿Cómo han cambiado las desigualdades? ¿Por qué hablamos de exclusión social y no de pobreza?
El rápido proceso de cambio ha desencadenado transformaciones significativas en la estructura
social. Las coordenadas en las que se fundamentó la sociedad industrial y su modelo centrado en
la soberanía de los Estados-nación y en las políticas económicas de corte keynesiano ya no
funcionan como antes, y ha sido entonces cuando las sociedades europeas avanzadas han ido
redescubriendo que la desigualdad no estaba superada. Se ha ido percibiendo que las políticas que
trabajosamente habían construido para tratar de responder a los desequilibrios que “naturalmente”
iba generando la economía de mercado, dejaban paulatinamente de funcionar de manera adecuada
en el nuevo escenario de la globalización. Como ya hemos analizado, el llamado Estado de
Bienestar surge como respuesta a los problemas de pobreza, definida ésta en términos relativos y
en clave de carencia de recursos económicos. Así, los Estados de bienestar europeos transitaron
por la década de 1980 con capas minoritarias, pero no residuales de la población en situación de
pobreza. Durante la década de 1990, y a caballo de la maduración de grandes cambios estructurales
(socioeconómicos, demográficos, tecnológicos, ambientales, familiares, de género, de valores,
etc.), la falta de adecuación entre un concepto muy marcado por la dualidad “tener” o “no tener”,
y la compleja realidad que marcaba otros escenarios de desigualdad fue obligando a repensar la
situación. De esta manera, el concepto de “pobreza” ha ido siendo cada vez más reemplazado por
el de “exclusión social”. Con este concepto se engloba la pobreza pero también se va más allá. La
exclusión social, como realidad de hecho, no es algo básicamente nuevo, puede inscribirse en la
trayectoria histórica de las desigualdades sociales. Sus antecedentes son claros –el marco histórico
de las sociedades contemporáneas– y se remontan a lo que fueron las necesidades colectivas que
se plantearon desde el inicio de los procesos de industrialización y urbanización masiva, durante
los siglos XIX y XX. Ahora bien, en estos momentos, la exclusión social expresa la nueva
configuración de las desigualdades en el contexto actual de transición hacia lo que se ha dado en
llamar “sociedad del conocimiento”. La cuestión social se transforma y adquiere una nueva
naturaleza en las emergentes sociedades tecnológicas avanzadas. La exclusión social es, en buena
parte, el reflejo de esa nueva naturaleza. Pero, ¿cuál es la novedad? Sintetizando, podríamos decir
que la vieja sociedad industrial originaba conflictos básicamente centrados en las dinámicas de
clase, que dada su unidimensionalidad (vinculada a las distintas posiciones de unos y otros en el
sistema productivo), no llegaban a romper los parámetros básicos de la integración social, cuando,
por otra parte, se mantenían las estructuras de socialización tradicionales (familia, barrio y trabajo).
Ahora, en cambio, en un contexto de creciente heterogeneidad e individualización social, la
exclusión va más allá de las desigualdades verticales del modelo industrial. La novedad radica en
que la exclusión implica fracturas en el tejido social, la ruptura de ciertas coordenadas básicas de
integración. Y, en consecuencia, la aparición de una nueva escisión social en términos de
dentro/fuera. Es a partir de ahí cuando podemos hablar de nuevos colectivos excluidos. La
exclusión no refleja una situación estática y estable, sino que apunta más bien a una dinámica. Con
el término “exclusión” nos referimos mucho más a un proceso (o un conjunto de procesos) que a
una situación estable.

3. NUEVOS ESQUEMAS DE ACCIÓN, NUEVOS PROTAGONISMOS EN LA


ESFERA PÚBLICA

¿Si no nos sirve lo que hacíamos hasta ahora, cómo afrontar los nuevos problemas? En este artículo
se pretende establecer tanto líneas para nuevos diagnósticos, como sugerir vías de cambio y de
innovación. A partir de lo hasta aquí mencionado, podríamos por tanto tratar de construir una
agenda de políticas públicas contra la exclusión social, teniendo en especial consideración aquellos
aspectos que afectan especialmente a los ámbitos urbanos de alta densidad, como son el
desempleo, la degradación urbana y espacial y los temas de seguridad. Dicha agenda debería
caracterizarse por su enfoque multidisciplinar y multifactorial ya que requeriría de un abordaje de
la exclusión social desde todas las dimensiones sectoriales y temáticas implicadas. Y no sólo eso.
En la lucha contra la exclusión, es importante qué se hace, pero lo es igualmente cómo se hace, es
decir, las formas de trabajar y abordar las dinámicas y situaciones de exclusión. En este sentido,
planteamos principalmente la lista de políticas que entendemos como fundamental, para pasar
luego a centrarnos en los criterios, entendidos como los parámetros instrumentales o
metodológicos que deberían incorporar las acciones y prácticas por la inclusión social. Las
políticas contra la exclusión social deben combinar aspectos relacionados con la universalización
de servicios sociales y rentas básicas; aspectos vinculados a la exclusión laboral y a la calidad del
empleo; acciones relacionadas con la vivienda social y la regeneración integral de barrios;
iniciativas en el campo sociosanitario; políticas educativas comunitarias e integrales, con especial
incidencia en los temas de fractura cognitiva y digital; iniciativas en el campo de los derechos de
ciudadanía e interculturalidad; políticas dirigidas a la plena igualdad de género; políticas integrales
de ciclo de vida, centrada en colectivos como la infancia, la adolescencia y la gente mayor
vulnerable; y políticas que fomenten el ámbito relacional y la creación de capital social.
III. IDEOLOGIAS PREDOMINANES DE LA PRE Y POST
GUERRA

1. EL FASCISMO

La ideología del fascismo está centrada en el Estado, imponiendo un gran nacionalismo. ¿Por qué?
Es importante pensar que en Italia surgió un gran conflicto interno durante la Primera Guerra; lo
que la llevó a desorganización, rebeldía y descontrol por parte de las tropas. Nadie querría defender
algo impropio. Italia sufría de una gran falta de patriotismo a nivel general. En un principio, esto
se «parcheó» con la creación de un himno nacional y símbolos patrios, al no obtener la mejoría
esperada, se elaboró esta ideología.
Si razonamos acerca del lugar de Italia en las Guerras, podemos ver que en la Gran Guerra, Italia
estuvo del lado de los vencedores (Francia, Inglaterra, Rusia). En la Segunda Guerra, estuvo aliada
con el enemigo (con Alemania y Turquía). ¿Por qué? Esto se debe a que el fascismo tuvo una gran
aceptación en los países aliados a sus enemigos anteriores.

2. FASCISMO ITALIANO Y ALEMÁN

 En el fascismo italiano empezaron a plantearse diferentes temáticas acerca de puntos con


gran controversia en el mundo. Un ejemplo es la religión. Mussolini, al implementar el
fascismo, dejó de lado la religión. Al principio, nadie puso resistencia al paro del fomento
de la religión; pero unos años después, el mismo Vaticano desobedeció al gobierno de
facto, lo que conllevó a una disputa entre Italia y el Vaticano. En oposición a dicha medida,
el vaticano abrió una radio llamada «Radio Vaticano», en 1931.
 En el fascismo alemán o mejor dicho, la mutación del fascismo, el nazismo, se dirigía por
un régimen discriminatorio y violento, en donde una persona distinta era un enemigo. Los
nazis siempre sostuvieron este punto de vista. Un caso famoso fue el tema de la eliminación
del pueblo judío.

Al mantener una política, creencia y pensamiento distinto, el pueblo alemán los empezó a
discriminar de forma tal que, por el hecho de pensar distinto, se debían exiliar (sólo durante
el principio). Más entrados los años, todo aquel que fuese de pensamientos diferentes
era considerado como un criminal, y debía ser encarcelado y aprisionado por eso.
Tuvo una gran importancia en la guerra. Ese poder de organización y sensación popular de
patriotismo o nacionalismo siempre cae en juego cuando se trata de una guerra. Esto se debe
principalmente a que, cuando se trata de algo tan grande como una guerra, ser una nación
organizada y controlada es fundamental. Como ya dijimos, característica propia del fascismo y el
nazismo.

Durante la guerra, lo que más importa es la estrategia y el plan de ataque; no importa el número.
El fascismo y todas sus derivaciones fueron fundamentales para todo el desarrollo de la guerra. Si
analizamos la Segunda Guerra Mundial, a priori podemos ver que el Eje (grupo de aliados
Alemania, Italia, Japón) fracasó es su intento de gobernar la economía mundial, y hasta de
conquistar ciertos territorios. Esto sucedió por un ataque realizado por los aliados en un momento
de defensas bajas de Alemania. Como podemos observar, no se necesita más que un momento de
descuido para ganar una guerra.

En conclusión, Alemánia, Italia, y, en parte Japón, fueron postulantes con grandes posibilidades
de ganar esta Guerra. Tenían todos los factores que contribuían a la posible victoria resueltos; pero
bastaron unos días de descontrol de la situación para conocer la derrota, por segunda vez.

Toda aquella organización y sentimiento nacionalista que ganaron durante el desarrollo del
fascismo propio de cada país fue a parar a la basura. Estas naciones sufrieron tanto conflictos
internos como diferenciación, pobreza y otros, solo por las ambiciones de sus gobernantes. Aparte
de todo esto, contaban con el sentimiento de fracaso.

3. NAZISMO

Alemania, al establecer el fascismo, tuvo una inmediata aceptación popular. Las diferencias entre
el nazismo, surgido del fascismo, y el fascismo propio de Italia fueron los extremos alcanzados.
El nazismo fue tan impuesto, tan adoctrinado en la sociedad, y, además, acompañado por un
muy fuerte gobierno, que logró una gran imposición en la sociedad. El fascismo Italiano fue
mucho más atenuado, más tenue respecto a la aceptación popular.

El nazismo, tan aceptado, alcanzó limites mucho más extremos que el fascismo, llegando
al racismo extremo, en donde pertenecer a una raza distinta estaba castigado con pena
de muerte. Lo más impactante de este movimiento fue lo retorcido que era y la aceptación que
tenía.
A esta aceptación y aliento popular que tenía, se le debe la gran capacidad de organización. A la
hora de un aviso publico, discurso o desfile, las grandes masas se organizaban en cuestión de
pocos minutos, siendo lo normal una hora de organización.

Impresionantemente, esta ideología tuvo un muy mal resultado.

IV. CARACTERÍSTICAS Y CONSECUENCIAS SOCIO


POLÍTICAS DE LA POST GUERRA.

 1941. Roosevelt y Churchill firman la Carta Atlántica. Acuerdan devolver la soberanía a


las naciones ocupadas por las potencias del Eje.
 1943. Conferencia de Teherán (Churchill, Roosevelt y Stalin). Stalin consigue el
reconocimiento de la anexión del este de Polonia.
 Febrero de 1945. Conferencia de Yalta (Crimea). En ella “los tres grandes” acordaron los
detalles del final de la guerra:
o Se establecieron las fronteras entre los territorios liberados por soviéticos y
occidentales, que quedarían bajo su tutela y en los que se convocarían elecciones libres.
o División de Alemania en cuatro zonas.
o Propuesta de creación de la ONU.

 Julio-agosto de 1945. Conferencia de Postdam. Se organizó el futuro de Alemania y se


fijaron las fronteras de Polonia. Las tensiones entre Truman y Stalin (incumple los acuerdos
de Yalta sobre los gobiernos de Europa Oriental) dificultaron otros acuerdos y anuncian la
guerra fría.
 1946. Conferencia de París. Tratados de paz con diversos países.

1. LA ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS


A propuesta de Roosevelt, la Conferencia de Yalta decidió crear una Organización de las Naciones
Unidas (ONU) que sustituyera a la Sociedad de Naciones. En abril de 1945 se reunió una
conferencia internacional en San Francisco a la que acudieron delegaciones de 50 países. El 25 de
junio se aprobó la Carta de las Naciones Unidas en la que se proclamaban cuatro grandes objetivos:
mantener la paz y la seguridad internacional, fomentar las relaciones amistosas entre los países,
fomentar la cooperación internacional en todos los ámbitos y servir de centro impulsor que
armonizase los esfuerzos de las naciones para conseguir estos propósitos . La ONU se dotó de unas
instituciones entre las que destaca el Consejo de Seguridad, su órgano principal y de mayor poder
decisorio. El Consejo tenía la potestad de adoptar resoluciones obligatorias para los Estados
miembros. Las cinco potencias vencedoras de la guerra (EEUU, la URSS, Gran Bretaña, Francia
y China) tendrían derecho de veto sobre cualquier resolución. La ONU nació en medio de grandes
expectativas, sin embargo, la ruptura entre los Aliados con el inicio de la guerra fría bloqueó el
funcionamiento del Consejo de Seguridad, a través del uso del derecho de veto de las grandes
potencias enfrentadas, y paralizó en gran medida a la organización.

Lo más importante:

 El expansionismo de los países del Eje (Alemania, Italia y Japón) desencadenó la guerra
mundial con el ataque nazi a Polonia en septiembre de 1939.
 La Alemania nazi inició una serie de conquistas en Europa que culminaron con la invasión
de Francia en mayo de 1940.
 El Reino Unido consiguió frenar el ataque aéreo alemán en el verano y otoño de 1940. En
los meses siguientes, la guerra se extendió al norte de África y los Balcanes.
 El ingreso en la guerra de la URSS y EEUU cambió la relación de poder entre los
contendientes a favor de los Aliados
 La batalla de Stalingrado (1942-43) marcó el cambio de signo de la guerra. En adelante,
las potencias del Eje se batieron en retirada.
 Tras el desembarco de Normandía (1944) y el avance del Ejército soviético, la batalla de
Alemania concluyó con el suicidio de Hitler y la rendición incondicional alemana en mayo
de 1945.
 La guerra en el Pacífico concluyó en septiembre tras el lanzamiento por parte de EEUU de
dos bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en Japón.
 Durante el conflicto la política racista nazi desencadenó el holocausto de la población judía
europea.
 Tras la guerra se creó la Organización de las Naciones Unidas (ONU), organización
internacional encargada de velar por la paz y seguridad mundial.
 La abstracción se impuso en la pintura y la escultura tras la segunda guerra mundial. EEUU
y Nueva York se convirtieron en los nuevos centros del arte mundial.

V. GUERRA FRÍA: PROCESO, CARACTERÍSTICAS E


INFLUENCIA.

El concepto de Guerra Fría alude a un período de la historia mundial de casi medio siglo, marcado
por la tensión permanente entre las dos superpotencias que lideraban el orden internacional: EEUU
y la URSS.

Este conflicto derivaba de razones ideológicas: el gobierno soviético defendía un modelo


comunista, que propugnaba la desaparición de la propiedad privada, las clases sociales y del
mercado. Apostaba al control del sistema económico por parte del Estado y a un sistema político
de Partido Único. En tanto, el gobierno estadounidense apoyaba un modelo capitalista, cuyos
principios básicos eran la libertad de comercio, el predominio del mercado en la esfera económica,
la propiedad privada de los bienes y una mínima intervención del Estado en la economía. Para
EEUU y sus aliados, la Guerra Fría era una reacción del “mundo libre” frente al expansionismo
soviético; no obstante, para la URSS y sus aliados, el conflicto derivaba de que el capitalismo y
los países que lo representaban habían iniciado una ofensiva contra el mundo socialista. En el
marco de esta rivalidad, ambas superpotencias procuraron extender su influencia a otros Estados,
valiéndose de diversos medios, como la intervención en la política interna de estos países, el
espionaje, la propaganda o la entrega de ayuda económica a cambio del apoyo a la respectiva
potencia. Para los países del mundo, fue imposible sustraerse de este conflicto, pues la política
internacional se ordenó a partir de una lógica de bloques: o se era partidario de la URSS o se
apoyaba a EEUU. La Guerra Fría no produjo ningún enfrentamiento directo entre Estados Unidos
y la Unión Soviética. Aun así, el estado de tensión permanente hizo que las superpotencias
invirtieran gran parte de su presupuesto en la producción de armas. El armamento, especialmente
el que incorporaba tecnología nuclear, se utilizó como un elemento de disuasión: un ataque hacia
el territorio de la potencia o sus aliados garantizaba una respuesta inmediata e igualmente
contundente hacia el rival. Esta política de destrucción mutuamente asegurada marcó la psicología
colectiva de varias generaciones que vivieron con el temor a que las superpotencias
desencadenaran una nueva guerra mundial.
En síntesis, las características distintivas de la Guerra Fría fueron: la existencia de un orden
mundial bipolar. La URSS y Estados Unidos encabezaron dos bloques de países: el Oriental y el
Occidental. Cada potencia intentó extender su influencia a otras naciones. Una tensión permanente
entre las superpotencias. Nunca se enfrentaron de manera directa, canalizando los momentos de
máxima tensión en conflictos localizados en áreas más o menos alejadas de ambas potencias. Al
mismo tiempo, cada superpotencia procuró asegurar su hegemonía sobre su área de influencia.
Para ello, no dudaron en intervenir en la política interna de otros países. Una continua carrera
armamentista. Tanto EEUU como la Unión Soviética basaron parte importante de su economía en
la industria de armamentos.

1. LOS CONFLICTOS EN ASIA


a) La Guerra de Corea (1950 – 1953): Tras la derrota de Japón en 1945, Corea fue
dividida en dos zonas: La del norte, ocupada por rusos, estableciendo un gobierno
comunista, y la del Sur por norteamericanos. En 1950 la comunista Corea del Norte
invadió a Corea del Sur, fuerzas de las Naciones Unidas (en su mayoría
norteamericanas) acudieron en su ayuda, mientras que los chinos ayudaban a Corea
del Norte. Esta guerra concluyó en 1953, sin que Corea del Sur hubiera adoptado
el comunismo.
b) La Guerra de Vietnam (1954 – 1975): Hacia 1954 los vietnamitas se
independizaron de los franceses, luego de ello, el país sería dividido en dos sectores:
Norte (comunistas) y en Sur (norcomunista). Al estallar una rebelión en el sur
contra un gobierno corrupto, los norvietnamitas prestaron ayuda militar a los
rebeldes y, los EEUU apoyaron al gobierno survietnamita, con el objeto de evitar
la difusión del comunismo. En 1973, los norteamericanos se retiraron, a raíz de lo
cual las fuerzas survietnamitas decayeron inmediatamente y todo el país quedó
unificado bajo un gobierno comunista (1975). El líder de la Revolución vietnamita
fue el doctor y poeta Ho Chi Min.

2. LA CAÍDA DEL BLOQUE SOCIALISTA

La caída de la URSS la precipitó su crisis económica. Los EEUU también estaban en graves
aprietos, pero había una diferencia importante. La mayoría de los aliados de los norteamericanos,
se convirtieron en economías pujantes y poderosas. En la década de 1980, las economías de la
Comunidad Económica Europea (CEE) y de Japón, eran un 60% más grande que la
norteamericana. Al otro lado de la cortina de hierro los satélites y aliados soviéticos seguían
teniendo economías poco desarrolladas, y por tanto, siguieron siendo una importante sangría de
recursos para la URSS. Mientras la CEE y Japón podían apoyar a un EEUU agotado, los países
que estaban en la esfera socialista estaban debilitando sus bases para que sobreviniese el derrumbe
definitivo.

VI. SURGIMIENTO Y CONSECUENCIAS DE LOS BLOQUES


ECONÓMICOS Y POLÍTICOS

Tras la II Guerra Mundial, las diferencias entre las grandes superpotencias mundiales quedaron
nítidamente reflejadas. Merced a ello, el planeta quedó dividido en dos bloques bien distintos: los
países aliados de EE.UU. defensores del capitalismo, y los países en la órbita de la URSS, bajo
regímenes comunistas.

Tal distinción dio lugar a la llamada Guerra Fría, en la cual la nota predominante en las relaciones
internacionales entre los EE.UU. y la URSS fue la desconfianza mutua, lo que desembocó en un
clima de tensión mundial. Aquella política de acusaciones mutuas y de miedo soterrado hizo que
la mayoría de los países se viesen forzados a tomar parte, constituyéndose dos poderosos bloques
militares: la OTAN (formada por EE.UU. y sus aliados) en 1949 y el Pacto de Varsovia (La Unión
Soviética y sus aliados) en 1955.

A lo largo del periodo conocido como Guerra Fía, ambas potencias han vivido del equilibrio del
terror, es decir, la consciencia de que un enfrentamiento abierto no solo llevaría a la destrucción
de los países afectados por al guerra, sino posiblemente al resto del planeta. Esto fue en parte
gracias al desarrollo armamentístico de los dos bloques, como por ejemplo la generación de armas
nucleares de cada vez mayor potencia y más largo alcance.

1. La OTAN

La OTAN es una de los dos grupos militares vinculados a superpotencias que aparecieron tras la
II GM, los Estados Unidos de América. Concebida originalmente como una entidad defensiva
frente a la otra gran superpotencia, la Unión Soviética. La OTAN se fundó inicialmente en 1949
con los siguientes miembros: EE.UU., Reino Unido, Canadá, Francia, Italia, Bélgica, Países Bajos,
Dinamarca, Noruega, Islandia, Portugal y Luxemburgo. A lo largo de los años se han unido otros
países, entre ellos España, en 1982. La sede estuvo en París hasta 1967, cuando se trasladó a
Bruselas, en Bélgica.

La OTAN es una consecuencia directa de la II Guerra Mundial, de la división de los vencedores


en dos bloques y el subsiguiente surgimiento de la guerra fría entre los dos grandes bloques
ideológico-económicos. En 1947 surgieron en Estados Unidos dos grandes iniciativas relacionadas
con el continente europeo, escenario principal de la reciente conflagración mundial: La llamada
Doctrina Truman, de carácter básicamente político y adoctrinador, y el Plan Marshall, de
naturaleza económica. La idea de los dirigentes estadounidenses era reconstruir Europa
Occidental, la más castigada por la guerra, con el fin de que no pudiese ser víctima de un ataque
de los soviéticos, ya desde el punto de vista militar como el del ideológico.

En la misma línea de trabajo, el ministro británico de asuntos exteriores, Ernest Bevin, logró que
cinco países de la zona firmasen un pacto de asistencia mutua en caso de un eventual ataque
armado (Tratado de Bruselas, 17 de marzo e 1948). Su colega canadiense, un mes más tarde,
propuso que EE.UU. debería participar en este acuerdo militar. Con todos estos antecedentes, el 4
de abril de 1949 fue firmado el Tratado de Washington por parte de diez ministros de exteriores
europeos y dos americanos (Canadá y EE.UU.), documento que dio nacimiento formal a la
Organización del Tratado del Atlántico Norte. Su entrada en vigor se produjo el 24 de agosto de
ese mismo año. Posteriormente se unieron Grecia y Turquía en 1952 y la República Federal
Alemana en 1955.

La OTAN es, según sus fundamentos, una agrupación de estados soberanos, según la cual, las
decisiones y resoluciones deben ser muestras del deseo colectivo de las naciones asociadas,
mediante un consenso. En la práctica, sin embargo, los deseos del aliado principal, los Estados
Unidos, son los que suelen mover las iniciativas del resto de naciones, quienes siguen la política
de Washington de forma más o menos general. Por otra parte, EE.UU. es quien más gasta en
armamento, llegándose a cotas de un 56% en 1980.

La OTAN cuenta con una estructura política y con otra militar. La primera la forma el Consejo del
Atlántico Norte, máxima autoridad de la alianza, e integrado por todos los países miembros,
asistido por otros comités y consejos, que responden ante el Secretario General. Éste cargo incluye
responsabilidades tales como promover consultas y proponer temas de discusión, estando
facultado a mediar entre posibles conflictos que pudiesen afectar a dos o más estados miembros.

El aparato militar de la OTAN está encabezado por el Comité Militar, integrado por los jefes del
estado mayor de los países miembros. Este comité puede formular recomendaciones al Consejo
del Atlántico Norte y al Comité de Planes de Defensa.

Los ejércitos de cada país permanecen en tiempos de paz bajo sus mandos nacionales, y sólo se
hallan bajo un mando integrado la Fuerza Naval Permanente del Atlántico
(STANAVFORLANT), la Fuerza Naval Permanente del Canal de la Mancha
(STANAVFORCHAN) y algunas unidades de defensa aérea en estado de alerta permanente.

1.1. Problemas de la OTAN

La OTAN ha sufrido varios quebraderos de cabeza a lo largo del medio siglo de vida que lleva.
Dejando de lado las cuestiones de carácter militar y las diferentes intervenciones que ha realizado,
podemos destacar algunos acontecimientos:

La OTAN ha sido blanco de diferentes grupos terroristas, o denominados terroristas por las
naciones miembro de la Organización. Un ejemplo de ello fueron la ola de atentados que se dieron
durante los años 1984 y 185. Los atentados, reivindicados por grupos como la Fracción del Ejercito
Rojo, que actuaba en la RFA; Acción Directa, en Francia; y las Células Comunistas Combatientes,
de Bélgica o Las Fuerzas Populares 25 de Abril, en Portugal; tuvieron como objetivos tanto
materiales, como dependencias, jefes militares o empresarios de industrias de guerra.

Otro gran problema que llevó de cabeza a la alianza atlántica fue la mala relación entre dos
miembros vecinos, Grecia y Turquía, enfrentados política e ideológicamente. Los Balcanes eran
una zona donde cohabitaban dos países aliados (Turquía y Grecia), junto a dos del Pacto de
Varsovia (Bulgaria y Rumania), más dos no alineados, Yugoslavia y Albania. La situación provocó
aun mayor malestar en los jefes de la OTAN cuando el jefe del gobierno griego, Papandreu, desvió
parte de las tropas de la frontera greco-bulgara en febrero de 1985 para colocarlas en la frontera
con Turquía.
2. EL PACTO DE VARSOVIA

La Otra cara de la misma moneda la ofrecieron los países de tendencias comunistas y aliados de
la URSS. El Tratado de Varsovia de Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua fue suscrito en la
capital polaca en mayo de1955. Sus miembros fundadores fueron Bulgaria, Checoslovaquia,
Hungría, Polonia, República Democrática Alemana, Rumania y la Unión Soviética.

Los órganos principales del extinto Pacto fueron, entre otros, el Comité Consultivo Político (CCP),
integrado por los secretarios generales de los partidos comunistas de los países miembros.

La preeminencia que Moscú tenía en este pacto era incluso mayor que la que Washington tiene
sobre sus aliados. En efecto, la URSS suministraba los dos tercios de los medios convencionales
del Pacto, la totalidad del armamento estratégico, y sobre todo, ostentaba la exclusividad radical
de la fuerza nuclear. Del mismo modo, en los máximos órganos del Pacto se han encontrado
siempre cargos soviéticos.

En 1985, tras las últimas maniobras de los países miembros, el Pacto de Varsovia fue ratificado
por los miembros fundadores, que suponía la base jurídica de los países de la denominada Europa
del Este. El mismo Tratado albergaba la posibilidad de su disolución, pero era necesario para ello
la existencia de un Tratado General Europeo sobre la Seguridad Colectiva, lo que supondría
automáticamente la disolución de la OTAN.

Los firmantes del Pacto volvieron a reunirse en Sofía (Bulgaria) en 1986, con el fin de reagrupar
a todos los gobiernos participantes en torno al nuevo dirigente político, Mijail Gorbachov, y
respaldarlo en sus negociaciones con EE.UU. El CCP, como máximo organismo del Pacto, dio a
conocer un comunicado por el cual se reiteraban las propuestas de Gorbachov al bloque occidental;
documento titulado En pro de la eliminación de la amenaza nuclear y para un giro positivo de la
situación en Europa y en el mundo.

3. LAS RELACIONES ENTRE AMBOS GRUPOS

Las relaciones entre la OTAN y el Pacto de Varsovia han respondido siempre al estado de las
relaciones entre sus dos máximos representantes: Estados Unidos y la Unión Soviética. Y estas
relaciones han conocido acusados altibajos, puntos de tensión y relajación desde el año en que fue
fundada la Alianza Atlántica, en 1949.
La primera fase de estas relaciones fue de gran tensión, hasta el punto que se sospechaba un
enfrentamiento directo. Este periodo fue conocido como Guerra Fría. La mejor muestra de ello fue
el nacimiento de la OTAN y como respuesta, la creación del Pacto de Varsovia (en el Tratado
fundacional del Pacto de Varsovia se indica que éste quedará automáticamente disuelto en cuanto
desaparezca el primero). Esta fase duró toda la década de los 50.

En los primeros años 60, coincidiendo Kennedy en los EE.UU. y Jruschov en la URSS, se fue
abriendo una época de distensión en las relaciones, descendiendo el grado de desconfianza mutua
y creciendo a la vez los diálogos y contactos acerca de un eventual desarme. Esta es la fase
conocida como distensión. Este alejamiento del peligro hizo que el presidente francés, el
ultranacionalista De Gaulle, retirara a Francia del aparato militar de la OTAN (10 de marzo de
1966). Como consecuencia, EE.UU. tuvo que evacuar a 26000 soldados del país galo.

Durante los primeros años de la década de los 70, la distensión provocó que ambos bloques
trabajasen en conjunto por una política de paz y por el control y limitación del armamento, en
especial del tipo militar. Esto no sólo obedecía a cuestiones meramente altruistas ni pacifistas, aun
en periodo de relativa calma, los estados habían seguido una escalada armamentística que dañaba
seriamente al progreso económico de las naciones. Un logro más, en esta línea, fue el tratado de
No Proliferación de Armas Nucleares (11 de julio de 1968). Luego, las conversaciones SALT
conducirían a la firma del tratado de Moscú (26 de mayo de 1972), por el que ambos países
aceptaban una importante disminución en su armamento estratégico.

La segunda mitad de la década de los 70 vino marcada por una fuerte crisis económica, sobre todo
en los países capitalistas. A la vez, los regímenes pro americanos de Indochina fueron sustituidos
por gobiernos comunistas (abril de 1975), que, junto con la entrada soviética en Afganistán
(diciembre de 1979), pusieron de manifiesto un evidente renacimiento de la tensión internacional.
Una muestra de ello es que el tratado SALT II no fue ratificado por el senado estadounidense, con
lo cual jamás entró en vigor.

En la década d los 80, la tensión se hizo más patente, con el despliegue de armas nucleares en
Europa Occidental por parte de la OTAN, lo que provocó una oleada de protestas por parte de los
movimientos pacifistas europeos y la retirada de la URSS de las negociaciones por el control
armamentístico.
4. EL MUNDO EN DOS BLOQUES

A continuación, veremos el estado de las naciones y el conflicto entre el capitalismo y el


comunismo en diferentes regiones del mundo a lo largo de los años de la guerra fría y el conflicto
entre las potencias.

a) Europa: La expansión soviética en Europa Oriental y central era visible tras la guerra
mundial. Esto fue visto como una amenaza por los estados capitalistas, llegando incluso a
hablar el presidente Truman de “contener el avance del comunismo”. De aquí nacieron
tanto el Plan Marshall como la Doctrina Truman.

Por su parte, la Unión Soviética apoyaba, o imponía por la fuerza si era necesario,
regímenes de corte estalinista en la Europa del este. En 1961, las fuerzas comunistas
levantaron el muro de Berlín con la intención de separar la zona occidental de la oriental.

b) Asia: El triunfo en un país del potencial de China de una Revolución Comunista alarmó
más si cabe a los estados occidentales. En 1949 se proclamó la República Popular China,
que se mostró como aliada de la URSS.

Corea había quedado dividida en dos estados, al norte la República Popular de Corea,
comunista; y la República de Corea al sur, capitalista. En 1950, el ejercito del norte,
apoyado por los chinos, invadió el sur. EE.UU. acudió en apoyo del Estado de Corea del
Sur, desencadenándose una dura guerra que finalizó en 1953 sin ningún resultado: las
fronteras volvieron a su lugar anterior, y el antagonismo entre norte y sur permaneció.

En Indochina, Francia tuvo que conceder la independencia a cuatro estados: Laos,


Camboya, Vietnam del norte y Vietnam del sur, formándose un gobierno comunista en
Vietnam del norte.

c) América: En 1959 se concluyó en Cuba una revolución que derrocó la dictadura aliada de
Batista, al servicio por completo de los intereses de EE.UU. Fidel Castro se alzó con el
poder, llevando a cabo una política de corte comunista y realizando pactos con la Unión
Soviética.

El gobierno americano vio esto como una gravísima amenaza. Era el primer gobierno
comunista que se daba en el continente americano, y además, a muy pocos kilómetros de
las costas estadounidenses. En 1961 trató de realizar una invasión que fracasó (Bahía
Cochinos). Al año siguiente, la Unión Soviética comenzó a desplegar misiles atómicos, lo
que provocó que Kennedy decretara el bloqueo de la isla. Se trató del punto de máxima
tensión de la guerra fría, pero finalmente, la URSS retiró los misiles (aunque EE.UU. no
desbloqueó la isla de Cuba).

La tensión desapareció después de diferentes actos. Los tanteos y acercamientos entre


EE.UU. y la URSS fracasaron tras el asesinato de Kennedy y el alejamiento del poder de
Jruschov, quien denunció los excesos del estalinismo y trató de empezar una
democratización (desestalinización) en la Unión Soviética. Jruschov fue apartado del poder
por la burocracia estalinista, volviéndose a un régimen dictatorial estalinista bajo el
gobierno de Brezniev (1964).

Tras la caída del bloque comunista, la distensión entre los países del antiguo comunismo y
los capitalistas casi desapareció del todo. Actualmente, la mayoría de los estados del
antiguo bloque comunista han acotado las políticas e ideologías del mundo capitalista.

VII. PROCESO DE CRISIS DEL CAPITALISMO

Crisis total del sistema mundial del capitalismo, que abarca la economía, la política y la ideología;
situación del sistema capitalista mundial que se caracteriza por su decadencia, el derrumbe del
sistema capitalista de producción y la victoria del nuevo régimen socialista.

Los rasgos característicos de la crisis general del capitalismo son: la división del mundo en dos
sistemas, el capitalista y el socialista, y la lucha entre ellos; la agudización de las contradicciones
entre la burguesía y el proletariado de los países capitalistas; la crisis del sistema colonial del
imperialismo; la agudización del problema de los mercados; la aparición del estado crónico de no
ocupación plena de las empresas y de la desocupación crónica de masas.

La crisis general del sistema capitalista mundial comenzó durante la primera guerra mundial, a
consecuencia, principalmente, de la salida de Rusia del sistema capitalista. Como consecuencia de
la división del mundo en dos sistemas, surgió una contradicción completamente nueva: la
contradicción entre el capitalismo agonizante y el socialismo en crecimiento. Esta fue la primera
etapa de la crisis general del capitalismo. Su segunda etapa se desarrolló durante la segunda guerra
mundial, particularmente después de la salida del sistema capitalista de una serie de países de
Europa y Asia, que tomaron el camino de la construcción socialista.

Después de la segunda guerra mundial cambió radicalmente la correlación de fuerzas en el terreno


internacional. Si antes de la guerra los países capitalistas ocupaban cinco sextas partes del territorio
del globo terrestre, después de la guerra su territorio se redujo hasta las tres cuartas partes. Si la
población del mundo capitalista constituía el 92% de la población de todo el mundo antes de la
guerra, en la actualidad en el mundo capitalista vive solamente el 66% de la población del globo
terrestre. El sistema socialista se ha convertido en sistema mundial, que abarca enormes territorios
con una población de 950 millones de personas.

Se han debilitado más aún las bases del imperialismo en los países coloniales y dependientes, el
movimiento nacional liberador se ha elevado a una etapa superior. Si hacia fines de la segunda
guerra mundial la población de las colonias de Asia y Africa llegaba a 730 millones de personas,
en la actualidad en las colonias viven tan sólo 145 millones de personas; ahora está a la orden del
día el problema de la liquidación definitiva del sistema colonial.

Todas las contradicciones del capitalismo se han agudizado extremadamente. La pauperización de


los trabajadores de los países capitalistas, acompañada del enriquecimiento fabuloso de un grupito,
conduce a la extrema agudización de las contradicciones entre el trabajo y el capital, al gran
crecimiento del movimiento obrero y al aumento del poderío y de la influencia de los Partidos
Obreros. Se agudizan también las contradicciones entre los países del campo capitalista, que llevan
una enconada lucha por los mercados, las zonas de inversión de capitales, &c.

Aumentó la reacción en todas las esferas de la vida política y social de los países capitalistas, tan
característica para la época del imperialismo. La tendencia de la burguesía monopolista al
establecimiento de la dictadura, a la liquidación de las instituciones de la democracia burguesa es
un reflejo de la crisis del régimen político del capitalismo. La crisis profunda del sistema capitalista
mundial es un testimonio de la inevitabilidad de la sustitución del capitalismo por el socialismo.

Hoy en día, el capitalismo afronta una severa crisis de alcance mundial que ha sido motejada, de
manera reduccionista, como una crisis financiera que hizo eclosión en Estados Unidos, nada menos
que el centro del sistema capitalista mundial, debido a la desregulación del sistema financiero y a
la codicia y especulación del capital financiero, que en la búsqueda de mayores ganancias se
desprendió de la llamada economía real y recurrió a instrumentos financieros como la
titularización, sucuritización, bursatilización, es decir, lo que se ha dado en llamar la financiación.
Bajo ese mecanismo, las súper ganancias del capital transnacional, los fondos soberanos, los
fondos de inversión y otros recursos financieros ingresaban a la frenética órbita del capital ficticio
que deambulaba los intersticios del sistema mundial, con el respaldo de las nuevas tecnologías de
la información y la comunicación y la aquiescencia de los Estados nacionales, en la búsqueda de
ganancias mayúsculas y prontas. Las estafas estuvieron a la orden del día. Sin embargo,
correspondió a los créditos chatarra otorgados a población de bajos recursos o ingresos irregulares
de Estados Unidos, entre ellos los inmigrantes, los nuevos pobres, presionar para que explotara la
burbuja del sector hipotecario. Los pobres son invocados, bajo esta interpretación, como el eslabón
más débil que detonó la gran crisis. Los efectos nocivos pronto trasminaron en la industria de la
construcción, donde se ocupa una buena porción de inmigrantes, y al resto de la economía de
Estados Unidos y del mundo. Ahora, esa burbuja toma las dimensiones de una depresión
económica mundial. (marquez,2010. Pág. 438)

1. REPERCUSIONES DEL MEDIO ORIENTE


El Oriente Medio es un subsistema de gran importancia estratégica para el resto del mundo. Su
significancia geoestratégica para la política mundial es evidente, ya que se encuentra en el centro
de tres continentes y, en esta medida, domina el Norte y el litoral mediterráneo oriental. Durante
siglos, ha sido considerado importante por las grandes potencias de la época y, por supuesto, por
los Estados locales y regionales. Quien cree una plataforma importante de poder político,
económico y militar en la región bien sea en forma de imperio, poder sustituto o de hegemonía
política de largo alcance influye no solo en el Oriente Medio, sino también en las zonas contiguas
al mismo. Además de su importancia estratégica, el magnetismo cultural de Oriente Medio ha
atraído grandes potencias extraregionales a la zona durante siglos. Prestigio y estatus han estado
asociados con la extensión de la protección y la influencia sobre la “cuna de la civilización”, así
como la fuente y lugar de encuentro de las grandes religiones del mundo (judaísmo, islamismo y
cristianismo). Dada su posición estratégica, el Oriente Medio ha sido un cruce de caminos de
importancia histórica y sigue siéndolo hasta hoy. Gran parte de los movimientos de ida y vuelta
tanto de personas como de bienes e información entre el este y el oeste deben transitar a través o
sobre el Oriente Medio. Históricamente, la construcción del Canal de Suez en 1869 acortó miles
de kilómetros y mucho del tiempo necesario para los viajes de comercio desde Europa hacia el
Oriente. Hoy en día, un gran volumen de mercancías transita a través del canal y sigue siendo una
importante ruta de salida de los buques de guerra del Mediterráneo hacia el Océano Índico y
viceversa.

Durante los años transcurridos desde 1956 se produce un período de normalización y estabilización
internas de los países árabes, que contrasta con la creciente inestabilidad y enfrentamientos entre
Israel y los países árabes fronterizos, que llevaron a la tercera y cuarta guerras árabe - israelí, en el
marco internacional de la guerra fría.

De todos esos enfrentamientos y conflictos cabe destacar las actuaciones del presidente egipcio
Nasser como las claves en el desencadenamiento de la guerra. Así el 16 de mayo de 1967 exigió
la marcha de la fuerza de interposición que NU tenía en la zona del Sinaí desde la crisis de Suez
de 1956. Así mismo interpuso un bloqueo al puerto israelí de Eilath y prohibió la navegación de
buques israelíes por el golfo de Akaba. Pero el verdadero detonante fue el pacto de defensa que se
firmó el 30 de mayo en El Cairo entre Egipto y Jordania, al que pocos días después se unió Irak,
completándose la defensa común que ya unía a Egipto con Siria en caso de agresión israelí. Israel
se sintió amenazado por estas medidas árabes y decidió actuar.

Los cincuenta y siete países que constituyen la OCI tienen estructuras políticas y sociales muy
diferentes y varían mucho en su población, tamaño, posición económica y, para agregar, en la
inclinación geopolítica. Como un conglomerado político, económico y cultural de Estados
musulmanes repartidos en los cuatro continentes la OCI no puede considerarse como una
organización regional (Cf. Landau, 1990, p. 290) y menos aún como una asociación universal de
los Estados por su desinterés en atraer a miembros del Tercer Mundo indiscriminadamente (Cf.
Sheikh, 2002, p. 45). Ideológicamente hablando, ser un Estado musulmán, es el principal criterio
para la adhesión como miembro. Sin embargo, dado que representa una religión universal y a sus
seguidores podría ser considerada como una organización mundial con una ideología orientada.
Como una organización islámica internacional importante, la OCI mantiene una orientación de
Estado-nación mientras persigue una mayor cooperación islámica, creando una brecha entre la
visión normativa y la realidad política (Cf. Esposito, 1984, p. 233). Después de la guerra fría, la
mayoría de las instituciones internacionales se han adaptado al nuevo orden internacional. La OCI
se ha convertido en una de las que no han sabido adaptarse y transformarse al nuevo entorno.
Históricamente, la OCI ha sido limitada por el carácter sagrado de la soberanía estatal. Desde su
período de formación, la OCI ha funcionado siempre con una mentalidad defensiva.2 Lejos de
iniciar proyectos, su enfoque de la política a los temas globales ha sido ad hoc en su naturaleza y
temporal en los resultados. A pesar de su larga historia, la OCI tenía un historial decepcionante,
sobre todo afectado por luchas internas de poder y por la falta de articulación de políticas claras y
coherentes. La OCI constituye más un lugar de encuentro simbólico que un cuerpo político
dinámico. (ozkan, 2011. Pág. 108)

2. PROCESO DE INTEGRACIÓN DE LA BIPOLARIDAD MUNDIAL

a) La Guerra Fría

La Segunda Guerra Mundial confirmó a los Estados Unidos como primera potencia. Con
este derecho adquirido, los estadounidenses se propusieron intervenir directamente en la
conformación del nuevo orden mundial. No estuvieron solos en ese propósito. La Unión
Soviética logró mantener la influencia que adquirió al terminar la guerra y fue su
contendiente durante buena parte de lo que quedaba del siglo. Este papel adoptado por
ambas potencias dio paso a un equilibrio bipolar. Los Estados Unidos eran el emblema del
capitalismo y la Unión Soviética, del socialismo. Para algunos, el régimen socialista
representaba una amenaza a la libertad. Para otros, en cambio, significaba una alternativa
más justa y solidaria al capitalismo individualista. Los estadounidenses y los soviéticos
participaron de un modo decisivo en las conferencias y las negociaciones de paz después
de la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, comenzó a hablarse de Guerra Fría. La
principal característica de este período fue el enfrentamiento permanente –aunque no
directo– de estas dos potencias, que encarnaban sistemas políticos, económicos y sociales
rivales.

b) La división de Alemania

Empobrecida y ocupada por los vencedores, Alemania seguía siendo una pieza clave en el
equilibrio internacional después de la guerra. Las tropas occidentales y soviéticas
desencadenaron una verdadera guerra de inteligencia, en la que cada bando se esmeraba en
averiguar los secretos del otro. La misión era impedir un futuro rearme y suprimir todos
los vestigios del régimen nacionalsocialista. Además, las potencias vencedoras expropiaron
los avances científicos y desmantelaron las instalaciones industriales de los vencidos.
Inicialmente, Alemania fue dividida en cuatro zonas: una a cargo de los Estados Unidos;
otra, de Gran Bretaña; una tercera, de Francia; y la última, de la Unión Soviética. Berlín,
ubicada en la zona soviética, también había sido segmentada en cuatro jurisdicciones, cada
una a cargo de uno de los países vencedores. En 1947, las zonas estadounidense, británica
y francesa unificaron sus economías. Sus habitantes también gozaban ya de algunas formas
de participación política. Como respuesta, los soviéticos cortaron los accesos a Berlín. Así
se efectuó la partición de Alemania. Como resultado, se conformaron dos países: en el
oeste, la República Federal de Alemania, cuya administración habían compartido los
británicos, los franceses y los estadounidenses; en el este, la República Democrática
Alemana, bajo la órbita soviética.

c) La reconstrucción en la posguerra
En 1947, los Estados Unidos lanzaron el Programa de Recuperación Europea –conocido
como Plan Marshall–, que consistía en el ofrecimiento de créditos y asistencia técnica para
financiar la reconstrucción de Europa. El objetivo del plan era fortalecer las economías de
Europa occidental y, de ese modo, contener el avance soviético –representado por el
establecimiento del comunismo en países de Europa oriental–, que resultaba una amenaza
para los intereses estadounidenses. Entre 1948 y 1952, Europa recibió casi 13 000 millones
de dólares. Ésta fue una de las bases de su crecimiento en la década de 1950. Así, la
estabilidad política, el desarrollo económico y la distribución del ingreso entre los sectores
sociales tuvieron la función de limitar la expansión del comunismo. El Japón fue otro de
los países que se beneficiaron con la política occidental de contención antisoviética. Luego
de ser ocupado militarmente por las fuerzas estadounidenses, inició una democratización
política en forma impuesta. Simultáneamente, su economía comenzó a desarrollarse sobre
la base de la electrónica y la informática.
d) La formación de los bloques

Luego de la Segunda Guerra Mundial, Europa perdió su papel decisivo en la política


internacional. Simultáneamente, se incrementó el poder de los Estados Unidos y de la
URSS. Alrededor de estas potencias se alinearon distintos países por razones políticas o
geográficas. De esta manera, se conformaron dos bloques: uno, occidental o capitalista, y
otro, oriental o socialista. En 1949, como complemento del apoyo económico
estadounidense y con el propósito de organizar un frente militar anticomunista, se creó la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que agrupó a los principales países
europeos. En 1955, la Unión Soviética gestionó su propio acuerdo militar con sus aliados
de Europa oriental, el Pacto de Varsovia.

e) Una guerra sin guerra

A partir del final de la Segunda Guerra Mundial y hasta 1989 –para algunos– o 1991 –para
otros–, se desarrolló una serie de conflictos protagonizados por la Unión Soviética y los
Estados Unidos, agrupados bajo el nombre de Guerra Fría. Inicialmente, los
estadounidenses mantuvieron el monopolio de la bomba atómica, pero los soviéticos
comenzaron a mostrar ventajas en esta área, y ambos bloques ingresaron en una
desenfrenada carrera armamentista. Los avances tecnológicos –en las ramas de la
electrónica y la informática, y en la exploración espacial– les permitieron a ambas
potencias desarrollar grandes complejos militares industriales y contar con inmensos
arsenales nucleares, químicos y bacteriológicos destinados a destruir al contrincante. Pese
a esto, ninguna de ellas decidió atacar. Así, se creó lo que algunos denominaron el
equilibrio del terror: ninguna de las dos potencias empleaba sus armas nucleares por el
temor a desencadenar un nuevo conflicto mundial, pero ambas continuaban fabricando su
arsenal para mantener atemorizado al enemigo.

f) La primera etapa de la Guerra Fría

Entre 1947 y 1964, se sucedieron varios enfrentamientos que expresaron las tensiones
entre el régimen comunista y el capitalista: la guerra de Corea, que estalló en 1950; la
edificación del Muro de Berlín, en 1961; la crisis de los misiles en Cuba, en 1962, y la
guerra de Vietnam, entre 1964 y 1975. En la guerra de Corea, Corea del Sur –apoyada por
los Estados Unidos y sus aliados– se enfrentó a Corea del Norte –apoyada por el bloque
comunista– en una contienda que duró tres años. La edificación del Muro de Berlín fue una
manera brutal de detener el éxodo de los alemanes orientales, que intentaban trasladarse a
la zona occidental. La crisis de los misiles se refiere a la instalación, por parte de los
soviéticos, de misiles con cabezas atómicas en Cuba. Los soviéticos habían fracasado en el
intento de erradicar las armas atómicas que amenazaban su territorio y devolvían, así, la
amenaza a los Estados Unidos. Finalmente, los misiles fueron desmontados y los Estados
Unidos garantizaron que no invadirían la isla. La guerra de Vietnam fue un conflicto entre
Vietnam del Norte y Vietnam del Sur, en el que intervinieron, entre otras potencias, los
Estados Unidos, que resultaron derrotados. La competencia entre las dos potencias también
se desarrolló en el ámbito de la ciencia y la tecnología. En 1957, la URSS lanzó el primer
satélite artificial del mundo, el Sputnik. De esta forma, la Unión Soviética se colocaba a la
vang

g) La distensión durante la Guerra Fría

Entre 1963 y 1979, se intentó llegar a un acuerdo sobre las armas de destrucción masiva.
En 1968, se firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear, que prohibió realizar pruebas
atómicas en la atmósfera y bajo la superficie marina. Muchos Estados entendían que, con
ese tratado, se impedía el desarrollo de la energía nuclear con fines pacíficos en los países
que aún no habían accedido a dicha tecnología. Aunque en 1972 se firmó el primero de los
acuerdos SALT (Strategic Arms Limitation Talks; “Conversaciones sobre la Limitación de
Armas Estratégicas”), nada impidió el crecimiento de los respectivos arsenales nucleares.
En este clima de negociación y de distensión, en algunos países dependientes de la órbita
soviética se desarrollaron movimientos de liberalización. La represión no se hizo esperar.
En Hungría, en 1956, un movimiento popular antisoviético fue reprimido en forma
sangrienta por la intervención de las fuerzas rusas. Durante la llamada Primavera de Praga,
en 1968, el gobierno checoslovaco intentó liberalizar su política comunista, pero las fuerzas
aliadas en el Pacto de Varsovia impusieron un gobierno prosoviético. La credibilidad en el
poderío estadounidense se debilitó sensiblemente cuando, tras muchos años de
enfrentamiento, sus soldados fueron derrotados en Vietnam, país en el que habían
ingresado para reemplazar a las fuerzas colonialistas francesas y del que se retiraron, sin
condiciones, en 1972.

h) La etapa final de la Guerra Fría

En la década de 1980, con Ronald Reagan en el gobierno, los Estados Unidos se


caracterizaron por su firmeza y su hostilidad hacia la URSS. Así, se produjo un nuevo giro
en las relaciones internacionales. Los gastos militares estadounidenses aumentaron y el
gobierno desarrolló un proyecto de escudo estratégico conocido como Guerra de las
Galaxias. La carrera armamentista alcanzó un nivel que los soviéticos no pudieron igualar.
En 1985, Mijail Gorbachov llegó al poder en la URSS y adoptó una posición a favor del
desarme. En la cumbre de Malta, acordó con Reagan la reducción de armamentos. En 1990,
con la reunificación de Alemania, terminó la Guerra Fría y se detuvo la carrera
armamentista. Luego de la caída de Gorbachov un año después, Boris Yeltsin –entonces
presidente de Rusia– y la OTAN firmaron nuevos acuerdos de desarme guardia en la
carrera espacial.

i) La Unión Soviética y la posguerra

Tras la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética extendió su influencia internacional


y Jósef Stalin consolidó su liderazgo. Ni una ni otra cosa, sin embargo, facilitaron la
reconstrucción de una economía maltrecha ni demostraron la superioridad del socialismo
respecto del capitalismo. Los cinco planes quinquenales de Stalin estimularon la
industrialización, la generación de bienes de equipo y la recomposición del poder militar.
El precio de tal planificación fue una postergación del consumo y el establecimiento de una
rígida disciplina laboral. Los resultados fueron más evidentes en rubros que no estaban
directamente relacionados con el bienestar de la población, como la construcción de
grandes centrales hidroeléctricas o la competencia con los Estados Unidos por la conquista
del espacio. La Unión Soviética fue capaz de notables proezas técnicas y de la construcción
de grandes obras de infraestructura que modificaron el paisaje de la antigua tierra de los
zares. Sin embargo, nunca pudo lograr producir bienes de consumo y servicios equiparables
en calidad y variedad a los de los países capitalistas desarrollados. Algunos suponen que
esto se debió a la falta de democracia política; otros entienden que la razón de la desventaja
radicaba en la ausencia de incentivos a la producción.

j) La Revolución China

Tradicionalmente, China había sido un imperio. Entre 1911 y 1925 cayó la última dinastía
del Imperio Chino, derrocada por una alianza de nacionalistas y comunistas. Así, se
estableció el gobierno del Kuomintang, encabezado por el nacionalista Chiang Kai-shek.
Entre los líderes comunistas se destacó Mao Zedong, quien intentó asegurar una base
territorial de apoyo rural para futuras acciones. En 1937, cuando el Japón invadió China,
las fuerzas de los nacionalistas y los comunistas se volvieron a unir. Sin embargo, una vez
finalizada la Segunda Guerra Mundial, se desató la guerra civil entre ambos grupos. Las
fuerzas nacionalistas recibieron el apoyo de los Estados Unidos. Pese a ello, el Partido
Comunista Chino resultó victorioso en 1949. Se proclamó, entonces, la República Popular
China, cuyo primer presidente fue el líder comunista Mao Zedong, mientras Chiang Kai-
shek se refugiaba en la isla de Formosa (Taiwan) con el apoyo de los Estados Unidos.
Como ocurrió en Rusia en 1917, los chinos debían construir el socialismo en un contexto
de escasez y atraso económico. En la segunda mitad de la década de 1950, se inició el
llamado gran salto adelante, con el propósito de hacer progresar a la sociedad comunista
mediante una verdadera transformación social, económica e ideológica. Se movilizaron y
disciplinaron millones de campesinos, que trabajaron con herramientas rudimentarias y
lograron aumentar la superficie cultivada. Para afirmar su liderazgo, Mao lanzó, en 1966,
la denominada Revolución Cultural, una apelación a los jóvenes chinos para que
abandonaran los valores sociales tradicionales encarnados en el modo de vida de las
generaciones anteriores. A la muerte de Mao, en 1976, China –en ese momento, con 900
millones de habitantes– tenía un papel importante en la comunidad internacional: cinco
años antes había ingresado en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones
Unidas (ONU) como miembro permanente. El hambre y las enfermedades crónicas habían
sido vencidas, y el país había accedido a un cierto desarrollo industrial, especialmente en
química y energía nuclear. Sin embargo, China seguía teniendo una agricultura poco
productiva y un ritmo de crecimiento lento. En ese contexto, algunos dirigentes del Partido
Comunista consideraron conveniente introducir reformas políticas que alentaran la
iniciativa privada, con el objetivo de transformar su país en una potencia mundial de primer
orden. Tras la lucha por la sucesión, Deng Xiaoping fue nombrado presidente de la
República Popular China. Con él se inició un proceso de modernización. La apertura
económica se tradujo en las llamadas zonas económicas especiales. Se trataba de enclaves
industriales, en los que se permitía la producción capitalista. Si bien la nueva constitución
aseguraba la vigilancia del Estado, la consigna formulada por Deng –Enriquecerse es
glorioso– significaba abandonar los principios del período maoísta y dar expansión a una
economía de mercado. En el plano político, se mantuvo firmemente la idea del gobierno de
partido único, el Partido Comunista Chino, y serias restricciones a las libertades civiles.

k) La Revolución Cubana
Desde que finalizó la dominación española en Cuba en 1898, la isla estuvo bajo la
influencia de los Estados Unidos y sus empresas. Los negocios se concentraban en la
exportación de caña de azúcar. En 1933, el presidente Gerardo Machado fue derrocado por
una coalición de estudiantes y soldados que lo acusaban de corrupción y favoritismo hacia
los intereses extranjeros. Entre los insurgentes, se encontraba el sargento Fulgencio Batista,
quien ocupó la presidencia alternadamente entre 1940 y 1958. Durante su gestión se
produjeron nuevos casos de corrupción, lo que provocó que perdiera las elecciones del año
1944. En 1952, Batista recuperó el poder, luego de liderar un golpe militar. Durante este
segundo período de gobierno, creció la influencia estadounidense, que ya había aumentado
en los años de la Segunda Guerra Mundial. La ciudad de La Habana era considerada el
lugar destinado al juego y a la diversión de la burguesía estadounidense, mientras que la
población cubana presentaba una tasa de analfabetismo que alcanzaba el 40%. En 1956,
ochenta hombres desembarcaron en Cuba e iniciaron una lucha de guerrillas. A fines de
1958, Fidel Castro dio la orden de avanzar hacia La Habana. Batista huyó de la isla. En
enero de 1959, los revolucionarios tomaron el poder. Fidel Castro se convirtió en primer
ministro. De inmediato, puso en marcha una reforma agraria, redujo por decreto los
alquileres y congeló los precios. Simultáneamente, comenzó a perseguir a sus opositores.
En 1963, una segunda reforma agraria puso el límite de sesenta y siete hectáreas de tierra
por propiedad privada individual. El resto de las tierras fue nacionalizado. Así, el Estado
dispuso del 70% de las zonas cultivables. Estas medidas afectaron los intereses económicos
estadounidenses en la isla. El gobierno de los Estados Unidos decretó un bloqueo
económico a Cuba y, en el año 1964, instó a los países integrantes de la Organización de
los Estados Americanos (OEA) a romper relaciones diplomáticas y comerciales con el
régimen cubano. Desde que se declaró comunista –y en el marco de la Guerra Fría–, Cuba
estableció convenios comerciales con la Unión Soviética y recibió inversiones de este país.
Entre 1966 y 1970, el gobierno cubano se concentró en avanzar sobre los problemas
sociales. Se realizaron campañas de alfabetización para adultos y se logró, con el tiempo,
una muy buena calidad educativa en todos los niveles. Otra esfera de interés fue la salud
pública. Muchos indicadores sociales, como la esperanza de vida al nacer o la desnutrición
infantil, mejoraron extraordinariamente. Sin embargo, al igual que otras economías
socialistas, la cubana no pudo proporcionar nunca bienes de consumo y servicios
comparables a los de las economías medianamente desarrolladas.

Bibliografía
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